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    EL PODER DEL DINERO.LA MONTICAFACTOR DE CAMBIO POLTICO

    Mart Olivella.

    A quienes todava buscan.

    PrlogoJohan Galtung.

    Premio Joaquim Xirau 1991.Un jurado compuesto por los seores Heribert Barrera Costa, presidente, J. Gonzlez Casanova, LuisIzquierdo Salvador, Francesc Santacana Martorell, Josep Termes Ardvol, Jordi Wagensberg Lubinski,Francesc Gom Must, secretario, atorg a esta obra el premio Joaquim Xirau de ensayo 1991, convocadopor el Ateneu Barcelons , con el apoyo de la Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona.

    Primera edicin: enero de 1992. (Edicin en cataln)

    Mart Olivella i Sol 1992. d'aquesta edici: Edicions 62 S.A.Dipsit Legal: B-44.185.-1991.ISBN: 84-297-3399-X.

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    NDICEPrlogo. ..........................................................................................................................................................4Presentacin....................................................................................................................................................6Introduccin. ..................................................................................................................................................7La plutarqua y otros relatos ..........................................................................................................................10Captulo 1. La monetizacin humana ............................................................................................................13

    Captulo 2. Arma sutil ...................................................................................................................................20Captulo 3. Las dos caras de la moneda .........................................................................................................25Captulo 4. El buen uso de los instrumentos .................................................................................................30Captulo 6. La imparable abstraccin.............................................................................................................34Captulo 7. El reino de las tinieblas ...............................................................................................................36Captulo 8. Impunidad y desorden ................................................................................................................43Captulo 9. La sutil servidumbre de la cultura ................................................................................................48Captulo 10. El retorno al Edn ....................................................................................................................54Captulo 11. Dar la cara.................................................................................................................................61Captulo 12. De la arcilla al silicio, -pasando por el oro y el papel ..................................................................69

    Captulo 13. Agilidad y exactitud...................................................................................................................73

    Captulo 14. Qu opcin? ............................................................................................................................76Captulo 15. No hay retorno: la condena de Occidente .................................................................................79Captulo 16. Ni cielo ni infierno ....................................................................................................................84Captulo 17. La montica: tentacin o reto ....................................................................................................88Captulo 18. Domar el toro ...........................................................................................................................96Captulo 19. Imaginemos que... ...................................................................................................................102Captulo 20. Cambiar la llave para abrir la puerta.........................................................................................114Resumen: las veinte tesis .............................................................................................................................117Eplogo: el cambio del cambio ....................................................................................................................119

    Anexo: Plan Anticorrupcin1. Propuestas para un regimen de transparencia ..............................................122Anexo: ejemplos de invencin bancaria de dinero .......................................................................................126

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    Prlogo.

    por Johan Galtung.

    Mart Olivella ha escrito un libro importante. Se ha adentrado en un camino en el que los economistas noacostumbran a atreverse ni a entrar, y no precisamente porque sean ngeles... Dinero, dinero como tal. Nos

    da sus anlisis, sus pronsticos y sus proposiciones para posibles remedios. Plantea innovaciones socialesradicales que, como l mismo expone, no se aceptarn con facilidad. Aunque lo mnimo que puede pasar esque se suscite un debate social sobre uno de los fenmenos ms importantes de nuestro tiempo; laconversin masiva de dinero en moneda y papel dinero en dinero de plstico.

    Cada da los medios de comunicacin nos proporcionan noticias sobre el poder del dinero en la economamundial. Por un lado tenemos la creacin de valores, de bienes y servicios, aunque siempre encontramosaspectos de malos y antiservicios escondidos en su produccin, distribucin o consumo, agregados a losescondidos efectos secundarios positivos. En otras palabras, las externalidades. Pongamos que la economareal es R, y que hay otra economa, F, la economa financiera, que consiste en toda clase de instrumentos definanzas, entre los cuales est el dinero. En Ry Fhay estancamientos y movimientos, con Fmovindose en

    direccin contraria o Rpagando supuestamente por los servicios y bienes de R. Con slo mirar un escaparatede cualquier tienda vemos a Rmovindose desde los estantes hasta el cliente y a Fmoverse desde el clientehasta el cajero. Evidentemente, el cliente tambin puede pagar con R; no es imprescindible recurrir al dinero,al fin y al cabo el trueque an es muy importante aunque puede que ms en el sector de servicios, yo hagoalgo para ti y t haces algo para m, que en el de los bienes.

    Luego est la tercera posibilidad: los intercambios dentro de F; una economa financiera, instrumentosfinancieros de compraventa, independientes de la economa real. Es evidente que si R est en baja formaporque se produce poco en bienes y servicios o porque lo que se produce es de mala calidad, entonces unaeconoma financiera dinmica puede ayudar: creacin de algunos crditos aqu y all, poner dinero en manosdel consumidor para facilitar la compraventa que a su vez puede generar beneficios que se pueden invertir en

    una produccin mejor y ms abundante.

    Pero una economa financiera extremadamente dinmica despierta una gran tentacin: hacer dinerocomprando y vendiendo instrumentos financieros, subir sus precios, incluyendo el precio del dinero porencima del tiempo (tipos de inters) y por encima del espacio (tipos de intercambio), y el precio del capital yde las finanzas (tipos, en general). En otras palabras, la especulacin. Si R se arrastra desesperadamentedetrs, entonces Fya no es un reflejo de R. Y el resultado puede ser un fracaso del intercambio de capital ocomo mnimo una economa muy entorpecida, con inflacin y otros fenmenos difciles de controlar.

    Esto ya es suficientemente problemtico. Pero Olivella destaca otro aspecto: instrumentos financierosannimos versus instrumentos financieros identificables. Fijmonos en el dinero en monedas o en los

    cheques bancarios: qu nos pueden contar, sobre todo en sociedades donde predomina una circulacin dedinero muy rpida? Pero ah estn, sin dejar huella alguna ni contar con ninguna huella. Bueno, a veces lashuellas son tiles para los detectives, y los nmeros, sobre todo cuando son consecutivos, tambin puedenaportar alguna informacin. De ah la necesidad de blanquear el dinero, de deshacerse de cualquier huella.

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    Pero en principio el dinero no tiene ninguna historia porque no tiene memoria, y empieza cada transaccinfresco, como si se usara por primera vez.

    Pero esto no sucede con el dinero de plstico. No slo se puede registrar quin, a quin y por qu, sinotambin cundo y dnde, con la claridad del extracto mensual de Diner's Club, Eurocard, American Expressy Visa. Lo nico que falta es el porqu, es decir, la motivacin que hay detrs de cada operacin. Pero es unacuestin que normalmente puede deducirse bastante bien a travs de la otra informacin, haciendo posible la

    confeccin del perfil del usuario (dej a algunas de estas compaas cuando descubr que haban vendidoperfiles de los consumidores a otros a cambio de sus esfuerzos comerciales!).

    Aqu es donde entra la terrorfica ambigedad del dinero de plstico. La operacin se convierte en historia. Laevidencia de la transaccin esta all; al fin y al cabo se trata de hacer pagar al comprador, tanto si se trata delplstico de una tarjeta de un banco como de una tarjeta de crdito. En principio, esto tendra que agudizar elsentido de la responsabilidad cuando se hace la operacin, por lo menos por el mero temor de ser descubierto(como por ejemplo en el pago de favores sexuales ilcitos con tarjeta de crdito). Por otro lado, la historia dela operacin tambin aumenta el control sobre el poseedor de la tarjeta. As, no slo el Capital tiene susmedios para cobrar sino que el Estado tiene sus medios para supervisar todas las transacciones. Para lo bueno(detectar el fraude), y para lo malo (guiar y manipular el movimiento general de Ry de Fen la sociedad sin

    dilogo alguno). En otras palabras, la transicin hacia el dinero de plstico debera estimular ms el Auto-control, pero tambin el Control de los dems.

    Este es el problema que Olivella analiza. Sus remedios son interesantes y realmente vale la pena discutirloscomo una manera de escapar de la caja de acero de Max Weber. El trueque es otro: responsabilidades yrelaciones directas y personales. Como el trato de Olivella con el lector, que recomiendo sinceramente.Venga, a aprender, a discutir!.

    Porque este libro tambin es una pieza fascinante de macro-historia. El lector aprender a ver la historia atravs de la transformacin del sistema monetario: basado en cermica, basado en metal, basado en papel,basado en electrnica (el plstico existe slo para acceder a los circuitos electrnicos). Cada fase conduce a

    nuevas oportunidades y a nuevos problemas. Aunque de alguna manera el tema del dinero siempre se da porsupuesto en realidad no se debate ni mucho menos todo lo que se tendra que debatir.

    En todo esto encontramos un mensaje para los movimientos sociales. La mayora se centran en R, laeconoma real. Cules deberan ser las prioridades? (Como la produccin para satisfacer las necesidadesbsicas de los ms necesitados). Y externalidades? Incluyendo un consumo y una distribucin equitativa,socialmente justa, y puede que ms igualitaria? Entonces el dinero se usa como algo para redistribuir y deducirimpuestos; como medio ms que como finalidad, para la acumulacin. Esto est bien, pero las funcionessociales de las distintas clases de sistemas monetarios no estn incluidas en los debates, ni en las agendas delos movimientos sociales.

    Tanto los esfuerzos constructivos de Olivella, basados en sus guas empricas para el lector, como su sentidocritico, tambin deberan inspirar a los dems a mirar hacia el dinero. Tarde o temprano tendremos unamoneda nica europea (Occidental). Hay algunas ventajas como la reduccin (o casi eliminacin) de loscostes de intercambio. Pero hay desventajas: el dinero lquido, no marcado, se mover hacia el centro,aumentando el poder del centro para enviar dinero marcado con decisiones de regreso a la periferia. A lomejor la gente reaccionar imprimiendo vales de crdito locales, etc. En resumen, un perodo muy dinmicoque concierne al dinero. Podemos agradecer a Olivella que sea uno de nuestros guas.

    Versonnex, 27 de julio de 1993.Johan Galtung, Profesor de Estudios sobre la Paz, Universidad de Witten-Herdecke, Universidad de Hawaii.

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    Presentacin.

    Este libro quiere dar a conocer un conjunto de reflexiones y de descubrimientos bastante inditos sobre laimportancia que tiene el tipo de moneda en las relaciones sociales y sobre el papel que se puede hacer jugar alos instrumentos monetarios para facilitar no slo el cambio mercantil, sino tambin el cambio social.

    A lo largo de estas pginas se repasan las caractersticas histricas y actuales de los instrumentos monetarios yse sugieren algunas modificaciones substanciales en la aplicacin de la montica (moneda electrnica) para suuso coherente y democrtico.

