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  • 7/25/2019 Esteban Canales

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    MANUSCRITS, n o 12 Gener 1995

    phg s

    309-331

    A VUELTAS

    CON

    LA R E V O L U C I ~ N

    NDUSTRIAL:

    AVATARES RECIENTES DE UN VIEJO CONCEPTO

    Esteban

    cana le^;

    El examen de la historia econmica britnica del perodo 1760-1830

    es parecido al estudio de la historia de los disidentes judos e ntre el

    ao 50 antes de nuestra era

    y

    el 50 despus de Cristo. En un principio

    provincial, localizada, incluso extraa, acab cambiando la vida de las

    mujeres y hombres occidentales hasta hacerla irreconocible

    .

    .

    )

    Aunque el centro de la escena hace tiempo que ha pasado a otros

    actores, Gran Bretaa tiene asegurado un puesto de honor en los

    libros de historia: permanecer como la T ierra San ta de la industriali-

    zacin. (1)

    Las siguientes pginas pretenden informar de algunas de las

    caractersticas de los abundantes libros y artculos que, sobre este tema

    clave, se han escrito en la ltima dcada. Comienzan con una

    presentacin de las interpretaciones recientes que sobre l se han

    sucedido (1), para centrarse luego en el debate en torno a la medicin

    del crecimiento econmico (11) y esbozar a continuacin los argum entos

    que apuntan en favor de una consideracin menos uniforme, lineal y

    rgida de la revolucin industrial (111).

    l . - Joel MOKYR, Editor's introduction: the new economic history and the

    Industrial Rev olution , en Joel MOKYR ed.), The Brirish industrial revolution an

    economic perspective Boulder (Colorado), 1993

    p.

    13

    1, p

    13 1.

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    ESTEBAN CANALES

    La revolucin industrial ha sido, y contina siendo, objeto de

    un considerable debate historiogrfico. La importancia de las

    transformaciones econmicas que se estaban viviendo e n la mayor de

    las islas Britnicas desde finales del siglo XVIII no escap a sus

    coetneos, aunque, paradjicamente, no fueron los economistas

    britnicos inmersos en ella quienes captaron antes su trascendencia,

    sino los observadores continentales. Es en el continente, y entre autores

    franceses, donde primero se emplea la expresin revolucin

    industrial , que situaba en un mismo plano los cambios que en el

    terreno d e la produccin se estaban dando en Inglaterra y las grandes

    conmociones de la revolucin poltica francesa.(2) A mediados del

    siglo XIX su uso se haba ex tendido a las islas, si bien habran d e pasar

    todava varias dcadas hasta que el concepto se incorporase a la historia

    acadmica, a raz de la publicacin (1884) del ciclo de conferencias que

    Arnold Toynbee dedic a la revolucin industrial en Inglaterra.

    Toynbee entenda el fenmeno como una profunda y dramtica

    transformacin de las pautas de crecimiento econmico acompaada de

    cambios paralelos en la organizacin social, con el resultado de la

    miseria y el sufrimiento de la poblacin trabajadora. La visin crtica

    de las consecuencias sociales de la industrializacin no iba a perdurar

    ms

    all

    de la siguiente generacin de intelectuales y reformadores

    polticos, mientras que la nocin de una variacin repentina y global de

    la economa consigui aceptacin mayoritaria durante casi un siglo, si

    bien siempre existieron voces que, como Clapham durante la poca de

    entre guerras, defendieron la idea de una gradualidad.

    3)

    2. Sobre la miopa de los economistas clsicos ante los cambios econmicos

    en Gran Bretaa,

    E.

    A.

    WRIGLEY,Gentes ciudades y riqueza. La transformacin

    de la sociedad tradicional

    Barcelona, 1992 (ed. ing. 1987), cap. 2, aunque no

    parece razonable incluir a Ricardo en el grupo (Maxine

    BERG, The machinery

    question and the making of political economy 1815-1848

    Cambridge,

    1980,

    cap.

    4 .

    Landes ha indicado que la primera constancia del empleo del trmino

    revolucin industrial se remonta a

    1799

    (David S.

    LANDES,

    The fable of the

    dead horse; or, the Industrial Revolution revisited , en

    MOKYR, p. cit.

    p.

    132-

    170, p . 133), pero no fue hasta cuatro dcadas ms tarde cuando el economista

    francs Adolphe Blanqui elabor el paralelismo entre la revolucin francesa

    y

    la

    revolucin industrial inglesa.

    3 .

    Giorgio

    MORI,

    evolucin industrial: historia y signijicado de un concepto

    Madrid, 1970; David

    CANNADINE,El

    presente

    y

    el pasado en la revolucin

    industrial inglesa,

    1880-1980m,

    Debuts

    13 1986),

    p.

    73-94; LANDES,

    p. cit.

    p .

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    Fue sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial cuando la

    interpretacin de la revolucin industrial en trminos de ruptura se hizo

    dominante, al coincidir economistas e historiadores, desde diversas

    perspectivas, en la idea de la profundidad de los cambios producidos

    en algn momento a partir de la segunda mitad del siglo

    XVIII.

    Deane

    y Cole al analizar los indicadores macroeconmicos, Rostow al

    identificar el despegue hacia el crecimiento autosostenido en e l aumento

    de las inversiones a partir de 1780, Landes al estudiar los avances de

    la tecnologa, tenan en comn el poner de relieve la existencia de una

    discontinuidad fundamental, que ya A shton, en su clsica sntesis sobre

    la Revolucin Industrial, haba aceptado pese a sus cautelas.(+

    Aunque la mayora de estos autores no negaban la existencia de una

    fase de preparacin, algo en lo que tambin insista un estudio sobre los

    orgenes d e la revolucin,(s) la visin del proceso industrializador

    britnico en trminos esencialmente rupturistas pas a formar parte de

    los manuales y obras de sntesis sobre el perodo hasta el punto de ser

    calificado, en uno de ellos, como la transformacin ms fundamental

    experimentada por la vida humana en la historia del mundoU.(6)

    Es a partir de 1980 cuando esta interpretacin clsica de la

    revolucin industrial sufre una revisin importante a cargo, principal

    pero no exclusivamente, de historiadores de la economa, quienes

    tendieron a desdramatizar la inmediatez y la profundidad de las

    transformaciones econmicas representadas por la revolucin industrial,

    hasta el punto de negar, en algunos casos, la pertinencia del trmino,

    inapropiado para reflejar un fenmeno caracterizado por su

    gradua1idad.p) En realidad, las bases para este replanteamiento ya se

    haban puesto unos aos antes, con aportaciones que minaban,

    152-155.

    4.

    Phyllis DEANEy W . A. COLE,

    British economic growth

    1688-1959

    Cambridge, 1962; W . W. Ros~ow,

    as etapas del crecimiento econmico

    Mxico, 1963 (ed. ing., 1960); David

    S.

    LANDES,

    Progreso tecnolgico

    y

    revolucin industrial

    Madrid,

    1979

    (ed. ing.,

    1969);T. S.

    ASHTON,

    a revolu-

    cin industrial

    Mxico, 1950 (ed. ing., 1948).

    5 .

    M . W . FLINN

    rgenes de la revolucin industrial

    Madrid, 1970 (ed.

    ing.,

    1966).

    6 La cita corresponde a la p. 13 del libro de E. J . HOBSBAWM,ndustria e

    imperio

    Barcelona,

    1977

    (ed. ing.,

    1968).

    Otras obras significativas escritas en

    estos aos fueron: Phyllis DE AN E,

    a primera revolucin industrial

    Barcelona,

    1968 (ed. ing., 1965);Peter MA THIAS,

    he first industrial nation

    Londres, 1969.

    7. Rondo CAME RON,A new view of European industrialization ,

    Economic

    History Review 38

    (1985), p. 1-23, recoge las crticas contra lo inadecuado del

    concepto expuestas por vez primera cuatro aos atrs.

