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CESEDEN ESPAÑA - FRANCIA 1.— Espa.a y Francia codo a codo II.— La geografía no cambia III.— Entre el terror y el error —Del Diario “In$ormaciones”de fecha 28—2; 1—3 y 5—3 de 1975 Mayo 1975 BOLETIN DE INFORNACION NUM.92—VI

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CESEDEN

ESPAÑA - FRANCIA

1.— Espa.a y Francia codo a codoII.— La geografía no cambiaIII.— Entre el terror y el error

—Del Diario “In$ormaciones”defecha 28—2; 1—3 y 5—3 de 1975

Mayo 1975 BOLETIN DE INFORNACION NUM.92—VI

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ESPAÑA Y FRANCIA CODO A CODO

Los franceses se encuentran flanqueados por dos grandes pueblos, análogos en idiosincrasia contradictoria, españolesy británicos, y por un tercero de superior rigidez metódica, losalemanes. La geografía, importa::. Añádase que la técnica hahecho atajos de dos largas rutas, Washington—París y París—Moscú,y aplíquese el axioma a la dificultad de que Francia y otras potencias adecúen su moderno concepto geopolítico a constantes dela Historia. Y viceversa.’

La diferencia esencial entre la conducta contradictoria de los ingleses y la conducta contradictoria de los españoles reside, a mí entender, en que el proceder británico se ajus—ta a “normas” intrínsecas propias, donde la previsión nosexCD2ida,:y la manera española -tritura, con frecuencia, toda posible —

pauta.

Dicho de otro modo, la contradicción española resultamenos previsible que la contradicción. británica.

Por eso los franceses, cartesianos, incurren aveces enconfusión enmascarada de desdén o en errores de cálculo.

Es muy factible, sin embargo, que lógica y contradic

ción se hermanen en fórmula atractiva.

Francia parece acercarse a España. A una España escocida de alianzas y de enemigos íntimos, y también de amistades demasiado tiernas. España es vieja, como Francia, y ha pasado de —

todo. Un engarce firme entre Francia y España es, empero,muy deseable. El complejo “napoleónico” en ambas partes, aunque con sentido diferente en españoles y franceses, debe desaparecer.Fran—

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cia se ha percatado, a juzgar por muy recientes indicios,de queuna alianza con Espaíia, alianza sobre el papel y en la práctica,se impone de día en día. A reparos de menor cuantía, por consideraciones de política doméstica o por otras circunstancias, muestra Francia un aFán de comin cimiento de causas más elévadas: lamutuá défensa y la defensa de Occidente.

Ese entendimiento, ese enlace, son indispensables paraFrancia y para Espa1a. Intenté razonar con frecuencia, en estas

mismas columnas, tal necesidad; con base en consideraciones estratégicas de orden diverso. Nunca es tarde, si lo conveniente llega.Antagonismós seculares y regionaies, en un área como la eurooccidental, no tienen razón de existencia. Egoísmos y afanes desmédídos de hegemonía pónen en bandeja nuestra Europa a un agresor potencial. La parcela flotante europea requiere, para su prósperasubsistencia, vías marítimas libres.

Una aliaa dé hecho entre EspaEa y Francia constitui—ría un enorme impulso en el sistema deFensivo, salpicadó de puntos vulnerables, euroericano. Occidente necesita con urgenciaoponer disuasión a subversión. En medios navales franceses seesconsciente, y Giscard dEstaing lo ha comprendido, de la impor—

Avi6n “Nírage

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tancia extraordinaria de España en su situación superestratégica.

Un gran pilar. Lo mismo podría decirse de Francia, donde, litoralaparte, ninguna barrera montafiosa compacta la separa de sus vecinos y amigos del Este: pieza clave de intercambios mar—tierra, apartir de una coyuntura hipotética en qiie los puertos de estuario y los mares poco profundos podrían ser, con facilidad y rapi—dez, condenados.

