En Torno a La Historia de La Iglesia en Magallanes

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1 EN TORNO A LA HISTORIA DE LA IGLESIA EN MAGALLANES

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Apuntes para conocer algunos hitos del curso seguido por la Iglesia Católica en el territorio de Magallanes y Tierra del Fuego.

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EN TORNO

A LA HISTORIA DE LA IGLESIA

EN MAGALLANES

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DEUS AB AUSTRO VENIET

“Dios vendrá desde el sur…”

Desde la primera misa a la creación de la Diócesis. A orillas del Estrecho de Magallanes, don Pedro de Valderrama, capellán de la “Trinidad”, nave capitana de Hernando de Magallanes, celebró por primera vez Misa en territorio chileno. Fue en 1520, un domingo de noviembre. En 1584 se levantan los dos primeros templos a orillas del Estrecho, y durante trescientos años se sembraron de cruces sus riberas… “Jesucristo entró a Chile por el Sur”, diría cuatro siglos más tarde Monseñor Pedro Giacomini. En 1843, al iniciarse la colonización del Territorio por parte del Gobierno de Chile, se reinicia también la acción evangelizadora. Jurídicamente las tierras magallánicas dependían del obispado de Ancud, y fueron frailes franciscanos procedentes de Chiloé, quienes por casi cuatro décadas, como capellanes de la Colonia, asumieron la sacrificada misión en medio de peligros, incomprensiones, soledad espiritual y penurias de toda índole. En 1883, bajo el pontificado de S.S. León XIII, la Santa Sede crea para estas dilatadas regiones australes, jurisdicciones eclesiásticas de carecer misionero. El 16 de noviembre, se establece la Prefectura Apostólica de la Patagonia Meridional, Tierra del Fuego e Islas Malvinas y se confía a la Congregación Salesiana. Don Bosco propone al sacerdote José Fagnano Vero como Prefecto Apostólico, asumiendo éste su ministerio en Punta Arenas el histórico 21 de julio de 1887. Bajo el lema del fundador, “civilizar evangelizando y evangelizar civilizando”, Monseñor Fagnano, en los treinta años de su gobierno pastoral, realizó una obra cuyos frutos son el sólido cimiento de la Iglesia de hoy en Magallanes. En un territorio cuyos límites no se conocían, eran necesarios esfuerzos especiales para la extensión de la fe y Monseñor Fagnano lo hizo. Su misión fue organizar la Iglesia, darle forma, crear parroquias, colegios, formar clero propio, buscar congregaciones religiosas y llegar a todos los rincones con el mensaje evangélico. Durante algunos años, simultáneamente con la Prefectura Apostólica, existió la Gobernación Eclesiástica de Magallanes, creada en abril de 1901 por el Obispo de Ancud, Monseñor Ramón Ángel Jara, con el propósito de tener en tan apartados territorios un delegado. Cinco sacerdotes ocuparon este cargo. El primero de ellos fue el presbítero Carlos Märinger, quien había sido vice párroco de Magallanes hasta la llegada de Monseñor Fagnano. Le sucedieron el presbítero Francisco J. Cavada, Monseñor Fagnano por algunos meses, y los padres Víctor Durando y Luís Héctor Salaberry. El 4 de octubre de 1916, pocos días después de morir Monseñor Fagnano, la Santa Sede suprime la Prefectura Apostólica y crea el Vicariato Apostólico de Magallanes e Islas Malvinas, restando al antiguo territorio de la Prefectura, la Patagonia Argentina. Dos fueron los obispos Vicarios Apostólicos y ambos de la congregación salesiana: Monseñor Abraham Aguilera Bravo y Monseñor Arturo Jara Márquez.

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Al renunciar este último al cargo por motivos de salud, la Sede Apostólica optó por confiar el Vicariato a sacerdotes con el rango de Administradores Apostólicos. Ellos fueron el padre Luís Amadeo Rojas Muñoz, el padre Pedro Giacomini Caliman y el padre Vladimiro Borić Crnosija. El 27 de enero de 1947, con el decreto Pontificio “Ut in amplissimo Patagoniae Chilensis Territorio”, del Papa Pío XII, el Vicariato fue elevado al rango de Diócesis. El primer Obispo titular fue Monseñor Cándido Rada Senosiain, magallánico, en ese entonces Obispo de Ancud, quien por decisión personal, no llegó nunca a asumir. En 1949, se hace cargo de la Diócesis el recién consagrado Obispo Vladimiro Borić Crnosija, también magallánico, quien casi por 25 años guió los destinos espirituales de su grey, hasta su muerte en 1973. Para sucederle, tras seis meses de administración de Monseñor Alejandro Goić Karmelić como Vicario Capitular, el Papa Paulo VI designó en 1974 al sacerdote salesiano Tomás González Morales. Un Pastor para quien Evangelio y Cultura no pueden estar separados lo cual lo mantiene en una permanente búsqueda de respuestas a los desafíos del hombre de hoy, ahora y aquí. Padre Obispo de una Iglesia que quiere golpear todas las puertas para anunciar a todos los magallánicos que tienen una Iglesia que los sirve, hoy como ayer… y como siempre.

Sinopsis cronológica

1520: El 11 de noviembre, a orillas del Estrecho, el capellán Pedro de Valderrama, celebra la Primera Misa en territorio chileno. También imparte los primeros sacramentos: bautismo y extremaunción al indio patagón Pablo.

1584: Pedro Sarmiento de Gamboa levanta las dos primeras capillas en territorio

de Magallanes: el 11 de febrero “La Candelaria” en la ciudad Nombre de Jesús y el 25 de marzo “La Anunciación” en la ciudad Rey Don Felipe.

1843: El 24 de septiembre, un sacerdote de los Sagrados Corazones que viajaba

a bordo de la fragata francesa “Phaeton”, celebra la primera Misa en Fuerte Bulnes.

1844: El 8 de febrero llega Fray Domingo Passolini, primer capellán de la Colonia.

Construye la histórica capilla de Fuerte Bulnes. 1883: El 16 de noviembre se crea la Prefectura Apostólica de la Patagonia

Meridional y la Tierra del Fuego. El 2 de diciembre se nombra al padre Fagnano como su titular.

1901: Monseñor Ramón Ángel Jara crea la Gobernación Eclesiástica de

Magallanes cuyo primer titular fue el presbítero Carlos Märinger. 1916: Al morir monseñor Fagnano se establece el Vicariato Apostólico de

Magallanes en reemplazo de la Prefectura Apostólica. 1947: El Papa Pío XII eleva el Vicariato Apostólico de Magallanes al rango de

Diócesis.

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FRANCISCANOS… MISIONEROS DE LA PRIMERA HORA.

Carisma del Santo de Asís presente en la historia y en la misión de la Iglesia Magallánica.

San Francisco de Asís mostró un ideal de vida cristiana que no sólo interesó a sus contemporáneos sino que, por el contrario, se ha mantenido vigente por más de de siete siglos. La Orden, fundada en 1209 con el único propósito de vivir y testimoniar los valores del evangelio en medio del mundo, está profundamente ligada a nuestra región. La Iglesia de Magallanes no olvida que fueron misioneros franciscanos los que iniciaron en estas latitudes la tarea evangelizadora ni que Bernardo O’Higgins, cuando terminaban sus días en Perú, recordaba a Magallanes vistiendo el hábito franciscano como Hermano de la Orden Tercera. Magallanes contó desde sus albores con la presencia de religiosos franciscanos. En 1579 los frailes Antonio Guadramiro Sarmiento y Cristóbal Mérida, acompañaban a Sarmiento de Gamboa en su primera expedición. Franciscanos fueron también los frailes Antonio Rodríguez y Jerónimo de Montoya quienes quedaron a cargo de las iglesias “La Candelaria” y “La Anunciación”, en las dos primeras ciudades fundadas en estas latitudes por Sarmiento de Gamboa en 1584. Al iniciar Chile la tarea colonizadora en el territorio, frailes franciscanos llegaron de Chiloé y desde 1844 a 1878, fueron los únicos capellanes que ejercieron el ministerio sacerdotal en la Colonia. Inició la aventura misionera fray Domingo Passolini, quien llegó a bordo de la “Voladora”. Fue el primer capellán de la Misión de San Miguel Arcángel en Fuerte Bulnes. “Un misionero de espíritu apostólico que asista a la nueva colonia y se dedique a la civilización y conversión de aquellos indígenas. Misionero general de las tierras magallánicas y de las tribus patagónicas pertenecientes a la República de Chile”… ese era el carisma que se necesitaba y ese fue el del padre Passolini. Construyó la capilla de Fuerte Bulnes, abrió caminos y tendió puentes. Fue pastor, maestro, constructor, expedicionario y durante años ejerció su ministerio evangelizador con los indios. En 1850 fue remplazado por el fraile Gregorio Acuña, nominado capellán de la Colonia y Párroco y Vicario Foráneo de Magallanes. Víctima inocente del Motín de Cambiazo, fue fusilado por prestar apoyo al Gobernador Muñoz Gamero en 1851. Por unos meses lo había acompañado en la tarea misionera el padre Andrés Mariani, quien enfermó gravemente a poco llegar, muriendo también en la Colonia. En 1852 llega el padre Manuel de Jesús Cárdenas; en 1853 el fraile Pedro A. Díaz, a quien correspondió bendecir la primera capilla de la naciente ciudad; entre 1855 y 1878 se suceden los frailes Daniel Oyarzún, Domingo Gamalieri, Francisco Saldivia, Domingo Pérez, Miguel Aros, Antonio Vargas, Francisco Cárcamo y Mateo Matulski, el último de los misioneros franciscanos en Magallanes. Fue una tarea heroica. Para los franciscanos hubo muerte y prisión… las amenazas de las autoridades hacia quienes osaban condenar el vicio y la inmoralidad de la época eran constantes. Años en que las renuncias se cursaban a poco llegar, las solicitudes de relevo eran reiteradas y sólo el voto de obediencia retenía a los misioneros en la Colonia.

