"Elogio de Ortega", ensayo por @darioalvarez para Seminario Doctor Vallota - 2007

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Universidad Central de Venezuela UCV Facultad de Arquitectura y Urbanismo FAU Doctorado en Arquitectura Seminario : Técnica y Meta-Técnica. Trabajo Final del Curso FUE UN GUSTO LEERLO. PARA ESTO UNO OFRECE UN CURSO. NO TENGO OBSERVACIONES Profesor : Alfredo Vallota Estudiante : Darío Álvarez Tema : Don José Ortega y Gasset, su “Meditación de la Técnica”

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Mi ensayo "Elogio de Ortega" (Acerca de:) Don José Ortega y Gasset, su "Meditación de la Técnica" Trabajo Final para el Seminario "Técnica y Meta-Técnica", dictado por el Doctor Alfredo Vallota para el Doctorado en Arquitectura UCV (2007)

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Universidad Central de Venezuela – UCV Facultad de Arquitectura y Urbanismo – FAU Doctorado en Arquitectura

Seminario: Técnica y Meta-Técnica.

Trabajo Final del Curso FUE UN GUSTO LEERLO. PARA ESTO UNO OFRECE UN CURSO. NO TENGO OBSERVACIONES

Profesor: Alfredo Vallota

Estudiante: Darío Álvarez

Tema: Don José Ortega y Gasset, su “Meditación de la Técnica”

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Julio – septiembre de 2007

Justificación Durante el Seminario navegamos, a manera de viaje, por las ideas e implicaciones

sobre la Técnica presentes en los Filósofos Ortega y Gasset, Heidegger, García

Bacca y Mayz Vallenilla, bajo la guía experta del Doctor Vallota al timón;

acostumbrado a la experiencia de cursos anteriores con el mismo Profesor, sabía

que para finalizar el Curso debería presentar una monografía o trabajo final, que a

priori visualicé como un escrito sobre la lectura de Mayz Vallenilla y su importante

aporte al pensamiento a través de la meta-técnica: siendo común la tendencia de

aprovechar los avances en las materias como pequeños escalones en el

desarrollo del Doctorado en Arquitectura, el “ir-mas-allá-de-la-técnica” sugerido por

la expresión meta-técnica, a primera vista me resultaba de perlas para continuar

trabajando las ideas que pretenden orientar mi investigación sobre el nuevo oficio

del arquitecto en la era digital.

Pretensión reforzada con la lectura del programa seminarial que ofrecía atender

“…principalmente la propuesta de Mayz Vallenilla acerca de la meta-técnica como

un modelo de la sociedad que podría desarrollarse en el siglo XXI y cuyos indicios

ya están entre nosotros…”

Hasta aquí, todo perfecto. Tan ideal como los amores a primera vista, pero como

muchos de esos enamoramientos repentinos: duró hasta que la sumatoria de

pequeñas imperfecciones acumuló tal energía que me hizo huir de aquel objeto de

adoración inicial. El seguimiento del Seminario me deja como aprendizaje que

poco o nada sabía de la Técnica (más concretamente que nunca acostumbraba a

reflexionar sobre el tema y que mis ideas respecto a la Técnica eran pobres o

nulas)

Aún más grave al aceptar que ni tan siquiera había rasgado la superficie del

pensamiento técnico y ya pretendía escalar las alturas de la meta-técnica, material

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aun en desarrollo, con enorme y posiblemente aún inusitado potencial, muy lejos

todavía de ser explotado eficientemente. Mi aterrizaje de emergencia no se hizo

esperar. Ya en terreno firme, recuperándome de los daños causados por mi

complejo de Ícaro, debo atender sin más dilaciones mi necesidad de regresar a las

fuentes, a las ideas primordiales, partiendo del intentar comprender ¿qué es la

técnica?, para lo cual asumo la conveniencia de entregarme a la lectura de un

viejo conocido: Ortega y Gasset.

Elogio de Ortega

Como porteño me resultó muy frecuente escuchar el nombre de Ortega durante mi

infancia: Ortega y Gasset en el colegio, en la televisión y la prensa, “el viejo

Ortega” más de una vez mencionado en los programas de radio1; parecía estar

por doquier, su huella fue profunda en la Argentina del pasado siglo, pero en mi

mente infantil lo percibía distante, inalcanzable, mayormente por las resonancias

del término “filosofía” que me resultaban oscuras, herméticas, sólo comprensibles

para iniciados. Hasta que entre libros de Verne y Salgari (en tiempos que las

bibliotecas todavía podían prestar libros en la certeza que serían devueltos en

decente integridad) cayó entre mis manos la “Rebelión de las Masas” – no

recuerdo muy bien como ni porque, aunque no sería extraño atribuirlo a una tarea

1 Eran muchas las figuras de la radio argentina en los setentas, pero la voz que más recuerdo citando “al viejo

Ortega” es la del locutor Antonio Carrizo, aun activo por la misma emisora AM, Radio Rivadavia,

http://www.rivadavia.com.ar (agosto de 2007) Carrizo surgió en la era en que reinaba la radio – sin

interferencia de la ahora omnipresente televisión - , época en que lo que hoy conocemos como locutores eran

llamados por su denominación inglesa de “speakers”. Por referencias supe que Carrizo fue el primero de

estos speakers – locutores en leer sus libretos directamente al aire, con claridad y precisión, de manera natural,

evitando engolamientos de la voz tan frecuentes por aquellos días, y lo más importante, sin los acostumbrados

ensayos previos : con todo esto creo escuela, y fue para nosotros, los oyentes, un modelo de “hombre culto”,

ejemplo del ciudadano formado en la primera mitad del siglo XX en que Argentina era primer mundo, donde

vivió Ortega y era leído con asiduidad en la prensa nacional – junto a otras destacadísimas plumas, muchas

también provenientes del duro exilio español a quien La Reina del Plata recibió con los brazos abiertos.

Disquisición adicional que mi paranoia temporal no me permite dejar por fuera de este escrito: el programa

radial de Antonio Carrizo en los setentas se llamaba “La Vida y el Canto”, pero en la conversación diaria yo

solía mencionarlo como “La Vida y el Tango”, no tanto porque su musicalización contuviera cantidad de

piezas del género rioplatense por excelencia, sino porque en mi corto entender, al interior de mi universo

infantil, el Tango era compendio de la Vida, creía firmemente ya por entonces que nada en la Vida es temática

ajena al Tango, situación que reafirmo en mi existencia adulta.

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escolar de esas que imponían “leer un libro a la semana y escribir sobre el”-.

“Rebelión” que en mi pensamiento de por aquel entonces tuvo ecos de

“revelación”: la filosofía, al menos de la mano de Ortega, si eso era lo que

llamaban así, no era criptica ni obscura, tampoco pesada, más bien el librito

termino siendo de estos que al tomarlo uno lee de principio a fin sin detenerse, con

auténtico placer por la lectura, encontrando ecos en las cosas que uno veía a

diario y cuya razón no entendía o simplemente que uno no había analizado (y

porque no decirlo: tampoco contaba uno con elementos suficientes para hacerlo)

Descubrir al “hombre masa” en la convulsa Argentina de los setentas me resultó

revelador e incluso, perturbador: ¿cómo este hombre, este tan español Ortega, de

tan castillo castellano, se adelantó décadas a lo que estábamos viviendo y lo pudo

explicar de manera tan comprensible, con prosa tan elegante, digna de envidia? –

aún hoy quisiera poder escribir con una fracción de la calidad y claridad que el

autor exhibía en sus razonamientos. Amaba a mi idioma (tal vez herencia de mis

padres inmigrantes, hijos de la Guerra Civil, quienes a corta edad pusieron en mis

manos “El Quijote”) y Ortega me hizo redescubrir la fuerza y belleza del castellano.

Ya mayor, en Venezuela, en tiempos que la internet aun era tierra de

elucubraciones propias de la ciencia ficción y en que las lecturas se limitaban a los

libros que uno se agenciaba (entonces todavía a precios accesibles) o lo publicado

en prensa, siempre que llegaba a mis ojos algo de Ortega y Gasset era un placer

que había que saborear con detenimiento. Su célebre dualidad de “hombre y

circunstancia” me resultó invaluable en el intento de interpretar a un mundo del

que formaba parte pero que por mucho que me devanara los sesos terminaba por

tarea imposible el poder entender.

Siéndome la Filosofía aun distante y misteriosa, en buena medida por su ausencia

en nuestros programas de estudio (hecho inexplicable e injustificable: ¿qué clase

de profesional forma nuestra sociedad sin darle herramientas básicas para

formular preguntas?) ya en carrera académica me es revelada la Reforma

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Universitaria, que sencillamente me cautivó; en gran medida por la desilusión

acumulada ante un organismo llamado Universidad que se muestra a destiempo

de los días y necesidades que vivimos. Reforma de la esencia de la Universidad

misma impulsada por quienes eran en razón su potencia: los estudiantes,

aquellos que seguramente nutridos de ideas orteguianas, en su proclamación de

Córdoba sembraron cual reguero de pólvora su “Manifiesto” – no es sorpresa notar

luces de Ortega entre un movimiento que proclamaba “…Toda la educación es

una larga obra de amor a los que aprenden…”, surgiendo la Reforma en 1918 tras

el primer viaje de Ortega a la Argentina en 1916 (a la que viajó junto a su padre,

dando charlas y conferencias, alguna de ellas precisamente en “la docta” Córdoba)

La magnitud de Ortega y Gasset en la idea de Universidad moderna, más propia

del siglo XX que de sus raíces aristotélico – tomistas, forma parte de su amplísima

trayectoria dentro de la cual abordó exhaustivamente la problemática de esta

entidad en crisis (destacando su lúcida obra “La Misión de la Universidad y otros

Ensayos” de 1930, recogida en el Tomo IV de sus Obras Completas) También

muy de Ortega fue la actividad política ligada a la intelectualidad: el 23 de marzo

de 1914 pronuncia un discurso en el Teatro de la Comedia de Madrid titulado

“Vieja y Nueva Política” que se considera el acto fundacional de la Liga de

Educación Política Española, tomando como principios el liberalismo y la

nacionalización, postulándose como la vanguardia de la “España vital” enfrentada

a la “España oficial”.

Luego del regreso de su primer viaje a Argentina, desde 1917 Ortega se dedicó a

la política con mayor intensidad, en la búsqueda de respuestas al problema

constituyente español (Juliá 2005); prosiguiendo con la creación de la “Agrupación

al Servicio de la República”, grupo político en el que participaron otros

intelectuales de renombre como, por ejemplo, Gregorio Marañón ( 1887 – 1960 ) o

Ramón Pérez de Ayala ( 1880 – 1962 ). Esta agrupación permitió en 1931 la

elección de Ortega como Diputado a las Cortes Constituyentes de la Segunda

República Española, puesto que abandonó ante el descontento que le causara la

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orientación ciertamente radical de la Constitución de aquel año marcada por la

aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña (circunstancia que en este

nuevo Siglo permanece aún abierta con las disputas por un nuevo Estatuto para

dicha Comunidad Autónoma) manteniendo siempre la posibilidad de ejercer

influencia en asuntos de Estado, aspiración que sostuvo incluso, según algunos

autores, durante la terrible Guerra Civil y los primeros años de la cruel dictadura

franquista, momentos en que ya se encontraba exilado, en el largo periplo que no

terminaría hasta poco antes de su muerte y que le llevara a largas temporadas en

París, Holanda, Argentina y Portugal.

