Elementos Nº 89. CONTRA HAYEK Y EL NEOLIBERALISMO

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Elementos 89

CONTRA HAYEK Y ELNEOLIBERALISMO

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ElementosRevista de Metapolítica para

una Civilización Europea

Director:

 Jesús J. Sebastián Lorente 

Revista electrónica

Elementos Nº 89

CONTRA HAYEK Y ELNEOLIBERALISMO

Dirección electrónica:

http://elementosdemetapolitica.blogspot.com.es/

Correo electrónico:

[email protected] 

Sumario

Contra Hayek, por Alain de Benoist , 3

Hayek, ¿de verdad es preciso ser liberal?,por José Javier Esparza , 30

Friedrich von Hayek:el liberalismo conservador,

por Pedro Carlos González Cuevas , 35

Friedrich von Hayek,el padre del neoliberalismo,

por Denis Boneau , 39

La moral en el liberalismo de Hayek,por Manuel V. Gaete Anfossi , 44

Hayek y el Estado de Derecho,por Juliet Williams , 55

La crítica de Keynes al neoliberalismo,por José Cademartori , 63

Hodgson sobre Hayek: una crítica,

porBruce Cadwell 

, 70

Lección magistral sobrela escuela austriaca,

por Manuel Funes Robert , 82

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Contra Hayek

El Club de l'Horloge  sostuvo en Niza, del 20 al 22 de octubre de 1989,

su 5ª Universidad Anual con el tema: «El liberalismo al servicio delpueblo»; el tono general fue de cierto conservatismo «nacional-liberal».Henry de Lesquen, presidente del Club, declaró que «no habrá unasociedad liberal auténtica en tanto no prevalezca la concepción delhombre nacida de la tradición occidental, humanista y cristiana»1.

 ALAIN DE BENOIST

La tesis desarrollada en esa ocasión

consistió sobre todo en confrontar las dosgrandes tradiciones liberales: una, queencuentra su origen en las ideas de Locke; laotra, derivada de Hume y de Burke. Habría,pues, un «liberalismo malo», fundado en elempirismo de la tabla rasa que culminaría en lacorriente libertaria o anarco-capitalista; y un«liberalismo bueno», preocupado en preservarlas tradiciones y que es perfectamentecompatible con el punto de vista «nacional».

Esta manera de ver, impregnada enapariencia por algunas oportunistasconsideraciones políticas, se legitimaba con laconstante referencia a un autor hoydesaparecido: Friedrich A. (von) Hayek.

 Aunque tal distinción fue mitigada de algunamanera2, el tema del «nacional-liberalismo» (odel liberalismo conservador) reaparececonstantemente en la historia de las ideas3.

 Aproximarse a la obra de Hayek es un buenmedio para establecer una justa medida4.

En el interior de las doctrinas liberales, nohay duda de la originalidad del enfoque deHayek. Distanciado del liberalismo«continental» (exceptuando a Tocqueville y aBenjamín Constant), Hayek busca volver a lasfuentes del individualismo y del liberalismoanglo-escocés (Hume, Smith, Mandeville,Ferguson) restringiendo las nociones de razón,equilibrio, orden natural y de contrato social.Para lograrlo se esfuerza en delinear primero un

 vasto fresco. Según él, la humanidad haadoptado, en el curso de su historia, dossistemas sociales y morales opuestos. El

primero, el «orden tribal», refleja las

condiciones «primitivas» de vida; denota unasociedad cerrada en sí misma, cuyos miembrosse conocen todos entre sí y determinan suconducta en función de objetivos concretos queperciben y establecen de manera relativamentehomogénea. En esta sociedad de frente a frente,organizada en función de finalidades colectivas,las relaciones humanas están determinadas engran medida por el «instinto» y se fundanesencialmente en la solidaridad, la reciprocidad

y el altruismo en el interior del grupo. El «ordentribal» se deshace progresivamente a medidaque los lazos entre las personas se distienden y

 vuelven más impersonales las estructurassociales, para dar lugar a la sociedad moderna, ala que Hayek llama primero «gran sociedad» ydespués «orden extenso», y que más o menoscorresponde a la «sociedad abierta» de Popper.La sociedad moderna (en donde el liberalismo,el capitalismo, el libre intercambio, elindividualismo, etcétera, son las formas

ideológicas dominantes más difundidas) es, enlo fundamental, una sociedad que no conocelímites.

 Así pues, las relaciones sociales no puedenser reguladas ya por el modelo de frente afrente. En esta sociedad  – dice Hayek  –   losotrora componentes «instintivos» se han vueltoinútiles, y son remplazados porcomportamientos contractuales abstractos (aexcepción, quizás, de pequeños grupos como la

familia). El orden no es producto de la voluntado de planes sino que se estableceespontáneamente y en abstracto, bajo el efectode múltiples interrelaciones nacidas entre los

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diversos agentes. La «gran sociedad» se definecomo un sistema social que administraespontáneamente la ausencia de un fin común.

Mientras que Ludwig von Mises todavíatendía a ver las instituciones liberales comoproducto de una elección consciente fundadaen la racionalidad abstracta, Hayek afirma queen la «gran sociedad» dichas instituciones hansido morosamente seleccionadas por lacostumbre. En otros términos, no es medianteuna deducción lógica ni a través de un análisisracional que los hombres han dominadoprogresivamente su ambiente y se han otorgadonuevas instituciones, sino mediante reglas  – Hayek define al hombre como un «rule-following animal» –  adquiridas bajo el efecto de

la experiencia y consagradas por el tiempo. Larazón no es, pues, la causa sino, solamente, unproducto de la cultura. Los usos no se decretan,son inmanentes al estado de cosas, por lo queno se puede identificar el origen de lasinstituciones que han perdurado en el tiempo.La cultura resulta de la «transmisión de reglasaprendidas a partir de conductas correctas quejamás fueron inventadas, y cuya función laignoran los individuos que las siguen».

Para Hayek, la sociedad moderna forma un«orden espontáneo» que ninguna voluntadhumana sería capaz de reproducir y, muchomenos, de superar, y que se haría formado conbase en un modelo inspirado en un esquemadarwiniano. En efecto, la civilización modernano sería resultado, en lo fundamental, ni de lanaturaleza ni de algo artificial, sino de unaevolución cultural cuya selección operaríaautomáticamente. Desde esta óptica, las reglassociales desempeñarían el papel atribuido a las

mutaciones en la teoría neo-darwiniana: algunasreglas son conservadas porque se revelan «máseficaces» y confieren una ventaja a quienes lasadoptan (son las «reglas de la conductacorrecta»), mientras que las otras simplementeson abandonadas. «Las reglas no son inventadasa priori, sino seleccionadas a posteriori – escribePhilippe Nemo –   en favor de un proceso deestabilización de ensayo y error»5. Una reglasería conservada o rechazada si en la

experiencia se revela útil o no para el conjuntodel sistema constituido por las reglas yaexistentes. Hayek escribe:

Es la selección progresiva de reglas deconducta cada vez más impersonales yabstractas  – que a su vez dan rienda suelta allibre albedrío individual y aseguran una másestricta domesticación de los instintos ypulsiones heredadas en las fases previas a su

desarrollo social –   la que ha permitido eladvenimiento de la «gran sociedad», haciendoposible la coordinación espontánea de lasactividades de grupos humanos cada vez másextensos.

 Y aún más:

Si la libertad se ha convertido en una moralpolítica, es debido a una selección natural por lacual la sociedad seleccionó un sistema de

 valores que respondía mejor a las necesidadesde sobrevivencia que, entonces, fueronprogresivamente más numerosas.

La cultura es pues, ante todo, «la memoriade las reglas de comportamiento benéficasseleccionadas por el grupo»6.

El surgimiento de la modernidad espresentado, así, como un resultado «natural» dela evolución de una civilización que haconsagrado progresivamente la libertad

individual como principio abstracto y generalde la disciplina colectiva, es decir, como unaemancipación de la sociedad tradicional y elpaso hacia

un sistema de disciplinas abstractas dondelas acciones de unos hacia otros están guiadaspor la obediencia, no por finalidades conocidas,sino por reglas generales e impersonales que nohan sido deliberadamente establecidas por elhombre, y cuya función es permitir laconstrucción de órdenes más complejos que nopodemos comprender.

Esta visión darwiniana se relaciona, porsupuesto, con la ideología del progreso, eimplica, como lo veremos más adelante, unalectura optimista y utilitaria de la historiahumana: la «gran sociedad» es mejor que el«orden tribal», y la prueba de que es mejor, esque lo ha superado.

Después de haber establecido de manera

diacrónica, o sea históricamente, la distinciónentre sus dos grandes modelos de sociedad,Hayek los despliega después de formasincrónica, oponiendo taxis y kosmos. El

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primero de estos términos, taxis, define elorden instituido voluntariamente, del queproviene cualquier proyecto político que asociea la colectividad con un fin común, concualquier forma de planificación, deintervencionismo estatal, de economía

administrada, etcétera. Para Hayek se trataevidentemente del resurgimiento del «ordentribal». La palabra kosmos, por el contrario,designa al orden «espontáneo», auto-generado,es decir, nacido «naturalmente» por los usos y lapráctica, que caracteriza a la «gran sociedad».Semejante orden espontáneo no existerelacionado con alguna finalidad. Allí, losmiembros de la sociedad participanpersiguiendo sus propios objetivos individuales,y la interacción de sus estrategias particularesdeterminan sus mutuos ajustes. El kosmos seforma, pues, independientemente de lasintenciones y de los proyectos humanos. Segúnla célebre fórmula de Adam Ferguson (1723-1816), «resulta de la acción del hombre, pero node sus designios»7.

La definición de la sociedad moderna comouna sociedad fundamental y necesariamenteopaca conduce a Hayek a rechazar la definiciónclásica de la competencia como un fenómenoque implica, para su buen funcionamiento, lainformación más completa posible de losactores económicos y sociales. Hayek cuestionala idea de la transparencia del mercado: lainformación pertinente jamás podrá estartotalmente a disposición de los agentes. Élafirma más bien lo contrario: lo que mejorjustifica la economía de mercado es,precisamente, el hecho de que la informaciónsiempre es incompleta e imperfecta, pues ante

tales condiciones siempre será mejor dejar quecada quien se las arregle con lo que sabe. Lacompetencia tendrá, en principio, el efecto dedejar-hacer, mientras que en el modelo clásicoel dejar-hacer es resultado de la hipótesis de lacompetencia pura y perfecta.

 Al ser el rasgo característico de la «gransociedad» el exceso estructural de lainformación pertinente respecto de lainformación disponible, apropiable, la ilusión

llamada «sinóptica» es la que consiste en creeren la posibilidad de una información perfecta. Aquí, el razonamiento de Hayek es el siguiente:el conocimiento de los procesos sociales es

necesariamente limitado, pues siempre se estáen permanente estado de formación colectiva.Ningún individuo, ningún grupo, podría teneracceso a ello. Nadie puede pretender teneracceso o poder tomar en consideración latotalidad de los parámetros. Sin embargo, el

éxito de la acción social exige un conocimientointegral de los hechos pertinentes para dichaacción.

Como dicho conocimiento resultaimposible, nadie puede pretender actuar en lasociedad en un sentido tal que esté de acuerdocon sus intereses, ni tampoco acometer unaacción perfectamente adecuada en relación alobjetivo deseado. De una premisaepistemológica Hayek extrae una consecuencia

sociológica: hay cierta ignorancia que esinsuperable; la información incompleta entrañala imposibilidad de prever consecuencias realesa partir de las acciones, lo cual conduciría adudar de la operatividad de nuestro saber. Alno poder ser omnisciente, lo mejor para elhombre es reinsertarse en la tradición, es decir,en la costumbre consagrada por la experiencia.«El verdadero racionalismo  – escribe PhilippeNemo –   consiste en reconocer el valor delconocimiento normativo transmitido por latradición, a pesar de su opacidad y de suirreductibilidad a la lógica»8.

El mercado es, evidentemente, la llavemaestra de todo el sistema. En una sociedadcompuesta solamente por individuos, losintercambios que se efectúan en el contexto delmercado representan, en efecto, el único modoconcebible de integración. Tanto para Smithcomo para Mandeville, el mercado constituyeun modo de regulación social abstracto, regido

por una «mano invisible» que expresa leyesobjetivas orientadas a regular las relacionesentre los individuos fuera de cualquierautoridad humana. El mercado demuestra seralgo intrínsecamente anti-jerárquico: es unmodo de toma de decisiones en donde nadiedecide voluntariamente por otro más que porsí. El orden social se confunde, pues, con elorden económico, como resultado nointencional de las acciones emprendidas por los

agentes para realizar su mejor interés.Hayek vuelve a tomar en cuenta la teoría

schmittiana de la «mano invisible», es decir, el

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análisis de mecanismos totalmenteimpersonales que operan en un supuestomercado libre, pero hace otras aportacionesimportantes. En Adam Smith esta teoría semantiene a nivel macro-económico: los actosindividuales, aunque se manifiesten de manera

aparentemente desordenada, acaban porconcurrir milagrosamente con el interéscolectivo, es decir, con el bienestar de todos. Espor ello que Smith todavía admite laintervención pública cuando la finalidadindividual no realiza el bien general. Hayek, porel contrario, se niega a admitir esta excepción.El liberalismo clásico igualmente establece queel mercado concurrente permite satisfacer demanera óptima los fines previstos. Hayekresponde que los fines jamás estaránpredeterminados ya que no son cognoscibles, yque no se le podría conferir al mercado lacapacidad de traducir la jerarquía de los fines ode las demandas. Semejante pretensión seríameramente tautológica, puesto que «laintensidad relativa de la demanda de bienes yservicios, intensidad a la cual el mercadoajustara su producción, está determinada por larepartición de las ganancias que, a su vez, sedetermina por el mecanismo de mercado». Al

carecer de finalidad y de prioridad, el mercadono se ordena con relación a ningún fin: deja sindeterminar los fines y sólo llega a un acuerdoacerca de los medios (means-connected).

Por otra parte, en la teoría clásica, laasignación óptima de los recursos escasos aescala social teóricamente estaría asegurada porel ajuste de los mercados concurrentes, lo queformaría un equilibrio general. Siguiendo aLudwig von Mises, y anticipándose a la crítica

que después de él desarrollarían G. L. S.Schackle y Ludwig Lachmann, Hayek rechaza la visión estatista inspirada en Walras y se empeñaen sustituir un sistema institucional óptimo porun sistema de producción socialmente óptimo,reemplazando así el equilibrio estático generalpor un equilibrio dinámico parcial.

En fin, contradiciendo a los clásicos, Hayekafirma que no es la libertad de los agentes laque permite el intercambio, sino es más bien el

intercambio el que permite su libertad. Veremos más adelante lo que debemos pensarde dicha afirmación que ocupa un lugar centraldentro del sistema hayequiano. En cualquier

caso, sus consecuencias son fundamentales.Desde la óptica clásica, el mercado, en estrictosentido del término, se relacionaría sólo con laesfera económica, mientras que el papel delEstado sería «completar el mercado» algarantizar su buen funcionamiento, y a veces,

incluso, sustituirlo. Desde la óptica neoliberal,que es la de la generalización económica, elmercado se vuelve un modelo explicativo, unesquema aplicable a todas las actividadeshumanas: existiría así un mercado nupcial, unmercado del crimen, etcétera. El ámbitopolítico mismo es redefinido como un mercadoen el que los empresarios (los políticos) buscanelegirse al responder a la demanda de loselectores quienes, también, pretenden satisfacerde la mejor manera su interés. Hayek legitimaindirectamente esta visión al pensar el mercadono solamente como una maquinaria económicaque permite el ajuste milagroso de los planeselaborados privadamente por los individuos,sino como una formación ordenada, como unorden establecido espontáneamente, o sea,anterior e independientemente de cualquieracción individual que, a través del sistema deprecios, permite la comunicación óptima de lainformación. El mercado, bajo estas

condiciones, cubre así la totalidad de lo social. Ya no es más el modelo de la actividad humana,sino el de la actividad misma. Lejos de limitarseal campo de la actividad económicapropiamente dicha (Hayek tiende también areservar el uso de la palabra «economía» a ladescripción de unidades elementales como lasempresas o el hogar), llega hasta un sistema deregulación general de la sociedad denominadopomposamente «catalaxia» (neologismo tomadode von Mises). No es solamente un mecanismoeconómico de asignación óptima de recursos enun universo gobernado tradicionalmente por laescasez, mecanismo ordenado hacia cualquierfinalidad positiva (felicidad individual,enriquecimiento, bienestar), sino también unorden más sociológico que «político», un apoyoinstrumental formal que posibilita a losindividuos perseguir libremente sus objetivosparticulares, en suma, una estructura, es decir,un proceso sin sujeto, espontáneamente

dispuesto para la coexistencia de una pluralidadde fines privados que se imponen a todos en lamisma medida en que, por naturaleza, prohíbe a

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los individuos y a los grupos intentarreformarlos.

El principio que se afirma aquí es,evidentemente, el de una actividad individualestrechamente vinculada a un modelo deintercambio de mercado. La libertad es definidasin más como una ausencia de límites, decoerción. Expresa «la situación en la que cadaquien puede utilizar lo que conoce en vista delo que quiere hacer», situación que sólo estaríagarantizada por el orden del mercado. Ya no esel medio para conseguir un objetivo que podríaconcretarse mediante una acción social, sino eldon impersonal que la evolución histórica haconcedido a los hombres con el surgimiento delorden abstracto de intercambio. Fuera del

mercado, ¡no hay libertad!Pierre Rosanvallon dice justamente que «el

liberalismo de alguna manera hace de ladespersonalización del mundo la condición delprogreso y la libertad»9. Los esfuerzos deHayek se inscriben claramente en este intentoque busca remplazar el poder de los hombrespor modos de regulación social lo másimpersonales posibles. John Locke afirmabaque quienes detentan la autoridad solamente

debían establecer reglas generales y universales.Para Hayek, la coherencia social, al no

derivar de ninguna finalidad colectiva sino delajuste mutuo a las previsiones de cada quien, estanto de orden lógico como funcional. Unestado social es coherente cuando sus reglas deconducta no son contradictorias y están deacuerdo con su evolución. Al igual que enPopper, para quien no se puede decidir sobre la

 verdad sino solamente eliminar lo falso

(criterio de falsación), según Hayek no sepueden definir reglas justas, sino únicamentedeterminar negativamente las que no soninjustas. Las reglas menos injustas son las queno estorban el buen funcionamiento delmercado, las que son lo más conforme posibleal orden impersonal y abstracto y que se apartanlo menos posible del uso establecido; la mejorsociedad es aquella en donde la ley dellegislador (thesis) sigue muy de cerca la de lacostumbre (nomos) que permitió el surgimiento

del orden de mercado. De donde resulta queuna Constitución no debe contener las reglas dederecho sustanciales, sino únicamente las reglas

neutras y abstractas que determinan los límitesde la acción legislativa o ejecutiva.

En otras palabras, el objetivo de la ley ya noes organizar las acciones individuales en vistadel bien común o de un proyecto determinadocualquiera, sino de codificar las reglas cuyaúnica función sería proteger la libertad deacción de los individuos, o sea, indicar «a cadaquien con lo que puede contar, cuáles objetosmateriales o servicios puede utilizar para susproyectos, y cuál es el campo de acción que sele abre». Ahora bien – añade Hayek  –  el derechono puede proteger la formación de previsionesindividuales más que cuando él mismo estéconforme con el orden de las cosas yainstituido, y, a la inversa, sólo pueden ser

consideradas legítimas las previsiones que seforman de acuerdo con el orden instituido. Lasreglas serán, pues, normas puramente formalessin ningún contenido sustancial, condiciónnecesaria para que sean universalmente válidas.En efecto – señala Hayek  –  «es solamente si sonaplicadas universalmente, sin considerar susefectos particulares, que servirán para mantenerel orden abstracto». Por supuesto, todos losindividuos serán considerados iguales respectode dichas reglas formales, pero como éstasremiten a una realidad bien concreta que no esotra que la del capitalismo liberal, su igualdadno tendrá en sí nada de sustancial: la igualdadformal irá de la mano con la desigualdad socialreal.

Una sociedad que se organiza a partir delintercambio del mercado sería, así, susceptiblede concitar la adhesión de todos sin proponersejamás fines comunes.

Se instituiría un orden meramente demedios que dejaría a cada quien laresponsabilidad de sus finalidades propias. Loque reúne a los hombres en la catalaxia  – definida como «el orden engendrado por elajuste mutuo de numerosas economíasindividuales en un mercado»10 –   no es, enefecto, una comunidad de fines, sino unacomunidad de medios, expresada en laconvergencia del orden abstracto del derecho.

 Al igual que Hume y Montesquieu, Hayek cree

además en la virtud pacificadora delintercambio. Al evitar los peligros de laconfrontación cara a cara, propios del «orden

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tribal», así como del debate acerca de los finescolectivos, el mercado neutralizaría lasrivalidades, apaciguaría las pasiones yconduciría a la extinción de los conflictos. Alcomulgar todos los miembros de la «gransociedad» con una misma adhesión a un sistema

de medios que sustituye el debate sobre losfines, las oposiciones desaparecerían oencontrarían por sí mismas su solución.

Dicho modelo de sociedad planteainmediatamente un problema de interpretación.

 A primera vista, por ejemplo, tal vez podríamosconsiderar la idea de un orden espontáneocomo avatar del orden natural, tal y como lapudieron concebir los teóricoscontrarrevolucionarios más hostiles al

 voluntarismo. Pero eso sería un error, ya queHayek nunca presenta el orden espontáneocomo algo referido a un estado a la vez originaly permanente, constitutivo de alguna manera decualquier orden social humano, sino que, por elcontrario, lo considera como un ordenadquirido en el curso de la historia de lahumanidad y que llega a su apogeo en la épocamoderna.

Se podría decir que es un orden que resulta

de una evolución «natural», pero que, sinembargo, no es un «orden natural». La maneraen la que Hayek afirma la autonomía de losocial le da, en virtud de su razonamiento, unaapariencia de holismo, en la medida en queestablece al mercado como una totalidadglobalizante que funciona como tal y queimplica relaciones de intercambio entre losagentes que, evidentemente, no podríanpresentarse en un individuo aislado. En fin, laidea de orden espontáneo parece remitir a la

noción sistémica de auto-organización, puestoque el propio Hayek buscó, en numerosasocasiones, aproximar las tesis de la sistémica deP. A. Weiss con los modelos cibernéticos(Heinz von Forster), así como con losconceptos de complejidad (John vonNeumann) y de «autopoiésis» (Francisco Varela,H. Maturana), y con la termodinámica de lossistemas abiertos (Ilya Prigogine), etcétera11.

De hecho, Hayek reformula de manera

inteligente las ideas adelantadas antes de él porBernard Mandeville, Adam Smith y AdamFerguson, los tres fundadores de una nueva

teoría moderna de la «sociedad civil». Laoriginalidad de estos autores estribó, en el senodel pensamiento liberal, en desmarcarse tantodel utilitarismo llano de Jeremy Bentham comode la filosofía del derecho natural. Suaportación consiste en no haber indagado

acerca del origen de la sociedad (lo que habíaconducido a John Locke a anticipar la hipótesisdel contrato social), sino acerca de suregulación, es decir, sobre su funcionamiento.En una tesis reciente12, M. Gautier demostrójustamente que dicha evolución corresponde alcambio de una visión del mundo como teodiceaal de una visión del mundo como sociodicea. Elpunto esencial es el abandono de la ficción delcontrato y el reconocimiento de la necesidaddel vínculo social como componente de lanaturaleza humana: al constituir la sociedad elmarco natural de la existencia humana, no esnecesario buscar el secreto de su «origen» en unacuerdo contractual entre individuos que

 vivieron antes de manera aislada. El artificio delcontrato es sustituido, pues, por el mecanismodel mercado como fundamento de la vidasocial, lo que permite escapar de las aporíascaracterísticas de las teorías contractualistasheredadas de Hobbes o de Locke. Tal es

precisamente el fundamento de la teoríasmitheana de la «mano invisible», que toma encuenta los hábitos, las costumbres e incluso lastradiciones que han acompañado al surgimientodel mercado. En el límite – como en Ferguson –  el intercambio del mercado se vuelve lamodalidad específica de la relación social cuyofundamento es la costumbre.

M. Gautier acierta, pues, al calificar de«individualismo impuro» al referirse a este

nuevo proceso liberal que pretende fundar «larelación de cogénesis de uno con el todo en unaantropología específica», o sea, establecer elproblema de la reconciliación de los interesesindividuales con el todo social desde una ópticaen la que el contrato social ya no es la clave. Lasconsecuencias son importantes: si el modelo demercado explica por sí solo el funcionamientode la sociedad, entonces la economía representala mejor forma de realizar la política. Elloimplica una acusación al poder político, pues si

el hombre es social por naturaleza, no esnecesario que se le «obligue» a vivir ensociedad: «El Estado ya no constituye el vínculo

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social; solamente garantiza la permanencia». Yaún más: el poder público siempre debe ser«neutralizado» para que jamás sea capaz de«invadir» a la sociedad civil. Por lo mismo, elpolítico se encuentra radicalmentedeslegitimado en su vocación de cumplir una

finalidad específica. Al rechazar la teoría delcontrato social y al afirmar la idea de un ordenespontáneo más allá de las meras categorías dela naturaleza y de lo artificial, Hayek se inscribedirectamente en esta filiación. Así se explica laapariencia holista de su sistema, en donde elmercado, identificado con el «todo» social,constituye, a nivel supra-individual, el modosupremo de regulación. Dicha apariencia nodebe, sin embargo, engañarnos. No se puedehablar verdaderamente de holismo más quecuando el todo posea una lógica y una finalidadpropias, es decir, características diferentes pornaturaleza a las de sus elementos constitutivos.

 Ahora bien, dicha idea es precisamente la querechaza Hayek en tanto constituye, según él, elrasgo fundamental del «orden tribal».

En la «gran sociedad», aunque el individuojamás se encuentra totalmente aislado ya que seadmite que siempre ha vivido en sociedad yque, desde el punto de vista moral, sólo esplenamente hombre cuando está en relacióncon sus semejantes, la relación socialúnicamente se considera desde la perspectiva dela multiplicidad de sus partes. Así como elmercado no es concebido más que como unproceso de agregación de las preferenciasindividuales, la sociedad no se organiza ni seentiende más que sobre la base de la existenciay de la acción de los individuos: sólo el juego delos intereses particulares es el que constituye a

la sociedad. Lo social se deduce sólo a partir delo individual, no a la inversa: el individuo, actoresencial y valor primordial, constituye unexplicativo absoluto insuperable. De donderesulta que la inteligencia del todo deriva de lade las partes, y que no habría identidadcolectiva  – pueblo, cultura o nación, porejemplo –  que tuviera una identidad distinta a lade la suma de las identidades individuales en suconjunto. Al final, admite que las conductas delos individuos están orientadas sólo por los

fines que se imponen a sí mismos. Losmiembros de la sociedad son átomos sociales«libres de utilizar sus propios conocimientos

para sus propios objetivos», y es evidentementela búsqueda de su mejor interés la que sesupone que guía sus elecciones. Ciertamente,Hayek no tiene la ingenuidad de creer quetodos los hombres tienen un comportamientoracional, aunque afirma que dicha conducta es

más ventajosa, pues en una sociedad escomparativamente más rentable actuar demanera racional, ya que de esa suerte loscomportamientos racionales se extiendenprogresivamente, ya sea por selección o porimitación. En la vida social, el individuo estállamado totalmente a comportarse como unagente económico en el mercado. Permanecedentro del paradigma del individualismometodológico y del homo œconomicus. 

 A final de cuentas, Hayek considera alindividuo más como un ser autónomo quecomo un ser independiente, ya que, comosubraya Jean-Pierre Dupuy, «la autonomía escompatible con la sumisión a una esfera supra-individual válida para todos, con una leynormativa que limita los yo individuales segúnlas reglas de una normatividad auto-fundada»,en tanto «los yo independientes son incapacesde establecer un orden como proyecto

 voluntario y consciente»13. Más allá decualquier consideración acerca de la formaciónde estructuras ordenadas a partir defluctuaciones aleatorias (teoría de sistemas,termodinámica de las estructuras disipativas),tal distinción hace que aparezcan bien loslímites de cualquier aproximación quepudiéramos hacer entre las ideas de Hayek y lanoción sistémica de auto-organización, puesesto implicaría una visión antirreduccionista enla que el todo excede, inevitablemente, la simple

suma de las partes.Después de definir los principios

formativos de la «gran sociedad» respecto delorden de mercado, Hayek puede pasar alestudio de la ideología a la que se opone y quedenomina constructivismo. Dicha ideología  – dice –   descansa en una «ilusión sinóptica» queconsiste en creer que los arreglos socialespueden ser resultado de las intenciones y de lasacciones voluntarias del hombre o, en otros

términos, que es posible edificar o reformar a lasociedad en función de un proyectodeterminado. El constructivismo enuncia que«las instituciones humanas no servirán a los

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designios humanos más que cuando hayan sidodeliberadamente elaboradas en función de talesplanes». Ahora bien, como lo hemos visto,Hayek sostiene que no es posible vincular lasinstituciones a un acto deliberado de voluntadya que éste exige información completa de la

que jamás puede disponerse. Elconstructivismo llega, pues, a sobreestimarsistemáticamente el papel que desempeñan los«conceptualizadores sociales» (social engineers),los reformadores y los políticos en el espaciopúblico.

Hayek colocó en principio la fuente delconstructivismo en el cientismo, o sea, en la«imitación servil» que las ciencias humanashacen de los conceptos, los métodos y los

objetivos propios de las ciencias físicas;enseguida se dirige hacia Descartes, quien lolleva a indagar el origen de dicha «ilusión». Elmecanismo cartesiano  – al que moteja de «malfrancés» (french disease) –   sugiere que debebuscarse la inteligibilidad lógico-matemática enlas ciencias sociales; por este mismo hecho, lasinstituciones pueden ser construidas yreconstruidas a voluntad, como otros tantosartefactos intelectualmente concebidos paraservir a un fin determinado. Hayek afirma queésa es una «presunción de la razón» pues, segúnél, la razón no puede determinar finalidadesjustas relacionadas con el bien común, sinosolamente las condiciones formales de laactividad de los agentes14.

Para Hayek, el arquetipo delconstructivismo es el socialismo, quecorrespondería a una especie de resurgimientodel «orden tribal» en el seno mismo de la «gransociedad». Según Hayek, el éxito del socialismo

provendría, además, de lo que él denomina los«instintos atávicos» de solidaridad y altruismo,que hoy ¡se habrían vuelto anacrónicos! Noobstante, desde la óptica hayequiana, el término«socialismo» llega a adquirir un sentido más

 vasto. Poco a poco, en efecto, llega a designarcualquier forma de «ingeniería social», cualquierproyecto político-económico, sin importar decuál se trate. Hayek piensa tanto en losherederos de Descartes como en los partidarios

de una concepción holista u organicista de lasociedad, desde los contrarrevolucionarioshasta los románticos. Socialismo en sentidoestricto, marxismo, fascismo, social-democracia,

participan todos, según él, del mismo«constructivismo», que comenzaría con las másmodestas formas de intervención estatal o dereforma social. Asignar una finalidad a laproducción, ordenar un imperativo desolidaridad, operar la redistribución de

ganancias en beneficio de los másdesfavorecidos, adoptar una legislación sobre elambiente o sobre la protección social, prever lataxación progresiva de las ganancias, instituir lamenor forma de protección económica, elmenor control de cambios, todo ello provienedel «constructivismo» que aparece como algocatastrófico pues el orden del mercado prohíbe,por definición, cualquier tentativa de actuarintencionalmente sobre los hechos sociales.Hayek repite constantemente que no puedehaber acuerdo colectivo sobre las finalidades, yque es innecesario pretender dilucidar algunapues cualquier esfuerzo en ese sentidodesembocaría en un fracaso. Cualquier intentopor dirigir, por planificar, en suma, cualquierproyecto político está preñado de ¡untotalitarismo latente! Esto conduce a Hayek aadoptar posiciones de un radicalismo extremocomo, por ejemplo, cuando recomiendaprivatizar la emisión de moneda15, o cuando

justifica la formación de monopolios16, o biencuando rechaza cualquier forma de análisismacro-económico y llega incluso a preconizar,en su último libro (La presunción fatal), quetodo sistema socialista está diseñado para que¡muera de hambre su población17!

La escuela liberal clásica conservaba todavíala idea de justicia social, al menos comoregulación transitoria. Hayek la rechazatotalmente y le dirige una de las críticas más

 violentas que jamás se hayan conocido18. Lajusticia social  –  proclama –  es un «milagro», un«encantamiento inepto», una «ilusiónantropomórfica», un «absurdo ontológico», ensuma, una expresión que carece totalmente desentido excepto en el «orden tribal», es decir, enel seno de un espacio social instituido porpersonas determinadas en vista de objetivosbien definidos. Para demostrar semejante«evidencia», Hayek redefine la catalaxia comoun juego social. Al ser impersonales, las reglas

del juego son igualmente válidas para cadaquien. En este sentido, todos los «jugadores»son iguales, lo que no implica, evidentemente,

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que todos puedan ganar puesto que, como entodo juego, hay ganadores y perdedores.

Por otra parte, dado que sólo una conductahumana resultante de una voluntad deliberadapuede ser calificada de «justa» o «injusta», es unerror lógico utilizar dichos términos paracalificar cualquier otro resultado de un actohumano voluntario. El orden social no puedeser declarado, pues, justo o injusto más que entanto es resultado de la acción voluntaria de loshombres. Ahora bien, Hayek se empeña endemostrar que eso no es así; al carecer de autorel juego social, nadie es responsable de susresultados, y sería tan pueril como ridículoconsiderarlo productor de «injusticias». Enrealidad, no es más «injusto» ser desempleado

que no haber acertado al número ganador de lalotería, pues solamente puede declararse justo oinjusto el comportamiento de los «jugadores», yno los resultados que obtienen. Como lo socialno es resultado ni de una intención ni de unproyecto, nadie podría ser responsable de quelos más desfavorecidos no se hayan sacado elpremio gordo de la lotería. Los «perdedores»harían mal en quejarse. Más que ceder a los«instintos atávicos» que los hacen creeringenuamente que todo fenómeno tiene unacausa identificable, y más que buscar alresponsable de la «injusticia» que padecen, lomejor para ellos sería o culparse a sí mismos oadmitir que su «falta de suerte» es algo implícitoen el orden de las cosas.

 Así, Hayek escribe lo siguiente:

La manera en que las ventajas y los pesosson afectados por el mecanismo del mercadodebería, en muchos casos, ser vista como muy

injusta si tal afectación resultara de la decisióndeliberada de tal o cual persona. Pero ése no esel caso.

