El liderazgo al estilo de los Jesuitas

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El Liderazgo al estilo de los Jesuitas

Chris Lowney, seminarista jesuita durante siete años, abandonó la Compañía de Jesús un viernes de 1983 y comenzó una carrera al lunes siguiente en el Banco J.P. Morgan & Co. en donde trabajó por 17 años llegando a ocupar los puestos de director administrativo y miembro del comité administrador en Nueva York, Tokio, Singapur, y Londres.

Lowney describe en este libro el Liderazgo de esta compañía de más de 450 años, bajo la premisa de que hay mucho que podemos aprender y ciertamente, aplicar en las compañías de hoy.

Además del resumen del libro, la presentación incluye

•La Biografía del fundador de la orden, San Ignacio de Loyola.•Una breve explicación de cuatro conceptos básicos de la espiritualidad Ignaciana.

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El Fundador de la Orden

Ignacio de Loyola (1491-1556)

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Biografía

Íñigo López Sánchez, quien adoptaría el nombre de Ignacio, nació en 1491 en el castillo de Loyola junto a la aldea vasca llamada Azpeitia. Fue caballero al servicio de Carlos I de España y V de Alemania, "hombre dado a las vanidades del mundo", "con un grande y vano deseo de ganar honra". Herido en 1521 por una bala de cañón cuando defendía la fortaleza de Pamplona, fue llevado al castillo de su familia y se sometió a dolorosas cirugías debido a la fractura de una pierna.

Durante su convalecencia, al no encontrar libros de caballería se dedicó a leer una vida de Cristo y las vidas de los santos. Milagrosamente, esto lo hizo cambiar radicalmente su manera de pensar.

Su primera decisión fue ir a Jerusalén como peregrino. Una vez curado se dirigió a pie a la abadía benedictina de Nuestra Señora de Montserrat cercana a Barcelona. Allí, haciendo oración veló una noche entera y dejó sus armas de caballero para dirigirse a Manresa, pequeño poblado de Cataluña donde permaneció de Marzo de 1522 a Febrero de 1523 viviendo una experiencia que alcanzó su momento cumbre junto al Río Cardoner.

"Y estando allí sentado se le empezaron a abrir los ojos del entendimiento; y no que viese alguna visión, sino entendiendo y conociendo muchas cosas, tanto de cosas espirituales, como de cosas de la fe y de letras; y esto con una ilustración tan grande, que le parecían todas las cosas nuevas". (Autobiografía).

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Azpeitia, Guipúzcoa País Vasco, España

Basílica Sn. Ignacio de Loyola

AzpeitiaVista desde el

caminode Tolosa

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Después de pasar el año 1523 en Jerusalén buscando las huellas de Jesús, a quien quería "conocer mejor, para imitarlo y seguirlo", a su regreso se dedicó a estudiar gramática y letras en Barcelona y Alcalá.

Pronto tuvo que afrontar dificultades y fue solicitado por la Inquisición en Salamanca, donde fue interrogado y declarado inocente. En febrero de 1528 llegó a París para estudiar en La Sorbona, donde en marzo de 1533 obtuvo el grado de Maestro en Artes, que según la titulación universitaria lo autorizaba para enseñar filosofía y teología. Desde entonces latinizó su nombre firmando como "Ignatius".

En París compartió un cuarto con dos estudiantes: Pedro Fabro, de Saboya, y Francisco Javier, de Navarra, ambos con 23 años de edad. Se hicieron amigos y pronto Fabro, designado como su tutor de estudios, compartiría su deseo de llevar una vida austera en seguimiento de Cristo. Otro tanto sucedió con Javier, joven de gran ambición en quien hizo mella una frase de Jesús que le repetía Ignacio con frecuencia: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?". (Mateo 16,26).

Otros estudiantes se unieron al proyecto: el portugués Simón Rodríguez y los españoles Diego Laínez, Alfonso Salmerón y Nicolás de Bobadilla. Oraban juntos, discutían sobre la vida cristiana y hablaban de "cosas de Dios". Ignacio les comunicaba lo que había experimentado, principalmente en Manresa, y suscitaba en ellos el deseo de buscar a Dios.

