Elogio de la Ingenier a

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Elogio de la Ingenier��a�

Javier AracilEscuela Superior de Ingenieros

Universidad de SevillaCamino de los Descubrimientos, s/n

41092-Sevilla

Es para m�� un honor y una satisfacci�on encontrarme aqu�� cumpliendocon lo preceptuado para el ingreso en la Academia Sevillana de Ciencias. Enprimer lugar quiero expresar mi agradecimiento a quienes han depositado sucon�anza en m�� y han hecho posible esta incorporaci�on. Considero un motivoespecial de orgullo el integrarme en una instituci�on de la que forman partepersonas por las que siento el mayor respeto acad�emico y estima personal.He sido llamado por mi condici�on de ingeniero, y voy a formar parte de loque hab�eis denominado Secci�on de Tecnolog��a (a m�� me hubiese gustado m�asT�ecnica, por lo que dir�e luego) en una Academia de Ciencias. De ello parecedesprenderse que se espera que una parte considerable de mi participaci�onen ella se dedique a las relaciones de la ingenier��a con la ciencia, e inevitable-mente tambi�en con la t�ecnica. Ingenier��a, ciencia y t�ecnica cubren dominiosaut�onomos, entre los que existen fronteras que implican, a la vez, contacto yseparaci�on. Por todo ello resulta natural que dedique �esta aportaci�on iniciala analizar la primera de esas tres esferas del quehacer humano, con especialreferencia a la zona que linda los bordes con las otras dos. Adem�as, parareferirme a un caso concreto, tratar�e, aunque sea someramente, del �area de

�Publicado en Memorias de la Real Academia Sevillana de Ciencias, Vol. 4,121-143, 1999.

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la ingenier��a en la que se desarrolla mi actividad: la autom�atica, que nossuministrar�a un ejemplo de c�omo desenvolverse entre esas sutiles demarca-ciones. Este es el plan que paso a desarrollar, sin dilapidar m�as tiempo enpre�ambulos, ya que el hecho de ser una plaza de nueva creaci�on me libera deltradicional elogio al anterior ocupante.

El t�ermino ingenier��a se usa, al menos, en dos sentidos. En uno amplio, sere�ere a todas las actividades propias de los ingenieros. En el restringido, alas de una o�cina t�ecnica que lleva a cabo el estudio completo de un proyectoindustrial, de un sistema de comunicaci�on o transporte, etc�etera. Estas dosacepciones se hallan emparentadas, y as��, mientras la primera hace alusi�on auna funci�on social que se ha decantado a lo largo del tiempo en una profesi�on,la segunda se re�ere a una forma concreta de manifestarse �esta. Aqu�� nosocuparemos fundamentalmente de la primera. Partiremos de que la ingenier��aes lo que hacen los ingenieros, por lo que la cuesti�on se traslada a la de qu�eson y de c�omo han aparecido.

Cuando hablamos de ingenieros todo el mundo sabe a qu�e nos referimos,al menos en principio. Ciertos profesionales que conciben, proyectan, con-struyen y gestionan la explotaci�on e�ciente de obras p�ublicas, m�aquinas, pro-cesos productivos, sistemas de control, redes de comunicaciones, centrales en-erg�eticas, sistemas de regad��os, y un largo etc�etera. Ser��a vana la pretensi�onde una de�nici�on extensiva de la ingenier��a, aunque en todas sus labores en-contramos un rasgo com�un: se trata de reducir la dependencia directa delos seres humanos con respecto a ciertas vicisitudes a las que los somete lanaturaleza. Para la realizaci�on de esas actividades los ingenieros recurren atodos los conocimientos disponibles respecto a los �ambitos correspondientes,y entre ellos encuentran un lugar preeminente los que suministra la ciencia.Eso es as�� hasta el punto de que es frecuente encontrar de�niciones de laingenier��a que la reducen a la aplicaci�on del conocimiento cient���co. Frentea esa acepci�on se encuentra la de los que proponen que lo espec���co de laingenier��a no es la mera aplicaci�on de la ciencia, sino la concepci�on de in-genios arti�ciales1 (algo que previamente no exist��a) de los que se pretende

1Puede pensarse que se cae en un c��rculo vicioso al de�nir los artefactos como lo quehacen los ingenieros, y los ingenieros como los que hacen los artefactos. Sin embargo,ese c��rculo vicioso es m�as aparente que real, pues hist�oricamente los ingenieros se han

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alguna forma de utilidad. En lo que sigue voy a argumentar en favor deesta segunda acepci�on. En la otra est�a impl��cita una cierta subordinaci�on, almenos conceptual, que priva a la ingenier��a de su autonom��a y especi�cidad.

En este orden de cosas es notable que el t�ermino ingenier��a est�e asociadoa una facultad del esp��ritu humano (posiblemente sea la �unica profesi�on enla que ocurre algo an�alogo). En su etimolog��a latina ingenium viene de geno.Este t�ermino tiene dos valores: por una parte alude a lo innato, natural; porotra a la invenci�on, a la capacidad del esp��ritu de generar. Estos dos valoresse re�unen en la idea seg�un la cual el ingenio es una cierta potencia naturaldel esp��ritu, interna e innata, que, por su propia naturaleza, nos lleva hacia lodesconocido; es una potencia del esp��ritu que permite conciliar elementos conel �n de alcanzar ciertas metas. Esta facultad se ha vinculado con el quehacerde los ingenieros y est�a en la base de la consideraci�on de la ingenier��a comoinvenci�on, como concepci�on, como innovaci�on.

Pero antes de buscar precisiones a esas de�niciones vamos a evocar unr�apido bosquejo de la historia de la ingenier��a, que nos ayude a comprenderc�omo aparecen y qu�e hacen los ingenieros. La primera de las ramas de laingenier��a que hace hist�oricamente su aparici�on es la ingenier��a civil, dedicadaa la construcci�on de obras p�ublicas, monumentos y v��as de comunicaci�on. Semenciona al egipcio Imhotep como el primer ingeniero de nombre conocido,constructor de la pir�amide de Saqqara, cerca de Men�s, en torno al a~no2550 a.C. Los logros de la ingenier��a civil en las antiguas civilizaciones noscausan a�un hoy profunda admiraci�on, y se cuentan entre las m�as admirablesmanifestaciones del genio del g�enero humano.

En el mundo griego, por otra parte, encontramos en las actividades de losmec�anicos helenos otro tipo de manifestaciones diferentes, aunque de natura-

ocupado de un cierto tipo de artefactos, que son los que han de�nido el campo profesionalde los ingenieros. Este campo ha variado a lo largo de la historia. En tiempos antiguosse limitaba a las obras p�ublicas. En la actualidad comprende un campo muy vasto, queincluye no s�olo el aspecto f��sico de los artefactos, sino tambi�en cuestiones de organizaci�ony de informaci�on. Por ello el concepto de objeto arti�cial hay que entenderlo en un sentidomuy amplio, que incluya no s�olo la materialidad del objeto sino aspectos de organizaci�on,especialmente en sistemas complejos.

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leza an�aloga. Con los elementales recursos que suministraba la incipiente tec-nolog��a mec�anica concibieron y realizaron ingeniosos artilugios para resolverlas m�as b�asicas necesidades o aun artefactos ornamentales. La �gura m�as no-table posiblemente sea Arqu��medes, que desarroll�o legendarias maquinariasde guerra y mecanismos de naturaleza muy variada. En una fase posteriordel helenismo, en la Escuela de Alejandr��a, nos encontramos con nombrescomo los de Tsebios y Her�on. No hay constancia de que estas actividadesestuviesen asociadas a un cuerpo profesional diferenciado como, por ejemplo,exist��a ya entonces con los m�edicos. Sin embargo, s�� hay un rasgo com�un quecaracteriza ese modo de actividad y que gira en torno a la imaginaci�on, lainvenci�on y la habilidad para llevar a la pr�actica sus concepciones. Notas queestaban llamadas a ser los rasgos que de�nen la especi�cidad de la ingenier��a.

Los romanos desarrollaron importantes obras de ingenier��a, especialmenteen sus obras hidr�aulicas, y nos legaron un texto esencial para el conocimientode la t�ecnica de la antig�uedad: el de Vitrubio2.

Durante la Edad Media se registran las primeras voces en las que seinsin�ua el t�ermino `ingeniero'. As�� encontramos vocablos como ingeniator,ingeniarius, ingeniosus y otros an�alogos. Con todos ellos se alude a artesanosespecializados en la concepci�on de m�aquinas, y particularmente de m�aquinasb�elicas, aunque tambi�en de arti�cios auxiliares para la construcci�on de igle-sias y obras p�ublicas.

Al �nal de la Edad Media se inicia un complejo proceso en el que el de-clinar del r�egimen feudal y el ascenso de la naciente burgues��a, creada en losn�ucleos urbanos en torno a actividades mercantiles, establece las bases de unproceso de singular importancia: el Renacimiento. La burgues��a es una claserica y activa que fomenta la producci�on industrial y la circulaci�on de bienes.Ello implica la aparici�on de un nuevo esp��ritu en el que la actividad pr�acticaadquiere un sensible desarrollo. Se produce un retorno a la \realidad", comoreacci�on a las tendencias marcadamente especulativas que hab��an dominado

2Entre otras, existe una versi�on facs��mil del Compendio de los diez libros de Arquitectura

de Vitrubio, por Claudio Perrault, traducci�on de Joseph Casta~neda, precedida por unestudio de J. B�erchez G�omez, realizada en 1981 por el Consejo Regional de Murcia.

