EUGENIA ALMEIDA UNO

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Cultura C LA VOZ DEL INTERIOR CÓRDOBA. JUEVES 26 DE MAYO DE 2005 5 Sorpresa y expectativa “Después de enterarme del premio –cuenta aún afónica la escritora– es- tuve en cama toda una se- mana: me quedé muda. Me dio vértigo”. Tras una etapa de in- credulidad en la que pensó que el título El co- lectivo que figuraba en- tre los finalistas del con- curso correspondía a otro escritor, llegó la alegría, los múltiples llamados te- lefónicos y la consagra- ción de un sueño: “Yo me siento escritora desde ha- ce muchos años, pero es la primera vez que leo en una nota periodística que otra persona me dice ‘la escritora María Eugenia Almeida’, y eso es fuerte”. Eugenia no sabe cómo sigue su vida ahora que tie- ne un importante premio bajo el brazo. “Después del premio mucha gente me di- jo: Ahora sí te tenés que de- dicar a escribir’, y yo les decía que toda mi vida me he dedicado a escribir”. Las mejores perspectivas apa- recen en torno a la posibi- lidad de trabajar haciendo lo que más le gusta: “Siem- pre está la fantasía de ga- nar por escribir aunque sea el mismo dinero que gano como docente. Eso sería maravilloso”, explica. Por ahora, la realidad de esta escritora cordobe- sa de 32 años tiene que ver con una rutina laboral que le deja poco tiempo al ejercicio de su vocación: “Escribo en la parada del colectivo, en el bar tomán- dome un cafecito, en la plaza, en el recreo...”. Actualmente, Almeida está escribiendo una nue- va novela y espera que luego de este reconoci- miento transatlántico las editoriales locales salgan de su habitual resquemor por publicar a autores nuevos. AP El libro de Almeida transcurre bajo la última dictadura, en un pueblo de Córdoba en donde ya no para el único colectivo que pasaba. CORDOBESA PREMIADA EN ESPAÑA EMANUEL RODRÍGUEZ ESPECIAL El 13 de mayo, cuando ya había concluido su rutina laboral, María Eugenia Almeida che- queó la casilla de mensajes de su teléfono celular y lo que es- cuchó cambió su vida: El co- lectivo, la primera novela que escribió, había ganado el Primer Premio Internacional de Nove- la Las Dos Orillas, otorgado por el Salón Internacional del Libro Iberoamericano de Gijón (Es- paña), consistente en la contra- tación, traducción y publicación de la obra en Alemania, Fran- cia, Portugal, Grecia, Italia, Es- paña e Inglaterra. Almeida nació en Córdoba en 1972, actualmente vive en Un- quillo y es licenciada en Comu- nicación Social. Trabaja en el Grupo de Investigación sobre Humor de la Facultad de Filo- sofía y Humanidades, es docen- te de Comunicación en el cole- gio secundario Juan Mantova- ni, y “eventualmente” corrige y asesora editorialmente en un se- llo local. “El día del fallo –cuenta Eu- genia–, entré a la página Web del concurso pero no había nada, y ya me iba a mi casa a ver La era de hielo por Canal 8. Como mi celular es un desastre y siempre se queda sin señal, ca- da tanto me fijo si hay algo. Había un men- saje de un español, que al principio yo pensaba que era mi hermano haciéndome una broma. Pero a medida que trans- curría iba dando da- tos que mi hermano no tenía, y al final fue algo increíble”. El Premio Las Dos Orillas es un concur- so bianual de novela cuyo obje- tivo, según las bases, es “supe- rar el aislamiento internacio- nal” y unir las literaturas de América latina y Europa, prin- cipalmente editando la obra ga- nadora en siete idiomas y dis- tribuyéndola por gran parte del Viejo Mundo. María Eugenia Almeida (pre- fiere que la llamen simplemen- te Eugenia y, por su “extrema ti- EL FALLO DEL JURADO Una historia argentina que cruzó el mar María Eugenia Almeida vive en Unquillo y acaba de ganar el Premio Internacional Las Dos Orillas con su novela “El colectivo”. Los detalles. Blanca Rosa Roca, de la editorial