Es el momento de cambiar de cuento

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Eselmomentodecambiardecuento

Doce preciosas historias con princesas que luchan contra los prejuicios detodos,valientesejércitosdeelfas,reinaspreocupadasporsushijasyzarinasdebellavozquesehacenpasarunhombreparasobrevivir.

Los cuentos del pasadomás populares están llenos de damiselas a las quesalvan guerreros valerosos, pero ¿es que no había cuentos con guerreras yprincesasvalientesyastutas?Sí,loshabía,yaquílostienes.Loscuentosquenecesitan las chicas y niñas de hoy en día para construir una sociedadmásjustaeigualitaria.

Premio Leyenda 2019 concedido por la Asociación de Librerías deMadrid

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MyriamSayalero

CuentosparaniñassinmiedoePubr1.0

Titivillus09.06.2020

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Títulooriginal:CuentosparaniñassinmiedoMyriamSayalero,2019Ilustraciones:RicardilusEditordigital:TitivillusePubbaser2.1

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Taterhood

Noruega

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Enunlejanopaís,hacemuchísimotiempo,vivíanunreyyunareinaqueseamabanprofundamente.Ambosgobernabanconjusticiaysabiduría.Lareinaseocupabadelosasuntosdepalacio,mientrasqueelreyseencargabadetodolo relacionado con el reino. Como buenos gobernantes, conocían a losmiembrosdelacorte,acadaunodesusvasallos,atodossussiervoseinclusoa los campesinos y mercaderes de sus extensos dominios. Sin embargo,aunqueelreyamabaa lareinacontodosucorazón,sesentíadesdichadoalverla tan triste, pues nada podía hacer para ayudarla. A pesar de habersolicitado la ayudade losmás sabiosdoctoresdel reino, e inclusodehaberrecurridoalosmejoresjuglaresquepudieranhacerlasonreír, lareinaestabasumidaenunatristezacadavezmayor.

—Nada puedo hacer para ayudarla —se lamentaba el rey mientraspaseabasolitarioporlosjardinesdepalacio—.Mireina,miamada,nopuedetenerhijos.

Efectivamente,esaeralacausadelainfelicidaddelareina.Lasoledaddesucorazóncalabatanhondocomolasoscurasmadriguerasquehoradabanlosbosques. Ni siquiera su esposo, el rey, era capaz de llegar hasta lo másprofundodesualmayaliviarsupena.

Eldíaquecomenzaronaflorecerlosalmendros,elreylepropusoadoptaraunaniña.Lasdospodríanhacersecompañíaen las largas tardesotoñales,pasearjuntoalosrosalesenlashermosasmañanasdeprimavera,tejerjuntasal calor de la lumbre en los fríos días de invierno y contarse fantásticashistoriaseneljardíndepalaciodurantelascálidasnochesestivales.

La reina, que ya había perdido por completo cualquier esperanza deconcebirunhijo,escuchóasuesposo.

—Agradezco tu preocupación, pues sé que el gobierno del reino ocupatodotutiempoytupensamiento—contestólareina,conlamiradaperdidaenelhorizonte—.Sinembargo,nonecesitocompañía.

Decepcionado,elreypermanecióensilencio,puesesperabaquelareinahubieseaceptadolapropuestadeadoptarunaniña.

Lareinasepusoenpieycaminómajestuosamentesobrelaalfombradelaestancia.Elbrocadodoradodesuvestidobrillababajolaluzdelalunaysulargocabellolucíamáshermosoquenunca.

—Queridoesposo—comenzóadecir—,mirey.Siadoptoaunaniñanoseráparaconvertirlaenmidamadecompañía,sinoenmihija.

Al escuchar esas palabras el rey sintió que su corazón se desbocaba de

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alegría, pues él ansiaba tener descendencia y, al fin, iba a ver cumplido sudeseo.

El piadoso corazón del soberano puso su atención en una pequeñahuérfanaalaquellevóapalacio.Desdeentonces,losreyesseconvirtieronensuspadres,laeducaron,lacuidaronylaamaroncomoasupropiahija.

Un día,mientras la princesa jugaba contenta con unamendiga, la reinacorrióasuencuentroparaevitarqueentreellassurgieralaamistad.

—Vete—ordenólareinaalamendiga—.Aléjatedemihija.Encuantoati—añadiódirigiéndoseasupequeña—,jamásvuelvasajugarconnadietaninferior.

Al escuchar a la reina, la mendiga, herida por la injusticia de aquellaspalabras,susurró:

—Aunque seáis la reina, nome hablaríais así si supierais el poder queposeemimadre.

Luegoañadióconvozfirme:—Ellasabecómopodéisquedarosembarazada.Aquellaspalabrasdespertaronelantiguoanhelodelareinaporengendrar

unhijo.Miróalaprincesayporprimeravezreconociólacertezaqueanidabaensucorazón.Supoque,pormuchoquelacuidarayledieratodoelcariñodelmundo,jamáslaquerríacomoaunahijanacidadesusentrañas.

—Llévamejuntoatumadre—ordenóalamendiga.Guiadaporlapequeña,llegaronaunadestartaladachozadebarroypaja

enlaquevivíanlaniñaysumadre.—Niposeoeldondequeengendréisvidanitengoelconocimientopara

ello—respondiólamujer.Furiosaporvernuevamentetruncadassusesperanzas,lareinadiomedia

vueltadesplegandosucapadefinohiloenelaire,comolasalasdeunáguila.Estabaapuntodecruzarelumbralde lapuertacuandodeprontovioenelsuelouna jarradevino.Ensusombrío rostrosedibujó lamueca torcidadeunasonrisa,pueshabíaadivinadocuáleraladebilidaddelamendiga.Agarrólajarraentresusmanosybuscóunatazadebarroparaserviralamujerunacopa.Yluegootra,yotramás.

Lapequeñamendigaobservabaoculta enuna esquina.No le gustaba lareina,ymenosaúnqueofrecieravinoasumadre,pues ledesataba tanto lalenguaquedesvelabasinremediotodossussecretos.

Cuando la reina vio que la mujer ya estaba lo suficientemente ebria,volvió a preguntarle cómopodía tener un hijo.Esta vez habló alto y claro,detallandocadapasoparalograrengendrar.

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—Debéislavarosendosbarreñosdeaguaantesdeirosalacama—dijolamendiga—.Después, verted el agua debajo de vuestra cama. A lamañanasiguiente,veréisdosfloresbajovuestrolecho:unahermosayotradeaspectoextraño.

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Lareinaatendíaalaspalabrasdelamendigaconextremadaatención.—Comed la florhermosa—siguió lamendiga—,peropase loquepase

pornadadebéisprobarlaotraflor.Lareinasiguiólosconsejosdelamujeryalamañanasiguiente,debajode

la cama, tal como había dicho la mendiga, encontró dos flores. Una erahermosa y olía al rocío de la madrugada, mientras que la otra eradesagradable ymaloliente. Sin dudarlo, la reina se comió de un bocado lahermosaflor.Eratandulceydeliciosaque,sinpensarlo,tambiénsecomiólaotraflor,deseandoquecalmarasuansiaporsaboreardenuevoaquelmanjar.La reinano sabíaquéconsecuencias tendría,pero lapreocupación,como lavida,crecióensuinterior.

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Lareinaprontodescubrióqueestabaembarazada.Enlosmesespreviosalnacimientoordenóasussirvientesquellevaranasuhijaadoptivaconlaniñamendiga.

—Ahí es donde pertenece—se dijo la reina—, almenos allí será feliz,puesencuantonazcamiverdaderahijatodomiamorseráparaella.

Cuando la joven abandonó el palacio, la reina le contó al rey que lapequeñaprincesasehabíaescapadoparavivirnuevamenteconlasgentesdelpueblo,pueserainfelizlejosdelossuyos.

Pocodespués,naciólaansiadaheredera.Encuantolaviosehorrorizóporlofeaydesagradablequeera.Aunqueelreysintióelmismoamorylamismaternura que había sentido por su hija adoptiva, en el oscuro corazón de lareina anidó una desesperación que crecía cada día. La llamó Tatterhood yocultósufealdadcubriéndolaconunacapucha.

Pasóeltiempo,ycuandolatelaquecubríalasgreñasyelsuciorostrodeTatterhoodsehizojirones,naciólasegundahijadelareina.

—Alfin—susurrólareinaalveralareciénnacida—,unahijahermosacomoelamanecer.

Porsubellezayrostrosonrosado,asusegundahijalallamóCalliandra.TatterhoodyCalliandracrecieronenpalacio,yaunqueerantandiferentes

comolosonelSoly laLuna,ambasestabanunidaspor lasraícesdelamorverdadero.Tatterhood,ocultabajounaharapientacapucha,conlacucharademadera que llevaba siempre consigo y acompañada a todas horas por sucabra,creciórebelde,díscolae independiente,alejadade lareinayatendidapor una anciana institutriz. Calliandra, en cambio, creció rodeada de lasatenciones y cuidados que le dispensaba su madre, pendiente de cualquiercosaquesuhijapequeñapudieranecesitar.

Una Nochebuena, mientras las hermanas bordaban al amor de la lumbre,oyeron un gran estruendo. El rey, ya anciano y enfermo, se encontrabadescansandoensusaposentos.

—¿Quéesesealboroto,madre?—quisosaberTatterhood.Comosolíahacercuandolehablabasuhijaprimogénita,lareinafrunció

elceñoyapartólamiradaantesderesponderdemalagana.—Esungrupodetrols—revelóaregañadientes—.Vienenapalaciocada

catorceaños.AlavalienteTatterhoodnolegustósaberqueesasdespiadadascriaturas

invadían su hogar impunemente. Airada, preguntó a qué se debía esa

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intrusión,quisosaberdesdecuándoseproducía,quépretendíanesascriaturasy,sobretodo,porquénisupadre,elrey,nisumadre,lareina,habíanhechonadaparaimpedirquesiguierasucediendo.

—La presencia de esosmonstruos en palacio nos pone en peligro amihermanayamí—dijoTatterhoodfuriosaantelaimpasividaddesumadre.

Lajoven,congrancorajeyarrojo,continuópreguntando,perocomopormucho que insistiera no conseguía que la reina le dieramás explicaciones,decidióintervenir.Cruzólosangostospasillosdelaplantanobleydescendiópor la marmórea escalinata hasta llegar a la estancia en donde se oían lasvoces.

—Madre,manténlapuertacerrada—ordenó—.Oigasloqueoigas,nolaabras,porquevoyaexpulsaralostrolsdelpalacio.

Nadamás decir esto, Tatterhood desapareció tras la enorme puerta queseparaba el gran salón de la galería donde se hallaban los trols.Durante labatallaquelaprincesamantuvoconlosintrusos,seoyeronlamentos,golpesygritos,perolareinasiguióbordando,sinmoverse,decididaaseguirlaordendesuhijadenoabrirlapuerta.

Pasó un rato y Calliandra, que desde el primer momento había estadosufriendoporTatterhood,noresistiómásyabriólapuerta.Nadamásasomarla cabeza para ver qué ocurría, un trol se la arrebató y la reemplazó por latestadeunternero.Actoseguidolostrolslanzaronunsobrecogedorbramidoporsuvictoriayhuyerondelcastillo,jactándosedesutrofeo.

Ladesgraciacayósobrelossoberanos.Elrey,angustiadoporelinfortuniodesuhijamenor,consultóenvanoelmododedevolverlesuformahumana.Lareina,encambio,sintiótalrepugnanciaporsuhija,queseapartódeellacomoensudíahicieraconTatterhood.

A pesar de las riquezas y los títulos que los reyes ofrecieron a quienrescataralacabezadelaprincesa,ningúnvoluntarioacudióapalacio.Nadieenel reino seofreció a llevar a cabo tal cometido.Ningúnnoble,vasalloosiervoseatrevíaaenfrentarsea los trols.Fue lapropiaTatterhoodquiensedecidióatomarlainiciativaparaayudarasuhermana.

—Partiremosalamanecer—anuncióasuancianopadre.—¿Partiráshaciaaltamarenunbarcosintripulación?—sealarmóelrey.—Padre, nada temo —aseguró Tatterhood con firmeza—. Si nadie ha

queridoembarcarseenunahazañaquepuedecostar lavida,¿paraquéibaanecesitarunaayudaquenomedarían?Llegadoelcasohuiríanparasalvarse.

Lareina,encerradaensusaposentosdesdeeldíaenquesuhijafavoritaperdiólacabeza,lasviocargarelbarcoconprovisiones,pueseratalelmiedo

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quehabíaenelreinoquetampocoencontraronayudaparaeso.Así,unamadrugadaenqueelcielo,cargadodenubesgrises,estaba tan

cubierto que apenas se veía la luz del sol, Tatterhood y la desdichadaCalliandrapartieronhacialodesconocido,dispuestasaenfrentarseacualquierenemigo,humanoo trol.Comosiempre, la jovenprimogénita llevóconsigosucucharademaderaysuqueridacabra.

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Al cabo de varios días sin reconocer tierra a la vista ni cruzarse conningunaotraembarcación,alfindivisaronlaisladelostrols.

—Esperaremos a que oscurezca—dijo Tatterhood—. Si nos acercamosahoraalacostaseguramentenosverányseabalanzaránsobrenosotras.

LainteligenteTatterhoodsabíaquelostrolslassuperabanennúmeroyenfuerza. Conocedora también de la despiadada y sanguinaria fama de susenemigos,urdióunaestrategiaquelasayudaraentandesigualbatalla.

Cuandocayólanocheyapenassedistinguíansussombrasde lasde losárboles, Tatterhood y Calliandra llegaron hasta la isla. Fue fácil averiguardóndecustodiabanlacabezadelaprincesa,pueseraelúnicolugarqueestabavigiladoportrolsarmadosconlanzasyescudos.

—MiqueridaTatterhood—dijosuhermana—,temoporti,puesmisuerteyaestáechada.

—Eso pensé yo el día que la reina me retiró su amor maternal —respondióTatterhoodparacalmarla—.Perodescubríque la suertenuncaesdefinitiva,sinoqueeslaquenosotrosmismosnoslabramos.

Tatterhood luchó contra los trols.Empleópalos como lanzas y espadas,susbrazos lebastaroncomoescudos,y suagilidady fuerzaen los saltos lesirvieronparasortearlosmortalesgolpesdesusenemigos.LosengañóylosdistrajohastaquepudorecuperarlacabezadeCalliandra.Cuandolasferocescriaturassupieronquehabíansidoburladas,corrierontraslasjóvenes.

—Sinosatrapan,notendránpiedad—dijoTatterhood—.¡Saltaalbarco!Finalmente,lasdoshermanasconsiguieronescapardelaislaynavegaron

durante días hasta llegar a un reino lejano. Calliandra había recuperado suaspectoconayudadeTatterhoodyconellolehabíasidodevueltasuvalentíayfortaleza.Lashermanasenviaronunmensajeasupadreconunagaviota.

—Buscamos un lugar donde refugiarnosmientras nuestro padre, el rey,envía un ejército en nuestra ayuda—explicóCalliandra al rey de la nuevatierraquepisaban.

Elreyescuchólaspalabrasdepresentacióndelaprincesa.Novioningúnpeligroacechándolasni tampocoencontró signosdeque realmente aquellasdosjóvenesfuerandesangrereal.Inclusoleextrañóqueunadeellas,laquedecíallamarseTatterhood,fueraacompañadadeunacabra.PerolasencillezybellezadeCalliandralohabíancautivado.

—Por desgracia soy viudo y no dispongo de trajes para unas doncellasdignas de las más ricas vestimentas —respondió el rey—. Pero soisbienvenidas.Mihijo,elpríncipe,osenseñarávuestrosaposentos.

Esa noche Tatterhood y Calliandra cenaron en compañía del rey y el

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príncipe. Un trovador entonaba dulces canciones acompañadas del rabel,mientraslassirvientasdelacortedesfilabanconexquisitasviandas.Todoasualrededorlesrecordabalabellezayriquezadesupropiopalacio.Alavanzarla velada, el rey, enamorado desde el primer momento de Calliandra, seofrecióadesposarla.

—Mealagáis,majestad—contestólajoven—,muchomásquetodoslospretendientesdemireino.PerohededecirosquenomecasaréhastaquemiqueridaTatterhoodcontraigamatrimonio.

Elreysealegróalsaberquehabíacausadounabuenaimpresiónenella,perotambiénmostrósusorpresaantelacondiciónquelehabíaimpuesto.

Esa noche, cuando las dos jóvenes se retiraron a sus aposentos, el reypidióasuhijoquesecasaraconTatterhood.

—Desde que enviudé no he conocido a ninguna mujer tan noble yhermosacomo laquehoyhasvisto—leconfesó—.Deseode todocorazónqueseamiesposa,poresoteruegoqueconsideressucondición.

Elpríncipe,queamabaasupadreydeseabasufelicidad,aceptódemalagana.Deestamanera, sedispusoque lasdosbodas secelebraranelmismodía, semanas después de la llegada de las princesas, cuando regresara lagaviota que de nuevo habían enviado a su padre para pedirle suconsentimiento. El palacio se engalanó majestuosamente para el festejo.Magníficos tapices lucían en las paredes del gran salón, enormes picasondeabanalvientolosestandartesdelreinoyunacohortedesoldadostocóelsacabucheparaanunciarelenlace.

Antes de celebrarse la ceremonia, el rey y Calliandra saludaron al pueblodesde el balcón real.A su lado estaban el príncipeyTatterhood, junto a lacabraquesiemprelaacompañaba.Todosellosibanvestidosconricastelasyexquisitos trajes que habían confeccionado especialmente para la ocasión.Calliandra lucía sobre su pecho un espléndido camafeo de oro y ónix. Sinembargo,Tatterhood se había negado a vestirse deotromodoqueno fueraconsuharapientacapa.

Mientras las parejasmontaron en sus caballos para dirigirse a la iglesiadonde estaba previsto que se celebraran los esponsales, Tatterhood prefiriómontar sobre su cabra. En el camino quiso conocer un poco más a suprometido.

—¿Deseassaberporquévoymontadasobreunacabra?—preguntó.—Solositúquieresquelosepa—respondióeljovenconprudencia.

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—Solorespondoalaspreguntasapropiadas—repusoTatterhood.—Ya que vamos a contraer matrimonio, ¿consideras apropiado que tu

futuroesposoconozca la razónpor laque tedirigesa la iglesiamontadaenunacabra?

Tatterhoodmiróalpríncipeyrespondió:—Si te fijas bien, descubrirás que en realidad no es una cabra, sino un

magníficocorcel.El jovenmiróa lacabrayquizá lavioconotrosojosporqueal instante

sonrió.—¿Ynodeseas saberporqué llevouna cucharademadera en lugarde

hermosasjoyasqueadornenmivestidodenovia?—continuóTatterhood.—Solo si tú quieres que lo sepa—respondió nuevamente el joven con

prudencia.—Solorespondoalaspreguntasapropiadas—repitióTatterhood.—Yaquehoyereslanovia,¿considerasapropiadollevarunacucharade

maderaeldíadetuboda?Tatterhoodmiróalpríncipeyrespondió:—Si te fijas bien, descubrirás que en realidad no es una cuchara de

madera,sinounavaritamágica.Eljovenmirólacucharademaderayquizálavioconotrosojosporqueal

instantesonrió.—¿Deseassaberporquévoyvestidaconmiharapientacapainclusoeldía

demiboda?—preguntóTatterhood.—Solo si tú quieres que lo sepa —respondió el joven sin perder su

habitualprudencia.—Solorespondoalaspreguntasapropiadas—replicóTatterhood,comosi

lodijeraporprimeravez.—Ya que algún día heredaré el reino y tú serás la reina, ¿consideras

apropiadoocultartebajoesacapuchaeldíadetuboda?Tatterhoodmiróalpríncipeyrespondió:—Sitefijasbien,descubrirásqueenrealidadnoesunacapucha,sinola

tiaradeunaprincesa.Eljovenmirólaharapientacapaysuaúnmásharapientacapucha,quizá

lasvioconotrosojos,porquealinstantesonrió.Satisfecho con la conversación que mantenía con Tatterhood, quien

mostrabalasutilezaeingenioquenohabíaencontradoenningunaotrajovencasadera,sedetuvoanteella,dispuestoadescubrirsurostro.

—El calor es sofocante, ¿no os refrescaría dejar vuestra cabeza al

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descubierto?Esta vez, Tatterhood no temió mostrarse tal cual era, pues el príncipe

habíademostradoelrespeto,lapacienciayladelicadezaqueellabuscabaenel hombre que eligiera como esposo. De manera que el joven apartó lacapuchaylacapaenteracayóalsuelo.

—Tatterhood, tu hermosura supera la de tu hermana —confesósorprendidoelpríncipe—.Sigueocultándolabajoharapossiasílodeseas.Nosolomehacautivadotuinteligencia,tambiénlanoblezadetucorazón.SoyelhombremásafortunadodelaTierraalpodercompartirmividacontigo.

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Losdocecazadores

Alemania

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Éraseunavezun jovenpríncipe llamadoGawain.Vivía lejosde su reino,pues estaba enamorado de la joven Adalia, noble doncella de un lejanocastillo.Ambosestabanprometidosyseamabantantoquenoveíaneldíadecontraermatrimonio.Unatarde,mientrasGawainyAdaliajugabanalajedrezeneltempletedelosjardines,elprínciperecibióunaterriblenoticia.

—Vuestropadre,elrey,estágravementeenfermo—anuncióelmensajero—.Deseaverosporúltimavezantesdemorir.

El príncipe Gawain sintió que su corazón se encogía. Guardó silencioduranteunosminutosymiróasuamada.

—Debopartirenseguida—anunciócontremendopesar—.Quizáseaestalaúltimavezqueveaamipadreconvida.

Se levantó un viento frío que amenazaba tormenta. Adalia asintiótímidamentemientrasunalágrimacomenzabaarodarporsumejilla.

—Tanprontoseacoronadoreyregresaréytellevaréamireino—aseguróelpríncipe,intentandocalmarlostemoresdeAdalia.

Lajovencomprendíalagravedaddelasituación,perotemíaperderasuamado. Miró a lo lejos y las nubes negras del horizonte sembraron malospresagiosensucorazón.

—Elviajeeslargoyestállenodepeligros—murmuróAdalia.—Toma este anillo —le ofreció el príncipe—. Cuando tengas dudas

acercademiregreso,élterecordarálapromesaquetehehecho.Adaliatomóelanillo,unsellodeoroconsuinicialbellamentetallada,y

lo besó. Después abrazó a su prometido y, ocultando la tristeza ante supartida,sedespidiódeél.

El príncipe Gawain recorrió durante semanas la larga distancia que loseparaba del lecho del rey. Cabalgó durante el día y la noche. Apenasdescansaban ni él ni su corcel, pues sabía que el tiempo apremiaba. Sinembargo,peseatodalaprisaquesedioporreunirseconsupadre,cuandoalfin lo consiguió, lamuerte rondaba demasiado cerca y lo halló gravementeenfermo.

Gawain abrazó a su padre y de inmediato pudo sentir que este queríahablarle.

—Mi amado hijo —balbució el rey a duras penas—, quería verte porúltimavezantesdemorir.

Conlosojosempañadosenlágrimas,Gawainacercóeloídoaloslabiosdelreyparaescucharsusúltimaspalabras:

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—Prométeme que te casarás con la doncella que he elegido para ti—susurró débilmente. Después tomó aire para pronunciar su nombre—:PrométemequelaprincesaGretchenseconvertiráentuesposa.

El dolor por la pérdida de su padre ahogaba el corazón deGawain. Lapena tan profunda que enraizó en su alma le arrancó unas palabras quepronunciósinpensar:

—Sí,amadopadre,cumplirétuvoluntad—prometióentresollozos.Al reunir en aquella promesa la paz que el rey anhelaba, este cerró los

ojosyabandonóelmundoconunprofundosuspiro.Gawain se sentía tan triste por la muerte de su amado padre y tan

abrumado ante la nueva responsabilidad de gobernar el reino que apenasprestabaatenciónatodoloqueocurríaasualrededor.Numerososdignatariosdelejanosreinosllegaronhastaelpalacioparapresentarsusrespetosanteelnuevo rey; los ministros requerían su presencia para informarle y tomarurgentes decisiones que se habían demorado demasiado a causa de laenfermedaddesuancianopadre.Entre lasnumerosasresponsabilidadesqueaguardaban al joven soberano casi pasó desapercibida la petición dematrimonioqueeldifuntoreyhabíaanunciadoantesdefallecer.

Un día llegó un mensajero a caballo. Había recorrido un largo caminodurante tres días y dos noches. Traía buenas noticias, pues la princesaGretchenhabíaaceptadoprometerseconelpríncipeGawain,ahorarey.

El mensajero fue recibido entre dos graves asuntos que exigían unaurgente respuesta. Quizá por eso, o quizá porque fuera la promesa que lehabíahechoasupadreenellechodemuerte,Gawainnoleprestódemasiadaatencióny,comosifueraunanoticiasintrascendenciaalguna,respondiósinlevantarlavistadelsuelo.

—Decidlealaprincesaquetodoestádispuestoenmireino.Sinmediarmáspalabras,Gawainpasóalsiguienteasuntoqueteníaentre

manos.Elmensajerorealizóunareverenciaantesdeabandonarlasalarealy,encuantoserepusosucaballo,regresóasureino.

