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Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=180618083004 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica JOSÉ ANTONIO GARCÍA HIGUERA La estructura de la pareja: implicaciones para la terapia cognitivo conductual Clínica y Salud, vol. 13, núm. 1, 2002, pp. 89-125, Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid España ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Clínica y Salud, ISSN (Versión impresa): 1130-5274 [email protected] Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid España www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Sistema de Información Científica

JOSÉ ANTONIO GARCÍA HIGUERA

La estructura de la pareja: implicaciones para la terapia cognitivo conductual

Clínica y Salud, vol. 13, núm. 1, 2002, pp. 89-125,

Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid

España

¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista

Clínica y Salud,

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Clínica y Salud, 2002, vol. 13 n°. 1 - Págs. 89-125

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ARTICULOS

La estructura de la pareja: implicaciones parala terapia cognitivo conductual

The structure of copules: implications forcognitive behaviour therapy

JOSÉ ANTONIO GARCÍA HIGUERA 1

RESUMEN

La terapia de pareja cognitivo conductual ha mostrado su eficacia demanera empírica (Chambless et al., 1998). Sin embargo, existen limitaciones(Christensen y Heavey 1999) que indican la necesidad de su potenciación.Este artículo repasa la situación de la terapia de pareja, con las aport a c i o n e sactuales, enmarcando todo ello en una visión estructural de la pareja, comoente social y relación diádica, que permita una compresión de los avancesque se están dando, y aporte indicaciones sobre los caminos que seguirá enun futuro inmediato.

ABSTRACT

The cognitive behaviour therapy with couples has proved empirically suc-cessful (Cambless et al. 1998). Yet, there are a number of limitations (Christen-sen and Heavey, 1999) showing the need for its re i n f o rcement. This paperreviews the state of the art of couple therapy, including current contributions,framing it in a view of the couple structure as a social entity with dyadic links.This will let us understand the breakthrough occurring nowadays and give ussome hints about its near future.

1 Centro de Psicología Clínica. C/ Alcalá, 96 28009 Madrid. e-mail: [email protected]

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La estructura de la pareja: implicaciones para la terapia cognitivo conductual

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PALABRAS CLAVE

Terapia de pareja, cognitivo conductual, re v i s i ó n .

KEY WORDS

Therapy with Couples, Review, Cognitive Behaviour.

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INTRODUCCIÓN

Tradicionalmente, la terapia dep a reja cognitivo conductual se hacentrado en el análisis detallado delos conflictos cotidianos que pue-den llevar a la ruptura de la re l a-ción, concretándose en el estudiode cómo aparecen los problemas, ycómo se mantienen. Uno de suspuntos de partida es una caracte-rística que se asocia de form ageneral con los conflictos, el predo-minio de interacciones negativassobre las positivas. Con el objetivoobvio de conseguir una interv e n-ción eficaz, ha planteado superarlos problemas aumentando el inter-cambio de conductas positivas ymejorando la comunicación y laresolución de problemas. (Costa ySerrat, 1982; Cordova y Jacobson;1993; Cáceres, 1996; Lawre n c e ,Eldridge and Chistensen, 1998;H a l f o rd, 1998; Finchman y Beach,1999a; Christensen y Heavey,1999).

La eficacia de la terapia de pare j acognitivo conductual basada enesos parámetros está ampliamentedemostrada de forma empír ica(Chambless et al, 1998). Sin embar-go, el porcentaje de recaídas esmuy alto y los informes indican quela mejora del bienestar subjetivonecesita afinarse (Christensen yH e a v e y, 1999). Si bien la terapia dep a reja ha pasado por una fase deimpasse (Jacobson & Addis 1993;

Gottman 1998), en el intento desuperación de estas limitaciones, sehan ido añadiendo factores en lasi n t e rvenciones, incorporándose últi-mamente elementos básicos en larelación interpersonal como son laintimidad y la emoción (Christensen,Jacobson, Babcock, 1995, Jacob-son, Christensen, 1996, Cordova yScott, 2001). No hay que despre c i a rla influencia que en estos elementoshan tenido el desarrollo de otrasterapias, no estrictamente cognitivoconductuales, que han demostradosu eficacia de forma empírica (Gre-e n b e rg y Johnson, 1988; Snyder yWills, 1989; Weissman et al., 2000).O t ro factor de influencia que se vaplasmando en los últimos años sonlas investigaciones de la psicologíasocial, que hasta hace re l a t i v a m e n-te poco no tenían reflejo directo enla terapia (O’Leary y Smith, 1993);p e ro que se están incorporando enla última década (Johnson y Lebow,2 0 0 0 ) .

Se podrían ver estos avancescomo una mera acumulación demétodos y técnicas sin una guíaque los dé sentido. Si bien la tera-pia de pareja cognitivo conductualha partido de datos empíricos bus-cando desde ellos una teoría quelos explique (Cáceres, 1996), laconsideración de la estructura de lap a reja en sus dos vertientes bási-cas, como ente social y como rela-ción diádica interpersonal, perm i t ei n t e g r a r, encuadrar y compre n d e r

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los últimos avances y aportacionese intuir los caminos por los que vaa discurrir su desarrollo futuro. Eneste artículo se plantean aspectosgenerales de la estructura de lap a reja como ente social y re l a c i ó ndiádica. Desde ellos se obtiene unm a rco en el que se encuadran losconflictos, las áreas en que se pro-ducen, sus formas y consecuen-cias. El mismo planteamiento pro-p o rciona una visión que ayuda acomprender las soluciones que lesha dado la terapia de pareja cogni-tivo conductual, su eficacia y limita-ciones y como las últimas aport a-ciones han ampliado el campo deacción terapéutico, actuando sobreaspectos de la estructura de lap a reja que trascienden la meraacción sobre el conflicto. Esta pers-pectiva permite también intuir lospasos futuros que se darán para irmejorando en los tratamientos delas parejas.

La pareja como ente social

En nuestro sistema social, lapareja es una entidad basada en larelación entre dos personas. Comotal, la pareja se comporta como unaunidad y es reconocida así por losque les rodean. Es dentro de lap a reja, como institución social,donde se producen las re l a c i o n e sdiádicas entre sus miembros. Lasleyes, los usos y las costumbre ssociales marcan y definen lascaracterísticas básicas en la pareja

y le asignan una función social,influyendo decisivamente en laforma y contenido de las relacionesentre sus componentes.

Hasta hace poco, la inmensamayoría de las parejas estabanconstituidas por un par de perso-nas de distinto sexo que, en fun-ción de distintas razones, decidíanc o m p a rtir su cuerpo, apoyarsemutuamente en la salud y en lae n f e rmedad, en la riqueza y en lapobreza, en la alegría y en la triste-za, hasta que la muerte les separa-se. La pareja era un matrimonio quetenía como objeto social la cre a-ción de la familia y plasmaba susintenciones legalmente en un con-trato matrimonial. Actualmente, nin-guna de las dos cosas es necesariapara que un entorno social consi-dere que dos personas constituyenuna pareja; muchas parejas no tie-nen intención de formar una familiay no plasman su relación por mediode un contrato explícito, el concep-to de pareja se ha hecho másamplio.

El rol de la pareja y la familia enla sociedad ha ido cambiando a lolargo de los tiempos. En los últimosdoscientos años, la familia ha pasa-do de unidad de producción a uni-dad de consumo (Kearl, 2001);cada miembro de la familia obtienesus ingresos de forma independien-te, y la familia comparte bienes deconsumo, comida, vivienda, etc. La

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existencia social de la pareja impli-ca que, en muchos aspectos semantiene una conducta común,única, y que existen una serie debienes sobre los que se conserv auna propiedad y un uso conjunto.Ante la sociedad, se emplea el“nosotros” como responsable de lapropiedad y de las acciones.

Actualmente, se supone que elobjetivo implícito con el que cadamiembro se incorpora a la pareja eshacer la vida más feliz y plena alotro y recibir un trato análogo. Paraello, intercambian conductas ycomparten bienes, algunos de ellosde forma exclusiva. A continuaciónse señalan los más relevantes:

• El cuerpo. La característicaque def ine socialmente def o rma más específica a la pare-ja, es compartir el cuerpo yaque, mientras la relación existe,las relaciones sexuales de susm i e m b ros se plantean de form aexclusiva entre ellos. Es más,generalmente, cuando se danrelaciones sexuales fuera de lap a reja, se pone muy seriamenteen peligro su continuidad.

• Bienes económicos. E x i s t eun compromiso económicopor el que se comparten dife-rentes bienes; por ejemplo, sesuele tener una vivienda encomún, aunque actualmenteson frecuentes las parejas que

tienen casas diferentes y alter-nan la vida en común duranteperiodos cortos, por ejemplofines de semana o vacaciones.Con la vida separados, cadauno en su piso, llevan una rela-ción de noviazgo eterno, en laque no existe el proyecto dep rofundizar y compartir nadamás.

El compromiso de compart i rbienes económicos puedeestar respaldado de form alegal o no. En las parejas dehecho, no existe compro m i s olegal y generalmente ni siquie-ra se pactan explícitamentee n t re los miembros las re g l a sque se van a seguir. Hay queresaltar la parte de logística,como compras, limpiezas,etc., El hecho de compart i rbienes de consumo, actual-mente es un foco import a n t ede confl icto en las pare j a s(Finchman y Beach, 1999).

• La paternidad /mater n i d a d .Es uno de los motivos que lle-van a constituir una pare j aestable. Pero también estoestá cambiando, ya que la pro-p o rción de hijos nacidos dem u j e res solteras es cada vezmayor llegando a ser mayorita-rio en países como Islandia,Suecia o Noruega (Family FactFile, 2001).

