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EL MARQUEZ(COND) DE SADE

Esta biografa se divide en: Introduccin Los Primeros Aos El Marqus Libertino La Crcel El Periodo Revolucionario El Escritor1. IntroduccinLos personajes extraordinarios, al adelantarse o simplemente separarse de su poca, suelen ser objeto del odio, producto del temor, de sus conciudadanos. Ocurre esto porque el pueblo, que ha sido educado en unas costumbres concretas y es demasiado simple como para concebir otras, observa con miedo cualquier actitud que se aparta de ellas; las personas importantes, en cambio, las conciben, pero las envidian y las temen, no vaya a ser que su influencia se vea afectada por la pujanza de estos nuevos protagonistas. Sin embargo, una vez han muerto, no se les ve ya como a seres peligrosos, sino como a rarezas que resultan interesantes e incluso atractivas. Entonces, las leyendas que se forjaron a su alrededor para calumniarlos, no hacen ms que aumentar su aureola y volverlos ms interesantes, y la sociedad acaba admirando al personaje muerto tanto como odi a la persona viva. A lo que antes se le llam extraa manera de comportarse y actitud desafiante, ahora se le llamagrandeza y fuerza de carcter; y lo que antao fue considerado justo castigo por sus actos, palabras o pensamientos, ahora es heroico sufrimiento ante la incomprensin y la bajeza de sus contemporneos. As ocurri, entre otros, con Scrates, quien tras haber sido condenado por los atenienses, fue admirado por ellos como el ms grande de los filsofos, vindose de este modo hasta qu punto su muerte haba sido provocada por la envidia y la calumnia. Pero al abordar la tarea de narrar la vida del marqus de Sade, me doy cuenta de que la leyenda que se ha forjado alrededor de su persona resulta tan odiosa para las sociedades de casi cualquier poca y lugar, que incluso despus de muerto es difcil obtener para l el reconocimiento que merece. Pero si intentamos conocer su vida basndonos, no en noticias poco fiables y creadas, a menudo, por la imaginacin popular, sino en los hechos que se sabe que ocurrieron, quizs entonces podamos juzgarlo ms equitativamente, si es que nos consideramos capacitados para ello, porque no creo que haya existido otro personaje capaz de llegar ms lejos, aunque sea con la imaginacin, dentro del terreno de la moral y la valoracin de la libertad del ser humano. Sobre su aspecto fsico se cuenta que era de mediana estatura, y bien proporcionado, pero su larga estancia en prisin le hizo engordar y acab siendo un tanto obeso. Tena una imagen agradable, los ojos azules y el pelo rubio. La dulzura de su carcter, que muchos alababan en su juventud, se vi siempre perjudicada por su prepotencia y sus aires de superioridad. l mismo criticaba, siendo ya mayor, los mimos y los favores de que fue objeto siendo nio. Crea que todos los dems deban plegarse a sus caprichos y esto, unido, a su carcter impulsivo y romntico, le perjudic enormemente durante toda su vida. A menudo se deja a un lado su entorno histrico y familiar, como si narrar su vida consistiese en analizar la demencia de un loco extrao que nada tiene que ver con su poca, formado por personas totalmente ajenas a sus extravos. Sade fue, sin duda, un personaje singular, pero no un caso aislado. l mismo lo expresa as: Perdonad mis defectos, es el espritu de la famlia que me domina, y si debo hacerme un reproche, es de haber tenido la desgracia de nacer en ella. Dios me guarde de todas las ridiculeces y los vicios de que est infestada. Me creera casi virtuoso si Dios me concediera la gracia de no adoptar ms que una parte.En efecto, su padre, el conde de Sade, ofreci un buen ejemplo de libertinaje a su hijo. Tras algunos aos junto a su famlia, en Provenza, decidi probar suerte en el gran mundo y se marcho a Pars. No se abstuvo de intrigas en la corte y aspir siempre a lo ms alto, dilapidando una buena parte de su fortuna en bailes y fiestas de la ms alta sociedad y llegando a pretender a algunas de las mujeres ms famosas de su tiempo, como madame de Pompadur o madmoiselle de Charolais. Tampoco se abstuvo del vicio con los jvenes de su mismo sexo que se prostituan por las calles de Pars. Sin embargo, no fue una persona ciertamente vulgar, sino un hombre ingenioso y culto que se dedic tambin la literatura, aunque fuese a ttulo privado y sin intencin de publicar. Por lo que se cuenta, hubo muchos hombres en aquella poca que, pese a su excelente formacin, demostraron un gran apego al vicio, aunque no por ello dejaban de ser ingeniosos y de poseer un cierto encanto. Uno de estos hombres fu el to del marqus de Sade, Jacques-Franois Paul Aldonse, al que se suele conocer como el abad de Sade. Este cura libertino fue un autntico prototipo del religioso de vida alegre, que por la maana se entretena rezando a Dios, por la tarde leyendo a Horacio y por la noche fornicando a una prostituta. Tanto l como su hermano el conde fueron amigos personales de Voltaire y de madame de Chtelet. A Voltaire sin duda le debi resultar atractivo conocer a miembros de la famlia de Sade, pues se cuenta que Laura, la amada del poeta Petrarca, inspiradora de sus versos, perteneci a esta famlia. Vale la pena conocer a estos hombres singulares junto a los que se educara el divino Marqus. Dejemos, pues, que sea el mismo conde de Sade, padre del marqus, el que nos describa su situacin en sus ltimos aos, cuando la edad ya le haba apartado de sus primeros desvaros: Lo que me ha impedido hacer fortuna es que siempre he sido demasiado libertino para permanecer en la antecmara, demasiado pobre para poner a los criados al srvicio de mis intereses, demasiado orgulloso para rendir homenaje a los favoritos, a los ministros, a la amante. Que les hagan la cote los que esperan o desean llegar por sus propios medios, he dicho cien veces. Yo soy libre. No lo he sido siempre, porque las pasiones me dominaban, pero jams he tenido la de la ambicin. He vivido mucho tiempo en el torbellino de las mentiras y las maledicencias. Hasta ahora no he podido gozar de algo que los reyes no podran dar, porque no lo poseen: la libertad.Despus de muchas aventuras, acab casndose con Mari-lonore, una princesa de la famlia Cond, que por aquel entonces tena una gran influencia en Francia. Fruto de este matrimonio nacera su hijo Donatien, que pasara a la historia como el marqus de Sade. VOLVER ARRIBA Los Primeros AosEl 2 de Junio de 1740, el conde de Sade, Jean-Baptiste, y su esposa Mari-lonore vieron nacer al heredero de la casa, al futuro conde de Sade, al que pusieron de nombre Donatien Alphonse Franois. Mientras viviese su padre, el ttulo que ostentara sera el de marqus, con el que la Historia acabara conocindolo.El conde mantuvo siempre una gran preocupacin por la educacin de su hijo, intentando relacionarlo con lo ms elevado de la sociedad francesa y realizando enormes sacrificios para que no le faltase nada, ni siquiera de lo que no es necesario. Esto tuvo un efecto muy negativo en su formacin, y el propio marqus ser quien