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En cuanto a los éxitos de la labor pastoral entre los indígenas, los escritos del padre Francisco Cárcamo, al frente de la Misión de San Miguel Arcángel entre 1870 y 1873, hablan por sí solos. “Desde 1844 están los misioneros franciscanos en la Colonia de Magallanes pero poco o nada han podido adelantar en la conversión de los bárbaros que habitan las pampas del territorio de ese nombre por ser estos salvajes de un carácter “indiferentista” que nada creen, ni quieren por cuanto hay en el mundo, cambiar sus groseras costumbres por la pureza de la religión y las inmensas ventajas que les ofrece la civilización cristiana. En el estado en que actualmente se encuentran los indios salvajes, tanto de la Patagonia como de la Tierra del Fuego, juzgo ser, moralmente hablando, imposible y dificultosa su civilización en el cristianismo, ya por las innumerables dificultades que encontraría el misionero en vivir entre unas hordas de bárbaros, que no tienen domicilio de ninguna especie, ya también por el mismo estado de indolencia en que viven, pues no tienen ninguna clase de aspiraciones fuera de la de tomar licor para embriagarse. Todos ellos se entregan generalmente a este vicio, con un entusiasmo brutal, y no hay cosa que no sacrifiquen para encontrar licores. Varias veces yo mismo, por el espacio de tres años que permanecí en Magallanes, los veía y trataba con frecuencia. Les hablaba extensamente a muchos de ellos sobre las grandes ventajas que les vendría haciéndose cristianos, así en este mundo como en el otro. Algunos misioneros que han estado en la Colonia, especialmente el padre fray Domingo de Passolini, bautizaron algunos indios tanto fueguinos como patagones, supongo que después de haberlos catequizado e instruido en las principales verdades de la fe. ¿Cuál es la vida que llevan actualmente? La misma que han llevado siempre y aún son más ociosos que los mismos salvajes”. El encarcelamiento del padre Mateo Matulski durante el Motín de los Artilleros, fue para los superiores franciscanos una voz de alerta que les llevó a renunciar a la Misión de San Miguel Arcángel de Punta Arenas. Desde 1844 hasta 1878, trece religiosos habían llegado a Magallanes, dos entregaron acá sus vidas; los restantes, casi todos, regresaron marcados por el sufrimiento, el cansancio y la decepción. Era una época en que enviar un sacerdote a la Colonia era exponer su vida.

FECHAS DESTACADAS 1847: El 18 de septiembre, el padre Domingo Passolini celebra en Fuerte Bulnes

el primer Te Deum por el aniversario patrio, iniciando una tradición que perdura hasta hoy.

1851: El 3 de diciembre, víctima del Motín de Cambiazo, muere fusilado fray

Gregorio Acuña. Fue la primera sangre misionera que se derramó en Magallanes.

1878: Tras el alejamiento del padre Matulski se levanta la Misión de San Miguel

Arcángel de Punta Arenas que desde 1844 atendían los frailes franciscanos.

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PRIMER CLERO SECULAR

... el iter entre los franciscanos y los salesianos

No fue fácil para las autoridades eclesiásticas de la época llenar el vacío que quedó en Magallanes cuando en 1878 los franciscanos acordaron, renunciar a la Misión de San Miguel Arcángel. Desde la Diócesis de Ancud se sugirió buscar en Santiago un sacerdote para la Colonia. Recayó el nombramiento en el presbítero José Isidoro Izquierdo, primer sacerdote del clero secular que ejerció su ministerio en Magallanes. Sus primeras impresiones hacen justicia al sacrificio de los misioneros franciscanos a quienes el pueblo recordaba con gratitud y compadecía por haber sufrido tanto. “El ser vice-párroco en esta Colonia es hacer la obra más grande y meritoria; en primer lugar porque esta gente, tanto el rico como el pobre, son sumamente impíos, con muy pocas excepciones. Aquí se mira muy mal al sacerdote. Hay muchos escándalos. La vida es sumamente cara como en ningún punto de la República… Su temperamento es crudo y horrible. Llueve demasiado y no sería nada porque cae nieve como creo que en ninguna parte del mundo será igual. Así que el pobre sacerdote sufre de todos modos acá”. Durante su permanencia en Punta Arenas, entre 1879 y 1882, realiza una intensa labor pastoral. Sus impresiones sobre los indígenas difieren diametralmente de las emitidas por algunos capellanes franciscanos y es el primero en sugerir la conveniencia de “una misión permanente en Tierra del Fuego que entregaría mucho provecho al catolicismo”. En 1881 organiza una Santa Misión a cargo del presbítero Rafael Eyzaguirre, cuyo término se solemniza con la inauguración del símbolo de la Redención en el lugar desde entonces conocido como Cerro de la Cruz. El segundo y último capellán del clero secular fue el sacerdote Carlos Märinger quien llegó a Punta Arenas en 1882, realizando durante seis años una labor evangelizadora cuyos frutos tuvo la satisfacción de recoger al verse obligado a usar del privilegio de celebrar dos misas los domingos. Luego de la llegada de los salesianos, el padre Märinger continuó ejerciendo su ministerio durante un año, y se reintegró a la Diócesis de Ancud en 1888. Monseñor Ramón Angel Jara, al crear la Gobernación Eclesiástica de Magallanes en 1901, lo envía nuevamente a Punta Arenas como su titular, ejerciendo el cargo hasta 1907 en que murió. Al padre Märinger se le reconoce no sólo como uno de los profesores fundadores del Liceo de Hombres, sino por su permanente aporte a toda obra que significara cultura y progreso.

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PREFECTURA APOSTÓLICA….

PRIMER PASO PARA UNA GRAN OBRA.

Misión ideal para “un hombre que no conoce ni el cansancio ni el miedo en las empresas arriesgadas”: Padre José Fagnano.

Los indios lo llamaron “Capitán Bueno”. Otros le decían “Padre Grande”. Los dos apodos le cuadran. Fue capitán. Fue jefe. Nació para ir adelante. Y fue siempre delante de sus misioneros en todo: en el trabajo, en la virtud, en la oración y en la humildad. José Fagnano nació en 1844 en una aldea piamontesa: Rochetta Tánaro. Muy joven ingresó al ejército. Se alistó en las fuerzas de Garibaldi donde realizó una campaña en plena juventud. Conoció a Don Bosco y al contacto con su persona germinó en él la vocación sacerdotal. Ingresó en el Seminario y Universidad del Estado y se graduó de profesor. En 1868 se ordena sacerdote. Don Bosco lo envía a Argentina en el primer grupo de salesianos encabezado por el padre Juan Cagliero. A orillas del Paraná dirigió el primer colegio salesiano de San Nicolás de Arroyo. De ese lugar marchó a Carmen de Patagones como cura párroco. En dicha localidad, comenzó su tarea misionera. Fundó colegios, construyó parroquias y recorrió vastas extensiones evangelizando a los indígenas. El 16 de noviembre de 1883 la Santa Sede creó la Prefectura Apostólica de la Patagonia Meridional y Tierra del Fuego y el padre Fagnano fue nombrado Prefecto Apostólico e Inspector de las casas salesianas de Chile y Perú. Sin embargo, pasarían algunos años antes que pudiera asumir el cargo que tenía como sede la ciudad de Punta Arenas. Acompañó al Mayor Lista a Tierra del Fuego, protestó por el asesinato de 28 indígenas y el 3 de enero de 1887 rezó su primera misa en territorio fueguino. De regreso en Buenos Aires recluta gente para viajar a las tierras australes. Aceptan participar en la aventura misionera el padre Antonio Ferrero, el clérigo Fortunato Griffa y el coadjutor salesiano José Audisio. El 15 de julio parten los cuatro desde Montevideo rumbo a Punta Arenas en el vapor “Theben”. Finalmente, el 21 de julio de 1887, el padre Fagnano y sus tres compañeros llegan a Punta Arenas…ese mismo día daba los primeros pasos de una obra misionera que es una de las más hermosas páginas de nuestra historia y que sólo a su muerte fue reconocida en toda su grandeza como lo recogió el padre Lorenzo Massa en decenas de testimonios como este del sacerdote Eugenio Ceria. “Cuando al cabo, quebrantado por los años, las fatigas y los sufrimientos morales, bajó a la tumba, una verdadera red de obras misioneras envolvían a su vasta Prefectura: obras ideadas por su mente fecunda, actuadas por su energía sobre humana y mantenidas a precio de heroicos sacrificios”. La primera impresión Sólo eran cuatro desconocidos cuando el 21 de julio de 1887 llegaron a Punta Arenas donde la rigurosidad del clima habría sido suficiente para desanimar a otros que no fueran el padre José Fagnano y sus compañeros Antonio Ferrero, Fortunato Griffa y José Audisio. Esta nota, escrita en esas primeras horas, refleja

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el sentimiento de quien pronto conquistaría a esa comunidad que carecía casi por completo de sentido religioso. “Querido Don Bosco… ¡Qué frío en estos días!. Once grados bajo cero y en una casa suspendida treinta centímetros sobre el suelo por la humedad. Y si nosotros sufrimos, aunque cubiertos con ropa, ¡cuánto no sufrirán los pobres indios!. He aquí el pensamiento que nos hace exclamar: ¡Paciencia!. Ganemos algún mérito ante el Señor. Nos hallamos a 52 grados y medio de latitud Sur. Somos los hijos más lejanos del querido Don Bosco, pero quizás los más próximos a él, por la ternura con que piensa en nosotros… Aquí tenemos correo cada quince días hacia Burdeos, Hamburgo y por el Pacífico…” J. Fagnano.

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EVANGELIZAR CIVILIZANDO

…el mandato de Juan Bosco

Un estilo que impuso Monseñor Fagnano y que se mantiene vigente hoy.

