El Tesoro de La Juventud[1]. Massat Alvarado

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Didáctica de la lengua

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  • El tesoro de la juventud Elena Massat/ Maite Alvarado

    Ana Mara me hizo sentar frente a ella en una sillita, se inclin, cerro los prpados, se adormeci. De ese rostro de estatua sali una voz de yeso. Perd la cabeza. Quin cantaba? Qu cantaba? A quin? Mi madre estaba ausente: ni una sonrisa, ni un signo de connivencia, yo estaba en el exilio. Y adems no reconoca su lenguaje. De dnde extraa ella su seguridad? Al cabo de un instante lo comprend: era el libro quien hablaba (J. P. Sartre, Les mots)

    Hacer hablar a un libro no parece tarea fcil. Y mucho menos, delante de un chico. Cmo evitar hacer morisquetas, modular la voz para dar a entender no te asustes, estoy ac? La fascinacin que este recuerdo de Sartre evoca est ligada a la ficcin. El efecto en el pequeo Sartre es de ajenidad, extraamiento, soledad (yo estaba en el exilio). La calma retornar con el descubrimiento de que es el libro quien habla, que es literatura lo que pasa.

    A la escisin entre enunciado y enunciacin que se postula como definitoria de la narracin (White, 1981), la ficcin contrapone una instancia de enunciacin construida por el propio enunciado: El locutor real, el autor, desaparece en la ficcin misma, se dispersa en los roles de los personajes ficticios comprendidos en ella, en el rol del narrador. La ficcin, por lo tanto, aunque mensaje, adquiere el estatuto de un objeto relativamente autnomo y provoca una concretizacin por parte del destinatario.

    Una razn de que literatura y narracin estn unidas en el imaginario infantil tiene que ver con este poder de la ficcin de suspender el tiempo real y permitir al receptor abstraerse del entorno para participar imaginariamente del mundo representado. As caracterizada, la narracin ficcional (en la que los rasgos enunciativos de la narracin se potencian por la dimensin pragmtica de la ficcin) constituye un objeto privilegiado para la experiencia esttica infantil: el lector sufre las peripecias del cuento, que lo alejan de los conflictos cotidianos, sin por ello perder de vista que se trata de un juego, que las cosas le pasan a otro y que es posible interrumpir el relato (porque es el libro quien habla) as como repetirlo, reeditando el placer del primer contacto.

    Mientras algunos shifters, como Haba una vez, sealizan la entrada a la ficcin, otros, como y vivieron felices y comieron perdices anuncian el fin de

    Fragmento de El tesoro de la juventud, de Massot y Alvarado, publicado en La voz del otro (Homenaje a Enrique Pezzoni), Filologa, XXIV: 1-2 (Buenos Aires: 1989), ps. 41-42. Elena Massot, docente y periodista, tuvo a su cargo la seccin Infantiles de la revista Babel. Maite Alvarado, docente y escritora, ha publicado libros de cuentos para chicos y libros didcticos, como la serie El Lecturn. Ambas forman parte del grupo Anaconda, dedicado al estudio de la literatura infantil latinoamericana y adscripto al Instituto de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Filosofa y Letras (UBA).

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  • viaje y el retorno a la situacin de enunciacin real, por su carcter de apndice convencional y su clara funcin apelativa: a nivel del significante, la rima llama la atencin sobre la materialidad del lenguaje, atrayndola hacia el presente de la enunciacin; en el nivel del significado, el destino dichoso y bien alimentado que se depara a los personajes es signo del ademn sobreprotector que se aade, como un plus enunciativo, a las historias que los adultos cuentan a los chicos. Y es en ese plus enunciativo (entonacin en Voloshinov, tono, ethos en Barthes) donde parece insinuarse la bifurcacin de los senderos que llevan a la literatura por un lado y a lo infantil por otro. Ademn sobreprotector que impide crecer, condenando a la minoridad al gnero.

    Ese plus enunciativo, que en los cuentos de hadas se limitaba a confirmar el carcter ficticio de la historia narrada y a instalar en la incipiente conciencia literaria infantil la nocin de verosimilitud a travs de la recurrencia, se fue extendiendo con el tiempo hasta dominar la casi totalidad de la literatura para chicos, transformando la sutil analoga que los cuentos escondan, su enseanza connotada, en ejemplo desembozado y literal. De este modo, tironeada por la moral, la psicologa, la pedagoga o el mercado, la literatura infantil termin perdiendo el rumbo y desarraigndose de la serie literaria.

    en ALVARADO, Maite y Horacio GUIDO (1993) (comp.) Incluso los nios. Apuntes para una esttica de la infancia.

    Buenos Aires, La Marca, pp. 35-37.

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