En algún punto del camino -...

72
1

Transcript of En algún punto del camino -...

1

1

En algún punto del camino

Proyecto de grado, Artes plásticas y visuales

Sergio Andrés Castro Rodríguez

Director de proyecto

José Omar Valbuena

Universidad distrital Francisco José de Caldas

Facultad de artes – ASAB

Artes plásticas y visuales

Bogotá

2016

2

3

Agradecimientos

Quiero agradecer:

a Dios, por quién, para quién y quien es el camino;

a mis padres, por apoyarme en este recorrido;

a mis amigos, por su colaboración e interés en mi trabajo;

al maestro Omar Valbuena, por sus consejos y dirección.

4

5

Índice

Introducción .................................................................................................................................................. 7

Objetivos ....................................................................................................................................................... 9

Puntos antes de mi punto de partida ......................................................................................................... 11

Desde algún punto...................................................................................................................................... 15

Día 5439 / En el árbol ............................................................................................................................. 17

Día 5895 / Música ................................................................................................................................... 23

Día 6710 / Entre lana y juegos ............................................................................................................... 29

Día 7002 / Sobre piedras ........................................................................................................................ 35

Día 7103 / Desde la ventana .................................................................................................................. 39

Día 7831 / En la biblioteca ...................................................................................................................... 44

Día 8060 / Arenas ................................................................................................................................... 49

Día 8541 / Sumergido ............................................................................................................................. 54

Caminando .................................................................................................................................................. 58

Retrospección ............................................................................................................................................. 61

Referentes .................................................................................................................................................. 63

Bibliografía .................................................................................................................................................. 69

Webgrafía ................................................................................................................................................... 69

Videografía .................................................................................................................................................. 70

6

7

Introducción

No soy lo que comencé siendo, sino el resultado parcial de un proceso. Una construcción a partir de

momentos, de palabras, de imágenes, de personas, de todo tipo de cosas. Soy peregrino en un camino en

el que afronto situaciones, tomo decisiones, adquiero conocimientos, hago preguntas y obtengo

respuestas. Todo esto aporta y retira lo necesario para convertirme en un producto final, como si se tratara

de un cuadro que se hace por capas y en un orden de pasos.

Voy por la vida, viéndola como una obra de arte. Detrás de una mirada fría, perdida y hasta apática, observo

en silencio lo que conozco de la existencia, tratando de satisfacer a este espíritu curioso. La pintura, mi

constante compañía durante dos decenios, ha llegado a ser de tal influencia, que podría hablar de ella

como mi forma de observar.

Pero no soy solo un observador, también un soñador; uno de esos que encuentra coherencia mientras vive

en sus sueños y absurdos cuando los recuerda. Todo está dado para alguien que sueña en busca de

historias. Historias de “cómos” y “porqués”; de reflexiones alrededor de lo vivido. Historias ya contadas en

el consciente y recontadas en la versión del inconsciente. Son las dos caras del camino: una por donde

viajo percibiendo lo evidente y otra por donde vivo lo “descartado”. Pero no son independientes; aspectos

de una, enriquecen a la otra. De allí surge un recorrido que recoge los recuerdos, las metáforas, las formas

de ser de otros y mi forma de pensar, para converger en narrativas.

8

No relato lo soñado, sino que construyo a partir de ambas caras del camino. Esto es lo que tengo para

contarles: historias que surgen a partir de personas de mi cotidianidad y sus características más

representativas, aspectos de mi vida, cosas por aprender y los imaginarios recurrentes en mi forma de

soñar, que dan cuenta de una construcción propia: un camino y mi forma de recorrerlo. Aun cuando se

presenta en un lenguaje metafórico, este camino es más real de lo que se imaginan.

9

Objetivos

Definir el inicio de propuestas pictóricas propias, que den cuenta de una identidad como artista, persona

y producto.

● Describir nueve elementos que considero relevantes en la construcción de mi identidad como

artista, persona y producto.

● Identificar aquellas producciones visuales y artísticas, que marcan las pautas de mis intereses

artísticos.

● Reflexionar a partir de mis búsquedas referenciales y personales, creando un diálogo que permita

darle una dirección a mis propuestas pictóricas.

10

11

Puntos antes de mi punto de partida

Siempre que me lo preguntan, digo que pinto y dibujo desde que tengo memoria; tengo recuerdos de

cuadernos, hojas, tablas y hasta paredes con marcas de cualquier cosa que sirviera para rayar o manchar:

lápices, bolígrafos, colores, marcadores, tinta y témperas.

Desde lo más recóndito de mis recuerdos, me he identificado como alguien que se relaciona con el arte,

sin embargo, hay tres grandes momentos que han cambiado la forma en que me he visto como artista,

definiendo puntos de cambio para iniciar nuevas búsquedas:

El primero llegó a mis 11 años, cuando pasando los canales de

televisión, encontré a un señor con afro y barba, que con una voz

apacible que se percibía detrás del doblaje al español y una espátula en

la mano, me enseñó un mundo que desconocía: el de la pintura al óleo.

Se trataba de Bob Ross, quien no solo mostraba trucos para pintar

sobre un lienzo, sino que además hablaba de la pintura como un mundo

propio, en el que sucedían toda clase de cosas. Frases como “pongan

tantos o tan pocos como deseen en su mundo”, “tal vez una ardillita

viva en este árbol”, “este arbusto necesita un amigo”, “es necesario

hacer los ruiditos (del agua) para que salga bien”, me inquietaban y me

atrapaban, hasta el punto de adquirir la práctica casi religiosa de encender el televisor cada día a las 6 de

la mañana para disfrutar de un nuevo capítulo. Ver lo fácil que le resultaba hacer una pintura completa en

un espacio de media hora, me hacía pensar que yo también podría hacerlo, así que con algo de esfuerzo

adquirí mis primeros óleos y cada viernes me enfrentaba a un nuevo lienzo, esperando tener mayor éxito

Escena de “The joy of painting with

Bob Ross”

Recuperado de

http://problogservice.com/

12

que el viernes anterior. Años más tarde, mi atención empezaba a posarse no solo en sus técnicas, sino

también en aquellos monólogos, donde comparaba lo que pintaba, con la vida real y extraía pequeñas

enseñanzas, útiles para quien quisiera escuchar.

El segundo momento fue cuando llegó a mí el interés por la fidelidad de la pintura respecto a la realidad.

Después de conocer los paisajes urbanos de Richard Estes, me sumergí en una obsesión por buscar

pintores hiperrealistas y encontré muchos que llamaron mi atención, entre ellos Luciano Ventrone con

bodegones que parecían fotos; Eloy Morales con autorretratos en los que ponía pintura, arcilla o crema

de afeitar sobre su rostro, y Gottfried Helnwein con sus enormes paisajes y los retratos un tanto

escalofriantes de su nieta. Ese fue el momento en que el color se volvió parte esencial de mi observación,

convirtiéndome en un “detector de colores”; por donde fuera, trataba de hallar la paleta que debía usar

para pintar los objetos que veía. En ese momento, un pintor hiperrealista, era para mí, sinónimo de buen

artista, y hoy, aunque un largo camino hay por delante antes de llegar a algo así, es un punto al que deseo

llegar en algún momento. Por ahora, puedo decir que mi pintura se encuentra en el realismo, si lo miramos

a nivel técnico y naturalista, desde mi papel en cada pintura.

13

El momento más reciente y que alimenta mis búsquedas actuales, tiene que ver con caminar. Ese

momento en que decidí mirar hacia atrás, en busca de pistas que me dijeran quién soy, fue el que me llevó

a relacionar mis pasos como persona y como artista, con los pasos que doy a diario: caminar a falta de

dinero para transportarme, caminar por gusto, caminar para hablar con alguien, caminar para pensar,

Ventrone, L. (2008) Te al limone

[Óleo sobre lienzo] Recuperado de

http://www.lucianoventrone.com/

Estes, R (1996). Autobús de Broadway.

[Óleo sobre lienzo]

Recuperado de

http://www.elisabetmartinez.com

Morales, E. (2012) Pintura en mi cabeza 6

[Óleo sobre madera]

Recuperado de http://www.eloymorales.es/

Helnwein, G (2007) Disasters of war 13

[Óleo y acrílico sobre lienzo]

Recuperado de http://hispano.helnwein.com/

14

caminar para observar y reflexionar. En medio de un entorno tan rico en gente, en estéticas y en caos,

como lo es mi ciudad, “el caminar” ha sido el detonante para indagar acerca de aquello que hoy identifico

en mi forma de ver la vida y aquello que aporta para que esas características particulares, no puedan ser

otras.

