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DE SEPTEM VERBIS A CHRISTO IN CRUCE PROLATIS San Roberto Belarmino Prefacio Miradme, ahora, por cuarto a˜ no, prepar´ andome para la muerte. Habi´ endome retirado de los nego- cios del mundo a un lugar de reposo, me entrego a la meditaci´on de las Sagradas Escrituras, y a escribir los pensamientos que se me ocurren en mis meditaciones, para que si ya no puedo ser de uso por la palabra de boca, o la composici´ on de voluminosas obras, pueda por lo menos ser ´ util a mis hermanos por medio de estos piadosos librillos. Mientras reflexionaba entonces sobre cual ser´ ıa el tema m´as elegible tanto para prepararme para la muerte como para asistir a otros a vivir bien, se me ocurri´ o la Muerte de Nuestro Se˜ nor, junto con el ´ ultimo serm´ on que el Redentor del mundo predic´ o desde la Cruz, como desde un elevado p´ ulpito, a la raza humana. Este serm´ on consiste de siete cortas pero profundas sentencias, y en estas siete palabras est´ a contenido todo lo que Nuestro Se˜ nor manifest´ o cuando dijo: Mirad que subimos a Jerusal´ en, y se cumplir´ a todo lo que los Profetas escribieron sobre el Hijo del Hombre (Lc 18,31). Todo lo que los Profetas predijeron sobre Cristo puede ser reducido a cuatro t´ ıtulos: sus sermones a la gente; su oraci´ on al Padre; los grandes tormentos que soport´ o; y las sublimes y admirables obras que realiz´ o. Todo esto fue veri- ficado de manera admirable en la Vida de Cristo, pues Nuestro Se˜ nor no pod´ ıa ser m´as diligente al predicar al pueblo. Predicaba en el Templo, en las sinagogas, en los campos, en los desiertos, en las casas, m´as a´ un, predicaba incluso desde una embarcaci´ on a la gente que estaba en la orilla. Era su costumbre pasar noches en oraci´ on a Dios, pues as´ ı dice el Evangelista: Y se pas´ o la noche en la oraci´ on de Dios (Lc 6,12). Sus admirables obras al expulsar demonios, curar enfermos, multiplicar panes, calmar tormentas, han de ser le´ ıdas en cada agina de los Evangelios (Mt 8; Mc 4; Lc 6; Jn 6). A´ un as´ ı, fueron muchas las injurias que fueron acumuladas sobre ´ El, como respuesta al bien que hab´ ıa hecho. Consist´ ıan ´ estas no s´ olo en palabras insolentes, sino tambi´ en en apedrearlo (Jn 8) y despe˜ narlo (Lc 4). En una palabra, todas estas cosas verdaderamente se consumaron en la Cruz. Su pr´ edica desde la Cruz fue tan poderosa que toda la multitud se volvi´ o golpe´ andose el pecho (Lc 23,48), y no s´ olo los corazones de los hombres, sino incluso las rocas fueron quebrantadas en pedazos. ´ El or´ o en la Cruz, como dice el Ap´ ostol, con pode- roso clamor y l´ agrimas, siendo as´ ı escuchado por su actitud reverente (Heb 5,7) . Sufri´ o tanto en la Cruz, en comparaci´ on con lo que hab´ ıa sufrido el resto de su vida, que el sufrimiento parece pertene- cer s´ olo a su Pasi´ on. Finalmente, nunca obr´ o ma- yores signos y prodigios que cuando estando en la Cruz parec´ ıa reducido a la m´as grande debilidad y flaqueza. Entonces no s´ olo manifest´ o signos del cielo, los cuales los jud´ ıos hab´ ıan pedido hasta el fastidio, sino que un poco despu´ es manifest´ o el m´as grande de todos los signos. Pues luego de estar muerto y enterrado, se le- vant´ o de entre los muertos por su propia fuerza, llamando a su Cuerpo a la vida, incluso a una vida inmortal. Verdaderamente entonces podremos de- cir que en la Cruz se consum´ o todo lo que estaba escrito por los Profetas en relaci´on al Hijo del Hombre. Pero antes de empezar a escribir sobre las palabras que Nuestro Se˜ nor manifest´ o desde la Cruz, parece apropiado que deba decir algo de la Cruz misma, que fue el P´ ulpito del Pre- dicador, altar del Sacerdote V´ ıctima, campo del Combatiente, el taller del que obra maravillas. Los antiguos estaban de acuerdo al decir que la Cruz estaba hecha de tres trozos de madera: uno vertical, a lo largo del cual era puesto el cuerpo del crucificado; uno horizontal, al que estaban sujetas las manos; y el tercero estaba unido a la parte baja de la cruz, sobre el cual descansaban los pies del acusado, pero sujetos por medio de clavos para impedir su movimiento. Los antiguos Padres de la Iglesia concuerdan con esta opini´on, como San Justino (En Dial. cum Thyphon, lib. v) y San Ireneo (Advers. haeres. Valent.). Estos

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DE SEPTEM VERBIS A CHRISTO IN CRUCE

PROLATIS

San Roberto Belarmino

Prefacio

Miradme, ahora, por cuarto ano, preparandomepara la muerte. Habiendome retirado de los nego-cios del mundo a un lugar de reposo, me entregoa la meditacion de las Sagradas Escrituras, y aescribir los pensamientos que se me ocurren enmis meditaciones, para que si ya no puedo serde uso por la palabra de boca, o la composicionde voluminosas obras, pueda por lo menos serutil a mis hermanos por medio de estos piadososlibrillos. Mientras reflexionaba entonces sobre cualserıa el tema mas elegible tanto para prepararmepara la muerte como para asistir a otros a vivirbien, se me ocurrio la Muerte de Nuestro Senor,junto con el ultimo sermon que el Redentor delmundo predico desde la Cruz, como desde unelevado pulpito, a la raza humana. Este sermonconsiste de siete cortas pero profundas sentencias,y en estas siete palabras esta contenido todo loque Nuestro Senor manifesto cuando dijo: Miradque subimos a Jerusalen, y se cumplira todo lo quelos Profetas escribieron sobre el Hijo del Hombre(Lc 18,31). Todo lo que los Profetas predijeronsobre Cristo puede ser reducido a cuatro tıtulos:sus sermones a la gente; su oracion al Padre; losgrandes tormentos que soporto; y las sublimes yadmirables obras que realizo. Todo esto fue veri-ficado de manera admirable en la Vida de Cristo,pues Nuestro Senor no podıa ser mas diligente alpredicar al pueblo. Predicaba en el Templo, enlas sinagogas, en los campos, en los desiertos, enlas casas, mas aun, predicaba incluso desde unaembarcacion a la gente que estaba en la orilla.Era su costumbre pasar noches en oracion a Dios,pues ası dice el Evangelista: Y se paso la noche enla oracion de Dios (Lc 6,12). Sus admirables obrasal expulsar demonios, curar enfermos, multiplicarpanes, calmar tormentas, han de ser leıdas en cadapagina de los Evangelios (Mt 8; Mc 4; Lc 6; Jn6). Aun ası, fueron muchas las injurias que fueronacumuladas sobre El, como respuesta al bien quehabıa hecho. Consistıan estas no solo en palabras

insolentes, sino tambien en apedrearlo (Jn 8) ydespenarlo (Lc 4). En una palabra, todas estascosas verdaderamente se consumaron en la Cruz.Su predica desde la Cruz fue tan poderosa quetoda la multitud se volvio golpeandose el pecho (Lc23,48), y no solo los corazones de los hombres, sinoincluso las rocas fueron quebrantadas en pedazos.El oro en la Cruz, como dice el Apostol, con pode-roso clamor y lagrimas, siendo ası escuchado porsu actitud reverente (Heb 5,7) . Sufrio tanto en laCruz, en comparacion con lo que habıa sufrido elresto de su vida, que el sufrimiento parece pertene-cer solo a su Pasion. Finalmente, nunca obro ma-yores signos y prodigios que cuando estando en laCruz parecıa reducido a la mas grande debilidady flaqueza. Entonces no solo manifesto signos delcielo, los cuales los judıos habıan pedido hasta elfastidio, sino que un poco despues manifesto elmas grande de todos los signos.

Pues luego de estar muerto y enterrado, se le-vanto de entre los muertos por su propia fuerza,llamando a su Cuerpo a la vida, incluso a una vidainmortal. Verdaderamente entonces podremos de-cir que en la Cruz se consumo todo lo que estabaescrito por los Profetas en relacion al Hijo delHombre. Pero antes de empezar a escribir sobrelas palabras que Nuestro Senor manifesto desdela Cruz, parece apropiado que deba decir algode la Cruz misma, que fue el Pulpito del Pre-dicador, altar del Sacerdote Vıctima, campo delCombatiente, el taller del que obra maravillas.Los antiguos estaban de acuerdo al decir que laCruz estaba hecha de tres trozos de madera: unovertical, a lo largo del cual era puesto el cuerpodel crucificado; uno horizontal, al que estabansujetas las manos; y el tercero estaba unido a laparte baja de la cruz, sobre el cual descansabanlos pies del acusado, pero sujetos por medio declavos para impedir su movimiento. Los antiguosPadres de la Iglesia concuerdan con esta opinion,como San Justino (En Dial. cum Thyphon, lib.v) y San Ireneo (Advers. haeres. Valent.). Estos

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autores, mas aun, indican claramente que cadapie descansaba en la tabla, y no que un pie estabapuesto encima del otro. Por tanto, se sigue queCristo fue clavado a la Cruz con cuatro clavos,y no tres, como muchos imaginan, quienes en laspinturas representan a Cristo, Nuestro Senor, cla-vado a la Cruz con un pie sobre el otro. Gregoriode Tours (Lib. de Gloria Martyr. c. vi), claramentedice lo contrario, y confirma su opinion apelandoa antiguos grabados. Yo, por mi parte, he visto enla Librerıa Real en Parıs algunos manuscritos muyantiguos de los Evangelios, los cuales contenıanmuchos grabados de Cristo Crucificado y todoslo representaban con cuatro clavos. San Agustın(Epist I) y San Gregorio de Niza (Serm. I DeRessur.) dicen que el madero vertical de la Cruz seproyectaba un poco del madero vertical. Parecerıaque el Apostol insinua lo mismo, pues en su Cartaa los Efesios, San Pablo escribe: que podais com-prender con todos los santos cual es la anchura yla longitud, la altura y la profundidad (Ef 3,18).Eso es claramente una descripcion de la figura dela Cruz, que tenıa cuatro extremos: anchura enla parte horizontal, longitud en la parte vertical,altura en aquella parte de la Cruz que sobresalıay se proyectaba de la parte horizontal, y profundi-dad en la parte que estaba enterrada en la tierra.Nuestro Senor no soporto los tormentos de laCruz por casualidad, o contra su voluntad, pues Elhabıa escogido este tipo de muerte desde toda laeternidad, como ensena San Agustın (Epist. 120)por el testimonio del Apostol: Jesus de Nazaret,que fue entregado segun el determinado designioy previo conocimiento de Dios, vosotros le ma-tasteis clavandole en la cruz por manos de losimpıos (At 2,23) . Y ası Cristo, desde el principiode su predica, dijo a Nicodemo: Como Moiseslevanto la serpiente en el desierto, ası tiene queser levantado el Hijo del Hombre, para que todoel que crea tenga por El vida eterna (Jn 3,14-15).Muchas veces hablo a sus Apostoles sobre su Cruz,alentandolos a imitarlo a El: Si alguno quiere veniren pos de mı, nieguese a sı mismo, tome su cruzy sıgame (Mt 16,24). Solo Nuestro Senor sabe larazon que lo indujo a escoger este tipo de muerte.Los santos Padres, sin embargo, han pensado enalgunas razones mısticas, y las han dejado paranosotros en sus escritos. San Ireneo, en su trabajoal que nos hemos ya referido, dice que las palabrasJesus de Nazaret, Rey de los Judıos fueron escri-tas sobre aquella parte de la Cruz donde ambosbrazos se encuentran, para darnos a entender quelas dos naciones, Judıos y Gentiles, que hastaaquel tiempo se habıan rechazado una a la otra,fueron luego unidas en un solo cuerpo bajo unasola Cabeza: Cristo. San Gregorio de Niza, en susermon sobre la Resurreccion, dice que la parte dela Cruz que miraba hacia el cielo manifiesta queel cielo ha de ser abierto por la Cruz como poruna llave; que la parte que estaba enterrada en

la tierra manifiesta que el infierno fue despojadopor Cristo cuando El descendio ahı; y que los dosbrazos de la Cruz que se estiraban hacia el estey el oeste manifiestan la regeneracion del mundoentero por la Sangre de Cristo. San Jeronimo, enla Epıstola a los Efesios, San Agustın (Epist. 120),en su Epıstola a Honorato, San Bernardo, en elquinto libro de su obra Sobre la Consideracion,ensenan que el misterio principal de la Cruz fuelevemente tocado por el Apostol en las palabrascual es la anchura y la longitud, la altura y laprofundidad (Ef 3,18). El significado primario deestas palabras apunta a los atributos de Dios,la altura significa su poder, la profundidad susabidurıa, la anchura su bondad, la longitud sueternidad. Hacen referencia tambien a las virtudesde Cristo en su Pasion: la anchura su caridad, lalongitud su paciencia, la altura su obediencia, laprofundidad su humildad. Significan, mas aun, lasvirtudes que son necesarias para aquellos que sonsalvados a traves de Cristo. La profundidad dela Cruz significa la fe, la altura la esperanza, laanchura la caridad, la longitud la perseverancia.De esto sacamos que solo la caridad, la reinade las virtudes, encuentra un sitio en cualquierlugar, en Dios, en Cristo, y en nosotros. De lasotras virtudes, algunas son propias a Dios, otras aCristo, y otras a nosotros. En consecuencia, no esmaravilloso que en sus ultimas palabras desde laCruz, que ahora vamos a explicar, Cristo diese elprimer lugar a palabras de caridad. Empezaremospor tanto explicando las primeras tres palabrasque fueron dichas por Cristo a la hora sexta, antesque el sol fuera oscurecido y las tinieblas cubrieranla tierra. Consideraremos luego este eclipse del sol,y finalmente llegaremos a la explicacion de todaslas demas palabras de Nuestro Senor, que fuerondichas alrededor de la hora nona (Mt 27), cuandola oscuridad estaba desapareciendo y la Muerte deCristo estaba a la mano.

Libro I

Sobre las tres primeras palabras pronunciadas enla Cruz

Capıtulo I

Explicacion literal de la primera palabra: ((Padre,perdonalos, porque no saben lo que hacen)) (Lc

23,24)

Cristo Jesus, el Verbo del Padre Eterno, de quienel mismo Padre habıa dicho Escuchadle (Mt 17,5),quien habıa dicho de sı mismo Porque uno solo esvuestro Maestro (Mt 23,10) , para realizar la tareaque habıa asumido, nunca dejo de instruirnos. Nosolamente durante su vida, sino incluso en los bra-

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zos de la muerte, desde el pulpito de la Cruz, nospredico pocas palabras, pero ardientes de amor, desuma utilidad y eficacia, y en todo sentido dignasde ser grabadas en el corazon de todo cristiano,para ser ahı preservadas, meditadas, y realizadasliteralmente y en obra. Su primera palabra es esta:Y dijo Jesus: Padre, perdonalos, porque no sabenlo que hacen (Lc 23,34). Plegaria que, aun siendonueva y nunca antes escuchada, quiso el EspırituSanto que sea predicha por el Profeta Isaıas enestas palabras: e intercedio por los transgresores(Is 53,12). Y las peticiones de Nuestro Senor enla Cruz prueban cuan verdaderamente hablo elApostol San Pablo cuando dijo: la Caridad nobusca su provecho (1Co 13,5), pues de las sietepalabras que hablo nuestro Redentor, tres fueronpor el bien de los demas, tres por su propio bien, yuna fue comun tanto para El como para nosotros.Su atencion, sin embargo, fue primero para losdemas. Penso en sı mismo al final. De las tresprimeras palabras que El hablo, la primera fuepara sus enemigos, la segunda para sus amigos,y la tercera para sus parientes. Ahora bien, larazon por la cual oro, entonces, es que la primerademanda de la caridad es socorrer a aquellos queestan necesitados, y aquellos que estaban mas ne-cesitados de socorro espiritual eran sus enemigos,y lo que nosotros, discıpulos de tan gran Maestro,necesitamos mas es amar a nuestros enemigos,virtud que sabemos muy difıcil de obtener y queraramente encontramos, mientras que el amor anuestros amigos y parientes es facil y natural,crece con los anos y muchas veces predomina masde lo que deberıa. Por lo cual escribio el Evange-lista Y dijo Jesus (Lc 23,34): donde la palabra ymanifiesta el tiempo y la ocasion de esta oracionpor sus enemigos, y pone en contraste las palabrasdel Sufriente y las palabras de los verdugos, susobras y las obras de ellos, como si el Evangelistaquisiera explicarse mejor de esta manera: estabancrucificando al Senor, y en su misma presenciaestaban repartiendo su tunica entre ellos, se burla-ban y lo difamaban como embustero y mentiroso,mientras que El, viendo lo que estaban haciendo,escuchando lo que estaban diciendo, y sufriendolos mas agudos dolores en sus manos y pies, de-volvio bien por mal, y oro: Padre, perdonalos.

Lo llama Padre, no Dios o Senor, porque quisoque El ejerciese la benignidad del Padre y nola severidad de un Juez, y como quiso El evitarla colera de Dios, que sabıa provocada por losenormes crımenes, usa el tierno nombre de Padre.La palabra Padre parece contener en sı mismaeste pedido: Yo, tu Hijo, en medio de todos mistormentos, los he perdonado. Haz Tu lo mismo,Padre Mıo, extiende tu perdon a ellos. Aunque nolo merecen, perdonalos por Mı, tu Hijo. Acuerdatetambien que eres su Padre, pues los has creado,haciendolos a tu imagen y semejanza. Muestrales

por tanto un amor de Padre, pues aunque sonmalos, son sin embargo hijos tuyos.

Perdona. Esta palabra contiene la peticion prin-cipal que el Hijo de Dios, como abogado de susenemigos, hace a su Padre. La palabra perdonapuede referirse tanto al castigo debido al crimencomo al crimen mismo. Si esta referido al castigodebido al crimen, fue entonces la oracion escucha-da: pues ya que este pecado de los judios deman-daba que su perpetradores sientan instantanea ymerecidamente la ira de Dios, siendo consumidospor fuego del cielo o ahogados en un segundodiluvio, o exterminados por el hambre y la espada,aun ası, la aplicacion de este castigo fue pospuestapor cuarenta anos, periodo durante el cual, si elpueblo judıo hubiese hecho penitencia, hubiesensido salvados y su ciudad preservada, pero puestoque no hicieron penitencia, Dios mando contraellos al ejercito romano que, durante el reino deVespasiano, destruyo sus metropolis, y parte dehambruna durante el sitio, y parte por la espa-da durante el saqueo de la ciudad, mato a unagran multitud de sus habitantes, mientras quelos sobrevivientes eran vendidos como esclavos ydispersados por el mundo.

Todas estas desgracias fueron predichas por Nues-tro Senor en las parabolas del vinador que con-trato obreros para su vina, del rey que hizo unaboda para su hijo, de la higuera esteril, y masclaramente, cuando lloro por la ciudad el Domin-go de Ramos. La oracion de Nuestro Senor fuetambien escuchada si es que hacıa referencia alcrimen de los judıos, pues obtuvo para muchosla gracia de la compuncion y la reforma de lavida. Hubieron algunos que volvieron golpeandoseel pecho (Lc 23,48). Estuvo el centurion que di-jo verdaderamente este era el Hijo de Dios (Mt27,54). Y hubo muchos que unas semanas despuesse convirtieron por la predica de los Apostoles, yconfesaron a Aquel que habıan negado, adorarona Aquel que habıan despreciado. Pero la razon porla cual la gracia de la conversion no fue otorgadaa todos es que la voluntad de Cristo se conforma ala sabidurıa y la voluntad de Dios, que San Lucasmanifiesta cuando nos dice en los Hechos de losApostoles: Y creyeron cuantos estaban destinadosa una vida eterna (At 13,48).

Perdonalos. Esta palabra es aplicada a todos porcuyo perdon Cristo oro. En primer lugar es aplica-da a aquellos que realmente clavaron a Cristo enla Cruz, y jugaron a la suerte sus vestiduras. Pue-de ser tambien extendida a todos los que fueroncausa de la Pasion de Nuestro Senor: a Pilato quepronuncio la sentencia; a las personas que gritaroncrucifıcalo, crucifıcalo (Mt 27,22); a los sumossacerdotes y escribas que falsamente lo acusaron,y, para ir mas lejos, al primer hombre y a toda sudescendencia que por sus pecados ocasionaron la

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muerte de Cristo. Y ası, desde su Cruz, NuestroSenor oro por el perdon de todos sus enemigos.Cada uno, sin embargo, se reconocera a sı mismoentre los enemigos de Cristo, de acuerdo a laspalabras del Apostol: Cuando eramos enemigosfuimos reconciliados con Dios por la muerte de suHijo (Rm 5,10). Por tanto, nuestro Sumo Sacer-dote, Cristo, hizo una conmemoracion para todosnosotros, incluso antes de nuestro nacimiento, enaquel sacratısimo Memento, si puedo ası decirlo,que El hizo en el primer Sacrificio de la Misa quecelebro en el altar de la Cruz. ¿Que retribucion, ohalma mıa, haras al Senor por todo lo que ha hechopor tı, aun antes de que seas? Nuestro amadoSenor vio que tu tambien algun dıa estarıas en lasfilas con sus enemigos, y aunque no lo pediste, nilo buscaste, El oro por tı a su Padre, para que nocargue sobre tı la falta cometida por ignorancia.¿No te importa por tanto tener en cuenta a tandulce Patron, y hacer todo esfuerzo por servirlefielmente en todo? ¿No es justo que con tal ejem-plo delante tuyo aprendas no solo a perdonar atus enemigos con facilidad, y orar por ellos, sinoincluso a atraer a cuantos puedas para hacer lomismo? Es justo, y esto deseo y tengo el propositode hacer, con la condicion de que Aquel que meha dado tan brillante ejemplo me de tambien ensu bondad la ayuda suficiente para realizar tangrande obra.

Pues no saben lo que hacen. Para que su oracionsea razonable, Cristo se disminuye, o mas aunda la excusa que pueda por los pecados de susenemigos. El ciertamente no podıa excusar lainjusticia de Pilato, o la crueldad de los soldados,o la ingratitud de la gente, o el falso testimonio deaquellos que perjuraron. Entonces no quedo paraEl mas que excusar su falta alegando ignorancia.Pues con verdad el Apostol observa: pues dehaberla conocido, no hubieran crucificado al Senorde la Gloria (1Co 2,8). Ni Pilato, ni los sumossacerdotes, ni el pueblo sabıan que Cristo era elSenor de la Gloria. Aun ası, Pilato lo sabıa unhombre justo y santo, que habıa sido entregadopor la envidia de los sumos sacerdotes, y los sumossacerdotes sabıan que El era el Cristo prometido,como ensena Santo Tomas, porque no podıan -nilo hicieron- negar que habıa obrado muchos de losmilagros que los profetas habıan predicho que elMesıas obrarıa. En fin, la gente sabıa que Cristohabıa sido condenado injustamente, pues Pilatopublicamente les habıa dicho: No encuentro eneste hombre culpa alguna (Lc 23,14), e Inocentesoy de la sangre de este hombre justo (Mt 27,24 ).

Pero aunque los judıos, tanto el pueblo como lossacerdotes, no sabıan el hecho de que Cristo eraSenor de la Gloria, aun ası, no habrıan perma-necido en este estado de ignorancia si su maliciano los hubiera cegado. De acuerdo a las palabrasde San Juan: Aunque habıa realizado tan grandes

senales delante de ellos, no creıan en El, porquehabıa dicho Isaıas: Ha cegado sus ojos, ha endu-recido su corazon, para que no vean con los ojos,ni comprendan con su corazon, ni se conviertan,ni yo los sane (Jn 12,37-40). La ceguera no esexcusa para un hombre ciego, porque es volun-taria, acompanando, no precediendo, el mal quehace. De la misma manera, aquellos que pecanen la malicia de sus corazones siempre puedenalegar ignorancia, lo que no es sin embargo unaexcusa para su pecado pues no lo precede sinoque lo acompana. Por lo que el Hombre Sabiodice: Yerran los que obran iniquidad (Pr 4,22). Elfilosofo de igual modo proclama con verdad quetodo el que hace mal es ignorante de lo que hace, ypor consiguiente se puede decir de los pecadores engeneral: No saben lo que hacen. Pues nadie puededesear aquello que es malo en base a su maldad,porque la voluntad del hombre no tiende hacia elmal tanto como hacia el bien, sino solo a lo que esbueno, y por esta razon aquellos que eligen lo quees malo lo hacen porque el objeto les es presentadobajo apariencia de bien, y ası puede entonces serelegido. Esto es resultado del desasosiego de laparte inferior del alma que ciega la razon y la haceincapaz de distinguir nada sino lo que es buenoen el objeto que busca. Ası, el hombre que cometeadulterio o es culpable de robo realiza estos crıme-nes porque mira solo el placer o la ganancia quepuede obtener, y no lo harıa si sus pasiones no locegaran hasta la vergonzosa infamia de lo primeroy la injusticia de lo segundo. Por tanto, un pecadores similar a un hombre que desea lanzarse a un rıodesde un lugar elevado. Primero cierra sus ojosy luego se lanza de cabeza, ası aquel que haceun acto de maldad odia la luz, y obra bajo unavoluntaria ignorancia que no lo exculpa, porquees voluntaria. Pero si una voluntaria ignoranciano exculpa al pecador, ¿por que entonces NuestroSenor oro: Perdonalos porque no saben lo que ha-cen? A esto respondo que la interpretacion masdirecta a ser hecha de las palabras de NuestroSenor es que fueron dichas para sus verdugos, queprobablemente ignoraban completamente no solola Divinidad del Senor, sino incluso su inocencia, ysimplemente realizaron la labor del verdugo. Paraaquellos, por tanto, dijo en verdad el Senor: Padre,perdonalos porque no saben lo que hacen.

Una vez mas, si la oracion de Nuestro Senor hade ser interpretada como aplicable a nosotros mis-mos, que no habıamos aun nacido, o a aquella mul-titud de pecadores que eran sus contemporaneos,pero que no tenıan conocimiento de lo que estabasucediendo en Jerusalen, entonces dijo con muchaverdad el Senor: No saben lo que hacen. Finalmen-te, si El se dirigio al Padre en nombre de todos losque estaban presentes, y sabıan que Cristo era elMesıas y un hombre inocente, entonces debemosconfesar la caridad de Cristo que es tal que desea

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paliar lo mas posible el pecado de sus enemigos.Si la ignorancia no puede justificar una falta,puede sin embargo servir como excusa parcial, yel deicidio de los judıos habrıa tenido un caractermas atroz de haber conocido la naturaleza de suVıctima. Aunque Nuestro Senor era consciente deque esto no era una excusa sino mas bien unasombra de excusa, la presento con insistencia, enrealidad, para mostrarnos cuanta bondad sientehacia el pecador, y con cuanto deseo hubiese Elusado una mejor defensa, incluso para Caifas yPilato, si una mejor y mas razonable apologıa sehubiese presentado.

Capıtulo II

El primer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la primera palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

Habiendo dado el significado literal de la prime-ra palabra dicha por Nuestro Senor en la Cruz,nuestra proxima tarea sera esforzarnos por recogeralgunos de sus frutos mas preferibles y ventajosos.Lo que mas nos impacta en la primera partedel sermon de Cristo en la Cruz es su ardientecaridad, que arde con fulgor mas brillante que elque podamos conocer o imaginar, de acuerdo a loque escribio San Pablo a los Efesios: Y conocer lacaridad de Cristo que excede todo conocimiento(Ef 3,19). Pues en este pasaje el Apostol nosinforma por el misterio de la Cruz como la caridadde Cristo sobrepasa nuestro entendimiento, ya quese extiende mas alla de la capacidad de nuestrolimitado intelecto. Pues cuando sufrimos cualquierdolor fuerte, como por ejemplo un dolor de dien-tes, o un dolor de cabeza, o un dolor en los ojos,o en cualquier otro miembro de nuestro cuerpo,nuestra mente esta tan atada a esto como paraser incapaz de cualquier esfuerzo. Entonces noestamos de humor ni para recibir a nuestros ami-gos ni para continuar con el trabajo. Pero cuandoCristo fue clavado en la Cruz, llevo su diadema deespinas, como esta claramente manifestado en lasescrituras de los antiguos Padres; por Tertulianoentre los Padres Latinos, en su libro contra losjudıos, y por Orıgenes, entre los Padres griegos,en su obra sobre San Mateo; y por tanto se sigueque El no podıa ni mover su cabeza hacia atras nimoverla de lado a lado sin dolor adicional. Toscosclavos ataban sus manos y pies, y por la manera enque desgarraban su carne, ocasionaban un doloro-so y largo tormento. Su cuerpo estaba desnudo,desgastado por el cruel flagelo y los trajines del iry venir, expuesto ignominiosamente a la vista delos vulgares, agrandando por su peso las heridasen sus pies y manos, en una barbara y continuaagonıa.

Todas estas cosas combinadas fueron origen demucho sufrimiento, como si fueran otras tantascruces. Sin embargo, oh caridad, verdaderamen-te sobrepasando nuestro entendimiento, El nopenso en sus tormentos, como si no estuvierasufriendo, sino que solicito solo para la salvacionde sus enemigos, y deseando cubrir la pena de suscrımenes, clamo fuertemente a su Padre: Padre,perdonalos. ¿Que hubiese hecho El si estos infelicesfuesen las vıctimas de una persecucion injusta, ohubiesen sido sus amigos, sus parientes, o sus hi-jos, y no sus enemigos, sus traidores y parricidas?Verdaderamente, ¡Oh benignısimo Jesus! Tu cari-dad sobrepasa nuestro entendimiento. Observo tucorazon en medio de tal tormenta de injurias ysufrimientos, como una roca en medio del oceanoque permanece inmutable y pacıfica, aunque eloleaje se estrelle furiosamente contra ella.

Pues ves que tus enemigos no estan satisfechoscon infligir heridas mortales sobre tu cuerpo, sinoque deben burlarse de tu paciencia, y aullar triun-falmente con el maltrato. Los miras, digo yo, nocomo un enemigo que mide a su adversario, sinocomo un Padre que trata a sus errantes hijos,como un doctor que escucha los desvarıos de unpaciente que delira. Por lo que Tu no estas molestocon ellos, sino los compadeces, y los confıas alcuidado de tu Padre Todopoderoso, para que Ellos cure y los haga enteros. Este es el efecto de laverdadera caridad, estar en buenos terminos contodos los hombres, considerando a ninguno comotu enemigo, y viviendo pacıficamente con aquellosque odian la paz. Esto es lo que es cantado enel Cantico del amor sobre la virtud de la perfectacaridad: Grandes aguas no pueden apagar el amor,ni los rıos anegarlo (Ct 8,7). Las grandes aguasson los muchos sufrimientos que nuestras miseriasespirituales, como tormentas del infierno, cargansobre Cristo a traves de los Judıos y los Gen-tiles, quienes representaban las pasiones oscurasde nuestro corazon. Aun ası, esta inundacion deaguas, es decir de dolores, no puede extinguirel fuego de la caridad que ardio en el pecho deCristo. Por eso, la caridad de Cristo fue masgrande que este desborde de grandes aguas, yresplandecio brillantemente en su oracion: Padre,perdonalos. Y no solo fueron estas grandes aguasincapaces de extinguir la caridad de Cristo, sinoque ni siquiera luego de anos pudieron las tor-mentas de la persecucion sobrepasar la caridad delos miembros de Cristo. Ası, la caridad de Cristo,que poseyo el corazon de San Esteban, no podıaser aplastada por las piedras con las cuales fuemartirizado. Estaba viva entonces, y el oro: Senor,no les tengas en cuenta este pecado (At 7,59). Enfin, la perfecta e invencible caridad de Cristo queha sido propagada en los corazones de martiresy confesores, ha combatido tan tercamente losataques de perseguidores, visibles e invisibles, que

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puede decirse con verdad incluso hasta el fin delmundo, que un mar de sufrimiento no podra ex-tinguir la llama de la caridad.

Pero de la consideracion de la Humanidad de Cris-to ascendamos a la consideracion de Su Divinidad.Grande fue la caridad de Cristo como hombrehacia sus verdugos, pero mayor fue la caridadde Cristo como Dios, y del Padre, y del EspırituSanto, en el dıa ultimo, hacia toda la humanidad,que habıa sido culpable de actos de enemistadhacia su Creador, y, de haber sido capaces, lohubiesen expulsado del cielo, clavado a una cruz,y asesinado. ¿Quien puede concebir la caridad queDios tiene hacia tan ingratas y malvadas criatu-ras? Dios no guardo a los angeles cuando pecaron,ni les dio tiempo para arrepentirse, sin embargocon frecuencia soporta pacientemente al hombrepecador, a blasfemos, y a aquellos que se enrolanbajo el estandarte del demonio, Su enemigo, y nosolo los soporta, sino que tambien los alimenta ycrıa, incluso hasta los alienta y sostiene, pues enEl vivimos, nos movemos y existimos (At 17,28),como dice el Apostol. Ni tampoco preserva soloal justo y bueno, sino igualmente al hombre in-grato y malvado, como Nuestro Senor nos dice enel Evangelio de San Lucas. Ni tampoco nuestroBuen Senor meramente alimenta y crıa, alienta ysostiene a sus enemigos, sino que frecuentementeacumula sus favores sobre ellos, dandoles talentos,haciendolos honorables, y los eleva a tronos tem-porales, mientras que El aguarda pacientementesu regreso de la senda de la iniquidad y perdicion.

Y para sobrepasar varias de las caracterısticasde la caridad que Dios siente hacia los hombresmalvados, los enemigos de su Divina Majestad,cada uno de los cuales requerirıa un volumen sitrataramos singularmente con cada uno, nos limi-taremos ahora a aquella singular bondad de Cristode la que estamos tratando. ¿Pues amo Dios tantoal mundo que dio su unico Hijo? (Jn 3,16). Elmundo es el enemigo de Dios, pues el mundo ente-ro yace en poder del maligno (1Jn 5,19), como nosdice San Juan. Y si alguno ama al mundo, el amordel Padre no esta en el (1Jn 2,I), como vuelve adecir en otro lugar. Santiago escribe: Cualquiera,pues, que desee ser amigo del mundo se constituyeen enemigo de Dios y la amistad con el mundo esenemistad con Dios (Sant 4,4). Dios, por tanto, alamar este mundo, muestra su amor a su enemigocon la intencion de hacerlo amigo suyo. Para esteproposito ha enviado a su Hijo, Prıncipe de la Paz(Is 2,6), para que por medio suyo el mundo puedaser reconciliado con Dios. Por eso al nacer Cristolos angeles cantaron: Gloria a Dios en las alturas,y en la tierra paz (Lc 2,14). Ası ha amado Dios almundo, su enemigo, y ha tomado el primer pasohacia la paz, dando a su Hijo, quien puede traer lareconciliacion sufriendo la pena debida a su ene-migo. El mundo no recibio a Cristo, incremento su

culpa, se rebelo frente al unico Mediador, y Diosinspiro a este Mediador devolver bien por malorando por sus perseguidores. Oro y fue escuchadopor su reverencia (Heb 5,7). Dios espero pacien-temente que progreso harıan los Apostoles por supredica en la conversion del mundo. Aquellos quehicieron penitencia recibieron el perdon. Aquellosque no se arrepintieron luego de tan pacientetolerancia fueron exterminados por el juicio finalde Dios. Por tanto, de esta primera palabra deCristo aprendemos en verdad que la caridad deDios Padre, que tanto amo al mundo que dio asu Hijo unico, para que todo el que crea en Elno perezca sino que tenga vida eterna (Jn 3,16),sobrepasa todo conocimiento.

Capıtulo III

El segundo fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la primera palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

Si los hombres aprendiesen a perdonar las injuriasque reciben sin murmurar, y ası forzar a sus ene-migos a convertirse en sus amigos, aprenderıamosuna segunda y muy saludable leccion al meditarla primera palabra. El ejemplo de Cristo y laSantısima Trinidad han de ser un poderoso ar-gumento para persuadirnos en esto. Pues si Cristoperdono y oro por sus verdugos, ¿que razon puedeser alegada para que un cristiano no actue de igualmodo con sus enemigos? Si Dios, nuestro Creador,el Senor y Juez de todos los hombres, quien tieneen su poder el tomar venganza inmediata sobre elpecador, espera su regreso al arrepentimiento, y loinvita a la paz y la reconciliacion con la promesade perdonar sus traiciones a la Divina Majestad,¿por que una creatura no podrıa imitar esta con-ducta, especialmente si recordamos que el perdonde una ofensa obtiene una gran recompensa? Lee-mos en la historia de San Engelberto, Arzobispode Colonia, asesinado por algunos enemigos quelo estaban esperando, que en el momento de sumuerte oro por ellos con las palabras de NuestroSenor, Padre, perdonalos, y fue revelado que estaaccion fue tan agradable a Dios, que su alma fuellevada al cielo por manos de los angeles, y puestaen medio del coro de los martires, donde recibio lacorona y la palma del martirio, y su tumba fuehecha famosa por el obrar de muchos milagros.

Oh, si los cristianos aprendiesen cuan facilmentepueden, si quieren, adquirir tesoros inagotables, yobtener notables grados de honor y gloria al ganarel senorıo sobre las varias agitaciones de sus almas,y despreciando magnanimamente los pequenos ytriviales insultos, ciertamente no serıan tan durosde corazon y obstinadamente en contra del indultoy el perdon. Argumentan que actuarıan en contrade la naturaleza si se permitiesen ser injustamente

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rechazados con desprecio o ultrajados de obra opalabra. Si los animales salvajes, que meramentesiguen el instinto natural, atacan salvajemente asus enemigos en el momento que los ven, matando-los con sus garras o dientes, ası nosotros, a la vistade nuestro enemigo, sentimos que nuestra sangreempieza a hervir, y nuestro deseo de venganzaaflora. Tal razonamiento es falso. No hace la dis-tincion entre la defensa propia, que es valida, y elespıritu de venganza, que es invalido. Nadie puedehallar falta en un hombre que se defiende por unacausa justa, y la naturaleza nos ensena rechazarla fuerza con la fuerza, pero no nos ensena atomar venganza nosotros mismos por una injuriaque hayamos recibido. Nadie nos impide tomarlas precauciones necesarias para prepararnos paraun ataque, pero la ley de Dios nos prohibe servengativos. El castigar una injusticia pertenece noal individuo privado, sino al magistrado publico, yporque Dios es el Rey de reyes, por eso El clama ydice: Mıa es la venganza, yo dare el pago merecido(Rm 12,19).

En cuanto al argumento de que un animal esarrastrado por su propia naturaleza para atacar alanimal que es enemigo de su especie, respondo queesto es el resultado de ser animales irracionales,que no pueden distinguir entre la naturaleza y loque es vicioso en la naturaleza. Pero los hombres,dotados de razon, han de trazar una linea entrela naturaleza o la persona que ha sido creada porDios y es buena, y el vicio o el pecado que esmalo y no procede de Dios. De la misma manera,cuando un hombre ha sido insultado, el ha deamar a la persona de su enemigo y odiar el insulto,y debe mas aun compadecerse de el que molestarsecon el, ası como un doctor ama a sus pacientes yprescribe para ellos con el necesario cuidado, peroodia la enfermedad y lucha con todos los recursosa su disposicion para alejarla, destruirla y hacerlainofensiva. Y esto es lo que el Maestro y Doctorde nuestras almas, Cristo nuestro Senor, ensenacuando dice: Amad a vuestros enemigos, hacedbien a aquellos que os odian, y rogad por los que ospersiguen y calumnian (Mt 5,44). Cristo nuestroMaestro no es como los Escribas y Fariseos que sesentaban en la silla de Moises y ensenaban, perono llevaban su ensenanza a la practica. Cuandoascendio al pulpito de la Cruz, El practico loque enseno, al orar por los enemigos que amaba:Padre, perdonalos, porque no saben lo que hacen.Ahora, la razon por la que la vista de un enemigohace que en algunas personas la sangre hierva enlas mismas venas es esta: que son animales queno han aprendido a tener las mociones de la parteinferior del alma, comun tanto a la raza humanacomo a la creacion salvaje, bajo el dominio de larazon, mientras que los hombres espirituales noson sujetos a estos movimientos de la carne, perosaben como mantenerlos controlados, no se moles-

tan con aquellos que los han injuriado, sino que,por el contrario, se compadecen, y al mostrarlesactos de bondad se esfuerzan por llevarlos a lapaz y unidad.