Mientras la princesa Gretchen recibía la buena nueva de que pronto secelebraría sumatrimonio con el rey Gawain, en otro lugar lejos de allí, lajovenAdaliaconocíalanoticia.

—¡Quéprontomehaolvidado!—selamentó.Adaliasesumióenunatristezatanprofundaqueapenascomíanidormía.

No podía creer que fuera tan desdichada. Ella, que imaginaba un futuroluminosoy plácido comoun amanecer, se daba cuenta de que su amado lahabíaapartadoparasiempredesuvida.

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Su padre, que la amaba como solo un padre ama a una hija, le habíaenseñadoaserfuerteynotemeranada.ExtrañadoporlatristezadeAdalia,quisosaberquémallaatormentaba.

—Queridahija,nuncahabíavistoaningunajovenrenunciarcomotúalaalegríayelgozodelavida.Cuéntame,teloruego,quéteaflige.Ysiestáenmimanoayudarte,tenporseguroqueasíloharé.

Despuéslaestrechóentresusbrazosparainfundirleánimos.Yasídebiódeocurrir,porqueAdalialevantólacabeza,sesecólaslágrimasquerodabanporsusmejillasydijo:

—Padre,buscaoncedoncellasparaquemeacompañenlejosdeaquí.—Harétodoloposibleporcumplirtudeseo—contestóelpadre.Ese mismo día comenzó una búsqueda por todo el reino, y aunque

necesitóvariassemanasylaayudadeotrosnoblesamigossuyos,finalmentepudocumplirlaextrañapeticióndesuhija.

—Noséquémalteaqueja—ledijocuandosereuniódenuevoconella—,perosienalgoteayudanestasoncejóvenesdispuestasaabandonarestereino,meharásunhombredichoso.

Efectivamente,Adalia aceptó a las once doncellas.En el tiempoque supadre había estado ausente, ella había encargado doce trajes de cazadoresidénticos.Pidióa lasonce jóvenesque sevistieranconellosydespuésellamismasepusoelúltimo.

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—No temas por mí —se despidió de su padre—. No ha sido fácildescubrirquéhedehacer,peroahoraquelosé,norenunciaréaello.

DespuésAdaliay lasoncedoncellasmontaron a caballoy sedirigieronhacia el reino de Gawain. Cualquiera habría dicho que doce cazadorescabalgaban cruzando el reino. Adalia estaba dispuesta a descubrir quésucedía.

—No temo a la verdad —se decía—, pues solo conociéndola podréaceptarocambiarmidestino.

Cuando los doce cazadores llegaron al castillo deGawain,Adalia pidióquelallevarananteelrey.Noerahabitualenaquellosparajesencontrardoceforasterostanbienvestidosyarmados,montadossobreimpecablescorceles.Así que los vasallos los condujeron hacia la Sala del Trono, donde losrecibiríaelrey,sinsospecharniélninadiequenoeranvaronessinodoncellasvestidasdecazadores.

Adalia continuaba con suplanynada lo entorpeció, puesGawainno lareconoció, ni siquiera cuando comenzó a hablar. ¿Sería por el chal de sedaconelqueocultabasurostro?

—Venimosdesdelejanastierrasaofrecerosnuestrosservicios—explicóellacambiandosudulcetonodevozporotrovaronil.

Peroelnuevorey,habituadoaextrañosdediferentesreinos,apenassefijóenellanileprestóatención.

—¿Quéofrecéis?—repusosininterés—.Yatengocazadoresenmireinoquenosproveendetodoloquesenecesitaenelcastillo.

—Nadietienetodoloquesenecesita,majestad—dijoAdaliaconfiadaalnoserreconocida.

—Yosí—replicóGawain,molestoporlarespuestadelcazador.—Avecesseolvidaloquesenecesita—insistióAdalia—ysevivecon

loquenoesnecesario.Al rey esta vez le gustó la contestación del joven cazador, que parecía

cultoyreflexivo.Comonoperdíanadaporacogerlosbajosuservicio,aceptósinmásreparos.Deestamanera,Adaliaylasdoncellasseconvirtieronenlosdocenuevoscazadoresdelrey.

Esamismanoche,mientraselreydabasuhabitualpaseobajolasestrellasantes de ir a dormir, le habló un león mágico. Habitaba en los bosquescercanosyteníaeldondevertodaslascosasocultasysecretasalosojosdeloshombres.

—Creesquetienesdocecazadores—dijoelleónocultotraslosárboles.Gawain miró a su alrededor y, cuando sus ojos se acostumbraron a la

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oscuridad,acertóaver lasenormesfaucesdelacriatura,apostadasobresuspatastraseras.

—Asíes—respondióelrey—.Sondocecazadores.Elleóndiounpasoalfrente,asomandosucabezaalaclaridaddelaluna.—Estásequivocado,puesenrealidadsondocedoncellas.Elreysoltóunasilenciosacarcajadayseacercóal león.Ambosestaban

caraacara.—Eso no es cierto —le espetó—. Y aunque lo fuera. ¿Cómo podrías

probarlo?Elleónsonrióantelaposibilidaddedemostrarqueteníarazón.—Esparce unos guisantes en tus aposentos—respondió la criatura— y

pronto lo sabrás. Si como dices son hombres, no repararán en ellos y losaplastarán al caminar. Si como digo yo son mujeres, se detendrán paraapartarlosdelsueloyrecogerlos.

Alreyleparecióunabuenaideaparademostrarsuteoría,asíqueregresóalcastilloyesparcióenelsuelodelpuentelevadizotantosguisantesqueeraimposiblenoverlos.

—No creo que los cazadores, al ver el suelo lleno de guisantes, sedetenganarecogerlos—murmuróGawain—.Anoserque,comohadichoelleón,enrealidadseanmujeres.

Uno de los sirvientes del rey escuchó que los cazadores iban a sersometidosaestaprueba.Dealgúnmodopensóquedeberíaayudarlos,puesnosabíasialgúndíanecesitaríaque ledevolvieranel favoresos forasteros.AsíquefuealencuentrodeAdaliaylecontóloquehabíaoído.

—Tenedcuidado—lesdijo—.Elleónquiereconvenceralreydequenosoiscazadores,sinodoncellas.

Adalia le agradeció la confianza que le había mostrado y, en cuantoestuvoasolas,sereunióconlasdemásjóvenes.

—Cuando atravesemos el puente levadizo no os paréis a recoger losguisantesqueencontraréisenelsuelo—advirtió—.Seguidcaminandoconlamiradaalfrenteyelpasofirme.

Alamañanasiguiente,elreymandóllamaralosdocecazadores.Cuandoseacercaronalcastillovieronnumerososguisantesesparcidossobreelpuentelevadizo.RecordaronlaspalabrasdeAdaliayavanzaronsinsombradeduda.Los pisaron con tanta firmeza y su paso fue tan decidido y seguro que noquedóniunguisanteentero.

—¿Para qué nos habéis hecho llamar, mi rey? —preguntó Adaliafingiendodenuevovozdehombre.

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El rey dudó qué responder y para no parecer un necio les pidió queprobaran las nuevas ballestas. Así podría estar a solas y despachartranquilamenteconelleón.Encuantosealejarondelcastillo,elreyfueasuencuentro.

—Mementiste—le reprochó—.Los cazadores son hombres y caminancomohombres.

—Noescierto—insistióelleón—.Lasjóvenesfueronadvertidas.—¿Quieresdecir que sabíanque iban a ser sometidas a unaprueba?—

preguntóelrey.—Asíes,majestad—aseguróelleón—.Poresoactuaroncomosifueran

hombres.El rey creyó las palabras del mágico animal y le concedió una nueva

oportunidadparaprobarqueestabaenlocierto.Siguiendosusinstrucciones,ordenóquellevarandoceruecasalasalaprincipal.

—Encuanto lasdoce jóvenes lasveanseacercaránaellas—aseguróelleón—, pues ningunamujer resiste la tentación de hilar las finas hebras delana.

Sin que el reyni elmágico león lo sospecharan, el sirviente escuchó laconversación.Nuevamenteacudióadondeseencontrabanloscazadoresylosadvirtiódelanuevaprueba.

En cuanto las doce doncellas se quedaron a solas,Adalia les pidió queignoraranlasruecasqueencontraríanenlasalaprincipal.

Alamañanasiguiente,elreynuevamenteconvocóasusdocecazadores.Esta vez tenían que presentarse en la sala principal. Los doce cazadorescaminaron sobre el brillante suelodepiedrapulida, sortearon las ruecas sinmirarlasyfinalmentepresentaronsusrespetosalmonarca.

—¿Paraquénoshabéishechollamar,mirey?—preguntóAdaliaconsuhabitualvozdehombre.

Igual que el día anterior, el rey estaba tan contrariado que dudó quéresponder.Paranoparecerunneciolespidióqueafilaranyabrillantaranlosfloretes. Los doce cazadores se miraron extrañados y tras una reverencia,fueronhacialasaladearmas.Encuantoelreysequedósoloaparecióelleónanteél.

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—Me mentiste—lo acusó furioso—. Ni siquiera se percataron de quehabíadoceruecas.Solomehasdemostradoquesonhombres.

Sinperderlacalmaelleónrespondió:—Majestad,lasdoncellasconocíanestapruebayactuaroncomosifueran

hombres.Sinembargo,estavezelreyGalawaysenegóacreeralleón.—Queloscazadoresseanmujeresuhombresesirrelevante—confesóal

animalmágico—.Noespropiodeunbuen reyperderel tiempo intentandoaveriguarlo.Mireinomenecesita.

Despuésdeestaspalabras,humilladoyavergonzado,elleónsedispusoaabandonar el reino. Sin lamágica criaturamerodeando el castillo, los docecazadoresestrecharonsuamistadconelrey.Siempreloacompañabancuandosalíadecaza,ycuantomáslosconocía,máslegustaban.

—Tuconversaciónesmuygrata—dijounavezaAdalia, creyendoquehablabaconelcazador—.Hablaríadurantehorascontigosipudiera.

La joven estuvo cerca de desvelarle su verdadera identidad de no serporquedeprontosonaronlastrompetasqueanunciabanlallegadadelafuturareina.

—Miseñor—anuncióunvasallo—, seacerca suprometida, laprincesaGretchen.

Aquel aviso causó tanto dolor en el corazón de Adalia que esta sedesmayóycayóalsuelo.

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Pensando que a su estimado cazador le había ocurrido algo terrible,Galawaycorrióhaciaélparaayudarlo.Encuantoestuvoasuladolequitólosguantesparaverelaspectodesupielydescubrióelanillo.Apenastardóunossegundosenreconocerlo:unsellodeoroconsuinicialbellamentetallada.

—¿Quéhaceesteanilloensumano?—preguntóa losdemáscazadores—. Hace tiempo me perteneció y se lo entregué a la única mujer que heamadoenmivida.

Entretodoelrevuelolajovenprincesaextranjerallegóhastasuprometidoyvislumbrólaestampaentreeljovenreyyladoncellaqueyacíaasulado.Aloírlasúltimaspalabrasdelrey,laprincesaGretchenseacercóasuprometido.

—Sé que el nuestro no era un enlace por amor—dijo—, sin embargo,confiabaenquemeamarasconel tiempo.Perosi tucorazónpertenecea ladueñadeesteanillo,debescasarteconestadoncella,puesnoquieropasarelrestodemividajuntoaunhombredesdichado.

Laspalabrasde laprincesa llegaronhastaAdalia comounbálsamoquecurara sus heridas de amor.Volvió en sí y se descubrió el rostro para queGalawaypudierasaberquiéneraenrealidad.

—Mi amada, ¿eres tú?—sollozó el rey al verla—.No soy digno de ti,pueshefaltadoalapromesaquetehice.

Adalialomirócompasivayseincorporóparaquepudieraescucharbiensuspalabras.

—Cumplistetudebercomohijoycomoherederoaltrono—dijo—.Ysibien es verdad que faltaste a tu promesa al no regresar a mi lado, hasmantenidotuamortanvivocomoelprimerdía.

—Nadaninadieenelmundopuedecambiareso—contestóelrey.ElconsejerorealleentregóunacartaaGalaway.—Esdevuestropadre—explicó—.Mepidióqueoslaentregarallegado

estemomento.—«Miamadohijo—leyóGalaway—,estaeslaprimeralecciónquehas

aprendidocomorey:nogobiernamejorelqueobedeceasupalabra,sinoelqueobedeceasucorazón».

EljovenreycomprendióentonceslacompasióndeAdalia.—Antes de que yo aprendiera esa lección, tú ya la sabías —le dijo

estrechandosusmanosentrelassuyas—.Notengoningunadudadequeserásunamagníficareina.

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Eljuglardellaúd

Rusia

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En las montañas de Altái, en la lejana Rusia, el zar Nikolai y su esposaEkaterina vivían felices. Ekaterina era curiosa e inteligente. Conocía elalfabetocirílicoylaaritmética,tocabaellaúdconvirtuosismoydisfrutabadelalecturaenlaslargasnochesinvernales.Sinembargo,elzar,decaráctermásinquietoeimpetuoso,seaburría.Añorabalascampañasmilitares.Ambosseamaban,aunqueélsiemprepresumíadequesuamoreramásgrandeypuroqueeldesuesposa.

—¿Quépuedohacerparademostrartequeteamotantocomotúamí?—lepreguntabaEkaterina.

Elzarnocontestaba,puesen realidadnoeramásqueun juegoparaél,aunqueaellalemolestabaprofundamente.

La impaciencia del zar lo llevó a emprender un largoviaje enbuscadebatallasqueloencumbraranconmayorhonorygloria.

—DeseoviajarmásalládelosmontesSailughem,quesesitúanhaciaeloeste de los Sayanes —le dijo a su esposa—. Ansío probar mi fuerza ennuevasbatallas,vencerenemigosyaumentarmipoder.

La reina no comprendía la necesidad de conflicto que tenía su esposo.Además, lo que pretendía era demasiado arriesgado, pues los pasosmontañososqueatravesabanlacordilleraeranescasosydifícilesdecruzar.

—El Ulan-daban y el Chapchan-daban son peligrosos —le recordóEkaterina intentando persuadir a su esposo para que buscase una empresamenosarriesgada.

—Justamenteporesoquieroirhaciaallí—replicóélconfirmeza.—¿Acasomiamorportinoessuficienteparaqueseasfelizamilado?—

lepreguntóellaenunúltimointentopordisuadirlo.Pero todo fue en vano.El zar dio instrucciones y sabios consejos a sus

ministros para que gobernaran en su ausencia, se despidió de su esposa ypartióconsuejércitohacialasmontañas.

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SedirigieronhaciaelMonchChajrchanUul,cumbredelAltáimongol.Elzar quería enfrentarse al sanguinario emperador Baaskaa, que teníaatemorizadosasussúbditos.

Cuandocruzaronlafronterayseadentraronenelterritoriodelemperadormongol, nada los detuvo. El zarNikolai y su ejército siguieron avanzando,derrotando a todos aquellos que se interponían en su camino. Pero lasvictoriasnoduraronmucho.CuandollegaronaChanganNuru,enMongoliaCentral,unejércitodejinetesarquerosprovocólahuidadelamayoríadesussoldados. Los que permanecieron junto al zar fueron hechos prisioneros,comoél.

Nikolai y sus soldados fueron conducidos hasta la prisión, donde elemperadorBaaskaalosmantuvocautivos.

Sobre el gélido suelo, con apenas un cuenco de agua para cada uno,estuvieronencadenadosdurante toda lanochehastael amanecer.Encuantolos rayosde sol asomaronpor elhorizonte,despiadados soldadosmongolesles ordenaron arar la tierra, dura como el hielo, hasta que oscureció. Asíestuvieron día tras día, durante tres años, sin vislumbrar el final de esapesadilla.

Pasados losaños,elzaral finencontróunmododeenviarnoticiasasuqueridaesposa.Selasarreglóparamandarleestanota:«Vendeloscastillosypalacios, laspiedraspreciosasytodoloqueencuentresdevalorenelreino.Compraconellomilibertadylademissoldadosoprontomoriremosenesta

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horribleprisión».CuandoEkaterinarecibiólanota,seencerróensusaposentosparaleerla

ensoledad.Lloróamargamentemientrassepreguntabaasímisma:—¿Cómopuedoliberaramiqueridoesposo?Ekaterina sabía que, en cuanto la descubriese, el emperador mongol la

convertiríaenunadesusesposas.¡Sufamadesanguinariorecorríalaestepasembrandoelterrorentodoslosqueescuchabansusfechorías!

—Además,nopuedoconfiarenningunodelosministros—susurraba—.Deberánrealizarunlargoypeligrosoviajecargandotodosnuestrostesoros.

Laesposadelzarsabíaqueapenaspodíaconfiarenqueelrescatellegasea manos del emperador Baaskaa. O bien el ministro encargado de tamañahazaña se daba a la huida, o bien los propios hunos lo asaltarían por elcamino.

Ekaterinaordenóquenoselamolestarahastanuevaordenyseencerróensus aposentos para dar con una solución. La zarina pensó hasta que se leocurrióunaidea.Sequitóelkokóshnikdedelicadosbrocadosquecoronabasu cabeza, cortó su hermosa cabellera oscura y se vistió. Ajustó lakosovorotka, una blusamasculina abotonada a un lado, con un cinturón delanasobrelospantalonesdelinoysecubriólacabezaconunkartuz.Así,conlas ropasdeunhombre,pasaríadesapercibida.Después tomósu laúdy, sindecirnadaanadie,emprendiócaminohacialosmontesSailughem.

Atravesó grandes dificultades antes de llegar a la ciudad del emperadorhuno. Cabalgó por altiplanos desolados y frondosos bosques de otoñalescoloresquesereflejabanenaguascristalinas.Cruzóríosdecolorturquesa,seprotegió de los leopardos de las nieves y en las noches más frías logrórefugiarseenlospueblosqueencontróenelcamino.

Cuandoalfinllegóasudestino,recorrióconsigiloelpalacioburlandoalosguardiasgraciasasuingenio,hastaqueencontróelgranpatiocentraly,tomandosu laúdentre lasmanos,comenzóa tocar tanbellamentequehastalasavessilenciaronsualeteoparaescucharla.

Ekaterina tocó tantas melodías como recordaba y, cuando al fin reunióánimo para cantar, interpretó las más bellas canciones de su país.Ciertamente,suvozeramásdulceinclusoqueladelruiseñorruso.

Estoyentierraextranjera,lejosdetodoloqueamo,traigoellaúdenmimano.¿Quiénagradecerámicanción?

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¿Cuálvaasermirecompensa?Comosuspiranlosamantes,siemprevendréasaludarte.Cantoalasfloresllorosasqueelsolylalluviamojan;alosdulcesbesosdeamoryaldolordelapartida.Alatristezadelcautivoentrelosmurosdesuprisión.Paraloscorazonesrotosmicancióntepidecompasión.Traigoregalosalpalacio,ymientrastocoestacanción,medetengoantetupuerta.Sihoyescuchasestecantodentrodetupalacio,señor,¡oh!,noesoroniriquezaloquedeseamicorazón.

Tan pronto como el emperador mongol escuchó esta canción tanconmovedora dejó sus asuntos y se abandonó a la belleza del canto. Algoocurrió en el despiadado corazón del cruel Baaskaa. Desde su asiento,ricamente decorado con pieles, contempló al delicado juglar que con tantadulzuratocabaellaúd.

LavozdeEkaterinalotransportóalosinocentesjuegosdesuinfancia,asuprimerbesodeamor,a lamágica luzque trae laesperanza,alaliviodelllantoylacomprensión.

Selevantólentamente,sintiendodeprontoensuviejocuerpoelcansanciode todas las batallas. Por primera vez en muchos años no quiso infundirtemor.

—Bienvenidoamipalacio,forastero—saludóBaaskaaafablemente.Elemperadorsentíatantacuriosidadporconoceralvirtuosojuglarqueno

disimulósusansiasporsaber.—¿Dedóndevienes?—continuóelemperador.—HonorableBaaskaa,mitierraseencuentramuylejosdeaquí.Antes de que el joven pudiera decir siquiera el nombre de su país, el

emperador,impaciente,formulósusiguientepregunta.—¿Dónde aprendiste a tocar así el laúd? —le interrumpió—. Jamás

escuchénadatanhermoso.

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—Gran señor —respondió Ekaterina—, he aprendido en todas partes,vagandoporelmundo,ymeheganadolavidaconmimúsica.

El emperador huno quiso que el joven permaneciera en el palacio paraseguirescuchandosusmelodías.

—Quédateaquíunosdías—lepropuso—,tocaparamíycuandodeseesirte,tedaréloquepidesentucanción:eldeseodetucorazón.

Ekaterina aceptó la invitación. Ese había sido su propósito desde elmomento en que decidió cortar su cabello y vestirse como un hombre. Seacomodóparatocardenuevoellaúdyretomarsucanto.DurantetodoeldíaBaaskaa estuvo junto a ella, sin sospechar ni por unmomento cuál era suverdadera identidad, pues estaba absorto en los hermosos sonidos queinundaban la estancia imperial. No quiso beber ni comer para no sermolestado, no se cansaba de escuchar. Aquel fue el primer día que elemperadorolvidómartirizarasussúbditosconsucrueldad.

No le importaba nada más que la música. Ekaterina permaneció unmomento en silencio para tomarse un descanso y el emperador aprovechóparahablar.Cerrólosojosyrecostándoseenelrespaldodesutrono,asintióconlacabezamientrasdecíaestaspalabras:

—Juglar, tu canto curami alma atormentada.Los sonidos del laúd y labellezadetuvozlogranquemicorazónflorezcadenuevo.

Ekaterinasonriótímidamenteparaagradeceralemperadorsusinceridad.Tomó de nuevo el instrumento entre sus manos y continuó tocando ycantandodurantetresdíasmás.

CuandoEkaterinapensóqueBaaskaahabíatenidosuficienteparaqueellapudieraseguirconsuplan,quisodespedirsedeél.

—Migranseñor—dijoalacabarsucanción—,hallegadoelmomentodeseguirmicamino.

Elemperadorlamiróconpesar,puesnoqueríaquesujuglarsemarchara,perorecordóeltratoquehabíanhechoelprimerdía.

—Estábien—aceptóconunsuspiro—.¿Quédeseascomorecompensa?—Oh, emperador de todos los hunos, tan solo quisiera uno de tus

prisioneros—dijoEkaterina—.Tienesmuchos en tu prisión yme alegraríateneruncompañerodeviaje.Cuandoescuchesuvozenloscaminos,pensaréentiytedarélasgracias.

—Siesoesloquedeseatucorazón,ven,entonces—aceptóBaaskaasindudar—,eligeaquienquieras.

Elemperadoracompañóaljuglarhastadondeseencontrabanencerradoslosprisioneros,élmismollevósulaúd.

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Lazarinacaminóentre losprisionerosbuscandoasuesposo.Cuandoalfin vislumbró su silueta contuvo el aliento con el corazón desbocado dealegría.Aúndebíacontinuarconsufarsaparapodersacarlodeallí.

Escogió a su esposo como si fuera uno cualquiera entre los demás, sedespidiódeBaaskaayemprendieronelviaje.

Ekaterinahabíalogradosupropósito,peroaúnlequedabacumplirconlasegundapartedesuplan.Durante la largaausenciadelemperador,sehabíadadocuentadequesuespososedivertíaalreprocharlequesuamoreramásgrandeypuroqueeldeella.Asíque,decidida,dejóquecreyeraqueeraunjuglarquienlohabíaliberado.Nisiquieraenlosmomentosmásdifícilesdelregreso,cuandoelcaminosehacíainsufribleporcansadoopeligroso,cedióala tentación de decirle la verdad. Así, cuando llegaron a la frontera, el zardijo:

—Déjameirahora,amablejuglar.Nosoyunhombrecomún,sinoelzardeestepaís.Libérameyterecompensaréconloquemepidas.

—No hables de recompensa —respondió Ekaterina, aún fingiendo vozvaronil—.Veenpaz.

Alzarlesorprendióeldesinterésqueeljuglarteníaporlomaterial,puescualquierotroensulugarhabríapedidoriquezasytítulos.

—Entoncesven conmigoy sémi invitado—leofreciópara agradecerlequelohubieraliberado.

Ekaterina,queesperabaunofrecimientoasí,habíapensadoenlarespuestaadecuada.

—Cuandollegueelmomentooportuno,estaréentupalacio—respondiómientrastomabasulaúdycontinuabasucamino.

Encuanto la zarina supoqueNikolai lahabíaperdidodevista tomóunatajoquelacondujoapalacio.Segúnteníaprevisto,llegóantesqueelzar.Sedespojó de su atuendo de hombre para vestirse con una blusa de lino y unsarafán con preciosos bordados. Tomó su kokóshnik entre sus manos y loajustóasucabeza.Hacíatiempoquenoseveíatanhermosa,consuvestidoysutocado.

Unahora después, la servidumbre de palacio, los soldados, ayudantes yministroscorríandeunladoaotro.

—¡Nuestrozarharegresado!—gritaban—.¡Nuestrozarhavuelto!El zar Nikolai saludó a todos con gran emoción, pero apenas prestó

atenciónasuesposa,lazarina.En cuanto se recuperó del largo viaje, convocó a sus consejeros y

ministros.

