El Pasado de La Ribagorza a Través de La Arqueología

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INTRODUCCIÓN Las erras que hoy conocemos como comarca de la Ribagorza han sido tesgos del largo camino que la humanidad ha recorrido desde sus inicios hasta nuestros días. Tal es así que desde la aparición de los primeros hombres en esta nuestra zona, hasta la actualidad, muchos y muy diferentes grupos humanos han pisado sus campos y montañas, han viajado por sus caminos, han culvado sus campos, han cazado en sus bosques, han vivido y criado a sus hijos y han muerto y han sido enterrados en su seno. Todas estas gentes que vivieron en nuestras erras dejaron, no de modo consciente, un vasto legado que poco a poco los arqueólogos vamos recuperando y difundiendo. Dicho legado muchas veces es monumental, siendo muy reconocibles las estructuras, pero también en ocasiones este legado se limita a someras evidencias cuya interpretación no es fácil. Dada la magnitud del legado citado tanto cronológicamente hablando como en tanto en cuanto a su dispersión territorial, para la realización de esta conferencia hemos delimitado tanto el marco cronológico a analizar como la extensión geográfica del mismo. Cuando se me planteó la posibilidad de realizar esta comunicación y empecé a documentarme sobre el tema a tratar me quedó claro desde el primer momento que, dada la extensión de la materia y la dispersión de los restos arqueológicos era dicil poder realizar una conferencia digna si no limitaba el ámbito de estudio a una zona más concreta de la vasta comarca de la Ribagorza. Es así pues que los hallazgos arqueológicos de los que hablaré a connuación se circunscriben a la zona más cercana a la actual población de Graus, dejando para futuras comunicaciones zonas más alejadas del mismo. Dado también que el año anterior la catedráca Dña. Angelines Magallón Botaya imparó la conferencia inaugural de este ciclo de conferencias sobre la ciudad romana de Labitolosa, me pareció interesante marcar la fundación de Labitolosa en época republicana como el hito final del tema a tratar. Es por todo ello que el tema central de la conferencia serán los hallazgos y evidencias arqueológicas hallados en la zona central de la comarca ribagorzana desde época prehistórica (desde el Paleolíco) hasta el siglo I d. C, época en la que se funda el municipio Labitolosano. Los estudios arqueológicos realizados en la Ribagorza son bastante tardíos en relación al conjunto español e incluso de otras zonas de la geograa aragonesa. No es hasta 1925 cuando se realiza la primera alusión a un yacimiento arqueológico ribagorzano de manos de L. Pericot en su obra “La civilización megalíca catalana y la cultura pirenaica” donde se nombra el conjunto dolménico de Cornudella de Baliera (Arén). Desde este momento hasta los años 60 del siglo XX no se producen más menciones a yacimientos ribagorzanos, salvo alguna nota suelta relava al hallazgo de un hacha de piedra de cronología prehistórica encontrada en Benabarre. En la década de los 70 parece haber más interés en la catalogación y valoración de los yacimientos arqueológicos ribagorzanos, dentro de una corriente general en todo Aragón. Destaca en este momento la localización de la Cueva de las Brujas de Juseu (en 1972), de algunos utensilios paleolícos en Pilzán (1978) y la localización de un hacha de piedra en Laspaules. Es a parr de este momento cuando aparecen obras generales tales como “Alto Aragón, su historia, cultura y arte” editada en 1976, las II Jornadas sobre el estado actual de los

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INTRODUCCIÓN

Las tierras que hoy conocemos como comarca de la Ribagorza han sido testigos del largo camino que la humanidad ha recorrido desde sus inicios hasta nuestros días. Tal es así que desde la aparición de los primeros hombres en esta nuestra zona, hasta la actualidad, muchos y muy diferentes grupos humanos han pisado sus campos y montañas, han viajado por sus caminos, han cultivado sus campos, han cazado en sus bosques, han vivido y criado a sus hijos y han muerto y han sido enterrados en su seno.

Todas estas gentes que vivieron en nuestras tierras dejaron, no de modo consciente, un vasto legado que poco a poco los arqueólogos vamos recuperando y difundiendo. Dicho legado muchas veces es monumental, siendo muy reconocibles las estructuras, pero también en ocasiones este legado se limita a someras evidencias cuya interpretación no es fácil.

Dada la magnitud del legado citado tanto cronológicamente hablando como en tanto en cuanto a su dispersión territorial, para la realización de esta conferencia hemos delimitado tanto el marco cronológico a analizar como la extensión geográfica del mismo.

Cuando se me planteó la posibilidad de realizar esta comunicación y empecé a documentarme sobre el tema a tratar me quedó claro desde el primer momento que, dada la extensión de la materia y la dispersión de los restos arqueológicos era difícil poder realizar una conferencia digna si no limitaba el ámbito de estudio a una zona más concreta de la vasta comarca de la Ribagorza. Es así pues que los hallazgos arqueológicos de los que hablaré a continuación se circunscriben a la zona más cercana a la actual población de Graus, dejando para futuras comunicaciones zonas más alejadas del mismo.

Dado también que el año anterior la catedrática Dña. Angelines Magallón Botaya impartió la conferencia inaugural de este ciclo de conferencias sobre la ciudad romana de Labitolosa, me pareció interesante marcar la fundación de Labitolosa en época republicana como el hito final del tema a tratar. Es por todo ello que el tema central de la conferencia serán los hallazgos y evidencias arqueológicas hallados en la zona central de la comarca ribagorzana desde época prehistórica (desde el Paleolítico) hasta el siglo I d. C, época en la que se funda el municipio Labitolosano.