diga, unos aos ms tarde, que con tantos cuidados no se consigui otra cosa que desarrollar sus vicios. A esto contribuyeron tambin algunas mujeres amigas y parientes del conde de Sade, que en diferentes pocas estuvieron al cuidado del jovencito (que, por lo que se cuenta, les resultaba encantador).Dado que su madre perteneca a la famlia de los Cond, tuvo la ocasin de pasar los primeros aos de su vida en un palacio cercano a Pars, rodeado de todo el lujo y los cuidados que l mismo criticar ms tarde.Vale la pena mencionar aqu a un personaje que tuvo la ocasin de conocer en aquel tiempo: el conde de Charolais, cuyo recuerdo sin duda debi resultar til al Marqus cuando, aos ms tarde, escribiese sus obras. De entre otras muchas ancdotas espantosas, se cuenta que se diverta probando su puntera sobre los obreros que reparaban los tejados de la vecindad. Cuando ms tarde se le detena por asesinato, se libraba pidiendo el indulto al rey de Francia, hasta que un da Luis XV le dijo: "Seor, el perdn que me peds se lo debo a vuestro rango y a vuestra calidad de prncipe de la sangre, pero lo concedera ms de buen grado al hombre que os hiciese lo mismo".Al cumplir cinco aos, su padre decide que ya es hora de que se traslade a Provenza, donde estn las posesiones de la casa de Sade, de modo que march al castillo de Saumane, muy diferente al palacio donde se haba criado hasta entonces, y mucho ms parecido a los escenarios de su futuras novelas: aislado, sombro y lleno de mazmorras. All pas algunos aos felices en compaa de unas mujeres amigas de su padre que lo empeoraron, mimndolo, y de su to el abad, que tanto le ayudara en su formacin humanstica y que tanto le inspirara en el futuro, pues all pudo comprobar tambin el Marqus el libertinaje de este buen ministro de Dios, que siempre estaba bien abastecido de prostitutas. Junto a su to, el marqus recibi una gran fromacin cultural. En la biblioteca de la famlia podr leer a los ms grandes autores antiguos y modernos, y aprender de ellos lo suficiente para superarlos. Volvi a Pars al cumplir los diez aos, para entrar en el colegio Louis-le-Grand, uno de los ms prestigiosos del momento, regentado por los jesuitas. Su padre debi realizar un gran esfuerzo econmico para ello, pues aqu se educaban los hijos de las ms nobles famlias de Francia. Aqu naci la pasin del marqus por el teatro, pues era una prctica habitual de la escuela realizar representaciones peridicamente. Tambin sugieren algunos que aqu recibi las primeras impresiones en lo referente a la fustigacin y tambin en lo referente a la sodoma. Se consideraba en aquella poca que el castigo del ltigo o las varas era un castigo noble, en contraposicin a las bofetadas o los tirones de orejas, por ejemplo. Incluso existan tratados sobre ello, y realmente era una prctica habitual en los colegios, para reprimir a los alumnos que no cumplan las normas disciplinarias. Respecto a la sodoma, tambin existan muchas sospechas de que se practicaba ms o menos habitualmente y de que los maestros la fomentaban entre sus alumos y la practicaban con ellos. Es difcil decir hasta qu punto estaba extendida esta prctica, porque este tipo de cosas siempre se quieren exagerar o minimizar. Sin embargo, habiendo ledo las obras del marqus, parece difcil dudarlo.

Durante los periodos de vacaciones, pasa temporadas en el castillo de Longeville, junto a una tal Mme. de Raimond y otras damas encantadoras (a juzgar por los testimonios que nos han quedado) que se dedican a juguetear con los sentimientos del jovencito y hacerle sentir los primeros arrebatos de amor.A los catorce aos su padre lo saca el colegio para que se incorpore al ejrcito. Poco tiempo despus estall la guerra con Prusia y, segn parece, Sade cumpli valerosamente con sus deberes militares. Todo el mundo alaba en esta poca "la extrema dulzura de su carcter". Su padre se preocupa mucho por apartarle de las malas compaas, pues parece ser que el ejrcito tambin estaba infestado de todos los vicios. Sin embabrgo, el joven ya comenzaba a dar muestras de sus inclinaciones, y ya nunca sera posible apartarlo de ellas. Vale la pena reproducir una descripcin que escribi el propio marqus de s mismo a su padre durante esta poca:"Me preguntis sobre mi plan de vida y mis ocupaciones. Os lo detallar con sinceridad. Me reprochan que me guste dormir y es cierto que tengo un poco ese defecto: me acuesto temprano y me levanto tarde. Monto a caballo muy a menudo para examinar la posicin del enemigo y la nuestra. Cuando hemos estado tres das en un campamento, conozco hasta el menor barranco, tan bien como el seor mariscal. Obro en concordancia con mis ideas, ya sean buenas o malas; las digo y soy elogiado o censurado en proporcin con el escaso o ningn sentido comn que contengan. A veces hago visitas, pero slo a M. de Poyanne o a casa de mis antiguos camaradas de los carabineros o del regimiento del rey. No las rodeo de ceremonia porque no me gustan las ceremonias. De no ser por M. de Poyanne, no pondra los pies durante toda la campaa en el cuartel general. S que esto no me favorece; hay que hacer la corte para tener xito, pero no me gusta hacerla. Sufro cuando oigo a alguien decir a otro, para halagarle, mil cosas que a menudo no piensa. Soy incapaz de interpretar un personaje tan tonto. Ser corts, honrado, orgulloso sin arrogancia, solcito si palabras insulsas; satisfacer con frecuencia la pequeas voluntades cuando no nos perjudican, ni a nosotros ni a nadie; vivir bien, divertirse sin arruinarse ni perder la cabeza; pocos amigos, quizs porque no existe ninguno verdaderamente sincero y que no me sacrificara veinte veces si entrara en juego el ms ligero inters por su parte; igualdad en el carcter, que me haga vivir bien con todo el mundo, sin entregarme , sin embargo, a nadie, porque ya en el momento de hacerlo te arrepientes; decir lo mejor, hacer los mayores elogios de personas que, a menudo sin fundamento, han hablado muy mal de ti sin que lo sospecharas (porque casi siempre engaan ms los que tienen el aspecto ms atractivo y parecen buscar tu amistad). Estas son mis virtudes o aquellas a las que aspiro".En 1763, al acabar la Guerra de los Siete aos, se licencia. Su padre, que ya le buscaba esposa desde haca tiempo, consigue casarlo con Rene-Plagie, hija del presidente de Montreuil, una joven no muy agraciada, pero de buena posicin econmica y de un caracter prudente y sincero. Ya por esta poca el marqus era un libertino rematado, y seguramente su padre pretenda apaciguar sus costumbres por medio de esta unin. VOLVER ARRIBA El Marqus LibertinoUna vez casado, Sade se traslada a Pars, con su esposa, al palacio de Montreuil. En un primer momento consigue ganarse su afecto y el de toda su familia. Incluso la presidenta de Montreuil, dama autoritaria y de moral estricta, se muestra encantada con l, y el reciente embarazo de la seora de Sade hace aumentar la felicidad familiar. Pero pronto su libertinaje empieza a salir a flote y a crearle problemas. A los tres meses sufre su primera