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• Las conductas de apego. Unaspecto muy importante en lapareja es el apoyo mutuo. Estose plasma en la fórmula deestar juntos en la salud y lae n f e rmedad, en las alegrías yen las tristezas. «El Otro» es elprincipal sostén ante las difi-cultades y amenazas de lavida y el apoyo en el desarrollopersonal y social . Nuestroaprendizaje de cómo se realizael apoyo mutuo en la pareja seda dentro de la familia en laque nacimos, en concre t ocuando desarrollamos en ellauna de las primeras conduc-tas, que es la de apego. Laconducta de apego fue defini-da por Bowbly (1969) como la«búsqueda de protección anteamenazas externas» y, en elniño, se concreta de form aprincipal en buscar la pro t e c-ción de la madre. En el estudiodel apego se han consideradolas conductas de búsqueda deayuda y la respuesta que haobtenido. Así, cuando se ope-rativiza para medirlo, se inclu-yen factores como: la disponi-bilidad de los padres, su acep-tación, su respeto y la facilita-ción de la propia autonomía, labúsqueda de ayuda en situa-ciones estresantes y la satis-facción que se encuentra en elauxilio obtenido. También, elinterés en mantener las re l a-ciones con los padres y el

afecto que se siente por ellos( K e n n y, 1985). Ya de adultos,buscamos compañía parareducir nuestra ansiedad ypara encontrar apoyo en situa-ciones amenazadoras (Moya,1997). Una función social de lapareja es mantener y auxiliar alotro y lo que se haga, y comose haga, va a estar relacionadocon las conductas de apegoque aprendimos en la infanciay las respuestas que obtuvi-mos.

Las motivaciones alre d e d o rdel apego son una causai m p o rtante del mantenimientoo disolución de las parejas y elpeso que tiene en su constitu-ción y mantenimiento se haempezado a tener en cuentaen la terapia (Johnson y Gre-e m b e rg, 1985; Lawre n c e ,Eldridge and Chistensen,1998).

Existen otros elementos que sec o m p a rten (aunque no de form aexclusiva y con una variación muygrande de una pareja a otra), comoel ocio, el prestigio social, los ami-gos, etc. Por ejemplo, la exclusividada la hora de compartir el tiempo deocio ha cambiado notablemente. Sibien no ha sido nunca determ i n a n t epara el hombre, ahora cada vez esmenor la exigencia y mayor la liber-tad de cada miembro de la pare j apara tener sus momentos de ocio

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independientes. En la terapia hayque tener todos los aspectos encuenta, porque priorizar la seguridadeconómica, en el caso de las muje-res, o el prestigio social, en el casode los hombres, puede dar lugar adistorsiones importantes y a conflic-tos a largo plazo.

C o m p a rtir bienes y actividadeses lo que define a la pareja comoente social, y, en cada sociedadexisten normas que fijan la form ade hacerlo. Pero las exigenciassociales son menores cada vez, y,con frecuencia creciente, las pare-jas fijan sus propias reglas al mar-gen de los usos y costumbre svigentes . Definen, impl íci ta oexplícitamente, que bienes y acti-vidades comparten y hasta quegrado lo hacen. Muchas vecespiensan que situarse fuera de lan o rma va a ayudar a no tener losp roblemas que están en la raíz delos fracasos de la convivencia. Encualquier caso, para constituir unap a reja es necesario estableceruna forma de compartir que tieneque funcionar, compaginando losi n t e reses personales de cadam i e m b ro.

Objetivos personales en la pareja yrelaciones de dominancia

Cuando se constituye la pare j acada miembro persigue unos objeti-vos, implícitos o explícitos, queq u i e re obtener en la relación, que

tienen que conjugarse y coord i n a r s econ los del otro para que la pare j apueda funcionar; cuando no estána rmonizados aparecen pro b l e m a s(Epstein et al, 1993). El manejo deld i n e ro compartido puede ser unejemplo de este proceso, las necesi-dades y objetivos para los que cadam i e m b ro quiere emplear el dinero seexplicitan en la comunicación yc o m p rensión mutua, y tiene queexistir un método para fijar las priori-dades en las que se va a aplicar lacantidad disponible. La forma defijarlas es un reflejo del re p a rto depoder en la pareja, porque no setrata de que se establezcan unasprioridades objetivamente razona-bles o equitativas, sino de que seanaceptadas y aceptables por los dos,para comportarse como ente socialque acaba tomando una decisiónconjunta.

Las relaciones de poder, definidoéste como la capacidad para tenerinfluencia sobre los otros con elobjetivo de que hagan lo que unoq u i e re (Harper, 1985), son funda-mentales en la toma de decisiones.Pueden cambiar en el tiempo ydependiendo del tema; por ejem-plo, mientras que en los gastostoma la decisión un miembro, enlas relaciones sociales, puede ser elotro.

La estructura de poder en lap a reja, se plasma en las re l a c i o n e sde dominancia. Su importancia en

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la pareja y en sus conflictos hasido ampliamente reconocida. Así,Gottman (1979), propuso que ladominancia es un elemento funda-mental en el equilibrio de la pare j ay que si no se establece una re l a-ción de dominancia surgen nece-sariamente los problemas. Gott-mann (1979) define dominanciacomo: «una asimetría en las pre-dicciones de la conducta quesigue a la conducta del otro». Estoes, “cuando la conducta de unapersona A, es predecible desde laconducta de una persona B, sedice que B es dominante sobre A”.El problema que esta definiciónplantea es que la conducta desumisión predice, en general, elcese del a taque del individuodominante. En consecuencia, apli-cando la definición anterior, el indi-viduo que se somete sería domi-nante sobre el otro. La definiciónde dominancia que se centra sola-mente en la conducta da lugar aambigüedades, que se re s u e l v e nsi se tiene en cuenta el re s u l t a d odel enfrentamiento en cuanto aquien se queda en posesión delrecurso en disputa. Citando unadefinición más operativa Sluckin(1980), siguiendo a Thompson,a f i rma que se da dominancia enuna interacción cuando un niño“físicamente gana una lucha, des-plaza a o tro niño de su lugar,acaba teniendo un objeto quedesean mutuamente, o que con-t rola de forma obvia la conducta

del otro niño, normalmente a tra-vés de órdenes verbales.”

P a rece claro que, si bien ni lap resencia de una estructura dedominancia ni su ausencia es lacausa determinante de los conflic-tos en la pareja, tener resuelta def o rma satisfactoria para ambos latoma de decisiones contribuye asu estabilidad (Gottman, 1998).Como en cualquier entidad social,las estructuras de poder perd u r a nmientras no haya un cambio enlas circunstancias que lleven acuestionarlas. Surge, entonces, elconflicto de poder que está laten-te en muchos de los problemas dep a re j a .

Comunicación y resolución deproblemas

En cualquier caso, en la forma deactuar socialmente como una uni-dad, se ha de decidir una conductaúnica y, para hacerlo de form aa rmoniosa, tiene que darse unacomunicación que permita el reco-nocimiento y evaluación de losobjetivos y necesidades de cadamiembro. La terapia cognitivo con-ductual ha incorporado, clásica-mente, el entrenamiento en habili-dades de comunicación como unelemento importante para re s o l v e rlos conflictos en la pareja (Costa yS e rrat, 1982). Hay que tener encuenta que las competencias decomunicación que se re q u i e re n

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para tomar una decisión son distin-tas de las que se necesitan parad e s a rrollar la intimidad, podríamosc o m u n i c a rnos bien con la pare j apara poder tomar decisiones, perono para compartir sentimientos oemociones.

La solución de los pro b l e m a sque se presentan en la pareja tieneque partir de que los dos son capa-ces de comunicarse y necesitantambién tener capacidad de gene-rar alternativas y valorarlas para laconsecución del fin pro p u e s t o .Para ello son precisas habilidadesde resolución de problemas (Costay Serrat, 1982).

El compromiso en la pareja

El compromiso es la decisiónpersonal de pertenecer y mante-nerse en la pareja y que, pese a lasdificultades que surjan, se va acontinuar en pareja luchando def o rma eficaz contra los pro b l e m a s(Beck, 1988). La decisión queimplica el compromiso con la pare-ja es personal, pero se mantienemuchas veces por razones de tiposocial, por creencias religiosas, porc o s t u m b res y presiones socialesde la familia de origen o del con-texto en el que se vive. Cuando eld i v o rcio estaba prohibido en nues-t ro país y la presión social en con-tra de las separaciones era muyf u e rte, el contexto social potencia-ba al máximo el compromiso. Sin

e m b a rgo, actualmente, la pre s i ó nlegal que ejerce la sociedad esmínima; los medios de comunica-ción amplifican, difunden y ponencomo ejemplo relaciones ro t a s ,separaciones, infidelidades, etc. yla exigencia social de compro m i s ova quedando reducida a ámbitosf a m i l i a res, religiosos y socialesmás re d u c i d o s .

Es indudable que, cuando se vancompartiendo cada vez más bienesy conductas, el compromiso se vahaciendo más fuerte. Cuando secompra un piso en común, se hadado un paso importante en la cre-ación o incremento del compromisocon la pareja, que aumenta aúnmás cuando se tienen hijos, etc.Las decisiones parciales van forta-leciendo la decisión global de per-manecer y luchar por la pareja, laseparación se hace cada vez másdura y difícil . Finchan y Beach(1999a) señalan la import a n t einfluencia que tiene el compromisocon la pareja sobre la resolución deconflictos, ya que, un mayor com-p romiso ayuda a acomodarse y as o p o rtar las conductas negativasdel otro. También indican que, tantolas parejas armoniosas como lasque no lo son, tienden a entrar en elp roceso de re c i p rocidad negativa,es decir, responden a re s p u e s t a snegativas con respuestas negativasp o rque es lo que menos esfuerz oconlleva. Sin embargo, cuando elc o m p romiso es grande, y no hay

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p resión de t iempo, se hace unmayor esfuerzo para re s p o n d e rc o n s t ructivamente. Otro aspectoque señalan estos autores es quecuando un miembro no percibe elc o m p romiso del otro, entra conmás probabilidad en una re l a c i ó nde quid pro quo, que lleva al patrónde conducta de reciprocidad nega-tiva que deteriora la pareja.

