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ITA IUS ESTO
IIE
EL CONTRATO ADMINISTRATIVO DE SERVICIOS Y SU ANÁLISIS CONSTITUCIONAL A
TRAVÉS DEL PROCESO DE AMPARO. COMETARIOS A UNA RECIENTE SENTENCIA.
Elmer N. Huamán Estrada
Resumen: Recientemente, los jueces, a través del proceso constitucional de
amparo, han empezado a pronunciarse sobre el contrato administrativo de
servicios, modalidad especial propia del Derecho Administrativo y privativa
del Estado. El autor de la presente investigación examina uno de esos
pronunciamientos desde la perspectiva de los derechos fundamentales y del
carácter tuitivo del Derecho del Trabajo.
Palabras clave: Amparo; CAS; Relación laboral; Prestación personal de
servicios; TLC; Igualdad.
SUMARIO: Introducción. I. El proceso de amparo y algunas cuestiones
procesales referentes al CAS. A. La vía previa en el CAS. B. El proceso
contencioso administrativo como vía igualmente satisfactoria. II. La
constitucionalidad del CAS. A. Antecedentes del CAS. B. El CAS atenta
contra la definición de relación laboral reconocida constitucionalmente. C.
El CAS lesiona el derecho a la igualdad. D. El CAS lesiona el derecho a la
estabilidad laboral. III. El principio de primacía de la realidad, ¿es de
aplicabilidad en el CAS? IV. Análisis de la sentencia. V. Conclusiones.
VI. Sentencia objeto de análisis.
Introducción
El contrato administrativo de servicios (en adelante CAS) es una modalidad de
contratación de personal en el Estado que está pronta a cumplir los dos años de haberse
instaurado en nuestro medio. Así, su creación se produjo con la dación del Decreto
Legislativo Nº 1057, norma legal publicada en El Peruano el 28 de junio de 2008; y que
fue reglamentada a través del Decreto Supremo Nº 075-2008-PCM, publicado el 25 de
noviembre del mismo año (el Reglamento en adelante).
Asesor Laboral de Gaceta Jurídica S.A. Miembro del equipo de investigación de Soluciones Laborales.
Coordinador laboral de Actualidad Jurídica, Diálogo con la Jurisprudencia, Revista Jurídica del Perú, y
Gaceta Constitucional.
114 El contrato administrativo de servicios y su análisis constitucional a través del
proceso de amparo. Comentarios a una reciente sentencia
IIE
Debido a esa juventud del CAS es que, hasta hace poco, aún no se tenía conocimiento
de pronunciamientos jurisprudenciales que analicen esta modalidad. Sin embargo, en
fechas recientes hemos advertido, con gran asombro, de la existencia de dos
resoluciones judiciales1 que dan por culminados procesos de amparo en donde la
institución jurídica protagonista que se analiza es, precisamente, el CAS. Estas
sentencias puede ser consideradas, entonces, como los primeros hitos del baremo
jurisdiccional que progresivamente se va a ir construyendo en torno a esta modalidad
contractual.
El análisis jurisprudencial que a continuación desplegaremos aborda el análisis de una
de estas sentencias, emitida por la Sala Mixta Itinerante de Moyabamba de la Corte
Superior de Justicia de San Martín en el Exp. N° 2009-00972. Desde ya adelantamos
que esta sentencia esconde ciertas imprecisiones que procederemos a desmenuzar de la
siguiente manera: primero, examinaremos algunas cuestiones procesales que el juez de
amparo debe advertir al analizar el CAS; segundo, nos detendremos a analizar la
constitucionalidad de la normativa del CAS; tercero, cuestionaremos si el principio de
primacía de la realidad era de aplicación en el caso que resuelve la sentencia; y,
finalmente, elaboraremos una apreciación final sobre la sentencia in comento.
I. El proceso de amparo y algunas cuestiones procesales referentes al CAS
La sentencia en comentario se ha emitido en la segunda instancia de un proceso de
amparo iniciado por una persona natural que ha prestado sus servicios subordinados en
una entidad del Estado a través de un CAS. Al ver culminado el plazo de duración de
este contrato, ha considerado conveniente iniciar un proceso de amparo por una
supuesta vulneración de sus derechos fundamentales. La cuestión, sin embargo, consiste
en determinar si el juez de amparo puede declarar o no improcedente la demanda.
Analizaremos, a continuación, la normativa del CAS para absolver nuestras dudas.
El artículo 16 del Reglamento señala:
“Los conflictos derivados de la prestación de los servicios regulados por el
Decreto Legislativo Nº 1057 y el presente reglamento serán resueltos por el
órgano responsable al que se refiere el artículo precedente, quedando agotada
la vía administrativa en dicha instancia única. Una vez agotada la vía
administrativa, se puede acudir a las reglas del proceso contencioso
administrativo”.
Una lectura atenta de este dispositivo reglamentario permite aseverar que, en el caso del
CAS, el contratado a través de esta modalidad, antes de acudir a un proceso judicial,
primero debe agotar una vía administrativa: debe presentar su reclamo ante un órgano
1 La otra sentencia ha sido emitida en la Acción de Amparo Nº 2008-1703 (i.11.G) emitida por la Sala
Especializada en lo Civil de la Corte Superior de Cajamarca. Ha sido publicada en el diario oficial El
Peruano, en el boletín de procesos constitucionales del 30 de octubre de 2009.
Elmer N. Huamán Estrada 115
IIE
encargado de los CAS en la entidad estatal donde presta sus servicios, o, en su defecto,
ante la Dirección General de Administración o quién haga sus veces en dicha entidad.
Una vez que presente su reclamo, hay dos posibilidades: que la entidad administrativa
responda, afirmativa o negativamente, con lo cual queda agotada la vía administrativa;
o, que la entidad administrativa no responda, caso en el cual, se entenderá denegado el
reclamo y, por ende, agotada la vía administrativa.
Luego de agotada la vía administrativa, el contratado puede acudir al proceso
contencioso administrativo impugnando la resolución administrativa que denegó
(expresa o tácitamente) su reclamo.
Pues, bien, en este escenario, ¿es válido interponer un proceso de amparo sin antes
haber interpuesto el reclamo respectivo ante la propia entidad administrativa? Además,
¿se puede acudir a un proceso de amparo en vez de acudir al proceso contencioso
administrativo, tal como señala la ley?
A. La vía previa en el CAS
Las vías previas pueden definirse como “aquellos recursos de carácter jerárquico que
previstos previa y taxativamente, tiene que actuar y agotar el que se dice perjudicado en
su derecho constitucional, antes de acudir al proceso constitucional en su intento de
encontrar la salvación de su derecho constitucional”3.
Nuestro Tribunal Constitucional se ha pronunciado sobre esta figura y ha expresado que
“[l]a exigencia de agotarse la vía administrativa antes de acudir al amparo constitucional
se fundamenta en la necesidad de brindar a la Administración la posibilidad de revisar
sus propios actos, a efectos de posibilitar que el administrado, antes de acudir a la sede
jurisdiccional, pueda en esa vía solucionar, de ser el caso, la lesión de sus derechos e
intereses legítimos”4.
La características de las vías previas, desarrolladas por Castillo Córdova5, son las
siguientes: a) debe tratarse de un recurso y no de una acción; b) debe ser un recurso
cuya existencia se encuentra regulada con anterioridad a la comisión del acto
supuestamente lesivo de un derecho constitucional; c) los recursos impugnativos son
taxativos y existen sólo los que han sido recogidos expresamente en la norma, de modo
que no caben derivaciones, o interpretaciones analógicas con la finalidad de crear
nuevos recursos como vía previa; d) se trata de un requisito cuyo incumplimiento hace
improcedente la demanda constitucional; y, d) los recursos impugnativos que se prevean
como vía previa deben poder dar origen a un procedimiento con la virtualidad de salvar
la supuesta situación de vulneración del derecho constitucional.
En el caso del CAS, ¿existe alguna vía previa que puede acarrear que una demanda de
amparo en contra de esta modalidad contractual se declare improcedente?
3 CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Comentarios al Código Procesal Constitucional. Segunda Edición,
Palestra Editores, Lima 2006, p. 328. 4 Exp. Nº 0895-2001-AA/TC, de 16 de marzo de 2003, F.J. 1.
5 CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Comentarios al Código Procesal Constitucional. Ob.cit., ps. 328-329.
116 El contrato administrativo de servicios y su análisis constitucional a través del
proceso de amparo. Comentarios a una reciente sentencia
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El artículo 16 del Reglamento del CAS establece que el contratado por esta modalidad,
antes de acudir a un proceso judicial, debe presentar su reclamo ante un órgano
encargado de los CAS en la entidad estatal donde ha prestado sus servicios, o, en su
defecto, ante la Dirección General de Administración o quién haga sus veces en dicha
entidad. Parece, entonces, que existe una vía previa por la que ineludiblemente debe
transitar el contratado por CAS.
