Escribano Leyes de Indias

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Espacio Tiempo y Forma Serie IV I-i^ Moderna t. 7 1994 págs. 307-330 E l  escribano público entre partes o notarial  en la Recopilación de Leyes de  Indias de 1680 PATRICIO  HIDALGO NUCHERA * 1.  TIPOLOGÍA  Y  NORMATIVA  COMÚN DE LOS  ESCRIBANOS COLONIALES Ojeando el índice de la  Recopilación de Leyes de Indias de 1680  ^ llama la atención que el vocablo escribano hace referencia, a lo largo de nueve folios, a una gran cantidad de cargos. Por tanto, estimamos que debíamos comenzar este trabajo tratando de acotar la significación que tendría en los siglos coloniales. Pues bien. El sustantivo escribano designaba a la persona que, por oficio público, estaba autorizado para dar fe de las escrituras y demás actos que pasaban ante él ^ . Naturalmente, sus actuaciones podían se r realizadas bien entre partes, bien en el seno de una corporación: a) Si entre partes; e staríamos an te e l actualmente conocido como «notario», o sea, aquel funcionario público autorizado para dar fe de los contratos, testamentos y otros autos extrajudiciales. En Indias se conocían como escribanos del número, si se dedicaban a asuntos civiles, y notarios, si a los eclesiásticos. *  Univer sidad Autónoma. Madrid. Recopilación de Leyes de los Reynos de Indias.  Madrid , Julián de Pared es, 1 681 4 tomos .  Sigo la edición facsimilar realizada en Madrid por el Instituto de Cultura Hispánica en 1973. L a  Partida Tercera Título XIX, ley 1 del Re y Alfonso X 1256 -126 5) define al escribano como  «orne que es sabidor de escreuir, e son dos maneras dellos. Los unos que escriuen los privillejios,  e las cartas, e los actos de la Casa del Rey; e los otros, que son los escriuanos públicos,  que escriuen las cartas de las vendidas, e de las compras, e de los pleytos, e las posturas  que los omes ponen entre sí, en las Cibdades e en las Villas». 307

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Espacio Tiempo y Forma Serie IV I-i^ Moderna t. 7 1994 págs. 307-330

El

 escribano público entre partes o

notarial

 en la Recopilación de Leyes

de

  Indias de 1680

PATRICIO

  HIDALGO NUCHERA *

1.  TIPOLOGÍA  Y NORMATIVA  COMÚN DE LOS

  ESCRIBANOS

COLONIALES

Ojeando el índice de la

  Recopilación de Leyes de Indias de 1680

 ^

llama la atención que el vocablo escribano hace referencia, a lo largo de

nueve folios, a una gran cantidad de cargos. Por tanto, estimamos que

debíamos comenzar este trabajo tratando de acotar la significación que

tendría en los siglos coloniales.

Pues bien. El sustantivo escribano designaba a la persona que, por

oficio público, estaba autorizado para dar fe de las escrituras y demás

actos que pasaban ante él . Naturalmente, sus actuaciones podían ser

realizadas bien entre partes, bien en el seno de una corporación:

a) Si entre partes; estaríamos ante el actualmente conocido como

«notario», o sea, aquel funcionario público autorizado para dar fe de los

contratos, testamentos y otros autos extrajudiciales. En Indias se conocían

como escribanos del número, si se dedicaban a asuntos civiles, y notarios,

si a los eclesiásticos.

*  Universidad Autónoma. Madrid.

Recopilación de Leyes de los Reynos de Indias. Madrid, Julián de Paredes, 1681 4

tomos . Sigo la edición facsimilar realizada en Madrid por el Instituto de Cultura Hispánica en

1973.

La

 Partida Tercera

Título XIX, ley 1 del Rey Alfonso X 1256-1265) define al escribano

como

 «orne que es sabidor de escreuir, e son dos maneras dellos. Los unos que escriuen los

privillejios, e las cartas, e los actos de la Casa del Rey; e los otros, que son los escriuanos

públicos, que escriuen las cartas de las vendidas, e de las compras, e de los pleytos, e las

posturas que los omes ponen entre sí, en las Cibdades e en las Villas».

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PATRICIO HIDALGO NUCHERA

ítulo

 habilitante

Lugar

 de

 ejercicio

Función

Tipos

Casa Real

E.

 de Coile)

Escribano Real \

Ciudad

E.

 Público)

Entre Partes

o Notarial

Administrativa <

del Niímero

Notario de Iglesia

de Consejo de Indias

de Casa Contratación

Mayor de Armadas

de Naos

de Raciones

de Consulado

de Audiencias

de Gobernación

de Cabildos hispanos

de Cabildos indígenas

de Visitas

de Juzgados de Bienes

de Difuntos

Mayor de Minas

de Registros de N avios

b) S i en e l seno de una co rpo rac ión : es tar íamos ante el func io nar io

que ac tua lmente se conoce como secretar io , o sea, aquel su je to encar-

gado de escr ib i r la correspondencia, extender las actas, dar fe de los

acuerdos y cus tod ia r l os documentos de una o f i c i na , asamb lea o co r -

porac ión. En Ind ias rea l i zaban sus comet idos en las Audienc ias , gober-

nac iones , cab i l dos , e tc . , o rgan i smos todos e l l os que ca rec ían p rec i sa -

mente de la f igura del secretar io, lo que nos revela la autént ica función

del escr ibano a l l í empleado.

Si hoy para ejercer de notar io o de secretar io se necesi ta, pr imero,

estar en posesión de un t í tu lo habi l i tante despachado por el Estado y,

después, sacar una p laza, en e l pasado sucedía lo mismo; e l t í tu lo^ ,

despachado en nombre de l Rey por e l Consejo de las Ind ias , concedía

el grado de escr ibano real y habi l i taba para optar a una plaza de escr i -

bano, b ien en la Casa Real —escr ibano de Cor te—, b ien en una c iudad

o pueb lo — escr ibano Pú bl ic o— . S i se inc l inaba por esta ú l t ima op c ión ,

En la denominac ión legal de la ép oca, se le denom inaba «Fiat» y «Notaría».

Algunos escribanos reales, con el mero título tiabilitante, llegaron a realizar funcione s que

no les correspondían. Fue por ello por lo que se hubo de protiibir por ley

  (Recopilación,

  Libro

V, Título VIII, ley 2) que ejercieran como del número en las ciudades en donde hubiera de éstos,

aunque, para salvar los derechos adquiridos, se permitió que siguieran actuando como tales

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El escribano público entre partes o notarial en la Recopilación de Leyes de...

el oposi tor podía elegi r entre ejercer la escr i turac ión públ ica entre partes

— esc r iban o de l núme ro o notar io ec les iás t ico— o t raba jar en un organis -

mo burocrát ico de la Admin is t rac ión. De lo has ta aquí expuesto , podr ía-

mos rea l i zar e l s igu iente cuadro t ipo lóg ico de l o f i c io de escr ibano:

Antes de pasar a exponer las func iones de los escr ibanos de l número

y de los notar ios ec les iás t icos , cons ideramos opor tuno espec i f i car una

ser ie de regu lac iones com une s a tod os los escr iban os p úb l ico s . En e l

Título VIII del Libro V de la   Recopilación de 1680  podemos leer las s i -

gu ientes :

I. * No pod ían ser no m br ad os por los v i rreyes . Au dien cias ni cua lquier

otra autor idad indiana^ ( ley 1).

2.^

  Ning uno po día ac tuar com o escr iban o de l núm ero si no tenía t í tu lo

para e l lo^ ; s in embargo, s í podr ían hacer lo aquel los escr ibanos rea les

que hubieran e jerc ido como de l número antes de l 15 de oc tubre de 1623

(ley 2).

3 . Debían ser exa min ado s y ap rob ad os por las Au dienc ias de sus

distr i tos y tener l icencia para ejercer. Además, debían sacar «f iat y no-

t a r í a » '  despachada por e l Consejo de Ind ias ( ley 3) .

4 . Los qu e no pud ieran d esp lazars e a la Au die nc ia por su le janía se

examinar ían ante e l Gobernador , con dos le t rados, o e l ten iente le t rado

más cercano ( ley 4).

5. Todos tendrían l ibro de los depósi tos que se hic iesen ante el los

(ley 15).

e.' ' Cu an do a lgu no en trase a serv i r su of ic io se le entreg aría por in-

ventar io los papeles tocantes a l Real Serv ic io . As imismo, cuando cesasen

deberían dejar los a su sucesor ( ley 17).

7. To do s los pa pele s de cua lquie r esc r iban o pasarían con el of ic io

a su sucesor, no quedando en poder de su mujer o herederos ( ley 18).

los que lo hubieran hecho hasta ei 15 de octubre de 1623. Asimismo, la ley 14 del mismo Título

y Libro ordenó a los Presidentes de Audiencias y Gobernadores que no permitieran en sus

jurisdicciones que los escribanos reales, no siendo del número, hicieran escrituras públicas y

autos judiciales. Por otra parte, la ley 5 del mismo Título y Libro mandaba a los escribanos

reales que, antes de usar sus oficios, presentaran su título ante el Ayuntamiento de la ciudad

correspondiente, y que en las subscripciones o firmas de sus escrituras dijesen de dónde eran

vecinos.

^

  La misma ley permitía a tales autoridades el nombram iento de escribano del cabildo y del

número cuando falleciesen los que había para que no se paralizase el curso de los negocios.

° Por tan to, y según remarcaba la ley 14 .°, no podían hacer escrituras púb licas ni autos

judiciales.

' El «Fiat» venía a ser la confirm ac ión, m ientras la «Notaría» sería el título habilitante de

escribano  real.

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PATRICIO HIDALGO NUCHERA

8.'' To dos gu ardar ían los arance les hecho s por la Au dien c ia en la

cobranza de sus derechos. Y donde se prac t icase que fuese menos, se

ajustaría al est i lo de la provinc ia ( ley 26).

