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MOVIMIENTO ANTI-IMPERIALISTA NÚMERO 20 SEPTIEMBRE, 2007 El Martinete ¡VIVA EL 90 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA DE OCTUBRE! "¡Estudiar, organizar, difundir!" (K. Liebknecht)

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MOVIMIENTO ANTI-IMPERIALISTA

NÚMERO 20 SEPTIEMBRE, 2007

El Martinete

¡VIVA EL 90 ANIVERSARIO DELA REVOLUCIÓN SOCIALISTA

DE OCTUBRE!

"¡Estudiar, organizar, difundir!" (K. Liebknecht)

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EL MARTINETE, Nº 20. SEPTIEMBRE, 2007

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Internacionalista, solidario,hermano de los pueblos oprimidos, como el martinete:ese ave migratoria que habita en todos los continentes

y vive y se defiende en colectividad.

Proletario, trabajador del hierro revolucionario, moldeador del metal de la nueva sociedad, como el martinete:esa herramienta de la fragua que da nueva forma a los hierros.

Profundamente obrero, arraigado en las raíces culturales que se hunden en la tierra de la historia de los pueblos, como el martinete:

ese cante flamenco que se acompaña del golpear del martillo sobre el yunque.

Así es EL MARTINETE, la voz anti-imperialista del MAI.

SUMARIO

Editorial: DESARROLLAR EL DEBATE

OCTUBRE: LO VIEJO Y LO NUEVO

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CHINA, 1927. DE LA INSURRECCIÓN A LA GUERRA POPULAR

ALGUNAS CUESTIONES SOBRE LA GUERRA CIVIL EN GRECIA

Contraportada: ODA A LENIN

ÁREA DE DEBATE: Línea General

O MAI e sua forma de entender a loita de liñas e seu leninismo a carta

La ignorancia es atrevida

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Desarrollar el debateNuevas perspectivas

¿Hemos tocado fondo?; ¿es posible ir más atrás?; ¿el proceso de repliegue general del movimiento comu-nista ha terminado? Hay indicios de que así es. Mientras en los países imperialistas hace tiempo que el fenómeno deliquidación y postración del comunismo es evidente, en los países oprimidos la liquidación de la guerra popular enPerú, primero, y más recientemente, en Nepal, obligan a pensar que los últimos rescoldos del gran ciclo histórico dela Revolución Proletaria Mundial que inició la Revolución de Octubre se han apagado definitivamente. Lo queconstituía la esperanza última de revivificación revolucionaria ha terminado mostrando su verdad: que no se tratabade las bocanadas de vida de un nuevo nacimiento, sino de los últimos estertores de un cadáver. A la lucha delproletariado revolucionario sólo le queda, pues, una dirección que tomar a partir de ahora: la del remonte ascendentehacia un nuevo ciclo revolucionario, la de la reconstitución del movimiento comunista como primer paso de surecuperación y como antesala de una reedición de la conquista del poder por los explotados en un nuevo intento deasaltar los cielos. Y también parece haber indicios para ello. En el plano internacional, el prachandismo ha provo-cado la última escisión del maoísmo y la bancarrota definitiva del Movimiento Revolucionario Internacionalista(MRI), postrera institución sobreviviente de la gran oleada de Octubre. Desde la reedición moderna del revisionismode la manos de Jruschiov, en los 50 y 60, y, posteriormente, en los 80 y 90, con el avance de las guerras popularesen Perú y Nepal, el maoísmo se había postulado como la corriente marxista que, finalmente, podía dar respuesta alos interrogantes que abría la continuación del ciclo revolucionario. Sin embargo, también ha entrado en crisis; sibien el sector crítico de esta corriente, que ha roto con el claudicacionismo de la cúpula del MRI por el asunto de laliquidación de la guerra popular nepalí, es el que continúa manteniendo el testigo de vanguardia del movimientocomunista internacional. Es este sector el que ocupa las posiciones más adecuadas para iniciar el proceso dereconstitución del comunismo a todos los niveles, teórico y político, internacional y local; pero a condición de quereconozca los síntomas de su propia crisis ideológica. En los 80, el Presidente Gonzalo afirmaba que se abría unaépoca en la que el maoísmo se encarnaría por doquier. En parte acertó, gracias al influjo internacional de la guerrapopular que él mismo dirigía; pero, tal empuje, con el Partido Comunista del Perú fragmentado y el Ejército Popularde Liberación nepalí acantonado bajo la supervisión de la burguesía imperialista internacional, se ha agotado. Hoypor hoy, es una nueva idea la que prende por doquier entre cada vez más sectores de nuestro movimiento, elreconocimiento de un hecho, por lo demás, harto evidente, pero cuyas connotaciones e implicaciones resulta muchomás difícil asumir: que nos encontramos ante el final de todo un ciclo revolucionario, ante el Ciclo de Octubreclausurado. En las actuales condiciones, el remonte de un nuevo ciclo revolucionario sólo puede partir de la inicia-tiva de este sector de la vanguardia, que incorpora a sus posiciones políticas los mejores logros de décadas de luchade clases proletaria y de lucha de dos líneas del marxismo; pero a condición, insistimos en ello, de que reconozcaque este bagaje por sí mismo no es suficiente para que la clase obrera retome la ofensiva revolucionaria, a condiciónde que reconozca que el maoísmo –a estas alturas, sometido a tantas y tan dispares interpretaciones– no puedeaprehenderse ni como resultado del ciclo pasado, ni como punto de partida del próximo. Es el punto más altoalcanzado por esa experiencia, pero se encuentra ubicado dentro de sus límites y, por tanto, adolece de sus limita-ciones. El maoísmo, como fruto más elevado del ciclo, puede ser la mejor plataforma desde la que realizar elBalance de toda esta experiencia histórica, pero no se resume en él tal experiencia. El Balance incluye al maoísmoy los procesos revolucionarios dirigidos por los maoístas, y es el principal pilar de la reconstitución ideológica delcomunismo, punto de partida de la preparación del nuevo ciclo revolucionario.

Si, frente a los maoístas, el MAI insiste en que el punto de partida únicamente puede ser el Balance, contralos oportunistas de toda calaña, que depositan sus esperanzas en el repunte del movimiento de resistencia, insistimosen que la lucha espontánea de las masas no puede sustituir ni el papel ni la responsabilidad de la vanguardia en laconstrucción del movimiento revolucionario. Así pues, y por lo que nos toca, el MAI ha asumido su parte deresponsabilidad y ha lanzado una Propuesta de Plan de Reconstitución al resto de la vanguardia del Estado español.Esta Propuesta coincide –y a la vez es reflejo– con un momento de polarización en el seno de nuestro movimiento,provocada por el desplazamiento hacia el programa reformista burgués de la III República de un amplio sector delespectro político situado a la izquierda del PCE. Frente a este polo se sitúa el de la amalgama de organizaciones,

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mucho más dispersa y heterogénea, que aún defendemos el programa de la Revolución Socialista y la Dictadura delProletariado como objetivo inmediato de la lucha de clases del proletariado. Por otra parte, coincide con un relativorelanzamiento, dentro de este sector, de las iniciativas de algunos de los destacamentos que lo conforman porestablecer vínculos políticos de cara al objetivo de la reconstitución del Partido Comunista. En este contexto,nuestra Propuesta manifiesta su vocación, si no de convertirse en referente aglutinador de esas expectativas, sí almenos de ayudar a definir el marco del debate que permita avanzar en aquel objetivo. En tales circunstancias, ydesde el punto de vista de la propaganda entre las masas y de su educación revolucionaria, la lucha política principalde los comunistas debe dirigirse contra el oportunismo republicanista. En este combate se comprenderá la necesi-dad del Partido Comunista, su naturaleza y los requisitos de su reconstitución, al mismo tiempo que se crearán lascondiciones para la articulación de un movimiento de vanguardia revolucionario que comience a cumplir con lastareas que impone la Revolución Socialista. Si esto toma cuerpo, podremos afirmar que, en el Estado español, lacrisis también ha tocado fondo y la vanguardia se dispone a remontar el vuelo en disposición política de defensivaestratégica, primer paso para la reconstitución del Partido Comunista.

Nuestra Carta abierta y sus críticos

Mientras tanto, nuestra Propuesta a la vanguardia ha producido ya las primeras reacciones. No todasnegativas, por cierto; sin embargo, aquí saldremos al paso de quienes nos rechazan. De los frutos positivos daremoscuenta cuando estén más maduros.

La Propuesta de Plan de Reconstitución tiene formato de Carta abierta y está dirigida, en primer lugar, aKimetz, órgano –tal como se autodefine y tal como nosotros lo creímos– del Partido Comunista Revolucionario deEuskal Herria (EhAKI), puesto que fue su actitud hacia la Declaración Política del MAI de diciembre lo quemotivó, en primera instancia, nuestra decisión de llevar más lejos la crítica del comunismo autocomplaciente que,aunque de palabra reconoce la necesidad del debate, en la práctica lo obstaculiza –razón por la cual titulamosnuestra Carta abierta El debate cautivo–, como el PCE(r), o bien, muestran su total indiferencia, como ha sido, enesta ocasión, el caso de Kimetz, que se ha desentendido, una vez más, del debate y de su deber de posicionarse enla lucha de dos líneas, aduciendo que “no es quién para contestar a la declaración” porque este órgano “no es másque un grupo de personas que hace posible esta página en internet”, desplazando la responsabilidad de responder alEhAKI “cuando lo considere oportuno”, si es que “lo considera así”. En el MAI, hemos recibido atónitos talcontestación. ¿No fue Kimetz quien censuró nuestra Declaración Política de diciembre?, ¿no le corresponde, portanto, asumir a él responsablemente las consecuencias de su decisión? Y, en cualquier caso, ¿no se trata de unórgano del EhAKI que puede publicar la respuesta de éste en el nombre de ambos? ¿Es que hay diferenciasideológicas o políticas entre ellos? Si el EhAKI decide adoptar una posición sobre nuestra Propuesta, ¿dónde lapublicará, cómo la conoceremos? Tales interrogantes nos hacen dudar sobre la visión que tienen estos camaradasde sus relaciones orgánicas internas y, en general, proyectan sombras sobre su concepción de lo que deben ser lasrelaciones que deben regir los distintos órganos del Partido Comunista, lo cual es más preocupante. Pero, está bien,dejemos que los camaradas vascos continúen reflexionando hasta que adopten una determinación y centrémonosen quienes ya se ha decantado, una vez más, en contra.

La otra causa que motivó nuestra Carta abierta fue la necesidad de definir con mayor amplitud y profundi-dad nuestra posición frente a la línea política del PCE(r). La furiosa y torticera respuesta que este partido habíadado a la Declaración Política así lo exigía. Sin embargo, en último término, este motivo acabó convirtiéndose ensimple excusa para ir más allá y extender las fronteras del debate hacia el conjunto de la vanguardia, poniendo sobreel tapete, no la línea política de un solo partido, sino las cuestiones candentes que afectan al movimiento relaciona-das con la línea general de la política proletaria y con las tareas que involucran a todas las organizaciones devanguardia. Por esta razón, en la Carta abierta, la crítica al PCE(r) termina pasando a un segundo plano. Sinembargo, y como cabía esperar, este partido ha sido el primero en salir al paso de la Propuesta para denigrarla sinalegar razones nuevas que la refuten. Consideramos que sus argumentos se caen por su propio peso desde la simplelectura de nuestra Carta abierta, pero merecerá la pena repasarlos someramente, no sólo para poner los puntossobre las íes por las tergiversaciones y falsedades a las que se recurre, sino también para mostrar, una vez más, lacatadura de esta gente, revelando lo que se oculta tras sus métodos y sus propias palabras.

En esta ocasión, el PCE(r) no ha utilizado sus órganos oficiales de expresión, ni Antorcha ni ningún otro,para exponer públicamente su postura ante nuestra crítica. Como el método de la censura no dio resultado, pretendeesta vez limitar el alcance y las repercusiones de la reedición de la polémica sobre su política relegándola al ámbitode los foros de internet. Aquí nos hemos vuelto a encontrar al furibundo Ferro vomitando hiel contra el MAI, hastallegar, de nuevo, a la amenaza directa (en esta ocasión, dirigida hacia compañeros que se manifestaban a favor denuestra Carta abierta) y perder los papeles diciendo cosas que sólo le desacreditan a él y a su partido. Entresaque-mos, de entre sus muchas embravecidas bravuconadas, sólo dos. Revolviéndose contra lo que de él se dice en

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nuestra Carta abierta, escribe:“Fui juzgado y condenado separadamente por las dos militancias; pero cuando estuve en el PCE(r) sólo

ejercía mi actividad en esa organización y cuando personal y voluntariamente decidí incorporarme a los GRAPO,me atuve única y exclusivamente a la disciplina de esa organización guerrillera cuyos fines, métodos y objetivos sonde manera esencial distintos a los del PCE(r)”.

¡Una frase y toda la política del PCE(r) por la borda! ¿Qué el PCE(r) y los GRAPO no comparten “fines”y “objetivos”?; ¿pero no era esto, precisamente, lo único que les unía? ¿Qué tipo de farsa es ésta?, ¿cómo puedeesta propaganda de vodevil educar políticamente a la clase obrera? Estamos ante una nueva representación de lacomedia de enredo que es la política del PCE(r), y, una vez más, el Código Penal y los jueces mandan: si reconocenprocesamientos distintos para los militantes de cada una de las dos organizaciones, entonces es que les reconocencomo organizaciones diferentes; y si sus señorías obran así, entonces será verdad. Al parecer, la legitimación delEstado es más importante que la legitimación de la clase obrera. Otra ocasión en la que Ferro muerde su propioanzuelo. ¿Qué mártires son éstos que se permiten renegar hasta de su propio partido?

La segunda perla tiene que ver con la acusación de que el MAI sirve al Estado fascista y hace el juego ala policía, etc. Veamos a qué juegan estos señores. En el foro de Kimetz, y a costa nuestra, Ferro se enzarzó en unrifi rafe con uno de esos parásitos del ciberespacio que esperan alcanzar notoriedad a expensas del prójimo, quefirma como José María y al que también dedicaremos unas palabras. Entre futesa y futesa, ambos terminaronenredados en una competición sobre quién tenía más experiencia y más contacto –que no influencia– entre lasmasas. José María presumía de su antediluviano trabajo en la Asociación de Vecinos de Trinitat Vella, en Barcelona,y como además propone que el problema más grave que sufren las masas en la actualidad y el primero que tieneque atender la vanguardia para ganárselas es el de la vivienda, Ferro respondía:

“La primera web que habló del tema de la vivienda en este país fue Antorcha. Y para que te enteres,nosotros estamos presentes en Madrid en la Plataforma por la vivienda. Lo que pasa es que a diferencia de otros novamos con la chapita en la solapa porque nos caen 12 años de talego”.

La policía se estará frotando las manos, porque ya sabe un sitio más donde ir a buscar y detener militantesdel PCE(r). ¿Cómo alguien que presume de su trayectoria puede caer tan fácilmente en las provocaciones? Másbien parece que las proezas que estos héroes narran de sí mismos son puro humo. Las carencias organizativas delPCE(r) son cada vez más evidentes, cuando sus miembros, por afán de notoriedad y autoenaltecimiento, ponen aldescubierto el trabajo del propio partido. Nuestro Ferro ha vuelto a representar el papel de Azef, ¿o es que todo esuna patraña?

Comprendemos que los camaradas de Ferro ya no sepan a quién encomendarse cada vez que éste sedispone a intervenir en un debate. No nos extraña, pues, que hayan decidido introducir un nuevo elemento queconduzca de una manera más satisfactoria los intereses de su partido en la controversia. Firma como Jorge y, desdeluego, es alguien más inteligente y sutil, aunque igual de farsante. Más ducho en estas lides, se cuida de no renegarde la política del partido; se conforma con renegar del marxismo. Lo positivo de este nuevo interviniente es que tratade argumentar políticamente, aunque sólo sea para repetir lo de siempre y aunque de nuestra Carta abierta sólotome, tergiversándolo, lo que atañe al PCE(r), sin dignarse a refutar el conjunto de nuestra Propuesta, que despachasin más como “escolásticas disquisiciones”. Como este fulano se refiere también a nuestro “estilo policiaco”, a quehacemos el caldo gordo al Estado fascista, etc., etc., comencemos con él por el final de su alegato contra el MAI,que termina con el siguiente interrogante:

“Por cierto, ¿y el PCR qué tal va?”.¿Qué significa esta pregunta? ¿A cuento de qué viene? Todo el mundo sabe o puede saber que el MAI

mantiene relaciones con el Partido Comunista Revolucionario del Estado español. No es ningún secreto. De hecho,hemos colgado de nuestra página web algunos de sus documentos, que compartimos en gran medida. ¿Y quéinterés tiene esto para el debate que nos ocupa?, nos preguntamos nosotros. ¿Qué está insinuando o dando aentender? ¿Se trata de un guiño para invitar a alguien a que investigue esas relaciones? Teniendo en cuenta que elPCR es una organización ilegal, ¿quién puede ser ese alguien? No dudamos que, puesto que estas gentes sedelatan a sí mismas, menos escrúpulos tendrán en abrir pistas policiales sobre los demás. En la Carta abierta yaadelantábamos que teníamos constancia de que algunos en el PCE(r) no dudan en airear información sensiblesobre las organizaciones que les critican. En concreto, eso es lo que hicieron con los camaradas del PCR, cuandoéstos sometieron a crítica su línea política desde las páginas de su órgano, La Forja, en la segunda mitad de los años90. Antorcha no dudó un momento en airear públicamente la procedencia organizativa del grupo central que seconstituyó en PCR, algo que no era relevante ni para la discusión en cuestión ni para la educación política de lavanguardia. Pero, tal vez, sí para que alguien incorporase tal información en algún archivo de algún ministerio.Por favor, ¿quién hace aquí el caldo gordo policial?

Jorge se presenta como el caballero andante dispuesto a reparar el honor desairado de su amada. Por esose cuida mucho de apostillar en su intervención que: “Por supuesto, no soy militante del PCE(r) ni he tenido jamás

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relación con ellos pero a uno le hierve la sangre que se digan ciertas cosas de la que, y para mí no hay género deduda, es la vanguardia del proletariado español”.

A nosotros nos es indiferente la militancia de este señor. Sólo sabemos que recita a pies juntillas las tesis ylos argumentos del PCE(r). Lo que sí nos interesa, en cambio, son las consecuencias de esa posición de distancia-miento y el recurrente e ineludible interés que todos los defensores del PCE(r) tienen por ponerla de manifiesto. Loque nos preocupa son las consecuencias de ese discurso que reza: “Estoy de acuerdo, pero no soy”. Y es que elser sin estar arrastra tras de sí toda una concepción de fondo sobre la política y sobre la relación de la vanguardiacon las masas. Desde el punto de vista del comunismo, esta posición no sólo es absurda e inconcebible, sino tambiéninadmisible. Independientemente de cada caso particular, lo grave, lo pernicioso, es el discurso en sí, dar a entenderque es posible ser sin estar, porque esto implica que la relación entre la vanguardia y las masas puede ser reducida,de una relación de dimensión político-organizativa, a una relación simplemente política. Esta visión trae comoconsecuencia la posibilidad de separar al Partido de las masas, de que aquél puede presentarse separado de ellas,que para éstas es posible que aquél pueda configurarse como entidad aparte y ajena. Si el Partido no se vincula demanera orgánica con las masas, entonces se las educará en el apoyo testimonial al Partido, que es como educa elPCE(r) cuando difunde el principio menchevique de que los trabajadores conscientes pueden ser sin estar en elpartido, que pueden identificarse con él, pero sin participar en él. ¿Y cuál es la manera más directa de refrendar esevínculo de apoyo, cuál es el mecanismo que convierte en poder político el respaldo testimonial de las masas haciael Partido? Pues, sencillamente, el sufragio universal y las elecciones: el apoyo testimonial traducido en poderparlamentario, la forma burguesa de vincular a las masas con la política. Jorge está con la política del PCE(r), perocomo no es, no puede ni quiere participar en sus decisiones, en su entramado organizativo; esperará, por tanto,pacientemente hasta el momento de la legalización de su partido para introducir en una urna una papeleta con sussiglas. En esta actividad educa el PCE(r) a la clase, educación que se corresponde, por cierto, con sus objetivosreformistas de entrar a formar parte de ese fantoche parlamentario que es la Asamblea constituyente republicana.

Como Jorge tiene la cara dura de desviar contra nosotros la misma acusación que habíamos esgrimidocontra el PCE(r) de separar la teoría de la práctica, debemos volver a poner las cosas en su sitio. Jorge en teoríaes del PCE(r), pero en la práctica no está integrado en su organización; Jorge habla, pero no hace. Representa,pues, en el plano individual lo que este partido en el colectivo: el PCE(r) orienta y aconseja sobre la revolución, peroson las masas las que la hacen por sí mismas. Como nosotros hablamos de militarización del Partido, pero noempuñamos armas, a Jorge le parece que es prueba suficiente para acusarnos de separadores de la teoría y lapráctica, además de unos militaristas, lo que nos acerca a nosotros a las Brigadas Rojas, y no el PCE(r), como,según él, pretendemos. Naturalmente, Jorge obvia interesada y premeditadamente nuestro análisis sobre la diferen-cia entre militarización y militarismo, desviación ésta última que efectivamente comparte el PCE(r) con las Briga-das Rojas. No importa. Baste decir que las Brigadas eran una organización armada que quería constituirse enPartido, lo cual trae a la memoria con mucha más fuerza los recuerdos de la trayectoria del PCE(r) que lo quepreconiza el MAI, que es justamente lo contrario. Además, para éste, poner en práctica la militarización del Partidopresupone la existencia del Partido reconstituido, y como no lo hay no es posible aplicar militarización. Así que nohay ningún desfase entre teoría y práctica en nuestra política. En la actualidad, nuestra práctica es de reconstituciónde ese Partido, que consiste, entre otras cosas, en arrancarles la careta a tipos como Jorge y su falso partidocomunista reconstituido.

La lucha de clases y los acólitos del PCE(r)

Como admirador de la práctica ajena, este señor está convencido de que ganará méritos si demuestra pocorespeto por la teoría y cierta capacidad para desbaratarla, sobre todo si se trata de la teoría marxista. Así, no leduelen prendas en afirmar que “la lucha de clases es un hecho objetivo que se produce al margen e independiente-mente de la voluntad del hombre”.

Entonces, señor aprendiz de malabarista de las palabras, ¿quién realiza la lucha de clases si no el hombre?;¿cómo se inicia la lucha de clases económica si no desde la voluntad de los hombres para defender sus intereseseconómicos?; ¿cómo se inicia la lucha de clases revolucionaria sin el concurso de la voluntad de los hombres ymujeres conscientes? Como desprecia la teoría, no ha cultivado ningún respeto por una de sus expresiones máselevadas, el marxismo, lo cual le ha impedido dedicar su debido tiempo a estudiarlo en profundidad. Marx decía quelas relaciones sociales son independientes de la voluntad del hombre, que cuando nacemos venimos a un mundo queya está configurado, que se rige por leyes sociales ya establecidas. Pero nunca dijo ni pudo decir que la lucha declases fuese independiente de nosotros. Esta afirmación supone confundir el punto de vista subjetivo sobre lasociedad (las clases y las luchas entre ellas) con el punto de vista objetivo (las relaciones de producción). Estudie lacrítica de Marx al materialismo contemplativo de Feuerbach, en el que usted recae, cuando le recordaba que no sólolos hombres son producto de las circunstancias, sino que son los hombres los que también las hacen cambiar. Pero

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Jorge pasa por encima de toda matización teórica: él prefiere manejar la teoría en bruto. Por eso continúa diciendoque, para el MAI, la lucha de clases “es una especie de fetiche, de fenómeno extraño y ajeno, puramente abstrac-to”, etc. ¡Pero, por favor, si usted mismo acaba de teorizar la lucha de clases como “fetiche”, como algo “ajeno” anosotros! Léase, aunque le resulte difícil y molesto, el capítulo sobre el fetichismo de la mercancía de El capital.Ahí verá que el fetichismo es el proceso de cosificación de las relaciones humanas, cuando los objetos que crean laspersonas se proyectan y se enfrentan a ellas como cosas ajenas, cuando la realidad, la vida social, es enajenada alhombre y se presenta después ante él como potencia separada e independiente. Es usted quien ha convertido lalucha de clases en objetivación alienada del sujeto social, quien la ha cosificado, separando las relaciones entre loshombres de la voluntad y de la actividad de esos mismos hombres; es usted, y nadie más que usted, quien hateorizado y justificado la reificación de la lucha de clases. Es, por cierto y dicho sea de paso, sobre esta reificación,sobre esta concepción “fetichista” de la lucha de clases, que ustedes han elaborado su teoría política insurreccionalistadel desenlace de esa lucha, pues, en efecto, la insurrección como fenómeno espontáneo, impredecible y enigmáticoen sus mecanismos internos, independiente de la actividad del sujeto revolucionario, es el mejor corolario de supercepción determinista del papel del hombre en la sociedad, y lo contrario, precisamente, de cualquier visión delproceso revolucionario como obra de construcción consciente.

Cuando se pretende pasar por marxista sin serlo y cuando la teoría se aprehende –que no se aprende– sólopara justificar una práctica determinada dada, el recurso a la cita desafortunada es característico. Continuando conel tema de la lucha de clases, Jorge pretende ilustrarnos recurriendo a un pasaje de La guerra de guerrillas, deLenin, en el que el líder bolchevique afirma que el marxismo “admite las formas más diversas de lucha” y que,además, “no las inventa”; que “el marxismo exige atención a la lucha de clases en curso”, etc. Con ello, parecequerer refutar la tesis marxista que nosotros defendemos de que la Guerra Popular es la línea militar del proletaria-do. El MAI no niega las demás formas de lucha de las masas, ni el deber del Partido de orientarlas e incorporarlas,elevándolas, a la Guerra Popular. Para nosotros, la Guerra Popular es una forma superior de la lucha de clasesproletaria, precisamente porque es la que implementa su forma superior de organización, el Partido Comunista. Lacrítica de Jorge empieza a desmoronarse cuando, después de ultrajar a Lenin trayéndolo en su ayuda para defenderel relativismo de las formas de lucha de clases proletaria, reconoce que la Guerra Popular tiene carácter universal;pero intenta esquivar sus contradicciones cambiando de tercio para reprochar al MAI que traslade mecánicamentela experiencia china a los países imperialistas, y para preguntar: “Nos pueden decir los eruditos del MAI cómo sepueden, por ejemplo, crear zonas rojas liberadas en un país de población preponderantemente urbana?”. Y añade,para mayor escarnio de toda sensibilidad mínimamente ilustrada en la historia de la Revolución Proletaria Mundial:“Es más, incluso en países semifeudales y semicoloniales como Cuba, El Salvador o Nicaragua los procesos revo-lucionarios pasaron por dos fases: acumulación de fuerzas e insurrección”.

Lo que está claro es que quienes pretenden contrastar su interpretación particular de la guerra popular enChina con las condiciones de Occidente son Jorge y sus amigos del PCE(r). Aquél repite los argumentos de éste,que consisten en identificar Guerra Popular con “territorios liberados”. Todavía no han comprendido que la GuerraPopular son masas armadas, algo fluido que no se somete al fijismo territorialista en el que se empecinan estosseñores, que es una desviación burguesa de la línea de Guerra Popular; que la cuestión fundamental de la GuerraPopular es el poder de las masas armadas, no institucionalizar ese poder en un lugar determinado. Como no entien-den algo tan elemental, no pueden ni quieren aplicar Guerra Popular, conjurándose para, negándola, liquidar la líneapolítica proletaria. En cualquier caso, y hablando de la posibilidad de conquistar territorialmente bases de apoyo, ennuestra Carta abierta situábamos ejemplos bien actuales. Pero, parece que Jorge ha leído a saltos el texto buscandosólo las referencias directas a sus “héroes” del PCE(r). ¿Por qué Hezbolá puede liberar territorios en las ciudadesdel sur del Líbano, cuando sólo representa a un sector de la sociedad libanesa, y no precisamente a las ampliasmasas, y un Partido Comunista no? Un caso más cercano: ¿por qué el IRA pudo controlar amplias zonas urbanasen el Ulster con su política burguesa de exclusivismo nacionalista, y un Partido Comunista no?

¿Y qué decir de los ejemplos escogidos por este señor para respaldar la línea guerrilla-insurrección? Estosí que es una “cuestión de risa”. ¡Ahí tenemos a los socialdemócratas del FSLN y del FMLN encumbrados comovanguardia del proletariado revolucionario internacional! Deje de escabullirse y de dar rodeos y reconozca, de unavez, que usted y su admirado partido no siguen los ejemplos de los partidos comunistas triunfantes, ni la línea militardel proletariado, sino los del reformismo armado de la pequeña burguesía y de la burguesía nacional antiimperialista,que ha traído aquí tan oportunamente a colación. Por cierto, todos ellos ejemplos de partidos-guerrilla, ese modeloque dice combatieron en los 70-80, pero que, a la postre, terminaron admirando y asimilando. Jorge tacha al MAI dedogmatismo maoísta. Bien, mucho mejor Mao que Daniel Ortega.

También nos espeta este señor que vivimos en “el mundo mágico de las abstracciones”, mientras se sacade la chistera una narración de cómo ven él y sus amigos el proceso revolucionario:

“Lo verdaderamente novedoso del movimiento de resistencia popular es la combinación de diferentesmétodos de lucha que (…) convergen y se estimulan en un poderoso torrente por la revolución socialista”.

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No, esto no es magia, es pura épica mitológica. Ni el mismo Homero derrochó tanta imaginación homena-jeando a sus héroes fantásticos. Lo mágico será que el proceso revolucionario ocurra como este aficionado algénero de ficción lo describe. Más de 30 años llevan sus amigos cantándole al torrente revolucionario de la resisten-cia de las masas mientras en la realidad reina la pertinaz sequía. Nuestro literato apela –él también, faltaría más,tiene derecho a comer de su propia bazofia– a “la verdadera y testaruda juez: la práctica”. ¡Pues eso, juzgue por lapráctica, por los resultados obtenidos a lo largo de décadas de aplicación de la línea del PCE(r)!

Hay más todavía en eso de echarle imaginación a las cosas:“Prueba paradigmática de ello [de que lo correcto es combinar la lucha guerrillera con el torrente del

movimiento de resistencia de masas] fue la lucha por la amnistía durante la mal llamada ‘transición’ (aunque paralos lumbreras del MAI sí que fuera efectiva): las decididas acciones guerrilleras combinadas con las huelgaspolíticas de masas consiguieron que el Régimen reculara y sacara a casi todos los presos políticos a la calle”.

Aparte de que la fuerza del argumento se sostiene sobre lo que más bien parece una prueba arqueológica(¿no disponen ustedes de una “prueba paradigmática” más actual?), y aparte de que se insiste en la ensoñación dela transición que nunca existió, que demuestra que estos señores continúan imaginando que es aún posible unaverdadera transición hacia una verdadera democracia burguesa, aparte de todo esto, ¿qué significa eso de “casi”?,¿qué presos permanecieron en la cárcel?:

“Digo casi porque en su catadura vengativa y cruel de los fascistas dejaron enchironados a los presos de losGRAPO, para su utilización como rehenes”.

¡Vaya chasco! Los estrategas de la combinación de la lucha guerrillera y la lucha de masas lo organizantodo con éxito y dirigen un “poderoso torrente” por la amnistía y, al final, resulta que los únicos que se quedan enprisión son ellos; resulta que los excarcelados fueron sus enemigos, los Simón Sánchez Montero y compañía,aquellos estrategas de la transición que salieron para llevarla a cabo, aunque los guerrilleros y adláteres políticos nose enteraran de ello, tal vez porque permanecían en el trullo alejados de la realidad, estado en el que todavíapermanecen. ¡Se necesita un dechado de imaginación, por no decir de magia, para convertir una derrota tanevidente como confesa en victoria! He aquí una “prueba paradigmática” de la eficacia de la línea del PCE(r) y dea quién sirve en realidad su política.

Y puesto que hablamos del abracadabrante mundo mágico de don Jorge y sus amigos aplicado a la lucha declases, retomemos la cita de Lenin, anteriormente indicada, donde se decía que los marxistas no se inventan lasformas de lucha de las clases revolucionarias, que el marxismo exige atención a la lucha de masas en curso, etc. Lacuestión es la siguiente: ¿los amigos de Jorge se inventaron alguna forma de lucha en el momento en que aparecesu guerrilla? En otros términos: ¿la guerrilla, o la lucha armada en general, apareció “por sí sola en el curso delmovimiento”? En absoluto. En los tumultuosos finales de los 70, no emergió ningún tipo de lucha de masas armadareseñable en el escenario de la lucha de clases del Estado español. Relacionar la aparición de los GRAPO con unsupuesto ascenso de formas armadas de la lucha espontánea de masas, como insinúa implícitamente nuestro cen-sor, no sólo es imaginación y magia, también es una gran mentira. Y que conste que el MAI no rechaza la iniciativaarmada de la vanguardia en esas circunstancias; lo que no admitimos es que se interprete a Lenin en la claveempirista con la que nos lo sirve este manipulador. Como dice Lenin, la vanguardia “sintetiza, organiza y haceconscientes las formas de lucha de las clases revolucionarias que aparecen por sí solas en el curso del movimiento”,y nosotros añadimos que, para ser coherente con el espíritu del leninismo, es preciso decir que se trata de que lavanguardia tenga en cuenta todas las formas de lucha del proletariado internacional –y, si se nos apura, de todas lasclases–, toda la experiencia universal de la lucha de clases, no sólo la expe-riencia de un solo destacamento de la clase. Únicamente en estos términosserá posible “sintetizar” y transformar conscientemente la lucha concreta “delmovimiento en curso”. Únicamente así la vanguardia podrá incorporar lasformas más elevadas de lucha a cada proceso particular para desarrollarlopotenciando la organización de las masas hacia formas superiores de lucha declases, pues sólo alguien con una imaginación desbordada hasta lo pueril pue-de esperar que las masas adopten de manera inmediata las formas más eleva-das de lucha por sí mismas. Entonces, según esta lógica aplicada al terreno dela organización, habría que esperar a que las masas constituyeran el Partidopor sí mismas y a partir “del movimiento en curso” para considerar su posibleexistencia. Como se puede comprobar, la revisión en clave empirista del leni-nismo conduce al liquidacionismo, a la negación, de hecho, de la posibilidad deformas de organización y combate superiores para el proletariado. Lo que, porotra parte, tampoco admitimos es tanta doblez manipuladora, tanta vacilación.No es de recibo defender la iniciativa armada de la vanguardia con el fin decombinarla con el movimiento de masas como método de acción revoluciona-

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ria, y a renglón seguido, porque interesa para el argumento puntual de la disputa de turno, defender la idea contrariade que no se pueden superar o ir por delante de las formas de lucha “que aparecen por sí solas en el curso delmovimiento” dado. No nos cabe duda de que tanta intoxicación consciente sólo persigue liquidar la línea militarproletaria de Guerra Popular.

Prosigamos, ahora, con el concepto de resistencia, que también merece la atención de Jorge. Se trata deun tema de fondo. De hecho, se puede decir que todo el debate que propone nuestra Carta abierta se reduce a lasiguiente cuestión: ¿por dónde empezar, por el movimiento de resistencia de las masas o por la conciencia, por laconstrucción de la vanguardia desde la teoría de vanguardia? El MAI apuesta por la segunda de las opciones, alcontrario que la mayoría del movimiento comunista actual y de su tradición, incluyendo al PCE(r). Su abogado loconfirma con el siguiente alegato:

“Y, por otra parte ¿desde cuándo el término resistencia quiere decir ‘adaptación al medio’? ¡Ni siquiera enel terreno circunscrito a las ciencias naturales sería del todo correcto semejante aserto! Y mucho menos en elpolítico-táctico: la resistencia es una táctica encuadrada en la primera fase estratégica general de la Guerra PopularProlongada, es decir en la fase defensiva. ¿Tan complejo era comprender esto?”.

Como este señor no lee o lee sólo lo que le interesa, no conoce ni tiene en cuenta nuestra crítica a la tesisque identifica de facto resistencia económica, pacífica, de las masas con la fase militar de defensiva estratégica dela Guerra Popular. Identificación que avala, como se ve, Jorge. Tampoco esperamos que haya leído a Darwin, ni aninguno de sus seguidores, pues es evidente que en la teoría de la Evolución, en última instancia, el sentido de lasleyes de la selección natural y de los procesos de especiación y de adaptación al medio de las especies respondena la necesidad de sobrevivir, de resistir con vida los cambios ambientales. Del mismo modo que maltrata la biología,maltrata la teoría y la política proletarias. La defensiva estratégica se apoya en la resistencia armada de las masas.Es necesario un salto cualitativo de la resistencia económica espontánea de las masas a su resistencia armada, nose pueden identificar de manera tan grosera porque ese salto de calidad presupone el cumplimiento de determina-dos requisitos, entre ellos, que la vanguardia pase a la ofensiva política –¡y el PCE(r) reconoce continuamente queresiste, resiste y resiste!– y que sean las masas quienes empuñen las armas –¡y el PCE(r) reconoce continuamenteque los GRAPO son vanguardia armada!–. Deberían descender ya del limbo en el que se encuentran y observar larealidad para asumir el dictado de “la verdadera y testaruda juez: la práctica”. ¿Por qué luchan hoy los obreros? Porsu salario y por la defensa de sus puestos de trabajo. El PCE(r) dice que esto, a la larga, es lo mismo que luchar porla revolución. El MAI dice que esto es reformismo y que toda política comunista basada en este supuesto estácondenada al fracaso y es contrarrevolucionaria, sentencia firme dictada en innumerables ocasiones por aquella“testaruda juez”. La lucha por el salario y por conservar el empleo como asalariado supone reproducir las relacio-nes sociales capitalistas, luchar por adaptarse a ellas y a los cambios ambientales que impone el capital con laúnica meta de sobrevivir, de sobrevivir, se entiende, como asalariado, como proletario explotado. La política de laresistencia es la política de la adaptación y de la conservación del medio, del entramado de relaciones socialesreinantes, y al igual que el éxito adaptativo de las especies no cambia un ápice las leyes de la selección natural ni suvigencia, el éxito de la lucha de resistencia económica no cuestiona la vigencia de las leyes capitalistas. El métodode la resistencia no tiene nada de revolucionario y no es la escuela donde las masas pueden elevarse hacia laconciencia revolucionaria. Sólo a partir de la intervención del Partido Comunista, a través de su aplicación de lalínea militar proletaria, pueden los trabajadores desplazarse de la posición que les condena a reproducir permanen-temente las condiciones de su explotación; sólo enfrentando la dictadura de los trabajadores a la dictadura delcapital de manera práctica –no sólo con propaganda–, de manera efectiva tal que permita a las masas comprobarpor sí mismas los beneficios del desarrollo y la extensión de su poder político organizado, sólo así pueden crearse lascondiciones para su elevación consciente y para la organización de su lucha armada como resistencia revoluciona-ria. La defensiva estratégica, por tanto, es algo más serio y complejo que ir poniendo la etiqueta de episodio de lafase defensiva de la Guerra Popular a cualquier huelga de fábrica, al mismo tiempo que tampoco tiene nada que vercon el accionar de una elite armada combinado con la lucha sindicalista de los obreros desarmados.

Jorge es un intelectual zarrio. Nos acusa de “adoración hacia los conceptos”; pero, aunque nos cuelguen elsambenito, preferimos el cuidado por el rigor teórico, primera condición de la honestidad intelectual, que demostrarla total falta de escrúpulos en el tratamiento de los problemas políticos, defecto del que él hace gala. Ya veremos quécriterio da más frutos. Y por mucho que embetune con insultos su monserga, no podrá distraernos, ni evitar que secompruebe la pobreza de su harapiento discurso. Por ejemplo, ¿cómo quiere contrarrestar este señor el análisissobre las luchas de clases en el Estado español que exponemos en nuestra Carta abierta? ¡Con una cita de Dimitrovdel año 1935 que ni siquiera habla del caso español! Reconocemos en esa misma carta que nuestro análisis sólopuede ser superficial, pero la banalidad de nuestro interlocutor raya el ridículo. Como Dimitrov insinúa que lossistemas de gobierno parlamentarios también pueden ser fascistas, Jorge se agarra como a clavo ardiendo a seme-jante afirmación demasiado general para demostrar refutado nuestro análisis de clase del Estado español. Sobranlas argumentaciones, la exposición de los elementos actuales concretos y su análisis marxista. Dimitrov dixit; el

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oráculo ya habló en su momento y todo análisis concreto de la situación concreta será fútil para este señor, lo mismoque para sus colegas del PCE(r) que, de manera consecuente, llevan décadas con el mismo punto de vista sobre lasrelaciones de clase en el Estado español, a pesar de los evidentes cambios acaecidos. La letanía de la falsatransición, de que el Estado español es el mismo Estado franquista desde 1939, aunque ahora sin Franco, essuficiente para ellos. Normal, acostumbrados a arrojar sombras sobre los problemas, en lugar de luz, han terminadoacostumbrándose a la oscuridad, donde todos los gatos son pardos y tanto da que da lo mismo. Triste destino el denuestro proletariado con esta vanguardia.

Respecto a Dimitrov, ¿qué decir del ideólogo de la alianza del proletariado con la burguesía capitalista, quédecir del gran defensor de la democracia en general, de la democracia burguesa, qué decir del patrocinador de lafusión de los partidos comunistas con la socialdemocracia, del promotor de la liquidación de los partidos proletariosde vanguardia y de quien preparó las bases de la liquidación de la Internacional Comunista y, después, la refrendócon su firma? Por el momento, y a la espera del Balance del Ciclo de Octubre, el MAI prefiere poner a estepersonaje en cuarentena como autoridad ideológica de nuestro movimiento.

Para terminar, el punto con el que el poco inspirado inquisidor trata de demostrarnos que la lucha del PCE(r)es una lucha por el socialismo. Para ello, primero transcribe literalmente el programa mínimo de este partido, ydespués redacta la cita, que ya habíamos recogido en la Carta abierta, en la que el Programa del PCE(r) se refierea que “la revolución pendiente en España sólo puede tener un carácter socialista” y a que no hay “ningún peldañode la cadena histórica anterior a la revolución socialista”. Pero, claro, con manifiesta intención manipuladora, propiadel tahúr tramposo que es, el señor Jorge suprime ese otro pasaje, que nosotros sí incluimos y que aparece sólo trespárrafos después del ya consignado, aquél en el que el PCE(r) reconoce, al mismo tiempo y a pesar de lo dicho, que“no se puede proponer conducir directamente a la clase obrera, desde la situación presente, a la toma del poder.Para eso son necesarias determinadas condiciones interiores y exteriores, una potente organización y abundantesexperiencias políticas, tanto por parte de las masas como del Partido. Todo eso habrá de aparecer o se irá creandoen el curso de la lucha revolucionaria y en el proceso mismo de derrocamiento del régimen capitalista”, paraterminar sentenciando que será precisa previamente “la instauración de la República Popular” como periodo detransición entre “el derrocamiento del Estado burgués” y “la implantación de la dictadura revolucionaria del prole-tariado”.

Al obviar el pequeño detalle del régimen republicano-popular como objetivo inmediato explícito del PCE(r),anterior a la Dictadura del Proletariado, Jorge soslaya el motivo y el contenido de nuestra crítica, escurre el bulto yesconde la cabeza como el avestruz ante la cuestión suscitada, que consiste, precisamente, en que mientras elPCE(r) necesita una supuesta y paradisíaca democracia burguesa donde puedan darse “elecciones parlamentariaslibres” –es decir, en las que pueda presentarse el PCE(r)– “a una Asamblea Democrática y popular” –es decir, a unparlamento burgués– para crear las “condiciones interiores y exteriores” para la implantación de la Dictadura delProletariado y el Socialismo, para el MAI, en cambio, es únicamente en el lucha por la Dictadura del Proletariadoy el Socialismo, a partir de las “condiciones interiores y exteriores” actuales del capitalismo y de la dictaduraburguesa, que el Partido Comunista y el proletariado podrán adquirir las “abundantes experiencias políticas” paraderrocar a la burguesía y convertirse en clase dominante. Jorge olvida este pequeño detalle lógicamente, porque,a través de él, el PCE(r) confiesa que su intención es la de preparar y entrenar al proletariado para la Socialismoexclusivamente desde el ejercicio democrático del sufragio universal y la propaganda pacífica en liberal concu-rrencia de ideas, al modo del viejo revisionismo, y no al modo revolucionario, marxista, desde su experiencia en y através de la Guerra popular.

¿Y qué entienden el PCE(r) y el señor Jorge por Socialismo? Éste último transcribe el denominado progra-ma mínimo para intentar demostrar que sus reivindicaciones tienen un contenido que arrumba al Socialismo, sobretodo si se compara con los programas de los demás comunistas republicanistas. Sinceramente, hasta nosotrosdudamos que la intención originaria de los autores de ese programa mínimo fuese ésta de permitir, siquiera insinuar,que eso era ya o se acercaba al Socialismo (por algo lo llamaron “programa mínimo”). Pero la evolución del PCE(r)en las dos últimas décadas –evolución que ha consistido en la permanente rebaja política– ha creado las condicionespara que gentes como Jorge se tomen legítimamente la licencia de identificar a ese programa como programamáximo del PCE(r). El programa mínimo fue aprobado o ratificado por el III Congreso del partido, a principios delos 90, en los términos que lo transcribe Jorge. Se trata mayormente de un listado de reivindicaciones y medidas aaplicar por parte del gobierno provisional democrático que persigue el PCE(r). Entre las medidas, se incluyen lasupresión de los cuerpos represivos y la nacionalización de la Banca, los monopolios y las grandes propiedadesagropecuarias. Pero no dice nada de la planificación económica, ni se cuestiona el mercado como mecanismo dedistribución social. Este es el primer aspecto que pone en cuestión el programa desde la perspectiva del Socialismo,y lo que nos permite afirmar que se trata, más bien, de un conjunto de medidas reformistas que responden aintereses de clase de la pequeña burguesía y de sectores de la burguesía media no monopolista. El segundo aspecto,se refiere a las medidas relacionadas con la creación de “Consejos obreros y populares como base del nuevo

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poder” y con el “armamento general del pueblo”. En este sentido, es fundamental el hecho de que estos puntos secontemplen como tareas a realizar desde el gobierno provisional, una vez instaurado el nuevo régimen. Se rompe,por tanto, con una de las premisas esenciales de la revolución socialista, que consiste en el principio de que son losorganismos del poder popular y el armamento del pueblo los que generan el nuevo poder, no son efecto de éste: sonsu causa, no su consecuencia. En esto consiste la diferencia crucial entre una concepción reformista y una concep-ción revolucionaria de la instauración del Socialismo. Por lo demás, el resto de los puntos del programa del PCE(r)son reivindicaciones que, o bien ya están recogidas en las constituciones burguesas, o bien pueden ser incluidas porel constitucionalismo sin poner en cuestión su marco jurídico-político.

