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    La quiebra del modeloLuis C. Benvenuto

    Una indagacin acerca de las causas y la naturaleza dela transformacin del turbulento Uruguay del siglo XIX, enel pas modelo que enorgulleca justamente a la generacinde nuestros padres y asombraba a los observadores extranje-ros, sin duda tambin ha de dar alguna razn acerca de lasfuerzas profundas que lo fueron enervando y concluyeron porfrustrar un amable ensayo de convivencia poltica y social;ensayo que ahora parece imposible de reemprender por aque-llos suaves caminos.

    Si fuera menester definir de un solo trazo el sentido fun-damental de los cambios que remozaron y condujeron a su .punto ms alto a la sociedad uruguaya en las primeras dca-das del siglo, podra sostenerse que lo principal consisti enuna nueva conjugacin de los elementos preexistentes, en unasabia orquestacin de clases, grupos, tradiciones y espectati-vas que -inscriptas en una coyuntura muy favorablefueron conducidas hacia canales institucionales y reordenadasde acuerdo con una concepcin de lo social, de tono redentory tutelar. Se trataba de una actitud promocional acuciante,que presupona una fina percepcin de ciertos problemas anen germen, y la conviccin de que la sociedad uruguaya, enrpido proceso de cambio -que de alguna manera llevaraal endurecimiento de las estructuras- an conservaba unagran plasticidad y maleabilidad. De all naca la urgenciapor una accin inmediata y desplegada a todo lo ancho:"Nuestra Repblica debe aprovechar estos tiempos de for-macin que corren para ella, en que es fcil corregir viciosy defectos incipientes, as como implantar instituciones nue-vas" -expresa el propio don Jos Batlle y Ordez en sumensaje sobre la "cuestin obrera", de diciembre de 1906"nuestra condicin de pueblo nuevo nos permite realizar idealesde gobierno y organizacin social, que en otros pases de viejaorganizacin no podran hacerse efectivos sin vencer enormesy tenaces resistencias"... "la lucha industrial entre unospueblos y Otros hace casi imposible la adopcin de medidasde esta naturaleza. Para nosotros no se ha creado todava esasituacin, debido a que nuestro pas no ha entrado an delleno en el rgimen industrial y debemos apresurarnos ateglamentar el trabajo, ajustndose a elevados principios dejusticia, antes que la complicacin y la magnitud de los inte-reses afectados haga ms dificultosa esa tarea".

    Las bases sociales delmodeloEn las dcadas finales de la pasada centuria, el Urexperimenta una formidable serie de transformaciones eco

    cas, demogrficas, tecnolgicas, culturales, que pronto ta.comienzan a socavar el mundo aparentemente inconble de la polt ica tradicional. La "modernidad" irrumppaso firme, la sociedad se densifica, se acrecienta su cojidad, se multiplican sus funciones, se diferencian y segonizan sectores, grupos e intereses hasta entonces inexiso sumergidos en su propia pequeez. Las fuerzas nuevaprestan a reclamar un lugar bajo el sol y a dispm-aunque no en'choque frontal- a las fuerzas tradicioa los ganaderos, importadores y exportadores, prestamimalabaristas de la deuda pblica. " . . . ha llegado la hoque los ciudadanos y extranjeros que pertenecen a laindustrial, y que tienen a honor el pertenecer a ella,aunar sus esfuerzos, congregarse en los gremios respectque pertenezcan, agruparse en asociaciones d e p a r t a m e n y . . . constituir de una vez el gran partido del trabajoprogreso industrial, cuya accin puede ser tan benffecunda para los que tomen parte en l". Es el aoLos seores de la poltica perciben de inmediato un pque no los alarmaba, sin embargo, cuando los hacensostenan que la Asociacin Rural "formar algn da elpartido nacional, el partido de los intereses legtimos yradas". Los industriales replican deplorando "la nimiedhacer creer un peligro para el Estado, la organizacinpartido rural, o agrcola o industrial, totalmente ajenospoltica, y que en su benfica accin podran ser grmoderadores y frenos de los partidos polticos". . . Ellosran a "mantenerse constantemente alejados de las luchasticas que agitan perpetuamente al pas, y que justamentedivorciarse de ellas, y para neutralizar sobre todo los irdiables males que de ella reciben, deben coaligarse llea su organizacin un espritu de partido, de asociacincomunidad que los proteja, que los fortalezca y que los h

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    Cmo est consrituida y qu fuerza posee esta nueva"clase industrial", que como tal se autodefine? El msexigente socilogo hallara en ella los elementos necesa-rios para reconocerla como una clase con todos sus atri-butos. Crea rganos de lucha y de presin: una Asociacinpara < "propender al desarrollo de todos los ramos de laindustria nacional", "utilizar las materias primas que abun-dantemente brinda el suelo de la Repblica", "asegurar elbienestar de los artesanos" y un peridico que toma elpuesto de "defensor de los legtimos intereses de la indus-tria nacional". Elabora y difunde una ideologa coherentecon los intereses de su clase y procura demostrar cmo,stos, coinciden con los ms generales del pas. Desenmas-cara y acusa al comercio importador y al capital especu-lativo como los causantes de la posrracin de la economanacional. Explica infatigablemente las ventajas para el fiscoy para la sociedad en su conjunto, de una poltica de pro-teccionismo industrial. Busca apoyos y solidaridades entrediferentes grupos de la sociedad: entre los funcionariospblicos, pensionistas del Estado y propietarios, en raznde que podrn cobrar sus sueldos, pensiones y alquileresatrasados, cuando el Estado aumente sus recaudaciones porla suba de los impuestos a los productos extranjeros; entrelos consumidores, con el argumento de que obtendrn losartculos ms baratos cuando se proteja adecuadamente ala industria nacional. Invoca, segn convenga, la represen-tacin de todos o de algunos de los sectores vinculados ala industria (indusrriales propiamente dichos, artesanos,productores de materia prima, patrones y obreros) preten-diendo asumir, simultnea o alternativamente, la defensade los intereses ms generales o ms particulares. Proclamala nobleza y alta dignidad del trabajo industrial, cuyosresultados "han sido para nosorros una ocasin de gloria

    ms grande, ms segura que la que pudieron procuranuesrros famosos caudillos con todas sus hazaas militarExalta el valor de la tcnica y de la eficiencia: "nueprincipal empeo es adquirir y aprovechar toda mqnueva, todo invento que pueda ser propuesto para nueindustria". Realiza exposiciones y promueve el consy fabricacin de artculos nacionales; publicita, con inio y eficacia, su alta calidad y baratura. Vase por ejplo este anuncio, aparecido en "La Liga Industrial": "Cpaa del Gas. Usina. Montevideo, agosto 23 de 1880abajo firmado y a pedido de los seores Lamarque y Cha hecho dos cuidadosos ensayos del aceite manufactuen su fbrica del Paso del Molino y lo ha encontradoperior al aceit que generalmente usamos, el cual es"Foulger & Sons best Engine Oil" fabricantes del maceite para mquinas. Un litro de su aceite ha du2 Y2 horas ms y las mquinas trabajaron con ms sudad que con el otro. Firmado: Roberto G. Shaw, Iniero de la Usina del Gas de Montevideo".Declara su prescindencia con respecto a la poltradicional, a lo cual se dicen forzados "por nuestra calde extranjeros y por nuestro reglamento" y "porque aclases industriales de la Repblica nada le interesagobierne el partido A o B". Logra, sin embargo, queintereses sean defendidos, en el seno del parlamento,eficacia e inusual alarde en el manejo y conocimientolos conceptos econmicos, por algunos diputados, eellos, Carlos Honor y Domingo Lamas.As, el primero de ellos, expresa en Cmara, en 1en oportunidad de discutirse un impuesto proteccioni" . . . por qu no hemos de dictar una ley de Adupreparada de tal modo y con tales derechos que hagase pueda trabajar en la Repblica Oriental del Urug

    El siglo se abre C01l las g.randes manifestaciones coloradas presididas ya por la modalidad popular de Jos Batl/e y Ordez. Naca el mod(1901. Afontevideo, calles Florida y Umguay J.