 Admitida esta premisa, la consecuencia seimpone por sí misma: demandar la justiciasocial es irreal e ilusorio; querer realizarla es unabsurdo que desemboca en la ruina del Estadode derecho. Philippe Nemo escribe tambiénfríamente que la justicia social es«profundamente inmoral»19. Así, la nocióntradicional de justicia distributiva, que obedeceal principio de igualdad aritmética o de igualdadproporcional (geométrica), resulta cuestionadade inmediato. Cualquier idea de solidaridad

instituida, relacionada con la noción de biencomún, es igualmente condenada como«reivindicación tribal arcaica». «La gransociedad  – subraya Hayek  –   no tiene nada que

 ver y de hecho no puede reconciliarse con lasolidaridad en el sentido de perseguir

 verdaderamente fines comunes conocidos».Hayek rechaza incluso la igualdad deoportunidades, pues esto conduciría a anular lasdiferencias entre los «jugadores» antes de quecomience la partida, lo que falsearía losresultados. Por supuesto, los sindicatos debenigualmente desaparecer pues son«incompatibles con los fundamentos de unasociedad de hombres libres». Por lo querespecta a quienes se quejan de estar enajenadospor el orden del mercado, se trata «de seres nodomesticados, no civilizados»20. He aquí ¡el«liberalismo al servicio del pueblo»!

La teoría de acuerdo con la cual el mercadojamás es injusto, por el hecho de su naturalezaimpersonal y abstracta, tiene indudablemente la

 ventaja de prohibir lo real a través de susefectos concretos. El interés general se limita,en el mejor de los casos, al mantenimiento delorden público y a suministrar cierto número deservicios colectivos, en tanto la justicia definesólo las reglas formal-universales llamadas aregir el comportamiento de los agentes, por loque el mercado no podría evaluarseefectivamente en una dimensión sustancial, esdecir, en función de sus resultados. Lo mismo

 vale para la justicia, que carecería también de uncontenido sustancial puesto que no hay unanormatividad propia de los fines ni de«contenido» de la vida en sociedad. Además,como no se puede definir positivamente la

justicia social, cualquier debate sobre su esenciase vuelve inútil; el sistema esta, así,perfectamente «acerrojado». Se debe obedienciaal orden del mercado porque no ha sidoquerido por nadie y se impuso por sí solo. Elhombre debe seguir el orden establecido sinintentar comprenderlo y, sobre todo, sin tratarde rebelarse contra él. Subsidiariamente, los«perdedores» deben dotarse de una nueva moralfilosófica de acuerdo con la cual «no es normalaceptar el curso de los acontecimientos cuando

sean desfavorables». Es la apología, sin matices,del éxito, cualesquiera que sean sus causas y, almismo tiempo, la negación radical de la equidad

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en el sentido tradicional del término. Estambién la manera perfecta de conferir unabuena conciencia a los «ganadores» y deprohibir a los «perdedores» emprender unarevuelta. El punto de vista de Hayekdesemboca, así, en una «verdadera teorización

de la indiferencia hacia el infortuniohumano»21. A final de cuentas, el mercadoremplaza al Leviatán.

La «gran sociedad» se revela además por serimpolítica hasta el extremo22. Al establecerse elorden público como resultado no intencional,ningún gran proyecto político puede serfundado por la voluntad o la razón, ya que nohay una matriz social de los procesos históricos.En el límite, el reino del mercado tiende a dejar

sin objeto al poder público. En oposición a CarlSchmitt, quien coloca al derecho comodependiente de la autoridad y de la capacidadde decisión política, Hayek afirma también quela autoridad no puede y no debe ser obedecidamás que en tanto aplica el derecho. (Mantiene,en cambio, una discreción extrema acerca de lanaturaleza de la obligación jurídica). Empero, ala vez, se opone al positivismo jurídico de unKelsen, quien identifica la ley con la decisióndel legislador y la hace la fuente esencial de lajusticia y del derecho; asimismo, declara que elderecho ha existido desde siempre y que espreexistente tanto de la autoridad del legisladorcomo del Estado mismo. El elogio que hace delderecho consuetudinario (common law) buscaigualmente demostrar que el derecho haprecedido a todas las legislaciones, y es lo quefunda la teoría del normativismo jurídico. Así seestablecerían unas recientemente renovadasbases del Estado de derecho, cuya única razón

de ser consistiría en preservar el «ordenespontáneo» de la sociedad y en administrar losrecursos a su disposición. Bajo estascondiciones, la política se reduce a lo más a lasalvaguarda de las reglas jurídicas formales y a lagestión administrativa de una sociedad civilordenada ya de acuerdo al mercado; no hay queproducir esta sociedad, asignarle una finalidad,difundirle valores ni crearle cohesión. Hayekrechaza enfáticamente la noción de soberanía,definida tradicionalmente como autoridad

indivisible (ya sea la del príncipe o la delpueblo), y en la que ve sólo una «supersticiónconstructivista»: que ni la sociedad ni nadie

dirija es lo que funciona mejor. «En unasociedad de hombres libres  – escribe –   la másalta autoridad no debe, en tiempos normales,tener ningún poder de mando, ni dar ningunaorden, cualquiera que ésta sea»23. Al ser su finesencial colocar al poder público como algo

dependiente de la «nomocracia», llega incluso anegar que puedan existir «necesidades políticas».Philippe Nemo agrega: «Considerándolo todo,la idea misma de poder político resultaincompatible con la concepción de unasociedad de hombres libres»24. Como no haypolítica sin poder, estamos convidados a laeliminación total de lo político. Así, lademocracia recibe una definición meramentejurídico-formal.

Hayek afirma sin rubor que el liberalismoque él postula no es compatible, más que demanera condicional, con la democracia. Seadhiere por supuesto al constitucionalismo, a lateoría del gobierno representativo y limitado;empero, no hay en él ninguna teoría del Estado.Sólo conoce el «gobierno», al que define como«administrador común de recursos», o sea, unaparato meramente utilitario («a purelyutilitarian device»). Y añade que la democraciano es aceptable más que bajo la forma de unmétodo de gobierno que no ponga en dudaalguno de los principios liberales. El postuladohayequiano llega hasta la negación de lademocracia entendida como un régimen dotadode un contenido sustancial (la identificaciónentre gobernantes y gobernados) que descansaen la soberanía popular. Al igual que elmercado, la democracia (o lo que queda de ella)se vuelve asunto de reglas impersonales y deprocedimientos formales sin contenido25.

Hayek también critica vigorosamente la reglamayoritaria, en la que ve un principio arbitrarioantagónico a la libertad individual. La regla de lamayoría  – precisa Philippe Nemo –   vale «comométodo de decisión, pero no como una fuenteque construye la autoridad para determinar elcontenido mismo de la decisión»26.

De semejante concepción deriva su rechazoa la noción de pueblo en tanto categoríapolítica, así como la negación de la idea de

soberanía nacional («no existe ninguna voluntaddel cuerpo social que pueda ser soberana») y elrechazo a cualquier forma de democraciadirecta27. Paradójicamente, el ideal «impolítico»

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aproxima las ideas de Hayek con el«constructivismo» marxista. Para Marx, quiencritica a Hegel sobre la base de Adam Smith alproclamar la autosuficiencia de la sociedad civil,la desaparición del Estado en la sociedad sinclases resulta, en efecto, porque al final la

política ya no tendrá razón de ser. Y es queMarx, quien nunca rompió del todo con ciertoindividualismo, no considera al hombre comoun ser social más que en tanto participaindividualmente en la construcción de lasociedad. «Desde la óptica marxista  – escribe elliberal Bertrand Nezeys –   el socialismo deberepresentar el triunfo de una sociedadindividualista, o del individualismosimplemente; la sociedad privada representasólo una forma alienada»28. Pierre Rosanvallon,quien no duda en ver en Marx «al herederodirecto de Adam Smith», enfatiza a estepropósito que el «anticapitalismo se volviósinónimo de antiliberalismo, mientras que elsocialismo no tenía otra perspectiva real que lade cumplir el programa de la utopía liberal». Dehecho, agrega que el socialismo utópico rechazaglobalmente el capitalismo, pero se mantieneciego ante el sentido profundo de la ideologíaeconómica en cuyo interior se amolda por

entero. De la misma forma, el liberalismodenuncia el colectivismo, pero no lo entiendemás que como un despotismo radical; no loanaliza en su relación con el individualismo, enla medida en que transmite la misma ilusión deuna sociedad despolitizada en la que lademocracia se reduce al consenso29.

Queda saber la medida en que dicho idealno es profundamente totalitario si admitimos almenos, junto con Hannah Arendt, que el

totalitarismo reside en el deseo de disolver lopolítico más que en la voluntad de hacer que lopenetre todo.

Hemos visto que la crítica alconstructivismo en Hayek está estrechamenteligada a la representación del todo social comoun conjunto donde los individuos sólo puedentener información incompleta. La cuestiónconsiste en saber si las conclusiones que Hayekextrae de tal representación se encuentran

fundadas. El que la información humanasiempre sea incompleta no se puede negar.Contrariamente a lo que Hayek parece creer,esto es igualmente válido para el «orden tribal»,

incluso si el número de parámetros a considerares menor. Admitamos también que, en lassociedades humanas, numerosos hechossociales se engendran por sí mismos sin quepueda relacionárseles con intenciones oproyectos deliberados, bajo el efecto de un

lento proceso de interacciones o deretroacciones sin autores identificables, hechosa los que la cibernética y la sistémica dan unarepresentación convincente, los cuales, además,convergen con algunas intuiciones delpensamiento organicista. Tampoco negaremos,desde luego, el valor de las tradiciones validadaspor la experiencia histórica. En fin, nadie podríarehusarse a admitir que, con frecuencia, existeuna brecha que separa un proyecto de surealización, brecha que Jules Monnerot hadenominado «heterotelia» y que se manifiestamediante consecuencias o recaídas imprevistas,frecuentemente calificadas de «efectosperversos». Sin embargo, a partir de todo loanterior no se desprende en absoluto laconclusión de la imposibilidad lógica deemprender una acción social o políticacualquiera, o bien de tratar de modelar el ordensocial en función de una finalidad determinada,ni tampoco puede seguirse un agravamiento de

la situación, producto de cualquier acto de voluntad que pretenda mejorarlo.

Hayek finge creer que cualquierconstructivismo es un racionalismo, con lo quetraiciona su propia concepción «tecnicista» delacto de voluntad. Ahora bien, la prácticahumana raramente es resultado de un examenrazonado de pros y contras. A decir verdad, esen el «orden tribal» donde Hayek dice quereinan los «instintos». Pero resulta aún más

 verdadero que es en la «gran sociedad», ysingularmente en el terreno político, donde ladeterminación de una finalidad colectivainexorablemente reposa en los juicios de valorcuyas premisas raramente se fundan en larazón. Enseguida, Hayek argumenta como si ladecisión humana exigiera el conocimiento detodos los parámetros existentes, lo que sólopermitiría evaluar con exactitud lasconsecuencias y los resultados. Semejanteafirmación procede del total desconocimiento

de lo que es una decisión, especialmente por elhecho de que, lejos de traducirse en un efectopuramente lineal que reflejaría una suerte de

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omnisciencia, apela sin cesar a las correccionesque los hombres siempre pueden hacer despuésde la decisión inicial, y multiplicar las decisionessubsidiarias destinadas a doblegar elencadenamiento de causas y efectos en funciónde las informaciones recabadas y de los

resultados obtenidos.Contrariamente a lo que pretende Hayek  – 

escribe a propósito de esto Gérard Roland –   eléxito de una acción no depende necesariamentedel pleno conocimiento de los hechospertinentes.

Ello, además, permite creer que ningunaacción científica, técnica, económica, política,social o de cualquier otra índole, emprendidaese día en la historia de la humanidad, no estababasada en tal conocimiento pleno. Por eso tal

 vez ninguna acción está totalmente exenta deerrores en relación con su intención inicial, perodicha carencia relativa de conocimiento jamásconstituyó un obstáculo absoluto para el éxitode una acción humana, sea individual ocolectiva (...) El proceso de conocimiento jamáses y jamás ha sido totalmente previo a la acción;por el contrario, está estrecha y dialécticamenteimbricado. Los éxitos y fracasos de las acciones

emprendidas alimentan el conocimiento paraacciones futuras que serán exitosas o fallidas en vista de nuevos conocimientos, y asísucesivamente, en un proceso que no esnecesariamente lineal e imprevisible, perosiempre impelido por las finalidades que loshombres fijan a su accionar30.

La crítica al constructivismo se topa dehecho con la evidencia del sentido común, asaber, que «analizar un sufrimiento, una crisis o

un mal siempre es analizarlo como problema,como problema resoluble y como problemacuya solución es técnica»31. Pretender que elhombre no puede  – y, sobre todo, no debe –  corregir una situación en la que nadie esoriginalmente responsable es, a este respecto,un paralogismo puro. Es irresponsable, enefecto, no obrar sobre los efectos, inclusoaunque nadie sea responsable de causarlos. Lacuestión no es saber, pues, si puede bien a bienser declarada «justa» o «injusta», según los

criterios abstractos, sino saber si es «justo»aceptar lo que no es aceptable por razoneséticas, políticas o de cualquier otro tipo.

¿Podríamos imaginar que no se busque mejorarla seguridad de los navíos y los aviones sopretexto de que «nadie es responsable» de lanaturaleza del elemento líquido o del espacioaéreo? Al desplazar el criterio de «justicia» de lasubjetividad humana hacia la objetividad de la

situación, tomando como pretexto que unasituación carece de autor identificable paraenseguida concluir la imposibilidad de cambiar,Hayek ciertamente arroja luz sobre suspreferencias personales, pero de ningunamanera demuestra que el hombre sea, pordefinición, impotente en relación a un hechosocial que nadie hubiera deseado.

Hayek parecer afirmar, finalmente, que elhombre no es omnisciente, lo que lo tacharía de

incapacidad radical. Ahora bien, la capacidaddel hombre para modificar un estado de cosasdepende mucho más de los medios de los quedispone que de la comprensión de su«información». Pero en Hayek todo sucedecomo si no hubiese una alternativa entre una

 voluntad  – efectivamente utópica –   parareconstruir un orden social cualquiera a partirde cero, haciendo «tabla rasa del pasado», y unasumisión total al orden (o al desorden)establecido. Bajo la lógica del todo o nada – quees metafísica, porque apunta hacia lo absoluto –  cualquier proyecto político, cualquier voluntadreformista o de transformación no puede,evidentemente, aparecer más que como unrupturismo insoportable. Tal aproximación seempalma con la muy clásica condena liberal a laautonomía de lo político, por la sencilla razónde que, al ser la política ante todo proyecto ydecisión, a final de cuentas no hay más políticaque la constructivista. Pero se trata también de

un enfoque que puede volverse en contra de suautor. Si como dice Hayek, en efecto, jamáspodemos anticipar los resultados reales denuestros actos, de suerte que la actitud máslógica es no hacer nada para intentar cambiar lasociedad en la que vivimos, no veríamos porqué habría que buscar que triunfara el ordenliberal, que seguramente se impondría por símismo en virtud de su excelencia intrínseca yde la ventaja que confiere a las sociedades en lasque impera. Y tampoco veríamos por qué

habría que seguir a Hayek en otras de suspropuestas como, por ejemplo, las de ordenmonetario o constitucional32, que representan,

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respecto de la situación actual, une ruptura máso menos radical.

 Toda la crítica hayequiana remite así a unsistema paralizante, destinado en los hechos areforzar el peor conservatismo. Decir que elmercado no es justo ni injusto es lo mismo quedecir, en efecto, que el mercado debe sustraerseen cuanto a sus efectos del juicio humano, quees la nueva divinidad, el nuevo Dios único anteel que hay que postrarse. El hombre no debe,pues, buscar por sí mismo los valoressusceptibles de encarnarse en la sociedad, sinoúnicamente debe reconocer en la sociedad unou otro sistema de valores que le permita sermiembro de ella. Debe ocuparse de sus finespersonales y privados sin cuestionar jamás el

orden social ni preocuparse por la evolución dela historia humana, que sólo se puede completarde manera óptima fuera de él; eso lo vemos porel tipo de «autonomía» que Hayek asigna alindividuo. Éste no se ha emancipado del poderpolítico ejercido en nombre de la totalidadsocial más que para inocular la incapacidad enlos proyectos que podrían asociarlo con sussemejantes. Hayek además lo dice con fuerza:«El hombre no es dueño de su destino, y jamáslo será». Aunque el hombre podría muy bienhacer lo que quiera, no podría querer lo quehace. Objeto de una sociedad que no funcionamás que en tanto no pretende controlarla, sulibertad, en el plano colectivo, se encuentradefinida así en términos de impotencia ysumisión: la libertad, según Hayek, sólo puedeejercerse en el marco que la niega. No esexagerado decir, entonces, que el hombre esdesposeído de su humanidad, pues si hay unacaracterística fundamental que distingue al ser

humano de los animales es que aquél estádotado de una capacidad histórica de concebir yrealizar proyectos colectivos. Al eliminar dichacapacidad de la humanidad, y al hacer delmonoteísmo del mercado el nuevo «imperio dela necesidad», Hayek nos remitesubrepticiamente al estadio «pretribal» de laanimalidad pura33.

Resulta claro que no recurriríamos alanálisis hayequiano para fundamentar un

retorno a la tradición. A decir verdad, Hayeksólo hace elogio de las tradiciones desde unaperspectiva instrumental para legitimar el ordendel mercado. Para él, las tradiciones únicamente

tienen valor en tanto constituyen «regulacionespre-racionales» que han favorecido elsurgimiento de un orden impersonal y abstractocuyo resultado más acabado lo constituye elmercado. Cuando habla en favor de lastradiciones, lo hace para mencionar la lenta

evolución de las sociedades hacia lamodernidad, la sedimentación de lascostumbres que ha propiciado (en Occidente almenos) el triunfo de la «gran sociedad»;cualquier tradición que vaya en otra direcciónno puede más que ser rechazada. Ahora bien,hay una contradicción de principio entre lastradiciones que, por definición, son siemprepropias de las culturas singulares, y launiversalidad de las reglas formales que Hayekrecomienda adoptar. Y como comúnmente seha admitido que la modernidad occidental hafuncionado en todas partes como trituradora delas tradiciones, es fácil advertir que el«tradicionalismo» hayequiano no se relacionamás que con la tradición... de la extinción de lastradiciones.

Hayek se mantiene, a ese respecto, fiel a lospasos seguidos por algunos de suspredecesores, en particular por David Hume, aquien frecuentemente se refiere. En el sigloXVIII, en sus Ensayos políticos, Hume yacriticaba las ideas de Locke y de quienes, aligual que éste, conferían un lugarpreponderante a la razón. Para él, la razón esincapaz de oponerse por sí misma a laspasiones, las cuales no pueden ser canalizadasmás que por «artificios no arbitrarios» que nosean resultado de un diseño preestablecido.Entre los artificios no arbitrarios figuran loshábitos, las costumbres y las instituciones

consagradas por los usos. La propia justicia esuna «grown institution», y la costumbre serevela como la mejor sustituta de la razón paraguiar a las prácticas humanas. El énfasis puestoen las tradiciones permite poner un dique a laspasiones al realizar la economía ficticia delcontrato. Sin embargo, para Hume, lasinstituciones no son resultado de una«selección» que interviene en el curso de lahistoria: si no son arbitrarias, es porquecorresponden a los principios generales del

entendimiento34.La verdadera naturaleza del

«tradicionalismo» hayequiano aparece

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claramente en su crítica al «orden tribal», y endonde las diferentes formas de constructivismoconstituirían otros tantos resurgimientosanacrónicos. El «orden tribal» no es, en efecto,otra cosa que la sociedad tradicional enoposición a la sociedad moderna, e incluso la

comunidad en oposición a la sociedad. Y sonprecisamente todos los rasgos característicos delas sociedades tradicionales y comunitarias,orgánicas y holistas los que se encuentrancondenados por Hayek en tanto rasgosantagónicos de la «gran sociedad». La tradiciónde la que Hayek se vuelve defensor es, por elcontrario, una «tradición» que no conoce nifinalidad colectiva, ni bien común, ni valorsocial ni imaginario simbólico compartido. Ensuma, se trata de una «tradición» que sólo es

 valorada porque nace de la disgregación de lassociedades «arcaicas» a las que remata.Paradojas de un pensamiento anti-tradicionalque se mueve tras la máscara ¡de la «defensa delas tradiciones»!

«El liberalismo de tipo tradicionalista esnacional  – escribe Yvan Blot –  porque él mismoproviene de la tradición y no de unaconstrucción arbitraria del espíritu»35. Estassolas palabras enuncian, desafortunadamente,un doble contrasentido. Por un lado, la ideamoderna de nación es enteramente una«construcción arbitraria del espíritu», ya que es,ante todo, una creación de la filosofía de lasLuces y de la revolución francesa  – el reino deFrancia, que le precedió en la historia, fueconstruido de manera esencialmente

 voluntarista y «constructivista» por la dinastíade los capetos. Por otra parte, es notorio que elliberalismo, hayequiano o no, no asignaría a la

nación un lugar privilegiado, pues el espacio enel que despliega su concepción de lo social noes un territorio delimitado por fronteraspolíticas, sino un mercado. Mientras que paralos mercantilistas el territorio («nacional») y elespacio (económico) aún se confundían, AdamSmith, en su Riqueza de las naciones, opera unadisociación decisiva entre ambos conceptos.Para Smith, las fronteras del mercado seconstruyen y se modifican sin cesar, sin quejamás coincidan con las fronteras estáticas de la

nación o del reino: es la extensión del mercado,y no la del territorio, la verdadera clave de lariqueza. En ello Smith llega a ser considerado

incluso como «el primer internacionalistaconsecuente» (Pierre Rosanvallon). Elpostulado mismo será retomado después de élpor toda la tradición liberal: aunque la naciónbien puede tener un valor relativo en cuanto ala identificación de los ciudadanos, no podría

establecerse como criterio de la actividadeconómica ni servir de pretexto para el controlo la limitación de los intercambios. El viejoideal que pretendía hacer coincidir los espaciosjurídico, político y económico en un territoriodeterminado y bajo una autoridad dada seencuentra, de esta manera, roto. Desde el puntode vista de la actividad económica, las fronterasdeben considerarse como si no existieran:laissez faire, laissez passer. Y correlativamente,el mercado no puede ser considerado con otrapertenencia que no sea económica.

Un comerciante no es necesariamente unciudadano de un país en particular  – escribe

 Adam Smith. En gran parte, es indiferente allugar en el que realiza su comercio, y se necesitael más leve disgusto para que se decida a llevarsu capital de un país a otro y, junto con él, todala industria que dicho capital pone enmovimiento36.

 Allí se encuentra todo el equívoco del«nacional-liberalismo».

Pero hay que volver sobre la concepciónhayequiana del mercado. Al instrumentalizar lastradiciones, Hayek busca sentar la legitimidaddel mercado, a fin de resolver la cuestión delfundamento de la obligación en el pacto social;dicha preocupación es constante en elpensamiento liberal. Se trata de encontrarsiempre un fundamento natural al orden social:

la «simpatía» en Smith, la «costumbre» enHume, etcétera. Semejante enfoque plantea elproblema del «estado de la naturaleza»,hipótesis de la que todavía es rehén elpensamiento de Locke, quien así debe recurrir ala ficción de una escena primitiva: el contratosocial. Como lo hemos visto anteriormente, enla corriente doctrinal que proviene de Smith esaficción se vuelve inútil: la «mano invisible», porcuya intervención se producen los ajustesnecesarios en el mercado, simultáneamente

permite explicar la permanencia del ordensocial. Sin embargo, y contrariamente a otrosautores liberales, Hayek no concluye sin más la

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«naturalidad» del mercado. Admite, por elcontrario, que éste surge en un momentodeterminado de la historia humana, y essolamente dicho surgimiento el que se planteacomo natural: sin ser originalmente unfenómeno natural, el mercado aparecería

«naturalmente» como efecto de una selecciónprogresiva que operaría por sí mismo. Elnaturalismo hayequiano se vincula, pues, con laidea de un progreso ineluctable que reposa enleyes objetivas derivadas de la evolucióncultural.

 Toda la habilidad de Hayek en esta imagen,donde fusiona la teoría evolucionista con ladoctrine de la «mano invisible», le permiteconcluir la «naturalidad» del mercado sin que

éste sea considerado como algo original, o sea,como una idea de orden natural o «verdadevidente en sí » (self-evident truth). Al mismotiempo, Hayek vuelve a tomar en cuenta elpostulado liberal según el cual existen leyesobjetivas tales que la libre interacción de lasestrategias individuales finalizan no solamenteen un orden, sino en el mejor orden posible. Alhacerlo, no escapa a la aporía clásica en la queacaba el pensamiento liberal cuando intentaexplicar cómo se puede constituir un ordensocial viable sobre la sola base de la soberaníaindividual. La dificultad es tener «quepresuponer la presencia del todo en cada parte.En efecto, si lo social no estuviera contenido yade alguna manera en las partes, no vemos cómopodrían concordar»37. El postulado que seimpone es, entonces, el de una continuidad delas partes hacia el todo. Ahora bien, no essostenible semejante postulado, y no lo seríapor las razones enunciadas por Bertrand Russell

en su teoría de los tipos lógicos («la clase nopuede ser miembro de sí misma, ni alguno desus miembros puede ser la clase»). Dicho deotra forma, necesariamente hay unadiscontinuidad entre el todo y sus partes, y taldiscontinuidad hace fracasar la pretensiónliberal.

La visión hayequiana del hombre«primitivo» que vive en el «orden tribal»,aunque es muy distinta de la de Hobbes o de

Locke, e incluso de la de un Rousseau, carecetambién de gran pertinencia antropológica.Representar a las sociedades tradicionales comosociedades que privilegian los comportamientos

 voluntaristas («constructivistas») esparticularmente aventurado, pues dichassociedades están regidas precisamente portradiciones orientadas al retorno de lo mismo.Se podría demostrar fácilmente, por elcontrario, que es más bien la «gran sociedad» la

que da la bienvenida a los proyectos novedososy a los planes deliberados. En otras palabras, esmás bien en las sociedades tradicionales y«tribales» donde se verifica el ordenespontáneo, mientras que en las sociedadesmodernas lo hace el orden instituido. AlainCaillé observa muy justamente, además, quehacer depender la justicia de la conformidadentre el orden tradicional con la práctica«paradójicamente conduce a demostrar que laúnica sociedad justa que puede concebirse es lasociedad cerrada, y no la gran sociedadliberal»38. La sociedad en donde, pordefinición, la themis se aleja menos del nomoses, efectivamente, la sociedad tradicional,encerrada en sí misma (pero abierta al cosmos):desde el punto de vista estrictamentehayequiano, es tanto más «justo» (o si se quieretanto menos «injusto») que tienda a perpetuarsu identidad fundada en los usos.

La idea de acuerdo con la cual lasinstituciones que se han impuestoperdurablemente hasta nuestros días resultansiempre «de la acción de los hombres, pero node sus designios», es igualmente refutable. Elderecho inglés, que frecuentemente es citadocomo ejemplo típico de una instituciónderivada de la costumbre, en realidad nació demanera relativamente autoritaria y brutal,«como consecuencia de intervenciones reales yparlamentarias, y es resultado del trabajo

creativo de juristas pertenecientes a laadministración centralizada de la justicia»39. Deforma más general, todo el orden liberal inglésnace en el siglo XVII del conflicto entre elParlamento y la Corona, y no a partir de unaevolución espontánea.

En cuanto al mercado, ciertamente no es laforma natural del intercambio; su nacimientono podría estar relacionado con la lentaevolución de las costumbres y las instituciones,

donde cualquier «constructivismo» habríaestado ausente. Y también es verdadero locontrario: el mercado constituye un ejemplotípico de orden instituido. Como hemos visto,

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la lógica del mercado, fenómeno a la vezsingular y reciente, no se desarrolla más quehacia el final de la Edad Media, cuando losestados nacientes, ansiosos por monetarizar sueconomía para acrecentar sus recursos fiscales,comenzaron a unificar el comercio local y el

comercio a distancia en el seno de mercados«nacionales» que podían controlar másfácilmente. En Europa occidental, y en Franciaen particular, el mercado, lejos de aparecercomo una reacción contra el Estado, nace, porel contrario, gracias a su iniciativa, y es hasta unsegundo momento cuando se emancipará de lasfronteras y de los límites «nacionales» a medidaque se acrecentaba la autonomía de loeconómico. Creación estrictamente voluntaria,en sus inicios el mercado fue uno de los mediosque utilizó el Estado-nación para liquidar elorden feudal. Pretendía facilitar las deduccionesfiscales en el sentido moderno del término (losintercambios intracomunitarios, no mercantiles,serían incomprensibles), lo que significó lasupresión progresiva de las comunidadesorgánicas autónomas y, en consecuencia, lacentralización. Así, el Estado-nación y elmercado apelaban, ambos, a una sociedadatomizada, donde los individuos son

progresivamente sustraídos de cualquiersocialización intermedia.

La dicotomía establecida por Hayek entreorden espontáneo y orden instituido finalmenteparecería inadmisible; sencillamente, jamásexistió. Decir que la sociedad evolucionaespontáneamente es tan reduccionista comoafirmar que se transforma bajo el solo efecto dela acción voluntaria de los hombres. Y laafirmación de acuerdo con la cual la lógica del

orden espontáneo no podría interferir con ladel orden instituido sin que tuvieraconsecuencias catastróficas, es tambiéncompletamente arbitraria: toda la historia de lahumanidad está hecha de tal combinación. Larepresentación del proceso de formación delorden social como resultado de la pura práctica«inconsciente», independientemente decualquier finalidad o visión colectiva no es másque una imagen mental; ninguna sociedad jamásha sido así. La auto-organización de las

sociedades es, a la vez, más compleja y menosespontánea de lo que Hayek pretende. Si lasreglas y las tradiciones efectivamente influyen

en la vida de los hombres, no podríamosolvidar  – a riesgo de caer en una visiónpuramente lineal y mecánica –  que los hombres,a cambio, inciden en las reglas y las tradiciones.Hayek, a fin de cuentas, no percibe que lassociedades se instituyen no sólo con base en la

práctica espontánea y los intereses individuales,sino en un orden simbólico basado en valorescuya representación siempre implica undistanciamiento respecto de dicha práctica.

La cuestión se plantea igualmente en sabercómo se ha pasado del estadio del orden«tribal» y tradicional al de la «gran sociedad».Hayek casi no insiste sobre este punto que, sinembargo, resultaría esencial en suargumentación. ¿Cómo es posible que de una

sociedad de un determinado tipo  – digamos deltipo comunitario y holista –   nazca«naturalmente» una sociedad esencialmenteindividualista, es decir, una sociedad del tipoopuesto? Se podría responder a esta cuestiónsiguiendo a Louis Dumont, o sea, describiendoel surgimiento de la modernidad comoresultado de un lento proceso de secularizaciónde la ideología cristiana. Pero Hayek no atribuyela menor importancia a los factores ideológicosy, además, sería embarazoso para su tesis el quela «gran sociedad» procediera de una ruptura detipo «constructivista». (¿Qué habría másconstructivista, en efecto, que la voluntad decrear una nueva religión?). De allí que recurra aun esquema evolucionista, es decir, a undarwinismo social apoyado en la idea deprogreso.

Ciertamente Hayek no cae en unbiologismo grosero. Su darwinismo social,expuesto extensamente en The Constitution of

Liberty, consiste más bien en plantear la historiahumana como reflejo de una evolución culturalque funciona sobre el modelo de la evoluciónbiológica tal y como ha sido concebido en elmodelo darwiniano o neo-darwiniano. Asícomo en todo liberalismo la competenciaeconómica no solamente está orientada afavorecer el progreso  – igual que en el reinoanimal, donde la «lucha por la vida» estáorientada a que la selección lo ejerza – , las

tradiciones, las instituciones y los hechossociales son explicados asimismo de igualmanera. Paralelamente, el paso subrepticio delhecho a la norma es constante: la sociedad

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liberal y la economía de mercado se imponencomo valores que han sido «seleccionadosnaturalmente» en el curso de la evolución; así, el

 valor está en función del éxito. Semejanteconcepción es particularmente explícita en elúltimo libro de Hayek, donde el capitalismo no

es valorado ya en función de su eficaciaeconómica, sino intrínsecamente, como el nonplus ultra de la evolución humana40. Laidentificación del valor con el éxito escaracterística, evidentemente, de cualquier

 visión evolucionista de la historia. Si laevolución «selecciona» lo que está mejoradaptado a las condiciones del momento,resulta claro que no se puede ver más que demanera aprobatoria y, por lo mismo, optimista,toda la historia acaecida. La selección consagraa los mejores; la prueba de que son los mejoreses que han sido seleccionados. El reemplazo del«orden tribal» por la «gran sociedad», la llegadade la modernidad y el triunfo del individualismosobre el holismo están en el orden de las cosas.El estadio de la evolución refleja exactamente,en otras palabras, lo que debe ser. Si la historiahumana muy bien puede ser leída comoprogreso, Hayek la reinterpreta como unamarcha más allá de la «libertad»41. «En un

universo sin progreso  –  escribe Henri Lepage –  la libertad habrá perdido su razón de ser...»

El paralelismo entre evolución cultural yevolución biológica evidentemente planteaproblemas metodológicos, comenzando por lacuestión de saber por qué el orden liberal es elmejor «adaptado». Desde esta perspectiva, laaplicación casi mecánica que Hayek hace de lateoría de la selección natural a los valoressociales y a las instituciones no escapa a la

crítica que estigmatiza el carácter tautológico dedicha teoría. Como lo nota Roger Frydman,

la perspectiva evolutivo-utilitarista, queinscribe los desarrollos de la cultura en unasecuencia acabada, es o banal o no verificable.Banal porque las instituciones humanas estánforzosamente adecuadas a los fines o a lasobrevivencia de la sociedad que las produce;no verificable porque  – si es lícito plantear quelas instituciones están adaptadas, incluso no

necesariamente en su totalidad y siempre demanera relativa a objetivos singulares –  nada lespermitiría salir de ese círculo vicioso para decir

que son las mejores o las más adaptadas las quefinalmente han sido seleccionadas42.

Si Hayek – añade Jean-Pierre Dupuy  –  

había acompañado hasta el final las teoríaslógicas y sistémicas de la auto-organización de

las que desde el principio fue su compañero dearmas, debería haber comprendido que nopodían acomodarse a los círculos viciosos delneodarwinismo respecto de la selección de losmás adaptados43.

El modelo evolucionista se topa ademáscon la singularidad occidental (que, comocualquier visión etnocéntrica, aquí esconsiderada la encarnación misma de lanormalidad, cuando representa, por el

contrario, la excepción). En ningún momentoHayek explica por qué el orden liberal y elmercado no han sido «seleccionados» como lasformas más adecuadas para la vida en sociedaden el área de la civilización occidental.

