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Encanto de Barrio Rescate de la Historia y Memoria Colectiva del Cerro Mayaca Bajo

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Encanto de Barrio Rescate de la Historia y Memoria Colectiva del Cerro Mayaca Bajo

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1

“Con dificultad habrá en la República un paraje más poético i que presente

perspectivas más variadas y pintorescas. Colocando al observador sobre la

cima i mirando hacia el sur ve a sus pies la multitud de árboles que por

doquier se alzan, perfumando el aire con sus flores y refrescándolo al pasar

por entre sus copas tejidas de hojas i agobiadas frutas…”

(Benjamín Vicuña Mackenna, 1877)

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Equipo Ejecutor: SEREMI MINVU Región de Valparaíso

Ondina Collao Acosta

Karina Herrera González

Angélica Pacheco Díaz I.Municipalidad de Quillota

Jennifer Álvarez

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3

Índice

Prólogo ................................................................................................ 4

El Cerro Mayaca en la historia … ......................................................... 7

De la Época Precolombina a la República ........................................ 7

El Cementerio: la ciudad de piedra y mármoles ............................ 16

Fragmentos de la Memoria Colectiva ................................................ 25

El Cerro se empieza a poblar … ..................................................... 26

Las tradiciones de campo en el modo de habitar .......................... 40

Leyendas del Cerro Mayaca .......................................................... 58

El Loco Eustaquio: El personaje y la ficción ............................... 59

El Enigma de la Novia del Cementerio ....................................... 62

El Cacho Ochoa: De Pistolero a Santo Milagroso ....................... 64

Agradecimientos ............................................................................... 68

Bibliografía ........................................................................................ 70

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4

Prólogo

Enigmático, atractivo, profundamente cautivador, ese es sin

duda el Cerro Mayaca. Cada historia, cada encuentro con su

gente, nos transporta a un mundo lleno de memorias,

anécdotas y leyendas plasmadas por el profundo arraigo que

tienen los vecinos y vecinas con este lugar que ha sido testigo

de innumerables luchas colectivas por superar las más terribles

adversidades que debieron enfrentar durante los primeros años

de vida en este lugar.

“Mayaca, Un Condenado a Muerte” tituló en los años ochenta

un afamado periódico quillotano1, refiriéndose a las precarias

condiciones de salubridad que existían en el lugar. Los vecinos

recuerdan esa época de extrema pobreza como una de las

etapas más duras de sus vidas, sin embargo lograron “doblegar

al destino”, como ellos mismos orgullosamente relatan, y hoy el

barrio ya no es ese aislado sector de antaño del cual se decían

tantas cosas, convirtiéndose en un lugar cargado de un

misticismo que hace que el visitante se encante con sus

1 El Observador, 21 de noviembre de 1970

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habitantes y la inmensidad del valle, resguardado por su eterno

compañero: el Cerro Mayaca.

Este mágico lugar, donde el tiempo parece transcurrir con otro

ritmo, ha tenido un rol preponderante no solo en la historia de

quienes viven en él, sino también en la historia de nuestro país.

“No cabe la menor duda que el Pucará2 de Quillota estaba

situado sobre el Cerro Mayaca, que es una fortaleza natural de

inmejorables condiciones” señala el historiador Carlos Keller en

su libro “Los Orígenes de Quillota”; así, existen diversos

vestigios que dan cuenta de la relevancia histórica del lugar que

no siempre ha sido lo suficientemente valorada.

Este libro, surge como un rescate de las identidades del sector,

a través de un proceso de investigación historiográfica que

intentó dar cuenta de la importancia del Cerro Mayaca a lo

largo de la historia, así como también rescatar la memoria

colectiva de los habitantes de la parte baja del cerro, lugar

desde donde se originó el poblamiento masivo de éste a

principios de 1950 y donde actualmente interviene el Programa

2 Fortaleza de la época precolombina construida generalmente con

gruesos muros de pirca.

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Quiero Mi Barrio del Ministerio de Vivienda y Urbanismo

(MINVU), conjuntamente con la I.Municipalidad de Quillota.

Encanto de Barrio, se llamó al proyecto que dio origen a

distintas iniciativas de rescate de la identidad del sector que se

ejecutaron durante la segunda fase de intervención del

Programa Quiero Mi Barrio, en el marco del cual surge la

presente publicación, que junto otras iniciativas, como la Feria

Fotográfica y el Tour Patrimonial del Cerro Mayaca Bajo, logran

catalizar un proceso de valoración y sincretismo de la propia

historia vecinal con la de épocas pasadas del lugar,

fortaleciéndose así las identidades sobre las cuales la

comunidad comienza a construir su historia futura.

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7

El Cerro Mayaca en la historia …

De la Época Precolombina a la República

Los primeros vestigios de ocupación del Cerro Mayaca datan de

la época precolombina, de allí el origen de su nombre en

Quechua3 (Malla = Huerta ; Ca = Alrededor), cuando los grupos

agro alfareros de las Culturas Bato y Llo Lleo se asentaron en la

ribera sur del curso inferior del Río Aconcagua.

Por la fertilidad de los suelos, la regularidad de su clima y la

variedad de su flora y fauna, este valle se hizo conocido entre

los grupos aborígenes provenientes del Perú, los que con

frecuencia, hablaban del fértil "Valle del Chili", en donde

habitaban "los Quillotas" (Museo Histórico-Arqueológico de

Quillota, 1992).

Hacia el siglo IX de nuestra era cristiana, el valle estaba poblado

por la Cultura Aconcagua, en lo que se ha denominado

arqueológicamente Período Alfarero Medio y corresponde a la

3 Idioma del Imperio Inca

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época de mayor desarrollo cultural aborigen del valle de

Quillota.

Junto con la Cultura Aconcagua se recibió en el valle el influjo

de la Cultura Diaguita, con sus técnicas alfareras y trabajo

agrícola, dando forma al Complejo Cultural Aconcagua-

Diaguita-Incaico, pues en el siglo XV, se hizo efectiva la zona la

invasión del Imperio Inca, que se estableció en Quillota y sus

alrededores, con el fin de realizar la explotación agrícola de los

suelos quillotanos.

“La primera invasión de nuestro actual territorio se produjo en

1485, cuando el Inca Huayna Capac logra llegar hasta las riberas

del Maule, donde es rechazado por los araucanos, que lo hacen

retroceder a los valles de Aconcagua, Quillota y Mapocho.

Debido a estos problemas, en 1525 el Inca Huascar envió un

ejército de 100.000 hombres para que apaciguaran la región y

sometieron a sus habitantes al régimen imperial. Seguramente

en esta época construyeron el Pucará o Casa Fuerte del Cerro”

(Silva, 1986)

Esta historia tan lejana, desde la oralidad no lo es tanto para los

habitantes del Mayaca, pues de alguna u otra forma la mayor

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parte de sus habitantes saben o han oído hablar de estos

primeros moradores del lugar. Muchos vecinos y vecinas

relatan que cuando recién llegaron a vivir aquí y comenzaron a

edificar sus viviendas, en la remoción de tierras se encontraron

un sinfín de vestigios de lo que sabían eran restos de “pueblos

muy antiguos”.

“Cuando empezaron a llegar la gente de Aconcagua Norte, fue

muy sabido que una señora encontró en el patio de su casa algo

que era como un ataúd de piedra chiquitito, que debió ser de un

niñito porque era muy pequeño. Eso vinieron no sé de donde a

buscarlo, se lo llevaron para investigarlo y no se supo más qué

pasó con eso” (José Miguel Álvarez, vecino Cerro Mayaca Bajo)

“Acá claro que hay gente que ha encontrado de todo en sus

casas, cosas así como de artesanía antiguas y puntas de flechas,

eso se dio mucho sobre todo cuando recién llegamos acá, pero

existe poca valoración de eso y ahí quedan esos

descubrimientos sin pena ni gloria, pero evidentemente que

aquí nosotros no fuimos los primeros habitantes y por distintas

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razones este cerro ha sido muy valioso a lo largo de la historia,

si dicen que hasta el Pedro de Valdivia anduvo por aquí” ()

Uno de los más importantes vestigios que aún permanecen son

las piedras tacitas que se encuentran en la ribera del río por el

sector del El Peumo. Las piedras tacitas son morteros

comunitarios hechos sobre rocas, que en este caso tendrían

una data de aproximadamente 2.000 años A.C. Algunos

estudiosos incluso les han atribuido la condición de altares para

sacrificios de animales, existiendo bibliografía que sugiere el

origen de la costumbre del ñachi4 a rituales arcaicos en piedras

tacitas.

“Esas piedras siempre las abuelas decían que eran de los indios,

que las usaban para moler oro, pero la verdad uno no sabía

bien y entonces como que no creímos, siempre ese fue como un

lugar de juegos para los niños, pero yo le juro que no imaginaba

la importancia y lo antiguas que eran. De hecho, antes habían

más y se fueron tapando de matorrales y otras que se fueron

4 El ñachi o ñache es una comida de origen mapuche consumida en Chile, que se prepara con sangre fresca de animal y diversos aliños como cebolla, ajo, cilantro y limón.

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perdiendo con las crecidas del río, pero ahora claro que

sabemos el tesoro que tenemos aquí mismo” ()

Con la Conquista Española, en el siglo XVI hacia 1536, llega al

Valle de Quillota el soldado español Diego de Almagro, quien

informado sobre la belleza, exuberancia y hospitalidad del valle,

se encaminó hacia Quillota. Entró en conversaciones con sus

habitantes, quienes ya habían conocido a otro español,

Don Gonzalo Calvo de Barrientos, expulsado por los

conquistadores, por delitos cometidos, quien ya había dado a

conocer a los aborígenes quillotanos las características de la

Cultura Europea. A Almagro en el Valle de Quillota, Quilicanta5,

no sólo lo recibió amablemente sino que le rindió grandes

honores; Michimalonco6 no fue parte de la recepción, por el

contrario con la instrucción militar entregada por Calvo de

5 Quilicanta fue el Gobernador incaico (Apunchic) de Quillota, convertida en 1536 en el centro administrativo de la provincia incaica de Chile o "wamani de Chile", que comprendía el territorio entre los ríos Choapa y Maipo, incluido el valle del Río Mapocho, durante la invasión española al Collasuyo en 1541. 6 Michimalonco, Michimalongo o Michimalonko (en mapudungún cabeza de antorcha, de muchui, tizón, ma, ardiente, y lonco, cabeza), fue un cacique picunche que opuso tenaz resistencia a la conquista de sus territorios por los españoles.

