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El rol del gobierno en la integración de estrategias ambientales en
las PYMES. Caso México.
Dra. Eva Conraud Koellner y Dr. Salvador Francisco Ruiz Medrano
División de Ciencias Económico Administrativas de la
Universidad de Guanajuato, Guanajuato, México.
Introducción
Desde la segunda mitad del siglo pasado, se ha esforzado atender esta disyuntiva
entre el estilo de vida promovido y la protección al medio ambiente con el
desarrollo de un concepto de desarrollo sustentable. Este concepto se refiere a un
constante proceso de cambio en el cual la explotación de los recursos naturales, la
dirección de la inversión y del progreso científico-tecnológico, junto al cambio
institucional, permiten compatibilizar la satisfacción de necesidades sociales
presentes y futuras. Definitivamente debe ser tarea de cada país y región para dar
cauce a los movimientos sociales preocupados por construir mejores condiciones
de vida. México se ha involucrado desde el principio en este movimiento de
aplicación de desarrollo sustentable y al mismo tiempo experiencia una
participación cada vez más activa en la economía internacional. Actualmente, el
país se encuentra desarrollando sus potencialidades comerciales con la mayor
eficiencia posible, con la firma de tratados de libre comercio con 43 países en tres
continentes.
En los países de Latinoamérica en general, ya es común en la sociedad la
percepción y la preocupación sobre la necesidad del cuidado del medio ambiente
como elemento esencial del desarrollo sustentable. Las comunidades científicas y
tecnológicas están participando activamente en la difusión del conocimiento
científico y tecnológico necesario para paliar los efectos negativos de ese
fenómeno, y ya empiezan a tomar acciones concretas en ese sentido. En el caso
particular de México ha sido continua, por más de un decenio, la atención al tema
ambiental, especialmente al del cambio climático, sus posibles efectos y las
medidas necesarias al respecto (Instituto Nacional de Ecología, sf.). Los acuerdos
internacionales se han convertido para las autoridades ambientales en verdaderos
mecanismos que facilitan y permiten actualizar muchas de las atribuciones que les
han sido otorgadas por diversos ordenamientos ambientales. Desde el punto de
vista administrativo, estos acuerdos a los que suscribió México son útiles porque
permiten cierta operatividad para el mejor ejercicio de las funciones del sector
público. También son convenientes en lo internacional porque son favorables para
la ágil consecución de acuerdos con otras instituciones internacionales. Y son
definitivamente indispensables porque la Secretaría de Medio Ambiente y
Recursos Naturales requiere de instrumentos que le permitan reflejar e incluir
temas del más alto nivel de su agenda política en un marco de cooperación
internacional con sus homólogas o con otras instituciones interesadas para la
realización conjunta de proyectos ambientales. Dentro del Plan Nacional de
Desarrollo 2007-2012 (sf) están marcados cinco ejes rectores. En lo que respecta
al cuarto eje, sobre sustentabilidad ambiental, menciona que uno de los retos que
enfrentará México es el de incluir al medio ambiente como uno de los elementos
de competitividad, y desarrollo económico y social, ya que sólo así se podrá
alcanzar el desarrollo sustentable.
Bajo este contexto, el presente trabajo de investigación tiene como objetivo
analizar el rol que asume el gobierno en la integración de estrategias ambientales
en las pymes mexicanas, cada vez más involucradas en la globalización de sus
actividades comerciales. Para ello se enuncia primero algunas consideraciones
sobre los esfuerzos de gestión ambiental desarrollados por el sector empresarial.
Se describe después los acuerdos en temas ambientales establecidos en el marco
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que acumula el
mayor intercambio comercial para México, resaltando las acciones implementadas
por México para incentivar por un lado la adopción de estrategias ambientales por
parte del sector empresarial y a la vez controlar los efectos negativos de la
globalización del comercio.
Planteamiento del problema
México no es excepción en relación al proceso de globalización (Saxe-Fernández,
2002). El país se abrió a mercados internacionales desde finales de los 90’s con la
firma de tratados de libre comercio que permiten acceder con mayor
competitividad a nuevas opciones de consumo e atracción de inversiones
internacionales, las cuales lamentablemente conllevan también al deterioro del
medio ambiente (Gentry, 1998). La escala más baja de salarios y las leyes
ambientales menos estrictas han influido para que algunas industrias de países
terceros como los Estados Unidos, Canadá o la Unión Europea se ubiquen en
México debido a las ventajas económicas. Hoy se considera a México la
decimocuarta economía mundial y es la segunda economía de Latinoamérica, sólo
detrás de Brasil (FMI, 2012).
En paralelo, México y muchas otras naciones en vía de desarrollo están
esforzándose por mejorar su imagen ambiental, pero se necesita del dinero
generado por la inversión extranjera para mejorar las condiciones y el ambiente en
que vive su población (Enger, Smith, 2006). Es claro que a medida de que México
se involucre en la economía mundial, será más difícil limitar la degradación
ambiental que la acompaña, pues aun el país cuenta con áreas menos
desarrolladas con economías débiles, donde no se considera como prioritario la
inversión en el control de la contaminación, y en prácticas agrícolas sustentables.
En el caso de México, la interacción del medio ambiente con el desarrollo
económico y social se presenta como la ardua tarea de utilizar el sistema natural
para solucionar rápidamente los urgentes problemas del presente, sin por ello
comprometer el desarrollo futuro. Los recursos naturales son explotados no
solamente para satisfacer las necesidades futuras pero además para generar los
recursos para financiar el desarrollo económico y social del país, adquirir
tecnología para el desarrollo de obras de infraestructura básica y proporcionar
bienestar y salud.
Así los problemas ambientales surgen a menudo de la presión ejercida sobre el
sistema natural para extraer recursos por encima de sus posibilidades o en forma
irracional y beneficiarse de situaciones favorables del mercado internacional. Es la
presión que resulta de la escasa disponibilidad y el insuficiente dominio del
conocimiento científico y tecnológico, de la asignación de los recursos naturales y
los bienes ambientales a usos inadecuados, pero aparentemente convenientes
desde la perspectiva de corto plazo del mercado. A veces es la asignación o
conversión de sistemas naturales a usos alternativos que llevan al deterioro o la
pérdida de funciones del sistema natural o la destrucción de recursos potenciales
cuyo valor no se refleja en el mercado.