La pareja como relación diádica

Los criterios con los que se for-man las parejas han cambiado a lolargo de los siglos. Así, en nuestrostiempos, las relaciones de pareja sec o n s t ruyen en general sobre labase del amor y la intimidad (Kearl,2001). Sin embargo, desde la psi-cología clínica poco se ha investi-gado sobre estos dos conceptos y,hasta hace pocos años, no se habí-an incorporado de forma importan-te a los tratamientos (O’Leary ySmith, 1993). De hecho, hasta laúlt ima década, la emoción noempieza a jugar un papel importan-te en la terapia de pareja (Johnsony Lebow, 2000). Tr a d i c i o n a l m e n t een la terapia se ha hecho hincapiéen la equidad en la relación y en losi n t e rcambios positivos de conduc-tas (Costa y Serrat, 1982), porq u ela falta de estas dos facetas son lasmanifestaciones más claras y últi-mas de la ruptura. Sin embarg o ,sería muy deseable la actuaciónd i recta sobre los criterios de suconstitución, el amor y la intimidad.

Amor

La Real Academia de la Lengua(RAE, 2001) def ine amor de lasiguiente forma: 2 . S e n t i m i e n t ohacia otra persona que naturalmen-te nos atrae y que, procurando reci-procidad en el deseo de unión, noscompleta, alegra y da energía paraconvivir, comunicarnos y crear.

1 . Sentimiento intenso del serhumano que, partiendo de su pro-pia insuficiencia, necesita y buscael encuentro y unión con otro ser.

Desde un punto de vista psicoló-gico, el enamoramiento es unaemoción, y, como tal, es una con-secuencia de las circ u n s t a n c i a sp ropias y ajenas, así como de laevaluación que hacemos de ellas.El enamoramiento nos produce unagran excitación fisiológica que nosp rovoca bienestar. También, nospredispone a no ver, o disculpar, losdefectos de la persona amada, anecesitarla y querer estar con ellaen todo momento. Por otra part e ,nos lleva a revelarle aspectos ínti-mos, darle apoyo emocional ymoral, mostrar interés por todo losuyo, y expresarle afecto por cual-quier método (Moya, 1997).

Frijda (1988) describe el procesomediante el cual uno puede llegar aenamorarse de la siguiente form a :“Una persona puede enamorarsefácilmente por una serie de razo-

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nes: siente soledad, necesidadsexual, insatisfacción o necesidadde cambios, entonces un objeto,d e s p i e rta su interés, por una seriede razones, a su vez, tales como sunovedad, su atractivo o su merap roximidad. Dele entonces a esapersona un momento pro m e t e d o r,una breve respuesta del objeto quesugiera interés (puede ser una con-fidencia o una simple mirada, comola que una jovencita puede cre e rque recibe de un artista de éxito).Dele un breve lapso de tiempo(entre media hora o medio día, indi-can los autoinformes) para quepueda generar fantasías. Despuésde esta secuencia no hace faltamás que una mera confirm a c i ó n ,real o imaginada, para precipitar elenamoramiento.” (Frijda, 1988)

El mismo autor menciona el pro-blema que la ley de la habituaciónplantea a la pare ja cuando suúnica base de constitución es elenamoramiento, de tal manera que“el placer continuado se desvane-ce,... el amor mismo pierde gra-dualmente su magia”. Esta leycondena a la pareja constituidaexclusivamente por amor al fraca-so y justifica el destino de un grann ú m e ro de parejas basadas única-mente en el enamoramiento. Po r-que la emoción se extingue y lap a reja se disolverá; aunque estedestino no se cumple indefectible-mente, ya que para mantener elenamoramiento basta con tener

p resente frecuentemente que ocu-rriría si no se tuviese esa pare j apara que la emoción del amor semantenga y se renueve (Frijda,1 9 8 8 ) .

Que las parejas se form e nbasándose exclusivamente en unaemoción (sobre la que actúa la leyde la habituación), puede ser unade las razones de los cre c i e n t e sfracasos matrimoniales (como así loindican las estadísticas). Pero ,cuando el enamoramiento se vadesvaneciendo, la relación nod e s a p a rece o fracasa necesaria-mente, ya que el enamoramiento,como emoción, puede ser entendi-do como una preparación paraactuar en la constitución y consoli-dación de la relación (Frijda, 1986,1989). Desde este punto de vista,nos dispone para hacer feliz a laotra persona, no tanto en una rela-ción equilibrada, sino altruista, en elsentido de dar al otro por lo que essin esperar nada a cambio. El ena-moramiento nos induce algunasdistorsiones cognitivas, por ejem-plo, ver al otro como una personaperfecta e ignorar los defectos quetiene, o aquella que nos hace sentiri m p o rtantes cuando estamos ena-morados (Moya, 1997). Dicho deotra forma, cuando el enamora-miento nos lleva a actuar se re a l i-zan acciones para hacer feliz alotro, para abrimos y comunicamoscon él. Se establecen, entonces,una serie de lazos que dan como

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resultado un intercambio de con-ductas reforzantes que hace que larelación se pueda mantener arm o-niosa de forma indefinida. No setrata de que existan interc a m b i o sequitativos y equilibrados, el mode-lo de igualdad en el intercambio seha mostrado falso, ya que bastaque en la evaluación subjetiva decada uno se valoren como mási m p o rtantes o más frecuentes lasinteracciones posit ivas que lasnegativas (Gottman, 1998).

Intimidad

Si bien el enamoramiento estáconsiderado actualmente como elinicio ideal de una pareja, como seha señalado anteriormente, se tratade una emoción, y como tal, es algoen sí mismo volátil. Por lo tanto, nose puede considerar como el ele-mento que va a cimentar las re l a c i o-nes de pareja duraderas y felices.Sin embargo, el enamoramientopuede ser la base para crear algomás duradero como es la intimidad.C o rdova y Scott (2001) pre s e n t a nuna definición conductual de esteconcepto, afirman que es un pro c e-so que se inicia con una conductade autorrevelación de elementos,que nos muestran débiles y vulnera-bles, y que podrían ser usados enalgunos contextos sociales paraa d m i n i s t r a rnos un cast igo. Sine m b a rgo, la respuesta del otro es deaceptación, o al menos no hay cas-tigo. La autorrevelación seguida por

aceptación genera un sentimientode calidez y apoyo que es una con-secuencia de la intimidad y nos pre-dispone a continuarla. Además de laa u t o rrevelación, hay otros elemen-tos que la construyen como son lasmanifestaciones de afecto o el sexo( Van den Broucke et al., 1995). Elsexo generalmente implica la exis-tencia de una cierta intimidad y, supráctica, la potencia de forma signi-ficativa. La intimidad ocupa el primerlugar en la jerarquía de los objetivosque se buscan en la pareja. Cuandose pregunta cuál es el primer objeti-vo en el matrimonio, la mayoría afir-ma que es tener a alguien que teescuche y te entienda, es decir,alguien con quien poder expre s a r s esin límite y poder obtener el re f u e rz oo la aceptación que en otro sambientes se recibiría con menos-p recio (Markman y Hahlweg, 1993).La expresión de cualquier emoción,f o rma parte de la definición de inti-midad propuesta por Cordova yScott. Por lo tanto, las muestras deafecto y la práctica del sexo, sonelementos precisos para mantenerla intimidad en la pareja.

La intimidad se construye en labase de la autorrevelación de con-ductas punibles, pero con el tiem-po, lo que al principio de la relaciónera peligroso revelar, se hace natu-ral porque ya se sabe que va a serbien recibido, estableciéndose así,un proceso de habituación en laconducta de autorrevelación. Por

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eso, hay que tener en cuenta quemantener el proceso contandocosas que nos hacen débiles o cri-ticables en otros contextos, implicaun mantenimiento de las conductaspotencialmente castigables paraque puedan seguir revelándose. Sibien el enamoramiento como emo-ción nos predispone a la acepta-ción y validación incondicional delobjeto de nuestro amor, la acepta-ción también se ve mediada porusos y normas sociales, porinfluencias externas y por criteriospersonales. Por eso, incluso en laintimidad más completa, se re c h a-zan y castigan determinadas con-ductas y se establecen unos lími-tes, que permiten la convivenciaa rmoniosa. Si esos límites no sedieran, la relación se resentiría, yaque se pueden estar admitiendoconductas del otro que van en con-tra de las propias creencias e inte-reses. Por otra parte, habría queseñalar que no todo tiene que serpositivo en la intimidad, porque sepuede dar el caso de aceptar y vali-dar conductas del otro que pudie-ran ser dañinas para uno mismo,por ejemplo se puede dar intimidadasociada a elementos no deseadoscomo el consumo de drogas, etc.

Como todos los aspectos de lap a reja, la intimidad tiene una ver-tiente social. En este sentido, lap a reja es un componente de ung rupo más grande y dentro de éltiene que mantener su difere n c i a-

ción y su exclusividad, es decir, lacapacidad de hablar de “nosotros”dentro del grupo mayor. El aspectosocial de la intimidad es el grado enque se mantiene la privacidad de larelación con otros, como las fami-lias de origen, los amigos, etc. (Vanden Broucke et al., 1995). La priva-cidad en la pareja significa unaseparación de la familia de origenpara ser una unidad diferente yprioritaria sobre padres y herm a-nos. Las dificultades que surg e npor no haber construido la inde-pendencia son muy importantes, ypueden deberse tanto a la falta decapacidad de los padres para darautonomía a sus hijos y dejarlosque se independicen, como al fallode los miembros de la pareja paraimplantar la independencia.

En relación con las ideas expre s a-das en los apartados anteriore s ,S t e rn b e rg (1986) plantea en su teoríatriangular del amor que éste tiene tre scomponentes básicos: la pasión, elc o m p romiso y la intimidad. Esta teo-ría ha obtenido cierta evidencia empí-rica (Lemieux y Hale, 2000).