Los estudios arqueológicos realizados en la Ribagorza son bastante tardíos en relación al conjunto español e incluso de otras zonas de la geografía aragonesa. No es hasta 1925 cuando se realiza la primera alusión a un yacimiento arqueológico ribagorzano de manos de L. Pericot en su obra “La civilización megalítica catalana y la cultura pirenaica” donde se nombra el conjunto dolménico de Cornudella de Baliera (Arén). Desde este momento hasta los años 60 del siglo XX no se producen más menciones a yacimientos ribagorzanos, salvo alguna nota suelta relativa al hallazgo de un hacha de piedra de cronología prehistórica encontrada en Benabarre. En la década de los 70 parece haber más interés en la catalogación y valoración de los yacimientos arqueológicos ribagorzanos, dentro de una corriente general en todo Aragón. Destaca en este momento la localización de la Cueva de las Brujas de Juseu (en 1972), de algunos utensilios paleolíticos en Pilzán (1978) y la localización de un hacha de piedra en Laspaules. Es a partir de este momento cuando aparecen obras generales tales como “Alto Aragón, su historia, cultura y arte” editada en 1976, las II Jornadas sobre el estado actual de los

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estudios sobre Aragón celebradas en Huesca en 1979, la I Reunión de Prehistoria aragonés de 1981 o la Carta arqueológica de España: Huesca, de 1984. Todas estas obras dan visiones de conjunto y no aportaron novedades sustanciales sobre nuevos descubrimientos.

El gran avance en la investigación arqueológica vinculado a esta nuestra comarca y sus proximidades tuvo lugar a comienzo de los años 80, ligado estrechamente a proyectos de investigación nacidos del Museo de Huesca, dirigidos por D. Vicente Baldellou, y la Universidad de Zaragoza bajo la iniciativa de Dña. Pilar Utrilla, arqueóloga, profesora de la Universidad de Zaragoza y grausina. Es en este momento cuando se inician las excavaciones arqueológicas de la Cueva del Moro (Olvena) y la cueva de los Moros (Gabasa), se estudian los restos muebles dela Cueva de las Campanas (Aguinalíu) y se calcan y estudian las pinturas rupestres de Remosillo.Más adelante hablaremos con algo más de detalle de estos tres yacimientos arqueológicos.

Gracias a este aumento en la labor de estudio arqueológico y a la aplicación de una correcta metodología de estudio, el número de yacimientos y hallazgos en la Ribagorza incrementa exponencialmente. A partir de los años 90 se inician los trabajos de excavación en el yacimiento de Forcas (Graus), se da a conocer la existencia de varias construcciones megalíticasen el Valle de Benasque, en Seira y la zona de Benabarre, se excava la Cueva de Plan d’Estañ (Benasque), se descubren los dólmenes de Estall (Viacamp) y se documentan dos nuevos emplazamientos prehistóricos en Villarcarli y Espluga.

En estos momentos la investigación arqueológica en la Ribagorza se encuentra desgraciadamente en un momento bajo, dada la crisis que acucia a todos los sectores especialmente a la investigación. Pero cabe destacar que en los últimos años se han localizado diferentes yacimientos arqueológicos en nuestra comarca (como un yacimiento de la Edad del Bronce en Benasque, el dolmen de Ramastué, y la Cueva dels Trocs excavada por un equipo de arqueólogos aragoneses y vallisoletanos) y se ha continuado con la excavación de Labitolosa, tanto en la parte romana como en el anexo castillo musulmán del Cerro del Calvario.

Todas estas investigaciones nos han proporcionado un abundante corpus de yacimientos arqueológicos de diferentes cronologías y que a continuación pasaremos a describir.

Antes de iniciar la descripción y análisis de los yacimientos arqueológicos existentes en esta zona cabe destacar la importancia que tuvieron la orografía y las condiciones climáticas para la ocupación de las tierras ribagorzanas desde el inicio del poblamiento humano de las mismas hasta nuestros días.

El marcado contraste orográfico entre las elevadas cumbres del Pirineo Central y las sierras y valles de la zona sur de la comarca de La Ribagorza, así como sus diferentes regímenes pluviométricos, térmicos y paisajísticos, condicionaron ya desde antiguo la ocupación del territorio ribagorzano. Los primeros grupos de cazadores – recolectores, indudablemente ligados al medio natural para su supervivencia, los agricultores – ganaderos posteriores y con posterioridad las gentes de la Edad de los metales, sin duda se vieron obligados a ocupar la zonas de clima y relieve más amables y más abundantes en tanto a recursos naturales hablamos. Este hecho se evidencia en la cantidad de hallazgos arqueológicos realizados en las zonas más llanas y de más abundancia natural que supera en gran número a los realizados en las zonas más elevadas del Pirineo axial. Es mucho más sencillo e inteligente habitar en zonas

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de fácil acceso, comunicación y con abundancia de recursos naturales que en zonas agrestes, con escasez de tierras y con una climatología mucho mas adversa que en las zonas llanas. Cabe destacar a este respecto que la orografía, una vez más, se convierte en un elemento fundamental no tan sólo en el aspecto del poblamiento sino también en este caso en la investigación ya que es mucho más complicado realizar trabajos de prospección arqueológica que lleven a la localización de restos en zonas de difícil o imposible acceso.