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    El slInio de Domil lgo Lamas: la elaboracilI lIaciollal de tabacos.en otros trabajos que los de las faenas de los saladeros yla labranza. . . Por qu vamos a obtener recursos del ta-baco no elaborado si podemos sacarlo del elaborado . . .por qu hemos de dar esa diferencia a los obreros de otropas, a los cigarreros extranjeros . . . por qu no la hemosde dar a nuestros proletarios, a' esa gente que se ve obli-gada a emigrar . . . ".La Comisin de Hacienda de la Cmara de Repre-sentantes, integrada, entre OtrOS por Domingo Lamas yFrancisco Bauz, dice en su informe sobre el proyecto deley proteccionista de 1888: ". . . mientras no tengamosms que materias primas como produccin nacional paraadquirir con eIJas los productos manufacturados que nostraigan, seremos por el hecho, una especie de factoraextranjera. La constitucin de una nacionalidad y de unaindependencia econmica est en el poder industrial pro-pio, es decir en los medios que tenga un pas de desa-rrollar de un modo armonioso sus fuerzas productivas yensanchar y multiplicar los empleos del trabajo nacionalas como las inversiones fijas de capital". Lamas, redactordel informe, no se satisface con un simple proteccionismoaduanero. Ya en 1885, se manifiesta firme partidario deuna intervencin estatal ms amplia: "Este proyecto (fu-tura ley N9 1852 de 30/11/885} . . . debe formar parte deun sistema general, entrar el Estado a ejercer en la esferade los intereses materiales la influencia culminante que lecorresponde"."En lo econmico, sobre todo, para los pueblos quese encuentran en nuestras circunstancias, predomina de unmodo incontrastable el principio moderno de faites faireet dvlopper en oposicin al laissez faire, laissez passerde los fisicratas".

    ". . . de la amplia y eficaz accin del Estado en elorden econmico depender, con el tiempo, la posicinadelantada o retrasada que ocupemos entre los pueblosamericanos"."Ah est la historia mostrndonos la accin del Estadocomo una de las causas generadoras de la prosperidad detodas las naciones . . . "."Seamos, Seores, pionners de la industria nacional".

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    La fabricacin del azcar de remolacha comolida la autonomia industrial. (Establecimiento "La Sierra" del Sr. Diaz Aznrez, al comenzaaos veinte).La defensa de los intereses nacionales, del trabajonacional, de la materia prima nacional, de las finanzas del

    Estado, en una palabra, el nacionalismo econmico, es elarma de combate de esta clase que -paradojalmente-est constituida, en su inmensa mayora, por extranjerosque buscan una segunda patria.En la segunda mitad del siglo XIX, debido al aportemigratOrio, el crecimiento de la poblacin uruguaya, alcanzaun ritmo vertiginoso que supera los ndices ms altos quese conocen para la poca. La poblacin nacional resultaprcticamente sepultada por el aluvin de extranjeros.

    El "Censo Municipal del Departamento y la Ciudadde Montevideo", levantado en 1889, revela "la inmensasuperioridad de los extranjeros", quienes si bien slo alcan-zan al 47 % del tOtal de la poblacin del departamento,representan, sin embargo, algo ms del 78 % de los varo-nes mayores de 20 aos. Y stOs, segn expresa EduardoAcevedo, "constituyen el nervio de la poblacin trabaja-dora, de donde resulta que el impulso industrial de losextranjeros debe ser ms del doble del impulso industrialde "los nacionales". En efectO, el censo citado muestra quedel tOtal de los establecimientos industriales, el 88% espropiedad de extranjeros, lo cual no deja dudas en cuantoal control del sectOr industrial -exceptuando los salade-ros, un 80 % de los cuales son nacionales- por partedel grupo inmigrante. De la misma manera, el personalempleado en los establecimientos industriales es extran-jero en su mayora (70 %). El equipamiento industrialtambin presenta diferencias notables. En las empresas deorientales, la potencia promedio de los motOres utilizadoses de 4,2 caballos de fuerza. En cambio, en los estableci-mientos propiedad de extranjeros, su potencia es el triple(12,5 H. P.) .

    En el sector comercial de Montevideo, aunque es im-portantsima la participacin de los extranjeros, pues lescorresponde la propiedad del 82 % de los establecimientoscensados, su gravitacin es bastante menor (63 %) en lasactividades ms estrechamente vinculadas al comercio exte-rior (casas importadoras y exportadoras,' almacenes al pormayor, agencias martimas, casas de cambio y comisiones)

    en las que aumenta la proporcin de los uruguayos.Unas pocas cifras ms son suficientes para mosel enorme peso relativo que, en el conjunto del pas,canz el sectOr. El Censo de 1908 pone de manifiestOla ganadera y la agricultura juntas, ocupan solamente26 % del total de la poblacin activa y los salariospagan ascienden a $ 4.029.000, en tanto que la indusy el comercio reunidos, ocupan el 55 % de la poblacactiva y pagan $ 15.662.000 en salarios. El valor estimde la produccin agropecuaria, en 1907, asciende amillones de pesos, y el de la industria a 35 millones.stock ganadero estaba valorado entonces en 162 millode pesos, mientras que el capital declarado de la indusy el comercio de Montevideo solamente, ascenda amillones y el monto de sus operaciones, en el mismode 1907, superaba los 155 millones.

    Las cifras anteriores cobran especial relevancia si temos en cuenta cul era entonces, segn lo vean sus ctemporneos, el nivel de la "riqueza pblica". Carlos MDe Pena, por ejemplo, calculaba que en 1881, el valorla propiedad (raz, mueble y capitales en giro) llegab$ 782,6 per capita, mientras que en los EE. VV., selos datOs del censo de 1870, alcanzaba a $ 781,4. Pormisma fecha expresaba Juan Idiarte Borda, en la Cmde Representantes: "Creo que en un pas tan produccomo el nuestro, cuya produccin, Sr. Presidente y SRepresentantes, puede calificarse - en relacin con sublacin- como la primera del mundo... Este pas pduce ms que ninguno: es la primera nacin del munen segundo lugar est Inglaterra y despus la RepbArgentina". Una dcadail'fls tarde estimaba el diarioSiglo que la riqueza del Uruguay alcanzaba a $ 875habitante, en tanto que en la Repblica Argentina sllegaba a $ 520. En oportunidad del censo de 1908,seala muy especialmente que el Uruguay posea la pporcin ms alta del mundo, de ovinos y bovinos por htante (25,2 y 7,8 respectivamente, contra 23 ovinosNueva Zelandia y 7,5 bovinos en los EE.VV., pasesocupaban los segundos puestos, seguidos a gran distanpor los restantes productores agropecuarios).

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    Indices tan promisorios daban slido apoyo a un opti-mismo y a una confianza ilimitada, y casi general, conrespecto al futuro econmico y social del pas. Parecacomo si entonces el problema principal fuera mejorar ladistribucin de la riqueza y no tanto el de aumentar laproduccin.Agrguese a ello, que el exitoso desenvolvimiento dela industria susti tutiva de importaciones, se vena reali-zando en una etapa en que el capital extranjero todavase colocaba, preferentemente, en emprstitos o en grandesempresas y obras (agua, luz, gas, telgrafos y telfonos,ferrocarriles y tranvas, transporte martimo, puertos, ban-cos, seguros, etc.) y que en el terreno de la manufacturaliviana an no se haba instalado firmemente, ni se habani n i c i a d ~ las formas aCtuales (tipo caballo de Troya), deindustrias aparentemente nacionales, pero de claro carc-ter recolonizador. Exista, por lo tantO, un ancho campopara la expansin de la actividad industrial y artesanal,conducida por orientales o por extranjeros radicados en elpas y desarrollada con relativa independencia del exterior.Algunas nubes, sin embargo, asomaban en el hori-ZOnte. En el seno del nuevo mundo ciudadano, comienzana desarrollarse contradicciones y luchas internas, entre lascuales debe recordarse, por lo menos, el tenaz reclamoobrero de mejoras salariales y reduccin de la jornada, quedesencadena huelgas cada vez ms violentas, y feroces re-presiones policiales, con centenares de huelguistas arresta-dos, como en la de tranviarios de 1901; y tantas otras, dealbailes, tipgrafos, molineros, fideleros, cigarreros, fosfo-reros, obreros del puerto, etc.En el mundo rural se acrecienta la desocupacin y elp a u p e r i ~ m o , que provoca un ininterrumpido xodo en direccin a los centros urbanos, especialmente a Montevideoe incluso hacia el exterior. En Montevideo, por ejemplo,en 1884, el 5,9 % de los residentes en el departamento,haban nacido en el interior, en 1889, la cifra sube al7,7 % y en 1908, llega al 14 %. Si se tiene en cuentaque en ese cuarto de siglo, la capital duplic su poblacin,se puede apreciar en toda su intensidad la gravedad delfenmeno. Con respecto a la emigracin, en 1910, DanielGarca Acevedo, en su informe sobre el Pauperismo Rural,estima en 100.000 la cantidad de orientales voluntaria-mente expatriados en los pases vecinos.Las cifras antes transcriptas, en relacin con el altonivel de riqueza del Uruguay, muestran una cara biendiferente por cierto, en cuanto se las considera desde otrongulo, no en funcin del nmero de habitantes, que pue-de cambiar muy rpido, sino en funcin de la cantidadde tierra empleada. As, por ejemplo, el censo de 1908,entre otros caracteres poco auspiciosos de la estructura eco-nmica, muestra que el valor de . la produccin ganadera,por hectrea utilizada, es seis veces inferior al de la agri-cultura, con el agravante de que la primera emplea doceveces menos personal, por unidad de superficie. Desde estepunto de vista, rendimiento por hectrea y utilizacin demano de obra, que el futuro pronto revelar como el ver-dadero taln de Aquiles de la economa uruguaya, losestadgrafos de la poca no encontraban motivo para sola-zarse comparando internacionalmente los datos sobre elUruguay.

