ENGENDRANDO EL AMANECER capítulo IV

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    Eme-san

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    Edicin: 2013

    Copyright Eme-san

    Todos los derechos de la obra pertenecen a su autor/a.

    Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o compartida en cualquierforma sin autorizacin expresa del autor.

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    Buscando en la oscuridad?... Quiz sea mejoresperar el da

    Entonces... Engendremos al sol y hagamosque amanezca!

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    IVSiendo Recreado Por Ti

    Despus que Maurice parti, mi vida volvi a la rutina

    acostumbrada. El nico cambio consista en que ahora gozaba de la

    amistad del Mrquez De Gaucourt, y Madame Adeline, la esposa de

    Joseph, haba pedido que le dirigiera espiritualmente.

    Mi to, el obispo, estaba encumbrndose haca Cardenalato y

    por supuesto esto se traducira en excelentes oportunidades para m.

    Tena una vida perfecta Hasta que muri mi madre.

    Si alguien llegara a leer estas lneas seguramente sentira

    compasin de m. La muerte de un familiar siempre es un doloroso

    trance, y se supone que para todo hijo su madre es una persona

    invaluable. Sin embargo, la muerte de aquella mujer no signific para

    m la prdida de ser amado, sino la constatacin de la absoluta ausencia

    de amor en mi vida. Mi madre muri, pero... quin era mi madre?

    De pie, ante su cuerpo sin vida, pude percibir claramente que

    no haba entre ella y yo ms vnculo que el de haberme dado a luz. Ni

    siquiera haba suficientes recuerdos para evocar ya que vivimos

    distanciados, incluso durante el escaso tiempo en que compartimos el

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    mismo techo. Jams intimamos el uno con el otro; nunca hizo o dijo

    algo significativo para m. Ella era una pieza ms de las muchas que

    formaban la escenografa en el trasfondo de mi vida y las escenografas

    siempre son representaciones falsas.

    Igualmente ocurra con mi padre, mi hermano mayor y mis dos

    pequeas hermanas, lo nico que me una a ellos era mi apego por mi

    nombre y fortuna. Mientras representaba mi papel como un miembro

    digno de mi noble familia en el funeral, me sent completamente fuera

    de lugar y por supuesto fui incapaz de derramar una lgrima por

    aquella mujer desconocida.

    A raz de este acontecimiento se despert en m una especie de

    vrtigo, no es posible describirlo de otra forma pues tena la sensacin

    de haberme asomado a un precipicio. Todo lo que hasta ese momento

    me haba importado perdi sentido, la misma religin perdi

    significado, yo mismo era un absurdo... Intent seguir con mi vida

    tratando de no prestar atencin a lo que senta, pero no lo consegu, elvaco me absorbi y comenc a vivir una agona.

    No existo para nadie... nadie existe para m... estas palabras

    tronaban en mi corazn como una sinfona angustiosa y sofocante.

    No puedo describir lo que viv en esos aos, la verdad ante mis

    ojos era abrumadora y senta tal terror al abismo en que caa

    constantemente, que quise terminar con todo. Dej mi destacado

    puesto en el palacio episcopal y me negu a volver a casa de mi padre.

    Ped que me entregara una Villa que poseamos en el campo muy lejos

    de Pars, herencia de mis abuelos. All me enterr a m mismo.

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    Obviamente aquello no bastaba y deseaba acabar literalmente

    con mi vida; la idea vena a mi mente a cada momento, pero no era

    capaz de dar este paso liberador. Miedo a la muerte?... Al infierno?...

    A lo desconocido?... Realmente no saba qu estaba sintiendo. Slotena clara una cosa: mi vida era una carga pesada, insoportable y

    absurda.

    Afortunadamente, o desafortunadamente, depende de cmo lo

    mire, encontr una medicina capaz de reducir el dolor y escapar al

    vrtigo que me provocaba el sin sentido: no estar sobrio en todo el

    da. Beba, beba como si en cada copa estuviera la solucin de mi granpena. Hice de m mismo un ser sin dignidad ni voluntad, me estuve

    asesinando poco a poco durante esos aos... Y, en aquel declive, t

    apareciste, Maurice...

