El Uso de Los Hornos Pachamanca y Guayra Para La Fundicion en Los Andes-libre

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    De Re Metallica, 16, 2011 pp. 21-31 Sociedad Espaola para la Defensa del Patrimonio Geolgico y MineroISSN: 1888-8615

    EL USO DE LOS HORNOS PACHAMANCA Y GUAYRA PARA LA FUNDICIN EN LOS ANDES

    Mario R. De Nigris1 y Octavio Puche Riart2

    1La Capital de Mar del Plata 2127, 4400 Salta, Argentina. [email protected] Minas, Ros Rosas 21, 28003 Madrid. [email protected]

    RESUMEN

    El presente estudio ofrece una resea sobre la tradicin metalrgica andina, discrimina al horno de pachaman-ca del horno guayra, as como de otros hornos, y trata sobre su uso para la fundicin en los Andes. Se apoya en lasdescripciones aportadas por los cronistas espaoles coloniales, arquelogos, etc. Haciendo referencia a evidenciasarqueolgicas pertenecientes a los perodos prehispnicos y colonial que se presentan en los distritos mineros deMorococha (Huancavelica, Per), Porco (Bolivia) y en algunos sitios del Noroeste de Argentina, etc. Cabe acotar quela temtica abordada aporta al conocimiento de los hornos de fundicin andinos y constituye una parte apenasdivulgada del patrimonio minero.

    PALABRAS CLAVE: Metalurgia, hornos, pachamanca, guayra, fundicin.

    ABSTRACT

    The present paper offers a review of the Andean metallurgic tradition, distinguishing the pachamanca furnacefrom the guayra furnace, as well as from others furnaces, and it deals also with its use for the smelting in theAndes. It is based on the descriptions made by the colonial Spanish chroniclers, archaeologists, etc.; making refer-ence to archaeological evidences pertaining to the pre-Hispanic and colonial periods that appear in the mining dis-tricts of Morococha (Huancavelica, Peru), Porco (Bolivia), and in some places of the Northwest of Argentina, etc.It is necessary to annotate that the thematic boarded contributes to the knowledge of the Andean furnaces andconstitutes a part very little disclosed of the mining heritage.

    KEY WORDS: Metallurgy, furnaces, pachamanca, guayra, smelting.

    RESEA SOBRE LA METALURGIA ANDINA

    El empleo, segn datos arqueolgicos, del oro nati-vo est registrado en el 2000 a.C. al Sureste del Per, enJiskairumoko, cuenca del lago Titicaca. Hacia el 700a.C., se utilizaba en la sierra sur-central y costa nortedel Per; y con algo de posterioridad est atestiguado suuso desde el Mxico central hasta el Norte de Chile y enmenor grado en las Antillas (Gonzlez, 1992b). La platacomienza a trabajarse en el Per hacia el 200 a.C., losactuales Mxico y Per fueron sus dos grandes reas pro-ductoras. La ms importante mina de plata era tal vezla de Porco (Bolivia), aunque al parecer en Tarapac(Chile) se trabaj una veta muy rica hasta la poca dela conquista hispana, momento en que se dice fue tapa-da para ocultarla a los espaoles y desde entonces nadase supo. El platino, aparece generalmente en aluvionesasociado con otros metales pesados, como el oro, y pesea su carcter refractario (funde a 1755 C) era sometido

    a ciertos procesos metalrgicos en la costa de las esme-raldas del Ecuador, desde el 200 a.C. Para el caso delcobre, existen algunos objetos hallados en contextosfunerarios en Cupisnique (Per) que fueron datadosentre el 1500-1200 a.C. y en Kuntur Wasi (Per) se recu-peraron dos discos de cobre en un entorno adjudicado al900 a.C. El cobre comienza a utilizarse entre el 1200 yel 800 a.C. en el altiplano de Bolivia (Wankarani, Chiri-pa) donde exista abundante en estado nativo y tambinen el Norte de Chile (Snchez Montas, 1988; De Nigris,2009).

    El invento del cobre arsenical1 o aleacin del cobrecon arsnico y la aparicin del bronce o aleacin decobre con estao2 ocurri en el Noroeste de Argentina yde manera casi simultnea en la cultura Condorhuasi(entre el 100 y el 200 d.C.) (Fig. 1). La particularidaddel proceso tecnolgico evolutivo del Noroeste deArgentina viene dada porque all en principio predomi-naron los artefactos elaborados con cobre arsenical

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    1 Muchos de los arquelogos que trabajan en los Andes han optado por denominarlo bronce lo que se presta a grandes confusio-nes. Segn Lechtman (1976) los cobres arsenicales fueron muy utilizados en la costa norte del Per desde el Horizonte Medio(550-1000) hasta la llegada de los espaoles.