Se objeta que esto es una prueba demasiadodifıcil y severa para hombres de noble nacimiento,que han de ser diligentes por su honor. No esası sin embargo. La tarea es facil, pues, comoatestigua el Evangelista; el yugo de Cristo, queha dado esta ley para la guıa de sus seguidores,es suave, y su carga ligera (Mt 11,39); y susmandamientos no son pesados (1Jn 5,3), comoafirma San Juan. Y si parecen difıciles y severos,parecen ası por el poco o nada amor que tenemospor Dios, pues nada es difıcil para aquel que ama,de acuerdo a lo dicho por el Apostol: la caridades paciente, es servicial, todo lo excusa, todo locree, todo lo espera, todo lo soporta (1Co 13,4-7). Ni es Cristo el unico que ha amado a susenemigos, aunque en la perfeccion con la quepractico la virtud ha sobrepasado a todos losdemas, pues el Santo Patriarca Jose amo con amorespecial a sus hermanos que lo habıan vendido ala esclavitud. Y en la Sagrada Escritura leemoscomo David con mucha paciencia sobrellevo laspersecuciones de su enemigo Saul, quien por largotiempo busco su muerte, y cuando estuvo en lasmanos de David quitarle la vida a Saul, no lomato. Y bajo la ley de la gracia el proto-martir,San Esteban, imito el ejemplo de Cristo al haceresta oracion mientras era apedreado a muerte:Senor, no les tengas en cuenta este pecado (At7,59). Y Santiago Apostol, Obispo de Jerusalen,que fue arrojado de cabeza desde la cornisa delTemplo, clamo al cielo en el momento de sumuerte: Senor, perdonalos, porque no saben lo quehacen. Y San Pablo escribe de sı mismo y de suscompaneros apostoles: Nos insultan y bendecimos,nos persiguen y lo soportamos, nos difaman yrespondemos con bondad (1Co 4,12; 1Co 4,13).

En fin, muchos martires e innumerables otros,luego del ejemplo de Cristo, no han encontradoninguna dificultad en cumplir este mandamiento.Pero pueden haber algunos que continuaran ar-gumentando: no niego que debemos perdonar anuestros enemigos, pero escogere el tiempo quedesee para hacerlo, cuando en realidad haya casiolvidado la injusticia que me ha sido hecha, y mehaya calmado luego de haber pasado el primerarrebato de indignacion. Pero cuales seran los pen-samientos de estas personas si durante este tiempofuesen llamado a dar su cuenta final, y fuesenencontrados sin el traje de la caridad, y fuesenpreguntados: ¿Como has entrado aquı sin traje deboda? (Mt 12,12). ¿No estarıan acaso aturdidosde asombro mientras Nuestro Senor pronuncia lasentencia sobre ellos: Atadle de pies y manos, yechadle a las tinieblas de fuera; allı sera el llantoy el rechinar de dientes? (Mt 21,13). Actua mejor

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con prudencia ahora, e imita la conducta de Cris-to, quien oro a su Padre Padre, perdonalos en elmomento cuando era objeto de sus burlas, cuandola sangre le chorreaba gota a gota de sus manosy pies, y su cuerpo entero era presa de dolorosastorturas. El es el verdadero y unico Maestro, acuya voz todos deben escuchar quienes no seranguiados al error: a El se refirio el Padre Eternocuando una voz fue escuchada del cielo diciendo:Escuchadle (Mt 17,5). En El estan todos los teso-ros de la sabiduria y del conocimiento de Dios (Col2,3 ). Si pudieras preguntar la opinion de Salomonen cualquier punto, podrıas con seguridad haberseguido su consejo, pero aquı hay algo mas queSalomon (Mt 12,42).

Aun sigo escuchando mas objeciones. Si decidimosdevolver bien por mal, la bondad por el insulto,una bendicion por una maldicion, los malvadosse haran insolentes, los canallas se haran masaplomados, los justo seran oprimidos, y la virtudsera pisoteada bajo sus pies. Este resultado nose dara, pues a menudo, como dice el HombreSabio, Una respuesta suave calma el furor (Pr15,1). Ademas, la paciencia de un hombre justono pocas veces llena de admiracion a su opresor,y lo persuade de ofrecer la mano de la amistad.Mas aun, olvidamos que el Estado nombra ma-gistrados, reyes y prıncipes, cuyo deber es hacerque los malvados sientan la severidad de la ley,y proveer medios para que los hombres hones-tos vivan una vida tranquila y pacıfica. Y si enalgunos casos la justicia humana es tardıa, laProvidencia de Dios, que nunca permite que unacto malevolo pase sin castigo o un acto bueno sinrecompensa, esta continuamente observandonos,y esta cuidando de una manera imprevista quelas ocurrencias con las cuales los malvados creenque los aplastaran, conducira a la exaltacion y elhonor de los virtuosos. Por lo menos ası lo diceSan Leon: Has estado furioso, oh perseguidor de laIglesia de Dios, has estado furioso con el martir, yhas aumentado su gloria al incrementar su dolor.Pues ¿que ha ideado tu ingenio que no se hayavuelto para su honor, cuando incluso los mismosinstrumentos de su tortura han sido tomados entriunfo? Lo mismo debe ser dicho de todos losmartires, ası como los santos de la antigua ley.¿Pues que trajo mas renombre y gloria al patriar-ca Jose que la persecucion de sus hermanos? Elhaberlo vendido por envidia a los ismaelitas fuela ocasion de que se convirtiera en senor de todoEgipto y prıncipe de todos sus hermanos.

Pero omitiendo estas consideraciones, pasaremosrevista a las muchas y grandes inconvenienciasque sufren aquellos hombres que, para escaparmeramente de una sombra de deshonra frente alos hombres, estan obstinadamente determinadosa tomar su venganza sobre aquellos que les hanhecho cualquier mal. En primer lugar, hacen la

parte de tontos al preferir un mayor mal que unomenor. Pues es un principio aceptado en todolugar, y declarado a nosotros por el Apostol enestas palabras: no hagamos el mal para que vengael bien (Rm 3,8). Se sigue que en consecuencia unmayor mal no ha de ser cometido para poder ob-tener alguna compensacion por uno menor. Aquelque recibe la injuria recibe lo que es llamado el malde la injuria: aquel que se venga de una injuria esculpable de lo que es llamado el mal del crimen.Ahora bien, sin duda, la desgracia de cometer uncrimen es mayor que la desgracia de tener quesoportar la injuria, pues aunque la ofensa puedehacer a un hombre miserable, no necesariamentelo hace malo. Un crimen, sin embargo, lo hacetanto miserable y malvado. La injuria priva alhombre del bien temporal, un crimen lo privatanto del bien temporal y eterno. Ası, un hombreque remedia el mal de una injuria cometiendo uncrimen es como un hombre que se corta una partede sus pies para que le entren un par de zapatosmas pequenos, lo cual serıa un completo acto delocura. Nadie es culpable de tal insensatez en suspreocupaciones temporales, pero sin embargo hayalgunos hombres tan ciegos a sus intereses realesque no temen ofender mortalmente a Dios parapoder escapar aquello que tiene la apariencia dedesgracia, y mantienen un honorable semblantea los ojos de los hombres. Pues ellos caen bajoel desagrado y la ira de Dios, y a menos quese corrijan a tiempo y hagan penitencia, tendranque soportar la desgracia y el tormento eternos, yperderan el interminable honor de ser ciudadanosdel cielo. Anadase a esto que realizan un acto delo mas agradable para el diablo y sus angeles,que urgen a este hombre a hacer una cosa injustaa aquel hombre con el proposito de sembrar ladiscordia y la enemistad en el mundo. Y cada unodebe reflexionar con calma cuan desgraciado esagradar al enemigo mas fiero de la raza humana, ydesagradar a Cristo. Ademas, ocasionalmente su-cede que el hombre injuriado que anhela venganzahiere mortalmente a su enemigo y lo mata, por loque es ignominiosamente ejecutado por asesinato,y toda su propiedad es confiscada por el Estado,o por lo menos es forzado al exilio, y tanto elcomo su familia viven una miserable existencia.Ası es como el diablo juega y se burla de aquellosque escogen aprisionarse con las ataduras del falsohonor, mas que hacerse siervos y amigos de Cristo,el mejor de los Reyes, y ser reconocidos comoherederos del reino mas vasto y mas durable. Porlo tanto, puesto que el hombre insensato, a pesardel mandamiento de Cristo, se niega a reconciliar-se con sus enemigos, se expone al desastre total,todos los que son sabios escucharan la doctrinaque Cristo, el Senor de todo, nos ha ensenado enel Evangelio con sus palabras, y en la Cruz consus obras.

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Capıtulo IV

Explicacion literal de la segunda palabra: Amenyo te aseguro: hoy estaras conmigo en el Paraıso

La segunda palabra o la segunda frase pronuncia-da por Cristo en la Cruz fue, segun el testimoniode San Lucas, la magnıfica promesa que hizo alladron que pendıa de una Cruz a su lado. Lapromesa fue hecha en las siguientes circunstancias.Dos ladrones habıan sido crucificados junto conel Senor, uno a su mano derecha, el otro a suizquierda, y uno de ellos sumo a sus crımenesdel pasado el pecado de blasfemar a Cristo yburlarse de El por su carencia de poder parasalvarlos, diciendo: ¿No eres tu el Cristo? Pues¡salvate a tı y a nosotros! (Lc 23,39). De hecho,San Mateo y San Marcos acusan a ambos ladronesde este pecado, pero es lo mas probable que losdos Evangelistas usen el plural para referirse alnumero singular, segun se hace frecuentementeen las Sagradas Escrituras, como observa SanAgustın en su trabajo sobre la Armonıa de losEvangelios. Ası San Pablo, en su Epıstola a losHebreos, dice de los Profetas: cerraron la boca alos leones ... apedreados ..., aserrados ...; andu-vieron errantes cubiertos de pieles de oveja y decabras (Heb 11,33; Eb 11,37). Sin embargo huboun solo Profeta, Daniel, que cerro la boca a losleones; hubo un solo Profeta, Jeremıas, que fueapedreado; hubo un solo Profeta, Isaıas, que fueaserrado. Mas aun, ni San Mateo ni San Marcosson tan explıcitos con respecto a este punto comoSan Lucas, que dice de manera muy clara, Uno delos malhechores colgados le insultaba (Lc 23,39).Ahora bien, incluso concediendo que los dos vitu-peraron al Senor, no hay razon para que el mismohombre no lo haya maldecido en un momento, yen otro haya proclamado sus alabanzas.

Sin embargo, la opinion de los que mantienen queuno de los ladrones blasfemadores se convirtio porla oracion del Senor, Padre, perdonales, porque nosaben lo que hacen, contradice manifiestamente lanarracion evangelica. Pues San Lucas dice que elladron recien empezo a blasfemar a Cristo lue-go de que El hiciera esta oracion; por ello nosvemos conducidos a adoptar la opinion de SanAgustın y de San Ambrosio, que dicen que solouno de los ladrones lo vitupero, mientras el otrolo glorifico y defendio; y segun esta narracion elbuen ladron increpo al blasfemador: ¿Es que notemes a Dios, tu que sufres la misma condena? (Lc23,40). El ladron fue feliz por su solidaridad conCristo en la Cruz. Los rayos de la luz Divina queempezaban a penetrar la oscuridad de su alma, lollevaron a increpar al companero de su maldad ya convertirlo a una vida mejor; y este es el sentidopleno de su increpacion: Tu, pues, quieres imitarla blasfemia de los judıos, que no han aprendidoaun a temer los juicios de Dios, sino que se ufa-nan de la victoria que creen haber alcanzado al

clavar a Cristo a una cruz. Se consideran libres yseguros y no tienen aprension alguna del castigo.¿Pero acaso tu, que estas siendo crucificado portus enormidades, no temes la justicia vengadorade Dios? ¿Por que anades tu pecado a pecado?Luego, procediendo de virtud a virtud, y ayuda-do por la creciente gracia de Dios, confiesa suspecados y proclama que Cristo es inocente. Ynosotros dice, somos condenados con razon a lamuerte de cruz, porque nos lo hemos merecido connuestros hechos; en cambio, este nada malo hahecho (Lc 23,41). Finalmente, creciendo aun la luzde la gracia en su alma, anade: Jesus, acuerdatede mı cuando vengas con tu Reino (Lc 23,42).Fue admirable, pues, la gracia del Espıritu Santoque fue derramada en el corazon del buen ladron.El Apostol Pedro nego a su Maestro, el ladronlo confeso, cuando El estaba clavado en su Cruz.Los discıpulos yendo a Emaus dijeron, Nosotrosesperabamos que serıa El el que iba a librar aIsrael (Lc 24,21). El ladron pide con confianza,Acuerdate de mı cuando vengas con tu Reino. ElApostol Santo Tomas declara que no creera enla Resurreccion hasta que haya visto a Cristo; elladron, contemplando a Cristo a quien vio sujetoa un patıbulo, nunca duda de que El sera Reydespues de su muerte. ¿Quien ha instruido alladron en misterios tan profundos? Llama Senora ese hombre a quien percibe desnudo, herido,en desgracia, insultado, despreciado, y pendiendoen una Cruz a su lado: dice que despues de sumuerte El vendra a su reino. De lo cual podemosaprender que el ladron no se figuro el reino deCristo como temporal, como lo imaginaron ser losjudıos, sino que despues de su muerte El serıaRey para siempre en el cielo. ¿Quien ha sido suinstructor en secretos tan sagrados y sublimes?Nadie, por cierto, a menos que sea el Espıritude Verdad, que lo esperaba con Sus mas dulcesbendiciones. Cristo, luego de su Resurreccion dijoa Sus Apostoles: ¿No era necesario que el Cris-to padeciera eso y entrara ası en su gloria? (Lc24,26). Pero el ladron milagrosamente previo esto,y confeso que Cristo era Rey en el momento enque no lo rodeaba ninguna semblanza de realeza.Los reyes reinan durante su vida, y cuando cesande vivir cesan de reinar; el ladron, sin embargo,proclama en alta voz que Cristo, por medio desu muerte heredarıa un reino, que es lo que elSenor significa en la parabola: Un hombre noblemarcho a un paıs lejano, para recibir la inves-tidura real y volverse (Lc 19,12). Nuestro Senordijo estas palabras un tiempo corto antes de suPasion para mostrarnos que mediante su muerteEl irıa a un paıs lejano, es decir a otra vida; o enotras palabras, que El irıa al cielo que esta muyalejado de la tierra, para recibir un reino grandey eterno, pero que El volverıa en el ultimo dıa,y recompensarıa a cada hombre de acuerdo a suconducta en esta vida, ya sea con premio o con

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castigo. Con respecto a este reino, por lo tanto,que Cristo recibirıa inmediatamente despues desu muerte, el ladron dijo sabiamente: Acuerdatede mı cuando vengas con tu Reino.

Pero puede preguntarse, ¿no era Cristo nuestroSenor Rey antes de su muerte? Sin lugar a dudaslo era, y por eso los Magos inquirıan continua-mente: ¿Donde esta el Rey de los judıos que hanacido? (Mt 2,2). Y Cristo mismo dijo a Pilato:Sı, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido ypara esto he venido al mundo: para dar testimoniode la verdad (Jn 18,37). Pero El era Rey en estemundo como un viajero entre extranos, por eso nofue reconocido como Rey sino por unos cuantos, yfue despreciado y mal recibido por la mayorıa. Yası, en la parabola que acabamos de citar, dijo queEl irıa a un paıs lejano, para recibir la investidurareal. No dijo que El la adquirirıa por parte de otro,sino que la recibirıa como Suya propia, y volverıa,y el ladron observo sabiamente, cuando vengascon tu Reino. El reino de Cristo no es sinonimoen este pasaje de poder o soberanıa real, porquelo ejercio desde el comienzo de acuerdo a estosversıculos de los salmos: Ya tengo yo consagra-do a mi rey en Sion mi monte santo (Sal 2,6).Dominara de mar a mar, desde el Rıo hasta losconfines de la tierra (Sal 72,8). E Isaıas dice, Por-que una criatura nos ha nacido, un hijo se nos hadado. Estara el senorıo sobre su hombro (Is 9,5).Y Jeremıas, Suscitare a David un Germen justo:reinara un rey prudente, practicara el derecho y lajusticia en la tierra (Jer 23,5). Y Zacarıas, ¡Exultasin freno, hija de Sion, grita de alegrıa, hija deJerusalen! He aquı que viene a tı tu rey: justo ely victorioso, humilde y montado en un asno, enun pollino, crıa de asna (Zc 9,9). Por eso en laparabola de la recepcion del reino, Cristo no sereferıa a un poder soberano, ni tampoco el buenladron en su peticion, Acuerdate de mı cuandovengas con tu Reino, sino que ambos hablaronde esa dicha perfecta que libera al hombre dela servidumbre y de la angustia de los asuntostemporales, y lo somete solamente a Dios, al cualservir es reinar, y por el cual ha sido puesto porencima de todas Sus obras. De este reino de dichainefable del alma, Cristo gozo desde el momentode su concepcion, pero la dicha del cuerpo, queera Suya por derecho, no la gozo realmente hastadespues de su Resurreccion.

Pues mientras fue un forastero en este valle delagrimas, estaba sometido a fatigas, a hambre ysed, a lesiones, a heridas, y a la muerte. Pero comosu Cuerpo siempre debio ser glorioso, por esoinmediatamente despues de la muerte El entro enel gozo de la gloria que le pertenecıa: y en estosterminos se refirio a ello despues de su Resurrec-cion: ¿No era necesario que el Cristo padeciera esoy entrara ası en su gloria? Esta gloria que El llamaSuya propia, pues esta en su poder hacer a otros

partıcipes de ella, y por esta razon El es llamadoel Rey de la gloria (Sal 24,8) y Senor de la gloria(1Co 2,8), y Rey de Reyes (Ap 19,16) y El mismodice a Sus Apostoles, yo, por mi parte, dispongoun Reino para vosotros (Lc 22,29). El, en verdad,puede recibir gloria y un reino, pero nosotros nopodemos conferir ni el uno ni el otro, y estamosinvitados a entrar en el gozo de tu senor (Mt25,21) y no en nuestro propio gozo. Este entonceses el reino del cual hablo el buen ladron cuandodijo, Cuando vengas con tu Reino.

Pero no debemos pasar por alto las muchas ex-celentes virtudes que se manifiestan en la oraciondel santo ladron. Una breve revista de ellas nospreparara para la respuesta de Cristo a la peti-cion; Senor, acuerdate de mı cuando vengas contu Reino. En primer lugar lo llama Senor, paramostrar que se considera a sı mismo como unsiervo, o mas bien como un esclavo redimido, y re-conoce que Cristo es su Redentor. Luego anade unpedido sencillo, pero lleno de fe, esperanza, amor,devocion, y humildad: Acuerdate de mı. No dice:Acuerdate de mı si puedes, pues cree fırmementeque Cristo puede hacer todo. No dice: Por favor,Senor, acuerdate de mı, pues tiene plena confianzaen su caridad y compasion. No dice: Deseo, Senor,reinar contigo en tu reino, pues su humildad selo prohibıa. En fin, no pide ningun favor espe-cial, sino que reza simplemente: Acuerdate de mı,como si dijera: Todo lo que deseo, Senor, es queTu te dignes recordarme, y vuelvas tus benignosojos sobre mı, pues yo se que eres todopoderosoy que sabes todo, y pongo mi entera confianzaen tu bondad y amor. Es claro por las palabrasconclusivas de su oracion, Cuando vengas con tuReino, que no busca nada perecedero y vano, sinoque aspira a algo eterno y sublime.

Daremos oıdo ahora a la respuesta de Cristo:Amen, yo te aseguro: hoy estaras conmigo en elParaıso. La palabra Amen era usada por Cristocada vez que querıa hacer un anuncio solemne yserio a Sus seguidores. San Agustın no ha du-dado en afirmar que esta palabra era, en bocade nuestro Senor, una suerte de juramento. Nopodıa por cierto ser un juramento, de acuerdo a laspalabras de Cristo: Pues yo digo que no jureis enmodo alguno... Sea vuestro lenguaje: ”Si, si”; ”no,no”: que lo que pasa de aquı viene del Maligno(Mt 5,34; Mt 5,37). No podemos, por lo tanto,concluir que nuestro Senor realizara un juramentocada vez que uso la palabra Amen. Amen era untermino frecuente en sus labios, y algunas vecesno solo precedıa sus afirmaciones con Amen, sinocon Amen, amen. Ası pues la observacion de SanAgustın de que la palabra Amen no es un jura-mento, sino una suerte de juramento, es perfec-tamente justa, porque el sentido de la palabra esverdaderamente: en verdad, y cuando Cristo dice:

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Verdaderamente os digo, cree seriamente lo quedice, y en consecuencia la expresion tiene casi lamisma fuerza que un juramento. Con gran razon,por ello, se dirigio al ladron diciendo: Amen, yote aseguro, esto es, yo te aseguro del modo massolemne que puedo sin hacer un juramento; puesel ladron podrıa haberse negado por tres razonesa dar credito a la promesa de Cristo si El no lahubiera aseverado solemnemente.

En primer lugar, pudiera haberse negado a creerpor razon de su indignidad de ser el receptorde un premio tan grande, de un favor tan alto.¿Pues quien habrıa podido imaginar que el ladronserıa transferido de pronto de una cruz a unreino? En segundo lugar podrıa haberse negadoa creer por razon de la persona que hizo lapromesa, viendo que El estaba en ese momentoreducido al extremo de la pobreza, debilidad einfortunio, y el ladron podrıa por ello haberseargumentado: Si este hombre no puede durantesu vida hacer un favor a Sus amigos, ¿como vaa ser capaz de asistirlos despues de su muerte?Por ultimo, podrıa haberse negado a creer porrazon de la promesa misma. Cristo prometio elParaıso. Ahora bien, los Judıos interpretaban lapalabra Paraıso en referencia al cuerpo y no alalma, pues siempre la usaban en el sentido de unParaıso terrestre. Si nuestro Senor hubiera queridodecir: Este dıa tu estaras conmigo en un lugarde reposo con Abraham, Isaac, y Jacob, el ladronpodrıa haberle creıdo con facilidad; pero como noquiso decir esto, por eso precedio su promesa conesta garantıa: Amen, yo te aseguro.

Hoy. No dice: Te pondre a Mi Mano Derecha enmedio de los justos en el Dıa del Juicio. Ni dice:Te llevare a un lugar de descanso luego de algunosanos de sufrir en el Purgatorio. Ni tampoco: Teconsolare dentro de algunos meses o dıas, sinoeste mismo dıa, antes que el sol se ponga, pasarasconmigo del patıbulo de la cruz a las delicias delParaıso. Maravillosa es la liberalidad de Cristo,maravillosa tambien es la buena fortuna del peca-dor. San Agustın, en su trabajo sobre el Origen delAlma, considera con San Cipriano que el ladronpuede ser considerado un martir, y que su almafue directamente al cielo sin pasar por el Purga-torio. El buen ladron puede ser llamado martirporque confeso publicamente a Cristo cuando nisiquiera los Apostoles se atrevieron a decir unapalabra a su favor, y por razon de esta confesionespontanea, la muerte que sufrio en companıa deCristo merecio un premio tan grande ante Dioscomo si la hubiera sufrido por el nombre de Cristo.Si nuestro Senor no hubiera hecho otra promesaque: Hoy estaras conmigo, esto solo hubiera sidouna bendicion inefable para el ladron, pues SanAgustın escribe: ¿Donde puede haber algo malocon El, y sin El donde puede haber algo bueno?.En verdad Cristo no hizo una promesa trivial a

los que lo siguen cuando dijo: Si alguno me sirve,que me siga, y donde yo este, allı estara tambienmi servidor (Jn 12,26). Al ladron, sin embargo,le prometio no solo su companıa, sino tambien elParaıso.

Aunque algunas personas han discutido acerca delsentido de la palabra Paraıso en este texto, noparece haber fundamento para la discusion. Pueses seguro, porque es un artıculo de fe, que en elmismo dıa de su muerte el Cuerpo de Cristo fuecolocado en el sepulcro, y su Alma descendio alLimbo, y es igualmente cierto que la palabra Pa-raıso, ya sea que hablemos del Paraıso celeste oterrestre, no se puede aplicar ni al sepulcro ni alLimbo. No puede aplicarse al sepulcro, pues eraun lugar muy triste, la primera morada de loscadaveres, y Cristo fue el unico enterrado en el se-pulcro: el ladron fue enterrado en otro lugar. Masaun, las palabras, estaras conmigo no se hubierancumplido, si Cristo hubiera hablado meramentedel sepulcro. Tampoco se puede aplicar la palabraParaıso al Limbo. Pues Paraıso es un jardın dedelicias, e incluso en el paraıso terrenal habıanflores y frutas, aguas lımpidas y una deliciosasuavidad en el aire. En el Paraıso celestial habıandelicias sin fin, gloria interminable, y los lugares delos bienaventurados. Pero en el Limbo, donde lasalmas de los justos estaban detenidas, no habıaluz, ni alegrıa, ni placer; no por cierto que es-tas almas estuviesen sufriendo, pues la esperanzade la redencion y la perspectiva de ver a Cristoera sujeto de consuelo y gozo para ellos, pero semantenıan como cautivos en prision. Y en estesentido el Apostol, explicando a los profetas, dice:Subiendo a la altura, llevo cautivos (Ef 4,8). YZacarıas dice: En cuanto a tı, por la sangre de tualianza, yo soltare a tus cautivos de la fosa en laque no hay agua (Zc 9,11), donde las palabras tuscautivos y la fosa en la que no hay agua apuntanevidentemente no a lo delicioso del Paraıso sino ala oscuridad de una prision.

Por eso, en la promesa de Cristo, la palabra Pa-raıso no podıa significar otra cosa que la bienaven-turanza del alma, que consiste en la vision de Dios,y esta es verdaderamente un paraıso de delicias,no un paraıso corporeo o local, sino uno espiritualy celestial. Por esta razon, al pedido del ladron,Acuerdate de mı cuando vengas con tu Reino, elSenor no replico hoy estaras conmigo en Mi reino,sino Estaras conmigo en el Paraıso, porque en esedıa Cristo no entro en su reino, y no entro en elhasta el dıa de su Resurreccion, cuando su Cuerpose volvio inmortal, impasible, glorioso, y ya noera pasible de servidumbre o sujecion alguna. Yno tendra al buen ladron como companero suyoen su reino hasta la resurreccion de todos loshombres en el ultimo dıa. Sin embargo, con granverdad y propiedad, le dijo: Hoy estaras conmigoen el Paraıso, pues en este mismo dıa comunicarıa

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tanto al alma del buen ladron como a las almasde los santos en el Limbo esa gloria de la visionde Dios que El habıa recibido en su concepcion;pues esta es verdadera gloria y felicidad esencial;este es el gozo supremo del Paraıso celeste. Debeadmirarse tambien mucho la eleccion de las pala-bras utilizadas por Cristo en esta ocasion. No dijo:Hoy estaremos en el Paraıso, sino: hoy estarasconmigo en el Paraıso, como si quisiera explicarsemas extensamente, de la siguiente manera: Estedıa tu estas conmigo en la Cruz, pero tu no estasconmigo en el Paraıso en el cual estoy con respectoa la parte superior de Mi Alma. Pero en pocotiempo, incluso hoy, tu estaras conmigo, no sololiberado de los brazos de la cruz, sino abrazado enel seno del Paraıso.

Capıtulo V

El primer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la segunda palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

Podemos recoger algunos frutos escogidos de lasegunda palabra dicha desde la Cruz. El primerfruto es la consideracion de la inmensa misericor-dia y liberalidad de Cristo, y que cosa buena yutil es servirlo. Los muchos dolores que El estabasufriendo podrıan haber sido alegados como excu-sa por nuestro Senor para no escuchar la peticiondel ladron, pero en su caridad prefirio olvidar Suspropios graves dolores a no escuchar la oracion deun pobre pecador penitente. Este mismo Senor nocontesto una palabra a las maldiciones y reprochesde los sacerdotes y soldados, pero ante el clamorde un pecador confesandose, su caridad le prohi-bio permanecer en silencio. Cuando es injuriadono abre su boca, porque El es paciente; cuando unpecador confiesa su culpa, habla, porque El es be-nigno. ¿Pero que hemos de decir de su liberalidad?Aquellos que sirven a amos temporales obtienencon frecuencia una magra recompensa por muchaslabores. Incluso en este dıa vemos a no pocosque han gastado los mejores anos de su vida alservicio de prıncipes, y se retiran a edad avanzadacon un magro salario. Pero Cristo es un Prıncipeverdaderamente liberal, un Amo verdaderamentemagnanimo. No recibe servicio alguno de manosdel buen ladron, excepto algunas palabras bonda-dosas y el deseo cordial de asistirlo, y ¡contempladcon que gran premio le devuelve! En este mismodıa todos los pecados que habıa cometido durantesu vida son perdonados; es puesto al mismo nivelcon los prıncipes de su pueblo, a saber, con lospatriarcas y los profetas; y finalmente Cristo loeleva a la solidaridad de su mesa, de su dignidad,de su gloria, y de todos Sus bienes. Hoy, dice,estaras conmigo en el Paraıso. Y lo que Dios dice,lo hace. Tampoco difiere esta recompensa a algun

dıa distante, sino que en este mismo dıa derramaen su seno una medida buena, apretada, remecida,rebosante (Lc 6,38). El ladron no es el unico queha experimentado la liberalidad de Cristo. Losapostoles, que dejaron o bien una barca, o bienun despacho de impuestos, o bien un hogar paraservir a Cristo, fueron hechos por El prıncipessobre toda la tierra (Sal 45,17) y los diablos, ser-pientes, y toda clase de enfermedades les fueronsometidos. Si algun hombre ha dado alimento ovestido a los pobres como limosna en el nombrede Cristo, escuchara estas palabras consoladorasen el Dıa del Juicio: Tuve hambre, y me disteisde comer... estaba desnudo, y me vestisteis (Mt25,35; Mt 25,36), recibid, por lo tanto, y poseedmi Reino eterno. En fin, para no detenernos enmuchas otras promesas de recompensas, ¿podrıahombre alguno creer la casi increıble liberalidadde Cristo, si no hubiera sido Dios Mismo Quienprometio que todo aquel que haya dejado casas,hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o ha-cienda por mi nombre, recibira el ciento por unoy heredara vida eterna (Mt 19,29)? San Jeronimoy los otros santos Doctores interpretan el textoarriba citado de esta manera. Si un hombre, porel amor de Cristo, abandona cualquier cosa enesta vida presente, recibira una recompensa doble,junto con una vida de valor incomparablementemayor que la pequenez que ha dejado por Cristo.En primer lugar, recibira un gozo espiritual o undon espiritual en esta vida, cien veces mas preciosoque la cosa temporal que desprecio por Cristo; yun hombre espiritual escogerıa mas bien mantenereste don que cambiarlo por cien casas o campos, uotras cosas semejantes. En segundo lugar, como siDios Todopoderoso considerase esta recompensacomo de pequeno o ningun valor, el feliz mercaderque negocia bienes terrenos por celestiales reci-bira en el proximo mundo la vida eterna, en lacual palabra esta contenido un oceano de todo lobueno.

Tal, pues, es la manera en que Cristo, el granRey, muestra su liberalidad a aquellos que se dana su servicio sin reservas. ¿No son acaso neciosaquellos hombres que, dejando de lado la banderade Monarca como este, desean hacerse esclavos deMamon, de la gula, de la lujuria? Pero aquellosque no saben que cosas Cristo considera ser verda-deras riquezas, podrıan decir que estas promesasson meras palabras, pues muchas veces hallamosque Sus amigos queridos son pobres, escualidos,abyectos y sufridos, y por el otro lado, nuncavemos esta recompensa centuplicada que se pro-clama como tan verdaderamente magnıfica. Ası es:el hombre carnal nunca vera el ciento por uno queCristo ha prometido, porque no tiene ojos con loscuales pueda verlo; ni participara jamas en esegozo solido que engendra una pura conciencia yun verdadero amor de Dios. Aducire, sin embargo,

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un ejemplo para mostrar que incluso un hombrecarnal puede apreciar los deleites espirituales ylas riquezas espirituales. Leemos en un libro deejemplos acerca de los hombres ilustres de la Or-den Cisterciense, que un cierto hombre noble yrico, llamado Arnulfo, dejo toda su fortuna y seconvirtio en monje Cisterciense, bajo la autoridadde San Bernardo. Dios probo la virtud de estehombre mediante los amargos dolores de muchostipos de sufrimientos, particularmente hacia elfinal de su vida; y en una ocasion, cuando esta-ba sufriendo mas agudamente que de costumbre,clamo con voz fuerte: Todo lo que has dicho,Oh Senor Jesus, es verdad. Al preguntarle losque estaban presentes, cual era la razon de suexclamacion, replico: El Senor, en su Evangelio,dice que aquellos que dejan sus riquezas y todaslas cosas por El, recibiran el ciento por uno enesta vida, y despues la vida eterna. Yo entiendolargamente la fuerza y gravedad de esta promesa,y yo reconozco que ahora estoy recibiendo el cientopor uno por todo lo que deje. Verdaderamente, lagran amargura de este dolor me es tan placenterapor la esperanza de la Divina misericordia que seme extendera a causa de mis sufrimientos, que noconsentirıa ser liberado de mis dolores por cienveces el valor de la materia mundana que deje.Porque, verdaderamente, la alegria espiritual quese centra en la esperanza de lo que vendra, sobre-pasa cien veces toda la alegrıa mundana, que brotadel presente. El lector, al ponderar estas palabras,podra juzgar que tan grande estima ha de tenersepor la virtud venida del cielo de la esperanza ciertade la felicidad eterna.

Capıtulo VI

El segundo fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la segunda palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

El conocimiento del poder de la Divina graciay de la debilidad de la voluntad humana, es elsegundo fruto a ser recogido de la consideracion dela segunda palabra, y este conocimiento equivalea decir que nuestra mejor polıtica es poner todanuestra confianza en la gracia de Dios, y desconfiarenteramente de nuestra propia fuerza. Si algunhombre quiere conocer el poder de la gracia deDios, que ponga sus ojos en el buen ladron. Era unpecador notorio, que habıa pecado en el perversocurso de su vida hasta el momento en que fuesujeto a la cruz, esto es, casi hasta el ultimomomento de su vida; y en este momento crıtico,cuando su salvacion eterna estaba en juego, nohabıa nadie presente para aconsejarlo o asistirlo.Pues aunque estaba en gran proximidad a suSalvador, sin embargo solo escuchaba a los sumossacerdotes y Fariseos declarando que El era un

seductor y un hombre ambicioso que buscabatener poder soberano.

Tambien escuchaba a su companero, burlandoseperversamente en terminos similares. No habıanadie que dijera una palabra buena por Cristo, eincluso Cristo Mismo no refutaba estas blasfemiasy maldiciones. Sin embargo, con la asistencia dela gracia de Dios, cuando las puertas del cieloparecıan cerradas para el, y las fauces del infiernoabiertas para recibirlo, y el pecador mismo tanalejado como parece posible de la vida eterna, fueiluminado repentinamente de lo alto, sus pensa-mientos se dirigieron hacia el canal apropiado, yconfeso que Cristo era inocente y el Rey del mundopor venir, y, como ministro de Dios, reprobo alladron que lo acompanaba, lo persuadio de que searrepintiera, y se encomendo humilde y devota-mente a Cristo. En una palabra, sus disposicionesfueron tan perfectas que los dolores de su crucifi-xion compensaron por cuanto sufrimiento pudieraestar guardado para el en el Purgatorio, de talmodo que inmediatamente despues de la muerteingreso en el gozo de su Senor. Por esta circunstan-cia resulta evidente que nadie debe desesperar dela salvacion, pues el ladron que entro en la vina delSenor casi a la hora duodecima recibio su premiocon aquellos que habıan venido en la primera hora.Por otro lado, en orden a permitirnos ver la mag-nitud de la debilidad humana, el mal ladron nose convierte ni por la inmensa caridad de Cristo,Quien oro tan amorosamente por Sus ejecutores,ni por la fuerza de sus propios sufrimientos, ni porla admonicion y ejemplo de su companero, ni porla inusual oscuridad, el partirse de las rocas, o laconducta de aquellos que, despues de la muertede Cristo, volvieron a la ciudad golpeandose elpecho. Y todas estas cosas sucedieron despues dela conversion del buen ladron, para mostrarnosque mientras uno pudo ser convertido sin estasayudas, el otro, con todos estos auxilios, no pudo,o en realidad no quiso, ser convertido.

Pero puede preguntarse, ¿por que Dios ha dado lagracia de la conversion a uno y se la ha negadoal otro? Contesto que a ambos se le dio graciasuficiente para su conversion, y que si uno perecio,perecio por su propia culpa, y que si el otro seconvirtio, fue convertido por la gracia de Dios,pero no sin la cooperacion de su propia librevoluntad. Todavıa podrıa arguirse, ¿por que nodio Dios a ambos esa gracia eficaz que es capaz desobreponerse al corazon mas endurecido? La razonde que no lo haya hecho ası es uno de esos secretosque debemos admirar pero no penetrar, puesdebemos quedar satisfechos con el pensamientode que no puede haber injusticia en Dios (VerRm 9,14), como dice el Apostol, pues, como loexpresa San Agustın, los juicios de Dios puedenser secretos, pero no pueden ser injustos. Aprenderde este ejemplo a no posponer nuestra conversion

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hasta la proximidad de la muerte, es una leccionque nos concierne de forma mas inmediata. Puessi uno de los ladrones coopero con la gracia deDios en el ultimo momento, el otro la rechazo, yencontro su perdicion definitiva.

Y todo lector de historia, u observador de loque sucede alrededor, no puede sino saber quela regla es que los hombres terminen una vidaperversa con una muerte miserable, y que es unaexcepcion que el pecador muera de manera feliz;y, por el otro lado, no sucede con frecuencia queaquellos que viven bien y santamente lleguen a unfin triste y miserable, sino que muchas personasbuenas y piadosas entran, despues de su muerte,en posesion de los gozos eternos. Son demasiadopresuntuosas y necias aquellas personas que, enun asunto de tal importancia como la felicidadeterna o el tormento eterno, osan permanecer enun estado de pecado mortal incluso por un dıa,viendo que pueden ser sorprendidas por la muerteen cualquier momento, y que despues de la muerteno hay lugar para el arrepentimiento, y que unavez en el infierno ya no hay redencion.

Capıtulo VII

El tercer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la segunda palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

Se puede extraer un tercer fruto de la segundapalabra de nuestro Senor, advirtiendo el hecho deque hubieron tres personas crucificadas al mismotiempo, uno de los cuales, a saber, Cristo, fueinocente; otro, a saber, el buen ladron, fue unpenitente; y el tercero, a saber, el mal ladron,permanecio obstinado en su pecado: o para ex-presar la misma idea en otras palabras, de los tresque fueron crucificados al mismo tiempo, Cristofue siempre y trascendentemente santo, uno delos ladrones fue siempre y notablemente perverso,y el otro ladron fue primero un pecador, peroahora un santo. De esta circunstancia hemos deinferir que todo hombre en este mundo tiene sucruz y que aquellos que buscamos vivir sin teneruna cruz que llevar, apuntamos a algo que esimposible, mientras que debemos tener por sabiasa aquellas personas que reciben su cruz de la manodel Senor, y la cargan incluso hasta la muerte,no solo pacientemente sino alegremente. Y el quetoda alma piadosa tiene una cruz que cargar pue-de deducirse de estas palabras de nuestro Senor:Si alguno quiere venir en pos de mı, nieguese ası mismo, tome su cruz y sıgame (Mt 16,24), yde nuevo, El que no lleve su cruz y venga en posde mı, no puede ser discıpulo mıo (Lc 14,27), quees precisamente la doctrina del Apostol: Todos losque quieran vivir piadosamente, dice, en CristoJesus, sufriran persecuciones (2Tm 3,12). Los Pa-

dres Griegos y Latinos dan su entera adhesion aesta ensenanza, y para no ser prolijo hare solo doscitas. San Agustın en su comentario a los salmosescribe: Esta vida corta es una tribulacion: si noes una tribulacion no es un viaje: pero si es unviaje o bien no amas el paıs hacia el cual estasviajando, o bien sin duda estaras en tribulacion.Y en otro lugar: Si dices que no has sufrido nadaaun, entonces no has empezado a ser Cristiano.San Juan Crisostomo, en una de sus homilıas alpueblo de Antioquıa, dice: La tribulacion es unacadena que no puede ser desvinculada de la vidade un Cristiano. Y de nuevo: No puedes decir queun hombre es santo si no ha pasado la prueba dela tribulacion.

En verdad esta doctrina puede ser demostradapor la razon. Las cosas de naturaleza contraria nopueden ser puestas en presencia de la otra sin unaoposicion mutua; ası el fuego y el agua, mientrasse mantengan aparte, permaneceran quietas; perojuntalas, y el agua empezara a sonar, a convertirseen globulos, y a transformarse en vapor hastaque o el agua se consuma, o el fuego se extinga.Frente al mal esta el bien, dice el Eclesiastico,frente a la muerte, la vida. Ası frente al piadoso,el pecador (Eclo 33,14). Los hombres justos secomparan al fuego. Su luz brilla, su celo arde,siempre estan ascendiendo de virtud en virtud,siempre trabajando, y todo lo que emprenden lorealizan eficazmente. Por el otro lado los pecado-res son comparados al agua. Son frıos, moviendosesiempre en la tierra, y formando lodo por todoslados. ¿Es pues, por lo tanto, extrano que loshombres malos persigan a las almas justas? Peroporque, incluso hasta el fin del mundo, el trigo yla cizana creceran en el mismo campo, la chalay el maız pueden estar en el mismo almacen, lospeces buenos y malos pueden ser hallados en lamisma red, esto es hombres derechos y perversosen el mismo mundo, e incluso en la misma Iglesia;de esto necesariamente se sigue que los buenos ylos santos seran perseguidos por los malos y losimpıos.