 Tampoco explica por qué, en otras partes delmundo, el orden social ha evolucionado«espontáneamente» en otras direcciones... o noha evolucionado para nada44. De manera másgeneral, Hayek parecería no haber visto quetodas las formas de orden «espontáneo» que

han aparecido en Occidente no son,forzosamente, compatibles con los principiosliberales. Un sistema social puede evolucionar«espontáneamente» tanto hacia un ordentradicionalista o «reaccionario» como hacia unorden liberal. Fue también esgrimiendo la«naturalidad» de las tradiciones que la escuelacontrarrevolucionaria  – representadaprincipalmente por Bonald y Joseph deMaistre –   desarrolló su crítica al liberalismo y

abogó ¡en favor de la teocracia y de lamonarquía absoluta! El propio Hayek razonacomo si la opinión fuera espontáneamenteliberal  – lo que desmentiría la experienciahistórica –   y como si se formara de maneraautónoma – cuando una de las características dela sociedad moderna es, precisamente, suheteronomía. A decir verdad, casi no podría serde otra manera: si el advenimiento del ordenliberal no se explicara por la sola «selecciónnatural», todo su sistema se desfondaría

inmediatamente.El hecho, sin embargo, es que el orden del

mercado no se ha «seleccionado» en todos

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lados. ¿Cómo se podría afirmar que la selecciónde la que se supone que resulta dicho orden es«natural»? Y sobre todo, ¿cómo demostrar quesemejante orden es el mejor? Aquí, la dificultadpara Hayek es pasar del enunciado de un hechosupuesto al enunciado de una norma. Después

de decir que las instituciones no son productode designios voluntarios de los hombres (hechosupuesto), concluye que los hombres no debentratar de transformarlas voluntariamente(norma); de decir que semejantes institucionesserían el resultado de una evolución cultural quefunciona de acuerdo con un modelo biológicode evolución (hecho supuesto), concluye quedicho resultado necesariamente constituye unprogreso (norma). Empero, queda atrapado enuna aporía clásica: el ser no equivale al deberser. Hayek sabe muy bien en realidad que supreferencia por un sistema de valoresdeterminado  – en este caso el orden liberal –  nopuede fundamentarse lógicamente. Es por elloque disimula su elección tras consideraciones detipo evolucionista que le confieren a surazonamiento una apariencia de objetividad.Por añadidura, existe cierta contradicción entreel hecho de afirmar que todas las reglas morales

 valen en tanto son resultado de una «selección»

que garantiza su correcta adaptación en la vidasocial, y la necesidad que tiene Hayek dedemostrar que la sociedad liberal esobjetivamente la mejor. La cuestión consiste ensaber, en efecto, si el orden liberal es el mejoren virtud de sus cualidades intrínsecas o si es elmejor porque ha sido «consagrado» por laevolución; ambas son cosas totalmentediferentes. Si se responde que el orden liberal esel mejor porque fue «seleccionadonaturalmente» en el curso de la historia,entonces habría que explicar por qué no fueseleccionado en todas partes y, aún más, porqué a veces se seleccionaron órdenescompletamente distintos. Si en cambio seresponde que es el mejor debido a sus propias

 virtudes (posición de la escuela liberal clásica),entonces el mercado no es una norma sino unmodelo puro, es decir, un sistema entre otros, yno sería posible demostrar su excelenciaapoyándose en un hecho ajeno a sus virtudes,

en este caso, la evolución.Hayek no puede sortear este dilema que lo

haría recaer en el utilitarismo del que, no

obstante, pretendía liberarse, pues no puedeafirmar que el mercado ya no constituye unmedio de coordinar todas las actividadeshumanas sin planificación alguna, sinosimplemente que es el modelo genérico deorganización más favorable al desarrollo

humano. No evita recurrir a este procesocuando, por ejemplo, explica que la «gransociedad» se impuso «porque las institucionesmás eficaces han prevalecido en un procesocompetitivo». Pero el inconveniente desemejante razonamiento es doble. Por unaparte, lleva a fundamentar la demostración enun juicio totalmente arbitrario, a saber, quetodas las aspiraciones humanas deben estarordenadas hacia un principio de eficacia quemejor permita enriquecerse materialmente, loque es otra manera de decir que no existe valormás elevado que el del enriquecimiento(mientras que Hayek también asegura que laeconomía no tiene por finalidad principal crearriqueza). Por otra parte, no se ve claramentecuál sería la ventaja del mercado definido comoun instrumento epistemológico que permitiríaacceder a un orden global. Si la superioridad delmercado reside, en efecto, solamente en sucapacidad de generar riqueza, y si la principal

prioridad es buscar el enriquecimiento, nohabría ninguna razón para que los desheredadosse sintieran insatisfechos con su suerte yconsideraran «normal» la desigual repartición debienes. Es por ello que Alain Caillé planteajustamente la siguiente pregunta: «Hacerinevitablemente de la eficacia del mercado elcriterio y el fin de la justicia, ¿no es volver aintroducir en su definición las consideracionesque pretendía superar?»45. Al caer de nuevo enuna apreciación utilitaria del mercado, el propioHayek nulifica todo lo que afirma sobre la «no-injusticia» de la «gran sociedad».

La crítica hayequiana al utilitarismo parece,al menos, ambigua. Vinculada en él  – como ladel racionalismo y la del positivismo –   a ladenuncia del «constructivismo», a lo más apuntahacia el «utilitarismo estrecho» de JeremyBentham, quien definió la felicidad generalcomo la suma del mayor número posible defelicidades individuales. De acuerdo con Hayek,

tal definición está muy ligada a la idea de biencomún; legitima, en efecto, la lógica delsacrificio, que se ubica como una cuantificación

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numérica. Pareto planteaba, en principio, que sialgunos podían ganar dentro de unatransformación social sin que otros lopadecieran, entonces dicha transformacióndebía ser recomendada. El utilitarismo deBentham deroga este principio yendo más lejos:

si lo esencial es la satisfacción de la mayoría,efectivamente podemos admitir que unatransformación que maximice las ganancias delmayor número de personas y que redunde enpérdidas de un número minoritario es algotodavía justificable. La idea de que el sacrificiode algunos es legítimo cuando contribuye a la

 ventaja de otros  – que también es uno de losresortes del mecanismo victimizante en la teoríadel chivo expiatorio46 –  es rechazada por Hayeksimplemente porque él no acepta la noción de«utilidad colectiva», así haya sido definida éstacomo la simple suma de las utilidadesindividuales. En este punto su posición no sedistingue de la de Robert Nozick, ni siquiera dela de John Rawls, quien escribe:

Cada persona posee una inviolabilidadfundada en justicia, sobre la cual, incluso el biende la sociedad, considerado como un todo, nopuede prevalecer. Por tal razón, se excluye quela privación de la libertad de algunos pueda serjustificada por un mayor bien que otrosrecibirían a cambio. Resulta incompatible con lajusticia admitir que los sacrificios impuestos aalgunos puedan ser compensados mediante elincremento de ventajas que recibiría un mayornúmero de otros47.

Podríamos preguntarnos, sin embargo, sital rechazo es sincero. Cuando Hayek proponeque los perdedores en el «juego» de la catalaxiaacepten su suerte como la cosa menos «injusta»,

¿acaso no les impone, de alguna manera, que sesacrifiquen para el buen funcionamiento delorden general del mercado? Allí hay unequívoco que remite al «individualismo impuro»del que ya hemos hablado. Recordemossimplemente que, ante todo, Hayek opone elindividualismo al utilitarismo, pero que élmismo sucumbe ante el propio utilitarismo cada

 vez que encomia la eficacia de la «manoinvisible» que legitima el mercado por sus

 virtudes intrínsecas, o cuando identificallanamente el valor con el éxito48.

 Alain Caillé define en los siguientestérminos las dos aporías coextensivas alracionalismo crítico liberal:

La primera resulta del hecho de que larazón crítica no puede bastarse a sí misma; paraque sea crítica, hace falta que la razón encuentrealgo distinto a sí misma para criticar, y que esealgo no sea, en sí, un negativo puro. La segundaaporía deriva de la primera: la razón crítica sólologra creerse a sí misma si vacía el ámbito de loreal suponiendo que éste se sintetizara en unracional negativo que sería su única identidad.La razón liberal crítica se apuntala en unaimagen identitaria de la relación social queresulta contradictoria con la idea de libertad49.

Max Weber demostró, por su lado, quesiempre existe una contradicción entre laracionalidad formal y la racionalidad sustancial,y que ambas siempre pueden entrar enconflicto. El problema del contenido sustancialde la libertad no puede ser regulado por la solapuesta a punto de los procedimientosencargados de garantizarla. La hipótesis de unajuste espontáneo de los múltiples proyectos delos agentes económicos y sociales que compitenbajo un régimen de total libertad de

intercambio, ajuste que se plantea como óptimo(no en sentido ideal, sino en sentido de loposible, es decir, en referencia a las condicionescognitivas reales de vida de los miembros de lasociedad), como si no hubiera antagonismoirreductible de intereses, crisis destructivas delos mercados, etcétera, se torna,consecuentemente, profundamente utópica. Laidea que podría fusionar los valores de libertadcon el orden espontáneo resultante de lapráctica reside, de hecho, en la imagen de una

sociedad sin espacio público.Como hemos visto, Hayek no se limita a

decir, como los liberales clásicos, que elmercado maximiza el bienestar de todos;ratifica que constituye un «juego» queincrementa las oportunidades de todos losjugadores, individualmente considerados, paraalcanzar sus fines particulares. Tal afirmación setopa con una objeción evidente: ¿cómo sepuede decir que el mercado maximiza las

oportunidades de los individuos para realizarsus fines, si por principio tales fines son

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incognoscibles? Y además, como escribe AlainCaillé,

si ése fuera el caso (...) sería fácil sostenerque la economía de mercado ha multiplicadomás los fines de los individuos que los mediospara lograrlos, y que, así, de acuerdo con elmecanismo psicológico analizado por

 Tocqueville, ha aumentado la insatisfacción, loque es una manera de recordar que lasfinalidades de los individuos no caen del cielosino que proceden del sistema social y culturalen cuyo seno se sitúan.

No advertimos qué impediría pensar quelos miembros de la sociedad salvaje, porejemplo, tengan infinitamente másoportunidades para lograr sus fines individualesque los miembros de la «gran sociedad». Hayekrespondería sin duda que los salvajes no eran«libres» de elegir por sí mismos sus objetivos, loque sería tanto como demostrar que losindividuos modernos se determinan, comotales, libremente50.

La imagen de la catalaxia como un juegoque ofrece oportunidades «impersonales» y en

la que resulta sumamente normal que hayaganadores y perdedores es, en realidad,insostenible. La existencia de reglas abstractasno es suficiente para garantizar que,efectivamente, todos tendrán las mismasoportunidades de ganar o de perder. Hayekolvida, precisamente, que las oportunidades deganar no son las mismas para todos, y que losperdedores frecuentemente son siempre losmismos. De allí que los resultados del juego nopuedan ser llamados aleatorios; no lo son, y

para que pudieran serlo  – al menostendencialmente –   se requeriría que el juegofuese «corregido» por la intervención voluntariadel poder público, algo que Hayek rechazaenérgicamente. ¿Qué se puede pensar de unjuego en que, por azar, los ganadores siempreganan más y los perdedores siempre pierdenotro tanto? Hayek piensa que calificar de«injusto» el orden espontáneo es caer de nuevoen el antropomorfismo o en el «animismo», eincluso en la lógica del chivo expiatorio, ya quese trata de buscar un responsable, un culpable,allí donde no lo hay. Pero como lo ha resaltado

 Jean-Pierre Dupuy, el argumento retorna como

guante, pues si hay una experiencia decisiva enla evolución social, ésta consiste en que no seconsidere justo condenar a un inocente. Desdeesta perspectiva, es más bien la negación de lanoción misma de injusticia social la que «seesconde detrás». Al ponerse en guardia contra la

lógica del chivo expiatorio, Hayek reincide ensu propio error: los chivos expiatorios, en susistema, son simplemente víctimas de lainjusticia social, y tienen prohibido, incluso,quejarse. Afirmar que la justicia social no quieredecir nada equivale, en efecto, a trasformar aquienes padecen la injusticia en chivosexpiatorios de una teoría de su propialegitimación. El sofisma consiste, pues, en decirque el orden social no es justo ni injusto, paraasí concluir que debemos aceptarlo tal y comoes, o sea, como si fuera justo.

 Aquí, toda la ambigüedad proviene de queHayek presenta al mercado comointrínsecamente creador de la libertad (que es elfondo de su tesis), y a la libertad como el mediode la eficacia generalizada del mercado. Peroentonces, ¿cuál sería la verdadera finalidad quese busca: la libertad individual o la eficaciaeconómica? Sin duda alguna Hayek diría queambos objetivos no son más que uno solo;quedaría por determinar, sin embargo, lamanera en que se articulan entre sí. De hecho,la definición que Hayek proporciona de lalibertad demuestra que, en última instancia, éstaes la que tiene por función garantizar almercado, el cual se vuelve un fin en sí. ParaHayek, la libertad no es ni un atributo de lanaturaleza humana ni un complemento de larazón, sino una conquista histórica, un valornacido de la «gran sociedad». Se trata, además,

de una libertad puramente individual, negativa yhomogénea. Hayek llega a decir que la libertades sofocada allí donde se aboga por laslibertades51. El mercado no crea entonces lascondiciones para la libertad más que cuandoésta se pone al servicio del mercado. La ética dela libertad se reduce a una ética del bienestar, loque equivale a caer de nueva cuenta en elutilitarismo. Hayek no nos propone más queuna visión instrumental de la libertad: la libertad

 vale en la justa medida en que permite el

funcionamiento del orden del mercado.

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realizar más que bajo condiciones políticas queserían las de una pesadilla56.

Que se pretenda renovar hoy día el«pensamiento nacional» apoyándose en estetipo de teorías nos dice mucho del hundimientode semejante pensamiento.

Notas.

1 La Presse Française, 4 de noviembre de1989.

2 Al responder a Henry de Lesquen, Jacques Garello, líder de los «nuevoseconomistas», recordaba que «los liberales sonliberales, y no son de derecha» (La NouvelleLettre, 2 de septiembre de 1989).

 Anteriormente había escrito: «En nombre de la

nación no se pueden proteger privilegios,industrias; no se puede excluir al extranjero. Eneso los liberales no son nacionalistas» (LaNouvelle Lettre, 11 de mayo de 1987). Hayek,por su lado, rechazó explícitamente elcalificativo de «conservador» («Why I Am Not aConservative», en: The Constitution of Liberty,Chicago, University of Chicago Press, 1960,posfacio; texto incluido también en: ChiakiNishiyama y Kurt R. Leube [editores], The

Essence of Hayek, Stanford, Hoover InstitutionPress, 1984, pp. 281-298), algo que no deberíasorprendernos ya que, como recuerda PhilippeNemo, «el liberalismo no es menos adversariodel conservatismo que del socialismo» (Lasociété de droit selon F. A. Hayek, París, PUF,1988, p. 369). Para un punto de vista opuesto aldel Club de l'Horloge, pero que proviene de lamisma familia política, cfr. Jean-Claude Bardet,«Le libéralisme est un ennemi», en: Le Choc dumois, noviembre de 1989, pp. 18-20 (artículo

que mereció un comentario negativo por partede Jean-Marie Le Pen en Le Figaro-Magazine,17 de febrero de 1990). Se puede apreciar que ladistinción entre los «dos liberalismos» recuerda,en ciertos aspectos, la querella que, durantemuchos años, opuso en los Estados Unidos alos «conservadores» del tipo Russell Kirk conlos «neoconservadores» del tipo NormanPodhoretz, así como con los libertarios (MurrayN. Rothbard, David Friedman, etcétera).

3 Es sobre todo en Alemania, en Holanda yen los países anglosajones donde, desde hace unsiglo, se han manifestado con mayor frecuencia

movimientos o partidos que explícitamente sedeclaran «nacional-liberales». Para el casofrancés, cfr. Edmond Marc Lipiansky, L'âmefrançaise ou le national-libéralisme. Analysed'une représentation sociale, París, Anthropos,1979.

4 Nacido en Viena en 1899, profesor en laLondon School of Economics de Londres apartir de 1931, Friedrich A. (von) Hayek seorientó hacia el liberalismo bajo la influencia,principalmente, de Ludwig von Mises, de quiense alejaría después. En los años treinta, susposturas padecen considerablemente el éxito delas ideas de Keynes. En 1944, la aparición de supanfleto titulado The Road to Serfdom(Camino de servidumbre, Colección "El libro

de bolsillo. Sección humanidades", n° 676;Madrid: Alianza Editorial, 1985, 298 pp.)contribuye, en cambio, a cimentar su renombrey conduce, en abril de 1947, a la creación de laSociedad de Mont-Pèlerin. Ello también le

 valdrá ser llamado a los Estados Unidos.Profesor de Filosofía Moral en Chicago de 1950a 1956, Hayek sacará de sus enseñanzas elmaterial de sus obras más célebres, en especiallos tres tomos de Law, Legislation and Liberty(Londres, Routledge & Kegan Paul, y Chicago,Chicago University Press, 1973-79; traducciónfrancesa: Droit, législation et liberté. UneNouvelle formulation des principes libéraux dejustice et d'économie politique, tomo 1: Règleset ordre; tomo 2: Le mirage de la justice sociale;tomo 3: L'ordre politique d'un peuple libre,París, PUF, 1980-83, reedición en 1985-92). Deregreso a Austria en 1956, continúa enseñandoen la Universidad de Salzburgo, se jubila en1969 y se retira a Friburgo-en-Brisgau

(Alemania). En 1974 comparte el Premio Nóbelde Economía con Gunnar Myrdal. En los añossetenta y ochenta, su obra es redescubierta porlos libertarios estadounidenses, así como por elgrupo de los «nuevos economistas» de Francia;muere el 23 de marzo de 1992. Su obracomprende también los siguientes títulos:Monetary Theory and Trade Cycle (1929),Prices and Production (1931, traducciónfrancesa: Prix et production, París, Calmann-Lévy, 1975, reedición: Agora, 1985), Monetary

Nationalism and International Stability (1933),Collectivist Economic Planning (encolaboración con Ludwig von Mises, 1935; un

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breve extracto se publicó en español como Laplanificación y el estado de derecho, México, D.F.: Centro de Investigaciones sobre la LibreEmpresa, 1988, 13 pp.), The Political Idea ofthe Rule of Law (1937), Profits, Interest andInvestment (1939), The Pure Theory of Capital

(1940), The Counter-Revolution of Science(1944, traducción francesa de Raymond Barre:Scientisme et sciences sociales. Essai sur lemauvais usage de la raison, París, Plon,reedición: Agora, 1986), Individualism andEconomic Order (1948), The Constitution ofLiberty (1960; versión en español: Losfundamentos de la libertad, trad. de José-

 Vicente Torrente; Valencia: Fomento deCultura, 1961, 2 v., y Los fundamentos de lalibertad, 3a ed.; Buenos Aires: Centro deEstudios sobre la Libertad, 1978, 548 pp.; sepublicó en español también una antología deesta obra: Sobre la libertad, Colección «Clásicosde la democracia»; introducción y selección deRigoberto Juárez-Paz; San José, Costa Rica:

 Asociación Libro Libre en coedición con laUniversidad Francisco Marroquín, 1992, 389pp.), Studies in Philosophy, Politics andEconomics (1967), New Studies in Philosophy,Politics, Economics and the History of Ideas

(1978; versión en español: Nuevos estudios enfilosofía, política, economía e historia de lasideas, Buenos Aires: EUDEBA, 1981, vii + 274pp.), Denationalization of Money (1974-76),1980's Unemployment and the Unions (1980),Money, Capital and Fluctuations (1985). Suúltimo libro, The Fatal Conceit. The Errors ofSocialism (Chicago, University of ChicagoPress, 1989; traducción francesa: Laprésomption fatale. Les erreurs du socialisme,París, PUF, 1993; en español: La fatalarrogancia: los errores del socialismo, Obrascompletas de Friedrich A. Hayek; tomo 1;traducción de Luis Reig Albio; Guatemala:Universidad Francisco Marroquín, 1990, 256pp.), editado por W. W. Bartley III, figura a lacabeza de los Collected Works of Friedrich A.Hayek en veintidós tomos, que actualmente sepublican bajo el sello de la imprenta de laUniversidad de Chicago. La bibliografía máscompleta sobre Hayek, que llega hasta julio de

1983, se encuentra en el libro de John Gray,Hayek on Liberty, Londres, Basil Blackwell,1984 (2ª edición en 1986), pp. 143-209. Acercade Hayek, cfr. también: Fritz Machlup [editor],

Essays on Hayek, New York, New YorkUniversity Press, 1976, y Londres, Routledge &Kegan Paul, 1977; Eamonn Butler, Hayek. HisContribution to the Political and Economic

 Thought of Our Time, Londres, Temple Smith,1983; existe versión española: Hayek: su

contribución al pensamiento político yeconómico de nuestro tiempo, trad. de EloyFuentes; Madrid: Unión Editorial, 1989, 187pp.; Chiaki Nishiyama y Kurt R. Leube[editores], The Essence of Hayek, op. cit.;

 Arthur Sheldon [editor], Hayek's «Serfdom»Revisited, Londres, Institute of Economic

 Affairs, 1984; Kurt R. Leube y Albert H.Slabinger [editores], The Political Economy ofFreedom. Essays in Honor of F. A. Hayek,Munich-Viena, Philosophia, 1984; PhilippeNemo, La société de droit selon F. A. Hayek,op. cit.; Gilles Dostaler y Diane Ethier[editores], Friedrich Hayek: philosophie,économie et politique, París, Economica, 1989;Guido Vetusti [editor], Il realismo politico diLudwig von Mises e Friedrich von Hayek,Milán, Giuffrè, 1989; Jérôme Ferry, Friedrich

 A. Hayek: les éléments d'un libéralisme radical,Nancy, Presses Universitaires de Nancy, 1990;Bruno Pays, Libérer la monnaie. Les

contributions monétaires de Mises, Rueff etHayek, París, PUF, 1991; Barry J. McCormick,Hayek and the Keynesian Avalanche, New

 York, Harvester Wheatsheaf, 1992; RenatoCristi, Le libéralisme conservateur. Trois essaissur Schmitt, Hayek et Hegel, Kimé, 1993. Sehan publicado varios otros estudios en español:Raimondo Cubeddu, La filosofía de la escuelaaustriaca, trad. de Juan Marcos de la Fuente;Madrid: Unión Editorial, 1997, 350 pp.; ElenaGarcía Martínez, La tradición en F. A. Hayek,memoria para optar al grado de Doctorpresentada por Elena García Martínez, bajo ladirección del Doctor Gilberto Gutiérrez López,Madrid: Universidad Complutense, Servicio dePublicaciones, 2005, 1 disco (CD-ROM);Fenando Arribas Herguedas, La evasivaneoliberal: el pensamiento social y político deFriedrich A. Hayek, Colección «Estudiospolíticos»; prólogo de Antonio GarcíaSantesmases; Madrid: Centro de Estudios

Políticos y Constitucionales, 2002, XXIV + 424pp.; Josep Baqués Quesada, Friedrich Hayek:en la encrucijada liberal-conservadora,Colección «Biblioteca de historia y pensamiento

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político»; Madrid: Tecnos, 2005, 182 pp.; Vicente Theotonio y Fernando Prieto,Neoliberalismo, libertad y liberación, Colección«Monografías» n° 11; Córdoba: ETEA, 1998,IV, 174 pp.; Paloma de la Nuez, La política dela libertad: estudio del pensamiento político de

F.A. Hayek, Colección «Nueva biblioteca de lalibertad» n° 7; Madrid: Unión Editorial, 1994,301 pp. Un ensayo de Hayek aparece tambiénen esta obra colectiva: El capitalismo y loshistoriadores, Serie Biblioteca de la libertad, n°3; Madrid, Unión Editorial, 1974, 183 pp.Igualmente se hizo un tiraje especial en estaentrevista realizada a Hayek: Pensamiento dellíder y maestro del liberalismo económico,Colección «Documentos» n°28; México, D. F.:Centro de Estudios Sociales, ConsejoCoordinador Empresarial, 1981, 16 pp.;entrevista exclusiva a Friedrich von Hayek. ElMercurio, Santiago de Chile, domingo 21 deabril de 1981.

5 Op. cit., p. 75.

6 Ibid., p. 86.

7 Essay on the History of Civil Society,Londres, 1767 (re-editado por Louis Schneider:Londres, 1980; traducción francesa: Essai sur

l'histoire de la société civile, edición de ClaudeGautier, París, PUF, 1992).

8 Op. cit., p. 85.

9 Le libéralisme économique. Histoire del'idée de marché, París Seuil, 1989, p. VII (1ªed.: Le capitalisme utopique, París, Seuil, 1979).

10 Droit, législation et liberté, tomo 2,PUF, 1982, p. 131.

11 Acerca de Hayek y la auto-organización,cfr. Jean-Pierre Dupuy, «L'autonomie et lacomplexité du social», en: Science et pratique dela complexité, Documentation Française, 1986,pp. 293-306. Cfr. también: Milan Zeleny[editor], Autopoiesis, Dissipative Structures,and Spontaneous Social Orders, Boulder,

 Westview Press, 1980; y Francisco Varela,Principles of Biological Autonomy, New York,Elsevier North Holland, 1979. Recordemos quela noción de incertidumbre asociada a la de

complejidad nos remite a la formulación hechapor Heisenberg de los principios deincertidumbre en 1927.

12 La genèse de la société civile libérale.Mandeville-Smith-Ferguson, París, Universitéde Paris I, enero de 1990.

13 «L'individu libéral, cet inconnu: d'AdamSmith à Friedrich Hayek», en: Individu et justicesociale. Autour de John Rawls, París, Seuil,1989, p. 80.

14 Hayek establece aquí una distinciónentre el racionalismo «constructivista» y elracionalismo «evolucionista» que correspondemuy cercanamente a la oposición entreracionalismo historicista y racionalismo críticode Popper. Esta crítica al racionalismogeneralmente fue juzgada como excesiva porlos autores libertarios, y de manera más generalpor los liberales estadounidenses, todos ellosmás o menos acostumbrados a invocar elracionalismo. Cfr. a este propósito el númeroespecial de la Critical Review consagrada aHayek por su 90° aniversario, F. A. Hayek'sLiberalism, primavera de 1989, en especial losartículos de Laurent Dobuzinskis («TheComplexities of Spontaneous Order», pp. 241-266) y de David Miller («The FatalisticConceit», pp. 310-323).

15 Último representante pre-monetarista de

las teorías monetarias del ciclo, Hayek piensaque, al hacer competitiva la oferta monetaria,¡se suprimirá la inflación! En su ensayoDenationalization of Money. The ArgumentRefined, Londres, Institute of Economic

 Affairs, 1978 (1ª edición de 1974-76), adelantala idea de que la moneda podría ser emitida a

 voluntad por las empresas privadas, por lo quelos consumidores estarían llamados a probarsucesivamente las distintas monedas hasta que

hubieran identificado la «mejor» (en espera,entre tanto, de que no se hubieran arruinado). Tal propuesta fue retomada en Francia por elClub de l'Horloge (Carta informativa del Club,2° trimestre de 1993, p. 7). Para una crítica deeste punto de vista: Christian Tutin, «Monnaieet libéralisme. Le cas Hayek», en: ArnaudBerthoud y Roger Frydman [editores], Lelibéralisme économique. Interprétations etanalyses, París, L'Harmattan, 1989, pp. 153-178.Contrariamente a la Escuela de Chicago, Hayek

rechaza la teoría cuantitativa de la moneda, alsostener que la moneda jamás podrá sersuficientemente medida o controlada.

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16 Mientras que los liberales clásicosgeneralmente se mostraban favorables a laslegislaciones anti-cárteles, algunos neoliberales,especialmente los libertarios, niegan hoy día laidea de que exista una estrecha relación entretasas de concentración y efectos monopólicos.

Cfr. Henri Lepage, Demain le libéralisme, París,Livre de Poche-Pluriel, 1980, pp. 241-263.

17 Con el mismo espíritu, un discípuloextremista de Hayek llega a escribir muyseriamente que «todos los rasgos desagradablesdel nazismo, incluido el exterminio de minorías,se encuentran en cualquier sociedad política quetome con seriedad la ambición de realizar lajusticia social» (François Guillaumat, enLiberalia, primavera de 1989, p. 19) ¡! Al

recordar que Hayek anunciaba desde 1935 el«inminente» hundimiento del sistema soviético,Mark Blaug («Hayek Revisited», en CriticalReview, invierno 1993-94, pp. 51-60) llama laatención acerca de la incapacidad paradesprender de las teorías de Hayek la mínimapredicción política o económica que pudiera

 verificarse empíricamente. Otros autores hanrecalcado que Hayek jamás da una definiciónprecisa del «totalitarismo», término que en élcontiene aparentemente todo lo que se opone alliberalismo.

18 Cfr. sobre todo el tomo 2 de Droit,législation et liberté, op. cit.

19 Op. cit., p. 188. Robert Nozick piensa,asimismo, que cualquier intercambio voluntarioes justo, cualesquiera que sean las condiciones.

 Tal sería el caso también cuando un trabajadoracepta un salario de miseria para no morir dehambre: ¡nadie lo obliga! En un libro que hizo

mucho ruido en los Estados Unidos, Anarchy,State, and Utopia (New York, Basic Books,1971, trad. francesa: Anarchie, Etat et utopie,París, PUF, 1988), Nozick defiende, por sulado, la tesis del «Estado mínimo» a partir de unanálisis que debe mucho a la teoría de juegos.

20 Droit, législation et liberté, tomo 2, op.cit., p. 178.

21 Yvon Quiniou, «Hayek, les limites d'undéfi», en: Actuel Marx, 1er trimestre de 1989, p.

83. Philippe Nemo, op. cit., traduce dichaindiferencia como «apego no psicológico a unotro abstracto». Hayek escribe: «En su forma

más pura, [la ética de la sociedad abierta]considera que el primero de los deberes esperseguir lo más eficazmente posible un finlibremente elegido, sin preocuparse del papelque juega en el complicado entramado de lasactividades humanas» (Droit, législation et

liberté, tomo 2, op. cit., p. 175).22 Retomamos el tema propuesto por

 Julien Freund, Politique et impolitique, Sirey,1987.

23 Droit, législation et liberté, tomo 3,PUF, 1983, p. 155.

24 Op. cit., p. 361.

25 Para un examen crítico de la tesis quepostula la identidad entre las reglas de conducta

existentes en la democracia con las delmercado, cfr. Gus diZerega, «A SpontaneousOrder Model of Democracy. ApplyingHayekian Insights to Democratic Theory»,documento presentado ante la Society for theStudy of Public Choice, San Francisco, marzode 1988.

26 Op. cit., p. 121.

27 Es de notarse que el Club de l'Horloge,que invoca las ideas de Hayek, declara desear, almismo tiempo, la extensión de la democraciadirecta, y especialmente la instauración delreferéndum y de la iniciativa popular. Dichasreivindicaciones son indefendibles desde laperspectiva hayequiana, pues ésta niega lasoberanía popular y el valor sustantivo del voto.

28 L'autopsie du tiers-mondisme, París,Economica, 1988, p. 130. Por su parte, LouisDumont estima que es en La ideología alemanadonde el individualismo de Marx llega a su«apoteosis». Cfr. también John Elser,«Marxisme et individualisme méthodologique»en: Pierre Birnbaum y Jean Leca [editores], Surl'individualisme, París, Presses de la FondationNationale des Sciences Politiques, 1986.

29 Op. cit., pp. 226-228.

30 Economie politique du systèmesoviétique, L'Harmattan, 1989, pp. 19-20.

31 Arnaud Berthoud, «Liberté et

libéralisme économique chez Walras, Hayek etKeynes», en Arnaud Berthoud y RogerFrydman, op. cit., p. 49.

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32 Hayek es partidario de una separaciónde los poderes legislativos previendo lainstitución de una Cámara Alta que funcionaríaun poco a la manera de un ConsejoConstitucional. Estaría reservada a individuosde más de cuarenta y cinco años que hubieran

dado pruebas de «honestidad», «sabiduría» y«juicio», y serían electos por un período dequince años. Cfr. especialmente: F. A. Hayek,«Whither Democracy?», en Chiaki Nishiyama yKurt R. Leube [editores], op. cit., pp. 352-362.

33 Cfr. a este propósito a Gilles Leclercq,«Hier le libéralisme», en Procès, 1986, pp. 83-100, quien también ve en el liberalismo «unadoctrina de esencia sutilmente totalitaria».Desde una óptica cercana, pero marcada ante

todo por la doctrina social cristiana: MichelSchooyans, La dérive totalitaire du libéralisme,París, Éd. Universitaires, 1991.

34 Acerca de Hume como precursor delliberalismo, cfr. D. Deleule, Hume et lanaissance du libéralisme, París, AubierMontaigne, 1979. Para un punto de vistacontrario: Daniel Diatkine, «Hume et lelibéralisme économique», en Arnaud Berthoudy Roger Frydman, op. cit., pp. 3-19.

35 Présent, 6 de octubre de 1989.36 La riqueza de las naciones, t. 1, libro 3,

cap. 4.

37 Roger Frydman, «Individu et totalitédans la pensée libérale. Le cas de F. A. Hayek»,en: Arnaud Berthoud y Roger Frydman, op. cit.,p. 98. Esta aporía gravita con una cargaparticularmente pesada en toda la teoríafundada en la hipótesis del contrato social: paraque los individuos aislados decidan entrarcontractualmente en sociedad, es necesario quehayan tenido, previamente a esta decisión, unconocimiento al menos aproximativo de suresultado, en cuyo caso el estado de lanaturaleza no puede oponerse rigurosamente alestado social.

38 Splendeur et misère des sciencessociales. Esquisses d'une mythologie, Ginebra,Droz, 1986.

39 Blandine Barret- Kriegel, L'Etat et lesesclaves , París, Calmann- Lévy, 1980, p. 115.

40 La manera en la que Hayek define laevolución social por la emergencia desociedades cada vez más complejas, recuerdafuertemente a Herbert Spencer, quien yaidentificaba la evolución con el progreso.

 Algunos libertarios han criticado, en cambio, la

idea hayequiana de «selección natural» de lasinstituciones. Cfr. Timothy Virkkala, «Reasonand Evolution», en Liberty, septiembre de 1989,pp. 57-61; y David Ramsay Steele, «Hayek's

 Theory of Cultural Group Selection», en Journal of Libertarian Studies, VIII, 2, pp. 171-195. «La idea de evolución cultural, o deselección natural de grupos en función de susprácticas  – escribe por su lado John Gray  –  permanece extremadamente obscura. ¿Cuál esla unidad implicada en la evolución cultural ycómo funciona ésta? Igual que el marxismo, lateoría hayequiana de la evolución culturalmenosprecia la contingencia histórica (el hechode que, por ejemplo, desaparezcan algunasreligiones no porque presentan menores

 ventajas darwinianas respecto de sus rivales,sino porque el poder del Estado las persigue)[...] Es por ello que su intento de justificar losideales políticos del liberalismo clásico medianteuna filosofía evolucionista o sintética

finalmente se salda mediante un fracaso, tal ycomo le había sucedido antes que él a HerbertSpencer» («The Road from Serfdom», en:National Review, 27 de abril de 1992, pp. 36-37).