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—Mirad qué esposa tengo—les dijo sin ocultar su decepción—. Aquíestá, tanhermosacomosiempre,prodigándome todo tipodecuidados,perocuandoestabapresoenlasmazmorrasdeloshunosylepedíauxilio,nohizonadaparaayudarme.

Losallípresentessemiraronunosaotrossorprendidos.—Granzar—respondieroncasialunísono—,cuandollegaronnoticiasde

vuestro cautiverio, la zarina desapareció. Nadie supo adónde fue, ni hubonoticiasdeellahastahoymismoqueharegresado.

Nikolaiseenfureció.DudódelalealtadyfidelidaddeEkaterina.—¡Juzguenamiesposaporaltatraición!Después,conteniendosuira,perocongrandureza,sedirigióalazarinay

ledijo:—Nuncahubierasvistoatuzarotravez,siunjuglarconunlaúdnome

hubieraliberado.Lorecordarécongratitudmientrasviva.Ekaterina apenas movió un músculo de su rostro, pues aún faltaba el

últimopasoparacumplirsuplan.Hizounareverenciamostrandorespetoalzar y se dirigió a sus aposentos. Rápidamente se despojó de sus ropas, denuevovistiódejuglarysesentóenunbancodepiedraenelpatiocentraldelpalacio.

Allícantódulcementesucanción.

Estoyentierraextranjera,lejosdetodoloqueamo,traigoellaúdenmimano.¿Quiénagradecerámicanción?

¿Cuálvaasermirecompensa?Comosuspiranlosamantes,siemprevendréasaludarte.Cantoalasfloresllorosasqueelsolylalluviamojan;alosdulcesbesosdeamoryaldolordelapartida.Alatristezadelcautivoentrelosmurosdesuprisión.Paraloscorazonesrotosmicancióntepidecompasión.Traigoregalosalpalacio,

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ymientrastocoestacanción,medetengoantetupuerta.Sihoyescuchasestecantodentrodetupalacio,señor,¡oh!,noesoroniriquezaloquedeseamicorazón.

Tanprontocomoelzarescuchóestacanción,abandonó lagransaladelpalacioparaencontrarseconeljuglar.Emocionado,pensandoqueacababadellegar,lotomódelamanoylollevóalpalacio.

—Aquí está —anunció—. Es el joven que me liberó de la prisión. Yahora, mi verdadero amigo, espero que aceptes si te doy el deseo de tucorazón.

—Estoy seguro de que serás tan generoso como el emperadorBaaskaa,señor—contestóEkaterinaconvozvaronil—.Tepidolomismoqueaél:unprisioneroquemeacompañeenelviaje.

Mientrashablaba, sedespojóde su largacapay todosvieronqueera lazarina.

—¿Presumesahoradequetuamoresmásgrandeypuroqueelmío?—quisosaberEkaterina.

—Ytútepreguntabascómodemostrarmequemeamastantocomoyoati—le contestó Nikolai—. Con tu valentía e inteligencia no solo has

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demostrado ser lamás sabiayvalerosa zarinade todos los tiempos, sino lareinaindiscutibledemicorazón.

—¿Volverásapartirenbuscadehonorygloria?—preguntóella.—Nolonecesitoya,puesnohaymayorhonorygloriaqueelquelavida

meotorgajuntoati.

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ElpríncipeylaprincesaBadoura

Persia

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AdoslunasdelascostasdePersiaexistíaunaislagobernadaporunsultánllamado Chazaman. La paz y la prosperidad de su reino podrían haberloconvertido en el hombre más dichoso de toda Persia. Sin embargo, vivíaatormentado, pues ya viejo y sin descendencia, temía morir sin dejar unheredero en el trono. Un día le preguntó al gran visir cómo remediar sudesgracia.

—HonradaAláconvuestragenerosidadhaciatodoslossúbditosqueosamanyosnecesitan—respondióelvisir—.RepartidmonedasentreellosparaquelepidanaAláqueosconcedadescendencia.

Chazamanpensóquenoteníanadaqueperder,porloquerepartiódineroentresupueblo.Cumpliótanbienelconsejodelvisirquealosnuevemesessu esposa Fátima dio a luz el hijo que deseaba. Le puso el nombre deKamaralzaman.

El sultán quiso que su hijo fuera educado por los mejores preceptores y,cuando consideró que el príncipe estaba preparado, Chazaman decidió quehabíallegadolahoradecederleeltrono.

Denuevopidióconsejoalvisir,quienledijo:—Señor,elpríncipeaúnesjovenparasoportarlapesadacargadelreino.

¿Notemevuestramajestadquelasdistraccionesdelajuventudlollevenpormalcamino?

—¿Yquéproponesparaevitarlo?—preguntóelsultán.—Creo que antes de subir al trono sería conveniente que se casara—

respondióelvisir.CuandoKamaralzamanconoció las intencionesdesupadre sequedóen

silencio,sindisimularsucontrariedad.—Padre—comenzó—,soymuyjovenaún,nocreoquepuedasoportarel

yugodelmatrimonio.He leídoque lasmujeressoncharlatanasyociosas,yquenosedetienenantenadaparasatisfacersuscaprichos.

Desconcertado,Chazamanlerecordósuobligacióndetenerdescendenciaquelosucedieraeneltrono.Entendiólarazóndesujuventudyquizáporesoquisoofrecerleunvaliosoconsejo.

—Buscalacompañíadepersonassabias,prudentesycomprometidas,hijomío—ledijo—.Ojaládescubrasprontoquenadiereúneesascualidadescontantaarmoníacomounamujer.

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Chazamandejóquepasarancuatroestacionesyal cabodeunañoel sultáncitóaljovenensusaposentos.

—¿Has pensado en lo que te propuse hace un año, acerca de tumatrimonio?

—Sí, padre, lo he meditado —contestó el príncipe con actitud másdecidida que la vez anterior—. Estoy firmemente resuelto a no contraermatrimonio.

Después giró sobre sí mismo y sin pronunciar ninguna palabra másabandonólaestancia.

ElsultánestabatanapenadoyconfundidoporlanegativadesuhijoquepidióayudaasuesposaFátima.Perolasultanatampocotuvomejorsuerteensuconversación.

—Madre—contestó Kamaralzaman—, no insistas más. Doy por ciertoque en elmundo habrámujeres leídas, disciplinadas e inteligentes. Pero essumamentedifícilacertarenlaelección.

—Nodeberías ceder ante el temor a equivocarte—respondióFátima—,recuerda,además,quehasdedardescendenciaaltrono.

—¿Ves?—replicó el príncipe—.Ni siquiera sería libre para elegir a lajoven que más me agradase, pues lo más importante sería atender a lasconvenienciasdelreino.

La sultana siguió escuchando a su hijo, intentando encontrar en suspalabrasalgúnresquicioporelqueconvencerlo.

—¿Qué esposa elegirá mi padre para mí? —continuó Kamaralzamanmientras se caldeaban los ánimos—. Una princesa, hija de cualquier reyvecino,que,meagradaseono,tendríaquesoportar.

Eljovendejócaersupuñosobrelamesadeébanoantesdeconcluir:—¡Repitoquejamásmecasaré!Así que no hubo manera de convencer al príncipe, obstinado en su

negativa. Pasaron cuatro estaciones más y Kamaralzaman volvió a dar lamismarespuestaalosruegosdesupadre.Elsultánvioagotadasupaciencia,leurgíaabdicarensuhijo,ycomoestoeraimposiblemientraselpríncipenocedieraensuobstinación,decidióencerrarloenunadelastorresdelpalacio.

—Quesolotengaunsirviente—ordenóelsultán—.Uneunucolebastará.Aversiprivadodesulibertadrecapacitasobresudestino.

ElancianoChazamanimaginabaasuhijoaburridoentrelosmurosdelatorre, rogándole en poco tiempo que le permitiera contraermatrimonio concualquier princesa de su elección. Sin embargo, Kamaralzaman aceptó de

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buengradoladecisióndesupadre,puesenseguidacayóenlacuentadequeasítendríatiempoparadedicarseasusestudios.

Enlamismatorreenlaqueelpríncipefuerecluidohabíaunpozoenelquehabitaba el hada Maimocene. Una noche de luna llena en la queKamaralzaman se había quedado dormido sobre grandes manuscritos deastronomía,Maimocenesaliódelpozoysequedóextasiadaalcontemplarloquevio.

—Jamáshabíatenidoantemispropiosojossemejantebelleza—susurróylebesólasmejillasconcuidadodenodespertarlo.

En esemomento sintió un batir de alas. Era el genioDauhasch, que lamiródemalagana,puessuspodereseraninferioresalosdeMaimocene.

El hada, molesta por su presencia, quiso burlarse de él. Para evitarlo,Dauhaschsuplicóqueloescuchara.

—Siprometesnohacermedaño,terevelaréunsecretoquetesorprenderá—rogóelgenio.

—Habla—contestóelhada—,teconcedoloquepides.—Heestadocercade lasúltimas islasdelmundo—comenzóDauhasch

sinperdertiempo—,enlalejanaChina,unodelosmásgrandesreinosdelaTierra.Surey,Gaiur,tieneunaúnicahija,laprincesaBadoura.

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—¿Y bien? —le interrumpió el hada fingiendo un bostezo deaburrimiento.

—Eslajovenmáshermosaquehaexistidojamás—seapresuróelgenio—.Sucabellolellegahastalospies.Paraevitarqueseacerqueaellaelquenohayadesersuesposo,supadre,elrey,latienerecluida.

Maimocene no soportaba que la privaran de tener razón en todo cuantopensabaydecía.Elhada, tan seguradequeacababadeveralhumanomáshermosode la fazde laTierra,noestabadispuesta a tolerarqueDauhasch,geniodeinferiorcategoría,desdijerasuspalabras.

—¿Eso es todo? ¿Me molestas para hablarme equivocadamente? —sequejóMaimocene—.Hasdesaberquenohayhumano,hombreomujer,máshermosoqueestejovenqueduermedelantedetusojos.

Elgenionoquisodiscutirconelhada,prefirióseguirconsunarración,alaesperadequelapropiaMaimocenecayeraenlacuentadequelaprincesadequienhablabaeramáshermosaqueesejovenquedormíaenlatorre.

Dauhasch le explicó que para evitar el aburrimiento del encierro Gaiurhabía mandado construir siete palacios: el primero de cristal de roca, elsegundodebronce, el tercerode finoacero, el cuartodeun ricometalmáspreciosoaún,elquintodemármolblanco,el sextodeplatayel séptimodeoromacizo.Pero, apesarde los esfuerzosdel rey, labellezade suhija eraconocida en todo el mundo, de tal modo que los más poderosos reyes lahabíanpedidoporesposa.SupadreamabatantoaBadouraquesolodeseabasumatrimonioconquienellaeligiera.

—Undíallegaronlosembajadoresdeunreymuchomáspoderosoyricoque todos los anteriores —continuó el genio—. Gaiur los reunió ante laprincesayleconsultósobretanventajosomatrimonio.

»—Amado padre—respondió Badoura—. Te agradezco de corazón tusbuenos sentimientos, pues bien sé que deseáis casarme para asegurarme ladicha.

»Gaiursonrióantelasamablespalabrasdesuhija,aunquesusatisfacciónduróbienpoco.

»—Pero,decidme—continuóella—,¿quéreypodrádarme,noyamayor,sinoalmenoslamismasabiduríayconocimientosdequegozojuntoati?

»El rey tomó aire para responder, pero la princesa Badoura continuóhablando:

»—Mas, aunque nada de esto me faltase, y aunque tuviese todos loshonoresqueaquísemerindencomosi fuesereina, reconoce,amadopadre,queloshombressiempreansíanmandar,yyonoestoydispuestaaobedecera

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nadiemásqueati,mipadreyrey.»Los embajadores del archipoderoso reino mostraron claramente su

contrariedad,aunquenisiquierapudieronhablar,pueslaprincesaselevantóairadade suasientoy,mientras abandonaba la sala,dijo condeterminaciónimpropiadeunajoven:

»—¡Padre! Repetidamente te he dicho que jamás me casaré y, noobstante, insistes en tus propósitos. Pues bien, si vuelves a hablarme dematrimonio, me clavaré un puñal en el pecho para librarme del horribledestinoquepreparasparamí.

»Gaiur, rey deChina, soberano de uno de los reinosmás grandes de laTierra,nopodíapermitirquenadie,nisiquierasuamadahija,sedirigieraaélcon semejante insolencia, y menos aún ante los embajadores de un reinoextranjero.

»—¡Insolenteydesagradecida!—bramóGaiur—.Estáslocasicreesquepuedeshablarmeasíydespreciaratanpoderosopretendiente.

»Enpresenciadelosembajadores,paraqueestospudieranmedirsufuriaantetalafrenta,ordenóqueencerrasenasuhijaenlamáspequeñahabitaciónde los siete palacios.Y para que el castigo fueramayor, solo estarían a suserviciounaesclavaysunodriza.

»PoderosaMaimocene—prosiguióelgenio—, todos losdíascontemplola incomparable belleza de Badoura. Y ni siquiera mis malvados instintoslogranromperlabondadquesurostroinspira.

—¿Insistes en contrariarme? —le increpó el hada—. ¿Crees que tuprincesapuedecompetirenbellezaeingenioconmipríncipe?

Para no despertar la ira de Maimocene, el genio Dauhasch fue a porBadoura, que estaba dormida. Cuando regresó a la torre del hada la tendiójunto al príncipe, que tambiéndormía.El haday el geniodiscutieron sobrecuál de los dos era más hermoso, hasta que, impaciente, Maimocene setransformóenpulgaypicóalpríncipeenelcuello.

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LamordeduradespertóaKamaralzaman,quecasidiounsaltodesorpresaal hallar a una joven a su lado. Se incorporó de un brinco y apenas fueronnecesariosunossegundosparaquesequedaraprendadodesubelleza.

Pensó despertarla y declararle sus sentimientos, pero en ese instante leasaltóunasospecha.

—¿Seráestounamaniobrademipadreparaquesucumbaalmatrimonio?—murmuró.

Antetamañaduda,Kamaralzamanseabstuvodedespertarla.Conmuchocuidadoladespojódeunanilloquellevabaensumanoderechaylosustituyóporunosuyo.Despuéslediolaespaldaysedispusoarecuperarelsueño.

Dauhasch siguió los pasos del hada. Se transformó en pulga y picó aBadoura,quetambiénsedespertó.

Talcomolehabíaocurridoalpríncipe,sesorprendióalveraunjovenasulado.

Ycomoleocurrióaljoven,bastaronunossegundosobservandolabellezadeKamaralzamanparaqueseenamorasedeél.

—¿Así que este es el esposo elegido por mi padre? —murmuró—.¡Cuántasafrentasmehubieraahorradodehaberlosabidoantes!

Concuidadodenodespertarle,Badoura leacarició lamanoderecha.Alencontrar su anillo en el anular del joven, dedujo que efectivamente era suesposo,ycomolaidealeagradaba,volvióadormirprofundamente.

Elhadasostuvoqueellaestabaenlociertoalafirmarqueelpríncipeera

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más hermoso, y el genio, por no contrariarla más, regresó a China con laprincesa,dejándoladenuevoenlamáspequeñaestanciadelossietepalacios,dondecontinuaríasuencierro.

Cuando a lamañana siguienteKamaralzaman despertó,montó en cólera alver que la misteriosa joven había desaparecido. Tales fueron sus gritos eimproperiosqueeleunucoavisóalsultán.

ElancianoChazaman,convencidodequesucastigohabíasido lacausadel desvarío de su hijo, inmediatamente envió al gran visir para que leinformaradeloqueocurría.

—Me alegro de que hayáis venido—saludó Kamaralzaman—. ¿Dóndeestálajovenqueintrodujeronanocheaquíporordendemipadre,suponiendoque me enamoraría de ella? ¡Responde! ¿Dónde está? ¡Quiero que sea miesposa!

—Príncipe—repusoelvisirmanteniendolacalma—,quizáelencierrooshayaafectadodemasiado,puesnadahaordenadovuestropadre,elsultán.

ComoelemisariodeChazamannolograbadesentrañarelmisteriodelquehablabaelpríncipe,lepidióqueacudieraélmismoalatorre.

Kamaralzaman estaba inmerso en la lectura cuando se percató de lapresenciadesupadre.Selevantódeldiványsedirigióaélcongranrespeto.

—Padre—comenzóelpríncipe—,ossuplicoquemetraigáisdenuevoalajovenqueanocheintrodujisteisenesteaposentoparaqueseamiesposa.

—Hasdebidodesoñarlo,hijomío—repusoelsultán—.Nosédequémehablas,nisiquierahetenidonuncasemejanteidea.

Parademostrarasupadrelaverdaddeloquerelataba,Kamaralzamanlemostróelanilloquehabíasustraídoalajoven.

Elsultáncomprendióquesuhijodecíalaverdady,comoestabadispuestoacasarse,loliberódesuencierro.PeronohallóKamaralzamanformadedarconelparaderodelamisteriosajoven.

Enlosconfinesdelmundo,enlalejanaChina,algomuysimilarocurríaenlaprisión de la princesa. Solo que el rey Gaiur creyó que su hija habíaenloquecido.Alnoencontrarremedioparasumal,congrandolorpublicóunbandorealenelqueprometíalamanodelaprincesaaquienlacurase,perocastigándoloconlapenademuertesifracasaba.

A la llamada del rey se presentó un astrólogo.Examinó a la princesa y

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determinóquerealmentehabíaperdidoeljuicio,puespadecíalocuradeamor.Elreynolocreyóyelastrólogofuedecapitadoesamismatarde.Nadie más quiso aventurarse a perder la vida, pues no había forma de

convencer al rey de que su hijamoría de amor. Un día, un joven llamadoMarzaban, hijo de la nodriza que la vigilaba y hermano de leche de laprincesa,acudiósecretamentealaprisióndeBadoura.

Ella le relató con todo detalle lo ocurrido en la torre del príncipe ydespuéslemostróelanillo.

—Así que, dime, hermano mío—le rogó Badoura—, ¿realmente creesqueestoyloca?

—MiqueridaBadoura—respondióMarzaban—,recorrerélosreinosquepueblanlaTierrahastadarconaquelaquienamas.

Al día siguiente Marzaban emprendió el viaje. Visitó muchos reinos,comoprometió,hastaque finalmente llegóaPersia.LlegóaoídosdelgranvisirqueunextranjerohabíaviajadodesdelalejanaChinahastaallí.

—Traedloantemí—ordenó—,quizáeseviajerosepacómocuraraljovenpríncipe.

Marzaban se presentó ante el gran visir, quien lo condujo a lashabitaciones del príncipe, donde reposaba junto a su padre. El viajero noperdióunmomentoparahablardelaprincesaydelmalquelaaquejaba.

Según avanzaba en su relato, los ojos deKamaralzaman iban cobrandovida.

CuandoMarzaban terminóde hablar, el príncipe quiso quedarse a solasconél.

—Oh,príncipedePersia—dijoMarzaban,encuantoestuvieronsolos—.Llegóelfinaldevuestraspenas.Conozcoalajovenqueamáis:eslaprincesaBadoura, hija del rey de China. Sufre como vos. Y solo vuestra presenciapuedesanarla.

Encuantoescuchótanreveladoraspalabras,KamaralzamanquisoponerseenmarchayseembarcóenelpuertomáspróximoencompañíadeMarzaban.Durante la larga travesía tuvo el joven tiempo de instruir al príncipe sobrecómopresentarseanteGaiur,elreydeChina.

—Decid que sois astrólogo —le sugirió— y que os presentáis con laintencióndecuraralaprincesaBadoura.Decidtambiénqueaceptáismorirsifracasáisenel intentoocasaroscon laprincesa si securamediantevuestraintervención.

Gaiurmandó,pues,auneunucoparaqueacompañaseaKamaralzamanalpalacio donde estaba encerrada Badoura. Cuando llegó a la antesala de su

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estancia,redactóunacartaquedecíaasí:

MiamadaBadoura:Este humilde hombre que prefirió la libertad entre los muros de una torre al encierro del

matrimonioosaseguraquenopuedeyamantenersupalabra.Desdeelinstanteenqueosvisupequesomosalmasgemelasyosentreguémicorazón.Comoprendademiamorospuseunanilloacambiodelvuestro.Hoyosloenvíoconestacarta.Sioptáispordevolvérmelo,meconsideraréelmás feliz de los hombres; y si lo conserváis,moriré comoprueba del amor que os profeso.Envuestraantecámaraesperolacontestación.

—Llevaestacartaa tuseñora—ledijoaleunuco—.Sivuestraprincesanosecuraencuantolalea,puedesdecirquesoyelhombremásimprudentedelmundo.

Nohizo faltaque laprincesaatendierasiquieraalencabezamiento,puesnadamásverelanillorecuperólaenergíayganasdevivirquehabíaperdido.Corrióalaantecámaraylebastóunamiradaparareconoceralpríncipe.

—Osdevuelvomianillo—dijolaprincesadespuésdeunlargoabrazo—,puesquieroconservarelvuestrotodalavida.

—Afortunadoextranjero—alabóelrey—,quienquieraqueseas,teladoyporesposa.

—Noerestúquienmeda—intervinolaprincesafirme—.Eso,padre,fueloquemehizoelegirelencierro.Soylibrededecidirmividaysihastaahoraquise permanecer en el encierro, ahora elijo en libertad con quién quierodesposarme,puesencontréalhombredignodemí.

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LaprincesaPeonía

Japón

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Azuchi-no-shiroeraelnombredelfastuosocastilloquedefendíalaciudadde Gamogun, en la provincia japonesa de Omi. Allí vivía el daimio YukiNaizen-no-jo,elseñorfeudal, ricoypoderoso.Comosistemadedefensa,elcastilloestabarodeadoporunenormefosoenelqueperecíanlosasaltantesyenemigos.Pero,coneltiempo,eldaimiologróestablecerlapazenGamogunylaimponentefortalezadeAzuchi-no-shirosecontagiódelaalegríaasociadaalaprosperidad.

Los dioses sonreían al daimio, pues iba a nacer su primera hija. Sinembargo,suesposamurióduranteelpartoyalseñorfeudalleembargóunatremenda tristeza. Solo el discurrir de los años, a pesar de sus gélidosinviernosysuslluviosasprimaveras,pudocerrarlaheridadeYuki.EltiempoyAya,suhija,enquienquisocultivarelamorporlascosashermosas.

Cuando Aya creció, su padre ordenó llamar a los mejores escribas,budistasysintoístas,paraqueleenseñaranescritura,lecturayaritmética.Eldaimio, inspirado por la belleza de las artes que su amada esposa le habíainculcado,instruyóasuhijaparaquefueraexquisitaydelicadaenlavida.

LapequeñaAyaaprendió a tocar labiwa, el instrumento favoritode sumadre,yera tanvirtuosaeneldulce rasgueode suscuerdascomo lohabíasido ella.Yuki escuchaba susmelodías con tantoorgullo quepermitió a suhijaunirsealgrupodelgagaku,lamúsicacortesanadelacorteimperial.

CuandoAyacumpliódieciochoaños, en laprovinciadeOmi reinaba lapaz y la tranquilidad. Se vivía un período de bonanza que Yuki encontróidóneoparaquesuhijacontrajeramatrimonio.Habíallegadoelmomentodebuscarleesposo.

Enotrolugar,Ako,elseñorfeudaldelaprovinciadeHarima,habíadecididocasarasusegundohijo,Akihiro.AlllegarasusoídosquesuvecinodeOmibuscaba pretendiente para su heredera, envió a un emisario. De estemodocomenzaronlasnegociaciones,puesambosdaimiosaceptarondebuengradoelcompromiso.Era,atodasluces,muybeneficiosoparalasdosprovincias.

Akihiroaceptódebuengradoeldestinoquesupadreleteníareservadoyen cuanto supo queAya sería su esposa se sintió dichoso, pues había oídohablar mucho de su delicadeza, belleza e inteligencia, lo que le agradabasumamente. En cambio, la joven Aya estaba tan poco animada a contraermatrimonioquenisiquieraprestóatenciónasufuturoesposo.Noreparóen

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lasvirtudesdeAkihiro,puesseresignóaaceptarlavoluntaddesupadreyarespetarlatradición.Nisiquieraseplanteabaquepudierallegaraamarloenel futuro; aella lebastabaconalimentar suespírituy sualmadehermosospoemasydelasbellascancionesqueinterpretabaconsubiwa.Simplementenoseopusoalmatrimonioyloaceptócomounaconsecuencianaturaldesucondición.

Aya era feliz con su vida en Azuchi-no-shiro. Disfrutaba de largos paseosjuntoalaspeoníasqueengalanabaneljardín.Tantolegustabanqueinclusoelfosoquerodeabaelcastilloestabacubiertodeellas.Unanoche,alaluzdelaluna y acompañada por sus doncellas, la joven fue paseando por losmagníficos jardines hasta llegar al estanque. Le encantaba acercarse a él ycontemplar su reflejo mientras escuchaba a las ranas y observaba a lasluciérnagas.

