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Año 3 - Nro. 5 Junio de 2009

Revista temática sobre infancia y educación

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Ocupar el espacio

Adentro–afuera; cerca–lejos; tuyo–mío;del gobierno–del pueblo; de todos–denadie; público–privado…

Estos fueron algunos de los sentidosque se nos plantearon a la hora de em-pezar a jugar con una definición de es-pacio público, y más aun cuando esta de-finición entraba en contacto con la preo-cupación institucional en torno a los ni-ños, niñas y la educación.

Una primera discusión hizo centro enlos espacios y su potencialidad educa-tiva. Es decir cuánto educan los espa-cios por los que los niños transitan o de-jan de transitar; qué enseñan esos es-pacios, cuánto significan dichos espa-cios públicos para la socialización de losniños y niñas.

La segunda polémica se instaló cuan-do se pretendió abordar la problemáticadesde la categoría público – privado. To-mando la definición primaria de lo priva-do, como el contrapunto de lo público.Allí el panorama se presentó con mayo-res opacidades, recalcando las mixturasde los procesos actuales.

Lo cierto es que más allá de las de-finiciones múltiples, contradictorias, he-terogéneas a las que desembocamos,llegamos a algunos consensos o “luga-res comunes”: la primera premisa esque los espacios no son neutrales, edu-can en el sentido amplio de la palabra.Estos transmiten modos de hacer, deactuar, de entender la cultura, las cre-encias, las posibilidades de transforma-ción. Transmiten un código social quecontiene en sí mismo tanto pasado co-mo proyección.

Si aceptamos esta premisa sobre laincreíble potencialidad educativa que en-cierra el lenguaje espacial, será enton-ces necesario volver la mirada a estosespacios y los objetos que los compo-nen, para decodificar qué mensajes nostransmiten. Por ello, en esta edición de

“En cursiva” nos hemos detenido a ob-servar: ¿qué espacios públicos pueblannuestro ámbito más cercano de vida?,¿qué características tienen?, ¿quiéneslos habitan?, ¿de qué modo?, ¿qué nosmuestran y qué nos esconden?, ¿paraqué se usaron y para qué se usan hoy?,¿quiénes los cuidan?

Sobre estas dos dimensiones de dis-cusión nos hablan los especialistas, yavanzan en analizar cómo se resignificala idea misma de “espacio público” y suvaloración social e históricamente cons-truida. ¿Qué significa que el 90% de ni-ños y niñas de distintos sectores econó-micos afirmen que su espacio privilegia-do de juego es la propia casa? (Funda-ción Arcor, UCA: 2007) ¿Qué nuevosaportes nos dan estos datos para pen-sar la constitución y generación de es-pacios públicos tendientes al encuentrocon el otro?

Sabemos que la idea de contexto nopuede ir disociada del concepto de tex-to, de base material, de condiciones devida, de existencia real. Por eso alenta-mos y promovemos la creación de es-pacios públicos. Pero también entende-mos que la creación de éstos no sola-mente implica construir las plazas, fo-restar los parques, equipar jardines,construir centros de desarrollo infantil yespacios de socialización. Sino que lapolítica sociocultural también debe ges-tionar los espacios públicos para quefuncionen como tales, entendiendo quegestionar da la posibilidad de adminis-trar el proceso hasta que esos espaciossean incorporados y asumidos por ca-da uno de los sujetos.

Creemos que es a partir de estas pre-guntas, de esta discusión narrada, quepodremos ir reconociendo las significa-ciones en torno al espacio público, re-definiendo su valor actual como herra-mienta educativa, y trabajarlo para califi-carlo tanto en su dimensión de espaciofísico como simbólico.

FFuunnddaacciióónn AArrccoorr

Editorial

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FUNDACIÓN ARCOR

Consejo de Administración:Presidenta: Lilia M. Pagani

Vicepresidenta: Rita M. Maranzana

Secretaria General: Claudia S. Pagani de Martín

Prosecretaria: Karina Pagani de Cañarte

Tesorera: Sonia Maranzana de Giai

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"En cursiva"

Consejo Editorial:Mariana Arruabarrena Santos Lio Javier Rodríguez Vanina Triverio

Coordinación Editorial: Estanislao Antelo Ana Abramowski

Diseño: Carola de la Vega Fotografía: Julieta Escardó Impresión: Báez Impresiones

IISSSSNN: 1851-037-X-5

La reproducción y/o divulgación total o parcial de textos, fragmentos, reseñas o imágenes está permitida con la condición de citar expresamente la fuente. Las opiniones expresadas en esta revista no implican necesariamente que sean compartidas por Fundación Arcor.

Publicación de distribución gratuita.

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Sumario

EDITORIAL pág. 3Ocupar el espacio

ESCRITOS A MANO pág. 12Daniel CalmelsEspacio habitado

PALABRAS DE LOS CHICOS pág. 27El espacio de los chicos

ENTREVISTA pág. 45Teresa Chiurazzi“Pensar lo escolar como primer edificio público del niño”

INTRODUCCIÓN pág. 6Estanislao Antelo- Ana AbramowskiDe todos y de nadie

ENTREVISTA pág. 17Francesco Tonucci “La ciudad es hostil porque echa a los niños de los lugares públicos”

ESCRITOS A MANO pág. 32Paula MateosMapas del nuevo mundo. Niñez, situa-ción de calle y traslado de villas deemergencia en una capital de provincia

OPINIÓN pág. 53Víctor PavíaEl Patio de la Escuela. Un espacio público para aprender a ejercer el derecho al juego

ESCRITOS A MANO pág. 8Julio MorenoLa territorialidad de hoy

EXPERIENCIA pág. 23Silvia AlderoquiLos niños y los espacios

INVESTIGACIÓN pág. 39Cecilia LiticheverChicos, chicas y la calle

ESCRITOS A MANO pág. 55Mariana BernalNiños y niñas fuera de foco. Infancia, espacio público y medios

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De todos y de nadie

INTRODUCCIÓN

Una manera habitual de aproxi-marse a la noción de “espacio pú-blico” consiste en resaltar las bon-dades de la libre circulación, la im-portancia de la participación ciuda-dana en la vida democrática, y laprimacía de lo público por sobre loprivado. Son menos frecuentes lasintervenciones que procuran ponerde relieve aquellos aspectos másprácticos, o incluso cívicos, a losque la noción hace referencia. Otrotanto ocurre con las diversas posi-bilidades que el sentido de lo pú-blico ofrece a todos los miembrosde la comunidad, y en particular asus miembros más pequeños.

En este número de la revista “Encursiva” optamos por concentrar elesfuerzo en recorrer algunas aris-tas de la cuestión que se caracte-rizan por incidir directamente en lavida cotidiana de los niños y niñasque viven en nuestro país.

La nota central tiene como pro-tagonista al prestigioso e incansa-ble pedagogo Francesco Tonucci.Sin desconocer las alarmas por lainseguridad, y batallando en con-tra de la hostilidad de una ciudadque echa a los niños de los luga-res públicos, Tonucci enfatiza lo im-portante que es salir –a la puerta,a la escalera, al patio, a la plaza, a

la calle– y encontrarse con otros,con seres extraños. Moverse, ex-perimentar, mezclarse, investigar.Estas son las vías necesarias paraque el niño lleve adelante su cami-no hacia la autonomía, recorrién-dolo con confianza, responsabili-dad y el compromiso de todos.

Julio Moreno y Daniel Calmelsse animan a pensar transformacio-nes. El primero, esboza nuevosusos y significados de los espaciosdestinados a los niños y aventuramudanzas en la noción misma deterritorio. La asombrosa plasticidadde los seres humanos sumada a suincesante capacidad de variar, for-matean las noción de espacio, si-tio o lugar. Como si los niños estu-vieran entrenándose para habitarun futuro que a tientas avizoramos.El segundo, eficaz conocedor dealgunos de los secretos de nues-tras infancias, propone una brevehistoria de las formas recientes dehabitar el mundo, la esquina, el cor-dón. Como si nuestra vida estuvie-ra hecha, en cierta forma, de eseconjunto móvil de experiencias es-paciales, en la casa o en la vereda,en la calle o en el rincón.

Silvia Alderoqui echa mano desu extensa trayectoria y en la rutade Tonucci enumera tareas por ha-

cer y mundos por imaginar. Pro-pone pensar las ciudades comoartefactos prácticos que suscitanla vida en comunidad; sus callesy barrios como usinas de encuen-tros e intercambios, y los espaciosurbanos como herramientas paraque los niños, sus más noblesusuarios, inventen y reinventen susfisonomías.

Paula Mateos y Cecilia Litiche-ver avanzan sobre la noción de chi-cos de la calle, en primer término,para desplazarla: ambas afirmanque los chicos y chicas que traba-jan y deambulan en las calles es-tán en situación de calle, aludien-do a un estado transitorio y diná-mico antes que permanente y es-tático. Litichever posa su lupa enchicos y chicas en situación de ca-lle de la ciudad de Buenos Aires,en sus modos de habitarla y reco-rrerla, y en sus maneras de agru-parse (“las ranchadas”), dandocuenta de experiencias individua-les y colectivas singulares y com-plejas. Mateos pone énfasis en laespecificidad de la infancia margi-nal en la ciudad de San Juan, si-guiendo de cerca los efectos deltraslado de unas villas de emergen-cia desde zonas céntricas hacia laperiferia. La autora elige la expre-sión de mapas existenciales para

Por Ana Abramowski

y Estanislao Antelo

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describir cómo la casa, el barrio,las calles y los recorridos –la di-mensión geográfica– afectan so-bremanera la existencia misma delos chicos y chicas sanjuaninos ensituación de calle.

Teresa Chiurazzi nos acerca laperspectiva de la arquitectura, in-eludible para pensar los lugares pú-blicos. En la entrevista que nos con-cedió propone pensar a la escue-la como el primer edificio públicodel niño, un lugar que permite re-crear la ciudad y enseñar a habitar-la, compartiendo con pares y nopares. Arquitectura y pedagogía,juntas, son una vía para pensar al-ternativas confortables, estimulan-tes e inclusivas.

Víctor Pavía centra su reflexiónen el patio escolar, exigiendo queno se lo abandone, que se lo ten-ga en cuenta sin mezquindad arqui-tectónica. El patio escolar es para

muchos niños y niñas el primer y/oúnico espacio disponible para ejer-cer el derecho al juego de maneraintencional, cuidada y compartida.

A Mariana Bernal le toca correrel foco, y luego de destacar que lastransformaciones de los medios decomunicación masivos están gene-rando nuevas experiencias en tor-no a lo público y lo común, se cen-tra en las representaciones de lainfancia en el espacio público me-diático, en particular, en el cine. Apartir de analizar una serie de pe-lículas infantiles propone visibilizarpresencias, ausencias y estereoti-pos en los medios de comunica-ción, en los consumos infantiles yen el espacio público en general.

Por último, nos propusimos pre-guntar a los niños qué es eso quellamamos espacio público. Desopi-lantes pero precisos, atrevidos yastutos, temerosos aunque extra-

ñamente informados, contestaronlas siguientes preguntas: ¿sabésqué quiere decir espacio público?,¿a qué te suena?, ¿cuál es el lugarque más te gusta?, ¿adónde vascuando salís?, ¿qué lugar es el quemenos te gusta y por qué?, si fue-ras el presidente y pudieras elegiren qué lugar vivir, ¿cuál elegirías?,¿qué lugar te da miedo?

Esperamos haber reunido ma-terial suficiente para que los lecto-res puedan encontrar distintas pers-pectivas sobre un mismo conjuntode problemas. Por nuestra partepreferimos reiterar la pregunta: ¿quées el espacio público?, y dejar queresponda uno de los ejemplaresmás pequeños que deambulan porla revista:

“Me suena a que no es de na-die, es decir de todos”. Tiene 10años, se llama Milagros y nació enCórdoba.

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1Desde que nacimos como es-pecie venimos variando nues-tro estar en el planeta. Cam-

biando incesantemente de costum-bres, medios de explotar la natura-leza, formas de ser… Esa es una delas diferencias que nos distinguendel resto de las especies biológicas;la otra es que dejamos marcas y re-gistros de lo que producimos. Mar-cas que, los que nos siguen, pue-den leer en lo que llamamos “cultu-

ra” y, a partir de ahí producir nue-vos cambios que, a su vez, quedanregistrados.1

¿Por qué es crucial ese registro?Porque cada modificación, cada mu-danza es el último eslabón de una se-cuencia enorme de cambios acumu-lados, uno basándose en los otros yformando así una larga cadena de re-sultados asombrosos: el fenómenohumano.

2El resto de los animales cuentasólo con un pool informático: elde su código genético, que nos-

otros también poseemos. Éste resul-ta también de la acumulación selecti-va de novedades “exitosas” a lo lar-go de un prolongado camino, en es-te caso la ruta que dio origen a cadaespecie. Ese trayecto también deter-mina las formas de ser y de interpre-tar los signos del hábitat: sus regis-tros. Pero estos son registros de sig-nos “naturales” constituidos por for-mas de ser frente a olores, conduc-tas de otros miembros, temperaturas,colores, formas. El código de inter-pretación de dichos registros está im-preso en los genes de dichas espe-cies. Esto le hizo afirmar a Ueküll queningún animal podría entrar en rela-ción con un objeto en cuanto tal. Pa-ra un observador externo y humanoun perro juega con un hueso, un osocon un salmón, un gato con una pe-lota; pero no podríamos afirmar queellos los reconocen como objetos: só-lo ponen en marcha acciones de larelación que con ellos tienen desdesu vida desnuda (Agambem).

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ESCRITOS A MANO

La territorialidad de hoy

Por Julio Moreno

Julio Moreno es Doctor en Me-dicina graduado en la Universi-dad de Buenos Aires. Empezósu carrera como investigadorcientífico en el campo de las neu-rociencias. En 1976 inició su for-mación psiquiátrica y psicoana-lista. Es miembro titular de laAsociación Psicoanalítica deBuenos Aires y de la AsociaciónArgentina de Psicología y Psico-terapia de Grupo.

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Nuestro pool informático princeps,la cultura, acumula sus registros “enparalelo” al genético. Quizás la dife-rencia más destacada entre amboses que el pool genético incorpora no-vedades en tiempos largos, media-dos por el lapso entre el nacimientoy la reproducción de los individuos,tiempo que en una bacteria puedeser de segundos o minutos, pero enanimales “superiores” (como el hu-mano), llevaría cientos de miles, qui-zás millones de años. En cambio, elpool informático de la cultura está va-riando en nuestra especie en formacada vez más rápida. De modo que,mientras nosotros somos genética-mente iguales a los antecesores emer-gidos en África hace 200.000 años,culturalmente somos dramáticamen-te diferentes a ellos.

3Las marcas, lo que hace quealgo sea significativo para al-guien han sido, y son, esencia-

les para todo animal. Limitan y de-marcan el territorio ocupado y –estoes crucial para los que vivimos en so-ciedad– permiten la identificación delos miembros del grupo, su rankingen la sociedad, su sexo o su estadohormonal. Los animales usan paraello olores propios, sonidos propios,movimientos propios, códigos cuyasclaves vienen inscriptos en el geno-ma y son un tanto invariables. Nos-otros también requerimos de marcasy registros para habitar nuestro me-dio; pero difícilmente usamos las mar-cas “naturales”. Es más, estamos untanto extraviados de ellas. Tal vez porello es posible detectar en nuestrahistoria lo crucial que ha sido la fa-bricación de marcas que indican aqué grupo pertenecemos, cuál esnuestra jerarquía en él, cuál es terri-torio amigo, cuál enemigo o cuál neu-tro. Los primeros humanos, los Cro-mañones, se pintaron el cuerpo y usa-ron ornamentos (collares, vestimen-tas y adornos) aparentemente no só-lo –ni siquiera principalmente– para“embellecerse”, sino fundamental-mente con el fin de distinguirse y re-

conocerse entre sí. Ese modo de de-marcar territorios y distinguirnos pa-ra reconocernos como “pertenecien-tes”, fabricando o inventando mar-cas, signos, distintivos, viene comoa suplantar lo no provisto por la na-turaleza. Y sea porque no nos alcan-zarían o porque hemos perdido la po-sibilidad de registrarlas.

4Hay cambios en nuestra histo-ria que vale la pena enumerar.En los tiempos de la infancia

de los adultos mayores de hoy, losniños tenían una territorialidad mar-cada, en primer lugar, por lo familiar.La familia clásica que se ocupaba decuidar, proteger, y –por qué no de-cirlo– en cierto modo, encerrar a susniños. No sólo en su espacio geo-gráfico, sino también en el compástemporal y en los hábitos que vivían.Los que, a su vez, estaban atravesa-dos por las creencias vigentes de lasociedad a la que pertenecían. Re-cién un tanto crecidos los niños aban-donaban temporalmente dicho “refu-gio”, iban al jardín o a la escuela, otambién a territorios como el del ba-rrio, el vecindario, los parientes, elclub, los amigos del cole o los hijosde los amigos de los padres. Todosellos eran territorios de contornosperfectamente visibles, al punto quese podría hacer en cada caso unasuerte de mapa de los mismos. Losniños con una neurosis que –tal vezno casualmente– era la prevalentepor aquellos años, la neurosis fóbi-ca (la que padeció el famoso Juani-to de Freud), justamente sufrían deuna suerte de exageración, a vecesbizarra, por parecer innecesaria, demarcas territoriales o de indicadoresde las zonas de peligro.

Hoy en día, aquel referente espa-cial de los territorios que habitaban losniños y los adolescentes ha desapa-recido. Y el compás temporal de susaconteceres, también. O, mejor, hansido reemplazados por una suerte deorganizador mediático que no recono-ce aquellas fronteras espaciales ni tem-

porales y que cambia sus parámetroscon una velocidad cada vez mayor. Loscelulares (particularmente a través delos mensajes de texto), el chat, el MSN,las herramientas de la Web 2.0, per-miten que cada quien se relacione congente que no habita territorios vecinosni de topología espacial. Suele haberordenadores de dichos territorios quetienen más que ver con formas de ser,grupos sociales, tribus a las que per-tenecen los usuarios; pero ninguno deellos tiene un correlato geográfico oterritorial. Lo temporal se ha vuelto ul-

tra rápido, casi sin inercia. Lo presen-te debe dejar muy pronto lugar a unanovedad reemplazante.

Aun cuando algunos niños esténen su casa, suelen no compartir loque se llamaba otrora “un ambientehogareño” pautado por tiempos co-munes, ni siquiera unidos alrededordel “televisor del living” (como enaquel célebre cuadro en que la fami-lia de los Simpson, sentada en ungran sillón, veía TV). En los hogares

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en los que hay suficientes cuartos,televisores y computadoras puedenhabitar varios miembros en un mis-mo espacio geográfico (la casa) pe-ro cada uno de ellos conectados condiferentes canales de TV o conecta-dos con otros a través del Chat o delos mensajes de texto. El espacio cul-tural se ha desplazado del comedora los cuartos y/o a los cibercafés.

5La relación de las dos coorde-nadas clásicas, tiempo y espa-cio, que durante siglos fue ar-

mónica y constante, está decidida-mente “trastocada” en varios senti-

dos. En cuanto a la duración de loque sea, el tiempo se ha tornado eva-nescente. Ha surgido el nombre “tiem-po real” para indicar la particularidadde que el tiempo no dure, que la co-nexión entre dos sucesos sea “ins-tantánea”.

También es evidente la transfor-mación de la otra coordenada, la es-pacial: cada uno desde su cuarto co-nectado o viendo TV puede “estar”en lugares diversos. Pero ese “es-tar” no se refiere al espacio materialque ocupa su cuerpo, sino al “sitio”al que, por medio de la pantalla deTV o de la PC, está conectado cadamiembro familiar. Es más, es típicode los niños, los púberes, los ado-lescentes y los adultos de hoy pue-dan “estar” en varios a la vez (porejemplo, chateando por Internet,abriendo su página de facebook, ha-blando por el móvil, enviando men-

sajes de texto y viendo alguna nove-dad en youtube o en la tele; todo elloen forma simultánea).

6No sabemos cuánto ha influi-do en esto el hecho de que elafuera del hogar se haya torna-

do “peligroso” por la violencia socialejercida en forma directa (patotas,grupos delictivos) o no tan directa (elabismo socioeconómico que produ-ce incesantemente excluidos socia-les sin “territorio de exclusión”).

Como dice Bauman, los miedossurgieron más específicamente cuan-do se aflojaron o rompieron los lazosde parentesco y vecindad que fun-cionaban como nudos comunitarios.Pero ahora surge lo que se ha llama-do globalización negativa, una ruptu-ra de las comunidades abiertas clá-sicas (de parentesco u otras “perte-nencias”) generada en parte por laglobalización “positiva”. El miedo yla indefensión se vive dentro de lasmismas fronteras que se erigieronpara evitarlo (como “barrios cerra-dos” y “countries”).

7Los niños se están convirtien-do, además, en los expertosindiscutidos del manejo de las

herramientas informáticas dentro delhogar. Es como si se “estuviesenpreparando” de ese modo para elfuturo. Hay quienes opinan que elestímulo producido por el discursomediático no sólo genera cambiosen la forma de ser y de comprenderal mundo: es capaz de transformarla química y el cableado encefálico.Quizás a esto apunta la separaciónentre “nativos digitales” (modo dellamar a los que nacieron en la he-gemonía de lo mediático que vivi-mos) e “inmigrantes digitales” (losque intentamos capturar esos nue-vos sentidos). En algún momentoopiné que había dos categorías másque nos conviene considerar: la delos “analfabetos digitales” (los quese resisten por diversas razones alo mediático) y los “excluidos digi-tales” (aquellos que no tienen acce-so a dicha tecnología y por lo tantoestarán doblemente excluidos delmundo dominado por la tecnologíadigital). Esto último genera una pa-radoja crucial a la hora de caracte-rizar la territorialidad: la tan menta-

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da globalización está generando asi-metrías nunca antes vistas dentrode la misma sociedad globalizada,una de cuyas profundas fracturasbien puede pasar por la separaciónque habrá entre los excluidos e in-cluidos digitales.

8Hasta hace poco tiempo con-siderábamos amenazante quelo genético, lo animal instinti-

vo y dionisíaco que nos habita pu-diera invadir nuestro aspecto cultu-ral, sublimatorio, apolíneo e intelec-tual. Nuestros esfuerzos estuvieronlógicamente destinados a impedir-lo, a “purificar” todo lo que pudié-semos nuestras almas de lo animaly salvaje. La Iglesia, el Estado, laeducación, e incluso el psicoanáli-sis en sus primerísimos tiempos, seunieron en una cruzada destinada afrenar el peligroso desborde de loinstintivo por medio de una “educa-ción apropiada”. Una gesta prome-teica cuyo slogan bien podría habersido este: “purifiquemos al máximola potencialidad con la que nos handiseñado”.

En la actualidad hay novedadesimprevistas: el tremendo empuje delo informático, de lo digital, de lo cien-tífico-tecnológico está interesado enque el cuerpo, lo animal que nos ha-bita no sea simplemente dejado delado ni superado; nuestro objetivoes ahora “meternos” en él y conquis-tarlo por medio de técnicas digita-les. En la primera línea de esta cru-zada está la biología molecular quetransformó la concepción corporal:del antiguo cuerpo analógico, ana-tómico y cadavérico a una red infor-mática compleja. Somos, para losdefensores de este movimiento, me-ramente el despliegue de la informa-ción atesorada en nuestro genoma.Éste, valga recordarlo, puede serconsiderado simplemente como unconjunto de cifras formado por cua-tro letras (A, C, T y G; las inicialesde cuatro bases nitrogenadas, pe-queñas moléculas que componen el

ADN) en una serie particular de ca-da humano.2

Estamos así al borde de que unode los dos saberes que nos consti-tuyen –el de la cultura, de unos40.000 años de vida–, tome pose-sión, domine y manipule al otro –elde nuestro bagaje biológico de 3.500millones de años de existencia–. Elsaber acumulado, científico y las prác-ticas tecnológicas digitales, preten-den tomar el comando de nuestro as-pecto animal y analógico. Un verda-dero desafío fáustico.

Esto por un lado. Pero hay otro.Los humanos somos capaces devariar sin aconteceres genómicos:de “evolucionar” a través de cam-bios en el cableado y la química denuestra conformación cerebral. Locual puede generar variaciones ra-dicales en nuestro modo de ser yde hacer. La plasticidad del cere-bro humano no tiene parangón enel mundo animal. Además por el he-cho de que nacemos “antes de tiem-po” comparado con otros animales(“teoría neoténica”), nuestros cere-bros son particularmente plásticos,sensibles y se conforman acordecon el modo como interactuamosen los primeros años de vida. Estoúltimo es crucial para nuestro inte-rés sobre la infancia y los niños. Yael célebre Stephen Hawking confe-só en 2001 que para él era inevita-ble que las biotecnologías y la in-formática “incrementarán la com-plejidad interna del cuerpo humanosin que debamos esperar a la evo-lución biológica que es –decía– in-exorablemente lenta”. Es cierto, des-de nuestra aparición como especiehace apenas 200.000 años en Áfri-ca, la evolución biológica –hoy sesabe con certeza– no ha logradocambiar nada relevante de nuestrogenoma. Aún así, los cambios –al-gunos catastróficos– que hemosproducido en nuestra corta existen-cia en el planeta Tierra no tienen pa-rangón.