La solidaridad hispano—francesa se convierte, por tanto,desde un pinto de vista de defensa marítima, en condición fundamental para la superestructura propia, para Europa occidental y

para Occidente en bloque. La fortaleza marítima atlántica sería,ni más ni menos, si se construye y explota cón inteligencia,lO quecabe ser denominado como “promontorio” ibero—francés: Lisboa, no

se olvide, está a mitad de camino entre El Ferrol y Cádiz.

Esa “fortaleza” no es en modo alguno incompatible conla posible subsistencia de bases de apoyo, en nuestro territorio,a las “fuerzas” americanas de mar yaire. Estados Unidos puede,sise lo propone, sortear monsergas legislativas en Washington y darcauce a una interconexión más profunda y consistente con España:en garantías bilaterales y equivalentes, en facilidades de armamento, en voluntades opuestas al detrimento de nuestra economía yen andar conducente a una cooperación más genuina entre Espa?ia yotras potencias euro—occidentales.

Una nación como U.S.A , que en fecha reciente perdonó ala Unión Soviética deudas de guerra por encima de los 8.000millOnes de dólares; una nación como U.S.A., que vertió ayudas inmen

sas desde la Indonesia de Sukarno hasta la peque?ía Israel, sin detenerse en radiografías minuciosas de características de sus protegidas, debiera meditar y resolver pronto acerca de la conveniencia, para los que navegamos en el mismo barco, de acelerar en diménsión adecuada: el duro proceso de esfuerzos por parte de Espa—ía para evitar “vacíos” en su cuna y en su entorno defensivo de

• Europa. De Europa y, por consiguiente,’de Estados Unidos: que silos americanos se vieran un día agobiados, como nadie descartaen sus propios “cordones umbilicales” a las puertas, como quiendice, de las entraías de U.S.A., Europa debería ser, por sí sola,

• muy fuerte.

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Francia se encuentra en trance de superar remilgos degénero múltiplé: se acerca a Espaa,y.Epa debe estrechar esa mano tendida. Algo más alto que desavenencias o incomprensiones, oturbios enredos, o ansías de. mercderes, o. actitides de opereta;algo más alto, digó, nos espera a espaPioles y franceses. Algo másalto, sin despegar, por supuesto, porque condición humana es, lospies de la tierra.

Francia, a la que con excesiva facilidad se insiste enatribuir embriaguez de “grandeur”, aspiración lícita aunque con—dicionáda en cualquier pueblo que se precie, evidencia preocupación por la grandeza de Europa: grandeur vital para nuestr.a supervivencia.

En esa Europa, y pared por medio con Francia, está Espana.

Veremos.

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LA GEOGRAF lA NO CAMBIA

En la vecindad, convivencia

EspaPioles y franceses somos conviventes; compartimos unmismo techo, puertas y vías de.comunicación.

En ese convivir, dislate resulta la pendencia: aunque alas veces se produzca alboroto.

Y si el vecino rezumara complejo de superioridad,sinabsos, tanto mejor: que de más difícil trato son los que de propiainferioridad se aquejan, sea genuina o supuesta.

En área común, defensa común.

Sin mellas en la malla.

Esa malla es indispensable a la supervivencia de Franciay de España, pero posee también calidad de extensible a vías marítimas y terrestres, distantes de nuestro entorno, por dondenosliega algo más que oxígeno.

La convicción de Francia, en cuanto a esa realidad concierne, no es nueva. Que sus intenciones hayan ¿ido fluctuantes,al buscarles función concreta, es otro cantar. Nunca creí, y’ asílo expresé en aPios de ásperatensi6n, en rupturas difíciles de subsanar entre Francia y sus aliados: americanos, germanos y británicos. Tampoco con alguien vecino que le guarda la espalda: EspaPia.Nada me sorprendería que, simultáneo con un acercamiento a Espaí7ia,se encuentre Francia en proceso de mayor intimidad con la OTAN ; —

sin relegar puentes con las islas Británicas y con la AlémaniaF!deral; lubricados.goznes, en porches atlánticos, con Estados Unidos. Francia se siente más fuerte que en aPios recientes: donde —

hay vigor, hay iniciativa.

