El Sombrio Secreto de La Felicidad

121

Transcript of El Sombrio Secreto de La Felicidad

Page 1: El Sombrio Secreto de La Felicidad
Page 2: El Sombrio Secreto de La Felicidad

1

Page 3: El Sombrio Secreto de La Felicidad

2

Page 4: El Sombrio Secreto de La Felicidad

3

ADRIAN ARRIAGA R.

EL SOMBRIO SECRETO DE LA FELICIDAD.

Page 5: El Sombrio Secreto de La Felicidad

4

Bienvenido a este mundo sombrío de sensaciones tan humanas

como inhumanas. De luces rodeadas por sombras.

La belleza no existe sin las sombras que la rodean.

Page 6: El Sombrio Secreto de La Felicidad

5

A mis hermanas Leti y Vera con gran cariño.

Page 7: El Sombrio Secreto de La Felicidad

6

Page 8: El Sombrio Secreto de La Felicidad

7

FELICIDAD

Page 9: El Sombrio Secreto de La Felicidad

8

EL SECRETO DE LA FELICIDAD.

Miré mi pequeña rata de cerámica. Tenía una vestimenta muy

invernal y un pequeño gorro azul sobre su cabeza.

La mire fijamente hasta que sus orejas vi moverse.

- Adrián, Adrián ¡Tú serás una tortuga!

- ¡Cállate rata! – Le dije, y bastante desconcertado salí a la

calle a despejar un poco mi mente. ¡Qué infortunio había

salido descalzo! Regresé a mi habitación y tomé mis

zapatos.

- ¡Tú serás una tortuga! – Me repitió la pequeña rata

exasperándome un poco.

- ¡Calla o explícame lo de la tortuga de una vez!.

- Si, lo veo en tus ojos… ¡tú serás una tortuga! – Me repitió

irritándome.

- Y tú serás una cerámica rota si no hablas más claro.

- Déjame explicarte – Dijo dando un salto, bajando del

anaquel de adornos. Se subió a la cama trepando por las

cobijas y se sentó a mi lado.

- Deja te platico el secreto de la felicidad…¡Tú serás una

tortuga!

- ¡Basta ya! – Le dije enfurecido tomándola entre mi mano.

- Está bien, está bien, no pierdas la paciencia amo Adrián,

solo he dicho que serás una tortuga y a mi parecer eso no

se considera una ofensa…a menos que quieras ser una

cerámica, claro.- Dijo estirando su pequeña cara de

cerámica de rata y mirándome con sus pequeños y

brillantes ojos de pintura negra.

Page 10: El Sombrio Secreto de La Felicidad

9

- ¡Rata…- Dije cuando de pronto me interrumpió la cara de

la vecina gorda que se asomó a mi habitación haciendo un

agujero en mi pared.

- ¡Vete o te muerdo! – Le gritó amenazantemente la rata.

La vecina gorda sacó su cabeza de mi habitación mirando

penetrantemente a la rata y temblando de temor.

- Vaya…Gracias rata, creo que comienzas a agradarme.

- Es solo que me molesta la gente entrometida. – Me dijo

con la mirada perdida.

- Pero ¡Tú serás una tortuga! – Repitió

- ¡Rata deja ya eso!

- Está bien, te contaré el secreto de la felicidad pero antes

déjame cambiar mis colores, no me ha gustado este tono

que me has dado.

- Está bien, ve rata – Accedí.

La rata bajó con cuidado de la cama y se dirigió a un

mueble de varias divisiones con ropa, abrigos y en la zona

baja, mis pinturas.

Abría los pequeños botes de pintura acrílica, los

observaba, cerraba y aventaba.

- ¡Rata, estás haciendo un desastre!

- Tú accediste, ahora no te quejes.

Encontró las pinturas adecuadas y sacó un pincel de mi

caja de pinturas.

- Ahora no quiero que mires como me pinto- Dijo la rata.

Suspiré.

Page 11: El Sombrio Secreto de La Felicidad

10

- Está bien rata – Tapé mis ojos con mis manos. La rata

comenzó a pintarse mientras decía en forma melódica

“Serás una tortuga, serás una tortuga, serás una tortuga”.

- ¡Rata te estoy escuchando! – Dije a la rata que hizo caso

omiso de mi reclamo y continuo tarareando. No insistí en

repetírselo, pues comenzaba a darme gracia y ternura la

pequeña rata.

- ¡Listo!, puedes abrir los ojos, he terminado.

Abrí los ojos y para mi sorpresa la rata no había cambiado

en lo más mínimo su color.

- Rata, pero si te has pintado exactamente igual – Le dije

incomprendido mientras ella subía por las cobijas.

- Sí, pero ahora estoy doblemente pintada. – Se sentó junto

a mí.

- Bien, ahora te contaré el secreto de la felicidad. La

felicidad radica en ser un ratón de cerámica excepto por

que al caer te rompes – Dijo y calló de la cama

rompiéndose.

Page 12: El Sombrio Secreto de La Felicidad

11

EMILIE EN OTOÑO.

Fue la época de los moños largos y la música del sublime

violín. Aquella época donde los hombres llevaban elegantes

moños por corbatas y Emilie tocaba su música sublime.

Emilie era una chica con un pasado sombrío y un corazón tan

rojo. Con sus talentosas manos creaba melodías salidas del

corazón más rojo, la melancolía más violeta y la naturaleza

más verde. Con su violín Emilie creaba música sublime,

rompiendo el viento.

Un día Emilie salió a las calles, uno de esos días tan nublados

con el cielo tan rosa tirando a rojo, donde los caminantes iban

por la delicia de los heladeros de las calles, donde los

heladeros trabajaban día y noche. Emilie salió a dar un paseo y

atravesó el puente que cruzaba las aguas de la ciudad, una

ciudad como Venecia pero con la gran pasión de Paris, el gran

misterio de Viena y el olor a arte de Praga.

Emilie caminaba acompañada por una posiblemente

inmejorable compañía. Ella misma.

Emilie no buscaba el amor, pues era la dueña del amor, no

buscaba precisamente compañía pues era la dueña de su alma

y no buscaba la música, pues era la dueña del viento y las

cuerdas.

Sin embargo toda Lucretia buscaba su música, su compañía y

su amor.

Page 13: El Sombrio Secreto de La Felicidad

12

Pero Emilie buscaba algo en especial y para ello se dirigía

rumbo a Praga. La gente rogaba por escuchar un poco de su

música, cuando menos un chirriante sonido de su violín, lo que

fuese, sin embargo ella estaba decidida a marcharse aun

cuando personas derramaban lagrimas.

Emilie era simplemente muy hermosa ¿Y más hermosa que

ella? Quien más que su música.

Los hombres se detenían frente a ella, haciendo una

reverencia y ofreciendo sus moños, la mayor distinción ante

una dama. Emilie los miraba extrañada, casi repugnada,

ignorando su gesto declaratorio.

Un arquitecto le ofreció la Klavokfka, una torre gigantesca,

llena de esculturas de gatos diminutos tallados en plata, una

torre que se erguía en una escalera que se extendía hacia las

alturas en forma de espiral, y estos pequeños gatos decorando

sus barandales. La torre tenía un color durazno muy crema.

Emilie acepto la oferta más aquel hombre pidió algo de música

a cambio. Emilie rechazo la oferta pues cada que un artista la

escuchaba su música embellecía. Ella pensaba que aquella

torre era una obra muy bella. Su música embellecería tanto

que la dejaría luciendo a ella en segundo plano.

Emilie camino observando de largo la torre que pudo ser suya,

entonces se acerco un joven entusiasmado y le ofreció las

joyas de la corona del duque de Lucretia. Emilie pensó “¿Por

qué arrancaría las joyas y no robaría la corona entera”, vaya

clase de idiota. Emilie rechazo la oferta pues las joyas eran

muy bellas pero cada que un idiota escuchaba su música, esta

Page 14: El Sombrio Secreto de La Felicidad

13

afeaba. Aquello la haría lucir muy bella a ella, dejando su

música en segundo plano.

Emilie siguió su camino rechazando otras tantas ofertas. Un

carpintero le ofreció un violín muy rustico, un soñador un

sueño, un gigoló pasión y un religioso el cielo.

Emilie camino y prosiguió pues nadie le ofrecía aquello que

tanto amaba.

Emilie camino y atravesó razonables extensidades. Finalmente

los hermosos campos a las afueras de Lucretia para después

llegar a Praga.

Llego a Praga, la tierra de los Stradivarius, la capital de la

música clásica, las pavimentadas calles con tantas historias

que contar y finalmente sus ojos brillaron. Había llegado al

final de su búsqueda, aquella inspiración, aquello

indispensable para ella. Miró el puesto de música más popular

y afamado en toda Praga, pero no era ello, claro que no, era

algo que en vez de cuerdas tenia pelo.

Emilie grito “willow“y su perro corrió hacia ella.

El perro perdido en las calles de Praga había vuelto a los

brazos cariñosos de su ama, de su compañera, de Emilie.

Page 15: El Sombrio Secreto de La Felicidad

14

UN DIA EN LA VIDA.

Mixtel se quedo profundamente perdido en un éxtasis de

zarkova violeta, la más adictiva del mundo entero, escuchando

aquella música tan violeta y melancólica miro el techo.

Perdido en sus fantasías vio un hombre con cara parecida a la

madera moverse frente a él. El hombre movía su mano frente

a el mientras Mixtel perdido con la boca semiabierta y sin

movimiento no pudo reaccionar más que para reírse

tenuemente de aquel hombre de cara preocupada y nariz

alargada. “Tienes, tenes, tens” dijo con la voz descoordinada

“tienes cara de madera” y empezó a reír sin cesar. “No te

parecerá tan gracioso cuando queme tu árbol de zarkova”.

Mixtel empezó a reír y reír. Era un chico de gustos simples y

humor refinado que solo gustaba de buenos ratos en su casa y

salir a golpear algunos de aquellos ojiazules, hombres

miniatura que el mundo entero odiaba. Eran muy bellos pero

se asentaban todas las noches, por las calles y campos de las

ciudades con sus casas armables miniatura y sombreros

graciosos. Siempre talando árboles y fumando

indiscriminadamente, escuchando su música pesada y

energética pero tan armónica como el mismísimo viento.

Mixtel pensó en contactar a su bandada pero se encontraba

tan extasiado con la zarkova que no puedo ni impedir la salida

de aquel hombre.

- Oye, oye, hombre con cara de misu ¿cómo te llamas? –

Dijo Mixtel divertido. Aquel hombre ofendido su cara de

preocupación cambio tenuemente a agresividad.

Page 16: El Sombrio Secreto de La Felicidad

15

- Me llamo kuvo y dejare toda tu zarkova como misu –

Recalco tomando una camitow para prender fuego al

árbol. La camitow era una pequeña esfera inflamable la

cual con el tronar de los dedos se prendía en fuego

enteramente

- Jajajajaja misu – Rió Mixtel recostado repitiéndose una y

otra vez aquella canción tan adictiva.

Kuvo salió a la enfurecido a la noche, a las afueras de la

casa de Mixtel donde se extendía un gran campo en cuyo

centro había un gran árbol con zarkova.

- Mira Mixtel, mira como prendo fuego a tu preciosa

zarkova jajajaja – Rio malvadamente kuvo

“Mi zarkova, mi preciosa zarkova” pensó mixtel y salió de

un salto de su pequeño sillón

- ¡Detente bastardo, deja mi zarkova! – dijo enojado y algo

desesperado por más que trataba de ocultarlo

- Tu tiempo de suplicas se acabo Mixtel, pobre joven adicto

que dijo que mi cara era misu- Dijo sujetando aquélla

pequeña esfera metálica que con el tronar de los dedos se

llenaba de fuego. Aventó el camitow al árbol de zarkova y

luego trono los dedos

- ¡¡¡Nooo!!!!- Grito Mixtel tomándose el cabello - ¡¿Que

acabas de hacer Bastardo de misu?! – Dijo realmente

frustrado y desesperado.

“Jajajaja” Rió kuvo mientras no podía notar que se le

quemaba la mano derecha. Rio aguda y burlonamente

mientras Mixtel sostenía una cara de angustia al borde de

Page 17: El Sombrio Secreto de La Felicidad

16

las lágrimas debido al coraje y la frustración, al ver como

su zarkova se incendiaba frente a sus ojos.

- ¡Bastardo! ¡Bastardo! ¡Bastardo! – Gritó coléricamente

Mixtel. En su frenesí de burla Kuvo se toco el estomago

con las manos llenando en llamas sus prendas largas fuera

de talla.

Mixtel lo miró y notó como llamas crecían de él. Su cara

de preocupación se relajó un poco para después reír

mirando a kuvo lleno en llamas.

- ¿Qué pasa contigo muchacho? Tú Zarkova desaparece y

no haces más que reír, hubiera pensado que arderías del

coraje jajaja- Rió kuvo pero Mixtel rió aun más.

- Jajajaja ¡¿arder?! Jajaja pero si ardiendo estas tu bastardo

jajaja- Kuvo bajó la mirada y entonces las vivas llamas

llegaron a su cara.

- ¡¡Mis ojos!! ¡Bastardo! ¡Bastardo! ¡Mira lo que me has

hecho! – gritó cubo con la reacción de llevarse las manos

a la cara, entonces su cara empezó a arder en su

totalidad.

- Jajajajaja, ¿lo que te he hecho? eso te pasa por atacar mi

zarkova – Kuvo comenzó a correr hasta que Mixtel

burlándose de él a más no poder lo vio adentrarse a las

lejanías del bosque. Los harapos largos se le caían a

cenizas y dejaron a entrever sus piernas flacas como dos

palos de escoba, cubiertas por mallones blancos.

Mixtel continuó riendo unos segundos después de perder

de vista a kuvo para luego sentarse y mirar como el fuego

casi consumía en su totalidad las zarkovas tan ligeras y

vulnerables ante cualquier maltrato.

Page 18: El Sombrio Secreto de La Felicidad

17

La zarkova había que cuidarla más que a una novia

hombreriega y aun más que a una hormiga con las patas

rotas.

Se recostó algo preocupado, más la noche fría le dio algo

de felicidad y refresco su mente. Entonces se recostó y

miró al cielo estrellado preguntándose si habría vida en

otro planeta. A la lejanía se alcanzaba a ver una pequeña

galaxia en forma de espiral debido a la cercanía que

Andrómeda tenia con la vía láctea.

“¿Algún día el hombre podrá llegar a la vía láctea?” Se

preguntaba Mixtel.

Se quedo pensando tanto tiempo que olvido que iría con

su bandada a golpear algunos casimes. Entonces vio como

su novia Minu se acercaba a lo lejos.

- ¿Mixtel que sucede? los chicos y yo te estuvimos

esperando en mi casa y nunca llegaste. He tenido pune

con cada uno de ellos debido al aburrimiento.

- Debes estar muy agotada, yo necesito pensar ahora que

un maldito cara de misu me ha quemado toda mi zarkova.

- M...Mixtel aun puedo estar contigo un breve momento

dijo subiéndose en Mixtel muy provocadoramente.

Es por ello que mixtel pensaba que la zarkova era tan

difícil de cuidar como a su novia hombreriega. Si Minu

hubiera estado con un hombre más aquella noche

seguramente habría decidido terminar con ella.

- No Minu en estos momentos solo quiero pensar. Algo que

puedes hacer es recostarte junto a mí para pensar juntos.

Page 19: El Sombrio Secreto de La Felicidad

18

- Está bien – dijo Minu y se puso muy pegada a Mixtel con

los brazos detrás de su cabeza, mirando así como el las

estrellas.

- ¿Mixtel crees que allá vida en otros planetas? – Dijo Minu

con su voz muy de una pequeña niña y volteando a ver a

Mixtel.

- No lo sé Minu, no lo sé, eso mismo pensaba…que mas

querría que un poco de zarkova ahora mismo.

- Yo tengo algunos cigarrillos de zamk. ¿Quieres?

- Claro, dijo Mixtel. – Minu saco dos cigarrillos de su media

falda. Los cigarrillos eran de un papel semigrueso en

forma de cono y median unos 13 centímetros. Aquellos

cigarros simplemente prendían chupando un poco de aire

desde su base. Tomaban el calor que había en el viento

aun así fuera del viento nocturno.

- ¿Mixtel seguro no quieres ir a golpear algunos casimes?

Debemos mostrarles quien manda – dijo Minu de manera

provocadora y entusiasta, acercando su fina cara dejando

caer su cabello rizado muy rubio casi blanco muy cerca de

Mixtel.

- Minu ya te he dicho que solo quiero pensar – Dijo un

tanto irritado Mixtel, cosa que no pareció grata a Minu. Lo

miró más fríamente y sus ojos cambiaron a un azul

ultramar muy intenso.

- No me agrada que me respondas de esa forma Mixtel ¿Lo

sabes?- Mixtel tomó un poco de humo de su cigarrillo y lo

soltó un tanto espantado

- Está bien, está bien Minu vamos a golpear y aplastar

algunos casimes – Minu volvió a sus cotidianos ojos color

miel y rió. Se levanto y tomó a Mixtel de la mano.

- Vamos – Dijo Minu. Mixtel se levantó un tanto en

desacuerdo, sin embargo no le parecía del todo mala la

Page 20: El Sombrio Secreto de La Felicidad

19

idea de ir a golpear algunos casimes, más que nada quería

olvidarse de aquella tragedia que había dejado aquella

noche.

- Tienes razón y quizá encontremos algo de zarkova o

algunas semillas de zarkova en el camino – Dijo Mixtel

entusiasmado.

- ¡¡Sí!!- Dijo Minu muy efusivamente - ¡Vamos!- Dijo con

su dulce voz aguda.

Se fueron en dirección contraria al bosque, al sur de su

cabaña donde los campos eran tan extensos. Algunas

cabañas y camunones había en el camino.

Los camunones eran más grandes que 10 cabañas juntas y

normalmente estaban muy bien decoradas. Algunos

posos y pequeños lagos de aguas cristalinas decoraban

todo el camino, así como arboles con frutas como la

comina, la koga, el jik, o el fresco y jugoso movokle, así

como arbustos pequeños y algo de arena en el frio viento

nocturno.

Con sus cigarros de zamk dando tanto calor a sus cuerpos

encontraron a Jivu, Maz, Mizél y a Juxel golpeando

algunos casimes con frondosas ramas espinosas de las

hermosas flores y rosas que crecían en los altos arboles

cosumes. Despedazando sus pequeños hogares,

silenciando su estruendosa música y derramando la

sangre de sus pequeños cuerpecillos.

