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- 3015 - ESTUDIOS EL TELETRABAJO, LA NECESIDAD DE SU REGULACIÓN LEGAL Y EL RESPETO A LA INTIMIDAD ALFONSO CARLOS ALIAGA CASANOVA Secretario Judicial. Doctorando en Derecho del Trabajo SUMARIO: I. Introducción.—//. La naturaleza del teletrabajo.—///. La defi- ciente respuesta de la normativa actual al fenómeno del teletrabajo y el reto del res- peto a la intimidad.IV. El teletrabajo y la inviolabilidad del domicilio. 1. Corres- ponsabilidad en materia de seguridad. 2. Conciliación de las obligaciones del empresario con la intimidad del teletrabajador. 3. El control con videocámaras en el domicilio del teletrabajador.V. El teletrabajo y el secreto de las comunicacio- nes: 1. El control del correo electrónico. 1.1 El carácter limitado del derecho cons- titucional del secreto de las comunicaciones. 1.2 El control del correo electrónico en el teletrabajo. 1.3 Uso anormal del correo electrónico. 2. El control de las lla- madas telefónicas.VI. El teletrabajo y el derecho a la autodeterminación informa- tiva. 1. El derecho de autodeterminación informativa o derecho fundamental a la pro- tección de datos y su diferenciación con el derecho a la intimidad del artículo 18.1 CE. 2. Los principios de la protección de datos. 2.1 Los principios relativos a la cali- dad de los datos. 2.2 El derecho de información, el consentimiento del afectado y los datos especialmente protegidos. 2.3 El acceso a los datos por cuenta de terceros y la comunicación de datos. 3. Derechos de las personas. 3.1 Derechos de acceso, rectificación y cancelación. 3.2 Derechos de oposición e impugnación.VIL In- ternet, el teletrabajo y el respeto a la intimidad.VIII. Conclusiones. I. Introducción La necesidad constante del Derecho del Trabajo de adaptarse a los cambios so- cioeconómicos, propios de los avances industriales, ha encontrado un nuevo reto con la aparición del teletrabajo, un nuevo fenómeno laboral propio de una sociedad como la actual que ya ha sido etiquetada como sociedad de la información (1) . <" Según la Exposición de Motivos del Real Decreto-ley 14/1999, de 17 de septiembre, sobre firma electrónica, en la Unión Europea, se ha implantado el término sociedad de la información. De hecho se utiliza tal término en el artículo 1.2 de la Directi- Boletín núm. 1902-Pág. 5

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ESTUDIOS

EL TELETRABAJO, LA NECESIDAD DE SU REGULACIÓNLEGAL Y EL RESPETO A LA INTIMIDAD

ALFONSO CARLOS ALIAGA CASANOVA

Secretario Judicial. Doctorando en Derecho del Trabajo

SUMARIO: I. Introducción.—//. La naturaleza del teletrabajo.—///. La defi-ciente respuesta de la normativa actual al fenómeno del teletrabajo y el reto del res-peto a la intimidad.—IV. El teletrabajo y la inviolabilidad del domicilio. 1. Corres-ponsabilidad en materia de seguridad. 2. Conciliación de las obligaciones delempresario con la intimidad del teletrabajador. 3. El control con videocámaras enel domicilio del teletrabajador.—V. El teletrabajo y el secreto de las comunicacio-nes: 1. El control del correo electrónico. 1.1 El carácter limitado del derecho cons-titucional del secreto de las comunicaciones. 1.2 El control del correo electrónicoen el teletrabajo. 1.3 Uso anormal del correo electrónico. 2. El control de las lla-madas telefónicas.—VI. El teletrabajo y el derecho a la autodeterminación informa-tiva. 1. El derecho de autodeterminación informativa o derecho fundamental a la pro-tección de datos y su diferenciación con el derecho a la intimidad del artículo 18.1 CE.2. Los principios de la protección de datos. 2.1 Los principios relativos a la cali-dad de los datos. 2.2 El derecho de información, el consentimiento del afectado y losdatos especialmente protegidos. 2.3 El acceso a los datos por cuenta de terceros yla comunicación de datos. 3. Derechos de las personas. 3.1 Derechos de acceso,rectificación y cancelación. 3.2 Derechos de oposición e impugnación.— VIL In-ternet, el teletrabajo y el respeto a la intimidad.—VIII. Conclusiones.

I. Introducción

La necesidad constante del Derecho del Trabajo de adaptarse a los cambios so-cioeconómicos, propios de los avances industriales, ha encontrado un nuevo reto conla aparición del teletrabajo, un nuevo fenómeno laboral propio de una sociedad comola actual que ya ha sido etiquetada como sociedad de la información (1).

<" Según la Exposición de Motivos del Real Decreto-ley 14/1999, de 17 de septiembre, sobre firma electrónica, en la UniónEuropea, se ha implantado el término sociedad de la información. De hecho se utiliza tal término en el artículo 1.2 de la Directi-

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Dar una definición del teletrabajo no deja de plantear dificultades, puesto que, enprimer lugar, no existe una definición legal de dicho fenómeno. En segundo lugar, sonmúltiples los tipos que existen de tal relación jurídica.

En efecto, dependiendo del lugar de trabajo, se puede distinguir entre el teletra-bajo a domicilio, el teletrabajo en centros de trabajo o telecentros y el teletrabajo mó-vil e itinerante. El teletrabajo a domicilio es aquel que se ejecuta en el propio hogar;los telecentros son locales de trabajo donde se comparten instalaciones informáticasy telemáticas y recursos de trabajo(2) y, el teletrabajo móvil, se produce cuando ellugar de trabajo del teletrabajador varía al disponer de un equipamiento informáticoportátil.

Por otro lado, por el tipo de comunicación con la empresa se puede distinguir en-tre teletrabajo «off line», «on Une», «one way line», y «two way line». El teletrabajo«off line» o «desconectado» se produce cuando el teletrabajador trabaja con un equi-po informático, pero recibe o envía las instrucciones de trabajo y el resultado por me-dios convencionales no telemáticos. El trabajo «on line» o «conectado» ocurre cuan-do para recoger las especificaciones del trabajo, para realizarlo o enviarlo se utilizanlas comunicaciones telemáticas. El teletrabajo «two way line» o «en doble sentido»acontece cuando el teletrabajador trabaja conectado a una red de comunicaciones te-lemáticas, mientras que en el caso del teletrabajo «one way line» o «en un solo senti-do», la conexión del ordenador del teletrabajador con el central de la empresa es muyrudimentaria.

Pese a tal dificultad para dar una definición del teletrabajo, podemos recoger aquí,a título de ejemplo, la indicada por la Organización Internacional del Trabajo que en-tiende el teletrabajo como «la forma de trabajo efectuada en un lugar alejado de laoficina central o del centro de producción y que implica una nueva tecnología quepermite la separación y facilita la comunicación» (3\ Como señala Thibault Aranda(4\ a pesar de sus múltiples manifestaciones, el teletrabajo, en todo caso, presenta treselementos comunes: la localización fuera de la empresa, la utilización de las nuevastecnologías informáticas y de la comunicación, y un cambio de la organización y re-alización del trabajo.

La utilización de las nuevas tecnologías por el teletrabajo determina su carácterincipiente, pero, a la vez, otorga un carácter indiscutible a su difusión. De hecho, aun-que no deja de tener inconvenientes tales como la sensación de pérdida de status quepadece el teletrabajador y el riesgo de aislamiento del mismo, ofrece ventajas no sólopara el trabajador, sino también para la empresa y la sociedad. Así, para el trabajadorsupone una mayor autonomía, flexibilidad profesional y posibilidad de independen-cia, sin olvidar el aumento de vida familiar y social y de tiempo libre, así como la dis-

va 98/34/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 22 de junio de 1998, por el que se establece un procedimiento de informaciónen materia de normas y reglamentaciones técnicas, y artículo 2 a) de la Directiva de 4 de mayo de 2000 dei Parlamento Europeo y delConsejo relativa a determinados aspectos jurídicos del comercio electrónico en el mercado interior. Asimismo el Anteproyecto de leycon el que trabaja el Ministerio de Ciencias y Tecnologías para adecuar la Directiva del comercio electrónico a la legislación españo-la se denomina Anteproyecto de Ley de los Servicios de la Sociedad de la Información y del Comercio Electrónico.

^ Dichos centros en España han sido fomentados por los programas comunitarios STAR y Arco Telemática, que han pro-porcionado ayudas con fondos de la Unión Europea.

(3) Citada en GAETA, L., MANACORDA, P. y Rrzzo, R., // Telelavoro: l'ufflcio a distanza, Ediesse, Roma 1995, p. 10.m THIBAULT ARANDA, Javier, El teletrabajo. Análisis Jurídico-laboral, Consejo Económico y Social, Madrid, 2000, pp. 25-32.

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minución de problemas laborales y de gastos de desplazamiento, ropa y similares. Ade-más, la empresa sale beneficiada con un ahorro de espacio e instalaciones y una re-ducción del absentismo laboral, de salarios y cargas sociales. Por otro lado, con el te-letrabajo se puede producir un aumento de la productividad, permitiendo a la empresauna dirección por objetivos y la gestión por resultados. Por último, el beneficio parala sociedad radica en una ahorro de energía e infraestructuras y en una mejor distri-bución de la población, permitiendo desarrollos locales y regionales. Asimismo, el te-letrabajo permite potenciar las tecnologías de futuro y la incorporación del discapa-citado al mercado laboral(5).

Ante esta nueva realidad laboral, debemos reflexionar, aunque sea brevemente so-bre si el ordenamiento jurídico español otorga una respuesta adecuada a tal fenóme-no o va a ser preciso que el legislador realice una regulación legal específica sobre lamateria.

II. La naturaleza del teletrabajo

Tal y como se desprende del artículo 1 del Estatuto de los Trabajadores, para quenos encontremos ante una relación laboral deben concurrir las notas de voluntariedad,ajenidad y dependencia. Los criterios que permiten distinguir la concurrencia de es-tos tres caracteres se difuminan en el caso del teletrabajo. Sin embargo, tal circuns-tancia no nos debe llevar a apartar el teletrabajo del derecho laboral, sino que debe-mos atender a nuevos indicios que nos permitan concluir la laboralidad de la relación.Entre tales indicios y, sin ánimo de exhaustividad, Eugenio Oliver(6) señala: la faci-litación por parte de la empresa del material informático al teletrabajador; el hecho desoportar la empresa los gastos de electricidad, limpieza, teléfono y mantenimiento; elcompromiso de exclusividad del teletrabajador; los sistemas de telecontrol por partedel empresario; un contrato que regule de forma precisa el tiempo de trabajo y de te-ledisponibilidad; y el hecho de sí la empresa abona periódicamente una cantidad fijapor los servicios del teletrabajador, además de unos complementos por cada uno delos trabajos realizados. Por ende, no debemos olvidar que conviene evitar la huida delderecho laboral, aunque para ello como indica Desdentado Bonete(7), «el nuevo De-recho del trabajo tendrá que ser sin duda un Derecho más flexible, pero considera-do en su conjunto, no abriendo un régimen de segunda categoría, que solo ofrece pre-cariedad a los que no están ya dentro».

Los indicios de laboralidad del teletrabajo poco a poco van siendo examinados ennuestra jurisprudencia. Destaca, en este sentido, la Sentencia del Tribunal Supremode 22 de abril de 1996, en la que el Tribunal Supremo se plantea el problema de la ca-lificación de la dependencia de la relación a través de técnicas informáticas de con-trol de trabajo. La sentencia aprecia que los trabajos informativos realizados se con-trolaban «a través de un programa informático confeccionado por la empresa la que,a su vez controlaba dichos trabajos mediante comunicación directa con las personas

<5> Véase sobre las ventajas e inconvenientes del teletrabajo: ORTIZ CHAPARRO, Francisco, El teletrabajo. Una nueva sociedadlaboral en la era de la tecnología, Editorial McGraw-Hül, Madrid, 1996, pp. 129-163.

(6) EUGENIO OLIVER, Francisco, Informática y Derecho: Derecho Informático, UNED, Madrid, 1998, pp. 257-258.p> DESDENTADO BONETE, Aurelio, «Que hacer con el Derecho del Trabajo? Las móviles fronteras de la relación laboral y las

nuevas formas de empleo», Revista del Poder Judicial, núm. 55, Madrid, Tercer trimestre de 1999, pp. 455.

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respecto de las que se solicitaba información, penalizando, por otra parte, el retrasoo el incumplimiento del trabajo encomendado a los demandantes recurridos y asig-nando a éstos determinadas formas de actuación». Por otro lado, en la Sentencia delTribunal Superior de Justicia de Cataluña de 22 de julio de 1992 se aprecia el factorde la dependencia a través del indicio de la teledisponibilidad o período de tiempo fue-ra de la jornada normal en la que el teletrabajador debe estar localizable y presto paraincorporarse al trabajo si se le solicita, con posibilidad de sanción caso contrario.

Partiendo de la laboralidad de la relación del teletrabajo deducida de tales indi-cios, lo que es evidente es que, si entendemos el trabajo común ordinario como un tra-bajo estable, a tiempo completo, prestado para un solo empleador y en el centro detrabajo de éste, el teletrabajo no puede ser encuadrado dentro de la figura de trabajocomún ordinario, y, en consecuencia, debemos concluir que forma parte de las pres-taciones de servicios atípicas.