Pero, la cosa no queda en esto. Además de que el programa del PCE(r) es únicamente un programareformista, que no refleja, ni en la forma ni en el contenido, el carácter de la Dictadura del Proletariado, ocurre queha sido abandonado y rebajado en términos mucho más minimalistas. Por esta razón, es lógico que ante lo que, hoypor hoy, defiende el PCE(r) como programa, a sus acólitos les parezca que el programa del III Congreso es el no vamás, el non plus ultra del Socialismo. Por eso Jorge, el incauto, nos lo presenta como prueba del contenidosocialista, revolucionario, comunista sin tacha, de la línea política del PCE(r). ¿Qué programa patrocina en laactualidad este partido? Pues, precisamente, uno en el que han sido suprimidos los puntos duros del viejo programamínimo y a los que nos hemos referido antes, sobre todo y de manera significativa, la disolución de los cuerposrepresivos, el armamento general del pueblo y los consejos obreros. En 1997, ante la perspectiva del IV Congresode su partido, Arenas proponía el siguiente “programa democrático-popular”:

•Derogación de las leyes y tribunales especiales de represión.•Derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas por el Estado español.•Libertades políticas y sindicales plenas.•Amnistía general para los presos políticos.•Indulto para los presos por causas sociales.•Restitución de las conquistas económicas, sociales y laborales que les han arrebatado a los trabajadores•Derechos de la mujer trabajadora a un salario igual por un trabajo igual y a no ser sometidas a labores que

afectan a su salud.•Derechos de la juventud a recibir una formación integral gratuita, a un trabajo sano y bien retribuido, a

contar con locales y otros medios para el libre desarrollo de sus actividades.•Derechos de asilo político y de ciudadanía para todos los refugiados e inmigrantes.•Salida de España de la OTAN y demás organizaciones militares imperialistas, agresivas… (ver Resisten-

cia, nº 36, junio de 1997).Es evidente que tanta rebaja obedece al creciente aislamiento del PCE(r) provocado por su línea política

errónea, a su creciente debilidad, que le obliga a buscar la manera de ampliar sus apoyos políticos y sociales entrefuerzas cada vez más alejadas de los intereses de las masas, extendiendo su política de alianzas hacia sectores másamplios de la burguesía capitalista. El nuevo programa mínimo del PCE(r) deja en evidencia –para quien lo quieraver, don Jorge– su absoluta bancarrota política, y ésta, naturalmente, es una razón más para poner en el orden deldía de la vanguardia la necesidad de la reconstitución del Partido Comunista en el Estado español.

Veredictos de la práctica

Otra de las reacciones críticas a la Carta abierta del MAI ha sido la de ese personaje untuoso, pagado desí mismo y de verborrea huera, que pulula por internet parasitando los foros y los debates de los demás parapromocionarse como gran ideólogo de la clase obrera, y que, por lo demás, se ha propuesto con vocación fanáticaconvertirse en látigo de nuestra organización. Firma como José María y, aunque presume de ser el más experimen-tado líder de masas y de haber alcanzado el rango de maestro de comunistas, no se representa más que a sí mismo.Como no es exponente de ninguna corriente de nuestro movimiento y como ni siquiera ha sido capaz de elaboraruna línea definida, que pueda distinguirse de los lugares comunes que frecuenta la mayoría de los destacamentosautodenominados comunistas, no nos entretendremos en rebatir ninguna de sus necedades teóricas, aunque recla-me, como reclama, hasta la histeria que se le preste atención. Sólo diremos, a este respecto, que se trata de unhíbrido que reúne en su persona todos y cada uno de los rasgos más degenerados del revisionismo. En filosofía, esun empirista (¡hasta Jorge le ha dado un revolcón en su debate particular sobre materialismo dialéctico! ¡Jorge, queen el terreno de la teoría anda como por camino de brasas!); en política, es un oportunista reformista, adulador delespontaneísmo de las masas, gradualista y contrarrevolucionario; en cuestiones de organización, es un asambleístapequeño burgués, enemigo del centralismo democrático y del partido de nuevo tipo leninista; desde el punto de vistadel trabajo de masas, es un sindicalista de retaguardia; y desde el punto de vista del internacionalismo proletario, esun socialimperialista que apoya sin el menor menoscabo al régimen socialfascista chino. Traemos aquí a este señorno por cuestiones de teoría, sino por la práctica, porque José María es la demostración práctica y palpable del

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fracaso de la línea política que hegemoniza nuestro movimiento. Se trata de una de las voces más estridentes queforman el coro de los pragmáticos, de los defensores de la línea practicista de construcción política desde y a partirdel movimiento espontáneo de resistencia de las masas. Lo traemos aquí para aplicarle a él la vara de medir quereclama para los demás, la del contraste de las palabras con los hechos, esa “verdadera y testaruda juez: la prácti-ca”; pero la práctica real y no la sublimación mistificadora con la que los componentes de ese coro se contemplana sí mismos.

A José María le gusta contar sus batallitas en los foros de internet. Siempre, claro está, para la propiaexaltación. José María es el trovador de sí mismo, es su propio héroe. Jamás se encontrará un atisbo de autocrítica,un intento de explicarse –y de explicar a los demás, que sería la única manera de que enseñara algo– cómo y porqué ha fracasado y cómo y por qué ha terminado solo y aislado en la cosa política; jamás se encontrará un balancede su propia práctica. El gran pragmático, que insiste en que no se puede hablar de Nepal sin estar en Nepal o

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criticar al régimen chino sin ser chino, rehuye la sentencia de la práctica cuando se trata de sí mismo. Pero elveredicto ha sido pronunciado.

José María fue la vaca sagrada, el ideólogo y el gran hermano del Partit Comunista Obrer de Catalunya(PCOC) –resto del naufragio del PCOE tras su integración manu militari por Líster en el PCE, en 1986–, que sehabía reconstituido como organización, en 1994, en Catalunya. Del periplo de este partido, cabe destacar variascosas. En primer lugar, su alineamiento con el revisionismo moderno de corte dengxiaopinguista. José María hizodel PCOC una sucursal semioficial u oficiosa del Partido Comunista Chino. Acompañamos a estas líneas documen-tos que acreditan lo que afirmamos. Cuando se habla de resultados prácticos hay que aportar datos objetivos, nodeseos espurios. Reproducimos una portada de Endavant!, órgano del PCOC dirigido por este señor, donde ellector puede apreciar su grado de admiración por Deng Xiaoping y el camino capitalista por el que conducía aChina, que ni el tiempo ni los hechos desgarradores de la realidad de la China actual han rebajado un ápice: “La obrade Deng Xiaoping se agigantará con el tiempo”. Desde luego que sí, la obra de Deng consistía en convertir su paísen potencia imperialista, ¡y vaya si lo están consiguiendo sus fieles seguidores! A costa de la sobreexplotación, lasangre, el sudor y las lágrimas de su pueblo, que ha retrocedido en dos décadas hasta la semiesclavitud y que estásiendo sometido a un estado manchesteriano de existencia. Mientras en el altar del crecimiento económico y de lareducción de costes de producción para conquistar mercados mueren miles de trabajadores y mientras las masaspierden todos los derechos sociales, el gobierno chino fleta todo un Boeing 747 para que viajen dos osos panda contodos los honores de Estado. Contra Mao, Deng ponía las fuerzas productivas por delante de la lucha de clases, lamáquina por delante del hombre; sus herederos han culminado su obra de deshumanización de la obra de construc-ción de China. Ese episodio ecologista es toda una metáfora sobre la situación china, que lo dice todo sobre quéclase manda en ese país y sobre la naturaleza de su régimen económico y político.

Cuando a este señor se le planteaba, por aquella época, la cuestión de adónde iba China, respondía con unlibelo escrito más de 10 años antes. Para él, la cuestión ya estaba resuelta: bastaban las promesas de los dirigenteschinos (¿dónde quedaba la práctica como criterio de la verdad?). En la actualidad, se conduce de igual manera,resolviendo con su trabajo sobre Althusser –otro libelo antimarxista– todos los problemas y todos los debatesteóricos que surgen o puedan surgir entre la vanguardia (¿para qué aplicar la práctica de la crítica concreta sitenemos la ciencia infusa del maestro?). Hace lo mismo que Ferro, que, sin el menor sentido del ridículo, respondióa nuestra Carta abierta colocando el documento que precisamente esa carta se dedicaba a refutar. Pero José Maríano tiene, como Ferro, un Jorge que le saque las castañas del fuego cuando su ineptitud le deja en evidencia.

En segundo lugar, la línea de construcción del Partido. El PCOC, como era moda en la época –moda quetodavía se lleva–, apostó por la estrategia de unidad comunista. En uno de sus panfletos se podía leer: “El Partidode la clase obrera debe ser la unión voluntaria y combativa, basada en la ideología marxista-leninista, de los lucha-dores avanzados de la clase obrera, de los campesinos, de los intelectuales, de todos los trabajadores” (Nuestra

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opinión sobre la situación actual). Y como este señor presume de ser, sobre todo, un hombre práctico, púsosemanos a la obra con el objetivo de este partido de todo el pueblo, suma de sindicalistas e intelectuales radicales.El intento fructificó en 1997, con la fusión del PCOC con el denominado Movimiento Marxista Leninista (en lamisma portada de Endavant! que reproducimos se notifica el acontecimiento), y fracasó apenas año y mediodespués. También reproducimos la circular con la que Reagrupamiento Comunista –que así fue bautizado el frutode tan fugaz matrimonio– informaba públicamente de su disolución. ¿Las causas del fracaso? En general, natural-mente, la errónea línea de construcción partidaria; en lo particular, en cambio, jamás lo sabremos porque, como essu costumbre, nuestro adalid de la práctica personal y empírica como maestra no realizó balance de esa experien-cia, se negó a aprender de su propia práctica. Sólo ese lacónico y patético reconocimiento de su propia “incapacidadcontinuada para cambiar la realidad”. El crítico del “pensamiento feudal”, que achaca a todo aquél que no piensacomo él, profesa ese principio de los curas que reza: Haz lo que digo, no lo que hago.

Finalmente, su línea de masas. Como se puede apreciar por la nota de disolución, su trabajo de masasconsistía en atender los problemas inmediatos de los trabajadores entendidos, no como clase, sino, en coherenciacon su pensamiento, al modo burgués, como conjunto de personas empíricamente consideradas. José María todavíaalardea en los foros de esa época heroica de su vida por la que evidentemente siente nostalgia; y alardea todavíaqueriéndonos hacer creer que ese es el modelo correcto de trabajo de masas, modelo sobre el que erigió su modode ver la construcción del movimiento revolucionario:

“Las Instituciones burguesas están cada vez más alejadas de los intereses populares. Por ello, el PCOCconsideramos necesario comenzar a levantar un contrapoder popular, mediante Asambleas Populares en los ba-rrios, que vayan asumiendo todos los problemas e intereses que afectan a las clases populares. Estas AsambleasPopulares se pueden levantar a partir de las Asociaciones de Vecinos, dotando a éstas de una máxima capacidad demovilización y representatividad, eligiendo sus Juntas directivas mediante sufragio universal.

De esta manera, levantaremos desde la base una Unidad Popular indestructible (¿quién podrá reprimirimpunemente un movimiento refrendado en las urnas por un 70% del censo, por ejemplo?). Así, hoy movilizaremosal pueblo por sus problemas concretos y mañana por sus objetivos estratégicos.

En las fábricas hemos de potenciar el sindicalismo asambleario, en lucha no sólo contra la patronal, sinocontra la política de soborno y corrupción que ésta lleva a cabo en colaboración con los jerarcas sindicales vendidos.Las movilizaciones de masas son hoy el eslabón clave para hacer avanzar el proceso de la lucha de clases.”(ibídem).

La misma ingenua vía populista, sindicalista, reformista y electoralista continúa defendiendo, todavía hoy, ensus embrollos de foro. Por nuestra parte, no nos detendremos más en ello. Cada cual que opine lo que guste; peroel veredicto de los hechos no permite otro juicio: la línea de masas aplicada por este señor y sus amigos terminó enla liquidación de su organización de vanguardia y su disolución entre las masas. Valga como epitafio el patéticoreparto de los bienes del PCOC entre las organizaciones a las que sirvió como criada fiel hasta el final de sus días.El sindicato engulló al partido; este petardo es lo que nos quiere endilgar como modelo este señor: la incapacidadpolítica de los incapaces. Sin embargo, y a su pesar, los verdaderos comunistas sí acostumbramos a extraer lasenseñanzas pertinentes de la práctica, incluidas las del fracaso de la práctica de sus enemigos. Y, en este caso, lapráctica enseña que el método de unidad comunista es un método erróneo de reconstitución del Partido Comunista,que es imposible la construcción del movimiento revolucionario desde la lucha de resistencia espontánea de lasmasas, y que la conjunción de ambas líneas sólo puede conducir a la liquidación de la vanguardia.

En cuanto a José María, es un cadáver político que si todavía deambula por ahí es porque no tiene ni dóndecaerse muerto. Internet le permite pulular por los etéreos circuitos espirituales del planeta como un zombi, mistificandosu propia trayectoria política y permitiendo que el dirigente de barrio se transforme en ideólogo de barrio. Anda porlos caminos místicos del ciberespacio como los místicos medievales caminaban por la tierra, difundiendo el mismomensaje entre los bienaventurados que quieran escuchar su verdad:

“Mi reino no es de este mundo”

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“Pero lo que sucumbía en estas derrotas no era la revolución. Eran los tradicionales apén-dices prerrevolucionarios, las supervivencias resultantes de relaciones sociales que aún no sehabían agudizado lo bastante para tomar una forma bien precisa de contradicciones de clase:personas, ilusiones, ideas, proyectos de los que no estaba libre el partido revolucionario...”

K. Marx

Este año se cumple el 90º aniversario de la Re-volución Socialista de Octubre, acontecimiento cardinalen la historia revolucionaria de nuestra clase. Ante laprevisible avalancha de panegíricos irreflexivos y luga-res comunes por parte de los grupos que aún se recla-man de esta tradición, el MAI quiere marcar distancias.Si por un lado nos mantenemos intransigentes en la de-fensa de Octubre, sus principios y el luminoso caminoque señaló a los pueblos del mundo, por otro, fieles anuestro compromiso con el Balance histórico de la revo-lución y la lucha de líneas, queremos presentar ante lavanguardia una serie de reflexiones. Siempre, por su-puesto, con la vista puesta en la reconstitución del co-munismo, en el rearme ideológico y político de nuestromovimiento, llamado a encabezar la superación revolu-cionaria de la sociedad de clases.

No obstante, vamos a realizarlo sin ánimo deexhaustividad, centrándonos en un prisma particular,desde lo que podemos entresacar para la línea militarproletaria. La insurrección de Octubre sigue siendo laguinda del imaginario insurreccionalista, imaginario en elque pocos creen fundadamente, y al que se aferran losnegadores del Balance, a pesar de haber demostradoreiteradamente su fracaso. Por otra parte, para los quedefienden la correcta línea de Guerra Popular Prolonga-da (GPP) como estrategia universal del proletariado,Octubre siempre ha constituido un problema difícil y quesuelen soslayar, ya que también comparten muchos delos presupuestos kominternistas. Y ciertamente, Octu-bre es un tema complejo en el que concurren muchasparticularidades políticas e históricas. Las reflexiones quesustentan la argumentación del presente artículo buscanestimular el debate entre ese sector de la vanguardiaque defiende la estrategia de GPP.

Algo sobre las premisas históricas de Octubre yel viejo paradigma revolucionario

Octubre representa un acontecimiento históricotrascendental, el inicio de la era de la revolución proleta-ria, y la madurez histórica de la clase obrera como claserevolucionaria que, estruendósamente, pone sus aspira-ciones sobre el tapete de la historia. No obstante, cree-mos que para entender cabalmente un acontecimiento

de tan profundo calado nos tenemos que remitir obliga-toriamente al pasado que le sirve de base y de sustento.

El siglo XIX está indeleblemente marcado porla revolución burguesa, que es el contexto político dondese enmarca la conformación del proletariado como cla-se. Durante esta centuria se puede hablar de una alian-za entre un proletariado en formación, poco conscientey organizado, y el ala democrático-revolucionaria de laburguesía, que instrumentalizará esta base de masas enfunción de sus intereses, y, de forma más general, de losintereses de la burguesía. Engels, en su Introducción aLas luchas de clases en Francia (1848-1850) de Marx,hace un somero balance de estas luchas:

“(...) todas las revoluciones se habían reducidoal derrocamiento y sustitución de una determinada do-minación de clase por otra; pero todas las clases domi-nantes anteriores sólo eran pequeñas minorías, compa-radas con la masa del pueblo dominada. Una minoríadominante era derribada, y otra minoría empuñaba en sulugar el timón del Estado y amoldaba a sus intereses lasinstituciones estatales. Este papel correspondía siempreal grupo minoritario capacitado para la dominación y lla-mado a ella por el estado del desarrollo económico y,precisamente por esto y sólo por esto, la mayoría domi-nada, o bien intervenía a favor de aquélla en la revolu-ción o aceptaba la revolución tranquilamente. Pero, pres-cindiendo del contenido concreto de cada caso, la formacomún a todas estas revoluciones era la de ser revolu-ciones minoritarias. Aun cuando la mayoría cooperase aellas –consciente o inconscientemente– al servicio deuna minoría; pero esto, o simplemente la actitud pasiva,la no resistencia por parte de la mayoría, daba al grupominoritario la apariencia de ser representante de todo elpueblo.

Después del primer éxito grande, la minoría ven-cedora solía escindirse: una parte estaba satisfecha conlo conseguido; otra parte quería ir todavía más allá ypresentaba nuevas reivindicaciones, que, en parte almenos, iban también en interés real o aparente de lamuchedumbre del pueblo. En algunos casos, estas rei-vindicaciones más radicales prosperaban también; perocon frecuencia, sólo por el momento, pues el partido másmoderado volvía a hacerse dueño de la situación y lo

Octubre: lo viejo y lo nuevo

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conquistado en el último tiempo se perdía de nuevo, totalo parcialmente; y entonces, los vencidos clamaban trai-ción o achacaban la derrota a la mala suerte. Pero, enrealidad, las cosas ocurrían casi siempre así: las con-quistas de la primera victoria sólo se consolidaban me-diante la segunda victoria del partido más radical; unavez conseguido esto, y con ello lo necesario por el mo-mento, los radicales y sus éxitos desaparecían nueva-mente de la escena.”1

Este convulso proceso culminará con la consoli-dación del poder político de la burguesía en las principa-les naciones de la Europa occidental, aún con una ma-yor o menor fusión con los viejos grupos dominantes. Apartir de 1848 se da un proceso de expansión sin prece-dentes de la base económica y de las relaciones socialescapitalistas. Este periodo, más o menos pacífico, suponeun espaldarazo al desarrollo histórico del proletariadocomo clase, que se realiza en base a sus demandas par-ciales, cohesionándose políticamente sobre la base desu posición económica, y por tanto, sin poder subvertirla.Es la época que cristalizará con la formación de los par-tidos socialdemócratas, aglutinadores de masas y repre-sentantes genuinos de la conciencia en sí proletaria.

Recapitulando, el ámbito en que el proletariadodecimonónico se mueve políticamente oscila entre suconformación y cohesión sobre la base económica capi-talista y sus ruidosas apariciones en la palestra de lacrisis política de la mano de la burguesía revolucionaria,aunque, siempre puntualmente, pueda con su empujeespontáneo rebasarlo. Es decir, son siempre factoresexternos a su propia conciencia revolucionaria, necesa-riamente inmadura –las relaciones socioeconómicas ca-pitalistas y su alianza de clase con la burguesía revolu-cionaria–, las que le proporcionan sus primeras expe-riencias políticas e históricas. Acotamos que esto es fru-to de un inevitable proceso de maduración como clase,base ineluctable y necesaria de su desarrollo revolucio-nario posterior. No obstante, estos primeros y, si se nospermite, intrauterinos aprendizajes en la lucha de cla-ses marcarán indeleblemente –casi lo podríamos llamarun estigma de nacimiento– un sustrato muy profundo enla concepción proletaria del mundo y en el modo de afron-tar el hecho revolucionario, sustrato que en gran medidasubsiste y que es necesario depurar como condición sinequa non para la apertura del próximo Ciclo revolucio-nario.

Podemos definir estos elementos como, por unlado, en el sustrato filosófico-ideológico, el kautskismo.Kautsky es el vulgarizador del marxismo en el movi-miento obrero y el que más contribuye a adaptarlo aestas particulares condiciones históricas. El kautskismo(realmente el marxismo de la época) es la plasmación

más acabada y sistematizada en lo ideológico de la hipo-teca que esta alianza entre la burguesía revolucionaria yel proletariado va a suponer; alianza que se sellará amedida que las principales luminarias intelectuales delproletariado se concentran en el combate contra el idea-lismo filosófico, y que acabará entronizando como razónabsoluta y principal fuente de conocimiento al productogenuino de la concepción burguesa del mundo, la cien-cia. Este proceso se verá facilitado por la aversión quelos fundadores de la cosmovisión proletaria, especial-mente Marx, van a sentir por la sistematización de supensamiento. Sucintamente, los efectos ideológicos deesta inmadura alianza se van a plasmar, cada vez másacentuadamente, en un sacrificio de la dialéctica a favordel mecanicismo, el determinismo economicista, un evo-lucionismo de corte darwinista y, como corolario, la feen la inevitabilidad del progreso social.2 La culminaciónlógica de este proceso y que, aún a pesar de que en laépoca causara gran escándalo, acabará hegemonizandola socialdemocracia –y, andado el tiempo y por la inca-pacidad de superar su crisis, también al comunismo– fueel revisionismo bernsteiniano.

Por otro lado, un contexto en que el proletariadose encuentra en un proceso histórico de conformaciónen base a sus luchas económicas y demandas parcialesy repentinamente se ve abocado al combate, casi siem-pre con las armas en la mano, por la crisis política pro-ducida por la revolución burguesa (la revolución de 18483 ,hito decimonónico, es un ejemplo prístino) será determi-nante en la conformación de su subconsciente políticoen cuanto al cómo afrontar el hecho revolucionario.

El resultado de estos factores históricos es unavisión en la que el proletariado acumula fuerzas median-te sus demandas parciales en paciente espera del esta-llido social, en la visión determinista-economicista frutopor excelencia de una crisis económica, crisis que le vienedada desde fuera, y que le da las condiciones para el

1 MARX, C.: Las luchas de clases en Francia (1848-1850).Ayuso. Madrid, 1975, págs. 15 y 16.

2 Para una mayor profundización en estos aspectos remitimosal lector al magnífico trabajo elaborado por el Colectivo Fénix:Stalin. Del marxismo al revisionismo., especialmente en elapartado “Límites de las premisas ideológicas del Ciclo deOctubre”.3 Mención aparte merece la Comuna de París, en rigor la prime-ra experiencia plenamente revolucionaria del proletariado. Sinembargo, aquí de nuevo son factores externos al proletariado–la crisis del II Imperio y la desastrosa guerra contra Prusia(factor que no por casualidad se repetirá en Rusia)– los que,en una época de resaca política de la revolución burguesa (noen vano el II Imperio es hijo bastardo de ella), determinan elestallido revolucionario. Además, la inmadurez de los obrerosparisinos marcará el que no sea la ideología revolucionaria delproletariado, el marxismo, quien hegemonice la empresa, sinoconcepciones pequeñoburguesas como el blanquismo y elproudhonismo. No obstante, gracias al fecundísimo cerebrode Marx, será fuente de fundamentales enseñanzas respecto alas tareas de la revolución para con el Estado.

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asalto al poder, que en este imaginario quedará esencial-mente reducido a una insurrección. Así, el proletariadoes un espectador pasivo en la crisis social, quedando supapel político activo reducido a elegir el momento opor-tuno para el putsch. Es evidente que ambos aspectos, elfilosófico-ideológico y el político-golpista (más que re-volucionario), no se injertan artificialmente, sino que soncomplementarios, siendo el segundo la consecuenciapolítica lógica del primero.

Así pues, el insurreccionalismo como colofónnecesario de una concepción economicista, deterministay fatalista (inevitabilidad del progreso social o, lo que eslo mismo, derrumbe capitalista). Todo ello, a pesar deque Engels en su ya citada Introducción –en realidadun balance de la experiencia proletaria decimonónica,escrita en los momentos finales de su vida y de la centu-ria (1895), como digno y genial cofundador de nuestraideología– ya prescribía la caducidad de las concepcio-nes insurreccionalistas:

“Pues también en este terreno habían cambiadosustancialmente las condiciones de la lucha. La rebeliónal viejo estilo, la lucha en las calles con barricadas, quehasta 1848 había sido la decisiva en todas partes estabaconsiderablemente anticuada.

No hay que hacerse ilusiones: una victoria efec-tiva de la insurrección sobre las tropas en la lucha decalles, una victoria como en el combate entre dos ejérci-tos, es una de las mayores rarezas.”4

El proletariado no saldará cuentas consecuen-temente con estas concepciones, fruto de un contextohistórico y político-cultural muy concreto, y seguramen-te necesario dado el proceso de conformación en la queestaba inmersa nuestra clase, y, a través de la II Inter-nacional, pasará en gran parte a Lenin y los bolcheviques.

Los bolcheviques y el camino a Octubre

Hemos visto como en la yuxtaposición históricade la revolución burguesa y la revolución proletaria enOccidente muchos elementos políticos e ideológicos bur-gueses pasaron, como no podía ser menos dada la reite-rada inmadurez de nuestra clase, sin criba al imaginarioproletario. En Rusia el panorama se complica ya queaquí este encadenamiento de tareas revolucionarias his-

tóricas se da también, fruto del atraso socioeconómicoruso, en el plano político.

De nuevo, aquí tenemos una alianza entre laburguesía liberal y el proletariado, alianza que de nuevotendrá diversas plasmaciones ideológicas. No obstante,la debilidad e impotencia de la burguesía rusa y la con-sistencia del proletariado internacional hacen que, de lamano de la creciente mundialización de las relacionescapitalistas, que anuncia ya el imperialismo, la plasmaciónideológica de esta alianza bascule más hacia el proleta-riado, es lo que se denominó marxismo legal.

Hallamos aquí una socialdemocracia excepcio-nalmente madura, que es fruto, por un lado, de la recep-ción, con una avidez voraz rara en la historia, por partede la intelectualidad progresista rusa, de las corrientesmás avanzadas del pensamiento occidental, que final-mente entronizará al marxismo; y por otro lado, de unambiente de crisis social y política, producto del impactode los profundos cambios económicos y sociales que eledificio autocrático del Estado ruso se ve incapaz deasimilar. Es decir, un ambiente en el que se respira lanecesidad de revolución.

Éstas son las circunstancias que verán forjarseel bolchevismo en el seno de la socialdemocracia rusa(corriente que no tiene equivalente en los otros partidosde la II Internacional, salvo más o menos débiles ele-mentos izquierdistas). El bolchevismo representa genui-namente al proletariado revolucionario, ya que si bienparte de las mismas premisas ideológicas que el resto dela socialdemocracia5 , se va a desarrollar en lucha con-tra buena parte de ellas, plasmadas y sistematizadas enel menchevismo, en tanto obstaculizaban la labor del pro-letariado y el desarrollo de la revolución rusa. Ahí seencuentran los éxitos y limitaciones del bolchevismo, yaque su lucha ideológica va a ser fundamentalmente polí-tica, contra los posicionamientos políticos que, fruto deesas premisas, obstaculizaban el desarrollo revoluciona-rio, y no tanto un combate global, de fondo, contra el

4 MARX: Op. cit. págs. 28 y 29. Añadir que Engels, antes demorir, se quejó amargamente en varias cartas de la utilizaciónde su Introducción por la socialdemocracia para legitimar supráctica real reformista: “Hoy he visto en Vorwärts un extrac-to de mi introducción, publicado sin mi consentimiento y arre-glado de tal modo que aparezco como un pacífico adorador dela legalidad a toda costa. Razón de más para que deseé verpublicada integramente la introducción en Neue Zeit, a fin deque se disipe esta bochornosa impresión.” MARX, ENGELS:Sochineniya. Moscú, 1966. Tomo 39, pág. 373.

5 Véase al respecto también, Colectivo Fénix: Stalin. Del mar-xismo al revisionismo, en el apartado “Los límites del bolche-vismo”.

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sustrato filosófico que sustenta esas tesis políticas.Es interesante observar que estos desarrollos del

marxismo, y, por ende, del movimiento revolucionario,son siempre el resultado de poner el acento en el factorconsciente de la revolución. Así, por ejemplo, elmenchevismo, fiel al mecanicismo determinista dominan-te en la socialdemocracia, consideraba que, puesto quela revolución pendiente era burguesa, era a la burguesíaa la que le correspondía la iniciativa política, debiendolimitarse el proletariado a la posición de pasiva compar-sa en espera de que, con el desarrollo del capitalismo, letocara el turno de su actividad independiente (actividadque, vistas las concepciones socialdemócratas que yahemos señalado, sería, de todos modos, muy limitada).Así, y enlazando con lo que hemos visto en Occidente,el menchevismo se convertía objetivamente en un pro-ducto ideológico de la alianza, y la supeditación, del pro-letariado con la burguesía. Lenin, por el contrario, y ob-servando las experiencias europeas y de la revoluciónde 1905, niega esta iniciativa a la burguesía y consideraque el proletariado debe ser el dirigente de la revolucióndemocrática, en alianza con el campesinado, y que serácapaz de dirigir conscientemente la resolución de las ta-reas burguesas pendientes, para pasar seguidamente, yen idónea posición, a la Revolución Socialista. Acuñaráasí la consigna dictadura democrática revoluciona-ria del proletariado y el campesinado.

La elección de afrontar consecuentemente larevolución será la causa de otras controversias con elmenchevismo y en el seno de la socialdemocracia inter-nacional, como en el caso del debate en torno al partidorevolucionario, pieza fundamental del leninismo. Será enel curso de éstas y otras controversias ideológicas comolos bolcheviques irán forjando el genuino partido prole-tario de nuevo tipo.

Ésta es precisamente una de las enseñanzas uni-versales del bolchevismo. El partido se constituye desdela ideología, en torno a la cual se desarrollan las formasorganizativas, que son más elásticas y deben adaptarsea multitud de situaciones concretas. Los críticos bur-gueses y casi siempre los comunistas no han sabido com-prender la esencia del partido de nuevo tipo leninista,centrándose en el aspecto orgánico y formal de la “or-ganización disciplinada de revolucionarios profesionales”,el “centralismo”, etc. Todo ello es cierto pero sólo atien-de a un aspecto, es unilateral y, por tanto, incorrecto,haciendo caer a los revolucionarios en un estrechoorganizativismo que se ha mostrado asfixiante. Lenin ensu célebre ¿Qué hacer? trata en profundidad sólo unaspecto de la contradicción que realmente constituye elpartido, que es la que se establece entre vanguardia ymasas. En esta obra este conjunto está enfocado de for-ma más implícita que explícita. El propio Lenin se veráobligado a explicarlo más detenidamente a algunos ca-maradas. En una carta, fechada el 2 de agosto de 1902,a P. G. Smidovich, podemos leer:

“Pero es un error suyo encontrar una antítesisabsoluta donde yo sólo establezco una gradación y se-ñalo los límites de los últimos eslabones de esa grada-ción. Pues aparece toda una cadena, empezando porun puñado de personas que forman el núcleo rigurosa-mente clandestino y bien entrelazado de revolucionariosprofesionales (el centro) y terminando por la ‘organiza-ción’ de masas ‘sin afiliados’.

Yo sólo señalé la orientación en el carácter cam-biante de los eslabones: cuanto mayor sea el carácterde “masas” de la organización, menos definidamenteorganizada y menos clandestina debe ser; esa es mitesis. Pero usted interpreta que significa ¡¡que entre lasmasas y los revolucionarios no se precisan intermedia-rios!! ¡Pero si toda la esencia está en esos interme-diarios! Y puesto que yo señalo las características delos últimos eslabones y subrayo (y subrayo con fuer-za) la necesidad de que existan eslabones intermedios,es evidente que estos últimos estarán ubicados entre la‘organización de revolucionarios’ y ‘la organización delas masas’...”6

Ésta es la verdadera esencia orgánica del parti-do proletario de nuevo tipo, que, como vemos, no sólo nocorresponde ni al típico partido de masas socialdemó-crata (propio de la época histórica de acumulación defuerzas de clase) ni y a la estrecha organización de lavanguardia (que acabó predominando entre las seccio-nes de la Komintern), sino que las niega, incluyéndolas aun nuevo nivel. La experiencia bolchevique, realmentede uno de los escasos partidos proletarios de nuevo tipoque se han constituido en la historia, además demuestraque el pilar fundamental de su construcción es la ideolo-gía revolucionaria.

La historia del bolchevismo hasta 1917 es fun-damentalmente (lo que no excluye otros aspectos) la his-toria de las disputas en torno a las grandes cuestiones dela revolución: el partido, la estrategia revolucionaria, elparlamentarismo, la cuestión nacional, la guerra, el Es-tado... Es en la victoriosa resolución de estos debatescomo la línea revolucionaria bolchevique se va dotandode los instrumentos orgánicos que le permitirán afrontarel reto revolucionario. De hecho, el protagonismo bol-chevique en los acontecimientos y crisis que sacuden alimperio zarista hasta 1917 es bastante marginal –casospuntuales, como su destacada participación en la insu-rrección de Moscú de diciembre de 1905, en la que tam-bién participan los mencheviques–, y, en todo caso, pos-terior al desencadenamiento de las crisis. Que no se colijade aquí que los comunistas debemos ausentarnos delmundo, como vociferarán los corifeos caricaturizadoresde líneas políticas, pero lo cierto, y es lo que se despren-de de las experiencias que más laureles han depositado

6 LENIN, V. I.: Obras completas. Akal. Madrid, 1978, tomoXXXVII, págs. 220 y 221 (la negrita es nuestra –N. de la R.).

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sobre la cabeza de nuestra clase, la ideología revolucio-naria debe estar siempre al mando. Ésta, a medida quese va constituyendo el partido, se va haciendo progresi-vamente inteligible para las masas, hasta culminar conla formulación del Programa, exposición de la necesidadde su dictadura de clase para satisfacer sus demandas yprimer eslabón en la cadena que conduce al Comunis-mo.

La exitosa y completa forja del principal instru-mento revolucionario es la clave fundamental de Octu-bre y del triunfo bolchevique.

Por otro lado, la existencia de un potente movi-miento espontáneo de masas es debido a particularescondiciones, históricas generales (la irradiación en elconjunto de la sociedad de unos modos político-cultura-les fruto de una revolución burguesa ya caducada histó-ricamente), y concretamente rusas (la crisis crónica deun Estado incapaz de asimilar los profundos cambiosestructurales de la sociedad rusa), condiciones que yano pueden existir, lo cual no hace sino confirmar estediagnóstico sobre la vital importancia de la ideología re-volucionaria.

Octubre: propuesta para una nueva perspectiva

Sentada ya la innegable importancia del partidode nuevo tipo, tanto general como en el caso particularde Octubre, y dibujados algunos elementos para su co-rrecta comprensión, vamos a concentrarnos en el puntocentral de la cuestión: la Revolución de Octubre.

De Febrero a Octubre

La derrota de la revolución de 1905 había su-puesto la contraofensiva de la reacción. Las organiza-ciones revolucionarias tuvieron que conocer el arte delrepliegue y el movimiento espontáneo de masas sufrióuna repentina parálisis y quedó muy debilitado. La ma-sacre del Lena en 1912, donde las tropas zaristasmasacraron a centenares de mineros, parecía volver aponerlo en marcha, pero agosto de 1914 y el estallido dela guerra imperialista ahogó al movimiento entre fervo-res patrióticos. La guerra determinó dos acontecimien-tos fundamentales.

Por un lado, mostró hacia dónde lleva la políticade “acumulación fuerzas” sin una sólida perspectiva. Apesar de todas las pomposas declaraciones de la social-democracia internacional de “impedir la guerra”, “com-batir la guerra con la guerra”, “usarla para acelerar elderrumbe del capitalismo”... (Stuttgart en 1907, Basileaen 1912), los líderes de la II Internacional levantaron labandera de la “unión sagrada” y condujeron a los obre-ros de sus respectivos países a la carnicería fratricida.Sólo los bolcheviques y algunas débiles facciones izquier-distas mantuvieron en alto la bandera delinternacionalismo y lanzaron la consigna de transfor-mar la guerra imperialista en guerra civil revolucio-

naria. La bancarrota de la II Internacional y la escisiónhistórica del movimiento obrero en dos alas (de la que,por cierto, no se suelen sacar las consecuencias políti-cas pertinentes) estaba servida.

Por otro lado, el inicio de la guerra supuso elprincipio del fin de la autocracia zarista. Desde fuera, elaparato militar zarista parecía impresionante. Era elmayor ejército de Europa (lo que en la época quería de-cir del mundo) y parecía modernamente equipado. Sinembargo, todo era fachada y el ejército ruso, productode una arcaica organización social y política, pronto em-pezó a descomponerse por los golpes de la guerra. Loúnico que no le faltaba era carne de cañón, y los genera-les rusos economizaban poco su empleo. El ejército rusoes, con diferencia, el que más bajas sufrió durante laguerra, lo cual sólo podía ir en detrimento de la situacióninterior. Este callejón sin salida en el que el poder terra-teniente-feudal zarista se encontraba al verse inmersoen la guerra imperialista lo resume la célebre frase, pro-nunciada ya en 1915 por el ministro de la Guerra, gene-ral Polivanov: “Confío en la dilatada extensión intransi-table de nuestro territorio, en los pantanos inacabables yen la misericordia de San Nicolás de Mirlik, protector dela santa Rusia.”7 ¡Recetas medievales para los proble-mas de una guerra moderna! Es difícil encontrar en lahistoria una confesión más descarnada de la inviabilidady la quiebra de un sistema.

A ello podemos sumar la ineptitud de la camari-lla dirigente que no veía forma de superar la crisis. Lastentativas de buscar una paz por separado y el golpepalaciego contra Rasputín no sólo no solucionaron la cri-sis de la monarquía, sino que agravaron las contradic-ciones con el capital financiero internacional británico yfrancés. La crónica crisis interior de la autocracia, agra-vada por el gran desarrollo capitalista de Rusia desde1905, no hizo sino exacerbarse por los horrores, sufri-mientos y privaciones de la población rusa.

7 TROTSKI, L.: Historia de la revolución rusa. Sarpe. Ma-drid, 1985, vol. I, pág. 41.

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Estos factores despertaron de nuevo el movi-miento espontáneo de masas. Manifestaciones y huel-gas iban en aumento. Durante enero y febrero el núme-ro de huelguistas alcanzó los 680.000. El estallido revo-lucionario se produce el 12 de marzo.8 Las tropas seniegan a disparar contra los obreros en Petrogrado yestalla la insurrección. Tres días después expiran, conpocas lágrimas, varios siglos de autocracia feudal y seproclama la república.

La burguesía rusa, siempre timorata, corre a lle-nar el vacío creado y se forma un gobierno provisional.No obstante, para contener el movimiento de masas quetan espectacularmente había barrido una secular mo-narquía se ve también obligada a buscar mecanismospara canalizarlo. Éste es el origen de los soviets en 1917:

“El Soviet de Petersburgo se consideraba cons-cientemente como heredero de su antecesor de 1905.De todos modos se diferenciaba ya por su forma ya porlas circunstancias de su fundación claramente del ante-rior. Mientras que el consejo de diputados obreros de1905 creció directamente de las huelgas masivas paramantenerlas y dirigirlas, el nuevo soviet se formó cuan-do el levantamiento revolucionario ya había ganado enla capital el predominio. La iniciativa para su fundaciónse encontraba –en contraposición a 1905– sobre todo,en algunos dirigentes políticos (de los grupos obreros, delos delegados de la Duma), que intentaban formar, en elmomento del derrumbamiento del antiguo régimen, unaespecie de ‘gobierno de reserva clandestino’.”9

A pesar de su insufrible tono antibolchevique, laobra de Anweiler tiene el mérito de ofrecernos una muy

detallada narración de la historia de los so-viets y de sus vicisitudes, así como gran can-tidad de datos concretos. Así, como bienexplica, la iniciativa en la formación de lossoviets no parte, como en 1905, espontánea-mente de las masas, sino que es obra de losdirigentes mencheviques y eseristas, apén-dices confesos en su línea política de la bur-guesía liberal. Lo que nos interesa resaltares que estos organismos, llamados a ser labase del Nuevo Poder, no surgieron, en laexperiencia rusa, en ningún caso por la ini-ciativa del proletariado revolucionario, delPartido Bolchevique. En 1905 surgen comoproducto, en unas muy determinadas condi-ciones históricas y políticas, de la respuestade las masas ante el traumático agravamien-to de la crisis social. No obstante, están so-

metidos, por ser su producto genuino, a ésta, dependende estos condicionantes sociales y políticos, siendo porsí solos incapaces de incidir decisivamente en el agrava-miento de la crisis. La experiencia de 1905 demuestraque el movimiento espontáneo dejado a su suerte estácondenado a ser derrotado una vez que el enemigo, deforma más o menos dificultosa, consigue estabilizarse.Febrero de 1917, por su parte, nos habla de la capacidadde la burguesía, por muy pusilánime que sea como en elcaso ruso, para canalizar el movimiento espontáneo, aúnutilizando sus organismos genuinos (es de señalar el enor-me prestigio que en el imaginario obrero ruso habíanacumulado los soviets desde 1905). De hecho, tendráque ser un factor externo, el Partido Bolchevique, el quehaga que la balanza de la crisis se incline hacia la revo-lución proletaria.10 Dejemos sentado pues, que el de-rrumbamiento de la autocracia y la formación de los so-viets, es decir las bases del Nuevo Poder, no parten dela iniciativa del partido revolucionario, sino que son pro-ducto de los condicionantes sociales y políticos domi-nantes –queda en el marco burgués, por tanto–, e inclu-so de la iniciativa de la clase antagonista.

A partir de aquí se inicia una de las característi-cas específicas de la Revolución rusa: la etapa del doblepoder, de la coexistencia relativamente pacífica de dospoderes.

En un principio, los principales dirigentes

8 Usamos para las fechas el actual calendario gregoriano, contrece días de adelanto respecto al calendario juliano, vigenteen la Rusia de la época.9 ANWEILER, O.: Los soviets en Rusia. 1905-1921. Zero.Madrid, 1975, págs. 112 y 113.

10 Que piensen en ello los consejistas, comunistas de izquier-da y otros adalides “izquierdistas” de la “auto-organizaciónobrera” y del espontaneísmo revolucionario, que además acu-san a los bolcheviques de haber asesinado la revolución ¿Quéhubiera sido de los soviets en 1917 sin el contrapeso bolche-vique? Su destino, sin duda, hubiera sido fenecer, como en1905, una vez que la burguesía rusa hubiese estabilizado sucrisis en alianza con las fuerzas sociales del viejo régimen.Cierto que le hubiera costado bastante, pero la guerra, princi-pal factor desestabilizador, no duraría eternamente, y sólo unaño después, y sin segundo frente, Alemania sería derrotada.

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bolcheviques en Petrogrado no captan claramente lascaracterísticas de la nueva situación.11 A su llegada a laciudad epicentro de la revolución, a finales de marzo,Kamenev y Stalin12 tomarán la vieja consigna de dicta-dura democrática revolucionaria del proletariado yel campesinado.

La llegada de Lenin a Petrogrado desde el exiliosuizo el 16 de abril supone un cambio fundamental en latáctica bolchevique. Bajo el brazo trae las célebres Te-sis de Abril, verdadero hito de la madurez del proleta-riado, que consagran la iniciativa revolucionaria de éstey plantean el objetivo del socialismo.

