El viajero

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JOHN TWELVE HAWKS Traducción de Fernando Garí Puig Círculo de Lectores

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JOHN TWELVE HAWKS

Traduccin de Fernando Gar Puig

Crculo de Lectores

Ttulo de la edicin original: The Traveler Traduccin del ingls: Fernando Gar Puig, cedida por Random House Modadori, S. A. Diseo: Eva Mutter Fotografas de la sobrecubierta: Andrea Pistolesi/Getty Images y Tom Maday/luckypix.com Crculo de Lectores, S. A. (Sociedad Unipersonal) Travessera de Grcia, 47-49, 08021 Barcelona www.circulo.es 357950108642 Licencia editorial para Crculo de Lectores por cortesa de Random House Modadori, S. A. Est prohibida la venta de este libro a personas que no pertenezcan a Crculo de Lectores. John Twelve Hawks, 2005 de la traduccin: Fernando Gar Puig, 2005 Random House Modadori, S. A., 2005 Depsito legal: B. 35466-2005 Fotocomposicin: Anglofort, S. A., Barcelona Impresin y encuadernacin: Printer industria grfica N. II, Cuatro caminos s/n, 08620 Sant Vicen dels Horts Barcelona, 2005. Impreso en Espaa ISBN 84-672-1453-8 N. 33597

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Prlogo El CABALLERO, LA MUERTE Y EL DIABLOMaya cogi la mano de su padre cuando salieron a la luz desde el subterrneo. Thorn no la apart ni le dijo que se concentrara en la posicin del cuerpo; sonriendo, la condujo por la estrecha escalera hasta un largo e inclinado tnel de paredes de baldosas blancas. La direccin del metro haba instalado barrotes de acero en un extremo, y esa barrera haca que el vulgar pasadizo pareciera formar parte de una enorme prisin. De haber estado sola, Maya podra haberse sentido confinada e incmoda, pero no haba nada de que preocuparse porque su padre la acompaaba. Es el da perfecto, se dijo. Lo cierto era que seguramente se trataba casi del da perfecto. Todava se acordaba de haca dos aos, cuando su padre se haba perdido su cumpleaos y la Nochebuena para aparecer el da despus de Navidad en un taxi cargado de regalos para ella y su madre. Aquella maana result luminosa y estuvo llena de sorpresas; sin embargo, ese sbado pareca prometer una felicidad ms duradera. En lugar del habitual trayecto hasta el vaco almacn cercano a Canary Wharf, donde su padre le haba enseado a golpear con pies y puos y a manejar todo tipo de armas, haban ido al zoo de Londres, donde l le haba contado mltiples ancdotas de los distintos animales. Su padre haba viajado por todo el mundo y poda describir Paraguay o Egipto igual que si fuera un gua turstico. La gente los haba mirado mientras paseaban ante las jaulas. En su mayora, los Arlequines intentaban pasar desapercibidos entre la multitud, pero su padre destacaba entre los ciudadanos corrientes. Era alemn y tena una prominente nariz, el cabello largo hasta los hombros y ojos azules. Thorn vesta de oscuro y llevaba un brazalete kara de acero que pareca un grillete abierto. Maya haba encontrado un viejo libro de historia del arte en un armario del apartamento que tenan alquilado en East London. En las primeras pginas haba una foto de un grabado de Alberto Durero llamado El caballero, la muerte y el diablo. A pesar de que le provoc una extraa sensacin, le gustaba contemplarlo. El caballero de la armadura era como su padre, valiente y tranquilo, cabalgando por las montaas mientras la muerte sostena un reloj de arena y el diablo la segua hacindose pasar por escudero. Thorn tambin portaba espada, pero la suya iba escondida en un tubo de metal con una correa de cuero para llevarla al hombro. A pesar de que se senta orgullosa de Thorn, l tambin haca que se sintiera incmoda y tmida. A veces, deseaba ser nicamente una chica como las dems, con un padre rollizo empleado en una oficina, un tipo sonriente que le comprara helados de cucurucho y le explicara chistes acerca de los canguros. El mundo que la rodeaba, con su moda multicolor, su msica pop y sus espectculos de la televisin, representaba una tentacin permanente. Deseaba sumergirse en esa clida corriente y dejarse arrastrar. Ser la hija de Thorn resultaba agotador, esquivando siempre la vigilancia de la Gran Mquina, a la bsqueda siempre de enemigos, siempre pendiente de la direccin del ataque.

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Maya contaba doce aos, pero no era lo bastante fuerte para manejar una espada Arlequn (a modo de sustituto, su padre haba cogido un bastn del armario y se lo haba entregado antes de salir aquella maana del apartamento); tena la misma piel blanca de Thorn y sus mismas acentuadas facciones, as como el negro cabello sij de su madre; sus ojos eran de un azul tan claro que a cierta distancia casi parecan translcidos. Maya odiaba que bienintencionadas mujeres se acercaran a su madre y la felicitaran por lo guapa que era su hija. Dentro de unos pocos aos sera lo bastante mayor para disfrazarse y presentar un aspecto lo ms anodino posible. Salieron del zoo y pasearon por Regent's Park. Estaban a finales de abril, y se vea a grupos de jvenes jugando a la pelota en el embarrado csped mientras los padres empujaban los carritos de sus abrigados bebs. Toda la ciudad pareca haber salido a disfrutar del sol despus de tres das de lluvia. Maya y su padre tomaron el metro de Piccadilly hasta la estacin de Arsenal. Cuando salieron a la calle empezaba a oscurecer. En Finsbury Park haba un restaurante indio donde su padre haba reservado una mesa para cenar temprano. Maya oy ruidos el aullido de las bocinas y gritos en la distancia y se pregunt si se trataba de alguna manifestacin. Luego, su padre la hizo pasar por el torniquete y se encontraron con una batalla campal. De pie en la acera contempl a una multitud de gente que marchaba por Highbury Hill Road. No haba pancartas ni carteles de protesta, por lo que Maya comprendi que estaba viendo el final de un partido de ftbol. El estadio del Arsenal se encontraba al final de la calle, y un equipo cuyos colores eran el azul y el blanco los del Chelsea acababa de jugar all. Los seguidores del Chelsea estaban saliendo por los accesos de los visitantes, en el lado oeste del estadio, y caminando por la estrecha calle flanqueada de casas pareadas. Normalmente se trataba de un corto trayecto hasta la entrada del metro, pero en esos momentos North London Street se haba convertido en una zona acordonada. La polica protega a los seguidores del Chelsea de los matones del Arsenal que intentaban agredirlos o provocar peleas. Policas a los lados. Azul y blanco en medio. Rojos arrojando botellas e intentando romper el cordn de seguridad. La gente, sorprendida por la multitud, corra entre los coches aparcados tirando al suelo los cubos de basura. A lo largo del bordillo creca un seto de floridas buganvillas, y sus rosados capullos se estremecan cada vez que alguien era arrojado contra un rbol. Los ptalos flotaban en el aire y caan sobre la rugiente masa. La multitud principal se acercaba a la estacin de metro, a un centenar de metros de distancia. Thorn podra haberse dirigido hacia la izquierda por Gillespie Road, pero permaneci en la acera y estudi a la gente que los rodeaba. Sonri levemente, confiado en su propio poder y divertido por la intil violencia de aquellos energmenos. Adems de la espada, llevaba como mnimo un cuchillo y una pistola que haba conseguido a travs de sus contactos en Estados Unidos. Si lo hubiera deseado, habra podido matar a un buen nmero de los all presentes, pero se trataba de un enfrentamiento pblico, y la polica estaba por toda la zona. Maya observ a su padre. Deberamos escapar se dijo . Esa gente est completamente loca. Pero Thorn fulmin a su hija con la mirada como si hubiera percibido su miedo. Maya guard silencio. Todo el mundo gritaba; las voces se unan hasta producir un furioso clamor. Maya oy un agudo silbido, el aullido de una sirena de polica. Una botella de cerveza surc el aire y estall hecha aicos a pocos metros de donde se encontraban. De repente, una cua de camisetas y bufandas rojas rompi el cordn policial, y Maya vio un grupo de hombres lanzando patadas y puetazos. La sangre corra por el rostro de un polica, pero ste levant su escudo y repeli la agresin. Maya apret la mano de su padre.

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Vienen hacia nosotros le dijo. Hemos de apartarnos de su camino. Thorn dio media vuelta y empuj a su hija hacia la entrada de la estacin, como si pretendiera refugiarse dentro. En esos momentos, las fuerzas del orden hacan avanzar a los seguidores del Chelsea como a un rebao de ganado, y Maya se vio rodeada de hombres vestidos de azul. Atrapados por la multitud, ella y su padre se vieron empujados ms all de la taquilla, donde un empleado de avanzada edad se refugiaba tras el grueso cristal. Padre salt por encima del torniquete, y Maya lo sigui. En ese momento se hallaban de nuevo en el largo tnel y bajaban hacia los trenes. No pasa nada se dijo. Ahora estamos a salvo. Entonces se dio cuenta de que los tipos de rojo se haban abierto paso hacia el tnel y que corran al lado de ellos. Uno llevaba un calcetn relleno con algo pesado piedras o cojinetes con el que golpe a un hombre mayor justo delante de ella, arrancndole las gafas y partindole la nariz. Una panda de matones del Arsenal acorral a un seguidor del Chelsea contra una verja. El hombre intent escapar mientras una lluvia de golpes caa sobre l. Ms sangre. Y ningn polica a la vista. Thorn agarr a Maya por la espalda de la cazadora y la arrastr a travs del tumulto. Un individuo intent agredirlos, pero Padre lo detuvo en seco con un rpido y fulminante golpe en la garganta. Maya corri por el tnel intentando alcanzar las escaleras mecnicas; pero, antes de que pudiera reaccionar, algo parecido a una cuerda le rode el pecho en diagonal desde el hombro derecho. Alz los ojos y vio que Thorn le haba ceido una bufanda azul y blanca del Chelsea. En un instante comprendi que el da en el zoo, las divertidas ancdotas y el trayecto hasta el restaurante formaban parte de un plan. Su padre deba de saber lo del partido de ftbol; seguramente haba ido all antes y cronometrado su llegada. Mir por encima del hombro y vio a Thorn sonrer y asentir como si acabara de contarle una de sus divertidas historias. A continuacin, l dio media vuelta y se alej. Maya gir mientras tres seguidores del Arsenal corran hacia ella, gritando. No pienses se dijo. Acta. Cogi el bastn como si fuera una jabalina y golpe la frente del ms alto con la punta de acero. Son un golpe seco, la sangre empez a manarle mientras empezaba a caer; pero ella ya estaba haciendo un quiebro para hacer tropezar al segundo matn con el bastn; mientras daba un traspi y caa hacia atrs, Maya salt y le dio una patada en la cara. El tipo gir sobre s y se desplom. Lo he derribado! Lo he derribado! Corri hacia l y lo golpe de nuevo. Mientras recobraba el equilibrio, un tercer individuo la sujet por detrs y la levant en el aire. La estruj con todas sus fuerzas, intentando romperle las costillas; pero Maya dej caer el bastn, ech las manos hacia atrs y le agarr las orejas. El hombre solt un alarido mientras ella daba una voltereta hacia atrs por encima de su hombro y aterrizaba en el suelo. Maya alcanz la escalera mecnica, baj los peldaos de dos en dos y vio a Padre de pie en el andn, al lado de las abiertas puertas de un tren. l la cogi con la mano derecha y us la izquierda para abrirse paso y entrar en el vagn. Las puertas se deslizaron adelante y atrs y al fin se cerraron. Los hinchas del Arsenal corrieron hacia el tren, golpeando las ventanillas con los puos, pero el convoy ech a rodar y se lanz a toda velocidad por el tnel. La gente estaba apelotonada. Maya oy a una mujer que lloraba mientras el chico que tena delante se apretaba un pauelo contra la boca y la nariz. El vagn tom una curva, y ella cay sobre su padre, hundiendo el rostro en su abrigo de lana. Lo odiaba y lo quera, deseaba pegarle y abrazarlo, todo al mismo tiempo. No llores se dijo. Te est observando. Los Arlequines no lloran. Se mordi el labio con tanta fuerza que se

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desgarr la piel y not el sabor de su propia sangre.

