Ensayo sobre La importancia del Factor Humano en la planeación estratégica de las organizaciones.
Ensayo Educación Artística y Desarrollo Humano
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El hombre siempre ha tenido la necesidad de expresar lo que siente, piensa o
hace; y las artes han sido el medio y la herramienta de expresión por medio del
cual éste deja un legado, una huella, una idea, una noción desde un punto de vista
subjetivo u objetivo, en donde trata de trascender un mundo de ideas diferentes
de las que están inmersas en una comunidad pensante.
El arte siempre ha jugado un papel fundamental en la vida del ser humano, tanto
es así que ha sido un medio de supervivencia, de un estilo de vida, de comunión
política, de corrupción, guerra y muerte, y ahora tratamos —desde las nuevas
pedagogías educativas— convertir el arte en una aleación cognitiva inherente a
las ciencias duras o exactas (matemáticas, ciencias sociales, ciencias naturales,
etc.). Aunque muchos autores no afluyen en la idea de que el arte debe
convertirse en un sistema de símbolos abstractos donde se quiera dejar a un lado
la subjetividad o la percepción de las cosas. Otros quieren permanecer en la idea
de que el arte debe y puede evolucionar paralelamente con las ciencias
produciendo procesos de cognición complejos, el arte como simbiosis entre las
demás áreas del saber.
Vivimos en pleno siglo donde las mentes deben producir competencias de
aprendizajes complejos y abstraer posibles soluciones enrevesadas de la vida
real. Tanto es así que la idea central es convertir el arte —según ciertos tipos de
movimientos que van en busca del individuo “bien desarrollado”— en un área
del saber exacto, de producción cognoscitiva, de razonamientos crítico-lógico y
científico-filosófico; dado el caso, aquí se plantean acaloradas discusiones con
posibles soluciones temporales y experimentales en las escuelas implementadas
de arte, donde no se concluye nada, al parecer “exacto”, de si el arte produce o no
niveles de cognición altos según exige el desarrollo social en que nos
inmiscuimos actualmente. Y aunque el arte produjera niveles altos de
intelectualidad, algunas escuelas, especialmente las colombianas, hacen caso
omiso a estos procesos de educación para potencializar estos elementos de
enseñanza-aprendizaje. Dicho en palabras más concretas, el arte no produce
individuos desarrollados, cognitivamente hablando, como los científicos o
matemáticos y demás especialistas en estas culturas (Gardner, 1973, 1983a;
Langer, 1969).
El ser humano seguirá buscando razones de peso para comprobar que el arte
sigue jugando un papel importante en la vida del hombre. En países como China,
Brasil y los E.E.U.U esto es un hecho. En Colombia ya se reconoce que es así, y
se sabe que el arte, desde sus diferentes lenguajes (plástica, danza, música, teatro,
etc.) potencializa los procesos de cognición del hombre, amplifica las
capacidades creativas de éste e interviene en los desarrollos cognitivos de
abstracción y complejidad de manera analítica y crítica ante las situaciones
sociales que nos enfrentamos diariamente. Pero ¿Se lleva a cabo ejecutar las
acciones pertinentes en las escuelas para formar estudiantes con las
características que exige el mundo imperante utilizando las artes como mediador
de estos procesos? La respuesta aún sigue vagando siendo un vaivén. Y aunque
los currículos continúan brillando por su interdisciplinariedad académica, no se
cumplen efectivamente en la acción. Entonces, ¿Qué está pasando? ¿Las escuelas
no cumplen con las herramientas y espacios didácticos y dinámicos para el
desarrollo de las clases? Aunque sea un factor fundamental no basta con suponer
que Sí o No, sino de las competencias que los mismos docentes y directivos
emplean, que no se está llevando a cabo la finalidad de los medios pedagógicos
de enseñanza-aprendizaje aplicados.
No es que con el arte vayamos a aprender matemáticas, sociales, español o
biología, sino de cómo utilizamos las artes para facilitar estos tipos de
aprendizajes, de cómo el arte fortalece los métodos de enseñanza-aprendizaje en
estas áreas, del reforzamiento que podemos emprender para desarrollar
pensamientos lógicos y razonables para desenvolvernos en las múltiples áreas del
saber con la ayuda del arte. Si queremos cambiar los paradigmas tradicionales
que se arraigan actualmente gracias a las pedagogías de antaño, tenemos que
ejercer fuerzas —de manera omnímoda— para los cambios de pensamientos
tanto de los alumnos y, con mayor prioridad, para con los profesores. Los
docentes deben estar capacitados en todas las competencias para la
implementación de las nuevas didácticas en pro de formar estudiantes con niveles
de percepción, comprensión, reflexión y producción. También es necesario
implementar nuevas estrategias de evaluación, no concentrándose solamente en
los resultados cuantificables sino en el proceso volitivo que los estudiantes, de
manera heterogénea, desarrollan durante todo el período. También, si se quiere
evaluar una inteligencia, es de vital importancia que los estudiantes cuenten con
la oportunidad de trabajar intensivamente con los materiales y familiarizarse con
sus posibilidades y limitaciones.
