El Marxismo y La Cuestion Nacional Stalin

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 1 EL MARXISMO Y LA CUESTIÓN NACIONAL (1)  José Visarionovich ST ALIN (2)   __________________________________________ Indice: 1. Introducción  pa  g 2 2. La nación  pag 4 3. El movimiento nacional  pag 10 4. El planteamiento de la cuestión pag 15 5. La autonomía cultural-nacional  pag 20 6. El bund, su nacionalismo y su separatismo  pag 27 7. Los caucasianos, la conferencia de los liquidadores  pag 35 8. La cuestión nacional en Rusia  pag 43 9. Notas  pag 48 

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    EL MARXISMO Y LA CUESTIN NACIONAL (1)

    Jos Visarionovich STALIN(2) ______________________________________________________________

    Indice:

    1. Introduccin pag 2

    2. La nacin pag 4

    3. El movimiento nacional pag 10

    4. El planteamiento de la cuestin pag 15

    5. La autonoma cultural-nacional pag 20

    6. El bund, su nacionalismo y su separatismo pag 27

    7. Los caucasianos, la conferencia de los liquidadores pag 35

    8. La cuestin nacional en Rusia pag 43

    9. Notas pag 48

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    INTRODUCCION

    El perodo de la contrarrevolucin en Rusia no ha trado solamente rayos y truenos, sino tambin desilusin respecto al movimiento, falta de fe en las fuerzas comunes. Cuando crea en un porvenir luminoso, la gente luchaba junta, independientemente de su nacionalidad: los problemas comunes ante todo! Pero cuando en el espritu se insinuaron las dudas, la gente comenz a dispersarse por barrios nacionales: que cada cual cuente slo consigo! El problema nacional ante todo!

    Al mismo tiempo, se produca en el pas una seria transformacin en la vida econmica. El ao 1905 no pas en vano: los restos de la servidumbre en el campo sufrieron un nuevo golpe. Las cosechas buenas que siguieron a los aos de hambre y el auge industrial que se produjo despus, hicieron avanzar al capitalismo. La diferenciacin en el campo y el crecimiento de las ciudades, el desarrollo del comercio y de las vas de comunicacin dieron un gran paso adelante. Esto es particularmente cierto en lo que se refiere a las regiones de la periferia y no poda por menos de acelerar el proceso de consolidacin econmica de las nacionalidades de Rusia. Estas tenan necesariamente que ponerse en movimiento.

    Contribuy tambin al despertar de las nacionalidades el rgimen constitucional, instaurado durante este perodo. El aumento de los peridicos y de la literatura en general, cierta libertad de prensa y de las instituciones culturales, el desarrollo de los teatros populares, etc. contribuyeron, sin duda, a fortalecer los sentimientos nacionales. La Duma, con su campaa electoral y sus grupos polticos, dio nuevas posibilidades para reavivar las naciones y un nuevo y amplio campo para movilizarlas.

    La ola del nacionalismo belicoso levantada desde arriba y las numerosas represiones desencadenadas por los investidos de Poder para vengarse de la periferia por su amor a la libertad, provocaron, como reaccin, una ola de nacionalismo desde abajo, que a veces llegaba a ser franco chovinismo. Son hechos conocidos de todos: el fortalecimiento entre los judos del sionismo;(3) en Polonia, el creciente chovinismo; entre los trtaros el panislamismo;(4) entre los armenios, los georgianos y los ucranianos, el recrudecimiento del nacionalismo; la propensin general de las gentes de espritu pequeoburgus al antisemitismo.

    La ola del nacionalismo avanzaba ms y ms, amenazando envolver a las masas obreras. Y cuanto ms decreca el movimiento de liberacin, ms esplendorosamente floreca el nacionalismo.

    En este momento difcil, incumba a la socialdemocracia una alta misin: hacer frente al nacionalismo, proteger a las masas contra la epidemia general. Pues la socialdemocracia, y solamente ella, poda hacerlo contraponiendo al nacionalismo el arma probada del internacionalismo, la unidad y la indivisibilidad de la lucha de clases. Y cuanto ms fuerte fuese la oleada de nacionalismo, ms potente deba resonar, la voz de la socialdemocracia en pro de la fraternidad y de la unidad de los proletarios de todas las nacionalidades de Rusia. En estas circunstancias, se requera una firmeza especial por parte de los socialdemcratas de las regiones perifricas, que chocaban directamente con el movimiento nacionalista.

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    Pero no todos los socialdemcratas, y en primer lugar los de las regiones perifricas, acreditaron estar a la altura de su misin. El Bund,(5) que antes destacaba las tareas comunes, empez a poner en primer plano sus objetivos particulares, puramente nacionalistas: la cosa lleg a tal extremo, que proclam como uno de los puntos centrales de su campaa electoral la celebracin del sbado y el reconocimiento del yidish.(6) Tras el Bund sigui el Cucaso: una parte de los socialdemcratas caucasianos, que antes rechazaba, con los dems socialdemcratas caucasianos, la autonoma cultural-nacional, la presenta ahora como reivindicacin inmediata.(7) Y no hablemos ya de la conferencia de los liquidadores, que sancion diplomticamente las vacilaciones nacionalistas.(8)

    De esto se deduce que las concepciones de la socialdemocracia de Rusia en cuanto a la cuestin nacional no estn claras an para todos los socialdemcratas.

    Es imprescindible, evidentemente, proceder a un estudio serio y completo de la cuestin nacional. Es necesario un trabajo coordinado e infatigable de los socialdemcratas consecuentes contra la niebla nacionalista, de dondequiera que venga.

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    2. LA NACION

    Qu es una nacin?

    Una nacin es, ante todo, una comunidad, una determinada comunidad de hombres.

    Esta comunidad no es de raza ni de tribu. La actual nacin italiana fue constituida por romanos, germanos, etruscos, griegos, rabes, etc. La nacin francesa fue formada por galos, romanos, bretones, germanos, etc. Y otro tanto cabe decir de los ingleses, alemanes, etc., cuyas naciones fueron formadas por gentes de razas y tribus diversas.

    Tenemos, pues, que una nacin no es una comunidad racial o tribal, sino una comunidad de hombres histricamente formada.

    Por otro lado, es indudable que los grandes Estados de Ciro o de Alejandro no podan ser llamados naciones, aunque se haban formado en el transcurso de la historia y haban sido integrados por diversas razas y tribus. Esos Estados no eran naciones, sino conglomerados de grupos, accidentales y mal vinculados, que se disgregaban o se unan segn los xitos o derrotas de tal o cual conquistador.

    Tenemos, pues, que una nacin no es un conglomerado accidental y efmero, sino una comunidad estable de hombres.

    Pero no toda comunidad estable constituye una nacin. Austria y Rusia son tambin comunidades estables, y, sin embargo, nadie las llama naciones. Qu es lo que distingue a una comunidad nacional de una comunidad estatal? Entre otras cosas, que una comunidad nacional es inconcebible sin un idioma comn, mientras que para un Estado no es obligatorio que haya un idioma comn. La nacin checa, en Austria, y la polaca, en Rusia, no seran posibles sin un idioma comn para cada una de ellas, mientras que para la integridad de Rusia y de Austria no es un obstculo el que dentro de sus fronteras existan varios idiomas. Y al decir esto, nos referimos, naturalmente, a los idiomas que habla el pueblo y no al idioma oficial de cancillera.

    Tenemos, pues, la comunidad de idioma como uno de los rasgos caractersticos de la nacin.

    Esto no quiere decir, como es lgico, que diversas naciones hablen siempre y en todas partes idiomas diversos ni que todos los que hablen uno y el mismo idioma constituyan obligatoriamente una sola nacin. Un idioma comn para cada nacin, pero no obligatoriamente diversos idiomas para diversas naciones! No hay nacin que hable a la vez diversos idiomas, pero esto no quiere decir que no pueda haber dos naciones que hablen el mismo idioma! Los ingleses y los norteamericanos hablan el mismo idioma, y a pesar de esto no constituyen una sola nacin. Otro tanto cabe decir de los noruegos y los daneses, de los ingleses y los irlandeses.

    Y por qu, por ejemplo, los ingleses y los norteamericanos no forman una sola nacin, a pesar de tener un idioma comn?

    Ante todo, porque no viven conjuntamente, sino en distintos territorios. La nacin slo se forma como resultado de relaciones duraderas y regulares, como resultado de la

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    convivencia de los hombres, de generacin en generacin. Y esta convivencia prolongada no es posible sin un territorio comn. Antes los ingleses y los norteamericanos poblaban un solo territorio, Inglaterra, y constituan una sola nacin. Ms tarde, una parte de los ingleses emigr de este pas a un nuevo territorio, el Norte de Amrica, y aqu, en el nuevo territorio, form a lo largo del tiempo una nueva nacin, la norteamericana. La diversidad de territorios condujo a la formacin de naciones diversas.

    Tenemos, pues, la comunidad de territorio como uno de los rasgos caractersticos de la nacin.

    Pero esto no es todo. La comunidad de territorio por s sola no determina todava la nacin. Ha de concurrir, adems, un vnculo econmico interno que suelde en un todo nico las diversas partes de la nacin. Entre Inglaterra y Norteamrica no existe este vnculo; por eso constituyen dos naciones distintas. Y los mismos norteamericanos no mereceran el nombre de nacin si los diversos confines de Norteamrica no estuviesen ligados entre s en una unidad econmica gracias a la divisin del trabajo establecida entre ellos, al desarrollo de las vas de comunicacin, etc.

    Tomemos, por ejemplo, a los georgianos. Los georgianos de los tiempos anteriores a la reforma vivan en un territorio comn y hablaban un mismo idioma, pero, con todo, no constituan, estrictamente hablando, una sola nacin, pues, divididos en varios principados sin ninguna ligazn entre s, no podan vivir una vida econmica comn; se pasaron siglos guerreando y arruinndose mutuamente, azuzando unos contra otros a los persas o a los turcos. La unificacin efmera y accidental de estos principados, que a veces consegua llevar a cabo cualquier rey afortunado, slo abarcaba, en el mejor de los casos, las esferas superficiales, las esferas administrativas, y pronto saltaba hecha aicos al chocar con los caprichos de los prncipes y la indiferencia de los campesinos. Dada la dispersin econmica de Georgia, no poda ser de otro modo Georgia no se revel como nacin hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando la cada del rgimen de servidumbre y el desarrollo de la vida econmica del pas, el desarrollo de las vas de comunicacin y el nacimiento del capitalismo establecieron una divisin del trabajo entre sus distintas regiones, quebrantaron por completo el aislamiento econmico de los principados y los unieron en un todo.

    Y lo mismo hay que decir de otras naciones que han pasado por la fase del feudalismo y en cuyo seno se ha desarrollado el capitalismo.

