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  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

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    VIl La guerra contra el Islam

    J.

    l problema morisco

    Dos

    religiones universales se enfrentaban en

    el

    Medite·

    rráneo y

    las aspiraciones al dominio de

    cada

    una

    eran

    abso·

    lutas.

    Pero

    en España cristianos y moros habían vivido juntos

    durante siglos: ínmerlíatameme después de la Reconquista los

    españoles habían tolerado ta religión musulmana y ia Iglesia

    había templado su

    hostilidad con

    una cierta

    comprensión

    Esta

    actitud

    cambió

    no

    por causa

    de la creciente intransigen

    cia

    de los Austrias

    y de

    sus consejeros espirituales

    sino

    por

    el poder en aumento

    del Islam.

    A lo

    largo

    de

    la mayor

    parte

    del

    siglo XVl, España nunca se

    pudo

    dar el lujo de

    tolerar

    el

    Islamismo

    ni

    siquiera de

    aceptar unas condiciones de t. Ocxis·

    tcncia. Después

    de la rápida extensión del

    poder

    otomano du-

    rante el siglo xv el confHcto cristiano

    con el

    Islam era una

    lucha no por la supremacía sino por la subsistencia. En Amé·

    rica y

    Extremo

    Oriente

    la impetuosa empresa

    misionera

    de

    la Contrarreforma dio unas

    nuevas

    fronteras a la

    Cristiandad.

    En cambio en el Mediterráneo

    oriental las fronteras

    c r i s t i ~

    nas se

    encogían y el golpe tenía repercusiones aun en Ocd·

    dente.

    España

    en

    particular

    se

    encontraba a

    la defensiva

    con-

    tra el avance circundante

    del

    Islam

    procedente

    del

    Este

    y

    del

    Norte de Afnca. Los turcos

    otomanos y sus

    aliados identifi·

    cando

    acertadamente

    el mayor obstáculo a su supremacía em-

    ..

    prendieron

    una

    guerra

    sln cuartel contra

    e1

    lmpedo

    rival

    sin

    1 concederle otra alternativa que

    las

    armas.

    1

    En el

    conflicto subsiguiente

    era

    inevítable

    que Jos primeros

    en

    sufrir

    habían de

    ser

    los

    partidarios

    del

    Islam que

    se

    contraban dentro

    de

    la misma España. Como minoría

    aislada

    había sido tolerada; como aliados potenciales del enemigo na·

    cional se los tenía

    por un

    riesgo

    intolerable a la

    seguridad

    re-

    flejo más del t ~ m o r oficial que de una opresión. La uueva po-

    lítica se inició

    en 1502 cuando los musulmanes

    de Castilla

    t u ~

    vieron

    que

    enfrentarse

    con

    la

    alternativa de la

    conversión al

    Cristianismo o la

    expulsión;

    en 1526 se

    propuso

    Jo mismo a

    U

    los

    de Aragón. Con

    las

    conversiones masivas

    subsiguientes oH-

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

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    dalmente se eliminó

    de

    Espaf¡a el Mahometismo;

    pero de

    hecho

    >lguíó

    dando

    que hacer

    duranlc

    todo

    el

    s1glo. Puvs

    los moriscos, tal cumo se llamaba a f o ~

    n:d< n

    cunvcrtídos,

    ~ - h a b í a n

    aceptado

    el baulismo

    bajo

    la coacdón, sin

    convicci(m

    ni instrucción. Siguieron con.tituyendo una comunidad apar·

    te, obstinadameJHt" fiel a su antigua religión, lt-nglla, vestido y

    1

    adicioncs. E x a s p \ ~ r a d o ,

    d Gobierno

    probó

    todas las medidas

    que supo duran

    le den afius" Su

    u z g a d o ~ ,

    adoctrtnados, u vece .

    fa\·oreddos, siempre sospecho;-;o , y .;argados tfL'

    i m p u e s t o ~ - ,

    fin

    fueron expulsados por

    la

    dmmática

    decisión k

    1609.

    La

    política rcpresin1 s.e debía fundamentatmente a los re

    petidos

    fraraso:s: de Ios i n h : n t o ~

    de

    conversión v asirnihil'jón;

    como se trataba ante

    todo

    de lln

    conflicto

    n:·lig{(;so, resultaba

    dificil

    de

    solucionar. Pt•ro la Jifkultad creci con las d r c u u < > ~

    tandas políticas. Se dHba por

    dcscontndo que

    Jos

    moriscos

    mantenían

    contacto con

    los

    enemigos nacionales. Quizás se

    exageraron

    estas

    sospechas, pero

    importa

    comprender por

    qué

    cobraron consistencia. Pues sin lugar

    a

    dudas,

    los

    moriscos

    constituían

    un prob t•ma

    de

    Sl'guddad. Aunque no

    hubiera

    co-

    municación t n t n ~ las dos religiones rivales. la frontera qu..:

    separaba España

    del

    Islam no era

    nin¡.,runa

    cortina

    de

    acero.

    Los moriscos

    eran un

    pueblo incansable, dando lugar a una

    corriente ininterrumpida

    d.: ..:rnigrantes

    que,

    a

    través de loSe

    Pir-i?eos,

    Francia

    e Italia, Hegaba a

    Constantinopla, donde

    podmn scrv1r

    al

    Turco como soldados.

    espías

    o intérpretes;

    por el mar, desde el Sur

    de

    Espaf1a al Norte

    de

    Ah-ica, Dado

    que las autoridades españolas no podían mantener un servicio

    permanente de patruiJaje por

    las

    costas

    levantinas

    v meridio

    nales, tampoco podían

    cortar

    el tráfico en amhas cÜrecciones

    entre su propio territorio y

    el

    Norte de Afríca ni detener la

    corriente de refugiados hacia fuera

    ni

    los ingresos de armas

    _

    municio?es

    hada

    dentro. Se producían ataques rápidos,

    de

    trpo

    gucrnHero,

    en

    los que los

    desertores volvían.

    liberaban a

    sus parientes

    y amigos

    y

    de paso se

    Hevaban

    cristianos

    c a u ~

    tivos

    para

    vender

    en

    ei

    mC'rcado

    de

    Argel.

    En agosto de

    1565,

    estos ataques.

    preparados

    con la

    avuda

    de co1aboradores m,_

    ris..:os,

    penetraron

    hasta úrgiba,

    en-

    el reino

    de

    Granada. Tam

    bién

    iba en

    aumento

    Ia colaboración con los corsarios berbe

    riscos. En ocasiones hubo hasta confraternización entre cris

    tianos

    y

    moriscos,

    en una dirección que el Estado no

    podía

    l. BJUIJOCL,

    La Médizerranée et le

    monde

    nuidírenanéen iJ t ipoque

    de Philip¡u: J, p 583.

    270

    ignorar. En 1540, con ocasión d

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    tu que aHí se

    encontraban

    lejos, de las autoridade .

    polítkas

    y cdesiástícas. Pero hay que

    añadir

    que

    eHo

    no

    se

    debió

    a

    :su

    gusto,

    dado que los cristianos

    .se

    hablan ya apoderado de

    las mejores tierras. as fértiles huertas

    valencianas

    no eran

    éomo se imagina a menudo, vedados moriscos, sino un p r á c ~

    tico monopolio cristiano. a

    inferioridad

    morisca

    todavía

    q u e ~

    daba más acentuada con

    su

    situación

    servil, pues pcrtenecian

    a la nobleza, En esta parte de España.

    la Reconquista

    había to

    t ~ a d o

    la

    forma de rendición por parte de los

    moros,

    que a

    par-

    tir de

    e ? t o n c _ e ~

    sobrevivieron en

    _gran

    número

    y

    gozaron de

    ; o l c ~ a n c 1 a

    rehg10sa.

    T ; ~ . m b i é n

    siguieron ocuPando y

    trabajando

    ta t i ~ r r a ,

    pero como esta

    Ja daban

    los

    reyes de Aragón a

    sus

    seguidores

    nobles,

    los

    labradores musulmanes

    pasaron a

    ser

    propkdad de los

    nuevo:,.

    dueños;

    luego, fueron

    decantados

    p ~ c ~ a p o c o ~ .las regiones meno5 fértiles por

    los propietarios

    cns tanos

    rec1er:

    U e g ~ d o s .

    _Pero

    su

    habilidad

    para

    trabajar

    aun

    la

    t1erra de: cahdad mfenor hacia de ellos

    una

    fuente de re

      : ~ s o s

    y t r a ~ ~ o

    para sus señores,

    quienes

    por

    ello

    tenían

    sohdas Y dec1S1vas razones pam propugnar una política de

    t o l e r a n d ~ ,

    Esta

    situación se

    rompió, no por el Estado.

    sino

    por los rebeldes

    de

    la Germanía,

    que

    se

    levantaron contra el

    poder aristocrático

    y

    real

    e.n

    1519

    y comenzaron a

    atacar

    a jos

    p r o t e c t o r e ~

    nobles los labradores

    moriscos,•

    Repentinamen-

    te, los monscos habum de resolver un

    dilema

    todavía peor

    que

    el que

    nunca

    les halna de imponer la

    política

    real: eJ

    bautis-

    mo

    o

    la muerte.

    Así

    fueron acorralados

    hacia .las convcrsion t:s

    amados

    cristianos nuevos

    o moriscos.

    Era, sin duda

    discuti

    ble la validez

    de

    tales

    bautismos, dudándose

    de ello Í:anto en

    Roma como en España; pero el asunto quedó z.anjado a satis

    facción

    de

    las

    autoridades españolas en 1526 cuando

    Carlos y

    reconoció

    o _ f i ~ i ~ l m e n t e Jas ~ o n v e r s i o n e s

    y r ~ t i f i c ó

    la pofítíca

    que las postb1htaba. Una mmoría mora todavía se negó a

    50

    .

    meterse, algunos de los

    cuales fueron

    expulsados.