Existe un cuarto momento, que no podría ubicar dentro de un tiempo específico, ya que atraviesa los otros

tres y cualquier otro momento intermedio que pudiera surgir: el del cuento. Desde los hermanos Grimm

hasta García Márquez y pasando por Antón Chéjov, los cuentos han tenido una participación fundamental

en mi proceso creativo, pues aunque lo intentara, no podría desligar la imagen de una narración, ya sea

explícita o implícita: siempre me ha gustado imaginar la situación que lleva a aquel momento inerte de la

imagen.

Hoy, más que un cambio en mis búsquedas pictóricas, mi interés se ha inclinado a buscar la dirección hacia

donde las quiero llevar; dejar en segundo plano lo meramente técnico (sin dejar de crecer en ello), para

exteriorizar aquellos intereses que descubro en mi inconsciente. Alguna vez leí que en los sueños se podía

encontrar valiosa información que se escapaba de la parte consciente, para formar parte del inconsciente.

En su libro, La interpretación de los sueños, Freud describió situaciones en las que individuos soñaban con

ciertas informaciones aparentemente nuevas y que resultaban tener su origen en momentos olvidados de

su vida (cf. Freud, 1923: 18-50). De allí, he recurrido a la práctica de sumergirme en los sueños, como

apoyo para encontrar algo sincero, dando como resultado un trabajo más personal y propio.

15

Desde algún punto

No importa el lugar exacto de partida. Siempre he concebido el camino como una línea, y la línea, como

una consecución de puntos, así que cualquier punto donde me encuentre, podría ser visto como el inicio

de un camino.

Un día, desde cualquier punto y a cualquier hora, decidí tomar nota de lo que encontraba en algunos

lugares de mi recorrido. Vivía, recordaba, reflexionaba y entre un bolsillo de mi maleta, guardaba los

apuntes que obtenía, y hoy decidí abrir mi libreta para mirar lo que he registrado hasta el momento.

16

17

Día 5439 / En el árbol

Caminaba entre largos y dificultosos pastos, que casi me obligaban a saltar. La fatiga se acrecentaba y la

paciencia menguaba con cada paso, que se repetía hasta no tener más sentido. Añoraba un lugar de

reposo, de quietud, algún lugar que indicara el final del recorrido. El tiempo pasaba y los pastos eran

iguales, como si no fuera hacia ninguna parte; se hacían tan monótonos como el segundero de un reloj,

súbdito de un ciclo interminable.

Tras una marcha rutinaria, a lo lejos avisté algo diferente: entre el aire teñido de veladuras amarillas y

sombras azules, los rayos de un sol dorado empezaron a jugar alrededor de lo que parecía ser un

imponente gigante. Poco a poco lo lejano se enfocaba, devolviéndole la razón a mi perseverante camino.

Mis pasos se hacían obsesivos y el cansancio ya solo era una grisalla para lo que había de abarcar mi

atención; ahí estaba, sin nada que le significara compañía alguna, el árbol más grande que había visto, con

un tronco inamovible, cubierto de empastes y con cicatrices victoriosas, de las batallas contra el tiempo,

la lluvia, los animales y hasta los enamorados que en algún momento quisieron perpetuar su pequeño

mundo. Al mirar hacia arriba, las hojas danzaban en perfecta sincronía al compás del viento, como un

cardumen de diminutos individuos, y en el suelo, otras miles ya secas, no dejaban que la llegada de un

caminante pasara inadvertida, con crujidos que contaban las historias de sus ciclos de vida y muerte. Era

un lugar que nadie querría dejar y en el que el resto del mundo ya no importaba, porque nada se podía

comparar con estar allí, bajo la sombra monumental de sus ramas.

Al observar maravillado el lugar al que había llegado, como suelo hacer, solté una de esas frases que uno

piensa que nadie escuchará:

18

-¿Sabe a quién le gustaría este lugar? a Lau…

- ¡Hola! - irrumpió desde algún lugar del tronco. ¡Laura ya estaba allí! y se encontraba aferrada a lo que no

se sabía si era raíz o si era tronco. Nunca había visto a alguien con tal expresión de confort mientras

abrazaba un árbol. A duras penas abría los ojos para que su saludo no fuera descortés. Tenerlos cerrados

es típico de ella, a la hora de disfrutar algo.

- Te iba a hablar de este lugar - le dije

-¿Hasta ahora lo conoces? ¡Es el mejor lugar del mundo!

- Yo sí creo, ¡Mira, un colibrí! - Dije emocionado, al ver cómo este se quedaba cerca de su oído.

- Sí, bonito, ¿no? Siempre viene a hacerme compañía.

- ¡Nunca había visto uno así! - No era como cualquier otro; de sus diminutas plumas parecía salir algo de

luz.

- Y deberías escuchar el zumbido de sus alas - respondió- si le pones atención, es como si estuviera

cantando lentamente.

-¿En serio? ¡Entonces imagínate cómo sería escuchar a miles de colibríes al mismo tiempo!

19

20

- No, ya no sería tan bonito, justamente eso es lo especial que tienen los colibríes; son independientes y

van a donde quieren sin que puedas suponerlo. En un momento están levitando en un solo lugar, volando

en cualquier dirección y luego desaparecen sin dar explicaciones a nadie, ¡son seres tan libres!

- Sí, tienes razón.

- ¿Alguna vez te has puesto a pensar que las cosas simples son las que tienen un contenido más rico? - dijo

- Es como si justamente las viéramos simples porque decidimos dejarlas a un lado, nos dedicamos a

observar lo más obvio, pero no vemos más allá; este es el mejor lugar para darse cuenta de eso. Por

ejemplo, puedes acercar tu oído al árbol y sentir todo lo que está pasando adentro.

- No sé, creo que sí - Dije al tratar de hacer el ejercicio. En realidad me parecía que lo que escuchaba venía

de todos lados, menos de adentro y aunque no le puse mucha atención, verla ahí con los ojos cerrados,

me hizo pensar. Comencé entender por qué siempre lo hacía de esa forma; recordé una frase que leí

alguna vez: “Solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos” (Saint-Exupéry, 1951:

24).

Mientras hablaba, veía cómo las enredaderas que se refugiaban bajo el árbol, comenzaban a envolverla

como si fuera parte de este.

- ¿No te preocupa que en algún momento ya no te dejen ir? - le dije.

21

22

- No, ni que me fuera a quedar tanto tiempo aquí. Sólo un ratito más.

Yo estaba donde quería, un lugar tranquilo, donde nada podía salir mal, alejado de los afanes de esta vida,

y sin embargo, por alguna razón sentía que ya era hora de irme y entendí que mi estadía en este lugar no

podía ser para siempre; que me aguardaba un camino, una vida y que aquel árbol de la comodidad solo

era un momento de mi existencia, antes de seguir caminando. Tenía las fuerzas y el deseo de saber a dónde

tenía que ir. Quise dar un último recorrido alrededor de este amable amigo, para maravillarme un poco

más con las cosas tan ricamente simples que ostentaba. Vi algunos tumultos de enredaderas y no quería

imaginar lo que envolvían, solamente podía decirle a Laura que no se quedara mucho tiempo allí, que el

movimiento era necesario. Acomodé la maleta a mi espalda y guiado por la melodía sutil del viento, seguí

mi camino.

23

Día 5895 / Música

Escuchaba la música de violines, de cornos, de oboes, de teclas. La oía pero no podía entender de dónde

provenía exactamente. Puerta tras puerta, las notas se escapaban, sonaban donde nadie tocaba, se

colaban entre la humedad de las paredes y el polvo de un piso viejo. ¿Dónde estaba la música? Había

buscado en cada rincón, cada pasillo, iba, volvía, repetía cada lugar hasta el hastío y no podía llegar a la

función.

Estaba adentro del edificio, no era posible que no encontrara aquel auditorio que tantas veces había

visitado y bien recordaba, con pisos de madera, tapices verdosos en las paredes, un techo alto, las sillas

rojas y una vista impresionante desde cualquier lugar, para apreciar a los músicos que, concentrados en

sus partituras pintaban el espacio audible, con tiempos, con silencios, con disonancias, con sonidos sutiles

y con torrentes obsesivos de notas. Era la misma sensación que percibo al ver un cuadro pintado con

esmero, con la más sensible expresión y percepción de los colores.

