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1rl " EL MOVIMIENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS EN ·LA TRANSICIóN A LA DElVIOCRACIA EN ARGENTINA * DANIEL R. CARCÍA DELGADO y VICENTE PALERMO INTRODUCCIÓN Una de las consecuencias más significativas de los regímenes autoritarios del Cono Sur de América Latina, es el surgimiento de nuevos movimientos socia- les, como formas de participación autónomas, desarrolladas fuera de los cana- les tradicionales, diferenciadas de éstos tanto por sus contenidos y modalidades de acción como por el carácter y alcance de sus reivindicaciones. Estos movi- mientos, que tienen como referente de su génesis las condiciones de exclusión política y alta represión que los regímenes autoritarios han implementado en función de proyectos de reestructuración capitalista de cuño neoliberal, han contribuido a su vez al desgaste ideológico y político de los mismos y se pro- yectan en muchos casos vigorosamente sobre la evolución posterior.> ' Dentro de estos nuevos movimientos sociales no es difícil demostrar -al me- nos en Argentina- que el movimiento de los derechos humanos (en adelante MDH) es el más relevante. Y ello no sólo porque su accionar excede con mucho la reivindicación' de un sector o grupo para alcanzar una dimensión nacional, sino también porque constituido en actor gravitante de la transición, incidirá fuertemente tanto en la crisis del' autoritarismo como en las fases ulteriores de apertura e institucionalización de un régimen democrático. Sin embargo, pese a que el MDH se ha constituido en un canal de participa- ción de importancia y ha sido un actor central en el proceso de transición a la democracia, prácticamente no existen estudios del tema desde una perspectiva sociológica o política. Quizás la modalidad de ruptura y la extrema rapidez con que se desenvolvió la transición argentina expliquen, en parte, que aún no se haya valorado suficientemente la significación del movimiento en el desárrollo '*' Ponencia presentada en la reunión del proyecto "Perspectivas de América Latina (PAL) sobre movimientos sociales en América Latina", organizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) bajo el auspicio de la Universidad de las Naciones Unidas, los días 21 al 24 de noviembre de 1983, en San José de Costa Rica. 1 Tomamos como definición de movimiento social la proporcionada por Harmut: "[, .. ] los procesos colectivos y comunicativos de protesta, conducidos contra relaciones sociales exis- tentes, que afectan a un crecido número de personas, las que no tienen que estar necesaria- mente organizadas". (Karner Harmut, "Los movimientos sociales: revolución de lo cotidiano", Nueva Sociedad, núm. 64, Caracas. 1982. P: 27.) [409]

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EL MOVIMIENTO DE LOS DERECHOS HUMANOSEN ·LA TRANSICIóN A LA DElVIOCRACIA EN ARGENTINA *

DANIEL R. CARCÍA DELGADO

yVICENTE PALERMO

INTRODUCCIÓN

Una de las consecuencias más significativas de los regímenes autoritarios delCono Sur de América Latina, es el surgimiento de nuevos movimientos socia-les, como formas de participación autónomas, desarrolladas fuera de los cana-les tradicionales, diferenciadas de éstos tanto por sus contenidos y modalidadesde acción como por el carácter y alcance de sus reivindicaciones. Estos movi-mientos, que tienen como referente de su génesis las condiciones de exclusiónpolítica y alta represión que los regímenes autoritarios han implementado enfunción de proyectos de reestructuración capitalista de cuño neoliberal, hancontribuido a su vez al desgaste ideológico y político de los mismos y se pro-yectan en muchos casos vigorosamente sobre la evolución posterior.> 'Dentro de estos nuevos movimientos sociales no es difícil demostrar -al me-

nos en Argentina- que el movimiento de los derechos humanos (en adelanteMDH) es el más relevante. Y ello no sólo porque su accionar excede con muchola reivindicación' de un sector o grupo para alcanzar una dimensión nacional,sino también porque constituido en actor gravitante de la transición, incidiráfuertemente tanto en la crisis del' autoritarismo como en las fases ulteriores deapertura e institucionalización de un régimen democrático.

Sin embargo, pese a que el MDH se ha constituido en un canal de participa-ción de importancia y ha sido un actor central en el proceso de transición a lademocracia, prácticamente no existen estudios del tema desde una perspectivasociológica o política. Quizás la modalidad de ruptura y la extrema rapidez conque se desenvolvió la transición argentina expliquen, en parte, que aún no sehaya valorado suficientemente la significación del movimiento en el desárrollo

'*' Ponencia presentada en la reunión del proyecto "Perspectivas de América Latina (PAL)sobre movimientos sociales en América Latina", organizado por la Facultad Latinoamericanade Ciencias Sociales (FLACSO) bajo el auspicio de la Universidad de las Naciones Unidas, losdías 21 al 24 de noviembre de 1983, en San José de Costa Rica.1 Tomamos como definición de movimiento social la proporcionada por Harmut: "[, .. ]

los procesos colectivos y comunicativos de protesta, conducidos contra relaciones sociales exis-tentes, que afectan a un crecido número de personas, las que no tienen que estar necesaria-mente organizadas". (Karner Harmut, "Los movimientos sociales: revolución de lo cotidiano",Nueva Sociedad, núm. 64, Caracas. 1982. P: 27.)

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de las condiciones que generaron esa ruptura, en las características que adqui_, ría la transición y en las perspectivas futuras de la democracia.s .

De allí que creemos necesario un mejor conocimiento del MDH, como movi-miento social, como nuevo espacio de participación y como actor relevante deun proceso de cambio de régimen político. Para ello será necesario conocer en-tonces tanto las condiciones y causas de su génesis y constitución de su iden-tidad política, como sus formas de lucha e interacciones con otras fuerzas, sutransformación a lo largo de la transición, papel en la reconstitución del sis-tema político y su capacidad de transformación institucional y de los valorespolíticos predominantes.

Si bien la existencia de entidades de defensa de los derechos humanos (na)es un rasgo común a las sociedades del Cono Sur, el caso argentino es posible-mente el que ha alcanzado formas más definidas y un mayor desarrollo polí-tico. Las modalidades de represión empleadas, la diversidad de organizacionesinvolucradas en el movimiento, el relieve internacional de alguno de sus líde-res, y su considerable capacidad de convocatoria y apelación a la sociedad civily política, lo señalan como un actor clave en el estudio de los nuevos movi-mientos sociales en América Latina. Particularmente en función de delimitarsu real influencia en un proyecto social de democratización y en la cr-eaciónde nuevos y decisivos espacios de poder popular en la sociedad.

II. PERSPECTIVA HISTÓRICA

La historia del MDH en la Argentina es breve a la vez que intensa. Evidenciaun crecimiento constante y una permanente reformulación de sus posibilidadesorganizativas, ideológicas y de lucha a lo largo de las distintas fases por las queatraviesa. Las condiciones de su surgimiento, con sus características nítidamentediferenciadas, comenzarán a producirse a partir del golpe de Estado del 24 demarzo de 1976, que eliminará todo espacio de participación política en lasociedad.

No obstante, su génesis y desarrollo contará con la existencia de algunas or-ganizaciones preexistentes, las que sin alcanzar la dimensión de un movimien-to social se desempeñaban en la defensa de los DH, como la Liga Argentina porlos Derechos del Hombre (fundada en 1930); el Servicio de Paz y Justicia (des~.de 1969); la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (1975) y el Mo-vimiento Ecuménico de los Derechos Humanos (1975), estas dos últimas surgí-

2 Para Rafael López Pintor (1982) son cuatro las fases en que analíticamente pueden es-tudiarse los procesos de transición: la de crisis del régimen, apertura, institucionalización yconsolidación del nuevo régimen democrático. Es importante también la distinci_ón entretransición de "reforma" o de "ruptura", esta última no' decidida por el régimen, sino im-puesta en el caso argentino por un acontecimiento internacional, por el menor grado de con-trol que el régimen tiene sobre la misma. Al respecto ver de Carlos Huneeus, "La transicióna la democracia en América del Sur", Revista Española de Investigaciones Sociológicas, núm.20, Madrid, octubre-diciembre de 1982.

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das como respuesta al accionar de la organización paramilitar conocida comola Triple A.La perspectiva histórica del MOH admite una periodización donde es preciso

tomar en cuenta dos niveles: el de la evolución sufrida por el propio movi-miento en la construcción de su identidad, sus luchas, y el de la transforma-ción del contexto del autoritarismo, transición e institucionalización democrá-tica en la que éste se desenvuelve.

11.1. Génesis y desarrollo de un movimiento social (1977-1982)

El MOH surge en la Argentina en el contexto de la más dura y generalizadarepresión de las fuerzas populares que haya tenido lugar en el país. Esa repre-sión se inscribe en las formas más agudas y completas de lo que ha sido defi-nido como situación de dictadura. Es importante enmarcar el surgimiento delMDH en este concepto, porque ello permitirá señalar claramente los rasgos es-pecíficos que presenta en su etapa primaria. Al respecto señala Francisco De-lich que:

Cuando se crea el clima de sospecha y temor, se crean las condiciones que empujanal aislamiento y por ende disminuyen la solidaridad social [ ... ] la reducción sistema-ca de las formas de solidaridad constituye un componente y una condición de la si-tuación de dictadura. ~

Las características que adquiere en la Argentina la reducción de las formasde solidaridad a partir de la supresión lisa y llana de toda forma de participa-ción política y social y el ejercicio sistemático del terror, hacen que la reac-ción de la comunidad frente a este último sólo pueda comenzar desde sus pla-nos más profundos: en el ámbito de la solidaridad básica, la familiar. Única-mente a partir de ésta se darán las primeras respuestas. Las formas de defensade los OH preexistentes a marzo de 1976, como aquellas de los abogados dedica-dos a la, defensa de presos políticos, militantes que denunciaban transgresiones,etc., serán violentamente suprimidas (secuestros, asesinatos). Por ello la primeraforma del MDH. será ·la actividad espontánea y .expuesta a cualquier riesgo delas madres, la que provocará el salto de este nucleamiento de familiares haciael MOH como movimiento social; al que Se incorporarán las entidades preexis-tentes y las que se irán creando a lo largo de la lucha del movimiento.sEl nacimiento de la identidad asociativa de las madres se produjo en abril

de 1977. Si bien éstas se conocían unas a otras en las antesalas de los organis-mos del Estado que les negaban toda respuesta, su encuentro en la Plaza deMayo, más que una decisión política será un ardid frente a la necesidad de

3 Francisco Delich desarrolla este concepto en "Teoría y práctica política en situacionesde dictadura", en Crítica y Utopia, núm. 8, Buenos Aires, 1983, pp. 15-16.

4 Cabe destacar que en este caso el surgimiento del movimiento social no se produce pordesafección de públicos ante los canales tradicionales que no incorporan sus demandas o sólolo hacen débilmente, sino ante la ausencia total de éstos.