- ¡Miren ahí viene mixtel con Minu! - gritó el gordo y calvo

juxel que tenía una voz muy de niño y un carácter muy

jovial y divertido.

Page 21: El Sombrio Secreto de La Felicidad

20

- Ten amigo aquí tienes una rama, solo límpiala que tiene

varios casimes insertados

- Claro, cuenta conmigo amigo – Juxel sonrió y Mixtel tomó

una bocanada de humo de su cigarro de zamk

- Ten Minu aquí tienes la tuya -Juxel volvió deprisa con los

demás.

Mixtel dio su cigarrillo a minu quien lo guardo en su

media falda. Aquellos cigarrillos de zamk tenían tanta

duración y tenían un aroma tan fresco y grueso. Dejaban

de consumirse con el simple hecho de dejar de jalar calor

con ellos.

Mixtel zafó algunos casimes y los arrojo al pasto. Aun se

retorcían y producían gemidos de dolor, heridos y

moribundos.

- Bien, deshagámonos de algunos casimes Minu – Minu rio

y Comenzaron a destrozar sus cabañas diminutas,

pateando y pisando. Golpeando y con gran diversión.

Cabe decir que no eran los únicos ahuyentando, o más

que ahuyentando matando casimes por aquellas horas.

Había jóvenes en bandadas más que nada, la mayor parte

de las bandas consistían en dos chicas y cuatro chicos.

Pequeñas partículas de hielo comenzaban a acompañar el

viento de aquella noche mientras despiadadamente

masacraban aquellos casimes.

Las chicas gritaban y brincaban de diversión. Los chicos

sonreían a dientes, golpeando y aplastando con gran

vigor. Risas, brincos, golpes, pocas cosas eran más

divertidas en aquellas noches.

Page 22: El Sombrio Secreto de La Felicidad

21

Se divirtieron por un buen rato hasta que Mixtel volvió a

recordar aquella tragedia con su árbol de zarkova

mientras destrozaba una cabaña con su gran vara.

- ¡Chicos, chicos! ¡¡Basta ya!!...¡Necesito hablarles de algo!

Todos se detuvieron a escuchar a Mixtel

- ¿Qué sucede mixtel?

- Vaya algo terrible ocurrió esta noche. – Todos se

detuvieron para escuchar a Mixtel.

- Bien, pues llego un tipo con cara de misu y llego a

destrozar mi árbol de nuestra preciosa zarkova.

- ¡¡¡Mixtel no!!! – gritó la chica de cabello naranja. Mizél –

¡¡Mixtel!! – Gritó de ira y frustración tirándose en el suelo

y derramando lagrimas, como rogando que fuera una

broma.

- ¡Chicos necesitamos encontrar a aquel bastardo cara de

misu y hacerlo pagar ¡¿Que dicen?

Los chicos enardecidos dejaron para otro día a los casimes

y acompañaron a Mixtel. Una bandada donde los chicos

usaban una especie de chaquetas echas de la más pura

tela de arboles cosumes y las chicas utilizaban sus medios

vestidos y medias faldas o en algunos casos hasta

comunives con la tela más fina. Desde arboles cosumes

hasta muquetez. La vestimenta de las chicas era algo tan

variado.

Enfurecidos dispuestos a utilizar fuerza pura con aquel

bastardo se encaminaron al bosque.

- ¿Mixtel quieres algunas pemas? – Dijo Mizél ofreciéndole

algunas pemas en la palma de su mano. Mizél

Page 23: El Sombrio Secreto de La Felicidad

22

normalmente iba tan bien equipada para defenderse

como cualquier chica de aquellos andares.

Las pemas eran básicamente piedras en extremo lisas,

bien afiladas manualmente.

- Gracias Mizél tengo suficientes.

- Está bien- dijo sonriendo – La mirada de Minu se torno

algo azul ultramar y Mizél lo sabía por lo que no pudo

esconder una clara sonrisa de satisfacción en su rostro

pálido.

Jivu tenía un peinado de picos justo en medio de la cabeza

y rapado a los lados. Tenía un cabello moldeado con algo

de arena y azimork por lo que cobraba una gran altura.

Era un tipo impulsivo y más cuando la zarkova, la vumba o

la jerka de los chicos estaban en peligro. Iba literalmente

apretando los dientes y agitando una especie de cadena

de pemas ahora que sabía que un tipo no había robado

algunas zarkovas si no había quemado el árbol entero. En

verdad era un chico de cuidado cuando se hallaba

enardecido.

Maz en cambio era un chico de cabello muy rizado muy

castaño pero un tanto transparente que le llegaba casi a

la cintura, era un chico bastante agraciado.

Se adentraron al bosque que entre sus incomodidades

tenía aquella molesta arena gris morada que se te metía

entre los dedos.

Jivu quien iba al frente del grupo ansioso de encontrarse

con kuvo apartaba las ramas y moskovitas que aparecían

en el camino.

Page 24: El Sombrio Secreto de La Felicidad

23

- Ya quiero encontrarme a ese bastardo para partirle la cara

de misu- Dijo Jivu. Todos rieron.

- ¡Era un tipo tan poco afortunado, tenía cara de madera

embarrada de misu!- Dijo Mixtel. Todos se divertían

bastante ofendiendo a aquel bastardo quien se hallaba

seguramente en el bosque.

- Entonces no habrá problema si me limpio la misu con su

cara – Dijo Minu “jajaja”

- Veamos si te empieza a lamer el culo, así será una

limpieza profunda – dijo Juxel, todos rieron menos Maz y

Mixtel quienes conocían bien el temperamento de Minu.

Minu volteó con una mirada fría y sus ojos se tornaron

azul ultramar. Juxel la miró con temor y Minu tomó una

pema del bolsillo de su media falda y la acerco al cuello de

Juxel.

- Vuelve a decir algo así cerdo y te la clavare en la garganta.

¿Entendido Juxel? – Juxel movió la cabeza asistiendo.

- Te estoy hablando y no escucho tu voz – Dijo Minu

- Si, ¡entiendo!

- Muy bien – Respondió Minu sonriente con una pequeña

risita

- Jajajaja que ocurre amigo se te ha caído el cabello del

espanto – Dijo Jivu tomando a juxel por el hombro.

Prosiguieron por el bosque hasta que Mixtel encontró unas

cuantas astillas tiradas.

- Esperen chicos…estas astillas se parecen a las de la cara

de kuvo. Seguramente se asentó por este lugar y se quito

un poco de su cara el muy bastardo. Miren bien arriba de

los árboles y a sus alrededores.

Page 25: El Sombrio Secreto de La Felicidad

24

Los chicos buscaron por mucho tiempo sin encontrar

nada.

- Mixtel dejemos las cosas así, aun tenemos vumba y jerka

en tu cabaña. ¿Quieres? – Dijo Mizél tocando detrás de la

oreja de Mixtel. Minu miro con ojos azul ultramar a Mizél.

Maz se dio cuenta de esto y se acerco a Minu “anda, quita

esa mirada”. Mixtel se encontraba más que nada afligido

por su zarkova. Con una cara de angustia y frustración

intensa si quiera miró a Mizél.

- Claro, está bien. Vámonos chicos.

Los chicos salieron del bosque cerca del lugar por el cual

había entrado Kuvo y se dirigieron hacia la cabaña.

- Vengan chicos contemplemos las estrellas como lo hacía

antes de que llegara Minu, vengan acompáñenme,

díganme que piensan- Dijo Mixtel para después tirarse en

el pasto.

Los demás chicos lo acompañaron y se recostaron todos

uno a un lado del otro.

- Pienso que las estrellas caerán algún día – dijo Jivu

- ¡Vaya que eres un cabeza dura! - Dijo Maz - las estrellas

no pueden caer, si lo hicieran serian del tamaño de una

nuez, no sabes nada sobre Hub?

- Sí, pero ese anciano está loco, además si fueran tan

pequeñas no podríamos verlas – Dijo Jivu

- Claro que podríamos verlas, pues son muy pequeñas pero

su brillantes las hace ver un billón de veces más grandes.

– Dijo Mizél.

Page 26: El Sombrio Secreto de La Felicidad

25

- ¡Claro Mizél, eso es muy cierto! Me encanta tu lógica- dijo

Mixtel. Los ojos de Minu se pusieron azules una vez más.

- Cierto, ¿te parece muy interesante no Mixtel? Pues

quédate a contemplar el cielo con Mizél.

Minu se levanto y observo a todos como esperando a que

alguno la detuviera. Al ver que Mixtel no hizo nada Minu

se fue enfurecida y triste. Se marchó en dirección oeste a

la cabaña

- Mixtel ¿No seguirás a minu? - Dijo Jivu

- Ella volverá enseguida ya lo verán.

Entonces como si nada los cuatro siguieron observando

las estrellas. Entonces Juxel sacó algunos cigarrillos de su

bolsillo.

- Nada mejor que unos cigarrillos para este frio tan de

medianoche no creen chicos – dijo juxel con su singular

carisma de siempre. “Claro” todos tomaron un cigarrillo.

- ¿Creen que haya vida en otro planeta?-Pregunto Maz.

- Claro, si no sería un gran desperdicio de constelaciones y

galaxias ¿no lo creen así? – Dijo Mixtel

- Claro que lo seria… ¿Crees que haya chicas tan hermosas

como yo en otras galaxias Mixtel? – Dijo Mizél

- Claro – dijo Mixtel.

- ¿Con este cabello tan hermoso y esta sonrisa tan

perfecta? – dijo Mizél como dando una segunda

oportunidad a Mixtel

- Claro, si no sería un gran desperdicio de galaxias y

constelaciones ¿no lo crees?

Page 27: El Sombrio Secreto de La Felicidad

26

- Creo que debe haber chicas muy feas, chicas con cara de

pescado y cuerpos escamados – Dijo Maz

- Creo que eso sería más asqueroso que yo siendo mujer –

Dijo Juxel. Todos rieron

- No creo que haya algo mas asqueroso que eso – Dijo

Mizél “jajajaja”

Los chicos siguieron conversando mientras Minu

caminaba enfadada maldiciendo entre dientes.

Caminó para después recostarse en el pasto y observar

por un rato la luna violeta.

Las tenues nubes pasaban ocultando repentinamente la

luna.

“Habrá vida en otros planetas” pensó Minu. “Claro que la

hay” le respondió una voz y pequeñas astillas comenzaron

a caer del cielo.

“¿Qué demonios?” se levanto Minu y vio a un hombre con

la cara algo descompuesta, con varias manchas negras

como carbonizado.

- Eres tú, tu eres el hombre que destrozo nuestra zarkova

- Así es mi querida hermosa

- ¡No me llames hermosa bastardo! Ya veras, iré por los

chicos y te las veras con todos nosotros.

- No creo que Mixtel te ame si tienes una cara astillada

- ¿Una cara astillada?...

- Si, siéntelo por ti misma jajajaja. – Minu se toco el rostro y

sintió madera en vez de piel. Atónita alzó la mirada para

ver que kuvo había desaparecido.

Page 28: El Sombrio Secreto de La Felicidad

27

“¡Bastardo! ¡Bastardo! ¡¡Bastardo!!”

Se fue corriendo hacia la cabaña tomándose la cara con las

manos pues esta podría pelarse.

“Si Mixtel me ve así ya no querrá siquiera mirarme” pensó

Minu y una voz le respondió “Así es, ni siquiera podrá besarte

sin astillarse jajaja”

¡Calla! Grito Minu envuelta en cólera. “¿Ahora qué hago?”, sus

ojos se tornaron azul ultramar.

Se dirigió a uno de aquellos pequeños lagos pues

posiblemente lavando su cara podría recobrar su normalidad.

Se hinco y metió su cabeza al agua, abrió los ojos debajo del

agua y vio como pequeños trozos de madera flotaban.

Después de unos segundos sacó su cabeza y tomó aire. Tocó

su rostro y notó que su piel había vuelto cambiando su

astillado rostro.

“¡Que buen truco el tuyo cara de misu jajaja!”, grito Minu

burlándose aliviada. “Claro, no puedes ver tus propios ojos

pero si los miraras ahora lucen tan pálidos”

“¿Pálidos?” pensó “¡Déjate de tonterías bastardo!” grito Minu

“jajaja, mira el agua ¿acaso no luce tan azul?”

Minu miró el agua azul ultramar y con un grito ahogado se

llevo las manos cubriendo su boca, con sorpresa y espanto.

“¡Bastardo! ¿Acaso envidias mi belleza?” “Vaya que me he

encontrado con chicos muy ególatras, jajaja…” La risa de cubo

se desvaneció en el viento.

Page 29: El Sombrio Secreto de La Felicidad

28

“¿Y ahora que hare?” Pensó Minu. Miro el agua observando

como el color de sus ojos no se dispersaba por el agua entera.

“¿Podre recuperar el color?” “Minu metió su cabeza en el lago

nuevamente abriendo muy bien los ojos. El color era atraído

por ambas pupilas absorbiendo aquel color ultramar. Saco su

cabeza y miro su reflejo. Sus ojos eran azul ultramar

nuevamente. Rápidamente volvieron a tornarse color miel con

la misma intensidad que siempre.

No ofendió de alguna forma a kuvo pues empezaba a notar

que había que ser cuidadosa con él, tal vez en cualquier

momento podría hacer algo con su hermosa cabellera. Se

tomo el cabello y lo miro, se encontraba en normalidad.

Camino pasando de vuelta los campos donde momentos atrás

habían masacrado algunos casimes. Pisaba algunos al pasar y

escuchaba como algunos se retorcían. Paso caminando con la

luna gigante a sus espaldas. Algunas bandadas aun se hallaban

pasando el rato después de la divertida persecución de

casimes.

Volvió a la cabaña y encontró a los chicos durmiendo boca

arriba. Minu llego y se recostó muy pegada a Mixtel después

de aquel mal rato que Kuvo le había hecho pasar.

El día había sido tan exhausto como la mayoría, tan divertido

como la mayoría, tan nocturno como siempre, pues lo que

llamaban noche era solo diferenciada por ser más fría, sin

embargo la noche era eterna. Tan fresca y jovial.

Diversión

Page 30: El Sombrio Secreto de La Felicidad

29

PATO.

Recuerdo mi primer vida, por cierto una de las mejores que he

tenido, que sin grandes riquezas y ambiciones vaya que la

disfrute. Era un pato, vivía en un amplio corral con otros

patos. Gente totalmente dispersa por el largo prado era lo

único que veía. Todos en pequeños grupos, vistiendo de

manera muy primitiva. Yo, con mis ojos de cada lado de la

cabeza observaba como cuidaban sus distintos animales,

desde cerdos hasta pavorreales, pero no pensaba en otra cosa

más que ¿Se odiaran tanto que prefieren alimentar a los

animales que a sí mismos? Obviamente al ser un pato no era

nada listo, mas no había otra cosa más divertida que ser

estúpido y vivir.

Mis compañeros patos que buenos compañeros eran. Si

estaba o no con ellos daba igual, lo único por lo que debía de

pelear era en ocasiones por el alimento, mas eso no solía

suceder muy a menudo pues aquellas personas eran muy

generosas.

Corría con mis dos patas de un lado para otro sintiendo la

fresca brisa y el agradable aroma a naturaleza pura. Era aun

muy joven y no tenía otra ambición que vivir, ni siquiera tenía

la mas mínima idea de cuánto era mi tiempo límite, mas

finalmente una ambición nació en mi. Observaba ladeando la

cabeza, a los demás patos, y es que es muy difícil ver como un

pato, ves o la izquierda o a la derecha más nunca ves de

frente. Observaba como salían unos y llegaban otros, siempre

sacaban a los más grandes y robustos y llevaban los más

frágiles y pequeños al corral. Mi curiosidad era muy grande,

Page 31: El Sombrio Secreto de La Felicidad

30

aquel corral era fantástico, mas quería saber que era todo eso

que lo rodeaba, si, así es, ilusamente creía que llevaban a

aquellos patos gordos a las afueras del corral, a aquellos

extensos horizontes. Fue entonces que comí y comí como un

loco esperando que me dieran mi recompensa. Algunas veces

los otros patos me picoteaban por mi egoísta forma de

dejarlos sin comida.

Finalmente el día llego, era más robusto y grande que ningún

otro, así que dócilmente y sin ponerme revoltoso acepte los

brazos que me tomaban para llevarme al exterior del corral,

mas no me llevaban al verde horizonte, aquella mujer me

llevaba apretado en sus brazos hacia aquellas chozas en que

los humanos entraban a dormir y a comer. Llegue a la entrada

de la choza cuando de pronto un tajante dolor en el cuello

hizo presencia. Sintiendo el abrazador calor del pequeño

hogar lo único que recuerdo son las manos de aquella mujer

sosteniendo mi cuello roto.

Page 32: El Sombrio Secreto de La Felicidad

31

AMOR

Page 33: El Sombrio Secreto de La Felicidad

32

EL AZEBAKE.

Amané Sacó la cabeza por su ventana. El clima era muy fresco

y el cielo muy naranja. Estuvo a punto de caer. Estremecido

metió su cuerpo.

Bajo hacia su sala con un agujero en el estomago por el susto.

Tomó un poco de azebake del comedor, una fruta azul como

el cielo, muy ligera y suave. Con el tamaño de la esfera de un

árbol de navidad y un sabor similar al de las uvas.

Había preparado una fiesta para aquella tarde, por supuesto la

había invitado a ella. Estaba ansioso por que llegara la tarde.

Se sentó en la banca fuera de su casa. Tenía una vista hacia el

extenso prado.

Miró la luna y el cielo nocturno de la mañana comiendo

azebake. Sobre sus piernas un traste de cristal que contenía

más azebakes. Ansioso comió azebake.

La tarde llego y comenzaron a llegar personas a la fiesta en el

patio de su hogar.

Al patio de su casa, sin techo y carente de algunas paredes el

azul nocturno perpetraba en plenitud. Unos bailaban, otros

conversaban y unos cuantos se miraban a los ojos por

bastante tiempo.

Alkasar piso el vestido de Ramisa haciéndola caer. Las risas no

se hicieron esperar. Ramisa avergonzada y enfurecida miró a

Alkasar quien no dejaba de disculparse. Ramisa dió media

Page 34: El Sombrio Secreto de La Felicidad

33

vuelta, tomó un vaso con jugo de azebake y se lo arrojó a

Alkasar.