La Iglesia tiene como misión buscar el modo de arrancar del corazón del hombre y de la sociedad, todo aquello que lo rebaje de su condición humana y favorecer todas aquellas obras que sirven para dignificarlo. La civilización, que es el esfuerzo del hombre por adquirir los bienes materiales necesarios para una vida por lo menos con un mínimo de confort, fue una de las tareas que realizó Monseñor Fagnano, siguiendo el mandato de Don Bosco: “Evangelizar civilizando y civilizar evangelizando”. La Iglesia de Magallanes fue dirigida hacia una participación más activa en el progreso material de la ciudad y la zona y son muchísimas las obras que dan testimonio de ello, imponiendo un estilo que se mantiene vigente. Aún no transcurría un mes de la llegada de los misioneros cuando inauguraban la primera capilla salesiana y dos salas de clase que el 1º se septiembre de 1887 acogieron a los primeros 60 alumnos del hoy centenario Colegio “San José”. Le siguieron luego el Colegio María Auxiliadora, escuelas en Porvenir y Natales, Instituto Sagrada Familia y el Instituto Don Bosco. También construyó un hospital que entregaba atención gratuita, un puente sobre el río de Las Minas que la población bautizó como “Puente de los Padres” y los primeros ladrillos magallánicos, con los cuales se edificó la Catedral. El primer alumbrado público eléctrico lo trajo a Punta Arenas Monseñor Fagnano, como también el primer armonio. Cronológicamente el Observatorio Meteorológico que hoy lleva su nombre fue la segunda obra de Monseñor Fagnano. Las primeras anotaciones datan del 1º de diciembre de 1887 y el primer meteorólogo fue el clérigo Fortunato Griffa quien empezó a registrar puntualmente y tres veces por día las variaciones del caprichoso clima magallánico: lluvia, fuerza y dirección del viento, temperatura, presión barométrica, humedad relativa. La ya centenaria y siempre silenciosa labor del Observatorio, dirigido durante varios años por el Padre Francisco Petek, constituye un valioso aporte científico y de servicio a la comunidad. La presencia de los salesianos marcó un hito en la historia de la región. Difíciles fueron sus comienzos, fructífera su obra. Su aporte además del educativo, moral y espiritual se manifestó en estas y muchas otras contribuciones al progreso material de Magallanes.

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MISIÓN SAN RAFAEL

…el último refugio

“No fue su culpa si llegaron tarde para salvar una raza agonizante. Como sea, aliviaron sus padecimientos y fueron una avanzada benéfica en esas soledades”.

Benjamín Subercaseaux, “Chile o una loca Geografía”.

“Los pobres indios, después de haber sido despojados de las tierras heredadas de sus antepasados, violadas sus casas i robados sus animales, son tratados por los representantes de la civilización con la más inicua barbarie imaginable; he presenciado escenas tan horrorosas que sublevarían las almas más crueles i los corazones más duros. Inútilmente he escrito a Santiago, a personas influyentes i generosas, para tratar de atajar estos atropellos, pero los criminales llevan nombres distinguidos i el temor a un escándalo ha hecho acallar el primer impulso de protesta, apagando la voz de la verdad”. Estas confidencias fueron hechas en enero de 1911 por Monseñor Fagnano al escritor Joaquín Edwards Bello, entregándole increíbles detalles sobre el exterminio de los indígenas en estas tierras. Pocos meses más tarde debería abandonar la Misión “San Rafael” de Isla Dawson, donde durante veinte años los salesianos habían entregado hasta la vida de uno de los suyos en una tarea evangelizadora de gigantescas dimensiones. En 1889, galletas, tabaco y ropas fueron el señuelo para atraer a los primeros indígenas que llegaron a Isla Dawson: un reducido grupo de alacalufes. Así los salesianos iniciaban ese desesperado y heroico intento por preservar las razas que poblaron el territorio. Mucho se ha escrito sobre la labor de Monseñor Fagnano y quizás algunas de las más hermosas páginas son las que escribió el padre Maryorino Borgatello, quien fue uno de sus colaboradores por muchos años. Publicadas en 1929, al cumplirse cincuenta años de las misiones salesianas de la Patagonia fueron reeditadas en 1975 por el padre Tomás Buvinic, salesiano magallánico. El primer viaje en la goleta “Fueguina”, convertida en una verdadera Arca de Noé, repleta de animales, provisiones, herramientas, elementos de trabajo, ropa, enseres, materiales de construcción. Junto a Monseñor Fagnano, el padre Antonio Ferrero; el coadjutor salesiano Juan Bautista Silvestro, pastores y trabajadores. No hubo tregua en el trabajo y a los pocos meses ya se contaba con una buena capilla, aulas para la escuela, enfermería, talleres, dormitorios, cocina y casas para las familias indígenas, conformando todo un hermoso poblado donde poco a poco se avanzaba en la tarea civilizadora. Las Hermanas de María Auxiliadora también se sumaron a la tarea: la Hermana Luisa Ruffino y la novicia Filomena Michetti fueron las primeras. Al finalizar 1899 Monseñor Fagnano escribía… “Al ver a estos hombres que hasta hace poco erraban por estas selvas desamparados y sin ley alguna, humildes y sumisos acudir a la iglesia y al trabajo, al toque de la campana, y rodearse en las horas de expansión de su mujer y de sus hijos, se me viene a la memoria el recuerdo de las familias patriarcales y temerosas de Dios de la ley antigua, y el corazón se me inunda de alegría y los ojos de lágrimas…”.

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El intento fue vano. Su suerte ya estaba echada y en septiembre de 1911 al dar término a la Misión de San Rafael, quedaba sólo un reducido grupo de indígenas, un cementerio con demasiadas cruces y el consuelo de haberlos hecho buenos cristianos… “Mueren todos en gracia de Dios y bien dispuestos al Paraíso”.

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GOBERNACIÓN ECLESIÁSTICA

El nombramiento de un Gobernador Eclesiástico en Punta Arenas por parte del Obispo de Ancud, Monseñor Ramón Angel Jara, fue uno de los problemas más dolorosos que enfrentó Monseñor Fagnano, al desconocerse sus derechos como Prefecto Apostólico. La jurisdicción eclesiástica en el territorio de Magallanes, desde la fundación de Fuerte Bulnes, fue ejercida por la Diócesis de Ancud hasta 1887 en que Monseñor Fagnano asumió el cargo de Prefecto, estableciendo desde entonces cordiales relaciones con el Obispo de Ancud, Monseñor Juan Agustín Lucero, hasta su muerte en 1897. Para sucederlo fue designado Monseñor Ramón Ángel Jara, quien el 5 de abril de 1901 crea la Gobernación Eclesiástica de Magallanes, nombrando como primer Gobernador Eclesiástico de Punta Arenas al sacerdote Carlos Märinger, el mismo que era capellán en la Colonia en 1887, y que ocupó el cargo hasta su muerte en 1907. Lo sucedió el presbítero Francisco J. Cavada quien destacó por su participación en las habituales polémicas periodísticas de la época. La presencia de los Gobernadores Eclesiásticos limitaba las facultades que la Santa Sede había concedido a Monseñor Fagnano, como Prefecto Apostólico. El conflicto y el tono de las hostilidades llegó a altas esferas tanto religiosas como civiles. Estas últimas, en mérito a la labor realizada por los misioneros salesianos, reconocieron oficialmente a Monseñor Fagnano como Prefecto y en 1911 le entregaron también la responsabilidad de la Gobernación Eclesiástica por insinuación del Presidente Germán Riesco. El acuerdo no duró mucho y el Obispo Jara nombró para ocupar el cargo al padre Víctor Durando, insistiendo en que el nombramiento del Gobernador Eclesiástico era de su exclusiva dependencia. Finalmente, gracias a gestiones hechas por la Superioridad de los salesianos se logró que la designación recayera en el sacerdote salesiano Luís Héctor Salaberry, quien desplegó una intensa actividad durante los casi cinco años que ocupó el cargo. Entre sus numerosas obras se recuerda la fundación del diario católico “La Unión”, el monumento a María Auxiliadora junto a la Catedral, la primera Cruz de Froward, la fundación de la Liga de Damas Católicas y la Federación Católica de Ayuda Mutua y Previsión Social.

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VICARIATO APOSTÓLICO

Encargo pastoral a la Congregación Salesiana: ¡Plantar la Iglesia! En 1916, al morir Monseñor Fagnano, la Santa Sede suprime la Prefectura Apostólica y crea, en su remplazo, el Vicariato Apostólico de Magallanes. Durante tres décadas, dos sacerdotes salesianos elevados a los rangos episcopales y unidos por una profunda amistad desde los años escolares, fueron los Vicarios de Magallanes: Abraham Aguilera Bravo y Arturo Jara Márquez. A ambos les cupo el honor de mantener la presencia salesiana en un campo tan rico en experiencias sociales y religiosas como Magallanes, región inmensa y prometedora, que desde 1887 estaba confiada a los hijos de Don Bosco. Entre 1939 y 1947 la Santa Sede optó por entregar el gobierno del Vicariato a Administradores Apostólicos. Cumplieron esa tarea los padres Luís Amadeo Rojas, Pedro Giacomini Calimán y Vladimiro Borić Crnosija. El padre Rojas permaneció muchos años ligado a Punta Arenas. Fue director del Colegio San José por dos largos períodos; párroco de la iglesia Matriz; Provicario de Monseñor Aguilera y de Monseñor Jara y al ausentarse este último por motivos de salud en 1938, asumió interinamente el gobierno de la Iglesia hasta que la Santa Sede puso al frente del Vicariato a Monseñor Pedro Giacomini con el título de Administrador Apostólico. Monseñor Giacomini llegó a Punta Arenas en 1939 como Inspector Salesiano de la Inspectoría de San Miguel Arcángel y en 1940 fue nominado Administrador Apostólico del Vicariato de Magallanes, título que mantuvo hasta la creación de la Diócesis de Punta Arenas. Tan permanente fue su preocupación por la juventud que lo llevó a formar el Centro Universitarios Magallánicos Salesianos en Santiago para acompañar a los jóvenes que viajaban a la capital a continuar sus estudios bajo el amparo apostólico de un sacerdote de la Gratitud Nacional. Igualmente, dio especial impulso a las distintas ramas de la Acción Católica, lo que se reflejaba en su lema: “Por ella, con ella y en ella”. De su labor pastoral destaca en forma especial la organización del Congreso Catequístico Magallánico, en 1941 y el Congreso Eucarístico Territorial de Cristo Obrero en 1943 que culminó con el IX Congreso Eucarístico Nacional en 1946.