Notas1. El modo en que se registran

esos cambios es crucial por dos ra-zones: por la extensión de la red queabarcan y por la inercia que los man-tiene vigentes (por ejemplo las tradi-ciones que registraban los mitos sonde una enorme inercia, mientras quelos registros de las “novedades” ac-tuales duran muy poco). El modo detransmisión fue, en los primeros tiem-pos de nuestra historia, oral, le si-guieron las marcas materiales (obje-tos, dibujos signos representativos,rituales y ceremonias evocativas). Di-chos testimonios pudieron, más tar-de, quedar escritos y hasta circularen copias impresas. Hoy, los regis-tros transcurren en un ámbito globa-lizado llamado Internet. Estos últimos“registros” tienen una nueva carac-terística cuyas consecuencias no po-demos aún anticipar con justeza: im-presionante capacidad acumulativajunto con la obsolescencia, la fuga-cidad, lo transitorio de la influenciade cada uno de ellos.

2. En la revista Scientific Ameri-can de noviembre de 2008, hay unartículo de título elocuente: “DNAlogic: Program molecules for workand play” (La lógica del ADN, mo-léculas programadas para trabajary jugar) aludiendo a la similitud dela “Lógica genética” y la “Lógicacomputacional”.

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Me propongo reflexionar acercade la casa, la vereda y la calle, asícomo también sobre el rincón. Ana-lizaré las vivencias espaciales, enparticular la vivencia del jugar en elespacio.

Pensaré en la construcción deuna topografía vivencial, esto es, ladescripción o caracterización de unlugar a partir de la vivencia. Cons-trucción de un espacio habitado porel niño en épocas tempranas.

La relación con el espacio no es-tá descargada de afectividad, pueses la experiencia corporal la que nosintroduce en su mundo, y son losadultos con su función corporizantequienes nos habilitan y acompañanen la comprensión de sus variables.

El rincón

Si bien el rincón es un espacio quepuede encontrarse en los interioresde las casas, el concepto de rincón–tal como lo concibo aquí– puede serun espacio a construir en diversoshuecos (el hueco de un árbol, porejemplo). Todo hueco conlleva una in-vitación a ser ocupado. El rincón esun pliegue, encuentro de lados, pro-fundidad, un hueco expuesto.

Hay muchos sentimientos posiblesdesde el rincón: puede ser vivido co-mo refugio, isla, celda, o mirador.

El rincón alivia, pero también se-para y margina; es el rincón el lugarmás alejado del centro y sólo hay cua-

tro. Si un integrante de un grupo ac-cede al rincón queda en un lugar di-ferente. El imaginario colectivo privi-legia el centro como lugar de encuen-tro y los rincones como lugares demarginación. Esto se hace evidentecuando se castiga a los niños man-dándolos al rincón. En este caso, elniño debe estar “metido” en él, mi-rando hacia la pared, arrinconado.Aquí es vivido el rincón como una pe-queña celda, porque no hay necesi-dad de rejas para apresar al niño,bastan algunas maniobras de apri-sionamiento para lograrlo, entre ellasel retiro de la mirada propia y ajena,y la exposición paralizante de la es-palda, lugar de ataques y amenazas.

Diferente es la situación de quienllega al rincón para poder mirar. Des-de allí la mirada se hace extensa. Elrincón es buscado como sostén delcuerpo que mira: mirador (mangru-llo, atalaya). En él, alguien se aga-zapa para controlar, actitud que de-bemos diferenciar de la acción deagruparse (sobre sí) de quien bus-ca inmovilidad. Quien se agazapaen un rincón nada deja atrás, no hayquien lo mire desde sus espaldas.

Desde esta actitud de alerta, el rin-cón puede ser un lugar de vigía, esaquí donde el cuerpo se tensa y seflexiona, hay un cuidado del mirarcontrolando las acciones de losotros.

También es posible habitar el rin-cón como un refugio, en la búsque-da de soledad e inmovilidad. DiceBachelard: “Primeramente el rincónes un refugio que nos asegura un pri-mer valor del ser: la inmovilidad” (Ba-chelard, 1965). Refugio e inmovili-dad: sentidos propios del rincón, vi-vencias que le otorgan su valor decasa, envolvente, tranquilizadora.

Uno se adueña del rincón en lamedida en que pierde la conciencia,para dejar paso a un vago sentimien-to de ensueño.

El rincón es un lugar transitorio,en algún momento hay que salir deél, está presente el riesgo de quedararrinconado, y el rincón que nos pro-tege se nos vuelve incómodo. Co-modidad o incomodidad, el rincónnos garantiza cierta soledad. Muchasveces los adultos culpabilizamos yjuzgamos la necesidad de los niñosde retirarse del trabajo y quedarseen un costado. Confundimos sole-dad con aislamiento.

Algunos niños vivencian el espa-cio de la sala y el grupo como ame-nazador, presentan una inhibición delhacer y sólo pueden producir desdeun lugar protegido, oculto, un lugarpara mirar y no ser mirado. Necesi-

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Espacio habitado

ESCRITOS A MANO

Por Daniel Calmels

Daniel Calmels es escritor y psi-comotricista. Fundador del áreade Psicomotricidad del Serviciode Psicopatología Infanto Juve-nil del Hospital Escuela Gral.San Martín (Clínicas, 1980). In-vestigador de las temáticas delcuerpo.

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tan pasar desapercibidos, y el rincón,que es un espacio de media luz, lofacilita. Es frecuente observar quelos niños ubicados en este rincón deisla, de ocultamiento, con el objetode romper el aislamiento, comienzana enviar mensajes –botellas al mar–que es conveniente recoger. Los ni-ños puestos en esta situación co-mienzan a dirigir miradas, a partici-par hablando, a lanzar pelotas, des-

de ese lugar comienzan a comuni-carse. Aquí el rincón se constituyeen una isla, en un terreno ganado,desde donde se prepara el viaje porel continente de la habitación.

Cabría diferenciar entre rincón yesquina. Entre los espacios utiliza-dos para habitar, el rincón es más pri-vado, individual, la esquina en cam-bio es más pública, colectiva.

La esquina es la contracara delrincón, en ella se congrega el puntode mayor concentración de perso-nas, convocadas para la cita, el en-cuentro o la reunión. Sin embargo,el uso público de la esquina, encuen-tro de veredas, se ve afectado. La in-seguridad ha puesto a prueba el en-cuentro fuera de las casas.

Pensado dialécticamente, el rin-cón no puede vivir sanamente sinla esquina, se empobrece, pierdemateria de aventuras, voces colec-tivas, sólo se acentúan sus propie-dades de isla, profundizando el ais-lamiento.

Casa, vereda y calle

La casa

La casa es el lugar donde habita-mos. Primer ambiente físico de ex-ploración, después y al mismo tiem-po que al cuerpo del adulto y a nues-tro propio cuerpo.

En el dibujo infantil, después delogrado el cuerpo viene la casa. Di-ce Arminda Aberastury, refiriéndosea los niños: “...cuando dibuja es elcuerpo su primer interés. La casa,que lo simboliza, será luego el obje-to central de sus paisajes” (citadopor Rahal Abuchaem Jamil - RahalAbuchaem Thilda, 1986).

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PPoossiicciióónn AAcccciioonneess RRooll VViivveenncciiaa

CCEELLDDAA De pie, de espaldas al centro Inmovilidad Preso Marginación

MMIIRRAADDOORR De pie o sentado de Pequeños cambios Vigía Dominiofrente al centro de posición

RREEFFUUGGIIOO Sentado, acostado, agrupado Inmovilidad Habitante Protección

IISSLLAA De sentado a de pie De la inmovilidad Extranjero Soledad, al movimiento aislamiento

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Para Gastón Bachelard, la casaes “imaginada como un ser verticaly como un ser concentrado que lla-ma a la conciencia de centralidad”(Bachelard, 1965), La casa es uncentro, punto de partida, y así comoresume la verticalidad, se continúacon un espacio horizontal: la vereda,y un espacio profundo: la calle. Eltango “Sur”, desde la poética de lacotidianidad, resume estos valores,al decir Homero Manzi: “La casa, lavereda y el zanjón”.

Los primeros lugares de accesopermitido por los padres, los prime-ros dominios protectores más allá dela casa eran (y a veces son) la puer-ta, el umbral y la vereda. Si la casaes imaginada como la vertical y lacentralidad, la vereda es un principiode descentramiento y está ligada ala horizontalidad (“al pie de la aceraplana...”, como expresaba FernandoGuibert).

De hecho, la vereda es un ver-dadero espacio intermediario, inte-rregno entre la casa y la calle. Des-de un topoanálisis podemos decirque la vereda no pertenece a la ca-sa ni a la calle.

La vereda

La vereda es una extensión dela casa, aunque también mantieneuna relación con la calle. Es un es-pacio donde se deposita cierta con-fianza, debido a esa proximidad quemantiene con la casa. Jugar en lavereda permite un acceso rápido alcuerpo protector de la casa cuan-do amenaza el peligro del “hombrede la bolsa”, los ladrones, animales,etcétera.

Con frecuencia vemos a los ni-ños caminar cerca de las paredes,tomando un ligero contacto con ellas.Si observamos el frente de las ca-sas, podemos encontrar a veces unalínea que a la altura de un niño lasrecorre; ésta es una marca que de-

ja al pasar, huella de una tiza o unapiedra que el niño desliza por las pa-redes mientras camina. Es proba-ble que esta marca sea la comple-jización de una conducta que co-mienza por pasar la mano por lasparedes, vidrios, maderas, todo loque forma el límite interno de la ve-reda. Esta conducta no cuenta conun sentido muy claro, una explica-ción lógica o consciente. Es un mo-vimiento espontáneo. La primeraconducta no tiene mediación: la ma-no sin presión, apenas tomando con-tacto, recorre la pared; mientras lasegunda conducta aparece ya me-diatizada por un objeto.

Esta conducta espontánea es vi-gilada por los adultos cuando estánjunto al niño. En algunos casos escontrolada; en otros, hay un pedidode cese de la acción. No es esta unaconducta “enseñada” por los adul-tos, pero persiste transmitida por latradición que sostienen los niños.

Sin duda, la pared que linda conlas veredas es una aproximación a la

casa, con todas las implicancias queello connota.

Podemos inferir que el cordón yla pared que limitan las veredas sonpolos antitéticos y representan segu-ridad y peligro.

Un niño que camine por el cor-dón de la vereda es reprendido, enla vida moderna, por el peligro queimplica la circulación constante devehículos en la calle. Así, el límite en-tre la calle y la vereda está fuerte-mente marcado por el cordón.

La conducta de los niños de arri-marse a la pared y tocarla se expli-caría como una necesidad de reco-nocimiento de este límite, asociadoal cosquilleo placentero que provo-ca el pasar las yemas de los dedospor las distintas texturas que las pa-redes de la ciudad ofrecen; es elplacer de la seguridad. Tacto activopor el cual siente su mano y se sien-te en su mano: palpación de rugo-sidades, lisuras, marca indeleble so-bre el objeto.

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Foto: Julieta Escardó

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El acto de marcar una línea, dedejar una huella, podría entender-se como un acto asociado y deriva-do del anterior. Entre la mano y lapared hay un objeto, principio dedistanciamiento. La línea marca uncamino, un sendero trazado con unapiedra, la misma que desgranabaPulgarcito para encontrar el regre-so a su casa. Esta acción podría im-plicar la posibilidad de alejarse dela seguridad que le brinda el con-tacto directo con la pared, de atre-verse a caminar sin ser llevado dela mano. Espera un salto cualitati-vo: cruzar la calle.

El niño que cruza la calle prime-ro es acompañado y luego es mira-do, hay toda una enseñanza para irmás allá de las veredas.

Pasado el tiempo de desarrollo,el niño va dejando su vereda paraatreverse a transitar las veredas ve-cinas. Ya mayorcito suele reunirse enla esquina; ésta es una vereda com-partida, colectiva, un espacio abier-to, lugar de encuentro.

La esquina no es más que las es-paldas de un rincón, es un lugar deconfluencia de todas las veredas delbarrio.

En las grandes ciudades, las ve-redas pasan a ser reemplazadas porlas plazas, por los clubes, etc.; es-tos lugares representan también unlugar de confianza, aunque no tienenlas mismas propiedades de la zonaque se extiende desde el umbral has-ta el cordón.

El ir transitando, habitando, y com-binando estos espacios exhibe un ca-mino de independencia y de autono-mía en el niño. Las formas de habi-tar el espacio, la posibilidad de cons-truir una nueva casa, de dar permi-so a que la puerta se abra para ir ajugar, tienen sus fuentes en nuestracasa primera. Dice G. Bachelard:“...en suma, la casa natal ha inscrip-

to en nosotros la jerarquía de las di-versas funciones de habitar... está fí-sicamente inscripta en nosotros” (Ba-chelard, 1965).

La calle

La calle transforma la horizontali-dad de la vereda en profundidad, esel lugar del peligro, es terreno de na-die. A diferencia de la vereda, no haymotivo para discutir la propiedad in-dividual de la calle.

En el campo óptico de la pers-pectiva, la calle funciona como ungran desagüe, desagote de los líqui-dos, como un canal que nos absor-be: “...las calles son como tubos don-de son aspirados los hombres”, di-ce Max Picard, tubos que nos invitanpeligrosamente a caer y deslizarnosen sus profundidades, “al salir de ca-sa como es habitual por el agujero

de una calle…”, como expresa NoéJitrik. En cada esquina se renuevauna boca-calle.

El cordón de la vereda es lugarde oscilaciones: entre abajo y arribahay cambios cualitativos; el cordónmarca una frontera. El poeta G. Un-garetti escribe: “Oscilo/ al borde deuna calle/ como una luciérnaga”. Luzy sombra, avance y retroceso, arribay abajo, oscilaciones en el lugar dellímite.

Una escena lúdica: un niño ca-mina haciendo equilibrio sobre elcordón, busca un riesgo posible detransformarse en juego. Equilibrio-desequilibrio, la estabilidad que lacasa delega en la vereda se ponea prueba en el cordón. Entre todoslos cordones, el de la esquina sepresenta como el más peligroso:“aquí me tienen en esta esquina ba-

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Existe un espacio que podemos deno-minar casa nido, que “construye” el niño en

el cuerpo del otro que lo sostiene; la bús-queda de un lugar a través de movimientos

que van moldeando el cuerpo del adulto.Beatriz Grego, en un estudio sobre D.

Winnicott, dice: “Primero el niño anida enla madre, antes en el útero, luego en los

brazos”. (Grego, 1986) Acudir a la metáfo-ra del nido para hablar del sostén no es

una elección desacertada. Posicionado enel nido que se construye en el pecho, el ni-ño escucha el arrullo de su madre, el ro-ro,

el arrorró, término que proviene del canto del pájaro. Arrullar remitea “la voz natural del palomo o tórtolo”, y es también “adormecer al

niño meciéndole o cantándole algo”.

La pasión que los niños demuestran ante la posibilidad de haceruna casa en el árbol no es más que recuperar el nido fundante, es-

tar en brazos del árbol es volver al lugar primero, donde estaba elfruto al alcance de la mano.

LA CASA

DEL ÁRBOL

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lanceándome peligrosamente so-bre el cordón de la vereda”, decíaCésar Fernández Moreno. La ex-presión “callejero”, refiriéndose alos niños que pasan mucho tiempoen las veredas, en ningún momen-to es suplantada por “veredero”,porque aquí el término calle repre-senta lo exterior a la casa. La callefunciona como antítesis de casa,por eso es necesario nombrarlosasí, acentuando una carencia de al-bergue de la casa.

Producto del desamparo, los “chi-cos de la calle” son un extremo deesta representación: ellos se ven for-zados a hacer de la calle su espaciocotidiano.

Jugar en la vereda

La vereda es un límite y a la vezuna extensión, la casa se cierra en elespacio que ella comienza, pero a suvez desde y hacia ella la casa se pro-yecta. En lo que se refiere a su utili-zación, a la vereda la rige una nor-matividad distinta que a la casa; eslimitado el poder de uso que tienesobre ella el dueño de casa. La ca-sa es un espacio de permanencia yde tránsito privado de los cuerposde los dueños y de los allegados aellos. La vereda no tiene privacidaden el tránsito y sí alguna privacidaden la permanencia.

Los niños inventan juegos pararesolver sus contradicciones, o porlo menos enriquecerlas. Uno de es-tos juegos es “el patrón de la vere-da”, forma lúdica de desplegar la con-tradicción entre lo público y lo priva-do. El juego consiste en asignarle un“patrón” a la vereda, que no es lomismo que decir “dueño”: el patrónmanda, pero no es propietario. Eneste juego, entonces, el tránsito porla vereda está permitido pero a suvez es castigado. Se trata de un jue-

go clásico de persecución que inten-ta poner en discusión la posesión dedominio de un espacio, de tal mane-ra que un niño asume los derechossobre el tránsito y permanencia enun espacio y al mismo tiempo los veburlados y amenazados por quienespasan corriendo de un extremo al otrode los límites de la vereda; el “pa-trón” entonces intenta tocarlos: si es-to ocurre, deja su rol para que otrolo ocupe o gana un aliado en defen-sa de la propiedad que se ve invadi-da. Transponiendo el límite de la ve-reda, el “patrón” no tiene incumben-cia; este espacio funciona como re-fugio y en las veredas vecinas el per-seguido se siente a salvo.

El “refugio”, “el lugar a salvo”,suele designarse en muchos juegoscomo “casa”. Las manchas y las es-condidas poseen un espacio esta-blecido como “casa”, un lugar don-de el perseguidor se detiene porquetiene la prohibición de ocuparlo; altocar o estar en este espacio en las

escondidas el niño dice “salvo”, anun-ciando que se encuentra a salvo.

La fiesta en la calle

Así como la vereda habilita el jue-go compartido, la calle puede me-tamorfosearse, convertirse en unagran vereda, perder los valores dehostilidad y peligro. Si la vereda con-voca al juego compartido, la calleconvoca a la fiesta pública. Para queesto sea posible, para que avancenlas propiedades de la vereda sobrela calle, o sea para extender algu-nas propiedades de la casa, es ne-cesario cierto acontecimiento públi-co, comunal, una fiesta compartida.No basta una fiesta privada que ex-tienda su dominio sobre la vereda;se requiere de una convocatoria ala vecindad. Si esto ocurre, los ve-cinos se apropian de la calle, cie-rran el paso de los vehículos, cor-tan la calle. La calle se convierte enun gran patio en el interior de la co-lectividad de casas.

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–¿Qué significa para usted elespacio público? Si tuviera quemencionar tres ideas importantesalrededor del espacio público,¿cuáles serían?

En primer término, el espacio pú-blico es lo que hace de un conjuntode lugares privados, una ciudad. Laciudad es ciudad porque tiene espa-cio público, que es lo que conectalos espacios, los lugares privados.

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“La ciudad es hostil porque echaa los niños de los lugares públicos”

ENTREVISTA

ENTREVISTA A FRANCESCO TONUCCI

Por Estanislao Antelo,

Ana Abramowski

y Mariana Arruabarrena

Bajo el seudónimo de Frato, elpedagogo italiano Francesco To-nucci se ha hecho conocido gra-cias a sus notables cualidadesde dibujante. Desde hace másde 40 años sus viñetas vienenproblematizando, con humor eironía, un sinnúmero de escenastípicamente escolares. Sin ha-ber abandonado el lápiz y la pa-sión por el dibujo, desde 1991Tonucci impulsa el proyecto “Ciu-dad de los Niños” que proponeque los niños recuperen el es-pacio público, que no es otra co-sa que la ciudad misma.

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En segundo lugar, quisiera des-tacar que hoy el espacio público es-tá desapareciendo: hay una signifi-cativa presencia de medios privadosque están privatizando el espacio pú-blico. El 80% del espacio públicode una ciudad está siendo privatiza-do por automóviles estacionados oen tránsito.

Y, por último, lo que los niños másreivindican es justamente el espaciopúblico. Frente a esta desaparicióndel espacio público, la ciudad ofre-ce a los niños ocupar espacios re-servados, especializados, creados apropósito para ellos, que son: las pla-zas para niños, las bibliotecas infan-tiles, las ludotecas. O las escuelasde la tarde, privadas, donde los ni-ños pueden hacer deportes, artes,bailes, lenguas.

–Usted hace referencia a unadimensión sagrada del espacio, to-mando el modelo catedralicio, lospalacios y la ciudad. ¿Cuál seríahoy esa relación entre lo sagradoy el espacio?

De alguna manera, los niños seasocian a lo que rompe la sacralidad.El niño es un elemento de disturbio,es algo preocupante. Por ejemplo, enItalia es común que adentro de losedificios haya carteles que dicen de“2 a 4 prohibido jugar”, o “no se pue-de jugar en la escalera”. Cuando yoera pequeño la escalera era un lugarespecial porque se prestaba muchopara jugar a la familia, a la escuela oal teatro, porque los escalones podí-an ser pupitres o sillas de una platea.Y como era el único medio para su-bir a las casas había que interrumpirel juego y dejar pasar a la gente, pe-ro existía una tolerancia recíproca.Hoy tenemos el ascensor, por lo cualla escalera no se usa, pero paradóji-camente está prohibido jugar allí. Es-to parece una violencia inútil.

Y en la ciudad hay muchas cosasque están prohibidas en relación con

la niñez. En Roma, el reglamento depolicía urbana dice que en los luga-res públicos está prohibido jugar, porlo cual el juego se asume como undelito.

–¿Por qué sería mejor jugar enun espacio público -en la calle, enla vereda, en la plaza- que en el es-pacio doméstico?

El juego tiene que ver con una di-mensión de suficiente libertad y au-tonomía. En el espacio doméstico esdifícil que esto se dé porque normal-mente coinciden los padres con loshijos. Es habitual que se les pida alos niños que se queden en casa pa-ra que estén bajo el control de losadultos.

Allí hay dos ideas importantes: Laprimera es que en la casa el niño vi-ve controlado y si no tiene compañíapuede jugar con la televisión, los vi-deos juegos y los juguetes, que soncosas que lo bloquean y generan pér-dida de movilidad. Y también hay otroaspecto para destacar: la casa es un

lugar peligroso porque son frecuen-tes los accidentes domésticos. Estees un tema muy interesante, porquelas casas de hoy son mucho más se-guras que las de antes. Sin embar-go, antes no había tantos accidentesen casa y hoy ésta es la principal cau-sa de intervenciones médicas en laprimera infancia. ¿Y cómo se expli-ca este fenómeno? Ocurre que, pa-ra un niño que se aburre, la casa lle-ga a ser sumamente peligrosa. Por-que la casa es siempre la misma ypara que sea divertida hay que ha-cer algo extraño: un día puede serdesmontar un enchufe, otro día pue-de ser abrir la llave del gas. Son losjuegos tontos que hace una personapara salir de una condición insopor-table como es la del aburrimiento.Hay que tener en cuenta que estoselementos de riesgo son fundamen-tales para el juego. Pero, al aire libre,las ocasiones en las que el niño pue-de buscar algo nuevo son mayores.Y si hay un peligro, generalmente, esa la medida del niño. Mientras quelos de la casa, siendo segura, sonpeligros impensables, no dominables.

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–Usted describe a las ciudadescomo hostiles, pero la salida quepropone no es la de la seguridad.¿Cómo piensa la relación entre hos-tilidad y seguridad?

Es interesante esto porque, porun lado, la ciudad es hostil porquerechaza y echa a los niños de los lu-gares públicos. Los echa como ima-gen porque, de hecho, son los pa-dres los que dicen que no puedensalir porque la ciudad es peligrosa.Es un poco como lo que ocurre enla escuela cuando se dice “los niñosse van de la escuela”. Podemos de-cir que es la escuela la que los echa,aunque, efectivamente, la decisiónde irse no es de la escuela sino delos niños. Pero no debemos perderde vista que los niños se van porquese encuentran en una situación deincomprensión y de no reconocimien-to. Y con los niños y la ciudad pasalo mismo.