    Tenemos, pues, la comunidad de vida econmica, la ligazn econmica como una de las particularidades caractersticas de la nacin.

    Pero tampoco esto es todo. Adems de lo dicho, hay que tener en cuenta tambin las particularidades de la fisonoma espiritual de los hombres unidos en una nacin. Las naciones no slo se distinguen unas de otras por sus condiciones de vida, sino tambin por su fisonoma espiritual, que se expresa en las particularidades de la cultura nacional. En el hecho de que Inglaterra, Amrica del Norte e Irlanda, aun hablando el mismo idioma, formen, no obstante, tres naciones distintas, desempea un papel de bastante importancia la psicologa peculiar que se ha ido formando en cada una de estas naciones, de generacin en generacin, a consecuencia de condiciones de existencia diferentes.

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    Claro est que, por s sola, la psicologa, o el carcter nacional, como otras veces se la llama, es algo imperceptible para el observador; pero como se expresa en las peculiaridades de la cultura comn a toda la nacin, es aprehensible y no puede ser dejada de lado.

    Huelga decir que el carcter nacional no es algo que exista de una vez para siempre, sino que cambia con las condiciones de vida; pero, por lo mismo que existe en cada momento dado, imprime su sello a la fisonoma de la nacin.

    Tenemos, pues, la comunidad de psicologa, reflejada en la comunidad de cultura, como uno de los rasgos caractersticos de la nacin.

    Con esto, hemos sealado todos los rasgos distintivos de una nacin.

    Nacin es una comunidad humana estable, histricamente formada y surgida sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida econmica y de psicologa, manifestada sta en la comunidad de cultura.

    Adems, de suyo se comprende que la nacin, como todo fenmeno histrico, se halla sujeta a la ley del cambio, tiene su historia, su comienzo y su fin.

    Es necesario subrayar que ninguno de los rasgos indicados, tomado aisladamente, es suficiente para definir la nacin. Ms an: basta con que falte aunque slo sea uno de estos rasgos, para que la nacin deje de serlo.

    Podemos imaginarnos hombres de carcter nacional comn, y, sin embargo, no podremos decir que forman una nacin si estn desligados econmicamente, si viven en territorios distintos, hablan idiomas distintos, etc. As, por ejemplo, los judos de Rusia, de Galitzia, de Amrica, de Georgia y de las montaas del Cucaso no forman, a juicio nuestro, una sola nacin.

    Podemos imaginarnos hombres con comunidad de territorio y de vida econmica, y, no obstante, no formarn una nacin si entre ellos no existe comunidad de idioma y de carcter nacional. Tal es el caso, por ejemplo, de los alemanes y los letones en la regin del Bltico.

    Finalmente, los noruegos y los daneses hablan un mismo idioma, pero no forman una sola nacin, por no reunir los dems rasgos distintivos.

    Slo la presencia conjunta de todos los rasgos distintivos forma la nacin.

    Podra pensarse que el carcter nacional no es uno de los rasgos distintivos, sino el nico rasgo esencial de la nacin, y que todos los dems constituyen, propiamente hablando, condiciones para el desarrollo de la nacin, pero no rasgos de sta. En este punto de vista se colocan, por ejemplo, los tericos socialdemcratas de la cuestin nacional R. Springer y, sobre todo, O. Bauer, conocidos en Austria.

    Examinemos su teora de la nacin.

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    Segn Springer, la nacin es una unin de hombres que piensan y hablan del mismo modo. Es una comunidad cultural de un grupo de hombres contemporneos, no vinculada con el suelo.(9)

    As, pues, una unin de hombres que piensan y hablan del mismo modo, por muy desunidos que se hallen unos de otros y vivan donde vivan.

    Bauer va todava ms all.

    Qu es una nacin? --pregunta--. Es la comunidad de idioma lo que une a los hombres en una nacin? Pero los ingleses e irlandeses hablan la misma lengua, y no forman, sin embargo, un solo pueblo; y los judos no tienen lengua comn alguna, y, sin embargo, forman una nacin. (10)

    Qu es, pues, una nacin?

    La nacin es una comunidad relativa de carcter.(11)

    Pero qu es el carcter, y aqu, en este caso, el carcter nacional?

    El carcter nacional es la suma de rasgos que distinguen a los hombres de una nacionalidad de los de otra, el conjunto de rasgos fsicos y espirituales que distinguen a una nacin de otra.(12)

    Bauer sabe, naturalmente, que el carcter nacional no cae del cielo; por eso aade:

    El carcter de los hombres no se determina sino por su destino La nacin no es ms que la comunidad de destino, determinada a su vez por las condiciones en que los hombres producen sus medios de existencia y distribuyen los productos de su trabajo (13)

    De este modo, llegamos a la definicin ms completa, segn la expresin de Bauer, de la nacin.

    Nacin es el conjunto de hombres unidos en una comunidad de carcter sobre la base de una comunidad de destinos. (14)

    As, pues, una comunidad de carcter nacional sobre la base de una comunidad de destinos, al margen de todo vnculo obligatorio con una comunidad de territorio, de lengua y de vida econmica.

    Pero, en este caso, qu queda en pie de la nacin? De qu comunidad nacional puede hablarse respecto a hombres desligados econmicamente unos de otros, que viven en territorios diferentes y que hablan, de generacin en generacin, idiomas distintos?

    Bauer habla de los judos como de una nacin, aunque no tienen lengua comn alguna;(15) pero qu comunidad de destinos y qu vnculos nacionales pueden mediar, por ejemplo, entre judos georgianos, daguestanos, rusos y norteamericanos, completamente desligados los unos de los otros, que viven en diferentes territorios y hablan distintos idiomas?

    Indudablemente, los mencionados judos viven una vida econmica y poltica comn con los georgianos, los daguestanos, los rusos y los norteamericanos, en una atmsfera

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    cultural comn, y esto no puede por menos de imprimir su sello al carcter nacional de estos judos. Y si en ellos queda algo de comn, es la religin, su mismo origen y algunos vestigios del carcter nacional. Todo esto es indudable. Pero cmo se puede sostener seriamente que unos ritos religiosos fosilizados y unos vestigios psicolgicos que van esfumndose influyan en el destino de los mencionados judos con ms fuerza que la vida econmica, social y cultural que los rodea? Y es que slo partiendo de este supuesto, puede hablarse, en general, de los judos como de una sola nacin.

    En qu se distingue, entonces, la nacin de Bauer de ese espritu nacional mstico y que se basta a s mismo de los espiritualistas?

    Bauer establece un limite infranqueable entre el rasgo distintivo de la nacin (el carcter nacional) y las condiciones de su vida, separando el uno de las otras. Pero qu es el carcter nacional sino el reflejo de las condiciones de vida, la condensacin de las impresiones recibidas del medio circundante? Cmo es posible limitarse a no ver ms que el carcter nacional, aislndolo y separndolo del terreno en que brota?

    Adems, qu era lo que distingua concretamente la nacin inglesa de la norteamericana, a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, cuando Amrica del Norte se llamaba todava Nueva Inglaterra? No era, por cierto, el carcter nacional, pues los norteamericanos eran oriundos de Inglaterra y haban llevado consigo a Amrica, adems de la lengua inglesa, el carcter nacional ingls y, como es lgico, no podan perderlo tan pronto, aunque, bajo la influencia de las nuevas condiciones, se estaba formando, seguramente, en ellos su propio carcter. Y, sin embargo, pese a la mayor o menor comunidad de carcter, ya entonces constituan una nacin distinta de Inglaterra. Evidentemente, Nueva Inglaterra, como nacin, no se diferenciaba entonces de Inglaterra, como nacin, por su carcter nacional especial, o no se diferenciaba tanto por su carcter nacional como por el medio, por las condiciones de vida, distintas de las de Inglaterra.

    Est, pues, claro que no existe, en realidad, ningn rasgo distintivo nico de la nacin. Existe slo una suma de rasgos, de los cuales, comparando unas naciones con otras, se destacan con mayor relieve ste (el carcter nacional), aqul (el idioma) o aquel otro (el territorio, las condiciones econmicas). La nacin es la combinacin de todos los rasgos, tomados en conjunto.

    El punto de vista de Bauer, al identificar la nacin con el carcter nacional, separa la nacin del suelo y la convierte en una especie de fuerza invisible y que se basta a s misma. El resultado no es una nacin viva y que acta, sino algo mstico, imperceptible y de ultra-tumba. Repito, pues, qu nacin juda es sa, por ejemplo, compuesta por judos georgianos, daguestanos, rusos, norteamericanos y otros judos que no se comprenden entre s (pues hablan idiomas distintos), viven en distintas partes del planeta, no se vern jams unos a otros y no actuarn jams conjuntamente, ni en tiempos de paz ni en tiempos de guerra?

    No, no es para estas naciones, que slo existen sobre el papel, para las que la socialdemocracia establece su programa nacional. La socialdemocracia slo puede tener en cuenta naciones reales, que actan y se mueven y, por tanto, obligan a que se las tenga en cuenta.

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    Bauer, evidentemente, confunde la nacin, que es una categora histrica, con la tribu, que es una categora tnica.

    Por lo dems, el mismo Bauer se da cuenta, a lo que parece, de la endeblez de su posicin. Despus de presentar decididamente en el comienzo de su libro a los judos como nacin,(16) al final del mismo se corrige, afirmando que la sociedad capitalista no les permite en absoluto (a los judos) subsistir como nacin,(17) asimilndolos a otras naciones. La razn reside, segn l, en que los judos no poseen un territorio delimitado de colonizacin,(18) mientras que los checos, por ejemplo, que segn Bauer deben conservarse como nacin, tienen ese territorio. En una palabra: la causa est en la ausencia de territorio.

    Argumentando as, Bauer quera demostrar que la autonoma nacional no puede ser una reivindicacin de los obreros judos,(19) pero al mismo tiempo ha refutado sin querer su propia teora, que niega la comunidad de territorio como uno de los rasgos distintivos de la nacin.

    Pero Bauer va ms all. Al comienzo de su libro declara resueltamente que los judos no tienen lengua comn alguna, y, sin embargo, forman una nacin.(20) Y apenas al llegar a la pgina 130 cambia de frente, declarando no menos resueltamente: Es indudable que no puede existir una nacin sin un idioma comn.(21)

    Aqu Bauer quera demostrar que el idioma es el medio ms importante de relacin entre los hombres(22) pero al mismo tiempo ha demostrado, sin darse cuenta, algo que no se propona demostrar, a saber: la inconsistencia de su propia teora de la nacin, que niega la importancia de la comunidad de idioma.

    As se refuta a s misma esta teora, hilvanada con hilos idealistas.

