El Viejo Puente de Fierro

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ARQUITECTURA > PUENTE BALTA En la década de 1850, Lima aún mantenía un aspecto pueblerino, que distaba mucho del de la capital de una república. Además, era objeto de comentarios por parte de autoridades y diarios nacionales sobre el estado de abandono en que se encontraba. Tal como nos lo dice El Peruano de 1853: “Aumentada la población de Lima, el único puente que ahora existe no basta para mantener la comunicación entre los dos lados de la ciudad. Se ha resuelto, pues, hacer otros dos: el uno frente al convento de Santa Rosa, y el otro frente a la Alameda del Acho”. H acia 1870 se inicia la destruc- ción de las murallas de Lima, efectuadas por Henry Meiggs. Gobernaba por entonces José Balta y Lima se expandía de- bido al apogeo económico como consecuencia de la prosperidad ocasionada por la venta del guano y del salitre, apogeo iniciado durante el segundo gobierno de Castilla (1855-1862), el cual logro encauzar al Perú hacia el progreso. Debido a esto, Lima cambió su fisonomía y aparecieron diversas obras públicas que embe- llecieron la ciudad, convirtiéndose en una urbe digna y con todos los adelantos de la ciencia y POR ANTONIO COELLO RODRÍGUEZ [email protected] Dos de Mayo (1875), así como la construcción de un nuevo puente para Lima, el cual sería el Puente de Fierro o Balta (1869). Con este nuevo puente, Lima se comunica- ría en forma más fluida con su parte norte (el Rímac), la cual a su vez era la salida hacia los departamentos norteños. Sin embargo, Lima y el Rímac estaban a merced de las crecidas del río, el cual durante el verano podía inundar las márgenes ribereñas, así como destruir o alterar el viejo Puente de Piedra. El Rímac no estaba canalizado y en la zona actual de la Plaza de Toros solo estaba el mismo coso, junto al recientemente inaugurado monumento a Cristóbal Colón (Regal, 1967 y Majluf, 1994) y, hacia un costado del mismo, había una ex- tensa alameda, la de Acho, lugar acogedor y bucólico en donde acudía la población limeña para realizar sus paseos habituales. Asimismo se hallaban los baños de Piedra Liza, así como el antiguo camino hacia Lurigancho. Ante esta carencia, las autoridades plantean construir un segundo puente y, para tal fin, comienzan los debates y propuestas sobre la ubicación exacta y el tipo de puente que debería construirse. Así, aparecen variadas opiniones; por ejemplo en el diario El Progreso, 1867, se llama la atención sobre el caos que imperaba en la zona del futuro puente, en la cual pululaban garitos ambulantes, durante las tardes de toros en la Alameda de Acho: “Una multitud de gente de baja extracción se entrega a diversos juegos y entre ellos al de envite”. En otra nota periodís- tica de 1867 se dice que “el puente se ha hecho un lugar de recreo”. Todas estas referencias nos indican que reinaba el desorden y caos en “AL LLEGAR LA FECHA ESPECIAL, EL 18 DE MARZO DE 1869, UNA GRAN COMITIVA FORMADA POR EL PRESIDENTE JOSÉ BALTA ACOMPAÑADO POR SUS MINISTROS, EL PREFECTO DEL DEPARTAMENTO, ALGUNOS CÓNSULES EXTRANJEROS ASÍ COMO MIEMBROS DE LA SOCIEDAD LIMEÑA Y CIENTOS DE CURIOSOS SE DIERON CITA EN LAS INMEDIACIONES DEL NUEVO PUENTE”. tecnología que para aquel entonces existían. Con estas nuevas edificaciones e intervenciones en calles y plazas, el ordenamiento del espacio urbano expresaba el afianzamiento del Estado en la era del guano (Majluf, 2004). Como resultado de esta vorágine urbanísti- ca, Lima empezó a mostrar nuevas edificacio- nes como el Mercado Central de Lima (1852), el Matadero General (1855), el Hospicio de Amentes (1859), la Penitenciaria (1860), el Palacio de la Exposición (1872) y el Hospital 48 > SIETE-DEL 6 AL 12 DE MAYO DEL 6 AL 12 DE MAYO - SIETE < 49

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Articulo de Antonio Coello publcado en el Semanario Siete del 6 de Mayo de 2012.