    Otros se le

    vantaron en

    las ago estes montañas

    de

    Espadán en

    1526. Fue

    una lucha acerba, agravada

    para

    las

    autoridades

    por

    la

    repug

    n ~ n c i a de

    la

    nobl7za a

    emplear

    sus fuerzas contra sus

    pro.

    p10s v a s a H _ o ~ . Al fma1 fue doblegada

    la

    resistencia,

    pero

    sólo

    con

    el auxtho de 3.000 soldados alemanes em'íados por

    el em·

    perndor.

    5

    4. Cf supra, pp

    5 ~ 5 > .

    5. P.

    BoRONAT,

    Los

    motlscos

    espw/oles y -H• . , x p • d ~ i : J u

    {2

    vols.

    Va

    lencla, l90I}, vol. I,

    p.

    160.

    272

    '

    Esta rebelión puso

    de

    manifiesto

    la

    fuerza iatcnte de tos

    moriscos, rrum:iobrando éstos para

    obtener

    unas condiciones

    relativamente moderadas: aunque

    scguia en

    píe

    la

    obligadón

    de

    aCiEptar

    el

    Cristianismo. se les pennitía

    conservar sus pro

    pias costumbres

    y quedaban exentos de

    la

    jurisdicción de la

    Inquisición

    durante

    cuarenta

    afios}' Esto significaba

    la :uel,ta

    a una

    política

    más

    tolerante,

    aunque todavía no daba n m g u ~

    sentido a las conversiones que

    seguían

    siendo meramente o f t ~

    dales.

    Los

    moriscos eran cristianos por fuerza y musulmanes

    por

    incHnación. Mientras,

    la

    política

    ofidal

    ,cada

    vez .estab:t

    más

    huérfana de

    ideas.

    Fluctuando

    entre la mdulgencm Y la

    represión, parecía que

    el

    Estado no se novia más

    que

    por con

    sideraciones financieras, pues los moriscos colaboradores t'C·

    sulta.ban

    buenos

    contribuyentes. Las

    autoridades

    eclesiásticas,

    negándose

    a que se predicara

    en árabe y.

    fuera de

    pocas

    ex

    cepciones, sin

    poder

    mantener ningún

    programa

    de instruc-

    ción,

    no

    11cgaban ni a l:ls

    mentes ni

    a lvs cora¿ones de

    los

    nu::

    vos

    convertidos.

    7

    En

    t'spiritu, lu

    Valencia

    morisca

    siguió

    s i e n ~

    do

    pane

    del Islam, atenta

    a

    cualquier cambio

    en la balam.a

    de P·mreTes en el Mediterráneo, nación dentro de otm nación,

    con sus propios jefes que hadan valer

    sus

    intereses delante

    de Ja

    corona

    v

    cuidaban

    de

    obtener

    con frccuencla de lo'>

    corsarios

    m.::dios

    de

    transporte marítimo para

    los

    que desea·

    ban emigrar a Arge-l. Du:rnnte Jz¡ segunda mitad del siglo au

    mentaron

    de

    número

    mucho más rápidamente

    que Jos

    cris-

    tianos vieios,

    hecho

    que no

    pasó

    desapercibido ya entonce-s Y

    que los eSpañoles

    atribuyeron

    a

    la ausencia

    del cA:Hbato ecle·

    s-iástico en la religión musulmana, Como

    comunidad

    en

    cre

    cimiento, era objeto de sospechas todavía mayores.. El

    Estado

    veía

    en

    elfos un peligro para

    la

    seguridad;

    la

    Iglesia,

    una a m e ~

    naza para la

    religión;

    la

    masa de -cristianos

    pobres los

    miraba

    con

    odio nacido

    de la envidia y el r-esentimiento. Sólo los no·

    blcs se

    sentían

    satlsfechos de

    eHos_,

    pues aumentaban sus

    l a ~

    bradores,

    .. y

    sus rentas. El tamaño real

    de

    esta comunidad

    extrai'ia

    foe

    una

    de las causas

    de

    su ruina

    final:

    la expulsión

    6. bid., pp. 160-161.

    7.

    HALPEitiN

    Dor-tGHl, >

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    4/21

    de 1609, medí4a que ya había aconsejado el Consejo de E s ~

    tado eu 15trV

    En

    Aragóu, Ja

    comunidad

    morisca reproducía alguna de

    Ias

    caracterü.ticas

    de a

    de

    Valencia, formando

    una

    mlnoria

    respetable

    concentrada en

    una parte dej

    país,

    en

    este caso

    el fértH valle del Ebro, en especial en los alrededores

    de

    Za

    ragoza, w Aqui a

    Reconquista había

    seguido las

    mismas

    líneas

    que en Valencia,

    permaneciendo

    allí la may

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    5/21

    nas, donde la resistencia prosiguió

    durante

    dos años más. En

    este momento

    llegó el

    decreto de 11

    de febrero de

    1502 por

    el que se ofrecía a todos los

    moros

    del reino de Castilla la

    alternativa de la conversión o la

    expulsión. La

    mayoría esco

    gió lo

    primero,

    pero, igual que

    en

    Valencia y Aragón, su cris

    tianismo fue meramente exterior y también aquí la Iglesia se

    vio impotente para desarraigar

    las

    persistentes costumbres

    moriscas.

    La decisión

    tomada en 1502

    fue

    aplicada no solamente a

    Jos

    habitantes de Granada recientemente sometidos, sino aun

    a los antiguos mudéjares,

    moros

    de Castilla

    que

    habían vi-

    vido

    durante

    largo tiempo entre los cristianos y practicado

    libremente su religión.

    Numéricamente

    no era un grupo im

    portante, por lo que no

    representaba una

    amenaza a la segu

    ridad.

    Pues

    en Castilla la Reconquista había

    sido

    despiada

    y total:

    mientras

    que Aragón

    había

    sometido y explotado los

    moros,

    Castilla los

    había expulsado, repoblando la tierra

    con

    cristianos.

    Por

    tanto, sólo

    pudo sobrevivir una pequeña mi·

    noría diseminada por una vasta extensión y que

    sólo

    alcan

    zaba

    proporciones dignas de tener

    en cuenta en

    Murcia y

    Andalucía; además, tendían a

    concentrarse

    en las ciudades.

    donde llevaban una vida de ghetto, en sus antiguas morerías.

    2. La guerra de

    Granada

    En

    Granada,

    los moriscos

    formaban

    un

    grupo

    social

    más

    compacto y próspero, siendo ellos

    los

    que constituían el nú

    cleo

    más

    complicado de

    todo el problema

    morisco.

    En

    la ciu

    dad de Granada y la mitad oriental

    del reino sobrevivía

    una

    sociedad

    autóctona

    morisca,

    poderosa

    y

    numéricamente

    en

    aumento, con su propia clase dirigente. Esta

    gente,

    indepen-

    diente hasta hacía poco, había

    de

    sentir cualquier ataque a sus

    condiciones básicas de vida.

    Desde

    el punto de

    vista

    político,

    el

    reino de

    Granada

    fue

    simplemente anexado

    a

    Castilla en

    1492, sin que se le concediera ningún

    privilegio

    de autonomía.

    Obtuvo

    representación en las

    Cortes, pero

    esto significaba

    muy

    poco. De hecho, el

    plan

    de Castilla era

    absorber

    y asi

    milar

    Granada lo

    más

    rápidamente posible.

    Una

    vez recon

    quistada, señores cristianos se

    instalaron

    en sus

    tierras

    fér

    tiles e intensamente cultivadas. A continuación fueron los fun

    cionarios

    y los

    clérigos,

    unos menos íntegros

    que otros,

    pero

    todos aprovechándose

    de

    las

    ventajas

    del

    país. Así

    tuvo

    lugar

    276

    un ejemplo de

    colonialismo dentro

    de la propia. E s ~ a ? a :

    nueva clase dominante, población

    sometida y opresiÓn CIVIl Y

    militar.B No se hizo todo esto en

    nombre

    de la

    religión:

    la

    mayor

    parte

    fue debidoClaramcnte a

    una

    a v a l a n c ~ a hui?amt.

    ante

    una nueva conquista, económicamente atractiva. ClerLl

    mente los

    moriscos,

    como los indios

    del Nuevo Mundo,

    -

    vieron sus protectores, como el modélico

    Hernando

    de Tala

    vera,

    primer

    arzobispo

    .de

    Granada,

    q:Ue

    dedicó

    .su v i ~ a a :a

    conversión de

    los monscos por medJO de la s1mpatia Y .a

    comprensión,

    y

    la

    familia Mondéjar, capitanes

    generales. per

    petuos de Granada,

    que

    con frecuencia

    pusieron

    en nesgo

    sus cargos

    y

    su fama

    por

    defender a los m ~ r i s c o s Pero la

    política oficial

    no

    fue

    consecuente

    y

    los m o n s o ~ unas vece.s

    eran

    perseguidos en momentos adversos y otras Ignorados, a

    cambio

    de

    los

    sustanciosos

    impuestos que pagaban.

    La

    economía de los moriscos de Granada, como la de

    sus

    antecesores moros,

    se basaba primordialmente en el comer-

    cio sedero

    con

    Italia. Granada, como

    Almería

    y Málaga, tenía

    fábricas

    que

    tejían

    sedas finas, contando con

    telares

    en la

    mayoría de ]as aldeas.

    La seda

    era casi la única fuente_ de

    ingresos en .}as Alpujarras: como

    los capullos

    son tan

    lige

    ros, su transporte

    en mulas era

    barato

    y los

    montes

    h a b ~ a n

    sido cubiertos con plantaciones

    de

    moreras. La producción

    y manufactura de la seda,

    pues,

    era una fuente

    p ~ o v e c h o < ; a

    de impuestos,

    fuente que la

    corona explotó al max1mo; ade

    más, las peticiones regias de dinero no cesaban n u n c ~ c ~ m -

    prando

    así los moriscos las atenciones del

    rey.

    15

    Tarnb1cn

    Iba

    en aumento

    }a presión

    sobre

    las

    tierras

    moriscas.

    Desde 1559,

    los representantes de la corona fueron revisando ~ o d o s los

    títulos de propiedad, con

    el fin de recuperar las tierras

    de

    realengo; cuantos no pudieron probar sus d e r e _ c ~ o s

    de

    pro-

    piedad tuvieron

    que

    pagar

    una tasa

    ?e c ~ - ? p o S I C I Ó n a

    la

    co

    rona, a no

    ser

    que aceptaran la

    conhscacwn

    y venta de ella.