Conocía lo que tocaban, era una de esas sinfonías que merecen toda la atención; de esas que cuando uno

quiere escuchar, no tolera que nadie le hable. ¡Y me la estaba perdiendo! Era un recorrido con banda

sonora, en busca de una muestra sublime. Si tan sólo hubiera sabido que ese día tocaban algo especial,

habría entrado con los demás, pero siempre era así; nunca me enteraba del día en que iban a tocar. Yo

sólo quería presenciar el concierto, así fuera un minuto y ver cómo finalizaban. Quería estar entre los que

aplaudían a tan maravillosa interpretación y ver la cara de satisfacción de los músicos al haberlo logrado,

después de horas de ensayo y los nervios del momento.

24

De repente, una delgada línea de luz se asomó por una puerta entreabierta y al acercarme vi una silla vacía.

¡Por fin había llegado y lo iba a disfrutar desde un cómodo asiento!

Pero al entrar, sólo había un montón de sillas vacías, abandonadas. La función había terminado y mi

búsqueda sólo me había llevado a un lugar que expelía el olor de la nostalgia, un aire melancólico y

desilusionante.

A mi molestia se sumaban las notas repetitivamente fastidiosas de todos los días: las escalas de un

trompetista. Yo quería un concierto, no los ejercicios de un músico.

Al observar de quién se trataba, me llevé una sorpresa; era Norberto, mi amigo, cuya vida era la música,

las presentaciones en grandes auditorios, con grandes directores, interpretando grandes obras.

- Qué pena hermano - le dije - no alcancé a llegar, pero no fue mi culpa, es que…

- ¿No alcanzó a llegar?, ¿a dónde?, ¿de qué habla? - Interrumpió

- Pues del concierto, ¿usted no estaba tocando?

25

26

- No, el próximo es hasta dentro de dos meses. Además aquí ya no se toca nada, no se puede. Mire el

techo, mire el piso, mire las sillas, todo está vuelto nada, está que se cae. Es una lástima, porque la acústica

era buenísima. De pronto lo que escuchó fue lo que tocaron hace años; a veces todavía salen esos sonidos

de entre las paredes. Yo vengo aquí para estar solo y estudiar en paz.

Al fijarme, vi un montón de partituras, grueso como una resma, sobre una mesa.

- ¿Todas esas son las que ha estudiado? - Le pregunté

- No, esas son las que me toca estudiar en estos días. Lo que ya estudié, es lo que está en el piano - Lo

señaló y vi que había varios montículos, hasta cuatro y cinco veces más altos. No sé cuántas hojas eran,

pero debía haber por lo menos doce mil.

- ¡Uy no, qué pereza! - dije.

- Así toca, viejo - respondió - cuando usted le halla el gusto a algo, la cantidad es lo de menos. Cuando uno

persigue ser bueno en algo, no le importa cuánto haya que hacer ni el tiempo que tenga que invertir,

simplemente se apasiona por eso. O dígame si cuando pinta sólo le dedica unos minutos al día.

- No, me he tomado como doce, quince e incluso dieciocho horas en un día.

- ¿Y siente que ya llegó al nivel que espera?

27

- No, para nada, me falta muchísimo. Pero tiene razón, no importa cuántas horas más de práctica necesite.

De hecho uno no siente que pase el tiempo, lo único que pasa frente a uno es un juego de tonos.

- Esa es la vida, mi hermano: esforzarse por lo que uno quiere y no dejarse intimidar por las dificultades.

Las oportunidades se hicieron para quien las quiere encontrar, no para quien se queda observando. De

otros, no espere nada porque muchas veces no van a querer ver en usted los sueños cumplidos o

simplemente no van a entender lo que quiere. Si tiene una idea, algo que perseguir, un proyecto en la

cabeza, hágalo sin importar lo que otros piensen.

Con eso último, recordé aquellos tiempos en que mi amor por la música no había sido entendido en un

entorno de artistas visuales. No entendían la relación tan estrecha que encontraba entre esta y la pintura;

no entendían la similitud que veía entre buscar los tonos apropiados al pintar y el colocar las notas e

instrumentos apropiados al componer y esto los llevaba a pensar que se trataba de un músico en el lugar

equivocado. Tal vez sólo había sido un problema de comunicación de mi parte, no lo sé, pero volví a

considerar aquello que había dejado de lado, esta vez sabiendo que encontraría obstáculos y escepticismo,

pero enfrentados a una fuerza mayor: la voluntad.

Me dispuse a seguir mi camino mientras que el espacio se transformaba por medio de las notas que fluían

de la trompeta de este excelente intérprete. Y ahora el reto era encontrar la salida. Es algo muy típico de

mí, recorrer un camino y perderme de regreso, confundir siempre los lugares donde he estado y tener que

pedir ayuda después. No sabía por dónde había volteado o cuántas puertas había atravesado. Temía estar

en una especie de “Corredor en el asilo” de Van Gogh, donde me encontraría con los mismos pasillos una

y otra vez, sin tener escapatoria. Sin embargo, ¿qué tan infinito podría ser un lugar?, tal vez no tanto.

28

Simplemente caminaría con la mirada hacia abajo en busca de un nuevo suelo, hasta donde mis pasos me

llevaran, hasta que mis sentidos me advirtieran de algo diferente.

29

Día 6710 / Entre lana y juegos

Un tapete pulcro, con olor a nuevo, a recién colocado, ese aroma inconfundible de aquellos lugares por

empezar a habitar. Lo recorría con pasos cuidadosos, procurando no ensuciar aquel rojo perfecto que daba

calidez a un inmenso salón que se congelaba entre cianes y grises. Mis pasos eran guiados por las fibras

que se juntaban formando un tejido tan espeso, que devoraba el eco. De solo pensar en su densidad,

llegaba a mí el deseo de acostarme allí y relajarme mirando hacia la infinidad de la nada. Pero por supuesto,

no lo iba hacer, ¡¿Cómo se me ocurría?! Lo único que debía hacer, era seguir caminando respetuosamente

para no arruinar nada, y ahí ya tenía un problema, siempre me pasa, entre más cuidadoso quiero ser, más

lo arruino. Es como si alguien vigilara mi cautela para llegar en el momento preciso a provocar que algo

salga mal. Y esta vez, comenzó con una hebra... una silenciosa y desgraciada hebra enredada en mi zapato,

que me seguía y que ya no podría incorporar al tejido. En mi afán por esconderla, otras hebras se

asomaban; se enredaban en mis dedos, en mi otro zapato, en un botón de mi pantalón. No tenía más

opción que soltarlas y dejarlas ahí en el piso, tan evidentes como la vergüenza que estaba sintiendo. ¿Pero

qué podía hacer?, no era mi culpa, sólo había pasado y ya. La mejor solución era correr, con los pasos más

extensos qué pudiera, para no dejar testimonio de mi estadía allí.

Pero los problemas, lejos de terminar, empeoraban. Los tejidos se separaban más y más entre sí, a medida

que corría. Cada vez era más difícil que mis pies no hicieran contacto con aquél tan elegante tapete que

poco a poco perdía su forma para convertirse en un mar de lanas molestas para quien quisiera caminar,

pero acogedoras para quien quisiera renunciar a ello y descansar.

30

31

Yo, terco y orgulloso, seguía resistiéndome a aceptarlo, aun cuando sentía en mi rostro y mi voz, las

ridículas expresiones del esfuerzo que hacía.

- ¡Ay, Andrés qué chistoso eres! - escuché - siempre haciendo muecas y ruidos raros.

Era Juliana, que allí estaba, sosteniendo un teléfono de lata; de esos que requerían de una cuerda bien

templada para que funcionaran, de esos que uno hacía cuando era pequeño, para ser sorprendido por su

efecto físico y casi mágico. Era muy gracioso verla ahí envuelta entre la lana, con ese artilugio infantil.

- ¿Y tú a qué juegas? - le dije con un tono sarcástico.

- A escuchar - respondió - Realmente lo disfruto como un juego y me lo tomo en serio como un niño. Creo

que todos en algún momento necesitamos escuchar... y también ser escuchados.

- Pues realmente sí te ves como una niña pequeña – respondí con tono de burla y casi interrumpiendo -

ahí con ese juguetico y enredada en la lana. Ni pareces dos días menor que yo; como veinte años más bien.

- ¡Soco! ¡¿Qué problema hay en jugar, en correr, en preguntar, en imaginar, en soñar, en equivocarse, en

reír sin razón, en vivir, en ser como un niño?! - respondió con risa de enojo. ¿Por qué dejar de disfrutar las

cosas tontas? ¿No te has puesto a pensar que tal vez tenemos una madurez heredada y que es más tonto

quien deja a un lado las cosas que más disfruta por parecer maduro frente a otros?

