Encanto de Barrio - Gobierno Digital
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Encanto de Barrio Rescate de la Historia y Memoria Colectiva del Cerro Mayaca Bajo
1
“Con dificultad habrá en la República un paraje más poético i que presente
perspectivas más variadas y pintorescas. Colocando al observador sobre la
cima i mirando hacia el sur ve a sus pies la multitud de árboles que por
doquier se alzan, perfumando el aire con sus flores y refrescándolo al pasar
por entre sus copas tejidas de hojas i agobiadas frutas…”
(Benjamín Vicuña Mackenna, 1877)
2
Equipo Ejecutor: SEREMI MINVU Región de Valparaíso
Ondina Collao Acosta
Karina Herrera González
Angélica Pacheco Díaz I.Municipalidad de Quillota
Jennifer Álvarez
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Índice
Prólogo ................................................................................................ 4
El Cerro Mayaca en la historia … ......................................................... 7
De la Época Precolombina a la República ........................................ 7
El Cementerio: la ciudad de piedra y mármoles ............................ 16
Fragmentos de la Memoria Colectiva ................................................ 25
El Cerro se empieza a poblar … ..................................................... 26
Las tradiciones de campo en el modo de habitar .......................... 40
Leyendas del Cerro Mayaca .......................................................... 58
El Loco Eustaquio: El personaje y la ficción ............................... 59
El Enigma de la Novia del Cementerio ....................................... 62
El Cacho Ochoa: De Pistolero a Santo Milagroso ....................... 64
Agradecimientos ............................................................................... 68
Bibliografía ........................................................................................ 70
4
Prólogo
Enigmático, atractivo, profundamente cautivador, ese es sin
duda el Cerro Mayaca. Cada historia, cada encuentro con su
gente, nos transporta a un mundo lleno de memorias,
anécdotas y leyendas plasmadas por el profundo arraigo que
tienen los vecinos y vecinas con este lugar que ha sido testigo
de innumerables luchas colectivas por superar las más terribles
adversidades que debieron enfrentar durante los primeros años
de vida en este lugar.
“Mayaca, Un Condenado a Muerte” tituló en los años ochenta
un afamado periódico quillotano1, refiriéndose a las precarias
condiciones de salubridad que existían en el lugar. Los vecinos
recuerdan esa época de extrema pobreza como una de las
etapas más duras de sus vidas, sin embargo lograron “doblegar
al destino”, como ellos mismos orgullosamente relatan, y hoy el
barrio ya no es ese aislado sector de antaño del cual se decían
tantas cosas, convirtiéndose en un lugar cargado de un
misticismo que hace que el visitante se encante con sus
1 El Observador, 21 de noviembre de 1970
5
habitantes y la inmensidad del valle, resguardado por su eterno
compañero: el Cerro Mayaca.
Este mágico lugar, donde el tiempo parece transcurrir con otro
ritmo, ha tenido un rol preponderante no solo en la historia de
quienes viven en él, sino también en la historia de nuestro país.
“No cabe la menor duda que el Pucará2 de Quillota estaba
situado sobre el Cerro Mayaca, que es una fortaleza natural de
inmejorables condiciones” señala el historiador Carlos Keller en
su libro “Los Orígenes de Quillota”; así, existen diversos
vestigios que dan cuenta de la relevancia histórica del lugar que
no siempre ha sido lo suficientemente valorada.
Este libro, surge como un rescate de las identidades del sector,
a través de un proceso de investigación historiográfica que
intentó dar cuenta de la importancia del Cerro Mayaca a lo
largo de la historia, así como también rescatar la memoria
colectiva de los habitantes de la parte baja del cerro, lugar
desde donde se originó el poblamiento masivo de éste a
principios de 1950 y donde actualmente interviene el Programa
2 Fortaleza de la época precolombina construida generalmente con
gruesos muros de pirca.
6
Quiero Mi Barrio del Ministerio de Vivienda y Urbanismo
(MINVU), conjuntamente con la I.Municipalidad de Quillota.
Encanto de Barrio, se llamó al proyecto que dio origen a
distintas iniciativas de rescate de la identidad del sector que se
ejecutaron durante la segunda fase de intervención del
Programa Quiero Mi Barrio, en el marco del cual surge la
presente publicación, que junto otras iniciativas, como la Feria
Fotográfica y el Tour Patrimonial del Cerro Mayaca Bajo, logran
catalizar un proceso de valoración y sincretismo de la propia
historia vecinal con la de épocas pasadas del lugar,
fortaleciéndose así las identidades sobre las cuales la
comunidad comienza a construir su historia futura.
7
El Cerro Mayaca en la historia …
De la Época Precolombina a la República
Los primeros vestigios de ocupación del Cerro Mayaca datan de
la época precolombina, de allí el origen de su nombre en
Quechua3 (Malla = Huerta ; Ca = Alrededor), cuando los grupos
agro alfareros de las Culturas Bato y Llo Lleo se asentaron en la
ribera sur del curso inferior del Río Aconcagua.
Por la fertilidad de los suelos, la regularidad de su clima y la
variedad de su flora y fauna, este valle se hizo conocido entre
los grupos aborígenes provenientes del Perú, los que con
frecuencia, hablaban del fértil "Valle del Chili", en donde
habitaban "los Quillotas" (Museo Histórico-Arqueológico de
Quillota, 1992).
Hacia el siglo IX de nuestra era cristiana, el valle estaba poblado
por la Cultura Aconcagua, en lo que se ha denominado
arqueológicamente Período Alfarero Medio y corresponde a la
3 Idioma del Imperio Inca
8
época de mayor desarrollo cultural aborigen del valle de
Quillota.
Junto con la Cultura Aconcagua se recibió en el valle el influjo
de la Cultura Diaguita, con sus técnicas alfareras y trabajo
agrícola, dando forma al Complejo Cultural Aconcagua-
Diaguita-Incaico, pues en el siglo XV, se hizo efectiva la zona la
invasión del Imperio Inca, que se estableció en Quillota y sus
alrededores, con el fin de realizar la explotación agrícola de los
suelos quillotanos.
“La primera invasión de nuestro actual territorio se produjo en
1485, cuando el Inca Huayna Capac logra llegar hasta las riberas
del Maule, donde es rechazado por los araucanos, que lo hacen
retroceder a los valles de Aconcagua, Quillota y Mapocho.
Debido a estos problemas, en 1525 el Inca Huascar envió un
ejército de 100.000 hombres para que apaciguaran la región y
sometieron a sus habitantes al régimen imperial. Seguramente
en esta época construyeron el Pucará o Casa Fuerte del Cerro”
(Silva, 1986)
Esta historia tan lejana, desde la oralidad no lo es tanto para los
habitantes del Mayaca, pues de alguna u otra forma la mayor
9
parte de sus habitantes saben o han oído hablar de estos
primeros moradores del lugar. Muchos vecinos y vecinas
relatan que cuando recién llegaron a vivir aquí y comenzaron a
edificar sus viviendas, en la remoción de tierras se encontraron
un sinfín de vestigios de lo que sabían eran restos de “pueblos
muy antiguos”.
“Cuando empezaron a llegar la gente de Aconcagua Norte, fue
muy sabido que una señora encontró en el patio de su casa algo
que era como un ataúd de piedra chiquitito, que debió ser de un
niñito porque era muy pequeño. Eso vinieron no sé de donde a
buscarlo, se lo llevaron para investigarlo y no se supo más qué
pasó con eso” (José Miguel Álvarez, vecino Cerro Mayaca Bajo)
“Acá claro que hay gente que ha encontrado de todo en sus
casas, cosas así como de artesanía antiguas y puntas de flechas,
eso se dio mucho sobre todo cuando recién llegamos acá, pero
existe poca valoración de eso y ahí quedan esos
descubrimientos sin pena ni gloria, pero evidentemente que
aquí nosotros no fuimos los primeros habitantes y por distintas
10
razones este cerro ha sido muy valioso a lo largo de la historia,
si dicen que hasta el Pedro de Valdivia anduvo por aquí” ()
Uno de los más importantes vestigios que aún permanecen son
las piedras tacitas que se encuentran en la ribera del río por el
sector del El Peumo. Las piedras tacitas son morteros
comunitarios hechos sobre rocas, que en este caso tendrían
una data de aproximadamente 2.000 años A.C. Algunos
estudiosos incluso les han atribuido la condición de altares para
sacrificios de animales, existiendo bibliografía que sugiere el
origen de la costumbre del ñachi4 a rituales arcaicos en piedras
tacitas.
“Esas piedras siempre las abuelas decían que eran de los indios,
que las usaban para moler oro, pero la verdad uno no sabía
bien y entonces como que no creímos, siempre ese fue como un
lugar de juegos para los niños, pero yo le juro que no imaginaba
la importancia y lo antiguas que eran. De hecho, antes habían
más y se fueron tapando de matorrales y otras que se fueron
4 El ñachi o ñache es una comida de origen mapuche consumida en Chile, que se prepara con sangre fresca de animal y diversos aliños como cebolla, ajo, cilantro y limón.
11
perdiendo con las crecidas del río, pero ahora claro que
sabemos el tesoro que tenemos aquí mismo” ()
Con la Conquista Española, en el siglo XVI hacia 1536, llega al
Valle de Quillota el soldado español Diego de Almagro, quien
informado sobre la belleza, exuberancia y hospitalidad del valle,
se encaminó hacia Quillota. Entró en conversaciones con sus
habitantes, quienes ya habían conocido a otro español,
Don Gonzalo Calvo de Barrientos, expulsado por los
conquistadores, por delitos cometidos, quien ya había dado a
conocer a los aborígenes quillotanos las características de la
Cultura Europea. A Almagro en el Valle de Quillota, Quilicanta5,
no sólo lo recibió amablemente sino que le rindió grandes
honores; Michimalonco6 no fue parte de la recepción, por el
contrario con la instrucción militar entregada por Calvo de
5 Quilicanta fue el Gobernador incaico (Apunchic) de Quillota, convertida en 1536 en el centro administrativo de la provincia incaica de Chile o "wamani de Chile", que comprendía el territorio entre los ríos Choapa y Maipo, incluido el valle del Río Mapocho, durante la invasión española al Collasuyo en 1541. 6 Michimalonco, Michimalongo o Michimalonko (en mapudungún cabeza de antorcha, de muchui, tizón, ma, ardiente, y lonco, cabeza), fue un cacique picunche que opuso tenaz resistencia a la conquista de sus territorios por los españoles.