Lenin caracteriza esta fase de la revolucióncomo una fase transitoria:

“El doble poder expresa simplemente una fasetransitoria en el desarrollo de la revolución, cuando éstaha llegado más allá de una revolucióndemocráticoburguesa corriente, pero no ha llegado to-davía a una dictadura ‘pura’ del proletariado y el cam-pesinado.”13

Fase en la que coexisten dos poderes, el de laburguesía, encarnado en el Gobierno Provisional y el delas masas populares, encarnado en los soviets. Lenin,político revolucionario genial, entiende que esta situa-

ción ha hecho caducar las viejas consignas agitativasbolcheviques y considera que los soviets son la consu-mación de facto de la dictadura democrática del prole-tariado y el campesinado:

“El origen de clase y la significación de clase deeste doble poder son las siguientes: la revolución rusa demarzo de 1917 no sólo arrolló toda la monarquía zarista,no sólo entregó el poder íntegro a la burguesía, sino que,se acercó mucho a la dictadura democrática revolucio-naria del proletariado y del campesinado. El soviet dePetrogrado y los demás, los locales, representan preci-samente esa dictadura (es decir, un poder que no se apo-ya en la ley, sino directamente en la fuerza de las masasarmadas de la población), una dictadura precisamentede las clases antes mencionadas.”14

Y realmente es un poder en toda la significacióndel término. Como nos enseña el marxismo-leninismo laesencia y origen de todo poder político reside en el fusil.Los soviets no sólo representan los órganos con mayorlegitimación en la Rusia del momento por su apoyo demasas, sino, y esto es lo realmente importante, constitu-yen, valga la redundancia, un auténtico poder armado.Desde los primeros momentos de su constitución parti-cipan en ellos un enorme número de soldados. Por ejem-plo, a finales de marzo, de unos 3.000 delegados del So-viet de Petrogrado dos tercios aproximadamente sonsoldados. Posteriormente, el soviet se reorganizó pero lacomposición y participación de soldados continuó siendoextraordinariamente alta. Además, al poco de comenzarla revolución, y producto de la desarticulación de la au-tocracia, comienzan a formarse en la mayoría de lasunidades del frente comités de soldados, manteniendo elsoviet fluidos contactos con ellas. El 13 de marzo el So-viet de Petrogrado había formulado la Orden nº 1, pro-clamando las libertades formales de la tropa y llamandoa la formación de estos comités. Con estas disposicio-nes se calcula que en poquísimo tiempo más de 100.000

11 Aunque, por otro lado, esto no es del todo cierto, ya quealgunos miembros del Comité del POSDR (b) en Petrogradointuyen de una forma, vamos a decir, bastante “leninista”, lanueva situación y coligen la consigna consecuente; verANWEILER: Op cit., pág. 156. Lo que nos puede hablar de lamadurez revolucionaria del Partido Bolchevique como con-junto y ayudar a liberarnos de la mitificación de caudillajes –ciertamente, algo natural en el caso de Lenin– en el ideal de loque debe ser la dirigencia revolucionaria.12 También es cierto que la posición de éste no era exactamen-te igual a la de Kamenev –que siempre se mostrará receloso,aunque la acate, con la consigna de todo el poder a los so-viets– y, aunque algunas propagandas quieran hacer tablarasa, ya antes de la recepción de las primeras cartas de Lenin,muestra una posición más receptiva ante la actitud leninistade los soviets como órganos del Nuevo Poder socialista, a laque enseguida se adhirió; en la segunda mitad de marzo escri-be en Pravda: “Es necesario un organismo general de la lucharevolucionaria de toda la democracia rusa, con el suficienteprestigio para fundir en un todo único la democracia de lacapital y la de las provincias y que pueda convertirse, llegadoel momento, de órgano de dirección de la lucha revolucionariadel pueblo en un órgano de Poder revolucionario que movili-ce todas las fuerzas vivas del pueblo contra las fuerzas de lacontrarrevolución. Ese organismo sólo puede ser el Soviet deDiputados Obreros, Soldados y Campesinos de toda Rusia.”;STALIN, J.: Obras. Ediciones en Lenguas Extranjeras. Moscú,1953, tomo 3, pág. 14. (nótese, por otra parte, esa dualizaciónentre órganos de lucha revolucionaria y órganos de Poder,cesura que perdurará en su pensamiento y de la que hablare-mos más adelante).13 LENIN: O. C. Akal, t. XXIV, pág. 479. 14 Ibídem, pág. 478.

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soldados están de una u otra forma ligados con el soviet,número que aumentaría con el tiempo y la formación denuevos soviets a lo largo de la geografía rusa. Los ofi-ciales se vieron obligados a aceptar estas medidas yaque es, de hecho, el soviet quien controla a las tropas,que sólo obedecen las órdenes de la Duma cuando no secontraponen a las del soviet.15

Así, el soviet constituye un auténtico poder quepor su modo de actuar y composición es plenamentepopular ya que, como Lenin esgrime en uno de sus argu-mentos para considerar realizada la dictadura democrá-tica revolucionaria del proletariado y el campesinado, ésteúltimo está uniformado, pues es campesina la extrac-ción de la inmensa mayoría de los soldados que compo-nen los soviets, hartos de la carnicería imperialista.

Ello no es óbice, todo lo contrario dado el carác-ter espontáneo de este movimiento de masas, para queen esta compleja y contradictoria situación de transiciónestos organismos entreguen el poder y le sirvan de co-rrea de transmisión a la burguesía, que aún no ha sidocapaz de estabilizar la situación:

“El segundo rasgo sumamente importante de larevolución rusa consiste en el hecho de que el Soviet dediputados soldados y obreros de Petrogrado, que, comoestá demostrado, goza de la confianza de la mayoría delos soviets locales, entrega voluntariamente el poder ala burguesía y a su gobierno provisional, le cede volun-tariamente la supremacía, habiendo llegado al acuerdode apoyarlo, y limita su propio papel al de observador, desupervisor de la convocación de la Asamblea Constitu-yente (cuya fecha el gobierno provisional ni siquiera haanunciado todavía).”16

A pesar de este factor, Lenin no duda en consi-derar a los soviets como lo que ahora llamaríamos Nue-vo Poder, una base que anuncia el socialismo:

“No se comprende a los Soviets de diputadosobreros, soldados, campesinos, etc., (...) Tampoco se loscomprende en el sentido de que ellos constituyen unanueva forma, mejor dicho, un nuevo tipo de Estado.(...) Es muy fácil (como la historia lo demuestra) volverde una república parlamentaria burguesa a una monar-quía, ya que todo el aparato de opresión, el ejército, lapolicía y la burocracia, queda intacto. La Comuna y lossoviets destruyen ese aparato y lo eliminan.

La república parlamentaria burguesa dificulta yasfixia la vida política independiente de las masas, suparticipación directa en la organización democrática detoda la vida del Estado, de abajo arriba. Lo contrariosucede con los soviets.”17

Con esta nueva y genial perspectiva, Lenin plan-tea la nueva táctica que deben acometer los bolcheviques,que deja de lado cualquier ilusión democrático burguesarespecto a la Asamblea Constituyente, y que enfila di-rectamente hacia le revolución proletaria:

“El nuestro debe ser un trabajo de crítica, deesclarecimiento de los errores de los partidospequeñoburgueses socialista revolucionario y socialde-mócrata; de preparación y unificación de los elementosde un partido comunista concientemente proletario, yde curación del proletariado de la embriaguezpequeñoburguesa ‘general’.

En apariencia, esto es ‘sólo’ trabajo de propa-ganda. Pero, en realidad, es una labor revolucionariasumamente práctica, porque no puede progresar unarevolución, que se ha estancado, que se ha atascado confrases y ‘marca el paso’ no por causa de obstáculosexternos, no por causa de la violencia de la burguesía(...), sino por causa de la fe irracional del pueblo.

Sólo venciendo esa fe irracional (y podemos ydebemos vencerla sólo ideológicamente, mediante lapersuasión fraternal, recurriendo a las lecciones de laexperiencia) podremos liberarnos de la orgía de fra-seología revolucionaria y estimular realmente la con-ciencia, tanto del proletariado como de las masas en ge-neral, así como su audaz y resuelta iniciativa (...). Alprincipio, serán inevitables los errores en esta nueva ta-rea de la organización por el pueblo mismo, pero es pre-ferible cometer errores y avanzar, que esperar hastaque los profesores de leyes (...) elaboren sus leyes parala convocación de la asamblea constituyente, para la per-petuación de la república parlamentaria burguesa y parael estrangulamiento de los soviets de diputados obrerosy campesinos.

Si nos organizamos y dirigimos nuestra propa-ganda diestramente, no sólo los proletarios, sino las nue-ve décimas partes de los campesinos se opondrán al res-tablecimiento de la policía, se opondrán a una burocra-cia inamovible y privilegiada y a un ejército divorciadodel pueblo. Y en esto consiste, precisamente, el nuevotipo de Estado.”18

Es decir, a partir de aquí la táctica bolcheviqueva dirigida a ganar la mayoría en los soviets, a recupe-rarlos como genuinas bases de apoyo del proletariadorevolucionario, a convertirlos, en definitiva, en bases delNuevo Poder proletario.

Desde este momento la historia de la Revolu-ción rusa hasta Octubre es la historia del desengaño delas masas ante los oportunistas y conciliacionistas. Va-rias crisis van a jalonar este camino.

A principios de mayo se tiene conocimiento deuna nota enviada por el ministro de Negocios Extranje-

15 ANWEILER: Op. cit. pág. 113.16 LENIN: Op. cit. pág. 478.17 Ibídem, págs. 485 y 486. 18 Ibid., págs. 480, 481 y 487.

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ros, P. N. Miliukov, a los aliados imperialistas de Rusiaen la que reafirma el compromiso del Gobierno Provi-sional de mantener todas las obligaciones de guerra deRusia para con sus aliados. El resultado son masivasmanifestaciones espontáneas de obreros y soldados queresultan tremendamente amenazadoras para el gobier-no. Para las masas esta nota era un ataque directo con-tra sus más sentidas aspiraciones que se pueden resu-mir en la tríada “paz, tierra y libertad”. La burguesíaconsiguió sortear la crisis mediante la retirada de Miliukovdel gabinete y la entrada en él de mencheviques yeseristas, que se ven obligados a dejar su posición de“apoyo crítico” desde la cabeza de los soviets para jugarsu verdadero rol de reservas de la burguesía. Éste es elprimer golpe de los que van a ir desgastando a la repú-blica burguesa.

Hay que añadir, para completar el fresco de lasituación del país, que tras conocerse las noticias sobreel inicio de la revolución, en el campo había comenzadoun vasto movimiento campesino, con ocupaciones de tie-rras incluidas, que los eseristas, tradicional partido delcampesinado, no respaldaban.

La situación del Gobierno Provisional va agra-vándose y el 1 de julio una demostración convocada porel Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado, en manosde los oportunistas, en apoyo de la política del gobiernodeviene en una manifestación en la que las masas enar-bolan las consignas bolcheviques: “¡Abajo la guerra!”,“¡Abajo los diez ministros capitalistas!”, “¡Todo el podera los Soviets!”. Era una demostración palpable de queno sólo el proletariado, sino también los sectores urba-nos intermedios (Lenin, en sus Tesis de Abril, había de-finido a Rusia tras la Revolución de febrero como el paísmás pequeño-burgués de Europa, en el que las concep-ciones e ilusiones políticas de estos sectores lo inunda-ban todo), estaban retirando su apoyo al gobierno bur-gués y basculaban hacia los bolcheviques.

El gobierno, que no había renunciado a su beli-cismo imperialista, y espoleado por la crisis interna, lan-za a primeros del mes de julio una gran ofensiva militaren la zona sur del frente, en Galitzia, contra los poderescentrales. Esto detiene momentáneamente las manifes-taciones populares, pero para mediados de mes la ofen-siva ya ha fracasado estrepitosamente y ante el contra-ataque austro-alemán las desmoralizadas tropas rusashuyen en desbandada. El ejército vuelve a sufrir espan-tosas bajas, y más aún por la actuación de los batallo-nes de la muerte, que en un desesperado intento pormantener la disciplina militar ahorcan a centenares desoldados.

Las noticias que llegan de la nueva sangría des-atan la furia de las masas en Petrogrado que de formamasiva y espontánea, en los días 16 y 17 de julio, selanzan a las calles. Las manifestaciones devienen en unaauténtica insurrección armada, que los bolcheviques tra-tan de impedir por considerar que el momento aún no espropicio, pero son desbordados y, como buen partido re-

volucionario, no tienen más remedio que encabezar eldescontento armado de las masas. Efectivamente, la si-tuación no estaba aún lo suficientemente madura y lacontrarrevolución tiene la excusa perfecta para pasar ala ofensiva. Las manifestaciones son aplastadas y el día18 de julio el partido y la prensa bolcheviques son prohi-bidos, teniendo que pasar a la clandestinidad. Se desatauna feroz represión. Afortunadamente, y en una nuevamuestra de su madurez como partido revolucionario, losbolcheviques saben replegarse exitosamente y la médu-la de la organización resiste los embates represivos. Gra-cias a esto la crisis de julio supone más un desgaste parael gobierno, encabezado por el socialista Kerensky, ypara mencheviques y eseristas, obligados a respaldar lasmedidas represivas sobre los bolcheviques y las masas.

Durante esta feroz represión, que los soviets, enmanos oportunistas, respaldan, los bolcheviques retiranla consigna de todo el poder a los soviets, que serárecuperada en septiembre. De nuevo, esto nos muestrael verdadero temple y naturaleza del partido de nuevotipo y su construcción desde los principios y la ideologíarevolucionarios. Esta independencia respecto del medioen el que se mueve es precisamente la base de esa,célebre en las peroratas oportunistas, flexibilidad tácti-ca. Si los bolcheviques hubieran construido su movimientodesde la base de los soviets –lo que incluso es más quehacerlo desde bases sindicales o de cualquier otra mani-festación de lucha parcial–, sin duda hubieran sido com-pletamente barridos. En un partido revolucionario la elas-ticidad táctica no es sino el reverso dialéctico de la fir-meza en los principios revolucionarios. Ésta, la ideologíarevolucionaria, es la única base desde la que construir elprincipal instrumento revolucionario, pues es la única quelo hace independiente de los vaivenes del movimiento yle da la capacidad de dirigirlo en pos del auténtico cami-no revolucionario. Amén de ser la única base posibleque le libera del medio y le da la capacidad de revolucio-narlo. De ello deberían tomar buena notas esos comu-nistas republicanos y aquellos que quieren construir laorganización revolucionaria “aprendiendo con la clase”,desde las estrechas luchas inmediatas, pues quedaránatados a las condiciones que las propician.

Sentada esta poco comprendida lección bolche-vique, prosigamos con la narración de los acontecimien-tos.

El momento álgido de la ofensivacontrarrevolucionaria, y punto clave en los acontecimien-tos de estos meses, es la llamada kornilovada. Entrelos días 7 y 12 de septiembre el general Kornilov intentaaplastar militarmente los soviets y la revolución. Losbolcheviques encabezan y organizan la resistencia. Éstees el momento esencial en el proceso de desengaño delas masas respecto a la política conciliacionista de losoportunistas, que muestra claramente que su única be-neficiaria es la reacción más descarada. El 13 de sep-tiembre, derrotada ya la kornilovada, el Soviet dePetrogrado se pronuncia a favor de la política bolchevi-

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que. En los días siguientes los bolcheviques copan lasdirecciones de gran parte de los soviets más importan-tes, los de Petrogrado y Moscú entre ellos. Losbolcheviques han ganado la batalla por los soviets, quepasan a ser bases de apoyo del proletariado revolucio-nario.

A partir de este momento Lenin comprende quecon la conquista de una firme base de apoyo, sustentadaen los soviets, ha llegado para el partido revolucionariola hora de pasar al ataque. Comienza a partir de aquí alanzar una fuerte campaña en pro de la insurrección, dela conquista violenta del Poder. En El marxismo y lainsurrección, escrito a finales de septiembre, explicalas condiciones que en este momento, a diferencia de enjulio, aseguran el éxito bolchevique. Junto al ascensorevolucionario de las masas y el agravamiento de lascontradicciones y vacilaciones en el campo de la con-trarrevolución, Lenin coloca en primer lugar la conquis-ta de los soviets, es decir, las bases del Nuevo Poder:

“No contábamos todavía con el apoyo de la cla-se que es la vanguardia de la revolución.

No teníamos todavía la mayoría entre los obre-ros y soldados de las capitales. Hoy la tenemos en am-bos Soviets. Es fruto, sólo de la historia de julio y agos-to, de la experiencia de la represión de que fueron objetolos bolcheviques y de la experiencia de la kornilovada.

No existía entonces un ascenso revolucionariode todo el pueblo. Ahora existe, después de lakornilovada. La situación en las provincias y el hecho deque los Soviets hayan asumido el poder en muchas loca-lidades así lo demuestran.”19

Se pueden advertir varios aspectos sumamenteinteresantes. Vemos que para la Lenin el apoyo de obre-ros y soldados al partido revolucionario es equivalente amayoría en los soviets, es decir a estas masas ejercien-do real y directamente su poder. Así pues, nada que ver

esta “experiencia” de la que habla Lenin con las estre-checes sindicalistas, muy en boga actualmente, que sesuelen encubrir tras esta expresión. La “experiencia”que posiciona a las masas con el partido revolucionarioes la del ejercicio de su dictadura, y las agresiones que,de una forma u otra –fundamental es el putschkornilovista–, sienten que se están perpetrando contraél. Por último, hay que advertir, abundando en este sen-tido, que, a pesar de que en julio las masas literalmentepasaron por encima de los bolcheviques en su ímpetucombativo, Lenin sitúa el ascenso del movimiento revo-lucionario ahora, en septiembre, y lo considera inexis-tente en julio. Es decir, que además del hecho del ascen-so del movimiento campesino, Lenin vinculaestrechísimamente estos dos factores: ascenso revolu-cionario y mayoría revolucionaria en los órganos de po-der de las masas, en los soviets, que ya controlan todo elpoder en muchos lugares.

En definitiva, sí, Lenin plantea la insurrección,pero vemos que sobre unas premisas que no son tenidasen cuenta en el imaginario insurreccionalista, que pasa-das las décadas sigue tenazmente enquistado en la ma-teria gris comunista.

De hecho, Lenin se ha de enfrentar con una fuer-te resistencia de lo viejo en su propio partido, resistenciaque está encabezada por Kamenev y Zinoviev, para ha-cer prevalecer sus posiciones. Éstos, durante las sema-nas que preceden a la acción bolchevique se muestranpersistentes en su oposición a los requerimientos de Lenin,hasta el extremo de llegar a anunciar los planes en pe-riódicos ajenos al partido. Extractemos sus posiciones,con el objetivo de contrastar más claramente lo viejo ylo nuevo. El principal documento de esta oposición es sudeclaración del 24 de octubre de 1917 (recordamos queestamos utilizando el calendario gregoriano y esta fechano se corresponde con la víspera de la insurrección):

“Gracias al considerable incremento de la influen-cia de nuestro Partido (...) la burguesía se halla en talsituación que si se le ocurriera en estos momentos sabo-tear la Asamblea Constituyente empujaría de nuevo alas masas pequeñoburguesas hacia nosotros y el disparose produciría solo.

(...) La Asamblea Constituyente, más los So-viets: he ahí el tipo mixto de institución gubernamentalhacia el cual nos encaminamos. Sobre semejante basepolítica, nuestro Partido logrará enormes posibilidadespara una victoria efectiva.

Nunca hemos dicho que la clase obrera rusa,enteramente sola, por sus propias fuerzas, fuera capazde hacer culminar victoriosamente la actual revolución.Nunca hemos olvidado, y no debemos olvidar aun eneste momento, que entre nosotros y la burguesía existeun enorme tercer campo, el de la pequeña burguesía(...). Sin duda, en el momento actual, ese campo se en-cuentra mucho más cerca de la burguesía que de noso-tros.19 LENIN: O. C., Akal, t. XXVII, pág. 133.

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(...) En Rusia, tenemos la mayor parte de losobreros y una parte considerable de los soldados. Perotodo el resto es un signo de interrogación. Todos esta-mos convencidos, por ejemplo, de que si logramos llegara la Asamblea Constituyente los campesinos, en su ma-yor parte, votarán a favor de los SR [eseristas].

(...) llegamos a la segunda afirmación que pre-tende que la mayoría del proletariado internacional estáya con nosotros. Desgraciadamente, no hay tal cosa (...).Sin embargo sólo el despertar de la revolución en Euro-pa podría obligarnos a tomar el poder sin vacilación deningún tipo. Ésa es, además, la única garantía de victoriade la revolución proletaria en Rusia. Eso vendrá, perotodavía no existe.

(...) El adversario puede forzarnos a entablaruna lucha decisiva antes de las elecciones para la Asam-blea Constituyente. Intentos de un nuevo golpe de Esta-do a lo Kornilov no nos dejarán, evidentemente, otra al-ternativa (...). Pero en ese caso un parte importante delcampo pequeñoburgués nos apoyará otra vez, segura-mente. La huida del Gobierno a Moscú empujará hacianosotros a las masas pequeñoburguesas. Entonces ha-brá las condiciones para nuestra victoria; entonces yano será nuestra derrota, sino la de nuestros adversarios.

(...) [el II Congreso de los Soviets] Debe con-vertirse en el centro de agrupamiento en torno a los So-viets de todas las organizaciones proletarias ysemiproletarias...”20

Aquí tenemos gran parte de los elementos de lavieja concepción revolucionaria, heredera del siglo XIX,y que, en realidad, se puede aprisionar dentro de losmarcos políticos de la burguesía. Vemos que el docu-mento desborda cretinismo parlamentario por todos losporos, con una confianza farisaica en la Asamblea Cons-tituyente y en la “incapacidad de la burguesía para sabo-tearla”. Como si las formas estatales fueran neutras,cuando ya Lenin en sus Tesis de Abril había, como he-mos mostrado más arriba, colocado la Asamblea Cons-tituyente junto al estrangulamiento de los soviets, es de-cir, ya había expuesto la imposibilidad de la convivenciade lo viejo –el parlamento burgués– con lo nuevo –elNuevo Poder de las masas armadas, los soviets–, y lainevitabilidad de que uno destruyese al otro. Unido a ellose encuentra la “eterna acumulación de fuerzas”, utili-zando la legalidad burguesa (la Asamblea Constituyen-te, el parlamento en definitiva) o incluso el Congreso delos Soviets (cuyo contenido queda desvirtuado de poderreal, efectivo e inmediato de las masas, a la vieja con-cepción menchevique de parlamento obrero21 ), a la es-pera del inevitable estallido, en este caso un nuevo putsch

reaccionario. Es decir, pasividad del proletariado, que ensu pueril confianza en la inevitabilidad del progreso (unaconstante a lo largo de todo el Ciclo; nótese en los ex-tractos la coletilla kameneviana refriéndose a la revolu-ción europea, base en esta concepción del triunfo enRusia: “eso vendrá, pero todavía no existe”), cede todala iniciativa al enemigo. Así, el resultado es una intermi-nable espera del proletariado revolucionario, que debepostergar su actuar consciente como clase de vanguar-dia de la historia a las vacilaciones de las capas interme-dias, de la pequeña burguesía. La guinda, como ya veni-mos adelantando, y la confirmación de este viejo fondoideológico, es el determinismo economicista, la esperade la revolución proletaria en el “avanzado” Occidente.“Avanzado”, por supuesto, en la faceta económica, perono desde el punto de vista de la experiencia y capacidadde la lucha revolucionaria del proletariado y del bagajede su vanguardia. No obstante, hay que señalar que estaera una premisa compartida por el conjunto del bolche-vismo, Lenin incluido, fruto de su amamantamiento en elseno del marxismo canónico de la socialdemocracia. Ladiferencia es que Lenin, que había profundizado muchomás en el marxismo, y aunque no rompe explícitamentecon todas estas concepciones y no realiza, como ya he-mos señalado, un combate a fondo contra ellas, sí sabe,como revolucionario genial que es, ver lo nuevo en suaplicación práctico-política. La práctica del líder bolche-vique es la mejor prueba de ello.

Lenin, con sobrada razón, será particularmenteduro en la lucha contra estas posiciones.22 Lenin se en-frenta a problemas con los que los proletarios revolucio-narios se han enfrentado siempre a lo largo de la histo-ria:

21 NIN, A.: Los soviets. Revolución. Madrid, 1987, pág. 42.20 Los bolcheviques y la revolución de octubre. Actas delcomité central del partido obrero socialdemócrata ruso (b),agosto de 1917 a febrero de 1918. Siglo XXI. México, 1978,págs. 92-98.

22 La lucha de Lenin y su decisión llegará hasta el extremo deplantear su dimisión en el Comité Central para conseguir liber-tad de palabra y agitación entre las organizaciones de base ylos obreros; LENIN: Op. cit., págs. 196 y 336. Es decir, antesrevolución que unidad. Inevitablemente, ante esta actitud,nuestra mente se traslada inmediatamente a Nepal. Lo ciertoes que las informaciones que llegan de allí son bastante oscu-ras y fragmentarias, pero algunas hablan de ciertas resisten-cias –incluso hay vagas referencias a una resistencia armada–de sectores del partido nepalí ante los acuerdos de paz. Si deverdad existe un ala izquierda organizada, desde aquí no po-demos por menos que exhortarles, sin aventurerismos y te-niendo en cuenta la relación de fuerzas, a continuar la sendaleninista. Es curiosa, abundando algo en la cuestión, la seme-janza entre los liquidacionismos, a pesar de la diversidad decontextos, entre esa línea kamenevista de espera a los países“avanzados” y la apelación de la dirección nepalí a la situa-ción en los países imperialistas, para justificar su renuncia a larevolución y a ejercer de vanguardia mundial de ésta. La esen-cia universal es la misma, la desconfianza en la capacidad de lalucha de clase revolucionaria del proletariado y, por tanto, laliquidación del principio marxista de la lucha de clases comomotor de la historia.

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“El marxismo es una doctrina en extremo pro-funda y multilateral. No es sorprendente que fragmen-tos de citas de Marx, principalmente si se hacen fuerade lugar, puedan ser siempre hallados entre los “argu-mentos” de quienes rompen con el marxismo.”23

Sí, la oposición, para justificar su cretinismo par-lamentario también apelaba al marxismo. Es una prácti-ca universal de los oportunistas el utilizar tales o cualescitas de los clásicos para asesinar su espíritu, es decirlos enlaces internos que dan coherencia a su pensamiento,y que deben confrontarse con la práctica efectiva delproletariado revolucionario. Es más, y aquí lo conoce-mos por experiencia propia, es un problema particular-mente aplicable a la obra de Lenin.

Como siempre, la primera víctima del oportunis-mo y su diana predilecta, contra la que cuenta con elgeneroso apoyo argumental del arsenal de la propagan-da burguesa, es la actividad de la vanguardia. En lasintensas reuniones de la dirección bolchevique de esosdías, Lenin ha de poner las cosas claras:

“No es posible guiarse por el estado de ánimode las masas, porque es tornadizo y no se presta a con-trol; debemos guiarnos por el análisis objetivo y la apre-ciación de la revolución (...).”24

Precisamente con este tipo de ataques se va con-tra la esencia del movimiento comunista, que es su acti-vidad transformadora consciente. Cualquier concesióna la espontaneidad (que, por supuesto tiene su papel ypuede y debe ser utilizada, pero, si se quiere que sea conuna finalidad revolucionaria, siempre sobre la premisade la actividad independiente de la vanguardia), al esta-do de ánimo de las masas, a sus vacilaciones, etc., a lahora de elaborar la política revolucionaria es directamenterenunciar a la posición de vanguardia y abrir la puerta ala liquidación del movimiento comunista. Tal vez estascríticas sean excesivamente duras refiriéndonos aZinoviev y Kamenev, con un partido revolucionario enplena vitalidad y con unas concepciones de fondo que,en mayor o menor medida, todos compartían, siendo lasdiferencias esencialmente tácticas (aunque de la mayorimportancia, pues como vemos, con la ventaja que nosda la perspectiva, la táctica era el terreno concreto don-de en este momento se da la disputa general entre loviejo y lo nuevo). Pero a día de hoy, con el movimientocomunista prácticamente liquidado, con un capitalismoque ha demostrado su extraordinaria robustez y capaci-dad de reestructuración, y sin las particulares condicio-nes político-culturales que presidieron el Ciclo, las velei-dades masistas sólo pueden conducir a la reconducciónde cualquier tentativa al redil del sistema y la liquidación

definitiva de la perspectiva revolucionaria, como en lapráctica sucede con lo que resta del movimiento comu-nista, al menos en el Estado español y en la mayoría delos países. En este sentido, Lenin marca luminosamenteel camino de lo nuevo y, como gran adalid del accionarrevolucionario de nuestra clase, sabe señalar la impor-tancia del factor consciente:

“(...) reemplaza [la concepción sostenida poresta oposición] el análisis político del desarrollo de lalucha de clases y de la marcha de los acontecimientosen el país entero, en la situación internacional íntegra,por impresiones subjetivas sobre estados de ánimo; olvi-da ‘oportunamente’, por supuesto, que la línea firme delpartido, su inquebrantable determinación, es también unfactor forjador de estados de ánimo (...).”25

Por supuesto, en su apasionada defensa de lajusta línea revolucionaria, Lenin también recuerda lo quepara cualquier comunista revolucionario es una obviedad,el papel clave de la violencia en cualquier desenlace his-tórico, el deber insoslayable del proletariado de servirsede ella:

“(...) el pueblo tiene el derecho y el deber dedecidir estos problemas no mediante votaciones, sino por

23 LENIN: Op. cit., pág. 325.24 Los bolcheviques y la revolución de octubre, pág. 100. 25 LENIN: Op. cit., pág. 322.

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la fuerza (...).”26

Finalmente, Lenin plantea el fondo de la cues-tión y la esencia central de toda revolución:

“(...) que no hay salida, no hay ni puede haberninguna salida objetiva, fuera de la dictadura de loskornilovistas o de la dictadura del proletariado (...).”27

Como es sabido, Lenin consiguió sacar adelantesu justa concepción y el Comité Central bolchevique dis-puso el plan para la sublevación que tuvo lugar el 7 denoviembre. Es interesante señalar que la decisión, pre-paración y ejecución de la insurrección corre siempre acargo de la dirección bolchevique, aunque ésta, por opor-tunos motivos políticos, la recubra con un matiz de lega-lidad soviética, pasando formalmente la responsabilidadal Soviet de Petrogrado, de todos modos bajo la direc-ción absoluta de los bolcheviques. Al día siguiente dellevantamiento el II Congreso de los Soviets de toda Ru-sia aprobaba los decretos sobre la Paz y sobre la Tierra.Pocos días después los bolcheviques son dueños deMoscú. Se ha iniciado el Primer Ciclo de la RevoluciónProletaria Mundial.

Algunas reflexiones

Hemos hecho un relato de las vicisitudes de laRevolución, sin ánimo de exhaustividad y ciñéndonos alesquema convencional que la trata de Febrero a Octu-bre, recalcando algunos aspectos que nos parecen parti-cularmente útiles para intentar desgranar lo que real-mente es nuevo, proletario, en la experiencia de Octu-bre, y lo que es fruto de la contingencia, de condicionesespecíficamente rusas e históricas generales que ya hanpasado definitivamente al baúl del pasado.

Ya hemos señalado que Octubre constituye unmomento particularmente difícil para los críticos delinsurreccionalismo y defensores de la GPP como estra-tegia militar universal del proletariado, como ley univer-sal de la revolución proletaria. Y ciertamente lo es, por-que en Octubre confluyen numerosos factorescircunstanciales, tanto de índole política como histórica,amén de que muchas veces los defensores de la estra-tegia de GPP no han comprendido las profundasimplicaciones ideológicas de ésta y, por extensión, delconjunto de la revolución proletaria, y la ruptura, quetanto objetiva como subjetivamente, ésta supone respectode las formas anteriores de entender la transformaciónsocial. Pero no adelantemos conclusiones generales.

Octubre presenta muchas particularidades, perovemos que entender los soviets como lo que realmenteson, como bases persistentes del Nuevo Poder de las

masas armadas, pone ya en cuestión gran parte del ima-ginario insurreccionalista. Sin embargo, su formación ala vieja usanza, sin la participación consciente del parti-do revolucionario, sin su implementación sobre la base yen función de un plan revolucionario general, ha creadoy crea mucha confusión. De hecho, como veremos, nisiquiera los dirigentes de la Internacional Comunista (IC)sabrán captar la esencia de este hecho capital. Ésta esuna de las características peculiares de Octubre, quehace que en él confluyan aspectos de las dos formas deentender el hecho revolucionario y que se proyectarán alo largo de todo el Ciclo. Pues, por un lado, las condicio-nes históricas que hemos señalado, fruto y resabio de larevolución burguesa decimonónica, grabadas en el sub-consciente político proletario realmente, en el marco quepersistirá hasta la conclusión del Ciclo –la referenciasocial de la revolución comunista–, constituyen un fac-tor socio-cultural y político de movilización espontáneade masas, aunque ya no se ajusten plenamente a lascondiciones socioeconómicas reales, y a la larga consti-tuyan una cortapisa al desarrollo revolucionario. Por otrolado, las características particulares de la sociedad rusa,un Estado obsoleto en crisis crónica e incapaz de asimi-lar los profundos cambios socioeconómicos –un velozdesarrollo capitalista–, elementos exacerbados por lasdesastrosas consecuencias de la guerra, son las que pro-pician la formación de las bases del Nuevo Poder de unmodo, si se nos permite decirlo así, burgués, sin la inicia-tiva del proletariado revolucionario, como es en el es-quema de GPP.

Desde esta perspectiva, y como ya hemos ade-lantado, la historia de febrero a Octubre constituye lahistoria de cómo el proletariado revolucionario conquis-ta sus bases de apoyo que, en estas condiciones históri-co-políticas peculiares, se han creado de forma exógenaa él. Ésta debe ser la forma de entender la manera apa-rentemente pasiva, crítico-propagandística, del actuar bol-chevique durante estos meses: acumulación de fuerzasen el sentido de asegurar sus bases de apoyo políticas,de poder revolucionario, y de ningún modo acumulaciónde fuerzas económica, en base a las demandas parcia-les de las masas o el reformismo político, que es como

26 Ibídem, pág. 346.27 Ibid., pág. 316.

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se acabó transcribiendo al imaginario de los partidos dela IC.

Es así, también, como percibimos en toda sugrandeza al Partido Bolchevique como partido de nuevotipo, que no se deja arrastrar por el devenir de los acon-tecimientos, cuyo origen es exterior a él, y sabereconducirlos hacia el objetivo estratégico de la Revolu-ción Socialista. Ésta constituye la verdadera clave delglorioso éxito de Octubre.

Entendidos los soviets correctamente, podemosseguir abundando un poco más en este punto de vista.Realmente, no creemos correcto entender el comienzode la guerra civil a partir del levantamiento de Octubre,o de la disolución de la Asamblea Constituyente a princi-pios de 1918, como correlato impuesto a los bolcheviquespor la resistencia reaccionaria y la intervención imperia-lista. Aunque en parte es cierto, no capta el proceso re-volucionario ruso en toda su esencia. Lenin en sus Tesisde Abril, texto fundamental que constituye, no lo olvide-mos, la base táctica que llevará a los bolcheviques hastaOctubre, sitúa el comienzo de la guerra civil antes:

“Con la revolución rusa de febrero-marzo de1917, la guerra imperialista comenzó a transformarse enguerra civil.”28

Tratándose del texto que consagra la táctica quellevará al proletariado al poder no creemos que Lenin sepermita licencias verbales, sino que intenta captar laesencia de la situación para elaborar la línea justa. Yrealmente, a partir de Febrero hay una serie de elemen-tos que van más allá de la mera acumulación de fuerzasy preparan el escenario de conflagración civil: un parti-do revolucionario en toda la amplitud de la expresión, y,por tanto, un antagonista irreconciliable del poder formalconstituido, poder que se encuentra en un estado de cri-sis extrema, y finalmente, y es el aspecto fundamental,el poder de las masas armadas, que aunque en un princi-pio no siguen al proletariado revolucionario tampoco for-man parte orgánica de la reacción. La pugna por la con-quista de estas masas constituye, aunque pequemos deinexactos y paradójicos, la fase pacífica de la guerracivil, ese interregno transicional que, como dice Lenin,“comienza a transformar la guerra imperialista en gue-rra civil”. Los acontecimientos de julio y septiembre su-pone el fin de esta fase relativamente pacífica y el pasoa la guerra abierta, primero con la feroz represión quesufren los bolcheviques y que a partir de septiembre,con la conquista por el proletariado revolucionario desus bases de apoyo, da un salto cualitativo. Esta visiónmás amplia del proceso revolucionario como guerra ci-vil, que engloba todo el proceso de llegada al poder y seprolonga hasta la guerra civil académicamente entendi-da, permite despojar de su sustantividad a la insurrec-

ción de Octubre y verla, más globalmente, como partede un proceso revolucionario más amplio. Esto la hacemás acorde con la GPP, que entiende y acepta la insu-rrección como momento táctico, para la extensión de lalucha, dentro de la guerra prolongada. No obstante, hayque señalar que Octubre representa una diferencia cua-litativa respecto al esquema de GPP donde se inserta lainsurrección, ya que Octubre supone el establecimientode una amplia base permanente del poder rojo (realmentela conquista del Poder), pero que se debe más a esaspeculiares condiciones históricas y políticas que esta-mos señalando, que a una enseñanza universal para elacceso del proletariado al Poder.

Prosigamos, pues la experiencia de Octubre aúnnos ilumina algo más de la senda de lo nuevo, y en estecaso, aunque veremos que de forma contradictoria, Leninsí sabe dar los primeros pasos hacia su síntesis.

Formulaciones clásicas como la de Engels, quehemos citado extensamente más arriba, y que oponenabstractamente “mayoría” y “minoría” pueden generarconfusión. Estas expresiones abstractas pueden ser, yde hecho lo son, correctas en un sentido general, históri-co (que es en el plano que habla Engels), pero a la horade pasar a lo concreto, al accionar político, pueden tenerel efecto de un fusil defectuoso y estallarnos en la cara.En primer lugar es necesario, y esto es una exigenciadel marxismo, contextualizar y observar el momento his-tórico desde el que Engels nos habla, que no es otro quela época de libre concurrencia del capitalismo, aún ensus estertores, en la que este sistema no ha agotado deltodo sus potencialidades históricas y, por extensión, laépoca de la cohesión política de la clase obrera, que yahemos caracterizado. Esa idea, correcta en un sentidogeneral, y más plausible en ese momento histórico, ade-más es formulada por Engels cuando tiene ante sus ojosun crecimiento aparentemente imparable de la socialde-mocracia alemana.

Sin embargo, cuando trasladamosdogmáticamente esta frase a otro periodo histórico, comoes el del imperialismo y su correlato de escisión del mo-vimiento obrero, e intentamos fundamentar en ella nues-tro actuar político, consecuentemente acabaremos prac-ticando una táctica de acumulación constante de fuer-zas para ganar a la “mayoría” para hacer la revolución.Es decir, establece un cesura entre el ganar a las masasy hacer la revolución. La dualización del proceso revo-lucionario en este sentido, como la práctica de todo unsiglo ha demostrado, conduce al callejón sin salida delsindicalismo y el reformismo. Sólo hay que echar un vis-tazo a lo que queda de los partidos comunistas históricospara darse cuenta de sus perniciosos efectos dereabsorción por el sistema. O sólo hay que recordar, paraacercarnos más a la época y lugar de Engels, que fue-ron los líderes del SPD, sociológicamente aún el parti-do de la clase obrera, los responsables de la represióny masacre de los revolucionarios espartaquistas. Puesbien, Lenin, basándose en las condiciones objetivas del28 LENIN: O. C., Akal, t. XXIV, pág. 484.

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capitalismo imperialista y en su riquísima experienciarevolucionaria (escribe esto a finales de 1919), en estesentido sí indica por dónde hay que continuar:

“Nosotros, en cambio, basándonos en la doctri-na de Marx y en la experiencia de la revolución rusa,decimos:

el proletariado debe primero derrocar a la bur-guesía y conquistar para sí el poder estatal y despuésutilizar ese poder estatal, o sea, la dictadura del proleta-riado, como un instrumento de su clase con el fin deganarse la simpatía de la mayoría de los trabajadores.

(...) Los partidarios de la democracia ‘conse-cuente’ no han reflexionado sobre la importancia de estehecho histórico. Inventaron, y siguen inventando, el cuen-to infantil de que, en el capitalismo, el proletariado puede‘convencer’ a la mayoría de los trabajadores y ganarlosfirmemente para su causa por medio de votaciones. Perola realidad demuestra que sólo en el curso de una larga yterrible lucha, la dura experiencia de la vacilante pe-queña burguesía la llevará, después de comparar la dic-tadura del proletariado con la dictadura de los capitalis-tas, a la conclusión de que la primera es mejor que lasegunda.”29

Ni que decir tiene que esta formulación está enla base de la concepción que propugna la GPP. No esta-blece traumáticos cortes dentro del proceso revolucio-nario entre el ganar a las masas y la toma del poder,ajustándose de forma general a la concepción de GPP,en la que el acto revolucionario es esencialmente uno ylas masas se van incorporando a medida que se desa-rrolla, suponiendo la toma del poder un salto cualitativo,pero que no está sancionado por cuantitativismos bur-gueses (en el fondo cretinismo parlamentario) de “ma-yorías” o “minorías”. En este sentido, otro tanto se pue-de decir de la referencia que llevará a la pequeña bur-guesía, esos amplios estratos intermedios, a comparar ladictadura proletaria con la capitalista, que es, en esen-

cia, la clave de la GPP, en la que la vanguardia generalas condiciones políticas para que las masas, podemosdecir que las empuja a ello, experimente su propia dic-tadura y la comparen con la dictadura de los explotado-res. Muy aleccionador en este sentido son las referen-cias de Lenin al comportamiento del campesinado du-rante la guerra civil:

“Las vacilaciones de la poblaciónpequeñoburguesa, en aquellos distritos donde es más débilla influencia del proletariado, se manifestaron con espe-cial claridad:

primero a favor de los bolcheviques, cuando és-tos dieron la tierra y los soldados desmovilizados traje-ron la noticia de la paz. Después, contra los bolcheviques,cuando éstos, para impulsar el desarrollo internacionalde la revolución y para defender su centro, en Rusia,firmaron la paz en Brest, y con ello ‘ofendieron’ los sen-timientos patrióticos, los más profundos de los sentimien-tos pequeñoburgueses. La dictadura del proletariado dis-gustaba en particular a los campesinos de aquellos luga-res donde había grandes excedentes de cereales, cuan-do los bolcheviques demostraron que garantizarían, conenergía y firmeza, que esos excedentes fueran entrega-dos al Estado a precios fijos. Los campesinos de losUrales, de Siberia y de Ucrania viraron hacia Kolchak yDenikin.

Más tarde, la experiencia de la ‘democracia’ deKolchak y Denikin, sobre la que vociferaba cualquierplumífero de las zonas ocupadas por ellos, en cada nú-mero de los periódicos de los guardias blancos, demos-tró a los campesinos que las frases sobre la democraciay sobre la Asamblea Constituyente no eran, en realidad,más que una pantalla para ocultar la dictadura de losterratenientes y capitalistas.

Se inició entonces un nuevo viraje hacia el bol-chevismo y se extendieron los levantamientos campesi-nos en la retaguardia de Kolchak y Denikin. Las tropasrojas fueron recibidas por los campesinos comoliberadoras.”30

Esta experimentación política desde el contras-te entre las dictaduras, propiciada por el actuar de lavanguardia, se puede comparar también, aún a riesgo deir muy lejos, con la actitud bolchevique en el levanta-miento de Octubre, donde los revolucionarios asumenadmirablemente su posición de vanguardia y “fuerzan”la situación con la insurrección, llevando a las masas, alos soviets, a ejercer su dictadura en toda su amplitud.Más clara es la comparación con la experiencia china ola del Partido Comunista del Perú. Claro que Lenin, de-bido al estado objetivo de la experiencia revolucionariadel proletariado no es capaz de ir más allá consecuente-mente, y muchas veces también, debido a muchas de las

29 LENIN: O. C., Akal, t. XXXII, págs. 253 y 259. 30 Ibídem, pág. 258.

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premisas compartidas con el marxismo so-cialdemócrata, incurrirá en flagrantes con-tradicciones.

Recapitulando

Hemos visto cómo el viejo para-digma revolucionario, forjado al calor dela revolución burguesa y propio de unaépoca de inmadurez del proletariado comoclase revolucionaria, cuyo colofón nece-sario es el insurreccionalismo, es hereda-do, a pesar de su caducidad ya prescrita,por el primer verdadero partido revolucio-nario de la historia. Y realmente no podía ser de otramanera ya que la práctica revolucionaria de su lucha declases, verdadera fuente de conocimiento del proletaria-do, no había sobrepasado ese estadio. La clave del éxitode la Revolución de Octubre lo constituye la existenciade ese partido que es capaz de mantener el rumbo, apesar de que la crisis revolucionaria no ha sido propicia-da, o fundamentalmente propiciada, por su accionar cons-ciente, siendo capaz, por decirlo así, de “galopar” porencima de los acontecimientos. Ahí reside la compleji-dad y la paradoja de Octubre, en que un partido revolu-cionario que hereda un bagaje obsoleto es capaz de irresolviendo, con grandes apuros, las tareas revoluciona-rias, comenzando a desbrozar el camino para el conoci-miento de las leyes que rigen la transformación revolu-cionaria, precisamente gracias a su robusta constitución.Así, no es que haya una aplicación de GPP por losbolcheviques, ya que ésta presupone, entre otras cosas,la aplicación consciente de un plan revolucionario gene-ral, pero en tanto que representa una ley universal de larevolución proletaria, y como los bolcheviques están real-mente inmersos en tal proceso, sí van dando confusos eimprovisados pasos en este sentido. Éstos, además, seven aún más camuflados por las peculiares circunstan-cias que confluyen en la Revolución rusa. Esta dualidadentre lo viejo y lo nuevo, que es transitado de una formamás instintiva, táctico-política, que atendiendo a un plangeneral, da a Octubre un aire de improvisación.

Esta forma bastarda de consumar el asalto alpoder supondrá de entrada taras de nacimiento en laconstrucción revolucionaria posterior. Se puede señalarcomo ejemplo la mayor dependencia de los bolcheviquesrespecto a las estructuras del viejo Estado (por ejemplo,la dependencia respecto a ex-oficiales zaristas en la for-mación del Ejército Rojo). Seguramente no es casuali-dad que la menor dependencia respecto a estos aspec-tos (una demolición más compleja del viejo aparato deEstado), amén del conocimiento de la experiencia sovié-tica, ayudará a los comunistas chinos a ir más allá en laempresa de edificar el socialismo.

