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Revista de historia regional de Mexicali y su valle Año X núm. 39, enero-marzo de 2018 Universidad Autónoma de Baja California La campaña antialcohólica en Baja California 1933-1942

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El RíoRevista de historia regional de Mexicali y su valle

Año x núm. 39, enero-marzo de 2018Universidad Autónoma

de Baja California

La campaña antialcohólica en Baja California 1933-1942

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La campaña antialcohólica en Baja California 1933-1942 M.I.V.F.

1934. “Southern Club”, Café, bar y restaurante, ubicado en calle Melgar y calle del Ferrocarril.

1938. “The Palace” Cabaret and Cantina, ubicado en avenida Reforma entre calles: Melgar y Azueta. Contiguo al Hotel México, hoy Hotel del Migrante.

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ÍndiceEditorial 3Sergio Noriega Verdugo

Los años doradosMexicali 1950-1960 4Rubén Castro Bojórquez

Dr. Federico Cota Savínen Mexicali 1916-1935 24Salvador I. Camacho Aceves

Las aguas del valle de Mexicali 26Jimmy Griffin

La evolución de las instalaciones delas garitas internacionales en elcentro de la ciudad de Mexicali 36Carlos M. Reyes Moreno

Emeterio Méndez Gutiérrez 44Yolanda Sánchez Ogás

El Mexicali cultural de los añosochenta del siglo XX: memoria personal 56Gabriel Trujillo Muñoz

Delimitación y marcaje de lalínea fronteriza entre Californiay Baja California, 1849-1851 64Miguel Esteban Valenzuela Robles

La campaña antialcohólica enBaja California 1933-1942 72Ma. Isabel Verdugo Fimbres

Foto de portada: 1935. Bar, café y restaurante “Gambrinus”. Uno de los más bellos y elegantes lugares de diversión que proliferaron en las décadas de los años 20, 30 y todavía en los inicios de los de 1940 cuando la actividad más importante de Mexicali era el turismo norteamericano, consumidor de bebidas alcohólicas y buena comida. El “Gambrinus” se ubicaba en la calle Melgar entre Avenidas Internacional y Madero, entre el “Climax” y el “Del Prado” y en-frente de el “San Diego Café” todos ellos, bares y restaurantes de muy buen nivel.

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El Río es una publicación trimestral de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C. en coedición con la Universidad Autónoma de Baja California para la divulgación histórica regional sobre el municipio de Mexicali, Baja California, México. Los artículos son responsabilidad única de sus autores. Tiraje 1 200 ejemplares.

INFORMACIÓN GENERALLa Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A. C. sesiona en la Sala Junta de Gobierno del Centro de Estudios

Sobre la Universidad de la uabc, ubicado en la planta baja del edificio de Investigación y Posgrado en bulevar Benito Juárez.Teléfonos: (686) 566 9592 y (686) 841 2076. Correo electrónico: [email protected]

Las fotografías utilizadas en la elaboración de esta revista pertenecen a las colecciones de: Archivo Histórico del Estado de Baja California • Archivo Histórico del Municipio de Mexicali • Instituto de

Investigaciones Culturales uabc Museo • Centro de Estudios Sobre la Universidad (cesu-uabc) • Instituto Municipal de Investigación y Planeación Urbana de Mexicali (imip)• Colecciones particulares de: Marcos Buruel, Rubén Castro

Bojórquez, Javier Galván, Jimmy Griffin, Beatriz Limón, Carlos Reyes, Yolanda Sánchez Ogás,Gerardo Sánchez, Austreberto Silva, Martín Tamayo, Esteban Valenzuela y de los articulistas.

Esta revista se distribuye gratuitamente. Si desea obtener un ejemplar, puede solicitarlo en las oficinas del cesu-uabc

o con cualquier miembro de la Sociedad.

Revista El RíoDirector y diseñador: Rubén Castro BojórquezComité editorial: Rubén Castro Bojórquez, Lorenzo Hurtado Valenzuela, Miguel Esteban Valenzuela Robles, Carlos Reyes Moreno, Miguel Ángel Lino Olvera, Luz Mercedes López Barrera, María Isabel Verdugo Fimbres, Yolanda Sánchez Ogás, Jorge Núñez Verdugo y Jimmy Griffin.Captura: Catalina Rojas MonzónDigitalización y captura: Esmeralda Tapia PeraltaApoyo tipográfico: Edson Cruz Piña GalarzaRevisión: Luz Mercedes López BarreraElaborada en cesu-uabc

Universidad Autónomade Baja California

Dr. Juan Manuel Ocegueda HernándezRector

Dr. Alfonso Vega LópezSecretario general

Dr. Ángel Norzagaray NorzagarayVicerrector Campus Mexicali

Dr. Alfredo Félix Buenrostro Ceballoscoordinador general del cesu-uabc

Directorio

Sociedad de Historia“Centenario de Mexicali” A. C.

Alma Angelina De la Torre VásquezPresidente

José Manuel Hernández AyónVicepresidente

Alfonso Herrera MorenoSecretario

Luis Manuel Chong SamTesorero

Presidenta honoraria vitaliciaYolanda Sánchez Ogás

El Río

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Editorial

La historia regional como marco de referencia

Los años seguirán teniendo 365 días, pero en la actualidad el tiempo va que corre. Ante nues-tro rápido paso por la vida, hace falta un punto de referencia para mejor aquilatar nuestra trayectoria y opciones sociales. Tal pareciera que nuestras vidas y preferencias siguen de

cerca el refrán que todo es borrón y cuenta nueva. Pero acaso es que no tenemos memoria o es que el pasado ya no cuenta.

El rápido paso del tiempo se debe en buena parte al cambio tecnológico. Pues debido a la continua innovación, la obsolescencia de los bienes y servicios con que acostumbramos a vivir, separa cada vez más a una generación de las anteriores. Nada mejor identifica la generación actual que los medios electrónicos que emplea para comunicarse con los demás. Desde la co-municación inalámbrica de los teléfonos celulares hasta los satélites artificiales que permiten la comunicación con cualquier lugar del mundo. Lo instantáneo es lo único que importa, mientras que las distancias desaparecen.

Ahora vivimos dentro de un proceso de globalización. Hoy en día los países más alejados del nuestro están más cerca de nosotros que nunca. Los vínculos con el extranjero son mayores y más intensos. Por lo tanto, los acontecimientos en otros lugares del mundo resultan más relevantes que antes, y las noticias que difunden los medios así lo revelan. Existe pues más competencia para cap-tar el interés del público y por consiguiente, la atención prestada a nuestra historia se torna, en el mejor de los casos, ocasional.

Si hemos de evitar el anonimato universal, veamos nuestra historia. Por ahora nuestra historia es poco más que un pasatiempo de utilidad ceremonial, pero dentro

de ella se encuentra oculta su relevancia. Pues la historia regional nos dice de donde somos, nos ayuda a entender nuestra cultura. Nos permite comprendernos mejor, nos recuerda de dónde ve-nimos y también de los logros y fracasos realizados por nuestros padres y abuelos. Ella nos ayuda a ubicarnos no solo en cuanto al paso del tiempo y las distancias, sino aún más con respecto a la evolución humana, de la que todos somos parte, pero no somos iguales.

Baja California ha crecido considerablemente durante el último siglo. Contraria a su pasado, la entidad no se encuentra aislada ni deshabitada como hace cien años. La amenaza de una invasión extranjera que pusiera en peligro nuestra mexicanidad no se divisa por ningún lugar en nuestro horizonte. Por ahora los peligros parecen centrarse en nuestra propia voluntad, propósito y disci-plina. Pero todo ello carece de sentido si nuestra existencia no tiene rumbo o destino.

El pasado se repite, pero nos dice mucho de la gente que hizo posible nuestra realidad. Entre ellos tenemos los indígenas que hicieron de estas tierras su hogar. La osadía de los españoles por descubrir nuestra península. De los misioneros que apostaron su vida en promover el cristianismo entre los nativos. Los pioneros que transformaron nuestro desierto en tierras de cultivo. Los maes-tros que nos enseñaron a leer y escribir, para que nosotros pudiéramos llegar lejos y construir un pueblo mejor.

Sergio Noriega Verdugo

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Los años dorados Mexicali 1950-1960

Rubén Castro Bojórquez*

En noviembre de 1952 se celebró el cincuentenario del bau-tizo de la ciudad de Mexicali.1 Del 15 al 23 de ese mes se realizaron varios festejos, entre otros: una feria agrícola, comercial e industrial en los campos deportivos Necaxa y Parque Hidalgo; juegos florales, desfile del cincuentenario, misa solemne, carreras de caballos, corrida de toros, bailes y encuentros deportivos. El presidente de los eventos lo fue el señor José Ulloa González, agente aduanal, agricultor y hombre de negocios; secundado por la Cámara de Comercio.

Se eligió como reina a la señorita María Cristina Durazo, nativa de Mexicali, y como princesas: señoritas Esperanza Loera y Carmen Amelia Martínez quienes fueron coronadas en el Cinema Curto la noche del sábado 15 de noviembre por el gobernador interino del recién creado estado de Baja California licenciado Alfonso García González.

Se celebró desfile el 20 de noviembre con carros alegóri-cos y contingentes escolares y militares, tanto de Mexicali como del Valle Imperial. El periodista Armando I. Le-levier ganó el primer premio del concurso literario sobre los cincuenta años de Mexicali con el trabajo “Mexicali tradicional”; el premio consistió de un diploma de honor y la cantidad de $3,000.00 (tres mil pesos 00/100 M.N.) Los integrantes del jurado calificador fueron: licenciado Pedro Castro López (posteriormente primer presidente de la Junta de Gobierno de la uabc. 1957-1959), el doctor Ra-miro Bermúdez Alegría (también miembro de la primera Junta de Gobierno de la uabc, 1957-1969 quien fuera sus-tituido este último año por el doctor Santos Silva Cota exrector 1959-1966), entre otros.

Los mexicalenses recordamos con nostalgia la Feria del Cincuentenario en el Parque Necaxa donde se instalaron

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali, A.C.”1 Para determinar la fecha del 22 de noviembre se tomó como base el día que el coronel Agustín Sanginés, jefe político del Distrito Norte de la Baja California, bautizó como Mexicali al pequeño poblado que se había formado a este lado de la frontera del poblado de Caléxico, recién bautizado por el publicista Leroy M. Holt.

2 Censo poblacional de 1950. inegi.

estands de negocios, empresas y comercios de Mexicali, entre otras firmas: Motores de Mexicali (Mario Hernández Maytorena), Coca Cola ( Miguel Padilla), Pepsi Cola (Joa-quín Ramírez Arballo), Mueblería el Campesino (Ignacio Nacho Aguirre), Mueblería Monterrey (Mauricio Richter), Jabonera del Pacífico (James W. Stone), Oxigeno y Ace-tileno (Ernesto García), Algodonera Escandón (Ernesto Escandón), Mueblería y Ferretería Cabañas (Rodolfo Ca-bañas), Distribuidora Monterrey, Cervecería de Mexicali (Víctor González), Distribuidora del Pacífico, S.A. (Mar-tínez Palomera), Cervecería Tecate, Escobera del Valle, Caterpillar, Pontiac y gmc, Aguas Gaseosas García, Bo-degas de Santo Tomás, Maquinaria y camiones, Pesquera del Pacífico y otras empresas más. También exhibieron el Gobierno Estatal y algunas dependencias federales como Recursos Hidráulicos entre otros (Castro López 2002).

El 16 de enero de 1952, el Diario Oficial de la Federación daba constancia de la creación del estado de Baja Cali-fornia. Este hecho ocasionó una serie de acontecimientos que hacen que la década de 1950 sea considerada como los “años dorados” de Baja California y sobre todo de Mexi-cali. Entre otros se puede mencionar: Creación del esta-do, formación del Congreso constituyente, promulgación de la Constitución Política del Estado de Baja California, elección del primer gobernador del estado, elección de los primeros ayuntamientos de Mexicali, Tijuana, Ensenada y Tecate.

Otro evento destacado de esta década lo fue la creación de la Universidad Autónoma de Baja California, el 28 de febrero de 1957 y los nombramientos de la Junta de Gobierno y el Comité Pro-Universidad de la misma.

En 1950, el Territorio Norte de la Baja California llegó a contabilizar 226 965 habitantes,2 y la ciudad de Mexicali 124 362 habitantes. Dichas poblaciones dieron como resul-tado que el territorio norte se convirtiera, en 1952, en el

Nota: Fotos de las colecciones: Profesora Lilya Carina García Catelo y del autor.

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3 La inundación de Mexicali en 1906, que destrozó la primera vía del ferroca-rril obligó a un nuevo trazo de la ciudad.

estado Núm. 29 del país y Mexicali en su ciudad más po-blada e importante. En 1940, Baja California arrojó una población estatal de solo 78 907 habitantes y Mexicali de 44 399 habitantes, de estas cifras a las que se mencionaron para 1950 se deduce que de 1940 a 1950 el crecimiento de Baja California y Mexicali crecieron en 300% aproximada-mente; lo que arroja la década de mayor crecimiento, y se debió principalmente a: 1. Creación de la zona libre; 2. El reparto agrario; 3. El programa Bracero; 4. La construc-ción del ferrocarril Sonora-Baja California y 5. La segunda guerra mundial.

En 1950, Mexicali tenía como límites al norte: La línea internacional, al oeste la colonia Pueblo Nuevo, al este las colonias Cuauhtémoc norte y sur y al sur: La Jabonera del Pacífico, las colonias: Industrial, San Isi-dro, Pasadina, Bella Vista, Loma Linda y Esperanza. El hoy Centro Histórico era dinámico, laborioso y nú-cleo de las mayores actividades comerciales, turísticas, recreacionales y laborales.

Las vías de tráfico más importantes eran las calles Mel-gar, Azueta, Altamirano y las avenidas Madero, Reforma y Obregón (sobre todo esta última que se convirtió a me-diados de los años 40 en la ruta de taxis). Para dirigirse hacia las colonias, destacaban la avenida Michoacán hacia el oeste, la avenida Zaragoza y calzada Compuertas hacia el este y la calle F hacia el sur.

En esta década de 1950, se construyeron las tres princi-pales carreteras pavimentadas que daban salida y entrada a la ciudad: Carretera a Tijuana por la avenida Michoacán y calle Once en Pueblo Nuevo, a San Luis Río Colorado, So-nora, por la avenida Zuazua y camino paralelo a la vía del ferrocarril y a San Felipe, por la avenida Reforma, la hoy calzada Justo Sierra y en diagonal hacia el valle de Mexica-li. A Estados Unidos de América se ingresaba, después de pasar por la garita fronteriza, ubicada al norte de la calle Melgar.

En la ciudad destacaban también tres elementos topo-gráficos que le dieron forma a la cuadrícula urbana:

1. La vía del ferrocarril que atraviesa la ciudad de no-roeste a sureste. Desde 1909 que se corrigió3 y terminó el ferrocarril Inter-California de Caléxico a Yuma, la vía del tren entraba a Mexicali por la calle Martínez Zorrilla y tenía derecho de vía de 30 metros y más delante de la calle Azueta se ampliaba ese derecho a 90 metros (derecho de

patio) que terminaba antes de atravesar el puente de Bella Vista (Zuazua y Bravo). Esta vía de ferrocarril todavía sigue ocasionando problemas de tráfico.

2. y 3. Los barrancos del Río Nuevo y del dren 134, antes de la inundación de 1906 eran pequeños arroyos casi superficiales: El Río Nuevo funcionaba como desfogue de la Laguna de los Volcanes en las avenidas del Río Colora-do, y el dren 134 era el desfogue de las compuertas Shar-p´s. Para desaguar la inundación de 1906 dinamitaron el Río Nuevo lo que ocasionó el barranco de diez metros de profundidad y casi 200 metros de ancho, y el dren 134 de igual profundidad y 100 metros de ancho.

El Río Nuevo corría de sur a norte y hoy es la avenida de los Presidentes y el dren 134 corría de este a oeste has-ta llegar al Río Nuevo. Hoy en parte funciona entubado como drenaje pluvial y de la calle D al Mercado Braulio Maldonado como avenida James W. Stone.

El barrioEn esa década, Mexicali, pasó de 15 colonias a más de 50 y destacaban todavía los barrios muy característicos de las colonias, Pueblo Nuevo, Industrial y otras donde escasea-ban los servicios públicos mínimos, como: agua entubada, drenaje, pavimento y alumbrado público. En la mayoría de las colonias solo se contaba con electricidad. Un barrio se caracterizaba por estar en un espacio de dos a tres avenidas y una a dos calles donde las familias que ahí residían se conocían y los niños y jóvenes entrábamos a las diversas casas como si fueran propias. Las casas habitación se en-contraban en lotes de grandes dimensiones: 15 x 50 metros lo que permitía que cada familia contara con una huerta de árboles frutales, hortalizas, gallinero y algunos otros animales domésticos y además de uno a tres perros. Eran comunes los árboles de moras, cítricos, dátiles, duraznos, granadas, chabacanos y vides, entre otros. No podía faltar uno o dos pinos salados, grandes y viejos donde se colgaban los columpios que se construían en cada casa.

El agua se surtía por canales que pasaban por el frente de las casas y llegaba a un pozo de reserva (reservoir), que suministraba agua para todas las necesidades de la fami-lia. Los servicios sanitarios consistían en una letrina fuera

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de la casa (lo más retirada posible) y un cuarto de baño con tina rústica, y dos baldes para el agua fría y caliente, para bañarse todos los sábados, ¡se necesitara o no!

Había barrios muy unidos donde los jóvenes se organi-zaban para participar en los torneos deportivos de béisbol y otros deportes: Jabonera, Bella Vista, Calle C, Larroque, Callejón Venegas, Pueblo Nuevo, Loma Linda y otros.

En cada barrio o colonia existían una o dos (y hasta tres) tiendas de abarrotes, tortillería, peluquería, taller mecánico, panadería, taller de calzado, fonda donde tam-bién se servía cerveza y algún que otro establecimiento especializado.

La escuela primaria estaba como a dos cuadras del ba-rrio; se llegaba a ella caminando. Algunas fuentes de tra-bajo estaban en el centro de la ciudad, por lo que se tenía que tomar un taxi para llegar a ellos. Todo barrio tenía algún atractivo de excursión o diversión. Por ejemplo, en el barrio de la calle C se contaba con el dren 134, barranco que ofrecía varios atractivos, caminar por él hasta llegar a la casa del Chivero (Arista y D), puente de la jabonera

(Lerdo y A), La Pocita, (Larroque y F); este último lugar consistía en la caída del agua del tubo de excedente de la planta del bombeo del agua a la ciudad (Zaragoza y F) a una pocita, donde se formaba un excelente lugar para darse un chapuzón, su profundidad no rebasaba el metro y de ahí el agua, por medio de un canal, se unía a las aguas contaminadas del canal del dren 134. El barrio fue por muchos años el núcleo primario de la ciudad de Mexicali, donde los vecinos se conocían y los mayores eran los pri-meros amigos de los niños y jóvenes.

Las coloniasLas secciones segunda y la nueva fueron colonias muy gra-tas para vivir. En ellas se encontraban los principales edifi-cios de la ciudad: Palacio de Gobierno, Palacio Municipal, Edificio del Poder Judicial, Edificio de Bomberos, Jardín de niños Froebel, escuelas: Leona Vicario, Benito Juárez, Hos-pital Civil, Campamento de Irrigación, Secundaria núm. 18, Gimnasio de Mexicali, Campo Necaxa, Campo de béis-bol Hidalgo, Plaza de toros, Campamento de la Policía Fe-

1952. Postal de promoción de la candidata a reina de las fiestas del cincuentenario de Mexicali, seño-

rita María Cristina Durazzo.

1952. La misma postal en el reverso invitando a votar por Cristina Durazzo.

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deral de Camino, Campamento del Ferrocarril Sonora-Baja California, sede de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (cila), Logia Masónica, Casino de Mexicali y otros.

Pero además: mercados, carnicerías, gasolineras, plan-tas de embotelladoras de refresco, panaderías, tortille-rías, peluquerías, tiendas de abarrotes, cafés, restaurantes y fondas, consultorios médicos, sanatorios, y en fin todo tipo de negocios. Se localizaban dos empresas de las más importantes de Mexicali: La Jabonera del Pacífico y la Cervecería de Mexicali. También importante lo fue el ser-vicio de taxis de ruta, que pasaba por el centro de las colonias, por la avenida Obregón, lo que proporcionaba un expedito medio de transporte. En estas colonias, Sección Segunda y colonia Nueva, así como en los nuevos fraccio-namientos de lujo se ubicaban las residencias de los per-sonajes destacados del municipio: políticos, empresarios, maestros, artistas, deportistas, profesionistas, y otros: En avenida Obregón se encontraba la Casa de Gobierno entre calles D y E donde residieron licenciado Alfonso García González, licenciado Braulio Maldonado e ingeniero Eligio

Esquivel Méndez. Distribuidos en estas colonias, vivían los empresarios: Francisco Gallego Monge, José Gallego Mon-ge, Armando Gallego Moreno, Rodolfo Nelson Bárbara, Chau Gee Chiu, Mario Hernández Maytorena, Eduardo Martínez Palomera, Ignacio Guajardo, Edmundo Guajar-do, Gustavo Vildósola, Miguel Vildósola, Mario García Mar-tínez, Ernesto García Martínez, Rodolfo Cabañas, Ignacio Aguirre, Encarnación Kabande, James W. Stone, Manuel Covantes Rincón, Antonio E. y Antonio A. Banuet, José Joe Cabrera, Manuel Manotas Chacón, Pedro Pit Vázquez, Roberto Marro Cota. Pioquinto Espinoza Burgueño, San-tos Silva Cota, Francisco Dueñas Montes, Pedro F. Pérez y Ramírez, Luis Castro López, Gastón Salazar, José G. Valenzuela y cientos de mexicalenses destacados que tras-cendieron en el tiempo.

La escuelaAl inicio de la década de 1950 sobresalían las escuelas pri-marias: Cuauhtémoc (1916), ubicada en avenida Madero y calle Altamirano de la Sección Primera, y atendía a la po-

1957. De izquierda a derecha: Cristina Durazzo, Socorro Martínez Palomera, Hilda Castelo de García y Manuel Terrazas.

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blación de su sector y parte de las colonias Pueblo Nuevo, Bella Vista, San Isidro y Pasadina; Escuela Leona Vicario (1923), ubicada en avenida Reforma entre la calle Oriente (del Árbol, del Comercio, Alfabetización y hoy calle Peri-tus) y calle A, de la Sección Segunda y atendía a la pobla-ción de esa área y parte de la Primera sección y colonia Nueva; Escuela Benito Juárez (1926), ubicada en avenida Lerdo y calle F de la Segunda Sección atendía a esa sección y a las colonias Nueva, Ortiz Rubio e Industrial; Escuela Netzahualcóyotl (1919) situada en calle Quinta y avenida Durango de Pueblo Nuevo, atendía preferentemente a toda esta colonia; Escuela Distrito Federal (1933) ubicada en avenida Michoacán y calle Séptima en Pueblo Nuevo, aten-día a población de esta colonia; Escuela Vicente Guerrero (1938), en avenida Tabasco entre las calles Campeche y Progreso de la colonia Loma Linda y atendía a la población de esa colonia, así como a las de las colonias Bella Vista, Pa-sadina y San Isidro; Escuela Héroes de Chapultepec (1947) ubicada en la avenida Baja California y calle Trece de la colonia Santa Clara y atendía a la población de esa colonia; Escuela General Miguel Alemán (1947) ubicada en calle F y avenida Tapiceros de la colonia Industrial y atendía a la población de esa colonia así como a las colonias Libertad y Héroe de Nacozari; Escuela Presidente Alemán (1949), ubicada en avenida Panamá y calle Bogotá de la colonia Cuauhtémoc Sur, atendía a la población de esa colonia y de la Cuauhtémoc norte. Conforme el crecimiento de la ciu-dad, otras escuelas se fueron instalando durante la década de 1950, y en el valle de Mexicali, las cuales no se describen en este artículo.

En estos primeros años de 1950, se establecieron en las escuelas mencionadas anteriormente, los turnos vesperti-nos, con otros nombres, como son: Quintana Roo, Leyes de Reforma, Teniente Andrés Arreola, Plan de Iguala, co-ronel Esteban Cantú y otras más. Maestros destacados de esos inicios de la década fueron entre otros: Roberto Ceba-llos, Antonio Amaya, Héctor Siqueiros, Salvador Jiménez Gómez, María Castro Valenzuela, María del Pilar Dávalos, Vicente Gastélum Martínez, Salvador Armenta Vivanco, Teodoro Beltrán, Ciria Cota, María de Jesús Palacios Sán-chez, Jesús Sigala Ojeda, Irineo Rodríguez, Manuel Covan-tes Rincón, Luzsiglo Figueroa Nevárez, Josefina Delgado de Corella, Maximino Virgen Flores, Sara de la Cruz Silva Cota, Rafael Chávez Carrillo y cientos más.

La mayoría de los adolescentes que egresaban de la primaria en los años de 1950 optaban por el trabajo, otros ingresaban a las escuelas secundarias, a la Normal Fronteriza o a las academias comerciales. Estas últimas tuvieron una participación muy importante en la ca-pacitación de secretarias y auxiliares administrativos y contables, las más destacadas lo fueron: Academia Co-mercial Gregg, Modelo, Comercial Dávalos y Comercial Moderna. La Secundaria Federal Núm.18 (hoy 18 de

marzo) recibía a cientos de egresados de primaria ya que en esos primeros años de la década, era la única opción. Para el año 1954 se instala la Escuela Preparatoria del Estado donde ingresaba un buen número de egresados de secundaria, ya que eran pocos los que contaban con recur-sos económicos para asistir a las universidades de México,

1953. Volante de promoción de la candidatura del doctor Francisco Cañedo, a la gubernatura del estado de Baja California por el partido

Acción Nacional (pan) en las elecciones del año de 1953.

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Guadalajara, Monterrey o Hermosillo. La escuela prepa-ratoria fue precursora de la creación de la Universidad Autónoma de Baja California en febrero de 1957. Algunos de los maestros de secundaria destacados de esa época lo fueron: Marina Cuevas Villaseñor, Sotero Medina Bermú-dez, Soledad Pulido Ramírez, Jesús Rodríguez Escalante, Armando Rodríguez Carpintero, Rigoberto Álvarez Rive-ra, Manuel García López, Francisco Muñoz, Austreberto Silva Olivares, Antonio Puente Ortiz, y de preparatoria Francisco Dueñas Montes, Marco Aurelio Sandoval, Enri-que Ante, y otros más.

En esta década se instalaron algunas otras institucio-nes: Instituto Salvatierra, Instituto de Ciencias y Artes del Estado y Secundaria núm. 30 para trabajadores.

El Centro HistóricoDesde los inicios de Mexicali, la garita fronteriza fue el punto de ingreso y salida de la ciudad. La influencia del comercio de la población de Caléxico atraía a los mexicalenses, ya que la integración con México en general era imposible. Fue hasta los años cincuenta cuando la comunicación con el centro del país se hizo efectiva: por ferrocarril en 1948, carretera pavi-mentada en 1959 y en el transporte aéreo, a pesar de que se

inició desde finales de la década de los 30´s no fue sino en los 50´ que se hizo en forma más expedita y regular.

El centro comercial de Mexicali se iniciaba en la calle Melgar donde se ubicaban, bares, centros nocturnos, tien-das de curiosidades, Hotel México, el Hotel del Norte y el Book del Caliente. Un poco al oeste se encontraba la Aduana Comercial que al inicio de la década se cambió de lugar; de Obregón y calle México a la calle Martínez Zo-rrilla, hoy desaparecida. El área comercial se encontraba limitada por la línea internacional al Norte, el barranco del Río Nuevo, al Oeste; el mismo Río Nuevo y el dren 134, al sur, y calle Oriente al este (misma calle que limita la Sección primera de Mexicali con la sección segunda).