    2 Las aleaciones tienen un punto de fusin ms bajo que los elementos individuales por lo que posibilitan trabajar con hornosque levantan temperaturas menores.

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    inclusive hasta los tiempos en los que existi la cultu-ra de la Aguada (650-850 d.C.). Luego el cobre arseni-cal desaparece, siendo reemplazado por el bronce cuan-do existieron las culturas Beln y Santa Mara (850-1480 d.C.); tambin durante ese proceso cultural sedesarroll una tecnologa que permita obtener metal apartir de sulfuros y sulfoarseniuros de cobre (Gonzlez,1979a; Lechtman, 1979). En cuanto a la difusin de lastecnologas del cobre arsenical y del bronce, estas sehabran irradiado desde el Noroeste de Argentina haciael resto del espacio andino (Gonzlez, 1992b); aunque amayor velocidad debi de hacerlo la del cobre arsenical.Se sabe que varios siglos despus los atacameos elabo-raban cobres arsenicales, luego habiendo cado bajo larbita de Tiwanaku se les requiri aleaciones con esta-o, elemento que no se encuentra en Atacama. Entrelas basuras domsticas de algunos sitios habitacionales(660-995 d.C.) de San Pedro de Atacama (Chile) se hanencontrado evidencias de bronce incluyendo fragmentosde lingoteras, pedazos de metal fundido adems de res-tos de escorias, tal y como seala Berenguer Rodrguez(2000: 85): Al parecer, el estao y la tecnologa paraalearlo con el cobre venan de Argentina. Por lo menosas lo sugiere el frecuente hallazgo de objetos de la cul-tura Aguada en las tumbas de San Pedro, un grupo deseoros trasandinos con un alto desarrollo de la meta-lurgia del bronce. El bronce junto al cobre; este lti-mo obtenido mayoritariamente a partir de menas deturquesa, malaquita, atacamita, crisocola, cobre nativoy otros minerales oxidados de cobre, era transportadopor caravanas de llamas desde sus lugares de extraccinen diversos puntos de la regin de Atacama hasta SanPedro de Atacama y desde all hacia Tiwanaku y sus cen-tros regionales. Posteriormente la tecnologa del broncecontinu difundindose por el resto los Andes pero sinllegar a reemplazar completamente a la del cobre arse-nical.

    CAZUELAS HORNOSLas primeras imgenes metalrgicas que conocemos

    proceden de una talla ptrea de Egipto, en la poca dela V dinasta, y se trata de una cazuela horno. Los ope-rarios soplan por unas largas toberas tratando de elevarla temperatura al avivar la combustin del carbn vege-tal (Fig. 2). Puede que estn tratando de fundir cobre,pero tambin cabe la posibilidad de los metales precio-sos. El punto de fusin del cobre es 1083C, el del oro1064C y el de la plata 962C. En el caso del cobre, lamalaquita era la principal mena en la antigedad, y apartir de ella, con una atmsfera reductora y con ayudade fundentes, no hara falta ms de 700-800C para laobtencin del metal.

    Por otro lado en los Andes encontramos una repre-sentacin prehispnica, en material cermico, de unacazuela horno que aparece rodeada por cuatro soplado-res, la misma pertenece a la cultura Moche de la costanorte del Per, 300 a.C-700 d.C. (Fig. 3).En Huaca Sialupe, a 22 km de Batn Grande (Per),Izumi Shimanda hall un tipo de cazuela horno pertene-

    ciente a la cultura Chim (950-1050 d. C.)(Fig. 4). En esencia se trata de una vasijaparcialmente enterrada, de 0,5 m de altopor 0,4 m de base, que operaba con ven-tilacin natural y por tobera levantandohasta 750C, para procesar eficientemen-te 20 l de carga y elaborar cobre arsenical(Goldstein, 2007; Shimada et al., 2007).

    Afortunadamente de los primerostiempos de la presencia espaola en Mxi-co han llegado hasta el presente algunasilustraciones de cazuelas horno que, sibien son propios de Mesoamrica, resultan

    Figura 1. Crisol Condorhuasi-Alamito. Museo de la Escuela de Antropologa,Universidad Nacional de Rosario (Argentina).

    Figura 2. Reconstruccin a partir de la talla egipcia mencionada.

    Figura 3. Horno mochica, tomado de Donnan (1998).