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reunirse en un lugar muy frecuentado para evitar la represión. A partir del30 de abril de 1977, el-primer "jueves de la Plaza", ésta se convertirá, en formano deliberada al principio, en un modo de apelar a la gente, al transeúnteindiferente o aterrado, al periodista amordazado o cómplice. En la plaza, porlo tanto, se tiende el primer puente de una comunidad muy desarticulada ensus sistemas de solidaridad y comunícación."La situación de aislamiento inicial de esta organización, de este movimiento

embrionario y las reducidas entidades de DH es marcada, y en medida impor-tante ello incidirá en la identidad del MDH, en la percepción que tendrá de símismo y de sus relaciones con el conjunto social. Incluso en el contexto inter-nacional la situación inicial también será de aislamiento. A diferencia del gol-pe que instaurara la dictadura de Pinochet en Chile en 1973, la opinión inter-nacional tendrá al principio una impresión relativamente más favorable de laintervención militar en la Argentina, de modo que sólo tiempo después el mo-vimiento podrá contar con esa asistencia en medida significativa y que se tra-ducirá en múltiples presiones y demandas formales e informales al régimen.eInicialmente la demanda de las madres es simple y radical: la aparición con

vida de sus hijos desaparecidos, reivindicación grupal asumida por los propiosfamiliares de las víctimas y las entonces extremadamente pequeñas entidadesde defensa. Esta demanda se reformula al cabo del tiempo y accede sin perdersu carácter ético al plano político: comienza a ir más allá de la acción pura-mente reactiva o "defensiva", como se ha calificado a este tipo de participa-ción, para expresarse en términos de valores constituyentes del bien común einterpretar al Estado; "para que esto no se repita", "para que todos tenganlibertad"." Esta reformulación influye decisivamente en la identidad del MDH,que dejará de ser Ia expresión de respuesta directa y sectorial a la brutal re-presión que afecta individuos íntimamente vinculados, para ingresar de llenoen el campo de 10 colectivo, al espacio de lo social y lo político, desde dondeapelará a todos y cada uno de los ciudadanos, cuyos derechos están siendoigua1mente afectados aunque en apariencia queden fuera del problema.

Las características distintivas de la represión en la Argentina también deja-rán su impronta paradojal en la fuerza del MDH. -La desaparición como métodode utilización sistemática se distinguirá de las formas represivas empleadas en

5 Este espacio tiene un alto simbolismo político, no sólo por constituir el ámbito tradi-ciona1 de las grandes manifestaciones populares, sino porque allí se encuentran las expresio-nes físicas de los poderes estatales: ejecutivo; los ministerios; del poder económico; los gran-des bancos; de la Iglesia; etc. El MDH se constituyó allí mismo, frente al poder, generando·el primer espacio de movilización permanente durante los peores años de la dictadura.

6 La reacción internacional se hará pronunciada recién a partir del secuestro de dos reli-, giosas francesas pertenecientes a las misiones extranjeras', junto a varios miembros de Madres

-,/ y Familiares de desaparecidos en diciembre de 1977./" 7 Angel Flisfisch categoriza esta modalidad de participación en términos de participación

o política "defensiva" que establece "una relación negativa con el poder, poseyendo conno-taciones fuerfemente antipolttícas", en "El surgimiento de una nueva ideología democráticaen América Latina", en Crítica y Utopía, núm. 9, Buenos Aires, 1983. Esta característica de"antipolítíca" coincide -creemos- con la primera etapa del movimiento que luego, al uni-versalizar sus demandas accede al plano de la política a-partidaria, por via de una reivindi-cación que se extiende a toda la sociedad civil. ~

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otrOSpaíses. El mismo será implementado con el doble objetivo de evitar eldeterioro de su imagen internacional y la pérdida de consenso interno inicialÉonque el régimen contaba, las bases sociales que Iegitimaron la intervenciónlIlilitar. Así, la desaparición se ajustará mejor a la duplicidad ideológica de lossustentos del régimen autoritario en la sociedad civil: éstos consintieron larealización de esta "guerra sucia" que era preferible permaneciera en el ámbitode las sombras. Se tenderá así a conservar exteriormente una imagen de .auto-.ritarismo ordenancista y afecto a los procedimientos institucionales y legales, yen lo interno a la ausencia de límites en las formas y procedimientos re-

o 8preslvos.Esta "eficiencia" en los procedimientos, valor altamente resaltado por el

credo militar argentino, no dejará. de generar un efecto inesperado: la sirua-(:i'ónde extrema incertidumbre coloca a los familiares de las _víctimas en laspuertas de un ámbito de repulsa y movilizador, a la vez de esperanza y de ne-cesidad de esclarecimiento, de recuperación del.ser perdido y de sed de justicia.Una situación de extrema iricert idumbre que impulsa a la' acción y que expli-ca las formas y contenidos de la misma: coraje, resistencia, movilización cons-tante, que cobrará apariencia, desde la perspectiva autoritaria, de "irracionali-dad" (calificación de "las locas ... ").9 Al mismo tiempo impulsará la demandaele "aparición con vida" que' reunirá 'el mayor potencial movil izador y de in-rransigencia frente al régimen, en contraposición a la mera exigencia de "escla-recimiento" de la situación, o de las reivindicaciones de corte economicista deotros sectores perjudicados por las políticas neoliberales.Durante este período la lucha política' de las madres, compartida con las

otras organizaciones del MDH, planteará problemas inéditos al gobierno militar.Por un lado éste no podrá eliminar esta expresión básica de solidaridad niimpedir que la misma se transforme en una apelación al conjunto de la socie-dad desde un plano conceptual y éticamente político, a pesar del empleo de latortura psicológica, la persecución y hasta algunas desapariciones (entre ellas

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8 Sobre la sofisticación de la represión alcanzada en los regímenes autoritarios del ConoSur, de las cuales la "desaparición" será una de sus características, Jorge Graciarena hadicho: "Es cierto que el agregado de recursos disponibles hoy para actividades de controlsocial y represión política ha crecido muy considerablemente, pero lo que más se destacaes el 'progreso' en los procedimientos y estrategias alienadoras y coactivas. Este progreso estanto que sin vacilaciones se puede decir que constituye uno de los sectores sociales dondela 'modernización' ha sido más profunda y se ha producido a un ritmo tan acelerado quelas comparaciones con las de algunos países desarrollados =cuyos aportes en esta modernizaciónhan sido reconocidamente generosos- no s.on ni aproximadamente tan desfavorables comolas que se hacen con sus principales indicadores económicos, y sociales." ("Las transicionespoliticas recientes en América Latina", ponencia presentada en el semínarío Orden Interna-cional, Política, Sociedad Civil y Cultura en América Latina, p. 51, Bolonia, 2-4 de diciem-bre de 1982,)

9 Acerca de la extrema incertidumbre que se coloca a los familiares de las víctimas, diceAugusto Conter "Desaparición es la ausencia que no se explica y la incertidumbre sin res-puesta. Es la liturgia del dormitorio que se conserva, el ropero que no se toca, la mesa co-tidiana que no se integra, el goce que se rechaza porque no se comparte y el sueño quesorprende trayendo la imagen viva" ("Los derechos humanos al Parlamento", en Paz yJusticia, año 1, núm. 3).

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la de la propia fundadora de "Las Madres ... ). Por otro, tampoco podrá evi-tar la reunión ni la acción denunciante, la .resistencia de las mismas. Su res-puesta más efectiva será eptonces la persistencia de la situación de dictadura,la omnipresencia del terror que aísla al MDH del resto de la sociedad civil. Si elsilencio será la herramienta más eficaz de esta respuesta, tampoco el régimendejará de apelar en el plano discursivo a una contraimagen de este movimiento,mediante acciones orientadas a identificar a las madres y demás entidades con laviolencia, asociarlas con la subversión y tendientes a deslegitimar su protestaante los ojos de una comunidad en la cual el repudio al terrorismo era ya ge-neralizado.w

n.z. Ruptura del aislamiento

En septiembre de 1979, cuando miembros de la Comisión Interamericana deDerechos Humanos de la OEA se hacen presentes en Buenos Aires, a fin deexaminar in situ la situación de los DH en el país, a partir de una invitacióndel gobierno argentino, se abrirá una nueva etapa en la vida del movimiento;éste ganará espacio y conexión con otras fuerzas políticas y sociales. Si bienesta decisión del gobierno militar generó agudas contradicciones internas en elrégimen y evidenciaba una mala evaluación de sus posibilidades de salir airosode la investigación, será sin duda una respuesta a la fuerte presión internacio-nal que se irá incrementando desde principios de 1979 y en la cual el MDHtendrá un papel significativo.Esta presión será fruto de una articulación de los planos riacionalje interna-

cional a lo largo de estos años, ya que, si bien es cierto que durante la primeraetapa la interpelación del MDH en lo interno caerá prácticamente en el vado,simultáneamente logrará sus mejores logros en el plano externo: una complejasociedad internacional de múltiples actores (la opinión pública de diversos paí-ses, fuerzas políticas, organizaciones internacionales, gobiernos que hacen de laproblemática de los DH un componente prioritario de su política exterior, etc.)responderá a sus demandas y creará un clima de presión y arrinconamiento delrégimen que, si bien no logra que los sectores "duros" -en la terminología deO'Donnell- replanteen los términos de la represión, fuerza a los "blandos" ala desacertada respuesta antedicha.vtSerán estas "irrupciones" de la sociedad internacional en el plano nacional,

especialmente la visita de la CIDH y el otorgamiento del Premio Nobel de lapaz al coordinador general del Servicio de Paz y Justicia en América Latina,

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10 Los motes de "madres de subversivos", "caballos de Troya de la subversión internacio-nal" y otros, serán constantes en estos ataques, que estarán ideológicamente inscritos en ladimensión totalizadora de la Doctrina de la Seguridad Nacional. Ello obligará a ld:DH a cons-truir más nítidamente su identidad y la de los desaparecidos en la conciencia comunista,11 Guillermo O'Donnell utiliza esta conceptualización para 'señalar la dialéctica que se

desarrolla entre determinados sectores del régimen y la oposición, en "Notas para el estudiode los procesos de democratización pol1tica a partir del 'Estado Burocrático-Autoritario", enDesarrollo Económico, núm. 86, Buenos Aires, 1982, p. 242.