Los perversos tambien tienen sus cruces en estemundo. Pues aunque no sean perseguidos porlos buenos, aun ası seran atormentados por otrospecadores, por sus propios vicios, e incluso porsus conciencias perversas. El sabio Salomon, queciertamente hubiera sido feliz en este mundo, sila felicidad fuera posible aquı, reconocio que tenıauna Cruz que cargar cuando dijo: Considere en-tonces todas las obras de mis manos y el fatigosoafan de mi hacer y vi que todo es vanidad yatrapar vientos (Ecl 2,11). Y el escritor del Li-bro del Eclesiastico, que era tambien un hombremuy prudente, pronuncia esta sentencia general:Grandes trabajos han sido creados para todo hom-bre, un yugo pesado hay sobre los hijos de Adan(Eclo 40,1). San Agustın en su comentario a los

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Salmos dice que la mayor de las tribulaciones esuna conciencia culpable. San Juan Crisostomo ensu homilıa sobre Lazaro muestra extensamentecomo los perversos deben tener sus cruces. Si sonpobres, su pobreza es su cruz; si no son pobres, laavaricia es su cruz, que es una cruz mas pesadaque la pobreza; si estan postrados en un lechode enfermedad, su lecho es su cruz. San Ciprianonos dice que todo hombre desde el momento desu nacimiento esta destinado a cargar una cruzy a sufrir tribulacion, lo cual es preanunciadopor las lagrimas que derrama todo infante. Cadauno de nosotros, escribe, en su nacimiento, en sumisma entrada al mundo, derrama lagrimas. Yaunque entonces somos inconscientes e ignorantesde todo, sin embargo sabemos, incluso en nuestronacimiento, que es llorar: por una prevision natu-ral lamentamos las ansiedades y trabajos de la vidaque estamos comenzando, y el alma ineducada,por sus lamentos y llanto, proclama las farragosasconmociones del mundo al que esta ingresando.

Siendo las cosas ası no puede haber duda de quehay una cruz guardada para el bueno ası comopara el malo, y solo me resta probar que la cruzde un santo dura poco tiempo, es ligera y fecunda,mientras que la de un pecador es eterna, pesaday esteril. En primer lugar no puede haber dudaen el hecho de que un santo sufre solo por unbreve periodo, pues no puede tener que soportarnada cuando esta vida haya pasado. Desde ahora,dice el Espıritu a las almas justas que parten,que descansen de sus fatigas, porque sus obras losacompanan (Ap 14,13). Y (Dios) enjugara todalagrima de sus ojos (Ap 21,4). Las sagradas Es-crituras dicen de forma muy positiva que nuestravida presente es corta, aunque a nosotros nospueda parecer larga: Estan contados ya sus dıas(Gb 14,5) y El hombre, nacido de mujer, cortode dıas (Gb 14,1) y ¿Que sera de vuestra vida?... ¡Sois vapor que aparece un momento y despuesdesaparece! (Sant 4,14). El Apostol, sin embargo,que llevo una cruz muy pesada desde su juventudhasta su edad anciana, escribe en estos terminosen su Epıstola a los Corintios: En efecto, la levetribulacion de un momento nos produce, sobre to-da medida, un pesado caudal de gloria eterna (2Co4,17), pasaje en el cual habla de sus sufrimientoscomo sin medida, y los compara a un momentoindivisible, aunque se hayan extendido por unperiodo de mas de treinta anos. Y sus sufrimientosconsistieron en estar hambriento, sediento, desnu-do, apaleado, en haber sido golpeado tres vecescon varas por los Romanos, cinco veces flageladopor los judıos, una vez apedreado, y haber tresveces naufragado; en emprender muchos viajes,en ser muchas veces prisionero, en recibir azotessin medida, en ser reducido muchas veces hastael ultimo extremo (Ver 2Co 11,24). ¿Que tribula-ciones, pues, llamarıa pesadas, si considera estas

como ligeras, como realmente son? ¿Y que dirıastu, amable lector, si insisto en que la cruz es nosolo ligera, sino incluso dulce y agradable porrazon de las superabundantes consolaciones delEspıritu Santo? Cristo dice de su yugo que puedeser llamado cruz: Mi yugo es suave y mi cargaligera (Mt 11,30); y en otro lugar dice: Llorareis yos lamentareis, y el mundo se alegrara. Estareistristes, pero vuestra tristeza se convertira en gozo(Jn 16,20). Y el Apostol escribe: Estoy lleno deconsuelo y sobreabundo de gozo en todas nuestrastribulaciones (2Co 7,4). En una palabra, no pode-mos negar que la cruz del justo es no solo ligera ytemporal, sino fecunda, util, y portadora de todobuen regalo, cuando escuchamos a nuestro Senordecir: Bienaventurados los perseguidos por causade la justicia, porque de ellos es el Reino de losCielos ( Mt 5,10), a San Pablo exclamando queLos sufrimientos del tiempo presente no son com-parables con la gloria que se ha de manifestar ennosotros (Rm 8,18), y a San Pedro exhortandonosa regocijarnos si participais en los sufrimientos deCristo, para que tambien os alegreis alborozadosen la revelacion de su gloria (1Pe 4,13).

Por otro lado no es necesaria una demostracionpara mostrar que la cruz de los perversos es eternaen su duracion, muy pesada y carente de merito.Con certeza que la muerte del mal ladron no fueun descenso de la Cruz, como lo fue la muertedel buen ladron, pues hasta ahora ese hombredesdichado esta morando en el infierno, y mo-rara allı para siempre, porque el gusano del per-verso no morira, su fuego no se apagara (Is 66,24).Y la cruz del gloton rico, que es la cruz de aquellosque almacenan riquezas, que son muy aptamentecomparadas por el Senor a espinas que no puedenser manipuladas o guardadas con impunidad, nocesa con esta vida como ceso la cruz del pobreLazaro, sino que lo acompana al infierno, dondeincesantemente arde y lo atormenta, y lo fuerza aimplorar una gota de agua para refrescar su lenguaardiente: porque estoy atormentado en esta llama(Lc 16,24). Por eso la cruz de los perversos eseterna en su duracion, y los lamentos de aquellosde quienes leemos en el libro de la Sabidurıa,dan testimonio de que es pesada y ardua: Noshartamos de andar por sendas de iniquidad y per-dicion, atravesamos desiertos intransitables (Sap5,7). ¡Que! ¿No son senderos difıciles de andar laambicion, la avaricia, la lujuria? ¿No son sende-ros difıciles de andar los acompanantes de estosvicios: ira, contiendas, envidia? No son senderosdifıciles de andar los pecados que brotan de estosacompanantes: traicion, disputas, afrentas, heri-das y asesinato? Lo son ciertamente y no es pocofrecuente que obliguen a los hombres a suicidarseen desesperacion, y, buscando por medio de elloevitar una cruz, preparar para sı mismos unamucho mas pesada.

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¿Y que ventaja o fruto derivan los perversos de sucruz? No es mas capaz de traerles una ventajaque los espinos lo son de producir uvas, o loscardos higos. El yugo del Senor trae la paz, segunSus propias palabras: Tomad sobre vosotros miyugo ... y hallareis descanso para vuestras almas(Mt 11,29). ¿Puede el yugo del demonio, que esdiametralmente opuesto al de Cristo, traer otracosa que preocupacion y ansiedad? Y esto es demayor importancia aun: que mientras la Cruz deCristo es el paso a la felicidad eterna, ¿No eranecesario que el Cristo padeciera eso y entraraası en su gloria? (Lc 24,26), la cruz del demonioes el paso a los tormentos eternos, de acuerdoa la sentencia pronunciada sobre los perversos:Apartaos de mı, malditos, al fuego eterno prepa-rado para el Diablo y sus angeles (Mt 25,41). Sihubiera hombres sabios que estan crucificados enCristo, no buscarıan bajar de la Cruz, como elladron busco tontamente, sino que permanecerıanmas bien cerca a su lado, con el buen ladron, ypedirıan perdon de Dios y no la liberacion de lacruz, y ası sufriendo solo con El, reinaran tambiencon El, de acuerdo a las palabras del Apostol:Sufrimos con El, para ser tambien con El glorifi-cados (Rm 8,17). Si, sin embargo, hubieran sabiosentre aquellos que son oprimidos por la cruz deldemonio, se preocuparıan de sacarsela de encimade una vez, y si tienen algun sentido cambiarıanlas cinco yugadas (Ver Lc 14,19) de bueyes porel unico yugo de Cristo. Por las cinco yugadas debueyes se refiere a los trabajos y cansancio de lospecadores que son esclavos de sus cinco sentidos;y cuando un hombre trabaja en hacer penitenciaen lugar de pecar, trueca las cinco yugadas debueyes por el unico yugo de Cristo. Feliz es elalma que sabe como crucificar la carne con susvicios y concupiscencias, y distribuye las limosnasque pudieran haberse gastado en gratificar suspasiones, y pasa en oracion y en lectura espiritual,en pedir la gracia de Dios y el patrocinio de laCorte Celestial, las horas que podrıan perderse enbanquetear y en satisfacer la ambicion incansablede hacerse amigo de los poderosos. De esta manerala cruz del mal ladron, que es pesada y baldıa,puede ser con provecho intercambiada por la Cruzde Cristo, que es ligera y fecunda.

Leemos en San Agustin como un soldado distin-guido discutıa con uno de sus companeros acercade tomar la cruz. Decidme, os pido, ¿a que metanos han de conducir todos los trabajos que em-prendemos? ¿Que objeto nos presentamos a noso-tros mismos? ¿Por quien servimos como solda-dos? Nuestra mayor ambicion es hacernos amigosdel Emperador; ¿y no esta acaso el camino quenos conduce a su honor, lleno de peligros, y cuan-do hemos alcanzado nuestro punto, no estamoscolocados entonces en la posicion mas peligrosa detodas? ¿Y por cuantos anos tendremos que laborar

para asegurar este honor? Pero si deseo volvermeamigo de Dios, me puedo hacer amigo Suyo eneste momento. Ası argumentaba que como paraasegurarse la amistad del Emperador tiene queemprender muchas fatigas largas y esteriles, ac-tuarıa mas sabiamente si emprendiera menores ymas leves trabajos para asegurarse la amistad deDios. Ambos soldados tomaron su decision en elmomento; ambos dejaron el ejercito en orden aservir en serio a su Creador, y lo que incremento sualegria al tomar este primer paso fue que las dosdamas con las cuales estaban a punto de casarse,ofrecieron espontaneamente su virginidad a Dios.

Capıtulo VIII

Explicacion literal de la tercera palabra:Ahı tienes a tu hijo; ahı tienes a tu Madre (Jn

19,27)

La ultima de las tres palabras, que tienen unareferencia especial a la caridad por el projimo, es:Ahı tienes a tu hijo; Ahı tienes a tu madre (Jn19,26; Jn 19,27). Pero antes que expliquemos elsignificado de esta palabra, debemos detenernosun poco en el pasaje precedente del Evangelio deSan Juan: Junto a la cruz de Jesus estaban sumadre y la hermana de su madre, Marıa, mujerde Cleofas, y Marıa Magdalena. Jesus, viendo a sumadre y junto a ella al discıpulo a quien amaba,dice a su madre: ”Mujer, ahı tienes a tu hijo”.Luego dice al discıpulo: ”Ahı tienes a tu madre”.Y desde aquella hora el discıpulo la acogio en sucasa (Jn 19,25-27). Dos de las tres Marıas queestaban de pie cerca a la Cruz son conocidas, asaber, Marıa, la Madre de nuestro Senor, y MarıaMagdalena. Acerca de Marıa, la mujer de Cleofas,hay alguna duda; algunos la suponen ser la hijade Santa Ana, que tuvo tres hijas, esto es, Marıa,la Madre de Cristo, la mujer de Cleofas, y MarıaSalome. Pero esta opinion esta casi desacreditada.Pues, en primer lugar, no podemos suponer quetres hermanas se llamen por el mismo nombre.Mas aun, sabemos que muchos hombres piadososy eruditos sostienen que nuestra BienaventuradaSenora era la unica hija de Santa Ana; y no semenciona otra Marıa Salome en los Evangelios.Puesto que donde San Marcos dice que MarıaMagdalena, Marıa la de Santiago y Salome com-praron aromas para ir a embalsamarle (Mc 16,1),la palabra Salome no esta en caso genitivo, comosi quisiera decir Marıa, la madre de Salome, comojusto antes habıa dicho Marıa, la madre de Santia-go, sino que esta en caso nominativo y en generofemenino, como resulta claro de la version Griega,donde la palabra esta escrita Salwmacronmh. Masaun, esta Marıa Salome era la esposa de Zebedeo(Ver Mt 27,56), y la madre de los Apostoles San-tiago y San Juan, como aprendemos de los dos

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Evangelistas, San Mateo y San Marcos (Ver Mc15,40), ası como Marıa, la madre de Santiago erala esposa de Cleofas, y la madre de Santiago elmenor y de San Judas. Por lo cual la verdaderainterpretacion es esta: que Marıa, la mujer deCleofas, era llamada hermana de la Bienaventura-da Virgen porque Cleofas era el hermano de SanJose, el Esposo de la Bienaventurada Virgen, ylas esposas de dos hermanos tienen el derecho dellamarse y ser llamadas hermanas. Por la mismarazon Santiago el menor es llamado el hermanode nuestro Senor, aunque solo era su primo, puesera el hijo de Cleofas, quien, como hemos dicho,era el hermano de San Jose. Eusebio nos brin-da este relato en su historia eclesiastica, y cita,como autoridad digna de fe, a Hegesipo, un con-temporaneo de los Apostoles. Tambien tenemosa favor de la misma interpretacion la autoridadde San Jeronimo, como podemos deducir de sutrabajo contra Helvidio.

Tambien hay un aparente desacuerdo en las narra-tivas evangelicas, en el que sera bueno detenernosbrevemente. San Juan dice que estas tres muje-res estaban de pie cerca de la Cruz del Senor,mientras que tanto San Marcos (Ver Mc 15,40)como San Lucas (Ver Lc 23,49) dicen que estabandistantes. San Agustın en su tercer libro acercade la Armonıa de los Evangelios hace armonizarestos tres textos de la siguiente manera. Estassantas mujeres pueden haber dicho que estabanal mismo tiempo distantes de la Cruz y cercade la Cruz. Estaban distantes de la Cruz en re-ferencia a los soldados y ejecutores, que estabanen una proximidad tal a la Cruz que podıan to-carla, pero estaban suficientemente cerca de laCruz para escuchar las palabras del Senor, quela multitud de espectadores, que estaban a mayordistancia, no podıan escuchar. Tambien podemosexplicar los textos de la siguiente manera. Duranteel momento mismo en que el Senor fue clavadoa la Cruz, la concurrencia de soldados y gentemantuvo a las santas mujeres a la distancia, peroapenas la Cruz fue fijada en tierra, muchos delos judıos volvieron a la ciudad, y entonces lastres mujeres y San Juan se acercaron mas. Estaexplicacion elimina la dificultad acerca de la razonpor la cual la Bienaventurada Virgen y San Juanse aplicaron a sı mismos las palabras, Ahı tienesa tu hijo; Ahı tienes a tu madre, cuando habıantantos otros presentes, y Cristo no se dirigio nia su Madre ni a su discıpulo por su nombre. Laverdadera respuesta a esta objecion es que las tresmujeres y San Juan estaban parados tan cercade la Cruz como para permitir al Senor designarmediante Sus miradas las personas a las que Seestaba dirigiendo. Ademas, las palabras fuerondichas evidentemente a Sus amigos personales, yno a extranos. Y entre Sus amigos personales queestaban allı no habıa ningun otro hombre a quien

pudiera decir, Ahı tienes a tu madre, a excepcionde San Juan, y no habıa ninguna otra mujer quequedara sin hijos por su muerte, a excepcion desu Madre Virgen. Por lo cual El dijo a su Madre:Ahı tienes a tu hijo, y a su discıpulo: Ahı tienes atu madre.

Este es pues el sentido literal de estas palabras:Estoy por cierto a punto de pasar de este mundoal seno de Mi Padre Celestial, y pues tengo plenaconciencia de que Tu, Mi Madre, no tienes niparientes, ni marido, ni hermanos, ni hermanas,en orden a no dejarte totalmente desprovista deauxilio humano, Te encomiendo al cuidado de Mimuy amado discıpulo Juan: el actuara contigocomo un hijo, y Tu actuaras con el como unaMadre. Y este consejo o mandato de Cristo, que lomostro tan preocupado por los otros, fue bienve-nido igualmente por ambas partes, y de ambospodemos creer que habran inclinado sus cabezascomo muestra de su aquiescencia, pues San Juandice de sı mismo: Y desde aquella hora el discıpulola acogio en su casa, esto es, San Juan inmediata-mente obedecio a nuestro Senor, y considero a laBienaventurada Virgen, junto con sus ya ancianospadres Zebedeo y Salome, entre las personas a lascuales era su deber cuidar y atender.

Todavıa permanece una pregunta adicional quepuede hacerse. San Juan fue uno de aquellos quehabıa dicho: Ya lo ves, nosotros lo hemos dejadotodo y te hemos seguido; ¿que recibiremos, pues?(Mt 19,27). Y entre las cosas que habıan aban-donado, nuestro Senor enumera padre y madre,hermanos y hermanas, casa y tierras; y San Mateo,hablando de San Juan y de su hermano Santiago,dijo: Y ellos al instante, dejando la barca y a supadre, le siguieron (Mt 4,22). ¿De donde vienepues que a quien habıa dejado una madre porCristo, el Senor le diga que mire a la Bienaven-turada Virgen como Madre? No tenemos que irmuy lejos para encontrar una respuesta. Cuandolos Apostoles siguieron a Cristo dejaron a su padrey a su madre, en la medida en que podıan serun impedimento para la vida evangelica, y enla medida en que pudieran derivar una ventajamundana o un placer carnal de su presencia. Perono dejaron esa solicitud que un hombre esta enjusticia obligado a mostrar por sus padres o sushijos, si necesitan su direccion o su asistencia. Porlo cual algunos escritores espirituales afirman queel hijo no puede entrar en una orden religiosa si supadre esta o tan abatido por la edad, u oprimidopor la pobreza, que no puede vivir sin su auxilio.Y ası como San Juan dejo a su padre y a su ma-dre cuando no tenıan necesidad de el, ası cuandoCristo le ordeno cuidar y atender a su MadreVirgen, ella estaba desprovista de todo auxiliohumano. Dios, por cierto, sin ninguna asistenciadel hombre, hubiera podido atender a su Madrecon todas las cosas necesarias por el ministerio

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de los angeles, ası como sirvieron a Cristo Mismoen el desierto, pero quiso que San Juan hicieraesto para que mientras el Apostol cuidaba de laVirgen, ella pudiera honrar y auxiliar al Apostol.Pues Dios envio a Elıas a asistir a la pobre viuda,no porque El no pudiera haberla sostenido pormedio de un cuervo, como lo habıa hecho antes,sino, como observa San Agustın, para que el pro-feta la pueda bendecir. Por lo cual complacio anuestro Senor confiar su Madre al cuidado deSan Juan por el doble proposito de otorgarle ael una bendicion, y de probar ante todos que elpor encima de los demas era su discıpulo amado.Pues verdaderamente en esta transferencia de suMadre se cumplio aquel texto: Todo aquel quehaya dejado casas, hermanos, hermanas, padre,madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibira elciento por uno y heredara vida eterna (Mt 19,29).Pues ciertamente recibio el ciento por uno aquelque dejando a su madre, la esposa de un pescador,recibio como madre a la Madre del Creador, laReina del mundo, llena de gracia, bendita entrelas mujeres, y proxima a ser elevada por encima detodos los coros de los angeles en el reino celestial.

Capıtulo IX

El primer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la tercera palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

Si examinamos atentamente todas las circunstan-cias bajo las cuales esta tercera palabra fue dicha,podemos recoger muchos frutos de su considera-cion. En primer lugar, hemos puesto ante noso-tros el intenso deseo que Cristo sintio de sufrirpor nuestra salvacion para que nuestra redencionpudiera ser copiosa y abundante. Pues para noincrementar el dolor y la pena que sienten, algu-nos hombres toman medidas para evitar que susparientes esten presentes en su muerte, particular-mente si su muerte ha de ser violenta, acompanadade desgracia e infamia. Pero Cristo no se sacio consu propia y amarguısima Pasion, tan llena de dolory verguenza, sino que quiso que su Madre y eldiscıpulo a quien amaba estuvieran presentes eincluso estuvieran de pie cerca de la Cruz paraque la vision de los sufrimientos de aquellos masqueridos a El aumentara su propio sufrimiento.

Cuatro rıos de Sangre manaban del cuerpo heridodel Senor en la Cruz, y El deseaba que cuatro rıosde lagrimas fluyeran de los ojos de su Madre, de sudiscıpulo, de Marıa la hermana de su Madre, y deMagdalena, la mas querida de las santas mujeres,para que la causa de sus sufrimientos fuera notanto el derramamiento de su propia Sangre, comola copiosa inundacion de lagrimas que la visionde su agonıa arrancaba de los corazones de losque estaban cerca. Me imagino que escucho a

Cristo diciendome: Las olas de la muerte meenvolvıan (Sal 18,5), pues la espada de Simeonatraviesa y hiere Mi Corazon, tan cruelmentecomo atraviesa el alma de Mi inocentısima Madre.¡Es pues ası que una muerte amarga separa nosolo el alma del cuerpo, sino tambien a la madredel hijo, y tal Madre de tal Hijo! Por esta razondijo, Mujer, ahı tienes a tu hijo, pues su amor porMarıa no le permitıa en un momento ası dirigirsea Ella con el nombre tierno de Madre. Dios tantoamo al mundo que le dio su Hijo Unigenito para suRedencion, y el Hijo Unigenito tanto amo al Padreque derramo profusamente su propia Sangre porsu honor, y no satisfecho con los dolores de suPasion, ha soportado las agonıas de la compasion,para que hubiera una redencion abundante pornuestros pecados.

Y para que no perezcamos, sino que gocemos dela vida eterna, el Padre y el Hijo nos exhortana imitar su caridad al representarla en su masexquisita belleza; y aun ası el corazon del hombretodavıa se resiste a esta caridad tan grande, y porlo tanto merece mas bien sentir la ira de Dios,que saborear la dulzura de su misericordia, y caeren los brazos del Divino amor. Serıamos de ver-dad ingratos, y merecerıamos tormentos eternos,si por su amor no soportasemos lo poco que esnecesario purgar para nuestra salvacion, cuandocontemplamos a nuestro Redentor amandonos enuna medida tal, como para sufrir por nosotros masde lo necesario, soportar tormentos incontablesy derramar cada gota de su Sangre, cuando unasola gota hubiera sido ampliamente suficiente paranuestra redencion. La unica razon que puede darsepara nuestra desidia y locura es que ni meditamosen la Pasion de Cristo, ni consideramos su inmensoamor por nosotros con la seriedad y atencion conque deberıamos. Nos contentamos con leer apura-damente la Pasion, o en escucharla leer, en lugarde asegurarnos oportunidades adecuadas para pe-netrar en nosotros mismos con el pensamiento deella. Por eso el santo Profeta nos exhorta: Mirady ved si hay dolor semejante al dolor que meatormenta (Lam 1,12). Y el Apostol dice: Fijaosen aquel que soporto tal contradiccion de parte delos pecadores, para que no desfallezcais faltos deanimo (Heb 12,3).

Pero vendra el tiempo en que nuestra ingratitudhacia Dios y nuestro desinteres por el asunto denuestra salvacion sera fuente de sincero dolor paranosotros. Pues hay muchos que en el Ultimo Dıagemiran en la angustia de su espıritu (Sap 5,3),y diran: Luego vagamos fuera del camino de laverdad; la luz de la justicia no nos alumbro, nosalio el sol para nosotros (Sap 5,6). Y no sentiraneste dolor esteril por primera vez en el infierno,sino que en el Dıa del Juicio, cuando sus ojosmortales sean cerrados en la muerte, y los ojosde su alma se abran, contemplaran la verdad de

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estas cosas frente a las cuales durante su vidavoluntariamente se cegaron.

Capıtulo X

El segundo fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la tercera palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

Podemos extraer otro fruto de la consideracion dela tercera palabra dicha por Cristo en la Cruz deesta circunstancia: que habıan tres mujeres cercade la Cruz de nuestro Senor. Marıa Magdalenaes la representante del pecador arrepentido, ode aquel que esta haciendo su primer intento deavanzar en el camino de la perfeccion. Marıa lamujer de Cleofas es la representante de aquellosque ya han hecho algun avance hacia la perfeccion;y Marıa la Madre Virgen de Cristo es la repre-sentante de aquellos que son perfectos. Podemosemparejar a San Juan con nuestra Senora, pues enpoco tiempo serıa, si es que no lo habıa sido ya,confirmado en gracia. Estas eran las unicas perso-nas que se encontraban cerca de la Cruz, pues lospecadores abandonados, que nunca piensan en lapenitencia estan muy distantes de la escala de lasalvacion, la Cruz. Mas aun, estas almas escogidasno estaban cerca de la Cruz sin un proposito, puesincluso ellos necesitaban de la asistencia de Aquelque estaba clavado sobre ella. Los penitentes, oprincipiantes en la virtud, para sostener la gue-rra contra sus vicios y concupiscencias, requierenayuda de Cristo, su Guıa, y reciben esta ayudapara luchar con la serpiente antigua por el alientoque les da su ejemplo, pues El no descenderıa de laCruz hasta haber obtenido una victoria total sobreel demonio, que es lo que somos ensenados por SanPablo en su Epıstola a los Colosenses: Cancelo lanota de cargo que habıa contra nosotros, la delas prescripciones con sus clausulas desfavorables,y la suprimio clavandola en la cruz. Y, una vezdespojados los Principados y las Postestades, losexhibio publicamente, incorporandolos a su cortejotriunfal (Col 2,14-15). Marıa, la mujer de Cleofasy madre de hijos que son llamados hermanos denuestro Senor, es la representante de aquellos queya han hecho algun progreso en el sendero de laperfeccion. Estos tambien necesitan asistencia dela Cruz, para que los cuidados y ansiedades de estemundo, con los cuales necesariamente estan mez-clados, no ahoguen en ellos la buena semilla, y unanoche de trajın resulte en la captura de nada. Poreso las almas en este estado de perfeccion debentodavıa trabajar y lanzar muchas miradas a Cristoclavado en su Cruz, el cual no se satisfizo conlas grandes y multiples obras que realizo durantesu vida, sino que quiso por medio de su muerteavanzar hasta el grado mas heroico de virtud, pueshasta que el enemigo de la humanidad hubiera

sido totalmente derrotado y puesto en fuga, El nodescenderıa de su Cruz. Cansarse en la busquedade la virtud, y dejar de obrar actos de virtud,son los mayores impedimentos a nuestro avanceespiritual, pues, como nota verazmente San Ber-nardo en su Epıstola a Garino, el que no avanzaen la virtud, retrocede, y en la misma epıstola serefiere a la escalera de Jacob, sobre la cual todoslos angeles o bien ascendıan o bien descendıan,pero ninguno estaba detenido. Mas aun, inclusoen los perfectos que viven una vida de celibato yson vırgenes, como eran nuestra BienaventuradaSenora y San Juan, el cual por esta razon era elApostol escogido de Cristo, incluso estos, digo,necesitan grandemente la asistencia de El, quefue crucificado, pues su misma virtud los exponeal peligro de caer por la soberbia espiritual, amenos que esten bien cimentados en la humildad.Durante el curso de su ministerio publico, Cris-to nos dio muchas lecciones de humildad, comocuando dijo: Aprended de mı, que soy manso yhumilde de corazon (Mt 11,29). Y de nuevo: Ve-te a sentarte en el ultimo puesto (Lc 14,10); yTodo el que se ensalce, sera humillado; y el quese humille, sera ensalzado ( Lc 18,14). Aun ası,todas Sus exhortaciones acerca de la necesidadde esta virtud no son tan persuasivas como elejemplo que nos puso en la Cruz. ¿Pues que mayorejemplo de humildad podemos concebir que que elOmnipotente se deje atar con sogas y clavar a unaCruz? ¿Y que El, en el cual estan ocultos todos lostesoros de la sabidurıa y de la ciencia (Col 2,3),permita que Herodes y su ejercito lo traten comoun loco y lo vistan con una tunica blanca, y queAquel que se sienta en querubines (Sal 99,1) sufraEl mismo ser crucificado entre dos ladrones? Bienpodemos decir despues de esto, que el hombreque se arrodillase ante un crucifijo, y mirase enel interior de su alma, y llegase a la conclusion deque no es deficiente en la virtud de la humildad,serıa incapaz de aprender leccion alguna.

Capıtulo XI

El tercer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la tercera palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

En tercer lugar, de las palabras que Cristo diri-gio a su Madre y a su discıpulo desde el pulpitode la Cruz, aprendemos cuales son los respecti-vos deberes de los padres hacia sus hijos, y delos hijos hacia sus padres. Trataremos en primerlugar de los deberes que los padres tienen paracon sus hijos. Los padres cristianos deben amar asus hijos, pero de tal manera que el amor a sushijos no debe interferir con su amor a Dios. Estaes la doctrina que presenta nuestro Senor en elEvangelio: El que ama a su hijo o a su hija mas

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que a mı, no es digno de mı (Mt 10,37). Fue enobediencia a esta ley que nuestra Senora estuvode pie junto a la Cruz viviendo ella misma unaintensa agonıa, aunque con gran firmeza de animo.Su dolor fue una prueba del gran amor que tenıapara su Hijo, que morıa en la Cruz junto a ella, ysu firmeza fue una prueba de su entrega a Dios quereina en el cielo. Mirar a su inocente Hijo, a quienella amo apasionadamente, muriendo en medio detales tormentos, era suficiente como para destro-zar su corazon; pero aunque hubiese estado en suscapacidades, no habrıa impedido la crucifixion,pues ella sabıa que todos estos sufrimientos eraninfligidos a su Hijo segun el determinado designioy previo conocimiento de Dios (At 2,23). El amores la medida del dolor, y puesto que esta MadreVirgen amo mucho, por tanto era ella afligida masalla de toda medida al contemplar a su Hijo tancruelmente torturado. ¿Y como podrıa no haberamado esta Virgen Madre a su Hijo, sabiendo quesobrepasaba al resto de la humanidad en todaexcelencia, y cuando El estaba unido a ella conun lazo mas cercano que los demas hijos estabanunidos a sus padres? Hay un doble motivo por elque los padres aman a sus hijos; uno, porque loshan engendrado, y el otro, porque las buenas cua-lidades de sus hijos redundan en sı mismos. Hayalgunos padres, sin embargo, que sienten apenasuna pequena ligazon con sus hijos, y otros querealmente los odian si son minusvalidos o perver-sos, o si tienen la mala fortuna de ser ilegıtimos.Ahora bien, por las dos razones que acabamos demencionar, la Virgen Madre de Dios amo a suHijo mas que lo que cualquier otra madre podrıahaber amado a sus hijos. En primer lugar, nin-guna mujer ha engendrado jamas a un hijo sin lacooperacion de su marido, pero la BienaventuradaVirgen tuvo a su Hijo sin contacto alguno convaron; como Virgen lo concibio, y como Virgenlo dio a luz, y como Cristo nuestro Senor segun lageneracion divina tiene Padre y no Madre, segunla generacion humana tiene Madre y no Padre.Cuando decimos que Cristo nuestro Senor fueconcebido del Espıritu Santo, no queremos decirque el Espıritu Santo sea el Padre de Cristo, sinoque El formo y moldeo el Cuerpo de Cristo, noa partir de su propia sustancia, sino de la puracarne de la Virgen.

Verdaderamente entonces la Virgen lo ha engen-drado sola, solo ella puede clamar que es su propioHijo, y por tanto lo ha amado con mas amor quecualquier otra madre. En segundo lugar, el Hijode la Virgen no solo fue y es hermoso mas que loshijos de los hombres sino que sobrepasa en todotambien a todos los angeles, y como consecuencianatural de su gran amor, la Bienaventurada Vir-gen lloro en la Pasion y Muerte de su Hijo masque otras, y San Bernardo no duda en afirmar enuno de sus sermones que el dolor que sintio nues-

tra Senora en la crucifixion fue un martirio delcorazon, segun la profecıa de Simeon: ¡y a tı mis-ma una espada te atravesara el alma! (Lc 2,35). Ypuesto que el martirio del corazon es mas amargoque el martirio del cuerpo, San Anselmo en suobra Sobre la excelencia de la Virgen dice que eldolor de la Virgen fue mas amargo que cualquiersufrimiento corporal.

Nuestro Senor, en su Agonıa en el Huerto deGetsemanı, sufrio un martirio del corazon al pasarrevista a todos los sufrimientos y tormentos quehabrıa de soportar al dıa siguiente, y abriendo ensu alma las compuertas al dolor y al miedo em-pezo a estar tan afligido que un Sudor de Sangremano de su Cuerpo, algo que no sabemos que hayaresultado jamas de sus sufrimientos corporales.Por tanto, mas alla de toda duda, nuestra Bie-naventurada Senora cargo una pesadısima cruz,y soporto un dolor conmovedor, de la espada dedolor que atraveso su alma, pero se mantuvo depie junto a la Cruz como verdadero modelo depaciencia, y contemplo todos los sufrimientos desu Hijo sin manifestar signo alguno de impacien-cia, porque busco el honor y la gloria de Dios masque la gratificacion de su amor materno. Ella nocayo al suelo medio muerta de dolor, como algu-nos imaginan; tampoco se corto los cabellos, nisollozo o grito fuertemente, sino que valientementellevo la afliccion que era la voluntad de Dios quellevase. Ella amo a su Hijo vehementemente, peroamo mas el honor de Dios Padre y la salvacionde la humanidad, del mismo modo que su DivinoHijo prefirio estos dos objetos a la preservacionde su vida. Mas aun, su inconmovible fe en laresurreccion de su Hijo acrecento la confianza desu alma al punto que no tuvo necesidad de conso-lacion alguna.

Ella fue consciente de que la Muerte de su Hijoserıa como una pequena dormicion, tal como dijoel Salmista Real: Yo me acuesto y me duermo, yme despierto, pues Yahve me sostiene (Sal 3,6).Todos los fieles deben imitar este ejemplo de Cris-to subordinando el amor a sus hijos al amor aDios, que es el Padre de todos, y ama a todoscon un amor mayor y mas beneficioso que el quepodemos experimentar. En primer lugar, los pa-dres cristianos deben amar a sus hijos con un amorviril y prudente, no alentandolos si obran mal, sinoeducandolos en el temor de Dios, y corrigiendolos,e incluso amonestandolos y castigandolos si hanofendido a Dios o son negligentes en su educa-cion. Pues esta es la voluntad de Dios, tal comonos es revelada en las Sagradas Escrituras, en ellibro del Eclesiastico: ¿Tienes hijos? Instruyelos einclınalos desde su juventud (Eclo 7,24). Y leemosde Tobıas que desde su infancia le enseno a suhijo a temer a Dios y abstenerse de todo pecado(Tb 1,10). El Apostol advierte a los padres queno exasperen a sus hijos, no sea que se vuelvan

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apocados, sino que los formen mediante la ins-truccion y la correccion del Senor, esto es, notratarlos como esclavos, sino como hijos (Col 3,21;Ef 6,4). Los padres que son muy severos con sushijos, y que los reprochan y castigan incluso poruna pequena falta, los tratan como esclavos, ytal tratamiento los desalentara y les hara odiar eltecho paterno; y por el contrario, los padres queson muy indulgentes criaran hijos inmorales, queseran luego vıctimas del fuego del infierno en vezde poseer una corona inmortal en el cielo.

El metodo correcto que han de adoptar los pa-dres en la educacion de sus hijos es ensenarlesa obedecer a sus superiores, y cuando sean des-obedientes corregirlos, pero de manera tal que seevidencie que la correccion procede de un espıritude amor y no de odio. Mas aun, si Dios llama aun hijo al sacerdocio o a la vida religiosa, ningunimpedimento debe ponerse a esta vocacion, pueslos padres no han de oponerse a la voluntad deDios, sino mas bien decir con el santo Job: ElSenor me lo dio, y el Senor me lo quito: benditosea el nombre del Senor (Gb 1,21). Finalmente,si los padres pierden a sus hijos por una muerteintempestiva, como nuestra Bienaventurada Ma-dre perdio a su Divino Hijo, deben confiar en elbuen juicio de Dios, quien a veces toma un almapara sı si percibe que podrıa perder su inocenciay ası perecer por siempre. Verdaderamente, si lospadres pudiesen penetrar en los designios de Diosen relacion a la muerte de un hijo, se alegrarıanen vez de llorar: y si tuviesemos una fe viva en laResurreccion, como la tuvo nuestra Senora, no noslamentarıamos mas porque una persona muera ensu juventud, que lo que habrıamos de lamentarnosporque una persona vaya a dormir antes de lanoche, pues la muerte del fiel es una clase desueno, como nos dice el Apostol en su Epıstolaa los Tesalonicenses: Hermanos, no queremos queesteis en la ignorancia respecto de los que estandormidos, para que no os entristezcais como losdemas, que no tienen esperanza (1Tes 4,12). ElApostol habla de la esperanza y no de la fe, porqueno se refiere a una resurreccion incierta, sino a unaresurreccion feliz y gloriosa, similar a la de Cristo,que fue un despertar a la vida verdadera. Pues elhombre que tiene una fe firme en la resurrecciondel cuerpo, y confıa en que su hijo muerto sedespertara de nuevo a la gloria, no tiene motivode pena, sino una gran razon para alegrarse, puesla salvacion de su hijo esta asegurada.

Nuestro siguiente punto es tratar acerca del deberque los hijos tienen para sus padres. Nuestro Senornos dio en su Muerte el mas perfecto ejemplode respeto filial. Ahora, segun las palabras delApostol, el deber de los hijos es: correspondera sus progenitores (1Tm 5,4). Los hijos corres-ponden a sus padres cuando les proveen todo lonecesario para ellos en su edad avanzada, tal como

sus padres les procuraron alimento y vestido en suinfancia. Cuando Cristo estuvo a punto de morirconfio su anciana Madre, que no tenıa nadie quela cuidase, a la proteccion de San Juan, y le dijoque en adelante lo mirase como a su hijo, y lemando a San Juan que la reverenciara como a sumadre. Y ası nuestro Senor cumplio perfectamentelas obligaciones que un hijo debe a su madre. Enprimer lugar, en la persona de San Juan. Le dio asu Madre Virgen un hijo que era de la misma edadque El, o tal vez un ano menor, y por tanto eraen todo sentido capaz de proveer por el bienestarde la Madre de nuestro Senor. En segundo lugar,le dio por hijo al discıpulo a quien amaba masque a los demas, y quien ardientemente le habıaretribuido amor por amor, y en consecuencia nues-tro Senor tuvo la mayor confianza en la diligenciacon la que su discıpulo sostendrıa a su Madre.Mas aun, escogio al discıpulo que sabıa que vivirıamas que los otros apostoles, y que por lo tantovivirıa mas que su Madre. Finalmente, nuestroSenor tuvo esta atencion para con su Madre enel momento mas calamitoso de su vida, cuando suCuerpo entero fue presa de sufrimientos, cuandosu Alma entera fue atormentada por las insolentesmofas de sus enemigos, y tenıa que beber el calizamargo de la inminente muerte, de modo queparecerıa que no podrıa pensar en nada sino ensus propios dolores. Sin embargo, su amor por suMadre triunfo por encima de todo, y olvidandosede sı mismo, su unico pensamiento fue como con-fortarla y ayudarla, y no fue en vano su esperanzaen la prontitud y fidelidad de su discıpulo, puesdesde aquella hora la acogio en su casa (Jn 19,27).

Cada hijo tiene una mayor obligacion que la quenuestro Senor tuvo de proveer por las necesidadesde sus padres, pues cada ser humano le debemas a sus padres que lo que Cristo le debıa asu Madre. Cada nino recibe de sus padres unmayor favor que el que pueden esperar devolver,pues ha recibido de sus manos lo que para el esimposible darles, a saber, el ser. Recuerda -diceel Eclesiastico-, que no habrias nacido si no fuesepor ellos (Eclo 7,30). Solo Cristo es una excepciona esta regla. En efecto, El recibio de su Madresu vida como hombre, pero El le dio a ella tresvidas; su vida humana, cuando con la cooperaciondel Padre y del Espıritu Santo la creo; su vidade gracia, cuando la previno en la dulzura de susbendiciones creandola Inmaculada, y su vida degloria cuando fue asumida al reino de la gloriay exaltada por encima de los coros de los angeles.En consecuencia, si Cristo, quien le dio a su Biena-venturada Madre mas de lo que El habıa recibidode ella en su nacimiento, deseo corresponderla,ciertamente el resto de la humanidad esta aunmas obligada a corresponder a sus padres. Masaun, al honrar a nuestros padres no hacemos sinolo que es nuestro deber, y aun ası la bondad de

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Dios es tal como para recompensarnos por ello.En los Diez Mandamientos esta grabada la ley:Honra a tu padre y a tu madre, para que se pro-longuen tus dıas sobre la tierra (Eso 20,12). Y elEspıritu Santo dice: Aquel que honre a su padretendra gozo en sus propios hijos, y en el dıa de suoracion sera escuchado (Eclo 3,6). Y Dios no solorecompensa a los que reverencian a sus padres,sino que castiga a los que les son irrespetuosos,pues estas son las palabras de Cristo: Dios hadicho que el que maldiga a su padre o a su madre,sea castigado con la muerte (Mt 15,4). Y malditoes de Dios quien irrita a su madre (Eclo 3,18).Por lo tanto, podemos concluir que la maldicionde un padre traera consigo la ruina, pues Diosmismo lo ratificara. Esto se prueba por muchosejemplos; y narraremos brevemente uno que refie-re San Agustın en su Ciudad de Dios. En Cesarea,una ciudad de Capadocia, habıan diez ninos, asaber siete varones y tres mujeres, que fueronmalditos por su madres, y fueron inmediatamentegolpeados por el cielo con tal castigo que todos susmiembros temblaron, y, en su penosa situacion,adonde fuera que fuesen, no podıan soportar lamirada de sus conciudadanos, y ası vagaron portodo el mundo romano. Al final, dos de ellos fueroncurados por las reliquias de San Esteban Proto-martir, en presencia de San Agustın.