LOS VICARIOS DE MAGALLANES

MONSEÑOR ABRAHAM AGUILERA BRAVO (1916 – 1925) Nació en Esmeralda de la Colina el 25 de febrero de 1884. Sus padres fueron don Andrés Aguilera y doña Jovina Bravo. Estudió en el colegio Patrocinio de San José y en el seminario salesiano de Macul. Se ordenó sacerdote en 1908. Fue designado Obispo Titular de Isso y Vicario Apostólico de Magallanes en 1916. En su labor pastoral se distinguió por su especial preocupación por las misiones parroquiales. Le correspondió la creación de la Parroquia de María Auxiliadora y la inauguración del Asilo de Miraflores. También se recuerda su participación en

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las lides periodísticas defendiendo la religión, la misión de la Iglesia y sus pastores, de frecuentes ataques provenientes en especial de sectores de la Masonería de la época. MONSEÑOR ARTURO JARA MÁRQUEZ (1926 – 1938) Nació en Santa Rosa de Lontué el 26 de julio de 1880. Sus padres fueron don José S. Jara y doña María Luisa Márquez. Hizo sus estudios en el Colegio Patrocinio de San José, donde tuvo la oportunidad de conocer a Monseñor Fagnano, quien despertó en él la vocación sacerdotal y le entregó la sotana… jamás pudo imaginar que con el correr de los años sería su sucesor y seguiría sus huellas en Magallanes. Vistió el hábito religioso en mayo de 1895 y se ordenó sacerdote en 1908. En 1926 es elevado al episcopado como Obispo de Arquelais y asumió al mismo tiempo el gobierno del Vicariato Apostólico de Magallanes. Aquí desarrolló su labor de pastor y apóstol durante 13 años. Durante su administración se establecen en Punta Arenas las religiosas Hijas de la Caridad, dedicadas al trabajo con enfermos, niños y ancianos. Su escudo episcopal tenía grabado un lema que era todo un símbolo de unión y humanidad: “En Cristo Redentor que todos sean uno solo…” y a servir ese ideal consagró toda su vida. Murió en 1939.

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OBISPADO EN PUNTA ARENAS…

Su creación se sugería en 1897 como obra de gran utilidad patriótica

“La Unión” del 7 de febrero ha publicado un editorial en el que aboga por la creación de nuevos obispados en las ciudades de Tarapacá, Valparaíso, Talca, Imperial y Punta Arenas, como un medio de levantar el nivel moral del pueblo, mejorar las costumbres, corregir la embriaguez y disminuir la criminalidad. Hace reflexiones en seguida sobre la vida que se lleva en algunas regiones de Chile. Refiriéndose a Punta Arenas dice: Lo propio que en el norte, sucede en las regiones del sur desde Punta Arenas, que lleva trazas de convertirse en un segundo Iquique de lanas y otros productos, hasta las bellas provincias bañadas por el Imperial. Crecen esas poblaciones en la dura condición del trabajo en país recién descubierto. Hace falta la familia, no hay tradición, la misma idea de la patria es rudimentaria. Ocioso fuera buscar remedios múltiples a tal situación. Lo único positivo, lo único llamado a dar pronto resultado es la atención al alma para que de eso venga la constitución cristiana y regular de la familia, la moralidad de las costumbres y la unidad de credo que al mismo tiempo que da fuerza al individuo aumenta el amor a la nación. Por fin – y no se extrañen de esto sino los de ánimo por demás cuidado – sería de gran utilidad patriótica la creación del Obispado de Magallanes con asiento en Punta Arenas. La región de los estrechos tiene por delante un porvenir abierto. Allí se están formando riquezas y crece la población como en ninguna otra provincia de Chile pero es todo extranjero, comercio, costumbres, lenguas y hasta la moneda que circula. ¿Qué mejor manera de pulir esa tosca y alejada civilización que dotarla con el vinculo de la religión de todos, por medio de algún esclarecido pastor chileno?.

“El Magallanes” 28 de febrero de 1897

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MONSEÑOR BORIĆ…

gran y buen Pastor de Magallanes

Durante 23 años dirigió la Diócesis más austral del mundo.

En febrero de 1949 la Radio Vaticana anunciaba que el Padre Vladimiro Borić Crnosija había sido preconizado Obispo de Punta Arenas. Para Magallanes fue un regalo de Dios… un hijo de esta tierra y que había sido su primer sacerdote, sería también su primer Obispo Diocesano. Monseñor Vladimiro Borić nació en Punta Arenas el 23 de abril de 1905, hijo de don Juan Borić y doña Natalia Crnosija. Estudió en el Colegio San José y a los 12 años ingresó como aspirante salesiano al seminario menor de Macul. En Italia completó su formación teológica y en 1929 regresó como diácono a Punta Arenas. En los primeros días de enero de 1930 es ordenado sacerdote por Monseñor Arturo Jara Márquez, rezando su primera Misa en la misma iglesia Catedral, donde habría recibido los sacramentos del bautismo, primera comunión y confirmación. Fue profesor del Instituto Don Bosco y director del Colegio San José. Hizo clases de religión en el Liceo de Hombres y fundó el recordado Cuadro “Virtus”. En la misma época prestó servicios como capellán en el ejército, fue comentarista radial y colaborador de la prensa regional con artículos de interés histórico. Fue párroco de la iglesia Catedral y durante tres décadas dirigió el semanario interparroquial “El Amigo de la Familia”. Presidió la comisión organizadora del Congreso Eucarístico Nacional de Magallanes y en 1984 fue designado Administrador Apostólico en reemplazo de Monseñor Pedro Giacomini. Nombrado obispo y consagrado en Santiago el 2 de octubre de 1949, eligió para su escudo episcopal un paisaje magallánico presidido por la Cruz de Froward … su lema fue “Venga a nosotros tu reino”. En 1955 participó en la IX Expedición Chilena a la Antártida, siendo el primer obispo del mundo que visitaba el sector polar donde realizó las primeras confirmaciones. Participó en todas las sesiones del Concilio Vaticano II y trabajó con entusiasmo por hacer realidad en su Diócesis los acuerdos conciliares y la renovación eclesial. En 1966 organizó la Gran Misión General para conmemorar los veinte años del Congreso Eucarístico Nacional. Constante preocupación de Monseñor Borić fue formar el clero autóctono en la región y al mismo tiempo impulsar la participación de los laicos. Una veintena de movimientos apostólicos desarrollaron su tarea en distintos sectores de la comunidad y en 1952, a instancias suyas, un grupo de profesionales católicos dio vida a Amicat, agrupación de laicos que hoy está presente en muchas ciudades de Chile. Por su amplia y efectiva labor en bien de la colectividad Monseñor Vladimiro Borić se hizo acreedor a varias distinciones y al cariño y reconocimiento de todos los magallánicos. “Fue un hombre de Dios. Esta es la mejor definición de nuestro Obispo Vladimiro. Es la mejor síntesis de una vida ya que une los valores del espíritu, los de su Señor, razón de ser de toda su vida de religioso, sacerdote y obispo, y los de la humanidad de la que se hizo promotor, gran entusiasta y cantor”, dice el Padre

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Obispo quien destaca como sus rasgos más originales su entrega total y su capacidad de servicio al estilo evangélico. Monseñor Borić murió el 29 de agosto de 1973 y estas palabras de un modesto poblador, reflejan el sentimiento de los magallánicos al perder a su Pastor: “Se nos fue un amigo… un hombre al que todos quisimos y amamos”.

PADRE OBISPO TOMÁS GONZÁLEZ MORALES

Su vida en pocas palabras

Cuando el padre José Re lo preparaba para la Primera Comunión, en 1942, el pequeño Tomás no podía saber que ese anciano y piadoso sacerdote había sido protagonista de las primeras páginas de la historia en Magallanes, y mucho menos imaginar que él sería su pastor 32 años más tarde. Tomás González Morales nació en Santiago el 20 de abril de 1935, hijo de don Osvaldo González Araya y doña Marta Morales Bascuñán. Estudió preparatoria en el Colegio Don Bosco de Santiago y a los 11 años entró al Seminario Salesiano Menor de Macul. En 1950, con 15 años, ingresó al Noviciado Salesiano de Jahuel y el 31 de enero de 1952 hizo sus primeros votos: pobreza, castidad, obediencia. En agosto de 1958 viajó a Italia para estudiar teología en la Universidad Salesiana de Turín y el 11 de febrero de 1963 fue ordenado sacerdote en la Iglesia María Auxiliadora de esa ciudad. Continuó estudios en la Universidad Alfonsiana de Roma. En 1967obtuvo el título de doctor en teología moral. Su tesis de grado presenta un ideal de vida cristiana que refleja su preocupación permanente por la liturgia al mismo tiempo, que su interés por hacerla comprensible para todos. El 27 de abril de 1974 recibió la ordenación episcopal en la Gratitud Nacional. Presidió la solemne celebración el Cardenal Arzobispo de Santiago Raúl Silva Henríquez quien dijo ese día, palabras que iluminarían su camino de pastor. El 13 de mayo de 1974 llegó a Punta Arenas y uno de sus primeros encuentros fue con los jóvenes en quienes depositó su fe, su confianza y su esperanza. Durante años cumplió importantes tareas pastorales a nivel nacional, destacando su participación como miembro del Comité Permanente del Episcopado por dos períodos y por igual tiempo del Comité Pastoral del mismo. La Conferencia Episcopal le confió la fundación del Instituto Blas Cañas, hoy Universidad Cardenal Raúl Silva Henríquez, y su presidencia. Igualmente fue delegado de la Conferencia Episcopal para la Pastoral de la Migración y el Retorno, habiendo acompañado por casi diez años a los chilenos en el exilio. También fue delegado de los obispos para las congregaciones femeninas chilenas.