Los mexicalenses acudían al comercio de Mexicali para todas las cosas que necesitaban: a la compra de la provisión (abarrotes) a la Chinesca principalmente y otras tiendas grandes, ubicadas en las principales avenidas colindantes con la Chinesca.

Las vías del ferrocarril en diagonal, dividían la ciudad en dos grandes áreas: al noreste el comercio mexicano y al suroeste, el chino, primordialmente.

En las avenidas Madero y Reforma y calles Azueta y Morelos, predominaba lo mexicano: Hoteles: Imperial, del

1957. Funcionarios de gobierno del licenciado Braulio Maldonado Sández. De izquierda a derecha: licenciado Agustín Villa Gómez, magistrado; licenciado Armando Aguirre, magistrado; licenciado Braulio Maldonado, gobernador, licenciado Armando Garcez Otero, agente del Ministerio Públi-co; don Raúl Tiznado Aguilar, presidente municipal de Mexicali, licenciado Pedro Castro López, presidente del Tribunal Superior de Justicia, persona no identificada (PNI), licenciado Mario Sa-

mohano F., jefe del Jurídico y don Enrique Villegas Leyva, oficial mayor de gobierno.

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Norte, Hilton, Comercial, Kino, tiendas de ropa como la Estrella Azul, La Popular, Casa Montaño, El Kresito, La Pequeña y otras. Bancos: Mercantil, Nacional de México, Mexicali, Baja California, Comercial Mexicano, Mexica-no de Occidente, Londres y México, y algún otro. Bares, centros nocturnos, restaurantes y fondas: San Diego Café, Clímax, Shangrilá, El Emporio, El Burrito, fonda El Re-fugio, Blanca Nieves, el León de oro y otros más.

Cines: Rex, Lux, Curto, Bujazán, Cali, Iris, Variedades y Reforma, salas inmensas hasta de más de 3000 butacas. Gaso-lineras en varias esquinas: Azueta y Ferrocarril, tres en Ma-dero y Morelos, Madero y México, Reforma y México, Madero y Bravo, Obregón y Bravo, Reforma y Obregón. En aquellos años, cuando todavía no todas eran de petróleos mexicanos (Pemex) existía una proporción muy alta de gasolineras.

En el lado suroeste, dominaba La Chinesca, las manza-nas entre las calles: Melgar, Azueta, Altamirano, Morelos y México y entre las avenidas: Reforma, Juárez, Lerdo, Zuazua, Hidalgo y Ocampo. El Centro de La Chinesca lo ocupaba la Manzana que formaban las avenidas Reforma y

Juárez y las calles Azueta y Altamirano, donde destacaba el callejón Chinesca, lo más Típico del barrio Chino.

Los negocios que destacaban en esta zona eran: Restau-rantes de comida china entre otros: Restaurant 19, Ocho, Asia, Muralla China y Formosa, mercados: El Ahorro, la Tienda Malibú, Bares: Casa Blanca, Mexicali, tienda de ropa El Modelo, Maderería del Valle, Ferretería Morelos, Hoteles de paso: Pacífico, París, 16 de Septiembre y mu-chos otros negocios en su mayoría de propietarios chinos. También estaba situado en la Chinesca el Templo Metodis-ta, “El Divino Redentor”, ubicado en Juárez 79, se inició como Misión en 1911, en 1917 la Asociación China Meto-dista de San Francisco construyó un edificio de concreto y madera que lo destruyó el incendio de mayo de 1923. Lo volvieron a construir y otro incendio en 1945 lo volvió a dañar, por lo que lo volvieron a construir y es el que hoy todavía funciona. Por mucho tiempo los sótanos de este templo funcionaron como la Escuela China, hasta que en los años 60 construyeron el edificio de la Asociación China en Avenida Juárez y Altamirano.

1955. Plano de Mexicali de 1955 donde se observa el proyecto del alcantarillado de Mexicali. El gran colector y los subcolectores, que transformaron a Mexicali, cancelando el arroyo del dren 134 como colector de aguas

negras. Esta fue la obra magna del gobierno de Braulio Maldonado.

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El Barrio de la Chinesca a pesar de que era auténticamen-te de chinos nunca se le caracterizó con los elementos típicos de las construcciones chinas, todavía se está en espera de ello.

El trabajoLa Jabonera del Pacífico y otras empresas agroindustria-les como: Escandón, Del Valle, Hohenberg, Mexicali, Baja California conformaban el respaldo a la actividad más im-portante del municipio de Mexicali: El cultivo del algodón, que se iniciaba con la preparación del terreno en febrero; en marzo, la siembra; en mayo, el desahije y riego y la pizca que se iniciaba en septiembre y terminaba en diciembre. Esta actividad se complementaba con la venta-compra de equipo y el refaccionamiento financiero (Bancario), alrede-dor de todas ellas se ocupaba al número mayor de trabajado-res. Otras fuentes importantes de trabajo fueron: La Cerve-cería de Mexicali y los molinos de harina en el área industrial, así como los empleos en el comercio, el turismo (hoteles), la gastronomía, fondas, restaurantes y cafés. En el centro de la ciudad se encontraban, en su mayoría, servicios profesiona-les, tales como: consultorios médicos y sanatorios, despachos de abogados, contadores, profesionales de la construcción y la burocracia de los gobiernos, municipal, estatal y federal.

Actividades importantes también lo era: el transporte, autobuses y taxis, talleres mecánicos, de baterías, de aire acondicionado y otros. Vale la pena comentar que una po-blación importante que residía en Mexicali laboraba en los campos agrícolas del Valle Imperial y en el comercio de Caléxico. A la mitad de la década, el peso mexicano tuvo una importante devaluación de 8.60 a 12.50 pesos por dó-lar. Como en todas estas ocasiones previas y posteriores, la inflación sería mucho mayor que el incremento salarial.

El entretenimientoLa diversión de los mexicalenses se centraba en acudir a las salas de cine, a los bailes, excursiones a los alrededores de la ciudad, restaurantes, fondas, bares y salones de baile principalmente.

Antes del año de 1950 se habían construido los cines: Rex, Lux, Iris, Curto y Mexicali y en esta década se cons-truyeron los cines: Bujazán, Cali, Variedades y Reforma. Era salida dominguera acudir a los programas de dos a tres películas en permanencia voluntaria, los principales artistas ídolos lo fueron: Pedro Infante, Pedro Armen-

1954. De izquierda a derecha: coronel Esteban Cantú Jiménez (senador), licenciado Braulio Maldonado Sández (gobernador del estado), Leopoldo Verdugo (senador) y Armando Gandul

Lizárraga. A pocos días de la elección de senadores.

1959. De izquierda a derecha: licenciado José Luis Noriega, secretario general de Gobierno, don Joaquín Ramírez Arballo,

presidente municipal, ingeniero Eligio Esquivel Méndez,gobernador del estado.

1954. Don Leopoldo Verdugo y Coronel Esteban Cantú, recién electos senadores.

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1954. De izquierda a derecha: tres no identificados, Juan Chávez, dueño de la Radiodifusora xeao, don Rodolfo Escamilla Soto, presidente municipal de Mexicali (1954-1956), Gustavo Papi Loréns, Secretario del i Ayunta-

miento de Mexicali y don Jesús Eguía Molleda, presidente de la Asociación de radiodifusoras.

1956. Don Raúl Tiznado en su toma de posesión como presidente del ii Ayuntamiento de Mexicali. En la mesa del presídium le acompañan el licenciado Braulio Maldonado Sández, gobernador del estado; licenciado Román Cárdenas, secretario del Ayuntamiento, y muchos otros funcionarios más: Villegas Leyva, Moreno

Hernández, Óscar Foglio, y atrás el fotógrafo Roberto Rorro Padilla.

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dáriz, Jorge Negrete, Cantinflas, Tin Tan, Resortes y las damas: María Félix, Gloria Marín, Silvia Pinal, Marga López, Tongolele, Evangelina Elizondo, Rosa Carmina y muchos y muchas artistas más.

Los bailes que se celebraban los viernes y sábado por la noche y las tardes de los domingos tuvieron como sedes en esos años: La Logia Masónica, El Patio, La Colorado, el Casi-no de Mexicali, la Cámara de Comercio, Palacio de Gobierno, El Continental, El Patio Andaluz, El Caliente, La Alberca Agua Azul y algún otro salón que escapa a mi memoria.

También asistir a lugares donde se presentaba variedad y además se bailaba: El Marlin, San Diego Café, La Enra-mada, El Waikikí y otros. Ir a comer o cenar a restaurantes: El Emporio, Fonda El Refugio, Blanca Nieves, Tico-Tico, Cenaduría Selecta, El Grillo, al 19 u otro restaurant chino, El Burrito, Merendero Banuet (hoy Manuet) y otros más. Las taquerías de carne asada se podrían de moda a finales de esta década y principios de la década de 1960.

Los paseos, excursiones y viajes cortos, eran preferi-dos por muchas familias, sobre todo los domingos y fines

de semana: Compuertas, Wisteria, La catorce, La Laguna México, El Flum, que consistían en pozas que se hacían en las compuertas y canales del Valle de Mexicali. Hoy los absorbió la ciudad. Más retirados: El Centinela, Cerro Prieto, Cañón de Guadalupe, Picachos, la Rumorosa, Sie-rra Cucapá, La Puerta, Seely (al norte de Caléxico), La-guna Hanson, y una vez construidas las carreteras a San Felipe y a San Luis Río Colorado: El Mayor, Río Hardy, Las Pintas, el Río Colorado, las dunas en Algodones y la colonia Abasolo y más lejos: Yuma, San Diego, a partir de 1956, Disneylandia, y luego Las Vegas, Nevada.

La construcción de carreteras, los mejores automóviles y el mejor nivel económico de los mexicalenses empezó a definir qué lugares se escogía para pasear o para viajar.

Otra actividad que se inició y consolidó en esta década lo fue la “reformeada” que consistía en pasear en los automóvi-les, llenos de muchachos o muchachas y dar vueltas y vueltas por la avenida Reforma. El circuito comprendía por toda la avenida Reforma desde la calle C hasta la calle L y dando vuelta hasta llegar al Merendero Banuet y luego de regreso.

1955. Grupo de masones, frente al edificio de la logia masónica, todos ellos prominentes y destacados miembros de la sociedad mexicalense. Sentados en la primera fila se identificaron: señor Macalpin, profesor Cirilo Calderón, Pioquinto Espinoza, Antonio E. Banuet, señor Chávez, en la segunda fila, de pie: Antonio A. Banuet, Gabino Mancillas, Jesús Espinoza, señor Piña, Luis

Castro López, señor Franco, atrás: señor Zacarías Miramón, señor Barranco, Gregorio Vidal y otros más.

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El entretenimiento se fue intensificando año con año, pero luego se inició la costumbre de estacionarse y consumir cer-veza. Las autoridades lo prohibieron muchos años después.

El deporteEl béisbol y básquetbol fueron los deportes que más temprano se arraigaron en el gusto de los mexicalenses. Después ven-drían el box, el volibol, el softbol, el futbol soccer, el atletismo y mucho después la gimnasia, la natación, el tenis, el golf y el futbol americano. La influencia de Estados Unidos de Améri-ca fue preponderante para que lo anterior sucediera así.

En los inicios de 1950 la afición mexicalense respondía al éxito que habían venido teniendo los equipos de béisbol en el ámbito profesional y del básquetbol en el amateur.

Los Águilas de Mexicali conformado por el joven empre-sario Mario Hernández Maytorena ingresaron en 1948 a la Liga de Béisbol profesional Sunset con gran éxito deporti-vo y económico. Iniciándose el equipo con antecedentes en las ligas mexicalenses, el éxito vino a darse cuando en 1952 quedaron campeones de la Liga South West International con jugadores nacionales y extranjeros. Mexicalenses que

destacaron: Froylán Niño Méndez, Amador Bule Guzmán, Mario La Chueca Hernández, Domingo Rompopa González, Manuel Pilillo Estrada, José López Güero Medrano, Catari-no Pirrín Ponce y otros que se escapan a la memoria.

Pero no solo en el ámbito profesional atraía a la afición el béisbol. En esta década se consolidó la Liga Urbana de Béis-bol, donde sobresalieron infinidad de jugadores locales: Pri-mo Núñez, Carlos Chapo Gastélum, Carlos Guaymas Juárez, Roberto Marro Cota, Ricardo Zambo Fierro y muchos otros.

El béisbol infantil aparece bajo la organización de Víctor Raya, creando la Liga donde jugarían los adolescentes y jóvenes de 12 a 16 años en equipos denominados: Larroque, Jabonera, calle C, Restaurante Suizo, callejón Venegas, stic y otros muchos más que jugaban en campos llaneros de tie-rra, donde solo se contaba con un backstop rudimentario, los campos eran: Aduana, La planta de agua, calle 6, Aldre-te, Rastro, Industrial y otros más.

En el básquetbol los equipos mexicalenses Cachorros de Mexicali y Mexicali 6-6 destacan con excelentes jugadores que en 1955 en el nacional de Primera Fuerza en Poza Rica Veracruz, obtienen el subcampeonato. Fue la culminación de

1952. Las escoltas de las escuelas Leona Vicario y Andrés Quintana Roo, en el desfile de 20 de noviembre, frente al mercado municipal (se quemó en 1955) ubicado en avenida Obregón y la hoy calle Peritus.

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un intenso avance que se inició a fines de los años de 1940 y principios de la década de 1950. En 1948 dos jugadores mexi-calenses forman parte del equipo mexicano a la olimpiada de Londres, Inglaterra: José Joe Cabrera y José Ignacio Romo Porchas y en 1952 de igual manera el equipo mexicano que representó a México en la Olimpiada celebrada en Helsinki, Finlandia contó con dos jugadores mexicalenses: de nuevo José Joe Cabrera y Manuel Manotas Chacón. La culminación del básquetbol en esta década fue la celebración en Mexica-li del xxv Campeonato Nacional de Básquetbol Varonil de Primera Fuerza, para lo cual se construyó el Gimnasio de Mexicali “Coloso Plateado”, y hoy justamente denominado Gimnasio Ernesto Coach Aguilar. La euforia del básquetbol continuó toda la década: en 1958 se celebró con igual éxi-to el Campeonato Nacional de Segunda Fuerza Varonil. En 1959 dos mexicalenses forman parte del equipo mexicano al mundial de básquetbol celebrado en Santiago de Chile, Chile; ellos fueron: Héctor Aispuro y José Ignacio Canas Rentería. En 1960 Héctor Aispuro volvió a formar parte del equipo de México que asistió a la Olimpiada celebrada en Roma, Italia. La década de 1950 fueron los años del básquetbol.

Otros deportes prosperaron y dieron brillo al deporte mexicalense, a pesar de no contar con las instalaciones y apoyos que años después se le brindaron al deporte. La mayoría de los deportes se practicaban en instalaciones rudimentarias y con promotores, entrenadores y técnicos, que ofrecían sus servicios gratuitamente.

Lo políticoEn 1951 el presidente de México, licenciado Miguel Ale-mán Valdés (1946-1952), al rendir su quinto Informe de Gobierno prometió que el entonces Territorio Norte de la Baja California se convertiría en estado, ya que satisfa-cía las condiciones exigidas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos4. Meses más tarde, el 5 de noviembre de 1951 envió al Congreso el proyecto corres-pondiente, mismo que fue aprobado y el 16 de enero de 1952 fue publicado en el Diario Oficial de la Federación, el nacimiento del estado de Baja California. El licenciado

4 Una de ellas era que el territorio tuviera una población de 80,000 habitan-tes o más. En el censo de 1950. Se contabilizaron 226 967 habitantes.

1967. El Río Nuevo entre la línea internacional y el puente Miguel Alemán (construido en 1950). En medio, el puente Leyes de Reforma (ya sin los locales comerciales que se demolieron en 1964), al fondo la Aduana Fronteriza que se demolió en 1970 y

hasta el fondo Estados Unidos de América.

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Alfonso García González se convirtió en gobernador pro-visional nombrado por el Senado de la República. García González ocupó la gubernatura del estado de Baja Cali-fornia del 25 de noviembre de 1952 al 01 de diciembre de 1953, fecha en que tomó posesión como primer gobernador constitucional del estado de Baja California el licenciado Braulio Maldonado Sández (1953-1959). El licenciado Gar-cía González fungió como último gobernador del Territorio Norte de la Baja California del 22 de octubre de 1947 al 25 de noviembre de 1952 que fue nombrado gobernador pro-visional del estado de Baja California.5 Posteriormente se convocó a elecciones para diputados constituyentes (siete) donde destacaron los mexicalenses: Celedonio Apodaca Ba-rrera, líder del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica (stlc), Francisco Dueñas Montes, médico cirujano de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (cnop) y Aurelio Corrales Cuevas, agricultor de la Confederación Nacional Campesina (cnc), todos ellos del Partido Revolucionario Institucional (pri), elaboraron la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Baja California que fue promulgado el 16 de agosto de 1953. Se convoca a elecciones el día 17 de agosto para celebrarse el 25 de octubre de 1953 donde el licenciado Braulio Maldo-nado Sández, candidato del pri obtiene el triunfo sobre el doctor Francisco Cañedo Lizárraga, candidato del Partido Acción Nacional (pan). En esta misma elección se eligieron a los integrantes de la primera legislatura constitucional del Estado de Baja California, de donde sobresalen los di-putados por Mexicali: César Ruiz Moreno, Samuel Ramos Díaz y Armando Fierro Encinas, todos ellos del pri. (Sán-chez Ramírez, 2013).

La primera legislatura entró en funciones el 01 de oc-tubre de 1953, y el gobernador empezó sus funciones el 01 de diciembre de 1953. De los funcionarios que conforma-ron el primer gabinete de gobierno, destacan: licenciado Eduardo Tonella, César Ruiz Moreno, Alberto Bustaman-te, ingeniero Raúl Uro Monraz, ingeniero Alfonso Castro, profesor Lorenzo López González, ingeniero Roberto Ma-zón Noriega, Octavio Vega Ortiz, Armida Salcido Loya, li-cenciado Guilebaldo Silva Cota y Enrique Villegas Leyva,

5 El licenciado Alfonso García González gobernó seis años, un mes, ocho días, el Territorio Norte y el estado de Baja California. Después del coronel Rodolfo Sánchez Taboada (1937-1944) es el segundo gobernador en ocupar más tiempo el cargo. Ambos fueron de designación, no de elección.

1952. Palacio de Gobierno del territorio de Baja California que en ese año se convierte en el estado de Baja California.

1954. Estación del Ferrocarril Sonora, Baja California,inaugurada ese año.

1959. Multifamiliar de Mexicali. Construido en terrenos del campo del béisbol de la bomba de agua. Ubicados entre Avenidas Lerdo y Zaragoza

(hoy edificios condenados por el sismo de 2010).

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1952. Vista aérea de la Escuela Primaria Benito Juárez. Ubicada entre avenidas Lerdo y Zaragoza y Calle “F” todavía con su majestuoso edificio de dos pisos y sótano, demolido en 1973.

1955. Vista aérea de la Escuela Secundaria Federal Núm. 18 (hoy 18 de marzo), ubicada entre las calles E y Julián Carrillo y entre las avenidas Obregón y Reforma. Se observa su edificio original y sus campos deportivos. El edificio demolido en 1974.

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todos ellos mexicalenses, cuyas familias han trascendido hasta nuestros años.

En 1954 se realizaron elecciones federales para nombrar senadores y diputados ya que el territorio no contaba con senadores y solo con un diputado. Al convertirse en estado se tuvo que resolver esta ausencia. Salieron electos como senadores (1954-1958): el coronel Esteban Cantú Jiménez y Leopoldo Verdugo Quiroz, destacadas personalidades de Baja California y como una diputada más se eligió a la li-cenciada Aurora Jiménez de Palacios (1954-1955), a quien le correspondió ser la primera mujer diputada en la historia de México.

En esa misma elección de 1954 se incluyó la de mu-nicipios, donde resultaron electos para conformar el I Ayuntamiento de Mexicali: Rodolfo Escamilla Soto como presidente, Gustavo Llórens García Piña como síndico, y como regidores: Joaquín Ramírez Arballo, Juan Gonzá-lez Cobián, Francisco Duarte Santillán, Roberto Portu-gal y Emilia Barajas de Cabrera. El secretario general del Ayuntamiento lo fue el señor Fernando Tafoya Chávez.

En esta misma década se eligieron otros dos ayunta-mientos: El ii Ayuntamiento (1956-1959) fue presidido por el señor Raúl Tiznado Aguilar, síndica licenciada Aurora Jiménez de Palacios quien en 1955 fallece en accidente de aviación. El iii Ayuntamiento de Mexicali (1959-1962) fue presidido por don Joaquín Ramírez Arballo, quien fallece el 12 de febrero de 1960 y es suplido por el doctor Federico Martínez Manautou, quien terminó el trienio (1960-1962).

Al término del gobierno del licenciado Braulio Maldona-do, ascendió al poder el ingeniero Eligio Esquivel Méndez, después de un proceso electoral muy discutido ya que el candidato “perdedor” el licenciado Salvador Rosas Maga-llón se inconformó de todos los modos posibles hasta que tuvo que huir de Baja California, dado que la policía judi-cial del estado lo quería tomar preso por las acciones violen-tas que se presentaron en las manifestaciones de protesta.

La realidad es que el mal gobierno de Braulio Maldonado volteó al pueblo en contra del pri y el que pagó las conse-cuencias fue Esquivel Méndez, quien era un excelente técnico y funcionario federal cuando fue postulado a gobernador.

Al final, el ingeniero Esquivel tomó posesión como go-bernador el 1 de noviembre de 1959, pero no terminó su periodo porque falleció el 17 de diciembre de 1964, un año antes de cumplir con los seis años de su mandato.

1955. Edificio de la Logia Masónica ubicado en avenida Reforma y calle D. Demolido en los años de 1980.

1958. Avenida Madero entre calles Azueta y Altamirano. Destaca la tienda la Estrella Azul. Se incendió en 1969.

1957. Avenida Madero, entre calles, Melgar y Azueta. Destacan los edificios de Banco de Comercio (mercantil) y el Hotel Comercial al fondo.

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Dentro los colaboradores del gabinete del gobernador Esquivel, destacan: Encarnación Kabande, ingeniero Carlos Rubio Parra, ingeniero José Antonio Sánchez Hernández, licenciado Arturo Monges Sánchez, inge-niero José G. Valenzuela, ingeniero Óscar Baylón Cha-cón, ingeniero Mario Amaya Brondo, Enrique García Michaus, Raúl Romero Arredondo, licenciado Milton Castellanos Everardo, licenciado Jesús Cabrera Fuentes y otros más que sus familias han trascendido hasta nues-tros días.

El fin de la décadaEn 1960, el censo de población arrojó un total de habitan-tes para Baja California de 520 165 habitantes, y para el municipio de Mexicali 281 333 habitantes comparados con el año de 1950, la población se incrementó en poco más del 100%; pero, además, la apertura de nuevas colonias, exten-dió la ciudad hacia el este, sur y oeste.

En 1960 las colonias que marcaban las orillas de la ciudad eran: Al oeste: Santa Clara, Baja California, Re-volución, Zona Urbana del ejido Orizaba, Simental y San Luis; al sur: Villafontana, San Marcos, Zona Urbana del ejido Zacatecas, Constituyentes de Baja California, Balbuena, del Rastro, Insurgentes, Carbajal y Zona Ur-bana del ejido Coahuila. Al este, colonias: Alamitos, San Gabriel, Pro-Hogar Santa María, Miraflores y Constitu-ción. Los servicios públicos se retrasaron a tal grado que la mayoría de las colonias solo contaban con electrifica-ción y agua potable, pero el déficit en el resto estaba a niveles graves: drenaje, solo 30%; pavimentación, 10% y alumbrado público 5%. Cuando se presentaban lluvias fuertes a los habitantes de las principales colonias les era imposible salir de sus casas hacia sus centros de trabajo y a las escuelas. Solo se encontraban pavimentados: Seccio-nes i y ii, colonia Nueva, los nuevos fraccionamientos: Los Pinos, Jardines del Valle, Villanfontana y San Marcos, y en el resto, calles de penetración: calle 3ra., Michoacán y calle Once, salida a Tijuana, calle F, zona industrial y carretera a San Luis, Río Colorado Sonora y Calzada Justo Sierra y salida a la carretera a San Felipe.

A diferencia de los servicios públicos, el equipamien-to urbano se incrementó notablemente, se construyeron y acondicionaron: la nueva estación de ferrocarril al final de la calle F (1954), el edificio del poder judicial anexo al

1959. Avenida Madero, entre calles Melgar y Azueta. Hotel Imperial.

1959. Avenida Zuazua y calle Morelos. Edificio Martínez.

1950. Calle Altamirano y calle Madero. Al fondo la Escuela Cuauhtémoc.

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1951. Equipo de Softbol la Mexicali, patrocinado por Chevo Martínez, de izquierda a derecha, de pie: Alonso Gastélum, Tony Muri-llo, Virgilio Soberanes, licenciado Cruz Palacios, René Rosas, José María Güero Ruiz e Isidro Chanate González. En cuclillas: Óscar Virgo Bejarano, Toribio García, Emilio Márquez, Lorenzo Rebelín, Juan José Chato Rojas y Jesús Quiñonez García, (manejador y

jugador). Este equipo fue muy representativo de la década.

1956. Jóvenes que emigraron en los años de 1950 a estudiar en la Ciudad de México. De izquierda a derecha: Daniel Gutiérrez Carre-ra, Víctor Manuel Ruelas Cardiel, Rogelio Blanco Jester, Francisco José Cisneros y Rubén Castro Bojórquez, en la azotea del edificio

de la casa de asistencia, en República del Salvador núm. 92 Centro Histórico. Al fondo la Torre Latinoamericana.

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palacio de gobierno (1957), Gimnasio de Mexicali (1957), Escuela Presidente Alemán (1952), Instituto Mexicano del Seguro Social (imss), (1959), cines Cali, Bujazán, va-riedades y Reforma (1954-1998), gran colector de aguas negras (1954-1958), (la gran obra del régimen de Brau-lio); se limpió el Río Nuevo y el dren 134 (1955), colonia Baja California (1955), nuevos fraccionamientos: Los Pi-nos, Jardines del Valle, Villafontana y San Marcos (1956-1950), puente Alemán (1950), puente Leyes de Reforma (1956), carreteras a Tijuana, San Felipe y San Luis (1950-1952), Red de Caminos vecinales pavimentados en el Valle, Santa Rosa-Algodones, Batáquez-Murgía y el Faro-Esta-ción Coahuila. (1954-1959). Nuevo edificio para la Escuela Normal Urbana Federal Fronteriza (1957), edificio multi-familiar (1957), nueva planta de agua potable (1956). Cal-zada Justo Sierra (1957), Mercado Municipal (1955), Mer-cado Braulio Maldonado (1957), colonia Burócrata (1957) y otros de menor importancia.

Otros acontecimientos importantes de esta década fue-ron: el establecimiento del Instituto Salvatierra (1956), la Preparatoria del Estado (1954), la Escuela de Capacita-ción Agrícola en el Ejido Nuevo León, precursora de la Escuela de Ciencias Agrícolas de la uabc (1959). Creación del Instituto de Ciencias y Artes del Estado, icae (1953). El Noticiero Sonorama Deportivo de don Augusto Her-nández Bermúdez (1952); se celebró el xxv Campeonato Nacional de Basquetbol (1957); se estableció el primer canal de televisión (1957). Se celebró el primer congreso de historia regional con la presencia de: Pablo L. Martí-nez, Pablo Herrera Carrillo, ingeniero José G. Valenzuela y otros destacados historiadores (1956). Además se edita-ron los libros: Historia de Baja California de Don Pablo L. Martínez (1956), El otro México de Fernando Jordán (1951), Reconquista y colonización del valle de Mexicali de Pablo Herrera Carrillo (1958), documentos que impulsa-ron el estudio de nuestra historia y su difusión.