Capıtulo XII

El cuarto fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la tercera palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

La carga y el yugo que puso nuestro Senor enSan Juan, al confiar a su cuidado la proteccionde su Madre Virgen, fueron ciertamente un yugodulce y una carga ligera. ¿Quien pues no esti-marıa una felicidad habitar bajo el mismo techocon quien habıa llevado por nueve meses en suvientre al Verbo Encarnado, y habıa disfrutadopor treinta anos la mas dulce y feliz comunicacionde sentimientos con El? ¿Quien no envidiarıa aldiscıpulo elegido de nuestro Senor, cuyo corazonfue alegrado en la ausencia del Hijo de Dios porla presencia constante de la Madre de Dios? Yaun ası si no me equivoco esta en nuestro po-der obtener por medio de nuestras oraciones quenuestro amabilısimo Senor, que se hizo Hombrepor nuestra salvacion y fue crucificado por amora nosotros, nos diga en relacion a su Madre, Heahı a tu Madre, y diga a su Madre por cada uno denosotros ¡He ahı a tu hijo! Nuestro buen Senor noescatima sus gracias, con tal que nos acerquemosal trono de gracia con fe y confianza, con corazonessinceros, abiertos y no hipocritas. Aquel que deseatenernos como coherederos del reino de su Padre,no desdenara tenernos como coherederos en el

amor de su Madre. Y tampoco nuestra benignısi-ma Madre llevara a mal tener una innumerablemultitud de hijos, pues ella tiene un corazon capazde abrazarnos a todos, y desea ardientemente queno perezca ninguno de esos hijos que su DivinoHijo redimio con su preciosa Sangre y aun maspreciosa Muerte. Aproximemonos por tanto conconfianza al trono de la gracia de Cristo, y conlagrimas roguemosle humildemente que le diga asu Madre por cada uno de nosotros, ¡He ahı a tuhijo!, y a nosotros en relacion a su Madre, ¡Heahı a tu Madre! ¡Cuan seguros estaremos bajola proteccion de tal Madre! ¿Quien se atrevera aapartarnos de debajo de su manto? ¿Que tenta-ciones, que tribulaciones podrıan vencernos si nosconfiamos a la proteccion de la Madre de Dios yMadre nuestra? Y no seremos los primeros quehan obtenido tan poderosa proteccion. Muchosnos han precedido, muchos, digo, se han puestobajo la singular y maternal proteccion de tanpoderosa Virgen, y nadie ha sido abandonado deella con su alma en un estado perplejo y abatido,sino que todos los que han confiado en el amor detal Madre estan felices y gozosos. De ella se ha es-crito: Ella te pisara la cabeza (Gen 3,15). Quienesconfıan en ella pueden con seguridad pisar sobreel aspid y la vıbora, y hollar al leon y al dragon(Sal 90,13).

Escuchemos, sin embargo, las palabras de unos po-cos hombres ilustres de los tantos que han recono-cido haber encontrado la esperanza de su salvacionen la Virgen, y a quienes podemos creer que nues-tro Senor les dijo He ahı a tu Madre, y en relaciona quienes le dijo a su Madre, He ahı a tu hijo. Elprimero sera San Efren de Siria, un antiguo Padrede tanto renombre que San Jeronimo nos informaque sus trabajos eran leıdos publicamente en lasiglesias antes que las Sagradas Escrituras. En unode sus sermones sobre las alabanzas de la Madrede Dios, el dice: La inmaculada y pura VirgenMadre de Dios, la Reina de todo, y la esperanzade los que desesperan. Y nuevamente: Tu eres unpuerto para los que son atacados por tormentas,consuelo del mundo, liberadora de los que estan enprision; tu eres madre de los huerfanos, redentorade los cautivos, alegrıa del enfermo, y estrella parala seguridad de todos. Y nuevamente: Guardamey protegeme bajo tu brazo, ten piedad de mı queestoy manchado por el pecado. No confıo en nadiesino en tı, oh Virgen sincerısima. ¡Salve, paz, gozoy seguridad del mundo! Citaremos a continuaciona San Juan Damasceno, quien fue uno de losprimeros en mostrar el mas grande honor y ponerla mayor confianza en la proteccion de la santısimaVirgen. Ası dice en un sermon sobre la Natividadde la Bienaventurada Virgen: Oh hija de Joaquıny Ana, oh Senora, recibe las oraciones de un pe-cador que te ama y honra ardientemente, y miraa tı como su unica esperanza de alegrıa, como la

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sacerdotisa de la vida, y la guıa de los pecadorespara retornar a la gracia y el favor de tu Hijo,y la segura depositaria de la seguridad, aligera elpeso de mis pecados, vence mis tentaciones, hazmi vida pıa y santa, y concedeme que bajo tuguıa pueda llegar a la felicidad celestial. Ahoraseleccionaremos unos pocos pasajes de dos Pa-dres latinos. San Anselmo, en su trabajo Sobre laExcelencia de la Virgen dice: Considero como ungran signo de predestinacion para alguno que se lehaya concedido el favor de meditar frecuentementeen Marıa. Y nuevamente: Recuerda que a vecesobtenemos auxilio con mas prontitud invocando elnombre de la Virgen Madre que si hubiesemos in-vocado el Nombre del Senor Jesus, su unico Hijo,y es no porque sea ella mas grande o poderosaque El, ni porque sea El mas grande y poderosopor medio de ella, sino mas bien ella por mediode El. ¿Como es entonces que obtenemos auxiliomas prontamente al invocarla que al invocar a suHijo? Digo que creo que es ası, y mi explicaciones que su Hijo es el Senor y Juez de todo, y escapaz de discernir los meritos de cada uno. Enconsecuencia, cuando su Nombre es invocado poralguien, puede con justicia prestar oıdos sordosa la suplica, pero si el nombre de su Madre esinvocado, incluso suponiendo que los meritos delque suplica no le dan derecho a ser escuchado,aun ası los meritos de la Madre de Dios sontales que su Hijo no puede negarse a escucharsu oracion. Pero San Bernardo, en un lenguajeque es verdaderamente admirable, describe porun lado el afecto santo y maternal con el quela Bienaventurada Virgen acoge a los que le sondevotos, y por otro el amor filial de quienes lamiran como Madre. En su segundo sermon sobre eltexto El Angel fue enviado, exclama: Oh tu, quien-quiera que seas, que sabes que estas expuesto a lospeligros del tempestuoso mar de este mundo masque lo que gozas de la seguridad de la tierra firme,no alejes tus ojos del esplendor de esta Estrella,de Marıa Estrella del Mar, a menos que deseesser devorado por la tempestad. Si los vientos delas tentaciones surgen, si eres arrojado a las rocasde las tribulaciones, mira esta Estrella, llama aMarıa. Si eres arrojado aquı y alla en las oleadasdel orgullo, de la ambicion, de las calumnias, dela envidia, levanta la mirada hacia esta Estrella,llama a Marıa. Si tu, aterrorizado por la magnitudde tus crımenes, perplejo ante el impuro estadode tu conciencia, y sacudido por el temor de tuJuez, empiezas a ser engullido por el abismo dela tristeza o el hoyo de la desesperanza, piensa enMarıa; en todos tus peligros, en todas tus dificul-tades, en todas tus dudas piensa en Marıa, llamaa Marıa. No seras confundido si la sigues, no de-sesperaras si le rezas, no te equivocaras si piensasen ella. El mismo Santo en este sermon sobrela Natividad de la Virgen dice lo siguiente: Alzatus pensamientos y juzga con que afecto quiere El

que honremos a Marıa que ha llenado su almacon la plenitud de su bondad, de modo que todaesperanza, toda gracia, toda proteccion del pecadoque recibamos la reconozcamos como viniendo atraves de sus manos. Veneremos a Marıa con to-do nuestro corazon y todas nuestras oblaciones,pues esa es la voluntad de quien ha hecho querecibamos todo por medio de Marıa. Hijos mıos,ella es la escalera para los pecadores, ella es mimayor confianza, ella es todo el fundamento demi esperanza. A estos extractos de los escritosde dos santos Padres, anadire algunas citas dedos santos Teologos. Santo Tomas, en su ensayosobre la salutacion angelica, dice: Ella es benditaentre todas las mujeres porque ella sola ha quitadola maldicion de Adan, ha traıdo bendiciones a lahumanidad, y ha abierto las puertas del Paraıso.Por eso es llamada Marıa, nombre que significa”Estrella del Mar”, pues ası como marineros con-ducen sus naves a puerto mirando las estrellas,ası los Cristianos son llevados a la gloria por la in-tercesion de Marıa. San Buenaventura escribe ensu Pharetra: Oh Santısima Virgen, ası como todoel que te odia y es olvidado por tı necesariamenteperecera, ası todo el que te ama y es amado portı necesariamente sera salvado. El mismo Santo ensu Vida de San Francisco habla ası de la confianzade este en la Bienaventurada Virgen: Amo a laMadre de nuestro Senor Jesucristo con un amorinefable, por ella nuestro Senor Jesucristo llego aser nuestro hermano, y por ella obtuvimos mise-ricordia. Junto a Cristo coloco toda su confianzaen ella, la miro como abogada propia y de suOrden, y en su honor ayuno devotamente des-de la fiesta de San Pedro y San Pablo hasta laAsuncion. Con estos santos juntaremos el nombredel Papa Inocencio III, quien fue eminentementedistinguido por su devocion a la Virgen, y no solocelebro sus grandezas en sus sermones, sino queconstruyo un monasterio en su honor, y lo que esmas admirable, en una exhortacion que dirigio asu grey para que confıen en ella, uso palabras cuyaveracidad fue luego ejemplificada en su propiapersona. Ası hablo en su segundo sermon sobrela Asuncion: Que el hombre que esta sentado enla oscuridad del pecado mire la luna, que invoquea Marıa para que ella interceda ante su Hijo, y leobtenga la compuncion de corazon. Pues ¿quienque la haya alguna vez llamado en su desgraciano ha sido escuchado? El lector puede consultar elcap. IX, libro 2, sobre Las lagrimas de la paloma, yver que allı hemos escrito sobre el Papa InocencioIII. De estos extractos, y de estos signos de pre-destinacion, queda abundantemente evidente queuna devocion cordial a la Virgen Madre de Diosno es novedad alguna. Pues parecerıa increıble queperezca alguien en cuyo favor Cristo le ha dicho asu Madre: He ahı a tu hijo, con tal que no presteoıdos sordos a las palabras que Cristo le dirigio ael mismo: He ahı a tu Madre.

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Libro II

Sobre las cuatro ultimas palabras dichas en laCruz

Capıtulo I

Explicacion literal de la cuarta palabra: Diosmıo, Dios mıo, por que me has abandonado (Mt

27,46)

Hemos explicado en la parte anterior las tres pri-meras palabras que fueron pronunciadas por nues-tro Senor desde el pulpito de la Cruz, alrededorde la hora sexta, poco despues de su crucifixion.En esta parte explicaremos las cuatro restantespalabras, que, luego de la oscuridad y el silencio detres horas, proclamo este mismo Senor desde estemismo pulpito con fuerte voz. Pero primero parecenecesario explicar brevemente cual, y de donde, ypara que surgio la oscuridad que existio entre lastres primeras y las ultimas cuatro palabras, puesası dice San Mateo: Desde la hora sexta hubo os-curidad sobre toda la tierra hasta la hora nona. Yalrededor de la hora nona clamo Jesus con fuertevoz: ”¡Eli, Eli! ¿lema sabactani?”, esto es: ”¡Diosmıo, Dios mıo! ¿por que me has abandonado?”(Mt 27,45; Mt 27,46). Y esta oscuridad surgio deun eclipse de sol, tal como nos lo narra San Lucas:Se eclipso el sol (Lc 23,44), dice. Pero aquı sepresentan tres dificultades. En primer lugar, uneclipse de sol ocurre en luna nueva, cuando laluna esta entre la tierra y el sol, y esto no puedehaber sucedido en la muerte de Cristo, porque laluna no estaba en conjuncion con el sol, comoocurre cuando hay luna nueva, sino que estabaopuesta al sol como en la luna llena, pues la Pasionocurrio en la Pascua de los judıos, que, segun SanLucas, estaba en el dıa catorce del mes lunar. Ensegundo lugar, incluso si la luna hubiese estado enconjuncion con el sol en el momento de la Pasion,la oscuridad no podrıa haber durado tres horas, esdecir, desde la sexta hasta la nona, pues un eclipsede sol no dura tanto tiempo, especialmente si es uneclipse total, cuando el sol esta tan escondido quesu oscuridad es llamada tinieblas. Pues dado quela luna se mueve mas rapido que el sol, segun supropio movimiento, oscurece la superficie enteradel sol por un periodo breve solamente, y, estandoel sol constantemente en movimiento, mientras laluna se aleja, empieza a dar su luz a la tierra.Finalmente, no puede ocurrir jamas que por laconjuncion del sol y de la luna la tierra enteraquede en tinieblas, pues la luna es mas pequenaque el sol, incluso mas pequena que la tierra, ypor lo tanto por su interposicion no puede la lunaoscurecer tanto al sol como para privar al universo

de su luz. Y si alguien sostiene que la opinion delos Evangelistas se refiere solamente a la tierra dePalestina, y no al mundo entero absolutamente,es refutado por el testimonio de San Dionisio elAreopagita, quien, en su Epıstola a San Policarpo,declara que en la ciudad de Heliopolis, en Egipto,el mismo vio este eclipse del sol, y sintio estashorrorosas tinieblas. Y Flego, un historiador grie-go, gentil, relata este eclipse cuando dice: En elcuarto ano de la bicentesimo segunda Olimpiada,tuvo lugar el eclipse mas grande y extraordinarioque haya jamas ocurrido, pues a la hora sexta laluz del dıa se troco en tinieblas de noche, de modoque las estrellas aparecieron en los cielos. Estehistoriador no escribio en Judea, y es citado porOrıgenes contra Celso, y Eusebio en sus Cronicassobre el trigesimo tercer ano de Cristo. Lucianomartir da ası testimonio del acontecimiento: Miraen nuestros anales, y encontraras que en el tiempode Pilato desaparecio el sol, y el dıa fue invadidopor tinieblas. Rufino cita estas palabras de SanLuciano en la Historia Eclesiastica de Eusebio, queel mismo tradujo al latın. Tambien Tertuliano, ensu Apologeticon, y Pablo Orosio, en su historia,todos ellos, en efecto, hablan del globo entero, yno de solo Judea.

Ahora bien en cuanto a la solucion de las dificul-tades. Lo que dijimos mas arriba, que un eclipsede sol ocurre en luna nueva, y no en luna llena, escierto cuando tiene lugar un eclipse natural; peroel eclipse en la muerte de Cristo fue extraordinarioy no natural, pues fue el efecto de Aquel quehizo el sol y la luna, el cielo y la tierra. SanDionisio, en el pasaje que acabamos de referir,afirma que al mediodıa la luna fue vista por el ypor Apolofanes acercarse al sol con un movimientorapido e inusual, y que la luna se ubico a sı mismaante el sol y permanecio en esa posicion hasta lahora nona, y de la misma manera regreso a sulugar en el Este. A la objecion de que un eclipsedel sol no podıa durar tres horas, de modo que portodo ese tiempo las tinieblas cubriesen la tierra,podemos responder que en un eclipse natural y or-dinario esto serıa cierto: este eclipse, sin embargo,no estuvo regido por las leyes de la naturaleza,sino por la voluntad del Creador Todopoderoso,quien pudo tan facilmente detener a la luna, comoocurrio, quieta ante el sol, sin moverse ni masrapido ni mas lento que el sol, como pudo traer laluna de modo extraordinario y con gran velocidaddesde su posicion al Este del sol, y luego de treshoras hacerla regresar a su lugar en los cielos.Finalmente, un eclipse del sol no podrıa haber sidopercibido en el mismo momento en todas partesdel mundo, pues la luna es mas pequena que latierra y mucho mas pequena que el sol. Esto esciertısimo en relacion a la simple interposicion dela luna; pero lo que la luna no podıa hacer porsı misma, lo hizo el Creador del sol y de la luna,

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con tan solo dejar de cooperar con el sol en lailuminacion del globo. Y, nuevamente, no puedeser cierto, como algunos suponen, que estas tinie-blas universales fueran causadas por nubes densasy oscuras, pues es evidente, por la autoridad delos antiguos, que durante este eclipse y tinieblaslas estrellas brillaron en el cielo y nubes densashabrıan oscurecido no solo al sol, sino tambien laluna y las estrellas.

Son varias las razones dadas por las que Diosdeseo estas tinieblas universales durante la Pasionde Cristo. Hay dos especiales entre ellas. Primero,para mostrar la verdadera ceguera del pueblojudıo, como nos lo cuenta San Leon en su decimosermon sobre la Pasion de nuestro Senor, y estaceguera de los judıos dura hasta este momento,y seguira durando, segun la profecıa de Isaıas:¡Arriba, resplandece, oh Jerusalen, que ha llegadotu luz, y la gloria del Senor ha amanecido sobretı! Pues mira como la oscuridad cubre la tierra, yespesa nube a los pueblos (Is 60,1; Is 60,2): la masdensa oscuridad, sin duda, cubrira al pueblo deIsrael, y una espesa nube mas ligera y facilmentedisipable cubrira a los gentiles. La segunda razon,tal como lo ensena San Jeronimo, fue para mostrarla inmensa magnitud del pecado de los judıos. Enefecto, antes, hombres perversos solıan hostigar,perseguir y matar a los buenos; ahora, hombresimpıos se atrevieron a perseguir y crucificar a Diosmismo, quien habıa asumido nuestra naturalezahumana. Antes los hombres discutıan unos conotros; de las disputas pasaban a las maldiciones;y de las maldiciones a la sangre y el asesinato;ahora siervos y esclavos se han levantado contrael Rey de los hombres y de los angeles, y con unainaudita audacia lo han clavado en una Cruz. Portanto, el mundo entero se ha llenado de horror, ypara mostrar cuanto detesta semejante crimen, elsol ha retirado sus rayos y ha cubierto el universocon una terrible oscuridad.

Pasemos ahora a la interpretacion de las pala-bras del Senor: ¡Eli, Eli! ¿lema sabactani? Estaspalabras estan tomadas del Salmo 21: Dios mıo,Dios mıo, mırame, ¿por que me has abandonado?(Sal 21,1). La palabra mırame, que aparece a lamitad del versıculo, fue anadida por los Setentainterpretes, pero en el texto hebreo solo se encuen-tran las palabras que nuestro Senor pronuncio.Debemos resaltar que los Salmos fueron escritosen hebreo, y las palabras pronunciadas por Cristoestaban en parte en siriaco, que era el lenguajeentonces en uso entre los judıos. Estas palabras:Talita kum – Muchacha, a tı te digo, levantante,y Effata – Abrete, ası como otras palabras en elEvangelio son siriacas y no hebreas. Nuestro Senorentonces se queja de haber sido abandonado porDios, y se queja gritando con fuerte voz. Estas doscircunstancias deben ser brevemente explicadas.El abandono de Cristo por su Padre puede ser

interpretado de cinco maneras, pero hay una solaque es la verdadera interpretacion. Pues, en efecto,hubo cinco uniones entre el Padre y el Hijo: una,la union natural y eterna de la Persona el Hijo enesencia; la segunda, el nuevo lazo de union de laNaturaleza Divina con la naturaleza humana enla Persona del Hijo, o lo que es lo mismo, la unionde la Persona Divina del Hijo con la naturalezahumana; la tercera era la union de gracia y vo-luntad, pues Cristo como hombre era un hombrelleno de gracia y de verdad (Jn 1,14), como loatestigua en San Juan: yo hago siempre lo quele agrada a El (Jn 8,29), y de El lo dijo el Padre:Este es mi Hijo amado, en quien me complazco(Mt 3,17). La cuarta fue la union de gloria, puesel alma de Cristo gozo desde el momento de laconcepcion de la vision beatıfica; la quinta fue launion de proteccion a la que se refiere cuando dice:y el que me ha enviado esta conmigo, no me hadejado solo (Jn 8,29) . El primer tipo de union esinseparable y eterno, pues se funda en la EsenciaDivina, y ası dice nuestro Senor: Yo y el Padresomos uno (Jn 10,30); y por tanto no dijo Cristo:Padre mıo, ¿por que me has abandonado?, sinoDios mıo, ¿por que me has abandonado? Pues elPadre es llamado el Dios del Hijo solo despues dela Encarnacion y por razon de la Encarnacion. Elsegundo tipo de union no ha sido ni jamas puedeser disuelto, pues lo que Dios ha asumido una vezno puede jamas dejarlo de lado y por eso diceel Apostol: El que no se perdono ni a su propiohijo, sino que lo entrego por todos nosotros (Rm8,32); y, San Pedro, Cristo padecio por nosotros,y Ya que Cristo padecio en la carne (1Pe 2,21;4,1): todo lo cual prueba que quien fue crucificadono fue meramente un hombre, sino el verdaderoHijo de Dios, y Cristo el Senor. El tercer tipo deunion tambien existe aun y existira siempre: Puestambien Cristo murio una sola vez por nuestrospecados, el justo por los injustos (1Pe 3,18), talcomo lo expresa San Pedro; pues para ningunprovecho nos habrıa sido la muerte de Cristo siesta union de gracia se hubiese disuelto. La cuartaunion no pudo ser interrumpida, pues la beatituddel alma no puede perderse, ya que comprende elgoce de todo bien, y la parte superior del almade Cristo estaba verdaderamente feliz (S.Th., III,q. 46, a. 8). Queda entonces solamente la unionde proteccion, que fue quebrada por un breve pe-riodo, para dar tiempo a la oblacion del sacrificiode sangre para la redencion del mundo. En efecto,Dios Padre pudo en varias maneras haber prote-gido a Cristo, y haber impedido la Pasion, y poreste motivo dice Cristo en su Oracion en el Huerto:Padre, todo es posible para tı; aparta de mı estecaliz, pero no sea lo que yo quiero, sino lo quequieras Tu (Mc 14,36): y nuevamente a San Pedro:¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre,que pondrıa al punto a mi disposicion mas de docelegiones de angeles? (Mt 26,53). Asımismo, Cristo

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como Dios pudo haber salvado del sufrimiento suCuerpo, pues dice Nadie me la quita (Jn 10,18)(mi vida); yo la doy voluntariamente y esto eslo que habıa profetizado Isaıas: Fue ofrecido porsu propia voluntad (Is 53,7). Finalmente, el Almabendita de Cristo pudo haber transmitido al Cuer-po el don de la impasibilidad y de la incorrupcion;pero le plugo al Padre, y al Verbo, y al EspırituSanto, para que se cumpliese el decreto de la SantaTrinidad, permitir que el poder del hombre preva-lezca temporalmente contra Cristo. Pues esta erala hora a la que se referıa Cristo cuando dijo a losque venıan a aprehenderlo: Esta es vuestra hora yel poder de las tinieblas (Lc 22,53). Ası entonces,Dios abandono a su Hijo cuando permitio que suCarne humana sufriese tan crueles tormentos sinconsuelo alguno, y Cristo manifesto este abandonogritando con voz fuerte para que todos puedanconocer la inmensidad del precio de nuestra reden-cion, pues hasta esa hora habıa El soportado todossus tormentos con tanta paciencia y ecuanimidadque apareciese casi como libre de la capacidadde sentir. No se quejo El de los judıos que loacusaron, ni de Pilato que lo condeno, ni de lossoldados que lo crucificaron. No gimio; no grito;no dio ningun signo exterior de su sufrimiento; yahora, a punto de morir, para que la humanidadpueda entender, y nosotros, sus siervos, podamosrecordar una gracia tan inmensa, y el valor delprecio de nuestra redencion, quiso declarar publi-camente el gran sufrimiento de su Pasion.

Por eso estas palabras Dios mıo, ¿por que mehas abandonado? no son palabras de alguien queacusa, o que reprocha, o que se queja, sino, comohe dicho, son palabras de Alguien que declara lainmensidad de su sufrimiento por la mejor de lascausas, y en el mas oportuno de los momentos.

Capıtulo II

El primer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la cuarta palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

Hemos explicado brevemente lo relativo a la his-toria de la cuarta palabra: nos toca ahora recogeralgunos frutos del arbol de la Cruz. El primerpensamiento que se presenta es que Cristo quisoapurar el caliz de su Pasion hasta lo ultimo. Per-manecio en la Cruz por tres horas, desde la horasexta hasta la nona. Permanecio por tres horasenteras y completas, incluso por mas de tres horas,pues fue pegado a la Cruz antes de la hora sexta,y no quiso morir hasta la hora nona, como seprueba a continuacion. El eclipse de sol comenzoa la hora sexta, como lo muestran los tres Evan-gelistas Mateo, Marcos y Lucas; San Marcos diceexpresamente: Llegada la hora sexta, hubo oscuri-dad sobre toda la tierra hasta la hora nona (Mc

15,33). Ahora bien, nuestro Senor pronuncio sustres primeras palabras en la Cruz antes que se ini-ciase la oscuridad, y por lo tanto antes de la horasexta. San Marcos explica esta circunstancia masclaramente diciendo: Era la hora tercia cuando lecrucificaron; y anadiendo poco despues: Llegadala hora sexta, hubo oscuridad (Mc 15,25). Cuandodice que nuestro Senor fue crucificado en la horatercia, quiere indicar que fue clavado en la Cruzantes del fin de esa hora, y por lo tanto antes delinicio de la hora sexta. Debemos notar aquı queSan Marcos habla de las horas principales, cadauna de las cuales contenıa tres horas ordinarias,tal como el propietario llamo a sus vinadores enlas horas primera, tercia, sexta, nona y undecima(Mt 20). Por tanto San Marcos dice que nuestroSenor fue crucificado en la hora tercia, pues lahora sexta no habıa llegado aun.

Nuestro Senor quiso entonces beber el caliz llenoy rebosante de su Pasion para ensenarnos a amarel caliz amargo del arrepentimiento y el esfuerzo,y a no amar la copa de las consolaciones y losplaceres mundanos. Segun la ley de la carne y elmundo, debemos escoger pequenas mortificacio-nes, pero grandes indulgencias; poco trabajo, peromucha alegria; tomar poco tiempo para nuestrasoraciones, pero largo tiempo para conversacionesociosas. En verdad no sabemos lo que pedimos,pues el Apostol advierte a los Corintios: cadacual recibira el salario segun su propio trabajo(1Co 3,8); y nuevamente: no recibe la corona sino ha competido segun el reglamento (2Tm 2,5).La felicidad eterna debe ser la recompensa deltrabajo eterno, pero puesto que no podrıamosdisfrutar jamas de la felicidad eterna si nuestrotrabajo aquı tuviese que ser eterno, nuestro Senorqueda satisfecho si durante la vida que pasa comouna sombra nos esforzamos por servirlo por elejercicio de las buenas obras; por otro lado, losque pasan su corta vida ociosamente o, lo que espeor, pecando y provocando la ira de Dios, no sonhijos sino ninos que no tienen corazon, ni entendi-miento, ni juicio. Pues si era necesario que Cristopadeciera y entrara ası en su gloria (Lc 24,26),¿como podremos entrar en una gloria que no esnuestra perdiendo el tiempo detras de los placeresy la gratificacion de la carne? Si el significado delEvangelio fuese oscuro, y pudiese ser entendidosolamente luego de arduo esfuerzo, tal vez habrıaalguna excusa; pero su significado ha sido puestode modo tan sencillo con el ejemplo de la vidade Aquel que lo predico primero, que ni el ciegopuede equivocarse en percibirlo. Y la ensenanza deCristo no ha sido ejemplificada solo con su propiavida, sino que han habido tantos comentarios asu doctrina al alcance de todos, como han habidoapostoles, martires, confesores, vırgenes y santos,cuyas alabanzas y triunfos celebramos dıa a dıa.Y todos estos proclaman fuertemente que no a

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traves de muchos placeres, sino a traves de muchastribulaciones nos es necesario entrar en el Reinode Dios (At 14,22).

Capıtulo III

El segundo fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la cuarta palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

Otro fruto, y muy provechoso, puede ser obtenidopor la consideracion del silencio de Cristo duranteesas tres horas que transcurrieron entre la horasexta y la nona. Pues, oh alma mıa, ¿que fue lo quehizo tu Senor durante esas tres horas? El horror yla oscuridad universal habıan cubierto el mundo,y tu Senor estaba reposando, no en una suavecama, sino en una Cruz, desnudo, sobrecargado dedolores, sin nadie que lo consuele. Tu, Senor, queeres el unico que sabe lo que sufriste, ensena a tussiervos a entender cuanta gratitud te deben, paraque participen contigo de tus lagrimas, y para quesufran por tu amor, si es tu parecer, la perdida detodo tipo de consuelo en este su lugar de exilio.

-Oh hijo mıo, durante el curso entero de mi vidamortal, que no fue otra cosa que continuo traba-jo y dolor, no experimente jamas tanta angustiacomo durante esas tres horas, ni sufrı jamas conmayor buena voluntad que entonces. Pues enton-ces, por la debilidad de mi Cuerpo, mis Heridasse abrıan cada vez mas, y la amargura de misdolores se acrecentaba. Tambien entonces, el frıo,que aumentaba por la ausencia del sol, hizo aunmayores los sufrimientos de mi desnudo Cuerpodesde la cabeza hasta los pies. Tambien enton-ces, la oscuridad misma que impedıa la vista delcielo, de la tierra y de todo lo demas, como queforzo mis pensamientos a detenerse tan solo enlos tormentos de mi Cuerpo, de modo que ası estastres horas parecieron ser tres anos. Pero ya que miCorazon estaba inflamado con un anhelante deseode honrar a mi Padre, de mostrarle mi obediencia,y de procurar la salvacion de vuestras almas, y losdolores de mi cuerpo se acrecentaban tanto mascuanto este deseo iba siendo saciado, ası estastres horas parecieron ser tan solo tres pequenosmomentos, ası de grande fue mi amor al sufrir.

-Oh querido Senor, habiendo sido ese el caso,somos muy ingratos si tratamos de pasar una horapensando en tus dolores, cuando tu no vacilaste enpender de una Cruz por nuestra Salvacion durantetres horas completas, en la aterradora oscuridad,el frıo y la desnudez, sufriendo una inconteniblesed y punzadas aun mas amargas. Pero, Tu queamas a los hombres, te pido me respondas esto.¿Pudo la vehemencia de tus sufrimientos apartarpor un solo momento tu Corazon de la oraciondurante esas tres largas y silentes horas? Pues

cuando nosotros pasamos dificultad, especialmen-te si sufrimos un dolor corporal, encontramos unagran dificultad para orar.

-No ocurrio eso conmigo, hijo mıo, pues en unCuerpo debil tenıa Yo un Alma lista para laoracion. Efectivamente, durante esas tres horas,cuando no salio una sola palabra de mis labios,ore y suplique al Padre por tı con mi Corazon. Yore no solo con mi Corazon, sino tambien con misHeridas y con mi Sangre. Pues habıa tantas bocasclamando por tı ante el Padre como Heridas habıaen mi Cuerpo, y mis Heridas eran muchas; y habıatantas lenguas pidiendo y rogando por tı ante elmismo Padre, que es tu Padre y mi Padre, comohabıa gotas de Sangre cayendo al suelo.

-Ahora finalmente, Senor, has abatido del todo laimpaciencia de tu siervo, quien si eventualmentebusca rezar lleno de trabajos, o cargado con aflic-ciones, apenas puede levantar su mente a Diospara rezar por sı mismo; o si por tu gracia con-sigue levantar su mente, no puede mantener fijasu atencion, sino que sus pensamientos se vuelvenerrantes hacia su trabajo o su dolor. Por tanto,Senor, ten piedad de este siervo tuyo por tu granmisericordia, para que imitando el gran ejemplode tu paciencia pueda caminar por tus huellasy aprender a desdenar sus leves aflicciones, almenos durante su oracion.

Capıtulo IV

El tercer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la cuarta palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

Cuando nuestro Senor exclamo en la Cruz: Diosmıo, Dios mıo, ¿por que me has abandonado?, Elno ignoraba la razon por la cual Dios lo habıaabandonado. ¿Que podıa ignorar quien conocıatodas las cosas? Y ası San Pedro, cuando nuestroSenor le pregunto Simon, hijo de Juan, ¿me amasmas que estos?, respondio, Senor, Tu sabes todaslas cosas: Tu sabes que te amo (Jn 21,17). Yel Apostol San Pablo, hablando de Cristo, dice,En quien estan escondidos todos los tesoros de lasabidurıa y el conocimiento (Col 2,3). Cristo por lotanto pregunto, no para aprender algo, sino paraalentarnos a preguntar, de manera que buscandoy encontrando podamos aprender muchas cosasque nos seran utiles e incluso quizas necesarias.¿Por que, entonces, Dios abandono a su Hijo enmedio de sus pruebas y de su amarga angustia?Cinco razones se me presentan, y estas las men-cionare para que aquellos que son mas sabios queyo puedan tener la oportunidad de investigar otrasmejores y mas utiles.

La primera razon que se me presenta es la grande-za y la multitud de los pecados que la humanidad

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ha cometido contra su Dios, y que el Hijo deDios asumio para expiarlos en su propia Carne:El mismo, escribe Pedro, que llevo nuestros pe-cados en su Cuerpo sobre el arbol; a fin de quenosotros, estando muertos a los pecados, vivamospara la justicia; por cuyas heridas vosotros fuisteiscurados (1Pe 2,24). En efecto, la grandeza de lasofensas que Cristo asumio para expiar es en ciertosentido infinita, por razon de la Persona de infinitamajestad y excelencia que ha sido ofendida; pero,por otro lado, la Persona de Aquel que expıa,Persona que es el Hijo de Dios, es tambien deinfinita majestad y excelencia, y por consiguientecada sufrimiento voluntariamente tomado por elHijo de Dios, incluso si hubiese derramado tan solouna gota de su Sangre, habrıa sido una expiacionsuficiente. Con todo quiso Dios que su Hijo tuvieraque sufrir innumerables tormentos y los mas durosdolores, porque nosotros habıamos cometido nouna sino numerosas ofensas, y el Cordero de Dios,que quito los pecados del mundo, tomo sobre sı nosolo el pecado de Adan, sino todos los pecados detoda la humanidad. Esto se ve en ese abandonodel que el Hijo se queja al Padre: ¿Por que me hasabandonado? La segunda razon es la grandeza yla multitud de las penas del infierno, y el Hijo deDios muestra cuan grandes son al querer apagarloscon los torrentes de su Sangre. El profeta Isaıasnos ensena que tan terribles son, que son com-pletamente intolerables, cuando pregunta: ¿Quiende vosotros puede habitar con el fuego devorador?¿Quien de vosotros podra habitar con llamas eter-nas? (Is 33,14). Demos, entonces, gracias con todonuestro corazon a Dios, quien consintio abandonarpor un momento a su Unico Hijo a los mas gran-des tormentos, para liberarnos de las llamas queserıan eternas. Demosle gracias, tambien, desdeel fondo de nuestro corazon al Cordero de Dios,que prefirio ser abandonado por Dios bajo suespada castigadora que abandonarnos a nosotrosa los dientes de aquella bestia que siempre roera ynunca estara satisfecha de roernos.

La tercera razon es el alto valor de la gracia deDios, que es esa perla tan preciosa que obtuvoCristo, el mercader sabio, vendiendo todo lo quetenıa, y nos la devolvio a nosotros. La gracia deDios, que nos fue dada en Adan, y que perdimosa traves del pecado de Adan, es una piedra tanpreciosa que mientras adorna nuestras almas y lashace agradables a Dios, es tambien una prenda dela felicidad eterna. Nadie podıa devolvernos esapiedra preciosa, que era la joya de nuestras rique-zas y de la cual la astucia de la serpiente nos habıaprivado, sino el Hijo de Dios, quien vencio porsu sabidurıa la maldad del demonio, y quien nosla devolvio al gran costo de sı mismo, ya quesoporto tantas penas y dolores. Prevalecio la obe-diencia del Hijo, que tomo sobre sı el mas penosoperegrinaje para recuperarnos esa joya preciosa.

La cuarta causa fue la inmensa grandeza del reinode los cielos, que el Hijo de Dios nos abrio consu inmensa fatiga y sufrimiento, a quien la Iglesiacanta agradecida, Cuando venciste el aguijon de lamuerte, abriste el reino de los cielos a los creyen-tes. Pero para conquistar el aguijon de la muertefue necesario sostener un duro combate con lamuerte, y para que el Hijo de Dios pudiera triunfarlo mas gloriosamente posible en este combate, fueabandonado por su Padre. La quinta causa fueel inmenso amor que el Hijo de Dios tenıa porsu Padre. Pues en la redencion del mundo y enla extirpacion del pecado, El se propuso haceruna satisfaccion abundante y superabundante enhonor de su Padre. Y esto no podrıa haber sidohecho si el Padre no hubiese abandonado al Hijo,esto es, si no le hubiese permitido sufrir todos lostormentos que pudieran ser ideados por la maliciadel demonio, o pudieran ser soportados por unhombre. Si, por lo tanto, alguien pregunta porque Dios abandono a su Hijo en la Cruz cuan-do estaba sufriendo tan extremados tormentos,nosotros podemos responder que El fue abando-nado para ensenarnos la inmensidad del pecado,la inmensidad del infierno, la inmensidad de lagracia Divina, la inmensidad de la vida eterna,y la inmensidad del amor que el Hijo de Diostuvo por su Padre. De estas razones surge otrapregunta: ¿Por que, entonces, ha mezclado Diosel caliz del sufrimiento de los martires con unaconsolacion espiritual tal que prefieren beber sucaliz endulzado con estas consolaciones a estar sinsufrimiento ni consolacion, y permitio a su queridoy amado Hijo beber hasta el final el caliz amargode su sufrimiento sin ninguna consolacion? Larespuesta es que en el caso de los martires no severifica ninguna de las razones que hemos dadoarriba con respecto a nuestro Senor.

Capıtulo V

El cuarto fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la cuarta palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

Otro fruto debe ser recogido, no tanto de la cuartapalabra en sı misma como de las circunstanciasdel tiempo en el cual fue pronunciada: esto es,de la consideracion de la terrible oscuridad queprecedio inmediatamente a la enunciacion de estapalabra. La consideracion de esta oscuridad serıalo mas apropiado, no solo para ilustrar a la nacionhebrea, sino para fortalecer a los cristianos mismosen la fe, si consideran seriamente la fuerza de lasverdades que nos proponemos encontrar en ella.

La primera verdad es que mientras Cristo estabaen la Cruz el sol estaba oscurecido de tal maneraque las estrellas eran tan visibles como lo sonde noche. Este hecho es garantizado por cinco

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testigos, dignos de toda credibilidad, quienes erande distintas naciones y escribieron sus libros entiempos distintos y en lugares distintos, de tal ma-nera que sus escritos no pudieron ser el resultadode comparacion o conspiracion alguna. El primeroes San Mateo, un judıo, quien escribio en Judea, yfue uno de aquellos que vio el sol oscurecerse. Aho-ra bien, ciertamente un hombre de este cuidado yprudencia no hubiera escrito lo que escribio, y enla ciudad de Jerusalen como es probable, a menosque el hecho que describio hubiese sido verdadero.De otra manera hubiese sido ridiculizado y objetode burla para los habitantes de la ciudad y del paıspor haber escrito algo que todos sabıan era falso.Otro testigo es San Marcos, quien escribio en Ro-ma; tambien el vio el eclipse, pues se encontrabaen Judea en ese tiempo con los demas discıpulosde nuestro Senor. El tercero es San Lucas, quienera griego y escribio en griego: tambien el vio eleclipse en Antioquıa. Como Dionisio Areopagita lovio en Heliopolis, en Egipto, San Lucas pudo verlomas facilmente en Antioquıa, que esta mas cercade Jerusalen que Heliopolis. Los testigos cuarto yquinto son Dionisio y Apolofanes, ambos griegos yen ese tiempo gentiles, quienes claramente afirmanque vieron el eclipse y se llenaron de asombro anteel. Estos son los cinco testigos que dan testimoniodel hecho porque lo vieron. A su autoridad debe-mos anadir la de los Anales de los Romanos y la deFlegon, el cronista del emperador Adriano, comohemos mostrado arriba en el primer capıtulo. Porconsiguiente esta primera verdad no puede sernegada por judıos o paganos sin gran temeridad.En medio de los cristianos es considerada parte dela fe catolica.