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SÍNODO DIOCESANO

1978 – 1979

La Iglesia recibió gran fuerza e impulso renovador con el Concilio Vaticano II. El Papa Juan XXIII, quien encaminó a todo el pueblo de Dios a una mayor participación en la tarea evangelizadora, organizó un Sínodo en la Diócesis de Roma, que sirvió para dar las nuevas orientaciones pastorales a toda la actividad eclesial. En Chile, al finalizar el Vaticano II, los obispos emprendieron el esfuerzo de renovar las Iglesias particulares de la nación. El Obispo Diocesano de Punta Arenas, desde su llegada a la zona, pensó en la necesidad de un Sínodo y el año 1976 se realizaron las primeras asambleas pastorales que fueron iluminando el camino para realizar esta tarea de renovación de la Iglesia. El año 1978, en una solemne celebración en la Catedral, convocó al clero y a los fieles a participar en el Sínodo Diocesano. Durante ese año trabajaron en los grupos sinodales de reflexión como término medio 2.400 personas. El año 1979 siguieron trabajando los mismos grupos y otros nuevos para estudiar las orientaciones de la Iglesia. Dos preguntas fueron la base del trabajo de esos dos años: ¿Iglesia que peregrinas en Magallanes, qué piensas de ti misma? e ¿Iglesia que peregrinas en Magallanes, cómo sirves al hombre de esta tierra? Las conclusiones indicaron que son las comunidades cristianas las que deben hacer cambiar la vida de la Iglesia y también entregaron las orientaciones permanentes, que dan vida al Plan Pastoral para la Diócesis priorizando cuatro sectores: jóvenes, familias, comunidades cristianas y desarrollo social.

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LA CRUZ DE FROWARD

“… y dominará de un mar a otro mar y hasta los últimos confines de la tierra”.

En 1913 la Iglesia Católica conmemoraba el decimosexto centenario del Edicto de Constantino y lo celebraba en todo el mundo. Punta Arenas se adhirió a los festejos con una serie de actos religiosos y como un medio de proyectar tan significativo acontecimiento, las autoridades eclesiásticas, presbítero Luís Héctor Salaberry y Monseñor José Fagnano, decidieron levantar una cruz en el extremo más austral del continente: Cabo Froward. Se fijó el 21 de diciembre de 1913 para la inauguración del monumento. La ceremonia se efectuó con la aprobación de todo el Episcopado chileno y del Presidente de la República Ramón Barros Luco que se hizo representar por el Gobernador de Magallanes Fernando Chaigneau. Pero esa cruz de diez metros de altura, a pesar de ser de fierro y estar asentada sobre base firme, no pudo resistir los embates de los vendavales y cayó en la década de 1920. Pasaron los años y en 1943, al ser Punta Arenas designada sede del IX Congreso Eucarístico Nacional, el Administrador Apostólico, Monseñor Pedro Giacomini, impulsó la iniciativa de levantar una nueva cruz en Froward como testimonio perdurable del evento. El proyecto cristalizó gracias a Francisco Campos Menéndez, magallánico, quien recogió la idea y la hizo suya superando todas las dificultades. Los arquitectos Nicolás Arzić y Tomislav Borić diseñaron una monumental cruz de concreto armado y su construcción demoró ocho meses. Ahora con 21 metros de altura, la cruz volvía a campear en las alturas de Cabo Froward, saludada y bendecida por todos los navegantes. La imponente obra, conocida desde entonces como Cruz de los Mares, fue inaugurada el domingo 5 de marzo de 1944. Asistieron a la inolvidable ceremonia cerca de 600 personas. En 1951, el 3 de mayo, fiesta del hallazgo de la Cruz del Redentor, quedó también escrito en la historia de la Cruz de Froward. Monseñor Vladimiro Borić, acordó encabezar una solemne y pública peregrinación hasta el peñón para depositar allí una preciosa reliquia de la verdadera Cruz del Señor. Lamentablemente, esta obra tampoco resistió las inclemencias de la naturaleza. La violencia de los vientos y el fuerte sismo de diciembre 1949 debilitaron la base y la cruz terminó por desplomarse en agosto de 1956. Nuevamente pasaron los años, hasta que en 1985 se pensó en una nueva cruz. La iniciativa fue del contralmirante Roberto Benavente Mercado, quien enfrentó el desafío y logró motivar a todo el país para llevar adelante el proyecto. La nueva cruz fue diseñada con tecnología computacional y participaron en su construcción y montaje empresas públicas y privadas. La Cruz de los Mares, ahora de 24 metros de altura, fue inaugurada el 28 de marzo de 1987, para dejar un testimonio perdurable de la visita del Papa Juan Pablo II a Chile y Punta Arenas, los primeros días de abril de ese año.

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TEMPLOS.

LUGARES SAGRADOS PARA EL ENCUENTRO DEL PUEBLO DE DI OS

DE LA PRIMERA CAPILLA A LA CATEDRAL

En 1901 la inauguró y bendijo M. Fagnano… en 1977 el Cardenal Silva Henríquez la consagró a D ios.

La primera capilla de Magallanes hoy está convertida en atracción turística y las postales del histórico lugar recorren el mundo. Construida por Fray Domingo Passolini, sirvió de refugio espiritual a los sacrificados habitantes de Fuerte Bulnes. Luego del traslado de la Colonia a Punta Arenas, por algunos años la modesta casa de los capellanes franciscanos tuvo que servir de capilla al no contemplar las autoridades su construcción y carecer los frailes de recursos para iniciar la obra. Recién en 1852, en oficio fechado el 9 de septiembre, el Gobernador Bernardo Phillipi solicitaba al ministerio respectivo que se enviara desde Ancud tablones y tejuelas de alerce para la edificación de la iglesia, maderamen que trajo el Gobernador Jorge Schythe en agosto de 1853. Este hizo construir una capilla en la mitad de la cuadra llamada hoy José Menéndez, entre Bories y Magallanes, vereda norte, estableciéndose 1854 como año de fundación. En septiembre de 1891 Monseñor José Fagnano inició la construcción de un templo mayor frente a la plaza que inauguró y bendijo Monseñor Juan Cagliero el 14 de febrero de 1892. A los pocos meses de su inauguración un incendio redujo la nueva iglesia a escombros. Monseñor Fagnano, no se desanimó y en diciembre del mismo año inicia la construcción del nuevo templo esta vez con ladrillos y con planos del padre Juan Bernabé. Los trabajadores demoraron casi una década pero resultó una verdadera obra de arte. De estilo románico, en tres naves espaciosas y elegantes, fue inaugurada solemnemente el 1º de julio de 1901. La bendición estuvo a cargo de Monseñor Fagnano quien la dedicó al Sagrado Corazón de Jesús y a Nuestra Señora de las Mercedes como lo recuerdan las planchas de mármol ubicadas en su frontis. Los años fueron deteriorando la construcción y el Padre Obispo Tomás, contando con el aporte de un norteamericano devoto del Sagrado Corazón, decidió iniciar su restauración y remodelación para adecuarla a las celebraciones litúrgicas conforme a las indicaciones del Concilio Vaticano. Al concluir las obras y considerando que en sus casi 80 años de existencia el templo sólo había sido bendecido, se acordó consagrarla a Dios en una solemne ceremonia que se realizó el 4 de diciembre de 1977. Presidida por el Cardenal Raúl Silva Henríquez contó con la asistencia de los obispos de Punta Arenas, Puerto Montt, Ancud y de Río Gallegos, además de sacerdotes y comunidades cristianas. El momento cumbre llegó cuando el Cardenal untó con Crisma el altar mayor y luego fue iluminado el templo ante la expectación de los asistentes que irrumpieron en un prolongado y espontáneo aplauso. En ese momento el altar de la Catedral estaba consagrado a Dios.

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VISITA DEL PADRE HURTADO

todo un acontecimiento…

Son muchos los magallánicos que aún recuerdan como un acontecimiento importante en sus vidas la visita que en febrero de 1943 hizo a nuestra ciudad el padre Alberto Hurtado, fundador del Hogar de Cristo, en su calidad de asesor de las Juventudes Católicas de Chile. “El Magallanes”, en su edición del 6 de marzo comentaba en extenso la conferencia del Padre Hurtado en el Teatro Municipal, calificándola como “el mejor acontecimiento de orden intelectual y moral ocurrido en Magallanes desde hace muchos años”. La nota periodística señalaba: “Desde hace varios días se encuentra en nuestra ciudad, donde ha desarrollado con todo éxito un ciclo de conferencias, el reverendo Padre Alberto Hurtado Cruchaga que pertenece a la orden de los jesuitas y que es un distinguido abogado y profesor de la Universidad Católica de Santiago y profesor y doctor en pedagogía. El señor Hurtado debía haber regresado al norte en estos días pero accediendo a numerosos pedidos decidió postergar su partida con el objeto de dictar su última conferencia y aprovechar esta circunstancia para despedirse de la población de Punta Arenas donde ha recibido múltiples atenciones. El tema de la conferencia que dictará el señor Hurtado versará sobre un asunto de palpitante actualidad: la post guerra. Días antes el padre Hurtado llegó también a Natales para participar en los actos de celebración de los 25 años de la fundación del Colegio José Fagnano. En esa ciudad dictó varias conferencias en el local del Teatro Libertad, en el Palace y en el salón del Club Natales. El padre Hurtado conquistó al público natalino y sus conferencias fueron escuchadas por muchísimas personas”.