Por otro lado, el Movimiento Comunista Inter-nacional (MCI) nace con Octubre y se inspira en susconcepciones. Por tanto, entender un Octubre bastardo

en el que se mezcla lo viejo y lo nuevo ayuda a entenderun MCI igualmente bastardo, que, a medida que se mues-tra incapaz de superar los retos revolucionarios, irá cadavez más recurriendo a lo viejo hasta el total colapso y lafagocitación por el revisionismo. De hecho, la IC semostrará incapaz de discernir los aspectos nuevos, apor-tes universales para la práctica revolucionaria del prole-tariado, incluso en su época de máximo esplendor.

Una “mala digestión” por la InternacionalComunista

Hemos insistido reiteradamente en este carác-ter bastardo, sincrético entre lo nuevo y lo viejo, de Oc-tubre, fruto, por un lado, de la existencia de unas parti-culares condiciones históricas y políticas, y, por otro, deun auténtico partido revolucionario, que, no obstante, bebede las premisas fundamentales del marxismo canónicosocialdemócrata, y que hacen que, si bien en Octubre nose pueda hablar plenamente de un proceso de GPP, sí seempiecen a desbrozar, como verdadera revolución pro-letaria, elementos en este sentido. Este carácter bastar-do será una marca de nacimiento del MCI, alumbrado asu calor.

Ya en su época de máxima vitalidad, con Octu-bre aún coleando, vemos en los documentos y tesis de laIC esta cohabitación entre las viejas concepciones y lasnuevas, borrosamente intuidas por la reciente experien-cia de Octubre. Entre las tesis aprobadas en el II Con-greso de la IC de 1920, sintomáticamente producto delpuño de Lenin, podemos observar un ejemplo paradig-mático:

“Por otra parte, la idea común de todos los par-tidos y de todos los viejos líderes de la Segunda Interna-cional de que la mayoría de los trabajadores y de losexplotados, de un régimen capitalista, puedan adquirirfácilmente plena conciencia y firmeza socialista, nosparece que confunde a los trabajadores. Esto no puedelograrse bajo el yugo esclavizante de la burguesía quereviste formas infinitamente variables, cada vez másrefinadas, crueles e implacables cuanto más cruento esel país capitalista. En efecto, solo después que la van-

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guardia proletaria, sostenida por la única clase revolu-cionaria o por su mayoría, haya derrotado a los explota-dores y liberado a los explotados de su servidumbre, einmediatamente mejorado sus condiciones de existenciaen detrimento de los capitalistas expropiados, aún a cos-ta de la dura guerra civil, se podrá realizar la educación,la instrucción, la organización de las más grandes masasexplotadas en torno del proletariado y bajo la influenciade su dirección.”31

Como vemos, en el mismo párrafo se señalacorrectamente la imposibilidad de ganar, bajo las condi-ciones económicas, sociales y culturales del dominioburgués, a la mayoría de las masas trabajadoras para laconciencia política revolucionaria, al mismo tiempo quese recupera la tesis de que la vanguardia debe estar sos-tenida por el conjunto o por la mayoría del proletariado,abriendo la puerta a la reedición de la vieja práctica so-cialdemócrata, a un trabajo entre las grandes masas pre-vio al inicio efectivo de la revolución para ganar esabase de “sostenimiento”.

De este modo, lo viejo, la concesión al desarro-llo por sí mismo desde el marco socioeconómico y cultu-ral vigente, recibe un espaldarazo implícito. Así, la viejatáctica socialdemócrata de ir a las masas desde sus “rei-vindicaciones parciales” (lógica en una época históricade cohesión de la clase, pero no en la era de la revolu-ción) recibe carta de naturaleza por la IC, establecién-dose la cesura en el trabajo comunista entre el ganar alas masas y la revolución propiamente dicha. Es decir,del absurdo, que tanto daño ha hecho al movimiento co-

munista, de que una parte del trabajo de los revoluciona-rios no es revolucionario. En la práctica, esto estableceun periodo en que los revolucionarios pugnan por ganaresa base de “sostenimiento” para la revolución desdelas reivindicaciones económicas y parciales de las ma-sas. Se cae así en el contrasentido de intentar generarconciencia para la revolución desde la lucha por el sos-tenimiento de las condiciones materiales de las masas,aquéllas donde se objetiva su posición de subordinaciónsocial, y que, en realidad, es donde se afianza y reprodu-ce esta subordinación. Es decir, se pretende generarconciencia para la subversión de estas condiciones ma-teriales desde la base de la lucha por su afianzamiento,ya que, aunque se pretenda mejorarlas, en la práctica,cualitativamente, no se supera su marco. Por supuesto,el colofón de esta dinámica, cuando aún no se ha renun-ciado a la revolución, sólo puede ser la entronización delputschismo de la vanguardia, un vacuoinsurreccionalismo. No es de extrañar que la obra cum-bre de la concepción insurreccionalista, La insurrecciónarmada de Neuberg32 , dé tantísima importancia a lascontradicciones y vacilaciones del enemigo (que, porsupuesto, juegan un papel importante, pero secundario;lo fundamental, y en lo que debe insistir una vanguardiadigna de tal nombre, debe ser la iniciativa del movimien-to revolucionario), que se suponen dadas, sin sugerir quepuedan ser provocadas o agravadas por la acción delmovimiento revolucionario. Esto no es sino la elevacióndel aprisionamiento del proletariado en el marco social ycultural capitalista al plano político, concediendo una pri-macía desmesurada a las naturales crisis intestinas delenemigo de clase. Es decir, la revolución queda supedi-tada a la dinámica de las crisis políticas propiciadas porel marco económico capitalista y depende de ellas. Así,la importancia que esta obra da a los aspectos técnicosde preparación del levantamiento insurreccional es laconsecuencia del aprisionamiento de la revolución en elmarco de las condiciones vigentes, y el reconocimientode la incapacidad de atraerse a las masas bajo éstas,siendo únicamente la vanguardia la posibilitada para rea-lizar la acción, quedando en consecuencia un aconteci-miento de calado histórico como la revolución proletariareducido a cuestiones técnicas relativamente insignifi-cantes, como elegir la fecha apropiada para el golpe –¡en días!–; realmente, blanquismo en estado puro.

A medida que la mayoría de las secciones de laIC se muestran incapaces de continuar el camino co-menzado a desbrozar por Octubre, irán poniendo cadavez más acento en el ganar a las masas previo al “mo-mento revolucionario”, que se supone dado por la crisis

31 Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comu-nista (1919-1923). Pluma. Buenos Aires, 1973, tomo I, pág.151.

32 La obra de Neuberg fue redactada por una comisión delEjército Rojo y de miembros de la IC por encargo de ésta. Así,es una obra colectiva, aunque, por comodidad, nos referire-mos genéricamente a ella señalando sólo el nombre que figurócomo autor.

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del sistema, cayendo en realidad en la práctica socialde-mócrata, pero en unas condiciones objetivamente másdesfavorables, como son las condiciones del imperialis-mo y la existencia de unos partidos obreros de masasreformistas.

El primer paso en este camino será ladualización, paralela a la del proceso revolucionario, delos soviets. Demos la palabra al dirigente que tras ladesaparición de Lenin tomará las riendas del MCI:

“Los Soviets de diputados obreros son órganosde lucha de la clase obrera contra el Poder existente,órganos de la insurrección, órganos del nuevo Poder re-volucionario...”33

Como vimos más arriba, Stalin todavía diez añosdespués de Octubre (está escrito en 1927, a propósitode China) mantiene unas concepciones que la experien-cia soviética en la Revolución rusa no han modificado.Aunque, en estricto, las formulaciones stalinianas quese recogen no son necesariamente incorrectas en sí mis-mas (salvando el caduco matiz insurreccionalista), su-ponen la institucionalización, en el contexto de crisis quecomienza a embargar a la IC al no encontrar sus seccio-nes la forma de avanzar hacia la revolución, de esadualización (que también podemos encontrar en Lenin)del proceso revolucionario. Así, con esta dualización, enlas concepciones que van a dominar a la IC se supondráa los soviets como producto de las reivindicaciones par-ciales de las masas, que son sucedidas por la insurrec-ción. El libro de Neuberg, resumiendo el proyecto deprograma de la IC, lo expone claramente:

“En presencia de un auge revolucionario,cuando las clases dominantes están desorganizadas,cuando las masas están en estado de fermentación re-volucionaria, cuando los elementos intermedios se incli-nan hacia el proletariado (...) entonces se impone al par-tido del proletariado el deber de conducirlo al ataque di-recto contra el Estado burgués. Este resultado se obtie-ne mediante la propagación de consignas transitorias,cada vez más activas, (Soviets, control obrero de la pro-ducción...) (...) y mediante la organización de accionesmasivas (...) En estas acciones de masas se incluyen:las huelgas, las huelgas combinadas con manifestacio-nes o con manifestaciones armadas, finalmente la huel-ga general ligada con la insurrección armada contra elpoder de la burguesía. Tales acciones tienen como con-dición indispensable la organización de grandes masasen unidades de combate, cuya forma misma abarca ypone en movimiento al mayor número posible de traba-jadores (Soviets de diputados obreros y campesinos,Soviets de soldados, etc.) (…).”34

En esta formulación vemos todos estos elemen-tos: un “auge revolucionario” y una “fermentación revo-lucionaria de las masas” que no son producto de la ac-ción del partido del proletariado, que es conceptualizadocomo un elemento externo al revolucionarismo de lasmasas, cuyo deber es actuar como una especie de cata-lizador y conducirlo hacia el ataque contra el Estado. Enestas supuestas “acciones masivas” se despoja a lossoviets de su naturaleza principal y se los convierteunilateralmente en “unidades de combate”.

Por si queda alguna duda de que toda esta vorá-gine revolucionaria es una consecuencia de las luchasparciales de las masas, la obra de Neuberg es aún másclara:

“Si se fija demasiado temprano [la fecha de lainsurrección], o sea cuando la situación general todavíanecesita agitación y propaganda para las ordinarias rei-vindicaciones parciales de las masas (…).”35

Y más claramente aún:

“(...) utilizando ampliamente los sindicatos y so-bre todo comités de fábrica, para transformar los com-bates parciales del proletariado en combates armadospor la dictadura.”36

Como vemos, esta forma de desnaturalizar elverdadero carácter de los soviets como órganos de NuevoPoder los va haciendo cada vez más superfluos. Así,basándose en el VI Congreso de la IC, de 1928, Neuberg,haciendo una desafortunada síntesis de las experienciasproletarias en este campo, ni siquiera sitúa a los sovietsentre los elementos fundamentales que hacen originarsela insurrección:

“El programa de la I.C., al resumir la inmensaexperiencia internacional de las insurrecciones proleta-rias, demuestra cómo se originan éstas en las huelgas oen las manifestaciones ordinarias, mediante las combi-naciones de grandes huelgas políticas y manifestacionesarmadas. Esta experiencia internacional, generalizada enel programa bajo forma de directriz, muestra que el pun-to central de la preparación de la sublevación armada esla voluntad del Partido para llevar las masas proletariasa la calle mediante la huelga y, cuando estas masas sehan lanzado a la calle, el Partido debe animarlas y orga-nizarlas con miras a la lucha por el poder. (...) Hay quedar a los partidos y a las masas proletarias el másdetallado análisis posible de la experiencia acumu-lada, hay que enseñarles a elevar las huelgas y lasmanifestaciones a un grado superior, para transfor-marlas en huelgas generales combinadas con una

34 NEUBERG, A.: La insurrección armada. Akal. Madrid, 1977,pág. 55.33 STALIN: Op. cit., t. 9, pág 242.

35 Ibídem, pág. 63.36 Ibid., pág. 26.

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sublevación armada contra el poder del Estado dela burguesía.”37

Como vemos, este “resumen de la inmensa ex-periencia de las insurrecciones proletarias”, al no captarla esencia de los soviets, es incapaz de entender correc-tamente el posicionamiento de Lenin ante los aconteci-mientos de julio donde, como ya hemos señalado, sobra-ba ardor combativo entre las masas proletarias –factorsobre el que también insiste mucho la obra de Neuberg–y la insurrección se originó desde estos elementos queseñala Neuberg, oponiéndose aún así Lenin a ella y re-sultando un fracaso a pesar de la forzada participacióndel partido revolucionario. Por supuesto, si esto fue asíen Rusia, con un Estado burgués en agudísima crisis, enlas insurrecciones que jalonaron tras Octubre una Euro-pa en proceso de estabilización el proletariado sólo co-leccionó derrotas, y algún éxito efímero finalmente aplas-tado.

Por supuesto, el error no reside en algún aspec-to táctico o técnico –que es lo que la obra de Neuberg,prisionera de esta vieja concepción, es incapaz de supe-rar–, sino en la concepción de fondo.

Ya hemos señalado esta asfixiante dualizacióndel proceso revolucionario entre el ganar a las masas ytomar el poder, cuya consecuencia, bajo el halo de pres-tigio de la experiencia soviética mal comprendida, es estadivisión de los soviets como órganos de combate e insu-rrección (partiendo ésta de las demandas parciales y,consecuentemente, los soviets también) y como órga-nos de Poder.

Pues bien, la concepción de GPP, quecontemporáneamente comienzan a transitar Mao y elPartido Comunista de China, supera estas limitacionesteóricas y muestra en la práctica el camino a seguir, con-trastando con el estancamiento de las secciones euro-peas de la IC. Así, es un absurdo dualizar los soviets, losorganismos de Nuevo Poder, como órganos de combatey de poder, sino que son ambas cosas a la vez. Es decir,el proceso revolucionario, la GPP, es el establecimientodel poder proletario –que no hay que entender como unademarcación territorial precisa, sino como masas arma-das– desde el principio, que va paulatinamente, a medi-da que la GPP se desarrolla exitosamente, extendiéndo-se y afirmándose. Por tanto, los órganos de Nuevo Po-der son también organizaciones de lucha como correlatode su naturaleza, al representar a las masas armadas,que se defienden o pasan a la ofensiva en el transcursode la guerra civil prolongada. La premisa fundamentalpara el inicio de esta lucha es la completa constitución(reconstitución en nuestro caso) del partido revolucio-nario, del Partido Comunista, en todos sus requisitos, esdecir, la unión de la ideología revolucionaria –que es lamaterialización consciente, en base a la síntesis del sa-

ber universal y la experiencia histórica de la lucha declases, del plan general para la emancipación del prole-tariado y la humanidad– con el movimiento obrero, contodas sus particularidades y complejidades, plasmándo-se su concreción en las características y situación decada país a través del Programa y la especificación delplan de GPP en función de aquéllas.

De este modo, la GPP supera las inconsistenciasde la línea política del viejo paradigma revolucionario,estableciendo que el trabajo de los revolucionarios essiempre revolucionario. Supera el callejón sin salida deintentar ganar a las masas para la subversión de las re-laciones sociales capitalistas desde el marco de éstas, alestablecer que las masas van incorporándose progresi-vamente al proceso revolucionario mediante la experi-mentación de su dictadura de clase. La experimenta-ción de las masas se pone en consonancia con la natura-leza del proceso revolucionario, realizándose en el únicomarco coherente concebible con él, la experiencia polí-tica de su propia dictadura, frente a la experimentacióneconómica en el marco impuesto por el sistema. Así, lapráctica revolucionaria de la vanguardia consiste esen-cialmente en generar el marco y las condiciones políti-cas, sobre la base material de la crisis histórica generaldel capitalismo y su descomposición, necesarias para talexperimentación. Ésta es la senda que, confusamente,señaló Octubre y por la cual el maoísmo se lanzó decidi-damente.

El camino opuesto, el transitado por las seccio-nes europeas de la IC, es tristemente conocido. La inca-pacidad para ganarse a las masas para la revolución des-de sus condiciones inmediatas de existencia llevó a labúsqueda de aquéllas en el lugar donde, desde esta base,coherentemente se encuadraban, el reformismo políticosocialdemócrata, con la búsqueda de un acercamiento aéste mediante la táctica de Frente Único. El correlatológico fue, dando un paso más allá, buscar la iniciativapolítica en tal o cual facción de la burguesía que se juz-gaba “demócrata” o “progresista”, con la política de Fren-te Popular, que, consecuentemente, en su inevitable de-generación condujo (como se demostraba tempranamentecon la disolución del Partido internacional de la Revolu-ción, la Komintern, en contraprestación a la alianza conla burguesía “democrática” internacional –en este caso,el imperialismo anglosajón– en la lucha contra el fascis-mo) a la liquidación del comunismo como actor políticoindependiente y de la revolución como referente social,y a la reabsorción de sus últimos y descompuestos res-tos por el sistema.

Deliberaciones a la vista de un Ciclo

En el viejo progreso social, llamémosle,preproletario, lo que domina es el agregado de coyun-turas, la búsqueda del interés particular; en estas condi-ciones lo que da primacía a las nuevas clases socialeses, digámoslo usando un lenguaje revisionista, “ser por-37 Ibid., págs. 20 y 21.

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tadoras de un nuevo modo de producción”. Es decir, susprogresos como clase van de la mano de ese desarrolloeconómico que el anterior sistema es incapaz de asimi-lar. En realidad, la historia hasta la aparición del proleta-riado moderno no es más que la sucesión de sistemas deexplotación cada vez más complicados y perfecciona-dos (evidentemente, esto con todas sus complejidadesde la mayor importancia), con lo cual es natural que lasformas superiores y más eficientes engullan material-mente (con su correlato de violencias, vaivenes y revo-luciones) a los más rudimentarios. Este esquema es par-ticularmente válido para la burguesía y el capitalismo,que es, en cambio, la última y más perfeccionada deestas formas, lo que le da una capacidad de asimilacióny reestructuración sin parangón en la historia, y la expe-riencia de las revoluciones del siglo XX, el más seriodesafío a su existencia, y que ha sabido sortear, lo de-muestra sobradamente.

Así, el proletariado no puede confiar, como en elpasado, en que el simple desarrollo social espontáneo lotransporte al socialismo y al Comunismo. Precisamenteporque rompe con la lógica de la historia hasta ahora,porque es económicamente imposible que logre instituiruna forma de explotación más perfecta, sino que su ob-jetivo es la completa abolición de ésta en todas sus for-mas. Esta cesura consabida, no ha sido asimilada en to-das sus consecuencias. El proletariado no puede confiarya, como hizo a lo largo del Ciclo, en el desarrollo eco-nómico y social espontáneo para impulsar su lucha declase, porque eso sólo le conduce, y de hecho así hasido, hacia la asimilación por este sistema, su desarme ysu postración. La única garantía de futuro es su lucha declase revolucionaria, consecuente y consciente, yremarcamos esta palabra para que no sea entendida almodo convencional, sino en un plano cualitativamentesuperior, histórico: la revolución proletaria es realmenteel primer acto de libertad de la humanidad, lo que la ajustacompletamente a su objetivo final.

Estas disquisiciones algo abstractas son nece-sarias para clarificar lo que entendemos por viejo y por

nuevo. Por decirlo de forma extremadamenteesquemática y simple, a lo primero corres-ponde lo espontáneo, el movimiento ciego, ya lo segundo, la consciencia, el progresivoconocimiento de las leyes que rigen la socie-dad y su transformación. En las condicioneseconómicas, sociales y culturales de la so-ciedad capitalista esto supone respectivamen-te poner el acento en lo espontáneo, en laexperimentación social desde lo dado inme-diatamente, o, en el otro lado, en la cons-ciencia, en la teoría revolucionaria, entendi-da como síntesis de la experiencia históricade la clase, como guía de la actividad de lavanguardia. Por supuesto, ningún pensamien-to mínimamente dialéctico puede hablar deuna oposición absoluta entre ambos aspec-

tos, sino que forman parte de una misma contradicción,fruto del surgimiento de lo nuevo desde lo viejo y de sudesarrollo en lucha (y, por tanto, unidad) contra éste.

Hasta ahora, el pensamiento proletario ha esta-do dominado por esa pueril confianza en que el desarro-llo social por sí mismo, con sus consecuencias políticasde espontaneísmo, seguidismo y culto al movimiento porel movimiento, le daría el triunfo. Como hemos señala-do, una de las razones fundamentales para el predominode esta concepción es el alumbramiento de la clase pro-letaria y de sus primeras experiencias como tal en lalucha de clases al calor de la revolución burguesa, pro-ceso que sí se adecúa a esta concepción del progresosocial como agregado de coyunturas, como superioridadeconómica en definitiva. El proletariado, fruto de suneonata inmadurez, transustanció estas concepciones asu propia idiosincrasia de clase y las mantuvo durante suempeño revolucionario, aunque ya no se adecuaban ple-namente a la situación objetiva de una nuevas “relacio-nes sociales que ya se habían agudizado lo bastante”,las de la culminación de las posibilidades del capitalismoy su época de descomposición (el imperialismo, la erade la revolución proletaria). La inmadurez del proleta-riado y de su lucha de clase y el hecho de que “el fantas-ma del comunismo” pasará inmediatamente a escenatras la culminación, más o menos completa, de las revo-luciones burguesas, impidieron que se pudiera hacer unacriba de estos elementos, que constituyen con seguridaduna necesaria marca de nacimiento como clase inde-pendiente. Esta yuxtaposición inmediata de las revolu-ciones burguesa y proletaria permitió que ciertos ele-mentos permanecieran vigentes durante el Primer Ciclode la Revolución Proletaria Mundial. Así, a lo largo dedos siglos, la revolución estuvo vigente como referentesocial y político, que daba cierta perspectiva a lasmovilizaciones de masas y les servía de acicate, aunquefueran relativamente espontáneas, y era tenida en cuen-ta en todas las chancillerías. Ésta es una de las caracte-rísticas que se mantuvieron vigentes durante toda esa, sise nos permite, era de la revolución, que podría abar-

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car el periodo comprendido entre 1789 y 1989 (desdeluego, el paso del protagonismo al proletariado revolu-cionario supone un salto cualitativo por la posición y na-turaleza del enfrentamiento de clases y sus perspecti-vas). Otro factor, íntimamente unido al anterior, era eldesclasamiento de numerosos intelectuales burgueses,todo un fenómeno social, hacia el proletariado, que, porfuerza, solían asumir la dirección del movimiento revolu-cionario. Esto solucionaba en gran parte, aunque defec-tuosamente y, como vemos ahora, con nefastas conse-cuencias en el largo plazo, el problema de la elevaciónideológica de nuestra clase y, en el fondo, reforzaba eseideal espontaneísta entre los obreros más avanzados. Esdebido a estos factores y en este sentido que podemoshablar de un histórico impulso burgués a la revoluciónproletaria y explicar muchas de las peculiaridades deOctubre, del MCI nacido a su calor y del Ciclo.

La cohabitación en el seno del MCI de elemen-tos viejos y nuevos, proletarios, hizo que a medida que elmovimiento se veía incapaz de afrontar las tareas queimponía lo nuevo, la revolución proletaria, recurriera cadavez más a recetas caducadas. Éstas finalmente acaba-ron fagocitándolo y destruyéndolo como movimiento re-volucionario, cerrando el Primer Ciclo de la RevoluciónProletaria Mundial. Este agrio final ha dejado al movi-miento comunista descompuesto e incapaz de retomarel camino revolucionario propio, mostrando todos estosviejos elementos en su más fea y descompuesta cara,ya que se han perdido esos elementos que permitían ciertaviabilidad inmediata –pero que en el largo tiempo, cuan-do se iban haciendo evidentes los retos objetivos de laempresa revolucionaria, resultarían desastrosos– a es-tas concepciones (fundamentalmente esa perspectivasocial de la revolución, pero también la deserción delintelectual burgués de sus filas). Es por eso que el final

del Ciclo nos deja en una situa-ción insólita y nos plantea nuevosretos.

No obstante, el final del Ciclotambién nos da la perspectiva ne-cesaria para, con el estudio de laexperiencia histórica de la lucharevolucionaria del proletariado, po-der depurar estos elementos y ele-var la capacidad revolucionaria delproletariado, disponiendo a nues-tra clase en una posicióncualitativamente superior paraafrontar el próximo Ciclo revolu-cionario.

La naturaleza de la revoluciónproletaria, empresa emancipadorauniversal, hace de ella, por las con-diciones objetivas que supone laculminación del capitalismo, unaempresa –y esto tampoco tieneparangón en la historia– social-

mente consciente. Un proceso por el cual la humanidad(abstracción materializada en humanidad proletarizada)va conociendo progresivamente las leyes de la sociedady de su transformación, capacitándose para manejarla,y con ello por primera vez se libera de todos loscondicionantes sociales para su libre realización. Es porello que toda la problemática relacionada con la ideolo-gía revolucionaria, el marxismo, guía emancipadora uni-versal, adquiere una importancia crucial. Es también estolo que hace que la GPP sea la única estrategia coheren-te con la inaudita naturaleza histórica de la revoluciónproletaria, pues pone el acento en la iniciativa conscien-te del sujeto revolucionario, que desarrolla el proceso enfunción de un plan general (que, por supuesto, está adap-tado a las condiciones específicas y deberá afrontarmultitud de contingencias), y no depende de supuestoscataclismos externos (crisis varias y estallidos sociales),sino que, en todo caso, los aprovecha para su desarrollo.

El fin del Ciclo, y de toda una era de revolucio-nes con él, y la situación en la que ha dejado al marxis-mo, sobre la que venimos insistiendo, hace urgente sureconstitución, y con él la del movimiento comunista. Asípues, en las condiciones que nos impone el final del Ci-clo, la lucha por entronizar la GPP entre la vanguardiadel proletariado está profundamente hermanada con lalucha por el Balance de esta experiencia y por la re-constitución del comunismo. Cuanto más se implique elconjunto de la vanguardia en estas ineludibles tareas his-tóricas tanto mayores serán la solidez de la recomposi-ción de nuestro movimiento y las posibilidades de éxitoen el próximo Ciclo revolucionario.

César H.

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En este ÁREA DE DEBATE presentamos los textos que continúan la polémica,dentro del debate sobre la definición y defensa de la Línea General de la RevoluciónProletaria, acerca de las consecuencias del giro político hacia los acuerdos de paz dadopor el Partido Comunista de Nepal (maoísta), en lo que toca a la contribución del MAI enella y cuyos antecedentes ya presentamos a nuestros lectores en esta Sección del ante-rior número de El Martinete.

O primeiro agredecerle a estes compañeiros seuinteres polo meu comentario critico, alegrome,francamente, que non les resultara de seu agrado, maistamen sinto que non les dera para reflexionar sobre seuserros, parece que non os teñan e de certo que non osven.

A destruccion causada polo revisionismo nomovemento comunista internacional, dende os temposde Lenine ata o golpe contra-revolucionario na RepublicaPopular China, no 1976, ten creado unha grande confusione mesmo levado ao movemento comunista internacionala sua practica desaparicion ata comenzo dos 80.

Unha importante conclusion é a que o revisionimoten como minimo dous traxes; un dereitista, social-democrata, reformista, ecleptico e outro esquerdista demoitos tonos de intenso vermello, purista, dogmatico epolo tanto anti-dilalectico polo mesmo anti-marxista. Enxeral presentanse mesturados, a chaqueta dunha cor ea camisa de outro. Os grandes do marxismo xa os teñendenunciado.

Do primeiro tipo son hoxe os que confunden emesturan as loitas anti-imperialistas, Venezuela, Cuba,Libano, Irak coa vanguardia revolucionaria, facendo galadun burdo eclepticismo interclasista. Os restos dosrevisionistas clasicos nutren suas filas.

Do segundo, do que moito deben do arsenaldogmato-revisionista albanes e mais do trotskismo, fanseus analises internacionaes en abtracto. Se esquencen

do Lenine «do analise concreto da situacion concreta».Gostan de moitas e autorizadas citas, mais certamentepractican un leninismo a carta,... esto si, esto non.

Dende o inicio da guerra popular no Perú, lumi-

noso sendeiro trazado polo PCP e o Presidente Gonza-lo, a constitucion do Movemento Revolucionario Interna-cionalista nos 80, o movemento comunista internacionalcomenza a sua recuperacion, a sua reconstitucion, conofensivas tanto teoricas como practicas unidas amba-las duas ao marxismo-leninismo e a sua nova e superioretapa; o maoísmo. Con avances e retrocesos, con exitose fracasos, co erros, tanto de dereita como de esquerda,mesmo coa aparicion de liñas oportunistas e polo tantoLoita de Liñas.

A Loita de liñas é a categoria superior de loitaque pode darse no seo das organizacions comunistas,non son erros oportunistas que poden ser correxido coacritica e a autocritica, é a loita que enfronta a liña proleta-ria coa liña burguesa. polo mesmo antagonica, non éunha loita no seo do povo.

Calificar de loita de liñas calquer critica ouopinión amosa a dificultade de comprension do metodode analise das contradicciones da dilectica, do caracterdas mesmas. É moi caracteristico do pensamentomecanicista e dogmatico a mestura das mesmas e ca-racterizar como antagonica calquer contradiccion oudesacordo. Este proceder despois da morte de Lenine

O MAI e sua forma de entender a loita de liñas e seu leninismo a carta

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deu orixe a moitos erros. Ten demostrado que non salvaao paciente.

Os compañeiros do MAI califican poposamente

suas criticas al PCN (m) de loita de liñas polo que seentende situan ao mesmo no terreo do enimigo.

É correcto tal proceder?Non, pero eles estan dispostos a dar leccions,

nunca a recibilas.Actuan como comunistas? como M-L?Non, actuan coa prepotencia carcteristica de los

escolasticos. Como metafisicos; Lo Bueno/Lo Malo Mais volvamos ao proceso revolucionario no Nepal

para recordar que o PCN (m) baixo a direccion do Presi-dente Prachanda ten a responsabilidade de resolver ascontradiccions do proceso revolucionario de Nova De-mocracia no Nepal (definida nos seus analises é non endeclaracions de prensa) e polo tanto definir as tacticasnecesarias para o mesmo. O analise polo miudo sópodese facer co rigor cientifico do marxismo dende alidende o propio Nepal.

Na Revolucion de Octubro foron moitas as loitastacticas, mesmo compromisos coa burguesia e o impe-rialismo ao que chegaron os bolcheviques, dun xeito pun-tual e tactico, compromisos moitas veces dificiles de atu-rar, como a Paz de Brest-Litov. Si, mais non por eloabandonouse a revolucion, ainda que os sectores opor-tunistas de «esquerda» os calificaran de traizon. Mesmoprevio a toma do poder xurderon contradiccions no seodo Comité Central bolchevique, Lenin tivo que loitar enminoria fronte as vacilacions dun amplio sector de seuscompañeiros. Son contradicions que xurden no transcur-

so da loita de clases e que é responsabilidade dos revo-lucionarios que estan no terreo os que teñen queresolvelas, pois son eles os que manexan os datos di-rectos. Eles son os principaes actores. Eso non signifi-ca que os demais revolucionarios do mundo non nos pre-ocupemos polo desenrolo dos acontencimentos, nestecaso, da revolucion no Nepal, que forma parte daRevolucion Proletaria Mundial (o MRI e suas organizacionsrespaldan e apoian ao PCN (m)) mais si queremos serserios e non «sabelotodos» temos que evitar caer naprecipitacion infantilista e investigar con rigor e humildadepara aprender (coller) a realidade e non falarsobre revolucions en asbtracto.Aplicar a dialectica e non ametafisica.

O PCI (m) ten criticado na sua revista PeopleMarch certas declaracions do Presidente Prachada refe-ridas a Democracia. Amba-las duas organizacionsmanteñen guerras populares, fan parte dun organismode coordinacion das loitas en Asia e teñen acordadorecentemente debatir seriamente estas cuestions paraevitar malos entedidos. Actuando como camaradas e noncomo enemigos. Eso é un proceder correcto no manexodas contradiccions no seo do povo.

Os compañeiros do MAI non actuan deste xeito,deben correxir seus erros, actuar con valentia e abando-nar a escolastica dogmatica y practicar o verdadeirointernacionalismo.

Miguel

http://revolucioncultural.spaces.live.com

La ignorancia es atrevidaCompañero Miguel:

En respuesta a su último comentario-contesta-ción, O MAI e sua forma de entender a loita de linhase seu leninismo a carta, publicado en su blog durante elmes de octubre del pasado año, hemos de decirle quepuede mantener su alegría inicial, pues nuestra discon-formidad con su actitud y con sus inconsistentes plan-teamientos no sólo se mantiene sino que se acrecienta.A nosotros, por el contrario, esta disconformidad no nosalegra, sino que nos disgusta profundamente, a pesar delo cual nos brinda la ocasión para combatir una peligrosatendencia que se extiende por la corriente maoísta delmovimiento comunista. Es gracias a esta posibilidad detransformar en útil lo inútil que nos decidimos a respon-derle. Si su primer comentario, O MAI e seus ataquesdende a “esquerda” a Revolución no Nepal, por la-cónico y flojo en argumentaciones y contenidos revolu-

cionarios –aunque repleto de indicadores del más puerily superficial oportunismo revisionista–, carecía por com-pleto de valor positivo y utilidad alguna, incluso para losindiscutidos por usted dirigentes del PCN(m), este se-gundo comentario suyo se pasa de lleno al campo de lacontrarrevolución, rebasando ampliamente por la dere-cha al propio PCN(m). No nos alegramos en absolutode que su testarudez en un seguidismo ciego y carentede todo argumento le haga expresar cosas que, si sehubiera detenido a investigar un poco, ni tan siquiera sele hubiesen ocurrido como malos chistes.

El comunismo y su ideología entraron en crisisya hace muchos decenios y ello llevó al desastre quecausó la derrota y fin del primer ciclo revolucionario. Elrevisionismo vence, simple y llanamente, porque su con-trario, el marxismo-leninismo, es más débil. Y dentro deeste marxismo-leninismo están contenidas todas las co-rrientes, incluido el maoísmo, que también será derrota-

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do, a pesar de sus valientes intentos por reactivar la ideo-logía proletaria en lucha continuada con la línea burgue-sa. La confusión es grande y desgraciadamente aúnperdura cuando algunos pretenden salvar alguna de esascorrientes de la quema sufrida, encubriendo su parte deresponsabilidad bajo el sofisma de unos supuestos e in-evitables errores, que no serían más que circunstanciales,menores, pocos y pasajeros. ¡Pues vaya errores, quearrastran a la derrota a toda la línea revolucionaria yprovocan el colapso completo del movimiento comunis-ta, disgregándolo y barriéndolo prácticamente de las van-guardias que hoy día pasan por transformadoras yantisistema! Verdaderamente abstracto es este recursoa los errores, nunca definidos cabalmente y, sin embar-go, de una entidad que los aciertos no pudieron contra-rrestar, hasta situar a la mayoría de lo que queda delmovimiento comunista en el actual estado de debilidad ypostración, estado que no podrá ser nunca superado porel innegable esfuerzo de atrincheramiento resistencialde escasísimos agrupamientos comunistas que, en nin-gún caso, consiguen frenar la tendencia a la descompo-sición generalizada que aún predomina en nuestras filasy uno de cuyos exponentes más osados pretende ustedrepresentar.

Empirismo y verdad

Pero confrontemos sus afirmaciones con la rea-lidad, la cual no se conoce adecuadamente sólo con laexperimentación, sino que además es imprescindible, paraobtener un buen conocimiento, realizar la correspondientereflexión a través del análisis y del estudio, porque sialgo enseña la ciencia es que no siempre todo lo que unocree ver o incluso percibe y vive es lo que parece. Yaprovechamos esto para denunciar resueltamente la afir-mación, empleada desde antaño como recurso generali-zado por parte del revisionismo, de que sólo quien parti-cipa personalmente en un asunto o acontecimiento estáen condiciones de conocerlo o de emitir algún juicio so-bre él, o, lo que es lo mismo, que sólo se puede conocerun hecho si se está en contacto directo con él. Si conalgo rompe la ciencia es precisamente con esta aseve-ración. No es precisamente una excepción en la evolu-ción del pensamiento científico de la humanidad el queésta descubriese que era la Tierra y no el Sol la quegiraba, sin para ello haberse levantado ni un palmo delsuelo para estudiar el comportamiento de ambos astros.Es más, la obra de nuestros tan renombrados y recurri-dos clásicos prolifera en análisis con voluntadintervencionista en terrenos en los que nunca han reali-zado experimentación directa alguna. Valgan algunosejemplos para ilustrarlo e inducirle a reflexionar sobresu concepción materialista vulgar de la realidad. Pararedactar la obra cumbre del marxismo, El Capital, Marxno tuvo necesidad alguna de pisar una fábrica, comotampoco le hizo falta viajar a Rusia para escribir sobreel porvenir de la comuna rural rusa; tampoco Engels

necesitó pasar por ningún laboratorio para escribir sobrediferentes disciplinas científicas, ni por las aulas de nin-guna facultad de Filosofía para defender la dialécticafrente a Dühring, ni viajar a España para escribir sobreel periodo revolucionario de los setenta del XIX; tampo-co Lenin dirigió jamás una sola huelga ni realizó ningúntrabajo sindical y ello probablemente le garantizó poderdirigir con éxito la primera gran revolución obrera de lahistoria. No, querido compañero, que usted no se atrevaa investigar lo que no vive en el terreno no significa queno pueda hacerse. Usted está instalado en el engañopermanente que le proporciona la altanería de su igno-rancia.

Usted parece carecer por completo de voluntadpara profundizar en los temas tratados desde que se sin-tió con la necesidad de rechazar vacuamente el Dossiersobre Nepal del MAI. Quizá piense que no le hace faltay de ello deduce que al movimiento tampoco le es nece-sario. Por eso se emplea a fondo en la manipulación deesquematismos simplistas entre izquierdas y derechasdel movimiento comunista. Un movimiento que está aúnpor definir, aclarar y perfilar, esto es, por reconstituir.Un movimiento del que, según su esquemática interpre-tación, usted se sitúa en el centro, que sería el lugar delmaoísmo como tercera y superior etapa. Y para ello basasu argumentación en una sucesión interminable de epí-tetos descalificativos y de algún que otro hecho o acon-tecimiento que saca intencionadamente de contexto, fue-ra del análisis concreto que tanto pregona (tomando pres-tada dicha idea de Lenin, en un muy suyo y ya caracte-rístico alarde intelectualoide de empleador de citas, lascuales usa según le conviene, unas veces sí, otras vecesno), pero siempre negándonos el derecho de saber enqué explicaciones apuntala su desprecio por quien ustedmismo ha escogido como interlocutor, o sea a nosotros.Quizá haya leído algo de los que llama grandes del mar-xismo, pero su exposición extremadamente vaga y su-perficial delata un comportamiento de haragán, resaltauna falta de estudio elevada y una bien arraigada inca-pacidad para aprehender el ABC del marxismo. Pero,como nosotros guardamos más respeto por usted queusted mismo, le vamos a seguir aportando demostracio-nes para que, al menos, pueda incorporar algo a su vacíocerebro, ya que usted enseñarnos no quiere o, lo que esmás grave, no puede. Los epítetos que resuman su posi-cionamiento los dejamos para el final. Quizá entoncesse vea reflejado más en ellos que en la propiaautocomplacencia de realizar un blog que no aporta nadaen absoluto a la causa si no es porque en él se puededirimir una mínima parte de la lucha de dos líneas a laque debe encomendarse el movimiento comunista.

Por un lado, primero pretende una incursión enla teoría a la que, al serle completamente ajena, pateasin consideración y sin apercibirse de ello, mostrando almovimiento entero que la acreditada como tercera ysuperior etapa es defendida por usted sin tan siquieraconocerla, maltratando aún más el intento más firme y

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audaz de enderezar la situación del marxismo-leninismoen la segunda mitad del ciclo revolucionario, que es, pre-cisamente, lo que ha hecho grande al maoísmo.

Posteriormente, por otro lado, al querer saltar alo concreto sin tener una base teórica en la que apoyarsus afirmaciones, huérfanas éstas de toda investigacióny análisis, se estrella contra su propia concreción al afir-mar todo lo contrario de lo que en realidad usted preten-de, que es defender acríticamente la deriva revisionistadel PCN(m), haciéndola pasar por análisis concreto dela realidad concreta con la única ayuda de la supuestaobjetividad argumental que otorgaría el aceptar que quienno está viviendo el proceso no puede opinar sobre él.Con ello da por sentado que quien vive los aconteci-mientos diarios y en directo es el único que puede em-prender el camino correcto. ¡Cuánta experiencia vividay cuánto fracaso continuado atesora nuestro movimien-to! Nosotros afirmamos, con el camarada Mao, que lalínea correcta es la garantía del éxito revolucionario y enella la ideología y la política son imprescindibles paraque la táctica sea revolucionaria y no ciega.

La traición del PCN(m)

Perú primero, y Nepal ahora, son la prueba deque sin cumplir los requisitos necesarios para la Recons-titución ideológica y política del comunismo, ninguna co-rriente sobreviviente del primer ciclo revolucionario estáen condiciones de tirar del carro del resurgimiento delmovimiento comunista. La tercera y superior etapa debede demostrarse en la práctica, y esta supuesta etapaque representa el maoísmo equipara sus éxitos inicialescon otros tantos fracasos que, no por negados o desco-nocidos, han sido de mayor entidad que los aciertos paraterminar también a su vez en el cajón de los grandesreveses y derrotas del proletariado. Si el PCP se estrellóen la entrada a las ciudades siguiendo una línea pura-mente maoísta, el PCN(m) se ha estrellado en el mismolugar y, para sobrevivir a la derrota, ha decidido entre-garse, como usted mismo reconoce con el ejemplo alque ha recurrido −por otra parte, ya históricamente em-pleado repetidamente por el revisionismo para apuntalarvirajes letales, manipulando así citas de uno de los gran-des del marxismo−. Usted viene a hacer lo mismo cuan-do saca del baúl de la historia, creyendo que le encaja ala perfección, el acuerdo de paz de Brest-Litovsk y, sindarse cuenta, nos da la razón y demuestra que carecede toda formación marxista y que adolece de una men-talidad completamente antidialéctica. En Brest, efecti-vamente, se paga un precio. Ante la invasión imperialis-ta, la revolución bolchevique cede terreno para poderenfrentar la contrarrevolución y sobrevivir, esto es, paraconservar la revolución y su programa. En este sentido,el ejemplo está bien traído porque en Nepal también sepaga un precio para sobrevivir. Pero, si bien esta posi-ción del partido bolchevique para salvar la revolución escorrecta, en Nepal, por el contrario, los maoístas pagan

un precio para que lo que sobreviva sea el propio parti-do, cediendo a cambio la revolución y su programa. Alestrellarse en las ciudades, como ellos mismos recono-cen, y, por consiguiente, no poder tomar el poder efecti-vo del país, el PCN(m) establece una alianza con la bur-guesía urbana y deja en segundo plano la alianza con elcampesinado, que es la que le da el carácter a la revolu-ción como de nueva democracia. Ésta es pues sustituidapor la revolución burguesa. Este es el precio que losmaoístas nepalíes han decidido pagar para sobrevivir.Esta acción no es correcta porque el precio que se pagaes de principios, se entrega la revolución entregando lainiciativa política y el programa. Es puro oportunismo.Se asume la dirección de la burguesía nacional y su pro-grama democrático burgués. Y es que, además y comovenimos exponiendo en nuestros anteriores artículos, esde esta manera como lo explican ellos mismos en susdocumentos internos y en sus boletines de prensa que,contrariamente a lo que usted afirma −parece mentiralo que la ceguera doctrinal le hace decir−, siempre sonexpresión de sus posicionamientos teóricos y políticos.O es que quiere hacernos creer que la agitación y pro-paganda comunistas expresan una línea opuesta o, cuantomenos, sin sintonía con el plan de la revolución y losanálisis teóricos que lo fundamentan. Esto no lo ha apren-dido usted de ningún grande del marxismo, seguro.

Sin embargo, puestos a encontrar hechos deentidad equivalente a la de los referidos en Nepal, leproponemos los momentos posteriores a la revoluciónburguesa de febrero del 17 y a las llamadas Tesis deabril propuestas por Lenin para derrocar al gobiernoprovisional y dar paso a la revolución socialista en mediomismo de la guerra mundial. En este caso, el Partidobolchevique toma la iniciativa y lleva adelante su pro-grama, pasando a la ofensiva frente a todas las vocesconciliadoras que se levantaban incluso en el propio par-tido, y que empleaban, al igual que hace ahora el PCN(m)y usted con él, la desfavorable situación internacional

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para encubrir un posicionamiento capitulacionista frentea la burguesía, cediendo a las consignas de proseguir laguerra imperialista.

Es usted quien debe aplicarse lo de investigarcon rigor y humildad y bajarse de su pedestal de sofistahuero. Sea dialéctico, pues la dialéctica se ejerce, no seproclama. Piense un poco lo que dice y en las conse-cuencias de lo que dice. Aporte algún argumento y noacontecimientos manoseados y frases hechas que, detanto repetirse, ya no significan nada por sí solas, sinoque demasiadas veces sirven, ya desde antaño, para locontrario de para lo que en su día originalmente fueronacuñadas.