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Barrientos se sentía capaz de expulsar al nuevo invasor;

encontró en Felipillo, un súbdito inca que acompañaba a la

hueste de Almagro cumpliendo la función de traductor, un

aliado a la resistencia. El clima subversivo que impuso

Michimalonco, obligó a Quilicanta a huir de Quillota, en tanto

Almagro quiso apresar a Felipillo, quién huyo hacía el Norte.

Almagro recorrió el valle de Quillota y sus alrededores,

hallándose con el río Aconcagua desbordado y con pocas

posibilidades de hallar el oro ansiado, por lo que regresó al

Perú.

Años más tarde, la expedición de Pedro de Valdivia llega a

Quillota, no encontrando la misma amabilidad que en un inicio

recibió a Almagro. “Valdivia tuvo que librar una batalla en regla

para tomarse el Pucará construido por Michimalonco. En el

asalto resultaron muchos españoles heridos y uno muerto, y

difícilmente habría triunfado si Rodrigo de Quiroga no logra

apoderarse de Michimalonco y provocar con su captura la

dispersión de los indios” (Encina en Silva, 1986).

Pedro de Valdivia deja a Gonzalo De los Ríos, abuelo de la

afamada Quintrala, a cargo de un destacamento de soldados, por

lo que en agosto de 1541 De Los Ríos se dirige a parlamentar con

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el cacique Tangalonco, pues le habían prometido oro los

indígenas del Mitimae7 de Quillota. Pero cayó en una emboscada

de Tangalonco, que se subleva en Quillota y mata a los

españoles, negros e indios peruanos8.

Así, el Cerro Mayaca puede vanagloriarse, cuenta Roberto Silva

en su libro Quillota en el Corazón, de haber sido testigo de la

gallardía de nuestros insignes antepasados que lucharon

estoicamente en su cumbre, atesorando una vez más sus

tierras un hito de gran valor histórico.

Del Mayaca colonial no es mucho más lo que se sabe,

existiendo sólo fragmentos de historias que nos permiten

reconstruir lo que ocurrió durante esta época con sus tierras.

Según, Eduardo Linqueo, extinto Historiador del Museo

Histórico Arqueológico de Quillota, la primera casa patronal

7 El término mitimaes es un derivado de la palabra quechua mitmay, idioma en el que significa desterrar.1 Son conocidos también como mitmakuna o mitmaqkuna. Fueron grupos de familias separadas de sus comunidades por el Imperio inca y trasladadas de pueblos leales a conquistados (o viceversa) para cumplir funciones económicas, sociales, culturales, políticas y militares. Ninguna otra política afectó tanto la demografía y conjuntos étnicos andinos como ésta de los mitimaes: se llega a afirmar que hasta una cuarta parte de la población del imperio fue desarraigada por esa práctica. 8 Ver Anexo “Crónica de la Emboscada Gonzalo de Los Ríos en el Cerro Mayaca.

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chilena data de 1542 cuando Pedro de Valdivia toma para sí

estas tierras y levanta a los pies del cerro donde estaba el

Pucará Incaico algunas construcciones.

La legislación colonial, según el trabajo de Fernando Silva

Vargas (2004), consideraba al indígena como sujeto miserable,

es decir, carente de autonomía, pero, a su vez, contemplaba el

reconocimiento de los derechos de propiedad de éstos. En la

mensura que hace Ginés de Lillo de las tierras de Quillota entre

1604 y 1605, se examinan los títulos y deslindes de las tierras

de indios del Malloca (Mayaca), pertenecientes a la

encomienda del capitán Juan de Barrios. Hacia la década de

1740, los indios del Mayaca fueron llevados a Poncagüe (La

Palma), nombre de la estancia de don José Valentín Marín y

Azúa, Marqués de Cañada Hermosa. Finalmente, los indios que

habían sido de la encomienda de dicho Marqués, fueron

instalados en una hijuela asignada por quien aparecía como

dueño del dominio de La Palma, don Ramón Cortés.

Esta última mención dice relación con la traslación de los

indígenas, hasta contemplar la entrega de una cuantas cuadras

de tierras. El gobernador don Francisco Ibáñez de Peralta,

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facultó a don Tomás Ruiz de Azúa Iturgoyen, familiar de los

Amasa, Azúa y Cortés, con el objeto de trasladar a los indios a la

estancia del Melón, que en esos años pertenecía a su esposa

doña María Constanza Marín y Azúa.

Luego del Marqués, recayó la encomienda en manos de don

Gaspar Calderón. Sucedió en la encomienda su hijo Tomás

Calderón, el cual, compra a don Juan Jofré y Gaete, la estancia

de Peteroa y la del Astillero en el Maule. Una vez terminada la

encomienda se dio merced a don Antonio Carvajal Campofrío y

Osorio de Cáceres. Este señor compró las tierras del Mayaca,

deslindantes a las tierras de San Pedro de Putupur y las asignó

por pueblo de sus indios. Pero no sólo eso, prolongó don

Antonio sus tierras del Mayaca y San Pedro adquiriendo la

propiedad de Rautén.

Posteriormente, la propiedad del cerro pasa a ser municipal, y

según consta en distintas actas de la Municipalidad y de la

Gobernación de Quillota sus canteras y tierras se fueron

arrendando9.

9 Ver Anexo “Actas y publicaciones de prensa referidas al Cerro Mayaca y sus moradores”

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El Cementerio: la ciudad de piedra y mármoles

Para el afuerino, pensar en vivir con un cementerio literalmente

encima de la casa es algo que podría resultar asombroso, sin

embargo paradójicamente los habitantes del Cerro Mayaca

Bajo consideran al cementerio un vecino más. Esto claramente

porque el morador más antiguo del cerro para ellos es el

cementerio, por tanto no hubo jamás una invasión a su espacio

vital, por el contrario los primeros habitantes que comienzan a

poblar el sector en la década del cincuenta hablan del fuerte

vínculo que ha existido siempre con este lugar.

“…nosotros le ganamos espacio al cerro, llegamos a invadir

nosotros algo que ya existía, por eso que sabemos que si el

cerro la cobra para un terremoto o una lluvia fuerte, no queda

más que volver a empezar. Nuestra casa hemos tenido que

volver a pararla varias veces después de terremotos, salieron

ataúdes que se movieron del cementerio, se ha venido abajo la

ladera, pero a nosotros nada, es como un vecino más el

cementerio. No tenemos miedo, ni nos da nada tener el

cementerio encima de las cabezas porque aquí los que llegamos

después fuimos nosotros”. ()

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“la gente de afuera siempre piensa que cómo podemos vivir con

el cementerio arriba, se cuentan historias de miedo, pero a mí

me da igual todo eso, yo lo único que sé es que así como aquí

nací, en la que ha sido mi casa toda la vida, aquí mismo me voy

a morir y aquí me van a enterrar. Eso es para mí el cementerio,

un lugar al que le tengo cariño porque ahí está mi gente, ahí

quedaré yo y allí cuando chico iba a jugar como si fuera el patio

de mi casa, así que miedo jamás, sólo respeto y cariño por el

lugar” ()

De hecho, los primeros vecinos y vecinas que llegaron a vivir a

la parte baja del cerro y que se pudo entrevistar para la

elaboración de este libro, concentrados mayoritariamente en

los sectores de El Peumo y Rosales Kennedy, dicen que el

primer “vecino” en tenderles una mano ante sus precarias

condiciones en las que llegaron a instalarse a este lugar fue

precisamente el cementerio, pues en una primera etapa el agua

que se utilizaba la sacaban desde allí bajándola por su ladera

hacia pilones de piedra que actuaban como receptáculos. Se

pudo identificar la existencia de a lo menos tres de estos

pilones de agua, que quedaron instalados siendo parte de los

patios de vecinos de El Peumo, y que jugaron un rol clave en la

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articulación social de los vecinos del sector, puesto que eran

lugares de encuentro, donde la organización en la distribución

del agua fue esencial para la intensa vida comunitaria que

estaba por desarrollarse en los años venideros.

Pero, ¿cuál es la historia del Cementerio del Cerro Mayaca que

alberga, entre sus curiosidades y sepulcros, un “muerto a

bofetadas” según consta en su libro de inhumaciones y además

un, más clandestino, hexagrama de hechicera grabado en el

techo de uno de sus mausoleos?

Durante muchos años, en la ciudad de Quillota se reconocía

como fecha de creación del cementerio el año 1850. Sin

embargo, una investigación realizada en el año 2014 por la

historiadora Ana María Ojeda y la arquitecta Patricia Sepúlveda,

descubre en el proceso de revisión de los libros del cementerio

que su existencia es anterior al Cementerio General de Santiago

que data de 1821, este último reconocido a nivel nacional como

el primer cementerio del país. Es decir, el cementerio de

Quillota sería el primer Cementerio de la República de Chile, y

sus orígenes estarían en el periodo histórico que denominamos

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proceso de Independencia, en la etapa de la Reconquista,

propiamente tal.

“Quizás podemos aventurar que el uso mortuorio fue el

segundo que tuvo este cerro isla, en primera instancia un lugar

con una fortificación militar y luego después de la instalación

de la República la ubicación del Cementerio” (Ojeda &

Sepúlveda, 2014).

Además, la citada investigación pudo determinar la sub -

utilización del Cementerio, llegando a encontrarse hasta cuatro

propietarios de un mismo sitio funerario. Así, el primer

propietario del que se encontró registro data de 1815, lo cual

sustenta la tesis de la antigüedad del cementerio.

Asimismo, el cementerio ha sido siempre el punto neurálgico

para desarrollar una serie de oficios por parte de los habitantes

del sector, tal como hoy se observa a las floristas, los

estacionadores de autos o los almacenes, en el pasado

existieron un sin número de oficios en torno al campo santo

que hoy son recordados con nostalgia. Dentro de ellos, la

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familia que tenía las carrozas fúnebres tiradas por caballos son

sin duda los más recordados, pasando a ser parte del

patrimonio histórico no sólo del sector sino de la ciudad.

“Las persianas de los comercios se cerraban lentamente al paso

de las carrozas. El pueblo se detenía para ver el

acompañamiento. La gente seguía a caballo.

Los coches eran tirados por dos, cuatro y hasta seis caballos.