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    3. EL MOVIMIENTO NACIONAL

    La nacin no es simplemente una categora histrica, sino una categora histrica de una determinada poca, de la poca del capitalismo ascensional. El proceso de liquidacin del feudalismo y de desarrollo del capitalismo es, al mismo tiempo, el proceso en que los hombres se constituyen en naciones. As sucede, por ejemplo, en la Europa Occidental. Los ingleses, los franceses, los alemanes, los italianos, etc. se constituyeron en naciones bajo la marcha triunfal del capitalismo victorioso sobre el fraccionamiento feudal.

    Pero all, la formacin de naciones significaba, al mismo tiempo, su transformacin en Estados nacionales independientes. Las naciones inglesa, francesa, etc. son, al mismo tiempo, los Estados ingls, etc. El caso de Irlanda, que queda al margen de este proceso, no cambia el cuadro general.

    En la Europa Oriental, las cosas ocurren de un modo algo distinto. Mientras que en el Oeste las naciones se desarrollan en Estados, en el Este se forman Estados multinacionales, Estados integrados por varias nacionalidades. Tal es el caso de Austria-Hungra y de Rusia. En Austria, los ms desarrollados en el sentido poltico resultaron ser los alemanes, y ellos asumieron la tarea de unificar las nacionalidades austriacas en un Estado. En Hungra, los ms aptos para la organizacin estatal resultaron ser los magiares --el ncleo de las nacionalidades hngaras--, y ellos fueron los unificadores de Hungra. En Rusia, asumieron el papel de unificadores de las nacionalidades los grandes rusos, a cuyo frente estaba una potente y organizada burocracia militar aristocrtica formada en el transcurso de la historia.

    As ocurrieron las cosas en el Este.

    Este modo peculiar de formacin de Estados slo poda tener lugar en las condiciones de un feudalismo todava sin liquidar, en las condiciones de un capitalismo dbilmente desarrollado, en que las nacionalidades relegadas a segundo plano no haban conseguido an consolidarse econmicamente como naciones integrales.

    Pero el capitalismo comienza a desarrollarse tambin en los Estados del Este. Se desarrollan el comercio y las vas de comunicacin. Surgen grandes ciudades. Las naciones se consolidan econmicamente. Irrumpiendo en la vida apacible de las nacionalidades postergadas, el capitalismo las hace agitarse y las pone en movimiento. El desarrollo de la prensa y el teatro, la actuacin del Reichsrat (en Austria) y de la Duma (en Rusia) contribuyen a reforzar los sentimientos nacionales. Los intelectuales que surgen en las nacionalidades postergadas se penetran de la idea nacional y actan en la misma direccin

    Pero las naciones postergadas que despiertan a una vida propia, ya no se constituyen en Estados nacionales independientes: tropiezan con la poderossima resistencia que les oponen las capas dirigentes de las naciones dominantes, las cuales se hallan desde hace largo tiempo a la cabeza del Estado. Han llegado tarde!

    As se constituyeron como nacin los checos, los polacos, etc. en Austria; los croatas, etc. en Hungra; los letones, los lituanos, los ucranianos, los georgianos, los armenios,

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    etc. en Rusia. Lo que en la Europa Occidental era una excepcin (Irlanda) se convierte en regla en el Este.

    En el Oeste, Irlanda contest a su situacin excepcional con un movimiento nacional. En el Este, las naciones que haban despertado tenan que hacer lo mismo.

    As fueron crendose las circunstancias que empujaron a la lucha a las naciones jvenes de la Europa Oriental.

    La lucha comenz y se extendi, en rigor, no entre las naciones en su conjunto, sino entre las clases dominantes de las naciones dominadoras y de las naciones postergadas. La lucha la libran, generalmente, la pequea burguesa urbana de la nacin oprimida contra la gran burguesa de la nacin dominadora (los checos y los alemanes), o bien la burguesa rural de la nacin oprimida contra los terratenientes de la nacin dominante (los ucranianos en Polonia), o bien toda la burguesa nacional de las naciones oprimidas contra la aristocracia gobernante de la nacin dominadora (Polonia, Lituania y Ucrania, en Rusia).

    La burguesa es el principal personaje en accin.

    El problema fundamental para la joven burguesa es el mercado. Dar salida a sus mercancas y salir vencedora en su competencia con la burguesa de otra nacionalidad: he ah su objetivo. De aqu su deseo de asegurarse su mercado, un mercado propio. El mercado es la primera escuela en que la burguesa aprende el nacionalismo.

    Pero, generalmente, la cosa no se limita al mercado. En la lucha se mezcla la burocracia semifeudal-semiburguesa de la nacin dominante con sus mtodos de agarrar y no soltar. La burguesa de la nacin dominadora --lo mismo da que se trate de la gran burguesa o de la pequea-- obtiene la posibilidad de deshacerse ms rpida y ms resueltamente de su competidor. Las fuerzas se unifican, y se empieza a adoptar toda una serie de medidas restrictivas contra la burguesa algena, medidas que se convierten en represiones. La lucha pasa de la esfera econmica a la esfera poltica. Limitacin de la libertad de movimiento, trabas al idioma, restriccin de los derechos electorales, reduccin de escuelas, trabas a la religin, etc., etc. llueven sobre la cabeza del competidor. Naturalmente, estas medidas no sirven slo a los intereses de las clases burguesas de la nacin dominadora, sino tambin a los objetivos especficos de casta, por decirlo as, de la burocracia gobernante. Pero, desde el punto de vista de los resultados, esto es absolutamente igual: las clases burguesas y la burocracia se dan la mano en este caso, ya se trate de Austria-Hungra o de Rusia.

    La burguesa de la nacin oprimida, que se ve acosada por todas partes, se pone, naturalmente, en movimiento. Apela a los de abajo de su pas y comienza a clamar acerca de la patria, haciendo pasar su propia causa por la causa de todo el pueblo. Recluta para s un ejrcito entre sus compatriotas en inters de la patria. Los de abajo no siempre permanecen sordos a sus llamadas, y se agrupan en torno a su bandera: la represin de arriba les afecta tambin a ellos, provocando su descontento.

    As comienza el movimiento nacional.

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    La fuerza del movimiento nacional est determinada por el grado en que participan en l las extensas capas de la nacin, el proletariado y los campesinos.

    Que el proletariado se coloque bajo la bandera del nacionalismo burgus, depende del grado de desarrollo de las contradicciones de clase, de la conciencia y de la organizacin del proletariado. El proletariado consciente tiene su propia bandera, ya probada, y no necesita marchar bajo la bandera de la burguesa.

    En cuanto a los campesinos, su participacin en el movimiento nacional depende, ante todo, del carcter de la represin. Si la represin afecta a los intereses de la tierra, como ocurra en Irlanda, las grandes masas campesinas se colocan inmediatamente bajo la bandera del movimiento nacional.

    Por otra parte, si en Georgia, por ejemplo, no existe un nacionalismo anti-ruso ms o menos serio, es, sobre todo, porque all no hay terratenientes rusos ni una gran burguesa rusa que pudieran dar pbulo a este nacionalismo en las masas. En Georgia hay un nacionalismo anti-armenio, pero es porque all existe adems una gran burguesa armenia que, al batir a la pequea burguesa georgiana, aun dbil, empuja a sta al nacionalismo anti-armenio.

    Con sujecin a estos factores, el movimiento nacional o asume un carcter de masas, creciendo ms y ms (Irlanda Galitzia), o se convierte en una serie de pequeas colisiones que degeneran en escndalos y en una lucha por cuestiones de rtulos (como en algunos pueblos de Bohemia).

    El contenido del movimiento nacional no puede, naturalmente, ser el mismo en todas partes: est determinado ntegramente por las distintas reivindicaciones que presenta el movimiento. En Irlanda, este movimiento tiene un carcter agrario; en Bohemia, gira en torno al idioma; en unos sitios, reclama igualdad de derechos civiles y libertad de cultos; en otros, sus propios funcionarios o su propia Dieta. En las diversas reivindicaciones se traslucen, frecuentemente, los diversos rasgos que caracterizan a una nacin en general (el idioma, el territorio, etc.). Merece notarse que no se encuentra en parte alguna la reivindicacin de ese carcter nacional de Bauer, que lo abarca todo. Y es lgico: por s solo, el carcter nacional es inaprensible, y, como observa acertadamente J. Strasser, con l no hay nada que hacer en la poltica.(23)

    Tales son, a grandes rasgos, las formas y el carcter del movimiento nacional.

    Por lo expuesto se ve claramente que, bajo el capitalismo ascensional, la lucha nacional es una lucha entre las clases burguesas. A veces, la burguesa consigue arrastrar al proletariado al movimiento nacional, y entonces exteriormente parece que en la lucha nacional participa todo el pueblo, pero eso slo exteriormente. En su esencia, esta lucha sigue siendo siempre una lucha burguesa, conveniente y grata principalmente para la burguesa.

    Pero de aqu no se desprende, ni mucho menos, que el proletariado no deba luchar contra la poltica de opresin de las nacionalidades.

    La restriccin de la libertad de movimiento, la privacin de derechos electorales, las trabas al idioma, la reduccin de las escuelas y otras medidas represivas afectan a los

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    obreros en grado no menor, si no es mayor, que a la burguesa. Esta situacin no puede por menos de frenar el libre desarrollo de las fuerzas espirituales del proletariado de las naciones sometidas. No se puede hablar seriamente del pleno desarrollo de las facultades espirituales del obrero trtaro o judo, cuando no se le permite servirse de su lengua materna en las asambleas o en las conferencias y cuando se le cierran las escuelas.

    La poltica de represin nacionalista es tambin peligrosa en otro aspecto para la causa del proletariado. Esta poltica desva la atencin de extensas capas del mismo de las cuestiones sociales, de las cuestiones de la lucha de clases hacia las cuestiones nacionales, hacia las cuestiones comunes al proletariado y a la burguesa. Y esto crea un terreno favorable para las prdicas mentirosas sobre la armona de intereses, para velar los intereses de clase del proletariado, para esclavizar moralmente a los obreros. De este modo, se levanta una seria barrera ante la unificacin de los obreros de todas las nacionalidades. Si hasta hoy una parte considerable de los obreros polacos permanece bajo la esclavitud moral de los nacionalistas burgueses, si hasta hoy se mantiene al margen del movimiento obrero internacional, es, principalmente, porque la secular poltica anti-polaca de los investidos de Poder crea un terreno favorable para esta esclavitud y entorpece la liberacin de los obreros de la misma.

    Pero la poltica de represin no se detiene aqu. Del sistema de opresin pasa no pocas veces al sistema de azuzamiento de unas naciones contra otras, al sistema de matanzas y pogromos. Naturalmente, este ltimo sistema no es posible siempre ni en todas partes, pero all donde es posible --cuando no se cuenta con las libertades elementales-- toma no pocas veces proporciones terribles, amenazando con ahogar en sangre y en lgrimas la unin de los obreros. El Cucaso y el Sur de Rusia nos dan no pocos ejemplos de esto. Divide e impera: he ah el objetivo de la poltica de azuzamiento. Y en cuanto esta poltica tiene xito, representa un mal tremendo para el proletariado, un obstculo formidable que se levanta ante la unin de los obreros de todas las nacionalidades que integran el Estado.