Otro de los factores que condicionan la presencia humana, en cualquier circunstancia y latitud, es la presencia de agua dulce. La existencia de ríos, barrancos, manantiales, lagos o lagunas es primordial para la vida humana. Y no tan sólo por la necesidad de beber, sino también porque el agua es un foco de atracción para poblaciones animales que pueden cazarse, el hábitat de animales que pueden ser pescados, y el medio para irrigar campos o recolectar especies vegetales que crecen en sus orillas. A medida que el ser humano se establece en estas zonas húmedas o con presencia de corrientes de agua y su desarrollo aumenta los usos del agua aumentan: el agua se usa también para curtir pieles, para fabricar vasijas, para dar de beber al ganado, y en el caso de determinados cursos de agua más grandes incluso para desplazarse.

En la Ribagorza, los tres ríos que discurren por su territorio de Norte a Sur (Ésera, Isábena y Noguera Ribagorzana) marcaron ya desde épocas muy antiguas vías de comunicación de gran importancia. A través de sus cursos se realizaron contactos entre diferentes pueblos, contactos poblacionales, comerciales e incluso de intercambio de ideas y modos de vida.

PREHISTORIA

PALEOLÍTICO

Las primeras noticias sobre la presencia humana en la Península Ibérica se localizan en la provincia de Burgos y datan de hace 800.000 años, del archi-conocido yacimiento de la Sima delos Huesos de Atapuerca.

Nos disponemos de datos concretos de un poblamiento de La Ribagorza en estas fechas tan antiguas, aunque no hay que descartar que en esos momentos no hubiera humanos viviendo en estas nuestras tierras. Faltaría encontrar evidencias que así lo avalasen.

Las huellas más antiguas de la presencia humana en nuestra comarca se datan del periodo conocido como Paleolítico Medio, que abarca desde el 80.000 al 30.000 a. C aproximadamente.Estos datos del primer poblamiento humano de la Ribagorza se desprenden del estudio de los útiles de piedra tallada abandonados por ciertos grupos humanos nómadas (homo sapiens neanderthalensis) que recorrieron las orillas del río Isábena (Las Fuentes de San Cristóbal en Serraduy- Veracruz) y las planicies aledañas al Castillo de Pilzán. Gracias al estudio de estos materiales líticos abandonados sabemos que estos primeros grupos humanos que habitaron nuestra comarca eran grupos reducidos de cazadores – recolectores de vida nómada que recorría el territorio tratando de sobrevivir en un medio muy adverso lleno de depredadores (no olvidemos que en estos momentos nuestro territorio también estaba poblado por osos de las cavernas, hienas, leopardos, leones y lobos, de cuya presencia tenemos datos gracias a los restos óseos de este tipo de animales hallados en la Cueva de los Moros de Gabasa) y la climatología era muy dura (Wurm, última glaciación o última edad del hielo un clima frío y

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húmedo y una situación atemperada con bosques de caducifolios).Pese a la amplia presencia de predadores que podrían suponer una amenaza en nuestros territorios también era muy abundante la existencia de caza: corzos, caballos, uros, ciervos….eran presas habituales para los pobladores paleolíticos de nuestra comarca.

La presencia de un nuevo grupo humano, más evolucionado antropológica y culturalmente hablando nos lleva a un nuevo periodo de la Prehistoria: el Paleolítico superior, época esta que viene marcada en nuestra comarca por los yacimientos de Forcas I y Forcas II.

El yacimiento de Forcas fue encontrado casualmente por D. Jean Vaquer, arqueólogo, en 1190 en la partida de Botalls (Graus) en los terrenos de la cantera de Ángel Serena, la cantera de Angelón, y se encontró arrasado por ésta en un 80%. El yacimiento se encontró en un abrigo formado por una visera orientada al oeste a unos diez metros del cauce del río y que constituía un lugar magnífico para controlar la caza y el cauce del río. Hay que destacar a este respecto la abundante fauna de ovicáprido existente en esta zona durante el Epipaleolítico. Sin embargo el yacimiento en sí no constituía un lugar muy favorable para la habitación estable por lo que parece claro su carácter como cazadero estacional veraniego. La cronología de este cazadero estacional, desprendida de los materiales líticos y óseos hallados, nos marca una vida útil de la misma desde el 13. 010 al 9.360 B.P. Los restos líticos hallados en forma de buriles para grabar y raspar, taladros para hacer agujeros, raspadores para raer o láminas para cortar, formarían parte de un utillaje destinado a realizar tareas cotidianas como la caza, el curtido de pieles para vestirse, la preparación de fibras vegetales para canastos o redes de pesca, etc. Todo este corpus de útiles recuperados en este yacimiento se complementa con la presencia de útiles de hueso como agujas, varillas y espátulas.

Una vez excavados los niveles del yacimiento de Forcas I por parte de Dña. Pilar Utrilla y D. Carlos Mazo, ambos de la Universidad de Zaragoza, se observó la presencia de un segundo abrigo en las Forcas y que pasará a conocerse como Forcas II y que se localizó a 400 m del yacimiento de Forcas I hacia la pista de Portaspana, al lado del puente “romano”.