9 . No l levar ían der ech os de cua lqu ier proc eso o escr i tura tocan tes

al Patr imonio Real ( leyes 30 y 31).

lO. Cuando examinaran tes t igos les in terrogar ían mediante las pre

guntas generales ( ley 35).

11 .

Harían sus not i f i cac iones o in formac iones s in impedimento a l

guno. Y se ordena a los v i r reyes , aud ienc ias , o idores , a lca ldes , f i sca les ,

go be rna do res , pre lados e inqu is ido res que no los es torba sen y se de jasen

not i f i car de cua lqu ier auto tocante a sus o f ic ios , de jándolos ent rar donde

estuv iesen y l levar cons igo los tes t igos que fuesen necesar ios ( ley 36) .

12.^  No se adm i t ir ían in form ac ion es de me st izos n i mu la tos para optar

a ser escr ibanos ni notar ios públ icos '^ ( ley 40).

Dos leyes más afectan p or igua l a tod os los es cr ib an os : la ley 34 ,

Tí tu lo IX, L ibro VI , que señ ala que n ingún e nco m end ero pue da ser escr i

bano ,

  de jando l iber tad a l que lo fuese para escoger ent re la encomienda

y la escr ibanía, pudiendo renunciar a esta úl t ima conforme a la ley de la

renunciac ión; y la ley 25, Tí tu lo XXI, L ibro   VIII,  que ordena que nadie use

of ic io de escr ibano de l número o cab i ldo por renunc iac ión de o t ro s in

tener pr imero el t í tu lo para el lo.

2.

  ESCRIBANOS PÚBLICOS CON FUNCIÓN ENTRE PARTES O

NOTARIAL

Según la  Recopilación indiana de 1680,  los facul tados para real izar

func iones notar ia les eran los denominados escr ibanos de l número y los

notar ios ec les iás t icos .

2 . 1 .

  Escribanos del número

Eran aquel los escr ibanos rea les y púb l icos ded icados a la escr i turac ión

entre partes y a la real ización de autos judic ia les. Real izaban su of ic io

exc lus ivamente dent ro de l ter r i to r io para e l que habían s ido proveídos . Se

El jurista Juan de Solórzano y Pereira, en su obra

  Política Indiana.

 Madrid, Imprenta de

Diego Díaz de la Carrera, 1648. Sigo la edición relizada en Madrid por la Compañía Iberoame

ricana de Publicaciones en 1930, que sigue el texto corregido y anotado en 1736-39 por el

licenciado Francisco Ramiro de Valenzuela. Esta edición ha sido reproducida en Madrid por la

editorial Atlas en su Biblioteca de Autores Españoles n.°  CCLII, CCLIII, CCLIV, CCLV y CCLVI,

1972) Libro, IV, cap. XX, n.° 32 señala que ello se debe entender únicamente de los mestizos

'*,imos.

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El escribano público  ntr partes o no tarial en la Recopilación de Leyes de...

l e l lamaba de l número porque en cada jur isd icc ión había un número es

pecí f i co de e l los ; impropiamente, en la época —y en la prop ia   Recopi-

lación de Leyes

— también se les denomina escr ibanos públ icos , lo que

induce a l confus ion ismo, por lo que nosot ros ev i taremos hacer lo en las

páginas s igu ientes , ya que s i b ien todos los escr ibanos de l número eran

públ icos , no todos los públ icos eran de l número.

APAR IC IÓN

Los escr ibanos fueron aparec iendo en Ind ias conforme las neces idades

de la co lon izac ión fueron hac iéndolos prec isos . As í , cuando se fundaba

una c iudad aparec ía un escr ibano de Cabi ldo y , seguramente, uno o var ios

reales. Cuando la c iudad crecía hasta l legar a convert i rse en un importante

núc leo de poblac ión, se c reaban p lazas de escr ibanos de l número, a par t i r

de lo cual los ant iguos escr ibanos reales no podrían real izar las funciones

prop ias de aquél los ; s in embargo, y para sa lvar los derechos adqui r idos ,

la Corona les permit ió (ley 2, Tít.

  V I I I ,

  Libro V de la   Recopilación)  seguir

e jerc iendo la escr i turac ión ent re par tes a qu ienes lo hubiesen hecho hasta

el 15 de octubre de 1623. Desde esta fecha, pues, ningún escr ibano real

podría ejercer las funciones propias de uno del número.

C O M P E T E N C I A S

Entre los escr ibanos del número y el resto de los escr ibanos, espe

c ia lmente los rea les (habi l i tados en espera de un puesto) , hubo eternos

con f l i c tos de competenc ia , causados —según Bono Huer ta^— por l a

  c on

fusa ordenación de la mater ia.

Tres conf l i c tos nos presenta d icho autor :

1.° co nf l ic to : entre es cr iba no s de l nú m ero y otro s sob re es cr i turas

públ icas y autos jud ic ia les .

Desde muy pronto, los pr imeros protes taron de que escr ibanos de

gobernac ión y s imples escr ibanos rea les autor izaran escr i turas públ icas .

Como e jemplos . Bono Huerta c i ta , en pr imer lugar , que los escr ibanos

del número de la c iudad de Nombre de Dios (Panamá) denunc iaron a

Car los V que e l ten iente de esc r ibano de go ber nac ión y o t ras personas

autor izaban toda c lase de «escri turas entre partes», lo que mot ivó la pro

v is ión de la pr incesa gobernadora de 1555 d i r ig ida a l gobernador de Tierra

Firme,   en la que se prohibía ta les intromis iones, provis ión rei terada en

1565 por su incumpl imiento  {Cedulario Indiano^ ,  tom o 2, f f. 351 -353 ). El

BONO HUERTA,

  José,

  La ordenación notarial en Indias.

 Madrid,  Junta  de   Decanos  de los

Colegios Notariales

  de

  España,

  1984, pág. 10.

°

  Cedulario Indiano. Recopilado p or  Diego  de Encinas Oficial Mayor de la Escribanía  de

Cámara

  de l

  Consejo Supremo

 y

  Real

  de las

  indias.

  Madrid  1596 (4   tomos .  Sigo  la   edición

311

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PATRICIO HIDALGO NUCHERA

segundo e jemplo es que los gobernadores de las prov inc ias de l Perú se

serv ían de los escr ibanos de gob ierno, y no de los de l número, para

escr i turar sus ac tuac iones jud ic ia les . Ante la pro tes ta de los segundos,

Fel ipe I I , en pro vis ión de 1555 di r ig id a a la Au die nc ia del Perú   {Cedulario

Indiano,  tom o 2, ff. 354-35 5) , d ispu so que todas las causas pen dientes

ante e l correg idor de d icha c iudad pasasen ante los escr ibanos de l nú

mero de e l la . Lo mismo orde nó a la Au dien c ia de Nueva Gran ada en

cédula de 1568

  Cedulario Indiano,

  tom o 2, f. 355) . Tam bién hu bo in t ro

mis iones de los escr ibanos de las f lotas que atracaban en los puertos,

pro hibid as por cé du la de Fel ipe II de 1575   {Ced ulario Indiano,  tom o 2, f.

353). Tod o el lo hizo qu e este mo na rca en 1565, y des pu és Fel ipe IV en

1645  [Recopilación,  Libro V, Tít. VIH, ley 14; cfr. co n la ley 33 ), es tab lecie ra

expresamente que las escr i turas púb l icas y los autos jud ic ia les habían de

ser autor izados exc lus ivamente por los escr ibanos de l número y no por

los de gob ierno n i s imples escr ibanos rea les ; aunque para sa lvar los de

rechos adqui r idos , se permi t ió ( ley 2 de l mismo Tí tu lo y L ibro) que aque

l los escr ibanos rea les que hubiesen es tado autor izándolos has ta e l 15 de

octubre de 1623 pudieran segui r hac iéndolo .

2.° C on f l ic to : entre escr ib an os del núm ero y los reales en relac ión a

la autor izac ión de escr i turas tocantes a a lcabalas .

Según Bono H u e r t a ' \ la com peten c ia en to rno a es te tema acabó en

plei to ante la Au die nc ia de M éxico , qu e sente nció en 1576 que «las cartas

de ventas y otros contratos de bienes rayzes, se hagan ante los escr ivanos

del número», y las demás ante qu ien las par tes qu is ieren, dando f ianza

los escr ibanos reales de dejar los protocolos en caso de ausencia. Esta

sentenc ia fue aprobada por Fe l ipe I I en e l mismo año   {Cedu lario Indiano,

tomo 2, f . 353).

3.° C on f l ic to: entre esc r iba no s del nú m ero y del ca bi ld o en torn o a

mater ias admin is t ra t i vas .

En es tas mater ias , la competenc ia recaía exc lus ivamente sobre los se

gu nd os . Bon o H uerta ^ po ne el e jemp lo de que en la actu ació n de los

f ie les e jecutores , las d i l igenc ias tenían que formal izarse ante d ichos es

cr ibanos y, sólo ante la fa l ta de el los, ante uno del número para el lo

no m bra do , com o se d ispu so en cé dula de Fe l ipe II de 1569 d i r ig ida a la

Audienc ia de l Perú  {Cedulario Indiano,  tom o 2, f. 359 -360 ).

facsimüar realizada en Madrid por ei instituto de Cultura Hispánica en 1945, con una nota pre

liminar de Alfonso García G allo. El estudio e índices preparados en aquel año por el citado autor

tian sido publicados por la misma editorial en 1990.

BONO   HUERTA, José Op. cit,

  pág. 10.

'^

  Ibidem,

  pág. 11.

