En un trabajo reciente que acabo de dirigir sobre “Modelos ...  · Web viewCULTURA, DESARROLLO Y...

19
DESAFÍOS CULTURALES DE LAS INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR EN CLAVE DE TERRITORIO Y DESARROLLO SOCIAL. CULTURA, DESARROLLO Y UNIVERSIDAD. Germán Rey 1 En un trabajo reciente que acabo de dirigir sobre “Modelos de responsabilidad social en empresas mediáticas de América Latina”, 2 encontré que los medios de comunicación están estableciendo nuevas alianzas con los actores de la sociedad. Estos aliados son fundamentalmente las organizaciones de la sociedad civil, las universidades y la empresa privada. Con curiosidad observé que las universidades son protagonistas en los programas de responsabilidad social, pero casi invisibles en los listados de las fuentes más importantes y recurrentes de la información, sobre algunos de los principales problemas de la sociedad, tal como lo he comprobado en mis estudios sobre las representaciones mediáticas. Pero mi sorpresa fue aún mayor. Lo que en el fondo se está produciendo es 1 Profesor en la Universidad Javeriana y la Universidad de los Andes. Es asesor en Políticas Culturales del Despacho de la Ministra de Cultura de Colombia. 2 Se trata de una investigación en proceso que promueven la Fundación AVINA, el Programa de Estudios de Periodismo de la Universidad Javeriana (PEP) y la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano y que será publicada este a 1

Transcript of En un trabajo reciente que acabo de dirigir sobre “Modelos ...  · Web viewCULTURA, DESARROLLO Y...

DESAFÍOS CULTURALES DE LAS INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR EN CLAVE DE TERRITORIO Y DESARROLLO SOCIAL.

CULTURA, DESARROLLO Y UNIVERSIDAD.

Germán Rey1

En un trabajo reciente que acabo de dirigir sobre “Modelos de

responsabilidad social en empresas mediáticas de América Latina”,2

encontré que los medios de comunicación están estableciendo nuevas

alianzas con los actores de la sociedad. Estos aliados son

fundamentalmente las organizaciones de la sociedad civil, las universidades

y la empresa privada. Con curiosidad observé que las universidades son

protagonistas en los programas de responsabilidad social, pero casi

invisibles en los listados de las fuentes más importantes y recurrentes de la

información, sobre algunos de los principales problemas de la sociedad, tal

como lo he comprobado en mis estudios sobre las representaciones

mediáticas. Pero mi sorpresa fue aún mayor. Lo que en el fondo se está

produciendo es un replanteamiento de las relaciones de los medios con la

sociedad, una reconsideración de sus alianzas con otros actores sociales,

determinada por la crisis de la confianza y el deterioro de la credibilidad.

Lo que buscan los medios en las universidades o en las organizaciones no

gubernamentales, es conocimiento, capital humano, redes sociales,

confianza y capacidad de movilización. Es decir, todo aquello que les

permite articularse con una sociedad que está variando la jerarquía de sus

necesidades, de sus expectativas y demandas.

El ser con párpados

1 Profesor en la Universidad Javeriana y la Universidad de los Andes. Es asesor en Políticas Culturales del Despacho de la Ministra de Cultura de Colombia.2 Se trata de una investigación en proceso que promueven la Fundación AVINA, el Programa de Estudios de Periodismo de la Universidad Javeriana (PEP) y la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano y que será publicada este a

1

La cultura es el territorio más propio de la universidad. Nacidas y

generadoras de formidables cambios culturales, las universidades son

desde hace siglos, uno de los lugares en que se produce, circula y se

apropia socialmente la cultura. Lugar inicialmente religioso y

progresivamente laico, la universidad abrió las compuertas parcialmente

cerradas de las iglesias y los monasterios, hacia la confluencia y el debate

de las ideas y la ampliación del conocimiento, hacia sectores sociales hasta

entonces excluidos. Esta irrupción del conocimiento y la sensibilidad

conmovió las bases hegemónicas de las creencias y lenta pero

seguramente, los diseños de la propia sociedad.