Por otra parte, la protección delos padres construye una condiciónde control que no permite al niño des-plegar lo que necesita para crecer,es decir, ponerse a prueba con losobstáculos de la realidad. Estos me-canismos de enfrentarse con riesgosvalen en todas las dimensiones. Nor-malmente pensamos en el aspectofísico: un niño que quiere ver si escapaz de cruzar un río. Pero existetambién el riesgo cognitivo: frente alas cosas que no entiende, el niñotiene que poner en marcha una acti-tud investigativa. Y también hay unriesgo social: conocer una personaque no conocía antes. ¿Será un ami-go, será un enemigo, será una per-sona con la cual yo pueda encontrar-me bien y pasar buenos momentos,o será una persona que me va a las-timar, que me va a crear problemas?Estos elementos enriquecen la vidasocial y cultural de un niño, y si nopuede experimentarlos llega a seradulto y a enfrentarse con la vida sinhaber practicado esta gimnasia a tra-vés de la cual se construyen reglas.

Pero estos instrumentos útiles decomportamiento solo se pueden cre-ar en condición de autonomía, por-que si el niño va acompañado por unadulto es éste el que representa lasreglas y al niño lo que le toca es vio-larlas. El adulto dice: “volvemos a es-ta hora” y lo que puede hacer el ni-ño es ponerse en rebelión y decir “no,yo quiero quedarme un rato más”.

Los niños de hoy prácticamentefrecuentan sólo a los “compañerosgarantizados”, que son los compa-ñeros de clase o los hijos de los ami-gos de los padres. Y se dan cuentade que si ocurre algo o hay un con-flicto, los padres seguramente se po-drán conectar o intervenir, por lo cualhay muy poca libertad de actitudes.Por el contrario, en las relaciones en-tre pares es importante poder vivirexperiencias como agresividad, en-vidia, amor, celos.

El niño autónomo es un niño quetiene padres que confían en él y ledicen “no te preocupes, tú puedessalir”. Distinto es el niño que se en-

cuentra en la calle porque no tienepadres, o porque no hay nadie quelo cuide. El efecto puede parecer elmismo, pero las condiciones son to-talmente distintas. Yo creo que siem-pre es importante el cuidado, que elniño se sienta acompañado. No haynada que se parezca al abandono.El abandono no produce autonomía.Nunca. Produce agresividad.

–En su trabajo hay una invita-ción a encontrarse en el espaciopúblico con los otros, a favorecerel encuentro. Pero al mismo tiem-po el otro se presenta como alguienamenazante.

Esto es lo que está pasando. Yohe tenido unas peleas muy fuertescon una asociación de socorro infan-til italiana que en una campaña invi-taba a los padres a educar a los ni-ños desconfiando de los demás. Es-to me parece una violencia impresio-nante y una actitud que va a cons-truir debilidad en los niños. Porqueesta idea de aterrorizar a los niñospara defenderlos –no hablar con na-

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die, no pararse con nadie, no acep-tar nada de nadie– construye, por unlado, la idea de que el peligro estáafuera, mientras que los datos nosdicen que el peligro no está afuera.Los datos que tenemos de violenciacontra la infancia dicen que la violen-cia lamentablemente existe adentro,llevada a cabo por personas muy bienconocidas. Y creo que es muy difícilengañar a los niños. Tenemos quetener la capacidad de educar a nues-tros hijos a confiar en los demás, en-señándoles que sepan qué hacer ca-da vez que se encuentran en una con-dición de necesidad.

Una de mis preocupaciones escómo hacer para que la ciudad dejede ser hostil, no solo para los niños,sino para todos. Yo insisto siemprecon algo, que es reconocer que losniños tienen la capacidad de repre-sentar al “otro”, “la otra cara de la lu-na”. Por esta razón vale la pena pe-dirles ayuda, porque pueden repre-sentar las categorías excluidas. Y si

vamos a ejemplos concretos, no esdifícil imaginar que por donde pasaun niño, pasa un anciano o un minus-válido. Es decir, si ponemos en mar-cha una serie de intervenciones querestituyan a la ciudad el espacio pú-blico, este espacio público podránaprovecharlo todas las categorías so-ciales, incluidos nosotros. Porque eltema, al final, es que también nos-otros vivimos mal en esta ciudad he-cha a nuestra medida. Está hecha anuestra medida, pero no es una ciu-dad placentera. Es una ciudad hos-til para todos. Entonces, si podemosdesarrollar este itinerario hacia lasnecesidades de los más pequeños,yo creo que la ciudad va a ser mejorpara todos.

–¿Y cómo sería una ciudad a lamedida de los niños?

Primero, una ciudad accesible,donde todos puedan moverse. Es im-portante la peatonalidad. Una ciudaddebería pensar el tema de la movili-

dad, no del tráfico. Porque el tráficoes el movimiento de los coches. Lapreocupación hoy es cómo solucio-nar el tema de los atascos, cómo re-lajar el tráfico y hacerlo seguro. ¿Yqué se hace? Para evitar atascos seamplían las calzadas, pero ya se sa-be que ampliando la carretera y au-mentando los carriles aumenta el nú-mero de coches, y la velocidad, y elnúmero de accidentes.

Si ponemos primero el tema deltráfico y de los autos, la condición delos medios públicos, los peatones ylas bicicletas, no solo no se resuel-ve sino que se complica aún más. Alcontrario, poner en marcha una po-lítica de la movilidad significa empe-zar a pensar que el dueño de la ciu-dad es el peatón, el ciudadano. De-beríamos resolver primero este te-ma, por ejemplo, inventando mane-ras para garantizar el cruce de lascalles.

El coche, al mismo tiempo, per-mite esquivar el encuentro con el otro.Por ejemplo, en San Pablo, los ricosvan en helicóptero a trabajar para sor-tear todo encuentro con los otrosmientras se mueven.

Esto del encuentro es muy inte-resante. Voy a aprovechar ese ejem-plo. Cuando nos movemos caminan-do si yo te toco sin querer, espontá-neamente te digo “disculpe” y te son-río. Si en un semáforo mi coche que-da parado al lado del tuyo y yo te miropor la ventanilla y te sonrío, tú dices“a este señor qué le pasa”. El autoes un mundo aislado, que no prevécomunicación. Al contrario, mover-se, sí. Es fácil preguntar algo a uncolega peatón, pero se hace muchomás complejo con el coche, hay quebajar la ventanilla, etc.

Esta idea del encuentro y del in-tercambio era el modelo ciudadano.En la plaza, donde la ciudad nace yse asoman sus símbolos: las cate-drales, la casa de gobierno. En el

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mercado, el lugar de mezcla, de true-que, de cruce. Hoy la ciudad rompióesta idea y volvió a un modelo másantiguo de separación y de aislamien-to, porque nacieron los barrios ce-rrados y la periferia pobre.

Como decía, el espacio deberíaser accesible y esto significa que to-dos puedan aprovecharlo y utilizarlo.Los niños rechazan que les toque unespacio separado y lo que piden esque el espacio público sea público,que es aparentemente una tautolo-gía. Pero, de hecho, significa que seaun espacio compartido. Un lugar pú-blico que sea público es adecuadopara distintas funciones, en distintosmomentos del día, y para distintascategorías sociales y generaciones.Esto hace al espacio público. ¿Y có-mo debería ser? Un lugar lo más na-tural posible. Los niños dicen “queno sea todo llano, porque no es po-sible esconderse”. Significa que esdivertido tener un lugar que tenga su-bidas y bajadas, niveles, huecos. Quetenga obstáculos, como matorrales.

Que tenga materiales naturales, untronco, piedras… De manera que ca-da uno pueda aprovechar lo que ne-cesita.

–Cuando usted habla en contrade la vigilancia y el control sobrelos niños seguramente alguien lehabrá dicho “yo no lo hago para vi-gilarlos sino para cuidarlos”

Sí. El tema es que, frente a un pe-ligro, una persona que tiene miedoestá en peores condiciones que unapersona que se siente tranquila y se-rena. Esto es evidente. Una personacapaz de un mínimo de razonamien-to puede buscar una manera para sa-lir. Los niños de Rosario lo expresanmuy bien. Una niña me decía “si mellevan siempre de la mano un día ten-drán que dejarla y ese día yo tendrémiedo.” Entonces, la seguridad, laconfianza, hay que construirla día adía. Este es el largo camino de la au-tonomía, y a mí me gusta decir queempieza en el momento que se cor-ta el cordón umbilical. Este es el mo-

mento en el cual termina una fase dela vida, que era una fase de continui-dad. El niño estaba atado a su ma-dre por una continuidad también fí-sica. En el momento del corte, losdos se separan y gracias a la sepa-ración puede empezar la relación. Yen la relación entre los dos puedeempezar el camino de la autonomíadel dependiente, es decir, del niño.Y es una autonomía que se puedemedir y favorecer, desarrollar todoslos días.

Yo creo que sería interesante pen-sar que un niño pueda salir de su ca-sa, abrir la puerta, tocar la puerta delvecino y ponerse a jugar allí, que seaafuera de casa pero delante de lapuerta, y que la puerta quede abier-ta, de manera que la mamá puedaverlo. Así el niño está viviendo unaexperiencia de estar afuera. Y des-pués la escalera, que es un lugar deconexión entre niños que viven en elmismo edificio, y después el patio.

–Hay una publicidad de un ba-rrio privado en la que aparece unchico que sale solo y juega con unbarquito de papel en la calle. Y laleyenda es “aquí sí podés estar se-guro”

Sí, esto es interesante. Porquelos niveles económicamente altos re-conocen que esto es lo que necesi-tan los niños: jugar en la calle. Y pa-ra conseguir esto cierran todo un ba-rrio y los niños juegan en la calle. Ysabemos que es mentira, porque losbarrios cerrados no son seguros.Porque de nuevo es el mismo temade lo público - no público. La dimen-sión pública tiene capacidad de go-bierno social porque la gente se ha-ce cargo. Frente al peligro hay dosposibilidades. O que la gente se ha-ga cargo y diga “preocupémonos”,o que alguien diga “no te preocu-pes”. Alguien –que puede ser un po-licía, un administrador– que dice “po-nemos rejas”, “ponemos cámaras”,“ponemos policía”. Esas son mane-

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ras de decirle a la gente “no tienenque preocuparse porque lo asumi-mos nosotros”. Y en este caso, lagente se descarga de la responsa-bilidad porque hay guardias, hay po-licías, hay rejas, hay cámaras, haycontrol externo del barrio cerrado,por lo cual nadie se hace cargo delo que está ocurriendo.

Esa es una forma de renunciar aun espacio público. En una plaza,por ejemplo, si la autoridad pone re-jas de alguna manera está diciendo“yo lo protejo”. Y creo que no debe-ría ser así. No debería ser la autori-dad la que protege un espacio pú-blico, debería ser la gente. Usar elespacio es una manera de cuidarloy protegerlo.

–Se delega la responsabilidad…

Exactamente. Esta es una formamuy preocupante de bajar el nivel dela democracia y la participación. Yosiempre cito una experiencia educa-tiva muy importante en los años ‘60,de un cura llamado Milani que dedi-có su vida a la escuela, en Barbiana.En la puerta de la escuela estaba es-crito, en inglés, “I care”, que signifi-ca “me preocupa”, “me interesa”,“me hago cargo”. Y es lo contrariodel “I don´t care”, que era la frase fas-cista “me nefrega”, que quiere decir“no me importa.” Y este es el temade lo público: lo público es algo queme interesa, y un buen administradorno es el que dice “no te preocupes”,es el que dice “preocupémonos”.“Preocúpate, porque es tuyo.”

–Usted debe saber que en Ar-gentina existen los llamados “chi-cos en situación de calle”. Nos pa-recía interesante reflexionar sobreeso. Estos chicos han tomado la

calle, pero de un modo diferenteal que usted propone.

Sí. Yo he tenido una experienciamuy fuerte en Rosario. Salí a dar unavuelta y encontré cinco niños de lacalle, eran muy pequeños y uno deellos estaba aspirando pegamento.Y me dio la impresión que todo su-cedía como si esos niños fueran trans-parentes, nadie se daba cuenta. Yestos niños no están en la calle por-que hay personas que tienen confian-za con ellos. Viven o están en la ca-lle porque no hay otro lugar para ellos.

Yo soy un europeo que no cono-ce la realidad de los chicos de acá,por lo cual no me atrevo a decir quése debe hacer. Tengo solo una ideaque puede correr el riesgo de resul-tar un poco poética. Es la idea deque si nuestros hijos recuperan lacalle también la condición de estosniños de la calle va a cambiar. Noserán transparentes porque viviránal lado de los nuestros. Y algo va acambiar.

–Usted ha dicho en varias opor-tunidades que si uno se pone afavor de los padres, de los adul-tos, se pone en contra de los ni-ños. Pero si uno se pone a favorde los niños, no se pone en con-tra de nadie.

Esto tiene una explicación muysencilla. Ahora se está hablando mu-cho de los tiempos de las mujeres yhay un debate en Italia acerca de có-mo respetar los tiempos de las mu-jeres. Una de las peticiones de lasmujeres es que la escuela no empie-ce a la misma hora en todos los ni-veles, de manera que las madres pue-dan acompañar a los hijos con tran-quilidad, sin correr. Esto significa tam-

bién perder más tiempo, porque sicada media hora abre un nivel, si lamujer tiene tres hijos en tres niveles,va a estar acompañándolos duranteuna hora y media. Y probablemente,para recogerlos, pase lo mismo. Si,en cambio, conseguimos lo que ne-cesitan y desean los niños que es irsolos a la escuela, la mamá podráseguir durmiendo. Efectivamente nos-otros tenemos datos que nos dicenque los niños que van solos a la es-cuela también se hacen cargo de lasoperaciones previas a ir a la escue-la. Preparan la mochila, se visten. Yson más puntuales que los demás.Esto significa algo importante: sonniños que manejan el tiempo y se ha-cen cargo del tiempo. Y, en una ex-periencia que se está llevando a ca-bo en Roma desde hace algunosaños, los niños que iban solos a laescuela, se pusieron de acuerdo pa-ra encontrarse un cuarto de hora an-tes para jugar. Por lo cual, arman yadministran el tiempo y llegan pun-tuales a la escuela.

Yo he dibujado una viñeta en laque hay unos niños jugando en lacalle y se lee un cartel que dice“Perdonen las molestias, estamosjugando para ustedes”. Los niños,jugando en la calle, la hacen segu-ra para todos. Por eso estar a favorde los niños no es estar en contrade nadie.

Yo creo que las viñetas son bue-nas cuando consiguen, con poco, ex-presar mucho. He hecho otra viñetaque puede resultar interesante. Esaquella que dice “Señor alcalde, noqueremos algo, queremos la ciudad”.Los niños necesitan de la ciudad, node algo dentro de la ciudad. A fin decuentas, el espacio público es la ciu-dad misma.

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Los espacios de los niños comotales surgen a principios del siglo XX.La sociedad industrial consideraba ala infancia como haciendo parte deuna categoría social determinada y for-muló para ella espacios asépticos yfuncionales con vistas a su recluta-miento más que a su formación. Lasescuelas normales, las pedagogías or-topédicas, el higienismo escolar, loslugares de juego limitados, los corra-litos, las habitaciones “para niños” yjuguetes didácticos formaron un sis-tema cerrado, pensado y administra-do por los adultos con dificultad paraintegrar lo maravilloso, lo imaginario ylo espontáneo. Consumidores de equi-

pamientos especiales, los infantes pa-saron de ser “pequeños hombres” aun target definido que especializa a losniños negándoles especificidad.

Walter Benjamin, en los inicios del“reino” de las mercancías, ilumina es-ta perversión:

“…la tierra está llena de objetosmás notables unos que otros para ejer-cer atracción en los niños. Para nomencionar más que los más importan-tes: remarcamos que los niños tienenuna fascinación particular por los lu-gares de trabajo donde se puede vercómo se hacen las cosas. Están irre-

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Los niños y los espacios

EXPERIENCIA

Por Silvia Alderoqui

Hace muchos años que Silvia Al-deroqui trabaja para hacer visi-ble el papel que le cabe a los ni-ños en el armado de la vida co-munitaria. En la actualidad diri-ge el museo de las escuelas yconcentra su esfuerzo en pro-poner ideas y actividades comoresultado de sus investigacio-nes e intervenciones en el fasci-nante mundo que conecta a lainfancia con las escuelas y el es-pacio público. Hablamos con ellay nos ofreció el siguiente mate-rial que tiene como objetivo en-tender mejor la relación entreespacios y los niños.

EEssccuueellaa RReeppúúbblliiccaa ddee EEll SSaallvvaaddoorr NN 55 DDEE 1122 GGCCAABBAA.. Nuevas ventanas en la fachada a la calle Páez. Un juego, esperar la coincidenciaentre las sombras: la pintada y la real. Foto: Archivo CHD arquitectos

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mediablemente atraídos por los descartes que encontra-mos en las fábricas, en los talleres donde hay trabajo,en las sastrerías, mercerías. En los desechos reconocenla cara de las cosas, un mundo vuelto hacia ellos, paraellos solos. Con los desechos no reproducen los obje-tos de los adultos, pero juegan con materiales de natu-raleza diferente para crear nuevas relaciones incongruen-tes. Los niños construyen así un mundo de objetos, unpequeño mundo de objetos diseñados por ellos. Debe-ríamos intentar conocer las normas de ese mundo deobjetos si queremos diseñar objetos para niños…”

Actualmente, los espacios dedicados a los niños enlas ciudades son escasos. El pedagogo italiano Frances-co Tonucci afirma que los niños están “protegidos” de lasescaleras de uso habitual, confinados en espacios espe-cializados y que no conocen más que el tiempo progra-mado. Heráclito decía que el saber penetra por los sen-tidos. ¿Qué saber pueden sugerir los espacios planos yortogonales que no permiten ninguna experimentación ki-nestésica, sin cambio de niveles, sin rincones ni escollospara atravesar? ¿Qué se puede aprender de materialesque no tienen olores, trazo de uso, ni rugosidades? ¿Quése puede sentir cuando los ambientes se climatizan tan-to que el frío y el calor del exterior son como una imagenen el cine? ¿Dónde se podrán esconder para decirse sussecretos y sus miedos en espacios continuos?

Los espacios habitados por los niños y jóvenes –y nome refiero solamente a los lugares especializados o losdestinados a “guardar niños” sino al espacio público ur-bano transitado por estos segmentos de edad– deberí-an estar pensados en función de la actividad perceptivay cognoscitiva característica de esas etapas de desarro-llo y en cómo el espacio enseña. La relación complejaentre las personas así como entre las personas y los ob-jetos, la variedad de estímulos, el aspecto social de unlugar, el contexto y aun la cantidad de luz y sonido, afec-

tan la experiencia de aprendizaje. Esto significa dar im-portancia a las condiciones materiales que rodean a losniños y jóvenes en el curso de su desarrollo, como la dis-tribución del espacio y las cualidades constructivas, ydejar que ellos como usuarios tomen iniciativas en fun-ción del espacio.

Las escuelas como espacios de cambios y permanencia

Los espacios escolares deberían aportarles a los ni-ños el cimiento y las referencias de comunidad que esdifícil encontrar en la actual organización de la sociedad.

Como esta función ya no la cumplen las antiguas ca-sas de familia, las escuelas pueden cumplir con el rol dehablar del paso del tiempo: con sus muros que escribenla historia, su erosión, sus recuerdos, sus espacios am-pliados o desafectados, sus lugares de juego…

La escuela es un lugar especializado. ¿Cómo hacerespacialmente para reincorporarla a la comunidad? Fren-te a este empobrecimiento generalizado, nos interesa re-descubrir lugares comunes y la puesta en práctica deprácticas urbanas que reinserten a los niños en una re-lación social global: por ejemplo las experiencias de ca-minos a la escuela, de pedagogía activa en la ciudad, de

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EEssccuueellaa RReeppúúbblliiccaa ddee EEll SSaallvvaaddoorr NN 55 DDEE 1122 GGCCAABBAA.. Laapertura de un nuevo acceso permitió recuperar el jardín y generóuna plaza de uso escuela/barrio. Foto: Archivo CHD arquitectos

EEssccuueellaa SSeeccuunnddaarriiaa EEccooss CCAABBAA.. El puente conecta, el puenteexhibe. Foto: Archivo CHD arquitectos

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las calles para bicis, de conocer los lugares de trabajode los adultos, etc.

Dimensión pedagógica del planeamiento

La reducción de espacios físicos disponibles para losniños en la ciudad es evidente, sin embargo el reto esencontrar nuevas alternativas. El problema no es de di-nero sino de creatividad.

La consideración de este tipo particular de usua-rios (niños y jóvenes) debería incorporar en las agen-das de la planificación un modo menos fragmentariode pensar el espacio público. Estas cuestiones no sa-len espontáneamente de los edificios, es necesariopensarlas, provocarlas e implementarlas. ¿Cómo setiene en cuenta al usuario niño o joven en las obras dela ciudad, en este caso las escuelas? ¿Cómo se rea-liza la educación urbana, cómo se forma la concienciaurbana?

Se parte de la idea del niño como ciudadano conderechos y capacidad para mejorar su propia vida yla de las comunidades donde vive. Asimismo los prin-cipios de participación requieren que los niños nosolo expresen sus perspectivas sino que se compro-metan en la articulación e implementación de las re-comendaciones. Esto no es sinónimo de convertir aniños y jóvenes en arquitectos y urbanistas sino deeducar para la crítica urbana, el cuidado y la con-ciencia, educar para un entorno que ofrezca una lec-tura relativamente completa de la sociedad que per-mita que los niños y jóvenes se sitúen en su medio,se sitúen ellos mismos, imaginen otros escenarios,inventen la ciudad y puedan tomar decisiones. Algu-nos ejemplos son:

•• DDiisseeññoo ddee ppllaazzaass yy bbaallddííooss.. Las experiencias máscompletas son las que incluyen procesos de transforma-ción y apropiación del espacio por parte de los niños.En Francia y en Estados Unidos se han realizado expe-riencias en las cuales los niños son convocados para eldiseño y transformación de lugares de juego (terrenosbaldíos, patios escolares).

•• EEddiiffiicciiooss eenn ccoonnssttrruucccciióónn.. Muestras de las etapasde la construcción de edificios con visores y carteles ex-plicativos.

•• VVoollvveerr aa jjuuggaarr aa llaa ccaallllee.. Experiencias en Holanday otras ciudades europeas que limitan los derechos delos automovilistas a favor de que los niños vuelvan a ju-gar en la calle. Abertura de calles a los niños para que

jueguen en condiciones de seguridad satisfactoria, sinimpedir el pasaje de los automóviles (5km/ h).

•• LLaa cciiuuddaadd ddee llooss nniiññooss.. (Italia) Desde 1980 con losproyectos de Francesco Tonucci y experiencias simila-res en la Argentina, en Rosario y Buenos Aires, relativasa poder ir caminando a la escuela, el acceso a sanitariosen las zonas comerciales, el rediseño de los cruces decalle, etcétera.

¿Qué saben los niños sobre espacio?

¿Cuál es la clase de saber que tienen los niños ylos jóvenes? ¿De qué le puede servir a un planifica-dor urbano conocer cómo los chicos quieren que se-an los parques de la ciudad, los patios de la escuelao la escuela misma? ¿Qué tipo de información pue-den proveer? La planificación participada consiste enla inclusión en los equipos de planificación urbana deprofesionales con experiencia de trabajo con niños yjóvenes. Es decir, promover la intersección de sabe-res profesionales. Educadores que trabajen comomiembros activos de los equipos de planificación. Deallí derivarían estrategias de participación especial-mente diseñadas para niños y jóvenes. Durante el año2005, los chicos del consejo de niños de Belgrano,Núñez y Saavedra están trabajando sobre los espa-cios de la ciudad y el río a la altura de sus barrios. Re-toman las ideas de otros chicos que hace cinco añosdecían del equipamiento de la reserva ecológica deCostanera Sur:

•• No permitamos autos porque contaminan, ni trenes porel ruido.

•• No cines ni edificios altos porque tapan la vista.

•• Un shopping dejaría mucha basura.

•• Algo para los padres cerca de donde juegan los chi-cos, porque si no se aburren.

•• Un mirador que mire a la ciudad y otro que mire al agua.

•• Estaría bueno un museo submarino para ver desdeadentro a los peces.

•• Me gustaría un museo de los pescados, un museo deCiencias Naturales con todo lo que se encuentra en ellugar.

•• Un museo de historia que explique todo lo del río, lode antes y lo de ahora.

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Ciudad de infancias

Lo que reclaman los niños es el derecho a la ciudad,de recuperar el sentido de comunidad. Para algunos delos niños, las ciudades (la calle) son casa, escuela, es-pacio de juego, lugar de trabajo, pero también de degra-dación. En vez de ser nuestro futuro, los niños son unproblema de nuestro presente. Se puede modelizar y es-quematizar tres tipos de infancias: los chicos de las ca-lles, los chicos encerrados en las casas y los chicos alcuidado de instituciones. La realidad es mucho más ar-ticulada y compleja y presenta diferentes grados de in-tegración, intersticios y heterogeneidades. Sin embargono todos los aspectos negativos de la situación de lasinfancias tienen que ver con la cuestión económica, laforma de socialización, la cultura asimilada, las relacio-nes personales que se elaboran, la escala de valores queconsideran propia, todo esto también determina la pro-ducción de la vida y de la convivencia social. La ciudades uno de los factores que intervienen tanto en el senti-do de la ciudad física como en el de su organización.