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    de utilidad para la temtica que abordamos en este tra-bajo (Fig. 5). Tal es el caso de la lmina II, figura 32 delMapa Tlolztin (1 mitad del siglo XVI), en donde segnGrinberg (2004: 67) se muestra a un fundidor arrodilla-do frente a un horno similar a los empleados en Sud-amrica al que llamaban guaira. Mientras que en elcdice Florentino, de Bernardino de Sahagn (h. 1575-77) aparece otro tipo de horno, ms parecido a un bra-cero3, que utiliza como sistema de aireacin el sopladopor medio de cautos4 (Grinberg, 2004: 68).

    Por otro lado segn Grinberg (2004: 67-68) en elCdice Mendocino: se ve a un fundidor agachado fren-te a un horno, soplando por medio de un cauto y quesostiene en la otra mano un escorificador. Este ltimo,de acuerdo con la interpretacin de la autora, pudo seruna simple rama verde que se utilizaba para retirar laescoria de la superficie del metal fundido. Para nosotros

    esta imagen es de un crisol (Fig. 6). Cabe aadir que elcobre o el bronce fundido deban llevarse a un crisolpara sufrir el pertinente proceso de afino y una vez yarefinado se poda verter en los moldes de fundicin,para obtener ornamentos, herramientas y armas. Eneste sentido en la figura 796, del cdice Florentino seobserva la representacin de un fundidor colandometal, directamente a partir de un crisol, en un moldecon forma de hacha (Fig. 6).

    EL HORNO GUAYRA (HUAYRA)

    Un caso particular de cazuelas horno fueron lasguayras o guayrachinas andinas (del quechua wayra:viento, y wayrachina: donde se hace el viento) de lascuales existi una versin fija y otra porttil (Fig. 7). Setrata de un artificio concebido especficamente como

    Figura 4. Horno porrn, fototomada y esquema modificadode Goldstein (2007).

    Figura 5. Cazuelas horno de la Nueva Espaa,de diversos formatos representadas en el Mapade Tlolztin y en el cdice Florentino, vase elsoplado con toberas.

    Figura 6. Crisoles, Cdice Mendo-cino (h. 1520-30) y Cdice Floren-tino (h. 1575-77).

    3 El trmino braza significa carbn vegetal encendido, de donde deriva la palabra bracero usada para aludir a un artefac-to confeccionado para alojar los carbones encendidos. Antao los braceros pudieron mayoritariamente estar hechos de cer-mica.

    4 El trmino cautos es un americanismo sinnimo de canutos, plural de canuto, y significa segmentos de caas.

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    horno de fundicin y est atestiguado su empleo hist-rico para fundir plata, cuyo punto de fusin baja nota-blemente con la adicin de minerales de plomo, es elcaso de la galena, denominada en algunas zonas andinassoroche.

    La primera referencia de estos hornos se la debemosal historiador Cieza de Len (1520-1554) quien pocosaos despus de la conquista del Per, seala que enPotos: Para aprovecharse del metal hacen unas formasde barro, del talle y manera de una albahaquero enEspaa, teniendo por muchas partes algunos agujeros orespiraderos. En estos tales ponan carbn y el metalencima y puestos por los cerros y laderas donde el vien-to tena ms fuerza, sacaban dl plata, la cual apura-ban y afinaban despus con fuelles pequeos o concaones con que soplaban. Y de noche ay tantas dellaspor todos los campos y collados que parecen luminarias.Y en tiempo que haze viento rezio, se saca plata en can-tidad: quando el viento falta, por ninguna manera pue-den sacar ninguna (Cieza de Len, 1553: cap. CIX).Aos ms tarde seala el cura lvaro Alonso Barba(1569-1662) en el Arte de los Metales que: Los natura-les de esta tierra, como no alcanzaron el uso de nues-tros fuelles usaron para las fundiciones los hornos quellaman guayras, y hoy los usan todava en esta villaImperial, y en otras partes estn llenos de agujerospor donde entra el aire cuando el viento sopla, tiempoen el que slo pueden fundir Pnense en lugares altos,y donde corra viento de ordinario (Barba, 1640: 139).