Para México, el desarrollo sustentable implica dos cosas fundamentales: por un
lado, mejorar los niveles de vida de la población mediante el desarrollo económico
y social y, por el otro, asegurar que las pautas de producción y consumo del
crecimiento económico no rebasen las capacidades de carga de los ecosistemas
que proveen los espacios y las materias primas que lo hacen posible.
Actualmente, el país se encuentra en una fase de transición entre un largo período
de desarrollo no sustentable, con base en la explotación de los recursos naturales
en aras de generar riqueza y desarrollar la economía, y un período distinto, de
desarrollo sustentable.
En este sentido, es evidente el desafío que vive el gobierno para por un lado
impulsar la economía del país y por otro lado mitigar el impacto ambiental. Por lo
anterior, se considera pertinente hacer una revisión específica de la manera como
el gobierno mexicano en el caso particular del TLCAN integra los aspectos
ambientales en las negociaciones con sus socios comerciales.
Análisis y discusión
El análisis se divide en tres partes: una primera que plantea el alcance de la
adopción de estrategias ambientales para estimular la competitividad de las
empresas mexicanas, una segunda que revisa la integración de normas
ambientales en las negociaciones del TLCAN y una tercera que presenta una
síntesis de las acciones realizadas para México en aspectos ambientales en el
marco del TLCAN.
Gestión ambiental y competitividad
De acuerdo a Rivas (2009, pp14), la gestión se puede definir como “un modelo
participativo e integral, que aplicado a las instituciones y organismos tiene como
finalidad obtener una actuación que facilite el éxito en la organización”. En cuanto
a la gestión ambiental, se trata en esencia, de una forma de gestión empresarial
que tiene como objetivo disminuir, o evitar, la contaminación y, al mismo tiempo,
aumentar la productividad de la empresa, así como la calidad de los bienes y
productos producidos. La gestión ambiental implica entonces mucho más que el
desarrollo de productos reciclados, o naturales. Si bien es cierto que dichos
ajustes son necesarios, tales cambios son partes de un ajuste mucho más amplio
y complejo. Las empresas con una visión ecológica son motivadas en parte por el
potencial comercial inmediato que representa atender el cambio social de una
mayor preocupación por el medio ambiente, y su posicionamiento gracias a su
contribución a la armonía de las actividades humanas con la naturaleza que le
garantice su permanencia en el mercado a más largo plazo (Makower, 2009). La
gestión ambiental genera consumibles vendidos con cierta utilidad y refleja el
compromiso de la empresa hacia el cuidado del medio ambiente y su
responsabilidad social. De esta manera los líderes de dichas empresas no deben
temer romper con reglas y tradiciones, y definir su ventaja competitiva de tal
manera que cumplan con la sociedad con el incremento de sus utilidades y con la
calidad de sus productos al innovar con procesos de eco-efectividad (Esty &
Winston, 2009).
De acuerdo a Porter (2007), la estrategia competitiva es la búsqueda de una
posición favorable dentro de una industria, escenario fundamental donde se lleva a
cabo la competencia. Su finalidad es establecer una posición rentable y
sustentable frente a las fuerzas que rigen la competencia en el mundo. La
dirección estratégica que desarrolle la empresa será la encargada de adaptar a la
empresa a los cambios que se produzcan, tratando de transformar riesgos en
oportunidades para adaptarse con la mayor rapidez posible al entorno. Algunas de
estas oportunidades son precisamente para las empresas la introducción de
procesos eficientes para el desarrollo de bienes y servicios de bajo impacto
ambiental, para compensar el crecimiento de la economía mundial. En este
sentido, el concepto tradicional de competitividad de las empresas se ve alterado
debido a la incorporación de una serie de factores al ámbito empresarial: los
conceptos de entorno natural y de desarrollo sustentable, el rol desempeñado por
la administración pública y otras asociaciones (ONG, grupos ecologistas, partidos
políticos, organizaciones de consumidores, etc.), así como por distintos
organismos internacionales en defensa del medio ambiente.
La decisión de aplicar estrategias de gestión ambiental en una empresa
dependerá sobre todo de los recursos naturales que utiliza y las implicaciones de
este uso para el medio natural. Entre los factores que van a influir en esta toma de
decisiones estarán: los precios de las materias primas y energía, las tecnologías
existentes y el coste de las mismas, la legislación ambiental existente, las
restricciones, tributos y sanciones que van a afectar a los costes de los productos
a ofertar. Con ello se tratará de internalizar los costes medioambientales dentro de
la cuenta de resultados, aunque esto va a tener sin duda una repercusión negativa
a corto plazo en los beneficios generados. Desventaja que se puede eliminar, bien
mediante una mejora de la productividad total aplicando o desarrollando
tecnologías limpias y/o bien mediante una diferenciación y cualificación de sus
productos al participar en la oferta con nuevos productos o servicios que
minimicen su impacto ambiental.
Ante la valoración de los efectos que sobre la empresa genera este nuevo entorno
hay quienes han adoptado un enfoque negativo. Esta postura considera que la
inclusión del medio ambiente en la gestión empresarial conlleva una pérdida de
competitividad para esta y que el medio ambiente y la empresa no pueden
beneficiarse al mismo tiempo. Sugiere que el medio ambiente es un coste para la
empresa: impuestos, tasas y licencias, inversiones en modificar los equipos
productivos, control de las emisiones, instalación de filtros anticontaminantes,
seguros por riesgos medioambientales, por mencionar algunos.
Sin embargo, este enfoque parece muy limitado desde una óptica estratégica.
Efectivamente los cambios provocados por el factor medioambiental van a
modificar la actuación de la empresa, desde su estrategia corporativa hasta las
distintas estrategias funcionales. Pero su efecto es similar al de otros factores
característicos de la actual evolución del entorno empresarial: globalización de la
economía, el desarrollo de las tecnologías de la información, el mayor nivel
cultural de la población, la mayor disponibilidad de tiempo libre, el acceso de la
mujer al mundo laboral, el envejecimiento de la población, o la desintegración
familiar.