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los tiempos medievales (no sin atisbos de renovaci�on que precisamente enel Renacimiento se plasmar��an). Las aportaciones de los ge�ometras sobrela perspectiva y las disecciones anat�omicas suministran nuevos elementos alos pintores y son ejemplos de la nueva forma de enfrentarse a lo real quetraen los tiempos. Empieza a ponerse de mani�esto el inter�es por lograr des-cripciones matem�aticas de los objetos que pueblan el mundo. La geometr��aentra a formar parte de la formaci�on de los arquitectos o de los dise~nadoresde m�aquinas de guerra. Por otra parte, la aritm�etica es la base primordialde las actividades contables de los mercaderes. La pretensi�on de disponer dedescripciones de la realidad m�as e�cientes condujo a promocionar los medioshumanos para alcanzarlas: la experiencia y los procedimientos racionales. Elhombre tiende a convertirse en la medida de las cosas, en el sentido de quepretende construir una imagen del mundo basada en los datos que le sumi-nistran sus propias facultades, de modo que deje de concebir la existencia deverdades m�as all�a de lo que pueda aprender de su contacto con la realidad.La importancia que todo ello iba a tener para la ingenier��a es considerable,ya que para �esta, al pretender transformar determinados aspectos del mundof��sico, la concepci�on que se tenga de lo que �este sea ser�a fundamental a lahora de realizar esa transformaci�on. No hay que olvidar, sin embargo, quela ciencia a �nes del siglo xv no conten��a todav��a m�as que elementos muydispares. Las matem�aticas se encontraban poco desarrolladas y no se utili-zaban m�as que en ciertos casos l��mites. La f��sica se reduc��a pr�acticamente ala astronom��a.

Una �gura especialmente representativa de esta �epoca es la de Leonardoda Vinci que es tanto un artista como un ingeniero y posiblemente tambi�en uncient���co (aunque sobre esto �ultimo no haya un acuerdo un�anime). Apartede su obra propiamente art��stica, lo que nos interesa aqu�� resaltar es sucuriosidad inagotable y su con�anza exclusiva en aquello que experimentabadirectamente con sus ojos. No le interesaban los libros, sino la realidad.Diseccion�o cad�averes, para explorar los secretos del cuerpo humano; sonde�olos misterios del desarrollo del feto en el seno materno; concibi�o juguetesmec�anicos y efectos especiales para las representaciones esc�enicas; ejerci�ocomo ingeniero militar en la concepci�on de forti�caciones y canales, as�� comode armas y nuevos arti�cios; ide�o incluso una fallida m�aquina voladora comoresultado de sus observaciones del vuelo de insectos y p�ajaros. En �el puede

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verse el prototipo de un esp��ritu abierto y universal, entre cuyas inquietudesno faltaron las propias de un ingeniero.

Seg�un se va consolidando el Renacimiento se va, a su vez, per�landola �gura del ingeniero que, en esa �epoca, es fundamentalmente un ingenieromilitar, especialista en forti�caciones3 y en arti�cios b�elicos, y que desempe~natambi�en funciones relacionadas con las obras p�ublicas. Se trata de creadores,m�as o menos independientes, que ponen sus habilidades al servicio de reyesy pr��ncipes. Hay que a~nadir que los ingenieros del Renacimiento no llegan aser promotores de un verdadero progreso t�ecnico.

En esta �epoca arte y t�ecnica se encuentran ��ntimamentre entrelazados,hasta el punto de poderse confundir. El ingeniero del Renacimiento es a lavez artista, artesano y militar. Esta relaci�on entre arte y t�ecnica se ilustracon el hecho de que la distinci�on entre lo que hoy conocemos como ingenieros,por una parte, y como arquitectos, por otra, no estaba claramente de�nida.Era frecuente que la misma persona desempe~nase las dos funciones. A ve-ces se produce un cierto atisbo de separaci�on, al asignarse al arquitecto laconcepci�on del edi�cio y a los ingenieros la de las m�aquinas con que se llevaa efecto. Sin embargo, esta separaci�on no es clara y, como sabemos, losingenieros dise~nan edi�cios a�un en la actualidad. Posiblemente la diferen-cia entre arquitectos e ingenieros civiles haya que buscarla en la cr��tica a laque someten sus invenciones unos y otros. En los arquitectos prevalece unacr��tica est�etica, mientras que en los ingenieros prima una racional4. Los unosbuscan la belleza de sus proyectos, mientras que los otros pretenden su fun-cionalidad, su adecuaci�on a los objetivos para los que han sido concebidos.De este modo se van de�niendo los per�les propios de la ingenier��a5.

Otra distinci�on que resulta interesante traer a colaci�on es la que tiene

3Cristobal de Rojas, Tres tratados sobre forti�caci�on y milicia, CEHOPU, MOPU,1985; B. Gille, Les ing�enieurs de la Renaissance, Hermann, 1964.

4La bifurcaci�on entre ingenieros y arquitectos guarda cierta analog��a con la que seproduce en el mundo griego al someter el mito a la cr��tica racional, dando lugar a la�losof��a, y a la est�etica, produciendo la literatura.

5Es notable que en la actualidad se est�e produciendo una nueva aproximaci�on entre laingenier��a y el arte gracias a la inform�atica.

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lugar entre la actividad t�ecnica propia de los ingenieros y la de los artesanos.Inicialmente, los ingenieros parecen ocuparse de ingenios militares y de obrasp�ublicas de cierta envergadura, mientras que las labores de los artesanosparecen estar m�as orientadas hacia lo que hoy conocemos como actividadindustrial. La labor de los artesanos es, m�as bien, t�ecnica, en el sentido deconocer las reglas que permiten resolver determinados problemas, mientrasque el ingeniero se ocupa de concebir artefactos, para cuya construcci�on, sinembargo, requerir�a los recursos t�ecnicos del artesano. Hasta el siglo xix estasactividades artesanales no adquieren el grado de desarrollo y elaboraci�on queinvita a que sean asumidas por ingenieros6. Corresponde a las Escuelas deArtes y O�cios decimon�onicas el haber desarrollado esa transici�on, sobre laque volveremos m�as adelante.

Los tiempos que siguen al Renacimiento, los siglos xvi y xvii, son untanto confusos. Son los tiempos de la Reforma y Contrarreforma, que ahogana Europa en largas y sangrientas guerras de religi�on. En ellos, sin embargo,sigue su curso la historia de la t�ecnica y contin�uan asent�andose las bases paralo que ser�a la ciencia moderna. Estos movimientos incipientes cristalizar�anen el siglo siguiente, en el xviii, que es una �epoca que tiene un especialinter�es en nuestra historia, pues entonces se fragua el ingeniero, en el sentidomoderno del t�ermino. Por ello conviene que nos detengamos un poco en ella.

El siglo xviii es el siglo de las Luces, de la Ilustraci�on o la Edad dela Raz�on, como tambi�en se conoce. Se trata de una �epoca de un esplen-doroso orecimiento en la historia de la humanidad, cuyos resplandores a�unnos alumbran (aunque, a veces, tambi�en nos deslumbren). La Ilustraci�on esun proceso complejo que presenta m�ultiples facetas, entre las que si hubieraque resaltar alguna ser��a la pretensi�on de desarrollar un sistema de valoresbasado en la autonom��a del hombre mediante el ejercicio de su raz�on. En-tre otras cosas, el movimiento ilustrado produce un programa de renovaci�onsocial. La Ilustraci�on promueve la transici�on de la teor��a a la pr�actica, dela disquisici�on especulativa a la acci�on reformadora, tanto en la vida p�ublicacomo en la privada. Los ilustrados consiguen que sus ideas se hagan realidad

6Durante el xix se produce el desdoblamiento de las labores del artesano en las pro-piamente manuales, que se destinan a los obreros, y en las de concepci�on que en su nivelsuperior quedan en manos de los ingenieros.

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mediante un extra~no y contradictorio maridaje con el poder real, el despo-tismo ilustrado, que representa una alianza entre el esp��ritu ilustrado y lamonarqu��a absoluta.

El cat�alogo de reformas generales que pretenden llevar a cabo aquellospa��ses que desean estar a la altura de la Ilustraci�on incluye, entre otras cosas,la promoci�on de la industria, el fomento del comercio interior mediante laeliminaci�on de barreras comerciales y el desarrollo de v��as de comunicaci�on,y el establecimiento de una administraci�on moderna. Para ello se requierenprofesionales preparados. Sin embargo, la universidad no es capaz de afrontarel reto y aportarlos. Por ello, la acci�on gubernamental se vio obligada a pro-mover una serie de instituciones renovadoras, especialmente las Academiasy centros an�alogos. Deben mencionarse tambi�en, en Espa~na, las SociedadesPatri�oticas o Econ�omicas de Amigos del Pa��s7 (hay instituciones an�alogas enel resto de los pa��ses europeos). Hubo algunos intentos de renovar la uni-versidad espa~nola, y uno de los m�as notables se promovi�o precisamente aqu��en Sevilla, con el Plan General de Estudios del Asistente Pablo Olavide que,como es sabido, no se llev�o a la pr�actica.

Entre los profesionales llamados a llevar a cabo el programa ilustradopronto se vio que los ingenieros pod��an jugar un papel considerable. Hastatal punto que la formaci�on de ingenieros se convierte en uno de los instru-mentos capitales para el desarrollo del programa. Se parte de los ingenierosmilitares8, que pose��an una s�olida reputaci�on profesional (basta considerar,por ejemplo, aqu�� en Sevilla, la F�abrica de Tabacos) y se trata de reconvertir-los en ingenieros propiamente civiles. Francia juega un papel especialmenterelevante en este proceso al crear una serie de Escuelas de Ingenieros9. Lam�as conocida de las pioneras es la �Ecole des Ponts et Chauss�ees, fundadaen el reinado de Luis XV, por Jean Rodolphe Perronet. Las actividades deesta Escuela ponen de mani�esto lo que, en la segunda mitad del siglo xviii,se estima que debe ser la actividad propia del ingeniero. En primer lugar,

7Carlos III y la ciencia de la Ilustraci�on, M. Sell�es, J.L. Peset y A. Lafuente (compi-ladores), Alianza, 1988.