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Adolfo Pérez Esquivel, en octubre de 1980, las que permitirán al MDH no sólorOIl1perel cerco del silencio en el plano interno, sino avanzar significativamen-te en la maduración de sus propias formulaciones y objetivos.Hasta estos acontecimientos el régimen se limitaba simplemente a negar la

existencia del problema, actitud que, una vez más, resultaba congruente conlas Iimitaciones ideológicas de sus bases de sustentación en la sociedad civil.De ahí en adelante, el mayor develamiento del problema frente al conjunto de .la sociedad, conflictivo y descarnado, creará al MDH un amplio espacio de avan-ce y articulación con la comunidad, al compás de la crisis social que avanzabacon los efectos de las políticas económicas implementadas. Los sectores máspolitizados de la sociedad, la oposición desarticulada y silenciosa hasta enton-ces, se convierten en fuente de apoyos y de reclutamiento de activistas. El MDHcomienza a ser el punto central de convergencia y consolidación de un espa-cio político de oposición al régimen, una forma de participación contestatariacuyas acciones se orientan a un conjunto temático de amplitud creciente. ElMDH generará así un efecto catalizador de la transformación de la concienciapolítica comunitaria.El régimen mantendría en plena vigencia la supresión de todo tipo de acti-

vidad contestataria en este ámbito. La única ocupación política del espaciopor parte de la oposición estaba constituida por esta "marcha de los jueves",habitualmente obstaculizada por las fuerzas de seguridad. El 2 de abril, laocupación de las islas Malvinas y la evolución de los acontecimientos -funda-mentalmente la derrota- marcarán no solamente la irrupción de la politizaciónsino el colapso definitivo del régimen. Colapso que abre las puertas a una tran-sición de "ruptura" de musitada rapidez si la comparamos con otras transicio-nes Iatinoamericanas y de anteriores casos del ciclo político argentirro.t»Este drástico cambio de coyuntura hace posible una manifestación política

más generalizada. Una nueva etapa en la que el MOR pondrá en evidencia sucapacidad de convocatoria: del núcleo inicial de unos cientos de familiaresactivos durante 1977-1979, alcanzará a movilizar decenas de miles de activistasen las "marchas por la vida" de octubre y diciembre de 1982, abril, junio, agostoy septiembre de 1983 y obtendrá más de 200000 adhesiones a un petitorio diri-gido al gobierno. La Índole de la participación en estas movilizaciones refle-jará la convergencia 'de las vertientes políticas del campo de la oposición. En.una primera etapa, especialmente a través de militantes de base y dirigentesde los sectores más cercanos al MDH y luego con una adhesión más amplia.A la vez, las marchas de protesta irán reflejando los aportes de los distintospartidos y pondrán en evidencia la pérdida de capacidad de contrrol por partedel gobierno militar, que no logrará impedir el acceso de éstas a la Plaza deMayo como en 1982. El movimiento irá triunfando lentamente en la batallaexterior e interior; en esta última, la sostenida contra el terror internalizado,mostrando a la sociedad la posibilidad de manifestarse, de recuperar su capa-cidad de movilización y de lucha,

12 Sobre el bajo grado de control del régimen en la transición, característica de aquellasde "ruptura" remitimos al trabajo de Huneeus anteriormente citado.

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416 DANIEL GARCÍA DELGADO/VICENTE PALERMO lEsta maduración organizativa y conceptual del MDH se reflejará especialmente

en su profunda acción deslegitimadora del régimen, mediante la intensa tareade develamiento de las características del aparato represivo montado desde1976 (denuncias, solicitudes, etc.). En la preocupación creciente por explicarlas vinculaciones de este plan con el conjunto de políticas económicas que gol-pearon a los sectores populares y medios y en la diversificación de actividadesvinculadas a la defensa de los. DH en su sentido más amplio (crítica al siste-ma jurídico, demandas a los partidos y las fuerzas sociales, desarrollo de unaprensa propia y diversificada,' ayuda a familiares de -Ias víctimas, acopio de in-formación, recuperación de niños desaparecidos, etcétera).

La cuestión de los DH se constituye de esta forma en uno de los ternas centra_les de la rápida repolitización y el MDH queda ubicado en el centro del debatepolítico. Por un lado, al· lograr una completa deslegitimación del régimen, alconvertir la problemática en una de las centrales de la relación entre el régi-men y la sociedad civil y política, pero haciéndolo sobre la base de un repudiomasivo y sin atenuantes de los medios y los fines de la represión; y por otro,al acotar el margen de acción de los actores centrales de la transición en cuantoa la concertación del punto más sensible para el régimen militar: la amnistíapara los responsables y ejecutores de la' represión; finalmente dictada en sep-tiembre de 1983, pero sin ningún apoyo partidario .. La consigna del "derecho a la vida" del movimiento también será uno de los

Leitmotiv de la campaña electoral y del partido que logrará identificarse másestrechamente con la misma, en contraposición con aquellas que traducían aúnuna concepción totalizadora y violenta de la política (tipo "Patria o muerte",etc.). Esta etapa culminará para el movimiento con la postulación y elecciónde un diputado orgánico del mismo desde una de las líneas internas de la De-mocracia Cristiana. Con las elecciones generales del 30 de octubre comenzaráotra etapa con formas de lucha distintas a las que caracterizaron el anteriorperíodo. El régimen militar, durante el interregno hasta la entrega del poderes sólo una máscara deteriorada de lo que fuera .hasta no hace mucho el om-nipotente Estado burocrático-autoritario. Luego el MDH encontrará un gobiernoen principio receptivo a sus demandas, fuerzas políticas de oposición y un es-pacio más amplio de acción para desarrollar su trabajo en distintas organizacio-nes sociales y populares.

III. ORGANIZACIÓN Y FORMAS DE LUCHA

El MDH no es un espacio hoinogéneo o uniforme; en realidad está compuestopor diversas entidades autónomas que coordinan sus actividades sin ningúntipo de vínculo o mecanismo formal, con bajo grado de institucionalización yjerarquías.w Este tipo de autonomía en el interior del movimiento y de los

13 Estos aspectos coinciden con la caracterización que hace Karner de los movimientossociales: "[ ... ] no tienen necesariamente la estructura organizativa de un partido, no re-

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distintos elementos que lo componen, responde a la diversidad de origen y alas características de la lucha que encarna/encara, constituye en sí mismo unrasgo distintivo, ya que las distintas entidades pueden ser consideradas expre-sión de un desarrollo organizativo tendiente a cumplir con tareas específicas:las organizaciones de tipo familiar, orientadas en la perspectiva más .movilíza-dora, pública y de profundo valor simbólico (una de ellas, las "Abuelas deplaza de Mayo", dedicadas fundamentalmente a la recuperación de los niñosde los desaparecidos, a la labor de investigación). Las de tipo partidario, comola Asamblea Permanente de Derechos Humanos que realiza tareas de articula-ción multipartidaria o la Liga de los Derecchos Humanos. De tipo asistencial,como el Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos. Las de tipo jurídicocomo el Centro de Estudios Legales y Sociales, creado en 1980, que atiende laproblemática de las defensas legales de los casos individuales hasta la realiza-ción de propuestas de reformulación del sistema penal argentino y del con-junto del orden jurídico. Y las de tipo integral, como el Servicio de Paz y Jus-ticia, que ubica los DH en la dimensión más globalizante de la participaciónpopular, el análisis crítico del contexto sociopolítico de la represión y en laperspectiva Iatínoamerícana.wEsta división informal de tareas no impide el abordaje de cuestiones en con-

junto, evitando de esta forma 'la pérdida de visión de unidad, pero de todasformas genera cierta especialización que perrni te nuevos desarrollos de la pro-blemática de los DH en cada área. Son así múltiples y diversos canales de parti-cipación a la vez, con modalidades diferenciadas en tre sí. El esfuerzo del Servi-cio, por ejemplo, apunta actualmente a la creación de pequeñas estructuras,de comisiones de DH en distintos ámbitos de participación comunitaria: uni-versidades, organizaciones barriales, sindicatos y colegios secundarios.wLa Asamblea Permanente ha generado un seminario juvenil multipartidario

como polo de convergencia en la elaboración y discusión no solamente de la,cuestión específica de los DH sino del proceso de democratización en conjuntoy ha participado en el esfuerzo de creación de secretarías de DH en distintospartidos políticos (VCR, PDC, PI, PC entre otros). Cada una de las entidades hasido de esta manera un canal de participación según sus propias características,permitiendo que el MDH en conjunto, constituyese un frente con una fuerteidentidad, pero a la vez flexible, crecientemente imbricado en el campo social yarticulado en el movimiento popular.

conocen militancia formal ni capacidad jerarquizada de decisión. Pueden, sin embargo, enel curso de su fortalecimiento, desarrollar una mínima institucionalización y delegar la tomade decisiones en un comité, sin llegar a ser por ello una institución formal" (op. cit., p. 27).

14 Las entidades que conforman actualmente el MDH son: Madres de Plaza de Mayo;Abuelas de Plaza de Mayo; Comisión de Familiares de detenidos-desaparecidos; la AsambleaPermanente por los Derechos Humanos; la Liga Argentina por los Derechos del Hombre;el Centro de Estudios Legales y Sociales; el Movimiento Ecuménico por los Derechos Huma-nos y el Servicio de paz y Justicia en América Latina.

15 Es significativo, como cambio profundo en los patrones de participación, que sean estascomisiones de DH en las universidades las que hayan tenido la mayor fuerza movilízatoria,aún más que los centros de estudiantes, y que este tema sea el más convocante para el mo-vimiento estudiantil.

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La mayoría de las entidades se caracterizan internamente por modos de re-clutamiento completamente informales; la incorporación a las mismas es bási-camente, fáctica, careciendo muchos de sus integrantes de participación políticaprevia. De hecho, los participantes lo 'Son en tanto realizan actividades concre_tas, sin que la pertenencia se defina en términos distintos a la decisión personalde colaborar con el mo:vi.mie~,to, en las conv~catorias.', movi.liza~i~nes o meetings.Prevalece en esta particrpacron una fuerte mtegracion psicológica, de solidari_dad y homogeneidad, características de la participación de movimiento, Comoopuesta a la político-institucional, en donde los aspectos decisionales tienenun rango secundario y en la que imperan modalidades no orientadas utilirs,riamente en términos de cargos o poder.v"

nr.I. ]\70 violencia activa

El MDH presenta formas de lucha que lo distinguen de las estructuras de par-ticipación preexistentes en la Argentina, definidas en alguna medida por ha-berse situado desde su origen en un espacio radicalmente ajeno al de la le-galidad establecida por el régimen y la previa de tipo institucional. Al noconstituir una opción de poder en términos tradicionales. y erigirse desde sumismo nacimiento en una relación "negativa con el poder", las formas de lu-cha y de organización estarán desprovistas del desarrollo funcional usual quetiende a establecer crecientes diferenciaciones internas y jerárquicas, para des-envolverse constantemente en los marcos del área de solidaridad resultantede los objetivos del MDH.

Cuando el MDH en su proceso de maduración y crecimiento se aleje del cam-po de la política puramente defensiva y reactiva, para gravitar sobre la trans-formación de los valores constituyentes del orden político, conservará en loesencial esas características altamente igualitarias y por tanto participativas quele permitirán ampliar su problemática y constituirse en un punto de convergen-cia de la oposición al régimen. Ello se hará sin perder autonomía ni redefinirsus demandas en términos de divergencia entre "dirigentes" y "bases".A 10 largo de los años de gestación y desarrollo del movimiento, las carac-

terísticas del aparato represivo hicieron que sólo con grandes esfuerzos fueraposible reunir información sobre los hechos y que resultará aún más difícilconcretar ayudas que mejoraran la situación de las víctimas directas. El gruesode las actividades del MDH estuvo orientado a reducir el espacio del régimen enla sociedad civil y política en los planos nacional e internacional, mediante lamovilización, la petición, recolección de firmas solicitadas, realización de ac-tos y asambleas en muy diversos ámbitos (iglesias, universidades, sindicatos,etc.). El reclutamiento de apoyo, proveniente básicamente de sectores medios,estudiantiles y la solidaridad internacional realizarán actividades orientadastodas a la denuncia en términos de interpelación a la opinión pública y a sus

16 Sobre las diferentes lógicas que distinguen la participación de movimiento de la poli-tico-institucional, véase Mauricio Cotta, "Tl concetto di participazione politica: Linee di uninquadramíento teórico", en Política Irüernazionale, Ménsile dell'Palmo, 1983.