Es evidente que la apertura comercial representa para las PYMES mexicanas un
desafío de gran relevancia, ya que han tenido que adaptarse, en la medida de sus
posibilidades, al nuevo modelo económico, más competitivo y abierto. En efecto,
de acuerdo a la política económica que prevaleció durante décadas en México, la
administración de las empresas mexicanas se concentraban esencialmente en el
mercado nacional, olvidándose de la calidad que requería el mercado
internacional, y por lo mismo, no se formularon estrategias para garantizar la
competitividad de las empresas basadas en aspectos innovadores, tanto en
relación a diseño como a innovación. Durante muchos años, la administración de
las empresas en México era de tipo tradicional. Con la apertura económica que
desarrolló México mediante la firma de Tratados de Libre Comercio, la
competitividad se convirtió en un elemento fundamental para determinar el éxito
de las organizaciones mexicanas con ambiciones de superación y crecimiento
internacional. Como resultado de esta apertura, se desarrollaron varios Programas
para la Modernización y Desarrollo de la Industria Micro, Pequeña y Mediana en
1991, 1995, 2000, con el propósito de elevar y extender la competitividad del país.
Sin embargo, Gómez (2005) señala que los esfuerzos del gobierno para impulsar
a las empresas mexicanas no fueron suficientes para provocar un cambio de
dinámica interna por parte de los administradores de las empresas mexicanas, en
parte por la complejidad que representa para tales empresas participar en el
proceso de globalización. Esta situación, aunada al hecho de que el 98% del
sector industrial en México son industrias micro, pequeñas y medianas, no ha sido
favorable para el acceso a programas de incentivos, ni tampoco a créditos y en lo
general, muchas de estas empresas se encuentran estancadas sin poder aplicar
técnicas innovadoras tanto de gestión como de producción.
Gómez (2005) precisa que en cuanto a estrategias de posicionamiento, casi el
50% de los microempresarios basan la fijación de precio en el costo de las
materias primas sin considerar costos de producción y comercialización. El 62.3%
de las micro y el 49.7% de las pequeñas empresas invierten sus utilidades en
materias primas. Y sólo el 19% ha recibido algún tipo de capacitación gerencial, en
tanto que en la pequeña y mediana empresa, el porcentaje de capacitación se
eleva a 64 y 72%, respetivamente. Debido a los pequeños volúmenes de
producción, su capacidad de negociación se ve muy a menudo limitada y no
pueden cumplir con las condiciones que exigen las cadenas de distribución.
Resulta también muy débil su estructura promocional, y su capacidad de penetrar
mercados internacionales. En lo regular también, la administración de estas
empresas es poco actualizada y sistematizada, lo que inhibe bastante la aplicación
de métodos para la evaluación de costos y mercados. Muchas de ellas cuentan
con equipo obsoleto, y una ausencia de métodos de control de calidad. Tienden
además a mantener un proceso de producción horizontal al no subcontratar. Cabe
señalar además que a nivel de proceso productivo existe en lo general una
subutilización de su capacidad instalada.
Por otro lado, Gómez (2005) resalta algunos aspectos positivos de la micro,
pequeña y mediana industria en México. Esta representa en efecto opciones
idóneas para la inserción eficiente en los procesos productivos de grandes
complejos manufactureros. Aprovecha materias primas locales y promueve el
desarrollo regional. En este sentido, la pequeña y mediana empresa juega un
papel determinante en virtud de su flexibilidad operativa y amplia capacidad de
adaptación a nuevas tecnologías.
Las actitudes que las empresas mexicanas adoptan ante estos retos son de dos
tipos: reactiva y proactiva. Las empresas reactivas se niegan a aceptar las
presiones o reaccionan ante ellas cuando no les queda otro remedio, mientras que
las segundas – las que responden proactivamente – se adelantan a las demandas
de los “stakeholders” e intentan buscar nuevas oportunidades en los retos que
toda situación de cambio propone (Lorenzo, 2002). En otras palabras, según un
enfoque positivo la búsqueda del beneficio para el medioambiente no supone
necesariamente perjudicar a la empresa. El solapamiento de los objetivos
ecológicos y económicos es mayor de lo que se podría creer en un principio. Es
posible conseguir un beneficio común. Una mejor actuación medioambiental de la
empresa puede conllevar una mejora de su competitividad.
De acuerdo a las inspecciones industriales realizadas por la Procuraduría Federal
de Protección al Ambiente (Profepa) y las multas y clausuras temporales
derivadas de estas visitas, es un hecho de que muchas empresas mexicanas
buscan posicionarse como empresa verde como estrategia de competitividad. En
los últimos años, la respuesta de las empresas se enfocó inicialmente a la
producción, es decir la reducción de desperdicios y al mejoramiento en el diseño
de procesos y productos mediante la eficiencia ecológica. Más recientemente, las
compañías se han basado en la responsabilidad ambiental para mejorar su
reputación o su imagen de marca, lo cual ha reflejado un incremento en las ventas
y ha atraído capital de inversión y socios comerciales.
De las estrategias ambientales que adoptan empresas mexicanas destacan las
siguientes: desarrollo de productos verdes, productos orgánicos, alianzas
estratégicas con grupos ambientalistas, modificación de la cultura corporativa,
reducción de desechos, inclusión de tecnologías limpias en los procesos
productivos y adquisición de materias primas menos dañinas para el medio
ambiente (Cevallos, 2008). Sin embargo, estas empresas verdes tienden a ser
grandes corporaciones, pues la firmas pequeñas y medianas, que son la mayoría
en México, viven en niveles de subsistencia por falta de créditos y acceso a
tecnología, de modo que lo ambiental no es su prioridad. Parece a la vez
contradictorio, considerando que para muchas de las empresas verdes, les ha
representando sus estrategias verdes beneficios para su imagen, e incremento de
ventas por lo mismo, pero también fuentes de importantes ahorros en materia
energética (Cevallos, 2008; Zaharia et al., 2007). En este sentido Kassahye
(2001), avalado por el estudio posterior de Rao y Holt (2005) distingue las
motivaciones de las empresas en adoptar estrategias verdes, según su tamaño,
en donde efectivamente sobresale la voluntad de las grandes corporativas en
buscar así un bienestar económico y ahorros en sus procesos, mientras que para
las pequeñas corporativas, es más bien como temor a posibles sanciones por
incumplimiento de las leyes o también para disminuir la cantidad de sus desechos.