8H. Capel y otros., De Palas a Minerva, Ediciones del Serbal, 1988.9En 1718 se crea la �Ecole des Ingenieurs, en 1747 la �Ecole des Ponts et Chauss�ees, en

1765 la �Ecole du Genie Marin, y en 1778 la �Ecole des Mines.

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concebir y representar las obras que se tiene intenci�on de ejecutar. Despu�es,poner los medios para llevarla a buen t�ermino. En esta Escuela participa ungrupo de espa~noles, dirigidos por Agust��n de Betancourt, que fueron becadosen 1785 y permanecieron en Par��s hasta 1791. Este grupo recibe el encargode Floridablanca de la creaci�on, en Espa~na, de una Escuela de Caminos yCanales a imagen y semejanza de aquella10. Ese grupo fue tambi�en el n�ucleodel Real Gabinete de M�aquinas instalado en el Palacio del Buen Retiro deMadrid11. Gabinete que es el precedente del Real Conservatorio de Artes yO�cios, que se fundar��a m�as tarde en 1826.

La formaci�on de los ingenieros en la Escuela de Perronet tiene un car�acterfundamentalmente pragm�atico, con una fuerte componente art��stica. Estepunto de vista es cuestionado durante la Revoluci�on Francesa, que propugnaun ingeniero que sea m�as sabio que artista, por lo que se crea, por la Con-venci�on, la �Ecole Polytechnique, el 11 de Marzo de 1794, a partir de unainiciativa de Carnot y de Monge. De este modo, se produce un cambiotranscendental en la formaci�on de los ingenieros, a partir del cual el c�alculotiende a sustituir al arte, por lo que empezaron a recibir una educaci�onsistem�atica de m�etodos matem�aticos y cient���cos12. No es dif��cil ver com-ponentes ideol�ogicos de corte cienti�sta en ese cambio. La Escuela, que sedenomin�o inicialmente �Ecole Centrale des Travaux Publics y pretendi�o sub-sumir la de Perronet, inclu��a una ense~nanza cient���ca por parte de profesoresque se contaban entre los m�as grandes matem�aticos, f��sicos y qu��micos dela �epoca. Ejercieron en ella como profesores Lagrange, Laplace, Monge yBerthollet, y estudiaron Biot, Gay-Lussac, Cauchy, Fresnel y Navier.

10Sebasti�an Padr�on Acosta, El ingeniero Agust��n de B�ethencourt y Molina, Instituto deEstudios Canarios, 1958; A. Bogoli�ubov, Agustin de Betancourt, Seminarios y Ediciones,S.A., 1973; A. Rumeu de Armas, Ciencia y Tecnolog��a en la Espa~na Ilustrada, Turner,1980; Jos�e A. Garc��a-Diego, En busca de Betancourt y Lanz, Castalia, 1985.

11V�ease A. Romeu de Armas, El Real Gabinete de M�aquinas del Buen Retiro, Castalia,1990; J.L. Pe~nalver, Descripci�on de las M�aquinas del Real Gabinete, Ed. de J. Fern�andezP�erez e I. Gonz�alez Tasc�on, Ediciones Doce Calles, 1991; Escritos de L�opez de Pe~nalver,Edici�on y estudio preliminar de Ernest Lluch, Antoni Bosch, 1992.

12La raz�on de haber incluido aqu�� la historia de los ingenieros en Francia, y no la de otrospaises tambi�en interesantes, como Inglaterra o Alemania, reside precisamente en que es enFrancia donde se produce la in exi�on hacia la ciencia en la formaci�on de los ingenieros.

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A �nales del xviii, los ingenieros se pueden clasi�car en tres grandesgrupos. En primer lugar, los ingenieros propiamente militares, cuya laborfundamental es la construcci�on y forti�caci�on de plazas. En segundo lugar,los ingenieros navales, que se ocupan de los asuntos n�auticos, tanto en su ver-tiente militar como civil. Y por �ultimo, los ingenieros civiles y los de minas,que se ocupan del trazado de las grandes rutas, de la construcci�on de puentesy canales, de la explotaci�on de las minas, etc. Sin embargo, adem�as de in-genieros para los cuerpos del Estado, se necesitaban otros que dirigiesen laindustrializaci�on que se estaba gestando. A principios de siglo xix el relativoretraso industrial de los paises en los que se estaba iniciando la revoluci�onindustrial se atribuye a la ausencia de una formaci�on regulada para los in-genieros con destino a la industria privada. A~nos antes, en 1780, previendoesta necesidad, el duque de la Rochefoucauld-Liancourt hab��a creado la �Ecole

des Enfants de l'Arm�ee, que en 1795 se fusiona con centros an�alogos paracrear un centro de formaci�on profesional, con una ense~nanza basada sobreel taller-escuela. Ello da lugar en 1805 a la �Ecole d'Arts et M�etiers, seg�unun modelo que se extiende por toda Francia. Con independencia de esta ex-periancia se crea en 1829, por iniciativa de los medios industriales, la �Ecole

Centrale des Arts et Manufactures, en la que se trata de formar a profesion-ales para la industria, ya muy cercanos a lo que hoy en Espa~na conocemoscomo ingenieros industriales. Esta �Ecole Centrale nace con la pretensi�on dedistanciarse de la �Ecole Polytechnique. Con ella se trata de compensar lade�ciencia de ingenieros en la industria privada y, al mismo tiempo, de con-trarrestar el poder que el monopolio de los cuerpos de ingenieros con�ere alEstado. Igualmente, se sientan las bases para una con uencia entre inge-nieros y ciertas labores hasta entonces encomendadas a artesanos, a la queya se ha aludido anteriormente.

La tendencia cienti�sta estaba llamada a consolidarse a lo largo del sigloxix, en el que se acent�ua la ense~nanza de la ingenier��a sobre s�olidas basescient���cas y te�oricas, aunque sea sacri�cando ciertos rasgos del pragmatismoilustrado que formaron parte del acervo de la ingenier��a en la segunda mitaddel xviii. El sistema franc�es de Escuelas de Ingenieros fue adoptado, convariantes m�as o menos acusadas, pr�acticamente por el resto de la Europacontinental y, en particular, por Espa~na. La excepci�on a esta tendenciase produce en Inglaterra donde el ingeniero permanece m�as apegado a la

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pr�actica, mientras que el franc�es y, en general, los ingenieros continentales,sufren un sesgo considerable hacia la teor��a. Inglaterra adopta una v��a propiapara la formaci�on de ingenieros como sucede, por otra parte, con el resto desu ense~nanza universitaria.

Por lo que respecta a Espa~na, en 1802 se crea la Escuela de Caminos yCanales, por Agust��n de Betancourt, aunque con car�acter ef��mero13. A~nosdespu�es, en 1826, se funda el Real Conservatorio de Artes y O�cios de Madrid,con Juan L�opez de Pe~nalver como Director, que est�a en el origen de lasEscuelas de Ingenieros Industriales14. Posteriormente, en 1835, se reabre laEscuela de Caminos, y entre esa fecha y mediados de siglo tiene lugar lacreaci�on de las Escuelas de Ingenieros decimon�onicas.

Los ingenieros, en la �epoca que estamos comentando, ten��an una for-maci�on en la que dominaba la mec�anica, tanto en sus vertientes de ingenier��acivil como de m�aquinas. Tambi�en pose��an conocimientos de metalurgia y dequ��mica15. A lo largo del siglo xix se produce la incorporaci�on de las ac-tividades industriales ligadas a la electricidad al patrimonio de la ingenier��a.Por otra parte, las explotaciones agr��colas y la gesti�on de los recursos natu-rales empiezan tambi�en a ser objeto de atenci�on por estos profesionales. Por�ultimo, ya en el siglo xx, la informaci�on y la organizaci�on se incorporan alos campos de actuaci�on de los ingenieros16.

* * *

Una vez hemos recordado c�omo hacen su aparici�on los ingenieros, vamosahora a dirigir nuestra mirada a la ciencia. La cristalizaci�on de la profesi�on

13F. S�aenz Ridruejo, Los ingenieros de Caminos, Colegio de Ingenieros de Caminos,1993.

14J.M. Alonso-Viguera, La ingenier��a Industrial Espa~nola en el siglo XIX, Colegio deIngenieros Industriales de Andaluc��a, 1994.

15Aunque estos �ultimos m�as orientados hacia la propia metalurgia que hacia los procesosde la industria qu��mica, tal como los conocemos en la actualidad.

16VV. AA. Breve historia de la ingenier��a espa~nola, Dossat, 1950; La ingenier��a espa~nolaen el siglo XX, G. Mill�an y otros, Fundaci�on Juan March, 1984.

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de ingeniero, a lo largo del siglo xviii, no es ajena al desarrollo cient���co,entre otras cosas porque la ciencia aporta el marco conceptual para describirel mundo f��sico, sobre el que aquel act�ua. La ingenier��a ilustrada se gesta alcalor de la nueva concepci�on cient���ca del mundo. Una parte considerablede la ingenier��a moderna se realiza sobre un sustrato de ciencia. Por elloaparecen juntas, tantas veces, la una y la otra. Ello no excluye las radicalesdiferencias entre ellas, como veremos luego.