41 «Con el tiempo, y algunos retornos trasde sí, la historia escoge a los ganadores (historychooses the winners). Esta tesis quizá nosresulte familiar: el best-seller de FrancisFukuyama sobre el fin de la historia algo le

debe al menos tanto a Hayek como a Hegel»(«In praise of Hayek», en The Economist, 28 demarzo de 1992, p. 77).

42 «Individu et totalité dans la penséelibérale», artículo citado.

43 «L'individu libéral, cet inconnu», artículocitado, p. 119.

44 Acerca de esta cuestión, cfr. John Gray,Hayek on Liberty, op. cit.

45 Op. cit., p. 315.46 En el Evangelio, es Caifás, el sumo

sacerdote, quien declara: «¿no comprendéis que

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costumbre y de la práctica, y carente definalidad en sí. De aquí se deducen dos cosas.En primer lugar, que la sociedad moderna esnecesariamente opaca: como las relacionesentre los hombres ya no se basan en un diálogocara a cara, sino que ahora se apoyan en

contratos abstractos, no puede existircomunicación previa sobre los fines sociales. Lasegunda deducción es que las instituciones de lasociedad moderna surgen espontáneamente, locual, por otra parte, es una exigencia directa delo anterior: si no hay comunicación previa, lasinstituciones no pueden ser fruto del acuerdo odel compromiso, sino que se imponen por símismas. Y el ejemplo máximo de esta situaciónde opacidad y espontaneidad sería,naturalmente, el mercado. Para que el mercadofuncione correctamente no es preciso que elagente económico esté previamente informado;además, ya hemos visto que el hombre, por esode la opacidad, es incapaz de poseer toda lainformación necesaria. Pero es que,precisamente, para Hayek el mercado sejustifica porque la información siempre seráincompleta, lo cual obliga a cada cual aarreglárselas como pueda: como el hombre nopuede ser omnisciente, la mejor elección es

remitirse a la costumbre consagrada por laexperiencia, y ésta es el mercado.

El Mercado queda elevado a la condiciónde institución por excelencia; de hecho, la únicainstitución posible: en una sociedad compuestapor individuos que no guardan entre sí máslazos que los contractuales, cuyas acciones

 vienen movidas exclusivamente por el propiointerés y que carecen de intención colectivafinal, el mercado es el único modo concebible

de integración. Y es él quien automáticamente(providencialmente, en Smith) ordena lasociedad. El orden económico y el orden socialquedan confundidos. Vuelta de tuerca sobre elliberalismo clásico: éste había emancipado a laeconomía de los ámbitos de lo político y lomoral; ahora tiende a subordinar lo político y lomoral a la economía. El mercado se convierteen la actividad total y en el sistema reguladorgeneral de la sociedad. Hayek y Mises llaman aesa regulación «cataláctica» o «catalaxia».

Como es evidente, si la «gran sociedad»moderna se basa en la espontaneidad delmercado, entonces el enemigo de tal sociedad

habrá de ser quien trate de corregir o encauzaresa espontaneidad. Hayek llama a ese enemigo«constructivismo», y entiende por tal toda teoríaque sostenga que «las instituciones humanasestarán al servicio de los proyectos humanossólo si han sido deliberadamente elaboradas en

función de tales proyectos»; es decir, toda teoríaque crea que los compromisos sociales puedenser el resultado de las intenciones y las accioneshumanas voluntarias. O en otros términos: todateoría que crea que es posible construir oreformar la sociedad en función de undeterminado proyecto. Como las institucionesno pueden ir vinculadas a una decisión, porqueeso exigiría una información completa que notenemos ni podemos tener, el«constrúctivismo» quedaría obligado a violentarpermanentemente a la sociedad; los ejecutoresde tal violencia son los «ingenieros sociales».Para Hayek, el prototipo del constructivismo esel socialismo, vinculado al orden tribal, y quedebe su éxito a la supervivencia de unosinstintos atávicos de solidaridad y altruismo quenuestro autor juzga «anacrónicos». Eso sí:dentro de la etiqueta «socialistas» Hayektermina incluyendo no sólo a los que son tal,sino también a cualquier otra forma de

proyecto político-económico consciente, seaorganicista o mecanicista, sea reaccionario oromántico. La Doctrina Social de la Iglesia, porejemplo, sería un peligroso constructivismosocialista.

 Al igual que el constructivismo, también laidea de justicia social pertenece al campo del«espejismo», del «inepto encantamiento». Estoes coherente con la idea de la cataláctica. Elorden social amplio  — o sea, el del Mercado —  

es tal porque adviene independientemente delos proyectos y deseos humanos. El Mercado seconvierte así en un juego regido por reglasimpersonales. Y como las reglas sonimpersonales, atribuir a sus resultados lacalificación de «justos» o «injustos» carece desentido. En efecto, estos términos sólo puedenser aplicados a acciones humanas derivadas deuna voluntad deliberada; por tanto, el ordensocial sólo podría ser justo o injusto si de-pendiera de las acciones humanas. Pero como

el mercado, según Hayek, no padece taldependencia, jamás podrá ser ni justo ni injusto;simplemente, es. Corolario: pedir justicia social

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es cosa de insensatos. Atender a criteriossolidarios en nombre de una idea del biencomún es algo que sólo cabe en sociedadestribales, arcaicas. «La gran sociedad  — diceHayek  —  no tiene nada que ver y no puede serconciliada de hecho con la solidaridad en su

 verdadero sentido de la persecución de metascomunes conocidas». Respecto a quienes selamentan de estar alienados por el ordenmercantil, Hayek los considera «seres nodomesticados», «no civilizados». Su colegaMises dirá que la mentalidad anticapitalistaproviene necesariamente del resentimiento o laignorancia. Estamos ante una pulsiónpermanente en el neoliberal contemporáneo:descalificar como bárbaro o ignorante a quiendesconfía del estricto economicismo. Pero noes una pulsión nueva:

El comerciante  — a mi entender, el tipoinferior de hombre — encuentra siempre untanto infantil al poeta y al sabio, al general yal político; le parecen gentes que se ocupande cosas superfluas y .cuyo trabajo tienesiempre un aire de juego.

Esto lo, dijo Ortega., un prototípico liberal.Por nuestra parte, no saben los hayekianos

cuánto nos agrada vernos incluidos entre esafacinerosa turba de rebeldes bárbaros quehuyen de la civilización amplia de la catalácticajungla.

De los presupuestos de. Hayek sedesprende, como es natural, una negaciónradical de la política: si el orden social es frutode la no-intencionalidad espontánea, entoncesla voluntad o la razón no. tienen nada que decir.El Estado .no tiene objeto: ya está el Mercado.

La única razón de ser del Estado, que. Hayekidentifica exclusivamente con el Derecho, espreservar el «orden espontáneo» de la sociedad.La idea de soberanía sería otra ficción: la mejorsociedad será la que no está dirigida por nadie.Con tales mimbres, no termina de verse cómoalguien, desde la derecha, puede ver aquí elcesto de un nacional-liberalismo. I,iberal, sí;pero ¿nacional? El nacional-liberalismo es unargumento del siglo XIX, correspondiente aunos Estados-nación de definición política

fuerte y mercado abierto hacia el interior, peroinicialmente cerrado hacia el exterior. Ahorabien, el mercado siempre ha aspirado a superar

esas barreras nacionales y, en consecuencia, adebilitar la soberanía nacional  — objetivo que,en buena medida, ya ha consumado. En rigor,el liberalismo sólo puede ser «nacional»transitoriamente, y nunca abandonará elhorizonte de escapar a un control nacional que,

en sí mismo, es anti-liberal.La tesis de Hayek, en realidad, es una

acumulación de aporías montadas unas sobreotras como un objetivo predeterminado:justificar la máxima libertad para el Mercado yla mínima capacidad de acción para el Estado.Sus puntos de partida son generalizacionesabusivas de observaciones derivadas del sentidocomún y distorsionadas para ser puestas alservicio de lo que se pretende demostrar.

Por ejemplo, es evidente que lainformación humana siempre será incompleta,pero de esto no puede deducirse que el hombresea incapaz de tomar decisiones, ni que esasdecisiones estén de antemano abocadas alfracaso. Pensemos en la conquista española de

 América: he ahí una decisión adoptada con unmínimo de información (y, además, en muchosaspectos errónea) y, sin embargo, coronada porel éxito.

 Y es que, en realidad, el mecanismo de ladecisión funciona de otra manera: la decisión esun acto de voluntad no gratuito, sino necesario,pues aparece cuando la situación lo exige, y quetiene la virtud de implicar a terceros en unobjetivo común. Esta decisión inicial suscitauna concatenación de causas y efectos, algunosde los cuales, es verdad, pueden contradecir (ono) el objetivo inicial. En cualquier caso, elhombre tiene la permanente capacidad de

seguir adoptando decisiones subsidiarias paradirigir el mecanismo de causas y efectos enfunción de las nuevas informaciones aportadaspor la decisión inicial. Esto ha sido la historiadel mundo. También la progresiva implantacióndel mercado libre obedeció a decisiones y aconstantes correctivos. Renunciar hoya esoscorrectivos significaría dejar al mercado solo, yeso es lo que quiere Hayek. Pero cabepreguntarse si Hayek hubiera postulado lafutilidad de toda decisión en el caso de que el

mercado aún no se hallara suficientementedesarrollado.

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Otras aporías hayekianas se basan en elmismo proceso de distorsión y generalizaciónabusiva. Por ejemplo, su idea de la«espontaneidad». Es evidente que en lassociedades humanas acontecen ciertos procesosque nacen de forma espontánea y que no

pueden ser remitidos a una voluntad inicial;esto no es algo que haya descubierto Hayek,sino que lo sabemos por la intuiciónorganicista, por la cibernética y por la teoría desistemas, que tratan de hallar una lógicainmanente a la sucesión de acontecimientos a-causales. Pero de aquí no puede deducirse quetodos los procesos sociales sean espontáneos,ni que la voluntad carezca de poder paraencauzarlos. Pensemos en el caso de la

 violencia juvenil urbana, nacidaespontáneamente, Pero ligada a motivacionesglobales (sistémicas) de orden sociológico yantropológico. ¿Nos prohibirá Hayek intervenirsobre las causas del fenómeno en nombre de su«espontaneidad»? Cabe suponer que sí, puestambién nos ha vetado la actuación sobre lasdisfunciones sociales del mercado en nombrede la neutralidad de éste, que hace banales lasdiscusiones acerca de su justicia o su injusticia,porque «nadie es responsable» de un fenómeno

espontáneo. Pero ocurre que la justicia de lassituaciones no reside nunca en las situacionesmismas, sino en cómo afectan a los hombres. Yentonces el problema no consiste .en saber siuna situación es justa o no, sino en si es o no esjusto aceptar lo inaceptable. Lo justo o loinjusto no es la ley del mercado, sino susconsecuencias, sus efectos en el orden social. Yla idea de ese orden deriva, a su vez, de una ideaprevia del bien común. El argumento de laneutralidad del Mercado no exige en modoalguno aceptar que el hombre sea impotentepara actuar sobre él.

En similar base aporética se apoya la ideahayekiana de la tradición: por supuesto queexisten tradiciones sancionadas por laexperiencia histórica, y seguramente el mercadoes una de ellas, como pensaba Burke, pero¿acaso no lo es también la solidaridadcomunitaria, que hoy reaparece  — incluso deforma espontánea —   en los márgenes de la

civilización económica? No: para Hayek, eso es«orden tribal». De modo que hay unastradiciones consolidadas que son buenas,

porque conducen al desarrollo del mercadolibre, y otras tradiciones consolidadas que sonmalas, porque coartan la lógica del mercado.Hayek aplica sobre las tradiciones la ley delembudo.

 Tiene interés detenerse aquí, porque eltérmino Mercado, en el glosario neoliberal,desempeña una función mítica que nos dicemucho acerca del propósito último de la teoría.En efecto, la fe en la emancipación total delMercado es una fe mítica, propiamente una «fedel carbonero». Pese a su presunta coberturacientífica, la realidad es que no hay ni un sóloejemplo que demuestre que un mercadoabsolutamente libre produce automáticamenteuna mejor satisfacción de las necesidades de los

individuos. Cuando uno mira con reservas laspropuestas de eliminar cualquier barrera almercado, el neoliberal tiende a formular elreproche de la ignorancia: quien sospecha delmercado es porque no sabe nada de economía.Pero es exactamente al contrario: todos losgrandes procesos de crecimiento del últimomedio siglo se han apoyado en mercadospoderosos, sí, pero sólo relativamente libres ynunca carentes de un sensible grado deintervención o de orientación por parte delEstado. El caso de España entre los añossesenta y setenta es bien conocido: el plan deestabilización «liberó» el Mercado, pero elEstado se hizo cargo del impulso allá donde lainiciativa privada se mostró remisa, orientó losplanes de desarrollo y, además, mantuvo unasólida red de protección social. Y en otrossupuestos paradigmas del libre mercado, comolos Estados Unidos o el Japón, el Estado haimpuesto frecuentemente fuertes barreras a la

importación, lo que ha permitido uncrecimiento exponencial de la producción. Entodos estos casos no ha sido la libertad demercado la que ha favorecido el crecimiento,sino la combinación de mercado libre ydirección política.

Es incuestionable que el capitalismo hahecho auténticos milagros en el plano de laprosperidad individual y colectiva, pero eso seha debido precisamente a que sólo ha sido

liberal en parte. Por el contrario, las economíasobligadas a saltar a un liberalismo económicopuro, y más concretamente de tipo financiero

 — Rusia después de 1991, los «dragones»

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menores del Pacífico — , tuvieron que navegaren perpetua zozobra. Los neoliberales arguyenque las disfunciones del Mercado en estospaíses obedecen a una insuficiente tradicióncapitalista. Tienen razón, pero con talargumento ellos mismos nos proporcionan un

desmentido a la teoría liberal: ¿No habíamosquedado en que el Mercado es la instituciónespontánea, natural y universal por excelencia?Pero si sus disfunciones obedecen a que no haytradición de mercado, entonces habráforzosamente que concluir que el mercado noes ni tan espontáneo, ni tan natural ni tanuniversal, .sino que más bien se deriva dedeterminadas tradiciones culturales en ciertosámbitos concretos — y más específicamente, enel ámbito occidental. Aun así, el neoliberalinsistirá en que los males del mercado se curancon más mercado, pues la vía más rápida paraalcanzar la felicidad colectiva es permitir quecada cual se las arregle como pueda  — aunquesea contra el prójimo. Y para fundamentar suaserto, el neoliberal volverá al principio: el

carácter «natural» del mercado. Aquí, en estaautorreferencia del discurso, aparece conclaridad el perfil del mito: la teoría de que ellibre juego de los intereses individuales tiendepor naturaleza al interés general es, en rigor,una tesis mágica. No puede extrañarnos que el

papa Juan Pablo II condenara el neoliberalismoeconómico: no sólo es nocivo desde el puntode vista social, sino que, doctrinalmentehablando, es una superstición.

Las tesis de Hayek sólo pueden seraceptadas por quienes salen beneficiados del«intercambio» en el mercado: los líderesnaturales de la «gran sociedad». Al excluir a losperjudicados, el libertarismo no puede servir debase para construir una teoría social que aspire

a ofrecer una explicación completa: sería comodibujar un mapa en el que sólo aparecieran lastierras elevadas por encima de mil metros sobreel nivel del mar.

© Extractos de  En busca de la derecha (perdida),  Áltera,2005.

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Friedrich von Hayek: el liberalismoconservador

 Jurista y politólogo de formación, los intereses de Friedrich von Hayek se centraron en cuestiones económicas. Influido porLudwig von Mises, uno de los principales representantes de laEscuela Austriaca de Economía, Hayek publicó, en 1944, la obraque iba a darle mayor celebridad, Road to Serfdon (Camino deservidumbre), donde defendió que en la planificación económicasocialista se encontraba la causa última de las diversas formas detotalitarismo del siglo XX, unidas por una misma hostilidad haciael mercado y por una misma voluntad de control estatal de laeconomía.

PEDRO CARLOS GONZÁLEZ CUEVAS

Según Hayek, los fascistas y los nacional-socialistas no habían tenido que inventar nada,porque su tradición estaba fijada por elsocialismo. En suma, el totalitarismo era laantítesis de una sociedad libre, es decir, fundadaen las libertades negativas y en las fuerzasimpersonales del mercado. El socialismo eraportador de una amenaza mortal no tanto parala democracia, sino sobre todo para laslibertades negativas. Intervencionismo estatalen la economía, desarrollado en Europadespués de 1918; partidos de masa, cuyomodelo era la socialdemocracia alemana; yantiindividualismo, socialista, comunista onacionalista: he aquí las tendencias originarias,según Hayek, de los regímenes totalitarios delsiglo XX. Camino de servidumbre teorizaba

una concepción neoliberal  – el mercado comofundamento armonioso y autosuficiente delorden social, la defensa de la propiedad,Gobierno de la Ley, &c. – , que Hayekdesarrollaría en sus libros posteriores.

Desde entonces, su labor se centró en lacrítica del socialismo y la defensa delliberalismo clásico. Su punto de partida es lacrítica epistemológica a lo que él denominacientificismo y constructivismo, cuyos

antecedentes ideológicos y filosóficos seencuentran en Descartes, Bacon, Rousseau,Saint-Simon, Comte y Hegel. El cientificismoconsiste en la falsa aplicación de los métodos de

las ciencias naturales a las ciencias morales ysociales. Íntimamente ligado a esta perspectivase encuentra el racionalismo constructivista, esdecir, toda forma de pensamiento queconsidere que la razón puede llevar a edificaruna sociedad nueva y mejor, creando de la nadasus instituciones o, lo que es lo mismo,despreciando las tradiciones y el aspectoevolutivo de las normas morales, del derecho,así como de las instituciones económicasfundamentales: el mercado y el dinero. Losconstructivistas consideran que las institucionesya existentes son productos de la creacióndeliberada de alguien, por lo menos en todoslos aspectos que racionalmente se consideranpositivos. El cientificismo y el constructivismoson el origen de todos los modernos intentos

de planificación, de control de la sociedad y,sobre todo, de la planificación económica. Y esque el enfoque científico y constructivista esinherentemente colectivista. Frente alcientificismo y al constructivismo Hayek creeque la base epistemológica de la sociedad liberales el racionalismo evolutivo, cuya tesis centrales que el orden social es espontáneo. SegúnHayek el error de los cientificistas y losconstructivistas radica en pretender buscar leyesque determinen el desarrollo histórico allídonde es posible hallarlos. El científico socialno puede aislar y experimentar con fenómenosy eventos que son en esencia únicos e

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irrepetibles, pretendiendo una extrapolación delos mismos al margen de las circunstanciasconcretas y fuera del marco espacio-temporaldeterminado en que se desarrolla. Cadasituación analizada es resultado de una infinidadde sucesos interrelacionados que no permiten

su selección y aislamiento del resto. Sobre lasbases de estas circunstancias, la mente delhombre, por su privilegiada que sea, jamáspodrá captar un todo de tales dimensiones ycomplejidad. La acción racional en el sentidocartesiano implica, sin embargo, elreconocimiento exhaustivo de todos los hechosque resultan relevantes para llevarla a cabo, nollegando a comprender que en la sociedad eldesarrollo de la actividad humana depende detal número de factores que hacen imposible queel ser humano pueda llegar a conocerlos todoso si los que efectivamente conoce son los másrelevantes. Siguiendo a Hume y a Kant, Hayekestima que la mente humana no es una instanciaindependiente del mundo exterior; es un elencode normas cuyo origen se encuentra en esemundo exterior. Por todo ello, Hayek mantieneque debido a la necesaria e irremediableignorancia a la que estamos sometidos enrelación a la mayor parte de los acontecimientos

particulares que determinan el comportamientode los integrantes de la sociedad, nuestracivilización debe basarse en la posibilidad deque el hombre pueda otorgar fiabilidad amuchas realidades que no pueden ser conocidasplenamente en el sentido cartesiano. Y este esprecisamente el papel desempeñado por latradición y por las instituciones de la sociedad:dar estabilidad y seguridad a la acción humanaen su proyección hacia el futuro. Hayekentiende por tradición el conjunto de loshábitos, de normas y de instituciones queconforman la sociedad. La tradición es ladepositaria de las mejores prácticas. Son lasinstituciones, las normas y los hábitos que hancristalizado, superando la prueba del tiempo,debido a que son las más eficaces para el grupo.En ese sentido, y a pesar de su agnosticismo,Hayek alaba a las instituciones religiosas comoprincipales guardianes de la tradición.

Siguiendo esta línea de pensamiento, Hayek

elabora una concepción del devenir históricocomo algo totalmente abierto, al ser el resultadoinvoluntario del actuar individual de una

infinidad de seres humanos, que persiguen suspropios fines sobre la base de valoracionessubjetivas que varían según cada contexto deacción, y disponiendo de una razón y unosconocimientos limitados, lo que hace queresulten imprescindibles los escasos puntos de

apoyo que proporcionan los únicosinstrumentos de los que dispone el científicosocial: las teorías que permiten elaborar leyeseconómicas y la información contenida en lasinstituciones sociales.

Un ejemplo típico de este proceso es elconstituido por la aparición del mercado. Hayekdescarta la posibilidad de que el mercado hayasido creado de manera consciente y deliberada.Por más atrás que vayamos en el tiempo,

siempre se hallan rastros de intercambiomercantil, más o menos evolucionado en susformas. El mercado se crea inadvertidamente,una vez que los hombres se dan cuenta de quees más útil llegar a un acuerdo con gentes queproducen otros bienes que emplear la violenciapara hacerse con esos mismos bienes. Lalegislación viene después de que se hayatomado nota de la eficacia de prácticas quefueron asentándose por el método de ensayo yerror. Otro tanto puede decirse de la propiedadprivada: no ha sido «inventada» por nadie.Surgió en algún momento de la historia porqueresultaba ser más funcional que otras formas deentender la relación del hombre y la naturaleza.Su aparición no fue fácil, ni estuvo mediada porimpulsos políticos, ni puede ceñirse a unmomento histórico concreto. Surge porque seabandonaron otras prácticas que ya nosatisfacían las necesidades del grupo.

En ese sentido, Hayek estima que va

produciéndose una eliminación selectiva de lasconductas menos convenientes, a la vez que,como contrapartida, la civilización progresagracias a la incorporación de los instrumentos ylas instituciones que hayan probado susuperioridad. En síntesis, se trata de demostrarque las normas que se difundan serán las querigen las prácticas y costumbres de los gruposde mayor éxito. En tales casos, la propiahistoria opera a modo de filtro, en la medida en

que sus vicisitudes nos obligan a poner aprueba diferentes opciones de adaptación ysupervivencia. Lo decisivo, para no truncar eseprogreso, es que se mantenga incólume la

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confianza en una forma de comportamientoque en el pasado ha demostrado su utilidad.Esto significa que nos encontramos ante unaevolución que, lejos de recomendar unadeliberada intervención del ser humano paradirigirla a su antojo, aconseja la adopción de

una postura prudente y hasta pasiva. De hecho,el progreso, tal y como es visto por Hayek, noes otra cosa que el premio a esa prudencia y aesa pasividad. El resultado es un progresoautogenerado. De ahí que en muchas ocasionesHayek haga referencia a un orden espontáneopara aludir al tipo de proceso descrito.

Las consecuencias de esta visión delproceso histórico son evidentes. Si el hombreha sido incapaz de crear la civilización, tampoco

puede pretender cambiarla a su antojo. De estaforma, la ciencia de nuestras limitaciones, en elplano epistemológico, nos lleva a la prudenciaen el campo político

 A partir de esta perspectiva epistemológicae histórico-filosófica, Hayek realiza una defensadel gobierno estrictamente limitado, el mercadolibre, el impersonal gobierno de la ley, al igualque del desarrollo social por mediante delcrecimiento espontáneo y no mediante la

planificación consciente y la coerción. Hayekparte de una defensa contundente de la libertadnegativa, que define como ausencia de coaccióno como la «condición de los hombres en cuya

 virtud la coacción que algunos ejercen sobre losdemás queda reducida, en el ámbito social, almínimo», de tal manera que esa libertad«presupone que el individuo tenga cierta esferade actividad privada asegurada; que en suambiente exista cierto conjunto decircunstancias en las que los otros no puedan

interferir». En ese sentido, una sociedad libre esla que permite al individuo realizar susproyectos dentro de sus posibilidades, sin queninguna autoridad pública  – elegida o no –   nininguna persona privada se arroguen la facultadde impedir a nadie el camino a seguir. Lalibertad se caracteriza por el respeto a esemargen de decisión personal. Especialimportancia tiene, en ese contexto, la libertadeconómica. Consiste en que el marco legal

 vigente no ponga trabas ni a la acumulación debienes, ni al libre acceso de los mismos porparte de cada ciudadano. Libertad y evoluciónespontánea son las dos caras de la misma

moneda. Cada una necesita de la otra parapoder realizarse. Y, a su vez, ambas quedansupeditadas a logro de los resultados finalesapetecidos: un modelo de sociedad basado en laprimacía del mercado, en la retirada del Estadoy en la responsabilidad individual. La igualdad

en el pensamiento de Hayek es sinónimo deigualdad ante la ley; sólo ésta es compatible conla garantía de la libertad negativa. Laimplantación de cualquier otra destruiría lapropia libertad y el orden social espontáneo.Este tipo de igualdad supone que el marco de lacompetencia entre individuios y grupos serácompletamente homogéneo y estable. Ladesigualdad social es entendida por Hayekcomo un rasgo natural y un elementobeneficioso para fomentar el progreso social,porque auspicia las ansias de emulación. Unasociedad igualitaria es una sociedadirremisiblemente condenada al estancamiento y,con el tiempo, al declive económico y cultural.Hayek no admite el principio de justiciadistributiva porque lo juzga incompatible con elEstado de Derecho, dado que supone la

 vulneración de la libertad negativa. A su juicio,la justicia distributiva es «el caballo de Troya deltotalitarismo». En ese sentido, la propia

expresión justicia social comienza por ser unmero pleonasmo, ya que la justicia sólo existeen y por la sociedad. Pero es, además, unanoción carente de significación rigurosa, puestoque nadie puede determinar al margen delmercado cuál sería la distribuciónabsolutamente justa de los patrimonios y de lasrentas en una sociedad de masas. En opinión deHayek, sólo el comportamiento de losindividuos puede ser enjuiciado éticamente. Elresultado del juego de las fuerzas económicasserá más satisfactorio para unos que para otros;pero no puede calificarse de justo o injusto.Medir la moralidad del mercado es como medirel azar. La justicia social exige planificacióneconómica y atribución al poder político de lafacultad de asignar funciones, remuneraciones yrecompensas a cualquier ciudadano.

De la misma forma, Hayek expresó sutemor hacia las transformaciones de lasdemocracias contemporáneas. En su discurso,

la libertad positiva, es decir, la participaciónpolítica, ocupa un lugar secundario. Liberalismoy democracia no eran sinónimos. La

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Friedrich von Hayek, el padre delneoliberalismo

El economista austriaco Friedrich von Hayek se ha empeñado endesacreditar a toda costa la regulación económica alegando que esdemasiado compleja para pretender organizarla. Su teoría del «Estadomínimo» se ha convertido en la religión del Partido Republicano delos Estados Unidos en oposición tanto al « New Deal » de losdemócratas como al marxismo de los soviéticos. Su escuela,financiada por las fundaciones de las grandes transnacionales, se haestructurado alrededor de la Sociedad del Monte Peregrino, haobtenido siete veces el premio Nobel de Economía y ha inspirado alos gobiernos de Pinochet, Reagan y Thatcher.

DENIS BONEAU

El pensamiento económico y político deFriedrich A. von Hayek se ha impuesto comofundamento ideológico del orden liberal.Constituye al mismo tiempo el producto de unahistoria particular y de una red de relacionesdesarrollada a la sombra de las grandesfundaciones norteamericanas.

Hayek nació en Viena en 1899. Su juventudaustriaca está marcada por un clima políticodifícil en el que huelgas masivas paralizan alpaís. Asiste a la desorganización del régimendoblemente amenazado: por el populismo, confrecuencia antisemita, y por el socialismorevolucionario radicalizado por la introducciónde las tesis marxistas. En este contexto seapasiona por las tesis de la Sociedad Fabiana,una corriente reformista inglesa, creada por

Béatrice y Sidney Webb , que preconizaba unarevolución espiritual. Paralelamente se inició enla filosofía de Ludwig Wittgenstein, principal«conductor» del Círculo de Viena.

Hayek participa en los seminarios deleconomista Ludwig Von Mises, quien reúne asu alrededor a discípulos que contribuirán adifundir el buen pensamiento liberal en Francia,como Jacques Rueff, asesor del general DeGaulle; en Italia, Luigi Einaudi; en Alemania,

 Wilhelm Röpke y Ludwig Erhard; y en menormedida en los Estados Unidos, Murria yRothbard.

En esa época Mises defiende ideascontrarias a las dominantes en la intelectualidadaustriaca y Hayek lo califica de «liberalintransigente y aislado». Es iniciador de lacrítica a la planificación que, según él, no puedeconstituir una solución económica adecuadadebido a la complejidad de los cálculos

económicos y a la falta de información. En suobra mayor, Socialismo, predice el fracaso delas experiencias socialistas: la planificación sólopuede conducir al caos o al estancamiento.

Profesor en Viena (1913-1938) y luego enNueva York (1945-1969), Mises es el fundadorde la corriente neoaustriaca que se desarrolladurante los años 70 y se encuentra cercano a lasredes norteamericanas en Europa Occidental (laFundación Rockefeller y el National Bureau of

Economic Research financiaron dos de suslibros publicados en 1944, OmnipotentGovernment: the Rise of the Total State and

 Total War y Bureaucraty).

 Tratando de difundir sus teorías y apoyadopor industriales y fundaciones, Mises construyóuna organización oficiosa, un esbozo de laSociedad del Monte Peregrino, representadapor sus alumnos en varios países de EuropaOccidental.

La teoría política neoliberal

Hayek, dando continuidad a la tradiciónliberal iniciada por Adam Smith, defiende una

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concepción mínima del Estado. Su especialaporte corresponde a la crítica radical de la ideade «justicia social», noción que disimula, segúnél, la protección de los intereses corporativos dela clase media.

Preconiza la eliminación de lasintervenciones sociales y económicas públicas.

El Estado mínimo es un medio paraescapar al poder de la clase media que controlael proceso democrático a fin de obtener laredistribución de las riquezas mediante el fisco.

Su programa es expuesto en La constitutionde la liberté   [La Constitución de la Libertad](1960): desreglamentar, privatizar, disminuir losprogramas contra el desempleo, eliminar las

subvenciones a la vivienda y el control de losalquileres, reducir los gastos de la seguridadsocial y finalmente limitar el poder sindical. ElEstado no puede asegurar la redistribución,sobre todo en función de un criterio de «justiciasocial».

Su papel se reduce a brindar un marcojurídico que garantice las reglas elementales delintercambio. En 1976 llega a proponer ladesnacionalización de la moneda, es decir, la

privatización de los bancos centrales nacionalespara someter la creación monetaria a losmecanismos del mercado. Otras de susposiciones parecen matizar el radicalismo de suliberalismo; preconiza, por ejemplo, la creaciónde un ingreso mínimo, pero esta propuestadebe verse como una rehabilitación de la leyinglesa de los indigentes y no como la marca deun «socialismo hayekiano».

La teoría desarrollada por Hayek estábasada en una creencia compartida por todoslos liberales, desde los clásicos hasta lospartidarios de las tesis austriacas. La metáforade la «mano invisible», que asegura en elpensamiento de Adam Smith la adecuación dela oferta y la demanda en los diferentesmercados, ilustra perfectamente estepresupuesto común que tratan todos dedemostrar a partir de diferentes postulados:equilibrio general de Walras, desarrollado porPareto; orden espontáneo del mercado o

catalaxia para la escuela austriaca, lo que es elresultado de acciones no concertadas y no elfruto de un proyecto consciente. No se quiere,

no se planifica el orden del mercado, esespontáneo.

Esta concepción de la economía sirve dejustificación a la crítica del intervencionismogenerador de desequilibrios y perturbaciones enla catalaxia. Hayek considera que loskeynesianos hacen del Estado un «dictadoreconómico».

La filosofía política de Hayek estáfinalmente muy próxima de las tesisdesarrolladas por Locke. El Estado defiende elderecho natural de propiedad y está limitadopor las cláusulas individualistas de un hipotéticocontrato fundador. El derecho se convierteentonces en el instrumento de protección delorden espontáneo del mercado. Lo que importapues, principalmente, es la defensa delliberalismo económico. El liberalismo políticoes absorbido. Las ideas democráticas sonrelegadas a un plano secundario, lo que hallevado a Hayek a declaraciones con visos deprovocación. Según él, la democracia noconstituye un sistema político infalible: «esesencialmente un medio, un procedimientoutilitario para salvaguardar la paz interna y lalibertad individual».

Más vale un régimen no democrático quegarantice el orden espontáneo del mercado queuna democracia planificadora. Es elrazonamiento que justificará la presencia de los«Chicago boys ». El pensamiento de Hayek es unamezcla de conservadurismo (crítica a lademocracia inspirada en la denuncia de laRevolución Francesa de Edmund Burke) y deliberalismo (Adam Smith). Alerta contra lademocracia ilimitada que conduce

irremediablemente al reino de la democraciatotalitaria.

En realidad Hayek está obsesionado por lasclases medias que controlan los regímenesdemocráticos: «Hay una gran parte de verdaden la fórmula según la cual el fascismo y elnacional-socialismo serían una especie desocialismo de la clase media». Por otra parte,teme a los pobres cuyas reacciones sonimprevisibles. Reclama un ingreso mínimo«aunque sólo sea en interés de los quepretenden permanecer protegidos de lasreacciones de desesperación de losnecesitados». Aunque haya rechazado la idea de

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justicia social, Hayek desarrolla una concepciónespecial de la justicia, liberal, pero a la vezconservadora, incluso si se defiende en unartículo titulado: Pourquoi je ne suis pasconservateur?  [Por qué no soy un conservador?].

Las ideas radicales de Hayek, sus ataquescontra el intervencionismo económico nopueden ser comprendidos sin una vuelta alcontexto histórico de la posguerra: laelaboración de una nueva versión delliberalismo corresponde a una crítica total delkeynesianismo triunfante. Hayek, inspirado enel pensamiento económico de Mises, rechazatanto el colectivismo preconizado por elmarxismo de Estado como la intervencióneconómica en las sociedades capitalistas.

Retomando las ideas de Mises critica laposibilidad de planificar la economía cuyacomplejidad se opone a todo cálculo racional.