En cuanto a las corporativas de tamaño mediano, responde más a una voluntad y
búsqueda de cumplir normas internacionales para entrar en nuevos mercados.
Actualmente muchas empresas grandes a nivel internacional favorecen a los
proveedores que tienen un sistema de gestión ambiental bien definido e
implantado, existiendo una creciente demanda de información sobre la actuación
medioambiental de los proveedores. En algunos sectores, como la automoción,
aeronaútica o la construcción, es hasta obligatorio. Las empresas mexicanas con
comportamiento medioambiental insuficiente tendrán que hacer frente a barreras
comerciales, lo que ya se ha puesto de manifiesto en América del Norte y Europa
en la última década.
Asimismo, aquellas empresas mexicanas proactivas que cuentan con una cultura
medioambiental y deciden implementar un modelo de gestión ambiental como
ventaja competitiva conseguirán un reconocimiento en el mercado por parte de
sus grupos de interés, lo cual les permite mejorar sus resultados claves y su
permanencia. Desde el punto de vista de la oferta de bienes y servicios
medioambientales, se abren enormes posibilidades tras la consecuente creación
de un mercado en rápida expansión con perspectivas de crecimiento muy superior
a la media de los restantes sectores. El entorno empresarial ha experimentado
importantes cambios desde la aparición de un consumidor ecológicamente
responsable hasta el desarrollo de una estricta legislación medioambiental,
pasando por trabajadores, inversionistas y vecinos que tienen en cuenta el
comportamiento social y ecológico de la empresa. En definitiva, se trata de un
entorno que exige a la empresa el diseño de sus objetivos teniendo en cuenta una
dimensión social y ecológica de la misma que complemente a su dimensión
económica.
Otro punto digno de resaltar, es que tanto el mercado como los consumidores
identifican los productos verdes a través de la certificación y las eco-etiquetas.
Mediante la certificación se constata el cumplimiento de los criterios de
sostenibilidad ambiental y social. Este cumplimiento con frecuencia se reconoce a
través de una etiqueta o sello. Al lado de este tipo de certificación han surgido
también aquellas que acreditan que una empresa cuenta con programas de
estandarización de sistemas de gestión que les coloca en posición de producir en
forma ambientalmente sana, como es el caso de ISO 14001 y más recientemente
ISO 26000. Por su naturaleza, la certificación de ISO no resulta en un producto
que obtenga un premio económico del mercado. Este premio, que con frecuencia
reciben los productos verdes se considera cada vez más como un requisito para
permanecer en los mercados internacionales o simplemente para ser considerado
como un proveedor nacional de multinacionales instaladas en el país. Si bien es
cierto que inicialmente implantar y certificar un sistema de gestión según
ISO14001 supone un coste importante, a medio y largo plazo los beneficios llegan,
incluso en empresas muy pequeñas o con unos procesos muy simples, dado que
el planteamiento de objetivos de reducción de consumos y residuos
automáticamente se traduce en un ahorro económico.
Por tanto se puede decir que invertir en prevención del impacto medioambiental
(costes de calidad medioambiental) puede compensar la existencia de unos costes
de no calidad medioambiental (multas y sanciones, impuestos, costes de
restauración del daño o de limpieza, seguros de cobertura de riesgos
medioambientales). Si una empresa cumple con los requisitos y legislación
ambiental, se da confianza a posibles inversores o bancos para realizar nuevas
inversiones en la empresa. Al desarrollar un sistema de gestión ambiental, la
empresa puede también desarrollar tecnologías que permitan disponer de un
proceso productivo más limpio y eficiente desde un punto de vista tecnológico,
permitiendo a través de estas iniciativas solicitar subvenciones para la sustitución
de maquinaría.
Es de señalar también que la marca, el envase, los servicios añadidos, etc., son
medios de diferenciación, los atributos ecológicos del producto o del envase o la
imagen de empresa preocupada por el medio ambiente también pueden
constituirse en elementos de diferenciación para un segmento de consumidores,
los ecológicos, que poco a poco, adquieren un mayor tamaño.
Una vez revisado las ventajas que representa para las PYMES la adopción de
estrategias ambientales en sus procesos, se analiza a continuación las
implicaciones legales acordadas por los gobiernos de México, Estados Unidos y
Canadá en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) para
propulsar el desarrollo económico de los tres países de una manera sustentable.
Políticas ambientales derivadas del TLCAN
La integración económica de México y Estados Unidos forma parte de un largo
proceso histórico de relaciones complejas y difíciles entre éstos dos países y se
explica principalmente por la combinación de los grandes cambios mundiales de
los últimos treinta y cinco años, así como por los impactos que éstos tuvieron
sobre los países que ahora forman el TLCAN, así este debe verse en realidad
como un instrumento que vino a refrendar e institucionalizar un camino que se
había empezado a recorrer más intensamente desde mucho tiempo antes (López
Villafañe, 2002, pág. 97). De esta forma, el TLCAN ha significado un proceso de
redescubrimiento de intereses comunes y valores compartidos entre Estados
Unidos, Canadá y México. Para México significa la aceptación de los Estados
Unidos como socio y amigo; para los Estados Unidos implica la aprobación de un
concepto más amplio de América y de una reorientación de su trato con los otros
países americanos, sin ser el vecino agresivo e impositivo que a menudo fue en el
pasado. Para Canadá supone la admisión de la presencia y la importancia de los
países del sur de este continente, con los cuáles ha tenido escasos vínculos (Von
Bertrab, 1996, pág. 21).
A este mismo aspecto se pueden añadir la larga relación comercial existente entre
México y Estados Unidos, una relación que se caracteriza por sus desencuentros,
en casi todos los campos de las relaciones existentes entre Estados. Igualmente
es de destacarse que México siempre ha tenido un marcado recelo hacia su
vecino del norte, principalmente en el ámbito popular, esto debido principalmente a
cuestiones de carácter histórico. Asimismo, y a pesar de las grandes diferencias
de toda índole que existen entre ambos países, Estados Unidos se ha convertido
en el principal socio comercial con México y el país a donde mayoritariamente van
las exportaciones y mano de obra.
