El señor de las burbujas

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Pepe Auth: El genio de las burbujas y los hilos del poder Entrevista en Revista COSAS Se ha hecho conocido por su debilidad por los sombreros y, sobre todo, por mover el tablero político de la Concertación. En estos meses, el presidente del PPD se ha situado como un personaje bastante peculiar y resistido por varios de sus aliados. Tuvo una infancia de película y nada feliz, pero él detesta a los llorones y a los nostálgicos. Desde chico le ha interesado más influir que tener poder. Aquí muestras sus cartas y hace burbujas con su ingenio. Por Claudia Alamo / Fotos: Gonzalo Romero / Agradecimientos: Boulevard Lavaud Tiene 52 años, seis hijos y algunos matrimonios a cuestas. Pero a Pepe Auth no le gusta profundizar en su vida emocional. Se vende como un chico duro, como un hombre aguerrido. Haber vivido internado desde los 12 a los 17 años en el Barros Arana marcó en él una cierta disposición a la resistencia y la autosuficiencia. El lloriqueo, la cosa afectiva, no está en su ADN. Tuvo una infancia difícil. Su padre se enamoró de una mujer viuda con 4 hijos. De esa relación, nació José Auth que muchos años después, en 1997, se cambiaría el nombre formalmente por el de Pepe. Tuvo dos hermanas. La primera murió cianótica. La segunda, Sandra, llegó cuando él tenía 6 años. “Mi padre se volcó a ella. Mi mamá a sus otros 4 hijos y yo quedé en tierra de nadie”, dice sin el menor gesto de pena. “Encontré mi libertad. Fue una infancia muy intensa”, relata como si hablara de una historia de otro. En esos años vivían en Cerro Sombrero, en Tierra del Fuego. Al terminar octavo básico, el niño fue enviado como interno a Santiago. “La primera noche, mi compañero de pieza se puso a llorar porque echaba de menos a su mamá. Yo estaba feliz de mi libertad. Eso significaba tener que venirse a la capital, y ahí nos teníamos que hacer hombrecitos”. –¿Realmente estaba feliz? ¿No le afectó el desamparo? –Bueno, seguro que sí, pero era un desamparo con libertad. –¿Y qué hacía los fines de semana? ¿Dónde iba? –Salía a la casa de mi abuelita, que era un pan de Dios. Tiempo después, mis padres se vinieron a Santiago. Pero era terrible. Llegaron casi separándose. Peleaban. Discutían. Fue una separación muy larga. Yo debo haber vivido dos años llevándome todos los objetos punzantes o peligrosos al liceo. Una vez, hasta me llevé una pistola, para evitar que ellos se agredieran durante la semana.

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Entrevista a Pepe Auth en Revista COSAS

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Pepe Auth: El genio de las burbujas y los hilos del poder Entrevista en Revista COSAS

Se ha hecho conocido por su debilidad por los sombreros y, sobre todo, por mover el tablero político de la Concertación. En estos meses, el presidente del PPD se ha situado como un personaje bastante peculiar y resistido por varios de sus aliados. Tuvo una infancia de película y nada feliz, pero él detesta a los llorones y a los nostálgicos. Desde chico le ha interesado más influir que tener poder. Aquí muestras sus cartas y hace burbujas con su ingenio.

Por Claudia Alamo / Fotos: Gonzalo Romero / Agradecimientos: Boulevard Lavaud  

Tiene 52 años, seis hijos y algunos matrimonios a

cuestas. Pero a Pepe Auth no le gusta profundizar en

su vida emocional. Se vende como un chico duro, como

un hombre aguerrido. Haber vivido internado desde los

12 a los 17 años en el Barros Arana marcó en él una

cierta disposición a la resistencia y la autosuficiencia. El

lloriqueo, la cosa afectiva, no está en su ADN.

Tuvo una infancia difícil. Su padre se enamoró de una

mujer viuda con 4 hijos. De esa relación, nació José

Auth que muchos años después, en 1997, se cambiaría

el nombre formalmente por el de Pepe. Tuvo dos

hermanas. La primera murió cianótica. La segunda,

Sandra, llegó cuando él tenía 6 años. “Mi padre se

volcó a ella. Mi mamá a sus otros 4 hijos y yo quedé en

tierra de nadie”, dice sin el menor gesto de pena.

“Encontré mi libertad. Fue una infancia muy intensa”,

relata como si hablara de una historia de otro.