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1-

EL MOVIMIENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS EN ARGENTINA 419

distintos canales de expresión que al régimen en sí mismo. Un paso más encuanto a la cualidad política de la acción llevada a cabo.Las formas, de lucha del MDH comenzaron a constituir así un nuevo estilo

en la política nacional, cuyas notas constitutivas son la no violencia activa, laresistencia radical, ejemplo de que es posible unir la intransigencia sin la ape-lación a la violencia, el carácter abierto y público de sus actores y el énfasisen la conciencia personal y comunitaria. La no violencia activa, que rescata latradición del 'movimiento de derechos civiles de los Estados Unidos, no sola-mente como única forma eficaz de oposición en un contexto extremadamenterepresi vo, sino también como la única compatible con los valores y conteni-dos ideológicos del movimiento, que percibe el carácter opresor de cualquierforma de violencia.t? La resistencia radical se traduce en actos de recupera-ción personal de potestades, desde un plano básico que cuestiona no sólo lalegalidad del régimen sino parte de la legalidad preexistente, como la negativade algunos padres integrantes del movimiento a autorizar la presentación de

, sus hijos al servicio militar obligatorio. Las huelgas de hambre y otros actosde resistencia se manifiestan en el énfasis en el compromiso personal como formade participación. La transparencia de sus acciones deriva no sólo de las modali-dales abiertas e igualitarias de acción política sino de la necesidad de neutralizar,frente a la opinión pública, los intentos deslegitimadores del régimen.La inexistencia de jerarquías formales se complementa con liderazgos natu-

rales de gran peso en las distintas entidades y en el conjunto de la sociedad,y especialmente en la capacidad de convocatoria e interpelación y la fuerzamoral que, éstos detentan con sus específicos carismas: el "ghandiano" de PérezEsquivel, el de "defensor del pueblo" u Ombudmen de Angusto Con te, y elde "madres coraje" de Hebe de Bonafini y de las más activas militantes de lasMadres.

lII.2. Espacio de convergencza

El l\IDH constituyó en la etapa de transición un espacio de confluencia de in-tegrantes de distintas fuerzas sociales, culturales, políticas y religiosas, que ar-ticulaban informal pero no ineficazmente al movimiento con las distintas fuer-zas. Las tensiones y los resultados dispares de estos vínculos, pese a su comple-jidad y en algunos casos conflictividad, señala la vitalidad democratizadora delMDH, la capacidad para unir, vincular en un mismo espacio de participacióna militantes y activistas de distintas vertientes políticas y religiosas, lo quetiende a elevar el grado de cultura política democrática de una sociedad quese ha caracterizado por su alto grado de facciosidad, fortaleciendo de este modo

17 "Los medios deben ser coherentes con el fin, el amor al prójimo debe expresarse enmedios de lucha no violenta, la no violencia activa representa un conjunto de actos de rup-tura con toda dominación, con toda injusticia, con toda violencia ... ", en "¿Qué es el Ser-vicio Paz y Justicia en América Latina? -Fundamentos y objetivos-", Servicio de Informa-ción, año 1I, núm. 5, sept. de 1982.

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el mutuo conocimiento, indispensable para compartir un sistema no autorita.rio de procesamiento de los conflíctos.w

A diferencia de la forma partidaria, que en sí misma tiende a mantener ypromover las diferencias sobre la base de fuertes tradiciones históricas e ideo-lógicas, esta nueva forma de participación corta transversalmente el espectropolítico convocando e interpelando a los más diversos sectores y uniéndolos entorno de reivindicaciones básicas. Como señala Claudio Orrego Vicuña:

l¡II

La problemática de los derechos humanos es un asunto que va más allá de las ten-dencias partidarias e ideológicas, que corta a través las tradicionales divisiones en elespectro político latinoamericano. La lucha de estos 15 años ha impulsado a la gentede muy diversas filiaciones políticas e ideológicas, que ha aprendido a cooperar yevitar que sea un monopolio de una sola tendencia o credo. La experiencia ha de-mostrado que las víctimas de las violaciones a los derechos humanos cubren todo elespectro político ya que sus violadores pueden venir tanto de un extremo como delotro del espectro político.19

De esta forma el movimiento ha tendido a hacerse cargo en mayor medida quelas fuerzas preexistentes (partidarias, sindicales) de aspectos importantes de lasexperiencias y cambios producidos en la cultura política del campo popularde estos años, acercando y estimulando el replanteo de contenidos ideológicos,valores y. percepciones políticas en una perspectiva más compatible con la COllS-

titución de un orden político democrático y a la vez transformador, convir-tiéndose en un ámbito de reflexión y de debate de nuevas cuestiones que, enalgunas circunstancias, el clima partidario de compromisos y más rígido, impi-de considerar.w

IV. CONTENIDOS IDEOLÓGICOS

Desde el punto de vista de la constitución de su identidad ideológica, el MDH

incorpora, sin uniformar, diversas tradiciones que continúan. siendo el sus-

18 Esta potencialidad democrática de los movimientos sociales pal-ece tener una correlacióndirecta con su capacidad de enlace, vinculación y alianza con otras fuerzas sociales. Al res-pecto dicen Pitk.in y Shumer: "Los movimientos democráticos devienen más fuertes y poten-cialmente más radicales en función de su diversidad, de su capacidad para vincularse conotros grupos: cuando trabajadores se unen con campesinos, ecologistas antínucleares con tra-bajadores de plantas nucleares y desempleados, activistas de derechos civiles se unen contrabajadores de cuello azul y feministas, no solamente adquieren nuevos miembros y aliados,sino que crecen políticamente y en eficacia" (Hanna Pitkin y Sara M. Shurner, Ori Par-ticipation, núm. 4, 1982, p. 50). La trad. es nuestra.

19 Claudio Orrego Vicuña. "Basic human rights and political development; 15 years ofexperíencíes in Latin América", Wilson Center, Washington, 1982. p. 34. La trad. es nuestra.

20 Es significativo en ese sentido que el debate politico acerca del movimiento nacionalhaya sido tomado desde el MDH, .con. la participación de activistas y dirigentes de los distin-tos partidos populares, véase Paz y Justicia, afio 1, núm. 3, Buenos Aires, 1983.

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EL MOVIMIENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS EN ARGENTINA 421

rento conceptual de sus integrantes en el ámbito común de las reivindicacionesdel movimiento. Sin embargo, si consideramos dicha actividad en términos delos contenidos predominantes en su apelación a la sociedad civil y política,podríamos distinguir una evolución coincidente con su desarrollo histórico.

lV.l. Ética y política

La primera etapa es el correlato de la situación inicial reactiva, de política"defensiva" y su posterior replanteo en términos de defensa del derecho a lavida: "nuestra lucha no es por una ideología sino por la vida", dirá la presi-denta de las Madres, Hebe de Bonafini, afirmando un planteo humanista decarácter radical. Esta respuesta sustentada enfáticamente en el plano de larecuperación de las garantías individuales básicas, tiene un alcance ideológicolimitado; se cuestiona la represión, el avasallamiento de los DH en sí mismosin interrogarse por -las condiciones políticas y los intereses que hacen posibleo requieren tal avasallamiento. Esta respuesta tendrá, sin embargo, la origina-lidad de integrar en el mismo plano ideológico, con fuerza inusitada, un ele-mento ético que continuará vigorosamente instalado en la evolución ulterior,abarcando no sólo un cuestionamiento al proyecto autoritario en su conjunto,-a las políticas que intentaron refundar la sociedad sobre la base de la exclu-sión y dominación permanentes de los sectores populares, sino también unavaloración creciente de la democracia como condición necesaria para el man-tenimiento de las garantías individuales básicas.La originalidad es que en el MDH aparezcan definiciones sobre la democra-

cia, incluso más claras que en los propios partidos. Aparece aquí valorada ensí misma, como elemento constitutivo de la transformación. Esta percepciónsustancial de la democracia revisa profundamente los contenidos ideológicos,objetivos y los medios de la transformación social y reconoce raíces éticas, re-lacionadas en gran medida con las respuestas iniciales del movimiento almasivo desconocimiento de los DH por el régimen autoritario.

iv.Z, La dimensión social

En una segunda etapa, la definición más amplia del derecho a la vida comoafectado gravemente no sólo por la violación de las garantías básicas (ausen-cia del Estado de derecho) sino también por el conjunto de políticas que de-terioran las condiciones de vida de los sectores populares, se estructurará másnítidamente.Los contenidos de la apelación a la sociedad por parte del MDH se diferen-

cian tanto de los típicamente sectorialistas, que expresan reivindicaciones depoder, sector o clase social, como de los específicamente partidarios, y por lotanto no necesitan ni recubrírse de referencias al interés general como losprimeros, ni diferenciarse de las distintas percepciones políticas del bien común.Estos contenidos expresan aquí la diversidad del movimiento popular; es este

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.,

rasgo el que le permite constituirse en ámbito de convergencia y articulacióngravitante en la problemática de construcción de la democracia, contribuyen_do al replanteo de la concepción del poder y los estilos políticos congruentescon la misma. Al señalar la predominancia de valores éticos sobre concepcio_nes de la polí tica basadas en las relaciones de fuerza y en expresiones del deno_minado "realismo político", cuestiona las formas de hacer política basadas enla coacción y la manipulación y conjuntamente, aquellas racionalizaciones quelas rodean. De esta forma, también se enfatiza el problema del control delpoder" tanto en su aspecto institucional y jurídico, como en el de la retencióndel mismo en el ámbito de la sociedad civil frente al Estado, asegurando espa-cios autónomos de par ticipación.e-

Todo ello supone un cambio de importancia en relación con los patronesde participación política dominante hasta 1976, no sólo en contenidos sinotambién en procedimientos, en relación con la concepción de la política en laque el compromiso con el individuo quedaba relativizado en función de losfines globales perseguidos, la conquista del poder como objetivo supremo y laausencia de cuestionamiento sobre los medios implementados para el logro delmismo.s- Esta congruencia entre fines y medios, nacida de la reivindicacióndel derecho a la vida, incrementa el grado de solidaridad y compromiso conel individuo en la acción política. De esta forma el MDH contribuye a la incor-poración de elementos decisivos en la cultura política de la población, al "sen-tido común", independientemente de las ideologías sustentadas, comenzando"de este modo a significar restricciones serias al poder, no sólo al del régimenautoritario, sino a 'cualquier gobierno y al uso discrecional del poder.23

V. ARTICULACIÓN DE FUERZAS POLÍTICAS Y OPOSICIÓN

La ruptura del aislamiento inicial del movimiento, como se señalara, se harámás visible a partir del otorgamiento del premio Nobel a Pérez Esquivel, acon-tecimiento que acelerará el develamiento de la cuestión frente a la opiniónpública interna y reducirá las posibilidades de impunidad del régimen frenteal accionar del MDH. Pero las articulaciones directas con los partidos se produ-cirán, en mayor medida, con activistas y dirigentes de las fracciones internas

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21 Esta pretensión de autonomía es precisamente una de las características de estas for-mas de participación que surgen en el Cono Sur de América Latina, véase A. Flisfish, op.cit., pp. 21-22.