    Así, pues, los moriscos tenían

    necesidad

    de sus títulos de pro-

    piedad

    árabe

    más

    que

    nunca,

    en el preciso momento en q ~ ~

    la campaña contra

    su lenguaje

    y

    cultura alcanzaba

    su

    cémt.

    13 BRAUDEJ. op. cit.

    pp.

    580-581.

    14: H. C.

    Li A

    The Moriscos

    of Spain

    Filadelfia, 1901),

    p.

    212.

    15. Dos de

    Jos

    cabecillas

    de la

    rebelión de 1_569

    estaban conectados

    con el comercio de tintes:

    Aben

    Aboo era un tmtorero, y

    Aben

    Farax,

    el jefe

    del ataque de Nochebuena

    sobre el

    Albaicln, era

    jornalero. de

    un tintorero. Cf. K. GARRAD The Original Me" orial of

    'Don

    Francrsco

    Nrillez M r ~ l e y , en ~ A t l a n t e » , 11 1954), p. 223,

    num.

    4.

    277

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    6/21

    Pero la crisis en las relaciones entre e) Estado y Jos mº '

    riscos de Granada

    no era imputable éXdu•jivamente a )os

    españoles. En el Norte de Africa y por todo el Mediterrá-

    neo,

    Argel

    declaraba

    la

    guerra

    a

    España, amenazando no

    sólo sus embarcaciones sino ann la seguridad costera. El

    foco de ]a presión turca, aunque más

    Jejano,

    era más

    po

    deroso, por

    lo

    que

    parecia

    que las

    fuerzas

    combinadas del

    Islam

    iban

    a

    enguUir

    todo

    el Mediterráneo. EJ

    pe-ligro- se

    agudizó más que nunca durante el sexto

    decenio.

    Los

    t u r ~

    cos empezaron

    a

    introducirse

    en

    el

    Mediterráneo

    o c d d e n ~

    tal y en 1565 pusieron cerco a Malta, Al mismo tiempo se

    intensificaban

    los ataques

    corsarios a la

    costa granadina.

    a

    partir de sus bases en Tetuán,

    Cherchel1

    y

    Arge1. En

    1558,

    una

    fuerza

    de

    4.000 soldados atacó Berja;

    en

    1559, 150 turcos arge

    linos atacaban el castillo de Fuengirola; en 1560, los corsarios

    moriscos desembarcan

    en Castil

    de

    Ferro y

    se Hevan a Jos

    habitantes de la aldea de Notaes. Pero la

    acción

    más espe

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    7/21

    prestigiO,

    Francisco

    Núñez

    Muley, presentaba un

    memorán.

    dum

    a Deza,

    en

    el

    que

    hacía profesión

    de

    su lealtad pasada y

    presente

    frente

    a

    la

    ruda

    persecución de

    que eran

    objeto,

    y

    replicando que

    desde

    un

    punto

    -áe--vista

    religioso las costum

    bres moriscas condenadas por

    el

    edicto

    tenían

    un carácter

    estrictamente

    étnico

    no

    incompatible con la doctrina

    cristia·

    na, que desde

    un punto de vista

    económico

    el

    comercio

    sufri·

    ría una

    baja

    y los

    ingresos reales también, si se

    daba ejecu

    ción

    al edicto. Estos argumentos

    fueron

    eficaces

    en

    el

    pasa.

    do,

    en

    especial

    ante la administración más tolerante

    o

    más

    en aprietos- de Carlos V. Pero

    ahora

    hicieron poca mella en

    Felipe

    11

    que,

    como

    comunicó

    Deza a

    Núñez

    Muley,

    «ponía

    la

    religión

    por delante del dinero».

    19

    Podía

    haber

    añadido que

    la situación política en el Mediterráneo

    ya

    no era

    propicia

    para

    la

    tolerancia.

    Las negociaciones duraron un año

    y

    cuando

    Jos

    moriscos

    se

    dieron cuenta de su inutiJidad,

    hizo explosión

    repentina·

    mente todo el resentimiento acumulado,

    decidiendo

    una vez

    más

    ir

    al levantamiento. La fecha

    escogida

    fue la Nochebuena

    de Navidad de

    1568;

    aunque

    los

    rebeldes fracasaron en

    el

    Al

    baicín, el movimiento se extendió rápidamente por los mon.

    tes de

    las Alpujarras,

    entre la

    Sierra

    Nevada y la costa.

    Su

    cabecilla,

    Fernando de

    Valor,

    era

    de viejo

    linaje árabe,

    des

    cendiente de los califas

    de

    Córdoba; recuperando su nombre

    árabe

    de Aben

    Omeyya, fue proclamado

    rey

    bajo

    un

    olivo.

    Un

    año más tarde

    fue étsesinado,

    succdiéndole

    su primo

    Aben

    Aboo. La

    rebelión

    pronto tomó cuerpo y

    en

    marzo

    de

    1569

    extendióse de

    las montañas

    a

    ios

    Hanos;

    en

    este momento

    se

    calculaba

    que

    los insurgentes eran unos

    150.000,

    de los

    que

    45.000 estaban armados. Dato todavía más importante: pron

    to

    establecieron

    contacto

    con el

    Norte

    de Africa: recibieron

    desde

    Argel

    voluntarios,

    municiones

    y

    abastecimientos,

    paga

    do todo

    con cautivos cristianos.

    Argel

    tenía un interés

    reli

    gioso en la guerra de Granada, reuniéndose en una

    mezquit3.

    las numerosas armas recogidas

    para

    los rebeldes. Pero

    tam

    bién se aprovechaba de ella: mientras

    que

    España

    quedaba

    inmovilizada,

    Euldj Ali tomaba

    Túnez en

    1570. Los

    turcos

    tam-

    19 El

    memorial

    de Núñez Mulcy

    ha sido publicado por Guuun,

    op.

    ctl.

    pp. 204-226. Sobre la respuestn de Deza. cf Luis

    IJF.t. MARMOL

    CARVAJ.-\L Rebelión y Castigo de

    los

    Moriscos

    de

    Granada (1606) (Biblio

    teca de Auleres

    Españoles,

    Madrid,

    1852), p. 166;

    ésla

    y Diego

    HuRTADO

    DE M E N D O Z ~ Guerra

    de

    Granada (BAE. Madrid, 1852), son las fuentes

    narrativas cl.:;sicas ~ o b r e la

    rebelión

    y la guerra.

    280

    1

    1

    1

    ¡

    bil-n

    nprovccharon

    la oportunidad.

    Enviados moriscos fueron

    a

    Constantinu¡;b

    a

    buscar ayuda, por

    lo

    que

    Madrid cierta

    mente

    llegó a tomar

    en cuenta la posibilidad de una interven

    ción

    turca. Pero

    el

    sultán prefirió aprovechar la

    ocasión

    para

    sus propios intereses en

    el

    Mediterráneo oriental

    y aunque

    flota

    abandonó

    el puerto, fue para atacar

    Chipre,

    no para

    avudar a

    los moriscos.

    - Con todo, aun sin la

    intervención turca, fueron

    ailos difíci

    les

    para España.

    El

    gobierno

    .fue tomado

    de sorpresa en Gra

    nada.

    Aunque apoyó

    la política de sus funcionarios

    y

    las

    campailas de

    la

    Inquisición,

    parece que

    lo

    último

    que

    le

    pref)..

    cupó

    fue

    la preparación militar. El Sur de

    España

    hacía poco

    que

    había sido

    vaciado

    de las

    tropas

    regulares,

    con

    el

    fin

    de

    abastecer los

    tercios

    del

    duque

    de

    Alba

    en los

    Países

    Bajos,

    donde Felipe

    1I

    se

    había de enfrentar con una rebelión te

    dada mayor.

    Por tanto, España

    tuvo

    que hacer frente

    a

    la

    guerra de Granada en un

    momento

    en que

    sus

    recursos esta

    ban reducidos

    al

    mínimo

    y

    sus

    intereses quedaban

    en peligro

    por muchas partes distintas.

    En

    consecuencia,

    durante el

    pri

    mer año de las hostilidades

    se

    encontró paralizada por la

    indecisión sobre la

    táctica

    a

    adoptar. Resultaba

    difícil

    alcan

    zar

    a

    los

    rebeldes

    en sus

    fortalezas

    montañosas

    o cortar

    sus

    contactos

    con sus

    aliados

    en

    la costa; aunque

    las

    ~ a e r a s

    es

    pañolas tenían orden de estar alerta, era imposiblf aislar

    toda la línea costera

    del

    territorio

    rebelde,

    con sus inconta

    bles ensenadas y

    su

    accesibilidad

    a

    las embarcaciones

    de Ar

    geJ.20 En tales circunstancias la guerra

    se

    convirtió en una

    larga serie de acciones

    patrulleras y

    de emboscadas,

    Iuchándo

    se por ambas partes

    con igual salvajismo, nacido en los moris

    cos de su desesperación

    y

    en los españoles de

    su debilidarL

    Los rnonfí s -bandoleros moriscos que vagaban

    por

    la

    Sierra

    Nevada

    en grupos

    y

    sembraban el terror por

    toda

    la zona,

    aun en

    tiempo de p z

    eran musulmanes

    fanáticos

    que

    ma·

    taban y torturaban

    a

    todo sacerdote que pudieran capturar.

    Por su parte,

    los

    españoles vengaban tales hechos

    indiscrimi

    nadamente.

    Sólo

    a partir

    de

    enero

    de 1570

    el

    jefe de las tro

    pas

    españolas,

    Don

    Juan

    de Austria,

    movido por el temor

    de

    una

    intervención mora procedente del exterior, se

    decidió

    a

    emprender una campaña en regla

    con

    tropas

    regulares

    proce-

    20. Acerca de

    las

    medidas tomadas

    por

    Felipe 11 para la defensa

    costera,

    cf su

    correspondencia con

    Medina

    Sidonia.

    en Duotrn R MAu

    Ro\, cd., El

    designio

    de Felipe J y el episodio de l Armada Invencible

    (Madrid, 1957).

    p.

