Electra, Sofocles - Poetica, Aristoteles
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MARIA LARRAMENDI ELEXGARAY
ANÁLISIS DE “ELECTRA” DE SÓFLOCLES DESDE LA PERSPECTIVA DE LA
“POÉTICA” DE ARISTÓTELES
La tragedia es según Aristóteles explicita en “Poética”, la imitación de una acción forzada y
completa, de cierta amplitud, en lenguaje sazonado, separada cada una de las especies en las
distintas partes, actuando los personajes y no mediante relato, y que mediante compasión y
temor lleva a cabo la purgación de las afecciones. Partiendo de esta definición y pasando por
varias características que Aristóteles atribuye a la tragedia, elegiré las relacionadas con la
estructuración de los hechos y la caracterización de los personajes en vistas a cumplir mi
intención de analizar la “Electra” de Sófocles, obra cuyo eje se considera la venganza y el
honor, según los criterios aristotélicos.
La tragedia nos cuenta que Electra, quien da nombre a esta tragedia, es hija de Clitemnestra y
Agamenón. Este, al regreso de la guerra de Troya es asesinado por su esposa con la
colaboración de su amante Egisto, por haber sacrificado a la hija de ambos, Ifigenia. Desde
entonces, Electra y su hermana Crisótemis viven con Clitemnestra y su amante Egisto, en
calidad de sirvientas, una vida sin disfrute alguno, que mientras Crisótemis afronta sin mayor
pena en palacio, a Electra le amarga la existencia, relegada a la tristeza constante.
Orestes, el tercero de los hijos de Clitemnestra y el difunto Agamenón, tras años fuera
de Micenas, el pueblo natal, vuelve acompañado del Ayo, para cumplir la venganza contra su
madre que hace tiempo prometió a Electra y que esta, en su desdichada vida, tanto espera.
Para llevar a cabo su plan, es preciso el engaño a Clitemnestra, por lo que el Ayo aparece en
palacio mientras Clitemnestra y Electra discuten como hacen habitualmente, y les da la noticia
de que Orestes ha muerto en una carrera de carros, trayendo consigo incluso, la urna que
contiene sus cenizas. Esta noticia alegra notablemente a la madre, ya que estaba al tanto de la
venganza que Orestes pretendía cumplir sobre ella.
Clitemnestra, pues, se siente liberada, sin amenazas compartiendo palacio con su
amante Egisto. Electra sin embargo, se siente desolada, pues con la muerte de Orestes,
comprende que la venganza que su hermano prometió por la honra de su padre, nunca se
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llevará a cabo. Por un momento, parece que la alegría tiene una pequeña cabida en escena,
cuando la hermana Crisótemis, quien había ido a la tumba de Agamenón a dejar una ofrenda,
afirma haber visto un rizo del cabello de Orestes en esta. Electra, sin embargo, lo desmiente
rápidamente, dando crédito al anciano (Ayo) aparecido en palacio que anunciaba la muerte de
Orestes. La desdicha de Electra se mantiene. Es en este momento, cuando el propio Orestes
hace su aparición en palacio bajo aspecto de forastero. Mientras Electra porta en sus manos la
urna con las supuestas cenizas de Orestes, este le confiesa que el forastero es en realidad su
hermano, a quien creía muerto, y que lo sucedido formaba parte de una artimaña cuyo objeto
era engañar a Clitemnestra, para poder darles muerte a ella y a su amante Egisto y cumplir la
honra prometida. Así, la felicidad de Clitemnestra por la supuesta muerte de Orestes queda
truncada y convertida en máximo dolor, por la muerte, que comprende, va a recibir por parte
de su propio hijo. Más tarde, Egisto, llegado eufórico por la noticia de la muerte de Orestes, se
topa en palacio con la cruda realidad: Orestes está en realidad vivo y se dispone a acabar
también con él.
Adentrándonos en el análisis de la estructuración de los hechos, Aristóteles nos habla de que
la tragedia debe constar de tres partes: principio, medio y fin, siendo en estas dos últimas
donde el nudo y el desenlace de la trama acontecen. Deberíamos considerar el principio el
momento primero en el que Orestes y el Ayo son presentados al espectador hablando sobre la
venganza que deben pertrechar contra Clitemnestra y Egisto, y dándonos a conocer la trampa
que han planeado para engañar a ambos. En esta primera parte también, conocemos a los
demás personajes, directamente o por las palabras de otros. Son Electra, su hermana
Crisótemis, Clitemnestra y Egisto. Se exponen la posición y carácter de cada uno: vemos a
Electra sufridora y vengativa; Crisótemis ajena a la tragedia familiar, acomodada en palacio sin
pena ni gloria; Clitemnestra y Egisto justifican sus hechos desde el principio, sin
remordimientos por su crimen, en constante discusión con Electra.