    Pero los obreros estn interesados en la fusin completa de todos sus camaradas en un ejrcito internacional nico, en su rpida y definitiva liberacin de la esclavitud moral a que la burguesa los somete, en el pleno y libre desarrollo de las fuerzas espirituales de sus hermanos, cualquiera que sea la nacin a que pertenezcan.

    Por eso, los obreros luchan y lucharn contra todas las formas de la poltica de opresin de las naciones, desde las ms sutiles hasta las ms burdas, al igual que contra todas las formas de la poltica de azuzamiento de unas naciones contra otras.

    Por eso, la socialdemocracia de todos los pases proclama el derecho de las naciones a la autodeterminacin.

    El derecho de autodeterminacin significa que slo la propia nacin tiene derecho a determinar sus destinos, que nadie tiene derecho a inmiscuirse por la fuerza en la vida de una nacin, a destruir sus escuelas y dems instituciones, a atentar contra sus hbitos y costumbres, a poner trabas a su idioma, a restringir sus derechos.

    Esto no quiere decir, naturalmente, que la socialdemocracia vaya a apoyar todas y cada una de las costumbres e instituciones de una nacin. Luchando contra la violencia

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    ejercida sobre las naciones, slo defender el derecho de la nacin a determinar por s misma sus destinos, emprendiendo al mismo tiempo campaas de agitacin contra las costumbres y las instituciones nocivas de esta nacin, para dar a las capas trabajadoras de dicha nacin la posibilidad de liberarse de ellas.

    El derecho de autodeterminacin significa que la nacin puede organizarse conforme a sus deseos. Tiene derecho a organizar su vida segn los principios de la autonoma. Tiene derecho a entrar en relaciones federativas con otras naciones. Tiene derecho a separarse por completo. La nacin es soberana, y todas las naciones son iguales en derechos.

    Eso, naturalmente, no quiere decir que la socialdemocracia vaya a defender todas las reivindicaciones de una nacin, sean cuales fueren. La nacin tiene derecho incluso a volver al viejo orden de cosas, pero esto no significa que la socialdemocracia haya de suscribir este acuerdo de tal o cual institucin de una nacin dada. El deber de la socialdemocracia, que defiende los intereses del proletariado, y los derechos de la nacin, integrada por diversas clases, son dos cosas distintas.

    Luchando por el derecho de autodeterminacin de las naciones, la socialdemocracia se propone como objetivo poner fin a la poltica de opresin de las naciones, hacer imposible esta poltica y, con ello, minar las bases de la lucha entre las naciones, atenuarla, reducirla al mnimo.

    En esto se distingue esencialmente la poltica del proletariado consciente de la poltica de la burguesa, que se esfuerza por ahondar y fomentar la lucha nacional, por prolongar y agudizar el movimiento nacional.

    Por eso, precisamente, el proletariado consciente no puede colocarse bajo la bandera nacional de la burguesa.

    Por eso, precisamente, la poltica llamada evolutivo-nacional, propuesta por Bauer, no puede ser la poltica del proletariado. El intento de Bauer de identificar su poltica evolutivo-nacional con la poltica de la clase obrera moderna(24) es un intento de adaptar la lucha de clase de los obreros a la lucha de las naciones.

    Los destinos del movimiento nacional, que es en sustancia un movimiento burgus, estn naturalmente vinculados a los destinos de la burguesa. La cada definitiva del movimiento nacional slo es posible con la cada de la burguesa. Slo cuando reine el socialismo se podr instaurar la paz completa. Lo que s se puede, incluso dentro del marco del capitalismo, es reducir al mnimo la lucha nacional, minarla en su raz, hacerla lo ms inofensiva posible para el proletariado. As lo atestiguan aunque slo sean los ejemplos de Suiza y Norteamrica. Para ello es necesario democratizar el pas y dar a las naciones la posibilidad de desarrollarse libremente.

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    4. PLANTEAMIENTO DE LA CUESTION

    La nacin tiene derecho a determinar libremente sus destinos. Tiene derecho a organizarse como le plazca, naturalmente, siempre y cuando no menoscabe los derechos de otras naciones. Esto es indiscutible.

    Pero cmo, concretamente, debe organizarse, qu formas debe revestir su futura constitucin, si se toman en cuenta los intereses de la mayora de la nacin y, ante todo, los del proletariado?

    La nacin tiene derecho a organizarse sobre la base de la autonoma. Tiene derecho incluso a separarse. Pero eso no significa que deba hacerlo bajo cualesquiera condiciones, que la autonoma o la separacin sean siempre y en todas partes ventajosas para la nacin, es decir, para la mayora de ella, es decir, para las capas trabajadoras. Los trtaros de la Transcaucasia, como nacin, pueden reunirse, supongamos, en su Dieta, y, sometindose a la influencia de sus beys y mulhas, restaurar en su pas el viejo orden de cosas, decidir su separacin del Estado. Conforme al punto de la autodeterminacin, tienen perfecto derecho a hacerlo. Pero ira esto en inters de las capas trabajadoras de la nacin trtara? Podran los socialdemcratas contemplar indiferentes cmo los beys y los mulhas arrastraban consigo a las masas en la solucin de la cuestin nacional? No debera la socialdemocracia inmiscuirse en el asunto e influir sobre la voluntad de la nacin en un determinado sentido? No debera presentar un plan concreto para resolver la cuestin, el plan ms ventajoso para las masas trtaras?

    Pero qu solucin sera la ms compatible con los intereses de las masas trabajadoras? La autonoma, la federacin o la separacin?

    Todos estos son problemas cuya solucin depende de las condiciones histricas concretas que rodean a la nacin de que se trate.

    Ms an; las condiciones, como todo, cambian, y una solucin acertada para un momento dado puede resultar completamente inaceptable para otro momento.

    A mediados del siglo XIX, Marx era partidario de la separacin de la Polonia rusa, y con razn, pues entonces se planteaba el problema de liberar una cultura superior de otra cultura inferior que la destrua. Y entonces el problema no se planteaba solamente en teora, de un modo acadmico, sino en la prctica, en la realidad misma

    A fines del siglo XIX, los marxistas polacos se manifiestan ya en contra de la separacin de Polonia, y tambin ellos tienen razn, puesto que en los ltimos cincuenta aos se han producido cambios profundos en el sentido de un acercamiento econmico y cultural entre Rusia y Polonia. Adems, durante este tiempo, el problema de la separacin ha dejado de ser un problema prctico para convertirse en un tema de discusiones acadmicas, que tal vez apasiona slo a los intelectuales residentes en el extranjero.

    Esto no excluye, naturalmente, la posibilidad de ciertas coyunturas interiores y exteriores en las cuales el problema de la separacin de Polonia puede estar de nuevo a la orden del da.

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    De ello se desprende que la solucin de la cuestin nacional slo es posible en conexin con las condiciones histricas, tomadas en su desarrollo.

    Las condiciones econmicas, polticas y culturales que rodean a una nacin dada constituyen la nica clave para la solucin del problema de cmo debe organizarse concretamente tal o cual nacin, de qu formas debe revestir su futura constitucin. Adems, puede ocurrir que cada nacin requiera su propia solucin del problema. Si hay algn terreno en que sea necesario plantear el problema de manera dialctica, es precisamente aqu, en la cuestin nacional.

    En virtud de esto, debemos declararnos decididamente contra un mtodo muy extendido, pero tambin muy simplista, de resolver la cuestin nacional, que tiene sus orgenes en el Bund. Nos referimos al fcil mtodo de remitirse a la socialdemocracia austriaca y a la sureslava,(25) que, segn se dice, han resuelto ya la cuestin nacional y de las que los socialdemcratas rusos deben simplemente tomar prestada su solucin. Se parte del supuesto de que todo lo que es acertado para Austria, por ejemplo, lo es tambin para Rusia. Se pierde de vista lo ms importante y decisivo del caso presente: las condiciones histricas concretas de Rusia, en general, y de la vida de cada nacin dentro de las fronteras de Rusia, en particular.

    Escuchad, por ejemplo, al conocido bundista V. Kossovski:

    Cuando en el IV Congreso del Bund se debati la cuestin (se refiere a la cuestin nacional. J. St.) desde el punto de vista de los principios, la solucin de la misma --propuesta por uno de los miembros del Congreso-- en el espritu de la resolucin del Partido Socialdemcrata Sureslavo, encontr la aprobacin general. (26)

    En consecuencia, el Congreso adopt por unanimidad la autonoma nacional.

    Y eso fue todo! Ni un anlisis de la realidad rusa, ni un examen de las condiciones de vida de los judos en Rusia. Lo primero que se hizo fue tomar prestada la solucin del Partido Socialdemcrata Sureslavo, luego aprobarla y despus adoptarla por unanimidad! As plantean y resuelven los bundistas la cuestin nacional en Rusia

    Sin embargo, Austria y Rusia presentan condiciones totalmente distintas. As se explica por qu los socialdemcratas de Austria, al aprobar el programa nacional en Brnn (1899),(27) inspirndose en la resolucin del Partido Socialdemcrata Sureslavo (con algunas enmiendas insignificantes, es cierto), abordaron el problema de una manera completamente no rusa, por decirlo as, y lo resolvieron, naturalmente, de una manera no rusa.

    Veamos, ante todo, el planteamiento de la cuestin. Cmo plantean la cuestin Springer y Bauer, los tericos austriacos de la autonoma cultural-nacional, esos intrpretes del programa nacional de Brnn y de la resolucin del Partido Socialdemcrata Sureslavo?

    Dejamos sin respuesta aqu --dice Springer-- la cuestin de si es posible, en general, un Estado multinacional y de si, en particular, las nacionalidades austriacas estn obligadas a formar un todo poltico; estas cuestiones vamos a darlas por resueltas. Para quien no est conforme con esta posibilidad y necesidad, nuestra investigacin carecer, ciertamente, de fundamento. Nuestro tema es el siguiente:

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    puesto que dichas naciones estn obligadas a llevar una existencia conjunta, qu formas jurdicas les permitirn convivir mejor?.

    (28)

    Tenemos, pues, la integridad estatal de Austria como punto de partida.

    Y lo mismo dice Bauer:

    Partimos del supuesto de que las naciones austriacas permanezcan dentro de la misma unin estatal en que ahora conviven, y preguntamos cules sern, dentro de esta unin, las relaciones de las naciones entre s y de todas ellas con el Estado.(29)

    Nuevamente la integridad de Austria en primer trmino.

    Puede la socialdemocracia de Rusia plantear as la cuestin? No, no puede. Y no puede porque se atiene desde el primer momento al punto de vista de la autodeterminacin de las naciones, en virtud de la cual la nacin tiene derecho a separarse.