El proceso de negociación del TLCAN iniciado en 1990 abarcaba prácticamente
todos los ámbitos de las economías y al principio se distribuyeron en 19 grupos.
Algunos como el que consideraba el tema del acceso al mercado, implicaban una
gran cantidad de sectores, pues se incluían todos los bienes importables y
exportables. De esta forma las negociaciones se desarrollaron en tres rangos: el
ministerial, el de jefes de la negociación y el de los grupos. Entre los asuntos más
difíciles a negociar fueron la energía, la solución de controversias, la agricultura y
la industria automotriz.
Este tratado, ha de entenderse en los términos en los que lo define el párrafo 8
inciso b) del artículo XXIV del GATT, al decir: “se entenderá por zona de libre
comercio, un grupo de dos o más territorios aduaneros entre los cuáles se
eliminen los derechos de aduana y las demás reglamentaciones comerciales
restrictivas (excepto, en la medida en que sea necesario, las restricciones
autorizadas en virtud de los artículos XI, XII, XIII, XIV y XX) con respecto a lo
esencial de los intercambios comerciales de los productos originarios de los
territorios constitutivos de dicha zona de libre comercio.” De tal manera, se puede
calificar como fin último de este tipo de agrupaciones el de establecer un régimen
aduanero especial, permitiendo la desgravación paulatina de bienes y servicios, y
facilitando el movimiento de bienes, servicios, capitales e incluso de personas, aun
y cuando este último aspecto se puede dar por imposible aun viendo a largo plazo
(Witker & Hernández, 2002, pág. 177).
Más que un tratado de libre comercio, el TLCAN es un tratado de inversión que
abarca mercancías, servicios y propiedad intelectual dentro de sus veintidós
capítulos, más los acuerdos de cooperación ambiental y laboral. Todo converge en
un escenario de resolución de controversias que busca, en general, limitar la
discrecionalidad de la aplicación de las legislaciones nacionales, y pretende
garantizar rapidez, objetividad y neutralidad a los operadores económicos zonales
(Witker & Hernández, 2002, pág. 178).
Desde un punto de vista más particular, México persiguió los siguientes objetivos:
1) Reflejar en los calendarios de desgravación la asimetría entre los niveles
de desarrollo de México, Canadá y los Estados Unidos;
2) Establecer plazos adecuados de ajuste para la industria nacional;
3) Obtener máximos beneficios de acceso Estados Unidos y Canadá, y;
4) Mantener congruencia en cadenas productivas (Soria Murillo, 2005, pág.
139).
Se ha de ver el hecho que el TLC no pretende crear un mercado común y dista
mucho de inspirarse en la experiencia europea, puesto que no contempla el
establecimiento de una unión aduanera con un arancel externo común, no cede
soberanía a instituciones económicas y políticas comunes, no permite la libre
circulación de personas entre los países participantes, no incluye políticas
agrícolas o sociales comunes y no establece fondos de solidaridad para reducir las
desigualdades entre los países o regiones nacionales incluidas en el acuerdo (Van
Klaveren, 1997, págs. 60-61). Pese a ello, es evidente que el tratado regula una
integración de facto entre los tres países participantes, que se está profundizando,
pero únicamente en aspectos económicos.
De esta manera con un tratado de libre comercio se pueden negociar otro tipo de
aspectos sin la necesidad de llegar a tocar este tipo de puntos. De tal forma, se
escogió la fórmula de un área de libre comercio porque un acuerdo de interacción
económica como el que supone una unión aduanera, un mercado común y aun
más una comunidad económica, hubiera supuesto una cesión de soberanía a la
que ninguno de los tres países estaba dispuesto (Vega Cánovas, 2003, pág. 48).
La asimetría económica que presumía ventajas comparativas para México, por su
potencial para captar inversiones y capitales, fue utilizada por grupos
ambientalistas y de trabajadores para enfatizar que los bajos costos laborales y
ambientales conformaban un paraíso ambiental y laboral que atraería a las
empresas, creando una acelerada industrialización a costa de mayor deterioro
tanto ambiental como de las condiciones laborales. Esto dio lugar a la
implementación en 1994 de los acuerdos paralelos del TLC en materia ambiental y
laboral, el Acuerdo para la Cooperación Ambiental de América del Norte (ACAAN)
celebrado entre los gobiernos de Canadá, México y Estados Unidos, que persigue
la conservación, protección y mejora del ambiente en la región a través de la
cooperación y refuerzo efectivo de la legislación ambiental. En complemento de tal
Acuerdo, se creó también la Comisión de Cooperación Ambiental de Norteamérica
(CCA), la cual tiene como objetivo favorecer la compatibilidad de políticas e
instrumentos en materia ambiental, de comercio y economía al interior de América
del Norte y entre la región y otras zonas comerciales. En 1995, los expertos de la
CCA empezaron a evaluar los impactos del TLC en el comercio y en las
inversiones en América del Norte; trabajaron también para identificar las variables
ambientales y sus indicadores apropiados y para definir los "conectores" que
enlazan las actividades económicas originadas por el TLC con las variables
ambientales específicas. La CCA reunió una amplia gama de perspectivas sobre
asuntos en América del Norte que pudieran llegar a ser objeto de conflictos
comerciales relacionados con el medio ambiente; emprendió también un análisis
de los comités y de los grupos de trabajo formados de conformidad con el TLC
que laboran en asuntos comerciales con dimensiones ambientales importantes.
El ACAAN impuso a las partes la doble responsabilidad de apoyar los objetivos
ambientales y los objetivos del TLC, sin crear distorsiones o nuevas barreras en el
comercio. El TLC, en conjunto con sus acuerdos laterales, es el primer acuerdo
comercial en el mundo que aborda los asuntos relativos al medio ambiente de una
manera completa. Con este Acuerdo cada Estado aprovecha sus propios recursos
siguiendo sus políticas ambientales y de desarrollo, se pretende con ello tener un
control de tal manera que no causen daño al medio ambiente de otros Estados ni
a zonas fuera de los límites de jurisdicción nacional. Entre ellos aceptan los
vínculos económicos y sociales, que son cada vez más estrechos. Se pretende así
que existan beneficios que faciliten la cooperación efectiva para conservar y
proteger el medio ambiente tomando en consideración las diferencias existentes
en sus respectivas riquezas naturales, condiciones climáticas y geográficas, así
como en sus capacidades tecnológicas y de infraestructura.