es- pañola Roca, señaló en el fallo que uno de los méritos de la novela premiada es que “la autora cuenta su his- toria desde un pequeño pueblecito argentino, en el que viven gentes sencillas y se cuentan pequeños de- talles, envueltos en un gran misterio”. También des- tacó “cómo se transmiten las noticias y la vida de sus dos protagonistas, un abogado y un farmacéutico, con una intriga sobre unos guerrilleros de trasfondo”. El secreto. Georges Miressiottis, de Editions Opera de Grecia, dijo que el secreto de la obra ganadora es la clave misma de cualquier gran novela: “Ofrecer al lec- tor un nuevo punto de vista de acontecimientos que ya conocemos, una nueva manera de observar el mundo”. Desolación y dictadura. Luigi Brioschi, de la editorial italiana Ugo Guanda, aseguró que El colectivo ”mues- tra una nueva visión sobre los horrores de la dictadu- ra militar argentina, desde un punto de vista inédito, el de la colectividad de un pueblo perdido en las mon- tañas y lleno de desolación”. mejor de las 80 novelas presen- tadas y se refirieron a la cordo- besa como a “una gran novelis- ta capaz de cambiar nuestra vi- sión de una dictadura, para mos- trarnos su lado más real”. La novela de Almeida, la pri- mera obra de autor argentino que gana este premio, será pu- blicada y distribuida en Europa en 2007 y aún no se sabe, por cuestiones contractuales, si será editada en el país. El colectivo está ambienta- da en un pequeño pueblo de la provincia de Córdoba, durante 1977, y cuenta lo que le ocurre a algunas personas que viven allí desde que el único colectivo que pasa deja de parar. “A partir de eso –cuenta la autora– es una historia sobre lo generosas o lo mezquinas que podemos llegar a ser las personas en determi- nadas situaciones”. “Yo creo que la historia es muy sencilla –continúa– y que al mismo tiempo en esa sencillez busca desnudar una mecánica de la dictadura. Más que descri- bir grandes gestas de la huma- nidad, me gusta ir a los pequeños gestos: qué hago cuando alguien me pide ayuda, qué hago cuan- do alguien me saluda y no lo quiero saludar, qué hago cuan- do alguien me desafía”. Almeida considera que es- cribir sobre las pequeñas cosas significó un cambio en su lite- ratura: “Lo que escribía antes era de una complejidad rococó, cosas medio pesadas, en cambio esto es como buscar la palabra más despojada, descarnada y simple. Por eso no creo que al le- er El colectivo se pueda decir ‘¡guau, qué trabajo que tiene so- bre la lengua! Creo que puede mover otras cosas que tengan que ver más con lo emotivo”. Habitué de los saldos Entre sus muchas lecturas –“leo hasta los prospectos de los re- medios”, bromea–, María Euge- nia Almeida cita a Marguerite Duras, Marguerite Yourcenar, algunas obras de Milan Kunde- ra –“no todas, algunas no me gus- tan nada”–. También nombra a la escritora norteamericana To- ni Morrison, Premio Pulitzer 1988 y Nobel en 1993; a Silvina Ocampo, “cuyos cuentos me pa- recen maquinitas perfectas” y a Georges Simenon, “otro autor que ha quedado ninguneado por escribir policiales y a mí me pa- rece excelente: él también va a las pequeñas cosas”, dice quien se confiesa como habitué com- pulsiva de las mesas de saldos. “Pensando en mi sueldo de docente –explica–, un libro nue- vo, que cuesta entre 30 y 40 pe- sos, me resulta privativo: tengo que esperar a que la Facultad los compre para ir a la biblioteca a sacarlos o recurrir a las mesas de saldos”. midez”, no accedió a que le to- maran fotos) deberá viajar en 2007 a Europa, cuando su nove- la se publique en ocasión de un nuevo Salón del Libro. “El hecho de publicar en tan- tos idiomas –dice la escritora– y que la obra llegue a tanta gente de diferentes países, es algo muy soñado: a los cinco años, cuan- do me preguntaban qué quería ser, yo respondía que quería can- tar y escribir”. Como