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Luns, ese gran secretario general de la Alianza Atlántica, ha enmendado quizá, en: muy reciente visita con sordina aGiscard d’Estaing en París, lo que Lmnitzer, comandante en jefede la O.T.A.N. en tiempos deDéaúlle, trató de remediar con elJefe de Estado Mayor de las fuerzas armadas francesas, Ailleret:la mella hecha por Francia en lamalla de la O.T..A.N.. La muertede Ailleret en un accidente aéreo frustó la madura gestión de Limnitzer. De la misma manera que la extraña muerte del almiranteSherma, al quedar su avión hecho aficos en un vuelo desde Gibraltar, posponíá los primeros cónveniós ntre Espafa y Estados Unidos, vistos con malos ojos por Gian Bretaa y por Francia (1950),y en 1953, los acuerdos eran firmados en Madrid y en Washington,después del impulso dado por Lincoln McVeagh, embajador de USA.,a quien muy bien conocí, sectndado por el general August W. Kis—sner, jefe de la misión militar.

Francia, al margen del mando militar “iñtegrado” de laO.T.A.N., permanece, sin embargo, en la Alianza. NavÍos francesestomaron parte en las recientes maniobras de la 0.T.A.N. (35 barcos) a lo largo de la costa portuguésá. NavÍos franceses comparten ejercicios tácticos con navíos de la Armada espaPlola. Hace casi diez aflos que Francia sepuso en órbita tangehcial con lAlianza, sin rehuir, empero, cooperación con la 0.T.A.N.: en aire ymar, aunque sin coordinación suficiente en fuerzas de tierra yenservicios de inteligencia, y tampocoen ctanto a engranaje defuerzas nucleares se refiere. El nuevo comandante general de la 0.T.A.N., Ha±g, de U.S.A., se ha entregado a idéntica tarea a la madurada por Lenuaitzer. Todo discurre en términos muy conf idencia—les , no creo que existan dificultades inuperbles a nexo mutuó rrásfuertes ; a pesar de condicionamientos considerad ps intangibles por —

Francia.Los “marines” americanos (Infanteríade Marina, deasal

to), no han dejado de utilizar el campo francés de Canjuers paraadiestramiento y para no perder la forma:lafísico—militar, técnica y la política. Francia ha tenido, además, parte muy activaen la orgánica básica de la Defensa Aérea de la Alianza. Al mismo tiempo, el almirante Albert Joire—Noulens, jefe.de Estado Mayor de la Armada .Erancesá, ha sido huésped hace poco días, en —

Northolt, dél primer lord del Almirantazgo británico, sir EdwardAshmore, y después de conversaciones en el Ministerio de Defena,

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en Londres, ha visitado la base de submarinos de Clyde. La naturaleza de miembro de pleno derecho en la Alianza, “integración”exclu±da, podría extenderse a cuestiones políticas y diploáti—cas. Francia insiste, sea como fuere, en conservar la independencia de sus recursos nucleares militares., por muy modestos quetodavía sean. Si Francia acabara por ser reconocida potencia deprimer rango en el contexto de 1a0.T.A.N., su “integración total” a la Alianza podría ser un hecho.

Francia admite lanecesidad de protección por parte de Estados Unidos. Franciaaspira, dentro de ese axiomaa que U.S.A. y la O.T.A.N. a.bran cauce a la ms e2ectiva —

forma de cooperación con Francia.

Guardadas proporciones, Espaia requiere trato ailogo por part de la O.T.A.N.,corno organización, o de sus—--aliados por separado.

De otra forma, en lamalla mella,

Una fuerza nuclearanglo—francesa, hipotética4entro del sistema euroocciderital,inquietaría como núcleo potencial de hegemonía a las restantespotencias de la Alianza Atltntica. Era el sueho deGeorges Fompidou y de Edward Heath, y podría sér reencarnado por otros líderes de Francia y de Gran Bretaiía si U.S.A. no opusiera óbice,dada su especial relación “nucleár”con los ingleses.

