Ensayo, La Indisciplina

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El presente trabajo contiene un análisis de las observaciones realizadas a un profesor practicante. La problemática que se registró durante cinco sesiones, fue la indisciplina lo cual condujo a una interrogante ¿Cuáles son las causas de la indisciplina de los estudiantes? El análisis de los datos, nos llevó a identificar algunos aspectos que serán tratados en el desarrollo de este ensayo, pero que se presentan a continuación de manera general: Partimos de las formas en las que se manifestó la indisciplina, para luego explicar la razón por la que se consideraron comportamientos ajenos a la disciplina del aula. Enseguida se presenta la interpretación de las situaciones que se muestran, es decir, las causas de la indisciplina que se identificaron fueron la organización de la escuela y del aula, las intervenciones del tutor, las actitudes del practicante y el diseño de las actividades aplicadas por el normalista. La interpretación es apoyada por algunos autores que se incluirán en la bibliografía. 1

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El presente trabajo contiene un análisis de las observaciones realizadas a un

profesor practicante. La problemática que se registró durante cinco sesiones, fue la

indisciplina lo cual condujo a una interrogante ¿Cuáles son las causas de la

indisciplina de los estudiantes?

El análisis de los datos, nos llevó a identificar algunos aspectos que serán tratados en

el desarrollo de este ensayo, pero que se presentan a continuación de manera

general:

Partimos de las formas en las que se manifestó la indisciplina, para luego explicar la

razón por la que se consideraron comportamientos ajenos a la disciplina del aula.

Enseguida se presenta la interpretación de las situaciones que se muestran, es decir,

las causas de la indisciplina que se identificaron fueron la organización de la escuela

y del aula, las intervenciones del tutor, las actitudes del practicante y el diseño de las

actividades aplicadas por el normalista.

La interpretación es apoyada por algunos autores que se incluirán en la

bibliografía.

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Las causas de la indisciplina escolar son diversas, y pueden ser atribuidas a

un sinfín de factores. Para explicar esta problemática se presentarán los resultados

de un análisis sobre el tema en cuestión que surgió de la observación a dos grupos de

secundaria en la clase de español. Estas clases fueron impartidas por un profesor

practicante, en presencia del maestro titular del grupo.

Durante la observación realizada a estos grupos fueron evidentes algunos

comportamientos de los adolescentes que de alguna manera interrumpían el

desarrollo de la sesión. Las actitudes de indisciplina, se presentaban en dos

momentos: el primero, durante la entrada al salón de clase donde los jóvenes

corrían, entraban con comida, peleaban con algún compañero, gritaban sin razón

aparente, es decir, entraban en absoluto descontrol y así seguían en el transcurso de

la sesión; el segundo era propiamente en el desarrollo de la clase. En estos

momentos los alumnos realizaban actividades completamente ajenas al ejercicio

propuesto por el normalista, por ejemplo:

“Una jovencita del equipo situado en el lado opuesto de donde estoy yo, no deja de cantar, se pelea

con sus compañeros, se calla por unos momentos y sigue cantando. (SAM-54-301104-KYDAO en

ISL-118)

“…una jovencita del equipo a mi lado, se maquilla, platica y no tiene su cuaderno en la mesa”.

(SAM-54-121004-KYDAO en ISL-110)

Estas jovencitas no atendían la actividad de la sesión. Otros estudiantes se

dedicaban a tocar la flauta, a bailar o incluso a copiar los trabajos que debían ser

realizados en la clase. Pero por qué se dice que estos comportamientos son de

indisciplina, según Luiz Alves de Mattos:

“Se consideran actos de indisciplina todas las acciones, palabras, actitudes, gestos y reacciones que

contrarían las normas disciplinarias vigentes en un centro de enseñanza, o que representan atentados

contra la autoridad, el orden, el espíritu y las tradiciones de la institución”.(1963:326)

Las actitudes expresadas por los alumnos en los ejemplos antes mencionados son

ocasionados, como ya se dijo, por diversos factores, es decir, los alumnos no son los

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únicos responsables de esta situaciones, en innumerables estudios se hace ver que

estos comportamientos son ocasionados por una infinidad de circunstancias que

favorecen esta clase de actitudes en los adolescentes.