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1Maya lleg al aeropuerto de Rusyn a ltima hora de la tarde y cogi el autobs a Praga. La eleccin del medio de transporte constitua un acto menor de rebelin: un Arlequn habra alquilado un coche o tomado un taxi. Siempre poda cortarle el cuello al taxista y hacerse con el volante. Aviones y autobuses eran opciones peligrosas, pequeas trampas con pocas escapatorias. Nadie va a matarme se dijo. A nadie le importo. Los Viajeros heredaban sus poderes y por ello la Tabula intentaba exterminar a todos los miembros de una misma familia. Los Arlequines defendan a los Viajeros y a sus maestros Exploradores; pero la suya se trataba de una decisin voluntaria. Un nio Arlequn poda renunciar al camino de la espada, aceptar un nombre de ciudadano corriente y hallar un lugar en la Gran Mquina. Si se mantena alejado de los problemas, la Tabula lo dejara en paz. Unos aos antes, Maya haba ido a ver a John Mitchell Kramer, el hijo nico de Greenman, un Arlequn britnico que haba sido asesinado por Tabula con un coche bomba en Atenas. Kramer se haba convertido en criador de cerdos en Yorkshire, y ella lo haba visto arrastrar barreos de comida por el barro para sus chillones animales. Por lo que saben, no has traspasado la lnea le haba dicho l. T decides, Maya. Todava ests a tiempo de dar media vuelta y llevar una vida normal. Maya decidi convertirse en Judith Strand, una joven que haba cursado algunos estudios de diseo de productos en la Universidad de Salford, en Manchester. Se haba mudado a Londres y empez a trabajar como ayudante en una empresa de diseo donde finalmente le ofrecieron un contrato fijo. Los tres aos que pas en la capital se convirtieron en una serie de desafos personales y de pequeas victorias. Maya todava recordaba la primera vez que haba salido de su apartamento sin llevar armas. No llevaba proteccin contra la Tabula y se haba sentido dbil y vulnerable. En la calle estaba a la vista de todo el mundo. Cualquiera que se le hubiera acercado poda haber sido un asesino. Haba esperado una bala o un cuchillo, pero no ocurri nada. Poco a poco fue saliendo ms a menudo y puso a prueba su nueva actitud hacia el mundo. Ya no miraba el reflejo en las ventanas para ver si la seguan. Cuando coma en un restaurante con amigos ya no esconda una pistola en el callejn de atrs ni se sentaba de espaldas a la pared. En abril infringi una de las principales normas de los Arlequines y empez a visitar un psiclogo. Pas cinco carsimas sesiones tumbada en el divn de una consulta de Bloomsbury llena de libros. Quera hablar de su infancia y de aquella primera traicin en la estacin de metro de Arsenal, pero no pudo. El doctor Bennett era un pulcro hombrecillo con grandes conocimientos de enologa y porcelana antigua. Maya todava recordaba su confusin cuando ella lo llam ciudadano. Pues claro que soy ciudadano replic l. Nac y crec en Gran Bretaa. Es slo una etiqueta que mi padre utiliza. El noventa y nueve por ciento de la poblacin lo forman ciudadanos o znganos. El doctor Bennett se quit las gafas de dorada montura y limpi los cristales con un pao de franela verde.

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Le importara explicarme eso? Los ciudadanos son gente que cree entender lo que ocurre en el mundo. Yo no lo entiendo todo, Judith. Nunca he dicho tal cosa, pero estoy bien informado sobre la actualidad. Todas las maanas veo las noticias mientras camino en la cinta. Maya vacil y al final decidi contarle la verdad. Los hechos a los que se refiere son mayormente ilusiones. La verdadera lucha de la historia se desarrolla bajo la superficie. El doctor Bennett la obsequi con una sonrisa desdeosa. Hbleme de los znganos. Los znganos son los que estn tan abrumados por el desafo de sobrevivir que no se enteran de nada aparte de los asuntos cotidianos de sus vidas. Se refiere a gente sin medios econmicos, a los pobres? Pueden ser pobres o encontrarse en el Tercer Mundo; aun as siguen siendo capaces de transformarse a s mismos. Mi padre sola decir: Los ciudadanos hacen caso omiso de la verdad. Los znganos estn demasiado cansados. Bennett se coloc de nuevo las gafas y cogi su cuaderno de notas. Quiz debera hablarme de sus padres. La terapia lleg a su fin con aquella pregunta. Qu iba a poder contar ella de Thorn? Su padre era un Arlequn que haba sobrevivido a cinco intentos de asesinato a manos de la Tabula. Se trataba de una persona orgullosa, cruel y muy valiente. La madre de Maya provena de una familia de sijs que durante generaciones haba sido aliada de los Arlequines. En honor de su madre llevaba el brazalete kara de acero en la mueca derecha. A finales de verano haba celebrado su vigsimo sexto cumpleaos, y una de las mujeres de la empresa de diseo la haba llevado de compras por las tiendas de moda de West London. Maya compr algo de ropa elegante y colorista. Haba empezado a ver la televisin intentando dar crdito a las noticias. A veces se senta feliz o casi y agradeca los interminables entretenimientos de la Gan Mquina. Siempre haba una nueva razn por la que preocuparse o un ltimo producto que todos deseaban comprar. A pesar de que Maya ya no llevaba armas, de vez en cuando se dejaba caer por un gimnasio de kickboxing de South London y se entrenaba con el instructor. Los martes y los jueves asista a clases avanzadas en una academia de kendo y luchaba con una espada shinai de bamb. Intentaba fingir que se mantena en forma, lo mismo que otros de su oficina, que se dedicaban a correr o jugaban al tenis. Sin embargo, era consciente de que se trataba de algo ms. Cuando luchaba se concentraba plenamente en el momento, en defenderse y en destruir a su enemigo. Nada de lo que pudiera hacer en la vida civil llegaba a equipararse en intensidad. En esos momentos se encontraba en Praga para ver a su padre y toda la familiar paranoia de los Arlequines volvi de pleno a ella. Tras comprar un billete en la taquilla del aeropuerto, subi al autobs y se sent en uno de los asientos de atrs. Era una mala situacin defensiva, pero no tena intencin de permitir que semejante detalle la preocupara. Contempl a una anciana pareja y a un grupo de turistas alemanes que suban y acomodaban sus equipajes. Intent distraerse pensando en Thorn, pero su cuerpo tom el control de la situacin y la oblig a buscar otro asiento cerca de la salida de emergencia. Derrotada por su entrenamiento y llena de rabia, cerr con fuerza las manos y se puso a mirar por la ventana. Haba empezado a chispear cuando salieron de la terminal, y al llegar al centro llova con fuerza. Praga se levanta a ambas orillas de un ro, pero las estrechas calles y los grises edificios de piedra hicieron que Maya se sintiera como si estuviera atrapada en un

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laberinto de setos. Palacios e iglesias salpican la ciudad, y sus afiladas torres se alzan hacia el cielo. En la parada del autobs, Maya se vio enfrentada a nuevas decisiones: poda caminar hasta el hotel o parar un taxi. Sparrow, el legendario Arlequn japons, escribi una vez que los verdaderos guerreros deban cultivar el azar. En pocas palabras, haba propuesto toda una filosofa. Un Arlequn rechazaba la rutina y las costumbres cmodas. Viva una vida de disciplina, pero no tema el desorden. Llova y se estaba empapando. La opcin ms lgica era tomar el taxi aparcado al lado de la acera. Maya lo pens unos segundos y decidi comportarse como una ciudadana corriente. Sujetando sus maletas con una mano, abri la puerta del vehculo y subi al asiento de atrs. El conductor era un tipo bajo y chaparro, con barba y aspecto de troll. Maya le dio el nombre de su hotel, pero el hombre no reaccion. Es el hotel Kampa le dijo en ingls. Hay algn problema? No hay problema contest el conductor arrancando. El hotel Kampa es un gran edificio de cuatro plantas, recio y respetable, con toldos verdes en las ventanas. Est en una calle adoquinada al pie del puente Carlos. Maya pag la carrera, pero cuando intent abrir la puerta la encontr cerrada. Abra la maldita puerta. Lo siento, seora. El troll apret un botn, y el seguro salt; sonriendo, el hombre mir cmo se apeaba. Maya dej que el botones se hiciera cargo del equipaje. Dado que iba a ver a su padre, haba credo necesario llevar las armas de costumbre, que se encontraban ocultas en el trpode de la cmara. Su apariencia no denotaba ninguna nacionalidad en particular, y el portero se dirigi a ella en ingls y en francs. Para el viaje a Praga haba descartado sus coloristas prendas londinenses y llevaba botines, un jersey negro y un amplio pantaln gris. Exista un estilo de vestir Arlequn, que haca hincapi en los tejidos oscuros y en la costosa confeccin a medida. Nada ceido y llamativo. Nada que pudiera estorbar en el combate. En el vestbulo haba varios sillones con sus respectivas mesitas auxiliares. Un desteido tapiz colgaba de la pared. En la zona del restaurante, un grupo de mujeres mayores tomaban t y cuchicheaban alrededor de una bandeja de pastas. En el mostrador, el recepcionista ech una rpida ojeada a la cmara de vdeo y al trpode y pareci satisfecho. Una de las normas Arlequn era que se tuviera siempre una explicacin de quin se era y de qu se haca en determinado lugar. El equipo de vdeo resultaba un atrezo de lo ms habitual. Seguramente el portero y el recepcionista la haban tomado por algn tipo de cineasta. La habitacin de Maya era una suite del tercer piso, oscura y llena de falsas lmparas victorianas y muebles recargados. Una ventana daba a la calle, y la otra a la terraza del restaurante del hotel. Segua lloviendo, de modo que estaba cerrado. Los parasoles a rayas de las mesas estaban empapados, y las sillas descansaban apoyadas contra las redondas mesas, como fatigados soldados. Maya mir bajo la cama y hall un pequeo regalo de bienvenida de su padre: un rezn y cincuenta metros de cuerda de escalar. Si la persona equivocada llamaba a la puerta, ella podra salir por la ventana y hallarse lejos del hotel en menos de diez segundos. Se quit el abrigo, se refresc el rostro y dej el trpode encima de la cama. Cada vez que pasaba los controles de seguridad del aeropuerto, los trabajadores siempre empleaban mucho tiempo en inspeccionar su cmara de vdeo y los distintos objetivos. Las verdaderas armas se encontraban escondidas en el trpode. En una de las patas haba dos cuchillos, uno debidamente equilibrado para lanzarlo, y un estilete para apualar. Los