- Sí, no tiene nada de malo disfrutar la vida - respondí - pero es que uno no puede ser como un niño

siempre, porque va a pasar por ingenuo. Ellos se ponen a plantear cosas que no son posibles, porque no

32

33

tienen consciencia de lo que se requiere; sólo ven a donde quieren llegar pero no lo que hay que recorrer

para eso.

- Eso es justamente lo especial que hay en los niños, no se ponen a pensar si algo es posible o no;

simplemente imaginan lo que los hace felices, sacan mundos de donde no hay, no dejan que los prejuicios

los cohíban de decir lo que piensan, no han aprendido a dejar de ser ellos.

En ese instante me vino a la cabeza aquel pintor de mi infancia, que hablaba de pintar mundos sin más

límites que los de la propia imaginación y comencé a preguntarme si él había decidido volver a ser niño

para hallar a ese espíritu libre que reflejaba al hablar, tan diferente a la del sargento de la fuerza aérea de

los Estados Unidos que algún día había sido y de la se había hartado. (cf. Shrieves, 1990: web).

Ella siguió hablando - ¿Qué harías hoy si te hubiera importado cuando te dijeron que tu pasión por pintar

no tenía cabida en un mundo donde se necesitan actividades “más serias”? Cuando lo haces, no creo que

te importe si a alguien le gusta, o ¿me equivoco?

- No, así es - respondí, con una voz tímida.

- Quien pierde la capacidad de crear cosas inimaginables, como lo hacía en su infancia, está destinado a

fracasar, a ser uno del montón, de esos que tal vez tienen un empleo bien remunerado pero viven sin

pasión, al compás de una rutina y sin más meta que cumplir cada día con una función dentro del sistema.

Por eso me gusta escuchar y no solo hablar, no solo oír, porque quien sabe escuchar es tardo para juzgar

34

subjetivamente y le importa lo que sientes y lo que esperas. Muchos de los que perdieron su capacidad de

soñar, un día quisieron ser escuchados y nadie supo hacerlo. Realmente espero que no seas uno de ellos.

En un par de minutos, una gran lección me había dado. Había cambiado mi forma de ver a esos pequeños

seres que tan gigantes llegan a ser cuando en su corazón no existe la palabra “límite”. Respecto a aquello

de escuchar, me hizo entender que saberlo hacer, al igual que cualquier cosa, requiere de un constante

ejercicio, para hacerlo bien y distinguir las voces dignas de ser escuchadas de las estorbosas. Me había

quitado un peso de encima y ahora podía sumergirme libremente, sin temor para ir en busca de otro punto

en el camino.

35

Día 7002 / Sobre piedras

Piedras… pequeñas, grandes, redondeadas, angulosas. Leves momentos de dolor y de alivio bajo mis pies

pálidos, que se movían con cautela para no resbalar. Era un lugar para tomar decisiones, para ser

cuidadoso y también para tomar riesgos, al no tener certeza de en dónde se iban a posar mis pies. La niebla

era densa, lo suficiente para dudar de mis propios pasos, haciéndome tantear cada vez que había de pisar.

Sin embargo me encantaba este lugar, se respiraba la tranquilidad de la mañana, el aire húmedo y la idea

de comenzar desde un punto nuevo, sin saber lo que habría de suceder.

A medida que caminaba, la silueta de quien debía encontrar ahora, se hacía evidente. Tras cruzar las capas

de niebla pude distinguirla: allí, sentada en una piedra, se encontraba Sofía con la mirada perdida entre

las ondas que producían las diminutas gotas al caer desde algún lugar, incorporándose a aquel charco. Me

quedé un par de minutos, viendo si observaba algo importante, pero me desesperé al verla ahí, tan quieta,

así que decidí romper el silencio.

- ¡Hola!, ¿qué haces ahí?

- Nada, esperando - dijo sin siquiera levantar la mirada.

- ¿Esperando a qué?

- No sé.

36

37

- Pues haz algo, ¿no? o ¿te vas a quedar todo el tiempo ahí sin hacer nada?

- No sé qué hacer, no se ve nada. Quiero caminar pero ¿qué tal me resbale?, ¿qué tal que en algún lado el

agua sea más profunda? ¡Yo no sé nadar! Además el agua está muy fría y sabes que si me mojo, me voy a

poner morada y no voy a poder moverme.

- No, vamos y yo te tengo para que no te caigas.

- ¿Y qué tal me sueltes o que tú te caigas y me hagas caer a mí también? mejor me quedo aquí. De pronto

más tarde ya no haya niebla y pueda ver por dónde voy.

- No, no puedes esperar tanto tiempo aquí, después de las 10, se hace más peligroso, es mejor que camines

y disfrutes este lugar mientras puedas.

A pesar de mis advertencias, era inútil tratar de convencerla; a veces se ponía de pie y antes de dar siquiera

un paso, se volvía a sentar. Era desesperante verla ahí, inmóvil a causa de sus temores. No entendía cómo

prefería tener un charco gélido bajo los pies, en lugar de tomar una pequeña decisión, un simple paso en

búsqueda de algo más.

A medida que pasaba el tiempo, sus pies se estaban tornando de un inquietante color violeta y comencé

a preocuparme más cuando los vi hincharse; cada vez perdían más su forma, integrándose con el charco y

metiéndose bajo las piedras, hasta convertirse en raíces. Y fue ahí, un par de minutos más tarde que

reaccionó; pude hallar en su rostro la expresión de terror y palidez, al ver lo que sus miedos le habían

ocasionado. Volvió a ponerse de pie y sin yo tener más palabras para decirle, decidió hacer lo que parecía

ya no ser posible: dio el primer paso.

38

39

Día 7103 / Desde la ventana

Una ausencia más palpable que la soledad física, era lo que percibía en su mirada, abandonada en el

infinito. El silencio se hacía incómodo; sus palabras se habían perdido en la ambigüedad de una distracción

y yo que la conozco, sabía que no era cuestión de sacar un tema para hablar; la intención de romper el

hielo no era suficiente para alejarla de su estado contemplativo. Sabía que más que una conversación

fluida, debía buscar el detonante que me llevaría a escucharla, tratando de entender lo que surgiría de

aquel torrente de palabras que yacían atascadas en algún lugar de su orgullo.

- ¿Qué miras, Ana? - le dije.

- Nada - contestó tras unos segundos de indiferencia. Y después de más silencios y de empezar a creer que

la conversación ya no iba a tomar más rumbo, la retomó - Solo miro hasta donde mi vista me lo permite.

Mis ojos buscan perderse más allá de ese horizonte estorboso, pero sigo aquí, encadenada a la rutina.

- Y… - dije sin oportunidad de terminar y ella siguió:

- Me siento como un ave que crece en una jaula y cuyas alas no pueden expandirse ¿No has soñado con

desprenderte de ese lugar que te tiene aferrado? siento la necesidad de experimentar lo que una semilla

de diente de león, cuando es liberada por el viento; mirar todo desde una perspectiva diferente e ir tan

lejos como sea posible. ¿De qué sirve una semilla en un lugar donde no va a germinar?

- Pero para germinar tiene que morir ¿no?

40

41

- Puedes verlo de esa forma o puedes verlo como un momento de cambio: una transformación. Al final

ves que era necesario para dar paso a algo más grande. Eso es lo que necesito: ir lejos y producir algo

bueno con mi vida. No es bueno saber que todo lo que uno hace es automático; sea cual sea la situación,

se necesita de pasión, de saber que estás haciendo algo con tu vida. Imagínate estar haciendo algo que no

te interesa y llamarlo “arte”, para darle gusto a un profesor. No tiene sentido, ¿verdad?; así mismo, no

soporto ver que hago miles de cosas en vano y sin pasión alguna. Quiero salir por el mundo descubriendo

lo que hay para mí; cumplir con ese algo que me diferencia de otros. ¿De qué sirve lo que sé hacer y todo

lo que alguna vez pensé que era mi destino, si lo añoro como algo que jamás será?, ¿en qué momento

perdí el impulso que me hacía buscar lo que quería?

- Tal vez la culpa es de…

- No, no busques culpables, la culpa no es de nadie más que de uno. Las decisiones serán la llave a muchas

puertas en tu vida. Son las decisiones las que adelantan o atrasan las cosas. Son las que distinguen al

exitoso del fracasado. Lo que necesito es aprender a tomarlas e identificar las que ya tomé mal para no

caer en el mismo error.