El conflicto en la pareja

En nuestra sociedad existe lacerteza de que la relación de parejaestá en crisis y se tiene concienciade que las relaciones de pareja y elmatr imonio, como instituciónsocial , están en un proceso decambio muy rápido. Factore s

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sociales, como la incorporaciónmasiva de la mujer al merc a d olaboral o el control de la natalidad(con el resultado de una igualdadc reciente entre hombre y mujere s ) ,han influido profundamente en lasrelaciones entre los componentesde la pareja. Otros fenómenos agu-dizan el cambio, como el trabajop recario, las jornadas interm i n a-bles, etc. que retrasan la formaciónde la pareja, incrementan la edad ala que se tienen los hijos y dificul-tan la comunicación y la construc-ción de la intimidad.

La crisis de la relación de pareja enla sociedad actual

S o b re la crisis de la pareja semanejan cifras que son por sí mis-mas aclaratorias, pero que es nece-sario matizar, por ejemplo las afir-maciones de que más del 50% delos matrimonios se divorcian tieneque ver con las tasas que actual-mente se dan en USA y no tanto enEspaña. Según el Instituto Nacionalde Estadística, en 1997 se celebra-ron 196.499 matrimonios, se divor-c i a ron o anularon su matrimonio88.998 parejas, de ellas, 54.728 fue-ron separaciones. Hay que tener encuenta que en España para divor-ciarse es preciso pasar antes por laseparación, y este es el valor quehay que tomar para calcular eln ú m e ro de rupturas de parejas. Esasí como, las separaciones supusie-ron el 28% de los matrimonios que

se re a l i z a ron ese mismo año. En elaño 2000 se celebraron 209.854matrimonios y hubo 63.430 separa-ciones, esto supone un 30% deln ú m e ro de matrimonios. Son cifrasc recientes y alarmantes, pero lejostodavía de afirmaciones abusivascomo que se dan más divorcios quematrimonios, etc. Los datos que sehan aportado se re f i e ren a edadesd i f e rentes y duraciones de la pare j atambién distintas, el número dematrimonios que se ha mencionadose re f i e re a personas que se hancasado en el año y el de separacio-nes a parejas que se casaron a lol a rgo de mucho tiempo. Para sabercuantos de los que se casan hoy sed i v o rciarán a lo largo del tiempo,sería preciso realizar estudios longi-tudinales. En USA existe un estudiode este tipo realizado a lo largo de15 años con datos hasta 1995 (Mat-hew et al, 2001). En él se concluyeque el 43% de los matrimonios sind i v o rcios anteriores se rompen enlos 15 primeros años. Si se tiene encuenta la edad en la que se realiza elmatrimonio, se obtienen tambiéncifras diferentes, por ejemplo losmatrimonios que se celebran conlos contrayentes menores de 24años tienen más probabilidad deacabar en divorcio que los que secelebran con mayor edad (ver tam-bién Kearl, 2001). El incremento delas relaciones de pareja “sin pape-les” hace que haya que re l a t i v i z a restos números porque sobre ellasno existen estadísticas.

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La problemática de crisis en lapareja no se refleja solamente en eldivorcio, sino que están cambiandode forma notable las formas derelacionarse. Por ejemplo, losnoviazgos se hacen estables y nos i e m p re acaban en matr imoniomanteniéndose relaciones en lasque no se ha realizado un compro-miso explícito y se mantienendesde hogares separados.

Podríamos estar tentados deatribuir la crisis exclusivamente a lafalta de preparación psicológicapara afrontar los problemas y con-flictos que son inherentes a vivir enp a reja en el momento actual. Sine m b a rgo, como fenómenos socia-les se tienen que encontrar explica-ciones sociales. Efectivamente, loscambios que vivimos en la socie-dad actual han propiciado e incre-mentado los problemas de relacióny, posiblemente, se necesite une n t renamiento psicológico especialpara afrontar una relación conéxito. Es por esta razón que unai n t e rvención terapéutica o un pro-grama de prevención podrían ayu-dar, en cierta medida, a paliar la cri-sis. Pero en la crisis están influyen-do de forma determinante otro sp rocesos sociales como los avan-ces de la mujer hacia la igualdadsocial con el hombre y su integra-ción en el proceso pro d u c t i v o .Estos procesos sociales form a nparte de las crisis y harían que lasi n t e rvenciones preventivas no fue-

ran eficaces. Dentro de los fenóme-nos sociales que influyen en la cri-sis actual hay que considerar ele-mentos como: la ideología hedonis-ta (establecida por y para mantenerun gran nivel de consumo), la faltade apoyo social para el desarro l l ode la familia (que supone grandesdificultades laborales para el cuida-do de los hijos). No hay que des-p reciar la influencia de otros ele-mentos como las condiciones pre-carias de trabajo, que, por unaparte, disuaden de establecer com-promisos a largo plazo (como tenerhijos o comprar un piso) y por otra,establecen jornadas interm i n a b l e sque contribuyen, de forma deter-minante, a incrementar las barrerasde comunicación en la pareja.

Áreas de conflicto

Es fácil hacer un inventario delas áreas de conflicto en una pare-ja, porque abarcan todas aquellasen las que se mueve la re l a c i ó n .Hay algunas áreas en las que losp roblemas aparecen con más fre-cuencia como la percepción dedesigualdad en la distribución deltrabajo, pero no son irresolubles y,en general, no dan lugar a la ru p-tura; aunque dificultan la re l a c i ó n .Sin embargo, hay otras fuentes deconflicto que atacan a la pro p i aconstitución de la relación dep a reja, como el sexo extramatri-monial, la bebida y las drogas, quep redicen el divorcio con bastante

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seguridad. El mismo efecto tienenlos celos del marido o el gasto ded i n e ro de la mujer (Finchman yBeach, 1999).

Los conflictos en la pareja sepueden agrupar alrededor de losaspectos fundamentales quee s t ructuran la pareja y que se hanplanteado hasta aquí:

• I n t i m i d a d . Epstein, Baucom,Rankin y Burnett (1991) identi-fican como área de conflictolos límites que existen entrelos dos componentes en elgrado de intimidad. Aquí inclu-yen elementos como la expre-sión de afecto (detalles, sexo,etc.),

• C o m p ro m i s o . Los autore santeriores también incluyen enel apartado de la intimidado t ros aspectos que en estea rtículo se han asignado alc o m p romiso, en concreto, elgrado de inversión que cadaesposo pone en la pareja. Enella, estos autores incluyen, lainversión instrumental, que esel esfuerzo conductual que serealiza para mantener o mejo-rar la relación, y la inversióne x p resiva que son los esfuer-zos que se realizan para hacerfeliz al otro.

• D o m i n a n c i a . Inf luye en elbalance entre el poder y con-

t rol en la toma de decisionesde la pareja. En este apart a-do, Epstein y cols. incluyenelementos importantes comoel dinero, el uso del tiempo deocio, la distribución del traba-jo en casa, las prioridades enel desarrollo de la carrera pro-fesional de cada miembro , . . .Algunos autores consideran lap ropia existencia de una re l a-ción de dominanc ia en lap a reja como causa de conflic-to, sobre todo desde el puntode vista de la teoría de unasrelaciones equitativas. Sine m b a rgo, no se ha demostra-do empíricamente que sea así(Gottman, 1998). Puede darsela dominancia sin que apare z-ca o se perciba ninguna dis-torsión. Además, la toma dedecisiones tiene la caracterís-t ica de ser una habi lidadescasa y difícil y por ello, unbien preciado. El apoyo quecada uno obtiene de la pare j aen la toma de decisiones indi-viduales o conjuntas, puedeser uno de los re f u e rzos bási-cos que se obtiene de la re l a-ción. Por ello, aunque existauna relación de dominanciade un miembro sobre el otro ,puede ser un factor conside-rado como algo aceptable oincluso deseable porque evitala tarea desagradable detomar decisiones.

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También hay que considerar queel poder, el ejercicio de la dominan-cia, es re f o rzante en sí mismo. Asícomo la intimidad es un re f u e rz oi m p o rtante para cada componentede la pareja y es fácil re c o n o c e r l ocomo tal, el ejercicio del podertambién lo es, no solamente porquep e rmite el acceso a determ i n a d o sbienes, sino por la percepción decontrol y de autoeficacia que obtie-ne quien lo ejerce. Así, la personaque no está considerada en su tra-bajo o en sus relaciones sociales,podría buscar en la pareja la valida-ción que le falta, y no solamente através de la intimidad, sino buscan-do sentirse poderoso al ejercer eldominio en un ambiente social sig-nificativo como es la familia o lapareja.

Los problemas pueden apare c e ren aspectos que afectan simultáne-amente a la intimidad y a la domi-nancia, por ejemplo, las re l a c i o n e scon las familias de origen (We i s s-man et al, 2000). Si no se ha produ-cido el grado de separación nece-sario para construir la intimidad, osi padres o hermanos interf i e re ndemasiado, y tienen excesivo pesoen la toma de decisiones dentro dela pareja, se introducen elementosdistorsionadores que provocan difi-cultades importantes. En la consul-ta se manifiestan quejas sobre laexistencia de un desequilibrio enlas relaciones con las familias deambos.

• A p e g o . Las conductas deapego se aprenden en lainfancia y se automatizan.También se aprenden en lafamilia de origen las conduc-tas de respuesta a la solicitudde ayuda. Si no se cumplenlas expectativas que generanlas peticiones del otro, pue-den darse problemas gravesen las parejas. El hecho deque las conductas sean auto-máticas, y por tanto no cons-cientes y muy básicas, haceque los confl ictos en esteaspecto sean graves y nos i e m p re explíc itos, dandolugar a emociones fuert e sque no encuentran unae x p resión adecuada para sus o l u c i ó n .