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“ENTRA SEÑOR UNA VEZ MÁS A NUESTRO PAÍS…”

“…reunidos los arzobispos, obispos y ordinarios de Chile hemos acordado, en las últimas conferencias episcopales, convocar al Congreso Eucarístico Nacional, en la ciudad de Punta Arenas, capital de la Provincia de Magallanes, desde el 6 al 10 de febrero de 1946.”

Queremos ahora que la ciudad más austral del universo, con sus campos nevados durante la mayor parte del año, con sus industrias mineras y agropecuarias, que son la admiración del mundo, con sus masas de obreros ansiosos de tranquilidad económica y más ansiosos de tranquilidad espiritual; queremos que esos campos cultivados por el esfuerzo y empuje de diversas razas unidas a la nuestra y evangelizadas, espiritualmente, por los Hijos de San Juan Bosco, sean digno escenario desde donde suban clamorosas al cielo las plegarias del pueblo chileno. Muchas razones abonan esta determinación. Magallanes acaba de cumplir el primer centenario de su incorporación al patrimonio nacional, mediante la Toma de Posesión que, el 21 de septiembre de 1843, decretara el Presidente de la República, don Manuel Bulnes. Hace 425 años que en la expedición de don Hernando de Magallanes se rezó la primera Misa en el Estrecho que más tarde iba a ser incorporado oficialmente a nuestro territorio. ¿No es oportuno, acaso, rendir a Jesús Hostia el homenaje de un Congreso Eucarístico Nacional, allí donde tuvo el primer altar y el primer tabernáculo consagrado esas tierras benditas con las primicias eucarísticas y con su real y sustancial presencia?. ¿No es hidalgo decirle a Cristo en la misma puerta por donde entró en otra hora, al Pacífico: “Entra, Señor, una vez más, a nuestro país y en nuestras instituciones y quédate con nosotros para que te conozcamos mejor en la fracción del pan eucarístico?” Invitándonos en sus brazos abiertos se alza la gigantesca Cruz de los Mares que corona el Cabo Froward. ¿No es razonable que, como pueblo creyente nos confundamos los chilenos, en piadosa peregrinación a la sombra de esa cruz monumental a aclamar a Jesús Redentor y, sobre la movible corriente del Estrecho repetirle la confiada plegaria de los Apóstoles: “Sálvanos Señor que perecemos”. Por otra parte la Iglesia Católica de Chile no puede olvidar, ni la nación misma desconocer, la tesonera e ímproba labor de 60 años de apostolado que los padres salesianos, los Hijos de San Juan Bosco han venido desarrollando entre los hielos australes en bien de la causa de Dios y la Patria. Este Congreso Eucarístico les llevará la admiración de todos los ciudadanos, el aliento del catolicismo chileno en su obra civilizadora, y la gratitud de todo el país por el bien que han sembrado en las almas de las tribus fueguinas, en la juventud que puebla sus colegios y en las masas trabajadoras que forman la riqueza austral.

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IX CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL DE MAGALLANES

Magallanes deja de ser tierra de misiones para convertirse en Diócesis.

“El año 1946, el Año Eucarístico de Magallanes, ha sido pródigo en gracias y favores especiales para los habitantes de estas provincias. A raíz del IX Congreso Eucarístico Nacional y de la visita del legado pontificio excelentísimo señor Nuncio Apostólico monseñor Maurilio Silvani, la Santa Sede ha elevado de categoría este Vicariato Apostólico, dejando de ser tierra de misiones para convertirse en la más reciente Diócesis de Chile, entrando en la organización de la jerarquía eclesiástica así como Santiago y Valparaíso”. El comentario de “El Amigo de la Familia” refleja la importancia que tuvo para la vida espiritual de los magallánicos el Congreso realizado en febrero de 1946 con un éxito y solemnidad superiores a todo lo previsto. Hubo un día para los niños, una asamblea pública en la Plaza Eucarística, ofrendas y promesa de fidelidad, procesión de la Virgen del Carmen con participación de las fuerzas armadas, Hora Santa para sacerdotes, misa para señoras y señoritas, manifestación de antorchas, misa de medianoche y se reunió un Tesoro Espiritual con varios centenares de millones de Ave Marías, 679.994 misas, 259.369 comuniones y casi un millón de Rosarios. Entre sus conclusiones destaca la que pedía declarar el 1º de noviembre de 1520 como día oficial del descubrimiento de Chile y la Cruz de los Mares del Cabo Froward como monumento nacional en recuerdo de la primera misa en territorio chileno. Inolvidable resulta también para muchos la jornada que se vivió en julio de 1939 cuando la ciudad entera adhirió al VI Congreso Internacional de Cristo Rey que se celebró en Ljubljana, Eslovenia. Durante una semana se realizaron diferentes actos, asambleas, predicación radial, reuniones de niños, de comerciantes, mujeres, trabajadores y jóvenes. El acontecimiento culminante fue la procesión eucarística que contó con la participación de más de la mitad de los pobladores de la ciudad, hombres, mujeres y niños. En 1941, entre el 20 y 26 de octubre se celebró el Congreso Catequístico Magallánico; en 1943 el Congreso Eucarístico Territorial de Cristo Obrero y el 16 de julio de 1951 el Congreso Diocesano Carmelitano, para conmemorar los siete siglos de la entrega del Escapulario de la Virgen del Carmen a su fiel siervo Simón Stock. También en 1951 gracias a la decisión del Papa Pío XII, los católicos de Magallanes pudieron acceder a la indulgencia plenaria que se concede con motivo de la celebración de un Año Santo. El de 1950 había congregado en Roma a millones de peregrinos de todo el mundo demostrando la admirable vitalidad de la Iglesia Católica. Son muchas las misiones, sínodos, asambleas laicales y congresos, que en la centenaria historia de la Iglesia en Magallanes han dejado inolvidables manifestaciones de fe ayudando a la necesaria renovación y crecimiento espiritual.

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CUANDO EL PAPA SAN JUAN PABLO II VINO A PUNTA ARENA S…

LA INOLVIDABLE VISITA DEL PEREGRINO DE LA PAZ

“Llego ante ustedes con profundo cariño…”

“Hizo muy bien al no dejar que hubiera guerra y le estamos muy agradecidos”…La opinión es de Mariano Andrade, un magallánico que como muchos otros entregó su aporte para invitar al Papa, “porque el trayecto es muy largo y costoso”. Como él fueron millones en Chile los que se alegraron con la visita de Su Santidad Juan Pablo II pero, sin lugar a dudas, para miles de magallánicos su presencia significaba más… mucho más. Juan Pablo II era una figura familiar muy querida, aunque lejana, que con amor logró restablecer la armonía entre dos países que llegaron a estar al borde de la guerra: Chile y Argentina. Las centenarias disputas por la soberanía en la zona austral agudizaron a tal punto las tensiones que el 22 de diciembre de 1978 el Papa decía: “Ante noticias cada vez más alarmantes sobre la gravedad de los acontecimientos, he hecho conocer a las partes mi disposición, es más, mi deseo, de enviar a las dos capitales un representante personal mío para obtener más directas y concretas informaciones y para examinar y buscar juntos la posibilidad de un honorable arreglo pacífico del problema”. El 8 de febrero de 1979 oficialmente los dos gobiernos solicitaron a Juan Pablo II su intervención como mediador. El 23 de enero el Papa accedió y comenzó a elaborar su propuesta de solución. Fueron muchas las reuniones, las horas de trabajo, los viajes, y la dedicación para resolver el conflicto. El 4 de octubre de 1984 el Vaticano anunciaba la aceptación de los dos países a la propuesta papal para solucionar el diferendo. Juan Pablo II era esperado en Magallanes para agradecer su gestión mediadora desde el 2 de mayo de 1985 cuando se ratificó el Tratado de Paz y Amistad. Finalmente, a las 11:38 horas del sábado 4 de abril de 1987, el Papa pisó suelo magallánico en histórica visita. Culminaban largos meses de trabajo no sólo en cuanto a la organización misma de la ceremonia y la visita, sino también de intensa preparación espiritual que dio nuevas fuerzas a la vida de la Iglesia. El Padre Obispo Tomás, que tuvo el privilegio de ser su anfitrión durante esos inolvidables momentos que permaneció en Magallanes, confiaba que la visita del Santo Padre dejaría a todos un gran deseo de fraternidad… de trabajar por la paz y por la integración.

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LO QUE NOS DIJO EL PAPA EN PUNTA ARENAS…

Desde esta región de los confines australes de la tierra, hace ya varios años, el Papa Juan Pablo II entregó su mensaje de paz a Magallanes, a Chile y al mundo… un mensaje que, como su visita, es una de las más hermosas páginas en la vida de nuestra Iglesia.

******* “Alabado sea Jesucristo por aquellos misioneros de la entonces joven Congregación Salesiana, que hace cien años plantaron la Iglesia en Magallanes, iniciando la evangelización de esta región. Doy gracias al Señor por la valiosa herencia que dejaron aquí los hijos de San Juan Bosco, gran sacerdote y apóstol de la juventud. Es necesario recordar con emocionada gratitud a monseñor José Fagnano, salesiano ilustre y primer Prefecto Apostólico de estos territorios”.

****** “He venido como peregrino de la fe, como sucesor de Pedro, al que Cristo dejó confiada la solicitud pastoral por la Iglesia Universal. Resuenan en mi memoria aquellas palabras dichas por Jesús a sus apóstoles antes de subir al cielo: “Me serviréis de testigos en Jerusalén, y en toda Judea, Samaria, y hasta el extremo del mundo”.