12
Barrientos se sentía capaz de expulsar al nuevo invasor;
encontró en Felipillo, un súbdito inca que acompañaba a la
hueste de Almagro cumpliendo la función de traductor, un
aliado a la resistencia. El clima subversivo que impuso
Michimalonco, obligó a Quilicanta a huir de Quillota, en tanto
Almagro quiso apresar a Felipillo, quién huyo hacía el Norte.
Almagro recorrió el valle de Quillota y sus alrededores,
hallándose con el río Aconcagua desbordado y con pocas
posibilidades de hallar el oro ansiado, por lo que regresó al
Perú.
Años más tarde, la expedición de Pedro de Valdivia llega a
Quillota, no encontrando la misma amabilidad que en un inicio
recibió a Almagro. “Valdivia tuvo que librar una batalla en regla
para tomarse el Pucará construido por Michimalonco. En el
asalto resultaron muchos españoles heridos y uno muerto, y
difícilmente habría triunfado si Rodrigo de Quiroga no logra
apoderarse de Michimalonco y provocar con su captura la
dispersión de los indios” (Encina en Silva, 1986).
Pedro de Valdivia deja a Gonzalo De los Ríos, abuelo de la
afamada Quintrala, a cargo de un destacamento de soldados, por
lo que en agosto de 1541 De Los Ríos se dirige a parlamentar con
13
el cacique Tangalonco, pues le habían prometido oro los
indígenas del Mitimae7 de Quillota. Pero cayó en una emboscada
de Tangalonco, que se subleva en Quillota y mata a los
españoles, negros e indios peruanos8.
Así, el Cerro Mayaca puede vanagloriarse, cuenta Roberto Silva
en su libro Quillota en el Corazón, de haber sido testigo de la
gallardía de nuestros insignes antepasados que lucharon
estoicamente en su cumbre, atesorando una vez más sus
tierras un hito de gran valor histórico.
Del Mayaca colonial no es mucho más lo que se sabe,
existiendo sólo fragmentos de historias que nos permiten
reconstruir lo que ocurrió durante esta época con sus tierras.
Según, Eduardo Linqueo, extinto Historiador del Museo
Histórico Arqueológico de Quillota, la primera casa patronal
7 El término mitimaes es un derivado de la palabra quechua mitmay, idioma en el que significa desterrar.1 Son conocidos también como mitmakuna o mitmaqkuna. Fueron grupos de familias separadas de sus comunidades por el Imperio inca y trasladadas de pueblos leales a conquistados (o viceversa) para cumplir funciones económicas, sociales, culturales, políticas y militares. Ninguna otra política afectó tanto la demografía y conjuntos étnicos andinos como ésta de los mitimaes: se llega a afirmar que hasta una cuarta parte de la población del imperio fue desarraigada por esa práctica. 8 Ver Anexo “Crónica de la Emboscada Gonzalo de Los Ríos en el Cerro Mayaca.
14
chilena data de 1542 cuando Pedro de Valdivia toma para sí
estas tierras y levanta a los pies del cerro donde estaba el
Pucará Incaico algunas construcciones.
La legislación colonial, según el trabajo de Fernando Silva
Vargas (2004), consideraba al indígena como sujeto miserable,
es decir, carente de autonomía, pero, a su vez, contemplaba el
reconocimiento de los derechos de propiedad de éstos. En la
mensura que hace Ginés de Lillo de las tierras de Quillota entre
1604 y 1605, se examinan los títulos y deslindes de las tierras
de indios del Malloca (Mayaca), pertenecientes a la
encomienda del capitán Juan de Barrios. Hacia la década de
1740, los indios del Mayaca fueron llevados a Poncagüe (La
Palma), nombre de la estancia de don José Valentín Marín y
Azúa, Marqués de Cañada Hermosa. Finalmente, los indios que
habían sido de la encomienda de dicho Marqués, fueron
instalados en una hijuela asignada por quien aparecía como
dueño del dominio de La Palma, don Ramón Cortés.
Esta última mención dice relación con la traslación de los
indígenas, hasta contemplar la entrega de una cuantas cuadras
de tierras. El gobernador don Francisco Ibáñez de Peralta,
15
facultó a don Tomás Ruiz de Azúa Iturgoyen, familiar de los
Amasa, Azúa y Cortés, con el objeto de trasladar a los indios a la
estancia del Melón, que en esos años pertenecía a su esposa
doña María Constanza Marín y Azúa.
Luego del Marqués, recayó la encomienda en manos de don
Gaspar Calderón. Sucedió en la encomienda su hijo Tomás
Calderón, el cual, compra a don Juan Jofré y Gaete, la estancia
de Peteroa y la del Astillero en el Maule. Una vez terminada la
encomienda se dio merced a don Antonio Carvajal Campofrío y
Osorio de Cáceres. Este señor compró las tierras del Mayaca,
deslindantes a las tierras de San Pedro de Putupur y las asignó
por pueblo de sus indios. Pero no sólo eso, prolongó don
Antonio sus tierras del Mayaca y San Pedro adquiriendo la
propiedad de Rautén.
Posteriormente, la propiedad del cerro pasa a ser municipal, y
según consta en distintas actas de la Municipalidad y de la
Gobernación de Quillota sus canteras y tierras se fueron
arrendando9.
9 Ver Anexo “Actas y publicaciones de prensa referidas al Cerro Mayaca y sus moradores”
16
El Cementerio: la ciudad de piedra y mármoles
Para el afuerino, pensar en vivir con un cementerio literalmente
encima de la casa es algo que podría resultar asombroso, sin
embargo paradójicamente los habitantes del Cerro Mayaca
Bajo consideran al cementerio un vecino más. Esto claramente
porque el morador más antiguo del cerro para ellos es el
cementerio, por tanto no hubo jamás una invasión a su espacio
vital, por el contrario los primeros habitantes que comienzan a
poblar el sector en la década del cincuenta hablan del fuerte
vínculo que ha existido siempre con este lugar.
“…nosotros le ganamos espacio al cerro, llegamos a invadir
nosotros algo que ya existía, por eso que sabemos que si el
cerro la cobra para un terremoto o una lluvia fuerte, no queda
más que volver a empezar. Nuestra casa hemos tenido que
volver a pararla varias veces después de terremotos, salieron
ataúdes que se movieron del cementerio, se ha venido abajo la
ladera, pero a nosotros nada, es como un vecino más el
cementerio. No tenemos miedo, ni nos da nada tener el
cementerio encima de las cabezas porque aquí los que llegamos
después fuimos nosotros”. ()
17
“la gente de afuera siempre piensa que cómo podemos vivir con
el cementerio arriba, se cuentan historias de miedo, pero a mí
me da igual todo eso, yo lo único que sé es que así como aquí
nací, en la que ha sido mi casa toda la vida, aquí mismo me voy
a morir y aquí me van a enterrar. Eso es para mí el cementerio,
un lugar al que le tengo cariño porque ahí está mi gente, ahí
quedaré yo y allí cuando chico iba a jugar como si fuera el patio
de mi casa, así que miedo jamás, sólo respeto y cariño por el
lugar” ()
De hecho, los primeros vecinos y vecinas que llegaron a vivir a
la parte baja del cerro y que se pudo entrevistar para la
elaboración de este libro, concentrados mayoritariamente en
los sectores de El Peumo y Rosales Kennedy, dicen que el
primer “vecino” en tenderles una mano ante sus precarias
condiciones en las que llegaron a instalarse a este lugar fue
precisamente el cementerio, pues en una primera etapa el agua
que se utilizaba la sacaban desde allí bajándola por su ladera
hacia pilones de piedra que actuaban como receptáculos. Se
pudo identificar la existencia de a lo menos tres de estos
pilones de agua, que quedaron instalados siendo parte de los
patios de vecinos de El Peumo, y que jugaron un rol clave en la
18
articulación social de los vecinos del sector, puesto que eran
lugares de encuentro, donde la organización en la distribución
del agua fue esencial para la intensa vida comunitaria que
estaba por desarrollarse en los años venideros.
Pero, ¿cuál es la historia del Cementerio del Cerro Mayaca que
alberga, entre sus curiosidades y sepulcros, un “muerto a
bofetadas” según consta en su libro de inhumaciones y además
un, más clandestino, hexagrama de hechicera grabado en el
techo de uno de sus mausoleos?
Durante muchos años, en la ciudad de Quillota se reconocía
como fecha de creación del cementerio el año 1850. Sin
embargo, una investigación realizada en el año 2014 por la
historiadora Ana María Ojeda y la arquitecta Patricia Sepúlveda,
descubre en el proceso de revisión de los libros del cementerio
que su existencia es anterior al Cementerio General de Santiago
que data de 1821, este último reconocido a nivel nacional como
el primer cementerio del país. Es decir, el cementerio de
Quillota sería el primer Cementerio de la República de Chile, y
sus orígenes estarían en el periodo histórico que denominamos
19
proceso de Independencia, en la etapa de la Reconquista,
propiamente tal.
“Quizás podemos aventurar que el uso mortuorio fue el
segundo que tuvo este cerro isla, en primera instancia un lugar
con una fortificación militar y luego después de la instalación
de la República la ubicación del Cementerio” (Ojeda &
Sepúlveda, 2014).
Además, la citada investigación pudo determinar la sub -
utilización del Cementerio, llegando a encontrarse hasta cuatro
propietarios de un mismo sitio funerario. Así, el primer
propietario del que se encontró registro data de 1815, lo cual
sustenta la tesis de la antigüedad del cementerio.
Asimismo, el cementerio ha sido siempre el punto neurálgico
para desarrollar una serie de oficios por parte de los habitantes
del sector, tal como hoy se observa a las floristas, los
estacionadores de autos o los almacenes, en el pasado
existieron un sin número de oficios en torno al campo santo
que hoy son recordados con nostalgia. Dentro de ellos, la
20
familia que tenía las carrozas fúnebres tiradas por caballos son
sin duda los más recordados, pasando a ser parte del
patrimonio histórico no sólo del sector sino de la ciudad.
“Las persianas de los comercios se cerraban lentamente al paso
de las carrozas. El pueblo se detenía para ver el
acompañamiento. La gente seguía a caballo.
Los coches eran tirados por dos, cuatro y hasta seis caballos.
