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y el protestantismo español DANIEL DE PABLO MAROTO El título, aunque aparentemente diáfano, requiere algunas precisiones metodológicas. No se trata de una confrontación pun- tual, y muchos menos polémica, entre las dos Reformas, la te- resiana y la protestante, ni entre las dos figuras centrales, Santa Teresa y Martín Lutero 1. El proyecto es mucho más modesto y realista. Se trata de descubrir las "resonancias" de la doctrina luterana en el quehacer -escritos y obra reformadora- de Santa Teresa de Jesús. La Santa nace en 1515, dos años antes de la rebelión de Lutero. Su ciclo de vida adulta se desarrolla cuando en España y en Europa se fragua la gran batalla antilu- terana. El concilio de Trento y el protestantismo son el marco religioso más espectacular del momento, y la Santa los vive en su geografía interior y exterior. Buena notaria de su tiempo, reacciona ante las dos formulaciones de la teología cristiana. Teresa de Jesús ha sido "canonizada" y proclamada doctora por la Iglesia católica; pero en un clima ecuménico se podría hacer una relectura de sus escritos a la luz del luteranismo, de Trento y del Vaticano 11. Esto queda como mera sugerencia y aproxi- mación; al final daré algunas pistas de indagación. Para conseguir los fines propuestos, sigo dos áreas de inves- tigación. La primera acontece fuera del mundo teresiano, pero en su entorno: el protestantismo español. Intentaré una aproxi- mación a la historia real del luteranismo en España atendiendo 1 Esto es lo que pretendió hacer ALBERTO DE LA VIRGEN DEL CARMEN, Santa Teresa y Martin Lutero. ¿Existencialismo optimista o existencialismo trágico?, Avila, 1950. REVISTA DE ESPIRITUALIDAD, 40 (1981), 277-309

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y el protestantismo español

DANIEL DE PABLO MAROTO

El título, aunque aparentemente diáfano, requiere algunas precisiones metodológicas. No se trata de una confrontación pun­tual, y muchos menos polémica, entre las dos Reformas, la te­resiana y la protestante, ni entre las dos figuras centrales, Santa Teresa y Martín Lutero 1. El proyecto es mucho más modesto y realista. Se trata de descubrir las "resonancias" de la doctrina luterana en el quehacer -escritos y obra reformadora- de Santa Teresa de Jesús. La Santa nace en 1515, dos años antes de la rebelión de Lutero. Su ciclo de vida adulta se desarrolla cuando en España y en Europa se fragua la gran batalla antilu­terana. El concilio de Trento y el protestantismo son el marco religioso más espectacular del momento, y la Santa los vive en su geografía interior y exterior. Buena notaria de su tiempo, reacciona ante las dos formulaciones de la teología cristiana. Teresa de Jesús ha sido "canonizada" y proclamada doctora por la Iglesia católica; pero en un clima ecuménico se podría hacer una relectura de sus escritos a la luz del luteranismo, de Trento y del Vaticano 11. Esto queda como mera sugerencia y aproxi­mación; al final daré algunas pistas de indagación.

Para conseguir los fines propuestos, sigo dos áreas de inves­tigación. La primera acontece fuera del mundo teresiano, pero en su entorno: el protestantismo español. Intentaré una aproxi­mación a la historia real del luteranismo en España atendiendo

1 Esto es lo que pretendió hacer ALBERTO DE LA VIRGEN DEL CARMEN, Santa Teresa y Martin Lutero. ¿Existencialismo optimista o existencialismo trágico?, Avila, 1950.

REVISTA DE ESPIRITUALIDAD, 40 (1981), 277-309

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a las últimas investigaciones. La segunda es un análisis desde dentro de la vida y escritos teresianos. Metodológicamente creo que será enriquecedor distinguir dos tipos de indagaciones. Una sobre el pensamiento explícito, que responde a su conciencia re­fleja ante el protestantismo expresada polémicamente. En esto es hija de la "contrarreforma católica". Otra sobre su pensamien­to implícito, campo abierto a las hipótesis, a las sugerencias y al confusionismo. Al ser Lutero y Teresa dos "reformadores", aun­que por caminos divergentes, al haber tenido ambos una fuerte experiencia religiosa de salvación en Cristo, podemos descubrir coincidencias y divergencias. Esta exploración la juzgo necesaria por ser todavía un capítulo inédito del teresianismo científico, con buenas perspectivas y, quizá, lleno de sorpresas.

I. EL PROTESTANTISMO ESPAÑOL EN EL SIGLO XVI

Decididamente hemos entrado en una investigación sistemá­tica y crítica de las corrientes espirituales ortodoxas y heterodo­xas del siglo XVI, lo cual favorece el conocimiento del teresia­nismo. De los movimientos "heterodoxos" han quedado bien ilu­minados el erasmismo y los alumbrados, suficientemente el pro­testantismo, y menos los cripto-judíos y conversos, si bien todos son susceptibles de nuevas interpretaciones 2.

2 En la Imposibilidad de dar bibliografía sobre el pensamiento religioso del si­glo XVI español, remito a las muchas y buenas monografías que existen hoy_ Cito aquellas más centradas en el tema del protestantismo. A. REDONDo, Luther et l' Es­pagne de 1520 a 1536, en Mélanges de la Casa Velázquez, 1 (1965), 109-165. ID., Les premiers «illuminés» castillans et Luther, en Aspects du libertinisme au XVI' siecle, Paris, Vrin, 1974. J. E. LoNGHURST, Luther in Spain (1520-1540), en Procedings of the American Philosophical Society, 103 (1959), 65-93. ID., Luther and the Spanish Inqui­sition: The case of Diego de Uceda (1528-1529), Alburquerque, '!'he University) oí New Mexico Press, 1953. ID., Luther's Ghost in Spain, Lawarce, Kansas, Coronado Press, 1969. J. C. NIETO, El espectro de Lutero y las máscaras de Erasmo en España, en Juan de Valdés y los orígenes de la Reforma en España e Italia, México-Buenos Aires-Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1979 (Apéndice Il). M. ANDRÉS, Adver­sarios de Lutero en 1521, en Revista española de Teología, 19 (1959), 175-185. ID., En torno a la «Theologia Crucis» en la espiritualidad española (1450-1559), en Diálo­go ecuménico, nn. 23-24 (1971), 359-390. lo., Reforma española y reforma luterana. Afinidades y diferencias a la luz de los místicos españoles (1517-1536), Madrid, F.U.E_, 1975 (Conferencias, 37). ID., Dos reformas frente a frente: la crisis protestante, en Las grandes crisis de la Iglesia y su incidencia en el momento actual, Madrid, A.D.U.E., 1977. J. HAUBEN, Three Spanish heretics and the Reformation. Antonio del Corro, Casiod01'O de la Reina, Cipriano de Valera, Ginebra, Droz, 1967. J. 1. TELLECHEA, Tiempos recios, Salamanca, Sígueme, 1977. A. MÁRQUEZ, La reforma pro­testante en España (siglOS XVI-XVII), en Historia de la Iglesia (de Fliche-Martin), trad. española, XX, Valencia, Edicep, 1976, 553-565. El mismo trabajo en DHEE, Reforma protestante, IlI, 2059-2063. Bibliographie de la Réforme (1450-1649). 111: Italie, Espagne, Portugal, Leyden, 1961. M. MENÉNDEZ y PELAYQ, Historia de los

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El movimiento protestante español del siglo XVI vive dos momentos bien definidos. El primero abarca desde 1519 al 1535, y el segundo del 1556 al 1562 aproximadamente. En las dos ocasiones los intentos de penetración han sido ahogados en con­denas y en sangre. Por eso la herejía no arraigó nunca en el suelo ibérico.

1. Los comienzos

En la historiografía antigua era un período muy confuso, co­mo lamentaba Menéndez y Pelayo 3. Hoy se va haciendo más luz, aunque todavía los archivos celan secretos e incógnitas.

En este primer período el historiador aprecia una inicial con­fusión, noticias vagas que van llegando de Alemania y que se afianzan y clarifican tempranamente. No olvidemos que el pro­testantismo nace y progresa cuando Carlos V hereda el Imperio alemán (1519). Después corren unos años de infiltración de li­bros y doctrinas y, junto con ello, las condenas oficiales y las reacciones polémicas.

a) Inicial confusión. Todavía el año 1520 el movimiento protestante es captado confusamente por los estamentos religio­sos y civiles. Roma tarda en intervenir. Es muy sintomático que, ese mismo año, don Juan Manuel, embajador del emperador Car­los V ante la corte de León X, le escribiese a La Coruña, por evidentes motivaciones políticas antipapales, que ayudase a un tal Fray Martín "que predica y publica grandes cosas contra su poder pontificio; dicen que es un gran letrado y que tiene puesto al Papa en mucho cuidado y le aprieta más de lo que quisiera" 4.

heterodoxos españoles, 2 vals., Madrid, Edica, 1956 (BAC, 150-151), l, 735-1086; n, 3-168. A. DE CASTRO, Historia de los protestantes españoles y su persecución por Feli­pe 11, Cádiz, 1851. E. MARTÍNEZ, Recuerdos de antaño. Los mártires españoles de la Reforma del siglo XVI y la Inquisición, Madrid, 1909 (tendencioso y anticatólico). E. BOEHMER, Spanish Reformers of two centuries from 1520. Their lives and writings, 3 vals., Strasbur-London, 1874-1904. E. SCHAEFER, Beitriige zur Geschichte des spa­nischen Protestantismus und der Inquisitlon im 16 Jahrhundert, nach den Ol"iginal­Aleten in Madrid und Simancas, 3 vals., Gütersloh, 1902-1903. C. A. WILKENS, Ges­chichte des spanischen Protestantismus in 16 Jahrhundert, Gütersloh, 1902'. W. ARTUS, Los reformadores españoles del siglo XVI y las bases bíblicas de su polémica ant!­rromanista, Buenos Aires-México, 1949. USOZ-WIFFEN, Reformadores antiguos españo­les, 21 vals., Madrid-Londres, 1847-1933 (Especificación de obras publicadas, en D. RICART, Usoz y Ríos, Luis, en DHEE, IV, 1682.

3 Historia de los heterodoxos, l, 1044. , Original en la Real Academia de la Historia. Citado por MENÉNDEZ y I'ELAYO,

Historia de los heterodoxos, l, 1044. Y por A. REDONDO, Luther e l'Espagne, 112.

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También un testigo de vista en la corte del emperador Carlos en Alemania, Alfonso de Valdés, escribe a su amigo en España, Pedro Mártir de Anglería, el 31 de agosto de 1520 desde Bru­selas, describiendo la protesta de Lutero como una disputa entre frailes agustinos y dominicos sobre el tema de las indulgencias 5.

La segunda escena la tiñe de un trasfondo político-económico en cuanto Lutero favorece al duque Federico de Sajonia, exco­mulgado por retener el dinero recogido por la predicación de las indulgencias, contra el cardenal Alberto de Maguncia y del Papa. Las obras de Lutero, según Valdés, eran "muchas y muy graves ... contra el Pontífice y la Curia Romana, libros que cun­dieron con facilidad por toda Alemania". Su éxito se debía a la enemistad de los al'emanes contra los romanos por sus malas costumbres 6.

