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ESCRITURAS DEL YO EN LAS CIENCIAS SOCIALES. Un ensayo sobre el ensayo. Clara Lopez Verrilli Dic. 2015

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ESCRITURAS DEL YO EN LAS CIENCIAS SOCIALES.

Un ensayo sobre el ensayo.

Clara Lopez Verrilli

Dic. 2015

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Ciencias Sociales: ciencias del tipo conjeturales. De estatuto sintomatológico (huellas de alguna cosa que hay que descifrar). Dilución de fronteras disciplinares. Incertidumbre.

El abordaje de las ciencias sociales tiene que ser creativo. Tiene que poder articular distintos niveles de desempeño socio-cultural.

Es incómodo aceptar que lo que creíamos saber ya no

tiene capacidad explicativa. Si casi todo se ha vuelto

versátil, flexible, hay que hacerse cargo de la

incertidumbre. Y nos aferramos a nociones de sociedad,

Apuntes del

Curso

“Problemática

actual en

Ciencias

Sociales”

Ago-Sep 2015

INTRODUCCIÓN

García Canclinii

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etnia, nación o clase que en otras temporadas sirvieron

para hallar orden en los comportamientos. O para

imponérselo.

Pues ninguna segura frontera separa el territorio del

sociólogo del territorio del filósofo o el del

historiador del territorio de la literatura. Ninguna

frontera bien zanjada separa a la ciencia misma del

discurso del carpintero que es objeto de la ciencia.

Trazar esas fronteras es, en definitiva, trazar la

frontera entre aquellos que tienen el pensamiento como

asunto propio y los otros que no. Y esa frontera no se

traza jamás si no es bajo la forma de una historia. Sólo

la lengua de las historias puede trazar la frontera,

forzar la aporía de la ausencia de razón detrás de las

razones de las disciplinas.

Rancière

NOTAS RÁPIDAS

DE UNA IDEA:

Urgencia del

testimonio

nervioso de la

intimidad.

Requería, más

que una

resolución,

quedar

inscripto sobre

papel.

Últimas

noticias de la

escritura

//ya voy a

volver sobre

esto.

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Esa foto de un apunte de clase convive ahora con otras de muy distinto orden. No hay fronteras entre esas imágenes, no se distingue lo propio de lo que, en algún momento, fue ajeno. No hay marcas de tiempo concretas, hay fragmentos aislados o relatos posibles en torno a lo que esas fotos dicen, o podrían significar. Convive lo que se desea recordar, lo que se desea mostrar, lo que ya no se dice en palabras.

Aparece, por ejemplo, el almuerzo de mi hermana que vive en Chile y había

preparado ñoquis, seguida de una ilustración de Pablo Bernasconi que me

enviaron como respuesta a la foto de mi placard recién ordenado; una de las

primeras ecografías de mi sobrina; la tapa de Agua Corriente que está en la vereda

de mi casa y que me remite al nombre del Centro de estudios “Arte y

Contemporaneidad”; agua micelar que me recomendó una amiga; una foto que

saqué en las vacaciones cuando me llegó un mensaje que decía “qué hacés?”; una

de Micky Vainilla que seguro me mandaron en algún grupo de whatsApp; las gotas

que tenía que comprar en la farmacia; Penny Lane cuando dejó de hibernar; la

pileta abandonada de mis abuelos; una foto que nos sacamos en una instalación

del CEC; la “guía-T”, un collar que eligió otra amiga, un grafitti que me llegó en un

Según Sergio

Chejfec, el

mundo se divide

en tres partes:

1) aquello de lo

cual no queremos

tener fotos

2) aquello de lo

que podríamos

tener fotos,

pero no tenemos

3) aquello de lo

que tenemos

fotos.

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grupo y que también estuvo circulando en Facebook, las flores de casa, el peceto

que estaba por hervir para hacer vitel tonné, la foto que nos sacamos en el festival

de video cuando ganamos nuestra primera mención, otra que le saqué a la tele

para contar –y demostrar- que las dos últimas veces que viajé a lo de mis padres

estaban pasando la misma película; y unas serigrafías de Daniel García porque no

me decidía cuál comprar.