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meti en sus respectivas fundas y se los coloc bajo las tiras elsticas de sus antebrazos. Con cuidado se baj las mangas del jersey y comprob su aspecto en el espejo. El suter era lo bastante amplio para ocultar por completo ambas armas. Maya cruz las muecas, hizo un rpido movimiento con los brazos, y un cuchillo apareci en su mano derecha. La hoja de la espada estaba oculta en la segunda pata del trpode. La tercera albergaba la empuadura y el guardamanos. Maya los mont en la hoja. El guardamanos pivotaba de manera que se poda abatir. Cuando llevaba la espada por la calle, la pieza quedaba paralela a la hoja de modo que toda el arma formaba una lnea recta. Si resultaba necesario luchar, el guardamanos saltaba a la posicin correcta. Junto con el trpode y la cmara haba llevado un tubo metlico de un metro veinte de largo que se colgaba a la espalda. El tubo ofreca un aspecto vagamente tcnico, como un objeto que cualquier artista llevara a su estudio, pero se usaba para portar la espada cuando sala a la calle. Maya era capaz de sacar la espada del tubo en un par de segundos, aunque tardaba un segundo ms en estar dispuesta para atacar. Su padre la haba instruido en el manejo de las armas cuando no era ms que una adolescente, y ella haba desarrollado su tcnica en una clase de kendo con un instructor japons. Los Arlequines tambin estaban entrenados para manejar pistolas y rifles de asalto. El arma favorita de Maya era la clsica escopeta automtica, preferiblemente del calibre doce, con empuadura de pistola y culata retrctil. El uso de una anticuada espada junto con armas modernas era un hecho aceptado y apreciado como parte del estilo de los Arlequines. Las armas de fuego resultaban un mal necesario, pero las espadas iban ms all de las pocas y se hallaban fuera del control y las concesiones de la Gran Mquina. Entrenarse con una espada desarrollaba el sentido del equilibrio, de la estrategia y la implacabilidad. Lo mismo que el kirpan de los sijs, la espada de un Arlequn vinculaba a cualquier luchador tanto con sus obligaciones espirituales como con las tradiciones guerreras. Thorn tambin crea que haba razones prcticas a favor de las espadas. Ocultas en equipos como el trpode, podan pasar los controles de los aeropuertos. Una espada era un arma silenciosa y tan inesperada que la sorpresa que causaba era un valor aadido ante cualquier enemigo desprevenido. Maya imagin un ataque: primero una finta hacia la cabeza del oponente y a continuacin un golpe en el lateral de la rodilla: una leve resistencia, el crujido del hueso y el cartlago y ya se haba cortado una pierna al enemigo. Entre las vueltas de la cuerda de escape haba un sobre marrn. Maya lo abri y ley la direccin y la hora de la cita: a las siete en punto en el barrio de Betlmsk nmesti, en la parte vieja de la ciudad. Dej la espada en su regazo, apag todas las luces e intent meditar. Las imgenes flotaron en su mente, recuerdos de la nica ocasin en que haba luchado por su cuenta como Arlequn. En aquella poca tena slo diecisiete aos, y su padre la haba llevado a Bruselas para que protegiera a un monje zen que estaba de visita en Europa. El monje era un Explorador, uno de los maestros espirituales capaces de mostrar al potencial Viajero la forma de cruzar a otras esferas. A pesar de que los Arlequines no estaban obligados a proteger a los Exploradores, los ayudaban siempre que les era posible. Aquel monje era un gran maestro... y se encontraba en la lista de sentenciados de la Tabula. Esa noche, en Bruselas, el padre de Maya y su amigo francs, Linden, se hallaban cerca de la suite del hotel del monje. A Maya se le encarg que vigilara la entrada del ascensor de servicio en el stano. Cuando llegaron los dos mercenarios de la Tabula no haba nadie para ayudarla. Dispar en el cuello a uno de ellos con su automtica y acuchill al otro con la espada hasta matarlo. La sangre le salpic el uniforme gris de camarera, manchndole manos y brazos. Maya lloraba histricamente cuando Linden la

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encontr. Dos aos ms tarde, el monje muri en un accidente de coche. Toda aquella sangre y dolor fueron intiles. Tranquilzate se dijo. Busca tu mantra particular. Oh Viajeros que estis en el cielo, malditos seis!

Alrededor de las seis dej de llover, y Maya decidi ir caminando hasta el apartamento de Thorn. Sali del hotel y enfil por la calle Mosteck hasta que lleg al puente Carlos. El puente gtico de piedra es ancho y estaba adornado con luces de colores que iluminaban una larga hilera de estatuas. Un mochilero tocaba la guitarra ante una gorra mientras un artista callejero haca un dibujo al carboncillo de una turista entrada en aos. Hacia la mitad del puente haba una estatua de un mrtir bohemio, de la que record haber odo que daba buena suerte. La suerte no exista, pero le toc de todos modos la placa de bronce que estaba al pie mientras susurraba para sus adentros: Ojal alguien me ame y yo pueda devolverle ese amor. Avergonzada por semejante muestra de debilidad, aviv el paso y acab de cruzar el puente en direccin a la plaza Vieja. Comercios, iglesias y clubes nocturnos en stanos se apretujaban unos al lado de otros igual que pasajeros de un tren abarrotado. Jvenes checos y extranjeros de mochila pululaban ante los bares con aire aburrido y fumando marihuana. Thorn viva en la calle Konviksk, una manzana al norte de la prisin secreta de la calle Bartholomejsk. Durante la guerra fra, la polica de seguridad se haba incautado del convento para albergar en l sus celdas y cmaras de tortura. En esos momentos las Hermanas de la Caridad volvan a ocuparlo y la polica se haba trasladado a otros edificios cercanos. Mientras Maya caminaba por el barrio comprendi por qu Thorn se haba instalado all. Praga segua teniendo un aspecto de otros tiempos, y la mayora de los Arlequines detestaban todo lo que pareciera nuevo. La ciudad contaba con unos servicios mdicos decentes, buenos transportes y comunicaciones a travs de internet. Haba un tercer factor an ms importante: la polica checa haba heredado la moral de la era comunista. Si Thorn sobornaba a la gente adecuada podra tener acceso a los archivos de la polica y al servicio de pasaportes.

En cierta ocasin Maya haba conocido a un gitano en Barcelona que le explic por qu tena derecho a robar bolsos y desvalijar los hoteles de turistas. Cuando los romanos crucificaron a Jess, prepararon un clavo de oro para atravesar el corazn del Salvador; entonces, un gitano para l haba gitanos en el Jerusaln de la poca haba robado el clavo. sa era la razn por la que Dios les haba dado permiso para robar hasta el fin de los tiempos. Los Arlequines no eran gitanos, pero Maya lleg a la conclusin de que su disposicin era bastante parecida. Su padre y los amigos de ste tenan un alto sentido del honor y de su particular moralidad. Eran disciplinados y leales unos con otros, pero despreciaban las leyes de los ciudadanos. Los Arlequines se crean con el derecho de matar y destruir en virtud de su juramento de proteger a los Viajeros.

Dej atrs la iglesia de la Santa Cruz y ech un vistazo al otro lado de la calle, hacia el nmero 18 de la calle Konviksk. Era un portal rojo encajonado entre una fontanera y una tienda de lencera en cuyo escaparate un maniqu luca un liguero y unas medias de lentejuelas. Por encima del nivel de la calle haba otros dos pisos, y todas las ventanas superiores aparecan o bien cerradas o bien pintadas de un gris sucio. Los Arlequines 11

tenan como mnimo tres salidas en todas sus casas, una de las cuales era siempre secreta. Ese edificio tena su puerta principal, roja, y otra ms en la parte de atrs. Probablemente haba un pasadizo secreto que conduca al piso de abajo y hasta la tienda de lencera. Abri la tapa del tubo portaespadas y lo inclin ligeramente hacia delante de modo que la empuadura sobresaliera apenas unos centmetros. En Londres, le haban llegado las rdenes del modo habitual: dentro de un sobre marrn que deslizaron por debajo de su puerta. Ignoraba si Thorn segua con vida y si la esperaba en ese edificio. Si la Tabula haba averiguado que haba estado implicada en la matanza del hotel, nueve aos atrs, le sera ms fcil engaarla para hacerla salir de Inglaterra y ejecutarla en una ciudad extranjera. Despus de cruzar la calle, Maya se detuvo ante la tienda de lencera y contempl el escaparate. Busc el tradicional smbolo Arlequn como una mscara o un trozo de tela con los consabidos rombos, cualquier cosa que pudiera aliviar su creciente tensin. Eran las siete en punto. Pase lentamente por la acera hasta que vio una marca de tiza en el pavimento. Era una forma oval con tres lneas rectas: la representacin abstracta del lad de un arlequn. De haber sido obra de la Tabula, se habran tomado la molestia de hacer que el dibujo se pareciera al instrumento. Sin embargo, la marca pareca hecha de cualquier manera, como si la hubiera dibujado un nio que no tuviera otra cosa que hacer. Llam al timbre. Escuch un zumbido y vio que haba una cmara de vigilancia escondida en un receptculo metlico encima de la puerta. El cierre automtico se abri. Maya entr y se encontr en un pequeo vestbulo que conduca a una empinada escalera de hierro. A su espalda, la puerta se cerr y un perno de diez centmetros encaj en la cerradura. Estaba atrapada. Desenvain la espada, coloc el guardamanos y empez a subir. Al final de la escalera haba otra puerta de acero y otro timbre. Llam, y una voz electrnica son en el intercomunicador. Identificacin de voz, por favor. A la mierda. Un ordenador le analiz la voz y tres segundos ms tarde la segunda puerta se abra. Maya entr en una espaciosa y blanca estancia con el suelo de madera. El apartamento de su padre resultaba austero y pulcro. No haba nada de plstico, nada artificial o estridente. Una pared a media altura defina el pasillo de entrada y la sala de estar. Ese espacio contena un silln de cuero y una mesa de centro de vidrio con una nica orqudea amarilla en un jarrn de cristal. Dos psteres enmarcados colgaban de la pared. Uno era el cartel que anunciaba una muestra de espadas samuris en el Instituto Nezu de Bellas Artes de Tokio. El camino de la espada. La vida del guerrero. El segundo era la reproduccin de un collage de Marcel Duchamp, de 1914, titulada Tres paradas habituales. El artista haba dejado caer una serie de cuerdas sobre un lienzo azul prusia donde despus haba dibujado su perfil. Al igual que cualquier otro Arlequn, Duchamp no luchaba contra el azar y la casualidad, sino que los haba utilizado para crear su arte. Maya oy el sonido de pies desnudos caminando; un joven de cabeza rapada apareci por la esquina sosteniendo una metralleta alemana. El hombre sonrea y llevaba el arma inclinada cuarenta y cinco grados hacia abajo. Maya decidi que hara un quiebro hacia la izquierda y le abrira la cara con su espada si l era lo bastante insensato para apuntarla. Bienvenida a Praga le dijo el joven en un ingls con acento ruso. Tu padre estar contigo en un minuto. Vesta unos pantalones sujetos con un cordn y una camiseta sin mangas con unos caracteres japoneses impresos en la tela. Maya vio que tena los brazos y el cuello adornados con numerosos tatuajes: serpientes, demonios, visiones del infierno. No le