Su prolífica labor como articulista contribuyó en buena medida a que el gran

público asociara a Ortega con la imagen de “hombre culto”: prácticamente no

hubo tema que el gran filósofo no abordara, que no hiciera llegar a las masas

aprovechando la claridad y contundencia de su escritura. Labor que acometió

desde su primera juventud, primero en las páginas de “El Imparcial”, periódico

fundado por su abuelo, prosiguiendo con “El Sol” del cual fue fundador,

mayormente en carácter de inspirador, ya que el aporte económico fue realizado

por el empresario vasco Nicolás de Urgoiti (quien a su vez en 1920 fundó la

Editorial Calpe, que se uniría mas tarde a la Editorial Espasa para dar lugar a la

prestigiosa organización que hoy conocemos como Espasa – Calpe donde Ortega

cumplió el aserto borgiano que mientras otros se jactaban de lo que escribían, el

se enorgullecía de lo que había leído, hecho demostrado al dirigir la influyente

Colección “Biblioteca de Ideas del Siglo XX”) Sus comentarios en periódicos y

revistas fueron habituales en variadas publicaciones internacionales y recopiladas

oportunamente en los ocho tomos de “El Espectador”( 1916 – 1935 )

Como fundador de publicaciones contó con la experiencia de la Revista “España”

(1915) aunque marcó el gran hito con la empresa de “La Revista de Occidente”

(1923) que sirvió para difundir hasta 1936 (inicio de la Guerra Civil) las tendencias

filosóficas y culturales vanguardistas en el primer cuarto del siglo pasado,

principalmente las de procedencia germánica y las obras de españoles, por

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ejemplo, los célebres hermanos Machado y otros jóvenes poetas que serían

conocidos como la Generación del ´27. La publicación de “La Revista” fue

reemprendida por sus herederos, desde 1962 por su hijo José Ortega Spottorno y

posteriormente por su hija Soledad Ortega Spottorno (quien aún la encabeza,

como puede comprobarse en el sitio web de la publicación,

http://www.ortegaygasset.edu/revistadeoccidente/revista.html)

Como anécdota personal he trabajado asiduamente en el área de la Realidad

Virtual, relación que surgió en forma eminentemente técnico – informática y por mi

desempeño en las redes, pero que ante el descubrimiento del monográfico que

“La Revista” (Nº 153) dedicó en 1994 al tema, se enriqueció con ideas más

amplias y relevantes que me ayudaron sobremanera en la investigación de mi

Tesis de Maestría.

Otro aspecto apasionante en la vida de Ortega y Gasset es su pericia en un

valiosísimo arte en vías de extinción: la Tertulia, que presidía diariamente y a la

que asistían colaboradores, amigos y estudiantes, siendo marca distintiva de sus

tiempos en “La Revista de Occidente”.

Funda en 1948 junto a su discípulo Julián Marías ( 1914 – 2005 ) el Instituto de

Humanidades, tras lo cual y hasta su muerte en 1995 pronunciará varias

conferencias en Estados Unidos de Norteamérica, Alemania (donde destaca la de

Darmstadt en un evento del cual no había sido informado suficientemente con

anterioridad a su celebración y en el que se encuentra con Heidegger, de lo cual

escribiremos más adelante) y Suiza.

Más sobre Ortega por la radio

Recientemente (y antes de inscribirme formalmente en el presente Seminario, del

cual al menos en voluntad formo parte desde hace más de dos años2) redescubrí

2 Tiempo que demoraron las instancias administrativas de la Facultad (particularmente las de Postgrado) para

que este Seminario pudiera convertirse en realidad. Destacado reconocimiento merece el Profesor Antonio

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la importancia de Ortega escuchando la emisión del Programa Radial “Travesías

del Pensar”. Para la realización de este trabajo sentí conveniente volver a

escucharlo varias veces, y tomar nota de algunos contenidos, los cuales citaré a

continuación para completar esta panorámica del universo orteguiano.

Fueron dos afirmaciones en la audición radial sobre Ortega y Gasset las que me

causaron mayor impacto:

la gran "…aptitud para visiones amplias y generales…" demostrada por Don

José Ortega y Gasset

el programa me reveló que"…tenemos ideas pero somos creencias…" (sic)

Afirmaciones válidas aún en estos nuestros inicios de nuestros nuevos siglo y

milenio: donde la planetarización de la sociedad exige este tipo de visiones lúcidas

y generosas para una interpretación de que está sucediendo; y en que frente al

bombardeo constante de información y el poder de los medios aun seguimos

siendo, en esencia, creencias – y los grandes asuntos globales siguen

respondiendo a esta realidad. Ortega, como gran pensador del Siglo XX, sigue

iluminándonos el camino en el Siglo XXI, el que pretende ser el de la “Sociedad

del Conocimiento”3.

La edición de “Travesías del Pensar” que nos ocupa constituye de por sí un gran

elogio de Ortega y Gasset, indicando que durante la mayor parte del Siglo XX el

personaje fue sinónimo de Filosofía en nuestro idioma. Según el Profesor Vallota

durante más de 30 años Ortega demostró que se podía hacer filosofía en

castellano, divulgándola en forma clara, brillante y de calidad, con prosa galante y

Conti sin cuyo tesón (rallante en la testarudez) no se habría ofertado. Ahora el reto es que se mantenga y

evolucione, que el estudio de la Filosofía de la Técnica y los principios meta-técnicos arraiguen en nuestras

casas de estudios. 3 Tan cierto parece resultar su carácter visionario que recorriendo la web topé con el sitio de la “Casa del

Libro” ( http://www.casadellibro.com ) que se autoanuncia “Desde 1923, tu librería de confianza y tu compra

segura de libros en Internet” donde ofrecen a la venta la obra “Qué es Conocimiento” de Ortega y Gasset en

publicación de Alianza Editorial, S. A. (1992); traté de agenciarme un ejemplar, aprovechando también de

adquirir “Que es Filosofía” del mismo autor, edición Espasa-Calpe, S. A. de este año. Ya me llegaron ambos

libros y sinceramente, no veo la hora de terminar con el compromiso que representa este trabajo para poder

dedicarme de lleno al placer de leerlos con detenimiento.

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accesible, siendo fuente de inspiración para muchos pensadores de nuestra

lengua que hallaron en él un Maestro del pensar y del lenguaje filosófico. Logró

transcender el ámbito académico alcanzando un público amplio, al que despertó el

interés por la filosofía al difundir sus ideas de manera accesible, en la que el

propio Ortega y Gasset llamaba “la gentileza del que sabe”.

Tras su muerte su obra se opacó durante algunos años, tal vez por el hecho de

siempre considerarlo como propio en latinoamericana, porque Ortega y Gasset es,

ante todo, nuestro, sigue siendo uno de los grandes pensadores de la cultura

hispanoamericana. “Travesías…” señaló altibajos en la valorización que se ha

hecho de Ortega, dueño de un pensamiento que fluía en grandes intuiciones, a

veces geniales pero también muy generales, no se detenía en problemas

circunscriptos, sino que discurría en temas que resonaban en múltiples

cuestiones, como por ejemplo las relaciones de la razón con la vida, las relaciones

del individuo con la multitud, el origen del poder, la esencia de la Historia y la

esencia de la Técnica. Ortega se movía con talento y visión sin par por

programas enteros de pensamiento y gran repercusión, pero que muchas veces

descubierta una nueva vía, avistando una idea novedosa, no se detenía a

analizarla en todos sus alcances, no las sometía a exámenes minuciosos, a

exhaustiva autocritica, sin plantear dificultades o formular contra argumentos de

manera sistemática.

Destacaba la emisión radial que Ortega y Gasset parecía desarrollar sus ideas por

imágenes, que prefería ejemplos llamativos a la definición precisa de conceptos,

privilegiando las metáforas sugerentes antes que la precisión, apelando "..al brillo

de la expresión cautivante, más que al análisis detallado..", lo cual lo caracteriza

como genial ensayista, género que privilegió. El propio Ortega definió el Ensayo

en sus "Meditaciones del Quijote" 4 como “…una ciencia menos la prueba

4 Primer libro del autor, fechado en 1914 y contenido en el Tomo I de sus “Obras Completas” (desde 1902,

cuando dio su primer artículo a la prensa, hasta 1915)

Fuente: Centro de Estudios Orteguianos, http://www.ortegaygasset.edu/cortega/oc/t1.htm (agosto de 2007)

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explicita…”, lo cual expone muy bien su estilo, en que el ensayo resulta más

adecuado para exponer una visión intelectual que para desarrollar un proceso

argumentativo o de análisis exhaustivo.

Y así como la obra de Ortega se opacó tras su deceso, renace precisamente por

su destacada aptitud para las visiones amplias y generales; al volver a leerlo

encontramos vislumbres que siguen vivos, que todavía son precursores, que nos

sugieren caminos para la reflexión y brindan ayuda para situar los problemas de

hoy. “Travesías…” destacó la distinción orteguiana de Ideas y Creencias,

contenida en el Tomo V de sus “Obras Completas”5: las ideas son pensamientos

nuestros que podemos tener o no tener, "... tenemos ideas pero estamos en la

creencias… " (dice Ortega) “… las creencias son independientes de nuestro

razonamiento, están fuera de nuestra elección… ”. “… Aceptamos o no nuestras

ideas pero nuestras creencias se nos imponen… " resultas de lo cual “… tenemos

ideas pero somos nuestras creencias… "

Durante el programa radial el Profesor Vallota expuso los principios orteguianos

según los cuales “… pensamos con las ideas, contamos con las creencias …” así

como que “… un hombre queda mejor definido por aquello en lo que cree que por

aquello en lo que piensa …” Narra que Ortega vivió bajo la admonición del

cambio, de las innovaciones, de los hallazgos, el aire de los nuevos tiempos que

representaba el siglo XX y por el que se sintió afectado al punto de hacerlo centro

de su preocupación filosófica. Siempre encaró la tarea filosófica con actitud de

descubrimiento, como si de avanzar sobre tierras vírgenes se tratase, que otorgó

Esta publicación inaugural de Ortega referida en el programa radial que nos ocupa resulta vital para

comprender la obra del pensador español; es precisamente su discípulo más directo, Julián Marias, quien

destacará el valor germinal de las “Meditaciones”, donde ya se esboza lo que será la tesis central de la

metafísica de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia” y que "… la reabsorción de la circunstancia

es el destino concreto del hombre …" Marias, en su prólogo a la tercera edición de este texto fundamental

destaca que: “…Meditaciones del Quijote no es un libro más de Ortega. Es el punto de partida de toda su

obra posterior, aquel en que su autor llegó a sí mismo, empezó a poseer su propia filosofía, a instalarse en

ella para seguir adelante. Si no se comprende en toda su hondura este libro, todo el conocimiento de la obra

orteguiana es penúltimo, privado de su primer fundamento; y más aún: de sus estímulos originarios, del

nacimiento de una vocación, del dramatismo de un pensamiento germinal…” (Madrid, abril de 1984) 5 Para un índice exhaustivo de los contenidos del Tomo V de las “Obras Completas” (1932 – 1940) visitar el

Portal del Centro de Estudios Orteguianos, http://www.ortegaygasset.edu/cortega/oc/t5.htm (agosto 2007)

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al filosofo la misión de anunciar a la gente los nuevos tiempos, viéndose a si

mismo como un explorador que avanzaba sobre temas desconocidos para

mostrarlos al resto del mundo; presentó al filósofo atisbando nuevos horizontes,

las necesidades de un nuevo tiempo, enfrentando a la crisis más radical de la

historia moderna, crisis de fundamento, el final del tiempo que comenzó hace tres

siglos con Galileo y Descartes, fundado en la creencia en la razón y en su

producto la ciencia.