El empirismo liquida el comunismo

Sigamos con lo concreto. Afirmar que “éresponsabilidade dos revolucionarios que están noterreno os que teñen que resolvelas, pos son eles osque manexan os datos directos”, si que es manifesta-ción del más burdo de los eclecticismos −insistiendo enel despropósito al subrayar la base más material de to-das, la tierra firme− y de una gravedad tal, que no nosprivamos de volver a insistir en ello porque es empirismoen su expresión más vulgar y elemental. Es la formamás tosca de renegar del marxismo revolucionario yabrazar el oportunismo de corte sindicalista. Esta es unacuestión de capital importancia porque marca la divisiónen el movimiento comunista que da lugar a las dos líneasen lucha, la que busca abrir la perspectiva de un nuevociclo revolucionario y la que se refugia en recetas yafracasadas de periodos de gloria caducados. Usted, ade-más, demuestra que no sabe por dónde se anda cuandoescribe. Escribir, precisamente, es la actividad que per-mite tiempo para reflexionar sobre lo que se ha de decir,pero que usted desaprovecha frívolamente. Asusta pen-sar en oírle hablar espontáneamente con el caos mentalque muestra tener. Usted, esperemos que sin darse cuen-ta, acaba de enterrar, en nombre de sus dioses −porqueaunque coincidan al nombrarlos con los clásicos del mar-xismo-leninismo está claro que no se refiere a ellos−,toda la experiencia de la Internacional Comunista y hahecho innecesario su reconstitución futura y, con ello, hacerrado la puerta a la Revolución Proletaria Mundial y,por consiguiente, está negando la posibilidad y expre-sando su negativa a luchar por la revolución social, porel comunismo. ¿Usted no entiende por qué le decimosesto? Se lo explicamos, no se apure. La revolución mun-dial, según el marxismo-leninismo, no según el marxis-mo-leninismo-maoísmo revisado que corona su caóticoaltar, es un proceso dirigido por el partido único del pro-letariado mundial porque representa a una clase mundialcontra el imperialismo capitalista mundial. Ésta fue larazón por la que en la época del imperialismo se consti-tuyó la Internacional Comunista, con secciones nacio-nales dependientes del Comité Ejecutivo Central de laInternacional y sujetas a las decisiones de sus Congre-

sos. Ejecutiva de la Internacional que intervenía en losprocesos de creación de los distintos partidos como sec-ciones, que decidía sobre quién era comunista y quiénno, y bendecía o modificaba tácticas y estrategias entodos los procesos y polémicas en que se desenvolvíacada uno de sus destacamentos nacionales. Ya sólo poresto se sitúa usted mismo en el otro lado de la barricada,pues no otra cosa implica negar la posibilidad de crítica,opinión y sobre todo de intervención de los comunistasmás allá de fronteras que han sido establecidas por laburguesía para, precisamente, mantener la división arti-ficial del proletariado mundial. Y, muy señor nuestro, silos partidos maoístas de la India y de Nepal, como afir-man en el comunicado conjunto que usted publica, co-rroboran su opinión de que los asuntos de fronteras paraadentro son sólo de interés exclusivo de los propios par-tidos, están incurriendo, como mínimo, en su mismo error,mostrando a todo el movimiento comunista su desacuer-do fundamental, puesto que lo que les une es de muchamenor entidad que lo que les aleja y, para evitarenfrentamientos, sólo tratan asuntos generales sobre losque comparten opinión, separadamente de la táctica con-creta, como si ambos no tuvieran relación, asuntos don-de el acuerdo es obvio, relegando la entidad de los des-acuerdos de fondo y escamoteándolos a las masas, loque contribuirá claramente a que se acrecienten. Esteproceder muestra que las diferencias son tales que sólose hacen públicas las coincidencias sobre la táctica con-creta, dejando para la élite dirigente las desavenenciasentre las cúpulas, emulando el proceder de la políticaburguesa. No es este el camino de la reconstitución dela Internacional y es buena prueba de que el MRI noestá siendo útil en esta tarea. Este desacuerdo generalde fondo entre ambos partidos representa la subyacentelucha entre las dos líneas y nos da pie a enlazar con otracoz que usted arrea a su bienamado maoísmo.

Antagonismo y contradicción

El concepto de lucha entre las dos líneas es,como bien define usted, la lucha entre las dos líneas an-tagónicas, la línea revolucionaria y la línea capitalista, ytambién se da en el seno del partido comunista. Pero ahítermina la coincidencia con nosotros y con Mao. No essólo que la lucha de dos líneas pueda darse también enel seno del partido, sino que la lucha entre ambas líneasse da siempre en el partido, pues las contradicciones declase de la sociedad se ven reflejadas a todos los nivelesen su seno. Esta posición, profundamente dialéctica, esla de Mao y también la nuestra. La lucha siempre existeaunque no se manifieste abierta y escandalosamente. Sila lucha está latente, no es visible y el partido se mani-fiesta públicamente bajo el aspecto de una unidad inque-brantable, es sinónimo de que la línea burguesa, que porotra parte sigue bien anclada en la sociedad aunque elproletariado revolucionario haya tomado el poder, se estáextendiendo y fortaleciendo en el partido y en el Estado,

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ocultándose tras la banderaroja y propagando ideologíaburguesa en nombre de labandera roja. Esto es preci-samente lo que consigue des-enmascarar la Gran Revolu-ción Cultural Proletaria, la lí-nea burguesa emboscada enel interior del partido a todoslos niveles, desde la direccióna la última área de influenciade la célula local o de traba-jo. Los maoístas desataron laprimera de lo que deberían dehaber sido sucesivas revolu-ciones culturales, porque du-rante toda la fase de transi-ción al comunismo las clasesy la lucha de clases perma-necen y se intensifican si seavanza en la construcción delsocialismo y, por el contrario,decrece y se mitiga si, como ocurrió en la URSS, se danpor extinguidas las clases y en buena lógica la lucha en-tre ellas. Mao vio este peligro claramente y por ello teo-rizó y puso en marcha la revolución cultural en base aldesarrollo de la lucha entre las dos líneas, para enfrentarlos todavía dominantes conceptos e ideas de la vieja so-ciedad entre las masas y su expresión en los partidariosde la vía capitalista, que seguían el modelo soviético enel partido y el Estado. La lucha de líneas representa siem-pre una lucha entre posicionamientos antagónicos y, comotal, es a muerte. No se puede confundir o equiparar con-tradicción con desacuerdo. Debemos hablar con propie-dad. Una contradicción, en dialéctica, es antagónica siem-pre, pues implica la existencia de dos oponentes que seenfrentan, y es ese enfrentamiento el que hace la unidady da entidad y razón de ser a la contradicción. Esta uni-dad existe mientras existe contradicción, y esta contra-dicción sólo puede desaparecer desarrollándose hastasus últimas consecuencias, esto es, desarrollando la lu-cha entre ambos contrarios, lo que llevará a la desapari-ción futura –en el caso de las contradicciones sociales–de explotadores y de explotados, de capitalistas y prole-tarios. Sin lucha no hay unidad y sin unidad no hay lu-cha. Para que exista la unidad es imprescindible la lu-cha. La unidad del partido sólo puede basarse en mante-ner vivas la vigilancia revolucionaria y la lucha de doslíneas. De otra manera, la unidad será falsa, burguesa.

Por otra parte, compañero Miguel, debería us-ted estudiar de nuevo, más profundamente, el conceptode contradicción en el seno del pueblo de Mao. ParaMao, el pueblo es un concepto cambiante que englobaa los aliados de distintas clases que apoyan el caminorevolucionario, del cual se van desgajando elementos ysectores de clase a medida que la Dictadura del Prole-tariado va avanzando. Nosotros pensamos que, entre las

masas como en el partido, las contradicciones son, enúltima instancia, de naturaleza antagónica. No se puede,por lo tanto, reducir el problema a una cuestión de des-acuerdos o errores. El oportunismo no es un error, comousted afirma, es un comportamiento que expresa en loconcreto un sustrato ideológico revisionista y liquidador.La lucha de dos líneas recorre por completo toda la so-ciedad, se expresa de diferentes maneras e intensidadesy es antagónica. En los debates dentro del movimientocomunista no hay dos líneas correctas. O una es la co-rrecta o lo es la otra, o no lo es ninguna, con lo cual elmovimiento comunista habrá dejado de existir. Si unalínea es la correcta, es la línea roja, la otra es la líneaburguesa, la línea negra. La línea correcta, la revolucio-naria, sólo puede avanzar en lucha continuada con lalínea burguesa.

En el problema del tratamiento correcto de lascontradicciones en el seno del pueblo, Mao pone el pesode su análisis en los métodos necesarios para impedir elaislamiento de la vanguardia proletaria de las masas yde sus aliados de otras clases y para asegurar la direc-ción del Partido Comunista. Por esta razón, hace hinca-pié en la diferencia entre contradicciones en el seno delpueblo y contradicciones con el enemigo. El problemaaparece cuando se trata de generalizar esta diferencia-ción y del plano político es proyectada tanto al planosocial (al terreno de la teoría del materialismo histórico)como al filosófico (al ámbito de las categorías del mate-rialismo dialéctico). Por eso, es importante ser cautosen el uso de conceptos y categorías cuando son extraí-dos de sus contextos con voluntad generalizadora. Deotro modo, sólo se demuestra un comportamiento super-ficial, la falta de rigor científico y la total ausencia deespíritu crítico, en beneficio, al parecer, de una supuestamayor eficiencia en la respuesta, que se ofrece de ma-

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nera rápida y sencilla. Pero, con frecuencia, esto condu-ce a errores de apreciación de profundo calado ideológi-co, como le estamos demostrando una y otra vez.

Uno de los errores del movimiento comunistainternacional, que recogió también Mao, fue el de uni-versalizar los conceptos de contradicción con el ene-migo y de contradicción en el seno del pueblo a tra-vés de las categorías filosóficas, respectivamente, de con-tradicción antagónica y contradicción no antagóni-ca. Desde nuestro punto de vista, por el contrario, endialéctica no existen tales categorías. Esa diferencia-ción en la naturaleza de las contradicciones no apareceen Marx ni en Engels, ni por supuesto en Hegel. Su ori-gen está en una glosa marginal de Lenin a un libro deBujarin, pero el jefe bolchevique nunca desarrolló teóri-camente esa idea. Fue el partido bolchevique quien, conposterioridad a su muerte, la recuperaría con el fin defundamentar ideológicamente la paz social y el fin de lalucha de clases en la URSS que decretaría la Constitu-ción de 1936. Del partido bolchevique pasó a la Interna-cional y de aquí al Partido Comunista Chino. En 1935,Mao ya la había incorporado a su texto Sobre la con-tradicción. El problema de la dicotomía contradicciónantagónica-contradicción no antagónica reside en la cues-tión de la violencia como método de solución de las con-tradicciones sociales. La preocupación por esta cues-tión está en el trasfondo del texto de Mao de 1956. Y hasido la lectura unilateral del mismo y del pensamiento deMao en su conjunto lo que ha agravado el problema.Para nosotros, el tratamiento correcto de las contradic-ciones sociales puede abordarse mejor desde la diferen-ciación, que forma parte del núcleo del pensamiento deMao, entre contradicción principal y contradiccio-nes secundarias. El campo de aplicación de estas ca-tegorías es exactamente el mismo que el de la supuestadistinción entre contradicciones antagónicas y no anta-gónicas, y su convivencia supuso y supone todavía nosólo la perjudicial inflación conceptual en la dialécticamarxista, sino sobre todo la introducción en ella de ele-mentos de origen burgués que la contaminan. Así pues,y con su permiso, preferimos aplicar en este asunto lanavaja de Ockham y simplificar el complejo categorialdel pensamiento dialéctico marxista para aplicar a losproblemas sociales sólo los conceptos de contradicciónprincipal y de contradicción secundaria, desechan-do los de contradicción antagónica y no antagónica.

En estos términos, las contradicciones socialesson siempre de naturaleza antagónica, es decir, tiendena resolverse desde la lucha de clases: antes, si son con-tradicciones con el enemigo, es decir, contradiccionesprincipales que están en el orden del día; después, si soncontradicciones en el seno del pueblo, es decir, contra-dicciones subordinadas que se desarrollan en función dela principal. El problema de la violencia no debe ofus-carnos y desviarnos del punto de vista correcto de quela contradicción, en general, filosóficamente hablando,se desenvuelve desde la lucha irreconciliable entre los

opuestos que la conforman, porque la lucha es el aspec-to absoluto de toda contradicción, mientras que el equili-brio es relativo. La forma de manifestarse esa lucha o elmétodo para abordarla en el plano social o de la política(violenta o no) no debe imponerse sobre la esencia delasunto, porque sólo conseguiríamos que se ocultase laverdadera realidad de las cosas. Todas las formas de lamateria resuelven sus contradicciones en lucha feroz.Si, por ejemplo, pudiéramos reducir nuestro tamaño a laescala de una célula y contemplar de cerca una mitosis,seguramente que asistiríamos a lo que nos parecería unauténtico cataclismo y tendríamos una impresión del fe-nómeno muy diferente de su apacible observación por elmicroscopio. El movimiento de la materia es violenciaen sí mismo, la violencia está presente en todas partes yel modo de manifestarse sólo depende de la naturalezade la contradicción: que nos parezca que hay violencia ono sólo depende de la posición subjetiva que nos imponenuestra condición de seres sociales; pero las connota-ciones éticas o emocionales de la violencia social no debeninfluir sobre la definición científica de las categorías denuestro pensamiento. Es mejor alejarse de esa influen-cia y de sus consecuencias nefastas. Subvertir el mate-rialismo dialéctico con ideas que conducen o puedenconducir a una visión del desarrollo social, a partir de unmomento dado (el socialismo, por ejemplo), desde con-tradicciones no antagónicas, es decir, no violentas, con-duce al socialpacifismo. Algo de lo que, por cierto, po-drían hablar mucho y muy bien los dirigentes del PCN(m).

Las contradicciones secundarias no son no an-tagónicas, sino que se hallan latentes en una situaciónde equilibrio o de desarrollo en función de otra contra-dicción principal. Pero si aquellas contradicciones tie-nen sólidas bases materiales, económicas y sociales, ala larga pugnarán por situarse en el plano principal. Porejemplo, a partir de 1918, la guerra civil en Rusia expre-saba la contradicción entre el Estado soviético y el grancapital aliado a los terratenientes y al imperialismo inter-nacional. La base social del Estado soviético, el pueblo,estaba formada por la alianza del proletariado con elcampesinado. Entre ambos existía una contradicción,pero estaba subordinada a la otra principal. Cuando, ha-cia 1920, estaba ya claro que la victoria se decantaría

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del lado del Ejército Rojo, solucionándose la contradic-ción entre el Poder soviético y sus enemigos con la de-rrota militar de éstos, la contradicción en el seno del pueblose puso en el orden del día de inmediato: el campesinadocomenzó a manifestar su oposición al comunismo deguerra ya desde principios de ese año con revueltasque culminarían en el conocido episodio de Kronstadt.La nueva situación, a partir de 1921, definida por la Nep,suponía el paso al primer plano de una nueva contradic-ción en el país soviético: la contradicción entre socialis-mo y propiedad privada. En términos de clase, esta con-tradicción se expresaba en la alianza del Estado proleta-rio y del campesinado pobre y medio contra el capitalis-ta privado, el kulak y el nepman. Y aunque Lenin propu-so un plan de cooperativización para resolver esta con-tradicción por la vía del paso pacífico del campesino alsocialismo, la realidad terminó demostrando el carácterantagónico de esta nueva contradicción, cuando las le-yes del mercado y de la propiedad privada permitieronel fortalecimiento de la clase capitalista en el campo. Afinales de los años 20, de la política de restricción ydesplazamiento del elemento kulak –expresión violen-ta de la lucha de clases durante la Nep–, hubo de pasar-se, a finales de la década, a la política de liquidación dela clase kulak, a través del impulso de la colectivizacióny de la aceleración de la industrialización como soluciónde la contradicción entre el pueblo y el capital privadoen esta etapa. En los años 30, pasará al primer planouna nueva escisión en el seno del pueblo, esta vez, entreel capitalismo de Estado y las masas del proletariado yel campesinado koljosiano. Esta contradicción determi-nará el carácter de las luchas de clases en la URSShasta su desenlace final, con el triunfo de la burguesíaburocrática, la derrota de las masas populares, la res-tauración burguesa y el retorno por el camino capitalis-ta. Como se sabe, la revolución cultural en China fue elintento por resolver esta última contradicción en sentidoinverso, en favor de la Dictadura del Proletariado y delcamino socialista.

Todos estos desarrollos y cambios en la posi-ción de las contradicciones sociales hallan su reflejo enlas esferas de la ideología y la política. En este marco sesitúa el problema del desacuerdo político en el partido.Debido a la autonomía relativa de la superestructura, undesacuerdo no debe interpretarse inmediata y mecáni-camente como la expresión de una nueva tendencia declase, de una línea política ya acabada. En este momen-to, la vanguardia todavía se debate por formarse un cua-dro correcto de la nueva situación. Pero si, una vez per-filado este cuadro y adaptado a la línea general del par-tido desde el punto de vista táctico, persiste la tendenciaopuesta a la línea roja, podrá empezar a hablarse de des-viación y de lucha de líneas abierta, cuya solución anta-gónica, violenta, es la depuración o la escisión.

Éste es el verdadero planteamiento marxista enel problema de la contradicción y su aplicación a la lu-cha de clases. Su incomprensión pone de manifiesto un

déficit teórico que la vanguardia debe resolver si quiereabordar con éxito el nuevo ciclo revolucionario.

Desarrollar lucha de dos líneas

En cuanto a su posición general en todo estedebate, ha sido la de dar apoyo a la línea claudicante yliquidadora de la desviación revisionista del maoísmo, ala línea negra. Sus escuetas respuestas a nuestros docu-mentos no se corresponden con nuestro esfuerzo porcontribuir con una crítica razonada al devenir de la revo-lución proletaria mundial a la luz de la reconstitución delmarxismo-leninismo. Por el contrario, es insultante ydespreciativo ventilar con tanta ligereza y superficiali-dad la importancia que para el movimiento comunistainternacional tienen los temas tratados en nuestros tex-tos. Por supuesto, en ningún caso solicitamos el acuerdocon lo que nosotros planteamos. Por el contrario, sabe-mos perfectamente que sin lucha entre las dos líneas,esto es, sin el concurso del resto del movimiento comu-nista, no será posible reflotar la ideología marxista, noserá posible reconstituirla. Para usted, este aspecto fun-damental para saber qué tareas debe abordar todo co-munista hoy día, no es necesario, pues la ideología prole-taria ya existe, es el maoísmo. Pero ya venimos demos-trándole que lo que usted entiende por maoísmo no esmás que un recetario parcial de estereotipos y fraseshechas sin relación con práctica alguna, y menos con lasuya o la de los que se autodenominan maoístas en elEstado español.

Nosotros deseamos recibir enseñanzas, apren-der de otros, pero, claro está, de quien esté en condicio-nes de darlas y lo demuestre, no con fraseología de cli-ché llena de prejuicios preestablecidos, fruto de una de-fensa a la desesperada debido a la ignorancia.

Aún esperamos que dé respuesta a todos o aalguno de los argumentos que hemos expuesto en nues-tro Dossier sobre Nepal, o al menos a la primera contes-tación en respuesta a su primer ataque contra nosotros.

Nosotros cometemos errores, provenimos de laderrota del movimiento comunista internacional y esta-mos lastrados por defectos, equivocaciones y vicios con-tra los que nos esforzamos en luchar después de identi-ficarlos. Por eso, somos críticos, por nuestra actitud anteel pasado del movimiento comunista internacional y porpartir de lo que es un hecho, la derrota del Ciclo de Oc-tubre, donde están incluidas todas las tendencias a queese ciclo dio lugar, también el maoísmo.

La contribución colectiva a la reconstitución esimprescindible, pero usted no sólo no aporta ninguna sinoque pretende que la retahíla de epítetos con los que nosabrasa sirvan para variar nuestras argumentaciones. No,este proceder no es válido para un marxista, no lo seríapara nadie mínimamente científico y objetivo.

Es nuestra responsabilidad denunciar claramentela letal tendencia que usted encarna en la corrientemaoísta. Esta tendencia condiciona peligrosamente al

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maoísmo porque ya en los mismos orígenes de esta co-rriente alcanzó un lugar preeminente a la hora de exten-der y consolidar el pensamiento de Mao. Se basa sobretodo en la necesidad de la vulgarización de la ideología yen su simplificación para ser aplicada entre las masas,principalmente en sus vidas cotidianas, en lugar de ser-vir para elevarlas a una concepción más elaborada de larealidad. Esta excesiva simplificación, cuyo icono másdestacado fue la confección del libro de citas de Mao, elLibro rojo, que era distribuido con la consigna de sermemorizado y aplicado, ha acarreado el anquilosamien-to, la parálisis y la petrificación ideológica y ha compor-tado la sustitución del análisis concreto y el razonamien-to por el recurso estereotipado al cliché, la repetición defrases y de citas, a veces adornadas adecuadamente,pero siempre sacadas de contexto, para justificar conello el inmovilismo estratégico y la táctica claudicanteque muchos comunistas llevan a cabo hoy en día en nom-bre del maoísmo. Nosotros, por el contrario, si citamos aMao es porque representa un gran avance en el desa-rrollo del marxismo-leninismo y en la práctica del movi-miento comunista y, por ello, siempre acompañamos sustextos con argumentaciones serias, puedan ser éstasacertadas o no. Nosotros rehuimos por principio el em-pleo de conceptos, citas e ideas maoístas en forma declichés estáticos para crear silogismos con que salir delpaso de las críticas y negar así el evidente estancamien-to del maoísmo y su incapacidad por sacar desde susplanteamientos al marxismo-leninismo del marasmo enque se encuentra.

Nosotros no citamos para encontrar apoyo paranuestras tesis en los clásicos del marxismo, citamos,parafraseando a Montaigne, porque no vamos a expre-sar peor en una frase algo que ya otro anteriormentehabía expresado mejor y, también, para revelar las dife-rencias, matices, similitudes o coincidencias con las si-tuaciones y argumentos pasados y mostrar así el vínculohistórico con el presente.

Esa tendencia, de la que usted es un eminenteexponente, también suele desviarse hacia la justificaciónde los fracasos y derrotas de la línea roja, cuya causareside en los errores propios, catalogándolos siemprecomo de menor entidad y numéricamente escasos encomparación con los aciertos. Por el contrario, tiende ainclinar siempre la responsabilidad del lado de interven-ciones enemigas ajenas a la línea, que serían demasiadopoderosas para ser neutralizadas. Esta desviación esigualmente simplista y ancla también sus raíces en laconocida defensa porcentual de la relación entre acier-tos y errores establecida por Mao cuando hizo balancela obra de Stalin. De ahí que en el maoísmo actual seextienda un desprecio, involuntario o no, al crítico que noasume los criterios, identificados como maoístas, de ve-rificación del balance de la trayectoria histórica del mo-vimiento comunista y de su actuación presente. Estoconlleva la renuncia a un debate serio que, aunque enbuena lógica pueda ser vehemente, no debe de ser es-

camoteado por no seguir un método preestablecido, atodas luces excesivamente simplista y que, además, noes en modo alguno concluyente por no aportar argumen-tos cualitativos sobre la esencia de cada elemento iden-tificado como error. Es, en definitiva, la renuncia a desa-rrollar la lucha de dos líneas entre la vanguardia revolu-cionaria. Esto es lo que usted hace.

Nosotros, sin embargo, primero apoyamos laguerra popular que inició el PCN(m) en 1996. Hemosseguido realizando un esfuerzo por conocer su desarro-llo posterior, para lo cual estudiamos los documentos alos que hemos tenido acceso, traduciendo al castellanoel importante documento político de 2003 y poniéndolo adisposición de todos los hispanohablantes desconocedo-res del inglés. Hemos analizado, estudiado y difundidolos pormenores de la guerra popular y de la línea delPCN(m), para terminar criticándola cuando hemos lle-gado a la conclusión de que, a la luz del marxismo-leni-nismo, e incluso del propio maoísmo, y teniendo en cuentala tarea fundamental de esclarecimiento ideológico y dedesarrollo de la lucha de dos líneas, estaban claudican-do, cosa que, por otra parte, los hechos están confir-mando, como lo muestra el acuerdo de paz firmado re-cientemente que pone fin a más de diez años de guerrapopular.

Usted representa pues, lo peor que le puede pa-sar al maoísmo, al marxismo-leninismo. Representa a latendencia que niega la posibilidad de la revolución enOccidente, en los países capitalistas desarrollados, en elcorazón del imperio, y mantiene una actitud de espera yservil apoyo a procesos revolucionarios que radican enel tercer mundo. Esta pasividad, unida a las otras carac-terísticas antes descritas llevan a muchos maoístas a laesclerosis y a la petrificación ideológica, siguiendo úni-camente los dictados de organizaciones enfrascadas enguerras populares, perdiendo de vista la revolución mun-dial y el desarrollo de la revolución en Occidente.

En realidad usted tiene que rectificar su actitudy comportamiento y debería de fortalecer sus conoci-mientos para elevar su nivel ideológico y así estar endisposición de contribuir al fortalecimiento del comunis-mo y no servir, involuntariamente, a la línea negra dentrode nuestro movimiento.

Febrero de 2007MAI

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En agosto, se han cumplido los ochenta años delfinal de la primera guerra civil revolucionaria en la histo-ria de la larga revolución china. Este aniversario es im-portante no sólo por los mismos motivos por los que sonimportantes las conmemoraciones y recuerdos de lasgestas del movimiento comunista y revolucionario, sinoporque es el momento en que el Partido Comunista deChina (PCC) queda constituido en sus lineamientos fun-damentales, dando así inicio a la Guerra Popular y a lasegunda guerra civil revolucionaria y, lo que es más im-portante, es el principio de la definición de la línea estra-tégica de la revolución proletaria. La perspectiva gene-ral que nos presta el primer ciclo revolucionario conclui-do, nos otorga una visión temporal de conjunto sobretoda la experiencia revolucionaria mundial, desde la Re-volución de Octubre hasta la desintegración de la URSS.Esta situación, crea las condiciones para emprender elnecesario debate ideológico en el seno de la vanguardiacomunista revolucionaria sin los tradicionales prejuiciosy apriorismos que han acabado por dominar a las distin-tas corrientes que se han ido desarrollando en el seno dedicha experiencia. Es absurdo continuar desperdiciandola oportunidad que nos brinda la actual situación paradepurarnos del lastre que representan estoscondicionamientos previos y abordar abiertamente elbalance general de todo el ciclo de Octubre. Dentro deéste, el balance que abarca el estudio del periodo quesentó las bases del triunfo de la revolución china a fina-les de los 40, es una de las más importantes tareas, porrepresentar el maoísmo el mayor avance ideológico ypráctico alcanzado durante el ciclo y representar hoy, através de los distintos destacamentos que se reclamande él, al sector más avanzado y con mayor empuje de lavanguardia comunista. Dentro de la revolución china,comprender la entidad de los acontecimientos que giranalrededor de 1927 para el comunismo es de una impor-tancia esencial para entender el proceso revolucionariode nuevo tipo que allí se originó.

La experiencia de la revolución china viene aestablecer que la línea estratégica de la revolución so-cialista proletaria que se adecua correctamente al pasodel capitalismo al socialismo, esto es, a la fase de la pre-paración para la toma del poder revolucionario, instau-rar la Dictadura del Proletariado e iniciar la fase de tran-sición al comunismo, sigue unos parámetros universalescuya táctica debe de saberse ajustar a las condicionesconcretas de cada país. Estos parámetros siguen el es-

quema Vanguardia-Partido-Guerra Popular-Frente (Nuevo Poder). Por consiguiente, concretan-do, la línea de la revolución proletaria necesita cubrirestas cuatro etapas que son a su vez las etapas de laconstrucción del partido, o lo que es lo mismo, la revolu-ción no es, ni más ni menos, que la construcción del par-tido comunista hasta la toma del poder. Cada una deestas etapas se resume en: 1) originar la vanguardia ideo-lógica de la revolución 2) fusionar la vanguardia con lasmasas generando Partido 3) iniciar la Guerra Popular 4)creando el Frente armado que genere el Nuevo Poderdesde bases de apoyo en las masas armadas. Volvere-mos más adelante sobre las etapas de la línea estratégi-ca de la revolución y de la construcción del partido a lahora de exponer la experiencia concreta de la prácticamaoísta, pues Mao es el que se encargará de teorizar ysintetizar esta experiencia y, por cuestiones obvias yapremiantes de la lucha en las condiciones de china, so-bre todo desarrollará y difundirá las dos últimas etapas,la de la Guerra Popular y la de la creación del NuevoPoder. Por esta última razón y por la necesidad de con-tribuir al balance de la experiencia revolucionaria chinaen su conjunto, es por lo que nos centraremos en las dosprimeras etapas que son las de la fase de constitucióndel PCC y a su entronque con el paso a la segunda fasede la construcción del partido, esto es, con el inicio de laGuerra Popular y la creación del Nuevo Poder, puesambas fases se solapan lógica y característicamenteentre 1921 y 1935.

Marco de influencias que preceden a la forma-ción del PCC

El Partido Comunista de China (PCC) se creaformalmente el 1 de julio de 1927. En su nacimiento hade intervenir la Internacional Comunista (IC) para po-ner orden entre las diferentes tendencias que profesanlos distintos grupos pro comunistas, estableciéndose comosu guía ideológico. A principios de siglo, las ideasanarquistas habían adquirido bastante fuerza en los am-bientes intelectuales chinos1 y dejaron un sedimento enlos nuevos intelectuales de extracción burguesa, que tam-bién se verían influenciados por la revolución de Octu-bre2 . A ellos hay que añadir las diferentes variacionesdel incipiente nacionalismo chino influenciado por la filo-sofía democrático-burguesa occidental. Esto favoreció,entre 1919 y 1920, la aparición de variados grupos quemezclaban su inclinación por el marxismo con variadas

China, 1927De la insurrección a la guerra popular

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procedencias ideológicas, pequeño burguesas yanarquistas sobre todo, que se debatían mayoritariamenteen discusiones doctrinales. El propio Mao reconocía es-tar en aquella época muy influido por el anarquismo3 .Evidentemente, el influjo positivo de la revolución bol-chevique en la convulsa china era el común denomina-dor de la rápida atracción de diferentes intelectuales porel marxismo como base ideológica y por la experienciasoviética como forma de encarar la situación políticarevolucionaria de China4 . Tanto es así, que no fue hastalos años 1918-19 que los primeros textos marxistas fue-ron introducidos en China y se organizaron los primerosgrupos de estudio a su alrededor5 . Los grupos que con-fluirán en el nacimiento del Partido Comunista Chinoestaban constituidos por elementos provenientes en sutotalidad de los ambientes intelectuales y universitariosde la época, no había entre ellos ningún obrero. La ICintervendrá directamente en la reorganización, unifica-ción y depuración de estos grupos. En el Primer Con-greso se elegirán estatutos, dirección y programa. Loselementos más vacilantes abandonarán pronto la orga-nización y, con el apoyo material y la dirección ideológi-ca de la IC, se empezará la labor de trabajo entre lasmasas, centrándose la actividad en el proletariado urba-no6 .

Este proceso de formación del PCC evidenciauna prematura fundación del partido de la mano de laIC. Este no es un problema exclusivo del partido chino.La situación mundial de crisis y de aceleración revolu-cionaria histórica apresura, a su vez, la creación en 1919de la IC, deslindada claramente del resto de organiza-ciones proletarias por las condiciones de ingreso, paraformar las secciones nacionales del partido internacio-nal de la revolución proletaria. Esto condujo a que lassecciones se fueran formando en base a una conformi-dad formal administrativa, en la mayoría de los casos,con aquellas 21 condiciones que implicaba la aceptaciónconsiguiente de la línea internacional y la dirección cen-tralizada. Las secciones se erigieron en buena parte in-corporando el bagaje material y humano de los viejospartidos de la segunda internacional, sobre todo en Eu-ropa, o desde la creación neófita por intervención direc-ta de la IC, sobre todo en los países coloniales, de ele-mentos extraídos en su mayoría de las capas intelectua-les autóctonas, como fue el caso de China. Con todaseguridad, la situación internacional de la revolución rusay la necesidad de proseguir con la revolución mundialjustifica, en gran medida, este acelerado proceder dereorganización y encuadramiento de las filas revolucio-narias en los distintos países, pero es ya un hecho quetrajo importantes consecuencias negativas en las dife-rentes secciones de la IC, a pesar de ser identificadasparcialmente y abordadas en los sucesivos congresosde la Internacional. Las etapas de la formación del par-tido de nuevo tipo leninista por las que transcurrió la for-ja del partido bolchevique, que le permitió dotarse de

una relativa solidez ideológica en un principio, son susti-tuidas mayoritariamente por actos de incorporación quesuponen en muchos casos saltos en las posiciones políti-cas y doctrinales de dirigentes y organizaciones proleta-rias debido, sobre todo, a la atracción del éxito de laRevolución de Octubre pero que, en muchos casos, nosupondrá, ni a la larga, una equivalente y necesaria asi-milación del marxismo-leninismo. La atracción por elbolchevismo se dará primeramente en la propia Rusia.Trotsquistas, anarquistas, mencheviques, eseristas, opor-tunistas y reformistas de toda condición y procedenciaaceptarán obediencia a la línea leninista para ingresarprogresivamente en el partido bolchevique. Generalmen-te, esta asimilación del leninismo será formal, condicio-nada y parcial, acarreando lastres ideológicos y teóricosque, junto a las insuficiencias del propio bolchevismo, nofavorecerán el futuro desarrollo de la revolución y ladictadura del proletariado en la URSS. Así mismo, a lahora de fundarse la IC, pocas secciones han realizadouna evolución análoga o paralela y menos aún ligada a latrayectoria de los bolcheviques a la hora de forjar el par-tido comunista ruso. La premura en llevar adelante larevolución proletaria y en organizar para ello el partidode la revolución mundial, el éxito de la revolución rusa yla necesidad de liberarla del cerco en que quedaba si-tuada por la intervención extranjera, unido a la impa-ciencia del movimiento obrero revolucionario despuésde décadas de luchas por su emancipación en un mo-mento de debilidad del capitalismo mundial después dela Gran Guerra, acercarán a amplios sectores del prole-tariado internacional, desde el anarquismo a la socialde-mocracia hacia la causa de Octubre. Esta aceleraciónde los acontecimientos y la necesidad de abordar lasrevoluciones en cada país, junto con la reordenación delsistema colonial, no permitirán dedicar el esfuerzo nece-sario al obligado asentamiento ideológico del marxismo-leninismo y a su asimilación por la avalancha de organi-zaciones, elementos y masas que se iban incorporandotras él. Pronto aparecerá la lucha entre las dos líneas engran parte de las secciones de la Internacional lo que,unido a la transformación en comunistas de muchos, nohace tanto reacios al bolchevismo, junto a la incorpora-ción de masas formadas en el reformismo, el sindicalis-mo revolucionario o en el anarquismo, provocará tensio-nes y desviaciones tanto de izquierda como de derechaque la aceptación formal de una disciplina internacionaly de un liderazgo político centralizado por imperativo dela misma demostró que no podía resolver adecuadamen-te. La bolchevización y depuración de los años veinteen la IC no resolverá certeramente el problema. La con-tradicción objetiva que se introducirá en el movimientocomunista, causada por el aluvión hacia el comunismode tantos sectores sociales cuya asimilación del marxis-mo era mayoritariamente parcial y escasa a la par quecontaminada por las ideologías de procedencia, no pudoser enfrentada correctamente, quedando su proceso deincorporación incompleto, influyendo negativamente en

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el seno del movimiento, permaneciendo el problema pen-diente de una solución que gradualmente será más difícilde percibir e identificar, sustituyéndose esta impotenciapaulatinamente con medidas de carácter cada vez másadministrativas. La primera piedra de la futura disolu-ción de la IC se iba asentando solidamente en la base dela organización revolucionaria internacional.

Periodo de la formación de la vanguardia revolu-cionaria china 1921-1927

El PCC no es ajeno, obviamente, a esta situa-ción, lo que, unido a las condiciones particulares de Chi-na, hará que el proceso que lleva a su fundación seasubstancialmente diferente del que dio lugar a la funda-ción del partido bolchevique en Rusia, siendo tuteladodesde sus inicios por la IC por imperativo del desarrollode la revolución proletaria mundial. Esta tutela de la ICtendrá destacados aspectos positivos, sobre todo en lascuestiones de asesoramiento ideológico y organizativoasí como en la aportación material de todo tipo, perointroducirá aspectos negativos que supondrán un lastredurante mucho tiempo en la revolución china. Los re-presentantes de la IC traerán consigo la dificultad enconciliar un doble interés, por una parte el de desarrollarla revolución mundial y, por la otra, el de la defensa delEstado soviético, lo que redundará en beneficio del em-pleo de la diplomacia tanto con los enemigos como conlos aliados circunstanciales, buscando aprovechar lascontradicciones interimperialistas7 , atajando por encimadel desarrollo de la revolución china. Además, el que losasesores de la IC fuesen todos de formación europeaconducía a interpretar la realidad china a través del ta-miz de la experiencia revolucionaria de la cual prove-nían, influenciando con ella a los propios camaradas chi-nos, débiles aún para conformar unas propias y sólidasinterpretaciones de la situación local. Siendo esto así,como las etapas que la línea de la revolución proletariaestablece para la construcción del partido comunista nopueden ser obviadas, si en 1921 la vanguardia marxista-leninista en China se encontraba en sus preliminares másincipientes, su unificación y consolidación como vanguar-dia revolucionaria no tenía más remedio que ser poster-gada y sustituida por la dirección de la Internacional.

Mao se pondrá definitivamente al frente del par-tido en la conferencia ampliada del Buró Político delComité Central del Partido, celebrada en Tsunyi, en enerode 19358 , después de una lucha decidida para restable-cer la Guerra Popular como línea de masas militar ysalvaguardar de una vez por todas al Ejército Rojo y conello a la revolución china de los errores que venía come-tiendo la dirección del partido, no sólo desde el inicio dela segunda guerra civil, en 1927, sino desde su mismacreación en 1921. La derrota de 1927 tuvo como conse-cuencia que Mao, a la sazón máximo exponente de unade las tendencias que conformaban el partido en China,

comprendiera las reglas por las que se desenvolvía larevolución en las condiciones de China y reorganizara elpartido bajo su mando en función de la nueva etapa de larevolución que se abría. Es gracias a que Mao va com-prendiendo la estrategia de la revolución en China –locual es un síntoma de su progresiva madurez ideológi-ca– y a que toma la iniciativa de proseguir la construc-ción del partido de nuevo tipo en función de la línea demasas militar a través de la Guerra Popular, que se pue-den amortiguar los efectos negativos de los repetidoserrores cometidos por las sucesivas direcciones del PCC,permitiendo así la supervivencia del partido y su recupe-ración continuada desde las bases de apoyo y por mediodel Ejército Rojo. Así pues, el periodo que gira alrededorde 1927 como punto de inflexión clave en la revoluciónchina, supone el periodo del afianzamiento ideológico dela vanguardia y de la constitución del Partido Comunistade China (PCC), lo que permitirá sentar las sólidas ba-ses para combatir y derrotar primero a las desviacionesoportunistas de distinto signo, acto seguido al invasor ja-ponés y, por último, en la tercera y última guerra civilrevolucionaria, alcanzar la conquista del poder en 1949.

El problema de la vanguardia es en realidad elproblema de la guía ideológica y del establecimiento dela línea general de la revolución proletaria, siendo la úni-ca manera de abordarlo a través de la lucha entre lasdos líneas. Esta lucha no llegará a iniciarse antes de 1921,siendo los debates ideológicos meras escaramuzas en-tre unos cuantos intelectuales9 con una escasa y pocosólida formación marxista. Será entre la fundación for-mal del partido y el fin de la primera etapa de la primerarevolución china, en agosto de 1927, que tendrá lugar laclarificación ideológica, se establecerá la línea generalde la revolución china y se podrá decir que queda cons-tituido definitivamente el Partido Comunista.

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La revolución China es una revolución de nuevademocracia10 . Esto significa que tiene una componenteburguesa y otra socialista. Es una revolución de nuevotipo en la que la burguesía se ha mostrado incapaz dellevar a cabo la revolución democrático-burguesa hastael final y ésta ya sólo puede culminarla el proletariado.El movimiento del 4 de mayo de 1919, cuando laintelectualidad burguesa sale a la calle en protesta con-tra la estampación de la firma del enviado del gobiernochino sobre el tratado de paz de Versalles, por el queasumía la continuación de la ocupación y reparto impe-rialista de China por las potencias vencedoras de la gue-rra mundial, marcará la fecha histórica en que la revolu-ción democrático-burguesa en China pasa a ser de nue-vo tipo11 . Sin embargo, el movimiento se verá limitado alas zonas urbanas, permaneciendo el campo al margen.La estructura semicolonial y semifeudal de China juntocon la componente antiimperialista que le confiere la in-tervención extranjera le dan el carácter de revoluciónde liberación nacional. La dirección de la revoluciónantiimperialista la ejerce, en ese momento, el único par-tido que reúne las condiciones para ello, el Kuomintang(KMT), partido nacionalista bajo cuya bandera se en-cuadra la burguesía, “única clase que había desperta-do a la idea revolucionaria y que deseaba conser-var la dirección de la revolución en el plano políticoy social”12 . La revolución china vendrá marcada desdesus inicios por el progresivo paso de cada una de lasfacciones de la burguesía, desde la más reaccionaria ala más radical, al campo de la contrarrevolución, demos-trando con ello la pronta renuncia a encabezar la revolu-ción democrática y antiimperialista, debido a su incapa-cidad como clase para liderar un proyecto de liberacióny transformación unificado para todo el país. Desde lavisión histórica de la lucha de clase, es a partir del movi-miento generado el 4 de mayo cuando el proletariado,organizado en Partido Comunista, debía de ponerse a lacabeza de la revolución de nueva democracia. Sin em-bargo, éste aún no existe. El proletariado chino, jovenpor su reciente formación, escaso, muy concentrado ysujeto a la explotación del capital extranjero en su ma-yoría, se incorporará a la revolución a remolque de laburguesía, participando por primera vez masivamente através de la extensión de las protestas generadas el 4 demayo. La dirección revolucionaria la ejercerá aún du-rante algunos años la burguesía a través del KMT que,desde su creación por Sun Yat-sen en 1912, ha intentadosin éxito aún concluir su revolución pendiente.

Durante los 6 años que median entre la crea-ción del partido y la derrota de la revolución en 1927, elPCC, como organización marxista-leninista ideológica-mente constituida no existe. Por su composición en ori-gen sólo puede ser llevado de la mano por la Internacio-nal. Su número de miembros es muy escaso −entre 50 y60 durante el primer año en un país de 400 millones dehabitantes− y sin influencia en la clase obrera; el mar-

xismo que tienen asimilado es escaso y muy ortodoxo,sin comprender aún la flexibilidad táctica leninista, lo quedemuestra su inmadurez e inexperiencia política e ideo-lógica. De los fundadores del partido, la mayoría se per-derán rápidamente por el camino, unos expulsados, otrospasados al enemigo y otros abandonando toda lucha13 .Esto es una prueba de su escasa solidez ideológica des-de el punto de vista marxista. Es por esto que será la ICla que ejercerá el papel de guía ideológico. Desde losprimeros debates del I Congreso, varias posiciones tác-ticas conviven en el partido14 , destacando una reformis-ta parlamentaria y otra, en la que se encuadra el primersecretario general del partido, Chen Tu-siu, que rechazatoda alianza con la burguesía y se inclina por acelerar lalucha por el poder de la clase obrera. El desinterés porel campesinado es total en este primer momento de lavida del PCC.

Para la IC, la debilidad del proletariado hace in-evitable la alianza con la burguesía nacional, aceptandoen un principio su dirección. Por ello, después de buscarel aliado idóneo entre distintos posibles candidatos, eldelegado de la IC, Maring, se decanta, a fines de 1921,por Sun Yat-sen, jefe del KMT, estableciendo un sólidoacuerdo de cooperación y ayuda con la URSS. Duranteel primer año, el PCC se centra sólo en el trabajo en lasciudades y en la formación de sindicatos obreros, sinpreocuparse en absoluto por la cuestión de los aliados,siendo la IC, a través de su enviado, la que realiza loscontactos por su cuenta. Pero en julio de 1922, despuésdel trabajo realizado por el enviado de la IC, el II Con-greso del partido acepta, forzado por la disciplina perosin convencer a la mayoría de sus dirigentes, la necesi-dad de establecer una alianza con los nacionalistas bur-gueses.

La división existente en el seno del propio cam-po nacionalista acelerará el acuerdo entre Maring y SunYat-sen, optándose como fórmula para establecer la alian-za –debido a la presión de este último– por la incorpora-ción individual de los miembros del PCC en el KMT,ante los recelos que tiene el dirigente nacionalista conrespecto a los comunistas, adquiriendo así éstos la doblemilitancia de hecho. El KMT tenía su base en el sur deChina, estando el centro y el norte, Manchuria, en ma-nos de señores de la guerra con los que la URSS ejercíaesfuerzos diplomáticos. El IV Congreso de la IC, cele-brado en noviembre de 1922, defenderá la necesidad dela participación de los partidos comunistas en los movi-mientos de emancipación nacional como manera de ex-tender su influencia y apunta en el sentido de la impor-tancia del campesinado como clase adyacente que debeser disputada a la burguesía15 , pero no especifica enqué forma debe de realizarse la participación en dichosmovimientos para garantizar a la vez la independenciadel partido. El método de incorporación individual esaceptado por Maring porque ya había participado en una

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experiencia equivalente en la India Oriental Holandesa,aunque no llegó a dar sus frutos por la ruptura del acuer-do prematuramente16 . Por el contrario, en China elacuerdo durará más y permitirá muy rápidamente ex-tender la influencia del partido entre las masas chinas,aumentando y fortaleciendo su organización y causandoel pánico progresivamente en las distintas facciones dela burguesía, tal como pronosticaba el IV Congreso dela Internacional:

“Pero desde el momento en que las masas pro-letarias y campesinas se incorporan a esos movimien-tos, los elementos de la gran burguesía y de la bur-guesía fundaria se apartan, cediendo el paso a losintereses sociales de los sectores inferiores del pue-blo.”17

Sin embargo, el problema del campesinado se-guirá siendo una asignatura pendiente, por secundaria,en el plan estratégico de la revolución hasta 1927.