La ciencia surge de la satisfacci�on sistem�atica de una actitud innata enel hombre: la curiosidad. Para saciarla tratamos de entender c�omo es elmundo, obtener descripciones razonables de su comportamiento, y contestaral inagotable reguero de preguntas que nos suscita. La ciencia ha producidouna singular acumulaci�on de conocimientos, de un tipo muy especial, que es elconocimiento cient���co y que constituye uno de los mayores monumentos delos que el ser humano puede sentirse leg��timamente orgulloso. Con la cienciase sacia la curiosidad, aunque no se obtenga necesariamente ninguna utilidad;su justi�caci�on �ultima reside en el placer que se siente al hacer inteligible elmundo. Se acaba de deslizar la palabra utilidad. Con ella estamos aludiendoa un dominio de naturaleza diferente, como es el de la t�ecnica. La cienciaes desinteresada, al tratar de satisfacer fundamentalmente el af�an de saber.La t�ecnica, por el contrario, no lo es; es intr��nsecamente interesada (surgecon una meta, un inter�es: la resoluci�on sistem�atica de un clase de problemaspr�acticos). La ingenier��a, a su vez, trata de entrelazar esos conocimientos enla s��ntesis de un proyecto que conducir�a a un ingenio arti�cial.

La ciencia responde a un designio: la voluntad de establecer un sabercon validez universal. El conocimiento cient���co es el tipo de conocimientomejor y m�as elaborado que tenemos, ya que lo hemos sometido a un procesocomplejo de contrastaci�on. Sin embargo, no es el �unico conocimiento delque disponemos, y es importante que tomemos nota de ello, porque antedeterminados problemas complejos, en ausencia de conocimientos cient���cos,debemos adoptar otras formas de conocimiento, m�as heur��stico, pero no porello menos �util. Lo contrario ser��a caer en el cienti�smo, que es una formade fundamentalismo que a�rma dogm�aticamente la autoridad omn��moda delconocimiento cient���co y que produce una desproporcionada con�anza en

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�el17.

La base del conocimiento cient���co es el rigor, la contrastaci�on, la b�usquedade una forma de saber de naturaleza tal que sea insensible a la especulaci�on.Su arma fundamental es el an�alisis cr��tico de las diferentes propuestas paraexplicar la realidad; an�alisis cr��tico mediante la contrastaci�on con los datosexperimentales; y mediante la b�usqueda de la coherencia interna de esosconocimientos. Esa coherencia es, para muchos, el factor esencial del placerde saber. Sin embargo, no est�a exenta de peligros, y su postulaci�on radicalno deja de ser un supuesto metaf��sico, aunque sea un importante motor dela actividad cient���ca.

La imagen del mundo que nos aporta la ciencia constituye la mejor des-cripci�on de la que disponemos del mundo f��sico y biol�ogico, y suministra labase sobre la que el ingeniero tiene que dise~nar su actuaci�on sobre �el. Sin em-bargo, no podemos permitirnos olvidar que esa descripci�on, con ser la mejor,no puede pretender agotar la realidad (ni siquiera tener car�acter de�nitivo).Una actitud cr��tica ante la ciencia nos lleva a que tengamos que rechazar laidea de que los seres humanos, mediante la facultad de la raz�on, poseamosuna a�nidad especial con la naturaleza intr��nseca de las cosas que nos per-mita captarla en su integridad, de forma transparente al veh��culo en el que serealizan las correspondientes descripciones; esa capacidad ser��a diferente, yde naturaleza superior, a la mera adecuaci�on de medios y �nes, que ya se daen los animales superiores, y en la que los t�ecnicos son expertos. Al tener quedescartar la existencia de esa aptitud mediante la cual la ciencia adquirir��a unpapel desvelador de la realidad �ultima, �esta adquiere un car�acter m�as local,m�as descriptivo, m�as fenomenol�ogico, menos interno, menos global. Y ello,si bien se piensa, nos lleva a reconsiderar determinadas posiciones aceptadasen ciertos medios respecto a las relaciones entre la ciencia y la t�ecnica.

* * *

17Se habla tambi�en de cienti�smo para referirse a lo que tiene la falsa pretensi�on de sercient���co, al recurrir a la ciencia de forma ileg��tima.

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Antes de analizar esas relaciones, conviene que nos detengamos un pocoen la t�ecnica. Desde una perspectiva antropol�ogica, la t�ecnica es una partesustancial del proceso de hominizaci�on. Si bien entre los primates m�as evolu-cionados se han detectado indicios rudimentarios del empleo de herramientas,especialmente para conseguir alimentos, el proceso de hominizaci�on se iden-ti�ca, en gran medida, con el desarrollo de las t�ecnicas. Es posible encontrarsociedades humanas sin instituciones jur��dicas o pol��ticas, pero nunca sinactividades t�ecnicas. Para la consecuci�on de sus alimentos los hom��nidoscazaban y pescaban, auxili�andose con los primeros instrumentos t�ecnicos delos que tenemos vestigios: hachas de pedernal, puntas de echas y lanzas,y anzuelos. Al avanzar la prehistoria se encuentran otras manifestacionesdel quehacer t�ecnico del hombre, como son la cer�amica y la construcci�on dehabit�aculos y templos, los primeros atisbos de una actividad textil, la me-talurgia y las artes de navegar. Desde la m�as remota antiguedad el hombredesarrolla actividades t�ecnicas18.

Cuando hablamos de la t�ecnica hay una cierta tendencia a pensar en susproductos: los artefactos. Sin embargo, la t�ecnica es b�asicamente conocimientohumano: conocimiento acerca de c�omo hacer ciertas cosas o resolver determi-nados problemas; al que hay que sumar una considerable dosis de habilidadpara hacerlo efectivo. En todo caso, una t�ecnica es algo adquirido y no innato.La t�ecnica pertenece al �ambito de la cultura, de lo que podr��a ser de otraforma; y no al de la naturaleza, de lo que est�a biol�ogicamente determinadopor la herencia.

Una posible de�nici�on de una t�ecnica consiste en considerarla como unsistema de reglas intencionalmente orientadas a dirigir una actuaci�on con el�n de conseguir de forma e�ciente un resultado �util19. A estas reglas hayque sumar la habilidad al aplicarlas. En esta de�nici�on conviene resaltar laimportancia que adquiere la e�ciencia, o adecuaci�on racional de medios a�nes, y la exigencia de utilidad.

18L. Mumford, T�ecnica y Civilizaci�on, Alianza, 1971.19Esta de�nici�on es una variante de la propuesta por Miguel A. Quintanilla, \Bases para

la �losof��a de la t�ecnica", Arbor, Marzo, 1988, 11-28.

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Se han propuesto diferentes clasi�caciones de las t�ecnicas. Se puede decirque hay una t�ecnica relativa a cada actividad. Se habla de la t�ecnica deun pintor, de t�ecnica musical, de la t�ecnica matem�atica en la resoluci�on deun problema, de una t�ecnica nemot�ecnica, de t�ecnica jur��dica, de t�ecnica delaboratorio, etc. Las que nos interesan a nosotros son aquellas ligadas a laactividad del ingeniero mediante las que tienen lugar unas ciertas actuacionessobre el mundo f��sico; por ejemplo las t�ecnicas de producci�on de electricidad,de construcci�on de carreteras o de cultivo del trigo. La importancia de estast�ecnicas es tal que cuando se alude a la t�ecnica se sobrentiende que es alconjunto de estas t�ecnicas a lo que nos estamos re�riendo.

El arquetipo de una t�ecnica es una receta. De una receta no podemosdecir que sea verdad o mentira; s�� que es e�caz o no. En esta simple con-traposici�on podemos ver con claridad la diferencia entre ciencia y t�ecnica.La ciencia busca la verdad; la t�ecnica, la e�cacia. Lo que sucede es que nosgustar��a que las recetas estuviesen fundamentadas en la ciencia; que las ac-tuaciones que proponen estuviesen basadas, o al menos fuesen consistentes,con el conocimiento cient���co. Y ah�� es donde empieza la relaci�on entreciencia y t�ecnica.

Pero al mismo tiempo que se ponen de mani�esto los v��nculos entre cien-cia y t�ecnica, tambi�en lo hace la diferencia entre ellas. La ciencia tienencomo objetivo la constituci�on de un saber, es decir de un cuerpo de enun-ciados aceptados como verdaderos en la medida en que su veracidad puedeser contrastada, al menos virtualmente, por todo el mundo. Por su parte, lat�ecnica tiene como objetivo la satisfacci�on de una necesidad humana, indi-vidual o colectiva. La ciencia produce ideas, mientras que la t�ecnica generasoluciones a problemas, a veces en forma de objetos �utiles. Por ello, la or-ganizaci�on de la investigaci�on t�ecnica presenta una caracter��stica sociol�ogicaque la diferencia de la cient���ca: el secreto.

Una investigaci�on t�ecnica se basa necesariamente sobre hechos univer-salmente reproducibles, por lo que podr��a considerarse que caen dentro dela categor��a de cient���cos. Pero la organizaci�on que dirige esta investigaci�onnormalmente la mantendr�a en secreto, en contradicci�on con la exigencia de

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transparencia sobre la que se fundamenta lo cient���co. Puede incluso ocurrirque en una de estas investigaciones se encuentren resultados cient���camenteinteresantes, pero carentes de inter�es pr�actico. En tal caso suceder��a que elrelativo fracaso en lo t�ecnico se ver��a compensado por un �exito cient���co.