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    ESTEBAN

    CANALES

    respectivam ente, el carcter drstico del cambio al establecer una etapa

    intermedia -la protoindustrializacin- y sus resultados excepcionales,

    apenas mejores a largo plazo que los conseguidos por la economa

    francesa.@)En este ltimo caso, lo que se pona tambin en cuestin

    era la existencia de un patrn industrializador, el britnico, con e l que

    los dems pases haban de compararse. Pero las contribuciones que,

    de forma explcita, se propusieron construir la nueva visin de la

    revolucin industrial aparecieron en la dcada de 1980 a cargo de

    Harley y Crafts.(s) Los trabajos de ambos constituan sendas aporta-

    ciones de la Nueva Historia Econmica al tema del crecimiento

    econmico durante la revolucin industrial, ms circunscrito el de

    Harley

    y

    ms ambicioso y desarrollado el de Crafts, que ya haba

    iniciado la revisin de las tradicionales estimaciones sobre el crecimien-

    to algunos aos atrs,(io) aunque en ambos estaba clara la afirma-

    cin de unos ritmos diferentes de la economa britnica.

    Esta revisin de la industrializacin britnica desde una

    perspectiva macroeconmica coincidi en e l tiempo con planteamientos

    en los que se insista en la persistencia de la industria domstica y los

    talleres artesanales hasta bien entrado el siglo XIX.(ii) La obra de

    Berg,(iz) el exponente ms destacado de esta lnea, representaba una

    aproximacin al tema de la revolucin industrial desde un enfoque

    distinto al d e los nuevos historiadores de la economa, menos interesado

    por la evolucin de las grandes magnitudes econmicas que por los

    cambios habidos en el tejido industrial y su reflejo en la organizacin

    del trabajo, como era de esperar en una historiadora familiarizada con

    .- F. F.

    MENDELS,

    Proto-industrialisation:

    he first fase of the industrialisa-

    tion process Journal of Economic History 32 1972), p . 24

    1-26

    1

    ;

    Patrick

    O'BRIEN Caglar KEY DER ,conomic growth in England and Frunce 1780-1914:

    two paths to the 20th Century Londres, 1978.

    9

    -

    C

    Knick HA RL EY , British industrialization before 1841 evidence of

    slower growth during the Industrial Rev olution ,Journal of Economic History

    42

    (1982), p. 267-289; N.

    F.

    R. CRAFTS,British economic growth during the

    industrial revolution Oxford, 1985.

    O . - N . F. R .

    CRA FTS, English economic growth in the eighteen century: a

    reexamination of Deane and Cole's estimates ,

    Economic History Review 29

    (1976),p . 226-235.

    .-

    En la estela abierta por Raphael SAM UEL n su artculo so bre la

    pe,rsistenciade la tecnologa manual en la Inglaterra victoriana: Workshop of the

    world: steam power and hand technology in mid-Victorian Britain , History

    Workshop (1977), p . 6-72.

    1 2 .

    Maxine BERG,La era de las manufacturas 1700-1820 Barcelona, 1987

    (ed. ing.,

    1985).

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    el estudio de las interrelaciones entre economa y sociedad.(i3) Pese

    a esta diferente perspectiva, haba en la panormica de Berg sobre los

    inicios de la industrializacin britnica una confluencia con los autores

    antes citados, en la medida en que tambin Berg d isminua la brusque-

    dad y amplitud de las transformaciones experimentadas por la industria,

    al tiempo que no cuestionaba de manera explcita los datos macroecon-

    micos dados por Harley y C rafts, aunque contena elementos suscepti-

    bles de entrar en conflicto con ellos, como la importancia concedida a

    las actividades industriales de corte tradicional y a la participacin de

    la mujer en el trabajo en las fbricas.(l4)

    La nueva visin de la revolucin industrial fue ganando terreno

    a lo largo de la dcada de 1980. Coincida con los planteamientos de

    un historiador del prestigio de Wrigley, para quien el crecimiento

    anterior a mediados del siglo XIX se haba producido dentro de los

    lmites de una economa basada esencialmente en el uso de recursos

    orgnicos, mientras que el desplazamiento de la poblacin del campo

    a las ciudades no haba aumentado de forma significativa la proporcin

    de poblacin empleada en la industria fabril durante la primera mitad

    del siglo.(is) Las obras de sntesis sobre la historia econmica

    acogieron pronto en sus pginas la interpretacin gradualista, sobre

    todo al comparar la evolucin de la econom a britnica con la de o tros

    pases de industrializacin ms tarda y al extender el perodo de

    estudio ms all de los lmites cronolgicos de la revolucin indus-

    trial.(i) En parte estos vientos de cambio respondan a elementos

    .- Autora de The machinery question anlisis de los debates suscitados en

    la primera mitad del siglo XIX por la introduccin de la nueva tecnologa, y

    coeditora de un coloquio sobre la industria antes de la implantacin de la fbrica

    (Maxine

    BERG,

    Pat HUDSON Michael

    SONENSCHER,

    ds.,

    Manufacture in tow n

    and country before the factory Cambridge, 1983).

    1 4 . Aspectos que, como veremos, han acabado hacindole rechazar la validez

    de tales estimaciones sobre el crecimiento.

    15. WRIGLBY,Gentes ciudades y riqueza cap. ; id . , Cambio continuidad

    y azar Barcelona, 1993 (ed. ing.,

    1988 ;

    id., Poblacin agrcola

    y

    poblacin

    rural: el empleo en el sector agrcola en la Inglaterra de comienzos del siglo

    XIX , en L. BONFIELD,R . M . SMITH,

    K .

    WRIGHTSONeds.), El mundo que

    hemos ganado. Estudios sobre poblacin y estructura soc ial

    Madrid, 1990 (ed.

    ing. 1986), p. 365-414.

    16.

    C .

    H.

    LEE, The British economy since 1700: macro-economic

    perspective

    Cambridge,

    1986;

    Jordan

    GOODMAN

    Katrina

    HONEYMAN, ainful

    pursuits: the making of industrial Europe 1600-1914

    Londres,

    1988.

    Lee indica

    con rotundidad que la aparicin de muchas nuevas obras sugiere que ya es hora

    de una revisin de la creencia convencional sobre la importancia de la revolucin

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    derivados de la propia lgica de la investigacin, como la aparicin de

    una nueva generacin de historiadores y una nueva metodologa para

    el estudio de la historia econmica, pero tambin tenan que ver con

    factores externos. En efecto, el contexto de declive econmico que

    atravesaba el Reino Unido desde la dcada de

    1970

    propiciaba la duda

    sobre el xito del pasado industrial del pas, lo que tambin se pona de

    relieve con la simultnea interrogacin sobre las causas de su decaden-

    cia tras el esplendor de las primeras etapas de la poca victoria-

    na.(17) Al m ismo tiempo se produca una ofensiva poltica e ideol-

    gica conservadora, que se concret en el thatcherismo y en la exalta-

    cin que ste hizo del neoliberalismo econmico y de los valores

    morales v ictorianos. En el campo de la historia, la influencia conserva-

    dora se dej sentir en el intento de borrar cualquier interpretacin

    revolucionaria del pasado. 18) En pocos aos, surgieron explicacio-

    nes que negaban carcter de corte profundo a la revolucin de 1688, al

    afirmar la vigencia del Antiguo Rgimen hasta al menos el primer

    tercio del siglo XIX;(i9) consideraban que Inglaterra era en tiempos

    de la revolucin francesa una sociedad estable

    y

    cohesionada, en la que

    el jacobinismo no constituy una amenaza seria;(zo) subrayaban la

    continuidad del Cartismo con el radicalismo reformista del siglo XVIII,

    en razn del carcter interclasista que revelaba el anlisis de su lenguaje

    poltico;(2i) y defendan la pervivencia del predominio econmico

    de la aristocracia, la asuncin de sus valores por la burguesa y la

    industrial

    (p.

    4 y

    que el ms sobresaliente rasgo del crecimiento econm ico

    britnico duran te los ltimos tres siglos ha sido su extrema lentitud (p.

    271).

    17.

    E1 ejemplo ms caracterstico de esta literatura es el libro de Martin

    J .

    WIENER,

    nglish culture and the decline of the industrial spirit 1850 -1950

    Cambridge, 198 1.