    1L

    281

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    8/21

    dentes de Italia y de España oriental, en lugar de la miHcia

    andaluza. Esta

    medida

    fue

    acompañada de

    una política de

    expulsión en las

    tierras

    ~ j : ' _ ~ . con el

    fin

    de

    aislar los rebel

    des

    de

    las

    montañas de

    sus aliados y fuentes de a b a s t e c i m i e n ~

    t ?.

    Según un decreto de junio de 1569, 3.500

    moriscos de

    la

    < : m ~ a d de

    Granada

    fueron

    sacados fuera de su tierra patria

    Y

    diSpersados

    por toda La Mancha. Faltos de

    ayuda,

    persegui

    dos encarnizadamente

    y,

    durante

    las útrimas acciones,

    obliga

    dos a saHr

    de las

    cuevas con humo

    hacia una

    muerte brutal,

    los rebeldes de las

    montañas

    fueron aplastados durante el

    año 1570, La

    escena

    final tuvo lugar

    en

    una

    cueva

    de Berchu

    les, donde Aben Abóo fue muerto por sus propios

    seguidores.

    La rebelión se

    había prolongado

    dos años, agotando hasta

    el

    extremo los recursos

    del

    pais. Las

    consecuencias,

    por tan

    to,

    habían

    de

    ser

    duras.

    Se decidió deportar todos

    Jos

    morls·

    cos del

    reino

    de Granada, tanto

    si habían

    tomado parte en

    el

    alzamiento como

    no, hacia las regiones interiores

    de

    España.

    EJ

    28 de octubre de 1570

    se dieron las

    órdenes

    para evacuar

    Y

    Don

    Juan fijó el

    día

    1 de noviembre

    como fecha

    de

    reu

    nión: encadenados

    y esposadOs, los

    moriscos

    fueron

    conduci

    dos en largos convoyes hacia

    ht

    madura,

    Galicia, La Mancha y

    CastHla

    la Vieja. De los 150,000

    ?er:ortados, no todos llegaron a su destino;

    e1

    viaje en

    un duro

    tnVJerx;o

    tuvo QUe pagar

    Un

    duro

    pTCCÍO

    de

    vidas, iJegando

    las h

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    9/21

    contar todos Jos m o r i ~ < O S que se tlectaran enemigos, tanto

    los

    originarío;,

    de

    CastiJia como lo$ deportados re-cientemente

    de

    G r a n i t d ~ L . . , que son tan moros como los de Africa.» z Más

    adelante, Juego del

    reinado de Felipe 11

    lu opiriión oficial

    consideró

    toda

    Ja

    política de dispersión

    un

    error de juicio:

    «Fue

    un gran error expulsar a los

    moriscos

    de Castilla de la.-;

    Alpujarras;

    habría

    sido

    mejor

    mantenerlos

    bajo

    vigilancia,

    a su propia costa, que no esparcirlos por todo el

    r e i n o . » : ~

    Durante los cuarentn años

    siguientes fueron

    una constank

    preocupación

    para

    el Gobierno, como consta por

    los

    pedódí.

    ~ . · o s informes sobre su número y residencia pedirlos a Jos

    corregidores y autoridades religiosas. La

    intención

    había

    sido

    t•spnrdrlo.s

    por una

    gran cxtt:nsión. Pero cHos, en cambio,

    tendieron a abandonar los Jugares designados y su instinto

    ~ - r r a b u n d o

    hada

    difícil seguir sus pasos.

    r-;o

    todas las

    zonas

    previstas recibieron

    la

    cuota planeada: muy pocos llegaron

    < 1 Galkia y a Castilla la Vieja; en cambia, Cnstilla la Nuev:1.

    La Mancha

    y Andalucía recibieron fuertes contingentes.

    Den

    tro

    de

    estas zonas se

    concentraron

    en las ciudades, d

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    10/21

    sus_tento

    como

    dos familias

    de

    m o r i s c o s ~ 9 Así pues, aunque

    la mdustria de los

    moriscos

    ha

    sido exagerada

    y

    de

    ninguna

    manera eran los únicos trabajadores

    en

    España,

    su fertilidad

    e? r e ~ r s o s e s ~ á fuera

    de

    toda

    duda

    y su afortunada super

    VIvencia

    constituía una

    afrenta

    para

    la sensibilidad espa

    ñola.

    Y a pesar

    de todo, lo que, en último término, diferenciaba

    a los moriscos del

    resto

    de

    los

    españoles

    era su religión.

    Como

    declaró el arzobispo de Toledo,

    orson

    verdaderos

    mu

    suhnanes, como

    los

    de

    Argel».

    30

    La

    acusación

    puede haber

    sido intolerante,

    pero

    también

    era verdadera.

    Los moriscos

    permanecieron

    inadaptados

    e inadaptables. España, que ini

    el período

    moderno

    de su historia tolerando una amplia

    rr.-mona

    heterodoxa -mues tra

    única,

    aunque

    ya sin importan

    cta.

    durante

    el siglo XVT, acabó intentando forzarla al some

    timiento y, finalmente, aceptó la

    derrota.

    La

    política

    de ex

    pulsión

    adüptada en

    1609 fue una confesión de impotencia.

    3. a

    defensa del Mediterráneo

    El

    problema morisco

    solamente

    fue un

    aspecto

    de

    la

    ba

    talla

    española

    contra

    el

    Islam. En

    el

    Mediterráneo,

    España

    se hal1aba a la

    defensiva

    contra

    el

    poder

    combinado

    del

    Imperio

    otomano

    y de

    sus

    aliados en el Norte de África.

    En

    consecuencia,

    tenía que mantener

    sus posesiones

    disemina

    das

    en el

    Norte de

    África, defender sus propias costas y las

    de ~ u s dominios

    mediterráneos, proteger su comercio y su

    marma

    y

    detener

    la

    expansión

    hacia Occidente de los turcos

    otomanos.

    Felipe

    había

    heredado

    de

    su desprevenido

    padre

    ~ o d o s estos

    problemas

    irresueltos, junto con

    un

    poder naval

    madecuado

    para sus

    compromisos.Jt Entonces

    era

    todavía la

    zona donde los intereses

    de

    España

    se

    encontraban más com

    prometidos.

    Por tanto, durante los primeros veinte años de

    su

    reinado,

    la

    primera

    preocupación

    de

    la política

    exterior

    española no

    fue el

    problema del Protestantismo

    ni las

    rela

    ciones con la Europa septentrional, sino la defensa y

    contn

    ataque frente al

    Islam

    en el Mediterráneo.

    La fuente del poder islámico

    era

    Turquía y su jefe, Soli-

    29. 8oRONAT,

    op.

    cit.

    VOl J, p.

    596.

    . 30. Citado

    en

    BRAUDEL,

    op. cit.

    p. 593. Sobre la religión

    de los mo

    nscos. cf.

    P. LoNGÁS,

    Vida religiosa

    de

    tos

    moriscos Madrid, 1915 .

    31.

    Cf.

    supra pp.

    98-100 y

    115-120.

    286

    í

    1

    mán el Magnífico. El triple contenido de su política l a ex·

    pansión

    religiosa,

    imperial y

    económica-

    se basaba

    en

    una

    potente

    armada y

    en

    el escogido

    cuerpo de

    jenízaros.

    En

    el

    campo

    ideológico, no

    flaDía ninguna esperanza

    de transac

    ción: ni Io deseaba

    España ni tampoco

    Turquía. El

    sultán

    sin

    duda

    estaba rodeado

    de extremistas

    que

    pretendían llevar

    su política más

    allá

    de los límites

    del realismo: un

    grupo

    de

    fanáticos

    musulmanes de

    Constantinopla, encabezados

    por

    Mohamed

    Skoli,

    le presionaba para que atacara a la

    misma

    España

    y

    en

    1569

    los revolucionarios de Granada estaban en

    contacto con este grupo. Pero

    en

    la· capital turca actuaban

    otras

    influencias

    y presiones, la política

    francesa, y

    más tarde

    también

    la inglesa,

    se hacía oír

    allí,

    pues los

    enemigos euro·

    peas

    de

    España buscaban alianzas políticas y

    comerciales.

    La mayoría de los

    elementos

    hostiles a

    España

    en el Medite

    rráneo

    convergían

    en

    Constantinopla. Por medio del c:pmercio

    internacional, unos pocos

    mercaderes

    de origen

    oriental

    pero

    que

    últimamente

    había

    residido en la Península

    Ibérica lo

    graron hacerse

    con

    una

    influencia

    entre los

    turcos.

    Ferozmen

    te

    antiespañolcs, de

    ordthario estaban

    animados por

    un

    pro

    fundo odio a

    la

    Cristiandad. Uno de los

    más importantes

    de

    éstos fue el rico mercader

    judío

    Joseph Miques-Mendes, co

    nocido indistintamente como Jefe de Israel

    y

    duque de

    Na

    xos,

    que había

    llegado a

    Constantinopla por Venecia

    hacia

    1550.

    Amigo

    y confidente deJ sultán y su abastecedor

    de

    vinos f inos- ,

    trató también de ejercer

    influencia

    política,

    de

    lo cual

    pueden_encontrarse pruebas

    en la

    mayoría de los

    planes turcos de agresión, incluido el dirigido contra Chipre

    en 1570.

    32

    Más cercano a

    España,

    Argel

    constituía

    de hecho

    otro

    Es

    tado

    turco, y éste era

    ya

    una

    amenaza directa a la

    Península,

    como hemos visto.

    Pero aunque

    Argel

    era

    el más

    fuerte

    de

    los Estados berberiscos, no

    era

    el único. Al este del Magreb,

    el

    reino

    de Trípoli

    iba creciendo

    según el modelo

    de Argel.

    Dado que la

    región

    interior era extremadamente pobre,

    Trí

    poli tenía

    que

    vivir del

    mar; por tanto, su lucha

    con

    España

    era una

    lucha

    por

    su supervivencia material,

    en

    la que que

    daban comprometidas todas

    las provisiones alimenticias

    de

    todo

    el Mediterráneo occidental.