cantante, Eugenia re- corrió guitarra en ma- no y durante un año Italia y Francia, par- ticipó brevemente en el Coro de LA VOZ DEL INTERIOR y es- porádicamente se pre- senta en espectáculos “de amigos que me in- vitan”. Como escrito- ra, en su hasta ahora breve currículum de ediciones, aparece la publicación de algu- nos poemas premia- dos en 1997 en el Concurso Pro- vincial de Poesía para Autores Inéditos, y el reciente galardón obtenido en Asturias. El lado real de la dictadura Los editores de España, Francia, Portugal, Grecia e Italia que in- tegraron el jurado presidido por el escritor chileno y director del Salón, Luis Sepúlveda, conside- raron que El colectivo fue la La novela de Almeida será publicada en España, Grecia, Portugal, Italia, Inglaterra, Francia y Alemania. “Agradezco a mis padres que no me llenaran de amor” –La familia es uno de los ejes en torno al cual gira “Yo he de amar una piedra”... –La familia me permite dar cuenta de relaciones muy dife- rentes, y eso me interesa mucho. Pero yo no he sido nunca muy de familia, no he tenido allí relaciones muy estrechas. Tuve una niñez muy solitaria, quizá porque éramos muchos her- manos. No había demasiada proximidad, existía una conten- ción verbal y afectiva. Es algo que les agradezco a mis padres, que no me llenaran de cariño, de amor, que no me volcaran en- cima todas sus atenciones. Así que he tenido que inventarlo todo en las relaciones, y me ha permitido explotar mi lado cre- ativo. No había preguntas en casa, no me ahogaron, no me im- pusieron una prisión de la que luego tuviera que liberarme. GENTILEZA CLARÍN Lobo Antunes es, con Saramago, uno de los máximos autores lusos. JOSÉ ANDRÉS ROJO EL PAÍS, DE MADRID Madrid. Algunas viejas heridas, la irrupción de la muerte que trastoca el orden cotidiano, el súbito descubrimiento de una mujer que le dice un día al hom- bre que ha amado: “He dejado de quererte”. No hay manera de contar, ni de resumir, lo que ocu- rre en el último libro de Antonio Lobo Antunes (Lisboa, 1942), Yo he de amar una piedra, que acaba de aparecer en una coedi- ción de Mondadori con Círculo de Lectores. Algunas heridas, la muerte, el amor: no es gran cosa, pero quizá sea ésta la única manera de presentar el impo- nente desafío litera- rio que propone el es- critor portugués en su nuevo libro, donde su escritura atravie- sa tiempos y lugares distintos, registrando con minuciosidad las minúsculas variacio- nes del comporta- miento humano, la fragilidad de las emo- ciones, el radical des- concierto que acecha en todas partes, los vanos gestos que que- dan en la memoria cuando ya to- do se ha olvidado. –En la contraportada se di- ce que este es su texto más au- tobiográfico... –No creo que lo sea, no mu- cho más que cualquiera de mis otros libros. Claro que no in- ventas nada, siempre tomas de aquí y de allá. Si tiene algo que ver conmigo, es con todo lo que en mí hay de tinieblas. Cada vez más, de libro en libro, me doy cuenta de que el material del que trato se vuelve autónomo, inde- pendiente de mi voluntad. –¿Trabaja sobre un guión, con algún plan específico? –Ya no. Empiezo sin saber na- da. Las cosas van saliendo muy lentamente, y el libro se va es- tructurando solo. Tengo la im- presión de que el libro es un or- ganismo vivo, que nada tiene que ver conmigo, con su propio tem- peramento, su propia fisonomía. Intento, sobre todo, que mis va- lores no sean los valores del li- bro. Al empezar sólo existe una pequeña historia, una pequeña intriga, que va avanzando sola y que de pronto cristaliza. –Su último libro es muy complejo, lleno de retos para el lector... –Cada vez me ocupo más, den- tro de cada libro, de reflexionar sobre la propia escritura, so- bre los límites de la novela, sobre la posi- bilidad de cambiar unas formas demasia- do gastadas. Conrad decía: “Me parece que estoy contando mis sueños para ustedes”. Algo de eso hay en lo que hago, como si lo que contara fueran vi- siones. Mi libro es un delirio es- tructurado. No escribes lo que quieres, escribes lo que puedes. De lo que se trata es de poner en palabras lo que por definición no se puede traducir a palabras. Un libro no se hace con ideas, y des- confío de los que dicen que tie- nen una buena idea para un li- bro. No me interesa nada lo que pueda salir de un planteamien- to de esas características. Detective de detalles –Es muy minucioso con los detalles, con las pequeñas co- sas... –Es que en los detalles está to- do. Hace poco leí la crónica de una joven periodista, que es- cribía sobre las experiencias de un hombre mayor en una cárcel. En un momento dado se refería a un aparato de radio que tenía en su celda. Explicaba que en la antena había puesto un rollo de papel higiénico. Y que el papel higiénico vibraba. Es algo total- mente secundario, pero es lo que mejor cuenta lo que allí ocurre. –Comentó alguna vez que hay libros que tienen su pro- pia llave, que hay que encon- trarla para descubrirlos. ¿Tie- ne alguna pista para abrir “Yo he de amar una piedra”? –Si tu desafío es hacer algo nuevo, tienes que enseñar a tus lectores a leerte. Joseph Conrad era amigo de escribir prefacios, y los escribía en un tono ligero para acercar a la gente a su obra. Pero cada escritor es muy dife- rente, y leer un libro es como si camináramos por un camino desconocido hasta que, de pron- to, se produce la iluminación. –“Amar a una piedra”: sue- na raro... –¿Lo cree de verdad? Fíjese en Miguel Ángel. En un soneto que hizo a propósito de una de sus es- culturas, la que se llama La no- che, escribió: “Grata me es la no- che y más aún si es de piedra”. Nunca tengo título para mis li- bros, surgen de pronto como un milagro. En este caso, fue un ami- go del Alentejo el que me lo des- cubrió. Cantaba una vieja canción que decía “yo he de amar una pie- dra”. Pensé que tenía que ver con lo que hay dentro del libro. –El libro arranca con una serie de fotografías. En cada imagen hay partes nítidas y otras que son más borrosas. Es lo que ocurre al leer su libro. –Al principio quise que todo el libro fueran fotografías, pero luego me di cuenta de que no podía ser, que debía ensayar otras formas de aproximación a lo que estaba contando. Así que finalmente abordo el material desde cuatro ángulos diferentes. Siempre que termino un libro me paso una semana sin hacer nada. Luego empiezo a leerlo y me sorprende descubrir que to- do esté articulado. Al final ya no sabes muy bien lo que hiciste al ANTONIO LOBO ANTUNES “El libro es un organismo vivo” El autor portugués acaba de publicar la novela “Yo he de amar una piedra” principio, y por eso asombra que exista una coherencia interna. Una máquina de triturar –¿Corrige mucho? –Tienes que sacudir el árbol, y dejar sólo lo que sirva. Nor- malmente al final queda menos de la mitad del libro. Tienes que desnudar tu prosa de todo lo que sea accesorio. El libro tiene que ser una máquina implacable que se mueve triturándolo todo. Una frase bonita no puede entorpe- cer su eficacia. Las frases boni- tas no pertenecen normalmente al libro, pertenecen a tu vanidad. Tolstoi escribió 14 veces el pri- mer capítulo de La muerte de Iván Ílich, y luego fluye con tan- ta facilidad. Un amigo decía: “Ser espontáneo me da mucho traba- jo”. Y eso es lo que hay que ha- cer, el lector no puede darse cuenta de tu trabajo. –¿Le sirvió su experiencia como psiquiatra a la hora de dar cuenta de los conflictos humanos? –No fue nada más que una for- ma de ganarme la vida. Hubiera preferido ser cirujano, pero es una especialidad que te obliga a estar siempre al día, exige mucho. “El libro tiene que ser una máquina implacable que se mueve triturándolo todo”.