Los choferes se vestían con frac y guantes blancos” ()

“Esas carrozas eran preciosas, donde ahora está El Castillo10 ahí

guardaban los coches, esa fue una familia dedicada por

tradición, generaciones de generaciones a eso de las carrozas

fúnebres. Según lo importante de la familia del difunto y la

plata que tuvieran, si eran de alcurnia se arrendaba más de una

carroza porque en las de atrás iban los familiares, para la gente

más humilde con mucho esfuerzo la carroza donde iba el

10 Actualmente sede social de la Junta de Vecinos del sector El Esfuerzo.

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difunto y todos detrás caminando por esa subida que era de

tierra, resbaladiza y se hacía eterna” ()

“…otra cosa que se hacía era el velorio de los angelitos, ahí

había una carroza blanca, o no me acuerdo bien si la vestían de

blanco, pero si los caballos no eran negros. Pero a ese entierro

solo iban los hombres porque las mujeres se quedaban

acompañando a la mamá del angelito en la casa, no era triste si

porque se decía que no se podía llorar por el angelito…” ()

El velorio del angelito al que alude la vecina es una de las

tradiciones populares más arraigadas en el campo chileno, con

distintas variantes es incierto determinar de qué forma

exactamente se realizaba este rito en el Cerro Mayaca Bajo.

Se denominaba angelito a los niños que fallecían antes de

cumplir los tres años, aunque en ocasiones la práctica se

realizaba a niños de hasta siete años. Ésta era una ceremonia

que consistía en el constante rezo del rosario y cánticos

piadosos, acompañado de cena de medianoche, ingesta de licor

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conocido como "gloriao" (nombre que dice relación con la

gloria del niño al ir al cielo), y quema de incienso. Asimismo, en

una mesa, la "mesa de los santos", se colocaban distintas

imágenes religiosas, prendiendo una sola vela rodeada de

flores blancas, e instalándose un altar donde, muchas veces, se

colocaba el cadáver del niño muerto disfrazado como ángel:

vestido con una túnica blanca adornada con lazos celestes y,

algunas veces, con unas alitas para ayudarle en su viaje

celestial. En ocasiones se instalaba el cuerpo del niño sentado o

de pie, con las manitos juntas apretando un ramo de flores

blancas. La jornada se acompañaba de rezos, cánticos y,

ocasionalmente, un baile conocido como balambo.

El fundamento de esta ceremonia, es que cuando muere un

niño pequeño, asciende directamente al cielo por su cualidad

de no pecador. Por lo mismo, no se le debe llorar; si esto

sucediera, se le hace un mal al alma del difunto.

Ahora bien, volviendo a los oficios tradicionales en torno al

cementerio, se recuerda también la presencia de un importante

número de artesanos dedicados a esculpir y pintar lápidas de

mármol, así como también quienes tallaban los ataúdes.

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Generalmente familias completas dedicadas a este oficio que se

repartían entre sus miembros las distintas labores, empleando

incluso a niños pequeños.

“Años atrás esculpir era un trabajo rentable, aunque frío porque

suena muy cruel, pero a mayor número de cadáveres nosotros

teníamos más ganancias y eran muchas las familias acá que se

dedicaban a hacer cosas en torno al negocio que dejaba el

cementerio” ()

“Yo tenía como siete años, mis vecinos del frente hacían

ataúdes y entonces yo con otros niños que eran de esa familia,

que eran mis amiguitos, íbamos a dejarlos al domicilio, los

cargábamos al hombre entre tres o cuatro niños y ahí nos

ganábamos unos escudos11, pero acá había mucho trabajo

entorno al cementerio, ahora eso ya no es así porque todos esos

servicios se fueron para el centro, se modernizó ese tema, la

11 El escudo fue la moneda de curso legal de Chile entre 1960 y 1975. Formó parte de las medidas de saneamiento de la economía y control inflacionario emprendidas por el gobierno de Jorge Alessandri y fue reemplazado posteriormente por el peso.

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muerte ya no es tan importante como lo era antes creo yo y acá

con cementerio al lado era muy importante” ()

Sin duda, el Cementerio alberga un patrimonio religioso que se

mezcla con la cultura popular, generando la importancia de

este lugar más allá de su valor arquitectónico, sino como un

punto neurálgico de la vida del barrio12.

“El cementerio era nuestro patio, allá jugábamos, era nuestro

vecino, nuestra fuente de trabajo, incluso hasta ahora

que ya los cabros se divierten con otras cosas diferentes

a las de nuestra época, pero todavía entre los niños de

acá ir al cementerio es paseo obligado y siguen

contándose las mismas historias de miedo que nos

contábamos nosotros, eso místico se ha pasado de una

generación a otra” ()

12 Ver Anexo “Archivo de la Gobernación de Quillota referido al

Cementerio del Cerro Mayaca”

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Fragmentos de la Memoria Colectiva

La memoria es un componente indispensable de las identidades

de un grupo humano, un recurso del que puede llegar a

depender su permanencia en el tiempo. En el caso particular de

las identidades presentes en los habitantes de la parte baja del

Cerro Mayaca, el recuerdo, o al menos la posibilidad de éste, es

un ejercicio central que permite encontrar fundamentos en el

pasado para mantener viva la riqueza de su tejido social.

Para construir la discursividad de esta memoria colectiva, se

realizaron entrevistas en profundidad con los primeros vecinos

y vecinas que llegaron a vivir al sector en la década de 1950. Sin

embargo, debido a que muchas de esas personas habían

fallecido o se encontraban en condiciones de salud

deterioradas, en una segunda línea investigativa se entrevistó a

la primera generación de sus descendientes.

Luego de este proceso investigativo, se determinó la existencia

de dos íconos identitarios fuertemente arraigados en la

memoria común de los habitantes del sector: las tradiciones de

campo expresadas en el modo de habitar y la lucha colectiva

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por los adelantos urbanos y su autoconstrucción. Todo esto en

un contexto de extrema pobreza, que lejos de desconocerla, los

entrevistados y entrevistadas señalan fue catalizadora de una

intensa solidaridad entre los vecinos que ha sido capaz de

traspasar generaciones.

Este trabajo de rescate de la memoria colectiva del Cerro

Mayaca Bajo constituye una auténtica reivindicación de sus

habitantes, que por primera vez tienen la oportunidad de

narrarse a sí mismos, algo muy relevante pues se trata de un

sector que durante toda su historia ha sido hablado por otros, a

veces injustamente, no comprendiéndose siempre su tan

enigmática hermosura.

El Cerro se empieza a poblar …

El Cerro Mayaca Bajo agrupa los sectores de Rosales-Kennedy,

El Esfuerzo, El Peumo, Aconcagua Norte, Santa Rosa y Las

Praderas, con una extensión total de 68.760 hectáreas y una

población de 128.874 habitantes.

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Es difícil dilucidar en qué sector estuvieron los primeros

asentamientos masivos de población, ya que los relatos de los

vecinos hablan de que al año 1950 había al menos un rancho o

choza en cada uno de estos lugares, familias colonas que

llegaron a vivir aquí por diversas razones, generalmente

motivados por tener un espacio propio donde vivir y por lo

favorable de las condiciones del medio que permitía generar

diversas actividades económicas de subsistencia, a diferencia

de la ciudad donde la clase obrera debía vivir en condiciones de

hacinamiento y pobreza extrema.

Los primeros pobladores en llegar al lugar, relatan que fue el

propio Municipio que entregó terrenos para construir aquí en

un inicio, esto se aprecia particularmente en el sector de El

Peumo y Rosales Kennedy.

“No teníamos donde vivir, andábamos arrendando, entonces en

la Municipalidad nos dijeron que nos pasaban acá un terreno,

fuimos de los primeros en llegar, acá habían como quince casas

no más y así tuvimos que empezar a levantar todo lo que usted

ve acá. No habían distinciones de sectores, eso de que ustedes

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son de allá y nosotros de acá, no acá todos compartíamos y se

trabajó unidos por conseguir el agua, la luz, todo” ()

“Llegamos aquí cuando mi marido tenía 19 años y yo 18.

Teníamos un hijo de un año y yo embarazada. El mayor ahora

tiene 66 años.

Este sector era de Chilectra. Después esa empresa se lo pasó a

la municipalidad, ahí fue que el Alcalde de la época promovió

que algunas familias se vinieran para acá, debe haber sido

porque en esos años se notaba la falta de vivienda en Quillota y

los sueldos no daban como para estar arrendando, entonces se

veía mucho allegado” ()

De esta forma, durante la primera mitad de la década del

cincuenta se aprecia la llegada de un grupo de

aproximadamente treinta familias que llegan a edificar sus

casas en condiciones muy precarias, utilizando incluso los

recursos del entorno como paja para generar sus auto

construcciones. A estos núcleos familiares, con el pasar de los

años se fueron uniendo otras familias que estaban en calidad

de allegados o arrendatarios.

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“Nosotras llegamos con mi mamá a trabajar en el campo aquí y

nos vinimos a vivir a la casa de una amiga de mi mamá en El

Peumo, la gente antes era muy solidaria en ese sentido y era

común eso de recibir a algún familiar o compadre y vivir todos

juntos porque había que trabajar y entre todos se cooperaba

para la casa. Entonces así como nosotras, hubo varias personas

que llegaron a vivir aquí de esa forma y después con el paso del

tiempo tuvieron su propia casa acá como yo que me case y me

vine con mi marido que tenía casa acá, otros que se fueron a

terrenos para Las Praderas o que compraron casa aquí mismo

en El Peumo cuando alguien vendió y así se fue poblando esto”

()

De acuerdo a un estudio Censal de 1960, en aquel entonces en

el Cerro Mayaca se individualizarían “más de 9 mil personas

que habitan 1. 879 viviendas”, siendo en ese momento uno de

los sectores con mayor densidad poblacional de la ciudad, que

además se caracterizaba por presentar condiciones de vida de

extrema pobreza.

“Pobre creo que es poco decir, eran unas condiciones en las que

vivíamos tan malas, pero yo sé que aquí nadie, ningún vecino se

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30

avergüenza de eso, porque esa misma pobreza fue la que nos

dio la fuerza para defendernos y para salir adelante y tener

todo lo que hoy tenemos, usted ve aquí todo esto y para

nosotros es un orgullo que todo esto lo conseguimos nosotros,

acá los primeros que llegamos fundamos las Juntas de Vecinos,

los Clubes Deportivos y desde ahí se hizo un trabajo de levantar

absolutamente todo, liderado por la Señora María Molina,

Miguel Álvarez, quien les habla y tantos otros que ya han

partido” ()

En efecto, las condiciones de vida que relatan se vivían en esta

época generaron la elaboración de un Plan de Erradicación por

parte del Municipio, con el objetivo de mejorar las condiciones

de vida de las personas del sector y, además, posibilitar la

creación de un parque en el territorio, para lo que la

Municipalidad de Quillota compra a la sucesión Frugone

aproximadamente 17 hectáreas del cerro, el 19 de Octubre de

1967, realizándose estudios y conformándose organismos para

la realización de dicho proyecto.