¿Cómo se comprenden las relaciones reales que es-tablecen con su ciudad, cuáles son sus conocimientos,cuáles sus representaciones, sus prácticas en las ca-lles y barrios de la ciudad? ¿Cómo se recuperan susdeseos generalmente enmascarados por situacionescontradictorias? ¿Cuáles son las estructuras a travésde las cuales piensan la ciudad? ¿Qué quiere decir quenaturalizan y armonizan la sociedad y a la ciudad mis-ma? ¿Por qué les cuesta pensar que las ciudades cam-bian y que las sociedades las construyeron y continúanhaciéndolo?

Las condiciones específicas de los niños son diver-sas, por eso a la hora de planificar acciones tendientesa favorecer experiencias urbanas ricas para todas las in-fancias es importante hacer que la ciudad se transformeen un lugar habitual de prácticas sociales fuera de loslugares cerrados y espacios especializados (escuelas,guarderías, institutos, etc.)

¿Qué hacer?

En síntesis, no se trata de diseñar las ciudades denuevo sino de algunas acciones tendientes a mejorar larelación entre los niños y la ciudad que podrían reforzar-se con el uso de innovaciones tecnológicas especial-mente adaptadas para niños y jóvenes:

•• La reconquista de los espacios públicos: recuperar lafunción colectiva y de socialización de encuentro y dejuego, de expresión de la colectividad. El espacio públi-

co de los lugares abiertos y las calles considerados co-mo redes que conectan espacios especializados, equi-pamientos, servicios, escuelas, se incluyen itinerariosprotegidos cuando es estrictamente necesario.

•• El incremento de la seguridad viaria: para que lo ante-rior sea posible hace falta niveles de seguridad vialesmuy elevados. En este caso es importante la adaptaciónde los medios de transporte colectivo a la accesibilidadde los niños y niñas.

•• El uso innovador de escuelas, equipamientos y servi-cios: se proponen que funcionen como estructuras deseguridad durante todo el día donde los niños puedenacudir a solicitar ayuda. Para ellos es necesaria una se-ñalización adecuada. Se sugiere prestar especial aten-ción con los niños de la calle.

•• La puesta en marcha de una función administrativa es-pecífica: dicha institución tiene como misión centralizarlas acciones tendientes a transformar la ciudad en un es-pacio de experiencias urbanas para los niños, concien-tizar a los adultos en cuanto a la necesidad de la circu-lación y frecuentación de los niños por las calles y deque las supuestas “molestias” que les ocasionen repre-sentan un beneficio para la ciudad. Desarrollar políticasdiferentes de acuerdo a la clase de infancia (de la calle,institucionalizados, etc.)

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EEssccuueellaa SSeeccuunnddaarriiaa EEccooss CCAABBAA.. El puente conecta, el puenteexhibe. Foto: Archivo CHD arquitectos

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• Sí. Un lugar donde puedeentrar cualquier persona. (Ramiro. 8 años. Rosario)

• Yo escuché del hospitalpúblico o de la escuelapública… calculo que de-ben ser las cosas queaunque no sean totalmen-te gratis son más baratas.(Jésica. 12 años. Córdoba)

• Es como si fuera tu casapero de todos, entoncesno lo tenés que dañar por-que es un espacio privile-giado.(Maximiliano. 11 años. Córdoba).

• Un espacio grande. (Laura. 6 años. Córdoba)

• Que hay espacio y quesea público. No sé, no sémamá, esa es difícil. (Fermín. 5 años. Capital Federal)

• No sé, cómo te expli-co… Un lugar público espor ejemplo la plaza, es unlugar en el que todo elmundo puede concurrir. (Pilar.11 años. La Rioja)

• Y… a un baño público.Es para vos. Cosas tuyas.Un baño de todos. Las co-sas de todos.(Salvador. 9 años. Capital Federal)

• Los ómnibus (Agustín. 5 años. Córdoba)

• La playa es un lugar pú-blico, porque puede entrartoda la gente y somos dis-tintos los que están ahí.(Federico. 8 años. Córdoba)

• Sí sé. Me suena a queno es de nadie, es decirde todos.(Milagros. 10 años. Córdoba)

• Espacio público… mesuena ¿como un teatro? (Martina. 6 años. Rosario)

• Más o menos. Que esun espacio (cultural o físi-co) en el que pueda entrarcualquier persona o que lopueda aprovechar cual-quier persona.(Lucas. 12 años. Córdoba)

• Sí. Suena a un lugardonde la gente puede ac-ceder sin problemas.(Facundo. 11 años. Córdoba)

• Un lugar adonde está to-da la gente, no toda peropuede entrar cualquierpersona. Por ejemplo, unaplaza. (Consuelo. 9 años. Córdoba)

• Me suena a un espacioen el cual depende de ca-da ciudadano. Pero queesté limpio y cuidado en elcual ninguno se puede ha-cer dueño de él.(Agustín. 14 años. Córdoba)

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El espacio de los chicos

PALABRAS DE LOS CHICOS

¿Sabés qué quiere decir espacio público? ¿A qué te suena?

Salvador, 9 años

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• Mi cama porque tengocerca a mi hermana y delotro lado tengo el espejo yme miro y me río mucho ypuedo saber cómo estoy.(Consuelo. 9 años. Córdoba)

• El/los bosque/s, por eltoque mágico que tienen ycualquier lugar en el queesté con mis amigos.(Lucas. 12 años. Córdoba)

• Me gusta mucho mi ca-sa porque estoy con todami familia.(Facundo. 11 años. Córdoba)

• El colegio porque estu-dio y juego con mis amigasy amigos.(Milagros. 10 años. Córdoba)

• El shopping porque estáMc Donald y los jueguitos.(Martina. 6 años. Rosario)

• Me gustan las sierras ytambién la playa. La conocíuna sola vez.(Maximilano. 11 años. Córdoba)

• Ya sé, la cancha de Vélez.Porque es mi club y enton-ces por eso.(Salvador. 9 años. Capital Federal)

• El lugar que más megusta es mi pieza, porquees mi lugar y tengo todasmis cosas.(Pilar. 11 años. La Rioja)

• Mi casa porque puedodescansar.(Ramiro. 9 años. Rosario)

• La pileta, porque ahí sepuede nadar.(Lara. 6 años. Córdoba)

• ¿De la casa? ¿Sabéscuál? Mi casa. ¿De la ciu-dad? ¿Puedo decir dos?La librería y el shopping.El shopping porque tienemuchas cosas y las pue-do ver. La librería porquehay libros y puedo ver losdibujos.(Fermín. 5 años. Capital Federal)

• El Buen Pastor (paseoque han construido en lazona de Nueva Córdoba),por las aguas danzantes yel museo.(Federico. 8 años. Córdoba)

• Brasil, para ir al mar y lasolas, aunque raspan.(Agustín. 5 años. Córdoba)

• El lugar que más megusta es la calle porqueen ella me siento libre yfeliz compartiendo cosascon mis amigos y divir-tiéndome.(Agustín. 14 años. Córdoba)

• El lugar que más me gus-ta es lo de mi abuela, ellame cuida mucho cuandoestoy en su casa. Apartevive en un barrio que no estan feo como el mío, enton-ces me dejan salir a jugar ala calle.(Jésica. 12 años. Córdoba)

¿Cuál es el lugar que más te gusta?

Magdalena, 6 años

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• Al shopping, al Paseodel Siglo, a la casa de losabuelos a veces, a vecesla acompaño a mami al sú-per y a veces a la plazacon muchas amigas.(Martina. 6 años. Rosario)

• Al jardín o a una casa deuna amiga.(Magdalena. 6 años. Córdoba)

• A un restaurante a comerpizza y a lo de mi tío Julio.(Federico. 8 años. Córdoba)

• Voy por todas partes, nosé. Adonde voy más a lacasa de mi amiga Mica.(Lara. 6 años. Córdoba)

• Voy a mi club, al super-mercado, a la casa de unamigo, al kiosco o restau-rantes.(Salvador. 9 años. Capital Federal)

• A la casa de mis amigasy a patín.(Pilar. 11 años. La Rioja)

• Al shopping con mi mamáy mi papá, también al pa-seo Rivera Indarte, y tam-bién a comer lomitos o pe-betes tostado.(Maximiliano. 11 años. Córdoba)

• A la mañana voy a la es-cuela, los sábados salgo ala mañana para ir a tenis, aveces salgo para ir a la ca-sa de un amigo, para ir acomprarme algo para laescuela, y creo que paranada más.(Ramiro. 9 años. Rosario)

• En verano voy a tomarhelado, o en vacacionesalguna vez salimos al ríopero no mucho. Y nadamás… a lo de mi abuelacomo ya te dije.(Jésica. 12 años. Córdoba)

• A lo de mis abuelos y alshopping.(Milagros. 10 años. Córdoba)

• Al “poli” o a buscar amis amigos.(Lucas. 12 años. Córdoba)

• Voy a la plaza, al Mc.Donald, a lo de Pocho…No sé, al supermercado.(Fermín. 5 años. Capital Federal)

• Al patio o a la casa demis amigas.(Consuelo. 9 años. Córdoba)

¿Adónde vas cuando salís?

Milagros, 10 años

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• El bar de enfrente de laescuela. Porque tiene caféy no me gusta el olor delcafé.(Martina. 5 años. Rosario)

• El colectivo. Porque haymucha gente, hace muchoruido, gritan un montón yhacen cosas, no sé…fuerade lo normal. No sé.(Salvador. 9 años. Capital Federal)

• La escuela. ¿Por qué?No sé. Porque estoy mu-cho tiempo. Mucho tiempoadentro. Mucho tiempoescribiendo. No sé. Megusta más mi casa que laescuela.(Ramiro. 9 años. Rosario)

• La cocina. Porque noquiero cocinar. Eso no lopensé. Me aburre la coci-na. ¿Qué voy a hacer?,¿voy a agarrar unos Patysy juego?(Fermín. 5 años. Capital Federal)

• Un lugar donde fue uncumpleaños de un amigo,no sé dónde pero habíamal olor y el castillo se caía.(Magdalena. 6 años. Córdoba)

• El lugar que menos megusta es la cárcel porqueno me gusta estar ence-rrado y no poder estarcerca de mi familia y misamigos.(Agustín. 14 años. Córdoba)

• La escuela. No hay nadade juegos divertidos.(Agustín. 5 años. Córdoba)

• Los lugares aburridosque no hay nada para ni-ños, por ejemplo un super-mercado… aunque en losgrandes hay lugares don-de están los juguetes.(Federico. 8 años. Córdoba)

• Todos los lugares megustan, me encanta la es-cuela. Ningún lugar no megusta.(Lara. 6 años. Córdoba)

• El EASY. Ahí no se pue-de correr, no hay cosaspara niños y los adultos tedejan de lado mirandootras cosas.(Maximiliano. 11 años.Córdoba)

• Mi barrio, no es que seaalgo feo por sí mismo, esque todos los demás pien-san que es feo. Entoncesno puedo salir a jugar, nopuedo juntarme con misamigos, no puedo un mon-tón de cosas.(Jésica.12 años. Córdoba)

• El médico porque te re-visa y tenés que esperarpara que te atiendan.(Milagros.10 años. Córdoba)

• El desierto, porque alser tan extenso da sensa-ción de soledad.(Lucas. 12 años. Córdoba)

• Me da miedo el museoporque tiene caras que amí me dan miedo.(Martina. 6 años. Rosario)

• Un poco el cementerio.(Salvador. 9 años. Capital Federal)

• El tren fantasma. No séqué otro lugar. Me da mie-do un puente muy alto. Unpuente colgante. (Ramiro. 9 años. Rosario)

• Lo de la abu, porquecuando llego es todo os-curo. ¿Sabés dónde?(Fermín. 5 años. Capital Federal)

¿Qué lugar es el que menos te gusta y por qué?

¿Qué lugar te da miedo?

Jésica, 12 años

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• En un bosque con lagos yaltos pinos donde me divier-ta con mis amigos. (Lucas. 12 años. Córdoba)

• Yo elegiría las sierras.(Facundo. 11 años. Córdoba)

• Un palacio de un montónde pisos y que sea todo elpalacio de color rosa y elpalacio quedaría en Mar delPlata o Miami.(Milagros.10 años. Córdoba)

• Elegiría vivir en Buenos Ai-res. Supongo que debe serre grande. (Jésica.12 años. Córdoba)

• A California sí o sí. No co-nozco pero suena re lindo.(Maximiliano.11 años. Córdoba)

• Elegiría vivir en La Rioja.(Pilar. 11 años. La Rioja)

• No es presidente, es pre-sidenta. Elegiría vivir en unacasa de una ciudad que sealinda.(Lara. 6 años. Córdoba)

• A España. No conozco pe-ro me gustaría. Y si no sepuede en mi misma casa.(Federico. 8 años. Córdoba)

• Donde están las ballenas.(Agustín. 5 años. Córdoba)

• En una casa Rosa(Martina. 6 años. Rosario)

• Nueva Zelanda (Ramiro. 9 años. Rosario)

• En Buenos Aires porquevive la Vicky.(Magdalena. 6 años. Córdoba)

• ¿Puedo decir un país?¿Sabés cuál? En Londres.Me gustaría porque lo quie-ro conocer. ¿En Buenos Ai-res? Acá, en esta casa, por-que me gusta. ¿Faltan mu-chas?(Fermín. 5 años. Capital Federal)

• Italia(Salvador. 9 años. Capital Federal)

Si fueras el presidente y pudieras elegir en qué lugar vivir, ¿cuál elegirías?

Federico, 8 años

Maximiliano, 11 años

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Introducción

El artículo que ofrecemos a con-tinuación constituye una exploraciónacerca del espacio tensional entre ni-ñez, pobreza y ciudad, desde la pers-pectiva local-regional de la ciudad deSan Juan (oeste de la República Ar-gentina), analizando la realidad de los

niños pobres, de origen villero, mu-chos de los cuales están o han esta-do en situación de calle y que recien-temente han sido re-localizados enbarrios nuevos, en el marco de la apli-cación del Programa de Erradicaciónde Villas1, que movilizó las villas des-de zonas céntricas de la ciudad ha-cia la periferia.

En el contexto urbano provincia-no, los juegos de vereda marcaronlas infancias de todos quienes hoytienen más de 30 años, cualquierafuese su extracción de clase. Casicomo la escuela pública, el espaciopúblico de la vereda se constituía enun espacio cotidiano de rutinas de ti-po homogeneizantes, compartidas

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ESCRITOS A MANO

Mapas delnuevo mundoNiñez, situación de calle y traslado de villas de emergenciaen una capital de provincia

La calidad de la democracia de una sociedad se mide en función de cómo trata sus niñosFrancesco Tonucci

Por Paula Mateos

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entre niñas y niños de diversas ca-racterísticas familiares, socioeconó-micas, culturales, etc. La vereda, elbaldío, la plaza barrial, eran similaresen su función al guardapolvo blancoescolar: las diferencias de clase ten-dían a esfumarse al menos tempora-riamente abajo del delantal, jugandoen el baldío o chayando (jugando conagua) en carnaval, y esa cierta ho-mogeneidad habilitaba al juego, alaprendizaje junto con otras y otros,a la amistad, a pesar de que a me-nudo cohabitaban insoslayables di-ferencias.

Los quiebres políticos, económi-cos y sociales de los 80 se manifes-taron en el retiro del Estado, lo cuala su vez impactó en la vida cotidianainfantil produciendo varios fenóme-nos simultáneos.

En primer lugar, por miedo anteuna situación de cierta anomia y cre-ciente inseguridad urbana, las fami-lias de clases medias y altas se cie-rran sobre sí mismas en el cuidadode los niños y adolescentes, que nun-ca más vuelven a estar solos en lacalle. Desde entonces se verifica laparadójica situación de que los niñosy adolescentes son acompañados ala escuela por adultos de confianza,haciendo el mismo trayecto que suspadres hicieron a las mismas escue-las, pero solos, o en grupos de her-manos, vecinos o amigos, desde eda-des muy tempranas.

Esto se combina con la precari-zación de la educación pública quese traduce en la decisión de muchasfamilias de enviar sus hijos a colegiosprivados, fuertemente homogenei-zantes en sus poblaciones escola-res, dada la pertenencia de clase, lasconvicciones religiosas o sus proyec-tos políticos.

La transformación se dio rápida-mente mientras emergían nuevas po-líticas de crianza, inaugurando nue-vas formas de relacionarse con los

más jóvenes, y de construcción denuevas identidades infantiles: niñoconsumidor-niño vendedor; niño es-colarizado-niño trabajador; niño de lapública-niño de la privada; niño den-tro de casa- niño que está en la ca-lle, en situación de calle.

El descalabro de los 80 saca acasi todos los niños de la calle y losmete adentro: adentro de la escue-la, adentro del club de fútbol, aden-tro de la tele, adentro de la casa.

Y a los que deja afuera, los dejaen la calle: una nueva marginalidadurbana infanto-adolescente cuya sa-lida y permanencia en la calle se aso-cia a las extremas condiciones de po-breza de sus familias. En la calle que-dan pues, víctimas del desempleo desus padres y de las sucesivas frag-mentaciones y rupturas sociofamilia-res derivadas de la caída en la mar-ginalidad y en la miseria, víctimas dela precarización de una escuela quedeja de ser la promesa sarmientinadel segundo hogar, y víctimas hastade la desconfianza de sus vecinos,que hasta hace poco hubiesen sidosus compañeros de juegos.

Una mirada de la niñez en situación de calle en una capital provinciana

¿Qué características específicastienen los niños y niñas en situaciónde calle en el contexto de una capi-tal de provincia?

La mayoría de los análisis sobreniñez en situación de calle2 refierena estudios realizados en las megaló-polis (Buenos Aires, Caracas, Bogo-tá o Río de Janeiro3, en el contextolatinoamericano), estudios que coin-ciden en entender que la situaciónde calle implica un total alejamientode los niños y adolescentes de susfamilias y de sus barrios de origen.Respecto de las familias, coincidenen reconocer una modalidad más ex-

pulsora que contenedora, que defi-ne el alejamiento de los chicos y latemprana ruptura del vínculo con lasmismas.

Hay también alguna literatura acer-ca de realidades que se pueden de-finir como ciudades de tamaño me-diano (Córdoba, Rosario), en la quese coincide en abordajes similares alos de la megalópolis (modalidad ex-pulsora y resolución de alejamientodel hogar familiar).

La niñez en situación de calle enuna ciudad como San Juan (de algomás de 112.000 habitantes), difiereen muchos aspectos de lo plantea-do en precedencia.

En San Juan, al caer la tarde, lamayor parte de los chicos en situa-ción de calle retornan a sus hogares,donde viven con sus familias y don-de llevan una parte del dinero, mer-

caderías o botines obtenidos en eldía. Esto hace que se constituyan enpilares importantes de las estrategiasde supervivencia familiar cualquierasea la configuración familiar (muchoshogares tienen al frente mujeres: ma-dres, abuelas, hermanas mayores, tí-as; una parte importante de los varo-nes ha abandonado el hogar, o seencuentra en situación carcelaria). Elretorno al hogar se ve facilitado porla relativa cercanía geográfica des-de las villas de residencia al centro,

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Paula Mateos es profesora deMetodología de la InvestigaciónEducativa y de Sociología de laEducación (Fac. de Filosofía, Hu-manidades y Artes de la Univ.Nac. de San Juan). Investigado-ra en temas de niñez y adoles-cencia en situación de vulnera-bilidad. Coordinadora del equi-po de Filosofía con Niños y Ado-lescentes de la UNSJ. Candida-ta a Dra. en Educación UBA(beca CONICET)

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situación que se ha visto sustancial-mente transformada a partir de lasrelocalizaciones barriales.

Este retorno se ve favorecido tam-bién por elementos socioculturales:la articulación entre los chicos en si-tuación de calle y las estrategias desupervivencia familiar se resuelve concierta contención de los chicos y chi-cas (al menos por más tiempo, y conun vínculo afectivo más sólido quecuando están solos en la calle), an-tes que con la expulsión familiar. Suinclusión a la vida cotidiana familiarse asocia a sus aportes económicos,pero encuentra andamiaje en la afec-tividad construida en los vínculos dela convivencia y en vínculos muy fuer-tes con sus madres y abuelas, espe-cialmente. Este parece ser un emer-gente local (aunque probablementese puedan hacer analogías con rea-lidades provincianas similares de otrasciudades en las provincias pobres deArgentina).

Estas particularidades suponenel conocimiento, aprendizaje y cons-trucción de una particular cartogra-fía urbana: mapas de calles, referen-cias de casas, de árboles, de ace-quias y canales, de panaderías, debaños públicos, de modos de entrary salir de la villa, de transitar los ba-rrios aledaños, de escapar rápido,de transar (vender y comprar droga).Esta cartografía rutiniza los sitios dela experiencia de los niños y adoles-centes caminantes, evitando otros,como las paradas de policías, pues-to que el evitamiento es una conduc-ta defensivo-autoprotectora.

¿Casa nueva, vidanueva?… Mapas deun nuevo mundo

¿Qué pasó con los niños en si-tuación de calle que vivían en las an-tiguas villas? ¿Continúan yendo alcentro? ¿Cómo viven la nueva ca-sa? ¿Qué prácticas inauguraron consu mudanza de barrio? ¿Cuáles prác-

ticas reprodujeron? ¿Dónde se jun-tan, de qué trabajan, a qué juegan?¿Qué pasó con sus historias esco-lares?

Cada una de estas preguntasconstituye de hecho una línea de in-vestigación que, por cierto trascien-de los alcances de este artículo. Es-bozaremos algunas ideas, a modode reflexiones preliminares de abor-daje de una situación absolutamen-te transicional.

La primera imagen en el centrode la ciudad fue la desconcertantesensación de que ya no estaban loschicos en la calle. Las primeras se-manas, en efecto, chicos y chicaspermanecieron en los nuevos barrios,conociendo, experimentando las nue-vas condiciones de vida: el “está elbaño adentro ahora y hay agua ca-liente... y tengo gas también…”, de-cía la Sra. Raquel, de Bº Las Lilas.Poco a poco comenzaron a conocer,a descubrir su nuevo entorno y a le-vantar las nuevas cartografías. El tras-lado al nuevo barrio inaugura en lavida de las familias una verdaderanueva vida y en todos, también en loschicos y chicas, nuevas rutinas, al-gunas de las cuales son reorganiza-ciones de las viejas prácticas y otrasson claramente nuevas.

Hay cuestiones históricas ya se-dimentadas que se han reproducidoen los nuevos barrios: el kiosco-bar,lugar de encuentro de barras, algúnlugar de transa (aún a pesar de la vi-gilancia policial), otros lugares, po-co visibles, donde los grupos conflu-yen para encontrarse. Se reproducetambién el cumplimiento de ciertosrituales de villa para vivir, permane-cer o visitar el barrio: pedido de per-miso, consideración de los lideraz-gos cristalizados, realización de cier-tos trabajos, compras, etc, para per-tenecer a un grupo (o barra). Porejemplo, a pesar del aspecto amiga-ble del nuevo barrio –despejado, lim-pio–, permanece una desconfianza

insondable con “los de afuera”, antequienes se impone el recurso a in-formantes clave que encarnan lide-razgos cristalizados y la vieja prácti-ca de esperar afuera hasta que tevienen a buscar, que se ha reprodu-cido exactamente en el nuevo barrio.

Otra práctica reproducida en losnuevos barrios son las murgas4. Enel contexto de los nuevos barrios, suspobladores, en particular los niños yadolescentes, exportaron consigo lapráctica murguera, que se ve en pla-zas y calles, pero que impacta la vi-da cotidiana. La mudanza de las mur-gas implica diversas transformacio-nes en los lugares de llegada, sobretodo en las mujeres –expertas bor-dadoras de trajes murgueros– queencontraron nuevos usos a sus sa-beres de costura y bordado, ahoradescubiertos en la nueva geografíaque habitan. Ello abrió espacio a quemuchas mujeres se empleen en elservicio doméstico en lugares cerca-nos a los nuevos barrios.

Pero el abrumador cambio en lascondiciones de existencia no tiene co-rrelato en el ritmo de las prácticas, quees lento y demanda cambios superes-tructurales sustanciales: esta políticade vivienda no se constituyó desde lalucha de los habitantes de las villas co-mo comunidades organizadas, sinoque se impuso “de arriba”, como unmolde, dentro del cual sus beneficia-rios saldrían amoldados. La presenciaconstante de la vigilancia de la policíaes sin duda un elemento necesario pa-ra el amoldamiento.