Ortega considera que la ciencia se encuentra en plena crisis ante la aparición de

la física probabilística, la física cuántica y la física de la relatividad, un nuevo

tiempo signado en el cambio de creencia, que sería el tiempo del cambio de la fe

en la razón por la fe en la vida. Cambio radical de los fundamentos, donde Ortega

y Gasset se ve como pensador comprometido con su tiempo, obligado a tratar de

entenderlo y conceptualizarlo, para lo cual acuñó la noción de creencia, más

concretamente del cambio de creencia. Persiguió entender las maneras en que se

producen los cambios en el mundo, no la suma de cosas existentes, sino el objeto

global de nuestros pensamientos y de nuestras opciones, no agotó el análisis de

sus propuestas, tuvo el mérito de los primeros que avistaron los nuevos tiempos y

trataron de entenderlos.

Según “Travesías…” Ortega cumplió con la misión que el mismo asignó a los

filósofos, anunciar el advenimiento de nuevos tiempos, de nuevas creencias que

marcarían los tiempos por venir, desde nuestras raíces hispanoamericanas, con

poderoso influjo en nuestra América.

Sobre la formación y desarrollo de Ortega

El presente “Elogio” de Ortega y Gasset no estaría completo sin detallar su

formación académica e intentar aproximarnos a la evolución de su pensamiento.

En etapas tempranas estuvo ligado a los jesuitas (Colegio de San Estanislao en

Miraflores del Palo – Málaga -, estudios superiores en la Universidad de Deusto –

Bilbao -), tras lo cual obtuvo su licenciatura de la Facultad de Filosofía y Letras de

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la Universidad Central (Madrid) en 1902, doctorándose en Filosofía por la

Universidad de Madrid, con la tesis “Los terrores del año mil”6 (1904, 58 páginas)

Los estudios que desde 1905 y hasta 1907 realizó en Alemania marcaron su

pensamiento y obra: Leipzig, Nuremberg, Colonia, Berlin y muy particularmente

Marburgo que es donde toma contacto con las llamadas “musas alemanas”,

destacando el “neokantismo” de Herman Cohen ( 1842 – 1918 ) y de Paul Natorp

( 1854 – 1924 ) entre otros, que dejaron huella profunda en Ortega, quien en su

primera juventud fuera lector voraz de Nietzsche. Destacó durante toda su vida la

grandeza de la filosofía, la ciencia y la técnica alemanas, llegando su admiración

al punto de considerar al país germano como su “segunda patria”; experiencia que

contribuyó a imbuir en Ortega y Gasset un tan férreo como certero y visionario

europeísmo, que Miguel de Unamuno llegó a calificar despectivamente “propio de

papanatas”7

El acendrado europeísmo orteguiano contribuyó en gran medida a signar las

fuertes polémicas que sostuvo desde los inicios mismos de su amplísima

6 Así que el viejo Ortega ¡me resultó milenarista!… con el loable mérito de su capacidad para presentar una

Tesis relativamente corta (hoy por hoy en mi Universidad exigen al menos el doble de páginas para aceptar

una tesis, como si claridad y aportes pudieran medirse con la cantidad de papel, otro soberano disparate al que

estamos sometidos) 7 Unamuno y Ortega sostuvieron fuertes polémicas, originadas en cartas cruzadas desde que el segundo era

apenas un principiante; según José Sobrino Diéguez ambos “…divergían fundamentalmente en cuatro puntos:

el personalismo, la poesía, España y la mística. Cuatro temas eternos…” Sabemos por Ramón Gómez de la

Serna que el enfrentamiento Unamuno vs. Ortega perduraba aún en los días de la “Revista de Occidente”,

donde al entrar Don Miguel, el aún joven José se levantaba y se iba: “…El Viejo (refiriéndose a Unamuno)

nunca notaba esa ausencia…”

Ahondando en las diferencias entre ambos, Villar Ezcurra nos señala que: “…Si Unamuno se preocupó por el

“hombre de carne y hueso”, Ortega se interesó por el ser humano y su circunstancia vital. Junto al esfuerzo

orteguiano por hacer presente la filosofía en la vida, la misma vida se convierte muy pronto para Ortega en

la realidad radical, la realidad a la que deben referirse todas las otras realidades. Sin embargo, esta

atención a la vida no implicaba identificarse con determinados vitalismos. Es conocida la postura que Ortega

quiere adoptar y que ya en 1924 califica como “Ni vitalismo, ni racionalismo”…”

Tranquiliza que Sobrino Diéguez informe que finalmente “…ambos eran demasiado grandes para persistir

hasta la muerte en ese absurdo alejamiento…” y nos remite a palabras del propio Ortega: “…Unamuno, de

quien había vivido unos veinte años distante, se aproximó a mí en los postreros días de su vida, y hasta poco

antes de la guerra civil y de su muerte reculaba a prima noche en la tertulia de la “Revista de Occidente”

con su cuerpo ya muy combado, como el arco próximo a disparar la última flecha…” Para profundizar en tan

rica polémica recomendamos acudir a las fuentes epistolares, oportunamente enriquecidas por la propia hija

de Ortega, Soledad, con las necesarias introducción y notas: ORTEGA Y GASSET, José, Epistolario

completo Ortega-Unamuno / introducción y notas de Soledad Ortega Spottorno, edición y notas adicionales

de Laureano Robles Carcedo, Editorial El Arquero, Madrid, 1987, 190 páginas.

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trayectoria. En el “Diccionario de Filosofía Contemporánea” encontramos al

respecto:

“…Las polémicas que, a su vuelta de Alemania, sostiene con los intelectuales de la

generación del 98 tienen como fondo la europeización de España y lo que ello

supone: aprender la ciencia europea. Detrás de esta fachada se halla el afán de

liderazgo del joven Ortega. Sus polémicas con las máximas figuras de la

intelectualidad española le proporcionan un prestigio que, unido a la formidable

plataforma editorial que Ortega hereda de su propio medio familiar, le coloca a la

cabeza de los notables de la cultura. … En su primer libro, “Meditaciones del

Quijote” (1914), se destacan ya los temas centrales de su filosofía: perspectivismo y

raciovitalismo. El perspectivismo, que desarrolla en “El tema de nuestro tiempo”

(1923), es la orteguiana teoría del conocimiento según la cual no hay un punto de

vista absoluto sobre la realidad, sino diversas perspectivas complementarias. El

raciovitalismo consiste en considerar la vida como la «realidad radical», como la

instancia a la que se subordinan todas las demás realidades, incluida la razón. Sin

embargo, Ortega no pretende fundar un irracionalismo biologista, sino establecer

la indisolubilidad entre razón y vida o, lo que viene a ser equivalente, entre razón y

fluencia o historia. De ahí que la razón vital pueda llamarse también razón

histórica...” (páginas 362 y 363)

Mi admiración y empatía por Ortega se acrecientan en esta etapa existencial en

que, como argentino de origen español, el camino de la vida me trajo en senda

inversa al país del Maestro, mientras que redescubro día a día el valor de sus

enseñanzas de brillante visionario en los hechos que una y otra vez se repiten en

la Madre Patria en particular y Europa en general, que tan bien supo el analizar,

interpretar con prolijidad de disección: sin ir muy lejos presiento que sus

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planteamientos volcados en “España Invertebrada” 8 siguen siendo de vigencia

plena.

Justificación del trabajo y elogio de Ortega y Gasset que se han extendido más de

lo que inicialmente me proponía: largo sendero sin atajos a la vista, preferido por

la conveniencia de comprender al hombre y su circunstancia, entender la

dimensión y alcances de su vasta obra y abundante pensamiento a la luz de los

tiempos que vivió y reflexionó, dándonos luces para interpretar con rumbo cierto

este inicio de siglo y milenio.

La Técnica según Ortega y Gasset

Ya entrando en materia con la lectura de “La Meditación de la Técnica” de Ortega

y Gasset debo aclarar que para su escogencia contribuyó en buena medida el

“sabor” a clase magistral que la caracteriza, resultando tarea amena, diferente,

inteligente… algo que añoro de los cursos que tuve el honor de compartir con un

grupo de amigos bajo la dirección del Doctor Vallota. Y que tratando de alejarme

de mi área de conocimiento (Arquitectura) para enfrascarme solamente en Ortega

y la Técnica encuentro la sorpresa de su conferencia entre arquitectos realizada

en su querida Alemania, para entonces inmersa en plena reconstrucción de

postguerra – tema que retomaremos hacia el final del presente trabajo.

La obra leída se integra con las notas preparadas por Don José Ortega y Gasset

para el desarrollo del Curso “¿Qué es la Técnica?” que dictó en 1993 en la

8 El subtítulo de “España Invertebrada” es "Bosquejo de algunos pensamientos históricos"; su intención es

"…definir la grave enfermedad que España sufre…"; Ortega y Gasset hace la advertencia que muchas de

estas dolencias españolas resultan comunes a toda Europa, aunque puedan resultar menos visibles,

anticipando que paulatinamente se irían manifestando… “…una falta de deseos…”, observaba Ortega, “…se

cierne sobre Europa, no hay apetitos, no se estima el presente…” Ortega se refiere a la nación como un

sistema dinámico, una empresa, que por lo tanto está integrándose o desintegrándose; para el lo que define

una nación es “…un proyecto sugestivo de vida en común…”, los grupos nacionales "…no conviven por estar

juntos, sino para hacer juntos algo…" Bajo esta óptica interpretaba Ortega a principios del siglo XX el

nacimiento en España de regionalismos, separatismos, nacionalismos, a manera de empecinada continuación

de la tendencia disgregadora iniciada durante el Imperio a fines del siglo XVI.