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    El trabajo en os modernos jrgoriic()J' cOllgeg a multitlldobreros l l torno (J imperius industriales e ~ " ( t r a n j e r ( j J . Fue ladiatizaciN !'naos graZ'e de! ' ilude/o indlJJlrial ;JfllnoTl]o.

    No es posible demostrar aqu, cmo en las dcafinales del siglo, el desarrollo de la induStria sustitude importaciones, el crecimiento urbano, las tarifas adneras y el juego de los precios industriales y agropecrios, comienzan ya, a provocar lo que se ha llamado "mas protobatll isras de traslacin de la rema".1 Natumente no podemos tampoco hacer la histOria ni lacripcin del sector induStrial, del mercantil o del grinmigrantc, ni distinguir los problemas especficos detronos y obreros que, por entonces, dadas las "relacioconfusas de industrias embrionarias", de carcter preminantemente artesanal, eran menos claros que mslante. Si hemos insistido algo ms con la "clase industres sencillamente porque se trata del sector urbano meconocido y porque es el nico que conscientementehaba propuesto un plan de futuro, el nico que en vertena un proyecto propio: transformar al Uruguay enespecie de Blgica del Ro dc la Plata. (Para un ande las clases medias en el perodo, el lector puede retirse a la Enciclopedia Uruguaya N 36).

    1 Estudio -ineditO a un - realizado conjumameme con el er.Mil lor . sobre lo s efectOs de la legislacin proteccionista E:1 el u lt im? cde siglo XiX. De l se hJ tomado la mayor pJrtE de la informacion~ l q u i utilizada.

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    A los efectos de nuestro tema es suficiente con presentar algunos testimonios de! surgimiento de un conglomerado urbano que, por su sola presencia, rompe e! equilibrio del Uruguay pastoril y exportador, quiebra y des-borda los marcos del orden heredado del siglo XIX, provoca un reacomodamiento de fuerzas y llega a conmover,incluso, e! campo hasta entonces tranquilo y bastante indigente de las ideas polticas y sociales.Ni las nuevas clases urbanas, ni las ms viejas peromodernizadas y ya consolidadas clases rurales, podan estarsatisfechas con e! sistema poltico de! Uruguay tradicional.

    la s primeras deseaban una ms adecuada y efectiva proteccin oficial, que les permitiera desarrollarse plenamente;las segundas pretendan que se alejara de la orilla de suscampos al creciente y perturbador pobrero rural y quese pusiera fin a la guerra civil endmica, todo lo cualimplicaba una radical transformacin de los comportamientos polticos ms inveterados. Slo la sincera y com-pleta aceptacin de los "comicios que no son ms que lacontinuacin de la pasada guerra en un terreno pacfico,institucional y fecundo" (El Da, 21/1/1905), la dem o-cratizacin autntica de la vida poltica y el desarrollo delas funciones secundarias del Estado, permitiran satisfacer,simultneamente, tales aspiraciones. Durante un cierto tiempo, ambos sectores parecieron dispuestos a pagar los cos-tos de dicha operacin. lo s terratenientes, a aceptar e!crecimiento urbano y burocrtico, que si bien encareca elmantenimiento de! aparato estatal, alejaba -por lo menosgeogrficamente- el problema de los desocupados ruralesy favoreca la sustitucin de las lanzas y las montoneras,por los VOtos y las urnas. lo s grupos urbanos, a su vez,parecan dispuestos a retribuir con su adhesin poltica, allder o al partido que asumiera la defensa de sus intereseseconmicos y sociales. Pero la coincidencia, que aproximclases y grupos que perseguan fines tan diferentes, y enltima instancia inconciliables, muy rpido se revel meramente circunstancial y pronto comenzaron a ganar la su-perficie disidencias ms profundas.En tanto que las aspiraciones rurales podan satisfacerse con una accin, por parte de! Estado, de un carcter, en cierta medida negativo o, en todo caso, preventivo-alejar guerras y pobres, vaciar e! campo- no se derivaba de ella ninguna ampliacin de los apoyos polticospara e! partido que desde e! poder satisficiera los reclamos de aquella clase, numricamente reducida y que, naturalmente, no aspiraba a crecer. Por e! contrario, la res-puesta a los ms variados requerimientos de los gruposurbanos, implicaba un tipo de accin afirmativa, creadora,que poda ampliarse o retacearse, que se proyectaba sobresectores cada vez ms numerosos y que permita expandirlos mecanismos "clientelsticos" tradicionales y ensancharlas bases polticas del partido que lograra presentarse comoe! motor de esa accin: en este caso, el partido colorado,que detentaba el poder desde haca varias dcadas y queluego de! triunfo de 1904 sobre su tradicional adversario,en torno a la figura de Batlle, el gestor de la victoria, seafirma y consolida.Se produce as, entre e! partido colorado y los gruposurbanos, un acercamiento y una identificacin mayores,que les permite, a aqul, ampliar y renovar sus fuerzas y,

    Pedro Cossio y Jos Ramasso, ministros de Hacienda e Inden la segunda presidencia de Batlle. Su comiglla: industrel pas.a stos, obtener, por su intermedio, una participacinciente en la conduccin de los asUntOS pblicos. Ede la coparticipacin, que unifica definitivamente alque extiende la accin de! Estado sobre todo e! terrnacional, produce un efecto multiplicador de la grcin de los grupos urbanos. No slo porque el campaccin ahora es ms amplio y porque las posicionenadas por ellos dentro de! partido colorado y del Eson posiciones perdidas por la clase ganadera, sino adporque la derrota de! partido nacional tambin sigla prdida de las posiciones que los rurales detentabtravs y desde ese partido. Se trata, por supuesto, deprdida relativa o, en todo caso, de una prdida delnopolio del poder poltico, poder que hasta entoncescan en exclusividad y ahora deben compartir.De inmediato se ponen de manifiesto las consecias de! nuevo equilibrio de fuerzas. luego de lasciones de diputados y senadores de 1905, que el pacolorado gana por abrumadora mayora, una verdandanada de proyectos es enviada al parlamento: concin de caminos, puentes, puertOs, escuelas, reglamcin de empresas extranjeras y mayor severidad etratO con las mismas, regulacin del contrato de trpara amparar a los sectores ms desvalidos, expansidominio industrial del Estado, etc., etc. Pero lo fumental es e! esbozo o la preparacin de una nuevatica impositiva (que procura gravar ms fuertemenla tierra, imponer progresivamente a la herencia, reatOda la propiedad territOrial, estableciendo e! distingotre e! valor de la tierra desnuda por un lado y el d

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    mejoras por otros, etc.) de carcter revolucionario, puesp ~ ~ t e n d e promover una mejor y ms intensiva explotaclan del agro, combatir el latifundio y a la vez financiarel desarrollo econmico y social de la sociedad en su con-unto: ", . . el impuesto progresivo, gradual y continuosobre el valor de la tierra,.. llenar todas nuestras nece-sidades sociales, aminorar sus gastos actuales, y dar unsobrante enorme para ayudar a esa misma tierra, obligndola a producir",

    Pero el salto era demasiado brusco, ni siquiera la totalidad de los nuevos diputados promovidos por Batlle estaban dispuestos a llevar las cosas tan lejos. Muchos proyectos se frenaron. Era necesario, entonces, preparar cuidadosamente una estrategia a ms largo plazo. "Educar alpueblo uruguayo para sus ideales de reforma -dice elhistoriador norteamericano Milton l. Vanger- dar al Partido Colorado un programa ideolgico, organizar el Partidode tal modo que los candidatos colorados que resultaranelectos tuvieran la obligacin de poner en prctica losprogramas partidarios: stos eran los planes que Batlleconcibi como labor que ocupara el resto de su vida".