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haca falta verlo desnudo para saber que deba de ser una especie de caballero andante. Los Arlequines siempre se las arreglaban para reclutar tipos raros y marginados que los sirvieran. Maya volvi a meter la espada en el tubo. Cmo te llamas? pregunt. Alexi. Cunto tiempo hace que trabajas para Thorn? No es un trabajo. El joven pareca muy satisfecho de s mismo. Ayudo a tu padre y l me ayuda a m. Me estoy entrenando para ser maestro de artes marciales. Y lo est haciendo muy bien terci el padre de Maya. Ella oy su voz primero. Luego, Thorn entr en la sala de estar en una silla de ruedas elctrica. Su espada Arlequn estaba en una vaina sujeta al apoyabrazos. Thorn se haba dejado crecer la barba los dos ltimos aos. Sus brazos y su trax seguan siendo tan fuertes que hacan que los dems se olvidaran de sus marchitas e intiles piernas. Thorn dej de moverse y sonri a su hija. Buenas tardes, Maya. La ltima vez que haba visto a su padre haba sido en Peshawar, la noche en que Linden lo haba bajado de las montaas de la frontera noroeste. Thorn estaba inconsciente y las ropas de Linden, cubiertas de sangre. Utilizando artculos de peridico falsos, la Tabula haba atrado a Thorn, a una Arlequn china llamada Willow y a otro Arlequn australiano llamado Libra hasta una zona tribal de Pakistn. All, dos nios un chico de doce aos y su hermana de diez convencieron a Thorn de que haba unos Viajeros que corran peligro a manos de un fantico lder religioso. Los cuatro Arlequines y sus colaboradores cayeron en una emboscada de los mercenarios de la Tabula en los pasos montaosos. Willow y Libra resultaron muertos. Thorn recibi un impacto de metralla en la espalda que lo dej paraltico de cintura para abajo. Dos aos ms tarde, su padre viva en un apartamento de Praga con un chiflado lleno de tatuajes que le haca de sirviente, y todo resultaba estupendo. Dejemos atrs el pasado y sigamos adelante. En esos momentos, Maya casi se alegraba de que su padre estuviera parapljico. De no haber cado herido seguramente habra negado que la emboscada hubiera tenido lugar. Bueno, Maya, cmo ests? Thorn se volvi hacia el ruso y aadi: Hace mucho que no vea a mi hija. El hecho de que utilizara la palabra hija enfureci a Maya: significaba que la haba hecho ir a Praga para pedirle un favor. Ms de dos aos dijo ella. Dos aos? Alexi sonri. Pues creo que tendris mucho de que hablar. Thorn hizo un gesto con la mano, y el ruso cogi un escner de una mesa cercana. Pareca uno de esos bastones que se usaban en los controles de seguridad de los aeropuertos, solo que haba sido diseado para detectar las pequeas bolas localizadoras que usaba la Tabula. Las bolas tenan el tamao de una perla y emitan una seal que poda ser detectada por los satlites GPS. Haba bolas que emitan seales de radio y otras que lo hacan con infrarrojos. No pierdas el tiempo buscando cuentas. La Tabula no est interesada en mi persona. nicamente estoy siendo precavido. Yo no soy una Arlequn, y ellos lo saben. El escner no emiti ninguna seal. Alexi sali de la estancia, y Thorn puso en marcha la silla. Maya saba que su padre haba ensayado mentalmente aquella

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conversacin. Probablemente haba empleado unas cuantas horas pensando qu ropa llevar y cmo disponer el mobiliario. Al diablo con todo. Iba a pillarlo por sorpresa. Tienes un sirviente muy agradable. Se sent en el silln mientras Thorn rodaba hacia ella. Francamente colorista. Normalmente, en sus conversaciones privadas, hablaban en alemn, pero Thorn estaba hacindole una concesin: Maya tena pasaportes de distintas nacionalidades, pero esos das se consideraba britnica. Ah, s. Los tatuajes. Su padre sonri. Alexi ha pedido a un especialista que le dibuje en el cuerpo una escena del Primer Dominio. No es muy agradable, pero la eleccin es suya. S. Todos tenemos libertad para elegir. Incluso los Arlequines. No pareces contenta de verme, Maya. Ella haba previsto mantener el control y mostrarse disciplinada, pero las palabras le salieron solas como un torrente. Mira, te saqu de Pakistn. La verdad es que soborn o amenac a casi todos los funcionarios del pas con tal de meterte en aquel avin. Luego, en Dubln, Madre Bendita se hizo cargo. Y me pareci bien. Al fin y al cabo es su territorio. Al da siguiente la llam por telfono va satlite y me dijo: Tu padre est paralizado de cintura para abajo. No volver a andar. Luego, me colg y cancel su nmero de telfono. As, tal cual. Se acab. Y durante dos aos no he tenido noticias tuyas. Te estbamos protegiendo, Maya. Vivimos una poca peligrosa. Eso dselo a ese jovencito de los tatuajes. Te he visto utilizar el peligro y la seguridad como excusas para cualquier cosa. Se han acabado las batallas. Ya no hay ms Arlequines. En realidad slo quedis un puado como t, Linden y Madre Bendita. Shepherd vive en California. Tres o cuatro individuos no pueden cambiar nada. La guerra ha terminado. No te das cuenta? La Tabula ha ganado. Nosotros hemos perdido. Wir habere verloren. Aquellas palabras en alemn parecieron afectarlo ms que las dichas en ingls. Thorn toc el mando de la silla de ruedas y se apart ligeramente para que ella no pudiera verle los ojos. T tambin eres una Arlequn, Maya. sa es tu verdadera naturaleza. Tu pasado y tu futuro. No soy una Arlequn y no soy como t. A estas alturas deberas saberlo. Necesitamos tu ayuda. Es importante. Siempre es importante. Necesito que vayas a Estados Unidos. Te lo pagaremos todo. Organzalo. Estados Unidos es territorio de Shepherd. Que se ocupe l. Su padre recurri a todo el poder de su mirada y su voz. Shepherd se ha topado con una situacin inesperada. No sabe qu hacer. Ahora tengo una vida de verdad. Ya no formo parte de todo eso. Moviendo el mando, Thorn traz un elegante ocho por el saln. Ah, s! Una vida de ciudadana en la Gran Mquina. Tan agradable y entretenida! Cuntame todos los detalles. Es algo que nunca me habas preguntado. Es verdad que trabajas en una especie de oficina? Soy diseadora industrial. Trabajo con un equipo que se dedica a disear envases de productos para distintas compaas. La semana pasada creamos una nueva botella de perfume. Parece todo un desafo. Estoy seguro de que tienes xito. Y qu hay del resto de tu mundo? Algn amigo del que deba saber algo?

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No. Estaba aquel abogado... Cmo se llamaba...? Naturalmente, Thorn lo saba, pero finga rebuscar en su memoria. Ah, s, Connor Ramsay. Rico. Bien parecido. De buena familia. Y luego te dej por otra. Segn parece, la estaba viendo mientras sala contigo. Maya sinti como si Thorn la hubiera abofeteado. Tendra que haber previsto que l utilizara sus contactos en Londres para conseguir informacin. Siempre pareca saberlo todo. No es asunto tuyo. No malgastes el tiempo preocupndote con Ramsay. Unos mercenarios que trabajaban para Madre Bendita le volaron el coche hace unos meses. Ahora cree que lo persiguen terroristas. Ha contratado guardaespaldas. Vive aterrorizado y eso es bueno, no? El seor Ramsay mereca ser castigado por haber engaado a mi pequea. Thorn hizo girar la silla y le sonri. Maya saba que deba adoptar un aire ultrajado, pero no pudo. Pens en Connor abrazndola en el espign de Brighton y en el mismo Connor sentado con ella en un restaurante, tres semanas despus, anuncindole que no era adecuada como esposa. Maya se haba enterado de la explosin a travs de los peridicos, pero no la haba relacionado con su padre. No tenas por qu hacerlo. Pero lo hice. Thorn se movi hacia la mesa de centro. Que volases un coche no cambia nada. Sigo sin querer ir a Estados Unidos. Quin ha hablado de Estados Unidos? Simplemente estamos charlando. El entrenamiento Arlequn le deca a Maya que deba pasar a la ofensiva. Al igual que Thorn, ella tambin se haba preparado para la reunin. Dime algo padre. Contstame a algo muy simple: me quieres? Eres mi hija, Maya. Responde la pregunta. Desde que tu madre muri eres lo ms precioso de mi vida. De acuerdo. Aceptemos eso por un momento. Se inclin hacia delante en el silln. La Tabula y los Arlequines eran adversarios de un nivel parecido. Sin embargo, la Gran Mquina cambi el equilibrio de poder. Por lo que s, ya no quedan Viajeros y slo unos pocos Arlequines. La Tabula tiene a su disposicin escneres, vigilancia electrnica y la cooperacin de la burocracia gubernamental... No quiero or hablar de las razones. No estamos hablando de eso. Slo quiero hechos y conclusiones. En Pakistn, dos personas resultaron muertas y t, herido. Libra siempre me cay bien. Sola llevarme al teatro cuando pasaba por Londres. Y Willow era una mujer fuerte y elegante. Ambos guerreros aceptaban el riesgo contest Thorn. Y los dos tuvieron una muerte digna. S. Estn muertos. Creados y destruidos para nada. Y ahora t quieres que muera del mismo modo. Thorn aferr los apoyabrazos de la silla de ruedas y, por un momento, Maya crey que iba a ponerse de pie por pura fuerza de voluntad. Ha ocurrido algo extraordinario dijo. Por primera vez tenemos un espa en el otro lado. Linden est en contacto con l. No es ms que otra trampa. Puede, pero toda la informacin que hemos recibido es exacta. Hace un par de semanas nos enteramos de la existencia de dos posibles Viajeros en Estados Unidos. Son hermanos. Hace muchos aos proteg a su padre, Matthew Corrigan. Antes de que se

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ocultara le di un talismn. La Tabula est al corriente de la existencia de esos hermanos? S. Los vigilan veinticuatro horas al da. Y por qu no los mata? Eso es lo que suele hacer. Todo lo que s es que los Corrigan estn en peligro y que debemos ayudarlos lo antes posible. Shepherd proviene de una familia de Arlequines. Su abuelo salv cientos de vidas. Sin embargo, un Viajero no nacido no confiara en l. Shepherd no es muy organizado ni muy inteligente. Es un... Un loco. Exacto. T podras encargarte de todo, Maya. Todo lo que tendras que hacer es localizar a los Corrigan y llevarlos a lugar seguro. Quiz no sean ms que ciudadanos corrientes. No lo sabremos hasta que los interroguemos. Hay algo en lo que tienes razn: ya no quedan Viajeros. sta podra ser nuestra ltima oportunidad. No me necesitas. Contrata mercenarios. La Tabula tiene ms dinero y poder. Los mercenarios siempre acaban traicionndonos. Entonces hazlo t. Estoy lisiado, Maya, atrapado en este apartamento, en esta silla de ruedas. T eres la nica que puede llevar la batuta. Durante unos segundos Maya dese realmente desenvainar la espada y lanzarse a la batalla, pero entonces se acord de la pelea en la estacin de metro de Londres. Un padre deba proteger a sus hijos. Sin embargo, l haba destruido su infancia. Se levant y se encamin hacia la puerta. Me vuelvo a Londres. Recuerdas lo que te ense? Verdammt durch das Fleisch. Gerettet durch das Blut. Condenado por la carne. Salvado por la sangre. Maya haba odo otras veces aquel dicho Arlequn, y lo haba odiado desde nia. Reserva tus dichos para tu amigo ruso. Conmigo no te sirven. Si ya no quedan Viajeros, la Tabula habr conquistado la historia. Dentro de una o dos generaciones, el Cuarto Dominio se habr convertido en un lugar fro y estril donde todos estarn vigilados y controlados. Ya es as. Se trata de nuestra obligacin, Maya. Es lo que somos. El tono de Thorn estaba lleno de tristeza y amargura. A menudo he deseado otra vida. Me hubiera gustado haber nacido ignorante y ciego. Pero nunca he podido dar la espalda y negar el pasado, olvidarme de todos los Arlequines que se han sacrificado por tan importante causa. T me entregaste las armas y me enseaste a matar; ahora me envas a mi propia destruccin. Thorn pareci encogerse y marchitarse en su silla de ruedas. Su voz se convirti en un ronco susurro. Dara mi vida por ti. Pues yo no pienso morir por una causa que ya no existe. Maya tendi la mano para apoyarla en el hombro de Thorn. Era un gesto de despedida, la oportunidad de conectar con l una ltima vez; pero la furiosa expresin de su padre hizo que la retirara. Adis, padre. Fue hasta la puerta y descorri el cerrojo. Tengo una pequea oportunidad de ser feliz. No puedo permitir que me la arrebates.