Son varios los dirigentes del partido que tarda-rán en convencerse de que el PCC no puede abordarsolo la lucha contra los señores de la guerra y losimperialistas. Al final, unos por la propia experiencia antelos zarpazos de la represión y otros por la idea de misiónhistórica del pueblo chino que requiere de su unidad paraliberar y regenerar a la nación, mentalidad que arrastranmuchos por sus antiguos orígenes ideológicos pequeñoburgueses, aceptarán el ingreso en el KMT bajo los aus-picios de la IC y con la colaboración directa de la URSS.El III Congreso del PCC, en junio de 1923, aprueba pa-sar a trabajar bajo la bandera del KMT. El propio KMT,por el acuerdo con Sun Yat-sen, pasa, desde octubre, aser reorganizado a instancias de los asesores soviéticosa imagen de un partido comunista basado en el centra-lismo democrático, para convertirlo en una organizaciónmás eficaz que la amalgama de facciones e interesesenfrentados de las diferentes capas de la burguesía enque estaba constituido anteriormente.

El KMT realiza su I Congreso en enero de 1924.Con ayuda soviética se organizará el ejército nacionalis-ta con su correspondiente escuela de cuadros militares.El objetivo de construir un aliado firme del Estado sovié-tico y que sirva de apoyo a la revolución mundial depen-de de la fuerza que el PCC consiga en el KMT paracontrolarlo. En caso contrario, el organismo creado enmanos de la burguesía podría convertirse en un obstácu-lo para el progreso de la revolución en China. A pesar deser aliados, tanto la IC como los nacionalistas de SunYat-sen mantienen su desconfianza mutua, pues preten-den objetivos distintos aun dependiendo el uno del otro.La IC mantendrá, incluso después del fracaso final deagosto de 1927, la necesidad de seguir actuando bajo labandera del KMT como enganche revolucionario. Paraentonces, ya Mao tiene claro que sólo desde la indepen-dencia de la bandera roja puede proseguirse la lucharevolucionaria. Esta obsesión de la IC por el KMT, comomedio de ligar a los comunistas con las masas y dirigir-las, es fruto del consenso que perdura en el movimientocomunista por centrar la actividad revolucionaria princi-pal en el proletariado urbano, común a toda la experien-cia europea, y en considerar, además, que en los pueblosde Oriente, la debilidad de ese mismo proletariado leobliga a depender de los movimientos nacionalistas diri-gidos por la burguesía, relegando siempre a un papelsubordinado el de las amplias masas campesinas. La ICes consciente del crucial papel de estas masas del cam-po, pero son un elemento a conquistar para subordinarloa la insurrección en las ciudades. Los hechos se encar-garán de demostrar que todos los procesosinsurreccionales se estrellarán principalmente por ma-nejar la baza kuomintanista en detrimento de una políti-ca independiente del partido, despreciando a la vez laacción campesina. Se puede decir que los más conse-cuentes y firmes cumplidores del pacto entre la IC ySun Yat-sen fueron los comunistas, no porque no fueranreticentes al mismo o no quisieran romperlo cuando fue-se oportuno sino porque no supieron ver cuándo habíallegado ese momento, mientras la burguesía dominanteen el KMT, fortalecida a su vez gracias a la ayuda de laURSS, se adelantó en los acontecimientos, sabiendo ju-gar la baza de su superioridad militar y de su dominioideológico, tanto entre las diferentes capas de la burgue-sía en las ciudades, como por el predominio aún de lastradiciones feudales en el campo, dado el reducido es-pacio de intervención que los comunistas habían alcan-zado en él por su tradicional desinterés. Así pues, mien-tras la IC reconoce el papel fundamental del campesi-nado, aunque subordinado, en la revolución en Orien-te18 , a la vez que quiere mantener a toda costa la alianzacon la burguesía nacionalista, son los comunistas chinoslos que mayoritariamente se muestran obstinadamentereacios al papel del campo, a la vez que desconfían gran-demente, y razones no les faltan, de las posibilidades dela alianza con el KMT. Las labores de los escasos miem-bros del PCC en el campo se realizaron a través del

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KMT, que era más sensible a ello. Gracias a esta laborde algunos comunistas, como Peng Pai o el propio Maoun poco más tarde, aprovechando la creación por el KMTdel Instituto de Formación del Movimiento Campesino,pudieron crearse las primeras bases de apoyo en el campoen 1927. En cuanto al KMT, la presión de su ala dere-cha hacía variar de postura continuamente a Sun Yat-Sen al trasladarle su profundo anticomunismo, lo cual,junto con el propio proyecto del viejo líder en busca desu sueño por la unificación nacional, le llevó, sin contarcon los comunistas, a entablar relaciones con la camari-lla projaponesa instalada, a fines de 1924, en Pekín. Todoesto, como es obvio, levantaba continuos recelos en elPCC que, si se mantenía en el KMT, era por la insisten-te presión de la Internacional.

Pero Sun muere en marzo de 1925 y sus tresprincipios del pueblo19 , que entrañaban las tres grandespolíticas de alianza con la URSS, alianza con el partidocomunista y apoyo a los obreros y campesinos, pasan aser para los comunistas el símbolo del legado de Sun,por encima de los anteriores reproches. La personalidadde Sun había conseguido mantener unido al KMT, peroahora, tras su muerte, empezarían a manifestarse susdiscrepancias internas, proviniendo los primeros ataquesdesde su derecha más anticomunista por estar en con-tra, precisamente, de las tres grandes políticas. El rápidocrecimiento en efectivos y la progresiva influencia queel PCC está alcanzando a mediados de 1925 harán elresto. La alianza está dando frutos positivos a los comu-nistas, pero esto incrementa el nerviosismo entre los sec-tores más reaccionarios del KMT, provocando seriasdesavenencias internas, que llegarán incluso hasta elasesinato de dirigentes del ala iz-quierda del partido nacionalistapor parte de los elementos másreaccionarios.

El 30 de mayo de 1925se produce la matanza de obre-ros, en la Concesión Internacio-nal de Shangai, por disparos de lapolicía de mando británico. Ésteserá el punto de arranque de laprimera revolución china. Las pro-testas se extenderán, así como larepresión, hasta el campo por pri-mera vez. A partir de aquí, la ebu-llición campesina irá en aumento,sobre todo en las zonas en que elKMT y, a través de él, algunoscomunistas, han ido haciendo sulabor de organización y proselitis-mo, al grito de ¡abajo los milita-ristas! y ¡abajo los extranjerosricos!, en acuerdo con los envia-dos de la IC que llevan un tiempo

difundiendo la necesidad de resolver el problema de latierra para que la revolución tenga éxito20 .

En enero de 1926, se celebra el II Congreso delKMT. La crisis que provocaba la fuerza creciente delos comunistas marcó este congreso. Será a partir demarzo cuando se dará el primer gran aviso a los comu-nistas. El mismo mes, se realiza el IV Congreso del PCC,manteniéndose las dos tendencias presentes desde elprimer Congreso, la minoritaria que se centra en la claseobrera y la dictadura del proletariado y la mayoritariaque se inclina por realizar todo el trabajo desde dentrodel KMT. Sigue siendo la IC la que tiene que lidiar entreambos extremos.

Chiang Kai-Shek, jefe del ejército y director dela academia militar de Whampoa se disponía a realizarla expedición al Norte, sueño ansiado por el mismo Sununos años antes, para arrebatar Pekín de manos de losseñores de la guerra projaponeses y realizar la tan de-seada unidad nacional. Moscú, en este caso, no está deacuerdo porque está manteniendo delicados trabajos di-plomáticos con Japón y está dispuesta a evitar la guerracon el Norte aceptando la autonomía de Manchuria, queestá en la área de influencia del imperio nipón. Para con-trarrestar esta posible autonomía, la URSS sondea porsu cuenta las posibilidades de autonomía también para elgobierno revolucionario nacionalista de Cantón21 . Fren-te a esta iniciativa soviética, divergente con los planesnacionalistas, Chiang Kai-Shek realizará un golpe deEstado el 20 de marzo, arrestando a centenares de co-munistas como método para presionar a Moscú. La di-rección soviética cederá, recomponiendo la alianza, pero

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las consecuencias serán la pérdida de influencia y man-do del PCC y de los enviados de la Internacional en elKMT.

Todo esto no hace más que aumentar en el PCClas discrepancias con respecto el KMT. Al mismo tiem-po, en el campo, los escasos comunistas que llevan tiempotrabajando sin levantar demasiado interés en el seno delpartido, controlan las organizaciones campesinas y elInstituto de Formación, y se dedican a forjar cuadroscampesinos dando una gran importancia a la instrucciónmilitar. La expedición al Norte, a su vez, incitará a lasublevación de las masas campesinas a su paso. Loscampesinos buscan romper las cadenas feudales que lesatan desde siempre, creando con ello inquietud en lospropios oficiales del ejército nacionalista, muchos de ellosterratenientes y reclutados en las zonas por las que dis-curre la expedición. La fuerza del ideario nacionalista esclave para sublevar a los campesinos y la maquinaria depropaganda creada por los soviéticos y en cuya ocupa-ción intervienen muchos cuadros comunistas, se encar-ga de ir agitando a estas masas y a las poblaciones delas ciudades y pueblos que van liberando22 . La propiaInternacional intervendrá de manera contradictoria, in-tentando frenar primero las sublevaciones campesinasen octubre23 , al poner en peligro la expedición y excitara los mandos nacionalistas, y anulando la orden un mesdespués, mostrando con ello que los acontecimientosempiezan a acelerarse de tal manera que no es capaz decomprenderlos cabalmente y de seguir su ritmo.

Por primera vez y debido al relajamiento de lasrelaciones con el KMT, el PCC creará un departamentocampesino dependiente del Comité Central escogiendopara dirigirlo a Mao. Sin embargo, la mayor parte de lastareas sobre el campesinado seguirán haciéndose bajoel amparo del KMT, pues el partido comunista, a pesarde su espectacular crecimiento, no puede hacer frenteen solitario a la movilización de millones de campesinossi no es a través de una maquinaria de partido como ladel KMT y del aparato gubernamental de un Estado comoel nacionalista. El creciente rechazo y desconfianza delpartido hacia el KMT es en reciprocidad del crecientedistanciamiento de Chiang Kai-shek con respecto a losmismos comunistas y al ala izquierda del KMT, que re-cela de él por su militarismo y sus tomas de decisionessin contar con el poder civil, como fue el caso del golpede Estado del 20 de marzo. Además, siguiendo a la ex-pedición al Norte del ejército, se marchan detrás las au-toridades del KMT y del gobierno, estableciéndose en laciudad de Wuhan, mientras Chiang Kai-shek se ha tras-ladado con sus partidarios a Nanchang, porque ha deci-dido por su cuenta dirigirse a ocupar Shangai en lugar deseguir el plan previsto hacia Pekín. El Comité Centraldel KMT reunido en Wuhan rebaja la autoridad de ChiangKai-shek, subordinándole directamente a los civiles, yreorganiza los aparatos de dirección del partido. Ade-

más, se acepta la propuesta de la IC de incluir a minis-tros comunistas en el gobierno, cosa a la que se oponíarotundamente Chiang Kai-shek. La ruptura entre el aladerecha y la izquierda del KMT es ya un hecho.

Ahora la revolución agraria empieza a tomar másimportancia como apoyo del gobierno revolucionario deWuhan. En abril, el KMT de Wuhan establece el ComitéCentral de la Tierra para elaborar el programa de la re-forma agraria, pero la propuesta de Mao es criticadadesde la derecha por demasiado radical y desde la iz-quierda por demasiado blanda. Al final, se intenta con-tentar a todo el mundo incluso excluyendo de la confis-cación de las tierras las de los oficiales o sus familia-res24 . La propia IC, a través de su delegado Borodin,llegaba a proponer dos maneras de aplicar la reformaagraria, una más suave en las zonas controladas porWuhan, para aplacar las contradicciones en el campo yotra, más radical, para soliviantar a las masas en el res-to. Al final, se aprobó sólo confiscar las tierras de losgrandes terratenientes, dejando exentos a los pequeñospropietarios y a los militares revolucionarios”25 . Sinembargo, en el campo las sublevaciones e incautacionesde tierras están a la orden del día. Es lo que se denominaexcesos campesinos, que tantos quebraderos de cabe-za daban a los comunistas. La creación de la Asociaciónde Campesinos de toda China tendrá como objetivo fre-nar estos excesos y evitar la ruptura de la alianza entreel PCC y el KMT de izquierda.

No será hasta la matanza de obreros en Shangai,el 12 de abril de 1927, habiendo estos, por medio de lainsurrección, tomado la ciudad para entregársela al ejér-cito nacionalista que se acercaba con Chiang Kai-shekal frente, cuando definitivamente la IC pierde toda espe-ranza en reunificar al KMT. La represión de cuadroscomunistas, ordenada por Chiang, se extiende por lasprovincias. Coincidiendo con estos hechos, se produceel asalto a la embajada soviética en Pekín por orden delseñor de la guerra Chang Tso-lin y con permiso de losextranjeros del barrio diplomático, ejecutando a cuantoscomunistas chinos había refugiados, entre ellos a Li Ta-chao, que había sido uno de los principales fundadores eideólogos del partido. En medio de esta situación, se re-úne el V Congreso del PCC a finales de abril. En él sesigue apostando por no romper con el KMT de izquier-da, mientras se sigue la directriz de extender y afianzarel control comunista de la revolución en el campo a tra-vés de las asociaciones campesinas, empresa que poneen peligro precisamente esa unidad. Se manifiestan tresopiniones diferentes en cuanto a la cuestión campesina:la primera proponía confiscar la tierra sólo a loscontrarrevolucionarios, la segunda extender la confisca-ción al resto de terratenientes exceptuando a los revolu-cionarios y la tercera confiscar toda la tierra. Se adoptófinalmente la segunda opción, que era la que más secorrespondía con la aprobada por el KMT de izquierda.

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El VIII pleno de la IC planteará abiertamente, a finalesde mayo, la necesidad de reorganizar al KMT para con-trolarlo y así dirigir desde él la revolución agraria, para locual pide la colaboración del PCC. Varios militareskuomintanistas se sublevan y se pasan al lado del KMTde derecha de Chiang Kai-shek, no sin antes haber pro-vocado cruenta represión entre los comunistas y el cam-pesinado. Ante estos acontecimientos, el partido comu-nista intenta frenar los excesos campesinos, que estánprovocando, junto con las intenciones abiertas de la ICpor controlar al KMT, la deserción de los kuomintanistasde izquierda hacia la derecha. El propio gobierno haempezado ya por su cuenta los contactos para reconci-liarse con Chiang Kai-shek. La ruptura oficial y definiti-va se producirá el 15 de julio, abriéndose la veda delcomunista. El primero de agosto, las unidades del ejérci-to nacionalista dirigidas por comunistas y acantonadasen Nanchang se rebelan, y después de dirigirse al sur yfracasar en el intento de volver a sublevar la zona, susrestos se unirán a las guerrillas que el comunista PengPai dirigía en las montañas. Comenzaba así el segundoperiodo revolucionario y empezaba a tomar forma laGuerra Popular.

Constitución del Partido Comunista en China einicio de la Guerra Popular

Es en medio de las luchas revolucionarias quese suceden durante esta primera guerra civil, que el par-tido comunista de China se va gestando. El caos reinan-te, debido a las fluctuaciones en las decisiones dentrodel KMT por la lucha interna entre los diferentes secto-res de la burguesía, a las tendencias en el interior delPCC y su cuestionamiento constante de la política de laIC, a la desunión tradicional en el seno de las fuerzasreaccionarias, unido a las variaciones de posición de cadauna de las clases que intervienen en la revolución enfunción de la situación y de la correlación de fuerzas y ala incorporación progresiva de destacamentos naciona-listas al campo de la contrarrevolución, permiten a lossectores del partido dirigidos por Mao cierta libertad demovimientos para ir estableciendo una manera hasta esemomento inédita de hacer la revolución. Mao irá modifi-cando la línea de la revolución proletaria que hasta en-tonces era el modelo seguido por la Internacional Co-munista.

Como ya hemos visto, según el esquema gene-ral de la construcción del partido, ésta consta de cuatroetapas que se dividen en dos fases diferenciadas. Laprimera fase es la que ha de resolver los dos primerosproblemas estratégicos de la revolución, la conquista dela hegemonía de la teoría revolucionaria entre la van-guardia y la de la organización en torno a la línea y elprograma de la revolución. Cuando ambas posicionesestén suficientemente extendidas y consolidadas se pue-de decir que el partido comunista está constituido y pue-

de dar comienzo la segunda fase que es la de la guerrade clases, la Guerra Popular de masas revolucionariasmilitarmente organizadas. En la Guerra Popular la líneamilitar pasa a ser el centro de la línea del partido.

El desarrollo desigual de las cosas hace que estas eta-pas se entremezclen y se produzca la paradoja de quese vayan cumpliendo los parámetros de la línea revolu-cionaria sin que estén presentes todos los requisitos ne-cesarios. La dialéctica de la revolución permite com-prender este desarrollo, no lineal, pero que se ajusta encambio correctamente a las condiciones de la revolu-ción en China. Precisamente, la confrontación exitosade la línea maoísta con esta realidad permite comprobarel acierto en el cumplimiento de las tareas en cada mo-mento e identificar al final las etapas y las fases de cum-plimiento de la línea de la revolución proletaria. Tantolos maoístas como el resto de los comunistas chinos be-ben, en aquel tiempo, del bagaje teórico internacionalque se establece de la asimilación de la revolución rusapor parte de la IC. Así, como los elementos de lo nuevoy de lo viejo se entrecruzan, también se interviene conun lenguaje y unas ideas que luego entran en contradic-ción con lo que se hace. En estos primeros tiempos, nose es del todo consciente de la práctica que se está lle-vando a cabo. Es a posteriori cuando Mao irá definiendolas bases de la nueva línea de la revolución sobre lasconclusiones de sus experiencias propias, sus decisio-nes y análisis de sus errores.

Mao, a principios de 1926, situará en el lugarque le corresponde el problema central de la revoluciónchina, el problema de la revolución agraria. Todas lastendencias que intervienen en el partido reconocen esteproblema de palabra, incluso algunos reconocen la ne-cesidad de resolverlo para que la revolución pueda triun-far, mientras otros la posponen a etapas posteriores dela revolución; pero nadie se aplica en situarlo en el cen-tro del proceso revolucionario y en definir el papel queha de desempeñar en él. El problema de la revoluciónchina es el problema de los aliados del proletariado en larevolución, ya que éste solo no dispone de las fuerzassuficientes para ello. Chen Tu-siu, ahora oportunista dederecha, se inclina decididamente por la cooperación conel KMT, relegando el papel del campesinado e inclinan-do hacia la derecha la línea de cooperación establecidapor la IC. La otra tendencia, oportunista de izquierda,rechaza todo acuerdo con el KMT, contando sólo con elmovimiento obrero para la revolución democrática y des-atendiendo también al campesinado. Sólo la Internacio-nal tiene seriamente en cuenta el problema de la revolu-ción agraria26 , pero le da carácter secundario, mera-mente táctico y de apoyo y subordinación al proletaria-do: “El proletariado es la única clase... en situaciónde llevar adelante la política agraria radical que esuna condición para... el ulterior desarrollo de la re-volución”27 . Se sigue, así, el esquema legado por la re-

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volución de Octubre. Por el contrario,la dirección de la revolución por el pro-letariado no significa, como dejará sen-tado Mao, que la revolución la haceen la práctica el proletariado comosujeto concreto y actor principal, sien-do el resto de clases revolucionariassubordinadas, acudiendo en apoyo dela primera. El proletariado, clase diri-gente de la revolución, ejerce este pa-pel situando a su partido al frente de lamisma, siendo el campesinado la cla-se principal del proceso revoluciona-rio, sobre la que recae la parte funda-mental de la acción revolucionaria.

Mao, miembro del ComitéCentral desde la celebración del IIICongreso en 1923, en que ya comba-tió las tendencias oportunistas28 , sepuso a estudiar, a fines de 1924, lascondiciones rurales en la provincia de Junán, poniéndo-se a la cabeza de sus luchas. Fruto de este trabajo yestudio entre los campesinos es su conclusión de queellos son la principal fuerza aliada de la revolución29 .Mao, en 1926, dirige la escuela de formación de cuadroscampesinos para preparar a la vanguardia para la revo-lución agraria. Durante todo un año, los maoístas se en-cargan de fortalecer y dirigir el movimiento campesinoque aceleró su desarrollo incentivado por la expediciónal Norte del ejército nacionalista, pues veía en ella suliberación de la opresión feudal. La lucha de dos líneasen el partido se intensifica, para lo cual Mao prepara, aprincipios de 1927, un Informe sobre una investiga-ción del movimiento campesino en Junán30 , donde,aparte de mantener el papel principal de los campesinosen la revolución, apoya la necesidad de establecer lasfuerzas armadas campesinas y de movilizarlas en apoyode la revolución. En medio de la agudeza de la lucha delíneas en el PCC y de los graves errores que se cometencon respecto al KMT de izquierda y el gobierno nacio-nalista afincado en Wuhan, en abril de 1927 se reúne elV Congreso, que expulsará a Mao del Comité Centralsin resolver los problemas de oportunismo de derecha,refrendando la dirección de Chen Tu-siu en el partido.El desastre ya estaba cantado, el partido había roto conla última oportunidad para enderezar la situación. A me-diados de julio, el KMT de izquierda atacaba oficialmen-te al PCC y rompía la alianza formada en 1924, uniéndo-se al ala derecha dirigida por Chan Kai-shek.

Mao, mientras interviene en el desarrollo de lalucha de dos líneas en el partido, presta atención al cam-pesinado y a su estrecha relación con la revolución. Laexperiencia le permite ir desarrollando su teoría de larevolución agraria. Mao se apoyará en el movimientocampesino, que se ha levantado al ponerse en marcha la

expedición al Norte. Según la línea de la revolución pro-letaria, durante la primera fase de la construcción delpartido, la de su constitución efectiva, ésta no se produ-ce como unidad de la vanguardia estrictamente, cuyoresultado organizativo tomaría la forma de una estructu-ra de partido, sino que se realiza sobre la base de launidad de la vanguardia con las masas, quedando deter-minada por la fusión entre la vanguardia y las masasrevolucionarias a través de las distintas formas orgáni-cas e ideológicas que establece la vanguardia para ello.El partido es, pues, el movimiento revolucionario organi-zado desde la teoría de vanguardia. La vanguardia ge-nera movimiento revolucionario a través de su línea demasas. La línea de masas es la que permite a la van-guardia intervenir en cada etapa en la lucha de clases,siendo así como, a través de la lucha de clases, se cons-tituye el partido. La vanguardia genera, pues, movimien-to consciente a través de los vínculos que va estable-ciendo con las masas. Esta tarea la realiza Mao junto asus seguidores en las zonas campesinas que en un pri-mer momento se han levantado en el curso de la revolu-ción democrático-burguesa31 , espoleadas por la posibili-dad que les ofrece poder liberarse del yugo de la opre-sión feudal. Por supuesto, la actuación maoísta no secorresponde linealmente con el orden de los componen-tes de la fase de constitución descrita anteriormente comoesquema general. Acertadamente, Mao no sigue las con-signas de la dirección oportunista del partido y se apro-vecha de un terreno ya abonado en parte por la revolu-ción de liberación nacional. La revolución democráticadespierta al campesinado del letargo de milenios de opre-sión feudal, predisponiéndole positivamente en su mayo-ría ante las ideas revolucionarias. Sin embargo, cuandolas fuerzas maoístas tienen que abandonar las bases ro-jas por la persecución de la contrarrevolución, el partidomediante el Ejército Rojo va atrayendo y organizando a

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las masas a su paso, creando nuevas relaciones socialesy políticas por las zonas blancas por las que se despla-za32 . Esto garantizará, por ejemplo, el éxito final de laLarga Marcha, a pesar de todos los contratiempos sufri-dos durante el trayecto. En el momento que nos atañe,es Mao el que se apoya en la situación y toma la inicia-tiva para establecer la primera zona liberada y organi-zarla a despecho de las directrices contrarias del parti-do:

“La política del Comité Especial de la Re-gión Fronteriza y del Comité del Cuerpo de Ejércitoera entonces la siguiente:

Luchar resueltamente contra el enemigo, es-tablecer el Poder en el sector central de la cordille-ra Luosiao y combatir la tendencia a la huida;

Profundizar la revolución agraria en las zo-nas bajo el régimen independiente;

Desarrollar las organizaciones locales delPartido con la ayuda de la organización del Partidoen el Ejército y desarrollar las fuerzas armadas lo-cales con la ayuda del ejército regular;

Concentrar las unidades del Ejército Rojopara golpear, en el momento oportuno, al enemigoque las enfrentara, y oponerse a la división de lasfuerzas a fin de evitar que fuesen derrotadas porpartes; y

Seguir la política de avanzar en oleadas paraextender el territorio bajo el régimen independien-te, y oponerse a la política de avance temerario.”33

Esto ocurre entre abril y julio de 1927, antes dela derrota final de agosto y, como puede verse, ya hacreado una organización administrativa y un ejército apesar de que oficialmente para el partido las únicas tro-pas que hay dirigidas por comunistas no son indepen-dientes, sino que forman parte del ejército nacionalistadel Kuomintang y están sometidas a su dirección. Mao,para llegar hasta aquí, se ha encargado de ir generandomovimiento nuevo y armado sobre la base de la movili-zación de los campesinos, arrebatándolos así de la in-fluencia inicial del nacionalismo. Lo que hará revolucio-narias a las masas es que sus organizaciones las formael partido bajo la dirección política correcta: “Para queel Poder rojo pueda existir por largo tiempo y desa-rrollarse, se requiere, además de las condiciones arri-ba mencionadas, otra condición importante: la or-ganización del Partido Comunista debe ser fuerte, ysu política, correcta.”

Pero, veamos cómo el mismo Mao describe lasdos etapas de la lucha revolucionaria que permiten vin-cular a la vanguardia con las masas:

“Por lo que respecta a los distritos del centroy del Sur de Junán, donde el movimiento campesino

ha tomado fuerza, el desarrollo de éste se puede di-vidir, a grandes rasgos, en dos períodos. El primero,comprendido entre enero y septiembre del año pasa-do, fue un período de organización. Dentro de eseperíodo, los meses de enero a junio constituyeronuna fase de actividad clandestina y los de julio aseptiembre, cuando el ejército revolucionario expul-só a Chao Jeng-ti, una fase de actividad abierta. Enese período, las asociaciones campesinas no conta-ban con más de trescientos o cuatrocientos mil miem-bros, las masas bajo su dirección inmediata suma-ban poco más de un millón de personas, apenas sihabía lucha en el campo, y, por consiguiente, en losdemás sectores de la población casi no se criticabaa las asociaciones campesinas. Debido a que susmiembros servían como guías, exploradores o car-gadores para el ejército de la Expedición al Norte,ocurría incluso que oficiales de este ejército habla-ban en términos favorables de esas asociaciones. Elsegundo período, comprendido entre octubre del añopasado y enero de este año, fue un período de ac-ción revolucionaria. El número de miembros de lasasociaciones campesinas aumentó vertiginosamentea los dos millones, y las masas bajo su dirección in-mediata ascendieron a diez millones. Ya que los cam-pesinos, al ingresar en las asociaciones, general-mente inscriben sólo un nombre por familia, a losdos millones de miembros corresponde una masa deunos diez millones. Casi la mitad de los campesinosde Junán ya están organizados. Y en distritos comoSiangtan, Siangsiang, Liuyang, Changshá, Liling,Ningsiang, Pingchiang, Siangyin, Jengshan,Jengyang, Leiyang, Chensien y Anjua, casi todos loscampesinos han ingresado en asociaciones campe-sinas o se encuentran bajo su dirección. Contandocon organizaciones tan amplias, los campesinos en-traron inmediatamente en acción y, en el término decuatro meses, realizaron en el campo una gran revo-lución nunca vista en la historia.”34

Aquí ya se apunta el proceso en que habrá desintetizarse la línea de la revolución proletaria en sus dosfases, la primera de constitución del partido y la segundade toma del poder. Primero una etapa de “organización”en que el partido se vincula con las masas a través deltrabajo con las vanguardias campesinas locales organi-zadas, que son escasas teniendo en cuenta a la escalaen la que se desenvuelve el escenario de la revolucióntanto en kilómetros como en habitantes. Esta tarea serealiza por iniciativa de Mao y del partido bajo su direc-ción en el campo35 . Posteriormente, una etapa de pasoa la acción para derrocar al opresor feudal y crear elNuevo Poder a través, en este caso, de las asociacionescampesinas. Las etapas del esquema general que cons-tituyen cada una de las dos fases están embutidas la unaen la otra todavía. La unidad ideológica está aseguradaen líneas generales por la IC y su estado mayor lo for-

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man los cuadros del partido encabezados einstruidos por Mao y los suyos, siendo laestrategia de vinculación con las masas frutodel estudio que les permite acometer lastareas que les llevarán sobre el terreno aorganizar las vanguardias campesinas para,una vez conquistadas, dar el salto a la ac-ción de conquista de las amplias masas, loque representa el paso a la Guerra Popular.Aquí vemos que es la labor del partido laque hace que los campesinos se organiceny levanten, aunque esto ocurrió en pocoslugares, dada la escasa y concentrada fuerzadel PCC en el campo36 .

Cuando el KMT de izquierda da elpaso definitivo de atacar a los comunistas yreprimir en masa a obreros y campesinos,el partido no está en condiciones de responder. Quincedías después de haber comenzado la purga anticomunista,las unidades comandadas por los comunistas del ejércitonacionalista se levantan en Nanchang37 . Es el 1 de agos-to de 1927 y la primera vez que unidades militares delpartido actúan independientemente en el terreno militar.Es también la fecha oficial en que se considera la funda-ción del Ejército Rojo.

Esta acción marca el inicio de la Guerra Popu-lar. Mao se sumará a esta nueva etapa pocos días des-pués sublevando a los campesinos entre las provinciasde Chiangsi y Junán, donde ya se había estado realizan-do trabajo previo un año antes. Mao proviene de la re-unión urgente del Comité Central del PCC celebrada el7 de agosto en que se condena el oportunismo de dere-cha de Chen Tu-siu, que es desplazado de la secretaríageneral. Sin embargo el intento de corregir los errorescometidos hasta el momento no supondrá la resoluciónde los problemas al abrirse un periodo de desviación iz-quierdista. En realidad, todo el partido se había implica-do en mayor o menor grado en la anterior dirección y losmismos que habían pecado de oportunismo de derechacon Chen Tu-siu ahora, desbancado éste, tomarán lasriendas en su lugar para pecar de oportunismo de iz-quierda. Incluso el propio Mao estuvo al frente de lacriticada Asociación Nacional de Campesinos38 paracumplir con las órdenes del partido de intentar frenar losexcesos que cometía el campesinado.

Lo verdaderamente trascendental de los hechosde agosto es que suponen el inicio de la Guerra Populary por primera vez la cuestión militar pasa al primer planode la revolución, iniciándose la segunda guerra civil. Se-gún la línea general de la revolución proletaria, el co-mienzo de la Guerra Popular presupone la constitucióndel partido. Aunque quedan años para que el maoísmotome las riendas efectivas del PCC, la estrategia de laGuerra Popular ya está definida en sus líneas básicas y

en marcha, sólidamente anclada a través de las organi-zaciones del partido que dirigen los maoístas en el cam-po. Se ha alcanzado un equilibrio en el partido entre lasfuerzas revolucionarias y el oportunismo en la organiza-ción. Mao no siempre obedecerá completamente lasconsignas de la nueva dirección que, desde la reunión deagosto caerá en el insurreccionalismo izquierdista,incentivando una sucesión de levantamientos armadosque serán aplastados uno tras otro creando graves pro-blemas a la revolución. Habrá tres periodos de inclina-ción izquierdista durante la segunda guerra civil revolu-cionaria que marcarán todo el periodo hasta 193539 .

Desde este momento, Mao se encargará de irdesarrollando la Guerra Popular. Cualquier alianza quepueda volver a establecer será táctica y no estratégica,como la del Frente Único Antijaponés de nuevo con elKMT. A partir de ahora, la verdadera alianza viene re-presentada por la lucha, adquiriendo un nuevo significa-do. Es la Guerra Popular, moviéndose por el campo chi-no, la que en lucha continua impone la alianza del prole-tariado con el campesinado para crear organización mi-litar y Nuevo Poder. La Guerra Popular se inicia con elmovimiento guerrillero, siendo el Ejército Rojo el instru-mento de la línea de masas de la revolución. Así, comola línea de masas es el instrumento de enlace con lalucha de clases, ahora la línea de masas se convierte enlínea militar y el Ejército Rojo es el instrumento de mili-tarización de las masas y de creación del Nuevo Poderen base a las masas armadas. La línea militar pasa a serel centro de la línea política del partido. La Guerra Po-pular va creando condiciones nuevas provocando la cri-sis en las relaciones feudales por donde pasa. Detrás dela Guerra Popular está el partido y esta relación es laque da unidad y coherencia a todo el proceso revolucio-nario en China, mostrando el vínculo entre las distintasetapas, y entre las tareas teóricas e ideológicas y lastareas prácticas de la construcción revolucionaria. ParaMao, a partir de 1927, “en China, la forma principal

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de lucha es la guerra; y la forma principal de orga-nización es el ejército”.40

Hemos llegado pues, al problema cardinal de larevolución, al establecimiento correcto de la línea militardel partido.

“La tarea central y la forma más alta de unarevolución es la toma del Poder por medio de la fuer-za armada y la solución de las cuestiones por mediode la guerra. Este principio marxista-leninista tienevalidez universal, tanto en China como en los demáspaíses”41 .

Sin embargo, el PCC mantuvo descuidado y enun segundo plano la cuestión de la línea militar.

“Casi desde sus primeros momentos, la tareaprincipal del partido del proletariado chino ha sidola de unir la mayor cantidad posible de aliados y lade organizar la lucha armada contra la contrarre-volución armada del interior o del exterior, de acuer-do con las circunstancias, por la liberación nacio-nal y social. En China, sin la lucha armada, el pro-letariado y el Partido Comunista no hubieran podi-do ocupar el puesto que les correspondía ni resol-ver ninguna tarea revolucionaria.

Nuestro Partido, en los cinco o seis añostranscurridos desde su fundación, en 1921, hastasu participación en la Expedición al Norte, en 1926,no ha comprendido del todo este punto. En aqueltiempo, no comprendía la suprema importancia quetiene en China la lucha armada; no se preparó parala guerra ni organizó en serio las fuerzas armadas ydescuidó el estudio de la estrategia y la táctica mili-tares. Durante la Expedición al Norte, al concentrarsu atención unilateralmente en el movimiento demasas, descuidó la tarea de ganarse las fuerzas ar-madas, resultado de lo cual fue que todo el movi-miento de masas se derrumbara en cuanto elKuomintang se hizo reaccionario. Durante mucho

tiempo después de 1927, numerosos ca-maradas siguieron realizando, como ta-rea central del Partido, preparativos paralas insurrecciones en las ciudades y la-bores en la región blanca”42 .

La política que prevalecía en elPCC en aquella época era la que proveníade la IC, que a su vez procedía de la expe-riencia del movimiento obrero revoluciona-rio en Europa y que hacía depender la revo-lución de la insurrección en las zonas indus-triales urbanas, habiendo conquistado pre-viamente a las masas proletarias. La expe-riencia de la revolución de Octubre era esen-cial. Lenin había sido muy claro y contun-dente al respecto:

“Para poder triunfar, la insurrección debeapoyarse no en una conjuración, no en un partido,sino en la clase más avanzada. Esto en primer lugar.La insurrección debe apoyarse en el auge revolucio-nario del pueblo. Esto en segundo lugar. La insurrec-ción debe apoyarse en aquel momento de viraje enla historia de la revolución ascensional en que laactividad de la vanguardia del pueblo sea mayor, enque mayores sean las vacilaciones en las filas de losenemigos y en las filas de los amigos débiles, a medias,indecisos, de la revolución. Esto en tercer lugar.”43

Todas las sublevaciones en las ciudades chinasentre 1925 y 1927 se realizan siguiendo este patrón yestán coordinadas directamente con la guerra que librael KMT contra los señores feudales44 . El partido y lasrevueltas por él promovidas se guían por el esquema dela revolución anticolonial dirigida por la burguesía. A pe-sar de las continuas derrotas para el proletariado, la di-rección del partido seguirá insistiendo en el esquemainsurreccional de Octubre hasta 1935.

Para la IC, lo importante es la conquista de lamayoría: “lograr una influencia comunista en la ma-yoría de la clase obrera y conducir al combate alsector decisivo de esta clase” En relación con ello,“en los países coloniales y semicoloniales, la Inter-nacional Comunista tiene dos tareas: 1) crear unembrión de partido comunista que defienda los inte-reses generales del proletariado y 2) apoyar con to-das sus fuerzas al movimiento nacional revolucio-nario dirigido contra el imperialismo, convertirse enla vanguardia de ese movimiento y fortalecer el mo-vimiento social en el seno del movimiento nacional”45 .Esta política será la que llevará a cabo el PCC, inclinán-dose cada vez más hacia el apoyo “con todas sus fuer-zas” al KMT, hasta sus últimas y desastrosas conse-cuencias en 1927.

La falta de cohesión en el partido que, entre otras

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cuestiones, dificultaba la comprensión del problema dela línea militar, permitió que las fuerzas dirigidas por Mao,que ya habían advertido sobre el asunto, pudiesen ac-tuar con autonomía para salvaguardar al partido del de-sastre absoluto:

“Durante un período de tres o cuatro años,desde 1921 (en que fue fundado el Partido Comu-nista de China) hasta 1924 (en que se celebró el ICongreso Nacional del Kuomintang), nuestro Parti-do no comprendió la importancia de ocuparse di-rectamente de los preparativos para la guerra y dela organización de un ejército, y en el período de1924-1927 e incluso durante algún tiempo más, si-guió careciendo de una comprensión suficiente alrespecto; sin embargo, con su participación en 1924en la fundación y el trabajo de la Academia Militarde Juangpu, entró en una nueva etapa y comenzó acomprender la importancia de los asuntos militares.Ayudando al Kuomintang en las guerras enKuangtung y participando en la Expedición al Nor-te, consiguió controlar una parte del ejército. Ha-biendo sacado una amarga lección del fracaso dela revolución, organizó el Levantamiento deNanchang, el Levantamiento de la Cosecha de Oto-ño y el Levantamiento de Cantón, con lo cual entróen el nuevo período de creación del Ejército Rojo.Ese fue el período crucial en que nuestro Partidollegó a comprender a fondo la importancia del ejér-cito. Si no hubiera existido en aquella época el Ejér-cito Rojo, ni hubiera éste sostenido ninguna guerra,es decir, si el Partido Comunista hubiese adoptadola línea liquidacionista de Chen Tu-siu, serían in-concebibles la actual Guerra de Resistencia contrael Japón y su prosecución durante largo tiempo”46 .

Mao habla de insurrección siguiendo la tradi-ción de la IC, para la cual “El proletariado tiene quellegar a la insurrección armada”47 , pero en la prácti-ca se encarga de hacer algo nuevo. Por una parte, Maodice en marzo de 1927, que “Una revolución es unainsurrección, es un acto de violencia mediante el cualuna clase derroca a otra”48 . Y más de un año des-pués, en noviembre de 1928, vuelve a afirmar:

“Desarrollar la insurrección mediante lafuerza armada es un rasgo característico de la re-volución de China, país donde predomina la econo-mía agrícola. Sugerimos al Comité Central que de-dique grandes esfuerzos al trabajo militar”49 .

Al mismo tiempo, la IC, en 1928, sigue insistien-do en que “el partido debe prepararse para las insu-rrecciones armadas en vistas de la inevitable llega-da de una nueva marea ascendente revolucionaria”,y que “en China, el futuro crecimiento de la revolu-ción, pondrá en el partido, como tarea práctica in-mediata, la preparación de la complementación delas insurrecciones armadas, como único camino parala complementación de la revolución burguesa-de-mocrática y el derrumbamiento del poder de losimperialistas, terratenientes y burguesía nacional:el poder del Kuomintang”50 .

Por el contrario, durante este tiempo Mao sededica a aplicar la defensiva estratégica militar de laGuerra Popular. Como en todo proceso de transforma-ción de lo viejo en lo nuevo, existen elementos de ambosque se entrecruzan, lo que se refleja sobre todo en elmantenimiento de un lenguaje viejo a la hora de explicarlos nuevos conceptos. Así mismo, mientras todos los le-vantamientos que se producen a instancias de la direc-ción del partido terminan en fracaso y la IC sigue pen-sando en el modelo insurreccional, Mao, por el contra-rio, prosigue elaborando su línea de masas militar:

“El curso de la guerra civil puede dividirse,a grandes rasgos, en dos períodos estratégicos. Enel primer período, lo principal fue la guerra de gue-rrillas, y en el segundo, la guerra regular. Pero laguerra regular aquí mencionada era de tipo chino,regular tan sólo por la concentración de las fuerzaspara hacer una guerra de movimientos y por ciertogrado de centralización y planificación en el mandoy en la organización. En los demás aspectos, con-servaba aún el carácter guerrillero, constituía untipo inferior y no podía equipararse con la de losejércitos extranjeros; también presentaba algunadiferencia con la del ejército del Kuomintang. Así,en cierto sentido, este tipo de guerra regular repre-sentaba sólo una guerra de guerrillas elevada a unnivel superior.”51

El peso de la tradición revolucionaria europeaimpone el modelo insurreccional como el método ade-cuado para la revolución proletaria y se inscribe dentrode la línea revolucionaria de la Internacional. La expe-riencia de Octubre, analizada desde la misma premisa,parece cumplir a la perfección con esa tradición arras-trada por la experiencia del movimiento obrero revolu-cionario desde el siglo XIX, a lo que Octubre le añadiríalos Soviets como los órganos adecuados para llevarla aefecto. Esto exigiría una conquista previa de las masas,

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esto es, una conquista previa de los Soviets para obtenerun consenso mayoritario por la insurrección. Stalin enrespuesta al camarada Marchulin decía el 9 de mayo de1927:

“¿Habrá que formar en China Soviets obre-ros y campesinos? Sí, habrá que formarlos necesa-riamente.”

“Todo el problema se reduce a cuándo crear-los, en qué condiciones, en qué situación.”

“Los Soviets de diputados obreros son órga-nos de lucha de la clase obrera contra el Poder exis-tente, órganos de la insurrección, órganos del nue-vo Poder revolucionario, y sólo como tales puedendesarrollarse y robustecerse.”

“Llamar ahora a la formación de Soviets dediputados obreros y campesinos en esta zona (se re-fiere a la zona de Wuhan gobernada por elKuomimtang de izquierda) significa llamar a la in-surrección contra el Poder del Kuomintang revolu-cionario. ¿Esto es conveniente? Claro que no lo es.”

“¿Cuándo será preciso formar en China losSoviets de diputados obreros y campesinos? Habránecesidad imperiosa de crearlos en China en el mo-mento en que la revolución agraria triunfante al-cance su máximo desarrollo, cuando el Kuomintang,como bloque de los populistas revolucionarios de China(Kuomintang de izquierda) y del Partido Comunista,no responda ya a la nueva situación, cuando la re-volución democrático-burguesa, que todavía no havencido y que tardará aún en vencer, empiece a po-ner de manifiesto sus rasgos negativos, cuando delactual tipo kuomintanista de organización de Esta-do haya que ir paulatinamente al tipo nuevo, prole-tario, de organización del Estado.”52

Stalin habla de Soviets de obreros porque enChina hay clase obrera, por eso le rebate a Marchulinque no puede haber sólo Soviets de campesinos53 . ParaStalin, como la revolución burguesa ha de preceder a larevolución proletaria, no pueden crearse Soviets porqueeso representaría ir contra el poder del Kuomintang, queencarna la revolución burguesa, es decir, en el caso deChina, la revolución agraria antifeudal. Deja, pues, enmanos de la burguesía el desarrollo de la revolución agra-ria en lugar de arrebatársela y ponerla bajo la direcciónproletaria. Pero, además, Stalin también revela su visiónesquemática y mecanicista del desarrollo social al des-cribir el paso de un modelo de Estado a otro con el ad-verbio paulatinamente, mostrando una concepcióngradualista del proceso revolucionario, en lugar de la dia-léctica que implica el salto revolucionario de paso de unmodelo al otro. La errónea interpretación del papel quehan de desempeñar los soviets le impide ver su funcióncomo bases de apoyo de la revolución. La interpreta-ción evolutiva del paso del poder de la burguesía al po-

der proletario, antes mencionada, no le permite compren-der que el doble ejercicio que realizan los soviets comoórganos de lucha y órganos de poder a la vez, les haceprecisamente útiles como bases de apoyo para la revo-lución. Stalin ya está mostrando indicios claros de la es-clerosis que está atenazando a la ideología de laKomintern, cuyas primeras consecuencias prácticas,como la derrota de la revolución en China en 1927, sonavisos claros que pronostican la agudización de los sín-tomas que arrastrarán al comunismo hacia el desastredel final del ciclo.