    El tema es complejo, pero no complicado. La exposicin, aunque parte de un asunto aparentemente ridocomo el de la moneda, es, en general, amena y al alcance de cualquier lector interesado en buscar otroscaminos de cambio social. No es un libro tcnico, ni para economistas. Estos, tal vez, encontrarn a faltarreferencias explcitas que les permitan clasificarlo en una u otra escuela de pensamiento econmico. Pero laobra de Agust Chalaux, de la que el libro quiere ser una introduccin, es fruto de ms de cincuenta aos deinvestigacin, tal y como la define la Ley de Felson: robar ideas a una persona es plagiar; robarlas a muchases investigar. Ha robado lo que se ha considerado de valor aqu y all, sin fijarse demasiado ni en los

    formalismos ni en las procedencias. El resultado es un anlisis original y unas propuestas, discutibles, pero,sin duda, sugerentes.

    Se han recogido argumentos a favor de una hiptesis audaz, con el objetivo de convertirla en tema dereflexin crtica y compartirla con las personas que intentan ir ms all del modelo de mundo que se estimponiendo. Se aportan razones que pueden llevar a suponer que el cambio que se propone es viable y quesus efectos son positivos, dentro de una determinada aplicacin.

    Mart Olivella nos presenta su versin, breve, reducida, pero sistematizada, de la voluminosa obra,aparentemente desordenada, y a menudo no escrita, de Agust Chalaux. Esta versin libre es el resultado demuchas horas de conversaciones, de redacciones y de correcciones que el autor ha tenido con l y con otros

    colaboradores suyos durante seis aos en el marco del Centro de Estudios Joan Bardina. El libro recogetambin parte de la labor sintetizadora realizada, entre otros, por Joan Pars, Magdalena Grau y Llus MariaXirinacs.

    Debido a la extensin del tema se ha preferido dejar para otro volumen las reflexiones y propuestasrelacionadas con la presentacin de una visin ms compleja de los sistemas de explotacin, de nuevoscaminos para el cambio social y de un nuevo entramado social, que, a partir de las posibilidades de lamontica, permita reducir las disfunciones polticas, econmicas y ecolgicas de los sistemas actuales.

    EcoConcern, que rene a personas que se sienten concernidas por la innovacin social (ecologa, economa yecumene/relaciones interculturales), quiere colaborar a dar resonancia a los anlisis crticos y a las propuestas

    constructivas que favorezcan un cambio social en profundidad, integral y coherente, pero verosmil.EcoConcern quisiera contribuir a que el presente texto sea el primero de una serie que den a conocer otrosmodelos que nos ayuden a suscitar un debate y una investigacin entre quienes creen que no estn en el mejorde los mundos posibles.

    En el ambiente de transformaciones y de crisis en que vivimos, liberados del peso de los dogmatismos, pareceimportante buscar y elaborar nuevas respuestas que tengan en cuenta variables hasta ahora despreciadas. Enestos momentos no parece adecuado apartar soluciones imaginativas que puedan ayudar a experimentarnuevas polticas, que sepan aprovechar las oportunidades histricas que ofrecen los cambios en la escenamundial.

    EcoConcern.

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    Introduccin.

    En los prximos aos, en Europa -y en todos los pases industrializados-, la mayora de ciudadanos irncargados con numerosas tarjetas electrnicas -de crdito, de dbito, de identificacin...- y debern memorizarlos correspondientes cdigos de seguridad. El dinero de plstico reducir costos a los bancos y agilizaralgunos servicios pblicos y privados. Pero, quedar protegida la intimidad de los ciudadanos?; la montica

    (moneda electrnica) aportar algn beneficio a la mejora de la economa, de la poltica o del sistema judicial?.

    Si nada cambia, muchos ciudadanos no dispondrn de tarjetas monetarias porque no sern solventes. Otrosse resistirn a tenerlas por miedo a ser controlados. Pero, adems, cualquiera podr continuar obteniendobilletes de banco y los podr usar, sin dejar ningn rastro, para realizar todo tipo de operaciones legales eilegales (fondos reservados, trfico de influencias, de drogas, de armas; fraude fiscal y evasin de divisas...).

    El panorama europeo ser de un aparente gran control y transparencia de la poblacin, pero con un sutilfraude encubierto y sin beneficios para casi nadie, a excepcin de los derivados de la reduccin de costos delas empresas que apliquen la montica.

    En los prximos aos, sin embargo, puede darse otra situacin: que cada ciudadano disponga de slo unatarjeta personal, infalsificable, que sea la llave de una cuenta corriente en la que se anotarn los pagos y cobroselectrnicos de las operaciones que haga; en la que ingresar sus rentas; a travs de la que podr cumplirautomticamente con las obligaciones fiscales...

    Un sistema de tarjeta nica y cuenta corriente personal puede llegar, por coherencia funcional, a imponerse.Pero, solamente este cambio, sin otras modificaciones en las instituciones polticas y judiciales, qubeneficios aportar a los ciudadanos?, garantizar algo ms que la comodidad?, comportar la prdida de laintimidad?.

    La montica se est imponiendo sin ningn debate social que pueda indicar los peligros ni las posibilidades.

    Por otra parte, muchos problemas actuales parecen insolubles en el marco en que estn planteados.Podemos intentar disear unas nuevas reglas de juego social que no slo favorezcan una aplicacincoherente y democrtica de la montica sino que a su vez contribuyan tambin a la resolucin de algunos delos principales problemas que sufrimos actualmente?. Con una aplicacin adecuada de la montica sepodran resolver estas preguntas?:

    evitar la impunidad de los poderes fcticos que actan con dinero annimo?. facilitar una ciencia econmica que trabaje con datos reales y que permita analizar con rigor las

    causas de las crisis, los sistemas de apropiacin y de redistribucin?. garantizar la privacidad y la intimidad de los ciudadanos sin, al mismo tiempo, entorpecer la necesaria

    transparencia de un Estado de derecho?. aumentar la solidaridad social y la redistribucin, asegurando unos mnimos existenciales para todos,pero simplificando y reduciendo los impuestos?. ayudar a descentralizar las decisiones ofreciendo al mismo tiempo una visin de conjunto del marco

    donde se toman y de sus repercusiones?.

    Desde hace bastantes siglos se est intentando dar respuesta a estos interrogantes. Los fracasos repetidos, unay otra vez, nos han resignado a convivir con la impunidad del juego sucio y con la miseria: siempre habrpobres, siempre habr juego sucio....

    Es probable que siempre haya personas que por muchos motivos no sepan o no puedan generar la riquezanecesaria para vivir y que siempre habr personas que intenten saltarse la ley y comprar a otras personas y

    conciencias para conquistar o mantener poder. No estamos negando estos hechos. Se trata de intentar ponerunas bases para que, en el primer caso, esto no signifique vivir en la miseria y, en el segundo caso, que estascorrupciones dejen rastro y no puedan quedar impunes. No buscar todos los medios posibles para intentar

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    superar la miseria y el juego sucio slo indica o incapacidad instrumental o complicidad con la perpetuacinde estas realidades.

    El conjunto de reflexiones y de propuestas que se expondrn intentan ofrecer elementos para romper lacomplicidad y el fatalismo. Si en la prctica social estas propuestas se muestran insuficientes ser necesariobuscar otros caminos.

    Debemos tener en cuenta que el tema de la moneda como instrumento de cambio no slo mercantil, sinotambin social, no surge nicamente de su posibilidad tecnolgica actual -la montica- sino que va unido a lapropia concepcin de qu es la moneda -como veremos en los primeros captulos- y de la hiptesis de que eltipo de moneda (annima o personalizada, desinformativa o documentadora, escasa/abundante o equilibrada)favorece un tipo u otro de sociedad y de mercado: favorece el poder irresponsable o la libertadresponsabilizada.

    La tecnologa puede ser usada para crear una moneda con caractersticas liberadoras o represivas. Aunque lamontica no sea imprescindible para realizar un cambio de sociedad, s que puede ser preciso encontrar unuso alternativo al actual en las sociedades complejas que lo estn adoptando en sus relaciones mercantiles ysociales.

    Se deben precisar con claridad las condiciones de aplicacin de la montica porque se corre el peligro de queel poder quiera legitimarla como control del pueblo, sin que el pueblo controle a quien le controla.

    Optar por establecer un sistema de garantas para el uso democrtico y coherente de la moneda electrnica es,ciertamente arriesgado, pero necesario.

    El libro est vertebrado por veinte tesis sobre la importancia que tiene el tipo de instrumento monetario paradificultar o para facilitar el respeto a las leyes, la informacin econmica, la responsabilizacin de la libertad,la contrastacin y aplicabilidad de modelos econmicos... Los ltimos captulos estudian los peligros y las

    posibilidades de las diferentes aplicaciones de la montica, y presentan el esbozo de nuevas reglas de juegosocial que permitan una aplicacin correcta y aprovechen, al mismo tiempo, su potencial transformador.

    El lector que quiera obtener una visin sinttica de lo que se expone puede leer Las veinte tesis que sepresentan al final del libro. Si quiere profundizar en alguna de las tesis puede ir al captulo correspondiente.

    No hemos querido incluir la propuesta extensa de un hipottico nuevo modelo social -uno de los muchos quese podran plantear- para evitar que se juzguen las tesis centrales sobre el necesario cambio de moneda,expuestas en este libro, en funcin de las carencias y simplificaciones que un modelo global acostumbra atener. ste se presentar en otro volumen, aunque se indican algunos elementos en el captulo 19. Noquisiramos proponer un cambio monetario sin que se entrevieran algunas de las potencialidades, creemos,

    liberadoras.

    Las presentes lneas estn escritas desde una sociedad occidental, es decir, urbanizada, industrializada,compleja, pro-cientfica, monetizada... Este tipo de sociedad no es el nico que existe, ni posiblemente es elmejor. No se puede prescindir del condicionamiento que ejerce la sociedad en que se vive. Como hijos deOccidente, pero tambin atentos al resto de culturas, podemos considerar que la mejor manera de respetarlases buscar los medios para frenar la impetuosa civilizacin occidental que las/nos est destruyendo. La mejorcooperacin con las otras culturas consiste, para nosotros, en descifrar los elementos clave que impiden aOccidente modificar sus comportamientos depredadores. El enfoque que se presenta nace de Occidente,pero se dirige tambin a todas las culturas que han adoptado, en mayor o menor grado, los mecanismos de

    mercado y moneda.