Enunmomentoenquenoviodóndepisaba,Ayaresbalóyestuvoapuntodecaeralagua.Sinembargo,delsilenciode lanochesalióunjovenquelasostuvoentre susbrazosy ladepositó condelicadeza sobre lagravilla.Tanprontocomoellarecuperóelequilibrio,éldesapareció.

Las damas de honor apenas distinguieron un destello de luz, una figuraque se deslizó en la noche en cuantoAya volvió a erguirse sobre sus pies.Pero la joven alcanzó a vermás. Ella había visto a su alma gemela, habíacontempladounespíritubelloenuncuerpohermoso.

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—Debe de haber sido un samurái de primer orden—comentóAya aOSadayoSan,sudamadehonordeconfianza.

Ayasuspiróycerrólosojospararememorarlaescenaquelehabíarobadoelcorazón.

—Su haori estaba cubierto con bordados de mis peonías favoritas —susurró—. Y su katana resplandecía como un rayo de la mismísima luna.¡Ojalá lo hubiera visto unminutomás, para agradecerle queme salvara decaeralagua!

—¿Quién puede ser?—preguntóOSadayo San—. ¿Y cómo ha podidohaberburladoalosguardiasyhaberentradoennuestrosjardines?

El comentario de su dama de honor alertó a Aya, que decidió pedirdiscreciónasuséquito.

—Osruegoquemantengáisconmigoelsecretodeloqueaquíhaocurridoesta noche—pidió—. Si llegara a oídos demi padre, el gran daimio de laprovinciadeOmi,mandaríacapturaraljovenydecapitarloporinvasión.

Ayacorrióasusaposentos,dondeseencerróhasta lamañanasiguiente.Ese mismo día, con los primeros rayos del sol, la doncella que la atendíainformóaYukidequesuhijaestabaenferma.

La dejaron descansar, pues quizá los nervios por la proximidad de laceremonia matrimonial la habían agotado. Pero ese remedio no supusoningunamejoría para la joven.Aya no podía comer ni dormir. Pasaron losdíasy comenzóapalidecer.Todo transcurrió tan rápidoqueni siquieradio

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tiempodeavisaraldaimiodelaprovinciadeHarima.Akoysusegundohijo,Akihiro, se presentaron en el castillo de Azuchi-no-shiro. Sin embargo, encuanto supieron de la enfermedad de la prometida, interpretaron que losespíritusnoeranfavorablesydecidieronpartir.

ElpadredeAyamandótraerdesdeKyoto,queentonceseralacapitaldeJapón, al mejor de los médicos. Estuvo varios días en Azuchi-no-shiroobservando a la hija del daimio, pero nada pudo hacer por ella. A él lesiguieronotrosmédicos,sanadoresydoctores,peroningunoaveriguóelmalquesecerníasobrelajoven.Ayaempeorabaantelaimpotenciadetodos.

Como último recurso, su padre, Yuki Naizen-no-jo, mandó llamar a ladamadehonor,amigayconfidentedesuhija.

—OSadayoSan,damealgunarazónparalamisteriosaenfermedaddelaluzdemisojos—exigió—.¿Tieneunamantesecreto?

O Sadayo San temió la ira de su señor y, sin darse apenas cuenta, laspalabrascomenzaronabrotardesuslabios.

—Senospidióalascriadasquenodijéramosnadaportemoralairadelseñor—balbuciótemerosa.

—Hablasinmiedo—ordenóeldaimio,infundiéndoletranquilidad.OSadayonarróasuseñorelencuentroconeljovenquehabíasocorridoa

suhija.—DesdeaquellanochenuestraqueridaAyahaestadoenferma,señor.Es

enfermedaddel corazón.Estáprofundamente enamoradadel joven samurái.Dehecho,miseñor,nuncavianuestraprincesaentanmísticaarmonía,puesalfinpuedecompartirconalguiensugozoantelabellezadelascosas.Sinopodemosencontrarlo,metemoqueellamorirá.

YukiNaizen-no-jo no entendió bien las explicaciones de la criada. ¿Dequién hablaba? ¿Y dónde lo había visto? El castillo era la fortaleza mejorcustodiada de toda la provincia de Omi. Incluso el jardín estabamuy bienprotegido. Era verdaderamente increíble que alguien pudiera entrar sinpermiso.

—¿CómoesposiblequeunhombrellegueaentrarenAzuchino-shiro?—preguntóeldaimio.

—Lagentedicequeloszorrosylostejonesadoptanfigurashumanas—contestóOSadayoSanintentandohallarunaexplicaciónveraz.

—Aun así es imposible que tales seres sobrenaturales entren en micastillo,cuyosaccesosestántodosvigilados—objetóYuki.

Esanoche,ladesdichadaAyaparecíamásinfelizquenunca.Pensandoenanimarlaunpoco, lasdamasdecompañía invitaronaunreconocidomúsico

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debiwa,YashaskitaKengyo.El calor era sofocante, estaban sentados en lagaleríaymientraselmúsico tocaba«Dannoura»,de repenteapareciódetrásde las peonías el mismo apuesto y elegante samurái. Estuvo escuchandoduranteeltiempoquepermanecióKengyorasgandosubiwa.Todospudieronverlodetenidamente,inclusopudieroncontemplarlaspeoníasbordadasensuhaori.

—¡Ahíestá!¡Ahíestá!—susurraronlasdamas.PeroencuantoelvirtuosoKengyodejódetocar,elsamuráidesapareció.

Ayaestabamuyemocionadayparecíamásanimadade loquehabíaestadodurante días; el daimio se desconcertó más que nunca cuando supo loocurrido.

Alanochesiguiente,OYaeSantocólaflautaparaAyayOYakumo,elkoto. Mientras las damas interpretaban las dulces melodías que máscomplacían a su señora, la figura del joven apareció de nuevo. La jovenpareciórecuperarsenuevamente,suestadodeánimocadavezeramejor.

El daimio ordenó una exhaustiva búsqueda, que comenzó esa mismamañana, con los primeros rayos de sol. Soldados y sirvientes buscaron portodaspartes, inclusoentre laspeonías,peronoobtuvieronningúnresultado,nisiquieraunahuella.

Yuki Naizen-no-jo empezó a temer por la seguridad de su amada hija.Decidió encargar a un oficial veterano de gran fortaleza y renombre,MakiHiogo, que capturara almisterioso joven si aparecía esa noche. El samuráiMakiHiogoaceptódeinmediatoy,enelmomentooportuno,vestidotododenegroparahacerseinvisible,seocultóentrelaspeonías.

De nuevo, Aya se dispuso a escuchar la música nocturna que tanto laconmovía.Y, como lasúltimasveces, los invitadosaguardaron la aparicióndel misterioso joven. Cuando O Yae y O Yakumo interpretaron una piezallamada «Sofuren», surgió la figura del joven samurái, vestidomagníficamenteconsuhaoridecoradoconbordadosdepeonías.

TodoslomiraronysepreguntaronporquéMakiHiogonosaltabasobreély loatrapaba.LociertoeraqueMakiHiogoestaba tanasombradoporelnobleportedelsamuráiquenoreparóenquesetratabadeljovenqueandababuscando el daimio. Cuando cayó en la cuenta de que efectivamente debíacapturarlo, se acercó sigilosamente a él y, agarrándolo por la cintura, loaprisionóconfuerzaentresusbrazos.Despuésdeunossegundos,MakiHiogosedesmayóycayóalsuelo,aúnaferradoaljovensamurái.

Alarmados,losqueallíestabangritaronpidiendoayuda.CuandollegaronlosguardiasMakiHiogovolvióensí.Seincorporóygritó:

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—¡Aquí!¡Aquí!¡Loheatrapado!Perocuandomiróloqueteníaentresusbrazosdescubrióquenoeramás

que una gran peonía. Para entonces, Naizen-no-jo había llegado al lugardondeseencontrabantodosreunidos.

Alserinformadodeloocurrido,anteelasombroyeldesconciertodelospresentes,élmantuvolacalma.

—Es como dije—aseguró—. Ningún zorro ni ningún espíritu de tejónpodríaburlaranuestrosguardiasyentrareneljardíndemicastillo.Azuchi-no-shiroesunafortalezainexpugnable.

Yuki se acercó a suhijay, hablandoenvoz altaparaque lasdamasdehonorpudieranoírlo,dijo:

—Esunespírituquehabitaenunaflordepeoníayqueadoptalaformadeunpríncipe.Debestomarlocomouncumplido.

Ayaescuchódebuengradolaspalabrasdesupadreyquisosabercómoactuarparacorresponderalapeonía.

—Demuestratubondadyrespetocuidándola—respondiósupadre.LaprincesaAya llevó la flor de regreso a sus aposentos, la puso enun

jarrónconaguaylacolocócercadesualmohada.Sesentíacomosituvieraasualmagemela juntoaella.Desdeesemomento, la jovenexperimentóunanotablemejoría.Ellamismaseencargabadecuidarlapeoníay,porextrañoquepudieraparecer,en lugardemarchitarse, la florsevolvíacadavezmásfuerteyhermosa.

Llegóunmomentoenquelaprincesaserecuperócompletamente.Alfinretornóelcolorasusmejillasyelbrilloasusojos.Ayavolvíaaestarradianteyhermosa,tantocomosupeonía,queseguíafloreciendo.

Al ver que la princesa Aya había recuperado su estado de salud y semostrabanuevamentefeliz,supadrereanudólasdiligenciasparacelebrar laceremonia de matrimonio. En los escasos dos días que duraba el viaje,Akihiro, el segundo hijo de Ako, abandonó la provincia de Harima y sepresentóanteAya.

En esta ocasión la joven quiso poner a prueba la sensibilidad de suprometidoantelascosashermosas.PaseóconélporlosjardinesdeAzuchi-no-shiro y escuchó de buen grado los elogios que Akihiro dedicaba a lasbellas peonías. Después del paseo, Aya decidió someterle a una últimaprueba,quenoeraotraquetocaranteélsubiwa.CuandoAkihiroescuchólasdelicadasnotasquelajovendibujabaenelairealacariciarlascuerdasdelabiwa,apenaspudocontenerunsuspiro.

—Jamás imaginé quemi padre hubiera elegido paramí una esposa que

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supieraalimentarmigustoporlabelleza—susurróemocionado.Sin dejar de tocar, Aya sonrió complacida. El espíritu de la peonía le

había infundido el valor para poner a prueba a su futuro esposo, y habíadecididoquesísecasaríaconél,peronoporcumplirconsuobligación,sinoporquelecomplacía.

En consecuencia, algunos días después, se celebró la boda. Tan prontocomoterminólaceremonia,lapeoníafueencontradaensujarrón,marchitayseca.Desdeentonces,en laprovinciadeOmi, lagentehablade laprincesaPeonía.

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Laniñaylosvientosdelinvierno

Bulgaria

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LamalvadaBrujadel Inviernoansiabaser laúnica reinasobre laTierrayque todos loshombres,mujeres, animalesyplantas fueran sus súbditos.Suambición era tal que no estaba dispuesta a que nada ni nadie le impidierasatisfacersudeseo.Asíquedecidiódetenerlallegadadelaprimaveray,paraasegurarsedeello,ocultóelsoltrasgigantescasnubesoscurascomolanocheycubriólatierracontantanievequeapenasseveíanlascopasdelosárbolesmásaltos.

Unamañana los aldeanos deSlenBro, un pequeño pueblo demontaña,descubrieronasombradosquesuscasasestabanenterradasbajolanieve.

—Nopodemosabrirlasventanas—decíanunos—.Haytantanievefueraqueestánbloqueadas.

—No hay forma de abrir la puerta—decían otros—. ¿Cómo saldremosentonces?

Esperaronundía,dosdías,tresdías…Todaslasfamiliasconfiabanpodersalircuandoelsolderritieselanieve,

pero los días seguían siendo grises y gélidos. Así que, pasado un tiempo,cavaron túneles hasta las casas vecinas y se reunieron en pequeños gruposparadecidirquéhacer.

—Nadiepuedevenceralinvierno—dijounlabrador—.Nopuedolabrarlatierraparasembrar.

—NisiquieralaprimaveraseatreveaveniraSlenBro—selamentóunacosturera—,yyanonosquedalana.

—LaBruja del Invierno es demasiado poderosa—dijo una segadora—.Necesitamosquenuestroscultivoscrezcan.

—AlguiendeberíapedirayudaalmagoFrost—propusounaapicultora—.Siseguimosasínosquedaremossinabejas.

Finalmente, decidieron que lo mejor era enviar a alguien a la cima deMusala,lamontañamásaltadeBulgaria.Allí,ensupalaciodehielo,vivíaelmagoFrost.

—Élnosayudará—murmuraronvariosaldeanos.Pero nadie estaba dispuesto a emprender el viaje, pues era demasiado

peligroso.—Yoiría—intervinounhombrellamadoAleksandar—.Peromispiernas

apenasme sostienen, no llegaría ni a la falda de lamontaña. Si fueramásjoven…

Todos agradecieron su ofrecimiento y se mostraron de acuerdo con él.

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Aunqueteníaelvalor,carecíadelafortalezafísicanecesaria.La reunión se prolongaba, pero nadie rompía el silencio ofreciéndose

comovoluntarioparalaaventura.Depronto,seoyóunavozinfantil.—Notepreocupes,abuelo,yopuedohacerlo—dijosunieta.Boyka era huérfana y desde que sus padres murieron, su abuelo

Aleksandarlahabíacuidadoyqueridocomosifuerasuhija.Elhombremiróasunietaconlágrimasenlosojos.—¡No, tú no! —exclamaron los vecinos—. ¡Eres demasiado joven y

delicadaparaunviajetanduro!—¡Nisiquieratienesropadeabrigo!—dijolacosturera.—¡Nigorronibufanda!—observóelmaestro—.¡Niguantes!PeroBoykanosedejóamedrentar.—Mispiessonfuertesysoytanrápidacomounacabramontés—dijo—.

Notengomiedo.—¡Pero tecongelarásallí, sin refugioparaprotegertede lasheladas!—

insistióeldeshollinador.—Eso no ocurrirá —aseguró Boyka—. Tengo un corazón pequeño y

cálido,llenodeamorparatodos.Élmesalvarádelaescarcha.Aleksandardiounpasoalfrenteparaabrazarasunieta.—Ve,hijamía—ledijo—.Conozcotubuencorazónyconfíoenél.LosniñosdelaaldeadeSlenBroledieronsuropamáscálida:—Toma,llévatemiabrigo—dijoDarina,sucompañeradedanza.—Mis guantes te calentarán las manos —le ofreció Evgeni, su mejor

amigo—.Póntelos.—Tomamigorro—dijosuvecinoChavdar.—Estaesmibufanda,llévatela—dijoDonka,lahijadelgranjero.—Pontemiscalcetinesdelana—dijoEmilmientrasselosquitaba—.Mis

piessontanpequeñoscomolostuyos,cálzateconmisbotas.CuandoBoykaestuvopreparadaparaemprenderelcaminosedespidióde

suabuelo,desusamigosydelosvecinos.—Graciasatodos,volverépronto.Emprendió el viaje en dirección al Musala. Su ritmo era rápido, pero

comonosesentíacansadanoparóareponerfuerzas,puesqueríaaprovecharlaluzdeldía.Inclusocomióybebiómientrasseguíaavanzando.Así,cuandolatardeestabaapuntodedejarpasoalanoche,pudoverlabrillantecimadehielo.

Boyka recurrióa las fuerzasque lequedaban,animadapor locercaqueestabadelacumbre.Suspasossevolvieronmásfuertes,y,sindarsecuenta,

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despertóalosvientos.—¿Quién se atreve a invadir nuestra montaña? —rugieron al ver la

pequeñafiguradeBoykaavanzandoenlanieve.—¡Enseñémoslequiénessomos!—ulularon.—Giraremostanrápidoasualrededorquenosabráadóndesedirige—

bramaron.Losvientos rodearona la jovenBoykayempezaronagirar ferozmente.

Peroellaseacurrucóensucálidoabrigoycontinuósucaminovalientemente.Cuandolosvientossecansaron,cayeronalsuelorendidosysinaliento.—¡Qué chica tan fuerte! —aulló uno de ellos—. Miradla. Nosotros

estamosagotadosyellanisiquieraestácansada.—Ningúnserhumanohasobrevividoanuestrafuria—rugióotro—.¡Ella

essolounajovenindefensaydelicada!Alverquenopodíanimpedirquecontinuara,losvientospidieronayudaa

sushermanas,lasventiscas.Alescucharsuslamentosseenfurecieron.—¡Pagaráporello!—chillaronyselanzarontrasella.Fueunaluchalargaydesigual,peroBoykatambiénsuperóalasventiscas

graciasasuvalentíayfortaleza.Ensucorazónnohabíaningunarendijaporlaqueentraraelmiedooelcansancio.

Las ventiscas cayeron al suelo extenuadas. Estaban tan cansadas queapenaspodíanrespirar.

—¡Qué vergüenza! —siseó un viento—. ¡No hemos sido capaces dedetenerla!

—¡Pidamosayudaanuestramadre!—gritóunaventisca.—¡Madre,madre!—aullaron—.¡Venaayudarnos!LaBrujadelInviernoacudiódeinmediatoalallamada.—Lohevistotodo—dijo—.Escuchadme.Los vientos y las ventiscas fijaron los ojos en su madre, atentos a sus

palabras.—Cuando no podáis derrotar a alguien por la fuerza, derrotadlo con

engaños—bramó.—¿Qué quieres decir? ¿Que le contemos cuentos? —preguntó

irónicamenteunviento.—No seas tonto—respondiómolesta la Bruja del Invierno—. Seremos

educadosyamables,paraquenosospechedenuestrasintenciones.Encuantopronuncióestaspalabras,losvientoscesaronylasventiscasse

fueron.LaBrujadelInviernoaparecióanteBoykacomounahermosadama,con

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unbrillantevestidodeescarcha,largoscabellosblancoshastalacinturayunacoronadediamantes.

—¿Estoysoñandooesunmilagro?—balbuciólaniña.LaastutabrujahabíaadquiridolaaparienciadelamadredeBoyka.Imitó

sudulcevozmientras le susurraba la cancióndecunaque lehabía cantadocadanochedurantealgunosaños.

La valiente joven pensó que esa hermosa dama tenía el rostro de suqueridamadre,inclusopodíaescucharsudulcevoz,comolasnochesenquesehabíadormidoensusbrazos.

—¡Oh,siguecantando,mamá!—suplicó.Boykasesentósobrelanieve.Pensóqueestabamuycercadelpalaciodel

mago, a solo una hora, así que llegaría a tiempo antes de que anochecieracompletamente. Poco a poco cerró los ojos y la Bruja del Invierno sonriósatisfecha.

—Duerme, niña —dijo y una gélida sonrisa se dibujó en su rostro—.¡Duermeparasiempre!

La bruja se fue volando para contar a sus hijos cómo había logradoengañarla. Boyka se quedó dormida en una colina nevada del Musala,sonriendo.Peroelcolordesupielempezóacambiar.Susmejillasrosadassevolvieron rojas, luego azules, luego amarillas cerosas… Se estabacongelando.

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Hastaque,depronto,algosemovióbajo lanieve.Seescuchóunsuavechillidoyunapequeñacabezaseabrióhuecoentreloscoposdelasuperficie.Eraunratoncitoblanco.Susbrillantesojosnegrossefijaronenlajoven,queseguíasentadasobrelanieve.

El animal supo enseguida que algo terrible le estaba sucediendo ycomenzóachillarpidiendoayuda.Enpocosminutosseabrieronenlanievepequeños agujeros por los que asomaban las cabezas de los ratones queacudieronalallamada.

Corrieronhacialacriaturaycomenzaronafrotarsecontrasuspiesysusmanos. Había muchos ratones, pero eran tan pequeños que sus esfuerzosresultaronineficacesytuvieronquepedirayudaalosconejos.

Esta vez se abrieron agujeros más grandes en la nieve y se asomaronvarios conejos blancos, que corrieron al rescate en cuanto vieron lo quesucedía.

Variasardillassaltarondesdelasramasdelosabetosnevados.Entretodoslograron dar calor a Boyka: las pieles cálidas y peludas de los roedores,grises, marrones y blancas, devolvieron el color a la niña. Sus mejillas setornaronrosadasotravezyalcabodeunosminutosabriólosojos.

Se sorprendió al verse sobre la nieve cubierta de ratones, conejos yardillas,ylesagradecióquelehubieransalvadolavida.

—VengocaminandodesdeSlenBro—lesdijo—.Medirijoalacumbredel Musala, al palacio de hielo del mago Frost. La Bruja del Invierno nopermitequelleguelaprimavera.

Los animales también sufrían a causa del interminable invierno yquisieron acompañarla. Cuando llegaron, llamaron a la puerta, pero nadierespondió.Losanimalessemiraronsinentenderquépodríahaberlepasadoalmago Frost. Al intentar abrir la puerta se dieron cuenta de que no estabacerrada.ConayudadeBoykapudieronempujarlayentrar.

Caminaron por un pasillo de hielo tan reluciente como un espejo yllegaronaungransalóndecristal.Enelcentro,enunhermosotronodehielotallado,dormíaelmagoFrost,vestidoconricasropasbordadasenplata.

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Dosardillassaltaronasuregazoylehicieroncosquillasenlacaraconsuscolaspeludas.

Unpoderosoestornudoasustóatodoslosanimales.ElmagoFrostabriósusojosazulesysonrió:

—¿Quéocurre?—preguntó.Boykaleexplicóloquelahabíallevadohastaallí.ElmagoFrostapenas

podíacreerloquelecontaba.Finalmente,elmagocomprendióquehabíaestadodurmiendoeneltrono

mientras la malvada Bruja del Invierno intentaba evitar que llegara laprimavera.

—¿Ha estado actuando durante todo el invierno? —quiso saber Frostasombrado.

Boykaasintió,sinatreverseaarticularpalabra.—Estábien—añadióelmago—.Supongoqueelladecidióburlarsedemí

ypermanecerenlaTierraparasiempre…¡Peronolopermitiré!Frost agradeció a Boyka y a sus acompañantes que lo hubieran

despertado.—Deborestaurarelordennaturalydaracadauno loquesemerece—

dijosobriamenteelmagoFrost.Ensurostrosedibujóungestodedureza,soplósusilbatodeplatay,en

uninstante,susayudantesaparecieronenelgransalóndecristal.—Buscad a la Bruja del Invierno y traedla al palacio —ordenó—.

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Encerradlaenelsótanohastaelpróximoaño.Antesdequelossirvientessalierandelgransalón,elmagolosmiróunoa

unoparainfundirlesvalorylesdiounanuevaorden.—Despejadelcielodenubes,paraqueelsolpuedaderretirlanieve.Ni siquiera necesitaron un día para cumplir las órdenes de Frost. En

apenasunashoras,cuandolasgrandespuertasdelpalaciosevolvieronaabrir,brillabanlosrayosdelsolylanievecomenzabaaderretirse.

ElcaminoderegresoaSlenBrofuemuchomásfácil.Boykarecordaríasiempre la generosa amistad de los animales, que le prometieron ayudarlasiemprequelonecesitara.

CuandoBoykaentróenelpueblo,yaapenasquedabanieveenelcamponi en los caminos, y los árbolesmostraban sus ramas desnudas bajo el sol.TodosrecibieronconalegríayhonoresalavalienteBoyka.

—Sabía que podías conseguirlo —le dijo su abuelo Aleksandarfundiéndoseenuncálidoabrazo—.Siempreconfiéenti.

Losamigoshabíanrecogidolasprimerasgotasdeldeshieloparadárselasasuregreso.SuamigaDarinaselasofrecióenunvasodeoro.

—Comprendiste lo que ninguno de nosotros supo ver—le dijo—: quesoloelmiedopuedehelarelcorazón.

Laprimavera,felizalescucharlascancionesyverlosbailesquehabíanpreparadoparaella,bendijoSlenBroconunalluviaderosas.

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LahijadelreydeNápoles

Portugal

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Desdequeerapequeño,Danilo,príncipedeunlejanoreino,soñabaconlaprincesa de Nápoles. Su madre, la reina Elizama, le contaba maravillosashistorias sobre ella, una valiente princesa capaz de enfrentarse a cualquierenemigoyvencerloconsuinteligencia.

Pasaronlosañosyelpríncipe,únicoherederodelreino,seconvirtióenunhombre.Undía, supadre, el reyHelder, lo llamóparadespacharconélunimportanteasuntodeEstado.

—Hijo,ereselúnicoherederoal trono—comenzóadeciradoptandountono solemne—. Como futuro rey, ha llegado el momento de contraermatrimonio.Prontoabdicarélacoronaenti,noesperesmásabuscaresposa.

—Losé,padre—respondióDanilosinemoción.Esafaltadeinterésnolepasódesapercibidaasupadre.—Entonces,silosabes,¿porquénolohashechoaún?—quisosaber.Elprínciperespondió:—Desde hace años sé a quién quiero por esposa. Es la hija del rey de

Nápoles.ElreyHelder,ajenoaloscuentosquesuesposalecontabaasuhijoenlas

noches de su infancia, se quedómuy sorprendido por la determinación deljoven.