    El mundo u ~ b a n o d: los aos veinte se extiende tierra adentro yproyecta su mfluencza sobre todo el territorio.

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    El esbozo, que hemos trazado, de algunas lneastendencia de la dinmica econmico-social, nos proporciel marco para entrar en Otro plano de nuestro examenla oportunidad para interrogarnos acerca de alguna de"ideas-fuerzas" que, brotando de ese marco, impulsaprimero y terminaron luego por frenar al Uruguay batlliDurante el ao 1914, el Dr. Carlos Vaz Ferreira, diun ciclo de conferencias, ms tarde recogido en libro bel ttulo "Sobre la propiedad de la tierra", que tiene,relacin can nuestro tema, una importancia excepcionElla deriva del prestigio que tena el expositor, de su asima y singular investidura acadmica (por ley espechaba sido recientemente designado para desempearctedra de Maestro de Conferencias), de la difusin yeco pblico que entonces alcanzaban los temas tratadentro del recinto universitario, del tema mismo y mparticularmente de la forma cmo ste fue tratado. Pson dos razones distintas las que ahora nos interesa dtacar. Primero, la oportunidad en que se dictaron las cferencias: mientras se discuta en las Cmaras un proyede ley impositiva, de clara filiacin georgista. Segundofundamental, el hecho de que estas conferencias represtan tal vez, el mayor esfuerzo intelectual y pedaggrealizado pblicamente por entonces en el pas, para cciliar entre s los heterogneos intereses de los distingrupos urbanos y, al mismo tiempo, para armarlos idlgicamente y racionalizar su lucha corma el latifundEn ellas se expone, con una libertad que los dirigenbatllistas -polticos al f in- no pueden permitirse, la ic ~ ~ v e , alg? as como l llave maestra de toda la concClan batllIsta: el georglsmo; pero conviene sealarlo deya, un georgismo heterodoxo, o como prefera Vaz Ferre"sin doctrina".

    Independientemente del valor en s mismo de las iJde Henry George, de sus mritos y sus errores, de la pobilidad de ponerlas en prctica en una sociedad comouruguaya de hace medio siglo, importa sealar cmo, lgo de su fracaso, cay sobre el georgismo un silenabsoluto, un olvido total. Y ese olvido, casi conspiratique recuerda al silencio que ocult las realizacionesplan agrario artiguista, al escamotear una pieza esencialsistema, torna incomprensible la relativa coherencia qposea el modelo batllista. Da lugar, por consiguientefalsas interpretaciones del proyecto y abre paso a crtierrneas o mal fundadas, sobre todo a aquella, en el fonde ndole eminentemente conservadora, que reprochabatllismo su preocupacin desmedida por promoverbienestar social y el desarroll del Estado y lo acusadescuidar el problema fundamental del pas, que eradesarrollo del agro y el aumento de la produccin.Intentar el rescate de esa pieza esencial de nuespasado, procurar un conocimiento ms cabal del modque Batlle intent poner en marcha, y al que se debe bueparte de las realizaciones del perodo, justifica una exsicin relativamente minuciosa de las ideas econmicas qle sirvieron de fundamento.

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    Mientras no haya estudios monogrficos sobre el tema,parece prudente seguir las lneas generales de la exposi-cin realizada por el Maestro que el rgimen se habadado y haba colocado en la ms alta jerarqua docentedel pas,Vaz Ferreira comienza su curso sobre los problemasde la propiedad de la tierra, con un anlisis de las ideasque su generacin adquiri, en el pasaje por la Universidad,a propsito de las bases de la organizacin social vigente

    y se pregunta si el individualismo, ese sistema ideolgico,de tan seduccora simplicidad justifica realmeme el rgi-men actual? De inmediaco pasa al examen de los texcosde clase en que se expone el sistema: "La Justicia" deSpencer, donde se formula una defensa filosfica del rgi-men y dos tratados de economa poltica, de Paul Cauwsy de Paul Leroy Beaulieu, donde se lo hace desde el pumade vista econmico,No interesa aqu seguir el desarrollo de su crtica,pero s mostrar cmo se lanza implacable, en persecucinde los errores y horrores lgicos de aquellos aucores, pro-curando invalidar, en ltima instancia, las justificaciones delorden vigente y en particular los institutos de la propiedady la herencia aplicados a la tierra; pero slo a la "tierra

    de produccin",Dice, por ejemplo, de Spencer, a quien, de los tres auto-res analizados, es al que trata mejor: "Hay en esta demos-tracin, dir un arrevesamiento tal, que justamente laverdad es la contraria" ," "se ve el enorme paralogismode Spencer, , ," "concluye escamoteando el derecho que erael puntO de partida; el derecho qlle t iene el hombre alisartierra, como lo tiene a usar luz, a usar aire"," "estescrico en un estado de espri tu curiossimo, porque pos-tula precisamente lo que -est en tela de juicio, esto es, lapropiedad hereditaria de la tierra"," "un sorprendentecrculo vicioso, , ," "Son, en realidad, dos errores: el pri-mero, sentir el rgimen actual como un rgimen en quefuera realizada la justicia individualista, y defender, porconsiguiente, el rgimen de la propiedad il imitadamentehereditaria de codo, inclusa as la tierra, en nombre de lajusticia individualista y de la libertad; y el segundo, creerque el rgimen actual no tiene, n i puede tener, Otro ene-migo que el comunismo, , ,", Sobre otro pasaje de la obrade Spencer dice: "Este prrafo constituye una enseanzaaprovechable para los estudiantes, sobre codo, a quienesmostrar hasta qu punto, no slo las mismas facultadesde razonamiento, sino hasta la facultad de observacin, enhombres eminentes, se oscurecen y se embotan, respectiva-mente, por la preocupacin exclusiva e hipnotizante desostener un sistema, , , ", etc., etc.A Cauws y Leroy Beualieu los trata sin ninguna con-sideracin: " iEn qu estado se ha puesto esa mente, , , !","De todas las maneras detestables de razonar, no hay nin-guna que lo sea tanto como esta que consiste, no en re-futar directamente las doctrinas, sino otras doctrinas msgenerales, de las cuales se supone que aqullas seran loscorolarios, , ,", "Y con ese motivo entra en una serie dereproches a Stuart Mili, a Ricardo, al mismo Adam Smith,por haber hecho observaciones y formulado razonamientosque podan despus ser aprovechados por los comunis-tas, , ,! De manera que la pretensin de nuestro aucor no

    Edi ficio de la /!sociacioJl Rural del Umguay.es solamenre impedir pensar a los esrudiantes, paracuales hizo su libro, sino impedir pensar a los mismmaestros del sisrema en que l se ha afiliado"," "crepensar, escribir eso, representa no slo un esrado inteltual desconcertante, sino -creo que puedo afirmarlo--estado de verdadera anestesia moral. , , ".Vaz Ferreira, expone despus, cul debera ser ajuicio, el esrado de nimo ideal, en que un espritu scero, que sepa observar, pensar y semir, debe colocapara encarar los problemas sociales en general: "Enprincipio, ser el horror: El horror y el dolor ante tasufrimiento, ame una desigualdad tan extrema. Y quese vea claro que el progreso arregle: o que, si arregla,ran poco y ran lentamente, Que haya, para rantos, rasufrimiemo y rama inseguridad (tanto, porque es, socodo, una cuestin de grado), Que disponiendo la humnidad de todos los recursos del planera, haya rama pade los hombres que mueran o vivan de hambre. Ypregumamos por qu es as".Entra luego Vaz Ferreira de lleno a su rema: al "emen de la teora de Otro escritor, el ms indicado pelegir su doctrina como tipo de sta en que es bsico

