El negocio de la fe

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ESCRITOS por Adolfo Flórez Garzón El negocio de la fe Colombia es, según el artículo 19 de la Constitución Política de 1991, un país laico, o sea, que ninguna religión en específico es la oficial, pero más del 80% de la población pertenece al catolicismo; no obstante, y gracias a que dicho artículo garantiza la libertad de religión, actualmente existen en la nación más de 1.900 cultos diferentes, 850 de los cuales apenas tienen el reconocimiento oficial. ¿Pero, cómo un culto o una religión obtienen tal reconocimiento oficial? Sencillo, mínimo se necesitan de dos personas que diligencien, ante el Ministerio del Interior, la respectiva solicitud de personería jurídica, con el acta de constitución de la entidad, mas unos estatutos y un reglamento interno, mas la dirección del domicilio y un número aproximado de fieles y listo, ya se tiene el aval oficial. Es por ello que vemos con más frecuencia en garajes y templos improvisados a sermoneadores que posesos de una verborrea imparable, predican la palabra divida, y lo hacen, en la mayoría de los casos, sólo con el ánimo de lucrarse. Según datos revelados por María Isabel Nieto, Viceministra del Interior, son cada vez más los casos de feligreses que dicen haber sido estafados por sus líderes religiosos. ¿Pero, por qué al respecto no hace nada el gobierno?, porque las leyes no le permiten objetar ningún tipo de religión ni sus actividades o características; además, según la Sra. Nieto, pocos fieles interponen la denuncia correspondiente. ¿Les parece justo que un pícaro utilice el nombre de Dios -sea cualquiera- y la fe de las personas para enriquecerse? Quizás...pero el gobierno así mismo debe garantizar, además de la libertad de culto, un control o una veeduría especial que monitoree las actividades financieras de dichas entidades; pues existen religiones con personería jurídica extendida, lo cual les permite abrir sub-sedes en otros barrios o ciudades, e igualmente, obtener otros beneficios como la subvención de organizaciones extranjeras. Y no tengo nada contra religión alguna, llámese como se llame; lo que sí me molesta es que abusen de la fe de personas humildes y se lucren de ellas, pues los obligan, bajo el pretexto del diezmo, a pagar una cuota mensual para mantener y prolongar la fe, en menoscabo de ésta. Amén de los movimientos politicorreligiosos, como MIRA, el Partido Nacional Cristiano y el Movimiento Unión Cristiana, por ejemplo, que utilizan a sus adeptos, además de fuente de ingresos y mano de obra gratis, como votos seguros para obtener curules políticas que los hará obtener poder y reconocimiento, además de engordar sus arcas aún más. Como el negocio de la fe va en aumento cada díaaconsejo eliminar a aquellos venales intermediarios, porque para hablar con Diosno se necesita de éstosasí no se tenga nada de qué hablar con Dios, ni se crea en Él.

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La libertad de culto que garantiza la Constitución de 1991 abrió las puertas para el constante aumento de religiones, cuyo líder espiritual desea únicamente enquicerse.

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ESCRITOS

por Adolfo Flórez Garzón

El negocio de la fe

Colombia es, según el artículo 19 de la Constitución Política de 1991, un país laico, o sea, que ninguna

religión en específico es la oficial, pero más del 80% de la población pertenece al catolicismo; no obstante, y

gracias a que dicho artículo garantiza la libertad de religión, actualmente existen en la nación más de 1.900

cultos diferentes, 850 de los cuales apenas tienen el reconocimiento oficial.

¿Pero, cómo un culto o una religión obtienen tal reconocimiento oficial? Sencillo, mínimo se necesitan de dos

personas que diligencien, ante el Ministerio del Interior, la respectiva solicitud de personería jurídica, con el

acta de constitución de la entidad, mas unos estatutos y un reglamento interno, mas la dirección del domicilio

y un número aproximado de fieles y listo, ya se tiene el aval oficial.

Es por ello que vemos con más frecuencia en garajes y templos improvisados a sermoneadores que posesos

de una verborrea imparable, predican la “palabra divida”, y lo hacen, en la mayoría de los casos, sólo con el

ánimo de lucrarse.

Según datos revelados por María Isabel Nieto, Viceministra del Interior, son cada vez más los casos de

feligreses que dicen haber sido estafados por sus líderes religiosos. ¿Pero, por qué al respecto no hace nada

el gobierno?, porque las leyes no le permiten objetar ningún tipo de religión ni sus actividades o

características; además, según la Sra. Nieto, “pocos fieles interponen la denuncia correspondiente”.

¿Les parece justo que un pícaro utilice el nombre de Dios -sea cualquiera- y la fe de las personas para

enriquecerse? Quizás...pero el gobierno así mismo debe garantizar, además de la libertad de culto, un control

o una veeduría especial que monitoree las actividades financieras de dichas entidades; pues existen

religiones con personería jurídica extendida, lo cual les permite abrir sub-sedes en otros barrios o ciudades, e

igualmente, obtener otros beneficios como la subvención de organizaciones extranjeras.

Y no tengo nada contra religión alguna, llámese como se llame; lo que sí me molesta es que abusen de la fe

de personas humildes y se lucren de ellas, pues los obligan, bajo el pretexto del diezmo, a pagar una cuota

mensual para mantener y prolongar la fe, en menoscabo de ésta.

Amén de los movimientos politicorreligiosos, como MIRA, el Partido Nacional Cristiano y el Movimiento Unión

Cristiana, por ejemplo, que utilizan a sus adeptos, además de fuente de ingresos y mano de obra gratis, como

votos seguros para obtener curules políticas que los hará obtener poder y reconocimiento, además de

engordar sus arcas aún más.

Como el negocio de la fe va en aumento cada día… aconsejo eliminar a aquellos venales intermediarios,

porque para “hablar con Dios” no se necesita de éstos… así no se tenga nada de qué hablar con Dios, ni se

crea en Él.