En este yacimiento se localizaron dos estructuras de cantos rodados a modo de muretes o de hogares, una de las cuales, en el nivel III, tapaba una grieta en la que se localizaron restos humanos (el fémur derecho quemado de un adulto, un coxal y una clavícula de adulto también quemados) y fragmentos de cerámica similares a los que aparecieron en la Cueva del Moro de Olvena o Remosillo. De entre los fragmentos cerámicos aparecidos destaca la presencia de un fragmento de vaso campaniforme con decoración a bandas y motivos incisos impresos a modo de cremallera rellenos de pasta blanca y de clara vinculación funeraria al ser hallado junto a los restos humanos. Junto a estos interesantes restos cabe destacar que en este caso en el yacimiento de Forcas II también se documentó la presencia de útiles líticos, en este caso más evolucionados (trapecios y triángulos) que, enmangados en un vástago de madera o de asta formarían útiles compuestos utilizados como armas de caza o de pesca.

Vistos estos datos podemos concluir que Forcas I fue ocupado durante el preglaciar al boreal como un cazadero estacional y que con posterioridad la zona en la que se encuentra fue utilizada con una finalidad funeraria, ya en Forcas II, que fue ocupado aproximadamente hasta el 6000 B.P ya en época Epipaleolítica, con presencia de vestigios que indican una aproximación a modelos de vida neolíticos (cerámica, agricultura y ganadería).

Es importante resaltar el amplio uso de ambos yacimientos, entre el 13.000 B.P hasta el 4000 B.P.

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NEOLITICO

A principios del V milenio a. C finaliza, grosso modo, el Paleolítico. A partir de este momento los modos de vida de los cazadores recolectores dejarán paso a una nueva etapa de la prehistoria donde nuevas gentes llegadas a la Península Ibérica, con sus nuevas ideas, sus nuevas tecnologías y sus nuevos modos de vida, dejaron constancia de su presencia en nuestra comarca.

El proceso de neolitización de la Península Ibérica como marco global y de la comarca de Ribagorza en particular, siguen siendo a día de hoy objeto de debate entre los arqueólogos. Existe entre nosotros los arqueólogos consenso en el origen exógeno de este proceso. Se da casi por seguro que las novedades tecnológicas que acompañan a este proceso cultural (especialmente la piedra pulida y la aparición de la cerámica) así como el cambio del modo de vida cazador recolector a modos de vida agrícolas y ganaderos tiene su origen en el POA, donde se originó en el X Milenio y desde donde se difundió al resto de Europa, llegando a la Península Ibérica en el 5000 a. C. Parece lógico, que pese a la posibilidad de que el proceso de neolitización entrase en nuestra comarca desde las tierras llanas que se comunican con el Mediterráneo, el foco por el que penetró en la Ribagorza fueran los Pirineos.

Es curioso que mientras en otros lugares de la geografía peninsular se localizan en estos momentos yacimientos al aire libre de época neolítica en nuestra comarca el hábitat siga siendo mayoritario en abrigos y cuevas como las del ya nombrado Forcas II, La cueva de las brujas de Juseu, la cueva de las Campanas de Aguinaliu y el abrigo de Remosillo, en la Puebla de Castro. En todos estos yacimientos aparece documentada la presencia de vasijas de cerámica hechas a mano, de formas y perfiles globulares o semiesféricos y en muchas ocasiones decoradas con impresiones que les dan un aspecto muy característico.

En los primeros momentos del Neolítico es muy típica la decoración de las cerámicas cardiales. Este tipo de decoración, de clara procedencia mediterránea, aparece en la Cueva de las brujas de Juseu y en dos niveles arqueológicos de Forcas II.

Sin embargo la presencia de este tipo de materiales no implica un cambio en los modos de vidade las gentes que habitaban estos yacimientos. No supone el abandono repentino de la caza recolección para pasar a modos de vida más estables y basados en la agricultura y la ganadería.Es muy cierto que las novedades técnicas, como la alfarería en este caso, “viajan” muy rápido y se aceptan de un modo casi inmediato, mientras que los cambios en el modo de vida de una sociedad requieren un proceso lento de asimilación y transformación. (Símil actual, proceso de globalización---ejemplo: Coca cola).

De hecho los objetos neolíticos que aparecen en los yacimientos referidos, pudieron llegar a nuestra comarca a través de “viajeros” que los portasen con ellos y que intercambiaran por materiales de nuestra comarca con los habitantes de la misma, o pudieron ser “elementos de prestigio” obtenidos por trueque como muestras de poder de los dirigentes de sociedades aúntradicionales, como por ejemplo las cuentas de collar de variscita que se encontraron en el yacimiento de la Cueva del Moro de Olvena y cuya procedencia hay que buscarla en las minas

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neolíticas de Can Tintorer en Gavá, Barcelona. Sea como fuere que estos objetos llegasen a los yacimientos ribagorzanos su presencia nos indica la existencia de relaciones de intercambio entre áreas relativamente lejanas y que radica en una de las características más reseñables de nuestra comarca: el ser una vía de paso e intercambio de productos.