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    Local de la Exposicin rural. La proli jidad del bienes tar ganadero ahito de precios remuneradorproblema de la tierra; doctrina interesante, apasionante, noslo en s misma, sino por su papel de combate en el momento acmal, y, tOdava, porque cuando damos con ciertOS hombres que, hasta a travs de los libros, pueden irradiar sobre nosotros una accin tan fecunda, sugerente yennoblecedora como parece que slo podra una comunicacin personal directa, entonces, sea cual sea la parte quede esa radiacin absorbamos y la parte que rechacemos enlo intelecmal, tOda ella nos aprovechar en lo moral. Namralmente, estamos ahora pensando tOdos en Henry George".Contrasta vvamente el tratamiento y el tOno empleados para analizar a los autOres anteriores, con el que utiliza para exponer el pensamiento de Henry George. Anteeste ltimo tolera y justifica, por ejemplo, "su teora simplista de la propiedad de la tierra", porque est "simplificada a base de la ms verdadera de tO das las ideas quedeben tenerse en cuenta" y porque "George ha dado elimpulso real, el impulso efectivo que ha convertido unacorriente ideolgica hasta entonces doctrinaria, en una fuerza poderosa de combate y de accin". Y lo ms curiosoes que cuando describe el puntO de arranque del pensamiento de H. George, vemos que coincide exactamentecon aquel estado de nimo ideal con que deberan encararse los problemas sociales.En efectO, seala que George empieza por hacernosver y hacernos sentir los males de la organizacin actual:

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    tanto sufrimiento, de tantos seres; tanta desigualdad.. .sobre todo, el hecho de que el progreso en lugar de tena suprimir o a atenuar la miseria y la desigualdad, tiena aumentarlas. .. y precisamente la intensificacin deprogreso va haciendo la situacin cada vez ms trgims insegura, ms trepidante, ms conflictual. . . algo destar mal arreglado, algo no est como debe estar. Ynecesario buscar qu es. Y bien: el error fundamental, seel de considerar la tierra como propiedad privada...propiedad privada es en s legtima; pero la tierra nopor su naturaleza, un su jetO de propiedad privada...propiedad, el derecho de disponibilidad, debe aplicarselo que se saca de la tierra, no a la tierra misma. Los obtOs se crean y se consumen o desaparecen con el tiempla tierra estaba y estar y persiste en el vaivn degeneraciones. Y, en el vaivn de las generaciones, el planes y debe ser de los que estn en l en un momento daEl que saca del agua un pez, es dueo del pez; perodel ocano, ni de un pedazo del ocano. El que hace pducir cereales a la tierra, es dueo del grano; pero nola tierra de donde lo saca.

    La propiedad de los medios naturales, representaas un monopolio a la vez injusto y antinamral. Si algunhombres pudieran encerrar el aire en bolsas o concentraen una forma cualquiera, y, as acaparado ei aire, monop

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    La clase alta rural exhibe el fundamento de su poder moderno: razas mejoradas multip licadoras de la renta por helizado, venderlo o alquilarlo a los dems hombres, esa organizacin sera antinatural e injusta: el aire es para todos.y del mismo modo es injusto el acaparamiento, la mono-'polizacin del medio natural tierra.Obstaculizado o impedido entonces, como lo ha sido,el acceso del hombre, --de cada hombre, de todos loshombres- al medio natural tierra, se produce una situacin que debe dar por resultado la dependencia de unoshombres con respecto a otros. No se puede producir, enefecto, riqueza sin tierra: directa o indirectamente, la riqueza es un resultado de la aplicacin del esfuerzo humanoa la tierra. Obstaculizado el acceso del hombre al medionatural, que representa el acceso a las oportunidades oposibilidades de produccin, se produce una forma de escla-vitud ms disimulada, menos ostensible, pero no menosreal que la otra. Prcticamente, en la organizacin actual,segn George, unos hombres son tan dueos de otros comosi stos fueran sus esclavos. Solo que no es una esclavitudimpresionante como la otra: es disimulada, y hasta permitea los amos quedar en paz con su conciencia.En los pases nuevos, el hecho es menos visible, porcuanto existe ms tierra, o el acceso a ella es menos difcil. . . pero... creciendo con la civilizacin, con la poblacin, con todos los factores del progreso, la renta de latierra, esto es, ese producto especial, excepcional que dala tierra, y que depende del monopolio, del acaparamiento;

    subiendo la renta por el progreso mismo, por la asocial independientemente del trabajo de los indivocurre que todas las grandes transformaciones, quelos grandes progresos sociales, debido a esa organizviciosa, en lugar de traducirse en un aumento de biesocial, se traduce en un aumento de la renta, y, porsiguiente, en beneficio, no de todos los hombres, sinalgunos hombres... no solamente existe una inferiode situacin del trabajador con respecto al propietartierras, sino que a causa del hecho de la propiedadtierra, existe una inferioridad de situacin injusta etivada del trabajador con respecto, no slo al propide tierras, sino al capitalista. . . la renta de la tierrapor hechos sociales, y es percibida no por todos losbres de la sociedad, sino por determinados individuootra manera: la organizacin artificial de la propprivada de la tierra, hace que algunas personas aprovel esfuerzo de todos.En este sentido, la propiedad privada de la tierraa ser, segn George una expoliacin, un procedimienrobo organizado, si robo quiere decir hacer pasar a allo que corresponde a todos: expoliacin directa (depietario territorial a la sociedad en general ), e ind(porque el capital, debido a la situacin especial creatrabajador por la privacin de la tierra, puede exa ste) .

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    Cul es el tratamiento aconsejado por H. George.Dada la ilegitimidad de la propiedad privada, y el derechoigual, a la tierra, de todos los que en un momento dadohabitan el planeta, la solucin que primero vendra a nuestro espritu sera la de hacer un reparto. Pero esta solucin no es la que procede, ni es la normal, sta seraimposible o sujeta a inconvenientes tcnicos tan enormesque equivaldran, prcticamente a la imposibilidad. La verdadera solucin sera, entonces, sustraer a la propiedadprivada lo que no es, ni debe, ni puede ser de propiedadprivada. . . en lugar de tomar la tierra, tomar su rema,total o casi totalmente. La tierra debera ser de todos. Perono se puede repart ir , ni conviene prcticamente. Por consiguiente, dejmosla en poder de algunos; pero, a esos quemonopolizan, por monopolizarla, cobrmosle.La solucin sera: Aplicar a fines comunes ese valorque es resultado de todo el esfuerzo social, dejando alposeedor de la t ierra el resultado de su trabajo, pero nadams que ese producto. Extraer la renta por el impuesto.Dejar la tierra en posesin privada; pero extraer la rentapor medio de un impuesto sobre ella, que sera impuestonico, y que producira, siempre segn la versin vazferreiriana del pensamiento de George, dos grandes categoras de bienes: por un lado, permit ira utilizar en provecho social, en provecho general, lo que es de la socie-dad; y, por otro, liberar al trabajo y al capital, de todaslas otras categoras de impuestos, que constituyendo trabaso dificultades para el trabajo o para su constitucin encapital, son globalmente malos.El georgismo es teora de pases nuevos; es decir quees ms fcil aplicarlo, establecerlo al principio de la evolucin social, que una vez que ella est muy avanzada . . .Los pases nuevos por un lado son ms plsticos, menoshechos: reciben ms fcilmente modificaciones; se adaptan mejor a un rgimen cualquiera.Analiza luego Vaz Ferreira, las consecuencias de algunas experiencias concretas de aplicacin de impuestos detipo georgista, en Nueva Zelandia, Australia, Estados Unidos y Canad, donde por lo general se les atribuye el efectode aumentar la construccin, abatir los alquileres, desarrollar la industria local y atraer mano de obra, disminuirlas tierras baldas, contener la especulacin con tierras, etc.Por lt imo considera el caso uruguayo, donde hay"algo as como un georgismo sin doctrina: resulta que so-mos un poco georgistas sin saberlo" y pasa a analizar elsignificado de! proyecto impositivo que entonces est aestudio de! parlamento.

    "Considerado desde el puntO de vista georgista, la significacin de este proyecto sera --dice Vaz Ferreira- lade . . . alinearse: poner al pas en puntO de partida, en lneapara ent rar en e! rgimen. En este sentido, ms bien queen cualquier otro, sera un proyecto georgista. El impuestoproyectado sera sobre e! suelo desnudo: carcter georgista;desgrava las mejoras: carcter georgista... es necesarioempezar por dar al impuesto territorial el carcter de unimpuesto sobre el valor desnudo, o no mejorado de la tierra.