En el Estatuto de los Trabajadores en su artículo 2 se mencionan como relacio-nes laborales de carácter especial las siguientes: altos cargos, servicio doméstico, pe-nados en instituciones penitenciarias, deportistas profesionales, artistas en espectácu-los públicos y representantes de comercio. No se incluye dentro de tal categoría elcontrato de trabajo a domicilio, que se considera una modalidad contractual reguladaen el artículo 13 del Estatuto de los Trabajadores.

No obstante, la regulación que del trabajo a domicilio se realiza en el ET, partede la consideración de que se realiza un trabajo muy rudimentario, de realización detareas manuales sencillas. Por ello, es constante y reiterada la manifestación por la doc-trina de la necesidad de una reforma legal que permita adaptarse adecuadamente a lanueva modalidad del teletrabajo.

Dos son las vías que se proponen para esta necesaria mejora legal:

Una primera, que aboga por la adaptación de la modalidad del contrato a domi-cilio del artículo 13 ET ™.

Una segunda vía, que defiende que se debe considerar el teletrabajo como una re-lación de carácter especial del artículo 2 ET(9).

La diferencia entre seguir una u otra opción radica en que a las modalidades con-tractuales les es aplicable la legislación laboral común, salvo en aquellos aspectos enque el propio ET se aparta de la regulación general. Por el contrario, una relación la-boral especial se somete a una regulación autónoma, aplicándose tan sólo el derechocomún como supletorio, debiendo dictarse, pues, el correspondiente Real Decreto es-pecífico, que, en todo caso, debe respetar los derechos básicos reconocidos en la Cons-titución.

Nosotros somos partidarios de una solución intermedia defendida por Thibault <-i0\quien entiende que las relaciones laborales especiales se caracterizan por la distintaorganización en que se mueven, y que en el trabajo a domicilio es signo distintivo in-

(s) GALLARDO MOYA, R., El viejo y el nuevo trabajo a domicilio: de la máquina de hilar al ordenador, Madrid, 1998, pp. 65 a 94.(9> EUGENIO OLIVER, Informática y Derecho: Derecho Informático, op. cit, p. 262.

(10) THIBAULT ARANDA, Javier. «El teletrabajo: Análisis Jurídico laboral», op. cit., pp.278 a 286.

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discutible la organización y dirección atípica por su peculiar localización y la falta devigilancia presencial del empresario. Por ello, sería más razonable considerar al tra-bajo a domicilio una relación laboral especial y dotarle de una regulación autónomaadaptada a las exigencias de las novedades que el teletrabajo implica. Tal solución noresulta incompatible con la que propugna la Unión Europea que en la Recomenda-ción 98/370, de 27 de mayo considera que «la naturaleza del trabajo a domicilio estáevolucionando rápidamente con la introducción de las nuevas tecnologías de la in-formación, lo que hace necesaria una protección adecuada» y reclama de los paísesmiembros la ratificación del Convenio 177 de la OIT sobre el trabajo a domicilio.

III. La deficiente respuesta de la normativa actual al fenómenodel teletrabajo y el reto del respeto a la intimidad

Hemos adelantado aquí, como punto de partida, la necesidad de una adaptaciónlegal al fenómeno del teletrabajo, y esa apremiante necesidad se hace patente si se ob-servan las dificultades que existen para encontrar una adecuada respuesta en los artí-culos del ET y del resto del ordenamiento jurídico español a problemas específicos li-gados al teletrabajo. No vamos a hacer en esta sede un estudio completo de talesproblemas, tan sólo vamos a indicar que las dudas, que son muchas, se plantean enmaterias tales como jornada, horario, seguridad, remuneración, regulación colectiva,deber de no-concurrencia y exclusividad, sanciones disciplinarias, formalización delcontrato y suspensión del mismo. De hecho numerosa literatura jurídica trata de darrespuesta a preguntas tales como: ¿Es aplicable el régimen de la jornada y horario delos artículos 34 y 35 al teletrabajo que se caracteriza por la flexibilidad temporal enla organización de la prestación? ¿La teledisponibilidad es computable como trabajoefectivo? ¿Es posible la teledisponibilidad permanente? ¿Es aplicable al teletrabaja-dor la hora de lactancia materna del artículo 37.4 ET? ¿Tiene el empresario la obli-gación de asumir los riesgos de corte de luz o de la comunicación informática? ¿Debeel contrato de trabajo formalizarse por escrito? ¿Es posible el accidente de trabajo initinere en el caso del teletrabajo?, etc.

No deja de tener importancia encontrar pertinente respuesta a las preguntas for-muladas, pero quizás el reto más importante ante el que se enfrenta el legislador esadecuar la modalidad del teletrabajo al respeto que deviene imprescindible del dere-cho del teletrabajador a la intimidad. Nos hallamos actualmente en lo que se ha veni-do en llamar la «tercera generación» de los derechos fundamentales, etapa en la quehan aparecido derechos propios de una sociedad cultural informatizada, entre los quese encuentra el derecho de la intimidad.

El desarrollo jurisprudencial y doctrinal del derecho a la intimidad en la Europacontinental tiene su origen en la recepción de la cultura anglosajona sobre el derechoa la privacy o derecho a no ser molestados. Al respecto ya el juez norteamericanoCooley en 1973 definía la privacy como el derecho a ser dejado en paz; pero el ar-tículo que más ha influido ha sido el titulado The Right to privacy, publicado porS.D. Warren y L.D. Brandéis en la Harvard Law Review el 15 de diciembre de 1890como reacción directa a las intromisiones en la vida privada, de uno de ellos, de losmedios de comunicación social y con la finalidad de establecer límites precisos a laactividad informativa de éstos. La recepción en el viejo continente de tal posición ha

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supuesto abandonar una concepción de la esfera privada como un concepto de liber-tad negativa del que dimanan facultades de exclusión del conocimiento de terceros.Actualmente la intimidad se concibe como un bien jurídico positivo, o.como señalaRodota, como el «derecho a controlar el uso que otros hagan de informaciones con-cernientes a un determinado sujeto» (11\

El valor común que subyace a todos los derechos del artículo 18 de la Constitu-ción Española es siempre laprivacy(12). Sin embargo, el objeto protegido varía, pues-to que, en el caso de la inviolabilidad del domicilio y el secreto de las comunicacio-nes, el objeto se define según un criterio formal; se protege el secreto en sí, cualquieraque sea su contenido(13). Por el contrario, en el caso de la intimidad propiamente di-cha se define el objeto por un criterio sustancial, dado que se trata de proteger, comoindica el Tribunal Constitucional, «un ámbito propio y reservado frente a la acción yel conocimiento de los demás, necesario, según las pautas de nuestra cultura, paramantener una calidad mínima de la vida humana» (STC 209/1988).

El desarrollo tecnológico permite recoger, copiar, interrelacionar, transferir etc.datos digitalizados, información automatizada con una rapidez y facilidad impensa-bles en otros tiempos. Dicha información evidentemente puede referirse a los datosde una persona que se ve atrapada en una maraña informática padeciendo los riesgosde que tales datos no sean correctos, respetuosos, o sean utilizados para fines indig-nos; en tales casos propiamente se atentaría contra el derecho fundamental de la inti-midad, o más exactamente contra la misma persona. Tal y como indica Castro Villa-cañas y Pérez(14), la persona, según va caminando por la vida, deja tras ella un grannúmero de datos que, aplicando las técnicas informáticas, pueden servir para llegar aejercer un control sobre la misma e interferir en dicha vida, incluso sin que el indivi-duo llegue a darse cuenta de ello, y ni siquiera a percatarse de que tales datos han sidoobjeto de uso y abuso por parte de terceros. La dignidad de toda persona exige que seproteja jurídicamente su intimidad ante cualquier agresión derivada del mal uso de lainformática. Consciente de ello, nuestra Constitución en su artículo 18.4 dispone que«la ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad per-sonal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos». Al hilo deeste artículo el Tribunal Constitucional en Sentencia 254/1983, de 20 de julio, aseve-ró que la garantía de la intimidad goza hoy día de «un contenido positivo en forma dederecho de control sobre los datos relativos a la propia persona». Toda persona tie-ne derecho para decidir por sí misma de qué datos pueden disponer otros y en qué con-diciones pueden ser revelados, en la medida que forman parte de su intimidad.

(' ̂ Cita tomada de CARRASCOSA LÓPEZ, Valentín. «Protección de datos de carácter personal», Estudios Jurídicos. SecretariosJudiciales, 1-2000, Centro de Estudios Jurídicos de la Administración de Justicia, Madrid, p. 460.

(12) Así lo entiende DIEZ PICAZO, Luis María, «Publicidad y secreto en la Constitución», Cuadernos de Derecho Judicial XXV,Consejo General del Poder Judicial, 1997, p. 55.

'13^ Así la STC 22/1984, de 17 de febrero, indica que «la protección constitucional del domicilio es una protección de carác-ter instrumental que defiende los ámbitos en que se desarrolla la vida privada de la persona», y la STC 114/1984, de 29 de noviem-bre, en cuanto al secreto de las comunicaciones señala que el carácter formal del secreto hace que éste no coincida necesariamente conla intimidad garantizada, que es una noción material, por lo que se protege en el artículo 18.3 es más bien la libertad de las comuni-caciones frente a las intromisiones de terceros.

<M> CASTRO-VILLACAÑAS Y PÉREZ, María Gracia, «Protección de Datos Automatizados según el Tribunal de Derechos Humanosy el Tribunal Constitucional español en los procesos civil y penal», Estudios Jurídicos. Secretarios Judiciales, 1-2000, Centro de Es-tudios Jurídicos de la Administración de Justicia Madrid, p. 509.

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En todo contrato de trabajo es característico la existencia de una relación de de-pendencia o subordinación jerárquica. Por otro lado, existe una desigualdad social ode poder social entre el empresario y trabajador. Ambas circunstancias determinan queen el ámbito de una relación laboral se incrementen los riesgos de un menoscabo delos derechos fundamentales(15). Por ello, tanto el Tribunal Constitucional como la doc-trina científica han admitido los razonamientos de la teoría alemana de la Drittwir-kung der Grundrechte, para extender la aplicación de los derechos fundamentales alas relaciones entre privados(16). Así, no debemos olvidar que el Tribunal Constitu-cional ha declarado que «la celebración de un contrato de trabajo no implica, en modoalguno, la privación para una de las partes, el trabajador, de los derechos que la Cons-titución le reconoce como ciudadano» (STC 88/1985, de 19 de julio), aunque sí se mo-dulan sus derechos en la medida imprescindible para el correcto desenvolvimiento dela actividad productiva (STC 99/1994, de 11 de abril).

Entre tales derechos fundamentales, siempre en peligro en una relación laboral,se encuentra el derecho a la intimidad, que en el caso del teletrabajo padece un mayorriesgo en la medida en que el control que permite la tecnología avanzada, confiere alos poderes políticos y a los económicos tal caudal de información que si no se utili-za correctamente, estaría en peligro todo el sistema de derechos y libertades.

El reconocimiento del derecho a la intimidad del trabajador no pasa desapercibi-do en nuestro ordenamiento jurídico. Con relación al derecho a la intimidad se contie-ne un principio general en el artículo A.2.e) del Estatuto de los Trabajadores al dispo-ner que «los trabajadores tienen derecho al respeto de su intimidad y a la consideracióndebida a su dignidad». Asimismo, el citado ET contiene determinadas manifestacio-nes concretas de tal derecho en el artículo 18 al regular los registros de la persona deltrabajador y en sus taquillas y efectos personales, y en el artículo 20.3 al regular lasmedidas de control y vigilancia del empresario. Por otro lado, el artículo 5Q.l.a) se re-fiere también a la intimidad, al permitir al trabajador la extinción voluntaria de su con-trato de trabajo cuando se modifiquen sustancialmente sus condiciones de trabajo enmenoscabo de su dignidad. Fuera del Estatuto de los Trabajadores, el artículo 8.11 dela Ley 8/1988 de 7 de abril, sobre Infracciones y Sanciones en el Orden Social, califi-ca de infracciones muy graves los actos del empresario que fueren contrarios al respe-to a la intimidad y consideración debida a la dignidad de los trabajadores.

Sin embargo, tal regulación se revela insuficiente en el caso del teletrabajo don-de cada uno de los componentes de la tríada de derechos citada del artículo 18 puederesultar afectado. Las fronteras de los derechos a la inviolabilidad domiciliaria, secretode las comunicaciones y la inviolabilidad de los datos nominativos(17) pueden ser tras-pasadas con facilidad en el caso del teletrabajo, por ello el legislador debe ser preca-

<15> Véase al respecto BuisÁN GARCÍA, Nieves, «Aspectos de la protección del derecho a la intimidad de los trabajadores: aco-so sexual, registros y medios audiovisuales», Cuadernos de Derecho Judicial XXII, CGPJ, Madrid, 1996, p. 167, y ARAMENDI SÁN-CHEZ, Pablo, «El control del poder del empresario», Revista del Poder Judicial, núm. 49, Madrid, 1998, pp. 731-758.

(16) véase DEL REY GUANTER, Salvador, «Derechos fundamentales de la persona y contrato de trabajo; notas para una teoríageneral», Relaciones Laborales, núm. 3/1995, pp. 8 y ss.