    En el campo de las propuestas de modelos sociales se debe reconocer que no hay soluciones nicas vlidaspara todas las escalas. Lo que suele ser apropiado para una escala no acostumbra a serlo para otra mayor o

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    menor. El tamao o la complejidad de cada cultura y de cada sociedad determinar la adaptacin derespuestas adecuadas. Pero sta es una tarea que corresponde a cada cultura y sociedad, y sobrepasa,evidentemente, las posibilidades de este libro.

    Incluso, limitndonos a una formulacin de los problemas y de las propuestas en el marco occidental, supercepcin es muy segmentada segn los diferentes sectores de poblacin. Los lentes de cada uno, segnsea empresario o trabajador, poltico o ciudadano, desarrollista o ecologista, pobre o rico, hombre o mujer...

    hacen que tengamos unas prioridades y unas sensibilidades diferentes. En este sentido se exponen en el librolas argumentaciones ms generales o comunes y se dejan, de momento, las ms especficas de cada sectorsocial. Las argumentaciones generales son susceptibles de interesar, incluso, a los que parece que podranperder ms. Como en toda propuesta sinttica y sinrgica, todos tienen algo que ganar y todos, tambin, algoque perder; pero, en conjunto todos ganan ms que pierden. El dinero es muy importante, pero no lo es todo.

    Y las actuales relaciones sociales establecidas para obtenerlo pueden no ser las mejores, incluso, para susamantes ms incondicionales.

    Nos consideraremos satisfechos si estas pginas permiten que el lector vea como problemtica una realidadque antes no la consideraba como tal y que de esta conciencia pueda generar una nueva visin de otros

    problemas, as como de sus posibles soluciones.

    Cambiar la realidad no es una tarea de los libros, aunque los libros hayan sido a menudo un eficazinstrumento. El futuro y la poltica son dos aspectos vitales apasionantes porque la voluntad de los hombresno es previsible. Si las pistas que se sugieren no son acertadas, sabremos que es necesario buscar otrasdiferentes.

    El cmodel cambio, la concrecin prctica, es la prueba de fuego y la gran incgnita, pero es un campo abiertoque sobrepasa la responsabilidad del autor, porque es una responsabilidad colectiva de quienes compartencrticamente lo que se propone. La viabilidad slo podr demostrarse, por tanto, con la experimentacinsocial, fruto de la voluntad poltica.

    Las ideas fundamentales que se expondrn son una seleccin de parte de la investigacin que durante toda suvida ha hecho Agust Chalaux de Subir. Los posibles aciertos que puedan contener son, ciertamente, de l.

    Sin la reflexin y la ayuda del equipo de amigos que, primeramente en el Centro de Estudios Joan Bardina yactualmente en EcoConcern, estamos estudiando en comn estos temas, tampoco las pginas que siguenhabran visto nunca la luz. Quiero agradecer tambin a los amigos del Mas Blanc las semanas de serenidadque me han permitido acabar el texto despus de aos de redacciones interrumpidas, as como a mi amigoStefano Puddu Crespellani por haber compartido esta aventura. La ayuda de la Fundacin Jaume Bofill hasido tambin importante para decidirme a concretar las ideas en el papel. Las sugerentes conversaciones de

    Tavertet me han ofrecido la ocasin de vertebrar las tesis del libro.

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    La plutarqua y otros relatos.

    En 1925 tena 14 aos y viva en Toulon. Un da, paseando, vi el anuncio de una conferencia sobre El rolde los banqueros en la sociedad. La sala estaba llena de seores con grandes barbas. El conferenciante eraHorace Finaly, Presidente de la Banque de Paris et des Pays Bas. En el coloquio ped la palabra. Ante lasorpresa de los asistentes Finaly dijo que me atendera personalmente al acabar la reunin.

    Fue a partir de este encuentro fortuito que trabamos una amistad especial. Durante 14 aos nos reunamosperidicamente en su casa de Pars. Era una persona muy culta e influyente. De ascendencia juda, habanacido en Budapest en 1871. Sucedi a su padre Hugo en la presidencia de la Banque de Paris et des PaysBas, uno de los bancos ms importantes del momento.

    En una de las entrevistas ocurri un hecho inslito, explicable por mis inquietos y atrevidos 18 aos. La citaera a las ocho y media de la tarde en su despacho. Cuando llegu, un atento sirviente me hizo saber que M.Finaly no me poda recibir inmediatamente porque tena una reunin importante, pero me rog que le esperara en su biblioteca.

    Primero me entretuve consultando libros. Despus me sent en su escritorio y maquinalmente confirm que haba cajones abiertos.El remordimiento del fondo del alma no impidi a mi vehemencia revolver los cajones. Todo muy ordenado en carpetas bien

    tituladas, unas ms interesantes que otras. Mi astucia de adolescente tomaba precauciones para conservar el orden de las carpetas.En el fondo del ltimo cajn de abajo encontr una carpeta confidencial. Atrado por el descubrimiento le su contenido sinentender gran cosa. Era un tema bastante nuevo para m. Se trataba del informe de una reunin importante celebrada en Pars elao 1919. Recuerdo que los componentes exclusivos de la reunin eran J.J. Morgan (Banca Morgan), Sir H. Deterding (RoyalDutch/Shell) y Finaly como anfitrin. En la reunin participaban nicamente ellos, pero algunas veces llamaban a diferentesexpertos y les pedan aclaraciones. Lo que ms me interes fue un resumen final.

    El resumen contena dos puntos y una conclusin:

    Primero. Segn los expertos, pero tambin segn la opinin general de los grandes economistas de antes y durante la guerra del1914, las existencias de oro slo permitan cubrir los gastos blicos durante tres meses. Para superar esta dificultad, los

    banqueros internacionales -como ellos- haban sugerido a los gobiernos beligerantes el abandono de la convertibilidad en oro de losrespectivos papeles moneda, por lo memos en el interior de cada Estado.

    Segundo. Si el papel moneda, desvinculado del oro, que se haba preconizado y realizado durante la guerra, era ahora, una vezfinalizada, racionalizado, permitira a los banqueros internacionales y a los responsables de las clases dirigentes -segn losexpertos- ganar ms dinero que si se mantena la moneda desinformativa y annima vigente hasta entonces (y hasta nuestrosdas).

    Conclusin. La decisin de los reunidos fue que no les interesaba racionalizar los papeles moneda irracionales vigentes porque,primero, ya tenan bastante dinero y segundo, el papel moneda irracional actual permita el juego (sucio) de la plutarquamundial.

    Mientras estaba reflexionando, absorto, con el documento recin ledo entre las manos, recib una bofetada mayscula que me tiral suelo. Durante unos momentos no supe qu me pasaba. Despus, Finaly, cambiando de actitud, muy gentilmente me ayud alevantarme y me pidi perdn. Me hizo ver mi indiscrecin ante la confianza que me haba demostrado dejndome solo en subiblioteca con los cajones abiertos. Me iba diciendo que ni siquiera uno de sus criados se habra atrevido a hacer lo que yo habahecho. (Estoy en duda, pero seguramente l tena ms espas en casa de otros que a la inversa).

    Despus del incidente cenamos. Nadie se enter del exabrupto de Finaly. Durante la cena me pregunt qu haba entendido delinforme. Le dije que prcticamente nada.

    -La palabra que ms me ha llamado la atencin es plutarqua.

    -Poco a poco -dijo- te lo ir explicando.

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    Aquel da no me explic nada. Despus caera en la tentacin de extenderse conmigo acerca de todos estos temas tanembriagadores. l tuvo la gentileza de ofrecer sus pensamientos ms recnditos a un adolescente sediento que, en una oscuraintuicin, haba adivinado la importancia de los conocimientos mantenidos ocultos por esta casta superior de grandes banqueros.

    Junto a las confidencias bancarias me transmiti elementos de la tradicin no escrita de Platn. Una de ellas haca referencia a losintentos que Platn haba hecho en Siracusa para restablecer una moneda personalizada-documentada, y de cmo haba fracasado

    por falta de esclavos-escribas suficientes para anotar todas las transacciones. Platn -segn Finaly- en sus viajes por el

    Mediterrneo haba descubierto la existencia de una Edad de Oro en la que la moneda no era de oro o de plata y donde reinabala paz y el mercado responsabilizado.

    Todas estas revelaciones me dejaron perplejo. Era posible y viable una moneda racionalizada que fuera el reflejo contable de cadacompraventa? Antes del oro y de la plata, haba existido otro tipo de moneda no annima e informativa? El tipo de moneda

    poda ayudar o impedir que las guerras fuesen posibles? Era real que unos pocos hombres influyentes -banqueros e industrialesinternacionales- decidiesen la suerte de millones de personas al margen de los polticos?.

    Con estos interrogantes, an a medio formular, fueron pasando los aos. Un da, en 1939, llegu tarde a la cita y Finaly no mequiso recibir. Nunca ms volv a verlo. La guerra le llev a los Estados Unidos de Amrica. Algunos aos ms tarde supe quehaba muerto en 1945 en Nueva York.

    Algunos de estos interrogantes se me fueron reforzando dramticamente con los acontecimientos de aquellos aos. En setiembre de1936 en Barcelona, un mes despus del golpe militar, Abad de Santilln, dirigente de la CNT, me dijo: Ya hemos perdido la

    guerra y la revolucin por no haber sabido, de buen principio, dominar la moneda y la banca como instrumentos al servicio delpueblo: hemos considerado que las armas y la violencia lo eran todo! Esta declaracin corroboraba la de otro importantedirigente de la CNT, Mariano Vzquez que me confes: Durante veinte aos nos hemos preparado para obtener lo imposible yahora que lo tenemos no sabemos qu hacer. Hemos estudiado y practicado todos los caminos de la revolucin, pero no los caminosde qu hacer con el mando sin trabas que nos ha dado la revolucin. Curiosamente, estas conversaciones me hicieron extraer lasmismas conclusiones que las surgidas de las largas conversaciones con el banquero Finaly.

    Con estas claves de interpretacin y con estos interrogantes, la investigacin fue a la vez apasionante y ardua. Tuvieron que pasar

    casi 40 aos hasta que nuevos datos me hicieron entrever que aquellas atrevidas afirmaciones de Finaly sobre un tipo de monedadiferente, personalizada e informativa eran no slo tcnicamente viables sino que, incluso, un sistema monetario de estascaractersticas ya haba existido antes del uso de las monedas annimas de oro y plata.

    En agosto de 1978 apareci en la revista Investigacin y Cienciaun artculo sobre El primer antecedente de la escrituradonde se abra una nueva visin del funcionamiento de las ciudades del Asia occidental en el perodo que va del 9 al 2 milenioantes de nuestra era. Se trataba del descubrimiento de un complejo sistema de fichas y de registros de arcilla que permitieron el

    funcionamiento de los mercados en una zona que se extenda desde el Mar Caspio hasta Jartum y desde el Indo hasta elMediterrneo. Este sorprendente estudio pareca confirmar las hiptesis de Platn sobre una Edad de Oro sin guerras y con unostipos de instrumentos de intercambio sin valor intrnseco y responsabilizadores.

