Estudio de Anticuerpos Irregulares

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Estudio de Anticuerpos Irregulares Como se mencionó anteriormente, la prueba de Antiglobulina Indirecta puede ser utilizada para la detección de la presencia de anticuerpos dirigidos hacia antígenos de la superficie eritrocitaria. En medicina transfusional es de suma importancia la detección de la presencia de estos anticuerpos, ya que si están presentes en el suero de un paciente, por una reacción de aloinmunización previa, permitirá definir cual es la sangre más indicada para ser transfundida. Por esta razón, el rastreo de anticuerpos se realiza de rutina a todos los receptores de hemocomponentes, como parte de los estudios pretransfusionales. Lo anterior con el fin de prevenir reacciones transfusionales hemolíticas leves y graves, reduciendo un acortamiento de la sobrevida de las células transfundidas. Los anticuerpos irregulares son por lo general del tipo IgG (inmunoglobulina G), reactivos a 37ºC y/o en la prueba de antiglobulina. Son ejemplos de este tipo de anticuerpos los dirigidos contra los antígenos de los grupos sanguíneos Rh, Kell, Duffy, Kidd y SsU. Se ha estimado que la incidencia de anticuerpos irregulares, en diferentes poblaciones oscila entre el 0,78% y el 1,64%. En poblaciones hospitalarias especiales, que por su condición de fondo reciben transfusiones de hemocomponentes con frecuencia, esta incidencia puede ser mucho mayor. Los métodos empleados en la detección de anticuerpos irregulares pueden incluir 3 o más células pantalla o rastreadoras. Estas células deben de contar con los antígenos de significancia clínica y se trabajan, al igual que las suspensiones de trabajo eritrocitarias, a una concentración de 3 %, para la técnica en tubo. Cuando un anticuerpo irregular es detectado, la especificidad debe de ser definida mediante la confrontación del plasma del

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Estudio de Anticuerpos Irregulares

Como se mencionó anteriormente, la prueba de Antiglobulina Indirecta puede ser utilizada para la detección de la presencia de anticuerpos dirigidos hacia antígenos de la superficie eritrocitaria. En medicina transfusional es de suma importancia la detección de la presencia de estos anticuerpos, ya que si están presentes en el suero de un paciente, por una reacción de aloinmunización previa, permitirá definir cual es la sangre más indicada para ser transfundida. Por esta razón, el rastreo de anticuerpos se realiza de rutina a todos los receptores de hemocomponentes, como parte de los estudios pretransfusionales. Lo anterior con el fin de prevenir reacciones transfusionales hemolíticas leves y graves, reduciendo un acortamiento de la sobrevida de las células transfundidas.

Los anticuerpos irregulares son por lo general del tipo IgG (inmunoglobulina G), reactivos a 37ºC y/o en la prueba de antiglobulina. Son ejemplos de este tipo de anticuerpos los dirigidos contra los antígenos de los grupos sanguíneos Rh, Kell, Duffy, Kidd y SsU. Se ha estimado que la incidencia de anticuerpos irregulares, en diferentes poblaciones oscila entre el 0,78% y el 1,64%. En poblaciones hospitalarias especiales, que por su condición de fondo reciben transfusiones de hemocomponentes con frecuencia, esta incidencia puede ser mucho mayor.

Los métodos empleados en la detección de anticuerpos irregulares pueden incluir 3 o más células pantalla o rastreadoras. Estas células deben de contar con los antígenos de significancia clínica y se trabajan, al igual que las suspensiones de trabajo eritrocitarias, a una concentración de 3 %, para la técnica en tubo. Cuando un anticuerpo irregular es detectado, la especificidad debe de ser definida mediante la confrontación del plasma del paciente con las células del panel de identificación de anticuerpos.

Una vez identificada la especificidad del anticuerpo, se debe de buscar un hemocomponente que no posea dicho antígeno, realizarle la prueba cruzada y solo una vez obtenido un resultado negativo se procede a transfundir al paciente.