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VIVIR EN UNA SOCIEDAD INCIERTA
Mezones Avila Estrellita
“La vida nunca será fácil, ni perfectible, ni del todo predecible. Siempre se la entenderá mejor hacia atrás, pero nos toca vivirla hacia adelante”.
CHARLES HANDY.
¿Es posible entender a esta sociedad en la que vivimos y de la cual formamos
parte?, en estas líneas probablemente podrán conocer desde qué punto podemos
empezar a conocerla, qué pasa con las confusiones que dominan esta era o que
sucede con aquellos que tienen el afán de ofrecer una solución para cada
problema… ¿Será reprimido su entusiasmo? .Son muchas las inquietudes y muy
pocas las respuestas, seguro que es mejor tratar de manejarlas en lugar de
resolverlas.
La incertidumbre de esta sociedad es cada vez mayor, y es que cada día se hace
más complejo entender qué pasa realmente; hablamos de derechos, justicia,
libertades, tiempo, riquezas, economía, del individuo; de temas referidos a lo
correcto e incorrecto, a lo bueno y a lo malo; y mientras tratamos de ser
racionales todo el tiempo al final caemos en la frustrante situación de ser
irracionales a pesar del intento.
Una compleja realidad que abordarla se ha convertido en una exigencia y una
necesidad son los Derechos Humanos –importante- cuando la sociedad se refiere
a ellos con tanta frecuencia de manera directa o indirecta. Existe una
descendencia en este punto al referirse tanto a ellos en exposiciones teóricas que
parecen tener más importancia que aplicarlos en la realidad, y es que lo que se
busca no es precisamente eso, sino lograrlos a través de acciones apoyadas en la
teoría.
Las personas suelen “entrar en acción” cuando los derechos humanos se violan o
son vulnerados, ¿y por qué no hacerlo antes y evitar tantas consecuencias
negativas?, pero vemos que es inevitable, porque mientras algunos piden libertad,
otros exigen justicia, y es ahí donde todo se vuelve tan incierto, porque en la
búsqueda de la aparente verdad se puede estar violando el derecho de un
individuo y cumpliendo con el del otro. Muchas veces, respetar el derecho de
otros implica aceptar realidades incoherentes que, aunque sean un tanto difíciles
de entender, la sociedad se siente obligada a respetarlas por un asunto de
formalidad.
Surgen nuevas organizaciones dispuestas a dedicar todo su esfuerzo a dar a
conocer, difundir y defender los Derechos Humanos de todos los ciudadanos que
compartimos vida en este mundo, y podemos darnos cuenta de que realmente
tenemos serio problemas con nuestros derechos, pues necesitamos de tantas
instituciones para poder reforzar algo que debería ser natural en todos nosotros.
Para la gente –en la actualidad y en el futuro previsible– los derechos humanos
son aquellos que se poseen por el hecho de ser una persona humana que vive en
un mundo social sujeto a las condiciones de la modernidad, esto nos ha llevado a
una limitación histórica, generando nuevas formas de malestar como la falta de
sentido y una sensación de disolución social inminente.
Por un lado se dice que los seres humanos necesitan alimentos, ropa y
resguardo, y que estas cosas no están disponibles en abundancia ilimitada sino
que son escasas, tienen que crecer de la naturaleza o ser ganadas a ella, o
necesitan ser construidas por el esfuerzo humano; por otro lado, se pregona el
“derecho a la vida”, mientras que hay esfuerzos para legalizar la pena de muerte,
o se escucha hablar sobre el cumplimiento de derechos esenciales cuando para
ello se requieren de otros que aún no están reconocidos y entonces nos damos
cuenta cómo es que la misma sociedad no le da sentido y eso hace que todo se
torne más confuso aún.
Otra realidad que destaca es la existencia de “la libertad” en la sociedad, realidad
social de la que continuamente cuestionamos su existencia, y es que libertad
como tal parece no existir al estar sometidos a reglas u otras limitantes. La
principal causa que nos ha llevado a este dilema es la existencia de una sociedad
capitalista, en donde las personas quedamos reducidas a una dimensión única:
La del simple confort, material y el interés económico lo que permite ejercer sobre
nosotros un poder que suprime cualquier posibilidad de libertad y contribuye a
formar una gran masa de personas falsamente „satisfechas‟, sin desarrollar un
pensamiento propio, estando sujetos al control de la economía sin alcanzar un
protagonismo político.