Sus posiciones contra la «tercera víademocrática y social» simbolizada por el NewDeal rooseveltiano y el laborismo inglésexplican la marginación de los ultraliberales aprincipios de los años 50, especialmente en elseno de la más poderosa de las organizacionesde intelectuales anticomunistas, el Congreso

para la Libertad de la Cultura.Hayek al margen de la «guerra fría

cultural»

Hayek es nombrado profesor en la LondonSchool of Economics   en 1931 y luego en Chicagoen 1950. En 1962 es profesor de EconomíaPolítica en Alemania Federal... Este recorridouniversitario no es casual: la London School of

 Economics , financiada por la FundaciónRockefeller, y la universidad de Chicago son

bastiones de la economía liberal. Constituye asíuna red política e intelectual internacional en laque ha sabido reunir a liberales, aconservadores británicos y norteamericanos,pero sus teorías han sido difundidas también entoda Europa Occidental. Cercano a Raymond

 Aron, quien populariza sus tesis en Francia, sepretende un «liberal intransigente»comprometido al mismo tiempo contra elsovietismo y el fascismo.

La retórica del antitotalitarismo constituyeuna vez más el instrumento ideológicoprivilegiado de los intelectuales comprometidos

con el Congreso para la Libertad de la Cultura,organización dirigida por la CIA desde 1950hasta 1967. Sin embargo, a partir de 1955, losultraliberales conducidos por Hayek sonmarginados frente a los «laboristas», querepresentan una «tercera vía» socialdemócrata y

que contribuyen a redefinir las orientacionesideológicas del Congreso para la Libertad de laCultura. Así, un nuevo programa surge de laConferencia Internacional de Milán.

En París, Josselson, con el apoyo de laFundación Rockefeller, recluta y financia a losparticipantes. La lista de ponentes es aprobadapor un comité compuesto por Raymond Aron,Michel Collinet, Melvin Lasky, Sidney Hook,Denis de Rougemont... Cinco oradores son

cooptados. Son los encargados de establecer lasdirectrices de la ideología anticomunista delCongreso para la Libertad de la Cultura  en la sesióninaugural.

La conferencia de Milán evidencia ladivisión entre las dos tendencias. Losarquitectos de la organización, en su mayoríaintelectuales neoyorquinos provenientes de lasfilas trotskistas, tratan de agrupar a los liberales,sobre todo a los de la izquierda no comunista

(como León Blum en Francia). En 1955, elCongreso se interna abiertamente en la víasocialdemócrata; el éxito del discurso inauguralde Hugh Gaitskell, líder laborista inglés,corrobora esta orientación.

En su opinión, el Welfare state  es compatiblecon la democracia política, tesis en perfectacontradicción con las teorías austriacas deMises. El cuarto orador, Hayek, hace uso de lapalabra en nombre de los ultraliberales y

recuerda que la propiedad es el único derechoque vale la pena defender, en clara referencia alos derechos sociales evocados por HughGaitskell. La conferencia de Milán concluye conla victoria ideológica de los «laboristas» y con lamarginación de los ultraliberales que serepliegan en los think tanks , organizacionesencargadas de convertir a las élites económicasa la filosofía neoliberal.

Del coloquio Walter Lippman a laSociedad del Monte Peregrino: elnacimiento de un think tank  internacional

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El coloquio Walter Lippman   (1938), en elque participan Mises y Hayek, es la ocasión es laocasión de reunir a profesores universitariosliberales hostiles al fascismo, al comunismo y atodas las formas de intervencionismoeconómico del Estado. El libro de Walter

Lippman, The Good Society , constituye elmanifiesto temporal, en espera de La route de laservitude  (Camino de servidumbre), del grupo deintelectuales relativamente marginados en laépoca del keynesianismo triunfante. Según

 Walter Lippman, el colectivismo es la raízcomún de los totalitarismos fascista ycomunista.

Los gobiernos de las democraciasoccidentales, al comprometerse en políticas de

recuperación económica ceden a la tentación dela planificación, pues no existe −y esta ideaconstituye la clave de la filosofía austriacainiciada por Mises− «vía media» entre elliberalismo y el colectivismo. Así, LouisRougier, profesor de filosofía en la universidadde Besançon y principal organizador de lareunión declara: «El drama moral de nuestraépoca es la ceguera de la izquierda que sueñacon una democracia política y con unaplanificación económica sin comprender que laplanificación implica el Estado totalitario.

El drama moral de nuestra época es laceguera de la derecha que suspira de admiraciónante los regímenes totalitarios, mientrasreivindica las ventajas de una economíacapitalista sin darse cuenta de que el Estadototalitario devora la fortuna privada, empareja yburocratiza todas las formas de actividadeconómica del país». Esta derecha y estaizquierda son así rechazadas según un

argumento único: la planificación estotalitarismo. El pensamiento de Hayek se basaen el mismo principio divulgado en su célebrelibro Camino de servidumbre .

El razonamiento justifica la construcción deuna vanguardia liberal capaz de lucharintelectualmente (en un primer tiempo) contrala hegemonía de las prácticas inspiradas en elpensamiento de Keynes. El coloquio WalterLippman   conduce a un proyecto internacional

de promoción del liberalismo. Lippman, Hayeky Röpke se encargan de crear organizaciones enlos Estados Unidos, Gran Bretaña y Suiza.

En 1947, en la lógica del plan Lippman,Hayek participa activamente en la fundación dela Sociedad del Monte Peregrino, que en ciertaforma «constituye la casa matriz de los thinktanks  neoliberales». Un empresario suizo, AlbertHunold, permite concretar las propuestas de

Hayek, que desea implementar un «forumliberal internacional», y de Wilhem Röpke, quetrata de lanzar una revista internacional. Hunoldreúne a industriales y banqueros suizos a fin definanciar el think tank  liberal. Reúne aintelectuales provenientes de variadas corrientespero que comparten la misma creencia en elequilibrio espontáneo del mercado: amonetaristas como Milton Friedman, amiembros de la escuela del Public choice   (JamesBuchanan), así como a personalidades asociadasa la corriente neoaustríaca. Las reunionesinternacionales son financiadas, en un primermomento, por las fundaciones Relm y Earhart.

La Sociedad del Monte Peregrino recibe acontinuación el apoyo de las siguientes ultraconservadoras instituciones: La Fundación  JohnOlin , la Lilly endowment , la Fundación Roe , la ScaifeFamily Charitable Trust  y la Fundación Garvey .

La Sociedad del Monte Peregrino  ara en el mar

durante veinticinco años. Los ideólogosneoliberales permanecen aislados en uncontexto de consenso intervencionista. Seránecesario esperar hasta la crisis delkeynesianismo para que las ideas de Hayek seimpongan entre las élites políticas. GranBretaña será el terreno de la implementación delas medidas preconizadas.

Fundado en 1955, el Institute of Economic Affairs   (IEA) trabaja para difundir las tesis de

Hayek y del monetarismo, teniendoprincipalmente como objetivo a los mediospatronales (que permanecen por largo tiempodesconfiados) y financieros. Ralph Harris, quienfuera director de la organización, esmagnificado desde 1979 por Margaret

 Thatcher. Para apoyar esta dinámica deconversión liberal, miembros del PartidoConservador (entre ellos Margaret Thatcher yKeith Joseph) crean en 1974 el Centre for PolicyStudies .

En 1977 surge otra organización: el  AdamSmith Institute . Gran Bretaña entra en una etapade «revolución conservadora». La victoria de

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La moral en el liberalismo de Hayek

Hay un cierto consenso en la opinión de los estudiosos encuanto a que el liberalismo no arriba a una propuesta resuelta y finalsobre la relación entre autonomía individual y las condiciones delorden social que pudiera estar basada únicamente en aquella. Estedesperfecto del pensamiento liberal será el que encuentre F.V.Hayeken sus comienzos en los años 40 del siglo XX

MANUEL V. GAETE ANFOSSI

Es entonces cuando emprende un ataque

contra el socialismo, el que no sólo conduciríainevitablemente al totalitarismo en política; sinoque destruye el gran logro de la civilizaciónoccidental, que es el ordenamiento socialespontáneo, basado en la iniciativa yresponsabilidad individual cuya agregación deindividuos genera un sistema virtuoso sin sernecesaria una autoridad externa a la sociedad nitampoco una concepción compartida del biencomún. Así, el "proyecto" de Hayek, al que seráfiel toda su vida, tiene un primer impulso

ideológico, con dos componentes: un rechazoal socialismo ("de todos los partidos") y elsustento de las prácticas adoptadas por elmundo anglosajón, hasta la fase "neoliberal"globalizada, que el autor alcanza a vivir..

El fundamento de la moral en elliberalismo

El liberalismo elude la adopción de lanoción de bien común, con su valoración depautas de conducta específicas, o en el lenguajerawlsiano una noción comprehensiva del biencomún. No siempre los liberales logran eludir elbien común. La norma moral aceptada por elliberalismo es de preferencia de corteprocedimental. Se ha discutido si es posibledeterminar procedimientos que conduzcan a unordenamiento social que reúna lascaracterísticas de fundamentación universal en

 valores únicamente abstractos y generales (Laidea de abstracción se refiere a la no

discriminación entre individuos, para lo cualincluso el legislador tiene dificultades). Lanorma debe ser tan general como se pueda a fin

de lograr consentimiento de todos los grupos

de interés.Los liberales se pueden agrupar según su

adscripción a dos enfoques de la moralidad,como guía de acción individual, distinguiendodos aspectos de la tolerancia liberal: latolerancia como búsqueda de un modo de vidaideal, y la tolerancia como conjunto de términosde coexistencia pacífica entre diferentes modosde vida. (ver J. Gray, 2000 y M. Plattner, 2002).En la primera agrupación John Gray incluye aLocke y Kant. Entre los más recientes a Rawls yHayek. En la segunda ubica a Hobbes, Hume,Berlin y Oakeshott, aunque Hobbes yOakeshott no califican precisamente comoliberales. John Gray se ubica él mismo en lasegunda tradición, en la coexistencia pacíficaentre diferentes modos de vida. Esta segunda seguía no por un "consenso racional" sino por un"modus vivendi" entre distintos modos de vida.Es una discusión dirigida contra Rawls y contraHayek.

La libertad individual no es posible sin laexistencia de pautas de acción que resuelvan elconflicto entre la libertad de unos y la de otros.Estas pautas pueden involucrar no sólo losactos sino la preparación del acto: la formaciónde deseos, intereses, actitudes, voluntades.Estas últimas están en la esfera de la moral enlas grandes religiones. Los sistemas jurídicosactúan específicamente sobre los actos, ya queestos son observables directamente, y aquellos

en cambio sólo se pueden inferir por mediosindirectos y percibir por medios intersubjetivos.

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Si llamamos moral a las pautas de acción,cualquiera sea la forma en que concebimos esaspautas, cuando aplicamos el concepto "moral" alas interrelaciones sociales podemos hacer dosenfoques de categorías separadas: uno se refiereal conocimiento de las pautas adoptadas por un

grupo humano y otro se refiere a la preguntasobre cómo deben ser esas pautas. El primerenfoque es el de las ciencias sociales. Elsegundo es el enfoque de la filosofía moral, laética y la teoría política.

 Todas las concepciones que se hanelaborado sobre el ordenamiento social, valedecir un conjunto humano estructurado entorno a prácticas de cooperación y ointercambio, tienen su fundamento en ofrecer

una normativa individual ó colectiva que hagaposible esa cooperación en forma estable. Tengamos presente la equivocidad del término"moral" en el análisis del pensamiento liberal,ya que la afirmación de Hume, que tomó elcariz de apotegma, en cuanto a que el "deberser" nunca podrá derivarse del "ser" estará en lasombra que proyecta la destacada teoría deHayek sobre la moral.

Los liberales reconocen que los límites de

posibilidades en la formulación de valoressociales no están bien definidos. Tampoco laposición liberal sobre la forma correcta deentender lo social - esta forma peculiar deconceptualizar un conjunto de personas. Poreso no todos están de acuerdo en incluir entrelos liberales a algunos autores, como Bentham,por ejemplo, o Hobbes. Hay discrepanciasentre ellos, y mayor consenso sobre quiénes noson liberales. Hay una característica que los unea todos: aceptan que hay más de un modo de

conocer, entender y explicar lo social; y quenadie tiene el derecho a imponer a otros suparticular modo de hacerlo. Tal vez Kant seescape de esta generalización.

 John Gray, en su ensayo "Las dos caras delliberalismo", en un nuevo intento de hacerrecopilación y cierre, nos dice que "es un errorcorriente buscar la esencia de algo tanheterogéneo y discontinuo como la tradiciónliberal. El liberalismo no es el tipo de cosa que

pueda tener una esencia" (Gray, 2001, p.36). Eneste ensayo Gray propone agrupar a losliberales conceptualmente entre los que

defienden la posibilidad de un modo de vidaque pueda ser el mejor para todos, o sea laprescripción de un régimen universal, y aquellosque aceptan convivir con la diversidad- elmodus vivendi, la tolerancia como valordestacado.

En la primera agrupación entran Hayek yRawls, en la segunda Isaiah Berlin y MichaelOakeshot. (Gray 2001, p.12). Hayek propone lalibertad individual como máximo valor social ,en tanto Rawls propone la justicia. Tanto enHume como en Hayek la búsqueda de un modode vida ideal comienza con el reconocimientodel carácter natural y evolutivo de la moralidad,en cuanto característica propia de la voliciónhumana. Hume lo hace observando las

percepciones humanas con las que explica laspasiones; es decir, hace una psicología de laacción. Hayek observa las pautas repetitivas deconducta y las explica a partir de una historiaconjetural de los modos de vida. Es decir, haceuna antropología de la acción. Una vez sentadala moral como descripción de realidadeshumanas, Hayek agrega un "utilitarismoprocedimental" en la terminología que usaRoland Kley (R.Kley, 1994) de corte Kantianoen cuanto al test de universalidad y de corteMilliano ( de J.S. Mill) en cuanto alconsecuencialismo de las prácticas sociales. Así,la moralidad en Hayek tiene un apoyo de corteempírico por una parte, y racional, por otra.

Esta dualidad será motivo de rechazo en losanálisis de Kukathas y de J. Gray porconsideraciones metodológicas, y per contra,objeto de elogios por parte de J. Huerta de Soto(ver las Introducciones a la Fatal Arrogancia y ala monografía de P. De La Nuez (1994 ).

Exposiciones de la teoría moral en Hayek seencuentran en John Gray (1984), Roland Kley(Kley, 1994), Paloma de la Nuez (1994),Chandran Kukathas (1989) Andrew Gamble(Gamble 1996).

Presentamos aquí una síntesis de susargumentos, a modo de tesis:

•Las acciones humanas producenresultados no previstos por el actor. Hayconsecuencias no deseadas de la acción queconducen a desvincular actitudes y propósitoscon respecto a las consecuencias de la acción.

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•Las acciones humanas tienen dos fuentes:siguen una pauta prescrita por la tradición - laspautas que han resultado exitosas - a las cualesel individuo introduce correcciones y adicionesque provienen de su cualidad de ente racional ylibre.

•En la búsqueda de su propio beneficio elconjunto de individuos interactuando entre síobtienen como efecto no deseado, un patróncolectivo de ordenamiento, tal como loscristales de un mineral, proceso que Hayekintroduce en su "teoría de los órdenescomplejos". El individuo en esa práctica deimitación de modos de conducta exitosos, juntoa la búsqueda de su propio beneficio, sin tomaren cuenta el beneficio de otros, genera como

consecuencia no deseada de su accionar unasociedad bien ordenada.

•El mercado como paradigma decomportamiento no sólo es el complementonecesario de la subdivisión del trabajo, sino esel medio por el cual el individuo produce bienespara otros individuos que no conoce; y quetampoco necesita conocer. Esta cualidad delmercado es el instrumento básico que hizoposible la gran expansión demográfica.

Esta definición de "orden" de Hayek no esla que utiliza en los sucesivos argumentos. Asídefinida, no deja espacio para explicar el ordeny el desorden tal como es de uso habitual. Eldesorden tendría que ser muy generalizado parahacer imposible una " expectativa adecuada"sobre lo que sucederá. Las acciones individualespueden estar encuadradas dentro de normasconocidas, y así de todos modos serimpredecibles. En la epistemología de Hayek el

actor no conoce sino una parte ínfima delconjunto de acciones, sin embargo usamos eltérmino orden para referirnos a una cualidad detodo el conjunto de acciones. Mostraremos queen el desarrollo de su argumento Hayek serefiere al orden como un conjunto estructuradode acciones donde el elemento reiteración eimitación están presentes en modo tal que nosólo las expectativas resulten razonablementeciertas, sino además sean las deseables.Siguiendo a Hayek, una guerra podría ser un

orden. Por ello, proponemos establecer que enla definición de Hayek se oculta el elemento

normativo del concepto, que él no incluye peroque en su uso está implícito, o tácito.

Bajo este esquema teórico Hayek nosofrece una propuesta de moral ciudadana que,al centralizarse en el concepto de orden, se basatanto en la tradición como en la acción racional.La inspiración se encuentra en Hume y Kant.El fundamento de esta moral es, por último, un"utilitarismo procedimental" basado en laobservación de la génesis de una sociedad bienordenada: la anglosajona.

La propuesta metodológica de identificarlas prácticas, pautas e instituciones queconducen al éxito y que son adoptadas por la

 vía de la imitación (consciente o inconsciente)abre una antigua discusión con Hayek sobrecuáles prácticas son las que explican el éxito ysobre el carácter mismo de tal "éxito". La críticade Hayek, entre los autores mencionados, haregistrado diversas objeciones sobre el vacíoconceptual que deja el autor en lo que se refierea un criterio analítico para distinguir entre lasprácticas de la Sociedad Abierta aquellasfavorables y desfavorables al consecuencialismoexitista. Hayek nos señala aquellas que leparecen favorables: el libre mercado, la

propiedad privada y los contratos comocondición de existencia de ese libre mercado, yel Estado de derecho como custodio de laslibertades. No incluye allí el régimen degobierno, que le parece más bien un factorsecundario.

Hayek cree que una concepción moral de la vida social y la justicia dependen de unentendimiento correcto de cómo opera elmundo y cómo ha llegado a ser lo que es. Así

su pensamiento transita desde la ciencia social,inspirada en Hume, hasta criterios de validaciónuniversal de la moral, inspirado en Kant. En lateoría social que elabora, basada en lageneración espontánea de instituciones, nosidentifica aquellas que hacen posible lamodernidad, la expansión demográfica,científica y de las riquezas. Desde allí nospropone una moral que debe ser de algunamanera una continuación de aquella que segeneró espontáneamente, que no conocemos

del todo y que no necesitamos conocer, sinoimitar.

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 Veremos si esta propuesta es sustentableteóricamente y cuáles son sus motivaciones

 valóricas personales, es decir, ideológicas.

Hayek nos presenta una moral que sejustifica en su funcionalidad al hacer posible lasupervivencia y expansión de una gran masa depoblación humana, sin que para ello haya sidonecesaria la intervención de una autoridad ni laagrupación social en torno a una concepcióncompartida del bien común.

 Ahora, si esta vida en sociedad moderna,diversa, multicultural, se atiene a lo queintuitivamente concebimos como "moral" no esun tema de preocupación para Hayek. En suteoría social están presentes dos fuerza morales:una atávica, solidaria y altruista, que es aplicablea un conjunto reducido de hombres (como lahorda primitiva de cazadores) y la otramoderna, que es valorativamente anónima, conactores que intercambian bienes entre sí sinconocerse entre ellos; pero haciendo posible laespecialización del trabajo y la subdivisión delas tareas productivas, condición necesaria parala expansión de la producción. Esta enormeexpansión hizo posible la expansióndemográfica. En la conformación de la moral

moderna, anónima y despersonalizada, fuenecesario que el hombre moderno luche contrasus impulsos morales atávicos: la solidaridad yel altruismo. Hayek reconoce que ambosimpulsos morales, el atávico y el moderno,están presentes y conviven entre nosotros.Pone por ejemplo la práctica de los préstamos yla usura en la Edad Media. Esta fue vilipendiadacomo práctica horrenda y abusiva; pero hizoposible la emergencia del capitalismo al ponerrecursos ajenos a disposición del empresario.

 Así la posición del autor, que es descriptiva,explicativa e implícitamente normativa, está

 íntimamente enlazada con su teoría social. Perouna posición empiricista de la moral, concebidacomo prácticas surgidas espontáneamente yperfeccionadas por la evolución cultural, altratar de explicar cómo se fueron seleccionandolas "buenas" de las "malas" prácticas, deja un

 vacío sobre la forma en que son aceptadas yrechazadas esas prácticas. Este vacío se hace

más evidente ante el vertiginoso cambio socialque vivimos: nuevos recursos naturalesdescubiertos, posibilidades inéditas de

actuación sobre la naturaleza y sobre la propianaturaleza humana.

Qué relación hay entre el concepto deindividuo en Hayek (racionalidad junto conimitación de prácticas), libertad individual ymoral? La libertad individual es un bien esencialdel orden liberal, para lo cual requiere de laexistencia de una autoridad estatal, aunque conpoderes limitados. El orden social y el "éxito"serán producto de la acción individualespontánea. En los inicios de la Sociedad

 Abierta no se requieren pautas de acciónprescritas por una autoridad estatal o religiosa.

Para Hayek no existe la necesidad de unimperativo externo al individuo que regule susacciones, basta con el impulso de sus propiosintereses y la guía autónoma de su racionalidaddirigida a maximizar su beneficio, junto con elreconocimiento de las pautas de acciónpreexistentes, es decir, de la tradición. En elseguimiento de la tradición no necesitará estarconsciente del proceso de aprendizaje y deimitación (Hayek pone por ejemplo el lenguaje)y tampoco entender las razones de lafuncionalidad de esas prácticas preexistentes. Elresultado de la agregación de conductas

individuales guiados por estos principiosconduce a un orden espontáneo. Uno de losargumentos claves en Hayek está en establecerque el gran avance hecho por la civilización fuedesarrollar una sociedad cuyos miembros seanenlazados sólo por reglas abstractas deconducta y que no necesiten desarrollarpropósitos concretos en común.

El paso desde este esquema conceptual quenos llevó desde el individualismo a una moral

de la libertad, y de allí al conjunto de posicionesadoptadas por Hayek en la política, entre lascuales sintetizamos: - establecer lascaracterísticas institucionales del Estado; -limitar la legislación dentro del requerimientode mínima interferencia con la libertadindividual; - delimitar el ámbito de la ley alsólo requerimiento de reconocer las prácticasestablecidas por la tradición, y el consiguienterechazo a la libertad de los legisladores. Esteconcepto de conformación de la sociedad

moderna dentro de pautas de conductaorientadas por delimitaciones abstractas es unode los pilares del sistema de Hayek, que lo

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libre para usar sus conocimientos en función deesos propósitos.

Para él la cuestión de la distribución nopuede quedar decidida en abstracto. La teoríasocial sugiere que la distribución sea efectuadade acuerdo a reglas que protegen derechos[entitlements] pero no queda clara suformulación y justificación en los principiosliberales. Esto es más evidente en su falla enarticular una concepción satisfactoria delibertad y su inadecuada teoría del Estado dederecho. Es incierto si su teoría de la ley comopuro reconocimiento de normas generadasespontáneamente, que acompaña a su teoríasocial, pueda tomar en cuenta cómo identificarla naturaleza del otorgamiento de derechos

individuales en un orden liberal. Dicho de otromodo no está claro que Hayek haya ofrecidoninguna teoría moral que nos capacite paraespecificar la clase de reglas de otorgamiento dederechos o identificar los derechos quecaracterizan el orden liberal.

Hayek como conservador

La raíz del calificativo conservador está ensu defensa de las tradiciones que envuelven lasinstituciones exitosas. Kukathas señala tres

razones para tildar de conservador a Hayek: 1.-No reconoce al individuo como una entidadnatural, autogenerado, sino como un logrosocial: es el producto de un orden espontáneode la cultura humana. Esto va en contra deKant y está más cercano a Oakeshott. 2.-Ponegran énfasis en conservar el orden, en lanecesidad de mantener el orden existente.3.-Susaproximaciones a la naturaleza del Individuo yde la Sociedad lo conducen a adherir a una

 visión de la importancia de la tradición, la queno es soportada por sus propios principiosliberales.

Es útil contrastar la posición de Hayek conla de Rawls en lo que se refiere a las tradiciones.Para Rawls la autonomía es producto de laeducación moral. " Sólo en la unión social elindividuo llega a ser completo” es decir,individuo moral. Así la tradición tiene en elloun papel importante en la formación racional yla autonomía. No hay antinomia entre libertad yrazón.

El Hayek conservador cuestiona elsupuesto que la razón individual separada delproceso social tenga la capacidad dedesprenderse [stand back] de las tradiciones quelo nutren. La razón es sólo una herramienta quelo guía entre una complejidad que no puede

entender. La razón es una "capacidad para elpensamiento abstracto" . La abstracción lepermite reducir la complejidad del mundo a unnúmero manejable de reglas. Nuestrainteligencia no es capaz de captar la realidad entoda su complejidad, y en compensación a estoes que tenemos la razón. En esto Hayek tomadistancia de Rawls, porque niega que la razóndote al individuo con capacidad de justificaruna acción correcta independientemente de latradición en que está. Las normas cambian nopor el manejo de la razón, sino porque suscontenidos no se adaptan a los cambios en lascircunstancias. La razón, a lo más, es capaz deresolver conflictos entre reglas inconsistentes.

La razón entonces, para Hayek, no es capazde encontrar la justificación de las reglas deconducta que seguimos. El hombre está mejorasistido por la costumbre que por elentendimiento. Las reglas generales no puedenser justificadas por las consecuencias de lasacciones. Las normas de conducta generan elorden, el que debe combinarse con cierto gradode libertad (La alternativa sería la dirección poruna voluntad única). Sin las reglas seríamosmenos capaces de estimar las consecuencias dela acción individual. Así se genera una tensiónno resuelta en Hayek entre la razón y elseguimiento de normas.

Es esencial para el surgimiento de la razónque como individuos nos inclinemos ante

fuerzas y obedezcamos principios que nopodemos esperar comprender completamente,pero de los cuales depende el avance y lapreservación de la civilización . Históricamenteesto se ha logrado por la influencia de credosreligiosos, tradiciones y supersticiones que hanhecho al hombre someterse a estas fuerzasapelando a sus emociones más bien que a susrazones. La más peligrosa etapa en elcrecimiento de la civilización puede ser aquella

en que el hombre llega a ver todas estascreencias como supersticiones y se rehúsa aaceptar o someterse a cualquier cosa que nocomprenda racionalmente.

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 Aquí vemos el énfasis de Hayek en laimportancia del orden, la tradición y lacontinuidad. La razón tiene lugar dentro de unaconducta guiada por normas. Aquí Hayekrevela el lado conservador de su pensamiento.Niega que la razón pueda motivar conductas

individuales, que puedan construir su propioambiente cultural. “La mente y la cultura sedesarrollan concurrentemente y nosucesivamente” 

 Así Hayek queda calificado conservadorabstracto. El tipo de orden que quiere preservares “abstracto”. Es el papel que le asigna al juezcomo autoridad que vincula lo abstracto con loparticular. A este señalamiento dedicó suopúsculo “Why I am not a conservative ” contenido

en The Constitution of Liberty , donde establecelas condiciones bajo las que acepta modificaruna norma.

En CL argumenta que la objeción decisivacontra el conservadurismo consiste en que esincapaz de ofrecer una dirección alternativahacia la cual la sociedad se está moviendo. Sudestino es ser arrastrada hacia una dirección noelegida. Hayek desea no sólo entender cómofunciona la sociedad como un orden

espontáneo, sino también cómo este ordenespontáneo pudiera ser utilizado. Su crítica alracionalismo está así dirigida menos a losliberales que desean mejorar el funcionamientode la sociedad que a aquellos que no ven límitesa la conducción de la sociedad por la razón. Sinembargo, en trabajos posteriores a CL Hayek seocupa de dirigir sus ideas en otra direcciónmenos conservadora.

En el Epílogo a Law Legislation and Liberty  

señala " pretender conocer la dirección deseabledel progreso me parece en extremo arrogante".Kukathas visualiza un "joven" y "posterior"Hayek, el posterior se muestra menos confiadoa cerca de cuánto podemos conducir las fuerzasordenadoras espontáneas de la sociedad que loque mostraba en 1949 en Camino deServidumbre. El posterior se ve más como unabogado del laissez faire que como un liberal.Pero Hayek retiene una valoración delprogreso, tiene una preocupación por mejorar

las instituciones sociales, lo que va en contra delos conservadores. El Hayek posterior es mássensible a las limitaciones de la razón y se ve así

más conservador cuando destaca la importanciade la tradición como guía de conductas. Estáinteresado en ver cómo nuestra comprensiónde la sociedad nos pueda guiar dentro denuestras instituciones con miras a mejorarlas.En el joven Hayek, hay un recurso a la

´planificación por competencia´ y en elposterior sugiere que los objetivos que tiene enmente son simplemente adaptacionesindividuales al ambiente y la sobrevivenciahumana. Esta dificultad de clasificar a Hayekcomo conservador la veremos más adelante enel intento de clasificarlo como utilitarista.

Pero el progresismo que trata de mostrar,encaja en su teoría social o su teoría de lalibertad? En su defensa del mercado establece

que aquello que sea novedoso y que sea mejor,tiene más chance de emerger.

En un nivel más abstracto, lo que quedapoco claro es su relación entre libertad y razón.

 Allí aparece una antinomia: primero, somoslibres de formarnos opiniones acerca decuestiones morales; segundo, respondercuestiones morales es una actividad racional. Laantinomia surge por considerar que losrequerimientos racionales nos hacen no-libres

de formarnos cualquier opinión moral queelijamos. La reconciliación de estas dosposiciones es una de las tareas típicas de lafilosofía moral. Rawls, por ejemplo intentaresolverla con su dispositivo de la PosiciónOriginal antes del contrato. El contractualistaHayek busca la misma solución Kantiana deRawls: somos libres cuando actuamos dentro delas leyes que nosotros nos damos. Repetimos laobjeción: sin embargo Hayek se muestra hostila la razón, con lo cual hace incompatible la

solución con la aproximación contractualista.Lo veremos tomando otras dos posiciones

contradictorias:

El Hayek conservador, anti-racionalista diceque la ética no es materia de elección, puestoque nuestra moral no es el producto de designiohumano sino el resultado de una selecciónnatural de tradiciones. El segundo Hayek,racionalista, sin embargo, aun cuando mantieneque la moral es producto de la evolución, buscapresentar justificaciones racionales para adherira lo que llama ´moral tradicionalista´. Este síestá en condiciones de prescribir ciertas formas

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de conducta, las tradicionales. El primer Hayekparece pensar que no podemos encontrarjustificaciones racionales a la moralidad,implicando que somos libres de hacer lo quenos plazca. El segundo nos lleva aconsideraciones racionales que constriñen

nuestras acciones morales. Así tanto la libertadcomo la razón pueden ser compatibilizadas. Enesta visión cómo podemos resolver laantinomia entre libertad y razón? Qué clase deteoría subyace en su teoría política? Y puedeesta teoría moral reconciliar su antiracionalismo conservador con suscompromisos racionalistas de progresohumano?. Hemos rechazado el aspectocontractualista de la teoría moral de Hayekcomo fundamento de su teoría política.

 Tampoco el contractualismo puede soportar suargumento anti racionalista conservador. Así,debemos mirar hacia el utilitarismo.

Hay algo dudoso, poco claro en Hayek:negar el poder de la razón para reconstruirinstituciones. Ver las tradiciones en un modoinstrumental (que es una posición más moral).Establecer que la ética no es asunto de elección.Que la selección de prácticas no es un procesoracional, sino un proceso que genera o crea a larazón. A veces se presenta como racionalista:busca presentar justificaciones racionales a laadhesión a la "moral tradicionalista".

Si Hayek no es un conservador, quien niegalas posibilidades de justificación racional peropiensa que la visión de lo moral - que sostienepueda ser justificada - en tal modo de resolverla antinomia entre libertad y razón, qué clase deteoría subyace en su teoría política?. Puede estateoría moral reconciliar su anti - racionalismo

conservador con su preocupación(compromiso) racionalista de defenderprincipios que asegurarían las condiciones delprogreso humano?.

Hemos rechazado ya el aspectocontractualista de la teoría moral de Hayek,como fundamento de su teoría política. Elcontractualismo racionalista no puede apuntalarsus argumentos conservadores anti-racionalista.Hayek rechaza el utilitarismo de la norma y

del acto, como variantes del constructivismo,el que es incapaz ya sea de dar cuenta de laexistencia de reglas de conducta o de una guía

individual en las deliberaciones prácticas sobrela acción correcta. Le dedica un capítuloespecífico en “La Falacia Constructivista delUtilitarismo”. En verdad él repudia elutilitarismo como mirada filosófica, ya que esextraño a sus pretensiones epistemológicas en

el núcleo de su teoría política. El punto de vistautilitarista es profundamente racional. Perodebemos poner atención en el utilitarismo yaque puede hacer consistente su Kantianismocon su conservatismo. Tendrá razón Graycuando señala que la teoría de Hayek seentiende mejor como un utilitarismo indirecto.

¿Qué es precisamente el utilitarismo? Haydos clases de teorías: - utilitarismo del bienestar:es una teoría sobre el uso correcto de los

recursos con el objetivo de lograr efectosacordes con los estándares de bienestar osatisfacción obtenidos. Esta teoría permiteconsiderar la maximización del bienestar. - elconsecuencialismo, que es una teoría sobre lasacciones correctas, pretendiendo que lasacciones deben ser elegidas sobre la bases delestado de cosas que resulten.

Cuáles son las razones para considerar aHayek un utilitarista indirecto?.

1ª Razón: varios de sus argumentos parecenser utilitaristas. Su fe en la libertad reside en lacreencia que libera más fuerzas del bien que demal. Las reglas de conducta que preservan lalibertad , el orden social liberal, , es aquel enque el bienestar de los pobres es más posible dealcanzar. En sus argumentos contra elsocialismo dice que las aspiraciones socialistasson incompatibles con los métodos socialistas,y que las aspiraciones del estado de bienestar

pueden ser realizadas sin detrimento de lalibertad individual.

2ª Razón. En su disputa con los socialistas,no los acusa de faltas a la moral, sino depropiciar una economía política fallida (másbien el intento de los socialistas de hacer el bienes el que los induce a hacer el mal).

3ª Razón. Concede un valor instrumental alas reglas como restricciones que hacen que laconducta individual sea más predecible. Las

reglas de justicia son así defendidas no porconducir a la satisfacción de expectativaslegítimas, sino porque, al conferir legitimidad a

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una acción particular, hacen posible una grancoincidencia de expectativas.