- ¡Ramisa, te he dicho que soy alérgico al azebakeee…! –

Grito Alkasar transformándose en un árbol.

- ¡Ramisa dejó plantado a Alkasar en la fiesta, jajajaja!,

¡¿Entienden?! ¡Lo dejó plantado! – Dijo Rtomoz,

tomándose la pansa de tanta risa.

Todos rieron y Ramisa con otro gesto de indignación y enojo

tomó otro vaso de azebake y se lo arrojó a Rtomoz.

Rtomoz se volvió un pasto con un delicioso aroma a café.

Mientras tanto, Amané aun esperaba la llegada de Kané.

Ella llego como la naturaleza, tan hermosa como siempre.

- En verdad llegaste. Pasa – Le dijo Amané, tomándola de la

mano y atravesando entre la multitud de bailarines y

ebrios parlanchines, incoherentes por tanto beber

ozomake, la versión alcoholizada del azebake. Era rojo

- ¿Y este árbol? – Dijo Kané con curiosidad.

- Es Alkasar, ¿Sabías que es alérgico al Azebake? – Dijo

Amané burlándose de Alkasar. Ella se asustó un poco pero

pronto volvió a la normalidad.

- Es un árbol hermoso – Dijo tomando una de sus hojas.

Rtomoz desapareció y se volvió la luna, observando

solitariamente la fiesta desde lo alto.

- Ven, tengo algo que mostrarte – le dijo Amané

encaminándola, tomados de la mano hacia el poco

poblado comedor.

Page 35: El Sombrio Secreto de La Felicidad

34

Kané aun anonadada soltó la hoja de Alkasar con gran

delicadeza.

- Es hermoso – Dijo Kané.

En el comedor se encontraban los padres de Amané, junto con

su tía, su hermana mayor y su pequeño primo, todos bebiendo

azebake y conversando.

Amané llegó con Kané, tomados por la mano, interrumpiendo

abruptamente su conversación.

- Les presento a Kané – Dijo Amané

- Hola – Dijo Kané dulcemente saludando con la mano.

- Hola – Respondieron en coro y murmuraron entre sí, “Es

una chica linda, si muy linda, si linda”. Kané lucía un tanto

desprotegida y confundida en aquel lugar. Los siguió con

la mirada mientras murmuraban.

- Eres una chica muy linda – Dijo su tía cuando finalmente

se pusieron desacuerdo.

- Gracias – dijo ella muy dulcemente. La familia volvió a su

conversación.

- Ven – Dijo Amané y la encamino hacia su habitación.

- Tengo algo que mostrarte – dijo Amané mientras subían

las escaleras.

Kané lo siguió sin resistencia.

Llegaron a su habitación. Tenía una gran ventana que

daba un ambiente muy fresco. El viento movía las cortinas

y Rtomoz los observaba desde lo alto.

El tomó su guitarra y ambos se sentaron sobre la cama. El

tocó una canción hasta que su primo “El pequeño

Page 36: El Sombrio Secreto de La Felicidad

35

dinosaurio” abrió la puerta de la habitación. El pequeño

dinosaurio era un niño muy gracioso. Iba de un lado a otro

empujando descaradamente todo con su cola.

El dejó la guitarra y dijo.

- ¿Pequeño dinosaurio puedes traerme más azebake? –

Dijo dándole su vaso vacio.

- ¡Sí! – Respondió alegremente bajando las escaleras

brusca y graciosamente como siempre lo hacía.

Rizo y Plasku reían ebrios apoyados en las ramas de

Alkasar.

- Amigo, tu..t, tu, ¡eres un árbol!- “jajajaja”, estallaron

ambos en risas dando palmadas a Alkasar sobre su tronco.

Rtomoz por su parte escuchaba los sonidos tan extraños y

tranquilizantes del universo, observando estrellas, asteroides

y cuanto alcanzaba a ver, observando repentinamente la

fiesta.

Una vez el acabó de tocar la guitarra, Amané y Kané

observaron la luna. Se acostaron y ella se acerco más a él. La

conversación fue tan breve y se baso tanto en cosas de poco

sentido y las culturas del pasado que no vale la pena ser

mencionada.

Alkasar al viento, al sol y la luna jamás les falló. Como un árbol

murió sufriendo la desdicha de ser alérgico al azebake.

Rtomoz cobijó a Amané y Kané amenizando tanto su estancia.

Page 37: El Sombrio Secreto de La Felicidad

36

¿QUE SERIA TU VIDA SIN TI?

En aquel día en que todo se puso pies de cabeza, cuando los

caballos cebras se volvieron y los primeros nombrados rayas

obtuvieron, cuando el amanecer pasó a ser la tarde y la luz del

mundo el abismo profundo. Ahí nació el Monsieur de Catidum

que más que Monsieur era el hielo de Catidum, aquel lugar

que el gran Dum Dum había aborrecido hace ya varias noches,

pero su cabeza era un maleficio entre los hermanos de la

caridad. Sus confines eran bizarros y sublimes. Y ahí fue, a la

época siguiente, donde nació Jasul quien enamorado de

Jussimi no encontró más que las ruinas de la caridad. Los

vientos fríos y el mármol eran tan característicos del viejo

Catidum como la sangre a los peces.

“Oh Catidum Catidum te amamos sin Dim Dum” cantaban al

aire los Clansam religiosos y alegres visitantes de Catidum.

Jasul en cambio imploraba a las hojas secas del viento, “Oh

Jussimi Jussimi ¿cuándo notaras que soy Jasul y no un Clansam

de Catidum?”. A los monumentales Jinetes de mármol Jussimi

miro los arboles de la plaza bella de Catidum.

“Oh árbol de frutos de Catidum, dame uno de tus frutos y yo

mi atuendo rosa te daré”

Jasul caminando entre los vientos de Catidum escribió un

poema en su mente de dilemas.

“Oh Jussimi Jussimi tu piel blanca me recuerda a las barrancas,

que si caes te desquebrajas y de ellas no te levantas…pero la

marea roja, la marea roja si tu no la traspasas pronto te

Page 38: El Sombrio Secreto de La Felicidad

37

descansa….Es muy literal, la metáfora le falta, pero pronto,

pronto Jussimi”

“Jussimi Jussimi ¿Qué sería mi vida sin mí?” Pensaba Jasul

mientras por Catidum andaba.

¡Dios, quien tenga ojos para ver sus inacontecidos recuerdos

vea el actual Catidum tan distanciado de Dum Dum!, vaya que

Dum Dum se gano vuestro desamor….sin embargo Jussimi,

Jussimi estaba tan cerca y a la vez tan distanciada de Jasul así

como los arboles al cielo.

Y la marea roja solo ignórala o déjala andar Jussimi, tu

decidirás pero tu mirada en rojo se tornara.

Todo gris y viento frio en Catidum y las añoranzas por Dum

Dum “Prefiero y recuerdo pero les daré su Catidum sin Dum

Dum” dijo algún día Dum Dum en el desierto nublado.

Jasul llego con Jussimi “Jussimi Jussimi ¿Qué seria tu vida sin

ti?”, “Mi vida sin mí sería tu amor por mi”, “Cierto Jussimi, te

amo viva o muerta pero mejor viva porque así te escucho y te

veo”, “¿Y si Catidum se parte en dos, quien nos dará cabida

Jussimi?”, “Yo te abrazare más fuerte de lo que Catidum

pueda hacerlo”, “¿Y si yo muero quien te amara Jussimi?”,

“¡Pero Jasul ¿Qué sería tu vida sin ti?” “Jussimi Jussimi mi vida

sin mí sería tu vida sin mi amor por ti”.

Page 39: El Sombrio Secreto de La Felicidad

38

MIEDO.

Page 40: El Sombrio Secreto de La Felicidad

39

EL CORONEL HARRISTIF.

El caballero de la espada roja ataco al coronel Herreistif.

“¡Ayuda, ayuda!”

La película era genial, obviamente a mi corta edad me

sorprendía fácilmente, pero aquel día traumo mi vida.

Yo lidiaba con fantasmas dentro de mi mente todos los días,

aquello era fatal y todo empeoraba en los momentos en que

me encontraba en soledad. Voltee y miré fijamente la ventana

que daba vista al jardín. La noche roseaba los rosales y el árbol

de durazno que se encontraba entre seco. Imaginé a un

psicópata pegado a la ventana, tomando un cuchillo en su

mano. Cerré los ojos y pensé en cosas que pudieran hacerlo

olvidar. Era un intento fallido. Todo lo hermoso era

transformado en horribles caras, gestos animales y grotescas

criaturas. Era muy complicado luchar con una mente llena de

miedo. Para confirmar que mis pensamientos no eran más que

puras falsedades me acerque un tanto tembloroso al vidrio

que daba hacia el jardín Sin embrago no vi más que la locura

de mis patos. Mis cuatro patos solían danzar en forma muy

extraña cuando el cielo nocturno se tornaba en color rojo.

Me recosté en mi sillón con una tranquilidad transitoria y

prendí mi televisor en un fallido intento por olvidar los

fantasmas de mi cabeza, fantasmas engendrados por la

soledad absoluta. No añoraba otra cosa más que estar

acompañado…O ser el coronel Herreistif, su valentía era

implacable.

Page 41: El Sombrio Secreto de La Felicidad

40

Cada pequeño sonido alarmaba mi corazón, encendiéndolo a

mil por hora. Los resonantes pasos que producían los

horrorosos enanos que cada noche se instalaban en la azotea

de la casa.

El estruendo que provocaban los niños limosneros al chocar

contra el zaguán estrujaba mi alma. Parecía que la cosa no

podría empeorar mas cuando de pronto escuche el

desgarrador grito de uno de los enanos. Era muy probable

que en tipo con una sierra eléctrica lo estuviese

descuartizando.

De pronto sentí pánico. La sala era un lugar muy abierto. Me

sentí vulnerable. El movimiento de los arboles a causa del

viento me provocaba pavor.

Subí corriendo a toda prisa por las escaleras. Llegue al pasillo

del piso superior. Se encontraba en penumbras. Prendí la luz.

Sentía como si un grotesco y horripilante ser me observase a

lo lejos del pasillo, escondido en la habitación de mi padre. La

habitación no era más que penumbras. Contemple la

habitación temblorosamente hasta que el anormalmente

fuerte sonido de las manecillas del reloj sobresalto mi

corazón.

Entré, apenas resistiendo mi miedo, a la habitación más

cercana a las escaleras. Cerré la puerta. Subí a la parte

superior de la litera y me tome tomé las rodillas temblando sin

control. El silencio era absoluto en aquella habitación. Apenas

era capaz de escuchar el alboroto que producía el viento. Me

tranquilice poco a poco. De pronto mi corazón se exaltó al mil

por hora. El sonido provenía de las escaleras. Era como de algo

que se arrastraba por ellas, subiendo lentamente. Sonaba

Page 42: El Sombrio Secreto de La Felicidad

41

como si fuesen fuertes pisadas, como aquellos hombres de las

películas de horror, que solo pueden mantenerse en una

pierna y suben lentamente a paso firme. Sin embargo estaba

seguro de que no eran pisadas. Se arrastraba y cada vez se

acercaba más, produciendo un ruido cada vez más y más

estridente. No sabía qué hacer. Temblaba como vagabundo en

invierno. ¡Se acercaba más y más a la puerta! Yo me

encontraba mas espantado que todas las pesadillas de un

mundo colapsadas en una sola…sin embargo no podía apartar

la mirada de la puerta. ¡Quería saber que era!

Mi corazón palpitaba en exceso, apretaba las cobijas hasta casi

desgarrarlas…De pronto el chirrido de la puerta, abriéndose

lentamente, congelo mi corazón. Mi desgarrador grito hizo

presencia únicamente en mi mente y con una horripilante

expresión que solo es capaz de provocar el miedo que rompe

el alma, vi una espalda entrar por la puerta.

Se tambaleaba de izquierda a derecha para poder avanzar,

produciendo un resonante sonido sobre el suelo.

Mi expresión se petrifico por unos diez segundos mientras la

espalda continuaba avanzando. Mis ojos no soportaron más

horror, rompiendo en diminutos cristales. De pronto ahogado

en el horror comprendí que aquella era mi espalda. Mi cara

boquiabierta y horrorizada se deslizo lentamente de mi cráneo

y cayó sobre las cobijas con la finura que cae un pétalo de

rosa. Mi cráneo cayo destrozándose en el duro suelo… yo

continúe sintiendo horror.

Page 43: El Sombrio Secreto de La Felicidad

42

SOMBRIO.

Page 44: El Sombrio Secreto de La Felicidad

43

SOMBRIO.

Augusta conversaba con la vecina mientras las calles se

llenaban de patos. Salían de todos los rincones, de arboles, de

agujeros en la tierra e inclusive de las coladeras.

De pronto un sonido muy chillante y oxidado comenzó a

esparcirse por la ciudad entera. Era el sonido que anunciaba el

toque de queda ante la amenaza que representaban los patos.

La amenaza que encarnaban no se debía a su agresividad,

mucho menos a una enfermedad que tuviesen, eran patos

comunes, de plumaje blanco y amarillo principalmente,

algunos pintos e inclusive algunos de un color azul

chillante…La amenaza era algo mucho más horrendo y mucho

más bizarro. Aquellos patos resultaban tan horrendos y

repulsivos para los ciudadanos. Sus ojos se volvían líquido al

atravesar su vista. Un cristalino liquido, una combinación de

lágrimas, sangre y dolor.

Al escuchar la alarma, la señora Augusta y su vecina, la señora

Damuatra, se alejaron corriendo a más no poder de las calles

frías rociadas por el azul intenso del cielo. Corrieron a toda

velocidad sin mirar hacia atrás por temor a contemplar a

alguno de aquellos horrorosos patos. Augusta que era un

tanto más rápida que Damuatra, llevaba la delantera.

- ¡Apresúrate antes de que el lugar se llene de esos

asquerosos animales! – Dijo augusta con desesperación,

abriendo con un rápido movimiento la puerta de su casa.

- ¡Anda, pasa!- Gritó Augusta a Damuatra, entrando rápidamente a la casa y dejando la puerta abierta.

Page 45: El Sombrio Secreto de La Felicidad

44

Damuatra estaba a unos cinco metros de la casa, cuando de

pronto lo peor ocurrió. De entre las hojas blancas de uno de

aquellos arboles otus (en los que se refugiaban para dormir

durante el día), un pato salto repentinamente justo frente a

ella.

El pato ladeo la cabeza y la miro con su brillante ojo negro

mientras su corazón latía con fuerza.

Damuatra se quedo petrificada, totalmente tensa, con la

sangre fría recorriendo todo su cuerpo. Con una expresión

horrorizada comenzó a sentir como si le insertasen una a una,

un millón de agujas en cada ojo. Todo comenzó a

distorsionarse y manchas negras invadieron velozmente su

visión hasta llegar al negro absoluto. Aquello había durado tan

solo segundos…mas el dolor era insoportable, inimaginable.

Repentinamente un grito agudo, un grito atestado de dolor y

horror hizo presencia en la garganta de Damuatra. Con las

manos en la cara corrió gritando como lunática.

El pato ladeo la cabeza para el lado contrario y la miró a través

de su pequeño ojo negro. Con un ¡cuack! Continúo su andar.

Damuatra, Para su fortuna, había dado con la entrada de la

casa. Dentro de la casa y con el cuerpo temblando de una

forma escalofriante, buscó con su desesperada mano la

puerta, encontrándola y azotándola con rencor.

Se tiro sobre el suelo de madera y comenzó a gritar. Su grito

era insoportable, más insoportable que el chillido de un millón

de arañas, más horrendo que cien amapolas caídas. Era

espantoso.

Page 46: El Sombrio Secreto de La Felicidad

45

Augusta entró en la sala, donde Damuatra se encontraba

retorciéndose y gritando tirada al suelo.

- ¡Uf! – Dijo augusta con la mano en la frente como si se

limpiase el sudor – Menos mal que te pasó a ti y no a mí –

Dijo con gran tranquilidad, al parecer insensible al sufrimiento de Damuatra.

- ¿No quieres una taza de te? – Ofreció Augusta a

Damuatra, que continuaba retorciéndose en el suelo con las manos puestas en la cara y con su hermoso vestido

blanco manchado por sus ojos.

- Está bien, creo que no es el momento adecuado… Bueno,

te veo mañana. Que duermas bien. – Dijo Augusta con voz tranquila y dulce, casi perversa ante la situación.

Subió la escalera en forma de caracol, dirigiéndose a su

habitación para dormir.

Al entrar a la habitación, tomo su pijama y la tiró sobre la

cama. Se colocó frente a su gigante espejo y comenzó a

quitarse su vestido rojo modelo medieval, (se estilaba mucho

en aquella época), para después comenzar a desatarse el

corsé.

Se coloco su hermosa pijama comenzó a cepillar su larga

cabellera pelirroja. Tomó su aparato musical, se acomodo los

audífonos en los oídos y puso el máximo volumen posible,

todo con tal de no escuchar el monstruoso sonido que emitían

aquellos repulsivos animales, invasores de las calles a cada

noche.

Se acostó en su cama de cabecera de plata, estiró el brazo

hacia la mesita de noche de al lado de la cama. Apagó la vela

que daba luz a la habitación.

Page 47: El Sombrio Secreto de La Felicidad

46

La pequeña e inocente mesa de noche se encontraba atada a

la pata de la cama, sufriendo la condena de la luz de la luna y

los relámpagos nocturnos.

Augusta a medio dormir, se levanto de un salto al recordar a

sus hijos. Se quitó las cobijas de encima y se puso sus

pantuflas. Tomo una veladora de la mesita de velas, la

encendió con su reproductor musical, que en una de sus

tantas funciones llevaba un encendedor.

Se dirigió hacia el pasillo, cerrando la puerta de su habitación

cautelosamente. Apoyándose del barandal echó un vistazo

hacia la sala en donde observó a Damuatra con las manos en

la cara, gritando y diciendo cosas inentendibles por la

desesperación y el llanto,

“Vaya llorona que es” pensó Augusta, continuando su

despacio recorrido a través del pasillo. El pasillo tenia

colgando de sus paredes varias pinturas muy extrañas.