Pienso en esas fotos, en lo caótico del mundo y en la búsqueda de sentido. Según el escritor paraguayo Augusto Roa Bastos con los mismos documentos se pueden escribir historias diferentes y hasta opuestas. La realidad del mundo, de un ser humano, es esencialmente fragmentaria. Los

relatos tratan de contar una historia en fragmentos. No

se inventa nada. Sólo pequeñísimas variaciones de lo ya

dicho, visto, oído, leído, escrito, olvidado.

En el workshop “Perder tiempo en internet” el escritor Kenneth

Goldsmith propuso un ejercicio de escritura a partir del historial de búsqueda de

internet. Para esto había que pasar al escenario del auditorio llevando la

computadora personal y leer en el micrófono las búsquedas y visitas a sitios web de

un tiempo determinado. Esa lectura, inmediatamente, se convertía en un relato

biográfico, en un retrato. Goldsmith tenía puesto un traje gris oscuro, pero no

tenía corbata ni zapatos, cuando dijo que nuestro historial es nuestra

autobiografía, la estamos escribiendo sin darnos cuenta.

En esa visita al país, el autor estaba presentado su libro “Escritura no

creativa” en donde defiende el patchwriting, es decir, la práctica de reunir

fragmentos de las palabras de otros para generar una obra. Partiendo de la idea

de que todo ya ha sido escrito y de que la supresión de la expresividad es imposible,

Goldsmith afirma que hasta cuando transcribimos o cortamos y pegamos textos

“ajenos” estamos siendo creativos, estamos eligiendo y estamos escribiendo

nuevos contextos.

Si se puede hacer literatura con el historial de internet, ¿Se podrá hacer ciencias sociales con los textos, audios e imágenes que enviamos y recibimos por

whatsApp? Necesitamos libros que trabajen entre las

ciencias sociales para hacer preguntas más que para

juntar los saberes.

Metaforismos.s

Octubre de 2015

Malba, CABA.

(él es el

fundador de

Ubuweb, el mayor

archivo digital

de arte de

vanguardia)

García Canclinii

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ENSAYO.

(Del lat. exagĭum, peso).

1. m. Acción y efecto de ensayar.

2. m. Escrito en el cual un autor desarrolla sus ideas

sin necesidad de mostrar el aparato erudito.

3. m. Género literario al que pertenece este tipo de

escrito.

4. m. Operación por la cual se averigua el metal o

metales que contiene la mena, y la proporción en que

cada uno está con el peso de ella.

5. m. Análisis de la moneda para descubrir su ley.

Cuando le preguntan a Néstor García Canclini si el ensayo podría ser el género más

propicio para descompartimentar los saberes, el responde que, en realidad, lo que

se necesita es una “tormenta de géneros”. El ensayo se enfrenta a la idea de

totalidad y gana sentido al abrirse a la incertidumbre de otros géneros, lenguajes,

campos, soportes, discursos, materialidades.

Me pregunto, entonces, ¿De cuántas formas se puede ensayar? O mejor, ¿de que

se vale en ensayo en ciencias sociales? A qué se abre o a qué puede abrirse…

El cine ensayo es, en su definición primaria, la

inscripción de un pensamiento audiovisual. El texto

único y totalizador propio del espíritu cartesiano de

sistema cede su puesto al fragmentarismo, más adecuado

para un pensamiento confuso y problemático que se

enfrenta a una complejidad en la que ya no cabe una

perspectiva unívoca ni un ideal de certeza libre de

duda.

La película Life in a day podría pensarse en relación a eso. En el año 2010 Scott

Free Productions, la productora del director de Blade Runner, hizo una

convocatoria abierta a filmar un fragmento la vida cotidiana y subirla a Youtube. El

video tenía que ser filmado el día 24 de julio de 2010 y podía durar entre quince

minutos y dos horas. Los productores recibieron más de 80.000 clips (4.500 horas

de video) desde 192 países. El material fue editado en una pieza de 90 minutos

bajo la dirección de Kevin Macdonald y la codirección de los realizadores de los

fragmentos enviados.