    España

    tenía que

    luchar

    para

    proteger sus

    rutas

    marítimas y su abastecimiento de granos

    desde Sicilia

    contra

    un Estado habilidoso,

    pirata...

    y con

    32. 8RAUDEL, op cit.

    p.

    537.

    28

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    11/21

    hambre. A partir

    de

    1Sé0

    los

    corsarios

    berberiscos infestaban

    por entero el Medíterráneo occidental, actuando en poderosa

    escuadras que llevaban a cabo ataques rePentinos y masivos.:u

    D u r a 1 ~ t e

    el

    verano_ de 1561. Dragut impuso un bloqueo

    de

    de Napoles

    con tremta

    y

    cinco navíos; una vez, los

    corsarios

    c a p t u ~ n = : n en una

    s o J ~

    a c ~ i ó n

    ocho

    galeras; en 1566,

    apresa·

    ron vemtlO:h naves VIZcamas a la salida de Málaga; eri sólo

    una

    campana se llevaron cincuenta

    navíos

    del estrecho

    de Gi

    braltar

    Y l a ~ t:OS as

    atlánticas Andalucía y

    el Algarve;

    L ~ n a

    correrra al

    mtenor de

    Granada

    les

    proporcionó 4.000 cau

    tiVos. En_tre 1570

    y

    1620 los

    corsarios estuvieron

    en

    su

    apo..

    geo.

    P a r t l c n ~ o

    de

    sus

    bases en Argel, Bizerta, TrípoH, Tetuá..n

    Y ~ r a < l l ~ ,

    mtcrceptaban los galeones y las

    carracas de las

    Ind1as

    Onentales Y.

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    12/21

    sapar_e_cido

    i elemento

    sorpresa:

    Dragut

    estaba preparado y

    tamb1en la flota turca. Como la p ~ s a d a escuadra, dirigida en

    la parte

    naval

    por Gian Andrea Doria, sombra de su famoso

    tío, hizo con gran

    lentitud

    la

    ya

    publicada travesía a TripoJi,

    todavía dieron más tiempo al enemigo para preparar el cor

    1

     

    ttaataque.

    Pues

    era una locurn

    navegar en diciembre· en

    efecto,

    tuvieron

    que

    detenerse en Malta, Luego, habiendo d d

    1

    ocasi_?n a Dragur para que

    escapara

    de Djerba a

    Trípoli,

    los

    espanoJes

    c r ~ y e r o n

    que Jes sería más fácH atacar Ia

    primera,

    tomando

    la

    Js a

    en lugar de la

    dudad

    y

    ganando una base

    para

    futuras

    operaciones.

    La

    fuerza expedicionaria

    desem·

    barcó t;l

    7.

    de marzo

    de

    1560,

    sin dificultades.

    Con ello, se po·

    nía

    a

    SI

    m1sma en una

    posición imposible, Jo

    que puso

    d-e

    ma·

    nifiesto el

    error de

    apreciación en

    que se

    basaba

    toda

    Ja

    t xpedición. E n pdmer Jugal", quedaba a merced

    de

    los abast-:

    dmientos

    por

    mar,

    en

    un momento

    en

    que la supremacía tur

    ca

    en

    h:s •nares

    no

    ofrecía

    dudas.

    Plali

    Pat:há

    se dispuso

    a dur

    a

    Espana una

    lección de

    táctica naval. Con

    rapirle_z asombro

    sa sacó la

    Bota

    turca de Constantinopla el mes

    de

    abril y

    ~ t a c ó _ e.l_ 12 de

    mayo.

    Los jefes

    españoles, paralizados

    por a

    mdectswn

    y obstaculizados por la inferioridad de sus fuerzas

    sólo

    pensaron

    en la huida.

    Con

    el pánico subsiguiente p e r d i c ~

    r-?n c u ~ r e n t ~ y

    dos

    de

    las

    ochenta

    naves, Aunque Doria

    y Me·

    dmaceh pud1eron

    escapar,

    varios centenares

    de soldados

    que

    daron atrapados

    en el fuerte, asediado por la flota turca.

    Felipe II

    decidió

    abandonarlos a su

    suerte, diciendo

    que con·

    taban

    con

    más recursos

    que

    el enemigo. Pero,

    de

    hecho,

    es·

    tab'.ln a merced del Turco y

    la

    escasez de agua les obligó a

    capitular el 31 de julio, España, así,

    perdía

    18.000 hombre-s

    y

    la flota turca regresaba triunfalmente a

    Constantinopla,

    con

    su redada de buques y prisioneros,

    ~ j e r b a

    fue

    un p r ~ ~ n d o desastre

    del que se

    salvó poco, gol

    pe 1nmenso al presttgto

    y

    al poder de

    España y una de

    las

    mayores

    victorias del Islam

    en

    su Jucha por eJ control

    del

    Med1terráneo centraL Pero fue también una

    lección. Ahora

    Felipe II vio claro que no

    podía

    mantener a raya al Turco,

    ni tan siquiera sostener Jas costas de sus Estados mediterrá·

    neos

    sin

    una

    fuerza naval.

    A partir de 1560 dio comienzo a su

    pro?rama

    de

    rearme

    naval

    en

    los

    puerros y

    muelles

    de Sicl1ia,

    Italia

    y

    Cataluiia.

    35

    Inmediatamente

    después de la

    p z

    de

    Cha·

    t e a u ~ C a m b r é s i s la

    flota

    española

    en

    el Mediterráneo consta·

    }5 BRAUtlEi, op cit. pp 813.828.

    290

    l

    1

    l

    1

    '

    '

    ba

    de

    unos noventa buques, divídidos principalmente en cua·

    tro

    escuadras

    de galeras: las de

    España, Nápoles, Sicilia

    y

    la unidad genovesa

    alquilada. Muchas

    de estas-embarcaciones

    se

    perdieron

    en Djcrba, pero

    entre 1560 y 1564

    se reorgani

    zaron

    y

    se

    rehicieron

    las

    tripulaciones

    de estas

    escuadras.

    Los

    astilleros

    JtaHanos respondieron

    con

    rapidez a la nueva

    exigencia.

    aunque para ello hubo que

    pagar;

    en

    1560 Felipe II

    recibía

    una

    contribución del p,apa.

    en forma

    de impuesto so

    bre el

    clero

    español, suplementario del de la cruzada.

    Como

    estaba

    en juego

    la

    defensa de la Cristiandad,

    Felipe

    1I

    espe·

    raba una ayuda de sus

    aliados italianos:

    Sabaya,

    Florencia

    y

    Génova, y también de Portugal; pero éstos prefirieron alqui·

    lar sus propios navíos, por

    lo

    que también hubo que

    pagarlos.

    En consecuencia, dío comienzo a un

    renovado esfuerzo

    a

    cuenta de la misma España.

    Desde

    1561

    se reactivó

    el trabajo

    en

    íos astiUeros

    de

    Barcelona,

    con ayuda de perítos

    genoveses

    y

    vascos.

    En diciembre de 1562, Jas Cortes de

    Castilla se r e u ~

    nieron en convocatoria

    cxtraordin..'ll'ia

    para

    votar un

    subsidio

    fuera de presupuesto, con destino at programa n a v a l ~ El

    fruto

    de estos

    esfuerzos fue

    que en

    setiembre de

    564

    Garda

    de

    Toledo,

    comandante

    en jefe de la flota mediterránea, pudo

    disponer

    de unas 100 galeras, con destino a las aguas comM

    prendidas entre Jas costas de Africa

    y

    España.

    El inexplicable respiro concedido por el Turco

    durante

    estos años

    permitió

    a Felipe

    JI

    hacer

    una

    prueba de sus nue

    vas fuerzas contra los corsarios. La gran ofensiva

    argeJina

    contra Orán,

    una de

    las posesiones españolas

    más importantes,

    fue repelida luego de un asedio de dos meses --abril-junio

    de 1563.

    La

    guarnición

    recibió

    ayuda y la escuadra de Has·

    san Barbarroja

    fue

    derrotada

    decisivamente.

    Pero

    fue

    más

    importante

    la

    forma en que

    aconteció

    la derrota que ésta

    misma. Aprendiendo una vez más la lección

    de Djerba,

    Fe·

    Hpe II

    organizó

    la acción

    de

    socorro

    con rapidez

    y eficacia.

    Coordenandu

    los varios

    cuerpos. mandando venir }as galeras

    de Italia, reuniéndolas

    en

    Cartagena, despachándolas con

    presw

    teza,

    Uegó a superar

    los

    tremendos obstáculos de comunicaw

    ción

    con

    una eficiencia

    que contradice

    la imagen tradicional

    del monarca,

    en Jo que se refiere a su lentitud y cautela. Gra·

    cías

    a

    su iniciativa, hacia

    1564

    Espafia

    estaba en

    condiciones

    de pasar a la

    ofensiva

    en el Mediterráneo occidental, lo

    que

    consideraba como

    objetivo mínimo,

    en

    especial

    después

    de

    FmudNDBZ. DURQ,

    Armada española vol II,

    p.

    49.

    291

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    13/21

    la denota de

    Djerha.

    Pues todavía no habia dccídído

    enfren.

    t¡1rsc directamente con el Turco ni tampoco acelerar la gran

    batalla, c;1 la que

    más adelante se

    había d ~ : ver

    envueltoP

    Sea

    como ;;,e U, todavía había dt::

    llenar

    algunos huecos en el ~ · · ·

    nHo

    defensivo y

    m e j o r < ; ~ r algunos defectos

    de

    organización.

    En mayo de 1565, la

    flota

    turca

    llegó inesperadamente a Malta,

    la

    ü.:a

    de

    los cabaHeros de

    san

    Juan,

    ya expulsados

    por So.

    Hmán de Rodas y Trípoli. Ya hacia tiempo

    que

    se sospechab,1

    que su

    flota se

    iba a dirígír

    hacia el

    oeste, pero el destJno

    permanecía

    1ncJerto. A

    pesar

    de

    las

    repetidas

    advertencia;;.

    los responsables de n

    defensa

    de

    a isla ~ l s autoridades es"

    pañolas y el Gran Maestre de

    los caballeros-

    fueron sorpren

    didos

    por

    la rapidez del ataque, Los cabnllt:ros defendieron la

    hita (:on

    valentía,

    pero no pudieron impedir que el Turco de·

    sembarcara 25,000

    soldados

    y se adueñara de la

    misma.

