Escuela Gestar - Cuadernillo-Internacional

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La integración regional estuvo presente en la doctrina del pensamiento justicialista y fue planteada por el general Juan Domingo Perón de manera anticipada para su época. En la década de 1940, finalizada la Segunda Guerra Mundial, aún no se hablaba de la integración regional ni se la tenía como proyecto. Europa inició su proceso de integración en 1951, cuando se fundó la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero). Esa fue la semilla fundacional de la Comunidad Europea y recién en 1957 selló su unión a través de la firma de los tratados de Roma.

El ideario de la unidad latinoamericana nació con la independencia de nuestros países, pero por distintas razones –algunas de las cuales veremos más adelante – la unidad latinoamericana quedó a mitad de camino o no pudo concretarse, principalmente por la interferencia de potencias extranjeras. Luego, las guerras civiles del siglo XIX y la penetración económica del imperialismo europeo y del norteamericano impidieron que se lograra una América unida.

Durante el primer gobierno del general Perón, no solo se comenzó a pensar en la cuestión de la unidad latinoamericana, sino que hubo varios intentos de llevarla a cabo a través de la firma de acuerdos de complementación económica con los gobiernos de los países vecinos y también promoviendo la integración del sindicalismo y de integración física a través de obras de infraestructura.

En esta clase, haremos un repaso de los conceptos teóricos que fundamentan la integración regional en el pensamiento del general Perón, contextualizaremos históricamente y repasaremos los hechos que constituyeron antecedentes de los procesos de integración que tuvieron lugar posteriormente.

La integración regional en el pensamiento justicialista

Las relaciones internacionales en el pensamiento justicialista: tercera posición y continentalismo

El concepto de tercera posición, uno de los conceptos fundantes del justicialismo, establecía un posicionamiento estratégico frente a las dos cosmovisiones que emergieron luego de la Segunda Guerra Mundial y que dominaron el mundo en las décadas siguientes. Luego de la derrota de la Alemania nazi, para lo cual se habían unido el grupo de los Aliados con la Unión Soviética, dos futuras potencias se repartieron el control de Europa y se comenzaron a conformar como tales. Por un lado, el bloque occidental y capitalista bajo el liderazgo de los Estados Unidos y, por otro, el bloque comunista bajo la órbita de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

 

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La tercera posición constituía, en palabras del general Perón, “una filosofía distinta del capitalismo demoliberal y del marxismo internacional dogmático”. Perón consideraba que estas dos ideologías eran extremos perniciosos, por ser una excesivamente libre y la otra excesivamente dirigida. En el medio de ambas, se encontraba el sistema intermedio de la justicia social, la cual subordina el capital al servicio de la economía, y ésta al servicio social, en el medio de un mundo que fluctúa entre el caos del individualismo y el colectivismo.

La historia ya estaba demostrando que la aplicación de versiones extremas de ambos modelos económico-políticos conllevaba desventajas para los pueblos. Por un lado, un capitalismo salvaje y liberal dejaba a los pueblos a merced del individualismo y el “sálvese quien pueda”; por otro, el dogmatismo del comunismo aplicado por la maquinaria estatal omnipresente oprimía al individuo y no le dejaba margen para la libre elección y expresión.

La tercera posición, por el contrario, ponía al capitalismo y al Estado al servicio del bienestar social. Además, por estar enfocada en el ejercicio pleno de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política como bases para asegurar la felicidad del pueblo, conduciría a la anulación de todo dominio imperialista en el mundo.

La tercera posición argentina tuvo su expresión a nivel internacional, tiempo después, en sintonía con aquellos países que tenían posicionamientos antiimperialistas que confluyeron en el llamado Movimiento de Países No Alineados. Es decir, representaba a aquel grupo de países, interesados en la paz y en el bienestar de sus pueblos, que no estaban dispuestos a sacrificarse en pos del alineamiento en alguno de los bloques durante la Guerra Fría.

La tercera posición se refería a una filosofía de sustento de la política y la economía, a la vez que determinaba un posicionamiento internacional de diferenciación en el contexto internacional (en ese entonces, dominado por los modelos demoliberal y marxista dogmático, en palabras de Perón). El sustento filosófico de la integración regional sudamericana se hallaba en la concepción de la historia del general Perón.

Perón concebía la historia como la sucesión de etapas evolutivas que fueron integrando a los hombres en grupos cada vez mayores. Primero fue la familia, luego el clan, la tribu, las ciudades y los feudos, luego vinieron los Estados nacionales. Así hasta llegar al siglo XXI, cuando las agrupaciones menores fueron los continentes.