Durante los años de 1950, el cultivo del algodón ca-tapultó la economía del valle y ciudad de Mexicali, pero hacia el final de esta década, las plagas, la caída de los precios de algodón y la introducción de las fibras sintéti-cas en el mercado de telas, ocasionó una baja importante en la economía mexicalense.

1959. Adalberto Güero Silva Córdova empresario en fertilizantes e insecticidas.

1959. Francisco Panchón Gallego Monge Molinera del Valle.

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Los recuerdosDiez años de nuestras vidas, del inicio de la adolescencia a la plena juventud de 11 a 21 años, nos llenaron de re-cuerdos que se quedan marcados por siempre: final de la escuela primaria, la secundaria, la preparatoria, y últimos años de universidad. Años vividos a plenitud desde el ba-rrio de la calle C hasta la grandiosa, bella e impresionante Ciudad de México.

Nací en el barrio de la calle C entre avenidas Lerdo y Zaragoza, casi a las orillas del barranco del dren 134, al otro lado de la Jabonera, a una cuadra de la Cervecería Mexicali. Muchos amigos y amigas de la infancia, juegos en la calle, excursiones a los canales, a los campos deportivos, los ini-cios en el béisbol y fútbol soccer, las vacaciones en el rancho del abuelo, nuestra casa, con enramadas, árboles frutales, con cercos llenos de agujeros, los vecinos como familiares, sus casas abiertas de par en par, ir a la tienda de la esquina por el pan y la leche, lo mismo con el señor de los raspados; los amigos mayores en el taller Mondragón o en baterías Victoria, en verano ir a vender 10 o 20 ejemplares de El Nuevo Mundo o el abc, diarios de la ciudad.

La secundaria, amigos de toda la ciudad, se amplió el barrio, con maestros destacados, excelentes, buenos y re-gulares, primeros escarceos con las muchachas y la pasión por el fútbol, ir a los encuentros al Parque Necaxa, lejos pero ¡Ni modo! a pie. Ya en tercer año, las pintas para ir a nadar a la Catorce, un canal cercano al campamento de Recursos Hidráulicos. Los primeros bailes en la Lo-gia Masónica con la orquesta de los Rubinos. Hacerle de chaperón a la hermana mayor para que pueda ir con el novio a cenar a la Cenaduría Selecta. El domingo ir a la iglesia Metodista de Juárez núm. 79 en la mera Chinesca y al salir a la comida china con cuatro o cinco amigos a pedir la núm. 1, para dos, alcanzaba para todos y luego al cine. Ingresar, años después, a la recién creada Escuela Preparatoria, todos los maestros jóvenes, profesionistas: médicos, químicos, arquitectos, agrónomos, abogados, ingenieros y filósofos. Ellos nos convencen de irnos a Mé-xico a la Universidad, ¡aquí no hay! (1955). Convencer a los padres ¡pero cómo! a los 16 años, solos a México, sin conocidos y con poco dinero. ¡Me fui a la aventura y me fue bien! ¡Increíblemente bien! ¡Siete años! Vocacional y superior en el Politécnico, y allá también ir todos los domingos a la iglesia Metodista, de Balderas e Indepen-

1959. Alfredo Araiza Pesqueira, lubricantes y gasolineras.Después, hoteles.

1959. Mario Hernández Maytorena, empresario, la Estrella Azul, hieleras, equipo de béisbol.

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dencia,nuevos amigos, la escuela, las excursiones, el cine, la novia y ¡el básquetbol!, cinco días a la semana, juegos y entrenamientos. Pero también estudio y más estudio, tareas y más tareas.

Todos los años en diciembre, regresábamos a pasar las vacaciones en Mexicali, todo enero y medio febrero, los amigos, los paseos, el básquetbol todas las tardes en la cancha de la Escuela Justo Sierra de la Jabonera.

Los domingos a la iglesia y al cine o a la “reformeada” en el auto de un amigo que se quedó en Mexicali a traba-jar. Como dije, la vida llena de recuerdos.

ReferenciasAguirre Bernal, Celso (1966 y 1990). Compendio históri-co-biográfico de Mexicali. Volumen I y volumen 2. Mexicali, B.C., ediciones personales.

Lelevier, Armando 1. (2002). Mexicali tradicional en revista Minerva de José Castanedo. Compilado por Pedro Castro López. Mexicali, B.C., edición personal.

Sánchez Ramírez, Óscar (2013). Formación del estado de Baja California. Mexicali, B.C., Editorial Algibe.

1957. Edificio del Poder Judicial, anexo al Palacio de Gobierno hoy de la uabc.

1957. Instalación del tubo de colector de aguas negras, magna obra de gobierno del

licenciado Braulio Maldonado.

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Dr. Don Federico Cota Savín

en Mexicali (1916-1935) Salvador I. Camacho Aceves*

Don Federico Cota Savín, oriundo de San Antonio B.C.S. fue un médico sudcaliforniano, pionero de la medicina en Mexicali, hijo de Adolfo Savín

y Dolores Cota, fue una figura respetada y recordada por su mano dura al gobernar en Baja California Sur, hombre culto, un político empeñado en cumplir su función, ejerció su profesión de médico y entró en la política gracias a su amistad con el Gral. Félix Díaz. Durante el porfiriato ocu-pa las presidencias municipales de San Antonio y La Paz, En 1913 es nombrado por el gobierno federal Jefe Político de la Baja California Sur, su misión como jefe fue sofocar la oleada revolucionaria en Baja California Sur liderada por Félix Ortega. A pesar de que el gobierno federal, encabeza-do por el Gral. Victoriano Huerta, un régimen represor, el Dr. Cota opta por mandar a sus enemigos al exilio y a los sublevados forzarlos al ingreso al ejército federal, sin em-bargo, el movimiento revolucionario en la región crece y el Dr. Cota decide retirarse para irse al exilio rumbo a Los Ángeles, California. Durante su estadía en el Estado de Ca-lifornia, EUA, en 1915 se pone en contacto con el gobierno del Crnl. Don Esteban Cantú y al igual con sus influencia en la masonería, ya que era masón grado 33, regresa a México en 1915, por invitación del Crnl. Cantú, es durante la admi-nistración cantuista donde se inician los esfuerzos para dar atención a la necesidades de la salud, en 1916, el Dr. Cota se instala en el Parque Héroes de Chapultepec donde atiende a niños afectados por tracoma y pacientes afectados por la fiebre amarilla, en 1918, en la región se extiende la epide-mia de “influenza Española”, se establecieron medidas de prevención y curación dirigidas por los doctores Hipólito Jáuregui, Ignacio Roel y Manuel Monter, el apoyo del Dr. Federico Cota fue fundamental ya que era un experto en

1934. Doctor Federico Cota Savín.

1934. Doctor Federico Cota Savín y su hijo Edmundo.

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali, A.C.”

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enfermedades respiratorias, especialmente en el tratamien-to de la tuberculosis, igualmente contribuyeron los docto-res Enrique Flores y Rafael Limón Medina, gracias a su atención se logró apaciguar la epidemia en la región. En 1924 se forma el primer Colegio de Médicos que integran los doctores: Federico Cota, Enrique D. Flores, Bernardo Bá-tiz, Manuel Monter, Enrique Osornio, Hipólito Jáuregui y Ignacio Roel. El Dr. Cota ejerce su profesión de médico casi 19 años, en sus últimos años era invitado por los círculos de médicos para platicar sobre sus experiencias en el ejercicio de la medicina, al igual colaboraba con los doctores de Esta-dos Unidos. Su consultorio se ubicaba en el 571 de Avenida Porfirio Díaz (Hoy Francisco I. Madero) y Calle México. El Dr. Federico Cota, murió en Mexicali en 1935 y sus restos descansan en el Panteón de los Pioneros de Mexicali.

Referencias: Aguirre Bernal, Celso. (1966). Compendio Histórico Biográfico de Mexicali. 3ra. Edición actualizada. Archivo Museo Regional “Los Pioneros de Mexicali”.

Baja California al día. Archivo histórico del municipio de Mexicali. Carballo, Francisco Javier (1986) La Revolución de Or-tega en Baja California Sur. Gobierno del Estado de Baja California Sur.Reyes Silva, Leonardo (2013) Relatos de la Historia Sud-californiana. Federico Cota el contrarrevolucionario. Re-cuperado de: http://relatosdelahistoriasudcaliforniana.blogspot.mx/2013/04/federico-cota-el-contrarrevolucio-nario.html. Dueñas Toledo, Rosalba (1993) Los pioneros de la me-dicina en el valle de Mexicali. Cuadernos de Enlace Educativo y cultural. Comité Municipal de Educación. Monografía Histórica sobre el desarrollo de la atención de la salud en Baja California (1993) Servicios Coordi-nados de Salud Pública en el estado de Baja California. Mendoza Salgado, Rosa María. Crónicas de mi puerto. Archivo Pablo L. Martínez. Entrevistas personal a: Ing. Don Mario A. Cota HernándezFotos del autor.

1934. Vivienda y consultorio en avenida Madero 571. En la foto el doctor Cota y su hijo Federico.

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Las aguas del valle de Mexicali1

Las primeras tres décadasJimmy Griffin*

El propósito de este escrito es relatar la historia de las dos empresas estadounidenses y sus dos filiales mexicanas que fueron responsables del manejo del

agua desde el Río Colorado hasta los ranchos agrícolas, así como de la construcción de sistemas de canales con sus re-presas y compuertas y de bordos de protección en el río y para mantener este en su lecho normal.

AntecedentesDesde que encontraron, en la década de 1850 el Gran De-sierto del Colorado, área que conocemos como el Valle Im-perial, estaba bajo el nivel del mar y era posible regar esos terrenos por gravedad con aguas del Río Colorado; por lo que hubo interés en convertirlo en región agrícola.

Los primeros que tomaron acciones concretas fueron Guillermo Andrade, dueño de muchos terrenos mexica-nos, incluyendo casi todo el delta mexicano, y el ingeniero Charles Rockwood, que tenía el propósito de construir un canal para llevar agua del río para regar los terrenos del delta que estaban en territorio de Estados Unidos.

En ese tiempo, todo el delta del norte de la frontera era desierto, sin agua, y casi todo bajo el nivel del mar. La parte más al norte del delta mexicano casi toda era desér-tica y apenas arriba el nivel del mar. Lo demás estaba su-jeto a frecuentes inundaciones con agua del Río Colorado que llegaba por medio de los numerosos ramales del río.

Debido a unas enormes dunas de arena en la frontera estadounidense, Rockwood tendría que pasar su canal por territorio mexicano para llevar agua a la región que en pocos años sería conocida como el Imperial Valley.

1 iid, The First Forty Years, de Dowd, M. J. es un escrito muy importante pero no terminado debido al fallecimiento del autor en 1965. Yo debo al Ing. Dowd buena parte de lo que conté en este artículo. Él estuvo en la iid desde 1922 hasta su muerte, como ingeniero consultor y miembro ejecutivo del Consejo de Administración.

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A. C

2 Nombrado por Ing. George Chaffey, quien financió la construcción del ca-nal del Álamo y fue presidente de la cd por unos dos años hasta salió de la empresa.

Con algunos socios, Rockwood estableció la empresa California Development Company en Estados Unidos, en abril 1896 y en 1898 una filial, la Sociedad de Irrigación y Terrenos de la Baja California, S. A. para operar legal-mente en México. Había hecho arreglos con Andrade en 1898 para obtener 100 000 acres (40 486 hectáreas) sufi-ciente terreno para el canal y sus operaciones. Fue hasta 1904 cuando la Sociedad firmó un contrato, con duración de 50 años, con el gobierno federal mexicano, que aproba-ba, entre otras cosas, el paso de ese canal, ya terminado, con la condición de que 50% del agua fuera disponible para terrenos mexicanos. También autorizaba, con previa aprobación por escrito, la instalación de una bocatoma, en territorio mexicano, en el bordo del Río Colorado.

Para facilitar la construcción del canal decidieron utili-zar un ramal abandonado del Río Colorado conocido como el Río Álamo, que en un tiempo había corrido desde el río hasta la parte más baja del delta estadounidense. Como querían tener la entrada a su canal en territorio de Es-tados Unidos, al norte de la frontera, río arriba del pue-blo mexicano Los Algodones instalaron en la orilla del río unas compuertas que nombraron Chaffey2, que sirvieron de bocatoma para controlar la entrada del agua.

En la salida de estas compuertas construyeron un ca-nal que cruzaba la frontera y continuaba al sur paralelo al río hasta encontrarse con el cauce seco del Río Álamo que corría rumbo al oeste. La caída natural del Álamo era apropiada y solo fue necesario enderezar algunas curvas y limpiar el fondo de arbustos para usarlo.

Aproximadamente 80 kilómetros de donde estaban las compuertas Chaffey el lecho del Río Álamo hacia una larga curva rumbo al norte para cruzar la línea interna-

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cional, como un kilómetro de la línea, Rockwood y sus ingenieros decidieron terminar el canal en un complejo de compuertas que pusieron el nombre Compuertas Sharp.

Es necesario explicar que aparte del Río Álamo había otro ramal del Río Colorado llamado Río Nuevo que atra-vesaba la parte noroeste del delta mexicano y el delta es-tadounidense paralelo y al oeste del Álamo. El Río Nuevo normalmente estaba seco y solo recibía agua cuando el Colorado estaba muy crecido. Igual que el Álamo, el Nue-vo llegaba a la parte más baja del delta estadounidense, es decir, lo que es ahora el Salton Sea.

El Río Nuevo cruza la frontera unos 10 kilómetros al oes-te de donde construyeron las compuertas Sharp, y fue ahí donde en el lado mexicano había un pequeño asentamiento llamado El Río. En el lado norte había un charco grande de agua en el fondo del mismo Río Nuevo llamado laguna Cameron. En 1900, a la orilla de esta laguna, Rockwood estableció su campamento. Basado en planos hechos por Rockwood entre 1902 y 1904, Mexicali y Caléxico empeza-ron a crecer formalmente en los lugares mencionados.

Del complejo Sharp salían varios canales importantes rumbo al Valle Imperial:

1. El Canal Principal Central, que corría por el centro, entre los río Nuevo y Álamo, de lo que pronto sería llama-do el Valle Imperial y con sus numerosos canales auxilia-res regaba muchos terrenos.

2. El Canal Principal del Oeste que hacía un gran arco por territorio mexicano, bajando primero al suroeste hasta llegar al bordo del Río Nuevo. Ahí hizo un acue-ducto [Flum] de madera para cruzar el lecho de este. De ahí el canal corría hacia oeste-noroeste hasta llegar casi al pie del cerro El Centinela, donde tomaba rumbo al norte para cruzar la frontera. Llevaba agua a casi todos los terrenos del Valle Imperial que estaban a oeste del Río Nuevo. A poca distancia del acueducto, en el canal de Oeste, instalaron las compuertas Wisteria para surtir agua al canal del mismo nombre, al incipiente Pueblo Nuevo, y algunos terrenos en el valle Imperial. El canal del Oeste fue muy importante para el desarrollo de valle de Mexicali.

3. Canal de desagüe del canal del Álamo. Estas im-portantes compuertas controlaban el nivel del agua en el Álamo descargando los excedentes al viejo lecho del Río Álamo que llevaba esas aguas rumbo al Salton Sea.

Ingeniero Charles Rockwood quien con algunos socios organizó la empresa la California Development Company y su filial mexicana

la Sociedad de Irrigación y Terrenos de la Baja Californiapara llevar agua de riego del Río Colorado a lo que sería

el Valle Imperial. California, eua.

Vista aérea de donde, al pie de Cerro Piloto (Pilot Knob),iniciaba el canal del Álamo.

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4. El Canal Principal del Este llevaba las aguas para regar los terrenos en el Valle Imperial que estaban al este del Río Álamo.

El 21 de junio 1901 llegó la primera agua a las Compuer-tas Sharp, al Canal Principal Central y al canal Frontera que salía del Central hacia los sitios de Caléxico y Mexicali. Desde este canal regaron las primeras tierras cultivadas en el Valle Imperial.

Distribución de tierrasEn el Valle Imperial el gobierno federal aplicaba un progra-ma de entregar 164 acres (66.4 hectáreas) al agricultor que lo solicitaba, con la condición de que tendría que vivir por lo menos cinco años en esa propiedad, construir una vivien-da ahí y otras condiciones. Para cuando llegó esa primera agua ya había cientos de solicitantes para terrenos en el valle, y algunos ya tenían posesión de sus tierras.

Para obtener agua para regar sus siembras los agricul-tores tenían que contratar con la mencionada California Development Company (cd) que tenía la obligación de entregar el agua al límite de la propiedad del agricultor, cuando él la necesitara. Para lograr eso la cd organizó va-rias “compañías de agua”. Cada una controlaba cierta área del valle y tenían la responsabilidad de construir los canales que llevaran agua a los ranchos individuales y de manejar la distribución del agua.

Mientras tanto, en el delta mexicano Guillermo Andra-de todavía era dueño de casi todos los terrenos con ex-cepción de los que apartó para el canal de la cd. En 1904, después de mucha negociación con Andrade, un grupo de adinerados estadounidenses del área de Los Ángeles, Ca-lifornia, organizaron la compañía mexicana, la Colorado River Land Company, S.A. (crlc) por medio de la cual, en cinco transacciones compraron cerca de 340 000 hectáreas (850 000 acres) de las cuales alrededor de 242 000 hectá-reas (600 000 acres) eran irrigables. Tomaron la decisión de no vender esos terrenos hasta que se apreciara su valor y, mientras tanto, rentarlos bajo las condiciones que ellos establecieron. Como consecuencia de esta determinación, los terrenos fueron convertidos en grandes extensiones para la cría de ganado sea de vacuno, caballos u otros. La crlc fue conocida entre la gente como La Colorado. En aquellos años había muy poca población en territorio mexicano.

En la compañía cd todo funcionaba relativamente bien, y llegaron muchos agricultores a tomar posesión legal de los terrenos del valle Imperial, de prepararlos para riego y de sembrarlos. Los resultados de las siembras fueron ex-celentes y para fines de 1903 había como 100 000 acres distribuidos. Los pueblos de Caléxico, Imperial, Holtville y Brawley estaban establecidos y creciendo y el ferroca-rril Southern Pacific había instalado una línea desde Old

Mapa de la parte norte del delta mexicano donde se aprecian muchos de los detalles mencionados en el texto, como el canal del Álamo, el ferrocarril Inter- California, Compuertas Sharp, y otros.

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cerrar la brecha sin éxito y en poco tiempo el Río Colorado abandonó su lecho normal y todo su flujo entraba al ca-nal del Álamo. Como no tenía capacidad para tanta agua el excedente desbordó en el lado izquierdo y se extendió sobre una gran extensión de terrenos mexicanos y llegaba al curso del Río Nuevo que entonces tampoco tenía capa-cidad para tanta agua, entonces todos los terrenos más al oeste también fueron inundados y Mexicali y Caléxico quedaron en peligro de ser inundados.

La gran cantidad de agua que llegaba a las compuertas Sharp fue distribuida entre el Canal Central Principal y el desfogue al Río Álamo en las cantidades máximas que fue posible. El acueducto (Flum) en el canal Principal del Oeste fue destruido de manera que cualquier agua que en-traba a ese canal entró a Río Nuevo.

Había empezado lo que nombraron “Las Inundacio-nes” que empezaron en 1905, fueron más severas en 1906 y fueron controladas y el Río Colorado regresado a su lecho en febrero 1907. Notable es que en ciertas áreas, como El Centro por ejemplo, la cd logró entregar agua a los agri-cultores cuyos terrenos no fueron afectados.

Desde el principio fue evidente que la cd no tenía fon-dos suficientes para regresar el Colorado a su lecho, en-tonces pidieron $200 000 dólares prestados del ferrocarril Southern Pacific (SP). El Sr. Harriman, presidente del SP, los prestó con condiciones que puso la cd bajo dirección

Beach, ahora Niland, de su ruta principal entre Los Án-geles y Yuma, Arizona hasta Caléxico además de iniciar la vía de Inter-California proyectado de correr de Mexicali a Los Algodones y de ahí a conectar otra vez con la línea principal.

Pero la cd empezó a tener problemas en surtir suficien-te agua para regar los cultivos. Las aguas del Colorado traían grandes cantidades de sólidos o azolve y en el tra-mo de canal entre las compuertas Chaffey y el Álamo, la pendiente no era adecuada y al disminuir la velocidad del flujo ese azolve se depositaba en el fondo del canal y para 1904 no podía pasar suficiente agua.

Desesperados por no poder remover este azolve, A. H. Heber, para entonces presidente de la cd, y Rockwood, decidieron en octubre 1904, abrir una brecha y canal, en territorio mexicano, entre la orilla del Colorado y el canal del Álamo. Así obtuvieron suficiente agua, pero como no tenían compuertas de control estaban corriendo el riesgo de que una crecida del río pudiera causarles serios pro-blemas. Rockwood estaba relativamente tranquilo ya que había estudiado los récords en Yuma, y en los meses de invierno en 27 años había tres crecidas de consideración y en ningún año más de una. Antes de las venidas normales de la primavera él pensaba cerrar la brecha.

Pero 1905 fue muy diferente y hubo cinco crecidas ex-traordinarias. Después de la tercera Rockwood trató de

Sale del Río Colorado por medio de la bocatoma Rockwood. Aquí se nota que el margen derecho del Río es en California, y el izquierdo, en Arizona.

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de ejecutivos de la SP. Hicieron varios intentos de cerrar la brecha sin éxito y el Ing. H. T. Corey, ya encargado de los trabajos informó a Harriman que sería necesario una enorme y costosa labor de construcción en el bordo del Colorado incluyendo vías de ferrocarril para llevar mate-riales como piedra hasta la brecha.

Si no lograban cerrar la brecha el valle Imperial y la parte noroeste del valle de Mexicali quedaría en el fondo de un gran lago de agua dulce. Ese mensaje Harriman lo comunicó al presidente de Estados Unidos, Teodoro Roo-sevelt, quien en efecto pidió que Harriman financiara e hiciera el trabajo y él pediría al Congreso reembolsarlo luego. No viendo otra salida Harriman dijo a Corey, “Cie-rra esa brecha, cueste lo que cueste.”

El primer paso fue construir una vía desde la línea prin-cipal del sp de Los Ángeles-Yuma, en un lugar que nom-braron Araz Junction, localizado unos cuantos kilómetros al norte de Los Algodones, hasta la brecha. También hi-cieron un ramal de esta vía a un cantero que estaba en un lado del Cerro Piloto (Pilot Knob).

La solución final fue construir puentes de ferrocarril gemelos que cruzaban la brecha y llenar el espacio entre estos puentes con piedras grandes y chicas y cubrirlos con

grava y tierra arcillosa. Para transportar todo ese mate-rial lo más rápido posible el Ing. Corey contaba con plena autoridad de ordenar todas las máquinas, carros de ferro-carril y materiales que necesitaban y los trenes que traían estos materiales tenían prioridad en las vías de la SP.

Los puentes estaban terminados con los rieles puestos el 27 de enero 1907. En los próximos días 660 trabaja-dores laborando en turnos las 24 horas descargaron 2057 carros de piedra, 221 de grava y 203 de arcilla. A las 11 de la mañana, el 10 de febrero 1907 la brecha fue declarada cerrada y el Río Colorado estaba corriendo por su lecho normal.

Los valles estaban a salvo pero en los próximos años se-ría necesario la construcción de numerosos bordos de pro-tección en el delta mexicano para proteger los dos lados de la frontera. El valle Imperial estaba en mayor peligro y dinero de gobierno americano fue necesario para muchas de las obras, aunque estaban hechas en el lado mexicano.

La compañía cd y su filial la “Compañía” con todos sus derechos y sus muchas obligaciones estaban en manos de la Southern Pacific aunque esta empresa no tenía interés en estar en el negocio del agua del Río Colorado. Había muchas complicaciones y demandas legales relacionadas

Mapa mostrando los bordos (leves) de la Imperial Irrigación Distrit (iid) que tenían vía de ferrocarril encima. No está en la foto pero en 1921 prolongaron la vía en el bordo Volcano desde Cerro Prieto

hasta la sierra Cocopah (sic) donde instalaron la cantera de ese nombre para tenerotra fuente de piedra para mantener los bordos.

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con las inundaciones tanto en México como en Califor-nia. Entre otras acciones para protegerse la sp organizó una nueva empresa mexicana, la Compañía de Terrenos y Aguas de la Baja California S.A. con casi los mismos objetivos que tenía la compañía original, (la Sociedad de Irrigación y Terrenos de la Baja California, S.A.). Fue in-corporada el 20 de agosto 1910 por un periodo de 50 años. Después de todas las manipulaciones legales la compañía nueva poseía los bienes de la empresa original incluyen-do la concesión que el gobierno federal mexicano le había extendido en 1904. La diferencia más importante quizás fue que la nueva compañía tenía derecho de operar hasta 1960 mientras los derechos del original acabaron en 1954.

En el valle Imperial había conflictos en algunas de las varias compañías de agua que podían resultar en problemas legales internacionales. Algunos ciudadanos involucrados pensaron que para eliminar esos riesgos era necesario or-ganizar un distrito de riego que tendría el control completo del agua. En una elección el 14 de julio 1911, los residentes del Valle Imperial aprobaron la organización del Imperial Irrigation District. Esta acción fue aprobada por resolución de los Supervisores del Condado de Imperial el día 24 de julio 1911.

El distrito fue organizado bajo la ley de Distritos de Irrigación de California con la intención de adquirir los derechos y propiedades de la compañía cd y sus dos com-pañías mexicanas. Cuando fue organizado la iid tenía 513, 368 acres (207 841 hectáreas) dentro sus límites en el Valle Imperial. Al principio no propusieron la absorción de to-das las compañías de agua al iid, pero sí hablaron de eso.

La Directiva elegida logró obtener financiamiento por medio de bonos financieros por $3 500 000 dólares, 3 millones para la compra de la compañía cd y las dos compañías mexicanas. Lo demás para mantenimiento y mejoramiento de canales y bordos. Mientras tanto es-taban en intensas negociaciones con la Southern Pacific (sp) que no solo tenía control de aquellas compañías, fue el acreedor más grande de ellas.

El 27 de diciembre 1915, la Corte Superior ordenó una subasta de todos los bienes de la cd y las compañías mexi-canas. La subasta fue el 8 de febrero de 1916, y la Southern Pacific ganó con el pago de $3 875 000.

El 22 de junio de 1916, la SP traspasó al Imperial Irri-gation District (iid) todos los bienes que había recibido en la subasta, menos unos 70 000 acres (28 340 hectáreas) de terrenos antes propiedad de la compañía mexicana (que

Vista del sitio de la brecha, en febrero 1907. A la extrema izquierda se notan las aguas ya quietas de donde pasaba el río anteriormen-te. También se aprecian las vías gemelas y los rellenos de piedra, grava y arcilla y los trabajadores que están terminando estos para

dejarlos lisos e impermeables. No está visible la nueva bocatoma-compuerta Hanlon que reemplazó las compuertas Chaffey.A la derecha está el Río Colorado corriendo en su lecho normal.

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fueron parte de los 100 000 acres que compró Rockwood de Andrade en 1898.) por la suma de $3 000 000 de dólares.