    Bernab Cobo (1582-1657) escribe, en 1656, que losindios cernan (con un cedazo, tras la molienda) y lava-ban (para separar la mena de la ganga) el mineral met-lico, y que durante las noches cuando el viento era msfuerte lo echaban en la boca de los hornos de paredesagujereadas donde fund-an su metal (Figs. 8 y 9).Agrega que, de cuando encuando, limpiaban elhorno y el fundidor logra-ba sacar un tejo de metal;adems que estos tejuelosestaban constituidos poruna aleacin de no muyalta ley. Pero que tenanvalor de cambio, ya quecon ellos se compraba,venda y se hacan tratos,y que en ciertos casos afi-naban el tejo en hornospara refinar (los cuales

    segn Alonso Barba (1640: 136) eran denominados toco-chimbos o tocochimpos). Mientras que Ulloa (1792),seala que los indios no conocan otro beneficio queponer al fuego, en tiestos, el metal donde la plata eravisible y abundante de esto se comprende que a loshornos se les llamase cayana que en la lengua de losincas significa tiesto (Ulloa, 1792: 213). Ulloa mencionaen los primeros tiempos de Potos la existencia de 6.000guayras hornillos donde se funda (Ulloa, 1792:210). Esta cifra, Ulloa tal vez la recoja del padre jesui-ta Jos Acosta (1540-1600), el cual escribe: Haba anti-guamente en las laderas de Potos, y por las cumbres ycollados, ms de seis mil guairas, que son aquellos hor-nillos donde se derrite el metal, puestos al modo deluminarias, que vellos arder de noche y dar lumbre tanlejos, y estar en s hechos una ascua roja de fuego, eraespectculo agradable (Acosta, 1590: Lib. IV, Cap. 9).Cuenta Gmez Surez de Figueroa (1539-1616), apoda-do Inca Garcilaso de la Vega, en Comentarios Reales, lasdificultades existentes para fundir la plata de Potos:en el Cerro Pequeo hall metal bajo, que casi todo odel todo era plomo, el cual mezclado con el metal deplata la haca correr Mezclaban estos dos metales porsu cuenta y razn, que tantas libras del metal de plata,echaban tantas onzas del metal de plomo (Garcilaso,1609-1613: Lib. VIII, Cap. XXV). Segn Garcilaso esto lohacan los indios en las guayras y luego pasaban a afinarel metal en sus casas, pensamos que all separaran laplata del plomo por copelacin. Seala el oidor de laAudiencia de Lima Juan de Solrzano (1575-1655) enPoltica Indiana, que los indios de Porco ya practicabanla copelacin antes de la llegada de los espaoles(Solorzano, 1647, Lib. VI, Cap. 2).

    Figura 7. Dibujo de hornos guay-ras de Potos, segn el Atlas ofSea Carts, depositado en la Spa-nish Society de Nueva York,donde podemos apreciar ladimensin de estos hornos y suubicacin en las carenas de lascadenas montaosas y zonas bienaireadas. Y, a continuacin, dibu-jo de una guayra porttil, segnAlonso Barba (1640).

    Figura 8. Foto de una guayra porttil tomada a fines del siglo XIX, y foto de una guayra fija (Cohen, 2008).

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    La aptitud de las guayras para fundir incluso comple-jos minerales de cobre fue sugerida por Alunni (2006),quien analiz un conjunto de muestras de escorias pro-venientes de los restos de guayras fijas emplazadas enSan Bartolo (provincia del Loa, regin de Antofagasta,comuna de San Pedro de Atacama, Chile). Dichos hornosmetalrgicos estaban en operacin durante el siglo XVIII(Aldunate et al., 2008), y segn los experimentos reali-zados por Alunni (2006) debieron levantar una tempera-tura de 1125C; adems la autora comprob que se uti-lizaba xido de manganeso como fundente, un rasgo queinforma se conoce slo en los Andes y el Antiguo Egipto.Para Modesto Bargall no hay dudas en el empleo deguayras para la fusin del cobre: los metales de platay cobre, al salir de las guairas, eran sometidos a unanueva fusin, y luego se afinaban (Bargall, 1954: 40).

    Pero el hallazgo de restos de una guayra necesitaconfirmarse por evidencias arqueolgicas en concordan-cia (Fig.-10). Segn citan Van Buren et al. (2004):Cuando ya una huayrachina tiene demasiadas rajadu-ras por los frecuentes encendidos y exposicin a los ele-mentos, se la rompe en pedazos y se la descarta enalgn lugar cercano. Los sitios donde en algn momen-to hubo huayrachinas, contienen rocas pequeas que ensu momento fueron usadas para hacer la base de estashuayrachinas o para construir un paravientos, trozosirregulares de las huayrachinas mismas (por lo generalvitrificados y a veces con escoria pegada en su interior),pequeos grumos de escoria,ligeramente vidriosos, y tro-zos de carbn.