Definición

RAE

La imagen que

piensa. Hacia una

definición del

ensayo

audiovisual

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Ahora bien, si me preguntan de qué se trata La vida en un día, respondería:

Hay varias lunas, elefantes bañándose, un mercado, alguien aseándose, alguien

que hace famoso a un ascensor, alguien andando en moto, pollos, alguien andando

en bicicleta en la noche, más lunas, alguien remando, una ceremonia, amanecer,

gente durmiendo, gente despertando, gente sonriendo, soles anaranjados, alguien

duerme en la calle mientras pasan autos, despertadores suenan, gallo, bocina,

cosquillas, una carpa celeste, bostezos, pies en el piso, una estación, la mañana de

Tai-Chan y su padre en un lugar muy apretado, un chico de 15 años se afeita por

primera vez, desayunos de todo tipo, cabras, gente repartiendo el diario, gente

leyendo el diario, alguien en el hospital, flores, niños naciendo, niños jugando,

niños trabajando, barquitos de papel, Okhwan Yoon habla de moscas, casas, cosas

en los bolsillos, gente con armas, gente comiendo, gente que no tiene agua, queso,

alguien pescando, alguien que camina con papel higiénico pegado en su zapato, la

foto de un graduado en manos de su padre, gente que dice lo que ama, gente que

dice que se ama, Darth Vader, la palabra “mamihlapinatapai”, una cita que sale

mal, una pareja bailando en piyama, una pareja que se a casa en India, gente que

se casa en Las Vegas, unas ventanas que parecen dibujadas, un discurso en un

casamiento, un libro de Walt Whitman, sandias, siestas, escaleras, parkour y

shoplifting, pies en la arena, patines, caballo y carro, mochilas, una nena come

fruta, una pirámide humana, alguien hace burbujas, otras burbujas, soldados

bailando, una chica se seca el pelo, una pareja en tiene una cita en Skype y cuando

se desconectan ella llora, gente diciendo a qué le tiene miedo, una masa gigante,

una pileta, un lugar nevado, un bosque, una tormenta, algo que parece un recital y

después llegan ambulancias, peleas, manifestaciones y represión, monos con

caretas, gente llorando, armas otra vez, una montaña rusa, alguien lastimado,

porristas, chispas, un corte de pelo, fuegos artificiales, gente besándose, alguien

dice que no pasó nada hoy, truenos, la misma persona de antes dice que de todas

formas hoy pasó algo grandioso y la secuencia de títulos con un caracol.

El habla del fragmento ignora la suficiencia, no

basta, no se dice en miras a sí misma, no tiene por

sentido su contenido. Pero tampoco entra a

componerse con otros fragmentos para formar un

pensamiento más completo, un conocimiento de

conjunto. Lo fragmentario no precede al todo sino

que se dice fuera del todo y después de él.

Maurice

Blanchot,

Nietzsche y la

escritura

fragmentaria.

Pero sobre todo, pensé en Georges Perec y sus piezas de puzzle:

Me acordé de la carpeta de imágenes del celular. Pensé en las posibilidades del fragmento y en Blanchot:

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[el puzzle] no es una suma de elementos que haya que

aislar y analizar primero, sino un conjunto, es decir

una forma, una estructura: el elemento no preexiste al

conjunto, no es ni más inmediato ni más antiguo, no son

los elementos los que determinan el conjunto, sino el

conjunto el que determina los elementos: el conocimiento

del todo y de sus leyes, del conjunto y su estructura,

no se puede deducir del conocimiento separado de las

partes que lo componen: esto significa que podemos estar

mirando una pieza de un puzzle tres días seguidos y

creer que lo sabemos todo sobre su configuración y su

color, sin haber progresado lo más mínimo: sólo cuenta

la posibilidad de relacionar esta pieza con otras.

La vida

instrucciones

de uso.

Joseph Kosuth, 1945.

One and Three Chairs

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En este mismo sentido, Roberto Echen considera lo fragmental desde el discurso

artístico. Este concepto le permite hablar de obras como la de Joseph Kosuth que

pone –simultáneamente o, mejor, en el mismo acto y por

el mismo gesto– al signo y al objeto a girar en círculo.

Dice Echen: Utilizo el término fragmental en oposición a

fragmentario, ya que este último implica una totalidad

cerrada, cuyos fragmentos la indicarían, incluso en el

caso en que no sea reconstruible. El mismo saber su

imposibilidad de reconstrucción la sitúa como totalidad,

es decir, la ubica en un espacio que la recupera como

totalidad en su irrecuperabilidad como entidad concreta.

Lo fragmental, por lo contrario, se constituye como lo

que no puede constituir una totalidad, o, en todo caso,

constituyendo una totalidad permanentemente abierta, o

también, lo que Régis Debray aborda como incompletud.