    Curiosamente, este descubrimiento permita emitir una audaz hiptesis sobre el origen de la historia y de los imperialismos. Lahistoria comienza oficialmente con la aparicin de la escritura, es decir, en el momento en que se crean las tablillas sumerias.Segn la investigadora, estas tablillas fueron una evolucin del sistema de registros y fichas anterior. Evolucin que acab con l.Todo esto sucedi aproximadamente cuando Sargn I rey de Akkad se convirti, en pocos aos, en dueo del primerImperialismo histrico, conquistando -no se sabe cmo- muchas de las pequeas ciudades amuralladas que durante 7.000 aoshaban sido independientes. Es precisamente en este tiempo que comenz a aparecer el uso de los metales preciosos como monedaaceptada gracias a la invencin de la balanza de precisin, la piedra de toque y el agua regia que permitan medir las cantidades ylas calidades.

    Todos estos datos, no podan sugerir que exista una relacin directa entre paz-imperio-moneda responsabilizada (que dur7.000 aos) y entre guerra-imperialismo-moneda annima (desde hace 4.500 aos)?.

    El otro hecho, mirando al futuro, es la rpida expansin de sistemas electrnicos y telemticos en el campo del dinero. En el ao1920 no era viable tcnicamente sustituir los billetes y las monedas por moneda racional (facturas-cheque). Pero con la

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    introduccin de sistemas de pago electrnicos no solamente la viabilidad es total sino que la montica -moneda electrnica- significauna progresiva reduccin del uso del papel moneda y de las concepciones del dinero como tercera mercanca.

    La investigacin histrica y la investigacin tcnica empezaron a avalar las intuiciones mantenidas durante aos.

    La transicin poltica espaola confirmara la importancia de disponer de unos instrumentos muy precisos y potentes capaces dedotar los ideales de transformacin social con algo ms que manifestaciones o elecciones libres. El desencanto de la poltica es el

    precio que estamos pagando por no haber aprendido de la mayora de revoluciones y cambios sociales que quienes verdaderamentetienen el poder permiten que todo cambie para que todo contine igual.

    Agust Chalaux de Subir.

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    Captulo 1. La monetizacin humana.

    La moneda ha llegado a ser, de buen grado o a la fuerza, en muchas culturas contemporneas, unapieza clave en las relaciones humanas.

    Es difcil imaginarnos el mundo sin moneda. Las utopas que lo proponen, de momento, fracasan. Pero, almismo tiempo, existe la intuicin de que la moneda no siempre es una ayuda para las relaciones humanas,

    sino que tambin las enreda. Vivimos en esta ambigedad.

    Estos ltimos aos -como en ciertos perodos de la historia de las sociedades monetizadas- eldinero ha dejado de ser tab para convertirse en rey. Esta frase es de Alain Minc, el brazoderecho del financiero Carlo de Benedetti. En su ltimo libro L'Argent fou (El dinero loco)dice que cree en la economa de mercado, en el capitalismo y en su capacidad de movimientoy de renovacin y acepta por tanto 'el precio que se tiene que pagar: el peso del dinero ennuestra sociedad'. El principal problema se encuentra en que 'nuestro capitalismo no tiene uncontramodelo, se ha descubierto que slo existe una manera de hacer economa de mercado y ahora se tieneque encontrar, dentro del propio sistema, un contrapoder' sin el que se 'recrearn los conflictos de clases' y sepondr en cuestin la legitimidad del sistema econmico vigente en la actualidad. 'Ha llegado el momento de

    decir stop, vamos a derrapar'. El mercado que slo se identifica con el dinero se ha convertido en 'totalitario'.Hoy existe un 'salario mnimo de los ricos' porque los tipos de inters son muy superiores a la inflacin. 'Noexiste salario que aumente en la misma proporcin1'.

    Despus de esta sorprendente denuncia, Alain Minc nos sorprende con la solucin: Preconiza la instauracinde una tica y la resurreccin de la virtud y la moral. Unas reglas econmicas y de vida que consisten en 'no

    vender ni comprar acciones' y en colocar sus ahorros en cuentas a plazo.

    Por lo que sabemos de nuestro sistema econmico, las crisis de sobreproduccin o de subconsumo, lainflacin o la deflacin, la pobreza y la opulencia... no son disfunciones fcilmente solucionables. Parecenformar parte de la misma dinmica del capitalismo real. Dicen que son el precio inevitable de un sistema que

    favorece el progreso, el desarrollo y la modernizacin. El socialismo real no slo no parece haber superadoestos problemas, sino que ha creado otros.

    Los tericos de uno y otro sistema han considerado el tema monetario como tema secundario en laeconoma. Mientras la moneda estaba vinculada a metales preciosos escasos provocaba problemas, pero suemisin tena una cierta disciplina. A medida que la moneda se ha ido desligando de cualquier contrapartidareal y que la nica disciplina es la impuesta por las necesidades de los estados y por los intereses de los bancosestamos viviendo una situacin radicalmente nueva, sobre la que no sabemos gran cosa. La actitud de loseconomistas ante la moneda puede parecer curiosa. Mientras se desarrollan durante el siglo XVIII los bancosemisores de billetes gracias a los que es posible hacer una poltica de creacin de moneda autnoma, libre delas limitaciones impuestas por la produccin de metales preciosos, los economistas lanzan la idea de que la

    moneda es un fenmeno secundario del que es posible prescindir cuando se estudian las leyes econmicasfundamentales. Este punto de vista, que prevalece desde entonces, no les impide denunciar regularmente losdesrdenes monetarios que, segn ellos, son la causa de la inestabilidad de las economas. Esta actitudparadjica es testigo, en todo caso, de la complejidad de la funcin que tiene la moneda en las sociedadesmodernas2.

    Mientras los tericos discuten, el dinero corre por todo el mundo a golpe de ordenador buscando beneficiosinmediatos, aprovechando los tipos de inters altos en uno u otro pas, comprando y vendiendo acciones queno tienen nada que ver con el valor de las empresas que las han emitido, especulando sobre propiedadesinmobiliarias, en materias primeras o en recursos naturales escasos... El dinero fcil y abundante paraespecular destruye as la produccin real, agrava la depredacin ecolgica, condena a la miseria a millones de

    personas... facilita el trfico de influencias, la evasin fiscal, el trfico de drogas y de armas... Aqu y allsurgen voces que alertan de los peligros que la economa especulativa, facilitada por las transaccioneselectrnicas, puede representar para la economa real y para el Estado de derecho.

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    Lorenzo Dionis, un profesor de la IESE, expone la gravedad de la situacin. Me viene a lamemoria el aviso que el Nobel de Economa del ao 1988, Maurice Allais, dio el mes de mayo atravs del diario Le Monde, al afirmar que el volumen de dlares que se transfieren diariamente deuna mano a otra alcanza la cifra de 420.000 millones, cuando las necesidades reales no pasan de12.400 millones... No cabe la menor duda de que estos manejos de dinero inexistente, que hacericos en un da a tiburones o yuppies a costa de que se tambalee la empresa real, la que rinde un

    servicio y crea valor econmico aadido, no se aceptan con facilidad. Estos negocios ficticios nos han

    proporcionado el lunes negro del 87, el viernes triste del 89 y el prximo bache que puede traer el 90.Porque en la dcada de los aos noventa, o se refuerza la economa real de Europa y del mundo o elcapitalismo... volver a romperse3.

    Por su parte el profesor de poltica econmica de la Universidad Keita de Tokio Compara los mercadosfinancieros con un gran casino habitado por especuladores atentos a cualquier posible maniobra... y aadeque cada vez es ms difcil controlar estos juegos financieros... porque los mercados financieros de todo elmundo estn ahora sincronizados y las transacciones estn dirigidas globalmente, no nacionalmente.Podemos prever que la informacin de las redes internacionales convertir los mercados mundiales en casinosen los aos 90, cosa que beneficiar numerosas burbujas e incrementar el nmero de las transacciones queno se basan en factores econmicos4.

    Estos recientes toques de alerta, hechos por personas que conocen bastante bien el sistema actual, no hacenms que aadirse a los de otras personas que desde hace aos avisan de los peligros que tiene una monedadesvinculada del mercado de bienes y servicios real. Pierre Mendes-France, en 1974, ya planteaba estosproblemas, pero todava no se ha encontrado la manera de resolverlos. Pienso desde hace tiempo que esurgente preservar las operaciones comerciales y las transacciones corrientes de los accidentes que provoquenlas migraciones salvajes de capital. Se han de controlar estas migraciones e impedir ciertas agitaciones depnico o de especulacin. Es preciso crear una especie de polica de los movimientos de capital. La tendenciaa la inflacin slo puede ser dominada si una ley clara e irresistible une el mecanismo monetario a lasnecesidades verificables de la vida econmica y de los intercambios5.

    Al lado de estos procesos de divorcio entre la economa real y el movimiento de dinero rpido, bsicamenteelectrnico, continan los flujos de dinero negro. Como promedio, llega a la Confederacin Helvtica msde una tonelada diaria de billetes de banco de todo el mundo6. Gran parte de este dinero puede serblanqueado del fraude fiscal, del trfico de influencias o de drogas. Los tres grandes bancos suizos... se handefendido vigorosamente de las insinuaciones sobre su participacin en la conexin libanesa, pero elMinistro de Interior de la Confederacin ha demostrado que los correos que trasladaban el dinero desde

    Turqua a Zurich pasando por Sofa, lo hacan en maletas de los bancos7.

    Algunos problemas actuales son tan explosivos que las mismas instituciones, que normalmente ejercen eldominio financiero sobre los estados, comienzan a darse cuenta del absurdo y del peligro de la situacincreada. El director del Fondo Monetario Internacional se ha dirigido a los gobiernos deudores ante las

    extravagantes demandas de los bancos acreedores para que resistan a la reclamacin de su astronmicadeuda. Si realizaran tales pagos se privaran de importaciones esenciales y condenaran a sus pases a lainanicin. (Esta) filtracin ha suministrado una mayor ansiedad en los sectores privados de la banca de lospases ricos, que se enfrentan ahora a las consecuencias de ms de un decenio de prstamos imprudentes agobiernos inestables o dbiles8.