Así, el Imperial Irrigation District obtuvo posesión del sistema de canales, derechos de agua, y propiedades de la compañía cd y de las dos compañías mexicanas. Por medio de esta misma transacción, la compañía mexicana original dejó de existir y la nueva compañía, Compañía de Terrenos y Aguas de la Baja California, S.A., quedó como la filial mexicana del Imperial Irrigation District. En la administración del iid fue conocida sencillamente como la Compañía. Para conformar con las leyes mexicanas las ac-ciones capitales de la Compañía estaban a nombre de los directores individuales del Distrito.

Después de esa fecha, 22 de junio de 1916, el iid era res-ponsable con su filial, la Compañía3 de la distribución del agua a los usuarios, agricultores, pueblos y otros, por me-dio de su sistema de canales desde la bocatoma, Chaffey, el canal Álamo, el complejo de compuertas Sharp, y todos los otros canales de distribución en los dos lados de la fron-tera estaba como responsable del mantenimiento de todo eso y de construcción de nuevos canales cuando necesario.

También era responsable del mantenimiento de los bor-dos de protección contra inundaciones y de construcción de nuevos cuando fueran requeridos. En años cuando ha-bía poca agua en el Río Colorado fue responsable de hacer una presa temporal para levantar el nivel suficiente y que entrara agua al canal del Álamo.

Por supuesto cobraba por toda el agua entregada a pre-cios establecidos y con esos ingresos manejaba el negocio.

En el Valle Imperial la absorción del iid a las trece com-pañías de agua fue terminada el 1 de marzo de 1923, dan-do fin a numerosos problemas y asegurando el eficiente manejo del agua.

Entre febrero 1907, cuando el Colorado fue regresado a su lecho normal y junio, 1916 cuando el iid tomó control del agua había muchos cambios en Mexicali y el valle re-lacionados con el control del Río Colorado, la agricultura y la construcción de canales. Habían terminado el ferro-carril Inter-California entre Mexicali y Los Algodones en 1909 con conexión a la línea principal de la sp en Araz Junction, California.

3 Por lo que he podido saber ese nombre fue de uso general en el lado mexicano de la frontera, igual que lo fue con la compañía original.

La draga mecánica Alpha, una de las más grandes de las muchas que la Compañía y la iid tenían trabajando en el Álamo y los canales del valle de Mexicali y el Valle Imperial. El encargado o capitán, y la tripulación con

algunas excepciones, vivían a bordo.

Pala mecánica del iid trabajando en la pedrera del Cerro Piloto.

Uno de los trenes que el iid utilizaba en la construcción y mantenimiento de los bordos.

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Para reducir el riesgo de futuras inundaciones habían construido algunos bordos de defensa, El primero fue el bordo cd que aprovechaba y extendía el bordo hecho para regresar el Colorado a su lecho, así lograron tener un dique que corrió de Los Algodones hacia el sur paralelo al Río por unos 30 kilómetros.

En 1908 hicieron el bordo Volcano de unos 13 kilómetros de largo entre el pie de Cerro Prieto y la vía del Inter-Cali-fornia cerca de la estación Hechicera. Al sur de este bordo había una depresión natural muy grande llamada Laguna de los Volcanes. Cuando el Río Colorado estaba crecido sus ramales, principalmente el río Paredones y el río Abejas, llenaban esta laguna, que normalmente drenaba por el río Hardy y el Pescadero en su extremo sur pero si la crecida era muy grande el agua entraba a río Nuevo en su extremo norte y este podía llevar mucha agua al valle Imperial, por lo que el bordo Volcano fue instalado para evitar esto..

El Río Colorado tuvo crecidas muy grandes en 1907 y 1908. En 1909 llegó una cantidad récord de agua y el Colo-rado se metió con todo su flujo a la Laguna de los Volcanes abandonando su curso normal.

Construyeron otro bordo, no sabemos si en 1908 o 1909, nombrado Bordo Saiz que extendió el bordo cd en un arco

hasta llegar a conectar con el bordo Volcano. Ese bordo evitaba que agua del Colorado entrara al río Paredones.

Para esas fechas la gente del valle Imperial, estando muy alarmadas, hicieron mucha presión política en Ca-lifornia y Washington D.C. y lograron que el Congreso y el Presidente Taft en 1910, aprobaran $1 000 000 de dólares para obras de protección en el Río Colorado en México. México puso condiciones que lograron cumplir con ayuda de la crlc. Decidieron usar ese dinero para extender el bordo cd unos 40 kilómetros al sur, paralelo al curso normal del Colorado, así el Río estaría forzado a quedar en su lecho. El bordo, llamado Ockerson por el ingeniero responsable, fue terminado en mayo 1911 y el Colorado ya estaba en su lecho, pero en poco tiempo unas crecidas en el río lo rompieron en varios lugares. El bordo Ockerson fue un fracaso y el Río se metió otra vez a la Laguna.

En 1911 la Colorado River Land Company (crlc), en un cambio de política, vendió 13 000 hectáreas de sus terrenos. De esas 7 500, cerca de estación Hechicera, se vendieron al Sr. John Cudahy. Para poder regar esos y otros terrenos, tuvieron que construir una represa en el canal Álamo para controlar el nivel del agua. La Impe-

Bocatoma y compuertas Rockwood instaladas en 1917-1918 para remplazar la Hanlon, de 1906.Estas tenían mayor capacidad y fueron diseñadas para reducir la cantidad de azolve y basura que entraba al canal Álamo, al lado izquierdo está el Colorado. Se aprecian dos torres, una en cada lado del río que son los soportes del cable del teleférico con que construyeron las presas tempora-les cuando el río traía poca agua. A la derecha está el canal del Álamo y al fondo se observan dos

dragas de succión en operación.

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rial Development Company de Cudahy pagó por esta re-presa que nombraron, Cudahy Check.

En 1916 el iid y la Compañía construyeron el canal Ce-rro Prieto para llevar agua de la Laguna de los Volcanes desde el bordo Volcano hasta el Canal principal de Oeste conectando cerca a la compuerta Wisteria. El año siguien-te ampliaron el canal e instalaron la represa-compuerta Tulecheck a media distancia de Wisteria. Este canal redu-cía en algo la presión sobre el bordo Volcano, surtió agua adicional al canal de Oeste y fue de gran importancia en el desarrollo de la agricultura en el valle de Mexicali que desde 1912 empezó a crecer aceleradamente.

Como La Laguna de los Volcanes estaba llenando rápi-damente con azolve tomaron la decisión de hacer un canal entre el canal Álamo y el canal Cerro Prieto. Así podía tener un flujo continuo de agua al canal Cerro Prieto y al Principal del Oeste. Este canal que fue nombrado Sol-fatara, salió del Álamo cerca de la presa Cudahy, y tomó un curso paralelo al bordo Volcano o de los Volcanes para llegar a la cabeza del Cerro Prieto.

Durante 1917- 1918, el iid instaló la nueva Bocatoma Rockwood en la entrada del canal del Álamo. Tenía más capacidad que las compuertas Hanlon instaladas en 1906, y fue diseñada para reducir la cantidad de basura y azolve que entrara desde el río al canal del Álamo. La estructu-ra de concreto armado medía más de 70 pies (23 metros) de largo con 75 aberturas cada una unos 6.5 pies (2.13 metros). El fondo de las 27 aberturas más río arriba es-taban 8 pies (2.62 metros) más abajo que los demás para permitir entrada del agua cuando el río traía poca. Cabe mencionar que el iid y la Compañía mantenían una flotilla de dragas en los canales, dos de ellas en el primer trecho del Álamo.

El iid tuvo que invertir mucho dinero en equipo, in-cluyendo otra locomotora, para la pedrera Andrade en el Cerro Piloto donde obtuvo piedra para mantener y cons-truir bordos. En 1919-1920 con la Compañía extendieron la vía arriba del bordo Volcano para llegar hasta la sierra Cucapá donde instalaron la cantera Cocopah (sic) así tu-vieron otra fuente de piedra.

En los años 1915 a 1934 el flujo del Río Colorado en verano fue bajo y no entraba suficiente agua por la boca-toma para satisfacer las demandas en los valles Imperial y Mexicali. Para resolver este problema cada verano tuvie-

ron que hacer una presa temporal con colchones hechos de ramas de arbustos para detener el flujo y levantar el nivel del agua. Así lograron que entrara suficiente agua al canal del Álamo. Para facilitar la instalación de esos colchones de ramas, instalaron un teleférico de cable con una torre en cada lado del río.

El verano de 1924, el flujo fue tan poco que la presa de ramas no fue suficiente e hicieron una presa con la arena (azolve) que las dragas estaban bombeando del Álamo. Ter-minaron esa presa el 4 de agosto y la usaron hasta octubre 16, metiendo todo el flujo del Colorado en el canal Álamo. En 1927 hicieron la última presa de colchones de ramas. En 1931 y 1932 fue necesario hacer presas de arena.

Desde que empezaron a hacer las presas temporales la Yuma Water Users Asociación protestaba porque les podía afectar sus bordos y siembras, y el iid tuvo que hacerle al-gunas concesiones y cada año obtener su aprobación, cosa que consumió tiempo y dinero.

En 1912 el valle de Mexicali empezó a producir algo-dón, aumentado el área sembrada rápidamente. La crlc rentaba sus terrenos a agricultores del Valle Imperial que tenían equipo y experiencia. Para la cosecha de 1916-1917 sembraron 18 000 hectáreas y en la de 1920-1921 sembra-ron 50 000 hectáreas, a las que la Compañía debía entre-gar agua. Al principio tenían que llevar el algodón hueso a Caléxico para ser despepitado, pero en 1916 la empresa Globe Mills instaló la empresa mexicana, Algodonera de Baja California y en 1919 la empresa mexicana, Mexican Chinese Ginning Company fue instalada.

En 1920, la situación en la Laguna de los Volcanes era peligrosa. El río siguió depositando grandes cantidades de azolve en ese lugar y el fondo ya estaba a unos 30 pies más alto que en 1909, la primera vez que entró. Habían le-vantado el nivel del bordo Volcano unos 15 pies pero hubo algunas fugas que por suerte lograron tapar y en varias ocasiones el agua casi pasaba arriba del bordo. Debido a ese peligro decidieron cambiar el flujo del río para hacerlo entrar a la depresión pescadero más al sur de la Laguna. Para lograr eso tendrían que cerrar el río de las Abejas donde estaba entrando el Colorado.

Excavaron con dragas tres canales paralelos de poca profundidad desde el punto seleccionado para la desvia-ción del río para que estos sirvieran de inicio de su nuevo lecho. Extendieron el reparado bordo Ockerson y la vía,

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hasta el río de Las Abejas y de ahí continuaron con la construcción de una presa de piedras que cerraba el río de Las Abejas. Las aguas del Colorado entonces entraban a los tres canales y corría a la depresión de Pescadero, de ahí a Río Hardy y a la vieja desembocadura del Colorado. En 1923 a la presa Abejas le agregaron un bordo con vía como seis millas más al sur.

Estos trabajos no solo eliminaron el peligro de inun-dación al Valle Imperial, sino que beneficiaron grandes extensiones de terrenos en el valle de Mexicali cuando la laguna se secó.

A su llegada al gobierno de México, el presidente Ál-varo Obregón mostró mucho interés en el rápido desarro-llo del valle de Mexicali y empezó a presionar al Harry Chandler el presidente de la crlc de abrir más terrenos a mexicanos y de construir un ferrocarril de Mexicali al golfo de California. Cuando Chandler resistió, Obregón tomó algunas acciones fuertes incluyendo amenazar con revocar los títulos de los terrenos. A fin el 24 de noviem-bre 1924, llegaron a un acuerdo en que la crlc aceptaba construir el ferrocarril al golfo, aumentar la extensión de tierras regadas y cultivadas, construir y mantener diques contra inundaciones, financiar a los cultivadores de algo-dón, promover la industria relacionada con el algodón y dividir sus tierras para poder colonizarlas con ciudadanos mexicanos.

Todos esos proyectos se iniciaron. El Ing. Chester Alli-son rentó muchas hectáreas de las tierras y empezó a pre-pararlas para cultivo; también empezó a construir canales para llevar agua a regarlas incluyendo el canal Delta que salió del Álamo arriba de la presa Cudahy, y corría al sur llevando agua a muchas tierras en camino a la estación Delta en la vía del nuevo ferrocarril Inter-California Sur. En 1929 Allison construyó el canal Bacanora al este del río en su nuevo lecho al Pescadero con la idea de bombear agua de río a ese canal para regar terrenos en Sonora, pero el Colorado se metió en el canal Bacanora donde estableció su lecho permanente, hasta hoy.

Chandler se hizo socio con Juan F. Brittingham en la cia. Industrial Jabonera del Pacífico que formaron en 1925. El molino de aceite empezó a producir en 1927. Co-nocida como La Jabonera, esa empresa creció absorbiendo la Lower Colorado River Ginning Company y sus despepita-doras, entre otras cosas.

En octubre de 1929 una crisis financiera en Nueva York inició la gran depresión que afectó la economía mun-dial desde 1930. En el valle de Mexicali los proyectos del Ing. Allison fueron paralizados y sus empresas entraron en bancarrota. El ferrocarril al golfo, ya nombrado, In-ter-California Sur logró cruzar el delta y el Río Colorado para entrar a Sonora, pero terminó en Fuentes Brotantes (Médanos) en la orilla del desierto y nunca llegó al golfo.

Los precios del algodón colapsaron. En Mexicali en 1928-1929 sembraron 64 000 hectáreas y produjeron 80 096 pacas, mientras en 1932-1933 (la peor temporada) fueron no más 10 300 hectáreas y 14 017 pacas de algo-dón. En el Valle Imperial la situación fue similar.

El iid batallaba para pagar sus gastos. La Compañía, que, sin tener cifras, supongamos debe haber sido una de las fuentes más grandes de trabajo en el valle de Mexica-li tuvo que reducir su personal. Desde el principio había tenido su oficina cerca de Compuertas desde donde super-visaba su personal que cuidaba los canales y aseguraba la entrega de agua a sus clientes, canaleros, zanjeros y otros. También proporcionaba mayordomos y mano de obra para los trabajos de mantenimiento y construcción, que por lo pronto estaban suspendidos. De surtir agua a 64 000 hectáreas en 1929 y bajar a 10 300 en 1932, fue una reducción drástica.

Así cerraron las primeras tres décadas de las aguas del valle de Mexicali. En el inicio de la nueva década los tiem-pos fueron muy difíciles para casi todos. Pero, aunque tardarían, mejores días y cambios grandes estaban en el horizonte, la Presa Hoover en 1935, el reparto agrario en 1937, el Canal Todo Americano en 1940, El Tratado de Límites y Aguas en 1944, sin mencionar la segunda guerra mundial de 1939 a 1945.

ReferenciasKirchner, John A. (1988). Baja California Railways, Golden West Books, San Marino, California. Tout, Otis B. (1931). The first 30 years in the Imperial Valley, California, 1901-1931, San Diego.Las fotografìas publicadas en este artículo fueron to-madas de estos libros.

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La evolución de las instalaciones

de las garitas internacionales en el

centro de la ciudad de Mexicali Carlos M. Reyes Moreno*

Mexicali por su ubicación, ha tenido práctica-mente desde sus inicios instalaciones en las que se han desempeñado las funciones de un puerto

fronterizo. Los trabajos en la traza y construcción de ca-nales y represas que generaron la actividad agrícola en los valles de Imperial y Mexicali ocuparon el uso de gran can-tidad de material de construcción, abasto de equipo y ma-quinaria provenientes principalmente de Estados Unidos, lo que trajo consigo el llevar a cabo mecanismos de control que establecieran un cierto orden en el paso de mercancías hacia nuestro país.

Las funciones de captación fiscal se realizarían en el edificio de la aduana que inicialmente se estableció en la calle Ramón Corral y que al paso de los años habría de experimentar varios cambios de dirección, pero siempre ubicándose físicamente separado de las instalaciones de la garita internacional hasta que 1996 se integraron en el nuevo puerto fronterizo localizado al oriente de la ciudad.

Entre 1903 y 1904 cuando el poblamiento inicial fue reestructurado y reubicado al sur de una franja de amor-tiguamiento de cien metros a partir de la línea divisoria con los Estados Unidos, el único asentamiento existente frente al emplazamiento de la empresa desarrolladora del vecino valle Imperial la California Development Company ubicadas del otro lado de la cerca, fue una humilde tienda de campaña en donde funcionó la primer garita interna-cional en la región.

El pequeño establecimiento se encontraban físicamente dispuesto aledaño a la línea internacional a un costado del canal que surtía de agua a Caléxico, a la altura de la calle

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A. C

1904. Indígenas cucapá llegando a la garita internacional de Caléxico,localizada sobre la avenida Imperial.

1904. Vista de la tienda de campaña que proporcionó alojo a la primera garita internacional en la región. Al fondo se aprecia el caserío

que conformaba Mexicali en 1904.

1908. Garita mexicana reubicada en la calle Melgar.Nota: Las fotografías que ilustran este artículo pertenecen a la colección de Carlos Reyes Moreno.

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1990. Garita internacional de Caléxico, California.

2000. Foto aérea de la Zona de las garitas centro: a la izquierda la garita de Mexicali, Mé-xico y a la derecha la garita de Caléxico, California, Estados Unidos de América.

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2018. Vista de conjunto del proyecto de la nueva garita de Mexicali, que se construye sobre el área del Río Nuevo

Calzada del Río Nuevo

Desde y haciaPueblo Nuevo

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Hacia avenida Maderoy bulevar López Mateos

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2018. Vista a futuro del ingreso a Caléxico por la avenida Cristóbal Colón. A la extrema derecha, se observa el Hotel del Norte y la avenida Madero.

2018. Vista a futuro del ingreso a Caléxico, desde Pueblo Nuevo. Al fondo se observael edificio de estacionamientos el Tecolote. (Nelson).

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Internacional, desaparecida con la inundación de 1906, que era la continuación, en territorio mexicano, de la avenida Imperial de la citada población vecina. Las dos vialidades concordantes entre ambas poblaciones se comunicaban a través de un humilde puente de madera que permitía el paso peatonal y vehicular de peso ligero a través del canal.

El inmueble de la garita se percibía aislado y muy alejado del incipiente caserío que conformaba el pequeño poblado.

Al iniciarse los trabajos de introducción del servicio del ferrocarril a Mexicali entre 1904 y 1905 se dispuso un nue-vo puente para uso de este sistema de transporte ubicado a unos metros del anterior. Para este tiempo la edifica-ción de la garita presentaba una fisionomía más formal con una sencilla construcción de madera junto al acceso internacional de peatones, vehículos y ferrocarril.

La poca actividad comercial de la garita no generó un impacto importante en la fisionomía constructiva del sec-tor, solo la ubicación de un pequeño hotel y de la Com-pañía de Tierras y Aguas de Baja California, sucursal en México de la California Development Company.

En 1906 con las avenidas fuera de control en el Río Nue-vo, desaparecieron bajo sus aguas la mitad del entramado urbano del naciente poblado y con ello el emplazamiento de la garita internacional mexicana. Por mandato del eje-cutivo federal, ese mismo año se instaló un nuevo edificio de madera en la parte más septentrional de la calle Luis E. Torres (callejón Zorrilla) junto a la línea internacional. Años después la vía del ferrocarril establecería su acceso a nuestro país en este punto, y en 1909 se reafirmaría la demarcación geográfica del sitio con la colocación del mo-numento internacional 220 A.

El impacto de la ubicación de la garita internacional fue la conformación de un sector comercial, orientado a la actividad de bares, sobre la acera sur de la avenida Porfi-rio Díaz (actual avenida Madero) entre las actuales calles Melgar y Luis E. Torres.

Hasta este año, la garita internacional estadounidense no se encontraba contigua a la línea internacional. En 1910 se reubican ambas garitas en la confluencia de la calle Heffernan de Caléxico con la línea internacional. Como del lado mexicano no existía vialidad ni construc-ción alguna, se trazó una nueva vialidad, la actual calle Melgar. En el lado americano se construyó un nuevo edi-ficio en el lado poniente de la calle Heffernan y en Mexi-

1908. Garita en Mexicali.

1908. Garita de Caléxico.

1910. Desarrollo de la actividad comercial principalmente de bares,fomentada por el flujo comercial de la garita internacional

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cali se transportó el inmueble de madera al lado poniente de la calle Melgar, junto a la garita estadounidense.

En enero de 1911 se genera la incursión del movimiento magonista, y parte de las acciones de guerra tomadas en ese entonces fue el incendiar el edificio de la garita internacional.

Poco después se construye un nuevo edificio de madera en el mismo sitio, este se mantuvo por tres décadas, debido a que la actividad comercial de la zona lo hizo prácticamente inoperable a las necesidades del sector.

El crecimiento de la actividad de la zona por el desarro-llo agrícola del valle de Mexicali y la promulgación de la ley seca en el vecino país permitieron la consolidación de un sector comercial turístico más firme, y la edificación de construcciones de mayor tamaño e importancia le dieron a Mexicali una fisionomía de pequeña ciudad turística. La pequeña instalación de la garita internacional, enclavada en un área reducida, se vio prácticamente ocultada por la escala de la creciente actividad comercial.

En 1931, en Caléxico se construyó un moderno y fun-cional edificio en la acera opuesta donde se encontraba el anterior, cuyo estilo arquitectónico misional californiano se repitió en la mayoría de los puertos fronterizos estadou-nidenses. En la actualidad, la mayor parte de ellos forman parte del acervo de monumentos históricos federales del vecino país. Este edificio ofrecía un notable contraste con la sencilla y pequeña construcción de madera en el lado mexicano que se encontraba prácticamente oculta por las nuevas construcciones comerciales que se establecieron en su vecindad.

En los años de 1940 se establece una construcción mu-cho más formal y, sobre todo, físicamente notoria, cuyo diseño oficialista daba una imagen más digna a la entra-da a México por esta frontera. Este edificio experimentó crecimiento solo en el área de ingreso vehicular, ya que el terreno que se había conservado para este uso era dema-siado restringido, el edificio de la garita se percibía como ajustado físicamente a la fuerza en la zona; sin embargo, la instalación estuvo en operaciones por aproximadamen-te treinta años.

A mediados de los años de 1970 se inicia la construcción de los nuevos inmuebles de cruce fronterizo en el antiguo punto de cruce junto a la vía del ferrocarril. Ambos edi-ficios con mucha mayor superficie de maniobra vehicular y con mayor amplitud en sus instalaciones. Una situación

1927. Ingreso a Mexicali por la garita de la calle Melgar.

1940. Garita internacional de Mexicali.

1949. Garita de Mexicali.

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contrastante entre las dos construcciones es que la estruc-tura del edificio en Estados Unidos fue dispuesta para ahorrar espacio, por lo que se construyó en varios niveles hacia arriba del terreno natural. Por su parte la garita en México se diseñó con el uso de un terreno por primera vez de mayor tamaño, con la implementación de un sistema de arreglo disperso de edificaciones dispuestas algunas de ellas en forma subterránea.

Para la realización del nuevo proyecto en el lado mexi-cano, se demolió el edificio construido en los años de 1940, así como todas las construcciones de la manzana oeste de la calle Melgar, lo que modificó radicalmente la morfolo-gía y escala urbana del sector. Gran parte de los comercios localizados en esta zona tanto en el lado mexicano como americano tuvieron que cerrar sus puertas y hasta la ac-tualidad muchos de los inmuebles se encuentran en estado de abandono.

A mediados de la década de 1990 se realiza la construc-ción de un nuevo puerto fronterizo al oriente de la ciudad, en respuesta al intenso crecimiento de la actividad de cruce internacional en Mexicali, en un emplazamiento mucho más amplio y con instalaciones que pudieran dar acomodo a la infraestructura de apoyo, tanto de cruce como aduanal.

La garita internacional ubicada en el centro de la ciu-dad, en un futuro no muy lejano se reubicará en la zona del Río Nuevo. Después de muchos contratiempos los tra-bajos de construcción fueron reiniciados a finales del 2017. Su nueva ubicación incentivará, sin lugar a dudas, la zona del Río Nuevo todo ello en detrimento del depauperado centro de la ciudad, como la experiencia lo ha manifestado en el deterioro y olvido que han sufrido los sectores comer-ciales de la zona y con ello el aumento de sus índices de inseguridad, con el cambio de la actividad de cruce inter-nacional por el desvío de los flujos de actividad peatonal y vehicular que les dan vida.

La nueva garita estaría dispuesta en el sitio donde se ubicó la primera zona de cruce internacional ciento diez años antes, sobre un área en que en 1906 un error humano y la fuerza de la naturaleza hicieron ver que probablemen-te no había sido el sitio geológico y geográficamente más adecuado para el cruce internacional.

1920. La nueva garita de Mexicali. Después del conflicto bélico de 1911, este edificio funcionó por casi 30 años.

1911. Parte del ejército magonista que invadió Mexicali en enero de 1911.

1940. El desarrollo agrícola y comercial promovió el crecimiento de las ins-talaciones de las garitas. En la foto la nueva garita de Caléxico.

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Emeterio Méndez Gutiérrez1 Yolanda Sánchez Ogás*

Al iniciar la segunda década del siglo xx, Mexica-li emergía como la capital política y cultural del nuevo estado de Baja California. Los años en que

Mexicali era habitada por una mayoría de extranjeros asiáticos habían quedado atrás. Miles de mexicanos de todas par-tes del país llegaron a beneficiarse de la reforma agraria.

En 1950 Mexicali contaba con más de 120 000 habitantes y seguían lle-gando muchas otras personas, atraídas por las posibilidades de pasar a Estados Unidos o por las oportunidades que una ciudad en crecimiento presentaba. Si bien antes de 1948, cruzar el desierto de Altar podía ser fatídico, a partir de la construcción del ferrocarril, la facilidad de transportarse por este medio atrajo a miles de personas de todo el país.

Fue precisamente en este año, en el mes de noviembre, cuando llegó a Mexicali el joven Emeterio Méndez Gutiérrez. No tenía un plan definido, sólo salir de la ciudad donde había vi-vido parte de su vida: Navojoa. Llegó a Mexicali cuando la ciudad festejaba su cincuentenario. Él tenía 17 años.

Para celebrar los primeros cincuenta años de Mexicali se organizó la Feria Comercial, Industrial y Agrícola del Cincuentenario. Se realizó en la cancha

de futbol Necaxa, del 15 al 23 de noviembre. Se eligió como reina a la joven María Cristina Durazo y fueron madrinas las señoritas Carmen Amelia Martínez y Esperanza Loera.

Durante este festejo, Emeterio hizo su arribo a Mexicali tres años después de terminar su educación primaria:

En Navojoa viví unos tres años más y

luego nos vinimos a Mexicali. Llegué en

1950. En esos días estaba celebrándose

el cincuentenario de Mexicali. Los feste-

jos eran en el campo de futbol Necaxa.

Recuerdo que participaba la Asociación

China con el dragón y por desconocer yo

esa celebración donde usaban cohetes, el

dragón chino me impactó. Había como

una kermés, con puestos y varias exposi-

ciones. Hubo reina y todo lo relacionado a

un festejo, y a pesar de los pocos medios

de difusión, la ciudadanía se enteraba y

asistía a festejar.

La historia de EmeterioEmeterio Méndez Gutiérrez nació en Los Mochis, Sinaloa el 28 de febrero de 1935. En su pueblo natal vivió su primera infancia. Allí estudió hasta cuarto año de primaria. Su familia se trasladó a Navojoa, Sonora y terminó su educación primaria en esa ciudad.

Emeterio descubrió el teatro cuando era un niño de seis o siete años. A Los Mo-chis llegó un actor ambulante que recorría

1 Entrevista realizada por la autora en 2008. * Presidenta honoraria vitalicia de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A.C. y cronista de la ciudad.

Nota: Las fotos que ilustran este artículo son de la colección de Yolanda Sán-chez Ogás.