- Si, pero uno también termina pagando por las decisiones de otros.

- Pero tú decides hasta qué punto dejarte afectar por estas. Tú decides si buscas soluciones o empeoras el

problema. Claro, no puedes evitar que otros tomen malas decisiones, pero sí puedes controlar tu forma

de reaccionar ante ellas e incluso tomar decisiones persuasivas para evitar que lo que hagan otros resulte

dañino para ti.

42

- Creo que tienes razón. Pero si así lo entiendes, ¿por qué te preocupas si sabes que muchas cosas están a

una decisión de distancia? Tal vez hay algo que no ves o que te falta entender para zafarte de esta prisión

rutinaria de la que hablas. Mira por la ventana, y observa el viento sobre todo lo que roza; para las cosas

pequeñas, duele y es molesto. Para ti son necesarios vientos más fuertes. ¿No te has puesto a pensar en

que tal vez esto que sientes es el viento que te debe impulsar a volar? es claro que tu corazón no está aquí

¿qué esperas para volar? ¡La decisión es tuya!

- No sé, tal vez espero a que el viento sople más fuerte - respondió con risa irónica.

En ese momento, todas las semillas de diente de león que había afuera, se desprendieron violentamente,

entraron por la ventana como un enjambre agresivo, envolviéndola y zumbando en sus oídos, y en seguida

volvieron a salir, para disiparse conforme las corrientes de viento exhibían sus rumbos. Ella, una chica de

señales, no tuvo más qué decir. Como siguiendo el consejo de aquellos zumbidos, agarró una maleta y

empacó solo un par de cosas, comportamiento que resultaba atípico en ella. Tal vez entendió el sentido

de la levedad y lo estorboso de llevar ciertas cargas para volar; decidió ser libre.

43

44

Día 7831 / En la biblioteca

El silencio era intimidante; el eco juzgaba cada uno de mis pasos, que crujían al pisar un colchón de hojas

en el piso, mientras recorría los pasillos con grandes muros de libros. Algunos parecían apenas haberse

estrenado, otros muy maltratados, revelaban su uso constante y otros llenos de polvo, perdían las letras

de sus lomos, bajo una capa gruesa de evidente olvido. No tenía idea de cuántos libros podría albergar

aquella biblioteca y francamente prefería no saberlo, de sólo pensarlo, llegaba a mí una sensación de

cansancio; lo que realmente me atrapaba, era el olor de los libros junto con el de las hojas del suelo, y esa

atmósfera de aislamiento y tranquilidad que se respiraba allí.

No pasó mucho tiempo para darme cuenta de que no estaba solo; escuchaba chillidos y ruidos extraños

que por un momento hicieron que el corazón se me paralizara. Al mirar por una abertura entre los libros,

pude ver de qué se trataba: dos zorros que jugaban como sólo ellos lo saben hacer. Siempre me ha gustado

esa actitud sigilosa, observadora y astuta de los zorros, y aunque quería que por un momento se quedaran

quietos para acercarme y observarlos mejor, disfrutaba ver cómo se escondían entre los pasillos,

caminaban con cautela y desaparecían cuando volteaba a mirarlos.

Tratando de seguirlos encontré a mi amiga, la psicóloga, jugando con ellos, consintiéndolos, entendiendo

tan bien sus actitudes, que parecía que los hubiese conocido de toda la vida. Me inquietaba ver cómo le

entendían cuando hablaba, pero me inquietaban aun más los nombres que les tenía: Intro y Extra. En fin…

supuse que una persona con tantos conceptos y conocimientos en su haber, tendría una relación directa

con este lugar.

- ¿Todos estos libros son tuyos? - Le pregunté

45

46

- No - Respondió - son tuyos, los que has leído.

- No, los que he leído caben perfectamente en una caja y hasta sobra espacio. Se me iría la vida leyendo

todo esto y sin darme tiempo de comer, ir al baño, ni siquiera de dormir.

- Exacto, si te encierras sin nada que observar más que tus libros y los lees sin pausa, acabarás a los

cuarenta y nueve años... claro, si lees rápido. Pero inmediatamente después, te encontrarás con otro

estante de libros escritos a partir de las relaciones que halles entre ellos.

Me dispuse a leer lo que decía en algunos lomos y encontré títulos muy curiosos: “El sabor de la manzana

con galletas de leche”, “La sensación del agua en la nariz III”, “Atlas de las situaciones incómodas”, “Olor a

mis primeros óleos”, y enseguida me di cuenta de que sí eran míos; con solo leer sus nombres, llegaban

recuerdos tanto placenteros como desagradables que yacían olvidados en algún rincón de mi memoria.

- Como ves, de conocimientos estás lleno - me dijo - Todos lo estamos. El problema, Serg, es que a veces

no los utilizamos para nada. Mira esos libros empolvados, es necesario recorrer estos pasillos y echarles

una leída de vez en cuando. Tienes las herramientas para hacer de ellos arte y no depender tanto de libros

ajenos. Puedes leerlos a su tiempo, con calma, e irás aprendiendo cosas interesantes sobre ti mismo.

¿Sabes? muchas personas han descubierto en sus libros personales, la clave para hacer grandes inventos,

pintar cuadros únicos o escribir libros que han aportado a las formas de ver el mundo.

En ese momento, los pequeños zorros se acercaron a mí, de la forma más pacífica que pudiera imaginar,

siendo al fin y al cabo animales salvajes. También empecé a sentir que los conocía de toda la vida, y como

si yo mismo los hubiera nombrado, sabía que Intro era el más juguetón, confianzudo e insistente; y Extra

47

era el más pasivo y algo esquivo, de hecho, odiaba que le tocaran las orejas, algo que se me hizo muy

familiar. Luego de un rato de juego, me hicieron señas para que los siguiera hacia lo más recóndito de

aquella biblioteca, donde habría de comenzar a redescubrirme.

48

49

Día 8060 / Arenas

Arena en mi nariz, que me obligaba a exhalar con una fuerza obsesiva, como si se tratara de esa risa

silenciosa y cómplice entre amigos, cuando no es prudente reír. Arena en mis ojos, irritante como el jabón,

sin agua o una toalla que me ofreciera algo de alivio. Arena en mi boca, que no podía escupir sin tragar

otro bocado de ella. Y en mis oídos, los zumbidos del viento, exasperantes como el ruido blanco de un

televisor. Después de un minuto de auténtica tortura que no quisiera repetir, poco a poco todo se calmaba

y empezaba a reconocer en dónde estaba. Se trataba del desierto; un lugar silencioso y tan inmenso como

la soledad que allí se sentía.

- La próxima vez, humedeces un trapo y lo pones en tu cara - dijo la pecosa, que se encontraba divisando

el horizonte, con una mirada tranquila y despreocupada - Siempre debes guardar un poquito de agua para

las tormentas de arena. Quédate donde estés y conserva la calma mientras pasa. - decía mientras

acomodaba un shayla sobre su cabeza.

- ¡Con que aquí estabas! hace mucho no te veía. ¿Cuánto tiempo llevas aquí? - pregunté, asombrado.

- ¿Cuántas pecas puedes contar en mi cara?

- No sé, son muchas - Respondí - Unas son más que evidentes y otras están pintadas muy sutilmente. No

son infinitas, pero perdería la cuenta… ¡qué pereza contarlas!

50

51

- Así mismo son los días en el desierto - dijo - algunos son tan largos y notorios, que tienes plena certeza

de dónde estás. Hay otros de los que apenas te das cuenta que pasan. A veces te preguntas cuánto falta

para terminar, pero sabes que no es para siempre. Y no querrás ponerte a contarlos, ¡qué pereza! Con el

tiempo, simplemente comienzas a aprender algo de cada uno.

- No puedo imaginar estar viendo cómo pasa el tiempo y quedarme quieto, simplemente no podría estar

desocupado ¡eso pesa más que este ambiente! ¿Tú qué haces mientras tanto?

- ¿Ves esa barca? - respondió señalándola - La he estado haciendo, con las cosas que encuentro aquí.

También aprovecho para cantar, ¡es genial!

- ¿Cantar?

- Sí, ¿Quién quiere cantar en un largo y cruel desierto? ¡Qué locura! Sin embargo, te aseguro que tiene

mucho sentido. Es el lugar donde puedes hacerlo con más sinceridad; aunque tus palabras se van con la

arena itinerante, vuelven a ti en forma de respuestas.

- ¿En serio? qué interesante. ¿Y la barca también sirve para algo?