Fuera cual fuera el proceso de neolitización de la Ribagorza, una vez conocidas las nuevas técnicas y ya asimiladas las prácticas de la agricultura y la ganadería éstas se implantaron de manera definitiva a lo largo de los siguientes siglos. Así se constata a través de los restos de huesos de animales domésticos en el nivel VII de Forcas II, en la Cueva de las Campanas y el abrigo de Remosillo. En todos estos yacimientos, junto a las muestras de cerámica neolítica hallados hay claras evidencias ya de la existencia de ganadería, del trabajo del hueso para la elaboración de punzones, cucharas, hachas pulimentadas, y primitivas hoces de siega hechas en piedra pulida entre el 4700 y el 3200 a. C.

A continuación analizaremos brevemente uno de los yacimientos neolíticos más importantes de nuestra comarca: el abrigo del congosto de Remosillo, en el actual TM de la Puebla de Castro.

La inquietud del hombre por plasmar sus ideas, gustos, sus impulsos o sus necesidades a modode arte no es nueva. Ya el hombre del Paleolítico superior hace unos 12.000 dejó muestras de su expresión pictórica en las paredes y techos de la desgraciadamente desparecida Cueva de Chaves en Bastarás, en la Sierra de Guara. (explicación de la desparición de Chaves, muy breve)

Las pinturas rupestres de Romosillo fueron descubiertas por unos montañeros que frecuentaban el lugar para hacer escalada en una pared caliza próxima a las pinturas. Pese a no querer comunicar en un primer momento el hallazgo uno de los montañeros habló con D. Vicente Baldellou en 1986, preocupado por la conservación y el riesgo de destrucción de las citadas manifestaciones artísticas.

El Museo Provincial de Huesca se hizo cargo del estudio de los restos pictóricos y de la tramitación del cerramiento mediante verjas que se ve desde la carretera para evitar su deterioro y posibles actos vandálicos.

Las pinturas de Remosillo se encuentran en pleno congosto, hacia la mitad de su recorrido, a 2’5 km aguas arriba de la conocida cueva del Moro de Olvena y a unos 20 m por encima del nivel del río Ésera, encañonado desde la presa del embalse de Barasona hasta llegar al cruce dela ruta que conduce a Olvena. Estas manifestaciones pictóricas no se encuentran en una cueva al uso, sino más bien en una leve inclinación de las paredes calizas del congosto que se presenta sin resguardo superior, a techo descubierto.

Una vez localizadas las pinturas se constató la presencia de 5 paneles diferenciados de las mismas, en diferente estado de conservación y con manifestaciones pictóricas muy diferentes entre sí. En todos estos paneles o sectores en los que se dividen las pinturas de Remosillo hay un hecho común, el pigmento con el que se realizaron las pinturas: un pigmento rojo vinoso intenso con tendencia al castaño pero no hay una unidad en tanto en cuanto a los motivos representados.

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En el sector 1 abundan las representaciones de cuadrúpedos (cánidos o incluso zorros) y ramiformes de difícil interpretación, barrados, digitaciones y puntillados. Es en el sector 2 donde encontramos las pinturas más interesantes, tanto en cuanto a su conservación como a los motivos representados en las mismas: es aquí donde encontramos las primeras figuras antropomorfas claras, así como dos representaciones de carros tirados por bestias de tiro superpuestas, ejecutadas con perspectiva lateral, cuyo carácter descriptivo resulta evidente y no deja de contradecirse con el resto de las pinturas aledañas, de estilo eminentemente esquemático.

Los sectores 3 y 4 se encuentran bastante alejados de los precedentes y los restos pictóricos que presentan se reducen a manchas de difícil interpretación dado su estado de conservación

En el sector 5 las pinturas que se pueden reconocer se limitan a barrados verticales que bien podrían asimilarse con numerales.

Junto con el estudio de las pinturas del congosto de Remosillo se realizó por parte del Museo Provincial de Huesca la excavación arqueológica del sustrato inferior a los paneles pictóricos con la realización de 4 sondeos arqueológicos (de 1x1) a lo largo de todo el panel pintado. Gracias a estos sondeos realizados se obtuvieron materiales arqueológicos tales como laminitas de piedra, sílex tallados, restos de un molino de piedra con una volandera y cerámicasneolíticas, impresas y con decoraciones plásticas de cordones digitados que nos indican que la cronología de los mismos podría llevarse al Neolítico antiguo, durante el IV Milenio a. C. Ello nos lleva a suponer que las pinturas de Remosillo se realizaron durante este periodo cronológico aunque es bien cierto que la representación de los carros nos llevaría a poder hablar también de que parte de las pinturas se realizó con posterioridad, en la Edad del Bronce.Pero esto está aún por demostrar.

MEGALITISMO

Es precisamente en este momento, a finales del IV Milenio cuando tiene lugar un fenómeno ampliamente conocido en toda la Europa Occidental: el megalitismo. Con este término nos referimos a la tradición de realizar enterramientos colectivos para los muertos hechos bajo construcciones de grandes piedras. Este énfasis de los pueblos neolíticos en la construcción de tumbas monumentales queda también patente en nuestra comarca, algunas más conocidas que otras como: el dolmen de San Nicolau de Seira, los dólmenes de Ramastué y Estall, los de Cornudella de Baliera, los de Soperún, el dolmen de Mas del Abad en Benabarre, el menhir de Merli todos ellos de gran tamaño y otros de menor porte como el dolmen de Mas de Balon y San Salvador en Benabarre.