Los objetivos de este Acuerdo son:
1) Alentar la protección y el mejoramiento del medio ambiente en territorio
de las partes, para el bienestar de las generaciones presentes y futuras.
2) Promover el desarrollo sustentable a partir de la cooperación y el apoyo
mutuo en políticas ambientales y económicas.
3) Incrementar la cooperación entre las partes encaminada a conservar,
proteger y mejorar aún más el medio ambiente, incluidas la flora y la fauna
silvestres.
4) Apoyar las metas y los objetivos ambientales del TLC.
5) Evitar la creación de distorsiones o de nuevas barreras en el comercio.
6) Fortalecer la cooperación para elaborar y mejorar las leyes, reglamentos,
procedimientos, políticas, y prácticas ambientales.
7) Mejorar la observancia y la aplicación de las leyes y reglamentos
ambientales.
8) Promover la transparencia y la participación de la sociedad en la
elaboración de leyes, reglamentos y políticas ambientales.
9) Promover medidas ambientales efectivas y económicamente eficientes.
10) Promover políticas y prácticas para prevenir la contaminación.
En este contexto los compromisos que adoptan respecto al tema son; el de
elaborar periódicamente y poner a disposición pública informes sobre el estado del
medio ambiente, revisar las medidas para hacer frente a las contingencias
ambientales, así como fomentar la investigación científica y el desarrollo de
tecnología en materia ambiental. Por otro lado, cada una de las partes examinará
la posibilidad de incorporar a su derecho cualquier recomendación que elabore el
Consejo, se prohibirá la exportación de sustancias toxicas y de pesticidas cuyo
uso esté prohibido en su propio territorio.
En el Anexo 34 del TLCAN, se establece de manera muy específica las
contribuciones monetarias que se deberán de pagar entre los países miembros del
TLCAN en caso de controversia por daño ambiental, así, durante el primer año en
vigor de este Acuerdo, la contribución monetaria se estableció en 20 millones de
dólares, después del primer año, la contribución monetaria no será mayor del
0.007 por ciento del comercio total de bienes entre países miembros
correspondiente al año más reciente para el cual se tenga información disponible.
Para determinar el monto de la contribución, el panel tomará en cuenta:
a) La extensión y la duración de la pauta persistente de omisiones en la aplicación
efectiva de la legislación ambiental de la Parte;
b) El nivel de aplicación que razonablemente podría esperarse de una Parte dada
su limitación de recursos;
c) Las razones de la Parte, si las hay, para no cumplir plenamente con el plan de
acción;
d) Los esfuerzos posteriores al informe final del panel realizados por la Parte para
comenzar a corregir la pauta de no aplicación.
Las obligaciones generales que se establecen en el Acuerdo, se señalan en el
artículo 2 al 7, inclusive del mismo, en donde en términos generales, se puede
señalar que los Estados y en relación a su territorio nacional se obligan, entre
otras cuestiones a:
a) Elaborar y poner a disposición pública informes sobre el estado del medio
ambiente que guarda en su territorio. Estos informes pueden ser consultados en la
página web que tiene para este fin el Secretariado;
b) Elaborar y revisar medidas para hacer frente a las contingencias ambientales;
c) Promover la educación en asuntos ambientales, incluida la legislación
ambiental;
d) Fomentar la investigación científica y el desarrollo de tecnología en materia
ambiental;
e) Evaluar los impactos ambientales, cuando proceda; y
f) Promover el uso de instrumentos económicos para la eficiente consecución de
las metas ambientales.
De una manera muy similar a como ocurre en otros aspectos del Tratado, en el
artículo 3 del Acuerdo, se reconoce el derecho de cada una de la Partes de
establecer, en lo interno, sus propios niveles de protección ambiental, y de
políticas y prioridades de desarrollo ambiental, así como el de adoptar y modificar,
en consecuencia, sus leyes y reglamentos ambientales, es decir, se deja a los
países miembros la libertad más absoluta de sujetarse libremente a sus propias
condiciones que cada país considere oportunas.
Ahora bien, dentro del artículo 5 del Acuerdo, se señala que con el objeto de lograr
altos niveles de protección del ambiente y de cumplimiento con sus leyes y
reglamentos ambientales, cada una de las Partes aplicará de manera efectiva sus
leyes y reglamentos ambientales a través de medidas gubernamentales
adecuadas, tales como:
a) Nombrar y capacitar inspectores;
b) Vigilar el cumplimiento de las leyes e investigar las presuntas violaciones,
inclusive mediante visitas de inspección in situ;
c) Tratar de obtener promesas de cumplimiento voluntario y acuerdos de
cumplimiento;
d) Difundir públicamente información sobre incumplimiento;
e) Emitir boletines u otras publicaciones periódicas sobre los procedimientos para
la aplicación de leyes;
f) Promover las auditorías ambientales;
g) Requerir registros e informes;
h) Proveer o alentar el uso de servicios de mediación y arbitraje;
i) Utilizar licencias, permisos y autorizaciones;
j) Iniciar, de manera oportuna, procedimientos judiciales, cuasijudiciales, o
administrativos para procurar las sanciones o las soluciones adecuadas en caso
de violación de sus leyes y reglamentos ambientales;
k) Establecer la posibilidad de practicar cateos, decomisos y detenciones
administrativas; o
l) Expedir resoluciones administrativas, incluidas las de naturaleza preventiva,
reparadora o de emergencia.
A continuación se presenta una síntesis de los informes publicados por parte de la
Comisión de Cooperación Ambiental (CCA) para resaltar algunas de las acciones
más relevantes que el gobierno mexicano ha emprendido en cumplimiento de los
acuerdos establecidos en materia ambiental para estimular la integración de
estrategias ambientales en el sector empresarial.