Page 15: "Elogio de Ortega", ensayo por @darioalvarez para Seminario Doctor Vallota - 2007

15

Universidad de Verano de Santander. Notas que originalmente fueron publicadas

durante el año 1935 en forma de artículos (un total de doce, titulados “Sobre la

Técnica”) en el Diario “La Nación de Buenos Aires”, del cual Ortega fue asiduo

columnista de opinión. Siendo el caso que unos “editores fraudulentos de Chile”

(Ortega dixit) formaban con estos y otros de sus escritos volúmenes que

publicaban sin autorización alguna, el Filósofo aclara en el Prólogo que procedió a

“…cometer el fraude de publicar yo estos libros suyos, que son míos…” (1939)

Sobre la esencia de este conjunto de lecciones de Ortega nos dice Cordero del

Campo (2002):

“…La técnica, en el pensamiento de Ortega, no es satisfacción sino liberación de

la necesidad, pues lo único verdaderamente necesario es lo superfluo, determinado

según el proyecto vital de cada ser humano. Así, la técnica está al servicio de este

proyecto, y su facultad no es la inteligencia mecánica sino la imaginación. Por ello,

no es probable la tecnocracia. Sin embargo, en mi opinión, el proyecto orteguiano

exhibe características y actitudes propias de un proyecto técnico. Posición que

podría llamarse "romanticismo técnico"…”

En la Introducción al Curso, que Ortega titula “La Universidad y la Técnica”, el

autor manifiesta de forma clara y tajante que. “…Sin la técnica el hombre no

existiría ni habría existido nunca. Así, ni más ni menos…” (p. 13)

El Maestro nos muestra a la Universidad separada de la técnica, quedando a

morbosa lejanía … del destino humano, es decir de la vida real. Mientras que “…

los ingenieros, sumergidos cada cual en su tecnicismo especial, sin la educación

panorámica y sintética que sólo la Universidad puede dar eran incapaces de

afrontar ni prever el problema que la técnica plantea hoy a la humanidad …” Creo

no errar afirmando que la Universidad permanece estancada en una pretensión

del “Saber” en franco desfase con los tiempos que corren, mientras que los

Ingenieros tienen por ocupación el “Saber Hacer”, necesitando aquella de estos

Page 16: "Elogio de Ortega", ensayo por @darioalvarez para Seminario Doctor Vallota - 2007

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para afrontar con más oportunidades de éxito la vida real; a la vez que los

Ingenieros parecen alejarse de la tan conveniente universalidad que la

Universidad ofrece (sin ánimo de caer en reiteraciones o perogrulladas, pero no

encontramos otra forma de escribirlo) Separación radical de la Universidad y la

ingeniería (en cuanto técnica) como una de las grandes calamidades que ha

acarreado la increíble torpeza que el hombre de hoy está revelando en el

tratamiento de sus grandes angustias presentes.

Ortega no dice que la falta de contacto de la Universidad (que “… tuvo sus horas

de plena eficacia histórica …”) con la técnica siempre existiera, pero niega “…que

haya paridad entre la situación del hombre entonces (la edad media) y ahora, con

respecto a la técnica…” Ante esta circunstancia la Universidad se nos revela

como no muy distante de su situación hace seis siglos, en que la porción de

técnica que intervenía en la existencia humana … era superlativamente menor que

la de hoy. Entonces todavía las actividades no técnicas del hombre contaban

mucho más que las técnicas; la Universidad medieval… no necesitaba ocuparse

de la técnica; actitud que luce similar en nuestra Universidad actual, nuestra UCV,

donde la técnica no es suficientemente estudiada, pensada, como parecieran

demostrar las dificultades y el tiempo que requirieron que este Seminario se

dictase – situación manifiesta en las restantes casas de estudio nacionales y que

da a la Universidad un carácter abstracto, ajeno a la realidad. Resulta paradójico

(trágico incluso) que sea en este marco circunstancial donde precisamente, un

venezolano, se dedique a pensar allende la técnica, Mayz Vallenilla9 con su

propuesta meta - técnica.

9 Rector Fundador (y Jardinero) de la Universidad Simón Bolívar (USB) institución que al menos en sus

orígenes y primeros tiempos mostró un modelo (pretensión de ser en acciones) más cercano, coherente, con

nuestros tiempos. Hoy también parece mostrarse estancada en el marasmo de cierta abstracción pura, incapaz

de dar respuestas a los complejos tiempos que vivimos, construyendo su propia irrealidad que como en el

conjunto de nuestras casas de estudio superior pareciera “ombligocéntrica, narcisista, endogámica y con

marcadas tendencias a cierta clase particular de autismo” (el encomillado para identificar mi postura personal

frente a nuestras universidades – la explicación de estas ideas queda para otra ocasión ya que puede dar lugar

a todo un tratado)

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17

Retornando a Ortega y su “Meditación…” este nos plantea que en el Medioevo la

vida extrauniversitaria ponía suficientemente en contacto con la técnica sencilla,

transparente del tiempo, y nos presenta la paradoja actual: La técnica, cuya misión

es resolverle al hombre problemas, se ha convertido de pronto en un nuevo y

gigantesco problema. Situación que se previó desde finales del siglo XIX, por lo

que algunos preocupados por todo ello quisieron reformar la educación y

especialmente la Universidad, pero no se les hizo caso y la reforma no se hizo a

tiempo. La Universidad siguió anquilosada en su tradición, creyendo que su misión

central era hacer latinistas o helenistas.

Con visión que sorprende por lo actual el filósofo prosigue diciendo que: “… Es

penoso observar a lo largo de la historia la incapacidad de las sociedades

humanas para reformarse. Triunfa en ellas o la terquedad conservadora o la

irresponsabilidad y ligereza revolucionarias …” Lo cual complementamos

afirmando que cualquier similitud con la problemática venezolana no es simple

coincidencia, las circunstancias en que estamos inmersos no distan notoriamente

de las propias del medioevo (salvo en una fuerte carencia de valores religiosos,

que muchos venezolanos han reemplazado por actividades mágico –

supersticiosas, a lo que desde la calle del estado nuevo socialista del siglo XXI se

nos pretende atender con el culto al bolivarianismo)

Cerrando las notas de esta sesión introductoria y antes de entregarnos una

pregunta que será la clave para el desarrollo del curso, Ortega dice algo que

hacemos nuestro en este Seminario: “ …Ya es algo, para constreñirme a mi

asunto, que por vez primera se haya puesto en contacto dentro de ella (la

Universidad) la cultura universitaria con la ingeniería (arquitectura10 en nuestro

10

Arquitectura, disciplina compleja a la que interpreto con ciertas ventajas competitivas frente a la pura

ingeniería, ya que nuestro oficio de arquitecto, para ser tal, debe perseguir el ideal equilibrio de lo

humanístico con lo técnico; el triunfante modernismo arquitectónico del siglo XX causó un grave daño al

componente humanístico sin lograr que la predominancia de la técnica cubriera el vacío generado. Luego

tendencias recientes como el posmodernismo buscaron el regreso a las fuentes humanísticas perdidas (estimo

que sin mayor éxito, deviniendo muchas de sus posturas en mera moda)

Page 18: "Elogio de Ortega", ensayo por @darioalvarez para Seminario Doctor Vallota - 2007

18

caso), es decir, con la técnica por antonomasia… ” La gran pregunta que el

filósofo nos formula para el desarrollo de su curso resulta ser: ¿Qué es la técnica?

En lo que da a llamar “primera escaramuza” nos dice que “ Uno de los temas que

en los próximos años se va a debatir con mayor brío es el del sentido, ventajas,

daños y límites de la técnica… ” Expone que el hombre tiene una serie de

necesidades tales como por ejemplo calentarse (cuando llega el invierno, el

hombre siente frío) “… El frío es tal que el hombre se siente morir, esto es, siente

que el frío le mata, le aniquila, le niega. Ahora bien, el hombre no quiere morir; al

contrario, normalmente anhela pervivir…” Ortega deja de lado salir del paso (por

varias razones que explica claramente) alegando el instinto de conservación,

dando entonces por fallida tal explicación y preguntándose entonces: ¿Por qué

normalmente quiere el hombre vivir? ¿Por qué no le es indiferente desaparecer?

¿Qué empeño tiene en estar en el mundo? Afirmando de seguidas que al menos

por hoy nos basta “…con partir del hecho bruto: que el hombre quiere vivir y,

porque quiere vivir, cuando el frío amenaza con destruirle, el hombre siente la

necesidad de evitar el frío y proporcionarse calor. El rayo de la tormenta invernal

incendia una punta del bosque: el hombre entonces se acerca al fuego benéfico

que el azar le ha proporcionado para calentarse. Calentarse es un acto por el cual

el hombre subviene a su necesidad de evitar el frío, aprovechando sin más el

fuego que encuentra ante si…”

Otras necesidades además de calentarse como alimentarse, beber, etc. “…son

ellas condiciones naturalmente necesarias para vivir. El hombre reconoce esta

necesidad material u objetiva y porque la reconoce la siente subjetivamente como

necesidad…” Pero estas son necesidades puramente condicionales, es decir, que

según la propia voluntad del hombre este puede o no satisfacerlas, de manera

diferente a cuando se deja caer una piedra, ésta cae necesariamente, con

necesidad categórica o incondicional. Todas estas actividades permiten al hombre

vivir su verdadera necesidad. “…Este vivir es, pues, la necesidad originaria de

que todas las demás son meras consecuencias…”

Page 19: "Elogio de Ortega", ensayo por @darioalvarez para Seminario Doctor Vallota - 2007

19

El hombre actúa de manera contraria a los animales que siempre dependen de

sus necesidades biológicas u orgánicas. Sucede que el animal “… no tiene las

dotes intelectuales del hombre para defender su vida…” Si el hombre dependiera

como los animales exclusivamente de sus necesidades biológicas u orgánicas,

entonces estas no serían necesidades sino imposiciones; pero no lo siente como

aquello en lo que su vida consiste.

La técnica está constituida por todos los medios que utiliza el hombre para

conseguir sus fines, entonces podemos intentar una definición primaria de la

técnica como la reforma que el hombre impone a su circunstancia o naturaleza …

en vista de la satisfacción de sus necesidades. Concluyendo esta primera

escaramuza con el tema también podemos definir a la técnica como: “…la

reacción enérgica contra la naturaleza o circunstancia, que lleva a crear entre

éstas y el hombre una nueva naturaleza puesta sobre aquella, una

sobrenaturaleza…”

En la segunda lección del curso que Ortega encabeza en su título con la dualidad

“El Estar y el Bienestar” nos expone que un hombre sin técnica no es un hombre,

pero que la técnica no se reduce a facilitar la satisfacción de necesidades sino que,

quizá en mayor medida, se destina a proporcionarle cosas y situaciones

innecesarias, como la embriaguez. Explica que: “… tan viejo y tan extendido

como el hacer fuego es el embriagarse – quiero decir, el uso de procedimientos o

sustancias que ponen al hombre en estado psicofisiológico de exaltación deliciosa

o bien de un delicioso estupor. La droga, el estupefaciente es un invento tan

primitivo como el que más… ” Prosigue manifestando que esto “…nos revela que

el primitivo no sentía menos como necesidad el proporcionarse ciertos estados

placenteros que el satisfacer sus necesidades mínimas para no morir; por tanto,

que desde el principio el concepto de “necesidad humana” abarca

indiferentemente lo objetivamente necesario y lo superfluo…” Su discurso nos

demuestra que desde los inicios de la humanidad el concepto de necesidad

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humana abarca lo objetivamente necesario así como lo superfluo: “… De donde

se deduce que el empeño del hombre por vivir, por estar en el mundo, es

inseparable de su empeño de estar bien …” Luego para el hombre la vida no

significa simplemente estar, sino que también el estar bien, bienestar. Sólo esto le

parece necesario, el bienestar, las necesidades biológicas se convierten en

necesidades cuando aparecen como condiciones del estar en el mundo.

Paradójicamente observamos al hombre como un animal para el cual sólo lo

superfluo es necesario.

En esta sesión topamos con la técnica como la satisfacción de lo superfluo, el

medio para satisfacer las necesidades humanas. Hombre, técnica y bienestar

están ligados íntimamente, las necesidades humanas lo son sólo en función del

bienestar. Entonces sólo podremos averiguar cuáles son estas necesidades

humanas cuando sepamos qué es lo que el hombre entiende por bienestar. Pero,

mientras vivir en sentido biológico es algo fijo para cada especie, el bienestar es

un término móvil en función de las necesidades: como la técnica está muy ligada a

las necesidades, su definición será también múltiple.