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ARQUITECTURA > PUENTE BALTA

En la década de 1850, Lima aún mantenía un aspecto

pueblerino, que distaba mucho del de la capital de

una república. Además, era objeto de comentarios

por parte de autoridades y diarios nacionales sobre

el estado de abandono en que se encontraba. Tal

como nos lo dice El Peruano de 1853: “Aumentada la

población de Lima, el único puente que ahora existe

no basta para mantener la comunicación entre los

dos lados de la ciudad. Se ha resuelto, pues, hacer

otros dos: el uno frente al convento de Santa Rosa,

y el otro frente a la Alameda del Acho”. Hacia 1870 se inicia la destruc-ción de las murallas de Lima, efectuadas por Henry Meiggs. Gobernaba por entonces José Balta y Lima se expandía de-

bido al apogeo económico como consecuencia de la prosperidad ocasionada por la venta del guano y del salitre, apogeo iniciado durante el segundo gobierno de Castilla (1855-1862), el cual logro encauzar al Perú hacia el progreso. Debido a esto, Lima cambió su fisonomía y aparecieron diversas obras públicas que embe-llecieron la ciudad, convirtiéndose en una urbe digna y con todos los adelantos de la ciencia y

POR ANTONIO COELLO RODRÍGUEZ

[email protected]

Dos de Mayo (1875), así como la construcción de un nuevo puente para Lima, el cual sería el Puente de Fierro o Balta (1869).

Con este nuevo puente, Lima se comunica-ría en forma más fluida con su parte norte (el Rímac), la cual a su vez era la salida hacia los departamentos norteños. Sin embargo, Lima y el Rímac estaban a merced de las crecidas del río, el cual durante el verano podía inundar las márgenes ribereñas, así como destruir o alterar el viejo Puente de Piedra. El Rímac no estaba canalizado y en la zona actual de la Plaza de Toros solo estaba el mismo coso, junto al recientemente inaugurado monumento a Cristóbal Colón (Regal, 1967 y Majluf, 1994) y, hacia un costado del mismo, había una ex-tensa alameda, la de Acho, lugar acogedor y bucólico en donde acudía la población limeña para realizar sus paseos habituales. Asimismo se hallaban los baños de Piedra Liza, así como el antiguo camino hacia Lurigancho.

Ante esta carencia, las autoridades plantean construir un segundo puente y, para tal fin, comienzan los debates y propuestas sobre la ubicación exacta y el tipo de puente que debería construirse. Así, aparecen variadas opiniones; por ejemplo en el diario El Progreso, 1867, se llama la atención sobre el caos que imperaba en la zona del futuro puente, en la cual pululaban garitos ambulantes, durante las tardes de toros en la Alameda de Acho: “Una multitud de gente de baja extracción se entrega a diversos juegos y entre ellos al de envite”. En otra nota periodís-tica de 1867 se dice que “el puente se ha hecho un lugar de recreo”. Todas estas referencias nos indican que reinaba el desorden y caos en

“AL LLEGAR LA FECHA ESPECIAL, EL 18 DE MARZO DE 1869, UNA GRAN COMITIVA FORMADA POR EL PRESIDENTE JOSÉ BALTA ACOMPAÑADO POR SUS MINISTROS, EL PREFECTO DEL DEPARTAMENTO, ALGUNOS CÓNSULES EXTRANJEROS ASÍ COMO MIEMBROS DE LA SOCIEDAD LIMEÑA Y CIENTOS DE CURIOSOS SE DIERON CITA EN LAS INMEDIACIONES DEL NUEVO PUENTE”.

tecnología que para aquel entonces existían. Con estas nuevas edificaciones e intervenciones en calles y plazas, el ordenamiento del espacio urbano expresaba el afianzamiento del Estado en la era del guano (Majluf, 2004).

Como resultado de esta vorágine urbanísti-ca, Lima empezó a mostrar nuevas edificacio-nes como el Mercado Central de Lima (1852), el Matadero General (1855), el Hospicio de Amentes (1859), la Penitenciaria (1860), el Palacio de la Exposición (1872) y el Hospital

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la zona donde se levantaría un nuevo puente.