El área hispano—francesa de defensa se encuentra en situación delicada por inestabilidad de estructuras militares enotros países de la O.T.A.N. y en Africa del Norte y por la creciente expansión marítima de la Unión Soviética. Existe inquietud en Francia por un problema concreto: el control de lá “cuenca” oeste del Mediterráneo y del estrecLlo “pasillo” entre el Me—

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diterráneo y Atlántico. La “seguridad absoluta” de ese “paso” condiciona, en efecto, la supervivencia de la Europa meridional, yen proporción muy notable el abastecimiento de las naciones quealnorte y al oeste de los Alpesdependen en dimensión parcial deoleoductos subeuropeos; entre éstos, Fos Sur Mer. Quien así merazona, y es un ilustre marino .Fracés, añade que la seguridad en—aquella región está en función directa (en lo. que respecta a defensa marítima) con la devolución de Gibraltar a Espa?ía.

La superioridad potencial de España tiene base en aquelcontexto de Trafalgar a Gata; con puntos de apoyo inestimable en•Ceuta y Melilla, y dotada esa posición, en.elcentrode su partesensible, de una plataforma de valor táctico indiscutible,AlboránTal privilegio se “desvía”, sin embargo, por falta de acuerdos —

firmes, de los dispositivos de defensa europea y atlántica limitados a la vieja fortaleza de Gibraltar, en poder británico; puerto

“vestustd”y terreno de aviación “impracticable” para fines militares; tesis francesa compartida por. Lawrence Griswold, de la LigaNaval de Estados Unidos, persuadido de que la “Roca” (el PePión)no es ya más que un impresionante “monumento” de los días de gb —

ria de Inglaterra.

Europa tiene necesidad imperativa, dicho por autorizada voz en Francia, de asociar a Espa?ía, por simple y pragmáticoinstinto de conservación europeo, a la protección de su “cordónumbilical”,Ese es asimismo el interés de Espa?a. CaÍamazo fasci—nate: donde cabrá bordar y, Dios mediante, bordaremos, sin apar—tamos de réalidades tangibles.

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ENTRE EL TERROR Y EL, ERROR

ESPAÑA y Francia, a esconce, pueden ofrecer a Occidente una fortaleza dinámica contra un hipotético bloqueo de arte—

rias oceánicas.

En el vaivén planetario entre .equilibrio del terrory desequilibrio del error, Espaila y Francia conjugan, en un mismo reducto, imaginación y lógica.

Cuerpo compacto en una Europa de textura densa, apre—tada, sin poros. A Europa nos llega por mar el 85 por 100 de —

las materias primas y de la enería;que Europa precisa.EstadosUnidos importa para construir un avión a reacción el 92 por 100del cromo necesario, el 97 por 100 del níquel empleado, 76 por100 de aluminio y 88 por 100 de cobalto. Datos que extraigo de“Strategiya i Ekonomika” del general A. N. Lagovsky, relevantepersonalidad económica soviética, obra traducida ( StrategyandEcoi.ómics). por el Departamento de Comercio de Estados Unidos.

Estados Unidos y la Europa de Occidente, engastados.

Espaía, entre Portugal yFrancia,es eje, rnásquepivO_te , de control y vigilancia, junto con Francia y Portugal, de —

las áreas marítimas de mayor densidad mundial de navíos y de lospuntos estratégicos más importantes del sistema de abastecimiento de Europa. El Derecho del Mar deberá extenderse, cuando ]�.li)zvea, y abstracción hecha de geoestrategia, desde la entrada dela Mancha hasta Cabo Verde, en el Mediterráneo occidéntal y sobre la plataforma continental atlántica.