3 2

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El escribano público

  ntr

partes o notarial en la Reco pilación de Leyes de

N O M B R A M I E N T O

Aunque desde la leg is lac ión de A l fonso e l Sab io aparece la prescr ip -

c ión de que los cargos de escr ibanos debían ser proveídos por e l rey,

s in embargo a l p r inc ip io de la co lon izac ión fueron nombrados por las

au to r idades ind ianas : ade lan tados , gobernadores , cab i ldos , aud ienc ias ,

virreyes, etc. En este sent ido hay que destacar la RC. 30 de abr i l de 1508

di r ig ida a Nico lás de Ovando, en la que se le ordenaba que los a lguaci les

y escr ibanos de cab i ldo de las Ind ias fueran designados por los a lca ldes

y reg ido res y nombrados po r e l gobernadora^ .

Apar te de por las autor idades ind ianas, las escr ibanías fueron proveí -

das desde e l p r inc ip io por e l p rop io monarca. L lama la a tenc ión e l que

lo h ic ie ra en a l tos cor tesanos qu ienes, a su vez, las ar rendaban en ter -

ceras personas. Lu jan Muñoz nos da dos e jemplos de e l lo : por RC. Burgos

30 de marzo de 1508, Fernando e l Cató l ico o torgó la Escr ibanía Mayor

de Minas para las Ind ias a su secre tar io pr ivado Lope de Conch i l los, qu ien,

a su vez, puso como ten ientes o sust i tu tos a Juan de Serra longa en La

Española y a Bernard ino de Santa Clara en Cuba; e l o t ro caso tuvo lugar

en e l re inado de Car los V y fue su pro tagon is ta e l secre tar io de l Conse jo

de Ind ias, Juan de Sámano, qu ien en 1525 fue nombrado Escr ibano Mayor

de la Gobernación de Nueva España con autor izac ión de poner sust i tu tos

de su persona, no só lo en la cap i ta l , s ino en cua lqu ier lugar dent ro de

la gob ern ació n d on de hub iese o res id iese una au tor ida d ^'*.

S in embargo, una vez a f i rmada la co lon izac ión y por necesidades f i -

nancieras de la Real Hacienda, e l monarca se ar rogó en exc lus iva , en

det r imento de las autor idades ind ianas, e l derecho de l nombramiento de

los escr ibanos. La causa a legada es que por haber s ido nombradas per-

sonas s in preparac ión, los autos y pesqu isas tenían «notab les yerros, y

nu l idades», los pro toco los no se guardaban con la custod ia necesar ia «de

que se s igue confus ión, y var iedad en e l hecho de la verdad, porque

algunas vezes se pierden los autos, y escr i turas, y con el los la re lación

de lo cierto». Por tanto, se estableció en 1564 ( ley 1, Tí tu lo   VIII,  L ibro V

de la

  Recopilación;

  d ich a ley recog e re i te radas d isp os ic ion es en e l mism o

sent ido, s ín toma de su s is temát ico incumpl imiento) que n inguna autor idad

ind iana s in excepción

LUJAN MUÑOZ,

  Jorge,

  Lo s

  escribanos

  en las

  Indias Occidentales. México Universidad

Nacional Autónoma  de  México Instituto  de  Estudios y Documentos Históricos A.C., 1982 (3.

ed.), pág. 30.

Ibidem págs. 32 s.

3 3

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P TRICIO HID LGO NUCHER

«pueda hazer, ni haga nombramientos, ni despache títulos de Escri-

vanos perpetuos, ni por tiempo limitado, por ningún efecto general, ni

particular, por secreto, ni grave que sea, con pretexto de que hay falta

de Escrivanos en la parte donde los pretendieren nombrar, ni por otra

ninguna causa, por precisa que sea, ni los consienta, tolere ni permita,

con apercivimiento, que se procederá contra los susodichos por todo rigor

de derecho , y se les hará cargo en las visitas, y residencias...». La misma

ley autorizaba, por vía de excepción, que donde «al tiempo de hazer

nuevos descubrimientos, y poblaciones huviesse falta de Escrivanos, ó

en alguna Ciudad, Villa, ó Lugar falleciessen todos los que havia, y si se

huviesse de aguardar á que se vendiessen estos oficios, cessaria el curso,

y despacho de los negocios, concedemos licencia y facultad á los Virre

yes,  Presidentes y Governadores, para que en los casos referidos, y no

en otros, provean los oficios de Escrivanos del Numero, y Concejo en las

personas, que les pareciere, siendo hábiles, y suficientes, en Ínterin que

Nos proveemos dellos á quien fuere nuestra voluntad, ó se vendan, ó

passen las renunciaciones hechas conforme á derecho, y luego nos

  avi

sen por el Consejo de indias».

Desde el mismo momento en que el rey se arrogó la potestad del

nombramiento, la prov is ión de las escr ibanías quedó su je ta a la secuenc ia

corre la t iva de in formac ión, examen, conf i rmac ión y u l ter ior presentac ión

del t í tu lo obten ido ante las autor idades correspondientes .

La

  Información

  se rea l izaba por los V i r reyes y Au dienc ias y co nsta ba

de una ser ie de requis i tos que los candidatos habían de superar ;

— Ser m ayo r de 25 añ os ^^.

— Ser cr is t iano , lego — o sea, no goza r del fuero ecles iást ico — , de

bu en a fa m a e in stru ido ' .

— No ser mu lato ni me st izo, sob re lo cual habrían de poner las au

tor idades «especial pregunta», y s i se diera a ta les «con engaño» algún

t í tu lo,

  no podrían ejercer ni aun inter inamente  (Recopilación,   Libro V, Tít.

^  Novísima  Recopilación de las Leyes de  spaña (1804), Libro Vil, Título XIV, ley 2. Citado

en

  LUJAN MUÑOZ,

  J . ,  Op. cit.   pág. 54.

La  P artida Tercera,   Título XIX, ley 2 establecía que los escribanos públicos puestos en

las ciudades, villas u otros lugares debían ser «ornes libres, e Christianos, e de buena fama. E

otrosí deuen ser sabidores en escriuir  bien, e entendidos del Arte de la Escriuania, de manera

que sepan bien tomar las razones, o las posturas, que los omes pusieran entre si ante ellos. E

deuen ser omes de poridad, de guisa que los testamentos, e las otras cosas que les fueren

mandadas escreuir en poridad, que las non descubran en ninguna manera; fueras ende si

fueren a daño del Rey, o del Reyno. E además dezimos, que deuen ser vecinos de aquellos

lugares onde fueren Escriuanos, porque conoscan mejor los omes entre quien fizieren las car

tas:

  e deuen ser legos, porque han de fazer cartas de pesq uisas, o de otros pley tos, en que

cae pena de muerte, o lisión; lo que non pertenece al Clérigo, nin a otros omes de orden; e

demás, porque si fiziesen algún yerro por que mereciessen muerte, o alguna pena, que gelo

pueda al Rey acaloñar». Citado por  LUJAN MUÑOZ,  J ., Op . cit.  págs. 48 s.

3 4

Page 9: Escribano Leyes de Indias

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El escribano púb lico entre partes

 o

 notarial en ia Recopilación de Leyes de...

VIII,

  ley 40; p rov i s ión  de  Fel ipe II de 1576 y  Fel ipe  IV de 1621) . A  pesar

de  lo  l eg i s lado ,  el  jur is ta Juan  de  So ló rzano  y  Pereyra  {Política Indiana,

Libro

  I, cap. XX, n.° 32)

 op i na

 que

 esto

 «se

 debe en tender

 con los

  Mest izos

¡legít imos, para que q u e d e c o n c o r d a d a  con la ley 7, Tít. 7,  Libro  1. Recop.

d o n d e se les  perm i te el que  sean Sacerdo tes  y en vu lgar m odo  de  hablar

la pa labra 'Mest izo '  se  en t i ende  del  i legí t imo».  En  otro lugar  {Política

  In-

diana,

  Libro  II, cap. XXX, n.° 55)  d ice  que  debe en tenderse que se  habla

de «zambos» o  «zambah igos» , que son  hi jos de «Negro  é  India», y  f inal iza:

«y cada

 día se dan

  estas Notar las

  á

  Mest izos legí t imos

  en la

  C ámara

  de

Indias».

  Los

 asp i ran tes

  no

  pod ían

  ser

  e n c o m e n d e r o s

  de

  i nd ios ;

  el que ya

fuese escr ibano

  y

  tuv iera

  una

  encomienda había

  de

  optar entre ésta

  y el

ejerc ic io  de su  c a rgo ,  si  b ien  se le  d a b a  la  so luc ión  de  enajenar éste

mediante renunc ia

  {Recopilación,

  Libro  VI, Tít. IX, ley 34;  prov is ión  de

Felipe II de  1590). Según Lujan Muñoz ^^, ya con an te r io r i dad  a  es ta fecha

—RC.

  17 de  j un io  de  1559—  se  hab ía p roh ib ido o to rgar encomiendas  a

los «escribanos  de  c ámara  y  may o r  de la  aud ienc ia  y a los  esc r ibanos

públ icos  y  reales».

—   No  pod ían acceder  al  of ic io  de  esc r ibano  los  c lér igos

  {Recopila-

ción,  Libro  I, Tít. XII, ley 1).

  Los

  hi jos

  y

  n ie tos

  de

  «quemados »

  y los

  hi jos

  de

  «reconc i l iados»

por  la  Inquis ic ión  no  podían tener of ic ios rea les ,  ni  púb l i c os ,  ni  concej i les

y,

  por lo

  tan to ,

  no

  pod ían

  ser

  esc r ibanos

  de

  número

  ni aun

  rea les , como

se d ispuso  en  c édu l a  de la  re ina Juana  de 1511, c on f i rmada  por la de

Felipe  II de 1565  {Cedulario Indiano,  T o m o  I, ff.  453-454)  '^

— As im ismo, es taba proh ib ido — RC. 31 de  d i c i embre  de  1603— que

un pariente

  del

  p res iden te

  de la

  Aud i enc i a

  o de los

  o idores

  y

  f i sca l

  de

el la sirviese  el  c a rgo  de  esc r ibano  de  C ámara  y de  Gob i e rno .  A  estos

mismos esc r ibanos

  se les

  p roh ib ió

  —RC. 19 de

  oc tub re

  de 1619— de-

dicarse  a  cualquier t ipo  de  ac t i v i dades comerc ia les ,  así  c o m o  a sus pa-

r ientes , fami l iares , c r iados

  y

  s i rv ientes^ .