Esta tarea no ha cedido. Las preguntas se dirigen hoy hacia las

interacciones de la universidad con las nuevas expresiones de la cultura,

sobre todo con aquellas que socavan algunas de sus tradiciones más

preciadas: la naturaleza de los conocimientos y su aplicación social, las

intersecciones entre escritura, visualidades y tecnoexpresiones, los tiempos

de la obsolescencia de los aprendizajes, las estrategias cognitivas de los

jóvenes o el corrimiento de las fronteras disciplinares. Y desde una

perspectiva más próxima, los efectos de la educación en la movilidad social,

la participación de los saberes no canónicos en el ámbito de las

enseñanzas, y la significación de lo local en la mirada de los problemas por

parte de la universidad.

George Steiner definió a las universidades, como “casas para aprender a

leer”, subrayando su importancia como hogar de la interpretación, del

desciframiento. Jacques Derrida, en una memorable Lección Inaugural en la

Universidad de Cornell, recuerda que en la Metafísica, Aristóteles asocia la

cuestión de la vista con la del saber, y la del saber con la del saber-

aprender y con la del saber-enseñar. Pero a diferencia de los animales de

ojos duros, secos y sin párpados, de los que habla el mismo Aristóteles, el

ser humano tiene párpados, que “permiten encerrarse en la noche del

pensamiento interior o del sueño. Lo terrorífico del animal de ojos duros y

mirada seca es que ve todo el tiempo. El hombre puede bajar el fragma,

regular el diafragma, limitar la vista para oír mejor, recordar y aprender”.

“Pero para saber aprender –anota Derrida- y para aprender a saber, la vista,

2

la inteligencia y la memoria no son suficientes; también hay que saber oír,

escuchar lo que resuena”.3

La cultura como laboratorio

Un primer desafío de la universidad, es saber comprender (ver/oir) las transformaciones de la cultura. De una comprensión como conjunto de

los textos se pasa a la de la cultura como un vocabulario para leer los textos

(Geerts); de su constatación como mapa normativo, a su reconocimiento

como estímulo para su trasgresión creativa. “La cultura –escribió Zygmunt

Barman- se refiere tanto a la invención como a la preservación, a la

discontinuidad como a la continuidad, a la novedad como a la tradición, a la

rutina como a la ruptura de modelos, al seguimiento de las normas como a

su superación, a lo único como a lo corriente, al cambio como a la

monotonía de la reproducción, a lo inesperado como a lo predecible”4

La cultura prolifera en los márgenes, se disemina, como bien lo explicó

Michel de Certeau. Su esencia no está en la perdurabilidad (razón

museográfica), sino en que es colectiva, permite que la creación sea una

invención.

Durante años, en la universidad, la cultura estuvo asociada a las bellas

artes, las humanidades o el folklore. Hacer cultura era entonces,

relacionarse con el arte, conservar el patrimonio y las tradiciones, ingresar

al mundo de las humanidades. Estas se transformaron en lo que los

estudiantes llamaban “las costuras”, es decir, lo fácil, lo inútil, lo accesorio

Al desplazar este concepto de cultura hacia uno mas enriquecido, es decir,

al convertir a la cultura en un asunto referido a los modos de vida, los

sistemas valorativos, la expresión de las sensibilidades y las estéticas y las

formas como representamos e imaginamos nuestra convivencia, la

universidad redefine no solo sus comprensión de la cultura, sino sobre todo

su manera de ser, como un conjunto heterogéneo y denso de prácticas

culturales.

Un segundo desafío cultural a la universidad es reconocerse como lugar cultural y no simplemente como extensión cultural. La universidad es un

3 Jacques Derrida, Las pupilas de la universidad. El principio de razón y la idea de la universidad. En: Cómo no hablar y otros textos, Barcelona: Proyecto A, 1997.4 Zygmunt Bauman, La cultura como praxis, Buenos Aires: Paidós, página 22.

3

espacio diverso de producción, circulación y apropiación de significados,

que entiende el conocimiento como un dispositivo cultural y que es uno de

los lugares más importantes para la puesta en juego de diversos sistemas

de interpretación en contraste y en interlocución. Lo que hace la violencia

en la universidad es precisamente intentar destruir las posibilidades de la

libre interpretación, la expresión de las diferencias a través de la

argumentación racional.