La del medio es, como se ha mencionado, la parte en la que el nudo se lleva a cabo.
Orestes pone en práctica el plan que en el principio nos ha mostrado: hace saber en palacio
que ha muerto, portando el mensajero sus cenizas como prueba. Este hecho es el decisivo,
pues desencadena las opuestas reacciones de Clitemnestra y Electra, compartiendo ambas un
mismo eje: la venganza. Clitemnestra goza de alegría por verse liberada de esta y Electra cae
en desgracia por no poder producirse. La mención de Crisótemis de que ha visto el cabello de
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Orestes en la tumba paterna añade confusión a la situación, y a la vez anticipa lo que en el
desenlace acontecerá.
El comienzo de este ocurre poco después, con la aparición del propio Orestes en
palacio. El encuentro entre los hermanos supone un punto álgido en la trama, en la que al
comprobar la desesperación de Electra, Orestes le confiesa su verdadera identidad hasta ese
momento oculta tras una apariencia desconocida. A partir de aquí se intercambiarán los
estados de ánimo de Electra y su madre: la primera, al ver que la honra se restituye mediante
la venganza, alcanza su objetivo y puede decirse feliz, la madre en cambio, viendo cerca la
muerte en manos de su hijo, desespera hasta que es asesinada, igual que a Egisto, que matan
poco después.
Aristóteles hace también especial hincapié en que la tragedia debe ser verosímil. Tal y como
asevera, este, es desde luego el caso de la tragedia de “Electra” pues, estando basada en la
mitología griega que Aristóteles considera verdadera, se concluye que siendo lo que ya ha
sucedido claramente posible, resulta totalmente convincente. Menciona también que las
fábulas tradicionales no deben ser alteradas, y podemos afirmar que así es como Sófocles
obra. Y es que en la mitología griega, la historia de Electra es a grandes rasgos la que el autor
nos traslada. Si bien es cierto que hace ciertas concisiones como por ejemplo la del momento
en que Electra y Orestes se encuentran, el cual la mitología ubica en la tumba de Agamenón,
debemos asumirlas en favor de la producción de temor y compasión en el espectador,
emociones que, Aristóteles considera, son las que una buena tragedia debe producir con el fin
de seducir el alma.
Dos de los recursos que el filósofo destaca con énfasis para lograr dicho fin son las
peripecias y agniciones. La primera describe el cambio de la acción en sentido contrario según
se ha indicado de forma verosímil hasta el momento. La segunda es un cambio desde la
ignorancia al conocimiento de los implicados en las acciones, que están destinados a la dicha o
al infortunio. Destaca también el lance patético, que consiste en una acción dolorosa en
escena, como una muerte por ejemplo. Analicemos estas características en “Electra”:
Podemos ver la peripecia en los acontecimientos llevados a cabo por Electra y
Clitemnestra (junto con Egisto) siendo Orestes el punto de inflexión. Pues Orestes siempre es
consciente de todo lo que ocurre, es decir, el sabe que hay un engaño de por medio, por lo
que para él los acontecimientos no cambian bruscamente. Sin embargo, Electra vive la
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peripecia en su piel dos veces, cuando, mientras ella guarda la esperanza de que su hermano
Orestes vuelva y cumpla la venganza se entera de que este ha muerto, cambiando el curso y
propósito de su vida por completo, y además cuando Orestes le confiesa que no ha muerto y
que es él quien se encuentra frente a ella dispuesto a asesinar a Clitemnestra. En esta ocasión
el curso de los acontecimientos también cambian por completo, esta vez a favor de Electra,
quien lo celebra efusivamente. Para Clitemnestra los puntos en que la peripecia se da son los
mismos, pero, el resultado de estos es el contrario que para Electra: mientras Clitemnestra
vive bajo la amenaza de muerte de su hijo, la noticia de que este ha perecido, cambia el curso
de su vida favorablemente, sin embargo, cuando, como Electra, descubre que Orestes no ha
muerto en realidad, la desdicha cae sobre ella con la visión de la muerte cercana en manos de
su hijo (así también la de Egisto).
En cuanto a la agnición, tanto para Clitemnestra como para Electra esta ocurre en el
mismo momento y de la mano de Orestes en lo que representa el punto álgido de la tragedia,
la que da comienzo al desenlace. Orestes vuelve a palacio y confiesa a Electra su verdadera
identidad tras lo cual se dirige hacia Clitemnestra para hacer lo mismo y llevar a cabo su
venganza. Las dos, madre e hija pasan de la ignorancia al conocimiento por parte de Orestes,
siendo la consecuencia de esto la dicha de Electra y el infortunio de Clitemnestra (y Egisto).