Entre las nuevas prácticas infan-tiles se evidenciaron transformacio-nes en la cotidianeidad de los niñostanto de índole intra-hogareña comoextra-hogareña. De las primeras re-salta el complejo aprendizaje familiarde prácticas de higiene, uso de sa-nitarios, nuevos modos de privacidady respeto por los otros. Se trata deaprendizajes nuevos, no siempre sos-tenidos con intervenciones estatales

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que no sean el control de las condi-ciones de permanencia en el barrioy la vigilancia policial.

En cuanto a los cambios extra-hogareños, resalta la re-escolariza-ción. En general, los chicos de lasviejas villas, tenían trayectorias es-colares más bien erráticas, con in-terrupciones para trabajar (o men-digar), sostenidas como modo deobtención de la certificación de asis-tencia para mantener algún benefi-cio social. Los nuevos barrios irrum-pieron en sus lugares de llegada conpoblaciones escolares que fueroninscritos en escuelas que no esta-ban preparadas ni infraestructural-mente ni en la formación de sus do-centes en relación a la contenciónde grupos humanos complejos yconflictuales en sus historias. Laconvivencia es particularmente de-licada y no se resuelve. Las escue-las de llegada y sus comunidadesviven como invasivos a los nuevosingresantes, asignándoles una fuer-

te estigmatización social, refrenda-da por historias delictivas. Las vidase historias de los nuevos contrastandramáticamente con las idiosincra-sias locales. Los chicos de la ciu-dad traen consigo a zonas rurales ocasi rurales la conflictual marginali-dad urbana, trastocando vidas es-colares y rutinas de las comunida-des de llegada, que no son paraí-sos bucólicos y tienen ya sus pro-pias dificultades (a las que agreganlas tensiones de una convivencia cu-yas reglas se empiezan a construir).

También resaltan cambios en lasituación de calle de los chicos, nue-vas maneras de abordar la experien-cia de calle, dado que la llegada alcentro es más compleja por las dis-tancias y cierta inaccesibilidad de losnuevos barrios. Muchos de los chi-cos y sus familias han readaptadosus rutinas considerando la ineludi-ble asistencia a la escuela, la demo-ra de la caminata al centro o las difi-cultades para tomar colectivos: el

aprendizaje de la nueva geografía ur-bana y cómo transitarla es un des-afío constante.

Estas cuestiones repercutieronen las prácticas de trabajo y men-dicidad, puesto que no logran re-construir las viejas rutinas “…aho-ra tengo que salir un rato antes. Aveces no voy, porque no me con-viene”, decía Rubén (15 años). Laconveniencia dada por el esfuerzo,tiempo y costo de la ida al centro,en relación con la hipotética ganan-cia del día.

Este tipo de situaciones tiene lec-turas ambivalentes: en algunos ca-sos se verifica un cierto retiro de lacalle de algunos chicos y chicas, yen otros se consolida un alejamien-to definitivo del núcleo familiar.

Otra práctica infanto-adolescen-te nueva radica en el descubrimien-to de los juegos en la vereda de lapropia casa (con las connotaciones

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de la mirada de las madres y los ve-cinos, el acostumbramiento a la ruti-na del juego, lo convivencial al cen-tro tanto de los conflictos como desu resolución).

Resalta así el incipiente uso delas plazas. Los nuevos barrios tienenuna gran plaza central alrededor dela cual se distribuyen las viviendas.Al momento son aún un baldío quese espera sea parquizado con el tiem-po, pero se convirtieron en canchi-tas barriales, espacio que antes nohabía en la villa.

Epilogando por ahora

Es siempre complejo hacer epí-logos, pero lo es aún más para epi-logar algo que ocurre en este pre-ciso momento. Nuevos mapas seabrieron a partir de los traslados delos asentamientos hacia la periferiaurbana: nuevos mapas urbanos ynuevos mapas existenciales se es-tán construyendo y cualquier análi-sis se estructura en torno a la tran-sicionalidad.

Diversas reflexiones emergen res-pecto tanto de los mapas urbanoscomo de los existenciales si pensa-mos a ambos como descriptores-ana-lizadores de las nuevas cartografíasvivenciales de los chicos y chicas.Los nuevos barrios y sus formas, susurbanizaciones de viviendas, dondeencuentran lugar la propia casa y lasde los vecinos –viejos y nuevos, to-dos ex villeros–, las calles, la plaza,todo se constituye como una com-plejidad sin historia vivida, más quela que empezó hace muy poquito,cuando llegaron al barrio. Así, el ba-rrio nuevo se erige como un nuevomundo a descubrir, pero también acrear y recrear.

Y es desde esta nueva cartogra-fía, desde donde se abren nuevosmundos –hacia afuera del barrio–,públicos y privados, mixturados demanera siempre original: caminos y

atajos por donde se entra y sale, pordonde se va a la escuela o al centro;canales de riego, colectivos, plazas,instituciones barriales (de los otrosbarrios); la iglesia, el templo, el pues-to sanitario; y por supuesto, los luga-res donde viven los otros: sus ba-rrios, casas, edificios, fincas.

En el contexto de esta cartogra-fía emergente se estructuran nuevosmapas existenciales, formateadosdesde las nuevas condiciones de vi-da en tensión con las ideologías sub-yacentes a estas condiciones. Estoes, las ideologías inscriptas en la pla-nificación urbana del nuevo barrio pa-recen confluir en el control del Esta-do, por un lado y en la estigmatiza-ción social, por otro. La localizaciónde los barrios lejos del centro, confuerte vigilancia policial, con una ur-banización confluente en una granplaza central desierta, son cuestio-nes que tienden a romper la lógicaautoprotectora del delito asociada alhacinamiento, en el marco de las re-presentaciones sociales acerca delos villeros.

El estigma de la villa se traslada,como una marca imborrable: en elnuevo barrio se activan nuevas expe-riencias de discriminación barrial yescolar. Los chicos de los “barriosnuevos” son vigilados por vecinos ypolicías hasta cuando transitan haciala escuela, donde el estigma tambiénse manifiesta en relación con los com-pañeros, los cuerpos docentes y lasautoridades, quienes se quejan de lasobrematriculación. Ya en la escue-la se producen diversos problemasde adaptación escolar que a menu-do se resuelven en la expulsión delos recién llegados.

Por otra parte, los niños en lascalles céntricas parecen haber dis-minuido. Aquellos que estaban en lacalle dejan de deambular o disminu-yen el tiempo de deambulamientoporque se fueron a vivir a otro lado,más lejos.

Hay, por cierto, un mejoramien-to en la calidad de la vida de los ni-ños en los nuevos barrios, pero lastransformaciones en las prácticasno tienen la velocidad de la mudan-za. Respecto de la escolarización,parece estar produciéndose una bre-cha intergeneracional: a pesar delas dificultades y los estigmas, mu-chos de los más pequeños volvie-ron a la escuela y están recuperan-do sus trayectorias escolares. Ellohabilita la posibilidad de que, bajocondiciones favorables –sociofami-liares y económicas– se alejen de-finitivamente de la calle. Mientrastanto, a los más grandes –principal-mente los adolescentes–, con ma-yor experiencia de calle, les cuestaenormemente mantener la escolari-zación y los que se mantienen en laescuela, lo hacen por motivos exter-nos a la educación (por ej. para te-ner certificaciones que permitan elcobro de ayudas económicas).

Pero es probable que abandoneny no regresen a la escuela, ya que seincorporarán al mundo del trabajo –elmundo al que tienen acceso es, porcierto, precarizado o de tipo delicti-vo, y ya tienen capitalizada la expe-riencia del rebusque y de la moviliza-ción en grupo, a la que agregan elaprendizaje reciente del manejo denuevos circuitos/horarios de colecti-vos, y la autoorganización para ga-nar dinero, dentro y fuera del barrio.Como dijo Ezequiel (15 años) “Lo pri-mero fue buscar a los amigos de an-tes y ver quiénes estábamos aquí,después nos empezamos a juntar ya conocer, nos aprendimos las ca-lles de acá… Ahora ya estamos…Esque no conocíamos”.

Esta última expresión –ahora yaestamos– es cuasi fundante: implicauna especie de asunción de que lascosas nunca volverán a ser como fue-ron antes en la villa. El ya estamosreconoce al mismo tiempo la condi-ción de existencia grupal y la cons-trucción de las subjetividades ado-

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lescentes asociadas a las nuevas car-tografías de sus vidas, al nuevo es-pacio del barrio.

“Yo soy de Marquesado ahora, yno de la villa …”, dijo un adolescen-te de una villa trasladada. La reloca-lización de villas trastoca las subjeti-vidades de los habitantes, que se de-baten entre mantener la identidad deun espacio al que ya no perteneceny que ya no existe (más que como re-cuerdo), y reconstruir sus subjetivi-dades en la tensión sociourbana delos nuevos espacios.

Más tarde, el mismo adolescen-te comentó que “… y ahora tenemoscorso acá … que antes no había”. Elcorso acá expresa el orgullo identi-tario de rescatar su vieja zona de re-sidencia y decir que vienen del lugardonde están los mejores carnavales.No obstante, la afirmación de “yo soyde… y no de la villa” enfatiza la ne-cesidad de reconstruir una identidadque no se reconoce en el contextodel barrio nuevo.

No es posible concluir, más queprovisoriamente, lo que ahora estápasando. Y en tal sentido, conclui-mos –por ahora– con una reflexiónacerca del uso generalizado de esteadverbio, presente en todas las char-las con los niños, niñas y adolescen-tes de las ex villas trasladadas: aho-ra ya estamos; ahora soy de…; aho-ra hay corso acá; ahora tengo quesalir un rato antes. La expresión aho-ra sitúa la dialéctica espacialidad-tem-poralidad en una estructura que in-augura prácticas y formas de vivir eltiempo y el espacio. Bauman sostie-ne que los pobres son estructural-mente superfluos y están encadena-dos al espacio: sus vidas transcurrenen un tiempo agobiante sin espacios,constreñidos a moverse en zonas res-tringidas, de y para pobres5.

Sin embargo, a partir de las trans-formaciones en las vidas cotidianasde los niños ex-villeros muchos de

los cuales estuvieron en situación decalle, verificamos que, ante los es-pacios de los nuevos barrios, los po-bres, fundamentalmente los más jó-venes, comienzan a tener otros tiem-pos y se empiezan a manejar conotras prácticas, ahora que viven sustiempos en otros espacios.

Notas1. Una reflexión especial se abre

ante el análisis de este tipo de polí-ticas de vivienda, basadas en trasla-dos y re-localizaciones de grupos hu-manos cuya distinción está dada porser pobres y vivir en terrenos de losque no son propietarios, a menudo,con un alto poder inmobiliario, cir-cunstancias estas que los vuelvenmás objetos que sujetos de políticaspúblicas, y que restringen al máximosus márgenes de decisión. Diversascuestiones se ponen en tensión. Poruna parte, hay un indudable sentidode dignificación de la vida de las per-sonas, a través de la asignación deviviendas que no se caen con los sis-mos y que no son nidos de vinchu-cas. Hay sin embargo un sentido in-quietante y poco claro, que se invisi-biliza bajo el discurso dignificador: eltraslado, una mudanza traumática,no elegida, impuesta; el nombre deerradicación, su significación literalde arrancar las raíces –desarraigo–y su connotación chicagueana de hi-gienismo urbano, remiten de mane-ra directa a pensar en situaciones dediscriminación encubierta.

2. El nombre de niñez en situa-ción de calle alude al nombre cono-cido popularmente de chicos de lacalle, que refiere a los niños, niñasy adolescentes que, por motivacio-nes diversas transcurren una impor-tante parte de sus vidas trabajandoo deambulando en las calles de lasciudades. Este concepto –chicos ensituación de calle– constituye un con-cepto no acabado, en proceso dedebate y de construcción y recons-trucción teórica. Hay consenso enel uso del concepto, no obstante su

condición de provisoriedad, puestoque se acuerda en que es teórica-mente más adecuado que la deno-minación popular de chicos de la ca-lle, la cual designa más bien un con-junto de imaginarios y representa-ciones sociales presentes en el es-quema normativo hegemónico acercade estos chicos y chicas. La nociónde chicos de la calle ha sido dura-mente discutida por su condición deestatizante y porque supone una par-cialidad estigmatizante en la cual sedefine a estos chicos y chicas, des-de una mirada estática que se con-centra en la situación actual desco-nociendo sus historias personales.En tal perspectiva estática, los chi-cos y chicas de la calle aparecencomo si por algún acto de magiaperversa no tuviesen otra madre niotra familia que la calle, como si per-teneciesen a la calle y como si es-tuviesen irremediablemente conde-nados a ser parte de ella. Por el con-trario, el concepto de situación decalle designa un estado temporal eincorpora un enfoque procesual, quecontempla el análisis de las trayec-torias de vida, con una visión no es-tigmatizante de los sujetos que de-signa. Hay una intencionalidad ex-plícita de incorporar la historia per-sonal / familiar previa a la llegada ala calle, entendiendo que es estahistoria la que explica la situaciónde calle y también que es en elladonde reside la clave para pensaren la posibilidad de un futuro fuerade esta.

3. La lista de estudios es vasta.Nombramos aquí algunos de los es-tudios que tenemos como referencia,sin pretensiones de que sea excluyen-te. Entre otros, Duschatzky, S y Co-rea, C: 2002; Eroles, C. / Fazio, A. /Scandizzo, G.: 2002; Llorens, M:2005;Gutiérrez, A: 2005; Amar Amar / Abe-llo Llanos; Denegri Coria /Llanos Mar-tínez/ Jiménez Gómez: 2001; Macri/Ford / Berliner / Molteni: 2005; Kuas-ñosky/ Szulik: 2000. Carraher, T/ Ca-rraher, D / Schliemann, A: 1995.

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RREEFFEERREENNCCIIAASS BBIIBBLLIIOOGGRRÁÁFFIICCAASS

Bauman, Zygmunt (2000) Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.

Carli, Sandra (2006) Notas para pensar la infancia en la Argentina (1983-2001). Figuras de la historia re-ciente. Artículo en CARLI, S. (Comp.) (2006) La cuestión de la infancia. Entre la escuela, la calle y el shop-ping. Ed. Paidós. Buenos Aires.

Corea, Cristina / Lewkowicz, Ignacio (2004) Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas. Familias per-plejas. Ed. Paidós. Buenos Aires

Duschatzky, Silvia, Corea, Cristina (2002) Chicos en banda. Los caminos de la subjetividad en el decli-ve de las instituciones. Ed. Paidós. Bs. As.

Eroles, C. / Fazio, A. /Scandizzo, G. (2002) Políticas Públicas de Infancia. Una mirada desde los dere-chos. Ed. Espacio. Buenos Aires.

Gutiérrez, Alicia (2005) Pobres… como siempre. Estrategias de reproducción social en la pobreza Fe-rreira Editor. Córdoba. Argentina

Mateos, Paula (2005) Lo legal y lo legítimo en el control social de los chicos y chicas en situación de ca-lle: trayectorias desde la marginalidad a la exclusión. Artículo en el libro Lo legal y lo legítimo en el discursoy en las prácticas. Diana Coblier y Alfredo Grande (comp.) Fundación Tehuelche. Ed. Sapiens. Buenos Ai-res.

Mateos, Paula (2007) Saberes estratégicos de supervivencia: circulación de saberes en el trabajo infan-til en situación de calle. Artículo en el libro ¿De la escuela al trabajo? Luis Garcés (comp.) Ed. del Signo.Buenos Aires.

Mateos, P. (2006) Trayectorias y aprendizajes sociales de chicos y chicas en situación de calle, artículoen La cuestión de la infancia. Entre la escuela, la calle y el shopping. Compilación dirigida por Sandra CAR-LI. Ed. Paidós. Buenos Aires. 2006.

Morales, Liliana A. (2001) Mujeres jefas de hogar, características y tácticas de supervivencia. Una inter-vención desde el trabajo social. Ed. Espacio. Bs. As.

Pickenhayn, Jorge y otros (2006) Villas: ¿re-localización o erradicación? Habitat, salud y pobreza en SanJuan. Programa de Geografía Médica. Congreso Nacional de Geografía. LXVI Semana de Geografía. UNSJ.

4. Nacidas para participar de loscorsos de carnaval y originarias delos barrios de Chimbas –departamen-to de la periferia urbana donde habíanumerosos asentamientos–, y con elaporte sincrético de la tradición in-migrante boliviana, las murgas san-juaninas son un capítulo aparte enmateria de autogestión y desarrollocreativo de saberes de diversa índo-

le: costura, corte y confección, bor-dado, carpintería, etc.

5. Bauman señala que las asime-trías se acentúan desde la perspec-tiva del espacio y del tiempo y pre-cisa que, mientras los pobres se en-cadenan al espacio; los ricos, aco-modados y propietarios globalizadosviven en el tiempo y no tienen fron-

teras, por cuanto el espacio no espara ellos un condicionante restric-tivo (sí lo es para los pobres). Estascuestiones abren una estratificación,una suerte de nuevo reparto: “lo quepara unos es libre elección para otroses destino implacable”. BAUMAN,Zygmunt (2000) Modernidad líqui-da. Fondo de Cultura Económica.Buenos Aires.

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En la ciudad de Buenos Aires, for-man parte del paisaje urbano diferen-tes manifestaciones de la pobreza.Al recorrerla todos los días vemoschicos vendiendo diversos produc-tos en subtes o trenes, cartoneros,hombres y mujeres revolviendo la ba-sura, acomodados en una esquinajunto a niños pequeños pidiendo mo-nedas, durmiendo y viviendo en lascalles. Las políticas sociales y eco-nómicas implementadas a partir dela década de los setenta dejaron co-mo saldo un importante incrementode la pobreza, cuyos efectos se ob-servan, se perciben y se viven en lapropia trama urbana.

Para la población más joven denuestro país, esta problemática se

ve exacerbada. En Argentina casi lamitad de niños y adolescentes sonpobres: en el año 2005 el 49,5 % dela población de 0 a 17 años del pa-ís se encontraba por debajo de la lí-nea de pobreza1. Niños, niñas y ado-

lescentes en situación de calle for-man parte del escenario donde dife-rentes manifestaciones del mismo fe-nómeno configuran el mapa margi-nal de lo urbano.

Es complejo conocer con exacti-tud cuántos chicos y chicas en situa-ción de calle hay en la ciudad de Bue-nos Aires ya que se trata de una po-blación muy difícil de censar, tanto porsu ubicación como por su movilidad.Según el último censo realizado en di-ciembre de 20072 por el actual Go-bierno de la Ciudad de Buenos Aires,existirían 798 chicas y chicos durmien-do en las calles de la ciudad. Por suparte el censo realizado por el Con-sejo de Derechos de Niñas, Niños yAdolescentes, entre abril y mayo de

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INVESTIGACIÓN

Chicos, Chicas y la Calle

Por Cecilia Litichever

Cecilia Litichever es licenciadaen Sociología por la Universidadde Buenos Aires y Maestrandaen Diseño y Gestión de PolíticasSociales por FLACSO-Argenti-na. Ha trabajado en el Centro pa-ra Chicos en Situación de Calledel GCBA (CAINA). Sus temasde investigación abordan la cues-tión de la infancia y la adoles-cencia en situaciones de vulne-rabilidad.

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2001 (Lezcano: 2002), arroja la exis-tencia de 1645 chicos y chicas me-nores de 18 años en situación de ca-lle de los cuales el 62, 6 % son varo-nes y el 37,4% son mujeres.

En este artículo nos gustaría cen-trarnos en la indagación sobre algu-nas de las condiciones que hacen ala vida en calle de chicos y chicas,considerando principalmente los mo-dos de habitarla y los significadosque ellos mismos elaboran para des-cribir su tránsito por la ciudad, la re-lación con sus amigos, sus códigosy ocupaciones. Para ello tomaremoslas palabras, los relatos y las expe-riencias de chicos y chicas en situa-ción de calle obtenidas a través deentrevistas en profundidad, observa-ciones y testimonios en el marco deltaller literario y de radio realizados enel Centro de Atención a la Niñez yAdolescencia (CAINA)3. Nos basa-mos en los resultados preliminaresde investigación de la tesis de maes-tría “Trayectoria institucional y ciuda-danía de chicos y chicas con expe-riencia de vida en calle”, actualmen-te en curso (Litichever, mimeo).

En primer lugar, es posible reco-nocer algunos aspectos generales

compartidos por diversas investiga-ciones. La situación de calle es unarealidad cambiante, donde la esta-día puede ser larga o acotada, de-pendiendo de las historias persona-les, los vínculos familiares, los ba-rrios, los amigos, el consumo de dro-gas, entre otras cuestiones. (Luchi-ni 1995, Llorens 2005, Pojomovsky2008). En general muchos chicosvuelven a sus casas –con mayor omenor frecuencia– de modo que lavida en la calle no suele ser una con-dición estática ni definitoria. A su vezlos vínculos familiares se mantienen,ya sea volviendo a sus hogares o conencuentros esporádicos con sus pa-rientes en el ámbito callejero o endistintos puntos de la ciudad. Inclu-so para muchos chicos el hecho depermanecer en la calle se establececomo una estrategia familiar de sub-sistencia donde contribuyen a la ren-ta familiar en base a las actividadesallí desarrolladas4.

Chicos y chicas, habitan la ciu-dad a su manera, como saben, conla experiencia propia que los va a lle-var a elaborar definiciones acerca delo que pueden, no pueden, quiereny les conviene en la ciudad. Tambiénlas experiencias de los otros, sus pa-

res, y la propia historia marginal ur-bana va moldeando los modos enque la pobreza subsiste en la ciudad.

La calle se presenta para ellos co-mo un espacio ambivalente ya que esuna mezcla de dificultades y liberta-des, de violencias y complejidades,peligros y modos de supervivencia.A la vez que es desprotección, estambién un lugar en el cual los chicosdesarrollan habilidades y estrategiaspara responder a las exigencias quese les presentan. Establecen una se-rie de vínculos muy estrechos entresí que pueden representar protec-ción, acceso a recursos necesariospara sobrevivir pero también relacio-nes de sometimiento. Hay diversión,juego, aventura, satisfacción a cier-tos placeres. La calle aparece comoposibilidad de acceso a determina-dos bienes y experiencias que en susbarrios no podían llevar adelante.

Al observar los modos de transi-tar la calle, encontramos que los chi-cos y las chicas conforman colecti-vos que los aglutinan en base a vín-culos, necesidades e intereses co-munes. Rara vez encontramos chi-cos solos en la calle; por lo generalestán en grupo y a estos grupos los

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Consuelo, 9 años

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denominan “ranchadas”. Las mismasconstituyen territorialidad, grupalidady singularidad. Demarcan una “para-da” en la ciudad pero también sonJuan, Pedro, Marta, José… que sejuntan, se hacen amigos, se pelean;se organizan para buscar comida,obtener dinero, dormir y jugar.

¿Qué quiere decirRanchada?

Cuando unos están juntos. Co-mo unidos. Te metés adentro de laranchada y no salís más. La rancha-da se forma ayudando entre todos.(Flavio, 16 años)5.

Siguiendo a Reguillo (1993), to-mamos algunos ejes para pensar laorganización de las ranchadas: a) elsentimiento de ccoommuunniiddaadd, dondese comparten y construyen visionesde mundo, desarrollando sentimien-tos de solidaridad y protección fren-te a la hostilidad del ambiente; b) eldominio tteerrrrii ttoorriiaall que se presentacomo un aspecto fundamental queconfiere las propias bases de exis-tencia del grupo, identificando los orí-genes en la cultura del barrio. El te-rritorio brinda una forma controlablede relación con el entorno; c) la exis-tencia de ciertos ccóóddiiggooss que otor-gan cierta normatividad al grupo don-de se establece lo que se puede yno se puede y lo que de alguna ma-nera será sancionado.

La comunidad, “el nosotros”

La grupalidad que se genera enlas ranchadas es de fuerte identifica-ción, formar parte de estos gruposda pertenencia. Las experiencias vi-vidas en la calle y como parte de unaranchada, resultan en la vida de chi-cos y chicas procesos constitutivosde su propia identidad. Se estable-cen códigos y valores que estructu-ran la vida en la calle, así como pro-mueven fuertes alianzas que se es-tablecen como vínculos de sostén.

La ranchada de la Shell, la de Flo-rida, Lavalle, Retiro, Conti, El Obe-lisco, cada una de ellas elabora un“nosotros” que les pertenece y lasdiferencia de las demás. Sin embar-go, no se trata de estructuras grupa-les fijas. Tanto sus integrantes comosus propios valores, se van modifi-cando, a la vez que permanece lasensación de formar un grupo conotros, de no estar solos, de organi-zarse con los compañeros.