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Fortalecidos por su experiencia espiritual, los siete amigos deciden lo que van a hacer: servir como sacerdotes, si es posible en Jerusalén, o si no irán a Roma para presentarse ante el Papa "a fin de que él los envíe a donde juzgue que será más favorable a la gloria de Dios y utilidad de las almas".

Se dan un año como plazo, desde cuando se encuentren en Venecia. El 15 de agosto de 1534 en París, en la capilla de Montmartre, sellan su proyecto con voto solemne en una misa presidida por Fabro, ordenado el 30 de Mayo.

Ignacio enferma en 1535 y va a recuperarse en su tierra natal. La cita en Venecia se aplaza entonces para comienzos de 1537. Mientras tanto el grupo aumenta con los franceses Claudio Jay, Pascasio Broet y Juan Bautista Codure. Restablecido Ignacio, el 8 de enero de 1537 se encuentran en Venecia, donde el 24 de junio son ordenados sacerdotes los que aún no lo eran. La guerra con los turcos dificulta el viaje, y mientras esperan a embarcarse trabajan pastoralmente y se designan "Compañía de Jesús". Desde entonces añaden a sus nombres las iniciales S.J. (Societatis Jesu, en latín).

Deciden por ello formar una nueva orden religiosa, cuya primera "Fórmula del Instituto" es sometida a la consideración de Paulo III, quien el 27 de septiembre de 1540 firma la bula o documento pontificio de aprobación. El 17 de abril de 1541, después de haber rechazado dos veces el voto unánime de sus compañeros, Ignacio acepta el cargo de Prepósito General (del latín: puesto delante como guía) . El 22 de abril los compañeros hacen votos solemnes de pobreza, castidad y obediencia, y otro voto especial de obediencia al Papa para las misiones que les confíe.

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En 1541 Ignacio fija su residencia en una vieja casa situada en el centro de Roma frente a una capilla dedicada a Nuestra Señora de la Estrada. La Compañía de Jesús recibe la responsabilidad de la parroquia, e Ignacio se instala en tres pequeñas piezas cercanas al presbiterio.

Su principal trabajo allí fue la redacción de las Constituciones de la Compañía de Jesús, lo cual hizo hasta su muerte, siempre en proceso de incorporar las observaciones de sus compañeros y las nuevas experiencias. Su libro de los Ejercicios Espirituales fue aprobado y recomendado por el Papa Paulo III el 31 de julio de 1548.

El Papa envía a algunos teólogos jesuitas al Concilio de Trento, convocado para tratar los puntos de discusión suscitados con motivo del cisma protestante.

Ignacio funda instituciones educativas, casas para catecúmenos judíos y mahometanos, un refugio para mujeres errantes, y organiza colectas para los pobres y los prisioneros.

A comienzos de julio de 1556, una fatiga extrema lo obliga a descansar y muere al amanecer del 31 del mismo mes, a los 65 años. Al morir Ignacio, la Compañía de Jesús contaba en el mundo con 1036 jesuitas, unos sacerdotes y otros hermanos, distribuidos en 11 Provincias, y con 92 casas de las que 33 correspondían a obras educativas. Fue canonizado como santo por el Papa Gregorio XV el 12 de marzo de 1622, con Francisco Javier y Teresa de Ávila. Sus restos reposan en Roma, en la Iglesia del Gesú.

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Conceptos de la espiritualidad Ignaciana.

• Dios actúa en el Mundo, no es un ser lejano

• Magis

• Discernimiento

• Indiferencia

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Espiritualidad Ignaciana.

Para los cristianos, espiritualidad se puede definir como una vida de acuerdo con el Espíritu de Dios. La espiritualidad Ignaciana se puede resumir en: Vivir amando más.

Desde este deseo de crecer en mi capacidad de amar se me plantea continuamente la pregunta: ¿Cómo puedo estar más atento a los demás, vivir con más cariño, ser más solidario y servicial?

Dios actúa en el Mundo, no es un ser lejano

Dios no es un ser lejano o pasivo, sino que está actuando en el corazón de la realidad, en el mundo, aquí y ahora. Él trabaja y habita en toda la realidad, la naturaleza, el hombre, la historia. La espiritualidad de Ignacio de Loyola es activa; es un discernimiento continuo, un conocimiento del Espíritu de Dios actuando en el mundo, en forma de amor y de servicio.