No obstante, debe advertirse que el Código Procesal Constitucional establece ciertas
excepciones al agotamiento de las vías previas como requisito para acudir a un proceso
de amparo. Estas se han recogido en el artículo 46 del Código Procesal Constitucional,
dispositivo legal que precisa que no será exigible el agotamiento de las vías previas si:
una resolución, que no sea la última en la vía administrativa, es ejecutada antes de
vencerse el plazo para que quede consentida; por el agotamiento de la vía previa la
agresión pudiera convertirse en irreparable; la vía previa no se encuentra regulada o ha
sido iniciada innecesariamente por el afectado; o, no se resuelve la vía previa en los
plazos fijados para su resolución.
Entonces, podemos afirmar que el contratado mediante un CAS, una vez que ve agotado
su contrato, y considera que sus derechos fundamentales han sido vulnerados, puede
acudir a un proceso de amparo sin necesidad de, primero, agotar la vía previa
establecida en el artículo. Para eso, deberá fundamentar en su demanda de amparo cuál
es la excepción que lo habilita a iniciar directamente el proceso constitucional, bajo
riesgo de que, en caso no exponga este extremo, el juez de amparo declara improcedente
in límine dicha demanda en aplicación del artículo 5 inciso 4 del Código Procesal
Constitucional.
B. El proceso contencioso administrativo como vía igualmente satisfactoria
El tema de las vía igualmente satisfactorias es uno de los más controvertidos en el
Derecho Procesal Constitucional. Su punto de origen normativo lo encontramos en el
artículo 5 inciso 2 del Código Procesal Constitucional, que a la letra señala que no
proceden los procesos constitucionales cuando “existan vías procedimentales
específicas, igualmente satisfactorias, para la protección del derecho constitucional
amenazado o vulnerado, salvo cuando se trate del proceso de hábeas corpus”.
Bajo el imperio de esta disposición legal, el juez constitucional deberá declarar
improcedente la demanda interpuesta de amparo o hábeas data (no se aplica para el caso
del hábeas corpus) si advierte que el ordenamiento jurídico dispensa un mecanismo
judicial que otorgue una igual satisfacción al afectado que el proceso constitucional.
Así, se exige que el afectado acuda a ese otro proceso judicial, ya que es igualmente
satisfactorio que el amparo y, por esa razón, le permitirá salvar la afectación a su
derecho fundamental.
¿Existe una vía igualmente satisfactoria en este caso, que impida que el afectado en sus
derechos fundamentales cuando celebra un CAS acuda al proceso de amparo?
El artículo 16 del Reglamento del CAS, mencionado supra, establece que una vez que
el contratado mediante un CAS agota la vía administrativa (es decir, la vía previa a la
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IIE
que hemos hecho alusión), recién puede acudir al proceso contencioso administrativo.
Parecería, entonces, que es la propia norma reglamentaria la que zanja la discusión y
establece que, efectivamente, en este caso existe una vía igualmente satisfactoria en la
que el personal contratado mediante un CAS puede salvar sus derechos fundamentales.
El Tribunal Constitucional ha afianzado el carácter de vía igualmente satisfactoria del
proceso contencioso administrativo a través de la dación del precedente constitucional
vinculante contenido en la Sentencia al Expediente Nº 0206-2005-PA/TC (Caso Baylón
Flores) respecto a la protección del derecho al trabajo y derechos conexos en el régimen
laboral público. Se ha dispuesto en este precedente que:
“Con relación a los trabajadores sujetos al régimen laboral público, se debe
considerar que el Estado es el único empleador en las diversas entidades de
la Administración Pública. Por ello, el artículo 4º literal 6) de la Ley Nº
27584, que regula el proceso contencioso administrativo, dispone que las
actuaciones administrativas sobre el personal dependiente al servicio de la
administración pública son impugnables a través del proceso contencioso
administrativo. Consecuentemente, el Tribunal Constitucional estima que
la vía normal para resolver las pretensiones individuales por conflictos
jurídicos derivados de la aplicación de la legislación laboral pública es el
proceso contencioso administrativo, dado que permite la reposición del
trabajador despedido y prevé la concesión de medidas cautelares”
(Fundamento Jurídico 21).
Se agrega, además, que:
“En efecto, si en virtud de la legislación laboral pública (Decreto Legislativo
Nº 276, Ley Nº 24041 y regímenes especiales de servidores públicos sujetos a
la carrera administrativa) y del proceso contencioso administrativo es posible
la reposición, entonces las consecuencias que se deriven de los despidos de los
servidores públicos o del personal que sin tener tal condición labora para el
sector público (Ley Nº 24041), deberán dilucidarse en la vía contenciosa
administrativa por ser la idónea, adecuada e igualmente satisfactoria, en
relación al proceso de amparo, para resolver las controversias laborales
públicas” (Fundamento Jurídico 22).
Finalmente, cabe resaltar lo siguiente:
“Por tanto, conforme al artículo 5°, inciso 2 del Código Procesal
Constitucional, las demandas de amparo que soliciten la reposición de los
despidos producidos bajo el régimen de la legislación laboral pública y de las
materias mencionadas en el párrafo precedente deberán ser declaradas
improcedentes, puesto que la vía igualmente satisfactoria para ventilar este tipo
de pretensiones es la contencioso administrativa. Sólo en defecto de tal
posibilidad o atendiendo a la urgencia o a la demostración objetiva y
fehaciente por parte del demandante de que la vía contenciosa administrativa
no es la idónea, procederá el amparo” (Fundamento Jurídico Nº 24).
Se puede pensar, entonces, que el juez de amparo tendría que aplicar este precedente,
además del Reglamento del CAS, y declarar improcedente la demanda de amparo del
118 El contrato administrativo de servicios y su análisis constitucional a través del
proceso de amparo. Comentarios a una reciente sentencia
IIE
contratado por CAS, pues el contratado mediante esta modalidad debió acudir al
proceso contencioso administrativo para salvar su derecho fundamental conculcado.
Sin embargo, el mismo precedente establece una válvula de escape a la exigencia de
acudir al proceso contencioso administrativo y no al proceso de amparo. El fundamento
jurídico 24 de este precedente establece que “sólo en defecto de tal posibilidad o
atendiendo a la urgencia o a la demostración objetiva y fehaciente por parte del
demandante de que la vía contenciosa administrativa no es la idónea, procederá el
amparo”.
El contratado mediante un CAS que desee acudir al proceso de amparo para que cese la
afectación del contenido constitucional de sus derechos fundamental deberá argumentar
en su demanda que existe una urgencia en acudir al amparo. Deberá demostrar, de
manera objetiva y fehaciente, que el proceso contencioso administrativo es una vía igual
de satisfactoria que el amparo. Si no hace esto, es muy probable que un juez
constitucional conocedor de las disposiciones contenidas en el Código Procesal
Constitucional y lo señalado en el Reglamento del CAS declaré improcedente in limine
la demanda constitucional de amparo.
II. La constitucionalidad del CAS
En la primera parte del trabajo nos hemos detenido a precisar ciertas cuestiones
procesales que pueden presentarse en caso el contratado mediante un CAS desee acudir
a un proceso de amparo buscando que la afectación a sus derechos constitucionales
cese. Sin embargo, ¿vulnera la normativa del CAS y su puesta en marcha algún o
algunos derechos fundamentales del contratado a través de este régimen?
Nuestra opinión sobre el ajustamiento del CAS a la Constitución es contundente: el
CAS es inconstitucional. En otros trabajos hemos desarrollado in extenso los
argumentos para defender esta posición6. De manera resumida mostraremos al lector
cuáles son:
A. Antecedentes del CAS
6 HUAMÁN ESTRADA, Elmer.“¿Inconstitucionalidad del régimen de contratación administrativa de
servicios? Rescatando la existencia de una verdadera relación laboral”. Este trabajo se encuentra
publicado en dos partes sucesivas: primera parte, Soluciones Laborales, Gaceta Jurídica, Nº 21, octubre
2009, pp. 65-68; y segunda parte, en Soluciones Laborales, Gaceta Jurídica, Nº 22, noviembre 2009, pp.
65-69. Por otro lado, una argumentación adicional para acusar al CAS de inconstitucional la encontramos
en HUAMÁN ESTRADA, Elmer. “Vulneración del contenido al derecho a la estabilidad laboral en el
régimen de contratación administrativa de servicios”. En: Revista Jurídica del Perú, Editorial Normas
Legales, Nº 105, Noviembre 2009, ps. 179-191. Por otro lado, opiniones que cuestionan el CAS debido a
su dudosa constitucionalidad las encontramos en BALBÍN TORRES, Edgardo. “La reforma del servicio
civil en el Perú”. En: Revista Jurídica del Perú, Gaceta Jurídica, Nº 108, Febrero de 2010, p. 22; NEVES
MUJICA, Javier. “Principales objeciones al contrato administrativo de servicios”. En: Laborem, Sociedad
Peruana del Derecho del Trabajo y la Seguridad Social, Nº 9/2009, Lima 2010, p. 90-91; y en
PUNTRIANO ROSAS, César. “El régimen de contratación administrativa de servicios: de la rigidez del
unilateralismo a la deslaboralización”. En: Laborem, ob.cit., p. 103-105.