    En ese sentido para laliteratura arqueolgica losrestos de guayras fijas msclebres han sido las deCobres (Argentina) referen-ciadas por Boman (1908):Las dos substrucciones deHuayras que examin consis-ten en plataformas circularesde piedra de 1,50 m de di-metro, cubiertas de un mon-tn de escorias, de culotesde cobre fundido, de cenizasy de fragmentos de terraco-ta (Boman, 1908: 538-539).

    Segn el autor los fragmentos de terracota tenan 0,05m de espesor y los ms grandes con unos 0,15 m de lon-gitud presentaban una superficie ligeramente convexa ocncava, esta ltima muy quemada, por haber estadoexpuesta a un intenso calor. La forma de los fragmen-tos demuestra que provienen de grandes piezas deforma cilndrica, con paredes muy gruesas y en cuyointerior ha habido un fuego que desarrollo una tempe-ratura muy alta. (Boman, 1908: 539).

    Poco ms de un siglo despus nosotros (De Nigris,2009) prospectamos dichos vestigios; al aproximarnosobservamos una escombrera con cantidad de fragmen-tos de escorias que se descolgaban desde la cima de lamontaa (Fig.-11). En la cumbre haba un montculo for-mado por escorias y en el piso numerosos fragmentos decrisocola (una mena de cobre oxidada), carbn, y pie-dras quemadas. Dos hoyos excavados en la cima de lamontaa a los (2339006S, 6617538W) con unaaltitud de 3.628 m y (2339012S, 6617540W)con una altitud de 3.626 m, corresponden a los lugaresen donde se emplazaban los hornos; los mismos estnsituados sobre el filo de un precipicio que recibe elimpacto de una fuerte y fra corriente ascendente deaire. Por otro lado y de acuerdo al contexto arqueolgi-co nos pareci que los mencionados vestigios tienen ori-gen colonial y nos preguntamos si all se utiliz un bora-to (ulexita) como fundente, ya que este se halla dispo-nible en un yacimiento situado a menos de 10 km.

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    Figura 9. Esquema guayra por-ttil modificado de Grinberg yPalacios (1992); y esquema deguayra fija modificado de DeNigris (2009).

    Figura 10. Escoria y restos de guayra de Porco (Bolivia), segn Cohen (2008).

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    UNA VIEJA HIPTESIS Luis Capoche (1585), dueo de minas en Potos

    narraba Y por no tener uso de fuelles para hacer susfundiciones, usaban estos indios del Per unos caonesde cobre de tres palmos de largo que soplaban con laboca con trabajo (Capoche, 1558: 109-110). Los hornosque normalmente necesitaban ser soplados con toberaseran del tipo cazuela horno y hornos de solera. A conti-nuacin el autor hace alusin a un artefacto, no descri-to por Alonso Barba y otros cronistas, cuando seala quepara sus fundiciones, los mineros y metalrgicos andi-nos, solan construir de piedras sueltas y directamentesobre el suelo un horno que tena alrededor de dos pal-mos de alto (0,50 m): Y a las fundiciones que eramenester ms fuerza, aprovechbanse del mismo vien-to, haciendo en el campo, en las partes altas, unos hor-nillos de piedras sueltas, puestas unas sobre otras sinbarro, huecas a manera de unas torrecillas, tan altascomo dos palmos. Y ponan el metal con estircol de susganados y alguna lea, por no tener carbn; e hiriendoel viento por las aberturas de las piedras se funda elmetal (Capoche, 1585: 110). Adems Capoche (1585)escribe que el horno de piedras era un artefacto tradi-cional andino a partir del cual haban evolucionado, encierta medida, las guayras durante el Perodo Colonial5:Y el tiempo que es maestro e inventor de las artes,ense a hacer de barro, por industria de Juan deMarroqu, natural de[blanco], unas formas debarro que llamaronguayrachina o guaira,que hasta hoy conservany usan es tan alta comouna vara casi cuadrada,hueca, abierta por arri-ba; tiene hechos por suscuatro lienzos o haces,aberturas o ventanillaspor que por ellas hagams efecto el vientoviniendo disminuyendode lo alto a lo bajo estafirme, levantada delsuelo sobre un asiento amanera de pedestal,vara y media a dos de

    alto para que la seoree ms el viento, de donde pare-ce llamarse guaira (Capoche, 1585: 110). Como vemos,Capoche (1585) dice que las guayras eran unos hornos debarro de aproximadamente una vara de alto (0,83 m,aunque parece ser haba mayores), que se levantabanfirmes sobre el suelo encima de asientos o pedestales derocas de hasta una vara y media a dos de alto (Fig. 12).