Se trata, pues, de “ver a Dios en todas las cosas”, experiencia profunda que nos posibilita ofrecer una respuesta transformadora de realidades, vivencia de un Amor incondicional que invita a poner todas las capacidades al servicio de los demás.

“Creo que él puede desmontar mis prejuicios, creo que puede cambiar mis hábitos. creo que puede superar mi falta de interés, creo que me puede dar fantasía para amar, creo que me puede dar valentía para hacer el bien y creo que puede penetrar y transformar todo mi ser”. (Karl Rahner s.j.)

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Magis

El “magis” consiste en solamente desear y elegir lo que más nos conduce al fin para el que hemos sido creados. Por medio de este “más” (magis en latín) se trata de realizar la misión de la mejor manera posible, exigiendo siempre más, de manera apasionada.

Magis: (hacer más de lo acostumbrado). Esta expresión latina deriva de los Ejercicios de Ignacio: “todos los que tengan juicio y razón se ofrecerán de todo corazón para esta obra, los que deseen distinguirse en servicio total deberán ir más allá. Deben dar siempre un poco más”

En las características de la educación de la Compañía de Jesús se señala que debe entenderse el “magis”, en una dimensión pedagógica como el desarrollo de las capacidades individuales de cada persona en cada etapa de su vida, unido a la prontitud para continuar este desarrollo, a lo largo de la vida y la motivación para emplear al servicio de los demás las cualidades desarrolladas. (CESJ n. 109)

El magis no es simplemente una más en la lista de las características del jesuita. Las impregna todas. La vida entera de Ignacio fue la búsqueda de un peregrino hacia el magis, la siempre mayor gloria de Dios, el siempre más cabal servicio de nuestro prójimo, el bien más universal, los medios apostólicos más efectivos”.

“Desearía, si Dios fuese servido, poder más de lo que puedo” (Cartas, 2, 411).

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Discernimiento

El discernimiento tiene sus raíces en el entendimiento de que Dios siempre se manifiesta trabajando en nuestras vidas, invitándonos, dirigiéndonos, guiándonos y atrayéndonosa una vida plena. Su acción central es reflexión en los acontecimientos ordinarios de nuestras vidas.

Un concepto de origen bíblico y cristiano: la capacidad de captar por dónde mueve el Espíritu de Jesús a las personas y a los grupos. Es como una sensibilidad que ayuda a descifrar el significado o sentido de hechos y de sentimientos en orden a la acción y compromiso cristiano.

Discernimiento es una meditación llena de consideración o de reflexión de las decisiones de las personas que desean considerar. En su discernimiento, el enfoque de la persona debe estar en poner atención tranquila a Dios y sentir en vez de pensar.

La meta es de entender las decisiones de su corazón: de verlas como son, como Dios tal vez las ve. En un sentido, no hay límite en cuanto tiempo desee continuar con esto.

El discernimiento es una convergencia de muchos factores y todos necesitan sopesarse y evaluarse en la meditación. La mente de una persona tal vez le ofrezca un consejo sabio,pero, el discernimiento ocurre en el corazón.

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Indiferencia

Es la capacidad de pensar y decidir personalmente sin impedimentos exteriores o interiores. Ser libre de ataduras, condiciones personales e impedimentos sociales de expresión y acción. Libertad para elegir lo que más conduce a la propia realización en solidaridad con los demás.

Aprender a pensar libre y críticamente, favorecer la libre expresión de opiniones y sentimientos, así como la creatividad e iniciativa, buscar la verdad y el sentido de la vida, liberándose de prejuicios, falsas impresiones, ignorancia y temores.

Nuestro deseo es elegir lo que más nos conduce al fin para el que somos criados: vivir como personas en el amor y hacer que otros también lo vivan.

Hacerse indiferente, es situarse con libertad ante todas las cosas, no eligiendo de antemano, por ejemplo, más la riqueza que la pobreza, el vivir aquí o vivir allá, el tener esta profesión o la otra. Porque todas las cosas son medios y ninguna es fin absoluto. Todo tiene un valor relativo menos el hombre y la humanidad.