En muchas ocasiones estos dólmenes han sido conocidos desde antiguo por los pobladores de la Ribagorza quienes las llamaban casetas, cabañetas o casetas de brujas. Aunque todos los dólmenes de nuestra comarca presentan unas características bien diferenciadas entre sí, en tanto en cuanto a tamaño sobre todo, cabe destacar que el esquema básico es el mismo o similar en todos ellos: constan de un cubículo delimitado mediante lajas de piedras de gran tamaño hincadas en el suelo que marcan la zona de la cámara funeraria en la que se enterrarían de forma colectiva a los individuos de un grupo poblacional. La magnitud de estas construcciones ha jugado una carta muy importante en su conservación. Si bien estas

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estructuras se construyeron para hacer perdurar la memoria y los restos de los seres querido inhumados en ellos, el tamaño de sus piedras (ortostatos) ha condicionado su gran visibilidad yreutilización en épocas posteriores como refugio de pastores o caminantes o bien, por la idea de que en su interior podrían encontrarse tesoros, lo que ha llevado a excavarlos hasta destruir el registro arqueológico.

El hecho es que en ninguno de los dólmenes conocidos hasta ahora en nuestra comarca se ha encontrado resto humano alguno, aunque gracias a la excavación de los restos existentes comoen el caso del Dolmen de Cornudella podemos datarlos en el Neolítico final o en los inicios de la Edad de los Metales.

EDAD DE LOS METALES

Las sociedades neolíticas, agrícolas y ganaderas, ya del todo asentadas en Ribagorza en el IV milenio fueron evolucionando hasta dar paso a la siguiente etapa de la Prehistoria: la Edad de los metales, caracterizada por la introducción del trabajo de los metales, de la metalurgia. Primero el oro y la plata (para joyería), luego el cobre (para adornos, armas y herramientas) que unido al estaño mediante aleación dio como resultado el conocimiento del bronce, y finalmente el hierro, cuyo trabajo y uso fueron dos factores determinantes para la evolución delas sociedades humanas prehistóricas. Este uso de los metales citados ha sido la base de la división tripartita de la última etapa de la Prehistoria: el Calcolítico o Edad del Cobre, la Edad del Bronce y finalmente la Edad del Hierro, periodos que abarcan en conjunto desde el 2500 a. C hasta el 350 a. C.

Junto con el uso de los metales, escasamente representado en nuestra comarca salvo por hallazgos puntuales, otras innovaciones culturales acompañan a estos grupos humanos que habitaron Ribagorza: el aumento de las vajillas cerámicas, tanto en formas como en técnicas, eldesarrollo y diversificación de los productos agropecuarios y la creación de nuevos poblados decierta complejidad social y en algunos casos con jerarquización.

En nuestra comarca se han encontrado sólo dos evidencias del Calcolítico: de una parte en el ya nombrado yacimiento de Forcas II donde en la grieta que describimos y que albergaba restos humanos se encontró un fragmento de cerámica campaniforme, típica del 2000 a. C y directamente vinculada a procesos funerarios o rituales. Y de otro lado el hallazgo de una punta de flecha hecha de cobre de tipo palmela, encontrada en las inmediaciones de la ermita de San Salvador en Benabarre, cerca del dolmen de San Salvador ya mencionado. Ello nos puede hablar de un uso continuado de este dolmen como enterramiento comunal hasta el Calcolítico.

La Edad del Bronce abarca aproximadamente desde el 1800 hasta el 800 a. C. Esta etapa de la prehistoria se caracteriza por la aparición de determinados conjuntos cerámicos entre los que destacan las grandes vasijas de almacenaje (dolium) con decoración de cordones digitados y superficie muy rugosa, y las vasijas globulares bien lisas (incluso grafitadas) o con apliques de botón u otras aplicaciones plásticas. A estas nuevas formas de vajillas hay que unir en esta

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época la abundancia de molinos de mano de piedra, dientes de hoz y todo tipo de utensilios agrícolas necesarios para la vida cotidiana, ya muy marcada por las labores en el campo.

Si bien en esta época siguen utilizándose los abrigos y las cuevas como lugares de habitación (como la Cueva de las Brujas, la de las Campanas o el Forau de Plan d’Estañ) es ahora también cuando se empiezan a localizarse poblados al aire libre en lugares elevados fácilmente defendibles, como los yacimientos de El Alto de la Cruz en Espluga (Valle de Lierp) o la Cabanera en Villacarli. Todo ello nos indica que en este momento se produjo un aumento demográfico que obligó a los pobladores calcolíticos de la Ribagorza a ocupar zonas hasta el momento no pobladas.

A este momento pertenece también el hacha de Laspaúles, un hacha de bronce de filo ancho y bordes subparalelos cuya tipología nos lleva a pensar en formas de más allá de los Pirineos lo que redunda en la idea de la procedencia de determinados fenómenos más allá de los mismos.

Es precisamente a consecuencia de estos contactos con tierras de allende de los Pirineos lo queprovocará a partir del año 1000 a. C, marcados por ajuares cerámicos y metálicos y por cambios en las formas de enterramiento y hábitat. La llegada a nuestro territorio de gentes de más allá de los Pirineos da lugar a un periodo cultural que se prolongará hasta el 350 a. C y que lleva el nombre de Campos de Urnas.