4ª Razón. Porque ve a la justicia comocondición del orden. A diferencia de Kant, lasleyes morales que regulan la justicia no puedenser descubiertas por la razón pura. El propósitode las reglas de justicia para Hayek es traerorden a los asuntos humanos, y así sostener lascondiciones para el avance de los esfuerzoshumanos. Un sistema de normas es útil simaximiza las posibilidades [chances] decualquier individuo de alcanzar sus propósitosdesconocidos.

5ª Razón. El utilitarismo evidente: lamedida de éxito de un sistema social es elnúmero de habitantes que es capaz de sostener.

La "selección natural de prácticas" queincrementan los prospectos de sobrevivenciadel grupo, hacen que las instituciones de justiciay propiedad tengan valor, porque al hacerposible la utilización de amplios conocimientosdispersos, facilita la productividad creciente.

Sin embargo Hayek no es simplemente unutilitarista. Un intento de imponer unaestructura utilitarista indirecta a su teoría

política debe fallar. Antes de profundizar, veamos sus intentos ´utilitaristas´ de justificar elorden liberal: este surge del intento de defensade tres instituciones: propiedad privada,honestidad y familia. Aquellos grupos que lasadoptan crecen más rápidamente en númeroque otros. (Argumento por lo demás algo débil,a raíz de las observaciones de datosdemográficos) . Este argumento sugeriría queun resultado en el cual números mayorespueden mantenerse a bajos estándares de vida

fuese moralmente superior a otro en el quepequeños números sobrevivan con mejoresestándares. La crítica de Derek Parfit seformula en contraejemplos : en casos en quehay poca población y altos estándares de vida.Para Hayek una gran población implicaincremento de la división del trabajo y mayorproductividad.

Hayek alega que el incremento depoblación se autorregula. El crecimiento tiene

lugar no en economías de mercado ´altamenteavanzadas´ (donde ya la gente no usa la mayor

riqueza para incrementar su familia) sino en laperiferia de la sociedad de mercado.

En verdad Hayek no ofrece un criterioutilitarista por el cual evaluar sistemas sociales.No se compromete con ´la mayor felicidad delmayor número´. Es consecuencialista pero noutilitarista. No respalda el Estado de Bienestar.Hay otra razón por la cual no puede ser tomadocomo un utilitarista: a su manera de ver, elprogreso trae consigo cambios no sólo en laforma de logros humanos, sino en intenciones ydeseos, los que también están sujetos a esteproceso. (Kukathas 1994). Así el término"mejor" pierde sus contornos precisos. Hayekniega la posibilidad de un ordenamiento[ranking] del estado de cosas [affaires], al negar

la posibilidad de evaluación comparativa,rechaza la idea de que la racionalidad puedaguiar nuestra preferencia por diferentes fines.La razón puede identificar inconsistencias,antinomias; pero no nos puede ubicar fuera delproceso evolucionario para evaluar diferentesestados de cosas que la acción racional pudieraguiar. Estas objeciones van al corazón de ladoctrina utilitarista, expresada en la teoría delobservador simpático, racional e imparcial (ideatomada de Rawls) De acuerdo a esta teoría, unsistema social está bien ´cuando el espectadorracional ideal e imparcial pudiera aprobarlodesde un punto de vista general y poseyeratodos los conocimientos relevantes de lascircunstancias. Una sociedad bien ordenada esuna que se ajusta a la aprobación de talobservador ideal´ (Rawls). Hayek niega laposibilidad a tal observador de poseer talconocimiento, acusa a este argumento de´racionalista constructivista´ y basado en

ficciones.Este argumento, como es de Hume,

aparece como consecuencialista no utilitarista.Pero hay una dificultad: Hayek niega laposibilidad de comparar y elegir entre estado decosas. ¿Cómo puede ser tachado deconsecuencialista?. Esto crea un problema parasu teoría porque podría parecer que no tiene unfundamento claro: si no hay posibilidad de unaevaluación comparativa entre diversos órdenes,

cómo podemos ver el orden liberal comosuperior o preferible a otro que sostenga unapoblación disminuida y empobrecida?.

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Estas consideraciones sugieren que no hayun prospecto de utilitarismo indirecto que hagaconsistente y coherente los diferentesargumentos invocados en los trabajos deHayek. La razón principal es que el utilitarismoinvoca una propiedad de la razón que no se

puede reconciliar con los elementos anti-racionalistas que son centrales en supensamiento. El conflicto está en que él ve queel hombre, para sobrevivir, debe acoger unsistema de reglas de conducta que le permitanadaptarse a los cambios; y por otra parte, que larazón humana es incapaz de guiar al hombre enla búsqueda de los principios, o darle unajustificación a ellos . El hombre acepta elsistema de reglas de conducta no porcomprenderlas sino por obedecer a susemociones. (CRS p. 162) Para ser utilitaristadebe conceder a la razón propiedades que leniega. La razón no puede guiar al hombre en labúsqueda de principios y reglas desobrevivencia, sino debe acoger [embrace] unsistema de reglas para adaptarse a lascircunstancias. Para eso, la razón, lejos de sermero producto de nuestra tradición cultural,debe ser capaz de evaluar estas tradiciones yprincipios de conducta.

 Aquí es donde Hayek alega que él es unaclase de racionalista ´evolucionista ´ó ´crítico ´pero no constructivista.. El problema es queHayek rehúsa dar criterios según los cuales larazón pueda decidir el propio alcance de sucontrol. No es capaz de identificar el alcance desu poder. La selección cultural no es un procesoracional sino uno que ´crea´ la razón. El poderde la razón está continuamente modificado porfuerzas que están fuera de nuestro control.

Hayek localiza la racionalidad en la estructurasocial de reglas y prácticas y es difícil ver cómopueda sugerirnos el modo en que la razónpueda identificar sus límites. Si la mente esproducto de un proceso de adaptación, y sedesarrolla en un proceso de interacción con lasinstituciones que determina la estructura de lasociedad, la razón no podría iniciar un procesode decisión.

Este análisis nos ha llevado a una fuerte

objeción contra el utilitarismo, como teoríamoral: este enfatiza los criterios de preferencia ysatisfacción , pero ignora el proceso deformación de las preferencias e ignora la

importante pregunta sobre qué clase depreferencias tienen valor. Qué clase de vida valela pena vivir? Qué opciones deben estardisponibles (justicia distributiva).

La visión de Hayek consiste en que el´progreso´ es valorado no porque trae felicidado satisfacción, sino porque transforma yextiende la inteligencia humana, y crea mayorconciencia de los sentimientos y deseoshumanos. Así la justificación de un ordenliberal reside en argumentos no utilitaristas, einsiste en que las instituciones liberales nosimplemente dotan al individuo para satisfacersus preferencias, sino para descubrir sus deseosy necesidades. Desde este punto de vista anti-racionalista, sin embargo, existe el peligro de

que el utilitarismo no sea la única teoría en serexcluida.

Llegaríamos a la conclusión que no habríauna teoría moral en Hayek, sino un recursoinestable a varias. Debe ser una teoría no -deontológica o teleológica. Hayek invoca unnúmero de teorías morales diferentes eincompatibles para defender distintaspretensiones, o carece de una teoría normativacompletamente.

La crítica fundamental a la filosofíamoral de Hayek

Mientras el autor desarrolla una teoría cuyopropósito es el de explicar cómo ciertasinstituciones sociales capacitan al hombre parasuperar los problemas que surgen de suconocimiento limitado, no ha sido capaz demostrar hacia qué clase de conclusionesnormativas esa teoría social debieraconducirnos. Falta en su teoría social una

explicación capaz de superar la heurística ydescubrir el procedimiento que guía laselección. La misma dificultad tienen losbiólogos que estudian la selección natural.Hayek sostiene que el liberalismo deriva deldescubrimiento de un orden espontáneoautogenerado en las relaciones sociales pero noreconoce que tal derivación sólo pudieraobtenerse en un contexto de una teoría moralque haga compatible el orden con la libertad.Ha presentado serias objeciones a un sistemadonde haya una autoridad central guiada porprincipios distributivos; pero sus propuestasalternativas quedan cortas en dos aspectos: 1)

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no ha mostrado cómo estas consideracionesjustifican un orden social liberal en el cual elderecho prevalezca para mantener derechosindividuales. 2) tampoco permite identificar elalcance propio de tales derechos individuales.Esto significa que no ha mostrado por qué

estas consideraciones justifican sólo un ordensocial liberal clásico.

Una fuente de este problema reside en lateoría del Orden Espontáneo y una exageraciónde Hayek sobre el alcance explicativo que tiene.El status de la moral y de la racionalidadresultan problemáticos si ambos surgen delorden social espontáneo. No serían nocionesfilosóficas sino científicas antropológicas.Queda pendiente una definición sobre el

carácter de necesidad o historicidad delprocedimiento explicativo del orden social. Conlos mismos argumentos con los que pretendeque la moral es un artefacto cultural podríaHayek demostrar que las matemáticas y lalógica son productos sociales.

Busca explicar cómo el crecimiento de lacivilización conduce a los individuos a actuarmás racionalmente; pero niega que la razónindividual pueda hacerse cargo de la civilización

que la nutre. Intenta mostrar qué rol juega lamoral en la preservación de la sociedad; pero

no considera la cuestión que prevaleceindependientemente de una ética basada en unateoría antropológica: cuestiones acerca de quées lo correcto y lo erróneo, qué es justicia einjusticia. Presenta una explicación del rol de lajusticia en el orden social; pero no una

justificación de un conjunto de normasparticulares. Es la crítica de Kant a Hume: estenos deja una antropología de la moral; pero nouna filosofía moral. Tanto para Hume comopara Hayek la razón no puede establecer eldeber ser, y de allí una moral.

El elemento escéptico, anti-racionalista enla teoría de Hayek lo lleva a una perspectivadesde la cual hacer cualquier prescripciónnormativa a cerca de la naturaleza del orden

liberal es un asunto del cual se puede prescindir. Así, las prescripciones que hace le han dado unfundamento filosófico a una teoría moralracionalista, que está tomada de Kant, la cualaparece en su teoría de la libertad, la coacción yel derecho [ rule of law  ]. Pero esto es inadecuadoporque confronta, dentro de lo que pretendeser una sola filosofía, dos perspectivasfundamentalmente opuestas: - una que afirma laexigencia de la libertad; - otra que afirma laexigencia de la razón.

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Hayek y el Estado de Derecho

En sus escritos políticos, Hayek enfrenta un dilema clásico: se oponea la coerción pero reconoce que, en ocasiones, el Estado puede ayudar aminimizarla. Hayek se propone resolver el dilema de los límites del poderdel Estado mediante una propuesta de la definición del Estado deDerecho que no esté basada en una concepción controversial acerca delos derechos.

 JULIET WILLIAMS

Sin embargo, su intento de formalizar el

Estado de Derecho no tiene éxito. Hakey nosolamente se apoya en una teoría indefendiblede los derechos, sino que además su esquemade Estado de Derecho se limita a la elaboraciónde principios generales de buen gobierno,descuidando la necesidad de reformas delproceso político resultantes que enfrentenmodalidades problemáticas de coerción que élmismo deplora.

Los teóricos de la política liberal caen en

una paradoja cuando arguyen que el estado estanto un garante necesario de la libertadindividual como la mayor amenaza a dichalibertad. Aunque los liberales generalmentedesprecian la tiranía y le temen al poder delestado, pocos se declaran abiertamente encontra del mismo. Muchos se sienten atraídospor el ideal de una sociedad sin estado, pero lamayoría están de acuerdo de que en la prácticaesto produciría menos libertad de lo que loharía un estado restringido. Los liberales

comúnmente le restan importancia a suambivalencia hacia el estado, exagerando suantipatía hacia la coerción injustificada, aunqueno puede eludirse el hecho de que aún el másenérgico llamado a limitar la intervención delestado presupone su existencia. Los liberalesautoproclamados niegan la tradición amplia y

 variada del liberalismo cuando lo reducen alantiestatismo, o en palabras empleadas máspopularmente, que el gobierno que gobiernamenos gobierna mejor.

Los liberales clásicos no están solos. Lacomplejidad de la actitud liberal hacia el estadoha sido ampliamente ignorada, dejando intacta

la reputación de vieja data y, en cierta medida,

inmerecida del liberalismo filosófico en tantoque "furiosamente antiestatista" (Holmes,1995). Curiosamente, esta reputación hasobrevivido a pesar del surgimiento de teóricosestatistas como John Rawls, el más reputadoliberal del siglo XX. Los académicos de hoy seaferran a una imagen del liberalismo que seacerca peligrosamente a la obsolescencia en unmundo en el que el liberalismo se asocia máscon Michael Dukakis que con Adam Smith.

La acogida académica dada a la obra deF.A. Hayek refleja ampliamente la obstinacióncon que la mayoría de los comentaristas tiendena ver el liberalismo como antiestatista. Hayek espopularmente conocido como elfundamentalista libertario y tiene el rol de héroeen los círculos libertarios contemporáneos.Dado el carácter virulentamente antisocialistade la obra "El camino a la servidumbre", lareputación de Hayek como antagonista delestado moderno de bienestar es comprensible.

Sin embargo, dicha imagen no captacorrectamente la actitud hacia el gobierno queefectivamente aparece en sus escritos. La críticaal socialismo de Hayek no debe entendersecomo un rechazo frontal al estado moderno.Especialmente en sus últimos escritos, Hayekplantea que un estado restringido no sólo esposible sino deseable, siempre que el Estado deDerecho se asuma firmemente como su razónde ser. Antes que rechazar el estado comopunto de principio, Hayek busca demostrar quecuando su órgano legislativo estáadecuadamente circunscrito, el gobierno nodebe ser temido.

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 Al hacer esto, Hayek hace un esfuerzo debuena fe al orientar el dilema de todos losideólogos liberales institucionales en el sentidode que el estado que es suficientementepoderoso para proteger a sus ciudadanos deatentados a la libertad individual puede volverse

demasiado poderoso para controlarse a símismo. Hayek intenta contribuir a la causa delliberalismo desarrollando un modelo degobierno limitado que otorga una fuerteprotección a la libertad individual. Pero cornolo señala Stephen Holmes, el mero hecho deque un gobierno tenga limitaciones no implicaque tenga el tamaño mínimo deseado o que laslibertades individuales sean protegidasadecuadamente. Holmes señala unacomplicación adicional para limitar el alcancedel estado cuando sugiere que una de laslecciones importantes del colapso del régimensoviético es que el gobierno limitado, o laforma conocida en las democracias capitalistasde Occidente, "es, o puede ser, más poderosoque un gobierno sin límites" (1995). Más cercade nosotros, una lección final puede extraersede la historia del constitucionalismo liberal, loque demuestra que los límites restringen yhabilitan al tiempo. La Constitución americana

limita ampliamente el poder del estado, pero altiempo crea y legitima el poder queefectivamente otorga al gobierno. Los límitesson necesarios, pero difícilmente son suficientespara hacer un estado decididamente liberal.Desde el punto de vista del liberalismo, elpunto no es sólo si el estado es limitado, sinodónde deben aplicarse dichos límites.

 Tal como lo sabía Hayek, la presuncióncorriente de que el liberalismo implica un

gobierno limitado ofrece solamente una guíapráctica mermada en lo que tiene que ver consu aplicación. A pesar de las complejidades queel tema del gobierno restringido plantea a losliberales, es sorprendente que la teoría liberal delas instituciones haya permanecidoinmodificada. Por siglos, los liberales hanapoyado la propuesta ahora comúnmenteaceptada de cómo institucionalizar el gobiernolimitado: de ahí la separación de poderes, elconstitucionalismo, el bicameralismo, la

representación y la regla de las mayorías. Losliberales igualmente aprecian el valor acordadoal Estado de Derecho, la noción de que el

gobierno debe estar sometido a las mismasleyes que regulan a los ciudadanos. Noobstante, a la luz de los cambios masivos en laforma y en la función del estado moderno debienestar, conviene replantear la adecuación y elcarácter suficiente de las instituciones

tradicionales de un gobierno restringido. Con lanotable excepción de Hayek, los teóricosliberales del siglo XX en su mayoría han des-cuidado la complejidad de las cuestionesasociadas con la formulación de lasinstituciones6. La tendencia general ha sido lade presumir que una vez establecidos losfundamentos normativos de una sociedadliberal, la concreción en institucionesespecíficas se vuelve un asunto meramentetécnico. Hayek merece que se le reconozcacomo uno de los pocos liberales del siglo XXque cuestionan seriamente la compatibilidad delas antiguas formas del institucionalismo liberalcon la nueva realidad del estado avanzado debienestar. Al tratar de explicar lascontradicciones de la política democráticaliberal, Hayek logra mantener los temas delliberalismo no solamente vivos, sino también

 vigorosos y, a veces, urgentes.

Sin embargo, las propuestas institucionalesde Hayek contienen errores irremediablesdebido a que no plantea una posición coherenteacerca de la naturaleza y el propósito de lapolítica legislativa en un régimen liberal. Lainsistencia de Hayek en que el poder legislativosea constreñido ampliamente no se debe a sucompromiso con la neutralidad. Más queproponer una solución total al problema de larelación ideal entre el gobierno y susciudadanos, Hayek reconoce que en un régimen

realmente liberal los detalles deben ser materiade discusión; que no puede haber una respuestaliberal sencilla a la pregunta de cuánto gobiernoes demasiado gobierno. Por esta razón, Hayekopta por una teoría formal del Estado deDerecho antes que especificar límites claros yespecíficos al poder de dicho estado. En breve,la retórica antigobiernista de Hayek es difícil deconciliar con su concesión a la necesidad de unapolítica legislativa.

Desde la publicación de sus artículosrecopilados en su Planificación EconómicaColectivista (1935), Hayek se ha hecho conocercomo un furibundo enemigo del socialismo,

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del otro, ¿cómo constreñimos las leyes paraasegurar que no refuercen el parecer de algunossobre los demás? La solución propuesta porHayek se basa en una serie de requisitosformales que, en conjunto, constituyen su idealdel Estado de Derecho. Su propuesta central es

que para ser legítima, una ley debe serenmarcada de manera "general, abstracta eigualmente aplicable a todo el mundo" (1961).Las leyes no deben, por lo tanto, mencionarindividuos específicos o clases. Los gobiernosdeben establecer con claridad y precisión lasreglas del juego, pero no exigir modalidadesparticulares en su interior. Como lo explicaHayek en su Camino a la Servidumbre: "losgobiernos se limitan a fijar las reglas quedeterminan las condiciones bajo las cuales losrecursos disponibles pueden utilizarse, dejandoa los individuos la decisión de qué usos darle alos mismos".

El Estado de Derecho tiene como objetoimponer una "limitación en el poder de todogobierno, incluido el poder del órganolegislativo" (1961, 205). Tal vez porque Hayekse identifica tan fuertemente con la idea delgobierno limitado, se olvida a menudo que él seoponía al poder arbitrario, no a la coerción delgobierno en general. En El orden político de lagente libre, Hayek advierte contra la impresiónde

que entendemos el hacer respetar la ley y ladefensa contra enemigos externos como lasúnicas funciones legítimas de un gobierno...Lejos de impulsar un tal "estado mínimo",nos parece incuestionable que en unasociedad avanzada un gobierno debe usarsu poder de reunir recursos a través de los

impuestos con el fin de proveer una seriede servidos que por varias razones nopueden ser provistas adecuadamente por elmercado.

Hayek llega hasta a aprobar la provisión decarreteras de parte del estado (1979) y laeducación financiada con recursos públicos, lomismo que

las normas sobre construcción, las leyessobre alimentos puros, la regulación dealgunas profesiones, las restricciones a la

 venta de algunos productos peligrosos(tales como armas, explosivos, venenos y

drogas), al igual que algunas normas deseguridad y de salud relativas a los procesosde producción y la oferta de institucionespúblicas como teatros, complejosdeportivos, etc..

De estos extractos puede observarse que noes nada obvio cómo o dónde Hayek traza laraya entre la ley legítima y la arbitraria. En otraspalabras, ¿cuál es el alcance del poder coercitivodel estado liberal? La confusión puede resultardel hecho de que Hayek está básicamentepreocupado por la naturaleza de la restricción,no su dimensión. Hayek formula su teoría asíen un pasaje conocido de La constitución de laLibertad: "La concepción de la libertad bajo laley... reside en el principio de que cuando

obedecemos las leyes, en el sentido de reglasabstractas generales sin referencia a suaplicación para nosotros, no estamos sujetos alcapricho de otra persona y somos, por tanto,libres". Para Hayek, la libertad es en principiototalmente compatible con la obediencia a la leydel estado. La arbitrariedad como parte de lasleyes no depende de su  pedigree   democrático;caracteriza cualquier "acción determinada porun designio particular no restringido por unanorma general -independientemente de quedicho designio es el designio de una persona ode la mayoría". El liberalismo de Hayek estámotivado por el desprecio no al gobierno comouna limitación general a la libertad individual,sino a la relación de subordinación que lasestructuras de poder hacen posible.

La versión de Hayek del Estado deDerecho le otorga prioridad a la forma legalsobre el origen democrático, con el fin desuplantar la idea de que cualquier ley que emana

de un cuerpo legislativo popular esinherentemente justa. Rechaza la teoría liberaldel consentimiento y otras teorías"constructivistas" que le dan legitimidad acualquier acción adoptada por un gobiernodemocrático. Aunque los liberaleshistóricamente han mostrado seriaspreocupaciones sobre el potencial deincursiones contra la libertad individual querepresenta la soberanía popular, la mayoría han

insistido que la toma de decisiones democráticaes esencial en un estado liberal que valora laautonomía. Sin embargo, la concepción deHayek sobre la arbitrariedad no otorga ninguna

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razón para preferir una ley formulada en unproceso democrático respecto a una ley dictadade arriba hacia abajo; la clave es que la ley seconforme a los principios formales del Estadode Derecho.

Hayek desconfía de la democracia bajo elmismo presupuesto con el que teme elsocialismo. Bajo su punto de vista, ambospermiten a ciertos grupos o individuos capturarel estado. Hakek advierte que "el socialismotanto como el fascismo o el comunismo llevaninevitablemente al estado totalitario y a ladestrucción del orden democrático", pero dicelo mismo sobre la democracia cuando ésta noestá supervisada. Aunque Hayek cree que lasoberanía popular funciona la mayoría de las

 veces como una pantalla para la normamayoritaria represiva, el autor otorga una granimportancia al ideal democrático. Hayek seinflama en defensa de la democracia en contrade lo que él ve como una tendencia crecientedel conservatismo, en el cual identifica unacorriente elitista. Opina que la democracia es"un ideal por el cual vale la pena pelear hasta elfinal, porque es nuestra única protección contrala tiranía (aún si es su forma real, no su formaideal). Sin embargo, nunca se retracta de suaseveración fundamental: "No veo a la regla delas mayorías como un fin sino como un medio,o tal vez como el menor de los males de lostipos de gobierno entre los cuales podemosescoger".

Como lo ve Hayek, "el liberalismo es una,doctrina acerca de lo que debería ser la ley y, lademocracia, una doctrina acerca de la manerade determinar lo que será la ley". Para Hayek,esto quiere decir que el liberalismo pone el

límite a la democracia y no lo contrario.Richard Bellamy sugiere una posible

"paradoja" en Hayek, ya que "el liberalismoaporta una base filosófica en la cual lademocracia aparece como la única fuente válidade la ley, pero al mismo tiempo apela a unorden más alto dirigido a limitar a la democraciamisma". Sin embargo, el problema real paraHayek no es que su compromiso con elliberalismo entra en choque con su deseo de

limitar la democracia, sino que su versión de losprincipios centrales del liberalismo no incluye ala democracia en primer lugar. En otras

palabras, Hayek elude la paradoja de Bellamy alrenunciar a la idea de que el órgano legislativodebería expresar el parecer popular. Antes deque Hayek pueda referirse a la prioridad relativadel liberalismo y de la democracia, primerodebe demostrar que su liberalismo no rechaza

por completo a ésta última. Cuanto menos, elhecho de que el liberalismo de Hayek tiene tanpocos lazos con la democracia sugiere que suconcepción de la libertad política esexcesivamente reducida. Tal vez, lo mejor quese puede decir es que el liberalismo hayekianoes neutral sobre el valor de la democracia; suconcepción sobre la libertad política nopropone una razón de principios para rechazaro aceptar una forma democrática de gobierno.

Hayek pretende calmar a los demócratasconvencidos demostrando que la democraciano necesita protección de principios de parte dela teoría liberal porque en la mayoría de loscasos sería la forma más deseable, aunque nonecesariamente perfecta, de decisión políticaliberal. Sin embargo, esta aseveración quedaminada por el hecho de que Hayek le tememucho más que menos a la democracia (a pesarde que el camino a la servidumbre esusualmente la vía tomada por aquellos quedesprecian la democracia). Los teóricos delliberalismo escogen invariablemente entre doscaminos hacia la libertad. Uno enfatiza el valorde la autorregulación y, por lo tanto, de lagobernabilidad democrática; el otro enfatiza elgobierno con límites y, por lo tanto, el Estadode Derecho". Hayek opta por, un gobiernolimitado, arguyendo lo que un comentador hadescrito como "una maquinaria de estadoracionalmente construida, diseñada para facilitar

y no impedir el dina-mismo del espíritudemocrático" (Levy, 1989). El empeño deHayek en usar la "maquinaria de estado" paracalmar a demócratas excesivos es significativodada su incapacidad para buscar el soportebásico del mantenimiento de la democracia.Como rápidamente han indicado sus críticos, elrégimen de Estado de Derecho de Hayek escompatible con modos autoritarios degobierno. Dado que su liberalismo no implicaninguna teoría política especial, tales temores

no pueden ser tomados a la ligera; el autor noofrece base filosófica alguna para elegir entreformas diversas de dominar.

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Minimizar la coerción

Recordemos que Hayek basa su ideal deEstado de Derecho en la distinción entreespecificar las condiciones de acción ydeterminar el con-tenido de la acción. Lasreglas son legales, las órdenes son coercitivas.Como lo explica en Camino hacía laservidumbre, "es la diferencia entre promulgaruna Regla de tránsito, como sucede con elCódigo de Tránsito, y ordenarle a la gente adónde ir; mejor aún, es la diferencia entre poneravisos en la carretera y ordenarle a la gente quécamino coger". Hayek arguye que las reglasformales son la mejor manera de asegurar ungobierno que minimiza la coerción. Noobstante, Hayek no se detiene allí. Después de

todo, si su concepción del Estado de Derechoestá basada en una teoría controversial de lacoerción, Hayek le habría quitado peso a ladistinción entre reglas y órdenes, ya que elEstado de Derecho tomaría partido por unpunto de vista. en particular. Así que Hayektrata de dar una definición de la coerción queno es controversial. La pregunta es: ¿tiene éxitoen definir así la coerción?

En La Constitución de la Libertad, Hayek

rechaza la noción de que el "principio de nointerferencia" debería ser adoptado como límitedefinitivo a la acción estatal. En cambio, Hayekpropone una versión del Estado de Derechoqué simplemente "nos permite distinguir entrelas medidas que son compatibles con unsistema libre y las que no lo son", pero luegorequiere que las propuestas legislativas seandecididas caso por caso "bajo el principio de laceleridad". Los críticos libertarios arguyen queesta concepción del Estado de Derecho es

inútil en la práctica. La esencia del argumentode los libertarios es que demasiadas le-yesllenan los requisitos formales del Estado deDerecho  — es decir pueden ser generales,abstractas, prospectivas, etc —   pero siguensiendo altamente invasoras de la libertadindividual. En pocas palabras, un régimenpuede cumplir con el requisito del Estado deDerecho pero ser poco liberal. Como lo notaChandran Kukathas, "no es seguro que las

normas abstractas y generales que conforman elideal del Estado de Derecho ocurran siemprecon los principios que Hayek y los demásliberales encuentran moralmente inaceptables"

(1990). Ronald Hamowy va más allá al sugerirque la teoría de Hayek provee una justificacióna la coerción excesiva:

El marco propuesto por Hayek... ofreceuna justificación a lo que claramenteconstituyen actos coercitivos del estadocomo el reclutamiento forzoso, lainterferencia en la economía (bajo elprincipio de que lo que se pretende esminimizar la coerción personal) y laintervención vía la estructura social en lasrelaciones personales que se desarrollanespontáneamente y deben permanecer sinintervención en el curso de los siglos.

La mayor parte de las veces Hayek hacíacaso omiso de aseveraciones como ésta,acusando a Hamowy de cortarle la cabeza alportador de las malas nuevas. Hayek sosteníaque él sólo estaba reconociendo "el tristehecho" de que la coerción es un aspectonecesario de la vida social. Después de todo,planteaba, si estamos de acuerdo en que elobjetivo final de la política es llegar a unasociedad tan libre de coerción como seaposible, entonces debemos reconocer que a

 veces podemos usar la coerción para evitar una

coerción mayor. En efecto, para Hayek elpropósito legítimo del cuerpo legislativo esasegurar que la "coerción de unos sobre otrosse reduce tanto como sea posible en unasociedad". Mientras exista el potencial para quelos individuos ejerzan coerción unos sobre losotros, existe el rol potencial del estado parareducir dicha coerción. Por supuesto, la tarea dedistinguir la legislación que reduce la coerciónde aquella que permite a los interesesparticulares usar al estado como instrumento de

extorsión, se dificulta. Todo gira en torno a loque consideramos como coerción, y quiénessomos "nosotros". En La Constitución de laLibertad, Hayek trata de definir la coerción,pero la discusión confunde tanto como aclara.La idea principal es que la "coerción tiene lugarcuando las acciones de una persona se utilizanpara servir el designio de otra, no para supropio propósito, sino para el del otro". Pero,¿qué significa "servir el designio de otro"? Esta

pregunta es especialmente complicada en uncontexto de mercado en el que se espera y seaprueba que la gente actúe siempre en base aincentivos externos. En efecto, las instituciones

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de mercado, las normas y las estructuras tienencomo fin volver obsoleta la necesidad depreguntarse si mis acciones me sirven a mí o alos otros; cuando los incentivos están biencoordinados, la respuesta debe ser que su fin eslograr ambos. De manera que la pregunta para

Hayek es cómo pretende él establecer ladiferencia entre los dos.

Hayek propone una respuesta sorprendentea esta pregunta en el curso de una larga defensade la Constitución de la Libertad:

La instancia que discuto en mi libro es lasituación en la cual alguien ha adquiridocontrol del suministro de agua de un oasis yha usado esta posición para extraer servidosinusuales de aquellos cuya vida dependendel acceso a dicha fuente de agua. Otroejemplo del mismo tipo sería un únicomédico disponible para realizar operacionesde emergencia para salvar vidas y casossimilares de rescate en una emergencia en laque circunstancias imprevistas handeterminado que una sola persona tenga elpoder de rescatar a los demás de un gravepeligro. Estos son todos ejemplos en losque desearía que aquellos en cuyas manos

se pone la vida de otros deberían estar en laobligación moral y legal de dar la ayuda a sualcance aún si no pueden pretender obtenerninguna remuneración  — aunque deberíanpoder recibir una remuneración normal siésta se encuentra al alcance del rescatado.Es porque estos servicios se consideranderechos sobre los que se cuenta querehusarse a prestarlos se considera comouna alteración dañina del medio y, por lotanto, como coerción (1961).

De esa forma, ¡surge un nuevo Hayek! Enpocas frases, Hayek se diferencia claramente detodos aquellos que quieren encontrar en sutrabajo la base de un estado minimalista. Demanera diáfana y fundada, Hayek plantea que elpropósito de los derechos no es sólo elespecificar lo que el gobierno debe hacer, sinotambién crear obligaciones claras que a vecespueden implicar coerción importante dealgunos ciudadanos en beneficio de otros.

El punto esencial es que la definición de losderechos determina lo que se considera comocoerción. Desde el punto de vista político la

pregunta es, ¿quién dice cuáles derechosdefinen la coerción que el Estado de Derechoestá llamado a minimizar? ¿Hay un derecho a lapropiedad privada?, ¿A un ingreso mínimo?, ¿Ala atención en salud? Probablemente, Hamowyestá en lo cierto cuando considera el cuerpo

legislativo que aprueba una ley que viola suspropias inclinaciones libertarias pero, ¿cuál es laalternativa? El punto es dónde trazar la línea,pues no hay duda de que en algún punto hayque trazarla, Hamowy puede abogar por ungobierno constitucionalmente limitado a laprotección de los derechos de propiedadprivada, pero Hayek no ve manera de justificaresta posición a quienes entienden la coercióncomo basada en un conjunto más amplio dederechos o en una visión diferente de lapropiedad. Hamowy no logra comprender queno hay manera no controversias de definir lacoerción. Puede ser obvio para Hamowy que lainterferencia en una economía de libre mercadoes no coercitiva en sí misma, pero esteargumento no lo comparten varios socialistas.Mientras que la discusión de Hayek sobre eloasis ficticio demuestra que él, como Hamowy,adopta una teoría específica de los derechos, laintención de Hayek es que el Estado de

Derecho no debe favorecer una teoría porencima de otra.

 Aparentemente, el hecho de que lacontroversia evita la naturaleza misma de lacoerción lleva a Hayek a la conclusión de que elámbito de la política legislativa es en sí mismauna cuestión política que debe decidirse conbase en consideraciones prácticas, nofilosóficas. (Está posición es sorprendente a laluz de su insistencia en que el proceso

legislativo a menudo degenera en laoportunidad para funcionarios públicos o paragrupos con influencia desproporcionada, deimponer sus puntos de vista sobre la ciudadaníaen general). Hayek se declara satisfecho de queel gobierno no actúe arbitrariamente y logreminimizar la coerción cuando se limita anormas generales. Le teme a la discreción, perono retrocede ante la fijación precisa de límites algobierno. El punto central del Estado deDerecho parece ser que le otorga el poder de

gobernar a las leyes más que a las personas, alestablecer estrictos límites constitucionales quele cierran el paso a leyes como las que

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posibilitarían al dueño del oasis de Hayek aprestar servicios esenciales.

 A pesar de que estoy de acuerdo conHamowy y otros libertarios acerca de queHayek no logra su meta anunciada de reducir elmando arbitrario, no estoy en cambio deacuerdo con que la solución reside enestándares aún más rigurosos para limitar alcuerpo legislativo. Cuan-do, limitamos a prioriel rango posible de lo que se puede legislar almínimo posible, estamos adoptando unadecisión controversial sobre la definición dederechos básicos. El tipo de liberalismo deHamowy permite mucho menos juego políticoal establecer más limitaciones constitucionales.Pero un esquema de este tipo presenta el

mismo tipo de arbitrariedad del cual acusa aHayek.

De este contencioso con los libertarios,Hayek surge en una posición extraña. Bien debeañadir criterios más rigurosos a su concepción

del Estado de Derecho, o bien debe aceptar quedicho principio está vacío. Hayek está deacuerdo en que el "Estado de Derecho seráefectivo solamente en la medida en la cual loslegisladores se sienten sometidos a él" (1960),pero aun cuando se logra hacerlo cumplir, el

Estado de Derecho tolera un campo tanextenso de legislación posible que no se avanzanada en el propósito de limitar el gobierno. Tal

 vez es la lucha por resolver este dilema quellevó a Hayek a un estudio más detallado del rolmediador de las instituciones en un régimen deEstado de Derecho. Aunque Hayek se hayamantenido en lo suyo en la batalla retórica quesiguió a la publicación de La Constitución de laLibertad , al final aceptó que había perdido laguerra. Al final, hasta admitió que el atractivomoral del Estado de Derecho nunca seríasuficiente para asegurar un régimen liberal.