Los valores, a su vez, se deconstruyen y se imaginan de otros modos en el

contexto universitario, en que los jóvenes tienen la posibilidad de confrontar

críticamente sus propias miradas y ponerlas en interacción con perspectivas

diferentes. El peligro del retorno valorativo como parte de la misión

universitaria, lo analiza acertadamente Ulrick Beck en su reflexión sobre los

jóvenes, cuando afirma que en el discurso sobre el “derrumbe de los

valores” está presente el miedo a la libertad, el miedo a sí mismo, a los hijos

de la libertad, quienes deben hacer frente a nuevos y diferentes tipos de

problemas que plantea la libertad internalizada. “Lo que me sorprende y me

irrita es que el lloriqueo neoconservador por el supuesto derrumbe de los

valores no sólo es absolutamente falso, sino que bloquea también la vista

en las fuentes y en los movimientos de los cuales puede surgir la

disposición para asir las tareas del futuro. Aquello que es satanizado como

derrumbe de valores engendra orientaciones y condiciones que podrían

poner a esta sociedad-si fuese necesario- en condiciones de dominar el

porvenir”.

La cultura pone en vilo los lugares comunes, los prejuicios y las

hegemonías inamovibles.

Un tercer desafío ara la universidad es el de comprenderse como un laboratorio cultural. La universidad es una oportunidad de encuentro de

culturas, es decir, un ejercicio permanente de interculturalidad, ya sea de

género (hombres y mujeres), de regiones, de saberes y disciplinas, de

ubicaciones sociales y etarias. La idea de laboratorio de la cultura,5 se

refiere precisamente a estas intersecciones de culturas, a estas

5 La idea de “laboratorio” la he desarrollado en el texto “La comunicación en el laboratorio”, Lección Inaugural, Facultad de Comunicación y Lenguaje, Universidad Javeriana, Bogotá, 2008.

4

oportunidades que ofrece la universidad para que el conocimiento, pero

también las sensibilidades, se entrecrucen, se mezclen en sincretismos,

posiblemente conflictivos, pero indudablemente valiosos. Uno de ellos es

por ejemplo, la porosidad disciplinaria y sobre todo su encuentro

conversacional: los diálogos entre artes y ciencias naturales, o entre

saberes administrativos y humanidades, son una posibilidad que ofrece la

universidad. La interrelación entre culturas juveniles y conocimientos es, sin

duda, uno de los encuentros que puede contribuir más creativamente a la

transformación de la universidad y sobre todo a su sintonía con el mundo de

expectativas de los jóvenes.

La universidad, está atravesada por los consumos culturales de los jóvenes,

la reconversión cultural de las herramientas habituales de acceso al

conocimiento (por ejemplo la lectura, las nuevas tecnologías, las

perspectivas de inserción de los jóvenes en el mundo del trabajo o el

sentido de la investigación) y el contraste entre estas prácticas y las que

pertenecen al mundo adulto de sus maestros.

En mi libro “Las tramas de la cultura”6 observé, al comparar el consumo

cultural en varios países iberoamericanos, la importancia de los jóvenes

como grandes consumidores culturales y en algunos textos sobre la lectura,

he sostenido no solo la hipótesis de la diversidad de las lecturas, sino la

necesidad de comprender a la lectura como una práctica cultural que forma

parte de un mercado simbólico en que lo frecuente son las influencias

mutuas. El leer en la universidad no deja de estar mezclado con el ver

televisión o video, el navegar en internet o el escuchar música y lo que

podrían calificar los puristas como contaminación, no es más que un

interjuego de manifestaciones de la cultura, que están estrechamente

unidas en la vida cotidiana de los niños y los jóvenes. Las escuelas de

música no forman parte de un ideal renacentista de cultivo de las artes,

como de una oportunidad de interacción contemporánea entre estas y los

conocimientos mas diversos (los técnicos, los sociales), en una línea de

6 Germán Rey, Las tramas de la cultura, Bogotá: Convenio Andrés Bello y Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, 2008.

5

convergencia que los jóvenes no solo comprenden sino que viven con

frecuencia.