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Cultura CLA VOZ DEL INTERIORCÓRDOBA. JUEVES 26 DE MAYO DE 2005 5

Sorpresa yexpectativa“Después de enterarmedel premio –cuenta aúnafónica la escritora– es-tuve en cama toda una se-mana: me quedé muda.Me dio vértigo”.

Tras una etapa de in-credulidad en la quepensó que el título El co-lectivo que figuraba en-tre los finalistas del con-curso correspondía a otroescritor, llegó la alegría,los múltiples llamados te-lefónicos y la consagra-ción de un sueño: “Yo mesiento escritora desde ha-ce muchos años, pero esla primera vez que leo enuna nota periodística queotra persona me dice ‘laescritora María EugeniaAlmeida’, y eso es fuerte”.

Eugenia no sabe cómosigue su vida ahora que tie-ne un importante premiobajo el brazo. “Después delpremio mucha gente me di-jo: Ahora sí te tenés que de-dicar a escribir’, y yo lesdecía que toda mi vida mehe dedicado a escribir”. Lasmejores perspectivas apa-recen en torno a la posibi-lidad de trabajar haciendolo que más le gusta: “Siem-pre está la fantasía de ga-nar por escribir aunque seael mismo dinero que ganocomo docente. Eso seríamaravilloso”, explica.

Por ahora, la realidadde esta escritora cordobe-sa de 32 años tiene que vercon una rutina laboralque le deja poco tiempo alejercicio de su vocación:“Escribo en la parada delcolectivo, en el bar tomán-dome un cafecito, en laplaza, en el recreo...”.

Actualmente, Almeidaestá escribiendo una nue-va novela y espera queluego de este reconoci-miento transatlántico laseditoriales locales salgande su habitual resquemorpor publicar a autoresnuevos.

AP

El libro de Almeida transcurre bajo la última dictadura, en un pueblo de Córdoba en donde ya no para el único colectivo que pasaba.

CORDOBESA PREMIADA EN ESPAÑA

EMANUEL RODRÍGUEZ

ESPECIAL

El 13 de mayo, cuando ya habíaconcluido su rutina laboral,María Eugenia Almeida che-queó la casilla de mensajes desu teléfono celular y lo que es-cuchó cambió su vida: El co-lectivo, la primera novela queescribió, había ganado el PrimerPremio Internacional de Nove-la Las Dos Orillas, otorgado porel Salón Internacional del LibroIberoamericano de Gijón (Es-paña), consistente en la contra-tación, traducción y publicaciónde la obra en Alemania, Fran-cia, Portugal, Grecia, Italia, Es-paña e Inglaterra.

Almeida nació en Córdoba en1972, actualmente vive en Un-quillo y es licenciada en Comu-nicación Social. Trabaja en elGrupo de Investigación sobreHumor de la Facultad de Filo-sofía y Humanidades, es docen-te de Comunicación en el cole-gio secundario Juan Mantova-ni, y “eventualmente” corrige yasesora editorialmente en un se-llo local.

“El día del fallo –cuenta Eu-genia–, entré a la página Web delconcurso pero no había nada, yya me iba a mi casa a ver La erade hielo por Canal 8. Como micelular es un desastre y siemprese queda sin señal, ca-da tanto me fijo si hayalgo. Había un men-saje de un español,que al principio yopensaba que era mihermano haciéndomeuna broma. Pero amedida que trans-curría iba dando da-tos que mi hermanono tenía, y al final fuealgo increíble”.

El Premio Las DosOrillas es un concur-so bianual de novela cuyo obje-tivo, según las bases, es “supe-rar el aislamiento internacio-nal” y unir las literaturas deAmérica latina y Europa, prin-cipalmente editando la obra ga-nadora en siete idiomas y dis-tribuyéndola por gran parte delViejo Mundo.

María Eugenia Almeida (pre-fiere que la llamen simplemen-te Eugenia y, por su “extrema ti-

EL FALLO DEL JURADO

Una historia argentina que cruzó el marMaría Eugenia Almeida vive en Unquillo y acaba de ganar el Premio Internacional Las Dos Orillas con su novela “El colectivo”.