detencin: las declaraciones de una joven con la que se haba entregado a ciertos actos sacrlegos le conducen al torren de Vicennes, donde permanece 15 das. Las gestiones de su suegra le permiten escapar airosamente de la situacin y durante una temporada se dedica a una de sus grandes pasiones: el teatro. Pero se encuentra ya demasiado ligado al libertinaje como para abandonarlo durante mucho tiempo. Los episodios con ciertas damas o con prostitutas se suceden, alcanzando uno de sus puntos culminantes con su viaje a La Coste junto a Mlle. Beavousin, una famosa cortesana. Pero el autntico escndalo llega a consecuencia de una escena sdica ocurrida en Alcueril. All, el marqus practica algunas torturas (azotes, cortes, cera incandescente, ...) con una joven llamada Rose Keller, y sta se atreve a denunciarlo. Es encarcelado y, despus de siete meses de gestiones, traslados y declaraciones, recupera la libertad, gracias, una vez ms, a las maniobras de su suegra, ms preocupada por evitar el escndalo que por ayudar a su yerno.Este caso tuvo especial importancia porque hasta entonces, aunque muchos conocan el libertinaje del marqus, se consideraba que formaba parte de la habitual conducta licenciosa de los nobles. Pero a raz de este suceso de Alcueril, la prensa francesa y la extranjera se cebaron en Sade y explotaron al mximo el escndalo. Es a partir de este momento cuando comienza a surgir la leyenda del marqus de Sade como smbolo del mal. Maurice Lever considera (y le creo) que muchas de estas acusaciones eran injustas, no tanto porque fuesen infundadas (y en parte lo eran, pues el pueblo siempre quirere que los malvados parezcan peores de lo que son para poder castigarlos), sino porque, en todo caso, haba muchas otras personas a las que se podra haber denunciado por hechos parecidos o mucho peores, pero que, gracias a sus influencias, permanecan inmunes e incluso con fama de buenos ciudadanos. Sade tena el inconveniente de ser demasiado orgulloso para ir a la corte a arrastrase a los pies de las personas influyentes. A pesar de su alta cuna y su fortuna, era un personaje relativamente dbil y aislado. Era, en fin, la cabeza de turco perfecta: noble y libertino, pero sin poder suficiente para enfrentarse a sus enemigos. El pas necesitaba un personaje as para crucificarlo y l fue ese personaje. Ms tarde, estando, encarcelado, ya se quejara de esta injusticia. Ante tal situacin, el rey le obliga a permanecer en su residencia de La Coste, en la que se dedica muy activamente al teatro. Pero en seguida vuelve, aprovechando un permiso real para hacerse cuidar sus hemorroides, y esto le permite asistir al nacimiento de sus segundo hijo. Tambin realiza un viaje de un mes a Holanda y se reincorpora al ejrcito durante una corta temporada. En esta poca la hermana de su esposa, Anne Prospre, que era canonesa en un convento de jovencitas, visit La Coste con la intencin de recuperarse de su delicado estado de salud. All, la joven llama la atencin del abad de Sade, que naturalmente es rechazado; Donatien, en cambio, parece ser que s consigui conquistarla. Pero cuando la presencia de su mujer, de sus hijos, de su cuada y de su apreciado to le pueden devolver la alegra, cuando su aficin al tetro, a la que dedica tanto tiempo cada vez que se retira a La Coste, puede contribuir tambin a darle la felicidad, un suceso estpido dio al traste con todo y marc definitivamente su vida. Un buen da el marqus decide hacer una escapada a Marsella, con la intencin de dar rienda suelta a su libertinaje. Lleva con l a su criado Latour y le encarga que reclute a unas cuantas prostitutas para una orga. La orga se produce y, a juzgar por los testimonios es relativamente "normal", teniendo en cuenta los gustos del marqus. Un poco de fustigacin, activa y pasiva, unas cuantas escenas sodomitas entre l y su criado, y nicamente la curiosidad de hacer ingerir a dos de las cuatro jvenes a las que invit, pastillas de ans que contenan cantrida, un afrodisaco bien conocido desde la antigedad, que el marqus pretenda usar para provocar la excitacin anal de las jvenes e incluso producirles ventosidades. Pero cometi el error de excederse en la dosis, y las jvenes enfermaron durante unos das. El caso se denunci como si el marqus hubiese intentado asesinarlas, y el resultado fue que al poco tiempo las autoridades se presentaron en La Coste para conducirlo a presencia de la justcia. Sade crey que todo estaba perdido y huy. Los jueces, por su parte, obraron con una cierta mala fe y acabaron declarndolo culpable, aunque las jvenes se recuperasen unos das ms tarde y no se dispusiera de pruebas concluyentes. A l y a su criado se les acusaba del gravsimo delito de sodoma y a l en particular de envenenamiento. Por ello fue quemado en efigie en Aix y se le persigui. Esta condena agrav an ms el odio que siempre sinti por los jueces. El marqus fue siempre un defensor de la libertad individual; le molestaba que el estado, representado por un grupo de seres insensibles que basaban su a autoridad en adoptar un aire grave, pusiese barreras a los placeres del individuo. Esta repugnancia se nota especialmente en que muchos de sus libertinos, pero sobre todo los ms repulsivos, son jueces o ejercen alguna actividad ligada con la justicia. Curval, el ms detestable de todos sus personajes es, probablemente el mejor ejemplo. Este odio hacia los jueces y especialmente, el resentimiento hacia el tribunal de Aix puede comprobarse en la descripcin que se incluye en uno de sus Cuentos, historietas y fbulas del sigloXVIII, El presidente burlado: Poca gente puede imaginarse a un presidente del parlamento de Aix; es una especie de bestia de la que se ha hablado a menudo, pero sin conocerla a fondo; rigorista por profesin, meticuloso, crdulo, testarudo, vano, cobarde, charlatn y estpido por carcter, estirado en sus ademanes como un ganso, pronunciando la erres como un polichinela; enjuto, largo, flaco y hediondo como un cadaver, por lo general. Se dira que toda la bilis y toda la severidad de la magistratura del reino haban buscado cobijo bajo la Temis provenzal, para trasladarse desde all en caso de necesidad cada vez que un tribunal francs tiene que presentar alguna queja o ahorcar a algn ciudadano.Escap a Italia en compaa de su cuada, que al cabo de unos das volvi a Francia con su hermana. El marqus tambin vuelve al cabo de un tiempo, pero comete el error de revelarle a la presidenta su situacin, creyendo que le ayudar. sta se ha transformado en su peor enemigo, sin duda enfadada por el idilio que mantena con Anne-Prospre, por lo que hace detener a Sade, que es enviado a Miolans. El marqus era una persona especialmente sensible a la prdida de libertad. Obsesionado con la idea de salir de la crcel, planea escaparse y lo consigue. Durante una larga temporada se ve obligado a ir de un lugar a otro, huyendo de los esbirros e la presidenta, y dejando a su esposa la administracin de sus asuntos. sta da muestras de una gran devocin y se esfuerza al mximo para que sea