En esos años vivían en Cerro Sombrero, en Tierra del

Fuego. Al terminar octavo básico, el niño fue enviado como interno a Santiago. “La primera noche, mi

compañero de pieza se puso a llorar porque echaba de menos a su mamá. Yo estaba feliz de mi libertad.

Eso significaba tener que venirse a la capital, y ahí nos teníamos que hacer hombrecitos”.

–¿Realmente estaba feliz? ¿No le afectó el desamparo?

–Bueno, seguro que sí, pero era un desamparo con libertad.

–¿Y qué hacía los fines de semana? ¿Dónde iba?

–Salía a la casa de mi abuelita, que era un pan de Dios. Tiempo después, mis padres se vinieron a

Santiago. Pero era terrible. Llegaron casi separándose. Peleaban. Discutían. Fue una separación muy

larga. Yo debo haber vivido dos años llevándome todos los objetos punzantes o peligrosos al liceo. Una

vez, hasta me llevé una pistola, para evitar que ellos se agredieran durante la semana.

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Hoy, luego de muchos periplos, Pepe Auth es el presidente del PPD. Entró a la política a los 14 años,

como militante de las Juventudes Socialistas. Se marginó en la división del PS de 1979. Ya en esos años,

conoció a Ricardo Lagos y a varios otros próceres de la izquierda.

Estudió veterinaria, sicología, pero en enero del ’81 fue expulsado de la carrera por “desafiar la

institucionalidad universitaria”. Dos años más tarde, partió a París en calidad de becario a estudiar

ciencias políticas. Para sobrevivir hacía trabajos esporádicos. Aún recuerda cuando hacía de niñero de

Marco Enríquez-Ominami, mientras Manuela Gumucio y Carlos Ominami iban al cine.

A su regreso a Chile, fichó en el PPD y comenzó su carrera política. Por años, fue el experto electoral del

partido y uno de sus más diestros negociadores a la hora de ver los cupos parlamentarios u organizar las

primarias del ’93 y las del ’97. Luego fue embajador en Estocolmo. Y eso explica por qué en su actual

oficina hay sólo dos fotos que marcan la vida de este dirigente político. Una, del 10 de mayo del ’83, en

que dos carabineros lo arrastran detenido. La lectura de la foto dice: “En Santiago, a las puertas del

infierno”. Y en la otra imagen aparece Auth vestido de frac y resguardado por dos agregados militares.

“En Estocolmo, a las puertas del cielo”.

"SOY UN POCO INGENUO"

–De algún modo, la dinámica de un internado de hombres, ¿no tiene algo parecido a cómo funciona la política?

–Mira, la verdad es que yo soy un poquito ingenuo en este juego.

–¿Ingenuo usted?

–…Lo digo en el sentido que yo siempre avanzo mostrando mi juego, con las cartas descubiertas. Y eso

no es usual en la política. No se acostumbra a decir cuál es tu juego. Yo, en cambio, nunca salgo con algo

a última hora. Me ven venir a la distancia. Cuando planteé el tema de las dos listas, lo hablé con todos.

Nadie puede decir que se sorprendió. Y lo hago porque me gusta abrir discusiones. Así entiendo la

política. Para mí, es un placer intelectual el tratar de convencer. Me gusta más influir que tener poder.

–Entonces, está en el cargo equivocado. Porque ser presidente de un partido es puro poder. –Probablemente. Pero, insisto: siempre me ha gustado más la influencia que el poder. En el fondo, me

carga la formalidad del poder. Me da lo mismo si me llaman o no para preguntarme sobre cargos o

ministerios. Esa dimensión del poder no me interesa. Me interesa mucho más que una idea que uno

planteó, termine produciendo un cambio o salvando una circunstancia. En ese sentido, estoy súper feliz

de haber salvado a la Concertación, porque sin las dos listas habríamos perdido 5-0.

–No todos piensan que las dos listas fueron un éxito. Al contrario, Escalona ha dicho que ése fue un error político mayor de la Concertación. –No importa que muchos sigan transmitiendo otra cosa. Todos los que saben, incluyendo a Longueira y

Allamand, saben que fue así. De hecho, el otro día Eugenio Tironi me decía: “Tengo que sacarme el

sombrero ante ti. En su momento no entendí lo de las dos listas, pero realmente de otro modo habría sido

un desastre…”. Bueno, eso me produce más satisfacción que nombrar al ministro vocero del gobierno.