Este recorrido por las formas ensayísticas (o fragmentales) en lo audiovisual, lo

literario y artístico abona a la idea del ensayo como un género o un tipo de

producción híbrida que implica una incesante emancipación de lo particular frente

a la totalidad. Así como al principio se planteaba que las fronteras disciplinares se

han diluido, las distancias entre el lenguaje del cine, del arte y de las letras se han

vuelto permeables: el pensamiento contemporáneo pone en juego,

asediándolos, diversos modos y lenguajes, sin colocarse

en zonas tranquilizadoras como la interdisciplinariedad.

En este sentido, y para que -como dice Barthes- haya escritura y no

escribancia, las ciencias sociales pueden valerse de elementos y saberes de los

que se suponía escindida. Es en los cruces, en el encuentro de discursos y lenguajes

donde las ciencias, que son eminentemente escritas, resuenan. El lenguaje

es un inmenso halo de implicaciones, efectos,

resonancias, vueltas y revueltas, contenciones (…) las

palabras ya no son concebidas ilusoriamente como simples

instrumentos, sino lanzadas como proyecciones,

explosiones, vibraciones, maquinarias, sabores; la

escritura convierte al saber en una fiesta.

En “Anotaciones

para una teoría

de lo fragmental

(en arte)”.

//Publicado en

la revista

“Blanco sobre

Blanco” número 4

En Les Lettres

françaises, 1972

Lección

inaugural, 1977

(continúa REchen)

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Todo este texto fue tipeado usando sólo los dedos índices. Nunca pude escribir de

otra forma en la computadora. En una entrevista de 1973 le preguntaron a

Barthes: ¿Por qué usted escribe todas sus obras a mano?

-No es tan simple. Hay que distinguir, en lo que a mí

respecta, dos estadios en el proceso de creación.

Primero, está el momento en que el deseo se inviste en

la pulsión gráfica, culminando en un objeto caligráfico.

Luego está el momento crítico en que ese último va a

ofrecerse a los otros de manera anónima y colectiva,

transformándose a su vez en objeto tipográfico (…). En

otros términos, primero escribo el texto entero con

pluma. Luego lo retomo de punta a punta a máquina (con

dos dedos porque no sé escribir a máquina).

Dice Nietzsche que toda herramienta de escritura lo es también

de pensamiento. O, al menos, eso dicen que dice en un libro que no escribió

él. Yo creo que esas son sus palabras porque las veo impresas en tinta negra sobre

las páginas blancas de un libro. Es un librito en realidad, de esos que están cerca de

la caja en las librerías para que uno se tiente y los compre. Yo siempre me tiento

con esos libritos. Tengo uno que en la contratapa dice “Si el sol dejase de existir,

aún tendrías 8 minutos y 19 segundos para leer este libro”. A mi suele tomarme

más tiempo leer porque cuando lo hago necesito lápiz y papel para subrayar,

marcar y apuntar. Mis libros están todos escritos, rayados, a veces ni entiendo qué

quise poner, o me arrepiento de lo que anoté en los márgenes, pero de lo que

nunca dudo es de la letra negra impresa sobre el papel blanco.

Cosas que

aparecen

adentro de

los libros:

boletos de colectivo,

tickets del cajero, etiquetas de ropa,

postales, papel higiénico,

post its, fotos, entradas de cine,

pasajes de colectivo, constancias de

emisión de voto, señaladores de las

librerías, plano turístico de

Mendoza capital, servilletas de papel

(de esas que no limpian nada),

tarjetas personales, pedazos de hojas de

cuaderno, flores secas,

grilla de horarios del gimnasio.

Una relación

casi maníaca

con los

instrumentos

gráficos.

//En El

grano de la

voz.

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Tipo. Del griego typos. Así comienza uno de los capítulos de

Cuadernos de Lengua y Literatura de Mario Ortiz. En ese libro, el

autor relata su relación con el abecedario y las primeras experiencias con la

escritura. Dice que el primer acercamiento a las letras es a traves del tacto y de la

vista, con los jueguetes o imanes de colores que se pegan en la heladera.

Yo nunca tuve de esos imanes pero siempre me gustó dejar mensajes en las

heladeras ajenas. Como nunca había suficientes vocales, la gracia era

rebuscárselas usando otras letras que, por su morfología, eran parecidas.