El investigador cient���co no sabe de antemano lo que va a descubrir, overi�car, aunque posea alg�un tipo de intuici�on que le dirija en su b�usqueda.Por el contrario, el t�ecnico sabe de antemano lo que trata de hacer, la metaque pretende alcanzar. El cient���co parte del hecho de que si logra resolverel problema que se ha planteado har�a una contribuci�on al conocimiento,contribuci�on que, en el peor de los casos, tendr�a un valor peque~no, pero nuncanegativo. Esta contribuci�on es posible que sea de utilidad para el t�ecnico,pero normalmente es imposible predecir de antemano el inter�es pr�actico deun resultado cient���co.

La perfecci�on de una actividad t�ecnica hay que buscarla en cada casoparticular (por buena que sea la regla en la que est�e basada, si no se aplicadiestramente de poco nos sirve); mientras que la perfecci�on cient���ca se basaen la capacidad de desenvolverse en �ambitos universales, v�alidos, en principio,siempre y para todo. Ciencia y t�ecnica, por tanto, no proceden de acuerdo conlos mismos esquemas, ya que una trata de lo universal, general y abstracto,y la otra de lo singular, particular y concreto. Sin embargo, aunque susmotivaciones sean dispares, en sus or��genes ciencia y t�ecnica tienen unasra��ces cercanas, ya que en ambos casos se parte de problemas y no de lamera recopilaci�on de datos, hechos u observaciones.

Para terminar este apartado sobre la t�ecnica voy a hacer una digresi�onterminol�ogica, que tiene tambi�en su inter�es para el an�alisis de las relacionesentre ciencia y t�ecnica. El uso, en espa~nol, de la voces `t�ecnica' y `tec-nolog��a' ha sufrido profundas modi�caciones en estos �ultimos a~nos. Tradi-cionalmente se ha empleado el t�ermino `t�ecnica' para referirse al modo dequehacer humano del que nos estamos ocupando. En Espa~na existen Uni-versidades Polit�ecnicas y Escuelas T�ecnicas. Ortega escribi�o una Meditaci�on

de la T�ecnica y Garc��a Bacca, m�as recientemente, un Elogio de la T�ecnica20.

20J.D. Garc��a Bacca, Elogio de la T�ecnica, Anthropos, 1987.

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Para la gente de mi edad la colecci�on Ciencia y T�ecnica, de Espasa-Calpe,constituy�o, en su d��a, una ventana de valor incalculable. Si consultamos laliteratura de unos pocos decenios atr�as veremos que `t�ecnica' es siempre elsustantivo empleado para aludir al modo de actividad humana que estamoscomentando. El t�ermino `tecnolog��a' aparec��a siempre adjetivado. En nues-tras Escuelas exist��an (y existen todav��a) asignaturas de Tecnolog��a qu��mica

o de Tecnolog��a mec�anica; Caro Baroja escribi�o un tratado sobre Tecnolog��a

Popular Espa~nola21.

En esa misma �epoca se propon��a otra acepci�on para tecnolog��a, comodisciplina dedicada al estudio sistem�atico y racional de los procedimientost�ecnicos. Esta de�nici�on parece adaptarse bastante bien a la etimolog��a.De acuerdo con ella la tecnolog��a ser��a una disciplina que se ocupar��a de lat�ecnica; ahora algunos preferir��an decir que ser��a una ciencia de la t�ecnica. Sede�nir��a as�� un �ambito de re exi�on propio de lo t�ecnico. Lamentablementeesta acepci�on no ha conseguido una aceptaci�on consolidada.

Sin embargo, hoy ha hecho fortuna en algunos medios la propuesta deemplear el t�ermino tecnolog��a para aludir a la t�ecnica con base cient���ca(en la que los modos de actuaci�on correspondientes tengan la sanci�on dela ciencia, cuando no han sido directamente inspirados por ella). Algunosautores incluso de�nen la tecnolog��a como la aplicaci�on de la ciencia a lat�ecnica, o como la ciencia aplicada. Esta acepci�on de tecnolog��a es relati-vamente reciente. No estoy convencido de que esa propuesta clari�que elpanorama; aparte de que crea confusi�on, al alterar un uso tradicional y bienasentado. Si se piensa bien se ver�a que detr�as de esa propuesta subyace lanegaci�on de un �ambito espec���co de cierta entidad intelectual para lo t�ecnico.Parece dec��rsenos: hay una t�ecnica superior, basada en la ciencia, a la queenf�aticamente se llama tecnolog��a, y una t�ecnica menor (la del fontanero) for-mada por recetas sin base alguna, en todo caso cercanas a un arte, para la quese reserva esa denominaci�on. Esta distinci�on presupone que existe una clarademarcaci�on entre estas dos formas de hacer t�ecnica (supuesto que se insertaen una forma de pensamiento dicot�omico que considero inaceptable, pero queahora no puedo detenerme a analizar). Abundando en ello cabe mencionar la

21J. Caro Baroja, Tecnolog��a Popular Espa~nola, Editora Nacional, Madrid, 1983.

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introducci�on, incluso en escritos o�ciales, del t�ermino `tecn�ologo' sobre cuyacursiler��a no vale la pena insistir demasiado22. No faltar�a quien vea en estosusos terminol�ogicos rescoldos de las sociol�ogicamente mal resueltas relacionesentre cient���cos e ingenieros.

En la actualidad se registra una clara tendencia a usar `t�ecnica' y `tec-nolog��a' como sin�onimos y posiblemente sea esa la salida que acabe porimponerse23 ya que en las cosas del lenguaje es el uso el que acaba dic-tando sus propias leyes. Yo, sin embargo, me voy a permitir seguir usando,en este discurso, la vieja y querida palabra con la que me familiaric�e en mijuventud (el progreso no consiste en cambiar palabras).

* * *

Hemos visto, a grandes rasgos, c�omo aparecen hist�oricamente los inge-nieros. Adem�as, hemos analizado las relaciones entre ciencia y t�ecnica. Contodos esos elementos estamos ya en disposici�on de tener una mejor visi�on dela ingenier��a y decir que es un modo de actividad que consiste en concebir,construir y explotar objetos arti�ciales con el �n de modi�car nuestro entornopara adaptarlo mejor a nuestras necesidades y hacer m�as c�omoda y placen-tera nuestra vida. Estos objetos arti�ciales pueden ser materiales y tangibles,como son los objetos tradicionales de la t�ecnica, en los que aparentementes�olo se procesa materia y energ��a, o formas de organizaci�on y representa-ciones simb�olicas, en las que la informaci�on juega un papel dominante. Porello, en la anterior de�nici�on adem�as de los aspectos energ�eticos y materiales,como tradicionalmente se ha hecho, deben tenerse en cuenta la informaci�ony la organizaci�on, cuya creciente importancia para la ingenier��a actual esbien patente. Tambi�en hay que tener presentes las cuestiones relacionadascon la �nitud de los recursos y la degradaci�on del medio ambiente, que es-

22Me re�ero a su uso para designar a la persona del t�ecnico, no a otros usos, como cuandose alude en un proyecto a la empresa que aporta la tecnolog��a, de naturaleza concreta,para determinado proceso.

23Como, por otra parte, ha sucedido en otros casos, como con los t�erminos `m�etodo' y`metodolog��a'.

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tablecen l��mites insoslayables a nuestras posibilidades de actuaci�on sobre lanaturaleza.

En todo caso, la labor propia del ingeniero le lleva a tener que desarrollaruna doble capacidad: anticipar y calcular. El ingeniero debe estar dotado dela capacidad de concebir la combinaci�on de medios que permitir�an alcanzarun determinado objetivo. Concibe aquello que luego producir�a, de modo queen la ingenier��a es esencial la noci�on de concepci�on, dise~no, proyecto24. Unproyecto es algo que debemos construir en nuestra mente antes de hacerloen la realidad. Al concebir debemos auxiliarnos de instrumentos adecuadosque nos permitan gestar en la mente, en el papel, y hoy en d��a, cada vezm�as, en el computador, el objeto arti�cial al que se pretende dar el ser25. Ladescripci�on de aquello que se proyecta, atendiendo a su funcionamiento, ya los objetivos que se pretenden alcanzar, constituye uno de los principalesinstrumentos de la actividad de inventar y dise~nar.

En todo proyecto se integran, mediante la capacidad creadora del proyec-tista, elementos de distinta naturaleza. Lo peculiar del ingeniero es rela-cionar mediante un acto de creaci�on las formas, los materiales, las fuerzas,los comportamientos, las �guras, las magnitudes heterog�eneas con el �n deproducir efectos preconcebidos. Se ocupa de c�omo deben ser las cosas paraque funcionen adecuadamente de acuerdo con los �nes que se persiguen. Ellopresupone, entre otras cosas, la aplicaci�on de principios generales y cient���cosa un caso singular. Se tienen que conocer las propiedades de los elementosque se manejan, y ese conocimiento, normalmente, lo suministra la ciencia.La construcci�on de m�aquinas, cuyo funcionamiento puede preverse, ya quelas leyes que las regulan son las leyes de la f��sica, constituye un logro del quecient���co se siente part��cipe. Pero la labor del ingeniero, ni mucho menos, selimita a ese conocimiento: en cierto sentido, empieza a partir de �el. Aportauna s��ntesis, que le lleva a un producto arti�cial (en un sentido amplio), quees el resultado de su actuaci�on genuina como ingeniero.

24Se considera el t�ermino `proyecto' en su acepci�on m�as amplia de plan que se idea pararealizar algo que se tiene la intenci�on de hacer. En un sentido an�alogo se emplea `dise~no'.

25H.A. Simon, The Sciences of the Arti�cial, The MIT Press, 1981.