“[…] la indisciplina escolar es el fruto inevitable de una constelación de circunstancias y factores

desfavorables en la propia escuela o de la falta de madurez de los alumnos, o, en fin, de anomalías y

desajustes más profundos que requieren un tratamiento adecuado con la finalidad de superar o

eliminar esa causas mediante una orientación esclarecida y constructiva”. (Ibíd.: 328)

La idea de Alves no es nueva, en todos los círculos educativos es bien sabido que

los factores que involucran a la indisciplina son muchos, pero en el caso de este

análisis nos vamos a limitar a algunos de estos aspectos. Entonces, como causa de

las situaciones descritas, se pudieron observar los siguientes resultados: la

organización de la escuela y del aula, las intervenciones del tutor y el tipo de

actividades aplicadas a los alumnos, las actitudes y el silencio del profesor

practicante.

El primer aspecto al que se le atribuye la indisciplina es la organización del la

escuela y del aula, esto debido a que en la institución en la que se realizó la

observación, los alumnos no tienen aula asignada, es decir, los profesores son a los

que se les designa un salón y los alumnos tienen que ir de aquí para allá cada

cincuenta minutos. La dinámica anterior da oportunidad a los jóvenes de pasar a la

cooperativa escolar y comprar alimentos, da oportunidad, también, de jugar y

platicar con los compañeros y si cuando llegan al aula no se les llama la atención o

se hace cumplir el reglamento escolar los jóvenes siguen en sus conductas como si

estuvieran fuera del recinto de clases. Cierto es que la situación no es

responsabilidad de los jóvenes, en realidad es parte de lo que el maestro debe

considerar para la planificación de su clase: “…cuando intentamos comprender la

conducta de los alumnos, es necesario comprender su contexto”. (Watkins; 1991:77)

Para comprender esta afirmación es conveniente recordar que en la educación

secundaria, los alumnos tienen un sistema rotativo, es decir, tiene alrededor de 6

clases por día, cada una con distinto maestro. Los alumnos van con cierto estado de

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ánimo a la clase dependiendo de cómo fue la clase anterior, de la actividad que

realizaron y esas son una serie de circunstancias que afectan o impactan la conducta

de los jóvenes. Además, como ya se dijo en líneas anteriores en esta escuela en

particular, los alumnos no tienen salón asignado, lo que suma un aspecto más al

conocimiento del contexto, al conocimiento de las situaciones particulares de los

alumnos, y que deben ser consideradas en la planificación de las sesiones, pero ¿qué

es lo que sucede? ¿Por qué aparentemente no se consideran los aspectos

mencionados? La respuesta resulta complicada, pues también habría que preguntar

a qué se debe el proyecto o la decisión de otorgarles a los maestros su propio salón,

¿es por la comodidad de los maestros o en realidad tiene una intención pedagógica?

Cualquier respuesta que resulte debe regresarnos a al planteamiento inicial: ¿Por

qué no se toma en cuenta como parte de las características del contexto escolar? y

¿cómo podría tomarse en cuanta para la planificación de las sesiones?

El otro factor causante de indisciplina, atribuido a la organización del aula, es que la

escuela en cuestión trabaja en mesas y no en mesabancos, y el problema con esto no

son las mesas o mesabancos, sino la disposición de ellos. Son seis mesas y cuatro de

ellas están dispuestas de tal manera que por lo menos tres alumnos de cada una de

esas mesas dan la espalda al profesor, es decir, cuando éste trata de dar una

explicación no todos lo pueden ver y atender. Si los jóvenes tienen un pretexto para

estar distraídos lo harán, por eso consideramos que la disposición de las mesas en el

aula es un factor que influye en el comportamiento de los alumnos.

“[…] De igual manera, la disposición física de las aulas también influye. Incluso antes de entrar al

aula, la observación de cómo están organizadas puede confirmar lo que dijo Barker (1963): <<Cada

lugar tiene un proyecto para la conducta de sus moradores>>.” (Watkins; 1991:78)

Es necesario observar también esta situación, pues es cierto que la disposición del

aula resulta importante para la identificación de las conductas de los jóvenes, pero

además de ello, en dicha aula, se ha trabajado por equipos durante todo el ciclo

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escolar, pues se tiene el proyecto del trabajo colaborativo con los alumnos, lo que

nos lleva más allá de la simple disposición física del aula:

