El Nuevo Paradigma Educativo
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El nuevo paradigma educativo
Mientras nuestra realidad global se tambalea, pareciera que no disponemos de los
medios para hacer frente a los desafíos medioambientales, sociales, políticos,
financieros, morales y espirituales que se nos presentan. Una nueva
educación se antoja fundamental si queremos sentar las bases de la sociedad
armónica que todos anhelamos.
La educación hoy
“Si el propósito del aprendizaje es sacar una buena puntuación en un
examen, hemos perdido de vista el verdadero motivo del aprendizaje.”
– Jeannie Fulbright
Esta cita pone de relieve una triste realidad. El sistema tradicional de calificaciones
y evaluaciones entraña graves consecuencias para los educandos: los niveles de
estrés, desconfianza, miedo y ansiedad a los que sometemos a los estudiantes,
sobre todo en sus fases de desarrollo más tempranas, suponen un peligro para su
equilibrio emocional, mental, físico, anímico y espiritual. Se educa no para la
sabiduría, la comprensión y el análisis crítico de la realidad, sino
para dar la talla en pruebas de dudosa validez.
Se trata de una educación carente de humanidad. Una educación en la
que las escuelas no están al servicio de las niñas y los niños, sino más bien todo
lo contrario. Una educación orientada al cumplimiento de objetivos
deshumanizados y carentes de ética y moral. El estudiante debe encajar en
un sistema basado en una visión adulta de la realidad que no tiene en
cuenta sus necesidades. Esto ha generado problemas terribles, como los
trastornos de déficit de atención, que en palabras del gran Claudio Naranjo “son
una respuesta sana a una educación insana”.
No existe en la educación tradicional una voluntad de desarrollo íntegro.
Solamente será reforzado aquello que favorezca la perpetuación de un sistema
que todavía nos afanamos en llamar, vaya usted a saber por qué, democrático.
La única solución posible a los graves problemas de nuestro turbulento mundo
moderno es atender firmemente a una de las áreas más abandonadas por todas y
todos: la educación. Pero parece como si a nadie le interesara la educación: las
administraciones públicas la ningunean, muchos maestros no muestran voluntad
de crecimiento ni pasión por su profesión, los alumnos no se sienten involucrados
en la vida escolar más allá de lo que se ven obligados a realizar y las familias se
desentienden de todo como si nada tuviera que ver con ellos. ¿Cuál es el
problema de fondo, entonces?
Podemos decir que se trata de una enfermedad que se ha transmitido desde todos
los frentes institucionales, sociales, culturales y familiares de nuestra sociedad. La
violencia, el crimen, la delincuencia y la impunidad han puesto en marcha un
engranaje difícil de detener, pues son demasiado fuertes los intereses que tratan
de perpetuarlo. Cuanta mayor sea la ignorancia, mayores posibilidades de seguir
alimentando este engranaje, con los consecuentes beneficios (dinero y poder)
repartidos entre las castas dominantes; la educación, que es el catalizador para el
cambio, debe ser ninguneada. De lo contrario, amenaza con transformar el
borreguismo en independencia, libertad y empoderamiento. La salud de la
educación es tan desgraciada porque interesa que así sea.
Les recomiendo la lectura de esta entrevista a Nuccio Ordine, gran
experto en Giordano Bruno, en la que convoca a los grandes pensadores de todas
las épocas para manifestarse contra la destrucción de la educación y la cultura por
parte de los políticos y de nuestra capacidad de reacción. El autor afirma
que “todos los ámbitos de nuestra vida están contaminados por la idea
del beneficio y del lucro. Ya no educamos a las nuevas generaciones en
el amor por el bien común, por el desinterés, por lo gratuito. Los
educamos al revés, en el amor al dinero, a lo útil, al beneficio personal”.
El nuevo paradigma educativo
“Todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a un pez por su habilidad
para trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil.”
Y así lo han venido demostrando gran cantidad de eruditos, entre los que
destaca Sir Ken Robinson. En su tesis otorga especial importancia a la
imaginación, la creatividad, la diversidad, el error como base para el crecimiento, y
sobre todo el amor por lo que hacemos. “La gente produce lo mejor cuando
hace cosas que ama, cuando está en “su elemento”. Cada individuo
debe buscar “su elemento”, es decir, debe ser capaz de encontrar por sí
mismo o mediante la ayuda de otros sus aptitudes, sus pasiones, sus
actitudes y sus oportunidades. Tenemos la obligación de descubrir qué
se nos da bien y qué nos encanta hacer”, afirma el autor. “Los niños son
creativos y no les importa equivocarse, se atreven hasta con lo
desconocido y luego siguen a otra cosa. Pero el sistema educativo no
admite el error. Todo el sistema está basado en la prohibición y la
corrección del error. Confundimos educar con domar y condicionar.
Educamos en un sistema que tiene miedo a la libertad, prohíbe el error y
mata la creatividad.”
Necesitamos una pedagogía en la que podamos crear a lo largo de nuestra vida
estudiantil capacidades para desenvolvernos en la sociedad de forma más
humana, equilibrada y creativa. Una enseñanza holística que promueva
el desarrollo completo de individuos libres, pensantes, que
poseen capacidades creativas necesarias para la vida práctica.