Rancho es el que rancha convos, el que para con vos. Es la per-sona que está ranchando con vos.Una ranchada es mucha gente, ungrupo de ranchos unidos. Ranchoes tu compañero. Rancho es el queestá “parando” con vos pero comosos muy amigo de él, le decís “ran-chi”, como de buena onda. (Lucas,16 años).

Entonces vemos cómo se confor-ma un “nosotros” con fuerte senti-miento de solidaridad hacia el inte-rior del grupo. De este modo com-parten representaciones sociales,normas, códigos, consumos, rutinas,itinerarios en la ciudad, así como ge-neran fuertes lazos de amistad es-tructurantes de la experiencia de vi-da en calle.

Nos cuidamos entre nosotros mis-mos, no dejar que una persona másgrande venga y abuse de vos, o no de-jar que la policía venga y te quiera lle-var por cualquier cosa. (José, 19 años).

Pepe es un amigo de la rancha-da porque él me llevó a la ranchaday porque con él jodemos un rato, bar-deamos a la gente y nos divertimos.(Horacio, 12 años).

Con los compañeros compartenexperiencias, el cotidiano de transi-tar por la ciudad a veces en buscade lo mínimo necesario para subsis-tir, a veces en busca de entreteni-mientos o en búsqueda de objetosque les son preciados y que forman

parte de los consumos que se esta-blecen en una ranchada. En este sen-tido es posible pensar que uno delos factores que diferencian a unaranchada de otra es el tipo de dro-gas que consumen, siendo uno delos rasgos que los identifican frentea otros grupos.

Pero no sólo eso: muchas vecesla identidad de estos grupos está da-da en base a trayectorias barrialesprevias. Así vemos cómo la mayoríade los chicos que pertenecen a laranchada de Florida y de la Shell sonde barrios de zona sur como Quil-mes, Wilde y Bernal. De hecho sonprimos, amigos y vecinos que tienensus casas familiares unos muy cer-ca de los otros. Los del Obelisco yCaballito suelen pertenecer a la zo-na de Moreno, se conocen entre síy andaban juntos por las calles de subarrio.

Si bien no son la mayoría, tam-bién nos encontramos en la calle conalgunos chicos que prefieren estarsolos antes que acompañados deuna ranchada. En ocasiones obser-vamos que es una elección en basea experiencias previas que no fuerondel todo satisfactorias para ellos, yaque al estar en una ranchada pasa-ron por situaciones de sometimien-to y abuso de poder que los llevarona alejarse de estos grupos. Otras ve-ces se trata de períodos, siendo quepor momentos algunos chicos pre-fieren estar solos o no encuentran laconfianza suficiente en otras rancha-das como para permanecer con ellos;a su vez no coinciden con los códi-gos o por algún motivo prefieren nonegociar con determinados valoreso condiciones que hacen a su vidadiaria y que para ser aceptados enuna ranchada tendrían que admitir.Jonathan explica que frente a los ries-gos a los que se siente expuesto porestar con otros, prefiere estar solo yde este modo evitar situaciones ries-gosas a las que podría llegar acom-pañado de la ranchada.

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Pienso que más vale estar solo.A mí nunca me agarró la cana, si ha-go algo caigo yo solo, no por losotros. Es que si me agarra ganas deestar con otros, me pongo a barde-ar. Lo mío es estar tranquilo sin quenadie me venga a molestar, yo nomolesto a nadie (Jonathan, 17 años).

Los otros

Así como existe un “nosotros” delos relatos de chicos y chicas se des-prende que ubican como “los otros”a otras ranchadas, con las que se co-nocen e incluso algunos de ellos enalgún momento fueron compañeroso comparten itinerarios en la ciudad,frecuentan los mismos cybers o secruzan en alguno de los programasde atención para chicos en situaciónde calle. Sin embargo, cada rancha-da “para” en distintos lugares e in-cluso conforma modalidades de con-vivencia diferenciales. Además, enocasiones sucede que existen cier-tos roces o malestares entre miem-bros de distintas ranchadas.

Sin embargo, a quien principal-mente identifican como “los otros”es a la policía. Es con ellos con quie-nes de alguna manera comparten elestar en la calle, se identifican, reco-nocen donde están unos y otros, másque cualquier transeúnte despreve-nido. Es la policía la encargada deintervenir si realizan actividades ile-gales, siendo las figuras que daránlugar al tránsito por comisarías o ins-titutos de menores. Pero además,por los propios testimonios de loschicos, encontramos que la policíarealiza demostraciones de poder fren-te a ellos tratándolos de manera des-pectiva y agresiva, valiéndose de lasituación de desventaja en la que seencuentran para poder defenderse.

Te paran por nada (la policía). Laotra vez iba caminando, salía del CAI-NA y me pararon, me hicieron tirartodo lo que tenía en el bolsillo. Te venasí y te paran. Encima me decía: “si

te encuentro faso o base te llevo a lacomisaría”. “Bueno -le digo-, llamá ados testigos, si no me encontrás na-da me vas a tener que dejar ir” -y elchanta me dice- “vos no me vas a de-cir lo que tengo que hacer yo.” Ha-ciéndose el piola. Encima me querí-an quitar el celular. Una vez salimosdel CAINA con unos pibitos y nosparó la cana y a un pibe que tenía eldocumento se lo querían romper (Fla-vio, 18 años).

A su vez ellos mismos se sabencomo “otros” para el resto de la so-ciedad, tanto desde el acceso a de-terminados bienes y consumos, co-mo desde la interacción en la ciudad.Resulta así que en ocasiones los chi-cos exacerban las imágenes que tie-nen sobre ellos como estrategia pa-ra obtener monedas o comida. Pormomentos hacen jugar al niño sucioy débil que necesita de la solidaridadpara poder comer o al chico malo yviolento que potencialmente puedeagredir o robar. Pero también pare-

cen ser realidades irreconciliablesque se chocan y contrastan entre sí.De esta manera lo explica Flavio:

A veces te miran mal, a veces tedan, a veces no. También necesitásplata y tenés que salir a laburar. Nolaburar, sino laburar ilegal. Si le pe-dís monedas, no les gusta, y si se lesrobás tampoco (Flavio, 18 años).

Los códigos

Las ranchadas tienen sus propiasnormas y valores, es posible obser-varlos principalmente en los códigospresentes en cada una de ellas. Es-tos no son los mismos para todas lasranchadas, chicos y chicas saben quepara ser miembro de una hay que de-jar de lado determinadas cuestionespersonales, aceptando y negociandonecesidades y valores al amparo delgrupo. Así, muchas veces se estable-cen autoridades que son aceptadaspor todos. Son ellas quienes van adelinear el marco en el que desarro-

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Fermín, 5 años

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llen muchas de sus actividades, porejemplo el modo de conseguir dine-ro y comida, quiénes pueden sermiembros y quiénes no, dónde sepuede jugar, las bromas aceptablesy las que no lo son. También son elloso ellas quienes interceden en conflic-tos entre sus compañeros.

Uno de los códigos que aparecenmencionados es lo que se puede ha-cer y no en la ranchada, más que na-da enfocando en la posibilidad de cui-dar el lugar y poder permanecer allí,sin que sea un lugar “cuestionado”por los vecinos. Sin embargo, estono siempre sucede del mismo modopara todas las ranchadas y está aso-ciado al tipo de actividades que loschicos realicen en ellas.

Donde yo estaba, me fui porquequerían bardear en la misma rancha-da. Pasaba un cheto con celular, ibany se lo sacaban, en la misma rancha-da, después caía toda la policía. Esoes lo malo, porque si te drogás, va-mos a drogarnos tranqui, y ahí yocuando empezaron a hacer eso meterminé yendo, no porque tenía mie-do, sino porque bardeaban todos losdías, ya no se podía estar, la gentepasaba y nos tenía miedo, agarré yme terminé yendo. (Bruno, 16 años).

Por otra parte existen acuerdosque tienen que ver con las familias:el insulto hacia la madre es tomadocomo una de las peores agresiones.Además, se establecen cuestionesque tienen que ver con la conviven-cia y el cuidado entre ellos mismos.

Tenés que respetar a la familia,no te tenés que pelear con tus com-pañeros, no hay que faltarle el res-peto a la gente mayor. (José, 19años).

Territorialidad

El espacio ocupado por chicos ychicas puede analizarse como el lu-gar donde se plasman muchas de

sus condiciones de vida. El lugar mar-ginal, alternativo y posible donde cons-truyen su vida y su identidad. El es-pacio público que se transforma enlugar habitado. Es donde se buscanrecursos necesarios para subsistir,donde duermen, guardan sus cosas,comparten juegos, comida o entre-tenimientos. El lugar donde hay có-digos especiales porque es “su lu-gar”, el lugar que aglutina y cobija.Pero también es donde se busca op-timizar recursos, se acondiciona alas necesidades para poder garanti-zar la subsistencia en calle.

Muchas veces se establecen endiferentes puntos de la ciudad y seapropian del espacio, redefiniendolos usos del mismo. Encuentran si-tios cálidos en bocas de subte, o va-gones abandonados, entradas de ne-gocios, plazas o rincones donde po-der instalar sus carritos, con uno deellos siempre haciendo guardia y cui-dando sus objetos y ropa.

La territorialidad es cambiante,no siempre permanecen en los mis-mos lugares ni con las mismas per-sonas. Los propios vínculos entreellos, la relación con los vecinos ocomerciantes, otras ranchadas o lapolicía son algunos de los determi-nantes a la hora de elegir movilizar-se hacia otra zona de la ciudad o cam-biarse de ranchada.

Antes paraba en Villa Luro con mihermano, y como un hombre me tra-jo acá, al CAINA, me había traído unavez, yo estaba en Villa Luro y no sa-bía lo que era el CAINA. Empecé avenir y seguía parando en Villa Luro,pero como no podía seguir gastan-do para el boleto, empecé a parar enla Shell, con mi hermano y con otropibe más. (Flavio, 18 años).

En este sentido, el territorio tam-bién organiza muchas de las activi-dades cotidianas, como ir al CAINA,buscar un rincón para dormir por latarde, pedir monedas, ir al cyber, dro-

garse y jugar. Estas son las principa-les actividades descriptas por los chi-cos. Adaptadas a los otros tambiénpresentes en la calle.

Jugábamos en el Obelisco, o alcostado de Constitución, pero des-pués nos sacaban los cobanis (poli-cías) pero igual nos divertíamos unrato. Venía la policía a cortarte elmambo, también otros pibes. Ahorano podés jugar más, o podés jugarpero en lugares más cerrados. En laplaza del Obelisco no podés jugarmás porque pasa mucha gente, co-mo que los molestás. (Bruno, 16años).

Consideramos que niños, niñas yadolescentes que transitan las callesde la ciudad de Buenos Aires, des-arrollan aquello que Merklen (2005)llamó lógica del cazador urbano, don-de individuos atravesados por doscondiciones –inestabilidad institucio-nal e inscripción territorial– se venarrojados a la búsqueda de oportuni-dades, donde la inscripción territo-rial, se constituye en la principal fuer-za de sostén otorgando una “densi-dad relacional que permite contenerla precariedad aunque sea parcial-mente.” Frente a la falta de respues-tas por parte de las políticas públicaspara solucionar esta problemática,chicos y chicas se valen de sus ran-chadas, contactos en calle o en susbarrios, programas sociales, para ob-tener recursos necesarios de subsis-tencia. De este modo en base a unared relacional, obtienen comida, ba-ño, piden monedas juntos, se vincu-lan afectivamente e incluso a vecesbuscan la manera de salir de la situa-ción de calle.

Yo conozco mucha gente. Tengoun amigo que hace tallares con loschicos de la calle que tengo el nú-mero de teléfono, después tengo unaamiga chilena, una amiga brasileraque me regaló una remera de Brasil,un amigo de un bar donde me danpara comer (Juan, 18 años).

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Pero también desde otra ópticaes posible reconocer cómo chicos ychicas desarrollan cierta capacidadde agencia para llevar adelante su vi-da en la ciudad, y las formas posiblesde satisfacción de sus deseos y ne-cesidades. De este modo se recono-ce un rol activo como agentes de ne-gociación tanto con las institucionescomo con las condiciones en las quese desarrollan sus vidas. Chicos ychicas negocian con sus grupos, consus compañeros, con las institucio-nes de atención para poder atrave-sar el cotidiano en la ciudad de la ma-nera en que les sea posible.

Notas1. Fuente: INDEC. Procesamien-

tos especiales de la Dirección de Es-tadísticas Sectoriales. En observa-

torio de Jóvenes, Instituto Gino Ger-mani. http://www.observatoriojove-nes.com.ar

2. Algunas condiciones de la vidaen calle hacen que sea compleja sumedición –sin adentrarnos en la discu-sión acerca de los requerimientos me-todológicos–: por un lado, no siemprese encuentran en los mismos lugaresni se quedan en la ciudad. Por otro,hay períodos del año, como el mes dediciembre, donde una proporción im-portante de chicos y chicas vuelven asus casas con motivo de acercarse lasfiestas de Navidad y año nuevo.

3. El CAINA, Centro de AtenciónIntegral a la Niñez y Adolescencia, esun centro de día para chicos y chicasen situación de calle, dependiente de

la Dirección General de Niñez, Minis-terio de Desarrollo Social, Gobiernode la Ciudad Autónoma de BuenosAires. Algunos de los servicios pres-tados por la institución son: alimen-tación, atención en salud, asesora-miento jurídico, aseo personal, bañoy talleres (escuela, plástica, música,circo, literario, murga, radio, etc.)

4. Si bien no abordaremos aquílos distintos modos de habitar la ca-lle para varones y mujeres, cabe men-cionar que existen diferencias tantoen los motivos que hacen que las chi-cas se vayan de sus casas (Gentile2005) como en la permanencia encalle.

5. Los nombres de los chicos fue-ron modificados por razones éticas.

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RREEFFEERREENNCCIIAASS BBIIBBLLIIOOGGRRÁÁFFIICCAASS

Denis Merklen (2005). Pobres Ciudadanos, las clases populares en la era democrática (Argentina 1983-2003) Editorial Gorla

Gentile, M. Florencia (2005). Garçons et filles en situation de rue. Pertinence analytique des notionsde genre et de rapports sociaux de sexe. GIS Réseau Amérique latine. Actas del 1er Congreso del GISAmérique latine, Universidad de La Rochelle. http://halshs.ccsd.cnrs.fr/halshs-00005628/en/

Lezcano, Alicia (2002). Condiciones de vida y laborales de los niños y adolescentes que transitan laCiudad Autónoma de Buenos Aires. Bs. As. Mayo de 2002. http://dim.buenosaires.gov.ar/areas/des_social/chi-cos/censo.pdf

Llorens, Manuel (2005). Panorama general del fenómeno de niños y niñas con experiencia de vida en lacalle en Venezuela. En Llorens, Manuel; Alvarado, Cristina; Hernández, Natalia; Jaramillo, Ursula; RomeroMayra, Souto John, (2005) “Niños con experiencia de vida en la calle”. Ed. Paidós. Buenos Aires.

Litichever, Cecilia (2008). Trayectoria institucional y ciudadanía de chicos y chicas con experiencia de vi-da en calle. Tesis para optar por el título de Magíster en Políticas Sociales, FLACSO. Mimeo.

Lucchini, R. (1996) Niño de la calle, identidad, sociabilidad y droga. En Características generales de losniños y las niñas con experiencia de vida en la calle. en Llorens, Manuel; Alvarado, Cristina; Hernández, Na-talia; Jaramillo, Ursula; Romero Mayra, Souto John, (2005)“Niños con experiencia de vida en la calle”. Ed.Paidós. Buenos Aires.

Pojomovsky, Julieta; Cillis, Natalia; Gentile, M. Florencia (2008). Cruzar la calle, niñez y adolescencia enlas calles de la ciudad. Espacio editorial. Buenos Aires, Argentina.

Reguillo Cruz, Rossana (1993). Las Tribus Juveniles en tiempos de la modernidad. En Estudios sobre lasculturas juveniles contemporáneas, Vol. V, número 15 Marzo 1993. Universidad de Colima, México.

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–¿Cómo piensan la escuela losarquitectos? ¿Qué le aporta laarquitectura al pensamiento so-bre lo escolar?

El mecanismo de lo arquitectóni-co en lo escolar está muy oculto y esa la vez muy evidente. Esto parece in-teresante. Si se analizan las escuelasde la ciudad de Buenos Aires de losaños ‘40 y las de los ‘70 es elocuen-te el esmero puesto en dificultar aque-llo que la escuela debería facilitar.

Desde la arquitectura se puedereproducir y ser complaciente conel rol dominante de la educación odetectar la grieta sobre la cual sepuede operar. En el estudio tratamosde operar sobre la grieta. Está muyinstalado el modelo de lo escolar yreformularlo es una tarea ardua. Sedebe replantear el módulo de 7, 20m por 7,20 m como medida ideal delaula, así como su configuración. Esemódulo se aplica indiscriminadamen-te. Se divide en cuatro para alojar:

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ENTREVISTA

ENTREVISTA A TERESA CHIURAZZI

Estanislao Antelo

Ana Abramowski

Teresa Chiurazzi es arquitecta.Ha construido y proyectado es-cuelas desde su actividad priva-da (estudio CHD arquitectos) yha participado en el Ministeriode Educación de la Nación en elprograma “700 escuelas” y en laConvocatoria a estudiantes dearquitectura “Repensar las es-cuelas”. Es docente de Proyec-to II en la Universidad TorcuatoDi Tella.

“Pensar lo escolar como primer edificio público del niño”

EEssccuueellaa SSeeccuunnddaarriiaa EEccooss CCAABBAA.. Naturaleza y arquitectura. Foto: Archivo CHD arquitectos

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la secretaría, la dirección, la vicedi-rección y la sala de maestros. Y sesiguen construyendo escuelas conese único módulo: aulas comunes,talleres y biblioteca. ¡La escuela noes un tren! Como una serie indeter-minada, indiscriminada, homogénea.De ese modo no se resuelven lasparticularidades de acuerdo con lasedades y las actividades que debealojar cada lugar.

Hay algunas operaciones que noson sólo arquitectónicas, los arqui-tectos deberíamos leer las inquietu-des de quienes repiensan lo esco-lar. Hay maniobras posibles. Nos-otros en una escuela corrimos la Di-rección del lugar habitual. No nos

parece suficiente, sabemos que noestamos poniendo en cuestión lainstitución, pero se trata de un des-plazamiento en otro sentido. La ar-quitectura tiene que evitar dificulta-des y facilitar oportunidades. Paraello es importante partir de una es-trategia arquitectónica dúctil, quecontemple los cambios en el tiem-po, las dudas propias de la educa-ción, las modificaciones de los pro-yectos institucionales. Sobre todoconsiderando el compromiso de quelo que construimos debe perdurarmucho tiempo. Este concepto refie-re a la conservación, pero por so-bre todo a la vigencia íntegra de lasobras. La arquitectura no debe serun fast-food.

Un ejemplo: En el jardín de infan-tes, tener las piletas adentro de la sa-la puede ser más confortable, perosi están afuera se puede promoverel encuentro con los niños de otrassalas y de allí pueden surgir otras ac-tividades, otras sorpresas. En estecaso es importante poner en cues-tión el límite de la sala y su relacióncon otras áreas, o sea, con otros.Esas son decisiones pedagógicas yarquitectónicas.

–¿Por qué hay tanta dificultadpara innovar en arquitectura es-colar?

Luis Iglesias en Confieso que heenseñado dice “dime cómo disponestu tiempo y tu espacio y te diré cómoenseñas”. Esta frase pone en eviden-cia la necesidad de trabajo conjunto.Si bien hay voluntades aisladas, en larealidad es poco frecuente. Cuandose decide remodelar, modificar, am-pliar o construir una escuela o en losplanes estatales, en general, no setienen en cuenta las dudas de la pe-dagogía ni las dudas de la arquitec-tura. Uno de los problemas de los ar-quitectos es darle respuestas a lasdudas que atraviesa lo escolar.

Para Freinet, Iglesias, Leticia yOlga Cossettini el aula era la impren-ta, el taller, el laboratorio, los bichos,las plantas. Si estos maestros verifi-caron el acierto de estas propues-tas, ¿qué pasó para que esto hoy nose vea reflejado en las escuelas quese construyen? Esto ocurre tanto enlas casas adaptadas (que ademásmuchas veces no cumplen con losmedios de salida, ni con la ventila-ción, ni con el estímulo que tiene quetener el espacio), hasta, en muchoscasos, en las escuelas proyectadasde los planes.

–¿Cómo entienden los arquitec-tos el espacio público?

Hay opiniones diversas en cuan-to a la distinción espacio/lugar. Para

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JJaarrddíínn ddee IInnffaanntteess BBoommppllaanndd GGCCAABBAA.. Dimensiones y usuarios. Foto: Archivo CHD arquitectos

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algunos, espacio refiere a las dimen-siones y lugar a las cualidades, y, pa-ra otros, es a la inversa. Adhiero aque lugar incluye la cualidad. Y lacualidad de lo público tiene que vercon las formas en que se lo concibey también con la forma en que se lodiseña. El objetivo es que la gente sesienta identificada y sienta los luga-res como propios.

Hay otro tema que es si la señalde lo público es un agregado o esparte de la concepción. Aldo Rossi,un importante arquitecto italiano, loha denominado “indiferencia a la fun-ción”: lo que es específico de un edi-ficio es más su capacidad de repre-sentar ideas que su exclusiva adap-tación a funciones particulares.

Cuando uno proyecta un destinopúblico tiene un compromiso con unusuario mucho más indeterminado,mucho más heterogéneo, mucho másdiverso, mucho más cambiante y mu-cho más incierto. Creo que el com-promiso con el usuario abstracto esmayor. El objetivo es hacer del espa-cio público un lugar.

Pensar lo escolar como primeredificio público del niño es una opor-tunidad interesante. La escuela re-presenta la posibilidad de compartircon pares y no pares. Y la escuelaestatal absorbe hoy una gama másacotada que antes. La escuela mu-nicipal de mi barrio, Flores, era fran-camente heterogénea, y hoy lamen-tablemente el deterioro ha hecho quese haya puesto tristemente homogé-nea. Pese a lo cual la heterogenei-dad existe y no siempre se recono-ce: discapacitados, niñas, varones,repitentes, niños de diferentes eda-des. Allí también la arquitectura tie-ne que responder.

–¿De las escuelas que hiciste,cuál es la que más te gusta?

Me gustan diferentes escuelas,por razones distintas. Este estudio

participó en los proyectos para jar-dines en los hospitales de la Ciudadde Buenos Aires, y no fue una tareaarquitectónica en los términos tra-dicionales sino desde la gestión1.Se operó desde dónde instalar esosjardines, buscando el mejor prediopara ellos. Los jardines de los hos-pitales estaban funcionando en loslugares más degradados, al lado dela morgue, del estacionamiento. Unaposibilidad es que el Estado o unprivado, se acerquen y expresen sunecesidad y el arquitecto opere des-de allí: aceptando el programa y elsitio. Y otro modo es intervenir re-formulándolos. La tarea se comple-ta con el proyecto, el diseño, los de-talles y la obra.

Otra escuela que me gusta es“Ecos” porque la naturaleza, y so-bre todo la naturaleza dentro de laciudad, es muy generosa. Me pa-rece que respondimos en corres-pondencia. Además, pudimos plas-mar algunas de las cosas que pen-samos. Los puestos están distribui-dos de tal manera que hay una equi-dad en la distribución del programapedagógico que se refleja en la ar-quitectura. Es un edificio que, encada planta, en cada cuerpo, tienediversidad de lugares: aulas, talle-res, laboratorios, puestos de go-bierno. La arquitectura está expre-sando “no vale más matemática queplástica, valen diferente”. “Ecos”adscribe a algunos de los principios

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EEssccuueellaa SSeeccuunnddaarriiaa EEccooss CCAABBAA.. El patio Plaza. Foto: Archivo CHD arquitectos

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de lo que en arquitectura se llamóel “Team 10” movimiento que supe-ró al CIAM (Congreso internacio-nal de la arquitectura moderna). ElCIAM avaló al funcionalismo, el “Te-am 10” propuso recuperar la ciu-dad. Y “Ecos” tiene calles y plazasy casas aulas, casas talleres. Meparece que la escuela es una opor-tunidad de recrear la ciudad y deenseñar a habitar (investir, apropiar-se) en la ciudad.

–¿Cuáles son los espacios másconflictivos de las escuelas, losque, al momento de proyectaruna obra, demandan particularatención?

Desde lo instalado, uno de lostemas más conflictivos para repen-sar es el invento del SUM (salón deusos múltiples): esta idea de un úni-co lugar grande en el cual convivenel comedor, el salón de actos, el gim-nasio y el recreo de lluvia. Creo queha sido un ahorro metro cuadrado-pensamiento. Así como está mal ex-cluir para facilitar también está malincluir para facilitar. Y desde las con-diciones del confort arquitectónicoes mentira que el SUM facilita. Estoestá instalado, entonces, una vez quese instala, desarmarlo es costoso.