Los detalles. Blanca Rosa Roca, de la editorial es-

pañola Roca, señaló en el fallo que uno de los méritos

de la novela premiada es que “la autora cuenta su his-

toria desde un pequeño pueblecito argentino, en el

que viven gentes sencillas y se cuentan pequeños de-

talles, envueltos en un gran misterio”. También des-

tacó “cómo se transmiten las noticias y la vida de sus

dos protagonistas, un abogado y un farmacéutico, con

una intriga sobre unos guerrilleros de trasfondo”.

El secreto. Georges Miressiottis, de Editions Opera de

Grecia, dijo que el secreto de la obra ganadora es la

clave misma de cualquier gran novela: “Ofrecer al lec-

tor un nuevo punto de vista de acontecimientos que ya

conocemos, una nueva manera de observar el mundo”.

Desolación y dictadura. Luigi Brioschi, de la editorial

italiana Ugo Guanda, aseguró que EEll ccoolleeccttiivvoo ”mues-

tra una nueva visión sobre los horrores de la dictadu-

ra militar argentina, desde un punto de vista inédito, el

de la colectividad de un pueblo perdido en las mon-

tañas y lleno de desolación”.

mejor de las 80 novelas presen-tadas y se refirieron a la cordo-besa como a “una gran novelis-ta capaz de cambiar nuestra vi-sión de una dictadura, para mos-trarnos su lado más real”.

La novela de Almeida, la pri-mera obra de autor argentinoque gana este premio, será pu-blicada y distribuida en Europaen 2007 y aún no se sabe, porcuestiones contractuales, si seráeditada en el país.

El colectivo está ambienta-da en un pequeño pueblo de laprovincia de Córdoba, durante1977, y cuenta lo que le ocurre aalgunas personas que viven allídesde que el único colectivo quepasa deja de parar. “A partir deeso –cuenta la autora– es unahistoria sobre lo generosas o lomezquinas que podemos llegara ser las personas en determi-nadas situaciones”.

“Yo creo que la historia esmuy sencilla –continúa– y que

al mismo tiempo en esa sencillezbusca desnudar una mecánicade la dictadura. Más que descri-bir grandes gestas de la huma-nidad, me gusta ir a los pequeñosgestos: qué hago cuando alguienme pide ayuda, qué hago cuan-do alguien me saluda y no loquiero saludar, qué hago cuan-do alguien me desafía”.

Almeida considera que es-cribir sobre las pequeñas cosassignificó un cambio en su lite-ratura: “Lo que escribía antesera de una complejidad rococó,cosas medio pesadas, en cambioesto es como buscar la palabramás despojada, descarnada ysimple. Por eso no creo que al le-er El colectivo se pueda decir‘¡guau, qué trabajo que tiene so-bre la lengua! Creo que puedemover otras cosas que tenganque ver más con lo emotivo”.

Habitué de los saldosEntre sus muchas lecturas –“leo

hasta los prospectos de los re-medios”, bromea–, María Euge-nia Almeida cita a MargueriteDuras, Marguerite Yourcenar,algunas obras de Milan Kunde-ra –“no todas, algunas no me gus-tan nada”–. También nombra ala escritora norteamericana To-ni Morrison, Premio Pulitzer1988 y Nobel en 1993; a SilvinaOcampo, “cuyos cuentos me pa-recen maquinitas perfectas” y aGeorges Simenon, “otro autorque ha quedado ninguneado porescribir policiales y a mí me pa-rece excelente: él también va alas pequeñas cosas”, dice quiense confiesa como habitué com-pulsiva de las mesas de saldos.

“Pensando en mi sueldo dedocente –explica–, un libro nue-vo, que cuesta entre 30 y 40 pe-sos, me resulta privativo: tengoque esperar a que la Facultad loscompre para ir a la biblioteca asacarlos o recurrir a las mesasde saldos”.

midez”, no accedió a que le to-maran fotos) deberá viajar en2007 a Europa, cuando su nove-la se publique en ocasión de unnuevo Salón del Libro.

“El hecho de publicar en tan-tos idiomas –dice la escritora– yque la obra llegue a tanta gentede diferentes países, es algo muysoñado: a los cinco años, cuan-do me preguntaban qué queríaser, yo respondía que quería can-tar y escribir”.