    Hasta el bundista Goldblat reconoci en el II Congreso de la socialdemocracia de Rusia que sta no puede renunciar al punto de vista de la autodeterminacin. He aqu lo que dijo entonces Goldblat:

    Contra el derecho de autodeterminacin no puede objetarse nada. Si una nacin lucha por su independencia, nadie debe oponerse a ello. Si Polonia no quiere contraer un matrimonio legal con Rusia, no somos nosotros quienes hemos de ponerle obstculos.

    Todo esto es as. Pero de aqu se deduce que los puntos de partida de los socialdemcratas austriacos y rusos, lejos de ser iguales, son, por el contrario, diametralmente opuestos. Puede, despus de esto, hablarse de la posibilidad de tomar prestado de los austriacos el programa nacional?

    Prosigamos. Los austriacos piensan realizar la libertad de las nacionalidades mediante pequeas reformas a paso lento. Proponiendo la autonoma cultural-nacional como medida prctica, no cuentan para nada con cambios radicales, con un movimiento democrtico de liberacin, que ellos no tienen en perspectiva. En cambio, los marxistas rusos vinculan el problema de la libertad de las nacionalidades con probables cambios radicales, con un movimiento democrtico de liberacin, no teniendo razones para contar con reformas. Y eso hace cambiar esencialmente la cuestin, en lo que se refiere a los probables destinos de las naciones en Rusia.

    Naturalmente --dice Bauer--, es difcil creer que la autonoma nacional haya de obtenerse como fruto de una gran decisin, de una accin enrgica y audaz. Austria marchar hacia la autonoma nacional paso a paso, por un proceso lento y doloroso, a travs de una dura lucha, como resultado de la cual la legislacin y la administracin se encontrarn en un estado de parlisis crnica. S, el nuevo rgimen jurdico del Estado no se crear por medio de un gran acto legislativo, sino de una multitud de leyes aisladas, promulgadas para determinados territorios y para comunidades determinadas. (30)

    Y lo mismo dice Springer:

    S muy bien --escribe Springer-- que las instituciones de este gnero (los organismos de la autonoma nacional. J. St.) no se crean en un ao ni en diez. La sola reorganizacin de la administracin prusiana

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    exigi largo tiempo Prusia necesit dos decenios para establecer definitivamente sus principales instituciones administrativas. Por eso, nadie debe pensar que yo ignoro cunto tiempo y cuntas dificultades le costar a Austria. (31)

    Todo eso es muy preciso, pero pueden acaso los marxistas rusos no vincular la cuestin nacional a acciones enrgicas y audaces? Pueden ellos contar con reformas parciales, con una multitud de leyes aisladas, como medio para conquistar la libertad de las nacionalidades? Y si no pueden ni deben hacer esto, no se deduce claramente de aqu que los mtodos de lucha y las perspectivas de los austriacos y de los rusos son completamente distintos? Cmo, en esta situacin, es posible limitarse a la autonoma cultural-nacional, unilateral y a medias, de los austriacos? Una de dos: o los partidarios de la solucin prestada no cuentan con acciones enrgicas y audaces en Rusia, o cuentan con ellas, pero no saben lo que hacen.

    Finalmente, Rusia y Austria se hallan ante tareas inmediatas completamente distintas, razn por la cual tambin es distinto el mtodo que se impone para la solucin de la cuestin nacional. Austria vive bajo las condiciones del parlamentarismo, sin parlamento, no sera posible el desarrollo de aquel pas en las circunstancias actuales. Pero en Austria la vida parlamentaria y la legislacin se paralizan completamente, no pocas veces, a causa de graves choques entre los partidos nacionales. As se explica la crisis poltica crnica que desde hace largo tiempo viene padeciendo Austria. Esto hace que la cuestin nacional sea all el eje de la vida poltica, un problema de vida o muerte. No es sorprendente, por tanto, que los polticos socialdemcratas austriacos se esfuercen en resolver, ante todo, de un modo o de otro, el problema de los choques nacionales; en resolverlo, claro est, sobre la base del parlamentarismo existente, por mtodos parlamentarios

    No ocurre as en Rusia. En primer lugar, en Rusia no tenemos, gracias a Dios, parlamento.(32) En segundo lugar --y esto es lo fundamental--, el eje de la vida poltica de Rusia no es la cuestin nacional, sino la agraria. Por eso, los destinos del problema ruso, y, por consiguiente, tambin los de la liberacin de las naciones, estn vinculados en Rusia a la solucin de la cuestin agraria, es decir, a la destruccin de los restos feudales, es decir, a la democratizacin del pas. A ello se debe que en Rusia la cuestin nacional no se presente como una cuestin independiente y decisiva, sino como parte del problema general y ms importante de liberar al pas de los restos feudales.

    La esterilidad del parlamento austriaco --escribe Springer-- se debe precisamente a que cada reforma engendra dentro de los partidos nacionales contradicciones que destruyen su cohesin; por eso los jefes de los partidos rehuyen cuidadosamente todo lo que huele a reforma. En Austria, el progreso slo es concebible en el caso de que a las naciones se les concedan posiciones legales imprescriptibles que les releven de la necesidad de mantener en el parlamento destacamentos de lucha permanentes y les permitan entregarse a la solucin de los problemas econmicos y sociales.

    Y lo mismo dice Bauer:

    La paz nacional es necesaria ante todo para el Estado. El Estado no puede en modo alguno tolerar que la legislacin se paralice por una estpida cuestin de idioma, por la ms leve querella entre las gentes excitadas en cualquier zona plurilinge, por cada nueva escuela. (33)

    Todo esto es comprensible. Pero no menos comprensible es que en Rusia la cuestin nacional est situada en un plano completamente distinto. No es la cuestin nacional,

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    sino la cuestin agraria la que decide el destino del progreso en Rusia; la cuestin nacional es una cuestin subordinada.

    Tenemos, pues, un planteamiento distinto de la cuestin, distintas perspectivas y distintos mtodos de lucha, distintas tareas inmediatas. Acaso no es evidente que, en esta situacin, slo hombres aficionados al papeleo, que resuelven la cuestin nacional fuera del espacio y del tiempo, pueden seguir el ejemplo de Austria y tomar prestado su programa?

    Repito: condiciones histricas concretas como punto de partida y planteamiento dialctico de la cuestin como el nico planteamiento acertado: sa es la clave para la solucin del problema nacional.

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    5. LA AUTONOMIA CULTURAL-NACIONAL

    Ms arriba hemos hablado del aspecto formal del programa nacional austriaco, de los fundamentos metodolgicos en virtud de los cuales los marxistas rusos no pueden simplemente tomar ejemplo de la socialdemocracia austriaca y hacer suyo el programa de sta.

    Hablemos ahora del programa mismo en su aspecto sustancial.

    As, pues, cul es el programa nacional de los socialdemcratas austriacos?

    Este programa se expresa en dos palabras: autonoma cultural-nacional.

    Ello significa, en primer lugar, que la autonoma no se concede, supongamos, a Bohemia o a Polonia, habitadas principalmente por checos y polacos, sino a los checos y polacos en general, independientemente del territorio y sea cual fuere la regin de Austria en que habiten.

    Es sta la razn de que tal autonoma se denomine nacional y no territorial.

    Ello significa, en segundo lugar, que los checos, los polacos, los alemanes, etc., diseminados por los distintos confines de Austria, considerados individualmente, como personas distintas, se organizan en naciones ntegras y entran, como tales, a formar parte del Estado austriaco. Y as Austria no ser una unin de regiones autnomas, sino una unin de nacionalidades autnomas, constituidas independientemente del territorio.

    Ello significa, en tercer lugar, que las instituciones nacionales de tipo general que han de ser creadas con estos fines para los polacos, los checos, etc. no entendern en los asuntos polticos, sino solamente en los culturales. Las cuestiones especficamente polticas se concentrarn en el parlamento (Reichsrat) de toda Austria.

    Por eso, esta autonoma se denomina, adems, cultural, cultural-nacional.

    He aqu el texto del programa aprobado por la socialdemocracia austriaca en el Congreso de Brnn de 1899.(34)

    Despus de indicar que las disensiones nacionales en Austria impiden el progreso poltico, que la solucin definitiva de la cuestin nacional es, ante todo, una necesidad cultural y que esta solucin slo es posible en una sociedad autnticamente democrtica, constituida sobre la base del sufragio universal, directo e igual, el programa contina:

    La conservacin y el desarrollo de las particularidades nacionales(35) de todos los pueblos de Austria slo es posible sobre la base de la plena igualdad de derechos y de la ausencia de toda clase de opresin. Por tanto, debe ser rechazado, en primer trmino, todo centralismo burocrtico del Estado, lo mismo que los privilegios feudales de los territorios.

    En estas condiciones, y solamente en estas condiciones, se podr establecer en Austria el orden nacional en vez de las disensiones nacionales; precisamente sobre la base de los siguientes principios:

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    1. Austria debe ser transformada en un Estado que represente una unin democrtica de nacionalidades.

    2. En lugar de los territorios histricos de la Corona deben formarse corporaciones autnomas nacionalmente delimitadas, en cada una de las cuales la legislacin y la administracin se confen a cmaras nacionales elegidas sobre la base del sufragio universal, directo e igual.

    3. Todas las regiones autnomas de una y la misma nacin forman en conjunto una unin nacional nica, que resuelve sus asuntos nacionales de una manera absolutamente autnoma.

    4. Los derechos de las minoras nacionales son garantizados por una ley especial promulgada por el Parlamento imperial.

    El programa termina con un llamamiento a la solidaridad de todas las naciones de Austria.(36)

    No es difcil advertir que en este programa han quedado algunas huellas de territorialismo, pero en trminos generales es la formulacin de la autonoma nacional. No en vano Springer, el primer agitador en pro de la autonoma cultural-nacional, lo acoge con entusiasmo.(37) Bauer lo aprueba tambin, calificndolo de victoria terica(38) de la autonoma nacional; nicamente, en inters de una mayor claridad, propone sustituir el punto 4 por una formulacin ms precisa, que hable de la necesidad de constituir la minora nacional dentro de cada regin autnoma como una corporacin de derecho pblico, para regentar los asuntos de las escuelas y otros asuntos culturales.(39)

    Tal es el programa nacional de la socialdemocracia austriaca. Examinemos sus fundamentos cientficos.

    Veamos cmo fundamenta la socialdemocracia austriaca la autonoma cultural-nacional, por la que aboga. Dirijmonos a los tericos de esta ltima, a Springer y Bauer. El punto de partida de la autonoma nacional es el concepto de la nacin como una unin de personas, independientemente de todo territorio determinado.