    Para intentar cambios polticos la moneda parece un instrumento clave. El presidente Fujimori prometi quecambiara la moneda de Per como una medida para combatir la crisis. El presidente saliente, Aln Garcareconoci que En mi Gobierno quiz se cometieron muchos errores... pero tambin hubo demasiada cargaemocional, demasiado odio, porque en un momento intentamos controlar los instrumentos del manejo deldinero9. Han pasado los meses, el cambio de moneda no se da y la situacin no parece mejorar. Cuando

    debido a una situacin inflacionaria -como en Argentina- se produce un cambio de moneda (el peso por elaustral o la equiparacin del austral al dlar), se modifica el nombre o el valor, pero no se modifican suscaractersticas desinformativas y corruptoras. Los resultados no acostumbran a ser los esperados.

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    Y para enredar las cosas el actual tipo de moneda tambin es una buena herramienta. La causa directa de lacada de la direccin federal del partido (Los Verdes) fueron las irregularidades financieras en la compra ygestin de la sede central del partido en Bonn. Tras aos de erigirse en el gran acusador de la corrupcin delos otros partidos parlamentarios por el escndalo Flick y otros, los verdes se han visto desposedos de suaureola de honradez y de sencillez espartana. Los fundamentalistas acusaron a los realistas de capitalizarde forma miserable los errores que hubo y rechazaron todas las acusaciones de malversacin y deirregularidades fiscales. Segn uno de los dirigentes radicales depuestos, el escndalo es 'una maniobra

    preparada desde hace largo tiempo para integrar al partido en el sistema vigente y quitarle su carcterrevolucionario y anticapitalista10'.

    Antes del crack de 1929 haba unos sectores sociales que ganaban mucho dinero. Cuando todo estall muypocos ganaron. Casi todos perdieron. Y la crisis se extendi por todo el mundo y con ella la guerra. Siemprees as. Un ciclo infernal: ganancias rpidas desligadas del mercado real, crisis y guerra para salir de la crisis. Enel 29 las autoridades monetarias no quisieron intervenir a tiempo. Ahora, aunque intervengan dentro de losestados, no saben como controlar el nivel de la especulacin internacional. Las izquierdas y los alternativos nodicen ni hacen gran cosa al respecto. Quizs contina pendiente el sueo de que la crisis ser el fin delcapitalismo y con ella vendr el nacimiento de una nueva sociedad...

    El ciudadano normal ante los problemas monetarios y econmicos se siente superado. No entiendedemasiado, se mete en su nido y confa en que todo esto sean alarmismos. No puede aceptar el hecho depensar que va en un barco sin timn. Se horroriza. Se exculpa diciendo que lo resuelvan los economistas ylos polticos, que para esto estudian y para esto cobran parte de nuestros impuestos!.

    Pero el ciudadano que no quiere ser un inconsciente no le toca otro remedio que intentar entender un pocoms el poder secreto de la moneda, si quiere saber en qu barco navega y en qu puede colaborar para evitarel naufragio.

    Un origen poco claro.

    Tenemos que reconocer que el origen de la moneda no es claro. Y tal vez no pueda serlo porque todava nohay acuerdo sobre qu es la moneda. Lo que s sabemos es que en diversas culturas y momentos se encuentraun conjunto amplio de instrumentos y de objetos de los que hay indicios que han tenido funcionesmonetarias. Pero estos indicios estn sometidos al peligro, que tiene todo historiador, de interpretar elpasado segn conceptos y realidades del presente. Y el caso de la moneda es uno de los afectados por estepeligro, al menos por la pobreza de los resultados conseguidos hasta ahora en el intento de encontrar susorgenes.

    En general, como iremos viendo, podemos decir que la moneda es un invento antiguo que se presenta bajodiversas formas (bienes-smbolos, arcilla, herramientas, metales, papel, tarjetas...), puede tener diferentescaractersticas (personalizacin, anonimato, valor intrnseco, equivalencia abstracta...) y puede cumplir

    variadas funciones (unidad de cuenta, medio de intercambio, depsito de valor...). Este antiguo y curiosoinvento ha facilitado el intercambio de todo tipo de bienes y servicios entre y dentro de las culturas que handesarrollado algn grado de especializacin productiva.

    Las culturas comunitarias en las que predomina la reciprocidad de dones en su interior, tambin hanaceptado, en muchos casos una u otra forma de moneda en las relaciones con otras comunidades o con lassociedades en que han estado inmersas.

    La literatura de divulgacin sobre el tema, sobre cuya base el ciudadano y el economista han forjado su ideade moneda, est llena de afirmaciones como stas:

    Los indicios ms primitivos del uso del dinero se remontan al cambio de barras de metal hecho en lostemplos babilnicos alrededor del ao 3000 a. C. Las monedas ms antiguas que conocemos son del siglo VIIa. C.. Las formas primitivas del dinero variaban por todo el mundo. Solan ser cosas que podanaprovecharse clara y fcilmente, que no eran demasiado grandes y que todos estaban de acuerdo en que eran

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    deseables. Los granos de cacao, las plumas, el aceite de oliva y las pieles se haban usado como dinero. Lasconchas fueron unas de las formas ms corrientes de moneda primitiva. Los collares de conchas fueronusados principalmente en las islas del Pacfico. Los anillos de metales diversos fueron unas de las msimportantes monedas corrientes prehistricas; se utilizaban en buena parte de Europa y de Oriente Medio.En el Tibet y en China los ladrillos de t fueron unas de las primeras formas de dinero11.

    Comprendieron que, en lugar de cambiar unos objetos por otros, era mejor utilizar piezas de valor, pequeas

    y manejables, para cambiarlas por cosas. Cada cosa se cambiara por una, dos, tres o ms pepitas de oro segnsu valor12. Los hroes de Homero estimaban en bueyes el valor de sus armas. Los egipcios tambincalculaban a base de bueyes, lo mismo que los germanos y los romanos arcaicos13.

    Todos estos datos, expuestos sin cronologa ni conexin, son un popurr que no hacen ms que reforzar laidea de que la moneda ha surgido con valor intrnseco, como tercera mercanca, que favorece el intercambiode bienes y que todas estas formas primitivas no sirven ms que para ayudar a que surja la perfeccinmonetaria: las piezas de metal acuadas. Es a stas que los libros dedican la mitad de sus pginas, reservandoel resto para explicar la evolucin moderna de la moneda (del papel a la electrnica), evolucin quecontradice, paradjicamente, gran parte de las ventajas tericas de las monedas metlicas.

    Merced, mercado, moneda.

    No es funcin de este ensayo desarrollar un estudio histrico completo sobre estos temas, pero s el deintentar desmitificar una visin impuesta de la moneda, generalmente aceptada, pero en gran parte irreal.Intentaremos exponer brevemente una hipottica aproximacin a las diversas expresiones del hechomonetario. Toda historia es una hiptesis.

    En la diversidad de culturas humanas que han vivido y viven en nuestro planeta, muchas de ellas hanencontrado la necesidad de intercambiar objetos, normalmente excedentarios, por otros, normalmentedeficitarios, y esto tanto con el exterior (con otras comunidades o sociedades) como en el interior de la propiacultura (entre grupos o individuos).

    Esta necesidad se ha concretado durante muchos siglos y en muchos lugares en un tipo de mercado que sefundamenta en el don recproco, un don no cuantificado por ninguna otra medida ms que la de lasatisfaccin subjetiva de quienes realizan el intercambio. Es un mercado de intercambio de regalos, gracioso(en castellano, merced), cualitativo, ritual. Actualmente, a pesar de la destruccin que sufren, existen todavaculturas que consideran este tipo de mercado como el ms dignamente humano. El mercado de lareciprocidad engendra unos valores humanos (prestigio, renombre, responsabilidad personal...) y sociales(mantener la paz, reconocer las relaciones de parentesco, afirmar alianzas colectivas...) que son consideradostanto o ms importantes que el valor de los objetos materiales intercambiados.

    En el mercado de la reciprocidad, y gracias al estmulo de estos valores humanos y sociales, tambin se

    acostumbra a generar un tipo de competencia productiva y, por tanto, de sobreproduccin y de abundancia.Una abundancia relativa, evidentemente, a sus deseos que no acostumbran a ser demasiado sofisticados ninumerosos. El mantenimiento de estas formas de mercado de reciprocidad no es slo un problema deproteccin de los valores de comunidades primitivas sino que tiene mucho que ver con el gran problemadel hambre que afecta a 2/3 partes de la humanidad actual. Desde Occidente hemos considerado que estasformas de mercado de reciprocidad y de produccin para el consumo eran anticuadas y que eran la causa delos problemas de falta de desarrollo que sufran estas culturas (vistas desde la ptica etnocntrica del modelooccidental como culminacin de la evolucin humana!).

    La estrategia, tanto capitalista como socialista, de los estados, de las empresas y de las Organizaciones NoGubernamentales de Ayuda al Desarrollo occidentales, ha sido desastrosa: se ha intentado por todos los

    medios sustituir el proceso de reciprocidad indgena por un proceso de produccin rentable (rentable entrminos de cambio es decir, desarrollar...formas de produccin privatizadas o colectivizadas que orienten laproduccin indgena hacia el cambio y la creacin de moneda de cambio es a esto que propongo llamareconomicidio14.

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    Pero otras culturas, especialmente aqullas en las que el mercado ha llegado a ser complejo y de gran alcancehasta el punto que se ha perdido la confianza y el vnculo tnico que exige la reciprocidad, han encontrado lanecesidad de facilitar el intercambio de una manera ms satisfactoria que el mercado subjetivo-cualitativo15.

    Estas culturas usan lo que podemos llamar, unidades monetarias, realidades totalmente abstractas, quepermiten hacer una regla de tres, una equivalencia de valor entre dos objetos a intercambiar. De la mismamanera que para medir distancias concretas utilizamos unidades de longitud convencionales y abstractas (p.e.

    el metro) as, para medir el valor de cambio de las mercancas concretas utilizamos unidades monetarias: stasson unidades de medida convencionales, abstractas y homogeneizadoras. Constituyen un comndenominador contable abstracto, permitiendo comparar todas las heterogneas mercancas existentes en undeterminado mercado. Gracias a que a cada mercanca heterognea se le atribuye un cierto nmero deunidades monetarias abstractas homogeneizadoras es muy fcil calcular equivalencias numricas entrediferentes mercancas.

    La consecuencia inmediata de la introduccin de unidades monetarias en un mercado es la determinacin devalores mercantiles.Estos valores mercantiles son la resultante de la comparacin homogeneizadora entremercancas concretas y unidades monetarias abstractas. Es decir, son valores mixtos (concretos-abstractos).

    Los precios(por ejemplo: Un kg. de patatas vale 60 unidades monetarias) y los salarios(por ejemplo: 1jornal de obrero vale 4000 unidades monetarias) son losvalores mercantiles directos.