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La aportaci�on metodol�ogica de la ingenier��a es la s��ntesis, de modo an�alogoa como el an�alisis pudiera serlo de la ciencia. La s��ntesis, en el �ambito dela ingenier��a, es sin�onimo de concepci�on. Se concibe un proyecto y se ins-trumentan los medios para llevarlo a la pr�actica. Ello no quiere decir que elingeniero no deba emplear el an�alisis para conocer el problema que tiene queresolver; es obvio que s��26. Sin embargo, es en la b�usqueda de una s��ntesis delas distintas posibilidades que se le presentan para resolverlo donde adquieresus rasgos caracter��sticos.

Es verdad que no todos los ingenieros se dedican a actividades creativas(ni tampoco todos los cient���cos a desarrollar teor��as cient���cas). Pero sitratamos de de�nir lo espec���co de la ingenier��a tenemos que convenir que seencuentra en la concepci�on de lo que de una forma gen�erica podemos denomi-nar un objeto arti�cial mediante el cual resolver un determinado problema.El com�un denominador de la ingenier��a reside en la capacidad de dise~nar, deconcebir, de modo que estos dise~nos est�en subordinados a un principio de ra-cionalidad con relaci�on a los objetivos propuestos. Estos objetivos tienen unafuerte componente funcional, por oposici�on, por ejemplo, a la componenteest�etica propia de otras actividades en las que est�an tambi�en involucradosproyectos como sucede con la arquitectura y, en general, en las bellas artes.El artista ha sido dotado de la capacidad de organizar formas y colores deforma conveniente para satisfacer nuestra sensibilidad est�etica; el ingenieroorganiza tambi�en pero sometido a un principio de racionalidad y e�cienciaen el producto que resulta de su labor27.

Al resaltar el car�acter de s��ntesis de la labor del ingeniero, hemos intro-ducido nuevos elementos de diferencia con la del cient���co. Otra forma dever esta disparidad est�a en considerar que en tanto el inter�es del cient���cose dirige hacia lo natural, el ingeniero se desenvuelve en el �ambito de lo ar-

26De manera similar a como en la labor del cient���co es posible encontrar una labor des��ntesis de datos y conocimientos te�oricos.

27No hay que olvidar que incluso en la labor del cient���co se encuentran componentesest�eticos. Por ejemplo, Steven Weimberg en El sue~no de una teor��a �nal reclama laelegancia y la simplicidad como factores est�eticos determinantes en la aceptaci�on de lateor��a de la relatividad generalizada, a�un antes de que los resultados experimentales lasancionasen de�nitavamente.

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ti�cial. La ciencia pretende ocuparse de las cosas como son (hasta el puntode que a veces invade un terreno que durante milenios ha pretendido paras�� el �l�osofo: la ontolog��a). La ingenier��a (de manera an�aloga a la gesti�onde empresas, la arquitectura, o incluso la medicina) no se ocupa de c�omoson las cosas, sino de c�omo se puede actuar sobre ellas y modi�carlas, parahacerlas m�as aptas a nuestros prop�ositos; es decir, de dise~nar o proyectar, demodo que organizando cosas que conocemos razonablemente bien alcance-mos a disponer de otras arti�ciales que previamente no exist��an. Es claroque se tiene que partir de una buena descripci�on de c�omo son las cosas, loque supone una cierta concepci�on de qu�e es la realidad, porque si no no seser�a capaz de hacer nada consistente con ella. La concepci�on moderna dequ�e es la realidad se forja a partir del siglo xviii con un fuerte in ujo de laciencia. Pero esa descripci�on es s�olo su punto de partida. Es a partir de ellacuando empieza el ingeniero a aportar lo que le es genu��no.

Estas cuestiones metodol�ogicas nos llevan al meollo de la ingenier��a ypermiten aclarar la distancia que media entre ella y la aplicaci�on, m�as omenos banal, de algunas leyes naturales (como supone la concepci�on de laingenier��a como ciencia aplicada). El ingeniero utiliza la ciencia, pero en ellano est�a impl��cito el concebir ingenios �utiles. Hacer brotar esa posibilidad esprecisamente una de sus labores28.

Las leyes cient���cas se re�eren a la naturaleza mientras que las de laingenier��a, si existieran, tendr��an que ocuparse de la concepci�on y de la ra-cionalidad en la explotaci�on de los recursos. No tendr��an como objetivoel ayudar al hombre a comprender el universo, sino suministrarle una baseracional a partir de la cual innovar y actuar. Se trata, por tanto, no s�olo deuna diferencia de ideas, sino de valores: saber y hacer muestran la diferenciafundamental de las motivaciones del cient���co y del ingeniero.

El ingeniero, que tiene una vocaci�on b�asica de resolver problemas, se tieneque enfrentar con muchos que no son conocidos por el cient���co (al cual,

28Decimos que los agujeros negros est�an implicitos en la teor��a de la relatividad gener-alizada, ya que de los supuestos de esa teor��a se desprende su existencia; pero, >en queteor��a est�a impl��cito un artefacto como un avi�on o un robot?

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adem�as, posiblemente no interesen). Adem�as de ciertas cuestiones de ordenpr�actico, al cient���co, por ejemplo, no le afectan los problemas de los costesdel producto en el mercado (no as�� los de �nanciaci�on de sus investigaciones,pero ese es otro tema). El ingeniero no puede perder nunca de vista que hasido contratado para que su empresa consiga unos ciertos bene�cios y que,si no es as��, su labor se ver�a cuestionada. No puede permitirse el especularpor cuenta de su empresa.

Para acabar con estas consideraciones generales sobre la ingenier��a, con-viene recordar que la ingenier��a requiere el concurso de tecnolog��as para surealizaci�on. Lo arti�cial, despu�es de haber sido concebido, tiene que serconstruido, realizado o implantado. A lo largo del proyecto se produce unaadaptaci�on de los medios a un �n. Desde las primeras etapas debe haberuna idea motriz que se traduzca en un plan detallado de actuaci�on. Los in-genios que concibe un ingeniero necesitan, para llevarse a cabo, el concursode los recursos que suministran las diferentes tecnolog��as. As��, la tecnolog��amec�anica le aporta los instrumentos para concebir un ingenio mec�anico, altiempo que le hace expl��citas sus limitaciones, y an�alogamente para todas lasramas de la ingenier��a. De este modo se comprende el inter�es fundamental delas t�ecnicas para la ingenier��a. Las ideas deben materializarse bajo la formade proyectos, que a su vez se apoyan sobre t�ecnicas que permiten alcanzarlos objetivos propuestos. Por ello no es extra~no que los centros universita-rios donde se forman los ingenieros se llamen Universidades Polit�ecnicas oEscuelas T�ecnicas.

Pero, al mismo tiempo se ponen tambi�en de mani�esto las diferenciasentre la actividad puramente t�ecnica y la propia del ingeniero. La primeratrata de aplicar recetas conocidas a problemas concretos. El buen t�ecnicoes aquel que ante un problema bien de�nido conoce, y sabe utilizar, el pro-cedimiento apropiado para resolverlo. Sin embargo, el ingeniero adem�as deemplear esas recetas, cuando realiza la labor por la que genuinamente lo es,introduce un elemento de novedad, de innovaci�on, en la s��ntesis que realiza, yque es lo que da el valor a su trabajo. Los ingenieros deben hacer compatibleun control riguroso de lo que hacen (el conocimiento de las propiedades yde las reglas de funcionamiento de aquellos elementos que se integran en loque est�an concibiendo) con la innovaci�on (con la necesidad de novedad), lo

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que pudiera parecer contradictorio. Sin embargo, la exigencia simult�anea deestos dos aspectos aparentemente contrapuestos da su impronta a la labordel ingeniero.

Los saberes metodol�ogicos de los ingenieros son teorizables, generalizablesy, en consecuencia, pueden aprenderse. Estos saberes, que est�an estructura-dos y son transmisibles, forman el cuerpo de lo que como saber sustantivo setransmite en la formaci�on de los ingenieros. El ingeniero se apoya sobre prin-cipios racionales y construcciones te�oricas para realizar lo que concibe. Estoselementos racionales se han transformado en sistemas coherentes de pen-samiento (como pueden ser la teor��a de circuitos o la mec�anica de los medioscontinuos). Algunos organismos burocr�aticos han reservado la denominaci�onde ciencias de la ingenier��a para el conjunto de estos conocimientos. No estoyconvencido de que sea una denominaci�on apropiada, ni me siento c�omodo conella. Se est�a cometiendo un verdadero abuso en denominaciones como las deciencias de esto o ciencias de lo otro. Posiblemente habr��a que implantar unmandato que prohibiese el uso del nombre de la ciencia en vano.

* * *

Voy a dedicar la �ultima parte de mi conferencia a comentar la rama dela ingenier��a a la que he dedicado mi actividad acad�emica: la autom�atica, yello voy a hacerlo limit�andome a algunos aspectos muy generales de esta dis-ciplina, sin la menor pretensi�on de exhaustividad, y prescindiendo de ramascolaterales como la ingenier��a de sistemas, la rob�otica o la llamada inteligen-cia arti�cial. Unicamente pretendo ilustrar lo dicho hasta aqu��, re�ri�endoloa un caso concreto.

A mediados de este siglo se acu~na un concepto que estaba llamado atener una importancia singular: el de informaci�on. La imagen que la f��sicacl�asica pretend��a aportar del mundo, basada en �ultimo extremo en las no-ciones de materia y energ��a, iba a verse profundamente afectada por estenuevo concepto. Todav��a recuerdo la profunda sorpresa y admiraci�on que meprodujo, de estudiante, el conocimiento de los trabajos de Claude Shannon,

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que establec��an un isomor�smo entre elementales conmutaciones en circuitosel�ectricos y las leyes de la l�ogica. >C�omo era posible que una de las m�asabstractas potencialidades de la mente humana pudiese emularse mediantesimples conexiones de conmutadores el�ectricos? El trabajo de Shannon hab��avisto la luz en 1938 y a partir de �el el desarrollo de las tecnolog��as de la in-formaci�on no era m�as que cuesti�on de tiempo.