“Cuando en una clase están los alumnos y el profesor, su disposición física influye sobre otra

consideración posiblemente más importante: su disposición social. Con ello nos referimos a las

formas concretas en que el profesor representará su papel en esa ocasión, y a las formas concretas en

que los alumnos representarán los suyos. Hay muchas y variada posibilidades: ¿qué patrones

utilizarán las personas para trabajar juntas, para relacionarse y para comunicarse? ¿Van a trabajar

solos, por parejas, en grupo? ¿Tendrán que ayudarse unos a otros, hablar entre ellos, cooperar? A

través de estas formas de organización social, las diversas personas que componen el grupo se

forman una visión de su papel y de su contribución al proceso de aprendizaje”. (Watkins; 1991:78)

Si por anticipado se sabe que se trabajará siempre en equipos pequeños, ¿cómo se

debe tomar en cuenta el trabajo en mini grupos en el diseño de las actividades?

¿Cuáles son las estrategias de trabajo adecuadas que puedan prever las situaciones

de disciplina que se han experimentado?

Tal vez este aspecto, por sí sólo, no sea el factor determinante de los

comportamientos de indisciplina, y aunque sí resulta un detonante para las actitudes

descritas, es importante ver la situación en conjunto. El problema sigue sin ser la

disposición del aula o la forma de trabajo, la pregunta sería ¿por qué no se considera

como parte de las características del contexto que deben ser atendidas desde la

planificación, por qué debe ser un proyecto aislado sin que se considere

verdaderamente para el trabajo en el aula?

Otro de los aspectos observados en las sesiones, fue lo referente a las intervenciones

del tutor o profesor titular del grupo, cuya función era orientar al profesor

practicante a través de las observaciones de sus planes de clase y la puesta en

marcha de estos. La situación no sucedió así, pues el tutor intervenía e interrumpía

las clases del practicante. Lo que traía como consecuencia la falta de autoridad del

normalista, pues el tutor no le permite actuar con libertad. Sería lo mismo si

sucediera el caso de que el director de la escuela entrara al grupo y diera órdenes

contrarias a las que el profesor del grupo ha dado, eso dejaría en una posición muy

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complicada al profesor frente a los alumnos. Los ejemplos que se refieren fueron

sesiones que debían ser dirigidas por el profesor practicante y las interferencias del

tutor quitaban autoridad al profesor novato y al mismo tutor, esto causaba el

relajamiento de la disciplina en el aula. “Un joven dice al tutor: “mire, ya están saliendo todos”,

mientras observa por la ventana. El tutor los deja salir. Unos pocos se quedan terminando algo y luego salen”

(SAM-54-301104-KYDAO en ISL-120)

Esto nos lleva a preguntarnos ¿quién controla la clase? Pareciera ser que los

alumnos. Cuando el tutor les da esa autoridad a los estudiantes se quita autoridad él

mismo y le quita autoridad al practicante. Watkins dice al respecto:

“[…] Lo importante es que la situación del aula es una característica controladora de la conducta, y

de ello se sigue que la forma que un profesor tenga de dirigir el contexto del aula puede ser un

elemento que actúe de forma determinante sobre la conducta conflictiva”. (1991: 77)

Es cierto, la necesidad de autogobierno, de autodisciplina es evidente, pero como va

a ser esto posible si primero nos se les enseña a los niños, a los adolescentes qué

significa eso, si no se les incentiva para que sean autosuficientes en lo que respecta a

las normas; si no se parte de un reglamento escolar que permita a los jóvenes tener

claro aquello que es permitido y aquello que no lo es. El profesor debe tener el

conocimiento suficiente del grupo como para determinar en qué momento será

posible dejarles a los alumnos el control parcial o total de sus comportamientos, si

no es así, no puede permitir que ellos tomen el control de la clase. Como se observó

en el muestreo, parece que en aras de aquella idea “no se vayan a traumar”, los

alumnos tienen la absoluta libertad de comportarse como quieran, comer en clase,

cantar, bailar, pelear, sin que nadie los pueda poner en orden para conseguir el

desarrollo de una clase que sea propicia para el aprendizaje.

Por supuesto que no todas las intervenciones del tutor eran para desordenar al grupo.

En otros momentos auxiliaba en la organización y guía de este, pero eso no deja de

convertirse en una manera de quitarle autoridad al practicante, porque finalmente era

el titular del grupo el que dictaba la dinámica y las reglas de clase aun que no fueran

cumplidas.