    La nacionalidad --segn Springer-- no guarda la menor relacin sustancial con el territorio; la nacin es una unin autnoma de personas. (40)

    Bauer habla tambin de la nacin como de una comunidad de personas, a la que no se otorga una dominacin exclusiva en ninguna regin determinada.(41)

    Pero las personas que componen una nacin no siempre viven agrupadas en una masa compacta; frecuentemente se dividen en grupos, y en esta forma se incrustan en organismos nacionales ajenos. Es el capitalismo el que las acucia a ir a diversas regiones y ciudades a ganar su pan. Pero al entrar en territorios nacionales ajenos, formando en ellos minoras, estos grupos sufren a consecuencia de las trabas que las mayoras nacionales del sitio en que residen ponen a su idioma, a sus escuelas, etc. De aqu los conflictos nacionales. De aqu la inutilidad de la autonoma territorial. La nica salida de esta situacin, a juicio de Springer y de Bauer, es organizar las minoras

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    de una nacionalidad dada, dispersas por las diversas regiones del Estado, en una sola unin nacional general, comn a todas las clases. Slo semejante unin podra defender, a juicio de ellos, los intereses culturales de las minoras nacionales, slo ella sera capaz de poner fin a las discordias nacionales.

    De esto se deduce --dice Springer-- la necesidad de constituir las nacionalidades, de dotarlas de derechos y deberes(42) Por cierto, una ley se promulga fcilmente, pero tendr la eficacia que de ella se espera? Si queris crear una ley para las naciones, lo primero que tenis que hacer es crear estas naciones(43) Sin constituir las nacionalidades, es imposible crear el derecho nacional y eliminar las disensiones nacionales. (44)

    Bauer se manifiesta en el mismo sentido cuando formula como una reivindicacin de la clase obrera la constitucin de las minoras en corporaciones de derecho pblico, basadas en el principio personal.(45)

    Pero cmo han de organizarse las naciones? Cmo ha de determinarse cundo un individuo pertenece a sta o a la otra nacin?

    La nacionalidad --dice Springer-- se determina por medio de certificados nacionales; cada individuo que viva en una regin dada estar obligado a declarar a qu nacionalidad pertenece. (46)

    El principio personal --dice Bauer-- presupone que la poblacin se dividir por nacionalidades sobre la base de la libre declaracin de los ciudadanos adultos, para lo cual deben organizarse censos nacionales. (47)

    Y ms adelante:

    Todos los alemanes --dice Bauer-- domiciliados en regiones nacionalmente homogneas y todos los alemanes inscritos en los censos nacionales de las regiones mixtas, constituirn la nacin alemana y elegirn un consejo nacional. (48)

    Otro tanto hay que decir de los checos, los polacos, etc.

    El consejo nacional es --segn Springer-- el parlamento cultural-nacional, llamado a fijar los principios y aprobar los medios necesarios para velar por la enseanza nacional, la literatura nacional, el arte y la ciencia, la organizacin de academias, museos, galeras, teatros, etc. (49)

    Tal es la organizacin de una nacin y su institucin central.

    Formando tales instituciones, comunes a todas las clases, el Partido Socialdemcrata Austriaco aspira, en opinin de Bauer, a convertir la cultura nacional en patrimonio de todo el pueblo, y de este modo --el nico posible-- unir a todos los miembros de la nacin en una comunidad nacional-cultural.(50)

    Podra pensarse que todo esto slo guarda relacin con Austria. Pero Bauer no est conforme con ello. Afirma resueltamente que la autonoma nacional es tambin obligatoria para los dems Estados constituidos, como Austria, por varias nacionalidades.

    A la poltica nacional de las clases poseedoras, a la poltica de la conquista del Poder en un Estado multinacional, el proletariado de todas las naciones contrapone --segn Bauer-- su reivindicacin de la autonoma nacional. (51)

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    Y luego, sustituyendo imperceptiblemente la autodeterminacin de las naciones por la autonoma nacional, prosigue:

    Y as, la autonoma nacional, la autodeterminacin de las naciones, se convierte inevitablemente en el programa constitucional del proletariado de todas las naciones que viven dentro de un Estado multinacional. (52)

    Pero Bauer va todava ms lejos. Est profundamente convencido de que las uniones nacionales comunes a todas las clases, constituidas por l y por Springer, habrn de servir de prototipo para la futura sociedad socialista. Pues sabe que el rgimen social socialista desmembrar a la humanidad en comunidades nacionalmente delimitadas,(53) que en el socialismo se realizar la agrupacin de la humanidad en comunidades nacionales autnomas,(54) que, de este modo, la sociedad socialista presentar, indudablemente, un cuadro abigarrado de uniones nacionales de personas y de corporaciones territoriales(55) y que, por tanto, el principio socialista de la nacionalidad es la sntesis suprema del principio nacional y de la autonoma nacional.(56)

    Creemos que es suficiente

    Tal es la fundamentacin de la autonoma cultural-nacional en las obras de Bauer y Springer.

    Ante todo, salta a la vista la sustitucin absolutamente incomprensible y no justificada, en modo alguno, de la autodeterminacin de las naciones por la autonoma nacional. Una de dos: o Bauer no comprende lo que es autodeterminacin o lo comprende y, por una u otra razn, restringe deliberadamente este concepto. Pues es indudable: a) que la autonoma cultural-nacional implica la integridad del Estado compuesto por varias nacionalidades, mientras que la autodeterminacin se sale del marco de esta integridad; b) que la autodeterminacin da a la nacin toda la plenitud de derechos, mientras que la autonoma nacional slo le da derechos culturales. Esto, en primer lugar.

    En segundo lugar, cabe perfectamente dentro de lo posible que en el futuro concurran tales circunstancias interiores y exteriores, que esta o la otra nacionalidad se decida a salirse del Estado multinacional de que forma parte, por ejemplo, de Austria (acaso en el Congreso de Brnn los socialdemcratas rutenos no se declararon dispuestos a unir en un todo las dos partes de su pueblo?).(57) Qu hacer, en tal caso, con la autonoma nacional inevitable para el proletariado de todas las naciones? Qu solucin del problema es sta, que encaja mecnicamente a las naciones en el lecho de Procusto de la integridad de un Estado?

    Prosigamos. La autonoma nacional est en contradiccin con todo el curso del desarrollo de las naciones. Da la consigna de organizar las naciones. Pero pueden las naciones soldarse artificialmente, si la vida, si el desarrollo econmico desgaja de ellas a grupos enteros y los dispersa por diversos territorios? No cabe duda de que en las primeras fases del capitalismo las naciones se cohesionan. Pero asimismo es indudable que en las fases superiores del capitalismo comienza un proceso de dispersin de las naciones, un proceso en el que se separa de las naciones toda una serie de grupos que salen a ganarse el pan y que acaban asentndose definitivamente en otros territorios del Estado. De este modo, los grupos que cambian de residencia pierden los viejos vnculos

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    y adquieren otros nuevos en los nuevos sitios, asimilan, de generacin en generacin, nuevos hbitos y nuevos gustos, y, tal vez, tambin un nuevo idioma. Y se pregunta: es posible fundir en una sola unin nacional a estos grupos, disociados unos de otros? Dnde estn los aros mgicos con los cuales pudiera unirse lo que no tienen unin posible? Sera concebible cohesionar en una nacin, por ejemplo, a los alemanes del Bltico y a los alemanes de la Transcaucasia? Y si todo esto es inconcebible e imposible, en qu se distingue, en este caso, la autonoma nacional de la utopa de los viejos nacionalistas, que se esforzaban en volver atrs el carro de la historia?

    Pero la unidad de una nacin no se desmorona solamente por efecto de las migraciones. Se desmorona tambin por causas internas, por efecto de la agudizacin de la lucha de clases. En las primeras fases del capitalismo an poda hablarse de la comunidad cultural del proletariado y la burguesa. Pero, con el desarrollo de la gran industria y con la agudizacin de la lucha de clases, esta comunidad comienza a esfumarse. No es posible hablar seriamente de comunidad cultural de una nacin, cuando los patronos y los obreros de la misma nacin dejan de entenderse unos a otros. De qu comunidad de destinos puede hablarse cuando la burguesa est sedienta de guerra y el proletariado declara la guerra a la guerra? Se puede, con estos elementos antagnicos, organizar una unin nacional nica y comn a todas las clases? Es posible, despus de esto, hablar de la unin de todos los miembros de la nacin en una comunidad nacional-cultural?(58) No se desprende claramente de aqu que la autonoma nacional se contradice con toda la marcha de la lucha de clases?

    Pero admitamos por un momento que la consigna de organizad la nacin! sea una consigna viable. Todava podra uno comprender a los parlamentarios nacionalistas burgueses, que se esfuerzan en organizar la nacin con objeto de obtener ms votos. Pero desde cundo los socialdemcratas se dedican a organizar naciones, a constituir naciones, a crear naciones?

    Qu socialdemcratas son esos que, en una poca de la ms intensa agudizacin de la lucha de clases, se ponen a organizar uniones nacionales comunes a todas las clases? Hasta ahora, la socialdemocracia austriaca, como todas las dems, tena una sola misin: organizar al proletariado. Pero, por lo visto, esta misin est anticuada. Ahora Springer y Bauer sealan una misin nueva, ms sugestiva: la de crear, la de organizar la nacin.

    Por lo dems, la lgica obliga: quien acepta la autonoma nacional tiene que aceptar tambin esta nueva misin; pero eso equivale a abandonar las posiciones de clase, a pisar la senda del nacionalismo.

    La autonoma cultural-nacional de Springer y Bauer es una sutil variedad del nacionalismo.

    Y no es, ni mucho menos, fortuito que el programa nacional de los socialdemcratas austriacos imponga la obligacin de velar por la conservacin y el desarrollo de las particularidades nacionales de los pueblos. Fijaos bien en lo que significara conservar tales particularidades nacionales de los trtaros de la Transcaucasia como la autoflagelacin en la fiesta del Shajsei-Vajsei o desarrollar tales peculiaridades nacionales de los georgianos como el derecho de venganza!

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    Este punto estara muy en su lugar en un programa rabiosamente burgus-nacionalista, y si figura en el programa de los socialdemcratas austriacos es porque la autonoma nacional tolera puntos semejantes y no est en contradiccin con ellos.

    Pero la autonoma nacional, inservible para la sociedad presente, lo es todava ms para la futura, para la sociedad socialista.

    La profeca de Bauer de la desmembracin de la humanidad en comunidades nacionalmente delimitadas(59) queda refutada por toda la trayectoria del desarrollo de la humanidad moderna. Las barreras nacionales, lejos de reforzarse, se desmoronan y caen. Ya en la dcada del 40, Marx deca que el aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen de da en da y que el dominio del proletariado los har desaparecer ms de prisa todava.(60) El desarrollo ulterior de la humanidad, con el crecimiento gigantesco de la produccin capitalista, con la mezcolanza de nacionalidades y la unificacin de los individuos en territorios cada vez ms vastos, confirma rotundamente la idea de Marx.