Para el mencionado proyecto de erradicación se divide el Cerro

Mayaca en dos sectores: el sector antiguo y el nuevo. El sector

Page 32: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

31

antiguo correspondería a las poblaciones ubicadas en los

bordes del cerro, como Aconcagua Norte y el Peumo, respecto

de las cuales se comenta en artículos de prensa de la época la

imposibilidad de la erradicación producto de la solidez de

muchas de las construcciones, y sobre las cuales se plantea

realizar acciones tendientes a mejorar la calidad de vida de sus

habitantes. El sector denominado como Cerro Mayaca Nuevo,

correspondería a los terrenos aledaños a la cumbre del mismo y

a las cercanías del Cementerio Municipal, lo que actualmente

es Santa Rosa y Las Praderas, lugares en los cuales las

construcciones habrían sido de menor calidad, pero producto

del terremoto de 1965 el municipio debió otorgar terrenos para

que los damnificados se instalaran, haciendo uso de los

terrenos adquiridos a la sucesión Frugone, sin previa

planificación para la instalación de las viviendas, acrecentando

los problemas de higiene y estigmatización de sus habitantes.

“Yo llegué el 3 de septiembre de 1959. Había tres casas que

eran de adobe. Una estaba por caerse donde vive Don Miguel.

Yo fui la primera que llegué. Antes había estanques acá que

hacían ladrillos. Esto se llamaba cancha el guatero. No había

nada. Era un potrero. La familia Frugone eran dueños de acá.

Page 33: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

32

De a poquito empezaron a llegar mediaguas porque se

empezaron a tomar terrenos. En la subida llegó un lote de

personas que empezaron a hacer casitas. Los alcaldes después

nos empezaron a ayudar. Mi marido empezó a dar pedacitos

para la gente que lo necesitaba. Incluso se llevaron preso a mi

marido por andar repartiendo estos lugares.

Después la muni le compró a los Frugone, que se suponía que

iban a construir o que iban a echar a la gente, todos asustados

movilizándose. Pero vino un terremoto grande, no me pregunte

qué año sería sí, pero mucha gente perdió sus casas o los sitios

donde vivían y ahí terminó de poblarse esta parte de aquí y

todo el borde del Cerro, ya no entraba ni un alfiler porque llegó

mucha gente a vivir acá y ahí fue como la época más dura en el

sentido que en ese tiempo se vio harta necesidad, niños a patita

pelada, mucha pobreza, pero acá la gente si tenía que era muy

trabajadora, pero si de afuera que nos tachaban muy mal, pero

acá no había gente mala, sino solamente muy pobre” ()

Page 34: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

33

“Para el terremoto yo vivía en calle Bulnes, mi casa quedó en

precarias condiciones y nos mandaron a un campamento de

tránsito que estaba en calle el bozo. Y de ahí nos designaron

acá a lo que hoy es Las Praderas, otros los mandaron al

Esfuerzo.

Empezaron a llegar de a poco. Yo tenía asignado el número 45

que era arriba. Después nos vendieron cuando estaba el alcalde

Pablo Gac Espinoza. Incluso esta población se llamaba Pablo

Gac porque él la gestiono la regularización de los sitios en ese

tiempo” ()

A partir del poblamiento masivo del sector, la comunidad

comienza a organizarse a fin de dar solución a la problemática

común de la vivienda. Es así como se constituye, el “Comité de

los Sin Casa del Cerro Mayaca”, agrupación que surge en

octubre del año 1970 y reúne a personas que habitan el sector

como allegados con otras familias o poseían precarias

condiciones de vivienda. El objetivo de dicha organización era

gestionar con el municipio el loteo de los terrenos para ser

entregados a familias sin vivienda, y abogar por el

Page 35: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

34

mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes del

lugar.

Durante los años setenta y ochenta, la temática principal del

sector es la vivienda, tanto su mejoramiento, como la

construcción de éstas y la regularización de los terrenos en los

que se edificarían o en los que ya se encontraban instaladas las

casas. Esta situación y la dificultad para concretar los diversos

proyectos de erradicación, parecían atrapar la atención de la

prensa de la época. Durante las décadas en cuestión la prensa

menciona en repetidas oportunidades las difíciles condiciones

de vida que existían en el Cerro Mayaca, principalmente

relacionadas con el mejoramiento de las condiciones de vida en

cuanto a agua potable y títulos de dominio de los terrenos. La

erradicación de algunos sectores representa una amenaza,

surge así la asociatividad de los vecinos y vecinas como

estrategia para la consecución del objetivo común. Un ejemplo

de esto es la organización de la comunidad de El Peumo, cuyos

pobladores realizan 2 kilómetros de excavaciones para la

instalación de la tubería de agua potable, arreglan los caminos

para hacerlos transitables, contratan un abogado y un

Page 36: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

35

topógrafo para la obtención de los títulos de dominio de los

terrenos; todas actividades organizadas, financiadas y

realizadas por ellos mismos.

“Lo primero que se hizo al llegar fue fundar la Junta de Vecinos

para poder reunirnos y organizarnos, acá todo era desde cero.

Así levantamos nosotros mismos la Junta de Vecinos. Mire acá

en esta foto se ve a todos los vecinos trabajando en la zanja

igual, la hicimos nosotros mismos, cada uno hacía su pedacito,

pero al final terminamos todos haciendo todo porque nos

íbamos ayudando, y se pasaba bien igual que cuando

construimos la sede. Eso fue muy importante para conocernos y

empezar a convivir.

Ahí también funde el Club Deportivo El Peumo porque no había

en que entretenerse y yo venía del Bulnes que se había

desarmado y de ahí me traje las camisetas con las que

empezamos” ()

“Las calles, la sede, el agua, todo fue que nosotros mismos lo

hicimos, entonces por eso el cariño que tenemos a todo esto, en

Page 37: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

36

general acá en todos los sectores eso ha sido así, sino lo

hubiéramos hecho nosotros capaz que todavía estamos llenos

de tierra.

Lo lindo era que mientras los hombres trabajaban, nosotras

cocinábamos y los esperábamos a la choca. Y ahí se compartía y

se pasaba bien, fue una época bien linda” ()

“La señora María Molina por ejemplo fue la que hizo las

gestiones para la luz, no sé cómo lo haría, ni con quién fue a

hablar, pero allá consiguió plata y nosotros pusimos otro poco

entre todos. Por ese motivo fue que se empezaron a hacer

bailes en las sedes y los reinados para poder juntar plata y así

nos acostumbramos, cada vez que había que juntar para algo,

hacíamos actividades así y de esa forma juntábamos la plata.

Pero al mismo tiempo era entretenido, mira en esta foto por

ejemplo estábamos en un reinado, mi hijo sale cantando una

canción con la que ganó, debe haber tenido como ocho años.

Entonces, se cantaba, se bailaba y se comía, lo pasamos muy

lindo, era nuestra gran entretención junto con los partidos del

día domingo” ()

Page 38: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

37

De esta forma, tal como lo relatan los vecinos en sus

testimonios, junto con las Juntas de Vecinos los Clubes

Deportivos tomaron un rol protagónico en la activación de la

vida social del barrio. Primero, porque los partidos del día

domingo entre los clubes del sector eran una de las pocas

actividades recreativas que existían para disfrutar en familia y

luego porque en torno a estos clubes se comienzan a generar

otro tipo de actividades de esparcimiento que fueron

fomentando los lazos vecinales.

Los extintos Estrella del Aconcagua y Unión del Aconcagua,

junto a clubes emblemáticos que aún perduran como el

Dínamo y El Peumo, han sido organizaciones deportivas muy

arraigadas en los vecinos y vecinas.

“Hacíamos viajes con los clubs. Íbamos a la playa hasta por tres

días a Horcón. Siempre había un vecino que se quedaba y

cuidaba toda la población.

Bailes también organizaban. Y cuando venían a jugar equipos

de otros lados, se les preparaba una comida o un sándwich.

Eran muy buenas las comilonas que se hacían en los clubes. Los

matrimonios también se hacían ahí, cuantos vecinos que se

Page 39: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

38

conocieron acá no se han casado ahí, entonces como que se van

volviendo lugares que son parte de tu historia porque tú vas

pasando y le dices a tu hijo mira ahí me case yo con tu papá” ()

Hacia la segunda mitad de la década del ochenta, prolifera el

último asentamiento masivo, comenzando a poblarse el sector

de El Esfuerzo que hasta ese momento era un bosque de

eucaliptus. Sin embargo, surge aquí un campamento producto

del hacinamiento que se vivía en los otros sectores del Cerro

Mayaca Bajo que generó que familias allegadas se instalaran en

este lugar.

“En 1982 este sector ya se empezó a llenar de más gente,

después de 1985 ya era el boom. Cuando llegué acá mi primer

hijo estaba chiquitito. Esta parte era campamento porque

antiguamente era un bosque y había un basural. De a poco se

empezaron a hacer las casas, unas sobre otras. Cuando había

un incendio quedaba la embarrada.

De a poco se fue formando el Comité para hacer casas. Éramos

más de doscientas casas aquí y nos juntamos para hacer el

Comité. Las primeras casas que salieron estaban en Limache.

Page 40: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

39

Entonces se llevaron a un grupo de gente a vivir allá. En ese

tiempo había que tener como seiscientos pesos para poder

acceder a la vivienda propia. Como yo no tuve la plata, no me

fui. Después a la entrada de Rosales hicieron casitas. Ahí

también salían como setecientos pesos el dividendo. Y en ese

tiempo tampoco teníamos la plata y nos quedamos aquí, hasta

que salieron las últimas casas” ()

Así, ya en los años noventa, se gestiona a través de SERVIU la

construcción de noventa viviendas para el último grupo de

familias que aún habitaban el campamento del sector de El

Esfuerzo.