Elmer N. Huamán Estrada 119
IIE
El CAS se emitió en un contexto de modernización del Estado e implementación de
ciertas medidas que permitan reflejar que el país respetaba y cumplía exigencias
mínimas relacionadas al respeto de los derechos laborales. Como se sabe, hasta antes de
la instauración del CAS en nuestro país, el Estado tenía personal a su servicio bajo el
régimen laboral público (Decreto Legislativo Nº 276), el régimen laboral privado
(Decreto Legislativo Nº 728), o bajo contratos de servicios no personales (SNP en
adelante).
Estos últimos eran contratos civiles de locación de servicios que celebraba el Estado con
personas naturales para que éstas les presten sus servicios personales de manera
subordinada y a cambio del pago de una “retribución”. Sin embargo, la características
de de una relación laboral en este caso teñía de inconstitucional esta forma de
contratación. Vemos, entonces, que el SNP lesionaba derechos fundamentales de los así
contratados, lo que constituyó el detonante que produjo el inicio de varios procesos
laborales y de amparo en los cuales el contratado buscaba el reconocimiento de una
verdadera relación laboral.
El principio de primacía de la realidad fue la principal herramienta para que los jueces
constitucionales y laborales declaren la existencia de relación laboral en los SNP. En
este escenario es que se dictaron sentencias constitucionales como las emitidas en el
Exp. Nº 598-2000-AA/TC, Exp. Nº 3008-2004-AA/TC, Exp. Nº 2491-2005-PA/TC,
3710-2005-PA/TC, Exp. Nº 0833-2004-AA/TC. En la última de esta sentencias se
sostuvo que “[e]n virtud del principio de primacía de la realidad –que es un elemento
implícito en nuestro ordenamiento y, concretamente, impuesto por la propia naturaleza
tuitiva de nuestra Constitución, según el cual, en caso de discordia entre lo que ocurre
en la realidad y lo que aparece en los documentos o contratos, debe otorgarse
preferencia a lo que sucede y se aprecia en los hechos–, este Colegiado estima que
resulta evidente que las actividades del recurrente, al margen del texto de los
contratos[de SNP], han tenido las características de subordinación y dependencia,
propias de la relación laboral”.
Y, en sede de procesos judiciales, encontramos pronunciamientos en los que también se
declaró la existencia de una relación laboral en los SNP. Son ejemplos las sentencias
contenidas en las casaciones Nº 963-2004-Lima, 2169-2003-Lima, 2440-2003-Lima. En
la última de estas se estableció: “(…) la inobservancia de la emplazada de las normas y
límites de orden interno que si bien tienen carácter imperativo, dependen por su
naturaleza de su absoluto control, no pueden soslayar la existencia del contrato de
trabajo que en la realidad se configuro, (…) pues lo contrario importaría vaciar de
contenido a la garantía contenida en el tercer párrafo del artículo 23º de la Constitución
Política del Estado que precisa que ninguna relación laboral puede limitar el ejercicio de
los derechos constitucionales, ni desconocer o rebajar la dignidad del trabajador,
imponiendo de este modo una cláusula de salvaguardia de los derechos del
trabajador(…)”.
Observamos, pues, que la judicatura asumió que los SNP lesionaban el contenido
constitucional de los derechos fundamentales laborales al encubrir de manera evidente
reales relaciones de trabajo.
Es precisamente este panorama de constate infracción al ordenamiento laboral lo que
impedía que nuestro país celebrara con Estados Unidos el Tratado de Libre de
120 El contrato administrativo de servicios y su análisis constitucional a través del
proceso de amparo. Comentarios a una reciente sentencia
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Comercio. Fue por eso que se emitió la Ley Nº 29157, “Ley que delega en el Poder
Ejecutivo la facultad de legislar sobre diversas materias relacionadas con la
implementación del Acuerdo de Promoción Comercial Perú - Estados Unidos, y con el
apoyo a la competitividad económica para su aprovechamiento”. Una de las medidas
adoptadas en virtud a esta ley fue el mejoramiento del marco regulatorio,
fortalecimiento institucional y simplificación administrativa y modernización del
Estado. El Decreto Legislativo Nº 1057 se emitió, tal como puede colegirse de lo
expuesto, para que nuestro país se acomode a los requerimientos de los Estados Unidos;
caso contrario, el tan esperado Tratado de Libre Comercio difícilmente se celebraría.
Sin embargo, consideramos que el Decreto Legislativo se celebró de espaldas a la
Constitución y a los derechos fundamentales reconocidos en ella. En el siguiente punto
mostraremos las razones que avalan nuestra postura.
B. El CAS atenta contra la definición de relación laboral reconocida
constitucionalmente.
La normativa legal e infralegal que instaura el CAS en nuestro país pretende definir su
naturaleza jurídica. Así, el artículo 3 del Decreto Legislativo Nº 1057 señala que: “[e]l
contrato administrativo de servicios constituye una modalidad especial propia del
derecho administrativo y privativa del Estado. Se regula por la presente norma, no se
encuentra sujeto a la Ley de Bases de la Carrera Administrativa, al régimen laboral de la
actividad privada ni a otras normas que regulan carreras administrativas especiales. La
presente norma no se aplica a los contratos de prestación de servicios de consultoría o
de asesoría, siempre que se desarrollen de forma autónoma, fuera de los locales o
centros de trabajo de la entidad”.
Del mismo modo, el artículo 1 del Reglamento establece que: [e]l contrato
administrativo de servicios es una modalidad contractual administrativa y privativa del
Estado, que vincula a una entidad pública con una persona natural que presta servicios
de manera no autónoma. Se rige por normas de derecho público y confiere a las partes
únicamente los beneficios y las obligaciones que establece el Decreto Legislativo N°
1057 y el presente reglamento. No está sujeto a las disposiciones del Decreto
Legislativo N° 276 -Ley de Bases de la Carrera Administrativa y de Remuneraciones
del Sector Público-, ni al régimen laboral de la actividad privada, ni a ningún otro
régimen de carrera especial.
Puede advertirse de estas disposiciones que el CAS que la intención del legislador es
diseñar un contrato administrativo, cuya regulación exclusiva corresponde a las normas
de derecho público y, en específico, a las normas contenidas en el Decreto Legislativo
Nº 1057 y el Reglamento. No existe, entonces, un contrato laboral regulado por el
Decreto Legislativo Nº 728 ni una relación de derecho laboral público, regulada por el
Decreto Legislativo Nº 276. Tal como explica Toyama Miyagusuku, estamos frente a
personas contratadas “sin patria laboral” pues la normativa que diseña el CAS tiene una
preocupación constante para alejarlos de la “laboralidad” 7
.
7 TOYAMA MIYAGUKU, Jorge. Los contratos de trabajo y otras instituciones del Derecho Laboral.
Primera Edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2008, p. 55.
Elmer N. Huamán Estrada 121
IIE
Frente a esta deslaboralización de la relación que surge con un CAS, nosotros
consideramos que la definición de la relación laboral, en nuestro medio, tiene rango
constitucional y, por ello, ninguna norma inferior a la Constitución puede desconocer
dicha definición.
La definición de relación laboral no se encuentra presente de manera explícita en la
Constitución. Empero, en el artículo 23 tercer párrafo de la Constitución se señala que:
“[n]inguna relación laboral puede limitar el ejercicio de los derechos constitucionales,
ni desconocer o rebajar la dignidad del trabajador”8.
Entonces, puede afirmarse que el artículo 23 de la Norma Fundamental utiliza el
término “relación laboral”, pero no lo define. Esto se debe, creemos, a que sería un
imposible a la naturaleza breve y de contenido medular de las “formulaciones
genéricas” de la Constitución9 que todo lo que en ella este contenido, esté provisto de su
definición, en dicha norma. Ahora bien, que no lo defina, no necesariamente quiere
decir que escape de la órbita de protección constitucional. Por eso es que esa función, en
la mayoría de casos, es abordada por el Parlamento. Empero, esto no hace que dichas
instituciones y derechos salgan de la órbita del ordenamiento constitucional nacional.
Siguen formando parte de la Constitución, sólo que son definidas por dispositivos
normativos inferiores que complementan dicha norma superior, o, bien son definidas
por la jurisdicción constitucional.
Nosotros creemos que la definición constitucional de “relación laboral” pasa por definir
el artículo 23 de la Constitución, pues en este dispositivo constitucional se contiene
dicha expresión. En consecuencia, definir el artículo 23 conlleva a desarrollar su
contenido, y, por tal razón, esa definición constituye una norma constitucional. Pues
bien, bajo esta argumentación nos resulta necesario encontrar dicha definición en las
normas infraconstitucionales o en la jurisprudencia constitucional.