Desarrollo, cultura y universidad

Un cuarto desafío es el de comprender las transformaciones en movimiento de la cultura, el desarrollo y la universidad. Tanto el

concepto de desarrollo socioeconómico, como el de cultura, se están

transformando profundamente. El primero ha derivado hacia la versión del

desarrollo humano, después de transitar un camino en que se le concedió

una exagerada importancia al crecimiento económico y a la asimilación de

modelos casi siempre impuestos desde afuera. El segundo, como ya se ha

visto, se ha apartado de su asimilación a las bellas artes, las humanidades y

el folclore, para ampliarse hacia otras expresiones como las industrias

creativas, las nuevas tecnologías, la producción de sentido de sectores

sociales emergentes o los movimientos socioculturales. De la idea de

desarrollo como bajo nivel de ahorro o como necesidad de impulso externo

para el despegue, se pasó a su comprensión como un proceso de

ampliación progresiva de capacidades productivas cuyo logro fundamental

era lograr la mayor tasa de crecimiento económico. El concepto del

desarrollo humano, por el contrario, subraya la ampliación progresiva de las

oportunidades y capacidades de las personas, individual y colectivamente

consideradas, como un modo de hacer posible la libertad efectiva de las

personas y por tanto, una vía para consolidar sus derechos. El desarrollo

dejó así, un enfoque economicista, para adoptar un enfoque de complejidad

y multidimensionalidad. Como lo recuerda José Antonio Alonso, el

desarrollo comprende, entonces, crecimiento económico socialmente

equilibrado, construcción de la equidad social, respeto a la sostenibilidad

ambiental, defensa de los derechos humanos, la democracia y la

participación social y promoción del diálogo cultural. De la cultura como

barrera del desarrollo, se avanzó a la cultura como factor y de allí, a la

cultura como dimensión y finalidad del desarrollo. En el pensamiento de la

UNESCO y del PNUD, para citar solo las modificaciones del que se han

6

producido en los organismos internacionales, se confirma esta evolución de

las relaciones entre cultura y desarrollo.

La vinculación de la cultura con el desarrollo socioeconómico puede verse,

por lo menos, desde seis perspectivas.

La primera perspectiva es el impacto de la cultura en la economía. Existe

una economía que tiene como centro a la creación, manifestada a través de

diversas expresiones, desde las industrias culturales, hasta las nuevas

tecnologías. Atrás van quedando las concepciones de la cultura como gasto

o como lujo, y se acentúan sus posibilidades como inversión rentable, tanto

económica como socialmente.

El encuentro entre cultura, tecnologías e industrialización, permitió que la

creatividad ocupara uno de los centros de interés de la economía, puesto

que muy rápidamente formó parte del centro de las actividades cotidianas

de la gente. Las capacidades de producción, la maleabilidad a la

convergencia de medios, el aumento de la oferta cultural, su inscripción en

diversos soportes tecnológicos (desde la escritura hasta lo digital), las

transformaciones de las prácticas sociales del consumo que se fueron

expandiendo globalmente, son todas causas del auge de la denominada

“economía creativa”.

Las industrias culturales o creativas,7 forman “un sector que conjuga la

creación, la producción y la comercialización de bienes y servicios en los

cuales, la particularidad reside en la inteligibilidad de sus contenidos de

carácter cultural…” afirma la UNESCO. Los productos de estas industrias

de la creación no son simples mercancías. Tienen una naturaleza social y

cultural, que influye en la cohesión social, las identidades, la

interculturalidad, el fortalecimiento de la democracia o la participación

social.

Hoy en día, las industrias creativas aportan cerca de un 7% al producto

interior bruto (PIB) mundial.8 Entre 1994 y 2002, el comercio de bienes y 7

8 Los datos fueron tomados básicamente del documento del Instituto de Estadísticas de la UNESCO, titulado, “Échanges internationaux d’ une sélection de biens et services culturels, 1994-2003”, Montreal: UNESCO, 2005. También se consultaron trabajos del proyecto de Cultura y Desarrollo del CAB-AECI y del Observatorio de Industrias Culturales de la ciudad de Buenos Aires, además de otras fuentes que se especifican más adelante.

7

servicios culturales, pasó de 39,3 millardos de dólares a 59,2 millardos de

dólares. Las naciones en vías de desarrollo, participan con un poco menos

del 1% de las exportaciones de bienes culturales, mientras que la región del

mundo en el que se ha dado un mayor crecimiento de las industrias

culturales, es Asía, sobre todo por el desarrollo que han tenido los países

del sudeste asiático en artes audiovisuales y videojuegos.