1952. Emeterio joven.

2008. Emeterio mayor.

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el país con una carpa, donde presentaba su obra. El niño que-dó maravillado, porque era como en el cine, pero los personajes eran reales. Emeterio recordaba: “Don Enrique Rosas, un ac-tor español, trajo una obra que a esa edad me impactó”.

Varios años después, cuando ya vivía en Navojoa y esta-ba en quinto año de primaria, su profesora preguntó quién quería hace teatro y Emeterio levantó la mano. Lo hizo más que nada para escaparse de las clases, porque les dijeron que los participantes saldrían dos horas diarias a ensayar.

Casualmente la obra que había visto en Los Mochis con la actuación de don Enrique Rosas era la misma que se presentaría en su escuela: “El Martirio de una madre”. Le tocó hacer el papel principal. Era un drama total, un cu-lebrón, decía. Trataba de un señor borracho, desobligado, que tenía hijos por dondequiera, y todos los días golpeaba a la mujer y a los hijos.

Lo hicimos en el parque principal, en la plazuela de Na-

vojoa, decían que todas las señoras lloraron porque esta-

ba muy triste la historia, era un culebrón de los que se

acostumbraban antes. Ese fue mi primer contacto con el

teatro. Posteriormente mi maestra de sexto año me alentó

a que escribiera porque me pidió algo para un lunes social,

le gustó mi trabajo y después a mí me encargaba que le

escribiera algunos temas.

Cuando Emeterio llegó a Mexicali, no conocía a nadie, no tenía amigos, pero se refugió en el grupo de la Acción Católica de la iglesia de San Antonio Padua, en el barrio de Pueblo Nuevo. Parte del tiempo lo dedicaba a estudiar en una academia comercial y otra parte asistía a la agru-pación de la Acción Católica, donde hizo muchos amigos. En ese tiempo, la Acción Católica organizaba fiestas y ker-meses para juntar fondos para la construcción del templo de San Antonio de Padua.

Allí empezamos a hacer teatro, era 1955 y las primeras

obras fueron de corte religioso como La Pasión de Cristo.

Después yo escribí una obra diferente, más social. La en-

sayamos y la presentamos, era una obra que terminaba en

cada acto, pero la obra completa era de tres actos. Se lla-

maba “Una familia en sociedad”. Después hice teatro de

la Galería Dramática Salesiana, que eran cien por ciento

catequizadoras, eran la vida de los mártires del cristianis-

mo. Allí empecé a desarrollar la habilidad de hacer teatro.

1941. Padres y hermanos con Emeterio de seis años.

En televisión de occidente.

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Un día, Emeterio vio una obra de teatro que se llama-ba “Los Desarraigados”, dirigida por el profesor Luis Felipe Castro. Se presentó en el teatro Margo, frente a la actual tienda El Nuevo Japón de Mexicali, por avenida Altamirano. Después el profesor Luis Felipe Castro empezó a dar clases de teatro en la escuela Cuauhtémoc donde también presentó esa obra, Los Desarraigados, que a Emeterio le gustó mucho.

Emeterio acostumbraba ir a comer a los puestos del mercado Escamilla, por calle Altamirano y López Mateos. Le molestaba que todo el tiempo que iba a comer coinci-diera con Luis Felipe Castro porque el director lo miraba mucho, hasta que un día le preguntó si le gustaba el teatro y lo invitó a trabajar con él. Emeterio no se interesó por-que estaba haciendo teatro en la iglesia de San Antonio.

Sin embargo, un día aceptó ir a la radiodifusora xew, frente a la casa de la Cultura. La estación estaba en un sótano y la xew contaba con el estudio Azul y Plata. Allí ensayaba el grupo de Luis Felipe Castro con los actores César Magallón (qepd), Bertha Gaxiola, Alma Viezma, José Martínez y Graciela Romo. Estaban ensayando para presentar nuevamente Los Desarraigados.

Cuando llegó Emeterio a los ensayos, no todos lo acepta-ron porque iba a hacer el papel principal y todavía era un desconocido en el incipiente medio teatral de Mexicali. Con algunos actores, desde un principio se llevó muy bien. En-sayó la obra, pero esta nunca se presentó porque el profesor tenía un carácter muy irascible, corría a los actores y de repente se acababa la obra y así. Castro era impredecible, hasta que en uno de esos altercados, el grupo se desintegró.

Aun así, poco después los actores se reunieron y la obra se presentó sin el director Luis Felipe Castro. Fue en el teatro de la escuela Cuauhtémoc a beneficio de los bom-beros. El profesor Castro estaba entre el público, llorando, muy indignado con los actores. El profesor se separó de-finitivamente del grupo, que después tampoco quiso sa-ber nada de él, pero sí presentaron la obra. Después de la presentación, Emeterio hizo su propio grupo y empezó a escribir y trabajar la obra “Noche de Estreno” con la que le tocó estrenar el teatro del Seguro Social. La que sería su primera obra de teatro.

Por ese tiempo llegó de Chile el señor René Largo Farías que era el encargado de la radiodifusión chilena. Vino a un Congreso Latinoamericano de Radiodifusión en México y el señor Carlos Blando que era el concesionario de varias esta-

En un programa de radio.

En las Salinas de Guerrero Negro.

Obra de teatro: Los desarraigados.

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ciones de radio de Mexicali, entre ellas la xed, que formaban Cadena de la Frontera, participó en ese congreso. Conoció a Largo Farías y vio que era un señor muy inteligente, hábil y lo contrató para que se viniera a Baja California.

Emeterio trabajaba entonces en la xed, en el departa-mento de continuidad, donde se llevaban todos los anun-cios, toda la publicidad. Llegó René Largo Farías y platicó que su esposa estaba haciendo teatro, se estaba presentan-do en “Nuestra Natacha” de Casona en el teatro Fábregas de la Ciudad de México y que por eso no llegó junto con él. Una semana después terminó la temporada y llegó a Mexicali María Cristina Zayr.

Emeterio le mostró el libreto de la obra “Noche de Es-treno” y la actriz le dijo que lo leyó y que sentía que la había escrito para ella: “He llorado toda la noche al leerla, pues tal parece que ya me conocías, ya que la actriz de la obra tiene mucha similitud con lo que yo he vivido, desea-do y querido hacer en el teatro” Así que aceptó participar en ella. Esta obra se estrenó junto con el teatro del Seguro Social.

Poco antes, el periódico El Mexicano había organizado un concurso y Emeterio Méndez presentó una obra que se llamó “Milagros de Noche Buena”. Ganó el premio que consistía en un boleto de ida y vuelta a México y mil pe-sos, que entonces eran una fortuna. Con el dinero montó la obra de teatro “Noche de Estreno”, con María Cristina Zayr, quien hizo el papel principal. Participaban también Lolita Montaño y Humberto Hernández Tirado. Con esos actores, Emeterio formó el grupo de teatro “Los Jugla-res”.

Además de inaugurar el teatro del Seguro Social en Mexicali con Noche de Estreno, Emeterio recibió el pre-mio Cuauhtémoc de Bronce que le otorgó la Federación de Estudiantes Bajacalifornianos, por haber sido la primera obra de teatro escrita en Mexicali.

Como Juglares presentaron “Prohibido suicidarse en primavera”, de Alejandro Casona, “Los Prodigiosos” y “Los Extravagantes Smith”, pero la última obra de tea-tro que iba a hacer con María Cristina “El Silencio de los Fuertes” no se pudo hacer porque la pareja tuvo que re-gresarse a Chile. Era el año de 1963 y Salvador Allende había ganado las elecciones en Chile y los llamó para que formaran parte de su equipo de radiodifusión. Su histo-ria tuvo un triste final, porque al ser derrocado Allende,

tuvieron que regresar a México asilados. Emeterio fue a México a verlos y ya no trabajaron juntos porque María Cristina enfermó y murió.

Emeterio siempre agradeció a la pareja de Largo Farías y Cristina Zayr que lo hayan apoyado para ir a México a estudiar teatro. Estudió en el Instituto Nacional de Bellas Artes, en la escuela de Teatro Foráneo que era una escuela donde preparaban a la gente de provincia para que hiciera teatro en los estados. Ahí conoció a Salvador Novo que fue su primer profesor de teatro. Otra excelente maestra que tuvo fue Pilar Crespo, encargada de teatro foráneo.

El grupo de Los Juglares se desintegró al morir Ma-ría Cristina Zayr. El doctor Humberto Torres Sanginés (qepd), cuando fue director del imss lo invitó a trabajar como profesor de teatro en el Seguro Social. Trabajó en el Centro de Seguridad Social con muchos jóvenes, entre otros, tuvo como alumnos a María Elena Varela, Luis Ve-lázquez, Conchita Sánchez, Manuel Rojas, Carlos Mejía, Nora Granados y otros actores.

Con ellos formó el grupo Arlequín, que nació en 1969 y así se siguió llamando durante el tiempo que trabajó en el imss y algunos años después, 35 años. Para el uso del teatro y la presentación de sus obras, siempre contó con el apoyo irrestricto de la señora Elia Figueroa de Ávalos, directora del Centro de Seguridad Social. Una de las prin-cipales obras que presentó el grupo Arlequín fue Los Re-yes del Mundo, una obra que impactó a quienes la vieron, se hacían largas colas para entrar al teatro. Para esta obra contó con el apoyo del pintor Francisco Arias en la esce-nografía.

De ese grupo salieron generaciones de actores, entre ellas Gabriela Sánchez Díaz quien ocupó su lugar como profesora de teatro en el Seguro Social, cuando Emete-rio se jubiló, Ricardo Gómez que trabaja en un programa del Canal 66 y para la Universidad, Nora Granados (qepd) y muchos otros. En el Seguro Social Emeterio empezó a hacer teatro infantil, le interesaba que los niños tuvieran una diversión, un espectáculo, con el grupo Arlequín hizo mucho teatro infantil.

También montaron pastorelas porque quería conservar esa tradición navideña. Decía Emeterio que nunca había montado una pastorela, pero cuando leyó algunas le gus-taron y aunque no sabía cómo montarla, lo hizo igual que otra obra de teatro. Como el nombre pastorela implicaba

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otras características, hizo el nacimiento del niño, los pas-tores, los ángeles, el diablo.

Emeterio y su grupo Arlequín presentaron pastorelas durante 17 años. Las presentaban en el teatro del Seguro Social. Siguió trabajando, haciendo teatro de comedia y siempre recibió apoyo incondicional de la señora Elia Fi-gueroa de Ávalos. Cada año hacían una semana cultural que iniciaba con una obra de teatro y cerraba con otra. En la semana actuaban los grupos de música, danza, gim-nasia, pero el grupo Arlequín cerraba la semana cultural.

Su relato

Antes de jubilarme del Seguro Social trabajé en San Luis,

Río Colorado, Sonora, porque yo solicité un cambio de ac-

tividad para jubilarme con mayor salario, se hizo y me fui

como seis meses a trabajar a San Luis antes de jubilar-

me. Es una historia de 3I años y medio que trabajé en el

Seguro Social haciendo cinco o seis obras al año, porque

trabajábamos bastante.

Me tocaron equipos de muchachos muy buenos, con

mucho talento y capacidad, algunos fueron a estudiar tea-

tro a México, pero como es muy fuerte el estudio, muchos

se quedaban un mes, seis meses, un año, dos años y no

terminaron. Extrañaban aquí, allá no tenían familia y

debían trabajar y estudiar, era difícil y se tuvieron que

regresar.

Es difícil salir adelante, algunos tienen 12 años actuan-

do y no han hecho nada, aunque algunos de mis alumnos

se convirtieron en maestros como Concepción Sánchez,

María Elena Varela, Luis Velázquez, Nora Granados, Ma-

nuel Rojas que tiene su propio grupo y también dio clases,

Muchos de ellos se decidieron por la docencia teatral.

Tengo muchas placas de reconocimiento por los primeros

15 años, los 20, 25 años, por mi permanencia constante en

el movimiento teatral, del Instituto de Cultura, del gobier-

no del estado, del crea, como fundador del taller de teatro.

Inclusive en las Fiestas del Sol me dieron un reconocimiento

por mis 25 años en el teatro. Tengo placas, constancias.

Participé en el concurso de becas de conaculta con la

memoria teatral de Baja California, presenté ese proyecto

y tuve la suerte de ganar y me dieron la beca, pero cuando

presenté el trabajo terminado, faltaban siete meses para

que terminara el periodo de esa administración y me dije-

ron que no la podían publicar porque ya no tenían dinero.

La beca no incluía la publicación del trabajo, pero el

Instituto lo iba a publicar y ya han pasado varios direc-

tores del Instituto de Cultura y nada. Francisco Bernal se

entusiasmó mucho, pero hasta ahí y como me siento un

poco mal de andar mendingando al ofrecerles el trabajo,

Obra de teatro: Los cuentos de juglarón.

51

allí está guardado el material con todas las fotografías,

programas viejos, obras de teatro de diferentes autores.

El primer premio que gané como autor teatral fue de la

Federación de Estudiantes de Baja California, me lo die-

ron por haber escrito la primera obra de teatro en Baja

California. Quizá haya habido alguien antes, por ejemplo

el profesor Luzsiglo Figueroa que hizo teatro escolar en la

escuela Benito Juárez, mucho antes de que yo llegara. El

profesor Castro no escribía teatro y Whilelmy creo que era

teatro de comedia y opereta lo que hacía, pero en realidad

la primera obra de teatro fue la que yo escribí.

La obra Noche de Estreno la presentamos en el teatro

del Seguro Social, la llevamos a Tijuana y la presentamos

en el teatro de la escuela Presidente Alemán. Allí me en-

tregaron el trofeo, un Cuauhtémoc muy bonito que en los

ires y venires de la vida no supe donde quedó ese trofeo.

De eso hace mención un maestro de teatro de Tijuana que

en su libro dedicó diez páginas a mi trayectoria. Menciona

la primera obra de teatro que se escribió en Baja Califor-

nia, “Noche de Estreno” con la cual se inauguró el teatro

del Seguro Social, construido en Mexicali durante la admi-

nistración del licenciado Benito Coquet, en 1961.

Allí quedó registrado ese primer premio que me dieron.

A través del Seguro Social, año con año salimos a presen-

tar alguna obra. Fuimos a concursar a Durango, Guada-

lajara, Culiacán, Chihuahua, en algunos lugares se repe-

tían los concursos. Nos recibían muy bien en esos lugares

porque íbamos con un equipo de trabajo muy bonito. Las

obras no eran para seleccionar primero, segundo o tercer

lugar, era más bien una muestra de teatro y hubo varias

ocasiones donde tuvimos un lugar muy destacado y yo creo

que fui de las personas que más trabajamos en ese tiempo,

que todo el trabajo se publicitó, todo mundo sabía.

De los grupos artísticos, Arlequín era el que más traba-

jaba y más destacaba, porque todos hacían sus actividades

culturales para exposición interna y yo siempre procuraba

que hubiera publicidad. Afortunadamente los periódicos

siempre nos daban mucha propaganda, entonces la obra

que presentaba siempre se publicitaba. Puedo decir con

orgullo que el tiempo que estuve el Centro de Seguridad

Social, siempre estuvo presente el teatro porque yo hacía

tres, cuatro obras al año y las pastorelas que todo mundo

las esperaba y eran publicitadas.

Uno de los últimos años de presentar pastorelas, pensé que

además de sólo dar a los niños y al público la pastorela, tenía

ganas de darles juguetes a los niños y me puse de acuerdo con

el Club de Leones Mexicali Centinela, les ofrecí una función o

dos, pero les dije -denles muchos juguetes a los niños, A ellos

les gustó mucho la idea y llevaron juguetes e hicieron rifas,

que era lo que yo siempre había deseado. Independientemen-

Obra de teatro: Los malditos.

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te de disfrutar la función, a la entrada les daban a los niños

una bolsita y rifaron muñecas, bicicletas, muchas cosas muy

bonitas. Ahora ya no se puede porque me jubilé, no tengo un

grupo grande y estoy haciendo un teatro diferente.

En diferentes etapas de mi vida, trabajé en televisión.

Uno de mis últimos programas fue en mvs Canal 17, ha-

ciendo un programa de entrevistas y variados temas, in-

cluyendo la participación de un niño. A lo largo de mi vida

hice muchos programas de televisión, aunque no fueron

temporadas continuas.

Empecé en el canal Tres de Mexicali cuando aún era en

blanco y negro. Con el grupo juglares hice teleteatros, uno

cada semana, gracias a la disposición de Raúl Sánchez de

Aparicio que me daba tiempo. Presentamos El compadre

Mendoza, el Gánster redimido, Santa Claus Vagabundo, la

Ventana, Prisionero 13 y otros. Grabábamos los progra-

mas en un estudio y salían al aire en vivo porque entonces

no había videotape todavía.

Durante unos cuatro años hice un programa musical

con Antonio Godínez “El Gato”, se llamaba Estridencias

y Cadencias, también en blanco y negro, se presentaban

cantantes, gente que declamaba, era un programa muy

bonito, también en Canal Tres. Otro programa que hice

como tres años y medio fue El Tío Tele en Canal 3, que

dejó de presentarse porque se convirtió en repetidora. El

Tío Tele era un programa que tenía mucha aceptación,

era un programa didáctico, cultural, recreativo, una hora

diaria y los sábados duraba dos horas.

Pasó un tiempo sin trabajar televisión y al empezar a

funcionar el Canal 66 me llamó Norma Bustamante para

que le ayudara, empezó a transmitir en la parte de afuera

de la Colorado River Land Company, porque allí era un

ambiente bonito, con una escenografía preciosa. Le ayu-

dé como dos años, porque fue una invitación que ella me

hizo. Solicité que me dieran un camarógrafo y no me lo

dieron, entonces le dije a Norma que era bonito platicar,

pero la televisión es imagen y consideraba que necesita-

ba imágenes para presentar un mejor programa. Le di las

gracias a Norma y dejé de ir al canal 66.

Después tuve un encuentro casual con Pablo Brizuela

y David Monay. Empezaron a platicar de un proyecto de

televisión infantil y Brizuela ofreció su espacio, le dio una

hora de programa. Ese programa estuvo apoyado por el

Centro Cultural Nana Chela, el Instituto de Cultura y fun-

damentalmente por mvs, de Pablo Brizuela. El programa

de televisión duró más de dos años. La radio, la televisión

y el teatro siempre me abrieron sus puertas.

En una exhibición de pinturas.

Obra de teatro: Las manos de Dios.

Obra de teatro.

53

Otra actividad interesante es que inicié las Fiestas de

El Sol. El proyecto nació de hacer las Fiestas del Sol e

invitaron a don Armando Gallego y él me mandó a mí a

ver qué se podía hacer. Yo era director de Acción Social

del municipio cuando Armando Gallegos era presidente

municipal. Pensamos que lo que podíamos hacer era reunir

grupos artísticos y grupos culturales, hacer un escenario y

ya era una feria, en las ferias siempre habrá un espectáculo.

Yo inicié las Fiestas del Sol y estuve siete años, pero me re-

tiré por cansancio, porque era muy pesado. Iniciaron las fies-

tas en las empresas Hohemberg frente al teatro del estado, se

integró un comité y allí se hicieron los cuatro primeros años,

después se cambiaron al parque Vicente Guerrero. Allí me

dieron un reconocimiento y después me retiré por cansancio.

“El sueño del Ángel” fue de las últimas obras de teatro

que exhibí, y la presentación fue en Mexicali y en Gue-

rrero Negro, Baja California Sur. Allí hubo un descalabro

porque un actor no pudo ir y tuve que aprender el papel yo

y actuarlo a mi manera porque había el compromiso con

la licenciada que nos invitó y trató muy bien en Guerrero

Negro. La llevamos a Guerrero Negro en una odisea, que

por cierto me pareció muy interesante; nos fuimos en ca-

mión, viajamos toda la noche y la obra se presentó dentro

de las instalaciones de la Exportadora de Sal.

Recuerdo otra oportunidad en la que también tuve que

entrar al quite porque el actor principal decidió no ir al es-

treno de la obra de teatro, los compañeros dijeron: profesor,

mañana no va a haber obra porque no va a venir el actor

principal. Les respondí: —quédense, vamos a ensayar, yo

voy a hacer el papel. Nos quedamos como hasta las cuatro

de la mañana ensayando y les dije: mañana hay función. Lo

saqué adelante con trucos, con mañas y salió porque tres

meses ensayando, uno se sabe casi toda la obra.

Después, el muchacho vino a reclamar y le dije: —no

tienes derecho a reclamar y yo voy a seguir con el papel,

para que veas que nadie es indispensable. Se prestaba por-

que era un periodista sin edad, podía ser joven o mayor de

edad, no había problema. Así me pasó varias veces, siem-

pre suceden cosas que de pronto parecen como tragedia,

pero después quedan en anécdota.

En otra ocasión, el compañero, Rodolfo Valdez, que lue-

go fue presidente municipal, estaba haciendo teatro con no-

sotros, hizo la primera función y de gusto sus amigos se lo

llevaron, eran adolescentes, se emborracharon y lo llevaron

Familia de Emeterio. Su esposa y sus hijas Obdulia. Gabriela y Nydia.

54

a su casa muy borracho. Sus papás se indignaron porque

creyeron que la gente de teatro lo había llevado y le prohi-

bieron seguir y al día siguiente no iba a ir a la función.

Hacía el papel de príncipe feliz y le dije a otro, tú vís-

tete de príncipe, súbete y siéntate allí y yo hice la voz de

Valdez, y como el príncipe está constantemente quieto,

Rodolfo sí hablaba, pero al no estar, yo hice la voz por el

micrófono y se salvó la función.

Es que tengo que pensar cómo salir adelante. En otra

ocasión, volviendo con Los Juglares, mi compadre Manuel

Verdugo, actor, en su personaje le tenía que pegar un golpe

en la cabeza a su esposa, que era su novia en aquel entonces,

y actuaba en esta obra, porque estaba estrangulando a un

niño en la trama de la obra, y el golpe estuvo mal calculado y

la tumbó de veras, y ella se desmayó por el golpe. Afortuna-

damente, en ese momento el telón cerraba, entonces la que se

encargó de darle vida fue mi señora porque casi le partió la

cabeza con una estatua real. El golpe ya estaba calculado y

ensayado y se suponía que no le iba a dar, pero falló.

Actualmente trabajo de manera independiente, pero el

grupo sigue llamándose Arlequín, yo tengo seleccionado

material para ellos, son una muchacha y dos actores que

hacen doble o triple papel. Estamos haciendo un experi-

mento que consiste en que tres o cuatro actores pueden

interpretar varios personajes. Los muchachos que están

conmigo tienen la mística que tengo yo; a nosotros no nos

interesa el dinero, lo hacemos por gusto, por placer, por

darnos el lujo de hacer lo que nos gusta.

Yo siempre he dicho que tengo el sombrero de Mandra-

que el mago, de ese sombrero saco todo lo que necesito,

muebles, utilería, ambientación, vestuario y a la hora del

ensayo general aparece todo lo que necesitamos. Hemos

eliminando mucha escenografía porque es muy cara; am-

bientamos el escenario con la mínima utilería; por ejem-

plo, en el último trabajo con una obra de Chejov, yo nece-

sitaba en la primera escena un parque, pusimos plantas y

una banca y eso ya era es un parque, con un círculo de luz,

aislamos lo demás, había un fondo negro.

La segunda escena se desarrollaba en un bar antiguo,

para ello pusimos una mesa, dos bancas, atrás unos biom-

bos y una mesa con bebidas, y ese era un bar. Otra escena

era una casa elegante y pusimos biombos de bambú, unas

mesitas, unas sillas, muchas plantas y se creó un ambien-

te muy bonito. Así hacíamos ambientes para las obras de

2008. Reconocimiento a Emeterio Méndez. Le acompañan, Carmen Espinoza, Teodoro Pérez Valenzuela y Manuel Rojas.

55

teatro. Ensayábamos en la galería José García Arroyo, en

la parte alta del mercado municipal, allí estuvimos tra-

bajando. Tuvimos presentaciones de teatro, conferencias,

charlas, recitales, todo lo que se podía. Yo hacía teatro

donde quiera, en cualquier lugar que se prestara, en el ves-

tíbulo del Centro de Seguridad Social hicimos teatro, no

se requiere un teatro como el del Estado, ni siquiera como

el del Seguro Social, dondequiera se puede hacer teatro.

Ponía sillas alrededor y allí actuaba. La obra “Encuen-

tros fácticos” la llevamos tres veces a San Luis Río Colo-

rado, Sonora, para presentarla en colegios y escuelas, en

el salón de actos, en el gran salón que tienen, atrás nos

instalábamos, y los muchachos se sentaban en sillas. Se

cumplía el objetivo, no importaba que no hubiera cambio

de luces ni telón.

El Cobach cobraba los boletos y nos daban una gratifica-

ción para cubrir gastos de gasolina, comida… nos atendían

muy bien, Ellos cobraban 15 pesos por función a los mucha-

chos y nos daban íntegro lo que sacaban. Yo les repartía ese

dinero a los actores; pero ellos no lo hacían por dinero. Nos

trataban muy bien, pero lo malo en San Luis era que nomás

se enteraban los de la misma escuela, no se publicitaba. A

la escuela solo le interesa que sus muchachos vean teatro.

Desde hace varios años el Cobach de San Luis, Sonora,

organiza un festival de teatro, cada día se presenta dife-

rente grupo. Al final del festival se presentan actores muy

buenos a impartir una conferencia. Era una experiencia

muy agradable, una manera muy bonita de promocionar,

el único problema es que no sale a la ciudadanía, pero

cumple con el objetivo de educar a los muchachos en as-

pectos creativos y culturales.

Con el grupo Arlequín fuimos a Tijuana, Ensenada y Te-

cate, y ya como independientes nos presentamos en Ense-

nada, pero allí faltaba más promoción. Tuvimos muy bue-

na aceptación, pero con poco público, yo creo que se pierde

mucho esfuerzo y la poca inversión que se hace.

Se necesita promover más, pero fuimos siempre bien reci-

bidos. También tuvimos invitaciones del club Kiguanis para

ir a Navojoa. Siempre quise ir al festival cultural que se hace

en Álamos, Sonora, allí se hace un súper festival cultural in-

ternacional, pero nunca pude ir a participar a Álamos.

Los años de estudio en la Ciudad de México

Mis compañeros de teatro en México fueron Sergio Jimé-

nez Flores, Julia Marichal e Irma Lozano; Julia Marichal

era una negrita. En aquel entonces Irma Lozano era la

princesita de los cuentos de teatro infantil, de los domin-

gos, era la Bella Durmiente, La Cenicienta, Blanca Nieves,

todos esos papeles hacía Irma Lozano, que con el tiempo

se convirtió en una gran actriz. Sergio Jiménez en un ex-

celente actor y director de televisión.

Traté a muchas personas más, tomé clases con la maes-

tra Carmen Montejo, ella era muy agradable, muy sim-

pática, pero generaba mucha curiosidad, los primeros tres

días nos daba una excelente clase de teatro y los otros días

nos platicaba su vida, nos hablaba de Pedro Infante, era

una enamorada en potencia de Pedro Infante, de él nos

compartía lo que sabía de su vida, de sus películas.

En realidad, las clases de Carmen Montejo fueron eso,

nos platicaba su vida y la disfrutábamos, porque conocer

a una señorona del teatro y todas las peripecias que vi-

vía, era muy agradable. Me tocó ir con Beatriz Sheridan

a Tabasco en 1983. Fuimos a un curso de teatro y estaban

presentando un experimento de laboratorio de “Teatro

indígena campesino” en la sierra. Presentaron la Pasión

de Cristo y curiosamente nosotros como espectadores nos

sentamos a la orilla de un río bajo unos árboles preciosos,

allí empezaba lo que venía siendo cuando el diablo y el

ángel se encuentran para la creación del mundo.