–Sin embargo, las dos listas, la forma en que el PPD ancló a Lagos en la competencia presidencial,

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han sido vistos casi como una ruptura en la Concertación.

–Pero no es así. Lo que pasa es que yo tengo una manera de ser un poco rupturista y eso afecta en una

Concertación que es bastante conservadora. Entonces, cualquier innovación se resiste. Y yo no soy como

Guido Girardi en el sentido de que acometo a ciegas. Lo de las dos listas partió con un paper que mandé

a todos los parlamentarios y mesas directivas. Y no era sólo lo de las dos listas, sino que también hablaba

ahí del pacto por exclusión. Muchos se han olvidado que fui yo el que lo inventé.

HOMBRE DE ACCIÓN

Fanático de la pelota. Juega fútbol dos veces por

semana y lleva al Colo Colo en el corazón. “He sido

goleador en todos los equipos que he jugado”, dice sin

modestia. Y es que como él mismo confiesa, no conoce

la inseguridad. “No tengo problemas de autoestima ni

dudas sobre mi capacidad para controlar situaciones”.

Tampoco es culposo. Cuando alguno de sus seis hijos

(que van desde los 26 a los 6 años) lo llama para

reclamarle más presencia, se las ingenia para armar un

panorama, pero jamás se siente en falta. Dice que no

conoce la culpa porque “no soy católico”. Como no fue

bautizado y estuvo siempre en colegios laicos, no tiene

cultura religiosa ni el don de la fe. “Pero soy un tipo

positivo. Un verdadero anti melancólico. Me río de la

gente que cree que todo tiempo pasado fue mejor”.

–Varios líderes políticos dicen que el verdadero poder del PPD lo tiene Guido Girardi. ¿Ha tenido que lidiar con esa impresión?

–Sé que eso existe, pero como nunca he tenido problemas de autoestima, me da un poco lo mismo.

Guido tiene su influencia, pero cada vez que se ha enfrentado conmigo ha perdido. Hablo de trucos de

poder, de discusiones de ideas. Así que no tengo un tema con ese punto. Guido y yo estamos en

frecuencias distintas. El no compite conmigo y yo no compito con él.

–Hasta ahora, usted era parte de un elenco más intelectual de la Concertación, de analistas, ¿cómo ha sido pasar a la primera línea?

–Esa es una verdad relativa, porque yo siempre fui un hombre de acción. Era saltador de barricadas,

dirigente de marchas, jefe de los socialistas en la universidad. Siempre fui más de hacer cosas que de

andar escribiendo discursos para otros. Lo que pasa es que mi generación quedó sin espacio cuando

volvió la democracia.

–¿No tiene la sensación de que hay una elite en la Concertación que lo mira con cierto desdén?

–Me doy perfectamente cuenta. Para muchos, soy un ET. Aunque la figura no sea exactamente así,

porque yo los conozco a todos y ellos a mí, desde hace muchísimos años.

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–Pero igual muchos lo miran como diciendo: “¿Quién es este niñito que vino a revolver el gallinero?”. –He sentido una suerte de resistencia, pero no en el sentido de quién es este niñito porque todos saben

perfectamente de dónde vengo y qué he hecho. Soy parte del inventario de la Concertación desde

siempre. Pero quizás hay algo especial que pasa conmigo y que tiene que ver con que en ese año, yo

escribí un texto que generó mucha polémica. Se titulaba “Porque somos socialistas, nos quedamos en el

PPD”. Fue el momento en que Jorge Arrate decidió volver atrás y fusionarse con Almeyda. Y yo, que soy

un rebelde demócrata, dije que no. Entonces, mi historia siempre ha sido de un outsider. De un gallo que

se ha resistido.

–¿Por qué esa tendencia a rebelarse?

–Porque soy de la generación que aprendió el valor de la democracia, de la competencia, de luchar por

las cosas.

–¿Y en la Concertación eso se valora?

–Se ha ido desarrollando una aversión a la competencia; un cierto achanchamiento, producto de que las

cosas nos han salido bien y que hemos tenido una oposición como las pelotas. Y cuando no hay

adversarios que puedan ganar, uno hace lo justo. Yo creo que la Concertación sufre de haber hecho lo

justo durante mucho tiempo.

LAGOS E INSULZA

–Hoy la Concertación pasa por un mal momento. Al desafecto, se une la indefinición presidencial. Si Lagos no acepta ser candidato, ¿en qué pie queda el PPD? ¿Sin pan ni pedazo?