- ¡Claro! Es para cuando llegue la lluvia. Aquí no es como en la ciudad; no amenaza ni llovizna por ratos,

cuando llueve, lo hace con ímpetu, y no para sino hasta limpiarlo todo y dejarlo preparado para los nuevos

visitantes. La barca te ayudará a controlar la situación, a saberla llevar. Es cuestión de prepararse para

aprovechar la lluvia al máximo.

- ¿Y qué materiales me recomiendas para construirla?

52

- Aquí no hay mucho que puedas elegir. Tienes que observar atentamente para ver cómo puedes utilizar

lo poco que encuentres y eso depende de cómo se llame tu desierto: “Soledad”, “Pérdida”, “Frustración”,

no lo sé. Sólo te puedo decir que cada desierto te ofrecerá cosas diferentes y específicas; explotará lo

mejor de tu creatividad, siempre y cuando no estés dispuesto a hacer parte de la arena.

De repente, sin previo aviso, una, dos, seis, dieciocho y cincuenta y cuatro gotas, cayeron en cinco

segundos. Las nubes se juntaron en una enorme masa gris y al cabo de un minuto, ya no veía más que las

líneas interminables de la lluvia y yo corría desesperadamente en busca de algún refugio.

- ¡Ven! - gritó desde la barca - Sube y ayúdame a sacar el agua.

Subí y no pasó mucho tiempo para comenzar a sentir la barca en movimiento, mientras sacábamos el agua

con un balde. Y aunque era molesta la situación, la pecosa parecía disfrutarla.

- No conocerás el valor que tiene el agua, si no pasas un tiempo aquí. - dijo - Cada gota es valiosísima. Si la

sacamos, solo es para no ahogarnos en ella. Pero lo disfruto, porque la añoraba y ya llegó el momento de

salir del desierto.

No sé cuánta agua sacamos de la barca. Una hora más tarde, había dejado de llover y el paisaje no se

parecía en nada a aquél que hacía un rato habían pisado nuestros pies. Ahora un nuevo paisaje nos sonreía

para comenzar desde un punto nuevo.

53

54

Día 8541 / Sumergido

- ¿Qué se sentirá estar en la nada? tal vez sea parecido a estar en el todo. Sentirse cubierto por todos

lados, sentir que uno y el entorno son la misma cosa. Volar, flotar, saltar, planear, ir rápido, ir lento, de pie,

de cabeza, de lado, de espaldas, la sensación máxima de libertad - son las palabras que había en mi mente,

que deliraba por la sed y el cansancio de caminar,

Comencé a recordar aquella vez en que el agua había sido tan abundante al salir del desierto, y añoraba

estar en una de tantas veces que me he encontrado con el agua; definitivamente disfruto cada vez que me

siento libre en ella, así sepa que la dicha ha de tener su fin. Curiosamente, siempre llega un momento en

el que necesito un respiro y saber que tengo la seguridad de que nada va a salir mal, y es ahí, cuando la

duda se vuelve contra mí en forma de esa horrible sensación en la nariz, justo por los lados del tabique.

También ha sucedido que sin explicación alguna, el agua empieza a escasear y aquello que en algún

momento me cubrió por completo, de repente no es más que un charco de aguas, turbias bajo mis tobillos.

Volviendo al caso, esta vez sólo estaba yo, sin mucho qué hacer, más que caminar. A mis delirios llegaba

el sonido leve de un chorro de agua; la melodía de una quebrada, que deseaba que fuera real.

- ¡Oye, Crespos! - gritó Angélica, desde una pequeña laguna. Sin saber si era real o no, corrí hasta la laguna

y me zambullí, con tal ímpetu que por un instante me sentí parte de una pintura de Sorolla, perdiendo

toda compostura para reencontrarme con el precioso líquido. Esta vez, la sensación era inigualable;

parecía que el agua era más pura y refrescante que cualquiera que hubiese conocido antes.

- ¿Por qué se siente diferente? - pregunté.

55

56

- Porque es diferente. - respondió con voz de risa - Esta agua no se compara con las otras, una vez la

conoces, sabes que a las demás les falta algo.

- Y ¿qué es ese algo?

- ¿Ves esos peces azules?- dijo señalando a uno de ellos - Son personas, como tú y yo, que vienen en busca

de descanso, de consuelo, de respuestas y de escudriñar aquello que nunca habían experimentado; así se

ven cuando están sumergidas. Lo mejor es que si te sumerges, también te sentirás así, sin la sensación de

ahogarte; sentirás que realmente haces parte de este lugar.

Con tales palabras, no pude resistirme a emprender una inmersión, así que decidí ir hasta el fondo, para

experimentar aquello que me decía, pero después de unos segundos comencé a sentir que me faltaba el

aire y tuve que regresar a la superficie.

Decepcionado, la miré con una pregunta evidente en mis ojos: ¿era mentira?

- A mí me sucedió lo mismo al principio – dijo riéndose - pero después me di cuenta de que no estaba

acostumbrada a sumergirme libremente. Toda mi vida, otras aguas me enseñaron a dudar, a pensar que

algo saldría mal, a buscar un escape. Pero aquí puedes confiar; si sientes que te ahogas, es porque así lo

aprendió tu corazón.

- Pero entonces ¿cómo lo hacen ellos?, ¿cómo hicieron para dejar de dudar?

- Viniendo seguido, sumergiéndose una y otra vez. Poco a poco se les ha olvidado lo que traían aprendido

de otras, para aprender a disfrutar esta agua. Podrías hacer lo mismo.

57

- Pero ¿qué pasará cuando se seque? tú sabes cómo están estos tiempos.

- No te preocupes, es abundante, nunca se seca y si tienes sed, puedes beberla, y nunca te hará daño, de

hecho te alimentará. Ahora que la conoces, sólo piensa en ella cuando la necesites y en tu camino hallarás

un poso como este. Lo mejor es que no sólo te refrescará sino que saldrás diferente; recorrerás el camino

con pasos distintos.

58

Caminando

Sería el día 8992 o 93 y seguía en lo mismo que he venido haciendo durante todo este tiempo: caminar.

Pero esta vez, la sensación que tenía era diferente, ya no sabía si iba hacia alguna parte, solo seguía

adelante sin nada que decir, sin nada que esperar. Mi maleta ya no pesaba, mis pasos no importaban y

aún sentía la frescura de haber estado en el agua, sólo me quedaba observar todo y respirar tan

fluidamente como nunca antes lo había hecho. Un momento de incomparable descanso y sin haber

cesado, aun con piedras, frío, calor, vientos fuertes y lluvias repentinas.

La razón por la que estaba allí ya sólo era escuchar la voz del camino, quien me había hablado por medio

de amigos y situaciones. Ahora, era tiempo de hallar una conclusión, antes de seguir caminando.

- Como te has podido dar cuenta, todo lo puedo usar para hablarte - dijo - nada se escapa de este camino,

que tan viejo y joven puede ser. Así como tú, también soy artista y mi obra se hace en un orden específico

de pasos, para llegar a un fin que valdrá la pena.

- ¿Entonces me enseñarás a encontrar lo que quiero? - Le dije.

- ¡Ya lo he estado haciendo! - dijo - Al relacionar lo que has vivido con tu pintura, has encontrado una parte

importante de ese algo que buscabas; hoy, a diferencia de aquella tarde, cuando te preguntaste sobre lo

que harías con la pintura, comienzas a caminar explorando cosas concretas. Aquello por lo que te

preguntabas, dejó de estar escondido y ahora te preguntas por los elementos que poco a poco te irán

interesando a medida que creces en tu proceso. Guardas imágenes, observas el arte que te gusta, ya no

pretendes disfrutar aquellas formas de arte que nunca te ha importado, aprendes a distinguir lo que te

59

hace ser tú, escuchas lo que pintas, ves colores en la música y lo más importante: tu corazón late al ritmo

de la sinceridad.

En ese momento, por un segundo, lo vivido en muchos años pasó por mi cabeza y pude ver tan claras como

nunca antes, las pinturas que jamás he hecho.