    .-

    CANNADINE,

    p. cit.; James RAVEN, British history and the enterprise

    culture Past and Present

    123 (1989),

    p.

    178-204;

    Giorgio M OR I, Riabilitare

    la rivoluzione industriale' (e, in parte, un

    'cane morto'

    .

    . . Qualche commento su

    una discussione che si riaccende , Studi Storici

    1 (1993),

    p .

    61-72 ;

    Patrick

    K.

    O'BRIEN, Introduction: modem conceptions of the Industrial Revolution , en

    P.K. O'BRIEN

    y

    Roland

    QUINAULT

    eds.), The industrial revolution and British

    society Carnbridge,

    1993,

    p.

    1-30.

    19 -

    J . C .

    D. CLARK,

    nglish society 1688-1832: ideology social structure and

    political practice during the ancien regime Cambridge,

    1985.

    O.-

    Ian R. CHRISTIE tress and stability in late eighteenth-century Britain

    Oxford,

    1984.

    .- Gareth S. JONES,Lenguajes de clase. Estudios sobre la historia de la

    clase obrera inglesa Madrid,

    1989

    (ed. ing.

    1983).

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    caracterizacin de acuerdo con ellos de la poltica imperial todava al

    trmino de la poca victoriana. 22)

    Pero esta apenas implantada ortodoxia revisionista ha sido a su

    vez desafiada en los ltimos aos por autores que, desde el mbito de

    la historia econmica o desde reas ms afines a la historia social, han

    reclamado la plena vigencia de la revolucin industrial. El libro de

    Hudson(23) es quiz el ejemplo ms significativo de estos recientes

    planteamientos, en los que la reafirmaciri de la existencia de una

    discontinuidad fundamental en la historia britnica se acompaa de una

    caracterizacin de la revolucin

    industrial en trminos de cambio

    global, y no solamente econmico, y de una mayor atencin por las

    diferencias, regionales y sectoriales, ocultas tras los ndices agregados

    en los estudios macroeconmicos. Unos planteamientos en los que

    tambin coincide explcitamente la segunda edicin de la obra de

    Berg(24) y que, a su vez, dejan huella en las historias econmicas

    generales. (2s)

    Para quienes, desde el anlisis macroeconmico, se alinean en

    posiciones revisionistas, los indicadores sobre el crecimiento de la

    economa britnica durante el siglo XVIII y primeras dcadas del siglo

    XIX evidencian, pese a la dificultad de las mediciones anteriores a la

    segunda mitad del siglo XVIII, la citada mayor gradualidad de la

    evolucin. En efecto: a) El crecimiento del producto nacional (PN)

    durante la revolucin industrial resulta, de acuerdo con las nuevas

    22 . Adems del precursor libro de WIENER,English culture pueden servir de

    ejemplo los artculos de P.

    J . CAIN

    y

    A .

    G. HOPKINS, Gentlemanly capitalism

    and British overseas expansion, 1 , 1680-1850 ; y 2 , 1850-194 5 , Economic

    History Review 39 (1986), p. 501-525, y 40 (1.987), p. 1-26, y los trabajos

    recogidos en el libro de W . D. RUBINSTEIN, lites and the wealthy in modern

    British history: essays in social and economic hislory Brighton, 1987.

    23 .

    Pat HUDSON, he Industrial Revolution I,ondres, 1992.

    24 . Maxine BERG, The age of manufactures 1700-1820. Industry innovation

    and work in Britain Londres, 1994 (2a ed.).

    2 5 . ES el caso de Peter N. STEARNS, he industrial revolution in world

    history Boulder, 1993, para quien la revolucin industrial significa cambio, el

    ms decisivo conjunto de cambios jams experimentado por la m ayora de las

    personas (pp. 4-5).

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    CANALES

    estimaciones,(26) inferior al establecido en 1962 por Deane y Co-

    ie,(27) que pasaba por ser una slida confirmacin de las posiciones

    favorables al carcter especial del perodo. L a fortsima aceleracin de

    la tasa de crecim iento anual del PN -tanto en trminos absolutos como

    per cpita- que supuestamente se produca a partir de 1780 queda

    notablemente atenuada. La barrera del

    2

    anual, que las anteriores

    estimaciones daban por alcanzada a partir de 1780, no debi lograrse

    hasta 40 aos ms tarde. b) Antes de la revolucin industrial se produjo

    un crecimiento no despreciable de la econom a, ligeramente superior a

    lo que se haba credo.(28) c) La combinacin de los dos puntos

    anteriores da como resultado un cuadro ms m atizado del despegue de

    los aos ochenta del siglo XVIII: la tasa de crecimiento anual del PN

    durante el perodo 1780-1801 ocupa una posicin intermedia entre la

    ms lenta habida durante las dos dcadas anteriores y la ms rpida de

    los treinta aos siguientes.

    Este panorama ms gradual del crecimiento de la economa se

    ve reforzado por la reevaluacin de la aportacin respectiva de la

    agricultura y la industria: a) La agricultura contribuy de forma

    apreciable a este crecimiento, antes y durante la revolucin industrial,

    de manera que su participacin en el PN incluso aument en los dos

    primeros tercios del siglo XVIII, en los que creci ms rpidamente

    que la industria, y, aunque en adelante su ritmo de crecimiento fue

    comparativamente ms lento, sigui aumentando en trminos absolutos

    su produccin, gracias a un incremento ligero de la poblacin ocupada

    en el sector hasta la dcada de 1840, y, sobre todo, merced a un

    aumento de la

    productividad;(29) b) Por el contrario, el crecimiento

    industrial fue mucho menor del tradicionalmente supuesto, incluso en

    el primer tercio del siglo XIX,(~O) los incrementos de productivi-

    dad conseguidos durante todo el perodo estuvieron por debajo de los

    obtenidos por la agricultura(3i) y tuvieron lugar sobre todo en los

    2 6 . - CRAFTS, p. cit . p. 45.

    .-

    DEANE COLE,op. cit.

    CRAFTS,

    p. cit .

    p. 45.

    2 9 . - Ibid., p. 38-44.

    30.

    Ibid., p. 32; vase tambin

    CRAFTS,

    British economic growth, 1700-

    183 1: a review of the evidence ,

    Economic History Review

    36 (1983), p. 177-

    199. HARLEY a porcentajes todava ms bajos para el perodo 1770-1815,

    op.

    cit.

    p .

    276-281.

    3 . -

    CRAFTS,British economic growth

    p. 84.

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    sectores modernizados, como el algodn y el hierro, que partan con un

    peso escaso en el conjunto de la actividad industrial.(32)

    Contra esta visin gradualista fundamentada en el anlisis

    macroeconmico se han levantado en los ltimos aos diversas crticas,

    que niegan la fiabilidad de unos datos sobre crecimiento y productivi-

    dad obtenidos mediante el tratamiento sofisticado de la informacin

    contenida en unas fuentes endebles. Para comprender el alcance de

    estas crticas, conviene examinar primero el proceso de elaboracin de

    tales magnitudes. La medida de la riqueza global de un pas -la renta

    nacional o PN- es un dato complejo, resultado de la suma de los

    diversos componentes de la actividad econmica, que puede obtenerse

    a travs de tres procedimientos diferentes, centrados respectivamente

    en la averiguacin de los ingresos, los gastos y la produccin.(33)

    Crafts, al igual que antes haban hecho Deane y Cole, intenta medir

    esta ltima, para lo cual necesita conocer las partes correspondientes a

    la agricultura, la industria, el comercio, los servicios y el sector

    gubernamental, estimar el valor de cada una de ellas -asignando los

    precios adecuados- y evitar duplicidades en la suma del valor total,

    mediante el clculo del valor aadido a un producto en cada fase de la

    actividad productiva. El conocimiento de la productividad, entendida

    como la contribucin residual al crecimiento una vez sustradas las

    aportaciones del capital, la fuerza de trabajo y la tierra,(34) requiere

    informacin sobre las caractersticas de cada uno de estos factores:

    capitales invertidos, poblacin empleada, tierras cultivadas. Como

    puede verse, se necesitan datos muy variados y precisos para medir la

    evolucin del PN y la productividad. Algunos de ellos proceden de las

    diversas estadsticas sobre empleo y rentas que se elaboraron entre fines

    del siglo XVII

    y comienzos del siglo XIX (King, 1688; Massie, 1759;

    Culquhoun, 1801-1803), ya conocidas y utilizadas por Deane y Cole y

    otros estudiosos del crecimiento econm ico, pero sujetas a una amplia

    32 . -

    Ibid., p.