Pasaba una canoa con un diablo cubierto con una gran

capa y del árbol descendían arbolitos vestidos con ramas,

eran niñitos vestidos con ramas. Cuando la historia avan-

zaba con la vida de Cristo, todos teníamos que ir cami-

nando por diferentes rumbos del pueblo donde se desarro-

llaba la historia hasta que terminaba en una cosa verde

muy bonita, con una cruz porque era la crucifixión. Era la

Pasión de Cristo la que montaban, pero montada de una

manera espectacular y al natural, pasaban caballos co-

rriendo, niños con borreguitos y otros animales, Era muy

impactante porque todo el pueblo participaba, son muy

tradicionales esos festejos.

Conocí mucha gente de teatro, Parra, Dagoberto Villo-

mán que ya fallecieron, porque nosotros éramos jóvenes

y ellos ya eran adultos. Yo tuve una discusión muy fuerte

con Sergio Jiménez porque nos invitó a ver Ana Karenina

en el teatro Hidalgo, con Silvia Pinal, mi novia de toda la

vida y Carlos Bracho.

Sergio nos dijo que hiciéramos una crítica, porque la

obra fracasó rotundamente. Ana Karenina era una obra

de Tolstoi y Sergio Jiménez hizo una adaptación y la obra

fracasó, pero llegaron a las cien presentaciones porque es-

taba Silvia Pinal y era la Compañía Nacional de Teatro.

Terminó al hacer la develación de la placa de las cien re-

presentaciones y nunca se volvió a montar.

56

La obra fue puesta lujosamente, con un ferrocarril que

atravesaba el escenario, un palco de un teatro con baila-

rines y su público, aparecía un caballo y un carruaje en el

escenario. Era espectacular y el vestido de Silvia Pinal,

era así como de Hollywood, pero pese a todo ese aparato y

ese dinero gastado la obra fue un fracaso. En clase, como

alumnos nos preguntó que nos había parecido, yo hice la

crítica de que era un melodrama, un churro, que si le qui-

taran todo el lujo la obra quedaba en una telenovela.

Sergio hacía el papel de marido, era el director y no le

gustó la crítica. Le dije: —conste que soy un admirador

incondicional de Silvia, que está bien en su papel, está be-

lla, pero ese papel era para muchas actrices. Él pedía una

crítica honesta, pero todo el mundo lo alabó y yo no, por-

que a mí me pareció que era un churro de lujo.

Por eso, después Sergio Jiménez siempre me guardó

recelo. Otra ventaja de ir a estudiar durante veinte años

a México, fue que siempre teníamos pases para todos los

teatros. Todos los días tomábamos el curso e íbamos al

teatro. Me tocó ver estrenos muy interesantes como “La

dama de la luna roja” con Elsa Aguirre, muy buena actriz.

Infinidad de obras que nos tocó ver.

Presencié un experimento con un teatro portátil de la

obra “Panorama” de Arthur Miller, fue una experiencia

que nunca voy a olvidar. También fui moderador de una

obra de teatro de Luis G. Basurto.

A Luis G. Basurto lo conocí en Mexicali cuando vino

con la carpa que traía por toda la república con puras

obras mexicanas: “Janos, una muchacha”, “Clemencia”,

“Cada quien su vida” que venía causando furor. La carpa

la pusieron donde estaba la cárcel Pública (López Mateos

y México). Cuando quitaron la antigua cárcel, por López

Mateos y México, quedó un terreno baldío y allí puso la

carpa Luis G. Basurto.

En Mexicali, Basurto montó también “Miércoles de Ce-

niza”. Miércoles de Ceniza la estrenaron con María Teresa

Rivas en el viejo Teatro Auditorio del Estado que estuvo

en avenida Lerdo, donde ahora está el jardín de niños Fe-

derico Froebel. Era un teatro con las ventanas sin vidrios

y una puerta fea, polvoriento, frío, que duró algunos años

desde que fue construido por la esposa del gobernador Eli-

gio Esquivel Méndez. Allí empecé a hacer teatro, pero des-

truyeron ese edificio porque no se usaba mucho y ahora

está el jardín de niños.

En ese teatro auditorio llegaron varias compañías de

teatro, un grupo local dirigido por Luis Felipe Castro pre-

sentó “El Diario de Ana Frank”. El teatro tenía un mo-

vimiento muy bonito, pero no era tan frecuente como se

quería, además nunca lo equiparon con luces, siempre ha-

bía unas lámparas rojas, azul y verde, se prendía un lado u

otro, no tenía telón, las butacas eran muy incómodas, pero

no había más que esas para sentarse.

Allí hicimos varias obras, estrenamos “Malditos”, “Feli-

cidad”, “Adán, Eva y la otra”, muchos esfuerzos interesan-

tes para crear teatro en Mexicali. Ese teatro lo controlaba

Luis Felipe Castro, él dirigía el grupo Thalía y el grupo de

teatro de la Universidad. Castro fue el primero que empezó

con el proyecto de la escuela de teatro de la Universidad.

Inició trabajando con alumnos de la preparatoria, re-

cuerdo a unos jóvenes como Bedilia Rodríguez, Yolanda

Gómez, Lidia Valdez, Marco Antonio Peregrina, Rebeca

Núñez, Armando Ruíz, Salvador López Lima y otros.

Empezaron trabajando donde estaba la escuela de enfer-

mería en la Escuela Cuauhtémoc. Allí empezó a trabajar

el grupo de teatro universitario oficialmente.

He trabajado en todos los teatros de Mexicali, me tocó

inaugurar el teatro del Estado, el del Seguro Social, en el de

la Universidad, también puse una obra en el del cetys, en la

galería José Arroyo, en el Café Literario que es el que más

me gusta, porque es como más íntimo, no tienes problema

más que poner mueblecitos. La escenografía casi nadie la

usa porque es cara, muy costosa y poco práctica, porque la

gente no va a ver el escenario sino a los actores, su actua-

ción, la historia, algo que se desarrolla, así que en el Café

Literario, con dos, tres actores queda algo estupendo.

En la escuela Cuauhtémoc, ahora Casa de la Cultura,

actué en mi primera obra de teatro: “Los Desarraiga-

dos”. Después cerraron la escuela Cuauhtémoc, que duró

varios años cerrada, porque la iban a tumbar, pero se

opuso la gente y crearon a la Casa de la Cultura. Yo volví

a la Casa de la Cultura como maestro de teatro, allí don-

de actué en mi primera obra de teatro, cuando todavía

era escuela Cuauhtémoc.

Me dio mucho gusto regresar como maestro, porque ya

había pisado ese teatro como actor. El grupo de la Casa de

la Cultura solo dio resultado con dos o tres obras, porque

los actores eran muy inconstantes y con poco talento. Fue

difícil trabajar con ellos, porque por mucho que se entu-

siasmen los muchachos, si no tienen algo adentro, algo que

dar, no hay respuesta.

Sin embargo, yo trabajaba mucho porque quería que

todo lo que ellos deseaban realizar lo lograran alguna vez.

Al que le gustaba se quedaba y si no, solos se iban, es la tó-

nica que yo he tenido siempre. Al que le gusta la actuación

57

que venga, que lo haga una vez y si no puede con el paquete

se irá o buscará otros ámbitos donde se pueda desarrollar.

Yo jamás le dije que no a nadie, siempre los dejé actuar y

que ellos mismos se convencieran si era lo suyo o no.

En los teatros de los Cobach de Mexicali no he traba-

jado porque no ha habido oportunidad. Yo tenía el teatro

del Seguro Social y después me ayudaron mucho con el

Teatro del Estado y con el Café Literario, además, los tea-

tros de los Cobach los encuentro muy encajonados, son

muy largos, pero para los muchachos están excelentes,

que tengan su teatro y sus espectáculos ahí mismo, como

parte de su formación artística, ojalá que todos los Co-

bach tengan su propio teatro.

Lo que si me pesó mucho fue que se tumbara la escue-

la Benito Juárez, porque allí había un excelente salón de

actos. Todas las escuelas viejas tenían salones de actos

como lo tiene la Leona Vicario y la Cuauhtémoc, antes

las autoridades educativas se preocupaban mucho por la

cuestión cultural, ahora construyen escuelas y ningún sa-

lón de actos o un teatro, nada de eso. Yo en el teatro de la

escuela Benito Juárez no trabajé, sólo lo conocí cuando yo

todavía no tomaba el rumbo de empezar a hacer un teatro

más formal.

Mi primera obra de teatro como actor en la que yo salí

al público fue “Los Desarraigados”, fue una experiencia

muy bonita, después hicimos “Felicidad”, luego “Los Mal-

ditos”. Después pensé que necesitaba marchar yo sólo y

fue cuando tomé mi obra de teatro y me propuse estre-

narla con mi propio dinero y mis propios actores, fue “La

Noche de Estreno”. Después de eso vino la preparación,

porque todo eso lo había hecho por ganas, por gusto, claro

que con un maestro se aprende algo, yo con Luis Felipe

aprendí la disciplina y el ser constante.

Curiosamente, hay un detalle que yo le platico a las

personas, cuando llegué al grupo de Luis Felipe Castro,

al principio algunos del grupo no me aceptaban, no sé por

qué no les gustó que yo llegara con el papel principal. Les

dije, miren, todos ustedes van a desaparecer y yo voy a

continuar y efectivamente, todos se retiraron, se casaron,

se fueron y yo sigo en el teatro. Les comento a algunos que

me encuentro, ¿te acuerdas? Me contestan. —Fue muy

cierto lo que dijiste. Es que a mí me gusta el teatro de co-

razón. Yo creo que mi vida ha sido buena, pero si no fuera

por el teatro hubiera sido muy diferente. Mi vida entera

ha sido el teatro, he vivido para el teatro.

Estos últimos años estoy trabajando con cuatro perso-

nas que hacen doble o triple papel, con ellos celebramos el

35 aniversario del grupo Arlequín. Presentamos dos obras

del autor ruso Anton Chejov en el teatro del imss.

Ha sido un trabajo enorme, cuando me jubilé del Segu-

ro Social, de despedida me organizaron un evento grande

en el Café Literario, muy bonito, allí estaban la mayoría

de los muchachos que fueron mis alumnos, haciendo par-

tes de obras de teatro para hacer la celebración.

Económicamente no vivo con lujos, pero he hecho lo

que he querido, lo que me he propuesto, me ha llamado

la televisión, he hecho teatro, he trabajado en la radio.

Cuantas personas no quisieran de alguna manera estar en

ese medio porque tienen talento, tienen las posibilidades,

pero no se les abren las puertas. A mí gracias a Dios, sí me

ha ido bien en ese sueño.

Emeterio fue un hombre comprometido con su familia, sus trabajos y el teatro. Se casó en Mexicali con la señora Obdulia Raygoza, con quien procreó tres hijas: Rocío, Ga-briela y Nidia.

Su trayectoria teatral fue de más de 50 años, como guía, promotor y formador de muchos de los artistas mexicalen-ses que aun trabajan en teatro o son profesores de esa dis-ciplina. Emeterio es un ejemplo de esfuerzo y dedicación en este, a veces difícil y poco apoyado arte de hacer teatro.

En los diferentes trabajos que tuvo, en el Ayuntamien-to, Seguro Social, isep, crea y otros lugares, participó frecuentemente como maestro de ceremonia. Además del teatro y la escritura desarrolló su gusto por la pintura y ocasionalmente presentó exposiciones pictóricas.

El 25 de febrero de 2008 recibió por parte del icbc y de sus exalumnos, un emotivo homenaje en el Teatro del Esta-do. Falleció el 29 de marzo de 2011 en la ciudad de Mexicali a causa de una enfermedad que lo aquejaba tiempo atrás.

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El Mexicali cultural de los años de 1980:

memoria personalGabriel Trujillo Muñoz*

La uabc en mi caminoHe vuelto a Mexicali. Es agosto de 1980. Mientras me llega el título de médico cirujano y partero para quien se le ofrez-ca. Y aunque tengo varias ofertas de trabajo en Guadala-jara, prefiero volver a casa con la esperanza de conseguir trabajo de médico en alguna institución pública de salud, pero las plazas no se abren hasta febrero de 1982. Así que me inscribo en los cursos de inglés de la Universidad Esta-tal de San Diego, en el campus del valle Imperial, donde conozco brevemente al poeta chicano Alurista, y me pongo a leer el montón de libros que había comprado en Guada-lajara. También me dedico a leer los periódicos locales para volverme a enterar de la vida social de Mexicali. En La voz de la frontera, entre especiales de Calimax y notas de des-pedidas de soltera, descubro el anuncio de la apertura del Taller de Creación Literaria de la Universidad Autónoma de Baja California, coordinado por Óscar Hernández. De Hernández sólo conocía un poema suyo, de estilo surrealis-ta, que le había publicado Gabriel Zaid en su Asamblea de poetas jóvenes un año antes. El anuncio es breve, pero es lo que he estado buscando desde hace años:

“Hacemos una atenta invitación a los estudiantes uni-

versitarios y público en general a formar parte del Taller

de Creación Literaria de la uabc. Las inscripciones están

abiertas hasta el 11 de septiembre de 1981, para dar inicio

del día 15 del mes, “de 9 a 13 y de 15 a 18 horas, de lunes

a viernes, en la avenida Reforma y calle G”.

Y lo más importante: el taller es con cupo limitado. De ahí que me apresuré a inscribirme.

Como cuento con un buen número de textos escritos en Guadalajara, decido acudir con copias mecanografia-das de los mismos. El local es una casa modificada para oficinas por la avenida Reforma, a una cuadra del edifi-cio de Rectoría, donde hoy está Sorteos de la uabc. En

él se dan cita los talleres de teatro, pantomima, música clásica y folklórica, canto y literatura. Destacan, entre los maestros, Emmanuel Silva en música y Alejandro Keys en pantomima. Todos piden silencio a los demás, pero na-die, excepto los mimos, lo otorgan. Es un pandemónium pletórico de ninfas en leotardo y guerreros águila, de se-ñoras con voz de soprano y norteños con gorros chilenos y ponchos peruanos. Un espectáculo fellinesco que se vuelve teatro del absurdo. En ese maremágnum, el salón del ta-ller de literatura es una isla desierta, plena de sillas vacías, un librero desvencijado que sólo contiene unas cuantas re-vistas Tierra Adentro, y un muchacho de incipiente calvi-cie que lee Rayuela y que al darse cuenta de mi llegada se presenta a sí mismo como Óscar Hernández.

Poco a poco me iré dando cuenta del abismo que media entre la vida cultural del sur del país y la de mi ciudad natal. La lista de faltantes es aterradora. En Mexicali no hay cine clubes, ni librerías bien surtidas, ni cafés donde se reúna la fauna artística, ni grupos de teatro o danza contemporánea. Aquí todavía rifa el orador nacionalista y el declamador del brindis del bohemio. Y ante ese clima de banalidades, los escritores más jóvenes responden con ac-titudes de rebeldes sin causa. A mí no me interesa seguir-les los pasos a los poetas malditos sino descifrar la palabra como oráculo y visión. Lo que me atrae es tanto el estoi-cismo del desierto, la vida en reflexión, como la gran aven-tura del mundo, el descubrimiento de nuevos horizontes, nuevas artes, nuevos espacios de expresión. Por eso volteo a todos lados: quiero saber qué está pasando a mi derre-dor, quiero estar presionando el pulso de mi ciudad y de mi gente. Ver qué hacen y cómo lo hacen. Ser parte de sus cambios, de sus transformaciones. Quiero, al mismo tiem-

Nota: Las fotos que ilustran este artículo son de la colección del cesu-uabc y Óscar Hernández Valenzuela.

*Poeta, narrador y ensayista mexicalense. Desde 2011 es integrante de la Aca-demia Mexicana de la Lengua.

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po, ser testigo y participante. Y algo me dice que aquí, en la frontera norte de México, están por suceder cosas maravillosas y terribles, que aquí comienza a manifestarse otro México. Por eso permanezco alerta: con la pluma en la mano. Por eso trato de conocer a todos los que partici-pan en la cultura de Baja California: desde historiadores ya prestigiosos, como Adalberto Walther Meade, David Piñera Ramírez o Aidé Grijalva, hasta artistas visuales de la talla de Rubén García Benavides, Ruth Hernández, Carlos Coronado, Francisco Arias, Arturo Esquivias, Aus-treberto Silva, César Cárdenas o Eduardo Auyón.

El taller de la uabc se llenó de gente insatisfecha con la situación cultural prevaleciente, en Baja California, a principios de los años ochenta. En el transcurso de sus pri-meros años vimos llegar y partir a personas jóvenes que estudiaban carreras que no les gustaban (derecho, admi-nistración, ingeniería) pero que los iban a mantener a flote económicamente. Desafectos y marginados, eran mucha-chos y muchachas (con la excepción de Abelardo Flores que nos doblaba la edad y con Benito Gámez, que parecía más joven que todos nosotros a sus 36, 37 años) que busca-ban sacar todo lo que pensaban y sentían en un poema, en un cuento, en un fragmento de novela. El taller de nuestra máxima casa de estudios, en sus primeros años, de 1981 a 1985, fue más un taller más para poetas que para narrado-res, donde destacaron escritoras hechas y derechas como Mara Longoria, Delia Valdivia y Luz Mercedes López Barrera. La primera iba –y sigue yendo– por la ruta del misticismo de lo cotidiano, la segunda se decantaba por la poesía contestataria y feminista, y la tercera se presenta-ba lúcida y despierta a la literatura como brújula a seguir.

La vida fronteriza, tal y como la conocíamos hasta entonces, se desquebrajaba ante nuestros ojos. No podía ocultarse que el milagro mexicano mostraba sus primeras fisuras y que los anhelos de prosperidad ilimitada estaban topando con pared. Y la literatura iba a ser uno de los tan-tos instrumentos a nuestro alcance para describir nuestra caída y la caída de nuestros sueños de una mejor cultura, de una sociedad más rica y vital. No sabíamos entonces que la crisis económica del país habría de repercutir en el auge de la cultura fronteriza pocos años más tarde. Lo que sí sabíamos es que queríamos hablar por nosotros mis-mos desde nuestra generación, desde nuestra juventud, de todas las cosas que nos interesaban. Nos importaba el

1982. Revista Hojas, núm. 1, de los talleres de literaturade la uabc.

1983. Revista Hojas, núm. 9, de los talleres de literaturade la uabc.

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mundo en sus conflictos tanto como nuestra región en sus problemas. Y el problema que más nos preocupaba era sa-car de su estancamiento a la cultura local, que las artes se liberaran del civismo impostado y fueran capaces de ser portavoces de una realidad más compleja que el Brindis del bohemio, más actual que el Nocturno a Rosario. Toda creación que rompía con estas restricciones era considera-da como pretenciosa, ajena a un orden social donde el arte era visto sólo como una herramienta educativa, como un acto social a la altura de un té canasta, de una fiesta de disfraces. Pero nosotros nos veíamos como los nietos nor-teños de Octavio Paz y Carlos Fuentes. Y así actuábamos.

Llegar al taller de creación literaria de la uabc fue la me-jor decisión de mi vida a mi regreso de Mexicali. No es que no hubiera otros nichos culturales en Mexicali. Allí estaba la Casa de la Cultura, donde su directora, Lorenza de Vildó-sola, se daba el lujo de traer a la capital de Baja California a pintores de la talla de Rufino Tamayo, José Luis Cuevas o Fernando de Szyszlo. Allí estaba, también, la Dirección de Asuntos Culturales del gobierno del Estado, donde la som-bra fecunda (y polémica) de su fundador, el dramaturgo y director teatral, Jorge Esma, seguía siendo un ejemplo a seguir y donde el poeta ensenadense Miguel de Anda Jac-obsen fungía como director. Pero la uabc contaba con una ventaja que entonces no apreciamos en su justa dimensión: festejaba, además, su 25 aniversario, en donde la cultura estaba en el centro del programa de sus celebraciones. Por todas partes se necesitaba personal y más en el campo artís-tico. Y como yo quería aprender, acepté cuanta invitación se me hacía a participar. La uabc de los años ochenta era una institución de mínima burocracia, donde todos hacían el trabajo de todos. Una comunidad pequeña y empeñosa que apenas (con la excepción de Radio Universidad, cuyos cinco años de existencia la convertían en espacio cultural más longevo para 1981) comenzaba a despertar y cuyo nivel artístico apenas se hallaba en proceso de creación. Gracias al apoyo de su rector, el arquitecto Rubén Castro Bojór-quez y del director de Extensión Universitaria, el licenciado Hugo Castro, todas las autoridades universitarias atendían los proyectos culturales de inmediato. Cualquier cosa que se necesitaba se pedía y asunto arreglado. No había impo-sibles ni trámites engorrosos. Era un oasis floreciente sin normas establecidas. Era un santuario donde todo proyecto se realizaba si tú ponías manos a la obra.

Así, de ese modo, pasé de ser un miembro del taller a un conferencista, un autor publicado, un productor de Radio Universidad, un guionista para Tecnología Audiovisual, un reportero universitario, un profesor y un editor. Y todo gracias a la uabc. Yo que venía de una universidad-campo de concentración me topaba con una universidad de puer-tas abiertas para el arte regional, para la cultura local. Por querer ser poeta había encontrado mi casa de trabajo. Por querer escribir y ser leído terminé leyendo a los demás y corrigiendo sus obras. Y todo por un anuncio en la sec-ción de sociales de La Voz de la Frontera.

Los cambios se precipitabanLos cambios se precipitaban por todos lados. La sola pre-sencia de una nueva generación que se ponía a hacer cosas en todas las áreas del arte era el aviso de que en Mexicali la cultura volvía a moverse, que nuevos aires se respiraban por doquier. En agosto de 1982 me llegó la noticia de que iba a reanudarse el taller de creación literaria del inba-dac, que en su primera etapa, de 1980 a 1981, había sido coor-dinado por Ignacio Betancourt y del que había tomado la idea Óscar Hernández para hacer el suyo en la uabc. Ahora, en ese mes de agosto, un nuevo coordinador se presentaba: Jaime Valdivieso, crítico literario, cuentista y poeta naci-do en Valparaíso, Chile en 1929, catedrático de literatura y lengua española en diversas universidades de los Estados Unidos, Europa y China y ganador de premios nacionales en su país de origen. Así, en un salón de la Casa de la Cul-tura de Mexicali, Valdivieso fue presentado a un grupo de aproximadamente 30 personas entre escritores, señoras de sociedad amantes de las letras (y de los letrados) y periodis-tas, la mayoría de las cuales sólo hizo acto de presencia en aquella sesión y nunca volvió a vérseles en ninguna otra.

Don Jaime Valdivieso resultó ser excelente coordina-dor. Con sus 53 años de edad y su bonhomía característica acabó haciendo del taller una auténtica reunión de ami-gos. Tuvo la capacidad de transmitirnos que la literatura no era sólo un conocimiento que se pasaba de un autor a un lector, sino que era una forma de vida que enriquecía a nuestra existencia. No una competencia para ver quién era mejor, sino una fiesta del espíritu. El taller tuvo como sede la Biblioteca Pública del Estado. Pero el lugar de ma-yor aprendizaje no era allí, sino en alguna fonda donde nos íbamos a cenar tacos de carne asada y platicábamos

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de nuestras últimas lecturas, de los cuentos y poemas que deseábamos escribir en el futuro. Un año y medio duró el taller. Para diciembre de 1983, y con la nueva adminis-tración del gobierno del estado, ya no se quisieron pagar los costos del viaje mensual de Valdivieso desde el D.F. y se dispuso que fuera un escritor local quien atendiera los talleres de literatura del estado. El nuevo coordinador fue Sergio Gómez Montero, un crítico literario que publicaba en el suplemento Sábado del periódico defeño, unomásuno, que entonces dirigía Huberto Bátis. A Sergio le interesaba más la narrativa que la poesía, más la crítica puntual y con pruebas en la mano que los fáciles aplausos del gremio artístico local. De él aprendimos a ponderar cada obra por sus merecimientos, por sus atributos.

Pocos meses después, a principios de 1984, Sergio se hizo cargo de los talleres de creación literaria del inba-dac en todo el estado. Con su llegada se inició una nueva etapa en nuestro desarrollo literario. Él, José Manuel Di Bella y yo principiamos un proyecto editorial que llevaría a la crea-ción de la revista El oficio, a los miércoles literario-musica-les en el Café Literario del Teatro del Estado, al circuito de lecturas estatales, a los encuentros de literatura de las Cali-fornias (1987) y de literatura de las fronteras (1988) mien-tras duró la Dirección de Asuntos Culturales, y posterior-mente, con el Instituto de Cultura de Baja California y con la ayuda de Eduardo Arellano, Harry Polkinhorn, Juan Antonio Di Bella y Alejandro Castañeda, a la creación de la revista Tintas, el periódico Relieves, la serie de “Libros de Baja California”, el programa de becas para creadores y los Premios Estatales de Literatura. Y más tarde, con apoyo del ayuntamiento de Mexicali, a la creación de la revista Trazadura (1990-1994) y a la publicación de libros de resca-te literario de autores como Jesús Sansón Flores y Horacio Enrique Nansen. Con Harry Polkinhorn y Rogelio Reyes, ambos catedráticos de la Universidad Estatal de San Diego en Calexico, pusimos en marcha en 1988 la Editorial Bina-cional, que era un trabajo común de la uabc y esta universi-dad californiana por hacer libros sobre las artes fronterizas. Pudimos sacar siete libros bilingües, entre ese año y 1995, sobre pintura, literatura, lingüística, crónica y danza. A la vez, logré sacar la colección Cuadernos Docentes, donde logramos publicar una treintena de títulos desde ciencias sociales a ciencias naturales de autores de los distintos cam-pus de nuestra Universidad.

Todo lo anterior quiere decir que esa nueva etapa, que da comienzo en 1984 y se extiende por una década de fe-bril actividad, estuvo caracterizada por tomar en serio el quehacer literario. No como una diversión sino como una tarea comunitaria, como el poner adoquines para ir crean-do un camino, para ir consolidando el avance de una cul-tura regional. Creación y crítica, descubrimos, son sendas paralelas que mutuamente se iluminan pero que nunca convergen del todo.

Era extraña mi nueva situaciónEra extraña mi nueva situación: durante años había sido un escritor invisible, un poeta que escribía versos sin que la gente a mi derredor lo viera como algo importante, a lo que había que prestarle atención. Pero ahora abría el periódi-co y aparecían las actividades literarias o culturales en que participaba. El 12 de noviembre de 1981, en la Escuela de Contabilidad y Administración, di mi primera lectura en público. Óscar Hernández y Benito Gámez, mis padrinos en tal ceremonia, me dieron un título inmerecido: el de poeta y escritor. Pero la atmósfera kitsch era inevitable en aquellas primeras presentaciones. Leí mis poemas visionarios entre un grupo de música folklórica y el coro de niños cantores de la uabc. El público, familiares de los músicos y cantantes, no sabía qué hacer conmigo. Yo, el poeta, era un estorbo, una distracción ante las verdaderas estrellas de aquel espec-táculo: sus niños cantores, sus hijos del alma.