Los choferes se vestían con frac y guantes blancos” ()
“Esas carrozas eran preciosas, donde ahora está El Castillo10 ahí
guardaban los coches, esa fue una familia dedicada por
tradición, generaciones de generaciones a eso de las carrozas
fúnebres. Según lo importante de la familia del difunto y la
plata que tuvieran, si eran de alcurnia se arrendaba más de una
carroza porque en las de atrás iban los familiares, para la gente
más humilde con mucho esfuerzo la carroza donde iba el
10 Actualmente sede social de la Junta de Vecinos del sector El Esfuerzo.
21
difunto y todos detrás caminando por esa subida que era de
tierra, resbaladiza y se hacía eterna” ()
“…otra cosa que se hacía era el velorio de los angelitos, ahí
había una carroza blanca, o no me acuerdo bien si la vestían de
blanco, pero si los caballos no eran negros. Pero a ese entierro
solo iban los hombres porque las mujeres se quedaban
acompañando a la mamá del angelito en la casa, no era triste si
porque se decía que no se podía llorar por el angelito…” ()
El velorio del angelito al que alude la vecina es una de las
tradiciones populares más arraigadas en el campo chileno, con
distintas variantes es incierto determinar de qué forma
exactamente se realizaba este rito en el Cerro Mayaca Bajo.
Se denominaba angelito a los niños que fallecían antes de
cumplir los tres años, aunque en ocasiones la práctica se
realizaba a niños de hasta siete años. Ésta era una ceremonia
que consistía en el constante rezo del rosario y cánticos
piadosos, acompañado de cena de medianoche, ingesta de licor
22
conocido como "gloriao" (nombre que dice relación con la
gloria del niño al ir al cielo), y quema de incienso. Asimismo, en
una mesa, la "mesa de los santos", se colocaban distintas
imágenes religiosas, prendiendo una sola vela rodeada de
flores blancas, e instalándose un altar donde, muchas veces, se
colocaba el cadáver del niño muerto disfrazado como ángel:
vestido con una túnica blanca adornada con lazos celestes y,
algunas veces, con unas alitas para ayudarle en su viaje
celestial. En ocasiones se instalaba el cuerpo del niño sentado o
de pie, con las manitos juntas apretando un ramo de flores
blancas. La jornada se acompañaba de rezos, cánticos y,
ocasionalmente, un baile conocido como balambo.
El fundamento de esta ceremonia, es que cuando muere un
niño pequeño, asciende directamente al cielo por su cualidad
de no pecador. Por lo mismo, no se le debe llorar; si esto
sucediera, se le hace un mal al alma del difunto.
Ahora bien, volviendo a los oficios tradicionales en torno al
cementerio, se recuerda también la presencia de un importante
número de artesanos dedicados a esculpir y pintar lápidas de
mármol, así como también quienes tallaban los ataúdes.
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Generalmente familias completas dedicadas a este oficio que se
repartían entre sus miembros las distintas labores, empleando
incluso a niños pequeños.
“Años atrás esculpir era un trabajo rentable, aunque frío porque
suena muy cruel, pero a mayor número de cadáveres nosotros
teníamos más ganancias y eran muchas las familias acá que se
dedicaban a hacer cosas en torno al negocio que dejaba el
cementerio” ()
“Yo tenía como siete años, mis vecinos del frente hacían
ataúdes y entonces yo con otros niños que eran de esa familia,
que eran mis amiguitos, íbamos a dejarlos al domicilio, los
cargábamos al hombre entre tres o cuatro niños y ahí nos
ganábamos unos escudos11, pero acá había mucho trabajo
entorno al cementerio, ahora eso ya no es así porque todos esos
servicios se fueron para el centro, se modernizó ese tema, la
11 El escudo fue la moneda de curso legal de Chile entre 1960 y 1975. Formó parte de las medidas de saneamiento de la economía y control inflacionario emprendidas por el gobierno de Jorge Alessandri y fue reemplazado posteriormente por el peso.
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muerte ya no es tan importante como lo era antes creo yo y acá
con cementerio al lado era muy importante” ()
Sin duda, el Cementerio alberga un patrimonio religioso que se
mezcla con la cultura popular, generando la importancia de
este lugar más allá de su valor arquitectónico, sino como un
punto neurálgico de la vida del barrio12.
“El cementerio era nuestro patio, allá jugábamos, era nuestro
vecino, nuestra fuente de trabajo, incluso hasta ahora
que ya los cabros se divierten con otras cosas diferentes
a las de nuestra época, pero todavía entre los niños de
acá ir al cementerio es paseo obligado y siguen
contándose las mismas historias de miedo que nos
contábamos nosotros, eso místico se ha pasado de una
generación a otra” ()
12 Ver Anexo “Archivo de la Gobernación de Quillota referido al
Cementerio del Cerro Mayaca”
25
Fragmentos de la Memoria Colectiva
La memoria es un componente indispensable de las identidades
de un grupo humano, un recurso del que puede llegar a
depender su permanencia en el tiempo. En el caso particular de
las identidades presentes en los habitantes de la parte baja del
Cerro Mayaca, el recuerdo, o al menos la posibilidad de éste, es
un ejercicio central que permite encontrar fundamentos en el
pasado para mantener viva la riqueza de su tejido social.
Para construir la discursividad de esta memoria colectiva, se
realizaron entrevistas en profundidad con los primeros vecinos
y vecinas que llegaron a vivir al sector en la década de 1950. Sin
embargo, debido a que muchas de esas personas habían
fallecido o se encontraban en condiciones de salud
deterioradas, en una segunda línea investigativa se entrevistó a
la primera generación de sus descendientes.
Luego de este proceso investigativo, se determinó la existencia
de dos íconos identitarios fuertemente arraigados en la
memoria común de los habitantes del sector: las tradiciones de
campo expresadas en el modo de habitar y la lucha colectiva
26
por los adelantos urbanos y su autoconstrucción. Todo esto en
un contexto de extrema pobreza, que lejos de desconocerla, los
entrevistados y entrevistadas señalan fue catalizadora de una
intensa solidaridad entre los vecinos que ha sido capaz de
traspasar generaciones.
Este trabajo de rescate de la memoria colectiva del Cerro
Mayaca Bajo constituye una auténtica reivindicación de sus
habitantes, que por primera vez tienen la oportunidad de
narrarse a sí mismos, algo muy relevante pues se trata de un
sector que durante toda su historia ha sido hablado por otros, a
veces injustamente, no comprendiéndose siempre su tan
enigmática hermosura.
El Cerro se empieza a poblar …
El Cerro Mayaca Bajo agrupa los sectores de Rosales-Kennedy,
El Esfuerzo, El Peumo, Aconcagua Norte, Santa Rosa y Las
Praderas, con una extensión total de 68.760 hectáreas y una
población de 128.874 habitantes.
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Es difícil dilucidar en qué sector estuvieron los primeros
asentamientos masivos de población, ya que los relatos de los
vecinos hablan de que al año 1950 había al menos un rancho o
choza en cada uno de estos lugares, familias colonas que
llegaron a vivir aquí por diversas razones, generalmente
motivados por tener un espacio propio donde vivir y por lo
favorable de las condiciones del medio que permitía generar
diversas actividades económicas de subsistencia, a diferencia
de la ciudad donde la clase obrera debía vivir en condiciones de
hacinamiento y pobreza extrema.
Los primeros pobladores en llegar al lugar, relatan que fue el
propio Municipio que entregó terrenos para construir aquí en
un inicio, esto se aprecia particularmente en el sector de El
Peumo y Rosales Kennedy.
“No teníamos donde vivir, andábamos arrendando, entonces en
la Municipalidad nos dijeron que nos pasaban acá un terreno,
fuimos de los primeros en llegar, acá habían como quince casas
no más y así tuvimos que empezar a levantar todo lo que usted
ve acá. No habían distinciones de sectores, eso de que ustedes
28
son de allá y nosotros de acá, no acá todos compartíamos y se
trabajó unidos por conseguir el agua, la luz, todo” ()
“Llegamos aquí cuando mi marido tenía 19 años y yo 18.
Teníamos un hijo de un año y yo embarazada. El mayor ahora
tiene 66 años.
Este sector era de Chilectra. Después esa empresa se lo pasó a
la municipalidad, ahí fue que el Alcalde de la época promovió
que algunas familias se vinieran para acá, debe haber sido
porque en esos años se notaba la falta de vivienda en Quillota y
los sueldos no daban como para estar arrendando, entonces se
veía mucho allegado” ()
De esta forma, durante la primera mitad de la década del
cincuenta se aprecia la llegada de un grupo de
aproximadamente treinta familias que llegan a edificar sus
casas en condiciones muy precarias, utilizando incluso los
recursos del entorno como paja para generar sus auto
construcciones. A estos núcleos familiares, con el pasar de los
años se fueron uniendo otras familias que estaban en calidad
de allegados o arrendatarios.
29
“Nosotras llegamos con mi mamá a trabajar en el campo aquí y
nos vinimos a vivir a la casa de una amiga de mi mamá en El
Peumo, la gente antes era muy solidaria en ese sentido y era
común eso de recibir a algún familiar o compadre y vivir todos
juntos porque había que trabajar y entre todos se cooperaba
para la casa. Entonces así como nosotras, hubo varias personas
que llegaron a vivir aquí de esa forma y después con el paso del
tiempo tuvieron su propia casa acá como yo que me case y me
vine con mi marido que tenía casa acá, otros que se fueron a
terrenos para Las Praderas o que compraron casa aquí mismo
en El Peumo cuando alguien vendió y así se fue poblando esto”
()
De acuerdo a un estudio Censal de 1960, en aquel entonces en
el Cerro Mayaca se individualizarían “más de 9 mil personas
que habitan 1. 879 viviendas”, siendo en ese momento uno de
los sectores con mayor densidad poblacional de la ciudad, que
además se caracterizaba por presentar condiciones de vida de
extrema pobreza.
“Pobre creo que es poco decir, eran unas condiciones en las que
vivíamos tan malas, pero yo sé que aquí nadie, ningún vecino se
30
avergüenza de eso, porque esa misma pobreza fue la que nos
dio la fuerza para defendernos y para salir adelante y tener
todo lo que hoy tenemos, usted ve aquí todo esto y para
nosotros es un orgullo que todo esto lo conseguimos nosotros,
acá los primeros que llegamos fundamos las Juntas de Vecinos,
los Clubes Deportivos y desde ahí se hizo un trabajo de levantar
absolutamente todo, liderado por la Señora María Molina,
Miguel Álvarez, quien les habla y tantos otros que ya han
partido” ()
En efecto, las condiciones de vida que relatan se vivían en esta
época generaron la elaboración de un Plan de Erradicación por
parte del Municipio, con el objetivo de mejorar las condiciones
de vida de las personas del sector y, además, posibilitar la
creación de un parque en el territorio, para lo que la
Municipalidad de Quillota compra a la sucesión Frugone
aproximadamente 17 hectáreas del cerro, el 19 de Octubre de
1967, realizándose estudios y conformándose organismos para
la realización de dicho proyecto.