–Es que yo no estoy obsesionado con que el candidato presidencial sea del PPD. Mi obsesión es que

tengamos candidato con reales opciones de ganar.

–¿Y no hay?

–Al día de hoy, no hay ninguno. Esa es una de las dificultades que tenemos. El punto es generar las

condiciones para que lo haya. No hay que apurarse. Por mi parte, más que un candidato, yo estoy

empujando una primaria. Algunos no lo han entendido, pero cuando he dicho que Frei es una buena carta

presidencial, es porque creo que a la Concertación le haría espectacular una primaria entre Lagos y Frei.

Discutiríamos sobre el futuro y se generaría un grado de movilización importante. La clave aquí es que le

vuelva el alma al cuerpo de la Concertación porque ya perdimos un cartucho.

–¿Qué cartucho sería?

–El de las elecciones municipales. En la elección pasada, fue con ese cartucho que botamos a Lavín.

Esta vez, disparamos y no dimos en el blanco. Las cosas quedaron tal cual. No es que le haya entrado

viento de cola a la candidatura de Piñera, pero no lo tocamos. Por lo tanto, el único cartucho que tenemos

disponible es generar una movilización masiva del electorado concertacionista y darle una innovación

significativa a la oferta programática.

–¿Por qué razón Lagos querría volver a competir si ya tiene asegurado su paso a la historia?

–Es que eso no es verdad. Nadie tiene asegurado su paso a la historia. Lo que hiciste en el pasado es

releído de acuerdo a si tienes éxito o fracasas en el futuro. Es decir, si aquí ganara la derecha,

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probablemente habría una relectura de lo que ocurrió durante su gobierno. Por lo tanto, Lagos tiene que

dar la pelea.

–¿Lo dice por los cuestionamientos que se le hacen a Lagos por el Transantiago?

–Claro. Ese cuestionamiento va a encontrar su punto máximo de expresión si gana la derecha, aun

cuando Lagos no sea candidato. Yo creo que Lagos siente que su lugar en la historia se juega también en

el futuro. Porque, finalmente, cualquiera sea el candidato, lo que va a estar en juego es el balance que se

haga de la obra de la coalición en estas dos décadas.

–Hace un año, usted mismo dijo que Lagos era un seguro de vida para la Concertación. ¿Por qué tuvieron que echar mano al último recurso?

–Eso habla de las dificultades del momento. Efectivamente, no hemos tenido éxito en estos últimos dos

años. Si nos hubiese ido bien, tendríamos un par de alternativas ganadoras. No fue así.

–¿Pero por qué? ¿Qué pasó que no emergió un candidato nuevo en un gobierno que prometió cambios tan radicales?

–Hasta ahora, salvo Eduardo Frei, todos los candidatos a Presidente han surgido desde el gobierno. Eso

pasó con Lagos en su momento y con Michelle Bachelet. Pero este gobierno no ha tenido nunca

gabinetes suficientemente empoderados. Otro factor es que tampoco los ministros han tenido suficiente

tiempo para proyectarse. Yo creo que el único liderazgo realmente nuevo que ha emergido en estos años

es Ricardo Lagos Weber, aunque se puede objetar que tiene un doble origen.

–Por el peso que aún tiene su padre.

–Claro. Muchos pueden decir en que está anclado en el hecho de ser hijo de… Pero efectivamente Lagos

Weber ha generado una alta estima en el electorado y la gente lo diferencia del perfil de su padre.

–Pero, además, Lagos Weber no podría haber sido candidato porque es muy chico aún. –No tan chico. Tiene la misma edad de Obama. Lo que pasa es que es difícil mientras esté papá.

Probablemente, si no estuviera papá, Lagos Weber habría sido una carta presidencial natural. O sea, para

mí, como presidente del partido, él habría sido una candidatura a proyectar.

–¿Y por qué, para el PPD, José Miguel Insulza nunca fue una alternativa?

–Por varias razones. La primera y la más de fondo, es que yo he escuchado a Insulza hablar de lo que él

quiere, pero no de lo que él quiere para Chile. Y un candidato presidencial tiene que ser alguien que

entusiasme con un proyecto. Lagos, en cambio, cuando lanzó su librito sobre “El futuro comienza hoy” se

reinventó, tiene un rollo. Incluso Frei tiene un cuento. A Insulza no le he escuchado nada de eso.