A nivel legal, el artículo 4 de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral señala
que: “[e]n toda prestación personal de servicios remunerados y subordinados, se
presume la existencia de un contrato de trabajo a plazo indeterminado”. Sobre este
dispositivo legal, se ha establecido que “se desprende que el contrato de trabajo supone
la existencia de un acuerdo de voluntades, por el cual una de las partes se compromete a
prestar sus servicios personales en forma remunerada (el trabajador); y, la otra, al pago
de la remuneración correspondiente y que goza de la facultad de dirigir, fiscalizar y
sancionar los servicios prestados (el empleador)”10
. Vemos, pues, que la relación laboral
(o contrato de trabajo o relación de trabajo) cuenta con tres elementos que la generan: 1)
una prestación personal de servicios de una persona natural a otra persona (natural o
jurídica, de derecho privado o derecho público); 2) bajo subordinación; y) a cambio del
pago de una remuneración. Estos tres elementos fusionados dan origen al nacimiento de
una relación laboral. Y no pueden dar origen a algo distinto a una relación laboral.
8 El resaltado es nuestro.
9 CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “El Tribunal Constitucional como creador de Derecho Constitucional”.
Tomado de SÁENZ DÁVALOS, Luis (coordinador). El amparo contra amparo y el recurso de agravio a
favor del precedente. Palestra del Tribunal Constitucional. Cuadernos de análisis y crítica a la
jurisprudencia constitucional. Primera edición, Palestra Editores, Lima, octubre de 2007, p. 13 10
TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. Ob cit. p.48.
122 El contrato administrativo de servicios y su análisis constitucional a través del
proceso de amparo. Comentarios a una reciente sentencia
IIE
A nivel jurisprudencial, el Tribunal en infinidad de sentencias ha establecido que una
relación laboral cuenta con los siguientes elementos: “(…) los elementos típicos de un
contrato de trabajo, como son la prestación personal, la subordinación y la
dependencia”11
.
Frente a lo expuesto, surge la siguiente pregunta, ¿puede desconocer el legislador que
una prestación personal de servicios remunerada y subordinada no es una relación
laboral, como sí lo hace en el caso del CAS12
? Nosotros creemos que no. Creemos que
es inconstitucional una norma infraconstitucional que señale que allí donde existen los
tres elementos de una relación laboral no existe relación laboral13
. Es inconstitucional
porque lesiona el artículo 23 de la Constitución, que señala que ninguna relación
laboral puede limitar el ejercicio de los derechos constitucionales ni desconocer ni
rebajar la dignidad del trabajador.
Y es que, la relación laboral no puede contar con una definición cuya opción quede
librada al legislador en su configuración. Una razón adicional a la esgrimida
anteriormente para sostener esto, radica en reconocer la importancia de estar o no frente
a una relación laboral de cara a la titularidad de una serie de derechos fundamentales
reconocidos por nuestra Constitución: el derecho al trabajo en su contenido de
protección frente al despido arbitrario (no se puede tener esta protección si no se trabaja
para alguien), o el derecho a una remuneración equitativa y suficiente14
. Entonces,
¿cómo el fundamento previo al otorgamiento de ciertos derechos fundamentales puede
ser una cuestión de rango legal? Consideramos que la fuente de estos derechos, es decir,
11
EXP. N.° 2040-2004-AA/TC, publicada el 13/03/2005, f.j. 8. 12
La regulación normativa del CAS establece que “[e]l contrato administrativo de servicios es una
modalidad contractual administrativa y privativa del Estado, que vincula a una entidad pública con una
persona natural que presta servicios de manera no autónoma” (artículo 1 del Reglamento). 13
Neves Mujica ha señalado que la presencia conjunta de los elementos esenciales de la relación laboral
determina la existencia de un vínculo laboral y, por tanto, la aplicación del ordenamiento laboral. Sin
embargo, pueden producirse situaciones opuestas. Una de ellas es que a pesar de confluir dichos
elementos, la ley descalifique a la relación como laboral y le confiera otro carácter. Y la otra es que, aun
cuando no estemos ante una relación laboral, la ley le otorgue al deudor de trabajo ciertos beneficios
propios de los trabajadores. Solo nos interesa, para el caso que analizamos, el primer supuesto, esto es, el
caso de que el legislador, a pesar de que nos encontremos frente a una prestación subordinada de servicios
remunerada, califique a esta relación con otro carácter distinto al laboral. El caso que Neves nos muestra
de este supuesto es el convenio de formación laboral juvenil. Ver en NEVES MUJICA, Javier.
Introducción al Derecho Laboral. Reimpresión de segunda edición. Fondo editorial PUCP, Lima 2004, p.
42. Sin embargo, nosotros creemos que esta potestad del legislador de señalar que no hay vínculo laboral
ante una prestación personal de servicios remunerada no es ilimitada, sino que requiere de que exista
alguna causa justificante que permita dicha exclusión. En el caso de las ahora llamadas modalidades
formativas, la justificación para no considerarlas como relaciones laborales es su doble componente:
formación y trabajo. Sobre este doble componente ver ARCE ORTIZ, Elmer. Derecho Individual del
Trabajo. Desafios y deficiencias. Primera edición, Palestra Editores, Lima, 2008, ps. 241-246. Por otro
lado, cabe señalar que un sector de la doctrina laboral nacional ha señalado que los convenios de
formación laboral juvenil y de prácticas eran contratos laborales aunque de naturaleza especial. Ver en
BOZA PRÓ, Guillermo. “Convenios de formación laboral juvenil y de prácticas: ¿capacitación para el
empleo o precarización del mismo?”. En: Asesoría Laboral, Lima, junio de 1992, p. 13-14. Finalmente,
en otras latitudes, como España por ejemplo, la formación y capacitación se encausan a través de
contratos laborales temporales y, por ende, no existe una exclusión del carácter laboral de esta prestación
personal de servicios remunerada. Ver: CRUZ VILLALÓN, Jesús. Compendio de Derecho del Trabajo.
Primera edición, Editorial Tecnos, Madrid 2008, p. 156-162. 14
El artículo 24 ab initio de la Constitución establece que: “El trabajador tiene derecho a una
remuneración equitativa y suficiente, que procure, para él y su familia, el bienestar material y espiritual”.
Elmer N. Huamán Estrada 123
IIE
la relación laboral, tiene necesariamente que tener la calidad de una norma de rango
constitucional, inatacable y, a la vez, que no puede ser desconocida por el legislador.
Una objeción a nuestro planteamiento es que la relación laboral y su definición que
brotan del artículo 23 de la Constitución no engloban la relación jurídica que surge entre
el Estado y las personas naturales que presten servicios personales a favor de ella. Sin
embargo, esta postura cede si nos detenemos a leer lo establecido en el artículo 39 ab
initio de la Constitución: “[t]odos los funcionarios y trabajadores públicos están al
servicio de la Nación”15
. Observamos que nuestra propia Constitución habla de
trabajadores públicos, lo que significa que si existe un trabajador (público) existe una
relación laboral. Nuestra postura propugna el reconocimiento de una relación laboral
entre el Estado y las personas que prestan servicios personales subordinados y
remunerados para ella16
17
. No interesa si esta relación surge de un acto administrativo
(como el nombramiento) o de la celebración de un contrato. Lo único que interesa es
que la naturaleza que tiene el vínculo surgido entre Estado y trabajador estatal. Para
nosotros es una relación laboral, regulada por normas de derecho público, pero relación
laboral al fin y al cabo18
.
Por lo expuesto, afirmamos que la normativa que diseña el CAS y que lo califica como
una relación jurídica no laboral, a pesar de tener todos los elementos para serlo, es
inconstitucional por contravenir el artículo 23 de la Constitución.
C. El CAS lesiona el derecho a la igualdad
Una norma legal vulnera el contenido del derecho de igualdad cuando discrimina a un
grupo de personas respecto a otras. Discriminar, sin embargo, no es igual a diferenciar.
La diferenciación es calificada como discriminación cuando no encuentra causa
justificante para efectuarse. En cambio, si existe una causa para efectuar la
diferenciación, el derecho a la igualdad se mantiene intacto, y, por ende, el acto
diferenciador no llega a convertirse en una discriminación19
.
15
El resaltado es nuestro. 16
El doctor Neves Mujica, en torno a esta argumentación, expresa: “Durante las última décadas, en todos
los Estados democráticos se ha abandonado la tesis unilateralista, de flagrante naturaleza autoritaria, y se
le ha sustituido por la tesis contractualista. De acuerdo con esta tesis, entre el Estado y quien le presta un
servicio personal, subordinado y remunerado, se genera una relación laboral igual a la que existe en el
sector privado; porque la naturaleza del empleador no es justificación para excluir este vínculo de su
configuración como tal, aunque sí para determinar una regulación especial en ciertos casos”. En:
BALBÍN TORRES, Edgardo. Unilateralismo y negociación colectiva en la Administración Pública.