Para el mencionado proyecto de erradicación se divide el Cerro
Mayaca en dos sectores: el sector antiguo y el nuevo. El sector
31
antiguo correspondería a las poblaciones ubicadas en los
bordes del cerro, como Aconcagua Norte y el Peumo, respecto
de las cuales se comenta en artículos de prensa de la época la
imposibilidad de la erradicación producto de la solidez de
muchas de las construcciones, y sobre las cuales se plantea
realizar acciones tendientes a mejorar la calidad de vida de sus
habitantes. El sector denominado como Cerro Mayaca Nuevo,
correspondería a los terrenos aledaños a la cumbre del mismo y
a las cercanías del Cementerio Municipal, lo que actualmente
es Santa Rosa y Las Praderas, lugares en los cuales las
construcciones habrían sido de menor calidad, pero producto
del terremoto de 1965 el municipio debió otorgar terrenos para
que los damnificados se instalaran, haciendo uso de los
terrenos adquiridos a la sucesión Frugone, sin previa
planificación para la instalación de las viviendas, acrecentando
los problemas de higiene y estigmatización de sus habitantes.
“Yo llegué el 3 de septiembre de 1959. Había tres casas que
eran de adobe. Una estaba por caerse donde vive Don Miguel.
Yo fui la primera que llegué. Antes había estanques acá que
hacían ladrillos. Esto se llamaba cancha el guatero. No había
nada. Era un potrero. La familia Frugone eran dueños de acá.
32
De a poquito empezaron a llegar mediaguas porque se
empezaron a tomar terrenos. En la subida llegó un lote de
personas que empezaron a hacer casitas. Los alcaldes después
nos empezaron a ayudar. Mi marido empezó a dar pedacitos
para la gente que lo necesitaba. Incluso se llevaron preso a mi
marido por andar repartiendo estos lugares.
Después la muni le compró a los Frugone, que se suponía que
iban a construir o que iban a echar a la gente, todos asustados
movilizándose. Pero vino un terremoto grande, no me pregunte
qué año sería sí, pero mucha gente perdió sus casas o los sitios
donde vivían y ahí terminó de poblarse esta parte de aquí y
todo el borde del Cerro, ya no entraba ni un alfiler porque llegó
mucha gente a vivir acá y ahí fue como la época más dura en el
sentido que en ese tiempo se vio harta necesidad, niños a patita
pelada, mucha pobreza, pero acá la gente si tenía que era muy
trabajadora, pero si de afuera que nos tachaban muy mal, pero
acá no había gente mala, sino solamente muy pobre” ()
33
“Para el terremoto yo vivía en calle Bulnes, mi casa quedó en
precarias condiciones y nos mandaron a un campamento de
tránsito que estaba en calle el bozo. Y de ahí nos designaron
acá a lo que hoy es Las Praderas, otros los mandaron al
Esfuerzo.
Empezaron a llegar de a poco. Yo tenía asignado el número 45
que era arriba. Después nos vendieron cuando estaba el alcalde
Pablo Gac Espinoza. Incluso esta población se llamaba Pablo
Gac porque él la gestiono la regularización de los sitios en ese
tiempo” ()
A partir del poblamiento masivo del sector, la comunidad
comienza a organizarse a fin de dar solución a la problemática
común de la vivienda. Es así como se constituye, el “Comité de
los Sin Casa del Cerro Mayaca”, agrupación que surge en
octubre del año 1970 y reúne a personas que habitan el sector
como allegados con otras familias o poseían precarias
condiciones de vivienda. El objetivo de dicha organización era
gestionar con el municipio el loteo de los terrenos para ser
entregados a familias sin vivienda, y abogar por el
34
mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes del
lugar.
Durante los años setenta y ochenta, la temática principal del
sector es la vivienda, tanto su mejoramiento, como la
construcción de éstas y la regularización de los terrenos en los
que se edificarían o en los que ya se encontraban instaladas las
casas. Esta situación y la dificultad para concretar los diversos
proyectos de erradicación, parecían atrapar la atención de la
prensa de la época. Durante las décadas en cuestión la prensa
menciona en repetidas oportunidades las difíciles condiciones
de vida que existían en el Cerro Mayaca, principalmente
relacionadas con el mejoramiento de las condiciones de vida en
cuanto a agua potable y títulos de dominio de los terrenos. La
erradicación de algunos sectores representa una amenaza,
surge así la asociatividad de los vecinos y vecinas como
estrategia para la consecución del objetivo común. Un ejemplo
de esto es la organización de la comunidad de El Peumo, cuyos
pobladores realizan 2 kilómetros de excavaciones para la
instalación de la tubería de agua potable, arreglan los caminos
para hacerlos transitables, contratan un abogado y un
35
topógrafo para la obtención de los títulos de dominio de los
terrenos; todas actividades organizadas, financiadas y
realizadas por ellos mismos.
“Lo primero que se hizo al llegar fue fundar la Junta de Vecinos
para poder reunirnos y organizarnos, acá todo era desde cero.
Así levantamos nosotros mismos la Junta de Vecinos. Mire acá
en esta foto se ve a todos los vecinos trabajando en la zanja
igual, la hicimos nosotros mismos, cada uno hacía su pedacito,
pero al final terminamos todos haciendo todo porque nos
íbamos ayudando, y se pasaba bien igual que cuando
construimos la sede. Eso fue muy importante para conocernos y
empezar a convivir.
Ahí también funde el Club Deportivo El Peumo porque no había
en que entretenerse y yo venía del Bulnes que se había
desarmado y de ahí me traje las camisetas con las que
empezamos” ()
“Las calles, la sede, el agua, todo fue que nosotros mismos lo
hicimos, entonces por eso el cariño que tenemos a todo esto, en
36
general acá en todos los sectores eso ha sido así, sino lo
hubiéramos hecho nosotros capaz que todavía estamos llenos
de tierra.
Lo lindo era que mientras los hombres trabajaban, nosotras
cocinábamos y los esperábamos a la choca. Y ahí se compartía y
se pasaba bien, fue una época bien linda” ()
“La señora María Molina por ejemplo fue la que hizo las
gestiones para la luz, no sé cómo lo haría, ni con quién fue a
hablar, pero allá consiguió plata y nosotros pusimos otro poco
entre todos. Por ese motivo fue que se empezaron a hacer
bailes en las sedes y los reinados para poder juntar plata y así
nos acostumbramos, cada vez que había que juntar para algo,
hacíamos actividades así y de esa forma juntábamos la plata.
Pero al mismo tiempo era entretenido, mira en esta foto por
ejemplo estábamos en un reinado, mi hijo sale cantando una
canción con la que ganó, debe haber tenido como ocho años.
Entonces, se cantaba, se bailaba y se comía, lo pasamos muy
lindo, era nuestra gran entretención junto con los partidos del
día domingo” ()
37
De esta forma, tal como lo relatan los vecinos en sus
testimonios, junto con las Juntas de Vecinos los Clubes
Deportivos tomaron un rol protagónico en la activación de la
vida social del barrio. Primero, porque los partidos del día
domingo entre los clubes del sector eran una de las pocas
actividades recreativas que existían para disfrutar en familia y
luego porque en torno a estos clubes se comienzan a generar
otro tipo de actividades de esparcimiento que fueron
fomentando los lazos vecinales.
Los extintos Estrella del Aconcagua y Unión del Aconcagua,
junto a clubes emblemáticos que aún perduran como el
Dínamo y El Peumo, han sido organizaciones deportivas muy
arraigadas en los vecinos y vecinas.
“Hacíamos viajes con los clubs. Íbamos a la playa hasta por tres
días a Horcón. Siempre había un vecino que se quedaba y
cuidaba toda la población.
Bailes también organizaban. Y cuando venían a jugar equipos
de otros lados, se les preparaba una comida o un sándwich.
Eran muy buenas las comilonas que se hacían en los clubes. Los
matrimonios también se hacían ahí, cuantos vecinos que se
38
conocieron acá no se han casado ahí, entonces como que se van
volviendo lugares que son parte de tu historia porque tú vas
pasando y le dices a tu hijo mira ahí me case yo con tu papá” ()
Hacia la segunda mitad de la década del ochenta, prolifera el
último asentamiento masivo, comenzando a poblarse el sector
de El Esfuerzo que hasta ese momento era un bosque de
eucaliptus. Sin embargo, surge aquí un campamento producto
del hacinamiento que se vivía en los otros sectores del Cerro
Mayaca Bajo que generó que familias allegadas se instalaran en
este lugar.
“En 1982 este sector ya se empezó a llenar de más gente,
después de 1985 ya era el boom. Cuando llegué acá mi primer
hijo estaba chiquitito. Esta parte era campamento porque
antiguamente era un bosque y había un basural. De a poco se
empezaron a hacer las casas, unas sobre otras. Cuando había
un incendio quedaba la embarrada.
De a poco se fue formando el Comité para hacer casas. Éramos
más de doscientas casas aquí y nos juntamos para hacer el
Comité. Las primeras casas que salieron estaban en Limache.
39
Entonces se llevaron a un grupo de gente a vivir allá. En ese
tiempo había que tener como seiscientos pesos para poder
acceder a la vivienda propia. Como yo no tuve la plata, no me
fui. Después a la entrada de Rosales hicieron casitas. Ahí
también salían como setecientos pesos el dividendo. Y en ese
tiempo tampoco teníamos la plata y nos quedamos aquí, hasta
que salieron las últimas casas” ()
Así, ya en los años noventa, se gestiona a través de SERVIU la
construcción de noventa viviendas para el último grupo de
familias que aún habitaban el campamento del sector de El
Esfuerzo.