22 Esta concepción ideológica cundió fuertemente en sectores medios y profesionales en laoleada participativa iniciada a fines de la década de los sesenta, como lo demuestra GuillermoO'Donnell en su trabajo El Estado burocrático autoritario" Buenos Aires, Ed. de Belgrano.1982. pp. 463-465.

23 "Por una parte -dice A. Flisfish- la idea de los derechos humanos alcanza una efecti-¡Vidad social importante. De parte de los grupos dominados, hay una recepción de la visión/ de determinados derechos cívicos, válidos en cualquier circunstancia que corresponden a/' cualquier persona por el solo hecho de existir [... ] la difusión de esta visión ha sido con! una alta probabilidad, sumamente masiva, hasta integrar el sentido común popular" (op.

/ 'cit., p. 20).

/

-,'.

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opositoras en el inte;i~r de lo~ grandes partidos que con las. cúpulas de loslllismos.24 Con estas ú ltimas, asr como con las otras fuerzas sociales, las relacio-nes son más bien protocolares. Esta situación se explica porque pese a su des-gaste, era toda~ía d~terminante la cap~~idad ~el régimen, de modo que cual-quier contacto implrcaba una transgresión punible.La situación cambiará sustancialmente sólo al comenzar la transición, en la

que se reducirá en fo:ma drástica l~ capac~dad del rég~~en de ~elim~~ar es~e

t ámbito de lo legal e Ilegal. De aquI en mas se producirá la articulación mas. rica en perspectivas entre el MDH y los distintos partidos, Esta nueva relaciónno dejará de ser contradictoria, fructífera, pero a la vez inevitablemente con-flictiva, tanto para el MDH como para los protagonistas centrales de la transi-

.. ción. Como señala Guillermo O'Donnell, la transmisión conduce a una am-pliación rápida de l~ .arena políti,ca, que desde los estrechos ámbitos inicia~esdominados por el regrmen se extiende hasta abarcar completamente la SOCIe-dad civil: " ... los primeros pasos en la liberación son también el comienzo,más veloz que aquélla, de la resurrección, repolitizándose intensamente la so-ciedad".25Pero esta politizada resurrección plantea un serio problema, a saber, los

actores políticos que toman parte de la transición "cómo se ligan con esa in-mensa arena de la política qu~ pasa a ser la sociedad civil", ya que la resurrec-ción de ésta se manifiesta en la "eclosión de innumerables demandas posterga-das". Este marco pondrá en evidencia el carácter necesario y a la vez complejode la articulación entre el MDH y las fuerzas políticas. Por un lado, el movi-miento irrumpe en las arenas políticas no s610 con la rapidez derivada de suactividad constante en los años de ilegalidad, sino también con el carácter enprincipio no negociable de sus demandas. Este carácter requiere imprescindi-blemente que el MDH conserve su autonomía e identidad, de modo de evitarque las fuerzas políticas a lo largo del complicado proceso de transición, lasreformulen en términos no apropiados. Por otro lado, el movimiento no puedeevitar articularse con las fuerzas partidarias, ya que éstas, iniciada la apertura,se constituyen en el ineludible canal para que las reivindicaciones y los obje-tivos que alientan sean incorporados en la institucionalización democrática.Desde el punto de vista de las fuerzas políticas, las demandas del MDH, que

interpelan aspectos decisivos de ·la conformación del. poder social, judicial ymilitar -en el conetexto particularmente grave de las consecuencias de la "gue-rra sucia" - son a la vez de difícil agregación e incorporación en sus propiosproyectos. Las fuerzas políticas del campo popular se encontrarán en la nece-sidad de transitar por el estrecho margen que resta entre la agregación lisa yllana de las demandas e intereses del MDH, en los términos que este último re-clama, o la" reducción del problema a los términos que el régimen militarplantea.La salida de este margen estrecho conduce en ambas alternativas a situacio-

24 Esta vinculación se concreta especialmente a través de la Asamblea Permanente de losDerechos Humanos. El entonces líder de la corriente opositora a la conducción del radicalismo,Raúl Alfonsín, era ce-presidente de la misma.

25 Guillermo O'Donnell, "Notas ... ", op. cit.

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1 "

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nes que conspiran contra el proceso de democratización. Es la primera, por lareacción de los sectores más duros del régimen, que podrían forzar la inte-rrupción del proceso, o bien porque se habrían asumido compromisos de unalcance que atentaría posteriormente contra la estabilidad del régimen demo-crático. En la segunda, porque frente a la masiva violación' de los DH perpe-trada por el régimen, su negociación o débil integración no sólo generaría COn-flictos con los sectores más movilizados por esas demandas básicas, sino que"legitimaría" a los responsables y ejecutores de la represión con catastróficasconsecuencias pos teriores.Por ello esta relación, conflictiva y necesaria a la vez, será distinta con los

principales partidos que con las agrupaciones menores y más ideológicas. Entrelos primeros, el proceso de transición también mostrará cómo se invertirá larelación cercanía-distancia al movimiento inicialmente lograda. Respecto delPartido }usticialista, hacia fines de 1979, en que se produce la visita de laCIDH, en el momento en que la relación entre el MDH y las fuerzas políticasera prácticamente inexistente, la única reacción de apoyo que se produciría enfavor de la causa del movimiento vendrá por parte de las autoridades naciona-les de este 'partido, que darán a conocer una declaración en términos inespe-radamen te duros para el régimen, en la medida que calificará esa represióncomo terrorismo de Estado. Pero ésta será, paradójicamente, la primera yúltima de las tomas de posición concretas por parte de este partido. En la me-dida que su aproximación al poder se vaya produciendo, también se irá ale-jando, paulatinamente, de un tema altamente irritante para sus interlocutoresmilitares. Particularmente evidente a partir de la hegemonía que logrará elsector sindical sobre el control del aparato partidario.

Con la Unión Cívica Radical ocurrirá exactamente a la inversa. En primerlugar se partirá de una situación de gran distancia, especialmente en torno alhecho básico de las desapariciones. Frente a la consigna de "aparición convida" como síntesis de las demandas del MDH, cobrarán significación negativalas declaraciones del líder radical, Ricardo Balbín en el sentido de que losdesaparecidos podían considerárselos como muertos.w Estas declaraciones seránpercibidas por el movimiento como una forma de allanar el camino a las fuer-zas armadas, de concertar el tema a sus espaldas. Pero será posteriormente estemismo partido, a partir del liderazgo que posteriormente alcanzará la oposi-ción interna, la que lo irá identificando rápidamente como uno de los máscercanos a las demandas del movimiento.Distinta también será su relación con los otros partidos, ya que no todas las

organizaciones del campo popular incorporarán la problemática de los DH dela misma forma. Resulta visible que el ajuste a los términos del MDH resultamayor cuando menos "pragmático" y a la vez más "ideológico" y por tantomás lejano del poder sea el partido. Pero la relación con los partidos pequeñose "ideológicos" no será, sin embargo, necesariamente armónica. Especialmentelas Madres de Plaza de Mayo harán notar su preocupación por lo que consi-

26 Declaraciones formuladas en Madrid en mayo de 1980. No puede olvidarse que en sep-tiembre de 1979 se había promulgado la ley de presunción de fallecimiento, con la que elgobierno se propuso declarar muertos a los desaparecidos para terminar con el problema.

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derarán manipulaciones que intentarán desvirtuar el carácter radicalmente.ético de sus demandas, el intento de "par tidizarlas" por parte de algunas agru-paciones que comparten las movilizaciones del MDH. En ello se hará evidente elesfuerzo por la conservación de la autonomía del mismo sobre todo en lasmarchas. A medida que se acercaba el hecho comicial, fue más frecuente laconcurrencia de agrupaciones con sus propias consignas partidarias, ocasiónen que las Madres impondrán a duras penas el a-partidismo a los militantesen su lucha de consignas.No obstante, aprobada la ley. de amnistía, entidades del MDH manifestarán

que las fuerzas políticas, igual que las sindicales y la Iglesia católica, no hicie-ron lo suficiente para evitarla, al no movilizarse intensamente en contra de lamisma.27 Al mismo tiempo, luego de las elecciones generales del 30 de octu-bre de 1983 se pondrán de manifiesto las diferencias entre el MDH y el partidotriunfante en relación con la conformación o no de comisiones investigadorassobre las DH en el Congreso. Todo esto definirá la relación con las fuerzas po-líticas en términos de una mutua y a veces claramente explicitada incomodi-dad, expresada con frecuencia en acusaciones recíprocas de "instrumentación".Por su parte, el MDH impondrá un estilo de "carta abierta" con la intenciónde comprometer a los partidos frente a la opinión pública en general y a suspropias bases electorales.Pese a este campo irresuelto de tensiones, la lucha y el esfuerzo del l\IDH se

traducirá, en el seno de los partidos políticos, en un visible incremento de con-tenidos relacionados con los DH, en el discurso público y en las consignas"vote por la vida", "hay que cambiar la vida", etc. En la incorporación depropuestas precisas en los programas y plataformas que enfatizan la cuestióny en la constitución de organismos internos especializados en el tema. Si bienes cierto que todo ello da cuenta de las demandas surgidas de la opinión pú-blica en general, evidencia también la capacidad adquirida por el el MDH paragenerar hechos políticos significativos, interpelaciones insoslayables y la posi-bilidad de deslegitimar en el curso de la batalla electoral, provocando realiriea-mientos de algunos sectores de la opinión pública de acuerdo con las definicio-nes que los distintos partidos realicen sobre el tema.Por ello, pese a su conflictividad, durante la transición resultará perceptible

la existencia de una coalición, no .formalizada, frente al régimen, entre elMDH y el conjunto de' fuerzas politicas y sociales' del campo 'popular.s"En esta dialéctica entre el movimiento' social y los partidos, donde uno su-

27 Adolfo Pérez Esquivel señaló que "[ ... ] a los partidos politicos les falta fuerza y cla-ridad para tratar el tema de los desaparecidos. Lamentablemente 10 consideran como un as-pecto más de su programa y nosotros creemos que es el eje central. Porque se trata de ladefensa de la vida y de la estabilidad del próximo gobierno democrático" (Clarín, 22 de sep-tiembre de 1983).

28 Como señala Claudio Orrego Vicuña, refiriéndose a esta problemática: "Evidencias im-portantes sugieren que sobre la base de los derechos humanos puede crearse una poderosacoalición incluyendo iglesias, grupos políticos de derecha, centro e izquierda y organizacio-nes intelectuales, culturales, económicas y sociales. Esta coalición política puede contribuirdecisivamente a la creación de un nuevo consenso politico en cada país y a la estabilidadpolítica y desarrollo de la región" (op. cit., p. 34). .