—NosabíaqueelreydeNápolestuvieraunahija—comentóextrañado.—Yotampocolosé—reconocióDanilo.Convencido de que su hijo quería burlarse de él y eludir su obligación

comofuturorey,Heldercarraspeóydijosecamente:—AntesdecasarteconelladeberásaveriguarsielreydeNápolestieneo

nounahija.—Esunbuenconsejo—aceptóelpríncipeagradecido.Nadamásabandonar lasaladel tronodondehabíadespachadoelasunto

consupadre,elpríncipeDanilopreguntóatodoslosqueconocíasielreydeNápoles tenía una hija. Para su sorpresa, y no sin cierta decepción, noencontróanadiequepudieraresponderasupregunta.

—Entonces tendrás que ir a Nápoles para averiguarlo—sugirió el rey,dispuestoaseguirleeljuegoasuhijohastalasúltimasconsecuencias.

—Comodigas,padre—aceptóDanilosincontemplaciones.—Esunlargoviaje—comentósupadreintentandosembrarensuhijoel

desánimoanteesaaventura—,perosiestásdecididoanocasarteconnadie,exceptoconlaprincesadeNápoles,parecequenotequedamásremedioque

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irallí.Unosdíasdespués,elpríncipeDanilozarpóenunbarcorumboalacosta

deNápoles.

Fueunviajedifícilytormentoso,peroalcabodevariassemanasllegaronalmarTirrenoyprontoavistaronCosenza.

Enelmomentoenquedesembarcaronenelpuerto,ungrupodemendigossearremolinóasualrededorpidiéndoleslimosna.ElpríncipeDanilorepartióunasmonedasentreelloscongenerosidadyrespeto.

—¿SabéissielreydeNápolestieneunahija?—preguntóasualrededor.La gente se miró entre sí, encogiéndose de hombros, pues nadie podía

decirsisureyteníaunahijaono.Eracostumbreenaquelreinoquenadasesupiera de la nobleza, así esperaba el rey proteger a su hija Lianor depríncipesquelapretendieransoloporsuriqueza.JustocuandoDaniloy losmarinerosqueloacompañabandieronmediavuelta,seacercóunaanciana.

—Unavezpasécercadelpalaciorealyvielrostrodeunahermosajovenasomadaaunaventana.

Danilosacóunamonedadeplatayselaofrecióalamujer.—Quizáeraunaprincesa,lahijadelreydeNápoles—anunció—.Perono

estoytanseguracomoparajurarlo.—Entonces ve y averígualo—le pidió el príncipe—. Te recompensaré

generosamente.

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La anciana se apresuró a ir al palacio real y vio elmismo rostro en laventana,tanhermosoynoblecomolaprimeravez.

—Belladama—exclamódesdeel jardín,confiandoenqueestalaoyera—,deseohablarconvos.

Ese día, la princesaLianor se sentía tan aburrida que decidió distraersecon la conversación de la anciana, así que abrió la cristalera que daba albalcónysalió.

—¿Quédeseas,buenamujer?—saludó.—¿EreslahijadelmagnánimoreydeNápoles?—preguntólaanciana—.

¿Laprincesadenuestropoderosoreino?—Yosoy—respondiólajoven.—¿Deseáis que algún día os traiga las preciosas telas que vendo? —

preguntólaancianadesdeeljardín—.Sondetierraslejanas.A la princesa le gustaba conocer nuevos objetos exóticos, traídos de

reinos lejanos. Movida por la curiosidad, asignó una hora para que al díasiguientelavendedorapudieramostrarlesumercancía.

La anciana se despidió cortésmente y se apresuró a regresar junto alpríncipequeesperabaimpaciente.

—Ahora sí —confirmó la anciana—, puedo aseguraros que el rey deNápolestieneunahija.

Agradecido por la información, y dichoso por la noticia, el príncipeDaniloobsequiógenerosamentealaancianaconunabolsadeoro.

—Hice algo más por vos —añadió la mujer sopesando la bolsa—.Concertéunacitaparaverdenuevoalaprincesa.

Danilo sintió que su corazón latía con más fuerza. Escuchó atento laspalabrasdelaanciana.

—Me espera mañana, a las cuatro de la tarde —siguió ella—. Iré amostrarlepreciosastelasdetierraslejanas.

—¡Bienhecho,buenamujer!—agradecióexultanteelpríncipe.Denuevo,abriósubolsaypusounasmonedasenlamanodelaanciana.—Déjameirentulugar—pidió.Laancianaaceptógustosamente,puesesahabíasidosuintencióndesdeel

principio.Aldía siguiente, el príncipe cambió sus ropasporotrasparaparecerun

vendedor ambulante. Se puso un sayo de armiño y, a la hora indicada, sehallaba en el jardín del palacio, bajo el balcón que la anciana le habíadescrito.

—Alteza,unvendedorambulantecontelasexóticaspideveros—anunció

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unmayordomoalaprincesa—.Aseguraquetieneunacitaconlaprincesa.—Asíes—respondióesta—.Quepase.Despuésdeestaspalabras,elmayordomosalióalencuentrodeDanilo,sin

saberquiéneraenrealidad,ylocondujoantelapresenciadelahijadelreydeNápoles.

LaprincesaLianordisimulósusorpresaalverqueeraunjoven,ynolaanciana,quiensepresentabaanteella.Reparóenlanoblezadesusemblanteyenlafinuradesusrasgos,aunqueenseguidallevólaatenciónalasricastelasdemagníficoscolores,delicadosencajesyexquisitosbordados.

—Quésedasmásfinas—observólaprincesasosteniendoentresusmanosunatelatanbrillantecomoelreflejodelaluna.

Lianor escogió varias telas de seda y terciopelo mientras preguntabacuántasmonedaspedíaelmercaderporellas.

Sin embargo, no estaba en las intenciones deDanilo cobrar por aquellamercancía,sinoconcertarunanuevacitaconlaprincesadeNápoles.

—SisuAltezaRealestásatisfechaconestas—dijo—,tengomuchasmásquepuedotraermañana.

—De acuerdo —aceptó la princesa—. Ven a la misma hora ymuéstramelas.

Aldíasiguiente,elpríncipesevistiódenuevocomovendedorambulante,peroenestaocasiónbajoelsayollevabasuricaropaprincipescabordadaenoro. Cuando fue anunciado en el palacio real, dejó a un lado el disfraz demercaderyesperóaquelaprincesallegasealaestanciadondeélaguardaba.

EncuantoLianorlovioentendióquesetratabadeunverdaderopríncipe.Sutrajedeterciopelocarmesíylasjoyasquelucíaasíloindicaban.Sequedótansorprendidaquelaspreguntasseatropellabanbuscandounarespuesta.

—¿Quién eres?—quiso saber—. ¡Desde luego, no pareces elmercaderquevinoayer!

ElpríncipebuscólosojosdelaprincesayLianorloreconoció.Nolehizofaltaverelsayodearmiñoqueelpríncipehabíaenrolladodentrodeunsaco.

Danilo le habló con sinceridad sobre lo que le había llevado hasta allí.Lianorescuchóatentamente.

—Asíqueaquíestoy—concluyóDanilo—,antelamujerquedesdequeera niño entró en mi corazón gracias a los cuentos de mi infancia. Desdeentoncessueñoconencontraros.

La princesa, conmovida, manifestó su admiración por la paciencia ydiligenciaquehabíamostradohastaconfirmarque,efectivamente,el reydeNápolesteníaunahijayestanoeraotrasinoellamisma.

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—Mehemantenidolejosdelosasuntospalaciegosparaevitarapríncipespresuntuososyengreídos—añadióLianor—,sinsaberqueconelloretrasabael momento de conocer al hombre más humilde y noble que ha pisadoNápoles.

Danilo debía regresar a su reino, pues llevaba ya demasiado tiempoausente.PeroantesdedespedirseexpresóeldeseoquelohabíallevadohastaallíypidióaLianorquesecasaraconél.

—Sí—respondióelladeinmediato.Sinembargo, laprincesanoqueríapasarporel tortuosoprotocolode la

realeza,pues solo retrasaría sunuevavida juntos.Porelloplanearonque lanoche siguiente Lianor dejaría el palacio a escondidas y se reuniría conDaniloensubarco.

AquellaidealeparecíamuyrománticaalahijadelreydeNápoles,puestodasuvidahabíaestadosometidaa laestrechavigilanciadesusdamasdecompañía. Ni siquiera había soñado que le sucedería algo así. Le parecíamaravillosoemprendersemejanteaventuraconelhombrequehabíaelegidoporesposo.

Cuandollególanocheacordada,elpríncipeesperósobresucaballoalpiede la escalera por donde la princesa descendería. Sin embargo, Lianor nolograbazafarsede sus sirvientas,por loque se retrasaba.Al cabodevariashoras de espera, el cansancio y el sueño vencieron aDanilo, que se quedódormidosobreelcaballo.

Enlaoscuridaddelanoche,negracomobocadelobo,unladrónplaneabarobar en las caballerizas de palacio. Al encontrar el caballo de Danilo sinvigilancia,puesconlalunanuevanadaseveía,pensóqueelpríncipeeraunfardo sobre el animal.Lobajó al suelo concuidadodenohacer ruidoy sesubiósobrelasilla.

Sinembargo,alsujetarlasriendasvioalgoquelodejóinmóvilenelsitio:lajovenmáshermosaquejamásimaginó.IgnorabaelladrónqueeraLianor,laprincesadelcastillo,hijadelreydeNápoles,quienseacercabaaél.

—Estoy lista, amado —susurró ella al jinete en cuanto se acercó alcaballo.

Elladrónnodudósiquierauninstante.Laayudóamontary,ahorcajadasdetrásdeél,sealejarondelcastillo.

Cabalgaronsinhablardurantepartedelanoche,hastaqueLianorrompióelsilencioparapreguntaralpríncipedóndesehallabasuembarcación.

—¿Dóndeestátubarco?—preguntó.El ladrón había observado que la joven a quien había secuestrado era

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educadayamable,porloquenodudóendarleelmejortrato.Dedujotambiénque si la bella damabuscaba un barco debería hacerse con uno, y qué otraformasinorobándolo.

DejóalahijadelreydeNápolesenlaorillamientrasibaarobaralgunaembarcación,porpequeñaquefuera.Cuandoregresó,laluzdelalumbre,quecalentaba a la princesa, arrojó extrañas luces y sombras sobre su rostro,impidiendoqueLianor lovierabien.Tansolopensóque laoscuridadde lalunanuevalomostrabadistintoacomolorecordaba.

«Solo lo he visto dos veces», se dijo a símisma enun esfuerzo por noperderlacalma.«Lanocheylosnerviosdelaaventurameimpidenverahoraloquetanclaramenteviayer».

—Aquíestámibarco—dijoelladrónalmomento.Laprincesadesterrósuspensamientosyembarcaronjuntos.Sinembargo,

poco antes del amanecer, con los primeros destellos de luz, la princesacomprobó que el hombre con quien navegaba no se parecía en nada alpríncipeDanilo.

—¿Ha descubierto yami señora con quién se encuentra?—preguntó elladrónalpercatarsequehabíasidodesenmascarado.

—Pensé que viajaba con el hombre que he elegido por esposo —respondióellaretadoraaldescubrirelengaño.

Lianorsabíaquenadaalimentaríamáslaseddevenganzadelraptorqueverlaindefensaytemerosa,asíquesetragólaslágrimas.

Lejosdeallí,enlosjardinesdepalacio,elpríncipedespertaba.Sealarmóalverseenelsueloynosobresucaballo.Miróasualrededor,rodeóelpalacio,buscóentrelossetosylosárboles…

—¿Quéhaocurrido?—preguntómientrasibadeunladoaotro.Supusoquealquedarsedormidosehabíacaídodelcaballoyqueestese

había alejado. No le satisfacía completamente esa explicación, pues leresultabaextrañoquelacaídanolehubieradespertado,peroestabapendientedeunasuntomuchomásimportante.

—En cuanto me reúna con la princesa veremos cómo llegar a nuestrobarco—susurró.

Pasaron las horas y no vio a nadie. Esperó hasta que, con los primerosrayosdelalba,agotadasupacienciay temiendoserdescubierto, semarchó.Desolado, Danilo regresó a su barco. Estaba convencido de que Lianor,arrepentida,habíarotosupromesadehuirconél.

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—Al menos ahora sé que el rey de Nápoles tiene una hija —dijo elpríncipe mientras zarpaba—, y sé que es aún más maravillosa de lo queimaginabaenmisrecuerdosdeinfancia.

Rumbo al oeste, el príncipe reflexionó sobre lo ocurrido y encontróacertadaladecisióndesuprometidadenoquererunavidafugitiva.

Regresóasureino,decididoaconfesarlaverdadasupadre.—Le diré que comience los acuerdos de matrimonio con el rey de

Nápolesparaconcertarnuestraboda.Durante la larga travesía, Danilo reconoció las ventajas delmatrimonio

elegidoporsuprometida.Nuncaimaginóquelaprincesahabíacumplidosupromesadehuirconélfurtivamenteyquesehallabaenpeligro.

Mientrastanto,cuandosucaptornolaveía,lahijadelreydeNápolesllorabaderabiaeimpotencia,puesnadapodíahacerpararecuperarsulibertad.

—Pensé que eras una joven obediente y sumisa—protestó el ladrón—.Pero veo que eres rebelde.Te alimento y duermes en el único camastro deestebarco.Noquieroocuparmedeunadoncelladesagradecida.

Lianorseenfrentóunavezmásalladrón,haciéndoleverquesurebeldíanoibaaserpasajera.Elladrón,hartodesoportarsusdesplantes,decidióquelaabandonaríaenelprimerpuertoenelqueatracasen.

PocosdíasdespuésllegaronalacostadelreinodeJunqueirayladejóallí.Laprincesavagóporellugarsinverunasolaalma,nadamásquelasaguasdelAtlántico,elcieloylasrocasdelosacantilados.

Pocoantesdequeanocheciera,divisóa lo lejosunacabañaysedirigióhacia allí.Al acercarse, observando sin ser vista, supo que en ella vivía unhumildepescadorconsuesposaehija.Eratardeya,susricasropasahoranoeranmás que jirones y su blanca piel estaba tan sucia que resultaba difícilreconocersierahombreomujer.Lianorpensóquenoseríaprudenteaparecerasí ante unos desconocidos.Buscó un lugar protegido cerca de la cabaña eintentódormir.

Unashorasdespués,enel silenciode lanoche, la familiadepescadoresoyóungrito.

—Alguien tiene problemas afuera, madre —dijo Bonajunta, que sedespertósobresaltada.

—Tal vez se trate de piratas—respondió Assunção—.Gritan para quesalgamosdelacabañaynosquedemosaldescubierto,desprotegidos.

—No,madre—insistiólahija—.Estoyseguradequeeraelgritodeuna

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mujer.La pescadora recordó a Bonajunta que los barcos piratas a menudo

atracabanensucosta.—Seránpiratasquequierenrobarnos—repitióAssunção.—Oseráunajovenquehuyedeellosypideayuda—dijolahija.Finalmentedecidieronabrirlapuertaysedeslizaronenlaoscuridad.Los

gritos habían cesado, pero aguzando el oído escucharon sollozos y lossiguieron.

UnlobohabíaintentadoatacaraLianor.Ella,sinmásarmaquesusgritos,se había enfrentado al animal para ahuyentarlo.Había conseguido que estedesistieradesuintención,yahoralaprincesasollozabaparaaliviarelmiedoquehabíasuperado.

Cuando Bonajunta y Assunção la encontraron, acurrucada entre unasrocas,laayudaroncariñosamenteaponerseenpieylallevaronalacabaña.

LahijadelpescadorofrecióaLianorropaparaquesedeshicieradesusandrajos, leprestósu lechoy ladejarondescansar.Apartirdeentonces,encuantolaprincesasedespertóaldíasiguiente,sinquenadiesospecharadesulinaje,viviócon la familiadepescadorescomosi fueraunahijamás.Entretodosllevabanacabolaslaboresdepescaydelcampo,ylaprincesaestabademasiado ocupada para lamentarse de su infortunio. Solo algunas noches,cuandolosdemásdormían,llorabaalpensarensuamorperdido,ensupadre,el reydeNápoles,ensupalacio real…Cuandoal fin recuperabael sosiegoagradecíahaberencontradounnuevohogardespuésdeperderelsuyo.

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No lejosdeallí, en laspeligrosasaguasdelAtlántico, elbarcodelpríncipezozobrabaenmediodeunagrantormenta,luchandoenvanocontralafuriosatempestad.El barconaufragóyDanilo logró llegar a la costa de Junqueira,flotandosobreuntroncoqueencontróaladeriva.

Al amainar la tormenta, Bonajunta y Lianor fueron hasta la playa,pensandoquelamareapodríallevarhastaallírestosdenaufragios.Cuálfuela sorpresa del príncipe al verlas. Pero había corrido demasiados peligros yestabaexhausto,porloquenoreconocióasuprometida.Lamirófijamenteydijoconvozdébilytemblorosa:

—Merecuerdasaalguien—susurró—.Dimetunombre,teloruego.Lianormirósuvestimenta,llevabalahumilderopaquetangenerosamente

lehabía regaladoBonajunta.Al imaginarsuaspectosesonrojó,puesellasíhabíareconocidoalpríncipeenseguida.

—Soy la hija del rey de Nápoles—dijo, recordando la historia que suamadolehabíacontadosobreloscuentosdesuinfancia.

Bonajunta la miró con asombro. No podía creer que esa joven queconsideraba una hermana fuera hija de un rey. Pero recordó los jirones desedadesuharapientovestido,lascultaspalabrasqueempleaba,ladelicadezadesusmanerasysediocuentadequesolounaprincesapodíaactuarasí.

—Y aun así, eres fuerte, tienes coraje, no temes a nada y cada día

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agradeceslahumildadenlaquevives—dijoBonajuntaaLianor.Danilonoconocíaanadiemásqueseajustaratanbienaesadescripción.

NohabíadudadequeeralahijadelreydeNápoles.—Sí—dijorecuperandolaesperanza—,túeresmiprincesa.

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KatieWoodencloak

Noruega

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Enel reinonoruegodeFylki, el reyDavenbuscabaunanuevaesposa.Sehabíaquedadoviudoydeseabaquesuhijatuvieraunamadrequecuidaradeella.Enelfondodesucorazónquizátambiénalbergaseeldeseodealiviarsusoledad.

Katie,queasísellamabalaprincesa,eradeinusualbellezaybondad.EntodaNorueganohabíaunaprincesamásinteligenteyhermosa.

Llegaron vientos de guerra desde el país vecino y el rey Daven debíapartirconsuejércitohacia lafrontera.Preocupadoporeldesamparoenquequedaríasuhija,pensóqueseríaaconsejablecasarseantesdepartir.EnpocosdíassecelebrólabodarealconlacondesaGunilda,queteníaunahija,Erika,delamismaedadquelaprincesaKatie.

El reyDaven partió al frente sin conocer lamaldad que anidaba en loscorazones de su nueva esposa y de su hijastra. Gunilda y Erika eranenvidiosas, ruines y despiadadas. En cuanto estuvieron solas, ni siquiera semolestaronenocultarsusintenciones.

Comenzaronporracionarelalimentoalaprincesa,tandrásticamentequeKatie apenas se alimentaba de nada más que de mendrugos. Además, laobligaron a dormir en el establo para que atendiera a los animales, con laesperanzadequeallícayeraenfermayacabaramuriendoolvidadaportodos.Pero quiso la fortuna que entre el ganado hubiera un buey, un magníficoejemplarúnicoentodoelreino.Nopermitíaquenadieseacercaraaél,peroen pocos días Katie le acariciaba el pescuezo y le palmeaba el lomo concariño.

Un día, la princesa cepillaba al buey entre suspiros tan hondos queescucharloshelabaelcorazón.

—Llorasporquelareinateestámatandodehambre—dijoelbuey—.Notepreocupes,tiradelapuntadelmantelquehayenmioídoizquierdo.Cadavezqueloextiendastendrástodalacomidaquequieras.

Laprincesasesentíatandébilquepensóestaroyendosupropiavozynoladelanimal.Sinembargo,alcepillarcercadelaorejaizquierdadelbueyviounatela.Extrañada,estiródeellaylaextendiósobreelsuelo.Cuálnoseríasu sorpresa al ver las viandas que acostumbraba a comer cuando su padreestaba con ella. Katie comió de todos los platos que allí había. Sació suhambreysused,puestambiénhabíajarrasconaguapuraycristalina,yotrasconlechefresca.

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Pasaronlosdíasylassemanasylaprincesaseguíacondenadaalasoledaddelestablo, rodeada únicamente por las bestias que ella misma cuidaba. Katiecepillaba al buey, tiraba de la esquina del mantel de su oreja izquierda ycomíalosabundantesmanjaresqueaparecían.LareinaGunildasediocuentadequesuhijastrayanoestabatanflacaydébil.Alcontrario,elcolorhabíavueltoa susmejillaspesea estar siempreenel establo,y aunqueapenas ledabadecomer,habíarecuperadoelbríoylaalegríadeantaño.

—Vigilaamihijastra—ordenólareinaaunasirvienta.La sirvienta obedeció y pasó largas horas observando a la princesa a

través de una ranura del establo. Como no veía nada extraño la siguió albosqueundíaquelajovenfueabuscarleña.Allífuedondealfinvioloquelareinadeseabasaber.

—Laprincesasacauna telade laorejadelbuey, laextiendeyaparecenhermososplatosrepletosdemanjares.

Aldescubrirelsecretoquemanteníavivaasuhijastra,Gunildaplaneósuvenganza. Pero no pudo llevarla a cabo, pues en esemomento sonaron lostamboresdepielderenoyloscuernosdecabraqueanunciabanelvictoriosoregresodelreyDaven.

Entodoelreinonadiesealegrómásquelaprincesaporelretornodesupadre.LareinaGunildaseencerróensusaposentosfingiendoestarenferma.Cuandoelrey,preocupado,mandóalmédicoaquelavisitara,Gunildapuso

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enmarchasunuevoplan.—Di al rey que solo viviré si como carne de buey—ordenó almédico

sobornándoloconunagransumadedinero.Cuando el reyDaven conoció el remedio para su esposa sintió un gran

pesar,puesasuregresosupodelvínculotanespecialquesuhijateníaconeseanimal.Perolavidadesuesposapendíadeunhiloyrenunciarabrindarleunremedioeramáscruelquedespojarasuhijadeaquellarelación.Apenadoporsudecisión,hablóconKatiepara informarledelsacrificiodelbueyquecontantasatencionescuidaba.

—Pero, padre, no puedes ordenar semejante crueldad —rogó Katie—.Debedehaberotroremedioparasanaralareina.Eselúnicobueyqueexisteentodonuestroreino.

Ciertamenteanadielegustóladecisióndelmonarca,perosieralaúnicaformadequelareinarecuperaralasalud,elbueyseríasacrificado.

Lajovencorrióalestabloyabrazóalanimalentrelágrimas.—¿Porquéestásllorando?—preguntóelbuey.Katielehablódelregresodesupadreydelaenfermedaddesumadrastra.

Pero no hizo falta decirle que debía ser sacrificado para que la reina sesalvara,puesélyalosabía.

—Debemosirnos,simematanprontomorirástútambién—dijoelbuey—.Partiremosestanoche.

—Deboelegirentrequedarmeconmipadreymorirovivirlejosdeél—resumiólaprincesatristemente.

Esa noche, mientras todos dormían, partieron furtivamente. Solo así selibróelbueydeunamuertesegura,puesalaluzdelalbalossoldadosfueronalestabloparasacrificarlo.

—Laprincesatambiénsehaido—informaronalareina.El rey Daven envió mensajeros por todo el reino, pero no pudieron

encontrarlos. El buey y la joven caminaron sin descanso hasta sentirse asalvo.Undíallegaronaungranbosquedondetodalanaturaleza,losárboles,lasramas,lashojas,lasflores…erandecobre.Sedispusieronaentrar,peroanteselbueyhablóconKatie.

—En este bosque mora un trol con tres cabezas —la advirtió—. Noarranquesningunahoja.Silohaces,todoacabaráparaambos.

—Notemas—respondióellaconvalentía—.Iréconcuidado.Efectivamente,laprincesacaminóconprecaución.Seinclinabaapartando

lasramassuavementeaunladoconlasmanos.Perohubounmomentoenquenopudoevitararrancarunahojasinquerer.

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—Nadapodrásalvarnosahora—selamentóelbuey—.Debemosluchar,peronodejesdeprotegerlahoja.

Prontoaparecióuntrolcontrescabezas.—¿Quiénseatreveatocarmihojadecobre?—rugió.—Ahoraestanmíacomotuya—respondióelbuey.Esarespuestaenfurecióaltrol,queselanzócontraelanimaltratandode

embestirlo.Pelearon,sepatearon,sedieroncocesycornadas…,peroel trolatacabaysedefendíamuybien.Alfinaldeldíaelbueyvenció,pueseramásfuertequesuenemigo.Sinembargo,teníatantasheridasyestabatanagotadoqueapenaspodíacaminar.