    Ence

    rrados en unas

    pocas

    fortakzas,

    tus

    defensores

    resistieron

    bravamente Jos

    asaltos

    turcos durante

    casi ~ ; u a t r o meses, pero

    hada

    setiembre velan acabárseles las provisiones. Y

    durante

    todo este

    tíempo,

    ¿dónde estaban las

    fuerzas

    de socorro? Fe·

    lipe II ha

    sido objeto

    de

    .críticas

    por su típica vacilación-en

    las situaciones de

    emergencia. La reaJ:ción española fue c i e r r a ~

    mente lenta, aunque siempre hay

    que medir

    la

    lentitud con

    lo

    regla de

    los

    obstáculos de distancia

    y

    organización. García de

    Toledo

    no quería

    improvisaciones ni que

    sus

    fuerzas

    fueran

    barridas por el Turco;

    prefería

    emplear una

    flota

    única y po

    derosa, capaz de asestar un golpe

    bien dado.

    Pero esto costaba

    tiempo

    y,

    en

    estas condiciones, la

    maquinaria españo a

    y

    ta

    colaboración entre

    Felipe J

    y su comandante fueron

    puestas

    a prueba, con un resultado sorprendentemente

    bueno. Estó

    lo mostró el resultado. Garcia de

    Toledo

    sacó Ias fuerzas de

    socorro de la infantería española eu

    Nápoles y

    SiciHa

    y

    batió

    a

    los

    turcos

    decisivamente:

    con

    una

    breve campaña los puso

    en fuga de

    la isla.

    Los año.s 1559-1565

    marcan

    el

    último

    periodo

    de

    Ja supre

    macía turca sin disputa.

    La

    victoria de Malta dio un nuevo

    impulso a la reactivación española. Desde

    1565

    el

    programa

    de

    construcción

    naval

    en

    Barcelona, Nápo1es y Sicilia se inten

    sificó. España,

    luego

    de haber

    bloqueado

    temporalmente la

    ruta turca hacia el oeste, estaba

    ahora en condkíones

    de en

    frentarse

    con

    los corsarios por separado

    y

    asegurarse cierta

    seguridad

    en

    Ia navegación. En 1566 moría Solimán el Mag>

    37. BRAL'Dhl., op cit. pp 841-843.

    T

    l

    '

    '

    '

    nlfico

    y el Imperio otomano J ? ~ s a b a a las

    ~ o s

    más

    débiles

    de

    Selim II. Pero si

    esto

    sigmftcaba el comtenzo del fin para

    Turquía; Felipe II no dio

    m ~ e s t r a ~

    ~ e q u ~ r e r acelerar el pro-

    o

    C

    on

    una

    extraordinana clanvtdencta mantuvo su polí·

    ces

    . ó

    d

    tica

    en

    tos

    límites más

    estrictos.

    de la d e f e n ~ a y se neg . a a

    . -

    lantar

    sus proyectos.

    También

    hay

    que

    decir

    que

    las ctr.cun.;.

    tancias

    durante la segunda mitad de

    la sexta

    década

    le 1mpc·

    dian prestar entera atención al M e d ~ t e r r á n ~ .. o m o ,tambtén

    aprovecharse

    enseguida de su ventaJOSa

    postc1on

    alh. A par

    tir de

    1566,

    los Países

    Bajos

    empezaron

    a

    reclamar con

    m ~ y o r

    urgencia ta

    atención de la

    política

    ~ s l ? a ñ o l a y a

    e m ~ u J a r l a

    hacia el norte.

    Una

    vez Felipe ll dec1dtó que el

    desafto

    a

    su

    autorídad allí había que reprimirlo por la fuerza, puso tod?

    el peso

    de

    la

    fuerza

    militar española al servicio su dec1.

    sión.

    Pero esto suponía despojar las

    defensas m e d t t e . n · á n ~ ~ s

    de sus mejores fuerza'>; tambit n,

    desviar

    en otra direcclOn

    los

    recursos

    financieros, pues los terdos v e t e r a n o ~ de. Nápo

    les, LombanHa y Sícílía

    formaban el

    núcleo

    del

    e ~ é c t t o

    del

    duque de A1ba y estaban

    estacionados

    en

    Gante, ~ e j a

    Y Bru·

    selas_3l

    Esto supuesto,

    no

    le quedaba

    otra

    alternahva

    que

    ;;u;:-

    tuar con

    prudencia

    en el Mediterráneo, Fue la doble respon

    sabilidad de la política española y no los defectos de

    perso

    nalidad que los historiadores se complacen

    t a ~ t o

    en encontrar

    en

    Felipe n. la responsable de sus dudas

    evidentes.

    No

    c o ~ -

    taba

    w

    medios suficientes para llevar a cabo ambos

    c o m e t ~ ·

    dos

    con perfección

    y

    rapidez

    ni

    para satisfacer todas

    las soli

    citaciones que le

    llegaban. El

    papa

    urgfa

    para que se f?rmma

    una

    Liga contra el Turco, pero preocupado por

    los

    Pa1ses Ba·

    jos y deseando no provocar las ~ u s c e p : i b i l i d a d e s protestantes

    con una

    alianza espectacular

    en

    el rmsmo momento

    en

    llevaba

    a cabo una gran expedición al norte

    de

    Europa, Feltpe

    no pudo ofrecer su

    colaboración. _Al

    mismo t i ~ m p o

    no ten(a

    realmente

    una

    opción

    de

    alternativas:

    el

    Medtterráneo

    o

    lo

    Países

    Bajos. España siempre

    tuvo

    que luchar contra el

    Turco,

    pues siempre tenía que defenderse

    a

    si misma. Pero

    :ma

    o ~ n ~

    slva desgraciada contra el infle} era otra cosa: se

    rmpcdmn

    sus compromisos

    en

    Jos Países Bajos y las oporturudades que

    éstos

    ofrecían

    a sus enemigos

    del

    norte

    de

    Europa.

    Durante

    los

    años 1567 y 1568,

    por

    tanto, el Mediterráneo se

    convirtió momentáneamente en una

    escena secundaria

    de

    guerra, en parte por las preocupaciones nórdicas y en parte

    38. lbid.

    p.

    873.

    293

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    14/21

    porque

    el

    propio su1t:án ofreció un breve respiro. Selim TI

    sufrió

    fuertes

    pérdidas

    en

    su campaña húngara de

    1566 y en

    1568 firmó una

    tregua

    de ocho años con el

    emperador;

    quizá

    lo que

    en

    realidad deseaba era concentrar

    toda

    su-r;tenCión en

    un ataque colosal

    sobre

    Venecia y Chipre, España agradecí:\

    este nuevo respiro,

    en

    especial

    desde

    que en 1569 tenia que

    vérselas con una segunda rebelión, la de Granada. Los Países

    Bajos

    ya

    consumían tropas

    y dinero,

    lo que dejaba a Espafia

    e

    Itaiia abiertas

    a Ja

    flota turca, que

    abora

    tenia un nuevo

    aliciente en

    la

    cabeza

    de

    puente

    de Granada.

    Por

    tanto,

    los

    ailos 1569-1570 fueron allos críticos

    para

    Eí>paña, quizá

    su

    crisis mayor durante

    e1

    siglo xvt. a perspectiva de una cru-

    zada

    contra el Islam est:>ha. ciertamente,

    lejana.

    4

    Lepanto

    y después

    En julio de 1570

    fuerzas

    turcas do;scmbarcaban

    en

    Chi·

    pre

    y el 9

    de setiembre caía Nicosía,

    Chipre era posesión ve·

    neciana,

    valiosa por

    sus plantaciones

    de

    caña

    d ~ c a r sus

    minas de sal,

    su

    producción de

    algodón

    y

    vino. Venecia

    vio,

    pues,

    obligada a rearmarse y a

    buscar

    aliados.

    Con sus

    fuerzas ocupadas en Granada

    y

    los

    Paises Bajos, las

    p r o o c u p ~ -

    dones

    de

    Felipe

    II

    se

    movían más

    cerca de

    casa,

    empezando

    a mejorar

    sus

    defensas

    en

    Italia y

    el

    Norte de Africa. Luego,

    presionado por

    el papa y

    por Venecia

    dio órdenes, a su pesar,

    para que la flota se dirigiera al este, en un esfuerzo

    desespe-

    rado

    por

    salvar Chípre. Los

    navíos españoles

    Se

    reunieron

    con

    la

    f u e r ~ a

    improvisada

    compuesta de unidades

    venecianas,

    ge.

    novesa.s y

    pontificias,

    haciéndose a la

    vela

    en setlembre de

    1570, Jamás llegó a su destino. Apoli Jada por

    desconfianzas

    naciona)es, combntida por

    las

    dificultades atmosféricas } p a ~

    ralizada por las noticias de nuevos

    éxitos

    turcos en Chipre, ia

    flota regresó

    desmoralizada a sus bases.Yl La proyectada

    alian-

    za cristiana había recibido un d uro golpe.

    Sola,

    Venecia estaba indefensa. Em una potencia naval

    con

    la

    que hahfa que contar ~ u n q u e

    su

    flota en

    reserva

    es

    taba

    en

    muelles

    secos---. pero no

    contaba

    ni con los

    hombres

    ni con las provísíones para una

    guerra

    de

    gran volumen

    c o n ~

    tra

    el Turco. Su

    interés, por

    tanto,. era

    alinearse

    con Occi

    dente y hacer

    de

    su guerra local una

    general, en la

    que queda"

    39. L SERRA;..;o,

    a Liga de

    epanto

    entre Espaifu Venecia y

    la

    Santa

    Sede, 157fM573 Z vols • Madrid, t9JS-192C), vol. J.

    pp.