“El nombre lo dice todo, El Esfuerzo, esto fue nuestra lucha y la

de nuestras familias que muchos somos de acá mismo de toda

la vida y ha sido una lucha constante del primer día que

nuestros papás o nuestros abuelos llegaron acá. Pero ahora con

e pasar del tiempo, nos sentimos orgullosos porque acá nadie

nos ha regalado nada, acá nadie nos puede venir a decir que

esto no nos costó nuestro sudor. Es la historia de nuestra vida

de la gente de este lugar y del Cerro en general, y va a seguir

siendo así, luchar por doblarle la mano al destino, cada logro

Page 41: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

40

nuestro vale el triple porque el camino para nosotros ha sido

más largo” ()

Las tradiciones de campo en el modo de habitar

El recuerdo del pasado campesino del sector se manifiesta

incluso hasta nuestros días en diversas prácticas y tradiciones

que han ido forjando y dando un particular sello a las

identidades presentes en el barrio.

Inclusive el último grupo de vecinos y vecinas que llega a poblar

este lugar después del año 1985, cuando Chile ya era un país

que se insertaba progresivamente en un mundo globalizado,

recuerdan que por años se mantuvo este paisaje rural.

“Cuando llegamos acá en el año 1986 para mí fue bien

impresionante porque uno abría la ventana y se asomaban las

caballos, los burros, los patos, todo acá lleno de animales. Fue

bien impresionante porque los últimos que llegamos no

veníamos o no trabajábamos en el campo como si era el caso

de la gente que había llegado por ahí por el cincuenta. Pero la

Page 42: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

41

verdad uno se adaptó rápido porque después le agarramos el

gustito a tener nuestras pequeñas siembras, a ir a bañarnos al

río, allá lavaban la ropa las mujeres igual, eso era sacrificado,

pero también en torno a eso se dio mucho el compartir con las

vecinas, si usted se da cuenta acá todos nos conocemos y es por

esas cosas que le cuento” ()

Así, las prácticas y oficios vinculados a la tradición rural eran

cotidianos en aquellos primeros años de poblamiento del Cerro

Mayaca Bajo. Surgen oficios como los y las curanderas, a modo

también de subsistencia ante las condiciones adversas de

habitabilidad que impedían tener acceso a los sistemas de salud

formal.

“Cuando una se iba a mejorar13, se llamaba a la ambulancia,

pero podía llegar a las seis o diez horas después, nosotros

éramos como la escoria de Quillota, entonces por eso que las

guaguas se tenían acá en la casa no más y hubo señoras que

empezaron a especializarse en eso, una empezaba ya con los

síntomas y mandaba a llamar a la vecina que atendía el parto.

13 Momento del parto.

Page 43: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

42

No me acuerdo de sus nombres, pero había dos o tres que eran

las parteras de acá” ()

Las parteras pertenecen a un oficio más amplio, el de los

curanderos y curanderas que desde la época colonial ejercieron

la llamada medicina popular, producto híbrido de las prácticas

sanitarias indígenas y aquellas que trajeron los españoles entre

los siglos XVI y XVIII.

Las parteras o comadronas se encargaron de asistir a las

parturientas y a los recién nacidos. Sus prácticas incluían desde

manipulaciones diversas hasta invocaciones religiosas. Un

factor de no menor importancia era la empatía emocional que

se establecía entre la partera y su asistida.

“Mi mamá nació en la casa y algunos de sus hermanos

también, y era como un orgullo yo diría entre esa generación

del Cerro que nació en la propia casa, es como una especie de

símbolo del esfuerzo y del arraigo que caracteriza a las familias

que llegaron como a colonizar esas tierras.

Yo soy de la generación de los nietos de, pero por lo que a uno

le contaron no había nada, era todo inhóspito, fue un sacrificio

muy grande, hubo mucha pobreza y abandono. Por eso que esa

Page 44: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

43

práctica de nacer en la casa se extendió un poco más en el

Mayaca que en el resto del país, porque ya después de la

década del 50 por políticas públicas eso se comenzó a erradicar,

pero al Mayaca históricamente todo llegó tarde por muchos

años” ()

Otro oficio tradicional vinculado a los curanderos, es el que

ejercían quienes santiguaban el mal de ojo o el empacho,

práctica que incluso aún perdura entre los habitantes más

antiguos del sector.

El empacho es la denominación popular de una enfermedad

que se presenta frecuentemente entre la población infantil, se

atribuye a la existencia de algún residuo de alimento u otro

material “pegado” al estómago. El tratamiento terapéutico

incluye tanto masajes (tronar el empacho), purgas e infusiones

de algunas plantas.

“Yo tengo ese don de curar el empacho, los vecinos toda la vida

me han venido a buscar, uno no lo anuncia, pero se pasan el

dato y la cosa es que funciona. Se soba el abdomen del niño de

afuera hacia adentro, pero también se hace desde manos y pies

hasta el tronco; se usa aceite o cenizas y se tira el cuerito hacia

Page 45: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

44

arriba, es decir, se soba con los dedos alrededor de la columna

tirando para arriba el pellejo. Según sea el caso se puede dar

alguna purga para que tome el paciente, pero ya con eso se

mejoran al tiro” ()

Asimismo, el mal de ojo se refiere a un síndrome de filiación

cultural relacionado con la mirada de las personas. Se dice que

una persona puede tener la mirada muy fuerte o caliente y por

lo tanto puede afectar a la persona, animal o planta que sea el

objeto de su admiración o envidia. Se caracteriza por un estado

de intranquilidad sin causa aparente, diarrea, vómito y en caso

de los niños llanto constante. Para sanarlo, el curandero limpia

a la persona o niño con un huevo de amor, en el caso del niño

se le cubre con la ropa sucia de los padres, al tiempo que se

hacen rezos y peticiones.

“Eso del mal de ojo es muy fuerte mija´, la guagua llora y llora y

uno se sabe por qué y es porque absorbió la maldad de algún

envidioso. Acá muchas mujeres saben hacer eso, ya se han ido

muriendo si en verdad, pero todavía quedan algunas vecinas

que ayudan a santiguar. Antiguamente a una le enseñaban esas

Page 46: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

45

cosas, ahora los médicos ya no creen, pero acá nosotros no

dudamos porque lo hemos visto por años en los niños de una y

los nietos” ()

En cuanto al Comercio, también se recuerdan oficios

tradicionales, destacando dos personajes muy populares: El

Motemei y el Matarife.

El motero o motemei es una de las profesiones costumbristas

chilenas más antiguas, cuyo origen se encuentra en la época de

la Colonia. Éste comerciante callejero, comúnmente llegaba

pregonando sus productos, llevando en un brazo el canasto con

su mercadería.

El origen del nombre procede de la distorsión del término

“maíz”, que al grito del comerciante fue cambiando con el

tiempo por el conocido “mei”. El Motemei es Mote, como el

mote del trigo, pero de maíz.

“El motero era todo un personaje, tenía un grito súper

particular y toda su indumentaria era bien especial con su

canastito tan típico, recorría todo el cerro y tantos años

pasando todos los días ya la persona pasaba a ser parte de acá,

se le tenía estima. Esos son como recuerdos de una época muy

Page 47: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

46

linda donde los comerciantes tenían que acercarse a nosotros

porque para nosotros salir era casi imposible porque volver era

una odisea por el barro o el peso de las bolsas, entonces cuando

era muy necesario se iba con más vecinos y se contrataba una

carreta de vuelta; y por eso que le cuento es que estos

comerciantes que se acercaban a la puerta de la casa eran tan

importantes para nosotros, como que nos hacían un favor en

venir hasta acá. Y dentro de toda esa gente que venía a vender,

el motero es el más recordado creo yo por lo pintoresco de su

grito tal vez que a uno se le quedo como en la memoria” ()

“Galopando sobre el cerro Va la luna arrancando de la lluvia Y como una linda estrella, que del cielo se robo Lleva el farol el motero, por las calles del Barón. Tiene alegría en la cara, tiene alegría en el grito Porque en su casa está el niño que a él le dice papito Y alegre lanza el perdón Motemei rico calentito Y a la luna el faro trata de alumbrar Y las nubes la han cubierto totalmente Y entre la lluvia que cae, formando chorro en las piedras Baja el motero del cerro, caminando lentamente Tiene tristeza en la cara, tiene tristeza en el grito Porque lo dejó con fiebre al que le dice papito Y triste lanza el perdón

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47

Motemei rico calentito Al cerro lo cubrió la camanchaca Los braceros ya se encienden en las puertas Y una carrocita blanca se lleva al hijo del motero Que sigue con su perdón, salpica’o de aguacero Tiene la muerte en la cara, tiene la muerte en el grito Y le parece que el cielo se abre y le grita papito Mientras que él llora el perdón Motemei rico calentito”

(Canción de autor desconocido inspirada en el Motemei del

Cerro Mayaca grabada en la década del 50´)

Tal como el motemei, el matarife emana en los recuerdos de la

comunidad como un personaje muy importante dentro del

comercio a escala barrial entre los años 50 y 60. Aquí, más que

un nombre en particular, lo que destacan es el rol que cumplían

los hombres dedicados a este oficio, pues habrían existido al

menos tres personas que pasaban por el barrio vendiendo la

carne de los animales que sacrificaban en el Matadero

Municipal ubicado en el Cerro Mayaca Bajo y del cual hoy solo

quedan sus ruinas.

Page 49: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

48

El Matadero Municipal, data de 1850, siendo la segunda

construcción más antigua del Cerro Mayaca después del

Cementerio, éste era un necesario reducto oficial para el

abastecimiento y tratamiento de la carne; tuvo su génesis en el

empréstito de veinte mil pesos hecho a la Municipalidad por

parte del señor Isidro Ovalle Errázuriz. En garantía del citado

capital y de los intereses devengados del diez por ciento anual,

se hipotecaron cuatro fundos a favor del señor Ovalle para

llevar a cabo dicha obra pública.

En el sector de Aconcagua Norte especialmente, se puede

encontrar aún hombres que trabajaron en este lugar. Don Luis

Silva es uno de ellos, su nieto cuenta de las historias que su

abuelo le contaba:

“No era un trabajo fácil, partían de muy chicos, mi abuelo tenía

ocho años cuando empezó a trabajar en el matadero, fue el

último de la familia porque para atrás habían sido todos

matarifes, se heredaba.

Había que ser agallao´como él nos decía cuando chicos, eran

choros, andaban con cuchillas, se iban a las manos si había que

hacerlo. Nunca le pregunté por que tan choro, ahora que lo

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49

pienso quizás sería porque lo que ellos vendían y andaban así

trayendo al hombro era un producto muy apetecido, entonces

capaz era por los robos.