—Nosquedaremosaquíhastaqueterecuperes—dijoKatie.El animal pidió a la hija del rey que le quitara al trol el cuerno que

colgabadesucinturón.—Dentrohayunungüento—balbuciódolorido—,cógeloyaplícalosobre

misheridas.En cuanto terminó de hacerlo, el animal se recuperó. Así que al día

siguientereanudaronsucamino.Viajarondurantemuchosdíashastaque llegaronaunbosquedonde los

árboles,lasfloresytodoenlanaturalezaeradeplata.Antesdeadentrarseenél,elbueyadvirtióaKatie.

—Ten mucho cuidado —le pidió—. No toques nada ni arranques unabriznadehierba.Silohacestodoacabaráparatiyparamí,porqueaquíviveuntrolconseiscabezas.

—Notemas—respondióKatie—.Notocarénada.Cuando el camino entre los árboles era tan estrecho que apenas podían

avanzar, Katie se inclinó cuanto pudo para que las ramas no la golpearan,peroaunasínopudoevitararrancarunahojaparaquenolearañaralacara.

—Soloquedalucharporlavidaomorir—selamentóelbuey—,porqueestetroldeseiscabezaseseldobledefuertequeelanterior.

Katie miró al animal infundiéndole ánimo para que se enfrentaravalientementeenlalucha.

—Pase lo que pase—siguió el buey—,mantén la hoja a salvo y no lapierdas.

Encuantoterminódepronunciaresaspalabrasaparecióeltemibletrol.—¿Quiénseatreveatocarmihojadeplata?—rugió.—Ahoraestanmíacomotuya—respondióelbuey.—Esoloveremos—aullóeltrolmientrascorríahaciaelanimal.Pero el buey no se amilanó y lo embistió con sus cuernos. Lucharon

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durante tres días, hasta que el trol finalmente fue vencido. Sin embargo, elbueyresultótanheridoyestabatandébilqueKatietemióporsuvida.

Elbueylerogóquecurarasusheridasconelmismoungüentoquelavezanterior. Gracias a eso, al cabo de una semana recuperó fuerzas paracontinuar.

—Puedo caminar y así no cargarásmi peso sobre tu lomo—se ofrecióKatie,peroelbueysenegó.

Viajarondurantemuchotiempo,sinquelahijadelreysupieraeldestino.Alcabode tres lunas llegaronaunbosquedeoro.Era inmensoy tanbrillantecomolosrayosdelsol.Delasramasdelosárbolescaíapolvodorado,ytodala naturaleza era de oro puro. Sucedió lo mismo que había ocurrido en elbosquedeplatayenelbosquedecobre.

—Ten mucho cuidado—le pidió—. No toques nada, ni arranques unabriznadehierba.Silohacestodoacabaráparatiyparamí,porqueaquíviveuntrolconnuevecabezas.

—Notemas—respondióKatie—.Notocarénada.Pero cuando se adentraron en el bosque, las ramas, los arbustos y las

plantas la arañaron y la golpearon de tal manera que la princesa decidiócaminarconlosojoscerradosparaprotegerlos.Prontoperdióelequilibrioynovioaquéseaferraba.Sinsabercómosucedióteníaunamanzanadoradaenlamano.

Enesemomentoaparecióeltroldenuevecabezas.—¿Quiénseatreveatocarmimanzanadeoro?—rugió.—Ahoraestanmíacomotuya—respondióelbuey.—Esoloveremos—aullóeltrolmientrascorríahaciaelanimal.Selanzaronelunocontraelotroylucharonvalientemente.Lapeleaduró

nuevedíasynuevenoches,puesconcadaamanecerelbueylograbaarrancarunacabezaaltrol.Cuandoelmonstruomurióalnovenodía,elbueycayóalsueloexhausto.Apenaspudobalbucearunaspalabras:

—Aplicasobremisheridaselungüentoquecolgabadelcinturóndeltrol.Katieobedecióconlágrimasenlosojos,temiendoqueestavezelremedio

no fuera suficiente. Pronto observó que poco a poco el buey recobraba lafuerza,aunqueenestaocasiónnecesitótressemanasantesdepodercontinuar.

Cuando el buey se recuperó del todo se pusieron en marcha. Cruzaronaltas colinas y pedregosasmontañas.En un lugar en que el buey consideróqueyaestabancercadesudestinopidióalaprincesaqueotearaalolejosyle

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informaradeloqueveía.—Hayunpequeñocastilloalolejos—contestólaprincesa.SedirigieronhaciaélycuandoestuvieroncercaelbueylepidióaKatie

queentraraenlapocilgaquehabíaenlossótanos.Allíencontraríaunmantohechoconlistonesdemadera.

—Póntelo, sube al castillo, di tu nombre, Katie Woodencloak, y pidecobijo.

Laprincesaasintióobediente,parecíaunamisiónsencilla.Sinembargo,elbueycontinuó:

—Antes de irte, corta mi cabeza con tu navaja —explicó—. Despuésdebesdesollarme,enrollarlapielycolocarlabajoesaroca.

Katie se llevó lasmanos al rostro, alarmada. ¡Jamás haría eso! Pero elbueycontinuó:

—Debajode lapieldebescolocar lahojadecobre, lahojadeplatay lamanzanadorada.Enlarocahayunpalo—continuó—,cuandoquierasalgo,golpéalaconél.

AunqueKatie se negó una y otra vez, al final accedió, pues el buey leaseguróquesolosihacíaloquelepedíasualmadescansaríaenpaz.Aquellaeralaúnicaformadeagradecerlequelehubierasalvadolavidacuatroveces.

Cuandolajovencumplióeldeseodelbueysedirigióalcastillo,sepusolacapademaderaqueencontróenlapocilgayentróenelpalacio.

—MellamoKatieWoodencloak—sepresentóantelacocinera—,buscocobijo.

Peseasudurotrabajo,Eddaeraunamujersensible,capazdeponerseenlapieldelosmásnecesitados.Quizáporeso,oporquelajovenlerecordóaella misma cuando en su juventud buscaba un lugar donde vivir, quisoayudarla y aceptó que se quedara a cambio de que trabajara.De esemodoKatiesequedóenelcastillo.Elprimerdomingopidiópermisoparallenardeagualabañeradelpríncipe,perotodosserierondeella.

—¿Quécreesquevasalograrsiteveelpríncipe?—seburlólacocinera—.Ocultas tu fealdad bajo una capa demadera y te cubre lamugre de lapocilga.

PeroKatieinsistióyrogótantoquealfinalaccedieron,pensandoqueasípodríanreírsedeella.Cuandolajovensubiólasescaleras,sucapademaderahizotalestruendoqueelpríncipesalióasuencuentro,malhumorado:

—¿Quiéneres?—preguntóélconrepugnancia.—Unacriadaquetraeaguaparaelbañodesualteza—contestóKatie.—¿Creesquealguiencomotúpuedeentrarenmisaposentos?—seburló

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elpríncipe,ytiróelaguaqueellallevaba.Katie había pasado tantas penurias que soportó ese desprecio sin

inmutarse.Aldomingosiguientepidiópermisoparaacudiralaiglesia.Pero,antesdellegar,fuealarocaygolpeóconelpalo,talcomoelbueylehabíadicho.Almomentoaparecióunduende.

—¿Cuálestuvoluntad?—preguntóél.—Notengoropaparaacudiralaiglesia—contestólaprincesa.El duende le regaló un precioso kirtle, un vestido tan brillante como el

cobre, también le dio un caballo de piel castaña y una silla demontar conlabradoscobrizos.Asíllegóalaiglesia,tanhermosayelegantequetodossepreguntaban quién era. Incluso el príncipe, más atento a observarla que aescucharlahomilía,estuvosiemprependientedeella.

Alacabar laceremonia,elpríncipe seapresuróa salirde la iglesiaparaacercarse a ella al cruzar la puerta. Katie le saludó con la cortesía de unaprincesaymontóensucaballo.

—¿Dedóndesois?—lepreguntóél.—Oh, soy deFlåm—mintió ella, para luego añadirmisteriosamente—:

brillanteahorayoscuraayer.Después la princesa espoleó suavemente al caballo y se alejó al galope,

puesnoqueríaqueelpríncipepudieraseguirlaydescubrirdóndelallevabasucorcel.Conlasprisasnosediocuentadequeselehabíacaídounguante.

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El príncipe lo recogió y pensó que nunca había visto una prenda comoesa.Recorrióel lugarya todospreguntabasiconocíanla tierradedondelamisteriosadamaprocedía.PeronadiehabíaoídohablarsiquieradeBath.

El domingo siguiente,mientras el príncipe estaba bañándose, pidió unatoalla.

—¿Puedollevárselayo?—preguntóKatie.—¿Paraquéquieresir?—seburlaron—.Yavistecómotetratólaúltima

vez.PeroKatieinsistiótantoquefinalmenteselopermitieron.Subiócorriendo lasescaleras,demodoquesucapademaderacausóun

gran estrépito.Salió el príncipe, y cuandovioque era la suciayharapientasirvienta,learrancólatoalladelamanoyselatiróalacara.

—¿Otraveztú?—gritóenfadado—.¿Creesqueusaríaunatoalla tocadaportussuciasmanos?

Unashorasdespués, el príncipe acudió a la iglesia.Katie tambiénpidiópermisoparair.Denuevoseacercóalarocaygolpeóconelpalo.Estavez,cuandoaparecióelduende, leregalóunkirtlebordadoenplata,conencajesque brillaban como la luz de la luna. También le proporcionó un caballoblancoconunasillaplateada.

Cuandolahijadelreyllegóalaiglesia, lagenteaúnnohabíaentradoaescucharalsacerdote.Sepreguntaronquiénpodríaseresajoventanhermosa.Encuantollegó,elpríncipeseacercóaellaparaayudarlaadesmontar.

—Noesnecesario—dijoKatiebajandosoladelcaballo—.Soyunahábilamazona.

Durante la ceremonia el sacerdote no logró captar la atención de losfeligreses,puestodossepreguntabanquiénseríalajovenvestidadeplata.

El príncipe tampoco escuchaba la homilía, pues se había quedadoprendadodelcarácterquevislumbrabaenlamisteriosadoncella.

CuandoelsermónterminóyKatiesaliódelaiglesia,elpríncipeseacercóaellay,antesdequemontaraensucaballo,lepreguntónuevamentededóndeera.

—Oh,soydeTowelland—mintió,yalintentartocarellomodelcaballoconlafusta,estacayóalsuelo.

Solícito,elpríncipeseagachópararecogerla,perolaprincesaledijoquenoeranecesario.

—Brillanteahorayoscuraayer—susurrólaprincesa.Despuéscabalgóhastaasegurarsedequeelpríncipenolaseguía,paraque

nopudieraverdónde la llevaba su corcel.Durante el restode la semanael

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príncipepreguntópor la tierradeTowellanda todoelqueencontraba.Peronadiehabíaoídohablardeeselugar.

El tercer domingo el príncipe pidió un peine. Katie solicitó permiso parallevarloellamisma,ylosdemásvolvieronarecordarleelmaltratoqueaquellehabíadadoanteriormente.Pero insistió tantoqueal final ladejaronsubirhastalosaposentosdesualtezaconelpeine.

Encuantooyóruidoenlasescalerassalióy,alverquiénera,lequitóelpeineyleordenóquesealejara inmediatamente.Despuésfuea la iglesia,yKatiepidiópermisopara ir también.Estavezsucediólomismoquelosdosdomingosanteriores.Katiesedirigióalaroca,golpeóconelpaloypidióalduendeunkirtle.Esteeramuchomásricoyhermosoquelosanteriores.Eradeoropuro:elcorceleradorado,conunpañobordadoenorosobrelasilladelpreciosometal.

Cuandolahijadelreyllegóalaiglesia,elsacerdoteytodoslosfieleslaesperaban. El príncipe ya estaba allí y se ofreció a sujetar las bridas de sucaballo.

—Noesnecesario,gracias—respondióKatie—.Headiestradotanbienamicaballoquemeobedeceentodocuantoledigo.

Cuandocomenzólamisayelsacerdotesubióalpúlpito,nadieescuchósusermón.Losfielesestabandemasiadopendientesdelajoven,pueseraenormesucuriosidadpordescubrirdequiénsetrataba.Elpríncipesoloteníaojosyoídos para ella. De pronto, comenzó un fuego y los feligreses gritaronasustados.AKatienoleasustaronlasllamas,simplementesaltósobreellasysalió ilesa, pero no se dio cuenta de que en el salto se le cayó uno de suszapatosdorados.Todosayudaronaapagarelfuegoy,extinguidassusllamas,Katiemontóalomosdesucaballo.Elpríncipe,impresionadoporsuvalentía,seapresuróaacercarseylepreguntódedóndeera.

—SoydeCombland—mintió.Cuandoelpríncipeledevolvióelzapatodeoro,Katenolocogióydijo:—Brillanteahorayoscuraayer.Después cabalgó tan rápido como el viento para que el príncipe no

descubrieradóndelallevabasucorcel.Dispuestoaencontrarla,elpríncipepreguntóatodoaquelqueencontraba

siconocía la tierradeCombland.Como,unavezmás,nadiesupodecirlenisiquiera dónde estaba, ordenó a susmensajeros que comunicaran un bandoreal.

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—Anunciadquemecasaréconlajovencuyopiepuedacalzarestezapatodeoro—comunicóelpríncipe.

Llegarondoncellasde todaspartesdispuestasaprobarseel zapato.Peroninguna teníaunpie tanpequeño.Tambiénsepresentaron lamalvada reinaGunildaysuhijaErika,queseprobóelzapato.Habíatenidoelpieenaguaheladadurante dos días y dos noches, hasta que se encogió tanto quepudosuperarlapruebacalzandoelzapatodeoro.

Erikaeracaprichosaygrosera,aunasíera lamitaddedesagradablequesumadre,lareina.Peroelpríncipehabíadadosupalabrayestabaresignadoacumplirla. Prepararon la ceremonia de boda y, mientras caminaban por elsendero nupcial hacia la iglesia, un pajarito cantó: «Sobresale un poco eltalón.Ytambiéneldedodelpie.ElzapatitodeKatieWoodencloakestállenodesangre.Esoestodoloquesé».

Extrañados por el cántico, miraron el zapato dorado bajo el vestido denovia. ¡El pájarodecía la verdad!El pie deErika, quehabía recuperado suverdaderotamaño,estaballenodeheridas.Elpríncipe,aliviadoalverselibredel desafortunado enlace, pidió que las sirvientas de palacio se probaran elzapato.

—Sonlasúnicasdoncellasquequedanporintentarlo—dijo.Peronisiquieraentreellashabíaunaalaquelevaliera.—¿Dóndeestálamugrientasirvienta?—preguntóelpríncipe.Seoyeronpalabrasdedesaliento.—Eshorrible—dijeronunos.—Essuciayvisteharapos—decíanotros.—Estoy de acuerdo —interrumpió el príncipe—. Pero como todas las

demáslohanintentado,ellatambiéndeberíahacerlo.LasdemássirvientasllamaronaKatie,quellegóconsucapademadera.—¡Pruébateelzapatoyséunaprincesa!—seburlaronlasdemás.Ignorando las risas y el desprecio, Katie tomó el zapato, metió el pie

suavementeysequitólacapademadera.Ensuregazollevabaunguante,lafustayelotrozapatodeoro.

—Brillanteahorayoscuraayer—dijoKatie.Todos se quedaron boquiabiertos, excepto el príncipe, que hincó una

rodilla en el suelo y le habló con toda la humildad que pudo reunir sucorazón:

—KatieWoodencloak,perdonamiegoísmoymiorgullo—rogó—.Misojos no han sabido ver más allá del exterior. Si me das otra oportunidad,aprenderédetubondad,detuvalorydetuconstancia.

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—¿Meamasahoraquemevesbrillanteynoayerquemeveíasoscura?—replicó Katie, desvelando al fin el significado de la frase que en tresocasioneslerepitió.

Laprincesahabíadescubiertoquenonecesitabaanadiecomoél.Recordóal buey y su generosidad al entregarle su vida. Recordó el valor que leinfundióencadaunadelasbatallasquelibró.Y,entoncesentendióqueellamisma tenía la fuerzay lanoblezadelanimal.Katiemontóen sucaballoyregresóasureino,dispuestaagobernarconsabiduría.

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Justa,MorenayTemblor

Irlanda

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En la Irlanda gaélica, hace miles de años, Aedh Cúrucha reinaba en lastierras de Tyrconell. Tenía tres hijas tan idénticas que a menudo seconfundíanunasconotras.Laprimogénitase llamabaJusta, lasegundahijase llamaba Morena y la más pequeña, Temblor. Aunque era difícildistinguirlasporsuaspecto,elcarácterdecadaunadeellaseramuydiferente.Las mayores eran caprichosas, impacientes y holgazanas, mientras que lahermanapequeñaeratranquila,constanteyestudiosa.

El acontecimiento más importante para Justa yMorena era acudir a laiglesia los domingos, pues era la ocasión en que podían ser vistas por lospríncipesquebuscabanesposa.Sinembargo,Temblorpreferíaquedarseenlabiblioteca del castillo, inmersa en los versos que narraban las gestas de losvalientes guerreros. Sus hermanas se alegraban de que se encerrase entreaburridoslibros,puesteníancelosdeella.Yesque,aunqueparecíantrillizas,temíanqueTemblor las eclipsaracon sugentilezayamenaconversación,yespantaraasuspretendientes.

Pocodespuésdemorirsupadre,undíaTembloranuncióquelegustaríaacudiramisaalgúndomingo,perosushermanas,quesehabíanacostumbradoairsolasaltemplo,respondieronindignadas:

—Sihassidotanegoístaquenohasidonuncaalaiglesiaparaestarcontusestúpidoslibros,nocreasqueahoravasairporuncaprichopasajero—contestóJusta.

Temblor prefirió regresar a sus poemas antes que enfrentarse a sushermanas, pues le había prometido a su padre mantener la armonía en elcastilloynoqueríafaltarasupalabra.

Transcurrieron siete años en los que cada domingo Justa y Morena sevestíanconsusmejoresgalasparaacudira la iglesia.Sieteañosen losqueTemblorsefueresignandoaestarsolayaislada.Lashermanas,aprovechandoquesehabíanquedadohuérfanas,recluyeronaTemblorenlacocinaparaqueguisaseytrabajasecomosifueraunasirvienta.

Undomingoporlamañana,despuésdequesushermanassedirigieranalaiglesia,unaancianaentróenlacocinadelcastillo.

—¿Me podéis dar agua y pan para seguirmi camino?—pidió al ver aTemblor.

—¿Quiénsois?—preguntóellamientras leservíaunajarradeaguayleofrecíaunahogazadepan.

—Tansolounaancianaagradecida—respondió—.MinombreesMaud.

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Temblor sintió compasión por la anciana y le ofreció un lugar dondedescansarsiemprequelonecesitase.

—¿Por qué estás aquí encerrada?—preguntó la mujer—. ¿No deberíasestarenlaiglesia?

—No puedo ir—se lamentó Temblor—.Mis hermanas no quieren quevayay,comonosalgodelcastillo,notengounvestidoadecuado.

La anciana, que dominaba el arte de la magia, le preguntó cómo legustaríaquefueseesevestido.

—Oh, siempre he soñado que sería blanco como la nieve—respondióTembloremocionada—.Y,envezde irdescalzacomoahora, llevaríaunoszapatosverdes.

Maudseocultóbajounmantooscurocomolanoche,cortóunpedazodelviejovestidoquellevabalaprincesaypronuncióestaspalabras:

—Trae el vestido más blanco y hermoso que encuentres. Trae unoszapatosverdes.

EnesemomentoentrelasmanosdeTembloraparecióunvestidoblancoyunoszapatosdelcolorquehabíadeseado.Despuésdevestirse,cuandoestuvolista,laancianaledijo:

—Llevaestepajaritosobretuhombroderecho,sutrinoesdulcecomolamiel.

En la puerta del castillo esperaba una yegua blanca como la nieve,ricamenteensilladayconbridasdoradas.Temblorsubióalomosdelhermosoejemplar y se sentó en la silla de oro.Miró a la anciana con intención deagradecerle lo que había hecho por ella, pero justo en esemomento esta leadvirtió:

—Noentresenlaiglesiaporlapuertaprincipal.—Noloharé—respondióTemblor.—Encuantoacabelamisa,regresatanrápidocomolayeguatetraiga—

concluyólaanciana.Asíactuólaprincesa:entróenlaiglesiaporunapequeñapuertalateral,de

modoque,aunque lavieron,nadiepudovislumbrarquiénera.Encuantoelsacerdoteconcluyólamisa,Temblorsaliódellugarsanto,saltóalomosdesuyeguaysealejóalgalope.Cuandollegóalcastillovioquelaancianateníalacenalista.Lajovensequitóelpreciosovestidoblanco,sedescalzóyvolvióaponersesusviejasropas.

Cuando las dos hermanas volvieron al castillo las oyó comentar sobre lo

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ocurrido.—¿Quiénseráesadamatanelegante?—preguntóJusta.—Nunca habíamos visto telas tan finas y ricamente bordadas—replicó

Morena.—Apesardequeéramoslasmáshermosasenlaiglesia,nadiesefijóen

nosotras—selamentóJusta—.Esadamaatraíatodaslasmiradas.—¡Incluso llevaba un precioso pajarito sobre su hombro! —exclamó

Morena.Las hermanas sabían que no podrían conseguir la prestancia de la

misteriosa joven,peronodescansaríanhasta tenerunvestidocomoelsuyo.CuandollegóeldomingolasprincesasfueronalaiglesiaydejaronaTemblorenlacocinadelcastillo.

Encuantoestuvoasolas,denuevoentrólaanciana.—¿Iráshoyalaiglesia?—quisosaberesta.—Iría si pudiera —respondió la joven, mirando tristemente su viejo

vestido.—¿Quéeligesparahoy?—preguntóMaud.Temblornoocultóelbrilloensusojos.—El satén negro más fino que se pueda encontrar en toda Irlanda y

zapatosrojosparamispies—suspiróTemblor.—¿Dequécolorquieresquesealayegua?Lajovencerrólosojosparaimaginarlamejor.—Negraybrillante.Despuésdeoír esto la anciana se ocultóbajounmantooscuro como la

noche.Pidióentresusurroslasprendasylayegua,queaparecieronalinstante.CuandoTemblorestuvolista,laancianapusoelpájaroensuhombroderecho.La silla de la yegua, así como las bridas, eran plateadas. Antes de queTemblorsemarchara,Maudlerecordóquedebíavolver tanrápidocomolaúltimavez.

Alverlaentraren la iglesia,hombresymujeresseasombraronmásaúnqueeldomingoanterior.Lashermanasvolvieronacuchichear:

—Nohabrájovenquepienseennosotras—lamentóMorena—.Esadamaatraetodaslasmiradas.

—Nipríncipesnicampesinosnoshanmiradohoy—añadióJusta.Ordenaron a los sirvientes que recorrieran las tierras de Tyrconell y no

descansaranhastaencontrarunsaténcomoelqueladamallevabapuesto.Cuando llegó el tercer domingo, Justa yMorena fueron a la iglesia con

ricosvestidosdesaténnegro.Comosiempre,dejaronaTemblorenelcastillo.

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Encuantosequedósola,lajovenfuealacocina,dondeencontróalaanciana.—¿Irásalaiglesiahoy?—Iríasituvieraunvestidonuevoqueponerme—respondióTemblor.—Teconseguiréelquepidas—aseguróMaud—.¿Quétegustaríallevar

estavez?Temblorrespondióenseguida.—Unvestidocuyafaldasearojacomolasrosasyelcorpiñoblancocomo

lanieve,unacapaverdecomolosbosquesyunsombreroconplumasrojas,blancasyverdes.

La anciana escuchaba con detalle la descripción de Temblor sobre sutercervestido.

—Quiero unos zapatos con la puntera roja, las palas blancas y el talónverde.

Maudseocultóbajosumantooscurocomolanoche,susurrótodasestascosas y aparecieron al instante.CuandoTemblor estuvo vestida, la ancianapuso el pájaro en su hombro derecho y colocó el sombrero en su cabeza.Cortóunmechóndelamarañadepeloquecubríaelrostrodelajovenysobresuespaldacayóunahermosacabelleradorada.

—Dime,¿quéyeguacabalgaráshoy?—Unayeguablanca,conmanchasazulesydoradasenformadediamante

entodosucuerpo,sobresulomounasilladeoro,yenmismanosunabrida

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dorada.Layegua,talycomoellalahabíadescrito,estabaesperándoladelantede

lapuertadelcastillo.Elpájaroposadoensuhombrovolóhastalatestadelayegua para colocarse entre sus orejas. En cuanto inició el trote, el pájaroempezóacantar,sindejarsutrinohastaquellegaronalaiglesia.

Esta vez, al acabar la misa, Temblor no pudo regresar tan rápido, pues elpájaro que estaba sobre su hombro fue volando hasta un joven y revoloteósobreél.EraelpríncipeEiden,hijodelreydeOmanya.EstabaenamoradodeTemblordesdeelprimerdíaquelavio,ydesdeentonceshabíaintentadosinéxitoquelamisteriosadamasefijaraenél.

—Parecequeagradoatupájaro—dijoEidenintentandoconversar.Aloírsuspalabras,ellasefijóeneljovenypensóqueestabaenlocierto.

Elpájaroquelahabíaacompañadolosdomingosanterioresnuncaanteshabíaalzadoelvuelo,asíquealgobuenoynobledebíadehaberenélparaatraerlodetalmodo.