******* “Os exhorto con todo mi corazón a, a ser artífices de la paz, que es fruto de la justicia, pero que sólo se afianza en el amor y el perdón; pido a los hijos de esta gran nación, que, sin impaciencias pero sin dejaciones, sin prisas pero sin pausas, todos y cada uno, renovéis una vez más la voluntad de ser – en la familia, en el trabajo, en la sociedad en el mundo entero – constructores y sembradores de paz”.

******* “Donde hay amor a la justicia, donde existe respeto a la dignidad de la persona, donde no se busca la propia utilidad, sino el servicio a Dios y a los Hombres, donde no hay lugar para el rencor y la venganza, donde se perdonan las ofensas, allí puede dar sus frutos la paz”.

******* “Ese compromiso con la paz que ahora os pide el Papa, es un empeño que brota de lo profundo de la conciencia y del corazón humano; un corazón rebosante de paz puede dar, de esa abundancia, a quienes le rodean, comenzando por los más cercanos: parientes, amigos, compañeros, conocidos”.

******* “En nombre de Cristo os dejo una consigna: llenar de paz el propio corazón, para optar por la concordia y contra la violencia en cada momento de la vida. El Papa os pide que practiquéis y difundáis esta consigna entre los hombres y las mujeres de Chile, de América Latina y del mundo. La paz es una labor abierta a todos, no sólo a especialistas, a políticos, a gobernantes. La paz es una responsabilidad universal: se construye en las mil pequeñas incidencias de la vida cotidiana”.

******* “Desde este conos sur del continente americano y frente a los ilimitados espacios de la Antártida, lanzo un llamado a todos los responsables de nuestro planeta para proteger y conservar la naturaleza creada por Dios: no permitamos que nuestro mundo sea una tierra cada vez más degradada y degradante; empeñémonos todos en conservarla y perfeccionarla para gloria de Dios y bien del hombre”.

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******* “En los umbrales del V Centenario de la Evangelización de América, la Iglesia os pide un particular empeño en la obra de reconciliación y pacificación: con Dios, con el hermano, con la naturaleza entera; que los cristianos y todos los hombres de buena voluntad se pregunten en lo íntimo de sus conciencias, si tratan a los demás como les gustaría ser tratados por ellos; si alejan de su corazón y de su mente toda tentación de agresividad y violencia; si han acogido como programa de vida la comprensión hacia el que yerra, el compartir con el necesitado, la actitud de servicio que genera unidad y espíritu de familia”.

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MARÍA AUXILIADORA, PATRONA DE LA DIÓCESIS

“El clero y los fieles de la Diócesis de Punta Arenas, veneran de un modo especial a la Bienaventurada Virgen María con el título de Auxiliadora de los Cristianos. De ahí que el Obispo de Punta Arenas Tomás González Morales, acogiendo los deseos comunes, aprobó la elección de la Bienaventurada Virgen María bajo la advocación de Auxiliadora de los Cristianos como Patrona ante Dios, de la misma Diócesis y por medio de una carta del 5 de agosto de 1986, ruega encarecidamente que su elección y aprobación sean confirmadas…” “Por lo tanto, la Sagrada Congregación para el Culto Divino, en vistas de las facultades particulares dadas por el Sumo Pontífice Juan Pablo II, y en consideración a lo expuesto, teniendo en cuenta que la elección y aprobación están de acuerdo con lo prescrito por el Derecho, acoge la petición y declara a la Bienaventurada Virgen María bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos, Patrona ante Dios, de la Diócesis de Punta Arenas, con todos los derechos y privilegios, conforme a las rúbricas ya dadas a través de la Carta Apostólica como Breve.”

Sin que nada obste en contrario.

En la Sede de la Congregación para el Culto Divino

15 de noviembre de 1986

Pablo Agustín, Cardenal Mayer.

El culto que desde muy antiguo se rinde, con el título de María Auxiliadora, a la Santísima Virgen, fue decretado por su Santidad Pío V después de la victoria de Lepanto, obtenida el 7 de octubre de 1571 por las armas cristianas sobre los turcos. El Papa en reconocimiento de tan señalada gracia, impetrada de María y atribuida a su intercesión, decretó entre otros homenajes que en las Letanías Lauretanas se añadiese esta invocación: “María Auxilium Christianorum, ora pro nobis”. La devoción a María Auxiliadora llegó a Magallanes con los hijos de Don Bosco y la historia nos recuerda una significativa coincidencia… el 24 de mayo de 1887, Monseñor Cagliero, primer obispo salesiano, y Monseñor Fagnano, estaban frente a la rada de Punta Arenas. Viajaban ambos desde Valparaíso a Montevideo y como a la entrada del Estrecho los había sorprendido una furiosa tempestad que les hizo perder tiempo, había que recuperarlo. De modo que no fue permitido a los pasajeros bajar en la ciudad y monseñor Fagnano hubo de lamentar el no poder tomar posesión de su Prefectura Apostólica en un día tan significativo para los salesianos como lo es la fiesta litúrgica de María Auxiliadora. Esa fue quizás la primera, de las muchas dificultades que la obra de Don Bosco tuvo que superar en Magallanes. Los superiores de la Congregación tuvieron siempre la convicción de que todas ellas fueron vencidas con el auxilio especial que María Auxiliadora dispensó en todo momento a Monseñor Fagnano y a los misioneros que secundaron sus trabajos. Al cumplir los 25 años de labor de los salesianos en Punta Arenas era entonces justo que se le tributara un homenaje de gratitud a tan buena Madre. Por iniciativa del Gobernador Eclesiástico, padre Luís Héctor Salaberry, se erigió en su honor el monumento que se levanta junto a la iglesia Catedral. Inaugurado solemnemente

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el 23 de marzo de 1913, Monseñor Fagnano presidió la celebración y al bendecir la imagen dijo con emoción: “Ella, Ella lo ha hecho todo”. Años más tarde Magallanes le rindió nuevo homenaje cuando el 2 de marzo de 1920 se inauguró la imagen que corona la torre del Santuario María Auxiliadora. Ese día Monseñor Abraham Aguilera dijo: “Desde hoy está allá arriba la imagen de María Auxiliadora como faro seguro para todas las naves que cruzan el Estrecho y como ofrenda de bendición a todos los habitantes que moran en esta ciudad”. Y hace unos años, en 1987, una nueva demostración de gratitud… aquí, en Punta Arenas, el Papa Juan Pablo II coronaba a María Auxiliadora como Patrona de la Diócesis.

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RELIGIOSAS…

PRESENTES DESDE LA PRIMERA HORA

“Y todo el que deja casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades por amor a mi nombre, recibirá cien veces lo que dejó y tendrá por herencia la vida eterna”. Mateo, 19,29

Cuatro congregaciones de religiosas han tenido presencia en Magallanes: Hijas de María Auxiliadora, Hermanas de la Caridad, Hermanas Franciscanas Misioneras de María y Clarisas. Cada una cumple una misión especial según el carisma de su congregación y al mismo tiempo han colaborado activamente en el trabajo pastoral en las distintas parroquias y comunidades. Hijas de María Auxiliadora Llegaron a Magallanes hace ya más de un siglo para entregar su vida por los indígenas que sobrevivían a la barbarie colonizadora y a la juventud abandonada de estas tierras australes. El 3 de diciembre de 1888, con la llegada de la madre Angela Vallese, sor Rosa Massobrio, sor Arcángela Marmo, sor María Luisa Nicola y sor Luisa Ruffino, las Hijas de María Auxiliadora, iniciaban su obra civilizadora y educadora en nuestro país. A sólo cinco días de su llegada, en su modesta casa, recibían a 30 niñitas en el Oratorio Festivo, la obra favorita de Don Bosco. La crónica de aquellos años recuerda: “…contentas y animadas por la novedad, prometiéndonos frecuentarlo por mucho tiempo, nos dedicamos con todo fervor posible a trabajar en nuestra misión; teníamos el Oratorio todos los domingos, industriándonos con juegos y regalos para que no faltaran, encargándoles de invitar también a sus amigas”. Pocos meses después las religiosas acogían a las trece alumnas fundadoras del Liceo María Auxiliadora y pronto su bienhechora presencia cambió el rostro de la Misión San Rafael de la Isla Dawson donde las primeras misioneras, sor Luisa Ruffino y sor Filomena Michetti, con celo maternal mitigaron los sufrimientos y agonía de onas y alacalufes. La labor realizada por las Hijas de María Auxiliadora en esta región es incalculable. A los nombres de las cinco primeras se unen decenas y decenas de religiosas que se han entregado a la tarea educativa, misionera y social atendiendo a las necesidades y exigencias de cada época. Para muchos resulta aún inolvidable el Asilo Sagrada Familia que nació al corazón angelical y materno de la madre Angela Vallese. En su larga misión comprendió que en este vasto territorio hacía falta un lugar para acoger a la juventud desvalida y desamparada y con inmensos sacrificios, el 15 de agosto de 1904, logró dar vida a ese Asilo que dio abrigo y sustento a centenares de niñas necesitadas. Entre las primeras hermanas que entregaron allí sus desvelos estuvieron sor Teresa Bragutti, sor Pascualina Sacchi y sor Julia Patris. Con el correr de los años el cálido asilo evoluciona… fue escuela primaria, escuela profesional, escuela técnica y hoy, el Instituto Sagrada Familia es un moderno complejo educativo. Las religiosas se multiplicaban para atender todas las necesidades de esos tiempos y estar allí donde su presencia era necesaria. En 1908 abrían una nueva