Estaba el grasero, el de las malcornas que cortaba la cabeza, el

destripador, el tripalero. Eso es lo que me acuerdo yo no más

que uno aprendía de oido, pero no alcancé a vivirlo como para

saber más. Pero sé que en mi familia fue un orgullo a eso a lo

que se dedicaban, era estatus por así decirlo ser matarife en

esos años, no cualquiera” ()

Dentro de los trabajos en torno a la economía al interior del

barrio, se encuentra también a las lavanderas. En aquellos

años, la ropa se lavaba a mano y era una labor realizada

únicamente por mujeres; como no había agua potable, la ropa

se lavaba en el río y en torno a esta actividad que se hacía de

manera comunitaria, pues terminadas las labores de la casa

usualmente por la tarde se iba al río, se fue generando una

intensa vida social.

Así, varias mujeres vieron aquí la posibilidad de generar algún

ingreso para sus hogares, lavando ropa a otras personas. No

existen estudios que precisen con exactitud, pero se sabe que

Page 51: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

50

el trabajo de las lavanderas fue fundamental en las economías

pobres rurales entre el siglo XVIII y la primera mitad del siglo

XX.

El proceso comenzaba con la recogida de la ropa en las casas,

generalmente en familias acomodadas del centro de Quillota, a

continuación se transportaban las prendas en grandes sacos

que se trasladan al hombro desplazándose a pie hasta el sector

del río, para esto algunas veces se contaba con la ayuda de

hombres.

“La cosa es que no era llegar y lavar no más, algunas ropas

menos sucias claro que se podían lavar directo en el río, pero si

había que desmanchar ya ahí había que hacer la colada. Eso era

hervir la ropa con agua que sacábamos del río y se hervía en el

patio de la casa y esa ropa se colocaba sobre ceniza y ahí se

iban quitando las grasas y las manchas, era un trabajo muy

minucoso, mancha por mancha. Todo un arte era lavar, cosa

que ya no se ve, era un sacrificio enorme. Todavía que era tan

poco lo que se podía ganar por eso, pero entre eso y nada había

que hacerlo no más” ()

Page 52: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

51

El Barrio de Hoy …

El Cerro Mayaca Bajo se comienza a poblar masivamente en la

década del cincuenta como respuesta al proceso de

empobrecimiento que se vive en el campo y que genera

migración de población hacia las ciudades, por cuanto lugares

económicamente pujantes como Quillota viven en algunos

sectores una expansión sin planificación y de manera

espontánea.

En este contexto, la falta de conectividad con el resto de la

ciudad va generando una marginalidad que durante décadas

significo una profunda estigmatización para quienes habitaban

el lugar.

“Estábamos al lado del centro, mucho más cerca quizás que

otras poblaciones, pero ir al centro era un suplicio, había que ir

a pie pelado porque los barriales era impresionantes, fijo que

uno iba con dos o tres cabros chicos y volvía cargada con bolsas

o que se yo. Entonces, estábamos como alejados, éramos muy

mal mirados además, pero acá había pura gente buena, sana,

Page 53: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

52

pero si muy pobres éramos, demasiado, de esas miserias que ya

no se ven. Acá todos de chiquititos tenían que trabajar, ya las

generaciones más nuevas pudieron terminar sus estudios como

corresponde porque antes cosas como estudiar en medio de la

pobreza no juntaban ni pegaban” ()

“Por mucho tiempo fuimos vistos como lo peor de lo peor, las

autoridades no se venían a meter para acá, se contaban puros

cuentos de como éramos, no nos conocían. Aquí era pura gente

de esfuerzo, claro que como en todos los bajos fondos se veía

harto el copete, de repente las peleas entre hombres, pero que

si uno lo ve ahora llega a ser hasta pintoresco, eran todos unos

caballeros. Pero si ese peso de que te señalaban con el dedo si

decías de donde eras se sentía fuerte, yo sufrí harto con eso

cuando lola. Ahora, yo siento que acá es como cualquier lado, y

que ya no nos ven así como los mugrientos que nos veían antes

de afuera, claro que el sector quedo con su fama, pero nada

terrible si piensas como son de peligrosas otras poblaciones de

Quillota, acá en verdad la parte baja es tranquilita” ()

Page 54: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

53

Sin embargo, la década del noventa trae nuevos bríos para el

Cerro Mayaca Bajo, gestándose diversas políticas públicas que

buscaban erradicar la pobreza a nivel nacional.

Así, dentro de los hitos más visibles y con mayor impacto en la

comunidad, se encuentra la regularización de los títulos de

dominio de los terrenos que se genera masivamente en esta

época, proceso impulsado por el municipio, entidad propietaria

del Cerro hasta aquel entonces.

“Sabe, yo al principio no entendía bien esa cuestión de los

dominios, que los terrenos que había que pagarlos porque si mi

papá ya había pagado por la casa, si esta casa él la compro,

hasta me acuerdo que la pago en cuotas porque yo lo

acompañaba a pagarle a un tío que era dueño antes. La cosa es

que vinieron abogados, hicimos reuniones y nos fuimos

enterando de que claro había que arreglar la cosa de los

terrenos, por nuestro bien más que nada, para que estuviera

todo legal. Pasamos de no creer mucho, a entender que

teníamos que hacerlo” ()

Page 55: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

54

“Estas no fueron tomas así como las de ahora, acá la gente

llegaba porque la muni en esos años te decía construya acá, yo

creo que ni firmaría un papel mi esposo en ese tiempo, no sé la

verdad, una se venía no más y no éramos gente entendida

como para decir que íbamos a estar pendientes de esas cosas. Y

así fue como después con el alcalde de ahora vino esa cosa de

tener que comprar los sitios, acá no fueron todos si, algunos,

porque los que habían llegado después del terremoto esos

estaban bien, en regla, eran los más antiguos, aunque no todos

tampoco, pero si una gran mayoría y la gente de arriba del

Cerro, de la parte alta, esos entraron todos porque esos si eran

tomas a la mala” ()

Si bien, muchos de los vecinos y vecinas habían pagado por sus

casas a antiguos propietarios, éstas habían sido edificadas en su

mayoría de forma ilegal al no estar saneados los títulos de

dominio de los terrenos. Comienza así una nueva época, que

ofrecería nuevas oportunidades a los habitantes del lugar.

“Regularizar la situación de los terrenos era escencial para lo

que vendría después como pavimentar las calles, construir el

Page 56: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

55

consultorio arriba, todos logros que no se pueden otorgar a

gente que vive en condiciones ilegales, si tú vives en la

ilegalidad así te tratan. Por eso, fue un tremendo avance la

venta que hizo la municipalidad de los terrenos, venta que en

verdad fue a un precio mínimo, que prácticamente era para

cubrir los gastos de los trámites y las escrituras, o sea donde se

iba a dar eso, fuimos unos privilegiados y supimos responder

también siendo ordenados en pagar, creo que acá la gente

entendió muy bien que eso era una necesidad urgente y por

nuestro bien y el de nuestro hijos que después se quedarían con

las casas y serían propias que es a lo que uno siempre aspira” ()

La política social en Chile se organizó históricamente en torno

del mercado del trabajo. Durante la mayor parte del siglo

veinte la pobreza no constituyó una categoría de estratificación

social ni un objetivo de la política pública. Sin embargo, a partir

de 1990, la superación de la pobreza fue concebida como un

objetivo transversal y un núcleo importante de iniciativas tuvo

lugar en los ministerios a cargo de los servicios sociales de

educación, salud y vivienda.

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56

Lo anterior, se refleja en los relatos de los vecinos y vecinas,

que ven en esta época un cambio radical respecto del aumento

de oportunidades de acceso a necesidades básicas para sus

hijos como salud y educación, que sentían se careció en las

décadas anteriores.

“Antiguamente se veía mucho chico que dejaba de ir a la

escuela por tener que trabajar, de mi generación eso ya era

normal, pero con nuestros hijos ya fue diferente, además ya

había una micro por lo menos, que aunque se demore es una

posibilidad que antes no teníamos, las calles se pavimentaron

no hace tanto tiempo, pero eso sirvió también para conectarnos

mejor. Fuimos como quien dice mejorando nuestra calidad de

vida, o sea no me entienda mal, en una de esas antiguamente

vivíamos hasta mejor, pero sí el tema es que quedábamos muy

lejos de todo, entonces ir los niños a la escuela o que alguien se

enfermara y llamar una ambulancia, se podía morir la persona

esperando” ()

De esta forma, la regularización de los títulos de dominio, la

llegada de un recorrido de micro, la pavimentación de las calles

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57

principales, son símbolo de la superación de esa pobreza que

los acompañó durante largos años. Hoy, es recurrente

escuchar, como van naciendo las primeras generaciones de

profesionales del Cerro Mayaca Bajo, jóvenes orgullosos del

lugar que los vio crecer, la mayoría de los cuales si bien han

migrado se mantienen ligados al sector a través de sus familias

de origen.

“Una vez yo hice un catastro hace un par de años, de cuantos

profesionales eran de acá, 74 jóvenes contabilicé, y me

sorprendí con un par que incluso trabajaban acá mismo. ¿Sabe

usted el logro que eso significa para gente que no tenía

absolutamente nada?, en Chile que un hijo llegue a la

Universidad es todo un logro, pero para alguien del Mayaca

probablemente sea una odisea y si eso es posible es únicamente

por el esfuerzo de las propias familias” ()

“Yo soy del Peumo, gran parte de mi vida transcurrió allí, hoy ya

no me queda familia allá porque mi última tía falleció hace

poco, pero yo soy todo lo que soy gracias a la crianza que allá

tuve, antes que mi profesión lo que me ha dado posibilidades de

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58

desenvolverme en la vida son mis valores, y esa educación no la

recibí en ninguna Universidad, la recibí en el Peumo, con mi

familia, mis vecinos, mis amigos” ()

Leyendas del Cerro Mayaca

Las leyendas de un sector nos pueden ayudar a comprender el

contexto social en que nos encontramos, estas historias son

transmitidas de generación en generación y se identifican con

ciertos sucesos del pasado que no tienen explicación razonable.

En el caso del Cerro Mayaca Bajo existen una gran cantidad de

leyendas entorno a su formación, por lo mismo no es de

extrañar que en el proceso de entrevistas hayan surgido relatos

en relación a este tipo de historias fuertemente arraigadas en la

población, vivenciadas por los propios vecinos y que han

pasado a ser parte de la memoria colectiva de este lugar.

El pasado campesino y minero del Cerro Mayaca han sido

escenario del nacimiento de estas historias que nos ha parecido

importante rescatar, pues los relatos se repiten en los distintos

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59

sectores que componen el barrio y su veracidad es algo que no

se cuestiona entre los vecinos.

