Escuela de Chicago

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Universidad Autónoma de Baja California Unidad Valle de las Palmas CITEC Historia de la arquitectura moderna Unidad 3 Escuela de Chicago Duarte Mora Luis Alfonso De la Rosa Ruiz Francisco Javier Grupo 152 17 de Abril de 2015 I 1

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Escuela de Chicago

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Universidad Autónoma de Baja California Unidad Valle de las Palmas CITEC

Historia de la arquitectura moderna

Unidad 3

Escuela de Chicago

Duarte Mora Luis Alfonso

De la Rosa Ruiz Francisco Javier

Grupo 152

17 de Abril de 2015 I

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Introducción

Chicago cuenta con muchos alicientes. Uno de ellos es encontrarse con los edificios

seminales de una tipología que transformaría las ciudades: los rascacielos.

Con estos edificios, comenzó a la colonización de la altura, en lo que se convertiría en

una de las estrategias urbanas características a partir de entonces.

El Gran Incendio de Chicago de 1871 fue una desgracia que se convirtió en una gran

oportunidad. En esas circunstancias adversas, Chicago tuvo la suerte de contar con

una generación de brillantes e innovadores arquitectos que propusieron nuevas

técnicas y tipologías edificatorias, creando un estilo característico. Aquellos primeros

rascacielos serían el comienzo de una metamorfosis espectacular en las ciudades.

Este pequeño grupo de profesionales, reconocidos por la historiografía como la

“Escuela de Chicago” (la primera Chicago School), serán los responsables de introducir

a Chicago por la puerta grande de la arquitectura moderna.

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Antecedentes

El Gran Incendio de Chicago fue un desastre para la ciudad. Una gran parte de su

centro desapareció con las llamas. Pero este infortunio propició una gran oportunidad.

La ciudad, que había crecido de forma impetuosa y con edificaciones de poca calidad,

se enfrentaba al reto de reconstruirse con

mejor disposición.

Además Chicago se encontraba en una fase

de extraordinaria expansión. Su economía

crecía de forma imparable. Un reflejo de ello

fue el vertiginoso aumento demográfico: en

1870 su población era de 298.977 personas,

pasando en 1880 a 503.185 y a 1.099.850

en 1890. La ciudad, que lideraba el medio

oeste norteamericano, debía dar una

respuesta adecuada.

T r a s e l i n c e n d i o , m á s q u e u n a

reconstrucción, Chicago afrontó una reinvención.

El grupo de arquitectos responsable de ello, conocidos como la “Escuela de Chicago”,

compartieron una visión innovadora que se extendió desde las técnicas constructivas

hasta nuevas propuestas tipológicas, como los rascacielos o los edificios comerciales,

que nacerían allí en esas fechas.

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El nuevo centro de la ciudad se colmató rápidamente de edificios para actividades

económicas y aunque se mantuvo el trazado anterior, la arquitectura apuntaba hacia el

futuro.

Chicago, la ciudad del comercio, exigía espacios apropiados para esa función.

Superadas las ferias y mercados, los empresarios requerían una nueva tipología

edificatoria para la nueva economía que estaba surgiendo. Estos edificios comerciales

debían ofrecer, entre otras cuestiones, flexibilidad en la distribución espacial para

posibilitar diferentes alternativas de utilización.

A esta idea se sumaron también las empresas, que veían crecer sus recursos humanos

y, muy especialmente, los departamentos administrativos complementarios de los

industriales y comerciales. Se requería más espacio y se insistía en la necesidad de

sacar más superficie útil a las construcciones.

Pero el problema determinante fue que, sobre el limitado espacio central de la ciudad,

crecía sin freno la demanda de ubicación en él. Crecer en altura para sacar mayor

partido al suelo disponible se convirtió en una obsesión.

La alternativa estructural metálica fue la respuesta que liberó a las edificaciones de las

rigideces portantes de los muros de carga o de las estructuras voluminosas y permitió

el crecimiento extraordinario de su altura.

En este caldo de cultivo se fueron consolidando las nuevas edificaciones, que recogían

las innovaciones espaciales fundamentadas en los descubrimientos técnicos.

Y como paradigma de estos edificios surgió el rascacielos, que aprovechaba al máximo

el potencial tecnológico exprimiendo las posibilidades de cada parcela.

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No obstante, el rascacielos, más allá de la eficiencia de su relación entre edificabilidad

y suelo ocupado, también fue un símbolo de poder y representación para empresarios y

hombres de negocios. El prestigio asociado a la edificación en altura era

experimentado desde tiempos remotos. Pero ahora, la tecnología abría posibilidades

insospechadas. Se inició una carrera vertiginosa hacia la conquista de los cielos que,

además de la eficacia y de la especulación, también respondía al ego de sus

promotores.