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Ire el peligro de la "partidización" y la pérdida de autonomía, el otro, 'a causade su respuesta. a estas demandas, la erosion de lealtades. En este sentido quizáuna de las consecuencias más novedosas e interesantes del MDH en la Argenu.na sea la fuerte erosión del sistema de lealtades preexistentes que ha originado.Este hecho, que tendrá probablemente ricas consecuencias para la cultura polí-tica nacional, se verifica en el de las lealtades de los individuos con las oraa_onizaciones que estructuran la participación política y social, especialmente lospartidos políticos. Las elecciones generales del 3'0 de octubre -en las que exis-tían fuertes presiones sobre cada elector para optar por uno de los dos grandespartidos=-w demostrarán que los sectores que acompañaron más activamente elMDH desconocieron en parte antiguas lealtades políticas dando mayor peso ensu decisión electoral a la cuestión de los DH.sO En esta perspectiva todo pareceindicar que en el difícil contexto de una democracia que tendrá que satisfacerun cúmulo de demandas conflictivas, el MDH tenderá en el futuro a cOInpetircon los partidos políticos en el reclutamiento de activistas, especialmente en loque hace a los sectores sociales medios. Militantes interesados en desarrollar suactividad en el movimiento en vez de hacerlo en los partidos políticos, mani-fiestan que: "encuentran en la tarea por la defensa de los DH y todo lo quede ello se deriva, una divisa más clara que la que hoy ofrecen en general lasagrupaciones políticas.y sociales" .Sl

v.I. Con los sindicatos

La relación del MDH con el sindicalismo seguirá una evolución no muy distintaa la mantenida con el 'Partido ]usticialista. Ésta será prácticamente nula hasta1980, cuando con motivo del nombramiento del premio Nobel se reahzaránalgunos contactos entre el Servicio y la "Comisión de los 25", el ala más comba-tiva del movimiento obrero y que constituirá el eje de la confrontación de laCGT opositora al gobiemo. No obstante, estos contactos no terminarán consoli-dándose, salvo en las vinculaciones con los sectores más nuevos de la dirigenciay cuadros intermedios, pues los núcleos proclives a tratar la cuestión en formaaproximada a los términos del régimen hegemonizarán las estructuras dirigen-ciales del sindicalismo y finalmente también del partido. En este sentido esvisible que, a diferencia de lo ocurrido con los partidos políticos, el gobiernopudo determinar en los ámbitos sindicales por mucho más tiempo un campode legalidad por el establecido, a partir de una mayor capacidad de injeren-cia e intervención en el proceso reorganizativo derivado de la cercanía institu-cional entre los sindicatos y el Estado. Es decir, esta distancia con el MDH irá

29 Entre ambos partidos obtendrían el 92% de los votos para sus fórmulas presidenciales.30 Así, mientras la fórmula presidencial del Partido Demócrata Cristiano obtuvo sólo 7000

votos en la Capital Federal, el candidato a diputado por ese mismo partido, Augusto Conte,militante del MDH y que realizara su campaña con la consigna "Derechos Humanos al Parla-mento", obtuvo diez veces más. De hecho la fracción "Humanismo y Liberación" de ese par-tido obtuvo esta diputación encerrando una fuerte tendencia a convertirse en un "partido dederechos humanos".

31 Comentario de Augusto Conte, revista El Porteño, Buenos Aires, julio de 1983, p. 15,

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aumentando en la medida que en el proceso interno del partido, el ala sindi-cil más burocrática, vaya hegemonizando las organizaciones y el propio aparatopartidario.Si se tiene en cuenta que cerca de la mitad de las víctimas directas de la re-

presión fueron trabajadores o dirigentes de base, resulta claro que la escasaparticipación del sindicalismo en la lucha del MDH reflejará la traba de sudirigencia más dinámica por una dirigencia sindical con un al to grado de re-lación con el régimen militar. Por otra parte, en algunos ámbitos sindicales,el intento de vincular la reivindicación de los DH en los términos del discursomilitar -es decir, como una reivindicación de la subversión- mantendrá lamisma tónica de las relaciones del movimiento obrero que predominarían fi-nalmente en el partido, a pesar de los esfuerzos aislados de dirigentes que in-tentaron modificar el curso de la misma.s>

v.2. Con la Iglesia

Con relación a la Iglesia la articulación no será menos compleja y en algunamedida pueden distinguirse tres niveles por sus diferencias en el tratamientodel tema y sus vínculos con el movimiento: la Iglesia católica como actor de lasociedad internacional, especialmente en el ámbito latinoamericano, contribui-rá a la crítica de la ideología de la seguridad nacional (DSN) , uno de los sus-tentos de los estados represivos instaurados en el Cono Sur, a través de losdocumentos de Puebla y trabajos de elaboración conceptual que brindaronelementos de respuesta desde el propio campo religioso.33 De la misma manera,las jerarquías de otros países del Cono Sur y en particular la brasileña, brin-darán amplio apoyo y divulgación sobre la problemática de los desaparecidos enla Argentina.La referencia directa a la cuestión de los desaparecidos realizada por el Papa

en 1979 ayudará a mejorar la situación del MDH frente a la represión. No obs-tante, en un segundo nivel, el interno, todo ello contrastará con la posiciónadoptada por la jerarquía de la Iglesia argentina. En este plano resultará muyvisible el predominio de puntos de vista tendientes a desconocer la cuestión odefinirlas en términos. más cercanos al -régimen militar que, por ejemplo, la delos partidos políticos. Propiciar' una· "ley del olvido" o restarle importancia alterna, serán algunas de las actitudes de sus máximos representantes.

32 El punto más conflictivo de esta situación de tensión entre el movimiento obrero conlegítimas reivindicaciones en el campo. de los DH -y una estrategia política a negar esta reivin-dicación en función de la cercanía con el gobierno militar, se reflejará en el incidente ocu-rrido durante la visita de un grupo de madres a la sede de la CGT (RA), donde éstas resulta-ron agredidas. A pesar de que ese sector no era el más cercano al régimen, refleja la dificultadpara constituir un campo de definiciones en forma suficientemente autónoma de la presióngubernamental y de los dirigentes cooptados por la misma.

3S En ese. sentido son importantes los articulo s del sacerdote Joseph Comblin: "Los con-ceptos básicos de la ideología de la seguridad nacional" y "La seguridad nacional" aparecidosen la revista Mensaje, Stgo., marzo-abril de 1976. Otro apoyo importante de la Iglesia "exte-rior" provendrá del Consejo Mundial de Iglesias.

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En este nivel, sin embargo, se destaca en abierta contraposición con lasposiciones predominantes en el alto clero, el apoyo firme de un grupo minori_cario de. obispos al MDH, participando activamente en sus movilizaciones, fir-mando declaraciones y otorgando urí fuerte respaldo moral al mismo, en par-ticular porque estos mismos obispos estaban identificados por sus posicionesprogresistas en otras temáticas, pastorales y 'sociales. Este grupo contribuyó-junto con dirigentes de otras Iglesias- a modificar en parte los puntos devista y las posiciones públicas de la jerarquía y también a definir la demandadel MDH desde una perspectiva más abarcadora y con gran poder de apelacióna la opinión pública argentina.wPor otra parte, la participación del clero de base y de grupos de laicos, aun-

que reducida, se trasuntará en varias actitudes significativas, por el apoyo dadopor algunas de sus entidades al facilitar iglesias o sacristías a las madres y elasumir desde una perspectiva explícitamente cristiana la lucha por los DR,como en el caso del Servicio de Paz y Justicia en América Latina. En repetidasocasiones, la afirmación de esta perspectiva cristiana debió realizarse poniendode manifiesto la incongruencia entre esos valores y la conducta concreta de lasjerarquías. Esto significará que también el clivaje de los DH comenzará a inter-venir con importancia dentro del debate mismo del movimiento de Iglesia.

v.3. Régimen autoritario y oposición

La definición inicial del régimen en relación con las demandas del MDH seráde negación absoluta del tema, incluso manifestando despreocupación por bus-car referentes de legitimidad que mínimamente fueran más allá de los conte-nidos de la ideología de la seguridad nacional, que solamente podían pro-veerle bases de apoyo extremadamente reducidas; esto es, los sectores civilesdispuestos a justificar y acompañar abiertamente la represión, sus objetivos ymetodologías en los términos del propio régimen. Esta primera etapa, será asíde desconocimiento y negación de la existencia del tema.

Durante esta etapa, en To que hace al campo de la sociedad civil, el régi-Inen se sustentará, más allá del terror impuesto por la situación de dictadura,en el débil pero eficaz consenso proporcionado por los sectores dominantes yInedias, que atemorizados por el "desorden populista" y el terrorismo que enrealidad ya había sido militarmente descolocado antes de marzo de 1976, apro-baron la intervención militar. No obstante, la posibilidad de refundación socialen términos de los con tenidos de la seguridad nacional y su convergencia conel proyecto neoliberal, se encontrará en Argentina con un callejón sin salidaya que nunca logrará afirmarse en extensos sectores de la sociedad, como síen cambio pudo hacerlo en otras del Cono Sur. En este contexto, en la pugnaentre el MDH y el régimen lo que estará en juego en esta etapa será básicamenteque el mismo se viese forzado a aceptar en forma pública los hechos porél producidos: decenas de miles de desapariciones, lo cual resultaría inaceptable

34 Carta al obispo de Viedma de Río Negro, Miguel E. Hesayne a la Conferencia Episco-pal Argentina, diciembre de 1979.

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para la inmensa mayoría de las variadas expresiones de la sociedad -civil y polí-úca y aun de buena parte de las bases que habían sido su apoyo. _Esta primera etapa será superada cuando las bases de sustentación del régi-

men, aun desde el campo del liberalismo economicista, comiencen a cuestio-nar este plano del accionar estatal en plena crisis de la coalición gobernante,durante el interregno del general Viola, el que procuraba una salida en térmi-nos diferentes a los inicialmente preconizados por la "filosofía del proceso" .35

Esto dará lugar a la segunda etapa, a una nueva situación de reconocimien-to de la existencia de los desaparecidos, y especialmente luego de revelado en laAl"gentina el informe de la CIDH, pero ahora las fuerzas armadas consolidaránsu frente interno señalando la no revisión de las acciones llevadas a cabo con-rra el terrorismo. Estas declaraciones irán unidas a invocaciones sobre el triunfomilitar, el "ejército victorioso" al cual no pueden pedírsele cuentas, etc. Pero aesta altura, el régimen no podrá evitar ya remitir el tema a las arenas de lasociedad civil, a que el mismo formase parte del discurso en términos de apoyoexplícito a la "guerra sucia", so pena de inmovilizarse y perder definitivamen-te sus posibilidades de estructurar un proceso de apertura gradual en que noestuviera cuestionado su papel tutelar y basado en un sólido apoyo civil ex-presado en una fuerza política constituida a su imagen y semejanza. Los acon-tecimientos demostrarían este objetivo como totalmente ilusorio, pero no porello menos necesario como intento por parte de éste, ya que el destino de losregímenes autoritarios del Cono Sur se juega en el éxito o fracaso en lograruna transición controlada.En un principio esta intención del gobierno militar se buscó a través del

"diálogo político" con los dirigentes partidarios. La respuesta del MDH apun-tará entonces a poner de manifiesto la falsedad de este camino, obteniendoapoyos explícitos a sus demandas. Acotando el espacio en el diálogo oficial,ninguna fuerza política con pretensiones de representación aceptará comprome-terse en los términos oficiales para la resolución de la cuestión.El tercer estadio traspasará la negación del problema y el de la admisión

de que "sólo la historia" podría juzgar este período de la vida nacional, a otrapuramente defensiva: la .promulgacion de la ley _de amnistía. En el marco dela evolución' posterior, la intransigencia del MDH será uno de los factores queexplicarán la inexistencia, a diferencia de otros procesos de transición en Amé-rica Latina, de una distinción en el interior de las fuerzas armadas entre "du-ros" y "blandos". El accionar del MDH reconstituirá permanentemente la uni-dad interna militar, amenazada por mil cuestiones, pero dentro del espíritude cuerpo que la debilitará y volverá más rígida para afrontar los dilemas dela transición. Una de las principales consecuencias de este hecho es que deter-minará una transición no concertada.P"

35 Aunque no sin excepciones que deban tomarse en cuenta como las posiciones sostenidasentonces por Ios grandes intereses agrarios (Sociedad Rural Argentina, CARBAP); industria-les (ACIEL, UIA) o financieros (ADEBA), y del Colegio de Abogados de Buenos Aires de apoyoal régimen.