    Mi amistad con la familia De Gaucourt me salv. Desde que el

    rumor de mi ruina humana se haba esparcido por Pars, el viejo

    Mrquez haba escrito muchas veces invitndome a su casa o para quele acompaara en algn viaje. Yo me excus en cada ocasin y l

    continu insistiendo hasta que un da se present sin avisar en mi

    refugio. Vena acompaado de sus dos hijos. Yo deba de estar muy

    afectado por el alcohol pues no me sorprendi ver all a Maurice, como

    si su partida al Paraguay nunca hubiera ocurrido.

    Ellos insistieron en llevarme a su Villa para distraerme. Decanque la muerte de mi madre me haba desolado y la nica forma de

    alegrarme era rodendome de gente alegre. Ests triste, ve a una

    fiesta, esa era la filosofa del viejo Thophane. Yo supongo que me

    negu,pues de aquel momento apenas recuerdo que los vea como un

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    obstculo para seguir mi embriagante rutina. Finalmente agradec

    cuando logr desembarazarme de ellos el mismo da que llegaron,

    aunque no lo hice solo, recib algo de ayuda.

    El jefe de los sirvientes de mi Villa tena una esposa ambiciosa

    que haba visto en mi estado una oportunidad. Era ella la que llenaba

    mi copa a cada momento y la que me sedujo convirtindose en mi

    amante. Yo recuerdo con vaguedad su rostro, no me parece diferente al

    de cualquier mujer que encuentras en cualquier lugar. En otras

    palabras, de haber estado en mis cincos sentidos ella no hubiera pasado

    de ser una sirvienta ms.

    Ebrio y transformado en una basura humana, la dej

    enseorearse de la casa. Gobernaba a los sirvientes, administraba mi

    renta y, por supuesto, despeda a mis huspedes. Ella se haba

    encargado hbilmente de despedir al Mrquez para que yo pudiera

    beber hasta quedar inconsciente.

    Hubiera dormido todo el da siguiente de no ser por una intensa

    luz que me dio en el rostro causando casi el mismo dolor que la patada

    de un caballo. Despert molesto y constat que alguien haba abierto las

    cortinas y las ventanas de toda la habitacin.

    Maldita sea!... grit haciendo gala de una vulgaridad que

    ahora me avergenza. Quin ha sido el infeliz?! Es que no puedo

    dormir en paz?

    Pero Monsieur, hoy tenemos un da esplndido dijo

    alguien. Sera un crimen desperdiciarlo durmiendo! aquella voz

    era familiar.

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    Abr los ojos tanto como la resaca me lo permiti, cre estar ante

    una visin: Maurice estaba de pie ante la ventana y todo el

    resplandor de la maana lo transfiguraba!

    Vino hacia m con los brazos abiertos, como si me invitara a un

    abrazo. Su rostro me pareci tan hermoso que sin querer exclam:

    Un ngel!

    Maurice solt una estentrea carcajada, tuvo que sentarse en mi

    cama porque la risa no le dejaba tenerse en pie, creo que lleg a las

    lgrimas. Mi cabeza casi estall con su ruidosa alegra.Monsieur, dnde estn mis alas? se burl. Aunque sus

    mritos bien pueden hacerle digno de la visita de un ngel, en esta

    ocasin slo soy yo.

    l dijo estas palabras en tono sincero. Mi estado deplorable

    milagrosamente no haba afectado el concepto que tena sobre m. Esto

    me conmovi.

    Me ha olvidado, mi buen amigo? pregunt algo triste...

    No... titube. T eres el hijo pequeo del Marqus De

    Gaucourt. O acaso me equivoco?...

    Gracia a Dios! exclam aliviado. Ayer me habl como si

    yo fuera un extrao.

    Lo siento, no quise ser descorts no encontr otra cosa que

    decir, en mi cabeza no estaba claro el encuentro del da anterior.

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    Se siente muy mal? me pregunt mientras adelant su

    mano, su fina y blanca mano, hacia mi rostro para despejar mis

    cabellos desordenados con un gesto tierno. Ah! Si el tiempo se hubiera

    detenido en ese momento!

    Yo reaccion alejndome; no estaba acostumbrado a su

    familiaridad, no estaba acostumbrado a su delicadeza, no saba nada de

    su calidez. El corazn me duele al recordarlo, las lgrimas me

    dominan. Pero debo obligarme a escribir, debo obligarme a continuar.