    22-23.

    Para diferencias sectoriales de productividad, D. N.

    MCCLOSKEY,The industrial revolution,

    1780-1860:

    a survey , en

    R. FLOUD

    D.

    N . MCCLOSKEY

    eds.),

    The economic history of Britain since 1700. Vol. 1:

    1700-1860,

    Cambridge,

    1981,

    pp.

    103-127,

    p.

    114,

    aunque, segn

    CMFTS

    op.

    cit.

    p .

    86),

    convendra rebajar las cifras.

    33 . -

    G R . HAWKE Economa para historiadores,

    Barcelona,

    1984,

    cap.

    2.

    3 4 . - N . F. R. CMFTS

    The eighteenth century: a survey , en

    FLOUD

    MCCLOSKEYeds.),

    The economic history of Britain,

    t .

    1

    p.

    1-16,

    p .

    6.

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    10/24

    318 ESTEBAN CANALES

    revisin por Lindert y Williamson;(3s) otros provienen de los traba-

    jos sobre formacin de capital y sobre poblacin, tambin posteriores

    a Deane

    y

    Coe.(36) Con tales aportaciones

    y

    otras de menor enti-

    dad,

    y

    con el recurso a estimaciones aproximadas con las que rellenar

    lagunas cuando los datos son insuficientes, Crafts consigue el material

    imprescindible para la elaboracin de aquellas cifras complejas.

    Es esta combinacin de fuentes cifradas poco slidas

    y

    de

    audacia en su tratamiento lo que los crticos recriminan a Crafts

    y

    a

    quienes con l han fundamentado el gradualismo de la evolucin

    econm ica britnica en los resultados de esta perspectiva macroecon-

    mica. En palabras de uno de los ms tempranos crticos, algunas

    partes de la revolucin industrial pueden ser contadas, pero otras no.

    Intentar hacerlo es exagerar los poderes del historiador ante una fuente

    histrica que con mucha frecuencia es deficiente e incompleta . 37)

    La misma estimacin del PN

    y

    su evolucin es, para estos crticos, un

    ejemplo de cmo la limitacin de las fuentes y lo inadecuado del

    mtodo empleado restan fiabilidad a los resultados. Porque se requiere

    ponderar la importancia de los diversos componentes, tener en cuenta

    los efectos de los cambios de precio

    y del valor aadido a lo largo del

    tiempo; porque en una economa con un bajo grado de especializacin

    en las ocupaciones

    y

    en parte no orientada hacia el m ercado, como era

    la britnica al menos durante el tramo inicial del perodo considerado,

    algunas actividades no dejan huella documental; y porque el mismo

    carcter global de las cifras agregadas que se obtienen esconde las

    discontinuidades

    y

    desigualdades que caracterizaron el crecimiento

    econm ico durante la revolucin industrial.(38) La reevaluacin de

    la incidencia de los gastos gubernamentales -uno de los cinco epgrafes

    35.

    Peter

    H . LINDERT,

    English occupations,

    1670-181

    1

    ,

    Journal of

    Economic History

    40 (1980),

    p .

    685-712;

    Peter

    H.

    LINDERT Jeffrey G.

    WILLIAMSON,

    Revising England's social tables 1688-1812 ,

    Explorations in

    Economic History

    19 1982),

    p.

    385-408; LINDERT

    WILLIAMSON,Reinter-

    preting B ritain's social tables,

    1688-1913 ,

    Explorations in Economic History

    20

    (1983),

    p.

    94-109.

    36 . C.

    H.

    FEINSTEIN,Capital formation in Great Britain , en P.

    MATHIAS

    y M . M . POSTANeds.), Cambridge Economic History of Europe vol.

    711,

    Cambridge,

    1978,

    pp. 28-96 (trad. esp., Madrid, 1982); E. A . WRIGLEY R .

    SCHOFIELD,

    he population history of England

    1541-1871 Londres,

    1981.

    37.-

    Julian

    HOPPIT,

    Counting the industrial revolution ,

    Economic History

    Review 43

    (1990),

    p .

    173-193,

    p.

    189-190.

    3 8 .

    Pat

    HUDSON,

    The regional perspective , en P.

    HUDSON

    ed.), Regions

    and industries: a perspective on the industrial revolution in Brirain Cambridge,

    1989, p . 5-38; HOPPIT,

    op. cit.

    p. 185; LANDES,

    p. cit.

    p.

    148-149.

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    11/24

    que componen el PN - constituye un buen ejemplo de esta fragilidad de

    los datos finales, pues cambios en una partida de menor importancia

    disminuyen en un tercio la tasa de crecimiento per cpita del PN

    obtenida por Crafts para los primeros sesenta aos del siglo

    XVIII.(39) Por otro lado, una de las bases sobre las que se asienta

    el clculo del PN, la distribucin por ocupaciones de la poblacin

    inglesa desde el final del siglo XVII revisada por Lindert y W illiamson,

    es muy poco slida, com o el propio Lindert ya reconoca en el primero

    de los trabajos sobre el tema, al insistir en el carcter aproximado y

    sujeto a un amplio margen de error de sus

    conclusiones.(~o)En

    efecto, el procedimiento escogido para la revisin de los datos sobre

    empleo contenidos en las estadsticas sociales de la poca

    -la informa-

    cin sobre la profesin de las personas fallecidas obtenida de una

    muestra de registros parroquiales- distorsiona el resultado, pues

    solamente asigna una ocupacin a quienes repartan su tiempo entre dos

    o ms actividades, algo frecuente en aquella poca, y apenas tiene en

    cuenta el empleo femenino e infantil, cuado se sabe que su participa-

    cin fue notable, en especial en los sectores punta de la industria.(41)

    Tampoco han escapado a la crtica los datos sobre evolucin de

    la produccin y la productividad sectoriales. En el caso de la produc-

    cin industrial, el nico que vamos a considerar, quiz el principal

    inconveniente del ndice elaborado por Crafts sea el carcter sesgado

    de la muestra de industrias escogidas, que deja fuera del clculo

    algunas de las ramas ms dinmicas, con la consiguiente influencia a

    la baja en las cifras conjuntas.(42) Pero todava es ms preocupante

    el hecho de que, en menos de una dcada, se hayan podido proponer

    varios ndices de la actividad industrial que, sin diferir apenas en los

    materiales de base utilizados, y compartiendo todos ellos una misma

    ptica revisionista, se distancian apreciablemente entre s en los resulta-

    39.

    R . V . JACKSON, Governm ent expenditure and British economic grow th

    in the eighteenth century: some problems of measurement ,

    Economic History

    Review

    43 (1990), p. 217-235.

    40.

    LINDERT p. cit. p. 711-712.

    41 .

    HOPPIT,op. cit.; M .

    BERG

    P

    HU DS ON , Rehabilitating the industrial

    revolution ,

    Economic History Review

    45

    (1992),

    p.

    24-50;

    P

    HUDSON,

    he

    industrial revolution

    p. 42-43;

    M .

    BERG, What difference did women's work

    make to the Industrial Revolution? ,

    H ist oq Workrhop Journal

    35 (1993),p. 22-

    44.

    42 . HOPPIT,op. cit. p.

    179-182.