Una breve pausa en la lectura de Ortega para cerrar el tema sobre la relación

hombre – naturaleza (y lo “artificial” que en esencia resulta el primer componente

de este binomio indisoluble) conviene recordar la cita lapidaria del filósofo J. D.

García Bacca: “…Quien a estas alturas históricas viva y sea su ser de hombre fin

y final, cual naturaleza, es un anacronismo viviente…” (referenciado por Vallota,

2004)

Ortega y Gasset presenta las notas de la tercera sesión encabezadas con el

sugestivo título de “El esfuerzo para ahorrar esfuerzo”. Resume su propuesta en

tres puntos antes de proseguir:

1º No hay hombre sin técnica;

2º Esta técnica varía en sumo grado y es sobremanera inestable,

dependiendo cuál y cuánta sea en cada momento de la idea de bienestar

que el hombre tenga a la sazón…

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21

3º Otra cuestión es si no hay en todas las técnicas pasadas un torso

común que ha ido acumulando sus descubrimientos, aún a través de no

pocas desapariciones, retrocesos y pérdidas.

De seguidas expone que la técnica disminuye el esfuerzo y que actos técnicos son

aquellos en que el hombre dedica el esfuerzo para inventar y ejecutar un plan de

actividad que le permita: asegurar la satisfacción de las necesidades, por lo ponto,

elementales; lograr esa satisfacción con el mínimo esfuerzo; y crearnos

posibilidades completamente nuevas produciendo objetos que no hay en la

naturaleza del hombre. Entonces con la técnica vista como el esfuerzo para

ahorrar esfuerzo, en que este esfuerzo ahorrado se emplea en la creación del

bienestar arriba descrito. Tiempo y esfuerzo ahorrados por el hombre gracias a la

técnica, que entonces se dedican a una serie de quehaceres no biológicos, que se

inventan a sí mismos: vida inventada que el humano llama vida humana o

bienestar.

En el apartado (sesión) que Ortega titula “Excursiones al subsuelo de la Técnica”

“… nos encontramos con que en el universo acontece el siguiente hecho: un ente,

el hombre, se ve obligado, si quiere existir, a estar en otro ente, el mundo, o la

naturaleza…” para “… ese estar el uno en el otro – el hombre en el

mundo …“ considera que nuestra existencia consiste en estar rodeados

simultáneamente tanto de facilidades como de dificultades, y que si no

encontrásemos facilidades no podríamos estar en el mundo, es decir, que no

existiríamos. Mientras que el hallar dificultades hace que la existencia del hombre

no sea pasiva, sino conllevar que este tenga que sobreponerse y luchar contra las

dificultades, tiene por tanto que hacerse el hombre su propia existencia en cada

momento; ya que le es dada la posibilidad abstracta de existir, pero no la realidad,

a la cual el hombre tiene que conquistar.

Todo esto causado porque el ser del hombre y el ser de la naturaleza no coinciden

plenamente. Lo que el hombre tiene de natural se realiza por sí mismo, mientras

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que su porción extranatural es una pretensión de ser, un proyecto de vida, eso que

llamamos personalidad. Así, a todo aquello cuyo modo de ser consiste en ser lo

que ya es y en el cual coincide su potencialidad con su realidad (lo que puede ser

con lo que es) lo llamamos cosa.

Ya en la sesión que titula “la Vida como fabricación de si misma” discurre hasta

llegar a las esencias de la Técnica y de los Deseos: afirma que la vida es

producción, fabricación y, después, pensamiento, teoría y ciencia; que la historia

del pensamiento humano es una serie de observaciones hechas por el hombre

para descubrir el mundo, razón por la cual al invento técnico también se le llama

descubrimiento. El hombre tiene una tarea extranatural, diferente a las tareas

biológicas propias de los animales y debe ahorrar esfuerzo, además de satisfacer

sus necesidades elementales, para dedicarlo a realizarse a sí mismo y a su vida.

Entonces todas las actividades humanas que son llamadas técnicas son

especificaciones de ese carácter general de autofabricación propio a nuestro vivir

humano.

Mientras que el deseo original es la invención por excelencia, el técnico o la

capacidad técnica del hombre tienen a su cargo inventar procedimientos para

lograr las necesidades del hombre. Pero estas necesidades también son una

invención, constituyen lo que en cada época o pueblo el hombre pretende ser, por

lo cual esta primera invención pre − técnica es el deseo. Los deseos referentes a

cosas siempre se mueven dentro del perfil del hombre que deseamos ser. Este es

el deseo radical, la fuente de todos los demás deseos; cuando alguien no tiene

claro un sí mismo que realizar, entonces tiene pseudo − deseos. Siendo este y no

otro el problema del hombre actual: no sabe qué ser, al humano actual le falta

imaginación para inventar el argumento de su propia vida.

En este momento Ortega exhibirá parte de su gran conocimiento de las culturas, y

le veremos citar coloridos ejemplos tibetanos, ingleses o castizos españoles. Al

tratar la sesión dedicada al “destino extranatural del hombre y los programas de

ser”, expresa que los programas extranaturales del hombre han sido muchos y a lo

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largo de la historia muy distintos y variados, explayándose como ejemplos en la

descripción y características del bodhisatva hindú y del gentleman de 1850 en

Inglaterra. Bodhisatva y gentleman que son muy diferentes entre sí, ya que ser el

primero es creer que existir en este mundo de meras apariencias es no existir de

verdad y es aspirar a vivir lo menos posible, recogido en la meditación que ayuda

a llegar al éxtasis, por lo cual sus técnicas no producirán reformas de la naturaleza

material, sino en el cuerpo y la psique del hombre; mientras que en cambio, ser el

segundo, es ser un hombre que tiene que luchar en la vida, ya que el gentleman

tiene que ejercer todas las profesiones y oficios, sobre todo los prácticos.

Ahondando en la idea del gentleman manifiesta que este quiere vivir con

intensidad en este mundo y ser lo más individuo que pueda, aspirando a ser un

buen jugador en la mundanal aspereza; su elemento principal reside en el dominio

sobre la circunstancia y los hombres, persigue en toda su vida el decoro: alma y

cuerpo limpios, todo esto le supone riqueza. El gentleman ha sido el gran político

y el gran técnico. Pero ya que la riqueza de los hombres ha ido decayendo hay

que pensar en un tipo ejemplar de vida que conserve lo mejor del gentleman y sea,

a la vez, compatible con la pobreza. En este punto es donde surge la figura del

hidalgo, que a diferencia del gentleman, no trabaja, se limita a reducir sus

necesidades materiales sin crear técnicas, pero sabiendo dar soluciones dignas a

tales condiciones existenciales.

Ortega define cosa como la serie de condiciones que la hacen posible, es decir,

como su ser más profundo; para él la definición de una cosa, al enumerar sus

ingredientes, sus supuestos, se convierte en la pre - cosa, o sea, en el ser de la

cosa. Señala que aunque hombre y animal tienen inteligencia, esta es diferente

en ambos: ya que el hombre tiene inteligencia capaz de descubrir nuevas

relaciones entre las cosas que le rodean, inteligencia que le permite inventar

instrumentos y métodos para la satisfacción de sus necesidades; mientras que el

animal cuenta con capacidad para producir instrumentos elementales, pero su

memoria e inteligencia creadoras son escasas. Afirma que al contar el animal con

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poca imaginación, será incapaz de formarse un proyecto de vida y que por eso la

inteligencia se convierte en una función puramente mecánica, mientras que sólo

en un ente donde la inteligencia funciona al servicio de una imaginación creadora

de proyectos vitales puede constituirse la capacidad técnica, topándonos entonces

con el hombre como técnico.

Tratado el tema de los estadios de la técnica, Ortega dice que para dividir su

evolución en períodos, atenderemos a la relación entre el hombre y su técnica o,

para decirlo de manera más precisa, la idea que el hombre ha ido teniendo de su

técnica. Hecha la tarea, se pueden distinguir tres grandes estadios:

La técnica del azar;

La técnica del artesano; y,

La técnica del técnico

La técnica primitiva del hombre pre y proto - histórico es la técnica del azar,

detentada actualmente por los grupos menos avanzados. Es propio de este

estadio que el hombre ignore su propia técnica, ya que no se da cuenta que posee

la capacidad de reformar la naturaleza para satisfacer sus necesidades. La

técnica del azar se caracteriza por el hecho que los actos técnicos son muy

escasos y sencillos, el hombre primitivo es más cercano al animal que al propio

hombre ya que desconoce el sentido de la técnica, ignora su capacidad de cambio

y progreso. El desarrollo de la técnica es colectivo, la única diferencia se produce

en el reparto de las tareas, hombres y mujeres se ocupan de asuntos diferentes y

no son conscientes de la invención ya que su técnica es fruto del azar, piensan la

técnica como algo mágico, la interpretan como un dimensión más de la naturaleza.

El segundo estadio lo constituye la técnica del técnico, la técnica como artesanía,

la técnica del artesano, propias de la antigua Grecia, de la Roma preimperial y de

la Edad Media. La técnica del artesano se caracteriza por el enorme crecimiento

de los actos técnicos, pese a que aún lo técnico no se ha convertido en la base

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absoluta sobre la que se apoya el hombre, que sigue siendo todavía lo natural;

pero la técnica se complica y es necesario que ciertos hombres se encarguen de

ella dedicándole sus vidas: surgen entonces los artesanos. En este momento se

adquiere una conciencia de la técnica como algo especial y particular, aunque aún

no se sabe que hay técnica, todavía no se concibe la conciencia del invento. El

artesano tiene que aprender, es la época donde se instituye la relación entre

maestros y aprendices que cultivan técnicas ya elaboradas que les vienen por

tradición y a las que sin embargo introducen modificaciones y mejoras. Durante

este estadio de la técnica sólo se han llegado a producir instrumentos, no

máquinas, y cada técnica consiste en una invención y una ejecución, por lo cual el

artesano es a la vez técnico y obrero.

Arribados al tercer estadio, la técnica del técnico, observamos la invención de la

primera máquina, el telar de Robert (1825), primer instrumento que actúa por sí

mismo a la vez que produce el objeto. Es característico de este estadio que ya se

diferencian el Obrero y el Técnico, mientras que el hombre adquiere conciencia de

que posee capacidades diferentes a las de los animales o las de la naturaleza,

presentándosele la técnica como una capacidad ilimitada.

Tratada la relación en que se encuentran hoy el Hombre y su Técnica, Ortega nos

indica que la evolución de esta se caracteriza por el fabuloso crecimiento de actos

y resultados técnicos que integran la vida actual: los supuestos técnicos de la vida

superan hoy a los supuestos naturales, de manera que el hombre ya no puede

vivir sin técnica. El hombre actual está tan envuelto en la técnica y rodeado por

ella que puede llegar a perder la conciencia de la técnica. Hemos migrado del

instrumento a la máquina, ya no es el utensilio quien ayuda al hombre, sino que es

el hombre quien queda reducido a controlar y auxiliar la máquina en algunos

momentos. La separación entre técnico y obrero ya es definitiva: el primero

queda convertido en la expresión pura de la técnica, el ingeniero. En el primer

estadio, inventar no podía ser un oficio porque el hombre ignoraba su propia

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capacidad para hacerlo mientras que actualmente el técnico se dedica a inventar

porque sabe que tiene esa capacidad de invención, es consciente de ello.