En la península ibérica las cosas se complican todavía más debido a las plurales corrientes espirituales que la cruzan (ju­daizantes, alumbrados, recogidos, erasmistas, etc.), promovidas por las distintas etnias y religiones (cristianos, moros y judíos). La Inquisición restablece el orden socio-religioso, pero no cla­rifica el panorama intelectual. ¿Cómo localizar al hereje convicto de protestantismo puro en estos primeros tiempos cuando pulu­lan otras sectas y grupúsculos religiosos que defienden ideas si­milares a las proclamadas por los reformadores en Alemania? España ha vivido la "reforma" decenios antes de la rebelión de Lutero, y los grupos marginales -judíos, musulmanes, "con­versos" - aprovechan cualquier coyuntura para contestar el ré­gimen establecido, aunque sea bajo capa de religiosidad, ya que la política se apoya en la religión.

No deja de ser sintomático que en los grupos heterodoxos -erasmistas, alumbrados, protestantes- abunde el elemento "converso". Por eso creo que, para entender la espiritualidad del siglo XVI español, el análisis de ese sustrato ideológico es del todo imprescindible. Sólo desde el conocimiento de este hu­mus originario y nutricio, se podría hacer la confrontación con otros grupos disidentes posteriores, entre ellos los protestantes. La exploración de las fuerzas que intervienen en el movimiento de reforma española a partir de 1480 -fuerzas centrípetas y

5 «Aquí tienes la primera escena de esta tragedia, que debemos a los odios de los frailes.» Pedro MÁRTIR DE ANGLERÍA, Carta 689, Epistolario, IV, Madrid, 1957, 66·67 (DOCOIN, XII).

6 lb., 68.

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centrífugas- nos daría pie para juzgar su originalidad y nos haría más cautos para no afiliar lo español a lo foráneo -el alumbradismo al protestantismo, por ejemplo- por una pura coincidencia ideológica en algunos puntos.

Posiblemente los gérmenes de toda la heterodoxia española haya que buscarlos en los judeo-conversos, o mejor, en los crip­to-judíos, "marranos" o "tornadizos", como se decía entonces, cuyos usos y creencias reaparecerán sorprendentemente en otros grupos marginales, disidentes y heterodoxos, como alumbrados, erasmistas y luteranos: lectura de la Biblia en lengua vulgar, desprecio de ritos y ceremonias, estima de la oración mental y menosprecio de la vocal, rechazo de imágenes y de todo culto exterior, y hasta el famoso "conocimiento cuadrado" de Dios, del que tanto hablaron algunos de nuestros místicos. Es ésta una corriente activísima en el subsuelo religioso hispánico, cuya ar­ticulación se fija, en parte, en un libelo anónimo, que circuló por Sevilla hacia el año 1480 y al que contesta el judeo-converso Hernando de Talavera, confesor de la reina Isabel, en su Cató­lica impugnación 7.

A aumentar la confusión colaboran -supuesta la acción de los grupos marginales- los comportamientos duales de los fal­sos conversos en una época de represión e intolerancia. Los his­toriadores han encontrado un nombre para caracterizar a esos grupos sociales: el nicodemismo 8. Una variante de este compor­tamiento es el encubrir errores propios -alumbrados, lutera­nos- con la máscara de otro movimiento heterodoxo menos perseguido, por ejemplo, el erasmismo 9. Estas indagaciones agui­jonean la fantasía que llega a sugerir un "cripto-reformismo" en los mismos místicos católicos, muchos de los cuales son judeo­conversos, los cuales habrían utilizado un código cifrado o có­digo "místico", conocido sólo por los iniciados y lleno de se­gundas intenciones. ASÍ, por ejemplo, la "noche" de San Juan

7 Ha sido publicado por F. MARTÍN HERNÁNDEZ, Barcelona, J. Flors, 1961 (Espiri· tuales espafioles, 6). Cf. M. ANDRÉS, La teología española en el siglo XVI, l, Madrid, Edica, 1976 (BAC maior, 13), 368, 416-423. Sobre la vida religiosa y moral de los «conversos)) a finales del siglo XV, cf. N. LóPEZ MARTÍNEZ, Los judaizantes castella­nos y la Inquisición en tiempo de Isabel la Católica, Burgos, 1954, 131-186.

B Ya va siendo abundante la literatura sobre el tema. CarIo GINZBURG, Il nicode­mismo. Simulazione e disimulazione religiosa nell'Europa del 500, Torino, Einaudi, 1970. AA. VV., Aspects du libertinisme au XVI' si<lcle, Paris, Vrin, 1974. M. BATAI' LLON, ¿Juan de Valdés, nicodemita?, en Erasmo y el erasmismo, Barcelona, Ed. Crí­tica, 1978, 268-285.

9 Cf. J. C. NIETO, El espectro de Lutero y las máscaras de Erasmo en España, en Juan de Valdés, 543·563.

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de la Cruz sería "el oscurantismo religioso" (contrarreforma) y la "luz", la nueva visión del cristianismo (luteranismo). Lo mismo sucedería con otros grandes escritores: Baltasar Gracián, Cervantes, etc. lO •

Un capítulo aparte -que recuerdo sólo como exponente de la confusión reinante en la España del siglo XVI- es la rela­ción entre el luteranismo y el a1umbradismo, problema todavía en litigio. Ciertamente existen formulaciones doctrinales idénti­cas, como tendremos ocasión de comprobar más adelante; pero ello no demuestra la filiación protestante de nuestros alumbra­dos, mucho más si pensamos que los brotes iniciales de esta corriente son anteriores a la difusión del luteranismo en Españ<1. Los primeros eslabones de la secta, Pedro Ruiz de Alcaraz, Isa­bel de la Cruz y Bedoya, son acusados de "alumbrados", no de luteranos. Posteriormente los censores verán que luteranos y alumbrados "son muy vecinos en los errores", como escribirá Cano en 1559 11. En esta misma fecha informaba el Inquisidor general Fernando de Valdés al Papa Palllo IV vinculando la herejía alumbrada a la luterana. "Considerando bien estos ne­gocios [protestantes y Sevilla y Valladolid] parece que no dexan de tener el principio de más lejos y que las herejías que el maes­tro Joan de Oria fue acusado y los errores que vinieron, los cua­les llamaban alumbrados o dexados ... eran de la simiente destas herejías luteranas, sino que los inquisidores que en aquel tiempo conocieron de aquellas no estaban prácticos destos errores luthe­ranos ... " 12.

Angela Selke lanzó hace años la peregrina hipótesis, que re­batió Márquez, de que los alumbrados condenados en el Edicto de Toledo en 1525 sostenían "esencialmente las mismas creen­cias que las principales doctrinas de Lutero", y que los inqui­sidores, aparentemente ignorantes del protestantismo -sólo tres artículos hacen alusión explícita a la herejía luterana- no qui-

10 A esta extravagante conclusión llega Carlos Alberto MOREYRA, Esoterismo reli­gioso del siglo de oro español, Córdoba (Argentina), 1965. En estilo libre y lúdico alude al tema Fernando SÁNCHEZ DRAGO, Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España, IV, Pamplona, Peralta Ediciones, 19BO'5, 104.

11 Censura sobre los Comentarios y otros escritos de D. Fr. Bartolomé de Carran­za, en F. CABALLERO, Conquenses ilustres, II: Vida del Ilmo. Sr. D. Fr. Melchor Cano, Madrid, 1971 (Apéndice 58), 546. Existe edición facsímil, Tarancón (Cuenca), Ed. Olcades, 1980. Generalmente no los confunde, porque atribuye las doctrinas erróneas a «alumbrados y luteranos». Alguna vez dice también: «alumbrados lutera­nos», 589.

12 José Luis G. NOVALIN, El inquisidor general Fernando de Valdés, n, Oviedo, 1971, 218.

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sieron casi mentado para "disolver la gran herejía luterana frac­cionándola en una serie de herejias pequeñas menos terríficas" 13.

La sintonía reformÍstica e ideológica de los movimientos he­terodoxos españoles hace que en los procesos inquisitoriales apa­rezca la acusación de "luterano", sobre todo a partir de 1525; lo cual es otro síntoma de la confusión que tratamos de ilustrar. Así Diego de Uceda (1528), María Cazalla (1534), Francisco del Río (1545), Hernán Pérez (1548), etc. 14.

Este confusionismo no pcrmite hablar, como algunos histo­riadores lo han hecho, del "fantasma" o "espectro" de Lutero en España 15. Lutero y el luteranismo eran una realidad en Es­paña, donde se conoció muy pronto S'J doctrina y el peligro que implicaba para la fe del pueblo. A eso obedecen las condenas y las reacciones de la jerarquía, censores y escritores. La acu­sación de "luterano" a todo disidente heterodoxo no es de ex­trañar, sobre todo en los primeros tiempos, no sólo por desco­nocimiento de los inquisidores, sino porque era la herejía más peligrosa, más universal, a la que había que atacar en primer lugar, y, además, cualquier teólogo podía descubrir coinciden­cias materiales entre ellos. Lo que no han hecho los censores e inquisidores del siglo XVI -ni siquiera, quizá, pudieran­fue profundizar en los orígenes y filiaciones de las diversas he­rejías. Esto es propio del historiador del siglo XX.

b) Difusión y condenas. Una información veraz y con­temporánea, aunque todavía no confirmada con hechos, es que ya en el año 1519 corrían obras luteranas por España 16. El his­toriador de la Reforma, Léonard, después de dar por válida esa

13 Algunos aspectos de la religiosa en la España del siglo XVI (tesis inédita), Un. de Wisconsin, 1953; citada por A. MÁRQUEZ, Los alumbrados, Madrid, Taurus, 1980'. Páginas luminosas de crítica a estas conjeturas y (ccaracterizacióm) de los alumbrados, ib., 149-153.

14 J. 1. TELLECHEA, Tiempos recios, 26. Milagros ORTEGA COSTA ofrece apreciaciones interesantes sobre la acusación de «luteranosll, en estos primeros tiempos, entre otros a Vergara, Tovar, María Cazalla. Cf. Proceso de la Inquisición contra María de Cazalla, Madrid, F.U.E., 1978, 127 Y 142, con nota 3. También Julio CARO BAROJA,

Las formas complejas de la vida religiosa. Religión, sociedad y carácter en la España de los siglos XVI y XVII, Madrid, Akal, 1978, 209-221 (cap. IX: «Las quiebras de la fe católicall). Sintetiza datos del Catálogo de las causas contra la fe seguidas en el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Toledo ... , Madrid, 1903, 12-117; Y Registro de documentos del Santo Oficio de Cuenca y Sigüenza, 1, Cuenca-Barcelo' na, 1965.

15 J. LoNGHURST, y J. C. NIETO citadas en nota 2. 16 La noticia se la debemos a Froben, impresor de las obras de Lutero en Basilea,

que escribía a Lutero el 14 de febrero de ese año comunicándole que sus obras latinas las ha mandado a Francia y España. Cf. Luthers Werke. Briefwechsel, L Weimar, 1930, 332-333.