Stalin sigue insistiendo todavía el 28 de julio, cuan-do ya se ha producido la ruptura definitiva entre los co-munistas y el KMT de izquierda:

“Por eso, ya ahora, antes de que llegue elascenso a la par que se lucha por sustituir la actualdirección kuomintanista por una dirección revolu-cionaria, se debe emprender entre las vastas masastrabajadoras la más amplia propaganda de la ideade los Soviets, sin adelantarse demasiado y sin for-marlos ahora mismo, teniendo presente que los So-viets sólo pueden prosperar cuando existe un pode-roso ascenso revolucionario.”54

Ni con el golpe de Chiang Kai-shek, ni con latraición del Kuomintang de izquierda un año después,momento en el que se reconoce que la burguesía nacio-nal ha abandonado el camino revolucionario y que la re-volución china entra de lleno en la fase de la revoluciónagraria, y mientras se está aplicando el terror blanco,que está pasando literalmente a cuchillo a los miembrosdel partido y de sus organizaciones revolucionarias, in-cluso en estos dramáticos momentos, a pesar de descri-bir los éxitos del PCC en este periodo en que millones decampesinos “se han agrupado estrechamente en tor-no al proletariado”, los dirigentes de la Internacionalinsisten en que no se dan las condiciones para la crea-ción de los Soviets para la insurrección, porque

“...hay una condición obligatoria, que unapolítica acertada debe observar siempre y en todoslos casos. Esa condición es que la política del Parti-do eleve la combatividad del proletariado, multipli-que sus lazos con las masas trabajadoras, aumenteel prestigio del proletariado entre estas masas y hagadel proletariado la fuerza hegemónica de la revolu-ción.”55

Luego, “la consigna de formación de los So-viets podrá ser verdaderamente una consigna revo-lucionaria, si (¡si!) en un porvenir próximo se pro-duce un nuevo y poderoso ascenso revoluciona-rio.”56

Un ascenso revolucionario poderoso que no de-pende más que de hacer propaganda de la idea de losSoviets es un ascenso que se deja en manos de la es-

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pontaneidad, justamente lo opuesto a los planteamientosque dieron origen al partido leninista de nuevo tipo. Sí,seguramente tienen algo de razón los que afirman queStalin adolecía de insuficiente información e interveníaen las cuestiones de China más en la clave de combatira la oposición en la URSS, con la que mantenía un con-tencioso sobre la revolución china como argumento, queen interés de la propia revolución china57 , amén de lasdeficiencias de tipo ideológico apuntadas anteriormentey que ya estaban aflorando manifiestamente.

M. N. Roy, el delegado de la IC durante la deci-siva primera mitad del año 1927, conocido por la ponen-cia complementaria a la de Lenin en el II Congreso de laIC sobre la cuestión colonial, llevando susposicionamientos todavía más hacia la izquierda, no di-fiere mucho en esencia de Stalin. Todavía en 1930, man-tiene que el centro de la revolución ha de girar en tornoa los centros urbanos donde radica el proletariado y queel modelo a seguir sigue siendo el de la insurrección,supeditando los levantamientos campesinos a los prole-tarios. Critica despreciativamente la creación del Ejér-cito Rojo de campesinos y su instalación en las zonasrojas como una huida desesperada del partido al campopor la sangrienta represión en las ciudades. Explica cómose estrellan las fuerzas campesinas al acudir a las ciuda-des para apoyar insurrecciones que no se producen, co-rroborando el efecto del seguimiento de las consignasizquierdistas del partido en el periodo de la segunda gue-rra civil. Afirma que el ejército campesino es impotenteen las ciudades, y que los Soviets jamás los podrá crearuna insurrección campesina. Asegura que la rebelióncampesina sólo puede ser útil a la reconstrucción capi-talista del país, pero nunca servirá para el comunismoporque, como “los campesinos no pueden emancipar-se a sí mismos”,

“...el factor decisivo de la situación es la ac-tividad revolucionaria del proletariado,...”

y culpa al partido de haber caído en la tradiciónmilitarista china, en una clara alusión a la Guerra Popu-lar maoísta, y condena al movimiento campesino por seruna base harto inestable para el movimiento revolucio-nario, por lo que, refiriéndose a las tareas de los comu-nistas, éstos

“...deben sobreponerse a su fatal preocupa-ción militarista y conceder mayor atención a la cla-se obrera urbana. En el transcurso de la lucha conexigencias inmediatas y parciales, las fuerzas delproletariado derrotado y desmoralizado había quereunirlas como se pudiera a fin de emprender la lu-cha por la conquista del poder.”58

Como se pudiera, es una buena receta paracorregir línea tan descarriada. Roy no reconoce a estasalturas el papel del partido. No sólo no conoce la tareaque está llevando a cabo, la cual ni tan siquiera cree

posible pueda llevarse por su desprecio genético a loscampesinos, sino que no concibe al partido comunistacomo portador de la ideología proletaria a no ser quehaya obreros en él.

La insurrección no es, pues, una forma de Gue-rra Popular, porque no cumple los requisitos de ésta. Parauna insurrección hay que tener en disposición a las ma-sas para poder armarlas. Según el modelo de la GuerraPopular, se parte sin las masas y éstas se conquistancon la intervención armada del partido revolucionario.Se obliga a escoger a las masas entre la revolución y lacontrarrevolución sin dar otra opción, no existe una la-bor previa pacífica de propaganda entre las masas paraconvencerlas de la necesidad del levantamiento. La pro-paganda se realiza a la vez que se ejerce el Poder rojo yse organiza el movimiento de las masas revolucionarias.Mao rompe en la práctica con la estrategia de prepara-ción para la insurrección relegándola a un segundo pla-no, a la posibilidad de levantamientos en los centros ur-banos para su incorporación al proceso de la GuerraPopular y no al revés, a que los movimientos campesi-nos sirvan de apoyo a las insurrecciones obreras en lasciudades, como concibe la tradición en Europa. En 1930,cuando el PCC aún está sometido al izquierdismo de ladirección, ya está dejando bastante claro que, en las con-diciones de China, el Ejército Rojo y el Nuevo Poder enel campo son los principales requisitos para el éxito re-volucionario en las ciudades. Al pesimismo en que caenalgunos en el partido debido a los fracasos izquierdistas,Mao les realiza la crítica porque

“...pretenden ampliar nuestra influencia po-lítica recurriendo a un método más fácil: las accio-nes guerrilleras errantes y, una vez cumplida ente-ramente o hasta cierto punto la labor de ganarse alas masas en todo el país, iniciar un levantamientoarmado en toda China, levantamiento que, con laparticipación del Ejército Rojo, desembocaría en unagran revolución de amplitud nacional. Esta teoríasobre la necesidad de ganarse primero a las masasa escala nacional y en todas partes, y establecerdespués el Poder, no corresponde a las condicionesreales de la revolución china.”59 Ni de ningún sitio,como comprobaremos más adelante.

“La línea política y la línea de organizacióntrazadas por el VI Congreso Nacional del Partidoson correctas: la revolución en la etapa actual esdemocrática, y no socialista; la tarea actual del Par-tido (aquí debería haberse agregado: ‘en las gran-des ciudades’) consiste en ganarse a las masas y noen organizar insurrecciones inmediatas. Pero, la re-volución se desarrollará con gran rapidez, y debe-mos adoptar una actitud positiva en la propaganday la preparación para las insurrecciones armadas.En la caótica situación actual, podremos dirigir alas masas sólo a base de consignas y actitud positi-

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vas. Igualmente, sólo adoptando tal actitud, el Par-tido podrá recuperar su capacidad de combate… Ladirección del proletariado constituye la única clavepara la victoria de la revolución. Asentar al Partidosobre una base proletaria y establecer células en lasempresas industriales de los centros urbanos, sonen este momento importantes tareas en el terrenoorganizativo; pero al mismo tiempo, el desarrollo dela lucha en el campo, el establecimiento del Poderrojo en pequeñas zonas, la creación y engrosamien-to del Ejército Rojo son, antes que nada, los princi-pales requisitos para ayudar a la lucha en las ciu-dades y promover el auge revolucionario. Por con-siguiente, es erróneo renunciar a la lucha en las ciu-dades; pero, en nuestra opinión, también se equivo-cará todo miembro del Partido que tema el desarro-llo de la fuerza campesina, creyendo que la revolu-ción será perjudicada si esa fuerza supera a la obre-ra. Pues en la China semicolonial, la revolución fra-casa inevitablemente cuando la lucha campesina nocuenta con la dirección de los obreros, pero jamásse perjudica porque la fuerza de los campesinos setorne, en el curso de la lucha, mayor que la de losobreros.”60

En la práctica ocurrirá que será el Ejército Rojoel que decida cuándo se libera un territorio o una ciudady cuándo ha de abandonarse por las contingencias de larevolución. En los hechos, durante la segunda guerracivil, de 1927 a 1936, las insurrecciones sólo aportaronrepresión masiva y desgajamiento de elementos revolu-cionarios que en su huída se refugiaban en las zonasrojas y se incorporaban al Ejército Rojo, como le pasó ala dirección del partido en 1933, huyendo del último fra-caso insurreccional y de la presión contrarrevolucionaria.Mao ya ha establecido, pues, la tarea de cercar las ciu-dades desde el campo como estrategia de la revoluciónchina61 . El insurreccionalismo queda descartado y essustituido por el trabajo paciente y planificado para pre-parar la toma de las ciudades por el Ejército Rojo:

“De esto se desprende que los enemigos dela revolución china son extremadamente fuertes. Entreellos se cuentan no sólo el poderoso imperialismo,sino también las poderosas fuerzas feudales y, enciertos períodos, hasta los reaccionarios de la bur-guesía, que, confabulados con el imperialismo y lasfuerzas feudales, luchan contra el pueblo. Por eso,es incorrecto subestimar la fuerza de los enemigosdel pueblo revolucionario chino.”

“Stalin dice: ‘En China, la revolución arma-da combate a la contrarrevolución armada. Tal esuna de las peculiaridades y una de las ventajas dela revolución china’. Esta formulación es del todojusta. Por eso, es incorrecto menospreciar la luchaarmada, la guerra revolucionaria, la guerra de gue-rrillas y el trabajo en el ejército.

Frente a tales enemigos, surge la cuestiónde la base de apoyo revolucionaria. En vista de quelos poderosos imperialistas y sus reaccionarios alia-dos chinos se hallan desde hace mucho atrinchera-dos en las principales ciudades de nuestro país, losdestacamentos revolucionarios, si se niegan a tran-sigir con el imperialismo y sus lacayos y quieren per-severar en la lucha, si quieren acumular fuerzas,templarse y evitar, mientras no dispongan de sufi-ciente poderío, una batalla decisiva con el podero-so enemigo, tienen que convertir las atrasadas zo-nas rurales en avanzadas y sólidas bases de apoyo,en grandes baluartes militares, políticos, económi-cos y culturales de la revolución desde donde lu-char contra el fiero enemigo, que ataca las zonasrurales utilizando las ciudades, y llevar paso a pasola revolución a la victoria completa a través de unalucha prolongada. En estas circunstancias, la des-igualdad del desarrollo económico de China (ausen-cia de una economía capitalista unificada), la in-mensidad de su territorio (que proporciona a las fuer-zas revolucionarias espacio para maniobrar), ladesunión del campo contrarrevolucionario y las con-tradicciones de todo género que en él abundan, y elhecho de que la lucha de los campesinos, contin-gente principal de la revolución china, esté dirigidapor el partido del proletariado, el Partido Comunis-ta, todo esto, por un lado, hace posible que la revo-lución china triunfe primero en las zonas rurales, y,por el otro, determina la desigualdad del desarrollode la revolución y hace necesaria una lucha prolon-gada y ardua para lograr la victoria total. De estemodo, resulta claro que la larga lucha revoluciona-ria sostenida desde dichas bases de apoyo revolu-cionarias constituye, en lo fundamental, una guerrade guerrillas de los campesinos dirigida por el Par-tido Comunista de China. Por eso, es erróneo des-atender la utilización de las zonas rurales como ba-ses de apoyo revolucionarias, el trabajo arduo en-tre los campesinos y la guerra de guerrillas.

Sin embargo, hacer hincapié en la luchaarmada no significa renunciar a las otras formas delucha; por el contrario, la lucha armada no podríatriunfar si no se coordinasen con ella estas otras

Bandera utilizada por laRepública Soviética de

China (Sóviet de Jiangxi)

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formas. Hacer hincapié en el trabajo en las basesde apoyo rurales no significa renunciar al trabajoen las ciudades y en las extensas zonas rurales quetodavía se encuentran bajo la dominación enemiga;por el contrario, sin el trabajo en las ciudades y endichas zonas, nuestras bases de apoyo rurales que-darían aisladas y la revolución fracasaría. Además,el objetivo final de la revolución es tomar las ciuda-des, bases principales del enemigo, y este objetivono puede conseguirse sin suficiente trabajo en ellas.

De ahí se deduce que para que la revolu-ción triunfe tanto en las ciudades como en el campo,es indispensable destruir al ejército del enemigo,principal instrumento en su lucha contra el pueblo.Por lo tanto, aparte de aniquilar a las tropas enemi-gas en el campo de batalla, es importante el trabajode desintegrar al ejército enemigo.

De ahí se deduce también que, en el tra-bajo de propaganda y de organización en las ciu-dades y zonas rurales ocupadas durante largo tiem-po por el enemigo y sumidas en las tinieblas de lareacción, el Partido Comunista no debe seguir unaprecipitada política aventurera, sino adoptar la po-lítica de mantener clandestina la organización delPartido y hacerla compacta, selecta y eficaz, acu-mular fuerzas y esperar el momento propicio. Al di-rigir al pueblo en la lucha contra el enemigo, el Par-tido debe adoptar la táctica de avanzar paso a pasoy de combatir sobre un terreno seguro, siguiendo elprincipio de luchar con razón, con ventaja y sin so-brepasarse, y utilizando toda posibilidad de activi-dad abierta que permitan las leyes y decretos y lascostumbres sociales; el griterío vacuo y las embesti-das ciegas jamás podrán conducir al éxito.”62

Aportación universal de la revolución china

La revolución China es el proceso por el cual lalínea de la revolución proletaria adquiere la concreciónque le permite elevarse a línea general de carácter uni-versal. Siguiendo el proceso dialéctico de que lo generalse manifiesta desde lo particular, en la experiencia chinaincurren los dos tipos de acción revolucionaria para laconquista del poder, la insurrección y la Guerra Popular,produciéndose el salto de una a la otra. El desarrollo delmovimiento proletario revolucionario incorporó en susinicios, a su bagaje de acción, el método de la insurrec-ción, importándolo de la tradición de las luchas de la bur-guesía revolucionaria y de los levantamientos campesi-nos a lo largo de la historia. Las masas se levantaban yentregaban el poder a una nueva clase emergente y diri-gente por su posición dominante en las nuevas relacio-nes de producción. El movimiento obrero, en el siglo XIX,hará lo mismo recogiendo toda esta experiencia y parti-cipando en las últimas revoluciones burguesas del siglocomo fuerza principal de choque en unión con la bur-

guesía. La Comuna es la manifestación mas significati-va de este modelo mientras, a su vez, expresa la nacien-te tendencia a la independencia del proletariado por crearun sistema nuevo de relaciones sociales.

En Rusia, a principios de siglo, recogiendo la tra-dición, se persigue la misma aplicación insurreccional.Sin embargo, el partido de nuevo tipo ha desplazado eleje central de la revolución de la espontaneidad hacia laconciencia, abriendo la posibilidad de dotar a la insu-rrección de otro contenido que hará que se transformeen un nuevo modelo que por primera vez permitirá teneréxito al proletariado. El partido es el que dirigirá la su-blevación con sus propias armas, sus organizaciones ydestacamentos y con el consenso de la mayoría de lasmasas revolucionarias. Sin embargo, el proceso de ace-leración histórica de la revolución mundial, que se iniciacon la I Guerra Mundial y la revolución de Octubre, im-pedirá sacar las lecciones del novedoso proceso soviéti-co que, por primera vez en la historia, ha conseguidotomar el poder y mantenerse en él, gracias a la direccióndel nuevo partido proletario. La necesidad de la revolu-ción proletaria mundial y de la defensa de la URSS nodan para muchos análisis cuando casi todo podía expli-carse recurriendo al método tradicional de la insurrec-ción masiva. El proceso de gestación y lucha y de defi-nición del partido de nuevo tipo no tuvo su equivalenteen la puesta en práctica de un proceso revolucionario denuevo tipo, convirtiéndose la revolución bolchevique enuna experiencia de transición entre la vieja tácticainsurreccional y la configuración de un nuevo tipo derevolución proletaria.

Engels, ya en 1895, después de indicar que hancambiado las condiciones del enfrentamiento armadoentre las clases, al hacerse más favorables a las tropasregulares de los ejércitos burgueses que a las masas re-volucionarias, revisa la vieja táctica insurreccional sos-teniendo incluso que “hasta en la época clásica de lasluchas de calles, la barricada tenía más eficaciamoral que material”63 . Pero esto no significa que loscombates de calle no vayan a tener ninguna utilidad enel futuro, sino que “se producirán con menos frecuen-cia en los comienzos de una gran revolución que enel transcurso ulterior de ésta y deberá emprendersecon fuerzas más considerables”. Se relega, pues, elmétodo insurreccional al desempeño de un papel secun-dario, de apoyo táctico64 . Las revoluciones, hasta en-tonces, habían servido siempre a una minoría que impli-caba a las masas del pueblo en su causa, colaborandoéstas, más o menos conscientemente, en colocar en elpoder a esa nueva minoría explotadora. Pero al entraren escena el proletariado, fruto de la revolución indus-trial, la situación de clases se clarifica, siendo eliminadasmuchas de las capas intermedias, definiéndose muchomás la confrontación. Ahora, la revolución ya sólo pue-de servir a la mayoría de la población, eliminándose la

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posibilidad de sustitución de una capa explotadora porotra: “la época de los ataques por sorpresa, de lasrevoluciones hechas por pequeñas minorías cons-cientes a la cabeza de las masas inconscientes, hapasado”65 . Sin embargo, en este mismo prólogo, Engelsintroduce la idea de conquistar previamente a esas ma-sas inconscientes, incluyendo de manera indispensableal campesinado, a través de un trabajo paciente de pro-paganda, avanzando lentamente, de posición en posición.No se renuncia a la revolución porque “no en vano elderecho a la revolución es el único ‘derecho’ real-mente ‘histórico’”66 ; pero, si por una parte la nuevasituación socioeconómica, con la nueva estructuraciónde clases, relega a la insurrección a un segundo plano endetrimento de la labor de conquista previa de las masas,esta labor condiciona y pospone la acción revolucionariaa su realización, introduciéndose abiertamente la posibi-lidad de desviación revisionista de derechas, como asímismo sucedió67 . El nuevo problema estriba en encon-trar la fórmula por la que debe de ser conquistada lamasa. Así, Engels también introduce la posibilidad de lalectura correcta, de izquierda, revolucionaria. El que el“ejército del proletariado” al encontrarse “lejos depoder conquistar la victoria en un gran ataque de-cisivo” tenga que “avanzar lentamente, de posiciónen posición, en una lucha dura y tenaz”, anticipa,sorprendente, concisa y claramente, la necesidad de ela-borar un nuevo tipo de desarrollo revolucionario que des-embocará, treinta años después de escrito, en el comienzoy elaboración de la Guerra Popular Prolongada.

En las dos primeras décadas del siglo XX, seproducen los dos acontecimientos más importantes parala elaboración de la línea de la revolución proletaria: laformación del partido de nuevo tipo y la revolución deOctubre, que dará origen al primer gran ciclo revolucio-nario, elevando al leninismo a justo continuador del mar-xismo que, teóricamente, venía siendo “reconocido portodos”68 desde finales del siglo XIX. De la lucha entrelas dos líneas, la revolucionaria y la revisionista, en elseno de la II Internacional, se gestará el nuevo partidoque permitirá por primera vez alcanzar la victoria enOctubre de 1917. De este periodo y sus dos hitos másdestacados, Mao extraerá las enseñanzas de carácteruniversal para forjar la línea general de la revoluciónproletaria. Mao se presenta así como recuperador delgenuino leninismo anticipando las leyes universales de laGuerra Popular. Mao parte de lo concreto, las condicio-nes de la revolución en China, para ir configurando laestrategia de la Guerra Popular de la que se desprende-rán las aportaciones generales para la revolución. Des-de sus inicios, la revolución china intentará legitimarseen la revolución rusa. A ella recurrirán tanto elKuomintang como la Internacional Comunista, que in-tentará aplicar en China las enseñanzas que de ella ha-bía extraído hasta ese momento. La dificultad en ver ycomprender lo nuevo, tanto de la revolución rusa como

de la china, será superada por Mao en lucha de dos lí-neas dentro del PCC, estableciendo la Guerra Popularcomo ley universal de la revolución. El cambio, en lasituación de la conformación, estructura y relacionesentre las clases que había apuntado Engels en 1895, secrearon las condiciones para la fundación del partido denuevo tipo leninista. Esta nueva situación y este nuevopartido permitirán, a su vez, elevar la teoría revoluciona-ria, elaborando la línea general para la realización de larevolución de nuevo tipo, que supone un salto cualitativoen el esquema tradicional de la lucha revolucionaria delas masas por la transformación social, modificando lasteorías, conceptos y métodos que hasta entonces veníansiendo incorporados en la línea de la revolución proleta-ria de las revoluciones sociales anteriores. La revolu-ción de nuevo tipo es posible porque en ella se produceel vínculo entre el sujeto, el proletariado, y el elementoconsciente, la vanguardia, generándose el Partido. Estanueva situación, que no se había dado nunca hasta en-tonces, permite, en la acción, generar las nuevas leyesde la revolución. Será Mao quien las extraerá del análi-sis y la experiencia del periodo que se inicia con la revo-lución de Octubre, en Rusia, y se completa en la revolu-ción China. Es pues el nuevo sujeto, el proletariado ele-vado a la categoría revolucionaria organizándose enPartido, el que al actuar sobre el objeto social lo trans-forma, generando la Guerra Popular como ley nueva pormedio de la cual se establece la relación entre amboselementos. La ley no puede surgir antes de que exista elpartido de nuevo tipo. No existe ley separada de la ma-teria y es la materia social en movimiento la que generasus propias leyes. Es la lucha interna de la materia so-cial, la lucha de clases, la que mueve la sociedad y lepermite progresar cualitativamente. Las leyes de la re-volución proletaria no pueden, por lo tanto, existir antesde que exista el proletariado y la sociedad esté determi-nada por él como sujeto revolucionario. El sujeto se ele-va en lucha contra lo establecido y transforma las leyesdel desarrollo social, modificando las relaciones y las lu-chas entre las clases.

Sin embargo, aún existen destacamentos de van-guardia, como el nuevo Partido Comunista Italiano[(n)PCI], que defienden ideas como que “el desarrollode un fenómeno sigue sus propias leyes aunque loshombres las ignoren”, por lo que, como “el marxismo-leninismo-maoismo es una ciencia”, de lo que se trataes de “analizar la experiencia de las revolucionesproletarias y de elaborarla para descubrir las leyesque han seguido en su desarrollo”. Este planteamientoles lleva a decir que “si es verdad que la GPP es laforma universal de las revoluciones proletarias, esoquiere decir que cada revolución proletaria que hatenido lugar hasta ahora se ha desarrollado segúnsus leyes universales, aunque sus protagonistas nolas conocieran todavía. Si esas revoluciones prole-tarias han tenido éxito, es porque sus protagonistas

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han seguido esas leyes universa-les, aunque fuese a ciegas,instintivamente, sin saberlo, me-diante sucesivos intentos. Por elcontrario, si han fracasado, hasido porque sus protagonistas, apesar de su buena voluntad, en-trega y heroísmo, se han obstina-do en trabajar en desacuerdo conesas leyes que no conocían”, conlo cual lo único que queda por haceres “intentar descubrirlas”69 . Coneste alegato se han cargado de unplumazo el papel del sujeto en el de-sarrollo social, la actividadtransformadora de la conciencia y dela dirección revolucionarias para re-ducir a los comunistas a meros cien-tíficos en busca de unas leyespreestablecidas que, una vez descubiertas, actuando sincontravenir sus pautas, permitirían obtener la victoria.Sin embargo, las enseñanzas del materialismo históricoy la misma dialéctica materialista indican todo lo contra-rio. La práctica revolucionaria del sujeto es el motor quemodifica tanto al objeto como al propio sujeto. Ésta es laclave para comprender el sentido de la Tercera tesissobre Feuerbach de Marx sobre la sociedad entendidacomo producto de la actividad humana. Así lo confirmatambién la ciencia moderna, cuando, incorporando losúltimos avances de la investigación, confirma que el ob-jeto investigado está influenciado por la subjetividad delinvestigador (causa y consecuencia, al mismo tiempo,del principio de incertidumbre que rige todo el ampliocampo de la moderna física cuántica). El movimiento esuna de las principales características de la materia, lue-go, la humanidad, como materia que es, en su desarrollo,en su movimiento, genera nuevas leyes que permiten lossaltos cualitativos que la hacen avanzar. Las leyes de labiología no existían antes de que de la materia inerte sediera el salto a la materia viva. De igual modo, no podíanexistir las leyes de la sociedad antes de la existencia delas primeras comunidades humanas. Ahora, el Partido,como sujeto colectivo consciente, es capaz de conocerlas leyes que rigen una humanidad dividida en clasescuya sola lógica la hace reproducirse continuamente. Esla primera vez que una clase, el proletariado, se lanza ala toma del poder político sin detentar previamente undeterminado poder económico que le enfrente directa-mente a la clase hasta entonces dominante. Es el prole-tariado revolucionario el que a través de la lucha de cla-ses establece nuevas leyes sociales, las leyes de la so-ciedad de transición que rigen el desarrollo hacia el Co-munismo, que sólo brotarán en el curso de la lucha, de lapráctica revolucionaria por transformar la sociedad en-tera, eliminando las leyes antiguas de la división en cla-ses. La práctica revolucionaria es la práctica correctaporque transforma el objeto sobre el que el Partido inci-

de revolucionarizándolo junto a su entorno,revolucionarizando las relaciones que los vincula en esemomento. Es por ello distinta a la práctica no revolucio-naria, que es la que niega la posibilidad o no desea trans-formar el objeto sobre el que se incide y las relacionesque le vinculan con su entorno. Por esto último, el (n)PCI,en la primera fase del desarrollo de la Guerra Popular,asume una actitud pasiva por no revolucionaria, ejer-ciendo una práctica de sometimiento a las condicionesobjetivas y espontáneas del momento a la espera de quese “produzcan cambios radicales e inesperados enla situación, cuando cambie el estado de ánimo y laactitud de las masas populares”70 , cediendo con elloel control de los acontecimientos a la clase dominante.El (n)PCI deja en manos del enemigo la primera fase dela Guerra Popular, con lo que su desarrollo está conde-nado de antemano. El (n)PCI sustituye el materialismodialéctico por el determinismo idealista, reduce el papelde la dirección revolucionaria a la búsqueda de leyespreestablecidas, separa la práctica de la conciencia, sus-tituyendo la práctica revolucionaria por el seguidismoespontaneista de las masas sujetas a las condiciones delmomento, y hace dejación de la iniciativa revolucionariaesperando para pasar a la acción a una excitación es-pontánea de las masas y al descubrimiento de las leyesde la revolución que les permitiese, con su única aplica-ción, alcanzar sin posibilidad de error, por ser supuesta-mente leyes objetivas independientes de la acción delhombre, un éxito asegurado de antemano. Por el contra-rio, éste no fue el proceder analítico de Mao en eltrascurso del desarrollo de la Guerra Popular en China,ni son las enseñanzas que sobre la Guerra Popular ex-trajo acertadamente.

En China, las sublevaciones triunfantes, que si-guen sin excepción el patrón insurreccional, son derro-tadas militarmente sin excepción por el ejército naciona-lista. Sin embargo, en medio de la derrota se va gestando,

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a través de un núcleo reducido de miembros del partidoencabezados por Mao, la que acabará siendo la línea dela revolución proletaria, la Guerra Popular Prolongada.La línea de la Guerra Popular se abrirá paso a codazos,haciendo frente a su propia novedad, a la ruptura con latradición y a las zancadillas que esta incomprensión, queadquirirá la forma de desviaciones de todo signo, le in-terpondrá, provocando graves consecuencias que llega-rán a poner la propia existencia de la revolución y delpartido en peligro71 . Es la revolución de nuevo tipo ba-sada en la Guerra Popular la que más clara yexitosamente ha podido desarrollar la revolución chinaporque ha sabido conjugarse adecuadamente con lascondiciones propias, como describe extensa y claramenteMao en sus textos. Las masas, en algunas ciudades in-dustriales, estaban preparadas para la insurrección, perola línea que las guiaba no era la correcta: en ella predo-minan las decisiones contradictorias, el espontaneísmo yla descoordinación, ya que el partido comunista sólo exis-tía en realidad formalmente, como organización, pero congrandes deficiencias ideológicas que limitaban la capa-cidad de establecer una dirección firme y unificada. Asípues, las ideas basadas en el nacionalismo antiimperialistaejercerán una mayor motivación y servirán de guía pre-dominante en los levantamientos de masas, en detrimentode la dirección que debería ejercer el PCC, quedandoéste subordinado, a despecho de su creciente influencia.Esto favorecerá que sea el propio Kuomintang naciona-lista quien derrote a los comunistas, asistido en la tareapor la lenta y desorientada capacidad de respuesta de ladirección del PCC, que se encuentra realmente huérfa-no de línea. La derrota del año 27 abrirá una nueva eta-pa en la que la línea revolucionaria seguirá un prolonga-do y sacrificado camino, implantándose progresivamen-te, de congreso en congreso y de derrota en derrota.Junto al recurso insistente, por parte de las faccionesdominantes en el seno del partido chino, en pro de laacción de masas urbana para asaltar el poder, se iránintroduciendo elementos cada vez más importantes deconcreción y elevación de la revolución agraria configu-rándose la nueva línea militar de la revolución.

Dos líneas generales conviven, pues, durante todoel periodo en el partido, una moribunda y en decadenciarepresentada por el relevo alternativo en la dirección delpartido del oportunismo, tanto de izquierda como de de-recha, y otra línea revolucionaria en gestación, que darálugar a la Guerra Popular. No era suficiente, como afir-maba Stalin, apoyarse exclusivamente en las tesis gene-rales de la IC sin tener en cuenta las particularidadesnacionales de la revolución china. El problema siguiente,una vez admitido esto, era ser capaces de apreciar co-rrectamente esas particularidades. Mao, como pruebanlos hechos, hará aún más. En la segunda revolución, loslevantamientos ya no sólo obedecen al encabezonamientopor mantener la tradición a falta de nuevas ideas, sinoque suponen una degradación de la propia tradición

insurreccional, poniendo en entredicho la propia línea dela IC. Poco tiempo después, ésta abandonará el métodoinsurreccional por los frentes populares. El espejo de laRevolución Rusa, en la que se refleja la revolución chinaal intentar seguir sus patrones, tendrá como consecuen-cia la fase final del proceso de gestación de la revolu-ción de nuevo tipo que empezó a andar en Octubre. Enuna fuga hacia adelante, cada vez más a la desespera-da, la insurrección degenerará en putschismo. Mao ten-drá que hacer frente durante bastante tiempo a esta ten-dencia, que llegó a instalarse también en las unidadesdel Ejército Rojo72 . Sin embargo, mientras tanto, sabrácontrolar correctamente el escenario concreto sobre elque se desenvuelve la revolución en China, irá configu-rando la estrategia general de la revolución proletariamundial. La lucha fue muy dura, larga y sostenida y du-rante todo el proceso las dificultades creadas por loserrores tuvieron consecuencias funestas para la revolu-ción. Según el mismo Chen Po-ta, las perdidas en efec-tivos del partido, del Ejército Rojo y del territorio de lasbases de apoyo llegó a alcanzar hasta el 90%.73

La revolución de nuevo tipo, establecida sobrela base de la nueva línea general de la revolución prole-taria, gira pues en torno a la dirección consciente de laconstrucción del partido y del manejo de lasespecificidades del lugar por dónde transcurre la revolu-ción. Los elementos objetivos ya no son un lastre quecondicionan irremediablemente la revolución proletaria,son el sustrato sobre los que la revolución se mueve,conforman el escenario donde se desarrolla el procesorevolucionario. En la revolución china, desde el primermomento, el papel principal está llamado a desempeñar-lo la clase campesina. Sin embargo, la Guerra Popularya no se corresponde con las características generalesde las guerras campesinas, pues aquélla surge de la trans-formación proletaria de éstas por medio de la acción ydirección del partido comunista. En esto, la revoluciónchina es el mejor ejemplo. El proletariado ejerce su di-rección porque su partido dirige al campesinado, claseinmensamente más numerosa y en mejor disposición paraactuar por las condiciones particulares de china. El par-tido es el eje central de todo el proceso revolucionario yen él radica la esencia del mismo, él es el estratega ytoma las decisiones sobre cómo, cuándo y dónde actuar.Tradicionalmente, las rebeliones campesinas han sidodirigidas por otras clases o elementos de éstas ajenos alcampesinado, limitadas en los movimientos por su apegoal terreno en el que moran sus protagonistas y limitadastambién en sus objetivos, reducidos al anhelo por libe-rarse de las cargas jurídicas y económicas que les sonimpuestas. Un reciente ejemplo del escaso calado revo-lucionario del movimiento campesino lo representa elEjército Zapatista de Liberación Nacional, cuya direc-ción es ejercida por elementos urbanos, pero cuyos ob-jetivos se han circunscrito a la justicia campesina sinsalir de Chiapas, no existiendo entre sus planteamientos

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ni la revolución mexicana ni la participación en el podercentral. Siguiendo en México, ésta también era una pro-funda diferencia entre el ejército revolucionario del nor-te, comandado por Pancho Villa y el ejército campesinodel sur, dirigido por Emiliano Zapata, en la revoluciónmexicana de principios del siglo XX: “Desde el puntode vista militar, el ejército zapatista, a diferencia delde Villa, no estaba capacitado para desplazarse fue-ra de su territorio natural. En realidad, el ejércitode Morelos no era más que una ‘liga armada de lasmunicipalidades del Estado’. Y cuando volvió la paz,a fines del verano de 1914, la gente de los pueblosvolvió a fundar la sociedad local con criterio civi-lista. De este modo, Zapata no podía aportar más delo que había aportado: la liberación del sur… En elnorte, en cambio, surgió un movimiento social cuyadimensión popular predominaba sobre las puramenteagrarias. En los ejércitos del norte, particularmenteen los de Pancho Villa, fue reclutada una poblaciónindócil y errática, cuyas relaciones de producciónhabían sido ya destruidas para siempre”74 . Esta basevillista era fundamental para poseer unos objetivos re-volucionarios más elevados y garantizaba una mayor in-dependencia de acción del ejército del norte con respec-to al de Zapata, lo que representaba una ventaja a lahora de abordar la campaña para conquistar la victoria yarrebatar el poder central de manos del reaccionarioHuerta. Derrotas provocadas precisamente por estacaracterística propia del campesinado sufrió el ejércitocomunista sublevado en Nanchang el 1 de agosto del27. En su camino hacia el sur para restablecer una baserevolucionaria en la zona de donde había partido la revo-lución unos años antes y poder arrancar una nueva Ex-pedición al Norte, la columna comunista iba enflaque-ciendo debido a los combates con los ejércitos naciona-listas y a las continuas deserciones de unidades que sesentían cada vez menos implicadas en el proyecto y desoldados, mayoritariamente campesinos, que volvían asus hogares. Mientras, del inicial radicalismo agrario sepasaba a la desesperada supervivencia militar, incapa-ces de conectar con las masas campesinas de la provin-cia en trayecto, insuficientemente organizadas y alec-cionadas políticamente. Así, en el campo, la base econó-mica sujeta a la tierra dificulta grandemente la indepen-dencia de movimientos en el terreno militar y limita lasdemandas políticas a la satisfacción de las necesidadesdel agro. Estos tres niveles, el económico, el político y elmilitar son los que Mao manejará para unificarlos en elestablecimiento de la nueva estrategia de la Guerra Po-pular.

En el plano económico, Lenin se encargó dedemostrar que no existe ningún determinismo que obli-gue a cumplir unos requisitos previos para poder hacerla revolución. La minoritaria clase obrera en Rusia esbuena prueba de ello. No es necesario que la mayoríade la sociedad esté proletarizada, la clase obrera no tie-

ne porqué representar la mayoría cuantitativa de la po-blación para lanzarse a la acción, y menos cuando elpropio sistema capitalista genera burguesía continuamen-te: “Es muy natural que así suceda, y así sucederásiempre hasta llegar a la revolución proletaria, puessería un profundo error pensar que es necesario quela mayoría de la población se proletarice ‘por com-pleto’ para que esa revolución sea posible”75 . En loconcerniente a este nivel económico, no se puede alber-gar ninguna duda de que, en la época del imperialismo,la posibilidad de la revolución proletaria no depende delaspecto cuantitativo de la estructura de clases ni del ab-soluto predominio de las relaciones de producción capi-talistas: la cuestión está en manejar las particularidadesde cada lugar y momento concretos, pero no se imponencomo condicionantes generales para toda revolución. To-das las revoluciones proletarias exitosas se han encar-gado de demostrar la inexistencia de este determinismo,especialmente las revoluciones rusa y china, las dos másimportantes de todo el ciclo.

En cuanto al factor político, tampoco es necesa-rio tener convencida a la mayoría de la población paraempezar la revolución:

“En cualquier país capitalista, la fuerza delproletariado es incomparablemente mayor que su pro-porción numérica en la masa general de la pobla-ción. Y esto es así porque el proletariado dominaeconómicamente en el centro y en el nervio de todoel sistema económico del capitalismo, y también por-que, bajo el capitalismo, el proletariado expresa,económica y políticamente, los verdaderos interesesde la inmensa mayoría de los trabajadores.

Por eso, incluso cuando constituye una mi-noría de la población (o cuando su vanguardia cons-ciente y verdaderamente revolucionaria constituyeuna minoría de la población), el proletariado es ca-paz de derribar a la burguesía y de ganarse des-pués muchos aliados entre esa masa desemiproletarios y pequeños burgueses que antes nose habría manifestado jamás a favor del dominio delproletariado, que antes no comprendería las condi-ciones y las tareas de ese dominio y a la que sólo suexperiencia ulterior habrá de convencer de que ladictadura del proletariado es inevitable, acertada ynecesaria”76 .

Así, la minoría revolucionaria puede lanzarse atomar el poder, manejando las contradicciones de la si-tuación concreta, arrebatárselo a la burguesía y dejarpara después el atraerse al resto de clases susceptiblesde ello. Esto es, sobre todo, válido para el campesinadoque, en el caso de la revolución rusa, primero es atraídoen favor de los bolcheviques cuando éstos entregaron latierra y desmovilizaron a los soldados; posteriormente,se pasa a la contrarrevolución, al forzar el comunismode guerra la entrega de los excedentes de la produc-

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ción agrícola, y, finalmente, al comprobar las consecuen-cias del retorno del dominio terrateniente que supone elavance de las tropas reaccionarias de los generales blan-cos, vuelve a virar hacia los bolcheviques, dando la vic-toria final al poder soviético. Esto es así en cuanto a lacuestión del grado de hegemonía política del proletaria-do para iniciar la revolución: no es imprescindible con-vencer a la mayoría de la sociedad, ni tan siquiera a lamayoría del proletariado, para que la vanguardia decidatomar la iniciativa revolucionaria. Sin embargo, el ciclorevolucionario iniciado en Octubre se encuentra en si-tuación de transición entre el modelo tradicionalinsurreccional y el nuevo modelo de revolución que seestá gestando bajo la dirección del partido de nuevo tipoleninista. Este periodo de transformación de lo viejo enlo nuevo adolece de contradicciones de las que tampocoLenin consigue librarse. En este proceso, el papel de lainiciativa espontánea de las masas en el desarrollo de larevolución experimenta un cambio debido a la direcciónrevolucionaria de un colectivo consciente, constituido envanguardia del proletariado, que ha sabido atraerse a unsector de la clase desde la ideología y la política revolu-cionarias. El paso de la tradicional concepción revolu-cionaria basada en el espontaneísmo de las masas a lade una revolución fundada en la dirección consciente dela vanguardia tiene lugar sobre la marcha, cuando con lapropia práctica revolucionaria emergen las contradiccio-nes de los viejos métodos insurreccionales en el contex-to de la nueva época revolucionaria. El pensamientobolchevique, y en particular el pensamiento de Lenin,reflejarán en ocasiones esas contradicciones en que sedesenvuelve la gestación de los nuevos métodos revolu-cionarios:

“Por otra parte, la idea, común entre los vie-jos partidos y los viejos lideres de la II Internacio-nal, de que la mayoría de los trabajadores y explo-tados puede adquirir completa claridad de concien-cia socialista y convicciones y carácter socialistasfirmes bajo la esclavitud capitalista, bajo el yugo dela burguesía ( que asume una infinita variedad deformas, tanto más sutiles y al mismo tiempo más bru-tales y despiadadas, cuanto más elevado es el nivelcultural en determinado país capitalista), es tambiénuna idealización del capitalismo y de la democraciaburguesa, así como un engaño a los obreros. En rea-lidad, sólo después que la vanguardia del proleta-riado, apoyada por toda o por la mayoría de estaclase, la única revolucionaria, derroca a los explo-tadores, los aplasta, emancipa a los explotados desu situación de esclavitud y mejoran inmediatamen-te sus condiciones de vida a expensas de los capita-listas expropiados; sólo después de esto y en el pro-ceso real de una aguda lucha de clases, pueden lasmás amplias masas de trabajadores y explotados sereducadas, instruidas y organizadas en torno del pro-letariado, bajo cuya influencia y dirección puedenliberarse del egoísmo, de la desunión, los vicios y la

debilidad engendradas por la propiedad privada, yconvertirse en una libre unión de trabajadores li-bres.”77

En un mismo párrafo, Lenin admite primero laimposibilidad de alcanzar la conciencia socialista, o searevolucionaria, por parte de la mayoría de las masas pro-letarias bajo el capitalismo, para, acto seguido, afirmarque es imprescindible el concurso de esa mayoría paraderrocar a la burguesía. Esta contradicción se plasmarápolíticamente en la elaboración de una línea política, porparte de la Internacional –el Frente Único–, que supon-drá una dualización, una separación entre el problemade la conquista del poder y el problema de la conquistade las masas en la estrategia revolucionaria del proleta-riado. Y fue con la distinción drástica de esos dos mo-mentos que se terminó de consolidar la líneainsurreccionalista en la doctrina de la Komintern, comola solución militar más coherente con el imperativo de lahegemonía entre las masas –como resultado de todo unperiodo pacífico de acumulación de fuerzas– como pre-misa del asalto al poder. Recogiendo las verdaderas en-señanzas de la revolución soviética, Mao recuperaría elverdadero espíritu leninista de la política proletaria alreunificar aquellos dos aspectos y demostrar que tam-poco el comienzo del derrocamiento de los explotadorespor la vía armada está supeditado al apoyo político ma-yoritario de las masas, sino que éste también es imposi-ble bajo las condiciones normales del dominio capitalis-ta, si la vanguardia, constituida en Partido Comunista, noinicia las hostilidades con el fin de confrontar la dictadu-ra de los explotados a la dictadura de los explotadoresmediante la Guerra Popular. La Guerra Popular es laverdadera línea proletaria porque en ella el problema deconquistar a las masas y el problema de conquistar elpoder son uno solo y el mismo problema.