La segunda verdad es que este eclipse solo pudo serocasionado por el grandısimo poder de Dios: quepor lo tanto no pudo ser el trabajo del demonio,o de los hombres a traves de la mediacion deldemonio, sino que procedio de la especial Provi-dencia y voluntad de Dios, el Creador y Soberanodel mundo. La prueba es esta. El sol solo pudoser eclipsado por uno de estos tres metodos: yasea por la interposicion de la luna entre el sol yla tierra; o por alguna nube grande y densa; oa traves de la absorcion o extincion de los rayosdel sol. La interposicion de la luna no pudo haberocurrido por las leyes de la naturaleza, ya que erala Pascua de los judıos y la luna estaba llena. Eleclipse entonces debio haber ocurrido o sin la in-terposicion de la luna, o la luna, por algun milagrogrande y extraordinario, debio haber pasado enunas pocas horas sobre un espacio que natural-mente le tomarıa catorce dıas completar, y luegopor la repeticion del milagro habrıa retornado a sulugar natural. Ahora bien, es admitido por todosque solo Dios puede influenciar los movimientosde las esferas celestes, porque el demonio tienesolo poder en este globo, y ası el Apostol llama

a Satanas el prıncipe de los poderes de este aire(Ef 2,2). El eclipse del sol no pudo haber ocurridopor el segundo metodo, pues una densa y gruesanube no podrıa esconder los rayos del sol sin almismo tiempo ocultar las estrellas. Y tenemos laautoridad de Flegon para decir que durante esteeclipse las estrellas eran tan visibles en el cielocomo lo son durante la noche. Y respecto al tercermetodo, debemos recordar que los rayos del sol nopudieron ser absorbidos o extinguidos sino solopor el poder de Dios quien creo el sol. Por lotanto esta segunda verdad es tan cierta como laprimera, y no puede ser negada sin un grado igualde temeridad.

La tercera verdad es que la Pasion de Cristo fue lacausa del eclipse que fue realizado por la especialProvidencia de Dios, y es probada por el hechode que la oscuridad ensombrecio la tierra justoel tiempo que nuestro Senor permanecio vivo enla Cruz, esto es, desde la hora sexta hasta lanona. Atestiguan esto todos los que hablan deleclipse; y no podrıa haber ocurrido que un eclipseen sı mismo milagroso coincidiese por casualidadcon la Pasion de Cristo. Pues los milagros noson producto de la casualidad, sino del poder deDios. Y no conozco de ningun autor que hayaasignado otra causa a este eclipse tan maravilloso.Ası pues, quienes conocen a Cristo reconocen quefue realizado en atencion a El, y quienes no loconocen confiesan su ignorancia de su causa, peropermanecen en admiracion ante el hecho.

La cuarta verdad es que una oscuridad tan terri-ble solo podrıa haber mostrado que la sentenciade Caifas y Pilato era injustısima, y que Jesusera el Hijo unico y verdadero de Dios, el Mesıasprometido a los judıos. Esta fue la razon por laque los judıos pedıan su muerte. Pues cuandoen el consejo de los Sacerdotes, los Escribas ylos Fariseos el Sumo Sacerdote vio que la evi-dencia presentada contra El no probaba nada, selevanto y dijo: Yo te conjuro por Dios vivo quenos digas si tu eres el Cristo, el Hijo de Dios.Y cuando nuestro Senor reconocio y confeso quesı lo era, aquel rasgo sus vestidos y dijo: ”¡Hablasfemado! ¿Que necesidad tenemos ya de testi-gos? Acabais de oir la blasfemia. ¿Que os parece?Respondieron ellos diciendo: Es reo de muerte (Mt26,63; Mt 26,65; Mt 26,66). Nuevamente cuandoestaba ante Pilato, quien deseaba liberarlo, losSumos Sacerdotes y el pueblo gritaban: Nosotrostenemos una Ley y segun esa Ley debe morir,porque se tiene por Hijo de Dios (Jn 19,7). Estefue el principal motivo por el que Cristo nuestroSenor fue condenado a la muerte de la Cruz, yesto habıa sido profetizado por el profeta Danielcuando dijo: el Cristo sera suprimido, y el puebloque lo niegue no sera suyo (Dn 9,26). Por estacausa, entonces, Dios permitio que durante la Pa-sion de Cristo una horrible oscuridad se extendiese

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sobre el mundo entero, para mostrar con totalclaridad que el Sumo Sacerdote estuvo equivoca-do, que el pueblo judıo estuvo equivocado, queHerodes estuvo equivocado, y que el que estuvocolgado de la Cruz era su unico Hijo, el Mesıas.Y cuando el centurion vio estas manifestacionescelestiales exclamo: Verdaderamente este era Hijode Dios (Mt 27,54); y nuevamente, Ciertamenteeste Hombre era justo (Lc 23,47). Pues el centu-rion reconocio en tales signos celestiales la voz deDios anulando la sentencia de Caifas y de Pilato,y declarando que este Hombre era condenado amuerte en contra de la ley, pues era el Autor dela vida, el Hijo de Dios, el Cristo prometido. Puesque otra cosa podrıa haber significado Dios conesta oscuridad, con la secreta separacion de lasrocas y el rasgarse el velo del Templo, sino que seestaba apartando de un pueblo que una vez fue elsuyo, y estaba airado con gran ira pues no habıanconocido el tiempo de su visita.

Ciertamente si los judıos considerasen estas cosas,y al mismo tiempo volviesen su atencion al hechode que desde ese dıa fueron dispersados por todaslas naciones, no tuvieron ya ni reyes ni pontıfices,ni altares, ni sacrificios, ni profetas, deberıanconcluir que han sido abandonados por Dios y,lo que es peor, que han sido entregados a unsentido corrupto, y que se cumple en ellos ahoralo que Isaıas profetizo cuando presento al Senordiciendo: Escuchad bien, pero no entendais, vedbien, pero no comprendais. Enceguece el corazonde ese pueblo y hazlo duro de oıdos, y pegale losojos, no sea que vea con sus ojos y oiga con susoıdos, y entienda con su corazon, y se convierta ylo cure (Is 6,9-10).

Capıtulo VI

El quinto fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la cuarta palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

En las tres primeras palabras Cristo nuestro Maes-tro nos ha recomendado tres grandes virtudes:caridad para con nuestros enemigos, amabilidadpara los que sufren, y afecto por nuestros padres.En las cuatro ultimas palabras nos recomiendacuatro virtudes, ciertamente no mas excelentes,pero aun ası no menos necesarias para nosotros:humildad, paciencia, perseverancia y obediencia.En efecto, de la humildad, que puede ser llamadala virtud caracterıstica de Cristo, pues no se hahecho mencion de ella en los escritos de los sabiosde este mundo, nos dio El ejemplo por medio desus acciones durante el transcurso completo de suvida y con selectas palabras se mostro como elMaestro de la virtud cuando dijo: Aprended de mı,que soy manso y humilde de corazon (Mt 11,29).Pero en ningun momento nos alento mas clara-

mente a la practica de esta virtud, y junto con ellaa la de la paciencia, que no puede ser separadade la humildad, que cuando exclamo Dios mıo,Dios mıo, ¿por que me has abandonado? PuesCristo nos muestra con estas palabras que con elconsentimiento de Dios, tal como lo atestiguaronlas tinieblas, se habıa oscurecido toda su gloriay su excelencia, y nuestro Senor no podrıa habersoportado esto si no hubiese poseıdo la virtud dela humildad en el grado mas heroico.

La gloria de Cristo, de la que nos escribe SanJuan al inicio de su Evangelio -Vimos su gloria,gloria como de Hijo Unigenito del Padre, llenode gracia y de verdad (Jn 1,14)-, consistıa en suPoder, su Rectitud, su Justicia, su real Majestad,la felicidad de su Alma, y la dignidad divina de laque gozaba como el verdadero y real Hijo de Dios.Las palabras Dios mıo, Dios mıo, ¿por que mehas abandonado?, muestran que su Pasion echo unvelo sobre todos estos dones. Su Pasion echo unvelo sobre su poder, pues cuando estuvo clavadoen la Cruz aparecıa tan impotente que los SumosSacerdotes, los soldados y el ladron se burlaban desu debilidad diciendo: Si eres el Hijo de Dios, bajade la Cruz; El que salvo a otros, a sı mismo nopuede salvarse (Mc 27,40-42). ¡Cuanta paciencia,cuanta humildad le fue necesaria a El que eraTodopoderoso, para no responder ni una palabraa semejantes mofas! Su Pasion echo un velo sobresu Sabidurıa, pues ante el Sumo Sacerdote, anteHerodes, ante Pilato, estuvo como privado deentendimiento y respondio sus preguntas con elsilencio, de modo tal que Herodes, con su guardia,despues de despreciarle y burlarse de el, le puso unesplendido vestido (Lc 23,11). ¡Cuanta paciencia,cuanta humildad, le fue necesaria a quien erano solo mas sabio que Salomon, sino que erala Sabidurıa misma de Dios, para tolerar talesultrajes! Su Pasion echo un velo sobre la rectitudde su vida, pues fue clavado a una Cruz entredos ladrones, como un embustero del pueblo, yun usurpador de un reino ajeno.

Y Cristo confeso que el haber sido abandonadopor su Padre parecıa proyectar un mayor resplan-dor a la gloria de su vida inocente. ¿Por que mehas abandonado? Pues Dios no suele abandonar alos hombres rectos sino a los perversos. En efecto,todo hombre orgulloso tiene particular cuidadopara evitar decir algo que pueda llevar a sus oyen-tes a deducir que ha sido menospreciado. Perolos hombres humildes y pacientes, cuyo Rey esCristo, aprovechan diligentemente toda ocasion depracticar su humildad y su paciencia, con tal queal hacerlo no violen la verdad. ¡Cuanta paciencia,cuanta humildad le fue necesaria para soportar se-mejantes insultos, especialmente a Aquel de quienSan Pablo dice: Ası es el Sumo Sacerdote que nosconvenıa: santo, inocente, incontaminado, aparta-do de los pecadores, encumbrado por encima de los

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cielos (Heb 7,26). Esta Pasion proyecta tal velosobre su real Majestad que tenıa una corona deespinas por diadema, una cana como cetro, unpatıbulo como camara de audiencia, dos ladronescomo sus reales huespedes. ¡Cuanta paciencia en-tonces, cuanta humildad le fue necesaria a quienera el verdadero Rey de reyes, Senor de senores, yPrıncipe de los reyes de este mundo! ¿Que dire dela alegrıa de corazon de la que Cristo gozo desdeel momento mismo de su concepcion, y de la que,si hubiese querido, podrıa haber hecho participara su Cuerpo? ¿Que velo echo su Pasion sobrela gloria de su felicidad, pues lo hizo, como diceIsaıas, Despreciable, y desecho de hombres, Varonde dolores, y colmado de injurias (Is 53,3), demodo que en la grandeza de su sufrimiento grito:Dios mıo, Dios mıo, ¿por que me has abandona-do?? En fin, su Pasion oscurecio tanto la poderosadignidad de su Persona Divina que Aquel que sesienta no solo por encima de todos los hombres,sino por encima de los mismos Angeles, pudo decirPero soy un gusano y no hombre, la verguenzade los hombres, y el asco del pueblo (Sal 21,7).Cristo, entonces, descendio en su Pasion al abismomismo de la humildad, pero esta humildad tuvosu recompensa y su gloria. Lo que nuestro Senorhabıa prometido tan a menudo de que el que sehumilla sera ensalzado, nos dice el Apostol que fueejemplificado en su propia Persona. Se humillo ası mismo, obedeciendo hasta la muerte y muertede Cruz. Por lo cual Dios le exalto y le otorgo elNombre que esta sobre todo nombre. Para queal nombre de Jesus toda rodilla se doble en loscielos, en la tierra y en los abismos (Fil 2,8-10).Ası, quien parecıa ser el menor de los hombreses declarado ser el primero, y una pequena ycomo pasajera humillacion ha sido seguida poruna gloria que sera eterna. Ası ha ocurrido conlos Apostoles y los Santos. San Pablo dice de losApostoles: Hemos venido a ser, hasta ahora, comola basura del mundo y el desecho de todos (1Co4,13), esto es, los compara a las cosas mas viles queson holladas bajo los pies. Ası fue su humildad.¿Cual es su gloria? San Juan Crisostomo nos diceque los apostoles estan sentados ahora en el cielo,cerca al trono mismo de Dios, donde los queru-bines lo alaban y los serafines lo obedecen. Ellosestan asociados con los grandes prıncipes de lacorte celestial. Y estaran allı por siempre. Si loshombres considerasen cuan glorioso es imitar enesta vida la humildad del Hijo de Dios, y viesena cuanta gloria los conducirıa esta humildad, en-contrarıamos muy pocos hombres orgullosos. Peropuesto que la mayorıa de los hombres miden todocon sus sentidos y con consideraciones humanas,no debemos sorprendernos si el numero de loshumildes es pequeno, y el de los orgullosos infinito.

Capıtulo VII

Explicacion literal de la quinta palabra: Tengosed (Jn 19,28)

La quinta palabra que encontramos en San Juanes tengo sed. Pero para entenderla tenemos queanadir las palabras precedentes y subsiguientesdel mismo evangelista. Despues de esto, sabiendoJesus que ya todo estaba cumplido, para que secumpliera la Escritura, dice: ”Tengo sed”. Habıaallı una vasija llena de vinagre. Sujetaron a unarama de hisopo una esponja empapada en vina-gre y se la acercaron a la boca (Jn 19,28-29).El significado de estas palabras es que nuestroSenor deseaba realizar todo lo que sus profetas,inspirados por el Espıritu Santo, habıan predichosobre su vida y muerte. Ya todo se habıa realizado,excepto el haber mezclado hiel con lo que iba abeber, de acuerdo a lo que esta en el salmo sesentay nueve: Veneno me han dado por comida, en mised me han abrevado con vinagre (Sal 69,22).

Por eso, para que la Escritura se realice, es quegrito con fuerte voz: Tengo sed. Pero ¿por que paraque fueran cumplidas la Escrituras? ¿Por que nomas bien porque realmente estaba sediento yquerıa calmar su sed? Un profeta no profetiza conel proposito de que se cumpla aquello que predice,sino profetiza porque ve que aquello que profetizase va a cumplir, y por eso lo predice. Consecuen-temente el hecho de prever o de predecir algo noes el motivo para que esto ocurra, mas bien, elevento que va ocurrir es la causa por la que puedeser prevista o predicha.

Aqui tenemos abierto, ante nuestra vista, un granmisterio. Nuestro Senor sufrio desde el comienzode la crucifixion una sed de lo mas dolorosa, yesta sed siguio creciendo, de tal forma que seconvirtio en uno de los dolores mas intensos quetuvo que soportar en la Cruz, pues el derrama-miento de una gran cantidad de sangre seca a lapersona, produciendo una violenta sed. Yo mismouna vez conocı un hombre que tenıa varias heridasy consecuentemente habıa perdido mucha sangre,y que solo pedıa algo para beber, como si no leimportaran sus heridas, sino solo su terrible sed.Lo mismo es relatado de San Emeramo, martir,quien estaba atado a una estaca, cruelmente tor-turado, y de lo unico que se quejaba era de lased. Pero Cristo habıa sido arrastrado de un ladoal otro por la ciudad, y desde la flagelacion en lacolumna, habıa sangrado copiosamente esa sangreque durante la crucifixion fluıa de su cuerpo, comode cuatro fuentes, y este desangramiento conti-nuo por varias horas. ¿No habra experimentadouna sed violentısima? Sin embargo, soporto estaagonıa por tres horas en silencio, y lo pudo habersoportado hasta la muerte, que estaba tan proxi-ma. ¿Entonces, por que se mantuvo silente sobreeste asunto durante tanto tiempo, y al momento

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de la muerte, pronuncio su sufrimiento clamando,¡Tengo sed!? Porque era la voluntad de Dios quetodos nosotros sepamos que su Hijo unico habıasufrido esta agonıa. Y ası nuestro Padre celestialquiso que sea predicho por sus profetas, y tam-bien quiso que nuestro Senor Jesucristo, para darun ejemplo de paciencia a sus fieles seguidores,reconociera que sufrio esa intensa agonıa al ex-clamar Tengo sed. Esto es, todos los poros de micuerpo estan cerrados, mis venas estan resecas,mi paladar esta reseco, mi garganta esta reseca,todos mis miembros estan resecos. Si alguien deseaaliviarme, deme algo de beber.

Consideremos ahora, que bebida le fue ofrecidapor los que estaban cerca a la Cruz. Habıa allı unavasija llena de vinagre. Sujetaron una esponjaa una rama de hisopo empapada en vinagre yse la acercaron a la boca. ¡Oh, que consolacion!¡Que alivio! Habıa allı una vasija llena de vinagre,una bebida que tiende a hacer que las heridasduelan y que apura la muerte. Por este motivoestaba ahı, para hacer que los que estaban cru-cificados mueran mas rapidamente. Al tratar esepunto San Cirilo dice con razon, En vez de algorefrescante y aliviante, le ofrecieron algo que eradoloroso y amargo. Y si consideramos lo que SanLucas escribe en el Evangelio, todo esto se vuelvetodavıa mas probable: Tambien los soldados seburlaban de el y, acercandose, le ofrecıan vinagre(Lc 23,36). A pesar de que San Lucas dice esto denuestro Senor justo despues de que fue clavadoa la Cruz, no obstante podemos creer piadosa-mente que cuando el soldado lo escucho exclamar,Tengo sed, le ofrecieron el vinagre por medio dela misma esponja y rama que burlandolo ya lehabıan ofrecido. Concluimos que al principio unpoco antes de su crucifixion le presentaron vinomezclado con hiel, y al poco tiempo de la muerte ledieron vinagre, una bebida de lo mas desagradablepara un hombre en agonıa, para que la pasion deCristo sea de comienzo a fin una autentica y realpasion que no admitıa consolacion.

Capıtulo VIII

El primer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la quinta palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

El Antiguo Testamento es comunmente interpre-tado por el Nuevo Testamento, pero en relacion aeste misterio de la sed del Senor, las palabras delSalmo sesenta y nueve pueden ser consideradascomo un comentario al Evangelio. Pues, de laspalabras del Evangelio no podemos decidir concerteza si los que le ofrecieron vinagre al Senorsediento lo hicieron para aliviarlo, o para agravarlesu agonıa. Esto es, no sabemos si lo hicieron porun motivo de amor o de odio. Con San Cirilo,

estamos inclinados a creer en el segundo motivo,pues las palabras del salmista son muy claras pararequerir una explicacion. Y de estas palabras po-demos sacar una leccion: aprender a tener sed conCristo de aquellas cosas de las que podamos estarsedientos con provecho. Esto es lo que dice el sal-mista: Espero compasion, y no la hay, consolado-res, y no encuentro ninguno. Veneno me han dadopor comida, en mi sed me han abrevado con vina-gre (Sal 68,21-22). Y ası, los que un poco antes dela crucifixion le dieron al Senor vino mezclado conhiel, de la misma manera que los que le ofrecierona nuestro Senor crucificado vinagre, representan alos que reclama cuando dice: Espero compasion, yno la hay, consoladores, y no encuentro ninguno.Pero tal vez alguien podrıa preguntar: ¿No seafligieron con El autenticamente y de corazon,su Santısima Virgen Madre, y la hermana de suMadre, Marıa de Cleofas, y Marıa Magdalena, y elapostol San Juan, que estaban al pie de la Cruz?¿No se afligieron realmente con El, lamentandosu suerte, aquellas santas mujeres que siguieron alSenor hasta el monte Calvario? ¿No estaban losapostoles en un estado de tristeza durante todoel tiempo de su pasion, como predico Cristo: Enverdad, en verdad os digo que llorareis y os lamen-tareis, y el mundo se alegrara?(Jn 16,20) Todosestos se afligieron y realmente se afligieron, perono se afligieron junto con Cristo, pues el motivo ycausa de su tristeza era bien distinta del motivo ycausa de la tristeza de Cristo. Nuestro Senor dijo:Espero compasion, y no la hay, consoladores, yno encuentro ninguno. Ellos se lamentaban por elsufrimiento corporal y muerte de Cristo. Pero Elno se lamento de esto mas que por un momentoen el jardın, para probar que realmente era unhombre. ¿No habıa dicho: Con ansia he deseadocomer esta Pascua con vosotros antes de pade-cer (Lc 22,15); y nuevamente: Si me amarais, osalegrarıais de que me fuera al Padre?(Jn 14,28)Entonces, ¿cual fue la causa de la tristeza denuestro Senor en la que no encontro nadie quelo acompanara en su pesar? Era la perdida de lasalmas por las que estaba sufriendo. Y ¿cual erala fuente de consuelo que no pudo encontrar ennadie, sino la cooperacion con El en la salvacionde aquellos que tan ardientemente esperaba? Estoera el unico alivio que anhelaba, esto deseaba,estaba hambriento, sediento de esto, pero le dieronhiel por comida y le dieron vinagre por bebida. Elpecado esta representado por la amargura de lahiel, que nada puede ser mas amargo para el gusto.La obstinacion del pecado esta representado porla acidez y el agresivo hedor del vinagre. Entonces,Cristo tenıa una autentica causa para su tristezacuando vio por ladron convertido, no solo otro quepermanecio en su obstinacion, sino aparte innume-rables otros; cuando vio que todos sus apostoles seescandalizaron de su Pasion, que Pedro lo habıanegado, que Judas lo habıa traicionado.

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Si alguien desea confortar y consolar a Cristohambriento y sediento en la Cruz, lleno de pena ypesar, que primero se manifieste verdaderamentepenitente, dejenlo detestar sus propios pecados, yentonces junto con Cristo, dejenlo tener un hondopesar en su corazon, porque tan gran numero dealmas mueren diariamente, a pesar de que todaspodrıan ser facilmente salvadas si solo utilizaranla gracia que El ha comprado para ellos al redi-mirlos. San Pablo era uno de esos que se afligıacon el Senor, cuando en la Carta a los Romanosdice: Digo la verdad en Cristo, no miento, -miconciencia me lo atestigua en el Espıritu Santo-,siento una gran tristeza y un dolor incesante enel corazon. Pues desearıa ser yo mismo anatema,separado de Cristo, por mis hermanos, los de miraza segun la carne, los israelitas, de los cuales esla adopcion filial (Rm 9,1-4). Con esta maxima,no pudo el apostol mostrar con mayor intensidadsu ardiente deseo de la salvacion de las almas:Pues desearıa ser yo mismo anatema, separado deCristo. Quiere decir, segun lo que dice San JuanCrisostomo, en su obra sobre la compuncion delcorazon, que se sentıa tan excesivamente afligidopor la maledicencia de los Judıos, que querıa, sifuese posible, ser separado de Cristo, por el biende su gloria (Libro I, homilia 18). No deseabaser separado del amor de Cristo, pues serıa con-tradictorio con lo que dice en otra parte de lamisma epıstola: ¿Quien nos separara del amor deCristo? (Rm 8,35), sino de la gloria de Cristo,prefiriendo ser privado de la participacion en lagloria de su Salvador a que su Senor sea privadodel fruto adicional de su Pasion, que vendrıa de laconversion de tantos miles de judıos. El verdade-ramente se afligio junto con el Senor y consolo elpesar de su divino Maestro. Pero ¡cuan escasos sonlos imitadores de este gran apostol hoy en dia!Primeramente, muchos pastores de almas estanmas afligidos si se reducen o pierden las rentas dela Iglesia que si un gran numero de almas se pierdepor su ausencia o negligencia. San Bernardo dice,refiriendose a algunos: soportamos el detrimentoque Cristo sufre con mas ecuanimidad que lo quedeberıamos soportar nuestra propia perdida. Equi-libramos nuestros gastos diarios con la entradadiaria de nuestras ganancias, y no sabemos nadade la perdida que ocurre en el rebano de Cristo (DeConsider. Libro IV, Capitulo 9). No es suficienteque un obispo viva santamente, y se empene en suconducta privada a imitar las virtudes de Cristo,a no ser que se empene para que los que esten ensus manos, o mejor dicho sus hijos, sean santos,y trate de guiarlos, haciendo que sigan los pasosde Cristo hacia el gozo eterno. Entonces, que losque desean sufrir con Cristo, giman con Cristo, ypara compadecerse de El, cuiden su rebano, nuncadesamparen sus ovejas, mas bien dirıjanlas por lapalabra y guıenlas con su ejemplo.

Cristo tambien puede reclamar razonablemente delos laicos, por no afligirse con El ni aliviarlo. Ysi cuando estaba colgado de la Cruz, expreso supesar por la perfidia y la obstinacion de los Judıos,por quienes su esfuerzo se perdio, por quienessu tormento fue ridiculizado, y por quienes lapreciosa medicina de su sangre fue desperdiciadainsanamente. ¡Como sera esa expresion observan-do, no desde la Cruz, sino desde el cielo, a aquellosque creen en El, y no lucran nada de su pasion,pisan su preciosa sangre y le ofrecen hiel y vinagreal aumentar diariamente sus pecados, sin pensaren el juicio final o temer el fuego del infierno!Se produce alegrıa entre los angeles de Dios porun solo pecador que se convierte (Lc 15,10). Pero¿no es acaso esta alegrıa transformada en tristeza,leche en hiel, y vino en vinagre, que los que por lafe y el bautismo han nacido en Cristo, y que por elsacramento de la reconciliacion han resucitado dela muerte a la vida, si en poco tiempo vuelven amatar su alma al recaer en pecado mortal? La mu-jer, cuando va a dar a luz, esta triste, porque le hallegado su hora; pero cuando ha dado a luz al nino,ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que hanacido un hombre en el mundo (Jn 16,21). Pero¿acaso no es doblemente afligida la madre si el hijomuere inmediatamente despues del nacimiento onace ya muerto? Tantos trabajan por su salvacionconfesando sus pecados, tal vez incluso ayunandoy dando limosna, pero su afan es en vano y nuncaobtienen el perdon de sus pecados, pues tienenuna falsa conciencia o son responsables de unaignorancia culpable. Estos trabajos, y el trabajoinutil ¿no es acaso una afliccion doble para ellosmismos y para sus confesores? Tales personas soncomo enfermos que aceleran su muerte usandouna medicina amarga que esperan que los cure.O como un labrador que soporta gran sufrimientopor sus vinedos y tierras y que pierde todos losfrutos de su cuidado por una tormenta repentina.Estos son los males que debemos deplorar, y cual-quiera que gima y que es afligido con Cristo enla Cruz, y cualquiera que se empene con toda sufuerza en aminorarlos, alivia las penas y el pesarde nuestro Senor crucificado, y participara con Elen el gozo del cielo, y reinara para siempre con Elen el reino de su Padre celestial.

Capıtulo IX

El segundo fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la quinta palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

Cuando medito atentamente sobre la sed quesoporto Cristo en la Cruz, se me ocurre otraconsideracion muy util. Me parece que nuestroSenor ha dicho, Tengo sed, en el mismo sentidoen que se dirigio a la Samaritana, Dame de beber.

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Pues al desvelar el misterio que contienen estaspalabras, tambien dijo: Si conocieras el don deDios, y quien es el que te dice: ”Dame de beber”,tu le habrıas pedido a el, y el te habrıa dadoagua viva (Jn 4,7-10). Pero, ¿como podıa tenersed aquel que es la fuente del agua viva? ¿No serefiere a sı mismo cuando dice: Si alguno tienesed, venga a mı, y beba? (Jn 7,37). Y, ¿no esEl la roca a la cual el apostol se refiere cuandodice: y todos bebieron la misma bebida espiritual,pues bebıan de la roca espiritual que les seguıa;y la roca era Cristo (1Co 10,4 ). En fin, ¿no esEl que se dirige a los Judıos por la boca delprofeta Jeremıas: a mi me dejaron, Manantialde aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternasagrietadas, que el agua no retienen? (Jer 2,13).Entonces, me parece que nuestro Senor desdela Cruz, como desde un trono elevado, mira atodo el mundo que esta lleno de hombres queestan sedientos y exhaustos, y por lo reseco queesta, tiene piedad de la sequıa que soporta lahumanidad, y grita, Tengo sed. Esto es, estoysediento por la sequedad y aridez de mi Cuerpo,pero esta sed pronto se terminara. Sin embargo,la sed que sufro por el deseo de que los hombresempiecen a conocer por la fe que soy el autenticomanantial de agua viva y que se acerquen y bebanes incomparablemente mayor.

¡Oh, que felices serıamos si escuchasemos conatencion las palabras que nos esta dirigiendo laPalabra encarnada! ¿No tiene sed casi todo hom-bre, con la ardiente e insaciable sed de la concu-piscencia, que por las aguas turbias y pasajerasde las cosas temporales y corruptibles, que sonconsiderados bienes, tales como el dinero, el honor,y los placeres? Y, ¿quien ha escuchado las palabrasde su maestro, Cristo, y ha probado el agua vivade la sabidurıa divina, que no se haya sentidoabominado por las cosas mundanas, y empezado aaspirar las celestiales? ¿Quien ha puesto a un ladoel deseo de adquirir y acumular las cosas de estemundo y ha empezado a aspirar y desear por lascelestiales? Esta agua viva no brota del mundo,mas bien baja del cielo. Nuestro Senor, que esel manantial de agua viva, nos lo va a dar si esque le pedimos con oraciones fervientes y copiosaslagrimas. No solo va a eliminar toda ansiedad porlas cosas mundanas, sino que tambien va a sernuestra fuente infalible de comida y bebida ennuestro exilio. De este modo habla Isaıas: todoslos sedientos, id por agua, y para que no pensemosque esta agua es preciosa y querida, anade: venid,comprad y comed, sin plata, y sin pagar, vino yleche (Is 55,1). Dice que es un agua que tieneque ser comprada, pues no puede ser adquiridasin esfuerzo, y sin tener la adecuada disposicionpara recibirla, pero no es comprada con plata opor intercambio, pues es entregada gratuitamente,pues es invalorable. Lo que el profeta en una linea

llama agua, en la proxima llama vino y leche, pueses tan eficaz que contiene las cualidades del agua,vino y leche.

La verdadera sabidurıa y caridad se entiendencomo agua, pues refresca el corazon de la con-cupiscencia, se entienden como vino pues calientay embriaga la mente con un ardor sobrio, se en-tienden como leche pues nutre al joven en Cristocon un alimento fortalecedor, como lo dice Pe-dro: Como ninos recien nacidos, desead la lecheespiritual pura (1Pe 2,2). Esta misma sabidurıay caridad -lo opuesto a la concupiscencia de lacarne- es el yugo que es dulce, y la carga ligera,que aquellos que lo toman docil y humildemente lodescubren como un descanso real y autentico parasus almas. De tal forma que ya no tienen sed, nise afanan por retirar agua de fuentes mundanas.Este deleitable descanso para el alma ha llena-do desiertos, habitado monasterios, reformado alclero, contenido matrimonios. El palacio de Teo-dosio el Joven no era diferente de un monasterio.La corte de Elzeario tenıa poca diferencia con lacasa de religiosos pobres. En vez de las peleas ydiscusiones, se escuchaban salmos y musica sacra.Todas estas bendiciones se deben a Cristo, que alprecio de su propio sufrimiento, sacio nuestra sedy ası rego los aridos corazones de hombres que novan a tener sed nuevamente, a no ser que ante lainstigacion del enemigo voluntariamente se retirendel manantial eterno.

Capıtulo X

El tercer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la quinta palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

La imitacion de la paciencia de Cristo es el tercerfruto en ser recogido de la consideracion de laquinta palabra. En la cuarta palabra la humildadde Cristo, junto con su paciencia, era notable. Enla quinta palabra, resplandece sola su paciencia.Ahora bien, la paciencia es no solo una de lamas grandes virtudes, sino es positivamente lamas necesaria para nosotros. San Cipriano dice:Entre todos los caminos de ejercicio celestial,no conozco uno mas provechoso para esta vidao ventajoso para la proxima: que aquellos quese esfuerzan con temor y devocion por obedecerlos mandamientos de Dios deban, sobre todas lascosas, practicar la virtud de la paciencia. Peroantes de que hablemos de la necesidad de lapaciencia, debemos distinguir la virtud de sufalsificacion. La verdadera paciencia nos permitesoportar el infortunio de sufrir sin caer en ladesgracia de pecar. Tal fue la paciencia de losmartires, que prefirieron soportar las torturas delverdugo que negar la fe de Cristo, que prefirieronsufrir la perdida de sus bienes mundanos antes que

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adorar dioses falsos. La falsificacion de esta virtudnos lleva a soportar cualquier penalidad paraobedecer a la ley de la concupiscencia, arriesgar laperdida de la felicidad eterna por causa del placermomentaneo. Tal es la paciencia de los esclavos deldemonio, que soportan hambre y sed, frıo y calor,la perdida de su reputacion, la perdida incluso delcielo, para incrementar sus riquezas, disfrutar losplaceres de la carne, o ganar un puesto de honor.

La verdadera paciencia tiene la propiedad de in-crementar y preservar todas las otras virtudes.Santiago es nuestra autoridad para este elogiode la paciencia. El dice: Y la paciencia ha deir acompanada de obras perfectas, para que seaisperfectos e ıntegros sin que dejeis nada que de-sear (Sant 1,4). Debido a las dificultades que nosencontramos en la practica de la virtud, ningunapuede florecer sin la paciencia, pero cuando lasotras virtudes son acompanadas por esta, todaslas dificultades desaparecen, pues la paciencia ha-ce derechos los caminos torcidos, y suaves loscaminos asperos. Y esto es tan verdadero que SanCipriano, hablando de la caridad, la reina de lasvirtudes, clama: La caridad, el lazo de la amistad,el fundamento de la paz, el poder y la fuerza de launion, es mayor que la fe o la esperanza. Es la vir-tud de la cual los martires obtienen su constancia,y es la que practicaremos para siempre en el Reinode los Cielos. Pero separala de la paciencia, y sehundira; aleja de ella el poder del sufrimiento y dela constancia, y se marchitara y morira (Serm. DePatientia.). El mismo santo manifiesta la necesi-dad de esta virtud tambien para preservar nuestracastidad, firmeza, y paz con el projimo. Si la virtudde la paciencia es fuerte y firmemente enraizadaen sus corazones, tu cuerpo, que es santo y templodel Dios vivo, no sera contaminado con adulterio,tu firmeza no sera ensuciada por la mancha de lainjusticia, ni luego de haberse alimentado con elCuerpo de Cristo, estaran tus manos empapadasde sangre. Quiere significar, por el contrario deestas palabras, que sin la paciencia ni el hombrecasto podra ser capaz de preservar su pureza, ni elhombre justo sera equitativo, ni aquel que ha re-cibido la Sagrada Eucaristıa sera libre del peligrode la ira y el homicidio. Lo que Santiago escribede la virtud de la paciencia es ensenado en otraspalabras por el Profeta David, por Nuestro Senor,y su Apostol. En el salmo noveno, David dice: Lapaciencia de los pobres no sera vana para siempre(Sal 9,19) , porque tiene una obra perfecta, y enconsecuencia su fruto nunca se pudrira. Ası comoestamos acostumbrados a decir que las labores delgranjero son provechosas cuando producen unabuena cosecha, y son inutiles cuando no producennada, ası de la paciencia se dice que nunca pereceporque sus efectos y recompensas permaneceranpara siempre. En el texto que acabamos de citar,la palabra pobre es interpretada significando al

hombre humilde que confiesa que es pobre, y queno puede hacer ni sufrir nada sin la ayuda de Dios.En su tratado sobre la paciencia (Cap. 1), SanAgustın manifiesta que no solo los pobres, sinoincluso los ricos, pueden poseer la verdadera pa-ciencia, siempre y cuando confıen no en sı mismossino en Dios, a quien, realmente necesitados detodos los dones divinos, puedan pedir y recibireste favor. Nuestro Senor parece implicar lo mismocuando dice en el Evangelio Con vuestra pacien-cia salvareis vuestras almas (Lc 21,19). Pues enrealidad solo poseen sus almas -esto es su vida,como propias y de la cual nada los puede privar-,quienes soportan con paciencia toda afliccion, in-cluso la muerte misma, para no pecar en contra deDios. Y aunque por la muerte parecen perder susalmas, no las pierden, sino que las preservan parasiempre. Pues la muerte del justo no es muerte,sino un sueno, y puede ser incluso tenida comoun sueno de corta duracion. Pero el impaciente,que para preservar la vida del cuerpo no duda enpecar negando a Cristo, adorando ıdolos, cediendoa sus deseos lujuriosos, o cometiendo algun otrocrimen, parece ciertamente preservar su vida porun tiempo, pero en realidad pierde la vida tantodel cuerpo como del alma para siempre. Y encuanto del realmente paciente, puede con verdadser dicho: No perecera ni un cabello de vuestracabeza (Lc 21,18). Por lo que del impaciente conigual verdad podemos exclamar: No hay un solomiembro de tu cuerpo que no ardera en el fuegodel infierno.

Finalmente, el Apostol confirma nuestra opinion:Necesitais paciencia en el sufrimiento para cum-plir la voluntad de Dios y conseguir ası lo pro-metido (Heb 10,36). En este texto San Pabloexplıcitamente afirma a la paciencia no solo comoutil, sino incluso como necesaria para realizar lavoluntad de Dios, y realizandola sentir en nosotrosel efecto de su promesa: recibir la corona de lavida que ha prometido el Senor a los que le aman(Sant 1,12), y guardar sus mandamientos pues sialguno me ama, guardara mi Palabra, y el queno me ama no guarda mis palabras (Jn 14,23-24).Ası vemos pues que toda la Escritura ensena a losfieles la necesidad de la virtud de la paciencia. Poresta razon, Cristo deseo en los ultimos momentosde su vida declarar aquel interno, y durısimo, ylargamente soportado sufrimiento -su sed- paraalentarnos por tal ejemplo a preservar nuestrapaciencia en todas las desgracias. Que la sed deCristo fue una tortura de las mas impetuosas lohemos mostrado en el capıtulo anterior. Que fuelargamente soportado facilmente lo podemos pro-bar. Para empezar, los flagelos junto a la colum-na. Cuando aquello tuvo lugar, Cristo estaba yafatigado por su prolongada plegaria y agonıa ysudor de sangre en el Huerto, por sus muchosviajes de un lado a otro durante la noche y la

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sucesiva manana, del huerto a la casa de Anas, dela casa de Anas a la de Caifas, de la casa de Caifasa aquella de Pilato, de la casa de Pilato a la deHerodes, y de la casa de Herodes nuevamente a lade Pilato. Mas aun, desde el momento de la ultimacena, Nuestro Senor no habıa probado ni comidani bebida, o disfrutado de un momento de reposo,sino que habıa soportado muchos y gravosos in-sultos en la casa de Caifas, fue luego cruelmenteazotado, lo que en si mismo era suficiente paraprovocar una terrible sed, y cuando la flagelacionhubo terminado, su sed, lejos de ser saciada, fueincrementada, pues luego siguio la coronacion deespinas y las burlas y el escarnio. Y cuando habıasido ya coronado, su sed, lejos de ser saciada, fueincrementada, pues luego siguio el llevar la Cruz, ycargado con el instrumento de su muerte, nuestrofatigado y exhausto Senor subio esforzadamenteel monte del Calvario. Cuando llego le ofrecieronvino mezclado con hiel, que probo pero no tomo.Y ası acabo finalmente el camino, pero la sed quedurante todo el camino habıa torturado a nuestroquerido Senor fue sin duda incrementada. Luegosiguio la crucifixion, y mientras la Sangre corrıa desus cuatro Heridas como de cuatro fuentes, todospueden concebir cuan enorme su sed ha de habersido. Finalmente, por tres horas sucesivas, en me-dio de una gran oscuridad, debemos imaginar conque ardiente sed el sagrado Cuerpo fue consumido.Y aunque los que estaban ahı le ofrecieron vinagre,aun ası, puesto que no era agua o vino, sino untrago fuerte y amargo, e incluso un trago muycorto, puesto que lo tuvo que tomar a gotas deuna esponja, podemos decir sin dudar que nuestroRedentor, desde el comienzo de su Pasion hasta sumuerte, soporto con la mas heroica paciencia estaterrible agonıa. Pocos de nosotros pueden saberpor experiencia cuan grande es este sufrimiento,pues hallamos agua en cualquier lugar para calmarnuestra sed. Pero aquellos que viajan muchos dıasseguidos en el desierto algunas veces conocen loque es la tortura de la sed. Curcio relata queAlejandro Magno estuvo una vez marchando atraves del desierto con su ejercito, y que luegode sufrir todas las privaciones de la falta de agua,llegaron a un rıo, y los soldados empezaron a bebercon tanta ansiedad, que muchos murieron en elacto, y anade que el numero de los que murieronen aquella ocasion fue mayor que el que habıa per-dido en cualquier batalla. Su ardiente sed era taninsoportable que los soldados no pudieron refre-narse tanto como para respirar mientras bebıan,y en consecuencia Alejandro perdio buena partede su ejercito. Hay otros que han sufrido muchode sed como para tener al lodo, al aceite, a lasangre y a otras cosas impuras, que nadie tocarıaa menos que sea urgido por terrible necesidad,como deliciosas. De esto aprendemos cuan grandefue la Pasion de Cristo, y cuan brillantemente supaciencia fue desplegada en ella. Dios nos con-

cedio poder conocer esto, imitarlo, y sufriendolojunto con Cristo aquı, reinar luego con El.

Pero me parece escuchar algunas almas piadosasexclamar cuan deseosos y ansiosos estan para sa-ber por que medios pueden mejor imitar la pa-ciencia de Cristo, y poder decir con el Apostol:Con Cristo estoy crucificado (Gal 2,19), y con SanIgnacio Martir: Mi amor es crucificado (Epist. adRm.). No es tan difıcil como muchos imaginan.No es necesario para todos acostarse en el suelo,flagelarse hasta sangrar, ayunar diariamente a pany agua, usar sayales, una cadena de hierro o algunotro instrumento de penitencia para conquistarla carne y crucificarla con sus vicios y concu-piscencias. Estas practicas son laudables y utiles,siempre y cuando no sean peligrosas para la salud,o hechas sin el permiso del director.