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2Nathan Boone estaba sentado en el segundo piso del almacn que haba al otro lado de la calle, delante de la tienda de lencera. Observando a travs del visor nocturno vio cmo Maya sala de casa de Thorn y echaba a andar por la acera. Boone ya haba fotografiado a la hija de Thorn cuando sta lleg a la terminal del aeropuerto, pero disfrutaba contemplndola de nuevo. La mayor parte de su trabajo en los ltimos das haba consistido en examinar una pantalla de ordenador para comprobar llamadas telefnicas y facturas de tarjetas de crdito, leer informes mdicos y expedientes de la polica de una docena de pases distintos. Ver a una verdadera Arlequn lo ayud a conectarse con la realidad de lo que estaba haciendo. El enemigo todava exista al menos unos pocos de ellos, y su responsabilidad consista en eliminarlo. Dos aos antes, tras el tiroteo de Pakistn, haba localizado a Maya viviendo en Londres. Su comportamiento en pblico indicaba que haba rechazado la violencia de los Arlequines y decidido llevar una vida normal. La Hermandad haba considerado la posibilidad de ejecutar a Maya, pero l les haba enviado un extenso correo electrnico recomendando lo contrario. Saba que ella podra conducirlo hasta Thorn, Linden o Madre Bendita. Aquellos tres Arlequines seguan siendo peligrosos. Se haca necesario localizarlos y destruirlos. En Londres, Maya habra detectado a cualquiera que la hubiera seguido, de manera que Boone envi un equipo tcnico a su apartamento para que instalaran cuentas localizadoras en todos los artculos de su equipaje. Cuando ella los traslad, el satlite GPS alert a los ordenadores de la Hermandad. Fue una suerte para l que Maya viajara a Praga por mtodos convencionales. A veces, los Arlequines simplemente se desvanecan en un pas y reaparecan a miles de kilmetros de distancia con una nueva identidad. Boone oy la voz de Loutka en su auricular. Y ahora, qu? pregunt Loutka. La seguimos? sa es tarea de Halver. l se ocupar. Nuestro objetivo principal es Thorn. Nos haremos cargo de Maya ms tarde, esta misma noche. Loutka y los tres tcnicos se encontraban sentados en la parte trasera de una furgoneta de reparto aparcada en la esquina. Loutka era teniente de la polica checa y se supona que responda ante las autoridades locales. Los tcnicos estaban all para hacer su trabajo y marcharse a casa. Boone haba contratado con ayuda de Loutka los servicios de dos asesinos profesionales en Praga. Ambos mercenarios estaban sentados en el suelo, tras l, esperando rdenes. El magiar era un tipo corpulento que no saba ingls. Su amigo serbio, un antiguo soldado, hablaba cuatro idiomas y pareca inteligente. Sin embargo, Boone no se fiaba de l: era la clase de individuo que poda salir huyendo si las cosas se torcan. En el almacn haca fro y Boone llevaba una parka y un gorro de lana. Su corte de pelo al estilo militar y sus gafas de montura de acero le conferan un aspecto disciplinado y en forma; pareca un ingeniero qumico que los fines de semana se dedica a correr maratones. Pongmonos en marcha dijo Loutka.

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No. Maya est volviendo a pie al hotel. No creo que Thorn reciba ms visitas esta noche. T no entiendes a esta gente. Yo s. Hacen a propsito cosas impredecibles. Thorn puede decidir que abandona la casa. Maya puede volver. Esperemos cinco minutos a ver qu pasa. Boone baj el visor nocturno y sigui observando la calle. Durante los seis ltimos aos haba trabajado para la Hermandad, un pequeo grupo de gente de distintos pases unido por una especial visin del futuro. La Hermandad conocida como la Tabula por sus enemigos estaba consagrada a la destruccin tanto de los Arlequines como de los Viajeros. Boone era el contacto entre la Hermandad y sus mercenarios. Le resultaba fcil tratar con tipos como el serbio o el teniente Loutka. Un mercenario siempre buscaba dinero o algn tipo de favor. Primero, uno negociaba el precio; luego, decida si pagaba o no. A pesar de que Boone reciba una generosa remuneracin de la Hermandad, nunca se haba sentido mercenario. Dos aos atrs le haba sido permitido leer una coleccin de libros llamada El conocimiento que le proporcion una visin ms amplia de la filosofa y los objetivos de la Hermandad. El conocimiento le ense que formaba parte de una histrica batalla contra las fuerzas del desorden. La Hermandad y sus aliados se hallaban a punto de establecer una sociedad perfectamente controlada, pero el nuevo sistema no sobrevivira si a los Viajeros se les permita salirse del mismo y regresar para poner en cuestin los principios. La paz y la prosperidad nicamente eran posibles si la gente dejaba de hacerse preguntas y aceptaba las respuestas adecuadas. Los Viajeros introducan el caos en el mundo. Aun as, Boone no los odiaba. Un Viajero naca con el poder de ir ms all. No haba nada que pudieran hacer con esa extraa herencia. Los Arlequines eran diferentes. Aunque haba familias Arlequines, cada hombre o mujer elega personalmente proteger a los Viajeros. Su deliberada imprevisibilidad contradeca las normas que regan la vida de Boone. Unos aos antes, Boone haba viajado a Hong Kong para matar a un Arlequn llamado Dragn de Bronce. Al registrar el cuerpo del hombre, haba encontrado las armas y los pasaportes falsos de costumbre junto con un aparato llamado Generador de Nmeros Aleatorios. El GNA era un ordenador en miniatura que produca nmeros al azar cada vez que se apretaba un botn. A veces, los Arlequines utilizaban los GNA para tomar decisiones. Un nmero impar poda significar s; y uno par, no. Bastaba apretar un botn, y el GNA deca qu puerta haba que abrir. Boone recordaba haberse quedado en la habitacin de su hotel examinando el aparato. Cmo poda vivir alguien de ese modo? En lo que a l se refera, cualquiera que utilizara cifras aleatorias para orientar su vida mereca ser localizado y exterminado. El orden y la disciplina eran los valores que evitaban que la civilizacin occidental se desmoronara. Uno no tena ms que observar los mrgenes de la sociedad para darse cuenta de lo que sucedera si la gente permita que unas simples elecciones al azar determinaran su vida. Ya haban transcurrido diez minutos. Apret un botn de su reloj, y el mecanismo le mostr el pulso y la temperatura de su cuerpo. Aqulla era una situacin estresante, y a Boone le complaci saber que su pulso slo se haba acelerado seis dcimas por encima de lo normal. Conoca sus pulsaciones en reposo y durante el ejercicio, as como el porcentaje de grasa de su cuerpo y su consumo diario de caloras. Ardi una cerilla y, unos segundos despus, Boone oli el humo del tabaco. Al darse la vuelta vio que el serbio daba caladas a un cigarrillo.

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Apaga eso. Por qu? Porque no me gusta respirar aire contaminado. El serbio sonri. No ests respirando nada, amigo. Se trata de mi cigarrillo. Boone se puso en pie y se alej de la ventana. Su rostro se mantuvo inexpresivo mientras evaluaba la oposicin. Era peligroso ese hombre? Necesitaba ser intimidado por el bien de la operacin? Con cunta rapidez reaccionara? Boone desliz la mano en uno de los bolsillos superiores de su parka, palp la cuchilla de afeitar y la agarr con fuerza con el ndice y el pulgar. Apaga ese cigarrillo de inmediato. Cuando haya acabado. Boone se inclin hacia delante y cort la punta del cigarrillo de un solo tajo. Antes de que el serbio pudiera reaccionar, Boone lo agarr por el cuello y situ su cuchilla de afeitar a escasos milmetros del ojo derecho del hombre. Si te cortara los ojos abiertos, mi rostro sera la ltima cosa que veras. Pensaras en m el resto de tu vida, Josef. Esa imagen quedara grabada para siempre en tu cerebro. Por favor! murmur el serbio. Por favor! No! Boone dio un paso atrs y volvi a meterse la cuchilla en el bolsillo. Observ al magiar. El tipo pareca impresionado. Cuando volvi a la ventana, la voz de Loutka le lleg por el intercomunicador. Qu pasa? Por qu esperamos? Ya no esperamos ms contest Boone. Di a Skip y a Jamie que ya es hora de que se ganen el sueldo. Skip y Jamie Todd eran dos hermanos oriundos de Chicago especialistas en vigilancia electrnica. Ambos eran bajos y rollizos y vestan idnticos monos de trabajo marrones. Mientras Boone los observaba por el visor nocturno, los dos hombres sacaron de la furgoneta una escalera de aluminio y la llevaron por la acera hasta la tienda de lencera. Esa maana haban instalado una cmara en miniatura controlada por radio sobre el rtulo. Sin que Maya lo supiera, la haban grabado en vdeo mientras estaba de pie en la acera. Thorn haba instalado una cmara de vigilancia dentro de la marquesina que protega su portal. Jamie subi por la escalera una segunda vez, retir la cmara y la sustituy por un reproductor de DVD miniaturizado. Cuando los dos hermanos hubieron terminado el trabajo plegaron la escalera y la devolvieron a la furgoneta. Por tres minutos de trabajo acababan de ganar diez mil dlares y una visita gratis al burdel de la calle Korunni. Preparaos orden Boone al teniente Loutka. Vamos a bajar. Qu pasa con Harkness? Dile que se quede en la furgoneta. Lo subiremos cuando resulte seguro. Boone se guard el visor nocturno en un bolsillo e hizo un gesto a los matones. Es la hora. El serbio dijo algo al magiar y ambos se pusieron en pie. Tened cuidado cuando entremos en el apartamento los previno Boone. Los Arlequines son muy peligrosos. Responden inmediatamente cuando son atacados. El serbio haba recuperado algo de su perdida confianza. Quiz sean peligrosos para ti, pero mi amigo y yo podemos ocuparnos del problema. Los Arlequines no son normales. Pasan toda su infancia aprendiendo cmo matar a sus enemigos.