Síntesis de acciones ambientales realizadas por México en el TLCAN
La siguiente tabla presenta una síntesis de las acciones más destacadas
asumidas por el gobierno mexicano en los órdenes federal, estatal y local desde la
firma del ACCAN que afecta o beneficia directamente al sector empresarial en su
implementación de estrategias ambientales.
Tabla 1: Síntesis de acciones del gobierno mexicano en materia de gestión ambiental
Emisión de informes
- Informes periódicos de la Secretaría del medio ambiente, recursos naturales y pesca (SEMARNAP) sobre el estado del medio ambiente a través de publicaciones hechas por el Instituto Nacional de Ecología (INE)
- Informes que contienen una evaluación del estado ambiental del país en el que participa la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)
- Estudios de caso para probar y moldear un enfoque analítico, e identificar, de ser posible, los efectos que en el medio ambiente de América del Norte han tenido los fenómenos económicos e institucionales relacionados con el TLC. Uno de los estudios se realizó en el sector de la energía y los otros dos, en el agrícola.
- Construcción del Sistema Nacional de Información Ambiental y Recursos Naturales (SNIARN).
- Inventario Nacional de Emisiones de México (INEM), el cual presenta una estimación de emisiones de contaminantes, criterios y precursores para cada estado y municipio, tomando como base fuentes fijas, de área, móviles y naturales.
- Publicaciones de la Semarnap en materia forestal y de suelo, en materia de pesca y acuacultura, en materia de medio ambiente y en asuntos hidráulicos.
- Desarrollo por parte de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) de una base de estadísticas de empresas e industrias para verificar su cumplimento en materia ambiental.
- Presentación del Análisis de las Relaciones entre Medio Ambiente, Economía y Comercio
- Estudios de clasificación de playas, riesgo de afectación en la salud pública, grado de afectación toxicológica y pronóstico de la calidad del agua.
- Estudios de clasificación de cuerpos de agua a nivel nacional - Programas de calidad del aire (Proaire)
Fomento de la participación social
- Creación de Consejos Consultivos Regionales - Integración del Consejo Consultivo Nacional - Creación del Consejo Consultivo para las Áreas Naturales Protegidas. - Creación del sistema de atención a las denuncias populares - Creación de un grupo de trabajo para contingencias ambientales en la
frontera en el marco del Programa Frontera XXI - Creación de un sistema de audiencias públicas y técnicas en materia de
impacto ambiental. - Creación del CECADESU (Centro de Educación y Capacitación para el
Desarrollo Sustentable) dentro de SEMARNAP - Presentación de resultados de un sondeo de opinión limitado sobre las
perspectivas de los ciudadanos respecto al futuro ambiental, así como un estudio de los retos ambientales de los tres países.
- Semana de la Administración Sustentable, evento que permitió celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente al interior de la Secretaría contando con actividades dirigidas al personal sobre la reutilización de desechos, elaboración de papel reciclado y uso y aprovechamiento de la energía solar.
- Creación de un foro de transporte para impulsar un Sistema de transporte de carga integrado e inteligente en América del Norte
Desarrollo de tecnologías limpias
- Implementación de actividades de promoción de la investigación científica y desarrollo de tecnología ambiental
- Creación de centros de investigación para desarrollo de tecnologías limpias
- Creación de un servicio de información sobre tecnologías y servicios ambientales disponibles en América del Norte.
- Manual técnico para la reutilización y recirculación de las aguas residuales municipales e industriales
- Incentivos a tecnologías avanzadas en ahorro de combustible y adopción de sistemas de transporte inteligente
Normas y leyes ambientales
- Acciones orientadas a la revisión, modificación, expedición, ratificación y cancelación de normas oficiales mexicanas (NOM) para el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y la protección ambiental
- Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA) en el que participan los poderes ejecutivo y legislativo.
- Integración en la regulación ambiental de un sistema de incentivos que aliente a productores y consumidores a tomar decisiones que apoyen la protección al medio ambiente y el desarrollo sustentable.
- Simplificación y sistematización para la manifestación del impacto ambiental
- Fomento para cada región de la creación de un plan de ordenamiento ecológico
- Creación del Programa para la Prevención de Accidentes del Comité de Análisis y Aprobación y el Centro Nacional de Prevención de Accidentes
- Programa Interinstitucional de Seguridad e Higiene en el Trabajo y Protección Ambiental
- Programa de Mejora Regulatoria, el cual tiene el propósito de continuar generando mayor coherencia y transparencia en el marco regulador ambiental, así como mayor certeza para los particulares que deseen fomentar las inversiones sustentables a largo plazo.
- Pago de derechos por el uso o aprovechamiento de aguas nacionales o por uso o aprovechamiento de bienes del dominio público como cuerpos receptores de descargas de aguas residuales;
- Sistema de permisos comerciables - Programa de aprovechamiento de recursos naturales de manera
sustentable - Colaboración con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y
con el Departamento del Distrito Federal para efectuar decomisos, cateos, detenciones administrativas y secuestro de mercancías, y para el pago de multas e infracciones.
- Ley Federal de Procedimientos Administrativos que contempla la notificación a los interesados sobre la iniciación de un procedimiento administrativo de investigación de infracción
- Creación de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente - Cooperación para la Aplicación de Leyes y Reglamentos Ambientales para
que conjuntamente exploraran las oportunidades de intercambio de: información y experiencia, desarrollo conjunto de la capacidad y medidas de cooperación
- Cooperación para la Aplicación de la Legislación en Materia de Control de la Contaminación con el objetivo de formular una estrategia regional para mejorar el rastreo y la aplicación de las leyes que regulan los residuos peligrosos y las emisiones de CFC.
- A través del Programa de Desarrollo Forestal (Prodefor), otorgamiento de apoyos económicos a silvicultores para el desarrollo de proyectos productivos y la incorporación de tecnología para el buen manejo técnico y aprovechamiento de los recursos forestales que impulsan la producción y productividad de los ecosistemas forestales con potencial comercial.