Pero deseo mostrar a mis piadosos lectores unmedio para practicar la virtud de la pacienciade nuestro manso y gentil Redentor, que todospueden abrazar, que no contiene nada extraordi-nario, nada nuevo, y por cuyo uso nadie puedeser sospechoso de buscar o ganar aplauso por susantidad. En primer lugar entonces, quien ama lavirtud de la paciencia ha de alegremente some-terse a aquellas labores y penalidades en las queestamos seguros por fe que es voluntad divina quedebamos afligirnos, de acuerdo a aquellas palabrasdel Apostol: Necesitas paciencia en el sufrimientopara cumplir la voluntad de Dios, y conseguirası lo prometido (Heb 10,36). Ahora bien, lo queDios quiere que abracemos no es ni difıcil paramı ensenar, ni difıcil para mis lectores aprender.Todos los mandamientos de nuestra Santa MadreIglesia deben ser guardados con obediencia amo-rosa y paciencia, no importa cuan difıcil o durospueden parecer. ¿Que son estos mandamientos dela Iglesia? Los ayunos de Cuaresma, los dıas deayuno y abstinencia, y ciertas vigilias. Guardarreligiosamente estas, como han de ser guardadas,requerira una gran cantidad de paciencia. Ahorabien, supongamos que una persona en un dıa deayuno se sienta en una mesa muy bien servida, oen su unica comida permitida come tanto como lohubiese hecho en dos comidas en un dıa ordinario,o anticipa el momento para comer, o come masde lo que es permitido, tal persona ciertamenteni tendra hambre ni sed, ni su paciencia produ-cira fruto. Pero si resuelve firmemente no tomaralimento antes del tiempo permitido, a menos queenfermedad o alguna otra necesidad lo obligue, ycome alimentos que son burdos y ordinarios y pro-pios para un tiempo de penitencia, y no se excedeen lo que normalmente come en una comida, y daa los pobres todo lo que hubiese comido si no fueseun dıa de ayuno, como dice San Leon, dejen a lospobres alimentarse con aquello que los que ayunanse han abstenido; y permitamonos sentir hambrepor un corto tiempo, caramente amado, y por

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corto tiempo disminuyamos lo que queremos paranuestro propio placer, para poder ser de utilidad alos pobres, y si en la tarde permite que la colacionsea nada mas que una colacion, en tal caso, sinduda la paciencia sera necesaria para soportar elhambre y la sed, y por tanto al ayunar imitaremoslo mas posible la paciencia de Cristo, y seremosclavados, por lo menos en parte, a la Cruz con El.Pero alguno objetara que todas estas cosas no sonabsolutamente necesarias. Lo concedo, pero sonnecesarias si deseamos practicar la virtud de lapaciencia, o ser como nuestro sufriente Redentor.Nuevamente, nuestra Santa Madre Iglesia ordenaa los eclesiasticos y a los religiosos recitar o cantarlas horas canonicas. Aquı necesitaremos toda laasistencia que la virtud de la paciencia nos puedadar, si es que esta lectura y oracion sagrada ha deser realizada en la manera que debe ser, pues hayalgunos que no tienen suficiente que hacer comopara mantenerse libres de distracciones durantela oracion. Muchos corren en sus oraciones tanrapidamente como pueden, como si estuvieranrealizando una tarea muy laboriosa, y quisiesenlibrarse de la carga en el menor tiempo posible, ydicen su Oficio, no parados o arrodillados, sinosentados o caminando, como si la fatiga de laoracion fuese disminuida al sentarse o aligeradapor caminar. Esto hablando de aquellos que rezansu Oficio en privado, no de aquellos que lo cantanen el coro. Tambien, para no interrumpir su sueno,muchos recitan durante el dıa aquella parte delOficio que la Iglesia ha ordenado que sea dicha enla noche. No digo nada de la atencion y elevacionde mente que es requerida mientras que Dios esinvocado en la oracion, porque muchos piensanacerca de lo que estan cantando o leyendo me-nos que cualquier otra cosa. Verdaderamente essorprendente que muchos mas no ven cuan nece-saria la virtud de la paciencia es para erradicarla repugnancia que sentimos a pasar un tiempoprolongado de oracion, levantarse para decir lashoras canonicas en el tiempo adecuado, soportarla fatiga de estar parado o arrodillado, prevenirnuestros pensamientos de divagar, y mantenerlosfijos en lo unico que estamos realizando. Que mislectores escuchen ahora un relato de la devocioncon la que San Francisco de Asıs recitaba su bre-viario, y aprenderan entonces que el Oficio Divinono puede ser dicho sin el ejercicio de la mas grandepaciencia. En su Vida de San Francisco, San Bue-naventura dice asi: Este santo hombre estaba tanhabituado a recitar el Oficio Divino con no menormiedo que devocion hacia Dios, y aunque sufrıagrandes dolores en los ojos, estomago, columna,e hıgado, nunca se hubiera recostado en algunapared o detenido mientras lo cantaba, sino queerguido de pie, sin su capucha, mantenıa sus ojosfijos, y tenıa la apariencia de una persona endesmayo. Si estaba de viaje, se mantenıa a suhorario regular, y recitaba el Divino Oficio en la

manera usual, sin importar si una lluvia violentaestaba cayendo. Se pensaba a sı mismo culpable deuna seria falta si, mientras que recitaba permitıaa su mente ocuparse con pensamientos vanos, ycuantas veces esto le pasaba se apresuraba a ir aconfesion para expiar por ello. Recitaba los salmoscon tal atencion de mente como si tuviese a Diospresente delante de El, y cuando decıa el nombredel Senor, gustaba sus labios por la dulzura que lapronunciacion de tal nombre le dejaba. Tan prontoalguno se esfuerce por recitar el Oficio Divino deesta manera, y levantarse en la noche para rezarMaitines, Laudes y Prima, aprendera por expe-riencia la labor y paciencia que son necesarias parael debido cumplimiento de esta tarea. Hay muchasotras cosas que la Iglesia, guiada por las SagradasEscrituras, nos pone como voluntad de Dios, ypara el debido cumplimiento de ellos requerimostambien de la virtud de la paciencia, como dar alpobre de nuestra propia superfluidad, perdonar aaquellos que nos injurian, o satisfacer a aquellosque hemos injuriado, confesar nuestros pecadospor lo menos una vez al ano, y recibir la SagradaEucaristıa, lo que requiere no poca preparacion.Todo esto demanda paciencia, pero a modo deejemplo explicare algunas cosas mas con mayordetenimiento.

Todo lo que, sean demonios u hombres, hacen paraafligirnos es otra indicacion de la voluntad Divina,y otra llamada al ejercicio de nuestra paciencia.Cuando hombres y espıritus malos nos prueban,su objeto es injuriarnos, no beneficiarnos. Aunası Dios, sin quien no pueden hacer nada, nopermitira ninguna tormenta a nuestro alrededor,a menos que lo juzgue util. En consecuencia, todaafliccion puede ser tenida como viniendo de lamano de Dios, y debe ser por tanto soportadacon paciencia y alegrıa. El santo y derecho Jobsabıa que las desgracias con las que era golpeado,y que le privaron en un dıa de todas sus riquezas,de todos sus hijos, y de toda su salud corporal,procedıan del odio del demonio. Aun ası exclamo:El Senor me lo dio, el Senor me lo quito. Benditosea el nombre del Senor (Job 1,21), porque sabıaque sus calamidades solo podıan suceder por lavoluntad de Dios. No digo esto porque pienso quecuando uno es perseguido sea por otros hombreso por el demonio, no deba, o debiera, hacer loposible por recuperar sus perdidas, consultar undoctor si esta mal, o defenderse a sı y a su propie-dad, sino que sencillamente doy este aviso: no to-mar venganza en contra de los hombres malvados,no devolver el mal por mal, sino soportar la des-gracia con paciencia porque Dios desea que ası lohagamos, y al cumplir su voluntad recibiremos lapromesa.

La ultima cosa que deseo observar es esta. Todosdebemos luchar para estar ıntimamente conven-cidos de que todo lo que sucede por suerte o

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accidente, como una gran sequıa, excesiva lluvia,pestilencia, hambruna, y otras, no suceden sin laespecial providencia y voluntad de Dios, y en con-secuencia no debemos quejarnos de los elementos,o de Dios mismo, sino considerar males de estetipo como un flagelo con el que Dios nos castigapor nuestros pecados, e inclinandonos bajo sumano todopoderosa, soportemos todo con humil-dad y paciencia. Dios sera entonces apaciguado.Derramara sus bendiciones sobre nosotros. Noscorregira a nosotros sus hijos con amor paternal,y no nos privara del Reino de los Cielos. Podemosaprender cual es la recompensa de la paciencia deun ejemplo que San Gregorio aduce. En la trigesi-mo quinta homilıa sobre los Evangelios, dice queun cierto hombre Esteban era tan paciente comopara considerar a aquellos que lo oprimıan comosus mas grandes amigos. Devolvıa agradecimien-tos por los insultos, tenıa a las desgracias comoganancias, contaba a sus enemigos entre el numerode los que le deseaban el bien y eran sus benefacto-res. El mundo lo consideraba como un insensatoy un loco, pero no fue sordo a las palabras delApostol de Cristo: Si alguno entre vosotros se creesabio segun este mundo, hagase necio para llegara ser sabio (1Co 3,18). Y San Gregorio anade quecuando se estaba muriendo muchos angeles fueronvistos asistiendolo alrededor de su cama, quienesllevaron su alma derecho al cielo, y el santo Doctorno dudo en tener a Esteban entre los martires porvirtud de su extraordinaria paciencia.

Capıtulo XI

El cuarto fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la quinta palabra dicha por

Cristo sobre la Cruz

Aun queda un fruto mas, y el mas dulce de todos,para ser recogido de la consideracion de esta pala-bra. San Agustın, en su explicacion de la palabraTengo sed, a ser hallada en su tratado sobre elSalmo 68, dice que manifiesta no solo el deseo queCristo tenıa por beber, sino mas aun el deseo conque estaba inflamado de que sus enemigos creanen El y se salven. Podemos ir un poco mas lejos,y decir que Cristo tuvo sed por la gloria de Diosy salvacion de los hombres, y nosotros hemos detener sed por la gloria de Dios, honor de Cristo,y por nuestra propia salvacion y la salvacion denuestros hermanos. No podemos dudar de queCristo tuvo sed por la gloria de su Padre y lasalvacion de las almas, pues todas sus obras, todasu predicacion, todos sus sufrimientos, todos susmilagros, ası lo proclaman. Debemos considerar loque tenemos que hacer para no mostrarnos ingra-tos a tal Benefactor, y que medios hemos de tomarpara inflamarnos de tal manera que realmenteestemos sedientos por la gloria de Dios, que tanto

amo al mundo que dio a su unico Hijo (Jn 3,16),y ferviente y ardientemente estar sedientos por elhonor de Cristo, quien nos amo y se entrego pornosotros como oblacion y vıctima de suave aroma(Ef 5,2), sintiendo tanta compasion por nuestroshermanos como un deseo celoso de su salvacion.Aun lo mas necesario para nosotros es anhelarcordial y ardorosamente nuestra propia salvacion,que este deseo nos empuje, de acuerdo a nuestrafuerza, a pensar y hablar y hacer todo lo que nospueda ayudar a salvar nuestras almas.

Si no nos importa nada el honor de Dios, o lagloria de Cristo, y no sentimos ninguna ansiedadpor nuestra propia salvacion, o la de los otros,se sigue que Dios sera privado del honor que lees debido, que Cristo perdera la gloria que essuya, que nuestro projimo no llegara al cielo, yque nosotros mismos pereceremos miserablementepara la eternidad. Y por este relato estoy muchasveces lleno de asombro al reflexionar que todossabemos cuan sinceramente estuvo sediento Cristopor nuestra salvacion, y nosotros, que creemos aCristo la Sabidurıa del Dios viviente, no somosmovidos a imitar su ejemplo en materia tan ınti-mamente conectada con nosotros. Ni estoy menossorprendido de ver hombres correr tras bienesmundanos con tal avidez, como si no hubiera cielo,y preocupandose tan poco por su propia salvacionque, lejos de andar sedientos de ella, con las justaspiensan en ella de pasada, como material trivial depoca importancia. Mas aun los bienes temporales,que no son placeres puros, sino que son acom-panados de muchas desventuras, son buscados convehemencia y ansiedad. Pero a la felicidad eterna,que es deleite absoluto, es dada tan poca impor-tancia, querida con tan poca preocupacion, comosi no poseyese ventaja alguna. ¡Ilumina, Senor,los ojos de mi alma, para que pueda encontrarla causa de tan dolorosa indiferencia! El amorproduce deseo, y el deseo, cuando es excesivo,es llamado sed. Ahora bien, ¿quien hay que nopuede amar su propia felicidad temporal, particu-larmente cuando esa felicidad es libre de cualquiercosa que la puede danar? Y si premio tan grandeno puede ser sino amado, ¿por que no puede serardientemente deseado, ansiosamente buscado, ycon todas nuestras fuerzas estar sedientos de El?Tal vez la razon es que nuestra salvacion no esmateria que caiga bajo los sentidos, nunca hemostenido experiencia de como es, como sı la hemostenido en materias que se relacionan al cuerpo; yestamos tan solıcitos para el, pero tan frıamenteindiferentes para la primera. Pero si tal es el caso,por que David, que era hombre mortal como noso-tros, anhelaba tan ansiosamente la vision de Dios,y la felicidad en el cielo que consiste en la visionde Dios, como para clamar: Como el ciervo desealas fuentes de agua, ası te desea a ti, oh Dios, mialma. Sedienta esta mi alma del Dios fuerte, vivo.

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¿Cuando vendre y aparecere ante la faz de Dios?(Sal 41,2-3). David no es el unico en este valle delagrimas que ha deseado con tal ardiente deseoalcanzar la vision de Dios. Han habido otros mas,distinguidos por su santidad, por quienes las cosasde este mundo fueron tenidas como despreciables einsıpidas, y para quienes nada mas el pensamientoy el recuerdo de Dios era agradable y delicioso. Larazon entonces por la que no estamos sedientos denuestra felicidad eterna no es porque el cielo esinvisible, sino porque no pensamos con atencionacerca de lo que esta ante nosotros, con asiduidad,con fe. Y la razon por la cual no tomamos encuenta las materias celestiales como debieramoses porque no somos hombres espirituales, sinosensuales: El hombre sensual no percibe aquellascosas que son del Espıritu de Dios (1Co 2,14). Porlo que, alma mıa, si deseas por tu propia salvacion,y la de tu projimo, si mantienes en el corazon elhonor de Dios y la gloria de Cristo, escucha laspalabras del santo Apostol Santiago: Si alguno devosotros esta falto de sabidurıa, demandela a Diosque la da a todos copiosamente y no da imprope-rios, y le sera concedida (Sant 1,5). Esta sublimesabidurıa no ha de ser adquirida en las escuelasde este mundo, sino en la escuela del EspırituSanto de Dios, quien convierte al hombre sensualen uno espiritual. Pero no es suficiente pedir poresta sabidurıa solo una vez y con frialdad, sino de-mandarla con mucha insistencia de nuestro Padrecelestial. Pues si un padre en la carne no puederehusarse a su hijo cuando le pide pan, ¿Cuantomas su Padre celestial dara espıritu bueno a losque se lo pidieran? (Lc 11,13).

Capıtulo XII

Explicacion literal de la sexta palabra: Todoesta cumplido (Jn 19,30)

La sexta palabra dicha por Nuestro Senor en laCruz es mencionada por San Juan como ligadade alguna manera a la quinta palabra. Pues tanpronto como Nuestro Senor habıa dicho Tengosed, y habıa probado el vinagre que le habıa sidoofrecido, San Juan anade: Cuando tomo Jesus elvinagre, dijo: ”Todo esta cumplido” (Jn 19,30). Yen verdad nada puede ser anadido a estas sencillaspalabras: Todo esta cumplido, excepto que la obrade la Pasion estaba ahora perfeccionada y com-pletada. Dios Padre habıa impuesto dos tareas asu Hijo: la primera predicar el Evangelio, la otrasufrir por la humanidad. En cuanto a la primeraya habıa dicho Cristo: Yo te he glorificado en latierra, llevando a cabo la obra que me encomen-daste realizar (Jn 17,4). Nuestro Senor dijo estaspalabras luego de que habıa concluido el largodiscurso de despedida a sus discıpulos en la UltimaCena. Ahı habıa cumplido la primera obra que

su Padre Celestial le habıa impuesto. La segundatarea, beber la amarga copa de su caliz, faltabaaun.

Habıa aludido a esto cuando pregunto a los doshijos de Zebedeo ¿Podeis beber la copa que yovoy a beber? (Mt 20,22); y tambien: Padre, siquieres, aparta de mı este caliz (Lc 22,42); y enotro lugar: El caliz que me ha dado el Padre ¿nolo voy a beber? (Jn 18,11). Sobre esta tarea, Cristoal momento de su muerte podıa entonces excla-mar: Todo esta cumplido, pues he apurado el calizdel sufrimiento hasta lo ultimo, nada nuevo meespera ahora sino morir. E inclinando la cabeza,expiro (Jn 19,30). Pero como ni Nuestro Senor, niSan Juan, quienes fueron concisos en lo que dije-ron, han explicado que fue lo cumplido, tenemos laoportunidad de aplicar la palabra con gran razony ventaja a diversos misterios. San Agustın, en sucomentario sobre este pasaje, refiere la palabra alcumplimiento de todas las profecıas que se referıanal Senor. Luego de que Jesus supiera que todas lascosas estaban ahora cumplidas, para que sea cum-plida la Escritura, dijo: tengo sed, y Cuando habıatomado el vinagre, dijo: ”Todo esta cumplido” (Jn19,28; Jn 19,30), lo que significa que lo que queda-ba todavia por cumplir habıa sido cumplido, y portanto podemos concluir que Nuestro Senor querıamanifestar que todo lo que habıa sido predicho porlos profetas en relacion a su Vida y Muerte habıasido hecho y cumplido. En verdad, todas las pre-dicciones habıan sido verificadas. Su concepcion:He aquı que una virgen concebira, y dara a luzun hijo (Is 7,14). Su nacimiento en Belen: Mastu, Belen Efrata, aunque eres la menor entre lasfamilias de Juda, de tı me ha de salir aquel que hade dominar Israel (Miq 5,2). La aparicion de unanueva estrella: De Jacob nacera una estrella (Num24,17). La adoracion de los Reyes: Los reyes deTarsis y las islas le ofreceran dones, los reyes deArabia y de Saba le traeran presentes (Sal 71,10).La predicacion del Evangelio: El espıritu del Senoresta sobre mı, porque el Senor me ungio, me en-vio para evangelizar a los pobres, para sanar a loscontritos de corazon, anunciar la remision de loscautivos y la libertad a los encarcelados (Is 61,1).Sus milagros: El mismo Dios vendra y les salvara.Entonces seran abiertos los ojos de los ciegos, seabriran los oıdos de los sordos. Entonces el cojosaltara como el ciervo y la lengua de los mudossera desatada (Is 35,4; Is 35,5; Is 35,6). El cabalgarsobre un asno: Mira que tu rey vendra a tı, justoy salvador, vendra pobre y sentado sobre un asno,sobre un pollino, hijo de asna (Zc 9,9). Y toda laPasion habıa sido graficamente predicha por Da-vid en los Salmos, por Isaıas, Jeremıas, Zacarıas,y otros. Este es el significado de lo que NuestroSenor decıa cuando estaba a punto de comenzarsu Pasion: Mirad, subimos a Jerusalen y va acumplirse todo lo que escribieron los profetas sobre

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el Hijo del hombre (Lc 18,31). De las cosas quedebıan cumplirse, ahora dice: Todo esta cumplido,todo esta terminado, para que lo que los profetaspredijeron sea ahora encontrado como verdad.

En segundo lugar, San Juan Crisostomo dice quela palabra Todo esta cumplido manifiesta que elpoder que habıa sido dado a los hombres y de-monios sobre la persona de Cristo les habıa sidoquitado con la muerte de Cristo. Cuando NuestroSenor dijo a los Sumos Sacerdotes y maestros delTemplo esta es su hora y el poder de las tinieblas(Lc 22,53), aludıa a este poder. Todo el periodo detiempo durante el cual, con el permiso de Dios, losmalvados tuvieron poder sobre Cristo, fue conclui-do cuando exclamo Todo esta cumplido, pues laperegrinacion del Hijo de Dios entre los hombres,que habıa predicho Baruc, vino a su fin: Este esnuestro Dios y ningun otro sera tenido en cuentaante el. El penetro los caminos de la sabidurıa yla dio a Jacob, su siervo, y a Israel, su amado.Despues fue visto en la tierra y converso con loshombres (Bar 3,36-38). Y junto con su peregrinaje,aquella condicion de su vida mortal fue terminada,aquella por la que sentıa hambre y sed, dormıa y sefatigaba, fue sujeto de afrentas y flagelos, heridasy a la muerte. Y ası cuando Cristo en la Cruz ex-clamo Todo esta cumplido, e inclinando la cabeza,expiro, concluyo el camino del que habıa dicho:Salı del Padre y vine al mundo; otra vez dejo elmundo y voy al Padre (Jn 16,28). Esa laboriosaperegrinacion fue terminada, sobre lo que habıadicho Jeremıas: Esperanza de Israel, salvador entiempo de la tribulacion, ¿por que estas en estatierra como un extrano o como un viajero quepasa? (Jer 14,8). La sujecion de su naturalezahumana a la muerte fue terminada, el poder desus enemigos sobre El fue acabado.

En tercer lugar concluyo el mayor de todos lossacrificios. En comparacion al real y verdadero Sa-crificio todos los sacrificios de la Antigua Ley sontenidos como meras sombras y figuras. San Leondice: Has atraıdo todas las cosas hacia tı, Senor,pues cuando el velo del Templo fue rasgado, elSanto de los Santos se aparto de los sacerdotes in-dignos: las figuras se convirtieron en verdades, lasprofecıas se manifestaron, la Ley se convirtio en elEvangelio. Y un poco mas adelante, dice: Al cesarla variedad de sacrificios en los que las vıctimasera ofrecidas, la unica oblacion de tu Cuerpo ySangre cubre por las diferencias de las vıctimas(Serm. 8. De Pass. Dom). Pues en este unico Sa-crificio de Cristo, el sacerdote es el Dios-Hombre,el altar es la Cruz, la vıctima es el cordero deDios, el fuego para el holocausto es la caridad, elfruto del sacrificio es la redencion del mundo. Elsacerdote, digo, era el Hombre-Dios. No hay nadiemayor: Tu eres sacerdote para siempre, de acuerdoal rito de Melquisedec (Sal 109,4), y con justiciade acuerdo al rito de Melquisedec, porque leemos

en la Escritura que Melquisedec no tenıa padre omadre o genealogıa, y Cristo no tenıa Padre en latierra, o madre en el cielo, y no tenıa genealogıa,pues ¿Quien contara su generacion? (Is 53,8); Demi seno, antes del lucero, te engendre (Sal 109,3);y su salida desde el principio, desde los dıas dela eternidad (Miq 5,2). El altar fue la Cruz. Yası como previamente al tiempo en que Cristosufrio sobre ella era el signo de la mas grande igno-minia, ası ahora se ha dignificado y ennoblecido, yen el ultimo dıa aparecera en el cielo mas brillanteque el sol. La Iglesia aplica a la Cruz las palabrasdel Evangelista: Entonces aparecera la senal delHijo del hombre en el cielo (Mt 24,30), pues ellacanta: Esta senal de la Cruz aparecera en el cielocuando el Senor venga a juzgar.

San Juan Crisostomo confirma esta opinion, yobserva que cuando el sol sea oscurecido, y laluna no de su luz (Mt 24,29), la Cruz se vera masbrillante que el sol en su esplendor al mediodıa.La vıctima fue el cordero de Dios, todo inocentee inmaculado, de quien Isaıas dice: Como ovejasera llevado al matadero, como cordero, delantedel que lo trasquila, enmudecera y no abrira suboca (Is 53,7), y de quien su Precursor habıadicho: He aquı el Cordero de Dios, he aquı el quequita el pecado del mundo (Jn 1,29); y San Pedro:Sabiendo que han sido redimidos, no con oro, nicon plata, sino con la preciosa sangre de Cristo,como cordero inmaculado y sin mancilla (1Pe1,18-19). Es llamado tambien en el Apocalipsisel cordero que fue muerto desde el principio delmundo (Ap 13,8), porque el merito de su sacrificiofue previsto por Dios y fue en beneficio de aquellosque vivieron antes de la venida de Cristo. El fuegoque consume el holocausto y completa el sacrificoes el inmenso amor que, como en hoguera ardiente,ardio en el Corazon del Hijo de Dios, y el cual lasmuchas aguas de su Pasion no pudieron extinguir.Finalmente, el fruto del Sacrificio fue la expiacionde los pecados para todos los hijo de Adan, o enotras palabras, la reconciliacion del mundo enterocon Dios. San Juan en su primera Carta, dice: Eles propiciacion por nuestros pecados, y no tan solopor los nuestros, sino tambien por los de todo elmundo (1Jn 2,2) y esta es solo otra manera deexpresar la idea de San Juan Bautista: He ahı elCordero de Dios, que quita el pecado del mundo(Jn 1,29).

Una dificultad surge aquı. ¿Como pudo Cristoser al mismo tiempo sacerdote y vıctima, puestoque era deber del sacerdote matar a la vıctima?Ahora bien, Cristo no se mato a sı mismo, nipodıa hacerlo, pues si lo hubiese hecho habrıacometido un sacrilegio y no ofrecido un sacrificio.Es verdad que Cristo no se mato a sı mismo,aun ası ofrecio un sacrificio real, porque prontay alegremente se ofrecio a sı mismo a la muer-te por la gloria de Dios y la salvacion de los

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hombres. Pues ni los soldados hubiesen podidoaprehenderlo, ni los clavos traspasado sus manosy pies, ni la muerte, aunque estuviese clavado a laCruz, hubiese tenido ningun poder sobre El si Elmismo no lo hubiese querido ası. En consecuencia,con gran verdad dijo Isaıas: El se ofrecio porqueEl mismo lo quiso (Is 53,7); y Nuestro Senor:Yo doy mi vida; no me la quita ninguno, yo ladoy por mı mismo (Jn 10,17; Jn 10,18). Y aunmas claramente San Pablo: Cristo nos amo y seentrego a sı mismo por nosotros como ofrenday sacrificio de suave aroma (Ef 5,2). Por tanto,de manera maravillosa fue dispuesto que todo elmal, todo el pecado, todo el crimen cometido alponer a muerte a Cristo fuese cometido por Judasy los judıos, por Pilato y los soldados. Ellos noofrecieron ningun sacrificio, sino que fueron cul-pables del sacrilegio, y merecıan ser llamados nosacerdotes sino miserables sacrılegos. Y toda lavirtud, toda la santidad, toda la obediencia deCristo, que se ofrecio a sı mismo como vıctima aDios al soportar pacientemente la muerte, inclusomuerte de Cruz, para poder apaciguar la ira desu Padre, reconciliar a la humanidad con Dios,satisfacer la justicia Divina, y salvar la raza caıdade Adan. San Leon expresa de manera hermosaeste pensamiento en pocas palabras: Permitio quelas manos impuras de los miserables se volviesencontra El, y se convirtieran en cooperadores conel Redentor en el momento en que cometıan unabominable pecado.

En cuarto lugar, por la muerte de Cristo la granlucha entre El mismo y el prıncipe del mundollego a su fin. Al aludir a esta lucha, el Senor hizouso de estas palabras: El juicio del mundo comien-za ahora; ahora sera expulsado fuera el prıncipe deeste mundo. Cuando sea alzado de la tierra, todolo atraere a mı mismo (Jn 12,31-32). La luchafue judicial, no militar. La lucha fue entre dosdemandantes, no dos ejercitos rivales. Satanas dis-puto con Cristo la posesion del mundo, el dominiosobre la humanidad. Por largo tiempo el demoniose habıa lanzado ilegıtimamente a poseerlo, por-que habıa vencido al primer hombre, y habıa he-cho a el y a todos sus descendientes esclavos suyos.Por esta razon, San Pablo llama a los demoniosprincipados y potestades, gobernadores de estastinieblas del mundo (Ef 6,12). Y como dijimosantes, incluso Cristo llama al demonio prıncipe deeste mundo. Ahora el demonio no solamente quisoser prıncipe, sino incluso el dios de este mundo,y ası exclama el Salmo: Porque todos los diosesde las naciones son demonios, pero el Senor hizolos cielos (Sal 95,5). Satanas era adorado en losıdolos de los gentiles, y le era rendido culto ensus sacrificios de corderos y terneros. Por otrolado, el Hijo de Dios, como verdadero y legıtimoheredero del universo, demando el principado deeste mundo para El. Esta fue la disputa decidida

en la Cruz, y el juicio fue pronunciado en favordel Senor Jesus, porque en la Cruz expio plena-mente los pecados del primer hombre y de todossus hijos. Pues la obediencia mostrada al PadreEterno por su Hijo fue mayor que la desobedienciade un siervo a su Senor, y la humildad con la quemurio el Hijo de Dios en la Cruz redundo maspara el honor del Padre que el orgullo de un siervosirvio para su injuria. Ası Dios, por los meritos desu Hijo, fue reconciliado con la humanidad, y lahumanidad fue arrancada del poder del demonio,y nos traslado al reino de su Hijo muy amado(Col 1,13). Hay otra razon que San Leon aduce,y la daremos en sus propias palabras. Si nuestroorgulloso y cruel enemigo hubiese podido conocerel plan que la misericordia de Dios habıa adop-tado, habrıa reprimido las pasiones de los judıos,y no los habrıa incitado con odio injusto, por loque pudiese perder su poder sobre los cautivos alatacar infructuosamente la libertad de Aquel quenada le debıa. Esta es una razon de muchısimopeso. Puesto que es justo que el demonio perdieratoda su autoridad sobre todos aquellos que porel pecado se habıan hecho esclavos suyos, porquese habıa atrevido a poner sus manos sobre Cristo,quien no era su esclavo, quien nunca habıa pecado,y a quien sin embargo habıa perseguido a muerte.

Ahora, si tal es el estado del caso, si la batallaha terminado, si el Hijo de Dios ha ganado lavictoria, y si quiere que todos los hombres se salven(1Tm 2,4), ¿como es que tantos en esta vida estanbajo el poder del demonio, y sufren los tormentosdel infierno en la proxima? Lo respondo en unapalabra: lo quieren. Cristo salio victorioso de lacontienda, luego de otorgar dos indecibles favoresa la raza humana. Primero el abrir a los justoslas puertas del cielo, que habıan estado cerradasdesde la caıda de Adan hasta aquel dıa, y enel dıa de su victoria, dijo al ladron que habıasido justificado por los meritos de su sangre, atraves de la fe, la esperanza, y la caridad: Estedıa estaras conmigo en el Paraıso (Lc 23,43), yla Iglesia en su exultacion, clama: Tu, habiendovencido al aguijon de la muerte, abriste a loscreyentes el Reino de los Cielos. El segundo, lainstitucion de los Sacramentos, que tienen el poderde perdonar los pecados y conferir la gracia. Envıaa los predicadores de su Palabra a todas las partesdel mundo a proclamar: Aquel que crea, y seabautizado, sera salvado (Mc 16,16). Y ası nuestrovictorioso Senor ha abierto el camino a todos paraadquirir la gloriosa libertad de los hijos de Dios,y si hay algunos que no quieren entrar en estecamino, mueren por su propia culpa, y no por lafalta de poder o la falta de querer de su Redentor.

En quinto lugar, la palabra Todo esta cumplidopuede ser con justicia aplicada a la conclusion deledificio, esto es, la Iglesia. Cristo nuestro Senorusa esta misma palabra en referencia a un edificio:

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Hic homo coepit aedificare et non potuit consum-mare, Este hombre empezo a edificar y no ha po-dido acabar (Lc 14,30). Los Padres ensenan que lafundacion de la Iglesia fue hecha cuando Cristo fuebautizado, y el edificio completado cuando murio.Epifanio, en su tercer libro contra los herejes, ySan Agustın en el ultimo libro de la Ciudad deDios, muestran que Eva, que fue hecha a partir deuna costilla de Adan mientras dormıa, tipifica a laIglesia, que fue hecha del costado de Cristo mien-tras dormıa en la muerte. Y resaltan que no sinrazon el libro del Genesis usa la palabra construyo,y no formo. San Agustın (De Civit. l. 27, c. 8)prueba que el edificio de la Iglesia comenzo con elbautismo de Cristo, con las palabras del Salmista:Dominara de mar a mar y desde el rıo hasta losconfines de la redondez de la tierra (Sal 71,8). Elreino de Cristo, que es la Iglesia, comenzo con elbautismo que recibio de manos de San Juan, por laque consagro las aguas e instituyo ese sacramentoque es la puerta de la Iglesia, y cuando la voz desu Padre fue claramente escuchada en los cielos:Este es mi Hijo amado, en quien me complaz-co (Mt 3,17). Desde ese momento nuestro Senorempezo a predicar y a reunir discıpulos, quienesfueron los primeros hijos de la Iglesia. Y todos lossacramentos derivan su eficacia de la Pasion deCristo, aunque el costado de Nuestro Senor fueabierto despues de su muerte, y sangre y agua,que tipifican los dos sacramentos principales de laIglesia, fluyeron. El fluir de la sangre y el aguadel costado de Cristo luego de su muerte fue unasenal de los sacramentos, no de su institucion.Podemos concluir entonces que la edificacion dela Iglesia fue completada cuando Cristo dijo: Todoesta cumplido, porque nada quedo luego mas quela muerte, que sucedio inmediatamente, y cum-plio el precio de nuestra redencion.

Capıtulo XIII

El primer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la sexta palabra dicha por

Cristo en la Cruz

Cualquiera que con atencion reflexione sobre lasexta palabra ha de obtener muchas ventajas desus reflexiones. San Agustın saca una leccion muyutil del hecho de que la palabra Todo esta cumpli-do muestra el cumplimiento de todas las profecıasque hacen referencia a Nuestro Senor. Puesto queestamos seguros por lo que paso que las profecıasrelacionadas a Nuestro Senor fueron verdaderas,ası nosotros deberıamos tener la misma certezade que otras cosas que los mismos Profetas hanprofetizado y que aun no han sucedido son igual-mente ciertas. Los Profetas hablaron no de loque quisieron, sino bajo inspiracion del EspırituSanto, y como el Espıritu Santo es Dios, quien no

puede enganar o extraviar, nosotros deberıamosestar muy confiados de que todo lo que predijeronsucedera, si es que no ha sucedido ya. Pues hastaahora, decıa San Agustın, todo ha sido realizado,por lo que lo que ha de cumplirse con certezasucedera. Tengamos un temor reverente en el Dıadel Juicio, pues el Senor vendra. El, que vinocomo un humilde bebe, vendra de nuevo como unDios poderoso. Nosotros tenemos mas razones quelos santos del Antiguo Testamento para nuncaflaquear en nuestra fe, o en lo que creemos quevendra.

Aquellos que vivieron antes de la venida de Cristoestaban obligados a creer, sin prueba alguna,muchas cosas de las que nosotros ya tenemosabundantes testimonios, y por todo aquello queya ha sido cumplido podemos deducir facilmenteque las otras profecıas tambien se cumpliran. Loscontemporaneos de Noe habıan escuchado acercadel Diluvio Universal, no solo a traves de loslabios del profeta de Dios, sino tambien al mirarlotrabajando tan diligentemente en la construcciondel Arca; y aun ası, como nunca antes habıahabido un diluvio o algo similar a ello, no seconvencieron, y en consecuencia la ira Divina lostomo desprevenidos. Ası como nosotros sabemosque la profecıa de Noe se cumplio, no deberıamostener ninguna dificultad en creer que el mundoy todo lo que ahora estimamos tanto sera undıa destruido por el fuego. Sin embargo, aun hayalgunos pocos que poseen una fe tan viva en todoesto como para desprenderse ellos mismos de lascosas perecederas, y fijar sus corazones en losgozos de arriba, que son reales y eternos.

Los terrores del Ultimo Dıa han sido profetizadospor Cristo mismo, por lo que es totalmente inex-cusable que alguien no pueda convencerse de que,ası como algunas profecıas han sido ya cumplidas,otras tambien lo seran. Estas son las palabrasde Cristo: Como en los dıas de Noe, ası sera lavenida del Hijo del hombre. Porque como en losdıas que precedieron al diluvio, comıan, bebıan,tomaban mujer o marido, hasta el dıa en queentro Noe en el Arca, y no se dieron cuentahasta que vino el diluvio y los arrastro a todos,ası sera tambien la venida del Hijo de hombre. Ve-lad, pues, porque no sabeis que dıa vendra vuestroSenor (Mt 24,37; Mt 24,38; Mt 24,39; Mt 24,4).Y San Pedro dijo: El Dıa del Senor llegara comoun ladron; en aquel dıa, los cielos, con ruido en-sordecedor, se desharan; los elementos, abrasados,se disolveran, y la tierra y cuanto ella encierra seconsumira (2Pe 3,1). Pero algunos argumentaranque todas estas cosas estan sumamente lejanas.Concedamos que efectivamente estan aun lejanas,y si lo estan, el dıa de la muerte ciertamente noesta muy lejano: su hora es incierta, lo que sies cierto es que en el juicio particular cada unodebera rendir cuenta sobre cada palabra vana.

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Y si esto por cada palabra vana ¿que sobre laspalabras pecaminosas, y las blasfemias, que sontan comunes? Y si tenemos que rendir cuentasobre cada palabra vana ¿Que de las acciones, delos robos, adulterios, fraudes, asesinatos, injusti-cias, y otros pecados mortales? Por lo tanto elcumplimiento de algunas profecıas nos haran aunmas culpables si es que no creemos que las otrasprofecıas se cumpliran. Ni es suficiente solamentecreer, a menos que nuestra fe eficazmente muevanuestra voluntad a hacer o evitar aquello que nues-tro entendimiento nos ensena que debe ser hecho oevitado. Si un arquitecto opina que una casa esta apunto de desplomarse, y sus habitantes creen enlas palabras del arquitecto, pero aun ası no aban-donan la casa y terminan sepultados en sus ruinas,¿Que dira la gente de esa fe? Ellos diran con elApostol: Profesan conocer a Dios, mas con susobras le niegan (Tt 1,16). O, ¿Que se dirıa si undoctor le ordena a su paciente no tomar vino, yel paciente lo asume como un buen consejo, peroaun ası continua tomando vino, y se molesta si esque no se lo dan? ¿No deberıamos decir que esepaciente estaba loco y que en realidad no confiabaen su doctor? ¡Quisiera que no hubieran tantoscristianos que profesan creer en los juicios de Diosy en otras cosas, y con su conducta contradicensus palabras!

Capıtulo XIV

El segundo fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la sexta palabra dicha por

Cristo en la Cruz

Otra ventaja puede ser sacada de la segunda inter-pretacion que dimos a la palabra Todo esta cum-plido. Junto con San Juan Crisostomo dijimosque por su muerte Cristo concluyo su estadıalaboriosa entre nosotros. Nadie puede negar quesu vida mortal fue sumamente dura, pero su mis-ma dureza fue compensada por su cortedad, sufruto, su gloria, y su honor. Duro treinta y tresanos. ¿Que es una labor de treinta y tres anoscomparado a un descanso eterno? Nuestro Senortrabajo con hambre y sed, en medio de muchaspenalidades, de insultos innumerables, de golpes,heridas, de la muerte misma. Pero ahora bebe dela fuente de la alegrıa, y su alegrıa sera eterna.Fue humillado, y por un corto tiempo fue oprobiode los hombres y desecho del pueblo (Sal 21,7),pero Dios le exalto, y le otorgo el Nombre queesta sobre todo nombre, para que al nombre deJesus, toda rodilla se doble, en los cielos, en latierra y en los abismos (Fil 2,9-10). Por otrolado, los perfidos judıos se regocijaron duranteuna hora por Cristo y sus sufrimientos. Judas poruna hora disfruto el precio de su avaricia: unaspocas monedas de plata. Pilato por una hora se

glorifico porque no habıa perdido la amistad deTiberio, y habıa vuelto a ganar la de Herodes.Pero por casi dos mil anos han estado sufriendolos tormentos del infierno, y sus gritos de des-esperanza seran escuchados por siempre y parasiempre. Desde su miseria, todos los siervos de laCruz pueden aprender cuan bueno y fructuoso esser humildes, dociles, pacientes, cargar su Cruzen esta vida, seguir a Cristo como su guıa, y deninguna manera envidiar a aquellos que parecenestar alegres en este mundo. Las vidas de Cristoy de sus apostoles y martires son un verdaderocomentario a las palabras del Senor de senores.Bienaventurados los pobres, bienaventurados losmansos, bienaventurados los que lloran, bienaven-turados los perseguidos por causa de la justicia,porque de ellos es el Reino de los Cielos (Mt5,3; Mt 5,10) Y por otro lado ay de vosotros losricos, porque habeis recibido vuestro consuelo. Ayde vosotros, los que ahora estais hartos, porquetendreis hambre. Ay de los que reıs ahora, porquetendreis afliccion y llanto (Lc 6,24; Lc 6,25).

Aunque ni las palabras, ni la vida y muerte deCristo son entendidas o seguidas por el mundo,aun quien sea que desee dejar los afanes del mundoy entrar en su corazon y meditar seriamentey decirse a si mismo: Escuchare lo que Diosme va a hablar (Sal 84,9), e importuna a suDivino Senor con humilde plegaria y lamento deespıritu, entendera sin dificultad toda la verdad,y la verdad lo hara libre de todos sus errores, y loque antes parecıa imposible sera entonces facil.