El Loco Eustaquio: El personaje y la ficción

“Baja desde la cima del Mayaca hasta el río una quebradita,

sembrada de peñascos, … ; y casi en la mitad de la bajada hay

una cueva conocida de todos con el nombre de La Cueva del

Loco Eustaquio”. (Zorobabel Rodríguez, 1863)

Así comienza la novela que rescata desde la ficción una

afamada historia quillotana del siglo XIX enclavada en el

corazón del Cerro Mayaca Bajo. Es la historia de amor sucedida

entre un joven quillotano, Manuel (el loco Eustaquio), y María,

que se atraen desde el primer momento en que se ven.

María estaba a cargo de la señora Mercedes de Alderete, quien

llevo a María a su hacienda para alejarla de Manuel, pero este

al enterarse decide ir a buscarla aun sabiendo del peligro que

corría, pues Doña Mercedes estaba enamorada de Manuel.

Manuel rapta a María, pero es perseguido a balazos, se fugan

pero un disparo mata a María. Enloquecido por la muerte de su

Page 61: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

60

amada este la entierra en el Cementerio del Cerro Mayaca,

quedándose a vivir para siempre cerca de sus restos en el lugar

que hoy conocemos como La Cueva del Loco Eustaquio,

ubicada en el sector de Aconcagua Norte.

Incluso, Benjamín Vicuña Mackenna en su libro “De Valparaíso

a Santiago” (1877) nos describe el más famoso de los

excéntricos quillotanos “que vivió al principio del siglo y

habitaba en una bocamina abandonada en el cerro de la

Moyaca (sic), y abierta en la falda de éste que cae hacia el río.

Llamábanle el loco Eustaquio y era un hombre enjuto como el

odio y descarnado como la desesperación. Habiendo muerto de

calentura (tisis) un clérigo, arrojaron sus hábitos en el cerro de

la Moyaca y el loco Eustaquio pasó muchos años vestido con

ellos, hasta que la arrastró con su lazo un huaso brutal, en una

chanza de ebrio, de lo cual murió” (Vicuña Mackenna, 1877).

Sin embargo, el Loco Eustaquio es más que ficción, y su historia

dicen es verídica, al menos en la memoria de cada uno de los

habitantes del Cerro Mayaca Bajo, existiendo vecinos y vecinas

que dicen incluso haberlo conocido, refiriéndose a él como una

persona que perdió “el juicio” y se fue a vivir como indigente a

Page 62: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

61

una cueva en Aconcagua Norte. ¿Quién fue el Loco Eustaquio

en verdad?, ¿Por qué su nombre perdura en este lugar?, ¿Por

qué hay vecinos y vecinas que aseguran haberlo conocido si su

historia habría transcurrido en el siglo XIX?.

Ninguna de estas preguntas tiene aún una explicación, pero en

el Cerro Mayaca Bajo tampoco la buscan tal como relata la

vecina Rudi Borquez:

“Se dicen tantas cosas del Loco Eustaquio, que era un

enamorado que enloqueció, que era un cura que enloqueció,

que era de aquí un loquito trastornado, yo creo que el Loco

Eustaquio es lo que cada uno quiere que sea, el que dice que lo

conoció yo le creo, tal vez cuantos Loco Eustaquio han habido,

tal vez todos tenemos un Loco Eustaquio dentro. De este lugar

yo me espero cualquier cosa, acá todo puede pasar y eso es lo

especial que tienen estas tierras, por eso que no había mejor

guarida para ese loquito acá en Quillota que el Mayaca” ()

Page 63: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

62

El Enigma de la Novia del Cementerio

De las leyendas vinculadas al Cementerio del Cerro Mayaca,

quizás una de las más emblemáticas sea la de la afamada novia.

Esto, porque con el pasar de los años logró traspasar las

enormes paredes de piedra del campo santo, pasando a ser

parte de la tradición oral de los habitantes del sector. Por

generaciones, los niños y niñas que han crecido en este lugar,

visitan temerosamente la tumba de esta misteriosa mujer cuyo

cuerpo embalsamado se traslucía a través del vidrio de una de

las bóvedas del Cementerio hasta hace poco años atrás14.

La novia le decían porque se contaba era una mujer que estaba

por casarse antes de su prematura muerte, especulándose que

su amado novio pidió que la embalsamaran para imaginar que

simplemente estaba dormida y no dejar de contemplarla jamás.

Otros sin embargo, contaban que era una joven que falleció el

día de su primera comunión, por lo que por sus ropas blancas

adquirió esa denominación.

Sin embargo, lo cierto es que esta mujer era casada y tenía tres

hijos que estudiaban en el Instituto Rafael Ariztía, padeció una

14 Actualmente, yace en un ataúd que se trasluce a través de un vidrio.

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63

enfermedad muy dolorosa y dicen que transitó por distintos

hospitales hasta morir en Santiago. ¿Por qué su particular

tumba?, pues eso nadie lo sabe y seguirá siendo parte del

misticismo que rodea las historias que se cuentan de ella.

“Cuando nosotras éramos chicas íbamos al Cementerio a jugar,

a buscar misterios, se contaban historias de terror y una iba

toda asustada. La tumba de la novia yo iba por ir con los demás

niños, pero llegaba allá y cerraba los ojos, no los habría nunca

por miedo. Yo creo que la historia de la novia es lejos la que

más marca ese lugar. El Cementerio es un lugar que en general

nosotros acá queremos mucho, ahí está tu familia enterrada,

ahí jugábamos y ahí muchos vecinos trabajaban antiguamente

en torno al Cementerio” ()

“De chicos era el paseo obligado ir a la tumba de la novia, no

nos cansábamos de ir una y otra vez, es como una de las más

emblemáticas esas tumbas, por lo mismo la historia se debe

haber ido agrandando y agrandando, pero yo tengo bellos

recuerdos de ese tiempo, los niños íbamos de inocentes no más

a jugar allá al Cementerio” ()

Page 65: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

64

El Cacho Ochoa: De Pistolero a Santo Milagroso

El 13 de junio de 1973, el detective Solón Salas Fuentealba

pateó la puerta de la habitación donde se hospedaba el

argentino Oscar Olegario Ochoa en la posada "La Quintrala" a

unos 30 kilómetros de Viña del Mar. Salas creyó que el

pistolero y asaltante de joyerías dormía. Pero se equivocó.

Ochoa, también conocido como "Cacho" o "El Mendocino", lo

estaba esperando. Ni bien la puerta se hizo trizas, Salas recibió

tres balazos en distintas partes del cuerpo; el último en la

cabeza.

Desde adentro de la pieza se escucharon los ruidos de los

vidrios rotos. Oscar Olegario y su cómplice chileno comenzaban

la huida.

Ochoa, en realidad nacido en Córdoba y asaltante de bancos y

joyerías a ambos lados de la cordillera, ya no tenía destino:

había matado a un policía y sus horas estaban contadas. Un día

después, su cómplice se entregó y confesó que él nada tenía

que ver con el homicidio del detective.

Page 66: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

65

Para Oscar Olegario las cosas fueron más complicadas. Escapó

durante 48 horas y resistió su detención a tiros. Lo mataron el

mediodía del 15 de junio en un campo de alfalfas ubicado entre

las localidades de Limache y Quillota. Para los uniformados

chilenos, la tarea tampoco fue sencilla: más de 300 hombres,

tres helicópteros y unos 20 perros de seguimiento fueron

necesarios para acorralar al pistolero.

Ochoa murió y dicen que desde Argentina nadie reclamó su

cadáver. Que por las radios se pidió a los oyentes que

aportaran dinero para darle un ataúd de madera y enterrarlo

en el cementerio en algo que no fuera una fosa común. Y

entonces comenzaron los milagros: se recaudó tanta plata que

el cuerpo de "Cacho" fue a parar a un cajón demasiado lujoso

para tratarse de un delincuente. Y los milagros continuaron

después, cuando alguien -no se sabe quién- le pidió un favor

ante la tumba y Ochoa se lo concedió. Desde entonces, la

tumba ubicada en el Cementerio del Cerro Mayaca es una de

las más visitadas. Hay al menos cien placas de agradecimientos

por "los favores concedidos". Y las flores, siempre frescas,

jamás dejan de adornarlo.

Page 67: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

66

“El Cacho Ochoa dice la gente de por acá que es muy milagroso,

yo me acuerdo cuando lo andaban persiguiendo como por la

radio iban relatando los hechos, entonces fue un suceso del que

todo el mundo estaba pendiente, además que uno se imaginaba

que ese delincuente podía aparecer en el patio de tu casa en

cualquier momento si andaba fondeado por Quillota.

La cosa es que cuando ya lo mataron claro pidieron plata para

su sepultura y de tanto que junto terminó con una media

cuestión. La novia y el Cacho Ochoa son las tumbas que la gente

más iba a ver acá entonces ahí más se iba alimentando el mito,

pero yo tengo una vecina que dice que le concedió el milagro así

que por algo tiene su fama el hombre” ()

“El Cacho Ochoa fue todo un revuelo no solo acá cuando lo

vinieron a enterrar, sino que en todo Quillota y Valparaíso

también. La cosa es que la gente acá de la población es súper

creyente y al tiro empezaron las vecinas a ir a pedirle favores

porque se suponía que le había concedido un milagro a una

señora de por acá que estaba enferma y se sanó. Y así, empezó

la gente a ir a visitarlo, y así no más el tipo paso de malandrín a

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santo y los primeros que ayudamos a eso fuimos los que

vivíamos acá que creímos en sus poderes milagrosos” ()

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68

Agradecimientos

El Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) y la I.

Municipalidad de Quillota agradecen a todos y todas quienes

participaron de este libro entregando sus valiosos testimonios

para reconstruir los casi setenta años de historia de

poblamiento masivo del Cerro Mayaca Bajo.

Rescatar, proteger y divulgar la riqueza que guarda la historia

de este lugar resulta esencial en el proceso de apropiación de

las transformaciones que el barrio ha experimentado en estos

últimos años con la intervención del Programa Quiero Mi Barrio

del MINVU.

Lejos de que las diversas identidades dividan las historias de

cada uno de los sectores que componen el barrio, hoy se

transforman en la piedra angular desde donde sus habitantes

construyen juntos la historia futura, pues todas ellas se

entrelazan desde valores comunes de su gente: esfuerzo y

solidaridad.

En medio de la modernidad, la identidad territorial reivindica su

importancia como elemento de anclaje y sentido en el habitar.