Fondo Editorial PUCP, Lima, 2005, p. 11. 17
En un mismo sentido, Balbín Torres nos afirma que “el modelo social y democrático del Estado
determina la superación absoluta del unilateralismo, como técnica de gobierno de las relaciones laborales
en la organización administrativa, con lo que los procesos de conformación y aplicación normativa se
regirán basados en toda la gama de valores y principios previstos por el Derecho Laboral para la
regulación de las relaciones jurídica de intercambio de trabajo por salario”. En: Ibídem, p. 14. 18
Al respecto, el maestro De la Cueva nos dice que unos de los principios del derecho del trabajo,
derivado de su fuerza expansiva, consiste en su extensión a todas las relaciones jurídicas laborales,
independientemente de la situación de la persona que recibe la energía de trabajo y de la finalidad a la
que se destina. Cfr. DE LA CUEVA, Mario. El nuevo derecho mexicano del trabajo. Tomo I, Vigésima
segunda edición, Editorial Porrúa, México 2009, p. 614. 19
Nuestro Tribunal Constitucional, sobre esto, ha señalado que “(…) no todo tratamiento desigual resulta
inconstitucional, sino únicamente aquel que carezca de justificación o sustento razonable” (Exp. N° 0007-
2003-AI/TC, del 2 de julio de 2004, f. j. 10.). Del mismo modo, ha precisado que “[l]a igualdad
constitucionalmente “no significa, siempre y en todos los casos, un trato legal uniforme hacia los
ciudadanos; el derecho a la igualdad supone tratar „igual a los que son iguales‟ y „distinto a los que son
124 El contrato administrativo de servicios y su análisis constitucional a través del
proceso de amparo. Comentarios a una reciente sentencia
IIE
Luis Huerta20
nos dice en relación a la vulneración del derecho a la igualdad que:
- El derecho a la igualdad implica el trato igual entre los iguales.
- La discriminación implica un trato desigual entre los iguales.
- La diferenciación implica un trato desigual entre los desiguales.
Y, ¿cómo se determina la causa justificante que válida la diferenciación? A nuestro
parecer, esto se determina a través del análisis de la proporcionalidad del trato
diferenciador. Esto exige, entonces, someter la norma legal al test de proporcionalidad,
es decir, analizar si la medida diferenciadora es idónea (que la medida restrictiva busque
un fin constitucionalmente lícito), necesaria (que no existan otros medidas menos
restrictivas y que permitan conseguir el mismo fin) y ponderada (que hay
proporcionalidad entre la restricción y el fin que se consigue). Si la medida aprueba
estos tres sub tests, será constitucionalmente válida; si no los aprueba, será una medida
discriminatoria, y, en consecuencia, inconstitucional.
La normativa del CAS efectúa un tratamiento diferenciador de los contratados a través
de este régimen y los trabajadores del régimen laboral privado público. Es un
tratamiento diferenciador porque no reconoce la naturaleza laboral del vínculo jurídico,
y, segundo, porque otorga menos beneficios y derechos laborales que los que titularizan
los primeros21
. Ahora bien, ¿es proporcional esta diferenciación?
Nosotros creemos que esta no es una medida idónea, al no perseguir ningún fin
constitucionalmente válido (en todo caso, si hay un fin, este es económico –no afectar el
presupuesto estatal- y este en ningún caso es un fin válido); es innecesaria, al existir
otras medidas que permitían conseguir el mismo fin y que resultaban menos restrictivas
(como la inserción paulatina del personal del Estado al régimen laboral público); y, por
último, no es una medida ponderada, ya que no existe proporcionalidad entre la
restricción y las ventajas que se pretenden alcanzar (la restricción al derecho a la
igualdad es mayor que las ventajas alcanzadas). En suma, estamos ante una medida
desproporcional que, por tal razón, resulta inconstitucional.
D. El CAS lesiona el derecho a la estabilidad laboral
distintos‟, lo cual parte de la premisa de que es posible constatar que en los hechos no son pocas las
ocasiones en que un determinado grupo de individuos se encuentran postergados en el acceso, en
igualdad de condiciones, a las mismas oportunidades”( Exp. N° 0016-2002-AA/TC, del 30 de abril de
2003, f. j. 11). 20
HUERTA GUERRERO, Luis. “El derecho a la igualdad: su desarrollo en la Constitución de 1993 y
en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional del Perú”. En MOSQUERA MONELOS, Susana
(coordinadora). El derecho fundamental a la igualdad. II Jornada de derecho Humanos, Facultad de
Derecho de la Universidad de Piura, Palestra Editores, 2006, p.59. 21
La regulación del CAS otorga ciertos derechos “laborales” al contratado a través de este régimen:
jornada máxima, descanso semanal y 15 días de vacaciones afiliación al régimen contributivo de EsSalud,
y afiliación opcional (para quienes ya venían prestando servicios al Estado –se refiere a los contratados
bajo SNP– y sus contratos son sustituidos por la modalidad del CAS) u obligatoria (para los que recién
van a celebrar CAS).
Elmer N. Huamán Estrada 125
IIE
El derecho a la estabilidad laboral es un derecho de orden fundamental, cuya
configuración, en nuestro ordenamiento jurídico, ha sido librada por el constituyente al
legislador. En el caso de la relación laboral en la que el empleador es una persona
jurídica o una natural o el Estado –en este último caso la prestación no deberá estar
vinculada con la función pública–, el artículo 27 de la Constitución señala que “[l]a ley
otorga al trabajador adecuada protección contra el despido arbitrario”. El legislador
laboral ha establecido, en el artículo 34 de la Ley de Productividad y Competitividad
Laboral (LPCL
en adelante) segundo párrafo, que dicha protección frente al despido arbitrario es la
indemnización (estabilidad laboral relativa impropia); y, para el caso del despido nulo,
la protección consistirá en la reposición laboral (artículo 34 in fine de la LPCL). La
reposición laboral, sin embargo, también es dispensada por la jurisdicción
constitucional frente a todo despido lesivo de derechos constitucionales22
. Ahora bien,
cabe señalar que el derecho a la estabilidad se obtiene superado el periodo de prueba
contemplado en el artículo 10 de la LPCL.
Para el caso de aquellos que hayan entroncado un vínculo laboral con el Estado y su
labor se encuadre dentro de la función pública, el artículo 40 de la Constitución, al igual
que el artículo 27 antes mencionado, delega la concretización del contenido del derecho
a la estabilidad en el trabajo al legislador, al establecer que “[l]a ley regula el ingreso a
la carrera administrativa, y los derechos, deberes y responsabilidades de los servidores
públicos”. La concreción de este dispositivo constitucional la ubicamos en el Decreto
Legislativo N° 276, Ley de Bases de la Carrera Administrativa y de Remuneraciones
del Sector Público, y en la norma reglamentaria de ésta, el Decreto Supremo N° 005-90-
PCM, Reglamento de la Carrera Administrativa. A diferencia del régimen laboral
privado, en el caso del régimen laboral público el propio legislador ha establecido que
uno de los derechos de los servidores públicos de carrera es el gozar de estabilidad, ya
que ningún servidor puede ser cesado sino por causa prevista en la Ley y de acuerdo con
el procedimiento [legalmente] establecido (artículo 24, literal b del Decreto Legislativo
N° 276).
En un mismo sentido, el Reglamento señalaba que los servidores de carrera gozan de
estabilidad laboral dentro de la Administración Pública, por lo cual solo pueden ser
destituidos por causa prevista en la Ley y previo procedimiento administrativo
disciplinario (artículo 100 del Reglamento). De esta manera, si nos encontramos ante
una sanción, como la destitución, por ejemplo, que el trabajador considere injustificada
o que se ha impuesto sin seguir el procedimiento legalmente establecido, puede este
interponer el recurso de reconsideración o apelación, agotando la vía administrativa; y,
de persistir la vulneración de su derecho a la estabilidad laboral, puede acudir al proceso
contencioso-administrativo para impugnar el acto administrativo que perpetró la injusta
destitución.
22
Consideramos que en un proceso ordinario laboral sería posible demandar la reposición frente a todo
despido lesivo de derechos constitucionales, independientemente que la causa inconstitucional encuadre
o no dentro de la lista taxativa establecida en el artículo 29 de la LPCL. Tal propuesta la exponemos en
HUAMÁN ESTRADA, Elmer, “La reposición del trabajador en un proceso laboral frente a todo despido
lesivo de derechos constitucionales”. En: Ita Ius Esto. Revista virtual de los alumnos de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Piura, Nº 2, 2008, pp. 303-319. Ver en: <www.itaiusesto.com/fl
ipbook2/edicion2/16.pdf>.
126 El contrato administrativo de servicios y su análisis constitucional a través del
proceso de amparo. Comentarios a una reciente sentencia
IIE
Ahora bien, en el régimen laboral público, al igual que en el régimen laboral privado,
existe también un “periodo de prueba” que ha sido establecido en la Ley N° 24041.