Incoherentes, tan distorsionadas que era casi imposible

descifrar lo que expresaban. Augusta se detuvo enfrente de la

puerta de la habitación de sus hijos. No tenía más que el

objetivo de confirmar que todo se encontrara en orden.

Casi segura de que sus pequeños se hallaban durmiendo giró

la perilla muy suavemente, tratando de hacer el menor ruido

posible para no despertarlos. Metió la vela y tras de ella su

cabeza.

La habitación resaltaba su vivo color a pesar de la total

obscuridad en que se encontraba, sin embargo resaltaba de

una manera opaca, tal y como lo hacen las esferas opacas de

los árboles navideños.

Page 48: El Sombrio Secreto de La Felicidad

47

Fue entonces que observó las tres pequeñas camas

individuales que se hallaban deshabitadas. Las rápidas

palpitadas de su corazón le advirtieron que algo horrendo

estaba ocurriendo. Se quedo boquiabierta y con los ojos como

platos.

-¡¡No!! – Grito pavorosamente, con desesperación y gran

fuerza - ¡Aléjense de la ventana! – Corrió hacia ellos

desesperadamente y a poco de llegar a la ventana cerró los

ojos asegurándose de no observar por equivocación algún

pato tras la ventana.

Con un rápido movimiento cerró las gruesas cortinas color

violeta.

Respiró agitada apretando los ojos y tomando las cortinas con

fuerza. Deshizo su apretada cara al abrir los ojos y velozmente

dirigió su pavorida mirada hacia sus tres pequeños hijos,

esperando lo peor.

La caída estrepitosa de la vela en su desesperación había

dejado en penumbra la habitación. Un relámpago hizo

presencia y dejo entre ver los contrastes de sentimientos

encontrados en el joven rostro de Augusta.

Se acercó como madre amorosa y tocó la cara de cada uno de

sus pequeños.

Revisó los ojos de cada uno y… ¿Qué es lo que ocurría? Con un

inesperado cambio del miedo a la sorpresa, visualizo como

tanto las dos pequeñas niñas como el pequeño varón aun

conservaban sus ojos. No comprendía cómo podían observar a

esas horrendas bestias, sin embargo suspiro de alivio. Se

acomodó el cabello un tanto alborotado.

Page 49: El Sombrio Secreto de La Felicidad

48

- Ya les he dicho que no se acerquen a la ventana a estas

horas del día – Dijo con una voz llena de falsa

tranquilidad, intentando ocultar el miedo que le provocaban sus hijos.

- ¿Por qué? – pregunto con real interés el pequeño Roskar,

con un movimiento en su pulgar que demostraba no

entender la razón. - Ya se los he mencionado que por mas inútiles que

parezcan, los ojos son muy importantes para intentar

vivir, y si ven a esas bestias horrendas los perderán- Dijo Augusta con voz tranquilizante, mirando muy de cerca a

sus pequeños demonios, aun tratando de ocultar el miedo

que le hacían sentir.

- No entiendo, ¿Por qué los llamas horrendos?, yo pienso que son lindos – Dijo Sicilia finalizando su frase con una

atemorizante nota llena de dulzura hacia las bestias.

Augusta retrocedió temblorosamente un paso, mirando

boquiabierta y con los ojos bien abiertos a Sicilia. La

miraba como si fuese el mismísimo diablo, disfrazado con

brillante cabello rizado y vestido blanco. Había estado

criando un monstruo. Su mente no conseguía como

reaccionar ante tal adjetivo para algo tan horrendo. El

sonido proveniente de los patos retumbaba por toda la

casa tal como el fondo de un filme de terror.

- Sicilia, es lo mas horrendo que escuchado, no quiero que

jamás vuelvas a decir algo así…Es más, ni siquiera quiero que vuelvas a pensarlo. Decir que un pato lo es me hace

desear vomitar de pavor – Dijo Augusta, ahora con miedo

de que Sicilia descubriera que le tenía un temor fatal.

- Pero mama, no entiendo porque la gente les tiene tanto miedo, parecen inofensivos…además no son tan horribles

como dicen – Dijo Arelli, dudando decir aquellas últimas

palabras ante la prevista reacción de su madre.

Page 50: El Sombrio Secreto de La Felicidad

49

- Yo quiero uno como mascota, sería mejor que mi viejo

topo – Dijo Roskar inocentemente. Aquello parecía haber sido el frijol que derramo el costal de

frijoles.

Augusta temblaba, mirándolos fijamente, no podía creer las

palabras que salían de sus pequeños, ¡Había criado unos

monstruos! Su mente poco a poco se obscureció, mancha tras

mancha, hasta finalmente aceptar dos posibles soluciones.

Una era matarlos y otra era castigarlos por su repulsiva e

inaceptable forma de pensar. Por un segundo, paso por su

cabeza la idea de salir corriendo y tomar el arma más cercana,

ya fuese una silla, una lámpara o una rama de árbol, y regresar

a la habitación para acabar con sus pequeños hijos del

demonio. Aunque esto parecía lo más factible se decidió por la

segunda opción.

- ¡Ya basta. No puedo tolerar tal manera de pensar en esta casa! No me dan otra opción que castigarlos – Dijo con

una firmeza bastante creíble que lograba ocultar su

miedo.

Así que comenzó con el pequeño Roskar, quien con toda

sinceridad era el que más pavor le provocaba. Saco del bolsillo

de su pijama de seda, su reproductor mp3, el cual entre sus

tantas funciones llevaba un cortaúñas incluido. Jalo un tanto

brusca a Roskar del brazo y comenzó cortándole la uña del

pulgar. El rostro de Augusta demostraba dolor y sus ojos

parecían querer escapar hacia algún otro lado ante aquel

castigo tan cruel al que sometía al pequeño Roskar. Sin

embargo continuo firmemente uña tras uña.

Roskar a diferencia de su madre, quien se encontraba

realmente adolorida y apesadumbrada, demostraba una total

indiferencia ante tan sombrío castigo. Ni dolor ni gozo existía

Page 51: El Sombrio Secreto de La Felicidad

50

en el, en vez de eso demostraba perturbación por la reacción

de su madre, sin embargo no emitió sonido alguno hasta que

el castigo finalizo, este castigo que simplemente le resultaba

demasiado bizarro. Contemplo las uñas emparejadas de sus

dos manos.

Prosiguió con las dos pequeñas niñas, aun con la misma

mortificación en su rostro, con tal mortificación que parecía

como si se le fuese a romper el rostro en mil pedazos, tal y

como un plato de barro.

Uña tras uña mostraron la misma indiferencia que Roskar

mostro, a excepción de Arelli quien demostraba un cierto

dolor en ciertas ocasiones al tener uñas tan largas y difíciles de

cortar.

Augusta observo la reacción de sus hijos al finalizar el

desgarrador castigo. “¡Pero qué diablos sucede!”, Alarmada

pensó Augusta. Era incapaz de creer que sus tres hijos fueran

capaces de conservar la compostura, o aun mas que

conservarla, que mostraran tal insensibilidad al dolor “Alguien

normal se estaría retorciendo de sufrimiento” pensó Augusta.

Ni el más valiente e insensible habría podido evitar como

mínimo gritar o sollozar.

Se encontraba realmente incrédula. No sabía si sentirse

orgullosa, sorprendida o aterrada. Sus hijos le provocaban un

horror tan enigmático y bizarro, que ahora que se encontraba

a un lado de una rama de árbol realmente reconsideraba la

opción de matarlos, mas no fue así, simplemente se limito a

observarlos fijamente. En lo más profundo de sus miradas no

tuvo oportunidad de ver nada pues de forma incomprensible

no tenía idea de cómo era la profundidad de una mirada. En

Page 52: El Sombrio Secreto de La Felicidad

51

lo profundo se sus huesos aguardaba la esperanza de que

estuvieran fingiendo no sentir nada en un intento de

demostrar valentía.

De esa forma salió del cuarto color violeta de cortinas

anaranjadas, sin saber con certeza la realidad de los colores.

Tomó suavemente la perilla azul fosforescente para cerrar la

puerta sigilosamente, sin despegar la mirada, captando la

hermosa luz que emanaba el cuarto desde la más diminuta

rendija de luz a través de la puerta. Cerró la puerta con rudeza

para no asustar a los niños y caminó tranquilamente con su

hermoso vestido blanco estilo medieval, que mostraba su

esbelta figura moldeada por el corsé. Contempló alegremente

las pinturas de patos que colgaban de las paredes del pasillo.

Patos de todos los colores: verdes, violetas, anaranjados,

todos muy brillantes y hermosos. De pronto miro hacia abajo

con las manos puestas en el barandal. Aquella escena era

horripilante. Su sonrisa se borro al instante.

Damuatra se encontraba con las manos en el vestido color

rojo, gritando y diciendo cosas inentendibles por la

desesperación y el llanto. Damuatra sufría pues los ojos del

pato se habían derretido sobre su hermoso vestido rojo.

Era muy comprensible que el pato hubiera derretido sus ojos

sobre Damuatra. ¡Damuatra era horrenda!

Era repulsiva, era simplemente lo más feo que Augusta había

visto en su vida… ¿La había visto? Pero había algo que no

entendía, ¿Por qué sus ojos no se derretían si estaba viendo

algo tan horrible? Fue entonces que entró a su habitación y se

miró al espejo y notó…notó que no tenía ojos.

Page 53: El Sombrio Secreto de La Felicidad

52

“Ya que los niños son tan valientes les diré que maten a

Damuatra para comerla mañana como postre” pensó Augusta,

agotada y acostándose lentamente en la cama, acurrucándose

con el sonido de los patos. Aquel sonido era realmente

hermoso, pero...realmente no tenía idea de cómo sonaba,

“Creo que estoy sorda…Bueno, al menos soy más bonita que

Damuatra” Pensó Augusta.

Page 54: El Sombrio Secreto de La Felicidad

53

ALICE.

A la madrugada en Roma el perro cachorro de apenas tres

meses chillaba atado a la sucia trabe con un lazo podrido. A

su vez, el bebe de la casa lloraba incesantemente en la

habitación violeta. Eran las 2:30 de la madrugada y como era

de esperarse la familia se encontraba durmiendo.

El niño.

El niño en la habitación anaranjada soñaba que acuchillaba a

un horrendo elefante. Era una pesadilla fatal, en cambio si el

elefante lo hubiese acuchillado a él hubiese sido un sueño

para recordar.

El padre.

El padre en la habitación roja soñaba, soñaba en medio de un

bosque de luz azul gris, repleto de árboles caídos. Comenzó a

pegarlos al suelo con un lazo. Una vez que todos estuvieron

pegados, cayeron uno tras otro. Contemplando a los arboles

caer, el hombre notó que soplaba un viento helado. Comenzó

a vestir todos los arboles para que estos no sufrieran un

resfriado. Inclusive sacrificó su propia vestimenta.

Satisfecho después de cubrir con ropa hasta el último árbol del

bosque, se detuvo para contemplar su acto de bondad, sin

embargo los arboles más que agradecidos parecían

enfurecidos. Uno tras otro comenzaron a enterrar sus prendas

recién adquiridas. Los arboles dieron un descanso a su furia y

contemplaron a aquel hombre desnudo de prolongada nariz

que continuaba observándolos con una gran sonrisa, como

Page 55: El Sombrio Secreto de La Felicidad

54

quien espera algún agradecimiento. Su sonrisa hizo enfurecer

aun mas a los arboles quienes notaron que comenzaban a

crecer pequeños retoños con ropa por el bosque entero. Sin

compasión prendieron fuego de inmediato para que estos

desaparecieran.

El fuego comenzó a expandirse rápidamente por el bosque

entero. Tal parecía que la furia de los arboles aun no había

llegado a su fin. Todos se dirigieron a aquel odioso hombre

que continuaba con una gran sonrisa.

Uno de ellos, el más grande, muy posiblemente el líder,

levanto al hombre con sus frondosas ramas y lo bajo al suelo a

pocos metros del fuego que devoraba el bosque velozmente.

Sacaron clavos que median más de un metro y con martillos

comenzaron a clavarlo al suelo. El sonriente hombre observo

curiosamente como los arboles se dirigían corriendo en

dirección a una cabaña que se encontraba a punto de ser

arrasada por las llamas. Aquella escena era muy graciosa para

aquel hombre.

Las arboles salían uno tras otro de aquella cabaña, cada uno

sujetando un portafolios, caminando muy erguidos y a paso

firme.

Dejaron lentamente atrás a aquel despiadado hombre

enterrado en el bosque en llamas.

Los satisfechos arboles a través del atardecer llegaron a la

parada del autobús. Se enterraron uno tras otro esperando al

camión que los llevara a la ciudad para asistir al trabajo. Aquel

había sido un sueño hermoso.

Page 56: El Sombrio Secreto de La Felicidad

55

Alice.

Alice en la otra habitación roja Yacía en su pequeña cama

individual de cobijas anaranjadas a una considerable distancia.

Al pie de su cama se encontraba su ornitorrinco, durmiendo

profundamente en su caja de arena. Alice daba vueltas y

vueltas tal y como un cocodrilo en su fiesta de graduación. El

frio aroma violeta que producía la noche la tenía hipnotizada.

Era tan hermoso que degradaba gradualmente el color rojo de

las paredes a un color anaranjado. Alice finalmente quedo

dormida.

Su sueño no tenía nada especial. Alice en la inmensa

habitación veía con sus brillantes ojos al rojo de la habitación

degradarse a Naranja.

Alice, extrañada por aquel suceso asomó su cabeza por la

ventanilla de la habitación.

El violeta obscuro del cielo nocturno junto con toda su gama

de estrellas se movía a velocidades inusuales.

Alice parpadeó un tanto desconcertada, sin embargo no

asustada.

Volvió a la cama y se envolvió en sus cobijas.

¿Pero qué sucedía? Sintió la presencia de una gran sombra,

una sombra monstruosa que incrementaba su tamaño.

Abrió los ojos como platos.

Page 57: El Sombrio Secreto de La Felicidad

56

Su pequeño ornitorrinco cobraba la creciente forma de un

horroroso y repulsivo ser. Pico de pato, cuerpo de horror.

Salió corriendo con gran espanto.

La habitación había perdido su inmenso tamaño de tal forma

que había dado con la puerta con gran rapidez.

Salió, con el corazón palpitando peor que una zarkova.

El monstruo producía horrendos sonidos al tiempo que

rasgaba la puerta.

Alice con temor se coloco en la puerta, aferrándose a ella con

fuerza y decisión.

El rasgar y el alboroto dejaron de hacer presencia.

En cuanto retomo la calma a la desaparición de la bestia vio un

hermoso paisaje frente a ella.

Un gran prado, tulipanes y un rio dividiendo todo en dos

mitades. El cielo rojo como la pasión y unos pequeños conejos

sentados en torno a una mesa redonda.

Todo indicaba que Jugaban en una especie de tablero.

Producían explosiones a diminutas cajas de madera. Lucían

muy contentos y reían cada que una de aquellas cajas

explotaba. Cabe mencionar que es realmente difícil saber cuál

es el estado de ánimo de un conejo, ya que ríen cuando están

tristes al igual que cuando están felices. Un brillo en los ojos

de los conejos le decía a Alice que lo hacían de felicidad.

Page 58: El Sombrio Secreto de La Felicidad

57

Alice desvió su mirada a una oruga que se desplazaba con

lentitud por una húmeda hoja. Un repentino estruendo

destruyo su concentración y fascinación. La mesa entera

exploto. Los cuatro conejos volaron en distintas direcciones.

Cayeron golpeando bruscamente. En un momento de silencio

se contemplaron los unos a los otros. Se encontraban intactos,

sin rasguño alguno. El silencio se rompió cuando los cuatro

estallaron en risas. En un descontrol total del tiempo Alice

noto que habían estado riendo por horas. Era tal su risa, que

sus alegres caras descendían lentamente, cayendo de sus

peludos cuerpos.

Las caras aun en risas se hallaban ya en la hierba,

arrastrándose por toda esta. Una a una cayeron en el rio.

Entre la corriente que las arrastraba desaparecieron, pero su

alegría no ceso por un segundo.

Alice contemplo con extrema curiosidad la desaparición de los

conejos. Una gota irrumpió en su rostro, deslizándose.

La lluvia llegó roja como la sangre.

Estiró los brazos y miro hacia el cielo. Cerró los ojos y con una

sonrisa dio la bienvenida a la lluvia.

Alice sintió una alegría inmensa en aquel bizarro mundo y no

sintió más que la frescura de las gotas sobre su rostro.

Tal despreocupación y complacencia desapareció cuando

sintió el agua cubrir sus talones.

Bajo la mirada lentamente. Sorprendida y con gran

preocupación noto la rápida inundación del lugar. Su vestido

blanco ahora estaba teñido en rojo.

Page 59: El Sombrio Secreto de La Felicidad

58

Alice volteó desesperada para todas direcciones. Ya no había

vestigio de los conejos y el rio se desbordaba, aplastante en

las amapolas.

Aquello lucia mas como un diluvio que como una lluvia.

El viento movía a los arboles con brusquedad y el vivas rojo de

las nubes ahora era un obscuro color vino. Se desplazaban por

los cielos a grandes velocidades.

Un árbol volando entre una fuerte ráfaga de viento se

aproximo a Alice. Alice grito y se cubrió la cara. El árbol pasó

de largo para su fortuna.

Observo Una cueva a la lejanía. Decidida se dirigió hacia ella.

Aquello era una odisea pues el agua le cubría la cintura.

Luchando contra lo corriente persistió, hasta que el agua era

tal que comenzó a nadar.

Nado y nado hasta que sin fuerzas se quedo. Su cuerpo se

hundió en las rojizas aguas como un pétalo de rosa.

Inconsciente navego. La corriente la arrastro.

Despertó.

Se encontraba cercana a la cueva, justo tras una gran roca.

Se levanto con su larga cabellera mojada y su vestido

empapado. Miro al cielo y a su alrededor.

Aquel caos había cesado. No quedaban más que charcos y

humedad.

Page 60: El Sombrio Secreto de La Felicidad

59

El ruido de una pequeña multitud hizo presencia. Alice se

agacho con rapidez, de rodillas, escondida detrás de la roca.

Hombres cavernarios llegaban a la cueva con gran algarabía,

acompañados por una bizarra criatura que por cabeza tenía un

cráneo de toro.

Consigo llevaba un gran instrumento musical, similar a un gran

clarinete, que pronto comenzó a tocar. Sonaba como la

naturaleza, tan bizarro y extraño.