perdonado, enfrentndose continuamente a su madre. Durante el invierno de 1774-1775, Sade se instala en La Coste junto a ella y contrata a varios jvenes de uno y otro sexo para tareas tan diversas como "ama de llaves", "secretario", etctera, pero en realidad, segn suele admitirse, para montar sus orgas particulares. Algunas de las jovencitas se quejan del trato del marqus e intentan denunciarle, presentando como pruebas las marcas que conservan en sus cuerpos, pero Sade y su mujer, que le ayuda en todo, consiguen, tras muchos esfuerzos, impedir que las nias hablen antes de que sus cuerpos estn totalmente curados. Pero por si acaso, Sade escapa a Italia, y se dedica a recorrer sus ciudades, interesndose por todo, con vistas a escribir un Viaje a Italia. Tambin dedic su tiempo a otros menesteres como seducir a una madre de famlia, a la que naturalmente tuvo que abandonar, dejndola en una profunda desesperacin, o alternar con otros libertinos y sinvergenzas como Ange Gourard o el cardenal de Bernis, amigos tambin del famoso Casanova. Se conocieron personalmente Casanova y el marqus de Sade?. No dispongo de ninguna noticia al respecto, aunque no parece del todo improbable. Ciertamente, el encuentro de los dos libertinos ms famosos de la historia habra sido una escena curiosa. En junio de 1776, se ve obligado a volver a Francia. Cierto estafador francs haba huido a Italia bajo el pseudnimo de "conde de Mazan", que era justamente el mismo que usaba el marqus de Sade. La polica italiana lo buscaba para devolverlo a su pas, lo cual dejaba a Sade en una difcil situacin, por lo que decidi irse por su propio pie. Una vez all, vuelve a reclutar jovencitas para su castillo de La Coste. El padre de una de ellas, que haca de cocinera y a la que Sade llamaba "Justine", se presenta en el castillo y pretende llevrsela a punta de pistola. Como no lo consigue, se apresura a denunciar el caso. Sade, en ese momento, viaja a Pars para visitar el lecho de su madre, que acaba de morir. Naturalmente, la presidenta no pierde esta ocasin para apresarlo. Sade es detenido y conducido a Vicennes. Al poco tiempo se reabre el caso de Marsella y los nuevos jueces se dan cuenta de que ha sido tratado de una manera un tanto arbitraria, por lo que piden que el marqus se presente de nuevo ante el tribunal, para reabrir el caso. As se hace y con xito, pues la sentencia acaba diciendo que todo se reduce a una cuestin de libertinaje, y nicamente le condenan a no poner los pies en Marsella durante tres aos y a pagar una multa. Pero cuando Sade ya se cree liberado, la presidenta consigue que se mantenga su detencin por otras causas y el inspector Marais se prepara para conducirlo de nuevo a Vicennes. Ante tal perspectiva, el marqus se escapa en cuanto encuentra una ocasin y se esconde en La Coste, pero la polica se presenta all a los pocos das y es conducido de nuevo a su celda. VOLVER ARRIBA La Crcel Aunque ya haba estado encerrado en varias ocasiones, es ahora cuando Sade experimenta con ms crudeza y durante ms tiempo su estancia en prisin. Su reclusin est marcada por una atutntica serie de obsesiones que expresa en sus cartas, la mayora de ellas dirigidas a su mujer. La ms importante de esas obsesiones es, lgicamente, la fecha de su salida de prisin. Constantemente abruma a quienes le rodean con preguntas y el ms mnimo signo modifica sus suposiciones en uno u otro sentido. Le pide a su mujer una gran cantidad de tarros de confitura y sta le pregunta que para qu quiere tantos: ya cree que su liberacin es inmediata. Su mujer deja de escribirle durante una temporada o le oculta datos al respecto: ya se cree condenado para toda la vida. Sobre todo, llama la atencin la extraa mana que tiene el marqus con ciertas cuestiones aritmticas. En cada cifra cree ver un signo, constantemente compara, suma, resta y cree obtener respuestas a ciertas preguntas, como si quienes le rodean hablasen un extrao lenguaje numrico. De nada sirven las repuestas de su mujer asegurndole que todo eso son imaginaciones suyas y que ella no tiene intencin de comunicarle nada a travs de un juego tan extrao. Para ver hasta dnde haba llegado la paranoia del marqus en este aspecto, voy a citar un ejemplo, tomado de una de sus cartas, al que se podran aadir muchos otros similares: "He adivinado vuestro odioso enigma. El da de mi salida es el 7 de febrero del 82 u 84 (la diferencia es muy grande, y vos veis que no he adelantado ms); el detestable e imbcil juego de palabras es el nombre del santo de ese da, que es San Amand, y como en febrero se encuentra Fvre, habeis unido el nombre de ese granuja con las cifras 5 y 7. Y de ah vuestro juego de palabras, tan vil como estpido, por el cual, si mi salida es para dentro de 5 aos (o 57 meses), el da de San Amand, 7 de febrero, Lefvre unido al 7 y al 5 era vuestro amante".Realmente se cree Sade todas esas historias aritmticas? Parece que s. Por otro lado, bien es cierto que su mujer y l se vean obligados a utilizar medios un tanto exticos de despistar a los espas y comunicarse, ya que el correo era abierto y revisado. A veces utilizaban zumo de limn o simplemente recurran a pseudnimos para referirse a ciertas personas que ambos conocan. Pero todos estos extraos juegos de nmeros nunca existieron, evidentemente, en otro lugar que en la cabeza del pobre preso, al que la reclusin le resultaba cada da ms inaguantable. Hay que tener en cuenta, adems, que Sade siempre fue muy aficionado a todas estas combinaciones numricas. Las cifras representaron siempre algo muy importante para l. Una de las cartas que escribi a su mujer desde prisin, por ejemplo, comienza as: "Hoy, jueves 14 de diciembre de 1780, hace 1400 das, 200 semanas y casi 46 meses que estamos separados. He recibido sesenta y ocho provisiones por quincenas y cien cartas tuyas, y esta es la que hace 114 de las mas".Tambin en las escenas libertinas plasma a menudo su obsesin por las combinaciones de nmeros; las mismas orgas que inventa no parecen a menudo otra cosa que un intento por agotar todas las combinaciones posibles. As, por ejemplo, al ser detenido por el caso de Marsella, la polica encontr escrita en la pared de la habitacin donde ocurrrieron los hechos, la cuenta que el marqus iba haciendo de los azotes que reciba: 215, 179, 225 y 240. Cuatro series de azotes que completan 859 en total. Otra de sus obsesiones ms importantes es la del paseo y el ejercicio fsico, que dice necesitar como el aire que respira. Para un hombre tan activo como l, interesado por todo, vido de experiencias y acostumbrado a la libertad total, la reclusin debi ser un castigo muy duro, y en sus cartas se puede comprobar que, dejando a un lado su tendencia natural a exagerarlo todo, realmente sufra muchsimo. Tambin intenta, por supuesto, justificar su conducta y demostrar que es inocente, al menos lo suficiente como para no merecer una reclusin tan larga y en estas condiciones. Ya he mencionado antes que el marqus de Sade fue empleado, probablemente, como cabeza de turco para