En ese mismo mes de noviembre comencé a conocer a toda la fauna intelectual de la entidad: Ernesto Trejo, Sal-vador Vizcarra, Gervacio Payán, Juan Tapia, Óscar Mon-taño, Fernando Trejo, Emmanuel Silva, Elmer Alberto, Alejandro Keys, Miguel Cetto, Sergio Búrquez, July Ben-dímez y Sergio Ortiz. Allí andaba ya, como ninfa haciendo pantomima, Blanca Gómez. Sergio Búrquez, que entonces era el periodista cultural de moda, me invitó a Radio Uni-versidad y me hizo mi primera entrevista. Sergio Ortiz, al saber que me gustaba el rock, me invitó a escuchar jazz contemporáneo europeo (Jan Garbarek, sobre todo) y el minimalismo americano (Terry Riley, Philip Glass, Steve Reich). En su departamento conocí a Edgar Gómez Cas-tellanos, otro melómano y un cuentista de primera línea, quien luego ingresaría al taller de Creación Literaria y ga-naría una beca del Centro de Escritores Mexicanos. Sergio me invitó a participar como productor en un programa

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maratónico titulado “25 años de rock”, producido en Ra-dio Universidad y que salió al aire a principios de 1982. Con la información que recopilé di un curso titulado “La poesía en el rock”. Luego hice los guiones de dos ficciones de Ortiz: Ruinas de la Antigua California (1984) y El dra-gón en el desierto (1985), donde tuve la oportunidad de co-nocer a actores y actrices de la talla de Norma Bustaman-te, Pedro González, Ramón Tamayo, Ángel Norzagaray y Antonio Castañeda, así como a compartir experiencias literarias con Federico Campbell, quien parecía un explo-rador a la Indiana Jones, pero con el carácter melancólico del príncipe Hamlet.

Más tarde, al ver el interés por los géneros literarios en-tre los más jóvenes, mi primera conferencia fue dedicada a la literatura de ciencia ficción, dentro de los Cursos Cultu-rales de la uabc, y eso llevó a que Silvia García, productora de Radio Universidad, me planteara hacer un programa entre los dos. El resultado fue “Habrá una vez… crónicas del futuro”, que salió al aire en junio de 1982. Silvia y yo hablábamos de literaturas marginales en aquel tiempo:

terror, fantasía, ciencia ficción, mitos y leyendas. “Habrá una vez… crónicas del futuro” fue un programa pionero en la historia de la ciencia ficción en México. Para media-dos de 1982 se realizó el Primer Concurso Universitario (poesía y cuento) de la uabc. Edgar Gómez Castellanos ganó en cuento y yo en poesía.

La literatura se estaba volviendo, en mi caso, una acti-vidad de tiempo completo. Eran tiempos difíciles para Mé-xico y más para nosotros, los residentes fronterizos, por la mala defensa del peso mexicano por el estado mexicano. En noviembre de 1982, apenas a poco más de un año de haber entrado al Taller de Creación Literaria de la uabc, llegó a mis manos Rituales, mi primer poemario. Con el apoyo de Bernardo Ruiz y con el trabajo editorial de Héctor Carreto, la Universidad Autónoma Metropolitana lo había publica-do en su colección “Laberinto”. Ahora sí ya era un escritor público, un poeta reconocido por mis pares. Sin embargo, para mí sólo era el comienzo de un aprendizaje a largo, muy largo plazo: el de la palabra como visión del mundo, el de la escritura como realidad autónoma. Entre 1982 y 1983,

1982. Personal de la Dirección de Extensión Universitaria en la uabc., de izquierda a derecha: tres personas no identificadas: atrás licenciado Salvador León, en frente: profesora Gloria Martija, licenciado Hugo Abel

Castro Bojórquez, director; licenciada Leticia Gómez Castellanos, Sergio Búrquez y Rodrigo Muñoz.

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otros lazos literarios fueron consolidándose con el grupo del taller de Literatura de Tijuana y su revista Hojas (Alfonso René Gutiérrez, Víctor Soto Ferrel, Jesús Rincón Meza y poco después, Gilberto Zúñiga y Manuel Romero); con San Diego (Roberto Castillo, Francisco Morales, Robert L. Jo-nes y Luis Humberto Crosthwaite) y su revista El último vuelo, El horizonte se me amplió cuando participé en el III Encuentro Nacional de jóvenes escritores en el puerto de Veracruz, en septiembre de 1983. Y es que jóvenes éramos todos: Benito Taibo, Alejandro Toledo, Daniel González Dueñas, Silvia Castillejos, David Martín del Campo, Raúl Antonio Cota, Hernán Lara Zavala, Saúl Juárez, Armando Ponce, Carmen Boullosa, Sergio Cordero y Miguel Ángel Flores. La idea de hacer un encuentro semejante a nivel es-tatal la compartí con Óscar Hernández y Benito Gámez. En 1984 organizamos el Primer Festival de Poesía Fronte-riza en Mexicali.

Cada día nuevos poetas aparecían, nuevos narradores, nuevos periodistas y ensayistas. Mexicali ya no era un de-sierto cultural. Y esto se podía comprobar con la inau-guración de la Galería Universitaria y el Teatro Univer-sitario en el campus principal de nuestra Universidad, en el primer lustro de los años ochenta, y con la creación de nuevos grupos artísticos universitarios, como el Taller de Teatro con Ángel Norzagaray o el grupo Paralelo 32 de danza contemporánea, con Carmen Bojórquez a la cabeza. Todas las artes estaban en movimiento. Todos queríamos aportar nuevas formas de expresar el arte que practicá-bamos y que éste fuera vivo, contemporáneo; que diera a conocer lo que era ser fronterizos: no desde la leyenda ne-gra sino desde el interior mismo de nuestra frontera norte. Desde lo que sentíamos y pensábamos. Si Mexicali estaba al día en industrialización y comercio, ¿por qué no podría estarlo en cultura y manifestaciones artísticas?

Mi trabajo de editorMi trabajo de editor empezó al mismo tiempo que mi llegada al Taller de Creación Literaria de la uabc. Apenas acababa de ingresar y ya estábamos dando lecturas y conferencias. Al contrario del sur del país, donde una jerarquía, rígida im-pedía el paso de los nuevos escritores, en Mexicali la vieja guardia de poetas-periodistas ni sabía de nuestra existencia. Sin obstáculos a la vista, a los meses de haber regresado a mi ciudad natal, yo ya estaba metido en los vericuetos de editar

la primera plaquette del taller que, por azares del destino, era mi primera colección de versos y que se titulaba simple y lla-namente Poemas. Desde entonces he sido, simultáneamente, un escritor-editor y no he visto ninguna contradicción en am-bos términos: como escritor he podido leer mis propios ma-nuscritos con ojos de editor y como editor he entendido a los autores de los libros en que he trabajado como compañeros que enfrentan similares problemas a resolver. Esta doble pro-fesión-vocación me ha servido para ser más autocrítico y, a la vez, más solidario y compresivo con lo que, para mí al me-nos, es una colaboración en pro de un tercero que se asoma siempre a través de las páginas de toda obra por imprimir o ya impresa: el potencial lector de la misma. Lo que he apren-dido al estar en ambos lados de la mesa es que autor, editor y lector son la divina trinidad que es tres en una: el libro como vehículo de conocimiento y placer, como instrumento para descubrir el mundo e interpretar la realidad. Juego riguroso y disciplina que requiere lo mismo tenacidad que creativi-dad, consenso y diálogo para hacer de cada texto algo mejor para quien lo lea: un objeto de arte en su presentación, un artefacto sensible al público al que va dirigido y un producto que va más allá de la mera mercancía y es un catalizador cultural, una pieza esencial para mantener la comunicación humana en todas las áreas del saber y con todas las formas de gozo posibles.

Poemas fue posible porque el coordinador del taller de creación literaria, Óscar Hernández, ya le urgía mostrar que el taller de escasos integrantes (éramos cuatro alum-nos los fundadores) podía presentar ante las autoridades universitarias una obra impresa, la prueba de que había material suficiente para crear una colección de cuadernos del taller. El mío tuvo el “honor” de ser el primero y, por lo mismo, como carecíamos de recursos para llevarlo a una imprenta, Óscar consiguió que le prestaran un mimeógrafo y logramos sacar tal como estaban escritos y por una sola cara 50 copias de mis textos, los que engrapamos entre Ós-car y yo y luego presentamos, muy orondos, en varias lectu-ras y en distintas escuelas de la Universidad, como el primer cuaderno de taller literario. Las autoridades, al ver aquella “publicación” tuvieron que reaccionar de inmediato y ofre-cieron para el segundo cuaderno la imprenta universitaria y el apoyo del entonces recién fundado Departamento de Editorial y diseño gráfico. El siguiente poemario, Poemas en blanco y negro (1982) de Óscar Montaño, ya apareció

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con lomo e impreso de manera oficial. Para 1983, la propia Universidad me publicaría mi primer libro en forma: Per-cepciones, un nuevo poemario, donde el trabajo de diseño era un paso adelante en el arte editorial de nuestra casa de estudios.

En los años siguientes y gracias al apoyo de Georgina Walther, jefa del Departamento de Editorial de la uabc, muchos proyectos pasaron de mi imaginación a su publica-ción. Poemarios y antologías, libros académicos y crónicas. Pero mi salto de autor a editor vino de dos maneras: traji-nando con José Manuel Di Bella y Sergio Gómez Montero en la revista literaria El oficio (1985-1988) y cuando Carlos García, entonces director de Asuntos Académicos, me invi-tó a hacerme cargo de la revista Travesía, un proyecto edi-torial que llevaba un año sin poder consolidarse. Esa fue mi escuela verdadera. Del primer número de Travesía en 1985 al último, en 1992, aquella fue una aventura donde aprendí a conocer a buena parte de los académicos de la uabc en los distintos campus de la entidad. Travesía era una revista de difusión académica, en donde se publicaban artículos de nuestros profesores e investigadores, escritos no para un pú-blico especializado sino para el lector universitario en gene-ral. Gracias a Travesía, la uabc recuperó el espíritu original de la Revista Universitaria de los años sesenta: una publi-cación que abarcaba todos los ámbitos del saber (ciencias naturales y exactas, ciencias sociales y económicas, arte y humanidades) en que trabajaba el personal académico de nuestra máxima casa de estudios. Gracias a Travesía pude aprender el oficio de editor. Y conocer a otros editores en ciernes, como a los tijuanenses Leobardo Sarabia Quiroz y Humberto Félix Berumen, quienes trabajaban en el Cole-gio de la Frontera Norte y sacaban la revista cultural inde-pendiente Esquina baja desde 1987.

Para 1992, Travesía se transformó en cuatro revistas bajo un proyecto mayor: la Revista Universitaria com-puesta por Yubai (arte y humanidades), Semillero de ideas (ciencias sociales y educativas), Paradigmas (economía y administración) y Divulgare (ciencias naturales y exac-tas). A Travesía le agradezco el conocer a gente como Horst Matthai, del que fui el primer editor de sus libros de filosofía griega; a Orlando Pugliese, experto en dere-chos humanos por la Universidad de Berlín; a Guillermo Bonfil Batalla, que nos trajo el resurgimiento del Méxi-co profundo; a Leopoldo Zea y su interés por la cultura

1985. Letras, cuaderno núm. 11 del taller de literatura, autora Luz Mercedes López Barrera.

1985. Portada del libro Percepciones,autor: Gabriel Trujillo Muñoz.

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del México contemporáneo; a Miguel León Portilla y sus hallazgos cartográficos y documentales sobre Baja Cali-fornia; a Carlos Monsiváis y su apoyo al periodismo inde-pendiente; a Armando Bartra y su diagnóstico del campo mexicano; a Matilde Landeta, la primera directora de cine en México, quien me contó de su estancia en el Mexicali de los años treinta del siglo xx. Ya alguna vez Elena Po-niatowska nos dijo, después de leer un ejemplar de Trave-sía, que: “Es sumamente alentador ver que los esfuerzos de difusión cultural que hacen nuestras universidades de provincia pueden producir resultados tan buenos. Me dio un gusto enorme ver que Travesía no sólo tiene una pre-sentación excelente y una edición bien cuidada, sino que también escriben en ella miembros de la propia uabc, lo que representa un esfuerzo muy importante para romper el centralismo que hasta ahora ha dominado la cultura en México.”

Y yo agregaría: para reivindicar la matria como fuente de cultura, como trampolín para saber, para dialogar: una travesía, en todos los sentidos, afortunada. Desde aquellos tiempos, mientras los directores de Asuntos Académicos iban de Carlos García a Joaquín Díaz, Alejandro Munga-ray, Alma Camarena y Marina del Pilar Olmeda, fui cono-ciendo a una comunidad formada por profesores e inves-tigadores interesados en publicar sus respectivos saberes. La uabc crecía y crecía en personal docente y en centros de investigación. Ya sea en Travesía y en las publicaciones que siguieron, pude comprobar que sus páginas se abrían a los textos generales, creativos y especializados de uni-

versitarios como Jesús Galaz, Rosa Heras, Gemma López, Arnoldo Lizárraga, Dolores Vázquez, Isabel Reyes, Ru-bén Castro Bojórquez, Lilia Martínez, Leonor Maldonado, Alfredo Félix Buenrostro, Víctor Beltrán, Alberto Tapia, Sergio Noriega, Margarito Quintero, Gabriel Estrella, Arturo Ranfla, Manuel Ortiz, Óscar Reyes, Luis Lloréns, Juan Manuel Ocegueda, Hugo Méndez, Everardo Gar-duño, Patricia Moctezuma, Felipe Cuamea, Marco Villa, Prudencio Rodríguez, Fernando Cerón, Aurora Lacavex, Alejandro Mungaray, Agustín Sández, Gilberto Morales, Alicia Montañez, Norberto Corella, Aarón Bernal, y tan-tos, tantos otros.

Por tal viaje editorial, la uabc no se circunscribe, para mí, en su infraestructura a lo largo y ancho de Baja Ca-lifornia sino en la gente que trabaja en ella, desde admi-nistradores hasta académicos, desde artistas hasta cientí-ficos. Y su centro es la libertad de cátedra; su diversidad de criterios, pensamientos, métodos e ideologías; su capa-cidad colectiva para buscar respuestas necesarias, para formular preguntas pertinentes, para seguir aprendiendo entre todos, y descubrir, así, lo que nos falta por saber, por analizar, por criticar. Un generoso diálogo de ideas opues-tas o complementarias, una mesa redonda en cada texto, en cada publicación. Tal es una de las mayores fortalezas de mi casa de trabajo, de mi universidad. Pero todo ese ca-mino de impulso cultural y artístico, de trabajo editorial y académico, dio comienzo, en mi caso, en la década de los años ochenta del siglo xx, en Mexicali, la ciudad capital del estado de Baja California. Una década inolvidable.

1983. De izquierda a derecha: Óscar Hernández y Gabriel Trujillo Muñoz en la primera lectura del Taller de Literatura de la uabc..

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Delimitación y marcaje de la

línea fronteriza entre California

y Baja California, 1849-18511

Miguel Esteban Valenzuela Robles*

El trazo de la línea fronteriza fue resultado de las ne-gociaciones plasmadas en el Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado el 2 de febrero de 1848. A par-

tir de ello, la nueva línea fronteriza se extendió tres leguas hacia el golfo de México, desde la desembocadura del Río Grande (Río Bravo, en su acepción mexicana). El límite si-guió (hacia el oeste) por el centro del canal más profundo de este río hasta un punto donde se encontró con el límite sur de Nuevo México al norte de la ciudad de El Paso del Norte (actualmente Ciudad Juárez). En esta posición, la línea viró hacia el oeste y viajó por tierra hacia los límites occiden-tales de Nuevo México y despúes hacia el norte, donde se cruzó con el río Gila. Hasta 1853 este territorio, designado como La Mesilla, perteneció a México como parte del de-partamento de Sonora. En su trazo original la nueva línea divisoria siguió el cauce del río Gila hasta llegar al centro de su unión con el Río Colorado; y, partiendo desde allí, el límite continuó en línea recta a lo largo de la división de la Alta y Baja California hasta el Océano Pacífico.

Fue en el punto terminal del Océano Pacífico donde los negociadores del tratado discutieron extensamente el punto en el que la línea propuesta debería terminar. El límite en referencia se ubicaba aproximadamente a cinco leguas al norte del río Guadalupe y del sitio de la misión de San Miguel (actualmente El Descanso). Este fue el pri-mer límite entre las Californias y, aunque esta línea cam-bió varias veces antes de 1846, permaneció en la misma localidad como punto general de referencia. No obstante el repaso histórico brindado por las fuentes novohispanas, los negociadores mexicanos, sostuvieron que el puerto de San Diego no era parte de Alta California, intentando ubi-car la nueva línea fronteriza al norte de dicho puerto. El

1 De la autoría de Charles W. Hughes.El título original de este artículo era “La Mojonera and the Marking of Cali-fornia’s U.S.-Mexico Boundary Lline, 1849-1851”; publicado en The Journal of San Diego Histoy, Vol. 53, Núm. 3, verano de 2007, p. 129-147. Consultado el 26 de noviembre de 2017. Recuperado de https://www.sandiegohistory.org/journal/v53-3/pdf/Mojonera.pdf. A causa del trabajo de traducción y adap-tación, el artículo presenta ajustes en la redacción y libera el aparato crítico para su consulta en el artículo original.* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A. C.

propósito era retener un puerto para la región norte de Baja California, y asegurar un acceso terrestre entre la península y el territorio continental de México. Durante las negociaciones del tratado, el representante de Estados Unidos discutió el establecimiento de la línea fronteriza a una legua marina al norte del puerto de San Diego o, posiblemente, la división del puerto en dos con México conservando la mitad sur y el acceso sin restricciones a la entrada del puerto. Una vez que quedó claro que San Diego siempre permaneció como parte de Alta California, el representante de Estados Unidos buscó un límite clara-mente definido que cediera el puerto y evitaría cualquier disputa futura.

En última instancia, las instrucciones proporcionadas por el tratado fueron menos consistentes puesto que ofrecían dos pautas para establecer el límite de California. Inicialmente, el tratado establecía que el límite debería seguir “la línea di-visoria entre la Alta y la Baja California hasta el Pacífico”. En un párrafo posterior, en el tratado se declaraba

con el fin de evitar toda dificultad para rastrear en tierra

el límite que separa la Alta California y la Baja California,

se acuerda que dicho límite consistirá en una línea recta

trazada desde el medio del río Gila, donde se une con el

Nota: Las fotos que ilustran este artículo son de la colección de Carlos M. Reyes Moreno.

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Colorado, hasta un punto en la costa del Océano Pacífico,

una legua marina distante al sur del extremo sur del puer-

to de San Diego, según el plano de dicho puerto realizado

en el año 1782 por Don Juan Pantoja [...].

El tratado especificó, además, el nombramiento de una comisión para demarcar “una línea limítrofe con la debida precisión, sobre mapas con autoridad, y establecer sobre el terreno hitos que mostrarán los límites de ambas repúblicas”. El tratado requirió que cada país nombrara un comisionado y un equipo de topógrafos para supervisar el marcado de la línea; trascendiendo que las decisiones acordadas por ellos, consistentes en límites y medidas geográficas, se convertirían en parte del tratado. Un año después de la ratificación final de ambos países, el tratado exigía que la comisión se reuniera en San Diego para comenzar su trabajo de supervisión.

Los funcionarios de Estados Unidos querían que sus comisionados identificaran cualquier ruta factible para un ferrocarril, canal o carretera transcontinental para unir al país, fortalecer la unión política entre las costas este y oeste, y aprovechar al máximo las oportunidades económicas presentadas por los yacimientos de oro en California. En junio de 1849 los comisionados estadou-nidenses John B. Weller, Andrew Gray y William Emory, junto con varios otros miembros, llegaron a San Diego, Ca., mientras el resto de su grupo llegaría en las semanas siguientes. Por su parte, la comisión mexicana encabe-zada por Pedro García Conde y José Salazar Ylarregui partió de la Ciudad de México el 18 de abril, viajando por tierra hacia San Blas, Nayarit, y desde allí embarcó ha-cia San Diego. No fue un viaje fácil, la fragata en la que se transportaban experimentó demoras debido a “acci-dentes naturales raramente conocidos en la navegación de las costas del Pacífico”, llegando a San Diego hasta el 3 de julio. Después de disfrutar de una celebración del 4 de julio de ese año de 1849, las dos comisiones celebraron su primera reunión el 6 de julio. Los funcionarios presen-taron sus credenciales y adoptaron planes para comenzar la supervisión, acordando que sus ingenieros operen de manera independiente y se reúnan periódicamente para comparar sus mediciones y finalizar los resultados.

Ambos gobiernos respaldaron los planes de Gray y Sa-lazar Ylarregui, en el sentido de comenzar a trabajar de-terminando ubicaciones para los tres puntos geográficos

1909. El monumento 219, después de los rellenos de los hoyos dejados por la inundación.

1909. Monumento 220.

2010. Monumento 220.

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necesarios para trazar la línea: el punto más meridional del puerto, el punto inicial en la costa del Pacífico y el pun-to oriental en el cruce de los ríos Gila y Colorado. Previa-mente, las dos comisiones habían acordado el uso común de métodos de medición topográficos, así como el armado, calibración y revisión de sus respectivos instrumentos de trabajo. Una vez iniciado el proceso, la primera tarea con-sistió en establecer observaciones astronómicas en diferen-tes puntos a lo largo de la línea para determinar la latitud y la longitud de sus posiciones. En estas tareas se presenta-ron también los primeros desacuerdos, ya que el énfasis de sus estrategias topográficas variaba en el enfoque aplicado por ambas comisiones. Los estadounidenses se enfocaron en determinaciones astronómicas mientras que los mexica-nos usaron triangulación, mapeo topográfico y únicamente algunas observaciones astronómicas. Emory creía que la ubicación de la línea dependía de la astronomía. Si bien la triangulación fue la más precisa, el tiempo y los gastos re-queridos por este método lo hicieron poco práctico.

Respecto al actuar de ambas comisiones y el trabajo colaborativo que se exigía en dicha tarea, las fuentes esta-dounidenses habrían descrito el papel de los miembros de la comisión mexicana, tan sólo como “asesores”; una for-ma de definir el rol secundario de los comisionados mexi-canos. Contrariamente, las mismas fuentes manifiestan que correspondió a los miembros de la comisión estadou-nidenses “la realización de todo el trabajo significativo”. Estas conclusiones se basan principalmente en declaracio-nes hechas por Emory en su informe publicado del traba-jo de la comisión de límites. El sesgo y la parcialidad en los informes de Emory han brindado a los historiadores el afán (justificación) de ignorar, en gran medida, las contri-buciones de los ingenieros mexicanos. Sin embargo, en los últimos años, la disponibilidad de documentos mexicanos y una revisión más exhaustiva de los materiales disponi-bles para consulta en Estados Unidos, han facilitado un ejercicio de revisionismo histórico sobre el trabajo en am-bas comisiones. Los académicos han concluido que “los ingenieros mexicanos ejecutaron operaciones, claramente independientes de la actividad de Estados Unidos, y pro-dujeron resultados que fueron tan necesarios para comple-tar las mediciones y el trazo de los nuevos límites, como el trabajo de los estadounidenses”.

Mientras Weller estaba lejos, en el norte, el trabajo de la

comisión conjunta se realizó en San Diego, donde Emory y Salazar Ylarregui establecieron sus campamentos con observatorios al sur del puerto, e hicieron las lecturas as-tronómicas para determinar la latitud y la longitud del punto inicial. Los topógrafos iniciaron un trabajo de ma-peo del puerto de San Diego para determinar su punto más al sur. En los más de sesenta años desde que Pantoja dibujó su mapa, la configuración de la costa para el puerto había cambiado significativamente. Gray razonó que par-te del cambio en la apariencia se debía a las diferencias en las estaciones del año entre el estudio de Pantoja y la de ellos. Después de mucho debate y compromisos por ambas partes, los supervisores acordaron que tenían que iden-tificar el punto más al sur, basado en las características presentadas en el mapa y no en el paisaje de 1849.

Mientras se realizaba la inspección del puerto, Emory y Weller enviaron dos equipos de reconocimiento estadouni-denses para comenzar a extender la línea hacia el este. El ingeniero Amiel Whipple viajó a la unión de los ríos Gila y Colorado para determinar la latitud y la longitud del punto donde la línea terminaría en su extremo oriental. Por su parte Edmund LF Hardcastle, el otro ingeniero (topógrafo), ordenó a un segundo grupo hacer un recono-cimiento en la dirección del río Gila para seleccionar los puntos elevados por los cuales las extremidades de la línea podrían conectarse en longitud mediante ráfagas de pól-vora. Ambas comisiones trabajaron en un medio ambiente accidentado y desolado, tratando de determinar la longi-tud relativa del límite territorial entre ambas naciones, mediante observaciones simultáneas de destellos de pól-vora y cohetes desde cinco sitios en los puntos de mayor elevación. Los observatorios se establecieron en “Cerro Colorado, Los Piños y Monte Wiccarnon”. El trabajo se dificultó por causa de la niebla que provenía del golfo de California, obstruyendo la vista a través de la parte sur del desierto. El experimento fue abandonado después de no completar todas las observaciones en cinco noches su-cesivas, obligando a la comisión a volver a los métodos astronómicos para determinar la longitud.

La comisión se reunió el 10 de octubre y, “después de un cuidadoso examen del terreno y de los estudios realizados por las partes respectivas”, el punto inicial en el límite fue finalmente fijado y determinado. Durante estas deli-beraciones, la recomendación inicial de Salazar Ylarregui

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para la ubicación del punto inicial fue (nuevamente) re-chazada y se seleccionó un sitio de compromiso. La comi-sión conjunta ordenó que en una botella, herméticamente sellada, se depositara una declaración jurada, en español y en inglés, declarando que la demarcación de la frontera entre Estados Unidos y la República Mexicana comenzará en este punto, todo de conformidad con el Artículo 5 del Tratado firmado en la ciudad de Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848. La botella sellada sería enterrada. El punto inicial del límite acordado fue en la latitud norte 32° 31’ 59”.58 y la longitud de 7 horas 48 minutos 21.10 al oeste de Greenwich. En presencia de testigos, se estableció un puesto temporal para marcar el lugar hasta que se pu-diera organizar un monumento permanente.

En Europa se comentaban los hechos. The Illustrated London News informaba sobre la ocasión, señalando que “durante estas ceremonias, los semblantes de los comisiona-dos mexicanos exhibieron un notable nivel de gravedad: no olvidaron que estaban colocando el último sello del tratado para el desmembramiento de su República”. Con el punto

inicial del límite identificado, los topógrafos mexicanos se unieron a sus homólogos estadounidenses para centrar sus esfuerzos en localizar el extremo oriental de la línea (hacia el Río Colorado). La comisión mexicana, con menos topógra-fos que la estadounidense, se retrasó en sus estudios. Incluía cinco ingenieros/científicos, y el contingente estadouniden-se consistía en veintiséis miembros entre ingenieros y sus asistentes. Los estadounidenses pudieron organizar cuatro visitas de campo, mientras que los mexicanos no pudieron sostener más de dos a la vez, ya que no recibieron el apoyo necesario para igualar los esfuerzos de los estadounidenses.

Pero las dimensiones de los problemas se magnificaban en la comisión mexicana, la que, además de contar con un personal notablemente más reducido, experimentó retro-cesos desde el comienzo. Antes de partir hacia California, la comisión ordenó instrumentos científicos de Europa para los trabajos de cálculo y delimitación de la nueva línea fronteriza. Los instrumentos fueron inspeccionados antes del envío para confirmar su calidad, pero cuando llegaron se descubrió que alguien los había intercambiado

2000. Monumento 219. Ubicado sobre la acera norte de la avenidaInternacional (Av. Cristóbal Colón) al este de la ciudad de Mexicali.

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por instrumentos de categoría inferior. La comisión mexi-cana se vio obligada a tomar prestados instrumentos del Colegio Militar y del Colegio de Minería, algunos de los cuales eran de peor calidad que los recibidos de Europa. Como Salazar Ylarregui explicó: “la mano del destino, que toca lo que sea mexicano, se acercó a los instrumentos en París”. La crítica de Emory a los instrumentos mexica-nos utilizados en la encuesta de California fue confirmada por Salazar Ylarregui, quien no dudó en quejarse de sus instrumentos. La llegada tardía de la comisión mexicana a San Diego los dejó en desventaja, ya que los estadouni-denses ya habían estado en el campo por más de un mes.