36 La destrucción por palote del régimen autoritario de dos etapas de conquistas históricas,

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Por otra parte, como consecuencia inesperada de la identificación rigurosa. del régimen con el Estado y de éste con la nación, en la que se busca encua_drar al conjunto de la sociedad dentro de la perspectiva de la DSN, el movi-miento provocará una fuerte erosión de lealtad al Estado-nacional. Lo que sipor un lado no hace más que poner de manifiesto el punto crítico en que elsistema de naciones-Estados se encuentra hoy en América Latina, por otro nodeja de ser una paradójica consecuencia de la puesta en práctica de la ideo-logía de la DSN, con una definición de soberanía en términos decimonónicos,basada en la concepción de la misma como básicamente territorial.En efecto, esta tensión de la demanda de los derechos humanos expresada en

lo interno e internacional exigió de cada ciudadano una definición sobre Unconjunto de valores supuestamente inescindibles en los que la razón de Estado,como realización de la nación, expresada por el régimen autoritario, constituíael valor supremo. Junto a ello, el notorio aislamiento inicial del MDH en elpaís, la naturaleza común del problema en diversos países latinoamericanos vel carácter internacional de algunas entidades dedicadas al tema, la posibilidadconcreta de obtener apoyos y solidaridades en el exterior (Doctrina Carterde los DR, comisión de la OEA, interés .de gobiernos y partidos políticos euro-peos, la actividad de los exiliados, etc.), contribuirán a la generación, no sola-mente de una amplia y densa red de solidaridades entre individuos y organiza-ciones que atraviesan transversalmente las fronteras nacionales, sino también alcuestionamiento rotundo del orden de prioridades tradicional, en el que sedeter ioraron visiblemente, en los sectores de la opinión pública más sensibili-zada por el avasallamiento de los DH, las nociones convencionales de "no inter-vención en los asuntos internos", la creencia básica de que ningún conflictopuede justificar la búsqueda de solidaridades fuera de la nación.e? Se quiebraasí la asignación excluyendo al gobierno nacional de las competencias en el

la democracia política y los derechos sociales a lo largo de 70 años, en función de la liber-tad individual y la seguridad nacional fue una regresión histórica, en donde la defensa de losDH mostraba la interrelación de esta involución. Como dice Manuel A. Garretón: "Esta diso- ,o.ciación significó una regresión histórica donde la defensa de los DH tuvo que asumir tambiénprioridades y los derechos elementales de la vida y la integridad física adquirieron primacíaen esta lucha. Pero esa misma lucha fue mostrando la interrelación entre todos los DH: lareivindicación por uno de -ellos es siempre la reivindicación de un orden social que loshacía posible. Éste implica no sólo reafirmar el carácter sistemático de los DH; implica tam-bién afirmar contra las ideologías predominantes en el régimen militar, la prioridad instru-mental de los derechos políticos" ("Tensiones en América Latina"), FLACSO, preparado paJael XII Congreso de la Asociación Internacional de Ciencia Política, Río de Janeiro 9-14 deagosto. Sesión especial: Derechos humanos en tensión.. sr La gira realizada a principios de 1983 por las Madres de Plaza de Mayo tuvo por unode sus objetivos principales la obtención de apoyos en forma de presiones por parte de losgobiernos europeos (Liberation, 16 de febrero de 1983). Sobre la propuesta de formar unfrente en el interior y exterior de los países con detenidos-desaparecidos, véase "Los dere-chos humanos en América Latina", Bogotá, 1981, documentos de la reunión de la AsambleaLatinoamericana de DH 1980, pp. 244-245. Sobre la solidaridad con la reivindicación delmovimiento de parte de sociedades científicas internacionales, véase "Los derechos humanosy la cooperación científica", informe del seminario de la Asociación Americana para el avan-ce de la ciencia, Washington, 1982.

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plano internacional, situación que muy probablemente se proyecte de algunaforma sobre la futura institucionalización democrátíca.wLa tensión existente entre los valores tradicionales del nacionalismo parro-

quial -a los que con eficacia apeló el régimen militar para su defensa- y lajusticia de los reclamos y la búsqueda de apoyos internacionales fue una peque-ña batalla que tuvo lugar en la conciencia de miles de ciudadanos en los queel antiguo sistema de lealtades no siempre salió bien parado. Ello es especial-mente significativo en una cultura política como la argentina, donde la fuer-za del nacionalismo excluye en muchas ocasiones la consideración de los pro-blemas desde puntos de vista que trascienden los marcos estrechos del Estado-nación. En la medida en que la lucha por los OH pone crecientemente en evi-dencia las coincidencias en las formas represivas montadas por los regímenesautoritarios del Cono Sur, sus objetivos y sus sustratos ideológicos comunes,inscribe la acción política contestataria en una perspectiva más universal. Éstafavorece el establecimiento de solidaridades entre partidos y movimientos so-ciales en el plano latinoamericano y aun con sectores de la opinión públicay organizaciones de países desarrollados, generando líneas de comunicaciónque vinculan sectores sociales, culturales y políticos entre países desarrollados yen desarrollo que probablemente irán convergiendo en el futuro sobre contra-dicciones que afectan a ambos: la carrera armamentista en el norte, el sub-desarrollo y la violación de los OH en el SUr.39

VI. PERSPECTIVAS

v1.1: Ampliación de la democracia

La institucionalidad democrática encuentra al MOH en un momento de augey a la vez de transición profunda, y en cierta forma crítica, que no afecta dela misma forma a todos sus componentes. Tal es el caso de las agrupacionesde tipo familiar, que se enfrentan a la posibilidad de un definitivo devela-miento sobre las víctimas directas de la represión.Sin embargo, más allá de las demandas inmediatas del MDH y por las que

ha luchado durante estos años, éste se encuentra frente a otras perspectivasprotagónicas. Por una parte, uno de los desarrollos posibles es que el movi-miento comience a convertirse en un receptor de toda forma de injusticia quese produzca en la sociedad. Un canal sensible y receptivo a las denuncias deri-

38 Sobre esta erosión de lealtades, véase el trabajo de Marcos Kaplan, "Modelos mundia-les y participación social", en Participación y cambio social en la problemática contemporánea,Buenos Aires, Ed. Síap, 1975, p. 99 (sobre la grave crisis del Estado-nación territorial) ypp. 137-139 (sobre los actores y las tendencias en el proceso de transnacionalización).

39 Un ejemplo al respecto son las solicitudes aparecidas en diarios argentinos firmadas porciudadanos e instituciones de otros países que se solidarizaban con los reclamos al gobiernoargentino por los DH.

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vadas de situaciones de injusticia y desigualdad emergentes en distintos cam-'pos de la actividad social: desde "ollas populares", situaciones carcelarias inhu.manas, represión policial, etc. Esta posibilidad surge especialmente en la me-dida que la sensibilidad popular va descubriendo en el mismo esta virtualidady demandándola. Ello llevaría a una lenta pero concreta redefinición de susfines, un pasaje de la lucha por los detenidos-desaparecidos, a otra, por la ver-dad y la justicia en marcos no ideológicos.Al mismo tiempo el movimiento parece proyectarse en el largo plazo en la

lucha por el logro de redefiniciones profundas de la institucionalidad democrá_tica. Desde este punto de vista, las demandas del MDH, precisamente por el ho-rizonte de amplitud creciente en el que se han inscrito a lo largo de los añosde lucha, se constituyen en una demanda de democratización de toda formade poder, de hecho sustentada en la índole autogestionaria y autónoma de supropio poder político en el seno del movimiento popular.w

Esta redefinición de los derechos humanos como derechos de los pueblos, enlos que se agrupa un conjunto de derechos civiles, políticos, culturales, socia-les y económicos supera la óptica democrática-liberal para interrogarse porlas condiciones sociales y políticas que los hacen posible. En el contexto his-tórico concreto de los pueblos de América Latina asolados por los regímenesautoritarios, la democratización aparece necesariamente vinculada a la trans-formación social y al incremento de la participación popular. El MDH en-cuentra una perspectiva de continuidad como movimiento social en la luchapor la realización de tareas esenciales en el diseño de una democracia trans-formadora y participativa. En el esfuerzo por la incorporación a la concienciadel movimiento popular el conocimiento de que las masivas violaciones de losDH perpetradas por los regímenes autoritarios fueron parte inescindible de unintento profundo de modificación regresiva de las relaciones sociales y políti-cas, de un proyecto de dominación que cercenara, en definitiva, la capacidadcontestataria del campo popular.

VI.2. La nueva institucionalidad

En otra dimensión de sus potencialidades se produce en la búsqueda y crea-ción de una nueva institucionalidad que modifique el sistema jurídico e im-pide que la democratización no signifique sólo un regreso al régimen constitu-cional, dentro del cual el poder judicial ha operado habitualmente como unfeudo del establishment y donde perviven formas autoritarias y represivas en

40 Como señala Adolfo Pérez Esquivel: "Plantear los derechos humanos como horizontesignifica que el fundamento moral de la convivencia es desplazado. Ya no se trata de aquelloque está antes y que hay que defender, sino de aquello que está después y que hay queconstruir, la defensa de los Derechos Humanos como defensa de los pueblos, pone en primerplano el problema de los medios y de los agentes del proceso de liberación, es decir, el pro-blema de la práctica histórica desde la cual y a través de la cual se construye ese hori-zonte. En efecto, si consideramos desde esta nueva perspectiva aquello que la Declaración delos Derechos del Hombre propone, veremos que se manifiesta como un imperativo de demo-cratización total, de igualdad total, de solidaridad integral" (op. cit.).