    6 8 ~

    294

    T

    ra

    comprometida toda la Cristiandad. PDr otra parte, Venecia

    tenía más argumentos para pactar con

    el

    Turco q u ~ para C

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    15/21

    H o : r : n b ~

    p r o ~ u n d a m e n t c espiritual teólogo,

    sencillo

    y sin ex.

    penencza pohhca

    se

    negaba a admitir las .:razones

    de

    Estado»

    como

    d e d ~ i v a s para los

    asuntos

    poHtioos y religiosos. Habien,.

    do combat1do

    la herejía

    en

    ItaHa como gran

    inquisidor y re.

    f ? n ~ n a d o

    Ja

    Iglesia en Ja misma Roma

    ahora

    extendía sus sen

    tJmJentos

    reJigiosos a proyectos. e cruzada

    contra

    cl Protes.

    lantism sinliera impresionado

    por

    los

    m t e r e ~ e s

    nac-IOnales

    e

    España

    o Venecia.

    Se negó

    a

    a ~ e n d e r

    los

    calculos comerculles

    que

    obsesionaban

    a

    Vene

    Cia;.

    tampoco

    significaban

    nada

    p ; ; u · ~

    él los

    compromisos

    d t ~

    Fehpe lL Pero

    aunque

    combatió

    rudamente

    al rey español en

    m a t ~ r i a s de jurisdicción cdesiástica hacía tíempo que reco

    nocta

    que él era

    único de

    quien se

    podía fiar

    para una Liga

    contra

    ei. Islam Nr el n..•y de Francia que mantenía lazos

    pro

    turcos m el

    emperador

    Maxímiiiano II que

    estaba atado

    por

    ~ n a tregua embarazosa con

    eJ

    sultán

    haritm caso

    a sus peti

    ciones. Concent,ró,

    pues.

    su atención en España ofreciendo

    n : J e v a ~ subvencmnes a Felipe II y envíandü a

    su r e p r e s e n t a t

    te,

    LUJs

    de

    Torres para iníciar

    las conven adones. Mientras

    se ocupó per:-o:r:aimente en organizar

    una

    flota pontificia.

    J

    Las

    negocJaCJOnes avam:

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    16/21

    da y una

    para

    el pontífice. España, por tanto, cargaba con

    el

    mayor

    peso,

    pero

    su contribución todavía fue más deci

    siva

    en

    los abastecimientos no

    militares.

    Pues había

    que

    ali

    mentar a

    estas fuerzas

    y

    aprovisionar

    a Venecia

    mientras

    sus

    líneas

    de

    abastecimiento con el

    Este

    p e r m a n e c i ~ r a n cortada;

    Felipe 11 se dispuso

    a abrir

    sus

    mercados

    italianos

    a

    Veneci;

    y proteger

    a

    ésta

    del alza de precios, estableciendo precios de

    tasa

    y suprimiendo

    los excesivos impuestos de exportación.

    Ésta

    fue

    una

    de las medidas de

    mayor

    trascendencia del tra

    tado:

    sin

    Jos

    abastecimientos

    españoles de

    cereales, la

    futura

    campaña habría sido

    imposible

    .

    _El

    comandante jefe de las fuerzas de la Liga fue el ca

    p i t a ~

    gen_eral espanol Don Juan de Austria,

    recién

    llegado de

    su v1ctona

    contra

    el Islam en Granada. Sensible a la condi

    ción

    de

    su nacimiento y amargado por su

    situación

    social in

    ferior, Don Juan no había podido librarse

    de

    la obsesión

    de

    una

    presunta

    v i c t i m a c ~ ó n . en

    manos

    de

    su hermano regio.

    Ahora,

    .a

    la edad

    de

    ~ · ~ m t t c u a t r o años, parecía

    que iba

    a po

    der s a t 1 ~ f a c e r su paswn por

    la

    acción y el mando

    supremo.

    Pero Fehpe

    11,

    a

    pesar

    de desear su nombramiento, no podía

    superar una permanente

    sospecha de

    la juventud y

    juicio de

    h.ermanastro. Desde q u ~ le

    había

    dado su

    primer

    cargo

    pubhco de comandante en

    Jefe

    de la

    armada

    española

    al

    reti

    rarse

    García de Toledo en

    1568 y durante

    la guerra de Gra

    n a ~ a

    lo

    había mantenido bajo la tutela del magnate

    c a t a l á : ~ l

    Lms de Requesens, su antiguo

    embajador

    en Roma y futuro

    g o b ~ ~ n d o r

    los Países Bajos. Requesens, inteligente y de

    e ~ p i _ n t u .ampho,

    fue uno los administradores españoles más

    d1stmgmdos

    durante el Siglo XVI, pero era una

    espina

    al lado

    Don

    uan.

    Contin_uó aún

    así

    durante el

    año 1571.

    Según las

    mstrucctones de

    Fehpe 11,

    Don

    Juan

    tenía

    asignado un conse

    j,o con p o ~ e r e s demasiado absolutos

    para

    su

    iusto,

    dentro de

    este: una

    JUnta

    menor

    compuesta

    por Requesens,

    Gian Andrea

    Dona, el

    marqués

    de Santa Cruz

    y

    Juan de Cardona tenía

    el

    encargo

    de

    guiarle en todas sus

    acciones.4s

    Además,

    Re

    quese.ns

    quedaba asignado

    a

    galera,

    con el

    oficio

    de una

    especte

    de

    censor, y

    todas

    las ordenes y

    correspondencia

    ha

    bían de pasar

    por sus

    manos

    antes

    de ser firmadas por el jo-

    45.

    l n s ~ r u c c i o n e s de

    26

    .de j u n i ~

    de 1571. SERRANO op. cit. vol. 1

    pp.

    1.07"108,

    acerca de

    las mstruccwnes

    suplementarias

    y

    un caso dll

    confhcto entre Don

    Juan

    y Requesens,

    cf

    M FERNÁNDEZ E

    NAvARRE

    TE, _rae., eds.,

    Colección

    de documentos inéditos

    para la historia

    de

    Es-

    pana

    vol. 111,

    pp. 187-191, 194.

    298

    1

    ¡

    ven. Decepcionado

    por

    semejantes restricciones, Don Juan

    pronto se

    encontró en

    desacuerdo con sus consejeros, sobre la

    -e-strategia.

    Según

    sus instrucciones, había

    de

    d i r i ~ i r las fuer

    zas de la Liga hacia levante tan

    pronto

    como pudiera, con el

    fin

    de

    presentar batalla

    siempre

    que hubiera ocasión; pero

    no había de

    poner en

    peligro su flota, si no tenía certeza de

    Ja

    victoria, y había de regresar al

    comienzo

    del

    otoño.

    Aquí,

    eran

    posibles varias interpretaciones: el

    instinto

    del pro

    pio

    Don Juan le llevaba

    a

    la acción inmediata; pero,

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    17/21

    agosto a c ~ i o n e s

    j ~ s i g . n i ~ i c a n t e s

    que cansaron

    sus

    fuerzas

    Y

    que

    m

    s;qmera pudJeron

    lmpedir

    que la flota veneciana

    rol 'l

    ptera la lmea Y se

    juntara

    con sus alíados. De

    esta

    forma. Jos

    t ~ r c o s fueron

    a r

    combate luego de un verano cansado y ha.

    ~ t e n d o ya

    traspasa.do el

    momento

    áJgido de su

    preparación,

    Lo

    ~ r d í o

    de la

    estactón,

    así, se iba a

    convertir en una oportu-

    ~ l d a d

    para

    1a

    L i ~ ..oportunidad

    que

    Don Juan sabría aprove

    c h ~ r ,

    La

    flota cnstuma

    sa}jó

    de Mesina

    el

    16 de setiembre

    y

    pnmcro enfC:Có, hacla Corfú. AHí supo que había caído Fa.

    magusta,

    Ja ult1ma plaza fuerte veneciana en Chipre. y que

    la flota t':':Ca se hallaba

    en

    el golfo de Lepanto. Don Juan.

    t·omprendlo

    que había llegado el

    momento de

    arriesgar

    todo. o

    De

    repente

    las

    dos flotas,

    que

    se

    andaban buscando una a

    Ia

    otra,

    se encontraron al amanecer

    del

    7 de octubre de 157 ,

    a la c _ n t r a d ~ _del golfo dt:.:

    lepanto, donde 1a flota crístian

    3

    pudo

    lnmovthzar al

    t-"Den:ugcY Frente a .:rente a

    ¡

    0

    ¡

    d

    una Xt . , d argo

    e

    d'

    e ens1on e unas cinco

    míHas. cristianos y musulmanes

    pu Jeron

    cakutar a

    Ultimo momento

    las

    fuerzas ajenas:

    230

    galeras turcas f ~ a 208 cri'slianas. aunque éstas

    iban

    equi.

    padas

    con art1flcna

    de mayor calibre y contaban co 1 ·

    fant_erfa

    española.

    bien armada,.JS Don Juan de acuerd: ~ ~

    táctu.:a

    con.te';lporánea.

    adelantó sus

    seis

    g ~ l e o n e s

    venecianos

    p ~ r a constltmr una vanguardia de fuerte nnder t'll . d .

    tras

    rle 1

    d.

    d .

    f l

    ,- -

    ar 1

    ero, e

    H e l\'I

    1

    0

    su

    ota

    de galeras en cuatro escuadras

    e? nea de ~ o m b a t e : a la izquierda,

    bajo

    el

    almirante

    vene.

    c:mno Barba_ngo; a la d e r e ~ : h a . bajo Doria· al

    centro

    él •

    ~ . e l enarto escuadrón, bajo Santa

    Cruz, f ~ r m a n d o

    r e = ~ :

    ta .

    Las

    gaJ_eras turcas

    estaban situadas

    de manera

    semejante

    t:ac1a _medwdia cesó el viento

    y

    bajo

    un

    sol

    abrasador y

    un.

    ~ J e t o

    sm .nubes,.enarbolándose mutuamente las banderas

    5

    a.

    grad::,

    dm com1enzo la

    batalJa. Los turcos trataron de coger

    por espalda .al enemigo por

    ambos

    extremos

    d 1 r

    la

    ~ e c h a , Doria

    fue desplazado e

    Jnducido

    a

    e : t ~ d e ~ ~ ~

    d . sta el extremo;

    así dejaba

    un

    hueco

    en

    el centro,

    sien·

    o a CJado

    cada vez más

    de la

    acción principal,

    en

    la

    que pudo

    47 · Súbre

    la

    batana d , Le f S .

