ESPACIO CENTRAL Y ACTIVIDAD COMERCIAL · 2008-04-22 · Y COMPLEJO Así, el centro de las...

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Distribución Consumo Y Nº 34 Las sociedades urbanas evolucionadas, en las cuales también están presentes las necesidades más básicas, han desarrollado la llamada "cultura del consumo", una inmersión en la adquisición de bienes y servicios que se aleja cada vez más de lo "imprescindible" para rela- cionarse más con el placer, la moda, el estilo de vida, y la identificación con un grupo social. Esta cultura se introduce en la vida cotidia- na de cada vez mayor número de individuos que a través de la compra se sien- ten partícipes de la buena vida, del bienestar y que nos hace oír expresiones como "no me sentía con ánimo y fui a comprarme..." Todo esto, facilitado por el menos tangible dinero de plástico y la proliferación y ubicuidad de los puntos de venta, cuya máxima expre- sión actual es la compra desde el sillón de la propia casa, o por las estrategias empresariales que van desde el desa- rrollo de nuevos productos a la oferta de servicios complementarios, algunos de los cuales nos permiten incluso rea- lizar el acto de la adquisición para pos- teriormente devolver lo comprado, enlazando con lo que se podrían llamar desmanes, desvarío, y a plantearnos si no existen también conductas patológi- cas, –¿enganche en el consumo ?–, lo que ha llevado a Santos, M. (1987) a proponer el cambio de la frase de Marx, por "el opio: la religión del con- sumo", a lo cual el gran geógrafo brasi- leño denomina también "la gran perver- sión de nuestro tiempo". La expresión espacial más visible de esta sociedad de consumo es la explosión de los grandes centros comerciales, en razón a su ubicación periférica urbana, próximos a buenas vías de comunicación, ocupando una amplísima extensión superficial, llegán- dose a hablar de estos "mall" como de las nuevas catedrales. En razón a esto el espacio urbano central pareció per- der el protagonismo que había detenta- do en exclusividad respecto a las activi- dades comerciales más significativas, pero recientemente su más "silencioso" dinamismo llama la atención de los profesionales de muy diferentes cam- pos, quizás también debido a lo que cita Gándara, J. de la (1996) de un menor interés en los "malls" americanos por parte de los adolescentes, según un informe de USA Today. EL ESPACIO CENTRAL URBANO La espectacularidad de los fenómenos acaecidos en las ciudades desde hace unas décadas, como son el creci- miento demográfico, la ampliación de la superficie edificada, la absorción de comunidades rurales y espacios agrarios, el cam- bio en los medios de trans- porte y el crecimiento con- siguiente de la movilidad, residencia y actividad cada vez más alejada del centro, etcétera, han deslumbrado a la propia sociedad que era protagonista de los mis- mos. Paralelo a todo esto se produce una "atonía" en el interés por el área urbana, central, conocida, en parte deteriorada, no adaptada aparentemente al progreso y caracterizada por lo que podríamos resumir con una palabra, "viejo", y enfrentada además a la novedad de la descentralización. Sin embargo, el tiempo ha hecho volver los ojos hacia este corazón urba- no por las transformaciones sociales acaecidas en él. Estos cambios pueden resumirse en: disminución del creci- miento demográfico (vegetativo y migratorio), aumento de determinados componentes de población minoritaria (inmigración extranjera, mayores de 65 años, hogares unipersonales y monopa- rentales, etcétera), desarrollo económi- co que ha cambiado los niveles de ESPACIO CENTRAL Y ACTIVIDAD COMERCIAL EMILIA GARCIA ESCALONA

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Nº 34

Las sociedades urbanasevolucionadas, en las cualestambién están presentes lasnecesidades más básicas,han desarrollado la llamada"cultura del consumo", unainmersión en la adquisiciónde bienes y servicios que sealeja cada vez más de lo"imprescindible" para rela-cionarse más con el placer,la moda, el estilo de vida, yla identificación con ungrupo social. Esta cultura seintroduce en la vida cotidia-na de cada vez mayornúmero de individuos que através de la compra se sien-ten partícipes de la buenavida, del bienestar y que noshace oír expresiones como"no me sentía con ánimo yfui a comprarme..."