Dercho Internacional del Mar. y, Dérecho de Defensa. Elrégimen de propiedad o de copropiedad de los $ondos’marinos, no—puede ser garantizado de una forma equitativa sin la facultad de

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expulsar al intruso no es incluida como fundamento de nuevo Derecho oceánico. Inglaterra ha montado ya la guardia de los depósitos de petróleo en el mar del Norte, sin esperar a textos legalesde futuras estructuras. La Unión Soviética insiste, sobre pautasde los zares, en que el Báltico y el iiar Negro deben ser recono—cidos “de jure” mares cerrados o néutros ; incuso pretendió Moscú en 1967 (argiiía Kosyguin) extender el concepto al Mediterráneose apoyó en ésa tesis para reclamar la retirada de la VI. Flota.

Entre equilibrio del terror y desequilibrio del error,estamos en crisis permanente.

Los alicates soviéticos se abren cuando la prudencia seimpone, y se cierran donde Occidente o sus artérias marítimas descubren sus vulnerabilidad.

Espaa debe tratar con Europa, al igual que con los Etados Unidos, de urgir la dotación de medios adecuados para que,párte alícuota de ese tronco comin euroamericano, püeda Espai’ia —

cumplir su misión en defensa de intereses indisolubles en aquel —

contexto. Ninguna potencia se encuentra mejor situada que España,y lo afirma sin ambages un marino frances de alto rango, André —

Leost, para ejercer el mando de dominio eventual, al servicio detodos, en una de las zonas claves del dispositivo vital para Europa: la puerta occidental del Mediterráneo.

El paso de los estrechos de interés estratégicos obde—ce a las reglas de un Derecho internacional obsoleto, aúnque tenga el mérito de su existencia. Su aplicación estricta es.tantocomo reconocer el peligro que desde los flancos del estrecho puedaamenazar a la navegación de comercio. ElDerecho obliga en efecto a los submarinos, a señalar su presencia antes de franquear unestrecho “ a superficie”. La gran profundidad del mar entre Ma——rruecos y Gibraltar, y otras circunstacia favorables a la nayegación en inmersión, permiten infracciones, a pesar de los mediosde control relativo en manos de los británicos de la Colonia entierra gaditana, a merced dé un simple misil nuclear táctico.

Los rusos como los occidentales saben muy bien que labatimetríade los confines marítimosdel Atlántico y del Medite—rráneo es casi siempre detestable y adversa por tanto a los c5idosdel sonar detector. El tránsito de las fuerzas rusas de superf i—

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cie,armadas de misiles mar—mar y mar_tierra,flosevería”COfltrar1do” ,en opinión tan autorizada como la de Leost,por la amenaza de baterías de artillería clásica. La “Fuerza”. es, hoy por hoy, en medida dedominar el Derecho y esa “Fuerza” podría no ser occidental.

LaEspa?ía”eUX’Ope&’ estará en condiciones.COfl la coope— los európeos, de disponer de. medios de. disuasión •o de re

Un lanza—proyectiles montado sobre un tanque “ANXT1, conun alcance de 35 km.

torsión para vedar todo género de paso, a super$icie o en pro2undi —

dad,a una potencia enemiga de Occidente.Nadieseatrevería,efl—esas condiciones,a transgredir las reglas de £ranquealTtientO del Estrecho.EspaiíapOdría, a juicio de prestigiosos expertosnavales. —

$rariceses,convertirSe en “policia”. casi permanente de.ia zona marttima de Giraltar.A condición,y quizá sin esa condición, deque Inglaterra deje de p1sariosun pié ennuestrat propia tierra. manía —

anacrónica que atribuí en exclusiva al Alr’arantazgO britSuiico,y carezco de motivos para rectificar, a raíz de la visita que—un ejemplar ministro espaflol, Fernando María Castiella, hizo aLondres. con espíritu de fu, nada compartido jamás, porlos se’iores de Whitehall.