El método intelectual que opera en la creación técnica es lo que conocemos como

tecnicismo, sin él no hay técnica. El tecnicismo moderno es completamente

distinto a los anteriores, ya que cuando el técnico de antaño buscaba un invento lo

que hacía era partir del resultado propuesto y buscar medios para ello, entonces

buscaba actos o procedimientos que con una sola operación produjeran el

resultado deseado: esto llevó a que el medio para conseguir una cosa se

pareciera a la cosa en sí misma, y como en muchos casos esta similitud no es

posible entonces el técnico se dedicaba a probar empíricamente diferentes medios.

Insiste en que el tecnicismo de la técnica moderna es totalmente diferente a los

anteriores y surge al mismo tiempo que la física como ciencia: las guerras de

fines del siglo XV y principios del siglo XVI dieron lugar al surgimiento del nuevo

tecnicismo. Ortega detalla que hacia 1540 están de moda las “mecánicas” (las

máquinas y su arte) y que en 1600 aún continúa dicha corriente, con Galileo,

padre de la ciencia mecánica. Es el momento en que todo el mundo quiere tener

aparatos, por ejemplo Carlos V, cuando se retira a Yuste, lleva consigo sólo dos

elementos del mundo que abandona: relojes y Juanelo Turriano (gran inventor

mecánico, el más famoso de su corte) Es propio del nuevo tecnicismo

descomponer el resultado total en los resultados parciales del que surge, en sus

“causas” o ingredientes: esto es lo que hará Galileo en su ciencia, cuando ve

moverse un cuerpo, se pregunta de qué movimientos elementales se compone.

Surge entonces el nuevo modo de operar con el intelecto, aparece el “análisis de

la naturaleza”.

Para este momento la técnica ya no es inspiración mágica ni puro azar, sino que

alcanza la categoría de “método”, se constituye en camino preestablecido, firme y

consciente de sus fundamentos: se establece la física mediante análisis y

experimento.

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Ortega finaliza la última sesión de su curso citando a Allen Raymond11 y su librito

“¿Qué es la tecnocracia?”12 ofreciendo datos extraídos del mismo sobre lo que

podido y puede hacer el tecnicismo, poniendo de manifiesto la casi ilimitación de

posibilidades en la técnica material contemporánea; ya para la década de los

treinta estas cifras resultan sorprendentes como veremos en la cita referida a uno

de materiales que utilizamos los arquitectos con mayor frecuencia:

“…Los fabricantes de ladrillos, durante más de cinco mil años, nunca

lograron, por término medio, más de 450 ladrillos por día y por individuo, en

jornada de más de diez horas. Una fábrica moderna de fabricación

continua de ladrillos producirá 400.000 ladrillos por día y por hombre…”

Si este crecimiento resultaba exponencial en la producción tecnocrática de los

años treinta, pensar en las magnitudes actuales, ochenta años después, remarca

drásticamente la postura de Ortega y Gasset; la casi ilimitación de posibilidades en

la técnica material contemporánea podría bien acabar con la vida humana sobre el

planeta, sea por el desarrollo incontrolado o por las armas de destrucción

masiva… ya nada volverá a ser como se plasmó en su “Meditación…”

Advertencias: Primitivismo y Técnica en “La rebelión de las masas”

Ortega siempre tuvo presente el problema de la técnica, años antes aun de reunir

las notas que dieron lugar a la “Meditación…” que acabamos de leer. En la que

constituye tal vez su obra más ampliamente conocida, “La rebelión de las masas”

(publicada nueve años antes), utiliza su Capítulo X para abordar la temática de los

11

Reportero del New York Herald Tribune, publica en 1932 un conjunto de cuatro artículos sobre el tema que

posteriormente dará origen al libro citado por Ortega y Gasset en su “Meditación de la Técnica” (Fuente:

Anales de la Facultad de Derecho, Universidad de Chile,

http://www.analesderecho.uchile.cl/CDA/an_der_articulo/0,1361,SCID%253D3091%2526ISID%253D253,0

0.html (septiembre de 2007) 12

Traducido del inglés por G. Sans Huélin es publicado por la “Revista de Occidente” en Madrid, 1933.

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28

progresos técnicos frente al primitivismo, sin dejar de efectuar oportunas

advertencias que estimo convenientes citar en este trabajo.

“…A toda hora se habla hoy de los progresos fabulosos de la técnica; pero yo no

veo que se hable, ni por los mejores, con una conciencia de su porvenir

suficientemente dramático. El mismo Spengler, tan sutil y tan hondo -aunque tan

maniático-, me parece en este punto demasiado optimista. Pues cree que a la

“cultura” va a suceder una época de «civilización», bajo la cual entiende sobre todo

la técnica ... Spengler cree que la técnica puede seguir viviendo cuando ha muerto el

interés por los principios de la cultura. Yo no puedo resolverme a creer tal cosa. La

técnica es, consustancialmente, ciencia, y la ciencia no existe si no interesa en su

pureza y por ella misma, y no puede interesar si las gentes no continúan

entusiasmadas con los principios generales de la cultura. Si se embota este fervor -

como parece ocurrir-, la técnica sólo puede pervivir un rato, el que le dure la inercia

del impulso cultural que la creó. Se vive con la técnica, pero no de la técnica. Esta

no se nutre ni respira a sí misma, no es causa sui, sino precipitado útil, práctico, de

preocupaciones superfluas, imprácticas…”

Valga aquí una apreciación personal: los arquitectos parecemos sufrir el mal de

Spengler; mucho se ha sacrificado el componente cultura en función de la

todopoderosa técnica en nuestro ámbito profesional, cuando en realidad estamos

construyendo toda una nueva cultura, cuyos alcances aun se muestran

insospechados y sobre la cual echará raíces todo el nuevo conjunto de avances

técnicos.

“…Voy, pues, a la advertencia de que el actual interés por la técnica no garantiza

nada, y menos que nada el progreso mismo o la perduración de la técnica. Bien está

que se considere el tecnicismo como uno de los rasgos característicos de la “cultura

moderna”, es decir, de una cultura que contiene un género de ciencia, el cual resulta

materialmente aprovechable. Por eso, al resumir la fisonomía novísima de la vida

implantada por el siglo XIX, me quedaba yo con estas dos solas facciones:

democracia liberal y técnica. Pero repito que me sorprende la ligereza con que al

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hablar de la técnica se olvida que su víscera cordial es la ciencia pura, y que las

condiciones de su perpetuación involucran las que hacen posible el puro ejercicio

científico. ¿Se ha pensado en todas las cosas que necesitan seguir vigentes en las

almas para que pueda seguir habiendo de verdad «hombres de ciencia»? ¿Se cree en

serio que mientras haya dólares habrá ciencia? Esta idea en que muchos se

tranquilizan no es sino una prueba más de primitivismo…”

“…Pero las ciencias experimentales sí necesitan de la masa, como ésta necesita de

ellas, so pena de sucumbir, ya que en un planeta sin fisicoquímica no puede

sustentarse el número de hombres hoy existentes…”

Ortega frente a Heidegger y la Arquitectura

Por experiencias previas sé que no suele resultar afortunado llevar esto al campo

de la propia experticia, pero la lectura de la participación de Ortega y Gasset en el

Coloquio de Darmstadt (1951, publicada en alemán en 1952) titulada “El Mito del

Hombre allende la Técnica”, efectuada ante arquitectos, hecho de lo cual no fue

prevenido pero si de la temática de la técnica y la presencia de Heidegger (a quien

en varios sentidos refutará, en parte, por lo oscuro de su trabajo, crítica hecha a la

filosofía en la Introducción de este trabajo y que Ortega aborda con su habitual

claridad de “traer a la superficie”) me hace ineludible citar algo en torno a la

Arquitectura, por lo lúcido, y, entendiendo que se produjo hace décadas, visionario

que resulta lo disertado:

“...El arquitecto se encuentra en una relación con su oficio, con su arte, muy diferente de

la que forma la relación de los demás artistas con sus artes respectivas. La razón es obvia:

la arquitectura no es, no puede, no debe ser un arte exclusivamente personal. Es un arte

colectivo. El genuino arquitecto es todo un pueblo. Este da los medios para la

construcción, da su finalidad y da su unidad. Imagínese una ciudad construída por

arquitectos “geniales” pero entregados, cada uno por si, a su estilo personal. Cada uno de

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estos edificios podría ser magnífico y, sin embargo, el conjunto sería bizarro e intolerable.

En tal conjunto se acusaría demasiado y como a gritos un elemento de todo arte en que no

se ha reparado bastante: lo que tiene de capricho. La caprichosidad se manifestaría

desnuda, cínica, indecente, intolerable. No podríamos ver el edificio consistiendo en la

soberana objetividad de un grandioso cuerpo mineral, sino que en sus líneas nos parecería

ver el impertinente perfil de un señor a quien “la ha dado la gana” de hacer aquello...” (p.

111)

(Cualquier similitud con el perfil arquitectónico de Caracas no es coincidencia;

Ortega describe con lúcida precisión las razones de la pobreza urbana e

incoherencia en el carácter edilicio de la ciudad)

Algunos fragmentos de la conferencia dictada allí por Ortega y Gasset reafirman,

redondean por así decirlo, las enseñanzas de su “Meditación de la Técnica”, por lo

cual los transcribiremos a continuación:

“…Una de las leyes más claras de la historia universal es el hecho de que los

movimientos técnicos del hombre han aumentado continuamente en número y en

intensidad, es decir, que la ocupación técnica del hombre – en este sentido estricto

– se ha desarrollado con un indudable progreso; o, lo que es lo mismo, que el

hombre, en una medida creciente, es un ser técnico…”

Para su presentación narra un mito donde diferencia al hombre de otros animales,

“… los animales superiores que preceden al hombre, conforme se ha demostrado, tienen

entendimiento, pero no tienen, o apenas tienen memoria; o, lo que es lo mismo, no tienen

fantasía, la cual, igual que la memoria, es productiva a veces y otras, improductiva …”

Luego el hombre “… Estaba “naturalmente” loco; tan lleno de fantasía como no la

había tenido ningún animal antes que él, y esto significa que frente al mundo circundante

era el único que encontró, en sí, un mundo interior. Tiene un interior, un dentro, lo que

otros animales no pueden tener en absoluto… se encontró tal riqueza de imágenes internas,

la dirección de su atención realizó el más grande y patético giro desde fuera hacia dentro.

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Empezó a prestar atención a su interior, es decir, entró en sí mismo: era el primer animal

que se encontraba dentro de sí, y este animal que ha entrado en sí mismo es el hombre…”

Concluye la narración de su mito con un párrafo que actúa a manera de resumen:

“…Este mito nos muestra la victoria de la técnica: ésta quiere crear un mundo

nuevo para nosotros, porque el mundo originario no nos va, porque en él hemos

enfermado. El nuevo mundo de la técnica es, por tanto, como un gigantesco

aparato ortopédico que ustedes, los técnicos, quieren crear, y toda técnica tiene

esta maravillosa y – como todo en el hombre – dramática tendencia y cualidad: la

de ser una fabulosa y grande ortopedia…”

Comentarios Finales

Durante la Defensa de mi Tesis de Maestría, mi Tutor, como Jurado Principal, citó

con énfasis de sentencia indiscutible a un conocido Profesor de la FAU quien a

fines de los setentas declaró con todo el dramatismo y seriedad del caso que “…

la arquitectura ha muerto…”

Minutos después, comentando la exposición que realicé durante la Defensa de

Tesis de Maestría (precisamente en el área tecnológica), mi Tutora del Doctorado

en Arquitectura me preguntó durante el receso en que el jurado deliberaba: ¿hay

un cambio de paradigma en nuestro oficio? La respuesta es un sí rotundo.