“El nombre lo dice todo, El Esfuerzo, esto fue nuestra lucha y la
de nuestras familias que muchos somos de acá mismo de toda
la vida y ha sido una lucha constante del primer día que
nuestros papás o nuestros abuelos llegaron acá. Pero ahora con
e pasar del tiempo, nos sentimos orgullosos porque acá nadie
nos ha regalado nada, acá nadie nos puede venir a decir que
esto no nos costó nuestro sudor. Es la historia de nuestra vida
de la gente de este lugar y del Cerro en general, y va a seguir
siendo así, luchar por doblarle la mano al destino, cada logro
40
nuestro vale el triple porque el camino para nosotros ha sido
más largo” ()
Las tradiciones de campo en el modo de habitar
El recuerdo del pasado campesino del sector se manifiesta
incluso hasta nuestros días en diversas prácticas y tradiciones
que han ido forjando y dando un particular sello a las
identidades presentes en el barrio.
Inclusive el último grupo de vecinos y vecinas que llega a poblar
este lugar después del año 1985, cuando Chile ya era un país
que se insertaba progresivamente en un mundo globalizado,
recuerdan que por años se mantuvo este paisaje rural.
“Cuando llegamos acá en el año 1986 para mí fue bien
impresionante porque uno abría la ventana y se asomaban las
caballos, los burros, los patos, todo acá lleno de animales. Fue
bien impresionante porque los últimos que llegamos no
veníamos o no trabajábamos en el campo como si era el caso
de la gente que había llegado por ahí por el cincuenta. Pero la
41
verdad uno se adaptó rápido porque después le agarramos el
gustito a tener nuestras pequeñas siembras, a ir a bañarnos al
río, allá lavaban la ropa las mujeres igual, eso era sacrificado,
pero también en torno a eso se dio mucho el compartir con las
vecinas, si usted se da cuenta acá todos nos conocemos y es por
esas cosas que le cuento” ()
Así, las prácticas y oficios vinculados a la tradición rural eran
cotidianos en aquellos primeros años de poblamiento del Cerro
Mayaca Bajo. Surgen oficios como los y las curanderas, a modo
también de subsistencia ante las condiciones adversas de
habitabilidad que impedían tener acceso a los sistemas de salud
formal.
“Cuando una se iba a mejorar13, se llamaba a la ambulancia,
pero podía llegar a las seis o diez horas después, nosotros
éramos como la escoria de Quillota, entonces por eso que las
guaguas se tenían acá en la casa no más y hubo señoras que
empezaron a especializarse en eso, una empezaba ya con los
síntomas y mandaba a llamar a la vecina que atendía el parto.
13 Momento del parto.
42
No me acuerdo de sus nombres, pero había dos o tres que eran
las parteras de acá” ()
Las parteras pertenecen a un oficio más amplio, el de los
curanderos y curanderas que desde la época colonial ejercieron
la llamada medicina popular, producto híbrido de las prácticas
sanitarias indígenas y aquellas que trajeron los españoles entre
los siglos XVI y XVIII.
Las parteras o comadronas se encargaron de asistir a las
parturientas y a los recién nacidos. Sus prácticas incluían desde
manipulaciones diversas hasta invocaciones religiosas. Un
factor de no menor importancia era la empatía emocional que
se establecía entre la partera y su asistida.
“Mi mamá nació en la casa y algunos de sus hermanos
también, y era como un orgullo yo diría entre esa generación
del Cerro que nació en la propia casa, es como una especie de
símbolo del esfuerzo y del arraigo que caracteriza a las familias
que llegaron como a colonizar esas tierras.
Yo soy de la generación de los nietos de, pero por lo que a uno
le contaron no había nada, era todo inhóspito, fue un sacrificio
muy grande, hubo mucha pobreza y abandono. Por eso que esa
43
práctica de nacer en la casa se extendió un poco más en el
Mayaca que en el resto del país, porque ya después de la
década del 50 por políticas públicas eso se comenzó a erradicar,
pero al Mayaca históricamente todo llegó tarde por muchos
años” ()
Otro oficio tradicional vinculado a los curanderos, es el que
ejercían quienes santiguaban el mal de ojo o el empacho,
práctica que incluso aún perdura entre los habitantes más
antiguos del sector.
El empacho es la denominación popular de una enfermedad
que se presenta frecuentemente entre la población infantil, se
atribuye a la existencia de algún residuo de alimento u otro
material “pegado” al estómago. El tratamiento terapéutico
incluye tanto masajes (tronar el empacho), purgas e infusiones
de algunas plantas.
“Yo tengo ese don de curar el empacho, los vecinos toda la vida
me han venido a buscar, uno no lo anuncia, pero se pasan el
dato y la cosa es que funciona. Se soba el abdomen del niño de
afuera hacia adentro, pero también se hace desde manos y pies
hasta el tronco; se usa aceite o cenizas y se tira el cuerito hacia
44
arriba, es decir, se soba con los dedos alrededor de la columna
tirando para arriba el pellejo. Según sea el caso se puede dar
alguna purga para que tome el paciente, pero ya con eso se
mejoran al tiro” ()
Asimismo, el mal de ojo se refiere a un síndrome de filiación
cultural relacionado con la mirada de las personas. Se dice que
una persona puede tener la mirada muy fuerte o caliente y por
lo tanto puede afectar a la persona, animal o planta que sea el
objeto de su admiración o envidia. Se caracteriza por un estado
de intranquilidad sin causa aparente, diarrea, vómito y en caso
de los niños llanto constante. Para sanarlo, el curandero limpia
a la persona o niño con un huevo de amor, en el caso del niño
se le cubre con la ropa sucia de los padres, al tiempo que se
hacen rezos y peticiones.
“Eso del mal de ojo es muy fuerte mija´, la guagua llora y llora y
uno se sabe por qué y es porque absorbió la maldad de algún
envidioso. Acá muchas mujeres saben hacer eso, ya se han ido
muriendo si en verdad, pero todavía quedan algunas vecinas
que ayudan a santiguar. Antiguamente a una le enseñaban esas
45
cosas, ahora los médicos ya no creen, pero acá nosotros no
dudamos porque lo hemos visto por años en los niños de una y
los nietos” ()
En cuanto al Comercio, también se recuerdan oficios
tradicionales, destacando dos personajes muy populares: El
Motemei y el Matarife.
El motero o motemei es una de las profesiones costumbristas
chilenas más antiguas, cuyo origen se encuentra en la época de
la Colonia. Éste comerciante callejero, comúnmente llegaba
pregonando sus productos, llevando en un brazo el canasto con
su mercadería.
El origen del nombre procede de la distorsión del término
“maíz”, que al grito del comerciante fue cambiando con el
tiempo por el conocido “mei”. El Motemei es Mote, como el
mote del trigo, pero de maíz.
“El motero era todo un personaje, tenía un grito súper
particular y toda su indumentaria era bien especial con su
canastito tan típico, recorría todo el cerro y tantos años
pasando todos los días ya la persona pasaba a ser parte de acá,
se le tenía estima. Esos son como recuerdos de una época muy
46
linda donde los comerciantes tenían que acercarse a nosotros
porque para nosotros salir era casi imposible porque volver era
una odisea por el barro o el peso de las bolsas, entonces cuando
era muy necesario se iba con más vecinos y se contrataba una
carreta de vuelta; y por eso que le cuento es que estos
comerciantes que se acercaban a la puerta de la casa eran tan
importantes para nosotros, como que nos hacían un favor en
venir hasta acá. Y dentro de toda esa gente que venía a vender,
el motero es el más recordado creo yo por lo pintoresco de su
grito tal vez que a uno se le quedo como en la memoria” ()
“Galopando sobre el cerro Va la luna arrancando de la lluvia Y como una linda estrella, que del cielo se robo Lleva el farol el motero, por las calles del Barón. Tiene alegría en la cara, tiene alegría en el grito Porque en su casa está el niño que a él le dice papito Y alegre lanza el perdón Motemei rico calentito Y a la luna el faro trata de alumbrar Y las nubes la han cubierto totalmente Y entre la lluvia que cae, formando chorro en las piedras Baja el motero del cerro, caminando lentamente Tiene tristeza en la cara, tiene tristeza en el grito Porque lo dejó con fiebre al que le dice papito Y triste lanza el perdón
47
Motemei rico calentito Al cerro lo cubrió la camanchaca Los braceros ya se encienden en las puertas Y una carrocita blanca se lleva al hijo del motero Que sigue con su perdón, salpica’o de aguacero Tiene la muerte en la cara, tiene la muerte en el grito Y le parece que el cielo se abre y le grita papito Mientras que él llora el perdón Motemei rico calentito”
(Canción de autor desconocido inspirada en el Motemei del
Cerro Mayaca grabada en la década del 50´)
Tal como el motemei, el matarife emana en los recuerdos de la
comunidad como un personaje muy importante dentro del
comercio a escala barrial entre los años 50 y 60. Aquí, más que
un nombre en particular, lo que destacan es el rol que cumplían
los hombres dedicados a este oficio, pues habrían existido al
menos tres personas que pasaban por el barrio vendiendo la
carne de los animales que sacrificaban en el Matadero
Municipal ubicado en el Cerro Mayaca Bajo y del cual hoy solo
quedan sus ruinas.
48
El Matadero Municipal, data de 1850, siendo la segunda
construcción más antigua del Cerro Mayaca después del
Cementerio, éste era un necesario reducto oficial para el
abastecimiento y tratamiento de la carne; tuvo su génesis en el
empréstito de veinte mil pesos hecho a la Municipalidad por
parte del señor Isidro Ovalle Errázuriz. En garantía del citado
capital y de los intereses devengados del diez por ciento anual,
se hipotecaron cuatro fundos a favor del señor Ovalle para
llevar a cabo dicha obra pública.
En el sector de Aconcagua Norte especialmente, se puede
encontrar aún hombres que trabajaron en este lugar. Don Luis
Silva es uno de ellos, su nieto cuenta de las historias que su
abuelo le contaba:
“No era un trabajo fácil, partían de muy chicos, mi abuelo tenía
ocho años cuando empezó a trabajar en el matadero, fue el
último de la familia porque para atrás habían sido todos
matarifes, se heredaba.
Había que ser agallao´como él nos decía cuando chicos, eran
choros, andaban con cuchillas, se iban a las manos si había que
hacerlo. Nunca le pregunté por que tan choro, ahora que lo
49
pienso quizás sería porque lo que ellos vendían y andaban así
trayendo al hombro era un producto muy apetecido, entonces
capaz era por los robos.