Aportaciones

El primer paso tecnológico estuvo asociado a la incorporación del acero como material

estructural para la edificación. El acero ya había sido utilizado con esa finalidad en los

últimos años. Pero su uso se había limitado a grandes edificios que requerían espacios

muy amplios, como los extraordinarios contendores de las exposiciones universales. La

originalidad del planteamiento de la Escuela (y de Le Baron Jenney como pionero)

radica en la aplicación de este material a edificios convencionales.

La necesidad de espacio flexible, que requerían los nuevos edificios comerciales y

administrativos, llevó a la consolidación del acero. Era un material que posibilitaba

menores ocupaciones de los elementos estructurales, además de facilitar una mayor

altura con grosores inferiores a los que exigían las técnicas constructivas habituales

hasta entonces. Las plantas de los edificios se habían liberado de las rígidas y

voluminosas servidumbres interiores producidas por los muros de carga.

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La estructura metálica de los edificios tuvo dos consecuencias inmediatas, una la

liberalización del diseño de las plantas y otra, la independencia de la fachada respecto

de la estructura portante.

La retícula estructural de acero

abrió nuevas posibilidades

tipológicas, particularmente en

los edificios no residenciales,

que pudieron comenzar a

crecer en altura.

Pero el subsuelo pantanoso de

Chicago era un inconveniente

para esos edificios cada vez más altos y pesados: su cimentación ocasionaba graves

problemas de hundimientos diferenciales. Esto había condicionado anteriormente la

construcción de las edificaciones, que eran, por lo general, livianas y muchas veces,

simplemente se apoyaban sobre él.

La edificación en situaciones adversas similares no era nueva, e históricamente se

había solucionado con pilotes, que se hincaban profundamente en el suelo para

transmitir las cargas del edificio por rozamiento. Pero esta solución era muy costosa e

impredecible en algunos casos. Los arquitectos e ingenieros del grupo idearon una

cimentación en “losa” que permitía el reparto adecuado de las cargas en terrenos poco

aptos para ello. El hormigón era el material adecuado pero su verdadera efectividad

surgió cuando se alió con el acero (hormigón armado) para producir cimentación en

losas flotantes.

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Los edificios en altura, que comenzaban a ser viables constructivamente gracias a la

estructura metálica, no hubiera sido posibles, operativamente, sin el invento del

ascensor. Esta fue la innovación decisiva para la consolidación de los rascacielos.

Los elevadores eran conocidos y

utilizados desde hacía mucho tiempo.

Pero su destino era fundamentalmente

para mercancías ya que no ofrecían

suficientes garantías para el transporte

de personas. Esta situación cambió

cuando Elisha Graves Otis (1811-1861)

construyó el primer ascensor “seguro”,

que fue presentado con gran éxito en la

World´s Fair de Nueva York en 1853. El

sistema Otis, con una nueva mecánica

que incorporaba un mecanismo de

seguridad, transmitió la confianza

necesaria para el traslado de personas.

Años después, en 1880, Werner von Siemens introdujo el motor eléctrico.

Los arquitectos de la Escuela de Chicago se apoyaron en este revolucionario invento

para consolidar la conquista de la altura.

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Representantes de esta corriente y sus obras

Le Baron Jenney

William Le Baron Jenney (1832-1907) es merecedor de figurar como el primer

arquitecto de la “Escuela”. Se le considera el diseñador del primer rascacielos (el Home

Insurance Building). Le Baron Jenney, contemporáneo de Richardson, también había

estudiado, como éste, en París, pero lo hizo en la Escuela Politécnica (formándose

como ingeniero) y en la Escuela Central, por lo que la influencia recibida de la

a r q u i t e c t u r a h i s t o r i c i s t a

europea fue menor.

Comenzó profesionalmente en

1868 asociándose con Sanford

E. Loring (Loring & Jenney) en

una colaboración efímera, ya

que se disolvió en 1870. Le

Baron Jenney continuó su trabajo en solitario. En su estudio se formaron algunos de los

que posteriormente abanderarían el nuevo estilo (por ejemplo, William Holabird, Martin

Roche, Louis Sullivan o Daniel Burnham).

En 1884 entró a trabajar en su despacho William Bryce Mundie (1863-1939), quien se

convertiría en socio en 1891, cambiando el nombre de la firma por el de Jenney &

Mundie. Cuando en 1905, Le Baron Jenney se retiró, ascendió a la categoría de socio

otro de los arquitectos que trabajaba allí, Elmer Jensen (1870-1955). La empresa pasó

a denominarse a partir de 1907 Mundie & Jensen, nombre que perduraría hasta 1936.

Tras la muerte de Mundie, se incorporaría a la sociedad Edward Halstead (1909-1992)

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y la firma modificó definitivamente su nombre. La firma Jensen & Halstead sigue

actualmente en activo

Burnham y Root

Daniel Hudson Burnham (1846-1912) coincidió con John Wellborn Root (1850-1891)

trabajando en la firma Drake, Carter, and Wright en 1872. En 1873 se asociaron

creando la firma Burnham & Root. Root asumió el papel de diseñador y Burnham se

centró en la gestión y en la dirección de las obras. La firma proyectó edificios que se

convirtieron en hitos arquitectónicos.