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fecha, afirma que "un poco más tarde, unas traducciones de la Epístola a los Gálatas, de:: la Libertad cristiana y del Siervo ar­bitrio llegaban hasta allí desde Amberes" 17,

Sobre la difusión real no faltan testimonios. Adriano de Utrecht, regente de Castilla y almirante del Reino, prohibe el 7 de abril de 1521 la publicación, venta y posesión de libros lute­ranos y, al mismo tiempo, ordena recogerlos porque sabe que algunas personas "han procurado y procuran que se trayan a Es­paña las obras nuevamente hechas por Martín Luther de la orden de sant Agostin, las cuales diz que están imprimidas para publi­car y vender en estos reynos", Se trata de obras "en latín y ro­mance" 18,

También el emperador Carlos V escribe desde Worms el 20 de abril del mismo año al Consejo de Castilla: "Porque somos ynformados que el dicho Luterio e algunos socios y conpleces suyos con osadía diabólica han enbiado o quieren enbiar los di­chos sus libros e obras a esos nuestros reynos.,." En consecuen­cia, les ordena que "desocupados de otros cualquier negocios", dediquen sus esfuerzos "para que esto cese" porque es asunto "principal y mayor por tocar a nuestra santa fee católica" 19.

En otra carta del 27 del mismo mes y año da su conformidad a 10 realizado por el Consejo y les insta para que continúen tra­bajando en lo mismo. Además, les certifica: "porné mi persona y estado e todo lo demas que convenga para lo remediar" 20.

La primera carta del emperador se había cruzado con una que Adriano de Utrecht y otros nobles y prelados le habían di­rigido el 12 de abril, en la que le confirman los mismos hechos. "No contento aquel seductor [Lutero] de haber pervertido y en­gañado a Alemania, procura con sus malignas y diabólicas astu­cias pervertir y contaminar estos sus reinos y señoríos de Espa­ña, y para ello con incitación y ayuda de algunos de stas partes que dessean ympedir o enervar el Santo Oficio de la Inquisición,

17 E. LEONARD, Historia general del protestantismo, trad. españo.Ja, 1, Madrid, Península, 1967. A. REDONDO, no dio mucho crédito a Léonard por no citar la fuente, y propuso como fecha probable finales de 1520 o primeros meses de 1521, el envío de obras por los «marranos" de Amberes, donde los habían traducido, introducién· dalas como armas contra la Inquisición. Cf. Luther et l'Espagne, 110, nota 1, y 120.

lB A. REDONDO, O. c., 121. Más cartas de otras personalidades de Castilla, ib., 122·126.

19 J. 1. TELLECHEA, Carlos V y el luteranismo español. Dos cartas descle Worms (1521), en Tiempos recios, 21.

20 Texto, ib., 22. Este compromiso coincide con el juramento hecho en Worms por el emperador el 19 de abril de 1521. Cf. en J. LoRTZ, Historia de la Reforma, 1, Madrid, Taurus, 1963, 306.

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ha tenido forma de hazer traduziry poner en lengua castellana sus herejías y blasfemias y embiarlas a sembrar y publicar en esta católica nación" 21.

Que la infiltración del luteranismo era una realidad 10 de­muestran las confiscaciones de obras heréticas en las fronteras franco-catalana y franco-navarra; en los puertos de la provincia de Valencia, ya en 1521, y en la provincia de Granada, desde 1525; mientras que entre 1525 y 1531 aparecen en el interior: Madrid, Alcalá, Toledo, Salamanca, etc. 22.

En cuanto a las condenas de las tesis luteranas es importante constatar que la primera es la de Adriano de Utrecht, futuro Papa Adriano VI, regente de España durante la ausencia de Carlos V. Está fechada en febrero de 1520 y figura al frente de la Censura de Lovaina 23. El 21 de marzo de 1521 el Papa León X ponía en guardia a los gobernadores de Castilla para impedir que la doctrina luterana se difundiese en España. En el mes de abril se suceden las condenas del emperador, de Adria­no de Utrecht y los Grandes de España 24. El mismo emperador urgió a los reunidos en la dieta de Worms en abril de 152) J

a la que asiste Lutero para exponer su doctrina y ser juzgado, para "que se diesen durísimos edictos contra Lutero y los lute­ranos y que se quemasen los libros de ese hombre loco". De hecho, así se hizo. Pero Valdés, que transmite estos detalles como testigo de vista a su amigo Pedro Mártir de Anglería, no tiene esperanza en ~l triunfo. "Veo que los edictos del César no han de hacerles mucha fuerza, puesto que después de salir a luz los libros de Lutero, se venden sin cesar impunemente por calles y plazas" 25.

c) Reacciones. La reacción española ante el luteranismo no se redujo a la condena oficial. Pronto surgen los adversarios

21 M. ANDRÉS, Reforma española y reforma luterana, 11; A. REDONDO, O. c. 122. Interesante es la anónima Relación de lo que pasó el Emperador en Bormes en 1521. ef. referencia en M. BATAILLON, Erasmo y España, México-Buenos Aires, Fondo de eultura Económica, 1966', 110, nota 19.

22 ef. A. REDONDO, o. c., 130·136. J. e. NIETO, Juan de Valdés, 548-555. MENÉNDEZ y PELAYO cita una carta, de Martín de Salinas, fechada en Burgos el 25 de junio de 1524 en la que dice al infante D. Fernando: «Hay tanta memoria de lo del Lutero, que en otra cosa no se habla.» Historia de los heterodoxos, I, 1045. Rela· ción de un cargamento de libros confiscados en Granada, lb., 1044·1045.

23 ef. en WA, VI, 174·175; A. REDONDO, O. C., 111. No olvidemos que la buIa Exurge Domine es del 15 de junio de 1520 y la de excomunión, Decet Romanum Pontificem, del 3 de enero de 1521.

24 ef. A. REDONDO, O. C., 121·126. J. 1. TELLECHEA, Tiempos recios, 20·27. 25 Epistolario, IV, carta 722, Worms, 13·V·1521, 164.

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de sus escritos. Pedro Mártir escribe desde Valladolid el 17 de septiembre de 1520 y el 7 de junio de 1521 haciendo alusión a una "multitud de escritos", "ediciones de teólogos ... contra todas esas patrañas", "En ellas -continúa- reducen a polvo sus argumentos" 26.

El primer libro antiluterano de un autor español es el de J acabo de Olesa, escritor mallorquín, quien publica a finales de 1520 Errores Marlini Lutheri, enviando la obra al Papa León X en febrero de 1521 27 • Aunque no se ha encontrado ningún ejern~ pIar de esta obra, el cardenal de Santa Cruz, don Bernardino Carvajal, dice que la ha visto y "es muy digna ... que muestra bien profundidad de doctrina" 28,

El dominico Cipriano Benet escribe en Roma y publica en 1521 contra Lutero un folleto sobre el Santísimo Sacramento y su ministro, prometiendo escribir una obra extensa en seis libros de la que no se tiene noticia. Además, pronunció allí mis­mo una Oralio contra dogmata Lutheri, el día en que fueron quemados sus escritos 29.

Junto a estos adversarios habría que colocar a los filolutera­nos españoles en la Península, Italia y los Países Bajos: Juan de Vergara, Juan de Valdés, Francisco de Enzinas, Jaime de Encinas, Juan Díaz, Francisco San Román, Pedro Núñez Vela, Miguel Servet, María Cazalla y otros procesados por alumbra­dos o luteranos en este primer período 30.

26 Epistolario, IV, cartas 689 y 722, pp. 70 Y 165. REDONDO ha impugnado con razón, como otros, la fecha de la primera carta, porque en ella incluye una de Alfonso de Valdés del 31 de agosto de 1520 en la que cuenta a su amigo aconteci­mientos posteriores a esa fecha, como la pUblicación del libro de Lutero De la cautividad de Babilonia, y la quema del Derecho Canónico, acontecimientos de oc­tubre y diciembre de 1520 respectivamente. eL o. e., 119, nota 4. ¿La carta de Valdés ha sido retocada por Pedro Mártir?

27 M. ANDRÉS, Adversarios españoles de Lutel'O en 1521, en RET 19 (1959) 180-181. Otras obras de Olesa, en 1. RODRÍGUEZ, Autores espirituales españoles (1500-1570), en Repertorio de historia de las ciencias eclesiásticas de España, IIl, Salamanca, 1971, 537-538.

28 M. ANDRÉS, l. e., 181. 29 M_ ANDRÉS, l. c., 182-183. El obispo de Oviedo, Diego de Muros, es alabado

por el Papa León X por sus decretos contra Lutero, acción de la que no se tienen más noticias. lb., 184-185. otros autores son Juan Ginés de Sepúlveda, que escribe en Italia en 1526 su De jato et libero arbitrio adversus Lutherum; y algunas obras anónimas. Entre ellos había que colocar a Diego López de Zúñiga, adversario de Lutero a través de la critica a Erasmo. eL REDONDO, 0_ c., 129. M. ANDRÉS, La teología española en el siglo XVI, Il, Madrid, Edica, 1977, 313-315 (BAe maior, 14).

30 Lnformación en MENÉNDEz y PELAYO, Historia de los heterodoxos, I, libro IV, cap. 5-6, 938-1043. M. BATAILLON, Erasmo y España.

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2. Efervescencia luterana y represión (1556-1562)

Hace años se preguntaba Bataillon -y su cuestionamiento sigue siendo todavía válido- si era posible hablar "de un pro­testantismo español en esos años turbulentos que van de 1536 a 1556". Y responde que "en su rigor extremo, la fórmula pue­de aplicarse a ciertos emigrados que entraron más o menos en contacto con los protestantes del Norte. Pero, aún así -conti­núa-, hay que mirar las cosas de cerca" 31,

Pasada esa tierra de nadie, el protestantismo español se afian­za y se adensa, se clarifican las posiciones luteranas y antilute­ranas, crece el volumen de obras y de acciones inquisitoriales. Por lo que respecta a la vida de Teresa, ha entrado en una fase problemática (1554-1562). Como mujer del pueblo, como reli­giosa de medio clausura, escucha todos los vientos de doctrinas. Son años "recios" para la espiritualidad española.

Si antes se podía hablar de personas luteranas, ahora apa­recen los grupos o comunidades organizados, aunque operando en la clandestinidad. Las más importantes son las de Valladolid y Sevilla, con un amplio radio de acción que se extiende por el este hasta Logroño y por el oeste hasta Toro y Zamora. En la década de los cincuenta se suceden las condenas de "luteranos". En Sevilla, Juan Gil, o el Dr. Egido, como era conocido, es condenado a la cárcel en 1552, y Constantino Ponce de la Fuen­te, encarcelado en 1558, muere en 1560. A partir de 1557 son descubiertas por los Inquisidores comunidades ya organizadas en Valladolid y Sevilla, que culminarán con los autos de fe de los años 1559 y 1560 32•

31 Erasmo y España, 509. 32 Sobre el Dr. Constantino, ef. José Ramón GUERRERO, Catecismos españoles del

siglo XVI, Madrid, Instituto Superior de Pastoral, 1969. Bibliografía general: M. ME­NÉNDEz Y PELAYO, Historia de los heterodoxos, I, 1, IV, cap. 7, 1044-1086; n, cap. 9, 60-99. Documentación, en Ernst SCHAEFER, Sevilla und Valladolid. Die evangelischen Gemeinden Spaniens in Reformationszeitalter, en Schriften des Vereins für Reforma­tionsgeschichte 78 (1912) 1-137. Louis Prosper GACHARD, Retraite et mort de Charles­Quint au monastere de Yuste, 2 vals., Bruxeles, 1846. José Luis G. NOVALIN, El Inqui .. sidor general Fernando de Valdés (1483-1568), [[: Cartas y documentos, Oviedo, 1971; sobre todo, documentos 141-171 y 180-266. Klaus WAGNER, Los maestros Gil de Fuentes y Alonso Escobar y el círculo de (<luteranos» de Sevilla, en Hispania Sacra 28 (1975) 239-247. J. 1. TELLECHEA, Felipe [[ y el Inquisidor general D. Fernando de Valdés. Documentos inéditos, en Salmanticensis 16 (1969) 329-372. También algunos ternas en Tiempos recios; y obras generales citadas en nota 2.