Entonces, por ejemplo, la V al revés, era una perfecta A y la F era una E renga.

En ese juego con la materialidad de las letras lo importante era:

Con la escolarización, lo lúdico de las letras entra en contacto con la norma. La

superficie lisa (de las hojas o de la heladera) se reemplaza por una con renglones,

se escribe solamente con color negro o azul, hay que ser “prolijo” y tener letra

“clara”.

En Últimas noticias de la escritura, Sergio Chejfec, analiza la

convivencia de la escritura manual y la escritura digital. Según el

autor, el trazo individual es central para definir desarrollos, estilos y

procedimientos y el principal atributo del manuscrito pasa

por la relación que establece con la experiencia, de la

que, en tanto documento, se revela como prueba de la

verdad.

Chejfec hace esa afirmación en relación a la presencia de la manuscrita y el texto

mecanografiado en obras literarias y performances artísticas. La relación con la

verdad de la que habla tiene que ver con lo aurático de las obras. De todas

maneras, la idea de que la manuscrita es una manifestación de la forma

personal es algo interesante para pensar en relación a otros espacios de

escritura.

(las sitúa en

extremos

distantes pero, al

mismo tiempo,

enlazados)

Benjamin

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Todo texto funciona sobre la base de un pacto de lectura que actúa en distintos

niveles. Los textos de las ciencias sociales, por ejemplo, buscan fijar creencias

estableciendo criterios de verdad. Hay un método, hay técnicas, pero sobre todo

hay escritura. El problema de la verdad, entonces, remite a

la problemática de la representación del lenguaje con su

referencia, y necesariamente hay que detenerse en el

carácter escrito de la ciencia, porque al ser “escrita”,

lo que la ciencia produce son “enunciados”

observacionales y/o teóricos.

La manera en que esos enunciados se ponen en página suelen ser comunes

visualmente. Las publicaciones, los libros y los textos académicos están escritos en

letras romanas, como la Times New Roman. Según Mario Ortiz, esta tipografía no

sólo facilita la lectura, sino que también otorga una idea de transparencia: [las

romanas] están encargadas de transmitir una cantidad de

significados y desparecer humildemente a medida que la

lectura avanza. Esta tipografía realiza en su propio

cuerpo la vieja idea de que el lenguaje es transparente.

Su presencia se afirma en un momento fugaz y

evanescente, en la transitoriedad absoluta de un medio

para un fin.

Si en las ciencias sociales se abre el juego a nuevos modos de escritura que

incorporan la subjetividad, la imaginación, el fragmento y el componente onírico,

¿habrá lugar para el manuscrito? ¿Es importante como se materializan las letras

y su disposición en la hoja? ¿Podrá esa huella, ese modo de ser, ese carácter

develar algo nuevo en la escritura? ¿Hay que privar a la escritura de las ciencias

sociales de la pulsión gráfica de la que hablaba Barthes?

Sandra

Valdettaro

//Cuadernos

de lengua y

Literatura

Volúmenes

V, VI Y VII

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Sobre la escritura. En palabras de Adorno: el ensayo es una forma de

experimentar el acontecimiento del saber en la

experiencia de la escritura. En palabras de Horacio González: no

hay que escribir sobre ningún problema, si ese escribir

no se constituye también en problema.

(los cita

Alberto

Giordano en

Modos de

ensayo)

Este texto de

Leila Guerriero

fue publicado

en el diario El

País el primero

de julio de

este año.

//Lo voy a

retomar más

adelante.

“Uno se pasa los días y los meses tratando de escribir algo. Algo: un párrafo, una

frase que contenga un poco de verdad, que resulte —uno es soberbio y vil,

vanidoso— mejor, más grande que la vida. Sale bien, sale mal, sale peor. A veces —

uno cree— sale. Y entonces un lunes cualquiera uno se sienta a escribir y recuerda

unas líneas que leyó hace tiempo. Una de esas cosas que se escriben en cinco

minutos y se dejan sobre la mesa. Algo sin importancia. Algo como “son las cinco,

voy al mercado y vuelvo”, o “te dejé tarta en la heladera”. Una anotación, una

pequeña nota. Solo que esta era una nota que la escritora brasileña Clarice

Lispector le escribió a un linotipista, el encargado de armar, con letras de plomo, los

textos que ella publicaba en el periódico. La nota decía: “Disculpe que me equivoque

tanto con la máquina. Primero, porque mi mano derecha resultó quemada.