–El SUM parecería favorecer lainteracción. Hablando del espa-

cio público, ¿cuál es el espaciomás público de los espacios es-colares?

El espacio más público de los es-pacios escolares debería ser la es-cuela en su conjunto: áreas cubier-tas (edificios), semicubiertas (galerí-as) y descubiertas (patios, terrazas,huertas). Es de especial interés elmodo de proyectar los conectivos(corredores, galerías), el lugar quese comparte. Es el lugar que tiene laoportunidad de poner en cuestión ellímite entre el aula y los afueras delaula (interiores y exteriores).

–¿El conectivo sería como la ca-lle de la escuela?

Claro. Ese lugar sirve para com-partir, para informar, para jugar, pa-ra guardar, para exhibir, para una grancantidad de actividades que en rea-lidad podrían ocurrir ahí y en gene-ral no ocurren. El intercambio entre1º A y 1º B, entre 2º A, y 3º C. ¿Porqué la escuela no es como la plaza?En la plaza uno se encuentra con gen-te de otras edades, en la escuela pa-rece que no, hay patios segmenta-dos. Una Directora una vez pidió alam-bre en el patio para separar a los de2, 3, 4 y 5 porque los de 5 lastima-ban a los de 2. La escuela está llenade enemigos fabricados.

–¿Cómo se piensa desde la ar-quitectura la cuestión del aden-tro y del afuera de la escuela?

Las escuelas en general no tie-nen pensamiento sobre el exterior.Las escuelas claustros, con todo loque uno les puede reclamar –porqueeran indiscriminadas, porque orien-tan el 50% al revés– armaban un es-pacio exterior y algunas tenían cier-to encanto. Pero, en general, el pa-tio de la escuela es el remanente, loque le queda libre al equipo que pro-yectó (o que dibujó). Cuando se pier-de de vista la importancia de la cua-lidad de los exteriores, también se

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EEssccuueellaa FFeeddeerriiccoo GGaarrccííaa LLoorrccaa GGCCAABBAA.. A la izquierda las aulas, a la derecha el paisajedel parque: luz y color. Foto: Gustavo Sosa Pinilla

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está expresando un modo de pensarel deporte, la recreación el ocio, eljuego, como si ellos no formaran par-te del proceso de enseñanza/apren-dizaje. Esto se revierte si la estrate-gia parte de concebir en forma simul-tánea los llenos y los vacíos.

–¿Y qué significan las puertas delas escuelas para los arquitec-tos?

Las puertas son exclusión y clau-sura, pero también son inclusión yapertura. Cuando se piensa una es-cuela con más de una puerta, conmás de una forma de abordar, conuna forma de segmentar (pero en otrosentido), en un sentido alternativo, seda una respuesta posible a los usosen contraturno. Se favorece el usopleno. Las escuelas hacen un uso ho-rario que permite que sus edificios yáreas exteriores sean compartidospara otros usos compatibles.

Lamentablemente la puerta de laescuela está afectada como conse-cuencia del deterioro del espacio pú-blico. ¿Cómo era la puerta de la es-cuela? Era un lugar entre la ciudad yla escuela, era un umbral, no un lími-te. El lugar donde las madres espe-raban, los chicos se encontraban, ju-gaban, se peleaban.

–Hay una expresión pedagógica,“una escuela de puertas abier-tas”, ¿qué evoca para vos quesos arquitecta?

Hay una forma de traducir esavoluntad pedagógica, a lo arquitec-tónico. Refiere a lo permeable, a lodifuso, al umbral del que hablaba an-tes. En las escuelas intentamos pro-longar la calle en el edificio y que eledificio traspase al exterior y fluyahacia la ciudad. Cuando las herma-nas Cossettini iban con los chicosa la plaza a hacer la fórmula del vo-lumen, lo hacían independientemen-te de su puerta, hay puertas que ayu-dan a ese fluir.

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JJaarrddíínn ddee IInnffaanntteess eenn eell hhoossppiittaall PPaarrmmeenniioo PPiiññeerroo GGCCAABBAA.. Sala para bebés.Equipamiento e iluminación de acuerdo con las edades. Foto: Alejandro Leveratto

JJaarrddíínn ddee IInnffaanntteess eenn eell hhoossppiittaall PPaarrmmeenniioo PPiiññeerroo GGCCAABBAA.. Acceso: lugar de transi-ción entre la ciudad y el Jardín. Escalinata y rampas definen el borde entre el Jardín y el par-que del Hospital. Foto: Alejandro Leveratto

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–Hoy es un problema abrir laspuertas de las escuelas, el con-tacto con la realidad, con lo queestá afuera se vive como peli-groso.

En el programa “700 escuelas”algunas provincias nos decían quehabía que “llavear” la escuela. No sa-bíamos de quiénes la llaveaban.

Me parece que los arquitectostenemos que responder junto conlos pedagogos, ¿realmente la es-cuela necesita del afuera? ¿Es bue-no que se fusionen? ¿Es bueno queel afuera use la escuela? A partir deello los arquitectos debemos tradu-cir. Creo que lo que pasa es que nose sabe bien qué hacer con las es-cuelas. Creo que la respuesta ar-quitectónica es acompañar la duda.Me parece que acompañar la dudano puede restringir la oportunidad.Seguramente la solución no es po-ner rejas.

–¿Cómo se piensa desde la ar-quitectura el tema de la insegu-ridad y el riesgo? El tema de ins-

talar alarmas en las escuelas,los detectores de metales.

Muchas escuelas no cumplencon los medios de salida, y luego sepreocupan porque los chicos se ti-ran por la baranda. Hay muchas es-cuelas de muchos metros cuadra-dos y con planta alta que no tienenescalera de emergencia ni ascen-sor. En el terremoto de Catamarcade 2004, algunas escuelas no pu-dieron usar la escalera de escapeporque estaba cerrada con canda-do para que los chicos no se esca-paran.

Se descuenta que una escueladebe contar con vidrios laminadosde seguridad, sistemas de preven-ción de incendio, barandas antitre-pables, en cumplimiento de la ley24.314.

Ahora se habla de arquitecturasustentable, como si fuera un agre-gado. Pero la arquitectura deberíaser sustentable. La escuela debe sersegura, porque la seguridad es unode los datos del confort, y la escue-

la tiene que ser confortable, la técni-ca debe estar a su servicio. El temaes ¿cómo es la seguridad de la es-cuela? Primero, ¿se analiza profun-damente cuáles son las necesidadesreales? He visto escuelas rurales quetienen rejas. ¿Son necesarias las re-jas o es un registro televisivo? ¿Cuá-les son los peligros o los riesgos enlas escuelas? ¿Es para que no en-tren los que están afuera, o para queno salgan los que están adentro?,como dice Gabriela Diker.

Tal vez sería bueno pensarlo enrelación con las plazas de la ciudadde Buenos Aires, que están enreja-das. Creo que primero habría queconfirmar el diagnóstico sobre la in-seguridad, que es un tema de es-pecialistas, y no de apreciaciones.Si fuera cierto que hay necesidadde cerrar las plazas, ¿sería un diag-nóstico definitivo o temporario? ¿Te-nemos esperanzas de recuperar eseespacio público? Si es así, ¿no ha-bría que hacer otro tipo de diseño?Lo que varía es la forma de interpre-tar a la inseguridad como problema.Deberíamos comenzar a discutir los

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LLiicceeoo FFrraannccééss MMoonntteevviiddeeoo.. UUrruugguuaayy.. Autores de la obra Gilbert - Giordano - Lorente Mourelle, Arquitectos. Conectivo: dimensionesgenerosas, buena iluminación y agradables vistas hacia el exterior. Foto: Archivo CHD arquitectos

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conceptos de identidad, pertenen-cia y habitar.

–¿Hay una arquitectura para ri-cos y otra para pobres o solo hayarquitectura para ricos?

Me parece que el problema esque la arquitectura de los ricos se lla-ma arquitectura y a la de pobres sela llama infraestructura o construc-ción. De hecho, las reparticiones es-tatales hoy no se llaman más “arqui-tectura escolar” sino “infraestructu-ra escolar”. Eso es quitarle la cuali-dad y avalar que se trata solo deconstruir metros cuadrados y canti-dad de aulas.

Jordi Borja dice “el lujo del espa-cio público y los equipamientos co-lectivos, no es despilfarro, es justi-cia. Los programas públicos de vi-vienda, infraestructura y servicios,deben incorporar la dimensión esté-tica como prueba de calidad urbanay de reconocimiento de la inclusiónsocial. Cuanto más contenido socialtiene un proyecto urbano, más im-portante es la forma, el diseño y la

calidad de los materiales”. En esesentido los últimos proyectos en Me-dellín son un ejemplo elocuente.

–Se hace difícil pensar el conforten las escuelas, es como si se loviviera como gasto superfluo.Hay cierto descuido de los edi-ficios que está prácticamentenaturalizado y se asocia casi demanera exclusiva a la variableeconómica.

Me parece que el descuido estárelacionado con la edad. Las aulasde jardín, en general, son más ama-bles. Las aulas de primaria son indi-ferentes, y las aulas de secundaria,están altamente degradadas. Y meparece que esto también habla de laarquitectura y de la pedagogía.

Otro ejemplo son los recursosque se usan para las escuelas de ni-ños con necesidades especiales. Enuna escuela de ciegos, unos jóvenesarquitectos de Entre Ríos trabajaroncon las texturas, el hormigón tiene di-ferentes tipo de incrustaciones: pie-dra, corteza de árbol, metales. Un

ejemplo de creatividad sin incidenciadesfavorable en el costo.

No se puede construir sin dine-ro. Pero con el mismo monto se pue-den hacer obras muy diferentes. Unaventana a la altura adecuada paraque un niño pueda ver el patio noes más cara. Hay equipos técnicosque siguen diciendo que las venta-nas tienen que estar altas para queel niño no se distraiga, y no sabe-mos bien de qué. La misma venta-na, más alta o más baja, va a daruna cualidad diferente. Los mismosmateriales bien usados o mal usa-dos, van a dar una cualidad distin-ta. Hacer una pared de bloque y enesa pared poner nichos para quelos chicos guarden cosas vale lomismo que hacerla sin nichos. Mu-chas veces, lo económico es unaexcusa de los técnicos.

–¿Qué particularidades de la in-fancia tienen en cuenta los ar-quitectos cuando piensan en di-señar una escuela? Muchas ve-ces, parece una cuestión de di-mensiones, como si pensar a la

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JJaarrddíínn ddee IInnffaanntteess eenn eell hhoossppiittaall PPaarrmmeenniioo PPiiññeerroo GGCCAABBAA.. Salas para niños. Equipamiento e iluminación de acuerdo con las edades.Fotos Alejandro Leveratto

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infancia fuera pensar sillas, me-sas y baños chiquitos.

Ese es uno de los temas más di-fíciles de la arquitectura escolar, laequilibrada combinación entre lo do-méstico y lo institucional. Es frecuen-te pensar (erróneamente) que losjardines tienen que ser chiquitos. Esun ejercicio arquitectónico muy di-fícil conciliar que un niño esté có-modo, que tenga confort, que elequipamiento responda a la medi-da, y que todo eso esté en un ám-bito que además tenga escala insti-tucional. Y escala no es tamaño. Es-cala es relación. Es la respuesta en-tre lo que ocurre, cómo ocurre y eltamaño que lo aloja.

Primera medida: medimos mucho.Llevo en la cartera el metro. Medi-mos niños, no solo quietos, sino enmovimiento: a qué profundidad lle-gan, hasta qué altura alcanzan, des-de y hasta qué alturas ven. A partirde esos datos diseñamos, resolve-mos cómo proteger las aristas, cuá-les son los materiales más adecua-dos, las alturas para colgar las mo-chilas, la configuración de los bañospara que se sientan asistidos perorespetando su privacidad. Jueganmucho en el piso: ¿cuál es la mejorcalefacción? Pensamos mucho enesos temas. Pero los pensamos bá-sicamente como espacio público, enla búsqueda del carácter del espa-cio. No es una casa en pequeño.

Me parece que la arquitecturapuede inducir y debe estimular. Verun pajarito o una mariposa a travésde diferentes tipos de vidrios, refle-jar la copa de un árbol desde unaventana, posarse sobre pisos mulli-dos y duros, me parece que eso esla arquitectura.

Notas1. DGIMyE Secretaría de Educa-

ción del GCABA. Arquitectos LuisRey y Agustín Garona

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LLiicceeoo FFrraannccééss MMoonntteevviiddeeoo.. UUrruugguuaayy.. Autores de la obra Gilbert - Giordano - Lorente Mourelle, Arquitectos. Pizarrones “libro” en una delas salas de Jardín, movimiento, texturas y colores. Foto: Archivo CHD arquitectos

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Desde los tempranos ochenta investigo la presenciade lo lúdico en la escuela. En franca discusión con el na-turalismo ingenuo con el que a veces se lo explica, quie-ro conocer cuáles son las formas de juego y modos de ju-gar incorporados en la mente y el cuerpo de los niños yniñas “de hoy y de aquí” y cómo se da ese proceso. Enesa búsqueda me detengo menos en el juego como re-curso y más en el juego como derecho. El juego como de-recho no es todavía motivo de cuantiosas investigaciones,a pesar que así lo anuncian los multicolores carteles quedesde las distintas paredes de la escenografía escolarevocan el Artículo 31 de la Convención de los Derechosdel Niño. Al leer repetido aquí y allá, uno que ejerce el ofi-cio de la duda curiosa no puede menos que habilitar dosnuevas preguntas: ¿Tener derecho al juego es tener de-recho a qué? ¿Qué vinculación hay entre el ejercicio ple-no de ese derecho y la vida cotidiana escolar?

Con relación a la primera, permitámonos pensar quesi no queremos que quede en la órbita de la mera expre-sión de deseo, el derecho al juego debe ser, entre otrascosas, derecho a tiempo y espacios adecuados para ju-gar; pero no sólo eso, permitámonos pensar además queese derecho incluye también la posibilidad de hacerlo deun modo lúdico (vale decir, despreocupado, fantasioso,libre, no violento). Respecto de la segunda, hay cuestio-nes de sentido común que conviene no olvidar. Como,por ejemplo, que en determinados contextos, la escue-la constituye uno de los pocos espacios disponibles pa-ra que niños y niñas aprendan a ejercer ese derecho de

una manera inten-cional, cuidada ycompartida; o quepara una inmensamayoría de la po-blación infanto-ju-venil, los momen-tos de juego en laescuela, aunquefugaces y muchasveces empobreci-

dos, representan experiencias lúdicas especialmente sig-nificativas.

Si eso fuera efectivamente así, y estamos informadosde que lo es, la solidez del vínculo derecho al juego / vi-da cotidiana escolar, adquiere especial relevancia. Urgeentonces comenzar a pensar en la necesidad de ciertasre-adecuaciones. No sólo a nivel de los diseños curricu-lares (fortaleciendo el juego y el jugar más como conteni-do que como estrategia de enseñanza) sino también a ni-vel del diseño arquitectónico de la escuela en general yde sus espacios de juegos en particular. Nunca como enlos últimos años se ha hablado tanto del valor del juego,aunque nunca como en los últimos años el abandono delos patios se ha notado más. Una breve caminata por dis-tintos barrios alcanza para constatar que en muchas es-cuelas se levantan aulas en el terreno inicialmente desti-nado al patio y que en la construcción de los nuevos edi-

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El Patio de la EscuelaUn espacio público para aprender a ejercer el derecho al juego

OPINIÓNVíctor Pavía

Víctor Pavía es licenciado en Ac-tividad Física y Deporte, Magís-ter en Teorías y Políticas de laRecreación (orientación educa-ción). Docente de las Universi-dades Nacionales de Comahue,La Plata, Río Cuarto, Villa Maríay de la Universidad de Flores.

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ficios, ese escenario se muestra ya,desde el mismo diseño, mezquino encomparación con las necesidades delos usuarios. Digamos que, en térmi-no de normativas para la arquitecturaescolar, los parámetros de bienestar,seguridad y confort llegan hasta losespacios más jerarquizados de la es-cuela. Rara vez incluyen el patio y me-nos aún éste es tenido en cuenta enel presupuesto de equipamiento y man-tenimiento. Como el valor comercialotorgado a los espacios materiales haroto todo equilibrio, cada vez son másescasos los escenarios públicos pro-tegidos y adecuados para el juego, al-go que, pensando en La Ciudad delos Niños de Tonucci, brinda elemen-tos suficientes para comenzar el aná-lisis de un evidente mal-estar.

De todas maneras, sería un errorcircunscribir este comentario sólo ala cuestión material de metros cuadra-dos y costo de equipamiento. Intere-sa, y mucho, la dimensión emocionale ideológica. Distintos análisis de laarquitectura, tal como la conciben losniños, apuntan hacia una misma con-clusión: lo que ellos diseñan o cons-truyen es un lugar no un espacio. Lospedagogos de la experiencia analiza-ron con interés lo diferente de estascategorías. El “lugar” resume distin-tas representaciones: la del espacioconcebido (el patio como definición),el espacio percibido (el patio como

resultado de experiencias directas enlas que los sentidos juegan un papelimportante) y el espacio simbólico (elpatio como espacio querido, anhela-do, temido, etc.). Visto como lugar elpatio de juegos es un escenario que-rido, próximo y cotidiano, trajinado porlos habitantes de una peculiar sede:la escuela. Debo aclarar que utilizo exprofeso el término “habitantes” tal co-mo lo usa Ibáñez en su Sociología dela Vida Cotidiana, vale decir, los quehan hecho hábito, pauta de sus cone-xiones con el espacio; y “sede” comolo entiende Giddens en La Constitu-ción de la Sociedad: espacio físicodestinado a encuentros sostenidos ysistemáticos cuyas fronteras, muy de-limitadas, encierran y, a su vez, sonescenario de un conjunto de interac-ciones sociales rutinarias particulares.Y los utilizo en la medida en que de-cir “habitantes” y decir “sede” me ayu-da en este caso a esquivar dos cate-gorías tan cristalizadas por el sentidocomún como son las de “alumno” y“escuela” para, desde allí, comenzara entender un poco más lo que signi-fica el patio como espacio público pro-tegido para aprender a ejercer el de-recho al juego en contextos social, his-tórico y culturalmente determinados.

Pensar el patio en esos términoses una invitación a ensayar miradasmás integradoras y transdisciplinares.Vislumbrar que en función de proble-

mas emergentes, el diseño de los pa-tios escolares de juego debe ser te-ma de los planificadores urbanos enla medida en que para muchos habi-tantes es el primer escenario al queacceden animados por lo que luegoserá el espíritu de la plaza pública; quela actividad de recreo es un tema edu-cativo ya que en los fugaces encuen-tros de descanso y esparcimiento seaprende sobre el descanso y espar-cimiento compartido; que el equipa-miento y mantenimiento de espaciosprotegidos adecuados para la activi-dad lúdica en la escuela, es tambiéntema de los responsables de la saludpública atentos a los ya evidentes pro-blemas de sedentarismo infantil. La-mentablemente todavía son poco fre-cuentes los llamados a concurso deproyectos en los que se aborde al pa-tio escolar de juego, el espacio máspúblico de la escuela pública, desdeesa mirada integradora.

Para terminar, permítaseme unabreve disquisición que, si bien noapartará del tema del título, no quie-ro dejar de hacerla. Veamos: en elejercicio pleno del derecho al juego,el disponer de tiempos y espaciosadecuados, es condición necesariapero no suficiente. Las niñas y losniños también tienen derecho, diji-mos, a aprender a jugarlo de un mo-do lúdico. Para que ese aprendiza-je se dé, además de recursos mate-riales, el jugador demanda de un otrosignificativo que actúe como inter-mediador. Entre esos “otros signifi-cativos” sin lugar a dudas están cier-tos docentes. Aquellos que no sólosaben juegos sino que saben jugardel modo indicado (vale decir: des-preocupado, fantasioso, libre, no vio-lento) y que en la práctica pudieronconcretar un leve corrimiento: de lapremisa que postula que el docenteenseña o educa a través del juego,a la posibilidad de que también en-señe o eduque en el jugar, en un con-texto emergente en el que ya se co-mienza a detectar cierto déficit enese sentido.

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¿Por qué las representacionesmediáticas se presentan como un ob-jeto de análisis valioso para pensara la infancia? ¿De qué manera inter-vienen el cine, la televisión y otrosproductos de consumo infantil en laconstitución de las subjetividades?¿Cómo son interpelados los niños yniñas por los discursos que circulanen los medios?

El interés en analizar los produc-tos de consumo infantil se basa enque éstos proponen un universo sim-bólico que impacta en la constituciónde las identidades infantiles en tan-to construyen representaciones quetienen la potencialidad de convertir-se en referentes colectivos. Así co-mo la educación pública se impusocomo un espacio privilegiado de trans-misión de la cultura, de representa-ción social y de producción de iden-tidades a lo largo del siglo XX, losmedios de comunicación toman ac-tualmente ese protagonismo comoparte del espacio público contempo-ráneo. Debemos indagar en el pro-ceso de construcción visual de lo pú-blico y entender a los medios masi-vos como escenarios en los que seproduce una modulación de lo públi-co y de lo común (Carli, 2007).

Queremos señalar ciertas carac-terísticas de los nuevos espacios pú-blicos que constituyen los medios apartir de retomar algunos aspectosgenerales del concepto de espacio

público. De manera general, el espa-cio público es el escenario de la inter-acción social cotidiana. Se caracte-riza, en principio, por ser accesiblea todos, como la calle y la plaza. Ade-más, el espacio público tiene una di-mensión social, cultural y política. Eneste sentido es un espacio donde seproduce interacción cultural, relacio-nes sociales, identificaciones y don-de es deseable que se produzca de-bate. En este sentido, la calidad delespacio público se podrá evaluar so-

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Niños y niñas fuera de focoInfancia, espacio público y medios

ESCRITOS A MANOMariana Bernal

Mariana Bernal es licenciada enCiencias de la Comunicación (Fa-cultad de Ciencias Sociales dela Universidad de Buenos Aires).Diploma de Estudios Avanzados(DEA) por la Universidad Pablode Olavide, Sevilla, España. Co-ordinadora del Área de Comuni-cación de la Dirección Nacionalde Políticas Socioeducativas delMinisterio de Educación de laNación.

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bre todo por la intensidad y la cali-dad de las relaciones sociales quefacilita, y por su capacidad de poneren juego las posiciones de distintosgrupos que exponen y discuten suspuntos de vista.

En la actualidad, el desarrollo dela comunicación mediática crea nue-vos tipos de experiencia en común enlas que a menudo las personas dejande compartir el mismo lugar. La pro-ximidad espacial no es ya condicióndel espacio público. Esta afirmaciónno niega la existencia de un espaciopúblico donde todavía la gente se re-úne sino que hace hincapié en que nopuede desconocerse la existencia delos chat, foros, blogs y de la televisión,que van reemplazando a lo público entanto presencia. Estas característicasdel escenario actual abren un abani-co inmenso de ejemplos de espaciospúblicos; desde calles, parques, es-taciones de transporte, bibliotecas,escuelas, hospitales y edificios públi-cos, hasta el espacio virtual de Inter-net. El desarrollo mediático es inse-parable de un proceso de transforma-ción urbana y de una revalorizacióndel ámbito privado del hogar que rá-pidamente va incorporando lo públi-co dentro de sí gracias a los mediosmasivos de comunicación.

Los medios de comunicación como espacio público

“A partir del momento en que elespacio público cede ante la imagenpública, es preciso percibir que la vi-gilancia y la iluminación se desplazana su vez, de calles y avenidas, en di-rección a ese terminal de recepciónde anuncios a domicilios que suplea la Ciudad, con lo que la esfera pri-vada continúa perdiendo su relativaautonomía”.

Paul Virilio

Esta frase de Virilio invita a pen-sar cómo se dio y qué consecuencias

trajo pasar de la cinecittá (de la ciu-dad, teatro de las actividades huma-nas con actores y espectadores pre-sentes) a la telecittá, poblada de te-lespectadores ausentes (Virilio, 1989).

Vale recuperar parte de la pro-puesta teórica de Jesús Martín Bar-bero acerca de los cambios que losmedios producen en la escena pú-blica (Martín Barbero, 2003). Esteautor se refiere a la experiencia queproduce la televisión en el ámbitocotidiano al borronear los límites en-tre lo privado y lo público. Desde elespacio doméstico las personas seapropian de lo público. Sean noti-cieros o películas aquello que suce-de en el espacio público, material ovirtual, llega al hogar sin que tenga-mos que salir, tal como planteabaVirilio. Así, la televisión convierte elespacio doméstico en territorio vir-tual. Aunque el cine proponga unasalida al espacio público (salas decine, centros comerciales), la tele-visión ahonda un repliegue sobre laprivacidad. El desafío es pensar alespacio privado de la mano de losmedios de comunicación como unespacio que produce una reconfi-guración de lo público y que comotal interviene en la vida social de lossujetos.