Somos nosotros quienes hemos reducido nuestra propia libertad por cuestiones
de placer, que parece haberse convertido en el motor de nuestra existencia,
causando la transformación de este tiempo en un tipo de sociedad alienada que
centra su actividad en el dominio tecnológico y que se limita a “dominar”‟ a la
naturaleza y a otros hombres, con un carácter práctico, sin juzgar las situaciones
humanas.
A pesar de la clara realidad de libertad ya expuesta, existen aún personas que no
han permitido que se limite su libertad individual, equiparable a “libertad negativa”,
donde el individuo ejerce su soberanía natural y es propietario de sí mismo y de
sus propias ideas o pensamientos; estas personas más racionales que la
mayoría, resultan ser para la sociedad “entes extraños y dañinos”; él que piensa y
actúa con libertad no es más que un “orate” dentro del círculo social, increíble,
pero cierto, y es que no se puede entender como pueden ser calificados así
cuando son individuos más coherente que aplican lo que muchos plasman en
papeles y se olvidan de que eso se reduce a nada cuando su realidad, es
lamentablemente, otra.
Nos preguntamos: ¿por qué no se puede actuar con libertad? Cuando somos los
responsables de la respuesta que merece la interrogante; somos una sociedad
radicalmente insatisfecha, de personas inconscientes de su estado de alienación
y falta de libertad.
Vivir en esta sociedad y tratar de entenderla, es enfocarse en un sin fin de
problemas, y otro muy debatible actualmente es el tema de la Justicia, que
significa dar a cada uno lo que le corresponde. Pero en nuestra sociedad, ¿qué
significa realmente?... ¿premio al logro y castigo a las ofensas? ¿O significa
darnos lo que necesitamos?, y al explorar aún más, nos hacemos la pregunta:
¿debería recibir más un desvalido porque lo necesita más o, por ejemplo, un
científico porque contribuye más a la sociedad? Pero algo está muy claro, y es el
hecho de que una sociedad que se percibe como injusta está condenada a
destruirse a sí misma.
Ahora, más rápido que nunca, se está produciendo una división de la sociedad,
en la que la tierra y otras cosas materiales son las propiedades importantes y se
piensa que lo que posee una persona no lo puede poseer otra; que para ser
justos hay que ser injustos; que para satisfacer interés particulares hay que quitar
al otro o que para tener el control absoluto hay que ir en búsqueda del poder y
tener el control absoluto.
En un momento tan caótico como este, debería ser la inteligencia la propiedad
que cuente, y así las cosas serían diferentes. Se la puede compartir con otro, y
esa persona gana, pero uno no pierde. Por ejemplo, en el caso de la educación,
esto significa que, en la medida de lo posible, todos deben tener la misma
oportunidad de aprender. Significa dar más de una oportunidad a aquellos que
tardan en asir las oportunidades. Igualmente importante, significa alentar y asistir
a aquellos que aprovechan de entrada las oportunidades tempranas. No se trata
de re cortar la educación de los médicos para crear más escuelas para
delincuentes con el argumento de que éstos lo necesitan más.
La justicia que busca equilibrar las necesidades de los individuos con las
necesidades de la comunidad, no está funcionando así, y es porque sobre esta
idea prevalecen otros intereses y otras maneras de pensar. Los gobiernos que
supuestamente velan por la justicia, a veces parecen haberse convertido en el
principal enemigo de la batalla en contra de las injusticias, entorpeciendo con
normas poco claras y menos justas.
Nuestra sociedad esta confusa, y en este estado de confusión viven individuos
con poder, personas con talento y ciudadanos con derecho a elegir. Las personas
toman un aparente control sobre sus vidas, la sociedad se tacha de caos y ya
esta situación parece convertirse en algo natural; y aunque en la actualidad
aparentemente están superados los obstáculos al cumplimiento de los Derechos
Humanos, las libertades y la justicia existen situaciones y hechos que como
vemos, lo incumplen claramente; ello ha ocasionado, precisamente, que no
convivamos en unidad.
Nos damos cuenta que somos una sociedad en la que se valora más “cómo se
dice las cosas” y menos “lo que se dice”, que algunas cosas parecen moverse a la
admiración por el carácter, a la admiración por la personalidad, tomando mayor
importancia lo aparente que la verdadera esencia de las cosas. Se hace
necesario emplear la razón para rechazar la sociedad actual, que sólo puede
converger en una Catástrofe, cuyos problemas parecen tener introducidos rasgos
de deshumanización.