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    12/24

    320 ESTEBAN CANALES

    dos.(43) Por esta razn, el autor de uno de los ltimos intentos de

    evaluar las tasas de crecimiento de la industria durante la revolucin

    industrial concluye su artculo indicndonos que no conocerem os

    mejor la tasa de crecimiento del conjunto de la industria hasta que no

    sepamos mucho ms sobre la produccin y los precios de cada una de

    las industrias y que las estimaciones existentes del crecim iento

    industrial durante el siglo XVIII

    y

    comienzos del siglo XIX, incluyendo

    la que l aporta, son todava en una medida importante el resultado de

    conjetura y especulacin . 44)

    En respuesta a sus crticos, Crafts

    y

    Harley han aceptado la

    posibilidad de modificaciones menores, que incluiran, por ejemplo,

    correcciones inferiores a una dcima de punto en las tasas de creci-

    miento anual del PN. Pero, al mismo tiempo, se han reafirmado en la

    bondad del mtodo utilizado y en lo esencial de los resultados con l

    obtenidos: un crecimiento gradual, sin despegues espectaculares, que

    engloba apreciables avances de la agricultura y un comportamiento

    desigual de la industria, donde el estancamiento de los sectores

    tradicionales, mayoritarios, contrasta con el dinamismo de sectores

    como el algodn y el hierro, transformados por las nuevas tecnolo-

    gas.(4s) A juzgar por la reciente rplica que esta respuesta ha pro-

    vocado, la polmica sobre las caractersticas del crecimiento econm ico

    sigue abierta, aunque una y otra parte parece que estn de acuerdo en

    rechazar la vuelta a las posiciones de Deane y Coie.(46)

    4 3 .

    Me refiero a los trabajos de

    HARLEY,

    British industrialisation ; CRAFTS,

    British economic grow th;

    y CRAFTS,

    EYBOURNE

    MILLS, Trends and cycles in

    British industrial production, 1700-1913 , aparecidos respectivamente en 1982,

    1985 y 1989. Conozco el ltimo a travs de una versin posterior,

    N .

    F

    R.

    CRAFTS

    .

    J. LEYBOURNE

    T .

    C. MILLS,

    Britain , en R.

    SYLLA

    y Gianni

    TONIOLOeds.),

    Patterns of European industrialization: the nineteenth century

    Londres, 1991, p. 109-152 . Harley y Crafts-Leybourne-Mills ofrecen unas tasas

    de crecimiento ms bajas que Crafts durante el perodo 1770-1815.

    44.- R .

    V. JACKSON,

    Rates of industrial growth during the industrial

    revolution ,

    Economic History Review

    45 (1992), p. 1-23, p. 21.

    45.-

    N .

    F R.

    CRAFTS C . K. HARLEY,

    Output growth and the British

    industrial revolution: a restatement of the Crafts-Harley view ,

    Economic History

    Review

    45 (1992), p. 703-730; C.

    K. HARLEY,

    Una nueva evaluacin

    macroeconmica de la revolucin industrial ,

    Revista de Historia Econmica

    2

    (1993), p. 259-303.

    46 . M . BERGy

    P. HUDSON,

    Growth and change: a cornment on the Crafts-

    Harley view of the industrial revolution ,

    Economic History Review 47

    (1994),

    p. 147-149.

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    13/24

    En realidad, lo que ms separa a unos y otros no son las

    divergencias sobre cunto y cundo creci la economa britnica, sino

    diferencias ms profundas sobre la posibilidad de medicin del

    crecimiento econmico

    y

    sobre la validez del mismo como criterio

    fundamental del cambio histrico. Porque, para la mayora de los

    crticos, la baja calidad de los materiales estadsticos disponibles para

    elaborar los complejos datos generales sobre produccin y productivi-

    dad no garantizan la validez de unos resultados difcilmente compatibles

    con la profundidad de las transformaciones apreciadas por los contem-

    porneos.(47) Y porque, ms importante an, estos crticos tienden

    a rechazar una visin reduccionista de los acontecimientos, una visin

    que restringe los cambios mltiples que se producen durante la

    revolucin industrial a una cuestin de porcentajes de crecimiento,

    cuando muchas de estas transformaciones no tuvieron una traduccin

    inmediata en trminos de aumentos de la produccin o mejoras de la

    productividad y otras trascendieron los lmites del impacto econmi-

    CO. (48)

    Pero tampoco conviene exagerar las diferencias entre quienes,

    desde la historia, se acercan al estudio del perodo en busca de una

    perspectiva global a partir de anlisis multifactoriales a pequea escala

    y quienes, impulsados por su formacin como economistas, se

    interrogan por el crecimiento desde una perspectiva macroeconmica.

    Si antes hemos visto que defensores del primer planteamiento tambin

    aceptan que la visin dramtica del crecimiento, tal y como la

    presentaban Deane y Cole, ha pasado a mejor vida, ahora podemos

    sealar que , desde el otro lado de la polmica, se asume que durante

    el perodo 1750-1850 el crecimiento de la economa britnica fue

    histricam ente nico y notable a escala internacional (49) y se reco-

    noce que los cambios en la actividad econmica alteraron profunda-

    mente la estructura social britnicaW,(so) azones ambas por las que

    la nocin de revolucin industrial sigue siendo vlida para estos

    autores. En todo caso, reducir el debate sobre las caractersticas del

    proceso industrializador britnico al nico tema de la medicin del

    crecimiento econmico sera empobrecer su contenido, pues se dejaran

    de lado las aportaciones procedentes de otros campos.

    47.

    O'BRIEN, Introduction .

    4 8 . BERG

    y HUDSON, Rehabilitating .

    49. CRAFTSy HARLEY, Output growth , p . 704.

    HARLEY, Un a nueva evaluacin ,

    p .

    287

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    14/24

    Si han sido sobre todo los estudios de carcter macroeconmico

    los que ms han transformado la vieja creencia de la excepcionalidad

    del crecimiento de la revolucin industrial, trabajos de carcter regional

    y local, con ms nfasis en la historia social, han ido abriendo paso a

    una visin de la revolucin industrial que se caracteriza por la desigual

    intensidad de su impacto en los diversos sectores y reas geogrficas,

    por el carcter no lineal de las transformaciones que se produjeron y

    por una consideracin ms matizada del papel desempeado por la

    tecnologa. Vamos a examinar estos tres aspectos.

    a) Decir que el impacto de la revolucin industrial no alcanz

    de manera uniforme a todas las actividades y a todas las regiones

    britnicas no resulta original a estas alturas, pues ya las historias

    clsicas lo haban advertido, pero s lo es el esfuerzo que un sector de

    la historiografa reciente ha dedicado a subrayar y precisar este hecho,

    frente a la tendencia de los estudios macroeconmicos y las obras de

    sntesis a pasarlo por

    alto. si)

    Uno de los rasgos ms obvios de este carcter heterogneo de

    la industrializacin es que no todos los sectores de la produccin

    sufrieron el mismo grado de transformacin. Suele presentarse esta

    situacin en trminos de existencia de una economa dual, con sectores

    modernos, como el algodn y el hierro, en los que desde poca

    temprana se produjeron innovaciones que cambiaron sustancialmente las

    pautas de su produccin, y sectores tradicionales, escasa

    y10 tardamen-

    te afectados. Semejante caracterizacin requiere matizaciones. En

    muchas ramas de la produccin exista una mezcla de novedades y

    permanencias. Tomemos el ejemplo de la industria textil. Junto al

    algodn, paradigma de la industrializacin, prosperaron la lana, el lino

    y la seda, que aunque no experimentaron tempranas transformaciones

    51 .

    Por ejemplo, mientras que en la historia econmica coordinada por R.

    FLOUD

    D . N . MCCLOSKEYThe economic history of Britain since 1700,

    Cam bridge, 1 9 8 1 ,2 vols.) no existe un tratamiento regional, la historia social que,

    bajo la coordinacin de

    F. M. L. THOMPSON

    pareci menos de una dcada

    despus

    Th e Cambridge social history of Britain 1750-1950,

    Cambridge, 1990,

    vols.) dedica el primero de sus volmenes al estudio de las regiones. Tambin

    puede situarse dentro de este mayor inters por el anlisis regional la aparicin d e

    atlas que representan espacialmente diversos aspectos de la revolucin industrial:

    John

    LANGTON

    R . J. M ORRISeds.),

    Atlas of industrializing Britain 178 0-1914,

    Lond res, 1986; Rex

    POP

    ed.),

    Atlas of British social economic history since

    c.

    1700, Londres, 1989.