Se colocó en medio de la docena de hombres primitivos,

quienes lo escucharon con fascinación.

Alice curiosa como siempre se entre asomó por un costado de

la roca, a deleitarse con el espectáculo. La tarde y la noche

llegaron acompañando su dulce melodía.

De pronto Alice se distrajo por la rareza del cielo nocturno de

aquel mundo.

Cuando volvió la mirada al extraño ser, este la señalaba con su

huesudo dedo. Alice suspiro de miedo y escondió con rapidez.

Salió a gatas, arrastrándose por la hierba, con gran miedo.

De pronto echó un vistazo hacia atrás para aserciorarse de

que no la seguían.

Lo que sintió fue tristeza y pena por aquel ser de cualidades

tan hermosas.

Aquellos primitivos hombres desgarraban a aquel ser. Lo

devoraban. Su raro instrumento musical cayó haciéndose

añicos.

Page 61: El Sombrio Secreto de La Felicidad

60

Alice realmente triste y frustrada corrió hacia el bosque.

En un frustrante y extraño suceso era incapaz de dejar de ver

la despiadada eliminación de la existencia de aquel ser. Cerró

los ojos y tropezó varias veces con las ramas. Corrió y corrió

torpemente con los ojos cerrados, sin embargo continuaba

observando la voraz y cruda escena de los primitivos hombres.

Entre más apretaba los ojos contemplaba la escena a mayor

detalle. Abrió los ojos y noto sus brazos y sus rodillas

ensangrentadas por las caídas.

Se recostó sobre un árbol y comenzó a llorar. Entre su llanto

escuchó la risa de los pequeños conejos. Se acercaban a ella

con gran alegría. Exaltada y respirando agitadamente cerró los

ojos ignorándolos.

Abrió los ojos y no contemplo más que el cielo nocturno y la

luna.

Sintió el calor del fuego muy de cerca y fue incapaz de

moverse.

Frustrada y mirando de un lado para otro con desesperación,

solo contemplo los sucios pies de los primitivos hombres. Muy

cerca a su cabeza se hallaba una fogata…y precisamente eso

era lo único que quedaba de Alice. Su cabeza.

Los primitivos hombres giraban en saltos y gritos en torno a la

cabeza de Alice.

Alice estaba realmente asustada. No quería saber nada más de

aquel mundo que se había tornado tan sombrío. Cerró los

ojos.

Page 62: El Sombrio Secreto de La Felicidad

61

Abrió los ojos y mirando la brillante luz de la luna imploro la

paz.

Alice derrotada cerró los ojos. En un espiral de sonidos la

algarabía de los cavernarios terminó en ecos y un sonido muy

tranquilizante nació. El fluir del agua sonaba muy cerca. No

solo el sonido sino la fresca brisa de esta.

Alice abrió los ojos, ahora en un panorama soñado.

Una cascada frente a ella, rodeada de vegetación y frescura en

medio de una montaña que se elevaba a gran altura. La luz

iluminaba aquella especie de santuario. Alice sonrió por la

calma.

Mirando al cielo recordó la sensación de un suave y pequeño

ser que tenia entre brazos.

Bajó la mirada y lo que vio fue un muy pequeño conejo, con

tan poco tiempo de vida como para permanecer con los ojos

abiertos por mucho tiempo. Su cara era tan tierna que hizo

brillar los ojos de Alice en aquel mundo que hace poco había

lucido tan sombrío.

Alice sonrió y bailoteo de alegría con su conejo en brazos.

Brinco por el lugar entero. Miró al cielo y notó una gran nube

que se aproximaba a su estadía. La nube lucia

prometedoramente como una inminente lluvia.

- Ven conmigo pequeño, debemos protegernos de esta

lluvia. Pues no queremos que este hermoso mundo

vuelva a ser sombrío– A un costado de la cascada se encontraba una entrada a un bosque.

Page 63: El Sombrio Secreto de La Felicidad

62

Alice se dirigió a ella protegiendo al pequeño conejo en sus

brazos.

A su paso por el bosque la naturaleza entera volteo a observar

el paso de Alice por el bosque, con su conejo en brazos. Aquel

conejo era con seguridad el ser más feliz de aquel mundo,

inclusive por encima de Alice.

Page 64: El Sombrio Secreto de La Felicidad

63

DAMIRU.

Damiru despertó de un sueño muy común al escuchar chillidos

y gritos provenientes de la habitación violeta y del baño de

esta. Tomó un camisón al estilo de aquella época Romana.

Comenzó a caminar rumbo a la planta baja que generaba tal

estruendo. Bajó por la gran escalera. Tardó mucho tiempo.

Horas y horas pasaron, hasta que la incansable madre llego

finalmente a la habitación violeta. La escena que ahí se

observaba era inentendible. A la lejanía la gran Roma junto

con su naturaleza era devorada por las llamas a plenitud de la

noche, mas eso no era de dar importancia pues tanto el niño

como el padre regañaban al bebe. Pero “¿Por qué regañaban

al bebe y no al perro muerto?”, se pregunto la madre.

Padre e hijo acusaban al bebe señalándole con el dedo,

- ¡Acaso están locos! – Gritó la madre - ¡Deberían de estar

regañando al perro en vez de a esa inocente criatura! – El bebe asintió con la cabeza, con los ojos hinchados de

tanto llorar, como rogando que los dejaran en paz.

- Pero si el bebe ha matado a nuestro pobre perro… ¡Ha

matado a nuestro perro!- dijo papa. - ¡Eso es de lo que hablo. La muerte del perro ha hecho

llorar al bebe. El bebe es la verdadera víctima, así que

déjenlo en paz! – Dijo la madre con gran autoridad, como culminando el caso.

Aquello había resultado muy razonable, así que el padre y el

hijo pidieron una disculpa al bebe y se dieron la vuelta,

quedando de frente a la trabe, donde se encontraba el

cadáver del perro que yacía amarrado al putrefacto lazo.

Page 65: El Sombrio Secreto de La Felicidad

64

Comenzaron a señalar al perro, culpándole de haber hecho

llorar al bebe. Gritos y gritos se dirigían hacia el culpable

perro. Al cabo de un rato los gritos cesaron. Sonrientes y

tranquilos, la familia giro para observar al bebe que yacía con

gran sonrisa, sentado sobre la mesa de madera.

- Saben, creo que la real victima aquí eres tu madre, que

has perdido tus talones al bajar tan larga escalera.

Page 66: El Sombrio Secreto de La Felicidad

65

DAKURNIS.

Yo soy Dakurnis y amo destrozar las rosas del bosque.

Las golpeo contra el frondoso tronco con tal brutalidad que el

hermoso puñado de pétalos no tiene ni el más mínimo tiempo

de aferrarse al botón que los sujeta.

Me divierto mucho y armo gran alboroto en el bosque cada

que una rosa muere por mi causa. Cada vez imprimo más

fuerza en mi golpetear, y es que, si no soy yo ¿quién las

destrozara?, ¿Quién lo hará?

Después de haber destrozado cuanto menos unas cien rosas

me siento bajo el roble que es alumbrado por el sol y miro al

horizonte. Con el viento en mi rostro realizo una mirada

orgullosa y pienso en lo buena gente que me he vuelto. Me

considero la persona más bondadosa sobre la tierra.

“Ahhh”, suspiro pensando en las pobre rosas que he salvado

de su marchito destino. Ahora no son más que pétalos

destrozados y botones secos. Lo que más me endulza la vida

es verlas destrozadas sobre el suelo, contemplando la forma

en que alguien aprovecho su existencia con tanta alegría. Las

he salvado de su marchito destino.

De pronto algo horrendo e incomprensible sucedió cuando me

inclinaba para tomar una rosa más. El árbol detrás de mí, en el

que me encontraba reposando, me tomo por las piernas,

prensándome con sus gruesas ramas. El árbol me tomaba

como si fuese un bate.

Page 67: El Sombrio Secreto de La Felicidad

66

¡Qué demonios sucede!, ¡Quién demonios se cree para

tomarme de esa manera!, ¡Con quien cree que está tratando!,

¡¡Yo soy Dakurnis, solo y únicamente yo tengo el derecho de

tomar las cosas a como me plazca!! Hago todo lo posible para

liberarme, sin embargo no puedo hacer nada en contra de su

fuerza.

Camina tomándome como estropajo inservible. Llega frente a

otro árbol y se posiciona frente a él. Toma vuelo con sus

ramas que aprisionan mis piernas, fungiendo como si fuesen

dos enormes brazos. Solo veo el árbol de frente,

aproximándose a mi humanidad, esperando al brutal golpe

que me destrozara y terminara con mi existencia.

Mis ojos solo contemplan la velocidad con que me acerco al

árbol sin poder hacer nada. ¡No!, ¡¡Noo!!, ¡¡¡Noooo…!!!

Mi cuerpo cae hecho pedazos ante el brutal golpe, tal como si

fuese una rosa cayendo en pétalo. El árbol me observa. Con

una maldita expresión, gozando la extinción de mi existencia.

¡Qué imbécil!, ¡¿Por qué demonios goza de mi destrucción?!,

¡¡ ¿Qué demonios le da el derecho de destruirme?!! Sin

embargo los sentimientos de odio hacia el árbol no me causan

más furia y rabia que el pensar en que jamás podre destrozar

mas rosas.

Page 68: El Sombrio Secreto de La Felicidad

67

TRISTEZA.

Page 69: El Sombrio Secreto de La Felicidad

68

KISTINE.

Me encontraba en las sombras, no tenía nada más que el

único deseo de estar contigo. De pronto el gran abismo me

arrebato el conocimiento, me arrebato el corazón.

¿Dónde estoy?

Camine y camine por desiertos sombríos, llenos de

monstruosos alacranes negros. Corrí y corrí a toda prisa sin

siquiera estar asustado.

No siento Nada desde que mi alma escapo y me dejo solo en

el abismo.

¿Kristine, donde estas?, ¡Cuida de mis amados Venados!

Camino y camino. Ahora me encuentro ante un sombrío

bosque. No veo más que arboles tristes.

Voy caminando sobre el cristal bajo el cual se encuentra el

mundo y en lo alto, sobrepasando la inmensa obscuridad de lo

que podría llamar cielo, veo halcones gigantes.

¿Kristine, donde estas?, necesito tu ayuda.

De pronto un árbol de cara alargada se inclina para mirarme a

los ojos. Yo corro a toda prisa sin siquiera estar asustado.

¿Kristine qué día es hoy?, ¿Kristine dónde estoy?

Sigo corriendo y me pregunto ¿Por qué pido ayuda a Kristine?,

Kristine seguramente debe estar cuidando los venados.

Page 70: El Sombrio Secreto de La Felicidad

69

Corro y corro hasta que dejo atrás el bosque. Los arboles no

hacen más que observarme. He llegado a una sombría playa

de aguas violetas. Intento beber agua tomándola con las

manos. Me es imposible, el agua traspasa mis manos. Las

tristes palmeras no hacen más que observarme. Me ahogaría

a mi mismo dentro de estas profundas aguas violetas, sin

embargo no tengo el más mínimo sentimiento hacia la

muerte… ni hacia la vida.

¿Kristine que me está sucediendo?

Corro y corro y pienso en Kristine. Las lagrimas brotan de mis

ojos sin siquiera estar triste.

Continúo corriendo hasta que me encuentro la única luz en

todo este horrible lugar. Es hermosa, brilla como mil soles. Es

un gran diamante…y ahí estas tu Kristine. Kristine, tu vestido

rojo es hermoso. Kristine eres demasiado bella. Kristine no

llores, tu tristeza arruina tu belleza.

Kristine está llorando, Inundando mi pequeño mundo. Para

de llorar, ¡Kristine para ya, destruirás todo!...Kristine, por

favor, no estés triste ya. ¡Vamos Kristine deja de llorar!

Kristine no me escucha, no haces más que gemir y tirar más y

más lagrimas. Está creando un diluvio. El diluvio de lágrimas

ha inundado todo y la tormenta que lo acompaña destroza mi

pequeño mundo. La marea de lágrimas me arrastra.

“Kristine solo te pido que pares de llorar.”

He quedado inconsciente sin siquiera sentirlo.

Page 71: El Sombrio Secreto de La Felicidad

70

Abro los ojos. Estoy a las orillas de la sombría playa. El

diamante en el que se encuentra Kristine, está a mi lado.

Kristine ha dejado de llorar. Ya no luce triste. Kristine sonríe.

Kristine… ¿A caso me has olvidado? ¡Kristine, tu eres la única

que me recuerda, acaso no lo entiendes! Kristine por favor no

me olvides. No te desvanezcas. Kristine eres mi último sentir.

Kristine yo te amo… ¿Por qué luces tan lejana?... ¡Kristine no

te apagues!, Te lo ruego, no te apagues.

Kristine se ha desvanecido. Kristine…¿Por qué me has

olvidado? Ahora realmente estoy muerto. Sin tu luz no existirá

más que abismo en mi mundo.

Camino en el abismo sin siquiera sentir, sin siquiera pensar,

pero de pronto recuerdo a Kristine. Una lágrima resbala de mi

ojo izquierdo. Que peculiar, sentí algo y creo que fue triste.

Me encuentro esperando por la noche y espero por el día

aunque el día no tenga luz.

Page 72: El Sombrio Secreto de La Felicidad

71

PERDICION.

Page 73: El Sombrio Secreto de La Felicidad

72

COLOR SUEÑO.

Adame observaba a través de su ventana pasar los rembos.

Todos iguales; pedazos de nubes amarillas atadas a caballos

rojizos. Sobre las nubes iban sentadas las personas, que como

su transporte, eran igual de poco creativas. Todos vestidos de

igual forma. Sus simples vestimentas de colores ocres. La

única diferencia notable era el calzado y el peinado, los cuales

no tenían grandes variantes.

Adame detestaba haber llegado a aquella época. Era

demasiado deprimente que fuera tan monótona y aburrida.

Era tan poco atrevida.

Aquellas personas no tenían la intención de inventar, no

deseaban hacer algo fuera de lo cotidiano. Adame detestaba

aquel sistema llamado “Comunismo sentimental” en el cual

nadie tenía derecho de sentir más que los demás. De esta

forma no existía felicidad ni tristeza en los fieles al sistema,

que era la mayor parte de la población. Sin embargo…sin

embargo amaba como se empezaba a tornar obscuro el cielo a

aquellas horas de la tarde. Amaba como cambiaba de naranja

a un azul ultramar semi oscuro al llegar la tarde, y como al

llegar la noche cambiaba a un violeta oscuro de nubes claras.

Pero más que todo aquello amaba el momento Justo en que

las suaves nubes de algodón violeta aparecían, y cuando las

casas amarillas se tornaban más naranjas, era cuando aparecía

ella.

Su brillante y larga cabellera negra, su tierna cara que

demostraba mas emociones que cualquier otro, su tez blanca

Page 74: El Sombrio Secreto de La Felicidad

73

como la nieve, su camisa blanca, cubierta finamente por su

pequeño camisón rojo, contrastando con el violeta del cielo,

combinando con el mundo entero y a la vez encendiendo a las

mismísimas estrellas con su inocencia.

Su sonrisa siempre mostraba una diversión traviesa e

inocencia al mismo tiempo, llena de sufrimiento, felicidad y

amor. Llena de vida. Era simplemente más hermosa que

cualquiera de las estrellas que había visto enterradas en el

bosque, más hermosa que cualquiera de las estrellas del

universo. Con tan solo verla, el sabia que ella era la única

diferencia, la única luz que existía además de él. Ni el mismo

sol iluminaba más que ella y el juntos, aunque esto sucediera

únicamente en su mente. Adame debía demostrarle que podía

ser tan genuino como ella, y no un apático como cualquier

otro.

Adame sintió aquel aire azul cristalino que entraba por las

ventanas de triangulo y enamoraba a las personas. Si, aquel

aire había entrado al interior de su cuerpo, dando un destello

a sus ojos negros y moviendo sus cortinas blancas. Pensó que

aquel era el momento para confirmar su existencia con ella,

pero estaba tan enamorado que dejo de observar las cosas,

simplemente era capaz de observar las nubes violetas, como si

estuviera hipnotizado por su belleza. Se imaginaba con ella,

solo ellos dos, mirando desde lo alto a todos. Lo imagino tanto

que no era capaz de controlar su vista, no era capaz de ver

nada más que las nubes, como si su cuerpo estuviera dentro

de un iceberg intentando tocar el cielo, sin pensar si quiera en

el repudio que sentía por aquellas frías personas, sabía que

aquella chica era su complemento, su alma gemela, cualquier

nombre que pueda recibir aquel indescriptible sentimiento,

cuando se sabe de la persona ideal.

Page 75: El Sombrio Secreto de La Felicidad

74

Cuando pusó en su mente un objetivo claro, fue finalmente

capaz de moverse por sí mismo, sin embargo ella se había

esfumado ante sus ojos como solía hacerlo casi siempre, entre

la blanca neblina que provenía del bosque, con sus

movimientos graciosos.

Era momento de esperar al siguiente amanecer, y él sabía muy

bien lo que debía hacer, y es que tenía la esperanza de

obtener su atención al demostrarle su existencia.

El siguiente día amaneció con el cielo de un color naranja muy

claro, con nubes de un amarillo muy suave, tal y como el fino

merengue de un pastel. Adame continuaba aun muy

enamorado. Observó por su ventana tristemente, y es que sin

el brillo de aquella chica extraña aquello parecía un desierto.

Sin embargo, dejándose de sentimentalismos Adame salió de

su habitación dirigiéndose por el pasillo, rumbo a las escaleras

que daban a su azotea, en la cual se encontraba su jardín. Su

rembo se encontraba atado a su enorme árbol de hojas

violetas. El caballo armo un alboroto de felicidad en cuanto lo

vio entrar al jardín.

Comenzó pintando su nube con un extraño fruto rosa que

nacía de la mala hierba en su jardín. Su jardín era hermoso,

parecía ser unas tres veces más grande que su casa, sin

embargo era solo una ilusión de su belleza. Las ninfas

formadas por el viento le daban un toque muy fresco, además

tenía la suerte de colindar a escasos metros de las nubes. Solo

y exclusivamente en su jardín las nubes nunca cambiaban su

suave y apenas perceptible color violeta. A los costados,

cortinas blancas de terciopelo cubrían la visión, con el

propósito de que sus vecinos no se sintieran insultados ante la

posesión de algo tan hermoso, eran un tanto envidiosos, sin

Page 76: El Sombrio Secreto de La Felicidad

75

embargo esto era únicamente una medida preventiva ya que

era prácticamente imposible que las personas voltearan hacia

arriba, pues al estar su jardín por encima de todas las otras

casas les causaba un exceso de pereza.