• P roblemas en la comunica-ción y resolución de pr o b l e -mas. Una vez que aparece unconflicto en cualquier área, sedisparan en la pareja losmecanismos para re s o l v e r l o :las habilidades de comunica-ción, de resolución de pro b l e-mas y la estructura de poder.Si no consiguen hacerlo, y seestablecen en la pareja patro-nes de relación que lo perpe-túan o incluso lo agravan, alpasar el tiempo sin hallar solu-ción, el origen de las dificulta-des se olvida y llega a parecerque no ex isten elem e n t o sdesencadenantes de la situa-

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ción y que es la propia convivenciala que se convierte en pro b l e m á t i-ca. En consecuencia, los pro b l e-mas de comunicación y de falta dehabil idades para resolverlos seasocian a cualquier otro tipo desituación. El alto grado de capaci-dad en ambas habilidades es unagran ayuda para mantener la armo-nía en la pareja.

Violencia

La violencia como motivo deconflicto merece una considera-ción aparte. La violencia, tanto físi-ca como psicológica, predice eld i v o rcio. Esto se ha compro b a d oe n t re los recién casados (Finch-man y Beach, 1999). Un gran por-centaje de parejas que acuden aconsulta presentan episodios op roblemas con la violencia, perosolamente una pequeña pro p o r-ción lo menciona como motivoi m p o rtante para solicitar ayuda,salvo cuando se hace muy extre-ma. Es quizás por eso que, hastafechas muy recientes, ha sido unp roblema dejado de lado por losterapeutas (Christensen, 1999).Hay que tener en cuenta quecuando se habla de violencia enlos medios de comunicación seestán refiriendo exclusivamente ala violencia f ís ica ejercida porh o m b res. Pero, según Halford(2000), la prevalencia de la violen-cia hombre sobre mujer es igual ala de mujer sobre hombre. Aunque

los efectos (principalmente por lad i f e rencia de fuerza), no son com-parables, la violencia del hombrelleva más a menudo a daño físicoy produce mucho miedo en lam u j e r.

E n t re las causas de la violenciadestaca la falta de habilidades.Esta se da con mayor frecuencia enlos hombres que no tienen lasnecesarias para manejarse en losconflictos. Es decir, son menosasertivos y tienen menos capacidadpara resolver problemas. Otro delos orígenes de estos déficits estáen haber presenciado la violencia, eincluso haber estado sometido aella, en su familia de origen. Elefecto de esta exposición es dife-rente en el hombre y la mujer:mientras que en el hombre aumen-ta la probabilidad de la violencia noverbal, en la mujer aumenta lascogniciones negativas que dan ori-gen a la depresión o a la ansiedad(Halford, 2000).

Como son los conflictos en lapareja

En condiciones estables en lap a reja se establece un statu quoque permite la convivencia, aunquesea dura y aversiva. Es en losperiodos en los que ocurren cam-bios importantes en la re l a c i ó ncuando es más probable que sedesencadenen los conflictos gra-ves. Por eso, la paternidad/ mater-

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nidad, el abandono del hogar delos hijos, la jubilación, alguna enfer-medad grave, problemas económi-cos, etc. pueden ser el desencade-nante de un problema que en reali-dad ya lleva mucho tiempo.

Claramente las parejas con con-flictos tienen mayores discusionese interacciones que son problemá-ticas y les es muy difícil encontraruna salida a las disputas. Desde laterapia cognitivo conductual se haestudiado, empíricamente y deforma exhaustiva, el tipo de interac-ción que ocurre asociada a la exis-tencia de conflictos y que contribu-ye a perpetuarlos. Se han identifi-cado sus componentes conductua-les, cognitivos y fisiológicos (Cáce-res, 1996).

Componentes conductuales

El más problemático es la re c i -p r ocidad negat iva, que se dacuando en una comunicación nega-t iva el otro responde con otracomunicación también negativa,estableciéndose una escalada deviolencia. A la escalada verbal suelecontribuir en mayor medida lasm u j e res, quizás porque se suelenmanejar mejor en situaciones demucho estrés verbal. Las que no lohacen es porque tienen más capa-cidad de razonar en esas circ u n s-tancias sobre sus pensamientos ycambiar la respuesta más automáti-ca (Finchman y Beach, 1999a). Este

patrón de re c i p rocidad negativaa p a rece también en los matrimo-nios que no tienen problemas; perocon mucha menos frecuencia. Enellos, una interacción negativa esseguida frecuentemente por unarespuesta positiva o por ningunarespuesta (Gottman, 1998). Es portanto la re c i p rocidad negativa (quepudiera parecer más “justa”), unode los patrones de interacción quemás frecuentemente se asocia conlos problemas de pareja. Además,es una forma de relación de la quees muy difícil salir, ya que el meca-nismo de cambio que se emplea esel castigo, es decir, una interacciónnegativa, lo que perpetúa el patrón.

O t ro patrón problemático apare-ce cuando la mujer da respuestashostiles mientras que el hombrese retira o no contesta, ante estaretirada la mujer incrementa suhostilidad. En los matr imoniosa rmoniosos se da también estepatrón aunque con menor frecuen-cia y a menudo acaba con la retira-da de ambos (Finchman y Beach,1999a).

Uno de los métodos que se utili-zan para resolver los problemas decomunicación es el empleo de lametacomunicación, es decir, re f l e-xionar sobre la forma en que se estádando la comunicación. Por ejem-plo, se dice “no me estás escuchan-do” para intentar que haya unaescucha, pero si el mensaje verbal,

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dirigido a resolver el problema, vaacompañado por un componentea g resivo reflejado en la comunica-ción no verbal, y el que responde lohace al componente agresivo, sei n c rementan las discusiones, entran-do en un círculo vicioso. En losmatrimonios sin problemas contes-tan a la metacomunicación y no alcomponente emocional.

Como patrones de comunicaciónp roblemáticos Gottman (1998)añade la presencia de los cuatrojinetes del Apocalipsis que pue-den conducir a la pareja al divorcio:la crítica, la actitud defensiva, eldesprecio y hablar mucho para queel otro no pueda dar su opinión.Para este autor se comienza con lacrítica que desencadena, fre c u e n-temente, los otros jinetes.

Todos estos patrones de con-ductas pretenden, la mayoría de lasveces, resolver el conflicto, pero nosolamente no lo resuelven, sino quelo perpetúan y la propia interacciónse convierte en el problema quelleva a la separación, aunque nos i e m p re los conflictos llevan a laruptura. Se ha reportado un tipo deconflictos en los que el marido seenfada e inicia la discusión conánimo de resolver el pro b l e m a ,cuando t iene éxito, la re l a c i ó npuede salir fortalecida. En estoscasos el conflicto vivido por loshijos no es negativo para ellos,incluso puede ser una ocasión para

a p render a afrontar y resolver pro-blemas (Finchman y Beach, 1999a).

Componentes cognitivos

Se han estudiado también loselementos cognitivos que pre c e-den, están asociados al conflicto ya veces pueden desencadenarlo.Epstein, Baucom, y Rankin (1993)identifican los siguientes:

• La atención selectiva. L o smiembros de la pareja tiendena valorar de forma muy dife-rente la frecuencia con la queocurren determinadas conduc-tas, fijándose en aquello queles duele y dándole subjetiva-mente mayor frecuencia. Paraello, acuden a buscar en la his-toria de la pareja hechos simi-l a res, intentando confirmar sup e rcepción actual, o simple-mente justificar su miedo aque ocurra algo aversivo (Ve rtambién Sillars et al, 2000).

• A t r i b u c i o n e s . La atribucióndel problema a determ i n a d a scausas se ve como un elemen-to necesario para su solución,de aquí la importancia de quelas atribuciones estén re a l i z a-das correctamente. Un tipo deatribuciones que incre m e n t a nlos problemas, son aquellas enlas que se atribuye al otro laresponsabilidad de los pro b l e -mas comunes. Lo mismo ocu-

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rre con aquellas en las que seatribuye la conducta negativadel otro a malas intenciones,siendo casi imposible pro b a rsu falsedad. Estos tipos deatribuciones intensif ican elconflicto porque incre m e n t a nlos ataques verbales intentan-do culpabilizar y avergonzar alo t ro, para imponerse y lograrel cambio. En las parejas enconflicto se atribuyen las prin-cipales causas de los conflic-tos a rasgos globales, internosy estables, que son imposiblesde cambiar. Esto lleva a perderla esperanza de solución y, enconsecuencia, escalan la agre-sividad aún sabiendo que novale para nada o se retiran yse deprimen.

Dentro de los problemas genera-dos por las atribuciones malhechas está la de atribuir al otro lacapacidad de hacer el cambionecesario para la solución del pro-blema, suponiendo que no lo haceporque no quiere. Es así como pos-teriormente se le culpa y ataca.

La discrepancia en las atribucio-nes sobre la causa de los pro b l e-mas, puede ser a su vez causa deproblemas. Por ejemplo, si la espo-sa cree que el marido piensa quesu personalidad es la causa de losp roblemas y no está de acuerd o ,esto se convierte de nuevo en unfoco de discrepancia.

• Expectativas. Es evidente quesi no se tienen expectativas desolución la posibilidad de quelos problemas se re s u e l v a nson mucho menores. Se dejade buscar y de intentarlo y, enconsecuencia, al sentir que noexiste remedio, se pro d u c eindefensión, así como pro b l e-mas de depresión.

• Suposiciones y estándar e s .Si aparece una discre p a n c i ae n t re lo que creen los espo-sos que debería ser el matri-monio y lo que perciben quees (tanto en cualidad como encantidad), surgen los pro b l e-mas. No es necesario quesean conscientes de las dife-rencias para que apare z c a nlos conflictos. Sin embarg o ,las diferencias reales entre lose s t á n d a res de ambos compo-nentes tienen poca corre l a-ción con el nivel de satisfac-ción del matrimonio: es la dis-c repancia entre lo que unopiensa que debería ser y loque percibe que es, lo quecausa el pro b l e m a .