El Examen de los c and i da tos  era rea l izado por una Aud ienc ia facu l tada

espec ia lmente para e l lo , aunque  si  a lguno  de los  opos i tores res id iera tan

lejos que el viaje  le s upus i e ra i nc om od i dades  y  pe l igros , podía en tal  caso

En el  mismo sentido, Felipe II, en cédula de 1576 dirigida al gobernador  de Venezuela

{ edul rio

  Indiano,

 Tomo 2, f. 362),  encargaba que en las  informaciones se cuidara de que el

solicitante

 no

 fuese m estizo. Citada

 en

  BONO HUERTA,

  J .,

 O p.

 cit.

 pág.

 7,

 nota

 4.

' Op. cit. pág.

 56.

'^  Citada por

  BONO HUERTA,

  J . , Op. cit.  págs. 7 s.

' Ambas disposiciones citadas

 en

  LUJAN MUÑOZ,  J . , O p. cit. pág.

 56,

 notas

 46 y 47.

315

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PATRICIO HIDALGO NUCHERA

l a Audienc ia de legar para e l examen b ien en e l gobernador , as is t ido de

dos ca pi tu la res , b ien en el tenie nte letrado m ás cercan o ley 4, Tí tu lo  VIII,

Libro V de la   Recopilación .  En e l caso de ser ap rob ado s, d icho t r ibuna l

les confe ría la «l icencia de exercer» me dian te el de sp ac ho ley 3 del c i ta do

Título y Libro), documento que había de sol ic i tar dentro de los cuatro

m eses s ig uien tes ley 3, Tí t. XXI, L ibro VI I I ).

E l s igu iente t rámi te era la Conf i rmac ión. Con e l despacho de la Au

d ienc ia en su poder , e l candidato aprobado podía ya comenzar a e jercer ,

pero deb ía sol ic i tar la co nf i rm ac ión ante el Co nse jo de Indias ley 1, Tí t.

XXI,

  L ibro VI I I ) . A la v is ta del expediente enviado a España, e l Consejo

expedía el t í tu lo

  real ,

  que en su termino logía burocrát ico- lega l se deno

m ina ba «Fiat y Notaría» ley 3, Tít.

  VII I ,

  Libro V de la  Reco pilación .

Obten idas ambas y antes de in ic iar su ac t iv idad, e l nuevo escr ibano

públ ico tenía que real izar e l t rámi te de la Presentación de su t í tu lo ante

la « lus t ic ia y Regimiento» de la loca l idad donde había de e jercer su

  f un

c ión ,  t rámi te que tenía lugar ante el escr ibano del Concejo; así quedó

esta blec ido por p rov is ión d e F el ipe II de 1572 , recog ida en la ley 5, Tí t.

VII I ,  Libro V de la  Recopilación.  Esta mis ma ley estab lecía que el t rám i te

de la presentac ión de l t í tu lo ante e l Cabi ldo loca l no devengaba tasas .

F U N C I O N E S

Ya hemos señalado en d is t in tas ocas iones que los escr ibanos de l nú

mero real izaban funciones notar ia les, o sea, autor izar las escr i turas y

  con

t ratos establec idos entre part iculares. Varias leyes de la

  Reco pilación de

1680

  regu lan su ac t iv idad profes iona l :

— LLevar pun tua lme nte los pro to co los l ib ro en que se orde nan cro

no lóg icamente todas las escr i turas e ins t rumentos or ig ina les que se rea

l izan ante un notar io) y tene rlos cos ido s co m o l ibros a f in de ca da a ño

ley 60, Tít.

  XXIII,

  Libro II y ley 20, Tít.

  VII I ,

  L ibro V; ambas leyes recogen

sendas d ispos ic iones inser tas en las Ordenanzas genera les de Audienc ias

de 1563 y 1596 respect ivamente.

— Ap arte de los pro toc olo s, deb ían llevar otro libro l lama do «Minu

tar io».  Según Lu jan Muñoz, en é l se ponían só lo los aspectos esenc ia les ,

minutas o borradores de los ins t rumentos , según lo mani fes taban los

  con

t ratantes. Estas bases de las escr i turas eran f i rmadas por las partes, y e l

escr ibano debía redactar la escr i tura s in al terar n i cambiar n inguna de las

condic iones que hubiesen es tab lec ido los cont ra tantes en e l minutar io .

Según e l c i tado autor , és te fue poco respetado: no hac ía prueba cont ra

el protocolo y sólo se prefería s i se presentaba entero, perfecto y con

3 6

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E l escribano público entre partes

 o

 notarial  e n la  Recopilación  d e   eyes  d e

limpieza, a no ser que constara en las escrituras que les había leído a

las partes y la habían aprobado ^\

— Otra ob ligac ión era extender las escrituras sin abrev iaturas, «po

niendo por extenso, y letra los nombres, y cantidades» ley 21 , Tít.

  VIII,

Libro V, recogiendo lo dispuesto en las Ordenanzas generales de Au

diencias de 1596; lo mismo ordenaba la ley 29, Tít.

  XXIII,

  Libro II).

— Función primordial era la de custodiar los protoco los. De ello y de

su correcta formación habían de responder cuando fuesen visitados, ins

peccionados, por el Oidor visitador de la Audiencia correspondiente. La

Recopilación

  distingue entre la visita de los protocolos de los escribanos

de número de la ciudad donde hubiese Audiencia, que la realizaría el

Oidor visitador ord inario ley 27, Tít.

  XXXI,

  Libro II); y la de los protocolos

de los notarios de las demás localidades y ciudades, que la haría, en

caso de no existir Oidor visitador, uno nombrado por el Presidente de la

Aud iencia ley 28 del citado Título y Libro). Estas inspecc iones no eran

sólo de los protocolos de los escribanos del número, sino también de los

protocolos de las demás clases de escribanos.

— Según Bono Huerta   ^^ los protocolos eran inherentes al oficio no

tarial.  Ello suponía que, en caso de muerte del notario o de traslado de

residenciad^, o de transmisión por venta o renuncia del oficio, los pro-

^ Ibidem, p ág. 104.

^   Ibidem,  pág. 12.

^

  B O N O

  HUERTA  (Ibidem,  págs. 12 s.) trae a colación algunos tempranos ejemplos de pro

blemas sobre custodia de protocolos en caso de ausencia del titular del oficio. El primero dice

as í :  «Muchos escrivanos, ansí de nuestros reynos escribanos reales) como del número de

algunas ciudades, villas y lugares de la Isla Española, San Juan y Cuba y Jamayca, después

de aver usado en ellos sus oficios, y aver passado ante ellos mucfias escrituras, se van a la

Nueva España, o a Tierra Firme, o se pasan de unas islas a otras, o se vienen a estos nuestros

R eynos, y se llevan consigo los requisitos de las escrituras y procesos que ante ellos pasan»,

con lo que los interesados perdían la posibilidad de obtener los instrumentos que presisasen.

Ante ello, Carlos V ordenó por cédula de 1525   [Cedulario Indiano,   tomo 2, f. 360) que tales

escribanos afianzasen su obligación de que, cuando abandonasen su residencia, entregarían

sus protocolos signados al escribano que para ello estuviese designado por la justicia. Lo

mismo se mandó por la reina Juana en cédula de 1531 a la Audiencia de la Isla Española

(Cedulario indiano,  tomo 2, ff. 360-361), porque allí también los escribanos «como son  man

cebos y viandantes un día están en essa isla y luego se salen della y se van a la Nueva España,

o a otras partes, o se vienen a estos nuestros R eynos, y las escrituras que pasan ante ellos

llevanselas y nunca parecen». Esto también ocurría con los escribanos reales de las ciudades;

Bono cita el ejemplo de la de Lima, en la que «han residido y residen muchos escrivanos reales»,

y donde, para lograr la permanencia de los protocolos en caso de ausencia, se dispuso por

cédula de Felipe II de 1570 a la Audiencia de dicha ciudad

  (Ceduiario Indiano,

  tomo 2, f. 361)

que los escribanos reales de Lima entregaran anualmente sus protocolos al escribano de ca

bildo de la ciudad, estableciéndose también el afianzamiento de dicha obligación antes de

iniciar el ejercicio del cargo, en el acto de la presentación. En este sentido, con carácter general

se dispuso en el mismo año de 1570, y por Felipe III en 1614   (Recopilación,  Libro V, Título

  VIII,

3 7

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PATRICIO HIDALGO NUCHERA

tocó los no podían quedar en poder , respect ivamente, de los herederos ,

l levárselos consigo el ausente o retenerlos el nuevo t i tu lar de la notaría.

Para que esto fuese así , en 1557 se legis ló   (Recopilación,   Libr o V, Tít.

VIII,  ley 18) que las escr i turas de cada escr ibano «passen con el of ic io al

sucessor en é l» , no pod iendo re tener los la v iuda o herederos , n i e l que

hub iese desempeñado e l o f i c i o i n te r i namente . Con fo rme a l Derecho cas

te l lano —cont inúa Bono Huer ta—, los reg is t ros de l escr ibano de l número

fa l lec ido o cesado en e l o f i c io se ent regaban a l sucesor y , en ausenc ia

de és te , a l escr ibano de l Cabi ldo mediante inventar io , norma es tab lec ida

en céd ula de Fel ipe II de 1569 pa ra la Au die nc ia de Mé xico  {Cedulario

Indiano,  to m o 2, f f. 356 -357 ).

— Otra func ión de los escr iba nos de l núme ro era tener un l ib ro es

pec í f i co para anotar los depós i tos que se h ic ieran ante é l   (Recopilación,

Libro V, Tít.  VIII,   ley 15).