    En cuanto al artefacto que describe como formadopor acumulacin de piedras sueltas, nos parece quetiene similitudes con los hornos de pachamanca actua-les. El gran historiador hispano de la minera americana,el cataln Modesto Bargall Ardvol (1894-1981) men-ciona este tipo de hornos para fundir metales (pensamosque galenas argentferas) y habla de una construccinabovedada: con laboratorio cncavo y con capacidadpara cuatro o cinco quintales de mineral. En l se fun-dan, sin fundente alguno, menas plomizas: enfriado elplomo de obra, se desmontaba la bveda del horno yluego se separaba la masa (Bargall, 1955: 93-94).

    HORNOS DE SOLERALas primeras referencias que tememos sobre hornos

    de solera (excavados en el suelo) proceden del AntiguoEgipto, durante el Calcoltico. El horno de fundicinparece haber sido un pozo de alrededor de 0,75 m deprofundidad y 0,3 m de dimetro, dotado con un peque-o muro de rocas de 0,25 m de altura y de una abertu-

    Figura 11. Escorias y restosde las guayras de Cobres,segn De Nigris (2009).

    5 Segn se deduce de la siguiente cita: Como se vio rico el Marroqu se fue a Castilla y se cas en Sevilla, y puso por armas enun escudo que hizo pintar en el zagun de su casa la guaira con muchos fuegos como inventor de ella; y siendo yo muchachola miraba con otros, que no podamos atinar que blasn fuese (Capoche, 1585: 110).

    Figura 12. Interpretacin de los hornos aludidos por Capoche (horno de solera, horno de piedras y guayra porttil).

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    ra para permitir el paso del viento. Excavado en la lade-ra de una colina o en un valle el horno estaba diseadopara funcionar aprovechando el viento, cuando lo haba;o ms frecuentemente mediante el uso de toberas. Secalcula que entregaba hasta 1 kg de cobre o 2 kg debronce en cada cochura (Stocks, 2003; Gilmore, 2003)(Fig. 13).

    En Batn Grande, (costa norte del Per) Izumi Shi-mada encontr un horno de solera con forma de peraque adjudico a la cultura Sicn tarda (1100-1400 d.C.)(Fig. 14). Dicho horno tiene no ms de 0,3 m de longi-tud, por 0,25 m de alto, y 0,25 m de profundidad, y unacapacidad de carga que oscila de 1,5 a 3 l. Construidocon arcilla refractaria, alcanz temperaturas de 1000 a1100 C; y procesaba minerales de cobre con arsnico.Estaba alineado en la direccin del viento y gracias a sufuerza se tornaba operable. Cuando no haba viento senecesitaban hasta cuatro hombres soplando, durantetres horas, por medio de caas, a las que se adosaba enun extremo una punta de material cermico (Institutode Ingenieros de Minas del Per, 2007).

    Otro horno de solera (poco conocido) que era utili-zado en el Per prehispnico, fue documentado median-te una foto por Golder Associates (2003) y probablemen-te es el mismo que escuetamente referencia Alunni(2006) del siguiente modo: Simple bowl furnace of thetype used in the Central Andes, before and after smel-ting operation (courtesy of Prof. Heather Lechtman)(Alunni, 2006: 68) (Fig. 15).

    HORNOS DE CUBAPara algunos autores, por evolucin del horno de

    solera surgi el horno de cuba, cuando la estructura seelev por encima del suelo o simplemente cuando steadquiri una morfologa ms vertical. Es oportuno men-cionar que dicho tipo de horno, muestra mayor capaci-dad de carga que su posible antecesor y es de suponerque presentaba un sistema de soplado desde la parteinferior (Fig. 16). Adems resulta difcil encontrar susrestos arqueolgicos, ya que probablemente se destruay reedificaba tras cada cochura. Los vestigios ms anti-guos tal vez se correspondan con un grupo de hornos quefuncionaba hacia el 2000 a.C. en Ayn Soukhna, cerca deSuez (Imperio Medio, de Egipto), los cuales tena unaaltura que rondaba 1,20 m y utilizaban ventilacin natu-ral (Castel et al., 2008). En el caso de los Andes, en Qui-llay (Catamarca, Argentina) tenemos un tipo de hornode cuba, aparentemente abovedado6, pero ste ha sidoreferenciado por Raffino et al. (1996) como una huay-ra incaica7 (1480-1535 d.C.). Ubicado en los flancos yparte superior de crcavas, a su alrededor la superficieestaba virtualmente sembrada de escorias, restos decobre nativo incrustado en ganga y capas de carbn (enla base). El horno de Quillay se construa con adobe,tenia alrededor de 2,20 m de alto, 1m de dimetro,paredes de 0,1 m de espesor y utilizaba ventilacinnatural (Fig. 16).