Recién superado este periodo es que el trabajador comprendido en el régimen laboral
público obtiene el derecho a la estabilidad laboral.
De un análisis de la regulación infraconstitucional del derecho a la estabilidad laboral de
los trabajadores, pertenezcan al régimen laboral privado o público, podemos concluir
que, siempre que se entabla una relación laboral, se adquiere protección contra la
decisión injustificada del empleador de dar por terminada la relación laboral sin que
exista una causa justificante que avale dicha decisión o sin que se lleve a cabo el
procedimiento legalmente establecido. Nuestro Tribunal Constitucional así lo ha
establecido al delimitar el contenido constitucional del derecho al trabajo y al analizar la
validez de la concreción normativa a nivel legal del artículo 27 de la Constitución: “(…)
uno de los aspectos del contenido esencial del derecho al trabajo es la proscripción del
despido salvo por causa justa”23
. Entonces, aseveramos que el permanecer en el puesto
de trabajo, sea el empleador un privado o el Estado, conforma parte del contenido
constitucional prestacional del derecho al trabajo o también denominado derecho a la
estabilidad laboral.
Este contenido confiere a su titular (el trabajador) la posibilidad de demandar el pago de
una indemnización o la reposición, en el caso del régimen laboral privado; y, en el caso
del régimen laboral público, a reclamar la nulidad del acto administrativo por el cual se
destituye injustificadamente al trabajador y, con ello, la restitución en el puesto de
trabajo.
Ahora bien, la normativa del CAS ¿ha dispuesto alguna protección el legislador en caso
la entidad pública resuelva injustificadamente el contrato? La respuesta a esta incógnita
la localizamos en el artículo 13, inciso 3 del Reglamento del CAS, que establece que
“[c]uando el contrato administrativo de servicios sea resuelto por la entidad pública,
unilateralmente y sin mediar incumplimiento del contratado, el juez podrá aplicar una
penalidad equivalente a las contraprestaciones dejadas de percibir, hasta un importe
equivalente máximo a los dos (2) meses”.
El CAS es, según su propia nomenclatura, un contrato administrativo. En materia de
contrataciones del Estado, el incumplimiento de la entidad estatal del contrato genera la
obligación de esta última de pagar una penalidad a favor del contratista. Por eso, no nos
extraña que el artículo 13.3 del reglamento utilice el término “penalidad”. Sin embargo,
la normativa infraconstitucional no puede llamar a algo intentando cambiar la esencia de
ese algo. Y esto es lo que ocurre en el caso materia de análisis. Como no hay
supuestamente relación laboral, sino un contrato administrativo, no hay un derecho a la
reposición o a la indemnización, sino al pago de una penalidad. Empero, este proceder
del legislador nacional es contrario a la Norma Fundamental y, a continuación,
procederemos a explicar por qué esta aseveración.
La estabilidad laboral, tal como lo hemos señalando anteriormente, es un derecho
fundamental cuya titularidad empieza a ostentar una persona natural cuando se
23
Exp. N° 1124-2001-AA/TC, del 11 de julio de 2002, f. j. 12.
Elmer N. Huamán Estrada 127
IIE
involucra en una relación laboral como trabajador. Este derecho fundamental está
reconocido en nuestra Norma Fundamental en el artículo 27 para el caso del régimen
laboral privado y el artículo 40 para el caso del régimen laboral público. Los contornos
de este derecho y su contenido, sin embargo, no los desarrolla el constituyente, sino que
tal labor se ha delegado al legislador. No obstante, tal labor no es ilimitada, sino que
encuentra como parámetro de su validez a los derechos y principios fundamentales que
la Constitución reconoce.
Así, no deben nunca perderse de vista, al momento de elaborar normas
infraconstitucionales, dispositivos constitucionales como los artículos 22 y 23 de
nuestra Constitución, que realzan como valor fundamental de nuestra sociedad el trabajo
(asalariado o independiente) de toda persona natural. Y, como sustrato primero, tenemos
lo dispuesto en el artículo 1 de la Constitución, que reconoce que la defensa de la
persona humana y el respeto son el fin supremo de la sociedad y el Estado; y lo
establecido en el artículo 43, dispositivo en el que se reconoce que nuestro país es un
Estado Social. Puede verse, entonces, que desde una interpretación conjunta de los
distintos dispositivos constitucionales mencionados, el derecho a la estabilidad no puede
ser desconocido en su existencia por el legislador nacional.
Lo único que puede hacer el legislador, y siempre de manera proporcionada y
razonable, es determinar en qué consistirá la protección que se le dispense al trabajador
(la readmisión al puesto de trabajo o el pago de una indemnización). Pues bien, creemos
que el legislador nacional no ha diseñado una verdadera estabilidad laboral para
aquellos contratados a través del CAS. Y esto sucede porque antes que diseñar un
contenido válido de este derecho, efectúa un supuesto de discriminación, acto repudiado
por el ordenamiento jurídico al constituir una afectación al derecho constitucional a la
igualdad.
Luego de haber expuesto cuál ha sido el desarrollo propuesto por el legislador peruano
del contenido del derecho a la estabilidad laboral, tanto en el caso del régimen laboral
privado como del público, podemos afirmar que ninguno de estos sistemas de
estabilidad se equipara a la diminuta protección que brinda la normativa del CAS al
contratado por este régimen. Tal diferenciación no guarda la proporcionalidad necesaria
para avalar su validez. Por lo tanto, tanto el Decreto Legislativo N° 1057 como su
norma reglamentaria son inconstitucionales al discriminar a los contratados mediante el
CAS ya que les niega un derecho fundamental de titularidad de todo trabajador como lo
es el derecho a la estabilidad laboral o protección contra la decisión injustificada de todo
trabajador de dar por terminada la relación de trabajo.
III. El principio de primacía de la realidad ¿Es de aplicabilidad en el CAS?
Algunos autores nacionales que se han detenido a analizar el CAS señalan que el
principio de primacía de la realidad permitiría declarar la existencia de una verdadera
relación laboral24
. Nosotros no compartimos esa línea de opinión. Explicamos porqué.
24
Cfr. AGREDA ALIAGA, Jorge Orlando. “El régimen especial de contratación administrativa de
servicios”. En: Revista Jurídica del Perú. N° 94, Editorial Normas Legales, diciembre de 2008, pp. 37-
41; Cfr. CARHUATOCTO SANDOVAL, Henry. “El principio de primacía de la realidad aplicado al
régimen de contratación administrativa de servicios”. En: Revista Jurídica del Perú. N° 96, Editorial
Normas Legales, febrero de 2009, pp. 184-193.
128 El contrato administrativo de servicios y su análisis constitucional a través del
proceso de amparo. Comentarios a una reciente sentencia
IIE
El principio de primacía de la realidad es uno de los principios de mayor importancia en
el Derecho del Trabajo. El maestro Plá Rodríguez lo define de la siguiente manera: “el
principio de primacía de la realidad significa que en el caso de discordancia entre lo que
ocurre en la práctica y lo que surge de documentos o acuerdos, debe darse preferencia a
lo primero, es decir, a lo que sucede en el terreno de los hechos”25
.
Neves Mujica, respecto a este principio, nos explica que el ordenamiento laboral está
compuesto básicamente por normas imperativas que otorgan beneficios a los
trabajadores. Por esa razón, existe un constante riesgo de que el empleador intente
evadir su cumplimiento, con o sin la concurrencia de la voluntad formal del trabajador,
que, en estos casos, es irrelevante. Algunas veces el incumplimiento de las normas es
directo y otras indirecto. Es directo cuando, por ejemplo, se omite pagar un beneficio
laboral. Es indirecto, en cambio, cuando hay un ocultamiento de la vulneración. Se
califica a una situación o relación jurídica de un modo que no guarda conformidad con
su naturaleza, provocando el sometimiento a un régimen jurídico que no es el
pertinente. Es precisamente este último supuesto el que aborda el principio de primacía
de la realidad26
.
García Granara nos dice: “conforme a este principio, la forma cede ante los hechos, los
cuales determinan la naturaleza jurídica de la situación producida, como ocurre cuando
se reconoce la existencia de relación laboral al concurrir los elementos tipificantes del
contrato de trabajo, al margen de que la formalidad pueda presentar un contrato civil,
normalmente de locación de servicios”27
Bajo la exposición de estas posiciones, consideramos que, con relación al CAS, el
principio de primacía de la realidad no resulta de aplicación. La razón es la siguiente: el
principio señalado opera cuando se celebra un contrato dándole un nombre determinado
–buscando con ello la aplicación de las normas que regulan este contrato– disfrazando
otra verdadera relación contractual. Si nos fijamos bien, nos damos cuenta que, en este
caso, el contrato que se celebra tiene como fin escapar a la regulación del contrato
encubierto, y, para ello, se recurre a la normativa del contrato celebrado.