Ser indiferentes es ser objetivos e imparciales, interiormente libres, ante todas las cosas, de manera que no nos esclavicen, y podamos, por consiguiente, desear y elegir lo que más nos ayude a crecer en nuestra personalidad y poder así alcanzar la felicidad a la que somos llamados, según el proyecto de Dios.

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Conocimiento de sí mismo.

Hacer el inventario de quién soy, a dónde quiero ir y qué me detiene.

Este viaje introspectivo comprende los siguientes aspectos:

Apreciarse a si mismo como una persona amada, de dignidad y potencial únicos. Con el deseo de aprovechar al máximo sus dotes y evitar desperdiciarlos por pereza, falta de confianza en si mismo una vida sin objetivo alguno.

Identificar fallas personales que impiden la realización de todo el potencial, especialmente debilidades que se manifiestan como vicios ó tendencias habituales.

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Expresar metas y aspiraciones personalmente motivadoras, sin contentarse con ir a la deriva sino con un impulso incansable para imaginar si no habrá un proyecto más grande aún que realizar ó una manera mejor de resolver un problema actual. Vivir el “magis” que es ir siempre más allá de la meta.

Adquirir el hábito de actualizarse con regularidad, en efecto diariamente, en todos los conceptos anteriores. (examen de conciencia)

El conocimiento de sí mismo nutre y arraiga las demás virtudes del liderazgo. El que descubre quién es, qué quiere y que defiende, ya ha dado el primer paso hacia el liderazgo heroico.

Quienes han señalado y extirpado sus debilidades y apegos esclavizantes están creando la indiferencia esencial para el ingenio. Nadie llega a dar de sí el máximo posible mientras no reconoce sus debilidades y trabaja para cambiarlas.

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Ingenio.

Los líderes se acomodan y hacen acomodar a los demás en un mundo cambiante. Tienen una combinación de adaptabilidad, audacia, rapidez y buen juicio.

Exploran nuevas ideas, métodos y culturas en vez de mantenerse a la defensiva ante lo que pueda esperarles a la vuelta de la esquina.

Afirmándose en principios no negociables cultivan la indiferencia o “desapego” a todo lo que los pueda distraer del fin último.

La indiferencia es la base del ingenio, libera al líder de los temores internos, impulsos y adhesiones que pueden controlar sus decisiones y acciones.

No se puede tener creatividad si no se tiene libertad de pensamiento.

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El ingenio predispone a las personas no sólo para pensar de una manera original sino para vivir de una manera original.

El ingenio lleva a las personas a arrancar de raíz todo temor a lo desconocido, el apego a la posición o las posesiones, prejuicios, aversión al riesgo, resistencia al cambio.

Librándose de estos apegos esclavizantes que impiden exponerse al riesgo ó la innovación, las personas se pueden lanzar con imaginación sobre las nuevas oportunidades.

Y mirando al futuro con optimismo, es más probable que podamos encontrar esas oportunidades y soluciones.

Loyola llamaba a esto “vivir con un pie levantado”, listo para ponerse en camino y para hacer nuevos caminos.

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Amor.

“Movido a profunda gratitud puedo ser capaz de amar”.

Loyola aconsejaba gobernar con amor y modestia; de manera que hubiera un ambiente de amor más que de temor. El amor era el pegante que unificaba a la compañía.

El liderazgo inspirado en el amor consiste en :

Tener visión, para ver el talento, potencial y dignidad de cada persona.

Valor, pasión y compromiso para desatar ese potencial.

Lealtad y mutuo apoyo resultantes que vigorizan y unen los equipos.

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El amor comunica propósito y pasión al ingenio y al heroísmo.

La misión de ayudar a las personas es una abstracción estéril hasta que el amor la hace personal. El amor transforma la misión y la manera como acometemos nuestros trabajos.

Loyola decía “no debemos ayudar fríamente al prójimo ni con movimiento lento”, es decir que les pedía acudir fervientemente a ayudar al prójimo en sus necesidades pero también ayudarle a su perfeccionamiento humano y espiritual.

Los líderes movidos por el amor ven un mundo de seres humanos de extraordinaria dignidad, sin miedo, sin codicia, que no engañan.

Viven con la premisa de que la gente da lo mejor de sí cuando trabaja para personas que ofrecen genuino apoyo y afecto.

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Heroísmo.