- Programa Integral de Playas Limpias por parte de CONAGUA - Programa de Inspección en Puertos, Aeropuertos y Fronteras para vigilar
el movimiento transfronterizo de vida silvestre - Regularización directa y las acciones de gestión ambiental de la industria a
través de las licencias ambientales únicas (LAU), instrumentos que determinan las condiciones de operación requeridas para prevenir las emisiones contaminantes.
- Ley de Acceso y Aprovechamiento de los Recursos Biológicos y Genéticos - Ley General de Prevención y Gestión Integral de los Residuos
Fuente: Elaboración propia a partir de los informes de la Comisión De cooperación Ambiental
Conclusión
En la actualidad, para que una empresa permanezca en el mercado, adoptar una
gestión ambiental ya no es una moda sino un aspecto del actual desarrollo que
hace rato llegó para quedarse. Los debates políticos, la vigencia del medio
ambiente en las redes sociales y en los medios de comunicación, nos hablan de la
importancia que tiene para nuestra sociedad y que estamos frente a un tema cuya
relevancia solo puede crecer en el futuro.
Cada vez más a la hora de valorizar una empresa, se está considerando a su
cumplimiento de criterios ambientales, por lo que se puede decir que ya no se
habla solo de buenas prácticas sino de un aspecto que está directamente
relacionado con la capacidad de una empresa para ser competitiva en los
mercados actuales y a su vez cumplir con uno de los requisitos clave en la
sociedad en que desarrolla su actividad: el de ser un socio capaz de generar valor
compartido con sus grupos de interés y con su medio ambiente.
Asimismo, es necesario que la empresa adopte una actitud proactiva y no
defensiva frente al medio ambiente. Con una visión defensiva, desde el punto de
vista medioambiental, el problema no se suele eliminar, sino que se transforma o
se desplaza en el tiempo y el espacio. Por lo contrario, una actitud pro activa tiene
una visión a largo plazo y deriva en la adopción de medidas preventivas. La
premisa de la que parte es que suele ser más rentable, a largo plazo, evitar la
generación del impacto medioambiental en su fuente a través de la mejor
tecnología económicamente disponible que tratar de corregirlo o minimizarlos
después de generado. Así es preferible rediseñar productos, procesos y la
estructura funcional de la empresa que implantar filtros de gases, depurados de
aguas residuales o descontaminar suelos. La finalidad de la gestión ambiental
implantada en una empresa es hallar el mejor equilibrio posible entre las
expectativas legítimas de sus interlocutores, incluyendo al medio ambiente y las
utilidades planificadas de la empresa.
Por otro lado, gracias a los TLC, las oportunidades están en expansión y la
demanda de tecnología no contaminante y energéticamente eficiente va en
aumento. Debido a su posición en América Latina, México tiene una oportunidad
particularmente ventajosa para la zona. Como se analizó a lo largo de este trabajo,
la creación de nuevos estándares ecológicos es resultado tanto de nuevas
legislaciones como de novedosas normas de eficiencia en la gestión de las
empresas, mismas que son impulsadas por los acuerdos trilaterales entre los
países miembros del TLCAN, para buscar paulatinamente homogeneizar las
normas ambientales de los tres países. El marco de la cooperación trinacional,
definitivamente impulsa la generación de acciones que buscan superar las
asimetrías fortaleciendo los mecanismos de transferencia tecnológica, la
formación de recursos humanos y el financiamiento de la reconversión industrial
de los sectores más afectados. El TLCAN ha provocado sin duda alguna una
revisión exhaustiva del marco regulatorio ambiental para adecuarlo a las
características de México así como a la realidad de los sistemas productivos
existentes a nivel internacional. No obstante, debemos también ser claros al
evaluar las condiciones de cumplimiento de las exigencias ambientales por parte
de la industria mexicana, partiendo de reconocer la diferenciación tecnológica y
operativa entre las grandes y muy grandes empresas y las pequeñas y micro
industrias
En el caso de México es evidente el esfuerzo que el gobierno ha realizado en los
últimos años y sobre todo indica una voluntad activa hacia la lucha contra la
problemática ambiental. Desde una perspectiva internacional, se puede decir que
México participa intensamente a la gestión ambiental aunque requiere adaptar de
manera más eficiente los esfuerzos emprendidos a las circunstancias específicas
del país. La gestión pública de la problemática ambiental adoptada en México
sufre como en muchos otros países de la falta de continuidad y de la lucha entre
partidos políticos, y carece en lo general de funcionarios con una visión holística
de la situación ambiental. En cuanto a la perspectiva económica y de desarrollo
económico, la propia disparidad de las condiciones de vida que prevalece en el
país hace compleja la integración de elementos ambientales en el fomento
económico del país, por las presiones ejercidas tanto a nivel local como
internacional para incursionarse en la oferta competitiva de productos y servicios.
A la vez el interés creciente de las empresas mexicanas de sustentar su
posicionamiento y permanencia en el mercado, tanto a nivel nacional como
internacional, muestra una predisposición favorable para la orientación del
consumo mexicano hacía uno más amigable con el entorno. La solución óptima a
los problemas ambientales, si bien es cierto no puede venir exclusivamente de
decisiones de carácter política, requiere contar con un marco institucional
adecuado y en este sentido, los acuerdos de libre comercio estimulan la
homogenización de las leyes ambientales hacia un grado de exigencias cada vez
más alto que impulsa a las empresas a integrar estrategias ambientales para
garantizar su permanencia en mercados cada vez más competitivos.
Es un hecho el reconocimiento general del deterioro ecológico, así como que el
problema rebasa cualquier ámbito institucional o geográfico, por lo que es
impensable su solución sin la cooperación entre los diversos actores sociales, más
allá del ámbito nacional, solución que obliga a un minucioso examen de las
causas reales del problema, así como de las responsabilidades de cada uno de
los integrantes de la sociedad para atenderlo.
La gestión ambiental ha demostrado ser, sin duda alguna, un factor poderoso a la
hora de mejorar el medio ambiente local, y se ha convertido en un terreno común
en el que podrían converger los gobiernos, las empresas con fines de lucro y la
sociedad en general. Las empresas han desempeñado alternativamente el papel
de vanguardia o el de perseguidas. No hay duda de que las empresas deben
comprender donde situarse: si ser parte del problema o de la solución.
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