— Por ú lt imo , y com o expone Bono Huer ta^ , es taban ob l i gad os   of-

ficci gratia   a l cumpl imiento de los preceptos que reg lamentaban c ier tos

aspe ctos de su ac t iv ida d. As í por e je m plo: a) los de N ueva E spaña no

podían autor izar escr i turas sobre «trato de oro, y p lata» para evi tar usuras

(Recopilación,   Libro V, Tít.   VIII,   l ey 39, recog iendo una prov is ión de Fe

l ipe III de 1565 ); y b) a f in de año d ebía n dar al Ca bi ldo local co pia de

los tes tamentos o torgados, para que se remi t ie ran a l juez de B ienes de

Di funtos a los e fec tos per t inentes , como se recomendaba en una car ta

real a la Audiencia de Panamá en 1580   (Cedulario Indiano,   to m o 1 , f. 385 ).

Apar te de las func iones prop iamente notar ia les , e l escr ibano de l nú

mero c o lon ia l podía in terven i r , a ju ic io de Lu jan M uñoz, en cua lqu ier juz

gado de lo c iv i l o en causas cr iminales, s iendo su labor s imi lar a la del

ac tua l Secretar io de los t r ibunales . Para cada ju ic io se des ignaba un es

c r ibano especí f i co que se encargaba de la autor izac ión de todos los as

pec tos de la causa: presentac ión de la demanda, examen de tes t igos ,

comparecenc ia de l as par tes ; emp lazamien tos , remates , embargos ,   not i

f i cac iones, nombramientos , autos y sentenc ias , l ib ramientos , inventar ios ,

etc. A deci r de Lujan Muñoz, e l ju ic io se in ic iaba ante él y ante él debía

fina liza r ^ .

ley 19) que los escribanos reales facultados por concesión del rey para autorizar escrituras

públicas, si se ausentasen, tenían que dejar los registros al escribano del cabildo, a lo que

habían de obligarse en el acto de la presentación.

^   Ibidem,   pág. 9.

^ Ibidem,

  pág. 71.

318

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El escribano público  ntr partes

 o

 notarial en ia Recopilación

 de

 Leyes de...

A R A N C E L E S

La ac t iv idad notar ia l

  y

  j ud ic ia l

  de los

  esc r i banos

  del

  n ú m e ro

  no era

gra tu i ta . Como

  no

  perc ib ían

  un

  s u e ld o , c o b ra b a n d e re c h o s

  de

  a c u e rd o

  a

un arance l o f i c ia l . Según Bono Huer ta  ^ i  és tos e ran fo rma dos

  por las

Aud ienc ias

  y la

  cuan t ía máx ima

  de

  cada par t ida

  no

  pod ía exceder

  del

qu ín tup lo

  de la

  c i f ra v igente

  en

  Cas t i l la .

  Una vez

  p r o m u l g a d o s ,

  y sin

  per

ju ic io  de su  v igen c ia prov is iona l inm edia ta , habían   de ser  remi t i dos   al

Conse jo  de  Indias para   su  apo r tac ión real   Recopilación,  L ibro   II, Tít. XV,

ley  178,  según d i spos i c ione s   de  Ca r l os  V y  Fel ipe   II de  1528-1589) .  Con

respecto  a los  e s c r i b a n o s ,  se les  o b l i g a b a   a  tener   la  tab la   del  a rance l

«púb l i camente

  en los

  Escr i tor ios

  de sus

  casas»

  ley 179 del

  c i tado Tí tu lo

y L ib ro , recog iendo  lo  d i s p u e s t o   en las  O rd e n a n z a s   de las  Aud ienc ias   de

1596)  y el  d e b e r  de  «guardar los»   en el  c o b r o   de sus  d e r e c h o s ,  al  t i e m p o

que  se les  r e c o m e n d a b a   que  a l l í donde   por uso  es tos derech os fues en

menores ,  se  a jus taran   a la  p rác t i ca   o  est i lo local  ley 26, Tít.  VI I I ,   L ibro

V).

C o m o e x c e p c i ó n ,  se  l eg is laron t res casos   en los que los  esc r i banos

de l número

  no

  l l evar ían derechos:

1.° En las

  escr i turas

  y

  au tos re ferentes

  a la

  Rea l Hac ienda, según

cédu la  de  Fel ipe   II de 1570 d i r i g i da   a los  esc r i banos   de la  c i u d a d   de San

Juan

  de

  Puerto Rico

  Cedulario Indiano,

  t o m o

  2, f. 354).

2.°

  En las

  escr i turas

  y

  au tos re ferentes

  al

  Conce jo l oca l , como

  se

d ispuso  por la  re ina Juana   en  cédu la   de 1532  para   los  esc r i banos   del

número  de  San t i ago   de  C u b a   Cedulario Indiano,  t o m o   2, f. 354).

3.°

  En los

  l i t ig ios

  de

  i nd ios ;

  en

  a tenc ión

  a su

  p o b re z a

  se

  ex imió

  de-

recho a lguno  a los  i nd ígenas   del  c o m ú n   y  só lo   la  m i tad   del  p rec io   a las

c o m u n i d a d e s

  y

  c a c i q u e s

  Recopilación,

  L ibro

  V, Tít.

  VI I I ,

  ley 25).

P A P E L S E L L A D O

Se gún Bon o Hu erta ^^,  la  ta sa ^ iscal  del  pape l se l lado   fue  c read a para

Casti l la

  por una

  p ra g m á t i c a

  de 1636, y

  só lo

  dos

  años

  más

  ta rde — Real

Provis ión de 28 de  d i c i e m b re   de  1638—   fue  ap l i cada   en  I nd ias—, aunque

con ind icac ión

  de que su

  en t rada

  en

  v igor sería

  a

  part i r

  del 1 de

  enero

de  1640.  D icha prov is ión   fue  r e c o g i d a   en la ley 18, tit.  XXIII ,   L ibro VIII  de

la   Recopilación,  y en  el la   se  con t i enen   las  s igu ientes regu lac ione s:

Ibidem pág. 13 s.

Ibidem

pág. 14.

319

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PATRICIO HIDALGO NUCHERA

—   Todo documento, incluido el notarial, debería obligatoriamente ir

expedido en papel sellado, siendo nulos los que así no lo fuesen.

  De los cuatro tipos de sellos establecidos^**, se usaría el de  «Clase

2. »  para el primer pliego de las escrituras, testamentos y contratos otor-

gados ante escribanos; en cambio, todas las hojas de los registros y

protocolos serían de la  «Clase 3. ».

—   Los pliegos sellados se imprimirían cada bienio, con validez para

dos años.

—   La impresión, expedición y recaudación del papel sellado quedaba

reservada a la administración

  real.

 Se establecía que cada Audiencia nom-

braría un Comisario para su distribución y venta; y que un Tesorero lo

recaudaría, con obligación de enviar cada seis meses lo recaudado a los

Oficiales Reales de su distrito.

—   Por último, los escribanos expedirían cada documento en pliegos

separados, aunque en los protocolos los asientos se extenderían conse-

cutivamente sin dejar blanco alguno «porque assi conviene para mayor

legalidad de los registros, y protocolos».

2.2. NOTARIOS ECLESIÁSTICOS

El segundo tipo de escribano público con funciones notariales es el

«Notario». Así eran llamados durante la época colonial aquellos escribanos

^° En  el  sello de Clase  1. ' ' se escribirían todos los despachos de gracias y mercedes Inechos

por  las autoridades indianas; si   tales despactios tuviesen más de un pliego, el  resto sería de

Clase 3.°  El sello de Ciase 2. sería para el primer pliego de todas las escrituras, testamentos

y contratos  que se hubiesen de  otorgar ante escribanos; en  cambio, todas  las hojas  en los

protocolos y registros irían en el de Clase 3.°  El  sello de Clase 3.°serviría para tod o  lo judicial;

lo compulsado, de cualquier clase que fuese, no  llevaría más que el primer pliego sellado con

el sello  de Clase 2.', y lo demás en el de Clase 4 .°  En el  sello de Clase 4. se escribirían todos

los despachos

 de

 oficio,

 los de los

 pobres

 de

 solemnidad

 y los de los

 indios:

 en el

 caso

 de los

de estos últimos, aun sin  sellos debían admitirse. Además, se espec ificó a) que los soldados

de Chile  y Filipinas, por su pobreza, despacharían en papel de Ciase 4.°; b) que los despachos

de oficio de todas las Audiencias fueran también  en dicho clase para que nadie pudiera objetar

falta de recursos; c) que todas las peticiones y  memoriales habrían de ir en papel de Clase 3.',

pudiéndose escribir al  margen de sus resoluciones y, si no cabían, en otro pliego de la misma

Clase; y d) que las  cartas acordadas despachadas  por los  virreyes  y audiencia, así como la

correspondencia de  sus oidores y  escribanos, fuesen en papel de Clase 4. .

En cuanto

 a las

 tasas,

 la del

 sello

 de

 Clase 1 . , que

 va en

  pliego entero,

 es de 24

 reales;

 la

de l

 de

 Clase

 2.', que

 también

 va en

  pliego entero,

 de 6

 reales;

  la del de

 Clase 3.°,

 que va a

medio pliego,

 de 

real;

 y la

 del

 de

 Clase 4.°, que también

 va a

 medio pliego,

 un

 cu arti llo.

Por último, y en el caso de que se cometiesen yerros en algunos despachos sellados de  1 . ,

2.

o 3.

Clase,

 se

 ordenaba a las autoridades que

 los

 devolviesen a

 los

 Receptores encargados

de  su distribución, quienes se los canjearían por otros de la misma clase, cobrando de cada

pliego medio  real, que era lo que se suponía costaba la  impresión y el  envío del papel. Dicho

Receptor, en la cuenta que hubiese de dar en su momento, mostraría los  papeles devueltos.