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La configuración geográfica del Oeste mediterráneo, laprofundidad del mar, la distribuciór’f de puertos y aeródromos sobre el litoral peninsular, constituyen una “base” inigualable,enposesión espafliola, peninsular e insular. Esa “base” requiere “medios”adecuados. Es preciso aunar vóluntades europeas de ayuda aEsp?ía, en ese sentido, con esfuerzos espa?íoies en línea idénti—ca. Espaía no invierte más que el 1,9 por 100 de su producto nacional bruto en gastos de defensa, lugar, en ese aspecto, námero43 entre 58 países seleccionados por el Instituto dé Estudios Estratégicos de Londres.

Espa’ía necesita, entre otros géneros de armamento, ysi mis informes son válidos, misiles europeos “EXOCET° MM4O” o algo análogo, de lucha antiuper$icie, muy superiores en eficacia,al parecer, a baterias de artilleria, fijas o móviles, para establecer una “barrera” a la alrura del meridiano de Alborán. Los“EXOCET AM39” y “AM4O”, en su versión aire—mar,permitirían, uti—lizadós desde Éspafla, extender su eficacia a la casi totalidad dela “cuenca” occidental mediterránéa, con lanzamientos desde helicópteros o aviones con base en Baleares oen otros puntos favorables del litoral peninsular y africano espaiol.

Submarinos soviéticos han sido intimidados a mostraseen superficie en el golfo de León. creo saber que Francia ha resuelto, o. éstá a puntode resolver, el problema de “detección agran distancia”, con independencia de la batimetría; si eso se —

confirma, su importancia será, sin duda, enorme. E.spauia tiene todo el derecho a asumir las responsabilidades que le atribuyen susposiciones geográficas insulares, peninsulares.y africanas. For—zóso resultaría, en contrapartida admitida en medios responsablesde Francia, que Europa le reconozca “políticamente” el lugar dominante que ocupa en soberanía y libertad y en una de las regionesmás sensibles del dispositivo de su defensa márítima, incluido,por supuesto, Gibraltar.

,La utilización máxima ae las posiciones terrestres esdefendida, por cuanto a España se refiere al menos, por expertosde una. nación qu.e asciende a ritmo muy brioso en poderío navalFrancia.No dudo de la gran eficácia de los misiles, v.g.,”EXOC—ET”, pero me atrevo a considerar que no es motivo de exclusión denavíos “modernos” y, sobre todo, de una “aviación” poderosa de

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apoyo suficiente. El “cordón umbilical” europeo, de 1O.OOOmi]-].Snáuticas, carece de otro lado, y en sus tres cuartas partes, deamparo de posiciones terrestres. Aconsejable se antoja, por tanto,un sistema intermedio de protección con base en tierra y en mar.

El estrecho de Gibraltar preocupa a Francia, y Franciaquiere una continuidad operativa y logística con España para quela defensa de la fortaleza común se acerque a un grado óptimo.El

“gap” ibérico (vacío), dicho en leng1a asequible a oídos americanos, debe ser colmadó cuanto antes: U.S.A., Francia y Espa?ía pueden hacerlo. Los “EXOCET” no bastan. Cádiz y El Ferrol son centinelas avanzados sobre las rutas del ttáfico marítimo vital destinado a Gran BretaYia, a la Mancha y al mar del Norte. La posicióncanaria jalona, a las puertas de salida de Europa, a lo largo deMarruecos y del Sahara, dos vías oceánicas esenciales: La vía periafricana y la vía de América austral.

Los países de la Europa occidental están I.forzá.dos a—practicar una buena voluntad recíproca. Las riberas, los puertos,los aeródromos y las bases navales espa?iolas son indispensables—a Europa y América. Antes de que Europa sea “una” en lo político,y es todavía mero afán. Europa necesita un instrumento de def en—sa marítima homogénea. No puede Europa esperar. EchémonOS, espa—?íoles y franceses, vecinos, todo ese concepto al hombro. Concepto y propósito. Hombro a hombro. Sin el hombro hurtar ni por encima del hombro mirar.