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Durante ~l decenio 1550-1560 el Inquisidor General Fer­nando de Valdés ejerce una amplia y matizada actividad cen­sorial de Biblias, libros de teología y espiritualidad, que culmi­nará con el famoso Indice de 1559. Impone la censura previa de libros, controla la edición y posesión de los mismos bajo penas severísimas 33.

Ese mismo año de 1559 vuelve Felipe II de Flandes y en­carga a su confesor, Fr. Bernardo de Fresneda, que dé la orden de regresar a España a los que estudiaban en Lovaina en un plazo de cuatro meses, con la obligación de presentarse a la In­quisición en presencia de testigos para que se levante acta. Así quedaban bajo control los que habían estado expuestos a la he­rejía. También ese año fue encarcelado como sospechoso de herejía el arzobispo de Toledo, Fr. Bartolomé de Carranza. Con todos estos actos ~l protestantismo español quedó herido de muer­te en los años que preceden a la fundación del primer convento reformado teresiano (1562) y la conclusión del concilio de Tren­to (1563).

Sin embargo, los más ilustres protestantes españoles son los fugitivos de Sevilla antes de los encausamieníos de 1558, algu­nos pertenecientes al monasterio jerónimo de San Isidro 34. Juan Pérez de Pineda trabajó en Ginebra y luego en Francia; preparó la traducción del Nuevo Testamento, aprovechando la de Fran­cisco de Enzinas, los Salmos, de la que dice Menéndez y Pelayo que "no la hay mejor en prosa castellana" 35. Casiodoro de la Reina, emigrado a Inglaterra, Países Bajos, Francia y Suiza, traductor de toda la Escritura; Reinaldo González Montano, que publica la primera historia de la Inquisición española, Sanc­tae Inquisitionis Hispaniae artes aliquot detectae, bien escrita, pero llena de errores y mentiras y, no obstante, muy difundida por Europa. Antonio del Corro, que fija su residencia en Lon­dres; Cipriano de Valera, el "hereje español" por antonomasia, como dicen los Indices expurgatorios, conocido traductor de la Biblia, en realidad, poco original, al ser deudor de Casiodoro de la Reina, pero la más difundida entre los protestantes de ha-

33 Capítulo bien iluminado por J. L. NOVALIN, O. c., I, 245-286. También M. BA­

TAILLON, Erasmo y España, 715-720. J. I. TELLECHEA, La censura inquisitorial de Bi­blias en 1554, en Anthologica Annua 10 (1962) 89-142. El «Edicto» de presentación es una prueba más del tráfico· de libros heréticos en España, cf. ib., 103-110.

34 Cf. Comunicación del Consejo de la Inquisición a Felipe n, en NOVALIN, o. c., H, 181.

35 Historia de los heterodoxos, H, 106.

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bla hispana 36. Estos herejes serán agentes activos para introdu­cir la literatura protestante en España desde la feria de Frank­furt o Suiza, continuando el activo contrabando de libros.

Que se ha endurecido la política represiva es evidente, im­pulsada por el nuevo soberano Felipe II -Carlos V se retira a Yuste en 1556 y muere en 1558- convencido del fracaso de otras vías: el diálogo o la guerra. Bataillon encuentra en ello una "atrocidad premeditada", un "nuevo método represivo, fun­dado en el terror del ejemplo" 37.

¿Qué efectos produjeron estos actos en los ciudadanos es­pañoles entre los que se encuentra doña Teresa de Ahumada, todavía monja en La Encarnación? Lo podemos suponer: indig nación en unos; júbilo, en otros; dolor y pesar, en todos. Y por encima de todo, el miedo. Miedo a poseer libros, a leerlos, a imprimirlos, a ser denunciados por gente infiel, a ser encubrido­res de herejes. Asusta hoy la severidad de las penas por motivos aparentemente fútiles, la publicidad de los castigos en los autos de fe, la chismorrería de los censores criticando palabras -el famoso "lenguaje"- e intenciones de los sospechosos, la abru­madora monotonía de los interrogatorios, de la prosa curial, de las sentencias y, al mismo tiempo, el número crecido de los procesos. Ejemplo extremo de la paranoia nacional, la caza de brujas más espectacular, síntesis de la historia religioso-política de España en el siglo XVI, es el proceso del arzobispo de Toledo Fray Bartolomé de Carranza, con sus 40.000 folios Y 17 años de duración. Como ejemplo de la sistemática, meticulosa, rabio­sa crítica de censor, yo recordaría la Censura de Melchor Cano a los Comentarios sobre el catecismo cristiano, del mismo Ca­rranza. Expresiones que hoy nos parecen cristianísimas son ta­chadas por el teólogo-censor como "peligrosas para el pueblo", "heréticas", "luteranas", "doctrinas de alumbrados", etc. 38.

36 Sobre estos personajes y algunos más, MENÉNDEZ y PELA YO, Historia de los hete­rodoxos, II, 1, IV, cap. 10, 100-168.

37 Erasmo y España, 708-709. Síntesis lograda en cuanto a datos cronológicos y nombres del conflicto, en M. ANDRÉS, La teologfa española en el siglo XVI, JI, 311-329. Intenciones subterráneas y ladinas en la mente del Inquisidor Valdés para su­primir las comunidades de Sevilla, Valladolid y encarcelar a Carranza, las sugiere NOVALIN, o. c., I, 294-347.

38 Sobre Carranza, cL relación de estudios de J. 1. TELLECHEA, recopilados en L. CRISTIANI, Trento, Valencia, Edicep, 1976 (Historia de la Iglesia, de Flische-Martin, 19), apéndice de la edición española, 651-655: Los estudios de José Ignacio Tellechea sobre Carranza. La Censura, de Melchor Cano, en F. CABALLERO, Conquenses ilustres, 536-615.

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n. SANT A TERESA y EL PROTESTANTISMO

En esta segunda parte pretendo reconstruir el pensamiento de Santa Teresa sobre el luteranismo, su respuesta como hija de la Iglesia, su cercanía o distanciamiento doctrinal.

1. Cauces de conocimiento y encuentro

Por lo que antecede, el lector puede adivinar cuál era el co­nocimiento que del luteranismo tenían los distintos estamentos católicos de España. Es evidente que, tanto las autoridades civi­les como eclesiásticas, poseían informaciones de primera mano, como asunto pertinente a los altos intereses de la Iglesia y del Estado. Privilegiados eran también los Inquisidores, censores y teólogos consejeros, con licencia de leer libros prohibidos; los acompañantes del emperador Carlos en la dieta de Worms (abril de 1551) conocieron al heresiarca Lutero y sus doctrinas. Tam­bién los soldados destacados en Europa, comerciantes y estu­diantes en Lovaina y otros centros yniversitarios tuvieron más acceso a las doctrinas heréticas, aun dentro de la confusión ini­cial a la que ya me he referido, y siempre en número minori­tario. Los teólogos de Trento contactaron con las doctrinas he­réticas tardíamente, sólo a partir de 1546.

Pero ¿que le llegaba de todo ello al pueblo sencillo y creyen­te? En un primer momento, las noticias tenían que ser, por ne­cesidad, confusas. Sólo en el segundo período el luteranismo se transforma en fenómeno religioso-social y se ilumina con el resplandor de las hogueras. El pueblo, a partir de 1558, vive la herejía en carne propia, amiga o hermana. Los autos de fe eran acontecimientos públicos, espectáculos trágicos, y, al mismo tiempo, lúdicos; los edictos inquisitoriales de búsqueda y captura, los que urgían en conciencia la obligación de denunciar a los sospechosos de herejía, sobre la que inquirían los confesores, los condenatorios de herejes, etc., fijados en las puertas de las iglesias o leídos durante la celebración de la liturgia, eran medios más que suficientes para entrar en contacto con lo nuclear de la herejía. Por fin, el rey enviaba a veces circulares a los supe-

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riores religiosos informándoles sobre el movimiento herético y pidiendo ayuda espilitual 39•

¿Qué contactos ha tenido Santa Teresa con el luteranismo y por qué cauces le llega la información? Nos tenemos que mover en un terreno de conjeturas.

Ana de Jesús depone en el proceso ordinario de Salamanca que los protestantes de Valladolid quisieron contactar con la Santa y su grupo de amigas en la casa de doña Guiomar de Ulloa. "Nos contaba que en Avila, cuando las herejías de Cazalla y sus secuaces, que a doña Guiomar de Ulloa y a otras señoras viudas y religiosas, que habían querido hablar estos herejes ... y a la misma Madre también la codiciaban hablar antes que supiesen trataba con tantos [confesores], que claro se veía la enseñaba el Espíritu Santo lo que convenía" 40.

Siempre en el terreno de las conjeturas, se puede pensar que los soldados abulenses del ejército del emperador, que vol­vían de Alemania y los Países Bajos contarían a la Santa los estragos de la herejía, ya que muchos pertenecían a familias li­najudas con las que tuvo mucho trato en Avila y Toledo. El palacio de doña Luisa de la Cerda era una buena caja de reso­nancias europeas 41.

y después, el constante contacto con teólogos, letrados y espirituales. Algunos de ellos han asistido en Trento a los de­bates, otros han asimilado la doctrina del concilio y le comu­nican sus conclusiones teológicas o disciplinares, como en el caso de no imponer la pobreza absoluta en los conventos (vivir sin renta) 42, o matizan sus expresiones como censores de sus es­critos donde la Santa se expresa libremente como carismática 43.

39 Un ejemplo de memorial es el que envía Felipe II en 1561, en el que alude a otro anterior, al provincial de los dominicos de Castilla. Cf. en EFRÉN DE LA MADRE DE DIOS, El ideal de Santa Teresa en la fundación de San José, en Carmelus 10 (1963) 217-218.

" SILVERIO DE SANTA TERESA, Procesos, l, Burgos, 1934 (BMC 18), 471-72. 41 Cf. SILVERIO DE SANTA TERESA, Vida de Santa Teresa de Jesús, n, Burgos, 1935,

252. EFREN DE LA MADRE DE DIOS, El ideal de Santa Teresa, 218. 42 En la fundación de Malagón se asesoró con el P. Báñez. F, 9, 3. Las citas de

Santa Teresa van según la edición de EFRÉN-OTGER, Madrid, 1962 (BAC 212). Las siglas usadas -generalmente en el texto- son: V = Vida; CV = Camino, 2.' redac­ción (Valladolid); CE = Camino, 1.' redacción (El Escorial); M = Moradas; F = Fun­daciones; MC = Meditaciones sobre los Cantares; CC = Cuentas de conciencia.

43 Pocos de sus amigos han estado en el aula conciliar. Mariano Azaro, teólogo seglar de Felipe n, después carmelita descalzo; Pedro Fernández, OP; Diego de León, O. Carm.; Diego Chávez, OP, etc. Cf. ALBERTO DE LA VIRGEN DEL CARMEN, Santa Teresa de Jesús trente a la protesta y frente a Trento, en Revista de Espiritualidad 5 (1946) 192.