Ernesto Piedras estima que las industrias de derecho de autor en México

representaron en 1998, un 6,70% del PIB, incluyendo el total de las IPDA,

legales, ilegales e informales.9 En Argentina se estimó un 6,6% de

participación de las industrias creativas en el PIB en 1993, en Brasil, un

6,7% en 1998, en Chile un 2,8%, en Uruguay un 6,0% del PIB, en 1998, si

se incluyen los servicios de telecomunicaciones y un 3,0%, sin ellos, en

Paraguay un 1,0%, en 1998 y en Colombia, un 2,1%, en el 2001.

Existen algunas tendencias preocupantes como la fragilidad de las

infraestructuras de producción de las industrias creativas en los países

pobres, la hegemonía de los Estados Unidos y la Unión Europea en campos

como la industria audiovisual, las nuevas tecnologías y la industria editorial,

las diferencias intraregionales entre países con mayores oportunidades y

países con menores posibilidades de producción simbólica en Asia, África y

América latina, las condiciones desiguales que se han acentuado al interior

de la Organización Mundial de Comercio y en los Tratados de libre

comercio, especialmente con los Estados Unidos, los problemas para

distribuir adecuadamente la producción local, la brecha digital aún muy

acentuada y el predominio estadounidense en la circulación de bienes

simbólicos dentro de sociedades periféricas.

A lo que se pueden agregar la debilidad de las políticas culturales

nacionales, el acaparamiento monopólico de áreas culturales por parte de

grandes empresas nacionales o transnacionales, la ausencia de promoción

de la creatividad local o su asimilación a exigencias comerciales y de los

mercados. Todas tendencias que confirman las asimetrías que existen en el

campo cultural y que son un serio peligro para la diversidad cultural y el

pluralismo en el mundo.

9 Ernesto Piedras, ¿Cuánto vale la cultura? , México: CONACULTA, 2004, página 68

8

Una segunda perspectiva es la articulación creciente de la cultura con procesos de desarrollo local y regional. El aporte de la cultura al

desarrollo socioeconómico va más allá de las “cuentas nacionales” o de las

lógicas masivas e industriales. Hay un denso tejido de

experiencias/procesos, que relacionan a la cultura con el desarrollo local, y

que tienen actores, lógicas y formas de funcionamiento diferentes a las de

las industrias creativas. Muchas de estas experiencias permanecen dentro

de una zona de invisibilidad social y se resisten a su inscripción dentro de la

red de la institucionalidad cultural estatal o privada y ciertamente comercial.

De estas experiencias participan expresiones culturales que no tienen

circuitos comerciales tan expandidos (ej. teatro, danza, grupos de hip hop,

productores de video, músicas populares o bandas de rock, grafitteros, etc)

son gestionadas por actores/grupos comunitarios, están vinculadas con

procesos sociales/políticos (identidades, convivencia, reconocimiento,

inclusión), incorporan en la producción a sectores de la sociedad (mujeres,

niños, niñas y jóvenes) y promueven resonancias con las dinámicas y

expresiones culturales propias. Tienen, además, formas de sostenibilidad

particulares y establecen relaciones con el estado local, organizaciones

internacionales y de cooperación y organizaciones de la sociedad.Por lo

general son experiencias sin ánimo de lucro y algunas se inscriben dentro

de campos culturales comerciales, menos masivos y serializados, pero con

otros alcances, organización, y participación comunitaria. Entre ellas están

las radios y televisiones comunitarias y los medios locales. A la vez que

recuperan tradiciones locales son también elementos de innovación y

modernidad. Una dimensión importante de algunas de estas experiencias

es la relación que generan entre cultura y convivencia en zonas con altos

índices de violencia.

Una tercera perspectiva es la integración de la cultura con otras áreas del desarrollo. Si la cultura se ha afirmado como parte central del

desarrollo, también es cada vez mayor el reconocimiento de su importancia

para la gestión de otros programas de desarrollo, por ejemplo de salud,

formas productivas, salud, fortalecimiento institucional.