    Necesito inmortalizar cada momento, quiero que cuando yo no pueda

    recordarlos ellos sigan siendo evocados.

    Disclpeme me dijo preocupado. Es probable que le

    incomode tenerme aqu, de todos modos me ir en unos das; mientras

    tanto debo suplicarle que me reciba bajo su techo.

    No me molesta tenerle aqu le dije avergonzado y mi voz

    baj hasta casi hacerse un susurro. Pero me siento avergonzado de

    que me vea en este estado.

    En realidad, si usted supiera lo que ha sido de m, sera yo el

    avergonzado dijo acercndose ms y abrazndome, aun a pesar de mi

    disimulada resistencia. Deje esos pensamientos tan poco apropiados

    entre amigos, yo estoy feliz de volver a verle me rend a su abrazo,

    realmente quera sentirme cobijado por alguien.

    Cmo puedo plasmar mis sentimientos en aquel memorable

    momento? Cmo puedo hacer que otros sientan el clido contacto de

    su cuerpo y escuchen el acompasado latir de su corazn? Nadie ms

    que yo estuvo ah con l, nadie ms que yo tuvo ese privilegio. Fui

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    tan afortunado de que l estuviera all, de que fuera l y nadie ms

    quien me abrazara en ese instante. De haber sido otra persona mi vida

    seguramente habra contenido menos pginas y mucha ms amargura.

    Lamentablemente, unos minutos despus mi amante entr

    abruptamente en la habitacin. Ella sola levantarse ms tarde que yo;

    se haba adueado de una de las habitaciones ms lujosas de la casa

    pues, aunque hacamos el amor casi todos los das, seguramente no

    soportaba dormir con un borracho como yo. Hizo toda una escena

    reclamando a Maurice el haberse instalado en la casa y haber

    despachado ordenes a los sirvientes pasando por encima de laautoridad del verdadero seor de la Villa, o sea yo. l no se molest en

    mirarla. Tom de una mesa un vaso con un lquido extrao y me lo

    ofreci.

    Es el remedio que mi padre usa cuando su cabeza paga las

    consecuencias de una larga noche de fiesta. Me asegur que le quitar

    todo el malestar.

    La mujer se adelant, pareca querer arrebatarle el vaso. La mir

    extraado, pens unos segundos y le dije con mi tono ms natural.

    Quin eres t?

    Ella qued devastada. Sali de la habitacin murmurando

    maldiciones contra Maurice. Entonces vi algo asombroso: en el rostrode Maurice apareci una sonrisa que bien poda ser la del mismo diablo

    luego de condenar un alma al infierno, sin duda gozaba el enfado de

    aquella mujer. Mientras beba la horrible medicina pens en cmo

    aquel joven poda parecer un ngel y un demonio al mismo tiempo, y

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    me maravill. Era el comienzo de un largo viaje en el que no dejara de

    maravillarme de l...

    Aunque en esos das ms que maravillarme, mi querido amigo

    me aterrorizaba. Empez por provocar una revolucin en mi Villa,

    impuso un sinfn de cambios ignorando mis infantiles resistencias y la

    oposicin abierta de mi amante. Simplemente pareca no importarle

    nuestra opinin, y menos pareca temer las consecuencias de sus actos,

    como si estuviera muy seguro de que yo no lo echara de mi casa, o

    quiz pensaba simular estar sordo si me atreva a hacerlo.

    An estando todo el tiempo medio borracho, pude percibir que

    el muchacho menudo y rebelde que conoc haba crecido unos

    centmetros durante el tiempo que pas en el Paraguay. Su cabello

    estaba ms corto, apenas si poda recogerlo en una pequea cola. Sus

    ojos seguan siendo hermosos, oscilando entre el verde y el dorado de

    acuerdo al capricho del sol o a sus cambios de humor. Tena la piel

    muy plida y haba adelgazado mucho, por lo que poda imaginarme asu padre maldiciendo a los Jesuitas por haber matado de hambre a su

    benjamn.

    Pero, si bien pareca algo descarnado, posea un aire de autoridad

    y cierto peso en su presencia que provocaba en los sirvientes sumisin

    inmediata; excepto en mi amante y su marido, quienes obviamente lo

    vean como una amenaza. Yo tambin termin hacindole caso en casitodo, y con casi me refiero a no atender sus constantes advertencias

    respecto a mi manera de beber; en eso no poda doblegarme a su

    voluntad. Me consideraba un enfermo existencial, y el alcohol era mi

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    medicina. Ah!, deb imaginar que l no se iba a conformar con un en

    eso no te metas.