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2. Pensamiento explícito

¿Qué conoce Santa Teresa del luteranismo español y europeo y cómo interpreta su doctrina? A responder la pregunta se or­denan las páginas siguientes.

a) "Esta desventurada secta". Al comienzo del Camino de perfección vincula el peculiar modo de vivir del convento re­formado de San José al "crecimiento" de la secta luterana. Por el contexto del relato, su propósito de vivir sin renta lo hace en el palacio de doña Luisa de la Cerda, en Toledo. Allí recibe la visita de María de Jesús, beata iluminada, quien le cuenta su deseo de fundar un monasterio en pobreza absoluta. Sucede esto en los primeros meses de 1562, momento en que consulta a es­pirituales y letrados y viene a saber "los daños de Francia y el estrago que habían hecho estos luteranos y cuánto iba en cre­cimiento esta desventurada secta" 44.

Lo que conocía en esos momentos sobre el desarrollo pro­testante en Francia nunca lo podremos saber con precisión. Nos­otros hoy estamos mejor informados. La década de 1550-1560 fue decisiva para el avance protestante en Europa, especialmente en Francia. Hacia 1555 el historiador imagina un desencanto en las filas católicas, porque, después de todos los ensayos para salvar la unidad religiosa en Europa, desde el diálogo hasta la guerra, se llega con la paz de Augsburgo al reconocimiento ofi­cial de dos religiones: la protestante y la católica.

En Francia, con el apoyo de Calvino que maneja los hilos desde lejos, se organizan las Iglesias "reformadas" al estilo de Ginebra en las principales ciudades: París, Meaux, Poitiers, Tours, Orleans, Rouen, Toulouse, Chartres, Lyon, etc. Se cal­cula que pasaban de 2.500 las iglesias y un porcentaje de un 15 por 100 de la población total, aunque las cifras no son segu­ras. Masarelli, el célebre secretario del concilio de Trento, afir­maba en junio de 1560 que "una gran parte del reino de Francia está infectada por el desdoro luterano" 45. Ante la agresividad calvinista, el rey Enrique II establece la Inquisición en Francia en abril de 1557 y en julio publica un edicto en Compiegne pro-

" Of. CV 1, 2. Ambientación, en EFRÉN DE LA MADRE DE DIOS·O. STEGGINK, Tiempo y vida de Santa Teresa, 2.' ed., Madrid, Edica, 1977 (BAO 233), 206·210.

" Concilium Tl'identinum, n, 346.

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hibiendo ir a Ginebra bajo pena de muerte. Pero el avance no se detiene y el calvinismo consigue adeptos entre los nobles y altas clases sociales, celebrando, durante el mes de mayo de 1559, aunque en la clandestinidad, su primer sínodo nacional. A su muerte, en junio de 1559, Enrique II deja como heredero del reino a Francisco II, joven de 15 años y enfermizo, y una Iglesia calvinista organizada como potente partido político sos­tenido por los Borbón y Chatillon contra el que se enfrenta el de los Guisa. Triunfan éstos al mando de los papistas, y con el apoyo del rey reprimen con mano dura a los herejes.

En diciembre de 1560 muere el joven rey y, como su her­mano Carlos IX contaba sólo diez años, gobierna la reina ma­dre Catalina de Medicis. Su política religiosa irénica y ambigua acaba favoreciendo a los hugonotes. En julio de 1561 permite a los reformados el ejercicio de su religión en privado, promueve, entre julio y octubre, en Poisy una serie de coloquios entre las dos religiones, y los calvinistas exigen que se les conceda cele­brar el culto públicamente. Es un momento cumbre en la ebu­llición herética, registrándose ya algunos saqueos y profanaciones de iglesias católicas.

Amanecía el año 1562 cuando los miembros de todos los parlamentos de Francia, reunidos en asamblea plenaria, publican un edicto de tolerancia de las dos religiones (Saint-Germain, 17 de enero). Por eso se ordena a los calvinistas la devolución de las iglesias y los bienes católicos violentamente ocupados; a los ministros calvinistas se les exige el juramento de observar el edic­to, de no hablar contra el deseo de los párrocos, ni construir templos propios. Pero, en contrapartida, podían celebrar asam­bleas y consistorios, culto público fuera de las ciudades y pri­vado en ellas.

Aunque el edicto era ventajoso para los calvinistas compa­rativamente al período anterior y, no obstante que los ministros aconsejaron atenerse a él, en provincias se desarrollaron, en los primeros meses de 1562, acciones violentas contra las iglesias católicas: pillajes, latrocinios, destrucción de imágenes y de igle­sias, matanzas de sacerdotes y fieles católicos. Esto sucedía prin­cipalmente en Provenza (6 de marzo y 25 de abril), Orleans (2 de abril), Nimes, Montpelier y Lyon (30 de abril). Lo mismo

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realizan los católicos contra los calvinistas allí donde son mayo­ría. Era la guerra civil 46.

b) Los "fines" de la reforma teresiana. El apoyo que San­ta Teresa ofrece a la contrarreforma católica 47 debe entenderse en un sentido positivo: apoyo, defensa de la Iglesia católica con la santidad de la vida más que lucha contra el luteranismo. Po­tenciar los valores católicos más que combatir los errores pro­testantes.

Si la actual redacción de la Vida, escrita en 1565, sitúa en su cronología real las experiencias místicas, y no refleja los sen­timientos de la Santa cuando escribe el relato, ya en el año 1560 se había abierto al "hecho" luterano. La visión del infierno, te nida en agosto de ese año, considerada por ella como "una de las mayores mercedes" del Señor (V 32,5), le lleva a sentir la condenación de los herejes. "De aquí también gané la grandísi­ma pena que me da las muchas almas que se condenan (de estos luteranos en especial), porque eran ya por el bautismo miembros de la Iglesia ... " (V 32,6). En consecuencia, para remediar el mal, propone vivir su llamada vocacional "guardando mi Regla -escribe- con la mayor perfección que pudiese" (V 32,9).

Casi con las mismas palabras repite el planteamiento en el Camino, después de enterarse de "los daños de Francia". "Pa­réceme que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que veía perder ... y así determiné a hacer eso poquito que yo puedo y es en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese" (CE 1,2).

Vale la pena llamar la atención sobre la coincidencia de Vida y Camino. La visión del infierno y las noticias sobre el crecimiento del luteranismo producen en ella el mismo efecto y sugieren idénticos propósitos: salvar a la Iglesia con la propia santificación de la vida. Pero "salvar" a la Iglesia debe enten­derse en un sentido amplio: se trata de la Iglesia cristiana; a la católica, fortaleciéndola; a la luterana, demostrándole su yerro.

4' Información detallada y referencia a fuentes históricas: L. CRISTIANI, Historia de la Iglesia (FLICHE-MARTINl, XIX: Trento, Valencia, Edicep, 1976, 446-477. Emile LEoNARD, Historia general del protestantismo. II: La consolidación, trad. española, Barcelona, 1967, 88-105. Daniel DE PABLO MAROTO, Camino de perfección, en Introduc­ción a la lectura de Santa Teresa, Madrid, EDE, 1978, 282-284.

47 Cf. R. G. VILLOSLADA, Santa Teresa de Jesús y la contrarreforma católica, en Carmelus 10 (1963) 231-262. EFRÉN DE LA MADRE DE Dros, El ideal de Santa Teresa en la fundación de San José, ib., 206-230. D. DE PABLO MAROTO, Introducción a la lec­tura, 282-284.

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Los "daños de Francia" son una "noticia" más, no original ni novedosa en sentido absoluto sobre el luteranismo. Es la gota que colma la copa y potencia sus propósitos de fedelidad y de servicio a la Iglesia viviendo con radicalidad la regla carmelitana y los consejos evangélicos.

La estrategia combativa de la Santa no puede ser más ori­ginal y se inserta en una profunda fe en Dios y en la eficacia de la oración. No se fía de las fuerzas de los hombres -ni si­quiera de las armas- para defender la obra que es de Dios: la Iglesia. "Fuerzas humanas 110 bastan a atajar este fuego de estos herejes (con que se ha pretendido hacer frente, para si pudieran a fuerza de armas remediar tanto mal, y que va tan adelan­te) ... " 48; Y se refugia en la fuerza lUOlal y espiritual de la Igle­sia: "nos ha de valer el brazo eclesiástico, no el seglar" (CV 3,2); es la eficacia de los selectos la que la salvará, unos luchan­do con la pluma (letrados, teólogos), otros con la palabra (pre­dicadores), y ambos sostenidos por la plegaria amorosa de las monjas de San José y otros Carmelos que vienen a ser la reta­guardia orante. Estos grupos serán la levadura en la masa que operan la transformación interior 49.

Con razón ha podido escribir el historiador alemán Ludwig von Pastor: "La reforma de los carmelitas españoles, hecha por Santa Teresa de Jesús, fue más importante para robustecer a la Iglesia en los reinos de Felipe II que la Inquisición española, de la cual se abusó no pocas veces para fines políticos" 50.

Sobre los "fines" de la reforma teresiana hablan los testigos en los Procesos de beatificación y canonización con sintomática insistencia entre 1592 y 1610, aludiendo a conversaciones teni­das con la Santa. En sus dichos el horizonte geográfico se des­plaza de Francia a Flandes, Alemania e Inglaterra. Son muchos los testigos que "han oído decir", o "han oído a la Santa Madre", o saben que es "muy público y notorio", o que "es pública fa­ma", o que lo han leído en sus libros, sobre todo en el Camino, aunque también repiten ideas de las Fundaciones 51.

,. CV 31, 1. El censor ha tachado el paréntesis. " Cf. todo el planteamiento en CV 3, 1-2; CV 3, 5. 50 Historia de los papas desde tines de la edad media, ed. española, XIX, Barce­

lona, 1935, 53. El autor alude a la potenciación del espiritualismo, de la interioridad de la reforma teresiana en un momento de activismo. Por eso influye en el desen­volvimiento de las nuevas Ordenes religiosas poniendo equilibrio entre la acción y la contemplación. lb., 141-142.

51 Por ejemplo, Ana de la Trinidad (Procesos, I, Burgos, 1934 (BMC 10), 43¡ su cuñado, Juan de Ovalle, 126-127; Ana de San Bartolomé, 160; su sobrina Teresita,

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c) Radiografía de los "luteranos". Comencemos con lo más externo para penetrar después en la esencia de sus errores.

c-a) Nombre y significación histórica. Para Santa Teresa no hay más que "luteranos" 52, que son "herejes" 53. No alude a otros heresiarcas ni herejías del mismo siglo XVI, aunque sí a "grandes ilusiones en mujeres y engaños que las había hecho el demonio" 54.

Pero ¿cómo veía la Santa a los herejes de su tiempo? Para ella son "traidores", una "desventurada secta" (CV 1,2), un "fuego" por el cual "estáse ardiendo el mundo" (CV 3,1; 1,5), un "gran mal" (CV 3,1); son "desventurados" e hipócritas, por­que "se quieren cegar y hacer entender que es bueno aquello que siguen y que lo creen así sin creerlo, porque dentro de sí tienen quien les diga que es malo" (V 7,4). Es extraño un juicio de valor tan negativo, cuando en su Autobiografía siempre alaba la conducta ajena, no la suya, lo cual indica lo que siente la re­belión contra la Iglesia y también su radical sinceridad incapaz de mentir.