    En cambio, lo que llamamos dineroes el poder de compra que tiene una unidad monetariapara adquirirmercancas concretas (por ejemplo: con 1 unidad monetaria puedo comprar 1/60 kg. de patatas o 1/4000jornal de obrero). Podemos decir que el dinero es unvalor mercantil inverso.

    La posibilidad de que en muchas culturas se haya usado una unidad monetaria abstractacasi no ha sidoconsiderada como clave de interpretacin de multitud de objetos considerados moneda pero que no eranfcilmente adaptables a la moneda-mercanca (tipo oro), considerada la nica verdadera moneda.

    Es posible que muchos de estos objetos monetarios sean o bien signos de riqueza y de prestigio, o bienpatrones de medida de valor. En los primeros casos son ofrecidos o intercambiados, en ciertos momentos opor ciertos acontecimientos, con la funcin social de creacin y mantenimiento de lazos de amistad y derelacin. Mientras que, como patrones de medida de valor, estos objetos no son casi nunca intercambiadossino que son una referencia abstracta, o una herramienta de contar-calcular, que sirven para establecerequivalencias entre mercancas.

    Esta hiptesis nos permitira situar el uso del buey (en Grecia, Egipto, Germania y la Roma arcaica) comounidad monetaria abstracta, como unidad de referencia que permita establecer reglas de tres entre dosobjetos a intercambiar. Esta hiptesis parece mucho ms coherente que no la del uso del buey como

    moneda-mercanca, que es preciso dividir, intercambiar y transportar en cada cambio! Si esto fuera as,descubriramos un gran malentendido que ha complicado las cosas hasta nuestros das.

    La mayor parte de las veces, la documentacin que poseemos es insuficiente para poder confirmar con basesuficiente esta interpretacin. En gran parte, esta dificultad procede del hecho de que los estudios realizadosacostumbran a estar orientados por la visin moneda-mercanca y no por la hiptesis unidad monetariaabstracta. A pesar de estas dificultades, hemos seleccionado un par de ejemplos que parecen ir en ladireccin indicada.

    Los habitantes de las Islas del Almirantazgo (Malasia) pueden evaluar todos sus bienes en conchas y dientesde perro. En los intercambios corrientes, sin embargo, las conchas y los dientes de perro no son utilizados

    prcticamente nunca, mientras que su uso es obligatorio en los intercambios rituales.

    Entre los Lele de Kasai (Congo), la tela de rafia constituye el patrimonio nupcial que todo hombre que quieracasarse debe poseer. Pero, a su vez, los bienes que son objeto de intercambio no ritual pueden evaluarse en

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    unidades de la tela de rafia. En estos intercambios, por tanto, la tela de rafia no interviene como mercancaconcreta, sino nicamente como patrn de valor.

    El caso ms significativo es el relatado por el explorador francs del siglo XIX, L.G. Binger que transcribeas la conclusin de un negocio entre dos comerciantes del norte de Ghana (donde como en gran parte de

    frica se usaban cauris -conchas- como moneda): La calabaza de sal vale 2000 cauris, cien kolavalen 1000cauris. Te dar pues, 200 kolapor una calabaza de sal16.

    Hemos visto hasta aqu dos formas diferentes de resolver los problemas de los intercambios. El mercado dereciprocidad (sin moneda) y el mercado de intercambio (con unidad monetaria abstracta para contarequivalencias). Ahora bien, algunas culturas, debido a su complejidad creciente y a la fluctuacin de los

    valores mercantiles -precios, salarios y, por tanto, dinero-, han considerado necesarias unas nuevasmodalidades de intercambio. Estas culturas buscaron unos instrumentos que permitiesen unas transaccionesms rpidas, ms cmodas, ms giles, ms precisas, ms seguras... que las que ofreca el mercado deintercambio (solamente con unidad monetaria abstracta).

    Estas culturas inventaron los instrumentos monetarios. Con estos, se puede sustituir el intercambio directode mercancas por un sistema de cambio diferido en el espacio y en el tiempo. Valindose de los instrumentos

    monetarios es posible obtener la mercanca deseada sin entregar otra mercanca a cambio.

    Los instrumentos monetarios son, pues, un reconocimiento de deuda que puede concretarse, en el extremo,de dos maneras bien diferentes:

    o bien como un documento registrado en un sistema de cuentas corrientes personales, que permitecompensar las unidades monetarias de cada acto de compraventa;

    o bien como una moneda-mercanca con valor suficiente para ser aceptada como prenda de igual valor que lamercanca vendida, prenda con la que poder comprar otra mercanca en otro momento.

    A la definicin y diferenciacin de estos dos tipos de instrumentos monetarios dedicaremos gran parte de loscaptulos siguientes. Como veremos, es posible que el instrumento monetario basado en una especie decuentas corrientes personalizadas fuese anterior al basado en la moneda metlica. Pero tambin es muyprobable que, en un mercado en expansin constante, el sistema de registros en cuentas corrientes llegue aser, tarde o temprano, pesado, lento e insuficiente y que, por tanto, apareciesen los instrumentos monetariosms conocidos histricamente en Occidente: la moneda metlica (o cualquier otra forma de moneda-mercanca con valor intrnseco).

    De momento, pues, slo es preciso recordar que, a grandes rasgos, hay diferentes tipos de mercado enrelacin al uso, o no uso, de uno u otro tipo de moneda.

    Mercado de reciprocidadsin moneda.

    Mercado de intercambiocon unidad monetaria abstracta.

    Mercado de cambiocon unidad monetaria abstracta y con instrumento monetario (contable o metlico).

    El mercado de cambio basado en el uso de instrumentos monetarios es el que ha predominado en la mayorparte de civilizaciones, es decir, all donde la cultura de ciudad, con o sin Estado, ha sustituido las otrasorganizaciones culturales, principalmente comunitarias. Son los instrumentos monetarios los que haninvadido la mayora de relaciones humanas contemporneas, incluso, con ms o menos incidencia, las culturascomunitarias, de manera que el estudio ms minucioso de las funciones de los diferentes tipos de moneda,

    (con sus peligros y posibilidades) se convierte en pieza clave para la comprensin y el intento de resolucin deuna parte importante de los conflictos humanos.

    Podemos decir, siguiendo la ms pura tradicin, que la moneda tiene, principalmente, tres funciones:

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    Primera. Unidad de cuenta (facilita la equivalencia).Segunda. Medio de pago (facilita el intercambio)

    Tercera. Depsito de valor (facilita el ahorro y la inversin)Las dos primeras funciones, como veremos, son bastante independientes del tipo de instrumento monetarioutilizado. Es decir, tanto se pueden satisfacer con monedas de oro, como con un sistema de cheques yanotaciones en cuentas corrientes. Pero, en cambio, sus resultados sociales y econmicos, son diferentes.

    La tercera funcin s que depende del tipo de instrumento monetario, ya que en la medida en que ste cumplamal la funcin de reserva, la gente se ver obligada a sacrselo de encima y volver al intercambio -tpico demomentos de alta inflacin-. Mientras que, si el instrumento tiende a satisfacer bien la funcin de reserva, lagente tender a atesorarlo como riqueza, reduciendo su circulacin y dificultando que la moneda pueda llevara cabo su funcin de intermediaria del cambio.

    A estas tres funciones de los instrumentos monetarios, ser necesario recuperar una cuarta, hasta ahoradespreciada, pero fundamental para aprovechar las posibilidades de la moneda electrnica:

    Cuarta. Sistema de informacin (facilita la macroeconoma y el Estado de derecho).

    Notas:

    1Alain Minc propone un cambio radical en el sistema capitalista, El Peridico, 11 de febrero de 1990.2El Correu de la Unesco, febrero de 1990.3Economa real y economa especulativaActualidad Econmica, 25 de diciembre de 1989.4Una rpida globalizacin econmica. El Peridico, 14 de enero de 1990.5El nuevo camino de la economa mundialActualidad Econmica, 25 de mayo de 1974.6La banca suiza teme que el escndalo del blanqueo de dinero del narcotrfico afecte a su prestigio. La Vanguardia, 8 denoviembre de 1988.7Los socialistas exigen que se confisque el dinero sucio. Cinco Das, 21 de noviembre de 1988.8

    La deuda del Tercer Mundo devora los beneficios de los bancos privados. La Vanguardia, 1 de marzo de 1990.9Fujimori ofrece un gobierno de unidad nacionalEl Pas, 11 de junio de 1990.10Los verdes de la Repblica Federal Alemana ante el cisma. El Pas, 6 de diciembre de 1988.11Redden, Richard, (1976),Els diners, Plaza & Jans, Barcelona, 1978 pginas 3-4.12Ibez, Francisco, La histria dels diners,La Caixa, Barcelona, 1989, pgina 6.13Nitsche, Roland (1970),El dinero, Editorial Noguer, S.A., Barcelona, 1971, pgina 11.14Temple, Dominique,Alternatives au Dveloppement, Centre Interculturel Monchain, Montreal, 1989, pgina 97).15Grau, Magdalena. Moneda telemtica y estrategia de mercado. Centro de Estudios Joan Bardina. Barcelona,1985, captulo 2. En este texto se exponen las bases de la crtica a la moneda actual y los fundamentos de unamoneda racional. Es el primer estudio recopilador de las aportaciones de Agust Chalaux sobre estos temas.16El Correu de la Unesco, febrero de 1990.

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    Captulo 2. Arma sutil.

    Con la moneda, en ella o por ella las relaciones entre individuos, naciones y sociedades aumentan odisminuyen, se equilibran o se desequilibran, se vuelven justas o se corrompen.Conuna moneda se paga al traidor y al asesino, y con la misma pieza se compran alimentos y se paga alartesano. Con unos billetes se contribuye a vencer unas elecciones y con estos mismos se somete sutilmente alganador. Porella se trabaja, se roba, se invierte, se destruye, se hace la guerra y se firma la paz, se ama y se

    odia.

    Que cony porla moneda se haga de todo y mucho no es ninguna novedad. La experiencia de cada da y lamayora de las grandes noticias siempre estn impregnadas de intereses econmicos y de nimo de lucroque se mueven ms o menos legal o legtimamente.

    Pero hay otro aspecto que, en general, es poco conocido: ens misma, la moneda hace milagros o desastres.Que sea abundante o escasa provoca inflacin o deflacin, crecimiento de la produccin y del consumo ocierre de fbricas.

    Cmo se inventa la moneda? Es sta una pregunta fundamental. Cmo se crea o se destruye moneda? Qu

    relacin tiene la moneda con la inflacin? Estos son temas llenos de misterios. Es de dominio pblico que encada Estado hay una entidad que emite moneda (piezas y billetes). Pero tambin todo el mundo experimentaque puede mover mucho dinero mediante cheques, tarjetas y cuentas corrientes sin que aparezcan en ningunaparte los correspondientes billetes.