320

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E l escribano público entre partes

 o

 notarial en la Recopilación d e Leyes de . .

públicos que entendían de los asuntos eclesiásticos^* . Por ser materia

estrictamente canónica, su especial ordenación legal no aparece en la

Recopi lac ión de 1680,

  aunque en el Título VIII del Libro V — que versa

sobre los escribanos— se trata de los aranceles que debían llevar, única

materia que incumbía regular a la legislación real  ^°.  Aparte de esta cues

tión,  que después trataremos, la única regla sobre ellos que aparece en

el citado co rpus legal indiano fue la recomendación hecha por Felipe III

en 1633

  (Recopi lación,

  Libro V, Título

  VIII,

  ley 37) de que los notarios de

la Iglesia que se nombrasen fuesen seglares y, a ser posible, escribanos

reales.

En cuanto a la legislación canónica que les afecta, el I Concilio pro

vincial celebrado en México en 1555^^ exigió la presentación del título y

el examen para conceder la oportuna licencia. Después de Trente, el

 Con

cilio provincial III de México reguló ampliamente el oficio de notario, dando

normas sobre la extensión de las actas procesales, el arancel y la custodia

de los protocolos.

Por su parte, Lujan Muñoz

  ^

  recalca que el ejercicio de los notarios

estaba circunscrito exclusivamente a los asuntos eclesiásticos, y sólo po

dían recibir escrituras en asuntos de la Iglesia, bajo pena de nulidad, ser

desterrados y perder la mitad de sus bienes. A continuación, nos informa

de la existencia de dos clases de notarios, mayores y ordinarios, oscilando

su número en cada diócesis a voluntad de los obispos.

a) Los Notarios Mayores eran examinados en cada obispado por los

demás notarios mayores ante la presencia del provisor o vicario general.

Dentro de los dos meses contados desde su nombramiento hecho por el

prelado o persona que le correspondiese, tenían que examinarse para

escribanos reales y obtener el fiat correspondiente, bajo pena de quedar

vacante su plaza.

^'   Según   LUJAN MUÑOZ,   J . ,  [Op. cit ., pág. 43), se presentan algunas excepciones a la regla

general de asignar a los escribanos lo civil y a los notarios lo eclesiástico. Algunas leyes de la

Recopi lación   hablan de «notarlos públicos», diferenciándolos de los escribanos (ley 40, Título

VIII, Libro V) y de «notarios universitarios» (ley 32, Tít.  XX II,  Libro I). Asimismo —continúa—, en

algunas otras leyes se presentan otros tipos de notarlos: en la ley 5, Título XIX, Libro   se cita

a los «notarios secretos» de la Inquisición, mientras que la ley 32, Título   VIII,   Libro V menciona

a los «notarios apostólicos» y a los de la «Cruzada», hablándose también, en general, de los

notarios de la Inquisición.

° BO NO HUERTA, J . ,

  Op. cit.,

  pág. 17.

^

  C. 89.

  Vid .

 TEJADA

  Y

  RAMIRO,

  Juan,

  Co lecc ión de todos los Conc i l i os de l a Ig les i a de

spaña  y de Amér ica .  Madrid

  1859-1861;

 vol. V, pp. 171 s. Citado en   BONO HUERTA,   J . ,  op. cit.,

pág.  17.

^' Op. cit., págs. 42 s.

32

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PATRICIO HIDALGO NUCHERA

b En cua nto a los Notar ios Ord inar ios ten ían la ob l ig ac ió n de esta

b lecerse en los d iversos par t idos como receptores y hacer d i l igenc ias

fuera de la cap i ta l . Eran escog idos en t re los escr ibanos rea les y exami

nados por dos no tar ios mayores. Tanto éstos como los o rd inar ios debían

tener más de 25 años, l levar cuatro o c inco de práct ica y ser legos.

En cuanto a los a rance les, ún ica cuest ión que ya d i j imos compete a

la leg is lación  real ,  ésta in tentó resolver la d ispar idad de cr i ter ios existentes

ent re las d i fe ren tes d ióces is . Bono Huer ta

 

nos o f rece a lgunos de estos

intentos:

1.° En 1559 se ord en ó a tod os los notar ios del arz ob isp ad o de L ima

y d iócesis sufragáneas que l levasen sólo e l t r ip le del arancel v igente en

Cast i l la . Ante su inobservancia, fue re i terada en 1568 y 1568   {Cedulario

Indiano,

  tom o 2 , ff. 371-372 . Co m o no había med io de que d icha tasa se

cum pl ie ra , e l m a lhum or real es ta l ló en 159 1, o rde nan do a l v i rrey de L ima

que ex ig iese de los no ta r ios a rzob ispa les la exh ib ic ión de su a rance l y

se remit iera una copia a l Consejo de Ind ias para que «se provea lo que

convenga»  Cedulario Indiano,  to m o 2, f. 372

2°  En 1574, Fel ipe II ord en ó a los notar ios de Tierra Firme que  l le

vasen los mismos derechos que los escr ibanos rea les a l l í res iden tes   {Ce-

dulario Indiano,  tom o 2 , f. 370 . Esta d isp os ic ión , pero con carác te r ge

nera l para todos los notar ios de las Ind ias, fue recogida en la ley 32,

Título

  VIII ,

  Libro V de la  Recopilación.

  Ante este de so rde n aran cela r io , Fel ipe III d is pu so , co n carácter

gene ra l ,

  que las d iócesis establecieran unos aranceles f i jos para sus no

ta r ios ,

  moderando a éstos «en cumpl imien to de lo que está d ispuesto en

esta razón»  {Recopilación,  Libro V, Título  VIII ,  ley 27 . Se ign or a lo q ue

se h izo, aunque Bono Huerta cree que la d iversidad arancelar ia y ios

derec hos exces ivos s ubs is t ie ron porq ue, en 1635, Fe l ipe IV tuvo que   rei

te ra r a l ob ispado de Cuba e l cumpl imien to de l a rance l de jueces y no ta r ios

«dado para la Ig les ia Met ropo l i tana de Santo Domingo de la Españo la»

{Recopilación,

  Libro V, Título  VI I I ,  ley 2 8 .

3. VENTA Y RENU NCIACIÓN DE LAS ESC RIBANÍAS

3.1. De la venta vitalicia a la perpe tua

Al pr incip io de la co lonización, la posesión de las escr ibanías fue una

merced gratu i ta que corr ía a cargo b ien de las autor idades ind ianas, b ien

Op. cit,

  págs. 18 s.

322

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El escribano público

  entre

 partes o notarial en la Recopilación de Leyes de...

del prop io monarca. S in embargo, las neces idades f inanc ieras de la Ha

c ienda h ic ieron que la Corona acudiera a l expediente de arrogarse en

exc lus i va su conce s ión p ara , pos te r i o rmente , l uc ra rse con su ven ta . Se gún

Tom ás y Val iente^ , la prop ues ta or ig ina l se h izo en una con sul ta de l

Consejo de Indias de 12 de marzo de 1558, en la que se sugería, aparte

de la creación del of ic io de Al férez en todas las c iudades y v i l las de Indias,

el que «se acregienten escr ivanías en las c ibdades y v i l las de las Yndias

y en las Chanc i l le r ías y Governagiones y se vendan para V.M. , porque se

sacará del las una buena cant idad» ^^. Esto fue aprobado por la RC. 24 de

jun io de 1559 , aunque se desar ro l l ó en un memor ia l ad jun to en l a s i

gu iente manera:

«Primeramente, que se acrecienten escrivanías del número en las   ciu

dades et villas de Españoles de la Nueva España, y de las otras subjectas

a la Audiencia Real de las dicíias Provincias de la Nueva España, et

ansimismo se acrecienten escrivanías en la dicína Audiencia y en las otras

Governaciones de aquella tierra, y se vendan a personas aviles y

  sufi

cientes que no sean de los proínybidos por todo lo más que ser pueda,

y en las ciudades et villas que no uviere proveydas escrivanías de concejo

también se venderán» ^^

Una cuest ión de suma importanc ia señalada por Tomás y Val iente es

que al no señalarse nada acerca de s i la venta de la escr ibanía había de

ser por un t iempo l imi tado o a perpetu idad, hay que cons iderar más b ien

lo pr im ero , o sea , qu e tenía un me ro c arác ter v i ta l ic io ^^.

A pesar de la legal ización de la venta de escr ibanías, las previs iones

fal laron, pue s fuero n e scasa s las ofertas rec ib idas ^^. To m ás y Val iente

aventura que la causa de el lo podría haber s ido la ex istencia de intereses

creados cont rar ios a l acrecentamiento y venta de escr ibanías , ya que e l lo

suponía un aumento de la competenc ia^^. Sea lo que fuere y como la

TOMÁS Y VALIENTE,

 Francisco,

 La  enta  de O ficios en Indias (1492-1806).

  Madrid, Instituto

Nacional de Administración Pública, 1972 (manejo la

 2.

ed. de 1982), pág. 53.

 Vid.

 asimismo,

PARRY,

 J.H.,

  T he  Sale of public Office in ti ie Spanish Iridies under th e h iagsburg.

 Berkeley, Uni-

versity of California Press, 1953.

'^

  Arctiivo General de Indias (AGÍ), Sevilla. Indiferente General 738.

'   AGÍ,  Sevilla. Indiferente General 738. L a cédula y el mem orial están transcritos en TOMÁS

Y VALIENTE,

 F.,

 O p. cit.,

  págs. 145 y 64, respectivamente.

ibidem,

  pág. 54.

^ Como ejemplo, J.H. Parry

  [Th e Sale...

 pág. 12 s.) señala que, en 1562, la Audiencia de

Guadalajara informó que a pesar de todos sus esfuerzos no había recibido ni esperaba recibir

oferta alguna porque las escribanías de aqu ella provincia carecían de valor para ser co mpra das.