Todo esto, facilitado porel menos tangible dinero deplástico y la proliferación yubicuidad de los puntos deventa, cuya máxima expre-sión actual es la compra desde el sillónde la propia casa, o por las estrategiasempresariales que van desde el desa-rrollo de nuevos productos a la ofertade servicios complementarios, algunosde los cuales nos permiten incluso rea-lizar el acto de la adquisición para pos-teriormente devolver lo comprado,enlazando con lo que se podrían llamardesmanes, desvarío, y a plantearnos sino existen también conductas patológi-cas, –¿enganche en el consumo ?–, loque ha llevado a Santos, M. (1987) aproponer el cambio de la frase deMarx, por "el opio: la religión del con-sumo", a lo cual el gran geógrafo brasi-leño denomina también "la gran perver-sión de nuestro tiempo".

La expresión espacial más visiblede esta sociedad de consumo es laexplosión de los grandes centroscomerciales, en razón a su ubicaciónperiférica urbana, próximos a buenasvías de comunicación, ocupando unaamplísima extensión superficial, llegán-dose a hablar de estos "mall" como delas nuevas catedrales. En razón a estoel espacio urbano central pareció per-der el protagonismo que había detenta-do en exclusividad respecto a las activi-dades comerciales más significativas,pero recientemente su más "silencioso"dinamismo llama la atención de losprofesionales de muy diferentes cam-pos, quizás también debido a lo quecita Gándara, J. de la (1996) de un

menor interés en los "malls"americanos por parte de losadolescentes, según uninforme de USA Today.

EL ESPACIO CENTRAL URBANO

La espectacularidad de losfenómenos acaecidos en lasciudades desde hace unasdécadas, como son el creci-miento demográfico, laampliación de la superficieedificada, la absorción decomunidades rurales yespacios agrarios, el cam-bio en los medios de trans-porte y el crecimiento con-siguiente de la movilidad,residencia y actividad cadavez más alejada del centro,etcétera, han deslumbradoa la propia sociedad queera protagonista de los mis-mos. Paralelo a todo esto seproduce una "atonía" en elinterés por el área urbana,

central, conocida, en parte deteriorada,no adaptada aparentemente al progresoy caracterizada por lo que podríamosresumir con una palabra, "viejo", yenfrentada además a la novedad de ladescentralización.

Sin embargo, el tiempo ha hechovolver los ojos hacia este corazón urba-no por las transformaciones socialesacaecidas en él. Estos cambios puedenresumirse en: disminución del creci-miento demográfico (vegetativo ymigratorio), aumento de determinadoscomponentes de población minoritaria(inmigración extranjera, mayores de 65años, hogares unipersonales y monopa-rentales, etcétera), desarrollo económi-co que ha cambiado los niveles de

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necesidades y, por tanto, del consumoampliando las posibilidades de elec-ción, dominio económico de la socie-dad post-industrial y el cambio culturalque lleva al redescubrimiento de losvalores patrimoniales heredados. Estanueva sociedad, mayoritariamenteurbana, vuelca el interés en su propiadiferenciación y reencuentra la "coreurbana", que se ve afectada por laselección espacial que la dominanteactividad terciaria realiza en el centrode las ciudades, por la diferenciaciónresidencial que en el mismo se produ-ce, por el significado arquitectónico,estético y simbólico del paisaje hereda-do, y también por los nuevos valores deconservación del hábitat.

Ahora bien, si el centro es el espa-cio común y conocido, en la aproxima-ción a su estudio hay que partir de ladificultad inicial de su denominación.

El lugar central de la ciudad, focode reunión y actividades, recibe dife-rentes apelativos según el contexto his-tórico y cultural, apelativos que se con-cretan en ágora, foro, plaza mayor,core, dowtown, centro económico,centro histórico, distrito central denegocios –que se corresponde con laspopularizadas siglas inglesas C.B.D.–, ociudad central. Tal variedad de deno-minaciones responde a la necesidad deconcretar un espacio que es muy diná-

mico, por lo cual ha ido ampliando susfunciones y su área, mutando la ubica-ción del punto culminante de suscaracterísticas (el hipercentro), seg-mentándose y rompiendo la imagen dehomogeneidad.

UN ESPACIO POLIVALENTE Y COMPLEJO

Así, el centro de las aglomeracionesurbanas se caracteriza por ser un espa-cio polivalente y complejo, en el queencontramos usos del suelo, activida-des y personas que también aparecenen otros lugares de la ciudad; de aquíse derivó la necesidad de definir elcentro por sus rasgos negativos, esdecir, por aquello que no aparecía enel mismo. Si bien no es la única zonade la ciudad donde se producen losrasgos que señalamos a continuación,sí lo es en el grado de concentración delos mismos:

• Una ubicación central en el con-junto de la mancha urbana y, por tanto,muy accesible en términos puramenteespaciales.