Una característica que marcó Perón es que en estas etapas evolutivas se verificó un cambio de los sistemas políticos y económicos, a la vez que estos cambios se produjeron de manera cada vez más acelerada. “El mundo ha entrado en una etapa de evolución, nueva. Entonces, lógicamente, esa es la etapa que estamos viviendo. Naturalmente que el capitalismo, con su fuerza que es el liberalismo, está luchando

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por no ceder, como los señores feudales lucharon con la Revolución francesa tampoco para no ceder. Pero indudablemente los acontecimientos históricos del mundo nos están llevando a esa evolución, que ya es insoslayable y que las tres cuartas partes del mundo ya la han aceptado. Restan dos grandes focos de reacción: uno, el capitalismo de Estado del imperialismo soviético y otro, el capitalismo individualista del imperialismo yanqui”.

Esa nueva etapa de la evolución era, para Perón, el ingreso al continentalismo, porque para él la política mundial futura estaría dominada por poderes estatales de dimensión continental; pero esta solo sería una transición necesaria hacia una integración aún mayor y que se daría rápidamente: el universalismo, es decir, la integración de todos los continentes en una sola civilización sobre la Tierra.

Perón estimaba que el continentalismo sería una realidad a comienzos del siglo XXI; por tal motivo, advirtió que en el caso de que los Estados nacionales de América del Sur no lográsemos organizar el poder estatal continental que necesitamos para estar “unidos” frente al mundo, el año 2000 nos encontraría lamentablemente “dominados”.

Además, advirtió también sobre un problema que enfrentarían los Estados –a través del cual también se puede advertir la extraordinaria actualidad del pensamiento de Perón–, esto es, la lucha por los alimentos y la materia prima debido a la superpoblación y la superindustrialización mundial. América Latina poseería grandes reservas de alimentos y materia prima, lo cual la convertiría en una región amenazada, en tanto sus países permanecieran débiles y desunidos.

Todo este bagaje teórico tuvo su correlato en la práctica y en la política de gobierno del peronismo en iniciativas que luego quedaron truncas y que fueron retomadas a partir del tercer gobierno peronista en 1973.

Para llevar a la práctica la idea de que era necesario unir a Sudamérica, especialmente el Cono Sur para armar un bloque bioceánico, el general Perón se propuso reeditar el Tratado del ABC, un entendimiento tácito entre Argentina, Brasil y Chile que había tenido lugar a principios del siglo y que había sido llevado a cabo por gobiernos conservadores, pero esta vez aprovechando la sintonía con los gobiernos populares de Carlos Ibáñez del Campo en Chile (1952-1958) y de Getúlio Vargas en Brasil (1951-1954).

El ABC y el Movimiento de Países No Alineados

 

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Sobre la base de que para alcanzar la grandeza todos los países requerirían del logro de su unidad económica y considerando que ni Argentina, ni Brasil, ni Chile poseerían por sí mismos unidad económica, Perón se planteó el logro de la unidad entre estos tres países por la enorme disponibilidad de reservas y lo que esto significaría para el futuro. Además, si se lograba esta unidad, sería indefectible que el resto de los países de Sudamérica también se unieran.

Es así que Perón durante su gobierno comenzó a trabajar sobre la unión de los pueblos intentando convencer a la opinión pública de que comenzaran a aceptar la idea de la integración. También conversó con el brasileño Getúlio Vargas y con Carlos Ibáñez del Campo en Chile, incluso antes de que fueran presidentes. Ellos, además de pertenecer ideológicamente al campo nacional y popular, también estuvieron de acuerdo en implementar la unión en cuanto llegasen al gobierno.

Perón tenía muy en claro la dificultad que representaba encarar un proceso de integración; por ello, manifestaba que existían intereses políticos y económicos que naturalmente se opondrían a la idea de integración. Los intereses creados por los intermediadores del comercio entre los dos países, por ejemplo, se opondrían de manera inmediata a un acuerdo de ese tipo. También resultarían un obstáculo las visiones imperialistas en algunos sectores; en el Itamaraty de Brasil, por ejemplo, que era el organismo que llevaba a cabo la política exterior del país y que siempre había tenido una postura de recelo frente a la Argentina intentando aislarla para que no opacara los objetivos del Brasil.

Vargas no lo pudo implementar primero, porque tenía un gobierno de coalición y varios ministros dentro de su gabinete pertenecían a fuerzas políticas contrarias, entre ellos el ministro de relaciones exteriores Neves da Fontoura, quien se opondría férreamente a una unión, en especial con la Argentina.

Cuando Carlos Ibáñez del Campo llegó a la presidencia de Chile, se comenzó por la realización de un acuerdo con este país, con la anuencia de Vargas en Brasil, que debido a su situación interna no podía embarcarse aún en esa empresa.