    142;

    también

    del . e pamo,

    e_ ERR-\.

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    18/21

    marl>. Lepanto señaló

    el

    final de un periodo, el

    fin

    de

    la

    su

    premacía turca. Más inmediatamente, las

    gal

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    19/21

    servó la cabeza y actuó con su habitual caltna

    La

    defección

    de Vcnecía era,

    ciertamente,

    una

    bendición disfrazada. E ; ; ~

    paña todavía contaba con una poderosa flota, que podía

    emplearse en objetiYos más limitados y más nacionales. Re

    gresando a

    uoa política africana, Felipe II

    se

    decidió

    a

    atacar

    fúnez. Fue último gran error en el

    Mediterráneo.

    Don

    Juan

    tomó TUnez

    sin difkuHad

    el

    11

    de

    octubre

    de

    1513

    nombró un gobernador

    nativo,

    dejó

    una guarnición

    y regresÓ

    a Nápoles. Pero esto

    no era una victoria: la

    operación

    no

    tocó el interior

    del

    país y Ja base misma era de dificil v

    .;ostoso

    mantenimiento

    y

    abastecimiento. Mientras

    los

    c s p ~ -

    ñoles todavía daban

    vueltas

    en

    sus

    cabezas

    sobre qué hacer

    con

    eHa

    y

    fluctuaban

    entre las ideas

    e x p a n s i o n i s t ~ s de

    Don

    Juan y la prudencia

    de u

    rey, la flota turca

    atacó

    en

    julio

    de

    1574. a

    guarnición

    española capitulaba e l 13 de setiem

    bre- mientras

    Don

    Juan. esperando

    instrucciones

    de

    Es·

    paña y desíiusiünádo hasta el Jt targo, Hegó demasiado tarde

    para

    poder haCer algo, excepto regresar a

    España

    para con

    sultar con u hermano.

    Solamente

    tres

    años

    después

    de

    Lcpanto

    los

    turc-os ha

    bían demostrádo una vez más la potencia de su flota y la

    rapidez de

    su

    poder ofensivo, por lo

    que Felipe H

    tuvo

    que

    preocuparse de

    nuevo

    por

    sus defensas en

    el Mediterráneo.

    Pero Túnez fue

    la última gran victoria turca

    antes

    de Ia

    decadencia. Fue

    seguida

    de un período en el que ambos PD'

    deres

    deseaban

    descomprometerse.

    Distraído

    por

    sus intc·

    reses en Persia y por el hecho

    de

    que los moros

    del

    Norte

    de Afríca ya no eran los

    entusiastas

    colaboradores del pasa·

    do, ei sultán se vio

    obligado

    a limitar sus ambidones.

    Por

    su

    parte,

    Felipe

    II

    estaba demasiado

    ocupado por los

    Países

    Bajos y

    con

    demasiado poco dinero en sus arcas para

    poder

    aprovechar la Véntaja

    que

    le suponían las dificultades de

    su

    enemigo Y poder proseguir la ofensiva. Indudablemente el

    Mediterráneo era un

    campo

    de batalla t::xcesivamentc g r a ~ d e

    sobrepasando Ias posibilidades de ambas

    p o t t ~ n c i a s ; por

    tan.

    to,

    la

    retirada fue mutua

    y,

    en

    algtín

    momento, trajo un

    alto en el antiguo conflicto,

    En esle

    sentido, Ia política de

    descscalada de Fc:ipe

    II estaba más

    justificada que la poli

    tica

    ambiciosa

    de Don Juan, El freno que aplicó a

    su

    her

    mano no era

    una

    cuestión úe envidia, ;;ospecha ni exce·

    siva prudenda: a

    diferencia

    de Don

    Juan,

    que

    se obsesionaba

    con sus propios

    proyectos,

    el rey podía ver todo el panorama

    y

    se

    daba cuenta

    de

    que el breve intermedio

    que había hecho

    304

    pasible Lepanto no podía durar indefinidamente. Felipe

    II

    nunca estuvo

    en

    capacidad de poder dar

    más de un golpe al

    mismo tiempo

    o dedicarse

    él

    y sus medios a una

    e m p r e s ~

    Aceptaba

    estas

    Mmi.f:.acione. >,

    y u realismo fue

    una

    ventaJa

    para España; no perdió

    su cabeza

    e s t o s

    perros

    turcos» a

    través de

    lazos diplomáticos

    formales,

    pues el es..

    cándalo, la

    versatilidad y

    la

    posible

    humillación

    eran

    e x e ~

    sivas

    para ser soportadas. Los turcos,

    por

    su pa_rte,

    se

    r e s t s ~

    tían

    a

    negociar

    con

    nadie más que

    con

    una

    embaJada. a u ~ q u e

    aceptaron la

    tregua

    de un año en 1578, otra en 1580 y, fmal

    mente otra

    de tres

    años en

    1581.

    Esto

    suponía

    una

    nueva

    etapa ·en

    Jas

    relaciones externas de

    E s ~ a ñ a

    con

    el.

    Islam:

    desde la llegada

    de

    Felipe

    II nunca habta

    emprend1do c r ~ ~

    zadas· ahora demostraba claramente aprovecharse de la Sl

    ruaciÓn,

    D e ~ p u é s de la

    misión de Margliani, fue

    efectiva

    una

    paz reconocida,

    pues

    parece que la

    paz

    de 1581 fue

    reno-

    54. S o b ~ las treguas

    y

    s ~ t negociación,

    cf

    BR.UJDFI., op. cit. pp, 984

    IOOS

    1074-1084.

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    20/21

    vada en 1584 y

    otra ve:e:

    en 1587 C .

    vamente las hostilidades

    d ·

    u a n ~ o _

    reapn_recJcron nue-

    taba prírmuiamente por

    -nmu:;::te

    dectma dccada,

    se tra

    lnterpretar la

    distC;lSlón

    con el PT r / s• de una f ~ l f a r r o n a d a

    rüu religioso en la poli

    i _

    ul co c o ~ o el

    fm

    del espí

    dido

    ésta Tanto ¡ ·

    t ca

    espano a, sena no haber en ten-

    . os m

    ereses

    polttkos

    co

    1 ¡· .

    bían inspirado la

    poli

    t _

    mo

    ·os re 1g1osos ha-

    primeros afros

    de su

    r e i n a : < ~ e:mr

    Felipe

    II desde

    los

    sores. Después

    de

    1580

    _

    b s e m e ; ~ r : - 7 . a

    de sus predece·

    h b

    , . SUS O JCtiVOS

    pohflcos

    · V

    _re)itt; •

    se

    a U.Ut onentado

    hacia otra d i r e ~

    . , .,..osos--

    la

    fuerza que había si

    :lo

    d

    -

    .d

    rir::al Society serie 4a •

    V (l922).

    1-1:7; C.S.P. Ve.

    netitm (LondreS,

    1894-1897), vol.

    VIH; Bruuoot, op cit. pp. 489,

    1075.

    307

  • 8/17/2019 España bajo los Austrias, 2 vols.

    21/21

    las propostcwnes inglesas fracasaron, tanto antes como des

    pués de la

    Armada. Políticamente, el Mediterráneo había sido

    neutralizado; ahora, el campo de batalla de España

    era

    el

    Atlántico.

    308

    VIII España y la Contrarreforma

    J.

    a

    campaña

    por

    l uniformidad

    a liquidación de

    la

    guerra contra

    el

    Islam era una

    con·

    secuencia

    de

    fa

    creciente presión procedente

    rlel

    Norte

    de

    Europa.

    Aquí, también, surgían las pasiones religiosas: la

    rebelión

    de

    Jos

    Paises

    Bajos y la hostilidad

    de Inglaterra

    constituían

    una

    afrenta para Ja sensi.bilídad católica de los

    espaí'ioles,

    así

    como un golpe para

    u

    intereses políticos y

    económicos. Pero Espafia --«martillo de los herejes, Juz de

    Tre-nto, espada

    de

    Roma,

    cuna de

    Sao

    Ignacio»- ya

    no se

    sen

    tia cruzada frente

    al

    Protestantismo, como

    ya

    tampoco

    lo

    era frente al Islam. Considerarla paladín

    de

    la Contrarre

    fonna

    es ignorar el contenido profano de su

    política

    exterior,

    sus accidentadas relaciones con el Papado

    y

    su propio de

    sarrollo religioso a lo largo del siglo XVI. Significa también

    desfigurar

    el

    carácter de

    la

    propia

    Contrarreforma. España,

    como ya hemos visto, se había adelantado en la refonna de

    la

    Iglesia

    aun al

    mismo

    Lutero, y. a continuación, había abra

    zado con entusiasmo la causa

    de

    Erasmo.

    2

    Sin

    embargo,

    hacia la quinta década, los

    erasmistas habían sido

    dispersa

    dos, la Inquisición aumentaba su vigilancia, y un

    acercamiento

    conciliatorio a Jos problemas religiosos se hacía cada

    vez:

    mtis

    dificil.

    Entre 1556, año del

    retiro de Carlos

    V a Yuste,

    y

    1563,

    año de

    la

    clausura

    del Concilio de Trento, el clima de la

    opinión

    religiosa en

    España

    sufr ió todavía nuevos cambios.

    a Inquisición espai\ola estaba

    ahora

    en manos distintas y

    más

    duras:

    Hernando

    de

    Valdés, arzobispo de- SevilJa e in

    quisidor general

    desde 1547 a 1566,

    reforzó

    su odio

    impla

    cable

    a la he:rejia con la ambición

    personal

    de

    hacerse

    prescindible a la corona con sus afortunadas

    campañas

    en

    defensa

    de

    la ortodoxia,

    Su

    consejero teo16gico era ei do

    minico

    Melchor

    Cano, cuyas profundas investigaciones y

    es

    1. La descripción pertenece a Menéndez Pelayo.

    2. Cf SUPUJ. pp. 81·92

    ::____

    309