Estaba el grasero, el de las malcornas que cortaba la cabeza, el
destripador, el tripalero. Eso es lo que me acuerdo yo no más
que uno aprendía de oido, pero no alcancé a vivirlo como para
saber más. Pero sé que en mi familia fue un orgullo a eso a lo
que se dedicaban, era estatus por así decirlo ser matarife en
esos años, no cualquiera” ()
Dentro de los trabajos en torno a la economía al interior del
barrio, se encuentra también a las lavanderas. En aquellos
años, la ropa se lavaba a mano y era una labor realizada
únicamente por mujeres; como no había agua potable, la ropa
se lavaba en el río y en torno a esta actividad que se hacía de
manera comunitaria, pues terminadas las labores de la casa
usualmente por la tarde se iba al río, se fue generando una
intensa vida social.
Así, varias mujeres vieron aquí la posibilidad de generar algún
ingreso para sus hogares, lavando ropa a otras personas. No
existen estudios que precisen con exactitud, pero se sabe que
50
el trabajo de las lavanderas fue fundamental en las economías
pobres rurales entre el siglo XVIII y la primera mitad del siglo
XX.
El proceso comenzaba con la recogida de la ropa en las casas,
generalmente en familias acomodadas del centro de Quillota, a
continuación se transportaban las prendas en grandes sacos
que se trasladan al hombro desplazándose a pie hasta el sector
del río, para esto algunas veces se contaba con la ayuda de
hombres.
“La cosa es que no era llegar y lavar no más, algunas ropas
menos sucias claro que se podían lavar directo en el río, pero si
había que desmanchar ya ahí había que hacer la colada. Eso era
hervir la ropa con agua que sacábamos del río y se hervía en el
patio de la casa y esa ropa se colocaba sobre ceniza y ahí se
iban quitando las grasas y las manchas, era un trabajo muy
minucoso, mancha por mancha. Todo un arte era lavar, cosa
que ya no se ve, era un sacrificio enorme. Todavía que era tan
poco lo que se podía ganar por eso, pero entre eso y nada había
que hacerlo no más” ()
51
El Barrio de Hoy …
El Cerro Mayaca Bajo se comienza a poblar masivamente en la
década del cincuenta como respuesta al proceso de
empobrecimiento que se vive en el campo y que genera
migración de población hacia las ciudades, por cuanto lugares
económicamente pujantes como Quillota viven en algunos
sectores una expansión sin planificación y de manera
espontánea.
En este contexto, la falta de conectividad con el resto de la
ciudad va generando una marginalidad que durante décadas
significo una profunda estigmatización para quienes habitaban
el lugar.
“Estábamos al lado del centro, mucho más cerca quizás que
otras poblaciones, pero ir al centro era un suplicio, había que ir
a pie pelado porque los barriales era impresionantes, fijo que
uno iba con dos o tres cabros chicos y volvía cargada con bolsas
o que se yo. Entonces, estábamos como alejados, éramos muy
mal mirados además, pero acá había pura gente buena, sana,
52
pero si muy pobres éramos, demasiado, de esas miserias que ya
no se ven. Acá todos de chiquititos tenían que trabajar, ya las
generaciones más nuevas pudieron terminar sus estudios como
corresponde porque antes cosas como estudiar en medio de la
pobreza no juntaban ni pegaban” ()
“Por mucho tiempo fuimos vistos como lo peor de lo peor, las
autoridades no se venían a meter para acá, se contaban puros
cuentos de como éramos, no nos conocían. Aquí era pura gente
de esfuerzo, claro que como en todos los bajos fondos se veía
harto el copete, de repente las peleas entre hombres, pero que
si uno lo ve ahora llega a ser hasta pintoresco, eran todos unos
caballeros. Pero si ese peso de que te señalaban con el dedo si
decías de donde eras se sentía fuerte, yo sufrí harto con eso
cuando lola. Ahora, yo siento que acá es como cualquier lado, y
que ya no nos ven así como los mugrientos que nos veían antes
de afuera, claro que el sector quedo con su fama, pero nada
terrible si piensas como son de peligrosas otras poblaciones de
Quillota, acá en verdad la parte baja es tranquilita” ()
53
Sin embargo, la década del noventa trae nuevos bríos para el
Cerro Mayaca Bajo, gestándose diversas políticas públicas que
buscaban erradicar la pobreza a nivel nacional.
Así, dentro de los hitos más visibles y con mayor impacto en la
comunidad, se encuentra la regularización de los títulos de
dominio de los terrenos que se genera masivamente en esta
época, proceso impulsado por el municipio, entidad propietaria
del Cerro hasta aquel entonces.
“Sabe, yo al principio no entendía bien esa cuestión de los
dominios, que los terrenos que había que pagarlos porque si mi
papá ya había pagado por la casa, si esta casa él la compro,
hasta me acuerdo que la pago en cuotas porque yo lo
acompañaba a pagarle a un tío que era dueño antes. La cosa es
que vinieron abogados, hicimos reuniones y nos fuimos
enterando de que claro había que arreglar la cosa de los
terrenos, por nuestro bien más que nada, para que estuviera
todo legal. Pasamos de no creer mucho, a entender que
teníamos que hacerlo” ()
54
“Estas no fueron tomas así como las de ahora, acá la gente
llegaba porque la muni en esos años te decía construya acá, yo
creo que ni firmaría un papel mi esposo en ese tiempo, no sé la
verdad, una se venía no más y no éramos gente entendida
como para decir que íbamos a estar pendientes de esas cosas. Y
así fue como después con el alcalde de ahora vino esa cosa de
tener que comprar los sitios, acá no fueron todos si, algunos,
porque los que habían llegado después del terremoto esos
estaban bien, en regla, eran los más antiguos, aunque no todos
tampoco, pero si una gran mayoría y la gente de arriba del
Cerro, de la parte alta, esos entraron todos porque esos si eran
tomas a la mala” ()
Si bien, muchos de los vecinos y vecinas habían pagado por sus
casas a antiguos propietarios, éstas habían sido edificadas en su
mayoría de forma ilegal al no estar saneados los títulos de
dominio de los terrenos. Comienza así una nueva época, que
ofrecería nuevas oportunidades a los habitantes del lugar.
“Regularizar la situación de los terrenos era escencial para lo
que vendría después como pavimentar las calles, construir el
55
consultorio arriba, todos logros que no se pueden otorgar a
gente que vive en condiciones ilegales, si tú vives en la
ilegalidad así te tratan. Por eso, fue un tremendo avance la
venta que hizo la municipalidad de los terrenos, venta que en
verdad fue a un precio mínimo, que prácticamente era para
cubrir los gastos de los trámites y las escrituras, o sea donde se
iba a dar eso, fuimos unos privilegiados y supimos responder
también siendo ordenados en pagar, creo que acá la gente
entendió muy bien que eso era una necesidad urgente y por
nuestro bien y el de nuestro hijos que después se quedarían con
las casas y serían propias que es a lo que uno siempre aspira” ()
La política social en Chile se organizó históricamente en torno
del mercado del trabajo. Durante la mayor parte del siglo
veinte la pobreza no constituyó una categoría de estratificación
social ni un objetivo de la política pública. Sin embargo, a partir
de 1990, la superación de la pobreza fue concebida como un
objetivo transversal y un núcleo importante de iniciativas tuvo
lugar en los ministerios a cargo de los servicios sociales de
educación, salud y vivienda.
56
Lo anterior, se refleja en los relatos de los vecinos y vecinas,
que ven en esta época un cambio radical respecto del aumento
de oportunidades de acceso a necesidades básicas para sus
hijos como salud y educación, que sentían se careció en las
décadas anteriores.
“Antiguamente se veía mucho chico que dejaba de ir a la
escuela por tener que trabajar, de mi generación eso ya era
normal, pero con nuestros hijos ya fue diferente, además ya
había una micro por lo menos, que aunque se demore es una
posibilidad que antes no teníamos, las calles se pavimentaron
no hace tanto tiempo, pero eso sirvió también para conectarnos
mejor. Fuimos como quien dice mejorando nuestra calidad de
vida, o sea no me entienda mal, en una de esas antiguamente
vivíamos hasta mejor, pero sí el tema es que quedábamos muy
lejos de todo, entonces ir los niños a la escuela o que alguien se
enfermara y llamar una ambulancia, se podía morir la persona
esperando” ()
De esta forma, la regularización de los títulos de dominio, la
llegada de un recorrido de micro, la pavimentación de las calles
57
principales, son símbolo de la superación de esa pobreza que
los acompañó durante largos años. Hoy, es recurrente
escuchar, como van naciendo las primeras generaciones de
profesionales del Cerro Mayaca Bajo, jóvenes orgullosos del
lugar que los vio crecer, la mayoría de los cuales si bien han
migrado se mantienen ligados al sector a través de sus familias
de origen.
“Una vez yo hice un catastro hace un par de años, de cuantos
profesionales eran de acá, 74 jóvenes contabilicé, y me
sorprendí con un par que incluso trabajaban acá mismo. ¿Sabe
usted el logro que eso significa para gente que no tenía
absolutamente nada?, en Chile que un hijo llegue a la
Universidad es todo un logro, pero para alguien del Mayaca
probablemente sea una odisea y si eso es posible es únicamente
por el esfuerzo de las propias familias” ()
“Yo soy del Peumo, gran parte de mi vida transcurrió allí, hoy ya
no me queda familia allá porque mi última tía falleció hace
poco, pero yo soy todo lo que soy gracias a la crianza que allá
tuve, antes que mi profesión lo que me ha dado posibilidades de
58
desenvolverme en la vida son mis valores, y esa educación no la
recibí en ninguna Universidad, la recibí en el Peumo, con mi
familia, mis vecinos, mis amigos” ()
Leyendas del Cerro Mayaca
Las leyendas de un sector nos pueden ayudar a comprender el
contexto social en que nos encontramos, estas historias son
transmitidas de generación en generación y se identifican con
ciertos sucesos del pasado que no tienen explicación razonable.
En el caso del Cerro Mayaca Bajo existen una gran cantidad de
leyendas entorno a su formación, por lo mismo no es de
extrañar que en el proceso de entrevistas hayan surgido relatos
en relación a este tipo de historias fuertemente arraigadas en la
población, vivenciadas por los propios vecinos y que han
pasado a ser parte de la memoria colectiva de este lugar.
El pasado campesino y minero del Cerro Mayaca han sido
escenario del nacimiento de estas historias que nos ha parecido
importante rescatar, pues los relatos se repiten en los distintos
59
sectores que componen el barrio y su veracidad es algo que no
se cuestiona entre los vecinos.