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    Figura 13. Horno de solera egipcio modificado de Stocks(2003).

    6 Si bien muchos hornos de cuba muestran un ligero abovedamiento en la parte superior, tal vez para forzar el tiro. Hasta dondeconocemos la Amrica prehispnica desconoci el principio de la bveda, por lo que su uso para construir estructuras con ladri-llos de adobe no sera posible. Esa y otras cuestiones nos hacen pensar que el caso del horno de Quillay requiere de nuevosestudios en el terreno, y por tanto queda todava como hipottico.

    7 Frecuentemente los arquelogos han metido en el mismo lote a todo tipo de hornos, utilizando sin fundamento el trminoguayra/huayra como sinnimo de horno de fundicin prehispnico.

    Figura 14. Horno pera,foto y esquema modifica-do del Instituto de Inge-nieros de Minas del Per(2007).

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    EL HORNO DE PACHAMANCA El horno de pachamanca9 (del quechua pachaman-

    ca: olla de tierra) ha sido utilizado tanto para el pro-cesamiento de comestibles como para la fundicin (Fig.17). Se diferencia de una solera porque presenta undesarrollo vertical por encima del suelo que la solera noposee; y aunque aparezca la palabra olla no es unacazuela horno, sino que se construye mediante unaexcavacin circular en un suelo preferentemente areno-so. Tampoco muestra alguna de las tpicas morfologasde los hornos de cuba. El hoyo sirve para recoger el fun-dido y tiene sus paredes estabilizadas por un cimientode piedras refractarias sobre el que se construye un edi-ficio a modo de bveda cerrada con piedras sueltas colo-cadas unas sobre otras. Los agujeros que quedan entrelas piedras permiten que haga ms efecto el viento, loque favorece subir la temperatura. Una canaleta conec-ta con el pozo mediante una puerta abajo del edificio,por all se introduce lea al hoyo. Esa puerta junto con

    las aberturas que hay entre las piedras del edificio leotorga al horno un tiraje propio, posibilitando que alprender el fuego las llamas suban y abrasen toda laestructura. Cabe aadir que probablemente las dimen-siones usuales del hoyo y edificio de este horno oscilanentre 0,5 a 1 m de dimetro por 0,5 a 0,7 m de altura y0,5 m de profundidad.

    En el Per encontramos referencias como el informeredactado por el ingeniero de minas Velarde (1906): Laregin de Huancavelica ha sido explotada desde hacemuchos aos por pequeos industriales que extraanminerales de plomo argentfero para beneficiarlos enhornitos de pachamanca, cuyos vestigios se encuentranen los alrededores de la regin, especialmente junto los pueblecitos de Huatllay y Huaichao (Velarde, 1906:3). El mismo autor seala que numerosas labores pocoprofundas y de tajo abierto en los afloramientos de lasvetas manifestaban la explotacin emprendida, aa-diendo que se acostumbraba arrendar los citados hornos

    Figura 15. Horno de solera, foto tomada de Golder Associates (2003) y esquema modificado de Alunni (2006).

    Figura 16. Horno de cuba prehistrico genrico modificado de un folleto annimo del Museo Arqueolgico Nacional de Espaa; y reconstruc-cin de un horno de Quillay, tomado de Raffino et al. (1996: 63)8.

    8 Donde pone colada, nosotros suponemos que se refiere al sangrado de las escorias, el metal ms denso quedara al fondo delhorno.

    9 El trmino pachamanca deriva del quechua pacha: tierra y manca: olla; y no fue conocido por los cronistas colonialesporque se origin en el Per republicano.

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    pagando una merced que se deduca del valor de laplata obtenida. Dvalos y Lissn (1926) cita restos defundiciones antiguas en hornos de pachamanca y esco-rias plumbferas en la regin de Yauli alrededor de Moro-cocha (Per). Mientras que Ponce (2007) afirma queMorococha es un distrito minero cuyas riquezas de platay cobre parecen haber sido explotadas desde antes de lallegada de los espaoles, y que documentos pertene-cientes a los archivos de la Cerro de Pasco Corporation,sealan que durante la colonia, los minerales galena ypavonada (minerales de aspecto oscuro, a veces azu-lados) eran fundidos en hornos de pachamanca.