' Se basa para ello en el caso de Juan de Sámano, a quien Carlos I, por Real Provisión

dada en Madrid a 7 de marzo de 1525, hizo merced de la Escribanía Mayor de la Gobernación

de Nueva España con jurisdicción sobre Nueva España, Panuco, Yucatán, Cozumel, Higueras,

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PATRICIO HIDALGO NUCHERA

s imple venta con carácter v i ta l ic io e ra poco a t rayente , e l 13 de nov iembre

de 1581 se permi t ió la compra de o f ic ios con poder para renunciar los una

vez; por ú l t imo, e l 14 de d ic iembre de 1606 la conf luencia del in terés de

la Corona por ganar más d inero con e l de los part icu lares por pr ivat izar

a l máximo e l o f ic io comprado l levó a la Monarquía a aprobar —«para e l

acregentamiento de mi Rea l Hazienda»— la venta en p lena prop iedad, lo

que imp l i caba que tan to e l p r imer comprador como los suces ivos adqu i -

r ientes

  in perpetuum

  tenían la facu ltad de la l ibre d is po sic ión

  *°]

  como b ien

seña la Tomás y Va l ien te , con e l lo la Monarquía quedaba ob l igada a acep-

ta r las suces ivas e indef in idas t ransmis iones de l o f ic io , s in más pos ib le

contro l que e l t rámite de la conf irmación V Pero antes de pasar a ver con

más de ten imien to e l mecan ismo de las renunc iac iones , veamos cómo se

real izaba —basándonos en e l Tí tu lo XX del L ibro VI I I de la

  Recopilación

la venta de una escr ibanía.

a) En pr imer lugar, los Of ic ia les Reales del d ist r i to do nd e se ven dies e

debían asist i r a su tasación, para evi tar cualquier t ipo de f raude a los

derechos de Hacienda ( ley 14) .

b ) En seg und o lugar , cua ndo vacase una escr ibanía que se fuese a

vender , la máxima autor idad de l d is t r i to har ía que semanalmente se pre-

gonase, con as is tenc ia de l f isca l a l l í donde hub iese Aud ienc ia ; as imismo,

las posturas debían hacerse con p lena l ibertad ( ley 13).

c) Una vez e fectu ado e l rema te , no se adm i t i ría n ing un a nueva pu ja

(ley 11).

d) Por ú l t im o, e l pag o sólo pod ría efectua rse a l co nta do o a p lazos

lo más cor tos pos ib le , no admi t iéndose adeudos de l Rey —l ib ranzas de

sue ldos, deudas de las Ca jas Rea les, déb i tos a t rasados de éstas, e tc .—

(ley 16); tampoco debían admit i rse p lazos largos ( ley 17).

Además de lo seña lado y con re ferenc ia a la venta , e l c i tado Tí tu lo y

L ib ro de l cód igo de 1680 ordenaba lo s igu ien te :

Río de las Palmas, F lor ida, Cabo de Honduras , Nicaragua, Perú, Cast i l l a de l Oro, Santa Marta ,

Gobernac ión de Rodr igo de Bast idas , desde e l cabo San Román has ta e l de la Vela y e l Gol fo

de Venezuela; e l lo h izo exc lamar a l ju r i s ta   LEÓ N PINELO,  An ton io de

  (Tratado de las Confirma-

ciones Reales,

  1630; reedi tad o en Bueno s A i res , Facul tad de Fi losof ía y Let ras , Ins t i tu to de

Inves t igac iones His tór icas , B ib l io teca Argent ina de L ibros Raros Amer icanos n.° 1, 1922, f f . 116

s . ) que a Sámano se le d ieron «todos los o f i c ios de p luma de las Ind ias». Años más tarde, en

1539,  Sám ano vend ió su o f i c io a un sec re ta r io de l v i r rey Men doza , An ton io de Turc i os , qu ien

durante los t re in ta años s igu ientes e jerc ió como Escr i l jano Mayor, escr ibano de Gobernac ión

y escr ibano de Cámara ( tanto en lo c iv i l como en lo c r imina l ) , res is t iendo var ias tentat i vas de

la Corona para d iv id i r sus o f i c ios .

  Vid.

  ToruiÁs Y

 VALIENTE,

  F .,

  Op. cit.,

  pá g. 68.

TOM Á S Y V A L I E N TE , F . ,   Op. cit,   pág . 121 .

*'

  ibidem,

  pá g. 56.

324

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El escribano público  ntr partes o no tarial en la Reco pilación de Leyes de...

a) Los of ic ios só lo se vende r ían a person as «no proh ib idas» y a qu ie-

nes tuv iesen «las partes, y cal idades, que se requieren» ( ley 15).

b) Los t í tu los de los of ic ios ve nd ibles debería n rec oge r to do s los por-

menores referentes a su venta ( ley 24).

c ) En los t í tu los de spa cha do s a me nores con la c lausu la de serv i r los

por terceras personas hasta su mayor ía de edad, se deber ía poner , ade-

más del precio del of ic io, la cant idad pagada por ta l c lausula ( ley 25).

d) El t í tu lo de be ría l levar tam bié n la c lau sula de que , antes de tom ar

poses ión de l o f i c io , e l comprador deber ía presentar lo a los Of ic ia les Rea-

les de l d is t r i to correspondiente para que tomasen su razón ( ley 26) .

e) A l prod uc i rse la vacan te y para que e l carg o no qued ara s in qu ien

lo cumpl iera mient ras se vendía, se podía nombrar un sus t i tu to ( ley 20) .

Como en a lgunos momentos o para c ier tos cargos no había pos ter iores .

Lujan Muñoz nos informa que por RC. 31 de dic iembre de 1674, al re i terar

la orden genera l para que todos los o f ic ios que es tuv iesen vacantes en

las Ind ias se sacasen a a lmoneda, se autor izó que, «s iendo arrendables»,

se pus iesen en e l ín ter in en arrendamiento «con atenc ión que las personas

fuesen idóneas y suf ic ientes». E l lo d io lugar a que, en a lgunos casos, se

nombraran sus t i tu tos dándoles en arrendamiento e l cargo s in sacar lo a

venta, con lo que se perpetuaban en é l s in adqui r i r lo o has ta que tenían

el d inero para hacer lo , e inc luso que se quedaran fungiendo como s i

fueran prop ie tar ios s in pagar s iqu iera a rren da m iento ^ .

3.2. La renunciación

Ya hemos v is to que, en 1559, se permi t ió la venta de las escr ibanías,

pero se entendía que só lo por la v ida de l comprador . Según Tomás Va-

l iente,  mient ras las escr ibanías se vendieron con es te carác ter es tuvo v i -

gente en Indias el derecho castel lano regulador de las renuncias, «por el

cua l e l rey podía l ib remente rechazar a los renunc ia tar ios propuestos por

qu ien,  habiendo comprado e l o f i c io a la Corona, qu is iera vender lo a su

vez, ya que al no estar legalmente autor izadas las ventas pr ivadas de

of ic ios , la t ransmis ión de l o f i c io ent re vendedor y e l comprador tenía que

hacerse bajo la apariencia de las sempi ternas renuncias» ^. Para evi tar el

pel igro de perder el of ic io s i fuese rechazada su renuncia por no est imarse

LUJAN MUÑOZ, J.,  Op. cit. págs 63 s.

TOMÁS Y VALIENTE, F.,  Op. cit pág. 56.

325

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PATRICIO HIDALGO NUCHERA

adecuada la persona de l renunc ia tar io —cont inúa Tomás y Val iente—, «se

procedía en ocas iones a comprar a la Hac ienda rea l e l derecho a renunc iar

el of ic io de que se era t i tu lar v i ta l ic io; una vez enajenada por precio esta

f acu l tad ,  la Monarquía se veía ya ob l igada a aceptar la renunc ia presen-

tada por e l o f i c ia l renunc iante, qu ien lóg icamente repercut i r ía en e l re-

nunc ia tar io por é l propuesto (verdadero comprador de l o f i c io , excepto

cuando e l renunc iante t ransmi t ía e l o f i c io 'mor t is causa ' o en concepto

de dote de su hi ja) e l precio pagado a la Hacienda por el derecho a

renunciar»'* .

Ya di j imos que con el f in de est imular la aparic ión de ofertas, la Corona

pr om ulg ó la RC. El C ob o 13 de no viem bre de 1581 ' , qu e p erm i t ía la

renunc iac ión —por v ía de venta pr ivada, donac ión o suces ión— de las

escribanías por una vez. Anal izando la cédula, en el la se habla de dos

t ipos de escr ibanías: las ya existentes y las de nueva creación ( las de

bienes de di funtos y de v is i tas). Pues   b ien:

1.° A los esc r iba no s existentes en 1581 se les co nc ed e fac ul ta d pa ra

que renunc ien su of ic io , a la vez que se ordena a las autor idades ind ianas

que aprueben ta les renunc ias y que den los despachos necesar ios a los

renun c ia tar ios con ta l de qu e: a) los escr ibano s, antes de renu nc iar sus

of ic ios, pag ue n a la Ha cien da Real la terce ra parte del valor del mism o i

y b) los renunc ia tar ios obtuv iesen en un p lazo de t res años la conf i rmac ión

y t í tu lo real del of ic io. Según Tomás y Val iente, e l nuevo adquir iente, s i

luego quería t ransmit i r a su vez el of ic io, quedaría «sometido al t radic ional

mecanismo de la renunc ia no v incu lante o se verá ob l igado a comprar

par t i cu larmente a la Hac ienda Real e l derecho a renunc iar su o f ic io (o

d i cho con más p rec i s ión , a comprar e l de recho de que l a Monarqu ía

apru ebe su renun c ia)» ^ .

2°  Las escr ibanías que se m and an crear — de b ienes de d i funtos y

de v is i tas— también serán renunc iab les ; pero como son de nueva crea-

c ió n ,  qu ien las comprase habr ía de pagar a la Hac ienda su va lor en venta

Ibidem,

  pp. 76 s. Citando a

  PARRY,

 J.H.,

 { he  Sale...

 pág.16), Tomás y Valiente pone el

ejemplo del escribano de Cámara de la Audiencia de Nueva Galicia, Francisco Velázquez, quien

en 1575 pagó a la Hacienda 2.000 ducados por la compra del derecho a renunciar su oficio.