Los medios, en tanto espaciosde la visibilidad y reconocimiento so-cial, generan productos que cola-boran con una estetización o espec-tacularización de la desigualdad y lapobreza en la experiencia infantil–como sucede a través de los noti-cieros–. A su vez, invisibilizan algu-nos colectivos sociales y las conse-cuencias trágicas que han tenido so-bre los niños las transformacionesen la estructura social de las últimasdécadas.

Actualmente los medios de co-municación proponen formas de vi-sibilidad, participación y construc-ción de lo público, y establecen nue-vos patrones de reconocimiento co-

lectivo e identidad social1. En otraspalabras, los medios de comunica-ción ponen en escena, hacen visiblelo que anteriormente se concentra-ba en ámbitos más exclusivos. Hoyasistimos a debates políticos de gransignificado social que antes transcu-rrían en espacios parlamentarios. Sinembargo esta potencialidad demo-crática y popular no siempre se con-creta. La discusión sobre la propie-dad y modos de financiamiento delos medios de comunicación y las li-mitaciones en la accesibilidad soncentrales para establecer qué tanpúblicos son los medios, qué tan de-mocráticos resultan.

Infancia y mercado

Asistimos –y con nosotros, la in-fancia– a una creciente sustitucióndel espacio público por el mercadoglobal, que abarca las industrias cul-turales como el cine y una infinidadde productos asociados. La sensa-ción para muchos adultos y jóvenes,instalada también desde los medios,es que la participación pasa cadavez más por el consumo de televi-sión y la posesión de aquellas co-sas que se promocionan y vendena través de ella.

Particularmente, si echamos unamirada a la década del 90 vemosque durante aquellos años la es-cuela –que había sido una institu-ción privilegiada en la transmisióncultural– sufre los mayores emba-tes de su historia. Los medios decomunicación van adquiriendo granpreponderancia social y a la vezuna creciente capacidad formativa.Los modos en que esa presenciamodifica la relación entre niños yadultos, los cambios en los proce-sos de socialización anteriores ylas formas de construcción de lasidentidades infantiles, nos permi-ten definir al mercado como un nue-vo agente de socialización, encar-gado junto con los medios de la“pedagogía cultural”2.

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La creciente mercantilización delos bienes y servicios para la infan-cia ha sido estudiada ampliamentey debe pensarse, como afirma San-dra Carli, en un escenario de acce-so material desigual de la poblacióninfantil al consumo y de debilitamien-to de los espacios públicos y de lainterpelación estatal a la niñez3. Elmercado no debe ser consideradoúnicamente como un lugar de inter-cambio de mercancías y serviciossino, como dice Renato Ortiz, co-mo un tipo de ética. El consumo cul-tural –como las películas, progra-mas de TV, juegos electrónicos ycomidas rápidas– implica valores yperspectivas afines. Además, co-mo señala García Canclini, es unlugar de diferenciación social y dedistinción simbólica entre grupos,tanto como un sistema de recono-cimiento, integración y comunica-ción, hecho que se observa en prác-ticas cotidianas de consumo que fa-vorecen la sociabilidad.

La fuerte presencia de las indus-trias culturales en el cotidiano infan-til ingresa al patio de la escuela y alliving del hogar y ocupa cada vez másterreno. Los canales de televisión porcable especializados, los complejosde cine, las FM, los supermercados,

los kioscos, los cyber, los shoppingso los restaurantes de comida rápidase vuelven espacios habituales cuyoimpacto sobre la formación de los ni-ños y la constitución de la subjetivi-dad a menudo pasa inadvertido.

La representación de la infancia: visibles e invisibles en el espacio públicoactual

Es innegable que los medios decomunicación constituyen instanciasde legitimación cultural y de orien-tación de la conducta. El cine es unmedio privilegiado en este sentido,con gran fuerza por el momento es-pecial que supone mirar una pelícu-la en la sala y también por su llega-da masiva a los hogares a través dela televisión. La propuesta ahora esabordar algunas representacionesde la niñez en las películas dirigidasa la infancia realizadas en Argenti-na. Estas películas nos sirven comoejemplos de análisis de las formasde representar a la niñez y son unainvitación a visibilizar presencias, au-sencias y estereotipos en los me-dios de comunicación, en los con-sumos infantiles y en el espacio pú-blico en general.

Si nos preguntamos por las for-mas en que la sociedad de los 90 en-tendió a la niñez, en un período deprofundas mutaciones y de polariza-ción social, el cine nos brinda un acer-camiento interesante y hace visibleen el análisis algunas cuestiones queen principio están naturalizadas y po-drían pasar inadvertidas.

Vale mencionar que el cine infan-til argentino de esa década resultacasi inexistente si se lo mide dentrodel contexto de todos los estrenosdel período y en comparación con elcine infantil norteamericano. En la dé-cada actual la situación no cambiódemasiado. Las productoras y direc-tores locales tuvieron y tienen un des-afío más que difícil: competir con pro-ductoras y con la maquinaria de pro-moción de sus productos de la tallade Disney/Pixar, Fox o Dreamworks,dedicadas casi exclusivamente al ci-ne para niños.

La omnipresencia del cine norte-americano se extiende también ha-cia otras áreas de venta: remeras, si-tios de internet, programación tele-visiva, juguetes. A su vez, las técni-cas de mercadotecnia producen unaretroalimentación: se incentiva el con-sumo del filme (y más tarde del DVD

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JJaarrddíínn ddee IInnffaanntteess eenn CCóórrddoobbaa.. Dimensiones y usuarios. Foto: Archivo CHD arquitectos

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y la transmisión televisiva) y éste ac-tiva la maquinaria de consumo exten-dido a los otros productos y subpro-ductos asociados. Estas técnicas sereplican, aunque con menor impac-to, con los productos nacionales co-mo Manuelita, Chiquititas y las másrecientes Floricienta o Patito Feo, só-lo por nombrar algunas.

En el caso de la Argentina el des-arrollo del cine infantil es aún escasoy raramente encontraremos produc-tos de calidad. Películas como Ma-nuelita (que produjo un histórico y ex-cepcional suceso de taquilla del cineinfantil argentino y que consiguió con-vocar a 2.318.422 personas), Papáes un ídolo (en segundo lugar en en-tradas vendidas), Dibu o la más re-ciente Papá se volvió loco repiten es-quemas de las películas estadouni-denses. Ante la avalancha y avasalla-miento de las grandes corporaciones,el cine argentino, en vez de proponeralgo distinto, con frecuencia apues-ta a la masividad y lucha contra la ma-quinaria norteamericana como si par-tiera de una igualdad en las condicio-nes de financiamiento, mecanismosde distribución, y espacios de exhibi-ción y promoción.

Una característica que se obser-va en la mayor parte del cine parachicos, nacional, extranjero y trans-nacional es que construye represen-taciones de la infancia vinculadasfuertemente al consumo y a relacio-nes de poder que no alientan una mi-rada igualitaria de la niñez. Decons-truir estas representaciones y pen-sar nuestro papel frente a éstas esun primer paso para ofrecer a los ni-ños productos interesantes y promo-ver representaciones diversas, am-pliando así la oferta cultural orienta-da a niños y niñas.

La pregunta que guía esta partedel análisis podría formularse de la si-guiente manera: ¿cómo es la repre-sentación de la infancia en el cine queconsumen los niños y niñas, y por qué

nos interesa hacer este análisis?4 Enlas películas argentinas mencionadasanteriormente y en muchas otras seproponen modelos de identificaciónque reproducen socialmente relacio-nes de poder y estereotipos diversos,principalmente de etnia, género y cla-se. Las películas presentan, por unlado, operaciones de homogeneiza-ción de la infancia, a partir de la invi-sibilización y estereotipación de de-terminados sujetos sociales. Por otrolado, muestran una naturalización delas relaciones sociales que oculta re-laciones de poder entre géneros, cla-ses, etnias y regiones.

En este sentido, el espacio mediá-tico en tanto espacio público es unaarena de luchas de representacionesque “importan tanto como las luchaseconómicas para comprender los me-canismos por los cuales un grupo im-pone, o intenta imponer, su concep-ción del mundo social, sus valores ysu hegemonía”, sostiene el historiadorRoger Chartier. Para él, remitirse alanálisis de las representaciones no im-plicaría alejarse de lo social sino, porel contrario, “localizar los lugares de

enfrentamiento tanto más decisivoscuanto menos inmediatamente mate-riales”. El componente político y cul-tural que incorpora el autor al análisisde las representaciones es la base delos trabajos más interesantes en edu-cación audiovisual y alfabetización me-diática. Chartier afirma que las repre-sentaciones del mundo social se sus-tentan siempre en los intereses del gru-po que las forja. “De allí la compren-sión de las luchas entre las clases perotambién entre los sexos, razas, las con-fesiones, etc. como luchas de repre-sentación”. (Chartier, 1990)

Desde la pedagogía crítica norte-americana, autores como Henry Gi-roux (Steinberg y Kincheloe, 2000),han señalado que las representacio-nes proponen a los sujetos una se-rie de clasificaciones y exclusionesque constituyen las configuracionessociales y conceptuales de una épo-ca, un grupo social o una región. Así,operan como una herramienta dis-cursiva que selecciona, jerarquiza,reorganiza, matiza y subraya los me-canismos a través de los cuales secrea una imagen de lo real.

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Cuando decimos que las pelícu-las representan a la niñez como unacategoría homogénea que oculta susdiferencias (de género, clase, etnia,geográficas, etc.) pretendemos insis-tir en que invisibilizan así a vastos sec-tores de la sociedad, como si no for-maran parte de ésta, como si no exis-tieran. Entre los colectivos socialesinvisibilizados en la cultura popular in-fantil del cine están los niños y niñasde las provincias, y los indígenas ysus descendientes. Más que expre-siones directas de discriminación ét-nica o geográfica lo que se hace no-torio es una ausencia, una clara ocul-tación. De igual manera (y vinculadoa la etnia y a la clase) están ausenteslos inmigrantes y descendientes deinmigrantes de los países vecinos tannumerosos en nuestro país.

Para explicar mejor la naturaliza-ción de las relaciones sociales de po-der pensemos por un momento des-de la categoría de género. Podemospreguntarnos, por ejemplo, cuántasniñas o mujeres protagonistas hay enlas películas infantiles de la décadadel 90 realizadas en Argentina. Larespuesta es que se observa un muybajo protagonismo de ellas. Y en to-dos los casos donde efectivamentehay presencia femenina los persona-jes femeninos suelen tener papelessubalternos. Además, se observa unaestereotipación muy fuerte de las mu-jeres y niñas de las películas que vadesde la fragilidad, ingenuidad e im-pericia que roza muchas veces conla idiotez –como en Manuelita o Di-bu–, a la sensibilidad, el afecto y lapaciencia.

A su vez estas representacionesde las mujeres se acompañan conestereotipos masculinos que losmuestran como fuertes, agresivos,independientes, valerosos, activossexualmente, inteligentes, etc. Elprotagonismo de un género –el mas-culino– siempre va acompañado dela raza –blanca– y de la clase –me-dia o alta– .

Las configuraciones estereotipa-das de masculinidad y feminidad he-gemónicas son las dos caras de larepresentación androcéntrica y noscolocan ante generalizaciones y sim-plificaciones desmesuradas que in-fluyen como medio de presión socialsobre las personas a las que van di-rigidos. En el estereotipo, la comple-jidad de lo otro es reducida a un con-junto mínimo de signos. Así, por me-dio de presiones sutiles y abiertas so-bre los niños y las niñas, éstos co-mienzan desde muy pronto a adoptarversiones en miniatura de las mascu-linidades y feminidades hegemónicas.

La homogeneidad general de larepresentación de la infancia en losfilmes, que trata a la niñez como unacategoría neutra, sólo deja ver unadiferenciación, aparentemente opues-ta, que construye dos modos de re-presentación de la infancia: por unlado, niños caracterizados por la ino-cencia y el idealismo, con atributosde ingenuidad y candor; por otro, unarepresentación que vincula a la infan-cia con el mercado y el consumo. Es-ta infancia visibilizada en las pelícu-las –y que predomina en la televisióny la publicidad– se aleja de los arque-tipos infantiles propios de la Moder-nidad y se vincula con nuevos ras-gos como la adultización en sus há-bitos, vestimenta y lenguaje. Comoejemplos, los niños de las películasde García Ferré (Manuelita y Cora-zón: las alegrías de Pantriste) se re-fieren a una infancia carente quecuenta con la protección de los adul-tos. Las infancias de las otras pelí-culas indicadas muestran comporta-mientos y actitudes, y formas de ves-tir y hablar de los adultos; presentancierta autonomía respecto al mundode los mayores y tienen rasgos con-sumistas. Varios filmes presentan mo-dos de representación de la niñezmuy similares al protagonista de lapelícula estadounidense Mi pobre An-gelito, en relación con la autonomíadel niño y su capacidad para mover-se cómodamente, desenvolverse y

defenderse en el mundo de los adul-tos. Estas dos formas predominan-tes de representación de la infancia,más allá de sus diferencias superfi-ciales, tienen en común que son con-servadoras de las relaciones socia-les predominantes.

En síntesis, en el marco de la glo-balización cultural las productoras,aún con sus elecciones estéticas di-ferenciadas, producen una uniformi-dad en el gusto estético de los chi-cos, gusto, además, que tiene com-ponentes ideológicos excluyentes,androcéntricos, clasistas y a menu-do autoritarios.

Si bien no desconocemos las ha-bilidades y el capital cultural que po-seen los destinatarios de los produc-tos para interpretar diferencialmen-te los contenidos y producir distin-tos significados en el momento dela apropiación, la oferta cultural con-diciona, en principio, los gustos y laslecturas posibles. Por otra parte, laslecturas que hagan los chicos y laampliación de los intereses y gustosdependerá de nosotros los adultos.Porque podemos facilitar escenariosdecodificadores y reinterpretadoresde aquello que los niños consumen,las prácticas que propongamos a losniños y niñas terminarán de dar sig-nificación a aquello establecido enel “menú de opciones”, a ese mun-do dado.

Ámbitos de acción hacia un espacio mediático más público

Decíamos al principio que esta-mos ante una creciente sustitucióndel espacio público por el mercadoglobal, ante una reconfiguración de-cisiva del espacio público contempo-ráneo asociada al mercado y al des-arrollo de los medios de comunica-ción. La proliferación de las nuevastecnologías, la privatización de los me-dios y del espacio público, y la pola-

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rización entre ricos y pobres, con lasexclusiones que provoca (exclusionesque también son mediáticas) son as-pectos del nuevo escenario en el quecrecen y se forman un sentido de locomún las nuevas generaciones.

El espacio público nunca estuvo li-bre de coacción y poder. Desde co-mienzos de la modernidad ha habidoexclusión en la esfera pública. Sin em-bargo, si bien el espacio público es undispositivo de poder también existe sucontraparte que es la resistencia al po-der. Esta dialéctica de conflicto entrefuerzas resulta interesante como po-sibilidad de expresión de las diferen-cias y resistencias. Esto, sumado a lasposibilidades que las tecnologías pue-den ofrecer como abolición de privile-gios nos permite pensar los espaciosen los que actuar para producir visibi-lidades más democráticas y popula-res, donde emerjan y se discutan lasdiferencias desde los primeros añosde la vida. La televisión puede ser undispositivo de comunicación capaz deofrecer formas de contrarrestar el ais-lamiento de las poblaciones margina-das al establecer vínculos con el res-to de la población. En un escenarioglobalizado con conexiones que unenespacios distantes física y simbólica-mente los chicos van representándo-se su propio espacio.

Más que atemorizarnos pensan-do en la influencia negativa de losmedios y asumir posturas paralizan-tes, la tarea que debemos proponer-nos quienes trabajamos en educa-ción, en medios y con la infancia, espensar qué posibilidades abren losmedios de comunicación audiovisualmasiva, en tanto espacios públicosmediatizados para reinstalar el deba-te, la discusión acerca de las dife-rencias, del otro, del interés común,de la protección de los derechos, delcuidado, de la cultura.

Hay tres ámbitos en los que sepuede actuar por una construccióndistinta del espacio público mediati-

zado. Uno se refiere a la legislacióny una participación activa del Estadofrente a los contenidos dirigidos a lainfancia; el segundo tiene que vercon ampliar la oferta cultural y el ter-cero implica trabajar desde los es-pacios educativos para acompañary formar a los niños y niñas en su rolde ciudadanos y consumidores. Enlos tres ámbitos –que suelen interre-lacionarse– estamos todos involucra-dos: padres, educadores, organiza-ciones. El Estado puede no ser elúnico actor pero es el que jamás de-be estar ausente.

Desde el primer ámbito, hay quecrear nuevas estrategias, democrá-ticas, populares, embarcadas en unproyecto nacional, que pongan enjuego y discusión lo que como so-ciedad deseamos para los niños. Losactores comprometidos con la infan-cia y la educación deben perder elmiedo a que el Estado tenga un pa-pel activo en los contenidos que pro-pician los medios5, y por el contra-rio deben participar en este proce-so. La televisión abierta de la Argen-tina es una de las más atrasadas enmateria de programación infantil opara jóvenes. En Inglaterra o en Fran-cia el Estado tiene una fuerte inci-dencia en los contenidos televisivos,a través de la regulación (sobre elcontenido, publicidad, horarios deprotección, etc.) y las imposicionesde cuotas de pantalla destinadas alpúblico infantil.

Asimismo, entre las políticas pú-blicas para la infancia están las quecompeten al espectro radioeléctri-co de un país6. Otras, refieren a lalegislación en el campo cinemato-gráfico a favor de producciones conun criterio valorativo (y no simple-mente financiero). Resulta apremian-te la necesidad de revisar la políti-ca de fomento del cine independien-te infantil y de las cuotas de panta-lla. Por último, es prioritario repen-sar la propiedad de los medios decomunicación y avanzar en la pro-

piedad por parte del Estado y otrasinstituciones como universidades,sindicatos y organizaciones de la co-munidad para ofrecer alternativasfuera de la lógica del mercado. Afor-tunadamente vemos formas alterna-tivas de construcción de lo público-común para la infancia en algunoscanales de cable y en los nuevos ca-nales públicos promovidos por elEstado, como Canal Encuentro y enmenor medida Canal 7, con sus fran-jas horarias especializadas en el pú-blico más joven. Dentro de la pro-gramación de Encuentro, Pakapa-ka ocupa una importante franja ho-raria e incluye el programa Pakapa-ka ¡de película!, un ciclo de cine decalidad para chicos y chicas. Ade-más, va en camino de constituirseen un canal independiente especia-lizado en programación infantil.

El segundo ámbito que presentá-bamos se refiere a ofrecer a los chi-cos una alternativa cultural audiovi-sual. Incluye al Estado –con accio-nes como las anteriormente descrip-tas– pero alcanza a las familias, es-cuelas y diversas organizaciones dela comunidad. Frente a una propues-ta homogénea del mercado podemossacar a flote esa diversidad y parti-cularidad local que la industria hege-mónica solapa7, orientar a los niñosy niñas en sus consumos y acercar-les propuestas diversas.

El tercer ámbito de acción es eleducativo, en un sentido amplio, pa-ra educar la mirada. La cuestión esestar atentos para que allí donde losmedios y el mercado tiendan a mo-delar rígidamente los deseos y gus-tos de los chicos, la escuela, las or-ganizaciones sociales, las familiaspuedan abrir nuevas puertas y reali-zar cuestionamientos junto con loschicos. Este es el ámbito, por ejem-plo, de lo que se ha llamado alfabe-tización audiovisual y educación me-diática. Un camino andado que re-sulta enriquecedor son los talleresde producción que utilizan el lengua-

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je audiovisual como herramienta ex-presiva. Aquí encontramos múltiplesexperiencias y desarrollos8.

En suma, participar como adul-tos de las decisiones en torno al con-sumo cultural infantil no es invadir elespacio de los niños ni vulnerar susderechos sino orientar esos consu-mos; conocer las preferencias infan-tiles y ponerlas en discusión, a la vezque ir abriendo nuevas alternativas.

Hasta aquí hemos intentado reco-rrer algunas cuestiones referidas a larelación entre infancia, medios y es-pacio público. Son muchas las pre-guntas que quedan pero debemoscomprender el alcance formativo delos medios y del mercado infantil y po-ner el foco en la necesidad de enten-der al espacio público como espaciopolítico, resituar lo político en los me-dios y dar el debate allí. Un espaciopúblico cada vez más mediatizado re-quiere una posición activa de nuestraparte con el fin de transformar los me-dios de comunicación en espacios pú-blicos interculturales. La resignifica-

ción del espacio público debe apun-tar a la profundización de su compo-nente democrático como espacio deconstrucción de la visibilidad de lo co-mún en las diferencias.

Notas1. Quevedo analiza esta cuestión

sobre las nuevas formas que toma lopúblico y sobre todo la política, si-guiendo como eje la relación entrepolítica, medios y cultura en la era dela videopolítica. (Quevedo, 1997)

2. El concepto de “pedagogíacultural” remite a la idea de que laeducación puede llevarse a cabo endiferentes espacios sociales que in-cluyen la educación formal pero queno se limitan a ella. Ejemplos de lu-gares pedagógicos son diarios, re-vistas, bibliotecas, juguetes, juegosde video, libros, publicidades, de-portes, películas y, por supuesto, latelevisión. (Steinberg y Kincheloe,2000). Una serie de hipótesis en tor-no a la infancia que plantea SandraCarli son retomadas en este traba-jo. Entre ellas, la investigadora indi-

ca la relación de visibilidad/invisibi-lidad de la situación infantil, la mer-cantilización de la cultura infantil yel debilitamiento de las políticas pú-blicas. (Carli, 2006)

3. Un análisis exhaustivo sobre elcine argentino de la década de los90 dirigido a la infancia se encuen-tra en Bernal M., 2006.

4. El Observatorio de Discrimina-ción en Radio y Televisión que de-pende del COMFER y tiene la cola-boración del Consejo Nacional de laMujer y el Instituto Nacional Contrala Discriminación, la Xenofobia y elRacismo (INADI), representa una po-sibilidad de intervención pública mul-tisectorial.

5. Nuestro análisis invita a consi-derar el papel de los multimedios, delos grandes conglomerados privados,ya que cuatro cadenas de medioscontrolan el 80% de los contenidostelevisivos en Argentina. Entre otrasacciones indispensables, urge san-cionar una nueva ley de radiodifusión.

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JJaarrddíínn ddee IInnffaanntteess yy EEGGBB 11 CCoolleeggiioo GGooeetthhee.. SSaann IIssiiddrroo PPrroovviinncciiaa ddee BBuueennooss AAiirreess.. Autores de la obra Misgisisisi Arquitectos.Rampa de suave pendiente: “promenade” en el Jardín de infantes. Foto: Daniela Mac Adeen

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6. Las experiencias en este ám-bito no son muchas pero resultan sig-nificativas como los cine clubes in-fantiles y los festivales de cine parala infancia y la juventud, como los or-ganizados por la Fundación NuevaMirada donde se accede a preciosmuy bajos -o para las escuelas, sincosto- al mejor cine del mundo paraniños y jóvenes.

7. Las experiencias en este ám-bito no son muchas pero resultan sig-nificativas como los cineclubes infan-tiles y los festivales de cine para la

infancia y la juventud, como los or-ganizados por la Fundación NuevaMirada donde se accede a preciosmuy bajos –o para las escuelas, sincosto– al mejor cine del mundo pa-ra niños y jóvenes.

8. Las escuelas que trabajan conalfabetización audiovisual y en el ma-nejo por parte de los niños de las tec-nologías de la comunicación; progra-mas de gobierno como “Escuela yMedios” o el programa de Fortaleci-miento Pedagógico de las Escuelasdel Programa Integral para la Igual-

dad Educativa (FOPIIE), uno de cu-yos componentes es sobre el “Usopedagógico de las tecnologías de lainformación y la comunicación”, am-bos del Ministerio de Educación na-cional; “Hacelo Corto”, del Ministe-rio de Educación de la Ciudad; Unminuto por mis Derechos, de Unicef;talleres de realización audiovisual (ani-mación, videoclip, cortometrajes, do-cumentales, largometrajes y otros for-matos) para niños, niñas y jóvenescomo “Fierrito”, “El Mate”, “Cine+chi-cos” o el de la Fundación Kine y delos distintos Ministerios.

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RREEFFEERREENNCCIIAASS BBIIBBLLIIOOGGRRÁÁFFIICCAASS

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Carli, S.: La cuestión de la Infancia. Entre la escuela, la calle y el shoping. Editorial Paidós.Buenos Aires. 2006.

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La nota 6 se repite en la 7

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