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69

Orgullosos de su historia, penas y alegrías, los habitantes del

Cerro Mayaca Bajo dan muestras de cómo ese arraigo se

transforma en la esencia de sus oportunidades de desarrollo.

Agradecemos también la colaboración del Museo Arqueológico

de Quillota y el Periódico El Observador, a través de su Director

Roberto Silva Bijit, cuyos aportes fueron fundamentales en la

reconstrucción histórica de la primera parte de este libro.

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70

Bibliografía

Bibliografía No hay ninguna fuente en el documento actual.

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71

Anexos

Crónica de la Emboscada a Gonzalo de Los Ríos en el Cerro Mayaca

“Pues llegados que fueron al valle de Guillota, pidióles el

capitán indios para cortar madera de que se hiciesen tablas

para el barco; diéronselos cautelosamente muchos más de los

que pidió por descuidarlo, y así mismo comenzaron a sacar el

oro de que había abundancia en las minas; y un día que los

vieron descuidados, vino el señor principal del valle con unos

granos de oro gruesos como nueces al capitán Gonzalo de los

Ríos, dejando toda su gente emboscada junto a ellos, y le dijo:

"Señor, toma este oro, que como éste te daremos breve lo que

prometimos a Valdivia". Gonzalo de los Ríos tomó el oro y

estándolo mirando, el indio alargó la mano y sacándole el

espada de la cinta le tiró una estocada con ello y dio voces

llamando su gente. Salieron de sobresalto contra todos ellos

con tanto ímpetu, que aunque estuvieran sobre aviso los

mataran todos, como los mataron, dándoles tantos flechazos

por el cuerpo, teniéndolos cercados, que los pobres españoles,

viéndose en tanta necesidad, pelearon desesperadamente sin

que quedase ninguno de ellos a vida, si no fue el capitán

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72

Gonzalo de los Ríos y un negro, que acertaron a tener los

caballos ensillados cuando oyeron salir los indios de la

emboscada; y como el indio le sacó al capitán la espada de la

cinta, huyeron a los caballos y llegaron a la ciudad de Santiago

diez y seis leguas de camino en un día, donde Valdivia fue

avisado de lo sucedido” (Alonso de Góngora Marmolejo, 1575)

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73

Actas y publicaciones de prensa referidas al Cerro Mayaca y

sus moradores

Oficio N° 469 Gobierno Departamental Quillota, abril 27 de 1844 “El excelentísimo Señor Don José Manzo, Presidente de la Real

Audiencia, siendo Presidente del Reino de Chile en 1745, dictó

una ordenanza con fecha 23 de abril de dicho año, que contiene

las instrucciones que debía observar el Superintendente General

Dn. Martín José de Larraín para dirigir la población de la Villa

de Quillota que había sido erigida en 1717, la cual Ordenanza se

halla suficientemente autorizada en los autos del pleito que

sigue esta Ilustre Municipalidad sobre la propiedad del Cerro

Mallaca, y de la que tengo una copia en mi poder. El artículo 3°

de ella es como sigue: “Hará que se forme una cañada desde la

acequia madre de que saca agua para distribuirla a los solares

de la Villa por la falda del Cerro Mallaca hasta el río, dándole el

largo de 30 varas, o el mayor que el terreno permitiese, para

que sirva de entrada y salida”. En el artículo 15° se dispone lo

siguiente: “A todos los solares distribuirá el agua de modo que

Page 75: Encanto de Barrio - Gobierno Digital

74

todos se rieguen, uno en pos de otro, y se permita que el

repartimiento se enclaustre dentro de cerco alguno el que se

hará a costa de todos los interesados y para ellos ejecutarlo, se

valdrá de personas prácticas y no permitirá que se extravíe el

agua de las acequias por las calles, porque todos se han de

regar, por lo interior de ellos en la forma dispuesta”.

De los dos artículos anteriores se deduce que la calle llamada

actualmente 18 de Septiembre debe ser una cañada de 30 varas

por lo menos contadas desde la acequia que distribuye el agua

para la población, y que las tomas que reparten el agua para

cada hilera o islas de manzanas de la ciudad, no deben estar

adentradas como están actualmente, sino que deben hallarse a

disposición del público en la indicada cañada. Esto se

comprueba con la simple inspección de la expresada calle pues

se notan a primera vista las usurpaciones que se han hecho a la

cañada y que subsisten casi en su totalidad las paredes que le

daban la dirección desde la Alameda hasta el río como dispone

el artículo 3°.

El artículo 1° de los adicionales de la Ley de 17 de diciembre de

1842 dispone, “Que todos los caminos públicos y calles que

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75

hayan sido variadas sin permiso de la autoridad competente y

los terrenos de ellos que el público haya sido despojado por

usurpaciones de los vecinos, serán restituidas a su antiguo

estado sea como fuese el tiempo transcurrido desde la

usurpación” y aunque el artículo 2° dispone que los

gobernadores decreten y hagan ejecutar las restricciones antes

dichas, el que suscribe ha creído que la Municipalidad debe

tomar consideración de este asunto hasta esclarecer

perfectamente si ha habido usurpación y en segundo lugar en

qué términos debe reclamarse de los poseedores el terreno

usurpado tanto porque hay algunos edificios en él como porque

cree que habrá que hacer algunos gastos para recuperarlos lo

cual solo puede hacerse con acuerdo de la Municipalidad.

Dios guarde a usted Gregorio Amunátegui

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76

“Eximir a Don José Prudencio Ravest del Censo que paga a la

municipalidad de Quillota por la parte del cerro que había

comprado a la Corporación, en razón de haber justificado que

había comprado una cosa que era de su propiedad i no del

público como se creyó” (Libro de la Gobernación de Quillota

Tomo XIII)

“Se da cuenta que Don Pioquinto del Fierro pretende tomar

posesión del terreno que la ciudad tiene arrendado a Santos

Castillo en el Cerro Mallaca” (Libro de la Gobernación de

Quillota, Tomo XVI del 11 de junio de 1845)

“El Alcalde Sr. Morán informa que la Comisión que está

encargada de revisar la situación de los terrenos del Mallaca,

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77

está muy avanzada y pronto dará cuenta de su gestión,

especialmente en cuanto al pago de los cánones de arriendo”

(Diario El Correo de Quillota, 23 de junio de 1878)

“Se informa la existencia de un molino con el nombre de San

Leonardo en las faldas del Cerro Mayaca en el lugar donde se

instaló el primer molino de Quillota en la falda que mira hacia el

oriente, y que hace pocos años era conocido como Molino de

Morán.

El canal que surte de agua a la ciudad es el que presta la fuerza

motriz a su rueda hidráulica” (Diario El Correo de Quillota, 18

de julio de 1878)

“Adrián Aravena, Mateo Aceituno, Rafael Ulloa, Arturo

González, Manuel Piñol, Eusebio Olivares i Luisa Zamora,

arrendatarios de pisos del Cerro Mallaca piden se deje sin

efecto la resolución de la Alcaldía que ordenó aumentar el

precio de arriendo de sus terrenos” (Sesión Municipal, 22 de

junio de 1917).

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78

Archivo de la Gobernación de Quillota referido al Cementerio del

Cerro Mayaca

Quillota, Diciembre 30 de 1873 Tengo el honor de contestar el Oficio de V.S. N°657 fecha 9 del

corriente, por el cual tiene a bien pedirme datos relativos al

cementerio de mi cargo…

… Dando cuenta digo: el Cementerio de Quillota está situado al

Noroeste de la Ciudad sobre la cima de una colina, (está como

aquel de propiedad municipal). Por el año 1850, se estendió el

cementerio al costado norte y tomó la forma de martillo o

escuadra de carpintero: con la cual mide en la actualidad una

superficie de metros cuadrados 5.700. El año 1871 el infrascrito

dividió el cementerio en dos secciones por medio de una berja

de madera sobre cimientos de piedra i de cal i ladrillos,

comunicándose ambos departamentos por dos puertas de la

misma berja y reservándose la parte alta y plana para los

mausoleos y sepulturas de familia… y de la parte inclinada o

falda del cerro está dedicado para las sepulturas que se pagan

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79

por un año. En este mismo departamento en la parte inferior o

más baja se ha reservado un lugar para sepultura de los que

mueren por enfermedades contagiosas como viruelas; i la zanja

o fosa común para los pobres de solemnidad. En el primer

departamento, es decir el dedicado a sepulturas de familia, se

hallan siete mausoleos de mármol, doce hermosas lápidas de

mármol; diez y siete bóvedas de cal y ladrillo en todo treinta y

seis sepulturas de familia … Este mismo departamento y al lado

poniente se ha reservado un lugar de una superficie de metros

cuadrados 400 con el título de Cementerio Laico; en

cumplimiento al Decreto de S.E. el Presidente de la República,

en el solo se ha sepultado un párvulo hijo de un disidente

alemán.

… Los empleados del cementerio es uno solo el pantionero

(vulgo) que hace las veces de mayordomo: el cuida el aseo de la

capilla i el cementerio a su cargo están las llaves, herramientas

y sacristía i ejecutar las órdenes del jefe que lo nombró, carece

de sueldo: en los dos años dos meses que sirve este cargo, la

Municipalidad no le ha asignado ninguno todavía en los

presupuestos para el año 1874, se pensó en asignarle 50$ por

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80

una sola vez, esta idea que surgió del tesorero no la pudo llevar

a cargo por los escasos recursos de la municipalidad a pesar de

conocer la probidad de este empleado: sin embargo el como sus

antecesores cobra dos reales por cada cadáver a los que van a

sepultar, pero unos le dan i otros le injurian escusándose de

pagarlos.

Réstame dar cuenta a su señoría de las necesidades que pesan

sobre el Establecimiento de mi cargo. A juicio del infrascrito son

las siguientes: un Reglamento autorizado por el Supremo

Gobierno; un carro mortuorio para conducir los cadáveres;

arreglar el camino que sube al cementerio; la conclusión de los

trabajos iniciados este año en el costado norte de la Capilla;

arreglo de las murallas y bardos del cementerio que el temblor

del 7 de Julio dejó en mui mal estado.

Comprar a la vecina colindante señora Rodríguez un pedazo de

cerro de metros 45 la longitud por metros 13,50 de ancho para

regularizar el departamento de mausoleos, dándole hermosa

vista con la continuación de la muralla de piedra i cal i ladrillo

iniciada por el infrascrito…

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Es cuanto tengo que informar a V.S. Dios guíe a V.S. José del C. Alvarado Al señor Gobernador del Departamento de Quillota (Extracto del Archivo de la Gobernación de Quillota, Volumen

N° 11)