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    15/24

    A

    VUELTAS CON

    LA REVOLUCIN

    INDUSTRIAL..

    .

    323

    en la tecnologa y en la organizacin del trabajo mantuvieron un

    importante crecimiento. Y, dentro de cada uno de estos sectores, haba

    a su vez notables diferencias, como, para el caso de la industria de la

    lana y el estambre, subraya la autora de un estudio regional: los

    comienzos de la industrializacin no significaron, en el mbito del rea

    occidental de Yorkshire, una homogeneizacin, pues, junto al contraste

    entre la industria del estambre, ms mecanizada y organizada sobre una

    base ms capitalista, y la ms tradicional industria de la lana, existan

    en sta,

    en el primer cuarto del siglo

    XIX

    "cuatro unidades de

    organizacin bsicas": la fbrica propiedad de un grupo de pequeos

    paeros, la fbrica propiedad de un mercader-manufacturero, el paero

    que trabajaba en su propio domicilio o en un pequeo taller y que

    venda sus productos en la lonja local

    y

    el maestro paero independien-

    te que trabajaba a comisin para un mercader o compraba paos a

    paeros para acabarlos

    y

    venderlos a mercaderes.& ) Tam bin en el

    sector algodonero se daba el contraste entre una hilatura ms temprana-

    mente mecanizada, con mano de obra fabril,

    y

    un tejido que se

    continu realizando de acuerdo con la vieja tecnologa manual y las

    tradicionales formas de organizacin del trabajo. A unque, m s que una

    oposicin entre prcticas modernas

    y

    propias de una etapa anterior, hay

    que hablar de una situacin de complementariedad, en la que lo

    tradicional y lo moderno eran a menudo inseparables y se reforzaban

    mutuamente, porque "para muchas actividades, las fbricas no

    supusieron el fin de la industria domstica, sino su expansin temporal,

    pues, cuando algunas de estas actividades se trasladaron a las fbricas,

    se produjo un incremento de la demanda de productos de aquellas

    etapas del proceso de elaboracin que seguan teniendo lugar en el

    domicilio de los trabajadores. En algunas industrias el crecimiento

    ocurri mediante la expansin de las industrias domsticas"

    . 53)

    Los efectos de la revolucin industrial no se dejaron sen tir en

    todos los lugares con igual intensidad. Un vistazo a los datos de empleo

    de los varones recogidos en el censo de

    1841

    nos permite comprobar

    las grandes diferencias regionales en el porcentaje de ocupacin de esta

    mano obra en industrias "modernas", desde tan slo un 6

    7 % en las

    tierras altas escocesas y en el norte y oeste y Gales hasta casi el 40

    en Lancashire.(sq Tambin las monografas regionales y locales de

    las dos ltimas dcadas han desvelado la existencia de contrastes en el

    P

    HUDSON,

    he Genesis of industrial capital: a study of West Riding wool

    textile industry c.

    1750-1850

    Cambridge, 1986

    p.

    36-37.

    53. - MOKYR, Editor's introduction" , p. 115-116.

    54. CRAFTS,British economic growth

    p

    4-5.

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    16/24

    324

    ESTEBAN CANALES

    grado d e las transformaciones econmicas y en las caractersticas de las

    relaciones sociales dentro del territorio britnico: el Oldham de Foster

    es una ciudad donde la mecanizacin de la industria algodonera hace

    que, en el segundo cuarto del siglo XIX, el grueso de la poblacin

    trabajadora vaya quedando sujeto a la disciplina fabril, un proceso que

    ya se haba experimentado dos dcadas antes en otro centro algodonero,

    Stockport, no lejos de Oldham , mientras que Bradford era por entonces

    un centro de la industria del estambre con un importante contingente

    artesanal y Birmingham tena sobre todo una industria de manufacturas

    metlicas que , hacia 1830 y 1840, estaba perdiendo su carcter

    minifundista y artesanal en beneficio de las grandes empresas y la

    produccin

    mecanizada.(ss) Esta diversidad se produce al tiempo que

    se afirma la cohesin interna de cada regin y su diferenciacin y

    personalidad frente a otras regiones. Porque la revolucin industrial, en

    lugar de disolver la identidad regional en el ms amplio mbito del

    estado, favorece la integracin econmica de estas reas territoriales

    intermedias, que se especializan en funcin de los recursos de que estn

    dotadas y de los mercados que sirven -un proceso que hunde sus races

    en poca preindustrial y que no siempre acaba con xito-, captan el

    capital y la mano de obra necesarios sobre todo de su propia rea y , en

    una medida importante, se organizan social y polticamente sobre esta

    base territorial.(56) Por este motivo es la regin econmica, y no la

    totalidad del territorio estatal, conjunto heterogneo de regiones con

    trayectorias a veces divergentes, la unidad de estudio ms adecuada

    para medir las transformacianes econmicas y sociales de la revolucin

    industrial, algo en lo que ya insisti Pollard aos atrs.(s7)

    l.-ohn FOSTER

    Class Struggle and the Industrial Revolution: early

    industrial capitalism in three English tow ns

    Londres, 1974; Robert GLEN ,

    Urban

    workers in the early industrial revolution

    Londres, 1984; Theodore

    KODISTCHECK, lass formation and urban-industrial society: Bradford 1750-

    1850

    Cam bridge, 1990; Clive

    BEHAGG,Politics andprodu ction in the early nine-

    teenth century Londres, 1990.

    56.

    John

    LANGTON,

    The industrial revolution and the regional geography of

    England

    Transactions of the Institute of British Geographers

    9 (1984), p. 145-

    167; su anlisis ha sido desafiado, a mi parecer con poco xito, por Derek

    GREGORY,

    The production of regions in England's Industrial Revolution ,

    Journal of Historical Geography

    14 (1988), p. 50-58; vase tambin HUDSON,

    The regional perspective

    .

    .-

    Sidney POLLARD

    a conquista pac@ca: la industrializacin de Europa

    1760-1970

    Zaragoza, 1991 (ed. inglesa, 1981), pp. 15-16. Pero el argumento

    pierde parte de razn cuando, en lugar de Inglaterra, se aplica a pases como

    Alemania o Rusia. donde la iniciativa del estado en la industrializacin fue

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    17/24

    b) La industrializacin inglesa no fue un proceso lineal, con un

    resultado final, la concentracin de asalariados en fbricas con em pleo

    de moderna tecnologa, anunciado desde un principio. Porque, como

    Maxine Berg ha sealado oportunamente, la realidad es demasiado

    escurridiza para dejarse atrapar en las redes del antiguo modelo

    marxiano de la manufactura o del ms reciente modelo de la protoin-

    dustrializacin, dos de las vas sobre las que, en teora, discurra el

    camino hacia la industria moderna.(%)

    Y

    porque, como en parte ya

    hemos visto, la implantacin de la fbrica no supuso la eliminacin de

    anteriores tecnologas y sistemas de organizacin y explotacin del

    trabajo, sino la coexistencia y, en ocasiones, el desarrollo de relaciones

    de m utua complementariedad entre una y otras.

    La m anufactura, tal y como la entenda Marx, era la vertiente

    industrial de un mismo proceso de separacin del trabajador de los

    medios de produccin, que en el mbito agrario se produca a travs

    del cercado de tierras y la privacin a los campesinos del derecho de

    acceso al aprovechamiento de las mismas. Como modelo, la manufactu-

    ra supona la existencia de grandes talleres en los que trabajaban

    artesanos bajo el control capitalista. Era un paso intermedio entre la

    industria artesanal, con la que comparta una tecnologa manual, y la

    industria fabril, a la que se asemejaba por la divisin del trabajo y por

    la sujecin del trabajador, aunque la misma dependencia de la habilidad

    de los artesanos empleados en ella pona lmites al grado de descompo-

    sicin de las partes del proceso productivo y de control sobre los

    trabajadores. Unos lmites que seran rotos con la introduccin de las

    mquinas, el signo de identidad de la produccin industrial moderna.