• Su morfología refleja una altadensidad de ocupación del suelo, bienporque una parte del centro fue la ciu-dad misma en el pasado, con callesestrechas y manzanas pequeñas, o bienporque su expansión se sitúa en vías ymanzanas de mayor tamaño pero enedificación de mucha mayor altura.

• Respecto a la calidad de la edifi-cación, el centro de la ciudad es elcontenedor de la mejor arquitecturaurbana, mezclando estilos del pasado ylas más recientes innovaciones, lo quese traduce en valor patrimonial, presti-gio, símbolo, precio y singularidad, ycontribuye a recordar hitos de esteespacio, ya que a su vez estos edificiosson la sede de importantes poderespúblicos y privados (palacios, museos,iglesias, bancos y empresas).

• En este espacio se localizanimportantes nodos de transporte, enparte derivados de las herencias de lostrazados, pero también exigidos por lademanda actual en el uso intensivo deeste área, que reuniendo las máximasaccesibilidades y, consecuentemente,

más alta congestión de tráfico y tránsitode peatones, se convierte en la másinaccesible en determinadas horas.

• Es el lugar de localización de acti-vidades terciarias, especialmente deaquellas que, a pesar de las nuevas tec-nologías de comunicación, necesitande encuentros directos, cara a cara, ode otras que son productoras de servi-cios y precisan de los beneficios econó-micos derivados de la concentración.Al igual que ocurre con aquellas que,beneficiándose de la actual flexibilidadde la producción, disgregan la empresaen el espacio, pero ubican los departa-mentos de la cúpula directiva en losenclaves céntricos. Asimismo, se locali-zan en él aquéllas actividades quedependen de una potencial masa declientes para que su función sea eficaz.

• Socialmente el centro es el espa-cio de identificación cívica y, aunquees difícil su delimitación, es el sector dela ciudad de algún modo incorporado ala mente de todos los habitantes. Igual-mente, es el área conocida por los visi-tantes que tienden a identificar el con-junto de la ciudad con el centro de lamisma, en razón a que resume lo quehace diferente una ciudad de otra, porsus símbolos del pasado y por las cele-braciones que en su espacio se produ-cen,y que no tendrían la misma reper-cusión en otro lugar ni enmarcación tan

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singular. Además, el centro de la ciu-dad no es un lugar acotado; en él selocalizan extremos sociales opuestos:ancianos, jóvenes, inmigrantes reciénllegados de bajo poder económico ycapas altas que nunca han abandonadoeste espacio, gentrificados que hanvuelto añorando sus atractivos. El cen-tro tiene unos valores cosmopolitas,que se muestran en los escaparates delas tiendas de lujo y marcas de importa-ción, y en el comercio tradicional, enlos restaurantes de elevado precioenfrentados a los de comida rápida.Aquí las culturas culinarias foráneas oexóticas conviven con las expresionesmás castizas.

• Los poderes públicos mantienenuna localización central, que se havisto reforzada en la última década porlas posturas de conservación del espa-cio heredado, actitud que ha sido imi-tada por la actividad privada, y queconvive con la búsqueda de espaciosmás amplios y la descentralización deestas actividades. Así, el espacio centraladquiere connotaciones de poder y ellohace que otras actividades se aproxi-men al mismo.

• Todo esto da lugar a una granescasez y, consecuentemente a, un altoprecio del suelo, a una fuerte compe-tencia por el espacio central que ha lle-vado a diferentes modos de interven-ción por razones estructurales, econó-micas y políticas, y que contribuyen a

la revitalización del centro. Estas ope-raciones tienen dos direcciones funda-mentales: renovación y rehabilitación.La primera, aunque tiene antecedentes,se practicó básicamente en las décadasde los sesenta y setenta y pretendía laadaptación del centro a la "moderni-dad", mediante la sustitución del entra-mado urbano que significa cambio enel trazado viario, tamaño de las parce-las, usos del suelo y funcionalidad, yen consecuencia cambio en las carac-terísticas del espacio social; en definiti-va, es una alteración de una parte delespacio urbano pero que tiene conse-cuencias en toda la ciudad.

La rehabilitación pretende esencial-mente el mantenimiento de la tramaurbana, protegiendo y mejorando lasedificaciones y el entorno. Esta prácticase impone en las dos últimas décadas yes considerada menos traumática, peroa la larga significa igualmente cambioen precios, usos y valoración social.Cuando se habla de conservación urba-na el centro de la ciudad adquiere unaespecial importancia en razón a queconstituye la esencia de las ciudadesheredadas.