Finalmente pintó la nube de rosa en su totalidad. Aquel rosa

era tan hipnóticamente suave que acabo dormido sobre ella.

Comenzó a transportarse a uno de sus mundos preferidos.

Este era el mundo de los sueños.

Apareció de la nada en un campo extenso, lleno de hermosas

aves. De pronto, tal y como suele suceder en los sueños, el

acabo transformado en una hermosa ave de plumaje amarillo.

El cielo era coincidentemente como él lo prefería. Era violeta.

Un arpa sonaba en medio del paisaje a causa del zumbido del

viento.

Pero… ¿de quién era aquella silueta? El latido de su corazón

retumbaba al igual que si la estuviese viendo en persona.

Ella se encontraba sentada en el pasto, observando las

estrellas en el cielo despejado. Las observaba de una manera

muy única y especial, como si los demás fueran incapaces de

ver lo que ella observaba en ellas. Al horizonte se veía un

castillo de un gris violeta muy empastelado.

Se aproximo hacia ella volando velozmente pero cuando

estaba a punto de llegar a su hombro notó que el ave no era

él. Ahora él era simplemente un espectador, observando a su

amor con un ave amarilla sobre su hombro. El se encontraba

en un sitio desconocido y se sintió realmente frustrado,

simplemente observando aquella hermosa pintura de su

sueño y a la vez sintiendo celos hacia aquella ave.

Page 77: El Sombrio Secreto de La Felicidad

76

Sin siquiera estar a su lado, aquel era su momento de

completa felicidad.

Un momento de abismo absoluto hizo presencia en su sueño.

Una imagen nueva fue la que el visualizo. Aun se encontraba

en el campo pero ya no la veía, ni siquiera veía al canario.

Sentía como si estuviese viendo todo desde una perspectiva

mucho más inferior. El cielo nocturno se había tornado en un

naranja obscuro.

De pronto volteó a su derecha y vió la figura de un enorme

cuervo negro. Lo veía como si sus ojos estuviesen al nivel de

sus patas y eso era exactamente lo que ocurría. Se encontraba

enterrado de cuerpo entero, solo su cabeza se encontraba

sobre la superficie.

Miró al gran cuervo con desprecio.

- ¿Por qué me has enterrado? – Le preguntó al gran cuervo.

- Es mi deber – Respondió seriamente el cuervo.

- Tu… ¿Qué? ¿pero de que me estás hablando, si yo no he

hecho nada malo? – dijo un tanto irritado Adame.

- No has hecho nada…claro, más que llegar a un nivel de

felicidad que no puedo permitir- Dijo el cuervo

serenamente.

- ¿Y eso que tiene de malo?- Dijo Adame realmente

confundido.

- Imagina tan solo la envidia que vas a causar en tantas

personas. Si es tu felicidad la que causará la angustia en

tantos, y si es necesario que para ello dejes de ver a

aquella chica extraña, aun simplemente en sueños, será

mejor que permanezcas enterrado aquí hasta que tu

Page 78: El Sombrio Secreto de La Felicidad

77

felicidad regrese a su normalidad. Mi deber es apoyar a

las masas…A menos que esto haya cambiado tu felicidad

por el enfado- Dijo el cuervo, inclinándose para mirar a

Adame de cerca con sus pequeños ojos negros, esperando

casi burlonamente la respuesta de Adame.

- Bueno…pues me es imposible no estar enfadado contigo,

pero creo que eso no cambiara mi felicidad…de hecho me

siento más feliz que nunca, inclusive estando aquí

enterrado. Lo único que hago es pensar en ella. – Dijo

Adame.

- No puedo esperar por demasiado tiempo a que cambies

de parecer, tengo otros problemas. Mmm…- Medito el

cuervo con una de sus alas tocando su barbilla y con la

cabeza agachada.- Creo que no me queda más alternativa

que molestarte.

- ¿Molestarme? “¿qué le pasa a este cuervo?”…está bien,

haz lo que quieras, nada de lo que hagas va a cambiar las

cosas.- Contesto Adame un tanto molesto,

retadoramente.

- Si es así…- Dijo el cuervo caminando como si fuese un

pingüino hacia un puñado de ramas secas. Cogió las

ramas secas con su pico y regreso hacia Adame para tirar

las ramas sobre su cabeza. –…Comenzaré.

Pasaron los días y el cuervo no hacía más que tirar ramas

secas sobre su cabeza. Aquello en verdad que se estaba

convirtiendo en una tortura, hasta que de pronto sintió una

helada brisa de viento.

Despertó. Realmente se estaba congelando. Estaba recostado

sobre su nube rosa, observando las pocas nubes del suave

color violeta que se hallaban a pocos metros de el. El cielo se

Page 79: El Sombrio Secreto de La Felicidad

78

encontraba semidespejado y el hermoso manto color azul

violeta cubría toda la ciudad. ¿Pero acaso estaba

anocheciendo? En verdad que había dormido por un largo

rato.

Sobresaltado se levantó de su nube. No podía perderse el

mejor momento del día. Bajo las escaleras corriendo y llegó a

su ventana de cortinas blancas. Ella ya no estaba. La calle lucía

hermosa cada noche debido al brillante reflejo del cielo

nocturno, sin embargo en aquel momento carecía de su

esplendor primordial.

Decidido subió corriendo nuevamente hacia su jardín. Desato

su caballo y monto su flameante rembo de nube rosada. Se

encamino hacia la interminable escalera en forma de caracol.

En ella no se percibía nada más que sus interminables

barandales, atestados de hierbas y flores entre las grietas.

Adame no pensaba en otra cosa más que en verla. Tal vez las

ilusiones y falsas expectativas que había creado en ella eran

inciertas, pero no existía nada que encendiera su vida más que

el simple hecho de contemplar su existencia. No tenía la más

mínima idea de cómo era su persona. Sin duda alguna nada

podía decepcionarlo. Bajó y bajó por las extensas escaleras de

suave color crema durazno.

De pronto cerró los ojos y en un parpadeo las escaleras se

tornaron en un color violeta con toques negros, asimilándose

más a una escalera hacia el inframundo. ¡¡Todo era horrendo!!

Poco a poco las escaleras se contraían y pequeños niños con

caras de ave salían a través de las paredes. Eran horribles.

Adame desconocía sus intenciones, lo único que reconocía era

Page 80: El Sombrio Secreto de La Felicidad

79

que cada vez se acercaban mas y mas a él. Dentro de la

obscuridad que invadía cada vez más las escaleras. ¿Que se

estaba moviendo en las sombras? ¿Qué rayos sucedía en las

escaleras?

Los pequeños niños ave no le daban el más mínimo espacio.

Cada vez lo asfixiaban más y más. ¡Los muros se contraían!

Aquello no podía ser la realidad. Adame atrapado por los

horrendos niños ave notó que la mayoría carecía de ojos.

Algunos sonreían de manera que en cualquier otro niño

resultaría tierno. Venciendo las retorcidas imágenes de su

cabeza logró entre toda su pesadez mirar al cielo.

Repentinamente su escalera brindaba una mirada hermosa al

cielo azul violeta repleto de estrellas. Adame sonrió.

¡¿Que sucedía?! Adame se elevaba, de pronto todo aquel

infierno se desvaneció en sombras. Adame volaba cada vez

mas alto hasta que sobrepaso el espeso cumulo de nubes frías

que divisaba su planeta con el universo. Llego a una estrella de

la cual solo mitos había escuchado, la estrella del gran roble

parlante. Aquello era realmente hermoso, parecía salido de

otra dimensión. Había logrado salir de aquel mundo. La única

melancolía que existía en el era el hecho de no ver jamás a su

amor.

Tal parecía que el amor por aquella chica superaba cualquier

tipo de odio que existía en el.

El amor por ella era la única cosa que lo mantenía apegado a

la tierra. Fue entonces que al recordar su hermosa expresión

al sonreír, fue descendiendo lentamente abrazado por una

Page 81: El Sombrio Secreto de La Felicidad

80

hermosa melodía de arpa. De pronto en aquel confort recordó

a los horrendos niños ave.

Aquel suave confort desapareció al recordarlos. Adame

descendió bruscamente sin fuerza que lo ayudara a resistir su

caída. A pocos metros de tocar el suelo, con una frustración

total por no poder salvar su vida, abrió los ojos.

Adame se encontraba arriba de su nube, bajando la escalera

de caracol. Casi estaba por llegar al exterior. El viento se

tornaba muy frio.

Para él aquellos horrendos sueños estaban tan vivos como la

vida el mundo real. Excepto por un sueño, claro, que era solo y

únicamente igualable en una realidad. Ella.

Finalmente llego al exterior.

El día tenía un color muy peculiar. Tenía el color de la noche.

El sol alumbraba con su luz violeta sobre el planeta.

Al instante que salió de su pequeño túnel que daba al exterior,

las miradas reprobatorias no se hicieron esperar. Todos lo

miraban con desprecio, reprobando su abominable rembo.

“¿Cómo se atreve?”, “Que insolencia”, murmuraban las

personas al verlo.

Continuó avanzando erguido y orgulloso, Sin embrago aquello

realmente que hería su interior. Continuó avanzando,

abriéndose paso por las calles acompañadas por arboles a los

costados. Las calles eran alumbradas por candelabros. Aquella

ciudad tenía una estructura muy fina y bella, seguramente las

personas del pasado habían sido brillantes. Se había

Page 82: El Sombrio Secreto de La Felicidad

81

conservado igual por la falta de intenciones de avance de sus

habitantes. Por aquel lado toda esa apatía valía la pena al

menos para algo. La vestimenta era hermosa (excepto por el

color, claro). Comenzó a lloviznar.

Adame.

El olor que provenía de la tierra húmeda era hermoso. De

hecho noté que amaba todo de aquel lugar excepto a sus

habitantes, a excepción de uno, claro.

Observe una mariposa. Sus colores eran muy bellos. Continúe

avanzando. ¿Pero que era aquello tan hermoso?, Aquello que

lucía tan raro y único… ¡Era ella! Me observaba fijamente con

su mirada traviesa, llena de gozo y sufrimiento a la vez, llena

de excentricidad. Corrió adentrándose en el bosque como

incitándome a seguirla. Baje de mi rembo y la seguí a toda

prisa.

Apartaba las ramas con ambos brazos, para observar su

camino. No podría resistir perderla. No fui capaz siquiera de

notar que la pequeña llovizna era casi un diluvio. Finalmente

fui capaz de alcanzarla. Llegue a un extenso campo de flores.

Ella me miró con su peculiar brillo en los ojos, con sus grandes

ojos. Como siempre, con su sonrisa traviesa. Riendo,

¡¡burlándose de mí!!. No era capaz de alcanzarla. A unos

cuantos metros de ella tropecé con una rama. La tecleé con

brusquedad. Caímos en un charco, su vestido blanco acabo

manchado por el lodo. A pesar de la caída ella me miro con

Page 83: El Sombrio Secreto de La Felicidad

82

una sonrisa y yo no hice más que burlarme de su alborotado

cabello. Ella intento mirarme con rabia pero su sonrisa la

delataba. Yo solté una carcajada, realmente que me causaba

gracia. Sus expresiones me hacían reír. Ella me aventó agua

del charco, maldición, casi entra por mi boca abierta por tanta

risa. Se burló nuevamente y se echó a correr. Gritaba de una

manera muy divertida, muy agudamente. Seguramente ella en

su mente creía ir muy rápido, sin embargo la alcance con

rapidez. La agarre por los costados justo cuanto pise un charco

enlodazado y caímos nuevamente. Quedamos cara a cara, no

percibí si quiera un mínimo dolor. Los dos nos miramos y

comenzamos a reír hasta que la risa llegó a su fin. Nos

miramos fijamente a los ojos. No tenia que conocer nada mas

de ella, con el hecho de mirar sus ojos sabía que era única, tan

rara y única como un ángel. Sucedió lo que era inminente. La

bese.

Nos despegamos un poco, aunque realmente muy poco, lo

necesario para mirar las estrellas. Estrellas y estrellas

chocantes. No mencionaré aquello que ella me dijo sobre las

estrellas. Supe por que miraba con tanta diversión a las

estrellas. Jamás lo diré.

Era realmente gracioso verlas, y cuando llegaban aquellos

extraños gusanos era simplemente delicioso.

Ella me embarró lodo en la cara una vez que voltee buscando

sus labios. Se burlo y corrió de una manera muy graciosa.

Nuevamente con su grito muy particular.

Corrió, manchando su vestido entre los charcos, el cual

ciertamente ya no era blanco. Corrió por la colina. El cielo

violeta de la noche nos alcanzaba.

Page 84: El Sombrio Secreto de La Felicidad

83

Corrí detrás de ella, sin atraparla, simplemente muy cerca,

haciéndola gritar y correr más rápido.

Llegamos a un gran prado. Conocí a los duendecillos de los

cuales me habló. Y entonces comenzó a cantar. Una voz única,

cada que intentaba verla me apartaba la mirada con su mano.

Era rara, realmente era rara como un ángel.

Molestamos a los duendecillos por un rato, hasta que

enfurecidos nos persiguieron. La tome de la mano y corrimos

riendo y riendo.

Nuestra conversación se basaba en la risa. Y es que no había

nada con más gracia que ella.

Me hablo de un país extraño y luego le hice la propuesta de

intercambiar ojos. Ambos nos entusiasmamos. Parecía algo

realmente divertido, pero estábamos exhaustos. Terminamos

tirados en el pasto, mirando aquellas estrellas tan graciosas,

“¡mira esa! jajaja”, señalaba aquellas que lucían más

divertidas. La mire a los ojos, tome su hermoso cabello largo y

lacio, y la bese.

Toda la noche contemplamos a las estrellas.

Finalmente, abrazados, terminamos dormidos.

Despertamos. El día era esplendoroso. “¡¡Una ardilla!!”. La

perseguimos…. no la alcanzamos.

Fuimos con los duendecillos, les pedimos disculpas. Se

negaron por un largo tiempo hasta que finalmente cedieron.

Realizamos el intercambio esperado.

Page 85: El Sombrio Secreto de La Felicidad

84

Al instante vi un mundo dos veces más triste, dos veces más

alegre. Dos veces más vivo.

Caminamos como embriagados, torciendo torpemente los

pies por el pasto seco. Ella también lucia muy alegre.

Caminamos con los ojos cambiados por todo el día. Reímos

nuevamente con las estrellas y dormimos, Inclusive con ojos

cambiados.

¡¡Al siguiente día Vimos al gran lagarto!!. Nos montamos en el.

“Brincaremos”, “noooooo!!!”, “siiiiiiii!!”, le tome de la mano y

saltamos con un gran brinco acompañado de un grito agudo.

Caímos en el suave pasto, miramos el sol naciente. Parados en

un acantilado y observamos la intensidad del océano. Con ella

el mundo era infinito. El sol nos hipnotizo, hasta que se torno

muy aburrido. Se levanto y me tomó de las manos.

Comenzamos a dar vueltas y vueltas. Nos sentamos

asqueados.

Conversamos y conversamos hasta que llegaron las estrellas

Desperté, aun era de noche, ella ya no estaba.

Realmente triste, camine. El camino sin ella era realmente

extenso. Vaya que era un largo camino.

Había perdido un ángel, había perdido un sueño. Extraviado

en el mundo real.

Comenzó a nevar, perdí el camino, confundido entre la

blancura de la nieve.

Nada valía la pena sin ella. Extraña como los ángeles.

Page 86: El Sombrio Secreto de La Felicidad

85

Me levanté con fuerza de la nieve, no podría perderla, era

única en el mundo, en el Universo, en la existencia.

Caminé y caminé sin encontrarla. Mi cuerpo se congelaba, sin

embargo la frustración y la tristeza me abrigaban del frio.

Tal vez paso más de un día, no estoy seguro. Vi las estrellas

con tristeza, note que su gracia se debía a la dulce risa que

provocaban en ella. Ahora ella estaba únicamente en lo más

profundo de mi, sin embargo lo único que me provocaba

recordarla era tristeza…y felicidad.

Llegue finalmente al lugar en el que había dejado parado mi

rembo. Mi caballo comía pasto. Decaído me subí en el. Deje

que mi caballo cabalgara hacia cualquier lugar con libertad. El

cielo era violeta y mi mente no era más que un océano

perdido.

Contemple la posibilidad de que fuera un ángel. Pensé con mi

última esperanza buscarla en las nubes.

Me encontraba sentado, dormido sobre mi rembo que vagaba

sin órdenes, rumbo a mi castillo.

Mi sueño era realmente hermoso, soñaba con ella…hasta que

de pronto desperté furioso al sentir un ligero golpe.¿ qué

demonios me había despertado de tan hermoso sueño? Sentí

nuevamente un pequeño golpe en mi cabeza. Voltee hacia

atrás. Vi a un anciano con un puñado de pequeñas piedras. Lo

observe fijamente. Ignorando mi mirada me lanzo otra

pequeña piedra. “¿¡qué rayos le pasa!?”. Sentí otra roca,

proveniente de otra dirección. Esta vez era un niño el que me

atacaba.

Page 87: El Sombrio Secreto de La Felicidad

86

Me percate que estaba obstruyendo la avenida. Había un gran

tráfico de rembos detrás de mí. “¿Qué demonios les pasa a

estas personas?, ¿que no saben que hay otras vías?”, pensé,

pero creo no me encontraba en posición de atacarlos, me

había dormido a mitad de la avenida y no sé durante cuánto

tiempo.

Recibí unas cuantas pequeñas rocas más antes de avanzar.

Cuando me alejaba el anciano me grito a la lejanía “Se que

estabas feliz mientras dormías, y lo puedo confirmar por la

sonrisa que tenias”. Varias personas escucharon eso y me

miraron con repudio. Estaba rompiendo las leyes del

comunismo sentimental. “Nadie puede sentir más que nadie”,

es de esa forma que aquella comunidad se hallaba en

“equilibrio”, sin tristeza ni felicidad.

Me miraban de una manera distinta a la acostumbrada.