<17> Según EUGENIO OLIVER, Informática y Derecho: Derecho Informático, op. cit., p. 73, el derecho a la intimidad es el dere-cho a la inviolabilidad de los datos nominativos, porque atendiendo a su evolución histórica, el derecho a impedir información sobreuno mismo deriva de la institución jurídica de la inviolabilidad del domicilio y existe semejanza en la naturaleza jurídica de ambosderechos, pues una inmisión ilícita en la vida de una persona se produce cuando se violenta el recinto cerrado de su domicilio y tam-bién cuando se viola el recinto cerrado de la información sobre uno mismo.

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vido y otorgar la adecuada tutela a la persona humana que hay tras la realidad «vir-tual» del teletrabajador.

IV. El teletrabajo y la inviolabilidad del domicilio

1. CORRESPONSABILIDAD EN MATERIA DE SEGURIDAD

El artículo 13 ET reconoce a los trabajadores a domicilio los mismos derechosque a cualquier otro trabajador, derechos entre los que obviamente se incluye la se-guridad y salud en el trabajo. Además, en el artículo 3 de la Ley 31/1995, de 8 de no-viembre, de Prevención de Riesgos Laborales, no se excepciona al trabajo a domici-lio de su ámbito de aplicación. Por tanto, el empresario tiene la obligación, recogidaen el artículo 14.1, de velar por la seguridad y salud de los trabajadores a domicilio.Obviamente, tal obligación presenta peculiaridades en el caso del trabajo a domicilio,por la falta de presencia física de los trabajadores ante el empresario, con lo cual cier-tas posibilidades de prevención se le escapan a éste. Se habla, entonces, de una co-rresponsabilidad entre el empresario y el teletrabajador en materia de seguridad. Exis-te un reparto obligacional en materia de seguridad, de manera que el empresario sóloresponde de aquello que se encuentre en su ámbito obligacional.

En la actual regulación, según se desprende del artículo 5 del Real Decre-to 488/1997, sobre trabajo con equipos que incluyen pantallas de visualización, el em-pleador debe informar directamente a cada trabajador sobre los riesgos específicos queafectan a su puesto de trabajo y las medidas de protección y prevención aplicables almismo, garantizando una formación adecuada de cada trabajador sobre el uso de equi-pos antes de empezar a trabajar y cada vez que se modifique la organización del tra-bajo de manera apreciable.

Parece aconsejable, pues, establecer una reglamentación específica que aparte derecordar dicha responsabilidad de información del empresario en el caso del teletra-bajo, recoja la obligación del empresario de comprobar las instalaciones de los equi-pos antes del comienzo del trabajo de un teletrabajador, así como las condiciones me-dioambientales del lugar de trabajo, realizando las revisiones periódicas del estado delas instalaciones.

Aportada por el empresario tal información previa y continuada y adoptadas poréste las medidas de instalación adecuada y revisiones periódicas de los equipos in-formáticos, corresponderá a cada trabajador, en virtud del artículo 29 de la Ley de Pre-vención de Riesgos Laborales, velar por su propia seguridad y salud en el trabajo, y,en particular, usar correctamente los aparatos y otros medios con que se desarrolla suactividad. Por tanto, el teletrabajador debe utilizar adecuadamente los medios de tra-bajo y evitar, como es lógico, su uso por otros miembros de la familia o terceros aje-nos a la relación laboral.

2. CONCILIACIÓN DE LAS OBLIGACIONES DEL EMPRESARIO CON LA INTIMIDADDEL TELETRABAJADOR

En la medida en que existe el derecho constitucional a la inviolabilidad del domi-cilio, el tele trabajador al aceptar un teletrabajo a domicilio debe autorizar, y así se debe

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hacer constar en el contrato de trabajo, la visita inicial al domicilio del empresario asícomo las posteriores visitas periódicas para comprobar el buen estado de los equiposy condiciones del local. Debería establecerse, no obstante, una normativa específica enla que determinase que las visitas se anuncien con antelación al teletrabajador y que selimitasen a la parte de la vivienda en que se ejecute la prestación laboral(18).

Asimismo, en aras de esa tutela de la intimidad, aunque la Inspección de Traba-jo tiene como misión controlar el cumplimiento de las normas laborales, cuando el lu-gar del trabajo coincide con el domicilio de la persona física afectada, según el ar-tículo 5.1 de la Ley 42/1997, para realizar la visita inspectora debe obtenerse elconsentimiento expreso del trabajador o autorización judicial.

3. EL CONTROL CON VIDEOCÁMARAS EN EL DOMICILIO DEL TELETRABAJADOR

El artículo 20.3 ET permite al empresario adoptar «las medidas que estime másoportunas de vigilancia y control para verificar el cumplimiento por el trabajador desus obligaciones y deberes laborales, guardando en su adopción y aplicación la con-sideración debida a su dignidad humana y teniendo en cuenta la capacidad de los tra-bajadores disminuidos en su caso». Además, el artículo 7 de la Ley Orgánica 1/1982,de 5 de mayo, de protección del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen,considera intromisión ilegítima el uso de medios de escucha, ópticos, de filmación etc.,destinados a grabar o conocer la vida íntima de la persona.

Pese al límite del respeto a la dignidad humana que se impone al empresario enel artículo 20.3 del ET y lo dispuesto en el citado artículo 7 de la Ley Orgánica 1/1982,Del Valle Villar considera que no se deriva de ello la prohibición de la instalación dedispositivos de vigilancia de audio y video, y sí, en cambio, la limitación de su uso ala vigilancia de la prestación del trabajador, pues lo que se prohibe son las conductasque incurran en una ilegal utilización de los medios disponibles. Desde esta perspec-tiva, la Ley 1/1982 no deber interpretarse como interdicción de la tecnología de con-trol en la fábrica, sino limitativa de conductas que incurran en uso torcido de los me-dios tecnológicos(19;>. Por su parte, la jurisprudencia reciente permite el control de lostrabajadores con cámaras de televisión cuando dicho control se realiza en el centro detrabajo, al entender que el centro de trabajo no es un lugar donde se ejerza el derechoa la intimidad por los trabajadores, a diferencia de lo que ocurre con los lugares dedescanso o esparcimiento, vestuarios, servicios y otros análogos (20\

Tal razonamiento de la jurisprudencia no tiene, en cambio, virtualidad en el casodel teletrabajo a domicilio en la medida en que el centro de trabajo coincide con el lu-gar donde el trabajador desarrolla su vida privada. Sin embargo, tal inconveniente nonos debe llevar a la rápida conclusión de que en ningún caso cabe establecer sistemasde controles por videocámaras en el caso del teletrabajo a domicilio.

(18) De tal opinión, THIBAULT ARANDA, Javier, El teletrabajo. Análisis jurídico-laboral, op. cit, pp. 168-172.(J9) DEL VALLE VILLAR, J. M. «El derecho a la intimidad del trabajador durante la relación del trabajo», Actualidad Labo-

ral, 1991, tomo III, pp. 485-506.(20> Véase en este sentido STSJ Galicia, de 26 de enero de 1996; STSJ Galicia, de 11 de julio de 1996, y STSJ Cantabria, de

4dejuniodel998.

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La solución a tal problemática se encuentra en que la instalación de sistemas decontrol de audio y video como norma general debe responder a razones técnicas- pro-ductivas o de seguridad, y cumpliendo determinadas condiciones (-2V>. No olvidemosque ya es doctrina del Tribunal Constitucional consolidada la que certeramente resu-me la STC 143/1994, de 9 de mayo, indicando que el derecho a la intimidad, que noes absoluto ni ilimitado, puede «ceder ante intereses constitucionalmente relevantes,siempre que el recorte que aquél haya de experimentar se revela como necesario paralograr el fin legítimo, proporcionado para alcanzarlo y, en todo caso, sea respetuo-so con el contenido esencial del derecho».

Como señala Thibault(22), las razones técnicas productivas difícilmente van a con-currir en el ámbito del teletrabajo, puesto que puede realizarse el control del trabajomediante medios telemáticos. Sin embargo, podrían concurrir razones de seguridadpara la adecuada protección de los equipos o cuando el teletrabajador tenga acceso adatos sensibles, reservados o secretos. No obstante, aunque concurran tales razonesde seguridad, el sacrificio deberá ser siempre adecuado, necesario y no excesivo; esdecir, no deberá existir otro medio de conseguir la seguridad pretendida, el objeto quese trate de proteger debe ser realmente valioso para legitimar la intromisión en la in-timidad domiciliaria y además, deberá limitarse la filmación a la zona en que se de-sempeñe el trabajo.

Por otro lado, el artículo 6 14.1) del Repertorio de Recomendaciones Prácticas dela OIT, adoptadas en el seno de una reunión de expertos que se celebró en Ginebradel 1 a 7 de octubre de 1996, en cumplimiento de una decisión de la OIT en su 264.a

Reunión, dispone que los trabajadores cuando sean objeto de medidas de vigilancia,deben ser informados de antemano de las razones que las motivan, de las horas en quese aplican, de los métodos y técnicas utilizados, y de los datos que serán copiados. Porello, la instalación de videocámaras requerirá la previa información a los trabajado-res. Asimismo, por imperativo del artículo 64A.d) ET será preciso un informe previodel comité de empresa para tal instalación.

Todo lo anteriormente indicado hace referencia a la instalación de videocámarascuando se dispone con carácter general para todos los teletrabajadores que se hallenen igualdad de condiciones, que o bien puede pactarse en el contrato de trabajo o enel convenio colectivo o bien adoptarse por la empresa adfuturum previo informe ge-neral de los trabajadores. Otra cuestión distinta es que, aprovechando inspecciones pe-riódicas de los equipos informáticos en el domicilio del trabajador, se instale una vi-deocámara para controlar un teletrabajador que se sospecha comete irregularidades.El caso está examinado ya por la jurisprudencia cuando se coloca la videocámara enun centro de trabajo. Así la STC 186/2000 sostiene que la instalación de un circuitocerrado de televisión en la zona en la que el trabajador desarrolla sus funciones, fueuna medida justificada, al existir sospechas razonables de comisión de irregularida-des por parte del trabajador; idónea para la finalidad pretendida, consistente en ve-rificar si el trabajador cometía irregularidades, adoptando en tal caso medidas disci-plinaria; necesaria, ya que la grabación serviría de prueba de las irregularidades; yequilibrada, por cuanto se limitó a una zona de caja y por un período de tiempo de-

(2I> Así lo mantiene MONTOYA MELGAR, A., Derecho del Trabajo, Editorial Tecnos, Madrid, 1997, p. 363.<22> THIBAULT ARANDA, El teletrabajo. Análisis jurídico-laboral, op. cit., pp. 149 y ss.

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terminado, suficiente para comprobar que no era un hecho aislado o una confusión.Entendemos nosotros que tal doctrina sirve también en el caso del teletrabajo, peroque los requisitos de justificación, idoneidad, necesidad y proporcionalidad deben exi-girse con sumo rigor, en la medida que ha de rechazarse el control de comportamien-tos que el teletrabajador realice en su domicilio que no sean estrictamente laborales yque tengan un carácter íntimo, personal o familiar. Asimismo, el equilibrio o propor-cionalidad de la medida exigirá un gran cuidado, debiéndose limitar el enfoque de lacámara a la zona más pequeña posible, concretándolo a los lugares que el teletrabaja-dor haya reservado para el trabajo en su propia vivienda.

V. El teletrabajo y el secreto de las comunicaciones

1. E L CONTROL DEL CORREO ELECTRÓNICO

1.1 El carácter limitado del derecho constitucional del secretode las comunicaciones

Los avances tecnológicos han permitido una nueva forma de comunicación, que.poco a poco va a dejar en desuso la tradicional carta en papel, o más exactamente, comoha indicado el Tribunal Supremo, «estamos asistiendo, en cierto modo, en algunas fa-cetas de la vida, al ocaso de la civilización del papel»(23).

El artículo 18 CE recoge el derecho al secreto a las comunicaciones, salvo auto-rización judicial. Ante tal declaración constitucional ha surgido la polémica de sí esnecesario autorización judicial para la monitorización del correo electrónico del tra-bajador en el ámbito laboral. Esta polémica de la que se han hecho eco los medios decomunicación (-24'\ ha empezado a ser abordada en algunas recientes sentencias.

En este sentido la sentencia de 26 de marzo de 2001, del Juzgado de lo Social nú-mero 31 de Madrid (25\ con motivo del despido de un representante sindical tras con-trolar su acceso a internet y su correo electrónico, analiza la cuestión. Para resolver-lo el citado Juzgado se funda en la STC 98/2000 del Constitucional, que establece unadoctrina que ya parece instaurada cuando se tratan de conciliar los derechos de con-trol del empresario y de la intimidad del trabajador. En concreto, el Tribunal Consti-tucional en la indicada sentencia mantiene que del artículo 10 de la Constitución y delderecho a la dignidad humana se deriva «la existencia de un ámbito propio y reserva-do frente a la acción y el conocimiento de los demás, necesario, según las pautas denuestra cultura para mantener una calidad mínima de la vida humana». Ahora bien,reconoce que «el derecho a la intimidad no es absoluto, como no lo es ninguno de losderechos fundamentales, pudiendo ceder ante intereses constitucionalmente relevan-tes, siempre que el recorte que aquél haya de experimentar se revele como necesariopara lograr el fin legítimo previsto, proporcionado para alcanzarlo y, en todo caso, searespetuoso con el contenido esencial del derecho». Asimismo, señala la sentencia queel poder de dirección del empresario y sus facultades de control del artículo 20.3 ET

(23) S T S i S a [ a Tercera, de 3 de noviembre de 1997.(24) Veáse a l respecto el artículo de T O M Á S D E L C L Ó S , «Juristas españoles discrepan sobre si es lícito inspeccionar el correo

digital del empleado», «E l País», sábado 14 de octubre de 2000.(25) Publ icada en Revista L a Ley, núm. 5293 , de 23 de abril de 2 0 0 1 .