    El deseo de Bauer de presentar la sociedad socialista bajo la forma de un cuadro abigarrado de uniones nacionales de personas y de corporaciones territoriales es un tmido intento de suplantar la concepcin de Marx del socialismo por la concepcin, reformada, de Bakunin. La historia del socialismo revela que todos los intentos de este gnero llevan siempre en su seno los elementos de una bancarrota inevitable.

    Y no hablemos ya de ese principio socialista de la nacionalidad ensalzado por Bauer y que es, a juicio nuestro, la sustitucin del principio socialista de la lucha de clases por un principio burgus, por el principio de la nacionalidad. Si la autonoma nacional arranca de un principio tan dudoso, necesario es reconocer que slo puede inferir dao al movimiento obrero.

    Es cierto que este nacionalismo no se transparenta tanto, pues se enmascara hbilmente con frases socialistas; por eso es tanto ms daoso para el proletariado. Al nacionalismo franco siempre se le puede batir: no es difcil discernirlo. Es mucho ms difcil luchar contra un nacionalismo enmascarado y no identificable bajo su careta. Protegido con la coraza del socialismo, es menos vulnerable y ms vivaz. Como vive entre los obreros, emponzoa la atmsfera, sembrando ideas dainas de desconfianza mutua y de aislamiento entre los obreros de distintas nacionalidades.

    Pero el dao que causa la autonoma nacional no se reduce a esto. No slo prepara el terreno al aislamiento de las naciones, sino tambin a la fragmentacin del movimiento obrero unido. La idea de la autonoma nacional sienta las premisas psicolgicas para la divisin del partido obrero unido en diversos partidos organizados por nacionalidades. Tras los partidos se fraccionan los sindicatos, y el resultado es un completo aislamiento. Y as, un movimiento de clase unido se desparrama en distintos riachuelos nacionales aislados.

    Austria, cuna de la autonoma nacional, nos proporciona los ms deplorables ejemplos de este fenmeno. El Partido Socialdemcrata Austriaco, en otro tiempo unido, comenz ya en 1897 (en el Congreso de Wimberg)(61) a fraccionarse en distintos partidos separados. Despus del Congreso de Brnn (1899), en que se aprob la autonoma nacional, el fraccionamiento se acentu todava ms. Por ltimo, la cosa ha

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    llegado hasta el punto de que, en vez de un partido internacional unido, hoy existen seis partidos nacionales, de los que uno, el Partido Socialdemcrata Checo, no quiere incluso tener la menor relacin con la socialdemocracia alemana.

    A los partidos estn vinculados los sindicatos. En Austria, lo mismo en unos que en otros, la labor principal pesa sobre los mismos obreros socialdemcratas. Haba, pues, razones para temer que el separatismo en el seno del partido llevase al separatismo dentro de los sindicatos, que stos se fraccionasen tambin. Y as ha ocurrido, en efecto: los sindicatos se han dividido tambin por nacionalidades. Y ahora las cosas llegan no pocas veces al extremo de que los obreros checos rompan una huelga sostenida por los obreros alemanes o luchen en las elecciones municipales junto a la burguesa checa contra los obreros de nacionalidad alemana.

    De lo expuesto se desprende que la autonoma cultural-nacional no resuelve la cuestin nacional. Lejos de ello, la exacerba y la embrolla, abonando el terreno para escindir la unidad del movimiento obrero, para aislar a los obreros por nacionalidades, para acentuar las fricciones entre ellos.

    Tales son los frutos de la autonoma nacional.

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    6. EL BUND, SU NACIONALISMO Y SU SEPARATISMO

    Hemos dicho ms arriba que Bauer, reconociendo que la autonoma nacional es necesaria para los checos, los polacos, etc., se declara, no obstante, contrario a esta autonoma para los judos. A la pregunta de debe la clase obrera reivindicar la autonoma para el pueblo judo?, Bauer contesta que la autonoma nacional no puede ser una reivindicacin de los obreros judos.(62) La causa reside, a juicio de Bauer, en que la sociedad capitalista no les permite (a los judos. J. St.) subsistir como nacin.(63)

    Resumiendo: la nacin juda est dejando de existir; por tanto, no hay para quin reivindicar la autonoma nacional. Los judos van siendo asimilados.

    Esta opinin acerca de los destinos de los judos como nacin no es nueva. Marx la expres ya en la dcada del 40(64),(65) refirindose, principalmente, a los judos alemanes. Kautsky(66) la repiti en 1903,(67) refirindose a los judos rusos. Ahora la repite Bauer con relacin a los judos austriacos. Con la diferencia, sin embargo, de que l no niega el presente, sino el futuro de la nacin juda.

    Bauer explica la imposibilidad de que los judos subsistan como nacin por el hecho de que los judos no poseen un territorio delimitado de colonizacin.(68) Esta explicacin, acertada en principio, no expresa, sin embargo, toda la verdad. La razn estriba, ante todo, en que los judos no tienen una capa de poblacin extensa y estable ligada a la tierra y que cohesione de un modo natural a la nacin, no slo como su osamenta, sino tambin como mercado nacional. De los 5 6 millones de judos rusos, slo un 3 4% se halla vinculado de un modo o de otro a la agricultura. El 96% restante trabaja en el comercio, en la industria, en las instituciones urbanas, y, en general, habita en las ciudades y, adems, diseminado por toda Rusia, sin constituir la mayora ni en una sola provincia.

    De este modo, incrustados como minoras nacionales en territorios de otra nacionalidad, los judos sirven principalmente a naciones ajenas como industriales y comerciantes y tambin ejerciendo profesiones liberales, adaptndose de un modo natural a las naciones ajenas en cuanto al idioma, etc. Todo esto, sumado a la creciente mezcolanza de las nacionalidades, peculiar de las formas desarrolladas del capitalismo, conduce a la asimilacin de los judos. La abolicin de las zonas de asentamiento no har ms que acelerar esta asimilacin.

    Por esta razn, la cuestin de la autonoma nacional reviste, en lo que a los judos rusos se refiere, un carcter un tanto peregrino: se propone la autonoma para una nacin cuyo futuro se niega y cuya existencia necesita todava ser demostrada!

    No obstante, el Bund se coloc en esta posicin peregrina y precaria, al adoptar en su VI Congreso (1905) un programa nacional en el espritu de la autonoma nacional.

    Dos circunstancias indujeron al Bund a dar este paso. La primera circunstancia es la existencia del Bund como organizacin de los obreros socialdemcratas judos y solamente judos. Ya antes de 1897 los grupos socialdemcratas que trabajaban entre los obreros judos se propusieron el objetivo de crear una organizacin obrera especficamente juda.(69) En 1897 crearon esta organizacin unificndose en el Bund.

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    Ocurri esto en la poca en que, de hecho, la socialdemocracia de Rusia no exista an como un todo. Desde entonces, el Bund ha ido creciendo y extendindose continuamente, destacndose cada vez ms sobre el fondo de los das grises de la socialdemocracia de Rusia. Pero he aqu que llegan los aos del novecientos. Comienza el movimiento obrero de masas. Crece la socialdemocracia polaca y arrastra a la lucha de masas a los obreros judos. Crece la socialdemocracia de Rusia y se atrae a los obreros bundistas. El marco nacional del Bund, carente de una base territorial, comienza a hacerse estrecho. Ante el Bund se plantea el problema de disolverse en la ola internacional general o defender su existencia independiente, como organizacin extraterritorial. Y el Bund opta por lo segundo.

    As se crea la teora del Bund, como nico representante del proletariado judo.

    Pero justificar esta extraa teora de una manera ms o menos sencilla resultaba imposible. Era necesario encontrar una base de principio, una justificacin de principio. La autonoma cultural-nacional result ser esta base. Y el Bund se aferr a ella, tomndola prestada de la socialdemocracia austriaca. Si los austriacos no hubiesen tenido semejante programa, el Bund lo habra inventado para justificar en el terreno de los principios su existencia independiente.

    De este modo, despus del tmido intento hecho en 1901 (IV Congreso), el Bund adopta definitivamente el programa nacional en 1905 (VI Congreso).

    La segunda circunstancia es la situacin especial de los judos como minoras nacionales en las regiones con mayoras compactas de otras nacionalidades. Ya hemos dicho que esta situacin mina la existencia de los judos como nacin, situndolos en el camino de la asimilacin. Pero esto es un proceso objetivo. Subjetivamente, en las mentes de los judos provoca una reaccin y plantea el problema de las garantas para los derechos de la minora nacional, de las garantas contra la asimilacin. Predicando la vitalidad de la nacionalidad juda, el Bund no poda por menos de situarse en el punto de vista de las garantas. Y, una vez adoptada esta posicin, no poda por menos de aceptar la autonoma nacional, pues si el Bund haba de acogerse a una autonoma cualquiera, sta no poda ser otra que la nacional, es decir, cultural-nacional: la carencia de un territorio definido e ntegro no permita ni hablar de una autonoma poltico-territorial para los judos.

    Es significativo que el Bund subrayase desde el primor momento el carcter de la autonoma nacional como garanta de los derechos de las minoras nacionales, como garanta del libre desarrollo de las naciones. Y tampoco es casual que Goldblat, el representante del Bund en el II Congreso de la socialdemocracia de Rusia, formulase la autonoma nacional como instituciones que les garanticen [a las naciones. J. St.] plena libertad de desarrollo cultural.(70) La misma proposicin presentaron a la minora socialdemcrata de la IV Duma los partidarios de las ideas del Bund.

    As fue como el Bund adopt la peregrina posicin de la autonoma nacional de los judos.

    Ms arriba hemos analizado la autonoma nacionaL en lneas generales. Este anlisis ha puesto de manifiesto que la autonoma nacional conduce al nacionalismo. Ms adelante veremos que el Bund ha llegado a ese mismo final. Pero el Bund enfoca, adems, la

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    autonoma nacional en un aspecto especial, como garanta de los derechos de las minoras nacionales. Examinemos tambin la cuestin en este aspecto especial. Ello es tanto ms necesario por cuanto la cuestin de las minoras nacionales, y no slo de las judas, encierra para la socialdemocracia una gran importancia.

    Tenemos, pues, instituciones que garanticen a las naciones plena libertad de desarrollo cultural.

    Pero qu instituciones son sas que garantizan, etc.?

    Ante todo, el consejo nacional de Springer-Bauer, algo por el estilo de una Dieta para asuntos culturales.

    Pero acaso pueden estas instituciones garantizar la plena libertad de desarrollo cultural de la nacin. Acaso puede una Dieta para asuntos culturales garantizar a la nacin contra las represiones nacionalistas?

    El Bund entiende que s.

    Pero la historia dice lo contrario.