Las pérdidas que ocurrieron en el campo resultaron en retrasos adicionales. La Comisión Mexicana se vio obliga-da a esperar antes de enviar un equipo de campo a los ríos Gila y Colorado. Su escolta militar retrasó su llegada a San Diego debido a los ataques de los indios, las deserciones y el ganado robado. Tras la ceremonia de declaración del punto inicial (en el Pacífico), Weller ordenó a Gray que condujera a su grupo de reconocimiento a la confluencia de los ríos Gila y Colorado para estudiar el término este de la línea. El grupo de Gray viajó por todo el cauce del río Tijuana hasta

el caserío de Tecate, donde atravesó varios valles que cru-zaban las montañas hasta el sendero principal de emigran-tes cerca de Carrizo Creek. Gray se regresa a San Diego, y Whipple e Ylarregui siguieron el camino descendente de las montañas para llegar al punto donde el centro del río Gila se une con el Colorado. Por su cuenta, Ylarregui permane-ció en el sitio del Gila y del Colorado por espacio de un mes más, completando su propia encuesta del punto donde se fusionaron los dos ríos. Con este hecho, sucedido en diciem-bre de 1849, los extremos de la línea limítrofe habían sido identificados; todo lo que quedaba era el trazado de la línea azimutal para conectar los dos extremos y la ubicación de los monumentos (mojoneras).

El 28 de enero de 1850, García Conde planteó el pro-blema de la línea fronteriza en la desembocadura del río Gila, tratando nuevamente de obtener un punto de apoyo para México en el puerto de San Diego. Afirmó que en el momento en que se negoció el tratado, el representante es-tadounidense ofreció ceder tres leguas de tierra en el Pací-fico, comenzando en la Ranchería de las Choyas, a cambio de una pequeña porción de territorio en el lado derecho del Río Colorado. Los negociadores del tratado, confiando en

1940. Cerco que sirve como división de las ciudades de Caléxico, California, eua, y Mexicali, Baja California, México.

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los mapas que estaban disponibles, asumieron que el Río Colorado corría directamente al sur después de la unión con el río Gila. No se dieron cuenta de que el Colorado gi-raba en dirección noroeste antes de girar hacia el sur, por lo que en ambos lados del río avanzaban sobre territorio mexicano y luego ingresaba, de nuevo, hacia Estados Uni-dos, sobre varios kilómetros difíciles de determinar para una cuestión limítrofe. Debido a esta eventualidad, la nue-va línea fronteriza no se ajustó a la intención de quienes lo concluyeron. García Conde quería dejar el asunto para futuras negociaciones, sin embargo, Weller no accedió a la solicitud del comisionado mexicano. El tratado extendió a los comisionados la autoridad y la responsabilidad de definir la línea fronteriza; y las decisiones, acordadas por ellos, se incorporaron como parte del tratado.

Weller admitió que los mapas disponibles para los ne-gociadores del tratado probablemente eran incorrectos. Sostuvo que la falta de un conocimiento preciso de la geografía de la región había perjudicado a ambos países, especialmente a Estados Unidos. Ya que el estudio no co-locaba el límite en su ubicación original como se especifica en el primer párrafo del Artículo V del tratado. Posterior-

mente, García Conde comentó que su decisión cumplió con la intención legal del tratado, pero no con su espíritu. Más tarde recibió severas críticas por su manejo del es-tudio y por conceder demasiada tierra en California. Al día siguiente, la comisión conjunta se reunió para discu-tir la ubicación de los monumentos para marcar la línea fronteriza entre el Pacífico y el río Gila. Como la comi-sión creía que una gran parte de la tierra que bordeaba el límite nunca se “asentaría” o “cultivaría”, los miembros acordaron que siete monumentos “son ampliamente sufi-cientes” para marcar la línea. Dirigió el establecimiento de un monumento en el punto inicial del Pacífico, uno en el terreno acordado cerca de la desembocadura del río Gila, otro en la margen izquierda del Colorado donde la línea cruza ese río, [y] uno en el desierto, tan cerca como fuere posible, donde la línea cruza Río Nuevo (Mexicali), orien-tándolo hacia el lindero norte del Mount Signal (cerro del Centinela). Los tres monumentos restantes debían colocarse “en los puntos intermedios de las montañas que pudieran ser más visibles y de mayor interés”. Esta acción fue modificada posteriormente por la comisión para requerir la colocación de uno de los tres monumentos intermedios en la carretera que

1970. Mantenimiento al alumbrado público de la avenida Internacional, ubicado en la línea internacional fronteriza.

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conduce de San Diego a la Baja California donde cruzó la línea, y que actualmente es el cruce de la garita de Tijuana.

En una reunión posterior, la comisión dio instrucciones específicas sobre la construcción de los monumentos. Para el punto inicial en el Pacífico, la comisión conjunta especi-ficó un monumento de mármol blanco que tiene una base cuadrada de tres pies con una pirámide u obelisco en la parte superior, nueve pies de altura o más, que no cuesta más de $1 500. La comisión también estipuló el texto de la inscripción que se incluiría, solicitando que el monumento se colocara en un montículo sobre la superficie de la tierra, dando como resultado una altura total de aproximada-mente 14 pies. Las instrucciones para erigir el monumento cerca de la desembocadura del río Gila incluían la construc-ción de mármol blanco, dimensiones más pequeñas, inscrip-ción similar y costos que no excedieran los $500. Las especi-ficaciones para los otros cinco monumentos requerían una construcción de hierro fundido, sin exceder las 400 libras en peso, con inscripciones similares a las demás. También, la comisión nombró a dos inspectores, uno de cada país, para supervisar la construcción de los monumentos y supervisar su ubicación en la línea. Estos topógrafos debían archivar actas de sus procedimientos al finalizar su trabajo.

Los comisionados designaron al capitán Hardcastle y a Francisco Jiménez (primer ingeniero de la comisión mexi-cana) para supervisar el trabajo de colocar los monumen-tos en la línea. De mutuo acuerdo decidieron fabricar los monumentos en Estados Unidos y firmaron órdenes para su construcción. Hardcastle aceptó la responsabilidad de supervisar este proceso, con el compromiso de enviar los monumentos a San Diego por mar, desde donde se trans-portarían a sus ubicaciones permanentes. Finalmente, acordaron reunirse en San Diego el 1 de enero de 1851 para completar su trabajo; si uno de ellos no podía regresar, su representante designado estaba autorizado para actuar en nombre de su país. En algún momento después de esta re-unión, Hardcastle y Emory dudaron sobre los planes de la comisión para colocar un monumento de mármol en el río Gila, dados los problemas de transportarlo a través de las montañas y el desierto. Emory aprobó cambiar los planes para tener el monumento hecho de hierro fundido.

En abril, Hardcastle envió un pedido a E. & G. W. Blunt de Nueva York para la fabricación de monumentos, inclui-dos planos y especificaciones para su diseño. Él aconsejó a

la compañía que las instrucciones “no estaban destinadas a ser estrictamente adheridas, ya que simplemente indican dimensiones generales, dejando al arquitecto la disposición más adecuada de las proporciones”. Dio instrucciones para los monumentos de hierro fundido y sugirió que los planes para los monumentos sean como los realizados en la fundi-ción de Boston para el límite noreste (frontera con Canadá) como una guía. Finalmente, quería que el monumento a co-locarse en el río Gila, se fabricara un tercio más grande que los otros cinco. Para mayo de 1850, la comisión de fronteras conjunta cesó sus operaciones en San Diego. Solo Hardcastle y cinco asistentes se quedaron para ayudar a correr la línea. Emory quería el límite asegurado “más allá de todo civil”, u objeciones triviales, y dirigió la construcción de monumen-tos de piedra, o mojón, a lo largo de la línea. Después de su-pervisar este trabajo hacia el este desde la costa del Pacífico sobre áreas asentadas de la línea durante más de treinta mi-llas, Emory entregó el trabajo a Hardcastle. Por su parte, Salazar Ylarregui pagó el costo inicial de este trabajo, para lo cual Emory, quien no estaba dispuesto a dejar la deuda sin pagar, pidió prestados los fondos para pagar la parte de Estados Unidos. Antes de la salida de la comisión mexicana. Hardcastle trabajó durante el verano y el otoño estudiando la topografía y colocando túneles a lo largo de la línea.

En enero de 1850, Jiménez no regresó como estaba previs-to, y no fue hasta el 18 de marzo cuando Ricardo Ramírez llegó para servir en su lugar como representante de México para terminar el trabajo que quedaba. Los monumentos de hierro fundido fueron recibidos y estaban esperando su colo-cación en la línea. Hardcastle y Ramírez decidieron viajar al sitio de la unión de los ríos Gila y Colorado para establecer el primero los dos monumentos más orientales, antes de girar hacia el oeste a través del desierto para colocar monumentos en las cercanías de Southern Emigrant Trail (posiblemente el paso del río Álamo) y el cauce del río Nuevo (donde hoy se ubica Mexicali). Después de esto, tenían la intención de regresar a San Diego para establecer los monumentos en el punto inicial y en el camino hacia la Baja California antes de pasar la línea hacia el este hasta que se completara. Acorda-ron colocar el monumento final del sendero que corría por el rancho Otay y el rancho Jesús María, donde cruzó la nueva línea divisoria de la frontera. Los siguientes tres meses los dedicaron a terminar el marcado de la línea y estableciendo estos monumentos como habían planeado.

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Este trabajo resultó difícil, ya que Hardcastle, Ra-mírez, y los hombres que trabajaban con ellos, soporta-ron graves dificultades para completar sus tareas. En una carta a Emory, Hardcastle describió sus esfuerzos para colocar el monumento en Río Nuevo después de no po-der ver incendios nocturnos en Signal Mountain (cerro El Centinela) para determinar un punto fijo para prolongar la línea. El siguiente paso fue establecer el método para calcular el marcaje y producir una línea continua que uniera los puntos ya marcados. Ello representó emprender a pesar de los muchos y serios obstáculos que se oponían. En la carta Hardcastle agregó:

[…] en consecuencia, me preparé y comencé con un gru-

po de 5 personas, yo, Ingraham y tres hombres, con dos

mulas de carga. Los dos primeros días progresamos len-

tamente, al final del segundo día no estábamos a más de

13 millas de distancia del Colorado; pero seguimos avan-

zando, a pesar de las dificultades desalentadoras —las co-

linas casi intransitables de arenas movedizas y el intenso

calor— que se presentaban ... Considerando la distancia,

la arena pesada —a veces dispuesta en colinas, a veces en

montículos— la ausencia total de agua y los rayos abra-

sadores del sol cayendo y reflejándose desde las resplan-

decientes arenas; se puede formar alguna idea de la prue-

ba de la fuerza física y la resistencia a la que un grupo,

obligado a moverse lentamente y en línea recta sobre este

desierto, está sujeto.

A mediados de junio, Hardcastle y Ramírez trabajaron para extender la línea desde el Monte Tecate hasta Río Nuevo, conectando la línea que viene del Pacífico con la que se dirige hacia el oeste desde Gila y Colorado. Tuvieron que tomar un par de días más para realinear el límite ya que la línea del Pacífico llegaba en dirección al Río Nuevo a 1 864 pies al sur del monumento que habían colocado recientemente. Habiéndose anticipado este problema, los comisionados acordaron mover los monumentos en Rio Nuevo y en el Southwest Emigrant Trail para ajustarse a la línea proveniente del Pacífico. Hardcastle describió la línea desde el este como una aproximación, ya que habían utilizado un instrumento de mala calidad para completar esa parte del estudio. Según explicó, este fue el único ins-trumento lo suficientemente ligero como para continuar con el “desperdicio de arena profunda y pesada”.

Realizadas y acordadas las mediciones topográficas, El monumento de mármol para el punto inicial en el Pacífico fue el último en llegar. El Daily Alta California, el 14 de marzo de 1851, informó sobre la llegada a San Francisco de la goleta de guadaña Helena que transportaba el mo-numento a la línea fronteriza entre Estados Unidos y Mé-xico. El mes siguiente, el monumento fue enviado a San Diego a bordo de la goleta Annette. Consistía en cuatro piezas separadas y pesaba más de ocho toneladas. Har-dcastle creyó que el diseño del monumento era un gran error y frecuentemente se quejaba con Emory sobre ello. En una ocasión escribió “qué gran error fue tener un mo-numento de mármol de tal dimensión: una sola pieza pesa 5 toneladas y es tan difícil de manejar que será difícil lle-gar hasta aquí y más difícil luego ponerlo en posición”.

Tras la llegada del monumento a San Diego, el personal militar transportó las piezas al extremo sur del puerto en una barcaza de fondo plano antes de transferirlas a los ca-rros de armas para ser entregadas al acantilado con vistas al Océano Pacífico. El monumento se instaló sobre una base de mampostería de seis pies cuadrados en la parte superior y se extendió tres pies por debajo de la superficie de la tierra para evitar la sedimentación. El 14 de julio, una vez que se completó este trabajo, Hardcastle celebró una ceremonia en el sitio para dedicar el monumento; con lo que celebró también, la finalización de la línea fronte-riza de California. Los informes de noticias de la época lo llamaron “el espléndido monumento de mármol”.

Excepto por un periodo de dos semanas, durante el año de 1894, este monumento se ha mantenido en la mis-ma posición durante 156 años, cumpliendo con la iden-tificación territorial del comienzo del límite compartido por México y Estados Unidos; y constituye el punto de partida del límite sudoeste de Estados Unidos, y el límite noroeste de México. Una histórica señal que completó la expansión continental de Estados Unidos hacia el oeste y, en una ironía de la historia, la línea marcó el límite norte de México que resultó en la pérdida de más de la mitad de su territorio, mientras que, poco notoria fue la coyuntura que agregó tierra adicional en el nuevo límite a la Baja California.

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La campaña antialcohólica en

Baja California (1933-1942)

Ma. Isabel Verdugo Fimbres*

El mandato presidencial del general Lázaro Cárdenas del Río se caracterizó por las profundas transforma-ciones sociales, políticas y económicas que realizó en

el país. Para ello estableció lineamientos correspondientes, y uno de ellos fue el relativo a la educación socialista. El pro-grama de este rubro implicó cambios sustanciales al Artículo

3° constitucional; tenía el propósito de fortalecer al Esta-do mexicano con otra visión de la historia de México, con nuevas técnicas de enseñanza y sus respectivos programas.

Dentro de estos programas se trataba de desarrollar te-mas de carácter social sobre las masas populares (obreras, campesinas, clases medias), el mejoramiento del hogar campesino, las huelgas obreras, la industrialización del país, la modernidad de México, la limpieza, la siembra del

* Cronista de la ciudad. Integrante de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A. C.

árbol, la lucha antialcohólica, así como enaltecer los va-lores a través de la música (corridos, cantos revoluciona-rios), teatro, libros de textos, novelas. La mujer mexicana quedó incorporada a la vida nacional al otorgársele ciertos derechos políticos al reconocérsele su potencial y organizarse en agrupaciones femeninas en apoyo al gobierno.

Uno de objetivos principales de ese programa era la ne-cesidad de extirpar enfermedades y vicios de la sociedad, en ese tiempo era combatir la tuberculosis, los parásitos, el alcoholismo (continúa aún en el 2015), el juego y el fa-

1934. Profesor Andrés Silva Vite. coordinador de la campaña antialcohólica.

1933. General Agustín Olachea, gobernador del territorio norte de Baja California.

1934. José María Rodríguez Luján. Dipu-tado Federal y representante del Gobierno

Federal ante la campaña antialcohólica.

Nota: Las fotos que ilustran este artículo son de la colección de Carlos M. Reyes Moreno.

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natismo. En el ámbito educativo maestros y alumnos de-sarrollaron un papel importante en estas cruzadas, y fue en este contexto cardenista que se desarrolló la campaña antialcohólica en el Territorio Norte de la Baja California entre los años de 1933-1942.

AntecedentesEn la década de 1920, para que se organizara esta campaña hubo que considerar el establecimiento de casinos, “night clubs”, destilerías, prostíbulos y billares en la franja fronte-riza con Estados Unidos. Este tipo de negocios trajo consigo vicios sociales, todo a consecuencia de la prohibición en el vecino país, de producir y consumir bebidas embriagantes.

Como una reacción en contra de estos hechos, en mayo de 1929, Emilio Portes Gil, presidente de la República, dictó un Acuerdo que daba inicio a la campaña antialcohólica en México. En él se establecía que en todo el territorio nacional se organizaran comités oficiales de lucha contra el alcoholis-mo en las capitales de los estados, o bien, subcomités cuando se tratara de municipios o poblaciones de su jurisdicción. Se especifica también que en esos comités estarían representa-dos la industria, el comercio, autoridades civiles y militares, ligas campesinas y obreras, sociedades femeniles, de padres de familia y de maestros, logias masónicas e instituciones de carácter cultural.

Hacia 1933 se intensificó la campaña a nivel nacional, y el 15 de junio, la Dirección Antialcohólica, entonces depen-diente de la Dirección Cívica del Departamento del Distri-to Federal, solicitó al gobernador del Territorio Norte de la Baja California, general Agustín Olachea, la organización de comités y subcomités territoriales para llevar a realizar las labores relacionadas con dicha campaña. Para ello en-viaba el instructivo correspondiente para su instalación y funcionamiento, con la condición de que las personas que los integraran fueran de moralidad perfectamente recono-cible.

En dicho instructivo se señalaba que los comités y sub-comités antialcohólicos realizarían campañas activas, en las escuelas, cuarteles, centros carcelarios, agrupaciones obreras y campesinas, y en el seno de los hogares, respe-tando siempre la moral y autoridad. Se prohibía el ataque a la industria alcoholera, pues el objetivo era desvincular a los individuos de las cantinas a través del deporte, actos culturales, conferencias y la labor persuasiva de los que

1935. “El Tecolote” bar, ubicado en avenida Madero y calle Melgar.

1940. Hotel y bar Imperial, ubicado en avenida Madero entre callesMelgar y Azueta.

1936. Interior de “San Diego Café”, La barra. Ubicado en calle Melgar entre la garita y la calle del Ferrocarril.

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tuvieran a su cargo las campañas, y no perjudicar a esa industria en sus derechos. Como resultado se aprobó la “Hora Semanaria Antialcohólica Escolar” por la Secreta-ría de Educación Pública. En este lapso los niños dibuja-rían, escribirían sentencias, composiciones y pensamien-tos relacionados con los efectos del alcoholismo.

El 10 de enero de 1934, la Dirección General de Educa-ción Pública en el Territorio, organizó la primera directiva del Comité Pro- Campaña Antialcohólica en Mexicali. Sus integrantes fueron el teniente coronel Julio J. Benavides, Ángel Saldívar, Juan Lozano, los profesores Eva Barajas, María del Pilar Dávalos, Andrés Silva, Ángel Martínez, Rufino López, Luzsiglo Figueroa, Mauricio S. Martínez, Cristóbal Aguillón, Manuel Covantes, Armando I. Lelevier, Ignacio O. Nuño y Francisco Cervantes. La cabecera de este comité recayó en el profesor Silva, la secretaría en el profe-sor Covantes y la tesorería en la profesora Barajas. El resto de los integrantes formaron el grupo de los vocales.

El apoyo oficial que se brindó a esta campaña en el Te-rritorio Norte fue unánime; los documentos consultados demuestran la estrecha colaboración entre el gobierno de Baja California y las autoridades educativas y las de sa-lubridad pública en la realización de una profilaxis social general. Se pidió apoyo a los medios masivos de comuni-cación (periódico, radio y al servicio postal) en las labores que desarrollaran los comités y los subcomités locales.

En este mismo año se organizaron comités femeniles de cooperación antialcohólica en Ensenada y Tijuana. Se sabe que el lema de un subcomité de San Vicente era el de “Un México sin vicios”, y el del Comité Nacional era el de “Temperancia: por la patria y por la raza”.

A fin de impulsar más las actividades en el Territorio Norte, en julio de 1934 se nombró a José María Rodríguez, entonces diputado federal por Baja California, como re-presentante del Consejo Consultivo de Mexicali ante la Di-rección Antialcohólica en la Ciudad de México. Cabe acla-rar que el Consejo Consultivo lo integraban las secretarías de Estado, zonas militares, departamentos autónomos y agrupaciones obreras y culturales, entre otros.

A raíz de una solicitud de las autoridades sanitarias, el gobierno del Territorio, dispuso el 3 de enero de 1935 el cese en sus funciones, a todo empleado que se presentara a trabajar en estado de ebriedad. El 9 de abril, un oficio de la Junta Local de Caminos, solicitó al general Olachea,

1935. “Mexicali Cabaret” ubicado en la esquina de avenida Reforma y calle Azueta

1936. Interior del “San Diego Café”, El restaurante.

1940. Restaurante y bar “El Prado” ubicado en la esquina NE de avenida Madero y calle Melgar.

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gestionara la prohibición de vender bebidas embriagan-tes a los trabajadores de la construcción del camino Ti-juana-Ensenada, en los lugares cercanos a los centros de trabajo. Para llevar a cabo esto, se solicitó el cabal cum-plimiento de la fracción xiii del Artículo 123 Constitucio-nal y del artículo 12 de la Ley Federal del Trabajo, que se refieren a la distancia y ubicación de los expendios de cerveza y cantinas de los centros escolares y de trabajo.

Dentro del Plan Sexenal del Gobierno de Cárdenas, y conforme al calendario aprobado por el Partido Nacional Revolucionario (pnr), se declaró como Día de la Campaña Antialcohólica el 9 de abril de dicho año. Se ordenó en-tonces a los comités y subcomités promocionar y escuchar por la radiodifusora xeo de la Ciudad de México, la trans-misión del programa; en el Territorio Norte se prepara-ron entonces festivales a través de la Dirección General de Educación. En este mismo año se clausuraron garitos, clubs nocturnos, bares y cantinas a nivel nacional.

A partir de 1936 la campaña se intensificó; en ese año se formaron las llamadas Brigadas Blancas de Niños, y se llevaron a cabo una asamblea infantil antialcohólica y un congreso nacional en la capital del país en los meses de septiembre a octubre. Este programa de profilaxis conti-nuó, de tal manera que antes de concluir el mandato pre-sidencial de Cárdenas, se efectuó otra asamblea infantil.

A fin de celebrar el congreso citado, como apoyo a las actividades de la Dirección de la Campaña Antialcohólica se patrocinó el cierre de los centros nocturnos por 24 horas en el Territorio. El doctor Jesús Díaz Barriga, funcionario del Departamento de Salubridad Pública, representó al gobierno del Territorio Norte de la Baja California, con la ponencia intitulada: Una campaña antialcohólica efectiva, donde destacó las principales causas de este vicio en nues-tro país y las posibles soluciones, en virtud de la lucha que se estaba dando gracias al apoyo oficial.

Cabe agregar que durante el primer día que se efectuó este congreso, se le solicitó al gobierno del Territorio Nor-te, el permiso para abrir los expendios de cerveza y licores antes de la hora programada, en virtud de recibir turismo Tijuana y Ensenada, y muchos de estos negocios dejarían de percibir ingresos, y por lo tanto, Hacienda no recauda-ría impuestos. Estos negocios solo permanecieron cerra-dos el 24 de octubre, pero a las seis de la tarde ya habían iniciado sus actividades rutinarias.

Para esta fecha, el gobierno del Territorio Norte había he-cho un recuento de los establecimientos dedicados a fabricar, vender o almacenar cerveza, licores y todo tipo de bebidas em-briagantes; se autorizó a no permitir el traspaso, venta y aper-tura de estos negocios a fin de coadyuvar a frenar este vicio.

Durante 1937 se solicitó también la exención de impues-tos para los actos culturales que realizaran los comités an-tialcohólicos y se difundieran en los pueblos por medio de volantes, prensa, radio y carteles el programa emitido los domingos de las 23 a las 24 horas en las estaciones de radio xeb y xebt del “Buen Tono” de la Ciudad de México, que ofrecía serenatas y cooperaba dando normas para comba-tir el alcoholismo, en beneficio del pueblo.

Como parte de este programa, el 18 de diciembre de 1937 el gobierno federal clausuró el Casino Agua Calien-te de la ciudad de Tijuana; para entonces, la Dirección Antialcohólica pasó a depender directamente del Depar-tamento de Salubridad Pública, por lo que el presidente Cárdenas ordenó que todas las disposiciones y reglamen-tos fuesen igualmente acatadas.

El gobierno del Territorio de Baja California apoyó esta campaña nacional, fomentando el cierre de cantinas y establecimientos similares los domingos y días festivos. Promovió programas culturales a través de la Prensa y las radiodifusoras regionales. Entre las primeras destacaron El Tiempo, El Tecolote, El Mundo al Día, La Voz de Mexicali, en esta capital; El Avante de Ensenada y El Hispanoameri-cano de Tijuana. Las estaciones de radio xeaa de Mexicali y xemo de Tijuana, promovieron la multicitada campaña durante el año de 1936.

Al iniciarse la década de 1940 se continuó la campaña y fue apoyada por los sectores públicos y privados. En conso-nancia con el acuerdo presidencial # 809 del 14 de mayo de 1942, válido para todas las Secretarías de Estado y depar-tamentos dependientes del ejecutivo federal, la Dirección General de Educación Antialcohólica dio a conocer a las dependencias oficiales, organismos, instituciones y asocia-ciones diversas, el plan general a que debían atenerse para realizar ese programa de profilaxis social, principalmente había que aplicar el criterio seguido por la citada dirección, de encauzar al individuo hacia el deporte y aficiones sanas, por lo que se diseñó el lema: “Educación y Deportes”.

En términos generales, el plan general de esta multicitada campaña establecía las siguientes actividades:

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1ª Concientizar y popularizar la acción de la campaña antialcohólica e interesar a los diversos grupos de la po-blación en esta magna obra social.

2ª En el desarrollo de la labor educativa y cultural de la campaña se darían a conocer valores artísticos, literarios y científicos del país.

3ª Se celebraría dignamente el “Día Antialcohólico” cada 9 de abril, ya establecido en 1935, y se gestionaría ante las autoridades respectivas, el cierre de los estableci-mientos dedicados a la venta de bebidas alcohólicas.

4ª Se intentaría despertar el interés por este problema so-cial, así como de fomentar sistemáticamente, la educación antialcohólica para beneficio de la propia raza. (Sic).

Los documentos referidos a estos acontecimientos en Baja California abarcan el período 1933-1942, y muestran la preocupación de las autoridades gubernamentales, como

de la ciudadanía en general, para combatir un mal social que llegaba a todos los niveles de la población, como lo constataron las solicitudes de cierres de cantinas y cabarets en Tijuana y Mexicali en 1937, a través de la Cámara Te-rritorial del Trabajo y por el Comité Seccional del Partido Comunista en las localidades mencionadas.

ReferenciasArchivo Histórico del Estado de Baja California, Exp. 852/661.39/889, 1933-1942.

Lerner, Victoria (1979). “La educación socialista” en Historia de la Revolución Mexicana, periodo de 1934-1940. México, El Colegio de México, 9.

Vázquez, Josefina (1970). Nacionalismo y educación en México. México, El Colegio de México.Centro de Estudios Históricos. Nueva Serie 9.

1936. Clímax Grill, bar y restaurante ubicado en la esquina SE de la calle Melgar y avenidaInternacional. En la mera garita.

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Los años dorados Mexicali 1950-1960 R.C.B.

1958. Edificio de la garita internacional de Mexicali.

1959. Edificio de la garita internacional de Caléxico.

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Las garitas internacionales en el centro de Mexicali C.M.R.M.

1920. Entrada a Caléxico por la garita de Mexicali ubicada en la calle Melgar.

2018. Vista a futuro de la garita de Mexicali, en el proyecto que se realiza en la actualidad sobre el Río Nuevo.