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tienen su límite en el respeto a la dignidad del trabajador por imperativo de dicho ar-tículo y del artículo 4.2 e ET. Por tanto, los tribunales, en cada caso concreto, debe-rán guardar el necesario equilibrio entre las obligaciones derivadas del contrato parael trabajador y el ámbito de su libertad constitucional.

Partiendo de esta doctrina del Tribunal Constitucional, que ya parece consolida-da, hemos de concluir que es posible el control del correo electrónico del trabajadorpor el empresario; pero, para tutelar adecuadamente la intimidad, deben cumplirse unaserie de requisitos, que procedemos a examinar.

1.2 El control del correo electrónico en el teletrabajo

Para dar una oportuna respuesta a este tema, debe distinguirse entre los supues-tos en que haya algo previamente establecido en el convenio colectivo o en el contra-to o bien dispuesto posteriormente por el empresario con carácter general y aquellassituaciones en que no haya nada regulado o predeterminado.

En cuanto a los primeros supuestos, debemos indicar que si se ha establecido enel contrato o en el convenio colectivo que el uso de Internet o del correo electrónicoestá limitado a tareas laborales, no atenta contra la intimidad del trabajador el esta-blecimiento de controles sistemáticos no arbitrarios a los trabajadores e incluso a unteletrabajador concreto con causa justificada, siempre que sea haya informado a lostrabajadores de la instalación de tales controles. La razón es sencilla y la expresa laSTSJ Cataluña 5 julio 2000 al indicar que «no nos encontramos en presencia de unacorrespondencia privada entre particulares cuyo secreto debe ser preservado, sinoante una utilización indebida de medios e instrumentos de la empresa para fines aje-nos a los estrictamente laborales, pudiendo la empleadora ejercer un control sobrela forma de utilizar tales medios, que son de su propiedad». Ciertamente, los contro-les sistemáticos pueden ser económicamente muy gravosos para la empresa, por ellolo normal será que se practiquen controles aleatorios; en tal caso, nunca deberán serdiscriminatorios. También será frecuente que se realice el control a un teletrabajadorconcreto cuando existan sospechas contra el mismo; en este caso se requerirá que lasospecha sea fundada y que la medida de control esté justificada, y siendo así, inclu-so, se podría llegar a la apertura de la cuenta de correo del teletrabajador.

Además de la información previa a los trabajadores parece necesario, para esta-blecer un sistema general de controles del correo electrónico, que se emita un infor-me previo por el comité de empresa y ello por imperativo del artículo 64.1.4 d ET.

Aunque no se haya pactado expresamente en la negociación colectiva o en el con-trato, puede la empresa comunicar a los trabajadores que va a establecer tales contro-les para un futuro y en tal caso sería aplicable lo anteriormente indicado para el casode pacto previo. En este sentido la STSJ de Madrid de 16 de marzo de 1998, consi-deró ajustado a derecho el despido de un trabajador por el uso con fines personales deInternet, dado el retraso en las comunicaciones en la empresa y la perdida de calidadde la red por el elevado número de comunicaciones. El tribunal entendió que la meravoluntad manifestada de la empresa un año antes de sancionar disciplinariamente lasnavegaciones irregulares en la red de Internet resultaba suficiente para justificar el con-trol.

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Cuando se establece la posibilidad del uso del correo electrónico por el teletra-bajador para fines particulares, los controles sistemáticos no atentarían a la intimidadsi, como indica Thibault (26\ se instala un programa de software que discrimine entremensajes profesionales y personales y se limite el control a los mensajes profesiona-les en las mismas condiciones indicadas de información previa, no-arbitrariedad e in-forme de la representación colectiva de los trabajadores.

En cuanto al control a un trabajador concreto cuando no se ha pactado nada en elconvenio colectivo, en el contrato de trabajo ni la empresa ha informado con caráctergeneral a los trabajadores de la instalación de controles, parece que sería aplicable ladoctrina del Tribunal Constitucional de que la medida debe estar justificada, ser idó-nea para la finalidad pretendida, necesaria y proporcionada. No olvidemos que a efec-tos de prueba en un procedimiento judicial la posible consideración de la intervenciónde los medios informáticos utilizados por el trabajador como intromisión ilegítima enel derecho al secreto de las comunicaciones impediría la eficacia de dicha prueba, pues,a tenor del artículo 11.1 LOPJ, «no surtirán efecto las pruebas obtenidas, directa o in-directamente, violentando los derechos o libertades fundamentales» (27\ Algunos au-tores entienden aplicable analógicamente a este supuesto el artículo 18 ET, sobre re-gistros personales a trabajadores. Dicho artículo exige para los registros personalesdel trabajador la presencia de un tercero, esto es, un representante legal de los traba-jadores y, si no lo hubiera en el Centro, otro trabajador; quizás hay que forzar muchola ley para tal aplicación analógica al control del correo electrónico, pero sí sería con-veniente que una regulación futura estableciera una garantía semejante. Lo que no pa-rece que sea exigible es el consentimiento del teletrabajador, por el equilibrio que exi-ge la intimidad con el poder de dirección del empresario(28).

1.3 Uso anormal del correo electrónico

La jurisprudencia ha considerado reiteradamente que la utilización de los mediosde trabajo para fines particulares constituye una trasgresión de la buena fe contrac-tual. En este sentido la STSJ de la Comunidad Valenciana, de 24 de septiembrede 1996, señala que «tal actuación hecha en horario laboral, con instrumentos (or-denador y modem) facilitados para otros fines por la empresa, y sin el consentimien-to de ésta, constituye un actuar abusivo grave e ilegal, contrario a las exigencias delartículo 54.2, en relación con el artículo 20 ET».

Parece, pues evidente, que si se ha establecido en el convenio colectivo, en un con-trato o en una información general a los trabajadores que el uso del correo electróni-co debe ser para fines exclusivamente profesionales, no puede utilizarse para fines par-ticulares y, caso contrario, la actuación del teletrabajador se consideraríaincumplimiento contractual susceptible de ser sancionado con el despido. Obviamen-te tal uso para fines particulares debe apreciarse caso por caso y, como veremos, a lavista de las circunstancias del caso habrá que determinar si ha existido o no tal desle-altad al empresario.

(26)

(27)THIBAULT ARANDA, Javier, El teletrabajo. Análisis Jurídico-laboral, op. cit., p. 162.En este misma sentido, artículos 90.1 LPL y 287 LEC-2000.Postura contraria exigiendo el consentimiento defiende THIBAULT ARANDA, Javier, El teletrabajo..., op. cit., p. 163.

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Ahora bien, surge la duda si entre tales usos profesionales se incluye el sindical.Debe tenerse en cuenta que en el artículo 8.1 se reconocen como derechos en el ám-bito de la empresa o centro de trabajo de los trabajadores afilados a un sindicato, losde «distribuir información sindical, fuera de las horas de trabajo y sin perturbar la ac-tividad normal en la empresa» y «recibir la información que le remita su sindicato».Y, por otra, porque está, establecida en su artículo 8.2 a) la obligación empresarial deponer a disposición de las secciones sindicales de los sindicatos más representativos,un tablón de anuncios situado en lugar adecuado y accesible «con la finalidad de fa-cilitar la difusión de aquellos avisos que puedan interesar a los afiliados al sindicatoy a los trabajadores en general». Parece, pues, que el uso del correo electrónico a es-tos mismos efectos está en el espíritu y finalidad del precepto. Por ello, autores comoThibault defienden, respecto a los teletrabajadores, una interpretación evolutiva delderecho al local y al tablón de anuncios (-29\ llegándose a hablar de un tablón de anun-cios virtual.

A este respecto, la reciente SAN de 6 febrero 2001 conoce de una demanda deconflicto colectivo planteada por CC OO frente al grupo BBVA para que se reconoz-ca su derecho a transmitir a sus afiliados y al resto de trabajadores de la empresa no-ticias de interés sindical y laboral por medio del correo electrónico. En rigor, lo queel sindicato demanda es su derecho a seguir transmitiendo dicha información, puesasí lo había venido haciendo desde febrero de 1999, con conocimiento y tácita auto-rización de la empresa hasta que ésta lo prohibe al constatar una ocupación excesivadel correo electrónico en su servidor interno.

En este caso se da la circunstancia de que la empresa en cuestión sí tenía redac-tadas unas normas de actuación para el uso racional del correo electrónico y fomentodel mismo, aunque las mismas venían referidas únicamente al uso interno del correoelectrónico por los trabajadores y no a la eventual distribución de información por lassecciones sindicales en la empresa. Ello no obstante, la sentencia estima parcialmen-te la demanda y declara el derecho del sindicato accionante y de sus secciones sindi-cales a transmitir noticias de interés sindical a sus afiliados y trabajadores en generala través del correo electrónico, pero siempre que esta utilización se limite al uso nor-mal del mismo; esto es, con respeto del «uso específico empresarial» del medio tele-mático.

En realidad, lo que la sentencia trata de poner de manifiesto es la necesidad deque los usos que excedan del fin estrictamente empresarial queden dentro de lo quepuede considerarse normal y no dañoso (ius usus innocui). Se introduce así un im-portante elemento de valoración del uso no específicamente laboral de los medios in-formáticos de comunicación, que no sólo nos puede servir para el caso del uso sindi-cal del correo electrónico, sino que además puede ser de utilidad cuando se trata deresolver sobre la utilización de dichos medios para fines particulares del trabajador,sobre todo, en los casos en que no exista ningún tipo de regulación al efecto.

(29) XHIBAULT ARANDA, El teletrabajo. Análisis jurídico-laboral, op. cit., p. 245. Asimismo destaca la reciente presentación(9 de mayo de 2001) por el Grupo Parlamentario Mixto de una Proposición de Ley del Senado de modificación de los artículos 81 ETy 8 LOLS al objeto de dar cabida expresa en los mismos al derecho de los representantes unitarios y sindicales a utilizar los mediosde comunicación electrónica existentes en la empresa [BOCG/Senado.VII Legislatura, Serie III A, núm.13 (a) 18 mayo 2001].

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2. CONTROL DE LAS LLAMADAS TELEFÓNICAS

De nuevo, en este caso, nos encontramos con la necesidad de hacer una cuidado-sa ponderación de los derechos fundamentales enjuego. Parece que el derecho de vi-gilancia del empresario prevalecerá frente al derecho al secreto de las comunicacio-nes telefónicas, permitiendo al empleador conocer el contenido de las comunicacionesde las conversaciones telefónicas de sus empleados, tan sólo cuando el objeto de laprestación laboral consiste en la comunicación telefónica misma, como ocurre en elcaso del marketing telefónico, información telefónica, o funciones de captación y con-versación a través de la línea 906; y ello porque, en estos casos, la interceptación delas conversaciones es el único medio de que dispone el empleador para mejorar el ser-vicio. Obviamente, de este medio de control debe ser previamente informado el tele-trabajador^^.

Sin embargo, los avances tecnológicos en los servicios telefónicos son constan-tes; piénsese, por ejemplo, en la identificación de la línea de llamada y línea conecta-da; el servicio de transferencia o desvío automático de llamadas; los teléfonos móvi-les; los dispositivos de búsqueda de llamadas malintencionadas; los dispositivosautomáticos de llamada; la elaboración de facturas detalladas; la difusión de guías deabonados. Tales avances facilitan la obtención de información de las personas. Por elloy para mejorar la tutela a la intimidad de las personas, se adoptó en la Unión Europeala Directiva 97/66/CE, del Parlamento y del Consejo, de 15 de diciembre de 1997, re-lativa al tratamiento de datos personales y a la protección a la intimidad en el sectorde las telecomunicaciones, complementaria de la Directiva 95/46/CE.

En el ámbito de la relación laboral ha devenido frecuente el control del trabaja-dor por medio de un.auto-conmutador capaz de registrar los números marcados des-de un concreto teléfono, la hora, la duración de la llamada, su coste, pero no el con-tenido de la conversación telefónica. Igual control se puede efectuar por las facturasdetalladas que remiten las empresas telefónicas. Respecto a tal forma de control, elTribunal Constitucional ha manifestado que «el concepto de secreto que aparece enel artículo 18.3 de la Constitución no cubre sólo el contenido de la comunicación sinotambién, en su caso, la identidad subjetiva de los interlocutores» (STC 114/1994). Porello, tales medidas de control deberán estar justificadas, pudiéndose establecer con lafinalidad de evitar el uso abusivo del teléfono por los trabajadores o imponerles el pagode sus llamadas privadas, pero siempre deberá guardarse la debida proporcionalidaden la implantación de tales medidas. Cuando los datos que resulten de la utilizacióndel teléfono sean recogidos y tratados por el empresario, se deben entender compren-didos en el artículo 3 de la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protecciónde los Datos de Carácter Personal(en adelante, LOPDCP). De hecho, el artículo 7.15de la Recomendación R(95)4 del Consejo de Europa, de 7 de febrero 1995, sobre laprotección de los datos de carácter personal en el ámbito de los servicios de la tele-comunicación, ya disponía que los principios enunciados en la Recomendación R(89)2sobre protección de los datos de carácter personal utilizados con fines de empleo seaplicarían a la utilización por parte de los empresarios de auto-conmutadores telefó-nicos en los lugares de trabajo. Por ello y por el control informático sobre las perso-

(30> En el mismo sentido THIBAULT ARANDA, Javier, El teletrabajo. Análisis Jurídico-laboral, op. cit, p. 154, siguiendo aBELLA VISTA, A., II controllo sui lavoratori, Giappichelli, Turín, 1995.