    En Argentina tenemos citas que aluden a hornos depachamanca, pero aqu notamos que estos han sidoidentificados como un determinado tipo de hornos guay-ra. Cronolgicamente el primer caso que nos consta fuedado a conocer por Ambrosetti, el cual narra que: El Sr.D. Moiss Lozano, infatigable minero y cateador deminas de Salta, meha comunicado quesobre los cerros endiversos puntos deesta Provincia hallrestos de huayras,todas ellas depequeo tamao, unmetro lo ms dedimetro, cuyasparedes eran depirca de piedra10,una arenisca, y elfondo en forma detaza de una mezclade ceniza y huesosm a c h a c a d o s . (Ambrosetti, 1904:188). Ms reciente-

    mente, Gonzlez (2002) informa que encontr en RincnChico (Catamarca, Argentina) las bases de lo que linterpreta como hornos tipo guayra, pese a que certifi-camos la ausencia de material cermico en su descrip-cin. Consisten en cinco estructuras circulares de piedrade 0,5 m de dimetro, apoyadas sobre un sedimento quepresenta signos de termoalteracin. El autor comentaque gran cantidad de cantos rodados y trozos de rocas,que all aparecen, muestran evidencias de haber estadosometidos a altas temperaturas, estimando que lasestructuras habran tenido una altitud de medio metro,forma semiesfrica y que estaban construidas con pie-dras trabadas o tenan un mortero expeditivo que deja-ba aberturas para permitir la circulacin del viento.Cabe acotar que en este caso se trata de un sitio perte-neciente al Perodo Tardo (850-1480 d.C.) que fue reu-tilizado durante el Perodo Imperial o Incaico (1480-1535d.C.) (Fig. 18).

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    10 Pirca en quechua significa pared, muro. Se trata de una pared construida con piedras apoyadas unas sobre otras y sin el usode un mortero, pared de piedra en seco.

    Figura 17. Horno de pachamanca modificado de De Nigris (2009) y De Nigris (2010).

    Figura 18. Horno de pachamanca etnogrfico; y vestigios prehispnicos de un posible horno pachamanca encontrados en RincnChico (foto tomada de Gonzlez, 2002).

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    CONCLUSIONESTras analizar distintos tipos hornos andinos para fun-

    dir metales en distintas localidades de Sudamrica (Fig.18), de las pocas colonial y anteriores, se puedenobservar diversidad de tipologas, que nosotros hemosagrupado en: cazuelas horno (como es el caso de lasguayras), soleras, hornos de cuba y hornos de pacha-manca.

    Como vemos en su descripcin, esquema y vestigioslos hornos de pachamanca son distintos a las guayras,las soleras y los de cuba, aunque pudieran tener algnelemento comn con ellos. De acuerdo con los datosarqueolgicos y las referencias aludidas, el horno depachamanca fue diseado para aprovechar al mximolas fuertes corrientes de viento que imperan en las lade-ras montaosas y se hacen presentes en algunos vallesandinos; para tal propsito est dotado de un edificioconstruido con piedras sueltas y al igual que como suce-de con el horno guayra estara operable solo cuandosoplaba el viento. Tambien atendiendo al diseo nosparece plausible la consideracin de Capoche (1585) deque el horno guayra evolucion, al menos en parte, apartir del horno de pachamanca. Pero a diferencia delautor no podemos asegurar que dicho invento haya ocu-rrido durante el Perodo Colonial, ni que haya sido obrade un tal Juan de Marroqu como lo menciona. Aunque,hasta donde conocemos, an no se han encontrado ves-tigios de hornos tipo guayras que mediante mtodos dedatacin pertinentes (termoluminiscencia, paleomagne-tismo) hayan probado pertenecer a los perodos prehis-pnicos.

    La modalidad del uso del horno de pachamanca parala fundicin, no se ajustara en todo a la que se utilizacuando se procura procesar comestibles en los hornosetnogrficos con dicho nombre que pueden verse en elPer.

    Adems por lo expresado resulta evidente la necesi-dad de construir modelos experimentales de los hornosguayra y de pachamanca para echar luz sobre algunosaspectos esenciales como: cuanta temperatura puedenlevantar tomando en cuenta volumen y velocidad delviento, masa y minerales que pueden procesar, etc., deacuerdo a distintas tipologas de combustibles y empleode fundentes.

    Para finalizar el horno de pachamanca es un testimo-nio de una tecnologa ancestral, simple y verstil a laque nos referimos previamente (De Nigris, 2009, 2010) ycuyo estudio, al igual que el de todos los hornos quemencionamos en este escrito, nos interesa ir completan-do y complejizando.

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    Figura 19. Mapa de Sudamrica con la ubicacin de los yacimientos arqueo-metalrgicos mencionados.

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