Además, estoy completamente seguro que si dejamos de homogeneizar las
producciones intelectuales del arte de manera holística, nos desenmarañaremos
de los múltiples vacíos que dejan las discusiones entre quienes qué países o
escuelas emplean las mejores didácticas pedagógicas para el desarrollo del
individuo. No es comparar o categorizar de manera estándar estos movimientos
cognitivos que en realidad son singulares y que genéricamente son
independientes e interculturales según el contexto donde se aplica y desarrolla.
Cada proceso que se elabora y ejecuta es totalmente diferente el uno con el otro,
las consecuciones que se pretenden conseguir igualmente son diversas. El mundo
no se va a colocar un uniforme que acometa con las diferencias culturales que se
desarrollan en los diferentes países. Por poner un ejemplo, en un país donde
prima la subjetividad y lo surrealista, no se va imponer lo objetivo o figurativo, y
en caso donde una escuela quiera aplicar las diferentes técnicas de pinturas y
estilos artísticos, no se puede procurar que el hiperrealismo subyugue los demás
procesos, eso causaría daños emocionales en los intereses de los estudiantes.
Pueda que el dibujo hiperrealista exija perfección, pero habrán niños que quieran
probar otras tendencias, por eso se ha venido incurriendo en las “revoluciones del
arte” (arte conceptual, impresionismo, surrealismo, arte contemporáneo, arte
abstracto, etc.), que no es más que cambiar de paradigmas. Esto es libertad de
expresión, o como conceptualizaba Schiller al arte: “el arte es aquello que
establece su propia regla”; o “el arte es la libertad del genio” (Adolf Loos); o “el
arte es la idea” (Marcel Duchamp). Ahora, esto no quiere decir que con cambiar
un paradigma para ir a otro, todo lo que se haga será llamado arte.
Otra realidad es que en la búsqueda por definir el arte y tratar de implementar
esos conceptos en las escuelas, se ha dejado atrás lo que verdaderamente importa:
el desarrollo cognitivo del estudiante a través de las artes; por eso es tanta la
discusión de si el arte produce o no niveles de cognición, porque éste no puede
definirse como un todo, sería como quitarle la salobridad a la sal, y después,
¿Quién le devolverá dicha sazón? Deja de ser tan útil. Otro aspecto es que no hay
que centrarse solamente en el tipo de estrategias pedagógicas que se utilizan en
los currículos para que las escuelas se destaquen cognitivamente, sino en el
empleo de las didácticas que utilizan los docentes para enseñar un tipo de arte
con un fin axial: promover el amor hacia el arte y potencializar las cualidades
psicomotrices y metacognitivas de sus estudiantes de forma continua y singular.
Como docentes tenemos que emprender un viaje de renovación en nuestras
formas de enseñar, que el arte no sea un pasatiempo o algo para desembarazarse
del estrés o por ocupar un espacio vacío del tiempo libre en las aulas de clases, ni
tampoco debe convertirse en una simple muestra periódica evaluativa, donde se
exhibe nimiamente como la presentación final de un coro, una danza, una feria
artesanal, etc.; el arte en la escuela debe trascender estos tipos de pensamientos
mecánicos y anacrónicos que no tienen nada que ver con lo que se entiende por
arte.
Además, cabe añadir, que no es solo enseñar el tipo de arte en sí con la
practicidad, sino también con lo teórico, en lo epistemológico, sociológico,
filosófico o psicológico. Implementar áreas que acompañen la comprensión del
arte del mundo y para el mundo, desde su nacimiento, presente y futuro (historia
y trascendencia). Si nos quedamos solo en la praxis y en la experiencia, no
abarcaremos el grado adecuado de complejidad cognitiva que debe desarrollar el
individuo a través del arte: de las deficiencias de la naturaleza, de las fuerzas
inminentes del cambio, de la recreación y argumentación de conceptos, de la
abstracción de información que recibimos del exterior, de las reflexiones
multiculturales e interdisciplinarias que coexisten entre nosotros, de la búsqueda
de soluciones de posibles problemas sociales y del encuentro auto-reflexivo del
hombre. Para lograr esto —válgame la redundancia—debemos tener bien en
claro tres aspectos fundamentales: el por qué enseñamos: que es el amor por lo
que hacemos; el qué enseñamos: que son las didácticas teórico-practicas que se
van a emplear; y el cómo enseñamos: donde se desprende las estrategias
pedagógicas que utiliza el docente para inducir, motivar y enamorar a sus
estudiantes.