    Todo este tema es muy complejo y, con el fin de que no nos dificulte el camino, lo dejaremos para msadelante (captulo 7). De momento, solamente nos es preciso tener presente que los bancos, cuandoconceden un crdito estn inventando dinero. Y que en nuestras sociedades occidentales el papel monedano representa ms de un 10% del dinero que se mueve cada ao. nicamente aumenta en funcin del dineronegro. El acaparamiento de dinero en efectivo por los espaoles que quieren escapar de Hacienda y laexpansin de la economa sumergida, con ms transacciones en efectivo, son las causas de que se haya

    elevado la cantidad de billetes y monedas en manos de los particulares y de empresas... de 2,3 billones depesetas en 1987 a 4,4 billones en 19911.

    Lo que s que nos conviene tener en cuenta es que estos misterios de la moneda son muy antiguos. Y quequienes los conocen acostumbran a usarlos como un arma sutil envuelta en ritos, en incienso y en mrmol. Esun arma poderossima y, tambin, muy desconocida por el pueblo que es quien sufre las consecuencias sinpercatarse de ello.

    Padecemos una serie de problemas de difcil comprensin y, por ello, de todava ms difcil solucin. Porejemplo, cmo es posible que cueste tanto controlar la inflacin monetaria? Cmo es posible que, sinbeneficio aparente para nadie, existan crisis de sobreproduccin -de excedentes- y al mismo tiempo haya

    millones de personas que estn condenadas a la miseria y al subconsumo?.

    Una lectura de la Biblia puede ser un buen consuelo en momentos de desesperacin. Provmoslo. Laseleccin del texto y gran parte de los comentarios son de Llus Maria Xirinacs (1983)2. En el captulo 41 dellibro del Gnesis leemos:

    Versculo 44: Dijo el Faran a Jos: Yo Faran: sin tu licencia no levantar nadie mano ni pie en todoEgipto.

    El texto que citaremos es seguramente el ncleo ms autntico, datado hacia el 1700 antes de nuestra era, entorno al cual un redactor tardo ha tejido la novela de Jos y sus hermanos. El relato se refiere a la poca en

    que Egipto fue invadido por los pueblos pastores hicsos, predominantemente semitas. Sabemos que existi,en este perodo, un Faran llamado Josef-el y otro, Jacob-el. El redactor simula que Jos no es ms que unlugarteniente del Faran, porque Egipto, para los judos, es un lugar de depravacin. No es edificante que unFaran de Egipto sea judo. Sin embargo, se debe alabar la sabidura de Jos como hombre de Estado. El

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    relato muestra claramente como el Estado no es el servidor del bien comn sino que defiende unos bienessuperprivados: los de la casta o grupo dominante. Jos, aparente lugarteniente del Faran es realmente unautntico banquero central que, haciendo crecer las economas del banco central se cobrar suscomisiones sin que lo sepa el Faran.

    Versculo 46: Sali Jos de la presencia del Faran y recorri todo Egipto.

    Jos, inteligente, no se deja llevar por apriorismos o por idealismos, resultado frecuente de la embriaguez delpoder. Tiene las ideas claras. Busca informacin, seguramente mal cuantificada porque ya era vigente lamoneda annima de metales; pero intuitivamente descubre el aumento espectacular de produccin. O quizs,pensando mal, fabric l mismo la sobreproduccin frenando la circulacin de dinero nuevo (creandosubconsumo).

    Versculo 47: La tierra produjo con profusin durante los siete aos de abundancia.

    La situacin de sobreproduccin espontnea o de infracapacidad de compra provocada, describe unasituacin deflacionaria clara: hay ms produccin que consumo.

    Versculo 48: Y l hizo acopio de todos los vveres de los siete aos de abundancia que tuvo el pas deEgipto depositando en cada ciudad los vveres de los campos circundantes.

    Aparece aqu el cuadro del imperialismo del Faran sobre todas las polis (en Egipto las llamaban nomos).Se ve, tambin, como cada polis controlaba un municipio agrcola del que era su centro. El templo decada polis era el almacn de todos los productos agrcolas. Un buen ejemplo de esta funcin es, entre otros,el grandioso templo-almacn de Cnosos, centro de la isla de Creta.

    Versculo 49: Jos almacen el trigo como la arena del mar hasta tal cantidad que renunciaron a hacer elrecuento, porque era inmumerable.

    Es muy posible que no reuniera el trigo a la fuerza. Sencillamente lo compr con dinero inventado -el Estadoes fuerte- a base de apuntar un nmero -reconocimiento de deuda- en unas cuentas corrientes que cadatemplo abra a favor de los campesinos del territorio de la polis correspondiente. Se debe hacer notar que lacompra se hace a la baja, a un precio superbarato a causa de la deflacin escandalosa que se padeca. Por lotanto, en cada cuenta corriente se inscriba poco dinero y, en cambio, el trigo no se poda ni contar!.

    Gnesis, captulo 47 (continuacin del captulo anterior en el original).

    Versculo 13: No haba pan en todo el pas, porque el hambre era gravsima y tanto Egipto comoCanan desfallecan a causa del hambre.

    El imperialismo de los semitas mesopotmicos se manifiesta nuevamente con toda su sutileza. Por primeravez, Egipto tiene supeditado Canan. En este rea imperialista econmica aparece o se provoca lainversin de la crisis que es otra crisis: de la deflacin se pasa a una inflacin terrible. La relacin entreproduccin y poder de compra se invierte. Ahora no hay trigo y el dinero no sirve para nada. Resultado: lagente se muere de hambre.

    Versculo 14: Entonces Jos se hizo con todo el dinero existente en Egipto en Canan a cambio delgrano que ellos compraban y llev aquel dinero al palacio del Faran.

    Ahora el banco central hace la operacin contraria: retirar dinero en circulacin con la excusa de queprovoca inflacin. Vende el trigo con precios al alza, a un precio supercaro a causa de la inflacin escandalosa

    que se padeca. Si en las cuentas corrientes del pueblo se haba inscrito dinero a la baja y ahora se retiraba alalza, pronto se consumi el dinero anotado y fue necesario que el pueblo entregara el dinero contante ysonante escondido bajo el colchn. Sin embargo, toda esta operacin, hasta aqu, quizs tena lajustificacin de querer neutralizar la inflacin galopante!.

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    Versculo 15: Agotado el dinero de Egipto y de Canan, acudi Egipto en masa a Jos diciendo: danospan. Por qu hemos de morir en tu presencia ahora que se ha agotado el dinero?.

    Versculo 16: Jos les dijo: Entregad vuestros ganados y os dar pan a cambio de vuestros ganados, yaque se os ha agotado el dinero.

    Versculo 17: Llevaron sus ganados a Jos y ste les dio pan a cambio de caballos, ovejas, vacas y

    burros. Y les abasteci de pan a trueque de todos sus ganados por aquel ao.

    De esta manera, el Estado ya se ha apropiado de todo el ganado de Egipto a cambio de pan, migaja a migaja.Y todo ello gracias a una pura invencin de dinero!.

    Versculo 18: Cumplido el ao, acudieron al ao siguiente y le dijeron: No disimularemos a nuestroseor que el dinero se ha agotado y tambin los ganados pertenecen ya a nuestro seor; no nos queda adisposicin de nuestro seor nada, salvo nuestros cuerpos y nuestras tierras.

    Versculo 19: Es que, ante ti, tenemos que morir nosotros y nuestras tierras? Aprpiate de nosotros yde nuestras tierras a cambio de pan: y nosotros con nuestras tierras pasaremos a ser esclavos del Faran.

    Pero, danos simientes para sembrar, que vivamos y no muramos y que nuestras tierras no quedendesoladas.

    Versculo 20: Jos adquiri as para el Faran todas las tierras de Egipto, ya que los egipcios vendancada uno su campo, porque el hambre les apretaba y las tierras se convirtieron en propiedad del Faran.

    Ahora el Estado imperialista egipcio, por obra de su ministro de economa, se apropi de todas las tierras. Nose trata de la socializacin de la tierra. Se trata de convertir la tierra en propiedad privada del Estado. Y, esta

    vez, no por derecho de conquista, sino por compra legal con dinero inventado.

    De cambio elemental en cambio elemental, de ao en ao, de crisis en crisis, el pueblo no se da cuenta

    que le van quitando todo en una especie de ruleta infernal. No es otro el mecanismo de la deuda externaque tiene en va de expropiacin a la mayor parte de pases empobrecidos del mundo.

    Versculo 21: Y someti al pueblo a la esclavitud de un extremo a otro de Egipto.

    Finalmente se consum la apropiacin con la reduccin a la esclavitud de todo el pueblo. La esclavitud es unode los signos inequvocos de los imperialismos histricos. Primeramente fueron esclavos de guerra, esclavosde vencidos. Despus vino la esclavitud por causas econmicas: los que no pueden pagar las deudas.Finalmente apareci la caza pura y simple, del hombre por el hombre, con vistas a obtener mano de obraabundante.

    Versculo 22: Tan slo las tierras de los sacerdotes no se las apropi, porque estos tuvieron tal privilegiodel Faran y vivieron de dicho privilegio que les concedi el Faran. Por lo cual no vendieron sustierras.

    Al final se descubre la madre del cordero!. Santa inocencia la del cronista judo. Lossacerdotes, unos pobres rentistas como los jubilados! Pobrecillos, se hubiesenmuerto si vendan las tierras para vivir como los dems? Marx deca que el Estadono es una institucin pblica al servicio del bien comn, sino una institucinprivada con apariencia pblica al servicio de la clase dominante. Jefes de Estado,Ministros, Administracin, Ejrcito... son una pobre gente al servicio de la clasedominante, que raramente se muestra. Hace dar la cara a la pobre gente que

    manda. Aqu, por un momento, entre nube y nube hemos visto el solresplandeciente de oro: la casta sacerdotal-banquera que est detrs de la granoperacin de Jos y del Faran. Ellos no venden sus tierras sencillamente porque selas tendran que vender a ellos mismos. Ridculo! y sus rentas eran los porcentajes

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    prudentes de la gran apropiacin que se estaba efectuando. Que ms quieren! No es casual que el suegro deJos fuese sacerdote de Helipolis, centro del culto solar que jugaba un papel poltico crucial en Egipto.

    Versculo 23: Jos dijo entonces al pueblo. Mirad os tomo desde hoy para el Faran, juntamente convuestras tierras. Aqu tenis simientes, sembrad pues vuestras tierras.