El Loco Eustaquio: El personaje y la ficción
“Baja desde la cima del Mayaca hasta el río una quebradita,
sembrada de peñascos, … ; y casi en la mitad de la bajada hay
una cueva conocida de todos con el nombre de La Cueva del
Loco Eustaquio”. (Zorobabel Rodríguez, 1863)
Así comienza la novela que rescata desde la ficción una
afamada historia quillotana del siglo XIX enclavada en el
corazón del Cerro Mayaca Bajo. Es la historia de amor sucedida
entre un joven quillotano, Manuel (el loco Eustaquio), y María,
que se atraen desde el primer momento en que se ven.
María estaba a cargo de la señora Mercedes de Alderete, quien
llevo a María a su hacienda para alejarla de Manuel, pero este
al enterarse decide ir a buscarla aun sabiendo del peligro que
corría, pues Doña Mercedes estaba enamorada de Manuel.
Manuel rapta a María, pero es perseguido a balazos, se fugan
pero un disparo mata a María. Enloquecido por la muerte de su
60
amada este la entierra en el Cementerio del Cerro Mayaca,
quedándose a vivir para siempre cerca de sus restos en el lugar
que hoy conocemos como La Cueva del Loco Eustaquio,
ubicada en el sector de Aconcagua Norte.
Incluso, Benjamín Vicuña Mackenna en su libro “De Valparaíso
a Santiago” (1877) nos describe el más famoso de los
excéntricos quillotanos “que vivió al principio del siglo y
habitaba en una bocamina abandonada en el cerro de la
Moyaca (sic), y abierta en la falda de éste que cae hacia el río.
Llamábanle el loco Eustaquio y era un hombre enjuto como el
odio y descarnado como la desesperación. Habiendo muerto de
calentura (tisis) un clérigo, arrojaron sus hábitos en el cerro de
la Moyaca y el loco Eustaquio pasó muchos años vestido con
ellos, hasta que la arrastró con su lazo un huaso brutal, en una
chanza de ebrio, de lo cual murió” (Vicuña Mackenna, 1877).
Sin embargo, el Loco Eustaquio es más que ficción, y su historia
dicen es verídica, al menos en la memoria de cada uno de los
habitantes del Cerro Mayaca Bajo, existiendo vecinos y vecinas
que dicen incluso haberlo conocido, refiriéndose a él como una
persona que perdió “el juicio” y se fue a vivir como indigente a
61
una cueva en Aconcagua Norte. ¿Quién fue el Loco Eustaquio
en verdad?, ¿Por qué su nombre perdura en este lugar?, ¿Por
qué hay vecinos y vecinas que aseguran haberlo conocido si su
historia habría transcurrido en el siglo XIX?.
Ninguna de estas preguntas tiene aún una explicación, pero en
el Cerro Mayaca Bajo tampoco la buscan tal como relata la
vecina Rudi Borquez:
“Se dicen tantas cosas del Loco Eustaquio, que era un
enamorado que enloqueció, que era un cura que enloqueció,
que era de aquí un loquito trastornado, yo creo que el Loco
Eustaquio es lo que cada uno quiere que sea, el que dice que lo
conoció yo le creo, tal vez cuantos Loco Eustaquio han habido,
tal vez todos tenemos un Loco Eustaquio dentro. De este lugar
yo me espero cualquier cosa, acá todo puede pasar y eso es lo
especial que tienen estas tierras, por eso que no había mejor
guarida para ese loquito acá en Quillota que el Mayaca” ()
62
El Enigma de la Novia del Cementerio
De las leyendas vinculadas al Cementerio del Cerro Mayaca,
quizás una de las más emblemáticas sea la de la afamada novia.
Esto, porque con el pasar de los años logró traspasar las
enormes paredes de piedra del campo santo, pasando a ser
parte de la tradición oral de los habitantes del sector. Por
generaciones, los niños y niñas que han crecido en este lugar,
visitan temerosamente la tumba de esta misteriosa mujer cuyo
cuerpo embalsamado se traslucía a través del vidrio de una de
las bóvedas del Cementerio hasta hace poco años atrás14.
La novia le decían porque se contaba era una mujer que estaba
por casarse antes de su prematura muerte, especulándose que
su amado novio pidió que la embalsamaran para imaginar que
simplemente estaba dormida y no dejar de contemplarla jamás.
Otros sin embargo, contaban que era una joven que falleció el
día de su primera comunión, por lo que por sus ropas blancas
adquirió esa denominación.
Sin embargo, lo cierto es que esta mujer era casada y tenía tres
hijos que estudiaban en el Instituto Rafael Ariztía, padeció una
14 Actualmente, yace en un ataúd que se trasluce a través de un vidrio.
63
enfermedad muy dolorosa y dicen que transitó por distintos
hospitales hasta morir en Santiago. ¿Por qué su particular
tumba?, pues eso nadie lo sabe y seguirá siendo parte del
misticismo que rodea las historias que se cuentan de ella.
“Cuando nosotras éramos chicas íbamos al Cementerio a jugar,
a buscar misterios, se contaban historias de terror y una iba
toda asustada. La tumba de la novia yo iba por ir con los demás
niños, pero llegaba allá y cerraba los ojos, no los habría nunca
por miedo. Yo creo que la historia de la novia es lejos la que
más marca ese lugar. El Cementerio es un lugar que en general
nosotros acá queremos mucho, ahí está tu familia enterrada,
ahí jugábamos y ahí muchos vecinos trabajaban antiguamente
en torno al Cementerio” ()
“De chicos era el paseo obligado ir a la tumba de la novia, no
nos cansábamos de ir una y otra vez, es como una de las más
emblemáticas esas tumbas, por lo mismo la historia se debe
haber ido agrandando y agrandando, pero yo tengo bellos
recuerdos de ese tiempo, los niños íbamos de inocentes no más
a jugar allá al Cementerio” ()
64
El Cacho Ochoa: De Pistolero a Santo Milagroso
El 13 de junio de 1973, el detective Solón Salas Fuentealba
pateó la puerta de la habitación donde se hospedaba el
argentino Oscar Olegario Ochoa en la posada "La Quintrala" a
unos 30 kilómetros de Viña del Mar. Salas creyó que el
pistolero y asaltante de joyerías dormía. Pero se equivocó.
Ochoa, también conocido como "Cacho" o "El Mendocino", lo
estaba esperando. Ni bien la puerta se hizo trizas, Salas recibió
tres balazos en distintas partes del cuerpo; el último en la
cabeza.
Desde adentro de la pieza se escucharon los ruidos de los
vidrios rotos. Oscar Olegario y su cómplice chileno comenzaban
la huida.
Ochoa, en realidad nacido en Córdoba y asaltante de bancos y
joyerías a ambos lados de la cordillera, ya no tenía destino:
había matado a un policía y sus horas estaban contadas. Un día
después, su cómplice se entregó y confesó que él nada tenía
que ver con el homicidio del detective.
65
Para Oscar Olegario las cosas fueron más complicadas. Escapó
durante 48 horas y resistió su detención a tiros. Lo mataron el
mediodía del 15 de junio en un campo de alfalfas ubicado entre
las localidades de Limache y Quillota. Para los uniformados
chilenos, la tarea tampoco fue sencilla: más de 300 hombres,
tres helicópteros y unos 20 perros de seguimiento fueron
necesarios para acorralar al pistolero.
Ochoa murió y dicen que desde Argentina nadie reclamó su
cadáver. Que por las radios se pidió a los oyentes que
aportaran dinero para darle un ataúd de madera y enterrarlo
en el cementerio en algo que no fuera una fosa común. Y
entonces comenzaron los milagros: se recaudó tanta plata que
el cuerpo de "Cacho" fue a parar a un cajón demasiado lujoso
para tratarse de un delincuente. Y los milagros continuaron
después, cuando alguien -no se sabe quién- le pidió un favor
ante la tumba y Ochoa se lo concedió. Desde entonces, la
tumba ubicada en el Cementerio del Cerro Mayaca es una de
las más visitadas. Hay al menos cien placas de agradecimientos
por "los favores concedidos". Y las flores, siempre frescas,
jamás dejan de adornarlo.
66
“El Cacho Ochoa dice la gente de por acá que es muy milagroso,
yo me acuerdo cuando lo andaban persiguiendo como por la
radio iban relatando los hechos, entonces fue un suceso del que
todo el mundo estaba pendiente, además que uno se imaginaba
que ese delincuente podía aparecer en el patio de tu casa en
cualquier momento si andaba fondeado por Quillota.
La cosa es que cuando ya lo mataron claro pidieron plata para
su sepultura y de tanto que junto terminó con una media
cuestión. La novia y el Cacho Ochoa son las tumbas que la gente
más iba a ver acá entonces ahí más se iba alimentando el mito,
pero yo tengo una vecina que dice que le concedió el milagro así
que por algo tiene su fama el hombre” ()
“El Cacho Ochoa fue todo un revuelo no solo acá cuando lo
vinieron a enterrar, sino que en todo Quillota y Valparaíso
también. La cosa es que la gente acá de la población es súper
creyente y al tiro empezaron las vecinas a ir a pedirle favores
porque se suponía que le había concedido un milagro a una
señora de por acá que estaba enferma y se sanó. Y así, empezó
la gente a ir a visitarlo, y así no más el tipo paso de malandrín a
67
santo y los primeros que ayudamos a eso fuimos los que
vivíamos acá que creímos en sus poderes milagrosos” ()
68
Agradecimientos
El Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) y la I.
Municipalidad de Quillota agradecen a todos y todas quienes
participaron de este libro entregando sus valiosos testimonios
para reconstruir los casi setenta años de historia de
poblamiento masivo del Cerro Mayaca Bajo.
Rescatar, proteger y divulgar la riqueza que guarda la historia
de este lugar resulta esencial en el proceso de apropiación de
las transformaciones que el barrio ha experimentado en estos
últimos años con la intervención del Programa Quiero Mi Barrio
del MINVU.
Lejos de que las diversas identidades dividan las historias de
cada uno de los sectores que componen el barrio, hoy se
transforman en la piedra angular desde donde sus habitantes
construyen juntos la historia futura, pues todas ellas se
entrelazan desde valores comunes de su gente: esfuerzo y
solidaridad.
En medio de la modernidad, la identidad territorial reivindica su
importancia como elemento de anclaje y sentido en el habitar.