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El último aspecto al que se le atribuyó la situación de indisciplina fue al profesor

practicante. No es una idea nueva que generalmente el profesor es el que de manera

inconsciente provoca la indisciplina del grupo; pero, en este caso en particular,

¿cómo sucedía? Por una parte, el silencio que guardaba cuando los jóvenes estaban

en absoluto desorden, implícitamente manda un mensaje, es decir, si no se dice

nada ante un comportamiento no deseado, es una forma de aceptar que es un

comportamiento adecuado o permitido entonces, no es extraño que los alumnos

tomen esas actitudes.

“El equipo a lado de la puerta pelea por un plumón o algo así. El equipo a mis espaldas no ha

cambiado de actitud, la jovencita del lunar falso se pinta otra vez el mismo lunar, pero ahora con un

lápiz de ceja (antes fue con un rimel). Las jovencitas de este equipo sacan, comparten sus cartas y las

leen, no trabajan.” (SAM-54-121004-KYDAO en ISL-112)

Ante este comportamiento, no hay respuesta por parte del profesor practicante, no

dice absolutamente nada, entonces su silencio se convierte en una aceptación de lo

sucedido. Los alumnos suponen que sus conductas son correctas y continúan en esa

actitud. La situación presentada nos lleva a hacernos otra interrogante, ¿qué

conocimientos pueden los alumnos obtener bajo estas circunstancias?, ¿cómo puede

haber un cumplimiento de los propósitos educativos en este ambiente? Álvarez

Fernández nos ayuda con esas preguntas cuando dice: “El ambiente de trabajo

intelectual presupone, para conseguir el mínimo rendimiento del grupo, cierto

silencio, orden y respeto que permita concentrarse, reflexionar y pensar”.

(1981:100). Esto no quiere decir que los alumnos deben estar como soldaditos o que

no tengan el derecho de preguntar o levantarse de su lugar sin antes pedir permiso.

No se trata de coartar sus derechos o limitarles en sus garantías individuales ni se

trata de repetir la concepción tradicional de disciplina, claro está que no es así.

Tampoco es posible irnos al otro extremo, donde la permisividad es la regla que

rige, y entonces el aula se convierte en un campo de batalla, donde el ataque es de

todos contra todos y el aprendizaje se convierte en algo secundario.

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Por otra parte, el practicante también presentaba otras conductas que poco favorecía

el buen comportamiento del grupo: sus respuestas verbales ante ciertos

comportamientos de los adolescentes. Hubo momentos en los que el practicante

estalló y tenía actitudes represivas contra los estudiantes, por ejemplo: “El grupo

está platicando, el practicante trata de llamar su atención, sube la voz y dice: ¡ya,

pongan atención! Los alumnos no responden al llamado y el profesor sube aun más

la voz, casi grita: ¡pongan atención! A lo que un alumno responde: Así, profe, así

hábleles”. (SAM-54-121004-KYDAO en ISL- 110)

¿De qué manera esto auxilia al control del grupo?, ¿cuál es el beneficio de

exaltarse? En realidad ninguno y es justo lo que sucede después, el grupo no cambia

de actitud y el problema sigue, pues la respuesta del alumno se puede interpretar

como una forma de burla o mofa para el practicante.

Al estar escribiendo estas líneas, nos hemos podido dar cuenta de algo importante y

que además constituye el último aspecto al que se le atribuye la problemática de la

indisciplina. Se consideró hasta el final, no por tener menor importancia, al

contrario, se puso al final justo por ser la razón y causa principal del problema, pues

depende de esta situación el logro de los propósitos de aprendizaje.

El diseño de las actividades de enseñanza, lo que Gotzens llama “la planificación

del proceso instruccional para la disciplina” (1997:64), establece el aspecto

fundamental para el control de la disciplina, Ya que si se parte de una planificación

bien organizada la situación áulica se dará de manera distinta.

“El hecho de prever lo que, se espera, ocurra en el aula y, en consecuencia, disponer las condiciones

oportunas para que pueda desarrollarse, constituye en sí misma una práctica de acción disciplinaria;

por eso podemos afirmar que la planificación es la primera forma de disciplina en el entorno

instruccional. (Evertson, et al., 1984 en Gotzens, 1997:64)

La primera norma que debe regir la clase es la planificación, a través de ella, se

pueden prever los conflictos de disciplina, pues sólo por medio de una organización

y diseño de clase adecuado los alumnos se van a mantener interesados en la

actividad. Si tomamos en cuenta el contexto, en todas sus implicaciones,

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definitivamente el plan de clase va a convertirse en la primera forma de atender la

disciplina.