DESAFÍOS CITADINOSEl gobierno, en 1869, convo-có a concurso público para la construcción de un nuevo puente. En dicha licitación se presentaron las propuestas de los señores Guinassi, Brown, Gonzales, Wende, Marrou, Weelock, Lecca y, por último, la de Armero.

El Estado peruano nombró a los ingenieros Nistrom y Bac-kus como sus representantes y peritos encargados de escoger el proyecto ganador, de todas las propuestas presentadas, se escogió como finalistas a las de los señores Weelock y Armero y, posteriormente, luego de un discutido debate, dieron como gana-dor a la presentada por Armero.

Un problema, al construirse este nuevo puen-te, era que el Rímac no estaba canalizado, lo que traía como consecuencia que el río inundara amplias zonas que servían como campos agrí-colas o que más bien eran zonas pantanosas,

que servían más como lugares de inmundicias y botaderos informales. Para solucionar este problema se canalizaría el Rímac, para lo cual partien-do desde el Puente de Piedra y siguiendo por su margen iz-quierda, se dirigiría en línea recta hasta la zona conocida como Martinete. Para esta canalización se construyó un gran muro con albañilería de cal y canto.

El Municipio logró así que con este muro desaparecerían los basurales o focos de infec-ción que existían en las orillas del Rímac. Mientras que, para la canalización de la mar-gen derecha, se construiría

igualmente otro muro de contención. Luego de esto se realizó un reconocimiento de terreno, en la parte comprendida entre el punto llamado de Piedra Liza y el Puente de Lima, (actual Puente Piedra o Puente Trujillo) con el objetivo de esta-blecer el lugar ideal para el futuro puente, para lo cual se escogió finalmente el sitio frente a la Plaza de Acho, conocido como “la barranca”.

La Barranca, era la zona más angosta de Lima; comunicaría la parte este de la ciudad con el óvalo y la Alameda de Acho. A su vez, la zona comprendida entre Acho y Martinete era considerada como un muladar; al canalizarse el Rímac, esta zona dejaría de ser un lugar inmundo.

INAUGURACIÓN DEL NUEVO PUENTE Luego de todos estos acalorados debates, ca-nalizado el río y ordenado el caos, se dio inicio a la construcción de dicho puente. Esta nueva obra llamó la atención limeña, la cual con edito-riales publicados en diversos diarios alababan el progreso manifestado en un nuevo puente.

Al llegar la fecha especial, el 18 de marzo de 1869, una gran comitiva formada por el presidente José Balta acompañado por sus mi-nistros, el prefecto del departamento, algunos cónsules extranjeros así como miembros de la sociedad limeña y cientos de curiosos se dieron cita en las inmediaciones del nuevo puente.

Luego de inaugurado, se realizó un desfile con peroratas ministeriales para finalizar en un gran convite que se desarrolló en el recreo Tívoli, ubicado en los baños de Piedra Liza, al que acudió la crema y nata limeña a celebrar por tan magna obra.

ARQUITECTURA > PUENTE BALTA

“UN PROBLEMA, AL CONSTRUIRSE ESTE NUEVO PUENTE, ERA QUE EL RÍMAC NO ESTABA CANALIZADO, LO QUE TRAÍA COMO CONSECUENCIA QUE EL RÍO INUNDARA AMPLIAS ZONAS QUE SERVÍAN COMO CAMPOS AGRÍCOLAS O QUE MÁS BIEN ERAN ZONAS PANTANOSAS, QUE SERVÍAN MÁS COMO LUGARES DE INMUNDICIAS Y BOTADEROS INFORMALES”.

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OPINIÓN

Hay un debate sobre las corridas de toros que se ha expresado en diveros medios.El reciente libro de Mario Vargas LLosa La civilizacion del espectáculo, nos da una orientacion ade-cuada. El autor universal se refiere a la cultura que agoniza. Nos alerta sobre la industria del entretenimiento, que quiere ser comorecializada como cultura. Ahí triunfa lo artificial y falso, y se trastocan los valores, para dar cabida a lo impactante, repulsivo, chocante,

que se vende hoy a un público inculto, masivo, con buenas ganancias. Coincido plenamente con estas nuevas ideas fundamentales de Vargas Llosa, que en algún momento de su vida defiende las corridas. Estas orientaciones sobre valores y principios también las resumí en mi novela Encuentro en el Paraíso, publicada en Europa el año pasado. En ella señalo, como un ejemplo de la decadencia, la barbarie y la huachafería, que un sector minoritario en el Perú adopta extrañas costumbres coloniales: las corridas de toros.