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ñas que permiten las nuevas tecnologías, debemos estudiar, a continuación, el dere-cho a la autodeterminación informativa. Baste indicar aquí que el establecimiento delas medidas de control por auto-conmutador de las llamadas telefónicas requerirá laprevia información al teletrabajador al amparo del artículo 5 de la LOPDCP.

VI. El teletrabajo y el derecho a la autodeterminación informativa

1. EL DERECHO A LA AUTODETERMINACIÓN INFORMATIVA O DERECHO FUNDAMENTALA LA PROTECCIÓN DE DATOS Y SU DIFERENCIACIÓN CON EL DERECHO

A LA INTIMIDAD DEL ARTÍCULO 18.1 CE

En el artículo 18.4 CE se recoge lo que se ha venido a denominar el derecho dela autodeterminación informativa(31) o derecho de protección de datos, que podemosdefinir como el derecho que asiste a una persona para decidir, por sí misma, de quédatos pueden disponer otros y en qué circunstancias, y con qué límites, pueden ser re-velados en cuanto forman parte de su intimidad (son secretos de su vida)(32). Comoseñala la STC 254/1983, de 20 de julio, «de este modo, nuestra Constitución ha in-corporado una nueva garantía constitucional, como forma de respuesta a una nuevaforma de amenaza concreta a la dignidad y a los derechos de la persona, deforma enúltimo término no muy diferente a como fueron originándose e incorporándose his-tóricamente los distintos derechos fundamentales. En este caso estamos ante un ins-tituto de garantía de otros derechos, fundamentalmente el honor y la intimidad, perotambién ante un instituto que es, en sí mismo, un derecho o libertad fundamental, elderecho a la libertad frente a las potenciales agresiones a la dignidad y ala libertadde la persona provenientes de un uso ilegítimo del tratamiento automatizado de da-tos, lo que la Constitución llama la informática» (33).

Junto al término de autodeterminación informativa, se ha acuñado el concepto dehabeas data con el que se denomina al haz de derechos que conforman el derecho dela autodeterminación informativa, y que en nuestro ordenamiento jurídico se recogenprincipalmente en el articulado de la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, deProtección de Datos de Carácter Personal. Entre tales se puede citar: el derecho de serinformada la persona en cuestión de la recogida de datos, de su finalidad y destinata-rios (art. 5); el tratamiento de los datos de carácter personal requiere el consentimientodel afectado, salvo que la ley disponga otra cosa (art. 6); el responsable del ficherodebe adoptar medidas que garanticen la seguridad de los datos (art. 9); derecho del in-teresado a obtener información de sus datos de carácter personal (art. 15); y derechode rectificación y cancelación cuando los datos no se ajusten a lo dispuesto en la leyy, en particular, cuando sean erróneos o inexactos (art. 16).

'31^ Sobre esta cuestión véase LUCAS MURILLO DE LA CUEVA, Pablo, El derecho a la autodeterminación informativa, Tecnos,Madrid, 1990.

<32> Definición tomada de BAON RAMÍREZ, Rogelio, «Visión General de la Informática en el nuevo Código Penal», Ámbito Ju-rídico de las Tecnologías de la Información, Cuadernos de Derecho Judicial XI, CGPJ, Madrid,1996.

<33> Razonamiento reiterado en SSTC 143/1994,11/1998, 94/1998, 202/1999.

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La STC 292/2000, de 30 de noviembre, que declaró la inconstitucionalidad de de-terminados incisos de los apartados 1 de los artículos 21 y 24 de la LOPDCP y de todoel apartado 2 del artículo 24 de la citada Ley Orgánica, distingue entre el derecho a laintimidad del artículo 18.1 CE y el derecho fundamental a la protección de datos. Fun-damenta la sentencia la distinción en la diversa función, objeto y contenido de ambosderechos. Señala que la función del derecho a la intimidad del artículo 18.1 CE es lade proteger frente a cualquier invasión que pueda realizarse en aquel ámbito de la vidapersonal y familiar que la persona desea excluir de todo conocimiento ajeno y de lasintromisiones de terceros en contra de su voluntad (34\ En cambio, el derecho funda-mental a la protección de datos persigue garantizar a esa persona un poder de controlsobre sus datos personales, sobre su uso y destino, con el propósito de impedir su trá-fico ilícito y lesivo para la dignidad y derecho del afectado.

De esta distinta función, el Tribunal Constitucional extrae la consecuencia de queel objeto del derecho de la protección de datos es más amplio que el derecho a la in-timidad, puesto que el derecho a la protección de datos extiende su garantía no sólo ala intimidad en su dimensión constitucionalmente protegida por el artículo 18.1 CE,sino a lo que en ocasiones el Tribunal Constitucional ha definido, en términos más am-plios, como esfera de los bienes de la personalidad que pertenecen al ámbito de la vidaprivada. El objeto del derecho a la protección de datos no se reduce sólo a los datosíntimos de la persona, sino a cualquier tipo de dato personal, sea o no íntimo, cuyoconocimiento o empleo por terceros pueda afectar a sus derechos de la persona, seano no fundamentales. Tienen protección no sólo los datos íntimos, sino también todosaquellos que identifiquen o permitan la identificación de la persona, pudiendo servirpara la confección de su perfil ideológico, racial, sexual, económico o de cualquierotra índole, o que sirvan para cualquier utilidad que, en determinadas circunstancias,constituya una amenaza para el individuo.

En tercer lugar, la diferencia de contenido entre ambos derechos citados radicasegún el Tribunal Constitucional en que, mientras el derecho a la intimidad confierea la persona el poder jurídico de imponer a terceros el deber de abstenerse de toda in-tromisión en la esfera íntima de la persona y la prohibición de hacer uso de lo así co-nocido, el derecho a la protección de datos atribuye a su titular un haz de facultadesconsistente en diversos poderes jurídicos cuyo ejercicio impone a terceros deberes ju-rídicos de hacer. Concluye el citado Tribunal que el contenido del derecho a la pro-tección de datos consiste en un poder de disposición y de control sobre los datos per-sonales que faculta a la persona para decidir cuáles de esos datos proporcionar a untercero, sea el Estado o un particular, o cuáles puede ese tercero recabar, y que tam-bién permite al individuo saber quién posee esos datos personales y para qué, pu-diéndose oponer a esa posesión o uso.

Debemos, además, destacar que la Carta de Derechos Fundamentales de la UniónEuropea del año 2000, reconoce expresamente en su artículo 8, como derecho funda-mental el derecho a la protección de datos, precisando su contenido y, estableciendola necesidad de que una autoridad vele por su respeto.

(34) Cita en este sentido la STC 144/1999.

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Las posibilidades que ofrece el ordenador y los avances telemáticos para contro-lar al trabajador son inimaginables. Además, a lo largo de la duración de una relaciónlaboral se manejan muchísimos datos del trabajador y no olvidemos que, en la socie-dad de la información, como pone de manifiesto el Tribunal Constitucional Federalalemán en sentencia de 15 de diciembre de 1983, «un dato carente en sí mismo de in-terés puede cobrar un nuevo valor de referencia y, en esa medida, ya no existe, bajola elaboración automatizada de datos, ninguno sin interés». Por tanto, la proteccióndel trabajador en materia de datos personales en el ámbito del teletrabajo deviene im-prescindible y hay que buscarla principalmente en la citada LOPDCP, en la Reco-mendación R(89)2 del Consejo de Europa y en el Repertorio de recomendaciones prác-ticas de la OIT sobre la protección de los datos personales de los trabajadores,adoptada en el seno de una reunión de expertos que se celebró en Ginebra del 1 a 7 deoctubre de 1996, en cumplimiento de una decisión de la OIT en su 264.a Reunión.

Sin ánimo de efectuar aquí un análisis completo de la protección de datos de ca-rácter personal, vamos a examinar brevemente aquellos aspectos que tienen relevan-cia en el ámbito del teletrabajo.

2 . LOS PRINCIPIOS DE LA PROTECCIÓN DE DATOS

2.1 Los principios relativos a la calidad de los datos

En el artículo 4 LPDCD se recogen una serie de principios que indican las pau-tas para recoger y tratar los datos de carácter personal, en concreto, los principios definalidad, pertinencia, licitud y cancelación.

Tal y como se desprende del artículo 4.1 LOPDCP, tan sólo se podrán recoger ytratar datos personales para una finalidad determinada, explícita y legítima. No es po-sible la obtención de datos para fines indeterminados y, por ello, el empresario debe-rá fundamentar y concretar bien la razón que justifica la obtención de datos, razonesque pueden radicar en motivos de seguridad, control de horario, gestión de formación,selección de personal y otros. Ahora bien, una vez obtenida tal información no se pue-de hacer un uso indiscriminado de la misma y por ello el artículo 4.2 de la LOPDCPdispone que «los datos de carácter personal objeto de tratamiento no podrán usarsepara finalidades incompatibles con aquellas para las que los datos hubieran sido re-cogidos.» Tal redacción difiere de la que se contenía en el artículo 4.2 de la LORTADque usaba la expresión finalidad distinta. El Tribunal Constitucional, en una doctrinareiterada en SSTC 11/1998, 33/1998, 35/1998, 45/1998, (...), 223/1998 y 45/1999, hadeclarado contrario a la libertad informática el uso, para retener la parte proporcionaldel sueldo durante un período de huelga, de un dato de afiliación sindical, que cons-taba en un fichero informático, y que había sido facilitado con la única y exclusiva fi-nalidad lícita de que la empresa descontara de la retribución la cuota sindical y la trans-firiera al Sindicato, y ello porque el dato sensible fue objeto de tratamiento y se hizoun uso de él para fines radicalmente distintos. Ahora tras la nueva LOPDCP, el cam-bio de expresión puede tener gran importancia a la hora de la aplicación práctica(35),

(35) Así lo señala CARRASCOSA LÓPEZ, Valentín, «Protección de datos de carácter personal», op. cit. p. 504.

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en la medida que el término actual de finalidad incompatible es más tolerante que elanterior y habrá que esperar a ver como evoluciona la jurisprudencia al respecto.

En íntima conexión con el principio anterior, el artículo 4.1 establece que la re-cogida y el tratamiento de los datos de carácter personal sólo proceden cuando los da-tos sean adecuados, pertinentes o no excesivos en relación con el ámbito y la finali-dad para la que se hayan obtenido. Cuando hemos ido examinando los distintossupuestos en que podía ceder el derecho a la intimidad frente al poder de dirección delempresario, hemos citado el reiterado principio de justificación y proporcionalidad quedebe presidir tal situación. Parecido criterio se recoge aquí en sede de protección delos datos de carácter personal, con la consecuencia de que la recogida y el tratamien-to de los datos del trabajador deben ser pertinentes para conseguir el fin determinadoy legítimo perseguido por el empresario y ajustarse a una debida proporcionalidad parano cometer excesos carentes de justificación.

El artículo 4.7 de la LOPDCP prohibe la recogida de datos por medios fraudu-lentos, desleales o ilícitos. Al respecto ya hemos examinado en qué supuestos proce-día el control del correo electrónico del teletrabajador; en cualquier caso, las reglasde la buena fe y el respeto a la legalidad deben presidir la recogida de datos. íntima-mente ligado a este principio de licitud se encuentra la norma recogida en el artícu-lo 5.9 del Repertorio de Recomendaciones Prácticas de la OIT, que indica que «el tra-tamiento de datos de carácter personal no debería conducir a una discriminaciónilícita en materia de empleo u ocupación». En consecuencia, los datos personales re-cogidos del teletrabajador no pueden ser tratados de forma que conduzcan a una dis-criminación en función de ideología, raza, sexo u otro motivo semejante.

Por último, según se desprende del artículo 4, párrafos 5 y 6 de la LOPDCP, losdatos de carácter personal registrados si resultaran ser inexactos, en todo o en parte,o incompletos, serán cancelados y sustituidos de oficio por los correspondientes da-tos rectificados o completados, debiendo ser cancelados cuando hayan dejado de sernecesarios o pertinentes para la finalidad para la cual hubieran sido recabados o re-gistrados. Por ello, una vez que el teletrabajador deje de pertenecer a una empresa, losdatos del mismo deben destruirse, al igual que los datos de los candidatos a un pues-to de trabajo que al final no han conseguido.

2.2 El derecho de información, el consentimiento del afectado y los datosespecialmente protegidos

Una de las principales novedades de la LOPDCP con relación a la LORTAD esel refuerzo que se da al consentimiento de los ciudadanos para que los datos puedanser tratados. A diferencia de la LORTAD, que no definía el consentimiento, laLOPDCP en su artículo 3 exige que el consentimiento sea libre, inequívoco, especí-fico e informado.