Es, pues, típico de todo el periodo de consolida-ción revolucionaria en Rusia y de organización del parti-do internacional de la revolución, el continuosolapamiento entre las ideas de determinismo masista,importado como rutinaria consigna de la II Internacio-nal, y las nuevas concepciones que brotan directamente,en plena lucha, de la dirección consciente de la revolu-ción por parte del partido de nuevo tipo al enfrentarse alas nuevas condiciones anteriormente ya apuntadas porEngels. Por esto, conviven afirmaciones categóricas delmismo Lenin, como la siguiente:

“La dictadura del proletariado es la formamas decisiva y revolucionaria de la lucha de clasedel proletariado contra la burguesía. Sólo puede te-ner éxito cuando en la vanguardia más revoluciona-ria del proletariado es respaldada por la aplastantemayoría del proletariado.”78

Junto a afirmaciones de signo contrario talescomo ésta:

“El abismo de la miseria humana y de la ig-

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norancia es insondable. Todo sector que se yerguedeja detrás suyo otro que apenas intenta levantar-se. Pero la vanguardia no debe esperar a la masacompacta de la retaguardia para iniciar el combate.La clase obrera aprenderá la tarea de despertar, es-timular y educar a su sectores más atrasados cuan-do llegue al poder.”79

Y es precisamente en este estado del forjamientode la línea revolucionaria cuando su componente decisi-va, la razón militar, adquiere toda su importancia y setorna el método principal a la hora de abordar la manerade extender la hegemonía de la revolución proletariaentre las masas. Frente a la dictadura de la burguesía,sólo la dictadura del proletariado puede oponérsele conéxito. Para atraer a las masas no bastan la propaganday la agitación, es además imprescindible el empleo de lafuerza para que las masas, expertas en sortear y acos-tumbradas a sufrir la dictadura burguesa puedan experi-mentar a su vez las ventajas que les aporta la dictaduradel proletariado ejercida por el partido comunista orga-nizado militarmente, siendo eje principal de su militariza-ción el Ejército Rojo. Ésta es la única manera en que lasmasas pueden experimentar ambas dictaduras. Ésta fuela experiencia que adquirió el campesinado ruso y le hizodecantarse definitivamente por los bolcheviques. EnRusia, sin embargo, el poder central ya estaba en manosdel proletariado revolucionario y ejercía su dictadurapolítica desde él, mientras el Ejército Rojo centraba suacción en la derrota militar de la reacción. En China, porel contrario, es a través de la Guerra Popular como seva creando el nuevo poder a medida que se avanza en larevolución. La Guerra Popular es la estrategia que elPCC maoísta sistematizará para extender sus áreas deinfluencia e ir creando las bases de apoyo que permitengenerar el nuevo poder. “En términos concretos, y es-pecialmente desde el punto de vista de las operacio-nes militares, cuando hablamos de la población dela base de apoyo como una condición, queremosdecir que contamos con un pueblo armado”80 . LaGuerra Popular tiene como método la imposición de lanueva dictadura. La Guerra Popular impone el nuevopoder a medida que se va extendiendo. Las masas pue-den conocer de primera mano en qué consiste la dicta-dura del proletariado, cómo se organiza, cuál es su papelen ella y contra qué clases se ejerce. La Guerra Popularviene a resolver el problema del vínculo entre la van-guardia revolucionaria y las más amplias masas en elcurso del desarrollo de la revolución. Se parte en defen-siva estratégica, lo que significa que no se posee ni mu-cho menos la mayoría de las masas. Y aquí reside laprincipal diferencia entre el modelo revolucionarioinsurreccional y el de la Guerra Popular. La insurrec-ción requiere un apoyo mayoritario previo para abalan-zarse a la toma del poder. Una vez conquistado éste, lainsurrección representa la aplicación táctica del arte dela guerra, reduciéndose el aspecto consciente al empleo

de la técnica y al manejo de la dirección militares. LaGuerra Popular, por el contrario, permite que lo cons-ciente sea lo político. El Partido ejerce la dirección polí-tica al organizarse como Ejército Rojo teniendo comoestrategia la aplicación de la línea de masas militar através de la Guerra Popular. Para que esto sea así, elEjército Rojo debe de ser independiente del medio sobreel que se mueve y no puede estar supeditado a superes-tructuras administrativas o a territorios definidos. Inclu-so las bases de apoyo nunca son fijas, ancladas en unterritorio o población:

“La inestabilidad de los frentes de operacio-nes conduce a la inestabilidad del territorio de nues-tras bases de apoyo, que se dilatan y se contraenconstantemente. Sucede a menudo que mientras apa-rece una base de apoyo, otra desaparece. Esta va-riabilidad de nuestro territorio está condicionadaenteramente por la movilidad de las operacionesmilitares.La movilidad de las operaciones militares y la varia-bilidad de nuestro territorio dan a todo el trabajode construcción en nuestras bases de apoyo un ca-rácter variable. Todo plan en este sentido que abar-que varios años está fuera de consideración. Losfrecuentes cambios en los planes son para nosotrosun fenómeno corriente.” 81

La principal baza de esta forma de guerra es laautonomía y movimiento continuo de las fuerzas rojas.Han de moverse continuamente sobre un sustrato cam-biante, para lo cual no pueden establecerse rígidas rela-ciones que las sujeten económica y afectivamente al te-rritorio y a la población de las zonas por las que actúan.Esta tarea se ve facilitada porque una gran proporciónde los elementos que componen el Ejército lo constitu-yen desarraigados, vagabundos, fugitivos, bandoleros ydesertores de los ejércitos nacionalistas o feudales. Estavariopinta composición de elementos desclasados in-corpora toda una serie de problemas, que Mao definecomo de “mentalidad de insurrectos errantes”82 . Es-tos problemas deben de abordarse principalmente con laeducación, llevada a cabo de cerca por los miembros delpartido, los comisarios políticos, que representan el ele-mento consciente, y cuyo papel principal es establecerla dirección política y la formación ideológica y militaradecuada de los soldados, creando en ellos un mismovínculo cuya principal característica inicial es que les esajena a todos ellos y a la que hacen frente juntos, apren-diendo nuevos comportamientos, por medio de la ins-trucción política del partido en el Ejército83 . Efectiva-mente, Mao está haciendo prevalecer el factor cons-ciente por medio de la voluntad sobre loscondicionamientos objetivos, los cuales han de ser amol-dados a los objetivos que se persiguen, en este caso, laindependencia del Ejército Rojo. Mao, al rememorar lalucha en las montañas Chingkang, en donde se estable-ció la primera base de apoyo en 1927 después de la de-

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rrota de agosto y el fracaso del levantamiento de otoño,describía como sigue la formación de la tropa del Ejérci-to:

“El Ejército Rojo está compuesto en parte deobreros y campesinos, y en parte delumpemproletarios. Por supuesto, no es bueno quehaya un número demasiado grande delumpemproletarios en sus filas. Pero son combativos,y como la lucha prosigue día tras día y sufrimos gran-des bajas, ya no es fácil llenar los claros ni siquieracon ellos. En estas circunstancias, la única soluciónes intensificar la educación política.

La mayoría de los soldados del Ejército Rojoprovienen de las tropas mercenarias, pero una vezen el Ejército Rojo, se transforman. En primer térmi-no, no se practica en el Ejército Rojo el sistema mer-cenario, y por eso los soldados sienten que no lu-chan para otros, sino para sí mismos y para el pue-blo. Hasta ahora no se ha establecido en el EjércitoRojo un sistema de paga regular; sólo se da unaración de arroz, una asignación para aceite, sal, leñay hortalizas, y una pequeña suma para gastos me-nores. Se ha entregado tierra a todos los oficiales ysoldados del Ejército Rojo nativos de la Región Fron-teriza, pero resulta bastante difícil dársela a los queproceden de otras partes.

Gracias a la educación política, los solda-dos del Ejército Rojo han adquirido conciencia declase y un conocimiento básico en lo que atañe a lanecesidad de distribuir la tierra, establecer los ór-ganos de Poder, armar a los obreros y campesinos,etc. Saben que están luchando para sí mismos, parala clase obrera y el campesinado. Por lo tanto, so-portan sin quejarse las penalidades de la lucha.Cada compañía, batallón o regimiento ya tiene sucomité de soldados, que representa los intereses deéstos y realiza el trabajo político y el de masas.

La experiencia ha demostrado que el siste-ma de representantes del Partido no debe ser aboli-do. El representante del Partido desempeña un pa-pel de singular importancia a nivel de compañía, por-que a ese nivel se organiza la célula del Partido. Lecorresponde impulsar el trabajo de educación polí-tica del comité de soldados, orientar el trabajo rela-tivo al movimiento de masas y servir al mismo tiempode secretario de la célula.”84

Mao introduce, así, la conciencia en el planomilitar:

“No cabe duda que el desenlace de una gue-rra está determinado principalmente por las condi-ciones militares, políticas, económicas y naturalesen que se encuentra cada una de las dos partes be-ligerantes. Pero no sólo por ellas; está determinadotambién por la capacidad subjetiva de las partes be-ligerantes para dirigir la guerra.”85

Mao, por medio de la Guerra Popular consiguevincular la estrategia y tácticas militares con el objetivopolítico llevando a cabo la lucha de clases en un entornoen primera estancia hostil, o en el mejor de los casosindiferente, del que se nutre sin caer en dependencia.Para ello el principal vínculo que establece es el de laconciencia después de forzar las transformaciones declase necesarias por la imposición militar manejando lascontradicciones clasistas del campo. El Ejército Rojo noes un ejército que se aproveche de la población por don-de pasa, sino que, por el contrario, a través de la movili-zación política de masas explica la verdad de la situa-ción de guerra y de la necesidad de las tareas a empren-der por duras que sean86 .

Un buen ejemplo de esta independencia del par-tido y de línea de masas honrada y transparente, se re-fleja en la exposición que este pasaje de Mao recoge ala hora de explicar el abandono de una base de apoyopor el Ejército Rojo:

“La desconfianza del pueblo en la necesi-dad de una retirada estratégica, desconfianza de-terminada por su inexperiencia, nunca fue mayorque durante la primera contracampaña en Chiangsí.En esa época, todas las organizaciones locales delPartido y las masas populares de los distritos deChían, Singkuo y Yungfeng se oponían a la retiradadel Ejército Rojo. Pero después que adquirieron ex-periencia en la primera contracampaña, este pro-blema no volvió a presentarse en las contracampañassiguientes. Todo el mundo comprendió que la pérdi-da de parte del territorio de la base de apoyo y lossufrimientos del pueblo eran temporales, y tuvo laconvicción de que el Ejército Rojo podía desbara-tar las campañas de “cerco y aniquilamiento”.”87

Por el contrario, la irrupción, auspiciada por laIC, de la línea oportunista de izquierda en 1931, encabe-zada por Wang Ming, consiguió retirar a Mao de la di-rección del Ejército Rojo variando así la táctica guerri-llera y flexible que había conseguido aumentar conside-rablemente su potencia, número y áreas de influencia.Ahora, la nueva táctica impulsada por la Komintern de-bía basarse en el apego al terreno conquistado, las zonasrojas, y la defensa de la población bajo la administraciónde la República Soviética de Kiangsi, −creada provisio-

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nalmente en febrero de 1930 por Mao en la base deapoyo asegurada del mismo nombre y efectivamenteinstitucionalizada en noviembre por los enviados de Mos-cú. La táctica militar de Mao es sustituida por la ideaburguesa de choque entre Estados sobre la base de lalucha de poder a poder entre el gobierno soviético y elnacionalista chinos, adecuándose así a la nueva estrate-gia revolucionaria decretada por la IC de confianza enel desenlace próximo de la crisis general del capitalismoiniciada en el 2988 y que representaba la utilización delmodelo burgués de guerrear. Ésta será la causa princi-pal del desastre que facilitó el éxito relativo de la quintacampaña de cerco y aniquilamiento de Chian Kai-chekcontra las bases rojas y que provocó la disolución de laRepública Soviética, el abandono de la base de Kiangsiy el inicio de la Larga Marcha para escapar al cerco.Una vez iniciada la Marcha, en enero de 1935 en Tsunyi,Mao volverá definitivamente a la dirección del PCC ydel Ejército, retomando la Guerra Popular como formade llevar a cabo la revolución.

Las masas, antaño sacralizadas, ahora sólo sonrevolucionarias si se encuadran detrás del Partido. Nose puede esperar a tener la mayoría de la población departe de la revolución para empezarla; por ello, la Gue-rra Popular es la estrategia revolucionaria adecuada acada condición concreta. La Guerra Popular es el prin-cipio general de la revolución, lo que implica que la tareapara adecuarla a cada situación pasa por comprenderlas condiciones concretas de la misma, el problema de lavanguardia, su relación con las masas y la implicaciónde las clases y las relaciones entre ellas. Confundir laGuerra Popular con cercar las ciudades desde el campoes interpretar la Guerra Popular mecánicamente, nocomprender su esencia y buscar suplir la incapacidadpara comprender la línea de la revolución proletaria conrecetas trasladadas mecánicamente al presente.

Durante todo el ciclo revolucionario anterior, elproblema de las masas y su correcta ubicación en larevolución seguirá siendo un problema que, aunque lanueva línea revolucionaria ya permite solucionar cons-cientemente, no logrará resolverse e independizarse detoda la idealización tradicional del movimiento revolu-cionario a lo largo de la historia y del que el maoísmo noserá capaz de librarse. El partido de nuevo tipo es eldepositario de la ideología y es la clase organizada polí-ticamente para la revolución, no es ya sólo un partidomás entre el resto de partidos proletarios, como anun-ciaba el Manifiesto Comunista: es, en mayúsculas, ElPartido.

Con la ventaja que nos da el poder abordar el periododel ciclo revolucionario de Octubre concluido, debería-mos ser capaces de abordar la experiencia del comunis-mo sin prejuicios, profundizando en la esencia del proce-so, sin dejarnos confundir por la pantalla de las catego-

rías políticas tradicionales que dominaban las mentes delos protagonistas. En el paso de lo viejo a lo nuevo semezclan además de los hechos los conceptos. El nuevomodelo revolucionario que abrirá el próximo ciclo ha deaportar una nuevo desarrollo conceptual del discurso re-volucionario que permita depurar al marxismo de los ele-mentos ajenos que lo han contaminado. Para esto tam-bién es imprescindible realizar el balance del ciclo deOctubre.

Desde la revolución rusa, el método insurreccional noha vuelto a tener éxito. La revolución bolchevique yaintroduce elementos ajenos al modelo insurreccional tra-dicional. Desde entonces, todos los levantamientos po-pulares han estado asociados a ejércitos regulares comoel Ejército Rojo Soviético o a ejércitos guerrilleros po-tentes como el griego durante la Segunda Guerra Mun-dial, y siempre bajo la dirección del Partido. Desde hacetiempo, la insurrección ya no es una opción para el pro-letariado desde el punto de vista de su estrategia revolu-cionaria; queda reducida a recurso táctico de apoyo a laGuerra Popular.

Se puede objetar que las especificidades de la revolu-ción en China, el conflicto de clases que hace que larevolución sea de nueva democracia, los errores y des-viaciones del partido, que no le permiten cumplir con eltrabajo adecuado en el ejército nacionalista ni manteneruna política independiente en la primera guerra civil re-volucionaria, son las condiciones optimas para el desa-rrollo de la Guerra Popular. Quizá el fracaso de la revo-lución en Occidente se deba a no haber sabido, como enChina, zafarse de la tradición revolucionariainsurreccional del siglo XIX y no haber comprendido elsignificado claro del partido de nuevo tipo, que aporta unnuevo tipo de revolución hasta entonces inédita, y a nocomprender los cambios sufridos en la estructura de cla-ses desde el paso a la época del imperialismo. A 80 añosvista, tenemos que discernir entre lo particular y lo uni-versal de la larga experiencia de la revolución china, puesson esas lecciones de carácter universal las que precisaasimilar actualmente el movimiento comunista.

El partido de nuevo tipo da lugar a la revoluciónde nuevo tipo. Esta nueva revolución gira en torno a laGuerra Popular y, como intentamos demostrar, es deaplicación universal.

Mao hablará de la revolución en Occidente y de su pre-paración para encarar la inevitable guerra civil revolu-cionaria; pero toca a los comunistas de Occidente apli-car las aportaciones universales de la Guerra Popularen la boca del lobo del sistema imperialista mundial.

MAI

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Notas1 Jacques Guillermaz, Historia del Partido Comunista Chi-no. Ediciones Península. Barcelona, 1970; pág. 34.2 Chou Yang, Un gran debate en el frente de la literatura.E.L.E. Pekín, 1958; pág. 13.3 S. Schram, Mao-Tse-Tung. Ediciones Cid. Madrid, 1967;pág. 53.4 Li Sin, La revolución de nueva democracia en China.E.L.E. Pekín, 1979; pág. 5. Ju Chiao-mu, Treinta años delPartido Comunista de China. E.L.E. Pekín, 1957; pág. 11.5 Guillermaz, op. cit., pág. 32. Brandt, Fairbank, Schwartz,Historia de la China comunista. Editorial A.H.R. Barcelo-na, 1957; pág. 59.6 Guillermaz, op. cit., pág. 78.7 La utilización de las contradicciones interimperialistasera uno de los cuatro principales aliados del Poder Sovié-tico (ver el discurso de Stalin en la XIII Conferencia pro-vincial de la organización de Moscú del PC(b) de Rusia, el27 de enero de 1925, en Obras, E.L.E. Moscú, 1954; tomo 7,págs. 25 y ss.).8 Ju Chiao-mu, op. cit., pág. 53.9 En el Primer Congreso del partido, en 1921, participaron12 delegados representando a 57 afiliados. Una propor-ción irrisoria en un país del tamaño de China en todos losaspectos (ver Guillermaz, op. cit., pág. 32).10 Mao Tse-tung, Sobre la Nueva Democracia, en ObrasEscogidas. E.L.E., Pekín, 1976; tomo II, pág. 356.11 Mao, ibídem, pág. 362.12 Guillermaz, op.cit., pág. 86.13 Brandt, op. cit., pág. 59.14 Guillermaz, op. cit., pág. 76.15 Tesis generales sobre la cuestión de Oriente, en Loscuatro primeros congresos de la Internacional Comunis-ta. Ed. Siglo XXI. México, 1977; vol. II, pág. 230.16 S. Schram, op. cit., pág. 77.17 Tesis generales, pág. 230.18 En octubre de 1923, la IC procedió a crear la Internacio-nal Campesina.19 Nacionalismo, democracia y prosperidad.20 S. Schram, op. cit., pág. 90.21 S. Schram, op. cit., pág. 96.22 Guillermaz, op. cit., pág. 131.23 J. Stalin, Obras, t. 10, pág. 18.

24 S. Schram, op. cit., pág. 111.25 S. Schram, op. cit., pág. 113.26 Chen Po-ta, Lucha de clases en el campo chino. SchapireEditor S.R.L. Buenos Aires, 1974; pág. 5.27 Brandt, op. cit., pág. 89.28 Ju Chiao-mu, op. cit., pág. 19.29 Mao Tse-tung, Análisis de las clases de la sociedadchina, en O. E., t. I, pág. 12.30 Mao Tse-tung, Informe sobre una investigación delmovimiento campesino en Junán, en ibídem, pág. 19.31 Mao Tse-tung, ¿Por qué puede existir el poder rojoen China?, en ibid., pág. 66.32 En la Guerra Popular, las relaciones entre el Ejército Rojoy las masas se establecen entre dos elementos de la revo-lución que se desconocen en un principio. El Ejército Rojofuerza la situación, no sin dificultades, al intervenir y mo-dificar la organización de las zonas campesinas, reorgani-zándolas para romper el dominio feudal, incorporarlas a larevolución y ponerlas bajo las órdenes de la línea del par-tido por medio del Ejército, militarizándolas, creando mili-cias y destacamentos de guardias rojos. En 1928, Maoestablecerá las Tres Reglas Cardinales y las Seis Adver-tencias, a las que se añadirán dos más un año después,por las que se establecía cómo debía el Ejército revolucio-nario tratar con las masas y resolver sus problemas inter-nos (ver Li-Sin, op. cit., pág. 50).33 Mao Tse-tung, ¿Por qué puede existir el poder rojoen China?, en O. E., t. I, pág. 68.34 Mao Tse-tung, Informe sobre una investigación delmovimiento campesino en Junán, en ibídem, pág. 20.35 Mao era el encargado de las cuestiones campesinas porel PCC. Había estado un tiempo dirigiendo en Cantón elInstituto Nacional para el Movimiento Campesino a prin-cipios de 1926 y ahora era secretario general de la Asocia-ción Nacional de Campesinos de Wuhan.36 J. Guillermaz, op. cit., pág. 166.37 Mao Tse-tung, Problemas de la guerra y de la estrate-gia. E.L.E. Pekín, 1961; pág. 26, en nota 17.38 Brandt, Fairbank, Schwartz, Historia de la China comu-nista. Editorial AHR. Barcelona, 1957; pág. 114.39 Tchen Po-ta, La théorie de Mao Tsé-toung sur larévolution chinoise. E.L.E. Pekín, 1964; pág. 34.40 Mao Tse-tung, Problemas de la guerra y de la estrate-gia, pág. 3.41 Ibídem, pág. 1.

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42 Ibid., pág. 5.43 Lenin, El Marxismo y la insurrección, en Obras Com-pletas. E.L.E. Moscú, 1985; tomo 34, pág. 250.44 Mao Tse-tung, Problemas de la guerra y de la estrate-gia, pág. 3.45 Resolución sobre la táctica de la Internacional comu-nista, en Los cuatro primeros congresos, vol. II, pág. 186.46 Mao Tse-tung, Problemas de la guerra y de la estrate-gia, en O. E., t. II, pág. 232.47 Ver Resolución sobre el papel del Partido Comunistaen la Revolución proletaria aprobada en el II Congreso dela IC, en Los cuatro primeros congresos, vol. I, pág. 166 yss.48 Mao Tse-tung, Informe sobre una investigación del mo-vimiento campesino en Junan, pág. 25.49 Mao Tse-tung, La lucha en las montañas Chingkiang,en O. E., t. I, pág. 104.50 Brandt, Fairbank, Schwartz Historia de la China comu-nista, pág. 142.51Mao Tse-tung, Problemas de la guerra y de la estrate-gia. E.L.E. Pekín, 1961; pág. 13.52 J. Stalin, Acerca de los problemas de la revolución chi-na, Obras, t. 9, págs. 241-244.53 Ibídem, pág. 239.54 J. Stalin, Notas sobre temas de actualidad, ibid., pág.370.55 Ibid., pág. 355.56 Ver supra, nota 40.57 Brandt, Fairbank, Schwartz, op. cit., pág. 105.58 M. N. Roy, Revolución y contrarrevolución en China.Ediciones Roca. México, 1972; págs. 152-156.59 Mao Tse-tung, Una sola chispa puede incendiar la pra-dera, en O. E., t. I, pág. 125.60 Ibídem, pág. 131.61 Ju Chiao-mu, op. cit., pág. 43.62 Mao Tse-tung, La revolución china y el partido comu-nista de china, en O. E., t. II, pág. 327 y ss.63 K. Marx, Las luchas de clases en Francia, de 1848 a1850. Editorial Progreso. Moscú, 1979; pág. 19.64 Ibídem, pág. 21.65 Ibid., pág. 22.66 Ibíd., pág. 23.

67 P. Souyri, El marxismo después de Marx. Ediciones Pe-nínsula. Barcelona, 1971; pág. 16.68 K. Marx, op. cit., pág. 13.69 Es preciso distinguir las leyes universales de las leyesparticulares de la guerra popular prolongada, en La Voce,nº 17, julio de 2004.70 Ibídem.71 Mao Tse-tung, Problemas estratégicos de la guerra re-volucionaria de China, en O. E., t. I, pág. 210.72 Mao Tse-tung, Sobre la rectificación de las ideas erró-neas en el partido, en ibídem, pág. 121.73 Tchen Po-ta, La théorie de Mao Tsé-toung sur larévolution chinoise. E.L.E. Pékin, 1964 ; pág. 35.74 Fernando Mires, La rebelión permanente. Las revolu-ciones sociales en América Latina. Ed. Siglo XXI. México,1988; pág. 214.75 Lenin, Marxismo y revisionismo, en O. C., t. 17, págs. 25y 26.76 Lenin, Las elecciones a la Asamblea Constituyente y laDictadura del proletariado, en O. C., t. 40, pág. 24.77 Lenin, Tesis para el II Congreso de la InternacionalComunista, en Obras Completas. Ed. Akal. Madrid, 1978;tomo XXXIII pág. 313.

78 Ibídem, pág. 316.79Manifiesto del II Congreso de la Internacional Comu-nista. El mundo capitalista y la Internacional Comunista,en Los cuatro primeros congresos, vol. I, pág. 206.80 Mao Tse-tung, Problemas estratégicos de la guerra re-volucionaria de China, pág. 257.

81Ibídem, pág. 259.82 Mao Tse-tung, Sobre la rectificación de las ideas erró-neas en el Partido, pág. 120.83 S. Schram, op. cit., pág. 139.84 Mao Tse-tung, La lucha en las montañas Chingkang,pág. 84.85 Mao Tse-tung, Problemas estratégicos de la guerra re-volucionaria de China, pág. 205.

86 Ibídem, pág. 226.

87 Ibid., pág. 241.88 S. Schram, op. cit., pág. 187.

Foto de fondoRevolución china de 1925-1927:

milicia obrera en Shangai

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Algunas cuestiones sobre la guerra civil en Grecia

En el número 76 de Études Marxistes, la revistateórica del Partido del Trabajo de Bélgica (PTB), corres-pondiente al último trimestre del año 2006, se incluyendos trabajos1 pertenecientes al Partido Comunista deGrecia (KKE) cuyo contenido rememora el final de laSegunda Guerra Mundial, la resistencia antifascista y elcomienzo y desarrollo posterior de la guerra civil griega.El interés que mostramos por ambos trabajos está direc-tamente relacionado con la interpretación general y con-creta que desde una parte del movimiento comunista sehace de aquel periodo y al que los textos mencionadoshacen referencia. Lo escrito concierne directamente albalance general del Ciclo revolucionario de Octubre queestamos empeñados en realizar y que, en vista de algu-nas de las posiciones que el KKE asume, compartidasaún acrítica y mayoritariamente por el movimiento comu-nista internacional, como demuestra la propia editorialdel PTB de este número de Études Marxistes, nos obligaa aportar nuestra reflexión crítica. Como la voluntad delKKE es aprender de los errores y aciertos de su propiopasado y manifiesta el carácter esquemático y breve delo expuesto, anunciando sucesivas profundizaciones encada uno de los temas tratados2 , tampoco nosotros en-traremos en profundidad sobre lo expuesto, sino que nosconformaremos, de momento, con apuntar las discrepan-cias básicas con algunas de las interpretaciones erró-neas del pasado concernido y dejaremos para otros de-bates el ir pormenorizadamente destripando cada uno delos aspectos concretos que son tratados más directa-mente y a los referidos colateralmente, pero que incidendecisivamente sobre los primeros.

Como ambos artículos están directamente rela-cionados, vamos a tratarlos como cuerpo teórico unifica-do, pues entre ellos no hay oposición alguna y se com-plementan. El primer artículo sitúa el contexto históricointernacional para introducir el estado interno del desa-rrollo de la lucha en Grecia. En el segundo se describe eldesarrollo de la guerra civil griega haciendo referencia alcontexto internacional de la época.

En la situación actual, después del final de laprimera ola de la revolución proletaria mundial que harepresentado la conclusión del que denominamos Ciclorevolucionario de Octubre, se impone, para el movimien-to comunista internacional, la necesidad imperiosa derealizar el balance global de más de 70 años de expe-riencia. Sin embargo, la mayoría del movimiento comu-nista, si bien se ve obligado cada vez con más fuerza ahacer frente a la necesidad objetiva de resolver el balan-ce, sigue anclado en los viejos métodos que dominarontodo el periodo y conformaron el paradigma revoluciona-rio de Octubre. Por esta razón, en relación al estudio einvestigación de nuestro pasado, sigue dominando elanálisis en función de un resultado preconcebido, frentea la necesidad de emplear un método interpretativo libe-rado al máximo de los lastres que nos ha legado el Ciclo.

Concretamente, el KKE, a la hora de abordar suexperiencia de lucha pasada y la del movimiento comu-nista en su conjunto, reproduce esta tendencia depreconcepción del resultado esencial al que se adecuauna explicación justificativa que en él desemboque. Esteproceder, a nuestro entender, condiciona grandemente elfuturo de la deseada revitalización del comunismo queellos pretenden para el presente siglo.

Cuando el resultado final del Ciclo de Octubre hasido para el movimiento comunista internacional de de-rrota en toda la línea, no tiene ningún sentido, y ademáshace un flaco favor a la Reconstitución del comunismoempeñarse en defender las principales y decisivas ac-tuaciones de las direcciones comunistas de la época,encubriendo el batacazo final por la, en el mejor de loscasos, enumeración de los errores propios supuestamentemenores, cuando no recurriendo, en el peor y más ex-tendido de los casos, a ni tan siquiera identificarlos o aculpar de las derrotas a la superioridad o habilidad delenemigo3 . En ambos incurre el KKE.

Así pues, sobre el contexto histórico internacio-nal y el papel del movimiento comunista, el KKE opta porpostergar el balance general de la experiencia del ciclo ypasar de puntillas sobre los aspectos más chirriantes,escabrosos y reveladores como es el caso de la disolu-ción de la Internacional Comunista (IC) o el papel de laURSS en la Segunda Guerra Mundial. El KKE prefiere noremover demasiado el pasado y ensalzar los éxitos mo-mentáneos y la heroicidad y capacidad de entrega, lu-cha y sacrificio de los militantes comunistas y sobre tododel pueblo soviético.

Sobre la actuación de la URSS, todo son elo-gios. Afirma que los soviéticos habrían logrado la aboli-ción de la explotación del hombre por el hombre4 (diezaños después la nueva burguesía tomaría el poderincruentamente) por lo que su interés objetivo por la pazles excluiría de cualquier responsabilidad en la guerra, aldestruir el motivo fundamental para participar en el repar-to imperialista del mundo. El cansancio y debilitamientoal que le habría llevado el final de la guerra, unido a laamenaza de la bomba atómica, no le habría permitidoestar en condiciones de apoyar la lucha del pueblo grie-go5 , exculpando así a la Unión Soviética de toda respon-sabilidad en la situación interna griega.

En cuanto a la IC y las razones y consecuen-cias de su disolución, el KKE prefiere no pronunciarse,afirmando que no han sido aún estudiadas6 –¡64 añosdespués!–, con lo que pone en entredicho la propia vo-luntad esclarecedora del KKE y directamente de todo elmovimiento comunista internacional que, después de tan-to tiempo, aún no se habrían detenido en valorar las cau-sas y consecuencias de tal disolución, lo que pone enabierto compromiso la solvencia y seriedad comunistas.Por el contrario, valoraciones realizaron en su momentomuchos partidos, manifestándose de acuerdo en ratificary justificar la disolución y, si bien un estudio sistemático

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desde el marxismo-leninismo no ha sido realizado aúnpor nadie, con lo que queda pendiente de añadir al balan-ce, sí es un tema al que han hecho referencia muchosestudiosos e historiadores y al que, como en este caso,se han referido años después muchos partidos comunis-tas más o menos críticamente.

Éste es, paradójicamente, el caso que nos ocu-pa, pues el mismo KKE se posiciona implícitamente enel texto en contra de las razones de la autodisolución. Elpartido griego expresa dos argumentaciones en este sen-tido. Por una parte, afirma que la disolución de la IC pro-vocó un debilitamiento en la estrategia internacional co-mún7 del movimiento comunista. Éste era precisamenteel principal objetivo que esgrimieron los miembros delPresidium que propuso la autodisolución de la Interna-cional: denunciaban a los que acusaban a la IC de inje-rencia comunista externa en los Estados y recordabanque ya en el VII Congreso de 1935 se expresó la necesi-dad de que el Ejecutivo de la IC evitase inmiscuirse di-rectamente en los asuntos orgánicos de los partidos co-munistas. Por otra parte, el KKE considera un error delpropio partido la subordinación de su línea política a lasespecificidades nacionales griegas8 . Precisamente, elargumento de la necesidad de amoldarse a las particula-ridades y características propias de cada país es lafundamentación principal manejada por los miembros delPresidium9 . Existe claramente una contradicción en di-solver la IC cuando el mundo está inmerso en una guerraen la que precisamente las particularidades nacionalesse diluyen. Concurre, así, una oposición frontal con losargumentos que llevaron a su creación en 1919, cuandoel objetivo era la revolución proletaria mundial. Por el con-trario, en el caso que nos atañe ahora, el objetivo estra-tégico era únicamente conseguir la derrota del fascis-mo. No mucho después, y ya en época de paz, parapaliar la ausencia de la Internacional se resolvió crear laOficina de Información, conocida como Kominform, pre-cisamente arguyendo los elementos comunes a todosante la agresión imperialista general y los “serios incon-venientes” que comportaba la ausencia de contactos entrelos partidos comunistas10 .

Sin embargo, el KKE cae de nuevo en una con-tradicción cuando, siguiendo el paradigma del Ciclo, re-conoce el acierto de la creación de los frentes popularesantifascistas que aprobó el VII Congreso de la IC11 , preci-samente en base a las especificidades de cada país,primer paso en el camino de la disolución futura de laInternacional.

A estas alturas, si algo está claro es que, enaquella época, entre los partidos comunistas la políticarevolucionaria se subordinaba a la lucha contra el fascis-mo y a la alianza con los imperialistas enfrentados a laspotencias del eje. Antecedente gráfico de esto fue la po-lítica que el PCE llevó a cabo en la guerra civil en Espa-ña. Por lo tanto, es arriesgado afirmar que en Yalta nohabría habido reparto del mundo entre Stalin y los demásaliados12 . Los distintos acuerdos internacionales entrelos aliados13 apuntan precisamente hacia ese respetomutuo en la preparación del escenario de la posguerrapara los distintos países y, los hechos, sangrantes en elcaso de Grecia, lo confirman en la práctica. Como acon-tecimientos que ejemplifican dichos acuerdos, podemosreferirnos a la retirada del ejército rojo de Austria des-

pués de haberla liberado, o a la entrada en Bulgaria delmismo ejército rojo sin pegar ni un solo tiro días despuésde que ésta declarase la guerra a Alemania y sin que enel país se hubiese desarrollado un potente movimientoguerrillero equiparable al griego. Es sobre todo esclare-cedor el caso de Polonia, en el cual ni el gobierno con-servador, afincado en el exilio británico, ni la resistenciapolaca, en donde la derecha era predominante, pudieronimponerse a la liberación por parte del ejército rojo y tam-poco pudieron oponerse a la instauración de un gobiernopopular a posteriori. El caso polaco es pues equiparableal griego, pero de resultado opuesto. En Grecia, el go-bierno en el exilio residía en Egipto, que estaba controla-do por los británicos, y aquél se impuso por la fuerza,apoyado por éstos, al pueblo griego que había liberadoen solitario su territorio en un 90% gracias a su organiza-ción y encuadramiento en el Frente de Liberación (EAM)y en su movimiento guerrillero (ELAS), dirigidos ambosprincipalmente por el KKE14 .

Y es precisamente en este punto, en que se hacereferencia de pasada a los errores cometidos por los co-munistas, pero sin mencionarlos, cuando se confirma latendencia por la que se decanta el KKE, que implica lacontradicción del empleo del método de balance queanticipa un resultado preconcebido. Se hace evidente,pues, en la política seguida por el KKE −desde la retira-da de los alemanes, en octubre del 44, hasta despuésde las elecciones de marzo del 45, en las que despuésde una escalada de terror blanco sólo los conservadoresapoyados por los británicos participarán, desatando actoseguido la caza del comunista−, el mantenimiento es-tratégico de la aplicación de la política de unidad nacio-nal de la posguerra, típica en los países de Europa libe-rados por los aliados y heredera de la alianza antifascistaque tuvo su origen en el VII Congreso. A esto habría queañadir que el ELAS venía siendo torpedeado y combati-do abiertamente por los británicos desde su creación en1941, sin que por ello el KKE dejase de insistir en lanecesidad de incorporar a la derecha griega a la resis-tencia.

Esta política lleva al KKE a aceptar el primergobierno de coalición con los miembros del gobierno delexilio controlado por los conservadores, que no han par-ticipado activamente en la liberación. Le lleva también,después de la ruptura del gobierno de coalición, en di-ciembre del 44, por la ocupación del ejercito británico y

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la aplicación bajo su paraguas del terror blanco de losescuadrones monárquico-fascistas contra los combatien-tes del ELAS, y después de los enfrentamientos arma-dos en que interviene directamente el ejercito ocupante,a aceptar los acuerdos de Varkiza del 13 de febrero del45, por los que el ELAS es disuelto entregando las ar-mas, hecho que no detendrá la represión. Esta situa-ción, que se alargará más de un año, retrasará hastaoctubre del 46 la creación del nuevo Ejercito Democráti-co Griego (DES) a partir de la reorganización de peque-ños destacamentos de antiguos partisanos del ELAS quehan ido pasando a la clandestinidad y escapando a lasmontañas para hacer frente a la creciente represión. Yaes demasiado tarde para darle la vuelta a la situación: laguerra fría acaba de empezar sellando las áreas de in-fluencia en Europa y, a pesar de la formación en el 47 deun gobierno democrático en las zonas liberadas, la gue-rra civil, con intervención directa del imperialismo, termi-nará en el 49 con la derrota del DES. Un año antes, losEstados Unidos sustituyen a los británicos (potenciacolonial en decadencia) y emplearán su amplio poderintervencionista para acabar de sofocar la resistencia yocupar las zonas que el DES había conseguido liberardurante la lucha de tres años. Nótese que la intervenciónbritánica en los asuntos griegos se remonta al año 41,en los inicios de la resistencia, y pasa a convertirse enabierta en octubre del 44, interviniendo militarmente con-tra el ELAS a partir de diciembre del mismo año, cuandoaún quedan cinco meses para la ocupación de Berlín y elfinal de la guerra en Europa y coincidiendo en el tiempocon la entrada del ejército rojo pacíficamente en Bulgariaen septiembre y la liberación de Belgrado y Budapest enel mismo mes de octubre.

Ante esta intervención descarada del imperialis-mo británico, y posteriormente del estadounidense, laURSS sólo realiza como presión peticiones diplomáti-cas que no son aceptadas en ningún caso, mientras lasfuerzas democráticas internacionales sólo ejercen la so-lidaridad pacífica15 . El movimiento popular dirigido por elDES es finalmente aplastado y gran parte de los cuadrosy militantes son exterminados. Para el KKE, esta derro-ta final se debería a la intervención masiva de los Esta-dos Unidos y a la debilidad de la URSS y de las nuevasdemocracias populares16 , que no se encontrarían en con-diciones de apoyar con una mayor efectividad la lucha enGrecia. Sin embargo, el ejemplo de Vietnam –o del ac-tual Irak– demuestra que la determinación de combatede un pueblo no puede ser vencida sólo con inversionesmasivas de todo tipo por parte del imperialismo para do-blegar a la resistencia.

Los Balcanes divididos interesaban al imperia-lismo, pero no al socialismo, o si se quiere, por expresarloen los términos de la dominante tendencia aldesviacionismo nacionalista de la época, tampoco inte-resaban a la URSS. El ejercito rojo estaba a la ofensiva yaplastando la maquina de guerra hitleriana. El ELAS po-seía en octubre del 44 unos cien mil hombres organiza-dos y armados17 y habían conseguido liberar el país casien su totalidad, mientras los soviéticos se encontrabanya en octubre en la frontera griega. Los británicos intervi-nieron militarmente sin ser importunados. Sólo el ELASles hizo frente. La derecha griega, que se abstuvomayoritariamente de participar en la resistencia a pesar

de los continuados llamamientos del EAM y que en granmedida colaboró con el ocupante nazi, estaba tandesprestigiada ante las masas que sin el apoyo militarbritánico no hubiese podido hacerse con el poder. ElEAM-ELAS llegó a entregar las armas confiando siem-pre en establecer gobiernos de unidad nacional, comose estaban confeccionando en los otros países de Euro-pa occidental, pero las condiciones objetivas no lo per-mitían. La derecha y los británicos querían eliminar lafuerza de los comunistas en una Grecia estratégicamen-te situada, zona de paso al Mar Negro, puerta hacia laURSS y puente para los intereses coloniales británicosen Oriente Próximo. Quizá por todo ello el KKE habla alfinal de su documento de los errores cometidos y de laexistencia de tendencias capitulacionistas dentro delpartido18 , sin especificar más detalles. Esto último remi-tiría a las verdaderas razones de la derrota final del DESen el 49, representando la intervención extranjera el ca-talizador que la aceleraría. Al final, el comunismo acaba-rá por caer años después en el resto de Europa, lastradopor el mismo revisionismo que recorría las venas del KKE.

A modo de conclusión

Esperamos que el siglo XXI sea, como espera elKKE, el siglo de la revitalización19 del movimiento comu-nista internacional. Ahora bien, este objetivo no se alcan-zará si no se realiza el balance necesario para sacartodas las lecciones posibles de la experiencia del primerCiclo revolucionario.

Para ello, el balance no puede estar condiciona-do de antemano por un resultado determinado sino quedebe de resolver los problemas que en pleno desarrollodel Ciclo el movimiento comunista se mostró incapaz desuperar. Es imprescindible, honradez y valentía ante losresultados que el análisis sin apriorismos de nuestra his-toria nos depare. Sólo así estaremos en condiciones deabrir un nuevo Ciclo que ponga en un plano más elevadoque el anterior la lucha por la revolución comunista. Estarea insoslayable. Cualquier otro camino que se desvíe,levemente incluso, de esta ética metodológica que impli-ca la verdad como objetivo, retrasará inevitablemente ladeseada revitalización.

Es necesario, pues, para poder establecer unbalance adecuado, combatir sin desmayo la tendenciatan anclada en el proceder de nuestro movimiento de salvarde antemano momentos y camaradas que se han torna-do sagrados, fruto del desenlace del enconamiento delas luchas pasadas. Quizá entonces, en el fragor delcombate, este proceder podía disculparse o incluso sernecesario para fortalecer nuestras organizaciones y vín-culos con las masas proletarias, pero hoy en día, lastareas de los comunistas, a la luz del resultado final delCiclo y del estado en que ha quedado nuestra ideología ynuestro movimiento, nos reclaman una valentía y firmezade otro tipo, para lo cual debemos ser honrados connuestra experiencia, en cuyo defecto nos estaremos en-gañando, viviendo de la rememoración de glorias pasa-das que, al no situarse en su justo lugar dentro de nues-tro ideario colectivo, perderán todo posible papel positivoen la generación del nuevo impulso revolucionario que seprecisa para abrir el nuevo Ciclo.

La posición de los comunistas ante el balance

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EL MARTINETE, Nº 20. SEPTIEMBRE, 2007

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es, pues, la división cardinal que fractura al movimientocomunista internacional y muestra el posicionamientoideológico actual de origen de cada agrupamiento parti-dario con respecto a la situación del comunismo y lastareas a realizar.

En cuanto al periodo referido, el KKE aplicó siem-pre que pudo la política emanada del VII Congreso, de laque no pudo librarse a pesar de que las condiciones ob-jetivas en las que se desenvolvía impedían en gran medi-da su aplicación. Cuando más tarde lo intentaron, po-niendo en pie el DES y un nuevo gobierno popular, ya nofue posible enfrentarse en condiciones adecuadas al seréstas favorables a la derecha y al ocupante extranjero.El aislamiento fue creciendo debido a la consolidaciónde la guerra fría y, probablemente con toda seguridad, elpropio partido ya estaría recorrido por corrientesrevisionistas y liquidadoras avaladas por la tendencia delmismo signo dominante dentro del movimiento comunis-ta internacional. Estas corrientes venían imponiéndosedesde el VII Congreso en todas las secciones de la Inter-nacional, y la ratificación de la disolución, el 9 de juniode 1943 por los partidos más importantes, venía aoficializarlas. Ya hemos comentado más arriba que, enla propuesta de resolución del Presidium, se apuntan lasargumentaciones que llevan a la fragmentación orgánicay política de la Internacional y a la reducción del objetivodel movimiento comunista a la derrota del eje nazi-fas-cista. Pero es más, es tal el esfuerzo por demostrar sin-ceridad a los ojos de los nuevos aliados de la coaliciónanti-hitleriana que, en la misma propuesta de resolución,se incluye referencia expresa al Partido Comunista delos EE.UU., recordando las consideraciones por las quedecidió darse de baja anticipadamente de la IC en 1940 yrefrendándolas como validas para disolver a su vez la In-ternacional20 . Por supuesto, el PC de EE.UU. llevaría esteaval internacional a sus últimas consecuencias, disol-viendo al propio partido estadounidense justamente unaño después, en mayo de 1944, anticipándose unas cuan-tas décadas a lo que ha terminado sucediendo en lamayoría de partidos comunistas del mundo. Es así comola disolución de la Internacional abre definitivamente laspuertas de par en par al revisionismo en el movimientocomunista internacional.

En cuanto a la finalidad estratégica de la disolu-ción, está basada en la unidad interclasista para derrotaral nazi-fascismo, como ya hemos apuntado. Este objeti-vo es originario también del VII Congreso, por lo que,durante la Segunda Guerra Mundial, la perspectiva de larevolución proletaria mundial ni tan siquiera será contem-plada. Se intentará, por todos los medios, evitar la guerracivil en cada país. Ésta es la razón por la que el trata-miento informativo y mediático de la guerra civil española

y el de la griega son tan dis-pares, como apunta el mismoKKE21 . Mientras la lucha en elEstado español, contra el fas-cismo y en defensa de la de-mocracia, es bien vista por laburguesía democrática inter-nacional, en Grecia se lucha-ba ya contra los antiguos alia-dos de la coalición anti-

hitleriana; mientras la existencia de la IC permite organi-zar el envío de las brigadas internacionales para comba-tir en la defensa de la República, su disolución reducirála solidaridad con el pueblo griego a la celebración deactos retóricos y reivindicaciones pacíficas, que no com-prometerán gravemente a los partidos hermanos que losrealizan22 . La disolución consagrará la división del prole-tariado internacional, enclaustrándolo en el marco de lasfronteras estatales que la burguesía impone, sentenciarála división permanente del movimiento comunista y acen-tuará la deriva revisionista en el marxismo-leninismo. Lospartidos, ya sin un centro revolucionario internacional,tendrán toda la libertad para dejarse arrastrar por la líneaburguesa internacional dominante que avala la divisiónnacional del proletariado en los asuntos de clase. Esjusto el camino inverso que llevó a la creación de la IC en1919. Para el partido griego fue muy pronto dramático,pero al final todos los partidos han terminado por sucum-bir a esta deriva.

MAI

NOTAS1 Comité Central del KKE: «60 ans après la victoireantifasciste des peuples, 9 mai 1945», en Études Marxistes,nº76, págs. 63-86 ; Costas Pateras (miembro de la seccióninternacional del KKE): «La guerre civil grecque», ibídem,págs. 87-104.2 Ibid., pág. 88.3 Ibid., pág. 71.4 Ibid., pág. 75.5 Ibid., págs. 96-97.6 Ibid., pág. 71.7 Ibid., pág. 71.8 Ibid., págs. 80 y 83.9 “Resolución del Presidium de la Internacional Comunista”de 15 de mayo de 1943 por la que se propone la disoluciónde la IC, Nuestra Bandera, nº 6, 30 de junio de 1943.10 “Comunicado sobre la Conferencia de los nueve partidoscomunistas” y “Resolución sobre el intercambio de expe-riencias y la coordinación de la actividad de los partidoscomunistas representados en la Conferencia”, Nuestra Ban-dera, nº 22, octubre-noviembre de 1947.11 Études Marxistes, nº 76, pág. 71.12 Ibídem, pág. 78.13 Acuerdos y declaraciones de la Coalición antihitleriana.Ediciones Nuestra Bandera. Toulouse, 1946.14 Études Marxistes, nº76, pág. 88.15 Ibídem, pág. 97.16 Ibíd., pág. 97.17 A. Cordón: “La lucha del pueblo griego por la independen-cia nacional y las libertades democráticas”, Nuestra Bande-ra, nº 25, marzo de 1948, pág. 209.18Études Marxistes, nº 76, págs. 101 y 103.19 Ibídem, pág. 85.20 Ver nota 10.21 Études Marxistes, nº 76, pág. 94.22 Ibídem, págs. 97 a 99.

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Apdo. de correos 5094428080 Madrid

[email protected]/mai

La revolución tiene 40 años.Tiene la edad de una joven madura.

Tiene la edad de las madres hermosas.

Cuando nació,en el mundo

la noticia se supoen forma diferente.

¿Qué es esto? –se preguntaban los obispos–se ha movido la tierra,

no podremos seguir vendiendo cielo.Los gobiernos de Europa,

de América ultrajada,los dictadores turbios,

leían en silenciolas alarmantes comunicaciones.

Por suaves, por profundasescaleras

subía un telegrama,como sube la fiebreen el termómetro:ya no cabía duda,

el pueblo había vencido,se transformaba el mundo.

Fragmento del poema Oda a Lenin de Pablo Neruda