Como consecuencia de todo loanterior, los centros de las ciudades, enla década final de este siglo, han avan-zado en su fragmentación, porque sehan ampliado al unísono de la manchaurbana, porque son polivalentes –yaque han logrado la especialización deáreas mediante la ampliación y la recu-peración de espacios– y porquemediante su mutación se han adaptadoa los actuales valores sociales de con-sumo, desde los bienes y productos a lacultura y al deseo de singularidad enun mundo global.

A la vez continúan presentandoproblemas de deterioro del caserío, ina-decuación del espacio para instalardeterminadas actividades en inmueblesde grandes dimensiones, dificultades deaccesibilidad en vehículos, asentamien-to en determinadas zonas de unapoblación con algún tipo de margina-ción (social, económica, y étnica) y unavariedad de patologías urbanas, puestoque de alguna manera este espacio esel "resumen" de la ciudad.

ACTIVIDAD COMERCIAL

La vinculación entre ciudad y comercioes tan estrecha que se ha llegado aenlazar con los orígenes del urbanismoy se incluye entre las diversas teoríasque explican el nacimiento de la urbe,en las clasificaciones cualitativas ycuantitativas de las ciudades, y en elanálisis intraurbano, identificándosetambién las agrupaciones comercialescomo elemento diferenciador de tipolo-gías jerárquicas.

El dominio de la sociedad postin-dustrial repone el concepto de ciudadcomo lugar de intercambio de bienes yservicios, lo cual, unido al desarrollode la cultura del consumo, atrae el inte-rés sobre la actividad comercial que,además, se ha visto profundamentealterada. Entre las variables que hancontribuido a ello, debemos destacar:

• La evolución social que incluye elincremento de la renta, la incorpora-ción de la mujer al trabajo remuneradoy fuera del hogar, la disminución deltamaño de la familia, cambios en laestructura profesional, mayor tiempolibre, mayor movilidad de la población,y un aumento en el nivel de vida para-lelo a la pérdida de unos valores y a laaparición de otros.

• La concentración espacial de lapoblación, el crecimiento de la urbani-zación y su plasmación en las megaciu-dades, conduce a una demanda de

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masas que a su vez fomenta la mercan-cía masificada con el consiguientebeneficio en la producción, encontrán-dose la respuesta en la morfología delos puntos finales de venta, desde elgran almacén a los supermercados,hipermercados y a la especializaciónde estos en una línea de productos, (ali-mentación, bricolage, deportes, jardine-ría, cultura, etcétera).

• La globalización del capital y supenetración en la vida local urbana sematerializa en la expansión de los gru-pos transnacionales del sector comer-cial, cuya expresión más visible sería"lo que se produce en todo el mundo sepuede comprar en cualquier lugar", sinolvidar tampoco los medios de pagos(dinero de plástico, créditos) para acce-der al "capital", o que este se conformade muy distintas procedencias geográfi-cas y sociales.

• Los cambios en la estructura delas empresas, estrategias de dominaciónde los mercados (absorciones, fusiones,franquicias) con la consiguiente desa-parición de las más débiles, el continuodesarrollo de nuevos productos, mejo-res, de menor precio, más diversifica-dos, más perecederos, más ecológicos eincluso reciclados; junto a la agrega-ción de servicios, de facilidades depago y transporte, la complementaridadcon lo lúdico, y la pretensión de fideli-zar a la clientela; nuevas técnicas decomercialización de productos, de la

publicidad en medios de comunica-ción de masas, al buzoneo, telemarke-ting o al ordenador personal.

• La modificación de las pautas delocalización comercial debido a lasnecesidades de tamaño del estableci-miento, la competitividad con otrasactividades urbanas y el consiguienteencarecimiento del precio del suelo,necesidad y demanda del mismo y deaquí el crecimiento en altura y no apuerta de calle de los locales comer-ciales; en razón a los nuevos patronesresidenciales, suburbanización, vivien-da unifamiliar; a las modificacionesderivadas del planeamiento, de la acti-tud política y de la fuerza de grupos depresión a veces enfrentados (asociacio-nes de consumidores y de pequeñocomercio); consideraciones actualesrespecto al medio ambiente y el entor-no, desde entradas de mercancía a sali-da de embalajes, del escaparatismo ysu valor en las vías públicas, al inte-riorismo y recreación de paisajes de loscentros comerciales.