Como cantante, Eugenia re-corrió guitarra en ma-no y durante un añoItalia y Francia, par-ticipó brevemente enel Coro de LA VOZDEL INTERIOR y es-porádicamente se pre-senta en espectáculos“de amigos que me in-vitan”. Como escrito-ra, en su hasta ahorabreve currículum deediciones, aparece lapublicación de algu-nos poemas premia-

dos en 1997 en el Concurso Pro-vincial de Poesía para AutoresInéditos, y el reciente galardónobtenido en Asturias.

El lado real de la dictaduraLos editores de España, Francia,Portugal, Grecia e Italia que in-tegraron el jurado presidido porel escritor chileno y director delSalón, Luis Sepúlveda, conside-raron que El colectivo fue la

La novela deAlmeida serápublicada en

España, Grecia,Portugal, Italia,

Inglaterra,Francia yAlemania.

“Agradezco a mis padres queno me llenaran de amor”

–La familia es uno de los ejes en torno al cual gira “Yohe de amar una piedra”...

–La familia me permite dar cuenta de relaciones muy dife-rentes, y eso me interesa mucho. Pero yo no he sido nunca muyde familia, no he tenido allí relaciones muy estrechas. Tuveuna niñez muy solitaria, quizá porque éramos muchos her-manos. No había demasiada proximidad, existía una conten-ción verbal y afectiva. Es algo que les agradezco a mis padres,que no me llenaran de cariño, de amor, que no me volcaran en-cima todas sus atenciones. Así que he tenido que inventarlotodo en las relaciones, y me ha permitido explotar mi lado cre-ativo. No había preguntas en casa, no me ahogaron, no me im-pusieron una prisión de la que luego tuviera que liberarme.

GENTILEZA CLARÍN

Lobo Antunes es, con Saramago, uno de los máximos autores lusos.

JOSÉ ANDRÉS ROJO

EL PAÍS, DE MADRID

Madrid. Algunas viejas heridas,la irrupción de la muerte quetrastoca el orden cotidiano, elsúbito descubrimiento de unamujer que le dice un día al hom-bre que ha amado: “He dejado dequererte”. No hay manera decontar, ni de resumir, lo que ocu-rre en el último libro de AntonioLobo Antunes (Lisboa, 1942), Yohe de amar una piedra, queacaba de aparecer en una coedi-ción de Mondadori con Círculode Lectores.

Algunas heridas, la muerte,el amor: no es gran cosa, peroquizá sea ésta la única manerade presentar el impo-nente desafío litera-rio que propone el es-critor portugués ensu nuevo libro, dondesu escritura atravie-sa tiempos y lugaresdistintos, registrandocon minuciosidad lasminúsculas variacio-nes del comporta-miento humano, lafragilidad de las emo-ciones, el radical des-concierto que acecha en todaspartes, los vanos gestos que que-dan en la memoria cuando ya to-do se ha olvidado.

–En la contraportada se di-ce que este es su texto más au-tobiográfico...

–No creo que lo sea, no mu-cho más que cualquiera de misotros libros. Claro que no in-ventas nada, siempre tomas deaquí y de allá. Si tiene algo quever conmigo, es con todo lo queen mí hay de tinieblas. Cada vezmás, de libro en libro, me doycuenta de que el material del quetrato se vuelve autónomo, inde-pendiente de mi voluntad.

–¿Trabaja sobre un guión,con algún plan específico?

–Ya no. Empiezo sin saber na-da. Las cosas van saliendo muylentamente, y el libro se va es-tructurando solo. Tengo la im-presión de que el libro es un or-ganismo vivo, que nada tiene quever conmigo, con su propio tem-peramento, su propia fisonomía.Intento, sobre todo, que mis va-lores no sean los valores del li-bro. Al empezar sólo existe unapequeña historia, una pequeñaintriga, que va avanzando sola yque de pronto cristaliza.

–Su último libro es muycomplejo, lleno de retos parael lector...