© Papel Político nº 9-10, octubre 1999.

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La crítica de Keynes al neoliberalismo

En los años veinte del siglo pasado, John MaynardKeynes (1883-1946) ya era un destacado economista,catedrático en Cambridge, autor de una obra sobreprobabilidades y de varios ensayos polémicos sobre temas deinterés público. Durante años enseñó la ideología de “la manoinvisible”, dominante durante siglo y medio en Gran Bretaña,mientras en Francia la misma había sido adoptada por losfisiócratas con la consigna “Laisser faire, laisser passer”,doctrina dogmatizada más tarde por Juan Bautista Say.

 JOSÉ CADEMARTORI

Su maestro había sido Alfred Marshall, unliberal más bien ecléctico, el economista másinfluyente de su época. Ricardo, Stuart Mill ytoda la cátedra posterior hasta Marshallacogieron la tautológica “ley” de Say de quetoda producción creaba su propia demanda. Enel sistema económico nunca podía existir nisobreproducción ni insuficiencia de poder decompra y si alguna vez esto ocurría, el libre

mercado resolvía ese desajuste por sus propiosmecanismos. Keynes se mostró cada vez másdisconforme con este axioma que contrariaba larealidad, caracterizada por continuas crisis desobreproducción, desempleo masivo yprolongado, desequilibrios del comercioexterior y trastornos monetarios. Suparticipación en asuntos públicos entrenó suagudo sentido de observación que, combinadocon una gran capacidad de análisis lógico-matemático, le permitió anticipar el curso de losacontecimientos. Rompió con la tradición ypolemizó constantemente con su representante

 Alfred Pigou. Formuló fundada críticas aRicardo y JB Say y se enfrentó con losprecursores europeos del neoliberalismo -losaustríacos von Mises y von Hayek- y elbritánico Lionel Robbins, de la Escuela deLondres.

Essays in Persuasion, (Norton Library,USA 1963) -una recopilación de artículos yensayos publicados entre los años 1919 y 1931-,muestran la manera de pensar de su autor endiferentes ámbitos de la economía, la política y

la filosofía. Escribió sobre problemasacuciantes de su época como la inflación, elpatrón oro, la deflación, el proteccionismo y lapolítica económica de los gobiernos británicos.El tiempo demostró que él tuvo la razón en dostemas cruciales. La cuestión de las reparacionesque los vencedores de la Guerra de 1914-18)exigían a Alemania, sobre las cuales Keynes semostró contrario, advirtiendo sus efectos

contraproducentes para Europa; y su vigorosacampaña por el abandono del patrón-oro. Eneste debate arremetió contra Winston Churchill,Ministro del Tesoro en 1925. Argumentó quesu política de revaluar la libra esterlina iba asignificar, tarde o temprano, reducir los salariosen proporción a la revaluación. Y que si sepretendía reducir los salarios nominalesfomentando una deflación interna, esto sólo selograría intensificando deliberadamente eldesempleo.

En sus escritos de 1929 a 1931, luego delestallido de la mayor crisis económica delcapitalismo en el siglo XX, Keynes fue forjandolas bases de su modelo teórico. Al apoyar elprograma electoral del candidato liberal LloydGeorge en 1929 (A Program of Expansion,págs 118-134) se manifestó a favor de aumentarel gasto público para combatir el desempleoque durante los últimos ocho años se manteníaen más de un décimo de la fuerza de trabajo delpaís, “un hecho sin precedentes en nuestrahistoria”. Apuntó a las disparidades entreahorros e inversiones, un tema central de su

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teoría general sobre las inestabilidades de laproducción, el empleo y los precios, bajo elcapitalismo. Refutó un axioma ortodoxo, segúnel cual la expansión del crédito y del gasto eransiempre inflacionistas.

En su artículo “The Great Slump of1930”(pág 135) adelantó que el desplome de

 Wall Street se convertiría en “una de las másgrandes catástrofes económicas de la historiamoderna” haciendo notar que una cuarta partede los trabajadores británicos habían quedadoscesantes. Llamó a encarar la crisis mundial pormedio de la cooperación internacional y lacoordinación de las grandes potencias, lo cualfue desestimado. En los siguientes textos, (págs148-178) Keynes abogó por aumentar el gasto y

la inversión pública para reactivar el uso de lacapacidad productiva. Se mostró implacablecon los asesores del gabinete queporfiadamente seguían sosteniendo que laeconomía saldría por sí sola de la depresión, sinla acción gubernamental, más aún, si la recesiónera mundial y nada podía hacerse internamente.Señaló el grave error de propiciar la deflacióncomo forma de estabilizar la economía.Preocupado de reducir gastos para eliminar eldéficit presupuestario, el gobierno conservadorproponía, por ejemplo, reducir el sueldo de losprofesores, lo que a Keynes le parecía absurdoeconómicamente en tiempos de recesión yademás injusto, pues, a las altas rentas sólo seles aplicaba un recorte insignificante.Igualmente rechazaba que se propiciara elahorro público (que ya era excesivo) y seredujera la inversión en obras públicas, (queeran insuficientes) sosteniendo que con talescriterios se agravaría el desempleo y la actividad

productiva se hundiría más, con perjuicio paratodos. (págs 163-265)

En Essays in Persuasion, se incluyen cuatrotextos bajo el título genérico de Politics. Elprimero de ellos es A short view of Rusia.(1925) Es una reflexión original y matizada, enla que el autor se hace muchas preguntas yexpresa sus dudas sobre el futuro delcomunismo, como movimiento social ypolítico, al cual trata como si fuera una nueva

religión laica que podría convertirse en una granfuerza moral universal, gracias a la fe de susadherentes y al hecho que combatía fallas muysensibles del capitalismo como es “el amor por

el dinero”. En todo caso dejó en claro su totalrechazo al régimen soviético, su oposición a larevolución y a la dictadura del proletariado y suadhesión irrestricta a las libertades burguesas.En otro texto ¿Am I a Liberal?(1925) llega adecir que el proletariado no es su clase y que en

la lucha de clases, él siempre estará al lado de la“burguesía educada”. Se definió contrario al“socialismo de estado” por considerarloeconómicamente ineficiente, basado en “unlibro obsoleto”, el cual nada podría aportar a lasolución de los problemas inmediatos de GranBretaña. Pero si él fuera ruso, admitió,contribuiría a darle una oportunidad a la Rusiasoviética y no a la Rusia zarista, “Pues, debajode la crueldad y estupidez de la Nueva Rusia,puede estar escondido un grano de loideal.”(pág 311) 

En política interna se definió como cercanoal Partido Liberal, por ser todavía el mejorinstrumento del futuro progreso. Se declaramuy ajeno al Partido Conservador y rechaza alPartido Laborista por ser un partido de “unaclase que no es la mía” donde los buenosintelectuales estarían siempre presionados porla extrema izquierda, (jacobinos, bolcheviques,etc). Pero el viejo liberalismo, el individualismoy el estricto laisser faire eran cosa del siglo XIXque ya no correspondían a las condiciones delsiglo XX.

Los problemas contemporáneos,reflexionaba Keynes en 1925, eran la paz, eldesarme y el arbitraje en los conflictosinternacionales; la reforma del sistema degobierno para desarrollar y descentralizar susfunciones, mediante el establecimiento decorporaciones semi-independientes (al estilo de

las universidades, los ferrocarriles, el Banco deInglaterra) a las que se les trasmitirían funcionesadministrativas viejas y nuevas, siempre bajo lasoberanía última del Parlamento; el derecho asufragio y la posición económica de las mujeres,el control de la natalidad y el uso decontraconceptivos, el divorcio y otros temas degénero; los problemas del alcoholismo y lasdrogas. El programa que Keynes le ofrece alPartido Liberal incluye la transición hacia otro

sistema económico desde la “anarquíaeconómica” hacia uno que persigadeliberadamente el control y la dirección de lasfuerzas económicas en interés de la justicia

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social y la estabilidad social. Debemos,continuaba, inventar nuevas políticas y nuevosinstrumentos para adaptar y controlar el librejuego de las fuerzas económicas. (págs 323-338)

En el ensayo The End of Lassez-Fairecondenó los que denominó sus principios“metafísicos” los que volvían a refundarse cadacierto tiempo: una supuesta “libertad natural”de los individuos en las actividades económicas;la existencia de “derechos perpetuos para losque tienen”; la suposición de que los interesesprivados y los sociales siempre coinciden, y queel interés propio siempre opera en el mismosentido que el interés público. (pág 312)

La teoría general

El pensamiento de Keynes culminó en su Teoría General de la Ocupación, el Interés y elDinero, publicada por primera vez en 1936.(Fondo de Cultura Económica, Colombia,1992) A lo largo de ella mantuvopermanentemente la polémica con lo que éldenominó, “la economía clásica”, pero que enrealidad era la escuela neoclásica. De estasnunca cuestionó gran parte de sus postuladosen la microeconomía. Centró su investigaciónen lo que hoy se denomina la macroeconomía y

que supeditada a la ideología burguesa, tiene unmarcado acento apologético respecto delcapitalismo. Se le atribuye a Keynes ser elfundador de esta disciplina, aunque, desdeluego, Smith y Ricardo, Marx y otros ya sehabían ocupado del tema.

Hasta los años 30 del siglo XX loseconomistas ortodoxos simplementeconsideraban la desocupación como fenómenoaccidental o voluntario y lo ignoraban como

fenómeno masivo, involuntario y característicodel capitalismo, siendo esto último lo que Marxhabía demostrado como tendencia inherente enel primer volumen de El Capital. Keynesreintrodujo el concepto de demanda efectiva ysu insuficiencia, como un factor crucial en lasfluctuaciones del producto y del ingresonacional, con repercusiones directas en eldesempleo. El concepto había sido ya utilizadopor numerosos autores que el mismo Keynesreconoce. En Marx, era pieza central de lascrisis cíclicas, derivadas de la tendencia históricadel capitalismo hacia la polarización entrepobreza y riqueza, aunque más centrada en la

sobreproducción que en la insuficiencia de lademanda. Pero Keynes -que nunca estudióseriamente a Marx-, no le reconoció másméritos que a los ignorados Silvio Gesell y elmayor Douglas.

En El Capital, Marx no alcanzó aincorporar sistemáticamente a su cuerpo teóricoalgunos temas que se proponía tratar (el estado,las clases, las relaciones internacionales) y otrosque la historia puso en el tapete deceniosdespués de su muerte. Así por ejemplo, el papely la intervención gubernamental en elfuncionamiento de la economía, la difusión yefectos de las leyes sociales, las regulaciones enamplios campos de la economía privada, losnexos de sometimiento entre los países

industrializados y los subdesarrollados, el roldel capital financiero, los oligopolios en losmercados, etc. La obra de Keynes preocupadode la política económica contra las depresionesy el desempleo de corto plazo, hizo aportes

 valiosos pero insuficientes. Sus fieles discípulos Joan Robinson y Laurence Klein reconocieronque, por la misma época, Michael Kalecki,eminente economista polaco, había emprendidoindependientemente sus estudios sobre losmismos temas, habiendo alcanzadoconclusiones similares. Partiendo de losesquemas matemáticos de la reproducción deEl Capital, Kalecki introdujo en sus propiosmodelos teóricos, antes que Keynes, elementosque éste había dejado de lado o minimizado,como son el grado de monopolio de laeconomía nacional, la distribución de losingresos, la relación salarios-ganancias; mástarde, Kalecki estudió la interdependencia entrelas variables en términos más dinámicos y el

ciclo político, el rol de los partidos y laselecciones en las opciones de políticaeconómica.

Los desequilibrios macroeconómicos entreel ahorro y la inversión, las relaciones delahorro con el ingreso y el consumo, la tasa deinterés y las expectativas de ganancia fueron, sinduda, un importante aporte a la comprensiónde las fluctuaciones de corto plazo de laproducción, el ingreso nacional y el empleo. En

todas estas materias Keynes refutó teorías quehasta hoy repiten los seguidores delneoliberalismo. Así por ejemplo la falsa teoríade que el empleo global es una variable

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dependiente del nivel salarial, en circunstanciasque la relación de dependencia es a la inversa, osea que son los niveles de salario los quedependen del grado de ocupación de la fuerzade trabajo. Error, a partir del cual, losortodoxos propician reducir los salarios por

todos los medios, asegurando que loscapitalistas contratarán más obreros y reduciránel desempleo, cosa que jamás se hacomprobado.

La teoría aplicada

 Al momento de su muerte, la obra deKeynes había alcanzado favorable recepción enlos medios académicos, políticos y en la opiniónpública de muchos países capitalistas. En ellospesaba también los éxitos de la economíasoviética planificada, que mostrabancrecimiento económico, industrialización, sindesocupación ni crisis cíclica, lo quecontrastaba con la desconcertante depresión deOccidente. En los EE.UU, su Teoría Generalfue recibida con entusiasmo entre loseconomistas más jóvenes, que la llegaron acalificar como una revolución. Fue vista comoun respaldo al reformismo socialdemócrata,aceptada por los republicanos moderados y por

los funcionarios de los gobiernos de Roosevelt,aunque sus conclusiones de políticaantidepresiva y antidesempleo no fueronaplicadas sistemáticamente ni por tantopudieron ser testeadas en los años treinta. Pero,el enorme gasto público ampliadoposteriormente para sostener el esfuerzo deguerra, sumado a la experiencia alemana de laabsorción del desempleo mediante el gastoarmamentista, confirmaron la capacidad y lanecesidad de la intervención del estado para

sustituir o limitar el mercado. La Employment Act de 1946 consagró el concepto de que laocupación plena era una obligación esencial queel estado debía asumir. En Gran Bretaña y enEuropa Occidental el keynesianismo fueadoptado por casi todos los gobiernos de lapostguerra, de acuerdo con las variantes propiasde cada economía y de la visión políticadominante. En Francia, Holanda y algunosotros países la intervención estatal se llevó más

lejos mediante la ampliación del sector deempresas públicas y adoptando modalidades deplanificación indicativa.

Los ecos keynesianos

En América Latina, La Teoría General fueestudiada con sumo interés por una nuevageneración de graduados que provenían de lasescuelas especializadas, las que empezaban aenseñar las modernas disciplinasmacroeconómicas, entre ellas, matemáticassuperiores, estadística, econometría. Seiniciaron los estudios estadísticos de la RentaNacional, el Consumo, el Ahorro y la Inversión.La irrupción keynesiana en el continenteremeció los fundamentos de la ideologíadominante en las universidades, incapaz deexplicar sus causas ni de formular sussoluciones. Las consecuencias de la GranDepresión fueron muy agudas en varios de

nuestros países, entre ellos Chile que cayó en labancarrota y la paralización de la producción,con altísimo desempleo. En el México de losaños treinta, la revolución de 1910 quereconoció derechos a los campesinos y obrerosy afianzó la independencia nacional, el gobiernodel general Lázaro Cárdenas fundó el Fondo deCultura Económica. Esta importante editorialde propiedad estatal permitió a los intelectualesdel continente el acceso al texto central deKeynes, (1943) a las publicaciones de susdiscípulos y contradictores, a la primera ediciónsolvente y completa de El Capital, a dar aconocer a los economistas neomarxistas y a lasnuevas investigaciones de economistas,historiadores y sociólogos progresistas. Porentonces los científicos socialeslatinoamericanos que publicaban eran escasos.Entre ellos destacó el argentino Raúl Prebischquien escribió una Introducción a Keynes(1947) y encabezó desde 1949 la Comisión

Económica para América Latina de lasNaciones Unidas. (Cepal) Junto a un grupo deinvestigadores inspirados en concepcioneskeynesianas, marxistas y heterodoxas, conquienes elaboró una teoría del desarrolloeconómico de América Latina que tuvo ampliasrepercusiones teóricas y prácticas.

En The Great Slump of 1930, Keyneshabía advertido que los países de producciónprimaria serían los que más sufrirían. Los

precios de sus productos mineros y agrícolascaían por debajo de sus costos, causándolesgrandes pérdidas, alto desempleo,padecimientos sociales, y endeudamiento

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En la Conferencia de Bretton Woods,(1946) Keynes, en nombre del gobiernobritánico presentó un plan destinado a evitar laretroalimentación mundial de las futurasdepresiones. Su idea básica, desde los añostreinta, era que se requería una cooperación

internacional, para lo cual se crearía un órganointernacional de compensaciones monetarias,

 The International Clearing Union. Esteorganismo emitiría una moneda internacional,el bancor, vinculado a las más fuertes divisasnacionales. Los países con excedentes en susbalanzas de pagos financiarían a los deficitarios,eso evitaría la guerra de las devaluaciones y elproteccionismo para corregir los déficits dedivisas. Se evitaría la inflación y la deflación ylos países se comprometían a sostener balanzasde pagos equilibradas. El incumplimientoobligaría a pagar intereses. EE.UU. que eralejos el mayor acreedor del mundo se negó aemplear su superávit con tales objetivos.Propuso, en cambio, el Plan White que dioorigen al Fondo Monetario Internacional y alBanco Mundial, cuyas orientaciones han sidorestrictivas y exigentes con los países deudoresy más débiles. El dólar con respaldo nominaldel oro reemplazó al bancor. Sin embargo, 60

años después, EE.UU. se ha convertido en elmayor deudor mundial y el dólar ha perdido valor y la confianza internacional. La propuestade una nueva moneda internacional, a partir delos Derechos Internacionales de Giro (DEG) ode una canasta de monedas internacionales ha

 vuelto a surgir, con el apoyo de los gobiernosde China, Rusia, Brasil, India y otros países ytambién de muchos economistas prestigiosos.

La especulación en los mercados

financierosEn el capítulo 12 de la “Teoría General de

la Ocupación” Keynes analiza cómo se formanlas expectativas a largo plazo de las inversionesy su relación con las decisiones que adoptan losagentes financieros, particularmente quienes sededican a los negocios bursátiles. Su conclusiónes que las fluctuaciones cíclicas de las ventas, laproducción y la ocupación llegan a ser agudas ycatastróficas debido al aumento proporcional

de la inversión en títulos y valores que setransan libremente en los mercados financieros,en comparación con la inversión global delcapital de la comunidad. Se anticipó a lo que

hoy se reconoce como la hiper expansión de losmercados financieros, en comparación con elcrecimiento de la producción real. Y junto aesto el predominio de la búsqueda de laganancia inmediata o a corto plazo, en lugar dela ganancia a largo plazo. Keynes advierte:

“Entre las máximas de las finanza ortodoxa,ninguna es, seguramente, más antisocial que elfetiche de la liquidez, la doctrina según la cuales una virtud positiva de las instituciones deinversión, concentrar sus recursos en laposesión de valores líquidos. Olvida que lasinversiones no pueden ser líquidas para lacomunidad como un todo” (pág. 142) 

Keynes distingue entre especulación yespíritu de empresa, según se trate de ganancia

de corto plazo o de largo plazo. Anota que laespeculación es predominante en los mercadosfinancieros más grandes y desarrollados, como

 Wall Street, y esto lleva a que el negocio bursátilse transforme “en subproducto de lasactividades propias de un casino”, con lo cuallas burbujas especulativas pueden hacer muchodaño. Se pronuncia a favor de un impuestofuerte sobre todas las operaciones decompraventa para mitigar el predominio de laespeculación. El polémico proyecto de la Tasa

 Tobin tiene su origen en esta propuesta deKeynes.

La socialización de las inversiones

En sus notas finales sobre la filosofía a laque podría conducir La Teoría General de laOcupación, el Interés y el Dinero, su autorplantea algunas ideas audaces que en aquellostiempos tuvieron escasa aplicación. Parteseñalando que los principales inconvenientes de

la sociedad en que vivimos son su incapacidadpara procurar la ocupación plena y su arbitrariay desigual distribución de la riqueza y losingresos. Considera que los impuestos directosa los ingresos y a la herencia, sumados a unalimitación de los ingresos provenientes de losintereses sobre el capital permitirían reducir lasdesigualdades.

Keynes fue un decidido crítico delcapitalista rentista que no aportaba nada útil a laproducción y defendió las medidas destinada acontrolar y mantener en un bajo nivel la tasa deinterés. Justificó la condenación histórica de lausura, no sólo por razones morales que las

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1) La evolución cultural fue un desarrollotardío en el pensamiento hayekiano.

2) Esta tardía introducción de la metáforabiologicista se debe a que la misma podríahaber atentado contra el ataque de Hayekcontra el “cientificismo”.

3) Hayek ignora a Malthus, aparentementepor razones ideológicas.

4) Hayek subestima a Darwin, básicamenteporque el sistema darwiniano era filogenético,en tanto que el de Hayek es ontogenético.

5) Hayek era un individualistametodológico, pero esto produce un “conflictofatal” en su trabajo porque (a) el individualismometodológico lo compromete con su

ontogénesis y b) es incompatible con laselección de grupos a la cual Hayek respalda entodos sus escritos.

De estos, sólo la quinta afirmación, lacuestión de si la selección de grupos y elindividualismo metodológico sonincompatibles, ha sido extensamente debatidaen la literatura secundaria. Cada una de lascinco afirmaciones será revisada a continuación.Mi primer objetivo será mostrar que Hodgson

efectivamente realiza cada una de estasafirmaciones. Luego presentaré los argumentoscontra cada afirmación y cuando sea apropiadoofreceré una lectura alternativa de losantecedentes históricos.

 Tomadas por separado, mis observacionesson menores, por lo que parecerá que a vecesestoy simple-mente reparando en simplesdetalles. Al final, sin embargo, espero mostrarque muchos pequeños errores cometidos por

Hodgson, puestos juntos, se combinan creandoun retrato de Hayek que no es sólo pocohalagador, sino que también dista de la realidad.Corregir ese incorrecto retrato de la obra deHayek es el objetivo final del trabajo.

Las cinco afirmaciones de Hodgson

1. La evolución cultural fue un desarrollotardío en el pensamiento de Hayek

 Al comienzo de su primer capítulo respecto

del trabajo de Hayek, Hodgson señala:La concepción de Hayek de la evolución

socioeconómica y cultural es la pieza central de

su teoría madura y se relaciona con tópicos talescomo su teoría del derecho, la estructura de lasinstituciones políticas, la naturaleza de losmercados y la crítica al socialismo y alconstructivismo. En vista de su importanciacentral el relativo desarrollo tardío de sus ideas

evolutivas es, por lo tanto, de alguna formasorprendente (993, p. 153).

 Ahora bien, ¿a qué refiere Hodgson conrelativamente tardío? Más adelante en el mismocapítulo señala: “No es hasta su trabajo de lostardíos 80 que describe la evo-lución culturalcomo específicamente Lamarkiana más queDarwiniana” (p. 158). De esto uno podríainferir que “relativamente tarde” se traducecomo los tardíos 80`s. La oración recién citada

contiene una nota a pie, sin embargo, que diceque aun cuando Hayek no utilizó el terminolamarckiano, la idea del carácter adquiridohereditariamente es de alguna formareconocido tardíamente por Hayek en el tercer

 volumen de Law, Legislation and Libertypublicado en 1979 (p. 291). Como “adquiridohereditariamente” se refiere a una posicióndistintivamente lamarckiana, la nota a pie deHodgson (como opuesta al texto) sugiere queHayek estaba introduciendo ideas evolutivas (almenos Lamarckianas) en los tardíos 70.

 Además Hodgson afirma que la sugerenciade un en-foque más prominentementeevolutivo en el trabajo de Hayek se encuentraen algunos pocos pasajes de una colección deensayos publicados en los 60 y que referenciasadicionales surgen otra vez en los 70. PeroHodgson seguidamente valora estosantecedentes y señala que las referencias ateoría evolutiva en los artículos de los 60´ son

“ligeras”. Y en lo que se refiere a lascontribuciones efectuadas en los 70, dice (conla excepción de las partes del tercer volumen deLaw, Legislation and Liberty) “nuevamente, sinembargo las referencias a la literatura biológicay a las concepciones biológicas son irregulares”(p. 158). Hodgson concluye con estas palabras:“Extrañamente, tenemos que esperar hasta lostardíos 80 para recibir las consideraciones másexplícitas de la concepción evolutiva de Hayek,

en unas pocas páginas de The Fatal Conceit”(pp. 158-9).

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Los argumentos de Hodgson estáncuidadosamente articulados, de hecho, deexperta manera. Reconoce que Hayek discuteteoría evolutiva en los tempranos sesenta, perorápidamente, resta importancia a este antece-dente. Por otra parte, Hodgson señala en buena

parte de su trabajo que son pocas lasconsideraciones de Hayek respecto de laevolución biológica. Pero en tanto Hayekestaba haciendo referencia a la evolucióncultural, las referencias a la evolución biológicabien pueden ser poco relevantes. En cualquiercaso, aquellos que no estén familiarizados conel trabajo de Hayek, que sólo hubieran leído eltexto de Hodgson y sus notas a pie concluiránprobablemente que, excepto por algunos pocosdesarrollos tempranos sobre evolución cultural,el uso de la metáfora evolucionista no emergióreal-mente y “relativamente tarde” recién en1979 en el tercer volumen de Law, Legislationand Liberty.

Si este es el argumento de Hodgson,entonces, es probadamente incorrecto. Enprimer lugar, la concepción evolutiva apareceexplícitamente en Hayek en 1960 con lapublicación de The Constitution of Liberty.

Desafortunadamente, Hodgson nomenciona el libro que siquiera es citado en suextensa bibliografía.

En el tercer capítulo de The Constitutionof Liberty, Hayek observa que el “equipobiológico del hombre” no está adaptado alrápido progreso de la civilización y que muchosde sus instintos y emociones “están aún másadaptados a la vida de un cazador que a la vidaen civilización (1960, p. 40)”. El tipo de

progreso que Hayek describe no es la búsquedade una meta conocida, sino “un proceso deformación y modificación del intelectohumano, un proceso de adaptación yaprendizaje, en el cual no sólo nuestrasposibilidades de conocimiento sino tambiénnuestros valores y deseos están en continuocambio” (p. 40). Aunque el nuevoconocimiento es el resultado de ese proceso,éste “debe atra vesar un largo camino deadaptación, selección, combi-nación y mejora

antes que pueda hacerse de él un usocompleto” (p. 42). 

Estas consideraciones constituyen unpreludio al Capítulo IV, donde Hayek discute“dos tradiciones de libertad”, la “especulativa yla racional”. La tradición francesa y la tradiciónempírica y asistemática de los autores escoceses.Mientras quienes adscriben a la primera visión

piensan que las instituciones de la libertaddeben ser deliberadamente creadas, los últimosencuentran los “orígenes de las instituciones”no en un diseño sino en una “supervivencia deléxito” (p. 57). El encabezado de la páginadonde esta discusión tiene lugar, de hecho, setitula: “La concepción evolutiva”. 

Más adelante en igual Capítulo Hayekseñala que:

“De estas concepciones gradualmentecreció un cuerpo de teoría social que mostrócomo, en la relación entre los hombres,compleja y ordenada-mente y en sentido muydefinido, instituciones con propósito puedensurgir debiéndole muy poco al diseño, las cualesno fueron inventadas pero surgieron en cambiode las acciones separadas de muchos hombresque no sabían lo que estaban haciendo. Estademostración, que algo más gran-de que lamente de un hombre individual puede surgir de

los torpes esfuerzos, representa de algunamanera un hecho que presenta un desafíomucho mayor para todas las teorías fundadasen el diseño y aún para la teoría de la evolución.Por primera vez se puso en evidencia que unorden que no ha sido el producto del diseño dela inteligencia humana no necesita por lo tantoser adscrito al diseño de una inteligenciasuperior supranatural, pero que había unatercera posibilidad, que emergiera el ordencomo resultado de la evolución adaptativa (pp.

58-9)”. En su discusión, Hayek nota que las teorías

de la evolución social (este es el término queusa en The Constitution of Liberty más que elde evolución cultural) son anteriores a lasteorías de Darwin, (p. 59); que la civilizaciónfue el resultado de la dura ganancia obtenidapor medio de la prueba y el error (...) encarnadaen herramientas e instituciones que hanprobado por si mismas ser superiores  –  

instituciones cuyo significado podríadescubrirse a través del análisis pero quetambién sir-ven al hombre aun cuando no las

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comprendan (p. 60) y que nuestras institucionescontienen la sabiduría de “muchasgeneraciones” (p. 62). Todo esto es parte de lostardíos pronunciamientos de Hayek sobre laevolución cultural.

Estas citas muestran que la concepciónevolutiva, lejos de ser un desarrollo tardío,estaba ya claramente bien formulada en losescritos de Hayek de 1960. La verdaderapregunta sobre Hayek y la evolución cultural noes por qué sus puntos de vista se desarrollarontan tarde, sino, cómo fue que aparecieron tanbien desarrollados en los años sesenta.

Ofrezco una conjetura sobre esto en mitrabajo sobre los orígenes de los escritos deHayek sobre la evolución cultural, unaconjetura basada en los textos así comotambién en los materiales contenidos en elproyecto sobre Historia Oral de la UCLA y delos archivos Hayek (Caldwell 2000). Undocumento clave es la conferencia Finlay deHayek, “Individualism: True and False”. (1945,1948). Allí Hayek primero distingue entre latradición francesa y la escocesa pero las etique-ta, como sugiere el artículo, como diferentesformas de individualismo. En 1960 conserva la

 visión de las dos tradiciones pero cambia laforma en la que las denominó, llamando a unala visión racionalista (la cual más tarde fue “elconstructivismo racionalista”), y a la otra, laconcepción evolutiva. Hayek dejó, entonces, dereferir al término individualista para distinguirentre ambas tradiciones apelando a la metáforaevolutiva y ese cambio ocurrió en algúnmomento entre 1945 y 1960.

Creo que un importante elemento que

explica el cambio de uso en las metáforas fue sutrabajo en psicología, que fue intenso en el verano de 1945 y culminó con la publicación de The Sensory Order (1952).

1. Otra importante influencia fue lainteracción que Hayek comenzó a tener con loscientíficos naturalistas en la Universidad deChicago en los 50, entre ellos el científicogenético Sewell Wright, un tempranoproponente de la selección de grupo (Hayek1983, p. 262). Finalmente un centenario deDarwin fue celebrado en la universidad deChicago en 1959 precedido por un año depresentaciones de trabajos y paneles de

discusión. Dado su trabajo en “The SensoryOrder” no resulta sorprendente que Hayekparticipara en el panel denominado “La evolución de la mente”. Pero otro paneltitulado “Evolución cultural y social” tambiéndespertó su interés.

Dados estos antecedentes, es posible que la vinculación e interés de Hayek por temasevolutivos, más que ser un desarrollo tardío,seguramente se sitúe por lo menos en los añoscincuenta y hasta posiblemente en los cuarenta.

2. La evolución cultural fue demoradacomo resultado de la introducción de unametáfora biológica la cual podría entrar enconflicto con el ataque de Hayek a loscientificistas.

 Al tratar de descubrir por qué Hayekretrasó la introducción de las ideas evolutivasen su trabajo, Hodgson especula que:

El retraso en el surgimiento de la metáforabiológica en los escritos de Hayek puededeberse en parte a su temprana crítica alcientificismo en la teoría social (Hayek 1979).

 Allí denuncia a la teoría social de una servilimitación del método y lenguaje de la ciencia

(Hodgson, 1993, p. 158).Hodgson entonces sugiere que Hayek

suaviza su posición crítica respecto delcientificismo en su trabajo más maduro entanto el propio Hayek habría admitido quePopper le había mostrado que lo que loscientíficos sociales estaban copiando no eran dehecho los procedimientos de las cienciasnaturales, sino sus propias caricaturas de losmismos. Y esto habría permitido una aperturapara el uso de metáforas biológicas.

Hemos visto antes, sin embargo, que lanoción de que la evolución cultural emergiótardíamente en el pensamiento de Hayek es unerror. Pero aun admitiendo que losantecedentes históricos no sean claros, haytodavía razones adicionales, como el escrito dela época de guerra “Scientism and the Study ofSociety” (1942-1944; 1979), que evidencian queHayek utilizó en forma temprana la metáforaevolucionista.

Hayek fue muy claro que por cientificismose refería a la aplicación sin más de los métodosimportados de las ciencias naturales a objetos

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de estudio en los cuales no encajaban. Porejemplo, la proscripción del antropomorfismotiene sentido en la explicación del fenómenonatural: no tratemos de explicar la revoluciónde los planetas de acuerdo con sus deseos demoverse en elipses. Pero transferir la

prohibición de antropomorfismo a las cienciassociales sería una señal de cientificismo y elconductivismo (y su prohibición de indagar enlas intenciones humanas) constituye el ejemplocon-temporáneo más evidente de prácticacientificista a la que Hayek se oponía.

Hayek no hizo referencia a la biología en elensayo sobre “cientificismo”, pero de haberlohecho sospecho que hubiera rechazado elintento de aplicar el paradigma darwiniano a las

cuestiones sociales en forma mecánica. Estohubiera constituido “cientificismo” porque nose toman en cuenta las diferencias entre laevolución biótica y la evolución cultural, algoque Hayek siempre destacó. También deberíanotarse que las objeciones de Hayek alhistoricismo en este ensayo, son consistentescon la noción de que el proceso evolutivo no esteleológico; ni la evolución biológica ni el cursode la historia humana pueden ser predichos deantemano.

Si mi reconstrucción (Caldwell, 2000) deldesarrollo del pensamiento de Hayek escorrecta, hay cierta ironía apreciable. Una demis tesis sostiene que Hayek comenzó a pensarmás seriamente sobre la evolución de losórdenes complejos mientras trabajaba en TheSensory Order, después de la guerra. Ademáshay sustancial evidencia textual y archivísticapara sugerir que algunos rompecabezas queencontró al formular los argumentos en

“Cientificism”, trabajo que motivó a Hayek adesempolvar su viejo ensayo de estudiante, fuelo que en última instancia lo llevó a escribir sulibro sobre los fundamentos de la psicología.

Si esto es correcto, entonces el ensayosobre “cientificismo”, lejos de ser unimpedimento al desarrollo del pensamientoevolutivo de Hayek (pace Hodgson) fue dehecho un importante estímulo inicial.

3. Hayek ignoró a Malthus aparentementepor razones ideológicas.

En el capítulo IV de su libro Hodgsonexamina la espinosa pregunta de los orígenes delas ideas de Darwin. Una larga literatura haaparecido desde el resurgimiento en los 60 deuna serie de notas de Darwin que conteníandatos diarios incluyendo sus lecturas durante el

período crítico de los últimos años de la décadade 1830, cuando dio con la teoría de laselección natural (Darwin 1987, p. 1-5). Haydiversas opiniones respecto del peso que debeasignársele a las diversas influencias (ver Mayr1991, capítulo VI). Hayek, por su parte,enfatizó la influencia de los miembros de laescuela escocesa, en la idea de que puede habersido influenciado por su abuelo Erasmus.