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SUS sistemas penales y carcelarios. Así se percibe que la legalidad preexistentea marzo de 1976 está lejos de ser una garantía de la plena vigencia de los DH.La reforma del poder judicial en pro de una efectiva democratización del

mismo, las reformas de los códigos penales y de procedimientos, la eliminaciónde las atribuciones judiciales del poder ejecutivo, el papel de los jueces y lacreación de nuevos organismos y adaptación de otros, tienen el común objetivode avanzar en un campo que permanecía intocado por el movimiento popu-lar en su lucha por la obtención de espacios de poder.s- En este aspecto laacción del MDH parece ampliamente justificada como ámbito de participaciónautónoma y diferenciado del de los partidos, ya que éstos parecen tender a de-finir el tema más bien como un regreso a la legalidad preexistente.

vr.3. Control y transformación del poder

En cuanto al tercer aspecto, hay cuestiones que hacen a los objetivos del mo-vimiento y otras que hacen a su propia existencia autónoma. En primer lugarel MDH parece haber desarrollado una capacidad de apoyo al marco institu-cional democrático muy fuerte, expresado en su preocupación por actitudesgolpistas o desestabilizantes. En ese sentido, parece estar particularmente sen-sibilizado en cuanto a la importancia, no sólo de oponerse frontalmente acualquier apelación al actor militar, por parte de fuerzas o sectores civiles, sinotambién a modalidades de acción política incompatibles con el sistema demo-crático. El MDH se-define a sí mismo como uno de los portadores de la memo-ria colectiua, sobre la significación de los regímenes autoritarios y las interven-ciones militares en el poder.La búsqueda de las condiciones de democratización efectiva del poder- hacen

evidente la importancia del actor militar e indispensable su reforma. Por esodesde el MDH aparecen acciones claras que apuntan a cuestionar la relaciónentre el poder militar y la sociedad civil; como la eliminación del servicio mi-litar obligatorio, el recorte de 100sgastos militares, el control sobre las auto-ridades elegidas por el Parlamento, los jefes superiores de las fuerzas armadasque hayan estado ausentes de las actuaciones de la represión, etcétera.La existencia misma del MDH, su desarrollo histórico como forma autónoma

de poder social surgido fuera de la legalidad establecida y a diferencia deestructuras sectoriales que por sus propias características están atadas a pers-pectivas reivindicativas de corto alcance, hacen que el MDH, tenga posibilida-des de cumplir un papel decisivo en el marco de una perspectiva democráticade transformación de las relaciones de poder en la Argentina, perspectiva enla que será indispensable mantener la diversidad del movimiento popular, suarticulación flexible y partícipatíva que' imponga relaciones sociales democrá-ticas en el interior del mismo, corno sujeto de la transformacíón.w

41 Remitimos sobre estas reformas a Cuadernos del Cenda, núm. 2, "Encuentro: perspec-tivas de la democracia en la Argentina en el marco de la crisis mundial", Buenos Aires, 1983.

42 Interesantes observaciones sobre "la creación de poder democrático" las encontramos

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La enumeración de las tareas en perspectiva pone a su vez de manifiesto las, encrucijadas o dilemas con las que se enfrentará el MDH en la nueva coyuntura.En primer lugar, la necesidad de profundizar su identidad -la misma probl-,mática de los DH- en términos que la vinculen crecientemente al amplio hori-zonte de los DH de los pueblos y la lucha por la superación de toda forma deopresión y marginamiento. Frente a la tendencia de algunos sectores. a valori-zar la seguridad en forma aislada de la problemática social y de las condicio_nes de la opresión y desigualdad. En la medida que el MDH integre su problemá_tica específica en la perspectiva de transformación de dichas condiciones sealejará del peligro de constituirse en la expresión de una óptica liberal de losDH afincada en una sub cultura de clase media con escaso potencial democrati_zador. La tensión interna, entre la preocupación de algunas entidades del mo-vimiento de un tratamiento exclusivamente limitado al poder judicial está enparte relacionada con este aspecto. Uno de sus dilemas será así evitar unaperspectiva reduccionista del problema.La segunda de las encrucijadas deriva de la necesidad de articular sus de-

mandas en forma eficaz con los partidos políticos y otras fuerzas sociales y a lavez, de conservar su autonomía. En la medida que el MDH logre que distintospartidos expresen adecuadamente sus propias demandas se verá obligado a pro-fundizar su perspectiva y ampliar su campo de objetivos, para que su identidaddiferenciada continúe existiendo, o su ciclo quedará irremediablemente cum-plido.Finalmente otro de los dilemas puede expresarse en los términos del conflic-

to weberiano entre las dos éticas, la de la responsabilidad y la de la convic-ción y los estilos políticos congruentes con las mismas, que de ahora en másimperen en el movimiento. Dado el carácter particularmente conflictivo delas demandas del MDH, el cúmulo de intereses directa o indirectamente afecta-dos y las dificultades objetivas que el próximo gobierno democrático tendrá,para dar respuestas que satisfagan completamente las demandas del mismo, escasi inevitable que éste viva en su interior en forma permanente, en el marcode la democracia, el conflicto entre opciones de acción orientadas por unaética de la convicción -como la prevaleciente hasta ahora- la justicia de lasdemandas independientemente de las consecuencias, el coraje y la emotividadcomo componentes básicos del estilo frente al autoritarismo, y el nuevo marcoinstitucional. Los riesgos de un cuestionamiento excesivo en los marcos de unaprecaria estabilidad. Y las derivadas de una ética de la responsabilidad} que asu vez suponga riesgos de mantener actitudes demasiado prudentes que noavancen lo posible en términos de satisfacción de las demandas, lo que tambiénpodría generar probables consecuencias desestabilizan tes, ya que como se seña-ló, la falta de respuesta suficiente por parte de la nueva democracia a la repre-sión y a sus consecuencias legitimará a los represores.w Has ta ahora primóen el artículo de Lawrence Coodwyn, "Organizando la democracia", en Crítica y Utopía,núm. 9, Buenos Aires, 1983.

43 La distinción entre las dos éticas políticas es planteada por Max Weber en su ensayo"La política como vocación", Escritos Políticos, México, Folios, 1982. Al respecto. tambiénremitimos al trabajo de Angel Flisfish, "En tomo a la relación entre moral y políticas enMax "Weber", FLACSO, Stgo., marzo de 1982, p. 67.

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claramente la primera, la tensión entre ambas en la próxima etapa no podrádejar de ser importante.

VIl. CONCLUSIONES

podemos ahora intentar resumir algunas de las conclusiones respecto del pa-saje de una organización que lleva a cabo una política "defensiva" en el marcode una situación de dictadura a un movimiento social con capacidad de pro-poner aspectos alternativos en relación con la futura democracia. En este sen-tido no es posible explicar el surgimiento del MDH como movimiento socialatribuyéndolo únicamente a la magnitud de la represión y al grado de "efi-ciencia" que en la Argentina intentó dársele mediante el expediente de la"desaparición". Probablemente esta expl icacióri sería parcial si dejáramos deconsiderar que estos procedimientos se llevaron a cabo en una sociedad, que sibien con un grado de desarrollo semiindustrial y en el marco de un capitalismodependiente, que reconoce altos niveles de modernización. Esta sería una delas causas de la vitalidad y desarrollo del movimiento, que de esta forma seemparenta así con otros similares de países desarrollados (pacifistas, antinu-cleares) en cuanto a su a-partidismo, capacidad de cuestionamiento de aspectosfundamentales del poder desde organizaciones autónomas y gran poder demovilización. .En este sentido el MDH parece ir más allá de una situación coyuntural, del

marco de patrones de resistencia en regímenes autoritarios; para constituir undesarrollo particípatívo de nuevo cuño y permanente. Un desarrollo ulterior,luego de alcanzada la participación partidaria electoral, sindical y feministaen el último siglo y que comienza a caracterizar a las formas de participaciónemergentes en las sociedades posindustriales. Por otra parte la necesidad de estecanal parece acentuarse en sociedades que han mantenido su sistema políticodurante años y particularmente por el vigor que la convocatoria por demandasde carácter ético reconoce entre las nuevas generaciones.En segundo lugar, creemos haber demostrado que el MDH se convirtió en

un actor relevante y decisivo en las tres fases de la transición llevadas a cabohasta ahora. Por una parte, por su capacidad deslegitimadora e influencia enla crisis del régimen, en la constitución de un frente opositor interno e inter-nacional que deslegitimó uno de los principales "logros" invocados por el ré-gimen militar, la victoria contra la subversión. Demostrando que aquello queparecía inevitable revertir, un régimen destinado a durar una generación,apareciese a los pocos años envuelto en contradicciones insolubles y en unatransición de ruptura con escasa capacidad de control sobre la misma.En la faz de apertura política el MDH se evidencia como un factor clave de

la rearticulación de la sociedad política, espacio de convergencia de las distin-tas corrientes partidarias y elevando el grado de movilización de la sociedadcivil. Constituyendo así uno de los ejes de la controversia electoral de los pro-

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yectos políticos en juego y uno de los actores que marcaron el máximo puntode contradicción con el poder, obligando de esta forma a las dirigencias de lasfuerzas .políticas a definirse en relación con éste.

Finalmente en la faz de la instauración democrática que se inicia, encon-tramos al movimiento, al mismo tiempo, en un proceso de cambio y trans],ción, propiciando reformas y controles desde diversos planos y aspectos queincidirán en la superación de los marcos de la democracia liberal en que algu-nos sectores quisieran cristalizar el futuro diseño institucional. Tanto desdela reformulación del poder judicial, el de las fuerzas armadas, como en lacreación de un frente de resistencia, reaseguros organizativos ante eventualesintentos de desestabilización y para elevar el grado de participación en la de.fensa del gobierno democrático.

Mostramos así la importancia de este movimiento social como un nuevoactor en los procesos de democratización .en América Latina y en el marco degeneración de proyectos opcionales, tanto en el sentido de propugnar nuevosestilos políticos y desarrollos participativos, como en la democratización deespacios vitales del poder. De forma que, al mismo tiempo que universalizala política interconectándose cada vez más con otras fuerzas que luchan porla democracia y contra la opresión en otros países de América Latina, presentauna potencial perspectiva de ligazón con movimientos que en los países desarro-llados también constituyen una alternativa para la constitución de un proyectode alcance mundial.

VII. l. Una temática abierta

Finalmente, la importancia del tema aquí esbozado sugiere diversos desarrollosposibles, tanto en el aspecto de estudios más purticularizados, en el análisisde las relaciones del movimiento con los distintos partidos, sindicatos, Iglesia,de carácter puntuales y de seguimiento, como del carácter dinámico y evolu-ción de estas comisiones de DH en las organizaciones políticas y las formas desocialización de los participantes en el movimiento según su origen.También y en el mismo grado de importancia el desarrollo de estudio que

enfaticen los aspectos comparativos con otros movímientoa de DH en los procesosde democratización del Cono Sur, rescatando a la vez sus similitudes y dife-rencias. Se revela asimismo la necesidad de estudios supranacionales que per-mitan conocer la dinámica y desarrollo de organizaciones que tienen una pers··pectiva de acción latinoamericana y su impacto en las diferentes luchas popu-lares de otros países.

La otra vertiente, la de la teoría politica, nos llevará a indagar la relaciónentre el poder estatal y los DH, la capacidad _de reformulaciones del Estado queesta perspectiva ha desarrollado en los últimos años, su influencia en el desarro-llo de conceptos y ampliación de los mismos como los de justicia y libertadesiridivíduales y de autoridad política y el análisis de los nuevos tipos de lideraz-gos que estos movimientos generan. Finalmente no parece necesario remarcarla importancia de la necesidad de trabajos que analícen la influencia de estosmovimientos en las culturas políticas de sus respectivos países.