Continuó hablando - Si aún te preguntas por lo que has de pintar desde ahora y hasta que nuevos puntos

le den un giro a tu vida, resumámoslo de esta forma: Sal de la comodidad, explotando al máximo aquello

que ya sabes hacer y arriesgándote a ir más allá en las habilidades que has ganado; busca la riqueza que lo

simple le puede dar a tu pintura; a partir de ahora, lo que pintas será el reflejo de lo que te apasiona; cada

vez que pintes, piensa como un niño, al que no le importa copiar lo que hacen otros, sino que tiene su

identidad y crea mundos lo suficientemente fantásticos, para ser feliz en ellos; deja a un lado el temor de

poner lo que nadie pondría en una pintura, al fin y al cabo, no hay reglas en tu forma de observar; quítate

el peso de los prejuicios que tiene un mundo del arte, que intenta encasillarte en aquello que no tiene

ningún sentido para ti; y utiliza hasta los peores momentos a tu favor, pues la inspiración puede estar en

cualquier lado. En pocas palabras, sé un pintor que con su pincel cuenta las historias de su libertad.

- Si hubiera sabido antes que era tan libre - pensé.

- Y pensarás que hubiese sido mejor saltarte aquellos “desatinos” que tuviste en busca de una identidad

como artista - respondió - pero no es así; yo lo tenía planeado para este momento y es hoy, el día en que

debías saberlo, no antes, no después. Y a medida que camines desde este nuevo punto, irás entendiendo

por qué los otros puntos eran tan necesarios como los garabatos que te gusta hacer cuando piensas en

una idea; tanto como salir a caminar para luego volver con cosas frescas en tu mente. Ahora que lo sabes,

60

ve tan lejos como yo te lleve, al fin y al cabo yo soy aquel que decide hasta dónde llegas y que te prepara

con cada terreno que atraviesas, deléitate mientras caminas, deléitate conociendo el camino, que yo me

encargo del resto; nunca descuido mi arte.

61

Retrospección

A lo largo de este recorrido, he llegado a entender el porqué de algunos terrenos. Por un breve momento, quiero

devolverme, recordando lo que encontré y examinando las metáforas en cada elemento:

Nadé entre aguas de conocimientos y filosofías, pero ninguna tan satisfactoria como la Palabra. Me sumergí en ella

y hallé descanso, más que en cualquier otro lugar. Me encontré con una fuente inagotable de entendimiento para

recorrer mi camino y pude ver que entre más me sumergía en ella, más razones y herramientas encontraba para

seguir con esta travesía.

Caminé sobre una arena agotadora, de problemas y necesidades que parecían no tener fin, en donde el horizonte

se hacía inasequible; ese momento de la vida en donde uno mira alrededor y solo encuentra soledad. Y allí aprendí

la importancia de valorar lo poco o lo mucho que se tiene. En un lugar donde el facilismo no es una opción, cada

herramienta que me fue dada, cobró más sentido que nunca y pude ver lo que necesario estar preparado en un

momento así, para recibir las cosas buenas que hayan de venir después. También aprendí la importancia y

satisfacción que tiene el aprovechar mi condición de músico en un momento como este; el expresarme a lo sumo

por medio de notas, en momentos sinceros de adoración.

Volví a encontrarme con conocimientos perdidos en lo más profundo de mi cabeza: conocimientos tanto

académicos como empíricos, que han llegado con cada momento vivido, acumulándose para formar una colección

única y propia. Caminé sobre hojas secas que hicieron ruido en el silencio de una memoria parcialmente apagada,

despertándome de aquel olvido no me permitía reflexionar más allá de los aspectos más evidentes y superficiales

de mi vida. También me encontré con dos pequeños zorros: uno interior y uno exterior, que me mostraron lo que

soy y lo que reflejo; lo que pienso acerca de mí y lo que otros ven en mí.

Observé la monotonía desde una ventana y fui testigo de lo que es ser un simple observador que añora algo diferente

pero no sale de su lugar de quietud. Aquel momento en que uno se da cuenta de que la vida requiere de grandes

62

cambios para tener pasión por lo que se hace y es necesario que lleguen problemas que detonarán esos cambios.

Así como las semillas de diente de león, que necesitan de una brisa lo suficiente fuerte para desprenderlas de su

lugar, de vez en cuando es necesario que algo nos sacuda y así tomar grandes decisiones, de ser libres y encontrar

algo más.

Caminé sobre piedras húmedas, con una vista limitada por la neblina, donde no podía hacer más que esperar lo que

viniera, obligándome a ignorar mis temores. Vi las consecuencias de quedarse en un lugar por culpa de un “¿y qué

tal si…?” y entendí que en mientras uno camina, no puede tener control de lo que va a suceder durante el recorrido,

sino que hay que ir simplemente, pues de eso se trata la vida: de ir sin saber qué nos vamos a encontrar.

Me sentí ridiculizado por situaciones que me obligaron a salir de un pensamiento cuadriculado, en el que había que

compostura y estar regido por ciertas normas de comportamiento, que al fin y al cabo solo estaban marcadas por

una madurez heredada y sin sentido. Una alfombra que se descosía, me hizo recordar aquellos días de mi infancia,

cuando el juego era la mejor forma de aprender y entendí la importancia de ser como un niño: espontaneo, sincero

y alejado de prejuicios. También entendí que la virtud de saber escuchar, es de seres humildes como los niños, que

aun dispersos en sus juegos, absorben lo que se les dice y son tardos para juzgar.

Volví a creer en metas que en algún momento quedaron olvidadas a causa de las dificultades o del escepticismo de

otros, entendiendo que nada bueno se dará fácilmente y que las cosas que valen la pena, se encuentran escondidas

en lugares más recónditos, pero dispuestas a ser encontradas. Norberto, símbolo de esfuerzo y dedicación, siempre

me ha molestado con la importancia de persistir y tocar puertas hasta que se abra la que así tenga que hacer.

Fui a aquel lugar con el que he soñado desde niño: un árbol gigante. Allí, siendo tan pequeño e insignificante me

encontré a Laura, símbolo de amor por lo simple, que me enseñó a fijar mis sentidos en lo menos obvio y tomar

grandes respiros para hallar belleza en las cosas sutiles. Allí también entendí que los buenos momentos son puntos

de descanso nada más, antes de seguir caminando y la necesidad de dejar la comodidad para hallar nuevos puntos.

63

Referentes

Guillermo Lorca

Por estos días, buscando algún artista cuya obra hubiese nacido en un lugar

parecido al de mis inquietudes y fijaciones, he conocido a uno de mis

referentes más fuertes, tanto a nivel conceptual, como formal: Guillermo

Lorca. Este pintor chileno, llegó a un punto cercano de lo que he estado

buscando; soltarse de una temporalidad tanto visual (Reveco 2015: Web), como

de su propio contexto y del encasillamiento dentro del nombre de un estilo

artístico (Mena 2014: Web). Y aunque no tengo interés en mostrar lo erótico o

hablar de personajes a manera de semidioses, siento en este artista un

pensamiento muy parecido al mío; una de sus mayores influencias han sido

los cuentos infantiles, que mezclados con sus fijaciones pictóricas, han dado

como resultado un mundo de personas (niños en su mayoría) y animales que

conviven en situaciones de juego y de tensiones, y con las que obtienen ciertas

respuestas emocionales por parte de los espectadores.

“Es así como estos relatos, viniendo de la tradición oral, son permanentemente transformados a través de

la palabra y la voz, desde cuyo vestigio sonoro que irrumpe a la imaginación, a la interpretación

desbordante de quién escucha, incrementando y despertando, como en todo relato de esta naturaleza, el

universo personal de los deseos, los temores y las fantasías.” (Farriol, 2014: 8).

Lorca. G (2014) Laura y los

perros [Óleo sobre lienzo]

Recuperado de

http://www.radiopaula.cl/

64

Dan May

Este artista se define como un pintor narrativo. Su trabajo ha sido conocido por tejer una rica textura de

lo surrealista y lo misterioso; sin necesidad de un texto, tiene un lenguaje reconocible y propio, que

trasciende los estados naturales del espacio y el tiempo. (cf. Shafer, 2015: web).

El uso de tonos fríos en sus pinturas, sugieren algo nostálgico, que mezclado con

sus figuraciones fantásticas, me llevan a pensar en aquello que ya no volverá: mi

infancia, en la que los cuentos infantiles tuvieron gran acogida. También es

inevitable pensar en los sueños; ese mundo en el que no importan las

proporciones reales o las leyes físicas, desde que cumplan su cometido: narrar una

historia, y es justamente eso lo que busca Dan May, narrar historias que den pistas

de una historia más grande y que evoquen emociones en el espectador. De hecho,

también habla de un “viaje” a través de la vida, cosa que dialoga de forma amigable

con mi trabajo y mi forma de ver la vida.