En este apartado la autora desarrolla la idea de que el problema central del manejo y

control de la clase se deriva de una planificación inadecuada:

“[…] la alteración del orden en el aula se produce por las más diversas circunstancias, pero sin duda

una de ellas es la que resulta de no saber qué hay que hacer en clase o bien cuando las tareas

propuestas son incongruentes con los medios disponibles y cuando las actividades no pueden

realizarse por que no existen las condiciones contextuales que permitan llevarlas a cabo”. (Ibíd.:64)

La situación con el grupo al que se observó, tiene mucha relación con la cita anterior

pues las actividades que el practicante diseñaba para la clase resultaban muy

parecidas, lo que desarrollaba la habilidad de resolver con rapidez el ejercicio y la

clase se traducía en tiempo libre para los alumnos y en perdida del control de la

clase para el profesor.

“El profesor escribe en el pizarrón: <<en equipos contestar las siguientes preguntas: ¿qué es un resumen?,

¿cuáles son los pasos para realizar un resumen?>>” (SAM-54-121004-KYDAO en ISL-110)

“El profesor camina por los equipo, y entrega una hoja con el trabajo de este día, por lo que se ve es una sopa

de letras y deben usar colores para identificar las palabras” (SAM-54-301104-KYDAO en ISL-117)

“Después de entregarles una copia a los alumnos, el practicante pasa lista y los alumnos guardan silencio y

trabajan. El grupo está casi en completo silencio y trabajan individualmente en sus ejercicios que son una

sopa de letras y otros ejercicios lexicales” (SAM-54-010205-KYDAO en ISL-192)

Como podemos ver en tres momentos distintos, los ejercicios fueron muy parecidos,

lo que implica que no se cuidó el diseño de actividades como lo recomienda

Concepción Gotzens. Además de lo anterior, también lo podemos leer como una

actividad de entretenimiento, al respecto Watkins dice:

“Hay autores como Doyle (1980) que, sin pretender ser escépticos o críticos, afirman que << desde

una perspectiva de dirección, la labor más inmediata de un profesor es conseguir y mantener la

cooperación de los estudiantes en actividades con las que llenar el tiempo que dura cada clase>>.

Esta afirmación se parece bastante a la pregunta << ¿Qué hago con ellos?>>, una pregunta que se

hacen muchos profesores y, quizá de forma más acuciante, los profesores en prácticas y los

sustitutos” (1991:84)

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Esto trae graves consecuencias como lo hemos visto a lo largo del ensayo, pues se

pierden de vista los objetivos de aprendizaje, se olvida que la razón de ser del

profesor es enseñar y la razón de ser del estudiante es aprender. Si las actividades ya

sólo se convierten en una forma de mantener ocupados a los alumnos sin una

intención pedagógica, se retraduce en la perdida de la esencia del profesor, se pierde

por completo la misión de la escuela como institución educativa y finalmente se

convierte en la ausencia de respeto de los alumnos al profesor y podría decirse que

también del profesor hacia los alumnos.

Lo dicho en el párrafo anterior nos lleva a una situación no menos complicada: las

competencias del profesor, así pues, si el profesor no está tomando en cuenta los

aspectos como el contexto, sus conocimientos, las actividades apropiadas, entonces

quiere decir que al profesor aún le falta preparación; sobre esto, Watkins dice:

“Para el profesor, esto implica que ha de hacer frente a hechos que tienen muy distintas dimensiones:

conocer la materia, evaluar a los alumnos, dirigir grupos, dominar sus respuestas emocionales ante lo

que ocurra en clase, establecer procedimientos, distribuir los recursos materiales, llevar un

seguimiento de los alumnos, etcétera”. (Ibíd.: 81)

Es cierto que estamos hablando de un profesor en formación, pero entonces qué pasa

con las orientaciones del tutor, del maestro experimentado que guía al novato. El

profesor practicante está aprendiendo y necesita una guía. Lo relevante de la

situación es que ni el practicante ni el tutor toman en cuenta los aspectos antes

señalados. Entonces, ¿cómo es que diseñan las actividades, qué toman en cuenta

para hacer los ejercicios?