Segundo, no sé por qué. Ahora un pedido: no me corrija. La puntuación es la

respiración de la frase, y mi frase respira así. Y si a usted le parezco rara, respéteme

también. Incluso yo me vi obligada a respetarme. Escribir es una maldición”. Cuatro

renglones. Cincuenta y nueve palabras cargadas de agresividad y de devastación, de

insolencia y de hartazgo. Una enervada y humilde y arrogante plegaria en defensa

de las comas y los puntos que es, en verdad, el rastro de un cuerpo, la cicatriz de

fuego de una vida entera. Y ese mismo lunes, en plan de recordar barbaridades,

uno recuerda aquel poema de cuatro versos (ay, de cuatro) que escribió la uruguaya

Idea Vilariño: “Si te murieras tú / y se murieran ellos / y me muriera yo / y el perro /

qué limpieza”. Y uno se dice —con rabia, con el corazón cubierto de espuma, con

celo, con furia, con colmillos— que mejor callar. Que para qué. Que ya está.”

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La Serratia marcescens es una bacteria de pigmentación roja. Puede causar

infecciones respiratorias, conjuntivitis o usarse en bio-pinturas. Luciana Paoletti es

doctora en Biotecnología y artista plástica. Sus obras son fotografías

tomadas de diferentes dibujos, en los cuales la pintura

fue reemplazada por microorganismos: bacterias y hongos.

Los dibujos fueron realizados sobre soportes sólidos con

los que los microorganismos comienzan su crecimiento.

Cuando Paoletti pinta no ve inmediatamente el resultado, su trabajo es invisible

hasta que las bacterias se multiplican lo suficiente como para ser vistas. En ese

medio de cultivo, aunque haya bocetos y planificación, no hay control total del

resultado de la obra.

En el arte, lo experimental radica en una serie de operaciones

desplegadas sobre diversos materiales e ideas, cuyo fin

es la mismísima manipulación y el ejercicio en vistas al

descubrimiento de nuevas posibilidades formales y

conceptuales. (…)Ante todo, el experimento arroja un

resultado que es desconocido; el núcleo de la diferencia

se expresa en la indeterminación.

Esto que sucede en lo artístico -en lo visual, en lo literario, en lo cinematográfico-

sucede también en la escritura ensayística. Es en la práctica (de escritura) donde se

produce sentido: el ensayo es una performance que muestra a su autor en

constante aprendizaje y que adquiere siempre un estado de

bosquejo.

El discurrir del ensayo exige éticamente el desvío y el

rodeo: en el recto camino o en la “vía regia

cognoscitiva” hay algo de segura predeterminación; el

conocer del ensayo da cuenta de los detalles

inasimilables, de los puntos de resistencia

imprevisibles (en esto consiste el potencial de reserva

semántico de los textos) para los cuales el rodeo (la

reticencia del rodeo), o el obrar oblicuo del desvío,

sin garantizar nada, abre la red que ha tejido

pacientemente hacia lo azaroso de un futuro abierto que

recogerá lo irreductible, y que tal vez reduzca a polvo

la red que ha servido para pensar.

Claudia Kozak

Tecnopoéticas

argentinas.

Archivo blando

de arte y

tecnología.

http://

visible-in-

visible.blogspot

.com.ar/

Jorge

Panesi

Cervera

Vicente

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En una conferencia sobre escritura ensayística, Martín Kohan dijo que el ensayo es

el género de la seducción retórica por excelencia, ya

que tiene un efecto estético que provoca la persuasión:

pone en juego una cuestión del deseo, un deseo de creer

en eso que se está diciendo.

Para Kohan la formación del ensayista no tiene que ver con consignas, fórmulas o

reglas que se tienen que aprender. Más bien tiene que ver con des-

aprender para poder ensayar, buscar, no saber. Las

“demasiadas reglas” hacen que nos encontremos con lo ya

teníamos desde el principio.

Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil mesetas.

Apunte en cuaderno de notas, fechado en noviembre 2009.

- Hacer el mapa, no el calco.

- No reproducir el calco del “árbol”, hacer mapa con el árbol en

el seno de un rizoma.