May, D. (2013) After the

storm [Acrílico sobre

madera] Recuperado de

http://danmay.net/

65

Caras Ionut

Ya sea con una niña columpiándose a alturas absurdas o un anciano caminando

con sus relojes, este fotógrafo y artista digital, lleva a sus espectadores a pensar

en historias a través de sus imágenes. No se trata de los elementos que usa, sino

de la forma como los configura en un espacio para crear imágenes agradables y

con una extraña capacidad sugestiva.

"Aquí lo principal es, por supuesto, la 'creatividad'. Incluso si tienes ideas

pequeñas y simples, intenta llevarlas a cabo. Y vuelve a intentarlo... No te quedes

pensando que no puede hacerse. Con tales excusas, nunca tendrás éxito. Explora

cada día el mundo a tu alrededor; cosas que podrías utilizar en tu trabajo

creativo. Tal vez no hoy mismo, pero sí en el futuro.” (cf. Baleares, 2015: web).

El principito

He decidido dejar de pensar en lo posible. En dónde tengan lógica mis historias y en dónde no, ha dejado

de tener importancia; hasta qué punto tenga razón con éstas, sólo será definido por su lector: una persona

que ha recorrido su propio camino y que en algún momento de esta lectura, podrá recordar, reflexionar e

incluso caer en dudas sobre aquello que ha vivido.

Ionut, C. The silent

dreamer. [Arte digital]

Recuperado de

http://www.carasdesign.c

om/

66

El principito es la historia que me ha llevado a los recuerdos más inocentes

de mi vida, cuando la palabra “simple” no estaba en mi cabeza, ya que veía

en cualquier objeto y forma, una oportunidad de imaginar y hacer visibles

mis más profundas fascinaciones.

Aunque no me llama la atención hablar o escribir acerca de animales que

hablan como lo hacen los humanos, sí encuentro interés en la posibilidad

de tener algún tipo de comunicación con ellos, identificando los

comportamientos característicos que les asignan ciertas personalidades.

Charlie y la fábrica de chocolates

La fábrica de Willy Wonka, parece ser un mundo con sus propias reglas, donde hay que tener un corazón

de niño para asumirlo de la forma correcta. Esta es la columna principal, que hace de este libro, un

referente obligatorio para mi trabajo. El constante uso de absurdos que pasan por verdad en la historia,

resulta parecido a la vida en el mundo de los sueños, pero en ningún momento se habla de las situaciones,

como pertenecientes a un sueño, sino que se toman como problemas a la razón de un pensamiento lógico

como el de los adultos.

A esto se suma el desarrollo de cinco historias en una, que tienen que ver con el carácter de cada individuo:

de acuerdo a la personalidad de cada uno, existe una “recompensa” que señala directamente a los padres

como responsables y victimas de ello, dejando así una enseñanza o reflexión. Cómo admirador de los

cuentos y creador de historias, esta característica resulta útil a la hora de establecer un dialogo con mi

trabajo.

Saint-Exupéry, A. (1951) El

principito [Ilustración] Recuperado

de http://culturacolectiva.com

67

Las crónicas Narnia

Estos libros, cargados de símbolos y metáforas, es una de mis principales inspiraciones, pues recurre a

imágenes simbólicas, para referirse a conceptos y figuras que se encuentran en la Biblia. Es por esta saga

de libros, que he hallado fascinación al comparar lo que dice en la Biblia en forma metafórica, con los

aspectos cotidianos de mi vida.

En “La travesía del Viajero del Alba”, se muestra que Aslan, el principal personaje de estas historias, no

solo existe en Narnia, sino también en el mundo real, advirtiendo que en éste, sería encontrado con otro

nombre. Podría decir que el camino, resulta siendo el equivalente a Aslan, teniendo en cuenta que el

personaje de “el camino” no lo veo solo como la personificación de un concepto, sino de una persona que

existe en mi realidad. (cf. Lewis, 1952: p.108).

Más allá de los sueños

¿Quién pensaría en un literal mundo hecho de pintura? es parecido a mi

forma de observar. No importa el material ni la luz del momento, es así

como veo las cosas: como una gran obra de arte y mis ojos no son capaces

de ver todo pasar, sin pensar en cómo fue pintado. Es una manía propia

de un pintor por vocación: alguien que disfruta del color, de las texturas,

de las temperaturas, de los juegos entre tonos. Y es justamente lo que

me transmite esta película, una visión completamente artística y creadora

que lleva a la propia liberación del individuo, que no quiere ver la

Escena de “Más allá de los sueños”

Recuperado de

http://consciouslifenews.com

68

existencia como algo rígido, sino como un lugar donde todo es posible en cuanto se lo proponga.

La propuesta de un personaje que vive dentro de un cuadro y que percibe con todos sus sentidos lo que

desde el punto de vista del pintor (pintora en este caso) solo puede ser la aproximación a una idea, me

lleva a pensar la pintura como aquel lugar donde se puede percibir lo que no es visible de una forma tan

evidente en un mundo “real”; es ese escape de un mundo lleno de limitaciones, a uno donde puede

suceder lo uno quiera.

Los sueños de Akira Kurosawa

Akira Kurosawa, era un soñador que con pistas, dejaba conocer aspectos de

su vida: la muerte, los temores, su relación con el ejército japonés, su

herencia samurái y su afición por la pintura.

Lo que más me interesa de esta película, no es el hecho de narrar lo soñado

por su creador, pues desconozco si las historias son fieles representaciones

de sus sueños (aunque no dejo de lado este aspecto), sino que la mayoría se

desarrolla de forma dialéctica; ese juego de preguntas y respuestas con el

que alguien logra entender la situación que vive en el momento, me ha hecho

caer en cuenta de lo importante que resulta para mí, una historia basada en

una conversación. Recientemente, también me ha causado curiosidad, ver

cómo cada historia de esta película, se desarrolla al ritmo en que el protagonista va caminando. Es como

si se viera a sí mismo como un caminante; como yo me veo.

Escena de “Los sueños de Akira

Kurosawa” Recuperado de

https://conestacasybramante.

wordpress.com

69

Bibliografía

● BRUNER, K y WARE, J. (2005). Dios en la tierra de Narnia. Illinois, Estados Unidos: Tyndale House Publishers, Inc.

● DAHL. R. (1964). Charlie y la fábrica de chocolate. Colombia. Editorial Alfaguara.

● LEWIS, S. (1952). Las crónicas de Narnia, el Viajero del Alba. Chile: Editorial Andrés Bello.

● SAINT-EXUPÉRY, A. (1951). El principito. Colombia: Panamericana Editorial Ltda.

Webgrafía

● Baleares, I (1 de abril de 2015). El mundo a través de los ojos de Caras Ionut. Infomag.Es. Recuperado de http://infomag.es/2015/04/01/el-mundo-a-traves-de-los-ojos-de-caras-ionut/

● Farriol, R. (dir.) La vida eterna. (Exposición celebrada en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile, entre el 2 de abril y el 29 de junio de 2014.). Santiago de Chile: Museo Nacional de Bellas Artes. Recuperado de http://www.mnba.cl/617/articles-46265_archivo_01.pdf

● Freud, S. (1923). La interpretación de los sueños. 9 ed. Recuperado de https://teorialiterariapuce.wikispaces.com/file/view/SIGMUND+FREUD+-+LA+INTERPRETACION+DE+LOS+SUENOS.pdf

● Mena, C. (23 de abril de 2014). La perversa ficción de Guillermo Lorca. Paula. Recuperado de http://www.semana.com/http://www.paula.cl/tendencia/la-perversa-ficcion-de-guillermo-lorca/

● Reveco, C. (14 de marzo de 2015) Guillermo Lorca: “Hice la carrera a mi manera”. Los Andes. Recuperado de http://www.losandes.com.ar/article/guillermo-lorca-hice-la-carrera-a-mi-manera

70

● Shaffer, H. (2015, 31 de agosto). Profile of a Painter: An Interview with Dan May. Notes on design. Recuperado de http://www.sessions.edu/notes-on-design/profile-of-a-painter-an-interview-with-dan-may/

● Shrieves, L. (7 de julio de 1990). Bob Ross Uses His Brush To Spread Paint And Joy. Orlando Sentinel. Recuperado de http://articles.orlandosentinel.com/1990-07-07/lifestyle/9007060122_1_bob-ross-joy-of-painting-pbs/

Videografía

● Deutsch, S. (productor) y Ward, V. (director). (1998). What dreams may come [cinta cinematográfica]. EU.: Polygram Filmed Entertainment.

● Kurosawa, H. y Inoue M. (productor) y Kurosawa, A. (director). (1990). 夢 Yume [cinta

cinematográfica]. Japón, EU.: Warner Bros.