El principio del consentimiento para el tratamiento de los datos de carácter per-sonal tiene diversas excepciones. En concreto, en el artículo 6.2 LOPDCP se excep-cionan del principio del consentimiento, los datos que se refieran a las partes de uncontrato o precontrato de una relación negocial, laboral o administrativa y sean nece-sarios para su mantenimiento o cumplimiento. Por ello, el requisito del consentimiento

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desaparece del ámbito laboral, quedando reducido tan sólo a los datos especialmenteprotegidos del artículo 7 LOPDCP (ideología, salud, origen racial, etc.)- El empresa-rio, no obstante, está vinculado por los principios de finalidad, pertinencia, licitud, can-celación y especialmente por el deber de informar al teletrabajador en los términos delartículo 5 LOPDCP.

Ante la limitación del principio del consentimiento en el ámbito laboral, el prin-cipio de información cobra especial significado. Así, según se desprende del artícu-lo 5.1 LOPDCP, cuando el empresario obtenga los datos del propio teletrabajador de-berá informarle de la existencia de un fichero o tratamiento de datos de carácterpersonal, de la finalidad de la recogida de éstos y de los destinatarios de la informa-ción, del carácter obligatorio o facultativo de su respuesta a las preguntas que les seanplanteadas, de las consecuencias de la obtención de datos o de la negativa a suminis-trarlos, de la posibilidad de ejercitar los derechos de acceso, rectificación, cancelacióny oposición, y de la identidad y dirección del responsable del tratamiento o, en su caso,de su representante.

Como novedad (36\ que supone un incremento de las garantías del trabajador, elartículo 5.4 LOPDCP prevé que cuando los datos de carácter personal no hayan sidorecabados del interesado, éste deberá ser informado de forma expresa, precisa e ine-quívoca, por el responsable del fichero o su representante, dentro de los tres meses si-guientes al momento del registro de los datos.

Destaca, además, profundizando en esta obligación de información del empresa-rio, la disposición mínima 3b del Real Decreto 488/1997, de 14 de abril, sobre traba-jo con pantallas de visualización, que dispone que el empresario no utilizará ningúndispositivo cuantitativo o cualitativo de control sin que los trabajadores hayan sido in-formados.

En cuanto a los datos especialmente protegidos, con respecto a los cuales se man-tiene el principio del consentimiento, podemos distinguir tres categorías siguiendo aLucas Murillo de la Cueva:

En la primera se encuentran los datos sobre la ideología, afiliación sindical, religióny creencias. Con respecto a tales datos el consentimiento debe expresarse por escrito yde manera explícita (art. 7.2 LOPDCP), debiendo el empresario advertir al trabajador desu derecho a no prestar el consentimiento por imperativo del artículo 16.2 CE.

Dentro de la segunda categoría se encuentran los datos que afecten al origen ra-cial, la salud y la vida sexual. En tales supuestos, los datos sólo podrán ser recaba-dos, tratados y cedidos cuando el afectado otorgue su consentimiento expreso o, enlos casos en que, por razones de interés general, una ley así lo disponga (art. 7.3LOPDCP). Destaca en este ámbito la STC 202/1999, de 8 de noviembre, que con re-lación al caso de una empresa que dispone de un sistema informático con una solabase de datos, donde existen unos ficheros médicos que recogen los resultados de lasrevisiones periódicas de sus trabajadores y los correspondientes diagnósticos médi-cos, manifiesta que la creación y actualización del fichero no puede ampararse en la

<36) Sobre tal deficiencia y otras de la LORTAD en relación a la directiva 95/46/CE vid PRIETO GUTIÉRREZ, Jesús María, «LaDirectiva 95/46/CE como criterio unificador», Revista del Poder Judicial, núm. 48, cuarto trimestre 1997, Madrid.

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existencia de un interés general que justificaría la autorización por ley sin necesidaddel consentimiento del trabajador, ya que el mismo no se dirige a la preservación dela salud de los trabajadores, sino al control del absentismo laboral, lo que resulta acor-de con la denominación «absentismo con baja médica» que recibe el fichero. Por ello,el Tribunal Constitucional establece que la realización de tales actividades prescin-diendo del consentimiento expreso del afectado ha de calificarse como una medidainadecuada y desproporcionada que conculca el derecho a la intimidad y a la liber-tad informática.

Por último, dentro de la tercera categoría, se encuentran los datos relativos a in-fracciones penales o administrativas, que sólo podrán figurar en los ficheros auto-matizados de las Administraciones Públicas, siempre que éstas sean competentes enla materia y que tengan lugar en los supuestos expresamente previstos en sus normasreguladoras.

2.3 El acceso a los datos por cuenta de terceros y la comunicación de datos

La comunicación de los datos a terceros, según el artículo 11 LPDCP sólo podrárealizarse para el cumplimiento de fines directamente relacionados con las funcioneslegítimas del cedente y cesionario, y requiere el consentimiento del afectado salvo ex-cepciones legales.

Entre las excepciones se encuentran los casos en que «la cesión esté autorizadaen una ley». Al respecto, el artículo 8.3 del ET establece que el empresario está obli-gado a entregar a la representación legal de los trabajadores una copia básica de to-dos los contratos que deban celebrarse por escrito, a excepción de los contratos de re-lación laboral especial de alta dirección, sobre los que se establece tan sólo laobligación de notificar. Añade el artículo 8.3 del ET los datos que debe contener di-cha copia en aras de defensa a la intimidad personal(37).

De ambigua redacción se tilda al artículo 11.1.c), que excepciona de la necesidaddel consentimiento del afectado aquellos supuestos en que «el tratamiento responda ala libre y legítima aceptación de una relación jurídica cuyo desarrollo, cumplimientoo control implique necesariamente la conexión de dicho tratamiento con ficheros deterceros». No se entiende incluido en esta excepción la comunicación de datos perso-nales de los trabajadores a empresas del mismo grupo que la del empleador, al dispo-ner el artículo 10.3 del Repertorio de Recomendaciones prácticas de la OIT que lesson aplicables las reglas de comunicación a terceros, exigiéndose por tanto el con-sentimiento del trabajador, puesto que falta la legitimación de la relación laboral. Porel contrario, sí se entiende comprendido en esta excepción el supuesto de comunica-ción entre la empresa de trabajo personal y la empresa usuaria, limitada al tiempo dela puesta a disposición y a los fines de la misma(38Í.

(37) Sobre las dudas interpretativas de este precepto vid THIBAULT ARANDA, Javier, El teletrabajo.Análisis Jurídico laboral,op. cit., pp. 137 y 138; GALIANA MORENO, J. M. y SEMPERE NAVARRO, A. V., El control sindical de los contratos, Universidad de Mur-cia, 1991, pp. 79 y ss.; y PÉREZ AMORÓS, R, Derechos de Información sobre empleo y contratación. Los derechos de los represen-tantes de los trabajadores 'en la empresa, según la Ley 2/1991, Bosch, Barcelona, 1993, pp. 81 y ss.

P8) vid THIBAULT ARANDA, Javier, El teletrabajo. Análisis Jurídico laboral, op. cit, p. 138.

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La LOPDCP en su artículo 12 no considera comunicación de datos a terceros elacceso de datos de un tercero cuando dicho acceso sea necesario para la prestación deun servicio al responsable del tratamiento. El encargado de prestar el tratamiento de-berá tratar los datos de acuerdo con las instrucciones que le hubiere proporcionado elresponsable del tratamiento, que deberán figurar en un contrato escrito o en algunaotra forma que permita acreditar su celebración, y estará obligado a adoptar las me-didas de seguridad del artículo 9 LOPDCP, así como a destruir o devolver al respon-sable del tratamiento los datos de carácter personal una vez cumplida la prestación con-tractual. En el ámbito laboral, dicha situación va a ser frecuente en la medida que eshabitual que el empresario contrate a otros empresarios la prestación de determinadosservicios como contabilidad, prevención de riesgos laborales, auditorías diversas, etc.,contratación que inevitablemente provocará el acceso a datos personales por parte dedichos empresarios contratados.

3. DERECHOS DE LAS PERSONAS

Si el Título II de la LOPDCP delimita el marco de acción de los que quieran ope-rar con datos personales, indicándoles la manera en que pueden recogerlos, tratarlos,conservarlos y cederlos, el Título III contiene lo que se ha denominado el núcleo degarantías de la Ley(39) y que se ocupa de los derechos de las personas cuyos datos sontratados, a la impugnación, consulta, acceso, rectificación, cancelación, oposición, tu-tela e indemnización.

3.1 Derechos de acceso, rectificación y cancelación

La exposición de motivos de la LORTAD señalaba que los «los derechos de ac-ceso a los datos, de rectificación y cancelación, se constituyen como piezas centralesdel sistema cautelar o preventivo instaurado en la Ley».

Por el derecho de acceso, recogido en el artículo 15 de la LOPDCP, el afectado(en nuestro caso el teletrabajador) tiene la facultad de solicitar y obtener informaciónde sus datos de carácter personal sometidos a tratamiento, del origen de dichos datos,así como de las comunicaciones realizadas o que se prevén hacer de los mismos. Estafacultad deriva del derecho a recibir información del artículo 105b de la Constitución.

Según el artículo 16 LOPDCP, los datos de carácter personal serán rectificados ycancelados cuando no resulten ajustados a lo dispuesto en la LOPDCP, o sean inexactoso incompletos. De la redacción del artículo se deduce que la rectificación o la cance-lación deberá efectuarse de oficio o a instancia de parte, pero, en todo caso, el res-ponsable (en nuestro caso el empresario) tiene la obligación de hacer efectivo el de-recho de rectificación en el plazo de diez días. La expresión «cancelar», utilizada porla LORTAD, dio lugar a diversas interpretaciones, por ello en el apartado tercero delartículo 16 de la LOPDCP se aclara que la cancelación dará lugar al bloqueo de losdatos conservándose únicamente a disposición de las Administraciones Públicas, Jue-ces y Tribunales, para la atención de las posibles responsabilidades nacidas del trata-

<3" CARRASCOSA LÓPEZ, Valentín, «Protección de datos de carácter personal», op. cit., p. 486.

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miento, durante el plazo de prescripción de éstas. Cumplido el citado plazo deberá pro-cederse a la supresión.

Los derechos de acceso, rectificación y cancelación, que se reconocen a cualquierciudadano, se configuran en la LOPDCP como derechos subjetivos de carácter indi-vidual; pero el ejercicio de modo particular de tales derechos en el ámbito laboral porel trabajador puede dar lugar a posibles futuras represalias encubiertas por parte delempleador. Por ello, interesa buscar y establecer vías que permitan hacer más accesi-ble al trabajador estos derechos que devienen imprescindibles para la tutela de su in-timidad. El artículo 11.1 de las Recomendaciones Prácticas de la OIT establece el de-ber del empresario de facilitar a sus trabajadores información periódica sobre los datosmanejados. Establecer en nuestra legislación una obligación tal al empresario en el casodel teletrabajo, nos parece imprescindible.

Asimismo, las facilidades que ofrece la tecnología en el caso del teletrabajo, per-miten pensar en soluciones técnicas tales como el acceso del teletrabajador a los da-tos personales que del mismo dispone el empresario mediante la utilización de unaclave de acceso individual y confidencial o el uso de una tarjeta informática perso-nalizada(40).

Compartimos, también, la opinión de Thibault(41) de que debería permitirse a losrepresentantes de los trabajadores ejercer los derechos de acceso, rectificación, can-celación y oposición, reconociéndose al trabajador la facultad de hacerse asistir porun representante sindical para el ejercicio de tales derechos. En este sentido se sitúanel artículo 11.5 del Repertorio de Recomendaciones Prácticas de la OIT y artículo 12.4de la Recomendación del Consejo de Europa. R(89)2.

3.2 Derechos de oposición e impugnación

El artículo 6.4. LOPDCP dispone que «en los casos en que no sea necesario elconsentimiento del afectado para el tratamiento de los datos de carácter personal, ysiempre que una Ley no disponga lo contrario, éste podrá oponerse a su tratamientocuando existan motivos fundados y legítimos relativos a una concreta situación per-sonal». Se introduce en dicho apartado el derecho de oposición que preveía la Direc-tiva 96/45/CE en su artículo 14. Pese a que en el caso del contrato de trabajo no es ne-cesario el consentimiento del trabajador para el tratamiento de los datos, la aplicaciónde este artículo no dejará de plantear problemas en la práctica, al ser difícil imaginarcuando pueden existir tales motivos fundados y legítimos que permitan al trabajadoroponerse al tratamiento de los datos personales en el ámbito de una relación laboral.

El artículo 13 de la LOPDCP establece que «los ciudadanos tienen derecho a noverse sometidos a una decisión con efectos jurídicos, sobre ellos o que les afecte demanera significativa, que se base únicamente en un tratamiento de datos destinadosa evaluar determinados aspectos de su personalidad», pudiendo el afectado «impug-nar los actos administrativos o decisiones privadas que impliquen una valoración desu comportamiento, cuyo único fundamento sea el tratamiento de datos de carácter

(40> Solución propuesta por THTBAULT ARANDA, Javier, El teletrabajo. Análisis Jurídico laboral, op. cit, p. 145-146.('tl) THIBAULT ARANDA, Javier, El teletrabajo. Análisis Jurídico laboral, op. cit, p. 146.