Capıtulo XV

El tercer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la sexta palabra dicha por

Cristo en la Cruz

El tercer fruto a ser recogido por la consideracionde la sexta palabra es que debemos aprender a sersacerdotes espirituales, para ofrecer a Dios sacrifi-cios espirituales (1Pe 2,5), como nos dice San Pe-dro, o como advierte San Pablo, ofrecer nuestroscuerpos como una vıctima viva, santa, agradablea Dios, nuestro culto racional (Rm 12,1). Pues siesta palabra Todo esta cumplido nos muestra queel Sacrificio de nuestro Sumo Sacerdote ha sidocumplido en la Cruz, es justo y propio que losdiscıpulos de un Dios crucificado, deseosos, hastadonde puedan, de imitar a su Senor, se ofrezcanellos mismos como un sacrificio a Dios, de acuerdoa su debilidad y pobreza. Ciertamente, San Pedrodice que todos los cristianos son sacerdotes, noestrictamente como aquellos que son ordenadospor obispos en la Santa Iglesia Catolica para ofre-cer el Sacrificio del Cuerpo y Sangre de Cristo,sino sacerdotes espirituales para ofrecer vıctimasespirituales, no tales como leemos en el Antiguo

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Testamento, ovejas y bueyes, tortolas y palomas,o la Vıctima del Nuevo Testamento, el Cuerpode Cristo en la Sagrada Eucaristıa, sino vıctimasmısticas que pueden ser ofrecidas por todos, comola oracion y la alabanza y las obras buenas ylos ayunos y las obras de misericordia, como diceSan Pablo: ofrezcamos siempre un sacrificio dealabanza a Dios, es decir, el fruto de los labiosque confiesan su Nombre (Heb 13,15). En su Car-ta a los Romanos, el mismo Apostol nos dice,resaltandolo de manera especial, que ofrezcamosa Dios el sacrificio mıstico de nuestros cuerpostras los sacrificios de la Antigua Ley, que eranregulados por cuatro decretos. El primero era quela vıctima debıa ser algo consagrado a Dios, porlo que era ilegıtimo darle algun uso profano. Elsegundo era que la vıctima debıa ser una creaturaviviente, como una oveja, una cabra o un ternero.El tercero, que debıa ser sagrado, es decir, limpio,pues los judıos consideraban algunos animales lim-pios y otros no. Ovejas, bueyes, cabras, tortolas,gorriones y palomas eran limpios, mientras queel caballo, el leon, el zorro, el aguila, el cuervo,entre otros, no eran limpios. El cuarto, que lavıctima debıa ser quemada, y despedir un olor desuavidad. Todas estas cosas enumera el Apostol.Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordiade Dios, a que ofrezcais vuestros cuerpos comouna vıctima viva, santa, agradable a Dios, talsera vuestro culto espiritual (Rm 12,1). Comoentiendo al Apostol, no nos esta exhortando aofrecer un sacrificio estrictamente hablando, comosi quisiese que nuestros cuerpos fuesen muertos yquemados, como los cuerpos de las ovejas al serofrecidas en sacrificio, sino ofrecer un sacrificiomıstico y razonable, un sacrificio que es similar,pero no igual, espiritual y no corporal. El Apostolpor tanto nos exhorta a la imitacion de Cristo yaque El ofrecio en la Cruz para beneficio nuestroel Sacrificio de su Cuerpo en una muerte real yverdadera, para que, por honor suyo, ofrezcamosnuestros cuerpos como vıctimas vivas, santas yperfectas, una vıctima que es agradable a Dios,y que es de manera espiritual muerta y quemada.

Daremos ahora algunas palabras de explicacion enrelacion a los cuatro decretos que regulan los sacri-ficios judıos. En primer lugar, nuestros cuerpos de-ben ser vıctimas consagradas a Dios, que debemosusar para el honor de Dios. Pues no debemos mirara nuestros cuerpos como propiedad nuestra, sinocomo propiedad de Dios, a quien estamos consa-grados por el Bautismo, y que nos ha comprado engran precio, como dice el Apostol a los Corintios.Ni seamos tampoco meras vıctimas, sino vıctimasvivas por la vida de la gracia y el Espıritu Santo.Pues aquellos muertos por el pecado no son vıcti-mas de Dios, sino del demonio, que mata nuestrasalmas y se regocija en su destruccion. NuestroDios, que siempre fue y es la fuente de la vida,

no le habrıa ofrecido a El fetidos despojos que noson aptos para nada sino para ser arrojados a lasbestias. En segundo lugar, debemos tener muchocuidado en preservar esta vida de nuestras almaspara que podamos ofrecer nuestro culto espiritual.Ni es suficiente para la vıctima estar viva. Debe sertambien santa. Un sacrificio viviente y santo, diceSan Pablo. La oblacion de vıctimas limpias fue unsacrificio santo. Como hemos dicho antes, algunoscuadrupedos eran limpios, como las ovejas, cabrasy bueyes, y algunas aves eran limpias, como lastortolas, gorriones y palomas. La primera clasede animales significan la vida activa, la ultimala contemplativa. Consecuentemente, si aquellosque llevan una vida activa entre los fieles deseanofrecerse a sı mismos como vıctimas santas a Dios,deben imitar la simplicidad y la mansedumbre delcordero, que no conoce venganza, la laboriosidad yla seriedad del buey, que no busca reposo, ni correvanamente de aquı para alla, sino soporta su cargay arrastra su arado y trabaja asiduamente en elcultivo de la tierra, y finalmente, la agilidad de lacabra al trepar las montanas y su rapidez en de-tectar objetos desde lejos. No deben descansar sa-tisfechos con solo ser mansos, ni realizando ciertastareas. Deben alzar sus corazones por la oracionfrecuente y contemplar las cosas que estan arriba.Pues ¿como pueden realizar sus acciones por lagloria de Dios y hacerlas ascender como inciensode sacrificio ante El, si raramente o nunca piensanen Dios, ni lo buscan, y no estan por medio de lameditacion ardiendo con su Amor? La vida activadel cristiano no debe estar completamente separa-da de la contemplativa, ası como la contemplativano debe estar enteramente separada de la activa.Aquellos que no siguen el ejemplo de los bueyesy corderos y cabras en su trabajo continuo y utilpor su Senor, sino que desean y buscan su propiacomodidad temporal, no pueden ofrecer a Diosuna vıctima santa. Se parecen mas a bestias fero-ces y carnıvoras, como lobos, perros, osos, y cuer-vos, que hacen de su estomago un dios, y siguenlas huellas del leon rugiente que ronda buscandoa quien devorar (1Pt 5,8). Aquellos cristianos quesiguen una vida contemplativa y buscan ofrecersecomo vıctimas vivas y santas a Dios deben imitarla soledad de la tortola, la pureza de la paloma, laprudencia del gorrion. La soledad de la tortola esaplicable principalmente a los monjes y ermitanos,que no tienen comunicacion con el mundo y estanenteramente dedicados a la contemplacion de Diosy cantando sus alabanzas. La pureza y la fecun-didad de la paloma es necesaria para los obisposy sacerdotes, que se relacionan con los hombresy han de engendrar y criar hijos espirituales, ysera difıcil para ellos imitar tal pureza y fecun-didad a menos que frecuentemente vuelen haciasu paıs celestial por la contemplacion, y por lacaridad condescender a socorrer las necesidades de

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los hombres. Hay el peligro de que se abandonenenteramente a la contemplacion y no engendrenhijos espirituales, o de volverse tan llenos de tra-bajo que se contaminen con deseos mundanos, ymientras estan ansiosos por salvar las almas de losdemas, se conviertan ellos -que Dios lo impida- ennaufragos. La prudencia del gorrion es necesariatanto para los contemplativos como para aquellosque se entregan a las tareas activas del ministerio.Hay tanto gorriones de cerca como gorriones decasa. Los gorriones de cerca muestran mucho cui-dado en evitar las redes y las trampas puestas paraellos, y los gorriones de casa, que viven proximosal hombre, nunca se convierten en amigos delhombre, y con dificultad son capturados. Ası loscristianos, y de manera especial los sacerdotes ymonjes, deben imitar la prudencia del gorrion paraevitar caer en las redes y trampas puestas paraellos por el diablo, y cuando tratan con hombres,lo hacen solo para beneficio del projimo, evitandocualquier familiaridad con el, especialmente conlas mujeres, escapando de conversaciones vanas,declinando invitaciones, y no estando presentes enactuaciones o teatros.

El ultimo decreto en relacion a los sacrificiosera que la vıctima fuera no solo viva y santa,sino tambien agradable, esto es, dar un suavısimoolor, de acuerdo a lo que dice la Escritura: Yel Senor aspiro un suave aroma (Gen 8,21), yCristo se entrego por nosotros como oblacion yvıctima de suave aroma (Ef 5,2). Era necesarioque la vıctima, para poder desprender este aromatan agradable a Dios, este tanto muerta comoquemada. Esto tiene lugar en el sacrificio mısticoy razonable del cual estamos hablando, cuandola concupiscencia de la carne es completamentesubyugada y abrasada por el fuego de la caridad.Nada mas eficaz, veloz y perfecto para mortificarla concupiscencia de la carne que un sincero amorde Dios. Pues El es el Rey y Senor de todoslos afectos de nuestro corazon, y todos nuestrosafectos son gobernados por El y dependen de El,sean aquellos de temor o esperanza, de deseo uodio, o ira, o cualquier otra inquietud de men-te. Ahora bien, el amor rinde nada mas que unamor mas fuerte, y consecuentemente, cuando elamor Divino posee completamente el corazon delhombre y lo enciende en llamas, todos los deseoscarnales se rinden a el, y siendo completamentesubyugados, no nos ocasionan ninguna inquietud.Y por tanto, ardientes aspiraciones y oracionesfervorosas ascienden de nuestros corazones comoincienso ante el trono de Dios. Este es el sacrificioque Dios pide de nosotros, y al que el Apostol nosexhorta a estar lo mas prontamente preparadospara ofrecer. San Pablo usa un argumento muyfuerte para persuadirnos de ello, ası como es ensı mismo duro y lleno de dificultad. Su argumen-to es expresado en estas palabras: Os exhorto,

pues, hermanos, por la misericordia de Dios, aque ofrezcais vuestros cuerpos como una vıctimaviva (Rm 12,1). En el texto griego encontramos lapalabra misericordias usada en vez de misericor-dia. ¿Que y cuantas son las misericordias de Diospor las que el Apostol nos exhorta? En primerlugar esta la creacion, por la que fuimos hechosalgo mientras que antes eramos nada. En segundolugar, aunque Dios Todopoderoso no tenıa nece-sidad de nuestro servicio, nos ha hecho siervossuyos, porque desea que hagamos algo por lo quepueda recompensarnos. En tercer lugar, nos hizoa su imagen, y nos hizo capaces de conocerlo yamarlo. En cuarto lugar, nos hizo, a traves deCristo, sus hijos adoptivos y coherederos de su Hi-jo Unigenito. En quinto lugar, nos hizo miembrosde su Esposa, de aquella Iglesia de la cual El esla Cabeza. Por ultimo, se ofrecio a sı mismo en laCruz, como oblacion y vıctima de suave aroma (Ef5,2), para redimirnos de la esclavitud y lavarnosde nuestra iniquidad, para que pueda presentar aEl una Iglesia gloriosa, sin que tenga mancha niarruga (Ef 5,27). Estas son las misericordias deDios por las que el Apostol nos exhorta, comosi dijera: el Senor ha derramado tantas graciassobre vosotros, que ni las mereceis, ni las habeispedido, ¿y aun teneis como cosa difıcil el ofreceosa vosotros mismos a Dios como vıctimas vivas,santas y razonables? En verdad, lejos de ser difıcil,deberıa parecer, para cualquiera que atentamenteconsidera todas las circunstancias, facil y ligero yagradable y placentero servir a tan buen Dios connuestro corazon entero a traves de todo tiempo,y tras el ejemplo de Cristo, ofrecernos a nosotrosenteramente a El como una vıctima, una oblacion,y un holocausto en olor de suavidad.

Capıtulo XVI

El cuarto fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la sexta palabra dicha por

Cristo en la Cruz

Un cuarto fruto puede ser cosechado de una cuar-ta explicacion de la palabra Todo esta cumplido.Pues si es verdad, como muy ciertamente es, queDios por los meritos de Cristo nos ha libradode la servidumbre del diablo, y nos ha colocadoen el reino de su amado Hijo, preguntemos, yno desistamos en nuestra indagacion hasta quehayamos encontrado alguna razon, por que tan-ta gente prefiere la esclavitud del enemigo de lahumanidad, en vez del servicio a Cristo, nuestroamabilısimo Senor, y escoger el arder para siempreen las llamas del infierno con Satanas, en vez dereinar felicısimos en la gloria eterna con Nues-tro Senor Jesucristo. La unica razon que halloes que el servicio a Cristo empieza con la Cruz.Es necesario crucificar la carne con sus vicios y

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concupiscencias. Este trago amargo, este caliz dehiel, naturalmente produce nausea en el hombrefragil, y es muchas veces la unica razon por lacual preferirıa ser esclavo de sus pasiones queser Senor de ellas por tal remedio. Un hombresin razon, ciertamente, o mas aun no un hom-bre sino una bestia, pues un hombre despojadode su razon es tal, puede ser gobernado por susdeseos y apetitos. Pero como el hombre es dotadode razon, ciertamente sabe o deberıa saber queaquel que es mandado crucificar su carne con susvicios y concupiscencias debe insistir en guardareste precepto, particularmente al ser asistido porla gracia de Dios para hacer tal, y que NuestroSenor, como buen doctor, prepara de tal maneraesta amarga pocion en orden a que pueda serbebida sin dificultad. Mas aun, si alguno de noso-tros individualmente fuera la primera persona ala que estas palabras fuesen dirigidas Toma tucruz y sıgueme, tal vez tendrıamos una excusapara dudar y desconfiar de nuestras fuerzas, y noatrevernos a poner nuestras manos sobre una cruzque consideramos incapaces de cargar.

Pero como no solamente hombres, sino inclusoninos de tierna edad han valientemente tomadola Cruz de Cristo, la han cargado pacientemen-te, y han crucificado su carne con sus vicios yconcupiscencias, ¿por que habremos de temer?¿Por que habremos de dudar? San Agustın fuevencido por este argumento, y de una vez do-mino sus concupiscencias carnales que por anoshabıa considerado inconquistables. Puso delantede los ojos de su alma a tantos hombres y mujeresque habıan llevado vidas castas, y se dijo a simismo: ¿Por que no puedes hacer lo que tantos deambos sexos han hecho confiando no en su propiafuerza, sino en el Senor su Dios? Lo que ha sidodicho de la concupiscencia de la carne, puede serdicho con igual fuerza de la concupiscencia de losojos, que es la avaricia y el orgullo de la vida.No hay vicio que con la asistencia de Dios nopueda ser superado, y no hay razon para temerque Dios se rehusara a ayudarnos. San Leon dice:Dios Todopoderoso insiste con justicia que guarde-mos sus mandamientos pues El nos previene consu gracia. Miserables y locas y necias son, pues,aquellas almas que prefieren llevar cinco yugos debueyes bajo el mando de Satanas, y con trabajo ypena ser esclavos de sus sentidos, y finalmente sertorturados para siempre con su senor, el diablo,en las llamas del infierno, que someterse al yugode Cristo, que es dulce y ligero, y hallar descansopara sus almas en esta vida, y en la proxima vidauna corona eterna con su Rey en interminablegloria.

Capıtulo XVII

El quinto fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la sexta palabra dicha por

Cristo en la Cruz

Un quinto fruto puede ser recogido de esta pa-labra, pues podemos aplicarla a la edificacion dela Iglesia que fue perfeccionada en la Cruz, comootra Eva formada de la costilla de otro Adan. Yeste misterio deberıa ensenarnos a amar la Cruz,honrar la Cruz, y estar estrechamente unidos ala Cruz. ¿Pues quien no ama el lugar de naci-miento de su madre? Todos los fieles tienen unaextraordinaria veneracion por el sagrado hogar deLoreto, porque es el lugar de nacimiento de laVirgen Madre de Dios, y ahı en su vientre virginalElla concibio a Jesucristo Nuestro Senor, como elangel anuncio a San Jose: Porque lo engendrado enElla es del Espıritu Santo (Mt 1,20). Ası la SantaIglesia Catolica Romana, consciente del lugar desu nacimiento, tiene a la Cruz plantada en todolugar, y en todo lugar exhibida. Somos ensenadosa hacerla sobre nosotros mismos, la vemos enlas iglesias y casas. La Iglesia no confiere ningunsacramento sin la Cruz, no bendice nada sin elsigno de la Cruz, y nosotros, los hijos de la Igle-sia, manifestamos nuestro amor a la Cruz cuandopacientemente sobrellevamos las adversidades poramor a nuestro Dios crucificado. Esto es gloriarseen la Cruz. Esto es hacer lo que dijo el Apostol:Ellos marcharon de la presencia del Sanedrın con-tentos por haber sido considerados dignos de sufrirultrajes por el Nombre de Jesus (At 5,41). San Pa-blo simplemente nos da a entender lo que el quieredecir por glorificarse en la Cruz cuando dice: Nosgloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo quela tribulacion engendra la paciencia, la paciencia,virtud probada, la virtud probada, esperanza, y laesperanza no falla, porque el amor de Dios ha sidoderramado en nuestros corazones por el EspırituSanto que nos ha sido dado (Rm 5,3-5). Y nueva-mente en su Carta a los Galatas: Dios me libre degloriarme si no es en la Cruz de Nuestro SenorJesucristo, por la cual el mundo es para mı uncrucificado, y yo un crucificado para el mundo(Gal 6,14). Esto es ciertamente el triunfo de laCruz, cuando el mundo con sus pompas y placeresesta muerto para el alma cristiana que ama aCristo crucificado, y el alma esta muerta para elmundo al amar las tribulaciones y el desprecio queel mundo odia, y odiando los placeres de la carne,y el aplauso vacıo de hombres a los que ama elmundo. De esta manera el verdadero siervo deDios rinde tan perfectamente que tambien puededecirse de el: esta cumplido.

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Capıtulo XVIII

El sexto fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la sexta palabra dicha por

Cristo en la Cruz

El ultimo fruto en ser cosechado de la considera-cion de esta palabra ha de ser recogido de la per-severancia que Nuestro Senor exhibio en la Cruz.Somos ensenados por esta palabra, Todo esta cum-plido, como Nuestro Senor perfecciono tanto laobra de su Pasion desde el principio hasta el finque nada le faltaba: Las obras de Dios son perfec-tas (Deu 32,24). Y como Dios Padre completo laobra de la creacion en el sexto dıa y descanso elseptimo, ası el Hijo de Dios completo la obra denuestra redencion en el sexto dıa y descanso en elsueno de la muerte el septimo. En vano los judıoslo provocaban: Si El es el Rey de Israel que bajede la Cruz y creeremos en El (Mt 27,42). Conmayor verdad exclamaba San Bernardo: Porquees el Rey de Israel, no abandonara el emblema desu realeza. No nos dara una excusa para fallaren nuestra perseverancia, que sola es coronada:no hara torpes las lenguas de los predicadores,ni mudos los labios de aquellos que consuelan alos debiles, ni vacıas las palabras de aquellos cu-yo deber es decir a todos: no abandoneis vuestracruz, pues sin duda cada alma individual hubierarespondido si pudiese: He abandonado mi cruz,porque Cristo deserto primero de la suya. Cristopersevero en su Cruz incluso hasta su muerte, paraperfeccionar tanto su obra que nada le faltase, ydejarnos ejemplo de perseverancia en todo sentidodigno de nuestra admiracion. Es facil ciertamentepermanecer en lugares que nos acomodan, o per-severar en tareas que nos agradan, pero es muydifıcil quedarse en el puesto de uno cuando haytanto dolor a ser aliviado, o continuar en unaocupacion en la que hay tanta ansiedad ligadaa ella. Pero si pudiesemos entender la razon queindujo a Nuestro Senor a perseverar en la Cruz,deberıamos estar completamente convencidos quetenemos que cargar nuestra cruz con constancia, yde ser necesario, cargarla con coraje incluso hastanuestra muerte. Si fijamos los ojos solamente enla Cruz no podemos sino llenarnos de horror a lavista de tal instrumento de muerte. Pero si fijamosnuestros ojos en El que nos exhorta a cargar laCruz, y en el lugar al que la Cruz nos llevara,y en el fruto que la Cruz produce en nosotros,entonces, en vez de aparecer llena de dificultadesy obstaculos, sera facil y agradable perseveraren llevarla, e incluso permanecer con constanciaclavados en ella.

¿Entonces por que Cristo persevero tanto colgadode su Cruz incluso hasta la muerte sin un lamentoo una murmuracion? La primera razon es el amorque tenıa por su Padre: La copa que me ha dadoel Padre, ¿no la he de beber? (Jn 18,11). Cristoamo a su Padre y el Padre amo a su Hijo Unigenito

con un amor igualmente inefable. Y cuando vio elcaliz del sufrimiento ofrecido a El por su todobueno y todo amoroso Padre en tal manera que Elno pudo concluir sino que era ofrecido a El por lamejor de las razones, no nos ha de maravillar quetomara hasta los residuos con la mayor prontitud.El Padre habıa hecho una fiesta de bodas parasu Hijo, y le habıa dado por Esposa la Iglesia,ciertamente desfigurada y deformada, pero que Elhabıa de limpiar amorosamente en el bano de supreciosa Sangre y hacerla hermosa, sin manchani arruga (Ef 5,27). Cristo por su lado amo ca-rinosamente a la Esposa dada a El por su Padre,y no dudo en derramar su Sangre para hacerlahermosa y atractiva. Si Jacob sudo por siete anosalimentando a los rebanos de Laban, sufrio el calory el frıo y la falta de sueno para poder casarse conRaquel, y si estos siete anos de trabajos pasarontan rapidamente que parecieron sino pocos dıasdada la grandeza de su amor (Gen 29,20), y otrossiete anos parecieron igualmente cortos, no debesorprendernos que el Hijo de Dios deseo ser col-gado de la Cruz por tres horas por su Esposa, laIglesia, que habıa de ser madre de tantos miles desantos y de tantos hijos de Dios. Mas aun, al beberal amargo caliz de su Pasion, Cristo estaba llevadono solo por su Amor al Padre y a su Esposa, sinotambien por la exaltada gloria y la ilimitada yeterna alegrıa que iba a asegurar por medio desu Cruz. Se humillo a sı mismo, siendo obedientehasta la muerte, y muerte de Cruz. Por lo cualDios lo exalto, y le dio el Nombre que esta sobretodo nombre: para que al Nombre de Jesus todarodilla se doble, en el cielo, en la tierra, y en losabismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesuses Senor para gloria de Dios Padre (Fil 2,8-11).Al ejemplo que Cristo nos ha puesto, anadamostambien el ejemplo que los Apostoles manifiestanpara que imitemos. San Pablo en su Carta a losRomanos, luego de enumerar sus propias crucesy las de sus companeros, pregunta: ¿Quien nosseparara del amor de Cristo? ¿La tribulacion?¿La angustia? ¿La persecucion? ¿El hambre? ¿Ladesnudez? ¿Los peligros? ¿La espada? Como dicela Escritura: por Tu causa somos muertos todo eldıa, tratados como ovejas destinadas al matadero.Y contesta su propia pregunta: Pero en todo estovencemos gracias a Aquel que nos amo (Rm 8,35-37). No debemos preocuparnos del sufrimientoque las cruces significan si deseamos permanecerfirmes en sobrellevarlas, sino alentarnos a nosotrosmismos por el amor de aquel Dios que tanto nosamo que entrego a su unico Hijo por nuestrorescate; o incluso manteniendo fijos nuestros ojosen Aquel Hijo de Dios que nos amo y se dio ası mismo por nosotros (Tt 2,14). En su Carta alos Corintios, el mismo Apostol dice: Estoy llenode consuelo y sobreabundo de gozo en todas nues-tras tribulaciones (2Co 7,4). ¿Cuando surgio estaconsolacion y este gozo que lo hace, por ası decirlo,

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impasible en toda afliccion? El nos da la respuesta:la leve tribulacion de un momento nos produce,sobre toda medida, un pesado caudal de gloriaeterna ( 2Co 4,17). Por tanto la contemplacionde la corona que lo aguardaba, y el pensamien-to que siempre guardo ante el, valıa por todaslas pruebas de esta vida momentanea y trivial.¿Que persecucion, clama San Cipriano, puede pre-valecer ante tales pensamientos? (Cyprian., Lib.de Exhort. Martyr). Como segundo modelo toma-remos la conducta de San Andres, que no miro lacruz en la que iba a ser colgado por dos dıascomo una horca, sino que la abrazo como a unamigo, y cuando los espectadores de su ejecucionquerıan bajarlo, de ninguna manera lo consentıa,pues deseaba permanecer unido a la cruz inclusohasta su muerte. Y esta no es la accion de unapersona loca o necia, sino de un apostol ilumi-nado y de un hombre lleno del Espıritu Santo.Todos los cristianos pueden aprender del ejem-plo de Cristo y sus apostoles como comportarsecuando no pueden descender de su cruz, esto es,cuando no se pueden liberar de alguna afliccionparticular o no pueden sufrir sin pecar. En primerlugar, la vida de cada religioso ligado por los votosde pobreza, castidad y obediencia, es comparadaal martirio del cual no debe huir. Si un esposoesta casado a una esposa irascible, aspera y malhumorada, o una esposa esta casada a un hombrecuyo temperamento y caracter no es en lo masmınimo menos difıcil de tratar, como San Agustın,en sus Confesiones, nos asegura era la disposicionde su padre, el esposo de Santa Monica, entoncesla cruz debe ser valientemente cargada, pues launion es indisoluble. Los esclavos que han perdi-do su libertad, prisioneros condenados a servicioperpetuo, enfermos que sufren de una enfermedadincurable, los pobres que son tentados a asegurarel alivio momentaneo robando, todos y cada unohan de dirigir sus pensamientos, no a la cruz quecargan, sino a Aquel que ha puesto la cruz sobreellos, si desean perseverar cargandola con paz in-terior, y desean ganarse la inmensa recompensaque es prometida a ellos en el cielo cuando sussufrimientos acaben. Sin duda es Dios quien nosaflige con las cruces, y El es nuestro amadısimoPadre, y sin su participacion ni la tristeza ni laalegrıa pueden tener lugar en nosotros. Sin duda,tambien, cualquier cosa que nos pase por voluntadsuya es lo mejor para nosotros, y ha de ser tanagradable para nosotros como para llevarnos adecir con Cristo: El caliz que me ha dado el Padre¿no lo voy a beber? (Jn 18,11); y con el Apostol:Pero en todo eso vencemos gracias a Aquel quenos amo (Rm 8,37 ). En consecuencia, aquellosque no pueden dejar de lado su cruz sin pecardeben considerar, no su presente sufrimiento, sinola corona que les aguarda, y cuya posesion mas quecompensara todas las aflicciones, todos los dolores

de esta vida. Porque estimo que los sufrimientosdel tiempo presente no son comparables con la glo-ria que se ha de manifestar en nosotros (Rm 8,18),fue lo que dijo San Pablo de sı mismo, y el juicioque hizo sobre Moises fue: prefiriendo ser maltra-tado con el pueblo de Dios, a disfrutar el efımerogoce del pecado, estimando como riqueza mayorque los tesoros de Egipto, el oprobio de Cristo,porque tenıa los ojos puestos en la recompensa(Heb 11,25-26). Para consolacion de aquellos queson forzados a cargar la pesada carga de la cruz alo largo de muchos anos, no estara fuera de lugarrelatar brevemente la historia de dos almas queno perseveraron, y encontraron esperandolos unacruz mas pesada y eterna.

Cuando Judas el traidor empezo a reflexionarsobre lo detestable y enorme de su traicion, sesintio incapaz de soportar la verguenza y la con-fusion de encontrarse nuevamente con alguno delos apostoles o discıpulos de Cristo, y se colgo ası mismo con una soga. Lejos de escapar de laverguenza que temıa, solo cambio una cruz porotra mas pesada. Pues su confusion sera aun ma-yor cuando, el dıa del Juicio Final, tendra quepararse delante de todos los angeles y hombres,no solo como el traidor convicto de su Senor, sinocomo un asesino de sı mismo. Que necedad fuede su parte evitar una breve verguenza delantedel entonces pequeno rebano de Cristo, quieneshubieran sido mansos y buenos con el, como suSenor, y lo hubiesen confiado a la misericordia desu Redentor, y no tener que sufrir la infamia y laignominia que ha de sufrir cuando este delante ala vista de todas las creaturas como un traidor asu Dios y un suicida. El otro ejemplo es tomadodel panegırico de San Basilio sobre los cuarentamartires. En la persecucion del emperador Licinio,cuarenta soldados fueron condenados a muertepor su firme creencia en Cristo. Fueron ordenadosser expuestos desnudos durante la noche en unlago congelado, y ganar su corona por la lentaagonıa de ser congelados a muerte. Al lado del lagocongelado se tenıa preparado un bano caliente, alcual cualquiera que negara su fe tenıa la libertadde introducirse. Treinta y nueve de los martiresdirigieron sus pensamientos a la felicidad eternaque los esperaba, sin importarles su sufrimientoactual, que pronto acabarıa, perseverando con fa-cilidad en su fe, mereciendo recibir de las manosde Jesucristo su corona de gloria eterna. Perouno pondero y considero sus tormentos, no pudoperseverar, y se lanzo al bano caliente. Mientrasla sangre empezo correr nuevamente a traves desus miembros congelados, expiro su alma, que,marcada con la desgracia de ser un traidor a suDios, descendio directamente a los eternos tor-mentos del infierno. Buscando evadir la muerte,este infeliz desdichado la hallo, cambiando unatransitoria y comparativamente ligera cruz por

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una insoportable y eterna. Los imitadores de estosdos hombres miserables pueden ser hallados entreaquellos que abandonan su vida religiosa, que ale-jan de si el yugo que es suave y la carga que esligera, y cuando menos lo esperan, se encuentranatados como esclavos del yugo mas pesado desus numerosos apetitos que nunca satisfacen, yaplastados bajo la vejante carga de innumerablespecados. Aquellos que se niegan a cargar la Cruzde Cristo estan obligados a cargar las ataduras ycadenas de Satanas.

Capıtulo XIX

Explicacion literal de la septima palabra: Padre,en tus manos encomiendo mi Espıritu (Lc 23,46)

Hemos llegado a la ultima palabra que NuestroSenor pronuncio. En el momento de la muertede Jesus, dando un fuerte grito, dijo, Padre, entus manos encomiendo mi Espıritu (Lc 23,46).Explicaremos cada palabra separadamente.

Padre. Merecidamente llama a Dios su Padre, puesEl era un Hijo que habıa sido obediente a su Padreincluso hasta la muerte, y era propio que su ultimodeseo, que con seguridad iba a ser escuchado, seaprecedido por tan dulce nombre.

En tus manos. En las Sagradas Escrituras lasmanos de Dios significan la inteligencia y la vo-luntad de Dios, o en otras palabras, su sabidurıay poder, o tambien, la inteligencia de Dios queconoce todas las cosas, y la voluntad de Dios quepuede hacer todas las cosas. Con estos dos atribu-tos como manos, Dios hace todas las cosas, y nonecesita ningun instrumento en el cumplimientode su voluntad. San Leon dice: La voluntad deDios es su omnipotencia (Serm. ii. De Nativ.).En consecuencia, con Dios querer es hacer. Todocuanto quiso lo ha hecho (Sal 113,3).

Te encomiendo. Entrego a tu cuidado mi Vida,con la seguridad de que me sera devuelta cuandovenga el tiempo de mi resurreccion.

Mi espıritu. Hay diversidad de opinion en cuantoal significado de esta palabra. Ordinariamente lapalabra espıritu es sinonimo de alma, que es laforma substancial del cuerpo, pero puede signi-ficar tambien la vida misma, pues respirar es elsigno de la vida. Aquellos que respiran viven, ymueren los que dejan de respirar. Si por la pala-bra Espıritu entendemos aquı el alma de Cristo,debemos guardarnos de pensar que su alma, enel momento de la separacion del cuerpo, estabaen peligro. Estamos acostumbrados a encomendarcon muchas oraciones y ansiedades las almas delos agonizantes, porque estan a punto de aparecerdelante del tribunal de un Juez estricto para reci-bir su recompensa o castigo por sus pensamientos,

palabras y hechos. El alma de Cristo no estabaen tal necesidad, porque disfrutaba de la VisionBeatifica desde el tiempo de su creacion, estabaunida hipostaticamente a la persona del Hijo deDios, y podıa incluso ser llamada el Alma de Dios,y tambien porque dejaba el cuerpo victoriosa ytriunfante, objeto de terror para los demonios, yno un alma a ser asustada por ellos. Si la pala-bra espıritu es entonces tomada como sinonimode alma, el sentido de estas palabras de NuestroSenor Te encomiendo mi Espıritu es que el Almade Dios que estaba en el cuerpo como en un ta-bernaculo estaba a punto de lanzarse a las manosdel Padre como en un lugar de confianza, hastaque debiera regresar al cuerpo, de acuerdo a laspalabras del Libro de la Sabidurıa: Las almas delos justos estan en las manos de Dios (Sap 3,1).Sin embargo, el sentido comunmente aceptado dela palabra en este pasaje es la vida del cuerpo. Conesta interpretacion la palabra puede ser entoncesampliada. Entrego ahora mi aliento de vida, ymientras dejo de respirar, dejo de vivir. Pero estealiento, esta vida, te la confio a Tı, Padre mıo,para que en breve puedas nuevamente restituirlaa mi cuerpo. Nada de lo que guardas perece. EnTı todas las cosas viven. Con una palabra llamas ala existencias cosas que no eran, y con una palabradas la vida a aquellos que no la tenıan. Podemosentender que esta es la verdadera interpretacionde la palabra del salmo 30, uno de los versıculosque Nuestro Senor cita: Sacame de la red queme han tendido, que tu eres mi refugio; en tusmanos encomiendo mi espıritu (Sal 30,5-6). Eneste versıculo, el profeta claramente significa vidapor la palabra espıritu, pues pide a Dios preservarsu vida, y no sufrir muerte por sus enemigos. Siconsideramos el contexto en el Evangelio, esta cla-ro que este es el sentido que Nuestro Senor querıadarle. Pues luego de haber dicho Padre, en tusmanos encomiendo mi Espıritu, el Evangelistaanade: Y diciendo esto expiro (Lc 23,46). Ahorabien, expirar es lo mismo que cesar de respirar,caracterıstica solo de los que viven. No puedeser dicho del alma, que es la forma substancialdel cuerpo, como puede ser dicho del aire queinhalamos, que lo respiramos mientras vivimos,y que dejamos de respirarlo tan pronto morimos.Finalmente, nuestra interpretacion es aseguradapor las palabras de San Pablo: El cual habiendoofrecido en los dıas de su vida mortal ruegos ysuplicas con poderoso clamor y lagrimas al quepodıa salvarle de la muerte, fue escuchado porsu actitud reverente (Heb 5,7). Algunos autoresrefieren este pasaje a la oracion de Nuestro Senoren el huerto: Abba, Padre, todo es posible para tı,aparta de mı este caliz (Mc 14,36). Pero esto esincorrecto, pues Nuestro Senor en aquella ocasionni oro con un fuerte grito, ni fue escuchada suoracion, y El mismo no querıa ser escuchado paraser librado de la muerte. Oro para que el caliz de

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su Pasion fuera apartado de El para mostrar sunatural rechazo a la muerte, y para probar querealmente era hombre cuya naturaleza es temersu llegada. Y luego de esta oracion anadio: Peroque no se haga mi voluntad, sino la tuya (Mc14,36). En consecuencia, la oracion en el Huertono era la oracion a la que alude el Apostol ensu Carta a los Hebreos. Otros, refieren este textode San Pablo a la oracion que Cristo hizo en laCruz por aquellos que lo estaban crucificando. Pa-dre, perdonalos, porque no saben lo que hacen (Lc23,34). En aquella ocasion, sin embargo, NuestroSenor no oro con un fuerte grito, y no oro porsı mismo, ni tampoco oro para ser librado de lamuerte, siendo ambas de estas cosas mencionadasclaramente por el Apostol como el fin de la oracionde Nuestro Senor. Queda entonces que las pala-bras de San Pablo se deben referir a la oracionhecha por Cristo al morir: Padre, en tus manosencomiendo mi Espıritu (Lc 23,46). Esta plegaria,dice San Lucas, la hizo con fuerte voz: Y Jesus,dando un fuerte grito, dijo. Las palabras tanto deSan Pablo como San Lucas concuerdan con estainterpretacion. Mas aun, como dice San Pablo,Nuestro Senor oro para ser salvado de la muerte, yesto no puede significar que oro para ser salvado dela muerte en la Cruz, pues en ese caso su plegariano fue escuchada, y el Apostol nos asegura quefue escuchada. El verdadero significado es queEl oro para no ser devorado por la muerte, sinosolamente para probar la muerte y luego regresara la vida. Esta es la explicacion evidente de estaspalabras: Habiendo ofrecido ruegos y suplicas conpoderoso clamor de lagrimas al que podıa salvarlede la muerte (Heb 5,7). Nuestro Senor no podıasino saber que El iba a morir ya que estaba tancerca de la muerte, y deseo ser librado de la muertesolo en el sentido de no ser cautivo de la muerte.En otras palabras, oro por su pronta resurreccion,y su oracion fue rapidamente concedida, pues sealzo triunfante el tercer dıa. Esta interpretaciondel pasaje de San Pablo prueba mas alla de todaduda que cuando el Senor dijo: En tus manosencomiendo mi Espıritu, la palabra espıritu essinonimo de vida y no de alma. Nuestro Senor noestaba ansioso por su Alma, pues la sabıa segura,pues gozaba ya de la Vision Beatıfica, y habıavisto a su Dios cara a cara desde el momentode su creacion, pero estaba ansioso por su cuer-po, sabiendo con anticipacion que pronto estarıaprivado de vida, y oro para que su cuerpo noeste largo tiempo en el sueno de la muerte. Estaoracion fue tiernamente escuchada y concedidaabundantemente.

Capıtulo XX

El primer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la septima palabra dicha por

Cristo en la Cruz

De acuerdo a la practica que hasta ahora hemosseguido, recogeremos algunos frutos de la conside-racion de la ultima palabra dicha por Cristo en laCruz, y de su muerte que sucedio inmediatamente.Y primero mostraremos la sabidurıa, el poder, yla infinita caridad de Dios desde la misma circuns-tancia que parece acompanada de tanta debilidade insensatez. Su fuerza es claramente manifestadaen esto: que Nuestro Senor murio mientras gritabacon fuerte voz. De esto concluimos que si hubiesesido su voluntad no habrıa tenido que morir, peromurio porque ası quiso. Como regla, las personasa punto de morir pierden gradualmente su fuerzay su voz, y en el ultimo instante no son capacesde articular palabra. Y ası, no fue sin razon que elCenturion, al escuchar grito tan fuerte proferidode los labios de Cristo, que habıa perdido casihasta la ultima gota de su sangre, exclamo: Ver-daderamente este era el Hijo de Dios (Mt 27,54).Cristo es un Senor poderoso, tanto que mostro sufuerza incluso en su muerte, no solo al gritarfuertemente con sus ultimas fuerzas, sino tambienal hacer temblar la tierra, quebrando las rocas enpedazos, abriendo tumbas, y rasgando el velo delTemplo. Sabemos, por autoridad de San Marcos,que todas estas cosas ocurrieron en la muerte deCristo, y todos y cada uno de estos eventos tienesu significado oculto, en el que es manifestadasu Divina sabidurıa. El terremoto y el quebrarsede las rocas manifesto que su Muerte y Pasionmoverıan a muchos hombres a arrepentirse, y sua-vizarıa los corazones mas duros. San Lucas daesta interpretacion a estos misteriosos presagios,pues luego de mencionarlos, anade que lo judıosse volvieron tras haber presenciado la Crucifixiongolpeandose el pecho (Lc 23,48). El abrirse delas tumbas prefiguro la gloriosa resurreccion delos muertos, que fue uno de los resultados de lamuerte de Cristo. El rasgado del velo del Templo,por lo cual el Santo de los Santos podıa ser visto,fue prenda de que el Cielo serıa abierto por losmeritos de su Muerte y Pasion, y que todos lospredestinados verıan entonces a Dios cara a cara.Ni tampoco fue su sabidurıa manifestada solamen-te en estos signos y maravillas. Fue manifestadatambien produciendo vida de la muerte, como fueprefigurado por Moises al producir agua de la roca(Num 20,11), y por el sımil en el que Cristo secompara a sı mismo como a un grano de trigo(Jn 12,24). Pues ası como es necesario para elgrano morir para dar fruto, ası por su Muerte enla Cruz Cristo enriquecio por la vida de graciainnumerables multitudes de todas las naciones.