    Pero el carcter explicativo de este modelo resulta muy limitado

    porque, e n su linealidad, no contempla otras formas de organizacin de

    la produccin que escapaban de la rbita del gran taller

    y

    eran, por su

    difusin y caractersticas, tanto o ms significativas que la manufactura

    durante el siglo XVIII y comienzos del siglo XIX.(59)

    importante.

    58. BERG, La era de las manufacturas; id ., Revisions and revolutions:

    technology and productivity change in manufacture in eighteenth-century

    England , en

    P.

    MATHIAS

    J.

    DAVIS(eds.),

    Innovation and technology in

    Europe, Cambridge, 1991, p. 43-64.

    59 .

    BERG,La era de las manufacturas, cap. 3 ; William LAZONICK ompeti-

    titive advantage on the sh op floo r, Londres, 1990, cap. 1; una exposicin menos

    crtica de la manufactura en Giorgio

    MORI,

    La genesi dell'industria , Studi

    Storici, 24 1983) ,p. 397-420.

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    18/24

    326 ESTEBAN CANALES

    La idea de la protoindustrializacin com o etapa previa

    y

    obligatoria en el camino hacia la industria moderna, expuesta por

    Mendels en 1972

    y

    adoptada

    y

    perfeccionada por otros historiadores en

    los siguientes a 0~ ,(6 0) entr su atencin, a diferencia de la m anu-

    factura, en los orgenes rurales de la industria moderna. Supone la

    existencia de un largo perodo de produccin artesanal destinada a

    mercados distantes, elaborada por una m ano de obra rural que alternaba

    el trabajo e n el cam po con la manufactura en el mbito domstico, con

    empresarios encargados de facilitar la materia prima

    y

    recoger ( put

    out )

    y

    comercializar los productos. El sistema tena el aliciente de

    aprovechar una mano de obra barata, porque dispona de ingresos

    complementarios,

    y

    facilitaba la especializacin regional, de acuerdo

    con las ventajas comparativas de cada rea, con la agricultura concen-

    trada en las mejores tierras

    y un activo comercio entre unas

    y

    otras

    reas. Tena tambin, en opinin de sus defensores, una notable

    capacidad de transformacin de la sociedad en la que se daba, que

    preparara el camino para la implantacin de la industria moderna:

    propiciaba el incremento de la poblacin, al liberarla del freno

    preventivo de una edad tarda de matrimonio, pues la industria rural

    permita a los jvenes establecerse por su cuenta sin necesidad de

    esperar heredar la tierra; haca posible la acumulacin de capital entre

    los empresarios, que se aprovechaban de la sobreexplotacin de la

    mano de obra familiar

    y de la existencia entre estos trabajadores de

    fuentes de ingresos complementarias;

    y facilitaba la aclimatacin de los

    trabajadores a la posterior disciplina fabril.

    Aunque se le reconoce el mrito de haber estimulado el estudio

    de la etapa preindustrial desde un enfoque pluridisciplinar

    y

    una

    perspectiva regional, la protoindustrializacin ha recibido en la ltima

    dcada un aluvin de crticas que han conseguido invalidar su preten-

    sin de ser el modelo explicativo de los orgenes de la industria

    moderna.(61) Porque aquellos aspectos transformadores que se le

    60. MENDELS,

    p. cit.

    Una buena m uestra de trabajos dentro de este modelo

    es

    el

    libro de

    P KRIEDTE,

    H. MEDICK J.

    SCHLUMBOHN,ndustrializacin antes

    de

    l

    industrializacin

    Barcelona, 1986.

    6 . -

    Adems de

    BERG, La era de las manufacturas

    p. 88-94, vanse los

    siguentes trabajos: BERG, HUDSON

    SONENSCHER,

    anufacture in town and

    country

    cap.

    ;

    Rab HOUSTON

    K.

    D.

    M. SNELL,

    Proto-industrialization?

    Cottage industry, social change, and industrial revolutio n , Historical Journal 27

    (1984), p 473-492;

    L A

    CLARKSON,

    rotoindustrialization: th ef ir st phase of

    industrialization?

    Londres, 1985; P. MATHIAS, The industrial revolution:

    concept and reality , en

    P MATHIAS

    J . A

    DAVIS

    eds.),

    The first industrial

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    19/24

    haban atribuido no se observan en el comportamiento real o no son

    exclusivos del modelo: as sucede con los cambios en las pautas de

    nupcialidad, con bajas edades en el momento de contraer matrimonio

    en reas en las que no existe industria rural, mientras que los capitales

    que acumularon entonces quienes controlaban el proceso de comerciali-

    zacin no sirvieron para financiar de forma fundamental la nueva

    industria, pues, al menos en el Yorkshire estudiado por Hudson,(62)

    el capital inicial de las primeras fbricas tena una procedencia variada,

    y los obreros empleados en ellas no eran, por regla general, antiguos

    trabajadores de la protoindustria. Y porque, adems, la protoindustria

    apareci a veces en reas de riqueza agrcola, contra las previsiones de

    la teora, y , en otras muchas ocasiones, acab conduciendo al callejn

    sin salida de la desindustrializacin, en lugar de ser la primera etapa del

    camino hacia la industria moderna. Pero quizs el inconveniente ms

    grave para las pretensiones del modelo es la porcin restringida de

    realidad que abarca: incluso si se considera la variedad de formas que

    encubre la protoindustria -desde las prximas al a rtesano independiente

    que vende sus propios productos hasta los trabajadores domsticos que

    cobran un salario y reciben tambin la materia prima y los instrumen-

    tos-, lo que no acostumbra a hacerse, quedan fuera de la observacin

    mltiples actividades al margen de la industria textil, as como la mayor

    parte de la actividad del artesanado urbano, con formas de organizacin

    diferentes y no menos portadoras de futuro.

    Los caminos hacia la industria moderna son, por tanto,

    diversos, y no estn prefijados de antemano. Berg y Sabel-Zeitlin han

    sealado el dinam ismo del taller artesanal y su capacidad de adaptacin

    a la moderna tecnologa y a la competencia con la produccin fabril,

    gracias a su flexibilidad en la respuesta a los requerimientos del

    mercado.(63) Tambin se ha insistido e n la desindustrializacin como

    la otra cara, complementaria, que acompan al triunfo de la industria

    y afect a regiones enteras que, com o el suroeste de Inglaterra, v ieron

    revolutions Oxford, 198 9, p. 1-25; BERG, Markets, trade and European

    manufacture , en M . BERG (ed.), Markets and manufacture in early industrial

    Europe Londres, 1991, p 3-26;

    P

    HUDSON,Proto-industriaiisation , en A .

    DIGBY,C FEINSTEIND . JENKINSeds.), New directions in economic and social

    history

    t. 2, Londres, 1992, p. 11-35.

    62 .

    HUDSON,

    Te genesis of industrial capital.

    63 .

    BERG,

    La era de las manufacturas cap. 3.; Charles SABEL Jonathan

    ZE ITLIN , Historicai aiternatives to mass p roduction: politics, m arkets and

    technology in nineteenth-century industriaiization , Past and Present 108 (1985),

    p .

    133-176.

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    20/24

    328 ESTEBAN CANALES

    truncados los primeros pasos en el supuesto camino hacia el nuevo

    estadio industrial. 64)

    La fbrica, entendida como la concentracin de los medios de

    produccin en un sitio dado: concentracin del trabajo, que, adems,

    es empleado sobre la base de un salario acordado segn contrato

    individual y est sujeto a estrecha supervisin; concentracin de

    maquinaria especializada y de instalaciones fijas; concentracin de

    energa mecnica ,(s) es uno de los rasgos ms caractersticos de

    la revolucin industrial, pero el triunfo de sta no supone el triunfo

    absoluto de aqulla. El panorama industrial de la primera mitad del

    siglo XIX,

    e incluso de ms all, muestra la existencia, junto a fbricas

    que responden a la definicin indicada, de talleres e industrias

    domsticas, que ocupan una mano de obra de diverso grado de

    cualificacin -desde artesanos de oficios prestigiosos hasta tejedores

    manuales y trabajadores de otras actividades degradadas- y organizada

    de diferentes formas, desde la autonoma de los practicantes de algunos

    oficios hasta la dependencia extrema del personal, mayoritariamente

    femenino, empleado en los sweated trades

    un sector de la economa

    importante sobre todo en la confeccin, pasando por sistemas de trabajo

    a domicilio tpicos de la protoindustrializacin. Por ello parece

    inapropiada una identificacin estricta entre fbrica y revolucin

    industrial, como la que defiende Mori.(66) Adem s, tampoco puede

    hacerse una diferenciacin clara entre la industria fabril y las activida-

    des industriales que no respondan a las pautas de aqulla. Ambas

    estaban relacionadas entre s en la medida en que no todas las diferentes

    fases del proceso de elaboracin de un producto estaban mecanizadas,

    o, aunque lo estuviesen, no ,siempre era para el empresario lo ms

    conveniente efectuarlas en la propia fbrica: entonces, como ahora,

    puede resultar econmicamente ms rentable encargar a trabajadores

    externos parte de las tareas, bien de de manera regular o bien, sobre

    todo, e n momentos de mxima demanda.