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casa en Porvenir y en 1923 lo hacían en Puerto Natales, extendiéndose la labor educadora por toda la región y, desde Magallanes, al resto de Chile. Como “un regalo de Dios a la comunidad”, definió el Liceo María Auxiliadora, sor Rina Latini, directora del centenario colegio, cuando se cumplió un siglo de la presencia de la Congregación en estas tierras. “El Liceo María Auxiliadora, así como los otros colegios salesianos, significa hacer presente un regalo de Dios a la comunidad que es el carisma que Dios dio a Don Bosco. Ese carisma es un amor a la juventud que va más allá de amarla simplemente con el corazón sino que el deseo que sean felices en esta vida y felices en la otra”. La más reciente de las obras es el Hogar Madre Angela Vallese que es símbolo viviente de la obra misionera de las Hijas de María Auxiliadora en esta región austral… un lugar donde el amor se hace entrega y sacrificio cada día. Hijas de la Caridad Durante el gobierno de Monseñor Arturo Jara Márquez, llegan a Magallanes las Hermanas “Hijas de la Caridad” para hacerse cargo de la atención de los enfermos y administración del Hospital de Beneficencia. En 1944 también toman a su cargo el Asilo de la Infancia de Miraflores construido por la Liga de Damas Católicas de Magallanes y el Hogar de Ancianos que por muchos años habían atendido y administrado las religiosas franciscanas de Santa Verónica de Giuliani. La hermana María Cristina Tola, directora del Hogar, hablaba con entusiasmo de la labor que junto a otras cinco religiosas chilenas realizaban en este Hogar que, es la obra más austral de este Instituto con presencia en todo el mundo. “Nuestro servicio es siempre a los más pobres. Es el carisma vicentino: ver a Cristo en los más pobres. Hace 47 años estamos en este Hogar donde tenemos los casos más difíciles, los niños con mayores problemas. A ellos buscamos darles una familia, educarlos y prepararlos para la vida. En este momento tenemos poco más de cien de todas las edades. La más chiquitita tiene 10 meses y la mayor 18 años. Las que están en edad escolar van a distintos colegios para que no se sientan diferentes”. Desde hace algunos años trabajan con la política del gobierno que persigue devolver a los niños a los padres, buscando rehabilitar las familias y cuentan para ello con un equipo multidisciplinario de profesionales, realizando una tarea que define como “bastante hermosa”. Al comenzar la década del 60, las religiosas extienden su campo de acción y abren una nueva casa en Punta Arenas. En marzo de ese año se coloca la primera piedra de la Escuela La Milagrosa en terreno donado por la diócesis. Dirigida por sor Lidia Venegas, acoge a los niños del populoso Barrio 18, un sector muy pobre donde cuatro hermanas se dedican a la educación y cumplen una tarea pastoral. Hace algunos años las religiosas dejaron el servicio que cumplían tanto en el Hospital como en el Hogar de Ancianos, decisión que lamentó toda la comunidad. Los magallánicos sienten el Hogar del Niño como algo propio y muy querido. Algunos apoyándolo y otros, seguros que allí siempre estarán las puertas abiertas para responder a sus necesidades. “Esta casa no sólo está abierta a los niños sino a todas las necesidades. Todo el día nosotros atendemos pobres. Gente que necesita alimento, ropa, consejos…

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También trabajamos con una comunidad eclesial de base del sector, hacemos un trabajo pastoral y tenemos un hermosísimo santuario donde todos los domingos se celebra Misa para toda la comunidad”. Las Hijas de la Caridad tienen en general bastantes vocaciones y entre ellas no han faltado en estos años algunas magallánicas. “La juventud de hoy ve que nuestro carisma es para los más pobres y como los jóvenes son generosos y les gusta el sacrificio responden al llamado. Ahora yo tengo dos jóvenes aquí en mi comunidad. Una tiene recién 24 años y es una hermana maravillosa en el espíritu de sacrificio, de dedicación… porque los jóvenes son excepcionales”. Franciscanas Misioneras de María. Por solicitud del Padre Obispo Tomás González el Instituto de las Franciscanas Misioneras de María llegó el año 1974 a la Diócesis. La Comunidad estaba ubicada en la Población Carlos Ibáñez e insertas en la Misión de la Parroquia de Fátima, en la Misión de los campamentos de Posesión, Cañadón y Tierra del Fuego y en la Misión de Puerto Edén en la Isla Wellington. “Nuestro trabajo es de evangelización, anuncio del mensaje de Jesucristo, a las familias, a los jóvenes, a los niños, a los enfermos, a los ancianos. Esta es la misión que realizamos en Punta Arenas. Nuestra vida es una vida contemplativa. Somos adoratrices del Santísimo Sacramento y a la vez misioneras. Tratamos que la contemplación del Señor en la Eucaristía, el primer misionero, nos dé la fuerza necesaria para ir a los hermanos, a los más pobres, a los más alejados. Esto es parte de nuestro carisma”, explicaba la Hermana Antonia Cabot Montaner, superiora de la pequeña comunidad de la época. Como instituto misionero se dedican a obras sociales, sanitarias, educacionales, según sea la necesidad. Tienen colegios, hospitales, policlínicos, asistencia social, hogares de ancianos, casas – cunas. Es una misión universal y las tres primeras hermanas que llegaron a Punta Arenas fueron una chilena, una italiana y una austríaca lo que reafirma su carácter de misión universal. Clarisas Capuchinas.

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PARROQUIAS DE LA DIÓCESIS DE PUNTA ARENAS

PARROQUIA DEL SAGRADO CORAZÓN Y DE NUESTRA SEÑORA D E LAS MERCEDES (IGLESIA MATRIZ O CATEDRAL) El 15 de mayo de 1901, el Obispo de Ancud Monseñor Ramón Angel Jara elevó la entonces vice parroquia de Magallanes a la categoría de parroquia bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús. Se contaba ya con el actual templo cuya construcción inició Monseñor Fagnano el 28 de diciembre de 1892 y que fue inaugurado solemnemente el 1º de junio de 1901, pocos días después de erigirse la parroquia. MARÍA AUXILIADORA Este Santuario fue la última de las grandes obras emprendidas por Monseñor Fagnano quien el 19 de marzo de 1911 bendijo la primera piedra. La Parroquia fue fundada el 17 de julio de 1918, meses antes de la solemne inauguración del templo por parte de Monseñor Abraham Aguilera. Como primer párroco tuvo al padre Juan Bernabé. NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA En los solemnes momentos de la clausura de la gran peregrinación a la Gruta de Lourdes de Miraflores, el 11 de febrero de 1963, el obispo diocesano Monseñor Vladimiro Borić, anunció la creación de una nueva parroquia para atender a los habitantes del barrio “18 de Septiembre”, las ex hijuelas Matta y Stubenrauch y la población Calixto. La nueva parroquia Nuestra Señora de Fátima no contó en sus inicios con templo ni casa y su primer párroco fue el padre Ladislao Misa. SAN MIGUEL El origen de la parroquia de San Miguel se remonta al año 1909 cuando monseñor Fagnano resolvió construir una capilla en el sector sur de la ciudad. En 1911 bendijo la piedra fundamental del nuevo templo cuyo patrono sería San Miguel Arcángel, celebrándose poco después la primera misa. El 21 de diciembre de 1918, Monseñor Abraham Aguilera, Vicario Apostólico de Magallanes erigió la Parroquia San Miguel y su primer párroco fue el padre Telésforo Andía del clero secular, quien ejerció con virtuosismo su ministerio durante algunos meses. CRISTO OBRERO “Por cuanto en el Barrio Arturo Prat de esta ciudad de Punta Arenas, capital de la Provincia de Magallanes, ha aumentado considerablemente el número de habitantes y no pueden estos ser bien atendidos por el personal de la Parroquia María Auxiliadora en la cual están ubicados… instituimos, fundamos y erigimos una nueva Parroquia en el Barrio Arturo Prat de Punta Arenas bajo la advocación de Cristo Obrero”. La parroquia fue creada como conclusión del Congreso Obrero de Magallanes del año 1943 por el Administrador Apostólico Monseñor Pedro Giacomini. La primera piedra fue bendecida por el excelentísimo monseñor Teodoro Eugenín el 1 de noviembre de ese año. El 1 de Mayo de 1945 se celebró en la parroquia de Cristo Obrero, todavía sin terminar, la primera misa con participación de fieles de todas las parroquias. Su primer párroco fue José Savarino.

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SAN FRANCISCO DE SALES (PORVENIR) Aún cuando en el pueblo no se contaba ni con iglesia ni casa parroquial, el 3 de abril de 1898 monseñor Fagnano crea la vice parroquia de Porvenir, enviando periódicamente desde Punta Arenas al padre Víctor Durando para que la atendiera. Gracias a gestiones del presbítero Carlos Maringer ante el obispo de Ancud, monseñor Ramón Angel Jara, se logró la destinación de presupuesto para la construcción de un templo que fue solemnemente inaugurado en abril de 1904. NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN (PUERTO WILLIAMS) La Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Puerto Williams es la más austral de Chile y del mundo. El 18 de octubre de 1967, en una solemne celebración, Monseñor Vladimiro Borić leyó el decreto de erección de la nueva Parroquia, inauguró la iglesia y entregó la histórica imagen de la Virgen del Carmen que había venerado Arturo Prat. En el tiempo de la Colonia esta imagen perteneció a la Parroquia de Quilpolemo en las cercanías de Chillán. Desde ahí fue trasladada a la iglesia de Quirihue fundada en 1749, donde permaneció hasta 1955. Ese año fue donada para la iglesia de Puerto Williams accediendo a una petición de Monseñor Borić. Durante más de una década fue venerada por los católicos de la capital mientras se construía la austral iglesia de Puerto Williams. La imagen llegó a Punta Arenas los primeros días de octubre de 1967 presidiendo la inolvidable procesión de la Virgen del Carmen ese año. PADRE ALBERTO HURTADO (CERRO SOMBRERO) SANTA TERESA DE LOS ANDES PADRE PIO