    Versculo 24: Despus de la cosecha, daris la quinta parte al Faran, y las restantes cuatro partes os

    servirn para la siembra del campo y como alimento vuestro,de vuestras familias y de vuestradescendencia.

    Versculo 25: Ellos respondieron: nos has salvado la vida. Que encontremos slo favor a los ojos denuestro seor y seremos siervos del Faran.

    Para que el Estado parezca una institucin imperial pblica al servicio del bien comn se pinta la imagen delFaran bondadoso, protector del pueblo contra el hambre. El pueblo, sometido a un formidable lavado decerebro, acepta voluntariamente la esclavitud. Es la desgraciada complicidad del oprimido con el opresor.

    Jos mantiene hombre y tierra unidos, porque la tierra sin hombre o el hombre sin tierra no son nada.

    El rendimiento del 20% anual neto es un buen rendimiento en aquellos tiempos de lentitud productivacomparado con nuestro tiempo febril. El resto para semillas, obras de regado, dar de comer a los bueyes,alimentar a los trabajadores, a las productoras de trabajadores, a los futuros trabajadores y a las futurasproductoras de trabajadores (economa de subsistencia). Los parceros actuales de extensas zonas de Cataluatodava hoy pagan la quinta parte a amos civiles y eclesisticos.

    Versculo 26: Jos les impuso una ley, vigente hasta el da de hoy, por la que la quinta parte de la tierrade Egipto sera del Faran. Slo las tierras de los sacerdotes no pasaron a ser posesiones del Faran.

    La expoliacin se legaliza. En los imperialismos, la ley, como la religin, cumple siempre el papel de

    encubridora del expolio bajo el manto de la justicia y de estabilizadora de la opresin con la fuerza delderecho.

    Slo se salvan los sacerdotes que eran, como sabemos en el caso de Amn, los que mandaban sobre elFaran. Eran poderossimos y riqusimos y no se poda hacer nada sin ellos, hasta el punto que escogan a lospropios Faraones.

    As trabajaban aquellos insignes sacerdotes-banqueros con moneda annima oficial de cara al pueblo y con eldominio de las cuentas corrientes para uso de la moneda contable inventada. Con sus prcticas comprometantoda la fortuna de las naciones dominadas y de sus pueblos. Variaban y alternaban las crisis inflacionarias ydeflacionarias con el sencillo recurso de inventar ms o menos dinero. Con la inflacin devaluaban y con la

    deflacin revalorizaban la moneda oficial sin tocarla del bolsillo del ciudadano. Los sacerdotes-banquerospagaban las ceremonias fastuosas, compraban los legisladores, los jueces, los gobernantes y los soldados.Ingresaban en sus arcas dinero sudado y ahorrado con gran esfuerzo como contrapartida de crditos hechoscon dinero inventado.

    Si ellos hubiesen administrado la plusvala de produccin sin apropirsela, sino dedicndola a crditosproductivos y a financiamiento comunitario, habran hecho un buen papel histrico. Pero, si este relato esalgo ms que un texto sagrado o que una novela es porque nos descubre una clase opresora muy sutilcapaz de crear desequilibrios, no por el hecho de inventar dinero, ni por administrar el dinero inventado, sinopor la apropiacin y privatizacin de los excedentes que se convierten en una especie de plusvalacomunitaria diferente y, posiblemente, ms importante que la plusvala generada por el trabajo. La plusvala

    comunitaria tendra que revertir en el conjunto de la sociedad. Esta hiptesis es muy difcil de demostrar enrgimen de moneda annima y desinformativa, tanto lo que se refiere a la denuncia como lo referente a laposibilidad prctica de poner a punto un sistema de distribucin de la plusvala comunitaria. Todo estdemasiado oscuro.

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    Hemos visto que en el mercado de intercambio las unidades monetarias abstractas permiten elintercambio, cara a cara, en el momento y en equilibrio.

    Es con la introduccin del instrumento monetarioque el mercado se modifica: se vuelve diferido en elespacio y en el tiempo. Y esto tanto si se trata de un reconocimiento de deuda anotado en una cuentacorriente, como si se hace sacando piezas de oro de una bolsa.

    Es con, en o por los instrumentos monetarios que la realidad humana ha sido alterada profundamente. Losinstrumentos monetarios se han convertido en un arma sutil. Henry Ford lo vea claro: quien consigaresolver el problema del dinero habr hecho mucho ms por la humanidad que los ms grandes estrategasmilitares de todos los tiempos3.

    Notas:

    1El miedo al fisco dispara el acaparamiento de billetes, La Vanguardia, 20 de marzo de 1991.2Xirinacs, Llus Maria. Tercera Va. 1983. Este libro indito fue la primera recopilacin de conjunto de las

    aportaciones de Agust Chalaux. Ha servido de base para la ordenacin posterior realizada en la coleccin defichas Disseny de Civisme.3Nitsche, Roland (1970),El dinero, Ediatorial Noguer, S.A., Barcelona, 1971, pgina 7.

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    Captulo 3. Las dos caras de la moneda.

    Esta ambivalencia de la moneda se debe al uso que se hace de ella: instrumento de dominio, depoder, de corrupcin... o instrumento de intercambio, de responsabilizacin, de informacincompartida.

    La ambivalencia de la moneda se debe al uso que hace quien la posee y, sobre todo, quien la posee en

    cantidades suficientes para orientar su uso predominante. En la mitologa griega Plutn/Pluto era al mismotiempo el dios de los muertos y el de la riqueza, tena dos caras: una horripilante y una benevolente. Esta es lanaturaleza trgica de los instrumentos humanos. Esta ambivalencia divina se concreta a lo largo de la historiaen la plutarqua: el conjunto de personas e instituciones de gobierno que tienen el poder a causa de suriqueza, es decir, los poderes fcticos del dinero. Esta terrible ambigedad de la moneda ha ocultado, sinembargo, una parte de la cara benevolente de Pluto: la responsabilizacin y la informacin compartida. Lapalabra moneda procede del nombre latino Moneta nombre de la fbrica de moneda en Roma. De losposibles diversos orgenes griegos del nombre podemos derivar diversas funciones: Monas (unidad demedida del intercambio); Monitore (avisador-informador de que se realiza un intercambio).

    La dificultad para afrontar la bondad de la moneda es que tambin se ha de hacer frente a sus dos caras. En

    las culturas en que se la considera imprescindible para los intercambios, es, a su vez, acusada de ser elinstrumento de muchos males. Pero esta ambivalencia no es tenida en cuenta cuando se buscan remedios. Seconsidera que slo existe un nico tipo de moneda posible que intrnsecamente permite un doble uso, buenoy malo. Con esta argumentacin todo recae en la responsabilidad personal, en la moralidad de los polticos, delos banqueros y de los empresarios. Moralidad que es siempre afirmada y que no es puesta en entredicho porlos escndalos que semanalmente la prensa denuncia en uno u otro pas y que afectan a miembros de lasclases dirigentes que se ven obligados, normalmente, a dimitir y basta. Pero estos escndalos son seguramentela punta de un iceberg gigante que afecta prcticamente a la totalidad de las personas que manejan dinero. Yno porque falte moralidad o tica a la mayora de los mortales, sino porque, en s mismo, el tipo de monedadominante es un instrumento perfecto para animar al ms santo a hacer algo pequeo o grande que nodebera hacerse. En el Estado de derecho, en el reino de las leyes, casi todo est tocado directa o

    indirectamente por este tipo de moneda vigente que no deja rastro.

    Pedir moralidad y responsabilidad con este tipo de moneda es como pedrselas a los presos en un campo deconcentracin donde hubiera pocos alimentos y donde los presos tuvieran puales (herramientas insuficientespara escapar, pero vitalmente tiles para sobrevivir). Para sobrevivir, cada uno en su nivel social, usamos lamoneda como sea. No queda otro remedio. Ahora bien, hay quien no slo la usa para sobrevivir sino paraasegurar su nivel de bienestar y de poder. En el campo de concentracin los guardas aseguran su dominiofabricando puales e introducindolos entre los presos. La permanente pelea entre los presos es la mejorgaranta para los guardas del campo. El repartimiento de puales, a determinados grupos y con determinadascondiciones, establece dentro de los campos un sistema de dominio ms brutal que el del ejrcito por parte delos pulcros y respetuosos guardas, mantenedores del orden pblico.

    Algunas, pocas, muy pocas personas tienen mucho que ver con las grandes operaciones especulativas debolsa, las grandes empresas de explotacin de recursos naturales, los grandes negocios de fabricacin y ventade armas, o de produccin y distribucin de drogas, las grandes redes de produccin de informacin... Ytienen mucho que ver, ya sea porque toman decisiones o porque son los propietarios. Pero, en los dos casos,se trata de conseguir dinero y poder, o poder y dinero, lo uno inseparable de lo otro. El dinero da poder y elpoder se consigue, se incrementa y se mantiene con dinero. Estas pocas personas -ms o menos annimas,ms o menos rivales, ms o menos promotores de organizaciones y empresas- son, de hecho, un gobierno enla sombra que condiciona gran parte de las decisiones importantes. Son el poder fctico por excelencia que,directa o indirectamente presiona a los gobiernos o coloca testaferros en los parlamentos e instituciones. Esuna gran mafia, -aceptada o perseguida- omnipresente en los lugares clave. Sus formas ms chapuceras son la

    mafia siciliana y los crteles colombianos. Las formas ms refinadas son tan mltiples y sutiles como lopermita cada sistema social (acostumbran a ser los negocios de honorables banqueros, empresarios ypolticos).

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    La mayora de personas tenemos mucho que ver con que esta situacin sea as. La participacin a pequeaescala, la pequea complicidad, (falsedad en la declaracin de la renta, pequeos trabajos de economasumergida, propinas para conseguir favores...) nos hace temer por la transparencia. Para poder mantener cadauno nuestro pequeo juego oscuro, encubrimos el gran juego sucio que convierte en absoluta nada losescasos beneficios que podamos obtener con nuestros tejemanejes.

    La otra cara de la moneda est por descubrir porque hasta ahora era muy difcil siquiera imaginarla tcnica y

    socialmente. Y lo que no vemos o no podemos imaginar es como si no existiera. Cmo una pieza de metal oun billete de banco pueden ayudar a dejar rastro de aquello para lo que han sido utilizados? Cmo, a quienesse benefician de esta situacin, puede interesarles cambiar las cosas?.

    Parece claro que la plutarqua, el poder del dinero, no tiene demasiado inters en la imaginacin creativa y queno ha hecho ninguna convocatoria para estudiar y proponer alternativas a este tipo de moneda que lespermite el juego (sucio) sin dejar rastro. Pero tambin es posible que la complejidad del mundo actual y laincapacid