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personal que ofrezca una definición de sus características o personalidad» y «la va-loración sobre el comportamiento de los ciudadanos, basada en un tratamiento de da-tos, únicamente podrá tener valor probatorio a petición del afectado». En el ámbitolaboral dicho precepto cobra su importancia en aquellos casos en que, utilizando losdatos de carácter personal recogidos respecto a un trabajador, se elabora una deter-minada caracterización de una persona, un perfil o reputación, y lo que viene a impo-ner dicho artículo es que tales valoraciones no pueden ser el único fundamento de de-cisiones en materia de ascensos, traslados, concesión de empleos u otras semejantes.De manera similar el artículo 5.5 del Repertorio de Recomendaciones prácticas indi-ca que «las decisiones relativas a un trabajador no deberían basarse exclusivamen-te en un tratamiento informático de los datos personales que a él se refieren».

Lo que no tiene que olvidar el trabajador afectado por una decisión desfavorablederivada del tratamiento de los datos personales informatizados que posee la empre-sa, es que el empresario por imperativo del artículo 13.3 tiene obligación de informarlede los criterios de valoración y el programa informático utilizados en el tratamientoque sirvió para adoptar la decisión.

VII. Internet, el teletrabajo y el respeto a la intimidad

La expansión de Internet, así como su relevancia para el desarrollo económico ysocial por su capacidad para crear riqueza y nuevos empleos, nos obliga a ocuparnosde las posibilidades que ofrece al teletrabajo y de los riesgos que al respecto plantea.

Ortiz Chaparrro(42) en el año 1996, concretaba las principales limitaciones queInternet presentaba para los teletrabajadores, en la falta de fiabilidad y seguridad. Cons-cientes de los riesgos que ofrece Internet, últimamente los diversos países van pro-mulgando diversa normativa que trata de soslayar tales debilidades(43). En España pue-de citarse al respecto el Real Decreto Ley 14/1999 de 17 de septiembre, de firmaelectrónica; la Orden del Ministerio de Fomento de 21 de marzo de 2000 por el quese regula el sistema de asignación de nombres de dominio de Internet bajo el códigodel país correspondiente a España (.es), modificada por Orden de 12 de julio de 2001,y el Real Decreto Ley 7/2000, de 23 de junio, sobre medidas urgentes en el sector delas telecomunicaciones, dedicado en parte a dictar normas que fomenten el uso de In-ternet y los ciudadanos mediante su abaratamiento.

Por otro lado, recientemente, en el DOCE de 17 de julio de 2000 se ha publica-do la Directiva 2000/31/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 8 de junio de2000, relativa a determinados aspectos jurídicos de los servicios de la sociedad de lainformación, en particular del comercio electrónico en el mercado interior, conoci-da como la Directiva sobre el Comercio Electrónico. En cumplimiento de dicha Di-rectiva, bajo la iniciativa del Ministerio de Ciencia y Tecnología se está trabajandosobre el Anteproyecto de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y deComercio Electrónico de 30 de abril de 2001. Por Servicios déla Información debe-

(42) ORTIZ CHAPARRO, Francisco, El teletrabajo. Una nueva sociedad laboral en la era de la tecnología, op. cit, p. 127.(43) Vid F E R N A N D O G A L I N D O . «La normat iva sobre internet existente en España», Revista La Ley, núm. 5235 , lunes 29 de ene-

ro de 2001.

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mos entender los servicios determinados en el apartado 2 del artículo 1 de la Direc-tiva 98/34/CE, modificada por la Directiva 98/48/CE, incluyendo actividades talescomo la venta de mercancías en línea, la oferta de servicios no remunerados por sudestinatario, los que ofrecen herramientas de búsqueda, acceso y recuperación de da-tos, o servicios consistentes en transmitir información a través de una red de comu-nicación, etc.(44). De la anterior enumeración fácilmente se desprende que tales ser-vicios de la sociedad de la información van a permitir un gran desarrollo delteletrabajo.

Sin embargo, el derecho a la intimidad, especialmente vulnerable ante las posi-bilidades que aportan las nuevas tecnologías, se revela amenazado ante el «gran es-caparate mundial» en que se ha convertido Internet; de hecho, numerosas de las in-fracciones cometidas en dicha red tienen que ver con hechos difamatorios. Interesa,pues, centrarse en qué ocurre en los casos en que un teletrabajador comete una in-fracción contra la intimidad y si existe una normativa adecuada que permita reponer,en la medida de lo posible, los perjuicios causados.

No vamos a entrar aquí en el estudio detallado del delito de cesión de datos delartículo 197.2 del Código Penal puesto que no es el presente un ensayo de derecho pe-nal, pero si conviene indicar que la determinación de quiénes, entre los que prestanlos servicios en Internet, tienen capacidad suficiente para poder ser considerados comosujetos activos de tal delito, no deja de producir problemas, habiéndose indicado porla doctrina(45) que hubiera sido deseable que el legislador penal hubiera señalado unoscriterios legales de participación en la red. Se plantea la doctrina entre otros aspectossi, de forma similar a lo dispuesto en el artículo 30.1 del Código Penal, quedan o noexcluidos los cómplices o los que les hubieran favorecido personal o realmente. Asi-mismo se duda si sería posible en Internet establecer una responsabilidad criminal encascada del mismo modo que el artículo 28 en relación con el artículo 30.2 del Códi-go Penal la establece para los delitos que se cometan utilizando medios o soportes dedifusión mecánicos(46).

Principio de solución de tales problemas, así como de los derivados de la res-ponsabilidad civil consecuencia de delitos contra la intimidad o de intromisiones ilí-citas del artículo 9 de la Ley Orgánica de Protección al Honor, Intimidad o Propia Ima-gen cometidos por medio de Internet, la encontramos en la citada Directiva 2000/31/CEy la ley española que en un futuro se dicte en su desarrollo. En efecto, el artículo 11del Anteproyecto de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y de Co-

(44) E l citado Anteproyecto señala como servicios de la sociedad de la información, entre otros, la contratación de bienes oservicios por vía electrónica, la organización y gestión de subastas por medios electrónicos o de mercados y centros comerciales vir-tuales, la gestión de compras en la R e d por grupos de personas, el envío de comunicaciones comerciales, el suministro de informaciónpor vía telemática, el alojamiento de información, aplicaciones o servicios, facilitados por el destinatario del servicio de alojamiento,el ofrecimiento de instrumentos de búsqueda, acceso y recopilación de datos, la transmisión de información a través de u n a red de te-lecomunicaciones, el vídeo bajo demanda, como servicio en que el usuario p u e d e seleccionar a través de la red, tanto el p rograma de-seado como el momento de su suministro y recepción, y, en general, la distribución de contenidos previa petición individual .

(45) Vid M A R T Í N - C A S A L L O L Ó P E Z , Juan José , «La protección de los datos personales. Aspectos penales de la cesión d e datos»,Cuadernos de Derecho Judicial, TV-2000, CGPJ, Madrid , 2000 , pp. 28-32.

<«) N o vamos a entrar aquí en el examen de problemas tales como la vulneración de la intimidad mediante cesión transfron-teriza de datos personales . Véase , no obstante, a l respecto M A R C H E N A G Ó M E Z , Manuel , «Algunos aspectos procesales de Internet»,Cuadernos de Derecho Judicial, IV-2000, CGPJ, Madrid, 2000, pp. 68-85.

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mercio Electrónico de 30 de abril de 2001 (en adelante ASSIYCE) impone a los pres-tadores de servicios de la sociedad de información las siguientes obligaciones:

a) Comunicar a las autoridades judiciales o administrativas competentes, tanpronto como tengan conocimiento de su existencia, la actividad presuntamente ilíci-ta, realizada por el destinatario del servicio;

b) Comunicar a las autoridades judiciales o administrativas competentes, a so-licitud de éstas, la información que les permita identificar a los destinatarios de losservicios;

c) Suspender la transmisión, el alojamiento de datos, el acceso a las redes de co-municación o la prestación de cualquier otro servicio de la sociedad de la información,en ejecución de una resolución dictada por una autoridad judicial o administrativa;

d) Cuando así les sea requerido por una autoridad judicial competente, super-visar o conservar todos los datos relativos a la actividad de un determinado destina-tario durante un período máximo de seis meses y ponerlos a disposición.

En aras de la tutela del derecho a la intimidad, el artículo 12.2 del citado Ante-proyecto añade que cuando el cumplimiento de estas obligaciones pueda afectar a losderechos a la intimidad personal y familiar o a la libertad de expresión, se respetaránlas normas y procedimientos establecidos para su protección.

Asimismo el artículo 8 del ASSIYCE permite, a las autoridades competentes,cuando se atente contra principios fundamentales de la convivencia social, ordenar quese retire la información o se impida el acceso a ella. En la adopción de tales medidasde restricción se respetarán, en todo caso, los procedimientos previstos en el ordena-miento jurídico para proteger los derechos a la intimidad personal y familiar y la li-bertad de expresión, cuando éstos resulten afectados.

El artículo 12 del ASSIYCE dispone como regla general que los prestadores deservicios de la sociedad de la información están sometidos a las normas generales delordenamiento jurídico sobre responsabilidades civil, penal y administrativa, con lasparticularidades que deriven de la aplicación de la legislación de los consumidores.Ello nos lleva a que en el ámbito del teletrabajo será de aplicación además del artícu-lo 120 Código Penal para la responsabilidad penal ex delicio, el artículo 1903.4 delCódigo Civil, que regula la responsabilidad civil del empresario por los hechos de susdependientes. En concreto, el artículo 1903.4 establece la responsabilidad de los due-ños o directores de un establecimiento o empresa respecto de los perjuicios causadospor sus dependientes en el servicio de los ramos en que los tuviera empleado o conocasión de sus funciones. Para la existencia de dicha responsabilidad del empresariodeviene imprescindible la prueba de la existencia de una relación de subordinación odependencia del teletrabajador, para lo cual deberemos atender a los indicios a los quemás arriba hacíamos referencia.

Por otro lado y en cuanto a la responsabilidad de los prestadores de servicios enInternet, sin ánimo de ser exhaustivos(47), podemos indicar que como norma general

<47> Para un estudio más completo vid. PLAZA PENADÉS, Javier, «La responsabilidad civil en Internet: su regulación en el de-recho comunitario y su previsible incorporación al derecho español», Revista La Ley, núms. 5293 y 5294, de 23 y 24 de abril de 2001.

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el artículo 15 de la Directiva 2000/31/CE indica que los Estados miembros no im-pondrán a los prestadores de servicios una obligación general de supervisar los datosque transmitan, ni una obligación general de realizar búsquedas activas de hechos ocircunstancias que indiquen actividades ilícitas respecto de los servicios de transmi-sión y alojamiento de datos, sin perjuicio de cualquier actividad de supervisión, se-lectiva y transitoria, que las autoridades judiciales de un país le soliciten a tenor de lodispuesto en la legislación nacional, cuando resulte necesario para garantizar la se-guridad del Estado, la defensa, la seguridad pública y para prevenir, investigar, de-tectar y perseguir infracciones penales(48). La ausencia del establecimiento del deberde control se justifica por el carácter imposible y muy gravoso que implicaría tal me-dida. Ahora bien, tal ausencia de deber de control no supone una exoneración total deresponsabilidad.

Interesa distinguir, al respecto, la responsabilidad por el mero transporte de da-tos (mere conduit), la responsabilidad por alojamiento de datos (hosting y caching) yla responsabilidad por enlaces (links).

a) Con relación a la responsabilidad por el mero transporte de datos, el artícu-lo 12 de la Directiva 2000/31 dispone que al prestador de un servicio de la informa-ción que consista en transmitir en una red de comunicaciones datos facilitados por eldestinatario del servicio o en facilitar un simple acceso a la red de comunicaciones,no se le puede considerar responsable de los datos transmitidos, excepto en el marcode una acción de cesación, siempre que el prestador de servicios no haya originado élmismo la transmisión ni haya seleccionado al destinatario de la transmisión y no se-leccione ni modifiquen los datos transmitidos(49). En consecuencia, la entidad presta-dora del servicio sólo estará exenta de responsabilidad cuando no pueda haber tenidoconocimiento ni control ni supervisión de la actividad ilícita, pero estará obligada sise ejercita una acción de cesación a adoptar las medidas pertinentes para que esa ac-tividad ilegal continúe produciendo efectos, respondiendo, caso contrario, de los da-ños que se ocasione a partir del conocimiento de tal actividad si no se adoptan talesmedidas.

b) La responsabilidad por alojamiento de datos se refiere a supuestos en que enespacios como las web sites se alojan contenidos ilícitos y ofensivos a la intimidad ya otros derechos fundamentales. Con relación a tales supuestos el artículo 14 de la Di-rectiva 2000/31/CE indica que cuando se trate de un servicio consistente en almace-nar datos facilitados por el destinatario del servicio (hosting), el prestador del servi-cio no podrá ser considerado como responsable de los datos almacenados a peticióndel destinatario, excepto en el marco de una acción de cesación, a condición de queel prestador de servicios no tenga realmente conocimiento de que la actividad ilícitay, en lo que se refiere a una acción por daños y perjuicios, no tenga conocimiento dehechos o circunstancias por los que una actividad revele su carácter ilícito o de que,en cuanto tenga conocimiento de estos puntos, el prestador de servicios actúe con pron-titud para retirar los datos o hacer que el acceso de ellos sea imposible. De forma si-

(48) En igual dirección el artículo 13 del ASSIYCE al disponer que «con carácter general, los prestadores de servicios de lasociedad de la información sólo serán responsables por los contenidos que ellos mismos elaboren o que se hayan elaborado por cuen-ta suya. Los prestadores de servicios no serán responsables por los contenidos ajenos que, en el ejercicio de actividades de interme-diación, transmitan, copien, almacenen, o localicen, siempre que respeten las normas recogidas en los artículos que siguen».

m En el mismo sentido el artículo 14 del ASSIYCE.