contentar al pueblo, que estaba ya harto de los abusos de los nobles. El marqus era consciente de ello y se queja amargamente de que otros peores que l anden libres, mientras l se encuentra encerrado por culpa de unos hechos relativamente insignificantes. Vale la pena reproducir, a pesar de su extensin, un fragmento de una de sus cartas a la seorita de Rousset, en la que desplega toda su retrica sobre el tema, no slo porque expresa la opinin que tena sobre su proceso y los jueces que lo haban llevado, sino porque es una autntica manifestacin de sus opiniones sobre las libertades de los individuos. "Si me remonto a la poca de mis desgracias, de vez en cuando me parece or a estas siete u ocho pelucas empolvadas de blanco, con quienes estoy en deuda, uno volviendo de acostarse con una joven honesta a la que deshonr, otro de hacerlo con la mujer de su amigo, ste escapndose totalmente avergonzado de un callejn, pues le perjudicara mucho que alguien descubriese lo que acaba de hacer, aquel de all huyendo de un tugurio a menudo mucho ms infame an. Me parece verlos, repito, colmados de lujuria y de crmenes, sentndose ante los documentos de mi proceso, y a su jefe exclamando lleno de entusiasmo por el patriotismo y el amor a la ley: Cmo! Voto al diablo, colegas mos! Este pequeo aborto que no es ni presidente ni magistrado en el tribunal de cuentas, ha querido gozar como un consejero de la cmara alta? Este pequeo hidalgo campesino ha osado creer que le estaba permitido parecerse a nosotros? Vamos! Es el colmo! Sin tener armio ni ribete, se le meti en la cabeza que haba una naturaleza para l, del mismo modo que para nosotros, como si la naturaleza pudiese ser analizada, violada, por otros que no sean los intrpretes de sus leyes y como si pudieran haber otras leyes que no fueran las nuestras. La crcel, voto a bros! La crcel, seores! No hay ms que eso en el mundo, s, seis o siete aos en un cuarto cerrado para ese pequeo insolente... Slo all, seores, es donde se aprende a respetar las leyes de la sociedad, y el mejor de todos los remedios para quien se atreve a infringirlas es obligarle a maldecirlas. Adems, hay aqu otra cosa... para el seor de... que, como sabeis, tiene que ver con todo esto (eso era entonces, a Dios gracias ya no es as). Es una magnfica oportunidad para hacer un pequeo obsequio a su amante: la extorsin podr valorarse entre doce y quince mil francos... No dudemos un minuto... Pero, y el honor del tipo... su mujer, sus bienes... sus hijos? Pardiez, hermosas razones!... Acaso ha de ser eso lo que debe impedirnos ceder ante el dolo del prestigio!Honor..., mujeres..., hijos? No son esas las vctimas que inmolamos todos los das?... La crcel, seores! La crcel, os digo!, y maana nuestros primos, nuestros hermanos sern capitanes de barco.-Crcel, sea, reponde con lengua pastosa el presidente Michaut, que acaba de hacer un clculo.-Crcel, seores, crcel!, dice con voz un tanto spera el bello Darval, garabateando ocultamente bajo un abrigo un billete amoroso para una muchacha de la pera.-Crcel, sin rplica, agrega el pedagogo Damon, con la cabeza todava embotada por la comida de la cantina.-Eh! Quin puede dudar de la crcel?, concluye con una voz chillona el pequeo Valre, alzndose de puntillas y mirando su reloj para no llegar tarde a la cita con madame Gourdane. Vase pues en qu consisten el honor la vida, la fortuna y la reputacin del ciudadano en Francia. La bajeza, la adulacin, la ambicin, la avaricia empiezan su ruina y la imbecilidad la termina. Miserables criaturas arrojadas un instante sobre la superfcie de este pequeo montn de lodo, est pues escrito que la mitad del rebao persiga a la otra mitad? Oh hombre! es a ti a quien corresponde juzgar lo que est bien y lo que est mal? Nada tiene de extrao que sea un mezquino individuo de tu especie quien quiera asignar lmites a la Naturaleza, decidir lo que ella tolera, anunciar lo que ella prohbe! T, a cuyos ojos la ms ftil de las operaciones est an por resolver, t, que no puedes explicar ni el menor de sus fenmenos, defneme el origen de las leyes del movimiento, las de la gravitacin, y desarrllame la esencia de la materia: es o no es inerte? Si no se mueve, dime cmo la Naturaleza, que nunca est en reposo, ha podido crear algo que exista desde siempre, y si se mueve, si es la causa cierta y legtima de las generaciones y mutaciones perptuas, dime qu es la vida y demustrame qu es la muerte; dime qu es el aire, razona con exactitud sobre sus diferentes efectos, explcame por qu encuentro caracolas en lo alto de las montaas y ruinas en el fondo del mar. T que decides si una cosa es crimen o no lo es, t que haces ahorcar por aquello que en el Congo vale coronas, esclarece mis ideas sobre el curso de los astros, su suspensin, su atraccin, su movilidad, su esencia, sus periodos, demustrame a Newton antes que a Descartes, y a Coprnico antes que a Ticho-Brah; explcame solamente por qu una piera cae cuando se lanza desde lo alto, s, hazme palpable este hecho tan simple y te perdonar el ser moralista cuando seas mejor fsico. T quieres analizar las leyes de la Naturaleza, y tu corazn, tu corazn donde ella se graba es en s mismo un enigma que t no puedes resolver. T pretendes definir estas leyes y no puedes decirme por qu motivo cuando las arterias se hinchan demasiado pueden trastornar al instante una cabeza y convertir el mismo da al hombre ms honesto en un malvado. T, tan infantil en tus sistemas como en tus descubrimientos, t, que desde hace tres o cuatro mil aos inventas, cambias, das vueltas, argumentas, no nos has ofrecido an como recompensa a nuestras virtudes ms que el Eliseo de los griegos, y como castigo por nuestros crmenes su fabuloso Trtaro; t, que, tras tantos razonamientos diversos, tantos trabajos, tantos volmenes polvorientos compilados sobre esta materia sublime, nicamente has logrado poner un esclavo de Tito en e lugar de Hrcules, y una mujer juda en el de Minerva, quieres profundizar, filosofar sobre los extravos humanos, quieres dogmatizar sobre el vicio y la virtud, mientras te es imposible decir que son uno u otro, cul es ms ventajoso para el hombre, cul conviene ms a la Naturaleza, y si no nacera tal vez de este contraste el equilibrio profundo que los hace a ambos necesarios. T quieres que el universo entero sea virtuoso, y no te das cuenta de que todo perecera al instante si en la Tierra tan slo hubiera virtudes; t no quieres entender que, al ser necesario que haya vicios, es tan injusto de tu parte castigarlos, como lo sera burlarte de un tuerto... Y cul es el resultado de tus falsas combinaciones, de las barreras odiosas que querras imponer a la que se burla de t?... Desgraciado, me estremezco al decirlo: hay que llevar a la rueda a quien se venga de su enemigo, y colmar de honores a quien asesina a los de su rey; hay que destruir a quien te roba un escudo y colmarte de recompensas, a ti, que te crees con derecho a exterminar en nombre de tus leyes a quien no tiene otra culpa que la de haber nacido para el sagrado