Nuestra comarca tiene pocas evidencias arqueológicas de este periodo, que aparece por el contrario ampliamente documentado en zonas próximas al Valle medio del Cinca, Monegros y el Valle del Ebro. El único hallazgo destacable de este momento de la historia en Ribagorza es elhacha de aletas de Cerler, hecha en bronce y de nuevo con un modelo tipológico típico de la Europa Central. Desgraciadamente el hallazgo de esta hacha se hizo fuera de contexto arqueológico que pudiera darnos más datos sobre su procedencia o sobre las gentes que la pudieron utilizar. Otro dato que nos habla de las relaciones en este momento prehistórico con tierras europeas es la reciente excavación de una tumba de incineración en los Llanos del Hospital de Benasque realizada por José Luis Ona y Carine Calastrenc.

El yacimiento de los Llanos del Hospital, está situado junto al Hospital de Benasque. Presenta círculos de piedras que se localizaron en el año 2004 y se excavaron en el 2005. Se trata de un monumento funerario compuesto de unas grandes piedras de granito en cuyo centro se localiza una cista donde se encontraron las cenizas de un individuo.

En este yacimiento apareció una urna funeraria que contenía cenizas del individuo y una segunda vasija, más pequeña, que posiblemente sería para las ofrendas. También apareció un brazalete de bronce relacionado con el ajuar funerario de la incineración.

La primera etapa de la Edad del Hierro, o Hierro I, se documenta en Aragón en el siglo VII a. C. En lo que a los modos de vida se refiere, esta fase se caracteriza por la costumbre de establecerpoblados al aire libre, generalmente sobre cerros estratégicamente situados, y por la incineración de los muertos cuyas cenizas son colocadas en urnas enterradas bajo túmulos.

En Ribagorza sólo conocemos un yacimiento de este periodo, el Tozal de San Fertús, cuya posición estratégica y la cercanía al río, hicieron de él un lugar óptimo para ser habitado en estos momentos.

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La presencia de este poblado nos lleva al final de la Prehistoria en nuestra comarca ya que tras esta primera etapa del Hierro I, este poblado fue ocupado por íberos, cuya evolución nos pondrá en contacto ya con la llegada del mundo romano.

ÍBEROS

El conocimiento de los pueblos anteriores a los romanos que poblaron nuestras tierras pasa en estos momentos, a consecuencia también de la ausencia de yacimientos conocidos, por el estudio de las fuentes clásicas.

Los autores clásicos no especifican detalladamente qué pueblos habitaron la comarca de La Ribagorza. Las referencias de Estrabón o Ptolomeo son demasiados vagas. Se sabe con certeza que la llanura del Cinca fue habitada por íberos ilergetes, que la Jacetania estuvo habitada por los iacetanii, que el Alto Segre estuvo morado por los keretani, pero las comarcas de Ribagorza y Sobrarbe ofrecen dudas sobre quiénes las poblaron. Si bien es cierto que se nombran a pueblos como los andosini o los arenosi no se da una explicación de su territorio.

Algunos historiadores han visto una posible expansión vascona desde Navarra o de Gascuña por todo el Pirineo hasta Andorra, atestiguada por la toponimia, la antroponimia o por palabrasde sustrato que se produjo en algún momento entre conquista romana y el cambio de era.

Si la desinencia céltica briga ('pueblo, ciudad') ha servido para seguir de modo "relativamente fácil" la penetración celta en la península, a partir de Segóbriga (Segorbe) y Segovia, hasta llegar a Lacóbriga en Portugal, convendrá tener en cuenta a Ballabriga, pequeña aldea del valle del Isábena, junto al camino que remonta el puerto de las Aras y cruza el Pirineo por Benasque,para descubrir una posible ruta de entrada en Ribagorza.

Celtas serían quienes dieron nombre al río Isábena, como a Iscles, Isuela e Isaba, y quizás al mismo Ésera, que con el prefijo Is- resultan homónimos del alemán Isar y el francés Iser, donde el citado prefijo aparece relacionado con ríos, corrientes o lugares acuíferos.

Nuestra herencia toponímica de procedencia centroeuropea es abundante. Basten unas muestras. Es el profesor alemán Gerhardt Rohlfs quien al estudiar los sufijos en -ue y -uy (Eresué, Campanué, Renanué, Beranuy, Castarnuy, Cabarruy, etc.), tan reiterados en la nómina local del área comprendida entre los ríos Gállego y Noguera Pallaresa, descubre entre sus radicales antropónimos (nombres de personas) procedentes de la Galia Transalpina, Renania o Liguria. Así, Eresué corresponde al femenino Eresina, Campanué al francés Campagnac y al italiano Campagnano, Renanué a Renanus en Panonia (Ulp ), Beranuy a Veranus, Castarnuy a Casternago en Lombardía y Kasternic en Renania, Cabarruy a Cavaros (nombre de un rey galo), etc.

De igual modo este uso de los topónimos nos lleva a reconocer en los nombres de nuestros pueblos y parajes un sustrato de cultura vasca derivada de un pueblo prehistórico de pastores pirenaicos aquí establecidos en periodos incluso anteriores a la Edad de los metales. Los sufijos-arri, -arre, -arro, etc., tan frecuentes en nuestra toponimia, tienen aquella o parecida ascendencia. Así, Bisaurri, Siscarri, Bisiberri, Aiguerri, Montiberri, Obarra, Arro, Laguarres, Lascuarre, Benabarre, Llastarri, etc. permanecen como exponentes ancestrales de aquel proceso histórico.