• Las creencias ir r a c i o n a l e spueden ser también una delas fuentes de conflicto enlas parejas. Eidelson y Eps-tein (1982) describen algunasde ellas: Estar en desacuerd od e s t ruye la re lación ; losm i e m b ros de la pareja deben

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ser capaces de averiguar losdeseos, pensamientos y emocio-nes del otro; los miembros de lap a reja no pueden cambiarse a símismos o a la naturaleza de larelación; uno debe ser un compa-ñ e ro sexual perfecto del otro; olos confl ictos ent re hombre ym u j e res se deben a difere n c i a sinnatas asociadas al sexo que semuestran en las necesidades y enla personalidad.

Componentes fisiológicos

Gottman y Levenson (1986)expl ican como las dife re n c i a sf is iológ icas ent re hombres ym u j e res pueden influir en los con-flictos de la pareja. Para estosa u t o res, el hombre muestra incre-mentos más amplios de actividadautonómica ante el estrés. En él,estos aumentos se dan más fácil-mente y tardan más en re c u p e r a r-se que en la mujer. Por eso, seven incl inados a ev i ta r todasaquellas situaciones asociadascon un alto nivel de activación y,consecuentemente, intentan cre a run clima racional dentro de lasrelaciones. Para el lo, adoptanp a t rones más conc i l iadores ymenos generadores de conflicto.Si éste se desencadena, tienden aretirarse antes que la mujer. Sine m b a rgo, hay que tener en cuentaque, cuando el enfado y la hostili-dad de ella generan enfado y hos-

t il idad en é l, suele pro d u c i r s emiedo en ella: esto incrementa lahostilidad y enfado en él, pro d u-ciéndose la escalada del conflicto.

Las diferencias en la re a c t i v i-dad fisiológica explican el patrónde demanda de la mujer y re t i r a d adel marido. El exceso de excita-ción predispondría al hombre ainiciar la retirada ante las deman-das de la mujer, llegando al puntode no hacerle ningún caso (Gott-man, 1998).

Impacto a largo plazo delconflicto matrimonial

Se ha demostrado que los indivi-duos casados tienen mejor saludfísica y mental que los no casados:tienen una mortalidad menor, reali-zan menos conductas de riesgo yc o n t rolan mejor su salud, cumplenmejor las prescripciones médicas,tienen mayor frecuencia en su con-ducta sexual, y esta es más satis-factoria (Mathew, et al, 2001). Estasventajas son ciertas, pero solamen-te cuando no existen conflictos enla pareja (Finchman y Beach,1999a); porque un conflicto conti-nuado lleva a una mayor activacióny provoca un mayor estrés en suscomponentes. Esto explica el tre-mendo impacto que tiene en lasalud tanto física y mental tanto losdos miembros de la pareja como ensus hijos.

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Conflicto matrimonial y saludfísica y mental

Se da una relación dialécticaentre salud mental y problemas dep a reja. Por una parte, la falta desalud mental se vincula con la inca-pacidad del individuo para afrontarla relación de pareja, ya que ambasse asocian a la falta de habilidadeso problemas emocionales, que cau-san conflictos en la pareja. Por otrap a rte, se ha comprobado que lafalta de satisfacción en la re l a c i ó ndeteriora la salud física y mental delos miembros de la pareja.

Se pueden encontrar numero s a slistas de problemas de salud mentalque podrían ser consecuencia detener conflictos en la pareja (Gott-man, 1998; Christensen y Heavey,1999; Finchman y Beach, 1999a).Está probado que los conflictos enla pareja pueden ser causa de pro-blemas como depresión, trastorn ob i p o l a r, alcoholismo, trastornos dela alimentación. También se incre-mentan otros problemas como laviolencia, los conflictos con los hijosy los conflictos entre los herm a n o s ;incluso, se incrementan las tasas deaccidentes automovilísticos, inclui-dos los mortales. Aunque debido ala relación dialéctica mencionada esdifícil probar si los trastornos men-tales son los que causan los pro b l e-mas de pareja o si son éstos losque están en la raíz de los pro b l e-mas mentales. Los estudios de

Whisman y Bruce (1999) indicanuna posible relación causal entreesos problemas y episodios ded e p resión mayor. Otro pro b l e m aencontrado en los estudios queintentan estudiar las re l a c i o n e se n t re conflicto y trastornos psiquiá-tricos, es que en el 60% de loscasos coexisten varios trastorn o ssimultáneamente. A pesar de teneren cuenta estas dificultades, Whis-man (1999) ha encontrado re l a c i o-nes consistentes entre la falta desatisfacción con la depresión y elt r a s t o rno por estrés postraumáticoen las mujeres y con la distimia enlos hombre s .

Los conflictos matrimoniales serelacionan también con una saludfísica más pobre y con algunasenfermedades específicas como lascardíacas, el cáncer, el dolor cróni-co, las afecciones del sistemainmune y la mortalidad por cual-quier tipo de enfermedad. Incluso,hay evidencias de que aquellos quehan vivido el divorcio de sus padresy el suyo propio, tienen una espe-ranza de vida ocho años menor queel resto (Gottman, 1998).

Otro efecto nocivo que tienen losconflictos constantes de la pare j acuando son observados por loshijos es el impacto negativo queocasionan en la conducta de loshijos (Finchman y Osborne, 1993):Se desencadenan problemas deconducta, drogas, bajo rendimiento

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e s c o l a r, etc. En estos casos eldivorcio, solo si pone fin a los con-flictos, es menos dañino para loshijos (Weiss, 1989). Los estudios deEnsign (1998) señalan la idea deque las capacidades para nuestrasrelaciones las aprendemos de lasque observamos en nuestro sp a d res y que existe una re l a c i ó ninversamente proporcional entre losconflictos de los padres y la intimi-dad que alcanzan los hijos en laadolescencia.

Situación y avances en la terapiade pareja cognitivo conductual.

Desde un punto de vista cogniti-vo conductual una relación se defi-ne como un intercambio de con-ductas (Halford, 1998). Cuando unarelación falla, predomina el inter-cambio de conductas negativas,siendo una causa y un efecto delos conflictos. Como se ha visto,una de las causas de las dificulta-des es la falta de habilidades paracomunicarse y resolver pro b l e m a s .Es por ello que, inicialmente, laterapia cognitivo conductual se hacentrado en dotar a la pareja deesas capacidades y, en consecuen-cia, ha definido como objetivosbásicos del tratamiento: a) elaumento del intercambio de con-ductas positivas, empleándose def o rma amplia, el contrato conduc-tual (Bornstein y Bornstein, 1988;Gottman, 1998) es por ello que, enel tratamiento se incluye la ense-

ñanza de las técnicas de negocia-ción precisas para hacer contratosconductuales; b) la comunicación yresolución de problemas; c) cam-bios cognitivos para manejar creen-cias, atribuciones, etc. La terapiacognitivo conductual, hasta hacepoco tiempo, no afrontaba def o rma directa, aunque sí indire c t a-mente, los conflictos en las áre a sdel compromiso, la intimidad, elapego o las emociones, que, comose ha visto, son parte fundamentalde la relación. Sin embargo, la evo-lución que se está dando incluyeestas áreas como objetivos dire c-tos de intervención.

Evaluación

La evaluación que se realiza en laterapia de pareja cognitivo conduc-tual tiene como objetivo descubrircuáles son las áreas de conflicto,detectando las conductas, las cog-niciones y las emociones que for-man parte de los problemas yhacer después sobre ellas un análi-sis funcional para determinar laf o rma en que aparecen y se man-tienen. En la evaluación, inicialmen-te, se trata de determinar cuál es elpunto de partida en la calidad de larelación cuando acude a consulta,para lo que se puede utilizar algúncuestionario de propósito generalcon la Escala de Ajuste Marital(Locke y Wallace, 1959) o la Escalade Ajuste Diádico (Spanier, 1976).Son escalas que distinguen entre

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parejas conflictivas y no conflictivasy sirven para evaluar el progreso enla terapia (Cáceres, 1996; Costa yS e rrat, 1982). La evaluación conti-núa con una visión general del pro-blema que trae a la pareja a la con-sulta. El terapeuta se puede plante-ar una serie de preguntas de tipogeneral (Cordova y Jacobson,1993): ¿Cómo está de afectada lap a reja?¿Cuales son los elementosque los dividen? ¿Cómo se mani-fiestan estos elementos en la re l a-ción?¿Cuál es el compromiso de lapareja con la relación?¿Cuales sonlas fortalezas que hacen que semantengan juntos? ¿Cómo lespuede ayudar el tratamiento?

Las áreas que se tienen que con-siderar en la evaluación son lassiete Ces de Birc h l e r, Doumas yFals-Stewart (1999): Carácter , paradetectar si existe alguna psicopato-logía en los miembros individualesy observar si hay que tratarla enpareja o individualmente. Contextocultural y social, en el que seincluyen los aspectos re l i g i o s o s ,étnicos y de las familias de origen.Contrato, que tiene en cuenta lasexpectativas implícitas que de loscónyuges sobre la relación, quepodrían ser inalcanzables o disfun-cionales. Compromiso con la con-cepción utilizada en este art í c u l o .Cuidado, para analizar todo lo refe-rente a hacer la vida agradable alo t ro, considerando sobre todo eli n t e rcambio de conductas positi-

vas. Comunicación para detectarp roblemas o falta de habilidades.Capacidad para resolver pr o b l e -mas, teniendo en cuenta las re l a-ciones de poder y dominancia.