mantenimiento de sus derechos. Ah! Abandona tus insensatas sutilezas! Goza, amigo mo, goza y no juzgues... goza, te digo, deja a la Naturaleza el cuidado de moverte a su antojo, y al Ser Eterno el de castigarte. Si crees no ser ms que un infractor, una pobre hormiga podrida sobre este pedazo de tierra, arrastra tu pajilla hasta el almacn, haz incubar tus huevos, alimenta a tus hijitos, malos, sobre todo no les arranques la ceguera del error: las quimeras recibidas, te lo concedo, hacen ms feliz que las tristes verdades de la filosofa. Goza de la antorcha del universo: no es por sofismas, sino para iluminar placeres por lo que su luz brilla ante tus ojos. No pierdas la mitad de tu vida para hacer desgraciada a la otra, y tras algunos aos de vegetar bajo esta forma un tanto extraa, pese a lo que tu orgullo pueda pensar respecto a ello, durmete en el regazo de tu madre para despertar bajo otra constitucin, gracias a nuevas leyes que no entiendes mejor que las primeras. Piensa, en una palabra, que es para hacer felices a tus semejantes, para cuidarlos, para ayudarlos, para amarlos, que la Naturaleza te coloca entre ellos, y no para juzgarlos ni castigaros, y menos an para encerrarlos".En Vicennes permanece encerrado entre 1778 y 1785. Luego es trasladado a la Bastilla hasta pocos das antes de la revolucin. Lo que impidi que el marqus de Sade se encontrase en la Bastilla el histrico da en que fue asaltada es curioso y guarda incluso una cierta relacin con el propio asalto. Es bien sabido lo manitico que era el marqus con ciertos detalles y costumbres, una de las cuales era la del paseo. Siempre necesit moverse, estar al aire libre y realizar ejercicio; pero especialmente durante su encierro, el paseo diario se haba convertido en una necesidad. Un da, las autoridades de la Bastilla decidieron negrselo y el marqus, furioso, cogi un hierro y comenz a golpear los barrotes de su celda, que daba a la calle, para llamar la atencin de las personas que paseaban por all, gritando que los presos estaban siendo degollados por sus carceleros. Ante los enormes problemas que ocasionaba, las autoridades decidieron trasladarlo al manicomio de Charenton. No dur mucho tiempo all, ya que a los pocos das, el pueblo toma la Bastilla y libera a los pesos del antiguo rgimen, devolviendo al maqus de Sade, como a tantos otros franceses, la libertad. VOLVER ARRIBA El Perodo RevolucionarioNada ms ser liberado el marqus, su mujer se apresura a separarse de l, no se sabe bien por qu. El caso es que el ciudadano Sade se encuentra totalmente libre y desligado de sus anteriores vnculos, pero al mismo tiempo aislado y sin recursos. Ante las nuevas ideas que dominan Francia y la situacin tan peligrosa para un antiguo noble, decide adoptar la profesin de escritor. A partir de ahora ser "M. Sade, homme de lettres". Se apunta en la Sociedad de Autores y dedica todos sus esfuerzos a que se representen sus obras de teatro. Vale la pena dedicar un poco de atencin a estas obras, porque sin ellas nuestro concepto sobre la calidad literaria del marqus y el anlisis de su personalidad podran quedar deformados. Son obras de teatro inocentes y "normales", como las que habra podido escribir cualquier otro autor, y no peores, por lo que se dice. Desgraciadamente, la fama de las novelas sdicas es tan grande que las ha ocultado hasta el punto de que a menudo se las ignora. Yo, al menos, no s ni siquiera si existe alguna traduccin al castellano de alguna de ellas, y no lo creo. Parece como si nuestro siglo se esforzase en fijarse en lo que el siglo de Sade quiso ignorar y viceversa. Se critica a Sade por su libros escandalosos, cuyas ediciones y traducciones se multiplican y, en cambio, se ignoran estos otros, considerndolos poco interesantes. El caso es que, a pesar de su inocencia, algunas de estas obras fueron rechazadas por cuestiones morales, con unos argumentos que hoy nos pareceran inauditos, pero que en ese momento, con los nimos tan exaltados como estaban ante la situacin del pas, eran comprensibles. Curiosamente, la ms inmoral de todas, la historia del conde Oxtiern, fue la primera en representarse, no sin un cierto escndalo. Paralelamente, pero a escondidas, Sade trabajaba en la redaccin y publicacin de sus novelas (Justine, Aline y Valcour, Juliette,..). El carcter radical de muchas de estas obras oblig siempre a Sade a esconderse y a negar ser el autor de tales manuscritos. La misma Justine, a pesar de ser indiscutiblemente suya y su obra ms famosa, siempre sufri este rechazo. Ya estaba la situacin bastante delicada como para atreverse a declararse autor de libros como estos. Si los publicaba era, en gran parte, porque necesitaba el dinero. Ocurre que, aunque de manera ms o menos velada, las novelas picantes gozaban de cierto prestigio en una parte del pblico, y Sade ve en ello una buena oportunidad de conseguir el dinero que tanto necesita. Sin embargo, no quiere que se le confunda con la mayora de escritores erticos, a los que desprecia extraordinariamente. En la Historia de Juliette comenta las obras de estos autores, considerndolas miserables folletos hechos en los cafs y burdeles, que prueban en sus mezquinos autores dos vacos a la vez: el de la mente y el del estmago. La lujuria, hija de la opulencia y la superioridad, slo puede ser tratada por personas de cierto temple,... por individuos en fin, que, acariciados primero por la naturaleza, lo sean a continuacin despus por la fortuna por haber ensayado ellos mismos lo que nos traza con su pincel lujurioso; y esto es absolutamente imposible para los granujas que nos inundan con los despreciables folletos de los que hablo.En este momento es cuando conoce a Marie-Constance Renelle, a la que dedica Justine. Esta mujer a la que el apoda "Sensible", estaba casada con un tal Quesnet, que march a las indias, dejndola a ella y a su hijo en Francia. Sade sinti un gran afecto por ella y la contrat como ama de llaves. Incluso le lea sus obras para que ella diese su opinin, igual que haca Rousseau. Constance se convirti a partir de entonces en su mujer de hecho, y le ofreci un valioso apoyo en los momentos difciles. Vale la pena reproducir unas frases que el marqus dirigi al hijo de Constance: "Piensa, amigo mo, que la existencia de tu madre se ha repartido para componer la tuya: esta existencia de que disfrutas slo es, hablando con propiedad, una emanacin de la suya... Piensa, amigo mo, que el tributo de ternura y respeto que le debes no es nada comparado con los cuidados que te ha prodigado... Te he dicho a menudo que una madre es una amiga que la naturaleza slo nos da una vez y que nada en el mundo puede sustituir cuando tenemos la desgracia de perderla. Entonces no encontramos nada que pueda ocupar su lugar; los rasgos envenenados de los hombres, su maldad, sus calumnias, su perversidad, nos alcanzan sin obstculo. Nos refugiamos en el seno de una amigo, de una esposa, pero qu diferencia, mi querio Quesnet! Ya no encontramos las atenciones desinteresadas de una madre, esta