En el caso del CAS ocurre algo muy distinto. Es el propio Decreto Legislativo N° 1057
el que nos dice que no hay relación contractual laboral en caso de que se celebre un
CAS. Entonces, ¿de qué manera operaría el principio de primacía de la realidad, si en
este caso estamos frente a una norma, no frente a un documento o un contrato, que nos
dice que no hay relación laboral? La única manera de desvestir una verdadera relación
laboral es inaplicando la norma legal que regula el CAS. Y la única manera por la cual
se puede inaplicar es por adolecer de invalidez al contravenir una norma
jerárquicamente superior. Tal norma es, lógicamente, la Constitución, la cual puede ser
25
PLÁ RODRÍGUEZ, Américo. Los principios del Derecho del Trabajo, Tercera edición, Depalma,
Buenos Aires, 1998, p. 313. 26
NEVES MUJICA, Javier. Introducción al Derecho Laboral. Reimpresión segunda edición, Fondo
Editorial PUCP, Lima 2004, p. 36. 27
GARCÍA GRANARA, Fernando. “La primacía de la realidad y la inspección del trabajo”. En: AA.VV.
Los principios del Derecho del Trabajo en el Derecho Peruano. Libro Homenaje al profesor Américo Plá
Rodríguez. Segunda edición, Grijley, Lima, 2009, p. 532.
Elmer N. Huamán Estrada 129
IIE
contravenida por normas inferiores a esta, a través de la vulneración de los derechos y
principios fundamentales que reconoce o por contravenir las normas fundamentales que
regulan la estructura del Estado. La inconstitucionalidad de la regulación del CAS la
hemos expuesto al inicio de este trabajo.
IV. Análisis de la sentencia
La sentencia en comentario resuelve un proceso de amparo iniciado por Florinda
Guerrero Mendoza en contra de la Municipalidad Provincial de Rioja. A través de este
proceso constitucional busca obtener su reposición en su puesto de obrera de limpieza
pública en la Municipalidad, puesto que a través de la Carta Nº 068-2009-UP/MPR se
le señala que el vínculo jurídico que entre la entidad y ella existía se daba por
culminado.
Lo controvertido de esta demanda es que el vínculo jurídico surgido entre la entidad
estatal y la demandante tuvo como fuente normativa de origen el Decreto Legislativo Nº
1057 y su Reglamento, normas que regulan el CAS en nuestro país. Parece que la
extinción el 30 de abril del 2009 de este contrato, por haber culminado su plazo de
duración, originó que la demandante considere que sus derechos fundamentales se
habían vulnerado. Sin embargo, para la entidad estatal no existe tal vulneración, ya que
la normativa que regula el CAS define a esta modalidad como un contrato
administrativo, el cual está regulado de una manera distinta al contrato de trabajo. Es
decir, el CAS está al margen del Decreto Legislativo Nº 276 y del régimen laboral
privado, pues constituye una modalidad contractual sui generis.
La demanda de amparo es declara fundada en primera y segunda instancia, con lo cual
el proceso constitucional concluye. El juez de amparo en segunda instancia reafirma el
criterio del de primera instancia y considera que, en este caso, existe una afectación a
los derechos constitucionales del demandante por las siguientes razones:
a) La naturaleza laboral de la relación jurídica del vínculo que surge cuando se celebra
un CAS
Para el órgano judicial la regulación normativa del CAS establece que las labores que
realiza un contratado mediante esta modalidad son personales, dependiente y
subordinadas. Además, son causa del goce de ciertos y específicos derechos y
beneficios sociales que resultan privativos del contrato de trabajo. Esto evidencia una
contradicción del legislador por conceder y reconocer derechos que tienen como fuente
al contrato de trabajo, y, su vez, negar la existencia de relación laboral. Tal
contradicción contravendría la naturaleza tuitiva de la Constitución, y los dispositivos
constitucionales contenidos en sus artículos 22 y 23.
b) El principio de primacía de la realidad
El órgano judicial define al principio de realidad, y señala que la relación laboral se
constituye con independencia de la denominación que se le otorgue a dicha relación.
c) La libertad de contratar reconocida en el artículo 62 de la Constitución debe
interpretarse conforme al artículo 2 inciso 14 de la misma norma fundamental que
establece el derecho a contratar con fines lícitos siempre que no se contravengan leyes
de orden público. Reincide el órgano judicial en señalar que si el contrato independiente
130 El contrato administrativo de servicios y su análisis constitucional a través del
proceso de amparo. Comentarios a una reciente sentencia
IIE
de su regulación y denominación se transforma en un mecanismo que distorsiona
derechos laborales no cabe la menor duda de que el objeto de licitud predicado por la
norma fundamental se ve vulnerado.
d) Finalmente, se ha probado que el demandante ha prestado servicios de manera
subordinada, remunerada, y a cambio del pago de una remuneración a favor de la
entidad estatal demandada. Por esa razón, se coincide con lo resuelto en primera
instancia, y, se declara nula la Carta Nº 068-2009-UP/MPR ordenándose que la entidad
demandada reponga al demandante en el mismo cargo de la obrera de limpieza pública
(u otro cargo de similar categoría) de la entidad estatal demandada.
Nosotros consideramos correcto el fallo emitido por esta Corte Superior. Sin embargo,
queremos precisar ciertas precisiones respecto a la argumentación desplegada:
1.- El órgano judicial acierta al tomar como punto de partida de su argumentación al
artículo 22 y 23 de la Constitución. Son, desde nuestra óptica, estos dos dispositivos
constitucionales los que impiden al legislador nacional establecer que no existe relación
laboral a pesar de que estemos frente a una prestación personal de servicios,
subordinada y remunerada.
2.- El principio de primacía de la realidad no es de aplicación en el presente caso por los
argumentos que antes hemos esgrimido.
3.- La labor del juez constitucional, en este caso, debió centrarse en determinar la
constitucionalidad de la normativa del CAS a efectos de aplicar el control difuso e
inaplicar esta normativa. Debió, así, determinar los derechos fundamentales vulnerados,
el contenido constitucional de estos derechos, y si la normativa del CAS vulnera los
mismos. Una vez que se arribara a la conclusión de que existía una vulneración al
contenido constitucional de los derechos laborales del demandante, y que por tal razón
la normativa del CAS es inconstitucional, recién podría el juez constitucional aplicar el
control difuso e inaplicar esta normativa.
4.- Finalmente, es pertinente resaltar que en esta sentencia –y muy probablemente
también en la sentencia de segunda instancia- no se ha analizado lo concerniente a la vía
previa y a la vía igualmente satisfactoria. Probablemente, en las próximas sentencias
que resuelvan procesos de amparo analizando este tópico se elaboren pronunciamiento
sobre estas dos figuras.
V. Conclusiones
Desde hace un tiempo venimos sosteniendo que la normativa del CAS colisiona
frontalmente con la Constitución y derechos fundamentales en ella reconocidos. Para ser
más exactos, consideramos que se desconoce la Constitución Laboral y los derechos
fundamentales laborales y derechos laborales fundamentales de todos aquellos que
celebran un CAS.
Nuestra propuesta parte de una premisa: la cláusula de Estado Social reconocida en el
artículo 43 de la Constitución. Este dispositivo, a la vez, debe interpretarse
Elmer N. Huamán Estrada 131
IIE
conjuntamente con el artículo 1 de la misma norma fundamental, que señala que la
defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la
sociedad y del Estado. Finalmente, para cerrar el bloque de constitucionalidad, se debe
tener en cuenta el artículo 22 y 23, que señalan que el trabajo es un deber y un derecho,
que es base del bienestar social y un medio de realización de la persona, y que ninguna
relación laboral puede limitar el ejercicio de los derechos constitucionales, ni
desconocer ni rebajar la dignidad del trabajador.
La configuración de Estado Social le impone al Poder Público, y a los particulares en
menor medida, el deber de atender las desigualdades sociales y buscar mecanismos para
que se eliminen. El Derecho del Trabajo es, pues, una herramienta diseñada con el fin
de desterrar las desigualdades que se producen en el plano productivo de un ámbito
determinado. Intentar, ahora, desconocer su ámbito significaría desconocer que allí,
donde hay una desigualdad, no deben establecerse mecanismos de protección y de tutela
de la parte más débil en esta desigualdad.
Y es que si intentamos extraer de la órbita del Derecho del Trabajo a la relación jurídica
que surge con un CAS, y la insertamos en las reglas del Derecho Administrativo, ¿eso
no significaría desconocer que estamos en un Estado Social, que estamos en un Estado
en donde el trabajo es base del bienestar social, y que estamos en un Estado donde
constitucionalmente se ha establecido que ninguna relación laboral puede limitar los
derechos del trabajador?
La sentencia que hemos comentado en este análisis jurisprudencial es una de los
primeros pronunciamientos jurisprudenciales que analizan la institución del CAS.
Avisoramos, sin embargo, que no será la única sentencia que exista al respecto; por el
contrario, muy probablemente, dentro de poco empezarán a proliferar las sentencias que
resuelvan los conflictos jurídicos que esta figura va a desatar. Y eso no será sino
muestra del enorme descontento social que produce una modalidad contractual, que, a
todas luces, evidencia un trato discriminatorio lesivo de la Constitución y de los
derechos fundamentales.