Concluyendo, podemos decir que la disciplina es un conflicto, pues el principal

afectado con esta situación es el aprendizaje de los alumnos. Es importante conocer

las causas para poder atenderlas, pero el control del grupo no debe ser únicamente

para entretener al grupo, debe tener siempre una intención pedagógica, un objetivo

que permita un aprendizaje real.

Regresando al aspecto central de este ensayo, insistimos en que las causas de la

indisciplina son variadas, no es un sólo el factor el que interviene. En el contexto

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particular de esta aula, las causas fueron las siguientes: el contexto, el tutor, el

practicante y la planificación de las actividades.

El primer punto se refiere a al entorno del aula, es decir, a las formas de

organización tanto de la escuela como del salón de clases, ya se dijo que aspectos

contextuales como que los alumnos no tengan salón asignado, que se trabaje en

equipos pequeños siempre, constituye un factor de indisciplina.

Por otro lado también se habló sobre las actitudes del tutor y el practicante. Por una

parte el tutor con sus intervenciones que restaban autoridad y por la otra el

practicante con su silencio en momentos que debía hablar y poner en orden al

grupo y no lo hacía; en el otro extremo, los instantes cuando se molestaba y se

exasperaba.

Finalmente, lo más importante, la planificación. Sin una planificación adecuada, no

es posible tener una clase exitosa, una clase en la que se cumpla con la misión de la

escuela que contribuir en el proceso de enseñanza y aprendizaje. La disciplina en el

aula se convierte en un elemento esencial, para lograr lo anterior. No es favorable

que en un ambiente relajado, donde sólo hay gritos, peleas y desorden el profesor

pueda desempeñar su labor. Lo trascendental de la realidad observada es que el

mismo profesor está provocando la situación. Cierto es que el contexto aporta lo

suyo al problema, pero lo aporta porque el docente no lo está tomando en cuenta

para el diseño de las actividades, entonces es natural y comprensible que las

circunstancias se den de la manera en la que se observaron.

Para solucionar la situación, es necesario que los profesores tomen en cuenta

elementos como el contexto, las formas particulares de trabajo, las características de

los jóvenes con los que se trabajará y sobre todo es de suma importancia que se

cambie esas ideas de “qué hago con ellos, cómo los entretengo”. La educación no se

trata de eso, la misión de la escuela no es entretener a los estudiantes mientras los

padres trabajan. La misión de la escuela es preparar a los niños y jóvenes para su

futuro, para que se conviertan en hombre y mujeres de bien para la sociedad y

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puedan desenvolverse en ella de la mejor manera. Para finalizar este escrito se

incluirá una cita que explica la responsabilidad del maestro en el problema tratado:

“La indisciplina en clase es casi siempre fruto inevitable de la ociosidad mental, es decir, de la

ausencia de objetivos inmediatos y concretos que polaricen la atención de los alumnos y los induzcan

al trabajo y a la actividad mental intensiva” (Alves; 1963:218)

La ociosidad mental de la que habla el autor, es provocada por el maestro porque no

hay reto en el aprendizaje, es decir, sus actividades no están siendo ni atractivas ni

significativas ni relevantes para los alumnos. Es por eso que el profesor debe

siempre estar atento a las condiciones que presenta la escuela, que presentan los

alumnos y que constituyen elementos fundamentales para su labor docente y de

alguna manera deben ser tomadas en cuenta en la planificación de sus sesiones y así

prever los problemas de indisciplina.

BIBLIOGRAFÍA.

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1. Álvarez Fernández, Manuel et al. 1981. “El reglamento de la vida escolar” en Calidad de enseñanza y escuela democrática. Madrid, Popular. Pp. 98-105.

2. Alves de Mattos Luiz. 1963. Compendio de didáctica general. Argentina. Kapelusz.

3. Gotzens, Concepción. 1997. “Prevención de los problemas de disciplina basada en la planificación de la enseñanza-aprendizaje” en La disciplina escolar, Barcelona, ICE/Horsori (cuadernos de educación, 24), pp.63-77.

4. Watkins, Chris y Patsy Wagner. (1991), “La perspectiva global del aula”, en La disciplina escolar. Propuesta de trabajo en el marco global del centro, Barcelona, Paidós (temas de educación, 24), pp. 75-84.

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