Necesitamos también familias que participen activamente en la formación de sus
hijas e hijos (Alejandro Jodorowsky afirma que la educación comienza
por enseñar a los padres a ser padres), y equipos docentes formados por
personas que aman profundamente su trabajo y más profundamente aún a los
niños para los que trabajan, pues es por y para ellos que deben manifestar este
impulso divino. Solo así los estudiantes mostrarán un interés genuino por el
aprendizaje al reconocer este entusiasmo en sus modelos (padres y maestros);
con una experiencia académica plagada de armonía, belleza(¡belleza!),
atención, solidaridad y comprensión, los conocimientos transmitidos serán
asimilados más profundamente.
Google, la mayor y más influyente empresa del mundo, ha modificado
recientemente sus métodos de selección de personal. Sus amplios estudios y
recopilaciones de datos (y en esto no hay nadie más experto que ellos) han
concluido que la nota final de primaria, secundaria, básico o universidad no tiene
ninguna relación con el tipo de empleado que el individuo será en el futuro. Lo que
prevalece es la voluntad, la pasión, el esfuerzo, la entrega, el trabajo en equipo y
sobre todo la confianza en uno mismo. Traten de deducir ahora por qué los
ejecutivos de Google, Microsoft u otros gigantes tecnológicos tienen a sus hijos
en escuelas Waldorf.
La figura de la maestra o maestro
“Lo primero que influye es la personalidad del educador; lo segundo, su
manera de obrar; sólo en tercer lugar, lo que dice.” – Rudolf Steiner
La verdadera tarea del maestro es saber reconocer y honrar las capacidades
innatas de la niña y el niño para poder potenciarlas. Esto genera satisfacción y
alegría, de modo que estas niñas y niños felices ya no sienten la censura de una
sociedad fría que parece no tenerles en cuenta.
Es imposible concebir el educar de verdad sin amor. Ese mismo
amor lleva al maestro a la búsqueda de su propia superación para tener un mayor
espectro que ofrecer al alumno y poder despertar en él su más alto potencial. Ser
educador requiere una gran conciencia de sí mismo, pues inevitablemente se
convertirá en un referente digno de ser imitado. El maestro, consciente de esta
responsabilidad, la asume y la hace suya como base para su propio crecimiento
personal. Debe centrarse no solamente en lo que hace, sino también en lo que es.
En esta misma línea, se exige un maestro no autoritario, no impositivo; sino uno
que posea una autoridad cedida por el alumno; ya sea por amor o admiración.
La autoridad del maestro no viene con el cargo. Un maestro verdadero debe
ganarse su autoridad.
La transmisión de conocimientos es parte vital de la educación, en eso parecemos
estar todos de acuerdo. La forma, sin embargo, es lo que nos divide. Contar
historias es, en este sentido, fundamental, mucho más que memorizar datos
compulsivamente. Al escuchar una historia, el cerebro activa las mismas partes
que cuando experimenta algo. Una buena maestra o maestro deberá
ser un contador de historias excepcional.
A pesar de que todos somos contadores de historias natos, no es tan sencillo
transmitir una buena historia. Ofrecer información trascendente a nuestra
audiencia y causar un impacto positivo no es tarea fácil. Debemos conjugar
sabiamente piezas tan importantes como hechos concretos, emociones sugeridas
y valores transmitidos. ¿Cómo convertirnos entonces en buenos
contadores de historias? La respuesta puede parecer irónica, pero muchos
expertos apuntan en esta dirección: debemos convertirnos primero en buenos
receptores de historias. Debemos aprender a escuchar historias, lo cual no es
para nada tan simple como pudiera parecer, pues se nos da mejor oír historias
que escucharlas.
Aprender a escuchar nuestras propias historias sería un paso apropiado. Un
maestro debería ser un ejemplo de individuo que ha aprendido a prestar
cuidadosa atención a lo que suele decirse a sí mismo, a las historias que
acostumbra a contarse, y plantearse si son útiles para su propio desarrollo y el de
los alumnos que decidió libremente acompañar.
Conclusión
“La Divinidad duerme en las rocas, respira en las plantas, sueña en los
animales y se despierta en los seres humanos” – Proverbio Hindú
Se nos antoja imperativo cambiar nuestra visión de la educación para asegurar
una sociedad libre de los estigmas que nos afectan. Necesitamos
elcompromiso de maestras y maestros, familias, instituciones y gobiernos que
reconozcan la chispa divina que mora en el interior de cada niña y cada niño.
Debemos honrar, potenciar y proteger esta luz. La responsabilidad, como siempre,
es de todos y cada uno de nosotros. Hagamos que lo recibido en la escuela no se
diluya en el hogar, y viceversa. Hagámoslo entre todos. Necesitamos, más que
nunca, “seres humanos libres capaces por sí mismos de impartir
propósito y dirección a sus vidas” (Rudolf Steiner).
La holística es aquello perteneciente al Holismo,
una tendencia que analiza los eventos desde el punto
de vista de las múltiples interacciones que las caracterizan.
El holismo considera que el sistema completo,
se comporta de un modo distinto
al de la suma de sus partes.