Normalmente no hacían más que ignorarme con sus miradas

vacías, ahora sentía realmente su odio. Tal parecía que había

excedido el límite a pesar de no hallarme en un punto máximo

de felicidad.

En el camino me tope con un grupo de chicos que jugaban su

clásico y patético juego de rocas. Trataba de ver quien era

capaz de encontrar la roca más grande. Corrían y cada uno

tomaba una roca. En cuestión de segundos se reunían y el que

tuviera la roca más grande triunfaba. Aquello resultaba

demasiado estúpido para mi, sin embrago siempre me

contenía tras mi mascara de respeto, pero aquellas personas

en verdad que me habían enfadado ese día.

Page 88: El Sombrio Secreto de La Felicidad

87

- Saben chicos, su juego luce muy insulso y ridículo, pero no

lo tomen apecho, es lo mejor que pueden dar de sí

mismos. – Me miraron con odio al igual que a mi rembo.

Cada uno me lanzo su roca (cuando menos su búsqueda no

había sido muy buena, pues todas eran pequeñas y medianas).

No podrían haber generado otra reacción, su capacidad no se

los permitía. Ante la estupidez la única manera en que se

reacciona es con agresividad. Ahora sé que mis pensamientos

eran realmente agresivos e intolerantes, realmente que

estaba desesperado. Perdía cada segundo sin ella.

Llegué a mi hogar y subí por la gran escalera. Llegué a mi

jardín y escale las nubes. Escale y escale nubes violetas.

Acampe para descansar ciertas noches.

Duré días, semanas, hasta que mi barba se torno descuidada y

mi cuerpo escuálido. Me movía con el corazón.

Observe desde las alturas la neblina que abrumaba la ciudad y

los rayos azules a la lejanía que prevenían una intensa

tormenta. El cielo se torno de un verde oscuro muy intenso.

Me sentía casi muerto, hasta que una calidez muy especial

llegó sobre mi hombro y sobre mi cabeza. ¡Era ella!,

refugiándose en una pequeña cueva de frías nubes.

Yo la abrace y llore de felicidad. Ella se notaba triste.

- Adame, ellos te odian y yo soy la causante de todo esto.

Sin mi tu no romperías las leyes, de esa forma no te

odiarían como lo hacen ahora…- su cara se entristeció con

la voz semi rota - Creo que debemos dejar de vernos…te

Page 89: El Sombrio Secreto de La Felicidad

88

quiero- me dio un beso…- ¿en verdad la estaba viendo?,

¿En verdad me odiaban? Mi mente era un océano.

Quedé desolado. Ahora el hambre y la falta de espíritu no

eran el factor primordial de mi debilidad física, ahora estaba

muriendo de tristeza. Esto fue la pizca de debilidad que acabo

con la fuerza de mi cuerpo y espíritu. Caí por las nubes. Al fin

podía volar y no era algo que me estuviera satisfaciendo como

sucedía en mis insólitas fantasías.

Atravesé nubes y nubes, hasta que una de aquellas nubes

detuvo mi caída fatal…sin embargo al llegar a ella yo ya me

encontraba muerto para ese mundo, si, muerto de

tristeza…¿Pero cuál mundo era ese?

Tal parecía que aquel comunismo de sentimientos, que para

mi resultaba ridículo, realmente salvaguardaba a la

personas…Muerto por alcanzar las máximas escalas de

felicidad y tristeza. Persiguiendo un ángel.

- Hola- Me dijo con una sonrisa

- Hola- le devolví la sonrisa

- ¡¡Adame!! estas herido- Dijo realmente preocupada

- Esto – dije señalando mi herida – No tiene importancia. Lo

único que importa es que estoy contigo otra vez.

Ahora el cielo realmente se tornaba violeta, era realmente

hermoso, no podía dejar de verlo. Era simplemente como ella.

Me encontraba ante la capa más baja de nubes. Una infinidad

de nubes blancas iluminadas por el violeta brillante. Al fin el

violeta salía de día, y al fin ella estaba nuevamente conmigo

para existir a mi lado en un mundo distinto, sin embargo no

más ni menos real que el otro.

Page 90: El Sombrio Secreto de La Felicidad

89

Nos tomamos de las manos y ambos sonreímos. Volamos

hasta atravesar la gran capa violeta de la tierra. Observamos la

inmensidad del universo y a distancia vimos la estrella en la

que habitaba el amable y amigable gran roble.

La gran escalera ahora no albergaba aquellos horribles niños

pájaro, ahora se observaban adorables y pacíficos patos

caminando por la escalera llena de pastizales con rosas que

movían las frescas brisas.

A las lejanías un sol rodeado de nubes rosas y pétalos

navegando a través de las corrientes del universo entero. Ella

riendo de fascinación, más hermosa que cualquier cosa.

Ambos perseguimos una estrella, hasta que la atrapamos y la

observamos juntos. La estrella dio un grito y ella sobresaltada

soltó un grito aun más intenso. Yo reí. Ella me miro

malvadamente, sin embargo vislumbró una sonrisa. También

comenzó a reír. Era muy graciosa.

Perseguimos unas cuantas estrellas más hasta que llegamos a

aquel mundo.

Mi mundo preferido, el pequeño mundo de las extensas

llanuras plagadas de flores y aves, donde un arpa expandía su

sonido por todos los rincones. A las lejanías del cielo violeta se

vislumbraba, tapado entre las nubes, un hermoso castillo de

un violeta empastelado y pequeñas montañas se observaban

al horizonte.

Page 91: El Sombrio Secreto de La Felicidad

90

¿Dónde están?

Se acostaron sobre la suavidad del pasto y observaron el

universo que jamás acabarían de recorrer.

Yo miraba las hermosas lunas de aquel pequeño planeta

cuando recordé aquel gracioso mundo en el que existía, y

comencé a reír observando juntos las estrellas. Ella me

observo y rio junto a mí. Ambos sabíamos que reíamos de

felicidad. La conexión que había entre nosotros hacia tan pero

tan divertido hablar entre sí, sin embargo en aquel momento

las palabras salían sobrando. Tomé su mano jugueteando con

ella.

El amor por el simple existir de una persona…pero, ¿Sabe que

existo?

En la sombría obsesión.

Page 92: El Sombrio Secreto de La Felicidad

91

PENSAR.

Page 93: El Sombrio Secreto de La Felicidad

92

TRISTAN.

Tristán se hallaba recostado sobre un árbol observando el

hermoso paisaje despejado y los barcos que se deslizaban

sobre el agua a la lejanía, siempre preocupado por sus

pensamientos catastróficos, Imaginando y leyendo sobre

catástrofes encontró en su mente una justificación al

preguntarse “¿En verdad soy una mala persona. Pensar y

emocionarme por la catástrofe me vuelve alguien malo?”.

Entonces una segunda voz en su cabeza le respondió. “No

Tristán, pensar que lo que piensas te hace malo te vuelve

bueno, por el simple hecho de pensar que pensar estas cosas

te vuelve malo”. Una tercera voz le respondió “Pensar que

eres bueno por pensar en que es malo lo que piensas no es

más que una excusa para tu maldad. Inventar una excusa para

ello solo te hace más malo”, una cuarta voz le dijo “Pensar que

lo que piensas es malo y pensar que pensar esto te vuelve

bueno, no es más que una excusa, pero pensar en que estas

pensando que esto se trata de una excusa que solo trata

ocultar tu maldad inicial, te vuelve bueno”. Entonces Tristán

se pregunto “¿entonces si pienso que es malo y eso me vuelve

mala persona pero al mismo tiempo me vuelve buena

persona…que es bueno y que es malo? Entonces,

repentinamente, un rayo partió el gran árbol en el cual Tristán

se hallaba recostado, aplastándolo por completo. Las aves

asustadas revolotearon. Tristán hizo un gran descubrimiento.

Se dio cuenta de que eso era realmente malo, y pensó “pensar

en catástrofes no es bueno ni malo, solo es pensamiento. Creo

que el problema no se planteaba sobre si pensar en

catástrofes era malo, si no en si las catástrofes eran

malas…ahora no pienso en ellas, ni pienso si pensar en ellas

Page 94: El Sombrio Secreto de La Felicidad

93

me vuelve malo o bueno, de hecho ya ni siquiera pienso, solo

sé que me ocurrió una catástrofe… y eso es malo.

Unas aves se alojaron de vuelta en el ahora árbol caído. El

viento siguió su marcha y los barcos su andar.

Solo las acciones valen.

Page 95: El Sombrio Secreto de La Felicidad

94

SABOR A RECUERDO.

El contexto no importa. En parís, en una tarde soleada de

verano o caminando por la acera al manto de la noche, en una

noche fría, tirados sobre el césped mirando las nubes o las

estrellas, en medio de las sombras, a la luz del sol, a través de la lluvia, no importa donde, lo único que importa es que ellos

recuerdan…y recordar sabe a musse de chocolate.

M: Marlín

A: André

M: ¿sabías que más de uno son dos?

A: No. es un gran descubrimiento

Jajajaja, tu cara (Viendo una fotografía)

Saliste bien

M: me veo adorable

A: si. Te favorece esa sonrisa torcida

M: jajajaja

Así estaré desde ahora todo el tiempo

A: Serías muy popular.

M: Lose...

Ya me empaché

A: ¿qué comiste?

M: Una gelatina de uva con crema

(BABA)

Page 96: El Sombrio Secreto de La Felicidad

95

A: (BABA)

Suena delicioso. Me gusta la gelatina

¿Era gelatina de agua?

M: nooo

Era de pan

¡Hash!

A: (mueca)

Es que imagínate si fuera de uva y de leche

Sería la combinación perfecta.

M: siii

(BABA)

A: aunque sería difícil que alguien lograra combinar la uva con

la leche sin que sepa raro

Pero.... (BABA)

M: si existe

A: ¿sí?

M: y no creo que sepa raro

A: se me hace gelatina la boca

La buscare…aunque en guvy creo que no existe

M: ¿guvy?

A: si. ¿No la has probado? Es muy conocida

M: ¿qué es eso?

Page 97: El Sombrio Secreto de La Felicidad

96

A: jajajajaja Es una marca de gelatina

M: ah no, pero las gelatinas de leche se preparan caseramente

con otro procedimiento,

Distinto al de la preparación de una gelatina común y

corriente

…recuerdo vagamente

A: también hay guvy de leche

M: que una vez yo probé una de cereza de leche que hizo mi

abuelita con lechera y estaba muy buena

A: suena deliciosa Creo que esa de cereza que dices suena mejor que la de uva

(BABA)

M: Si. Estaba bien excelente

A: hay un musse de durazno que está bien rico

Casi más rico que las gelatinas

¿Has probado el musse?

M: No

Solo el de chocolate

Me mataba de pequeña

…moría

A: ¿unos que vendían como en copitas de plástico?

M: si. Cafés

A: si. (BABA)

M: si, delicioso

Page 98: El Sombrio Secreto de La Felicidad

97

A: hace mucho que no como uno de esos …espero que todavía existan

Cuando lo vea me comeré uno.

Será como recordar Esos los comía cuando estaba chico

M: pero ya no existen ¿o sí?

A: no lo sé, yo los compraba en un carrife de por mi casa

que ahora es un walzivt

Cuando vaya buscaré…

Después sacaron unos como de arroz con leche que no me gustaron. ¿Los recuerdas?

M: si los recuerdo…

Oh si…

Page 99: El Sombrio Secreto de La Felicidad

98

FUEGO

Y

HUMO

Page 100: El Sombrio Secreto de La Felicidad

99

VIENTO.

Subí a mi azotea para fumar un cigarrillo. Me pusé mi larga

chamarra negra de cuero pues estaba lloviendo acompañado

por un viento tan vitalizante. Breve lluvia espanta gente, muy

común estos días en mi gran ciudad. Caminé y observe un lazo

mientras me acercaba al barandal que da hacia la mejor vista.

Aquel lazo era movido por el viento, como flotando a su

propio ritmo y manera, fuera de lugar. Me acerque para

tocarlo como esperando que tuviese algo en particular, algo

especial, solo para notar que no era más que un lazo roto que

colgaba y se suspendía entre la noche. Me recargue en el

barandal y prendí mi cigarrillo tapando el viento con mi

chamarra. Observe la luz de una patrulla a la distancia, la gran

universidad y las luces de las casas en la noche. Pensé “Debo

escribir mejores historias” “Puedo escribir algo que tenga

mayor significado”. Miré hacia abajo las hojas y el pasto de mi

jardín moviéndose. Mire mi cigarrillo humedecido y miré todas

las luces de las casas nuevamente. El cielo daba un fondo algo

rojizo. Cientos, miles de luces de diferentes tonos. Azules,

rojas, amarillas, y blancas. Tonalidades más intensas unas que

otras, luces que imagine como el mismísimo cielo estrellado,

luces incapaces de observarse en el cielo debido a la

contaminación y al clima nublado. Entonces pensé en mis

historias y no las pensé tan malas. Fumando mi cigarrillo miré

las luces pensando en una nueva historia, alguna que pudiera

hacerme pasar un buen rato, alguna historia enferma, fresca,

simple o divertida.

Page 101: El Sombrio Secreto de La Felicidad

100

CIGARRILLOS.

Fumando, si fumando observe mi cigarrillo. Había escuchando

tantas pestes sobre ellos, decían que estaban hechos desde el

mismísimo infierno ¿Será que me importa poco? O

posiblemente me agrada la idea de tener un infierno en mis

manos, un pequeño infierno que puedo prender y extinguir

cuando me plazca, el poder de llevarlo a mi interior y

expulsarlo a mi placer, tiempo y fuerza me agrada. Entonces

miro el final de la ceniza ardiendo tan vivazmente y cuando

esta termina su agonía lo embarro contra la pared, apagando

lo último que queda en el, embarrando al mismísimo Satanás.

Claro, ese debe ser el misterioso poder adictivo de los

cigarrillos, el poder de ser dios por unos minutos.

Page 102: El Sombrio Secreto de La Felicidad

101

ARTHUR.

Page 103: El Sombrio Secreto de La Felicidad

102

CAPITULO I

Page 104: El Sombrio Secreto de La Felicidad

103

Simone.

La joven y Bella Simone miró las estrellas recostada sobre el pasto.

Entre montañas y con el manto de la noche su piel blanca

resplandecía con intensidad. Reclino la cabeza para llevarse el

aroma de una hermosa flor violeta. De pronto una estrella fugaz y

los ojos verdes de Simone brillando con intensidad.

“Simone pide un deseo”, escucho Simone. “¿quien dijo eso?”, dijo

Simone levantándose un tanto asustada. “No te preocupes por

ello, tu solo pide un deseo”, “está bien”… “quiero tener una

estrella para mi sola”, deseó Simone y cerró los ojos con fuerza.

Abrió los ojos y miró a su entorno. Se reclino hacia delante y miró

el campo extenso. Notó que no había ninguna estrella para ella.

Rió, extrañada de sí misma, “¿Por qué parte de mi cabeza pasa

que una estrella pueda bajar para ser mía?”. Simone se puso en pie

y caminó con los brazos cruzados. Simone portaba un ligero suéter

violeta pero el frio nocturno era demasiado intenso. Su largo

cabello negro se movía por el viento y sus labios temblaban con

fuerza.

Caminó observada por la gran luna y su hermosa luz nocturna. De

pronto tropezó con algo que soltó un “¡AAaa!” Muy agudo y

tierno. Simone se inclino e hizo a un lado el pasto. “¡Vaya, es mi

pequeña estrella!”, Simone tomó a la aturdida estrella y la cubrió

con su suéter. Miro para todas partes y corrió.

Llego a su cabaña en medio del hierbero.

Toco a la puerta con fuerza. “¡papa, abre la puerta rápido!”.

Page 105: El Sombrio Secreto de La Felicidad

104

Su padre se asomó a la puerta y encendió la luz. Observo a su

hermosa hija Simone que lucía mas pálida que de costumbre,

jadeante y con una gran sonrisa.

-Papa, mira lo que tengo, no lo vas a creer – Saco con ansias a la

pequeña estrella que lucía unos pequeños ojos negros muy

cansados. La tomo con ambas manos y la acerco a su padre.

Su padre abrió bien los ojos y acerco su cara a la pequeña estrella.

-¡¿Pe..Pero donde has encontrado esto Simone?!- Dijo atónito.

-En el bosque, yo la deseé– Simone rio de incontenible alegría.

- Jajaja… ¡Una estrella!, ¡no lo puedo creer Simone!

- ¡Si, es increíble!- Simone salto de alegría – Ambos miraron a la

pequeña estrella que lucía muy agotada.

- Vamos pasa. Tal vez necesite un poco de calor.

Simone se quito su suéter violeta y abrigo a la pequeña estrella. La

soltó con delicadeza sobre el sillón marrón. Se acerco a ella y la

acaricio con suavidad mientras su padre calentaba un poco de miel

de maple. “descansa mi pequeña estrella”, susurro Simone.

- Bien, veamos si le gusta la miel de maple – Llegó alegremente

su padre con una tetera con miel de maple. Simone lo volteo a

ver y con el dedo índice sobre su boca emitió un ligero

“sshhh”. Su padre no soltó la tetera y se acerco a la pequeña

estrella para contemplarla de cerca.

- ¿Es hermosa cierto? – dijo en voz baja Simone,

contemplándola con un brillo en sus ojos que iluminaba aun

mas su sonriente rostro.

Page 106: El Sombrio Secreto de La Felicidad

105

- Si…solo alguien tan bella como mi pequeña Simone pudo

haber encontrado algo así.

Simone volteo a ver a su padre y le dio una tierna sonrisa.

- La llamaré Stela…Bien, creo que debemos dormir papa.

- Si, es verdad. Descansa mi pequeña Simone y deja que Stela

haga lo mismo- Dio un beso a Simone en la frente y se

marcho.

- Y tú, tu mi pequeña Stela, no dejes de brillar – susurro a la

estrella y le dio un pequeño beso. Simone se separo de la

estrella y sus labios comenzaron a brillar con intensidad.

- ¡Padre!- Grito Simone asustada y emocionada a la vez.

- ¡Simone…estas brillando! – Dijo atónito su padre. Simone

comenzó a lucir un hermoso brillo en su piel, tan intenso como

la luz de la luna.

Simone miro alucinada sus manos y después su cuerpo entero.

Comenzó a despegarse del suelo fascinada. Miro a su padre con

una gran sonrisa.

- ¡Simone!, e...esto es simplemente imposible. ¡Es increíble!