–Cada vez me ocupo más, den-tro de cada libro, dereflexionar sobre lapropia escritura, so-bre los límites de lanovela, sobre la posi-bilidad de cambiarunas formas demasia-do gastadas. Conraddecía: “Me parece queestoy contando missueños para ustedes”.Algo de eso hay en loque hago, como si loque contara fueran vi-

siones. Mi libro es un delirio es-tructurado. No escribes lo quequieres, escribes lo que puedes.De lo que se trata es de poner enpalabras lo que por definición nose puede traducir a palabras. Unlibro no se hace con ideas, y des-confío de los que dicen que tie-nen una buena idea para un li-bro. No me interesa nada lo quepueda salir de un planteamien-to de esas características.

Detective de detalles–Es muy minucioso con losdetalles, con las pequeñas co-sas...

–Es que en los detalles está to-

do. Hace poco leí la crónica deuna joven periodista, que es-cribía sobre las experiencias deun hombre mayor en una cárcel.En un momento dado se referíaa un aparato de radio que teníaen su celda. Explicaba que en laantena había puesto un rollo depapel higiénico. Y que el papelhigiénico vibraba. Es algo total-mente secundario, pero es lo quemejor cuenta lo que allí ocurre.

–Comentó alguna vez quehay libros que tienen su pro-pia llave, que hay que encon-trarla para descubrirlos. ¿Tie-ne alguna pista para abrir“Yo he de amar una piedra”?

–Si tu desafío es hacer algonuevo, tienes que enseñar a tuslectores a leerte. Joseph Conradera amigo de escribir prefacios,y los escribía en un tono ligeropara acercar a la gente a su obra.Pero cada escritor es muy dife-rente, y leer un libro es como sicamináramos por un caminodesconocido hasta que, de pron-to, se produce la iluminación.

–“Amar a una piedra”: sue-na raro...

–¿Lo cree de verdad? Fíjese en

Miguel Ángel. En un soneto quehizo a propósito de una de sus es-culturas, la que se llama La no-che, escribió: “Grata me es la no-che y más aún si es de piedra”.Nunca tengo título para mis li-bros, surgen de pronto como unmilagro. En este caso, fue un ami-go del Alentejo el que me lo des-cubrió. Cantaba una vieja canciónque decía “yo he de amar una pie-dra”. Pensé que tenía que ver conlo que hay dentro del libro.

–El libro arranca con unaserie de fotografías. En cadaimagen hay partes nítidas yotras que son más borrosas. Eslo que ocurre al leer su libro.

–Al principio quise que todoel libro fueran fotografías, peroluego me di cuenta de que nopodía ser, que debía ensayarotras formas de aproximación alo que estaba contando. Así quefinalmente abordo el materialdesde cuatro ángulos diferentes.Siempre que termino un librome paso una semana sin hacernada. Luego empiezo a leerlo yme sorprende descubrir que to-do esté articulado. Al final ya nosabes muy bien lo que hiciste al

ANTONIO LOBO ANTUNES

“El libro es un organismo vivo”El autor portugués acaba de publicar la novela “Yo he de amar una piedra”

principio, y por eso asombra queexista una coherencia interna.

Una máquina de triturar–¿Corrige mucho?

–Tienes que sacudir el árbol,y dejar sólo lo que sirva. Nor-malmente al final queda menosde la mitad del libro. Tienes quedesnudar tu prosa de todo lo quesea accesorio. El libro tiene queser una máquina implacable quese mueve triturándolo todo. Unafrase bonita no puede entorpe-cer su eficacia. Las frases boni-tas no pertenecen normalmenteal libro, pertenecen a tu vanidad.

Tolstoi escribió 14 veces el pri-mer capítulo de La muerte deIván Ílich, y luego fluye con tan-ta facilidad. Un amigo decía: “Serespontáneo me da mucho traba-jo”. Y eso es lo que hay que ha-cer, el lector no puede darsecuenta de tu trabajo.

–¿Le sirvió su experienciacomo psiquiatra a la hora dedar cuenta de los conflictoshumanos?

–No fue nada más que una for-ma de ganarme la vida. Hubierapreferido ser cirujano, pero es unaespecialidad que te obliga a estarsiempre al día, exige mucho.

“El libro tieneque ser una

máquinaimplacable que

se muevetriturándolo

todo”.