La construcci�on de m�aquinas dedicadas al procesamiento de informaci�ones una de las grandes novedades, en el �ambito de la t�ecnica, que aportael siglo xx

29. Un computador hace mucho m�as que calcular con n�umeros;es, de hecho un sistema de procesamiento de informaci�on, capaz de c�alculosimb�olico, sin limitarse al dominio num�erico. Su in uencia sobre nuestromundo es dif��cil de exagerar: recuerda, con ventaja, la revoluci�on que se pro-dujo en la difusi�on del saber en el siglo xvii, con la aparici�on de la imprenta.De manera an�aloga, aunque con una potencia considerablemente superior,la difusi�on de la inform�atica, a �nales del siglo xx, est�a produciendo unanueva revoluci�on en la propagaci�on del conocimiento y en la potenciaci�on deinstrumentos intelectuales.

Pero el concepto de informaci�on no limita su inter�es a los aleda~nos de lainform�atica. Tambi�en hace su irrupci�on en la ciencia b�asica. La biolog��a mo-derna no se puede concebir sin su concurso. El ser vivo no s�olo intercambiacon su entorno materia y energ��a, sino tambi�en informaci�on. Su propia orga-nizaci�on est�a codi�cada, de modo que el c�odigo gen�etico pone de mani�estola relaci�on ��ntima entre la informaci�on y la esencia misma de la vida. Inclusola f��sica empieza a incorporar este concepto, aunque sea indirectamente me-diante la entrop��a.

Volviendo a los a~nos anteriores a la segunda guerra mundial, en ellos seproduce otra aportaci�on singular en este mismo orden de cosas, aunque seade menor calado. La b�usqueda de m�etodos para el dise~no de servomecanis-mos conduce al desarrollo de una teor��a de los sistemas realimentados30. La

29Aunque existen m�aquinas de procesamiento de informaci�on en siglos anteriores, hastael siglo xx no se produce su desarrollo masivo, que llega a caracterizar una �epoca.

30En realidad el an�alisis de los sistemas realimentados con m�etodos matem�aticos se inicia

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realimentaci�on suministra una estructura particularmente simple mediantela cual, para gobernar una acci�on, comparamos lo que deseamos con lo querealmente tenemos y, a partir de la eventual discrepancia entre ambos, de-cidimos qu�e hacer. Es una estructura que incorporan todas las m�aquinas(o los sistemas) que pretenden regular por si mismas, de forma aut�onoma,el valor de una magnitud. Por ejemplo, la temperatura de esta habitaci�onse regula comparando, mediante un termostato, el valor que realmente tienecon el deseado, de modo que ante una eventual discrepancia entre ambos sedesencadene la actuaci�on de un calefactor.

De esta estructura interesa resaltar el papel que juega en ella la infor-maci�on. Lo que se realimenta es informaci�on con relaci�on al estado del sis-tema, para que compar�andola con otra informaci�on, la del valor deseado paraese estado, se decida una actuaci�on que se transmite al sistema, a su vez, me-diante otra informaci�on. El �organo que act�ua como regulador se comportab�asicamente como un procesador de informaci�on. Adem�as sabemos que laintroducci�on de esta estructura en un sistema determinado puede presentarproblemas que se derivan, precisamente, de que los retrasos en la transmisi�onde la informaci�on, en una cadena realimentada, dan lugar a desajustes entrela informaci�on procesada, las decisiones tomadas, y el estado real del sistema,que producen efectos indeseados en forma de oscilaciones.

El modo de comportamiento de un sistema dotado de realimentaci�on ne-gativa es un comportamiento autorregulador. Ante eventuales perturbacionesexternas el sistema genera actuaciones correctoras que las contrarresten, y lohace debido a los ujos de informaci�on impl��citos en su estructura. Por tanto,el modo de comportamiento del sistema viene determinado por la estructura,entendida como modo de organizarse las partes en el sistema, y no por la na-turaleza f��sica de las partes componentes. Este es un hecho que no debeser subestimado, y que muestra c�omo podemos explicar el comportamientoexclusivamente a partir de la estructura, prescindiendo de la naturaleza (dela materialidad) de los componentes. La informaci�on y la organizaci�on son

en el siglo xix. Una muestra notable de ello es el famoso estudio de James C. Maxwellsobre el regulador a bolas de Watt. Sin embargo, hasta la �epoca que estamos comentandono se desarrolla una teor��a general de los ingenios dotados de realimentaci�on que subsumalos m�etodos pr�acticos de dise~no aceptados en los medios profesionales.

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los elementos claves en esa explicaci�on del comportamiento.

Corresponde a Norbert Wiener el haber puesto de mani�esto la ubicuidadde la realimentaci�on negativa. De hecho, el hablar de realimentaci�on se hahecho com�un, cuando hace pocas generaciones ese concepto era desconocido.Wiener organiz�o sus ideas en lo que denomin�o cibern�etica31. Este es unt�ermino hoy en relativo desuso, aunque no as�� el cuerpo de conocimiento delque pretend��a ocuparse: el control y la comunicaci�on en el animal y en lam�aquina. La necesidad de control (de gobierno) presupone la interacci�onde un sistema (el que se quiere gobernar) con su entorno (que le afecta yperturba con sus solicitaciones). Para gobernar el sistema, el agente decisornecesita informaci�on sobre esas interacciones y sobre sus efectos sobre elsistema. Esta informaci�on la integra en un modelo, m�as o menos expl��cito,que constituye el elemento esencial para el procesamiento de informaci�onque conduce a la toma de decisiones. Cuando lo que controlamos es unam�aquina, entonces estamos en el dominio de la autom�atica, pero la pretensi�onde Wiener era el mostrar la universalidad del esquema b�asico de control,mediante la estructura de realimentaci�on y los otros conceptos involucradosen el proceso.

La autom�atica suministra una muestra de una tecnolog��a moderna enla que se ponen especialmente de mani�esto los rasgos de la ingenier��a alos que he dedicado el cuerpo de este discurso. El ingeniero especialista enautom�atica tiene que realizar una s��ntesis entre elementos de naturaleza muyvariada para conseguir el objetivo que persigue: el funcionamiento aut�onomode las m�aquinas o los sistemas, cuyo control se le ha encomendado. Su laborno reside �unicamente en conocer tal o cual tecnolog��a, correspondiente a loselementos componentes que forman el proceso que pretende controlar, sinoen la s��ntesis, en la conjunci�on de estos elementos articulados mediante lainformaci�on. Este requerimiento de s��ntesis se pone a�un m�as de mani�estosi se considera la rob�otica, verdadera encrucijada de tecnolog��as.

Los problemas que se le presentan al ingeniero en autom�atica son variados.El m�as interesante posiblemente sea el dotarse de herramientas adecuadas

31N. Wiener, Cybernetics, The MIT Press, 1961.

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para representar aquello que trata de dise~nar: el comportamiento de los sis-temas (de forma an�aloga a como el ingeniero cl�asico necesitaba representarmediante esquemas y planos las relaciones espaciales de las m�aquinas o edi-�cios que proyectaba). Para la representaci�on de algo tan sutil recurre a losinstrumentos que le suministra la teor��a matem�atica de sistemas din�amicos.

Esta teor��a surge de una especializaci�on de la rama de las matem�aticasaplicadas que se ocupa de las ecuaciones diferenciales. Sin embargo, prontose comprende que admite una formulaci�on aut�onoma y general que permiteconsiderar el caso de las ecuaciones diferenciales como un caso particular.Se ha desarrollado una amplia variedad de formas de descripci�on de sis-temas din�amicos seg�un se consideren espacios de estados, o bases de tiempo,continuos o discretos; descripciones de los elementos que intervienen en ladescripci�on de diferentes niveles de precisi�on; y v��nculos entre esos elementosde tipo determinista, estoc�astico o borroso. En todos los casos, la teor��ade sistemas din�amicos pretende aportar esquemas conceptuales mediante loscuales representar c�omo se genera la transformaci�on del estado de un sis-tema a lo largo del tiempo, teniendo presentes las solicitaciones a las queest�a sometido.

La teor��a de sistemas permite analizar las relaciones entre estructura ycomportamiento, entendiendo �este �ultimo como evoluci�on en el tiempo delos atributos del sistema correspondiente. En lo tocante a comportamien-tos hemos aprendido a estudiar tanto aspectos cuantitativos como cuali-tativos. Con relaci�on a estos �ultimos disponemos de una teor��a cualita-tiva de los sistemas din�amicos32, con rami�caciones tan sugerentes como lateor��a de bifurcaciones y la del caos (en donde hemos encontrado formal-mente l��mites a nuestra capacidad de predicci�on en sistemas deterministas,al tiempo que hemos descubierto c�omo aun en esos sistemas pueden emergerinnovaciones33). El concepto de sistema din�amico se ha convertido en una

32Estos comentarios se re�eren especialmente a los sistemas din�amicos con un espaciode estados cont��nuo.

33Las consecuencias de estos descubrimientos a�un no han sido completamente explo-radas, pero es posible que en las �suras del pretendidamente compacto edi�cio de laciencia determinista se mani�esten grados de libertad en los que la actividad creadora delingeniero pueda encontrar cabida.