• Alteraciones en la demanda deri-vada del cambio social, que incluyeproductos de primera necesidad, ycaída de productos de productos bási-cos y hoy menos necesarios, frente amayor gasto en otros relacionados conel ocio, la cultura, la salud, o la moda;y la emergencia entre los consumidoresde grupos específicos (incorporacióninfantil al dinero y a las compras, pro-ductos relacionados con las dificultadesde la tercera edad, así como pluralidadregional y étnica y presencia de tribusurbanas) junto a mayor participaciónmasculina en cualquier tipo de compra.

• Ampliación del horario comer-cial. Efectivamente el tiempo se ha con-vertido en uno de los principales bienesde la sociedad actual, y marca, quizátanto como el espacio, la vida urbana.El funcionamiento de la ciudad requie-re actividad las veinticuatro horas y lajornada de trabajo se ha flexibilizado;además los componentes de poblaciónson más plurales, debido a lo cual seproduce una holgura en el tiempo decompras paralela a la expansión de loslugares de donde se obtienen los bie-nes. El menor número de horas de cie-

rre de los establecimientos unido a losabiertos "24" horas, y a la crecientetele-compra (productos "necesarios" ysuperfluos), nos sitúa ante un tentadorescaparate donde alcanzar los valoresde la sociedad de consumo, a cualquierhora y en cualquier lugar.

Las transformaciones en el sectorcomercial y la inestabilidad derivada deellas, así como los intentos de adapta-ción, dan lugar a una situación contras-tada: cierre de establecimientos y a suvez aumento del suelo comercial; mun-dialización de las empresas y del tipode tiendas, y búsqueda de la singulari-dad local y especificidad del producto;peso del pequeño comercio y aberturade parques comerciales; concentracióndel interés mas orientado al consumi-dor que al producto; simultaneidad enla adquisición de los bienes perecede-ros y menos perecederos, de escasovalor a mayor dispendio, de básicos asomeros; compatibilidad de la compraobligatoria con el ocio y la cultura.

La evolución de este sector secaracteriza por la ampliación de posibi-lidades, la pluralidad de elección y laselección de la oferta, pudiendo todoesto facilitar la optimización por partede los consumidores que son más librespara establecer sus niveles de necesida-des y de satisfacciones. Esta fase es larespuesta de una actividad consustan-cial a la urbe y como tal, cambiantecomo esta misma.

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CENTRO Y COMERCIO

El modelo urbano monocéntrico, impe-rante hasta hace escasas décadas, pre-sentaba un centro principal de comer-cio y servicios que lideraba una estruc-tura jerárquica de actividades. La ruptu-ra de ese modelo provoca la perdida dehegemonía del área central, ya queotros espacios ofrecen alternativas delocalización, donde hay más superficie,suelo más barato, mayores posibilida-des edificatorias, buena accesibilidadpor los trazados de vías rápidas decomunicación, población residente ypuestos de trabajo, de modo que aotras descentralizaciones administrati-vas y productivas le sigue la comercial.

Nos enfrentamos a una dualidadcentro-periferias, resultado de la con-cepción obsoleta de la ciudad y de uncentro interiorizado en la memoria delos ciudadanos, de tal manera que ennuestra cultura esa dicotomía se iniciacon la propia denominación de losnuevos establecimientos (centroscomerciales), se continua con el intentode reproducción de la ciudad que estoshacen (calle principal, calle de lamoda, plaza de los artesanos, merca-do...), y de alguna manera son unareproducción a escala de lo que hoyconstituye el centro-ciudad. Los impac-tos de la descentralización se conside-raron adversos para el comercio y se

llegó a hablar de la ruina comercial y asugerir que el centro de la ciudad per-dería esta actividad a beneficio de uncomplejo de oficinas, cultura y ocio,quizás enfatizando los usos y olvidan-do a los hombres.

Sin embargo estas circunstancias nocondujeron al inexorable declive delcentro, que revive sus ventajas para laprovisión de compras especializadas,mantiene su potencial accesibilidad encomparación con la sectorial de loscentros suburbanos, y retiene por iner-cia una parte del comercio, así comopor el simbolismo, imagen y cualidadde espacio común interiorizado por losciudadanos.

Todo esto ha llamado la atenciónde las posturas conservacionistas queclaman por su no deterioro. El centroha recuperado la función lúdica, sebeneficia de la planificación que ve enla animación derivada de las instalacio-nes comerciales una ayuda para suvitalidad,y se configura como un espa-cio demandado por grupos socialesselectivos.