Hodgson reconoce la importancia de estas

influencias, pero critica a Hayek porconcentrarse en la escuela escocesa, señalandoque se “coloca en el extremo”: 

“Hayek reitera su afirmación respecto de lasu-puesta influencia de Bernard Mandeville,David Hume, y Adam Smith sobre Darwinmuchas ve-ces, lamentablemente al punto que

 Thomas Robert Malthus y muchos otrosantecedentes de importancia pierden todamención y crédito (p. 57).

Hodgson ofrece más documentación yclarificación en una nota a pie la cual reza enparte:

Es solamente en un relativamente oscuroartículo aparecido originalmente en 1931 enalemán y en 1936 en francés y por primera vezen inglés en 1985 que Hayek (1931, 1991, p.262) brevemente y sin una discusión muchomayor y sin ningún respaldo cita la visión deotro autor de que Darwin fue inspirado por

Malthus (nota 3, p. 277).Nótese las implicancias de esta oración

cuidadosamente construida. Hayek sólomencionó la influencia de Malthus sobreDarwin una vez y muy tempranamente, y dadoque lo hizo sin respaldo ni negación no estáclaro si realmente creía que Malthus influencióa Darwin o tuviera alguna razón para evitarmencionar esta influencia.

Pero como todo el mundo sabe queMalthus influenció a Darwin, Hodgson nopuede explicar lo que llama el “grave error” deHayek (p. 58). Finalmente ofrece una

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explicación ideológica: mientras Malthus veíades-orden y caos en su teoría Hayek prefiriótomar de Mandeville y Smith la idea de unorden no intencionado más que la catástrofemaltusiana. Malthus no tenía el grado de fe quetenía Hayek en la eficiencia del merca-do y

rechazó la estabilidad o finalidad de cualquierequilibrio de orden social (p. 58).

Una vez más falla Hodgson en examinar The Constitution of Liberty donde se encuentrala primera discusión de Hayek sobre Darwinque tiene implicancias fundamentales para suargumento. Hayek advierte que el especial papelque juega la selección en su explicación de laevolución social puede llevar al lector a pen-sarque está tomando prestada la idea de la

biología, advirtiendo que en realidad ha tomadoesta idea de la teoría social (Hayek 196, p. 59).La oración contiene una nota a pie quecomienza “no me estoy refiriendo aquí alreconocimiento adeudado a las teorías de lapoblación de Malthus...” (Nota 22 p. 433). 

Entonces, Hayek claramente sabía de lainfluencia de Malthus sobre Darwin y laafirmación de Hodgson que Hayek nomenciona la influencia de Malthus excepto una

 vez es incorrecto. Pero todavía podemospreguntarnos con Hodgson: ¿por qué Hayekparece negar a Malthus en sus discusiones sobreDarwin?

Hodgson propone una razón ideológica,pero hay otra que es casi dolorosamente obvia:¡Malthus no fue repetidamente mencionadoporque su influencia era demasiado bienconocida para mencionarla! Después de todoDarwin mismo mencionó a Malthus en El

Origen de las Especies en su capítulo sobreselección natural. En su autobiografía,publicada por primera vez en 1887 y bienconocida para cualquiera que supiera algo sobreDarwin el naturalista escribió que:

“Quince meses después que habíaempezado mi trabajo sistemático, leí pordiversión el trabajo de Malthus sobre poblacióny estando bien pre-parado para apreciar la luchapor la existencia, la cual tiene lugar en todoslados, y a partir de una larga y continuaobservación de los hábitos de animales yplantas, se me ocurrió que bajo esascircunstancias las variaciones favorables

tenderían a ser preservadas y las desfavorables aser destruidas. El resultado de esto sería laformación de nuevas especies. Aquí entoncestengo por fin una teoría por la cual trabajar.(Darwin (1887), (1989), p. 144).

Debe recordarse también que Hayekescribía esas palabras sobre Darwin durante elcentenario de Darwin. En ese momento lainfluencia de Malthus sobre Darwin era algoque todo chico de escuela sabía. El punto deHayek era demostrar que había más influenciasque Malthus (sobre la que todos conocían) enDarwin.

La ausencia de mayor énfasis respecto de lainfluencia de Malthus sobre Darwin no implica,entonces, error o negligencia por parte deHayek. Su crimen, si es que es un crimen, fuesimplemente asumir que su audiencia estabapor lo menos mínimamente informada. Si estefue, de hecho, el caso, Hayek no fue el primerautor que pagó un precio por sobreestimar lasofisticación de sus lectores. La verdaderapregunta es por qué Hodgson insiste en unaexplicación ideológica del ale-gado “lapso” deHayek. La explicación más directa  –  que la citapueda parecer preparada para lectores

educados –   ciertamente parece más adecuada yprobable.

4. Hayek subestimó al sistema de Darwinmayormente porque era filogenético mientrasque Hayek favorecía la ontogénesis.

Hodgson carga contra Hayek ademásseñalando que en su trabajo: “hay una tendenciaa subestimar el rol de Charles Darwin en eldesarrollo de la teoría evolutiva así como laoriginalidad y la cientificidad de su trabajo” (p.

159). Reproduce una cita donde Hayek sugiereque la concepción básica de la teoría de Darwines “excesivamente básica” (p. 159), y luego notala aserción de Hayek de que hombres comoSavigny y Burke fueran “darwinianos antes deDarwin”. Hodgson argumenta que muchos deestos escritores anteriores no identifican laselección natural como un mecanismo, que laselección de documentos respaldatorios deHayek son sesgados hacia viejos tiemposcuando los trabajos de Darwin era menospopulares y que Hayek falla en distinguir entrelos distintos significados del término evolucióncuando se refería a las contribuciones de los

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escritores pre-darwinianos. Hodgson hace notarla naturaleza de bien público que tienen suscomentarios y críticas: “Con un teórico socialtan prominente como Hayek los errores y lasimitaciones burlescas son probable-mentereaplicadas por sus seguidores y deben ser

corregidas (p. 159)”. ¿Por qué Hayek rebaja a Darwin? La

respuesta en opinión de Hodgson essuficientemente simple: aunque aparenta estar afavor de la filogénesis, las notas laudatorias deHayek sobre el orden de mercado lo revelancomo un secreto fan de la ontogénesis.

Cuando Hayek (1964, 1967b, p. 72) escribeque “to-da la teoría económica puede serinterpretada como nada más que un esfuerzopor reconstruir de las regularidades de la acciónindividual, el carácter del orden resultante” estádejando el gato fuera de la bolsa. Elontogenismo biológico es precisamente elesfuerzo de explicar el desarrollo de losorganismos de las regularidades de susdotaciones genéticas en contraste con lafilogénesis la cual considera el tamiz y el cambiodel pool genético a través de la selección naturalo flujo. Los dichos de Hayek sugieren la

ontogénesis más que la filogénesis. Así, cuando implícitamente compara su

teoría con el tipo de ontogénesis de las obras de Walras o Smith, Hayek hace de la aportación dela selección natural un mero apéndice. De esamanera Darwin queda subestimado porque lateoría hayekiana no le considera importante. Noes por lo tanto un accidente que Hayek eleve laontogénesis y disminuya la importancia de lacontribución de Darwin (p. 161).

No es fácil saber por dónde comenzar.Pero veamos primero qué pensó Hayekrespecto de la obra de Darwin. La cita sobre lateoría de Darwin que señala que la misma es“excesivamente simple”, está tomada deltrabajo de Hayek “The Theory of ComplexPhenomena”  (1964; 1967b). Un repaso al textoquizás debería ayudar a evaluar la importanciaque reconocía a Darwin:

“La concepción básica de la teoría es

excesiva-mente simple y es sólo en suaplicación a las circunstancias concretas que suextraordinaria fertilidad y el rango del

fenómeno para el cual cuenta se manifiestaplenamente. La proposición es que unmecanismo de reduplicación con transmisiones

 variables y selección competitiva de aquellosque prueban tener una mejor chance desupervivencia producirán con el transcurso del

tiempo una gran variedad de estructurasadaptadas a continuos ajustes del ambiente y acada uno de los otros (p. 32).” 

Como surge claramente, Hodgson cita aHayek fuera de contexto. Hayek llama simple ala teoría de Darwin no a la ligera sino paraenfatizar que a pesar de su aparente simpleza,su rango de aplicación es muy basto. Las tresideas que Hayek identifica como esenciales enla teoría de Darwin, básicamente la

identificación de los mecanismos de variación,herencia y selección, son los mismos tres queHodgson identifica en su sección “Evoluciónfilogenética: algunas consideraciones” (p. 46).La diferencia entre ellas es que el tratamientoque les da Hayek es más sucinto y eso incluye elpunto, un lugar común hoy en la literatura delos órdenes autogenerados, que las simplesreglas pueden dar lugar a un fenómeno de grancomplejidad.

Es cierto que Hayek frecuentementeescribía sobre la existencia de “Darwinianosantes de Darwin”. No significaba esta frase enforma literal, por supuesto; Hayek no pensabaque estos escritores habían generado la teoríade la selección natural. Más bien, su punto eraque un tipo de pensamiento evolutivoformulado fuera de las ciencias naturalesprecedió la contribución de Darwin y de hecholo influenció, y que esta línea de pensamiento (apesar del reconocimiento indubitado de Darwin

a Malthus) ha sido en tiempos recientesolvidado. Y esa influencia no había sidoolvidada, de hecho, por estos autores queHayek menciona.

Finalmente, las razones de Hayek surgenclaramente de The Constitution of Liberty:“desde el énfasis que ponemos en el papel quejuega la selección en este proceso de evoluciónsocial, es probable que se cree la impresión queestamos tomando la idea de la biología, vale la

pena marcar que de hecho es completamente alrevés…” (1960, 59). Hayek no quiso que loslectores equivocadamente asumiesen que

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simplemente se estaba sumando al pensamientoevolutivo en economía que tendía a serasociado o con el Darwinismo social o con

 Veblen y los institucionalistas, y Hayek noquería que sus ideas se vincularan con ningunode estos enfoques.

Hayek insiste que “El mecanismo deevolución cultural no es Dar winiano” (1988, p.23), y señala una gran cantidad de diferenciasentre ambas teorías (Ibíd. p. 25). En su propiolibro Hodgson hace el mismo tipo dedistinciones y de hecho concluye en aparenteacuerdo con Hayek en que “por lo tanto no haypartidarios del Darwinismo estricto como sonentendidos hoy en el contextosocioeconómico” (p. 40). Los dichos de

Hodgson son bastante acertados. Lo que esremarcable es que cuando Hayek dice lo mismoes acusado por Hodgson de rebajar laimportancia de Darwin.

 Alguien que no haya leído el libro deHodgson podría preguntarse por qué es tanimportante para el autor dejar en claro queHayek subestimó a Darwin. Creo que larespuesta está en la afirmación de Hodgson deque el motivo de Hayek es su concepción

ontogénica de la evolución.Este cargo contra Hayek es crucial para

Hodgson porque para él la filogénesis es lametáfora evolutiva apropiada para las cienciassociales y la ontogénesis es comparativamentepoco fértil. De hecho muchos de sus librosconsisten en analizar los escritos deeconomistas anteriores en cuanto elloshubiesen dicho sobre evolución social yubicarlos en el campo de la filogénesis o la

ontogénesis. Adam Smith, Car. Menger, Leon Walras, Alfred Marshall, y Joseph Schumpeterson todos caracterizados como ontogenistas deuna forma u otra por Hodgson, aparentementeporque ellos, o toman un enfoque de equilibriopara modelar, o porque pensaron que losmercados contenían algún tipo de orden. Hayekinicialmente concuerda con el perfil de unfilogenista junto con Malthus, Thorstein,

 Velben y Herbert Spencer (Hodgson, 1993 p.3), pero de acuerdo con el esquema de

Hodgson la creencia de Hayek de que elmercado en constante evolución exhibecaracterísticas de un orden complejo

autogenerado indica que Hayek debe sercatalogado como ontogenista. Parece entoncesque para Hodgson el hecho de que la noción deun sistema de mercado pueda ser un ejemplo deun orden espontáneo complejo es en sí mismoevidencia de un pensamiento ontogenista.

La reinterpretación de Hodgson de lostrabajos de los economistas que escribieronmucho antes que la distinción de filogénesis  –  ontogénesis fuese realizada no creo queconstituya un método fértil para compren-der lahistoria de estas ideas, asunto que por límites deespacio no puedo tratar ahora. Aun si unoaceptara el enfoque, ciertos juicios como  – porejemplo- dónde encajan los economistas,podrían ser desafiados.

Pero prefiero limitarme al tratamiento quehace del trabajo de Hayek. A diferencia de lamayoría de los economistas que Hodgsonanaliza, Hayek utiliza los conceptos yexplícitamente abraza un enfoque filogenéticosobre uno ontogenético. Invoca la distinciónpara argumentar contra los historicistas y otrosque creen que hay “leyes de la evolución”, lascuales nos pueden permitir predecir eldesarrollo de una sociedad. Hayek creía lo

contrario, que donde hay implicado unfenómeno complejo, tan solo patrones depredicción son posibles.

Una de las principales fuentes de este malentendido, resulta de la confusión de dosprocesos completamente diferentes que losbiólogos conocen como ontogenéticos yfilogenéticos. La ontogénesis tiene que ver conel desarrollo predeterminado de los individuos,algo de hecho determinado por mecanismos

inherentes construidos en el genoma de lacélula germen. Por contraste, filogénesis –  en loque a la evolución se refiere- trata con lahistoria evolutiva de las especies o tipos.Mientras los biólogos han estado protegidosgeneralmente de las confusiones entre estos dostérminos por su entrenamiento, estudiosos nofamiliarizados con la biología muchas vecescaen víctimas de su ignorancia y son llevados alas creencias historicistas de que el proceso dela filogénesis opera de la misma forma que la

ontogénesis (Hayek 1988, p. 26).

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Hayek había hecho un punto similar en elprimer volumen de Law, Legislation andLiberty, aunque no había usado los términos defilogénesis y ontogénesis allí. Sus palabras en sutrabajo más temprano directa-mentecontradicen los dichos de Hodgson según los

cuales el surgimiento de un orden complejonecesaria-mente implica la ontogénesis.

Las pretendidas leyes de la evoluciónsupuestamente derivadas de la observación notienen de hecho nada que ver con la legítimateoría de la evolución que se funda en la idea deproceso. Derivan todas en conjunto dediferentes concepciones del historicismo deComte, Hegel y Marx y su aproximaciónholística y proponen una necesidad puramente

mística de que la evolución debe seguir algúncurso predeterminado. Aunque debe seradmitido que el significado del términoevolución se refiere a tales confusaspotencialidades que están con-tenidas en elgermen del proceso por el cual la teoríaevolutiva biológica y la teoría social de laevolución contemplan la aparición de diferentesestructuras, no implica la sucesión de pasosdeterminados (Hayek 1973, p. 24).

La idea de que no hay leyes de evoluciónno es un tema nuevo en Hayek, como fuemencionado anterior-mente, data del ensayosobre el “Cientificismo”. La  idea, en suma, deque los historicistas se aproximan más a una

 visión ontogenista que filogenista, lo cual fuellevado aún más lejos. Hayek es uno de lospocos economistas mencionados por Hodgsonque de hecho usan la distinción ontogénesis -filogénesis y la usa en una forma quedirectamente desafía el método de

categorización de Hodgson.Es curioso entonces que Hodgson no trate

de responder los argumentos de Hayek. Encambio nos dice sólo que, “estando al tanto delprestigio moderno ganado por el darwinismo,Hayek admite algún tipo de proceso deselección y de filogénesis en su teoría evolutiva(Hodgson 1993, p. 152). Sin embargo estasconsideraciones de Hayek son sólomencionadas en una breve nota de dos

renglones donde desafía la idea de Hayekrespecto de la ontogénesis de los historicistas(Hodgson 1993, p. 291 nota 1). Pero no

desarrolla argumentos más que unareinterpretación de un pasaje de la obra deHayek que supuestamente permite definir aHayek como un ontogenista, “dejando  al gatofuera de la bolsa”. 

5. Hayek fue metodológicamenteindividualista pero esto produce un “conflictofatal” en su trabajo porque a) el individuometodológico lo compromete con elontogenismo y b) es incompatible con laselección de grupo.

La segunda parte del argumento final deHodgson ha sido un punto de constantediscusión en la literatura secundaria. Suposición es aceptada por algunos y ha sidodisputada por otros (Ver Vanberg 1994,Chapter 5 and 6, Lange  –   von Kulessa 1997,manuscript Caldwell) y no será considerado enprofundidad aquí. El primer argumento (sobrela relación entre individualismo metodológico yla ontogénesis) es propiamente de Hodgson yobviamente tiende a aportar más apoyo alargumento de que Hayek es, a pesar de susrenuncias, un ontogenista. Como explicaHodgson, en tanto “su teoría está arraigada enel individualismo metodológico o en las ideas

de la escuela escocesa, se puede argumentar quepermanece en los confines de la ontogénesis”(pp. 152-3).

La sección de Hodgson sobre elindividualismo metodológico de Hayek esextensa y contiene una variedad de dichos yargumentos:

a) Hayek es un individualistametodológico. Esto está expuesto simplemente:“El individualismo metodológico puede

reclamar cierta prioridad por su longevidadexplícita en el trabajo de Hayek (p. 153).Hodgson define el individualismometodológico como la doctrina para la cualtodo fenómeno social (su estructura y sucambio) son en principio explicables sólo entérminos de los individuos, sus propiedades,metas y creencias” (p. 153).

b) El individualismo metodológico esfalsamente defectuoso porque sostiene que “no

hay ninguna buena razón de por qué lasexplicaciones del fenómeno social tuvieran quefrenarse frente al individuo” (p. 155). Dado que

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Hayek es un individualista metodológico estoimplica que sus visiones son fatalmentedefectuosas.

c) Hayek cree que las unidades deselección son las “reglas y prácticas”. Perocomo Hodgson remarcó al principio del libro:“Un individualista metodológico, sin embargo,debería reconocer que la única unidad deselección apropiada es el individuo” (p. 47).Esto se encuentra fuertemente reforzado en sucapítulo de Hayek:

“O bien la explicación descansa sobre laregla más que sobre el individuo o bien tieneque explicar la adopción de reglas por parte delos individuos…. En cualquier caso hay unchoque con el individualismo metodológico,por lo me-nos del tipo que Hayek adoptó ydefendió en el pasado (p. 169).

Desde que Hayek marca las reglas comounidades de selección su pensamiento esinconsistente con el individualismometodológico.

d) Habría una importante tensión enHayek en tanto, como todos los austriacos,tiene por objeto la finalidad del

comportamiento humano individual, lo quesería incompatible con la noción de la selecciónDarwiniana: “Claramente si la noción deevolución cultural es la de retener la noción delfin de la acción humana, debe ser distanciadadel proceso evolutivo estrictamente darwiniano.

Si he reseñado y analizado correctamentelos argumentos de Hodgson, un primer puntopara destacar es que ninguno de estos estableceque adoptar el individualismo metodológicosupone necesariamente un compromiso con laontogénesis. Debería ser evidente de que esteúltimo argumento puede ser dejado de lado demanera inmediata. Hodgson se ha deslizado enel error (Hayek seguramente diría quecientificista) de pensar que la evolución culturaldebe ser estrictamente análoga con la evolucióndarwiniana. Pero Hayek y Hodgson ya hanacordado que, como lo puso Hodgson “no haydefensores de la evolución darwiniana estricta,tal como se la entiende hoy en el contexto socio

económico” (p. 40). Entonces nosconcentraremos en el primero de los trespuntos: que Hayek es un individualista

metodológico, que el individualismometodológico es defectuoso porque no ofrecerazón de los motivos por los cuales el análisissocial debe tener al individuo por unidad básicay detenerse en él. Y que el uso que Hayek hacede las reglas como unidad de selección es en

cualquier caso inconsistente con elindividualismo metodológico.

 Aunque estamos alertados por Hodgson dela “longevidad” del individualismometodológico nos dice poco más sobre él. Ladefinición que ofrece no es pro-vista por Hayeksino por Jon Elster. Se dice entonces que ladefinición es consistente con la de Mises (p.153). Hodgson nota luego que Steven Lukescree que el individualismo metodológico toma

al individuo como dado y luego establece quelas asunciones de este tipo son típicas de laeconomía neoclásica, y de la economía deHayek” (p. 153). 

 Ahora bien, dada la alegada longevidad desu compromiso con el individualismometodológico uno está forzado a preguntarse:¿en dónde queda parado Hayek respecto delpunto? ¿Dónde está su definición deindividualismo metodológico y dónde establece

su visión?De hecho, ¿cuál es su visión? En las tres

páginas enteras que Hodgson le dedica alindividualismo metodológico sólo una cita deHayek aparece. La misma dice que si “la acciónconsciente puede ser explicada, este es untrabajo para la psicología pero no para laeconomía o cualquier otra ciencia social” (p.154). ¿Pero qué tiene que ver esto con elindividualismo metodológico?

La asunción de que Hayek es unindividualista metodológico es común en laliteratura secundaria 6, pero en misinvestigaciones recientes sobre el trabajo deHayek en materia de evolución culturalencontré que esto no es tan simple de definir(cf. manuscrito Caldwell). De hecho Hayek rara

 vez usó el término individualismometodológico y cuando lo hace normalmente serefería a las ideas de algún otro autor talescomo Menger o Schumpeter (Hayek (1942-44,1979, p.64.; 1991, pp. 50, 55, 102-3, 160-1). Elmomento o lugar donde parece más próximo aadoptar esta idea puede encontrarse en su

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trabajo del período de posguerra sobre “ Abuseof Reason”, donde desarrolla un ensayo sobreel cientificismo y algunos otros recolectados en“Individualism and Economic Order” (1948).Fuera de esto hay muy pocas claras referencias.

El tipo de individualismo metodológico queHayek parece adoptar es único. El contrasteentre sus visiones y aquellas de los neoclásicosdel mainstream son numerosas. Hayek esfamoso por rechazar la asunción deinformación completa. Pero también critica laasunción de racionalidad, llamándola “elespectro del hombre económico” (1945 1948,p. 11 Cf. 1960, p. 61.). Además, para Hayek, elcomportamiento auto-interesado no necesitaser egoísta, más bien todo depende de los

intereses que el individuo pueda tener (1945,1948 Ibíd., p. 15). También manifiesta que “lacreencia que el individualismo postula (o basasus argumentos en la asunción de) la existenciade individuos aislados y autocontenidos enlugar de partir de hombres cuya naturaleza ycarácter esté determinado ya sea por su existen-cia en sociedad, era un mal entendido común(Ibíd. p. 6). Finalmente el rechazo a la asunciónneoclásica de gustos y preferencias estables esimplícita en Hayek y explícita en Mises 7.

 Ahora bien, dada la posición de Hayek, suargumento (el cual Hodgson cita) de que loseconomistas deberían tomar los gustos de losindividuos como dados tiene muchísimosentido. Hayek no está diciendo, por supuesto,que los gustos y las preferencias no cambian.Más bien debemos tomar los gustos de losindividuos como dados porque tenemos tanpoca información sobre lo que esos gustos sony como son formados y el modo en el cual

pueden cambiar y tanto más.La asunción de gustos y preferencias dadas

es de lo poco que los economistas sabenrespecto del tema. Sólo se vuelve una asunción“dogmática y sobre restrictiva” (Hodgson 1993,p. 154) si uno le agrega los usuales supuestosneoclásicos que Hayek rechaza: que todos losagentes tiene acceso a la misma correctainformación, que los gustos y preferencias ydemás, son conocidos. La variante de Hayek del

individualismo metodológico difiere entoncesde la versión neoclásica Pero también difierede Mises. Mises, como los neoclásicos,

comienza su análisis con el agente individual,que él llamó “el hombre actuante” (1949, 1966). 

Hayek no comienza de tales microfundamentos. Los individuos están en el fondopero está mucho más preocupado con losgrandes patrones que emergen del mercado anivel institucional.

Hodgson reconoce algo de estoestableciendo que “Ha habido algunos giros enel trabajo de Hayek a los largo de los años ypodría ser que Hayek no sea el campeón delindividualismo metodológico”, como Stephen Boehm (1989, p. 211) alega (Hodgson 1993, p.157) 9. Pero, si es el caso, ¿por qué Hodgsonno señala que hay dificultades de interpretaciónal lector? ¿Y por qué Hodgson dedica tantaatención a criticar una posición que tiene tanpoco que ver con las verdaderas creencias deHayek?

En cualquier caso el argumento deHodgson en este punto colapsa. Como henotado antes el vínculo entre el individualismometodológico de Hayek y su alegada afiliacióncon la ontogénesis nunca fue formulada enforma clara. Hodgson asume más quedemuestra, que Hayek es un individualista

metodológico. Sea cual fuere la variante deindividualismo metodológico que Hayekpudiera adoptar, no es en la forma clara quepuede ser inmediatamente cubierta de alquitráncon el cepillo que Hodgson maneja. Comoresultado, el hecho que Hayek creyera que lasreglas y prácticas más que los individuos fueranlas apropiadas unidades de selección, no implicaninguna contradicción. De hecho, en tantopensador de sistemas, Hayek no siempre utiliza

el término individuos en el sentido estrecho deseres humanos, como muestra el siguientepasaje: “podríamos ocasionalmente usar el parde conceptos orden y sus elementos y gruposde individuos, en forma inter-cambiable,aunque el primero es por supuesto un términomás general en el cual la relación entre grupo eindividuos es una instancia particular (1967 A,p. 66).

Un punto final: Hayek comienza el epílogode Law, Legislation and Liberty con unasección titulada “Los errores de laSociobiología” (1979, pp. 153-5). Si hubiesesido un individualista metodológico del tipo

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Lección magistral sobre la escuelaaustriaca

No soy keynesiano, lo fui en mis pasados años. Hoy soyfunesiano, calificativo que me aplican y con el que me honran mismuchos devotos y seguidores. Recogí, perfeccioné y amplié elkeynesismo y con la integración de las tres grandes escuelas  – Liberal, marxista y keynesiana- he realizado la más importante, sinola única aportación española al pensamiento económico de todoslos tiempos.

MANUEL FUNES ROBERT

La escuela austríaca

 Al explicar la crisis económica actual, losreferidos colegas recuerdan la Escuela Austriacay afirman que de ser más conocida, la crisisactual no hubiera llegado y el inteligentísimo alpar que equivocado Huerta de Soto afirma quecon el patrón oro no hubiéramos sufrido tantosmales.

Gracias a su desaparición, el mundo haconocido pleno empleo, sociedad de consumoy estado de bienestar al tiempo que sedesmontó la componente cruenta delmarxismo, al sustituir la expropiación violentade los medios de producción por un déficitpresupuestario que la desaparición del patrónoro permitía y que de déficit solo tiene elnombre, pues la contabilidad privada no se hizopara el sector público. Y con el pleno empleologrado por esos aparentes déficits, la clase

obrera logró las ventajas que el marxismo ligabaa una revolución.

La Escuela Austriaca tiene tres grandesmaestros: Röpke, Mises y últimamente, Hayek.Su mérito básico fue corregir a la escuela clásicaen lo que se refiere a la teoría del valor. Ricardoy luego Marx, aceptaban que el valor de lascosas se refleja y mide por la cantidad detrabajo socialmente necesario para producirlas.Röpke, ministro de Hacienda de Austria en

1913 corrige al propio Aristóteles, el cual en suÉtica a Nicómaco afirma: “No hay cambio sinigualdad ni igualdad sin conmensurabilidad”. Y

como el trabajo es conmensurable, de ésta ideaaristotélica toman los clásicos su teoría del

 valor. El ministro austriaco dice que la razóndel intercambio de una cosa por otra naceprecisamente de la desigualdad en la valoraciónde las mismas que hacen los sujetos. Ejemplo,si cambio un euro por un café yo le doy más

 valor al café que al euro y el que me lo vende, leda más valor al euro que al café.

La teoría del valor trabajo la sustituyen conmérito y ventaja los austriacos por la teoría de lautilidad marginal, cuyo precedente remoto estáen Cervantes cuando en el prólogo de lasegunda parte del Quijote dice: “…que laabundancia de las cosas hace que no se estimeny la escasez, aún de las malas, se estima enalgo”. Se infiere de ello que la escasez es uningrediente del valor de las cosas y hasta aquí,todo es mérito y acierto.

Pero los austriacos caen en el vicio de lageneralización impropia que siempre nace deldeseo de acabar el trabajo, de la pereza sobre lacual decía Julian Marías: “…de  la que tan pocose habla y que tantas cosas explica”. Dan elsalto mortal y doctrinalmente suicida para sustesis, de decir “el dinero es una cosa más”. Enconsecuencia, el dinero tiene que ser escaso yasí siembran las bases en las que se empeñan en

 vivir. Cuando el dinero pasa de ser un dato aser una variable política, tras la desaparición delpatrón oro, anulan las ventajas para el génerohumano de ese regalo de la providencia, cualfue que el dinero era el único factor de

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producción que no tenía por qué serperpetuamente escaso. Porque el valor deldinero no está dentro de si mismo sino en sucapacidad para crear valor en las cosas que conél se pueden producir. Y el keynesismo, al queno han conseguido entender a pesar de mis

prédicas, lo que hizo fue enseñar al mundo amanejar esa nueva herramienta. Y en ello y porello, el keynesismo, al ser la primera doctrinaque se apoya en el dinero nuevo, es la más

 válida de todas doctrinas en circulación.

Mis colegas solo ven en el uso de esa nuevaherramienta que con los criterios y límiteskeynesianos ofreció al mundo la triple ygloriosa conquista ya citada nada más que dosmales: corrupción e inflación. Efectos posibles

del mal uso de la poderosa medicinadescubierta, que pueden ser corregidos con eluso inteligente y honesto de la misma. Y alkeynesismo resucitado, ampliado yperfeccionado por mí, le llaman los que noconocen su fondo odioso modelo y arrogantefantasía. Y con ello se acreditan como incapacesde entender el fenómeno y al mismo tiempo,servir a los intereses de la minoría que ve aldinero como objeto de comercio y no comomedio de comercio. Y con ello, la minoría quegobierna el mundo, intereses financieros,reciben de estos economistas equivocados elimpagable regalo de tener una doctrina en laque guarecerse. Los que viven de tener ymanejar dinero oprimen y explotan a los que

 viven de producir cosas. Es la nueva lucha declases a la que yo he dedicado mi último libro.

 A los citados colegas los invito a un debateamable y público sobre este grandioso tema.

Más sobre la escuela austríaca

Debo y agradezco mis conocimientos sobrela Escuela Austriaca de la Economía no a lafacultad donde me formé y supe librarme dedeformarme sino al círculo liberal organizadopor los hermanos Reig Albiol, hijos delentonces presidente del entonces BancoCentral. A dicho circulo asistí durante variosaños y en él me acompañó el actual profesorHuerta de Soto, también amablementedesafiado en mi artículo anterior. El hoy

catedrático tuvo en dicho foro sus primeroscontactos con la economía y como ocurre conlos primeros conocimientos, le marcaron para

siempre y hoy se encuentra sin saberlodemasiado iluminado por la referida escuela.

 Allí aprendí lo mejor de von Mises, sumagistral “Acción Humana”, impresionantecanto a la virtud de la libertad en todos losámbitos y en especial en el de la economía.Pero la obra está escrita sin haber conocido lade Keynes y despacha la obra de éste con doslíneas: “Keynes solo ha hecho dotar de máspresentabilidad las teorías placenteras”. Nosupo pasar de este dicterio, como susseguidores de hoy solo se defienden delkeynesismo-funesismo con dicterios y casiinsultos como estos: “odioso modelo”,“arrogante fantasía”, etc. 

Otro austriaco, Hayek, en su “Constituciónde la libertad” prueba su ignorancia afirmando“que la mejor política monetaria es la que noexiste”. No se da cata de que es imposible lainexistencia de política monetaria cuando todala moneda que circula desde hace 70 años ypara siempre jamás, es y será fruto de unaimprenta que produce cuanto se le pida el quela maneje. Lo que haría Hayek y sus seguidoreses precintar la referida imprenta y mantener encirculación el dinero que hasta ese momento se

hubiese emitido, con lo cual están aplicandouna política monetaria fundada en la cuantía fijade la oferta de dinero.

 Y como tal política la habrían aplicado encualquier momento anterior están diciendo quetoda la moneda que circula está sobrando. Lasuya también es política monetaria, solo quepolítica monetaria fundada en el crecimientocero con carácter retroactivo de la creación demoneda.

Pero el liberal más importante y másreciente no ha mucho tiempo fallecido esMilton Friedman con el cual tuve contactospersonales, directos y amplios en uno de losforos que organizaba en los años 60 el grupoMUNDO. En dicho debate estuvieronpresentes y en parte participantes economistasde nivel como Alejandro Pedrós, Narcis Serra yotros. Conseguí que Friedman admitiese lo quecon el tiempo yo llamaría Principio deFinanciación Creciente, a saber: “Lafinanciación previa, abundante y barata escondición necesaria y en general suficiente parala abundancia y baratura de las cosas”.

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Elementos Contra Hayek y el Neoliberalismo __________________________________________________________________________________________________ Aceptada esta tesis por el último y másimportante austriaco de nuestro tiempo, meofreció la siguiente corrección: “Acepto suprincipio, pero propongo que los incrementosinteranuales de financiación que usted pide sehagan por ley previamente promulgada para

evitar los abusos que los gobiernos siemprepodrían hacer de su principio”. 

 Aceptando yo lo que la sugerencia deFriedman tenía de freno a los abusos lerespondí que con tal corrección se caería en elerror de que la ley en sus previsiones nocoincidiera en su tolerancia emisora con lo queen cada circunstancia se precisa. Esta lección deun austriaco empedernido pero inteligente, nola conocen según todos los indicio ni Carlos

Rodríguez Braun ni Jesús Huerta de Soto.Entre las páginas 31 a 54 de mi libro “La lucha

de clases en el siglo XXI: Visión política de lascrisis de nuestro tiempo” (Editorial ESIC,1997) tienen fielmente recogido aquelinolvidable debate.

Observación final: la práctica delkeynesismo obliga a perpetuarla, según susdetractores y yo respondo: si mediante dichaperpetuación se vive cada vez mejor, tendré queagradecer dicha permanencia. Y lo que lahistoria demuestra, otro punto que no ven losaustriacos, es que a plazo medio y largo, lo quellaman inflación coincide con la mejora delnivel de vida. Repito mi oferta de debate encualquier medio. Yo perfeccionare mi sistema yellos se librarán de los errores que cometencuando frente a la escuela keynesiana-funesiana

no tienen otra defensa que la de rehuir elencuentro doctrinal.