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Orgullosos de su historia, penas y alegrías, los habitantes del
Cerro Mayaca Bajo dan muestras de cómo ese arraigo se
transforma en la esencia de sus oportunidades de desarrollo.
Agradecemos también la colaboración del Museo Arqueológico
de Quillota y el Periódico El Observador, a través de su Director
Roberto Silva Bijit, cuyos aportes fueron fundamentales en la
reconstrucción histórica de la primera parte de este libro.
70
Bibliografía
Bibliografía No hay ninguna fuente en el documento actual.
71
Anexos
Crónica de la Emboscada a Gonzalo de Los Ríos en el Cerro Mayaca
“Pues llegados que fueron al valle de Guillota, pidióles el
capitán indios para cortar madera de que se hiciesen tablas
para el barco; diéronselos cautelosamente muchos más de los
que pidió por descuidarlo, y así mismo comenzaron a sacar el
oro de que había abundancia en las minas; y un día que los
vieron descuidados, vino el señor principal del valle con unos
granos de oro gruesos como nueces al capitán Gonzalo de los
Ríos, dejando toda su gente emboscada junto a ellos, y le dijo:
"Señor, toma este oro, que como éste te daremos breve lo que
prometimos a Valdivia". Gonzalo de los Ríos tomó el oro y
estándolo mirando, el indio alargó la mano y sacándole el
espada de la cinta le tiró una estocada con ello y dio voces
llamando su gente. Salieron de sobresalto contra todos ellos
con tanto ímpetu, que aunque estuvieran sobre aviso los
mataran todos, como los mataron, dándoles tantos flechazos
por el cuerpo, teniéndolos cercados, que los pobres españoles,
viéndose en tanta necesidad, pelearon desesperadamente sin
que quedase ninguno de ellos a vida, si no fue el capitán
72
Gonzalo de los Ríos y un negro, que acertaron a tener los
caballos ensillados cuando oyeron salir los indios de la
emboscada; y como el indio le sacó al capitán la espada de la
cinta, huyeron a los caballos y llegaron a la ciudad de Santiago
diez y seis leguas de camino en un día, donde Valdivia fue
avisado de lo sucedido” (Alonso de Góngora Marmolejo, 1575)
73
Actas y publicaciones de prensa referidas al Cerro Mayaca y
sus moradores
Oficio N° 469 Gobierno Departamental Quillota, abril 27 de 1844 “El excelentísimo Señor Don José Manzo, Presidente de la Real
Audiencia, siendo Presidente del Reino de Chile en 1745, dictó
una ordenanza con fecha 23 de abril de dicho año, que contiene
las instrucciones que debía observar el Superintendente General
Dn. Martín José de Larraín para dirigir la población de la Villa
de Quillota que había sido erigida en 1717, la cual Ordenanza se
halla suficientemente autorizada en los autos del pleito que
sigue esta Ilustre Municipalidad sobre la propiedad del Cerro
Mallaca, y de la que tengo una copia en mi poder. El artículo 3°
de ella es como sigue: “Hará que se forme una cañada desde la
acequia madre de que saca agua para distribuirla a los solares
de la Villa por la falda del Cerro Mallaca hasta el río, dándole el
largo de 30 varas, o el mayor que el terreno permitiese, para
que sirva de entrada y salida”. En el artículo 15° se dispone lo
siguiente: “A todos los solares distribuirá el agua de modo que
74
todos se rieguen, uno en pos de otro, y se permita que el
repartimiento se enclaustre dentro de cerco alguno el que se
hará a costa de todos los interesados y para ellos ejecutarlo, se
valdrá de personas prácticas y no permitirá que se extravíe el
agua de las acequias por las calles, porque todos se han de
regar, por lo interior de ellos en la forma dispuesta”.
De los dos artículos anteriores se deduce que la calle llamada
actualmente 18 de Septiembre debe ser una cañada de 30 varas
por lo menos contadas desde la acequia que distribuye el agua
para la población, y que las tomas que reparten el agua para
cada hilera o islas de manzanas de la ciudad, no deben estar
adentradas como están actualmente, sino que deben hallarse a
disposición del público en la indicada cañada. Esto se
comprueba con la simple inspección de la expresada calle pues
se notan a primera vista las usurpaciones que se han hecho a la
cañada y que subsisten casi en su totalidad las paredes que le
daban la dirección desde la Alameda hasta el río como dispone
el artículo 3°.
El artículo 1° de los adicionales de la Ley de 17 de diciembre de
1842 dispone, “Que todos los caminos públicos y calles que
75
hayan sido variadas sin permiso de la autoridad competente y
los terrenos de ellos que el público haya sido despojado por
usurpaciones de los vecinos, serán restituidas a su antiguo
estado sea como fuese el tiempo transcurrido desde la
usurpación” y aunque el artículo 2° dispone que los
gobernadores decreten y hagan ejecutar las restricciones antes
dichas, el que suscribe ha creído que la Municipalidad debe
tomar consideración de este asunto hasta esclarecer
perfectamente si ha habido usurpación y en segundo lugar en
qué términos debe reclamarse de los poseedores el terreno
usurpado tanto porque hay algunos edificios en él como porque
cree que habrá que hacer algunos gastos para recuperarlos lo
cual solo puede hacerse con acuerdo de la Municipalidad.
Dios guarde a usted Gregorio Amunátegui
76
“Eximir a Don José Prudencio Ravest del Censo que paga a la
municipalidad de Quillota por la parte del cerro que había
comprado a la Corporación, en razón de haber justificado que
había comprado una cosa que era de su propiedad i no del
público como se creyó” (Libro de la Gobernación de Quillota
Tomo XIII)
“Se da cuenta que Don Pioquinto del Fierro pretende tomar
posesión del terreno que la ciudad tiene arrendado a Santos
Castillo en el Cerro Mallaca” (Libro de la Gobernación de
Quillota, Tomo XVI del 11 de junio de 1845)
“El Alcalde Sr. Morán informa que la Comisión que está
encargada de revisar la situación de los terrenos del Mallaca,
77
está muy avanzada y pronto dará cuenta de su gestión,
especialmente en cuanto al pago de los cánones de arriendo”
(Diario El Correo de Quillota, 23 de junio de 1878)
“Se informa la existencia de un molino con el nombre de San
Leonardo en las faldas del Cerro Mayaca en el lugar donde se
instaló el primer molino de Quillota en la falda que mira hacia el
oriente, y que hace pocos años era conocido como Molino de
Morán.
El canal que surte de agua a la ciudad es el que presta la fuerza
motriz a su rueda hidráulica” (Diario El Correo de Quillota, 18
de julio de 1878)
“Adrián Aravena, Mateo Aceituno, Rafael Ulloa, Arturo
González, Manuel Piñol, Eusebio Olivares i Luisa Zamora,
arrendatarios de pisos del Cerro Mallaca piden se deje sin
efecto la resolución de la Alcaldía que ordenó aumentar el
precio de arriendo de sus terrenos” (Sesión Municipal, 22 de
junio de 1917).
78
Archivo de la Gobernación de Quillota referido al Cementerio del
Cerro Mayaca
Quillota, Diciembre 30 de 1873 Tengo el honor de contestar el Oficio de V.S. N°657 fecha 9 del
corriente, por el cual tiene a bien pedirme datos relativos al
cementerio de mi cargo…
… Dando cuenta digo: el Cementerio de Quillota está situado al
Noroeste de la Ciudad sobre la cima de una colina, (está como
aquel de propiedad municipal). Por el año 1850, se estendió el
cementerio al costado norte y tomó la forma de martillo o
escuadra de carpintero: con la cual mide en la actualidad una
superficie de metros cuadrados 5.700. El año 1871 el infrascrito
dividió el cementerio en dos secciones por medio de una berja
de madera sobre cimientos de piedra i de cal i ladrillos,
comunicándose ambos departamentos por dos puertas de la
misma berja y reservándose la parte alta y plana para los
mausoleos y sepulturas de familia… y de la parte inclinada o
falda del cerro está dedicado para las sepulturas que se pagan
79
por un año. En este mismo departamento en la parte inferior o
más baja se ha reservado un lugar para sepultura de los que
mueren por enfermedades contagiosas como viruelas; i la zanja
o fosa común para los pobres de solemnidad. En el primer
departamento, es decir el dedicado a sepulturas de familia, se
hallan siete mausoleos de mármol, doce hermosas lápidas de
mármol; diez y siete bóvedas de cal y ladrillo en todo treinta y
seis sepulturas de familia … Este mismo departamento y al lado
poniente se ha reservado un lugar de una superficie de metros
cuadrados 400 con el título de Cementerio Laico; en
cumplimiento al Decreto de S.E. el Presidente de la República,
en el solo se ha sepultado un párvulo hijo de un disidente
alemán.
… Los empleados del cementerio es uno solo el pantionero
(vulgo) que hace las veces de mayordomo: el cuida el aseo de la
capilla i el cementerio a su cargo están las llaves, herramientas
y sacristía i ejecutar las órdenes del jefe que lo nombró, carece
de sueldo: en los dos años dos meses que sirve este cargo, la
Municipalidad no le ha asignado ninguno todavía en los
presupuestos para el año 1874, se pensó en asignarle 50$ por
80
una sola vez, esta idea que surgió del tesorero no la pudo llevar
a cargo por los escasos recursos de la municipalidad a pesar de
conocer la probidad de este empleado: sin embargo el como sus
antecesores cobra dos reales por cada cadáver a los que van a
sepultar, pero unos le dan i otros le injurian escusándose de
pagarlos.
Réstame dar cuenta a su señoría de las necesidades que pesan
sobre el Establecimiento de mi cargo. A juicio del infrascrito son
las siguientes: un Reglamento autorizado por el Supremo
Gobierno; un carro mortuorio para conducir los cadáveres;
arreglar el camino que sube al cementerio; la conclusión de los
trabajos iniciados este año en el costado norte de la Capilla;
arreglo de las murallas y bardos del cementerio que el temblor
del 7 de Julio dejó en mui mal estado.
Comprar a la vecina colindante señora Rodríguez un pedazo de
cerro de metros 45 la longitud por metros 13,50 de ancho para
regularizar el departamento de mausoleos, dándole hermosa
vista con la continuación de la muralla de piedra i cal i ladrillo
iniciada por el infrascrito…
81
Es cuanto tengo que informar a V.S. Dios guíe a V.S. José del C. Alvarado Al señor Gobernador del Departamento de Quillota (Extracto del Archivo de la Gobernación de Quillota, Volumen
N° 11)