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Los tres hombres bajaron a la calle, donde se encontraron con Loutka. El teniente de la polica pareca plido bajo la luz de las farolas. Y qu pasa si no funciona? pregunt. Si tienes miedo puedes quedarte en la furgoneta con Harkness, pero entonces no cobrars. No te preocupes. Cuando yo organizo una operacin, todo sale bien. Boone condujo a los hombres al otro lado de la calle hasta el portal de Thorn y desenfund su pistola automtica con mira lser. En su mano izquierda haba un mando a distancia. Apret el botn amarillo, y el DVD empez a reproducir la grabacin de Maya, de pie en la acera, media hora antes. Mir a derecha e izquierda. Todos estaban listos. Llam al timbre y esper. En el piso de arriba, el joven ruso seguramente no sera el propio Thorn fue hasta el monitor de televisin, mir la pantalla y vio a Maya. El cerrojo se abri. Ya estaban dentro. Los cuatro hombres subieron por la escalera. Cuando llegaron al rellano del primer piso, Loutka sac una grabadora de voz. Identificacin de voz pidi el ordenador. Loutka puso en marcha la grabadora y pas la grabacin efectuada anteriormente en el taxi: Abra la maldita puerta son la voz de Maya. Abra la.... La cerradura elctrica se abri, y Boone fue el primero en entrar. El tatuado ruso estaba all, de pie, con un trapo en las manos y expresin de sorpresa. Boone alz la automtica y dispar a quemarropa. El proyectil de 9 mm golpe el pecho del ruso igual que el puo de un gigante y lo arroj hacia atrs. Intentando ganarse un plus por el siguiente asesinato, el magiar corri al otro lado de la media pared que divida la estancia. Boone oy gritar al hombretn y ech a correr seguido de Loutka y el serbio. Entraron en la zona destinada a cocina y vieron que el magiar yaca boca abajo sobre el regazo de Thorn, con las piernas extendidas en el suelo y el torso encajonado entre los brazos de la silla de ruedas. Thorn intentaba apartar el cuerpo para poder alcanzar su espada. Sujetadle los brazos! grit Boone. Vamos! Hacedlo ya! El serbio y Loutka sujetaron a Thorn, inmovilizndolo. Toda la silla estaba salpicada de sangre. Cuando Boone apart el cuerpo del magiar vio que el mango de un cuchillo de lanzar asomaba en la base de la garganta del hombre. Thorn lo haba matado con el cuchillo, pero el mercenario se haba desplomado sobre l. Atrs. Traedlo hasta aqu les mand Boone. Cuidado. No os manchis los zapatos con sangre. Sac unas bridas de nailon y at las manos y pies de Thorn con ellas. Luego, se retir y contempl al lisiado Arlequn. Thorn estaba vencido, pero pareca tan orgulloso y arrogante como siempre. Es un placer conocerte, Thorn. Soy Nathan Boone. Te me escapaste hace dos aos en Pakistn. Se hizo de noche muy rpidamente, verdad? Yo no hablo con mercenarios de la Tabula repuso Thorn en voz baja. Boone haba escuchado la voz del Arlequn en grabaciones de llamadas telefnicas. En vivo resultaba ms grave y profunda, ms intimidante. Mir a su alrededor. Me gusta tu apartamento, Thorn. De verdad. Est limpio y es sencillo. Elegantes colores. En lugar de llenarlo de trastos has optado por el minimalismo. Si lo que quieres es matarme, haz tu trabajo. No malgastes mi tiempo con conversaciones intiles. Boone hizo un gesto a Loutka y al serbio. Los dos hombres arrastraron el cuerpo del magiar fuera de la habitacin. La larga guerra ha terminado. Los Viajeros han desaparecido y los Arlequines han sido derrotados. Podra matarte ahora mismo, pero te necesito para que me ayudes a

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concluir mi tarea. No pienso traicionar a nadie. Colabora y dejaremos que Maya lleve una vida normal. De lo contrario, tendr una muerte muy poco agradable. Mis mercenarios pasaron dos das violando a aquella Arlequn china que capturamos en Pakistn. Les gust que luchara y se resistiera. Supongo que en una situacin similar una mujer normal se habra rendido. Thorn permaneci en silencio, y Boone se pregunt si estara sopesando el ofrecimiento. Quera a su hija? Eran los Arlequines capaces de semejantes sentimientos? Los msculos de los brazos de Thorn se tensaron al intentar partir las bridas. Al final se rindi y se derrumb en la silla de ruedas. Boone conect su intercomunicador y habl por el micrfono. Seor Harkness, por favor, suba con su material. La zona es segura. El serbio y Loutka empujaron a Thorn, lo arrastraron hasta el dormitorio y lo arrojaron al suelo. Harkness apareci unos minutos ms tarde forcejeando con una abultada caja de transporte. Era un ingls de avanzada edad que raramente hablaba; sin embargo, a Boone le costaba sentarse con l en un restaurante: haba algo en los amarillos dientes del sujeto y en la palidez de su piel que sugeran muerte y putrefaccin. S con qu suean los Arlequines: con una muerte orgullosa. Yo podra arreglarlo en tu caso. Sera una muerte noble que aportara cierta dignidad a tus ltimos das. Pero debes ofrecerme algo a cambio. Dime cmo puedo encontrar a tus dos amigos, Linden y Madre Bendita. Si te niegas, existe una alternativa ms humillante... Harkness deposit la caja ante el umbral del dormitorio. La parte superior estaba llena de agujeros de ventilacin cubiertos de gruesa malla metlica. Unas garras araaron el suelo metlico de la caja, y Boone oy un sonido spero y jadeante. Sac la navaja de afeitar. Mientras vosotros los Arlequines segus atrapados en vuestros sueos medievales, la Hermandad ha alcanzado una nueva fuente de conocimientos: ha superado los desafos de la ingeniera gentica. Boone cort la piel bajo los ojos del Arlequn. La criatura de la caja oli la sangre de Thorn. Emiti un aullido como una extraa risa y arremeti contra las paredes de la caja mientras desgarraba la tela metlica con sus colmillos. Este animal ha sido diseado genticamente para ser agresivo y no tener miedo. Se siente impulsado a atacar sin preocuparse de su propia supervivencia. sta no va a ser una muerte orgullosa. Te van a devorar como un vulgar pedazo de carne. El teniente Loutka sali al pasillo y volvi al saln. El serbio pareca curioso y asustado y permaneci detrs de Harkness, en el umbral. Es la ltima oportunidad. Reconoce un hecho. Acepta nuestra victoria. Thorn rod colocndose en otra posicin y mir fijamente la caja de transporte. Boone comprendi que el Arlequn intentara luchar cuando la criatura lo atacara, procurando aplastarla con el cuerpo. Puedes pensar lo que quieras dijo Thorn lentamente, pero va a ser sin duda una muerte orgullosa. Boone fue hacia la puerta y sac la pistola. Tendra que matar a la criatura una vez que sta hubiera acabado con Thorn. El aullido ces y el animal adopt el silencio del cazador, aguardando. Boone hizo un gesto de asentimiento a Harkness. El anciano se puso a caballo sobre la caja y lentamente abri la puerta.

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3Cuando lleg al puente Carlos, Maya se dio cuenta de que la estaban siguiendo. Thorn le haba dicho una vez que los ojos proyectaban energa y que si uno era lo bastante perceptivo poda notarla cuando se acercaba. En Londres, mientras Maya creca, su padre contrataba rateros de la calle de vez en cuando para que la siguieran a casa despus del colegio. Ella tena que descubrirlos y golpearlos con los cojinetes de bolas que llevaba en la bolsa de los libros. Empez a oscurecer cuando haba cruzado el puente y giraba a la izquierda por la calle Saska. Maya decidi dirigirse a la iglesia de Nuestra Seora de las Cadenas que contaba con un patio sin iluminar con tres vas de escape distintas. Sigue caminando se dijo, no mires atrs. La calle Saska era estrecha y serpenteante. De vez en cuando, una farola arrojaba una luz escasa y amarillenta. Maya pas ante un callejn, volvi sobre sus pasos y se escondi entre las sombras. Se agach tras un contenedor de basura y esper. Pasaron diez segundos. Veinte. Entonces apareci en la acera el pequeo taxista con aspecto de troll que la haba conducido al hotel. Nunca dudes. Acta siempre. Cuando el hombre pas ante el callejn, Maya sac su estilete y se le acerc por detrs sujetndole los hombros con la mano izquierda y apoyndole la punta del cuchillo en la nuca. No te muevas. No corras. Su voz era suave, casi seductora. Ahora vas a meterte por la derecha, y no quiero problemas. Maya lo arrastr hasta las sombras y lo empuj contra el contenedor. En ese momento el cuchillo apuntaba a la nuez del taxista. Cuntamelo todo y no me mientas. Quiz as no te mate. Me has entendido? Aterrorizado, el troll asinti ligeramente. Quin te ha contratado? Un norteamericano. Cmo se llama? No lo s. Era amigo del teniente Loutka. Y cules eran tus instrucciones? Seguirte. Eso es todo. Recogerte en mi taxi y seguirte esta noche. Me espera alguien en el hotel? No lo s. Juro que es la verdad. Empez a gemir. Por favor, no me hagas dao! Thorn lo habra apualado all mismo, pero Maya decidi que no iba a dejarse arrastrar por aquella locura. Si asesinaba a aquel infeliz hombrecillo, sera su propia vida la que resultara destruida. Voy a salir y a caminar por la calle, y t vas a largarte en direccin contraria, hacia el puente. Me has entendido? El taxista asinti rpidamente. S, s murmur. Si te vuelvo a ver sers hombre muerto.

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Maya sali a la acera y se encamin hacia la iglesia. Entonces se acord de su padre. Y si el troll la haba seguido todo el camino hasta el apartamento? Cunto saban? Volvi al callejn y escuch la voz del troll, que sostena un mvil mientras farfullaba con su jefe. Cuando vio a Maya salir de entre las sombras dio un respingo y dej caer el telfono en el suelo de adoquines. Maya lo agarr por el cabello, lo puso en pie y le meti la punta del estilete por la oreja izquierda. Aqul era el ltimo instante en que la hoja podra detenerse. Maya tena plena conciencia de la decisin que estaba tomando y del oscuro camino que se abra ante ella. No lo hagas pens. Todava tienes una oportunidad. No obstante, la rabia y el orgullo la empujaron a seguir. Escchame bien porque esto ser lo ltimo que oigas: te va a matar un Arlequn. El hombre forceje, intentando zafarse, pero ella empuj el estilete hasta el fondo de su odo y en su cerebro.

Maya solt al taxista, que se desplom ante ella. La sangre llenaba la boca del hombre y le sala por la nariz, tena los ojos abiertos y una expresin de sorpresa, como si alguien acabara de comunicarle una mala noticia. Limpi el estilete y se lo guard bajo la manga del suter. Al abrigo de las sombras, arrastr el cadver hasta el fondo del callejn y lo cubri con bolsas de basura que sac del contenedor. Por la maana alguien descubrira el cuerpo y avisara a la polica. No corras se dijo. No demuestres que ests asustada. Intent aparentar tranquilidad mientras caminaba de vuelta hacia el ro. Al llegar a la calle Konviksk trep por una escalera de incendios hasta el tejado de la tienda de lencera y salt el metro y medio de vaco que lo separaba del edificio de Thorn. No vio ninguna claraboya ni salida de emergencia. Iba a tener que encontrar otro medio de entrar. Salt hasta el siguiente tejado y sigui por la manzana de edificios hasta que encontr una cuerda de tender la ropa atada entre dos postes de hierro. La cort con el cuchillo, regres a la azotea de su padre y at un extremo a un conducto de ventilacin. Salvo por la nica farola de la calle y la luna nueva, que pareca un delgado corte amarillo en el negro cielo, todo estaba oscuro. Comprob la cuerda y se asegur de que aguantara. Con cuidado pas por encima del antepecho de la azotea y empez a bajar, mano sobre mano, hasta una ventana del segundo piso. Al asomarse vio que el apartamento estaba lleno de un humo blanquecino. Maya se apart y rompi el cristal de una patada. El humo sali por el agujero y se perdi en la noche. Dio unas cuantas patadas ms, arrancando los restos de vidrio que el marco todava sujetaba. Demasiado humo pens. Ve con cuidado o quedars atrapada. Se dio impulso hacia atrs con la cuerda todo lo que pudo y se introdujo por el hueco. El humo suba hasta el techo y sala por la destrozada ventana. A un metro del nivel del suelo estaba despejado. Maya se puso a cuatro patas y se arrastr por el saln hasta que se top con el cuerpo del ruso tendido al lado de la mesa. Un agujero de bala en el pecho. Un charco de sangre le rodeaba la parte superior del cuerpo. Padre! grit. Se incorpor. Trastabillando dio la vuelta a la pared y encontr una pila de libros y de cojines ardiendo encima de la mesa del comedor. Cerca de la cocina tropez con otro cuerpo, el de un tipo corpulento con un cuchillo en la garganta. Haban capturado a su padre? Estaba prisionero? Pas por encima del hombretn y camin por el pasillo hasta la siguiente habitacin. La cama y dos pantallas de lmpara ardan. Las blancas paredes estaban manchadas con huellas de manos ensangrentadas. 23

Un hombre yaca de costado cerca de la cama. Tena el rostro vuelto de espaldas a ella, pero Maya reconoci las ropas de su padre y sus largos cabellos. El humo la rode mientras se arrodillaba y se arrastraba hacia l a cuatro patas, igual que un nio. Tosa. Lloraba. Padre! gritaba una y otra vez. Padre! Y entonces le vio la cara.