Porque la Arquitectura no ha muerto, ha cambiado radicalmente y jamás volverá a

ser lo mismo. Se nos presentan nuevos problemas, que requieren nuevas

soluciones. La arquitectura se enfrenta a novedosas circunstancias, radicalmente

diferentes a las que le tocaron en suerte en las centurias previas. Los que

ejercemos este Oficio deberemos establecer nuevos consensos.

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La Arquitectura no ha muerto, ha cambiado, mutación en que la técnica actúa

como agente fundamental. Pero intuyo que intentar explicar estas mutaciones

bajo la óptica de la técnica no será suficiente: que de ahora en más deberemos

considerar la meta - técnica para comprender la naturaleza de la crisis que

atravesamos y enfrentarnos así con mayores posibilidades de éxito a los cambios

radicales que registra el oficio de arquitecto.

Insisto entonces en que refuto que la arquitectura haya muerto: cambio para

siempre, nunca volverá a ser lo mismo. Experimentamos profundos y ràpidos

cambios de paradigmas en el más puro estilo kuhniano. El Oficio de Arquitecto ya

es otro, no simplemente lumínico - óptico (técnico) sino que deviene en meta -

técnico, conservando su necesario acervo humanístico (la “cultura” que en cita

anterior de “La rebelión de las masas” Ortega contrapone a “civilización” en la

discusión de primitivismo vs. Técnica) Las circunstancias han cambiado, el

hombre como poseedor del oficio tampoco volverá a ser el mismo.

Comprender las raíces y llegar a la consecuencias de estos cambios en el oficio

de arquitecto no será tarea fácil… baste con una breve cita del prólogo que Mayz

realiza a la segunda edición de sus “Fundamentos de la meta - técnica” para

comprender que es mucho lo que debemos analizar, reflexionar, comprender:

“… con mayor nitidez y claridad se advierte la radical crisis de los supuestos

creenciales sobre los cuales se erige la civilización en que vivimos… Este libro

aborda el fondo de semejante crisis y aspira a desentrañar su crisis: aquello que

subrepticiamente la provoca. En efecto: su acción y realidad se hacen patentes al

ser detectada la raigal transmutación sufrida por el logos que alimenta la

racionalidad humana… como fruto de un proceso acicateado por los agentes que

movilizan el avance y desarrollo de la ratio technica. Se produce, de tal modo, la

sustitución del ingenito logos óptico – lumínico, que funciona como código

ordenador de la innata racionalidad humana, por un logos meta - técnico, trans –

óptico y trans – lumínico, desde el cual la alteridad se vertebra y organiza mediante

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recursos, sintaxis y límites absolutamente distintos a los que prevalecen dentro de

los tradicionales confines del logos óptico – lumínico…”

(Nota muy personal: sólo desearía que Mayz tuviera la claridad de Ortega, su

generosidad de hacerse comprender; por otra parte, tal vez ya la tenga y quien

esto escribe aun no se encuentre preparado para una interpretación adecuada, o

cuando menos digna)

Hasta lo que teníamos por cierto, nuestras creencias, hoy se tambalean. Para los

arquitectos ha llegado del momento de imitar menos a Gehry13 o Eisenman14 y

leer más, de manera reflexiva, buscando claves y caminos, a Ortega y a Mayz.

Tengo perfectamente claro que nada de esto será ajeno a la dualidad de la

arquitectura como saber y saber hacer humanista y técnico, y que los grandes

cambios vienen dados por la técnica, o más precisamente aún, allende la técnica,

es decir, por la meta – técnica.

Ante la opinión de quienes ven la arquitectura como ciencia y arte, contrapongo

que esta ha mutado, que ambas se cobijan en nuestro caso bajo el todopoderoso

resguardo de la técnica. El arte como cultura, la ciencia como “saber” quedan

minimizadas, arrolladas e inmersas en la Técnica: en nuestra Sociedad del

Conocimiento lo que vale es el “Saber Hacer”. La técnica subvierte todos los

órdenes y ya nada volverá a ser lo mismo – ni tan siquiera nuestro oficio, menos

aun la vana pretensión de conocerlo, dominarlo aparece de ahora en más como

una quimera. Llegó, para quedarse, el tiempo de la meta – técnica.

Apéndices

13

Frank Owen Gehry (1929) arquitecto estadounidense de origen canadiense (nacido en Toronto bajo el

nombre de Ephraim Goldberg), famoso principalmente por su bizarro Museo Guggenheim en Bilbao, España. 14

Peter Eisenman (1932) arquitecto norteamericano descendiente de emigrantes judíos alemanes de

Estrasburgo, internacionalmente reconocido por su visión provocadora de la arquitectura; actualmente en el

centro de la polémica por su Memorial del Holocausto en Berlín (que apenas dos años después de inaugurado

ya presenta agrietamientos que deberán repararse urgentemente) y la fallida “Cidade da Cultura” en el monte

Gaiás, a las afueras de Santiago de Compostela (faraónica construcción interrumpida, entre otros motivos, por

falta de fondos, cuyo presupuesto ya superó al menos en cuatro veces la cantidad total destinada para su

ejecución)

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A) Minibiografía de Don José Ortega y Gasset

Madrid 1883 – Madrid 1955 “...Doctor en Filosofía y Letras, filósofo y ensayista español. Estudió en los jesuitas de

Cádiz, y luego en la Universidad de Madrid, donde se doctoró en Filosofía y Letras en 1904.

Marchó a Alemania para ampliar sus estudios en las universidades de Leipzig, Berlín y

Marburg. De vuelta en España en 1910, obtiene la cátedra de Metafísica en la universidad

de Madrid, desde la que impulsó el regeneracionismo cultural español. Toda su filosofía

está influida por Kant, filosofía que estudió a fondo en su estancia en Alemania. Además de

numerosas obras como La deshumanización del arte (1925), España invertebrada (1921) o

La rebelión de las masas (1930), publicó numerosos artículos primero en el periódico El

Imparcial, fundado por su abuelo, y posteriormente en el diario que él mismo fundó: El Sol,

o revistas como España (1915) o La Revista de occidente (1923). Mostró su repulsa a la

dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), creando la Agrupación al Servicio de la

República, partido político por cuyas listas fue elegido diputado en 1931, abandonando su cargo por su desacuerdo con la Constitución de 1931. Al estallar la Guerra Civil, dejó

España y vivió en países como Francia, Argentina y Portugal. En 1945, vuelve a España y

publica obras como: Papeles sobre Velázquez y Goya (1950) y póstumamente,

Meditaciones sobre Europa (1957)…”

(Tomado de: LIBROdot,com disponible en http://www.librodot.com/searchresult_author.php?authorName=O) B) El pensamiento de Ortega y Gasset según Ferrater Mora

“...Nació en Madrid, ha sido profesor de metafísica a partir de 1911 en la Universidad Central.

Aunque jubilado sólo en 1952 sus enseñanzas activas en la Universidad cesaron en 1936. Discípulo

de Hermann Cohen en Marburgo y educado, por tanto, en la tradición del neokantismo sus ideas

filosóficas no responden, sin embargo, al sentido de la tradición marburgiana. Cierto que en una

primera etapa en el desarrollo de su pensamiento, aproximadamente desde 1902 hasta 1910,

defendió una tendencia objetivista que llegaba hasta a afirmar el primado de las cosas (y de las

ideas) sobre las personas. Pero ya a partir de 1910 y especialmente desde 1914 su pensamiento se

orientó en la forma ulteriormente desarrollada. Dentro de la continuidad manifestada en tal

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desarrollo se destacan, sin embargo, dos períodos. el primero, que abarca hasta 1923

aproximadamente, puede llamarse perspectivista; el segundo, desde 1923 hasta la fecha,

raciovitalista.

Característica del período 1910-1923 es el perspectivismo (véase), llevado hasta tales consecuencias

que Ortega indica que la substancia última del mundo es una perspectiva. El perspectivismo no es,

empero, solamente una doctrina accidental; se convierte en la piedra angular de la teoría del

conocimiento. En esta última se opone Ortega por igual al idealismo y al realismo. Contra el

idealismo, afirma que el sujeto no es el eje en torno al cual gira la realidad; contra el realismo, que

no es un simple trozo de la realidad. El sujeto es una pantalla que selecciona las impresiones o lo

dado. No es un ser abstracto, sino una realidad concreta que vive aquí y ahora. Es, por lo tanto, una

vida (v.). Tal vida no es sólo biológica; la defensa de lo vital, en la que Ortega insiste

ahincadamente, no equivale a la defensa de lo primitivo. Si bien la cultura (v.) es producida por la

vida y para la vida –y, por consiguiente, la vida es anterior a la cultura–, ello no significa que los

valores culturales sean secreciones de actividades vitales y menos aun meramente biológicas.

Significa que los valores culturales son funciones vitales, aunque funciones vitales que obedecen a

leyes objetivas, y que, por consiguiente, hay una continuidad completa entre lo vital y lo transvital o

cultural. Como consecuencia de esto puede afirmarse que la razón (v.) no está fuera de la vida ni

tampoco es la vida, sino una función de la vida.

El desarrollo de los temas a que le había conducido el perspectivismo lleva, pues, a Ortega a las

posiciones que hemos calificado con el nombre de racio-vitalismo. Algunas de estas posiciones

aparecen claramente en una de las primeras tesis filosóficas de Ortega: la tesis formulada en 1914

según la cual «Yo soy yo: yo y mi circunstancia». Esta tesis había conducido a Ortega a una

elaboración del concepto como cultivo de la espontaneidad en que la vida consiste, es decir, a una

doctrina del concepto como auténtico «órgano» de conocimiento. En el desarrollo posterior la tesis

en cuestión adquiere un papel todavía más fundamental: permite entender la noción de razón vital

sobre la cual va a girar su filosofía. Contra la abstracción del racionalismo y contra las

interpretaciones pragmatistas, biologistas y exclusivamente intuitivistas del vitalismo (v.), Ortega

mantiene que si quiere llamársele vitalista, habrá que entender por tal adjetivo la posición del que

afirma que el conocimiento, aunque siendo racional, está arraigado en la vida. Por lo tanto, la

doctrina de la razón vital (o razón viviente), el raciovitalismo, desconfía solamente de ciertas

interpretaciones dadas a la razón. En particular desconfía de la reducción de la razón a razón física y

abstracta y mantiene que toda razón es razón vital. 'Razón' es, pues, un término que designa todos

los actos que «dan razón de» y especialmente que dan razón de los hechos vitales. Por eso la

filosofía no es un pensamiento acerca de la vida, sino un partir del hecho de que toda razón es

viviente. En suma: 'razón vital' puede traducirse por 'vida como razón'. De ahí que el hombre no sea

para Ortega un ente dotado de razón, sino una realidad que tiene que usar de la razón para vivir.

Vivir es tratar con el mundo y dar cuenta de él, no de un modo intelectual abstracto, sino de un

modo concreto y pleno. De ello se deriva el saber (v.) como un saber a qué atenerse: el hombre ha

tenido que inventar la razón, porque sin ella se sentiría perdido en el universo. Ahora bien, la razón

vital no es solamente un método, sino también una realidad: es una guía en el sistema de la realidad

y la propia realidad que se guía a sí misma dentro del universo.