^ En la

 Rec opilación

 está refundida y fragmentada en dos leyes distintas: la  y 6 del Título

XX, Libro

 VIII.

'

Es importante que se especifique el pago según el «valor» y no el «precio». Se hace así

para evitar, si la renuncia era por venta, que las partes se pusiesen de acuerdo para simular un

precio menor del verdadero y defraudar a la Hacienda; y si era por donación o suce sión, para

que aquélla obtuviera su beneficio.

TOMÁS

  Y VALIENTE,  F.,

  Op. cit.\

  págs 79 s.

326

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El escribano público  ntr partes o notarial en la Recopilación de Leye s de...

más un terc io de ta l va lor . Se paga, pues, por dos conceptos: por e l o f ic io

en sí y por la facu l tad de renu ncia r lo una vez **.

Para ambos casos, la ley de 1581 recomendaba que los compradores

de o f ic ios fuesen personas práct icas y con exper ienc ia «qua les conv iene

a l exerc ic io de l los» , aun que para Tomá s y Va l ien te ^ esta p re tens ión en-

t rar ía en conf l ic to con la de vender e l cargo a l mejor postor.

Como la ley no seña laba un p lazo de superv ivenc ia de l renunc ian te a

part i r de l momento en que se real izara su renuncia, la mayoría lo l iacía

en  articulo mo rtis.  El haber un p lazo — en e l de rec ho cas te l lano era de

ve in te d ías— era a lgo favorab le a la Corona, pues, s i no se cumpl ía , e l

o f ic io quedaba vacante y a su p lena d ispos ic ión . Fue por e l lo que por

RC.

  San Lorenzo, 3 de nov iembre de 1587, se d ispuso que ios t i tu la res

de of ic ios renunciables por una vez en vir tud de la cédula de 13 de no-

viembre de 1581 «ayan de viv i r t reynta días después de la fecha de re-

nunciación» para que ésta fuese vál ida. L lama la atención que e l p lazo

fuese de t re in ta y no de ve inte días, como en Cast i l la , pero hay que

comprender que «cuantos más d ías de superv ivenc ia se requ i r iesen más

renunc ias ser ían invá l idas y más o f ic ios renunc iab les quedar ían en tera-

mente l ibres para la Corona»™

En o t ro o rden de cosas, una RC. de 10 de febrero de 1601 impuso a

los benef ic iar ios de las escr ibanías renunciables por una vez a part i r de

1581 la presentación de la renuncia ante las autor idades ind ianas de su

dist r i to dentro de un p lazo de setenta días ^ \

Aunque desde la Cédu la de 1581 las ven tas aumentaron , también lo

h ic ie ron pero en una proporc ión super io r las neces idades de l Estado. Fue

por e l lo , «para e l acregentamiento de mi Real Hazienda», que la RC. 14

de d ic ie m bre de 1 606^^ apro bó la ven ta de las escr iba nías y ot ros of ic ios

púb l icos a perpe tu idad («por ju ro de heredad», como se decía en tonces) .

E l lo s ign i f icaba que podr ían renunc ia rse perpe tuamente cuantas veces sus

poseedores qu is ie ran , pagando los renunc ian tes a la Hac ienda la mi tad

o e l te rc io —según los casos que ahora veremos— de l va lo r de l o f ic io

cada vez que éste se renunciase:

'

  Ibidem

págs. 80 s.

' Ibidem pág. 82.

' °  Ibidem pág. 96. La RC. 14 de diciembre de 1606 redujo la ciaúsula de supervivencia a

veinte días, equiparándola a la castellana.

='  Ibidem pág. 120.

= Refundida y fragmentad a en las leyes 1 , 2, 4, 5, 6, 11 , 12, 15 y 22 del Título XXI, Libro

Vlli de la

 Recopilación.

327

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P TRICIO HID LGO NUCHER

a) Se pagaría la mitad del valor del oficio en la primera renuncia, y

el tercio del mismo en cada una de las siguientes.

b) Aque llos que tenían en 1606 oficios renunciables por una vez en

virtud de la Cédula de 1 581 , y que no los hubieran renunciado todav ía,

pagarían el tercio del valor en la primera renuncia (según se disponía en

la Cédula de 1581), la mitad en la segunda renuncia (que sería la primera

que caería dentro de la esfera regulada por la Cédula de 1606) y el tercio

en las siguientes ^^.

Además del pago fiscal, la Cédula de 1606 recogía otras importantes

clausulas:

— Se insistía en que las autoridades vigilasen las renuncias para que

no hubiese fraudes a la Hacienda y que los compradores fuesen personas

«hábiles y suficientes» para el desempeño de sus funciones.

— El requisito de la supervivencia del renunciante, que en 1581 se

había establecido en treinta días, se reducía a veinte.

— El beneficiario de una renuncia debía presentarla ante el virrey,

audiencia o justicia más cercana en un plazo de setenta días contados

desde el de su realización. Ello —como sabemos— estaba legislado desde

el 10 de febrero de 1601, aunque ahora se introduce la innovación refe-

rente a las renunciaciones hechas en alta mar. En tal caso, las renuncias

habría que presentarlas, viniendo a España, ante el Consejo de Indias, y

yendo hacia América, ante la justicia principal del puerto donde se de-

sembarcase, en ambos casos dentro de los treinta días posteriores desde

el que se hubiese desembarcado.

— El nuevo propietario debía solicitar al Consejo de Indias la confir-

mación real de la venta en un plazo de cuatro años, contados desde el

día de la renuncia. Comparado a lo legislado en la Cédula de 1581, el

plazo fue aumentado en un año, aunque la pena por no solicitar la

  con-

f irmación fue aminorando, ya que, aunque el comprador seguía perdiendo

el oficio, ahora la Hacienda le devolvería los dos tercios de su valor; o

sea,  que la pena era la pérdida de la facultad de disponer del oficio y

del tercio de su valor ^ .

Nada se legisló sobre el modo de realizar las renunciaciones. Debido

a ello surgieron sendos problemas sobre si podrían ser de palabra y ante

TOMÁS   Y  VALIENTE,   F. ,   Op. cit. pág. 130.

bidem

pág. 133.

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  l

 escribano púb lico

  entre

 partes o no tarial en la Recopilación de Leyes de...

test igos, o sea, s in escr i tura públ ica, y s i de la venta i iabría que pagar

los impuestos de la alcabala y media annata. Según el jur is ta Solórzano ^^:

a) So bre lo pr im ero , s i b ien en 1617 se m an dó que no se adm it iesen

s i no eran hechas ante escr ibano y con tes t igos , e l hecho de que a veces

los que deseaban renunc iar a sus of ic ios se ha l laban en lugares donde

no había escr ibanos, mot ivó la RC. Madrid de 6 de abri l de 1628, que

dec laró que, en ta l caso, la renunc iac ión podr ía hacerse verba lmente ante

tes t igos ba jo juramento.

b) Sobre lo seg un do , Solórzan o op in a que los co m pra do res de los

of ic ios, s i por una parte están exentos de pagar la alcabala porque los

compraron con e l pr iv i leg io de renunc iar los , por o t ra s í deben pagar e l

impuesto de la media annata «porque és te se paga no só lo de las pr imeras

compras de es tos o f ic ios , s ino también de todos los t raspasos y renun-

c iac iones que de e l los se hacen, porque las neces idades públ icas que

han ob l igado a in t roduc i r le y sus muchos apr ie tos p iden és tos y o t ros en

su exacc ión y cobranza. . .» .

Según Tomás y Val iente, es te mecanismo de ventas a perpetu idad,

más que la mera venta de l o f i c io por la Corona, con l levó dos importantes

consecuenc ias : que la maquinar ia admin is t ra t iva se res is t iese; y que se

faci l i tase la implantación de ol igarquías heredi tar ias en las c iudades a

través del control de muchos of ic ios, entre el los las escr ibanías^'* .

3.3. La confirmación

Muy re lac ionado con la venta y renunc iac ión de los o f ic ios vendib les

es taba e l requis i to de la Conf i rm ac ión R e a l . En la pr ime ra cédu la re-

ferente a la venta de escr ibanías (24 de junio de 1559), la sol ic i tud de

conf i rmación no era un requis i to ex igido y a cumpl i r dentro de un plazo

de te rm i nado , s i no —c omo s eña l a Tomás y V a l i en te—, una pos i b i l i dad

ofrecida al com pr ad or «por m ayor se gu rida d suya» ' . Fue la Cé dula de

13 de no v iemb re de 15 81 , que perm i t ía la renu nc ia por una so la vez , la

que es tab lec ió la ob l igac ión, so pena de perd ic ión de l o f i c io , de sacar su

conf i rmac ión en un p lazo de t res años; d icho p lazo aumentó a cuat ro en

la Cédula de 14 de d ic iembre de 1606. Para Tomás y Val iente, la causa

Política Indiana

Libro VI, cap.

 XIII,

 n.° 16, 17, 43 y 44.

TOMÁS Y VALIENTE, F.,  Op. cit. pág. 132.

Sobre ella trata el Título XXII del Libro VIII de la  R ecopilación.

TOMÁS Y VALIENTE, F.,  Op. cit. pág. 94.

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PATRICIO HIDALGO NUCHERA

de imponer la Corona el requisito de la Confirmación fue doble: poseer

un instrumento jurídico que le permitiera recabar información sobre las

condiciones de venta y evitar los posibles fraudes cometidos por los par-

ticulares en perjuicio de la Hacienda ^ y mantener el principio de que el

otorgamiento de títulos era una regalía inalienable^ .

= Ibidem,  pág. 106. Hay que recordar que las cédulas de 1581 y 1606 imponían tasas

fiscales a las renuncias.

Ibidem, pág. ^^8.

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