    Recuerdo bien el da en que me encontr desesperado buscando

    algo de beber. Los sirvientes no se atrevan a explicarme la razn por la

    que no haba una sola gota de licor en mi Villa. En medio de mis gritos

    de protesta escuch un disparo, y luego otro, y otros ms. Sal alarmado

    al jardn y encontr a Maurice practicando tiro con las pistolas de mi

    padre y mis botellas del mejor licor. Me hubiera abalanzado sobre ellas

    de no haber notado que ya estaban vacas.

    Qu has hecho?! le reclam.

    Le han asustado los disparos? respondi con una

    tranquilidad que me exasper. Perdone, debido a que usted no quiere

    hacer nada, decid practicar tiro. Ayer le invit, recuerda?

    Las botellas... dije entre dientes conteniendo mi clera y mi

    desesperacin.

    Ah, esas...? Estaban vacas y as que las us como blanco.

    Vacas?... No puede ser, tena muchas en mi bodega y ahora

    no queda ninguna...

    Mi buen amigo, lamento decir que las ha vaciado todas. Quiz

    debera considerar moderar su manera de beber.

    l estaba hablando con cierto tono socarrn que me hizo

    sospechar lo peor. Sent deseos de estrangularlo, pero no tena nimo ni

    para maldecirlo. Di media vuelta y entr a la casa, destroc todo lo que

    encontr a mi paso hasta que pude al fin encerrarme en mi habitacin.

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    Echado en la cama, poda or todava a Maurice disparando y a

    las botellas estallando en pedazos. Mi garganta arda, mi cabeza pareca

    un campo de batalla... Quera beber! No soportaba la compaa de mi

    propia alma, cmo poda ser tan difcil vivir? Cmo era posiblesentirse tan vaco, insignificante e indigno? Estaba flotando sobre un

    abismo, si me mova o si segua pensando iba a empezar a sumergirme

    poco a poco.

    Deseaba tanto un alivio para mi padecimiento que la muerte

    pareca apetecible; cualquier cosa era mejor que sentirse putrefacto.

    Hasta me daba asco mi cuerpo y tena que contener el impulso dearrancarme la piel para librarme de un hedor imaginario que me

    asfixiaba. Clamaba dentro de m mientras pensaba que Maurice era

    una especie de verdugo inmisericorde y empezaba a inclinarme por

    pensar que era ms demonio que ngel por haberme privado de mi

    medicina.

    Estando perdido en mis delirios, escuch que alguien entraba enmi habitacin, no me import. Qu ms daba? Luego percib que

    suba a mi cama y quise protestar, era el colmo! De inmediato sent

    cmo se montaba sobre m y empezaba a quitarme la ropa, a besarme y

    acariciarme excitndome. Se trataba de aquella mujer, no recuerdo su

    rostro, pero s su abultado, suave y clido pecho y la humedad de su

    entrepierna. Ah! All encontraba alivio.

    Ella se sent sobre m y me ayud a penetrarla. Se mova

    voluptuosamente mientras yo simplemente me abandonaba al placer.

    Recuerdo sus gemidos y el sonido agitado de mi respiracin, pero no

    recuerdo el ms pequeo sentimiento hacia ella. Supongo que esta fue

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    una escena que debi haberse representado muchas veces y que es la

    nica que recuerdo por haber estado suficientemente sobrio.

    Insisto en decir que esa mujer no me provocaba otra cosa que

    lujuria y que, en otras circunstancias, la hubiera mirado como a un ser

    insignificante. Mas, en aquel momento, fue para m como una fruta

    extica con la cual satisfacerme y acallar mis frustraciones. Quiz

    debera haberme disculpado con ella por usarla, pero bien me haba

    cobrado todas sus atenciones al enseorearse de mi Villa.

    La memoria ms vvida que me dej aquel da fue la expresin

    de su rostro justo antes de derramarme dentro de ella. De repente

    cambi el ritmo de sus movimientos, se agit violentamente

    transform su rostro en una mueca de dolor mientras se llevaba las

    manos a la cabeza gritando atormentada. Entonces la vi elevarse y al

    deslizarse mi miembro fuera de ella sent un latigazo de placer que me

    dej agotado y satisfecho Sin embargo, el vaco volvi a invadirme

    unos segundos despus.