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En este batiburrillo de ilergetes, andosinos y airenosios figuraba, por tanto, la etnia precursora de nuestra identidad ribagorzana. Pero no está claro para historiadores de nuestros días que los airenosios que así se citan sean los araneses del valle del Garona. Si bien consta que la expansión de la raza ibérica se extendió entre el Garona y el Ródano, la relación que se cita parece referirse tan solo a la Ibérica subpirenaica, que no cruza a las vertientes septentrionales de la cordillera y hacia la que se dirigen las aguas aranesas. Es decir, que enumera tan solo las tribus afincadas a mediodía de la cadena, donde se encuentra la ribagorzana villa de Arén, que por aquellos tiempos, ya tenor de lo que fueron otras poblaciones, pudo muy bien ser sede y cabeza de aquella tribu de los airenosios, con lo que tendríamos entidad propia en aquella mención. El emplazamiento antiguo de esta villa, sobre una loma alargada con mirada a mediodía y espaldas cortadas en vertical sobre el barranco alIado norte, parece responder a losasentamientos urbanos de los iberos por razones de seguridad, como veremos.

Con todo, nuestra raíz ibérica queda constatada en una inscripción que fue hallada junto al monasterio de Santa María de Obarra y que analizaremos más adelante. Baste saber ahora queallí figuran dos nombres de identidad ibérica, según los expertos, un padre llamado Aurelio Tennapreseri y una madre llamada Asterdumari. Junto al Aurelius netamente romano, se le añade el apodo o apellido Tennapreseri, que se cree ibérico, y lo mismo el Asterdumari materno. En cualquier caso, a la luz de estos datos parece más que probable la penetración y establecimiento de grupos ibéricos en tierras ribagorzanas, que marcarían rumbos nuevos a la cultura autóctona.

De su vida y cultura consta que los iberos ya vivían en poblados casi siempre levantados en lugares eminentes, lomas escarpadas y de difícil acceso para dominio de la mayor extensión posible y desde donde se defendían mejor, tal y como se constata en el próximo yacimiento delcerro de Monderes (Castillonroy), donde hay un extenso hábitat ibérico datado entre los siglos II y I a. de C. Eran poblados generalmente pequeños, independientes, aunque se unían con otros en caso de peligro común.

Los poquísimos datos que tenemos sobre los íberos en nuestra comarca nos hacen pasar por ellos de puntillas salvo en el caso de los últimos momentos de su vida en nuestra comarca, que podemos obtener gracias a las investigaciones realizadas por la profesora Magallón et alii en el conocido yacimiento de Labitolosa.

Podemos admitir como históricamente seguro que la romanización del territorio ribagorzano dio comienzo durante la conquista romana de esta nuestra zona, entre los siglos III y los primeros años del siglo II (218 – 190 a. C).

Al ocupar los Escipiones las costas mediterráneas, varias tribus íberas que vivían en el interior se movilizaron bajo el mando de algunos jefes para hostigar a los invasores. Entre estos jefes podemos nombrar a Indíbil y a Mandonio, quienes comandando a la tribu de los ilergetes (Valledel Ebro, Lérida y Pirineos) atacaron a los ejércitos romanos mientras estos construían la ciudad de Tarragona, sobre la antigua Cesse. La cosa acabó muy mal para los caudillos indígenas. Indíbil murió en la batalla en el año 205 lo que forzó a sus seguidores a una paz negociada que concluyó con la entrega a Roma de Mandonio, que fue ejecutado.

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La situación motivó, que pese al interés inicial de los romanos sólo por las costas españolas, el Senado se decidiese a la conquista de todo el territorio dadas la continuas provocaciones e impedimentos que la población hispana ponía a la presencia romana. En el año 190 a. C el Senado de Roma decreta una segunda expedición contra la Península Ibérica encabezada por Marco Poncio Catón. Éste al mando de 70.000 hombres desembarcó en Ampurias en 195 a. C y avanzando en dirección W paralela a los Pirineos llegó hasta Pamplona despúes de someter a cuantas tribus habitaban en los valles pirenaicos.

El paso de las legiones romanas por nuestra tierra culminó con la romanización del territorio que en nuestro caso tiene como mayor exponente el municipio romano de Labitolosa.

Siendo que año anterior la profesora Magallón inauguró este ciclo de conferencias hablando deeste yacimiento sólo querría nombrar el origen íbero de este municipio a modo de conclusión de esta mi humilde charla.

Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en Labitolosa entre 1991 y 2004 pusieron de manifiesto la presencia de seis grandes monumentos, pero normalmente las excavaciones se detuvieron en el nivel de suelo de estos edificios. De este modo los niveles más antiguos no fueron tenidos en cuenta salvo por la realización de algunos sondeos que han mostrado evidencias cerámicas (TSI, campanienses y cerámicas ibéricas-----vasija) y constructivas del pasado íbero de la ciudad romana de Labitolosa, de fundación imperial.

Estos niveles antiguos y los edificios más antiguos sobre los que se construyeron los edificios imperiales son reconocibles en 5 lugares de la ciudad, al sureste de las termas I, bajo las termasII, al oeste de las mismas y bajo una pequeña parte del foro.

Es difícil dar una fecha concreta a la primera ocupación de este terreno, o del aledaño cerro delCalvario, que presenta también restos arqueológicos anteriores a la llegada de los romanos, pero la mayoría de las formas cerámicas halladas (campanienses) nos llevan al segundo cuarto del siglo II a. C