- Mapa: no reproduce, construye

- El mapa es abierto, conectable en todas sus dimensiones,

desmontable, alterable, susceptible de recibir constantes

modificaciones.

“En el corazón de un árbol, en el interior de una raíz o en la

axila de una rama puede formarse un nuevo rizoma”

//Si esto fuera un texto digital acá pondría un link a esta web:

En el marco

del curso

"Escrituras:

Creatividad

Humana y

Comunicación"

de FLACSO

Argentina.

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Escribir es una maldición que salva. Es una maldición porque obliga y

arrastra, como un vicio penoso del cual es imposible librarse. Y es una

salvación porque salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos

que se escriba.

¿El proceso de escribir es difícil? Es como llamar difícil al modo

extremadamente prolijo y natural con que es hecha una flor.

No puedo escribir mientras estoy ansiosa, porque hago todo lo posible

para que las horas pasen. Escribir es prolongar el tiempo, dividirlo en

partículas de segundos, dando a cada una de ellas una vida insustituible.

Escribir es usar la palabra como carnada, para pescar lo que no es

palabra. Cuando esa no-palabra, la entrelínea, muerde la carnada, algo se

escribió. Una vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar

afuera la palabra.

La escritura es arrastrada a desplazarse, a colocarse allí donde no se la espera. Un escritor –yo entiendo por tal no al soporte de una

función ni al sirviente de un arte, sino al sujeto de

una práctica- debe tener la obcecación del vigía que se

encuentra en el entrecruzamiento de todos los discursos…

Obcecarse quiere decir en suma mantener hacia todo y

contra todo la fuerza de una deriva de una espera.

Leila Guerriero es periodista cultural, escribe cuentos que son verdad y notas de opinión en el diario El País. Si hay algo que define su trabajo es el método. Cada crónica le lleva alrededor de un mes de escritura, con jornadas de entre doce y dieciséis horas. Antes de escribir, va a los lugares, entrevista varias veces a los protagonistas, busca, investiga, encuentra. En sus textos maneja siempre dos tiempos, el de los hechos en pasado y el de la crónica que se escribe en presente. Va y viene sin costuras. No adjetiva de más, sus descripciones muestran. Una de las cosas que más me gustó leer de ella fue una solapa de libro donde decía:

Descubrir que compartíamos gentilicio fue como conocerla. Junín es una ciudad donde entre cada habitante hay mucho menos de seis grados de separación. Así fue que me enteré que su padre trabaja en una empresa de insumos para laboratorios que mi padre, bioquímico, compra.

NOTAS

SOBRE EL ARTE

DE ESCRIBIR

Clarice

Lispector

Barthes

//Dije que iba a volver sobre esto:

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“(…) si hoy me preguntaran, les diría: corran. Les diría: sientan los

huesos mientras corren como sentirán después las catástrofes ajenas: sin

acusar el golpe. Aguanten, les diría. Pasen por las historias sin hacerles

daño (sin hacerse daño). Sean suaves como un ala, igual de peligrosos. Y

respeten: recuerden que trabajan con vidas humanas. Respeten.

Escuchen a Pearl Jam, a Bach, a Calexico. Canten a gritos canciones que

no cantarían en público: Shakira, Julieta Venegas, Raphael. Vayan a las

iglesias en las que se casan otros, sumérjanse en avemarías que no les

interesan: expóngase a chorros de emoción ajena.

Sean invisibles: escuchen lo que la gente tiene para decir. Y no

interrumpan. Frente a una taza de té o un vaso de agua, sientan la

incomodidad atragantada del silencio. Y respeten.

Sean curiosos: miren donde nadie mira, hurguen donde nadie ve. No

permitan que la miseria del mundo les llene el corazón de ñoñería y de

piedad.

Sepan cómo limpiar su propia mugre, hacer un hoyo en la tierra, trabajar

con las manos, construir alguna cosa. Sean simples pero no se pretendan

inocentes. Conserven un lugar al que puedan llamar “casa”.

Tengan paciencia porque todo está ahí: solo necesitan la complicidad del

tiempo. Aprendan a no estar cansados, a no perder la fe, a soportar el

agobio de los largos días en los que no sucede nada.

Maten alguna cosa viva: sean responsables de la muerte. Viajen. Vean

películas de Werner Herzog. Quieran ser Werner Herzog. Sepan que no lo

serán nunca.