San Pedro expresa la misma idea cuando hablade Jesucristo como devorando la muerte para que

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fuesemos herederos de la vida eterna (1Pe 3,22).Como si dijera: el primer hombre probo el frutoprohibido y sujeto su posteridad a la muerte; elSegundo Hombre probo la amarga fruta de lamuerte, y todos los que renacen en El reciben lavida eterna. Finalmente, su sabidurıa fue mani-festada en el modo de su Muerte, pues desde esemomento la Cruz, a lo que no habıa habido nadamas ignominioso y desgraciado, se convirtio enemblema tan digno y glorioso que incluso los reyeslo consideran un honor usarlo como ornamento.En su adoracion de la Cruz, la Iglesia canta: Sua-ves son los clavos, y suave la madera, que soportaun peso tan suave y bueno. San Andres, al mirarla cruz en la que iba a ser crucificado, exclamo:Salve, preciosa cruz, que has sido adornada por lospreciosos miembros de mi Senor. Largo tiempo tehe deseado, ardientemente te he buscado, ininte-rrumpidamente te he amado, y ahora te encuentrolista para recibir mi anhelante alma. Seguro ylleno de alegrıa vengo a tı, recıbeme pues en tuabrazo, ya que soy discıpulo de Cristo mi Senor,que me redimio al colgar de ti.

Que decir ahora de la infinita caridad de Dios.Previamente a su muerte Nuestro Senor dijo: Na-die tiene mayor amor que el que da la vida por susamigos (Jn 15,13). Cristo literalmente dio su vida,pues nadie podıa privarlo de ella en contra de suvoluntad. Nadie me la quita, yo la doy voluntaria-mente (Jn 10,18). Un hombre no puede mostrarmayor amor por su amigos que dando la vida porellos, puesto que nada es mas precioso o queridoque la vida, ya que es el fundamento de todafelicidad. Pues ¿de que le servira al hombre ganarel mundo entero, si pierde su alma? (Mt 16,26),esto es, su vida. Cada uno instintivamente rechazacon todas sus fuerzas un ataque en contra de suvida. Leemos en Job: Piel por piel, todo lo que elhombre posee lo da por su vida (Job 2,4). Hastaahora, sin embargo, hemos visto este hecho en unamanera general. Descenderemos ahora a lo parti-cular. De muchos modos, y de inefable manera,Cristo mostro su amor hacia toda la raza humana,y hacia cada individuo, al morir en la Cruz. Enprimer lugar, su vida era la mas preciosa de todaslas vidas, puesto que era la vida del Hombre-Dios,la vida del mas poderoso de los reyes, la vida delmas sabio de los doctores, la vida del mejor delos hombres. En segundo lugar, El dio su vida porsus enemigos, por los pecadores, por los desdicha-dos ingratos. Mas aun, dio su vida para que alprecio de su misma Sangre estos pecadores, estosdesdichados ingratos, puedan ser arrebatados delas llamas del infierno. Y finalmente, dio su vidapara hacer a estos enemigos, estos pecadores, estosdesdichados ingratos, sus hermanos y co-herederosy conjuntamente poseedores con El de la alegrıaeterna en el Reino de los Cielos. ¿Podra haberuna sola alma tan endurecida e ingrata para no

amar a Jesucristo con todo su corazon? Oh Dios,convierte a Tı nuestros corazones de piedra, yno solo nuestros corazones, sino los corazones detodos los cristianos, los corazones de todos loshombres, incluso los corazones de los infieles quenunca te han conocido, y de los ateos que te hannegado.

Capıtulo XXI

El segundo fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la septima palabra dicha por

Cristo en la Cruz

Otro y muy provechoso fruto serıa cosechado dela consideracion de esta palabra si pudiesemoshacernos el habito de repetirnos continuamente laoracion que Cristo nuestro Senor nos enseno enla Cruz con su ultimo aliento: En tus manos en-comiendo mi Espıritu (Lc 23,46 ). Nuestro Senorno tenıa necesidad como nosotros para hacer taloracion. El era el Hijo de Dios. Nosotros somossiervos y pecadores, y en consecuencia nuestraSanta Madre y Senora, la Iglesia, nos ensena ahacer constante uso de esta plegaria, y repetir nosolo la parte que uso nuestro Senor, sino entera,como la hallamos en los Salmos de David: Entus manos encomiendo mi espıritu, Tu me hasredimido, Senor, Dios de la verdad (Sal 30,6).Nuestro Senor omitio la ultima parte del versıculoporque El era el Redentor y no uno a ser redi-mido, pero aquel que ha sido redimido con supreciosa Sangre no debe omitirlo. Mas aun, Cristo,como el Hijo Unigenito de Dios, oro a su Padre.Nosotros, por otro lado, oramos a Cristo comonuestro Redentor, y en consecuencia no decimosPadre, en tus manos encomiendo mi espıritu, sinoen tus manos, Senor, encomiendo mi espıritu,Tu me has redimido, Senor, Dios de la verdad. Elproto-martir San Esteban fue el primero en usaresta oracion cuando en el momento de su muerteexclamo: Senor Jesus, recibe mi espıritu (At 7,58).

Nuestra Santa Madre Iglesia nos ensena a haceruso de esta jaculatoria en tres distintas ocasiones.Nos ensena a decirla diariamente al comienzo delas completas, como aquellos que recitan el Ofi-cio Divino pueden confirmarlo. En segundo lugar,cuando nos acercamos a la Sagrada Eucaristıa,luego del Domine non sum dignus, el sacerdotedice primero para sı mismo y luego para los otrosque comulgan: En tus manos, Senor, encomiendomi espıritu. Finalmente, al momento de la muerte,recomienda a todos los fieles imitar a su Senoral morir en el uso de esta plegaria. No hay dudade que somos ordenados a usar este versıculo enlas Completas, porque esa parte del Oficio Divinoes rezada al final del dıa, y San Basilio en susreglas explica cuan facil es al llegar la oscuridad,y empieza la noche, encomendar nuestro espıritu a

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Dios, para que si subitamente nos coge la muerte,no seamos hallados desprevenidos. La razon porla que debemos usar la misma jaculatoria en elmomento en que recibimos la Sagrada Eucaristıaes clara, pues el recibir la Sagrada Eucaristıaes arriesgado y a la vez tan necesario, que nopodemos ni acercarnos con mucha frecuencia niabstenernos sin peligro: Quien coma el pan o be-ba la copa del Senor indignamente, sera reo delCuerpo y de la Sangre de Cristo Nuestro Senor,y come y bebe su propio castigo (1Co 11,27; 1Co11,29). Y aquel que no recibe el Cuerpo de CristoNuestro Senor no recibe el pan de vida, inclusola vida misma. Ası que estamos rodeados de pe-ligros como hombres hambrientos, inseguros de sila comida que es ofrecida esta envenenada o no.Con miedo y temblor hemos entonces de exclamar:Senor, no soy digno de que entres bajo mi techo,a menos que Tu en tu bondad me hagas digno, ypor tanto di solo una palabra y mi alma sera sa-nada. Pero como no tengo razon para dudar siTu te dignarıas curar mis heridas, encomiendo miespıritu a tus manos, para que llegado el momento,puedas estar cerca y asistir a mi alma, a la quehas redimido con tu preciosa Sangre. Si algunoscristianos pensaran seriamente en estas cosas, noestarıan tan prontos a recibir el sacerdocio con elobjeto de ganarse la vida con los estipendios quereciben de las misas. Tales sacerdotes no estantan ansiosos de acercarse a este gran Sacrificiocon una preparacion adecuada, como lo estan paraobtener el fin que se proponen, que es asegurar lacomida para sus cuerpos, y no para sus almas.Hay tambien otros que, asistentes a los palaciosde prelados y prıncipes, se aproximan a este granmisterio a traves del respeto humano, por miedoa que por accidente incurran en desagradar a sussenores al no comulgar a las horas regularmenteconstituidas. ¿Que ha de hacerse entonces? ¿Esmas ventajoso acercarse con poca frecuencia aeste Banquete Divino? Ciertamente no. Muchomejor es acercarse frecuentemente pero con ladebida preparacion, pues, como dice San Cirilo,mientras menos nos aproximamos menos estamospreparados para recibir el mana celestial.

La llegada de la muerte es un tiempo cuando noses necesario repetir con gran ardor una y otra vezla plegaria: en tus manos, Senor, encomiendo miespıritu, Tu me has redimido, Senor, Dios de laverdad. Pues si nuestra alma al dejar nuestro cuer-po cae en las manos de Satanas, no hay esperanzade salvacion. Si por el contrario, cae en las ma-nos paternales de Dios, no hay mas causa algunapara temer el poder del enemigo. Consecuente-mente con intenso dolor, con verdadera y perfectacontricion, con confianza ilimitada en la miseri-cordia de nuestro Dios, debemos en el momentotemido clamar una y otra vez: En tus manos,Senor, encomiendo mi espıritu. Y en ese ultimo

momento, aquellos que durante la vida pensaronpoco en Dios son mas severamente tentados ala desesperanza, porque no tienen ahora mayortiempo para arrepentirse. Deben alzar ahora elescudo de la fe, recordando que esta escrito: Lamaldad del malvado no le hara sucumbir el dıaen que se aparte de su maldad (Ez 33,12), y elyelmo de la esperanza, confiando en la bondad yla compasion de Dios, y repitiendo continuamenteEn tus manos, Senor, encomiendo mi espıritu, nifallar en anadir aquella parte de la plegaria que esel fundamento de nuestra esperanza: pues Tu mehas redimido, Senor, Dios de verdad. ¿Quien pue-de devolver a Jesus la sangre inocente que haderramado por nosotros? ¿Quien puede pagar devuelta el rescate con el que nos ha comprado? SanAgustın, en el libro noveno de sus Confesiones,nos alienta a poner confianza ilimitada en nuestroRedentor, porque la obra de nuestra redencion,una vez realizada, nunca sera inutil o invalida, amenos que le pongamos a su efecto una barreraimpenetrable por nuestra desesperanza y falta depenitencia.

Capıtulo XXII

El tercer fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la septima palabra dicha por

Cristo en la Cruz

El tercer fruto en ser recogido es el siguiente.Al acercarse la muerte debemos confiar no tantoen las limosnas, ayunos, y oraciones de nuestrosparientes y amigos. Muchos, durante la vida, seolvidan todo acerca de sus almas, y no piensanen nada mas y no hacen nada mas que amontonardinero para que sus hijos y nietos puedan abundaren riquezas. Cuando se aproxima la muerte empie-zan por primera vez a pensar en sus propias almas,y como han dejado toda su substancia mundana asus parientes, les encomiendan tambien sus almaspara que sean asistidas por sus limosnas, oracio-nes, el sacrificio de la Misa, y otras obras buenas.El ejemplo de Cristo no nos ensena a actuar deesta manera. El encomendo su Espıritu no a susparientes, sino a su Padre. San Pedro no dice queactuemos de esta manera, sino que encomendemosnuestras almas al Creador haciendo el bien (1Pt4,19). No encuentro falta en aquellos que ordenano buscan o desean que se hagan caridades y quesea ofrecido el Santo Sacrificio por el reposo de susalmas, pero culpo a aquellos que ponen excesivaconfianza en las oraciones de sus hijos y parientes,pues la experiencia ensena que los muertos sonprontamente olvidados. Lamento tambien que enasunto de tal importancia como es la salvacioneterna los cristianos no obren por sı mismos, nohagan ellos mismos sus limosnas, y se asegurenamistades por quienes, de acuerdo al Evange-

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lio, puedan ser recibidos en eternas moradas (Lc14,9). Finalmente, reprendo severamente a aque-llos que no obedecen al Prıncipe de los Apostoles,que nos ordena encomendar nuestras almas al fielCreador, no solo por nuestras palabras, sino pornuestras buenas obras.

Las obras que nos seran ventajosas en presen-cia de Dios son aquellas que nos hacen eficaz yverdaderamente cristianos piadosos. Escuchemoslas voces del Cielo que resonaban en los oıdos deSan Juan: Y oı una voz que decıa desde el cielo:escribe: dichosos los muertos que mueren en elSenor. Desde ahora, dice el Espıritu, que descan-sen de sus fatigas, porque sus obras los acompanan(Ap 14,13). Por tanto, las buenas obras que sonhechas mientras vivimos, y no las que son hechaspara nosotros por nuestros hijos y parientes luegode nuestra muerte, son las buenas obras que nosacompanaran. Particularmente si no son solamen-te buenas en sı mismas, sino, como lo expresa SanPedro -no sin cierto significado oculto-, cuandoestan bien hechas. Muchos pueden enumerar can-tidades de buenas obras que han hecho, muchossermones, Misas diarias, el rezo del Oficio Divinopor anos, el ayuno anual de Cuaresma, frecuenteslimosnas. Pero cuando todas estas son pesadas enla escala Divina, y hay un escrutinio rıgido paradeterminar si han sido hechas bien, con intencionjusta, con la debida devocion, en el lugar y tiempoadecuados, con un corazon lleno de gratitud haciaDios... Oh, ¿cuantas cosas que parecıan meritoriasse volveran en detrimento nuestro? ¿Cuantas co-sas que al juicio de los hombres aparecıan comooro y plata y piedras preciosas, seran halladasde madera y paja y rastrojo, buenas solo parala fogata? Esta consideracion me alarma no po-co, y mientras mas cercano me encuentro a lamuerte, pues el Apostol me advierte lo anticuadoy viejo esta a punto de cesar (Heb 8,13), masclaramente veo la necesidad de seguir el consejode San Juan Crisostomo. Aquel santo doctor nosdice que no pensemos mucho en nuestras buenasobras, porque si son realmente buenas, esto es,bien realizadas, estan ya escritas en el Libro de laVida, y no hay peligro de que seamos defraudadosde nuestros justos meritos; y nos alienta a pensarmas bien en nuestras acciones malas, y luchar paraexpiarlas con corazon contrito y espıritu humilde,con muchas lagrimas y un serio arrepentimiento(Hom. xxxviii. Ad Popul. Antioch.).

Aquellos que siguen este consejo pueden exclamarcon gran confianza en el momento de su muerte:En tus manos, Senor, encomiendo mi espıritu,Tu me has redimido, Senor, Dios de la verdad.

Capıtulo XXIII

El cuarto fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la septima palabra dicha por

Cristo en la Cruz

Sigue un cuarto fruto en ser recogido de la ale-gre manera en que la plegaria de Jesucristo fueescuchada, lo cual nos deberıa animar a un mayorfervor al encomendar nuestros espıritus a Dios.Con gran verdad nos dice el Apostol que NuestroSenor Jesucristo fue escuchado por su reverencia.

Nuestro Senor oro a su Padre, como hemos mos-trado antes, por la pronta resurreccion de su Cuer-po. Su plegaria fue concedida, pues la resurreccionno fue prolongada mas alla de lo necesario paraestablecer el hecho de que el Cuerpo de NuestroSenor estuvo realmente separado de su alma. Amenos que pudiese ser probado que su Cuerpohabıa sido realmente privado de vida, la resurrec-cion y la estructura de la fe cristiana construidasobre ese misterio caerıan a tierra. Cristo hubiesetenido que permanecer en la tumba por lo menoscuarenta horas para realizar el signo del profetaJonas, de quien El mismo dijo que prefiguraba supropia muerte. Para que la resurreccion de Cristopudiese ser acelerada lo mas posible, y que fueseevidente que su plegaria habıa sido escuchada, lostres dıas y las tres noches que Jonas paso en elestomago de la ballena, fueron, en relacion a laresurreccion de Cristo, reducidos a un dıa enteroy partes de dos dıas. Ası que el tiempo que estuvoel cuerpo de Nuestro Senor en el sepulcro no sonpropiamente, mas que por una figura del lenguaje,tres dıas y tres noches. Dios Padre no solo oyo laoracion de Cristo acelerando el tiempo de su re-surreccion, sino al dar a su cuerpo muerto unavida incomparablemente mejor que la que tenıaantes. Antes de su muerte, Cristo era mortal. Lavida que le fue restituida era inmortal. Antes desu muerte la vida de Cristo era pasible, y sujeta alhambre y la sed, a la fatiga y a las heridas. La vidaque le fue restituida era impasible. Antes de sumuerte la vida de Cristo era corporea, la vida quele fue restituida era espiritual, y el cuerpo estabatan sujeto al espıritu que en un abrir y cerrarde ojos podıa llevarse a donde el alma quisiese.El Apostol da la razon por la cual la oracionde Cristo fue tan prontamente concedida al decirque fue escuchado por su reverencia. La palabragriega conlleva la idea de un temor reverencialque era una cualidad distintiva del respeto quesentıa Cristo por su Padre. Ası, Isaıas al enumerarlos dones del Espıritu Santo que adornarıan elalma de Cristo dice: Reposara sobre El el espıritudel Senor, espıritu de sabidurıa e inteligencia,espıritu de consejo y fortaleza, espıritu de cienciay de piedad, y sera lleno del espıritu del temorde Dios (Is 11,2-3). Mientras el alma de Cristo sellenaba de temor reverencial por su Padre, propor-cionalmente el Padre se llenaba de complacencia

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en su Hijo: Este es mi Hijo amado, en quien mecomplazco (Mt 17,5). Y como el Hijo reverencio alPadre, el Padre escucho su oracion y le concedio loque pedıa.

Se sigue que si queremos ser escuchados por nues-tro Padre Celestial, y que sean concedidas nues-tras oraciones, debemos imitar a Cristo al aproxi-marnos a nuestro Padre que esta en el cielo congran reverencia, prefiriendo su honor a todo lodemas. Entonces sucedera que nuestras peticionesseran escuchadas, y especialmente aquella de laque depende nuestro lote en la eternidad; que alacercarse la muerte Dios preserve nuestras almas,que han sido encomendadas a su cuidado, delleon rugiente que esta rondando listo para recibirsu presa. Que nadie piense, sin embargo, que lareverencia a Dios es mostrada meramente en genu-flexiones, en descubrirnos la cabeza, y tales senalesexternas de adoracion y honor. En adicion a esto,el temor reverencial implica un gran temor deofender la Divina Majestad, un ıntimo y continuohorror del pecado, no por miedo al castigo, sinopor amor a Dios. Fue provisto con este temorreverencial que no se atrevıa ni siquiera pensar depecar en contra de Dios: Dichoso el hombre queteme a Yahveh, que en sus mandamientos muchose complace (Sal 111,1). Tal hombre verdadera-mente teme a Dios, y puede por eso ser llamadodichoso, pues se esfuerza por cumplir todos susmandamientos.

La santa viuda Judit era muy estimada de todos,porque temıa mucho al Senor (Gdt 8,8). Ella eratanto joven como rica, pero nunca cedio ni seentrego a una situacion de pecado. Se mantuvocon sus sirvientas apartada en su habitacion, yllevaba cenido un sayal, y ayunaba todos los dıasde su vida a excepcion de los sabados, noviluniosy fiestas de la casa de Israel (Gdt 8,6). Observencon cuanto celo, incluso bajo la antigua ley, quepermitıa mayor libertad que el Evangelio, unamujer joven y rica evito los pecados de la carne, ypor ninguna razon mas que porque temıa mucho alSenor. La Sagrada Escritura menciona lo mismodel santo Job, quien hizo un pacto con sus ojospara no mirar virgen alguna, esto es, no mirarıaa una virgen por miedo de que alguna sombrade pensamiento impuro cruzara su mente. ¿Porque el Santo Job tomo tales precauciones? Hiceun pacto con mis ojos para ni siquiera pensar enuna virgen. Porque ¿que parte tendrıa Dios enmı desde arriba y que herencia el Omnipotentedesde las alturas? (Job 31,1-2). Lo que significaque si algun pensamiento impuro lo manchase,no tendrıa mas la herencia de Dios, ni Dios serıasu parte. Si quisiera mencionar los ejemplos delos santos del Nuevo Testamento, nunca acabarıa.Este es, pues, el temor reverencial de los santos.Si estuviesemos llenos del mismo temor, no habrıa

nada que no obtendrıamos facilmente de nuestroPadre Celestial.

Capıtulo XXIV

El quinto fruto que ha de ser cosechado de laconsideracion de la septima palabra dicha por

Cristo en la Cruz

El ultimo fruto es cosechado de la consideracion dela obediencia mostrada por Cristo en sus ultimaspalabras y en su muerte en la Cruz. Las palabrasdel Apostol: Se humillo a sı mismo, siendo obe-diente hasta la muerte, y muerte de Cruz (Fil 2,8),reciben su completa realizacion cuando NuestroSenor expiro con estas palabras en sus labios: Pa-dre, en tus manos encomiendo mi Espıritu. Parapoder recoger el fruto mas precioso del arbol dela Santa Cruz debemos esforzarnos por examinartodo lo que pueda ser dicho de la obediencia deCristo. El, el Senor y Patron de toda virtud, tuvohacia su Padre Celestial una obediencia tan pron-ta y perfecta como para hacer imposible imaginaro concebir algo mayor.

En primer lugar, la obediencia de Cristo a suPadre empezo con su concepcion y continuo inin-terrumpidamente hasta su muerte. La vida deNuestro Senor Jesucristo fue un perpetuo acto deobediencia. El alma de Cristo disfruto desde elmomento de su creacion el ejercicio de su librevoluntad, estando llena de gracia y sabidurıa, yen consecuencia, aun cuando estaba encerrado enel vientre de su Madre, era capaz de practicarla virtud de la obediencia. El salmista, hablandoen la persona de Cristo, dice: En el principio dellibro esta escrito de mı que debo hacer tu voluntad.Dios mıo, lo he deseado y tu ley esta arraigada enmedio de mi corazon (Sal 39,8-9). Estas palabraspueden ser simplificadas asi: En el principio dellibro, esto es desde el principio hasta el fin de lostextos inspirados de la Escritura, esta mostradoque fui elegido y enviado al mundo para hacer tuvoluntad. Dios mıo, lo he deseado y librementeaceptado. He puesto la ley, tu mandamiento, tudeseo, en medio de mi corazon, para meditar so-bre el constantemente, para obedecerlo puntualy prontamente. Las palabras mismas de Cristosignifican igual: Mi alimento es hacer la voluntaddel que me ha enviado, y llevar a cabo su obra(Jn 4,34). Pues ası como un hombre no come devez en cuando, a intervalos distantes uno del otrodurante su vida, sino que diariamente come y segoza en ello, ası Cristo Nuestro Senor era firme enser obediente a su Padre todos los dıas de su vida.Era su alegrıa y su placer. He bajado del cielo nopara hacer mi propia voluntad, sino la voluntaddel que me ha enviado (Jn 6,38). Y nuevamente:El que me ha enviado esta conmigo: no me hadejado solo, porque hago siempre lo que le agrada

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a El (Jn 8,29). Y puesto que la obediencia es elmas excelente de todos los sacrificios, como dijoSamuel a Saul (1Sa 15,22), ası cada accion queCristo realizo durante su vida fue un sacrificioagradabilısimo para la Divina Majestad. La pri-mera prerrogativa entonces de la obediencia deNuestro Senor es que duro desde el momento desu Concepcion hasta su muerte en la Cruz.

En segundo lugar, la obediencia de Cristo no es-taba limitada a un tipo de tarea particular, comoparece ser a veces el caso de otros hombres, sinoque se extendio a todo lo que le plugo al PadreEterno ordenar. De esto vinieron muchas de lasvicisitudes en la vida de Nuestro Senor. En unmomento lo vemos en el desierto sin comer nibeber, tal vez privandose incluso del sueno, y vi-viendo con las fieras (Mc 1,13). En otro momentolo vemos mezclandose con los hombres, comiendoy bebiendo con ellos. Luego viviendo en la os-curidad y el silencio en Nazaret. Ahora apareceante el mundo dotado de elocuencia y sabidurıa,y obrando milagros. En una ocasion ejerce suautoridad y expulsa del Templo a aquellos que loestaban profanando al negociar dentro de el. Enotra ocasion se esconde, y como un hombre debil ysin fuerza se aleja de la muchedumbre. Todas estasdiferentes acciones requieren un alma desprendidade sı, y devota a la voluntad de otra. A menos quepreviamente hubiese dado el ejemplo de renunciara todo lo que la naturaleza humana alaba, nohubiera dicho a sus discıpulos: Si alguno quierevenir en pos de mı, que se niegue a sı mismo (Mt16,24), que renuncie a su propia voluntad y a supropio juicio. A menos que estuviese preparadopara dar su vida con tanta prontitud que parecieseque en verdad la odiaba, no habrıa alentado a susdiscıpulos con tales palabras como Si alguno vienea mı y no aborrece a su padre, madre, mujer ehijos, hermanos y hermanas, e incluso su propiavida, no puede ser mi discıpulo (Lc 14,26). Estarenuncia de uno mismo, tan conspicua en la per-sonalidad de Nuestro Senor, es la verdadera raızy, como tal, madre de la obediencia. Y aquellosque no estan preparados para el sacrificio personalnunca adquiriran la perfeccion de la obediencia.¿Como puede un hombre obedecer prontamente lavoluntad de otro si prefiere su propia voluntad yjuicio a la del otro? El vasto orbe del cielo obedecea las leyes de la naturaleza tanto al amanecercomo al ponerse. Los angeles son obedientes ala voluntad de Dios. No tienen voluntad propiaopuesta a la de Dios, sino que estan felices unidosa Dios, y son uno en espıritu con El. Y ası cantael salmista: Bendigan al Senor todos sus angeles,poderosos en fortaleza, que son ejecutores de supalabra, para obedecer la voz de sus ordenes (Sal102,20).

En tercer lugar, la obediencia de Cristo no fue soloinfinita en su longitud y anchura, pero proporcio-nalmente como por el sufrimiento fue humilladahasta lo mas bajo, ası en cuanto a su recompensasera exaltada. La tercera caracterıstica entoncesde la obediencia de Cristo es que fue probada porel sufrimiento y las humillaciones. Para cumplir lavoluntad de su Padre Celestial, el nino Cristo, encompleto uso de todas sus facultades, consintio enser encerrado por nueve meses en la oscura prisiondel vientre de su Madre. Otros bebes no sientenesta privacion pues no tienen uso de razon, peroCristo tenıa uso de razon, y debe haber temido elconfinamiento en el estrecho vientre, incluso delvientre de la que habıa escogido como Madre. Atraves de la obediencia a su Padre, y por el amorque le tenıa, supero a la muerte, y la Iglesia dice:Cuando asumiste sobre Tı el liberar al hombre, noaborreciste el vientre de la Virgen.

Nuevamente, nuestro querido Senor necesito nopoca paciencia y humildad para asumir las ma-neras y debilidades de un pequeno, cuando nosolamente era mas sabio que Salomon, sino que erael Hombre en quien estan ocultos todos los tesorosde la sabidurıa y el conocimiento (Col 2,3).

Considerad, mas aun, cuanto habra sido su auto-control y mansedumbre, su paciencia y humildad,para haber permanecido dieciocho anos, desde losdoce hasta los treinta, escondido en una oscuracasa en Nazaret, haber sido tenido como el hijode un carpintero, haber sido llamado carpintero,haber sido tomado como un hombre ignorante ysin educacion, cuando al mismo tiempo su sabi-durıa sobrepasaba la de los angeles y hombresjuntos. Durante su vida publica, adquirio granrenombre por su predicacion y sus milagros, pe-ro sufrio grandes necesidades y soporto muchosreveses. Las zorras tienen guaridas, y las aves delcielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dondedescansar la cabeza (Lc 9,58). Dolorido de piesy fatigado, se sentaba al costado de un pozo. Yhubiese podido rodearse con abundancia de todaslas cosas, por el servicio de hombres o angeles,de no haber estado impedido por la obedienciaque le debıa a su Padre. ¿Me detendre en lascontradicciones que sufrio, en los insultos quesoporto, en las calumnias que fueron habladasen contra de El, en sus heridas y en la coronade espinas de su Pasion, en la ignominia de laCruz misma? Su humilde obediencia ha tomadotan honda raız que solo podemos maravillarnosy admirarla. No podemos imitarla perfectamen-te. Hay todavıa una mayor profundizacion a suobediencia. La obediencia de Cristo finalmentellego a este estado, en que con fuerte voz clamo:Padre, en tus manos encomiendo mi espıritu. Ydiciendo esto, expiro (Lc 23,46). Parecerıa queel Hijo de Dios quisiese dirigirse a su Padre deesta manera: Este mandamiento he recibido de

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Tı, Padre mıo (Jn 10,18), dar mi vida para poderrecibirla nuevamente de tus manos. El tiempo hallegado ahora para cumplir este ultimo manda-miento tuyo. Y aunque la separacion de mi almay mi cuerpo sera una separacion dura, porquedesde el momento de su creacion han permanecidounidas en gran paz y amor, y aunque la muerteencontro una entrada en este mundo a traves dela maldad del demonio, y la naturaleza humana serebela contra la muerte, aun ası tus mandamientosestan profundamente fijos en lo mas ıntimo de micorazon, y prevaleceran incluso sobre la muertemisma.

Por tanto estoy preparado para probar la amar-gura de la muerte, y tomar hasta lo ultimo el calizque has preparado para mı. Pero como es tu deseoque entregue mi vida de tal manera que la recibade nuevo de Tı, ası, en tus manos encomiendomi Espıritu, para que puedas restaurarmela comoquieras. Y entonces, habiendo recibido el permisode su Padre para morir, inclino la cabeza comomanifestacion de su obediencia, y expiro. Su obe-diencia triunfo y prevalecio. No solo recibio surecompensa en la persona de Cristo, quien, porquesu humillo por debajo de todo, y obedecio todopor amor a su Padre, ascendio al cielo, y desde sutrono gobierna todo, sino que tiene su recompensatambien en esto: que todo el que imita a Cristo as-cendera a los cielos, sera puesto como Senor sobretodos los bienes de su Senor, y sera partıcipe de sudignidad real y poseedor de su Reino para siem-pre. Por otro lado, la virtud de la obediencia haganado tan manifiesta victoria sobre los espıritusrebeldes, desobedientes y orgullosos, como parahacerlos temblar y huir a la vista de la Cruz deCristo.

Quien sea que desee ganar la gloria del cielo, yencontrar verdadera paz y descanso para su alma,debe imitar el ejemplo de Cristo. No solo losreligiosos que se han ligado a sı mismos por elvoto de obediencia a su superior, quien representaa Dios, sino todos los hombres que desean serdiscıpulos y hermanos de Cristo deben aspirar aganar esta victoria espiritual sobre sı mismos. Deotro modo, estaran miserablemente para siemprecon los orgullosos demonios del infierno. Puestoque la obediencia es un precepto divino, y hasido impuesto sobre todos, es necesario para to-dos. Para todos sin excepcion fueron dirigidas laspalabras de Cristo: Tomad sobre vosotros mi yugo(Mt 11,29). A todos los predicadores del Evangeliodice: Obedeced a vuestros prelados y someteos aellos (Heb 13,17). A todos los reyes dice Samuel:¿Pues que prefiere el Senor, holocaustos y vıcti-mas, o mas bien que se obedezca la voz del Senor?Mejor es obedecer que sacrificar (1Sa 15,22-23). Ypara mostrar la grandeza del pecado de la desobe-diencia anade: Porque como pecado de hechicerıaes la rebeldıa contra los mandamientos de Dios, o

los mandamientos de aquellos que ejercen el lugarde Dios.

En consideracion a aquellos que voluntariamentese entregan a la practica de la obediencia, y so-meten su voluntad a la de su superior, dire unaspocas palabras de su feliz estado de vida. Elprofeta Jeremıas, inspirado por el Espıritu Santo,dice Es bueno para el hombre haber llevado elyugo desde su juventud. Se sentara solitario ymantendra su paz, porque acepto llevar el yugosobre sı (Lam 3,27-28). Cuan grande es la alegrıacontenida en estas palabras ¡Es bueno! Por el restode la frase podemos concluir que ellos abrazantodo lo que es util, honorable, deseable, de he-cho, todo en lo que debe consistir la felicidad.El hombre que esta acostumbrado desde su ju-ventud al yugo de la obediencia, sera libre a lolargo de su vida del aplastante yugo de los deseoscarnales. San Agustın, en el libro octavo de susConfesiones, reconoce la dificultad que un alma,que por anos ha obedecido a la concupiscencia dela carne, debe experimentar al sacudir tal yugo, ypor otro lado habla de la facilidad y de la gloriaque experimentamos al cargar el yugo del Senorsi es que las trampas del vicio no han atrapado alalma. Mas aun, no es ganancia poco considerableobtener merito por cada accion en presencia deDios. El hombre que no realiza ninguna accionpor su propio libre querer, sino que hace todo porobediencia a su superior, ofrece a Dios en cadaaccion un sacrificio agradabilısimo a El, pues comodice Samuel: Mejor es obedecer que sacrificar (1Sa15,23). San Gregorio da una razon para esto: Alofrecer vıctimas, dice, sacrificamos la carne deotro. Por la obediencia nuestra propia voluntades sacrificada (Lib. Mor. xxxv. c. x). Y lo quees aun mas admirable en esto es que, inclusosi un Superior peca al dar una orden, el sujetono solo no peca, sino que incluso obtiene meritopor su obediencia siempre y cuando lo ordenadono vaya en contra de la ley de Dios. El Profetacontinua: Se sentara solitario y mantendra su paz.Estas palabras significan que el hombre obedientereposa porque ha hallado paz para su alma. Aquelque ha renunciado a su propia voluntad, y se haentregado a sı mismo enteramente a realizar lavoluntad Divina que es manifestada a el a travesde la voz de su superior, nada desea, nada busca,no piensa de nada, nada anhela, sino que es librede todo cuidado ansioso, y con Marıa se sienta alos pies del Senor escuchando su voz (Lc 10,39). Elsolitario se sienta, tanto porque vive con aquellosque no tienen sino un solo corazon y una solaalma (At 4,32), y porque no ama nada con amorprivado, individual, sino todo en Cristo y por cau-sa de Cristo. Es silente porque no pelea con nadie,disputa con nadie, litiga con nadie. La razon deesta gran tranquilidad es porque acepto llevar elyugo sobre sı, y es trasladado de las filas de los

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hombres a las filas de los angeles. Hay muchosque se preocupan a sı mismos por sı mismos, yactuan como animales privados de razon. Buscanlas cosas de este mundo, estiman solo aquellascosas que complacen los sentidos, alimentan susdeseos carnales, y son avaros, impuros, glotonese intemperados. Otros llevan una vida puramentehumana, y se mantienen encerrados en sı mismos,como aquellos que se esfuerzan por escudrinar lossecretos de la naturaleza, o descansan satisfechosdando preceptos de moral. Otros, se alzan sobresı mismos, y con la especial ayuda y asistenciade Dios llevan una vida que es mas angelical quehumana. Estos abandonan todo lo que poseenen este mundo, y negando su propia voluntad,pueden decir con el Apostol: Somos ciudadanosdel cielo (Fil 3,20). Emulando la pureza, la con-templacion, y la obediencia de los angeles, llevanuna vida de angeles en este mundo. Los angelesnunca son ensuciados con la mancha del peca-do, ven continuamente el rostro de mi Padre queesta en los cielos (Mt 18,10), y liberados de todolo demas, son enteramente absortos en cumplirla voluntad de Dios. Bendigan al Senor todos susangeles, poderosos en fortaleza, que son ejecutoresde su palabra, para obedecer la voz de sus ordenes(Sal 102,20). Esta es la felicidad de la vida re-ligiosa. Aquellos que en la tierra imitan lo masposible la pureza y la obediencia de los angeles,sin duda seran partıcipes de su gloria en el cielo,especialmente si siguen a Cristo, su Amo y Senor,quien se humillo a sı mismo, siendo obedientehasta la muerte, y muerte de Cruz (Fil 2,8), ysiendo Hijo de Dios, aprendio la obediencia por lascosas que padecio (Heb 5,8 ), esto es, aprendio porsu propia experiencia que la obediencia genuinaes probada en el sufrimiento, y en consecuenciasu ejemplo nos ensena no solo obediencia, sinoque el fundamento de una verdadera y perfectaobediencia es la humildad y la paciencia. No esprueba de que somos verdadera y perfectamenteobedientes al obedecer en cosas que son honora-bles y agradables. Tales ordenes no nos prueban sies la virtud de la obediencia o algun otro motivoque nos mueve a actuar. Pero un hombre quemanifiesta prontitud y ardor en obedecer todo loque es humillante y laborioso, prueba que es unverdadero discıpulo de Cristo, y ha aprendido elsignificado de la verdadera y perfecta obediencia.

San Gregorio habilmente nos ensena lo que esnecesario para la perfeccion de la obediencia enlas diferentes circunstancias. Dice: algunas vecesrecibiremos ordenes agradables, y en otros mo-mentos desagradables. Es de la mayor importan-cia recordar que en algunas circunstancias, si algode amor propio se filtra en nuestra obediencia,nuestra obediencia es nula. En otras circunstan-cias nuestra obediencia sera en proporcion menosvirtuosa en la medida que hay menor sacrificio

personal. Por ejemplo: un religioso es puesto enun puesto honorable. Es nombrado superior de unmonasterio. Ahora bien, si asume este oficio atraves del motivo meramente humano del gusto,estara juntamente falto de obediencia. Ese hombreno es dirigido por obediencia, asumiendo tareasagradables es esclavo de su propia ambicion. Dela misma manera, un religioso recibe alguna ordenhumillante si, por ejemplo, cuando su amor propiolo lleva a aspirar a la superioridad, es ordenadorealizar algunos oficios que no conllevan ningu-na distincion ni dignidad, entonces disminuira elmerito de su obediencia en proporcion a lo quefalta en forzar su voluntad en desear el oficio,porque de mala gana y a fuerza obedece en asuntoque considera indigno de sus talentos o de suexperiencia. La obediencia invariablemente pierdealgo de su perfeccion si el deseo por ocupacionesbajas y humildes no acompana de alguna manerau otra la obligacion forzada de asumirlas.

En las ordenes, por tanto, que son repugnantes ala naturaleza, ha de haber algo de sacrificio perso-nal, y en las ordenes que son agradables a la natu-raleza no debe haber amor propio. En el primer ca-so la obediencia sera mas meritoria mientras mascerca este unida a la voluntad divina mediante eldeseo. En el segundo caso la obediencia sera masperfecta mientras mas separada este de cualquieranhelo de reconocimiento mundano. Entendere-mos mejor las diferentes senales de la verdaderaobediencia al considerar dos acciones de dos san-tos que estan ahora en el cielo (Ex 3). CuandoMoises estaba pastando las ovejas en el desierto,fue llamado por el Senor, quien le hablo a traves dela boca de un angel desde la zarza ardiendo, parallevar al pueblo judıo en su exodo de la tierra deEgipto. En su humildad, Moises dudo en aceptartan glorioso mando. ”¡Por favor, Senor!” -dijo-”Desde ayer y antes de ayer yo no soy elocuente,y despues que has hablado a tu siervo, me halloaun tartamudo y pesado de lengua” (Ex 4,10).Deseo declinar el oficio mismo, y rogo para quepudiera ser dado a otro. ”Te ruego, Senor, queenvıes al que has de enviar” (Ex 4,13). ¡Mirad!Arguye su falta de elocuencia como una excusa alAutor y Dador del habla, para ser exonerado deuna labor que era honorable y llena de autoridad.San Pablo, como dice a los Galatas (Gal 2,2), fuedivinamente advertido de ir a Jerusalen. En elcamino se encuentra con el Profeta Agabo, y seentera por el lo que tendra que sufrir en Jerusalen.”Agabo se acerco a nosotros, tomo el cinturon dePablo, se ato sus pies y sus manos y dijo: estodice el Espıritu Santo: ası ataran los judıos enJerusalen al hombre de quien es este cinturon.Y le entregaran en manos de los gentiles” (At21,11). A lo que San Pablo inmediatamente res-pondio: ”Yo estoy dispuesto no solo a ser atado,sino a morir tambien en Jerusalen por el nombre

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del Senor Jesus” (At 21,13). Sin amilanarse porla revelacion que recibio acerca de los sufrimientosque le estaban reservados, se dirigio a Jerusalen.Realmente anhelaba sufrir, aunque como hombredebe haber sentido algo de miedo, pero este mismomiedo fue vencido, haciendolo mas valeroso. Elamor propio no encontro lugar en la honorabletarea que fue impuesta a Moises, pues tuvo quevencerse a sı mismo para asumir la guıa del pueblojudıo. Voluntariamente se dirigio San Pablo haciael encuentro de la adversidad. Era consciente delas persecuciones que lo aguardaban, y su fervorlo hacıa anhelar aun cruces mas pesadas. Unodeseo declinar el renombre y la gloria de ser liderde una nacion, incluso cuando Dios visiblementelo llamaba. El otro estaba preparado y deseosopara abrazar las penalidades y tribulaciones poramor a Dios. Con el ejemplo de estos dos santosante nosotros, debemos decidirnos, si deseamosobtener la perfecta obediencia, a permitir que lavoluntad de nuestro superior solamente impongasobre nosotros tareas honorables, y a forzar nues-tra propia voluntad a abrazar los oficios difıciles yhumillantes (Lib. Mor. xxxv. c. x). Hasta aquı SanGregorio.

Cristo nuestro Senor, Senor de todo, habıa pre-viamente aprobado por su conducta la doctrinaaquı expuesta por San Gregorio. Cuando sabıa quela gente venıa para llevarlo por la fuerza y hacerlosu rey, huyo al monte, solo (Jn 6,15). Pero cuandosabıa que los judıos y soldados, con Judas a lacabeza, venıan para hacerlo prisionero y crucifi-carlo, de acuerdo al mandato que habıa recibidode su Padre, de buena gana salio al encuentro deellos, dejandose capturar y atar. Cristo, por tanto,nuestro buen Senor, nos ha dado un ejemplo de laperfeccion de la obediencia, no solamente por supredicacion y palabras, sino por sus obras y en laverdad.

Reverencio a su Padre con una obediencia fundadaen el sufrimiento y las humillaciones. La Pasionde Cristo exhibe el mas brillante ejemplo de lamas exaltada y ennoblecida de las virtudes. Esun modelo que siempre han de tener ante susojos aquellos que han sido llamados por Diospara aspirar a la perfeccion de la obediencia y laimitacion de Cristo.