EL EJEMPLO DE MADRID

El comercio y el corazón de la urbe espolémico actualmente porque presen-tan ambivalencias significativas, y sien-do un hábito en algunas ciencias socia-les la aprehensión de la realidadmediante la aproximación a un espacioconcreto, hemos seleccionado comoejemplo la ciudad de Madrid, que nospermitirá por inducción la aproxima-ción a la reflexión teórica.

La ciudad central, el centro de laaglomeración madrileña, se perfila enla última década, delimitado, como enotra ciudades, por el trazado de una víarápida, la M-30, y por razones estadísti-cas se puede circunscribir a los sieteprimeros distritos administrativos.

Este espacio se caracteriza por unafuerte terciarización, con pérdida delvolumen de residentes y presencia degentrificación, revalorización del pre-cio del suelo y modificación de losusos del mismo, está liderado por uneje central (Paseo del Prado-Recoletos-Paseo de la Castellana), y ha especiali-

zado áreas de negocios, de ocio, decultura y de comercio. La funcióncomercial se manifiesta en transforma-ción, y se adapta a los residentes, a laspersonas que trabajan en ese área, y aaquellos que van al centro a buscar "loespecial" y "la oferta variada".

Los centros urbanos mantienen, pordiversas razones, una alta densidad deestablecimientos comerciales queincluyen desde las nuevas implantacio-nes a las tiendas que apenas perviven ya las tradicionales; algunas de estas porsu estado de conservación y singulari-dad han logrado renovar su atractivo, yotras por su agrupamiento dieron lugara un foco de alto potencial de clientes.

En Madrid destaca el grado de dota-ción y la amplitud tipológica de ladenominada "Almendra" (la ciudadcentral). En efecto, en 1991, se locali-zaban en ella el 29% de los estableci-mientos comerciales de la ComunidadAutónoma de Madrid y el 46% de losdel municipio capital. El interés por lolocal y la herencia cultural ha promovi-do que, desde publicaciones especiali-zadas a medios de comunicación demasas, divulguen nombres e historiasde antiguos locales que satisfacen labúsqueda de la singularidad actual;buena muestra de ello es la introduc-ción como elemento publicitario de lafecha de fundación (incluso en algunosbien recientes).

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Basta con evocar algunos nombresen nuestra ciudad: El Horno del Pozo,La Violeta, Caramelos Paco, Casa Mira,El Gato Negro, o Tenorio, y recordar lavitalidad de los comercios de "hilos,botones, etcétera" en el entorno de laplaza del Marqués Viudo de Pontejosincorporando a sus ventas los adhesivoscon la imagen del último robot. Sinembargo, podemos contemplar estosestablecimientos con nostalgia ya quesu conservación, con independencia desu potencial de adaptación a las nuevasiconografías, depende de su ubicaciónconcreta y probablemente en mayormedida de su estructura de propiedad.

ESPACIALIZACION Y ADAPTACION A LA DEMANDA

El área central se ha revitalizadomediante la especialización y adapta-ción a la demanda: se ha internaciona-lizado con las franquicias, las mismasque se instalan en los centros comercia-les periféricos, acoplándose a la mun-dialización del marquismo (el númerode franquiciados se exhibe a modo degarantía), y ha afirmado su vocación deque en "el centro se encuentra de todo".

Al igual que incorporó en el pasadola novedad del gran almacén, tambiénha acoplado las grandes superficiesactuales, supermercados e hipermerca-dos, las especializados (singularmente

los de ocio y cultura), los multicentrosy los centro comerciales. Para ello hautilizado espacios incorporados a lacentralidad, sustituyendo en otros laedificación o rehabilitándola.

En Madrid, podemos recordar laadaptación al nuevo tamaño de la cen-tralidad, llevada a cabo por El CorteInglés y su más reciente implantaciónen el distrito sur de la "Almendra"(Arganzuela) con su "hiper", y el atrac-tivo de este mismo espacio, donde sesustituye el uso industrial por el resi-dencial, siendo su mejor ejemplo elproyecto de Los Madroños (más de75.000 m2 de comercio y servicios, aubicar sobre el suelo de una antiguaindustria papelera), y a escasa distan-cia de una de las primeras experienciasde rehabilitación –El Mercado Puertade Toledo–, cuyo fracaso se puede tam-bién deber a su anticipación a la trans-formación de la zona.