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milar se regula en el artículo 16 ASSIYCE tal responsabilidad, añadiéndose que cuan-do la retirada de datos o el bloqueo que se realice para impedir el acceso a los mismospueda afectar a los derechos a la intimidad personal y familiar o a la libertad de ex-presión, se respetarán las normas y procedimientos establecidos para su protección.

Respecto al alojamiento provisional o caching, la Directiva 2000/31/CE disponeen su artículo 13 que el prestador del servicio no podrá ser considerado responsable,excepto en el marco de una relación de cesación, por el almacenamiento automático,provisional y temporal de esta información a petición de otros destinatarios del ser-vicio, a condición de que: el prestador del servicio no modifique la información; res-pete las condiciones de acceso a la información; respete las normas relativas a la ac-tualización de la información indicadas de forma coherente con las normas del sector;no interfiera en la tecnología, coherente con las normas del sector, que se utilice conel fin de obtener datos sobre utilización de la información, y actúe con prontitud pararetirar la información dañosa o haga que el acceso a ella sea imposible en cuanto ten-ga conocimiento efectivo(50:).

c) En cuanto a la responsabilidad por enlaces o links podemos indicar que exis-ten precedentes de reclamaciones en Estados Unidos en los que el reclamante en-tiende que la introducción de un link en una página Web equivale a una invitacióno recomendación para el visitante, que le induce a entrar en otro servidor y visuali-zar una información que puede herir su sensibilidad, provocarle un daño o conver-tirlo en víctima de un delito(51). Pese a ello, la Directiva 2000/31/CE no alude a laresponsabilidad civil por links. No obstante, el ASSIYCE contempla tal posibilidaden el artículo 17 indicando que los prestadores de servicios de la información quefaciliten a otros contenidos en la red o incluyan en los suyos directorios o instru-mentos de búsqueda de contenidos, no serán responsables por la información a laque dirijan a los destinatarios de servicios, siempre que no tengan conocimiento efec-tivo de que la actividad o información a la que remiten o recomiendan, es ilícita ode que puede lesionar bienes o derechos de un tercero susceptibles de indemniza-ción, o si lo tienen, actúen con diligencia para suprimir o inutilizar el enlace co-rrespondiente.

Como se ha apreciado en los artículos citados de la Directiva y Anteproyecto laresponsabilidad del prestador de servicios intermediario radica en el efectivo control,supervisión o conocimiento que ejerce o que tiene sobre las personas que usan sus ser-vicios, o bien sobre el deber que tiene de anular e impedir el alojamiento y transmi-sión de datos de los destinatarios o el enlace cuando un tercero les pone en conoci-miento de la realización de actividades ilícitas del destinatario mediante una acciónde cesación.

Ante tales nuevas modalidades de comercio electrónico que la empresa puede em-plear para la distribución de sus productos y la prestación de servicios deberían mo-dificarse las pólizas de seguros de responsabilidad civil de las empresas para que cu-brieran tales supuestos. Además, y por lo novedoso que suponen estas actividades yla trascendencia que pueden tener para el teletrabajador en caso de incurrir en res-

<50> En parecidos términos el artículo 15 del ASSIYCE.<51' Dato extraído de RIBAS ALEJANDRO, Javier, «Comercio electrónico en Intérnete, Cuadernos de Derecho Judicial, IV-2000,

CGPJ, Madrid, 2000, p. 135.

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ponsabilidad, sería conveniente que en la normativa específica que regule el teletra-bajo se estableciera la obligación del empresario de informarle sobre las obligacionesque le competen en el ámbito de Internet cuando se llegue al conocimiento de activi-dades ilícitas. De hecho, sería oportuno que se estableciera que el contrato de trabajodel teletrabajador debe adoptar forma escrita, sea en soporte de papel o en soporte in-formático y por medio de la firma electrónica. Siendo así, en el contrato escrito o enanexo al mismo debería informarse al teletrabajador no sólo de los derechos que leconfiere la LOPDCP y las obligaciones que tal Ley Orgánica impone al empresariopara la protección de los datos personales, sino también de las obligaciones que im-pone la normativa sobre el comercio electrónico en el caso de que la empresa presteservicios en Internet y ello con la finalidad de prevenir atentados contra la intimidadde terceros o en prevención de otros actos ilícitos.

Continuando con el examen de los servicios que se pueden facilitar por Inter-net debemos, por último, detenernos en la regulación de la firma electrónica con-tenida en el Real Decreto-ley 14/1999, de 17 de septiembre. La preocupación porla seguridad para poder garantizar la intimidad, la privacidad o la confidencialidadde un dato o una información se revela patente en esta regulación, pues sólo si seconsigue tal seguridad, como indica Davara Rodríguez(52), «el camino elegido esel adecuado y viajamos en garantías hacia la plena integración en la sociedad dela información». En este sentido, el artículo 15 RDLFE somete el tratamiento delos datos personales que precisen los prestadores de servicios de certificación parael desarrollo de su actividad, a lo dispuesto en la legislación de protección de da-tos de carácter personal y disposiciones dictadas en su desarrollo. La misma regu-lación se aplicará a los datos personales que se conozcan en el órgano que, en elejercicio de sus funciones, supervisa la actuación de los prestadores de serviciosde certificación y el competente en materia de acreditación, así como el Registrode Prestadores de Servicios. Por otro lado, los prestadores de servicios de certifi-cación que expidan certificados a los usuarios, únicamente pueden recabar datospersonales directamente de los mismos o con su consentimiento explícito. Los da-tos requeridos serán, exclusivamente, los necesarios para la expedición y el man-tenimiento del certificado.

En aras de la fiabilidad que deben ofrecer los prestadores del servicio de certifi-cación, el artículo 12.d) del RDLFE impone a tales prestadores la obligación de em-plear personal cualificado y con la experiencia necesaria.para la prestación de servi-cios ofrecidos, en el ámbito de la firma electrónica y de los procedimientos deseguridad y gestión adecuados(53). Pese a tal obligación no está de más que se les im-pusiera legalmente el deber de informar a sus trabajadores de las obligaciones que im-pone el respeto a la intimidad.

Al hilo de la referencia al RDLFE es preciso manifestar que la reglamentación es-pecífica del teletrabajo debe establecer la obligatoriedad de la forma escrita con la fi-nalidad de otorgar cierta seguridad jurídica en la materia. Asimismo, deben superar-

(52) D A V A R A R O D R Í G U E Z , Miguel Ángel , «Firma electrónica y autoridades de certificación.- el notario electrónico», Cuadernosde Derecho Judicial, IV-2000, CGPJ , Madrid , 2000, p . 173.

(53) P o r diversos autQres se postula que se determine reglamentar iamente la necesidad de incluir personal con formación jur í -dica. Vid en tal sentido, B O N A R D E L L L E N Z A N O , Rafael, «Los certificados de firma electrónica. Los prestadores de servicios d e certifi-cación», Estudios Jurídicos, Cuerpo de Secretarios Judiciales, IV-2000, CEJADJ , Madrid, 2000, p . 372.

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se las reticencias que la celebración de contratos electrónicos suscitan(54), y sería con-veniente que la regulación del teletrabajo permitiera la celebración del contrato de te-letrabajo por vía informática, conciliando su regulación con la de la firma electróni-ca. Además, tal vía telemática debería permitirse para la comunicación entre elempresario y el teletrabajador en cuestiones tales como solicitud de vacaciones, per-misos por enfermedad grave de familiar y otras similares, estableciéndose, incluso, laposibilidad de comunicar al teletrabajador el despido de forma electrónica con las de-bidas garantías.

VIII. Conclusiones

Si para el pleno desarrollo de la sociedad de información es preciso establecer me-didas de seguridad para la tutela de la intimidad, la privacy y la confidencialidad delos datos, no deja menos de ser cierto que en la potenciación de la figura del teletra-bajo devienen imprescindibles adecuadas medidas de seguridad para la tutela del de-recho a la intimidad del teletrabajador.

Por tal motivo, en la reglamentación futura del teletrabajo conviene tener en cuen-ta una serie de pautas para la tutela del indicado derecho fundamental. Así, en primerlugar, debe establecerse que la visita inicial al domicilio del teletrabajador para la ins-talación de los aparatos pertinentes y las posteriores visitas de inspección y manteni-miento se anuncien con antelación al teletrabajador y se limiten a la parte de domici-lio en que se ejerce la actividad laboral.

En segundo lugar, el establecimiento de sistemas de control, incluidos los de au-dio y vídeo, debe ser justificado y proporcionado al fin perseguido, debiendo estable-cerse la obligación del empresario de informar de antemano de las razones que las mo-tivan, de las horas en que se aplican, de los métodos y técnicas empleados y de losdatos que serán copiados.

En tercer lugar, debe determinarse que, en defecto de convenio colectivo o acuer-do particular en el contrato de trabajo, el uso del correo electrónico debe limitarse, enprincipio, a fines laborales, entre los que se incluyen los usos normales de carácter sin-dical, y establecerse con respecto al uso para fines particulares el principio reguladordel «ius usus innocui». Con relación a la instalación de sistemas de control del uso delcorreo electrónico, debe establecerse en la regulación específica, que el empresariotiene obligación de informar a los trabajadores previamente, indicándoles el tipo decontrol y la finalidad que con el mismo se persigue. En el caso de que por conveniocolectivo o pacto particular se permitiera a los trabajadores el uso del correo electró-nico para fines particulares, el control se debe limitar tecnológicamente a los correosde carácter profesional.

En cuarto lugar, el control del contenido de las conversaciones telefónicas tan sólopodrá permitirse cuando el objeto de la prestación laboral consista en la comunica-

<54) Así por ejemplo TENA ARREGUI, Rodrigo y D E LA NUEZ SÁNCHEZ-CASADO, Elisa, consideran que la firma electrónica equi-vale un poder al portador con riesgos de utilización de la clave electrónica sin consentimiento del signatario o de uso de tal clave porun tercero con consentimiento del signatario pero en contra de las instrucciones del mandante, en «La firma electrónica, ¿un poder alportador?», Revista La Ley, núm. 5340, jueves, 28 de junio de 2001.

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ción telefónica misma. El control del uso del teléfono por medio de auto-conmutado-res o facturas detalladas se debe ajustar a los principio de justificación, proporciona-lidad e información previa a los trabajadores, indicándose expresamente que los da-tos personales que se obtengan de tales controles se sujetarán a la LOPDCP.

En quinto lugar, y en aras de profundizar en la protección de datos en el ámbitolaboral, se debería establecer que el tratamiento de los datos no debe conducir a unaactuación ilícita o discriminatoria en materia de empleo u ocupación y que las deci-siones relativas a un trabajador no se deben basar exclusivamente en un tratamientoinformático de los datos personales que a él se refieren. Asimismo, se debería recor-dar expresamente el deber de información del empresario en la recogida y tratamien-to de datos y de cancelarlos cuando los trabajadores dejen de pertenecer a la empresao cuando los candidatos a un puesto de trabajo no lo hayan conseguido. Por otro lado,se debería especificar que mientras en el caso de las empresas del mismo grupo no esaplicable la excepción del artículo 11.2.c) de la LOPDCP, dicha excepción tiene apli-cación en los casos de comunicación entre la empresa de trabajo temporal y la em-presa usuaria, limitada al tiempo de la puesta a disposición y a los fines de la misma.Además, se debe establecer la obligación del empresario de informar periódicamentea los trabajadores sobre los datos manejados y permitir al trabajador ser asistido porun representante sindical para el ejercicio de los derechos de acceso, rectificación, can-celación y oposición.

En sexto lugar, en la futura ley del comercio electrónico se deberán contener lasoportunas precisiones que contiene el Anteproyecto citado para la tutela de la intimi-dad y en la reglamentación específica del teletrabajo se debería indicar que cuando laempresa preste servicios de la sociedad de información, el empresario tiene la obli-gación de informar a los trabajadores de los deberes que la futura ley de comercio elec-trónico imponga para la prevención del derecho a la intimidad y otras actividades ilí-citas.

Si la visión de una sociedad de la información y una economía a nivel mundial,donde las tecnologías de la información desempeñan un papel decisivo en la trans-formación de la sociedad en todos los aspectos, parece que está definitivamente ins-crita en la agenda política(55), esperemos que en esa agenda no deje de anotarse fir-memente un teletrabajo regulado con las debidas garantías para la intimidad de laspersonas.

<55> Así se indica en la Comisión de las Comunidades Europeas al Parlamento Europeo y al Consejo sobre el programa plu-rianual de la Comunidad para fomentar el desarrollo de la industria europea de los contenidos multimedios y la utilización de éstos enla naciente sociedad de la información del año 1995.

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