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    U" ca mp e " o /. i" o de 1y una vez hecho eso, una vez puestos en el puntO de ptida, ya estaremos en situacin de seguir adelante; y emzaramos entonces: primero, dar al impuesto territorialcarcter que debe tener; y, segundo, aumentarlo para dminuir los. otros impuestos. Se habra hecho como entiempos, la conversin al georgismo; uno: modificarimpuesto territorial; dos: despus de modificarlo, vendel irlo aumentando, y disminuyendo simultneamentearras"." . . . y yo creo que ste -agrega el Maesrro de Cferencias- no es uno de tantos impuestos; creo queun impuesto mejor que los otros: creo que es unpuesto que, sin perjuicio de tener las mismas ventafiscales que muchos Otros, tiene un alcance tico y socque los otros no tienen; un impuesto que es en s mismpor lo menos hasta cierto grado, moral y socializador,cuanto tiende a gravar una clase especial de monopoafeCtada en cierto grado de ilegitimidad. Se ha descubiepues, no slo un buen impuesto. sino un impuesto meque los otros... es una doCtrina especialmente seriaes evidente que colonias importantes y pases jvenes, pden vivir -y a lo hacen algunos- con este rgimen".Como ya se ha expresado, en nuestro pas nuncaintent seriamente aplicar el georgismo de manera Odoxa y como sistema nico. (Baste un ejemplo: en taque H. George es librecambista, el batllismo utilizatarifas aduaneras para proteger la industria nacional).embargo la concepcin general del georgismo, su imagde una sociedad donde se diluye e! choque burguesa-pletariado (porque "la difusin de la riqueza juntar catalista y trabajador en una misma persona") y sus fuersumadas se vuelcan hacia un enfrentamiento con el lfundio, que deba pagar e! desarrollo de los otros sectoy a la vez desarrollarse a s mismo, es la concepcinla sociedad que de manera persistente, como hilo condtor, aparece detrs de la poltica batllisra. Por otro lala tesis de que la si'uacin de! obrero no tena por ca

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    Reyles con sus conmilitones de la clase alta (Club "Vida Nueva").Alli comenz a exponer sus reflexiones sobre la sociedad y' lapolitica.primera, su expoliacin por parte del capital, sino quehaba sido provocada por el monopolio de la tierra -quetiene como consecuencia su expulsin de ella, y recinentonces cae el obrero, indefenso, en brazos del capitalpoda ser avalada con las historias individuales, reales yconcretas de 50 mil criollos recientemente expulsados delcampo y emigrados hacia Montevideo. El vigoroso ascensode las clases medias, fenmeno que se hallaba entonces enpleno apogeo, seguramente contribuy a fortalecer la con-viccin de que el proyecto era perfectamente viable.Algunos dirigentes pensaban, sin duda, que el georgismo "sin doctrina", deba operar como una especie demnimo comn denominador que conciliara -siquieraprovisoriamente- ciertos intereses y espectativas de losgrupos urbanos, que amortiguara la lucha de clases. Asse desviaran las tensiones hacia afuera, quedando, en todocaso, postergado el debate en torno a otros aspectos, hastaun fumro en que sus fuerzas relativas, dentro de unasociedad que an dominaba la clase ganadera, se veranconsiderablemente aumentadas.Si bien es cierto que la evolucin posterior no confirm estas presunciones y el sistema creado para evitar,o diferir los conflictos ..:-en espera de que stos se fueranresolviendo sobre la marcha o de que un posterior desa-rrollo permitiera plantearlos en trminos ms convenientes- concluy bloqueando la sociedad uruguaya, no esmenos cierto que el proyecto pareca entonces mucho msviable que otros posibles.(Es significativo sealar que la poltica tributaria propuesta en el reciente Plan Nacional de Desarrollo Econ-mico y Social de la CIDE -tambin bloqueado por losganaderos- coloca en primer plano el impuesto a la tierra,con exclusin de las mejoras existentes o que se incorporen, como herramienta fundamental para promover eldesarrollo econmico y social).

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    Los ganaderos a ladefensivaLa nueva poltica fiscal promovida por el batllifue sentida por los terratenientes como una injustafiscacin y una tremenda amenaza, no tanto por su

    dencia real que nunca lleg a ser importante y aderesult compensada con creces por el alza de los preagropecuarios en el mercado internacional -alza qumantuvo casi ininterrumpida hasta bien entrada la pguerra- sino, sobre todo, por el carcter preparatque tena esa misma poltica, por lo que podra llegsignificar en el fumro.La clase ganadera, con su propiedad bien definidpuesta a buen recaudo, con sus aspiraciones satisfedesde la poca del militarismo, consolidada como gdominante y ocupada en disfrutar de una envidiable pcin econmica y social, confiada en que sus interesescelosamente custodiados por un Estado que ella orgapara tal fin y descuidada casi de la accin polticaimproviso, como por arte de birlibirloque, y sin que nle volteara alambrados ni le requisara animales, sintile estaban haciendo una inesperada "quita" a "su prodad" y que se haba abiertO una brecha que era necesclausurar de todas maneras.En primer trmino era imprescindible identificarramente. al enemigo y tomar la distancia correspondidescubrir los mecanismos con los que operaba, reorganideolgica y polticamente a los sectOres ms atrasadosus propias filas y, por ltimo, trazar una estrategiapermitiera desbaratar sus planes, neutralizarlos, hacinocuos, en una palabra, quebrar el subversivo mobatllista. Tal, en sntesis, la poltica que, con proyprevio o sin l, desarroll con xito la clase ganadPoltica que luego --en una etapa mucho ms reciepero siguiendo la misma direccin- culmina cuando linvertir el funcionamiento del mecanismo montado pobatllismo y utilizar el poder redistribuidor del Estado,hacer fluir los ingresos en sentido contrario.Si analizamos con cierta detencin el pensamientodos de los dirigentes rurales ms importantes del pervemos con meridiana claridad el proceso de gestacindicha poltica.Carlos Reyles, heredero de inmensos campos y devigorosa tradicin de hacendado progresista, no descsin embargo como administrador o como tcnico agrcuario, pero s como promotOr de una ideologa destia tonificar, a activar a sus colegas rurales y a armapara la defensa de sus amenazadas posiciones. En sucurso ante el congreso ganadero de Molles, en 1908, ysu ensayo "La muerte del cisne", publicado en P a r ~aos ms tarde, se hallan reunidos tOdos los elemede esa singular ideologa.En un trabajo un poco anterior, "El Ideal Nuefolleto publicado en 1903, Reyles analiza el panoramapas y sostiene que, habiendo los orientales esperadode la poltica y fracasados los. partidos tradicionales,prestigiada la poltica, perdida la confianza en los hom

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    pblicos, el pas se liquida. Hace falta ensayar otras fuerzas,poner en circulacin un factor nuevo que descubra Otroshorizontes, fortifique las energas vitales. Proclama la nece-sidad de enriquecer nuestra "tabla de valores nacionales",con un valor moral nuevo, que sea bastante fuerte paralevantar el esprim de la nacin y concluye proponiendola creacin de una Liga del Trabajo, una poderosa asociacin de todas las clases laboriosas, capitalistas, comer-ciantes, agricultores, ganaderos, para desenvolver el comer-cio, la agricultura y la industria. Pero la Liga propuesta"no constituye un partido poltico, sino una asociacin dehombres de trabajo, de la que pueden formar parte, sinsacrificar sus ideales partidarios o sus credos sociales, losrojos y los blancos, los pobres y los ricos, los orientales ylos extranjeros. A nadie excluye, a todos invita a tendersela mano y prestarse ayuda mutuamente para multiplicarla potencia del trabajo comn por medio de la asociacin".Como se puede apreciar, todos son iguales, es una especiede armona en la que las diferentes clases sociales jueganidntico papel. Es que, cuando se ocupa realmente el vr-tice y nadie est en condiciones de disputar la ubicacinen l, agrandar la pirmide, parece ser la actitud msconveniente.Cinco aos despus, pacificado ya el pas y conocidab orientacin general de la legislacin promovida por elbatllismo, especialmente su preocupacin humanitarista portutelar a las clases ms desvalidas y su insistencia en gravarde manera creciente a la tierra -actitudes que son sen-tidas como anverso y reverso, como causa y efecto- cam-bia radicalmente la orientacin de su prdica. En su dis-curso a los ganaderos, en Molles, sostiene: "Si la claserural quiere que su palabra se escuche, es necesario articu-larla distintamente; si pretende que sus intereses sean respetados, es preciso hacerlos invulnerables; si aspira a pesaren los destinos del pas, como es justo, desde que repre-senta el tipo social ms favorable a la existencia de lanacin, es menester que cumpla sus deberes cvicos y sepaimponer su ideal. Y debe hacerlo as, porque puede hacerlo". Es necesario "unir toda la campaa en un disci-plinado esfuerzo comn, para asegurar sus conquistas,robustecer las energas y virtudes del elemento rural, eimponer su ideal generoso y fecundo de trabajo y culturaa los gobiernos, a los partidos y al resto de la nacin".La Federacin Rural que est naciendo, ya no es comola anterior Liga del Trabajo una fraternal asociacin detrabajadores de todos los grupos sociales, sino un rganode presin para defender los intereses de una sola clase.y esa clase, entre todas, es la ms favorable a la existenciade la nacin."Digmoslo sin ambages: lo serio e importante entrenosotros, hoy por hoy, son los rodeos y las majadas; lo tras-cendente, el esfuerzo y la inteligencia rural; las sstoles ylas distoles del pas, la produccin y el cambio de losproductos agrcolas". Porque la produccin y el cambio,afirma Reyles, con una cita textual de Engels, "forman labase de todo orden social. Estos dos factores determinanen cualquier sociedad dada, la distribucin de las rique-zas, y, por consiguiente, la formacin y las jerarquas delas clases que las componen". La seleccin econmica, comola seleccin natural, dice con insistencia casi obsesiva, es