Recientemente también publiqué en ese sentido un artículo en El Comercio que titulé “La barbarie jamás será cultura”. Curiosamente han aparecido intelectuales locales que, con apasionamiento, de-fienden este espectáculo folclórico cayendo en la sospecha de que aspiran a darle categoría de cultural para satisfacer un tema de impuestos. Incluso hay quien, pretendiendo dar respuesta a mis argumentos, titula un artículo “La fiesta más culta del mundo”, frase que le atribuye a un autor extranjero. Si atende-mos la exótica argumentacion, tendríamos que admitir que el 99 por ciento de la poblacion que no va a corridas de toros o 195 países del mundo donde no hay corridas, son menos cultos que los pocos que les gusta el espectáculo.

Que exista alguna pintura inspirada en los toros (salvo que se interprete que La Monalisa está son-riendo de gozo al epectar una Corrida), o que algunos autores escriban sobre las corridas tampoco significa que la matanza de toros sea cultura. La literatura se ocupa también de dictadores, sátrapas, y sus crimenes, sin que eso pueda interpretarse que ellos son cultura.

En el Perú, los que apoyan las corridas repiten el argumento de que el Tribunal Constitucional relaciona las corridas de toros con lo cultural. Si lo que es cultura, o no, se debe a una imposicion autoritaria, entonces deformaríamos el concepto mismo de cultura. Ademas, todos los intelectuales tendríamos que acudir a los tribunales para que nos sentencien nuestras obras. (Amén de que la jurisprudencia y las sentencias o opiniones de nuestros tribunales no gozan precisamente de halagos en la opinión pública como tampoco en las Cortes internacionales).

Las corridas de toros son, para una mayoría, un espectáculo decadente , y por ello además están decayendo. Eso se puede constatar en que en las ciudades perua-nas más cercanas al acceso a la cultura universal, como Lima, Arequipa, Trujillo, Chiclayo, etc., se disminuyeron notablemente los recintos en que se presentaba dicho espectáculo.

Creo que el Peru avanza hacia la modernidad y rechaza todas las formas de violencia. No es necesario, entonces la prohibicion de las corridas. Más que prohibir, se tiene que educar, para que no se confunda folclore con cultura. Es hoy inadmisible e innecesario el maltrato a un animal, y no creo que eso jamás se pueda llamar cultura. Ese criterio prevalece en la mayoría de países del mundo, incluso en los que hay corridas sin sacrificar el animal. Pero parece que hay un negocio detrás de la eliminacion del toro para favorecer su reposicion y crianza, por lo que aparecen “lobbistas” que están a favor de engrandecer ese negocio, sin impuestos

Incluso en África, si se mata a un elefante, se paga una multa, o se le cobra al cazador una suma equivalente a un automóvil de lujo. Acá los que trafican con el sacrificio, por gusto, de los animales, evanden impuestos con el absurdo pretexto de que es cultura.

Hay rezagos primitivos que contradicen precisamente la cultura. Como fueron los sacrificios de personas y animales. Actos brutales de los menos capaces de resolver las cosas con inteligencia y poco cultos. En todo caso, ¿puede explicarme alguien de qué modo se culturiza un hombre mirando cómo se maltrata a un animal?

Las corridas de toros son, para una mayoría, un espectáculo decadente, y por ello además están decayendo. Eso se puede constatar en que en las ciudades peruanas más cercanas al acceso a la cultura universal como Lima, Arequipa,Trujillo, Chiclayo, etc., se disminuyeron notablemente los recintos en que se presentaba dicho espectáculo”.

COR RIDA DE TOROSLA FALTA DE CULTURA ENALGUNOS ESPECTÁCULOS

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POR ERNESTO PINTO BAZURCO RITTLER Embajador