sensibilidad preciosa, no alterada por ningn inters particular. En una palabra amigo mo, ya no son las manos de la naturaleza."Durante los difciles aos de la revolucin francesa, se ve obligado, como tantos otros, a abandonar las viejas costumbres e ideales y acoplarse a los nuevos tiempos. Sin embargo, Sade nunca dej de ser un aristcrata. Ya fuese un nio jugando en el palaci de los Cond, un marqus provenzal residente en el castillo de la Coste, un prisionero en Vicennes o un ciudadano en las calles de Pars, siempre fue un noble y siempre despreci al pueblo. Cuando se le dice que hay que fijarse en los mritos de la persona, y no en su pasado, responde: "Es cierto cuando las virtudes hacen olvidar su nacimiento; entonces hay que estimarles incluso ms que al noble intil o ignorante que, al no ofrecer a la sociedad ms que el pergamino merecido por sus antepasados, slo se presenta para hacer notar ms la diferencia entre l y sus abuelos. Pero cuando el hijo de un jardinero de Virty, el de un banquero de Avignon, o el de un alguacil de esclavos de galera, recin salidos de la bajeza y la crpula, slo aportan a los puestos donde su bajeza les ha colocado los vicios vergonzosos de su origen, todo los sumerge de nuevo sin que se den cuenta en el ftido pantano adonde les conden la Naturaleza, y su nariz que asoma a la superficie de la tierra les da el aspecto, creo yo, de un sapo asqueroso y sucio que intenta salir del fango y slo consigue hundirse todava ms y confundirse con l."Se cuenta tambin una ancdota por s misma insignificante, pero que permite hacerse una idea de la visin tan romntica de la vida que tena el marqus. Un da trasladaban a Luis XVI en su carroza, poco antes de ser condenado, y en ese momento un hombre se acerca rpidamente a ella, echa una carta por la ventanilla y desaparece entre la multitud. Este hombre era el marqus de Sade. La carta se titulaba Peticin de un ciudadano de Pars al rey de los franceses, y en ella el marqus le reprochaba el despotismo de su reinado y le peda que, si volva a reinar como antes, lo hiciese pensando ms en la nacin y no en los propios intereses de la corte. Otra muestra de su carcter la dio en el momento en el que el pueblo decide quemar los archivos en los que se guardan los ttulos nobiliarios. Su primera reacin entonces es escribir a Gaufridy, su notario, pidindole que abandone cualquier otra tarea (a pesar de lo apurado de la situacin) y se ocupe ante todo de conservar sus papeles. Sin embargo, dadas las circunstancias, decide ejercer en la prctica el oficio de actor que tanto le gusta, y se hace pasar por un revolucionario. Se une a la causa aportando sus dotes literarias e incluso llega a ser presidente de su seccin. Los discursos que redacta en aquella poca, defendiendo las ideas revolucionarias, la mayora de las cuales son diametralmente opuestas a las suyas, revelan, por un lado el riesgo al que estaba sometido, y por otro lo mucho que se debi divertir representando esa pantomima. Sobre sus opiniones respecto a la revolucin, se ha conservado una carta que, probablemente, es ms sincera que sus declaraciones pblicas: "A este respecto, no vayais a tomarme por un "enrag". Os aseguro que soy simplemente imparcial, enfadado de haber perdido mucho, ms enfadado an de ver a mi soberano con grilletes, desconcertado por lo que vos, caballeros de provincias, no conoceis ni por las tapas: que es imposible hacer y seguir haciendo bien las cosas mientras las sanciones del monarca sean reprimidas por treinta mil espectadores armados y veinte piezas de artillera; pero aorando muy poco, por otra parte, al antiguo rgimen. Est claro que me ha hecho demasiado desgraciado para que lo llore. Tal es mi profesin de fe, y la hago sin temor."Un buen da, sin embargo, se ve obligado a abandonar su puesto de presidente. Se discuta sobre la pena de muerte y al marqus le impresion tanto la sola idea de la guillotina, que se mare y tuvo que abandonar la sala. Este y otros incidentes minsculos e insignificantes por s mismos, pero que, en pocas como estas, resultan tan importantes, acabaron haciendo sospechar a sus camaradas, que comenzaron a mover hilos para que fuese condenado como enemigo de la revolucin. Sorprende sin duda ver al marqus marearse ante la idea de la pena de muerte, l que ha escrito obras plagadas de crmenes y atrocidades. A qu se debe esta disparidad? Nunca se sabr, pero quizs resulte ms comprensible si pensamos en la diferencia que separa al crimen del libertino, realizado por placer, con premeditacin, y con mil detalles destinados a excitar la sensibilidad, del crimen de estado, fro y seco, que pretende justificarse a s mismo como necesario, como una consecuencia de ciertas leyes que limitan la libertad del hombre y que, bajo la apariencia de defender el orden y la paz de la sociedad, esconden la tirana de quienes tienen poder suficiente para imponerlas. El marqus de Sade fue, ms que un ilustre libertino, un ilustre defensor de la libertad del ser humano, un enemigo de las restricciones impuestas por la sociedad, un hombre que se plante siempre la cuestin de hasta dnde puede llegar una persona que pueda llevar a la prctica sus caprichos, sin que las pesadas normas que le imponen sus conciudadanos vengan a restringirlos. De ah que para l la pena de muerte fuese la mxima aberracin. Bajo el Terror de Robespierre, Sade es arrestado y se le enva a la guillotina. Varias acusaciones estpidas, que pretenden desenterrar los hechos por los que ya cumpli condena bajo la monarqua, vienen a desembocar en una acusacin que lo considera enemigo de la revolucin. Con eso basta en esta poca para morir. El propio marqus escribi: "Es preciso ser prudente con la correspondencia, jams el despotismo abri tantas cartas como abre ahora la libertad." VOLVER ARRIBA De este modo, el terrible marqus, que ya ha pasado media vida en prisin por culpa de ciertas faltas insignificantes y que no ha perjudicado a nadie tras la toma de la Bastilla e incluso ha apoyado la causa revolucionaria, es conducido hacia la muerte, al igual que muchos otros inocentes, por los discpulos de Rousseau, por los defensores de la libertad. Sin embargo, en el ltimo momento, cuando ya le llevaban en el carro junto a los otros condenados, las autoridades le dejan en libertad. Por qu? Se especula con hiptesis referentes a la incompetencia burocrtica del momento, al caos reinante, o tambin a las acciones de Constance que, desde fuera, haca cuanto poda para que el marqus fuese liberado. Sea como fuere, Sade se libr de la muerte y decidi apartarse totalmente de la poltica, en vista de lo inestable de la situacin.El EscritorDurante todo el periodo revolucionario, Sade tuvo importantes problemas de dinero. Todos los nobles y los defensores del antiguo rgimen fueron perseguidos y an tuvo suerte de no acabar guillotinado. Sus hijos haban emigrado a Alemania, y ser padre de emigrados era, en ese moemto, casi un sinnimo de enemigo de la revolucin. Pero ha conseguido librarse de la muerte y ahora le toca librarse