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herramienta a la que los matem�aticos han dotado de gran �nura, y de la quelos ingenieros nos bene�ciamos en nuestras labores de modelado. Adem�as,la inform�atica abre posibilidades insospechadas para tratar tanto de lo cuan-titativo como de lo cualitativo. La conciliaci�on de estas posibilidades es unacuesti�on abierta que ofrece prometedoras potencialidades de investigaci�on.

Volviendo de nuevo a los problemas que se le plantean al ingeniero enautom�atica, sucede que para la automatizaci�on de m�aquinas o procesos serequiere disponer de descripciones formalizadas de los correspondientes sis-temas, descripciones que se realizan con los instrumentos que suministra lateor��a matem�atica de sistemas din�amicos a la que acabamos de aludir. Es-tas descripciones dan lugar al modelo del proceso a controlar, en el que est�abasada, en �ultimo t�ermino, la toma de decisiones mediante la que se llevaa cabo el control. Sin embargo, resulta notable la variedad de lenguajes dedescripci�on que se pueden emplear y, por tanto, de modelos que se llegan atener. El ingeniero de control emplea unos u otros seg�un las caracter��sticasconcretas del proceso que tiene entre manos, de los objetivos que se pretendecubrir y de su propia experiencia sobre cu�al le aportar�a el lenguaje m�as ade-cuado para describir este sistema. Estos modelos no se eval�uan por su bondaden cuanto copia del proceso, sino por la efectividad del funcionamiento delsistema de control basado en ellos. Todo ello pone de mani�esto que en lalabor de s��ntesis de estos ingenieros (como, por otra parte, sucede con todaslas clases de ellos, m�as pragm�aticos que fundamentalistas) est�a presente unacierta dosis de pluralismo metodol�ogico sobre la que conviene detenerse.

El mundo no est�a estructurado de por s�� de un modo un��voco. Somosnosotros los que hemos desarrollado esquemas conceptuales de los que nosvalemos para organizar nuestra percepci�on del mundo. El sistema din�amico,con todas sus varedades, es uno de ellos (en realidad, un conjunto de ellos).En este orden de cosas viene a colaci�on una observaci�on hist�orica. El propioconcepto de sistema din�amico, en su versi�on original, se origina en el campode la mec�anica te�orica y pretende suministrar el lenguaje que permitir��a de-scribir la realidad a partir de la hip�otesis b�asica de que est�a formada porpart��culas materiales. En el primer tercio de este siglo se desecha de�niti-vamente esa pretensi�on por inviable con los medios de la mec�anica cl�asicay se desarrollan otros instrumentos para describir la realidad fundamental.

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Sin embargo, este relativo fracaso se produjo en paralelo con una verdaderaeclosi�on en las aplicaciones del concepto cl�asico de sistema din�amico que pas�oa emplearse en campos tan variados como la teor��a de circuitos, la din�amicade poblaciones, la econom��a te�orica o la propia teor��a de los sistemas reali-mentados. El concepto de sistema din�amico result�o aplicable, en todos loscampos en los que se tuviesen procesos que se describiesen mediante mag-nitudes que var��an a lo largo del tiempo, siempre que adem�as existiese unaregla que gobernase este cambio.

Con la mera adopci�on anal�ogica del lenguaje creado por los te�oricos de lamec�anica se descarta expl��citamente el reduccionismo mecanicista, y se pasaa adoptar un criterio pragm�atico para la descripci�on de las situaciones en lasque se produce la variaci�on de las magnitudes involucradas. La transcenden-cia de ese paso no puede ser infravalorada. Se pone de mani�esto c�omo enla captaci�on de la realidad, mediante una descripci�on, el lenguaje en el que�esta se realiza empieza a cobrar un especial relieve. Con ello se abandonala pretensi�on de alcanzar una descripci�on que reproduzca de forma transpa-rente la naturaleza ��ntima de las cosas para contentarse con otra que emulesu funcionamiento a los efectos que a nosotros nos interesan. Algunos puedeque vean en este paso una claudicaci�on, pero otros, m�as conscientes de laspropias limitaciones de nuestro intelecto, ver�an en ello una superaci�on de laslimitaciones de una ontolog��a reductivamente �sicalista. Empleamos un ins-trumento constru��do por nosotros, el sistema din�amico34, para resolver prob-lemas en �ambitos variados de la realidad. Se emplean sus posibilidades comoun lenguaje para describir aspectos de nuestra experiencia, abandonando laspretensiones de que sea el lenguaje en el que est�a escrita. La re exi�on sobreestas cuestiones suscita interesantes problemas �los�o�cos e ilustra cuestionesde pluralismo epistemol�ogico de indudable actualidad e inter�es35.

No faltar�a quien vea en la aceptaci�on del pluralismo metodol�ogico unarenuncia ante la noble virtud de la obstinaci�on en la b�usqueda de la verdad.Pero el �ambito en el que es posible encontrarla es estrecho, y nosotros los in-

34Que posee adem�as diferentes formalismos matem�aticos, que corresponden a diferentesconceptualizaciones de la realidad.

35H. Putnam, The many faces of realism, Open Court, 1987. Versi�on espa~nola Las mil

caras del realismo en Ediciones Paid�os, 1994.

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genieros no podemos retirarnos a un laboratorio a investigar sino que tenemosque asumir la realidad con toda su desbordante complejidad. El cient���copuede decidir la parcela de la realidad a la que va a dedicar sus esfuerzosy limitarse a ella; el ingeniero, por el contrario, tiene que enfrentarse con larealidad sobre la que tiene que actuar teniendo presentes sus m�ultiples face-tas. Ello le lleva inevitablemente a que tener que adoptar una metodolog��aabierta y pluralista36.

Dejando estas digresiones y volviendo al n�ucleo de la autom�atica, hemosvisto c�omo, con la incorporaci�on de la informaci�on, la descripci�on de los pro-cesos, cuya ingenier��a debemos concebir, adquiere una nueva dimensi�on. Enesta descripci�on, tan importantes son los aspectos energ�eticos y materialesque forman el substrato del proceso, como su control, que se desenvuelvea un nivel en el que lo relevante es la informaci�on. Aunque �esta requierade un soporte f��sico que la transporte, posee una naturaleza radicalmentediferente a �el. De este modo nos vemos forzados a incorporar a los dos con-ceptos b�asicos que la ciencia cl�asica nos hab��a suministrado, los de materiay energ��a, el nuevo de informaci�on, que aunque estamos empezando a mane-jar con alguna soltura, a�un no acabamos de entender bien. Las relacionesentre informaci�on y conceptos cl�asicos como el de entrop��a, el propio con-cepto de control, con su estructura de realimentaci�on subyacente, y otrosa�un no formalizados univocamente, pero que no tenemos m�as remedio queemplear, como el de complejidad, forman un �ambito de conocimiento queaunque no hayamos sido capaces de estructurar coherentemente todav��a, est�aen un estado de efervescencia llamado a cristalizar en una disciplina que cabeaventurar que nos permita comprender c�omo se produce el gobierno de lossistemas mediante el procesamiento de informaci�on. Lo que est�a sucediendorecuerda a lo que sucedi�o hace m�as de dos siglos con la m�aquina de vapory la termodin�amica. En autom�atica estamos haciendo t�ecnica e ingenier��a,careciendo de la ciencia correspondiente, por lo que tenemos que crearla almismo tiempo. Puede que resulte estimulante a los j�ovenes cient���cos el saberque ante sus ojos se est�a desarrollando un �ambito en el que la t�ecnica, unavez m�as, antecede a la ciencia37.

36I. Berlin, El fuste torcido de la humanidad, Pen��nsula, 1992.37G. Bassalla, La evoluci�on de la tecnolog��a, Cr��tica, 1991.

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Ya va siendo hora de recapitular. El que cient���cos, t�ecnicos e ingenierosutilicemos conceptos e instrumentos an�alogos puede inducir a que se nosconfunda. Sin embargo, como espero haber puesto de mani�esto, tenemosmodos de actividad bien diferenciados. Cient���cos e ingenieros hemos idomuchas veces de la mano, y podemos aprender mucho unos de otros. A lolargo de nuestra historia, los ingenieros hemos tenido que desarrollar unasaptitudes diferentes a las vuestras y en las que una dosi�cada mezcla de escep-ticismo y pragmatismo, edulcoradas con una conveniente dosis de optimismo(pues sino, bajo el solo peso de aquellos dos dif��cilmente ser��amos hombresde acci�on), creo que son los ingredientes dominantes. Vosotros, por vuestraparte, hab�eis desarrollado una forma de racionalidad para la b�usqueda de laverdad (de enunciados con un s�olido nivel de contrastaci�on y, por ello, deaceptaci�on) mediante el rigor en la cr��tica. Por ello tenemos que aprenderde vosotros, de lo que sab�eis y del rigor de vuestro m�etodo de trabajo, peronuestros problemas son otros. Nuestro problema es hacer cosas, y hacerlasbien. Posiblemente se me dir�a que para hacer hace falta saber, y que conello entramos en el dominio propio de la ciencia. Pero, >podemos olvidarque el propio hacer plantea preguntas a las que el saber establecido muchasveces deja sin respuesta? >Que entonces el hacer se convierte en un reto parael saber? >Y que, en todo caso, para hacer hace falta algo m�as que saber?Podemos decir que saber y hacer act�uan, a la vez, como causa y efecto eluno del otro, estableci�endose una causalidad circular que los realimenta altiempo que respeta su mutua autonom��a, sin subordinaciones metodol�ogicas.Satisfacer la curiosidad y la utilidad son las dos caras con las que unos yotros contribuimos, empleando con distintos �nes instrumentos an�alogos, aese complejo quehacer, con luces y sombras, que hemos venido en llamarprogreso de la humanidad.

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