Pierdan algo que les importe. Ejercítense en el arte de perder. Sepan quién

es Elizabeth Bishop.

Equivóquense. Sean tozudos. Créanse geniales. Después aprendan.

Tengan una enfermedad. Repónganse. Sobrevivan.

Quédense hasta el final en los velorios. Tomen una foto del muerto.

Tengan memoria, conserven los objetos.

Resístanse al deseo de olvidar.

Cuando pregunten, cuando entrevisten, cuando escriban: prodíguense.

Después, desaparezcan.

Ahora pienso que esa anécdota es tan arbitraria como la lista que Guerriero

hace cuando le piden consejos para escribir:

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Acepten trabajos que estén seguros de no poder hacer, y háganlos bien.

Escriban sobre lo que les interesa, escriban sobre lo que ignoran, escriban

sobre lo que jamás escribirían. No se quejen.

Contemplen la música de las estrellas y de los carteles de neón.

Conozcan esta línea de Marosa di Giorgio, uruguaya: “Los jazmines eran

grandes y brillantes como hechos con huevos y con lágrimas”.

Vivan en una ciudad enorme.

No se lastimen.

Tengan algo para decir.

Tengan algo para decir.

Tengan algo para decir.

La escritura va muy lejos… hasta que uno la remata. A

veces es imposible. De repente todo cobra un sentido

relacionado con la escritura, es para enloquecer.

|

Escribir.

Margueritte Duras

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UN ARTE

El arte de perder se domina fácilmente;

tantas cosas parecen decididas a extraviarse

que su pérdida no es ningún desastre.

Pierde algo cada día. Acepta la angustia

de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.

El arte de perder se domina fácilmente.

Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido:

lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.

Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.

Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue

la última o la penúltima de mis tres casas amadas.

El arte de perder se domina fácilmente.

Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aún más:

algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente.

Los extraño, pero no fue un desastre.

Incluso al perderte (la voz bromista, el gesto

que amo) no habré mentido. Es indudable

que el arte de perder se domina fácilmente,

así parezca (¡escríbelo!) un desastre.

Elizabeth

Bishop.

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Así como hay lecturas que se hacen en la mesa –el mueble de la

responsabilidad- y hay otras que se hacen en la cama, hay lecturas que,

necesariamente, se hacen con otros. Cuando un texto nos hace levantar la

cabeza para soñar o reflexionar, para producir, se hacen visibles

todos los que estaban presentes entre esas líneas.

Ese gesto es el germen del ensayo. (…) Levantar la

cabeza es un desvío, un intenso desvío que llama a

completar esa interrupción, y es también un exceso de la

fuerza feliz. Supone un plus, una plusvalía incalculable

que, en el acto de leer, el sujeto lector experimenta

como una fuerza de conmoción capaz de mentar lo

heterogéneo.

Devenir ensayista es escribir no para reproducir lo ya sabido, sino para saber.

Saber qué pasa entre un texto y su lectura, entre ese

encuentro incierto y las previsiones teóricas. Es escribir

tomando riesgos, pintando sin saber el resultado final, leyendo a

Elizabeth Bishop, ejercitándose en el arte de perder.

Según Adorno el ensayo no es un escrito conclusivo, permanece

inacabado. No agota su tema, lo suspende y puede

interrumpirse en cualquier momento. La escritura termina de mostrarse solo cuando es leída. Y entonces es el

momento en que naturalmente dice más, o distinto, de lo

que señala.

Es tal la fuerza del ensayo que sólo podrá resolverse en la

movilidad de una escritura por venir.

Creo que las ciencias sociales podrían cantar

más canciones a los gritos.

Giordano

Barthes,

de nuevo

Panesi

Panesi

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DISCOS ESCUCHADOS DURANTE LA ESCRITURA:

Chances, Illya Kuryaki and the Valderramas, 2012.

Chico dinamita amor, Coki & The Killer Burritos, 2015.

Entity, Oscar and the Wolf, 2014.

Ese asunto de la ventana, Lisandro Aristimuño, 2005.

Miau, Miss Bolivia, 2013.

Modern times, Bob Dylan, 2006.

New, Paul McCartney, 2013.

Playlist, Kevin Johansen + The Nada.

Zoo TV: Live From Sydney, U2, 1993.