de la pobreza. Se ve obligado a vender sus posesiones y, al no tener otra profesin, recurre a la de escritor. Es en esta poca cuando publica muchas de sus obras (La nueva Justine, seguida de la historia de Juliette, su hermana, Los crmenes del amor, La filosofa en el tocador, ...), pero an as, pasa una gran necesidad. Adems, otro problema viene a sumarse al econmico: cada vez ms gente sospecha que l es el autor de Justine, e incluso aparecen artculos en los peridicos que le atribuyen la obra y arremeten contra l. La aparicin de otras novelas libertinas como la Historia de Juliette no hace ms que agravar la situacin. Hace poco que ha vuelto a cambiar el rgimen poltico: ahora es el cnsul Bonaparte el que dirige el destino del pas. No importa: la monarqua encarcel a Sade por motivos morales, la revolucin aprovech los mismos argumentos y no va a ser Napolen quien vaya a perdonarle. En 1801, Sade es detenido y juzgado por haber escrito Justine y la Historia de Juliette. l lo niega, pero su fama es ms fuerte que su palabra y acaba siendo recluido en el manicomio de Charenton. All acab su vida pblica. En este horrible lugar permanecer hasta su muerte, en 1814. Pero antes de que llegase ese momento, an tuvo tiempo de realizar una actividad curiosa: organizar representaciones de teatro con los locos del manicomio. M. Coulmier, director del centro, era un hombre activo que se esforzaba por mejorar las condiciones de los reclusos tanto como poda. La idea de organizar representacioes le pareci buena y as, el marqus se encontr llevando a la prctica una de sus mayores aficiones en uno de los lugares que menos hubiese imaginado. Sin embargo, la idea tiene xito y mucha gente viene desde Pars para contemplar la nueva "terapia contra la locura". Una de estas personas, un joven llamado Armand de Rochefort, nos ha dejado un testimonio que nos permite tener una visin de Sade en sus ltimos aos y de la que sus contemporneos tenan de l. Mientras asista al espectculo, "A mi izquierda se sent un anciano de cabeza baja y mirada de fuego. La cabellera blanca que le coronaba prestaba a su rostro un aire venerable que impona respeto. Me habl varias veces con una elocuencia tan calurosa y una inteligencia tan variada que me inspir mucha simpata. Cuando nos levantamos de la mesa, pregunt a mi vecino de la derecha el nombre de este cordial caballero y me respondi que era el marqus de S***. Al orlo me alej de l con tanto terror como si me hubiera mordido la serpiente ms venenosa. Saba que este detestable anciano era el autor de una novela monstruosa en que estaban publicados todos los delirios del crimen en nombre del amor. Haba ledo este libro infame, que me haba dejado la misma impresin de repugnancia producida por una ejecucin en la place de Grve, pero ignoraba que un da vera a su creador admitido a la mesa del director de una institucin pblica."An tendr que enfrentarse con algunas dificultades, pues todava hay quienes le consideran peligroso, e intentan enviarlo a otro lugar en el que no tenga contacto con otras personas. Afortunadamente, estas gestiones no progresan y permanece en Charenton hasta el final de sus das. Su epitafio (que, por lo que yo s, fue escrito por l mismo) revela perfectamente en qu consistio su vida: Epitafio a D.A.F. de Sade, arrestado bajo todos los regmenes. Paseante, arrodllate para rezar por el ms desdichado de los hombres. Naci en el siglo pasado y muri en el que vivimos. El despotismo, con su horrible mueca en todo momento le hizo la guerra. Bajo los reyes, ese monstruo odioso se apoder de su vida entera; bajo el Terror reaparece y pone a Sade al borde del abismo; Bajo el Consulado revive: Sade vuelve a ser la vctima. Efectivamente, fue apresado bajo todos los rgimenes bajo los que vivi, aunque sus hechos probablemente no lo merecieran. Escuchemos lo que el propio marqus deca a este respecto: "S, soy un libertino, lo reconozco; he concebido todo lo que puede concebirse en este sentido, pero ciertamente no he hecho todo lo que he concebido, ni lo har jams. Soy un libertino, pero no soy un criminal ni un asesino, y, ya que se me fuerza a colocar mi apologa junto a mi justificacin, dir pues que, tal vez, sera posible que aquellos que me condenan tan injustamente como lo han hecho pudieran contrapesar sus infamias con mis buenas acciones tan probadas como las que yo puedo oponer a mis errores."En efecto, su primera detencin ocurri por entregarse a actos sacrlegos con una prostituta. La llev a una habitacin y la oblig a relizar ciertos actos como los que se leen en sus obras (pisar un cruzifijo, maldecir, fornicar poniendo una hostia consgrada en la entrada, etc.). Tambin practic un poco la fustigacin con ella, pero parece ser que eso no impresion mucho a los tribunales: todo radicaba en el sacrilegio. Pero, acaso no habra ocurrido hoy en da lo contrario?Qu tibunal moderno se atrevera a condenar a alguien por sacrilegio? Una pequea multa o un corto arresto por azotar a la prostituta y nada ms. El caso de Alcueril, que tantos problemas le caus, s que mereca realmente alguna temporada en prisin, pues parece ser que las torturas que ejerci sobre la joven eran de una cierta importancia. Sin embargo, cuantas personas practican este tipo de torturas voluntariamente, incluso hoy en da? Adems, hay pocas dudas respecto a que la joven se estuviese prostituyendo y, por lo tanto, aceptase hasta cierto punto someterse a los caprichos de su cliente, como ha ocurrido siempre, ocurre hoy en da, y seguir ocurriendo en el futuro. Sobre el caso de Marsella, la acusacin de envenenamiento cae por su propio peso y las mejores pruebas son que las mujeres no murieron y que el mismo tribunal de Aix, cuando aos ms tarde reabri el caso, encontr inocente al marqus. La acusacin ms grave que se haca sobre l era la de sodoma, que pocos jueces se atreveran a sostener en nuestra poca, ante el riesgo de ser acusados a su vez de discriminacin. Una muestra ms de lo dbiles y cambiantes que son los juicios humanos. En cuanto a sus detenciones tras la revolucin francesa, bsicamente debidas a Justine no deja de sorprender que una misma persona fuese arrestada tantas veces y bajo tantos gobiernos distintos, e incluso estuviese a punto de ser guillotinada por escribir un libro que hoy podemos encontrar en cualquier librera. En general, no parece que los actos del marqus hayan sido tan espantosos como los que tanto abundan en sus obras, y la leyenda que lo presenta como un monstruo sanguinario parece ser ms fruto de la imaginacin de ciertas personas que del anlisis exhaustivo de sus actos. Nunca fue acusado, al menos con un mnimo fundamento, de asesinar a nadie ni de haberlo intentado. Los hechos libertinos de los que se le acusa no parecen haber sido peores que los de cualquier noble libertino de la poca, e incluso menos graves que los de otros, como el conde de Charolais, y si bien algunos de sus actos pueden considerarse vergonzosos, la reaccin de los gobiernos y los jueces sobre l no fue menos desmesurada e injusta.