Se tienen que evaluar también lapasión, el apego y la intimidad. Enla pasión hay que incluir la conduc-ta sexual, no solamente si hay pro-blemas, sino si es frecuente y varia-da, para ello se pueden utilizaralguno de los cuestionarios sobreconducta sexual existentes (Cáce-res, 1996). La evaluación de lasconductas de apego incluye lasaprendidas en la familia de origen ylas expectativas que tienen respec-to a la pareja. Hay que evaluar, deforma general, el interés que tienenen mantener las relaciones con losp a d res y el afecto que sienten porellos, la búsqueda de ayuda ensituaciones estresantes y la satis-facción que se encuentra en elauxilio obtenido. En la evaluaciónde la intimidad, se pueden utilizarcuestionarios sobre la teoría trian-gular del amor, como el que propo-ne Stern b e rg, o mejor el queLemieux y Hale, (2000); aunque hayque tener en cuenta que conside-ran un concepto de intimidad en elque se incluyen aspectos másamplios de los que se tienen encuenta en este artículo.

Con estos elementos de evalua-ción y partiendo siempre de laspeticiones concretas de los pacien-

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tes, se da una explicación dedonde está el prob lema y cualpuede ser el camino hacia la solu-ción. Hay que tener en cuenta quela devolución de una evaluación es,de alguna manera, una intervenciónya que se actúa sobre las expecta-tivas de solución y de continuidadde la relación, y se pueden afianzaratribuciones que dificulten la inter-vención posterior.

Tratamiento

Una vez que se han definido losproblemas existentes y las conduc-tas envueltas en ellos, se estableceel programa de tratamiento selec-cionando las técnicas específicasque permiten el cambio. La terapiacognitivo conductual clásicamentese centraba en potenciar el inter-cambio de conductas positivas, enel entrenamiento en habilidades decomunicación y de resolución dep roblemas y en el tratamiento delos aspectos cognitivos (ver Costay Serrat, 1982; y Cáceres, 1996;para una descripción más amplia).

Estos tres componentes consti-tuyen la terapia de pareja cognitivoconductual clásica, que está clasifi-cada como una terapia con eviden-cia probada de eficacia (Chamblesset al, 1998). Los datos indican quela gran mayoría de las parejas queacuden a terapia, alrededor del75% (Gottman, 1998) informan deuna mejora en la satisfacción matri-

monial. Pero, como se ha ido indi-cando a lo largo de este artículo, notodo es positivo. La pregunta perti-nente hay que hacerla no sobre essi es eficaz o no, sino sobre supotencia (Christensen, 1999), por-que cuando se contrasta con gru-pos de control de lista de espera,los resultados son siempre positi-vos, quizás debido a que si no exis-te intervención, los problemas sevan incrementando. Sin embarg o ,cuando se tiene en cuenta si lamejora afecta, no solamente a ladisminución del conflicto, sino a laevaluación subjetiva de la re l a c i ó npor parte de los dos miembros, losresultados no son tan espectacula-res. Christensen (1999), re v i s a n d ola literatura sobre la eficacia, llega ala conclusión de que, siendo estric-tos, menos del 50% de las parejasque acuden a terapia cambian deun estado de estrés a un estado dea rmonía. Otro aspecto poco claroes la cantidad de recaídas que secontabilizan, entre el 30% y 50%,aunque algunos autores son máspesimistas intuyendo que, si setomase un tiempo mayor de estu-dio, el porcentaje de las re c a í d a ssería mayor (Gottman, 1998).

O t ro aspecto a destacar es quese han real izado estudios paradeterminar la eficacia de los distin-tos componentes y su import a n c i ay contribución en resultados de laterapia. Sorprendentemente, seobtienen resultados muy similare s

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cuando se emplean técnicas con-ductuales, cognitivas, o la mezclade los ambas. Para Gottman (1998)estos resultados introducen unareflexión inquietante, esto es, cual-quier tipo de intervención da elmismo resultado que la basadaexclusivamente en los contratosconductuales, que está fundamen-tada en la suposición errónea de lanecesidad de un funcionamientoequilibrado de los re f u e rzos en lapareja con el objetivo de que hayaa rmonía. El mismo autor señala que,también, los resultados que seobtienen con terapias de cualquierorientación (una vez que se hanreplicado los estudios originales)son equivalentes.

De ello se deduce que lo másp robable es que la clave del cam-bio resida en elementos comunes atodas las terapias que determ i n a nel éxito, independientemente de latécnica que se esté utilizando. Así,por ejemplo, en cualquier terapia elterapeuta se introduce como unelemento de neutralización en lasdiscusiones de la pareja al imponerun alejamiento emocional, dificul-tando con su presencia y actuaciónuna escalada del conflicto. Ta m-bién, otros elementos inespecíficoscomo la esperanza que despierta laterapia, la confianza en el terapeu-ta, o la existencia de un pro g r a m ae s t ructurado que implica un ciert ocontrol sobre la situación (Gottman,1998). Es un caso en el que pare-

cen determinantes los elementosno específicos de la terapia, quetantas veces son ignorados en laenseñanza de la terapia cognitivoconductual, debido a que o bien sedan por supuestos o porque sehace demasiado hincapié en lastécnicas a emplear.

Mejora de la intimidad y tratamientode las emociones relacionadas conel apego

Los elementos de la llamadaterapia de cognitivo conductual clá-sica se refieren a la capacidad de lap a reja de decidir y de manejar def o rma armoniosa los bienes ore f u e rzos que comparten y a lasdistorsiones cognitivas subyacen-tes. Como queda evidente, estavisión no analiza de forma directa laintimidad, aunque sus técnicas, alfomentar la comunicación y elentendimiento conjunto de los pro-blemas, la potencian indirectamen-te (Lawrence, Eldridge y Christen-sen, 1998).

En un estudio sobre la eficacia al a rgo plazo de la terapia cognitivoconductual frente a terapias basa-das en el insight, Snyder y colabo-r a d o res, 1989, 1991a, muestran lasuperioridad de esta última frente alas primera en el número de divor-cios que se pro d u j e ron con unseguimiento de cuatro años dentrode las parejas tratadas con cadauna de las técnicas. Pese a la polé-

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mica mantenida con Jacobson(1991), que discute si re a l m e n t eson tan diferentes los dos tipos deterapia, los autores (Snyder et al,1991b) concluyen que el insight esnecesario para producir el cambioen la pareja, aunque probablemen-te no sea suficiente. Estos resulta-dos, que plantean una superioridadde este tipo de terapia no han sidocontrastados todavía por un estu-dio independiente. En la terapia deinsight los terapeutas realizan inter-p retaciones acerca de los motivossubyacentes de las conductas pro-blemáticas y que dan una explica-ción a los sentimientos, creencias yexpectativas explícitos en los pro-blemas (Snyder et al, 1991a). Deesta forma, se terapia incrementa laintimidad y la aceptación del otro y,en consecuencia, fortalece la re l a-ción y fomenta su continuidad.

Por otro lado, también fuera delmarco estrictamente cognitivo con-ductual y teniendo en cuenta lasconductas de apego, Gre e n b e rg yJohnson (1988) plantean la terapiaenfocada en la emoción. Parten dela teoría de que los miembros de lap a reja tienen problemas de apegoque son la causa del confl icto.Dichos problemas han sido apre n-didos en la familia de origen, y portanto, son previos al problema depareja. Entonces, los componentesde la pareja experimentan depre-sión o miedo cuando temen que losabandonen, por ejemplo si el otro

muestra interés en un terc e ro. Sine m b a rgo, en lugar de manifestard i rectamente esas emociones quelos hacen débiles y vulnerables,muestran emociones secundariaspor medio de las que se intentanproteger, evitando dar sensación dedebilidad o, incluso, intentandoparecer fuertes: así, emplean la reti-rada o la ira o establecen una acti-tud totalmente defensiva. Evidente-mente, al expresar estas emocio-nes secundarias están intentandoarreglar los problemas, pero lo queconsiguen es lo contrario, incre-mentarlos, porque originan reaccio-nes agresivas o defensivas del otroque no conoce las causas de loque ocurre, produciéndose de estaforma las profecías autocumplidas;por ejemplo, el miedo al abandonoestá seguido por una conductaagresiva o evitativa que conduce aun deterioro de la relación. Final-mente la relación es tan poco refor-zante, que el otro puede llegar apensar en abandonar la pareja. Laterapia tiene por objeto que los dosa p rendan a mostrar las emocionesprimarias y entiendan el origen delas secundarias.

El objetivo terapéutico en la tera-pia enfocada en la emoción consis-te en romper el círculo vicioso, con-siguiendo que hablen de sus emo-ciones primarias. En ese momento,el que lo hace, muestra su debili-dad al otro y descubre puntos vul-nerables de importancia. En el pro-

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ceso terapéutico se suele conse-guir que el que escucha expre s eaceptación, de manera que el quemuestra sus emociones sienta els o p o rte que necesita. Así, sefomenta la intimidad de forma ope-rativa y, además, cuando se esta-blecen las emociones (como lamotivación que subyace en el con-flicto), se cambian las atribucionesdel problema y se desvía la aten-ción de las discusiones, cort a n d oasí el ciclo de la reciprocidad nega-tiva por el hecho de introducir unelemento de aceptación.

Existe evidencia de la eficacia deeste tipo de intervención sobre laintimidad, aunque no se ha mostra-do superior a los efectos que seconsiguen con el tratamiento basa-do en resolución de problemas. Seha demostrado, también, que tieneun efecto mayor en mujeres que enlos hombres (Lawrence, Eldridge yChistensen, 1998).

Dentro del contexto de la terapiacognitivo conductual se ha desa-rrollado la terapia de pareja integra-dora (Christensen, Jacobson, Bab-cock, 1995, Jacobson, Christensen,1996) en la que se añade la acepta-ción emocional a los componentesclásicos.

Esta aceptación emocional es unelemento fundamental en la pareja,ya que sin ella, la pareja no sepuede constituir o no se mantiene.

La aceptación total, corresponde amomentos de enamoramiento, y seva matizando con el paso del tiem-po y con la convivencia, pero tieneque existir un cierto grado para quela pareja subsista.