Aristóteles especifica que en cuanto a la agnición se refiere, puede ser producida por varias
situaciones o razones: la que se produce por señales (la menos artística de todas, por cierto), la
fabricada por el poeta, la producida por el recuerdo, la que procede de un silogismo, la basada
en un paralogismo de los espectadores y, por último, la más digna de todas, la que resulta de
los hechos produciéndose por circunstancias verosímiles. Podemos concluir sin ninguna duda
que la agnición en “Electra” es de este último tipo.
La presencia de las características recién explicadas hace de “Electra” una tragedia que
Aristóteles denomina compleja, frente a las simples. Y es que en este tipo de tragedia la el
cambio en las acciones va acompañado de peripecia y agnición resultando estas
verosímilmente de los hechos, tal como efectivamente ocurre. Tras determinar esto, conviene
especificar las partes que Aristóteles diferencia en toda tragedia y que identificaremos en
Electra: el prólogo, el episodio, el éxodo y la parte coral subdividida en párodo y estásimo.
Aristóteles nos deja claro que la mala tragedia será la que cuente con demasiados episodios,
pues esto afecta a la verosimilitud de la obra alargándola excesivamente y viéndose obligado
el poeta casi siempre a torcer los hechos de mala manera. Como veremos, este no es el caso
de “Electra”.
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El prologo lo constituye la primera parte de la tragedia, en la que se presenta a Orestes
como hijo del asesinado Agamenón por parte de su madre Clitemnestra. Orestes presenta
ofrendas en la tumba de su padre. Además, conocemos a Electra por primera vez, envuelta en
desgracias. Tal y como dice Aristóteles el prólogo debe preceder al coro, siendo en esta parte
donde se ubica al espectador temporal e históricamente, uniendo hechos del pasado con los
que en el presente acontecen para explicar las motivaciones de, en este caso, Orestes.
A esta parte le sigue el párodo, que Aristóteles define como cantos a cargo del coro
presididos por un flautista. Es una parte musical, de danzas y cantos. En “Electra” el coro entra
durante los lamentos de la protagonista. Mediante un diálogo lírico Electra nos manifiesta sus
actitudes de honra paterna y deseos de venganza. El coro participa de los hechos,
recomendándole prudencia y paciencia, lo que Electra no admite.
Más tarde el primer episodio acontece. Para Aristóteles los episodios son las partes
más importantes de la tragedia, en los que los personajes expresan sus pensamientos y
emociones. Según él, el número máximo es de cinco y en ellos habrá diálogo entre el coro y los
personajes o entre los personajes solamente. Cada episodio se separa del siguiente mediante
estásimos, partes corales sin danza en la que se agrupan estrofas y antistrofas. En “Electra”
encontramos tres episodios con sus correspondientes tres estásimos:
En el primer Electra nos habla de su situación y conducta, de cómo espera la vuelta de
Orestes, tras lo cual discute brevemente con su hermana Crisótemis. Esta le recomienda
prudencia y calma, mientras que Electra le exige el mismo honor y respeto hacia su padre que
ella muestra. Crisótemis marcha a la tumba de Agamenón, a dejar ofrendas. En el estásimo
que sigue a esta parte, el coro lanza una predicción: Clitemnestra y Egisto, asesinos de
Agamenón, perecerán pronto y la venganza será cumplida.
El segundo episodio se cuentan varios acontecimientos: la pelea entre Electra y
Clitemnestra, la supuesta muerte de Orestes anunciada en palacio por el Ayo, las reacciones a
esta noticia de madre e hija (liberación y desesperación respectivamente), un diálogo entre
Electra y el coro en el que los sentimientos de esta afloran, el descubrimiento por parte de
Crisótemis de lo que ella cree, son los cabellos de Orestes en la tumba de Agamenón, la noticia
de la muerte de Orestes dada de Electra a su hermana y la discusión que trae el que ella le
exija colaboración para perpetrar una venganza. El estásimo de este episodio son dos
pequeñas estrofas que analizan la actitud contrapuesta de las dos hermanas. La actitud de
Crisótemis es reprochada, mientras que de Electra se destaca la soledad en la que se
encuentra frente a la venganza que quiere cumplir.
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En el tercer y último episodio se cuenta la llegada de Orestes a palacio trayendo
consigo las que quiere hacer creer que son sus propias cenizas. Confiesa a Electra su identidad
y los dos hablan con alegría de sus planes vengativos. El estásimo tras este episodio es muy
breve, el coro ofrece una imagen hablada de lo que va a ocurrir.