Algo similar ha sucedido con loscentros comerciales instalados en edifi-cios nuevos (los Multicentros, ModaShopping, La Esquina del Bernabeu) ycon los ubicados en edificios rehabilita-dos (desde la Galería del Prado, alABC, al Jardín de Serrano) y con la pro-liferación de superficies especializadasen ocio, del FNAC a las tiendas Crisol.

Si los cambios en el centro, lamejora de la calidad de la vivienda aso-ciada a una alteración en la composi-ción del vecindario y la sustitución delas clases sociales reciben el nombre degentrificación, ¿por qué no ampliar estetérmino a la actividad comercial, oinventar otro, para abarcar el procesode modernización de los locales, la sus-titución de la clase empresarial, delnivel de ingresos por ventas y de lostipos de productos?

El centro reanima su papel jerárqui-co (potencial de accesibilidad) a travésde la adaptación a nuevos grupos deconsumidores, para los que crea esta-blecimientos especializados que inclu-yen las necesidades específicas del cre-ciente grupo de más edad, tallas gran-des, tribus urbanas, aficiones de moda,población extranjera, solteros, profesio-nales de alta movilidad, e identificaciónsexual (Short, J.R., 1996, llama la aten-

ción sobre las comunidades "gay" queencuentran unos espacios de "toleran-cia" en los centros urbanos). ¿Por quéno localizar en el plano madrileñoimplantaciones recientes como: LaCasa del Enfermo, Marihuana, Tribur-bana, Superwoman, Soldiers, BlackPearl, artículos de golf, tiendas verdes oesotéricas y así ver como el perímetrodelimitado por la autopista M-30,moderniza su potencial atractivo? Igual-mente deberíamos cartografiar la con-centración de negocios para homose-xuales en el noreste del casco histórico.

La core revitaliza su liderazgo, conel incremento de los establecimientosde lujo. Efectivamente el extremoopuesto a la necesidad se manifiesta enla sociedad de consumo a través devalores simbólicos, del hedonismo, lacalidad, la adquisición no solo de unproducto, sino también de su presenta-ción, la atención personalizada en elmomento de la adquisición, el entornode la tienda y la ubicación concreta deesta, la búsqueda de la singularidad, enun mercado mundial, de algún modomarcada por la transformación delespacio en "lugar", imbuido de conno-taciones de poder económico y presti-gio social.

Así, los establecimientos de élitefijan su implantación en las principalesciudades del mundo, en las calles "máscaras", en centros comerciales "sin

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carrito"; en su localización próxima alas sedes de poder, en el adorno (mar-quesinas, plantas, moquetas) de laacera y en la seguridad de su vigilan-cia. En Madrid, las firmas "exclusivas"alternan sus locales con los de los ban-cos en la calle de José Ortega y Gassety se imponen junto a las galerías dearte en el entorno de la calle de JorgeJuan, por no citar la elitista connota-ción comercial, más conocida, de lacalle de Serrano.

El centro ha visto potenciado suvalor cultural, por el redescubrimientodel pasado, que se ha convertido enelemento de consumo y, por ello, losmuseos no solo amplían sus tiendas (ennúmero y productos) sino que sacanestas a la calle. Además, la búsquedade lo antiguo y lo singular ha dadolugar a la multiplicación de salas desubastas, galerías de arte y anticuarios.

Respecto a lo primero, señalamos elquiosco que permitía comprar (posta-les, lápices, etcétera) sin esperar lalarga cola para admirar la última expo-sición de Goya en el museo del Prado,y en relación a las salas su concentra-ción espacial en las primeras manzanasdel ensache madrileño.

ESPACIO DE ENCUENTRO CIUDADANO

El centro recupera su papel de espaciode encuentro ciudadano, con el incre-mento de la movilidad a pie, mediantela peatonalización de algunas calles, oel acotamiento esporádico de enclavesvinculados a manifestaciones festivas.

Los valores históricos han sido muybien imitados por los centros comercia-les y los parques feriales.

El mercado semanal del pasado o laferia tradicional se revive en los rastros,mercadillos y en exposiciones anuales,más pequeñas en el área central que lasde los grandes recintos creados para talfin, pero que evocan todos ellos unaactividad al aire libre que la ciudad fueexpulsando por razones de espacio, yque hoy son impactantes por la intro-ducción en la densa trama urbana cen-tral de elementos olvidados.

Buenos ejemplos de todo lo anteriorson las calles de Preciados y Carmen, oel recientemente celebrado Mercadodel Labrador, en la plaza de España,donde los turistas japoneses combina-ban la foto de Don Quijote, con la delos telares, y la cabra del puesto dequesos, y los españoles volvían al mer-cado artesanal.

