El Machismo Que Nos Habita

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El machismo que nos habita OTOMIE VALE NIEVES Cuando un hombre asesina a su actual pareja (o a su expareja) es la manifestación límite de las formas como se han construido las relaciones de género dentro de la sociedad patriarcal de la que formamos parte y que nos “de-forma” Nos estremece el asesinato de una mujer. Sin embargo no reaccionamos cuando tenemos que utilizar el género masculino (supuesta forma inclusiva) para referirnos a hombres y a mujeres; decir “nosotros” donde hay más mujeres que hombres. Curiosamente con el uso gramatical de género femenino no ocurre lo mismo (es exclusivo), si decimos nosotras no incluye a los hombres. Es así que desde las reglas que guían el uso del castellano vamos creando las condiciones de posibilidad para invisibilizar a las mujeres. Su uso “correcto” nos impide reconocer su origen sexista. Evidentemente cada hombre y cada mujer encarnan su género de forma singular. Pero esa singularidad está atravesada por la forma como socialmente se ha construido lo que es un hombre y lo que es una mujer, lo que cada uno debe hacer. Frases como “dime que eres mía”; “sírvele a tu novio la comida”; “la mujer es de la casa y el hombre de la calle”, “te presento a mi mujer”, “él no me saca a pasear”; “él me ayuda en casa”; “él es hombre, necesita salir y estar con sus amigos”; “los hombres son así”, ejemplifican el machismo que nos habita. La cantidad de asesinatos de mujeres en Puerto Rico es dramática. La realidad social violenta que se experimenta sirve de caldo de cultivo para la violencia hacia las mujeres: 31 fueron asesinadas en el 2011. En lo que va de año varias han sido asesinadas. ¿Cómo contribuir a erradicar este flagelo? Reconociendo que el machismo nos habita a todos y a todas de diversas formas y en distintos niveles. De esa forma podremos asumir el reto que supone eliminarlo de nuestras vidas. Como un leve comienzo todos los sectores sociales, la escuela, el estado, la iglesia, los medios masivos de difusión, la familia, en el trabajo, debemos adoptar la propuesta de la Campaña Iberoamericana contra la Violencia de Género. Allí periodistas, figuras del cine, del teatro y escritores de distintos países iberoamericanos encarnan los lemas que aparecen en las horas pico en los canales de televisión. Algunas frases paradigmáticas que se utilizan son: “Entre un hombre y una mujer, maltrato cero”; “De todas las mujeres que haya en mi vida ninguna será menos que yo”; “De todos los hombres que haya en mi vida ninguno será más que yo”; “Cada vez que maltratas a un mujer dejas de ser un hombre”. No bastará con utilizar las frases, habrá que vivirlas como una nueva realidad. Sólo entonces un futuro distinto será posible. *Columna publicada en el periódico El Nuevo Día, 8 de marzo de 2012. Enlace de la columna

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El machismo que nos habita

OTOMIE VALE NIEVES

Cuando un hombre asesina a su actual pareja (o a su expareja) es la manifestación límite de las

formas como se han construido las relaciones de género dentro de la sociedad patriarcal de la que

formamos parte y que nos “de-forma”

Nos estremece el asesinato de una mujer. Sin embargo no reaccionamos cuando tenemos que

utilizar el género masculino (supuesta forma inclusiva) para referirnos a hombres y a mujeres;

decir “nosotros” donde hay más mujeres que hombres. Curiosamente con el uso gramatical de

género femenino no ocurre lo mismo (es exclusivo), si decimos nosotras no incluye a los

hombres. Es así que desde las reglas que guían el uso del castellano vamos creando las

condiciones de posibilidad para invisibilizar a las mujeres. Su uso “correcto” nos impide

reconocer su origen sexista.

Evidentemente cada hombre y cada mujer encarnan su género de forma singular. Pero esa

singularidad está atravesada por la forma como socialmente se ha construido lo que es un

hombre y lo que es una mujer, lo que cada uno debe hacer. Frases como “dime que eres mía”;

“sírvele a tu novio la comida”; “la mujer es de la casa y el hombre de la calle”, “te presento a mi

mujer”, “él no me saca a pasear”; “él me ayuda en casa”; “él es hombre, necesita salir y estar con

sus amigos”; “los hombres son así”, ejemplifican el machismo que nos habita. La cantidad de

asesinatos de mujeres en Puerto Rico es dramática. La realidad social violenta que se

experimenta sirve de caldo de cultivo para la violencia hacia las mujeres: 31 fueron asesinadas

en el 2011. En lo que va de año varias han sido asesinadas.

¿Cómo contribuir a erradicar este flagelo? Reconociendo que el machismo nos habita a todos y a

todas de diversas formas y en distintos niveles. De esa forma podremos asumir el reto que

supone eliminarlo de nuestras vidas. Como un leve comienzo todos los sectores sociales, la

escuela, el estado, la iglesia, los medios masivos de difusión, la familia, en el trabajo, debemos

adoptar la propuesta de la Campaña Iberoamericana contra la Violencia de Género.

Allí periodistas, figuras del cine, del teatro y escritores de distintos países iberoamericanos

encarnan los lemas que aparecen en las horas pico en los canales de televisión. Algunas frases

paradigmáticas que se utilizan son: “Entre un hombre y una mujer, maltrato cero”; “De todas las

mujeres que haya en mi vida ninguna será menos que yo”; “De todos los hombres que haya en

mi vida ninguno será más que yo”; “Cada vez que maltratas a un mujer dejas de ser un hombre”.

No bastará con utilizar las frases, habrá que vivirlas como una nueva realidad.

Sólo entonces un futuro distinto será posible.

*Columna publicada en el periódico El Nuevo Día, 8 de marzo de 2012.

Enlace de la columna