La prematura muerte de Root en 1891, varió el rumbo de la firma, primero con la

denominación Burnham & Co y después porque el estilo iba adecuándose a la

personalidad de los directores de diseño que Burnham fue contratando. El primero de

ellos fue arquitecto Charles Atwood (1849-1896) que también murió pronto. Atwood

orientó la firma hacia un “clasicismo moderno”. Desde la dirección de la Exposición

Universal de 1893, Burnham, fue centrándose en temas urbanísticos y en su

proyección política (fue presidente de la asociación norteamericana de arquitectos)

llegando a alcanzar un extraordinario prestigio internacional.

Con la muerte de Burnham la compañía pasó a ser dirigida por el socio de la firma

Ernst Graham (1866-1936) en compañía de los hijos de Burnham, Hubert Burnham and

Daniel Burnham Jr. pasando a ser conocidos como Graham, Burnham & Co. En 1917,

los Burnham abandonaron la firma para fundar Burnham Brothers, y Graham se asoció

con William Peirce Anderson, Edward Mathias Probst, y Howard Judson White creando

Graham, Anderson, Probst & White, una de las firmas más importantes del Chicago

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Arte Déco. En su asociación se crearon edificaciones como el Rokery Buildind,

Monadnock Building y el Reliance Building, entre otros tantos.

Rokery Building

L. Henry Sullivan (1856 – 1924).

Su aporte más significativo, es el haber diseñado distintos tipos de rascacielos, con su

estructura interior elaborada a base de hierro y cuyas fachadas son de mampostería.

Entre ellos están: El Wainwrigh Building, el Carson Pirie Scott Department Store y el

Guaranty Building.

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Henry Hobson Richardson (1838 – 1886).

Creador del Marshall Fields Store, una edificación sencilla, de muros consistentes,

elaborados en piedra no pulimentada y cuyas ventanas son para captar la luz. En el se

emplean diversas formas y tamaños.

Bibliografia

http://urban-networks.blogspot.mx/2012/04/la-escuela-de-chicago-una-nueva.html

http://www.arqhys.com/contenidos/escuela-chicago-arquitectura.html

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Conclusion

La Escuela de Chicago podemos ver que marcó el inicio de la construcción de

rascacielos, tecnologías innovadoras y la utilización de nuevos materiales, también

podemos observar como utilizo impresionantes diseños que permitieron el surgimiento

de las ciudades que conocemos hoy en día por todo el mundo. Ahí es donde se

desarrollaron las mentes más brillantes de la arquitectura a principios del siglo XX

debido al crecimiento económico de la ciudad y a la necesidad de crear un estilo nuevo

de arquitectura que marcara a la ciudad de Chicago como única en el mundo.

Esta escuela surge en un contexto, en la que la ciudad es más próspera, aumenta

considerablemente el nivel demográfico, lo que supuso que el urbanismo adquiriera

una relevancia máxima. Sin embargo, en 1871 la ciudad de Chicago sufrirá un incendio

gravísimo que la destruirá casi por completo, lo que supondrá el tener que volver a

levantarla de nuevo. Esta necesidad de crear nuevos edificios, dará pie al surgimiento

de la denominada Escuela de Chicago. Junto a esta, aparecerá un nuevo concepto en

la arquitectura de aquellos años; el rascacielos. Chicago es una ciudad floreciente, por

ello se produce una gran especulación sobre los terrenos y una gran demanda de

construcción. La solución que se adopta es la construcción en vertical: muchos pisos

elevados sobre una planta reducida. Como es lógico, se empezaron a construir

edificios con un número de pisos que a nosotros nos parecería ridículo pero que en

esos tiempos era todo un logro; estamos hablando de edificaciones que podía oscilar

entre los 10 y los 16 pisos de altura. Paralelamente al surgimiento de los rascacielos,

aparecerán los primeros ascensores eléctricos. Otra innovación serán las ventanas

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corridas que ocuparán la mayor parte de las fachadas de los edificios esto dará lo que

más adelante se llamará ‘muro de cortina’.

La Escuela de Chicago sin duda alguna ha marcado la manera de hacer la arquitectura

en todo el mundo, ya que abrió posibilidades constructivas que en ese entonces eran

inimaginables y que hoy en día casi 100 años después se siguen utilizando y son

necesarias para el funcionamiento adecuado, prácticamente de cualquier edificio que

se construye. Se podría decir que sin su creación y las grandes mentes que trabajaron

en ella, actualmente estaríamos muy atrasados en cuantas tecnologías constructivas y

desarrollo de grandes rascacielos.

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