9

Hay una mayor conciencia sobre la tarea que tiene la cultura (creencias,

valores, formas de representación, imaginarios) en la apropiación por parte

de las comunidades de procesos y proyectos de desarrollo, muy diferente a

las épocas “desarrollistas” en que los grupos sociales eran mas usuarios,

que sujetos activos de su propio desarrollo. Los proyectos ahora se diseñan

con una atención mayor a los contextos y las historias culturales de las

comunidades, sea para desarrollar nuevos cultivos, construir una

hidroeléctrica o edificar un barrio de vivienda popular.

Una cuarta perspectiva es la vinculación de la cultura con procesos de responsabilidad social empresarial. Ha ido creciendo la importancia de la

responsabilidad social de las empresas, más allá de su tarea de generación

de trabajo o el pago de impuestos, transformándose una visión centrada en

la filantropía hacia otra fundamentada en la responsabilidad. La vinculación

de la universidad con la responsabilidad social de empresas, fundaciones y

organizaciones sociales, es muy importante a la hora de fortalecer sus

procesos culturales y relacionarlos con los procesos de la sociedad.

Una quinta perspectiva es la generación de una “cultura” (producción/circulación de significados) sobre el desarrollo en las

sociedades. Existen unas percepciones e imaginarios sociales sobre el

desarrollo, que se construyen a partir de las experiencias directas como

mediante las representaciones que, por ejemplo, los medios hacen del

desarrollo.

Finalmente, una sexta perspectiva, es la de las comunidades y movimientos socioculturales que se resisten activamente a inscribir a la cultura dentro de la concepción occidental de desarrollo.Estos cambios en las relaciones entre cultura y desarrollo son desafíos para

la universidad, que debe pensar el surgimiento de una economía creativa en

un diálogo entre la economía, la sociología, la historia cultural, las artes y

los estudios de la cultura. Aún es muy tímida la contribución académica

colombiana a esta zona de estudios, que requiere de sistematizaciones y

análisis adecuados del desarrollo de las industrias culturales en el país y las

regiones, de la formación de los profesionales que participan en los distintos

momentos de las cadenas productivas, de la generación de ideas para el

10

mejoramiento de los procesos de producción y de circulación de bienes y

servicios culturales y de la conexión de estas expresiones de la creatividad

con los procesos sociales.

Pero la universidad puede ser también una incubadora de experiencias y

emprendimientos culturales. Y no solamente a través de las denominadas

actividades extracurriculares, sino precisamente de las curriculares, de

programas novedosos que integren el conocimiento con las posibilidades de

participación en los escenarios culturales, la investigación con la docencia y

la extensión.

Explorar las relaciones entre la cultura y otras áreas de la gestión social es

una tarea en que también puede contribuir la universidad. Sobre todo

incorporando la cultura a otros campos del conocimiento en que no tiene

presencia y en que se pueden ir encontrando caminos de interrelación. Una

labor que se puede extender al reconocimiento del tejido de experiencias

comunitarias de cultura que pasan desapercibidas en la universidad,

inclusive en sus centros de desarrollo local.

El quinto desafío es el de pensar la formación desde la cultura y las artes: la educación, como sostuvo Jerome Bruner hace años, es un foro de

creación y recreación cultural y a su vez, la cultura es una práctica del

desciframiento de textos (Geerts). Las artes, como gran dialéctica moral,

tienen la capacidad de poner a prueba las perspectivas más vitales, los

sistemas de pensamiento, los trazos de la sensibilidad.

El sexto desafío es el de explorar la cultura desde las especificidades, las historias y los procesos territoriales: no sólo es importante que la

universidad se vincule con los procesos culturales locales, y con la

conversación con otras culturas, sino que participe activamente en la

definición y puesta en marcha de planes de desarrollo cultural. Se habita

culturalmente el territorio y al hacerlo se le dota de una significación

particular y diferenciadora.

Finalmente, el séptimo desafío es el de contribuir desde la cultura a la construcción de democracia y vida pública: la cultura se afirma como

una comunidad interpretativa, esto es, como redes de intercambio plural

donde todos participamos en la configuración de un mundo que aspiramos a

11

vivir en común (J.J. Bruner) y a la vez y como lo planteó Paolo Flores

D’Arcais, la democracia se construye no solamente como un régimen

político sino como un ethos, como una costumbre interiorizada.

-

12