Con este nuevo elemento de laterapia, se pretende que el miem-bro de la pareja que quiere que serealice un cambio, acepte desde unnuevo punto de vista que el otro nolo realice. Así, aquello que era ina-ceptable e intolerable se conviert een algo no deseable, pero entendi-ble y tolerable. De forma análoga ala terapia centrada en la emoción,piden a los miembros de la pare j aque hablen de emociones suavescomo tristeza, miedo, soledad yque mencionen menos las emocio-nes fuertes como ira y resentimien-to. Como se ha mencionado, estetipo de interacción elicita en el otrosentimientos de aceptación y deempatía en lugar de defensa orechazo. Así, de esta forma, sefomenta la intimidad. (Lawre n c e ,Eldridge y Chistensen, 1998)

Las técnicas que se utilizan parap romover la aceptación son (Hal-ford, 1998):

• Empatía. Reunirse con empa-tía hacia el otro alrededor delproblema, para desarrollar unentendimiento del pro b l e m acomprendiendo y respetandoel punto de vista del otro ,

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aunque no justificándolo. Paraello se discuten conjuntamentelos problemas con el modeladodel terapeuta y se les anima amanifestar sus sentimientos dedolor y vulnerabilidad.

• Objetividad. Emplear la obje-tividad para conseguir ver elp roblema con una visiónmenos emocional. Se pro-mueve el análisis objetivopara quitar la emoción quei n t roduce distorsiones cogni-tivas.

• Tolerancia. Construir la tole-rancia con el objet ivo dereducir la emoción negativaque causa la conducta o susresultados del cónyuge. Paraello, la técnica que más seutiliza es la exposición, esd e c i r, mantener el estímuloaversivo sin dar las re s p u e s-tas de evitación.

• Auto cuidado. Se trata decambiar la propia conductapara conseguir en otra part elo que la pareja no da, porejemplo, consiguiendo nue-vos amigos, etc.

Según algunos autore smuchas de estas técnicas soncomunes a las de la terapia tra-dicional, cambiadas de nombre.Aunque fuera así, lo que sí ocu-rre es que se apl ican a un

campo, la intimidad, que no setrataba antes explícitamente.Con la aceptación se crea oamplía la comprensión del otroy en consecuencia se mejora laintimidad. Los resultados pre l i-m i n a res obtenidos por la tera-pia integradora basada en laaceptación indican que seobtienen mejores índices desatisfacción que con la terapiaconductual clásica y pro m u e v elos cambios más eficientemen-te (Jacobson et al, 2000).

Una de las dificultades queaparecen en la terapia de parejaes que cada uno atribuye elproblema al otro y le responsa-biliza del cambio. Destacandola importancia de este hecho,H a l f o rd (1998) ha propuesto laterapia de pareja conductuala u t o rreguladora, que haceénfasis en aclarar con cadacomponente que es lo que élpuede cambiar para solucionarlos problemas, siempre dentrode la fi losofía de lograr susobjetivos propios en la pare j a .Los resultados obtenidos indi-can una gran economía en elnúmero de sesiones necesariaspara lograr los mismos resulta-dos. En efecto, Halford (2001)plantea una duración generalde 1 a 3 sesiones y un máximode 25. Halford (2001) tambiéndefine qué tipo de parejas sepueden beneficiar de este tipo

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de intervención. Hay que desta-car que dentro de este plantea-miento se está potenciando def o rma fundamental el compro-miso que cada uno tiene con lapareja y que cuando se toma enconsideración se potencia def o rma extraordinaria la re s o l u-ción de los conflictos.

En una visión general, Gott-man (1998, 1999) propone tre sprocesos para resolver los con-flictos en la pareja.

1. El primero es conseguir unaalta tasa de respuestas positi-vas ante respuestas negativasdel otro. Se trata de un cam-bio profundo que llegue amodificar los sentimientos yno un mero intercambio deconductas. Se trata de uncambio de act i tud, “estarpor”, en lugar de “alejarsede”, que lleve a un sentimien-to positivo que consiga llegara calmar la activación fisioló-gica del otro, utilizando ele-mentos positivos como elh u m o r, la validación y laempatía. Cuando existe elsentimiento de “estar por elo t ro” se disparan otros tre sprocesos asociados:

a. Se puede editar el pensa-miento para evitar entrar en lare c i p rocidad negativa o en elpatrón en el que la mujer

ataca y el hombre se re t i r a .R e c o rdemos que este pro c e-so es más fácil que ocurr acuando se tiene mayor com-promiso.

b. Se establecen re l a c i o n e sasertivas porque se admite lainfluencia respetuosa del otro,y, se evita emplear los cuatrojinetes del Apocalipsis paraintentar resolver los pro b l e-mas.

c. S u rge el afecto positivo queevita la actitud defensiva delotro y ayuda a calmar la exci-tación fisiológica.

2. El segundo proceso consisteen ampliar la cantidad deespacio mental o mapa cogni-tivo (o energía mental) quededica cada miembro de lap a reja a comprender y cono-cer el mundo del otro. Hacere s f u e rzos por conocer, com-p render y entender al otro esfundamental para la continui-dad de la pareja y es particu-l a rmente importante en elcaso del hombre. El impactoque este proceso tiene en laintimidad es evidente, y susconsecuencias para la conti-nuidad y mejora de la pare j ason claras.

3. El tercer proceso lo inscribeen el sistema de admiración y

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afecto: cada uno t iene quetener admiración y cariño por elo t ro, es un antídoto del despre-cio y es un mecanismo quep redispone a la validación delo t ro .

Hay que resaltar que uno delos procesos más import a n t e s ,que ponen en marcha estasterapias, es el fomento de laint imidad. Al hacer que losm i e m b ros de la pareja entre nde nuevo en el proceso dea u t o rrevelación y de acepta-ción, fomentar elementos comola expresión de emociones yafectos de forma constante,mostrandose debilidades en lap a reja (como los sentimientosasociados al apego, los desoledad y los de necesidad deaceptación y apoyo), que van apermitir iniciar de nuevo y man-tener el proceso de fort a l e c i-miento de la intimidad.

Conclusión

La estructura de la pareja, comoentidad social y en sus re l a c i o n e sdiádicas, está determinada por laevolución y cambio de la sociedad.Esta es diferente en cada contexto,sea religioso, económico o geográ-fico. El conocimiento de la estru c-tura de la pareja en cada situaciónsocial, permite a la terapia estable-cer áreas de actuación que van aaumentar su eficacia y ampliar su

campo de acción. La considera-ción de los procesos sociales ydiádicos sobre los que se constru-ye una relación, permite aclarar ye n m a rcar el proceso de avanceque está siguiendo la terapia. Te n e ren cuenta las vertientes socialesde las relaciones interpersonalesnecesita una colaboración ampliae n t re los psicólogos clínicos y lospsicólogos sociales, que pro b a b l e-mente se ha iniciado ya, aunquehay que seguir avanzando en estalínea. (Finchman y Beach, 1999b;Gottman, 2001).

Las líneas de avance pro p u e s t a s ,por la terapia cognitivo conductualintegradora, la centrada en la emo-ción y las recogidas por Gottman(1998, 1999), dirigen el pro g reso dela terapia hacia el cambio de con-ductas relacionadas con las emo-ciones y sentimientos, que hastaahora no ocupaban un lugar re l e-vante entre sus objetivos. Para ello,p roponen actuaciones dire c t a ss o b re elementos básicos de la re l a-ción diádica (como la intimidad y lavalidación) o centrarse en conduc-tas arraigadas y asociadas a fuert e semociones (como son las conduc-tas de apego). Actuar sobre el com-ponente más cercano al amor y lapasión supone la consideración dela mejora del intercambio sexual, nocomo resolución de pro b l e m a spatológicos, sino como mejora ypotenciación del componentepasional de la re l a c i ó n .

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La importancia de potenciar elc o m p romiso con la pareja seo b s e rva en los resultados quemuestra Halford (2001) con su tera-pia autorreguladora: Los miembro sde la pareja, cuando son conscien-tes de la importancia que tiene éstapara conseguir sus propios objeti-vos, se esfuerzan de manera eficazen resolver los conflictos y conti-nuar con la pareja, sin necesidadde intervenciones adicionales. Parai n c rementar el compromiso esnecesario que su proceso de crea-ción esté compuesto de decisionesc o m p a rtidas y conductas con elotro. Esto daría lugar a la unión enla consecución de objetivos e inte-reses y haría más difícil la ru p t u r a .También motivaría al incremento delos esfuerzos para continuar juntos.Es importante señalar que el com-promiso tiene mucho que ver con lapresión social, que estamos en unaépoca en la que se minimiza lai m p o rtancia del compromiso y delos esfuerzos que conlleva.

Una faceta que va a tener muchopeso en la evolución de la terapiade pareja, es su empleo en otrotipo de patologías, que hasta hacepoco tiempo sólo se trataban de

forma individual. El efecto que tieneen el tratamiento de la depresión esde sobra conocido, (Jacobson,1991, Weisman et al., 2000). Aligual que los conflictos en la parejapueden llevar a la depresión a suscomponentes, se está utilizando laterapia de pareja para solucionarlo.La experiencia de la terapia inter-personal es prometedora tambiénen otro tipo de trastornos, lo que esun índice de su expansión impara-ble por medio de su aplicación ao t ros problemas. En este sentidohay que tener en cuenta datoscomo que el desajuste matrimonialpuede incrementar el riesgo y lagravedad de las recaídas despuésde un tratamiento con éxito de ladepresión (Whisman, 2001).

Todas las terapias que se hanmencionado en este artículo tienenuna validación empírica, pero no hayque olvidar que cuando se hacennuevas propuestas, se continúa elp roceso de contrastación; ya no setrata de comparar la interv e n c i ó np ropuesta con listas espera o trata-mientos placebo, sino que habráque cotejarla con los resultados deuna terapia que ha mostrado sere f i c a z .

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