    "implacable para los que no saben o pueden vendbiles, los enfermos, los viciosos, los ineptos, lotuales desaparecen, y, al fin de cuentas la humanidade donde resulta que contra los viejos prejuiciomoral espiritualista, el oro es un purificador". Lalo realmente sagrado. Y no vacilo en condenar lala Etica y la Belleza que, en nombre de un espiritanmico y canijo, tienden a destruirla o amenguaespirimalismo, bajo nobles apariencias, es un corrulas energas nacionales. Debilita y envilece". Luego,recuerda que est hablando ante un auditorio deros, reunido en Molles, traduce a un lenguaje msy a un ejemplo ms cercano: "es necesario preparaafrontar las cuestiones sociales, que no tardarn etearse en las estancias, y constituir una fuerza qrespetar, en cualquier momento de turbacin polintereses rurales".En "La Muerte del cisne"-, Reyles expone larlas razones de su rechazo del "espiritualismo" ypatraas y embelecos femeninos", responsables eninstancia, de la legislacin batllista."Parecera incomprensible que en este mundoreina el ms tirnico determinismo, y donde losnos se subordinan los unos a los otros sumisamequimeras y los romances, de libertad, igualdad ynidad, imaginados por un hos lche et dlicatejercido tan misteriosa accin sobre los hombres, sicosa averiguada que stos adoran los discursos, fandulces damiselas que ms los engaan, adulan y fy el msero y glorioso Rousseau, es el fascinadgrande que, despus del Nazareno, ha visto la humun maestro de ilusiones y un apstol de lo acomo dice alguien con crueldad, pero no sin ex"La cuestin social que actualmente nos atriresolver como todas las otras: por el dominio detes sobre los dbiles".

    "No; la sociedad no ha sido nunca ni ser envenir la obra santa del Bien, de la Justicia ni del Dsino el engendro diablico del instinto vital domo cama quiere Marx, el producto de la lucha deengendrada, segn l, por la evolucin de los intque determina, por aadidura, el proceso de laentera. Es la parte cierra, salvo ligeras restricciosocialismo cientfico o criticista, que muy poco tiver con las utopas sentimentales de Rousseau, dMeslier y de los idelogos, ni con las componendacrticas y fiscales [el batllismo?; el georgismo?]pas de los cretinos, ni con otras formas pueriles dlismo -vulgaris de que nos habla el docto LabriolaLa Federacin Rural debe tomar en sus manoscontra las "componendas burocrticas y fiscales"riorizar de un modo poderoso la voluntad de la cdefender sus intereses en pocas de turbulencia pllevar a la Representacin nacional, juzgados ya los hombres que mejor encarnen las tendenciales . . . " "es imposible que los gobiernos, los partidpolticos no respeten una fuerza as organizada".En resumen: una clase, la ms conveniente pintereses del pas, "depositaria de la vida" y "marla freme con el signo luminoso", a la cual la "s

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    econmica presta invencibles armas;', debe tomar conciencia de las fuerzas que posee, fabricarse "la tabla de valores que le conviene y responde a sus necesidades orgnicas" y asumir decididamente las riendas del poder, paraatajar los extravos provocados por una ideologa falaz,debilitante y desquiciadora de las energas de la nacin.Debe "ocupar los huecos dejados por los vencidos, por lossuperfluos . . . " "condenados juntamente con su prole, a laperpetua derrota o a desaparecer sin legarle al mundo lostristes vstagos de la miseria y del dolor". "Mammn esverdico, Cuando tercia en e! juego de la vida social, acabala comedia, concluye la farsa, caen los antifaces y cadacosa vuelve a su ser y adquiere su fisonoma propia".

    La verdadera puesta a puntO de la ideologa rural,limando las asperezas del pensamiento reyleano, y el diseode una estrategia poltica, son obra de uno de los ms aca-bados paradigmas de su clase: el Dr. Jos Irureta Goyena,quien se presenta a s mismo, ante e! Congreso Rural de1909, como "ganadero entre los abogados y abogado entrelos ganaderos", sntesis que cumple a cabalidad y sublimaluego en el ejercicio de la Presidencia de! Banco Comercial.En una extensa serie de discursos, pronunciados ante105 ms importantes Congresos g a n a d e r o ~ realizados en laprimen! mitad del siglo, Irureta Goyena fue planteando,a su turno, los asuntos que inquietaban a su clase.As, en 1918, insiste con un llamado de atencin alos rurales, mostrndoles las consecuencias de su despreocupacin por el quehacer poltico -"despreocupacin quellega al vrtice en los momentos de gran prosperidad eco-nmica"- mientras e! georgismo avanza:

    "Los rurales han credo que todos sus deberes se con-centraban en e! trabajo, y han trabajado con los dientesapretados, concluyendo por perder de vista en el afanosoajetreo de la lucha las relaciones que guarda ese fenmenocon los dems fenmenos sociales, y muy especialmentecon el manejo pulcro y acertado de las finanzas pblicas"."Mientras ellos se afanan en aumentar el velln desus ovejas, la morbidez de sus novillos, la finura de suspraderas, jvenes polticos hablan en el Parlamento de lasfortunas que se forman automticamente como el aluvinde las riberas, por slo e! incremento de la civilizacin, eintentan disgregarlas por medio del impuesto, sin vanossubterfugios, con. la serenidad de jueces que tuvieran a sucargo planear una restitucin","Un impuesto arbitrario, le puede matar en un aoal ganadero ms novillos que en diez aos e! carbunclo;un cambio en el rgimen de la sucesin intestada, puedeen una hora, arrebatarle todas las ilusiones y las esperanzas de muchos lustros; una ley limitando la propiedad dela tierra, puede convertir en estopa lana de muchos rebaos de ovejas",Irureta Goyena convoca a los ganaderos a "ir tomando. posiciones para batir reformas exticas", que tienen suongen en la "peligrosa fraternidad", asunto al que ms

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    carde dedica un ensayo

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    De all que el tema que mereclO su atenClOn preferente fuera la movilizacin y la organizacin de los rurales: "Los representantes de la produccin tienen que hacerse or por el Gobierno, pero en una forma menosacadmica que la que traduce la formulacin de algnvotO platnico, de algn pedido reverente, o de algunaprotesta enftica; tienen que hacerse or, pero con la autoridad de los que mandan, y no con el encogimiento de losque suplican, y para eso es necesario que la Federacinse frote con la vida, se mezcle en las luchas polticas ycargue los caones antes de dispararlos . . . ". "Hagamos poltica, seores, que el pas la necesita y los partidos tambin.La necesita el pas, porque no puede estar normalmenteregida una sociedad en la que todos gobiernan, menos losque producen".

    "La Federacin no constituye un partido poltico, sinoun centro de accin poltica y econmica, que adems deservir de punto de apoyo a los partidos para reformarsey purificarse en los momentos de crisis, puede servir tambin de parapeto para iniciar dentro de ellos una revolucin que ya se esboza, fundada en los dos grandes principios que dividen a la humanidad "progresismo y conservadorismo".