Según la Santa, el alma es como un espejo y la herejía rom­pe en mil pedazos su integridad, "que es muy peor que oscu­recido" (V 40,5). Con la herejía "va el demonio ganando almas", dice a don Teutonio de Braganza 55.

Algunos de los apuntes que nos ofrece tienen un gran valor histórico. Por ejemplo, el siguiente: "que como otros en estos tiempos se juntaban en secreto para contra su Majestad y ordenar maldades y herejías, procurásemos juntarnos alguna vez para desengañar unos a otros y decir en lo que podríamos enmendar­nos y contentar más a Dios" (V 16,7).

Este dato, aparentemente inocente, puede ser sumamente re­velador, en cuanto refleja el carácter socio-político de las sectas

primera carmelita descalza americana, profesa de San José, 256; Diego de Yepes, su biógrafo, 280; María del Nacimiento, 306-307; María de San José, 319; Elena de la Cruz, 335-336; Luisa de Jesús, 347; María de San José, 489; Inés de la Cruz, 535; Isabel de Santo Domingo (Procesos n, BMC 19), 85 Y 469-470. Y otros muchos. Digno de nota es el testimonio de Julián de Avila, capellán en muchas fundaciones, cf. Vida de Santa Teresa de Jesús, ed. de Vicente de la Fuente, Madrid, 1881, parte n, cap. 8, 227-234.

52 Cf. CV 1, 2; 35, 3; V 32, 6; ce 3 (Avila, 1563), 8; ec 63; 7M, epílogo, 24; F 3, 10; 18, 5.

53 CV 3, 1; 3, 8; 33, 3; 34, 11; V 7, 4; 40, 5; 40, 14; 21, 1; 5M 2, 10. 5' V 23, 2. Seguramente no se refería a los luteranos, sino a los «almnbrados»,

harto conocidos en España. En 1546 la Inquisición había procesado a la célebre abadesa de las clarisas de Córdoba, Magdalena de la Cruz.

55 Carta de Segovia, mediados de junio de 1574, 5.

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heréticas. Toda secta es una ecclesiola y tiene un carácter sub­versivo en relación con la gran Iglesia y a sus intereses políticos. Es un grupo marginal que quiere salir de la opresión. Y es pro­bable, como ya he insinuado en páginas anteriores, que todos los grupos marginales del siglo XVI intenten capitalizar el des­contento religioso hacia confines más sociales y políticos. Estas reuniones a que alude la Santa podrían ser movimientos reli­giosos que luchan contra Dios y su Iglesia (Su Majestad), y, al mismo tiempo, contra la majestad del rey Don Felipe y la po­tente Inquisición que tiene en su mano. No olvidemos que en los primeros procesos de alumbrados se alude ya a los "conven­tículos". ¿Lugares de reunión para la oración? ¿Cubiles de sub versión y teú.'or1smo? Como afirma Márquez, "las cuestiones apa­rentemente bizantinas sobre temas de oración mental o herme­néutica bíblica, tocaban puntos cardinales de la Iglesia y consi-o

guientemente del Imperio" 56.

Probablemente se refiera a la herejía luterana y la represión inquisitorial el relato vivido por una joven, que después fue car­melita descalza en Valladolid con el nombre de Beatriz de la Encarnación: "Acaeció que en este lugar de Valladolid llevaban a quemar a unos por grandes delitos." La joven pidió por ellos la conversión antes de morir y comenta la Santa: "Ellos mu­rieron bien, por donde parece que oyó Dios su oración" (F 12,3). Es probable que aluda a los autos de fe 1559.

Otro relato teresiano, leído en profundidad, nos llevaría a la conclusión del peligro protestante en el interior de Castilla. La Santa funda el convento de Medina en 1567 con medios tan precarios que deja el Santísimo en el portal de una casa que, de la noche a la mañana, ha improvisado como iglesia. "Cuando vi a Su Majestad -escribe- puesto en la calle, en tiempo tan peligroso como ahora estamos por estos luteranos ... " (F 3,10). El miedo de la Santa indica que en la villa y en toda Castilla los herejes continuaban existiendo, no obstante las represiones y las purgas de 1558-1562.

c-b) Errores luteranos. Los errores que más lamenta son los que atacan a sus dos grandes amores: Cristo y la Iglesia,

" Los alumbrados, Madrid, Tauros, 1980', 137. En esta edición publica los «su­marios)) de los procesos de Alcaraz, Isabel de la Cruz y Bedoya, y en los tr8s aparecen alusiones a los «conventlculos)). Cf. Apéndice III, Alcaraz, arto 22; Isabel, arto 16; Bedoya, arto 10.

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y en consecuencia, todo lo referente al cultO: iglesias, sacramen­tos, sacerdotes, ceremonias, imágenes, la Virgen y los santos, las reliquias, etc. No percibe al luteranismo como reforma teo­lógica más que moral. En ese ámbito se desgranan sus grandes lamentos, frases dolidas, sangrantes, a veces hasta desenfocadas e injustas con la versión original del protestantismo. "Parece le quieren tornar ahora a la cruz ... y que no tuviera adonde re­clinar la cabeza" (CV 1,2). "Quieren tornar a sentenciar a Cris­to, corno dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia por el suelo" 57. La Santa identifica la Iglesia histórica con la persona histórica de Cristo, no pensando en ese momen­to en la Iglesia como cuerpo moral o místico de Cristo, sino como una obra suya con la que se identifica plenamente. Por eso todo ataque a la Iglesia visible es un ataque a Cristo.

Esta versión estereotipada y falsificada del luteranismo, mero reduccionismo a clichés, pudo ser un montaje propagandístico de suma eficacia. De cara al pueblo ignorante, se reducía la cris­tología a una eclesiología y ésta a una sociología religiosa. Ante el pueblo los luteranos aparecían como los nuevos Judas trai­dores, verdugos de Cristo, y por lo mismo, dignos de desprecio y de muerte. Además -aquÍ se utilizaban las noticias históricas verdaderas-, perseguían a la Iglesia matando sacerdotes, que­mando iglesias, imágenes, etc., con lo cual el propósito cumplía sus fines.

La doctrina cristológica "luterana" era muy diferente. Lo que pretendió Lutero y los demás reformadores fue resaltar la función salvadora de Cristo, de su cruz, de la Sagrada Escritura, que nos transmite ese mensaje, de la fe con la que lo asimilamos. En el fondo, la experiencia teresiana de ser salvada única y ex­clusivamente por Cristo, en una confrontación permanente con las fuentes de la revelación, no sólo no contradice, sino que la acerca a la experiencia religiosa del propio Lutero. Con esto no quiero, en manera alguna, condicionar el teresianismo al lu­teranismo. Pienso que, en su totalidad, son caminos absoluta­mente divergentes. De momento sólo quiero afirmar un cierto paralelismo experiencial en lo cristológico.

57 CV 1, 5. Sintomático que en la copia de Toledo, revisada por la Santa para la publicación, el texto haya sido modificado: «Pues le levantan mil testimonios a su Iglesia con herejías», con lo cual queda más enfocada la crítica. Revelador ese «Como dicem). Seguro que está tomado de hOjas de propaganda, de edictos, que después comenta el pueblo.

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Dentro d~ la cristología dinámica de la mística Teresa caben muchos textos de Lutero y del luteranismo. Su cristo centrismo, Cristo como camino, la teología de la cruz, Cristo único salva­dor, etc., pueden ser puntos de convergencia para futuros estu­dios. No puede "condenar" a Cristo el luteranismo cuando Lu­tero había proclamado: "En mi corazón sólo reina un artículo: la fe en Cristo; de ahí se deriva toda mi reflexión teológica" 58.

O también: "El Padre está demasiado arriba y por eso pensó: quiero construir un camino por el que se pueda llegar hasta mÍ. Ese camino es Cristo; creed en él, estad pendientes de él, y así podréis dar conmigo en el tiempo oportuno" 59.

Su critica al luteranismo es verídica, al menos en sus apre~ ciaciones sociológicas, cuando relata desmanes calvinistas con­tra la Eucaristía. Ni siquiera aquí los hechos históricos son re­presentativos de toda la teología sacramentaria de los herejes, sino de algunos fanáticos contra el culto católico. Teresa es un testigo lejano, pero lleno de pena, dolor y sentimiento religioso. "¡Cuántas [injurias] se deben hoy hacer a este Santísimo Sacra­mentol ... ¡Qué de desacatos de estos herejes!" (CV 33,3). "Que parece le quieren ya tornar a echar del mundo, quitado de los templos, perdidos tantos sacerdotes, profanadas tantas igle­sias ... " 60. Por eso gozaba tanto cuando inauguraba una nueva iglesia donde podía instalar un sagrario para compensar las des­truidas por los luteranos 61.

Considera "desventurados" a los herejes porque no tienen la consolación de un Cristo real y cercano. Tocaba la fibra más delicada de sus creencias. ¿Llegó a creer que todos los "lutera­nos" rechazaban la presencia real? Parece que sí, cuando acon­sejando a sus monjas que después de la comunión no pierdan el tiempo mirando a una imagen de Cristo, sino a la "misma persona", escribe: "¡Desventurados estos herejes que han per­dido por su fulpa esta consolación con otras!" (CV 34,12). Tall1-

58 Comentario a la carta a los Gálatas, WA 40/1, 82. 59 Charlas de sobremesa, n. 42. En Lutero, Obras, ed. de T. EGIDO, Salamanca,

Sígueme, 1977, 340. Sobre cristología luterana, cf. ib., 45·47. Apoyo bibliográfico: M. LIENHARD, Luther, témoin de Jésus·Christ. Les étapes et les thiJmes de la christo· logie du réjormateur, Paris, 1973.

60 CE 62, 3. En CV 35, 3, varía algo el estilo: «Deshechas las iglesias ... quitados los sacramentos.» Pide al Padre que su Hijo no sea «tan maltratado» (ib.). «Le quitan sus posadas deshaciendo sus iglesias»: CV 3, 8.

61 Los testigos de los Procesos aluden al hecho y lo consigna ella en sus Funda· ciones: «Para mí es grandísimo consuelo ver una iglesia más adonde hay Santfsimo Sacramento»: F 3, 10; también: F 18, 5; 29, 27.

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bién ha llegado a sus oídos que los herejes han destruido las "imágenes" de la Virgen y los santos. Como mediadores ante Dios, estaban sobrando. Bastaba Cristo. Pero -según la San­ta- han cometido un error: "Que lo que el demonio hacía en los luteranos era quitarles todos los medios para más despertar, y así iban perdidos. Mis cristianos, hija, han de hacer, ahora más que nunca, al contrario de lo que ellos hacen" (CC 63).

Después del análisis de sus errores, vienen los buenos pro­pósitos. Siente pena de ellos porque están "condenados" 62. Es­taría dispuesta a dar "mil vidas" por una sola alma de las que se pierden en la herejía (CV 1,2); a luchar para convencerles de su error, aunque fuese "contra todos los luteranos" (CC 3,8); perdería todos los reinos si a cambio pudiese "dar luz en algo a los herejes" (V 21,1). Cree que la presencia de las herejías en la Iglesia es el único "trabajo de sentir" (CC 1,26); y que los herejes han caído en el error por no tener oración. "Que no miran los muchos millares que han caído en herejía y en grandes males sin tener oración, sino distraición" (CV 21,8). ¿Se refiere a los "alumbrados"? Por eso, al acabar su obra maestra sobre la oración, su testamento espiritual, recuerda los lectores que pidan a Dios "el aumento de su Iglesia y luz para los luteranos" (7M, epílogo, 24).

c-c) La Inquisición. Sólo breves apuntes por ser un tema tangencial a nuestro propósito y ser un trabajo hecho con com­petencia por E. Llamas.