—¿Cómoosllamáis?—preguntóEiden.Temblorreuniólafuerzadeloshéroesdelospoemasépicosqueleía, la

honestidaddelaancianaquetantolahabíaayudado,elvalordelossoldadosen el campo de batalla y, con el coraje de su padre, rey de las tierras deTyrconell,respondiósinocultarsuidentidad:

—SoyTemblor,hijadeAedhCúrucha.Después picó a su yegua y se alejó cabalgando tan rápido que llegó a

tiempoalcastillo,comosinosehubieraentretenido.Alentrarenlacocinavioquelaancianateníalacenapreparada,peroalgo

lehabíaquitadoelapetito.—Hayunasemillaentucorazón—dijoMaudalverlarisueñaexpresión

delajoven.Temblor sonrió como hacía tiempo que no sonreía, era una sonrisa que

brotabadesuinterior,puessehabíaenamoradodeljovensobreelquehabíarevoloteado el pajarillo. Eiden también soñaba con enamorar a la dama ydesposarla. Pero no era el único que pretendía su mano, pues todos losjóvenesquebuscabanesposadeseabanlomismo.

El siguiente domingoTemblor no pidió a la anciana que la vistiera, queríamostrarse tal como era, sin engalanamientos. Durante toda la misa nadie

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reparó en ella, pues todos estaban pendientes de ver a la misteriosa dama.SoloEidenlareconociócuandosusmiradassecruzaron.Estavez,mientraselsacerdoteleíalasSagradasEscrituras,ellaluchabaporcontenerloslatidosdesucorazón.

Al acabar la misa, el príncipe de Omanya se adelantó a Temblor paraevitarqueunavezmásse fueraantesde loesperado.Ydelantede todos lepreguntósiellaloaceptabacomoesposo.

Antesdequelajovenpudieraresponder,JustayMorenaintervinieron.Nosabían cómo su hermana había logrado engalanarse como una dama, perodebíanimpedirqueelpríncipeEidensecasaraconella.

—¡Ella no es la misteriosa dama! —gritó Justa—. ¡Es la cocinera denuestrocastillo!

—¡Nopuedecasarseconunpríncipe!—gritódespuésMorena.Temblormiróasushermanasyestavezencontrófuerzasparalucharpor

ellamisma.AmabaaEidenydeseabacasarseconélcostaraloquecostara.—Espérameaquí—lepidió.Regresóalcastillo,rogóalaancianaMaudquelavistieradeblancoyle

dieraloszapatosrojosdelprimerdomingo.Despuésensillóalayeguablancaycabalgóhastalaiglesia.

—Esladamaquevimosenlaiglesia—murmuraronlasmujeresalverlaantelaenvidiosamiradadeJustayMorena.

Temblorhizolomismodosvecesmás,demodoquetodasafirmaronqueefectivamenteellaera ladamaconlaquedeseabacasarseelhijodelreydeOmanya.

Entonces los príncipes comenzaron a protestar. Ellos también queríanpedirlamanodeladoncella.

—Tendrás que luchar por ella—dijo el heredero del reino de Lochlindesenvainandosuespada.

Aéllesiguieronotrosmás,dispuestosaenfrentarsealpríncipeEidenparapedirlamanodeTemblor.

SeestablecióunferozcombateentreelhijodelreydeOmanya,Eiden,yel hijo del rey deLochlin. Fue una lucha terrible que duró nueve horas, alcabo de las cuales el hijo del rey de Lochlin arrojó su espada al suelo yabandonóellugar.

Losdemáspríncipesacordaroncontinuaraldíasiguiente.Alalba,elhijodelreydeNyerfóluchócontraEidenduranteochohorasantesderetirarse.EljovenpríncipedeOmanyaluchócuatrodíasmásparadefendersuderechoadesposarse con Temblor. En el quinto día ya no hubo más príncipes

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extranjerosy lospríncipesde Irlanda senegarona lucharcontraunode lossuyos.

—Eiden,hijodelreydeOmanya—dijoTemblor—,¿olvidastequeaceptédebuengradosertuesposa?

Eljovenlamirósincomprender.—¿Acasonoheactuadocomomecorrespondía?—preguntóél.—Lohicistealpreguntarmecuáleramideseo—respondióTemblor—,no

aldefenderloquemivoluntadyahabíadicho.Eiden comprendió que había elegido una esposa singular, capaz de

cuestionar las tradicionescentenariasyelegir supropiodestino.Eso lehizotremendamentefeliz.

Losjóvenessedesposaronycuandoterminólaboda,elherederollevóasuesposaalcastillo.Untiempodespuésnaciósuprimerhijo.

Temblor había dispuesto que fuera su hermana mayor, Justa, quiencuidara de ella durante la cuarentena.Undía,mientras su esposo estaba decacería, las dos hermanas salieron a pasear por los acantilados, pues Justadeseabasentirlabrisadelmar.Aunquenoeraestasuverdaderarazón,yaqueenrealidadloquequeríaerallevaracabosumalvadoplan.Enelmomentoqueviooportuno,empujóasuhermana,yTemblorcayóalembravecidomarde Irlanda.Esta luchó contra las olas pidiendo auxilio, hasta que de prontoemergiódeentre lasaguasunaenormeballenayTemblordesaparecióentresusfauces.

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Justa esperó hasta asegurarse de que la ballena se había tragado a suhermana,ycuandoestuvoconvencidadequetodohabíasalidobien,regresóalcastillo.CuandoelpríncipeEidenvolvióde lacacería laencontróconsuhijoenbrazoshaciéndosepasarporTemblor.

—¿Dóndeestátuhermana?—lepreguntó.—Justaregresójuntoamiotrahermana,Morena—respondióella.AunqueaparentementeeraTemblorquienhablaba,Eidentuvounextraño

presentimiento.—Yahepasado la cuarentena—añadió Justa—.Gracias a sus cuidados

meherecuperadoynolanecesito.—Estábien—repusoEiden—,esperoquenoseaTemblorlaquesehaya

ido.Justa soltó una carcajada para disipar las dudas de su cuñado y luego

añadió:—Notemas.QuiensehaidoesmihermanaJusta.Perolashermanaserantanextraordinariamenteparecidasqueelpríncipe

se sentía confundido. Esa noche, antes de dormir, puso su espada entre losdos.

—Sieresmiesposa,laespadasecalentará—explicó—;sinoloeres,semantendráfría.

A lamañana siguiente la espada estaba tan fría como lanoche anterior.Eidenvioconfirmadosupresentimientoypreguntóatodoslossirvientesdelcastillo,peronadiepudodecirlenada.

Laballenaque sehabía tragadoaTemblor la llevóhasta laorilla,donde ladepositó.Hastaallíhabíallegadounpastorcillocorriendotanrápidocomolepermitieron sus piernas, que había visto cómo Justa empujaba al mar a suhermanaycómolaballenaladevolvíaalaorilla.

Temblor habló con el niño, que se llamaba Cormac, y le rogó que laayudara.

—Cuandoregresesestanochea losestablos,cuéntalealpríncipe loquehasvisto.Quemihermanamearrojóalmar,quemetragóunaballenayqueestame devolvió a la arena. La ballena volverá a tragarme con la próximamareaymedejarádenuevoenlaorillaconlapleamar,asítresvecesmás.Nopuedo escapar, pues estoy aquí atada por el invisible hilo de unencantamiento. Solo quedaré libre simi esposo el príncipe Eidenme salvaantesdequelaballenametragueporcuartavez.Siesoocurreestaréperdida.

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El pastor preguntó a Temblor cómo podría el príncipe liberarla delencantamiento.

—Debedispararalaballenaconunaflechadeplatabajosualetadorsal,dondetieneunamancharoja.Eseessuúnicopuntovulnerable.

PerocuandoCormacllegóalcastillo,Justaledioabeberunbrebajedelolvido.Porelloelpequeñonolecontónadaalpríncipe,pesealaspreguntasqueestecontinuabahaciendoa la servidumbre.Aldía siguienteelpequeñopastor regresó a la playa, donde volvió a ver a la ballena depositando aTemblorenlaorilla.

—¿Ledistemimensajealpríncipe?—preguntóTemblor.ElpequeñoCormacmoviólacabezadederechaaizquierda.Temblordejó

quelaslágrimasrodaranporsusmejillas.—¿Cómopudisteolvidarte?—Justa me dio una bebida y no pude recordar para qué había ido al

castillo—explicóelpastor.—Estábien—contestóTemblor,comprendiendoloquehabíaocurrido—.

Díselohoy,ysimihermanateofrecealgoparabeber,noloaceptes.Cormac corrió al castillo para darle el mensaje al príncipe y de nuevo

Justaleofrecióunabebida.PeroelpequeñosentíatantotemorhaciaellaquenosedetuvoysiguiócorriendohastaencontraraEiden.

Aldíasiguiente,Eidenaparecióen laplayaconsuarcoyunaflechadeplata.NopasómuchotiempohastaquellególaballenaydepositóaTembloren la orilla, como en las dosmareas anteriores. Ella intentó hablar, pero elencantamientolahabíaenmudecidoparaquesuesposonolaoyera.

Antesde sumergirsedenuevoenelmar, laballenamostróunamanchamarrónrojizabajolaaleta.Eneseinstanteelpríncipetensósuarcoydisparólaflechadeplata.Diojustoenelcentrodesupuntovulnerableylaballenatiñódesangreelagua.

Enesemomento,elencantamientodesapareció,Temblorrecuperólavozypudocontarletodolosucedidoasuesposo.RegresaronalcastilloyEidennoperdióunsegundoenadvertirasupadre,elrey,delamaldaddeJusta,porloquefuedesterradaenmediodelmar,conprovisionesparasieteaños.

EidenyTemblorenviaronalpequeñoCormacalaescuelayloeducaroncomosifuerasuhijo.ConeltiempoTemblortuvounaniña.PasaronlosañosylapequeñaprincesayCormacsecasaron.EidenyTemblortuvieroncatorcehijosyvivieronfeliceshastaelfinaldesusvidas.

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Lajovensinpiernas

Somalia

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El sultán Abdelahi tenía una única hija de nombre Malika. Cada noche,cuando se reunían en el centro del pago, bajo las estrellas, su padre leenseñabaelCorán.

Abdelahieraelbokor,eljefedelclanDarod.Paraelbuendesempeñodesus funciones y poder llegar a buenas negociaciones con otros clanes, elsultán contaba con el consejodeAlá.Temerosode su furia ydevotode susabiduría, decidió realizar unaperegrinaciónpara seguir en el caminode lailuminación.

En aquel entonces Malika tenía quince años, la edad propicia para serentregada en matrimonio. Pero su padre decidió que su hija continuaraformándoseenelCoránparadesposarlaasuregreso.

—Asad,antesdeiniciarmiperegrinacióndeseoconfiartemimáspreciadotesoro—ledijoalimán—.DurantemiausenciadeberáscontinuarenseñandoelCoránamihijaMalika.

El imánaceptó, sabiendoque tenía laconfianzadelbokor,puesen todaSomalianingúnjefedelclanhubieraabandonadoasíaunahijacasadera.

—VesincuidadoyhonraaAlácontuperegrinaje—contestóAsad—.Tuhijaestarásegura.

Dicho esto,Abdelahi se despidió deMalika, sin saber que la dejaba enmanosdelhombremáslujuriosoeinmoraldeSomalia.

Pasaronlosdías.Comotodaslasmujeres,Malikacocinabaymontabaydesmontaba la casa cadavezque loshombresdel clandecidíancambiardelugarensutrashumancia.AborrecíalasnochesenqueAsadibaabuscarlaasulecho,puesdetestabaalimán.

MalikatansolodeseabaseguirlasinstruccionesdesupadreyformarseenelCoránmientras esperaba su regreso. Pero al cabo de un tiempo entendióqueeso sería imposible, pues el imánni siquiera abría el libro sagrado; tansolo laacosaba,alprincipiopor lasnoches,después tambiénduranteeldía.Malikadecidióponerfinaaquellasituaciónquenohacíamásqueempeorar.

—Venamímañana—dijoundíaalimán.Así consiguió dormir esa noche y descansar, pues necesitaba reunir

fuerzasparaejecutarsuplan.Cuandollególanochedeldíasiguiente,Malikasacó de la casa la escalera por la queAsad solía ascender paramolestarla.Despuéshuyódelpago,dejandoatráslossetosdeespinosyloscercadosderamasqueprotegíanelcampamento.

Cuando llegó a un lugar seguro, lo suficientemente alejado como para

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poderdescansar, redactóunacartay laatóalcuellodeunacabraquehabíallevadoconsigo.Elmensajedecíaasí:«Tuhijaesunadeshonra».

Después pidió a la cabra que volviera al pago y entregase la carta a supadreasuregreso.

Efectivamente,cuandoelbokordelclan regresó,vioqueen lugardesuhija salía a recibirlo una cabra. Esto enojó muchísimo a Abdelahi, puesMalikanoestabacumpliendoconlaobligaciónquelashijastienendehonrarasuspadres.Perocuandoelsultándesenrollóelpergaminoqueleofreciólacabrayloleyómontóencólera.

Seenfadótantísimoqueentrególacartaaunosguardiasylesordenóquesalieraninmediatamenteenbuscadesuhija.

—Cuandolaencontréis,cortadlelagargantaydadlesepultura—rugiósinpiedad.

Losguardiasobedecierondeinmediato.EstabanacostumbradosacaminarlargasdistanciasporlassecasyardientestierrasdelCuernodeÁfrica,asíquesiguieron lashuellasquehabíadejado lahijadelbokoryprontodieronconella.

Malikapensóqueloshombresibanasuencuentroparainformarledequesu padre ya había regresado al pago. Cuando se reunió con ellos, estos lasaludaronconfrialdad.

—Tupadre,elsultánAbdelahidelclanDarod,noshaordenadoiren tubusca—ledijeron.

—Pues ahora queme habéis encontrado podemos regresar—respondióMalika.

Losguardiasrodearonalajovenyemprendieronelcamino.PeroMalikaobservó que el sendero que tomaban era diferente al que llevaba alcampamento.

—No estamos desandando el camino que anduve —advirtió la joven,extrañada.

—Antespasaremosporunosriscosdondehayunpozo—contestóunodelosguardias.

Dejaron atrás los raquíticos arbustos espinosos y las acacias, ycontinuaron caminando hacia la ladera delmonte Shimbiris para adentrarseentrelasrocosasyescarpadasladerasllenasdearbustos,entornoalmanantialnatural. Una vez allí, un guardia sujetó a Malika mientras los demás lecortabanlaspiernas.

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—Cavemosallísutumba—dijounodeellos.Losguardiascomenzaronalimpiarelsuelodepedruscosparapoderabrir

un agujero en la tierra, y Malika aprovechó el momento para escapararrastrándose.Cuandoloshombresaúnnohabíancavadonimediometro,ellayasehabíaescondidotrasunasrocas.

—Hemosterminado—anuncióunodelosguardiasalcabodeunrato—.Tú,traealajoven.

Peroningunodeellospudoencontrarla.Malikahabíaacalladosusgritosdedolormordiendounaramaysehabíaenrolladosusropasalrededordelassangrientas heridas.Después comió las hojas de las plantas que evitaban lafiebreyleproporcionabanfuerzasparacontinuar.

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—¿Cómocreeráelbokorquehemoscumplido loquenoshaordenado?—preguntóunguardia.

—Sinoprobamosquesuhijaestámuerta,nosmataráanosotros—añadióotro.

Losguardiasdecidieronsacrificaraunacabra.Después vertieron su sangre en una vasija de barro y la llevaron ante

Abdelahi.—Hemoscumplidotusórdenes—aseguraron—.Aquítieneslasangrede

Malika.ElsultánlloróporlamuertedesuúnicahijayrezóaAláparapedirporsu

alma. Se sintió en paz, pues, aunqueMalika lo había deshonrado a él y alclan,habíapagadoporelloconsuvida.

Undíadespués,unacaravanadetrashumantespasócercadelaladeradelmonteShimbiris.

—Levantaremos aquí el campamento—dijo un hombre alto y delgado,vestidoconunatúnica.

—Deacuerdo,Ghedi—contestaronlosdemás.Ungrupodemujerescomenzóamontarencírculolascabañasjuntoala

sombra de unos eucaliptos y caobas. Con el revuelo de levantar elcampamentonadie advirtióquemásalláde losmatorralesdeespinoshabíaunajovenherida.EraMalika.

Porlatarde,antesdequedesaparecieraelsol traslalíneadelhorizonte,unosniñosquejugabanjuntoalaseuforbiasvieronaMalikasentadadebajodeunárboldeincienso.

—¡Papá,papá!—gritóunodeellospidiendoayuda.Elhombre altoydelgado,Ghedi, caminóhacia suhijo conpaso ligero,

comosiapenaspisaraelterreno.—¿Quéocurre,Abdikarim?—preguntócuandoestuvocercadeél.Elpequeñoseñalóhaciaunárbol,Ghedisiguiólalíneaimaginariaquesu

hijo dibujaba en el aire y sus ojos se encontraron conMalika.Corrió haciaella, asustado. La joven yacíamoribunda sobre la tierra. Levantó la cabezacon sus últimas fuerzas. Lloró por su pérdida y también por haber sidoencontrada.

Elhombrepidióayudaaotrosque sehabíanarremolinadoalrededordeellosysubieronalajovenalomosdeundromedario.

—LallevaréaXariirad—anuncióatodos—,allípodráncurarlaycuidardeella.

Unashorasmás tarde llegaronhastaXariirad.Habíaanochecidocuando

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Ghedi entró en la casa de la curandera. Abatwa era una mujer hermosa,delgadayaltacomounjunco.Conocíalossecretosmedicinalesdelolíbanoylospeligrosdelqat.Nadiesinoellapodíaayudarla.

—Déjalaaquí—pidióAbatwaaGhedi—.Apartirdeahorameocuparéyodeella.

La curandera hirvió agua, limpió las heridas y movió el aire para querefrescaralaardientefrentedeMalika.Estaestuvoinconscientetodalanocheyeldíasiguienteyvariasnochesmásconsusdías.AlcabodeunasemanalajovensinpiernasabriólosojosysonrióalverelrostroamabledeAbatwa.

—Vuelvesaestarentrenosotros—susurrólacurandera—.Mealegrodetuvuelta.

Malikasupoentoncesquenohabíatenidounmalsueño,porquelamujerolíaamirraysudulcearomaletrajorecuerdosdesupadreleyendoelCorán.Quisolloraralversesinpiernas,peronosalíanlágrimasdesusojos.

Conelpasodelosdías,AbatwaenseñóaMalikaavalerseporsímisma.Susbrazossevolvieronfuertescomoramasdeárboles.Legustabapasarlastardesobservandocómolacuranderapreparabaungüentos,mezclabaresinasoatendíaalosenfermosqueacudíanaella.

UndíaelhijodeunsultánllegóaXariirad.SunombreeraDalmar,hijodel bokor Kibwe, jefe del clan Hawiye. Procedían de la región central deSomaliayrecorríanunlargocaminobuscandopastoparasuganado.

DalmareraunjovenespiritualcuyafeenelTodopoderososeríacapazdemovermontañas.Alentraren lacasadeAbatwapidiendounacurapara sudromedario, vio el rostro deMalika. La belleza de sus ojos lo atrapó de laúnicaformaqueatrapaelamor,haciendoquesesintieralibre.

ElhijodelbokorpensóqueMalikaerahuérfanayqueno teníaesposo,puesnovivíaencasadeningúnhombre,comomandabalatradiciónsomalí,sinoconlacurandera.Asíquepidióasupadrepermisoparasolicitarlamanodelajoven,peroelsultán,trashaberlavisto,leadvirtió:

—Noserábuenaesposalaquenotienepiernas.—Quierocasarmeconella—contestóDalmarconfirmeza.Tantasvecesrepitiósudeseoelhijodelsultánqueesteacabóporacceder

asupetición.AMalikalegustóDalmardesdeelprimermomentoenqueloviocurando

lapezuñaheridadesucamello.Poreso,yporquevioensusojoslabondadqueguardabaensucorazón,aceptósersuesposa.

Pasóeltiempoynaciósuprimerhijo,unaniñaalaquellamaronJasira,audazyconcoraje.Esaseranlascualidadesquedeseabaparaquesuhijase

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abriera caminoenel sinuosodesiertode lavida.Pesea faltarle laspiernas,Malika cuidaba de ella como lo haría cualquier madre. Pronto llegó unsegundohijo,yantesdequeestenaciera,suesposoleanuncióquedeseabaemprenderunaperegrinación.

—Estecarnerotealimentaráatiyanuestrahijadurantemiausencia—leaseguróantesdeirse.

Pasaronvariaslunasynaciósusegundohijo,unniñoalquellamóDaren,nacidoporlanoche,porqueasífuecomollegóalmundo.Enunaocasión,trasamamantarlo,Malikatuvounsueño.Enéldospájarosseposabansobresuspiernasydespuéstambiénellaemprendíalaperegrinación.

Por la mañana, al amanecer, vio a los dos pájaros sentados sobre suspiernas.Lasmiróunayotravez,sinatreverseaapartarlavistapormiedoaque desaparecieran. Cuando los ojos empezaron a escocerle pestañeó unsegundo, pero sus piernas seguían allí, en una prolongación natural de sucuerpo.Malikase tocólasextremidades, laspellizcó, lasarañóy lasgolpeósuavemente.

—Noesunsueño—murmuró.CuandoelsolestabaenloaltopreparóaJasirayaDaren;despuésrodeó

sucinturaconuncordelqueatóalcarnero,llamóalosdospájarosparaqueseposaransobresushombrosyemprendiólaperegrinación.

CuandoMalika y sus hijos necesitaron descansar encontró una casa en

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mitaddelcamino.—Pasaremosaquílanoche—susurróasuspequeños.Cuando entró en la casa vio que en ella estaban su padre, el imán y su

esposo.Peroningunodeelloslareconoció,puesnoesperabanqueunamujercondoshijos,uncarneroydospájarosfueralaprincesa.

Para dormir,Malika les contó una historia a Jasira y a Daren. Tratabasobreuna jovenqueamabaa supadreyaprendíaelCorán.Tambiéndeunimánque intentó abusar de ellamientras su padre peregrinaba.Aunque sushijos se quedaron dormidos al arrullo de su voz, ella siguió narrando lahistoria de su vida, pues sabía que su padre y el sacerdote estabanescuchando.

Elimánnoquisopermanecermástiempoenlacasa,nosoportabaoírelrelatodesusactosy loqueestoshabíancausadoen lavidade la joven.Seincorporóparalevantarse,peroelsultánseloimpidió.

—Siéntatehastaquelahistoriahayaterminado—leordenó.CuandoMalika terminósu relatoelpadrecomprendió lacrueldaddesu

reacción y la maldad del imán. Lleno de rabia, dominado por el ansia dedevolveralgodejusticiaaladesgraciadavidadesuhija,rajólagargantaalimán.Despuéssearrodillóantesuhijaylepidióperdónporhaberlecausadotantodaño.

—Ten piedad de mí —le suplicó—. El alma de tu padre necesita tuperdón,puesni siquieraAlápuedealiviar elpesode la culpapor loque tehice.

Maikallamóasuesposoypusoasushijosensusbrazos.—Te perdono porque el corazón de una hija no albergamás que amor

haciasupadre—dijoMaika.Después miró a su esposo, a su primogénita y a su segundo hijo y

siguieronjuntoslaperegrinación.

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Lamujerentreloselfos

Alemania

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No hace mucho tiempo en Alemania vivía una mujer que se llamabaEduviges. Ella y su esposo, Helmuth, vivían en una pequeña casita en laciudaddeFrankenberg,cercadeRenania.AunqueellayHelmuthno teníanhijos,Eduvigesera comadronayhabía ayudadoa traer almundoamuchosniños.Quizáporeso,oporquepasabalaslargastardesinvernalesleyendoalaluzdelalumbre,losabíatodosobrelasdeidadesdelafertilidad,loselfos.

—¿Sabíasquevivenenlosbosques?—ledecíaasuesposo.—Claroquelosé—respondíaeste—.Melohasdichomuchasveces.—¿Yquealgunosvivenencuevas?—volvíaapreguntarella.—Tambiénmelohasdicho…—suspirabaHelmuth.—Ah, ¿y sabes también que incluso pueden vivir en fuentes?—insistía

Eduviges—.¡Enfuentes,nimásnimenos!El esposo dejaba boca abajo el libro que estaba leyendo, lamiraba por

encimadelamonturadesusgafasysonreíaconcomplicidad.—Querida,tambiénséquevivenmuchísimosañosyqueinclusopueden

serinmortalesytenerpoderesmágicos.AEduviges le fascinaban esas criaturas: sus orejas puntiagudas, su piel

pálida,susgrandesojosalmendrados,suagilidadysudestreza,¡ylolongevosqueeran!Efectivamente,comodecíasumarido,podíanvivircientosdeaños.Acostumbraban a moverse con tanta agilidad y delicadeza, tansilenciosamente,queenocasionesentrabanensucasaypermanecíandurantehorasobservándola sinqueella sedieracuenta.De todas suscualidades, laquemásadmirabaerasusabiduría.Elamordeloselfosporelconocimientoera mayor incluso que su amor por la naturaleza, y eso que vivían en losbosques,yvestían ropasverdesparacamuflarseyprotegerse sinmolestaraotrascriaturas.Eduvigessedivertíamuchoescuchandosucontinuoparloteo,no en vano cuenta la leyenda que los elfos enseñaron a hablar a los demáspueblos.