Estos aspectos han sido potenciadospor los poderes planificadores que con-sideran la actividad comercial comouno de los elementos funcionales másimportantes para la recuperación deeste espacio urbano, tanto por su valorcomo actividad económica, como porsu impacto en la animación de la"calle", con sus luces y colorido, expre-sado mejor por el aspecto negativo y deinseguridad que producen los cierres,cada vez más opacos, de sus escapara-tes, o por la sensación de "vacio" degrandes manzanas funcionalmente uni-formes y, en valor positivo, por elentorno de aquellos establecimientosque pueden abrir en feriado. Igualmen-

te, por la mayor adaptabilidad de loslocales comerciales y de ciertos servi-cios a los espacios de edificios catalo-gados para su conservación.

El papel turístico que el centro-ciu-dad desempeñó acogiendo el hotel deviajeros se ha ampliado con la expan-sión de esta industria: es el contenedorde la mayor gama de "camas" para losvisitantes, en él se asientan gran partede agencias, oficinas de turismo, con-sulados y embajadas, se encuentracomida local o exótica, rápida o restau-rantes de lujo, tiendas de recuerdo a lasmismas de los lugares de procedencia,y en si mismo es objeto de destino conla creciente búsqueda de nuevos hori-zontes por parte del sector. Además deser el área de la aglomeración queidentificamos con el conjunto urbanopor la imposibilidad de aprehensión ensu totalidad, es el espacio "único" quelas ciudades pueden ofrecer ante lamasificación que la compra de nuevastecnologías facilita.

Las áreas centrales padecen los pro-blemas inherentes a las cualidades quepresentan: degradación por el envejeci-miento edificatorio y grupos socioeco-nómicos que ocupan el sector, ser lasede de actividades atrapadas, que notienen capacidad de transformación, ypor su propio medio ambiente "pocoecológico".

A ello se une la congestión de tráfi-co, el precio de la accesibilidad envehículo privado, su demanda comoespacio de manifestación ciudadana enrazón al impacto mediático que estaconlleva si se realiza en sus vías princi-

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pales, y el atractivo para la delincuen-cia por el dinero que en los mismos semueve y el anonimato de la masa. Lasconnotaciones de estigma que esta pro-blemática imbuye en el espacio, loconvierten en zonas denominadas dedescarte para determinados usos y queen nuestra ciudad se localizan en elentorno a la Puerta del Sol y que seamplían sobre la propia Gran Vía.

La actividad comercial en el centrose ha refinado (el "affinement" de losexpertos franceses), con la pérdida deestablecimientos de alimentación habi-tual y la implantación de los “delicates-sen” y rincones para “gourmet”, de lastiendas tradicionales de muebles a loslocales para sibaritas de la decoración,de lo necesario al fomento de lo banal,de la atracción del conjunto de habi-tantes al de nuevas comunidades socia-les, de residentes a cosmopolitas, de

unidad étnica a mayor pluralidad, de lanecesidad de ir al centro a la posibili-dad de elección de unos atributos deprestigio, fama, diferenciadores de laimagen individual.

CONCRECION ESPACIAL DIFICIL

La ampliación del centro urbano provo-ca su difícil concreción espacial, peropermite la selección y complementari-dad espacial; peor se comprende supolivalencia, ya que manifiesta seg-mentada vocación de áreas, negocio,ocio, compras, etcétera; pero se acoplamejor a la combinación actual de tiem-pos y roles complejos de las personas;armoniza la inercia y la coordina con laespecialización para mantener su lide-razgo; es el resumen de los problemasurbanos pero también de sus ventajas,crece más su dependencia de los valo-

res sociales que de mecanismos, asílucha con las nuevas implantacionescomerciales, de las periféricas a lasmediáticas. Es punto de mira de lasposturas que predicen la disolución delas ciudades mediante las tecnologías"tele" y de las que reavivan el interéspor el centro como escaparate urbano.

Todo ello hace que nos acerquemoscon dificultad a este espacio, que hadejado de ser el "único", que pierdeparte de sus valores en competenciacon otros que intentan imitarle (equiva-ler al centro), que tiene como caracte-rística esencial la movilidad, y que la"moda" ha convertido también en obje-to de consumo que la sociedad delimitay lo usa con pluralidad. ❑

EMILIA GARCIA ESCALONAFacultad de Geografía e Historia

Universidad Complutense de Madrid

Urbanismo, Comercio y Centro Ciudad

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