El hecho fundamental de que la vida tenga que saber a qué atenerse explica la diferencia entre las

ideas y las creencias (v. Creencia); Vivir en la creencia –lo mismo que vivir en la duda– constituye

un segmento fundamental –si no el más fundamental– de nuestra existencia. La doctrina orteguiana

del hombre lo tiene constantemente en cuenta. Pero esta doctrina necesita una fundamentación

todavía más radical. Ésta está dada en la tesis de que la vida es la realidad radical, dentro de la cual

se hallan las demás realidades. La vida no es, según Ortega, una cosa, pero tampoco un espíritu. En

rigor, no «es», propiamente hablando, nada: es un hacerse a sí misma continuamente, un

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«autofabricarse». La vida de cada cual es la existencia particular y concreta que reside entre

circunstancias haciéndose a sí misma y, sobre todo, orientándose hacia su propia mismidad,

autenticidad o destino. El hombre puede, ciertamente, alejarse de su propia autenticidad, pero

entonces será menos «real». A diferencia de las cosas, la vida humana admite grados de realidad

según su mayor o menor acercamiento a su propio destino. Por eso la vida puede ser caracterizada

por medio de la siguiente serie de notas: la vida es problema, quehacer, preocupación consigo

misma, programa vital y, en último término, «naufragio» –un naufragio del que el hombre aspira a

salvarse agarrándose a una tabla de salvación: la cultura. Por eso la vida es también drama y por eso

no puede ser una realidad biológica, sino biográfica. El método para acercarse a ella no es el

análisis, sino la narración. Sólo así puede entender el hombre que la propia vida es su fin y que, por

consiguiente, no hay que buscar ninguna trascendencia: lo trascendente para cada uno es la propia

existencia humana, la cual se descubre, así, como una realidad desilusionada.

El descubrimiento de la vida como «la realidad radical» –no, pues, como «realidad única», sino

como realidad en la cual «radican» todas las demás– supone, entre otras cosas, una superación tanto

del idealismo como de la fenomenología. Nos hemos referido a este punto en el artículo PONER,

POSICIÓN. Aquí nos limitaremos a destacar que, en relación estrecha con la idea de la vida como

realidad radical, y fundadas en ella, se encuentran en Ortega una serie de ideas filosóficas que

afectan a las cuestiones fundamentales de la metafísica. Una de estas ideas es la de que lo que los

filósofos han llamado «ser» es algo inventada por el hombre (para responder a una cierta situación

vital, especialmente a la situación en la cual se produjo un vacío dejado por la falta de creencia en

los dioses). Por lo tanto, Ortega no considera el ser como la realidad, sino lo contrario: la realidad es

anterior al ser. Éste es una interpretación –una entre otras– de «lo que hay». Ahora bien, «lo que

hay» no es algo que el hombre «pone», sino aquello que se le impone por sí. Descubrirlo, esto es,

sacarlo a luz, equivale a sacar a luz toda una serie de supuestos de que se han valido hasta ahora los

filósofos –supuestos tales como «lo que hay es lo racionalmente comprensible», «lo que hay es lo

experimentable», &c., &c. En esta busca de lo que subyace en las diversas interpretaciones que se

han dado de «lo que hay», Ortega descubre que lo que hay es más bien algo incompleto –en otros

términos, lo que hay es más bien un «intento de ser» que un ser completo. Con ello Ortega procede

a «desmontar» la filosofía misma, la cual no aparece como algo perteneciente a la naturaleza

humana, sino como una reacción ante una cierta situación histórica. Superficialmente se trata de un

«historicismo» o, si se quiere, de un «realismo historicista», pero hay que tener en cuenta que para

Ortega la historia misma está hecha de una serie de «invenciones» que produce el hombre con el fin

de mantenerse a flote.

La exposición anterior se refiere principalmente a las ideas metafísicas y gnoseológicas de Ortega,

pero conviene completarla con referencias a sus doctrinas que se hallan en otros artículos de la

presente obra (por ejemplo: CREENCIA, CULTURA, HISTORICISMO, IDEOMA,

NAUFRAGIO, PENSAR, PERSPECTIVISMO, RACIOVITALISMO, RAZÓN VITAL, VIDA,

VITALISMO, SABER). Diremos ahora algunas palabras sobre varios de los resultados de los

análisis sociológicos de Ortega, destacando sus aspectos teóricos.

El más importante de ellos está constituido por la doctrina de la sociedad. Según Ortega, no hay

ninguna «sociedad como tal». En su descripción de los rasgos fundamentales de la vida humana

había declarado Ortega que el hombre no tiene, propiamente hablando, una naturaleza, sino una

historia. Lo mismo cabe decir de la sociedad. El ser de ésta no puede, pues, captar la razón pura

(racionalista o naturalista), sino la citada razón vital. De ésta se desprende que la sociedad o mundo

social es un elemento en el cual el hombre-vive, que ejerce presión sobre él por medio de usos (v.

USO), costumbres, normas, &c.; que esta presión puede ser social pura y simplemente, o bien

estatal (la presión estatal es sólo «el superlativo de lo social»); que la presión en cuestión tiene una

doble característica: nos ayuda a vivir, pues el hombre no puede hacerlo todo solo, y nos oprime

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hasta el punto de que necesitamos salir de ella para no asfixiarnos por completo. La última doble

condición permite explicar ciertos fenómenos concretos de la vida histórica de las sociedades,

especialmente el hecho de que lo social puede a veces aparecer como la piel flexible que se pliega a

todas las articulaciones del organismo (y a ello podemos llamar libertad) y a veces ser como un

aparato ortopédico que nos oprime, pero del cual no podemos prescindir (y a ello podemos llamar

adaptación).

Las dificultades que plantea esta tesis, y sobre todo el conflicto entre ella y la doctrina de que la

sociedad es siempre, frente al individuo, algo inauténtico, pueden solucionarse, según aparece

probable, mediante una serie de distinciones. La más destacada de ellas es la teoría orteguiana de

que junto a las relaciones sociales hay las relaciones interindividuales (como el amor, la amistad,

&c.). De este modo puede entenderse la relación persona-sociedad como una relación no unívoca,

sino regida por una compleja red de relaciones e interdependencias en la que ciertas formas de

agrupación podrían tomar el camino intermedio entre la vida personal y la francamente «social».

El pensamiento de Ortega ha influido considerablemente no sólo en España y países de lengua

española, sino también en otros países, especialmente en Alemania. Entre los filósofos españoles

que más o menos directamente han sido influidos por Ortega o han sido incitados por sus

enseñanzas y sus escritos mencionamos a Manuel García Morente, Xavier Zubiri, Joaquín Xirau,

José Gaos, Julián Marías, María Zambrano, Luis Recaséns Siches, Pedro Laín Entralgo, José Luis

L. Aranguren (véanse). También han recibido su influencia, entre otros: Manuel Granell (Cartas

filosóficas a una mujer, 1946. – Estética de Azorín, 1949. – Lógica, 1949. – El hombre, un

falsificador, 1956. – El humanismo como responsabilidad, 1919. – Ortega y su filosofía, 1960

[colección de artículos, 1950-1957]), el cual ha aplicado tesis de Ortega a varias descripciones de la

vida humana y ha elaborado una nueva teoría de la naturaleza y significación del humanismo; Luis

Abad Carretero (nac. 1895 en Almería, y actualmente profesor en la Universidad Nacional de

México: Una filosofía del instante, 1954. – Niñez y filosofía, 1957. – Instante, querer y realidad,

1958. – Vida y sentido, 1960. – Presencia del animal en el hombre, 1962. – Aparición de la

visciencia, 1963. – Sentido vivo de la historia, en preparación) a cuyo pensamiento nos hemos

referido en los artículos INSTANTE y VISCIENCIA; Paulino Garagorri (Ortega: una reforma de

la filosofía, 1958. – La paradoja del filósofo, 1959)...”

José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1965, Tomo Segundo, páginas 347-350

(Fuente: Proyecto Filosofía en español, disponible en http://www.filosofia.org/enc/fer/52347.htm)

Bibliografía Consultada: Libros

Principal

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Paulino Garagorri (nuevas ediciones revisadas y ampliadas con textos inéditos) Quinta reimpresión en “Obras de José Ortega y Gasset”, 1998. 170 p.

Referencias

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(1930) La Rebelión de las Masas (con un prólogo para franceses, un epílogo para ingleses y un apéndice: Dinámica del Tiempo) .4ª Ed. Espasa - Calpe, Madrid, 1981. 264 p. En Tomo IV de las “Obras Completas”.

(1914) Meditaciones del Quijote. Ed. Cátedra, Madrid, 2001. 167 p. En Tomo I de las “Obras Completas”.

QUINTANILLA, Miguel A. – Director (1976) Diccionario de Filosofía Contemporánea.

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Artículos en Revistas

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Artículos en Internet CORDERO DEL CAMPO, Miguel Ángel (2002) La Idea de la Técnica en Ortega. (Resumen) En: Revista de estudios orteguianos, ISSN 1577-0079, Nº. 5, 2002 , pags. 169-181 Disponible en: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=620234 (agosto de 2007) FERRATER MORA, José (1965) Diccionario de Filosofía. Editorial Sudamericana, Buenos Aires (Argentina) Segundo Tomo, páginas 347 a 350. Portal “Proyecto Filosofía en Español”, disponible en http://www.filosofia.org/enc/fer/52347.htm (agosto de 2007) ORTEGA Y GASSET, José (1940) Ideas y Creencias. Creer y Pensar. Texto escrito por el autor para su inclusión en el volumen Nuestra raza, libro de lectura manuscrita escolar. Editorial Hispano - Americana. Reus, 1928. Contenido en el Tomo V de sus “Obras

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Completas”. Descarga del documento disponible desde: http://www.librodot.com (junio de 2007) (1930) Misión de la Universidad (y otros ensayos afines) Texto incluido en el Tomo IV de sus “Obras Completas”. Descarga del documento disponible desde: http://www.librodot.com (junio de 2007) PROYECTO FILOSOFÍA EN ESPAÑOL (2003) José Ortega y Gasset 1883 – 1955. Biografía y bibliografía. Disponible en: http://www.filosofia.org (julio de 2007) SALDIVIA MALDONADO, Zenobio (¿?) La Técnica en Ortega. Portal de la UTEM –

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Libre, La Habana, Cuba, 29 de septiembre de 1952, versión digital disponible en el Portal “Proyecto Filosofía en español”: http://www.filosofia.org/hem/195/pl520929.htm (agosto de 2007) VILLAR EZCURRA, Alicia (2006) Una filosofía desde la vida: Unamuno y Ortega. Portal “Cuenta y Razón del Pensamiento Actual”, disponible en: www.cuentayrazon.org/revista/pdf/144/Num144_002.pdf (agosto de 2007)

Audio “José Ortega y Gasset” en “Travesías del Pensar”, programa radial del Doctor Alfredo Vallota emitido por la Emisora Cultural de Caracas, auspiciado por el “Centro de Estudios Teóricos y Filosóficos” – CETIF y la “Cátedra de Filosofía” de la UNESCO en Venezuela. Guiòn de Alfredo Vallota. Disponible en formato podcast (mp3) desde http://culturalibre.org.ve:9000/FCT/stories/390/ y http://www.archive.org/details/Ortega_y_Gasset