Finalmente, en 1953 se firmó el Acta de Complementación Económica en Santiago de Chile, con la finalidad de intentar una comunidad económica sudamericana. El objetivo de Perón era perpetuar el comercio intrasudamericano que se había generado forzosamente por la Segunda Guerra Mundial.

 

Ese mismo año, se produjo además la visita de Perón a Asunción, ocasión en la cual se firmó un convenio de unión económica a través del cual Paraguay se convertía en el primer país en adherir al acuerdo argentino-chileno. En diciembre, se adhirió Ecuador y en septiembre del año siguiente, Bolivia. No obstante estos esfuerzos, nunca se logró la incorporación de Brasil; Uruguay y Perú.

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El peronismo, por perseguir con estas acciones la integración sudamericana, fue acusado de pretender la hegemonía y el dominio de la región; también fue acusado de “perturbar la confraternidad panamericana” por querer trasladar la doctrina del justicialismo a otros países. Verdaderamente, la crítica apuntaba a despertar la desconfianza del resto de los países respecto de Argentina, con el objetivo de minar todo tipo de unidad o acuerdo. “Divide y reinarás”.

Otro paso relevante en la política hemisférica de Perón fue la creación de la Asociación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas (ATLAS), en febrero de 1952. Junto con la Confederación General del Trabajo (CGT) y el cuerpo de agregados obreros, ATLAS formaba parte de un mecanismo apuntado a avanzar en la integración latinoamericana, en ese caso a través de las organizaciones de trabajadores de todos los países de Latinoamérica.

Los intentos integracionistas se vieron interrumpidos en 1955 con el derrocamiento del gobierno de Perón. Tuvieron que pasar varias décadas para que fueran retomados.

Ya para esa época se había conformado el Movimiento de Países No Alineados (MPNA), cuya idea había nacido en 1955 en Bandung, Indonesia, influidos por la ideología pacifista de Mahatma Gandhi. Allí, los países asiáticos y africanos, recientemente independizados, se oponían a integrarse a la lógica este-oeste impuesta por la Guerra Fría. La primera cumbre del MPNA se celebró en 1961.

Como ya hemos dicho, la tercera posición de Perón, una política exterior independiente del imperialismo norteamericano y del soviético, se expresó luego en el Movimiento de Países No Alineados y Argentina comenzó a participar en él recién en 1973 (en la IV Cumbre, celebrada en Argel).

En este sentido, podemos sintetizar lo planteado en La hora de los pueblos respecto a los temas que nos interesan en esta clase, como lo expresa el propio Perón textualmente: “Dentro del cuadro que venimos

Durante su exilio, Perón continuó desarrollando su filosofía y sus planteos, que fueron haciéndose más evidentes con el devenir histórico. En 1968, se publicó La hora de los pueblos, donde Perón realizó un análisis sobre el contexto internacional de la Guerra Fría. En ese libro afirmó que las ideologías (capitalismo y comunismo) estaban siendo superadas, dado que el imperialismo soviético y el yanqui estaban cada día más cerca entre sí, y la fractura pasó a ser entre los imperialismos y los países que luchaban por la liberación, integrados dentro del “tercer mundo”.

 

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enunciando, se puede establecer que, además del concepto económico, en estas integraciones, ha de gravitar el geopolítico y aún el histórico. Lo primero está caracterizado por los mercados comunes, lo segundo por la lucha por la liberación. La existencia del ‘tercer mundo’ enfrentado a los actuales imperialismos constituye el intento de liberación que gravita hacia una integración histórica que ha de ser simultánea a la integración geopolítica”.

Con el retorno del peronismo en 1973, primero durante el gobierno de Cámpora y luego con el de Perón, se continuaron los lineamientos en política exterior respecto de la integración latinoamericana y el antiimperialismo a través de la tercera posición, tal como se había planteado en los primeros gobiernos.

Video recomendadohttp://www.youtube.com/watch?v=ko30OyhoZ6I

BibliografíaBertellotti, Mario, Nación continente y mundo en el pensamiento justicialista: el escenario mundial en el que se construye la Unión de Naciones Suramericanas, Gestar, 2012.

Perón, Juan Domingo, Los Estados Unidos de América del Sur (recopilación del Dr. Eduardo Astesano), Buenos Aires, Corregidor, 2008.Perón, Juan Domingo, Latinoamérica: ahora o nunca, Buenos Aires, Ediciones Síntesis, 1973.Perón, Juan Domingo, discurso en la Escuela Nacional de Guerra, 1953.

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