Por primera vez habla del asunto con motivo de la funda­ción del convento de San José. Desde 1555 su persona había dado mucho que hablar con tantas manifestaciones extraordi­narias. Cuando por los años 1560-62 se transforma en funda­dora, las aguas, todavía no quietas, se revuelven. ¿Tantas vi­siones y revelaciones no serían engaños del demonio? Así lo pensaban hasta sus mismos amigos. Tuvo que ser hacia 1561 cuando alguien susurró al oído el nombre de la Inquisición. "Iban a mí con mucho miedo a decirme que andaban los tiem­pos recios y que podría ser me levantasen algo y fuesen a los inquisidores. A mí me cayó esto en gracia y me hizo reír, porque en este caso jamás yo temí, que sabía bien de mí que en cosa

62 «La grandísima pena que me da las muchas almas que se condenan, de estos luteranos en especial ... »: CV 32, 6. Función ca-redentora de su Reforma: cf. V 13, 10; 2M 2, 10.

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de la fe, contra la menor ceremonia de la Iglesia que alguien viese yo iba, por ella o por cualquier verdad de la Sagrada Es­critura me pondría yo a morir mil muertes; dije que de eso no temiesen, que harto mal sería para mi alma si en ella hubiese cosa que fuese de suerte que yo temiese a la Inquisición" (V 33,5).

Las "ceremonias" y las "Escrituras" eran dos de los temas conflictivos en el siglo XVI porque habían sido tratados por los herejes, no sólo luteranos, sino los otros movimientos hete­rodoxos españoles. La defensa de las ceremonias no tiene un valor litúrgico, sino eclesial y teológico: es "cosa de fe" y de la madre Iglesia.

Sin embargo, la Santa se vio envuelta en vida, y sus escri­tos después de muerta, en procesos inquisitoriales. El tribunal de Córdoba se interesó por el caso de Teresa de Jesús por haber escrito un libro lleno de revelaciones en el que decía que iba a haber muchos mártires. Su nombre salió a relucir en el pro~ ceso contra el Dr. Carleval, discípulo de Juan de A vila, judeo­converso, rector de la Universidad de Baeza, y confesor de las carmelitas descalzas de Malagón. El texto no ha llegado hasta nosotros, pero probablemente fue acusada de "alumbrada". Fue un accidente sin transcendencia en su vida 63. También el libro de su Vida fue examinado por los tribunales de la Inquisición de Valladolid y Madrid entre 1574 y 1575 64•

Mucho más ruidosa fue la actuación de la Inquisición de Sevilla en la reciente fundación teresiana entre 1575-1579, al ser delatadas las monjas como relajadas, inmorales y alumbra­das por María del Corro, beata admitida como novicia. Sobre las acusaciones estamos bien informados: que ataban a las mon­jas de pies y manos, que se confesaban unas con otras, que hacían oración al modo de los alumbrados. Principales respon­sables de este modo de vida eran la madre Teresa e Isabel de San Jerónimo. No conocemos todos los datos del juicio, pero se supone que la sentencia sobre la madre Teresa sería abso­lutoria. En un segundo período, a partir de 1576, intervienen otros personajes: el confesor Garciálvarez y dos monjas que

63 Informe detallado en E. LLAMAS, Santa Teresa de Jesús y la Inquisición españo· la, Madrid, eSIe, 1972, 27·43. Alvaro HUERGA, Historia de los alumbrados. Il: Los alumbrados de la alta Andalucía (1575-1590), Madrid, F.U.E., 1978, 159·166, Y en otros muchos lugares.

64 ef. en E. LLAMAS, O. O., 44·52.

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experimentan fenómenos extraordinarios en la oraclOn, que in­ventan acusaciones de muy baja estofa contra el P. Gracián, la priora, María de San José y, de rechazo, contra la misma madre Teresa 65.

Violento, aunque limitado, fue el ataque contra los libros impresos de la madre fundadora. En vida algunos la tuvieron por ilusa, y quizá sospecharon hasta de su buena intención es­perando que al final de la vida se descubrirían sus embustes y engaños. Pero no fue asÍ. La muerte selló definitivamente su fama que aumentaba de día en día en torno a su sepulcro de Alba de Tormes. No obstante, censores meticulosos criticaron algunos puntos doctrinales de sus escritos recién publicados por Fray Luis de León en 1588, no la santidad de su persona. Quie­ro dejar constancia de este hecho porque sus jueces no sólo la acusan de alumbrada, sino de luterana. Así consta en algunos memoriales dirigidos a la Inquisición de Madrid por los domi­nicos Alonso de la Fuente, Juan de Lorenzana y Juan de Ore­llana, entre 1589 y 1593. Alonso de la Fuente pensó que al exaltar las formas pasivas de la oración, en las que las poten­cias "no obran", defendía la total pasividad del hombre, a la manera de los luteranos. Lorenzana criticaba la certeza de la salvación que parecía defender la Santa, lo mismo que la pasi­vidad; Orellana veía peligros en las revelaciones privadas por­que a veces incluían errores y herejías y juzgaba herético fiarse de las inspiraciones de Dios en la oración en contra de la opi­nión de los jueces oficiales 66.

3. Pensamiento implícito, incluyente o excluyente

Entramos en un terreno movedizo y casi yermo, expuesto a las conjeturas y a la fantasía. En la obra teresiana no existen resonancias luteranas en sentido estricto y explícito si no es por contraste y rechazo consciente; pero sí algún paralelismo doc­trinal por la profunda sintonía religiosa con el reformador ale-

6S E. LLAMAS, O. c. 53-193, con el apéndice documental, 195-219. MARÍA DE SAN JoSÉ (Salazar), Libro de recreaciones, Recr. 9, en Escritos espirituales, ed. de Simeón de la Sagrada Familia, Roma, 1972', 205-218; Ramillete de mirra, ib_, 295-298. JERÓNIMO GRACIÁN DE LA MADRE DE Dros, Peregrinación de Anastasia, Barcelona, 1966 (Espiritua­les españoles, Textos, 18), 198-199. EFRÉN-O. STEGGINK, Tiempo y vida de Santa Tere­sa, 2_" ed., 680-685.

66 E. LLAMAS, O. c., 279-392, con «Apéndice documental», 395-488, especialmente, 409, 411, 449, 455-56, 471 Y 475.

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mán en la experiencia del misterio de Dios y la salvación por Cristo. Este pensamiento implícito que incluye o excluye doc­trinas luteranas es un ancho campo abierto a las investigaciones que habrá que hacer sin prejuicios apologéticos ni sectarios. Por falta de espacio me referiré a algunas pautas hermenéuticas y breves alusiones a puntos doctrinales conflictivos sobre los que podía continuarse la exploración.

a) Acceso a la metodología. Considero importante para esta indagación situarnos ante puntos de referencia contempo­ráneos a la santa escritora. Por una parte, el concilio de Trento, que fija y profundiza la doctrina católica controvertida por los protestantes, y la literatura antiherética oficial o de esr:ritores católicos, lo mismo que los procesos, edictos y censuras inqui­sitoriales, en los que se recopilan no sólo la doctrina, sino la praxis de los luteranos y demás heterodoxos. Y, por otra, los escritos de los reformadores junto con los comentaristas y se­cuaces hispanos, lo mismo que de otros heterodoxos de la épo­ca por su "vecindad" con los luteranos.

Simplificando mucho los presupuestos por falta de espacio, ofrezco al lector dos sistematizaciones contemporáneas de la doc­trina luterana hecha por teólogos católicos.

La primera tiene carácter oficial, el Edicto inquisitorial con­tra los alumbrados de Toledo, del 23 de septiembre de 1525, fecha clave en cuanto se estaba fraguando el protestantismo en España. A nadie le extrañará la exploración de un documento contra alumbrados en un estudio sobre el protestantismo des­pués de 10 dicho anteriormente sobre la cercanía de las dos ideo­logías.

En el Edicto sólo tres de los cuarenta y ocho artículos hacen alusión a la herejía luterana:

Art. 8: "La confesión no es de derecho divino." Art. 26: "Reprobar la doctrina de los santos" y "decir que

los sacros cánones no se han de guardar". Art. 28: "Que no hay necesidad de bulas." Es "luterano"

en cuanto afirma que "las indulgencias concedidas por los pon­tífices no valen" 67.

67 Edicto, en A. MÁRQUEZ, Los alumbrados, 2." ed., 229·238.

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Es extraño que los recopiladores no hayan encontrado más artículos "luteranos" cuando cualquier lector un poco informado descubre coincidencias evidentes con el protestantismo. El inqui­sidor Valdés, como dijimos, 10 atribuía a ignorancia, porque "los inquisidores no estaban prácticos de estos errores luteranos" 68.

Si no se acepta esta solución, cualquier otra es mucho más enig­mática 69. He aquí algunos ejemplos:

- "Después de la consagración queda la sustancia de pan" (art. 4).

- El "dejamiento" del hombre en el amor de Dios hace que "no pueda pecar mortal ni venialmente" (art. 9).

~~ Supresión de imágenes y procesiones como una especie de idolatría (arts. 15, 16, 17 Y 24).

- "Que no estaba bien que los hombres se metiesen frai­les" (art. 30).

- Impecabilidad y seguridad de estar en gracia (art. 32). - Las "obras" no sirven para la "salvación". No son me-

ritorias (art. 34). - "Cesaban mucho en las obras como ocupación en ma­

yor ejercicio" (art. 33). - "Hacer penitencia e guardar sus mandamientos, dijo que

no estaba en aquello la suma perfección" (art. 43). - Ilustración interior para conocer la Escritura (art. 45).

Pero el documento más luminoso, que condensa el pensa­miento protestante ya asimilado por los teólogos españoles, es la Censura de Melchor Cano a la obra de Carranza, Comenta­rios sobre el catecismo cristiano. El libro se publicó en Bruselas en 1558 y la Censura es de 1559. Su valor está en que ha sido redactada por uno de los grandes teólogos de su tiempo y en­juicia una obra, síntesis de la doctrina católica, escrita por otro teólogo eminente, conocedor también de los protestantes, pre­sente en el concilio de Trento en sus dos primeros períodos y pastor de la Iglesia española. Tanto Cano como Carranza son hombres de su tiempo; éste, abierto a las nuevas corrientes; aquél, encerrado en un cristianismo combativo y tradicional, con odio visceral a la herejía.

68 J. L. NOVALIN, El Inquisid01' general, n, 219. 69 ef. A. MÁRQUEZ, o. e., 147-153. Ver nota 13 de este estudio.

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Prescindiendo de la calificación de "alumbrado y luterano", doctrinas estrictamente luteranas -según el censOf- son las siguientes:

1) Permitir la lectura de la Escritura en lengua vulgar a "mujeres e idiotas", al pueblo, en suma 70.