En una ocasión, Eduviges se adentró en el bosque con la intención deobservarlos,puesqueríaaprendernuevascosasdeesosgraciososseres.Logróesconderse sin ser vista y observarlos durante ocho días, en los que soloregresabaasucasacuandoseocultabaelsoltraslasmontañas.Entodoesetiempopudoverpequeñoselfospracticandoconelarco,unadesusmayoreshabilidades.Erasorprendentesuagilidadparalanzarunaflechaymoverseendécimas de segundo para tirar de nuevo. También los vio entrenar con laespadacortaylaespadalarga.

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Lefascinabaquelasmujereselfasseentrenaranparalalucha.—Eso no ocurre entre nosotros, los humanos —protestaba, como si

hablaraparaellamisma,peroconlaintencióndequesuesposolaoyera.Entonces Helmuth sabía que ella quería contarle una vez más las

legendarias victorias del ejército de elfas cabalgando sobre unicornios. LociertoeraqueEduvigespodíacontarmuchoshechossorprendentessobreloselfos.

Una noche oscura, cuando todos los vecinos estaban profundamentedormidos, Eduviges se despertó por un fuerte golpe en la ventana de suhabitación.Suespososeguíadurmiendoprofundamente,asíquesupusoquehabíasidounsueño.Volvióaecharse,subióelembozodelasábanahastalabarbilla para dormir de nuevo y antes siquiera de relajar los músculos delcuerpo,escuchónuevamenteelmismogolpe.Clonk.

Estavezselevantódeunsalto,seacercóalaventanay,sinabrirla,miróatravés de los cristales, pero no pudo ver nada. Fuera reinaba una oscuridadtotal. Iba a echar el cortinón cuando vio un haz de luz delante de la casa.Eduvigessequedómirándolounpardesegundos,hastaqueoyóunavoz.

—Vísteteyvenconmigo.¡Unamujernecesitatuservicio!Eduviges estaba acostumbrada a estos avisos intempestivos, pues nadie

puededecidircuándovaaveniralmundounacriatura.Lomismopodíanacerporlamañanaqueporlatarde,durantelanocheodurantelamadrugada.Asíque la comadrona hizo lomismo que hacía siempre durante los numerosospartosqueasistía.Cogiósumaletíncontodolonecesarioybajóalacalleconcautela.

Unavezenelexterior, siguióelhazde luzqueelcandildibujabaenelcamino. Pero la noche era tan cerrada y la luz tan pobre que apenas pudoreconoceraquiénseguía.

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Elcaminante,queavanzabaágily silencioso, enmásdeunaocasión sedetuvoparamiraratrásyasegurarsedequeEduvigesnoseperdía.

—Vamos,vamos—susurrabaparaapremiarla.Recorrieron varias calles y cruzaron la plaza del Mercado, donde

Eduvigesestuvoapuntodecaeralsueloaltropezarconeladoquinadoydeperdertambiéndevistaalapequeñafiguracuandoestacruzólossoportalesde laplaza.Por suerte,quienquieraque fuera sucliente sabíaasegurarsedequelacomadronaibatrasélconrapidez.Asípasóporvariascalles,dejóatráselconventodeFrankenbergydespuéscontinuóunlargorecorridoalejándosecadavezmásdelaciudad.

CuandoEduvigesllevabacasiunahoracaminandodetrásdelaluz,estadejódemoverse.Llegadoelmomento,seaproximóparapreguntardóndeestabalaparturienta,peroencuantofueapreguntarseabrióenelsuelounatrampillaoculta. Eduviges se asomó y vio una larga escalera que se perdía en laoscuridad.Apenaspudodetenerseapreguntarymuchomenosponerobjeciónalguna,pues la luzdelcandil siguióescalerasabajo,consumisteriosoguíadetrás.

Eduviges se persignó para encomendarse a Dios y contener su miedo,pues en todos los años como partera nunca se había visto en una situaciónsemejante.Encuantollegóalfinaldelaescaleraseencontróenunacámara

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que adivinó espaciosa. Entonces se encendieron multitud de candiles queiluminaronunaestanciatanampliaquenoseveíanlasparedes.

—Bienvenida—dijounelfosonriéndole.Efectivamente, Eduviges estaba rodeada de elfos que la recibieron

amistosamente. Había elfas vestidas con largas túnicas verdes, magníficastrenzasquelesllegabanhastalacinturaypequeñasjoyasqueadornabansusorejaspuntiagudas.Otrasvestíanpantalonesdemezclillahastamediapierna,con largas blusas de seda y hermosos recogidos sujetos con adornos demadera.Los elfos vestían chalecos largos y pantalones ceñidos a la cinturaporunacuerda.Entretodos,tanarmoniososybellos,componíanunmosaicodealegrescolores.

Antesdequetuvieranisiquieratiempoderecuperarsedesusorpresa,unajovenelfadelargoscabelloscastañosseacercóaellasigilosamente.

—Bienvenida,Eduviges—lasaludócortésmente—.SoyErian,porfavor,acompáñame.

Eduvigessiguiósuspasossindejardemiraratodaspartes.Enseguidaoyóenladistanciaelfatigosojadeodeunaparturientaysupoporquéestabaallí.

—Elentari,reinadelasestrellas,estáapuntodedara luz—dijoArwen—.Necesitamostuayuda.

La joven elfa abrió una cortina de helechos y entraron en una pequeñaestanciaqueolíaaalmizcle,iluminadapornumerosasvelasdispuestasenelsuelo,enrepisasycolgandoderamasquecruzabaneltecho.

Elentari estaba lista para dar a luz, pero su hijo se resistía a llegar almundoyellamismahabíapedidolaayudadeEduviges.

—Te conoce desde antes de que ayudaras a nacer al primer niño —susurróArwen—.Sabequesupartoserádifícilysoloconfíaenti.

Eduviges observó la frente perlada de sudor de Elentari, su rostrosonrosado, sumirada confiada. Le sonrió para infundirle ánimo y palpó suvientre.Debía actuar deprisa para que todo saliera bien y para que tanto lamadrecomoelhijoestuvieranenperfectascondiciones.PidiódulcementeaElentariquesiguierasus indicaciones,yestaobedeciócomplacida.Alfinal,conayudadeEduviges,elpartofuerápido.Unpequeñoelfovinoalmundo.

—SellamaráCelegorm,elhermoso—anunciósupadre,Finrod.

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Pasaron varios días y, puesto que lamadre y el recién nacido tenían buenasalud, Eduviges confiaba en regresar pronto a su casa en Frankenberg.Deseaba contarle a su esposo el increíble lugar en el que había estado, elinverosímil parto que había asistido y la singular belleza de los elfos,muysuperioralaquemostrabantodosloslibrosdeelfosquehabíaleído.

Sin embargo, los elfos querían que Eduviges se quedara con ellos.Pensaronque,denoserporella,elpequeñoCelegormpodíahabermuertoyqueposiblementeElentari,reinadelasestrellas,nohubierasuperadoelparto.

—Círdan, ¿y si no la hubieras encontrado en su casa? —preguntóNimrodel,señoradelacuevablanca.

Círdan,carpinterodebarcos,eraelelfoquehabíaidoabuscaraEduvigesen plena noche. Lo cierto era que no había pensado en esa posibilidad, yahora que reflexionaba sobre ello se daba cuenta de que realmente eraarriesgadoquelacomadronanoestuvierasiempreentreellos.

—Nopodemosobligarlaaquedarse—respondióCírdan.—Nadiehasugeridoeso—intervinoFingolfin,elsabio—,peropodemos

hacerquesuestanciaentrenosotrosseatanagradablequenosientadeseosdeirse.

Lapropuestadelelfofuerecibidaconmurmullosdeaprobación,yelrestodelosallípresentesprontocomenzaronasugerir ideaspara lograrelmayor

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bienestardeEduviges.—Yolallevaréallagodelosnenúfares—propusoMaedhors,elalto.—Yo le regalaré una capa de fina seda para ella —dijo Rudlis—.

Necesitaré unos días para poder tejerla, así que seguro que se quedará connosotroshastaentonces.

—Yoiréconellaarecolectararándanosygrosellas—añadióCelebrindal,ladelospiesdeplata.

—Yolepropondréiracabalgarjuntas—dijoWyéon.

Así fue comoEduviges fue dejando pasar los días sin apenas darse cuenta.Los elfos la trataban mejor día a día, dándole todo lo que podía desear,ofreciéndolesucompañíaycompartiendoconellalabellezadesumundo.

Durante este tiempo, se dio cuenta de que varios elfos se ausentabanduranteunoodosdíasycuandoregresabantraíantodotipodecosasbonitas:vasijas bellamente decoradas, preciosas telas bordadas, valiosos metales…Eduviges también observó que antes de partir se frotaban los ojos con unlíquidoqueguardabanenunánforadevidrio.

Sabía que los elfos estaban dotados de una extraordinaria visión, queincluso les permitíamoverse de noche o en bosques donde no entraban losrayosdelsol.Pensóqueseríamagníficoposeeralgunacualidadélfica,yquémejorquelacapacidaddeversinluz.Así,unamañanaenquetodosloselfosestaban reunidos en asamblea, la mujer buscó la misteriosa vasija. No fuedifícil encontrarla, pues la guardaban en una repisa al alcance de todos.Eduvigescogióelánforayvertióunasgotasdelcontenidosobrelayemadesudedoíndice,despuéssefrotóconélsuojoderecho, talcomohabíavistohacer a los elfos.Más tarde, entró en una estancia que estaba totalmente aoscuras,conlailusióndequeigualmentepodríaver.

—Quéextraño—susurró—,sigosinpodervernada.La comadrona se desilusionó tanto que pensó que ya había llegado el

momentoderegresaraFrankenberg.—Mi esposo estará preocupado pormí—les dijo a los elfos—y deseo

estardenuevoenmihogar.—Sabíamosque llegaríaelmomentode irte—replicóMaedhors,elalto

—,poresonoshemosreunidoenasamblea.—Vetecuandoquieras—añadióCelebrindal,ladelospiesdeplata.Eduvigeslesagradeciósugenerosahospitalidadyelextrañoobsequioque

leofrecieron:unpequeñosaquitode lanaconpiedrasensu interior.Ella lo

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tomó y emprendió el regreso. Deshizo el camino que hacía días habíarecorridoporprimeravez,igualmentesiguiólaluzdelcandilqueportabaelguía,quedesaparecióencuantoviosucasaalolejos.

Su esposo la recibió con lágrimas en los ojos, pues ya casi la daba porperdida. Eduviges lo tranquilizó mientras lo abrazaba y después le contódurantehorastodoloquehabíavisto.

—¿Yestesaquitoquetraes?—preguntóHelmuth.Eduviges le explicó que era un recuerdo de los elfos, unas piedras del

bosquesinmásvalorqueel cariñoquehabíanpuestoenellasal recogerlaspara regalárselas. Mientras le decía esto, sacó las piedras, que, en cuantovieron la luz del sol, se convirtieron en rubíes, diamantes y todo tipo depiedraspreciosas.

Apenaspodíancreerloqueteníanentrelasmanos.Derepente,sehabíanvuelto ricos y eso les reconfortó tanto y les alegró de tal manera que locelebrarondurantedías.

PasóeltiempoyenFrankenbergibaacelebrarselafiestadeotoño.Enellasevendían castañas, miel, cestas tejidas con mimbre, mermeladas y otrosdeliciosos dulces. Los vecinos de Frankenberg acudían vestidos con susmejores ropas, engalanados con joyas y dispuestos a comprar todo tipo decosasparaprepararlallegadadelinvierno.

EnestaocasiónEduvigessepusosumejorvestido,llenólafaltriquerademonedas para gastar y acudió al mercado de otoño. Caminaba entre lospuestosdelmercado,felizporqueporprimeravezpodíacomprartodocuantoseleantojara.Sinembargo,disfrutabamásobservandoquecomprandocosasquenonecesitaba,asíqueprefiriódedicarseamirar.Quizáporesovioalgoenloquenadieasualrededorhabíareparado.Todoelmundoestabaatentoalosvendedoresysusmercancías,asíquenoveíanaunoselfosdispersosentrelamultitud.

Invisibles a los ojos de la gente, los elfos se apropiaban de lo que lesgustaba en cada puesto delmercado.Eduviges pudo reconocer aArwen, ladoncellanoble;aElentariyaRudlis,laelfaquelehabíaregaladounacapadefinísimaseda.Losveíaconsuojoderecho,elquehabíafrotadoconellíquidoélfico.

Lesorprendiótantoverlosquelosllamógritandosusnombres.Loselfosacudieroncorriendoasulado,alertadosporsusgritos.

—No deberías vernos —dijo Elentari, visiblemente molesta—. Ningún

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humanopuedevernoscuandovenimosavuestromundo.—Nosponesenpeligro—añadióArwen.Eduviges les explicóque solo losveía con suojoderecho, elquehabía

ungidoconellíquidodelánfora.Las elfas se miraron. Debían soplar sobre él para dejarlo ciego. Pero

sabíanqueentoncesEduvigestendríadificultadesparatraerniñosalmundo.Lacomadronahabíasidovalienteyhonesta.Nomerecíaesecastigo.

—Regresaacasaynodigasanadiequepuedesvernos—dijoElentari.—Somosmás que elfas y humanas—añadióArwen—, somosmujeres.

Nonosperjudicaríasporquesilohicieras,teperjudicaríasatimisma.Eduvigesvolviójuntoasuesposo,queesperabasuregreso.—¿Qué tal el mercado de otoño? —preguntó al verla—. ¿Alguna

novedad?Ellatomóaireysuspiró.—Comotodoslosaños—respondió—,nadanuevo.

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Laesposadelmono

India

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La pequeña aldea de Vashist rebosaba vida, era un constante trasiego degente.Losaldeanosllegabandelbosquecargadosconleña,lasmujeresibanalavarropaalríoyregresabanempapadasconfardosdeteladevivoscolores.También había quien realizaba rituales en los ghats, las escalinatas queconducían hasta las aguas del río Beas. El hermoso templo de Vashishta,rodeadoporpequeñascasasdemaderaypizarra,infundíapazasualrededor,comounpequeñooasisenmediodelbullicio.

EraundíamuycalurosoenelqueSurya,eldiosdelSol,calentabaelairey abrasaba la tierra. La joven Shaila había caminado hasta las termas parasumergirseensusmedicinalesaguastempladasysofocarelcalor.

Encontróunsitiojuntoaunaspiedrasyseapoyóenellasparadescansar.A su alrededor lasniñas jugaban salpicándosey lasmujereshablaban,peroShaila solo se dedicaba a observar.De pronto, ocurrió algo imprevisto quesorprendióatodos.Unmonodescendiódelasramasdeunbananoyseacercórápidamente a la joven. Enmenos que tarda en aletear un parakeet de alasazules,elmonoagarrósusarideseda,ladespojódeélytrepóderegresoalaramamásaltadelbanano.

Shailasequedóenelagua,vestidatansoloconelcholi,lacamisetacortaque llevabadebajodel sari, y conelparkar, la faldaquecubría suspiernas

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bajoelvestido.Sinelsarinopodríasalirdelaterma.Shailaprocurónoperder lacalmaybuscóconsusojosalmono ladrón.

Cuandoal finpudodistinguirlo entre lashojasdel banano sedio cuentadequeseencontrabaenunapuro.Elmononoeraunanimalcualquiera,eraelmismísimoHanuman,eldiosmono.Supoderysufuerzaerancasiilimitados,peroShailanotuvomiedodeél.LasleyendasylashistoriasquelecontabansuspadresdesdequeeraniñalehablabandelasbondadesdeHanuman.Eraconsideradounerudito,puesdominabalasseisescuelasdegramática,habíaleídoloscuatrovedas,lostextosmásantiguosdelaliteraturaindia,asícomolostratadosylasenseñanzasdelosseisshastras.Asípues,eldiosmonoerahumilde y virtuoso, cualidades por las cuales no infundía miedo sinoadmiración.

Enunosminutoscomenzaronaarremolinarsevariosniñosalrededordelajoven.

—Gran Hanuman, devuelve a Shaila su sari para que pueda regresar acasa—lerogaron.

PeroHanuman no respondió, siguió observándolos imperturbable desdelasramasdelbanano.

Tantoinsistieronlosniñosquealfineldiosmonodijo:—Noselodevolveré,amenosquesudueñaaceptecasarseconmigo.Aquello despertó la ira de losmuchachos. AunqueHanuman fuera una

divinidad,¡Shailanopodíadesposarseconunmono!Entoncescomenzaronatirarlepalosypiedras,peroHanumantrepóalas

ramasmásaltasdelbanano.Shailaseguíaenlaterma,ycomolosjóvenesnoencontraronformaderecuperarsusari,decidieronpedirayudaasufamilia.

—¡Shaila no puede salir del agua! —gritaron unos en cuanto seaproximaronalaaldea.

—¡Hanumanleharobadosusari!—gritaronotros.—¡Quiere casarse con ella!—gritó alarmada unamujer que se llamaba

Naisha.LospadresdeShaila llamaronasusvecinos,puessabíanquenopodían

enfrentarse solos al dios mono. Un grupo de varios hombres y mujeresreunieronarcosyflechasysedirigieronalrío.Allí,subidoalamismaramaen la que estaba cuando los jóvenes se fueron a pedir ayuda, HanumanobservabalasaguasdelBeas.

—¡Devuelveelsari!—gritóChintak,unpescadoramigodelafamilia.—¡Notepertenece!—exclamóLakshmi,lamaestradelaescuela.—¡Sí! ¡Devuélvelo! ¿Para qué lo necesitas?—dijo enfurecido el joven

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pastorSajag—.Noeresmásqueunmono.Aquello molestó tanto a Hanuman que, si en algún momento había

pensadoendevolverleelsariaShaila,lodescartóinmediatamente.—Solo le devolveré el vestido si la joven acepta casarse conmigo —

repitióbienalto,paraquetodoslosaldeanosdeVashistpudieranoírlo.Lasvocesllamaronlaatencióndequienesestabanlejosdelastermas,que

acudieronhastaallí,demaneraquealrededordelbananosecongregómuchamás gente. Todos mostraron su malestar, algunos repitieron las mismaspalabrasqueantesparadoblegarlavoluntaddeHanuman,peroestesemostróinflexible.

—¿¡Creesquepuedessalirteconlatuya!?—gritóChintak,elpescador.Sajag tensó su arcoy lanzóuna flecha contra elmono.En apenas unos

segundos los hombresque estaban allí le dispararon todas sus flechas, peroningunadeellaslogrónisiquierarozarlapieldeHanuman.

—La joven está destinada a pertenecer al mono —anunció el ancianoSarvagya—,debemosdejarloenpaz.

YamirySarayu, lospadresdeShaila, rompierona llorardesconsolados.Enunúltimointentosuplicarondenuevoalladrón.

—DevuélveleaShailasusarideseda,diosmono.Pero también esta vez fue en vano, pues Hanuman respondió sin

inmutarse,comosifueralaprimeravezquelodecía:—Siellaaceptacasarseconmigo,selodaré.—Pero,Hanuman…—balbucieron.—Siellaconsientesermiesposa,lopondréensumano.El padre y la madre de Shaila hincaron sus rodillas en el suelo y se

dejaronllevarporunllantodesconsolado.Lasgentesdelpuebloelevaronsusplegarias al mismo Surya, pero este no las oyó, y Hanuman seguíaimperturbable. Todo fue en vano. Ni las amenazas ni las súplicasconsiguieronablandarlaférreavoluntaddeldiosmono.

En última instancia, lamismísima Shaila le dijo al diosmono desde laterma:

—Túnoharásnadaconmisari,granHanuman.Espequeñoyfrágilparati.Sinembargo,eselúnicovestidoquetengo.Teloruego,devuélvemelo.

Parecíaqueelmonoestabaesperandoescucharaquellaspalabras,porqueencuantolasoyóbrotardeloslabiosdeShailacomenzóabalancearsesobrelarama.Unosinstantesdespuésdequelajovenguardarasilencio,elmonosedescolgó hasta ella y le acercó un extremo de la tela. Ella lo agarró deinmediatoysintiócómoHanumantirabadelsari.Sinapenasdarsecuenta,la

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arrastróhastalacopadelbanano.Cuandoelmonoestuvosegurodequelajovennopodíaescapar,puesen

casode intentarlocaeríamortalmentealsuelo, lasoltóy ledevolvióelsari.Despuéslasubiósobresuespalday,saltandoderamaenrama,huyóconellasinquenadiepudieraseguirlos.

Shaila era inteligente y rápida, sabía que si quería seguir viva no debíatratar de escapar de su captor ni forcejear con él, pues Hanuman erainmensamentefuerte.Aceptósusinosinrebelarseysemostródispuestaairconél.Mientrassealejabaalomosdelmonogritaba:

—¡Nosufras,padre!¡Nollores,madre!Durante varias horas Hanuman no sintió fatiga, y hubiera seguido

brincandoentrelosárboleshastaqueSuryaretiraralaluzdeldíayaparecieralanoche.PerosabíaqueShailanecesitabadescansar,asíquecuandollegaronaunbosqueenelqueseerguíauninmensoroble,sesentaron.

HanumanlallevóaunacuevaenelvalledeKulu.Allívivierondurantemuchotiempo,alimentándosedelasfrutasqueencontraban.Elmonotrepabaalosmangos,alosmanzanosoacualquierotroárbolfrutalylossacudíaparaque sus frutos maduros cayeran a la tierra. Si bien es cierto que los doscomían lo mismo, también lo es que la joven no soportaba compartir lacomidaconelmono.

A veces, cuando la marca de los dientes delataba que Hanuman habíamordidounafruta,Shailarehusabacomerla.

—No tiene tierra —decía el mono—, ni una brizna de paja siquiera.Cómela.

PeroShailasenegabarotundamenteconlaexcusadequenoteníaapetito,aunquesustripasrugieranhambrientasrompiendoelsilenciodelvalle.

Undíalajovensecansódecomersolamentefruta.

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—Soyunasimplemortal,nopuedoalimentarmedemanzanas,plátanos,mangosypapayas.

—¿Qué es lo que quieres, entonces?—preguntó Hanuman dispuesto acomplacerla.

—Almenosuncuencodearroz.AsíqueHanumanyellasedirigieronalaaldeaMateula,enlaqueesedía

habíamercado.—Mientrasvoyalbazarquédateaquí,alasombradeesteroble—dijoel

monoaShaila.Hanuman la dejó a las afueras de Mateula mientras él se dirigió al

mercado colmado de colores, olores y rebosante de vendedores ycompradores. Para elmono fue fácil robar una olla al alfarero, tanto comohacerse con arroz, sal y cúrcuma. Antes de abandonar el bazar, burló lavigilantemiradadeunvendedory se llevóa labocaunabolade laddu, sudulcefavorito.TambiénrobóotraparaShaila.

—Ten—ledijoencuantosereunióconellabajoelroble.Shaila devoró el laddu hambrienta, después recogió ramitas y palos

alrededordel árbol, encendió fuegoy cocinó el arroz.AHanuman le gustótantolacomidaquelepidióquecocinaraparaéltodoslosdías.

Cadamañana,HanumanibaalmercadodeMateulaysiempreregresabaconarrozyundulceparaShaila.Asíquesequedaronallívariosdías.Luego,la jovennecesitó un nuevo sari, pues el que tenía estaba hechoharapos.El

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monointentórobarunvestido,peronofueposibleporquelostenderoshabíanaumentadosuvigilancia.

—¡Fueradeaquí,mono!—gritaron—.¡¿Paraquéquierestúunsari?!Andrajosa, cansada de dormir debajo de un árbol y hastiada de comer

frutayarroz,Shailasehartódeestarenlosalrededoresdelaaldea.—Regresaremos a la cueva—dijo elmono—. Pero necesitas un nuevo

sari.Hanumanrecogiómangosyotrasfrutasyselasofrecióalajoven.—Véndelosenelmercado,conloqueobtengaspodráscompraruno.Shaila se dirigió aMateula y llegó hasta elmercado. Se adentró en las

callejuelas entre los puestos y vio, después de mucho tiempo, cuántonecesitabaestarrodeadadelossuyos.

Leresultófácilvenderlafrutaquellevabayeligióunsaridesedaverdeconribetesdorados.Cuandollególahoraderegresaralacuevasintióquenoqueríavolver.

—Estavezyoelijomidestino—sedijo—yelijoliberarmedeHanuman.EsanocheShailadurmiócercadeltemployalamañanasiguientebuscó

trabajoenelmercado.—Trabajarásparamí—ledijouncomercianteadinerado.Hanumanlaesperóenvanoyregresótristementeasucolina.—Unavezmelallevéparaquefuerafelizconmigo—selamentó—.Silo

vuelvoahacerjamásmeperdonará.Shailacomenzóunanuevavidaynuncaregresóconelmono.—Mi destino es el que yo elijo en cada instante —murmuró la joven

sonriendoparasusadentros.

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