El Trabajo en La Biblia

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2010

Familia Católica Misionera

Jóvenes Trabajadores Verbum Dei

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A pesar de que Jesús trabajo con sus manos durante casi toda su vida, bien poco se habla del trabajo.Sin embargo, las primeras páginas de la Biblia ya establecían la vocación del hombre en la tierra: “Dios lo puso en el huerto para que lo trabajara.” Se trata del trabajo creador por lo que el hombre, imitando a su Padre, continúa y completa la Obra de Dios en el universo. Solamente a consecuencia del pecado se oscurece la nobleza del trabajo y se nos aparece como un castigo.

Después, parecería que la Biblia haya olvidado al hombre trabajador para celebrar solamente las liberaciones y las conquistas. Enfatiza las luchas del pueblo de Dios más que la labor diaria.

Una razón de este silencio es que los israelitas no habían llegado a la edad de la técnica. La cosecha dependía más que todo de la lluvia, la cual era don de Dios; bien poco araban o cuidaban sus campos, y no tenían las herramientas que valorizan el esfuerzo del campesino. Por eso sentían la necesidad de implorar a Dios por la lluvia, pero no tanto la de trabajar.

Por otra parte, la gente de aquel tiempo no era todavía capaz de comprender el valor sagrado de sus quehaceres. Eran el pueblo de Dios, pero, cuando se hablaba de servirlo, pensaban en el culto y las ceremonias y no su trabajo de hombres.

Así que la Biblia no se fija tanto en la nobleza del trabajo como en la explotación del trabajador. De ahí vienen tantas denuncias de los profetas contra quien oprime al esclavo y explota al pobre.

También se advierte el peligro de tanto trabajar que el hombre ya no tiene tiempo para recuperar sus energías, para vivir como hombre libre y para escuchar la Palabra de su Dios. De ahí que se da tanta importancia al sábado, es decir, al día de descanso semanal.

Por eso Jesús, sin hablar expresamente del trabajo, lo valoriza cuando opone los sacrificios del culto y la vida real que llevamos. Lo que debemos devolver a Dios no son tanto los actos de culto exteriores como nuestra vida recta, sacrificada y fecunda. Es sacrificio grato a Dios el trabajo aceptado como ley divina, como lo hizo Cristo:

-el trabajo en cada uno desarrolla sus propios talentos para bien de todos;-el trabajo que cumplimos con amor porque al servir a nuestros hermanos, a Cristo

mismo servimos.

Además, cuando Cristo mismo resucitó, los apóstoles comprendieron no solamente que debían esperar su segunda venida, “el día del Señor”, sino que en adelante los acontecimientos eran como atraídos por este término de la historia en que nos encontraremos con él. El mundo no está sometido a las leyes fatales, sino que Cristo resucitado arrastra en su triunfo las fuerzas del universo.

Era reservado a nuestro tiempo desarrollar esta intuición, pues sabemos ahora que nuestro trabajo cambia la faz del mundo y transforma el destino de los hombres: de tal modo que este trabajo nuestro, por muy modesto que sea, hace progresar a toda la humanidad hacia Cristo.

Ya dijimos que la Biblia se había fijado en la explotación del trabajo. Los profetas consideraban por una parte que en el mundo futuro el trabajador comería los frutos de su trabajo, pero también que, si el pueblo de Dios observaba sus leyes, él no permitiría que opresores vinieran a comerse sus labores. En un mundo justo se produce lo que realmente necesitan los hombres, y la distribución de los bienes llega a todos. Y, por eso, cuando Jesús hizo el milagro del pan, demostró ser el Salvador al repartirlo de manera que a nadie le falte.

Con esto entendemos que las luchas de los trabajadores por la justa distribución de las riquezas producidas anuncian y preparan la venida del Reino de Dios.

Gn 2,15Gn 1,28

Jn 5,7Gn 3,7Eclo 33,25

1Re 17,1Is 58

Mt 2

Ne 5Job 24Stgo 5,1

Mc 3,4Mt 12,7Mt 15,81Co 10,311Pe 2,18Mt 25,14Rom 12

Mt 25,31Col 3,23Ef 1,201Pe 2,5Col 2,121Co 15,24

Is 65,22Amós 5,11Sal 132, 15Sal 81,17Mc 6,30Jn 6