Simone se elevo por la cabaña con gracia, como la mismísima luna.

La estrella abrió sus pequeños ojos y contemplo a Simone. Voló

hacia Simone dejando su cobija violeta. Simone atrapo a la

estrepitosa estrella y la abrazo.

- Padre, saldré de paseo con Stela, ¡volveré! – Grito Simone

saliendo por la puerta de la cabaña apretando cariñosamente

a Stela entre sus brazos.

- ¡Ten cuidado Simone!

Page 107: El Sombrio Secreto de La Felicidad

106

Simone despego a gran altura para contemplar el panorama entero

con su pequeña estrella en manos. Vio los arboles y los pastizales,

atravesando las nubes. Cerró los ojos para sentir la brisa del

viento. Sobrevolaron sobre un gran lago. Inesperadamente Simone,

con los ojos cerrados, dejo resbalar de entre sus brazos a la

pequeña Stela.

Abrió los ojos y con desesperación movió las manos en un fallido

intento de atrapar a Stela.

_ ¡Stela! – Grito y voló en picada hacia el lago.

Stela cayó estrepitosamente en el agua del lago y poco después

Simone también lo hizo.

Bajo el agua contemplo a Stela que inconsciente descendía hasta el

fondo. Nado con fuerza hacia Stela. Miro sus brazos y noto que

su brillo desaparecía. Nado aun con más fuerza. Estiro su brazo y

a punto de tocar a Stela esta se deshizo lentamente en polvo

dorado. Simone abrió sus ojos irremediablemente tristes y perdió la

fuerza. De pronto una brillante luz en el fondo hizo presencia. La

luz aumento y burbujas comenzaron a salir del fondo. Una

corriente en forma de espiral salió con fuerza y se aproximó a

Simone. Simone suspendida en el agua se vio envuelta en esta

corriente en espiral, que arrastró consigo el polvo de Stela. Simone

observo sus manos que comenzaban a brillar con una aun más

potente luz blanca, más fuerte que la luz de la luna. La corriente

en espiral estallo en un fulgor como el oro y llevo a Simone a la

superficie. Simone acabo en superficie, tosiendo y sacando agua

por la boca. Se sintió extremadamente débil. Aun continuaba

brillando como mil lunas. Tirada en el pasto recordó a Stela, a

quien no fue capaz de salvar. Comenzó a llorar, estrujando el

pasto con rencor entre sus puños.

Page 108: El Sombrio Secreto de La Felicidad

107

Levanto la mirada y observo la lejana cabaña.

Con gran debilidad notó que no era capaz de ponerse en pie. Se

arrastró por el pasto abrazada por la luna. Se arrastro y arrastro

soltando lagrimas de frustración y dolor, pues su cuerpo brillante

como mil lunas apenas y tenía fuerzas.

Miro al cielo como implorando a la luna hasta que después de

tanto arrastrarse dio con la cabaña. Apenas y pudo sostener con

las manos un escalón de madera al pie de la cabaña y grito

“¡Papa!, ¡Papa!”.

Su padre abrió la puerta y no vio más que el campo y la noche.

“¡papa!”, grito nuevamente Simone. Bajó la mirada y vio a su

ángel que lo miraba implorando ayuda con sus grandes ojos

húmedos de lagrimas.

- ¡Simone! –bajo las escaleras velozmente y cargo a Simone,

metiéndola a la cabaña. Simone Entro llorando.

- Papa, la perdí, no la pude rescatar…No pude…no… -

Simone quedo inconsciente en los brazos de su padre.

- Simone despierta. Simone- El brillante cuerpo de Simone se

comenzó a tornar muy ligero hasta que… - ¡Simone!- Simone

se volvió agua en los brazos de su padre.

Page 109: El Sombrio Secreto de La Felicidad

108

Arthur.

Junto al gran rio se tiró de rodillas y se refresco el rostro con el

agua cristalina. Estaba cansado de huir como un bandido.

Escuchó un ruido entre el ramerio de arboles que cubría la entrada

al divino manantial.

La muchedumbre enfurecida, con palos y antorchas lo había

alcanzado. Con una nueva inspiración de adrenalina se levantó

entre tropiezos para continuar con su carrera. La muchedumbre lo

persiguió. Corrió y corrió.

Unos coloridos pájaros le nublaron la vista al revolotear cerca a su

rostro. Con manoteos los disperso. Atravesó el rio por las rocas y

subió por la cuesta pastosa y Pedroza, tropezando ocasionalmente

entre sus imperfecciones.

Llegó a la cima y se encontró atrapado entre un precipicio y la

muchedumbre. La muchedumbre lo miró. Parecían estatuas

mientras el respirando exaltadamente y lleno de frustración miró

al frio cielo. Volvió la mirada a la muchedumbre y finalmente ante

la muerte súbita intento el inútil dialogo.

- ¡¡ ¿Por qué me siguen?!!– Gritó con furia y desesperación,

haciendo eco por los aires.

La muchedumbre permaneció intacta, más solo por segundos.

Pronto se encontraron las miradas los unos a los otros y el

murmullo no se hizo esperar. El movió los ojos de un lado para

otro, esperando la respuesta irritado.

Page 110: El Sombrio Secreto de La Felicidad

109

Finalmente uno de entre el murmullo habló alto.

- ¡¿Y tu porque huyes de nosotros!? Es por nuestra pinta de

gente mala, ¿cierto?!

- ¡¡ ¿Pe…pero que dices?!!¡¡¿Pinta de gente mala?!! – Rió de

loca y desesperada ironía. - ¡Ustedes querían matarme!

- Piénsalo bien muchacho, tal vez si hubieras preguntado antes

te habrías evitado correr tanto.

Arthur trago saliva y los miro respirando aun un tanto agitado.

La muchedumbre permaneció quieta y decepcionada hasta que a la

lejanía uno de ellos visualizó a un hombre que tomaba frutos de

los arbustos.

- ¡¡Miren a ese hombre!! ¡¡Persigámoslo!! – La muchedumbre

furiosa dio marcha atrás.

Arthur sintió la fría ventisca moviendo sus arreglados atuendos de

la clase alta. De pronto un poco de sol salió para prestarle un poco

de su abrazador calor.

Agobiado por correr tan largas extensidades se derrumbó sobre el

pasto. Cerró los ojos y pensó en todos los hermosos paisajes y

panoramas que no tuvo la delicadeza de contemplar a detalle

debido a su exaltado estado.

Había pasado por tan diversa y hermosa naturaleza.

De pronto no pensó más que en la calidez de su hogar. El

abrazador calor del fuego de la fogata y el exquisito aroma del

panque de vainilla.

Page 111: El Sombrio Secreto de La Felicidad

110

Sin la preocupación del camino de regreso, terminó profundamente

dormido. Cuando abrió los ojos se encontraba en medio de la

noche.

Su piel se encontraba más pálida que de costumbre. Necesitaba

comer algo.

Aun con el cansancio y dolor en su cuerpo se puso de pie con

firmeza y comenzó su camino de retorno. Comió algunas frutillas

rojas que encontró en los arbustos de paso. Miró sorprendido la

luna. Lucía unas cuatro veces más grande de lo acostumbrado.

Entrecruzo los brazos y los apretó fuertemente contra su pecho

debido al frio nocturno. Caminó y caminó entre los pastizales

hasta que encontró una cabaña a la intemperie.

Tocó a la puerta y un educado y alargado hombre abrió.

- Pase usted, hombre perdido de la intemperie – Amablemente

dio la bienvenida.

- Gracias – Dijo Arthur temblando, apretando su capucha azul

con fuerza.- ¿Y usted como sabe eso?

- Digamos que su rostro habla por sí solo… Tomé asiento – Le

abrió paso a un pequeño sillón junto a la fogata. Frente a él

una pequeña mesa.

- Es muy amable de darme cabida en su humilde casa señor-

dijo agradecido Arthur.

- No agradezca joven, siempre he esperado la visita de alguien

como usted para hacer uso de mis servicios. Hablando de

servicios… ¿No quiere agua? – Dijo de una manera un tanto

extraña, ansiando la respuesta, mirando fijamente a Arthur.

- No, gracias señor.

Page 112: El Sombrio Secreto de La Felicidad

111

- Mmm…Que lastima- Respondió demostrando cierta

decepción.

- Pero, si no es aprovecharme demasiado de su servicial trato,

¿No me podría dar un café?

- Claro – Dio media vuelta y tomó de la pequeña alacena un

frasco con granos de café. Comenzó a prepararlo.

Arthur a la espera contemplo con intriga el hogar de aquel hombre.

Sus paredes se hallaban tapizadas de repisas con brillantes vasos

de vidrio. Arthur sintió en primera instancia gracia y curiosidad y

posteriormente un poco de temor.

El hombre llegó con la cafetera y la taza de café. Notó a Arthur

contemplado su gran colección. Vasos de todos los estilos y

complexiones.

- Joven, su café…Joven – Repitió haciendo ruido con la

cafetera.

- Ah…ah sí, por supuesto, disculpe. Gracias.

- Le ha gustado mi colección ¿Cierto?

- Si, es muy bella – Dijo Arthur dando un sorbo a su café.

- Si algún día alguien necesitara agua, quisiera que fuera con el

vaso adecuado. Es por ello que tengo un vaso de cada estilo.

Desde una copa hasta el cuello de ganso. – Arthur sintió

ternura y percibió inocencia en aquel hombre.

- Es usted impresionantemente servicial señor – Dijo Arthur

dándole una franca sonrisa.

- Gracias…¿No quiere agua?- Preguntó nuevamente

expectante.

- No gracias, con el café me basta – Respondió Arthur

nuevamente con una sonrisa y dio un sorbo.

Page 113: El Sombrio Secreto de La Felicidad

112

- ¡Acábese ya su café y tome agua! – Dijo golpeando la mesa.

Arthur sorprendido respondió ahora un tanto irritado.

- Señor ya le he dicho que no quiero agua, ¿De acuerdo?.

- Entiendo, discúlpeme joven y continúe con su café. Tal vez

eso lo deje sediento.

Arthur miró con un tanto de extrañeza al hombre y permaneció en

silencio hasta que terminó su café.

- Vaya, esta ha sido un café realmente exquisito. En verdad se

lo agradezco.- Arthur se puso de pie. – Bueno, creo que es

hora de continuar mi camino.

- ¿Pero qué dice?, la noche es muy fría como para estar

andando ahí afuera. ¿Por qué no espera al amanecer?. Tengo

una pequeña pero cómoda habitación, venga, se la mostraré.

Arthur se mostró indeciso. Miró a través de la ventana el fuerte

viento que sacudía con fuerza a los arboles. Sin remedio respondió.

- Tiene razón, no podré andar hasta el amanecer – Acepto y el

hombre lo guió hacia la habitación.

La cama era pequeña y sus cobijas muy cómodas. Durmió sin

problemas.

Al amanecer recordó el extraño comportamiento del hombre, que a

final de cuentas había sido tan amable y servicial con él.

Pensó en armarle una sorpresa. “Esto lo pondrá muy contento”,

pensó Arthur.

Bajo por la escalera de madera, estirándose.

Page 114: El Sombrio Secreto de La Felicidad

113

- Buenos días señor. Es una linda mañana ¿no lo cree?

- Concuerdo joven.

- Y es un día de sol.

- …Si, así es el día – Al hombre le brillaron los ojos y mostró

cierto interés.

- Sabe, estaba pensando en su colección de vasos.

- ¿Usted pensó en ellos? – Dijo el hombre ilusionado y

expectante.

- Si, y creo que quiero el cuello de ganso. Esta mañana de sol

me ha traído mucha sed. – Dijo Arthur regocijándose en su

interior al contemplar la desbordante alegría del hombre.

- ¿Está usted seguro joven. Ni la copa o el vaso común o…?

- No. Quiero el cuello de ganso

- Está bien – Dijo el hombre con radiante alegría. Arthur

esperó con una sonrisa.

- En serio quiere agua – preguntó el hombre limpiando con

dedicación el vaso, con un trapo rojo.

- Si, muero por un vaso de agua señor.

- Está bien- Dijo alegremente. Dejó el trapo de lado y tomo el

vaso con fuerza y la mano bien al frente. Arthur lo miro

extrañado. El hombre Cerró los ojos y dijo – Usted es un

hombre afortunado, ¿Lo sabe?, si, es un hombre con suerte-

Con una sonrisa se convirtió en innumerables y pequeñas

gotas de agua que se suspendieron en el aire simulando su

silueta por un segundo y cayendo con increíble tino dentro del

vaso que se tambaleó en el suelo de madera.

Arthur sorprendido y con los ojos bien abiertos salió asustado de

la cabaña mientras el vaso aun continuaba tambaleándose. Cerró

con un portazo que desequilibro el vaso asiéndolo caer,

Page 115: El Sombrio Secreto de La Felicidad

114

Derramando el liquido que no sería absorbido más que por la

madera del piso de la casa.

Arthur se tomó del cabello incrédulo de lo que había visto. Miró al

cielo y busco con desesperación el sol.

Sin éxito en su búsqueda corrió por los pastizales entre el frio

intenso.

La luz alumbraba el panorama entero y lo hacía lucir como un

lugar cálido.

Arthur corrió sintiendo sus extremidades frías como el acero.

Con la mirada en lo alto cayó, derrumbado por el frio insoportable.

Temblando y exhalando vaho intentó apretar los brazos contra su

pecho y compactarse como fuera posible, sin embargo, con una

intensa frustración, no pudo mover su cuerpo en forma alguna.

Con la mirada busco el sol con una gran desesperación.

Pensó en la calidez de su hogar, añorando estar ahí. El frio le

congelo tanto hasta que la inconsciente búsqueda por las cobijas

dentro del mundo real lo despertó.

Abrió los ojos. Vio las cobijas en el suelo y su ventana abierta. Se

puso de pie y se dirigió a la gran ventana. Contemplo la luna. Su

tamaño era el de siempre. Cerró la ventana y levanto las cobijas.

Se acostó nuevamente y pensó en el hombre de la cabaña. No

podía dejar de pensar en que había dejado caer aquel vaso. No

pudo volver a dormir.

Al amanecer se arregló y se puso se fina vestimenta. Bajó para

tomar el desayuno.

Page 116: El Sombrio Secreto de La Felicidad

115

Julián tenía listo un delicioso desayuno.

- Buenos días joven Arthur

- Buen día Julián. ¿Qué me has preparado?

- Un poco de carne asada a la naranja, un panque de vainilla,

su preferido señor, y chocolate caliente.

- Gracias Julián, vaya que añoraba un poco de esta calidez –

Dijo Arthur tomando asiento. Lo primero que acerco a él fue

la taza de chocolate, saboreando su delicioso aroma y

sintiendo su calor.

- Desea que le traiga un poco de agua para acompañar su carne

– Arthur perdió la concentración sobre la taza de chocolate y

miró a Julián desconcertado.

- No, gracias Julián. Solo comeré el panque.

- Como usted desee señor. – Julián se retiró con una pequeña

reverencia.

Arthur comió lentamente el panque, explotando al máximo su

suavidad y delicia. Una vez terminó con un último sorbo su taza

de chocolate, se puso en pie y se limpio con la servilleta.

- ¡Julián!

- ¿Sí señor? – Respondió Julián, aproximándose deprisa.

- Necesito que mantengas todo en orden, Iré a ver al rey.

- Pero señor, hoy es el gran festival del pueblo, las multitudes

se encuentran por las calles, no creo que pueda llegar hasta el

castillo.

- Deja que la gente se preocupe por festejar y tú ocúpate de este

lugar Julián.

Page 117: El Sombrio Secreto de La Felicidad

116

- Como usted diga señor – Julián hizo una reverencia mientras

Arthur salía deprisa.

La vista a las afueras de su mansión era muy al estilo de las

grandes casas de la clase alta. Un césped bien cortado con algunas

esculturas decorando el lugar y una gran fuente.

Se montó en su caballo y cabalgo a toda prisa.

Dos hombres le abrieron las puertas a su veloz cabalgar.

A su rápido y ágil paso por las calles de comercio, hombres y

mujeres con cargas y canastones le abrían el paso. “Miren, ahí va

el joven Arthur”, algunos hacían una reverencia y otros

simplemente le abrían paso y lo contemplaban.

Finalmente Arthur llegó a una amplia calle. La gran calle era un

camino cuesta abajo que daba con el centro del reino.

Desde la altura a la que se encontraba Arthur era posible ver el

camino entero.

“Julián tenía razón, grandes multitudes se hallan por el camino

entero”, pensó Arthur.

Arthur continuó su avance, ahora a un lento cabalgar.

Alegres hombre montados sobre enormes sancos, señoras gordas,

vendedores de dulces, niños corriendo de felicidad, viejos

limosneros, muchachas con sus mejores atuendos en búsqueda de

conquista, y chicos disimulando fino arreglo en la misma

búsqueda.

Todos caminando hacia la gran plaza.

Page 118: El Sombrio Secreto de La Felicidad

117

Un hombre tambaleando muy graciosamente en sus enormes

zancos, pasó a un lado de Arthur.

- ¡Míreme joven Arthur, soy más alto que usted!

- Sí, eso es lo que parece – Arthur continuo su lento cabalgar

entre la multitud mientras la gente murmuraba, “Miren, es

Arthur”, “Es el joven Arthur”, “Arthur también va al gran

festival”.

El mismo hombre en sancos se colocó frente a Arthur.

- Mire mi gracioso acto joven Arthur, que si no le causa risa le

causará vergüenza – dijo con un algodón de azúcar rosado en

la mano y con un frasco de caramelo en la otra.

- Míreme joven Arthur y no pierda detalle – Se echó caramelo

en los ojos y se puso un pedazo de algodón de azúcar en cada

ojo.

Caminando desorientado gritó a la multitud.

- Mírenme, mírenme, que soy el hombre de los ojos de algodón

de azúcar, y si no les causo gracia les causaré vergüenza! –

Caminó en sentido contrario a la multitud, golpeando a

algunas personas con sus zancos.

Page 119: El Sombrio Secreto de La Felicidad

118

Page 120: El Sombrio Secreto de La Felicidad

Autor:

P?na personal:

P?na del libro:

AdrianArriaga

http://adrinishenkov.bubok.com

http://www.bubok.es/libros/21425/El-sombrio-secreto-de-la-Felicidad

Page 121: El Sombrio Secreto de La Felicidad