La última parte de la tragedia es el éxodo, donde, como Aristóteles nos muestra,
cantos líricos y dramáticos se mezclan. Los hechos se aclaran aquí, los que yerran reciben
castigo. Esta parte, siempre pronunciada por el coro o el corifeo, lleva consigo la enseñanza
moral de la tragedia. Así es como se da en “Electra”: la protagonista sale de palacio para dejar
actuar a su hermano, este, mata primero a Clitemnestra, y se dispone a hacerlo en segundo
lugar a Egisto, cumpliendo la esperada venganza.
En cuanto a los actores que en “Electra” nos encontramos, recordamos lo que Aristóteles nos
dice sobre que el carácter y el pensamiento determinan a los personajes, definiendo sus
acciones como éxitos o fracasos. Esto constituye la fábula, la imitación de la acción, la
composición de los hechos y de los caracteres según lo cual podemos afirmar que los
personajes son de una forma u otra. La fábula, como hemos dicho, se complementa con el
pensamiento, mediante el cual descubrimos el parecer de los personajes a través de lo que
manifiestan hablando.
Siguiendo este criterio podemos aseverar que Electra desde el principio es presentada
con un carácter sufridor y angustiado, en constante desgracia, desdichada, víctima de la vil
acción llevada a cabo por su madre y Egisto, quienes la han condenado a una vida de bajeza,
de sirvienta. Esta forma de ser que constituye a Electra, personaje central, hace que el
espectador considere los hechos como afortunados o desdichados: desde esta perspectiva
juzgamos el hecho de que la supuesta muerte de Orestes es mala o que la de que finalmente
Orestes pueda llevar su venganza a cabo es buena. Son acciones, al fin y al cabo, que suponen
felicidad o tristeza al personaje cuyo carácter y pensamiento compone las acciones.
De esta forma evaluamos también los hechos según los personajes secundarios de
Orestes y Clitemnestra. Orestes es quien lleva la responsabilidad de restaurar el honor de su
padre llevando a cabo la venganza hacia Clitemnestra y Egisto, así, todas sus acciones y todo lo
hablado por él está direccionado hacia el cumplimiento de este deber. Es presentado como un
hombre traicionado por su vil madre al igual que Electra, en consecuencia, la vuelta a Micenas
y el haber perpetrado con éxito su cometido, lo entiende el espectador como una acción
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exitosa. Clitemnestra, por el contrario, es un personaje ideado para no causar simpatía en el
espectador: carga con la culpa del asesinato de Agamenón y de lo deshonroso de su relación
con Egisto, y aunque ella trata de justificar sus acciones arguyendo el sacrificio de Ifigenia por
parte del difunto esposo, a todas luces, esta justificación no es presentada como válida al lado
de la magnitud del horror de su acto: que Agamenón diera en sacrificio a Artemisa a su hija
para que el ejército griego pudiera proseguir la lucha contra Troya resulta un acto necesario y
honroso, mientras que el de Clitemnestra, un cruel asesinato considerado una liberación para
poder mantener las indebidas relaciones con su amante Egisto. Siendo de esta forma la
estructuración de los hechos, destacada por Aristóteles como elemento de suma importancia
en la tragedia, es juzgada de forma que es un éxito el que Orestes pueda llevar a cabo la
venganza, pues tal y como los personajes muestran en acción y pensamiento, esta es
merecida. Los hechos y la fábula, el fin de la tragedia, se plasman en los personajes,
determinando la felicidad o la infelicidad de la acción, tal y como hemos visto.
Es conveniente apuntar también que el coro tiene en la tragedia un quehacer
importante: el mismo Aristóteles marca la labor de Sófocles en la utilización del coro con
verdadera maestría, considerándolo como uno más de los actores, formando parte del
conjunto y contribuyendo a la acción tal como ocurre en “Electra”, prediciendo hechos,
anticipándolos, o analizando actitudes y obras de los personajes.
Tras este humilde análisis podemos concluir que la “Electra” de Sófocles cumple con creces las
consideraciones de Aristóteles de lo que es una buena tragedia.
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BIBLIOGRAFÍA
ARISTÓTELES (siglo IV a.c.) Poética [Περὶ Ποιητικῆς] trad. Valentín García Yebra.
Ediciones Gredos: Madrid 2010.
SÓFOCLES (siglo V a.c.) Electra [Ἠλέκτρα] trad. José Vara Donado. Ediciones Cátedra:
Madrid 1990.
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