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4Gabriel Corrigan y su hermano mayor, Michael, haban crecido en la carretera y se consideraban expertos en paradas de camiones, cabaas para turistas y museos a pie de ruta donde se exhiban huesos de dinosaurios. Durante sus largas horas viajando, su madre sola sentarse entre los dos en el asiento de atrs, les lea libros y les contaba historias. Uno de sus cuentos favoritos trataba de Eduardo IV y su hermano, el duque de York, los dos jvenes prncipes encerrados en la Torre de Londres por orden de Ricardo III. Segn su madre, los prncipes iban a ser estrangulados por uno de los verdugos de Ricardo, pero consiguieron descubrir un pasadizo secreto y cruzar a nado el foso para alcanzar la libertad; disfrazados con harapos y con la ayuda de Merln y Robin Hood, los dos hermanos vivieron toda una serie de aventuras en la Inglaterra del siglo XV. De pequeos, en los parques pblicos y en las zonas de descanso de las autopistas, los hermanos Corrigan haban jugado a ser aquellos prncipes perdidos; pero, en ese momento, cuando ya eran adultos, Michael tena una visin algo distinta del juego. Lo mir en un libro de historia dijo. Ricardo III se sali con la suya. Los dos prncipes fueron asesinados. Y qu diferencia supone eso? pregunt Gabriel. Que nos minti, Gabe. No fue ms que otra invencin. Mam nos cont todas esas historias mientras crecamos, pero nunca nos explic la verdad.

Gabriel acept enseguida la opinin de Michael: siempre resultaba mucho mejor conocer la verdad de los hechos. Aun as, a veces todava se entretena con una de las narraciones de su madre. El domingo sali de Los ngeles antes del amanecer con su motocicleta y condujo en la oscuridad hasta la ciudad de Hemet. Cuando puso gasolina en una estacin de servicio y desayun en la pequea cafetera se sinti igual que un prncipe perdido, solo y sin que nadie lo reconociera. Al regresar a la carretera, el sol surgi en el horizonte como una brillante bola naranja, se deshizo de la gravedad y flot, elevndose en el cielo.

El aerdromo de Hemet consista en una nica pista asfaltada llena de malas hierbas creciendo en las grietas, una zona de estacionamiento para los aviones y una polvorienta coleccin de remolques y edificios provisionales. La oficina de HALO1 se hallaba en un remolque doble cerca del extremo sur de la pista. Gabriel aparc su moto cerca de la entrada y se desabroch el arns que le sujetaba el equipo. Los saltos a gran altura eran caros, y Gabriel haba dicho a Nick Clark, el instructor de HALO, que estaba ahorrando para poder saltar una vez al mes. Sin embargo, desde la ltima vez nicamente haban pasado doce das, y volva a estar all. Cuando Gabriel entr, Nick le sonri igual que un recepcionista dando la bienvenida a uno de sus clientesHigh Altitude Low Opening. Tcnica paracaidista que consiste en saltar desde gran altura y abrir el paracadas de forma retardada. (N. del T.)1

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habituales. No has podido aguantar? He ganado un dinero y no saba en qu gastarlo. Entreg a Nick un fajo de billetes y se encamin al vestidor para ponerse la ropa interior trmica y el mono de salto. Cuando sali, acababa de llegar un grupo de cinco coreanos. Todos vestan los mismos uniformes verdes y blancos, llevaban equipos caros y tarjetas plastificadas con frases tiles en ingls. Nick anunci que Gabriel saltara con ellos, y los coreanos se acercaron para estrechar la mano del norteamericano y hacerle una foto. Cuntos saltos HALO has hecho? le pregunt uno de ellos. No llevo un registro contest Gabriel. La respuesta fue traducida, y todos parecieron sorprenderse. Lleva un registro y sabrs el nmero le dijo el ms mayor. Nick pidi a los coreanos que se prepararan, y el grupo empez con una larga lista de comprobaciones. Estos tipos se dedican a hacer saltos a gran altitud por los siete continentes susurr Nick. Ya puedes apostar qu fortuna les cuesta. Cuando saltan en la Antrtida llevan unos trajes especiales que son como los de salir al espacio. A Gabriel los coreanos le cayeron bien se tomaban en serio lo de saltar, pero prefera estar solo mientras revisaba su equipo. Los preparativos en s mismos eran un placer, casi una forma de meditacin. Se puso un mono de salto encima de la ropa, examin sus guantes trmicos, el casco y las gafas flexibles; a continuacin inspeccion el paracadas principal y el de reserva, las correas y el tirador de apertura. Todos esos elementos parecan de lo ms normal en tierra, pero se transformaran cuando saltara al vaco. Los coreanos hicieron unas cuantas fotos ms, y todos se apretujaron en el avin. Los hombres se sentaron uno al lado del otro, en fila de dos, y conectaron sus mscaras de oxgeno. Nick habl con el piloto, y el avin despeg e inici su lento ascenso hasta diez mil metros. Las mascarillas de oxgeno dificultaban el habla y Gabriel se alegr de que as se acabara la conversacin. Cerr los ojos y se concentr en respirar mientras el oxgeno silbaba suavemente en la mscara. Odiaba la gravedad y las exigencias que sta impona a su cuerpo. El movimiento de sus pulmones y el latido de su corazn se le antojaban como las respuestas mecnicas de una torpe maquinaria. En una ocasin intent explicrselo a Michael, pero tuvo la impresin de que hablaban idiomas distintos. Nadie ha pedido nacer le haba dicho Michael, pero aqu estamos de todas maneras. Slo hay una pregunta a la que debamos responder: "Estamos en la cima de la montaa o en la falda?". Quiz la montaa no sea lo importante. Michael haba parecido encontrarle cierta gracia. Los dos llegaremos a la cima contest. All es adonde voy, y tengo la intencin de llevarte conmigo. Pasados los ocho mil metros, empezaron a aparecer en el interior del avin cristales de hielo. Gabriel abri los ojos cuando Nick pas a su lado por el estrecho pasillo hacia la cola del avin y abri la puerta unos centmetros. Un viento helado se abri paso en la cabina. Gabriel empez a sentir la excitacin. Ah estaba. Haba llegado el momento del salto. Nick mir hacia abajo, buscando la zona de aterrizaje mientras hablaba con el piloto por el intercomunicador. Por fin hizo un gesto para que todos se prepararan y los hombres se colocaron las gafas y comprobaron sus arneses. Transcurrieron un par de minutos.

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Todos llevaban una botella de oxgeno atada a la pierna izquierda. Gabriel tir del regulador de su botella, y la mscara hizo un ligero pop. A continuacin se desconect del suministro del avin. Estaba listo. Haban llegado a la misma altura que el Everest y haca mucho fro. Caba la posibilidad de que los coreanos hubieran decidido detenerse en la puerta y hacer un salto llamativo, pero Nick los quera en la zona de seguridad antes de que se les agotara el oxgeno de las botellas. Uno a uno, los coreanos se pusieron en pie, se acercaron a la puerta arrastrando los pies y saltaron al vaco. Gabriel haba ocupado el asiento ms prximo al piloto para ser el ltimo en saltar. Se movi despacio haciendo como que se ajustaba las correas del paracadas para poder estar completamente solo en el descenso. Al llegar a la puerta perdi unos segundos ms hacindole a Nick un gesto afirmativo con el pulgar. Luego salt del avin y cay. Gabriel desplaz el peso de su cuerpo y se puso boca arriba, de modo que lo nico que vio fue el espacio sobre l. El cielo era de un color azul oscuro. Ms oscuro de lo que se poda ver desde el suelo: un azul de medianoche con un lejano puntito de luz. Venus. La diosa del amor. Una zona de la mejilla en contacto con el aire empez a dolerle, pero Gabriel hizo caso omiso del dolor y se concentr en el cielo, en la absoluta pureza del mundo que lo rodeaba. En tierra, dos minutos equivalen a una pausa para la publicidad en la televisin, a menos de medio kilmetro de arrastrarse en un atasco de la autopista, a un fragmento de cualquier cancin de moda. Pero, cayendo en el aire, cada segundo se expande igual que una esponja arrojada al agua. Pas por una capa de aire ms clido, pero despus volvi al fro. Estaba lleno de pensamientos, pero no pensaba. Todas las dudas y componendas de su vida en la Tierra se haban desvanecido. El altmetro de su mueca empez a sonar con fuerza. De nuevo desplaz el peso del cuerpo y se dio la vuelta. Mir hacia abajo, hacia el montono paisaje marrn del sur de California y el perfil de lejanas montaas. A medida que se aproximaba a tierra distingui zonas de casas, coches y la amarillenta neblina de contaminacin que flotaba sobre la autopista. Gabriel habra deseado caer eternamente, pero una voz en su cerebro le orden tirar de la anilla de apertura. Mir hacia el cielo, intentando recordar exactamente el aspecto que tena; pero entonces el paracadas floreci sobre su cabeza.

Gabriel viva en una casa de la zona oeste de Los ngeles que se hallaba a escasos metros de la autopista de San Diego. Por las noches, un blanco ro de luces corra hacia el norte a travs de Sepulveda Pass mientras un ro paralelo de luces rojas se diriga hacia el sur, a las ciudades de la playa y Mxico. Despus de que el casero de Gabriel, el seor Varosian, encontr a diecisiete adultos y cinco nios viviendo en su casa y pidi su deportacin a El Salvador, puso un anuncio solicitando un nico inquilino, sin excepciones. Dio por sentado que Gabriel estaba involucrado en alguna actividad ilegal un club de after hours o la venta de recambios robados, pero no le import porque tena sus propias reglas: Nada de pistolas. Nada de drogas. Nada de gatos. A los odos de Gabriel llegaba el constante rugido del trfico de coches, camiones y autobuses que se dirigan al sur. Todas las maanas sola caminar hasta la verja que rodeaba la parte de atrs de la propiedad para ver qu le haba dejado la autopista. La gente no dejaba de tirar cosas por las ventanillas de sus coches: envoltorios de comida rpida, diarios, una mueca Barbie con el pelo teido, telfonos mviles, un trozo de queso de cabra al que faltaba un bocado, condones usados, herramientas de jardinera y una urna de cremacin llena de cenizas y dientes ennegrecidos. 27