    La aCClon poltica de la Federacin debe rdesde dentro de los partidos tradicionaes, porel Uruguay se han ido resolviendo tantas cuestiotodava dividen a las sociedades europeas y tanto"simplificado su estructura al extremo que si se pde la tradicin del puntO de vista poltico, no pucerse otra clasificacin racional de sus habitantes,de los que en el orden econmico marchan con locontados, frente a los que pretenden forzar la mPara evitar ese peligro, los "nacionalistas votarnnacionalistas; los colorados con los colorados; lacin no exige el sacrificio de las divisas, ni se yergtra los prestigios de la tradicin; su influencia seservicio-de los partidos para mejorar su composicitribuyendo dentro de ellos a asegurar al par que elde las tendencias conservadoras, la exaltacin de lodanos ms aptos, ms nobles . . . " "refundiendomentos afines por sus inclinaciones econmicas, deotro bando".La representacin proporcional y la nueva "ocin del sufragio, sin desorganizar por ahora loshistricos, favorece la constitucin de agrupacionesdarias derivadas del seno de los mismos: y me pareste desdoblamiento le ofrece a la campaa un slidde apoyo, para compeler a los tradicionalistas a

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    mejor sus mandatarios, a llevar al Parlamento, ciudadanosque le den lustre, autoridad, reposo, distraccin y seoro".Lo que interesa mostrar es el mecanismo operacional, dis-traccin, seoro y lustre son el ejemplo.Sobre la eficacia del mecanismo, el propio don JosBatlle y Ordez nos informa en su discurso del 18 demayo de 1922, en Treinta y Tres: "Recientemente hemosquerido establecer el salario mnimo para los peones deestancia y hemos tenido la resistencia de los nacionalistas,y la ley no ha podido pasar, porque los nacionalistas, agre-gados a los riveristas -que son tambin bastante conser-vadores- con algunos vieristas, han cerrado el paso a laley; y como lo han cerrado a esa ley lo cerrarn a otras".La preocupacin central de Irureta Goyena, es su afnpor avivar la conciencia de clase de los rurales, es su em-peo por politizarlos e imprimirles, a travs de su institu-cin gremial, una lnea de accin poltica que podra sin-tetizarse con la siguiente frmula: A la Federacin "no lametamos nunca, seores, en la gran hoguera oficial, no laprivemos tampoco definitivamente de su calor".A lo largo de nuestra historia, pocos dirigentes vie-ron -y lo expresaron pblicamente con tanta claridadla importancia de la tradicin como instrumento para elmanipuleo del electorado: "si se prescinde de la tradicindel punto de vista politico, no puede hacerse otra clasi-ficacin racional de sus habitantes" que la de conservadoresy progresistas. Ninguno hace tantos esfuerzos como l, parainstrumentar la tradicin y ponerla al servicio de una clase.Por un lado, procuraba mantenerla viva para que no rom-piesen los esquemas, impidiendo as un reordenamiento"racional" de los ciudadanos. Pero, por Otro, distingue contoda precisin el fin de los medios, y trata de evitar losefectos perturbadores que derivan de su confusin: "Otraconviccin

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    fin de cada ao en un banco". "Ensead a ahorrar a lospeones y, mientras no aprendan, ahorrad por ellos".Es necesario valorar las experiencias del mundo urbano, extraer las consecuencias de su crisis actual e impedirque el fenmeno se repita en el campo. Y aqui vuelve aaparecer lo tradicional, la capacidad preventiva de la viejasociedad rural, en la que el patrn era algo as como e!jefe de una comunidad patrimonial. "Distanciarse sociolgicamente, es escindirse, escindirse es discrepar, discrepares combatirse". "Conservad de vuestro lado los peones,robusteciendo con vuestra proteccin los lazos de simpataque os vinculan con ellos". "Gracias a las condiciones delmedio ambiente e! estanciero puede a la vez ser empresarioy amigo del pen, jefe y consejero, patrn y protectOr,mezclndose ntimamente a la vida de sus servidores, interesndose por su hogar, velando por sus hijos, administrando sus pequeos ahorros. Condicin esencial para elejercicio de esta influencia es que el ganadero resida habitLlalmente en la estancia; constituye un mal de graves consecuencias la emigracin creciente que se nota de los estancieros hacia los centros urbanos. La ciudad se puede pasarsin el estanciero, donde ste no determina ningn pro"reso; la campaa no se puede pasar sin l, porque es el~ e n t r o y casi dira el venero de tOdas las influencias civilizadoras. El estanciero es el hombre de la comarca, queapadrina los hijos del pobre y los manda a la escuela, elque guarda sus ahorros y los hace redituar, el que le datrabajo, el que lo lleva a los comicios, el que lo recomiendaa la polica y lo defiende de sus arbitrariedades, el querecibe los peridicos y comenta sus noticias, es en sumae! reflectOr de la civilizacin, e! medio en virtud del cualla luz de la ciudad penetra y domina paulatinamente lassombras del campo".

    Hasta aqu slo hemos apuntado algunas fuerzas yalgunas ideas que contribuyeron a crear el modelo batllista.Modelo que -y lo repetimos una vez ms- no fue servilmente calcado de las ideas de H. George, sino, por elcontrario, enriquecido y complementado con nuevos e!ementas (nacionalizacin de empresas extranjeras, creacinde monopolios estatales, proteccionismo industrial, establecimiento de otras fuentes tributarias, adems de las tpicamente georgistas, y otros innumerables proyectOs que nosiempre llegaron a concretarse) que aquel autor no aceptaba, puestO que su modelo original fue concebido para. ,elcaso particular de los EE. UD. Hemos sealado tamblenalgunas fuerzas y algunas ideas que se. l e v a n ~ a r o n para c ~ n : -batir un modelo que consideraban vIOla tOno de sus pnvIlegios histricos, del orden establecido y del modelo de losrurales: "la ganadera como destino manifiestO".Las dimensiones de este trabajo y el estado de nuestros conocimientos no nos permiten exponer e! procesode la lucha de ambas tendencias, ni analizar el grado enque cada uno logr imponerse o contrarrestar a la opuesta.Pero, sin embargo, bastara recordar, por ejemplo, qu actitud adoptaron en vsperas del golpe de Estado de 1933, laFederacin Rural o el Comit de Vigilancia Econmicaque surgiera de su seno, para tener una idea de cmo sefue procesando la contienda.Mientras que la Federacin se dirige al presidente solicitando "la reforma inmediata de la Constitucin [es decirviolando la vigente], la reduccin del presupuestO, la re-

    LA QUIEBRA DEL MODELO

    forma de la ley de jubilaciones, la restricclOn de la inmgracin, la reduccin de las actividades del Estado, el repdio del proyectO del monopolio de! alcohol y del petrlela cesacin de la lucha contra e! capital extranjero",Comit lanza un manifiestO de contenido similar, recmando: "amparar los capitales extranjeros; reaccin conel estatismo; supresin de las obras pblicas no reprodutivas; rechazo de las iniciativas de carcter social; no prvisin de vacantes; barreras a la inmigracin . . . dar podres discrecionales en materia econmica y financiera a usola persona".La slida articulacin que se logr imprimir a lintereses ganaderos -enlazados como estaban con el capibancario y comercial, y defendidos desde e! foro, la prenel parlamentO y dems centros de decisin, por un brillanequipo de dOCtores- constitua una fuerza casi inCOntrtable, de tal tenacidad y persistencia que, a largo plaztendra que prevalecer frente a elementos tan heterogeneodesarticulados y vacilantes como aquellas en que se apoinicialmente el proyectO batllista. Agotados los efectOs d"atesoramiento" que posibilit el modelo, durante su coe incompleta vigencia, y extinguidos los incentivos indutrializadores, derivados de la II Guerra Mundial y sus cotazos, la situacin que hoy vive el pas, nos proporcio1.1 poco envidiable ocasin de apreciar directamente cufue la suerte de aquellas tendencias en pugna y de valorsus consecuencias sociales, econmicas y polticas.La quiebra de! modelo batllisra no signific, de mnera alguna, el tr iunfo del modelo que concibieron hacasi un siglo los pioneros de la Asociacin Rural. Porcontrario, tOdavia conserva vigencia, en trminos generalla descripcin que en 1903, haca Reyles: "e! estancieren cuyos brazos duerme un sueo soporfero la riquenacional busca slo e! medio de trabajar, pensar y gaslo menos posible, y, naturalmente mira con malos ojlos procedimientos cientficos aplicados a la cra, las mquinas agrcolas perfeccionadas y las industrias rurales qen otras partes se explotan con grandes resultados, peque demandan facultades y conocimientos que l no posni se aflije por adquirir".El triunfo de los ganaderos signific, como lo muetran de manera terminante los recientes estudios deCIDE el triunfo de la inercia, de la inmovilidad; el estac a m i e ~ t O y luego el retroceso econmico y social del pa

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