2) Leer la Escritura bajo la iluminación del Espíritu Santo (556, 557, 569). Esto lleva consigo el desprecio de los "maes­tros" y "teólogos" y, por lo tanto, de la Iglesia docente, lo que explicaría la lucha entre intelectuales y místicos (541-542, 546, 585).

3) Descubrir los defectos del clero o de los cristianos (542, 579); poner como modelo a la Iglesia antigua, como lo hace Lu­tero (543).

4) Fiarse únicamente de Dios (548). Excesiva "fiuzia" (595). Quitar el temor de Dios ante las culpas cometidas (555-556).

5) Dios cubre los pecados (563-564).

6) Niegan los méritos de la obra humana. La tienen en Cristo (559-561). Cristo satisface con sus méritos por nosotros (538).

7) La santidad no procede de las "obras" (575: opinión de Calvino). Las obras proceden de la fe viva (549-550, 553, 583).

8) No hay que hacer reverencia a las imágenes (572) y se deben suprimir las ceremonias (572). No se debe ayunar (600-601).

9) Tienen certeza de la gracia (549, 570, 582); de la sal­vación (555), del perdón de los pecados (586-587). El cristiano es impecable (589).

10) El estado religioso es invención humana; no está en él la perfección (584).

11) La oración vocal nQ es necesaria .Contra ella están Lutero, Erasmo, alumbrados (597, 592-93, 601).

12) Elección de los obispos por los sacerdotes. Cano dice que es cosa de los príncipes (1) (591).

70 F. CABALLERO, Conquenses ilustres, n, 536, 539·540. Citaré dentro del texto y entre paréntesis las páginas de este documento.

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Esta crítica, más que otra cosa, demuestra 10 que pensaba Cano sobre los protestantes y sus doctrinas heréticas. Que estu­viesen contenidas en la obra de Carranza, ya es otra cosa que no juzgamos aquí.

b) Acercamiento a los textos teresianos. Melquíades An­drés intentó una confrontación de las dos "reformas", la lute­rana y la de los místicos, llegando a conclusiones aparentemente sorprendentes. Entre las cosas "comunes" a ambas encontró las siguientes: se inspiran en libros comunes, tienen un lenguaje común, apelan a la propia experiencia personal, esta experiencia tiene como objeto a Dios, tienen conciencia de la acción de Dios en su alma, si bien es verdad, percibido de diferente manera por Lutero y los místicos españoles, etc. 71.

Intentemos una aproximación desde el "caso" teresiano, te­niendo en cuenta las doctrinas "luteranas" sintetizadas en los documentos precedentes.

b-a) La Iglesia institucional. Su amor a la Iglesia la sitúa en las antípodas del luteranismo. Acepta la institución tal como es, sin aprobar sus pecados, sino criticándolos, resaltando su santidad. La reforma del Carmelo que inicia en San José de A vi­la es para ayudar a la Iglesia. Se proclama "hija de la Iglesia", obediente en su quehacer como reformadora, en todos sus es­critos, como consta por sus prólogos y epílogos. Su ansia de misionar -desatendido por Lutero- nace de ese mismo deseo de extender la Iglesia y salvar almas. Su amor a las ceremonias externas, a los ritos, construir nuevas iglesias y sagrarios, su de­voción, a veces infantil, a los santos, a la Virgen, el amor apa­sionado a los sacerdotes, el uso abundantísimo de las "imáge­nes" como pedagogía en la oración mental, y de los sacramentos, la misma vida religiosa como consagración, el hábito religioso, los votos, el aprecio de las tradiciones, las reliquias, las peregri­naciones; todo el mundo religioso medieval que revive en ella y es menospreciado por los reformadores, está expresando no meros valores piadosos o litúrgicos, sino cristológicos y eclesia­les. En todo ello se descubre su mente tradicional, nada inno­vadora.

b-b) Las "obras" del cristiano. Quizá no sea idéntico el planteamiento de la Santa al de los teólogos católicos contra

71 Reforma española y reforma luterana, 17-35.

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Lutero y sus secuaces. No aparece en ella el rígido esquema teo­lógico fe-obras. Santa Teresa describe dos caminos de santidad: uno normal y ordinario y otro sobrenatural. El primero es -l1a­mémoslo asÍ- ascético; el segundo místico. Dejando a un lado el así llamado "problema místico" y siguiendo el planteamiento de la Santa, es evidente que las "obras" no "merecen" la vida mística é:n sentido estricto. Entonces, ¿qué sentido tiene esa constante apelación de Teresa de Jesús a las "obras"? En su aspecto más torpe y egoísta pueden servir como disposición re­mota, no preparación "necesaria", para que Dios conceda las gracias místicas. Descendiendo al área moral y ascética, no ex­presa el deseo de salvarse o conseguir la justificación por 138

obras, porque su experiencia había sido otra. Pero, bajo otro aspecto, las obras son necesarias en todos los estadios de la vida espiritual, hasta en los últimos grados de la vida mística, donde parece que Dios hace todo y el hombre debería hallarse pasi­vamente, porque son la respuesta del hombre al don divino y prueba de su presencia en el alma. En su globalidad, la espiri­tualidad teresiana está anclada fuertemente en las bases huma­nas de la colaboración y ~l ejercicio de virtudes promovidas por la "determinada determinación". Esto es lo que le da realismo y eficacia. El "dejamiento" de los alumbrados, y quizá de los luteranos, no tiene nada que ver con los planteamientos teresia­nos. Si ella habla de "quietud" durante la oración, no se puede capitalizar para no ejercitarse en las virtudes, sino para "no obrar" con las potencias del alma porque turbarían la paz que Dios está regalando.

b-c) Letrados y espirituales. La iluminación de Dios. Vol­vemos a la función mediadora de la Iglesia. El teólogo es el maestro de la fe, el intermediario entre la Iglesia docente y el pueblo creyente y discente. Despreciar al "letrado" es menos­preciar a la Iglesia. Es evidente que en el siglo XVI existía una cierta tensión entre "espirituales" e "intelectuales", aunque tam­poco conviene exagerarla. Algunos críticos acusaron a la Santa de pretender enseñar a los letrados, de fiarse más de la expe­riencia de los espirituales que de la ciencia de los teólogos 72.

Sin embargo, su vida y obras demuestran lo contrario, como reconoció el P. Báñez en su declaración para el proceso de bea-

72 La crítica de Juan Lorenzana, en E. LLAMAS, O. C., 448-449: la de Juan de Ore· llana, ib., 470·475.

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tificación 73. Es claro que unas veces hacía caso al teólogo y otras al espiritual, pero en el fondo se siente más segura con la opinión del letrado aun en asuntos estrictamente espirituales. Ellos la ayudaban a confrontar sus experiencias místicas con la "verdad" de las Sagradas Escrituras. También a veces reacciona contra ellos y los critica, por ejemplo, cuando se trata de esta­blecer la naturaleza de la oración vocal o defender las excelen­cias de la mental; o a la mujer orante, o las gracias místicas como una posibilidad de la acción de Dios en el alma; y, sobre todo, cuando defiende el uso de la Humanidad de Cristo en todos los grados de la oración 74.

b-d) Lectura de la Sagrada Escritura. Aunque apasionada lectora de la Palabra de Dios y molesta por la prohibición exis­tente en su tiempo de leer la Escritura las "mujeres e idiotas", o sea, el pueblo ignorante, nunca se arrogaría derechos ni pre­rrogativas especiales por creerse iluminada directamente por Dios, como lo hacían los luteranos de su tiempo. Siempre retorna a su querida madre la Iglesia como mediadora, que le ofrece intérpre­tes oficiales en los letrados, aunque también los critica por tener demasiado "seso" al interpretarla 75. Teresa de Jesús puede pre­sentarse como modelo de equilibrio entre carisma e institución 76.

b-e ) Justificación transformadora. Certeza del estado de gracia. Ciertamente el planteamiento de la justificación huma­na mediante la fe o las obras no se encuentra en Santa Teresa, como insinué antes. Pero lo que sí demuestra su experiencia religiosa es que la "justificación" por la gracia es algo más que la externa imputación al pecador de los méritos de Cristo. Te­resa se siente transformada "internamente", renovada en lo más profundo del ser, identificada con Dios como la gota de agua en el océano inmenso, como la llama de la vela que se funde con otra más poderosa, como la esponja embebida de agua, como un gusano que se transforma en mariposa, etc. Son símbolos,

73 Procesos, 1 (BMC 18), 7. 74 Ejemplo de libertad ante el teólogo y el espiritual es su actitud para vivir la

pobreza absoluta o con rentas fijas. Cuando inaugura San José (1562) sigue el con­sejo de San Pedro de Alcántara (un espiritual) de vivir sin renta, contra la opinión de Pedro Ibáñez (un teólogo); pero la casa de Malagón (1568) la funda con renta porque el P. Báñez (un teólogo) le dijo que estaba dentro de la mentalidad del concilio de Trentto. CL V 35, 4-6; F 9, 2-3.

75 Ejemplar a este respecto, aunque no es el único lugar, MC cap. 1 y MC 6, 6-8. 76 Juan de Lorenzana critica en la Santa su libertad para interpretar la Sagrada

Escritura como iluminada por Dios. CL en E. LLAMAS, o. e., 452.

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siempre inadecuados, usados por ella misma. En esto estaba más con los teólogos de Trento que con Lutero.

En el problema de la certeza de estar o no en gracia, se mue­ve entre brumas. Por una parte, su experiencia la lleva a afir­marla; pero, por otra, el contacto con los teólogos le sugiere la duda. Alguna vez los censores tuvieron que matizar algunas ex­presiones atrevidas de la Santa 77, y Fray Luis de León tuvo buen cuidado de interpretarlas benignamente para que corrie­sen sin escándalo ni condena 78.

b-f) Dignidad de la oración vocal. Si Teresa de Jesús es maestra de oración mental, no 10 es menos de la vocal, la 11U­milde plegaria del pueblo cristiano, la oración oficial de la Igle­sia. Contl'Cl lutel'Cll1os, erasmistas y alumbrados defiende la dig­nidad de la oración vocal, siempre que se haga con el corazón. Por una parte ataca a los moralistas y letrados por demasiado laxos, que se conforman con que el pueblo "cumpla" la obli­gación religiosa; pero, por otra, está en contra de los reforma­dores que la suprimen o la menosprecian. La glosa al Padrenues­tro tiene valor de prueba documental en el contexto polémico de su tiempo. La mejor oración del cristiano es la que Cristo nos enseñó, y es una oración vocal 79. Podría haber seguido glo­sando el Avemaría, los salmos, etc.

CONCLUSIÓN

El breve recorrido por la historia del protestantismo español ayudará, sin duda, a una re1ectura de los textos teresianos y a valorar la obra reformadora de Teresa de Jesús. El ensayo ex_o ploratorio sobre sus escritos no es más que pura sugerencia sobre' las posibilidades que el tema ofrece. Lo dicho casi sirve sólo como ejemplo comprobatorio, porque no es un desarrollo pleno. Creo que vale la pena que las investigaciones continúen.

77 CL en E. LLAMAS, o. c., 449, 462, 464, la critica de Orellana. 78 Los libros de la Madre Teresa de Jesús, Salamanca, 1588, 21·24: Carta prólogo

«A la madre priora Ana de Jesús y religiosas carmelitas descalzas del monasterio de Madrid».

79 Convendria leer los cap. 24-42 de CV.