Estamos Valorando El Verdadero Signficado de Nuestra Salvación

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P á g i n a 1 | 4 Cesar Custodio

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¿En verdad nos estamos gloriando en el evangelio de la cruz ò acaso nos esta pareciendo que es una gran locura?

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    Cesar Custodio

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    Cuando entendemos la naturaleza pecaminosa del hombre, el efecto del pecado

    en su vida y la brecha insalvable que el pecado provoca entre el hombre

    corruptible y su Creador, magnificamos la relevancia que tiene el sacrificio de

    Jesucristo.

    ramos pecadores por naturaleza y condicin, corruptos por el pecado que

    moraba en nosotros hasta el punto de destruccin. Quebrantbamos la ley de

    Dios diariamente. ramos criminales sin excusa delante de la justicia de Dios.

    Y l os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y

    pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este

    mundo, conforme al prncipe de la potestad del aire, el espritu que ahora opera

    en los hijos de desobediencia, entre los cuales tambin todos nosotros vivimos

    en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne

    y de los pensamientos, y ramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los

    dems, Efesios 2:1-3.

    No merecamos nada ms que la muerte y la condenacin eterna. Pero aun as

    cuando no haba nada en nosotros que por voluntad propia buscara a Dios, el

    Creador del cielo y la tierra, por amor, nos dio vida a travs del sacrificio de su

    hijo Jesucristo. Por gracia y solamente por gracia somos salvos.

    Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada

    por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo,

    para todos los que creen en l. Porque no hay diferencia, por cuanto todos

    pecaron, y estn destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados

    gratuitamente por su gracia, mediante la redencin que es en Cristo Jess,

    Romanos 3:21-24.

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    Cuando ramos pecadores sin esperanza y enemigos de Dios, merecedores del

    castigo eterno, Dios nos mostr su misericordia, entregando a Jesucristo a morir

    por aquellos que le rechazaban.

    Ms Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo an pecadores,

    Cristo muri por nosotros, Romanos 5:8.

    Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos am, aun

    estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo,

    Efesios 2:4.

    A travs de Jesucristo y su sacrificio, ahora tenemos acceso a Dios. A travs de

    Jesucristo y su sangre derramada somos redimidos y nuestras transgresiones

    olvidadas por medio de las riquezas inmensurables de su gracia.

    En quien tenemos redencin por su sangre, el perdn de pecados segn las

    riquezas de su gracia, Efesios 1:7.

    A travs de Jesucristo y su sacrificio somos salvos del pecado que nos separaba

    de Dios y nos conduca a la condenacin eterna. Este precioso acto de amor nos

    reconcili con nuestro Creador y nos permite una relacin con nuestro Padre

    celestial como sus hijos. Qu ms podemos desear? Qu ms podemos

    necesitar? No tenemos razones de sobra para vivir para aquel que dio su vida

    por nosotros?

    No existe mayor regalo, no existe mayor bendicin, no existe mayor milagro que

    el que Jesucristo hizo en la cruz del calvario hace ya ms de 2,000 aos. Cualquier

    palabra contraria a esta debe ser examinada a la luz de la palabra de Dios. Ya

    viene tu milagro; tu bendicin est por venir y muchas otras frases ms que

    se escuchan ahora no solamente apelan a nuestras emociones sino que

    minimizan el regalo ms grande que la humanidad pudo haber recibido.

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    Vivir una vida de acuerdo a las Escrituras, siguiendo los mandamientos,

    principios y estatutos de Dios, seguramente mejorar la situacin espiritual de

    nuestras vidas y familias. Pero no debemos perder de vista nunca que hemos

    sido bendecidos con la muestra de amor ms grande que jams podamos recibir.

    Si algn da perdiramos a todas las personas que amamos; si perdiramos todas

    nuestras posesiones; si nuestro cuerpo padeciera enfermedades incurables

    (como Job); si sufriramos persecucin por causa de la fe; si nuestra familia nos

    diera la espalda por causa de nuestro amor a Dios; si tuviramos que abandonar

    nuestra casa, nuestra ciudad, nuestro pas (como los cristianos en Irak, Siria,

    Nigeria, etc.); si por anunciar este regalo a otros furamos encarcelados (como

    Pablo y Bernab); si supiramos que somos aprendidos sin esperanza solo

    esperando la muerte (como miles de cristianos en la iglesia primitiva que

    murieron en los circos romanos), aun as debemos encontrar en nosotros la

    devocin necesaria para exaltar, amar y servir a Dios.

    Que nuestras circunstancias y nuestras pruebas no nos hagan anhelar algo que

    ya nos fue dado, sino ms bien que sea su Palabra y el Espritu Santo quienes nos

    guen a superarlas y moldear nuestro carcter como el de Jesucristo por medio

    de ellas. El mensaje de Jesucristo que encontramos en los Evangelios y las

    Epstolas estaba dirigido a una iglesia que iba a sufrir en carne propia por causa

    de la fe. Que nuestro corazn tenga agradecimiento eterno por la salvacin que

    alcanzamos por medio de Jesucristo, y que nuestra vida sea un ejemplo de una

    santificacin progresiva que produzca un fruto visible de la transformacin diaria

    que Dios hace en nuestro corazn.