VI. Sentencia objeto de análisis
PROCESO DE AMPARO
CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA DE SAN MARTIN
SALA MIXTA INTINERANTE DE MOYOBAMBA
Exp. N° 2009-0097
Demandante : Florinda Guerrero Mendoza
Demandado : Municipalidad Provincial de Rioja
Materia : Acción de Amparo
Resolución Numero ONCE
Moyobamba, veinticuatro de noviembre del dos mil nueve.
V1STOS: En Audiencia Publica interviniendo como Juez Superior Ponente la doctora
Nelly Pinto Alcarraz; CONSIDERANDO: primero: Que, la Municipalidad Provincial
de Rioja apela la sentencia sosteniendo que el demandante le ha prestado servidos
132 El contrato administrativo de servicios y su análisis constitucional a través del
proceso de amparo. Comentarios a una reciente sentencia
IIE
subordinados sujeto a las disposiciones del Decreto Legislativo N° 1057 y su
Reglamento que consagra una modalidad contractual sui generis que desconoce el
carácter laboral de sus labores por lo que se encuentra fuera del ámbito del Decreto
Legislativo N° 276 y del Régimen Laboral Privado con lo que resultaba perfectamente
posible que su contrato concluya el 30 de abril del 2009; Segundo: Que, el Decreto
Legislativo N° 1057 que regula el régimen especial de contratación administrativa de
servicios, define en su articulo 3 que el contrato administrativo de servicios constituye
una modalidad especial propia del derecho administrativo y privativa del Estado
excluyendo de sus alcances a los contratos de prestación de servidos de consultaría o de
accesoria, siempre que se desarrollen de forma autónoma, fuera de los locales o centros
de trabajo de la entidad, precisando en su articulo 4 que se reconoce y asegura al
personal bajo su ámbito: a) Un máximo de cuarenta y ocho horas de prestación de
servidos a la semana; b) Descanso de veinticuatro horas continuas por semana; c)
Descanso de quince días calendario continuos por año cumplido; y d) Afiliación al
régimen contributivo que administra ESSALUD; Tercero: Que, en estos términos queda
claro que por expresa decisión del legislador las labores sujetas al Contrato
Administrativo de Servicios que regula el Decreto Legislativo N° 1057 no solo resultan
ser personales, dependientes y subordinadas sino que además son causa eficiente del
goce de ciertos y específicos derechos y beneficios sociales que por lo demás resultan
privativos de un contrato de trabajo así se desprende de la regulación contenida en el
artículo 25 de la Constitución Política del Estado que es desarrollada a nivel ordinario
por las disposiciones contenidas en el Decreto Legislativo N° 854 y 713; Cuarto: Que,
esta aparente y contradictoria decisión del legislador de conceder y reconocer derechos
que tienen como fuente exclusiva y excluyente al contrato de trabajo, se ve explicada
por su inconsistente decisión de buscar formalmente descartar su configuración a pesar
de la presencia innegable de los elementos que sirven pare ratificar su existencia lo cual
contradice la naturaleza tuitiva de la Constitución Política del Estado de 1993, que ha
visto al trabajo como un deber y un derecho base del bienestar social y medio de la
realización de la persona (articulo 22); y además como un objetivo de atención
prioritaria del Estado (articulo 23); Quinto: Que, efectivamente es la propia naturaleza
tuitiva de La Constitución Política del Estado la que impone como elemento decisivo al
momento de calificar la real naturaleza de una relación de servicios al Principio de
Primacía de la Realidad o de Veracidad que delimita que el Juez en caso de discordia
entre lo que ocurre en la practica y lo que surge de documentos o de acuerdos, debe
darle preferencia a lo primero, esto es, a lo que ocurre en el terreno de los hechos o de la
realidad, pues el contrato de trabajo constituye un contrato realidad que se tipifica por la
forma y condiciones bajo las cuales se ha prestado el servido con prescindencia de la
denominad6n que se le pudiese otorgar a dicha relación; Sexto: Que, por ello
desarrollando a nivel ordinario el contenido tuitivo que se desprende de los artículos 22
y 23 de la Constitución Política del Estado el primer párrafo del articulo 4 de la Ley de
Productividad y Competitividad Laboral ha establecido que se presume la existencia de
un contrato de trabajo cuando concurren tres elementos: la prestación personal de
servicios, la subordinación y la remuneración (prestación subordinada de servidos a
cambio de una remuneración), es decir el contrato de trabajo presupone el
establecimiento de una relación laboral permanente entre el empleador y el trabajador,
en virtud de la cual este se obliga a prestar servicios en beneficio de aquel de manera
diaria continua y permanente, cumpliendo un horario de trabajo; Sétimo: Que, en tal
virtud probado como esta en el proceso las labores personales y subordinadas
Elmer N. Huamán Estrada 133
IIE
desarrolladas por la demandante a favor de la accionada con los documentos
consistentes en planillas de fojas treinta y treinta y nueve, así como de los informes de
fojas diecisiete a veintinueve, y los roles de trabajo semanal de fojas cuarenta a setenta y
ocho, los cuales sirven para establecer la configuración de una típica relación de trabajo
(desde el mes de enero del dos mil ocho) no podría por imperio del bloque de
constitucionalidad integrado por los artículos 22 y 23 de la Constitución Política del
Estado y el articulo 4 de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral coincidirse
con la tesis esbozada por la apelante sin afectar la dignidad del trabajador demandante y
que en especifico se ve resguardada por la cláusula de salvaguarda que consagra que
ninguna relación laboral puede limitar el ejercicio de los derechos constitucionales entre
ellos aquel que impide su despido salvo por la existencia de causa justa, aun cuando
formalmente se haya sometido su contratación a un régimen legal ajeno y distinto al
laboral pues, si bien el articulo 62 de la Constitución Política del Estado establece que la
libertad de contratar garantiza que las partes puedan pactar según las normas vigentes al
momento del contrato y que los términos contractuales no pueden ser modificados por
leyes u otras disposiciones de cualquier clase, dicha disposición necesariamente debe
interpretarse en concordancia con su articulo Segundo inciso 14 que reconoce el
derecho a la contratación con fines ilícitos, siempre que no se contravengan leyes de
orden público; Octavo: Que, por consiguiente, y en desmedro de lo que pueda suponer
una conclusión apresurada, es necesaria una lectura sistemática de la Constitución que,
acorde con lo citado, permita considerar que el derecho a la contratación no es ilimitado,
sino que se encuentra evidentemente condicionado en sus alcances, incluso, no solo por
límites explícitos, sino también implícitos. Limites explícitos a la contratación, son la
licitud como objetivo de todo contrato y el respeto a las normas de orden publico.
Limites implícitos, en cambio, serían las restricciones del derecho de contratación frente
a lo que pueda suponer el alcance de otros derechos fundamentales y la correlativa
exigencia de no poder pactarse contra ellos. Asumir que un acuerdo de voluntades, por
mes respetable que parezca, puede operar sin ningún referente valorativo, significaría no
precisamente reconocer un derecho fundamental, sino un mecanismo de eventual
desnaturalización de tales derechos; Noveno: Que, bajo este contexto si el contrato
independiente de su regulación y denominación se transforma en un mecanismo que
distorsiona derechos laborales no cabe la menor duda de que el objetivo de licitud
predicado por la norma fundamental se ve vulnerado, por tanto no existe razón que
válidamente impida coincidir con lo razonado en la recurrida quo luego de definir que la
accionante se encontraba sujeta a un contrato de trabajo ha sancionado con su
reposición la decisión de la accionada de despedirla del empleo sin que exista cause
justa que la justifique; Décimo: Que, en el presente proceso se han anexado copias que
corresponden a la solicitud de medida cautelar del demandante, así como la resolución
de la A-quo, que ordena que se forme el cuaderno de su propósito, lo cual no
corresponde a este cuaderno principal por lo que la Juez de la cause deberá ordenar su
desglose para los fines correspondientes; por estas consideraciones CONFIRMARON la
sentencia de fecha seis de agosto del dos mil nueve que declara fundada en parte la
demanda de fojas setenta y nueve a ochenta y ocho interpuesta por doña Florinda
Guerrero Mendoza contra la Municipalidad Provincial de Rioja, en consecuencia
Declara Nula a inaplicable la Carta N° 068-2009-UP/MPR, de fecha cuatro de mayo del
presente año y Ordena que la entidad demandada reponga a la demandante en el mismo
cargo de Obrera de Limpieza Publica (u otro de similar categoría), de la Municipalidad
de Rioja, que venía desempeñando hasta el treinta abril del dos mil nueve; con lo demás
que contiene y es materia de apelación; en los seguidos por Florinda Guerrero Mendoza
contra la Municipalidad Provincial de Rioja y otro sobre proceso Constitucional de