El cobertizo independiente que serva de garaje estaba cubierto de pintadas y el csped lleno de malas hierbas. A pesar de todo, Gabriel nunca tocaba el exterior de la casa. Se trataba de un disfraz, igual que los harapos de los prncipes perdidos. El verano anterior haba comprado una pegatina de una secta religiosa para el parachoques que pona: Estaremos condenados para siempre de no ser por la sangre de Nuestro Seor. Gabriel haba recortado todo salvo condenados para siempre y pegado el rtulo en la puerta principal. Cuando los agentes inmobiliarios y los vendedores a domicilio empezaron a evitar la casa, tuvo la impresin de haber logrado una pequea victoria. El interior de la vivienda estaba limpio y resultaba agradable. Todas las maanas, cuando el sol alcanzaba determinada altura, las habitaciones se llenaban con sus rayos. Su madre deca que las plantas limpiaban el aire y proporcionaban pensamientos positivos, de manera que Gabriel tena una treintena de plantas por toda la casa, colgando del techo o en macetas por el suelo. Dorma en un futn en uno de los dormitorios y mantena todas sus pertenencias en unas bolsas de viaje de lona. Su casco de kendo y su armadura se hallaban en un soporte especial al lado de la estantera donde estaba su espada shinai de bamb y la japonesa tradicional que haba heredado de su padre. Si por la noche se despertaba y abra los ojos tena la impresin de que all haba un guerrero samuri velando su sueo. El segundo dormitorio estaba vaco salvo por varios cientos de libros apilados junto a la pared. En lugar de apuntarse a una biblioteca y buscar un libro concreto, Gabriel lea cualquier ejemplar que se cruzara en su camino. Varios de sus clientes solan regalarle los libros que ya haban ledo, y l se llevaba los que encontraba tirados en las salas de espera o en la cuneta de la autopista. Los haba de gran tirada y tapas blandas, informes tcnicos sobre aleaciones y tres novelas de Dickens con manchas de humedad. Gabriel no perteneca a ningn club ni a partido poltico. Su principal creencia consista en vivir fuera de la Red. En el diccionario, Red es un entramado de lneas verticales y horizontales que se usa para situar en el espacio cierto objeto o lugar. Si uno observa la civilizacin de cierto modo, se dira que cualquier empresa comercial o programa gubernamental forma parte de una inmensa Red. Las diferentes lneas y retculas podan localizar y definir la ubicacin de uno, podan averiguarlo todo de uno. La Red estaba formada por lneas rectas en una llanura. Sin embargo, an resultaba posible tener vida secreta. Uno poda trabajar en la economa sumergida o moverse con la rapidez suficiente para que las lneas no llegaran nunca a localizar su posicin. Gabriel no tena cuenta bancaria ni tarjeta de crdito. Usaba su nombre verdadero, pero el apellido que figuraba en su permiso de conducir era falso. A pesar de que llevaba dos mviles, uno para asuntos personales y el otro por trabajo, ambos estaban registrados a nombre de la empresa inmobiliaria de su hermano. La nica conexin de Gabriel con la Red se hallaba en el escritorio de su sala de estar. Unos aos antes, Michael le haba regalado un ordenador que haba conectado a internet a travs de una lnea ADSL. Navegar por la red permita a Gabriel bajarse msica trance de Alemania, hipnticos bucles de sonido producidos por una serie de DJ pertenecientes a un misterioso grupo llamado Die Neunen Primitiven. La msica lo ayudaba a dormir cuando regresaba a casa por las noches. Mientras cerraba los ojos oy a una joven mujer cantar: Lotus eaters lost in New Babylon. Lonely Pilgrim, find your way home.

Prisionero de su sueo, cay por la oscuridad atravesando nubes, nieve y lluvia. Dio contra el tejado de una casa, pas a travs de las tablas de cedro, la tela asfltica, y las vigas de madera. Y en esos momentos volva a ser un cro, de pie en el pasillo del 28

segundo piso de la granja de Dakota del Sur. Y la casa estaba en llamas. La cama de sus padres, la cmoda y la mecedora de su habitacin humeaban, se chamuscaban y ardan. Sal se dijo. Encuentra a Michael. Ocltate. Pero el nio que era, la pequea figura que caminaba por el pasillo, no pareca or sus advertencias de adulto. Algo estall detrs de una pared y se produjo un sonido sordo y martilleante. Entonces, el fuego subi rugiendo por la escalera, enroscndose por la barandilla y el pasamanos. Aterrorizado, Gabriel se qued en el pasillo mientras las llamas se arrojaban sobre l en una ola de ardiente dolor.

El mvil que descansaba al lado del futn empez a sonar. Gabriel levant la cabeza de la almohada. Eran las seis de la maana, y la luz del sol se abra paso a travs de un resquicio en las cortinas. No hay ningn incendio se dijo. Slo otro da. Cogi el telfono y escuch la voz de su hermano. La voz de Michael sonaba preocupada, pero eso era algo normal. Desde la infancia haba desempeado el papel de responsable hermano mayor. Cada vez que tena noticia de un accidente de moto por la radio, Michael lo llamaba para comprobar que se encontraba bien. Dnde ests? pregunt Michael. En casa. En la cama. Ayer te telefone cinco veces. Por qu no contestaste a mis llamadas? Era domingo. No me apeteca hablar con nadie. Dej los mviles en casa y me fui con la moto a Hemet para saltar. Haz lo que te d la gana, Gabe, pero dime adnde vas. Empiezo a preocuparme cuando no s dnde te encuentras. De acuerdo. Intentar recordarlo. Gabriel rod de costado y vio sus botas de puntera metlica y el conjunto de cuero tirados en el suelo. Qu tal tu fin de semana? Como siempre. Pagu unas cuantas facturas y jugu al golf con un par de promotores inmobiliarios. Has visto a mam? S. El sbado me pas por la residencia. Va todo bien en ese nuevo sitio? Est cmodamente instalada. Ha de ser algo ms que cmoda. Dos aos antes, su madre haba sido hospitalizada para una operacin de vejiga de rutina, y los mdicos le haban descubierto un tumor maligno en la pared abdominal. A pesar de que se haba sometido a quimioterapia, el cncer haba hecho metstasis y se le haba extendido por todo el cuerpo. En esos momentos viva en una casa de reposo de Tarzana, un barrio de las afueras en el valle de San Fernando. Los hermanos Corrigan se haban repartido las responsabilidades del tratamiento de su madre. Gabriel la iba a ver da s y da no y hablaba con los empleados del centro. Su hermano mayor pasaba una vez por semana y lo pagaba todo. Michael siempre sospechaba de los mdicos y enfermeras, y si apreciaba falta de diligencia haca que trasladaran a su madre a otro establecimiento. No quiere marcharse de ese sitio, Michael. Nadie est hablando de marcharse. Slo quiero que los mdicos hagan su trabajo. Ahora que ha dejado la quimioterapia, los mdicos ya no son tan importantes. Son las enfermeras y las auxiliares las que cuidan de ella. Si hay el ms mnimo problema, hzmelo saber de inmediato. Y cudate. Vas a trabajar hoy? S. Eso creo. Ese incendio de Malib est empeorando, y ahora hay otro en el este, cerca del 29

lago Arrowhead. Todos los pirmanos parecen haber salido con la caja de cerillas en ristre. Debe de ser cosa del tiempo. He soado con fuego dijo Gabriel. Estbamos de vuelta en nuestra casa de Dakota del Sur. Se estaba incendiando, y yo no poda salir. Tienes que dejar de pensar en eso, Gabe. Es una prdida de tiempo. No te interesa saber quin nos atac? Mam nos dio una docena de explicaciones. Escoge la que prefieras y sigue adelante con tu vida. Un segundo telfono empez a sonar en el apartamento de Michael. Deja tu mvil encendido dijo. Hablaremos por la tarde.

Gabriel se duch, se puso unos pantalones de deporte, una camiseta y fue a la cocina. Meti leche, yogur y un pltano en el trmix. Mientras daba sorbos al batido fue rociando las plantas colgantes; luego, volvi al dormitorio y empez a vestirse. Cuando estaba desnudo se le podan ver las cicatrices del ltimo accidente de moto: unas plidas lneas en la pierna y el brazo izquierdos. Su rizado cabello castao y tersa piel le daban un aspecto juvenil, pero eso cambi cuando se puso los vaqueros, una camiseta de manga larga y se calz las pesadas botas de motorista. Las botas se vean rozadas y araadas por su agresiva manera de inclinarse en las curvas. Su cazadora de cuero tambin estaba gastada, y unas manchas de aceite de motor oscurecan los puos y las mangas. Los dos mviles de Gabriel estaban conectados al sistema de auriculares con micrfono incorporado. Las llamadas de trabajo le llegaban por el odo izquierdo; las personales, por el derecho. Mientras iba en moto poda activar cualquiera de los dos mviles apretando un bolsillo exterior con la mano. Sali al jardn sosteniendo uno de sus cascos de motorista. Era octubre en el sur de California, y el clido viento de Santa Ana soplaba desde los valles del norte. El cielo por encima de su cabeza se vea despejado, pero cuando Gabriel mir hacia el noroeste vio la negra nube de humo del incendio de Malib. En el aire se respiraba una sensacin de inquietud, ola a cerrado, como si toda la ciudad se hubiera convertido en una habitacin sin ventanas. Gabriel abri la puerta del garaje e inspeccion sus tres motocicletas. Habitualmente coga la Yamaha RD-400 si tena que aparcar en un barrio desconocido. Era la ms pequea de sus motos, temperamental y baqueteada. Slo al ladrn de motos ms despistado se le ocurrira robar semejante pedazo de chatarra. Tambin posea una moto Guzzi V-II, una potente mquina italiana con transmisin cardn y un musculoso motor. sa era la que utilizaba los fines de semana en sus excursiones al desierto. Pero esa maana decidi coger la Honda 600, una deportiva de tamao medio que fcilmente superaba los ciento sesenta kilmetros por hora. La subi al caballete, roci la cadena con un spray lubricante y dej que los aceites penetraran entre los rodillos y eslabones. Las Honda tenan problemas con la transmisin secundaria, as que cogi un destornillador y una llave inglesa del banco de trabajo y los meti en su bolsa de mensajero. Se relaj nada ms subirse al vehculo y poner el motor en marcha. La moto siempre haca que sintiera que poda salir de casa y abandonar la ciudad para siempre, montar hasta desaparecer en la oscura bruma del horizonte.

Sin un destino concreto, gir por Santa Monica Boulevard y se dirigi al oeste en direccin a la playa. El trfico de la maana se hallaba en su apogeo. Mujeres que beban de jarras metlicas conducan sus Range Rover camino del trabajo mientras guardias escolares con chalecos de seguridad esperaban en los cruces. Cuando el semforo se puso 30

rojo, Gabriel meti la mano en el bolsillo exterior y conect el mvil del trabajo. Trabajaba para dos empresas de mensajera, Sir Speedy y su competidor, Blue Sky Messengers. Sir Speedy era propiedad de Artie Dressler, un ex abogado de ciento noventa kilos que raramente sala de su casa del distrito de Silver Lake. Artie estaba suscrito a varias pginas X de internet y atenda las llamadas telefnicas mientras vea cmo desnudas colegialas se pintaban las uas de los pies. Odiaba la competencia, Blue Sky Messengers, y a su propietaria, Laura Thompson. Laura haba trabajado como montadora de pelculas y en esos momentos viva en una casa cpula en Topanga Canyon. Crea en un colon limpio y en la comida de color naranja. El telfono son cuando el semforo se pona verde, y Gabriel escuch el spero acento de Nueva Jersey de Artie a travs del auricular. Gabe, soy yo! Por qu has desconectado el telfono? Lo siento, me olvid. Estoy mirando un show en directo en el ordenador. Son dos tas duchndose juntas. La cosa ha empezado bien, pero ahora el vapor lo est desenfocando todo. Suena interesante. Tengo una recogida para ti en Santa Monica Canyon. Eso est cerca del incendio? No. Bastante lejos. No tiene problema, pero se ha desatado otro incendio en Simi Valley, y se est totalmente descontrolado. Los semimanillares de la moto eran cortos, y el asiento y los reposapis estaban inclinados, de modo que Gabriel siempre iba echado hacia delante. Notaba las vibraciones del motor y oa el silbido de los engranajes al cambiar de marcha. Cuando circulaba deprisa notaba que la mquina se converta en parte de l, en una prolongacin de su cuerpo. A veces, los extremos de los manillares