    Pero no era momento de pensar en eso, deba ver qu haba

    pasado, por qu pareca ella estar flotando en el aire vctima de una

    fuerza implacable que la alejaba de m. Cuando me incorpor vi que

    detrs de ella estaba Maurice, sujetndola de los cabellos y

    arrastrndola hasta arrojarla fuera de la habitacin y cerrar la puerta

    de golpe.

    Me qued mirando perplejo y tard en entender qu estaba

    pasando. Me ech en la cama sin darle importancia y lo nico que cruz

    por mi cabeza fue que Maurice se haba transformado en el ngel del

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    apocalipsis mientras descargaba el juicio de Dios sobre aquella mujer.

    Me pareci fascinante. Mientras, la desdichada mujer gritaba y

    golpeaba desesperada la puerta.

    Yo poda haberme impuesto, haber reprendido a Maurice y

    haberle hecho reconocer su lugar como husped. No lo hice y l saba

    que no lo hara. Me qued tendido en la cama, sintiendo cmo el fro se

    apoderaba de todos mis miembros desnudos, mirando con incredulidad

    el techo, acababa de despertar de un sueo?...

    Maurice camin por la habitacin de un lado a otro, luego se

    qued mirando por la ventana. Despus de aos de convivir con

    l aprend a interpretar sus reacciones: l estaba calmndose a s

    mismo; debi haberse enfurecido al verme con mi sirvienta hasta el

    punto de no pensar y actuar violentamente. Al fin, despus de lo que me

    pareci un siglo, me dijo en un tono que dejaba notar su temor:

    Ama a Jeanne?

    A quin? le respond sin comprender mientras me

    incorporaba un poco para verle.

    A Jeanne, la mujer con la que estaba ahora...! exclam con

    una vitalidad que me haca verlo en la cima de la virilidad. Por el

    amor de Dios, no me diga que ni siquiera sabes su nombre!

    Yo no s No s quin es...

    Ella ha sido su amante por casi un ao! grit. Todos sus

    sirvientes lo saben y hasta los chismosos de Pars lo comentan! Y

    tambin saben que usted es sacerdote!

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    He ah el punto, era eso lo que haba enfurecido a Maurice.

    Lo haba olvidado... dije ms para m mismo que para l.

    Olvid el nombre de la mujer con la que ha dormido nochetras noche y que, para colmo, se ha adueado de su casa?

    No, olvid que yo era... las lgrimas comenzaron a surgir de

    mis ojos como testimonios de la desesperacin que me embargaba.

    Olvid quin soy! comenc a rasgarme los brazos y el pecho con mis

    uas, incluso trat de arrancarme los cabellos.

    l corri a detenerme, se ech en la cama tras de m y me abrazsujetando mis manos al mismo tiempo. Yo siempre fui a simple vista

    ms alto y robusto que l, pero en aquel momento me convert en un

    pequeo nio que l empuj dentro de su vientre amparndolo en

    medio del fro.

    Calma, Monsieur, no le estoy reprochando nada. Slo estoy

    preocupado porque veo que es muy infeliz. Mrese, est matndose a s

    mismo y esa mujer slo est detrs de su fortuna.

    Quiero morirme! al fin pude decir lo que llevaba en el fondo

    de mi corazn. No soy ms que una cosa grotesca! Tengo asco de m

    mismo! Quiero morir ahora mismo!

    No diga eso, Vassili, no diga eso! Usted es mi amigo y le

    quiero. Si llega a morir, no lo soportar... As que viva aunque sea para

    darme gusto, lo har, verdad? Siempre ha sido muy amable conmigo,

    as que complzcame en eso.

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    No pude decir nada ms, me sent conmovido y hasta aliviado y

    me rend a su abrazo. All estaba yo, sin dignidad, sin mritos, un

    hombre desnudo en todos los sentidos, llorando como un nio... y ah

    estaba l, ah estaba l, dndome a luz por segunda vez.

    Gracias por leer

    Engendrando el Amanecer.

    Para m es muy importante saber tu opinin, poreso me hars muy feliz si visitas mi blog y dejas

    un comentario

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