El primer acto de heroísmo es correr el riesgo de liderar.“Todos los que tengan juicio y razón se ofrecerán de todo corazón para esta obra, los que deseen distinguirse en servicio total deberán ir más allá”. Deben dar siempre un poco más o “magis” en latín.

Los líderes imaginan un futuro inspirador y se esfuerzan para darle forma, en vez de permanecer pasivos a la espera de lo que traiga el futuro.

Los héroes sacan oro de lo que tienen a mano en lugar de esperar a tener en la mano oportunidades de oro.

Se fortalecen a sí mismos y a los demás, con aspiraciones heroicas.

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El heroísmo inspirado en el “magis” anima al hombre a poner alta la mira y lo mantiene dirigido siempre hacia algo más.

Loyola exhortaba a los novicios en Italia a que en cualquier oficio que escogieran, no deberían contentarse con hacerlo a medias.

Deberían concebir grandes resoluciones y provocar deseos de lograr grandes metas.

El heroísmo hace a una persona soñadora y pragmática a la vez.Los líderes heroicos, no esperan a que llegue el gran momento, se lanzan a captar la oportunidad que esté a su alcance y extraen de ella la mayor riqueza posible.

El heroísmo está en la nobleza de comprometerse con una manera de vivir que se concentra en metas más grandes que uno mismo.

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Cuatro diferencias que destacan del estilo de liderazgo jesuita:

Todos somos líderes y dirigimos todo el tiempo

El liderazgo lo define no sólo la magnitud de la oportunidad sino también la calidad de la respuesta. Uno no puede controlar las circunstancias pero si como responde a ellas.

El liderazgo nace desde adentro. Determina quién soy, así como qué hago

El medio más eficaz de liderazgo con el que cuenta el individuo es el conocimiento de sí mismo. La mayor fortaleza de un líder es su visión personal.

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El liderazgo no es un acto. Es una manera de vivir

El liderazgo no es un oficio ni una función que uno desempeña en el trabajo, más bien el liderazgo es la vida real del líder.Sabiendo lo que valora y lo que desea realizar se orienta en cualquier nuevo ambiente y confiado se adapta a las nuevas circunstancias.

Hacerse líder es un proceso continuo de autodesarrollo

El liderazgo es una tarea personal permanente en el cual el conocimiento de si mismo va madurando de manera continua. El ambiente externo y las circunstancias personales cambian, lo mismo que las prioridades personales.

El líder fuerte acoge la oportunidad de seguir aprendiendo acerca de sí mismo y del mundo y goza con la perspectiva de nuevos descubrimientos e intereses.

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Cualidades del liderazgo jesuita:

• Influyen en los demás con el ejemplo, sus ideas y sus enseñanzas

• Los líderes están siempre enseñando y aprendiendo.

• Forman hombres y mujeres brillantes y eminentes

• Se vigorizan con la misma ambición de sus metas heroicas

• Son innovadores y atacan los problemas de maneras que sus anteriores colegas no imaginaron jamás.

• Se dedican a la excelencia.

• Permanecen abiertos a las ideas nuevas aún en la vejez.

• Honran la verdad sin egoísmo.

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Como se combina Todo :

Conocerse a si mismo facilita el ingenio.Quienes saben a donde van y cuales principios no son negociables, se liberan para una experimentación confiada y hasta radical.

El ingenio realza el conocimiento de si mismo.Las nuevas ideas, culturas y retos personales les ofrecían oportunidades sin fin de refinar dicho conocimiento.

El heroísmo inspira ingenio.Cuando Loyola informó a los jesuitas portugueses que ninguna realización común y corriente satisfaría la obligación que tenían de sobresalir, creó expectativas heroicas que solo podrían realizarse mediante un cambio e innovación a escala dramática.

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Conocerse da origen al amor y al heroísmo

Sintiéndose seguros por la apreciación de su propia dignidad, desarrollaron aprecio de las aspiraciones y el potencial y la dignidad del prójimo.

El conocimiento de si mismos dio origen al amor que fomentó los esfuerzos heroicos de los equipos misioneros del Paraguay y de millares de maestros en escuelas y universidades desde hace 450 años.

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F I N

AVM 10.05.09

MúsicaÓpera Ignacio de LoyolaDoménico Zípoli s.j.Martin Schmid s.j.