    Y

    ni siquiera la fbrica era la

    depositaria exclusiva de la nueva tecnologa: los pequeos talleres de

    manufacturas metlicas de B irmingham, Sheffield y Lancashire tambin

    hacan uso de la

    misma.(67)

    @.

    Eric

    RICHARDS,

    Margins

    of

    the

    Industrial Revolution , en

    O'BRIEN

    y

    QUINAULT

    he industrial revolution and British society

    p. 203-228.

    6 5 . Francois CROUZET,

    he fir st industrialists Cambridge,

    1985,

    p. 9.

    6 6 .

    MORI, 'Riabilitare

    la rivoluzione industriale. '

    6 7 .

    BERG,

    La era de las manufacturas caps. 11 y 12; id.,

    Revisions

    and

    revolutions , p. 55-56.

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    21/24

    c) Hoy se est lejos de ver en la tecnologa aquel Prometeo

    desencadenado dotado de una lgica propia. de que habl Landes.(68)

    Este abandono de concepciones ms o menos deterministas sobre el

    papel de la tecnologa, ha favorecido una visin a la vez ms am plia y

    matizada de su importancia durante la revolucin industrial, as como

    la vinculacin de los cambios tecnolgicos con los cambios en la

    organizacin del trabajo.

    La existencia de cambios tecnolgicos que alteraron la capaci-

    dad de produccin, y por tanto el crecimiento econmico, de Inglaterra

    durante las ltimas dcadas del siglo XVIII

    y

    la primera mitad del siglo

    XIX es algo que quiz no requiera mayor comentario, porque sobre ello

    existe un acuerdo bsico, aunque la intensidad de estos cambios

    y

    sus

    efectos sobre la economa sean de difcil medicin.(69) Lo que s

    conviene, y han hecho los historiadores en estos ltimos aos, es consi-

    derar las caractersticas de esta tecnologa. Para algunos de estos

    historiadores, el propio concepto de tecnologa habra de ampliarse para

    incluir en l no solamente mquinas, sino tambin herramientas(70);

    y

    la idea de los cambios en la tecnologa habra de entenderse no como

    la sucesin de grandes y espordicos avances -inventos-, sino como la

    de un continuo fluir de pequeos cambios .-mejoras-,(71) lgo que no

    es aceptado sin reservas, sobre todo por los historiadores de la ciencia

    y la

    tecnologa;(^)

    la propuesta de Mokyr, que combina los prime-

    ros -macroinvenciones- con las segundas -microinvenciones-, que se

    desarrollaran como un proceso de adaptacin y mejora de aqullos, es

    un intento de superar estas reticencias.(n)

    Es bien sabido, desde Smith y Ma:rx, que los avances de la

    tecnologa y la correspondiente difusin de estos inventos

    y

    mejoras no

    fueron la nica causa del crecimiento econmico: los cambios en la

    68.

    LANDES,

    rogreso tecnolgico.

    69 .

    Tanto el nm ero de p atentes como el clculo de la productividad residual,

    los dos procedimientos para estimar el cambio tecnolgico que se han empleado,

    presentan inconvenientes:

    MOKYR,

    Editor's introduction p. 24-25 .

    70.- BERG,

    Revisions and revolutions , p.

    56;

    y, en general, el libro de

    BERG,La era de las manufacturas.

    Ian INKSTER,

    cience una technology in history. An approach to industrial

    development,

    Londres, 1991

    ;

    P MA THIA S, Resources and technology en

    P

    MATHIAS

    J .

    Davis (eds.),

    Innovation and technology in Europe,

    Cambridge,

    1991,

    p. 18-42; G.

    HAWKE,

    Reinterpretations of the Industrial Revolution , en

    O'BRIEN

    QUINAULT, e industrial revolution and B ritish society,

    p . 54-78.

    72.-

    P

    O'BRIEN,

    The mainsprings of technological progress in Eu rope 1750-

    185OW, n MATHIAS

    DAVIS,

    nnovation and technology,

    p .

    6-17.

    7 3 .

    MO KY R, Editor's introduction , p.

    22-23.

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    22/24

    330 ESTEBAN CANALES

    organizacin del trabajo, en forma de la subdivisin de tareas y un

    mayor control de los trabajadores, contribuyeron de forma destacada a

    ello, y su importancia puede seguirse a travs del estudio de las

    manufacturas y de la industria domstica durante el siglo XVIII.(74)

    En teora, la fbrica iba a permitir el reforzamiento de la subordinacin

    de la fuerza de trabajo que estos cambios implicaban, debido a los

    efectos devastadores de las mquinas sobre la capacidad de control de

    los trabajadores de su propio trabajo, y a que las resistencias de estos

    trabajadores a aceptar las nuevas condiciones resultara rota por la

    introduccin de nuevas tecnologas. Pero, como ltimamente algunos

    investigadores han sealado, los trabajadores no fueron sujeto pasivo

    de este proceso, sino que consiguieron, en ocasiones, modificar el

    curso del cambio tecnolgico o, a pesar de la instalacin de nueva

    maquinaria, evitar la prdida de control sobre las propias condiciones

    de trabajo; tal fue el caso de los hiladores mecnicos, que mantuvieron

    su privilegiada posicin de contratadores y supervisores de sus

    asistentes con la selfactina.(n) Por todo ello, conviene sustituir el

    nfasis puesto antao en el dinamismo y autonoma de la tecnologa por

    una ms matizada relacin de interdependencia entre mquinas y

    hombres organizados socialmente.

    ESTEBAN CANALES

    Universitat Aut6noma de Barcelona

    Resumen: El autor realiza un balance historiograflco sobre la ltima

    bibliografa aparecida en torno al concepto de Revolucin Industrial.

    Centrado en el tratamiento de los aspectos econmicos presenta en el

    artculo las recientes interpretaciones globales del perodo

    y

    el debate

    surgido sobre la medicin del crecimiento econmico ingls de la

    poca para concluir en la actual consideracin del proceso industriali-

    zador caracterizado por una evolucin estructural menos uniforme

    lineal y rgida.

    74 . BERG,

    La era de las manufacturas;

    Kristine BRULAND, The transfor-

    mation of work in European industrialization , en

    MATHIAS DAVIS,The first

    industrial revolutions

    p .

    154-169;

    BERG,

    Revisions and revolutions .

    75 . - BRULAND,

    p. cit.

    LAZONICK,

    p. cit.

    cap. 3; G . N . von T U N Z E L M A N N ,

    Technological and o rganizational change in industry during the early Industrial

    Revolution , en

    O'BRIENy QUINAULT he industrial revolution

    p.

    254-283;

    BERG,

    The age of manufactures

    2a ed.), p. 182-186.

  • 7/25/2019 Esteban Canales

    23/24

    Summary

    The author strikes a bibliographical balance of the last

    published researches about the concept of Industrial Revolution.

    Focusing on the treatment of economic aspects this article presents the

    latest global interpretations of Industrial Revolution as well as the

    debate generated by measurement of English economic growth during

    that time. It concludes with the prevailing theory which consideres the

    industrial process as distinguished by a less uniform linear and

    inflexible structural evolution.

  • 7/25/2019 Esteban Canales

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