    En la Polonia rusa existi en un tiempo una Dieta, una Dieta poltica, y sta, naturalmente, se esforzaba por garantizar la libertad de desarrollo cultural de los polacos, pero no slo no lo consigui, sino que por el contrario ella misma sucumbi en lucha desigual contra las condiciones polticas generales imperantes en Rusia.

    En Finlandia existe desde hace largo tiempo una Dieta, que tambin se esfuerza por defender a la nacionalidad finlandesa contra los atentados. Pero si puede hacer mucho en este sentido, es cosa que est a la vista de todo el mundo.

    Naturalmente que no todas las Dietas son iguales, y con la Dieta democrticamente organizada de Finlandia no es tan fcil arreglrselas como con la Dieta aristocrtica polaca. Pero lo decisivo no es, sin embargo, la Dieta misma, sino el orden general de cosas reinante en Rusia. Si hoy existiese en Rusia un orden de cosas poltico-social tan brutalmente asitico como en el pasado, en los aos en que fue abolida la Dieta polaca, a la Dieta finlandesa le ira mucho peor. Por otra parte, la poltica de atentados contra Finlandia se acenta, y no se puede decir que esta poltica sufra derrotas

    Y si as se presentan las cosas tratndose de instituciones antiguas, formadas en el transcurso de la historia, de Dietas polticas, menos han de poder garantizar el libre desarrollo de las naciones Dietas jvenes, instituciones jvenes y, adems, tan dbiles como las Dietas culturales.

    La cuestin no estriba, evidentemente, en las instituciones, sino en el orden general imperante en el pas. Si en el pas no hay democratizacin, no hay tampoco garantas para la plena libertad de desarrollo cultural de las nacionalidades. Con seguridad puede decirse que cuanto ms democrtico sea el pas, menos atentados habr a la libertad de las nacionalidades y mayores sern las garantas contra esos atentados.

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    Rusia es un pas semiasitico, y por eso la poltica de atentados reviste all, no pocas veces, las formas ms brutales, formas de pogromo. Huelga decir que en Rusia las garantas han sido reducidas al mnimo.

    Alemania es ya Europa, con mayor o menor libertad poltica. No es de extraar que all la poltica de atentados no revista nunca formas de pogromo.

    En Francia, naturalmente, hay todava mayores garantas, pues Francia es un pas ms democrtico que Alemania.

    Y no hablemos ya de Suiza, donde gracias a su elevada democracia, aunque burguesa, las nacionalidades viven libremente, lo mismo si son minora que mayora.

    El Bund sigue, pues, un camino falso, al afirmar que las instituciones pueden por s solas garantizar el pleno desarrollo cultural de las nacionalidades.

    Podr objetarse que el mismo Bund considera la democratizacin de Rusia como condicin previa para la creacin de estas instituciones y para las garantas de la libertad. Pero eso es falso. Por el Informe de la VIII Conferencia del Bund(71) se ve que ste piensa conseguir esas instituciones sobre la base del actual orden de cosas vigente en Rusia, por medio de una reforma de la comunidad juda.

    La comunidad --dijo en esta Conferencia uno de los lderes del Bund puede convertirse en el ncleo de la futura autonoma cultural-nacional. La autonoma cultural-nacional es la forma en que las naciones se sirven a s mismas, la forma de satisfacer las necesidades nacionales. Bajo la forma de la comunidad se alberga el mismo contenido. Son eslabones de la misma cadena, etapas de la misma evolucin. (72)

    Partiendo de esto, la Conferencia acord que era necesario luchar por la reforma de la comunidad juda y por transformarla legislativamente en una institucin laica, democrticamente organizada.(73)

    Est claro que el Bund no considera como condicin y garanta la democratizacin de Rusia, sino la futura institucin laica de los judos, que ha de obtenerse mediante la reforma de la comunidad juda, por va legislativa, digmoslo as, a travs de la Duma.

    Pero ya hemos visto que, por s solas, sin un orden de cosas democrtico vigente en todo el Estado, las instituciones no pueden servir de garantas.

    Ahora bien, qu ocurrir bajo un futuro rgimen democrtico? No sern tambin necesarias, bajo la democracia, instituciones especiales, instituciones culturales que garanticen, etc.? Cmo se presentan las cosas, a este respecto, en la democrtica Suiza, por ejemplo? Existen all instituciones culturales especiales por el estilo del consejo nacional de Springer? No, no existen. Pero no sufren por ello los intereses culturales de los italianos, por ejemplo, que constituyen all una minora?

    Al parecer, no. Y la cosa es lgica: la democracia en Suiza hace superfluas todas esas instituciones culturales especiales, que, segn se pretende, garantizan, etc.

    Por tanto, impotentes en cuanto al hoy y superfluas en cuanto al maana, as son las instituciones de la autonoma cultural-nacional, as es la autonoma nacional.

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    Pero esta autonoma resulta an ms perjudicial cuando se le impone a una nacin cuya existencia y cuyo porvenir estn en tela de juicio. En tales casos, los partidarios de la autonoma nacional estn obligados a proteger y conservar todas las particularidades de la nacin, no slo las tiles, sino tambin --las perniciosas, con tal de salvar a la nacin de ser asimilada, con tal de preservarla.

    El Bund tena que emprender indefectiblemente este peligroso camino. Y lo emprendi en efecto. Nos referimos a los conocidos acuerdos de las ltimas Conferencias del Bund sobre el sbado, sobre el yidish, etc.

    La socialdemocracia postula el derecho de emplear la lengua materna para todas las naciones; pero el Bund no se da por satisfecho con esto y exige que se defiendan con especial insistencia los derechos de la lengua juda.(74) Y el mismo Bund, en las elecciones a la IV Duma, da preferencia a los (compromisarios) que se obliguen a defender los derechos de la lengua juda.(75)

    No es el derecho general a emplear la lengua materna, sino el derecho particular a emplear la lengua juda, el yidish! Que los obreros de cada nacionalidad luchen ante todo por su propia lengua: los judos por el judo, los georgianos por el georgiano, etc. La lucha por los derechos generales de todas las naciones es una cosa secundaria. Podis incluso no reconocer el derecho a emplear la lengua materna para todas las nacionalidades oprimidas pero, si reconocis el derecho a emplear el yidish, ya sabis que el Bund votar por vosotros, que el Bund os dar preferencia.

    En qu se distingue, entonces, el Bund de los nacionalistas burgueses?

    La socialdemocracia postula el establecimiento de un da obligatorio de descanso a la semana, pero el Bund no se da por satisfecho con esto y exige que se asegure al proletariado judo, legislativamente, el derecho a celebrar el sbado, relevndole de la obligacin de celebrar tambin otro da.(76)

    Es de esperar que el Bund dar un paso adelante y exigir el derecho a celebrar todas las viejas fiestas judas. Y si, para desgracia del Bund, los obreros judos se han curado de prejuicios y no desean celebrar esas fiestas, el Bund, con su campaa (de agitacin por el derecho del sbado, les recordar el sbado, cultivar en ellos, por decirlo as, el espritu del sbado

    Por eso se comprenden perfectamente los fogosos discursos pronunciados en la VIII Conferencia del Bund pidiendo hospitales judos, reivindicacin sta que se razonaba diciendo que el enfermo se siente mejor entre los suyos, que el obrero judo se sentir mal entre obreros polacos y se sentir bien entre tenderos judos.(77)

    Conservar todo lo judo, preservar todas las peculiaridades nacionales de los judos, hasta las que se sabe de antemano que son perjudiciales para el proletariado, separar a los judos de todo lo que no sea judo, llegando hasta a construir hospitales especiales: fijaos cun bajo ha ido a parar el Bund!

    El camarada Plejnov(78) tena una y mil veces razn al decir que el Bund adapta el socialismo al nacionalismo. Naturalmente, V. Kossovski y otros bundistas como l pueden motejar a Plejnov de demagogo(79), --el papel lo aguanta todo--, pero

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    conociendo la actuacin del Bund, no es difcil comprender que estas bravas gentes temen sencillamente decir la verdad acerca de s mismas y se escudan en improperios a propsito de la demagogia.

    Pero, al mantener tal posicin en el problema nacional, el Bund, naturalmente, tena que emprender tambin en materia de organizacin la senda del aislamiento de los obreros judos, la senda de las curias nacionales dentro de la socialdemocracia. Tal es la lgica de la autonoma nacional!

    Y, en efecto, de la teora del nico representante el Bund pasa a la teora del deslindamiento nacional de los obreros. El Bund exige de la socialdemocracia de Rusia que introduzca en la estructura de su organizacin un deslindamiento por nacionalidades.(80) Y del deslindamiento da un paso adelante hacia la teora del aislamiento. No en vano en la VIII Conferencia del Bund resollaron discursos sosteniendo que en el aislamiento es donde reside la existencia nacional.(81)

    El federalismo en la organizacin alberga en su seno elementos de descomposicin y de separatismo. El Bund marcha hacia el separatismo.

    Y en realidad, no le queda otro camino. Ya su misma existencia como organizacin extraterritorial le empuja a la senda del separatismo. El Bund no posee un territorio ntegro y definido; opera en territorios ajenos, mientras que la socialdemocracia polaca, la letona y la rusa, entre las que se mueve, son colectividades territoriales internacionales. Pero ello hace que cada ampliacin de estas colectividades represente para el Bund una prdida, una reduccin de su campo de accin. Una de dos: o toda la socialdemocracia de Rusia debe reorganizarse sobre los principios del federalismo nacional, en cuyo caso el Bund obtiene la posibilidad de asegurarse el proletariado judo; o se mantiene en vigor el principio territorial internacional de estas colectividades, en cuyo caso el Bund tiene que reorganizarse sobre los principios internacionalistas, como ocurre con la socialdemocracia polaca y la letona.

    Esto explica por qu el Bund exige desde el primer momento la reconstruccin de la socialdemocracia de Rusia sobre principios federativos.(82)

    En 1906, el Bund, cediendo a la ola de unificacin nacida en la base, eligi el camino intermedio, ingresando en la socialdemocracia de Rusia. Pero cmo ingres?. Mientras que la socialdemocracia polaca y la letona ingresaron en ella para trabajar pacfica y conjuntamente, el Bund ingres con el fin de guerrear por la federacin. El lder de los bundistas, Medem, as lo dijo entonces:

    No vamos a un idilio, sino a la lucha. No hay idilio y slo los Manlov pueden esperar que lo haya en un porvenir prximo. El Bund debe entrar en el Partido armado de pies a cabeza. (83)

    Sera un error ver en esto mala voluntad por parte de Medem. No se trata de mala voluntad, sino de la posicin especial del Bund, en virtud de la cual ste no puede por menos de luchar contra la socialdemocracia de Rusia, organizada sobre los principios del internacionalismo. Ahora bien, luchando contra ella, el Bund, naturalmente, infringa los intereses de la unidad. Por ltimo, l